Gottfried Helnwein
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Nació en Viena, Alemania en el año 1948. Su infancia la vive bajo las transformaciones sociales de Alemania dividida en oriente y occidente, viviendo los cambios ideológicos y restricciones en la comunicación, debido a las políticas de gobierno instauradas después de la segunda guerra mundial. Estudió artes plásticas en la universidad de Viena. En sus épocas de estudiante fue un alumno rebelde, que practicaba rituales al estilo performance o body art con la intención de utilizar la sangre y la violencia no sólo como protesta, sino con el intento de crear arte de vanguardia muy de moda en esos tiempos. Realiza su primer Happening con pequeñas audiencias en las que se corta las manos y la cara con una navaja de rasurar. Participa en el incendio de la academia junto con dos compañeros, causando severos daños, por lo que es detenido y llevado por las autoridades a investigación creyendo que el incidente tenía influencias políticas y sociales.
En 1972 recibe el Premio Kardinal König por las primeras apariciones de Aktions en Viena, en todo tipo de lugares públicos. En la exhibición de Viena Künsterlhaus varias personas ponen un manifiesto por fuera con la palabra “Entartete Kunst” (término del nazismo que significa arte degenerado) en estampas por toda la obra de Helnwein. En la apertura de la galería D in Mödling, el alcalde de Viena confisca su obra. Siempre ha mantenido un profundo interés por el cine la literatura, la música y el teatro, encontrando en todas estas ramas de la estética herramientas de sustento para su proceso creativo, siendo para él la pintura y la fotografía el medio donde mejor se desenvuelve para dar a conocer su brillante obra. Imágenes que muestran esa lúgubre, casi terrorífica atmósfera. Capaz de abatirnos por mostrar la demencia de lo que puede llegar a hacer el hombre con su prójimo cuando es por el afán de destruir, gobernar o conquistar.
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A cambio nos devuelve lo que pulveriza, para hacernos imaginables un mundo relativo a la historia de esa comunidad. En toda la obra de este fotógrafo abunda la mirada social, una critica al hombre que se puede llegar comprender en la intención del uso de la luz para crear drama e ironía, en una imagen premeditada donde combina el sadismo con el erotismo. Dentro de su trayectoria es un artista con una extensa obra que se ha exhibido en importantes museos y galerías alrededor del mundo. Ha tenido la oportunidad de trabajar con importantes directores, cineastas, músicos actores; gente importante a nivel político, intelectual y artístico. En su vida privada es una persona casada y con dos hijos; su familia es una parte elemental en su vida y esto se ve reflejado en su obra, ya que en algunas de sus obras, ya sea fotografía o pintura, aparecen como modelos. Actualmente reside en un castillo en las afueras de Irlanda con su familia, en donde tiene su taller.
Este artista alemán utiliza el dolor como una forma directa de manifestar nuevas sensaciones, logrando manipular las escenas, siendo el mismo objeto para describir sus sentimientos en una gran obra de arte. En cada pieza están contenidas las sensaciones del ser humano; tratando de hacer visible el dolor del hombre y al mismo tiempo reflejar qué ese dolor es provocado por él mismo. El nuevo arte del dolor, con esta pretensión provoca una serie de experiencias catárticas que permiten hacer una traducción personal de lo que quiere decir, porque a partir de esta provoca en el espectador una sensación que muchas veces es identificada por cualquier hombre que contemple sus obras. Una simple manifestación artistica que permite hacer de una sola imagen algo que sea comprendido por la mayoría. El llanto de un niño es un símbolo universal en el que su comprensión no necesita de idiomas, ni idiosincrasias, es por eso que el arte de Helnwein legitima
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“LA FUNCIÓN DEL ARTISTA ES EVOCAR LA EXPERIENCIA DEL RECONOCIMIENTO SORPRESIVO: MOSTRARLE AL ESPECTADOR LO QUE ÉL SABE PERO NO SABE QUE 8 G
SABE. Y HELNWEIN ES UN MAESTRO DEL RECONOCIMIENTO SORPRESIVO.” -WILLIAM BURROUGHS esta experiencia, porque de entrada el centrarse en el ser humano mantiene una sola lectura; la del ser humano; cualquier dolor y sensación es conocida sin tenerla que haberla vivido. La obra de este artista mantiene siempre la intención de provocar miedos, deseos, dolor y felicidad con la intención de nunca revelar respuestas, sino que siempre formulará preguntas que hagan al ser humano detenerse y observar para entender: ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Por qué lo seguimos permitiendo? Trabaja en series de grandes formatos, autorretratos metamórficos que tienen sus orígenes en autorretratos donde Helnwein aparece
gritando y cegado por tenedores, inspirando el terror y agobio. Su obra está inspirada en la obra de Francisco de Goya por ser una de las más desgarradoras e impresionantes del período neoclásico con intentos claros de cubrir la pobreza, la guerra y el sufrimiento que se vi-vía en la España del siglo XVIII. Un acercamiento a Eduard Munch, pues fue su pasado tormentoso lo que lo llevó a reflejar en su arte un poco de esa vida enferma. Esas angustias y sufrimientos se ven plasmados en sus obras en las que generalmente recurre a temas de niños enfermos y de muertes. Siendo este el pintor moderno que abrió la ventana a la locura o de la
aparición del reflejo humano, como un ser auto destructivo. Schiele este este artista alemán tiene fuertes influencias por parte de su maestro y amigo Gustav Klimt; En El beso (1907-1908, Osterreichische Galerie, Viena) refleja un breve momento de pasión entre dos personas. El erotismo y la desesperación son características estilísticas de la secesión vienesa, movimiento artístico que buscó expresar las preocupaciones y las emociones del hombre de su época. Por medio de un gran dominio de la acuarela, Schiele logra cap tar a la figura humana en estado de tensión, como si pintara con un pincel nervioso. Pero su obra es destacada especialmente por la fuerte revelación erótica con la que siempre construyó un cuadro. Otto Dix; En su obra intenta una recuperación de las tradiciones alemanas del medioevo. Manejando un realismo técnico logra reflejar la destrucción del ser humano en la cual se ve reflejada la herencia de la primera guerra mundial, donde el mundo se encontraba bajo una tensión esgarradora.
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Horrorizado por la brutalidad de la guerra de trincheras y la utilización de armas de gas, reflejó dichos temas con una claridad sin concesiones en su obra Guerra (1924), serie de 50 aguafuertes. Logrando vincular, al pintar prostitutas, la decadencia del erotismo y de lo sacro en el cuerpo humano, su obra fue quemada por los nazis. Con signos del Realismo Mágico se podría identificar que esta tendencia pictórica se considera una reacción contra el Expresionismo, ya que cree que éste falsea la realidad; intentando captar una realidad naturalista o fotográ-fica pero creando una cierta tensión emocional. La obra de Helnwein tiene pretensiones explicitas, no cabe duda de que es un gran director fusionando todo un siglo de arte, en una obra acabada que logra generar nuevas bisectrices para entender el camino que debe o sigue la posmodernidad.
No con un estilo que se vanagloria de lo bello, sino que refleja la otra cara de la verdad, la eminente auto destrucción del ser humano, siendo su obra mas que un mero grito desgarrador de los males y vicios sociales. En sus transformaciones y autorretratos podríamos decir que Helnwein se ve a sí mismo como víctima y como mártir. Utiliza instrumentos quirúrgicos y vendajes para transformar su rostro y su imagen en la de alguien que se encuentra sufriendo y que está siendo victima de violencia y maltrato. Estas transformaciones, o bien dicho deformaciones, son parte de las características de su misma obra no solo por el hecho de reflejar cómo se ve a sí mismo, sino por el hecho de ser la víctima que refleja.
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Una Expresión del Dolor
A lo largo del siglo XX y lo que llevamos de este, el arte se ha visto envuelto en una serie de transiciones cambiando ideales y revolucionando su propia definición, creo que su función se ha modificado después del siglo XX. Al vivir atrocidades históricas el hombre terminó siendo un ser miserable, pero con posibles sentimientos que permiten traerle un poco de felicidad, que convierten lágrimas en risas, pues al final, el llorar como el reír vienen de lo mismo. Utilizando el dolor como una posible forma de manifestar algo, los artistas lograron transformar ese sentimiento en grandes obras de arte. Para ellos el proceso de creación terminó siendo: “Elaborar como materia propia la irremediable miseria de la materia humana, evitando la ofuscación producida por un sistema de prejuicios y reconduciendo al hombre a la expresión de lo vital y lo verdadero. (…) convirtiendo en ilusoria cualquier otra posibilidad. Sólo de esta forma el hombre puede expresar, y por lo tanto retener y hacer propias, sensaciones inasibles y determinantes
de la vida, como el deseo, la piedad, la desesperación y el terror.” Esta frase descifra un poco la temática que abordan las obras de Helnwein, donde en cada pieza están contenidas las sensaciones del ser humano; tratar de hacer visible el dolor del hombre y al mismo tiempo reflejar qué ese dolor es provocado por él mismo. La idea de transmitir a través del arte el dolor provoca una serie de experiencias catárticas que permiten hacer ese dolor universal una traducción hacia uno más personal, que provoque en el espectador una sensación que muchas veces deberá ser traducida como reflexión universal para que sea identificado por cualquier hombre que contemple sus obras. “¡Nada humano me es ajeno!”. A pesar de vivir en una era que se describe sin alma, siempre hay una energía que proviene de algún lugar extraño, una simple manifestación artística que permite hacer de una sola imagen algo que sea comprendido por la mayoría.
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“YO SÉ QUE EXISTEN OJOS MELANCÓLICOS, FRÍOS, QUE NO GUARDARON NUNCA NI SECRETOS NI ANHELOS; COMO ESTUCHES SIN JOYAS, RELICARIOS VACÍOS, 16 G
¡VACÍOS PROFUNDOS COMO LOS MISMOS CIELOS! MAS ¿NO BASTA QUE SEA TAN SÓLO LA APARIENCIA PARA ESTE CORAZÓN QUE HUYE DE LA VERDAD? TU ESTUPIDEZ, ¿QUÉ IMPORTA? Y ¿QUÉ TU INDIFERENCIA? MÁSCARA O DECORADO ¡YO ADORO TU BELDAD!” (CHARLES BAUDELAIRE 1860) El llanto de un niño es un símbolo universal en el que su comprensión no necesita de idiomas ni idiosincrasias, es por eso que el arte de Helnwein legitima esta experiencia, porque de entrada, el centrarse en el ser humano mantiene una sola lectura; la del ser humano; cualquier dolor y sensación me es conocida sin tenerla que haberla vivido, ya que puedo comprenderla.
Lo interesante de los personajes de Helnwein es que abordan toda la psicología del hombre del siglo XX que se ve afectado de manera interna y externa, es decir refleja lo susceptible y frágil del ser. Lo que hace original su obra es la manera en cómo decide llegar al espectador, llevándolo hacia puntos clave donde pueda verlos; las vías públicas, iglesias, salidas de metro, centros de reunión en ciudades importan-
tes; logrando que sus imágenes le lleguen al espectador a la manera de un anuncio comercial, o un cartel puramente publicitario, pero él sí entrega un mensaje a la gente; a diferencia de cualquier producto que es únicamente propaganda, el contenido que aborda su obra hace cuestionarse al espectador sobre los valores que se han instaurado a lo largo de la historia; intenta su reflexión, decide manipularlo y proovocarlo. El espectador, al sentirse horrorizado e insultado, termina por aborrecer las imágenes. Debido a esto, en varias ocasiones su obra se ha visto prohibida y agredida por el público pues lo que continuamente está planteando Helnwein es una desmitificación hacia todo lo establecido por el “establishment”, por eso trabaja con fotografías y pinturas de personajes del siglo XX que generalmente están presentes en los círculos intelectuales (cineastas, filósofos, escritores, pintores) y figuras públicas (pop stars, productores, políticos, rebeldes, activistas, comunicólogos)
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que han sido precursores de su época y tiempo. El espectador, a través de los modelos de Helnwein, se pregunta sobre su propia vida, sobre la sociedad a la que pertenece y sobre el bien y el mal; además de que todo todo esto logra con sus accesorios (símbolos religiosos), que en su mayoría mantienen múltiples lecturas; pone en duda lo que es el racismo exaltando el movimiento nazi que es parte de la propia tradición alemana, la religión católica y los valores que instaura la iglesia, la ciencia, la ficción, el capitalismo y sobre todo, lo que somos como mundo manipulado por los medios de comunicación, el impacto de la mercadotecnia y de la economía global…
“El mundo, como dice Heidegger, es el mundo para la muerte. El mundo donde la comunicación se ha convertido en el estatuto mismo del anonimato. Hoy más que nunca somos cultura de la imagen. Nominalismo tecnológico donde, entre lo representado y la realidad, el hombre prefiere lo representado como el único consuelo factible a su esquizofrenia. Al fin y al cabo, es mejor mirar un noticiero donde se habla de la muerte de nadie que oír de la injusticia cometida con el que está a mi lado.”
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o la Gran Mordedura a los Sentidos
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Gottfried Helnwein, un bello grito en la oscuridad de la noche. La mariposa negra, la mas bella. Estremecedor, sensible y temido, amado y repudiado, arrebato, a la historia su sombra, para poder exponerla y destriparla, siempre sustrajo de la medicina su imbécil ortopedia hasta convertirla en la burla del hombre. El trabajo de Helnwein, es un panóptico de los deseos mas oscuros del hombre, de lo que muchos no queremos ver de nosotros mismos. Desacraliza ídolos contemporáneos, un ejemplo de ello son las religiones y Los Dioses. Con su obra arranca de raíz la mascara de nuestra sociedad. Ha fotografiado el lado mas estupido de las estructuras de poder para reírnos de las mismas y para temerles. Conocí a Gottfried hace algunos pocos anos, aprendí a conocerlo a descubrirlo, en el bello intento por diseccionar su maravilloso trabajo.
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A partir de el, comencé a escribir, su pintura una bella mordida, un bello y duro golpe en el corazón de mi cráneo, un tiro de bala en el rostro del espectador, en donde a través de ella, de su obra, pude ver mi sombra en la tarde mas luminosa que he tenido. La obra de Gottfried, del magnifico artista Helnwein, mi infancia que nunca se aleja, luego Kleines Helnwein, de la cual soy el autor, el director, de esa pieza teatral maldita. Mi primer pieza teatral, aceptada el publico y repudiada, por el publico, temida en las estructuras de los festivales internacionales de teatro, rechazada por la censura en plena democracia en Argentina, país en el cual nací y creo crecí.
Kleines Helnwein, Kleines Gottfried o Helnwein-Malmsten o Malmstein, Rodrigo Helnwein, escupidos, admirados, repudiados, respetados, temidos. Gottfried Helnwein, Marco Polo de la psiquis del hombre, del hombre lobo cazador de hombres, un brillante y elegantísimo artista, que con su arte muestra la cara mas mas oscura de la sociedad en la cual el hombre habita y en la cual el hombre muere. Sobre las ruinas del mundo, sobre la devastación del hombre por el hombre Gottfried Helnwein será el espejo mas nítido de la voracidad de nuestra contemporaneidad.
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Gotffried Helnwein
CUANDO ME ENTERÉ DE LO QUE LA GENTE DE MI PAÍS LE HIZO A PERSONAS INOCENTES DURANTE EL RÉGIMEN NAZI, COMENZÓ EN MÍ UNA ESPECIE DE OBSESIÓN POR LA JUSTICIA. HE PERDIDO LA CONFIANZA EN EL MUNDO DE LOS ADULTOS Y SU SISTEMA DE VALORES. EN UN NIÑO VEO EL PLENO POTENCIAL DE LOS VALORES Y LAS VIRTUDES HUMANAS, DE LA INOCENCIA, LA CONFIANZA, DEL AMOR, LA COMPASIÓN Y LA CREATIVIDAD. EN UN NIÑO LO ÉTICO ESTÁ INTACTO, POR ESO ME PARECE QUE SON SAGRADOS. PERO TAMBIÉN SON VULNERABLES E INDEFENSOS, Y PARECE QUE LOS ADULTOS, MEDIANTE SUS MORALISMOS Y SU MODO DE ENTENDER LA JUSTICIA, TIENDEN A TRAICIONAR LA CONFIANZA QUE LOS NIÑOS HAN DEPOSITADO EN ELLOS. HE ESTADO INVESTIGANDO ACERCA DE LOS ABUSOS A NIÑOS EN ALEMANIA; HE VISTO CIENTOS DE FOTOGRAFÍAS DE CUERPOS DE NIÑOS MUERTOS, CUERPOS DE NIÑOS TORTURADOS HASTA LA MUERTE, EN SU MAYORÍA POR SUS PROPIOS FAMILIARES. SON IMÁGENES QUE JAMÁS PODRÍA OLVIDAR. EN ESE SENTIDO, MIS NARRACIONES VISUALES HABLAN DE LA LUCHA DE LA EXISTENCIA HUMANA, Y LOS NIÑOS, SIN DUDA, SON LOS HÉROES DE ESTA HISTORIA.
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Gottfried Helnwein nació en Viena el año 1948, en el contexto de una reconstrucción total, tanto arquitectónica como cultural, de lo que se había derrumbado durante la Segunda Guerra. Estudió en la Universidad de Artes Plásticas, en Viena, donde le fue otorgado el premio de Master Class. También ha recibido el premio Kardinal-Konig y el Theodor-Korner. Además de su vasto trabajo en pintura y fotografía, se ha dedicado al dibujo y la escultura, ha realizado diversas performances, y ha trabajado como diseñador de vestuario y escenógrafo teatral de ballet y ópera. Helnwein es un férreo defensor del sentido en el Arte. En sus trabajos puede verse una gran preocupación por retratar sus tiempos, esfuerzo que viene de su interés por comprender los cambios sociales y políticos que ocurren hoy y que vienen ocurriendo desde que el ser humano es tal.
Sus trabajos son reconocidos en todo el mundo, tanto por sus recursos técnicos como por el carácter controversial de muchos de ellos. Hoy reside en Los Ángeles, Irlanda, desde donde nos responde la siguiente entrevista. ¿Cómo recuerdas tu infancia en Viena? ¿De qué modo crees que influye en el desarrollo de tu obra lo que viviste durante esa época? –Viena era un lugar sombrío y triste después de la guerra. Muchos edificios estaban en ruinas, y todo el mundo estaba deprimido. Yo era un niño pequeño y nunca había visto sonreír ni cantar a nadie. Constantemente tenía la sensación de que había aterrizado en el planeta equivocado. Lo que yo no sabía entonces, era que mis estúpidos antepasados habían perdido la segunda guerra mundial, que habían dejado en ruinas miles de años de gran arquitectura, y que muchos de ellos habían participado en el asesinato de 50 millones de personas.
El único arte que vi durante mi infancia fue un montón de pinturas de santos, mártires torturados y corazones sangrantes, no eran más que fríos cadáveres de la pintura colgando de las paredes de las iglesias. Tu trabajo está relacionado con la belleza, pero da la impresión de que tu forma de tratarla no es muy convencional. ¿Qué opinas al respecto? –La belleza y la fealdad son muy subjetivas. En distintos momentos y en distintos lugares, la gente tiene ideas muy diferentes sobre lo que son. No me interesa lo que algunas sociedades consideran bello o feo hoy, mi trabajo va más allá de eso. El quehacer de un artista no debe ir del lado de la moral y la belleza, que son la cristalización de la ética y la estética. La ética y la estética son campos que no están sujetos a las modas ni a los contextos sociales, son valores personales y a la vez universales.
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La infancia aparece como una de las temáticas centra-les de tu trabajo. Los niños siempre han sido asociados a la inocencia, pero en tus imágenes aparecen también ligados a la degradación del ser humano. ¿En qué consiste este quiebre? –Cuando me enteré de lo que la gente de mi país le hizo a personas inocentes durante el régimen nazi, comenzó en mí una especie de obsesión por la justicia. He perdido la confianza en el mundo de los adultos y su sistema de valores. En un niño veo el pleno potencial de los valores y las virtudes humanas, de la inocencia, la confianza, del amor, la compasión y la creatividad. En un niño lo ético está intacto, por eso me parece que son sagrados. Pero también son vulnerables e indefensos, y parece que los adultos, mediante sus moralismos y su modo de entender la justicia, tienden a traicionar la confianza que los niños han depositado en ellos. He estado investigando acerca de los abusos a niños en Alemania; he visto cientos de fotografías de cuerpos de
niños muertos, cuerpos de niños torturados hasta la muer-te, en su mayoría por sus propios familiares. Son imágenes que jamás podría olvidar. En ese sentido, mis narraciones visuales hablan de la lucha de la existencia humana, y los ni-ños, sin duda, son los héroes de esta historia. Has declarado que en un principio tu mayor fuente de inspiración fue el Pato Donald y los dibujos animados en general. Cuéntanos un poco de esos tiempos. –En la agonía de mi infancia, después de la guerra de Viena, Donald fue mi salvador. Supongo que algún funcionario de relaciones públicas de los EE.UU. tuvo la idea de publicar historietas de Disney en Alemania y Austria para lograr nuestra simpatía, para que los niños nazis empezásemos a sentir afectos por la cultura norteamericana. Y creo que tuvimos suerte, porque por casualidad nos llegó el trabajo del mejor artista que ha pasado por Disney: Carl Barks.
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En tu serie The Disasters of War (2007) hay una clara alusión a dibujos animados asiáticos contemporáneos, compartiendo escena con niños. ¿Qué nos puedes comentar respecto a esta serie? –Exactamente hace 200 años Francisco de Goya comenzó su famoso Desastres de la Guerra. Son casi 100 imágenes, entre dibujos y bocetos, que representan las crueldades de la España desgarrada por la guerra. En memoria de este gran maestro fue que empecé mi propia serie de los Desastres de la Guerra. Nuestros hijos están creciendo en un mundo donde la muerte, la tortura y el asesinato pasan como si fuesen incidentes virtuales de los juegos de computadora. Muchas veces los efectos especiales resultan más reales que la realidad misma; estamos presenciando una confusión total en la que la ficción se mezcla con lo que aparece en los noticiarios. Yo busco retratar esa confusión.
–Una confusión bastante organizada Claramente. Esta es la edad del materialismo, el consumismo y la decadencia. Nuestros héroes son unos idiotas, como la basura de Paris Hilton, la princesa triste en sus 15 minutos de fama. Los niños se matan a tiros en las escuelas. Finalmente, hoy estamos viviendo en una sociedad que es una combinación de lo que había previsto Huxley en Brave New World y Orwell en 1984. Estamos atrapados en la vorágine de la propaganda, y todo está bajo total vigilancia. Retrataste a Charles Bukowski tres años antes de su muerte. ¿Cómo fue tu relación con él? –Estuvimos intercambiando correspondencia por un tiempo, hasta que decidí partir a visitarlo a su casa en California. Ahí tomé una serie de fotos de su impresionante rostro, que se veía como uno de sus poemas.
También te relacionaste con Andy Warhol. –Lo conocí a fines de los sesenta en Viena, y luego me invitó a su Factory, en Nueva York, donde le tomé algunas fotos. Esa sesión fotográfica la recuerdo con bastante nitidez. Después de los habituales cumplidos –cómo él amaba mi trabajo y yo el suyo–, me pidió que le acompañara a una habitación vacía, donde tomó asiento en una silla baja, frente a los demás, y se congeló. No se decía nada. Menos se hablaba. Estuvimos así, sentados, largo rato. Yo no sabía qué hacer. Era una situación extraña e incómoda. Pero luego, poco a poco, todo comenzó a volverse límpido y la tensión se disipó: nada parecía más importante que lo que estaba sucediendo ahí. Andy parecía un maniquí de cera (en la postura de un faraón extinto hace miles de años), la habitación oscura que nos rodeaba lo convirtió en el más oscuro y blanco ser humano.
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Me di cuenta de que estábamos flotando en algún lugar en el espacio ultraterrestre y nada importaba más que eso. En ese preciso instante disparé mi Nikon. ¿Con Marilyn Manson sucede algo parecido? -Manson es un gran amigo mío. Está muy cerca de mi corazón. Es muy sensible, estimulante y creativo. Definitivamente, es un artista que me nutre. William Burroughs se refirió a ti como “el maestro del reconocimiento sorpresivo”. ¿Qué relación crees que tiene esta idea con que tu trabajo sea reconocido y admirado en todas partes del mundo? –Las opiniones respecto a mi trabajo siempre son extremistas. Las personas nunca quedan indiferentes. O respetan mucho mi trabajo, o lo odian.
Llevas muchos años en el mundo del Arte, has trabajado en muchas de sus ramas y has participado y visto muy de cerca el desarrollo que ha tenido durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. ¿Hacia dónde crees que apunta el Arte contemporáneo? –Desde la década del ochenta, la escena internacional se ha convertido en una especie de mercado de valores. El Arte de hoy es visto principalmente como una inversión inteligente. Las firmas de los artistas conocidos no son vistas más que como trofeos, cuales nombres de marcas como Gucci o Chanel; son utilizados para impresionar y obtener beneficios sociales. Supongo que esto es parte del proceso de decadencia cultural que estamos viviendo. Sin embargo, creo que algo está cambiando: cada vez más se ve gente que busca Arte cargado de significado y sustancia.
Has viajado mucho por Sudamérica. ¿Tienes alguna relación con Chile? –He estado en Chile, y siempre he seguido de cerca el desarrollo político y social chileno, desde que Allende ganó las elecciones y asumió en 1970, hasta el día de hoy, tomando en cuenta todos los acontecimientos que han ocurrido desde entonces, que son muchos.
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