Zizek, slavoj el espinoso sujeto [paidos, 1991]

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El espinoso sujeto

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Slavoj Zizek

El •espinoso sUJe o El centro ausente de la ontología política

Slavoj Zizek (1949), doctor en Filosofía y en Artes, es investig dar superior del Instituto de Estudios Sociales de Liubliana, Eslovenia, y profesor visitante en la New Scl100l for Social Re search de Nueva York y en la Universidad de París VIII, En los últimos quince años ha participado en numero os imposios sobre crítica cultural, filosófic y política, y ha tenido partícip< ió n política ctiva en la República de Eslovenia. Entre sus libros se cuentan Todo /0 que u tcd c¡u ri saber sobre Lacan y nunca e atrevió a preguntarle a H'tchcock (Manantial, 1994), ¡Goza tu sin ama! (Nueva Visión, 1994), Porque no saben /0 que hacen (1 98) Y Mirando alsesgo (2000) , estos últimos de uestro fondo editorial.


Slavoj Zi zek

El espinoso sujeto El centro ausente de la ontologia política T raducci ón de j orge Piarigorsky

PAIDÓS UUt:lIUS Aires - Barcelona - .\ l éxico


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Indice

Tf rulo urigi n;l : 11NTui/ish S"bj«t. TlN A/ormr Cntrn ofPo/irwl Ontolog;f el Sln'Oj tiMo. 19'XI V~

Londn:s-Nucv, Yod." 1'J99

Cublerta de Gusuvo MxIi Motr.v <k cubierta. Giu5C1JPC An:iml..lI,b . lm'irrno, óleo so bre made ra, Urot 1550

hurod uccíón: U n espectro ronda la academia occidental. v.

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Lo "nocbe del mtmdo"

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1001 de IOdas b. edicion"" en \2<'1dlano Edilori:ll Paidós S....l CF Dc:li::n... 599. Buenos .-\ircs e-nu il:p:lidoslileN.rio@ciuthd.ronur F..dicionc:sP3id6s Ibérica SA ,\ b riano C ubi92, 8 3rcc:lon 3 Editorial Paidós ,\ I~ oSA Rebén D3riO II R, Méxicn, D.•·.

Queda hechu el J ep6.1 itu que: previene: Id ley 11.713 [ml'R:so en la Argenti na. Printcd in Argclll i n~

Irnl'R:",, "n Ver lap, Co m, n,\antc Spurr 653, Avellaneda, en ahril de 2001

l. El atolla dero de la imaginación trascend ental, () Man in I Ieideggcr como lector de Kant 1. El espinoso sujeto hegeliano

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3. La po lítica de la verdad, o Alain Badiou CO Ill O lect or de San Pablo ......

I.J7 IH3

n Lo rmrvusnlidnJ escindida -l. L a subjetivaci ón política y sus vicisitudes •.............................................

III De la sujeciona la destitución subjetiva

5. (Des)apcgo s apasionados, o j udirh Butlcr como lectora de Freud 6. ¿Ad6ndc va Edipo?

2M .13 I

Índice analítico............................................................................................. -I2 .~ ISIlN 9SO- I2-6520-X

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lntroduccidn: Un espectro ronda la academia occidental...

...el espectro del sujeto cart esiano. Todos los pode res acadé micos han cn t rudu en un a santa alianza pOIra exorciza d o: la New Age oscurantista (que quiere reem plazar el vparadigm a cartes iano " por un nuevo enfoq ue holistico) r el de!'> eonxt ruccionismo pos mod erno (para el cua l el sujeto cartesiano es tina ficd 6n discursiva, un efecto de mecan ismos textua les desce nt r ados); los te6rk o s habe r1II:1si¡lnOS de la com unicación (q ue insisten e n pasa r de la subjetividad monológk¡l cartesiana a un a inters ubjetiv idad discu rsiva) y los defensores hcitlcggc ri:l· nos Jel pen sam iento del se r (qu ienes subraya n la necesidad de "nunv esar" el horizon te de [a subje tividad mode rna que h a culminado en el acrualnihilisnm devastado r), los científicos cog nitivos (quie nes se empeñan en dem ost rar cmpíricamente Ij u e no hay una única escena del sí-mism o, sino un pandemónium de fuerzas competitivas) y los "ecólogos pro fundos" (quienes acusan al m.u criul¡s 111 0 rnecanicista cartes iano de propor cionar el fundamento filos ófico para la exploteci ón implaca ble de la naturaleza ); los (posuna rxisras críticos (quienes sustie nen que la libe rtad ilusoria del sujeto pen sante burgu és arra iga en la divisil'm tic clases) y las femi nistas (quienes observa n que el rogito supuesta mente asuxuadn es e n realidad una forma ci ón patriar cal masculina). ¿C uál es la oricmación acad émica q ue no ha sido acusada por sus adversarias de no habe r re pudiado adecuad ame nte la he rencia cart esiana? ¿Y cuá l no ha res...po ndido con la impur ació n infaman te de "subjetividad cartesiana" a sus cr íticus más "radicales", así ('U mo a sus opone ntes " reaccion ar ios" ? L as consecuencias son dos: 1. La subjetividad cartesiana sigue siendo reconocida por todos los pod en:s académicos como una tradició n int electual m uy fuerte y aún activa. 2. Es ahora oport uno que los part idarios de la snbjc uvida d cartesiana, frente 9


1. Véase u n3 confrontación detallada con el rech azo crítico lle la subjetivillad canesiana en las ciencias cogni th'3s, en Sla\'Oj Zii.ek, "The Cartes ian Subject \'er.;\lS m e C artesian Thl-atre", en Cogitu ,md t!ir UIICOIIScio/ls, comp" de Slavoj Z i;"ck, Durh,un , D uke Unive",?ity P re s~ , 19<)8 " 2, Resulta bastant e int eresante que las tr es parres correspo ndan l:lmlllen a la tmu!a geugráfica de las tr,¡did ones alemana/ fnmct:Sll!angloamerícana: el iliealismo alemán, la filu:;ofía pulflíca francesa y los estudi us cultura les angloamericanos.

rcsulLl cla ramente disrcnublc e n e l rr ;IC 1SO de Sil let"tur;l de Kuru: ,llltl l ru-r (,1 1'0 1'0 rn 1,1 illl,lgin,ld<'m tr.rsccndcnml, ll cidc gg cr P 'I S,1 p OI" :1 1111 la diuu-n ~ i ( "1I 1 ('1;)Ve de la illl,lgin:lt'ilín , su nspccro .nuis intétic«, dcstl"lIctivo, lllle 1\0 ('" Ild~ 11IIl' IIlnl nombre rlc ] ;tl,i"lllI) tic b libe rt;ld; este fU t";ISC ' tam bién 'Irn .j;1nueva IUI ..o hrt' lo. vieja t"uestiún d el t'Hltlpn lllliso nazi de I leidcgger. D espués de l'Ma ronIr u lll;¡d/m, el segu ndo capi t ulo abnrda b elab oraci ón del stotm tic la s u hj e l ¡ \ i ~ daden Il egel , centr ándose e n el vínculo en t re el concepto f il osófico de rctl cxivuludy e ] giro reflexivo qu e car act er iza ,11sujeto (his térico) del iuronscu-ntc. 1.;1 Scg uIHb Parte presen ta UIl " confron tación sisrenniticn ccnlus ru.u rr Il ~ Il¡..o fos qu e, de uno u o tro modo , han to mado a Ah husser co mo pun to d e p.rrti. 1,1, pero más ta rde , a través de una critica a ese pensador, desarrollaron Sil" pro pi,l" tcnTÍas de la sub jetivi da d po lít ica: la teoría de la hegem o nía de Lac lau, hl h'nr í;1 de la éwrl¡bcr,é de Balíb ar , la teoría de la mü m tClttl! de Ran cierc , la tt'o rÚ¡ Ilr lladiou de la sub jetividad como fidelid ad .11 acontecimien to- verdad. El pri1I1l'l" cnpitulo se centra en el inte nto de este último auto r de fo rm ula r un a "Itlllíli(,;t de b verdad" capaz de supcra r las pos iciones actua les de los dcsconsrrucr¡oni"LI" }' los posmodernos, pon emos un énfasis especial en la lectura pione ra q ue It uliu l1 realiza de Sa n Pablo. Aunq ue m e sol idarizo con su int ento de rcnfirmar 1", dim t'nsiún de lo un iversal como lo verdade ram en te opuesto al glo h,lli"lllo (',1pit.rlist u, rec!1 ,17"O su crítica a L acan, es decir, su tes is de que el psicoao.il i..ls no puede proporcionar lo.. fundame ntos de una nueva pr áctica pol ítica. El capitulo ..i¡.:uiclttc ana liza los modos en q ue estos cuatro autores abo rd an la puski"1Il Ii ~ ls-ml -dcmocr érica " po spol ítica" predominant e, tlue es el modo polít ico del ,U' ~ 1I 1i11Clp it.llisltlll global; cada uno de e llos despliega su propi a versión lit, 1,1 suh jC"livizilt'ilÍn polític a. 1,;\ Terce ra Par te trat a de LIS tendencia s del act ual pensami en to plllílit'll " PO\Ill11llc rno" que, con tra el espect ro del sujeto (trascendental), inte nta nfinnar 1,. prolifc mciónhberadoru de las múltiples formas de la subjetividad: femenina. IUIIIIO" CXlI'1I, émica . .; Según esta o rientaci ón, debernos abandonar t I ll W1 ,1 Illlpusihle de una tra nsfo rmación soci al global y, en lugar de eH,I, con ccnu-ar nue st ra atención en las divers as ma neras de r eafirm ar la propia subjcri vidnd pill' ~ rhuln r e n nue stro complejo y dispers o uni verso posmodemo, en el cllal c1 n '('u Illll"illtiento cuhul"dl impo rt a m;ls q ue la lucha sociocrollómica. Es decir q uc ('n l'''1.I o ricntaci() t1 los "estu dios culturales" han ree mp lazado a la crítka q ue rC;lli· 1 ,1 b econo m ía políti ca, La versió n m ás representativa y convincente tic 1.'''1.1'' h "OIÚ S, que se cxpresan pránicamente e n la " po lítica de la ide nt idad" Itlultit'ul1111',llist,l, es la teorí a perfo rmativa de la formaci ó n del género fo rmulad,l ]101".1 11 dith Butler. El prim er capítu lo de esta parte em prend e una confront:lCicíll dClol Ilolcl;1 l'o n la ohr,l de Butl e r, co nce ntrándose e n aque llos de sus ,ISpCl'tnS q m' I..ICc n IHlSible un diálogo product i\'O con el psicoan:ílisis lacania no (las id r:;l" d('

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al resto del mundo, difund an sus modos de ver, sus meta s, sus te nde ncias, y salga n al cruce d e ese cuen to i n f~ntil del Esp~c~~ de la S ll~jet ivida~ Ca rtes iana, con el manifiesto filosófi co de la subj etivida d car tesiana en SI mism a.

Este libro intenta reafirm ar al sujeto cartesiano, cuyo rechazo nutre el pacto tácito (le todos los parti dos e nfrentados de la acade mia actu al: au nque estas o rientaciones está n ofi cialmente envueltas en una lucha J muerte (los babe rm asiano s contra los descon srruc cíonlstas, los científicos cognitivos co nt ra los oscuran tistas de la N ew Age .. ,), todos esos part ido s se u nen e n su rec haz o al sujeto cartesiano, Por supuesto , no se trata de volver al (ogito e n la forma cn q ue este concepto do minó el pensamiento moderno (el sujeto pen sante transpa rent e para sí mismo), sino de saca r a luz su reve rso olvidado , el n úcleo excedent e, no reconoc ido, que está muy lejos de la imagen apaciguado ra del sí- mismo t ransparente , Las tr es partes del lib ro se ce ntran en los t res principales campos en los que actu almente está en juego la subjetividad: la tradición del idealismo alemán, la filosofía política pos althusseriana, el pasaje d esco nseruccionísta desd e el sujeto a la probl em ática de sus pos iciones m últiples )' de las mú lti~l es subjetivizacio nes.' Cada parte co mie nza co n un capítulo so bre un au tor l-~ u cl a l cuya o bra re pre,sen ~ ta una crítica paradigmá tica a la sub jetividad cart eSUII1,I; el segl~ndo capl~lo aborda las vicisitudes de la idea fundamental subyacente en el capitulo an rcrror (\a subjctividad cn el idealismo alemá n, la subjetivización política, el co mplejo de Edipo romo explicación psicoanalitica de la eme rge ncia del sujeto ).' , In icia la Primer a Parte una ronfrontación detallado con el esfll~ tk Httdeggtr tendiente o atraoesar el horizonte de la mederna m bjetiviJnd cartesiana . Una y otra vez la lógica inrrfnseca de su proyecto filosó fico o bligó a los aut énticos fíl óso. hefos ,de la subjet ividad a art icular un cierto mo mento cxcec\ente de " locura " 1Il rente al cogito, qu e ellos de inmediato tie nden a "renorm alizar" (el ma l ~ Ll bóli­ co en Kant, la " noc he del mundo" en H egel, etcé te ra), En el caso de ~ Ieldegger, el prob lema reside en que su idea de la subjeti,vidad moderna no e~ph ca este excedent e in tr ínseco; sencilla men te no "c ubre' ese aspel'to del coglto qu e lleva a Lacen a sostener que el cogito es el sujeto del inco nscien te, El er ror fatal de Hei-

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"apego apasionad o" y el giro re flexivo co nstitu tivo de la subjetividad), El último capitu lo enfren ta directamente la cuestión clave del " Edi po hoy en día": el denominado modo edipico de subjetivización (la emergencia del sujeto a tra vés de la inco rpor ació n de la pro hi bición simbólica e ncamada en la ley paterna), ¿está realmente e n declinació n? En tal caso, ¿q ué es lo q ue lo ree mplaza? En una co n fro ntació n co n los defensores de la "se g unda modernización " (Giddc ns, Beck), aducimos la sost en ida act ualidad de la "dialéct ica de la Ilustr ació n": lejos de lim itarse a libera rnos de las coaccio nes de la tradició n patria rcal, el cam bio sin precedentes en el m odo de funcio namie nto del orden sim bólico que estamos presenciando hoy en día eng endra sus propio s nuevos riesgos y pel igro s, Si hi cn el to no básico de este libro es filosófi co, cons tituye ante to do una inter venció n política co mpromet ida , que encara la cuest ión q uem ante del modo en qu e vamos a refo rm ular un pro yecto polí t ico izq uie rd ista , enrícapnefísta, en nuestra é poca de capitalismo glo bal y su co mple ment o ideológico, el muhiculru ralism o libe ral-democ rá tico, Una de las fotos e mb lem áticas de 1997 fue sin d uda la de los miemb ros de algu nas trihus in díge nas de Borneo llevan do agu a en baldes de plástico para apagar los incendios giga ntescos que estahan destruyendo su h ábit at: la inad ecuaci ón r idíc ula de su mod esto esfue rzo se eq uiparaba al ho rror de ver desa parecer todo su m undo vital. Según los info rmes pe riodísticos, la gigantesca nub e de humo que cubri ó toda el áre a del no rte de Indo nesia, Malasia y el sur de las Filipin as sac ó a la N aturaleza de su cu rso, de su ciclo no rmal (a causa de la co nt inua oscur idad, las abej as no pudie ro n de sempeñar su parte en la reprodu cció n bio lógica de las plan tas) , T enemos aquí un ejem plo de lo Real inco nd icio nal del capita l globa l que perturba 1.1 realidad misma de la N amralcza, la refere ncia al capit al global es necesaria, puesto que los incendios no fuero n sencillament e el resultado de la cod icia de los madereros y gr anjeros locales (y de los corr upto s funcion arios esta tales indon esios que la co nsin tieron), sino ta mbién del hecho de (IUC, de bido al efecto de EI 1\'iño, la exrraordinaria seq uía no termin ó co n las lluvias q ue regu larm ent e apagan esos incendios, Y eI efecto de El N iño es global. D e mod o que esta ca tástrofe da cuerpo a lo Real tic nuestro tie mpo: la embestida del capital q ue desp iadad amente pasa po r alto y dest ruye mu ndo s vitales paniculares, amenazando la supervi ve ncia mism a de hl humanidad. Pero , ¿l..'u áles so n las consecue ncias de estas catástr ofes? ¿ESt;llllOS solo unte la lógica del capit al, o esta lógica es precisam ente el impu lso pre dominante de la mode rna actit ud prod uctivista de do m inio tecno lógico y explo tad ('l1l de la naturalez a? 0, incluso má s, ¿es esta misma explo tación tecnológica 1:1 expresión definitiva , la realización del potenci al m ás profundo de la subjctivid.ulcnrt csiana mod erna en sí m isma? La re spuesta del aut or a este dilem a es 1,1CIlEi lil'o vere dicto de "¡Inoccnre!" par a el sujeto car tes iano,

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EII su ('uilladosa pl'c pu al'itín ('t1 itlllü l tic m is lll'IllUS<Titn \ !,;.r;l \ '('r\u, (;i lli;1II1 He;Hll lloll l siem pre 1IU' sorprende l un los l);l llt:llullcs (intdl'('tll;II(',,) cudu..: su m ir,ub e ncuentra, sin eq uivocarse IIUIlCI, repeticiones t' illl."(J l1\i\ tt'lu"i;l\ n ~'~'i ;l \ en ~ a :lrgll lll cnta cit'I~ \: (:. I ~ :IS atr ihucinnes y re fer encias tille POIl('lI tIc 11M . rufies to ll lt f:.It;. de cd llcac)o Jl general, P;! f;.l no mcncinna r la to rpc;,'.;. llcl e ~ l i l ll .. , c( :{ lI llu pod ría no sent irme ave rgonzado, y po r lo ta nt o oditt,.J,,? Po r ot ro t ule1, ella tiene rodas las razo nes p;lr,l Q/lillrme 11 mí. C ou srantcmcn rc la I.o m hart l('o 1'011 ag regados y cambios tardíos en el original , de modo q ue no me ellesl'l inm gilLI!" q ue t ienc una m uñ eca (le vud ú a la q ue po r las noch es au-avicsn ( 'U Il una :I¡!;U j:l g-i~a,ll tesc:l: Este ~d~ o" recíproco, como en los bue nos viejos dí,lS del lloll yWOOtl d :1SICO, señala el IniCIO lle un a her mosa amista d, de modo qu e a ella h- d l~ ­ dieo este libro.

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La "noche del mundo "


l. El atolladero de la i'/llaginaci()ll trascendental, o Martin Heidegge1' como lector de Kant

Uno de los rasgos enigmáticos del pensamiento po sm odc rno "prog-n :sísLI ", desde Derrida hasta Frcdric j am es. m, reside en su relació n :'!111 !J ipl,Il"O Il Ll fih¡ so lh de H eidegger: Heidegger es tratado con el debido respeto, ;1 Illt' lllH II > ( ' 11 commmos remisiones tác itas a él, como a una autoridad in discutible; allll i slIllI tie mpo, una incomodidad, nunca explicada totalment e, nos impide suscribir 111 11 ' co mplet o su posición, COITIO si una especie de pro hibi ción invisible ¡mp lic"!",, 1]111: en H eidegger debe hab er algo fund am en talm ent e errrut cn, :llllll ] Il C 11l ,SCl Iros no estemos (todavía) en condiciones de det erminar (le qu é se rr.nu. Ind mo cuando los autores se arriesgan a una confrontación abierta con él (rumo lo 11:1 ('e Derrida en Del ejpíritu),l como reg la el resultado es ambigu o; hay un I.:S I'I1(' I"1O po r distanciarse de H eidegger, mient ras qu e de algún modo se pen l1'llll.:('1.: en su rnruino (H eidegger sigue siend o u n filósofo de los O rígenes y de 101 I'n:s('lIria auténtica, aunque hizo cuanto pud o por "desconsrruír'' la lógica llH:l:l ffska dl' los Orígenes... ). Por un lado, qu ienes adoptan una de las dos posiciolll's l'X ln '· ma s, y se lanza n a un int ent o desesperado de lograr la apropiación lIolÍlÍt':IIIWIl te progresista de H eidegger (como la lectura "aná rquica" de Rciucr Schür mann);' o proponen el rechazo total de su pensamiento (como Adorl111 ' o Lyo rard)- pueden ser convincentemen te descarta dos por abordar 1I1l a ill1 :I¡,\{'1l 1. Véas e j acques Derr ida, lJe l'csprit. Hddq{.f!/r ct la question, París, (;;¡IiJéc, 1'JK7, IF,l. Del espíritu: Heideggery In pregunta, Valencia , Pre -textos, 1989,] 2, Véase Rcincr Schiirmann , Heider;ger on Being and A cting, Bloomingtoll, Iudiann Uuivc¡ sity Pr esa, 1'JS7, 3, Véase Theodor \ V, Adorno, Tbe]tlrgo1l of Authentíc í ty, Lond res, N ew Len B""h, 1'17 1, 4. Véase j ean- Francc is Lyorard, lfdd,'ggeret "lesJuif' Pa rís, Ga lilée, 1YllH, [Fd, l'N .: Ilri '¡egger), losju díos, Huertos Aires, La Marca, 1995,j L' ast ,:

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simplificad a del filó sofo, que no está a la alt ura de su rigor int electual : las r aíces ético-políticas (le este ato lladero d e la referencia descon struccio nisra a H eídegge r han sido quizá fo rmulad as del m ejor mod o por Derrid a en su en trevist a co n j ean-Lu c i\' :m cy: Creo en la fue rza y la necesidad (y por lo tanto en una cierta irreversibilidad) del acto por el cual Heidegger SIIstit/lyr un cierto concepto del D(lsá ll por un concepto del sujeto aún mas marcado por los rasgos del ente como uorhanden; y por lo tanto por una interpre tación del tiempo, e insuficientemente cuestionado en su estructu ra ontológica [... ) El tiempo y el espacio (le este desplazamiento ahrieron una bre cha , marcaron una brecha, dejaron frágil o recordaron la fragilidatl ontológica es encia l de los fundamentos éticos, jurídicos y políticos de h democracia, y de tod o discurso q\le pOJ:lIIlOS oponer al nacionalsocialis mo en todas sus forma s (las "peore s", 1) aquellas a las que I leidegger y otro s podrían haber pensado en opone rse), Estos fundamentos estaban y sigue n estando esencialme nte sellados por una filosofía del sujeto. Se pue· de percibir nípidament e la pregunta, que también podría ser la tarea: ¿podemos t omar en cuenta la necesidad de la a nalítica existencial y lo que ella des troza en el sujero, y volvemos hacia una ética, una política (¿so n aún apropiadas estas palabras?), por cierto una "o tra" de moc racia (¿st:ria todavía una democ racíaj}, en todo caso hacia ot ro tipo de re spon sabilidad q\le salvaguarde contra lo que hace un momento denominé muy r ápidamen te "In peor"? [.,. ) Pienso que algunos de nosotros trabajamos precisamente para esto, y esto solo puede prod ucirse a través de una traj-ecroria b rga y lenra.! Este es el terrib le ato llad ero: si un o suscribe la desconstrucci ón qu e rea liza I Ieidegger de la m etafísica de la subjetivid ad, ¿no socava de este modo la posibilidad misma d e una resiste ncia basada en 1:1d em ocracia a los ho rro res totalitario s del siglo XX ? La respues ta d e Haberm as a esta p regu nta es un "sí" definícivn y pat ético y, por esa razón, él ramb ién se o puso :1 La dialecticade (o l íustracidn, de Ado rn o r Horkhcimer, un lib ro q ue (de una manera no totalmente d isti n ta de la de l l eid cg ger) ubic a las r aíces de los ho rro res totalitarios en el proyecto b ásico de la Ilustr aci ón oc cidental. Por sup uesto, los heid eggerian os replic ar ían qu e no se p ued e oponer senci llamen te la subjetividad de moc rá tica a sus excesos totalitari os, puesto que estos últimos so n "la verdad" de la pri mera , es deci r qu e fenóme nos como el to talitar ism o ar raigan en reali dad en la subje tividad mod erna. (Pa ra d eci rlo de una maner a un tanto simp lificad a, es así co mo el p ro pio

5. ....Eating w ell», or rhc Calculation o f the Subjecr. An lntcrview wlrh j acques Derr ida", en JVboCrJn/tsA[ür tht SlIbjm (comp. de EdUA rdo <:adan , Peler Cunnor r J ean -I .uc Nancy), 1'\ UC\·3

York, ROlltletlgc, 19'H, p<Íg. ¡ ()-1..

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lll-idcggcr c.\ plit·.') su bre ve compromiso nazi: por el h t't"lm tic (lile el prn }'(Tln d e FJ Sn'.y l" T it."lptJ no estaba aun totalmente 1¡¡lCrad o del enfoque tr,I'('l"ndt'l\ r••l.) L 1 misnu :nn bigüctL\(! parece también dete rm inar la rctcrcncin (:1 1I1 l' nll. 11I inconsis tent e) de Laca n a H eidegger, (lile oscila en tre la ap ropiación d e alf{unm términos clave de H eidegger CO IllU C31l;lces d e proporcionar la hu sc;ub fundam cn tación del psicoan álisis. y un a serie de observa ciones cir cu nstanciales I W)'Il ' nnivas d e sus últi mos años (por ejem plo, ti que cali fic ó sus anteriores rcfcn-nc ias a Heidegge r de purament e exte rnas y d idáct icas), Contra el te lón .Ic fo nd" d e este enredo, nu es tra tesis será que Lace n tu vo éxito allí don de frac asaro n I I;¡ herm as y ot ros "defenso res del sujeto", inclu so Di eter H en rich : [:1 (re)kcll ll'.l 1.1 cani ana de la proble m ática de la su bjetividad en el idea lismo alcnutn ll o ' pn ll li te ll O so lo delinear los co ntornos d e un concepto d e la su bjeti vidad ( ¡tU' n. , " ad ecu a al marco d e la id ea heidegge riana del nihilismo inherentea 1:1 sllhjt"l ll" d ad moderna, sino también situ ar el p unto d el fracaso in trínseco dcl ctlili d o 11 lo sóficu de H eidegger , e incluso la cu estión d iscu tida a menu do dc las cvc tuu.t les raíces filosó ficas de su compromiso nazi.

E l. CmIPp.mIlSO r OLÍ11Co H EID EGGERIA.' \O (1' SU RL: PTU RA)

T o memos como pun to d e pa rti da la cr ítica a W agncr realizada por Ni ell,sche: H eidegger se apro pió d e ella como rechazo paradigm ático d e tod as las ni· tiC.1S al su bjetivismo q ue su bsistían en e l ho rizo n te d e la subje tividad cartesiana (d igamos las cr ítica s liberales-d emoc ráticas a los excesos to ta lita rios tic la su hil'tivida d). N ietzsche ten ía un instinto infalible qu e le pc rtnit ó discern ir , dcl ni, del sabio (Iue p red ica la neg ación de la vo lu nta d de vida , el resentimiento 111.' L. vnluntarl fru strada: Schopenhauer y su s igual es eran figura s cómicas que d('\' ,l ha n su e nvidia impo tent e , su falta de creativ idad afirm adora de la villa, \ ·01 1\ '11 ti éudola en una pose de sabiduría r esignada. (El diagnós tico tic Ni cl/,Sf"! I(', elU, vale tam bién pa ra lo s int entos actuales de "superar" el para digma cancsiall11 dI· d ominación por m ed io de u na n ueva acti tud holísrica de ren un cia :11 'lIl lf ll P" centrismo, de ap rendiza je hu mil de ant e las culturas antiguas, etcé le r.l?) En su p ro yecto de superar la me tafísica, H eidegger susc ribe plcnaurcu«- L. actitu d nie tzschiana de desech ar las salidas ráp idas y fáci les: el único lllllllo rea l d e ro mpe r la clausura metafísica co nsist e en atravesar su fo rma rmis 1il"lig:ros;I, soportar el do lor del ni hilismo m etafísico extremo, lo que sigll ifinl tIlle ha y 11 m . rec hazar co mo se dantes fúti les y falsos to dos lo s in tentos d irectos (le suspen der el círculo vicio so enloq uec ido d e la tecnología m(x!erna por med io tic U1\ retnrno a la sabid u ría t radicional premod erna (d esd e el cr istianismo h:1SI:1 el pl"ll\ ;l

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miento orie ntal); hay que rechazar tod os los intentos de reducir la am enaza de la tecnología mode rna al efecto de algún erro r soc ial ón tico (la explotación capitalista, la dominaci ón patriarcal, el paradigma m~canici sta ... ). Esto s ~ntent<~~ no son solo ineficaces: su ver dadero prob lema consiste en que , en un nive l mas profundo, incitan aún más al mal qu e pr ete nden combatir. U n ejemp lo excele nte es el de la crisis ecológi ca: en cuanto la redu cimos a las perturbacion es provo~ cadas por nuestra explotación tecnológica excesiva de la naturaleza, im plícitamente supone mos qu e la solución consiste en apelar un a vez más .1 innovaciones tecn ol ógi cas, a una nueva tecno logía "ve rde", más ef u iente y ~~olml en su control de ros proctsOS naturales y los recursos hIl1J1a1Io~•.• Toda preoc,upaclOn y .t odo proyecto ecológicos concr etos ten die ntes a cambiar la recnologfa para mejorar el estado de nuest ro Ambie nte natural qu edan entonces devaluados por hasarse II su vez en la fuente del problema. Para H eidegger , el verdadero probl ema no es la cr isis ecológica e n su dimensión óntica, que incluye una posible catástrofe gloha l (el aguje ro en la capa de ozo no, la fusión de los casquet es po lares, et céte ra) , sino el modo tecnológico de rela cionarnos cun los en tes qu e no s rode an; esta crisis, que es la verdade ra, será aún más radical si la catástrofe espera da 110 ocurr e, es decir, si la humanidad logra el don~inio tecnológico de 1.1 situació n crí tica... P{~r esta razón , H eid~gger niega tamh ién la pertinencia filosófic a de la problemá tica liberal convenc.lonal de la tensión en tre las sociedades "abiertas" y "cerradas", entre el fun cionamiento "no rmal" del sistema capitalista de mocrá tico, con su respeto por las libertades y los derechos hu manos, y sus excesos total itarios (fascist as o com~m i s­ tes). Por lo men os im plícitamente, H eidegger desvaloriza el esfue rzo ten diente a restringir el sistema, a ma ntener su "rostro humano", a ohlig~rlo.a respetar las reglas básicas de Lt democracia y la l ibertad ~ a ~f()movcr la so.!Jdan dad 11ll1ll<l n~, a im pedi r el deslizam iento en excesos roralit arios... Para H eid egger esto eq u ~­ vale a hui r de la verdad interior del sistema, que esos excesos po ne n de ma ruFiesro: tales esfuerzos tib ios po r mantener el sisrema bajo control consti tuye n el peor modo de permanecer dentro de su ho rizonte. D ebem os recor~la r en este pu nto el papel estratégico del sign ificante."histeria" en el moderno d .sc~r:o ~­ líti co "rad ical", incl uso el de los bolcheviques, que de sechaban como híst éricos'' a sus oponent es cuando es tos se quejal~an po r la,falta l~e valo res ~emoc~~­ tices, por la amenaza to talitaria a la humanidad, y aSI sucesivamente. [amblen en esta línea, H eidegge r de nunci ó las dema ndas liberales-humanistas de un "capitalismo con rost ro humano" como una falta de disposició n a enfrentar la \'e~~ dad tr ascendente en su radic alidad inso portable. El paralelo con los bclchcviqu es es absolu tam ente pe rt inente; lo que H eidegger compart e con los marxistas revolucionarios es la idea de que la verdad del sistema surge e n sus excesos: para H eidegger, igual que p·ara los marxistas, el fascismo no es un a sim ple ahe rT;lción

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del ,les'llTullo " nor mal" del l·apitalislllo, sino el desenlacc lH"n ..s.u·jll tic " 1 oIi. ,.• mica interior . l'c m <Hlu í surgen complicncion cs: 1111 examen uuis ntcnto de scubre 111'0" 10 1ItiC la cstrarcgia arg umcncuiva de Il eitiq .¡g-e.· es doble. l'or una parte, 1:1 n'c h' l . W · roda pr eocupación po r la democ racia ylos derec hos lnuuanos l·nmo un .lsUll to purament e bntit"<) que no me rece un exame n oruológico prOpi;lIllenll· lilllSú fico: la democracia, el fascismo, el com unismo son lo mismo co n respcc lo al dest ino t rascende ntal de O ccidente; pOI" otro lado, 1.1 lusisrcncia en que no ('sei convencido de qu e la democ racia sea la forma po lítica que me jor se :Ull't·U.1 ;1 1.1 esencia de la te cnolog ía- sugiere, sin e mbar go, que hay 0(1"(1/0,.,1111 !)(Jlitifll 1II .1s co nveniente para esa esencia on toló gica: du rante alg ún tiem po, l lc idcggc r pC11 4 S'-l que la habí a encontrado en la vmoviltzación total" fascist a (pe ro, signilil'ali· vamc nte, nunca en el comunismo, qu e para él siempre siguió siendo , en tdnni IlOS trascendentales, lo mismo que el amcricanisrno .. .). D esde luego, I leidq {gn subr aya reiteradame nte que la dim ensión on tológica del nazismo no dehe cqui Il;lr;¡rse con el nazismo como orden ideol ógico-polfr ico óntico; por ejemplo. en UI1 con ocido pasaje de lntrxduaidn ti In 7Jtrt"fúica repu dió la ideología raó al 'lio o logista co mo algo que desvirtu aba po r completo la "gra ndeza int erior " dcluur vimic utu na zi, grandeza que residía en el encuentro entre elhom bre mod er no )' la tecnologta," Sin e mbargo, subsiste el hecho de qu e H eidegge r n/mCII h<lllll', de la "g randeza interi or " de, digamos,la democracia liberal, como si la democra cia lilleral fuera solo una cns movisi ón superficial sin ningu na dimensión subyaccmc de asunci ón del propio destino tr ascendental. .. ~

(,. En la entrevista para Spiegd le pregun t"r" n a H eidegger qué sist ema político se ad,'n l.1 h'l m ejor 3 13 tL~n ología moderna, y él respcndié: "i':o estoy co nve ncido de 1\111' sea 1.. ,11·,,11 ' cra c ia". (Tb r HóJrggrr Contrrn:m:y: A Cri,ir"J Rt"Jrr (co mp. de Richard " 'ollin), Ca mhti "Il'·' MA, .\ lIT PreS'S , 1993, pág. 104 .) 7. "Las o bras que ahora se difunde n como la filosofía cid nacionalsocialivruo 1. ,. 1 11" 111 · ncu nada q ue ver con la verdad y la gra ndeza interi o r de este movimie mo (a saber: d ,·m lit 11 1m en tre 13 tecnología global y el hombre mod erno). ~ (,\ b rt in H eidegger, A" blfl"'/¡¡, '''''' 1ft ,\lNilpbyJia , New H aven , CT , Yale Unlversity P ress, 1997, pág. 199.) H. Co n res pe cto al acoplamiento de estalin ismo y fascismo, H eid egger le Ol<Jff(;1 lk il.1 me n te la prevalencia al fascismo. En este punto yo difiero de é l y sigo a Alain [Iudiou (véa,,· Alaln Uadiou, L 'Étiqut , París, l Iatier, 1993), quien sostiene que , a pes ar de los horrores vruuv ti( I.~, e n su nomhre (o, m ás bien, en no m b re d e la forma csp ccrñc a de ('SOS horr ores], el ('0111 11 nismo estalinista está intrínsecam ente rel acionado co n un acou tcciuuen m- vcnlud (la l{cv" lu eión (le O ctubre), mientras que el fascismo era un seudoacontecimieuto, 11I1,1 mentira ( '011 fmllla de au tenticida d. Véase el capítulo 2 de Slavo j Z iicl.:, Tbr I'laR"r ,,¡ FaIl1flJ;r1, LfllUlno\, Vcrso , 199 7.

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A propósito de este punto preciso, ro mismo encontré mi primer probl em a con Heidegger (puesto qu e e mpecé como heideggeriano: el te ma de mi primer libro publicado era H eidegger y el lenguaje), Cuando, en mi juventud, me bo mbardea ban las hist ori as de los filósofos oficia les del comunismo sobre el com prom iso nazi de H eidegger, ellas me de jaban más bien frío; yo me sentía defin ídem ent e más del lado de los he ideggeri anos yug oslavos, Sin em bargo , (le pronto tom é conciencia de que esos heideggerianos yugos lavos c~taba n ha ci e ~ ­ do con la ideología yugoslava de la autogest í ón exactame nte lo mismo que H eIdeg ger había hecho con el nazismo : en la ex Yugoslavia, los heidegger ianos establecieron la misma rel ació n am biguamente ase rtiva con la autcgestió n socialista, ideología oficial del rég ime n comu nista; u sus ojos, la esencia de la autogesrión e ra la ese ncia misma del hom bre moderno, razón por la cualla concepción filosófica de la aurogestió n se adecuaba a la esencia ontológica de nues tra época, mien tr as qu e la ideolog ía pol ítica corriente del régimen no advertía la "grandeza interior" de esa autogesti ón... D e mod o que los heidegger ianos está n eternamente e n busca de un sistem a po lítico ón tico, pos itivo, que se aproxime al máximo a la verdad ontológica trascendental, una estra tegia qu e inevirablem ente lleva al error (el cual, por supuesto, siem pre se reconoce solo ret roactivame nte, post [amnn, despu és del desen lace desa stroso del pro pio com promiso), C omo dijo el pro pio H eidegger, quienes más se acer can a la verdad onto lógica están condena dos a e rrar en el nivel óntico .. . ¿Errar ace rca de qué? Prccisarnente, acer ca de la línea divisoria entre lo ónt ico y lo ontol ógico. La paradoja que no hay qu e subestim ar es que el filósofo que centró su interés en el e nigma de la diferen cia on roló gíca, el filósofo que previno una y ot ra vez contra el error metafísico de atribuir dig nidad on tológica a algú n contenido ónt ico (por ejemplo, a Dios como la Entidad supre ma), ese mismo filóso fo cayó en la tra m pa de conferirle al nazismo la di gn idad o ntológica de su presunta adec uación a la esencia del hombre moderno, La defensa convencional d e H eid egger ante los reproches por su pasado naz i se basa en dos pun tos: prime ro, su com pro miso nazi fue un simp le e rror personal (u na "est upide z" [D 1l1mll há t ), como dijo el propio H eidegger), sin ningu na relaci ón in trínseca con su proyecto filosófico; en segu ndo lugar, el principal argu men rc aduce que la prop ia filoso fía de 1~ e i ­ deggcr nos permite discernir las verdaderas raíces tr ascendentales del to talita rismo mode rno, No obstan te, lo que en este caso no se reflexiona es la com plicidad ocu lta entre la ind iferenci a ontológica respecto de los sistemas socia les concretos (capitalismo. fascismo, comunismo), en cuanto todos ellos pert enecen al mismo horizonte de la tecnología mod ern a, y el sec re to privilegio acordado a un modelo sociopoh tico concreto (el nazismo en H eid egger , el comunismo e n algu nos "marxistas heideggerianos") co rno más próximo a la verda d on tol ógica de nuestra épo ca.

En este lJIIll to dclu-mus evitar la 11':ll ll Jl:l en l,¡ que raen los elel 't'II S11l't·S ell· ( Id degger, quien es p:lS:llI pOI· alto su comp ro miso 1l:11,i <'0 111 0 una sim ple ,111<1 malfu, una cafda e n el nivel ónt ico , e n Flagrante cOlltr:ulit't:i(lI\ con el propio pe nsamie nto del filbso fll, qui en nos enseña a no con fun di r el hormuu c u ntol'" giCll con las elecci ones ónticas (como he mo s visto, J l cidcggcr cstiÍ en Sil n 'ni t U I:IlH!O demuestra que, en un nivel est ructural nuis profundo , las oposid lllH''1 ecológicas, conservadoras, etcétera , al universo mode rno de \:1 tel·llo logí:l, estdn ya insert adas en el horizonte (le lo que se proponen recha zar: la crítica eml,i)(ku a la explot ación tec nológica de la naturaleza e n última instancia con duce :1 11 11;¡ tecnología más "sensata de sde el pu nto de vista amb iental ", etc étera). l'c n I II1 ve rdad es que H eidegge r no se com prometió co n el proyecto polít ico 1I:11i '11" SlI1· de su enfoque filosófico o ntológico , sino (J (1l 1ISa J~ él; este com prcuniso no est aba por(/~bojo de su nivel filosófico; por el contrario, para comprendera I lt' l dcggcr el punto clave es capta r la complicidad (e n el len guaje de lh-g cl, 1.1 "identidad especulativa") entre la elevación po r sobre las prcocupncion c-, ruui l'¡lS }' el apasionado compromiso po lítico ó ntico con el nazismo. Vemos aho ra la tra mpa ideo lógi ca en la que cayó H eidegg er . Cuando él eri tic..l el racis mo nazi en nombre de la verdadera "grandeza interior" dcl movi miento, re pite el gesto ideol óg ico elementa l de mantener una dista ncia interior respect o del texto ideológico, el gesto de soste ne r que deba jo de ese tex to h:l}' :llgo más, un nú cleo no -ideo lógico: precisame nte, la ideología ejer ce su pod l'r so h re no sotros por medio de esta insistencia en que la ca usa a la quc ,ullJ('r irnm no es me ramente ideológica, Entonces, ¿dó nde está la tramp a? C U:1 lH lo el I lci.lcggcr decepcionado se apa rt a del comp romiso activo con elmovimiento nari , lo hace porqu e ese mov imiento no está a la altura de su "grandeza inte rior", 'li· no tlue se legitima con una ideolcgfa (racial) inadecuada, En otras palabras, lo {lile H eidegger espe raba del nazismo e ra que se lcgi rima m con una ouu-i cnci .. directa de su "grandeza inter ior" . Y el probl ema reside en esta idea dc la posihi lidolíl de q ue un movimie nto político se remita di rec ta me nte u su fu ncl:lll lt' JlIU histórico-on tológico. Esta expectativa es en sí mism a profundamente lllct;¡físil',I, e n 1.1 medida en que no reconoce que la brecha que separa la lcgi timnción itlt'u l égica directa del movimie nto resp ec to de su "grandeza in te rior" (su l'Sl'ndl1 hisrórico-onrológica) es constimtiua, una condición po sitiva de su "[nm-iuna mie nto" , Para emplear los términos del último I leidegger, la pe rspic acia onlo lóg ica necesariamente entrañ a la cegu era r el error ónt icos , y viceversa: es decir qlle, para ser eficaz en el nivel ón tico , hay que desatender el horizonte Olllo lt',g-ico de la pro p ia actividad, (En este sentido, H eidegger subray a que "1.1 cicm-in no piensa" y que, lejos de ser su limitació n, esta incapacidad es el motor misU10 del progreso científico .) En otras palab ras, lo qu e I leidegg er p,lrece int::I\l,II, tll' suscri bir cs un com pro miso político concreto qu e ¡IUpU su cegucra consuun iva,

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necesaria, co mo si en cuant o reconocemos la brecha que separa la conciencia

del hori zonte o nt ológico respec to del compromiso óntico, todo com pro m iso ón t ico qu edara desvalor izado, perdiera su au té ntica dignidad. O tro aspecto del m ism o pro blema es el pasaje desde "lo (Iue está a la mano" y lo " prese nte ante los ojos" e n El Sery ti Tiemp». l leid egger toma co mo punto de parti da la in mersión activa en su am bi en te del agente finito co m pro m etido q ue se relacio na con los obje tos q ue lo rodean co mo con algo "que está a la mano "; la pe rcep ción indiferente de los objeto s como "presentes ante los ojos" se despr en de gradualmen te de ese co mpro m iso c uando las COS¡lS "fun cio nan mal" de dife rentes modos, y es po r lo ranr o un derivado de la presencia. Desde luego, lo que H eide gge r dice es q ue la descripció n onto lóg ica adecuada del mod o en que el Dasein está en el mund o debe abandonar el dualismo cartesiano moderno de los valo res y los hec hos: la idea de q ue el sujeto encuentr a obje tos "presentes an te los ojos" sob re los cual es proyecta a con tin uación sus mera s, y qu e explota en con co rdancia, falsea e l ve rdade ro estado de COS¡lS; falsea el hecho de que 1;1 inmersión comprometida e n el m undo es prim ordial, y de qu e todos los o tros modos de la presencia de los objetos derivan de e lla. Pero, en un exam en más ate nto, el cuad ro q ueda un tant o desd ib ujad o y se vuelve m ás co mplejo. Co n El Ser y el Tiempo, el p ro blema co nsiste en coordinar las ser ies de pares y oposicion es: L1 existencia auténtica opuesta a dos A1t1n; la angus ua opuest a a la inme rsión en la activi dad m un d ana: el pensami ent o filosó fico verdade ro opuesto a la ontología tra di cional; la socied ad moderna dispersa op uesta al pueblo q ue asu me su desti no histó rico ... Los pares de esta serie no se en cuentra n sencill ame nte supe rpuestos: cuan do un art esano o cam pesino premode rno, siguiendo su modo de vida tradicional, estaba inm erso en su co mpro m iso co tidiano con los objetos "que están a la m ano" incluidos en su mundo, esa inmersión era d efinidam enre distinta de la de das Mal1 de la ciudad mode rn a. (Po r esto, en su célebre" ¿Po r qué debe mos perm anece r en la prov inc ia?", e l propio H ei degger co ntó que, cua ndo du d aba en acepta r la invi tación para enseñar en Ber lín, consu ltó co n un am igo, un campesino m uy trabajad o r de su re gión, qu ien se lim itó a m enear la cabeza en silenci o; de in m ediat o Ilcid eggcr tom ó ese gesto com o la respuesta aut éntica ¡\ su pro blcma .) ¿N o se trata enronces de que, en con tra st e eo n estos dos mod os o puestos de in mers ió n (la participación aut ént ica con "lo q ue está a la mano" y el moderno dejarse arrastrar de d.JJ Man), hay ta mbi én dos m odo s opuest os de t OI11¡lr distancia? Es decir, la experiencia existencial con moc io nanre de la a ngustia, qu e nos arranca de la inm ersión tradicional en nuestro mo do de vida, y la distancia teó rica del observado r neutra l que, CO ll\ O desde afuera , percibe el mu ndo en "representacio ne s". Parecería ' Iue esta tensión "aut énti ca" entre la in mersión del "ser e n el m undo" y su suspe nsión e n la angustia es red up licada po r el par "i nauté nt ico" de das

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Al"" Y b olllu lugía lllel,lrísk ¡l t radiciona l. l Jc mmlH tlue le llCl1\os nl;llro po , i cienes: la tcusión en 1,1 vida co ridiann e ntre el "ser en elmundo" ,1l11 élll it'lI }',/,/\ AI'III, ;\sí l'C/ II U ) la tellsic'm ent re los tllls tlu)dlls (le extrae mos del ('1 11"' 11 t'tllilli;llltl Ile 1,IS cos as: el cs rudo existen cial aut éntico tic resoluciún (decisilÍn 111111;111.1) , )' Iltlr mro lacio la o nto logía metafísica tradici onal. ¿N o tenem os aqu í IIn:l cspn'jt" de cuad rado semió tico heide gge ri ano? ¡\ 1Icidcggcr no le in teresa el p roblema (he gel iano) de legililll¡lr Li s 1101"111;\ ' q ue regu lan nuestra in m ersión en el mu ndo co tidiano; él oscila e,lllre 1,\ i ~ l,ll H' 1' sió n direc ta (p r err cflexiva) en la vida d iari a y el abismo de la desmt eg"l';\ClOl l .heste marco (su versió n de l encuentro co n la " nega tividad absolut a")," Es ;l~ u d.\ me nte conscien te de que nuestr a vida co tidiana arr-aiga en alguna decisión 11. 1 gil: aunque nos enco nt ramos inexo rableme nte ar rojados a una situa ción ronuu gente, esto no significa qu e ella sencillame nte nos determin e, q \lt' (" !l' lll '" a trapad os en esa situaci ón como un animal; la condición humana ol' i ~ ill ;d t '~ 1·1 disloca mi enro, el abismo y el exceso, y cualquie r invul ucram icnt o en e1 ld hll ,ll co tidiano se basa e n un acto de ace ptación resuelta de ese h ábitat. El h,íhil:lI t"U ridianc y el exceso no está n sencillamente o puestos; el há bitat es e" xido cu 11 11 hTCsto exces ivo de decisió n sin funda mento. Este act o de im pos ición violenta \', el "tercer t érm ino" qu e perm ite elud ir la altern ativa de la adecuació n p!l'll¡l ,1 1111 cont exto de mu ndo vital o de razón abst racta dcsconrextualizad.u ('o llsisl(' tOIl 1,1 gesto violento de quebr ar y salir del co ntexto finito, pero no "estabilizado" ;1(11\ e n la posició n de uni versa lidad neutra cara cter ística de la razón obs ervadora. ' 1 n o qu e constituye una especi e de "universalidad q ue está advini endo ", p:lr;1 lIt' cirlo co mo Kierkegaard. La dime nsión "específicame nte humana" no es eruon res la del age nte co m prometido y atr apado en el co ntexto finito del !tullId u vital, ni la de la razó n universal sep arada del mundo de la vida, sino la di sCOI'II!;1 en sí, "mediador evanescente" (destin ada a desaparece r) entre UIIO y 011' ;1. La pal abra co n la q ue H eidegger des ign a este acto de imposición vi.. lm !.l, l~nt- J Vurf, indica la fantasía fun dam ental por me dio de la cual el SUICI U "(l.. 'tOn tido " a (adq uiere las coorde nadas de) la situa ció n a la q ue est;Í arro j:lIlo (1(111'/11 ¡ 1'11), en la cual se encuentra, desorienta do y p crdido.w Se plant en un l'l"ohll'lll'l l Ieidcgge r fo rmula la noción de Geuorf enbeit, "est ado de ar roja do, dt' }'(' ('l "", 1'1 1 una situ ació n contingente fin ita , y despu és la de Ellro·mf, el acto tic t'lqotu ,111 r én ncament e el pro pio cam ino , pe ro emp lea estos conceptos en dos niv elev, r] in divid ual y el colect ivo, so bre cu ya relació n no reflexio na. En el ni vel im li\'i

9. Véase Roben Pippin, IJep/is1II

(11

AloJernism, Ca mh ridge, C all1 hrhlg-c Un i\'t'rsily I' n''',

1997, págs. 395 -" 14. 10. En este punto me baso en una oonversaci én cUn Eric Sanmcr.

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SII/vu) Zi1.f~' d ~ al , el encuentr~l au t éntico con la m uert e, que es "siem pre solo mía", me per unte proyecta r m i futuro con un auréunco acto de ele cción ; después, la comunidad aparece ta mbién deter min ada por su estado de yecro en un a situaci ón continge nte e~ la ~l.Ia~ ~ebe c1egi~ }' al lll.ismo ti:mpo asumir su destino. H eidegge r pasa delnivel individua] al ni vel social mediante el concepto de rtpetiddn: " La repe tición auténtica de una posibilidad de existencia que ha sido (la posibil idad de qu e el Dasein elija su héroe) se basa existencialmente en una resol ución anticip am ria ".11 E l trasfondo es in equ ivoca menre kic rkegaar diano . una verdade ra comunidad cristiana ar raiga en el hecho de que cada uno de Sil s miem bros de be repetir el mo do de existencia lih re me nte asumido por C risto, su héroe. De modo que hay un pasaje des de la "la proyección arrojada" del Dasein individual que , en un acto de decisión anticiparoría, alc anza un modo de se r auténtico, "e1igc librem ente su destino", hasta 1" com unidad h umana de un pueblo que tam bi én, en un act o colectivo de decisión an riciparo r¡a como repeti ción de un a posibilidad pasada, asume aut énticamente su destino históri co; aho ra bien, ese pasaje no aparece fundado fenom enológicamente de un modo ad ecuado. El medio del ser-a h í-colectivo (social) no es de,sple gado como corresponde : lo que I1eidegger parec e pasar por alto es sencillamente lo que H egel denominó "espíritu objetivo", el O tro simbólico, el domin io "objet ivizado" de los mandatos simbólicos, et cét er a, que 110 es aún el das ,\ lm l "impe rsonal " y, po r ot ro lado, IW es )'11 la inm ersión premod ema en un mo do d e vida tradi cional. Este cortocircuito Úegítimo entre los niveles individual y colectivo está en la raíz de la "tentación fascista" de I l eidegger; en este punto la polinzaci ón imp lícita de F1Sn-y rI Tin llpo alCan7.3 su cenit: la oposición entre la soci edad mo derna dispe rsa }' anó nima de das '\}OI' , en la que la gente es tá ata reada con sus preocup aciones cotidianas. r por otro lado el pueblo que asume auté nticamente su destin o, ¿no resuena con la opos ición entre la civiliza ci ón "americanizada" mod erna r deca dente, de falsa acrívidad fren érica. y po r otro lado la res puesta "auténtica" y cunscrv,ldo ra a ella? Esto no signi fica qu e la idea hei deggeriana de la repetición histórica co mo co incidente co n un proyecto a nticipa torio autén tico no const ituya un caso ejempla r para el análisis. Lo que no hay (lue perder de vista en el ; nálisis heideggeri ano de la historicidad prop iamente dicha es la int er con exión de los tr es é xta~ is ~e m p(~ ra l es de l tiem po; cua ndo él habla de "proyección a rrojada", esto I~ O ~ lgll1fica s l ~ ple m e nte ,(llle U ? "gente finito se enc uentra en una situación que limit a sus npcton es, que el analiza e ntonces las posibil idades de esa situaci ón finita, de su condición, y elige la que mejor se adecu a a sus inter eses, asumiéndola

C0l110 Sil p ro yecto . Se Irala de ' lile el futuro ricnc priltl,ld ;lj p ;II·'1 podel' , 1i ~" ('111 11 las posih ili¡J¡ules uhic rta s por ti tradición e n ti cual el ¡lge nte e~1 1i ;) lToj;ulu, n lt' "el lo(,' reconoc er primero Sil propi o compro miso e n un proyccu » el lllovillli' ·lllo , Ic repe tición, por así decirlo, revela rcr roacuvamcruc (y de este mllll" ¡l\·lu;lli" . e n plenitud) aquello que repite. Por esta razón , la "decisión" de Heidegger, en el preciso se nt ido tle re..olu c i én anricip atoria (E",-Schlo.crrnhf:it), tie ne el esta tuto de una r1ución jiw:.¡/f/" . l .a d ecisión heideg geri ana como repetici ón no cs una "el ección libr e" en el sent ido ha bi tual de la frase. (Es ta idea de el egir librement e e nt re posibilidades ¡.hc rll;)tivas es totalme nte ajena a H eid egger; él la descarta como pertenec ie nte al imli-

vidu alísmo liberal america nizado y supcrficial.) Fundamentalmente. es la e1('(' ció n de "asumir libremente" el propio destino impuesto. Es m p'lróltln j.•, necesar ia para evitar la conce pción liberal vulgar de la libert ad de e1ced e)n, !H' ñola el proble ma teológico de la predestmaciony In gracia: un a verdad er a ,It'11 si ón/elecci ón (no una elección entre una se rie de objetos qu e dejan int¡\('l;l m i imposición subjetiva, sino la elecc ión fundamenral po r med io de In cual yo " 11 11' e lijo a mí mismo") presupo ne que asumo una actitud pasiva de "dejarm e dt.',!,~ir " : e n sínte sis, I,/ elección libre y la gracia son estrictamente equivalentes; corno dk l Ik Icuze , solo elegimos realmente cua ndo SOIllOS elegidor: "No elige bien , 110 cli ~e efectivame nte rmis que aqu el que es efectivamente elegido".« Para no dar pie a la idea de que estamos ante una pro blemática teol{'g k a O ~ ­ c urantista, pe rmfrascnos evoca r un ejemp lo izquierdista más expresivo, el de t. inte rpelac ión clasista prol eta ria. C uando un sujeto se reconoc e CO Ill U rcvuluci on ario proleta rio, cua ndo asume lib re mente y se identifica con la rarea de 1,. revolución , se es tá reconocie ndo como elegido por la historia para realizar ('\; 1 ta rea. E n gen era l, la concepción alrhusseriana de la in terpelación ideo!6gic¡1in

11. Martin H eidegger , Deil/If, (/lid Time, Albany, l'\'Y , SU='JY Press, 1996, I' ~ g'. 437 . [Ed. cast.: FJ Ser )' d Tiempo, Madri d, FCF., 19'11:).1

12. Gilles Deleuze, Imllgr-u mps, París, Édilio ns de Minui t, 1985, pág. 2Jl. [Ed. CN ,: 1.-1 rnuJios Jobrt cine 2, Barcelo na, Paill.,s, 1996.] Para decirlo de mm llll"l.. : I~ el ecció n es siem pre una meraelecci ón, ya que implica la elecci ón de elegir o no e1e¡¡ir. l. ~ prostituci ón, pur ejem plo, es un interca mbio simple: un hombre le paga a una mu jer 1>;I r;¡ ner sexo con ella. El mat rimonio tiene dos n iveles: en elrradieional, el hom bre, como I'W\T'· do r, le paga a la mujer mucho mM (la mantiene p" r ser su esposa) pllrllllIJ u1Itr '1'" p"lf,Ilr/( (['0 1 ten er sexo). En el caso del matrimonio por dinero, se puede decir que el esposo paga pam '1 m' la mujer le venda no solo su cuerpo sino también su alma, par a que finja qu e se le elllrel(a I" ,r am or, Otro mod o de decirlo ser ía que a una prost ituta se le 1'31,'" para tene r sexo cou e'lI11, mie ntras qu e la esposa es una pros titut a a la que hay que pagarle incluso rmís si uno 111) I¡"I! ~ sexo con ella (que no queda satisfech a, por lo cual h ay que apaciguarla de otro modo, con 1'" g alos generosos).

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im"gm~ /;nnpo:

l.·


voluc ra la situ ación de la "elecció n fo rzada" por med io de la cual el sujeto e me r-

ge del acto de elegir libremente lo inevita ble, es dec ir, el acto en el cual tiene la libe rt ad de elegir con la co nd ición de q ue realice la elecció n co rrec ta: cuando un in d ividuo rec ibe una interpelación , es " invitado a desempeña r un papel de m odo ta l que la invitació n pa rece hahe r sido ya respo ndida po r el sujeto antes de que se le pro pusie ra, pero al mismo t ie mpo la invita ció n pued e ser rec ha zada".'! En esto reside el acto ideológico del r eco nocimien to, en el cua l me recono zco com o "siem pre ya" o "desde siem pre" eso co mo 10 cual so)' inter pel ado: al reco noc erme co mo X, libremente asumo/ elijo el he cho de que desde siempre he sido X. Cuan do, por ejemplo, se me acusa de un crimen y acue r do defend er me, me pl'CSUp ollg O co mo un agen te libre legalm ente responsable de mi s acto s. E n su d iscusió n en Internet con Ernesto Laclau, j udi rh Butler intro du jo una pe rfecta descr ipción hegelian a de la decis ió n : no se trata so lo de q ue ni ng un a de cisión se to ma en un vacío abso luto, de que roda decisión esta co nrexrualizada, es una "decisión en un co ntexto ", sino que los co nt extos m ismos: l.. ") son de algún modo producidos por las decisiones, es decir, que hay una cierta duplicación de la toma de decisiones l...[, Primero está la decisión de marca r o delimitar el contexto en el cual se tomará una decisión [sobre qué tipos de diferencias no deben incluirse en una po luica dada], y des pu és está la exclusión de ciertos tipos (le diferencias comn inallmisibles"

La indecidibilidad es radi cal: nun ca se puede llegar a un contexto "puro" anterior a la decisión ; todo contexto esd "siem pre ya" constituido rc tr oac tiva mente po r una decisió n (igual que las razo nes para hace r algo , q ue siempr e son postul ad as reeroa crivamenr c, por lo me nos e n g rad o m ínim o, por el acto de decisi ón basado en ellas: so lo de spu és de q ue nos hemos decidido a cree r nos resulta n co nvincentes las razones p.lr-J cree r, y no a la inversa). O tr o aspecto de este misma cuesti ón es q ue no solo no hay decisió n sin exclusión (toda decisi ón excluye una serie de posibilidad es). sino q ue el acto d e decisió n en sí resulta (Xl· sible gr acias a algún tipo de exclusión : algo debe se r exclu ido pa ra qu e noso tros nos convirt amos en seres que to man decis iones. La idea lacania na de la "elecció n forzada", ¿no no s pro porciona un modo de explicar esta paradoja? La "e xclusió n" primordial q ue funda la decisión (es decir, la elecció n). ¿no ind ica q ue la ele cción, en un cier to nivel fund amen tal, es fo rz ada? Yo so lo pued o eleg ir (libremen te) co n la co nd ició n de q ue re alice la elección co rr ect a, de m odo que , en este nivel, encontr am os una elección para-

13. ¡\ilJ rk Posrer, Tbr Smmd Mr,/ú¡ , 'gr. Camhridge, Pnlity Press, 1995, pág" S I"

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t llljil';l lltlC se s tl l ~ r poIl L' ron su mcraclc cción : se lile d ice q ué cs In \IUt' d d " l l'le gir libre mcnt c ,. , Le jos de ser t111 signo de dislOrsit'lIl pato lúgil";t (u polítie;lllIl·llh· nuulitaria], este nivel de la " elección fo rzada" L'S precisamen te lo IJll e illttl e n \.1 1)( lSiL"iún ps id itica: el sujeto PSiOlt ico actúa rumo si en verda d pudi era elegir ti hremcmc a tu(lo lo largo del camin o. De mo d o que , antes de descarta r co mo descripción codificula de una Sl'lI t1o rrcvolución conservadora esa presentaci ón q ue hace Il eitlegger tle la tllTisil"'n an uciparoria co mo lihre asun ción del pn 'pio dest ino , debemos deten ernos Illlr un mom ento, y r ecordar la afirma ción de Fr edric j am cson en cua ut oa q uc nn verd adero izquierd ista está e n cierto modo mu cho rmis cerca riel ncrualronumi turismo ncoconscrvador que de los demócra tas libera les: suscribe In l'l"ít il';l l"11I1 scrvado ra a la democr acia libe ral, )' está de acuerd o co n lo s con sc rvadorcv pnk ricamen te en todo, salvo m Io esencial, salvo e n un rasgo a veces m ínimo que , vm e mba rgo, implica un cambio completo . En cuanto a la ide a hcillcggcr hlll;1llo.- 1.1 elecci ón auté ntica co mo re pet ición, el paralelo co n la concepción de Hl'n j,lllllll de la revolución co mo re pe tició n, dilucid ada e n sus "Tesis sob re la IiI mo lb rll' la histo ria ",« resulta sorprendente: también la revo lución es concc ptualizada 1'0 m o una repe tició n que rea liza una posibilidad oc ulta del pasad o, de modo lilU' so lo desde el punto de vista de un agente co m prometi do en una situaci ó n Jire sen te se puede ten er un a visión co rrecta de ese pasado, una visión qu c no In perciba com o un conj unto ce rrado de hechos, sino como abierto, co mo invnhr erando una posibilida d q ue fracas ó o cuya reali zac ión fue reprimida. L. rcvulu ción present e, en su intento de liber ar a la clase t rabajadora, tamb ién red illH' n-. rr oa ctivamente todos los inte ntos de libera ció n que se fru str aron en el pas;ldll, Es decir que el pu nto de vista de un age nte prese nte compro metid o e l! UI! pro yecto r evo lucionar io hace de pronto visible 10 que la histo riog r,II"L1 o bjt'livis ra/positivista, limi tad a a 10 fáct ico , no pued e pe rcibir por de finición : 1;IS POlI"U cialida des o cultas de libe ració n qu e fueron ap lastadas por la marcha vktorim.l de las fuer zas d om inant es. Leí da de este modo, la apro piación del pasad o a través de S \I rep e liciún rn una decisión anticipeto tia q ue pone en ejecución un proy ecto (es ta i..ll' ntiht",1 ció n de desti no y libe rt ad. de asunción de l pro pio des tino co mo la elección 11III l' m ás alta, aunq ue fo rz ada) 1/0 implica so lo la idea nietzscheana de qu c ind u\ o 1.1 descri pci ón m ás neut ral del pasado sirve a los pro pósitos pr esentes tic ;lll{l'lll proyecto pol itice de poder, Debemos insis tir e n la oposici ón e ntre la ;l pro pLI ción del pasado de sde el plinto de vista de qu ienes gobiern an (el relato de la hiv -

14. Vénsc Wahcr Benjamín, "Thesis un the Phllosoph y of Hisro ry", en Uh l ll/ ÍI¡,¡ /" WI, X ULTa Yor k. Sc hoc kcn Boo ks, 1969"[Ed. cast.: /lu 11Iil/lu iOllts, M adr id , T aurus, 11J'J\.1

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.\ 'lm.'Oj Zif,rl: toria pasad a como la evo lució n q ue los llevó al triunfo y los legitim a) por un lado, y por el o tro la apropiación de aq ue llo que en el pasado subsiste corno porcn ciali dad utópica y frustrad a (vreprimida'') , de m odo qu e lo que le falt a a la descr ipci ón de H eid egger (p ara decirl o de modo d ire cto y un tanto ru do) es la co mprensió n de la na tu rale za radicalm ent e antagónica de rod o m odo de " ida hasta ento nces co munal. En realidad , la ontología de H eidegger es entonces "política" (pa ra remi tirnos al tirulo dcl libro de Bou rdi eu sobr e este filósofo): su esfue rzo po r fracturar y salir de la o ntología trad icio nal, )' po r a firmar co mo clave dcl r sentíd o del se r" la decisión del hom bre de ado ptar un proyecto po r m ed io del cual asume activam ente su condición de arrojado .\ una situación hist órica finita , sitúa el acto hi stó rico-político de la decisión en el co razó n m ismo de la o ntología , La elecc ión de la forma histó rica del Dará n es en cierto sentido política, co nsiste e n una decisión abi sm al no basada en ningu na est ructura ontológi ca un iversal. Po r ejemplo, la arg umentació n libe ra l co nvencio nal habe rmasiana, que ubica la fuente de la tent ación fascista de H eidegger en su decisio nismo " irracio nal", e n su rechazo de cu alq uier criterio uni versal racional- no rmativo de la actividad po lítica, yerra po r com pleto: lo q ue esta cr ítica rec haza com o decision ismo protofascista es senc illamente la co nd ició n básica de lo político. De un mod o perve rso, e l co mpromiso na zi de H eidegge r fue en to nces " un paso en la di recció n correcta", un paso hacia la admisión abierta y la asunción completa de las consecu encias de la falta de ga rantía ontoló gica , del abismo de la liber tad hum ana-u co mo d ice Alain Badiou, a los ojo s de H eideg ger la " revo lució n" nazi e ra fo rma lme nt e indifc renciable del " acontecim iento" pol ítico- hist ór ico autén t ico. 0 , p.lra decirlo de ot ro modo, el compromiso político de H eidegger era una especie de pasaje al acto en lo Rea l, testi mo nio de q ue se negaba a ir hasta el final en lo Simbólico, a pe nsar las co nsecue ncias teó ricas de la irru pció n co ns uma da co n El Ser y rl

Tiempo. La histo ria hab itual so bre Ilcidegger d ice q ue realizó su Kehre (giro radi cal o con versión) de spués de to m ar co ncien cia de que el proyecto original de El Ser y el Tiempo volvía a llevarlo al su bjetivism o tr ascend ental: en razó n del r esto no reflexionado (le subjeti vismo (de cisionismo, etcétera), H eidegger se dej ó sed ucir po r el nazismo; sin emba rgo , cuando to mó co nciencia de q ue al hacerlo "se ha bía q uema do las m anos", limpi ó lo s restos de subj etivismo )' desarrolló la idea del carácter histórico y de época del ser... N os sentimos ren tados de invertir es-

t;¡ histo ria conven cion al: en tre cl l lcidcggc r I )' cl ll eidcggcr 11 ha y 1lIJ.1 l ''' IW(it' d e "medi.rdor eva nescent e" , uuu posid (Jll de subjet ividad radic alizadn tllIl' r-uin cid e crn Sil o puesto: es deci r, 1111 :1 posición r educida :1 UII ¡.\'eslo V,l cíll , :1 L, i ll l l'I '" ,lm po s,'[, 1e ne lcl "(1eCISIOIllS11l0 .. ' " ( 1C111e 'l( [eg ger I y s uu ltcr¡ Jt'¡'('WII ten o r "['uta [,l ~ lllO"( l' I acontecimiento del se r "t iene lugar" e n el hombre, q lle sirve CHillO su P ,ISIIII' • • •) . Lejos tic constituir la "consecuencia práct ica" de esta subje tividad r,ulic.,lil;lll u, el co mpromiso nazi de J leideggcr fue un intento desesperado de f1; i/¡¡r ¡", .. Fn ot ras palabras, H eidegger tend ría tlue ha berse ate nido a lo IJue 1Il,Ís tarde t1 e ~ ('¡lrl¡', co m o resto del e nfoq ue trascendental su bjerivist e subs istente e n el 1\1 Sr! Y I'! Tiempo, El fracaso fin al de H eidegge r no consiste en que haya tjll l'I[;ld ll [Il' _ 'g,lllo al hori zon te de la subjetividad trascend ental, sino e n q ue a!J,llu [oIU 'l n l l' horizo nte demasiado pro nto, antes de pe nsar to das sus posibilidades inl l'Ím l'c l' , E l nazismo no er a una expresió n po lítica J el " potenci al nihili sta, t1ell1l111 fllt'll, 11 " b subjetivida d mode rna", sino más bien exacta mente lo opuesto: un illlt' lllll lk scspc rado de evita r este pote nci al. Esta lógica del "eslabó n perdido" ha apa recido a men udo en 1,1 histo ri:l dt'l pe nsamiento, desd e Schelli ng hast a la esc ud a de Fráncfo rt . En el t';lSIl dt, Sch elling, te ne mos la casi insopor table tensión de los bo squejos tic I Vl'If¡llrr,., vu fracaso fund ament al. En efecto, su filosofía ulterio r resuelve eS,1 tensió n in"lIpo rtable, pero de modo e rróneo: perd iend o la d im ensión más prod uctiva. En co lltr ;tmus el mismo procedimiento de "reso lución falsa" en el modo en (Iue el p ru}"l"('· ro de lIabe r mas se relacio na co n la "d ialéct ica de la Ilustración" de Adu rno )' l lork heimer. La "d ialéctica de la Ilustra ción " también se derrota ,1 sí mi-aun , I ' S un fracaso gigantesco y, una vez m ás, H aberm as resuelve su tensión inso[lcU'I :lbJ¡, introd uciendo una distinción, u na especie tic "d ivisió n del tr abajo" e ntre Ilos di m ensio nes, entre la producción y la in teracció n sim ból ica (en una es tricta luunolo gia co n Schelling, <¡ue disuelv e la tensión d e IVeltRl," in troduciendo ti Ilisllll ci ón entr e la filosofía " negativa" y la "positiva"), N osotros sos tenemos lJl U' e! último " pensam ient o del ser" heideggeri an o realiza una análoga resollld c'lll f" I~~ del ato llade ro intrínseco del proyecto origin al de El Sery el Timlpl).lh

15. Frede ¡c j amescn y;l había dado en el blanco con su polé m ica afir mació n de que el abierto compromiso de H eidegger en 1933, le jos de representar una anomalía dep lorable, fue su único ges to público sim patice.

16, En este punt o tuy (jue to mar en cuen ta el nivel del estilo: e1l leillc¡.:-¡.:-r r 1 l" MI I~ '1l<-"·, "no lIlusical-, im rod ece nuevas y difíciles distinciones técnica s, acuñ a n uevos tc rminm, In l\ . de sus inserciones concret as a c<uego riu de connotació n ética, e tc étera¡ el I lci.lq {f(:l'r II 1" "musi cal" , ahaudon a las distinciones co nce ptu ales estrictas c n favor de I1lcdi :lci llll l' \ PIII:' Íl" I\ , reemplaza el desarrollo prolon gado y sistemá tico I1 c 1.1 lín ea ar t.'l llllcnt;l1 (recorde mos 1, ,, p.tn~ fos en El SN'J el Tirmp(1) por rumiaduras poéticas breves y circulares. Desde luc){o, h,([,r/a '1\1(' presta r atención a lo que queda excluido en la alre rnariva: amh..s Ilci.lc){){cr so n " llloll.l 1111O'1l te serios", tino de un modo técn ico com pulsivo , que amo nt ona términos nlle~u'll :l ra "~ l'n" :l 1

JO

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¿POR QUÉ EL SER l' El. TIEM PO QUEDÓ INCOl\"CLUSO?

mo lo co noce mos , es un fragm ento: lo que H eidegger publicó co mo libro consta solo de las dos primeras secciones de la P rimera Parte; el proyecto res ultó impo sible de reali zar, y lo que sali6 a [uz de este fracaso, 10 q uc (para utilizar la bu ena y vieja jerga estrucruralisra) llenó el vacío de la parte final faltante de El S er y el Tiro,po, fue la abunda ncia de escritos de H eidegge r ulte riores a la famosa Kebrr. D esde lueg o, no pret end emos imaginar senci llamente la vers ión te rm inada de la o bra: el o bstáculo (lile detu vo a su auror era int r ínseco . Un examen m:ís atento descu bre que la situaci ón es más com pleja. Por un lado (,11 m enos en el nivel de bo rr ado r) el proyecto to ta l de El Ser y el Tiempo en realidad se com pletó: no solo te nemos Kant J el problcrJf" de Id lIIetafiska, q ue abarca la prime ra sección de la Segu nda Parte proyectada, sino q ue las confere ncias de H eidegger en Marb urgo, de J92 7 (más tarde publicadas co n e l título de ÚJS pmblemns btísiros de la fenomenología) cub ren apro xim adamente las seccio nes r esta nt es del proyecto or iginal de FJ Ser y el Tiempo (el tiem po CO IllO el ho rizon te de la cues t ión del ser, el rogito cart esiano y la co ncepció n aristo té lica del tiempo, segunda y te rce ra sección previstas para la Segunda Part e), de modo que , si reun imos estos tr es volú menes publ icad os , tene mos una vers ió n aproxima da de to do e l libro , Ade más, qu izá sea in clu so m ás enigmá tico el hech o de q ue, aunque la versión publicad a de El Sery el Tiempo no abarca ni siq uiera la prim era par te co mplet a del proyecto tot al, sino so lo sus dos pri me ras seccio nes (falta la sección tercera, la exposición del tie mpo co mo horizonte tr ascen dental de la cue stión del ser), de algú n modo nos imp res io na co mo "completa", co mo un todo orgánic o, co mo si nada faltara en realidad, Lo q ue estamos abordando aq uí es entonces lo opu esto de la concepción co nvencio nal del cierre que oculta o sut ur a la abe rtura persiste nte (el carácter inco ncluso); parecería q ue la insistencia de H eidegger en q ue el libro pub licado es so lo un fragmento ocu lta el hecho de que est á cerra do y terminado. Los capítulos finales (sobre la histo ricidad) inevi table mente nos impresio nan co -

tuoun :1¡.I1""¡.I'1l[1l nrtificiul , dcstin.uloa ;1l1adir :11 cierre U l1 iuu-nm IInlid'l p' t'eipl L I .Ll lll(~l\ t C p :lI ';l señalar (J lr;\ dimensión (la dc las fonnns (' lI [ (' l' l i v ;l ~ d I' h i ~ l o rid d .,, [), t p ll' 110 habían tenido ca hid;1e n el pro )'ec tll 1 .riginal. . ,' M Si 1-:1 ,"irr 'y el Tiempo puhlkm!o ahan-ara la tot :tlid:HI tic 1.1 Primera l' arrc IIto1 pl"ll)'<.-'("tu original , de alg ún IllINlo se pod ría justificar es ta percepción de nnali.Lnl. ( I'elldrí:llllllS roda laparte "sistettuirir a"; so lo faltaría la panc "histru-i ca", [¡l hu crprct ució» de [os tres momentos clave ele h\ histo ria de bll H: lal"ísi<'a m-cidelll ,ll - Arisló tcles, D escar tes, Kanr-. cuya "repetici ón" t:ldicllliz'lIb es 1:1:IIl ,IIilic:l del IJ¡ISÚ " del pro pio íeidegger.) O bviamente, el obst áculo intr ím el'o , 1.1 h,II"I"c.' r'l q uc imp ide el completamicn rc del pro yecto, afecta ra a la ÚllillM " '1 ' ,'ic'lIl de la Pr imera Parte, Si dejamos a 1111 lado el problema de la no pll!J1i r;lt'ilftl de los textos (ap unte s d e leccio nes) q u e cubr en las dos secciones rcs t auu-s lit, 1.1 Scglllllhl Parte (¿t iene L'SfO algo que ver co n el status enigmá tico ,1,' 1.1 i lll ;l ~ ill .1 d('m e n Ar istóteles, según lo ha demos trado Castoriadí s, el status qu e !t;ll"(' ('\1.1 II:H el edificio o ntológico, o se relac iona co n el em puje aruíonrológic« impln-u» ru el (ogito cartesian o como pri mer anuncio de la "noc he del 111I1lHlo " ?) , 1;1 p I\' ¡.Illlll;\ es po r q u é IH ) pudo 1l eídcg g er completar su m uy sis tcmri ticu ex IJ Il U':IC ' II'11 1 lid tiempo co mo ho rizonte del ser . La res puesta con vencional, "oficial", es bien cunocida: porque se le volvió claro q ue el enfoq ue de El Ser y el Tinllpo era aún demasiado metafisicc / tra scend ental , met odo lógico , al p,ls,lr desde el JJ.lJáll ;\ (¡J cuestió n del se r, en lugar de encarar directame nte el dcvelamicmo telllpor;11 d('1 ser como lo que sustenta el estatuto ún ico (lel lJllseill entre rodas 1;IS elltid:ul¡'s, Pe ro , ¿y si hubie ra aq uí o tro ato llade ro, o tro tipo de abismo , q ue Il d dq .(g('r en conrré , y del q ue se apartó? Por lo tanto, q ueremos discuti r la \'ers it'lll u lici ól l ,ld im pedime nto (Heidegger to mó conciencia de q ue el proycc.·w de Ul ,,'ef' .y el Til'/IfPO seg uía at rapado e n el proce dimiento subjetivism-trasccn dcn tal de ('S I :I blc ccr en prim er t érmino las co nd iciones dc posi bilidad del sentidu ¡!l·1 \ l'l" ;\ Ira vés del análisis del Dasei,,); lo q ue H eidegger encont r ó renhne ntc en su lui.. quedo de FJ Ser y el Tiempo fue el abismo de la su bjet ividad radic al aIH lI H"Ll II,l 1' 11 b imagi naci ón trasc ende nt al kant ian a, y ante ese abismo él retroce dió harLI sil pe nsamiento de la histori cidad de l ser.

distinci ones conceptuales , y el mro en una entrega poét ica al misterio del destino . Lo que falta en ambos casos es ironin hidkn, rasgo fundamental del estilo de Nietzsche. [Recordemos cuán completa y obviamente Heidegge r, al elogia r el rech azo del que Nie tzsche hi:r.o o bjeto a \ \ 'agner, ,,,ste nit:ndo que t:se rechazo fue esendal para hl madurad <Íll de r-,'ie tzsche ,'o mo pensado r. p:lsa por alto la prnfu nlb ironía y ambigiil.'l.l3d de esa actitud aparent emen te brut,¡l.) 17, Véase ,\ 1an in Heidegger, Km" nlld ,IN Pro/tlcm of.\ lrtnpbY5ia, Rloomingto n, Unive~it}' of Indiana Press, 1997"(Ed" caSL: lúm t J ti problnlUt J~ ¿, ",tlilfiskit, .\ 1<1dri d, FCE, 1993.)

IK, En u n nivel m"¡~ gene ral, seria inte resante elaborar el cntKel' w Ile KI' TOp.'1" 111'l filo,,,tl n'" Inconclusos", desd e el pr imer Hegel basta .\ l ichel Fouca ult (cuyo l' rilll('r ~ "h lll lt' 1I IIc- I ~ 1fif/'JI"¡II de 1« ff X/lnfi dlld anu ncia un proyecto gl"hal f\l\\d'll n cnt,\ Il\l~ m e ¡Ii,lint" .,,"I¡¡lI l' 111.\. uu-rlc despleg ó en los volúm enes 11 y 111); esta n ll - rc¡¡ li~.;ld" n c, el rc ~ ~ rso lkl ['rlll'l'dim i" II I11 .Ie lo.. fil{Jsofns que (desde Fk hte basta Il lIsserl) Ilunea ~,111 más :11l:¡ .1e lo~ Ifrinl"i pim hmdan 1('" Ile ~ u edi fióo teórico, es decir, que te i[er¡¡(b mente (re)escri ben el mi~ mn IU lu l.,¡. i.", o inlr....luctor iu, o ambas cosas,

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¿Po r qué L'S esencial e n este caso ot ro libro de H eidegger. f(¡¡n t y el problema de la 71ulafísüa?'7 Recordem os el sim ple hecho de que El Sery el T iempo, tal co-

í


1':1 III IIII,¡.lrrv (/t 1" /I//I/J/,ill' /l";';"

Esta crítica a H eid egger no parece nueva en absoluto: entre otros, p la realizó C ornelius Casto riadis. segú n qu ien la noci ón kantiana de imaginación (como lo que socava la image n ontológica "cerrada" co nvenciona l del cosmos) ya aparece anunciada en un pasaje singular de De Animo (11I , 7 )' 8), donde Arist óteles sost iene que "nu nca el alma piensa sin fanta sma", y desarrolla esta idea en una especie de "esquematismo ar istot élico" (rod a noci ón abstracta -por ejemplo, la de un triángu lo- debe acompa ñarse en nuestro pensami ento de una represen tación fantasmarica sensible, aun que no corporal; cuando pensamos en un tri ángulo , te nemos en la ment e la imagen de un tri ángulo concrero).» Aristóteles anun cia inclu so la concepc ión kantiana del tiem po co mo el ho rizonte insuperabl e de nuestra experiencia, al afirm ar: " No es posible pensar sin el tie mpo lo qu e no está e n el tiempo " (Sobre la memoria. 449-450), sin encon trar un a especie de figuració n en algo temporal ; por ejem plo, "lo que dura por siemp re" , Castori adis opo ne esta conc epción de la imagi nación a la idea con vencional, qu e por otra part e prevaleció tan to en De A nima como en toda la tradición meta física subsiguiente. Pa ra esta co nce pci ón radical, la imaginació n no es pasivo-receptiva ni conceptu al; esto significa qu e no se la pu ede ubicar ontológicamente, pu esto que indica una fisura en el edificio on tológico del ser. C asto riadís parece entonces plenamente justificado en su en foque: [...] con respecto al "retroceso" que Heidegger le im puta a Kant cuando en fren t ó el "abismo sin fondo" abierto por el descubrimiento de la imaginación trascendental, es el propio Heidegger quien en realidad "retrocede" después de haber escnro su libro sobre Kan t. Hay un n uevo olvido, encubrimiento y borradura de la cuestión de la imaginación, pues en cualquiera de sus escritos subsiguientes no se encuentra ninguna huella al respecto: hay una supresión de lo que esta cuestión perturba en toda ontología {Jo' en todo "pensamiento del ser").» C asroriadis tambié n extra e consecue ncias políticas: el re troce so de Heidegger ant e el abismo de la im agina ción justi fica su aceptación del cierre político totalitario, mientras que el abism o de la imagin ación pro porciona el fund am en to filosófico de la ape rtu ra de mocr ática: la con ce pción de la sociedad como basada en un act o co lectivo de imagin ación histó rica. " El recon oci miento pleno de la im aginac ión radical solo es posible si va de la mano con el descu brim iento de la otra dimensión del im agin ario radical, el imaginario sociohistórico, que institu ye a la sociedad como fuente de una creación ontol ógica que .se despliega

"i' Jftf!,lrw'1I1

hislori;I ."ll No obstante, la concepción que tiene C astu riad is de la ímagiII.It'iún nu "(¡;lIl1lona el horizon te e xiste ncialist a del hombre como el ser que 111 11ytTt ;1 s u "esencia" c n el acto de la Imaginación, trascendie ndo a tod o se r po \ j, i\'o. D e 1\10110 qu e, ant es de qu e pronun ciem os nuestro juicio defin itivo al II'SPl'(·IO, sc rfa apro piado examinar más ate ntamente los perfiles de la imagina1 il '111 en el propio Kant. F.lmistc rio de la imaginación tr ascend enta l en cuanto espo ntancid¡ld reside \ . tI 1·1hecho de qu e es imposible situa rla adecuadamente con respecto a la pareja di' In feno mé nico y lo noumenal. En este punto, el propio Kant queda atra pado 1' 11 un orolladero , u en la amhigüedad, () en uno y otra. Por una parte, con cibe la 111'I'rl.ld trascende ntal (la "es ponta neidad") cumo noumenal. en cuanto en tidad es t-noménicas, estamos apresados en la red de las conexiones causales, mientras .11I (' nuestra libe rt ad (el hecho de que, como suje tos moral es, somos libres, so111m ~lgc ntes que se originan a sí mismos) ind ica la dimensióll lloumenal. De este 1lIl1do, Kant res uelve las antinomias dinámica s de la raz.ón: am bas proposiciones pueden se r verdaderas. Puesto que todos los fen ómeno s están vinculado s ca ~sal­ nwutc, el hombre, como entidad fenomén ica, no es libre, pero en tanto en tidad noumenal pu ede actuar moralmente como un agente libre.. . Lo que desdibuja I'sle cuad ro claro es la comprensión que el pro pio Kant tiene de las con secuenI';;IS cat ast ró ficas de nuestro acceso directo a la esfera noum ena ]: si este acceso ('sistierol. , los hombres perderílln su libe rtad moral y su espo nta neidad trascendent.rl; se converti rían en títeres iner tes, En un subca pitulo de su Critica de la razón /lI"lk ,icll, mister iosame nte t itu lado "D e la sabia adaptaci ón de kas faculta des cogmuvas del hombre a su vocació n pr áctica", Kant res po nde al interr ogante de qu é III ISsucedería si tu viéramos acceso al ámbito nc umenal, a las cosas en sí:

\ " 11I0

1... ] en lugar de la lucha con las inclinaciones que ahora tiene que librar la disposición moral, y que, después de algunas derrotas, puede desemboca r gradualmente en el triunfo de la fue rza moral de la mente, tendrfam us sin cesar ante nuestr os ojos a D ios v la eternidad, en su tcmihle majestad [...) Entonces la mayoría de las acciones l>nnfo'nnes a la ley serían rea lizadas por miedo, algunas por esperanza, y nin gu na por

de ber. El mérito moral (le las acciones, el único del cual depende el mérito de la persona e ind uso del mundo a los ojos de la sabiduría suprema, no existiría en absoluto. La conducta del hombre, mientras su naturaleu seguiría siendo igual a la que tiene ahora, se convertiría en un mero meca nismo 1...] como en un teatr o de ríreres , todo

!-'esticularía hien, pero no habría vida en las figuras.u

19. Véase C om cllus C astoriadis, "Thc D iscovery uf the Imaginarion", CO llSu lMtiollS, vol. 1, nO2, oc tubre de 19'14. 20. IbíJ., págs. 185· 1R6.

21. Ivíd., pág. 112. 12. Immanucl Kant, Criljqu~ o/ Prd( lic,,¡ R(aJon, N ueva Yo rk, Maclllillan, 1956, págs. 152-IB. IEd. cast.: Critic" dr la roZÓll ¡minie", Madrid, Espasa-Calpe, 1984.)

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De mod o que la libertad y la espontan eidad tr ascendentales son en ciert o sent ido fenoménicas: solo aparecen en la medida en que la esfera noumennlno sea accesib le para el sujeto . Esta zona intermedia (q ue no es feno ménica ni 110 11mcnal, sino 1:¡ brecha que se para lo noumenal de lo fe nom énico y, en cie rto sentido , los preced e) es el sujeto, de modo que el hecho de que el sujeto no puede reducirse a la sustancia significa precisamente que la libertad trascende ntal, aunque no es feno ménica (es decir, aunque rompe la cadena de la causalidad a la que es tán some tidos todos los fenómeno s), es decir, aunq ue no puede reducirse a un efecto sin co nc iencia de sus verdade ras causas no umcn ales (yo sól o "me siento libre" porque estoy cicgo a la causalidad que determina mis actos "libres"), no es tampoco noumcnal, y se desvanecería si el sujeto tuvie ra un acceso directo al orden nou men al. Esta imposibilidad de situar la libertad y la espo ntaneidad t rascend ent ales con respecto a la pareja de lo fenom énico/ noumenal explica la raz ón» de que Kant se encontrara en ese apri eto , y qu edara envuelto en una serie de inconsiste ncias al tratar de deter min ar el status ontológico exacto de la espontaneidad tra scendental ; ahora bien, en última instancia, el miste rio de la imaginación trascen de ntal co incide con el misterio del abismo de la libertad. El gran logro de H eidegger co nsistió en haber percibido cl arame nte este atoll ade ro kantia no, vin culándolo co n la ren uencia de Kant a extraer todas las consecuencias de la finitud del sujeto trascendental: la "regresión" de Kant a la me tafísica tradicional se prod uce en el mo mento e n que inte rpreta la espontaneidad de la ape rcepció n trasce ndental como pru eba de que el sujeto tiene un lado nournena l que no está sujeto a las coaccion es ca usales vinculantes para tOdos los fenómenos. La finitu d del suje to kant iano no equivale a la acos tumbrada car acterizació n escéptica del co noc imie nto hum ano co mo ínfia ble e ilusorio (el ho mb re nunca puede penet rar el misterio de la realidad superio r, puesto que su conocimiento se limita a los fen ómenos sensibles efímeros.. •), sino que involucra una po sici ón mucho más radical: la misma dimensión que, desde dent ro del horizonte de su experie ncia tempo ral fin ita, se le apar ece al sujeto como IJ huella del ,\1ás AlU noumc nal inaccesible, está ya marcada por el ho rizon te de la finitud, designa el modo en qu e el l\tís Allá nou me nal se le I¡pI¡rece al sujeto dentm de SIl experiencia temporal finita . La con secuencia radica l de tod o esto para la relación entre In temporalidad y la eternidad es que la ecmporalídad no constituye un modo deficien te de la ete rnidad: por el contrar io, es la prop ia "et ernidad" la que debe conce birse com o

2l Como Rohcrt Pipp¡n lo demostr ó en el capítulo 1 dc ldealism es Modernism , p¡í~'S. [93-

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11 11 ;' modifi cucié» esped fil',¡ de la (autoi cxpc rieucía te mporal del sujeto. E sto ' ifl nifir il q ue L\ verda de ra esdsi{')IJ no separa ya lo feno mé nico (el dominio de 1:1 I· \p(· ricnciu tempora l y/o sensible) de lo noumen al; más bien atraviesa lo nou1I\l"1I ;11 en s í, hajo el disfraz de la escisión e nt re el modo en qu e lo nou me nal "en , ." ,\"r /r Itpl11wr a í S1I),-to y su imposible "e n sí" sans pbrase, to ut CO III"t, sin refe rcn . iol ;11 sujeto. Por supuesto Dios, el Ser Supremo que da cuer po a la Idea del más ,lIto Hien, es un a ent idad nou menal (una en tidad q ue no se puede conce bir de 11111110 co nsistente como un ob jeto de nuestra experie ncia temporal). Pero es un a '·Ill id.ltl noum enal en el mod o del "pa ra nosot ros"; es la man era en qu e una en,..10..1 racion al finita (el hombre) t ien e que representarse al Se r Supre mo nou rucnal o, para decirlo en t érmino s feno menológicos, aun que D ios en ta nto que Ser Supre m o no puede ser nunca un fe nóme no en el senti do de ob jeto de una cq -cricncia tem poral senso rial, constituye sin emhargo un fenó me no en el senIi,lo más rad ical de algo que so lo es sign ificativo como entidad que se le opnrue .1 IIn ser fin ito dotado de conciencia y capacidad para la libe rt ad . Es po sible que, , i nos acerca mos demasiado a la divinidad, esa cualidad sublime de l Bien Supremil se convierta en una monstruosidad extrema. En est e pun to es tá plenamente justificada la feroz aversión qu e H eidegge r JlU .... 1 de ma nifiesto en el célebre debate <le D avos, e n 19 29 , a la lectura de Kant Jlrupuesta por Cassirer.« C ess irc r se limitaba a co ntrastar la finitu d tem po ral Ilc la cond ició n humana (en cste nivel, los seres humanos son entidades e mpíriC,IS cuyas con d uctas pu eden explicarse por medio de di ferentes conjuntos de vínculos causa les) con la liber tad del homb re en cua nto agente ético; e n su acuvida d simbólica, la hum anidad co nst ruye gradualmente el universo de valores }' significados que no puede reducirse (ni explicarse por refe re ncia) al domin io tic los hechos y sus inte rr elaciones. Es te universo de valo res y significad os pucs[(Js por la act ividad simbólica del ho mbre es la vers ión mo derna del reino platónico de las Ideas et e rnas; en él ir rumpe )' e ntra en la existe ncia una dimen si ón d ife rent e de [a del circuito din ámico de la vida, de la gene ració n y la co rrupció n <u na dimensión que, aunque no existe fuera del m undo vital y rea l de los seres humanos, es en sí misma "inmortal" y "e te rn a"-. Por su capacidad como "an imal simbó lico", el hom bre t rascien de [os lími tes de la finit ud y [a te mporalid ad ... Contra esta dis tinción, I leidcggcr dem uestr a que la "i nmortalidad" y la "etern idad" del sistema simbólico de valo res y significados, irrcducI ible al nivel de los hechos positivos dados em pír icamente, solo puede emerger como parte de la existe ncia d e u n ser finito y mo rta l capaz de relac ionarse con

24. Véase ~ AppenJix V: Davos lIispurution", en H eidegger, Kant and the Prohlem ofMe-

l"l,hpics, pág<;. 193-207.

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su fin itu d como tal: los ser es "i nmor ta les" no emprenden n ingunn actividad sim bólica, pu esto que par a ello s no hay ninguna brecha entre los hecho s y Jos valores . La cuest ión clave, a la qu e C assirer no da respuesta, es po r lo t an to la sigu iente: ¿cuál es la estr uctura específica de la temporalidad de la existencia h uman a que hace posible la em e rgencia del significodo? Es decir, ¿cuál es la estrucrura específica de la tem po ralidad de la existencia humana qu e le per mite al se r humano e xperimentar su existe ncia como insertada en un todo significativo? Ahora vernos claramente por qu é H eidegger se centra en la imog;nación trascendenta l: el carácte r singul ar de la imaginación reside en el hecho de qu e va más allá de la oposición e ntre receptivid ad/fi nitu d (del hom bre como ser empírico alrapad o en la red causal fenomé nica) y esponta ne idad (es decir, la actividad auroo riginadora del hom hre como agente libre, po rtador de la libertad no umenal): la imaginación recibe y ta mbi én pone, es pasiva (en ella som os afectados po r imágenes sensibles) y activa (el pro pio sujeto genera lib rem ente esas imágenes, de modo que esta afección es autoefeccíó n) . H eidegger pone el énfasis en el hecho de que solo se pu ede concebir la espo ntaneidad a través de esta uni dad con un elem ento ir reductible de receptividad pasiva característico de la finitu d humana: si el sujeto lograra desem barazarse de la receptividad y tu viera acceso directo a lo noumen al en sí, perde ría la esponta neidad de su existencia... El atolladero de Kant q ueda e ntonces condensado en esta lectura e rrónea (o ident ificación falsa) de la espo nta neidad de la liberta d rrascenden ral como no umenal: la espontan eidad trascendental es precisamen te algo quc no se puede conce bir como noumenal.

EL P RO B LF~\lA cox LA

L\\AG IN.O\C ¡ÓK TRASC F.J\TIE.' \-rAL

N uestro próximo paso con sistirá en concentrarnos en la am bigü edad fundamental de la idea kantia na de la imaginac ión. Como se sabe, Kant dife ren cia la actividad sintética del ente ndimie nto (syntbrsisin te ílecmalisr res pecto de la sinresis de las m últ iples int uicion es se nsoriales que , aun qu e t am bién son absoluta mente "espo ntá neas" (productivas, libres, no somet idas a las leyes empíricas de la asociación ), perm:"tnecen no obstante en el nivel de la intu ición, reuni end o ];1 m ult iplicidad sensoria l sin invo lucr ar desde ya la actividad del e nte ndimiento (esta segunda síntes is es la síntesis trascendental de la imaginación). Al examin ar esta distin ción, los intér pre tes se atienen habitua lm ente a la densa y ambigua sccci ón final del capít ulo 1 de la primer a división de la Lógica T rascend en tal ("De la conc epción pura del entendim iento o las categorías "), la cual, después de rlefinir la síntesis como "el proceso de unir entre sí diferentes representacio nes, y

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lit-

alunn r

Sil

diversidad en una cognicj{l11 ",li ;l continuación sostiene que la sín-

" ·,, s es : 1.• .1 la tue ra operaei{lll llc la imaginación, una función ciega pero indispen sable del Jlu1<1, sin la cual no rendrfumcs ninguna cognici ón . pero de cuyo funcionamiento ¡¡oC IS veces sonms siquie ra co nscientes. Pero reducir esta síntesis a concepciones es una lillll'iún del cnre ndimienro, por medio de! cual alcanzamos la cognición en e! sentido propiu d e la palabra .se

I )e este modo te nemos un proceso en tres pasos que nos lleva hasta la cogni{ uin prop iamente dicha: 1.0 primero que se nos debe dar para que logremos la cognición IJ priori de todos I..s nhjeros es la diversidad de la intuición pura; la síntesis de esta diversidad por me{Iiu de la imaginación es la segunda, pero esto no nos proporciona aún ninguna cognidún. Las concepciones que dan uni dad a esta pura síntesis [... ) satisfacen el tercer requisito para la cognición de un objeto, y esasconcepciones son dadas por el entendímienro."

No obsta nte, en la medida en que la " pura síntes is, rep resentada en t érm inos gene rales, nos da la conce pción pura del e nren d imie nto't.w la ambigüedad es d 'lr.l: ¿es " la síntes is, e n té rminos generales [... l la me ra ope ración de la imagi11.1(·i{m",.I'I con el entendimiento como ca pacidad secun daria que inte rvi ene desp ués de que la imag inació n haya realizado su tra bajo, o es que "la pura síntesis, representada en términos generales, nos da la co nce pción pura del entend imiento", d e mod o que la stnresis de la imaginación no sería más que la aplicaI'i,'lll del poder sintético del entendi miento en un nivel infe rior, más primitivo, prcco gnitivo> O bien , para decirlo e n té rminos de género y especi e: ¿es la fue r1;\ de la imaginació n el misterio impe netr able definitivo de la espontaneidad trascen dental, la raíz de la subjet ividad, el género abarca tivo del cual se despre nde el entendi mi ento como su especificación cognitiva discu rsiva, o el gé nero nharcativo es el entendimie nto, con la imaginación como una especie de sombra que él mismo ar rojo rerroactivamc nte sob re el n ivel inferior de la intuí-

15. Immanuel Kant, Critique o/ Purt! RW.' OIl, Londres, Everyman's Library, 1988, pág . 78. Wd. cast.: Cn'f im de ftl ra zón pum, Madrid, Al fa g\l a r~ , 19% .1 1(,. Ih íd . 17. Ihíd . 18. IlJíd . 19. 1bíd.

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Slt/Voj Ziiek ción? 0 , para de cir lo en el len guaje de H egel, ¿es la síntesis de la imag iuución el "en sí" su bdes arrollado de u na fue rza p uesta "co mo tal", "pa ra sí", en el entend im ien to ? Seg ún la lectu ra d e H eid egger , h ay que d et erm in ar la síntesis de la imagin ación como la d imensió n fu nda mental q ue es tá en la ra íz del e ntend imie nt o discu rsivo , y tlue por lo tan to dehe se r an alizad a con ind epend enci a de las ca tegorías de l e ntendimie n to. Kant no se an imó a dar es te paso rad ical, y re d ujo la imagi nación a la condició n d e pu ra fu erza med iado ra en tre la pu ra m ult ip licida d sensoria l de la in tu ició n y la acti vida d sintética cogn it iva del enten d im iento . E n contras te co n es te enfo q ue, nos se ntimos tentad os de subra ya r un a!>v ecto d ifere nt e : el hecho d e q ue la concepció n kantian a de la imagin ación pas a po r alto en silencio un rasgo negativo cr uci al: o bsesionado como lo está po r el c m peño en sintetizar, p o r u nir la multi pl icidad d ispersa dad a en la intu ició n, Kant no d ice nada acerca d el poder opu esto de la imagi n aci ó n , subrayado m ás ta rde po r H egel, a sabe r: la imaginació n en cuanto "actividad de disoluci ón", a la qu e 1fegel trata como u na un idad. separa da que solo tiene existencia e fec ti va co mo parte de algún todo orgá n ico. Este poder negativo también tiene entendimien to e imaginación , se gún res ult a con clarida d si leemos juntos dos pasajes ese nciales de H eg el. E l pr imero, menos conocido, p roviene d e los textos de:' la RtIJ/pbi/osophú so b re " la noche el m un do":

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El ser humano es esta noch e, esta nada \"36a, que lo contiene lodo en su simplicidad - una riqueza inagotable de muchas representaciones, múltiples, ninguna de las cuales le perte nece- o está presente. Esta noche, el interior de b na tu ralez a, que existe aqu í - puro yo- en representaciones fanta smag óricas, es noch e en su totalidad, donde aquí corre una cabeza ensangrentada -allá otra horrible apa rición bla nca, que de pronto est:i aquí, ante él, e inmediatamente desaparece. Se vislumbra esta noche cuando uno mir a a los seres huma nos a los ojos - :1 una noche llUC se vuelve hu rr'ible.» ¿Q ué mejo r desc r ipción p odr íam os o fr ecer del p oder de la imaginaci ón e n su asp ecto negativo , destruct or, d es mem b rado r, co mo pode r q ue dispe rsa la re alidad continua en u na multitu d con fusa d e ob jetos p arciales, apar icion es espectra les de lo qu e en realid ad so lo SOIl p anes de un organismo m ayo r? E n últi ma inst ancia, la imaginació n rep resenta la capaci dad de nuest ra me nt e p,lra desmem hrar [o q ue la p ercepción inmediata une, p ara "abs tra er", no un a idea

r rumm, sin o U11 cie rt o r:ls¡.(o e n tre [os otro s l':\sgos, " Im ag in ar" significa imagiunobjcro p,I1Tj¡¡1sin su cller po, un co lo r sin for ma, una forma sin vo lu m en ; ".uIUI tina cabe za ensangren tada - allá 011',1 h o rri b le ap ari ci ón bl an ca- ". E sta " 11111"11(' de l mu ndo" es ento nces [a imag inación trascenden tal e n su aspecto más ,I" lm'mal y vio lent o: el re in o irrcstricro de la vio le nc ia d e n uestra ima g inaci ón, .1, ' vu " libe rtad vacía" qu e d isuelve todo vínc u lo objetivo , to d a co nexió n basada I 11 b ( 'lIS;) misma: " Para sí misma es tá aqu í la libertad arbitraria -desgarrar las UIl.íg(·nes }' reconecra rlas sin n ing una rest ricci ón".'! E l o tro p asaje (unive rsalmente co n ocido , a me nu do ci tado e in terp reta do) provien e del Prefacio de la

1' .11

, ,'" /lttl1lfl/%gín:

Dividir una idea en sus elementos originales es volv er a sus momentos, que por lo un-nos no tienen la forma de la idea dada, sino que más bien constituyen la propiedad Inmediata del yo, Por supuesto, este an:álisis solo llega a pmsa mim tos que son en sí mismos determinaciones familiares, fijas e inert es. Pero lo que de este modo sr srponi y es no-actual es un momento esencial, pues solo es porque lo concre to se divide y "l.' convierte en algo no -actual, que se mu eve .lI si mismo, La actividad de disolución es el poder y el trabajo del m smdimirnte, el más sorprendente r poderoso de los po.Ieres, o más bien el poder absoluto, El círculo que queda cerrad o en sí mismo y, coIII U sus ta ncia, mantiene juntos sus moment os, es una relación inmed iata, que por lo tanto no tiene nad a de sorprendente. Pero (Iue un accidente co mo tal, desprendido de lo que lo circunscribe, algo que está ligado y solo es actual en su contexto co n otros, deba alcanzar una existencia prop ia y una liherrad separad a: este es el poder tremendo de lo negativo; esta es la energía del pensam iento, del puro "Yo". La muerte, si es así como (Iueremos llamar a est a no-actu alidad, es J;¡ cosa más temible entre todas, y para aferrar lo que e.stá muerto se necesita la mayor de las fuerzas. Fall a de fuerza, la Belleza (M lia al Ent end imiento porque le pide lo que ella no puede harc r. Pero la vida del Espíritu no es la vida <Iue se ret rae ant e la muert e y se mantiene intacta, sin de vastac ión, sino m ás bien la vida (lue soport a 1;1 de\';¡staóón y la mantiene en su propio seno. Solo logra su verdad cua ndo, en un desme mbra mie nto total, se e ncue ntra a sí misma. Es este pode r, no como algo positivo, lo que cierr a los ojos an le lo nega tivo, como cuando decimos de algo que no es llalla o tlue es falso, y cuando, habié ndolo agotado, nos apartamos y pasamos a alguna otra cosa; por el contr ario, el E spíritu solo es este po der pOnjlle mira lo negativo a la cara, y se demora en ello. Esta persistencia con lo ncga rivo es el pode r mjgko que lo conviert e en ser. Este poder es idéntico a lo que anteri ormente denomi namos el Sujeto [...).JI

3D. G . \\l. F. H egel, "jcn acr Realphilosophie", en F,iihr polilisdJf S)'mme, Frñncfort; Ulls tcin, 1974 , pJg, 20 4; tr aducción al inglés torn ada de Donald Phillip Vcrcne, lley;d 's Recollections, AlhallY, Nueva York, SUNY Press. 1985, págs. 7-8 .

3 1, He g el, "j cnacr Rca lphilosophie", p,ígs. 2D4-205. 32. G . '-V, F, I Icgcl, l'b m om nlOlogy QISpiril, rrad. de A. V. Miller, Oxford, Oxford Univcrvity Press, 1977, págs. 1!l-19, IEd, cast.: FCIIQm rn% f{ín drl T'.Splril fl, Madrid, FCE, 1999,)

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Aquí H egel ee elogia, como cabr ía esperar, a la razón especulativa, sino al eII tm dim iento como el poder más fue rt e del mun do, como el poder infinito de la "falsed ad" , el pod e r d e desgarra r y tratar como separado lo q ue naturalmente está unido. ¿N o es esta una descripción precisa del gesto nega tivo básico de la "imaginación presint ética" (pc rm frasenos ar riesgar es ta expresión), de su pod er destructivo capa z de socavar toda unidad orgánica? En tonces, aunque los dos pasajes ciradosu parezcan hablar de fenómenos opu estos (el primero, de la co nfusa inme rsión pre rrecio na l/ prcdiscurs iva en la interior idad pura ment e subjet iva, y el segundo, de la actividad discursiva abstracta del ente n dimiento, (jm: descompone la "profundidad" de la un idad or gánic a en elem entos separados), es preciso leerlos jun tos: amb os se refieren al "m ás po de roso de los poderes", el pod er de destruir la unidad de lo Real, instaland o vio lentamente el dom in io de los membra disjtctn, de los pbmomenn en e! se nti do más radical (le! té rm ino. La "noc he" dcl " pur o Yo ", en la cual aparecen y se desvanecen "rep resentaciones fantasm agóricas" desme mbradas y desconecta das, es la manifestación r mis elemen tal del poder de la nega tividad, po r medio del cua l " un accide nte como tal, desprend ido de lo que lo circunscribe, de lo q ue está ligado y solo es act ual en su contexto con otros [alcan za ] una existencia propia y un a libe rtad separ ada". Kant, en su Critica de In razdn pura, elabo ra la con cepci ón de la "ima gi nació n trasc ende ntal" co mo la raíz mister iosa, insondable, de tod a la activi dad suhjetiva, como una capacidad espontá nea para conectar las im pres iones sens ibles, anteri or a la síntes is racional de los datos sensibles gracias a las categor ías a priori. ¿N o es posible qu e, en estos dos pasajes citados, H egel esté se ñalando un a especie de amierso aún más misterioso de la imagi nación sint é tica, un poder incluso más pri mordial de "imaginación presinr ética'', el poder de desgarrar, ar rancar los elementos sensibles de su contexto, de dem reminur de la expe riencia inmediata de un tod o org ánico? Sería po r lo tanto precipitado identi ficar esta "noche del m undo" con el vacío de la expe riencia mística : designa más bien lo que le es exacta mente opuesto, es decir, el Big &mg primordial, el violento autocon tmsre que perturba y disloca el equilibrio y la paz inter ior del vacío del qu e hablan los místicos. Si hay algu na verdad e n la afir mación de H eidegger e n c uanto a que Kant retroced ió ante el abismo de la imaginación, este retroceso tu vo que ver sobre todo con su negativa a sacar a luz la imaginación en su aspec to negativo/ destructivo, como la fuerza que desgarra la trama contin ua (le la int uición. Kant se precipita al suponer automáticam ent e que la intuición se da de modo inmediato como múltiple , por lo cual la mayor part e de la acti vidad del sujeto tendría que

33. A los cuales yo mismo me he referido repeti damente en casi todos mis libros.

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IpUlll;\r .1 u nir es.l multiplicidad, ;\ o rg;lll iza rl~1 en un todo interconectado, par Ilr ndu de In sínt esis más pri mitiva de la imaginación , pasando por la activida d _llll': liGI de las catcb'u rías del ente ndi miento, )' desembo cando en la Idea regu 1.I<Iora tic la razón , en la tarea impos ible de un ificar roda nu estra experiencia del II ll i H~rS(J c n una estructu ra orgánica racion al. Kant no considera el hecho de lllll' 1;1 forma primordial de la imaginació n es exactamente opuesta a esa activí.I.ul sintética: la imaginación nos pe rmite desgarra r la trama de la realidad, tral.U - como si existie ra efec tivame nte algo que solo es un co m po nente de un todo .n.inmdo. En ron ccs, .c ómo se relaciona la oposición entre imaginación y cnrcndimi enlo ro n la oposición entre sínt esis y análisis (en el sentido de destrucción , des«uuposición de t i uni dad inm edia ta primordial de la intuición)? Se pu ede cono-bir que esta relación obra de dos modos: podemos definir la imagin ación f Oll\O la síntesis espontánea de la multiplicid ad senso rial en una percepci ón de oh jetos y procesos unificados, que a conti nuaci ón son desgar rados, descom pueslo>; , analizados por el ente ndimiento discurs ivo, o bie n conside ra r que la imagi1I ,l('i<ín es el poder primordial de descomposición, de desgarramiento, mi entras Illle el papel del entendimient o con sistiría en unir esos membra disjeaa en un lluevo todo racional. En ambos casos queda interrum pida la con ti nuidad entre LI imaginación y el entendimie nto, entre una)' otro apar ece un anta gonismo inrrins coo : es el entendimie nto el que cura la herida infligida por la imagi nación, ..iurcti zand c sus membm disjeaa, o bien el entendimie nto dest ruye, desgar ra la unidad sintética espontánea de la imag inación en trozos y fragmentos. En este lll111to resulta apro piada una pregunta ingenua: ¿cuál de los dos ejes, de las dos relacio nes, es la fundamcruul? Por supuesto, la estr uctu ra subyacente I·S la de un círcul o vicioso o de una implicación recíp roca: "la herida solo p uede ser curada por la espada que la infligió", es decir qu e la mu ltiplicidad que la sintesis de la imaginación se esfuer za po r unificar es ya el resultado de la imagin ad ún misma, de su pod e r disgr egado r . N o obs tante, esta impli cación recíp roca ot orga la p receden cia al aspecto d est ruc tivo , negativo, de la imaginación, y no solo por la ra zón obvia, de sentido común, de que para que pueda po nerse en mar cha el es fuer zo de reunificar los ele mentos es preciso que en primer lugar hayan sido separados, sino también por u n motivo más rad ical: a causa de la finirud irre d uctible del sujeto , el esfuerzo de síntesis es siem pre en algu na r nedid~l violento v destructivo . Es deci r {l ue la unidad qu e el sujeto se esfu e rza en impon er a la mu ltiplicidad sensor ial mediante su act ividad sintética es siem pre e rrá tica, e xcéntr ica, desequ ilibrada. "insana ", algo impue sto exte rn a y violentamente a la multi plicidad, nunca el ucro t ranquilo y simple de discernir Lis ce nexioncs sub terr áneas int rínsecas entre los 111e111bra disjeaa. En este preciso sent ido, toda unidad sinté tica se basa en un acto de represión , y po r lo tanto gene ra 43


un cierto rest? ind ivi sible. im pone co mo rasgo uni ficado r algú n mUlllento unila,t~~al qu e quiebra la sime triua. En c~ á~nbito del arte cinema tográ fico, a esto pa. rece apuntar el concep to de montaje intelectua l" de Eisensrein . la actividad in. rclccm al une los tro zos y fragmentos que el po de r de la imagin ación ha arra ncad<., a su contexto pro pio, recom poniendo violenta me nte co n ellos una n ueva unidad que genera un llu evo sign ificado inesperado. Pode~~s ent~)fice~ ub icar con preci sión la ruptura de Kant co n la anterior problem:m c.a racic nalista/emp irism. en cont raste con esta pro blemática, él ya no acepta la eXlstencl~ de alguno~ elementos presínt éricos de nivel cero que n ucs~,~a me,:n c clab(!nm;\: no hay nm gun n mat eria prima cleme nml ncurrnl (como las Ideas ~enso~¡ales elemen tales en l .ocke) comp uesta a conti nu ación por la me nte. Es decir que la act ividad sinté tica de la mente opera desde sinllp"e, incluso más ,elementales con "la realidad" " " . en n uestros . contactos " " ." . .. Lo Rea I prCSlllte~¡co, ~u n~~ltlphcldad pura, aun no moldeada, no sint etizada po r un mínimo de Imab"lnaclon trascen ~ent3 l , es NI sentido estricto imposiblt: un ni ve l que hay qu e presu po ner rerroacnv ameme, pero que nunca se puede encontrar 1!11 v era 1 \.1 hi • emaa. 1 l?ra ) I ~n , segun nuestro cnfoque (hegelia no) , este plinto de parti da mí ticO<ll~poslble, el p.l"eSUplles~o de la imagin ación, es ya produ cto, resultado , dc la actividad ~cs.t r~cuva de la Imagin ación. En síntesis, el nivel mítico , inacces ible, d,e I~ multll?llcl da~ pu ~ a~~ n o afectada/modelada po r la imagi nación, no es ni SI wm ",.o ~/l1S qu e 1,!uIg moClon puro, imaginació n en su aspecto más violento , com,o.act lv,ldad q ue. d~s~ruye la cont in uidad ine rcial de lo Rcal "natu ral" presim bélico. Esta mul tipl iCIdad presint ética es lo que I legel descr ibe corno "la noc he del mun(~o ", com o la "in do ci.lidad" de la libertad abisma l del sujeto, que hace c)s tallar vJ{llcntament~ la" realidad e~l una flotación d ispers a de mw,/lra disjecta, 1 .o r lo.,tanto, es esencial cer rar el CIr culo": nunca sa limos del círculo d e ia lma " _ ~ ~aclon,,,puest~ que.el r:,resupu esto mítico del nivel cero de la imaginación sinrenca , la, mate ria ~n ma con la c ual tra baja, es la prop ia imagi nación en su aspecto mas puro r Violento, la imaginació n nega tiva, desc ucnva.»

1 I 1" ' \11' 1'111{ LA I.( K;L HA

H . Sobre este punto cru cial, véase 2dravko Kobe, Aurrmllllon trltl1~n"Jmt"k I Liuhliar13 Analecra, 1995. ' ,

11",-(e1 plJst ultJ cxplfcimmcn rc qlle CS¡¡ " noche del mundo" era preon tológice: 11«uh-n ximbólicn, cluuiverso de la palabra , togos, solo emcr ge cuando esa in" " ' lll ·tTi t lll de l puro Yo "d ebe e ntrar tambi én en la existe ncia, conve rt irse e n , 11I "hit'lo, oponerse a su interi oridad para ser externo; retorna r al ser. Esto es el 1, IIK".ljc CU IllU pod er tic nom brar (...] A tr avés del nom bre, nace del Yo el obie1.. I otilo entidad individ ual.?» En con secue ncia, debe mos ten e r presente que, l' 11 ,1'111C e l objeto "nazca del Yo" es necesar io, por así decir lo, empezar borran.1'11.1 piv.ura, horrar tod a la realidad, cn cua nto ella aún no bn "nacido del Yo" , 1 1 1.¡ \' t '~ ;l tl d ( ) 1.1 " noche del mundo". Esto, finalme nte, nos conduce a la locura co111" idcn filosófi ca int rínseca en el con cepto de sub jetividad. La percepción basi, Il lt' Sd lclli ng (según la cual el sujeto, antes de afir marse como el ám bito de la 11I1.11Ir;1 racional , es la pura "noche del Yo", la "infi nita falta de ser" , el gesto \ IIIit-nlo d e cont racción que niega a tod o ser que esté fue ra de él mismo) ram1'II'u con stitu ye el n úcleo de la concepció n de la locura en H egel: cuando H egel .h-u-runna ti locura como un repliegue respecto del mundo re al, como el encieIlt l rh-l alma cn sí mi sma, su con tracció n, el corte de sus vínculos con la realidad "'!t'rn;l, t ambién con cibe rá pidamente este repliegue co mo " una regresión " al 1I1\T1del "alma ani mal" aún insertada en su ambiente natu ral y determ inada por .,1 r itlllo de la Naturaleza (día y noc he, etcé te ra). Pero este repliegue, po r el rnuu'ario, ¿no designa el corte de los lazos con el Unmett, el final de la inme r~ 1 1 11 1 del su jeto en su am biente natur al inmediato , y 110 es como tal el gesto fu n,1.11 11<: de la humani zación ? El replie gue en uno mismo, realizado por Descartes '011 S il duda universal y la reducción al (ogito, ¿no invo lucra también, como DelI it\:¡ lo ha se ñalado cn MEI cogito y la historia de la locu ra",» un pasaje pol" el 1I10lllcnto de la locu ra radical? En est e pu nto de bemos ser cu idado sos y no pasar por alt o que e n la mver, il'lIl de la met áfor a del sujeto se puede discerni r el modo en tlue H egel ro m pe run b tradición de la Ilustraci ón : el sujeto no es ya la luz de 1;1 razón opuest a a 101mate r ia prima imp enetrable , op aca (de la N aturaleza, la n-adición ... ). Su núd ~' II , el gesto que abre el espacio para la luz dellogos, es la negatividad absoluta, 1.1"noc he del mundo", el punto de locura total en la cual vagan sin ningu na meLl las apa ricio nes fantasmagóricas de los "objetos parciales". En con secuencia,

~. Aq~í, por supuesto, re pe t imos la inversión realizada por Ilegd a propósito de la "cosa en SI kantiana; este puro presupuesto de nuestro pustul ar/ mccllar (sul'jetivo), esa Casa externa l]ue.nos afecta pero no es aún rcd ahora da por la actividad rcflexiva del sujeto, resu lta ser en r~~ hdad lo opuesto; algo purame nte postu lado, producto de un esfuerzo extremo de abstraccton menta ~ , u~~ pur a "c~a d~ pen samiento " (Gttú11lkm d;ng ). Del mismo modo, el pres upuesto n:¡¡1presmtetlco de la IIl1agmación es ya el prod ucro de la imagina ción más pu ra.

.\6. H egel, "jcnacr Realphilosnphie", pág. 2()(,; cita toma da de Ves-ene, o h. cir., ¡lOÍg. H. .17. Vé ase j acques D err ida, "CogilO and th e I Tistory of ....'l adnes s", en rVritil'Kn/IdDiffen"lll"t', Chicago, Un iversity of C hicago Press, 1978. [Ed. ca, l.: Lo t'KT;lurn J!JI Jifermán, llar n'lona, Anth rnpos, 19R9.J

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sin este gesto de repliegue no hay subjetivid ad; po r ello l Jcgcl tiene to d,IS las razones para in vertir el interro gan te co nvencional d e có mo es posible la caída/reg res ió n e n la locu ra : la verd ader a pregu nta es có mo pued e el su jeto salir de In locu ra y llegar a la "normalid ad ", Es d ecir q ue al rep liegu e en sí m ismo, al co rte de los vínc ulo s co n el ambiente, le sigue la co nstr ucció n d el u niverso simbólico q ue el sujeto proyecta so bre la realida d, corno una espe cie de fo rmació n SUStit1.1uv a, destinada a co m pen sar la pé rd ida d e lo Real inm edi ato, presim bólí co . :-':0 obs tante, co mo el propio Freu d lo a firm ó en su aná lisis de D aniel Paul Sch reber, ¿no, es ,la e laho ració.n de u na forma ció n sustitutiva, que co m pe nsa al sujeto la perdJ~a de la reahtl.l.d , la d efinición m ás suci nta de la construcción para norca co mo mren to d el suje to q ue trata de curarse m ed iant e la d esi m egr,lció n de su u nive rso? E n sín ~esis, la n cr~ i&l d ontológica d e " la locura" resi de en el hecho de qu e no es pos ible pasar directame nte d esde el "alm a animal" p ura, inmersa en su mu ndo vita l na tural, a la subjetivi d ad "no nnal" qu e habi ta en su un iverso sim bólico, El "mediador evanescente" es el ge sto "loco" del re pliegue radi cal respe cto d e la realidad, que no s abre el espacio para su (re)constitllci6n simbólica. I ~egel ya hahí a subrayado .Ia ambigüe d ad radical de la afirmaci ón " Lo qu e )'0 pIenso , el p rod uc to d e 1111 pensam iento, es objetivamente ver d ade ro", Este enu nc iado es una propo sición espe culativa que expr esa la actit ud " inferio r" e~rátiC'"d, de l loco ;H~pado en su universo cerrado en sí mism o, incapaz de re ía~ l o n:rse co n la rea lida d, J n/mismo tiempo formula "l o supe rior", la verdad del Idealismo especulativo, la ide n tidad del pen sam ie nto y el ser, Po r lo tanto, si, en este p rec iso sent ido (como dic e Lacan), la no rm alidad es en sí misma un mo do, una su bespe cie de la psicosis (es deci r, si la d iferencia entre "la normalid ad " y la loc ura es inherente a J:¡ locu ra), ¿en qué co nsiste es ta d iferencia e nt re la cc nstru c..c i ón "IOC I" (pa ranoica) )' la co ns trucció n " normal " (socia l) de la realida d ? En últ ima ins ta ncia, ¿la "no rmalid ad" es sol o una fo rm a m ás mediadn de locu ra : ¿O bien, co mo d ice Schelli ng, la razón normal no es más que " loc u ra rcgu Llda "?

PO:

La br eve d esc rip ció n d e H egel (" aq uí co rre un a ca beza ensang ren tada, allá otra ho rrible apa rición blanca") ¿no co ncuerda per fec tam ente con la id ea lacaniana del "c uer po fragme nta do" (le corps 1!I(Trcele)? Lo q ue JIegel Ilama "ti no che del m undo" (el dom inio Fantasmagó rico, p resim bóli co d e las pulsiones pa rcial ~ s), cs.u n co m po ne nte in negable d e la autoex pcricncia m ás radica l del su jeto, ejemplificada, entre ot ros, po r los céle b res cua dros del Hos co. E n un sen tido , la totalidad d e la expe riencia psicoa nalúica se cen t ra en las h uell as d el pas aje traum áti.t:o desde es ta "noche del m un do" a nuestro univer so cotidian o de fogoso L;¡ te:l slo l~,en tre l ~ fo.r m a n ,l rra~va y la p ulsión de m uer te co mo el "replicg ue en sím ismo con sntu nvo d el suje to, es entonces el eslabó n falta nre que de be rnos

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lit. ~ 1 1 1 " ' l l t'r paracv plicnr cl pasu¡c desde el ambiente "na tura l" al ñmbi ro " sim1" ,11' .. ''. 1.;1 d ;¡ vc cst.i e n qll e el pasaje de sde la "Na tu raleza" a la "cultura" no es d iti , " ,, l'11 tille no es pos ible describirlo co n un relato evo lut ivo co nt inuo: algo 11' IU' tIlle interv enir ent re los dos ám bito s, una especie de " med iado r evanescen11 " , q uc no es la N aturaleza ni la cultu ra. T od os lo s relatos. evo l.u tivos presu potu 11 l;k it:u llc nte a este intermedia rio. Noso tros no somos idealistas.. este mrer1I " 'd i;¡rio Il O es la chispa del fogas confer ida mágicamente al Honro sapiens, que le 111 Im ite da r fo rm a a su am biente simbó lico virtual su ple men ta r~o, sino p rec isamente algo que, aunque ya no es Naturaleza, ta mpoc o es to davía IfJ~os. y q ue, el ¡"Jl.l" tien e qu e reprim ir, D esde luego, el nombre freud iano de este in te rm edia. Il' (., "pulsi ón de muerte". Al re specto, es interesant e obs ervar que lo s relato s hl" , úficos d el "na cim ien to d el hombr e" siempre se ven obligados a p re suponer 1111 momen to de ese tipo en la (p re)h isto ria, un momento en el cu al el (futuro) lnunbrc va no es un mero ani ma l pero tampoco "un ser de lenguaje", regid o por l.• ley s i ll~bóli ca; se trata de u n momento d e N aruralcza totalmente "perv~rti da", ".I.', natu r aliZ3da" , " fuera del carril", q ue aún no es cultura . En sus escnros pe d.l¡.:úgicos, Kant sub rayó q ue el anim al human o neces ita presiones disciplinarias p .ILI domesticar una " ind ocilidad" ominosa qu e paTLoce in her en te a la natu raleza 11I1l 1I:ma: un a pr opensió n salvaje , irrestricta , a ins isti r ob st inadament e en la p ro1'1 ;1 volunta d, a cualq uier co sto. Debido a esta indoc ilidad, ~I a n i.n~a l h umano nec-esita u n amo que lo discipline.. la d isciplina apu n ta a esa in docilidad, y no a 1.1 nat ura leza animal d el hombre: Es la disciplina lo (lue impide que el homb re sea aparrado de la humanidad, el fin nlque apunta, por sus impulsos animales. Por ejemplo, la disciplina lo contiene p3ra tlue no se aventure y se I)()nga en peligro, salvaje r rerneraria mente. De ~odo ~~~ la disciplina es me ramente ueg ariva; su acción consiste en contrarrestar la mdocllltlad natural de l hombre. La parte positiva de la e ducació n es la instrucci ón. La indocilidad consiste en independencia resp ecto de la ley. La disciplina some te " los hombres a las leyes (le la humanidad, r los lleva a sentir su coacci ón. Pero esto debe hacerse tempranamente. Por ejemplo, al principio se envía a los niños a 13 escuela , no tanto con el olljeti\'() tic que ap rendan algo, sino más bien par;l q ue se acosturubre n a permanecer sen tados r hacer exactamente lo que se les dice [".J, El amor ;1 la libertad es naturalm ente tan fuerte en el homb re que cuando se ha acostumbrado a ella está dispuesto a sacr ificarle todo [... ). Debido a su amor natural a la libertad, es necesario suavizar la rudeza nat ural de los seres humanos. Con los animales, su instinto hace que esto sea inn ecesario ."

38. Knn t on Edacatíon, Londres , Kcgau Paul, French, 'Trubncr & Co., págs. 3-5.

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En este texto maravilloso se encuentra todo: desde el tema foucaulrian o de la rnicro pr écrica disc iplinaria anterior a cualquier instrucción po siti va, hasta la equiparación alth usseriana del sujeto libre con el sujeto sometido a la ley. Pero su ambigüedad fund amenta l no es men os discern ible: por una parte, Kant parece co ncebi r la disciplina como el p roce dimiento qu e libera al animal hu ma no. sust ray éndolo a los instintos naturales; por otro lado. está claro que el ob jetivo de la disciplina no es di rec tamente la natu raleza animal del hom bre, sino su ex~es i~o amor a la libertad , su natural indocilidad, qu e va mucho más allá que los msuruos de ob edie ncia del animal. En esta indocilidad surge violentamente otra dimensión pro piamente noumenal, una dime nsión que suspende la inserción del hombre en la red feno mén ica de la causalidad natural. La histo r ia de la moral no es e ntonces ~l re lato conven cional que opone la Natu raleza a la cultura, ni el de la ley que se Impo ne a nuestras prope nsiones natu rales "pa tológica s" de búsq lle~l ? del p.lacer. Por el cont rario. hl [ucha se plantea en tre 1;1 ley mo ral y la indocilidad VIOle nta y no-natural; en esta lucha, las propen sion es naturales del hom bre están más bien del lado de la ley moral. con t ra los excesos de indo cilidad que amenazan su bienes tar (en cu anto el hombre "se ha acost um brado a la libertad, está dispu esto a sacrificarle todo", [incluso su bienestar!). En sus Leaio1/t'S sobre la fi losofía de la historia dd mundo, H egcl le asigna un papel similar a la r~ferencia a."los negros": ~ignjficatjvalTlentc. los abo rda ant es de la histori a propramcnrc dicha (que emple1.-a con la antigua C hi na), e n la sección t itulada "El contexto natu ral o las bases geográficas de la histo ria delmundo ". A juicio de H egel. los "negros" representan al espíritu humano en su "es tado de N eruraleza"; los descr ibe como niños pervertidos. mon st ruosos, al mismo t iempo ingen ~o~ ~ extre ~a da m e~te co rrup tos. Es dec ir , p iensa que viven en el esta do prehist órico de inocencia y que, precisamente po r ello. SO Il los bárb aros más crueles; form an parte de la Naturaleza y están, sin embargo , totalmente desna~ ra lilados; la man.ipulan sin piedad mediante la brujería pr imitiva. y al mismo tie mpo los ate rro ri zan las fuerza s naturales desatadas; son cobardes estú pidalIlente valientes... Jq En una lectur:a más atenta. debem os vincu lar el pro blema de la imaginación como espontaneidad tra sce nde ntal con su punto de fracaso. anunciado en las dos formas de lo sublime: estas dos for mas son precisamente los (los modos del f~aca~o de I~ imagina.c,ión en la realización de su activ idad sintética. Jaco!> Rogezínskillam ó la atcncron so bre el modo en que una especie de violencia elemen -

Véase G . w. F. H egel, Lectnrrs 0/1 lIJe Pbifasophy of tlJe IVorld Ilista/Y, IlItl·oductioll: Renllhtory, Cam bridge, Camhridge Univcrsity Pr csv, 1975, páh'S. 176-90. IEd . cast.: LucioII~S so¡'r~ lajilosojii/ de /¡¡ historio fllli¡'erYdl, MAdrid, Alianza, 1999.1

1:.1 np enl ya en la ]";l7.ún pura , en las síntesis más elementales de la im a~!nacióll lb memo ria, la re tend(m. la temp0r:J.lidad). Es decir que Ka nt no aprecio la me dida en q ue esta síntesis consríruriva de la realidad " norm al" es ya ':violen ta", en un sentido in édito y al mismo tiempo fundamen tal. en cuanto conslst~ en un orden impuesto por la actividad sintética del sujeto al desorden he tef?geneo ?e.las impresio nes.w Perrrntasenos añadi r que esta violencia de la. síntesis es qtnza ya una respuesta a la violencia más central del desmembramiento, del ~esga~r:J. . mien to de la cont inuidad natural de la exper iencia. Si la síntesis de la irnagm adt"m tuv ie ra éxito sin ningu na fisur a, obtendríamos una autoafeccón perfecta, aurosuficienre y encerra da e n sí misma. Pero la síntesis de la imaginación ne.c esariamente fracasa; queda at rapada en una inconsisten cia, de dos mane ras difcre ntes:

pr imero, de un modo intrínseco. por el desequ ilibrio entre la apre hensió n y la comp rensión, que genera lo sublime matemático: la comprensió n sintét ica no puede "ponerse a la altura " de la magnitu d de las perce pcion es apreh endida s que bombardean al sujeto, y este fracaso de la síntesis revela sun aru raleza viole nta;

de spu és, de modo exte rn o, po r la inte rvención d e la ley (m or al). q.ue an un cia o tra dime nsión. la d e lo noumena]: la ley (moral) es necesar iamente expe r imentada por el sujeto como ~ n a int rusión vi ole n t~ ~ u e perturba el suave funciona miento aurosuficiente de la auroafecci ón de su imaginac ión .

En estos dos casos de la violencia que apa rece como una especie de respuesta a la viole ncia anterior de la imaginación tra scendental en sí. encontramos la matriz de las antinomias matemáticas y d inámicas. Este es el luga r exacto .en. que en la filosofía de Kan t se pued e disce rnir el antago nismo en tre el ma te rialismo (filosófico) y el idealism o: tiene que ver co n la cuesti~n ~e la pri mací.a en ~a [aci ón e ntre las dos antinomias. El idealismo le da prioridad a la an tinomia dinámica . al modo e n que la ley suprase nsib lc t ...ascie nde, suspende. o ambas cosas la cadena causal fenoménica. desde el exte rio r: para este e nfoque. la inconsist encia fenomé nica no es más qu e el modo en que el M ás Allá noum enal se insc ribe en el ámbito fenomén ico . El mate rialismo, en cam bio, le de prioridad a la ant inomia mate mática, a la inconsistencia intrínseca del domi nio fenoménico : el desenlace final de la anti nomia ma te má tica es el dominio de un " to -

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.¡l) .

SOI/ ;1I

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40. V éase j acob Rogo zinsky, Kamen, P ar¡s, Éd itiom Ktmé , 1996, p ágs. 124-30 .

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do in consistente", de una multi plicidad que carece de la consistencia ontológica de "la realidad ". D esde esta perspecriva. fa anti nomia di námica en sí aparece como un intento de reso lver el atolladero in herente a la antinomia mat em ática tra nsponiéndo la a la coexiste ncia de do s órdenes distintos, el feno mén ico y el no ume nal. En otras palabras, la antino mia matemática (es decir, el fracaso o colapso intrínseco de la im agin ación ) "disuel ve" la rea lidad fenomé nica en dirección a lo Rcal monstruoso, mientras qu e la antinomia dinámica trasciende la realidad fenoménica en dirección a la ley simbólica: "salva los fenómenos", proporcionando una especie de gara ntía externa para el do minio fenom éníco.« Como ya lo ha subraya do Lcnin, la historia de la f ilosofía consiste en el trazado incesante, repetitivo, de la difere ncia entre el materi alismo y el idealism o; debemos añadir que, co mo reg la, esta Iínca de dema rcación no aparece don de uno la espera: a menudo la elección materialista depende de lo que decidi mos entre alte rnativas apare ntemente secundarias. Según el cliché filosófi co predo minante, el últim o vestigio del mate rialismo de Ka nt se encuentra en su insi stencia en la "cos a en sí", el Otro externo qu e se res iste por siem pre a qu edar di sue lto en la actividad del sujeto co n la que se po ne reflexivam ente a sí mismo. Fichre, en su rechazo a la "cosa en sí" kan tiana (es dccir, con su idea del acto ahsoluto de autoafirmaci ón del sujeto) eliminó la últi ma h uella de materialismo del edificio de Kant, abri end o el camino para la red ucci ón panlog icisra de toda la realidad a una exte rnalizaci ón de la automediaci ón nocional del sujeto absoluto, en los té rminos de H egel.. . Contr ariamente a lo que supone este estereotipo predomina nte, sosten ido incorrectamente incluso por Lenin , el "mater ialismo" de Kan r cons iste más bien en afin/1UT la primada de la antinomia matemática, yen con cebir la an tinom ia dinámi ca como secundaria, co mo un intento de "sal var los fenómenos" con la ley nou menal como su excepción constitutiva. En otras palabras, res ulta mu y fácil situ ar el mayor esfuerzo y alcance de la ima ginación (y, simu ltáneame nte, su fracaso final) en su incapa cidad para hacer presente la dimensión noumenal (esa es la lección de lo sublime : fracasa el intento de rep resentar lo noumena l -es decir , de llenar la brecha entre lo noumena l y lo fenoménico imaginado-, de modo que la imagi nación solo puede revelar la dimensión noumen al de un modo negativo, a través del fracaso, como lo que se sustrae incluso al mayor esfuerzo de la imagi nación ). Ames de esta exper iencia de la brecha y el fracaso , "imaginación" es ya el no m bre del ges to violento que abre y sostiene esa misma brech a en tre lo noumcnal y lo fcnoméni co .

41. Véase una exposición más detalladade la conexión entre las antinomias kantiana, y las paradojas lacanianas de lo no-todo en el capitulo 2 de Slavo¡ Ziiek, Tarrying with the Negntit'e, Durham, Ne, DUKe Universiry Press, 1993.

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El verdadero problema uu consiste e n tender un puente por sobre la brec ha que IlIs scpara, sino en saber cómo se prod ujo esa brecha. De modo que, en un sentido, H eidegger estaba e n lo cien o al subrayar qu e la imaginación trascen de ntal fund am enta yes anterior a la dimensión de las calcgorías co nstitutivas del entendi miento , y esta misma prioridad la tie ne lo suhlime co mo el esquem a im posible de las idea s de la razó n. E l gesto que hay que realizar es sim pleme nte invertir, desplazar, o am bas cosas,la concepci~n co ~ ­ vcncional , según la cual los fen ómenos sublim es, por su fracaso , dan resnmoruo de modo negativo de otra dime nsión , la dimensión noumeaal de la ra zón. ¡\lás bien ocurre lo contrario: lo su blime , en su extremo, en su acerca miento a lo monstru oso, señala un abismo ya ocu ltado , "adecentado ", po r las ideas de la ra7.6n. En otras palabras, no se trata de que, en la experiencia de lo sublime, la imaginación no logre esquem atizar/temporalizar adec uada me nte la dimen sión supresen síble de la ra zón , sino d e que las ideas regulado ras de la razón no so n, en última ins tancia, más que un esfuerzo sec unda rio te ndiente a recubrir y soste ner el abismo de lo mo nstr uoso anunciado en el fraca so de la ima gin ación trascend ental . Para aclarar más este punto, debemos introducir la distinción en tre esquema y símbol o: el esquema ofrece un a presentació n directa, scns~ri a l , .de " " .c ~ nce p­ ro del enten dimiento, mientras qu e el sím bolo conserva la distancia, limitándose a indicar algo que está más allá de él. La persiste ncia e n el tiempo es entonces un esquem a adecuado de la categoría de "sustancia", mientras que la bellc1..1: el objeto bello, es (como dice Ka nt) el "sím bolo del bien ": no un esquema, smo una representació n sim bólica del bien como una idea de la razón, no una catego ría del enrendim ic nro. Y las cosas se com plican co n lo su blime: 10 su blime no es un sím bo lo del bien ; cn cie rto sentido, está más cerca del esquema, representa un esfuerzo de la im aginación por "esquema tizar" la idea de la razón; sin embargo, este es un extra ño caso de esqu ema tismo frustra do, de esquema que logra el éxito a través de su fracaso. A cau sa de este "éxito en el fracaso", lo sublime envu elve una extra ña mezcl a de placer y dolor: es un placer proc urado po r la e xpe riencia del dolor, del frac aso doloro so de la imagi nación, de la brecha dol oro sa e ntre la ap rehensión y la comp rensión . ¿No volvemos a e nco nt rar aqu í la paradoj a freudia no-lacaniana del goce que está "más allá del principio de place r", co mo placer-cn-cl-dolor. Ia paradoja de das Ding. que .solo ~u ed e es pcrim entarse de modo negati vo, cuyos con tornos solo pueden discern irse neganvamente, como los contornos de un vacío invisible? D e modo an álogo, ¿no es la ley (mo ral) en sí una Cosa sublime, en la medi da en que tam bién suscit a el sc~­ tim iento doloro so de humilla ción , de autod cgradación, mezclado con una satisfacción profu nda po rque el sujeto cumplió con su deber > L o q ue encaramos e n el prim er mo men to negativo, do loroso, de la expe-

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ricncia de lo sublime es lo que Kant denomin a "agregado ca ótico", "Naturaleza madrastra", la Natura leza co mo u na mad re crue! no so me tida a ninguna ley. Según lo ha demostrado Rogozinski, esta concepción del "agregado caótico" como dos Ungtbtllrt (lo mons truoso) desempeña e! mismo papel que el "mal diabólico" en la ética kantiana: una hipó tesis evocada necesariame nte, pero de inmediato revocada, "d omesticada". Esta refe rencia a lo feme nino no es e n modo algun o accidental o neutra. Como se sabe, en la analítica de lo sublime dcsarrcllada en la Critica delj uicio, Ka nt dice que el más suhlime de todos los enunciados es la inscripción del te mplo de Isis (la divina M adre N aturaleza): "Yo soy todo lo que es, to do lo que fue y tod o lo 'l ile será, y ningún mortal alzará nun ca mi velo". Como lo indica claramente la descr ip ció n tem poral, estamos an te la Naturaleza en su totalidad impo sible, ante la N atu raleza como la tot alidad de los fenómenos que nun ca será accesible a nuestra exper ienci a finita. N o obstante, un par de años más tarde, en "Vues tro Gran Maestro" (la polémica de Kant con quien es que rían o pret endían revelar el secreto que esta ba debajo del velo), el filósofo le im primió un giro mascu lino a ese secreto: "La diosa ante la cual [... ) caernos de rodill as, no es otra qu e la ley moral en nosotros mismosv. e Aqu í la mujer (la Ma dre N aturaleza primo rd ial) apa rece literalme nte como " uno d e los N ombres- del-Pad re" (Lacen): su ve rdadero secreto es la ley moral pat erna. Ya no estamos ante la totalidad de los fenómenos, sino ante lo que est á más allá de los fenómenos, la ley noumenal. D esde luego, estas dos versione s de lo que está detrás del velo se refier en a los dos modos de lo sublime (el matem át ico y el dinámico), y a los dos tipos correspon dientes de antino mias de la razón. D e modo que debemos extraer dos concl usio nes:

1. El pro pio Kant, aunque implícita me nt e, ya había sexualizado las dos antinomias, en cuanto vinculó la tota lidad de los fe nóm enos que generan el prim er tipo de ant inomias (mat emát icas) con el pri nci pio "femenino" de la pura y monstruosa m ulti plicidad caótica, y el segu ndo tipo de antinomias (diná micas), con el principio "masculino" de la Ley moral. 2. La transfonnación del dolor en placer en la expe riencia de lo sublime aparece tam bién im plícitam en te sexualizada; tiene lugar cuando tomamos conciencia de que, debajo del horror del agregado caótico de los fe nómenos, está la ley moral: esa transformació n invol ucra el pasaje "mágico " desde la monstruosidad fem enina a la ley masculina.

42. Cita tomada de Rogozmski, Knnu n, o b. cir., pág. 118.

)2

Una vez nuis, todo de pende tic dond e se po nga el én fasis. La monstruosidad (:m'll i<:o de los fenó me nos, ¿<'''S solo e! extremo de nu estra imaginacién qu e aún no logra tra nsmitir la dimen sión noumenal propia de la ley moral (sq.'1ín la opción idealista)? ¿O bien (en la alte rnativa materialista) ocur re todo In contrario, y la pro pia ley moral, co n su cualidad sublime, es "el últ imo velo ' lile oc ult a lo monstruoso ", el modo (ya mínimamente adecentado, domestica,lo) e n qu e noso tros, sujetos fini tos, pode mos pe rcib ir (y sop orta r) la C osa ininmginable ?

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1,/\ V!OU:NClA !JI:: LA Ii\1AGI:"fAC¡Ó N

D e mod o que, cuand o Kant se esfuerza en ir más allá del dominio de la ima ginación y articula r las ideas racion ales corno base de la digni dad hum ana, H eidegger interpreta que ese es un ret roceso, un "repliegue" ante el abismo de la imaginación . Y tiene razón , en la medida en que Kant tra ta en efecto de fundamentar la imaginación en un siste ma de ideas racionales cuyo status es noumena l. Pero, ¿es est e el único mod o de ro m per el en cierro d e la au toafección que co nstitu ye la imaginación sintética? ¿Y si la insisten cia mism a en la imaginación sintética como horizonte insupera ble de la aparición/revelaci ón del ser fue ra lo que, al re tenernos en el encier ro de la auroafeccíón tem poral, encubre el abismo de lo ini magin able, que no es ro ipso la dimensión me tafísica de los nóumcn os? Es decir; cuan do Kant sostiene que sin la sínt esis mí n ima de la imagi nación trascende ntal no habrfa ningún "fen óm eno" en el sentido propio del té rmin o, sino solo "un juego ciego de rep resentacion es [...] men os que un sueñ o" , ¿no evoca de este mod o el monstr uo so "agregado caótico ", el "no-tod avía-m undo", la chom preonrclégica que constit uye el t rasfondo de la experiencia de lo sublime? L a experie ncia de lo sublime llega hasta el borde mismo de es te "agregado caótico" de los sentidos, para retroc eder ante él, hacia la dimensió n suprasc nsihle de la ley nou mcn al. Lo mo nst ruoso, t ema explícito de la dialéctica de lo sublime en la tercera Critico, ¿no o pera ya e n el núcleo mismo de la estética trascende ntal e n la primera Critica? La im agi nación tr ascendental (en su funció n sintét ica), ¿no es ya una defe nsa cont ra ese agregado caótico? Las apariencias espectrales de los objetos par ciales a las que se refirió H egel en el pár rafo citado sobre "la no che del mu ndo ", ¿no son precisamente un "juego ciego de re presentacion es", prcontológico, presint ético, "menos que un sueño"? La apuesta de lo sublime kantiano es que otra síntesis (no la síntes is ont olúgica realizada por la autoafección temporal de la imaginación tras cendenta l) pueda salvarnos de ese abismo d el fracaso de la imagin ación . )J


SlflVDj 'lit eJ",

La violencia de la imaginaci ón de lo sublime es dohle : es la violencia de la imaginación en sí (nuestros sentidos se ten san al máximo y son bombard eados con imágen es de caos extremo), y también la violencia inj1igid4 a la imaginación po r la razón (que obliga a nuestra facu ltad de imaginar a aplicar tod os sus poderes y fracasar miserablemente , puesto que es incapaz de comprende r a la razón) . Toda imagin ación es ya violenta en sí misma, por la tensión entre la aprehensión (AuJJassrmg) y la com prensión (Z'ISd1m1lrofasru ng): esta última nun ca puede dar alcance a la primera. En con secuenci a, la tempora lidad en sí, co mo tal, supone una brecha entre la aprehensión de la multiplicidad dispers a y el acto sintético de co mprensión de la unidad de esa multiplicidad . Nuestra facultad de imaginar no logra realizar esta unidad cuando el objeto es demasiado grande (es decir, en el caso de lo "su blime matem ático"): "no hay tiempo suficien te", hay demasiadas unidades como para que po<J,1I110S sinte tizarlas. Esa "falta dc tiempo" no es una de ficiencia secundaria, sino inherente a la noción misma de tiempo: solo "hay tiemp o" en la medida en que "n o hay tie mpo suficiente"; la temporalidad CU1ll 0 MJ se sostiene en la brecha ent re la ap rehensión y la comprensión: un ser CU¡Jil Z de cerrar esa brech a y comprender plenamente la multiplicidad aprehe ndida sería un arcbetypus inteilectus noumcn al, ya liberado de las limitacion es de la tempo ralidad. De modo que esta violencia de la síntesis de la comprensión es seguida por la violencia de la síntesis de la retención , (Iue intenta co nt rarr estar el flujo del tiempo , retener lo que se aleja, resistir al drenaje tempo ral. La conclusión de Rogozinskí acerca de esta doble brecha o violencia (de la comprensión sobre la aprehensión, de la retención sobre el flujo del tiempo) es que el tiempo en sí y la imaginación rrasccndcnral en su actividad sintética de auroafccci ón no son directa mente lo mismo; la segun da ejerce ya t'io/m a n sobre la dispersión tempo ral pura (sin esta violen cia, la realidad en sí no tendría ni una consistencia ontológica mínima], De modo que la esqoematización trascendental es el procedimiento por el cua l, ya en el nivel de la experiencia tempo ral prediscursiva, puramente intuiti va, la dispersión tempor al presint ética pura queda violent amente subordinada a la actividad sintética del sujeto, act ividad cuya forma definiti va es la aplicación a la intuici ón de las catego rías discursivas del entendimiento. La esquemarizaci ón forja con nuestra experiencia tempo ral una sucesión lineal homogénea, en la cual el pasado y el futuro aparecen subordinados al presente (que retiene el pasado y anuncia cl fumr o): lo qu e el esquematismo trascendental nos impide pensar es precisamente la paradoja de la creatio ex nibiío. En el tiempo esquematizado no puede surgir na da realmente ntteuo: todo está allí desde siempre , y se limita a desplegar su potencial intrínseco.e Lo suhli-

43. La gran ventaja de la concepción de Sht:lling del pasado, el pre ~e n te y el futuro eomo

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me, po r el contra rio , marca el mom ent o en <Itle algo emerge de la nada, algo nuevo de lo que no se puede dar razón refiriéndolo a la red preexistent e de circunstanc ias. Estamos ante otra tem porali dad, la tempora lidad de la libertad, de una ruptura radical en la caden a de la causalidad (natu ral, social, o ambas).. . Por ejemplo , ¿cuándo se prod uce en política la experiencia de lo sublime ? Se pro duce cuando, "contra su mejor juicio ", la gent e descarta el balance de gananci as y pérdidas, y "se arriesga a la libertad", en ese momento se vuelve milagrosamente posible algo que, literalmente, es imposi ble "explicar " en función de las circu nstancias.•.'" El sent imiento de lo sublime es suscitado por un aco ntecimient o que suspende mom entáneamente la red de la causalidad simbólica. Puesto que "libertad" es el nombre correcto de esta suspensión de la causalidad, podem os aq uí echar una nueva luz so bre la definición hegeliana de la liborrad com o "necesidad conce bida": la idea consiguiente del idealismo subjetivo nos obliga a invertir esta tesis y concebir Jo III:UJitJ"J com o (en última instancia liada mis que) íii ert ad concebida. El prin cipio centr al del idealismo trasce ndenta l kantiano es que lo que transforma el flujo confuso de las sensaciones en "la realidad ", regida por leyes necesarias, es el acto "espontáne o" (es decir, radic almente libre) de apcrcepción trascendental. Esto es incluso más claro en [a filosofía moral: cuando Kant sostiene que la ley mor al es la ratio cognoscendi de nuestra libert ad trascende ntal, ¿no está diciendo literalmente qu e la necesidad es libertad conc ebida? Es dec ir que el único cam ino que tene mos para llegar a conocer (concebir) nuestr a libertad pasa po r la pr esión inso po rtable de la Icy moral, de su necesidad, que nos prescribe actu ar contra la cumpulsión de nuest ros impulsos patológicos. En el nivel más general, se puede a fir mar que "la necesidad" (la necesidad simbólica que regu la nuestras vidas) se basa en el abismal acto libre del sujeto, en su dec isión contingente, en el peint J~ cap íton que mágicarnente conviene la confusión en un nuevo orden. Esta libertad , aún no atra pada en la telaraña de la necesidad, ¿no es el abismo de la "noche d el mundo "? Po r esta razón, la radicalización de Kant realizada por Fichre es consistente, y no solo una excentricidad subjerivista. Fich te fue el prim er filósofo que puso

las tres "ed ades" del Absoluto co nsistió cn que quebraba la coacció n del esquematismo temporal kantiano, con su predominio del presente: lo que Schelling temanza como el abismo de lo Real son los co ntor nos de un pasado que n unca fue presente, puesto que fue pasado desde el principio del tiempo; la idea complementaria es la de un futuro q\le siempre estará "por venir", y que no es solo un modo deficiente del presente. 44. En este punto nos sentimos ten tados a establecer una conexión con el acontecimiento-verdad de Hadiou corno emergencia imprevista de algo nuevo quc no sc puede explicar sobre la hase de la. redes causales existent es. (Véase ¡nfi'll, el capiruln 3.)


Sfil1.}(Jj Ziiek

el foco en la continge ncia om inosa qu e est á en el núcleo mism o de la subjet ividad: el sujeto fichteano no es el ampuloso Yo = Yo como origen absolu to de tod:l la realidad, sino un sujeto finito arrojado, atrapado en un a situació n soci al con nn gen re (.'u yo dominio nunca se rá posible.e El Anstoss, el im pulso primordial que po ne en movimiento la gradual autolimitaeió n y autodete rminación del sujeto inicialm ente vacío, no es solo un impulso mecá nico extern o; tam bién señala a otro sujeto que, en el abismo de su libertad, funciona co mo el desa fío (A ufforJel7lng) que me obliga a limitar/ es pecificar mi libe rt ad, es decir, a pasar desde la libertad egoísta abstracta a la libe rtad co ncre ta e n el seno del univers o é tico racion al; quiz ás este A uffi rdenml{ intersubjetivo no sea solo la específicación secundaria del Anslosr, sino su paradigm a ori ginario. Es im po rta nte tener presentes los dos sign ificados primordi ales de la palabra A ns toss en alemá n: por un lado, freno, obstáculo, impedimento, algo que sr rrsisU a la expansión irresrricta de nuestra lucha, pero lnmbiht un ím petu, un cstímu lo, algo qu e incita nuestra activi dad. A nstoss no es simpleme nte el obs t áculo que el Yo absoluto se po ne a sí mismo par a estimula r su act ividad, de modo qu e al superar ese obst ácul o que él mismo se ha pue sto afirme su poder crea do r, C()lUO en los juego s del prover bial santo ascét ico perverso que se inventa nuevas tentaciones para confirmar su fuerza resisti éndol as. Si la Dillg nll súb Kantiana corres po nde a la Cosa freu dia no-lacan iana, AnstoSJ está más ee rca del objet pair a, el cuerpo extra ño pri mo rdi al que "a tra ganta" al sujeto, ese objeto causa de deseo que lo escinde. E l propio Fichte de fine el Anstosr como un cuerpo extra ño no asimilable qu e determina la divisió n del sujeto en el sujeto absol uto vacío y el sujeto det erm inado finito, limitado por el no-Yo. D e modo q ue AlIstosr designa el momento del "cuerpo a cuerpo", del gol pe azaroso, del encnmtra co n lo Real en medio de la idealidad del Yo absoluto: no hay sujeto sin A nstoss. sin la col isión con un ele mento cuya fac ticidad y contingencia so n irreduc tib les: "Se supone qu e el Yo encue ntra algo extraño dentro de sí mismo". Se tra ta en tonces de r cc onacer "la presencia, dent ro del pro pio Yo, de un rein o de otredad ir reductible, de abso luta contingencia e incom pren sibilidad [... ] En última instancia, no solo la rosa de Angelus Silesios, sino todo A nstoss íst ohne W artlm " .-M En claro con traste co n la Ding no umenal kantiana, que afecta a nu estros sentidos, el A nstoss no proviene del exter ior, y en sentido estricto cs ix- timo, un cue rpo extraño no asim ilable qn e aparece en el núcl eo mismo del sujeto; corno

45. Véase lIauiclH reazcdale, "Check ur Checkma te? On thc F inirudc of t hc Ftchtc an Self", en The Moden¡ :;,'ubj¡·,"t. Conceptions of the Sc/f in Cfflssica! German Pbilosophy (comp. de Karl Amcriks y D ictcr Sturma), Albany, 1\'Y, SUNY Pr ess, 1995, págs. 87-114. 46 . Ihíd., pág. 160.

10 subra ya el propio I'icluc, la paradoj,\ del A "stoss reside en el hecho de qu e es " purame nte subjetivo" y, al mismo tiemjJo, no pro ducido por la actividad del Yo . Si el Anstoss no fuera "puramente subjet ivo", si fuera ya el no-Yo, parte de la objet ividad , volver íamos a cae r en el dogm atismo: el An stass no ser ía.más que una sombra record atoria de la Ding nn sicb kant iana, y de mostra ría la mccnsecue ncía de Fieb re (esta es la crítica habitual que se le hace); si el A nstoss fue ra sim pleme nte subjetivo, tend ríamos el vacío del su jeto jugand o consigo mismo, y nu ~ca llegaríam os al ni vel de la realidad objet iva: Fichre serí~ efect ivamente un solipsista (est a es otra crí tica comú n a su filosofía). Lo cr ucial es que el Allstoss po ne en marcha la co nstitución de "la realidad": e n el princi pio está el puro Yo con el cuerpo extraño no asimilable en su nú cleo; el s~j eto co nstituye l ~ ,realidad tomando d istancia respecto de 10 Real del A m toss informe, y con firi én dole la esrructura de la objeti vidad..f7 Si la Ding un sicb de Kant no es el A nstoss de Fichte, ¿en qué consiste la diferen cia? O , para decirlo de otro modo, ¿d,>nde enco ntramos rraímm te en Kant algo que anuncie el A nstoSJ de Fieh te? No debemos confu ndir la Din~ un si,b de Kant co n el "objeto trascendental", que (a pesar de algunas formulaciones confusas y desorientado ras del propio Kant) no es e! nóu me no sin o " ~a nad a "~ el vacío de! horizonte de la ob jetividad, de lo que se alza co ntra e! SUjeto (fim to), la forma m ínima de la resistencia qu e no es aún ningún objeto positivo dete rminado que el sujeto en cuentre en el m undo: Kant lo des igna co n la p~ l~ bra alema na Dfl'lJ.'i drr, que significa "lo que está oponiéndose a nosotr os, resistiend o a nosot ros" . Este D¡rwiJrr no es el abismo de la C osa, no apunta a la dimensión de lo in imagi nable; por el contrario , es el horizon te mismo de a pe r~ra a la ?bjetivi dad , en cuyo seno se le aparece n los objetos particu lar es a un sujeto fini to.

L o .\ 10 :SST RUOSO

Fich re fue un filósofo de la primacía de la razón práctica por sohre la razón teórica, de modo que ahora pod em os mostra r de qué modo nuest ra lectura de

47. Aquí se impon e el paralelo entre el Ansloss ficht eann y el esquema lacaniano de la relaci ón entre el feh primo rdial (Ur-It-h) y el objeto, el cue rpo extrañ o qu c hay en su seno, que pertu rb a su equilibrio narcis ista, poniendo cn marcha el lar go proceso de la ex~ulsió n y estru cturaci ón gradual del obsrdculo interior, pro<.: csu por mcdiu del cual se C?"stltuy e (lo que experim cntamos co mo) la rea lidad exter na. (Véase el capítulo 3 de Slavoj Z izek,. Enj oy Your SymptfJm!, N ueva York, Rourledg e, 1993. [Ed. cast.: Goza tu síntoma, Bueno s Aires, N u eva Visión, 1984.))

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Kant incide sobre el en foque kantiano de la prob lemática ética . En su libro Kant y el problema de la metaf ísica, Heidegger inten ta pensar la ley moral en sí (es decir, la problemática de la razón práctica) aten iéndose al mismo modelo de la síntesis de la imaginación com o pura auroafeccíón, como la uni dad de actividad (espo ntaneid ad) y pasividad (receptividad): en su experienc ia mo ral, el sujeto se somete a una ley qu e no es externa sino afirmada por él mismo, de mod o que ser afectado po r el llamado de la ley mo ral es la forma fundamental de autoafe cción ; en ella, así como en la ley que caracteriza a la subjetivi dad autónoma, coinciden la autonom ía y la receptividad. Este es el origen de to das las paradojas de la lectu ra de H eidegger : él comienza por reducir la temporalidad y la ley a una pura auroafccci ón del sujeto, y después las recha za por esta misma razó n, porque caen bajo las coacciones de la subjetividad. En síntesis , el propio Heidegger genera la lectura "subjeti visra" de Kant a la que desp ués se refie re al rechazarlo ... La desvalorización de la filosofía práctica de Kant, que H eidegger intenta en Kant y el problema de la metafísica, se alinea con los n um erosos críticos , desde H einrich Heine y Feuerbach hasta Adorno y H orkh eimer en La dialéctica de la Ilustración, que menosprec ian la Crítica de la razón práctica corno un a trai ción de Kant al poten cial subversivo ant imeta físico de su Crítica de la razón pura. En su pensamiento ético, Kant afirma la liber tad y la ley moral como 10 que explica que el sujeto finito (el hom bre) no se vea lim itad o a la experienci a fen om énica, y cuente con esa vent ana abier ta al dom inio noumen a] pura mente racion al, que está más allá o fuer a del tie mp o: lite ralmente, el dominio de la meta-física. El precio que paga Kan t es que tiene qu e limitar el alcan ce, el papel fundante de la imaginación trascendental y su movimiento de tempo ralización: la experiencia de la libert ad y la ley moral no arraiga en la aut oatecci ón temporal. Según Heidegge r, la causa fundamental de esta "reg resión" a la oposición met afísica entre 10 temporal y lo ete rn o está en la concepción me tafísica del tie mpo como sucesión lineal de momen tos bajo el dominio del presente: entonces, aunque Kant se ve obligado a invocar las det erminaciones t emp orales en su concepción del sujeto qua agente moral (la moral supone el progreso tempo ral infinito; solo un ser finito que habita en el tiempo puede ser afectado por el "llamado del deber", etcétera) , en última insta ncia, solo pue de concebir el hecho de la libe rtad como algo que apunta a un do minio que está fuera del tie mpo (a un a eternidad n ou mcnal), y no como el éxtasis de otro modo de tempo rali dad, más origi nal, no linea l. ¿No hay ningún vínc ulo entre el deber ético de Kant y el llama do de la conciencia de H eid egger? El concep to h eideggeriano de "llamado de la con cien cia" suele ser objeto de crítica por su de cisionismo form al: esa voz es puramente form al, le dice al Dasein que realice una elección autén tica, sin pro po rcion arle ningún criterio concreto que le per mita identifica rla. (Este llamado es

[x-timo en el se ntido lacuiiano: ral como H eidegger lo subraya, no es pronun · ciado/emitido por 0/1"0 Dasei n o agente divino; viene de afuera, pero simultáneamente surge de "ninguna parte", puesto qu e es la voz del corazón mismo del Dasein, que le recuerda su propia potencialidad singular.) Heidegger asocia este llamado de la cand encia con el tema de la culpa , concebido com o un rasgo formal a priori (existencial) del Dasein como t al: n o es una culpa concre ta por algún acto (l no-acto dete rminado, sino la expresión del acto formal que en el Dasein, debido a su finit ud y su con dición de arro jado, y al mismo tie mpo por la ape rt ura de su proyección anticipatoria h acia el futuro , siempre y a prio ri supe ra la actualizació n de su exist encia determinada. L o que suele decirse al respecto es que H eidegger "seculari za la con cepción protestante del pecado corno consustancial con la existe ncia hum ana como tal", pero pr ivan do a esa concepción de su fundamento teo lógic o positivo, ya que la redefine de un mo do pura men te formal. Sin embargo, en este caso Heidegger merece que lo defend amos: esta crítica no está mejor fund ada que la objeción convenciona l al relato marxista de un a revolución comun ista que llevaría a la sociedad sin clases como versión secu larizada del relato religioso de la Ca ída y la Salvación . T anto a la crít ica a H eidegger como a la crítica al rel ato marxista se les puede respon der invirti éndolas: podemos sosten er que la úl tima vers ión , supuestamente "seculari zada", es la verda dera exposición de la anticipación mistificada e ingenua del rel ato religioso. Además, esos conceptos heideggerianos de culpa y llamado de la concienc ia, ¿no se basa n en la tradició n paradigmétícamcnte moderna qu e se extiende desde la ét ica kantiana hasta la noción estrictamente frcudia na de superyó? Pues lo pr imero que observarnos es que el carácter for mal de l llam ado de la concie ncia y la culpa universalizada son estrictamente idénticos, dos lados de la misma mone da: precisamente porque el Dasein nun ca recibe ningún mandato positivo del llamad o de la con cien cia, nunca puede est ar segur o de estar realizando su deber com o correspo nde, y por ello la cu lpa le es consustancial. E stamos entonces ante una re formulación del im perativo categórico kan tiano, que está también tautológicamente vacío: dice que el sujeto debe cump lir con su deber, sin espec ificárselo, y de este mo do se carga al sujeto con la responsabilidad de determin ar totalmente el conte nido del deber. De m odo que Heidegger tení a todas las razones cuando un par de años más ta rde (e n su curso de 1930 sob re la esencia de la libertad humana) se permitió un breve intent o de salvame nto de la Crítica de la razón práctica de Kant , in te rpretando el imperativo moral kantiano en los términos de El Ser y el Tiempo, como el llamado de la conciencia que nos ha ce añicos y no s saca de nuestra inm ersión en Das M an, en la moral óntica inaut éntica del "es así como se hace, es así como uno lo hace": la razó n prác tica kant iana nos permite una vislumbre del

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abismo de la libe rtad que está más allá (o, más bien, debajo de) las coacciones de la ontolog ía me ta física tra dicio nal. Esta referencia a la Critica de la razón práctica se basa en una percepción exacta de la revolución ética radical realizada po r Kant, que rompe con la ética metafísica del Bien Supremo , y así como H eidegger retrocedi ó ante el abismo de la monstruosidad inimaginable que acechaba a la pro blemática kanti ana de la imaginación t rascendenta l, tamb ién retrocedió ante la monstruosidad disce rn ib le en el "fo rm alismo ético" kantiano , cuando, despu és de su Kebre, ya no le reserv ó a Kant nin gún papel excepcio nal. D esde medi ados de la década de 1930 en adelante, es el acontecimi ento o acaecer de la verdad del ser, su develam iemo, lo que da la medida, o ley h istóri ca, o ley de la é poca, de lo que pu ede conside rarse un mandato ét ico en nuestra experie ncia cot idiana, De tal mod o, Kant queda reducido a ser solo una figura más en la serie qu e va desde la Idea platón ica de! Bien Supremo (que ya subordin aba e! ser al Bien Supre mo) ha sta el mo derno palabrenc nihilist a sobre los valores; inclu so tiend e las bases par a el giro mo de rno desde la concepci ón del bien como inherente al orden del ser, hacia la conce pción subjctivism de los valores qu e los ser es humanos imponen a la re alidad "objetiva", de modo que su evolución ética constit uye un eslabón clave e n el encadenamiento desd e el platonismo hasta el ni hilismo mod ern o respecto de los valo res. Kant fue el pr imero en afirma r la volu ntad como voluntad de volu ntad, como que rer qu erer: en tod as sus me tas, la voluntad se quiere básicamente a si m isma, y allí están las raíces del nihilismo. La auto nomía de la ley mora l sign ifica qu e esta ley se autfHl[t17lJa: cuando mi vo luntad sigue su llam ado, en última instancia se quier e a si misma.w De modo que H eidegger le niega cualquier verdader o po tencial subversivo a la revolución ética kantiana, a su afirmación de la ley como bar rada/vacía, no determinada po r ni ngún contenido po sitivo (so bre este rasgo Lacan basa su tesis de que la filosofía prácti ca de Kant es el punto de part ida del linaje que culmina en la inven ció n de l psicoanálisis por Freud). Co mo lo ha de mo strado Rogozinski, lo esencial en este caso es el des tino de la tríada bello/ sublime/mo nst ruoso: H eidegge r ignora lo sublime, vincula direct am ente la belleza

4R. Rogoxinski se opone a esta lectura de otra tendencia "subterránea" en el propio Kant, según la cual el imperativo categórico kantiano representa un llamado de la orred ad que no solo involucra su propiatemporalidad fin ita (una temporalidad que quiebra las coacciones de la sucesión lineal de los "ahora", puesto que es la temporalidad de los ncun tecirnientos libres, de la, rupturas que se producen ex nihilo), sino también una ley ya no bas,¡d,l en una voluntad: como la enigmática ley del T ribunal en Uf proceso, el imperativo moral es una ley que "no quiere nada de ti". En esta fu ndamental ¡'¡Jifrrrll fÍtl respecto de los asuntos humanos reside el enigma final de [a ley.

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con lo monstruoso (lo CII,¡ 1 es so bre todo evide nte e n su lectura de A ntigona en IlIlrot/uceión n 111 metojlsica):i'I la belleza es el modo de aparició n de lo monstruoso; designa una de las modalidades del aconte cimiento- ver dad qu e con m ueve nuestra lealtad al curso cotidi ano de las cosas: nos arra nca a nu estra inme rsión en J IU "\Jan (el mod o en que "se hace"), Esta omisión de lo su blime está directa ment e rel acionada con la inse rció n de Kant e n el linaje platónico d el Bien Supremo, con la desestimación po r H eidegger de la revolució n ética kantiana: si, co rn o dijo Kant, lo bello es el símbo lo de l bien , lo subli me es precisamente el esquema fru strado de la It'), ética. C ua ndo H eidegger vincula directam ente lo bello co n 10 mon struoso, su apuesta es más alta de lo que puede parecer: la desaparició n de lo sublime en su lectura de Kant es la otra cara de su ignoran cia del tema kantia no de la puro forma de la ley; el hecho de que la ley moral kantiana está "vacía", es pura form a, afecta radicalm ente el status de lo mo nstruoso . ¿De qu é modo? Por sup uesto , H eid egger temati za lo monstruoso (o más bien , lo sin iest ro , das Unbeimlicb e, al tra ducir lo "demoníaco" del prim er gra n cor o de Antígona): en su in terpret ación deta llada de este coro en Introducción a la metafísico, tra za los con tornos de la violencia abrumadora de la Naturaleza, de la tierra, así como la violencia del hombre que , al habitar en el lenguaje, saca de su carri l el curs o natu ral de los acontecimientos y lo po ne al ser vicio de sus prop ios fine s. Insiste reit eradamente e n el carácte r "dislocado" del hombre: no se tr ata sol o de que su lucha con y contra los pod eres de la N atu raleza "se salga del carril"; la insti tu ción mism a de la poJis, de un orden comun al, aparece ca racterizada como un acto de im posició n violenta, basado en una decisión abismal. H eidegger tiene perfecta co ncie ncia de que todo habitar en el unive rso cotidiano familiar se basa e n un acto violento/mo nstruoso de deci sión/asun ción resuelta del propio destino : puesto qu e el homb re está pri mordialm ente "dislocado ", la im posición mis ma de un "ho gar" (Htim) , de un sitio comunal de morad a, la polis, es unb tim/icb , se basa en una acción excesiva/ violenta. El problema es que este dominio de lo Unheimlícbes sigue siendo para él el mismo dominio de la revelación de la forma histó rica del ser, el dominio de un mundo arra igado en la tierr a impenetra ble en el cual el hombre hab ita histó ricame nte, el domi nio de la tensión entre la t ier ra (el ambiente nat ural) y la forma del ser comuna l del hombre. En cuanto la forma part icular del se r histfÍrico es "bella" , adver timos el se ntido preciso en que lo bello y 10 mon st ruo so son codependie ntes a juicio de 1Iei J ~gger. . . . P ero lo monstruoso kanti ano/lacaniano invo luc ra otra dimens i ón: un a dimensió n "no tod avía mundana", no ontológica; no la revelac ión de un a forma

49. V éase H eidegger , ¿In lntroductiou to i'tl rmpbysic!, lib. cit., págs. 146-165.

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histórica del destino comunal del ser, sino el universo preontcl ógico de la "noche del mundo", en el cual los objetos parciales vaga n en un estado ante rior a cualquier sínt esis, como en los cuadro s de J erón imo del Rosco (estricta ment e correlativos a la emergencia de la subjet ividad moderna). El propio Kant abrió el do minio de esta especrralidad preontológica omi no sa, de las apariciones de "muertos no mu ert os", con su distinción entre el juicio negativo y el juicio in finito. se Este do mi nio no es el antiguo submu ndo premo derno , estrato inferior y oscuro del urden cósm ico glob al en el que moraban entidades monstruosas, sino que, en sent ido est ricto, es acósmico. En otra s palabra s, lo que H eidegger pasa po r alto es el radica l impu lso antion tcl ógico (o más bien anticosmológico) de la filoso fía de Kant . Cont ra la err énea lectu ra neokantiana hisrórico-culturallsea o epistemológica, H eidegger tiene ra zón al subrayar qu e la Crítica de /a razón pura funda mcnra una nueva ontología de la finitud y la tempo ralidad, lo que no advierte es que las antinomias de la razón pu ra gene radas po r la insistencia de Kant en la finitud del sujeto socavan la concepción del cosmos como tot alidad del universo, como una totali dad hermen éutica significativa de ámbitos, como un mundo úitai en el cual habita un pueble hi stórico. O (para dec irlo de otro mo do) lo quc I leidcggcr no advier te es la suspe nsión de la dimen sión dcl (ser-en-el- jm undo, el repliegue psicótico como (im) posibilidad definitiva, como la di mensión más radical de la subjeti vidad, como aquello co nt ra lo cual defiende la violenta imposición sintética de un (nuevo) orden; el acon tecimiento de la revelación histórica del ser. y esto nos retrotrae a la pro blemát ica de lo sublime, q ue H eidegger de jó afuera en su lectu ra de Kant ; la concepción kantiana de lo sublime es estrict ament e co rrclativa de este fracaso de la o ntología/ cosmología; design a la incapacidad de la imagin ación trascendental pa rn cerra r del horizonte, tal como lo exige la idea de un cosmos . Lo monstru oso conceprualíz ado por Kant , en sus diferentes formas (desde el agrega do caó tico de la Naturaleza madras tra hasta el mal diabó lico), es entonces totalm ente incompatible con lo monstruoso de lo que habla Heidegge r. Es casi el anverso exacto de la imposició n violen ta de una nueva fonna histórica del ser: es el ges to mismo de suspende r la dimensión de! dcvelamlenro del mu ndo. Y la ley ética es vacía y sublime precisamente en cuanto su contenido "reprimido primordialment e" es e! a bismo de la "noche del mundo", lo monstruoso de una espontaneidad aún no regida por ninguna ley. En térmi nos freudianos, la pulsión ele muerte.

50. Véase el capítu lo 3 de Slavoj ;}::ikk, Tnnyillg With tbr Negntive. oh. cit.

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K M~T CON D AVID L vx cn

La idea kantia na de la constitución trascend ent al de la realidad abr e en ron loes un te rcer dominio es peci fico , que no es feno ménico n i nournenal, sino prco nrol ógico en sent ido estricto. En t érminos derrideanos, po dr íamos designarlo como espectr alid ad; en térmi nos Iecanía nos, sería precipitado e inadecuati" llamarlo "fantasmático", puest o que, para Lacan, el fantas ma está del lado de la realidad: sostiene el "sentido de realidad de! sujeto". C uando el marco famasmatico se desintegra, el sujeto padece una "pérdida d e la reali dad" y com ienza a percibirla como un universo "irreal" de pesadilla, sin ningún fundament o ontológico firm e. Este universo de pesadilla no es "puro fan tasma" , sino , por el contra rio, lo que subsiste de la realidad mando la realidad queda privada de SU sostin en el fantasma. Por ejem plo, en el Cllmaval de Schuman n encontramos un a regresión a un universo on írico en el cual la relación sexual entre personas reales aparece reemplazada por una especie de baile de disfraces en el que nadie sabe qué o quién se oculta de bajo de la máscara que se ríe locamente de nosotros; puede ser una máquina , un a susta ncia vital viscosa o (sin duda lo más ho rribl e), simp lemente el doble real de la misma máscara. C uando esta obra le pon e música a Unbeilicbe de IIoffrnann, lo que obtenemos no es el "universo de puro fantasm a", sino la versión ar tís tica sing ular de /n descompQsiáó,¡ del marco de la fantasía. Los personajes descri tos musicalmente son semejantes a las apariciones espectrales que pasean por la calle principal de Osl o en el céle bre cuadro de M unch, co n rostro pálido y un dest ello de luz en sus ojos, débil pero extrañ ament e intenso (que señala la mirada como objeto , en reemplazo de l ojo que mira); muertos vivos desubjetivizados, frági les espectros privados de su sustancia material. Contra este trasfondo debem os encara r la co ncepción lacaniana del "atravesamiento de! fantasma", que just amente no des ign a lo que la expres i ón le sugiere al sen tido común; liberarse de las fantasías, de los prejuicios ilusorios y las percepci ones erróneas que distorsio nan nuestra visión de la realidad, y apren der final mente a aceptarla com o es... En el "arravesamiento del fantasma" no aprendemos a suspender nuestras producciones fantasmagó ricas; por el contr ario, nos ident ificamos con la ob ra de la imaginación incluso más rad icalmente, en t oda su inconsiste ncia, es decir , antes de que se transfor me en e! marco fanrasrn ático que nos asegur a el acceso a la realidad. "

51. D e modo que hay que ser lllUY cauteloso cun la tesis de que el hecho de que a la subjetividad feme nina le resulte más f:ícil que a la sub jetividad masculina quebrar el dominio de la fantasía, "at ravesar" el fant asma fundamental, significa {lue las mu jeres mantienen una actit ud

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En este "nivel cero", imposible de soportar, solo tenemos el puro vado de la sub jetividad confrontad a con una m ultit ud de objetos parciales espectra les qu e, precisame nte, so n ejem plificaciones de la "laminilla" lacaniana,la libido o bjeral Ilo ran re.v O , para dec ir lo de otro modo, la pulsi ón de m uerte no es lo Real noumenal prcsubjerivo en sí mismo, sino el mome nto imposible del " nacimien to de la subjetividad", del gesto negativo de contracción/repliegue que ree mp laza la realidad por metnbra disieaa , por una serie de órganos como sustitu tos de la libido "inmorta l", Lo Real monstruoso que ocu ltan las ideas raciona les n o es lo noumenal, sino ese espacio primordial de la imnginación prtsintitua "salvaj t ", el dom inio impos ible de la esponta neida d, la liberta d trascendental en su aspec to más puro, ant er ior a su subordi naci ón a c ualquier ley autoimpuesra, el dominio vislumbrado por momentos en diversos puntos extremos del arte posren acentista , desde j erónimo del Bosco hasta los surrealistas. Este domin io es imaginario, pero no toda vía com o identificación especular del sujeto con una image n fija: es anterior a la id entifica ción im aginari a que da form a al yo. D e modo que el gra n logro implícito de Kant no consistió en sacar a luz la brecha entre la realidad fenom énica de constitución tr ascend e ntal y el dominio noume nal t rascendente, sino en revelar al "mediador evanescen te" entre una y ot ro: si llevamos esta argumentación hasta sus últi ma s consec uencias, debemos pr esuponer, en tre la animalidad direc ta y la libertad humana subordinada a la ley, la monstruosidad de una imaginación presintética e nloquecida, que gencra ),I S aparicion es espec trales de objetos parciales. Solo e n este nivel, bajo la forma de ob jetos parciales de la libido, podemos e nco ntrar el o bjeto im posible co rrela tivo del puro vacío de la espontaneidad absoluta del sujeto: estos objetos parcia les ("aquí una cabeza ensangrentada, allá otra hor rible a parición blanca") son las formas im posibles con cuyo aspec to el sujeto en cuanto espo ntaneidad absoluta "se e ncuentr a a sí mismo entre los ob jetos".

de distancia cinj ca respecto del universo de semblantes/ficciones simbóljcos: "Yo sé que el falo, el poder fálio..'t:, simbólico, es un mero semblante, y que lo único que cuenta es lo Real del goce" (el difundido estereotipo sobre las mujeres como sujetos que fácilmente "ven a través" del hechizo de las ficciones, los ideales, los valoressimbólicos, y se co nce ntran en los hechos concretos: sexo, poder,..); eso sería lo que realmente les importa, como verdadero sostén desublimado de las apariencias sublimes. Pero esadistancia cínica noer¡uiVil/t a "atr avesar el fann sma", puestoque implícitamente 1" reU U(;C al velode las ilusi ones (lile distorsiona n nuestro 3C(;CSO a la realidad "como es realmente". En con tra ste con la conclus i ón quc se impondría falnxmenre, debemo s insistir en que el sujctu cínico es el menos liberado del podcr de la fa ntasía. 52. Sobre esta idea de la Iotllini1J{f Vé,lSC j acques Lacan, Tbe Four FUIlt!amellt/11 COllcepts of l',ychotl//IIlysis, Nueva York, Norton, 1979, pilgs. 197-198. [Rd . cast.: fI Srminori o. Libro 11 , l .os cuatro ctn/ceptasfim dt1l11t11tnles del psicrúlIIdlisis, Barce lona, P aid ós, 1',lH(j.)

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Respe c to de Lacen , a men udo se ha se ñalado que esta descr ipción clásica de hl ide ntificaci ón ínmg m arin ya presupone la brecha que ella debe llenar, la horrorosa expe riencia de los "órganos sin cuerp?" dispersos, o le rorps "~u:ct/é, l1fel1fbra diyertn flot ando lib re mente. En a te nivel encontramos la pulsi ón de mue rte e n su aspecto más radical. Y, una vez más, Heidegger, al aban donar la idea de mante ner a Kant como pun to de referencia cen tral e n su desar rollo de la analítica del Dará n, estaba retrocediendo precisam ente ante esta dimensión tic la imaginación prefantasmática y presínt ética. Ademá s el mismo movimiento se repetiría en el ni vel de la intersub jetividad; eI .\1it- Srin he ideggeriano, el heche de qu e el "ser en el mundo " del Dasein desd e siemp re está rel acionado con otros Dará n, no es el fen óme no primario . Antes del i\tit-Stin hay una relación con ot ro su jeto qu e aún no está subjetivizado en sentid o propio de asociado en una situa ción discursiva, pero que es tamb ié n el " pró jimo", como el cuer po extraño ix-timo absoluta mente cercano a noso tros." T an to para Freud como para Lacen, " prójimo " es defi níd ame nte uno de los nom bres de das Ungebeure, lo monstru oso: lo que esté en juego en el proceso de cdipización, el csrablecimicn to del gobierno de la ley paterna, es precisamente el adecentamien to, la domestica ción de esta o rrednd mon struosa , rransform éndola en un a asociada en el horizonte de la comunicación discursiva. H ay actualmente un ar tista obsesionado por la dim ensión preont ológica monstruosa de la imaginación : es Da vid Lynch. D espués (Id estreno de Ernstrbeild, su primer a película, comenzó a circular un extraño ru mo r para explica r su efecto traum ático :

En esa época M: rumoreó quc en la banda sonora de la película zumbaba una frecuencia ultrabaja (Iue afectaba la mente subconsciente del espectador. Se decía que, aunque inaudible, ese ruido provocaba una sensaciónde inquietud, incluso de náusea. Esto ocurrió hace más (le diez años, y el nombre de la película era Erastrb tad. Mirando ahora hacia atrás, pollríamos decir que la primera película larga de David Lynch era una experiencia tan intensa en términos audiovisuales, que el público necesit ó inven ta r explicaciones l...) al punto de oír ruidos in audibles.v El statns de esta voz que nadie pe rcibe, pero que sin emba rgo nos do mina y tiene efectos materiales (sentimientos de inqu ietud )' náusea) es lo Reol imposiblt en el sent ido lacenlano de la expresión. Result a ese ncial disti nguir esta voz inaudible de la voz que es el ob jeto de la alucinación psic ór ica: e n la psicosis (la para noia), n o solo se presupone que la voz imposible existe y es efectiva; el sujeto

53. Véase un a vez mds el capítulo 3 de Zizck, Tallyillf{ /Yith tbe Negatire. 54. Yuji Konno, "Notse F!o<l ts, Night Falls", en lJ(f1.J id Lym'h: P¡lilltillgsand Drtlwillgs, To-

kio,'Tokyo Museum of Courcmporary Art, 1991, pág. 23. 65


1'.'/ ¡11 ,,/lII'/ I'1'tI tll' /11

,\'!IITIO) Í,iir k

d.ice que la oye. realmente. Tal vez de mo do inesperado, encon rrnmus otro eJ e~plo ~Ie la misma, : oz en la caza: como es sabido, los cazadores utilizan pequena s s.llbatos metálicos para dar instru cciones a los perro s; de bido a su alt a frecue n.cla, solo I~s perro~ pueden oírlo s y reaccionar a ellos, D esde luego , esto ha suscit ado el m uo persistente de que los seres hu manos sin advertirlo rambi~n ,oímos estos silbatos (po r debajo del umbral de la per~epción co nscie'nte)}' asumsmo los obedecemos... U n perfecto ejemplo de la idea para nolde de que los seres .human~s .~lIcden. se r controlados por medios invisi blesli mperceptihlcs, . Esta Idea recib i ó un gi ro crít ico- ideológico direct o en una pelícu la no suficlentem e~te ~alorada de j ohn Ca rpcnrer (Tbey lroe, 1988), en la cual un vagabundo solira río llega a Los Angeles y descubre que nu estra sociedad con sumista ~tá don~in~da po r alienígenas, cuyos disfraces de humanos y me nsajes pubhci tarI OS sublimi nales solo son visibles con anteojos especiales: cuando nos pon em os esos lentes, po demos percib ir a nuestro alred edor múltiples man datos ("'Compra esto!", ~ jEntra. en este nego~o!", etcé tera) que de otro modo recogerlamos y obe decenamos Sin tener conciencia de ellos, Una vez más, el encanto de esta idea reside en su ingen.uid~~: como si el ,excedente de un mecanismo ideo lógico respecto de su presencia VISible se materializara en otro nivel invisihle, de modo qu e, con a~tcojos especial es, pu diéramos "ver litera lmente la ideología ".,," ~n el nivel del habla, hay una brecha que separa para siem pre los que nos s:"ntlmos ~entad ~ls a ~ I ~m ar pr?~ohab l a o ~habl a en sí" respecto del "habla para SI , el rcgl~tro sim bólico exp lfcito. Po r ejem plo, hoy en dí a los psicólogos del sexo nos dl<;cn qu e antes de qu e una pareja e nuncie explícitamente su intención de compartir la cama ya hay algo decidido e n el nivel de las insinuacio nes del len guaje co~po~I, del ~n~ercamhio de miradas... La tra mpa que h IYque e~ita r e~ la (mt?'Q~IZ1JCUl" precip itada de esta "habla en sí", como si el hab la se preexis~e ra a SI misma, como un "habla antes del habla" plenamente constituida: co mo SI est~ "~ahla ~pnt la ta m " existie ra realme nte y fuera un lenguaje plenam ente constiruído mas central, del cual el lengu aje explícito normal solo se ría un reflejo superficial secu ndario, de modo que todo estaría ya verdadera me nte decidido antes de que se ha ble explícita mente al respe cto. Contra esta ilusión, siem pre debe mos tene r pre sente que esa prorohabla no deja de ser virtua l: solo se vuelve act~al cuando se sella su alcance, postulado com o tal en la pa labra explícita. La ~neJor p~l.leba al res pecto es el hecho de qu e este protolenguaje sig ue sie ndo lI"feductlb[el~ente ~m~)igllo e indecidible. está "preñado de sig nific ado s", pero de un a especie de sig nificados flotantes, no especificados, en la espera de la slm-

holi ~.a ci {1Il \ 11

illlll,'r!, illilo'lÍl/ It ,/,I"(l'IIdm lll f

en acto qtle les confiera II n giro definiti vo .., En un célebre pasaje de

cu-ra a L ady Ottol in e Morrell , en el cu al Ber trand Russell recuerda las cir-

cunstaucias en que le decl aró su amor, él se refiere preci sam en te a esta brecha lllle separa para siem pre el dom inio ambiguo de la proto habla respec to de l acto cxphciro de la asunción sim bólica: "No supe qu e te amaba hasta que me escuc hé diciéndotelo; po r un ins tante pensé ... D ios mío, ¿qué es lo que he dic ho?», y a rnntinuación supe que era la verdad 't.w U na vez más, sería erróneo leer este PeSil desde el "en sí" al " para sf" como que, cn la profu ndidad de sí mismo, RusseJl "ya sabía que la ama ba" : este efect o de "desde siemp re" , de "siem pre ya", es estr icta mente retroactivo; su te m po ralid ad es la de un futn r antérieur: Russell no estaba antes enamorado sin sabe rlo, sino qu e habráestada enamo rado, En la h isto ria de la filosofía , el primero qu e abo rdó esta trama siniest ra, preomol ógica, todav ía no simbo lizada de las rela ciones, fue el propio Platón, quien, en su tard ío Timeo se sintió obligado a presupo ner una especie de matri zreceptáculo de tod as las formas det er min adas gobernadas po r sus pro pias reglas contingentes (cbara); es esencial que no nos precipitemos a identificar esta charo co n la ma teria aristotélica (b)/~). No ob stante, el intento de precisar los contornos de esta dimensión preonro l égica de lo Real espectral, que antecede y elude a la constirució n ontológ ica de la realidad , fue lo que generó la gran griet a que atraviesa el idealismo alemán (e n contras te co n el estereotipo convencional según el cual los ide alistas alemanes propugn aban la reducción " panlogicísra" de toda la realidad a la con dición de produ cto de la au romediaci ón del con cepto). Kant fue el prime ro e n detect ar esta fisur a en el edificio o ntológic o de la realidad: si (lo que experimentamos como) "la realidad ob jetiva" no está sim plemente dada "allí afuera", aguardando qu e el suje to la perci ba, sino que es un co mpuesto arti ficial que se constituye con la part icip aci ón activa de ese sujeto (es decir, med iante el acto de la síntesis tr ascendenta l), un poc o antes o desp ués su rge un interrogante: ¿cuál es el status de la X siniestra que precede a la realidad constituida como tr asce ndental? F, \ V.). Sche lling nos proporciona la descr ipción más detallada de esta X con su co ncep to dcl vfundamento de la existencia", de lo que e n "el propio D ios no es todavía D ios"; la "locu ra divina", el oscuro dom inio preontol ógico de los "i m pulsos", lo Rea l prclógico, el elusivo funda me nto de la razón que nunca puede ser aprehe nd ido armo tal, sino solo vislum brado en el gesto de su r cplicgue .. , 17 Aunqu e esta dimens ió n puede parecer ro-

. .55, Desde luegu, 1;1 cuestión sigue abierta, en cuanto esta idea paranoidc está plenam cn te Jllsb llcada con respecto a la propaganda subliminal.

56. Cita to mada de R . \ V. Clark, Tbr l.ij~ o/ R¡:l'fflllld RIISSdf, Londres, W eídenfeld & Nicolson, 1975, pág, 176, 57. Véase una exposició n det allada en Slavoj Ziick, 'Tbe 11IIih,isiMe Rnneínder. Al/ Essay on Schd li ng rmd RrJatrd Manen, Londres, Verso, 1996.

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talmente extra ña al idealismo abso luto de H egel, fue sin em barg o el pro pio l lcgel quien pro po rcionó su descripción má s aguda en el pasaje citado de la J mnn' Rrnlph;¡QJQphi~: el espacio preontol ógico de "la noche del m undo", en el cual "aquí pasa una ca beza ensangr entada -allá otra horribl e apari ción blanca, que de pro nto es tá ante él, y de inmediato desaparece", ¿no es la descr ipción más sucinta del universo de Lynch? Esta dime nsió n preon tológica se puede discern ir del mejor mod o en el gesto hegeliano esencial de traspone r la limitaci ón epist emol ógica como falta 011 tológica. En cierto se ntido, todo lo que H egel ha ce es su plementar la conoci da máxima kan tiana sobre la constitución t rasce ndental de la realidad ("las condiciones de posibilidad de nuestr o con ocimiento son al mismo tiemp o las con diciones de posibilidad del objeto de n uestro cono cim ien to") con su vers ión ne g,lt iva: la Iimi racién (le nu estro co noci miento (su incapacidad para captar el todo-del ser, el mo do en <Iue nu est ro co nocimiento queda inexorable mente enredado en co nt radiccio nes e inconsiste ncias) es al mismo tiempo la limitaci ón del objeto de nuestro conocimi ento, de modo que las grietas y los vados de nuestro conocimiento de la real id ad son simultáneamc nte las gri eta s r vacíos de l ed ificio ontológico "real" en sí mismo . Po dr ía parecer que H egel se esta opo niend o radicalmente a Kant: ¿acaso no des plegó el últ imo y más am biguo edificio ontológico global de la tot alidad del ser, en claro contraste con la afirmación kanti ana de que es impos ible concebir el universo como un tod o? Pe ro esta impresió n es e rrónea: no toma nota de que el "mo to r" más íntimo del proceso dialéctico es el inte rjucgo entre el obstáculo episte mológico y el atolladero ontol ógico. En el curso de un giro reflexivo dialéctico , el sujeto se ve obligado a asumir qu e la ins uficiencia de su conocimiento de la realid ad ind ica la insuficie ncia más radical de la realidad misma (piéns ese en la concepció n mar xista corriente de la "crítica de 111 ideologfa", cuya prem isa básica es que "la inadecu ació n" de la con cepción ideológicamente distorsionada de la realidad social no es un simple err o r e piste mológico, sino quc al mi smo tiemp o señala el hecho más perturbador de que algo debe de esta r hor riblemente mal en la propia realidad social: sólo una sociedad que "est á mal" genera un a "mala" conciencia de sí misma ). H egel d ice algo m uy preciso: las inconsistencia.s r contradicciones int rínsecas de nuestro conocimie nto no solo no le im piden funcio nar como co nocimiento "ver dade ro" de la realidad, sin o que solo hay " una realidad" (en el sentido usual de "realidad extern a dura", opuesta a las "meras ideas") en Ía medida en que el dominio del concepto esté alienad o de sí mismo, escind ido, atravesado po r algún atolla dero radical, atr apado en algun a in consiste ncia debilitadora. Para hacern os un a idea aproximada de este to rbellino d ialéctico, recordemos la oposición clásica de las dos conce pcio nes m utuamente excl uyentes de ln luz.

b luz como com puest a po r partíc ulas, y la luz como onda. La "solución" propuest a por la física cuán tica (la luz es al mismo tiem po partículas y ondas) le rraslada esta oposición a la "cosa mism a", con el resu ltado ineludible de qu e la "realidad obj etiva" pierde su status ontológico pleno, se conviert e en algo onroI "'~ i <~ mcn te incomp leto, comp uesto de entidades en últi ma instancia virtuales. ( ) bien pensemos e n el modo en que vamos reconstruye ndo en n uestra mente el universo lle no de "agu jeros", no co nstituido totalmente, de una novela qu e esLImos leyendo: cua ndo Conan D nyle descr ibe el depart ame nto de She rlo ck llulmes, no tiene sentido preguntar cuán tos libros hay exacta mente en los esL1I1 tes. El prop io auto r no tien e una idea precisa. Pero , ¿y si lo mismo pudiera deci rse de la realidad, por lo me nos en el nivel del signifi cado simbólico? II ay una frase cél ebre de Ahraham L incoln : "Se puede engañ ar a to da la gent e durante algún tiempo, y a part e de la ge nte durante tudo el tie mpo , pe ro no se puede manten er siempre e ngañadas a todas las personas". Esta máxima es am bi~u a desde el punto de vista lógico: ¿significa que hay n/gllllas pers on as a las que siempre se las pued e mantener engañadas, o que en cada oportunida d algllim va :1 ser engañ ado? Pero tal vez no corresponda preguntar: "¿Qué quiso decir Linrnln realme nte?". ¿Entonces? La solución más pro bable de est e enigma es que el prop io Li ncoln no tenía conciencia de esa amb igüedad; él sim plemente quiso deci r algo ingen ioso, y la frase se le im puso po rque "so naba bien". En esa situación, un Jigllifirnme (en este caso, un renglón) sutu ra la am bigüedad fundame ntal y el carácter inconcluso que subsiste en el nivel del contenido sign ificado . ¿Y si ese mismo significante también formara part e de lo que llamam os "realidad"? N uest ra realidad social ¿no está "construida sim bólicam ente" , t am bién en este sentido radi cal, de modo qu c para mantener la apar ien cia de su consistencia es preciso qu e un significante \'a60 (lo qu e Laca n llamó "signi ficante amo") rccubra y ocul te la grieta onto lógica? Es deci r que la brecha que separa para siem pre el do minio de le rraíídad (simbólicament e mediado, o sea, constitu ido onrol ógicamc nre) respecto de lo Real elus ivo y espec tral que 10 precede, tiene un carácte r crucial: lo que el psi. coanálisis llama "fantasía" o "fantasma" es el esfuerzo tendiente a cerrar es a brecha med ian te la percepción (e rrónea) de lo Real preontol ógico co mo sim plemente otro nivel de la realidad, "más cent ral", La fanta sía proyecta so bre lo Real preontológi co la forma de la realidad co nstitu ida (como en la idea cristiana de otra realidad, la realidad suprasenslblc) . El gran mér ito de Lyn ch res ide en su resistencia a esta tentació n prop iamente metafísica de cer rar la brecha entr e los fe nó me nos prconrológi cos y el nivel de la realidad . Aparte de su proced imie nto visual primario para transmiti r la di mensión espectral de lo Real (el primer plu110 excesivo del objeto descrito, que lo hace irreal), debem os prestar atención al modo en q ue Lynch juega con sonidos siniest ros no locahzables. L a sec uencia

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~e pes adilla de r-J homm tüfl1l1tt (Tb t I!.Jtpbl1nt M m,), por eje mplo, es acom panada po~ un ~xtraño ruido vibra torio <Iue parece no respetar la frontera que separa lo m ren or de lo exte rior: es como si, e n ese r uido, la txttn ll1/idod extrema de una ,m áquina co incidi era con la máxima intimidad del inter ior del cue rpo, con el ri tmo del corazón palpir anre. Esta coincidencia del núcleo mismo del ser del sujeto , de S \l sustancia vital, con la cxternalída d de una máquina, 'no nos ofrece una ilustr ación pe rfecta de la noción lacania na de la tx -timidmf? e En el nivel del habla, quizá la mejor ilustración de esta fisura sea la esce na de Duna (Dtltlt ), otra película de Lynch, en la cual, en su con fron tació n con el em perador, el representante del sind icato esp acial emite un munn ullo inint eligible, que solo al pasa r por un micrófono se conviert e en len guaje articulado: e n términos lacanía nos, solo se conv ierte en lenguaje art iculado cuando lo vehiculiza el O tro. '~ambié,n en ! win I'caks el enano del Pa bellón Rojo hahla un inglés incom!)rensl ble, disto rsionado, que solo se vuelv e inteligible con la ayuda de los subtitulas, que en este caso asumen el papel del micr ófono, es decir de la vchic.ulizaci6n po r el O tro... En am bos casos, Lyn ch re vela la fisura <IU; se para por siempre la pro tohabla preontológica, ese "m urmullo de lo Real", respecto del logos plenamente consti tui do. Esto nos conduce al rasgo fundamental de la ontología materi alista dialécti ca: la brecha mínima, la dilació n que separa por siempre un aconrecimiemo "en sí" respecto de Sil inscr ipción / registro simbólicos; esta brecha, en sus diferentes form as, pue de discern irse e n toda un a gama dc ejemplos, que van desde la física cuánt ica (segú n hl cual un acontecimie nto "se convierte en sí mismo", se actualiza plena mente, cuan do lo registra el ambiente, es decir, en c1momento en que su ambiente "to ma nota" de él) hasta el procedimiento de la "doble reacción" en las comedi~ clásicas de H ollywood (la víctima de un fraude o un accidente primero percibe con una calma tota l, incluso con iro nía, sin adve rti r las consecuencias, un acontecimiento o palabras que para él significan la catástrofe; después, al cabo de un lapso mín imo, de pronto se estremece o petrifica, como el padre tl,ue, al ent~rarse de que está embarazada su hija inocente y soltera, primero dice tr~nqUl lament,e "¿Y cuál es el problema?", pero al caho de un par de segun~<>:, palidece y empieza a gritar ...). En el lengu aje de H egel, es ta es la brecha mmnna entre el "en sí" y el " para sí"; D er rida la describe a pro pó sito del concepto de "rega lo" : mie ntras un regalo no es re conocido, no es plenamente u n regalo. yen,cua.nto es ~econ()cido, ya no es un puro regalo, puesto que ha entrado e n el Circu ito del in terca m bio. O tro caso ejem plar se ría la ten sión en una relación amoro sa que se inicia: todo s conocemos el encanto de la situación inmediatame nte antes de qu e se ro mp a el silencio mágico; los dos mie mbros de la pareja están ya seguro s de su atracció n recíp roca, hay una te nsión erótica e n el aire, la situación parece preñada de significado, parece precipit arse hacia la

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reto.

p.ilahra, agu ar dar la palabra. busca r la palab ra que le pondrá nom? re, en ruauto esa palabra se pronu ncia, nun ca es plen amente adecu ada , b~n ~ mevnalrlcmcn re un efecto de decepción, el enca nto desaparece, todo nacmucnro del ~ ig: ll i fi c a do cs un abort o ... . . , , ' Esta para doja apunta a un rasgo clave del mater ialismo dial éctic o, clar amcnte perce pti ble en la teoría del caos y la física cuántica (y que tal vez defina lo que llamamos -posmode r nism o"). un enfoque superficial e ignorante .de los det alles revela (o in cl uso gene ra) los rasgos que no puede poner de manifiesto un ex~­ rucn deta llado, demasiado atento. Como se sabe , la te oría del caos de be su orr}.:cn a la im perfección de los apara tos de medició n: cuando los mismos datos, repetida mente procesados con el mismo program a de comJlut~do~, lleva ron a result ado s radicalmen te distintos, los cie ntí ficos tom aron conctencta de que una diferenci a en los datos demasiado pequeña como para que se la advirtiera podía d;lr origen a un a diferen cia rabelais lana en el result ado finaL. . La m.ism a para doia ope ra en el fund amento mismo de la física cuántica: la d i~t~ ncla respec~o de la "cosa misma" (la im precisión constitutiva de nuestra s med u.:1One~, es decir, 1:1 barr era de la "complementa ried ad" que nos imp ide realiza r simu l tane~mente medi cion es dist intas) fo n " a parte de In "rosa", y no es solo un defecto episte mológico; para qu e aparezca (lo que percibimos como) "la realidad", algunos de sus rasgos tienen que quedar si" tsprcificanr. . , • . La brecha entre el nivel de las porcncíalidadcs cuanuc as y el momento d:1 ~e­ gistro que les confiere actu alidad, ¿no es en cie rto ~e~tido homóloga a la l,op ca de la "dob le reacción", a la brecha e ntre el acontcc ur uenro (un padre que se ente ra de que la hija está embarazada) y su registro simbólico (el n~omento ~n que el proceso es registrado, "aparece pan sí mi~ ~o") ? En. ~te ca~ ?e ~e una ~m~ r­ rancia crucial la difere ncia entre la concc pcron materialista dialéctica del r~gls­ tr o simbólico" (vdespu és del hecho", el registro simbó lico le confiere aetu al.,dad al hecho del que se trat a) y la ec uación idealista rssr ~ percipi: el acto de r~gls:~o (simbó lico), la "segunda reacció n", siempre sc prod uce al cabo de un a d.llaclOll mínima v sigue siend o incompleto, superficial; una brecha lo separa por siempre del "en ~¡., del proceso registrado, pero precisamente como tal forma parte "de la cosa misma", co mo si "la cosa" solo pudiera realizar plenamente su estatu to onrológico por medio de una dilación míni~a co ~ res~eto. a sí r;tisma- , La paradoja reside entonces en que /o 'falsa apartenaa tst~ rot1tfJt!".duJ:, dmtro de "la cesa misma", E, incidentalm ente, m esto con siste la " un idad dial éctica de la esencia y la apariencia", to talmente pasada P?~, alto ~r las t~i~~ ~idades d,e manual acerca de cómo "debe aparecer la esencia", ctcetera: \:1 VlslOn, aprox¡~na~a desd e lejos", que ignora los deta lles y se limita a la "mera apariencia", est a m~ s ce rca de "1:1 esencia" que una mir ada próxima, la "esencia' de un a cosa se consuruye parad ójicamente mediante la remoción de la apariencia "falsa" de lo Real en 71


Sil

i n lllt:{~i;lte7.. lM T~n elllos. entonces tres eleme ntos, y no solo la esencia y su »pa-

I~t'("er: primero esta la realidad; en su seno, la iuterfaz-panmlls de las apari encias;

/lJwllll:llte: sobr~ esta pantalla aparece "la esencia". El qu id está entonces en que

(;1 apanenCla es literalmente el aparecer/emerger de la esencia, es decir, el único

lugar '1ue puede habitar la esencia. La reducción idealista co nvencional de la realidad .como ~I, en su totalidad , a la mera apar iencia de algu na ese ncia ocu lta, result,\ insuficiente: dentro del dominio de la realidad misma hay que trazar una línea que separe la realida d "en bruto " respecto de la pantalla a tr avés de la cual aparece la esencia oculta de la realidad, de ruedo que, si eliminamos este ámbito de la apariencia, perdemos "la ese ncia" misma que aparece en él...

E l. ACOSMISMO DE

KA.w

Desde este punto de vista adverti mos clara mente en qué lugar Kant "re trocede" ante el abismo de la imah>inaci6n trascend ental. Recordemos ceomo reslIondirí al int errogante acerca de lo qu e no s sucede ría si tu viéram os acceso al .lmhito no ume nal, a las "cosas cn sí": no sorprende (lue esta visión de un homhrc que se convi erte en títere in ani mado debido a su pe rcepción directa de lo mo nstruoso del "ser en sf" divino ha ya provocad o semejante incomodidad entre los comentadores de Kant (po r lo gener al, no se hab la al respecto, o el te ma se descarta, como un cuerpo ominoso, fue ra de lug ar). Lo que Kan t presen ta es nnda meno s que lo que nos sentimos ten tados dc llamar "la fantasía kantiana fundamental", la "otra escen a" de la libertad, de la pers on a libre espontá nea, la esce na en la cual el agente libre se con vierte en un a marioneta inan imada a me rced de un Dios perverso. Por supuesto, la lección es que no hay agente libre sin est e .sostén fantasmá rico, sin esa ot ra esce na e n la cual el ag-ente es totalme nte mani pula do por el Otro. En síntesis, la proh ibic ión kantiana del acceso di recto ;11 dom ini o noume nal debe reformu la rse. lo que sig ue siendo in accesible par a n l~tros no es lo Real noum enal, sino nue stra [e nmsia funda mental: e n cu anto el sllJet~ se a~e rca de masiado a este núcleo fant asm ático, pierde la consistencia de su cxrsrcncia. . D e m~lJo que, p~ra ~ant, el acc:so direct(~ al dom ini o no ume nal nos privan a de la espontaneidad que constituye el nud en de la libe rtad trascen de ntal: nos convert iría en autómatas inanimados 0 , para decirlo en ténninos actua les,

SR ~ l mismo pu~de decirse de la ley I.:a miana: si uno se acerca demasiado a ella, su gra n,11."1<1 sublime se cnn vserte de pro nto en un ahismo horro roso que amenaza con tragarse al sujeto.

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en cmupura dorus, e n "máquinas pe nsantes ". Pero, ¿es esta concl usión realmente inevita ble? El estatuto básico de la con ciencia, ¿es la libertad en un sistema de de terminism o radical? ¿Sólo somos libr es en la medid a en que no recon ocemos las causas q ue no s det ermina n? Para poder salir de este aprieto, de bemos desplazar una vez más el obstáculo onto lógico, y con verti rlo en una con dición on tológica po sitiva. El e rror de ide nti ficar la (auto)conciencia con el reconoci mien to e rróneo, con un ohstáculo e piste mológico, reside en que (re )introduc e furtivament e la idea cosmológi ca convencion al, premod cma, de la realidad como un orde n pos itivo del ser: po r supuesto, e n esa "cadena del ser" positiva, plenamente constituida, no hay lugar para el sujeto, de modo qu e la dimensión de la subjeti vidad solo puede concebirse como estrictamente codependicnre con el reconoci miento episte mológico er róneo de la verdadera pos irivídad del ser. En consecu encia, el único mod o de explicar efectivamente el status de la (auto }concie ncia consiste en afirmar la ilJcomp/rtud O11!owgico de "la realidad" misma: solo hay "realidad" si existe una brech a ontológica, una grieta en su núdeo - un exceso traumático, un cuerpo ext raño que no se puede integrar en ella- . Esto nos retrot rae a "l a noche del mundo": en su suspensión momentánea del orden positivo de L\ realidad enfren tamos la brecha on tológica por ca usa de la cual la "realidad" n unca es un orden del se r completo, positivo , encerrado en sí mism o. Solo esta experi encia del repliegue psic ótico ante la rea lidad, solo la auroco ntracci ón absoluta explica el "hecho" miste rioso de la libertad trascend e nta l, de una (auto)condcncia qu e es real mente "espontáne a", cuya espontaneidad no es el efecto del rec onocimiento errón eo de algún proce so "objet ivo". Solo en este ni vel pode mos apreciar el en or me logro de H egel. Lejos de rerroce dcr desde la crí tica kan tiana a la metafísica prect ítica que postu laba la estructura racional del cosmos , Ilegel aceptó plenamente (y extrajo las consecue ncias de) el resultado de las antinomias cosmológicas kanti anas: no hay ningún "cosmos", 1.1 noci ón misma de cosmos como to talidad positi va plen amente constituida desde el punto de vista onto lógico es inconsisten te. Sobre esa base, H egel tam bién re chaza la visión kantiana del hombre que a causa de su per ce pción directa de la mon struosidad del "ser e n sí" divino se convie rt e en una ma rionet a inani mada: esa visión es incon sistente y ca rece de sent ido, puesto que, com o ya lo hemo s se ñalado , reintroduce secreta mente una totalidad divina plen amen te constituida desde el pu nto de vista ontológico, un m undo concebido solo como sustanci a, y "0 tambi én como sujeto. Para H egel, la fanrasfa de esa tra nsfor mació n del ho mb re en un títe re- instrume nto in ani mado de la rnon struosn vol unt ad (o capricho) divin o, po r horr ib le 'l ue parezca, indica ya u n retroceso ante la verdadera monstr uosidad , qu e es la del abismo de la lihertad, de "l a noche del mu ndo". De mod o qu e lo que H egel hace es "atr avesar" esta fanu sía, dem ostrando que su función cons iste en llenar el abismo preonrológico de

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~ ;l libertad, es deci r, en reconstitui r la esce na positiva en la cual el suje ro aparece insertado en un orde n noume nal po sitivo. Fst a es nuestra di ferencia fundamen tal con Rogozinski: ella res ide en la diferente res~uesta al i~ teITogante de qué hay más allá de la imag inación sintét iC;I, y de que es ese abismo fund amental. Rogozinski busca una unidad en la di ve rsidad , una unidad no violent a, p resint éeica, preim aginariva, un a "secre ta conexión entre las cosas" , un a sec reta armo nía utópica más allá de los vín culos ~ usa les fen omén i~s , un a mist eriosa "vida de! univers o" como unidad espacio- te m poral no VIOlen t a de la pura diversidad, el enigma que inqu ietó a Kant en sus últimos año s (Opus POSthUl1l1l11t). Pero, desde nuestra perspectiva, esta ar monía secret a es precisamente la ten tación a la que hay que resis tir: para nososrros , el problem a consiste en có mo hemos de co nce bir el gesto fundante de la subjetividad, la "viole ncia pasiva", el acto nega tivo de (no tod avía la imaginación sino la abstr acció n, el repl iegue a la "noche del mundo ". Esta "abstr acción" es el a bi,sm~ oculto por, la síntesis onto lógica, por la imagin ación tr ascen dental constitu tiva de la realidad: como tal, cons tit uye el pu nto de la mister iosa emergencia de la "es pontane idad" tr ascende nta l. Por lo tant o, el problema que encontr am os en H eid egger es que él limita el análisis del esquematismo a la analít ica tras cend ental (al ente ndimiento, a las categorías constitutivas de la realidad), pasando po r alto <¡lie 1;1 pro blemática del esque matismo vue lve a surgir en la Crttica lltl j uiúo, dond e Kant concibe precisamente lo sublime co mo un int ento de tJq tlNJtI1tiUlr las propi as Ideas de la razón: lo sublime nos enfre nta con el fracaso de la imaginació n, co n lo que es a priori y será po r siem pre inimagin able, y es allí don de e ncontramos al sujeto e n cuanto vado de nega tividad. En síntes is, H eidegger no puede abordar la dim ens!ó~ excesiv~ ~~ la subje t ivi <tl.~, su locura in trínseca, precisamente de bido a que limi ta su análisis del esquemausmo a la analítica tra scenden tal. ~ e sd e n uest~ ~ rspectiva, el prohlema que en último aná lisis nos plantea H eidegger es el srgu sente: la lectu ra lacaniana nos permite sacar a luz la tensión int rínseca en la subjetividad cart esiana entre el mo mento del exceso (el "mal diabó lico" .en Kant , la ~noche del mundo" en H egel...) y el intento subsiguiente de normalizar, dom esticar, adece nta r este exceso. U na y ot ra vez, los fil ós ofos poscart e:'ianos se v~n obli gados, por la lógica intrínseca de su proyect o filosófico , a a r,tl cul a ~ un cier to mome nto excesivo de " locura" intrínseco en el (ogito, que de inmediato se esfuerzan en "r enormaliza r". E l problema en H eid egger es que esta concepción de la subjetividad mo derna no parece explicar su exceso in tr ínseco. En síntes is, esta noción senci llame nte no "cubre" el aspecto del cogito que lleva a Lacan a sostener que el cagito es el sujeto del in con scien te. , Para ,dec!rlo de otro modo, el lo gro paradójico de Lacan, qu e suele pasar Inadvertido melu so entre sus se~. u idores, consiste en que, en nombre del psícoa-

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udlisis, vuelv e ,1 la con ce pción del sujeto propia de la Edad M oderna, una con ccpción racionalista "desconlexrnalizada". Veamo s lo que esto signi fica. U no de los este reot ipos de la actu al apro piación de H eid egge r po r parte de los nort eame ricanos subraya que él, junto co n Wittge nstein, M erleau- Ponty y otros, elabo r ó el marco co nce ptua l que nos permite dese mbarazar nos de la idea racionalista del su jeto como agen te autónomo que, excluido del mundo, procesa como una computa dora los datos que le proporcionan los sentidos. E l conce pto hei deggeriano de "ser en el mundo " indica nuestra inserci ón irreductib le e insupe rable en un m un do vital concreto y en últ ima instancia contingente: esta mos desde siem pre en el mun do, comprometidos en un proyecto existencial contra un tra sfon do qu e no se de ja aprehender y qu e se rá por siempre el horizon te opaco al cual somos "a rroja dos" como seres finitos. La oposición e ntr e lo co nsd ente y 10 inco nsciente se suele in ter pretar en térm inos análo go s: el yo descarnado re presenta la co ncie ncia raciona l, mient ras qu e el inconsciente es sin óni mo del trasfondo opaco que nunca pod em os dom inar plenamente, pue st o que desde siem pre somo s un a parte de él, estamos atra pados en él. Sin embargo , Lucen , en UIl gest o sin preceden tes, sostuvo exactamente 10 contrario: e! incon sciente freudiano no t iene nada que ver con la opa cid ad estructuralm ente necesaria e irr ed uctible del trasfondo, del con texto vital en el que estamos insertados los ,¡gentes compro metidos desde siempre; el incon scien te se ría más bien la máquina racion al descarnada que sigue su cami no sin te ne r en cue nta las dem andas del mundo vital del sujeto; representa al sujet o racion al en c uanto este está or igina lme nte "d islocado", e n discordia con su situación conre xrualizada: el inconsciente es la hendidura que convierte la posición primordial del sujeto en algo distinto del "se r en el mundo". D e este mod o tamb ién enco ntramos una solución nueva e inespera da al antiguo pro bl ema fenomenológico concerniente al modo en qu e el sujeto puede despren derse de su m undo vital concreto y percibirse (errón eamente) como un agente racio nal descarnado: este desprendim iento solo pued e prod ucirse porqu e desde el principio mismo hay algo en el sujeto qu e se resiste a su inclusión total en el contexto de su m undo vita l, y, por supuesto, ese "algo" es el in consciente como máqu ina psíqu ica que no t iene en cue nta los req uerimie ntos del " principio de real idad". E.stu demuestra que, en la tensión ent re nuestra inme rsión e n el mundo co mo age ntes trabado s con él, y el colapso mo mentáneo d e esta in mersión en la angustia, no hay lu gar para 10 incon sciente. La parado ja es que, en cuanto expulsamos al sujeto racional cart esiano de la autoconciencia, también perdemos el in con sciente. Tal vez este sea asimismo el momento de la verdad en la resistenci a de Husserl a El Ser y el Tiempo; H usser l insist ió en que Heidegger no ha bía com prend ido la verdadera posición t rascendent al de la epocri fenom enológica, y volvía a 75


conce bir al Dará n como una entidad m undana. Au nque en sentido estr icto este reproch e es injusto, expresa por cie rt o el te mo r de que en la idea heideggeriana dc l vser en el mun do " desaparezca el "punto de locura" que caracteriza a la subjet ividad cartesiana, el repli egue del cogito en sí mismo, el eclipse del mundo... Es sabido que H eidegger invirt ió la célebre afirmación kantian a de que el gra n escándalo de la filoso fía consistía en que no se había probado adecuadamen te el pasaje desde nuestra s re presentaciones de los objetos a los objetos en sí. Para l lcidegger el ver dade ro escándalo es qu e este pasaje sea perci bido como problema, puesto que la situación fund amental del Dasein como "ser ro el mu ndo", como desde siempre tra bado con los obje tos, priva de todo signi ficado a la formulación misma de ese "p roblema". Sin embargo, desde nuestra perspectiva, el " pasaje" (es decir, la entrada del sujeto en el mundo, su con stitu ción com o ,¡gente tra bado con la realidad a la que ha sido arro jado) ]JO es solo un problem a legítimo, sino incluso pro blem a por excelencia del psicoanál isis.e Freu d dijo que "el inconsciente está fuera del tiempo"; en síntesis, yo int ento leer este enunciado contra el fondo de la t esis de H eidegger sobre la tem pora lidad co mo horizonte ontológico de la expe rie ncia del ser : precisam ent e en cuanto está "fue ra del ti em po ", el status del inconsciente (la pulsión) es "preonroló gico" (como dice Lacan en el S eminario X l). Lo preontol ógico es el dom inio de la " noche del mu ndo" en el cual el vacío de la subjeti vidad en frenta la pro ro rre alidud de los "o bjetos parciales", bombardea do por esas apariciones de 1(' corps monete. Lo que encont ramos aqu í es el dominio de la fanta sía pura, radica l, como espacialidad prerem poral. La disti nción que tra za H usserl entre lo eidético y la red ucció n fi"omeno!ógice-trescendmtal es crucial en este caso. En la reducción feno mencl ógico-rra scendenral no se pierde n ada, se conserva la tota lidad de l flujo de los fenóme nos ; lo único que cambia es la posición existencial del sujeto respecto de ellos: en lugar de aceptar ese flujo como in dicativo de ent idades (objetos y estados de cosas) que existen "en sí mismos", "allí", en el mundo, la re ducción feno menológica las "d csrealize ", tomándola s como el pu ro flujo fenoménico no sustancial (un cam hio que está tal vez cerca de algu nas version es del budismo ). Esta "desco nexión" respec to de la realida d se pie rde en la concepción heidegge riana del Dasein como "ser [ar rojado] en el m undo". Por otro lado, aunque la reducción fe-

nomcnológico- trascc ndcnml de H usserl puede parecer muy opuesta a la di men-

sién trascende ntal ka ntiana (la di mensión de las con diciones a priori de la experiencia), existe sin em bargo un vínculo inespe rado con Kant. En su ma nuscri to inédito " El mater ialismo de Kant", P.lOI de M an abo r da el problema kantiano de lo sublime como lugar del ma teria lismo de Kant: La mirada que Kant d irige al mundo como exactamente uno lo ve [JilltllUln ihn sitht) es un formali smo radical que no envuelve ninguna idea de referencia o semiosis (...) el form alismo radical que anima el juicio estético en la d in ámica de lo sub lime es lo q ue se denomina "materialismo".

59. Desde este punto de vista, resulta esencial vo lver a leer los últimos manuscritos de Husserl sobre la "síntesis pasiva", publicados (l~ spués de su muerte ert [hisscriiana, como apunt ando a ese dominio , quc H eidegger elude, ante el cual ret rocede. Q uizás el último Husserl no haya estado exclusivament e inmerso en II n proyccto filosófico que la gran ruptura de El S"J a Timrf'IJ ya había convertido en obsoleto... Véase Edmund Husserl, Analysm zu,.fHUmm Syntlmis. HlJSJt'rlilulil , vol. XI, La Haya, '\h rtin N ijhoff, 1966.

Para decirlo en los t érminos de H eidegger, la experiencia de lo sub lime e nvuelve la suspensión de nu estra trabaz ón en el mu nd o, de nuestr o tr ato con los objetos como "dispuestos 3 la man o", at rapados e n la red compleja de significados y usos qu e constituye la tram a de nuestro m undo vital. Paradóji camente, la afir mació n de De Atan contradice la tesis co nve ncio nal, segú n la cual el materialismo d e be situarse en el nivel de algú n co ntenido positivo y determinado que 1.len a el marco formal vacío (en el materialismo, el co nten ido gene ra y derermma la forma, mientras qu e el idealismo post ula una fo rma a priori irrcduct ihle al co ntenid o que abraza), así como e n el nivel dc !J t rabaz ón prá ctica con los objetos, en tanto opuesta a su contem plación pasiva. N os sentimos tentados de compleme nta r esta parado ja con otra: el mate rialismo de Kant es en última instancia el materialismo de In i11lngi11(uión, de una Eil1bi/dullgsJa-aft que precede a tod a rea lidad constituida omol ógicamcnre. D esde luego , cuando hablamos sohre el mundo debemos tener prese nte que hay dos concepciones diferentes al res pecto: ( 1) la idea metafisica tradicional del mundo co mo la totalidad de las ent idades, la "gra n cadena del se r" orde nada, dentro de J.¡ cual el hom bre ocup a un luga r específico como uno de los seres; (2) la idea del m undo pro piamente heidegger iana, de base fenomeno lógica , co mo el hori zonte finito del devclamie nro del ser, del modo en qu e las entidad es se ofre ce n a un Dasein histó r ico que proy ec ta su futuro co ntra el fondo de su estado de ycct o en una situación concreta. Cuando encontramos un ob jeto del pasado históri co dist ante (por ejemplo, una her ramienta medieva l), lo que lo convierte en "pasado" no es tanto su edad como el hecho de qu e re presenta una huella de un mu ndo (de un modo históri co del develam ieriro del ser, de la trama interconectada de significaciones y pnictíca s sociales) que ya no es directamente "el nuestro". Ahora bien , cuando soste nemos qu e Kant, con sus anti nom ias de la razón pura, socav ó la (validez on tológica de la) idea del m undo, ¿no se limita esta afirmación a la co ncepción meta física tradicional del m undo como la totalidad de las ent idades (que está efect ivamente más allá del horizonte de la experiencia

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posihl e)? Adem ás, esta uociúu del horizonte trascen dental (en tanto opu esto a la tras cendencia noumenal), ¿no apu nta ya a la no ción heideggeriana delmundo como el horizo nte histór ico finito del dcvelamie nro del ser, si la pur gamos de sus connotaciones fislcallstas cartes ianas (las categorías del entend im iento corno marco conceptu al de la comprensi ón cie nt ífica de las represe ntaciones de los objetos naturales, " presentes ante los ojos"), y la tr aspo nemos al horizonte de significado de un age nte fini to comprometido o "trabado" ? Q uizás haya ' Iue añadir a la lista otra idea del mun do: la visión premoderna antro pocéntrica, pero no todavía subjetiva, del m und o como un cosmos, como la "gran cadena ordenada del se r", con la T ierra en el centro y las est rellas arriba; un universo cu yo orden da testimo n io de un sign ificado más pro fundo , etcé te ra. Aunque este cosmos ordenado (reafirm ado hoy en día e n divers os en foq ues "hohsricos") ta mbién di fiere radicalment e del " universo silencioso" est rictamente modern o de vacío y átomos, in finito y car ente de sentido, no debe confundirse con la idea fenomenológico-t rasce ndental dcl m undo como un horizonte de sent ido que determina el mod o en qu e las entidades se le revela n a un agente finito. Entonces, ¿significa esto qu e la destrucción kantiana de la idea del m undo por obra de las anti nomias de la razón pura no afecta al mundo como horizonte finito de la revelación de las entidades par a un agente tr abado? Nosot ros apostamos a que sí lo hace : lo que para Freud es la dimensión del inco nsciente, de la pu lsión de m uert e, e tcéte ra, es precisame nte la dimensión preontológica que introduce una brec ha en la propia in mersión compro metida en el m un do. Desde lueg o, la in mersión en su mun do del agente co mp ro metido puede sufrir una conm oción, y esto es lo que H eidegger llama "angus tia": lino de los te mas ccnerales de FJ Sery ti Tiempo es que cualquier experiencia mundana concre ta es en última ins tanc ia continge nte y, como tal, está sie mpre bajo amen aza; en contraste con el animal, el Dasein nunca se adecua plenam ente a Sil amb iente; su inme rsión en su mun do vital dete rmin ado es siempre preca ria, y pue de se r so cavada por una experiencia sú bita de su fragilidad y cont inge ncia. Est a expe riencia dem oledor a de ti angustia, que hace al Dasein extraño a su inm ersió n en su modo de vida cont ingen te, ¿cómo se relaciona con la experiencia de 1;1 " noche del mundo", del Jlunto de locura, {le la cont racció n radical, del autorrepli cguc, como ges to fund an te de la sub jeti vidad? Este es el interrogante cla ve. ¿COlllO se relac iona el "se r para la m uerte" heideggeriano con la pulsi ón de m ue rte freudiana ? En contraste con alg unos intentos tendientes a equiparar estos dos úlrimos con ceptos (intentos qu e encont ramos en la obra de La can de pr incipios de la década de 1950), debem os ins ist ir en su radical incompatibilidad. la "pulsi ón de mu ert e" es la "laminilla" espectral, la insistencia "inmortal" de la pulsión que precede al devclam ienro ontológico del ser, cuya finitud confro nta al ser humano en la experiencia de "ser para la mu erte".

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2. El espinoso sujeto hegeliano

¿QUÉ ES LA " N EGACiÓN DE LA :-:EGAOÓ:-:"?

From Atlantís to tbe Sphinx ,l de Colin Wilson, una más de la seri e interminable de variaciones en lib ro de bo lsillo de aeropuerto qu e con el enfoque de la N ro: Agr abordan el tema de "1.1 recuperación de la sabiduría per dida del mundo antiguo" (subtítulo de la obra), en su capítulo final opone dos tipos de sabe r: el "antiguo" , intu itivo, ab arcatívo, que nos hace experime nta r directamente el rit mo subyace nte de la realidad ("concie ncia de cere bro de recho"), y el moderno sabe r de la autoconciencia y la disecció n racional de la realidad (vco nciencia del ce re bro izquie rdo "). D espués de un apasionado elog io de los poder es mágico s de la conc iencia colectiva antigua, el autor reconoce que, aunque ese tip o de saber tiene enormes ven tajas, "e ra ese ncialmente limitado. D emasiado placie nte, dem asiado disten dido, y sus logros te ndían a se r comunales":' pa ra pod er evolucionar, el ser hu mano necesitaba salir de ese estado y pasa r a la actitud más activa del dominio tec nológico racional. Desde luego, hoy en día e ncaramos la perspectiva de reun ir las dos mitades y "recu perar la sabiduría perdida", combinándola con los progresos modern os (el relato habitual de que la pro pia cie ncia modern a, en sus logros más emine ntes - Ie física cuánt ica, etcé te ra- apunta ya a la superación del modo de ver mecanici sra, en el sentido del univer so holíst ico regido po r la pauta ocu lta de "la dan za de la vida"). Sin em bargo, en ese pun to el lib ro de Wilson da un giro inesperado. ¿De qué modo se producirá esa síntesis? El autor es lo basta nte in teligente como pa-

1. Colin \Vilsnn, From Atl,¡ntis fO tbe S'pbillX, Londres, Virgin Hooks, 1997. 2. Ib íd., pág. 352.

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fa rechazar los dos enfo q ues prevaleciente ' ,1 li • . el cual la histo ria del "Occidem ' lis e uire ctamenn, premodern o, seg ún n e racio na ista'' fue u • I ', llera q ue dehemos senci llamen,e • r l ' na mera a e rracron, de rna d re ornar a a sabid . se u o hegellana de un a "s íntesis" d i ' una anngua, y la co ncepción , I 1 ' . . q ue e a g un modo munr d r¡ I '1" entre os { OS princIpios espirituales ." I en n a e equr ibn o mundos: recobrar la unidad dida pcrmU len< onos r etener lo mejor de am bos da (el prog reso tecnolóvico PC ¡ ' di. 3. Y ~on~en.'a~ los log ros basados en esa pérdio' ,a Inanllca mdlvldu ar ' . d os versIOnes, W ilso n suhraya ( ue I ,. rsta, e tcéte ra). Co ntra estas dones de la posición occidcntal ..~,.,', P'I~ xlln/"d·t.a ~al' la supe ración de las lim ita. d . ..... ma rsta In I VI( uahsr 1 b ' mismo e la posición occíde t J IV'I bi IS a, < e e surgi r del seno - -, ' . na . nson u lca su fuem J fu . g tnacton: el pn nClpio occidental d J . _ e en a erza de la rma1 , . di . I ' , e a aUlOconClcnCla y Iia genera llo un asce nso ven,' ' 1 In IVI( uacron tamb ién '. gm oso ( e nu estra capar ¡ Id ' . . sarro11amos Illenamente ell, 11 " ]{ a rmagmcnva, y si la de, o s eva ra a un nu . Jd . , va, de Imagi naci6 n rotn nnn ,'>- U , , J 1 evo ruve e conCienCia coleen, r -: un. e m(KIO q ue a ro I " e J an helado próximo oaso de I ' 1 ," b nc usron so rp ren de nte es qu e r-: a evo ucron um ann el , ,_ " a1renacr o n re spec to de la na tur I . 1 . . vrpasc q ue Ira mas allá de la dado. Lo he mos t."Stado dando d: ~zn" eYJ e ~nll.verS() :01110 un T odo , "ya ha sido h .., os u tunos haO T ,. I rnos q uc accr ahora es recen 1 " L" _ ' . • anos. ( JUO n q ue tene) , oc er o . estas so n las ult lb ' [ e ro , ¿q ue es lo que suce dió hace 3500. _ . I ~as pa a ras del Jlbro. l En ese ent onces, se produjo 1,a d ce [imacro» " lano • 1Ats, es ' decir,. cerca del 2000 a .C ..~ yor log ro de la sabid uría antiguo 1 ' " d ltIguo Rem o de Egipto, el madi "', Y e ascenso e las culru qu e reron origen a la civiiízaci . c ' _ .. IOn e uro pea ' en - 1 ras 'n uev as y violentas' tatfdicn de la sahid"n',• , o' ·'g•u a q ue nos pe . . ' SlnteslS, a ca lda en sí, el o lvido con "la dan za de la vida" S· s uernun a m an tener un co ntact o d irect o -, . . I romanos estos cn unci d . 1" J sro n inevitab le es q ue r/111omellto d '- e ' J . I a ~IS Iter a me nte, la conclu, 'd e la ataa (e olVido d. 1. b 'd. ' ,. e 11 so J 1I.n4 dntiguo) coma e (()1J su Opuesto eXl1cto el h /nd I1n e o proxl71JO poso (le /o 1 -T · , la rnatn z pro piam ente hegeliana 1 1 1 11 evo naon. enemos aq uí . { e ues arr o o. la Caíd ,. ' . pro pia autosuperac ión ' I ~ beride es ,_ . , ( a es ya al SI 111ls tn(/ su . .. es ya e n SI IIlI sm . a . que la pe rce pción de que estarnos 1 ¡ 'd su propIa cur ación , de modo c. an e a al a es en llr¡ un e lecto de n uest ra pcrspccr¡ d_ u tima instancia er ró nea '" l ' rva Isto rslOnada- ha '( , ' SI a 'para sí", con que cam biem ' d t: • S a co n que pasemos del "en . -, os e en roqu e y ' oc mverscn ya está o bra nd J onOZC3mos qu e la anhel ada , . . o en o que sucede. La lógica inter na del pasaje de una era a a o un extre mo a o tro, y después a su unid ~ no es q ue haya mos pasado de J~e~lte la rad icalización del prim ero , El a~n:~renor: e l segundo pasaje es simp le_ r ucrsra oc ciden tal" no co nsis te e ~ ~I~a q ue prese nta la "actitu d mecabiduría ho lística sino q ue no n ~,ue a~a o Vldado y reprimido la antigu a sa , nnnplo (()111P etl1l11l!T1te «¡JI dln: sigue percibiendo el

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n uevo universo (de la posición d iscur siva) desde el punto de vista del ant iguo , de la "sabid uría ant igua", y, po r supu esto, desde esa perspectiva el n uevo universo solo pu ede aparece r co mo el mun do c atastrófico de "después d e la Caída" . .1'\0 po dem o s vo lver a ponern os de pie anu land o los efectos de la C aída, sino q ue debemos reconocer en la C aída misma la an hel ad a liber ació n. En Stata ofbt)/lry;' \ Vendy Brown nos remit e a la mis ma lóg ica del proccso d ialéct ico cua ndo su braya q ue la primera reacció n de los o prim idos ante su o presió n consist e en im aginar un mu ndo en el q ue no exista el Otro que los oprime: las mujeres imaginan un mundo sin bomhres; los afroa mc rican os im agi nan un mundo sin hÚl11cos; lo s obreros imaginan un mundo sin capitalistas... El e rro r de esta actitud no co nsiste e n que sea "de masiado rad ical", en q ue qui era ani qu ilar al O tro en lugar de reemplazar lo, sino, po r el contrario, en que no es lo bastan te rad ica l: no exam ina el modo en que la identidad de su propia posición (la pos ició n de obre ro , de m ujer , de afroamer icano...) está "med iada" por el O tro (no habría obreros sin un cap italista qu e o rgan ice los proce sos de producció n, e tcé te ra), de modo q ue pa ra liberarse del O tro opreso r es prec iso transform ar sus tancialmente el co ntenido de la propia pos ición . Este es también el defecto fatal de la his to rización precipitada q uienes quie ren una "se xualidad libr e desembara zada de [a carg a cdípica de culpa y ang ustia" p roc eden del mismo modo que el o brero que prete nde sobrevivir romo oñrera sin un capitalista; tam poco ellos toman en cuenta el modo en que su propia posición es med iada po r el O t ro. El co no cido mi to de M ead y M alinowski acerca de la sexua lidad libre, no inh ihid a, q ue reinaría en el Pacífico Su r , es un caso ejem plar de ese tip o de " negación abstracta": se lim ita a pro yect ar en el O tro espacial e histórico de las "socie da des primitivas" una "sexualidad librc" q ue es una fantasía arraigada en n uestro propio contexto hi st órico. En tal sent ido, esa nega ción no es suficie nte mente "histérica". preci same nte cuando intenta ima gina r una O tr cda d " rad ical" sigue atrapada en las coordenadas d c su propio horizo nte hist órico. En síntesi s, el Anti-Edipo es el mi to edfpico funda menrel.; Este error nos dice m ucho so bre la "negac ión de la nega ción " hegelia na: Sil matr iz no consiste e n algo qu e se pie rd e y se recupera, sino sencill ame nte en un proceso de pasaje desde el estado A al estado B: la primera, inm edia ta negación de A ni ega la posició n de A sin abandonarsus limites simbólicos, de mod o q ue debe seguirla o tr a nega ció n, la cu al ni ega el espaci o sim bólico co mún de A y su negación inmed iata (el reino de una religión es primero su bve n ido po r una he rejía teológica; el cap italismo es primero subvertido en no mbre de "r eino del tr abajo"). La brecha entr e la muerte "rea l" negada del siste ma y su muert e "s im -

3. Ibítl.. pago 3S4.

4. Véase Wendy Bro wn, Stau s of lnjury, C.A, Stanfc rd Universiey Presa, 1996, pág. 36.

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n tSp¡'ItJ~, !'IIjrto btgtlj¡mo bél ica" es esencial: el sistema tien e que morir dos veces. En FJcapi fl1l, Ma rx utiliza la expresió n "negació n de la negaci ón" una única vez, a prop ósito de la "expropiacíó n de los expro piadores" en el socia lismo, y tiene precisamente en mente un proccso en do s etapas de ese t ipo. El punto de partida (mítico) es el estado en el cual los prod uctores poseen sus propios med ios de prod ucción; en la pri mera etap a, el proceso de expropiación tiene lugar dentro tÚI morro tk In propitdodprivado de losmediosde producción, lo cual sign ifica que la expro piación padecid a por la ma yoría equivale a la apro piación y concentración de la propieda d de los me dios de producción en un a pequ eña clase (de capitalistas); cn la segunda etapa, esto~ expropiadores so n a su vez exprop iados, al abolirse la pro piedad privada... Lo Interesante en este caso es qu e, a los ojos de Ma rx, el propio capitoJjrmo, SIl concepcián 71Ii1''''0, aparece como un punto de pasaje entre los dos mo dos de producción más "esta bles"; el capitalismo depend e de (Iue no se com plete la realización de su propio proyecto (esto mismo dijo m ás tarde D cle uac, quien subrayó qu e el capitalismo pon e límites a las fuer zas de "dc ste rr iror ialiaacíén'' que él mismo desencadena).' Esta.t.nada hegeliana es tamb ié n la matriz qu e estructuró la expe riencia de la lucha disidente cont ra e! go biern o de! Panido Comunista : en E.slo veni a, esa lucha ruvo tres etapas. La primera fue la e tapa de la oposición int rínseca, de la crí tica al régimen en nom bre de sus propios valores : "Lo qu c tenem os no es verdadero socia lismo, no es una verdad era dem ocrac ia socialista". Esta crúíca era prehegeliana: no tom aba en cuenta el hecho de qu e e! fracaso del régimen existente en la reali zación de su pro pio concepto in dicaba la insuficiencia de ese concepto en sí; po r esta raz ón.!a res puesta del régime n a esa critica er a (en sentido estricto) cor recta: el régi me n la denuncia ba como abstra cta y basada en la posició n del alma bella incapaz de perci bi r en la realidad objetada la única realización históric amente posible de los ideales que se pre tend en defend er contra dicha realidad.

5. Encom ramos la matr iz de la céle bre "tr íada he gelia na" en [os dos eamhios en la rcla ción entre el du lur de cabeza y el sexo. En los buenos y viejos días prc fcminist.\s, se suponía (l llC la esposa scxuahne nte sometida rechazaba al esposo O) alhom hre diciéndole "Esta noche no, me d ~c1e. l a ~beza " '. En la tléc:ada sexualmente lilx:rada de 1970, cuando ys se acepta ba que la m uícr indUjera acnvarncnte la reladón sexual, era por lo comdn d ho mbre d q ue recurría a la misma excusa: "No qu iero hace rlo esta noche, me dude la cabeza", Pero en las d écadas terapéuticas de 1980 y 1990 las mu jeres volvieron a utili zar el dolor de cabe za comn argumento, solo {lile en sentido cont rario: "M e duele la cabez a, así que hagdmo sln (para rcfresearmet: (T al vez, entre las fases seg unda y te rcera habrta qu e inserta r una pequeña etapa de negatividad abs olu ta, en la cual ambos miembros de la pare ja shuplemenre acorda ban que, puesto tlue a ambos les do lía la cabeza, no debían hacerlo ... )

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Al ace pta r esta ve rdad , la opo sición pasó a la eta pa s~ guien te, la segunda: construi r el espacio de la sociedad civil autónoma, concebid a como extern a a la esfera del poder político. L , actitu d era la siguiente: " N osotros no qU,e~emos el poder, solo quere mos un espacio autónomo, al margen ~el poder po l ~t1.co, para arti cu lar nu estros de rec hos artísticos y civiles, nuestros Intereses espi rituales y de ot ro ti po , cr iticar al po der y reflexion ar sob re sus limitaciones , sin ~t:lr de ree mplazarlo". Por supuesto, una vez más, la crític a fundamental del réglmen .a esa actitud ("La supuesta indiferencia de ustedes respecto del poder esf alsa e hipócrita: lo que en realidad buscan es el poder") era correcta, y el pasaJc. a : a ~er­ ce ra y ú ltima eta pa consistió en to mar coraje y, en lugar de a fi ~ma r ~ lpocn ta ­ me nte que teníamos la manos lim pias y no qu eríamos el poder, mveru r nu estra pos ición , concordando enfát icame nte con la C~tiC3 que el p~der nos ha~ía hecho : "S í, rII eficto, qu ere mos el pod er, y ¿por que no? ¿Por que solo deber ían tenerlo ustcde s?". En las prime ras dos etapas en cont ra mo s la escisión entre el sabe ; y la ve~­ dad: la posición de los defensores del r égi men era falsa, pero e n su cnt~ca hab~a algo <le verdad , mientras que la oposición er~ ~ ipócrit~ (aunque esta hi poc resía se debía a las coaccio nes im pu estas po r el regrm en rmsrno . de modo que en la hipocresía de su oposición el régimen recibía la verdad so bre la falsedad de su propio discurso); en la tercera etapa, la hi1J(~cresía estaba fi~almcnte del lado del régimen . Esto significa que, cuando los disidentes recon ocieron finalmente que buscaban el pod e r, los miembros liberales, "civilizados", del partido los criticaron por po ner de manifiesto una codicia brutal de poder. Por supues t~, ~ c~ ­ tica era pura hipocresía, ya que la form ulaba n quienes de hecho tod avía e¡errlan un pod er absoluto. El otro rash"tl clave es que , en las pril~lera<; do~ ~tapas,. 1.0 realmen te import ante era 111 [ armo rn sí: en cuanto al contenido , la cn nc a PO Sitiva al poder existente era im procedente (m uch as veces co!lsist~a en el rechaz,? de las emergen tes reformas de me rcado, cuando ellas le hacían directam ente el Juego <lo la lín ea dura del partido). Lo que cerdaderamenre importa ba era el lugar ~e en uncia ción el hecho de (]ue la crít ica se form ulaba desde ofllera. En la etapa sr, guicnre la etapa de la soc ieda d civil autón om a, est e "afuera" pas ó a se r so I o " para sí", es decir qu e la dimen sión clave volvía a ser puram ente formal, y consistía en limita r el poder al ámbi to político, en el sen tido restr ingido del té rmino . Solo en la te rcera eta pa llegaron a coincidir forma y con tenido . En este caso es cru cial la lógica del pasaje desde el ven sí" al "para sí". Cuando un amante abando na a su pareja, para el sujeto aban donado siem pre es tra umáti co e nte rarse de que hubo otra pe rso na que causó la ru ptu ra. Sin embargo, ·no es in cluso peo r ente ra rse de que no hubo nadie, de que el aband ono no res~mde a ningu na causa exte rna? En tales situaciones, ¿esa abominable te rce ra persona es la ca usa que explica el aban do no, o bien el tercero es solo un pre tex-

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FJ r¡pÍl lOfO srt)rttl !Jrgr/¡illllJ ro que encarna el malesta r preex istente? "En sí misma", la rela ción hahia ter minado antes de que el o la amante enco ntra ra una nueva pareja, pero solo al apa recer esa nueva pareja el hech o pasó a ser "para sí", se convirtió en la conciencia de que la re lación había con cluido. D e modo que, en cierto sentido, la nueva pareja es u na "mag nitud negativa" qu e da cue rpo al malestar en la relación . Pero , precisamente como tal, ella o él son necesarios para que este malestar llegue a ser "para sí", paril qu e se actua lice. El pasaje del "en sí" al "para sí" invo lucra la lógica de la re petici ón. C uando algo pasa a ser " para SI, nada cam bia e n realidad en esa enti dad, que se limita a afirmar reite radamente (observa y re ma rca) lo que ya era en sí misma." D e mo do quc la negaci ón de la negación no es más que la rep et ición en su expresión más pura. E n el primer movimi ento se realiza un cie rt o ges to que fracasa; después, en el segu ndo movim iento, senc illamente se repite ese gesto. La razó n es sólo la repetici ón del e ntendir nientn que suprime de él la carga excesiva de M ás Allá irra cional sup rasensibl e, del mismo modo que J esús no es lo opW..'Sto a Adá n, sino so lo el segundo Adán. La auro rrcfe ren ciahd ad de este pasaje está capta da del mejo r modo e n u na g ran frase concisa de W. C. Fields, que es en realidad un a versión propia de la observación {l e Hegel en cuant o a que los secretos de los egipcios tam bién er an secre tos para ellos. Fields dijo qu e sóJo sr p,udl! mgflÑor a un tr amposo, es decir qu e nuestro engaño sólo te ndrá éxito si mo viliza y manipula la pro pensión a trampear de la víct ima. Cualquier estafado r exitoso puede con firma r esta paradoja: se enga ña describiéndole a la víctima en pers pectiva la op or tu nidad de ganar rápidam ente una fortun a de un modo scmilegal; el incauto, ante la po sibili dad de engaña r a un terce ro, no adviene la verd ade ra tra m pa en la qu e está cayendo él. O , para decirlo en lengua je hegeliano , la reflexión exte rna de l estafado r sobre la víctima es ya una determ inación reflexiva intrínseca de la prop ia víctim a. En la negació n que r eali za la víctima (el en gañ o al tercero inexistente), en realídad vse niega a sí misma"; el engañador es e nga ñado (en una espec ie de inversión paródica de la "redención del redentor" en Paro/aJ de W agne r).

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6. Por esta razó n, Id du¡ a",aJme en el tra tamie nto psicoanalítico es doble: hay dos y el análisis propiament e dicho cubre la distancia entre ellas. La primera trtllJff'fÜ es el derrumbe del apoyo falHasmático de la existencia cotidiana del anal izante, que sostuvo su demanda de entra r en psicoanálisis: algo deb ió dislocarse, la pauta de su vida cot id iana deb ió desintegrar se, pu es de otro mod o el aná lisis será tina charl a vacfa sin ninguna consecue nci a subjetiva radical. En las entrevistas preliminares se trata de establecer si está satisfecha esta condición elem ental para \11\ análisis real. Después hay que "atravesar" la fa ntasía. Una vez n más, se trata de la brecha entr e el "e n sí y el "p ara sf": el primer atravcsarruenro es "e n si", y solo el segundo es "para si". trllt't'J"1Ús,

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Así es como opera la "astucia de la razón" hegel iana: cue nta con la te ndencia al ego tismo y al fraude de las víctimas. E.s decir que, en t érminos hegelianos, la razón actúa en la histo ria como el proverbial estafa dor estadou nidens e, qu e ma nipu la a sus víctimas apelando a las estrategias solapadas de ellas. En esta inversión hay sin d uda una suerte de justicia poé tica; el sujeto, por así decirlo, recib e del esta fador su pro pio mensaje en fo rma inve rtida y verdade ra: no es la víctima de las maqu inaciones oscuras y externas del estafador profesional, sino la victima de su prop ia compu lsió n a e nga ñar. Encontramos otro ejemp lo de la mis ma inversión en el hech o de que la meralizacidn direcm de In poJítica necesariamente termina en su opuesto: en un a no menos radical politízacion de la moral. Q uienes tr aduce n directam ent e a t ér mi nos morales el antago nismo políti co en el que participan (lucha e ntre el Bien y el Ma l, entre la honestidad y la corrupción) se ven ob ligados, un poco antes () después, a instrumentar po líticament e el ám bi to de la moral, y a subordi nar sus evaluaci one s mo rale s a las necesidades reales de la lucha pol ítica. El "respaldo a X por que es moralm ente bueno " se va convir tiendo im perceptiblem ente en "X debe ser bueno po rque yo 10 respald o". D e modo aná logo, la poli tizaci ón izquierdist a directa de la sexualidad ("lo person al es políti co", la sexualidad es una palestra de la lucha por el poder político) se convierte ine vitable mente en una sexualización de la política (el en raizami en to directo de la opresión política en el hecho de la diferencia sexual, que un po co antes o después ter mina en alguna versión de las t ransform aciones de la política e n la lucha en tr e los princip ios feme nino y mascul ino, ta l como la for mula la New Agc ...).

L A A.'A.\IO RFOS IS DL\ I. ÉCT lCA

De los dos últimos eje mp los surge con claridad que la concepción hegeliana

del Absoluto " no s610 co mo sustancia, sino tam bién como Sujeto" de nota exactamente lo contrario de lo que parece significar (que el Sujeto Absoluto absor be o in tegra la totalid ad del cont enido sustancial medi ante su activida d de mediaclón) : ¿acaso H egel , en la Fenomenolegia del Espíritu, no no s describ e reit erad amente el fracaso repetido de los esfuerzos del Sujeto por rea lizar su proyecto en la susta ncia social, pur imponer su visión al universo soci al? Es decir , H egel narra la h isto ria de cómo el Otro, la sustancia social, una y otra vez des bara ta ese proye cto y lo po ne cabeza abajo. De modo que debe mos excusar a Lacan, al me nos en parte, por hab er con fund ido dos dist intas "figu ras de la conc iencia" qu e aparecen en la Fenamaw/agía: la "ley del cora zón" y el "alma bella". Lo que ambas comparten es la matr iz que, q uiz á incl uso más que la "conciencia desdichada", con densa la ope ración básica de la Frno111rnolagía" en ambos casos, el

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Sujeto inte nta, afirmar Sil particular actitud correct a, pero J.¡ percepción social real de esa actitud es exactamen te opuesta : para la sustancia social, J.¡ co rrección o rectitud del Sujeto equ ivale al cr imen. Aqu í s_e ~ m pone . un argu me nto ob vio en senti do contrario: en el proceso fenomenológico se sigue tra ta ndo de un Sujeto atrapado en su marco limitado na rcisis t~, que p.or lo tanto tiene que pagar el precio de su desaparición definitiva; el SUjeto u~lV~rsal e n ac~o sólo surge al final de ese proceso, y no se opone ~a a la sustan~l~ sm o que la incluye en sí... La respu esta verda dera mente hege liana a esta ~n tlca es que sen(~JI(/ment/' no hOJ tn/ " S~geto Absoluto", pu esto que en H egel el SUJe~o no es 11t1d01110S que el momento mismo del auroenga ño unilateral, de la hybrn de afirma rse en la propia parti cularidad exclusiva, que neces ariamen te se vue lve contra sí mism a y term ina en la auronegací ón. La "susta ncia Sujeto" sign ifica precisa~ente que este mov imiento de auroenga ño, por medio del cual un a~pe~o panicular af irma de sí mismo que es el principio un iversal, no es un m o vnm enro extern o a la sustancia , sino cons titutivo de ella. _~or esta ,razó~, la negaci? n de la nega~ón. hegeliana no con stituye un ret orno ~~gl~ a la identidad después de la expencncra dolorosa de la escisión y la alien acton , sino la ven ganza del Otro descentrado contra la presunción del Sujeto: la primen negación con siste en el movim iento del Sujeto contra la sustancia social (en ,s.u acto "crim i~a.l " que pen~lrba el equilibrio sustancial) y la subsiguientc nc ga~lOn ~~ I,a nega clon ,no es mas que la venganzg de /0 sustancia (po r eje mplo, e n pslcoa~all sl s, la n~ga clón es la represión que reclu ye en el inconsciente algún conte nido sustancial d e~ s~r del Su jeto, mientras que la negaci ón de la nc!,raci ón es el retorn o de lo reprimido). Para volver al ejemplo t rillado del alma bella: la nega~(~n es La actitu~ _crítica del alma bella respecto de su amb iente socia l, y la negacl? n de la ncgraere n es ~a co mp rensión de que la pro pia alma bella depen de del ur nverso perverso (lile dice rec hazar, y participa en él. La negación de la nega.ción no supone ~i.n.gu,na i~ ve rsi ón mágica; simpleme nte señala el desplazamlent? o la ~Ie~apal"l~'on inevitables de la act ividad releolég ica del Sujeto, Por esta raz ón.Ia msrsrcncia en que la negaci ón de la negaci ón ta mbién puede fraca sar, en (jue es posible que la escis i ón no sea seguido por un "retorno a lino mismo", no da e~l el blanco: la negació n de la negación es J¡¡ propin matriz lógica del fracaso necesanc del proyecto del Sujeto; un a negación que no se nebrara a sí misma sería precisamente la realización exitosa de la actividad teleol ógica del Sujeto, T am bién se podría clarificar esta cuestión cru cial apelando a uno de los aspecto s más import antes de la revo lución qu e David Lynch realizó en el cin e: en collt~a ste con to d,a la histori a de este arte, en la cual una pe rspectiva subjetiva donuna~te organi za el ~spacio na r rativo (por ejemplo, en el "cin c ne gro", la perspecnva del p r(~ tag()I~ l sta , cuya voz en off comenta la acción), Lyn ch presen ta van os puntos de vista . En Dune, el pro cedi mien to (injus tamente repro bado por

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muchos críticos, qu e lo con sideran una inge nuidad no fílmica qu e bo rdea el ridíc ulo) con siste en em plear un come ntario en off múltiple qu e, además, no proviene d e un lugrar futu ro imaginado (el héro e qu e recuerda ,en/lnshback acon tecimientos pasados), sino que es contemporá neo del nconrec muento comentado, expresa las d udas y ang ustias del Su jeto, y así sucesiv amente_ L a "fOZ e n off del héroe no abarca en sí la situació n descrita, sino que está insertado en ella, forma parte d e ella, expresa la tra baz ón del Sujeto.e n. ella, . • • N o sorpre nde entonces que este procedimie nto le parezc~ rid ículo al espc~­ rado r de hoy en día. R..tá terriblemente ce rca de otro gesto reiterado en las ~h ­ cu las esta doun ide nses: cuando un persona je oye o ve algo que lo descon cierta (po r es tú pido, increíble, e tcéter a), suele fijar la mi rad a, in~lina~ la ~~be~ y enfrenta r a la cáma ra, mientras dice"¿Q ué?", o lanza alguna m rerjeccion. SII~ esce na fo rma pa rte de una serie t elevisiva, como regla este gesto es aco mpa ñado por risas gra badas (lo habitu al, por ejemplo, e~ Yo il11!~ a L,llCY)_Es te gesto tonto indica el momento reflexivo del registro : la mmersron directa del actor en su realidad narrativa se ve momentáneamente perturbada; el actor, po r así decir1~), se sustrae al contexto narrativo y asume la posici ón de observa~or, de su propia situación... En ambos casos (Dtmr y Yo amo a LIICY), este proce dIm Iento en apa riencia inocente ame naza el fundamento mismo del edificio onto lógico con~'en ­ cional; inscri be un punto de vista subje tivo en el corazón m~sn~o, de la."realidad objetiva". En otras palabras, SOCAva la oposición e~tre el O?J~tl'¡:.smo mgen uo y el sub jetivismo trascen de nt al: no tenemo s "la realidad ob,et1~'a dada,de antemano , con un a m ultitud de pe rspectivas subjetiva.s en las que dicha r: ahdad,ap;l' rece d istorsionada, n i tampoco su contrapunto t rascendental, el SUjeto U1l1 fic;~ ­ do que abarca y cons tituye el tod o de la realidad; lo que tenemos es la paradoja de sujetos mú ltip les incluidos en la realidad, in~ertados. en ella, y cuyos mod us t~e ver la tamb ién la cons tituyen . Lo que Lynch in ten ta ilustar es e1 .est~~u(} a ~Il.I ~I ­ guo y ominoso de la ilus ión subje tiva que, precisamente como ilusión ~VIS lfl ll disto rsiona da de la realidad), es la realidad mi sma: si sustra emos de la realltb d la perspectiva ilusoria, perde mos la pro pia realidad. E n un nivel filosófi co, esta delicada di sti nción permite captar la r upt ura tle H egel con el idealismo kant iano , D esde luego , I Ieg,el arrend~ó la lecci{~ n, del Idealismo t rascendenta l de Kant (no hay ninguna realidad anterior a la actividad del Su jeto que la co nstit uye); sin embargo, Hege~ se ne~ó a elevar el Sujcte~ a la condición de agente ne ut ral- unive rsa l que cons tit uye Jl~ectamente .la rea,lId:lll. Para decirlo en tér minos kantianos: según Kant no hay ninguna realidad sm Sujeto, mientras qu e H egel insiste en qU,e la JIlbjrti~~dad es i1ltr~llse(a,!,ente J!tlt~/¡~f!,!({1 (tendenciosa hmirada a una perspectiva desequi librada y distors iona da tlel I o~ do) , El logr~ de H egel con sist ió entonces cn cO,m,bintlr, en t,ér minos sin prcccden tes, el cardctcr ontológico constituyente de la nctiuidad del SUjeto con el sesJ!,u IlfI fO87


SlmJOj Zitr /( lógico írredua ibíede tsr mismo Sujtto: cua ndo pensa mos en estos dos rasgos conjunt ame nt e, co ncebidos co mo codependie nres, obtene mos el co nce pto de 1111 sesgo patológico constitutivo de ItI realidad en sí. El nomhrc que le da Lacan a est e sesgo pat ológico constitutivo de la reali dad es anamorfosis. ¿Q ué es la anamorfos is, por ejem plo , e n el cu adro titul ado Los tm bajadarts, de Hol hein? U na parte de la escena percibida aparece disto rsionada de modo tal q ue so lo adquiere su perfil prop io si se la contempla desd e un punto de vista especí fico que desdi bu ja la rea lidad restant e: cuando percibim os claram en te la mancha co mo una calaver a, y de ta l mo do llegamos al p un to de pensar quc " el Espíritu es un hueso", el resto de la realidad deja de ser discernible. D e t al modo tom amos conciencia de q ue la realidad sie mpre involu cr a nuestra mi rada, de q ue esta mirada está incluida e n la escena q ue observamos , de que esta esce na ya "nos m ira", en el mísmo y preciso sent ido en que, en El proctso, la novela {le Kafka , las Puert as de la Le y solo está n allí para el cam pesino. N uevamente, podemos discernir la brecha te nue, impercept ible, pero no meno s crucia l, que separa a La ce n de la concepció n id ealista co nvencio nal de la "constitución subjetiva de la realidad" (la realidad romo tal, en su totalidad, seria "anamódica " en el sentido ge neral del "esse » pl!1·úpi", del "ser allí" solo parala mirada del Sujeto): la noción laca nia na del punto ciego en la realidad introduce lo distorsMI1 ona11l6rfica en la realidad misma. El hec ho de q ue la realidad so lo está allí para el Sujet o J~b~ inscribirse ni la rtalidnd misma co" la furmo de l/l/a mancha onamórftca: esa mancha representa la m irad a del Otro , la m irada co mo objeto. En ot ras palab ras, la m ancha anam ór fica co rrige al "idealismo su bjet ivo" co nvencio nal, al representar la brecha en tre el ojo y la mir ada : el Sujeto q ue percibe es desde siempre mirado des de un punto q ue se sustrae a sus ojos.

3,4, 5 L a idea hegeliana de "la sust ancia como Sujeto " supo ne el cará cter triádico del proceso dialéctico: sign ifica que la susta ncia es una entidad que se desa rrolla a sí m isma, se exrer naliz a, pone su O tredad, y desp ués vuelve a unirse co n ella... En co ntraste ron est a concepció n co mún, se puede sos tener q ue la dimensión re al se discierne precisame nte en los ato lladeros de la tri plicida d, en esos lugares do nde H egel osci la y propone una Form a de cuadruplícídad, incluso quinrupliddad. ¿Hasta q ué punto es ento nces pert inente la for ma t riád ica, es decir, el ben dit o "ritmo" t ripartito del proceso hegeliano? Au nq ue po dría n par ecer pu ramente for males en el peo r sentid o de la p;dabra, estas co nside raciones nos en frentan inmed iatamente co n la tensiú n y la inesta bilidad profundas del sistema hegeliano co mo sistema de la subjttTt'idnd.

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/,1 rfpimJIIJ mjrlo vrJ/,rliIIlJO "ol11emos CO I1lU Ilunto de p art id a el co nocitlu pasaje de la s 1I~I'cn'ad~I;\l.'1 "me rodoló icas" finales de su gran LógiClI, pasaje en el cl~al el prnl'ltl l lc¡.({· l.l bl de triplrcidad o cnadruplici dad: el mo mento inrcnucdio ¡le un proceso, 1.~H llr l ~ diaeión inic ial y la inmediació n media da final (es de~i r, cl lllOll W lll1I \ 1: ,;1 a 1Il~7 ) d -c nta r dos veces co mo negación inmedia ta y COIllO nq tlln llll negaaa1J se pue e e , I , ' L de modo qu e el proceso to ta l pue de co nstar uc tr es o c lI;ltro auro rretere ncra , {e mo ( . l. . fía de la natu raleza H egel parece proporcion ar 1I1ll\ l.I'1 m omen to s. E n su fil I oso .. , I r f \. l é lea ositiva a esta alt ernativa form al, cua ndo afirma q ue ;1 lo r lll;1 \1111 .1E " tu e, la t ri¡llieidad y q ue la for ma fundamental de t I Na ruralco nro °lgd I P me n ta e ~Splfl , , 1 1 " , l· l. I 11 ,1\ , -id ad:, puesto za es 1a cual1TUI' l¡¡el - qu e la' Naturaleza es el remo 1 e . ;1 externa . .: ' , cada un o de los momentos lógico s de be adq uirir en el.la una eX ISl~ I\C~a .rlS1t lV:~ d (C rno e n la perspectiva hegeliana co nvencional, qtle es mue IIS ~,I , e ~~~~rca~ la ~nujcr se rel acionan co mo la cultu ra y la Natural.e~~, Ir lSlscnlllll u, incluso tentados a soste ner qu e la atribuci ó n de una cuadruplícíc al u a n:ltll ~;¡ ' " n-adiciona l de 3 y 4 com o lo s n úmeros "m asculino y leza apunta a 1a opostcion .. " 1 "f; . o" res )ectivalllente, en el pensamiento o riental.} _. e~~:)::;lst~nt~l hay otra cjem plificnción de la lógica de h .cuadr uphcl\ l;¡d mll1 ~ cho más sustan~ial y pert inente. La Idea, el reino de la lóg ica, de h~~ p,~Ifj" 1 e. ,- . I d 1 " D ios anter io r al acto de la C reación , IIm·dl· terrmnacrones co nce ptua es, e

.. '1- " em re la tr iplicidad y la clladn l[llid llad; la lliall'l:'linl hi, I IlaY una osc i acron 7. Pero no SO" , , l - 1, JI . rcl la Irf,ulu , " , d 10l rece a iu n tar 11. una quilltllphCldMI. En la Fel/Qmnw oglo 1 e e ~ : . ' ¡'d ,_ 1 S'tt/ichkti t griega (el mun do de la su,t,lIlcl:llllloLd (' 11('. 1 tort<:a a m c r~ u 0.1 ideal de la hlstort~ de OCC,l ,I'nte sena a li6n en el universo med ieval, que culmin;\ en d ulili imnooiatl y la unidad org:mlC1 ,. ),.s,u a~'cn'''d' " <ucu ncia ét iC1 co n la individuali&ul líb rc cu ti , odemo y 11 conct racrcn una ~ ~ tarrs m u 111 , 'd de los dos ""sajes (des<le I~ un itl~l l ,mlJ Il Estado racional mode rno ; ~hor;l bien, en ca :1 uno r, ' , l r enación y desde la alienación lota l a la conciliación) hay un mome nto "m~llo"" In ::';c~~(:. ~n[re la :lIlidad sustancial griega y la alien ación medieval encon~mos ,la CI'''II-'' rn

;:::,~,: ~,I;~~i:iod;i:~:'~E~:':':~~!~~~~~¡~~~~::~;'~,:7~~:·:::¡~;':¡;'~;~~;::;':i;~;~E;;::;::'

un mero, re ' h'o b(e tro lado un bre ve período de libertad absoluta, el traumatrco 1error . lo i di ' en lugar ,le It'nal m ( 1I erno u o po r o de la Revolución (GIIC Lo intere '1 go de la triplicidad a la Guintuplicidad por la int rusión de la~ nera r una verd1dcra :o h san tc es qU,e un p1s~Je un ui ér t bar la triada co nvencional del matcrialismn hi~ d tapa ~ mtenncd la, u m 1 n parece per ur , '. .I . ?s e ( ' "d d tribal prcclasista, sociedadcs clasistas alicnalbs, sociedad sllclahsta p(l ~'- n' lst,1 tonel) h~~~~;' : 1"d~spotisll1() nrienul" est á intercalado entre la sociedad tribal vrcclOl~l sl;l ~ Lr :;~all esciavista dá~ica, y vuelve a estarlo como F..,tado estalinista despótico entre e cal'll~ ·

}~~~i:~~t~~:::~~a;~ó::~:::o~:I:::'~ ~:~~i\"A).

Iismo y el socialb mo auténtico,

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negars e d~ dos nHxl.~s: ~omo ~atura ¡eza y también com o espíri tu finito. La Na~ tur~le7:a c~ la negación inm edi ata de la Idea; la representa en su exrema lidad espa~l al in difere nte. T otalm ente distinto de ella es el Espíri tu finito, subje tividad actl;~ q ~e afir~n~ su dcrcch? infi nito y se opone a lo universa l, pert urhand o su e~,Ulh brJo orgamco, s~hord llla ndo el interés del todo a su egotis mo; esta ncga~lOn es ~ utorreferenclal, es el ma l, el mom ento de la caída (en contraste co n la Inocenc ia, de I~ Naturaleza). La paradoja de esta segunda negación consiste e n qu e es ma~ radicales el ~O~CIHO de l do lor in finito, de la auroalienació n, pero, P,oc ~a mls ~a razon' ,esta mas ce rca d~ la reconciliación, ya que, en el caso del SHmSm(~ fimto?,la calda desde la tota lidad es aurorreferencial. postula da como t~l, y esta tal~blen presente como an helo de reunificación con la tota lidad pcrdl~a ... ~ n~~o J lo;>le pie nsa qu e el momento de la reco nciliación quc de be se~U1r al Espfriru finito no es más qu e el Espíri tu objetivo, e n el que se rcccnciII~n ~os d.o~ mome~tos divididos, N aturalcza y Espíritu finito: la totalid ad de la Sm/uhkelt intcrsu bjerí cs como "segunda natu ral .-,," del h 010 Isre.• D e mrx Io que " .. el SlSten~ a t~~al !x)(!na. esta r compuesto por cuatro momentos: la Idea lógica, su " externali zaci ón iruucdi ara en la Naturaleza Sil "retorno abstr acto a sí m¡ IS ' fin¡ , .. usrr a " misma en ~ ujeto mi to opu esto a la naturaleza, y el cu arto mo mento, la susta ncia é tica segun~a na~rale~", .como. rccon ciliación entre la Naturaleza y el espfriru fin i~ to oSegun H osle la msrstencra de H egel en la tríada (contra la cuadrllplicidad) se debe a que Il? capt a a~l~cuadamcnte la lógica de la intersubjetividad en ta nto op uesta al SUjeto monadico y su ,:"ovimiento dialéct ico hacia el obj eto . Estos prob lemas sobrcde rer mín an la oscilación de H egel e ntre las diferentes estruc:u ~as gene,rales de su lógica, y ta mb ién en tre las d ifere ntes correlaciones de la ~oglca en SI y la Rea/pbi/osophie. En su lógica, la art iculación triádica de se r esenc~ a-.con ce pto se su p~rpon e ext rañamente con la escisión diádic a en la "Iógica ob jetiva" ~ser y ~~encla} y la "lógica subjet iva" del conce pto, en cla ro cont raste con la art iculació n general del proceso dialéct ico, en el cual la subjetividad a~ar~ce e~ Seb'l,.?do lu~r y representa el momento de escisión, negatividad, perdida., 1 a~a J losle,(quien con toda raz ón suhr aya que los juegos con "histo rias alte rn ativas, con dl~e rentes versio nes po sible s del sistema de H egel, son profu~damente pro ducti vos), el punto d ébil sintomá tico, el pu nto de fracaso que J eja ver la ",at.uraleza prohl~mática de la "lógica subjetiva" como momento final de tod~ la IO~lca" es el pasaje ~Iesdc su primer a par te a la "ob jetiv idad" , que nos retf,ot rac a estructuras cn realidad pertcnecrenree al dominio de la esencia (me carusrnos causales), a la filosofía de la Naturaleza (quimism o, organism o), o a la

8. ~éas~ ~'i.ttoriu 1lilslc, H rge!r S)Jrrm: Der Mm lismus der S ubjektivit iit ¡/lid JIU 1'rO""'1I1 der lntrrsubjelaioitet, vols. 1 y 2, H amburgu, Fclix Afe incr Verbg, 1988.

filosofía del Espír itu finito (teleología e xte rn a), I legcl tiene qu e realizar cs ugesto de exrernaliza ción en la objetividad de la lógica subjet iva propiam ent e dicha, para poder prop oner corno terce r mom ento la Idea absoluta, la síntl'si.. ch' la lóg ica su bjetiva con la objetividad. De modo que habría sido mucho más consiste nte postular la "Iúg ica sll!Jjl,tiva" (concepto -juicio -silogismo) como segundo parte de un a estructura t rhítli(,;1 general, y añadir a la "lógica su bjet iva" pro piam ente dic ha (la pr ime ra pune ehla lóg ica de l concepto) una tercera lógica, síntesis de la lógica "obj e tiva" (q ue descri be la estructura catego rial de la realidad presubjetiva desde el se r, ,l lr .ln :s de la esencia, hasta la noción de actua lidad o sustancia como COllSI1 suí, y su pasaje al Sujeto ) y la lógica "subj etiva " (que describe la est ructu ra cate go rial del nizonamie nto finito del Sujeto; precisame nte aquí encontramos el co nten ido tlt· L\ lógica trad icio nal). Esta te rcera lógica descr ibiría la estructura categorial tic 1,\ "segu nda n at uralez a", de la sustancia espiri tual como unidad de los momcnn- , obje tivo y subj etivo, es decir que defin iría la estru ctu ra categorial de la i"'(,.,mbjerividad. Lacan define el orden sim bó lico como no objetivo ni subjetivo, sino precisamente como el orden de la int ers ub jetividad; en consecuencia, no s se ntimos t entados a preguntar, en una prolepsis anacróni ca, si la candidata perfecta para desempeña rse como esta terce ra l ógic a de la inters ubjetividad no es 1:1 "Ic'l gica del sign ificante" psicoanalñíca. que despliega la extraña estructura de 1.1 relación del Sujeto con el OtrO en c uanto su sustancia sim bó lica, el espado e n el cual inte ract úa co n otros sujetos. ¿No tene mos ya fragme ntos de est a lógit',1 e n una mu ltitud de dominios y formas? Por ejem plo, la estructura lógica de la IIsica ató mica, que inclu ye la subjetiv idad (la posición del observador, e! p'lsaje desde la virtualidad cu ántica a la existencia rea l); la "autopoiesis" de la vida, <¡tle y,¡ despliega una teleología inte rn a; la concepción laca niana de! "tie mpo lógico", incl uso la propia dialéctica inte rsubjet iva del cri men en H egel (cont ra la SUSI 'IIl cia ética) y su perdón, la reconciliación del crim inal con la comun idad malquistada, en lo cual H abermas discierne el modelo del proceso com unicacionul in rersu bje rivo. No obstante, aún debe mos e ncarar e! interrogante de si la sustancia socia l es en efecto la reconciliación co nsu mada e nt re la Naturaleza y el espír it u finito: ¿no subsiste po r siempre una brecha ent re la "pr ime ra" naturaleza y la "segu nda"? ¿No es la "segunda natu rale za" un esta do precario de equ ilibr io que en cualquier mo mento puede destr uir una con t inge ncia externa (e! proverbia l cometa que choca con la Tierra) o una guerra o catástro fe ecol ógica generadas por la prop ia h umanidad? Adem ás, el objeto del psicoanálisis ¿no es precisament e esta brec ha entre la prime ra y seg un da naturaleza.Ta posición insegura del Sujcto humano qu e, después de habe r per dido pie en la primera naturaleza , nunca pued e sentirse tota lmente cómodo en la segunda, lo que Freu d llamó das UlIl/{'M

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El r í/Jill(H(/ j'ujrltl /¡rlf,l'/i{///(/

bagm in der Kultur, los di fere ntes modos (psicosis. neurosis...) en q ue puede descarriarse el pasaje desde la primera a la segunda naturaleza ? H :l.Y, por lo ta n to , un núcleo que se resiste a la r eco nciliación completa del Suj eto con su segund a natu raleza: a este meollo Freu d le da el nom bre de pu lsió n; Ilegello llama " nega tividad abstracta" (o , en los térm ino s más poéti cos del H egel jo ven , " noche del m und o" ), ¿I\"u es por esto po r lo q ue H egel insiste e n la nec esidad de la guerra que, dc tie mpo en tiempo, de be per mitir q ue el Suj eto recobre el gusto po r la negativid ad abstracta y salga de su co mpl eta inmersión e n la totalidad co ncreta de la sustancia social co mo su "segunda naturaleza"? A causa de est a brec ha, la es tr uctu ra ge nera l de la lógica debería habe r sido t1wJntp/e. A la "lógica objetiva" (q ue describe las es tructuras caregoriales de la rea lidad presubjetiva) y a la "lógica subjetiva" (que describe la estr uctu ra del razo namiento del Sujeto fini to, desde el concepto hasta el silogi smo), las debe segui r la "lóg ica intersubjetiva" y, ademá s (puest o q ue la sustancia int ersubjetiva aún no llena la grieta ent re ella m isma y la o bjetividad, entre la primera y la segu nda natu ralez a), la "lógica absoluta". En términos lacamanos , la lógica inte rsubjetiva es la lógica del sig ni ficante relac ion ada con [a estructu ra del deseo, mien tra s que la lógica absoluta es la l ógica de lo Real, la lógica de la pulsidn. D c hecho, en 1;1 conclusión de su lógica, en su búsq ueda (le una síntesis ent re la Id ea de la Verdad y la Idea del Bien, H egel parece des cribir la paradoja central de la pu lsión: la solució n de la tensión e nt re la pasividad (la contem plac i ón de la Ver dad) y la actividad (el esfue rzo tend ient e a real izar el Bien) consiste en que el Sujeto e.tpte el hecho de que, en su esfuerzo ético, no está luchando en vano po r realizar un Ideal impo sible, sino q ue reali za algo ya act ualizado en sus m ismos esfuerzos reite rados tendient es a realizarlo. Esta es la parado ja defi nida más tar de por Lacan en su distinción entre ainr y gM/ de la pul sión (la ver dade ra finalidad, 0;111, de la pul sió» se r ealiz a en su re petido fracaso en realiz ar su m eta, gO{¡/). Con rcspecto a la relac ión entre la lógica en sí y la Realphilosophir, Hüsle señala que su paralelis mo no es nun ca perfecto y esta ble: en la versión convenci ónal del siste ma de H egel (lógica-Naturaleza-Espír itu), la mera d ualidad de la Rea/pbi/osQpbie (Natu rale za-Espíritu) no refleja adecuada mente la tr íada de la lógica (ser-esencia-concepto) : no obstante, si transfo r mamos la Reolph;Josopbie en la tríada de N atu rale za-Espíritu finito-Espíritu objet ivo/naturalizado, la estructu ra general del sistema ya no es un a tríada, sino q ue se vuelve cuádruple . De modo q ue tenemos la t ríada ge ne ra l pero sin un paralel ismo perfecto e ntre la lógica y la Renlphilosophit, () bien un para lelismo rriri dico pe rfecto , pe ro co n la escisión diád ica general en tre lógi ca y Realphilosophic... M e siento tentado de añadir qu e este frac aso de I legel - que no logra, con una vuelta de tuerca adicional, la recon ciliación del Espíritu (como " retorno a sí misma" de la Idea desd e la Naturaleza) co n la N aturaleza en sf- , también pued e 92

discernirse en su conce pción rcd uccionista de la sexuali dad. Ilegcl coll cil,lc. 1:1 "cul ru ralizací ón'' de la sexualidad co mo su simple supe rac ión en la form a CIVI!I · zada, soci osimbólice, del matrimonio. T rata la sexualidad en Sil fjlns~lfí;l tic 1;1 natura leza como un mero fun da me nto natural y pre!>u)luesto de la sO<-' le lh\( ~ hua en el cual la c ópula natu ral se supera en el vínc ulo espiritua l de l mutruuuru ana, , , 1 ' 1' 1 ni o; la pro cr eación biológica se supera en la dcsc len Clll Sl lll lO lC,1 11l:1H ' ;1I :1 por el Nombre de la familia, su apellido, y así sucesrvam cnre. Desde 1 1l e,~1I , ;' ~lll ~ uu e H egel tien e una perfecta concienci a de que esta "s llpef<lc ió n", mmbiéu alcet~ y m odi fica la forma de satisfacer las necesidades naturales (la cópula 7s.l~rcl'e~ d ida por el proceso de la sed ucción; se realiza habitu almente : n la pc ~slel()n del m isionero y no a tergo, como entre los animales, etcétera), ouur e consl~lenlr ClllC la "superación" simb ólico-cultural no solo transforma la manera de sallsf:lce r ];IS necesidades naturales, sino que de algún modo afecta ta mbi é? su s\lst:mci.a: en una o bsesión sexual C0 ll1 0 la del am o r co rtés, la finalida d última, y la ~~tls(al'­ ción e n sí, cstá desco nectada de su base natural: la co nvierte el~ una !)~sllJn let al qu e persiste más allá del ciclo natu ral y de la I~ ece~ida d y su satlsfacc lo,n., , " L a cuestión es qu e los seres hu manos no solo tienen sexo de una. mnnc rn 11\,\s cult ivada (o, po r supuesto, de una man era incompar~blemen~e mas cr uel} q ll,t' los anim ales, sino q ue so n capaces de elevar la sexualidad al ni ve l de tina Fi nalidad abs oluta a la que subo rdinan tod a su vida. H egel pa re~ igno rar esta trausform ación de la nec esidad biológica de copular en la pulsi ón sexual (.'UIlIO uua verdadera " pasió n metafísica". Tomemos el caso de Tristán e Isol da: ¿d{mtle se puede n ubica r, en el siste m a de H egel , esta pasión mort~I,. esta volunt,ul.dc "" mirsc en la noche del goce, de dejar at rás el universo cotidi ano de las obhg,lt"o~ nes sim bó licas? ¿Dónde ubicar esta pulsió n incondicional. q~e no es culturan i N aturaleza? Aunque esta pasión in tenta sus pende r el dominio de la cultura (clt~ las obligaciones simbólicas. etc éte ra), no tiene nada que ver co n.un reto~'no .:1 1:1 N amraleza instintiva, AHs bien invo lucra la perversi ón más radical dclin srinto nat ur al, de modo q ue, p,lradójicam ente, el recurso al o rden de la cul tura 11m permite sust rae rnos al torbellino mortal d~ esa p~sió? ~o natural, y reCtl~~r;lf el eq uilibrio natural apacig uado r de las necesidad es mstl ~ltIvas e~ su form~ slll~l~o­ lizada .~ Para deci rlo de otro modo, lo qu e H e gel omite considerar es el hecho

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9 . O tra indicación del fracaso de H egel p3reee ser el modo como trata ,la locura ~Il SIL, '11 ~ tropo logía: red uce el re pliegue, earacrcristico de la locu ra, re sp ecto d el u mVCN;O ,SOCIal pl1l~l ' co a la condición de reg rcsi"lII al "alma anim al", pasando por alto el h ech~ ()hVl ~J de que 1'1 noch e delmundo" a la qU ~ retorn amos en b psicosis no es el universo anima l sino la ~I C ¡(:I ­ d úo, suspens ión moiea! de la inmersión del ser vivo en su ambiente narural. Véase el parr.lt" 408 de H~gtl 's Phi/o$opbyaf¡\Iind, Oxfo rd, Cla rcndon Press, 1992.

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de que "no hay relación sexual": la cultu ra no so lo le confiere a la sexualidad una forma cultivada, sino que la saca to talmente de su car ril, y el único modo de "hacerlo" que tiene el ser humano, de go zarlo, consiste en hasarse en algún escena rio fanrasmá uco idios incrásico " perverso". La perversión humana fund am~nt~1 es qu e la ~o~'¡nad4 satisfamón StI lIl/1 instimiua "natural" requiere una protens mltllrl//, a/grm ttpo de 11m/rta s¡mbó/ita, paro srguir siendooperativa. Sólo en ese nivel, en la culturalizaci ón "perversa" del imp ulso sexual, obtenemos la "reconc iliación" real de la Naturaleza y la cultura. 10 Sobre es ta base pode mos tamb ién exp licar el "secreto" de la estructura bipart ita re~1 de la Fm o11len% gía de H egel; la contra faz lógica de las dos partes en las qu e evide ntemente cae el desarrollo de la Fenomenología ( la tríada sinc rónica conciencia-autoconciencia· razón y la triada histórica Espíritu-re ligión- filosofía, es deci r, con()ci m~ento absoluto) es la dualidad tjue encontramos en el pri mer 1legcl (hasta los ano s de j en a), de 1;1 l ógi ca y la meta física como las dos part es de la filosofía " pur a", segu ida po r la Rw /philosophie (corre spondiente a la filosofía ult er ior de N aturaleza y Espíritu). La distinció n entre lógica y metafísica concuerda con la dist inción entre la razó n re flexiva su hjetiva, que sólo tiene acceso a la realidad finita atrapada en la red de relaciones/ mediaciones, y el Espíritu humano, en cuanto este aprehend e (o, m ás bien , se identi fica directam ente con) el A~l.~olu t{), más allá de todas las opos icione s reflexivas (de Sujeto y obj eto, Pcns~ m l e nt() y s~r, r~zón en sí e intuición...). Por sup uesto, esta distinció n sig ue s,:ndo schelhnguiana. H egel se co nvirt ió en H egel cuan do ace pt é que no hay ningún Absoluto más olió o porencimo (le las op osiciones y contradicciones reflexiv~~ de lo finito . El ~bs~luto '10 es nada más que el movimiento de autosuperacron de esas determina ci ones finitas; no es un más allá de la reflexi ón, sino Id reflexión absoluta en sí misma. En cua nto H egel llegó a esta idea, de bía derrumbarse Id disti nción entre lógica y metafísica: la lógica tenía que identificarse

10. El argum ento habirual de la Ig lesia Católica contra la an tit:o ncepción (el sexo, sin la meta superio r de la procreación, es solo forn icació n animal) es ohviamente erró neo: '10 an imal no es el sexo al servicio de la proc reaci ón, es decir, de la reprotlut:ci(ín hiológica?t; l'.;o es algo e~lledficamc nte hu maoo que la actividad sexual pueda desprenderse de su meta "n~tura l" y convertirse en un fin en si? O, para decirl o e n I" s t érmin os del chauvinbm o masculino: . es Ilos ihle imaginar la o posición entre "prostitu ta" y "madre" en el ull i v~ r.m animal? Desdc' el p tll~to de v,ista de la Natu raleza, el Espíritu es un gasto absurdn , un inst into zidwhf1f/mtrs, es de,elf, dcs\'la,lo de .s~ me.ta natu ral, y por lo tanto atrapado en el Illovimiellto repet itivo intc rmlnahlc de la pulsión. S I (como lo ha subrayado L acan una y otra VCl ) el gesto simbólico por excelencia es U l1 gesto vado, interr umpido, o ambas cosas, un gcsto 110 destinado a completarse, entonces la sexualidad se humaniza al cortar sus vínculos con clmovimicmo natur al de la procreación.

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con la metafísica, con la cie ncia filosófica de 1<1 red categorial uurinsccn que determina todas las fo rmas concebibles de la real idad. Estamos aq uí ante el caso paradigmá tico del " progreso" dialéctico: JI,IS,IIllO' de la lógica (que aho rna las oposiciones reflexivas exte rnas, el ra zonamicnt u en cuanto op uesto a su objeto, el ser) a la metafísica (que describe directame nte 1.1 estructura del Absoluto), sin qu e intervenga ningún tipo de "progreso", de Ir,ISmuta ción importante de la lógica , sino tomando conciencia de que lo (llle pcrci bimos (mal) como mero órganon, herramienta introductoria, etapa preparatoria. para nuestra captación de lo Absoluto (es decir, de la metafísica propiamente dicha) describe ya la estructu ra del Absoluto. En otras palabras no apre hen de mos al Abso luto precisamente en cuantoseguimos presuponiendo qlle, por encima y 'mÍJ tI/U deldominio de nuestro razonamiento reflexivofini to, hay IIn Absoluto 1m (/lpta,.. Sen cillamente, supe ra mos la limitación de la reflexión exte rn a al tom ar conc iencia de qu e ella es inherente al Absoluto en sí, Esta es la crít ica fundamenta l de l lcgel a Kant: no qu e Kant no haya supe rado la reflexión externa del en tcndimicnto, sino la de que siguió pen sando que hay alg ún M ás Allá que se sust rae a su captación. L o qlle Kant no vio es que su Critica de la razón pura, lo mismo qu e sus "prole góm enos" críticos a toda metafísica fut ur a, ya eran la única mcmflsica pos ible. A esta distinció n se supe r pone otra: la t razada en tr e "lógica" en el sent ido (aristotél ico rradlon al) de órganon, herramienta conce ptual que nos ayuda 11 apre h end er la estructu ra onto lógica de la realidad (las reglas de la formación de los co nceptos y las form as del juicio y el razonamiento), por un lado, y lltlr el otro la "metafísica" (que descrih e directam ente la estructu ra ontológica): la prime ra tríada de la Femmwl0/ogía no sale del nivel de la lógica, y describe las se cuen cias fenoménicas de los diferentes modos de captar la soci edad que tiene el Sujeto finit o aislado, mientras que la segunda triada describe directamente la secuencia fenom éni ca de las formas/figuraciones históricas reales del Absoluto en sí. (La lógica del primer H egel se corresponde aproximad amen te con la prime ra part e de la "lógica subjetiva" del H egel maduro, que sigu e al despliegu e 1 6~ktl "obje tivo" de la estructura on tol ógica de la realidad presu bjeti va.) En es te preciso se nti do, se puede decir justi ficada mente que la Frtlomen% gía de H egel e<o; una o bra de tra nsición: en su es tructura aún se adviert en las huellas del primer H egel , en es pecia l su fascinaci ón ante la "danza loca" de la reflexividad, de Lis invers iones dialéct icas, como prel udio (aún ) in troductorio del sistema propiame nt e dicho , con su autod esplíe gue especulativo sat isfecho. En otras palabras , la Fello1l1C1JologÍtI no es todavía ver daderamente hegeliana, en cuanto aún con cihe su ro l como una "intro du cció n" al sistema propiamente dicho (au nque es :11 mism o tiempo su prim era parte, es decir, la fuente de su ambigüedad Fundamen tal irresuelt a). 95


1,1 rfl'il/tl~I m}t/U bt~t/itll/fl

,""'Iavo} Zifrk Par a H egel, la razón no es un a capacidad más, superi or al entendimiento abstra cto, lo qu e define el en ten dimiento es la ilusión de que más allá de él hay otro domi nio (lo místico ine fable o la razón) que se sustrae a su capt ación discursiva. En síntesis, para llegar desde en cendimie nto a la razón no hay que añadir nada sino, por el co ntrario, sustraer algo : lo que H egel llama "razón" es el m tmdimienm en si mismo, liberado de la ilusión de que más allá de él hay algo. Po r ello , en la elección directa entre encendim iento y razón hay que optar primero por el entendimiento: no para caer en el juego est úpido del auroenccgu ecim iento (el Sujeto Absoluto tiene primero que alienar se, postular la realidad externa como indepe nd iente de él, para anular y superar esa alienación al reco nocer que LOS su pro pio producto ..,), sino por la senc illa raz ón de que fiu:ra o más nlU del entendimiento no hay nada. Primero elegim os el entend imient o; despu és, en el segundo movimi ento, volwmos a elegirlo, pero sin añadirle nada (es decir, sin la ilus ión de que más allá o debajo de él hay otra capacidad, un a capacidad super ior, aunque se la denomine razón); este entend imi ento, liberado de la ilusión de que hay algo más allá de él, es la raz ón. D e tal mod o podemos arrojar un a luz nueva sobre la antigu a cues tión de la relación entre Kant y H egel. La respuesta m ás convincente de los kanti anos actuales a la crítica de H egel a Kant (por ejem plo, en el examen de tallado, en la Fenomrmologia del Espirim de las in consistencias y dcsplaza míenntos discernible s en la "concepció n moral del mundo"), es un simple "¿y'llll r . Lo que H egel crit ica como incon sistencias (el hec ho de que la teo ría moral de Kant postu la ", necesidad de la act ividad é tica, mi entras caracte riza al acto ético verdad ero co mo imposible de realizar, etcétera) es precisamen te la paradoja de la auté ntica po sición kanti ana... La respuesta hegelian a sería la siguiente: es cierto, pero Kant no pu ede rrcOlloca', enuncia,' abiertamente estas paradojas que const it uyen el núcleo mismo de su edificio filosófico; lejos de sumarie algo a Kant (po r ejem plo, la capacidad supe rio r de la ra zón, que podría ir más allá de las oposiciones kant ianas e ntre lo noumenal y lo feno ménico, la libertad y la necesidad, etcét era), In critica (le Hegel se limita a munciary asumir abiertanmne IO.f paradojas constirumme de In pO,fición de KJUll. Basta co n mencionar la rela ció n e nt re la esencia y la apar iencia: desde luego, Kant, impl ícitamente, sab e ya qu e la esencia nou mennl que est á detrá s de la realidad fenoménica no es sencillamente un "en sí" tr ascend ente, sino que de algú n modo tiene que aparecer en el se no de esa misma realidad (piénsese en su conoc ido ejem plo del en tusiasmo como signo de una libe rt ad noumenal: en el entu siasmo qu e ge neró la Revoluci ón Fra ncesa e n los oh servadores ilustrados de tod a Europa, la libe rta d noumcnal apa,·rció como una cree ncía en la posi bilid ad de un acto histórico qu e, por así decirl o, surgía ex nibito, suspendía la cadena causal y realizaba la libe rtad). Para Kant, sin emb argo , esta identidad fund am ental de lo noumena l co n la aparienc ia seguía sien do "en sí":

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LA IDE.' " DAD ESPECUl .-fnVA DE LA SUSTAI'ClA y EL SuJ ETO

-olver a la crí tica bási ca de H osle a H egel, l Icgcl !l<l S,:! " D e 1110 do qu e, para \ " ., 1 N t , 1'la y el l' sptid d le la segu1Ida recollClhaclOn entre ta a ur,l e" " po r a1to 1a ncccsr a ( , " J -sde su externalidad), P0 1'tI UC ritu (e n cuanto N aturaleza que vllt:k cd" l 'hlm~:~e c el movimiento de t i Hr que d [i tod as las consecuencias e ce , ' de lo meramente dado co mo I1n '( ' s :I TlIl no esp lega , .. di I (inte rnahzaclOll e o c uerno, 1 1111enmg , correlativo dcl lllovimicnto opuesto de ,1 eX I ~' 1' o con tingente) es"n aturalizació (,1 ,IS " de la natura tzacion " •j-enovada . H egel , qu e siem pre subraya 1 l' 1, Ila IzaClOll, ' " ' " "1 e1 Espíritu desde ;1 eXICl'lll1 l o pecro de Er- Imu:rllng, del re to r no a fi SI ~llIsmo . l t e'o cue nta el movim iento d I N I no toma su lClentem cn e I h ha de que el Espíritu que "vuelve a sí mi sdad e a 1 atura e~, . , opuesto de la exte rn: hz:clO n : ,e ~~spíritu finito op uesto absrract amen tc n ];¡ mo desde la Natura cza ~s aun e . .1' d o ella en otra vuelta de , , le . t 1 tien e qu e se r reconct la o ca Nan~ra .y: "con;;( ~l~stal1te se diría que l16 sle advier te el movim,lelllu eSI,lCt~fierca e la eC~I~'l.:i' ) en el cu'ot l la inrcrualización abstracta (el repliegue, ~~ 1 11l ­ ctncarnenre cge rano, _ ( • tu de) la afirmac ión tlt, te n o r del pensam iento) es aca m panado po r es otro as~e~1 S ujeto D esde l\lq~lI la externalidad no sign ificativa, abstr acrarnente opues a " •

t,7,'

, " I [ ' gr'm rle s te xto s de la tradició n filo sófi ca hay que tener l'r'" 11, En la llltcrprctaclO n( C os , ' , ', d procc<lim iento s, tlUe cnu s i ~ l r t'n 'lente la 1'' ''11' . 1" 1" al" e enco n!r;lrse . con el m as astuto e os .L_ , ane ra fero z: en ,'sus PUll .

.

neepw que el amor !,«.",za e m

postular precisame nte un~ len s o u el filósofo ~tá rechazando seneil1amenlc la idea de un ", " tos h;lY'loe, pregunta rse Siempre SI d h , T emes PO' 'I=plo el n."t:h:\w I" ,r • •_ _ J " uWh el pretelllo e rec azar a. om .

c on ólico.. (e" ma crcva 1 doo ala " gorh, del deber mor al, es•,IC\'lf, en TCOllida. /nl TW<UC/tl a O ", ~ • ' . I 'I ~ aldiab Kant de [a nocton ( e mare , , . ' ,, ' "por el mal mismo"): ¿U" ustn I" ml , J t' VUCHín " p ato og lca , '1 1110 so ,• , no realiza o po r una mo 1 , / L. "-"lidde su propiorislt1l/ll fi lm'uflío? h '. S""(IO ,0lJ(epw aJ so (} St nVTe tTl 1.1•• rechazando una n OC/MI fllya r r. . . ' n el excedente insupo rtahle de JlI • 1 h ti n la consecuencia mas mnm a, 00 deci r, ¿no esta uc an o co , ". da, .no se está COIT\I'Klnamlfl de ~I propiil filnsofía? [Para introdUCir una com paracron m , es¡~ n , ~ d su marido de habe rle he. I a orovcrbial que acusa a mejor amigo e , . b'Una manera come> a esposa P , I I 'o deseo sexual rep n lllllln tic d la?) , I 1no hace mas que reve ar e proJlI cho p ropuestas, con o cea " 1 his '" [a fil osofía consiste e11 ' I\le el disl'íplllo dt, , ' .• ' J 1"progreso en a Iston a e .. ' , Una (1e ,\S matrtces C " " J' 'J ea u uc el maestro int rodujo (' '' 111<1 , Io as bi 11 -nte y art u:ula en IJ cmru al .. un filmo" asurnea le.rta.1 e d S hellin su teoría del ma l, en rela ción ron

,1,.

ohjeto L1e rechazo polémico (este es el caso e e Kant).

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fJ rlpÍlW10IlljttrJ 1HWI;<lJlo el ejemplo político clásico es el del Imper io Roman o, en el cual cl.Sujcro se retira desde la Sitt íicbkeit de la polu griega a la libertad in terior abst racta y, por esa misma razon, la exrernalidad afirma su derecho en la forma del poder estatal del Imperi o, experimentado po r el Sujeto como un poder externo en el cual él ya no reconoce su pro pia sustanci a ética. Por supuesto, la form a más elem enta l de la extern alización del Espíritu es el lenguaj e; Hegel subraya una y otra vez que nuestra experiencia inte rn a solo puede alberga r las huellas de los senti dos extern os y adquirir las formas d e un pen samiento puro si vuelve a extcmalizarse en un sign o vacío; sólo pensamos con pa_ wbras, con el lenguaje. Lo mismo ocurre con las costumbres en general: las costumbres constituyen el trasfondo necesario, el espacio de nuestra libertad social. Y otro tanto sucede con la sustancia so cial en sí, con el or den positi vo de la Sittlitbkeit. el "gran Otro" lacanian o, que es precisamente nuestra "segunda naturaleza": c1"es píritu obje tivo", la ren ovada naturalización o exrernali..a ció n del espíritu. Jl Charles Taylor aborda a Hegel pon iendo én fasis en la dialéctica histórica como el único aspecto que vale la pen a rescatar de la o bra de ese filósofo, en abierta oposición a la recon st rucción siste mática de H üsle. Ta mbi én T aylo r" trata de desplegar la inconsistencia interior de la lógica hegeliana de la external izaci ón de la Idea, Según él, el Espír itu hegeliano tiene dos encarn aciones: po ne su presupuesto, sus condici ones de existencia, y tllmbiill se expresa en su

12. Además hay que opo ner es ta exrcrnnlidad del or den !imbri/if~ a la cxtcr nulidad de l ptll

dereolirl, de un ele men to pos itivo meno r en el cual debe enca rna rse el O tro para adqu irir una actua lidad plena: "el Esp íri tu es un hueso ", el Estado co mo totalidad racion al que se actualiza en el Ctlerpo del monarca, y así sucesivamente. En el Estado racio nal hegeliano, e! rey o monarc... tiene e! pape! de Jo q ue Edg ar Alla u Po e de nominó "el d iablillo de la pe rve rsidad": cuando un crim ina l logra borrar totalme n te las huellas de su del ito, cuando no hay ning ún "retorno sintomá tico de lo rep rimido", ningún indicio que re vele la presencia de la "otra esce na" del crimen -es decir, cuando no existe nin gú n riesgo de que sea dl"lcubi eno, cua ndo el camu flaje o I:a racionalizaci ón han funcio nado perfet.:l:lluente.--, entonces el crim inal sicnre un impuh o irr esistible a exhibir su acto públicament c, a vocear la ver dad sobre su acción hor ri ble, (N o ocu rre lo mismo co n la dedu cció n hegel iana de la mo nar quía? Precisamente cuand o el edificio social alcan za la racionalidad co mpleta de un Estado pcrfcct:lm eme o rganiza do, esa racionalidad se paga con la necesi dad de un suplemcn to que hay Gue JXY.>N lar COIllO S il cabeza, el elemento totalme nte: irracio nal del mo narca hereditario, q ue es illmeJiI""mNltt , por su naturaleza (es decir, debido a su origen biol ógico), 1" que es "en la cultu ra", en los términos de su título simbólico.

!J, Véase C harles T ayior, IltgrJ, Camh ridgc, MA , úmbr idge University Prcss, 1975, pág. 92,

exter io r cor por al. En el caso del Espíritu Absoluto, las dos encarnacione s coin ciden , mientras que en el hom br e como ser finito est án eternamen te scpnrudas: el hom bre está siempre insertado en un conjunt o de condiciones de cxistenl:i:l que no puede nunca inremalizar plen amente, tra sforma r en una expresión tic su subjetivid ad; siem pre subsiste un element o de exrem alidad con tinge nte. Desde luego, a prop ósito de este pu nto pensamos en primer lugar en Schel ling: lo esencial de la disti nción qu e traza Schel ling ent re la. existe ncia d ivin,;I, y su fundament o insupe rable es que la brecha que separa por siempre la expresión respecto de las condiciones extern as de existe ncia también rige para ~ I Sujet o Absoluto, par;\ el propio Dios; el propio Dios está inserto en un conjunto de condiciones qu e serán por siempre un Otro impen etrable. Por esta razón Schelling es el enigmático "med iador evanescente" entr e el idealismo abso luto }' el hisror tcismo poshegeliano . Este pasaje desde el idealismo al histori cismo ha sido qUi7J expresado del mejor modo po r el céleb re enunc iado que se encuentra al principio de El 18 de brumarío, de Marx, ace r.c~ de que los hom bres ,crc;llllil historia, pero no a partir de la nada ni en condiciones que hayan eleg ido e~ l fls mismos: crean la historia en las con diciones qu e encuentran y que les so n U1I puestas. Hay aquí un claro contraste con (una cierta imagen de) el idealismo hegeliano, con la afirm ación de qu c la I(le,l absoluta a ctú~ como e,l S ~ljcto q~l c pone la totalidad de Sil cont enido y de tal modo se actua liza por SI mismo, SlIl q ul.' lo limite ningún presup uesto extern o cont ingente, es decir, al marge n de b temporalidad, la conti ngencia y la finitud. N o obst ante, entre el idealismo absohito y el historicismo posridealista surge la posición singular de Schelling como mediador evanescent e: Schelling retie ne al Absoluto como Sujeto (hah!u de Dios, no del homb re) pe ro no obs tante Ir aplica el postuladofimJo 1llentfll I Jt! 111 u 1IIporll/idnJ-rontingmcin-fi, útlld, de modo que lo quc afirma en última instancia es que Dios creó el uni verso, pem no de la nada, sino en las condiciones previas qu e le fuero n impuestas (desde luego, esas condiciones son lo real insondable del fun damen to de Dios, eso qu e en el propio Dios no era todavía Dios),14 El erro r de T aylor cons iste en que duplica el concepto de Sujeto , por un lado com o subjetividad huma na (finito, atrapado en la brecha ent re lo presu)lues· to y la expresión) y por otro lado como IIn monstruo espectral llamado "SujelO Absoluto", el Espír itu (Geist), Di os o, como dice Taylor (de un mo do qu e nu cs

14. Recu érdese la ca racterización iró nica convencio nal de alguien como " un genio rela tivo ": se e s n no se es un genio; "genio" no es un atributo que pe rmita niveles n gr:Hbe¡nlll" , Delmismo modo, Sch elling califica a Dios de "relativamente Absol uto" . es el Amo y Crc¡lIlur absoluto , pe ro su poder absoluto se encuentra, sin embargo, limita do por 10 q ue aún no e\ Dios en él.

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en absoluto hegeliano), "Esp íritu cósmico", del c ual la (aurojconcicncía del sujeto hu ma no finito n o es más que un mero "vehículo". D e modo que terminamos en una escisión entre dos Sujetos (el Sujeto Absoluto infinito, V el Sujeto humano finito), en lugar de la id enti dad especul ativa pro piamente d i~ l é ct iCll entre la susta ncia infinita y el Sujeto como agente (le la finitud/a pariencia/escisión; "la sustancia es Sujeto" significa que la escisión que separa al Sujeto respecto de la ~us tanc ia, del inaccesible "e n sí" (lue está más allá de la realidad fenom énica, es inhe rente a la sustancia misma. En otras palabras, el plinto clave es no leer la proposici ón hegel iana de que "la susta ncia es Sujeto" como Ul1 ¡J afirmación dif,ce.la de id,ent idad, sino como un ejem plo de (quid C0 l110 e! ejemp lo) "juicio infinito", al Igu al que "el Espíritu es un hueso" . N o se tra ta de que la sustancia (el fund ame nto último de todas las entidades, el Abso luto) no es un fundamento presub jetivo sino un Sujeto, un agente capaz de aurodi fercnciació n, qu e pone su orrednd y ~cspllés se la reap ro pia, etcét era: "Sujeto" es el nombre de la agencia no-s ustancial de la feno me nali7..aciúlI, la apariencia, la "ilusión't. Ia escísión. Ja 6~li tu~, el enten dimiento, y así sucesivame nte; concebir la sustancia como sujeto impli ca precisamente q ue la escisión. la fen omenaliz3ción , etcétera , son inh erentes a la vida del pro pio Ahsol uto. No hay ningú n Sujcto Absolu to, el Sujeto cuma MI es rela tivo, está atr apado e n su aurodivisión, }' romo tal es inheren te :1 la sustancia. ,En C?ntr:.ls.te con esta ide nt idad especulatiua de sustancia y Sujeto, t i idea de su Identi dad directa supone t i duplicación de los Sujetos, 1:1 cual reduc e de nuev o la subjetividad propi amente dicha o la condición de acciden te ("veh ículo ") del absoluto sustancial, de un O tro tIlle habla "a trav és" de los Sujetos h umanos fi nitos. Esto ta mb ién sugier e la conce pción falsa, scudobegciiana, de un proceso en el cua l su Sujeto el ("espíritu cósm ico" ), po ne su extcrnalida d, se aliena respecto de sí I~is m (), para recupe ra r su integri dad en un nivel superior; el presupue.sto desorien tador es en este caso la idea de que el Sujeto del proceso cstá de algún mo do dado desde el principio, no es enge ndrado po r el proceso mismo de escisión de la sustancia. ~e p~:d c dt."Cir .lo mismo apelando a los dos difere ntes modos de in te rpretar la sn uacron del SU jeto qu e enfrenta el excede nte insondable de una eOS,1 que se sustr ae a su capt aci ón simbólica reflexiva. El modo sustancia/inll de lectura se lim i ~a a s,o stene r que nuestra capacidad (de Sujetos fini tos) para apre he nder el t~hJcto siemp re se ve .t!esbordada (/ priori: hay algo en el ob jeto que se resiste por sIempre a su tra duc ción en nu estr a red con ceptua l {la reit erada observación sob.re la "p rcpo ~Hlcra ~ cia de lo objet ivo" que Ado rno inclu ye en su Dia/éctitll m'j!,d flVd) , ¿En que cons iste este excedente> ¿I\T o es pos ible que lo que elud e nuestra captación. To que ."es ~n el objeto más {~" e el obj eto mismo" , Sean los vestigios de lo que, en la histori a pasada, ese "obje to " (po r ejem plo, una situación hisr ó-

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rica qu e el Sujeto inte nta analil.'lr) ¡wl /níl irlllt(,. JJ(XIII/OI1 ser pe n ) nt' fllc? AI""" hend er una situación hist!>rica "e n su devenir" ( CO Ill O dirío Kicrk cg-,lan l) no c\ percibirla como un conju nto positivo de rasgos ("el 1110110 como son rcalnu-nulas cosas") sino disce rnir cn ella los vestigios de los inren ros frll'tr<ld", de "emancipación". (D esde luego, aludo a la co ncepción de \ \ 'alte r Hcniamin dt· L. mirada revolucionaria que percibe el acto revo lucionario real como t I rqll: ticil'llI redentora de pasados inte ntos cmancipatorios frustrados .) Sin embargo, en e"lt ' caso, la " preponderancia de lo obj etivo", de lo qu e en C osa elude nuestra cuptu ción, ya no es el excedente de su con tenido po sit ivo por sobre nuest ras t'ap.n-idades cogniti vas sino, por el cont rario, su falta, es decir, las huellas de /m' Ji"I /t ll sos, lasausencias inscriptas en su existencia positiva. Apr ehen der la Rcvulucion d,' O ctubre "e» su deven ir" significa discern ir el t re me ndo potencia l cru.uu-ip.uorio que fue simultá nea me nt e suscita do )' aplastad o po r su actualidad histúricu. En consec uencia, este exceso/falta no es la parte de lo o bjetivo que tleshorcl;l 1:1.. capacidades cogni tivas del Sujeto, sino que consiste enlas huel las del prol'i u Sujeto (sus espe ranzas y deseos aplasta dos) en el obj eto, de mo do que lo l't'a lllll'lllt' "inso nda ble" en el objeto es la conrr afaz o el cor relato del núclco más imiruo del propio deseo del Sujeto ,

LA ELECCI Ó ;o.; FO R7.A D,\ HE G ELI,\:-IA

Esta s paradoj as nos pro po rcion an una clave de la oposición hcgcliuuu l'111I'1' 1J uni versalidad "concre ta" y 1.1 un iversalidad "abstracta", H egel file el pruucru en elaborar el concepto propi amente mo derno de índiuidnacion t/ tm uestic /11/1/ idelltiji((fárill secundaria, Al principio, el Su jeto está inmer so en una forllla tll' vi · da particula r, e n la cual ha nacido (la familia, la comun idad local). El línil'u nmdo que tie ne de arrancarse a esa co munidad "orgánica" primordial co nsiste cu co rt ar sus lazo s co n ella )' afir ma rse como un "indivi duo autó nomo", cambian do su ad hesión fundamental, reco nociend o la susta ncia de su ser en ot ra romu nid ad, una comun idad secundari a, quc es uni versal)' al mismo tiempo "arufi cial", no Y.l "espontá nea" sino "mediada", sos te nida po r la actividad tic Su jetm libres inde pendientes (nación versus comunidad local; la pro fesión , en el sen udo mo dern o tic em pleo e n una gra n e mp resa anónima, versus la relación pe rsonal en tre un apre ndiz y el maest ro art esano; la comunidad académica versus la s;lbi· du r¡a tra dicio nal transmitida de generación en gen e ración , y así sucesivumcntc, hasta el caso de la mujer que para c riar a su hijo confía más en los mununlcs '1 11 ,' en los consejos de su propia madre ). Este pasaje de la identificación primaria ,1 la secu nd aria no implica una pé rdida directa de las identificacion es primarias: lo qu e sucede es que las ident ificacion es pri marias sufren una especie: de transuv 101


tanciaci ón: comie nzan :1 funcionar como la forma de apar ición de la identi ficación secundaria universal (po r ejemplo, precisam ente por ser mie mbro de una hne na familia )' 0 contribuyo al funcionamiento adecuado de mi Estado- nación). En esto resid e la dife rencia hegel iana e nt re la universalidad abst racta y la universahdad concre ta: la ide nt ificación un iversal sec undaria es "abstract a" e n cuanto se opo ne directamente a las formas particulares de la iden tificación primaria: es dec ir, en cuan to obliga al Sujeto a renun ciar a sus identi ficaciones prima rias; se vuelve "con cre ta" cuando reintegra las identificaciones pri marias, tra nsformándolas en los modos de aparición de la ide ntificación secundari a. La te nsión entre las unive rsalid ades abst racta v concre ta era clarame nte discerni ble en el precario statns so cial de la Iglesia C'ristiana primitiva: po r un lado estaba el celo de los grupos radicales que no con sideraban posible com bina r la verdadera actitud cristiana co n el espacie existente de relaciones soci ales predo minan tes, r por lo tanto le plan teaban una seria ame na.. .a al orden soc ial; por otro lado había int entos d e con ciliar el cristianismo con la estructura de domi nació n existente, de modo qllC los crist ianos pudieran particip ar en la vida social; ocupar un luga r en ella (como sier vos, campesino s, ar tesano s, señores fcudulcs.c.) sin dejar de ser buenos cr ist ian os: desem peñ ar esos roles sociales deter mi nado s no solo par ecía com batible con los deb er es del crist iano, sino que incluso e ra percibido como un modo específico de cumplir con el deber universal de ser cristiano. A primera vista, las cosas p;lfccen cla ras e inequívocas: el filósofo de la universalidad abst racta es Kant (y. tras los pasos de Kant, Fichre): e n la filosofía de Kant , lo universal (la ley moral ) funciona como el Sol/m abstract o, lo que "debe ser" Yque, como tal, tie ne un pot encial te rrorista/subversivo: lo universal represenra una demanda imposible/i ncon di cion al, c uyo pode r negativo está destinado a socav ar algun a total idad concreta; contra esta tradi ción de la universalidad abstracta/negativa opuesta a su contenido particular, Ilegd subraya que la uni versalidad verdadera se actualiza en la serie de det erminaciones concretas pe rcib idas por el punto de vista abstrac to del entendimi ento como el obstácu lo a la plena realizaci ón de lo uni versal (po r ejemplo, el deb er moral universal se actua liza, se vuelve efectivo, a través de la riq ueza conc reta de las pasio nes y luchas humanas pan iculares quc Kant me nosp reciaba como obs táculos " patológicos"). Pero, ¿es todo esto realme nt e tan simple? Par a no interp retar de mane ra e rrónea el ve rdade ro sabor hegeliano de la oposición e nt re LIS unive rsalidades abstr acta r concreta, deb emo s realizar su "cruza" con ot ra opos ición , la trazada entre la univer salidad positiva como mero veh ícul o indife rente/neutro de la coexiste ncia de su contenido particular (la "univer salidad mud a" de una especie definida por lo que todos sus mie mbros t ienen en comú n) y la universa lidad en su existencia en acto, que es ilUlividl/(¡Jidnd, la afirm ació n del Sujeto como único

e irreducti ble a ln roralidad concreta partic ular en ti cual esl;Í insert o, Vn e] len guaje de Kierkegaard, esta di fer en cia cs la lllle existe en tre el ser positivo cll' lo uni versal y la "unive rsalidad en devenir": el reve rso de lo universa l, ouno vch ículo/contenedo r apacigu ador neutro de su con tenido pa rtic ular es lo uuivc rsal como el pod e r negativo qu e socava la fijeza de toda cons tela ción part icula r. y este pod er ent ra en la existencia en la forma de la aurnco ruracción cg:OI islil ah solu ra del individuo, su negación de todo contenido determinado. La dimcnsién de la universalidad solo se actualiza (o, para decirlo en térmi nos hegelianos . s(,lo se vuelve "p ara sí") al "ent ra r en la existe ncia" (01110 tm h'n 'Jnl, es decir, opo nién dose a todos sus contenidos particulares, ingresando en una "relación negativa" con su contenido part icular. C on respecto a la op osició n entre la universalidad abst racta)' la uuivcrsalidad concreta, est o significa que el único camino had a una verdade ra univers olidad co ncret a pasa por la ple na afir mación de la nega tividad radical, 1'01" mediO de lo cual lo universal niega tod o su contenido parti cular: a pesar de las npark-nd as d esori en tado ras, la forma predo min ant e tic la universalidad abstract a es Ll "universalidad mu da" del contenedor neut ro del cont enido par ticular. En nll"ns pa labras, una universa lidad solo puede volverse concre t a dejand o de ser 11 11 V(' hículo neu tro-abst racto de su contenido capit ular, e ind uyéndose entre J"/IS subespecícs particulares. Paradójicamente, esto significa que el prime r paso hacia unu un iversalidad concreta L'S la negación radical de todo el contenido part icular: snlo a t ravés de eS;1 negaci ón adquiere existencia lo universal, se vuelve visible '\'0 mo tal", En este punto recordamos el análisis hegeliano de la frenclogfa. ( ' U I\ el que concl uye el capítu lo dedicado en la Fm omm ología a la "obse rvación tic ohserva r la razón". H egel recurr e a una metáfora explícitame nte fálica p.ml cxplicar la oposición de las dos posibles lecturas de la pro posición "el Espír itu es un hue so": la lectura rcdu ccío nista del materialismo vulgar, según la cual la fonna de nu estro cráneo dete rmi na real r directame nte los rasgos de nuestra mente, y la lec tu ra especul ativa, segú n la cual el espíritu es lo bastante fuert e como p'lr.l afirmar su ident idad con el mater ial más absolutamente in ert e, y superarle), quc ni siquiera la materia más inert e puede sustraerse al poder de mediación del espíritu, La interp re tación del mate rialismo vulgar se ase meja al enfoq ue qu e solo ve en el falo el órgano urinario, mientr as qu e la interp re tación especulativa sabe tam bi én disce rn ir en él la función muy supcrior de la fecundación (es decir . precisam ente la "concepción" como anticip ación biol óg ica del "co ncepto"), E n un prim er enfoque, estamos ante el conocido movimiento elementa l de 1;1 A uj belmng (la superac ión que anula y conserva al elemento superado): es preciso atrav esar lo inferior p.lra llegar una vez más a [o más alto, a la totalidad pcnlidu (hay que perder la realidad in mediata en la nuroc ontracci ón de la "noche del mundo " para recobra r esa realidad como "puesta", mediada po r la actividad sim-

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bólica del S ujeto ; hay que re nu nciar al tod o o rgán ico inm ediato y som eterse a la act ivida d mo rti ficante del entendi mie n to abstracto para recobrar la totalidad pe rdid a en un nivel mediado superior, co rno la to talid ad de la razón ). E.s te mo vimie nto pa rece co ns titu ir un blanco ide al [)'dra la crítica co nven cion al: sí, es cie rto qu e JI egel reconoce el horro r de la auto contracci ón psic ótica r su "pé rdid a de la realidad"; sí, es cie rt o q ue reconoce la necesidad d el desme mb ra mie nto ab stracto , pero solo como u n pa so, un desvío de la ruta tri unfant e q ue, segú n la inexo rable necesida d d ialéctica, n os re tro trae al to do organ lco reco nstituido ... Noso tros sosten emo s que esa es u na inte rp retació n errdee« del arg1lm ento de Hegel. La projillldidml que el Espíritu engendra desde dernro (pero solo en cuantn subsiste su conciencia de pensamiento-imagen en la cual se 'llbcrgJ)}' la ignorancia de esta conciencia sobre lo que está re almc n rc diciendo, son la misma conjunción Ile [1) alto y lo bajo que, en el ser vivo, la N aturaleza e,~presa ingenuament e cuando combina el órgano de 13 más alta realiza ci ón, el órgano de la generación, con el órgano de la micción. El juicio infiniro, en cuanto infinito, sería la re ali zaci ón de la vida qllC se incluye a sí misma; 1:1 conciencia del juicio infinito que sigue en el nivel de pensar en imágenes se comporta romo la micci ón." La lec tu ra atenta d e este pasaje pe rm ite advertir cla ramente qu e H egel 110 Jire que la acti tu d espec ulati va correcta sea escoge r la fecu ndació n, en co n traste co n la visión em piris ta vu lgar, que so lo ve la micción . La paradoja co nsiste en q ue la eleccidu directa de la ftam tklCiól1 es el modo ¡"ftl¡ble de pararla por alto: llO se pu ede ele gir d irectamente el "verdadero sign ificado"; es preciso comen zar po r la elección "e quivocada" (de la micci ón): el verda dero sign ificado especulativo solo surge a través de la lect ura reiterada , co mo efecto secunda r io o subp rod ucto d e 1<\ pr imera lectu ra "errónea"."

Ji , G . W . F. Hegel, Pbroumn wÚ1f{r Gf Spirir, Oxfoni, Oxford Un iverslty Press, 1977, ¡);Íg, 2 10, En una nota ~ I pie, el traductor (A. V. .\liIler) llama la atenció n sobre el pasaje de la flJqsuf lJl dr Úl Ntlrlfrtl/r-4 en el cua l Hegel afirma la misma iden tjda d: "En muchos animales, los órganos de la expresi ón Y los genitales, las partes superiores e inferiores de la orga nizaci ón

animal, están íntimamente conectados: del mismo modo que con la boca hablaeuos y be-samos, y 1'01' otro lado comemos, bebemos }' escu pirnos". 16, Le debo este preciso señalamiento a .\llader Dolar; véase " The Phrenology of Slliril", en Joan Copjcc (co mp.) , SflpplJsillf{ rhr .'';'I/»(CI , Londres, Verso, 11)94, Existe un claro paralelismo entre esta necesidad de realizar la elección errónea para aleanzar el resultado correcto (escogerla "micción" para llegar a la "fecun daci ón"), por U I1 lnrlo, y por el otro [a estructura de IIn chiste ruso de la épo ca socialiS\'l: Ull tal Rahinovkh qllerLl e l11i ~

Lo m ismo se aplica a h\ vida so cia l, en la cua l la c1ecl'iú ll directa d ~' 1.11I11iv(·r· salid ad co nc re ta de un mun do vita l ét ico particula r sn lo puede te rlll,lll'lr ~ n 111I,1 regresión a la sociedad o rg ánica premode m a. q ue n ~eg<l el de recho 1ll fim,tll ,1 l.t subjetividad com o rasgo fu nda men ta l d e la moder nidad. P I~ es t o q~ l~ el S lllel ~ l ­ ciudad ano d e un Esta do mode rn o ya n o puede acep tar su uuuc rsron ~'Il '11~1l!1 ro l so cial part icu lar que le asign e un lugar dete r minado en el Ultln SOc l ,l l lI r ¡': 'I ~ nico , el ú nico camino a la totalid ad racio nal del Estado mo dern o p,lsa 1}( lr e] I~ \l ~ rror del terror revo lucionario: h ay q ue d esg arr ar imp lacab leme nte las l'O ,\('(' I O ~ ncs d e L\ u niversalidad co ncreta o rgá n ica premodcma, y afirmar I;lcn,u llcnte el de rcch o infi n ito d e la su bjetivid ad en su n cgnrividad abstracta. En otras palnliras, lo q ue dic e H egel en su me recida m ente céleb re anál,isis d~1 ~erl'Or revolúciona rio en la Fm ommologí¡¡ no es q ue el proyccto revol ucionar io llI VO [U l T <l b :1 b afirm ación u n ilateral dir ecta de la razó n u niver sal abst racta, y estaba C0 ll10 1;1[ co nd e nado a pe rece r en un a fur ia autod estructiva, p uesto que n.o podí a organizar la transpo sici ón d e su e nerg ía revolucio na ria a un o rden social c{) nc rc lO ~ l'S table lo" diferenciado. Esa es un a id ea más b ien obvia, pero lo qu e [ ICh"C l scn,)I:\ es el enigma d e q ue , a pe sar de quc el terro r revol uc io n ari o ~ra un aw ll:ltlcru h istó rico, ten íam os qu e p'asar Ix )r él p ara llegar al Es tado raciona l mode rno .. . Vemos aho ra hast a qu é pu nto esraban eq uivoc ados los h egelianos conserva durc.. in gleses de fines del siglo XlX (Brad ley y o t ro s), qu~e~es i?ter~reta~~;~n ql~e ..hl lógica socia l d e la universalid ad concre ta d e H egel eXI~la la l~e~t1fi':C1on de ca da in div iduo con su puesto e specífico en el to do de f inido y Jcrarq Ulco del cucr po soc ial glob al. Es to es precisam ente lo qu e qued a exclui do po r el couccpto mod e rn o de subjc uvidad. . ' E n otras palabra s "con cebir lo Abs oluto no solo co mo sustan cia, S \110 l:1l11· h ién Sujeto " sig nifica que , cuando e n frentamos t i elección rad ical en tre 71tClllo o rgá n ico y \;1 " locu ra" del r.lsgo un ilateral q ue d isloca al tod o y, ~o arroja u un desequilibrio dañino . est a ele cci ón tie ne la estr uct ura d e la e1eccH~n forz,u l." es decir que h ay (Iue escoger la " locura" un ilate ral co n tra el todo orgamco. :\ Ilte ,101 elecc ión e ntre el coerpo so cia l o rgán ico pre moderno y el terro r revol uc lt m:lI'1~' que d esen cad ena la fue rza dest ru cti va de la ne gativid ad abs tracta , hay ql~t', rJ~~'" ti terro r: so lo de este mod o po de mos crear el terren o para la n ueva conciliaciún po sr evolucionaria entre las exigenc ias d el ord en social y la libe rta d, abstracta de l ind ivid uo. La mo nstruos id ad del terro r revo lucio nar io es un media dor cvnncs-

el bllrócram que lo escucha exclama: "¡;..Jada cam biad en la Unión Soviétic a! ¡Tenc mos soda ·

grar de la Uni{m Soviética por dos ra7.0llcs: ~ E n primcr lllgar, temo (jue si se desintegra el or{len 5oci3[h ta. lJor tOllos los crímenes comunistas nos culpe n a nosotros, los jUIHos". E ntUl l L'('S,

lismo para siempre!", A lo cual Rahiuovich respondc: "Esa es mi segunda f3.zón", Tnmhién ~' II este caso, el único modo de llegar a la Ilcnb Jera razón consiste en pasar prImero por hl ral.<ll\ errada,

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J-,'Iopillmll mjl'tll 1Jl',v,rJúUIII

cente abso lutamente indispe nsable: este estallido de nega tividad rad ical que socavó el an tiguo orden esta blecido, borró el pizarr ón, por así decirlo, para inscribir el nue vo orden racional del Es tado mod ern o." Lo mismo vale respecto del par S itt/ichktifl;.\/rn-olitiit ; la oposición entre la inmersión del Sujeto en su mundo vital social concret o, y su oposición moral individua lista/universa l abstract a a ese universo concre to heredado; ante esta opc ión hay que escoge r Id ,\1orolítiit, es decir, el acto del ind ividu o que, en nom bre de una universalidad más amplia, socava el o rden positivo determinado de mores tlue de fine su soc iedad (Sóc rates venus la to talidad concreta de \;1 ciuda d griega; C risto Vf: 1TUS la totalidad con crctn de los jud íos). I Iegel ti ene plen a conciencia de que la form a positiva en la cual esa unive rsalida d abstracta adquiere e xistencia act ual es L1 violen cia extrclila; el reve rso de 1.1 P'\Z in ter ior de la unive rsalidad es la furia dest ruc tiva respecto de todo con te nido particular, es decir que la unive rsalidad "en deve nir" es lo opuesto al veh ículo neutr o pacífico de todo conten ido particular. Solo de este mod o puede la unive rsalida d volverse "pa ra sí"; so lo de este modo puede tener lugar "el progreso". Pod emos entonces determ inar con precisión el momento e n que " Hege l se convirtió en Il egcl": solo cuando renunció a la visió n es tética/ gr iega de la totalidad social orgánica de la S itt/ichkát (la cual enco ntró su expresión más articulada en System der S itt lichkei t, 1802- 1803, un texto de pub licación pós tuma que apunta defiuidam cn re a lo que més tarde se desarrolló como conce pció n "orgánica", corporativa-organicista, prot ofascista, de la sociedad), es decir, cuando llegó a la plena conciencia de q\le la única ruta a la verda dera to ta lidad concreta cons iste en que, en toda op ción directa entre la nega tividad abstra cta y un todo con creto, el individuo elija la neg at ividad abstraerá. Este desplazamiento se puede detecta r con la mayor cla ridad e n la oscilación del joven H egel acerca del cr istianismo: I1egc::l se conv irtió e n H egel al suscrib ir ple namente el S" ff llt/(J/on (absrracramen tc negativo) de la e mergencia irruptiva de Jesús: cuando ren un ció a la espera nza nostálgica de un re to rno a una nueva versió n de las mures griegas como solució n del problema de la moderni dad . En este sentido, la "reconciliació n" del H egel maduro sigue siendo totalmente am bigua: es la reco nciliación de una escisión (la curaci ón de la he rida del cuerpo social), y también la recon ciliación co]¡ esa escisión como precio ncccs ario de la libert ad individu al. Co n respecto a la política, uno se siente tentado de

inve r tir e! mito convenciona l sobre e! joven H egel revu lllcionari o Illle, en \ 11\ últimos años, traicionó sus orf gcncs subvers ivos r se con virti ú en e1li1/ l\ofn C \ tata] ensa lzado r del orde n e xistente como encam ación de la razón , l'UllIn el "Di os exist ente en acto"; más bien , el proyecto " revolucionario" de! joven l lcgel, por lo menos desde la perspectiva actua l, anun ciaba I~ "~stetiz,ll'iúll ,f;~\á.;t;¡ de la política", el esta blecimi ento de un nuevo ord en orbralllCO .que ,lhohn:1 ,I,t l individualidad mod ern a; pero H egel se convirt ió en l l egel en vinud dc su lIi 'I Stencia en la afirmación inevit able del "infinito derecho de! individuo ", e n el hecho de que la senda a la "unive rsalidad concre ta" tiene qu e pasar por la plel\;1 afirma ción de la " negatividad abstracta". Otro modo de discern ir est e pasaje desde el H egel pr ehegcliano \1 1"ll cgcl que s e con virtió en H egel" consiste en prestar ate nción ,1 un cam bio pequeño pero signiflca nvo que el f ilósofo int roduce en su desc ripción de la est ructura sucial. En System der Sistlicbkeit, la socied ad está dividida en tre~ estad(:-,' cad;l U II,O de los cuales supone una posición ética específica : el campesmado tien e la acti tud d el imp ulso prerrcflex ivo, de IJ. inm ersión en la sustancia, los empresario.., la clase burgu esa (la sociedad civil propiamente dicha, la ind ustri a, el íntc rcamhio), presenta la acritud reflexion ada de la competencia y el logro individuales: la ari stocr acia. la clase unive rsal, que conduce la vida política y va a la g:ue IT'I. está disp uesta a arriesgar la vida cuando es nec esa rio, Es s~gnificativ~l_ (Iue, después de IllIe "I le gel se convirt iera en H egel", la cla~e uni ve rsal d~Jn ,de s~r Ll aristocracia (puesto que los aris tóc ratas era n rer ra tcmentcs, apareclan IIld llldos en el campes inado); la clase unive rsal pasó a ser la burocracia estatill,il t1sl r;H~a , El pun to clave de este camb io reside en qu e, en adelante, , ~ o solo la m:lstocr:KI;I, sino cualquier ind ividuo de cualquier clase podía ser moviliza do par a Ir ,1 la guerra: la negat ividad absoluta, el riesgo (le mue rte que disuelve todos los apegos fijos a un conte nido determi nado, dejó de ser el privilegio de una c1ase,es l)Cdlil';I, para converti rse en un de rec h% bligación un iversal de todos los ciuda danos . Por e ncim a y más allá de su lugar específico en el cuerpo social: to~o l~iud.:1(,la no participaba entonces en la negat ividad ahstractalabsol~ta: nm gu n IIHI1;l\luo quedaba completamente delimitado por 10 que lo redu cía a su lugar panicular en el edificio socia l."

17. Para decirlo en los términos de Ernesto Laclau - autagonis mo versus estructura de difere ncias- , para Hegel to do sistema de diferencias (tod a estruct ura social posit iva) se basa en una lucha de fue rzas antag ónicas, y la gue rra es el re torno de la l{)gica antagónica del "NoS(}Iros contra EI1()s ~, '1m: siem pre amenaza 3 cualquier estru ctura de diferencias.

18 . Q Ui7.áSelproblema que plan tea esta articulació n t rioídic3 de l edificio social I.'o llsisll' en que H egel intenta comprimir en un orden sincrónico tr e.s pri ncipios glo hales J i fe re l~ les tic la organización social; (1) el principi o prem odern o call1peslI\o-felldal que , en el feudalismo, ('S ' truc t um a to da ln socie dad (incluso los art esano s están Ol'gani7,ados en gulld as y ordenes , r IHI oper:m en un mer cado Iihre; el poder cslau l es patemalist a e invo lucra un a confianza ingenna prerreflexiva de los súbditos en el de recho divino del rey); (1) el principio moderno libe ral, de

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Po r ello, en el pasaje de la int rod ucción a la Fenomenología tlue hemos citado extensame nte en el capítulo 1, H egel saluda al entrndim imto (y no a la razón), a su poder in finito para que brar cualquier vínculo orgánico, par a abordar co mo separado lo que está en princip io unido y solo tiene existe ncia real co mo pa rte de su contexto concreto: e n es te caso, "entendimiento" es ot ro no mbre de lo (Iue hemos denominado "im aginació n presintéuca", el poder de IJ. imaginación para dis ipar cualquier todo or gán ico, el poder que precede a la sintaís de la imaginaci ón cuya expres ión superio r es e1 logos (romo le agradaba señalar a H eidegger, en griego antiguo legdl1 sign ifica tamb ién "recoger, reuni r"). Por ello están absolutame nte lejos de H egel quienes ahogan por la sumisión volunt aria del Sujeto y su aceptaci ón del lugar prop io en el se no de la totalidad concreta del orde n sustancia l: la existencia misma de la sub jetivid ad involucra la elección "falsa", "abstracta" del mal, de l crime n, es decir, un gesto excesivo unilate ral que desequilibra el orden armon ioso del tod o , ¿Po r qué? Po rqu e esa el ección arbitraria de algo trivial e insustan cial, ese ejercicio de capricho to tal no basado en buenas razones ("Lo quiero porquc lo qui ero") es paradójic amen te el único modo que tiene lo universa l de afir marse "para sí", contra todo contenido part icular deter min ado. Esta entrada en la existenci a de lo univer sal "como tal", en disti nción con -

merca do, de la socied ad civil, que también det ermin a el modo de fu ncionamiento de la vida campesina (la agri cultura aparece organ izada co mo un a ram a de la producci ón industrial) y [a superestruc tu ra políti ca (el Esta do se red uce a un Estad o policial, co mo "vigilant e nocturno " que gara ntiza [as condiciones legales y político-policiales de la vida civil); (3) la lógica planifi cada del soci alismo estatal, en la cualla buroc racia del Estado, como clase un iversal, int enta go berna r to da la producción, incluso [;1 agri cu ltura (no so rprende que el mayo r esfuer zo del estalinismo, como e:rpresión sup,""ma de esta. tendencia, haya sitIo el de aplastar al Colmpesinado , con su actitud pr crreflcxrsa de C'O llfianz.a ingenua). ¿& posi ble medi ar efectivamente esto s tres principios en un "silogismo de la sociedad" co mpleto y esta ble? EJ problema re side en que cada uno de ella; está a su vez escindido, atra pado en la tensión de eleme ntos antagónicos que intro duce la d ime nsión propiame nte /'f'/íriaJ: el o rde n orgá nico arca ico se puede co nverti r en violencia popu lista fascista COntra "ellos"; el liberalismo está dividido entre un 1Pim z [airt co nservador y una posickin acti vista de igalikni; el socia lismo de Es tado genera cerne reacción la autoorganizac jén espon tánea de las bases, Por lo tanto , estos tres pri ncipios requieren (o invo lucran) un principio I1l ~ S , el cua rto, prccisamen te , el principio de /11 política millo 11I/, del antago nismo social, de la desesta bilizació n de mccr ética del cuerpo social artic ulado. Este principio encuent ra expresión de tiempo en tiempo en formas dife ren tes de democ rac ia "es pontá nea" o "directa" (por ejemplo, los consejos obre ros en el torbellino de fines de la Primera Guerr a M undial, u en lus "foros" democrá ticos de la desintegraci ón del socialismo), Véase una exposición más deta llada de esta concepción de lo político inft"tl, en el capínrlo 4,

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t rast ante (.'()JI rodo contenitlo dcrcnninad«, este violen to resp;lldll IIl1 i LII IT ;.1 <l algún rasgo abs tracto , qu e lo arran ca de su contexto vita l concre to)' po r lo !;In to involucra la mortificación de! todo orgánicu de la vida . es c11110mt'nto .Ir 1;. actualización del Sujeto contr a e! orden susta ncial equ ilibra do. Por lo ramo, (· ~ t ,¡ profundam e nte des ubicado el miedo a que e1 movimiento dialéctico hq.:t·li'lllll genere una negat ividad "demasiado fuert e" CO UlO para que sea posiblc rciuwr ta rla en e! ciclo de la mediación dialé ct ica: el he cho de que "ht sus tancia ~l' ;l (tam bién conceb ida como] Sujeto" significa qu e esa explosión de la unidad orgánica es lo que siempre mude en el curso del proceso dialéctico , y la nueva unidad mediada ulte rior de ningún modo in dica un retorno, en " un nivel supe rior", a la unidad in icial perdida : en la totalidad mediada recién reinstalada cuouu r.rmus una unida d stlSIBlI á a/m n l ft distinta, una unidad basada en el pod er t1estr\l('. tor de la negatividad, una unidad en la cual esta lIegntividad C1l sí asume 11I/(1 rxistencia jXlsitivfl, . . Quizá sea esta Li fuente de la tensión irr csuclta con la que concluye la I.°P,I(11 de H egel, la tensión entre vida y conocimiento como los Jos parad igmas Ile la Ide a absoluta: en la vida, lo particu lar est á aún in merso en lo uni ve rsal, dl' modo que la vida es un sistema diná mico en el cual lo un iversal se reproduce pn l' medi o del pro ceso incesante del sur gim iento y desaparici ón de sus rnomcnrov parti culares, un sistema que se man tie ne vivo gracias a la propi a dínñmica I >l' l' · pema del auromovimícnro de sus partes cons titutivas. N o obstante, ese SiSICIIU, en el cual lo un iversa l es el poder que se expres,\ e n la pro ducc ió n incesa nte d c la ri queza de sus mome ntos part iculares, es rod avfa una "sustancia din amiz ada'' , no involucra una subjetividad propiamente dicha. En los t érmi nos de ' 1':1}'lo r (no to talmente adecuados), te nem os aquí la oposición entre el aspecto "cxprc..[, \'ista"/produetivo del Absoluto (la vida como {1Il1Sd mi que se re produce}' "se (' l( presa" a tra vés del proceso infinito de " 1 gene raci ón y la corru pció n de SIlS tilomentas), y su aspecto "cogni tivo" (el Abso luto que solo se actu aliza a tr avés cl l' su pl eno autoconocimiento). ¿Cómo vamos a conciliar estos dos t é Tl~l in os? La primera para doja es que la activida d está del lado de la sustancia (el pmk'r generado r "expresivista"), y la pasividad est á del lado ~e1 Sujeto (el Sujeto (' ,1\ cuanto conciencia toma pasivame nte en cuen ta lo que n ene lugar): la sust'IllCl.1 es praxis, in te rvenci ón act iva, mient ras (Iue el Sujeto es teoria, i l~ tui d :'m P;¡\ iV:I. T enemo s aquí la op osició n de Sein y Sol/m , de la Ve rdad y el BIen; sm crnbargo, a difer encia del mod o convencional de conceptu alizar esta opo sición (1 :1 in tu ición pasiva de la sustancia según Spinoza, versus el Sujeto acti vo ficlncan«, que po ne espontánea y autónomament e b totalidad del contenido o hj ~ t ~v o ) , H egel conecta los cuat ro términos en \I11¡l red entrecruzada: la productl:ld illl exp resiva está del lado de la susta ncia spin oviaua que constantemente rcalivu el Bien dando fOrlll i\ activa men te a la realidad, mientras que la actitud fundamc uJ(J9


,\ill/vuj Zitt'k tal del Su jete cs la del co nocer: el Sujeto int enta establece r lo q ue es ver dade ro, disce rn ir los contornos de la objetividad. H egel era un idealista ale má n y, desde luego, creía que la so lució n estaba en un co nocim iento espontáneo , es deci r, que era en sí m ismo una praxis ge ne rado ra de sus objetos, pero no en el se nt ido (fichrcano) de la "i ntuic ió n intelectual", de un co nocimiento q ue produc iría directament e a sus o bjetos, ni tam poco e n el senti do kanti ano , un tan to m ás déb il, q ue postula el co nocim iento como trascendental me nte co nstituti vo dc sus o bjetos. Nos sent imos incluso tentado s a decir q ue H egel optó precisament e po r la so lución o puesta: en el nivel del co ntenido susta ncial, " todo ya se ha producido ", de modo que el conocimiento se lim ita a to ma rlo cn cue nt a (es un act o puramente form al q ue registra el es tado de cosas); pero, precisame nte co mo gesto puramente fo rmal de " to mar en cuenta" lo q ue "e n sí" ya está allí, el co nocim ient o es pcr formarivo y ge nera la actualizaci ón del Absoluto. D e modo qu e 110 estam os an te un a nueva vers ió n de la unión m ística en la cual la ac tividad del Sujeto co incide con 1.1 activida d del Abso luto (el propio Dios), en la cual el Sujeto se experimenta como "vehículo del Abso lut o" (en su ll1¡lyO!' actividad es pasivo, puesto quc es el Absoluto el efec tivame nte acti vo a trav és de él); esa unión m ística sigue sie ndo la cim a del "spinozismo dinamisn do " ele Schelling. 1legel dice lo con trario. m mi mayor PfIsivitlllll, YI/ s¡ry activo. Es decir qne el mismo " repliegue" pasivo po r medio del cual el pensam iento "sc separa", "se escin de" de su objeto, adquie re distancia rcspeew de él, se arr anca con violencia del "flujo de las C05<IS", asum iendo la posición de un "o bservado r exte rno", este no-acto es el acto superior, el pod er infinito que int rod uce una brecha e n el todo autoencapsulado de la sustancia. Enfrentamos el mismo pro blema en la oposició n entre la re flexión q ue " pone o po nente" r la reflexió n "exte rna", del principio del Li bro 11 de la Lógicn de Ilcge l. La refl exión ponente es ontológica; conceprua hza la esen cia co mo el po der productor/genera dor qu e "po ne" la riq ueza de las apa riencias; la re flexión externa, en cam bio, es rpistt1lwlógicn: repre senta la penetra ción reflexiva del Sujeto en el objeto del co noc im iento, el esfuer zo po r disce rn ir, detrás del velo de los fenóm e nos, los conto rnos de su estructu ra racion al subyace nte (su esencia);" El ato lladero fund amen to de toda la "lógica de la esencia" consiste en q ue estos dos aspect os, el on to lógico y el ep iste mológico, nunca se pueden sinc ron izar

l \>, Debe tenerse presente qm: rodas las categorías de la reflexión involucran una referc ncin directa al Sujeto que conoce: por ejemplo, la diferencia entre 1:1 esencia y la apariencia solo existe para la mi rada del Sujeto, que solo tiene acceso directo a la apariencia, y qu c entonces intenta penetrar hasta b esencia subyacente oculta de bajo del velo. Véase T aylor , Hef{e/, págs. 257-259,

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plen amen te: ningu n;1 solución puede resoh'e r I¡\ lIs(·iLIl·.i c'H.1 el.~tre lns do.... pulo " ya qu e la apariencia es red ucida a algo "m eramen te suh,etlvo (la eSI'IIl'I¡1 ~ Il' L..... cosas es un "en sí" inaccesih le; lo qlle puedo contemplar es solo su :IIUTlI' Ill'I¡l iluso ria), o bien la esencia en sí q ueda subjerivada (LI esencia oc ulta es c ll. llhi m.1 instancia una co nstrucció n rac io nal de! Su jeto , el resultado de su tr;IIM lo ( '1 111cep rual": pié nsese en la física conternporénca d e I~s p;lrt.ícu hlS SUh,ltc'llllk,I"'~ l'~l 1.1 cual los últimos elem entos constitut ivos de la realidad tie nen el sfIlfflStlc hlpOlt· sis alt amente abstra ctas, de un puro presupucsto racional quc nunca CllColll r:Hcmos fuera de la red reónca, en nuestra expe riencia co tidiana). Una ve.. . nniv, {" la tensión no se res uelve median te la inclusión de la re flexión int erna en la estructu r a gene ral de la act ividad q ue se po ne a sí ~ isma d~1 Absoluto, ell~ I,llI un mo me nto mediador de escisión y enemalídad, SIllO mediante la atirlll:IC\Oll Op1ll·' 1.1 del sta tus ontológico d irecto de la exte rn alidad de la reflexión e n sí: ltn:ll'lll i¡tlli positiva y ontol()gicamente determinada solo puede emerge.r fOl!1O 1111 e n l'll<l,lllll el Absoluto "es exte rno a sí m ismo" , en cuanto un a br echa im pide Sil ;Ir l ll:lh/,;Ición ontológica rotal."

" L A U:-JLVERSAl.l DAD CONCRE TA"

Advert imos aho ra cn q ué sentido preciso la lógica de H egel sigue sil,tHlo " tra scende ntal" en la es tricta acepción kan t iana: es decir, en q ué sentido su r('d co nceptual no es me ramente form al, sino co nsnrutiva ~e I~ realidad en sí, {'U}:¡l'! est ructuras carcgo riales descr ibe. L o q ue po ne e n m o vrrm en to el progreso Ch,ll éctico e n la Lógico de Tlegel es la te nsió n int rínseca en e! su/tus de roda cncgo ría dcte n ninada/limirada: cada conce pto es lIt{e~lrio (es decir, ind ispensable ",lr¡1 conceb ir la realidad, su estru ctura ontol ógica suby acente) y al m ismo tit'mpo imposible (es deci r, inco nsiste nt e, que se re futa a sí ~ismo: en cu;mto. lo ¡lp!l{"Im os plena y consecue nteme nte a la re alidad, se dcs lll.t egra ,o se convi e rt e ~ 1I, ' 11 op uesto). Esta tensiólÚco ntra dico {m co nceptu al es snlluk aneamen tc el spm tllf

20. Este (' lllllO C~ ¡amhién cn .dal para comllrendcr adecuadamente la diferencia ¡ ·nt rl· H egel y Schelling: Hegel suscribía la c ritica de Schell ing al su bjet ivismo blll i a ll o- ~ d , lt" Il " ', pero no deja ba de respaldar(por así decirlo) la fecnnlliu:i(,n eonrra la micción, es decir, la r l ,'~ ' , ción directa de la totalid ad concret a contra ]g división suhjctiva abstracta. H egel "se COnl'1I\[" en IJ egel" al to mar (.:ollcicnda de que toda elección ent re la t~,talida d y ~a s uhj~t iviI LH.1 al.. traerá ljlle disllelve los vínculos orgánicos con cretos de esa tota h ~a(~ es en ultlll.\:! ltl Slm~rt 'l \ll ~ .l elección [orzadn en la cual el Sujeto se ve ubligadu a cleg-irsc il S/ IIIl>"1n O, es deCir, :! \;\ vtolCll\"l,1

dest ructiva unilatera l que n el Sujeto.

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meuens ~undamen tal de la realidad en sí: lejos de se ñalar el fracaso de nuestro pe nsamie nt o en la aprehen sión d e la realidad, la inconsistencia int rínseca de n llc~t ro aparato ('onceP.t llal cons tituye la prueba definitiva de que nuestro pcn sam l~nn.l l~() es so lo un Juego l ógico , sino que llega ha sta la re alidad , expresando su p rmClplO estr ucturador in trínseco .

. Desd~ ~ ~eg(). lo qu e explica esta supe rpos ici ón paradójica de la necesi dad y 13 lInpoSI ~I~ldad es ~I c~mcepto de la universalid ad auto rr efe reneia l fund ada en Sil exce pcro n co nS tl ~lI tl va. ¿Por q ué las mon edas de cinco cen ta vos so n más ~~andcs qu e las de die z centavos? ~ Por qué esta excepción a la regl a general sergu n ..'la cualI el- volumen es proporcio nal al valor? Karel van het "'" e ve,• e,1 ce' 1e bre mgursta 1 anes, c:srudioso de la literatu ra y crítico popper iano del psicoa nálisis y la.descon 5trueelOn, ~ a f(~n~~lado la lógica de esta regla y su excepc ión en la fo rma de lo llue d en omina rrorncamc nre "la co njetura de Reve''," en el domin¡ > 1 Ias regl as SIIll ' huT teas, Il¡ly q ue invertir' la lógica de la fnlsnci ún (J refu tnciri ' uen de Popper; I.lay lJ ue bu scar I ~ excepció n para COnfi17!lar la regl a, y no par a rc futa rl~. Adem és de enumera r e jem plos de una multitu d de act ividades simbólicas re~das po r r~glas (e~ ~I ajedr ez ten emos com o excepc ió n el tnroqllr, un ml)vi~ IllI~ntO q ue VIo la la 10g](.'3 fundamen ta] de las o tra s movidas pos ibles; e n los juegn s de c.a rtas haX :I menudo un a combinación infe rio r exce pc iona l q ue de rrota .1 1~.1 super]{~r'. ,c~cetcr:1), el CI.l ~{)que {~c Rcve es so bre todo lin güístico: e n gramriti ca, se ll e C e ~Jla una excepoon P¡~ rtJ c ular para revelar (para hacernos sensibles a) la regla um ve~~al q ue no se aplica en ese caso : " Una regla no puede existir sin algu na exccpc ron co nt ra la cual puede distingu irse".l1 Estas excepci o nes suelen se r d~artadas_ co.m,o tlrpollmtia, ir reg ularidades "irracio nales" debidas a 1<1 in ~lle~~Ia. de algu n. idioma extranjero de la vecindad o a la persistenc ia de formas lin g üfsticas ante no l"c: , ~n latín, po r ejemplo, cuando un a fo rm a verbal term ina en 0 1", pl~r 1 (] §e~eral llldlc,1 una forma pasiva: laudo es "yo elo gio" , y landor, "vo soy..elogiado . SIIl em bargo, sorprendent e me nte, loquor no es "so y hablado " ~ino yo hablo". ' , En térm i n~ he?-e1 iano s, esas excepcio nes so n necesar ias para (lile la regla (~eJe"de se r,u.n en SI natu ral y se co nvierta en un "para sí"': para que sea "advcr rida , pcr~JbJ da "co mo ta l";" Por esta razó n resul ta insuficiente cualqu ier inten-

vecinos o fo rma s P;ISMb s tic 1;1 misma len gua: estas ('o ncxiolll'S ("a ll ~ a l l' s su n sin du da exactas desde el punto (le vista h istó r ico; no ohstnntc, p;lr,1tIlle Sc,lll (ji ''' i 'vas de ben sat isfacer algunas necesid ades int rínsecas del siste ma PI"I'J I'/Ilt ' (lo l\l i ~ 1110 que los [ame ntahle s " restos de l pasado burgués" q ue se nducinn en IlIs p,lís('s co munistas para justificar toda s las calamidades del present e SOd ;llisl;l, co mo si esos " restos " no desem peñ aran un papel necesa rio en la inconsistencia de ('S I' present e socialista, y no fue ra ese prese nte el que los ma nten ía vivos), LO't cjcru. p lo s abu nda n: la soc iedad ut ilitari a burguesa necesita un a aris u x-racia cunm I' X· cepción que reve le su posició n utilita ria básica, etcé ter a, etc étera, has ta la 0 '/'( ció" (del pene), q ue sirve co mo prueb a}' sign o de po te ncia, p recisament e (' 11 rel ación co n el pe ligro inmanente del fracaso: la perspectiva de lllle 110 sr prflllln.Cll"l~

H ay tr es principales versiones de la relació n entre do part icular .

10 universal y Sil cont eni

1. El co ncepto co nve ncio nal de una univers alida d ne utra, indi fcrcm c ,1 Sil contenido particula r: el rogito cart esiano es la sustancia IlCnsalll e 11('111 1" " , co mún a todos los huma nos, indiferente al género, y co mo ral Iund.nncu to filosófico de la igua ldad política de los sexos. Desd e esta pe rspectiva, el hech o de que, en las descripcio nes del eogito e n la filoso fía moderna , (' 11 realidad encontr amos un predominio de los rasgos masc ulinos, es en 1'11 rim a instancia una incon sistencia de bida a las circu nstancias histtí ri('.ls: ( ' 1\ Desca rtes, Kant, H egel y o tros, el eogito sigue siendo un "proyecto inrnn cluso": sus co nsecuencias no fue ro n pe nsad as has ta el final. (Cuando pus car tesianos co mo M alcbranche repitiero n q ue las m uje res no pueden pensar clarame nte y so n mu cho más vulnerables qu e los 1101lIIJI'l's .1 I:ls impresiones de los sent ido s, no h acían má s q ue ate nerse a los prej uirh», de la realidad social de su época.)

2. La lectu ra marxis ta convencio nal, o int erpre tación "sinro mal" critico ideol ógica, qu e debajo de la un iversalidad del eogito no solo discierne e!

to de explicar estas excepciones o violacio nes invocando la influencia de idiom as

13, Lacan piensa una co rreh, d o'n en . f.i l"lca " u m' .• en algo análogo ,1 postular. ~ ..tre~ 1, ~ lLu_ n ClOII versal y su excepclOn co nstitutiva,

1", Otro ejem plo : ¿C(">I110 II('ga " na par eja a la decisión de casarse, de entra r en una rd ~ cio n permanen te, afirmada ('11 t érmi nos sim bólicos? Pot lo general, esa decisión 1/11Ir ( 0111" al cabo de un periodo de enS;JYo y deliberació n que de termine la naturaleza armoniosa de la, 11<' ccsidades respectivas y los rasgos de car ácter de los mie mbros de la pareja; suele ocur rir '111" un peq ueño coaflicro perturba la dicha de la vida en común , y los novios advierten la i l1 ~ ill"n ill caricia de ese proble ma, infinitamente más débil que los lazos qu(' los unen, El detalle I'l' re lll ha da r me lleva a tomar conci encia de la pr ofundidad de mi apego.

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21. Véas~. Kare l van het Rl;'vl;', " Rcvl.'S Vermutung", en Dr. Frrud nml Shm ock flobllrs J l amhu rgo, l' ischer Verlag, IW4, págs. 140-151. ' 22. IbfJ ., pág. 149.


predom inio de ciert os rasgo s masculin os ("e l (ogito representa e n realidad al individuo varón blanco pa tria rcal de clase alta "), sino que, en su versión más fue rte, sos ti ene incluso que eí g~sto mismo J~ le IInivN'So/iuuitin, J( In cancelacidn de las Jiftrrm:illS particulares (/o forma de In unnxrsalidad abstracta romo tal) 110 rs naar» respecto dd ghUTO, sino intrinsecammre masenlino, p uesto que define la act itud de dominación }' manipulación del varón moderno, de modo que la difere ncia sexual no so lo rep resenta la diferencia de las do s especies del género huma no , sino que invo lucr a dos mo do s dist intos de funcionamiento de la mis ma relación entre 10 universal y lo particular, 3. Pero existe una tercera versión, elabo rada en detalle por E rnesto Laclau-" lo universal es vacío, pero precisam ente como tal está desde siempre lleno, es dec ir, begemo nbado por algún contenido particular, con tinge nte, que actúa como su sustitu to . En síntesis, cada unive rsal es el campo de ba tall a de una m ultitud de conten idos part icu lares que luchan por la hegem on ía. (Si el (ogito privilegia tácitamente a los hombres, en tanto op uestos a las m ujeres, este no es un hecho eterno inscri to en su natu ral eza, sino algo que puede modificarse en la lucha po r la hegcm onía.) E.sta tercera versión se di ferencia de la primera por no hacer lugar a ni ngún contenido del universal realmente ne ut ro y, como tal, común a tod as sus especies (no podemos definir algu nos rasgos com unes a todos los seres humanos en absolutameurc la mism a mod alidad): to do con tenído pos it ivo del universal es el resultado contingente de una lucha por L1 hegemonía; en sí mismo , el universal está absoluramcnre vacío,

Al aceptar est a tercera posición, debe mos insistir e n el torre operado en el conte nido sus tancial part icular, el co rte IX )f medio del cual se esta blece el universal. Es deci r que la parad oja del concepto pro piame nte hegeliano del universal consiste en que no es e! marco neutro de una mult itud de conten idos part iculares, sino quc por su propi a natural eza di vide, escinde su contenido part icular; el universa l siem pre se afirma en la forma de algún contenido partí cula r que pre te nde e ncarna rlo direct amente, excluyendo a tod os los otros co ntenidos como mera me nte particulares. ¿C uál es entonces la universalidad co ncreta hegel iana, si es (Ille involucra un corte tan radical, si nfJ es la art iculación org ánica de un todo en el que cada ele-

2S, Véase Ern esto Laclau, Emollcip llriol/ (s) , Lo ndres, Verso, 1') l) Ó. [Ed . cast.: !I'lIlif1/cipociólI

y difrrnl(j¡¡, Buenos Aires, Anel, 1996.) 114

me nto de sempeñ a su p;lTte única, pa rticular pe rn ir n 'em pl:17:1hlc? t) lli7;\ 11m ayude en este pu nto una rcfcr cucía a la música. Tomemos ell'Olll'l'llIO tic "s-un cie rto de violín". ¿C uándo es tam os ante una unlvcrsulidnd concreta (' 11 ;H' lo ? Sencillamente, cuando no lo subdividimos en sus form as par ticulares (el con cie rto para violín clásico, los gran des conciertos románti cos desde .\ 1clltlelw llm hasta Sibelius, pasando por Tchaikov sky, etcé tera), sino Illle cOIl{'chimo\ " u\ "especies" o "etapas" como otros ta ntos inte ntos de ap re hen de r [dc tcrminu r, dar forma, luchar con) la unive rsa lidad misma del co ncepto . Es ya prOfl1 11 d;l' men te significativo que los concier tos para violín de M oz ar r impliquen una pe qu eña cuo ta de fracaso (por lo menos en comparación con sus alta s 1101"111 ;\ " y con sus con ciertos para piano): no sorprende que su obra para violín y O I'l IUl' SI:1 m ás popular seala Sinfonía concertante, un ext raño tipo de animal (aún no pcrtuite que el violín asuma un papel aut óno mo contra la orq uest a, de mo do qlle le ne mas una sinfonía "conce rt ante", y no un co ncierto Ir.na violín prop iame nte dic ho). Probablemente esto se debe al hecho , subrayado por Ado rno , de II"e el viulín , mucho más que el piano, es el instrume nto musica l fundam ental y e.'<pre":l 1:1 subjet ividad: un concierto para violín solista, con su interacció n entre el violín )' la orquesta, representa quizá el inte nto musical fu nda menta l p.lf:l exprc...i r 10 que el idealism o alemán denominó la interacció n entre el Sujeto ), la sustaucin; el fracaso de M ozart de muest ra que su unive rso no e ra aún el de la afiTllladú n radi cal de la subjetividad, como sí lo fue el un ive rso d e Heerh oven . Pero, rnn (,1 co ncier to N ° 1 para violín y orquesta de Beerhovcn las cosas se vuelven lI\;h bie n problem áticas: no sin razones, se lo acusó de que en el prim er movimiento había acen tuado la lín ea melód ica princi pal de un modo excesivament e rcpcti tivo, al lxmlc del kitsch m usical. En síntes is, el equilibro entre el viol ín r la nr que sra, e ntre el Sujeto y la sustanci a, aparece )".l pe rtu rbado por e! exceso suhictivo . La ré plica adecuada a este exceso es un co ncierto para violín y OTlIUcst:1 ,It' Bra hm s (tam bién el N " 1) que ha sido muy bie n ca racterizado como Ull "co ncie rto contra el violín": el masivo peso sinfónico de la orquesta finalme nte ah..orbe la voz solista del violín, luchando con él y aplastando su ímpetu expresivo. redu ciéndolo a la con dición tic uno más de los elem entos de la tr am a sin fónica. T al vez. el último eslabón de este desarr ollo sea el "conciert o para orque sta" Ill' Barr ók (es decir, solo para orquesta, sin que ni ngú n instrumento se destaque cu mo solista), un verdadero con rrapun ro al "concie rto sin orquesta" de Sch umann (la fór mula más exacta d e su deslizamiento a la locura, es deci r a la rec lusión psic ótica progresivam ente pr ivada del sostén en el "gnm Otro", el or den silll1Jt,lico sustancial). Lo qu e todo s estos ejem plos tien en en común es ql\e no solo son casos part icular es de! concepto un iver sal del "co ncierto para violín", sillo tam bié n int e ntos desesperados de ela bor ar una posición con respecto a la uniM

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vcrsalí dad de ese concepto; en cada caso, el concepto universal es perturbado de un m od o específico: re pu diado, inver tido, expulsado por e! énfas is excesivo en uno de sus polos, En síntesis, nunca hubo un con cierto para violín q ue "r ea lizara pl enamente su concept o" ("u n diálogo que genere una t ensión y reconciliación pro ductiva en t re el violín y la orquesta, el Suje to y la sustancia"): en cada caso, algún ob stáculo invisible imp ide esa pl ena realización de! concepto, (Este obstáculo in trínseco q ue impi de la act ualización inmediata del conce pto es otro nom bre de lo Rcal lacania no.) T en emos aq uí un ejem pl o de la universalidad concreta hegeli ana: un proceso o una secuencia de inten tos part iculares que no se limita n a ejemp lificar el concepto universal neutro, sino qu e luchan con él, le dan un sesgo específico; el un iversal que da entonces tota lme nte en re dado en el proceso de ejem plificación part icular, es decir que esos casos, particulares en un sentido, deciden el destino del concepto un iversal en sí. 26 A qu ienes aún recu er dan la elaboración antihcgcliana real izada por Alth usser del con cepto de schredeterminaciin co mo categ oría clave de la dialéctica marxista, no les sorprenderá lee r que a n uestro juic io la po lémica de Althusser contra la concepción hegeliana de la universalidad estaba ma l dir igid a. Par a Alth usser, la principal caracterí st ica de la sobrc dct crm in ació n era que, en cada constelación particular, la un ivers alidad de la que se tra ta está "sob redeterrninada", recibe un sabor o .sesgo esp ecífic o del co njunto singular de las condiciones concretas : en la di aléct ica marxista, la excepción sería la regla, puesto que nu nca encontram os la encarnación adec uada de la un iversalidad como t al. Es e rasgo que Althusser sub rayaba es el mismo rasgo fundam ental de la universalidad co ncre ta hegelia na. D e modo qu e no basta con sostener qu e la universalidad concreta se articula en una tram a de co ns telac iones part iculares, de siruacío ues en las cuales un contenid o específico hegemo n iza al concepto universa l; tam bién se debe tener pre sente que todas estas ejem pli ficaciones particula re s de la universalidad llevan el sello de su fracaso final: cada una de las figu ras histó ricas del concierto para violí n es por sob re tod o el f racaso en actua lizar plen a y adecuadamente el "conce pto" de l concierto para violín , L a un iversa lidad concreta hegeliana involucra entonces lo Real de algun a im posibilidad central: la univer salidad es concreta, está estructurada co mo una tr am a de figuraciones part icu lares, pr ecisamente porque nu nca pod rá adquirir una figura adecuada a su co ncep to . Por ello, como dice He gel, el gé nero univer sal es siemp r e nna de sus propias especies: solo hay universalidad si exist e un a brecha, un agujero, en m edio

de l contenido particula r de CS,l universalida d, es dec ir, en Ll nu-dirla e-n quv, ('11 tre las espec ies de un gé nero , lu ya siempre una espec ie faltant c. ,1saln-r: 101('SIl\' cic que encarnaría adecuadam en te a ese género.

"ANT ES QG E:\"O QGERER I\'ADA. . . "

26. Qu izá la mejor formu lación de este abismo vertiginoso en el que está atrapado el proceso dialéctico hegeliano sea la de j ean -L uc N ancy en su JIegd. L'inquíerude du négatif, París, H achcttc, 1997.

L a idea qu e me jor ilustra la necesidad de un" elección "folsn'' (uuilnu-rul. abstracta) en el curso de un proceso dialéct ico es la de "apego o bslin,ulo"; esll' concepto totalmente ambi guo ope ra a lo largo de toda la Ft'1I01!!t'IIO/O!!./Í1 tll' 1!l '. gel. Por un lado, rep re sen ta el apego pato lógico a algún conteni do p'II·' ir'uLll' (un inter és, un objeto, un placer. ..) desdeñ ado por la conciencia lII ot"a list;1 '!'!" juz ga. H egel está lejos de limitarse a condenar ese apego: subraya 1111,\ y 011' :1 va qne co nstituye el a priori ontológico de un acto: el acto po r medio del cual el lu:· roe (el Sujeto act ivo) perturba el equ ilibrio de la to tali dad socio ética dlo: LI s IIIrl res es siempre y necesariamente experime ntado como un crimen po r la ('IlIl 11Ill¡ dad. P or otr a parte, un "apego obstinado" mucho más peligroso es el del SlIj(' ln juz gador inactivo, patológicame nte apegado a sus normas morales abs tracta s. en func ión de las cuales con de na to do acto como cr im ina l: ese aferramiento tcnuv. a las no rmas m o rales abst rac tas, que nos au to rizarí a a em itir juicio sohrc Ind,1 su bjetividad activa, es la forma final del JvLlI. En cua nto a la te nsión entre la pa rt icu laridad étnica y cl univcrsalis m« , (,1 apego o bst in ado des cr ibe al m ismo tiem po el apego del Sujeto ,1 S\1 idc utid.ul ét nica particula r (que no está dispuesto a abandonar en ni ngu na circuus t.uu-i.r) v una re fer encia directa a la univer salid ad abs tracta, a lo que subsisll' r'011 10 maree estable e invariable en el cam bio un iversa l de todos los co nt enidos p:ll"l ¡ ~ cula res . D esd e luego, la parad oja pro piam ente dia léctica co nsiste en que, P,II',l qu e el Sujeto se extra iga del contenido sustancial de su tota lidad étnica p;1 1'1 iru lar, el único cam ino es que se afer re a alg ún conten ido idiosin crá sico rad ical me nte contingente. Po r esta ra zó n, el apego obstinado es simu ltñncamcnu- 1:1 resistencia ;11 cam bio -mediación-uni versa lizaci ón y el operador de ¡lic!\tl ( ':11I1' bio : cuando , co n ind ependencia de las circunstanci as, me aferro obsrinad.nucn te a algún rasgo particular acci dental con el qu e no estoy ligado por llingllll:l necesidad interna, este apego "p atoló gico" me perm ite despren derm e de 111 in· me rsi ón en mi co ntexto vital particular. Esto es lo qu e H egel Ilamn el "infi niln de re cho de la subjetividad": arr iesgar lo todo, la to t alidad de m i contenido .susta ncia l, po r algún rasgo idiosincrá sico trivial que m e importa m ás que cU;111111 ir'r otra cosa, Po r lo tan to , la paradoja r eside en el hecho de que so lo puedo Ikg;11' a lo universal-para -s í m ediante el apego obstinado a algún conteni do pa rt k-ul.u: co ntin gente, q ue func iona como una "ma gnitud negativa", como algo q uc LOS (' 11

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SII/t,o) ZitA

sí to ta lmente indiferente, cuyo signif icado reside por co mpleto e n el hecho de que da cuerpo ala volunta d arbitra ria del Sujeto ("Q uiero esto porque lo quiero ", r CUAnto más trivial sea este contenido , más afirm ada quedara mi volunted. ..). D esde luego, este rasgo idiosincrásico es en sí mismo continge nte y carece de im porta ncia: una metonimia del vacío, de la nada: que re r esa X es u n modo de "querer la nada" . Lo opuesto inmediato al apego obstinado como expresión suprema de la propia voluntad obstinada del Sujeto es la disciplinll, El poder formador de 1.1 disciplina (precisamente por su dimensión t raum ática de ob e diencia a un rit ual ciego, mecán ico, carente de sent ido) es cru cial para el co nce pto hegeliano de la subjetividad, En sus Gymnasialredm, impa rt idas al final del año escolar cuando estaba al frente del Ginmasio de ~'u remherg, I Iegcl insistió en la necesidad de la ejercitación mecánica en el servi cio militar y en la enseñanza del larin. El extraño estatu to del latín tiene un interés especial: ¿po r qu é fue el latfn, y no el griego, el idioma que se con virt ió en la li1/g lttl fi 11ll<tJ de O ccidente? El griego (.'S el mítico "lenguaje de los o rígenes", dotado de un significado total, mientras que el latín es una lengua de imitaci ón, "m ecán ica" , de segunda mano, en la cual ya se hab ía perdi do la r iqueza signi ficativa ori ginal (según H eidegge r lo subraya reit er adamente), de modo que resulta sum amente impo rtante (Iue haya sitio el latín , y no el griego, el vehículo un iversal de la civilización occidental.~7 ¿Por qué ocurr ió esto? ~o se tra ta se ncillame nte de qu e la ejercitació n mecánica, la capacidad de ob ed ecer a reglas carentes de sign ificado, co nstituya la hase para la ulte rior actividad espiritual aut ónoma sign ificativa (primero hay que aprender las reg las de la gr-amát ica y el trato social, acostu mb ra rse a ellas, pa ra pode r pe rmitirse después una act ividad creativa super ior, libre) y sea subsecuc nrc menre "s upe rada" (dllf gehoben), reducida a la condición de fundame nto in visible de una actividad m ás alta, Lo esencial es (I\l C, sin esa exrcrnalizaci ón radical, sin ese sacrificio de todos los contenidos espi rit uales sustanciales externos, el Sujeto sigue enclavado en su sustancia, y no pued e emerge r como una pura negatividad autor reterencia!. E l ve rdade ro significado especu lativo d e la eje rcitación exte r na carente d e significado reside e n el abando no radical de rodas los conte nidos sustanciales inte riores de mi vida espiritual ; solo a través de ese abandono puedo eme rge r como el puro Sujeto de la enu nciación, ya no apegado a ningún orden po sitivo, ya no arra igado en algú n m undo vita l pan icular, D e modo que Hegel, al igual que Foucault, insiste en nn vínc ulo est recho e nt re disciplina y subjcrivació n, aunque con un sesgo ligerame nte distinto: el Sujeto prod ucido por las prá cticas disciplinarias no es "el alm a como la prisión del cuerpo", sino (si p uedo arries-

ga rme a form ularlo de este modo) precisamente un Sujeto sin ;\ 1111,1. un Suk lo privado de la profundidad de su "a l l1l;l " , )~ , . De mod o que lo qu e dice Hegel es lo contra rio de lo tlue se le sude :n rllllur : la act ividad mecánica de la ejercitació n sin sent ido y la oh edicu r¡n cieWl II U II(" ,I se puede supe ra r to talmente en el ejercicio espiritual superi or del sel~ l i ( lll, 110 por el resto irreductib le de inercia mat er ial, sino, po r el contrario, preCIS,\lIll",lll' para gara ntizar la auton omía del Sujeto con res pecto a su contc, " ~lo SllSI ;~ l1,(" a l : la sup er ación completa de la ejercita ción mecánica en un contenido cspln t ua] (e n tér minos lacanianos : de la máquin a sim bólica en significado) equivlIldríll II I.l completa inmersión del Sujeto en la sustancia, En cuanto la ejercitación llln ';l nica carente de sentido obliga al Sujeto a distanciarse de tod o con tenido SIl\Llll cial, ese Sujeto se ve de tie mpo en tiempo extr aído de su inmers ión autol'lll1l l'1.¡ dente e n la totalidad sustancial del significado, )' confronta do co n el vacio lit' 1.1 pura negatividad (ese, según ] Jegcl es el papel ~e I~ gu erra, que él C(.'~lsidl'r.. lit' cesar ía precisam ente porque involucra un sacrificio y una dest rucción (';ln'lI\n de sentido, que socavan la comp lace ncia de nu estra ruti na cotidiana), Una \ T I más, hay que suplementar a H egel con Lacau: In qu e hace que el Sujeto S ()p~ ' r 'l' esa ejercit ación sin sentido de la alltodisciplina es el goce excedente que olu icmde ella, En ot ras palabras, el sup lem ento de ejercitaci ón sin sent ido es ,1 la «uu Iid ad espiritua l lo mis mo que el suplemento de objet petit a con. rcsl~ctn 'l l l~;lll ~ ­ po del sign ificado: atestigu a el hecho de que H egel no era un "Idealista scm.uruco", que te nía plena con cie ncia de qu e el ám bito de l sign ificado nunca pUt'dl' cerrarse y basars e en un circulo amorreferencial, sino que debe r eposar sobre IIlI resto indivisible de glJ« proporcion ado por el ejercicio mecán ico ciego, E~ \l' C\ ta mbi én el caso por excelencia de la reli gión , e n relación con el raw llatnit'l\lO filo sófi co . ¿N o es la plebraria el eje mplo "superior" de la actividad mccéuicn. npctitiva, destinada a generar su propia satisfacción (es decir , goce), según clpr« pío l legello subraya en sus Lecciones sobre lafilosoF a de la religión? La ventaja de la explicación que da H egel de les prá cticas disciplin ,llüs, ('1 111 respe cto a la explicación del mismo te ma po r Foucaul.t, ~~siste en qU,e, por ;l'{ decirlo, 1 Iegel describe la génesis trascendental de la d isciplina respon diendo ,\ 1.1 pregunta de cómo Y Ix)r qué (lo que se convertirá en) el Sujeto ("el individuo" 'll~ h ussc rieno), se somete volunt ariamente a la disciplina formadora del poder. ¿<:t> m n y por q ué se deja atrapar? La respues ta que da I legel es que está ope rando 1,1 m iedo a la mue rte, al Amo abso luto : puesto que mi existencia corpora l t.'S tá s. une-

2M. En el ámbito dcl lcllguaje, H egel hace el mismo planteo con su concep to de 1.1 " IIU' rnoria mec ánica". V éase el capítulo 2 de Slal/oj Z izek, Tbe Alttastaus o[ E1lj oJ1IIrllt, 1.,111< 11'''' ,

27,Véase Rcnata Salecl, T br SpQikuf Frerdom, Londres, Rmuletlge, 1')94, p;ig, 136,

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Verso, 1')<)4.

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SIII'I'o) JiZ1'l. '

tida a la con~upc,i6n n atu ral.' y ya que no puedo liberarme del (,."u erpo y negarlo totalmente, I~ll uruca al~cmat~va ~s ene,amar la negatividad, En lugar de negar dircctam en te rru cnerpo, VIVO mi exrstcncra corporal co mo un a permanen te negativizaci.óll: s~[ bonl inaci~)n, mortificación, disciplinam ien ro del cuerpo .. , La vid a de la disciplina Formativa (lo qu c H egel den omi na HiJdllllg) es entonces u n esfuerzo t~ndiente a neut~alizar en ,mí el exceso de susta ncia vital, un esfuerzo por vivir mi VIda real como SI ya estuviera mu ert o , un a defe nsa contra el deseo que "me hace sen~r vivo'.', L a fi gu~a positiva del Amo q ue efectivamente me oprime es en última mstancra u n susntuto de la negatividad radi cal de la muerte, el Am o Abso luto, Esto explica el ato lladero del n eu róti co obsesivo , q ue org an iza t oda su vida en tot:no al momentoaguardado de la rn ncrte del Amo; cuando el Amo muera, él po tira fina lmente VIVIr en plenitud, " disfr utar de la vida" , Pero al morir realmente el Amo del obsesivo, ocurre exactamente lo con tra rio: el neurótico enfrenta el vacío de [a mue rte, el Amo Absoluto, que est aba al acecho debajo del Amo rea l. Lo q ue Hegel sugiere, y q ue Lacan ela bo ró , es que esta r enuncia al cuerpo, a lo s p laceres corporales, p roduce un pl acer propio , q ue es precisamente 10 que Lacan d en o min a "g oce exce dente ". L a perversión fu ndamenta l de [a economía libid.inal human a co nsiste en q ue, cuando se prohíbe y re p rime algu na actividad plac iente , lo que resta no es senci llamen te un a vida de estric ta obediencia a la ley, un a ~i~a carente de p lace res, sino que el ejercicio d e la ley en sí queda cargad o de Iihido, y la acti vidad int erdicto ra se convierte en sí misma en tina fuente d.e, pl~cer, A propósito del asceta, por ejemplo, H egel subraya que la mo rtificaC10n lllce~a nte del cuerpo se convierte en fuente de un goce perverso exce de n te: la ren un rra a la satisfacció n libidinal pa sa a ser u na fuente autónoma de satisfacció n, y est e es el soborn o por el cu al el siervo acepta su servidumbre."

29. Judith Hutler sostiene que Hegel abandona su subversión dialéctica al abordar la estructura ~cI suf:im.iento sacriflcial religio>o. Esa subversión habrfn consistido en señalar que la renun~la sacnfi:Ial .es faba, ya que a su vezproduce satisfacción, un "placer en el dolor" (o, para decirlo en re rmmos [acariianus, la referencia a la posici ón de la e nunciación socava al cont enido ~nl1.J~cia do: " ~-1e inflijo dolor a mí mismo, pero en el nivel de la posición subjcrivn de la C I1l¡¡¡ cJa ~l( )Jl exp ~n.m ell to este dolor como un placer excedente"), Según Butler, en el caso del sufnmicnro rehgIOso sacrificial, el dolor y la satisfacción se oponen extern amente lo que me. permi t~ soportar el.dolor, o incluso me lleva a infligínllelo, no es una satisfacción ;erversa direc ta, ~m o la cre: ?cJaen que: cuanto nuis sufra en la tierra, mayor sed mi recompens a en el ciclo, ma.s sa.tlsfacclOn obtendr é en el Más Allá después de mi muerte. (Véase ] udith Butlcr, The Ps)'(h,cLiJe. o[Poner, Stanford, CA, Stan ford U niv er siry Prcss, 1997, pág. 44 .) ¿Es en re a h da~ esta la pOSl,clOn :le Hegel? ¿,'.J"o es Hegel perfectamente consciente de que el placer prometido en el A1as AlIa reprcscnrn solo una máscara del placer que derivo aquí y ahora ,1 1 tmagmar esa recompensa futura?

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E l proulcmn clave cuusi src cnr ouccs en la olll i ll()S~l posibilidad de la inv cr si/m d ialéctica de la neglldóJI del CIIel1JO en mx"ciólI l' l/ t {/1'lIl/l l lI: [a pllsibi[id ,HI dI' re pr im ir un impulso liliidinal pa ra obtener un a satisfacción lillil[ina[ (·c III e l ,1('1' I de la r epresión , Es te es el m ister io del masoquísmo: ¿có mo se puede llcunru \ 'P I O ti zar la renegación y el re pu dio vio lent o s de la satisfa cci ón e n'lt i l'~l? ¿O·)ltlO plI l" de la investi du ra libid inal no solo desp renderse de su m ela directa, sino i ndll ~ll pasar a la activ ida d que se opone a la consecución ele esa mera? Fre lld [LllU:l /lIIl sián de muerte a esta po sibilidad origin al de que el im pul so erótico se ¡[cspn' nd;1 de su objeto "n atural", de q ue el impulso eró tico traslad e su ape ~l\ de UIl obj \'tn a otro . P ara explicar la negación nihilista de la voluntad nfinn ativa de vivir, Nietzsche, en La genealogía de la tno1'al, int ro duj o la conocida distinción ent re 1111 q ue re r en absoluto y qu ere r la n ada : el od io ni h ilista a la vida es "una rc!wlll'1I 1 co ntra el pr esup uesto fundamental de la vida, pero sigue sien do un q llere r [, ' ,1 antes que no qu erer nad a, el ho mb r e q uiere la N ad a",JO Recordem os q uc 1 ,,1\' ,111 (que en general no tiene en cuenta a Nietzsche) ap ela implícita me nte a 1,1 11Ii ~ ·, m a distinc ión en su defin ición de la anorexia h istérica: el Su jeto anoréxi('o no ~( ' limita a rechazar la comida y n o comer, sino qu e come nada, P ar a Lacau, e] ch~ ~ seo humano, en con tras te con el instinto animal, está siempre, cnnstirut ivnnu-n te , med iado p or la re fere nc ia a la na da: el verdadero,objeto causa d e d ~,s e,o . (.\'ll tan to op uesto al ob jeto qu e satisface n uestra s necesida des) es, por dc finiciún, tina "meto nimia de la falta", un sustituto de la nada, (P or ello, para 1.ucan, el ob jeto a como objeto causa de deseo es el objeto perdido o riginaJ¡? e I~tc : IHi ~e. l ~· <l l ;l d e que lo deseemos porq ue está p er dido ; este ob jeto es u na p érdida POS!tIVI/,a·

da.)" De m odo qu e vo lvemos a la problemática de l apego obsti nado, puesto '!'!" resulta absolutamente cr uci al ten er prcsente la codepe n dcncia en tre 1,1llc,si[li[i o d ad de desp re nderse (le cualqu ier co ntenido determinado y el ape.gu ex (' ~s i\' ! 1 ,1 un objeto particular que nos hac e indiferentes a todos [os otros objetos . I'.se o h jeto es lo qu e Lacan, siguiendo a Kant, d eno min a "ma gtli tu~ negativa", c.s d{'('ir, u n objeto q ue , con su p resencia pos itiva, actúa como SUStituto d el V:lClO dl' 1:1

30. Fricdrich Nietzsche, On the Genealogy ofA1orals, NUC\'a York, Vintage, 19HC), ¡d ¡.::, 1(, \ , [Ed. cast.: GenetJlogía de la moral, Madrid, Alia nza, 1998. ] 31. ¿No está esto vinculado con la distinción lógica entr e la negación externa e interna? 1',\ procedimiento b ásico de la paranoia estalinista consistía en leer la negación externa como in terna: la indiferencia del pueblo respecto de la construcción del socialismo (el no 'llIl'rl'r 1,,1 cerio) era interpretada como una conjura activa (querer no hacerle, oponerse). Se pucrk- ,' 11 tonccs decir que el espacio de la pulsió n tic muerte es la brecha entre la negación externa y L, interna, entre no querer nada y quercr aetivJ1llcnte la nada.

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Nada (o del abismo de la Cosa im posible), de m odo que qUe1°er este obj eto particular, mantener el apeg(l obstinado a él a cualquier precio, es la forma 1I1UY concreta de "querer' la Nada". En senti do est rict o, el exceso y la falta de apego coinci den, pl~c S to que el apego excesivo a un obj eto contingente partic ular es e! opera dor mismo de! desap ego let al. Para dar un ejemplo más bien paté tico, el apego in-

co ndi cional , excesivo, de T rist an a Isol da (y a la recíproca) er a la form a m isma de ese des <lpego, de ese corte de todos los vínculos co n e! mundo, y de la in me rsión en la N ada. (Una m ujer he rmosa com o imagen de la muerte es convenci onalmente cara cterística de! esp acio fan tasm ético rnasculin o.) Podemos adver tir q ue esta para do ja concuerda perfec tamente con la idea lacania na de la sub limación com o elevación de algún obj eto positivo particul ar a "la dignidad de la Cos a": el Sujeto se apega excesivame nte a un obje to en cuan to este comienza a funci onar co mo un sus tit ut o de la Nada. En este punto se hacen co mpa ñía Frcud y L ac an , por un lado , y N ietzsch e por el otro : lo que Nietzsche de nunci a como gesto "nihi lista" destinado a contra rrestar los instin to s afirmadores de la vida, en Fre ud y Lace n es la estructura básica de la pulsión h~mana en tan to opuesta a los instin tos natu rales, En otras palabras, lo que Nietzsche no puede acep ta r es la dime nsión radical de la pulsió n de mue rte : el hecho de quc e! exceso de la Volunta d sob re un a me ra sat isfacción autoconrenid.~ está siem pre m ediad o por el ape go obstina do "nih ilista" a la N ada. La pulsron de muerte no es solo una oposición nihilista dir ecta a cualquier apego afirmad o r de la vida, sin o la estructura formal de la r eferencia a la N ada q ue nos pe rmite superar e! estúpid o ritmo vital au tocontenido, para "a pegarnos apesior~ adamen te" a algu na Causa (sea ella el amor, el arte, el cono cimiento o la política} por la cual estamos dispuestos a arriesgarlo todo. En este prec iso sentido, es absurd o ha bla r de la sub lim ació n de las puls iones , puesto que la pulsión co~? ta l in volucra la estructura de la sublimación : pasam os de l inst into a la pulsrnn cuando, en lugar de ap untar directamente a la meta que n os sat isfaría, ob tenemos satisfacción circu lando alr ededor de! vacío, perdiend o repetid am en te el objeto que ocupa el luga r del vacío central. Cuando u n Sujeto desea u na serie de objetos po sitivos, hay que disti ngu ir entre los objeto s deseados re almente como objetos par tic ular es, y el obj eto deseado com o sustitu to de la Nada: e! que funci o na co mo una "magnitud nega tiva" en el sen tido kantiano del té rm ino.

a sí m ismo de plagio) en t re " no robar nada " y " ro bar 1.1 Nada e n sí" . I'\ ll' P,I ciente (un intele ctu al obsesiona do por la idea ele tlllC les l'o b,I1J;1 COIlS(;llll¡' IIH' Ilte idea s a sus colegas) reci bió de su an alista (Kris) la dClllosl r,ldún de q ue t'll r ea lidad no había rob ado nada, pero ello no signi fie:lha q uc (ucr ,1 inocen te. El pacien te robaba en reali dad "n ada" , así como una nnoréxica nn se ~ i rn i l ;~ u 110 comer nad a, sino que come Nada en sí... ¿Q ué signi fican esto s pasaJcs, t'ILldlls tan a menudo ? D ari an Leeder" ha vincul ado est e caso co n otro, e l de un (' 1(\ pl eado sospecha do por su patrón de estar rob and o algo. T oda s las tardes, ruaudo salía de la fábrica, le revisaban cuidados ame nte su carretilla. N o Cll('Ol ltl',lh,lll nada, hasta que finalm ente se dier on cuenta de qu e estaba robando las currcri Has.. . En té rm inos análogos, como subraya La can, cuando el paciente de Kl'is exhibe su obsesi ón, la sensac ión pato lóg ica de que está plagiando, es cnn-iuluu tomar esta auro acusacién lit eralm ente, ni demostrarle que en realidadno les hu robad o nada a sus colegas. Lo que el paciente (y su analista) no ,Hlvel'tí,lll rru q ue "el plagio rea l residía en la forma del objeto mismo, en el hec ho de qm' p;l . a a lmi ra ese ho mbre un a cosa solo podía te ne r va lor or si st pertenecla gun o tro ,,11 : t' 1 temor del paci en te a que todo lo que poseía fuera robado ocultaba en renlid.ul I I1 profunda satisfacción (el goce) q ue der ivaba del hecho m ism o de 1/(1 (('11 ('1' ll:ub , q ue le pertene ciera ver dad eramente, que fue ra verdader ame nte myo, En el nivel del deseo, esta acti tud dc ro bar signi fica que el deseo es SICltlpn' e l deseo del O tro , y nunca inmediatamente "mío" (sól o deseo un OhjClO (' 1\ cuanto es dese ado por el O t ro), de modo q ue el ú nico m odo qu e ten go tic d ~' N scar auténticame nte consiste en rechaza r to dos los ob jetos pos itivos del d e s~' II , y desear la N ada en sí (u na vez más, en todos lo s sen tidos del tér min o "desear", incl uso el de desear esa form a específica de Nada que es el propio deseo; pm (' S ta razón, el deseo humano es siempre deseo de deseo, deseo de se r el ob jet o de l deseo del Otro) . Una vez más advertimos fácilmente la homo logía co n N icl/ s· che: un "q uerer" puede ser un "querer qu er er ", un querer que qu icn: C\ lICrl'l:sC' , solo en cuanto es un qu er er que quiere activam ente la Nada , (Otra forma bit,,, co nocida de esta inversión es la caracterización de los amantes románticos [' 1I11111 seres que en realid ad no están ena m orad os de la pe rsona amada sino del OI llIo r e nsL) . En este pun to es crucial el giro autor rc fere ncíal po r me dio del cual In 1111'11101 (simbólica ) en sí es con tada entre sus elem entos: "quere r el querer" es ]lO qU I: N r er nada, así co mo ro har la carre tilla (la forma contenedo ra de los bienes rohu-

" iINCLÚYA..~ ME AFL'"E RA!"

Esta diferencia nietzscheana en tr e "no qu er er nada" y "q uerer la N ada en sí", es prec iso lee rla contra el fondo de la distin ción lacaniana (elabo rada a pro pósito de un caso de Ernst Kris, el del paciente q ue se acusaba patoló gicamente 122

32, Véase Darían Lcadcr, Promitet LooersAlflkc W hcn It Gets Lote, Londres, Fabcr /I.l be r, 1997, págs. 49-66. 33. Ibíd., pág. 56.

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dos) es roba r la N ada e n sí (el vacío capaz de con tener bie nes ro bado s), Esta "N ada" r:pr~sen.ta ~n últ ima instancia al prop io Sujeto, es deci r, es el significan.te ~'a clO, S1l1 sl~rll fic~ do, que re presenta al Sujeto. D e modo (Iue el Suje to no esta directamente Incluido en el o rde n simbólico: está inclu ido c n el punto mismo en el ~uc se derrumba la sign ificación . Ante un a prop uesta comercial inaceptable, Sam G oldwyn co nt est ó: "¡Indúyanme afuera !", Esta célebre réplica expresa perfecta me nte el status inter medi o del Sujeto en relación cun el orde n simh(jlic~, ~ntre la inclus icín y la exclusión d irectas: el sig nificante qoc "re presenta a~ S~Jct~) para ~(}s ot~os significantes" es el significante vacío, el "significa n t~ sm s lgm fi~do , el sign ificant e por medio del cual (e n la fo rm a del cual) una nada (~I SUJeto) ~ co~tada co mo algo", Con este significante, el Sujeto no queda sencillamente incluido en la red de los sign ificantes, sino que lo que se "incluye " en el la es la exclusión del Sujet o, queda marcada, registrada, señalada po r el hecho de quc ese signific:lll te no tie ne ni ngún sign ificado, Estn situ ación equivale a la del conocido ahsu rdo infan til tam bién cit ado a llI~n ll\~;J p,: )r La.can : "Tengo t res her manos, E rnesto, P;lhlo y yo" , El tercer t ér ~,lll l~:), yo, de~lgna el modo en ,que el ,S ujeto ap,lrece incl uido en h\ serie (como y~) :" y excluido d,e ella al nnsmo t lcmpo (como el "sujeto de la en unciaCI(,lIl a\lsen,tc, quc ne ne tr~s her manos, incluso él mismo). Es decir (j Ll C este rérnuno, precisame nte, "me incluye afuera", Esta reflexividad sostiene la brecha que existe ~m re el su jet~ de.1.l enunciación y el sujeto del en uncia do. para re tom~r, el annguo y notorio eJ~l1lpl() fre udiano, cuand o el paciente dice "~~o sé qUJ,en.era [esa persona ~e JIU sueñ o], pero no e ra mi madre ", la pregunta es po r que. lllega algo ~ue nadi e le ha suge rido. En otras palabras, el mensaje real de! pacien te no reside e n el con ten ido enunciado, sin o en el hecho mismo de que ese mensaje haya sido emitido , El me nsaje real está en el acto de transm isión (corno en el caso de un a persona que, cuando nadie la ha acusado de ladro na se defi~JHle con vehe~e~cia diciendo "i Yo no lo robé! "; ¿por qu é se dc fiende: si l1a (~I ~ ha pe nsado slqme ra en ac usarlaj). El hecho de que el mensaje haya sido em itido es entonces análogo a la carreti lla qu e deb ía ser "excluida ade nt ro " del conten ido, más bien ,que "i nclu ida afuera" de él: nos dice m ucho, al propo rcionar el elem ento crucia l con respec to al contenido (e! ro bo). Esta fórmula, "inchíyanme afuera", propo rciona la definición más sucinta de la actitud subjet iva ,fel obsesivo, ¿Cll~ 1 es la me ta de la actitud o bsesiva? Lo" rar la posición de un puro mediador invisible, es dec ir, dese mpeña r en las rela:io nes inte rsubje,tivas la misma función del cata lizador en químic;\: un a sustancia que aeder,\ o mcl us{) ponc en marcha un,\ reacci6n quím ica ,\ la que no modifica ni afecta,de ningún otro modo, Co mo expcrienc ia per son al, recuerdo las conse cuencias catastrófi cas de Ull;l de mis intervenciones bienin tencionadas, Yo est;lh,l <Iunniendo en el departamento de IIn amigo , en la hahitación que él, que es

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analista, utiliza par;l ate nder ;. sus P;lIr icm cs. Al b do de eS,l h'l1.it;H'itlll II¡IY 011 ,1, en la cual ot ro analista rarubién recib ía pacientes, En II n;10IM lrltrllid;lIl, llm m ' l' el día, volví brevem en te al dep art ame nto p;lTa dejar un p;lllue tc¡ oí vorvv, lo (,tI<ll sign ificaba que el otro analist a estaba con IIn paciente en Sil hahit;ld c'lII, ,\I t' ¡Ii rigí silenciosamen te a la rmay dejé el paque te e n un cajón, ,\1 ielllr;l' In eq ,lh.1 ha ciendo, vi un libro sobre la mesa,)' también un espacio vacin e ntre In, ot lm libros de un anaquel. In capaz de resistir a la tentación co mpulsiva, Jlu, <' el bhro en su lugar, y salí del departamento, otra vez silenciosamente, ,\ lh rardc mi amigo me dijo que, por el solo hecho de haber puesto ese objeto e n Sil hlJ(.IT, )'0 había pro vocado un de rr um be nervi oso en el analista de la hahit,wic'lll ;ld)';HT II te , ,\ti amigo acababa de devolve rle ellibro <IIIC yo encon t ré snhrc t i lile" " i nmediatamente antes de que yo llegara, el analista ved no, que cstabu tlelllllr:lllll )' ya tenía un paciente agu ardándo lo, dejó por el momento cl libru allí, P;'f,l uhi ca rio desp ués e n la bibliot eca. En cuanto yo me fui, el paciente llizo 1It1;. P,lll' ,1 para ir al baño, y el analista pensó en aprovechar ese lapso pam pOllcr cllihru cu su lugar. ¡Imaginemos su conm oción al ver qu e ei íibroya estaba dOllde (1111'1"'/11/11 día, en el f /1/f /{j /ll'1! Entre sus dos entradas en la habitación solo h,\hí:lIl P,ls,ldn dm o tres minuto s, y él no había oído ningún ru ido (puesto que yo me lIloví <¡ ¡¡ (' ti ci osamen re). Le parec i ó obv io que él mismo hab ía colocado ci lihro en el ,11101 qu e!. Pero tambié n recordaba que unos minu tos antes lo hab¡a dejado sniln ' 1.1 mesa. Pensó tltle estaba teniendo alucinacion es y perdiendo el cont rol de ' u, .u' tos, Inclu so mi amigo, a quie n el analista le narró posre rio rmcmc d qli ,od in, pe nsó qu e ese hom bre estaba perdie ndo la cabeza,. , Algo análogo ocu rr e e n la excelente pelícu la de los herm anos Cohcn lilllL! da Simp/mmn r Stl l tgrr (BloodSimp/r): el investigador privado , cont rumdu poI' el marido celoso para matar a su esposa y al amante, asesina en cam bin al l" pm u, D espués el amante tropieza con el m uerto, y cree que lo ha asesinado 1,1 lllllj('l, de modo q ue horra las hu ellas. La mu jer, IKlr ot ro lado, supo ne e rrú nC:lIlU'Ilf(' q ue el criminal ha sido el amante, Corno co nsecuencia de que la parcia i ~lln f ,1 t. inte rvenció n de otro age nte en la situa ci ón, surgen un con jun to de <'olllplil','l'io nes inesperad as" , Este es el ideal inalcanzable que co nstituye la me ta del ncu rótico obsesivo; sc r "incluido" (inte rvenir en tina situ ación), pero "ind uido afuera ", corno un mediador/i nte rcesor invisible que nun ca es propiament e ( '0 11 tado, incluido entre los elementos de la situación, En Durmiendo ( 1m d enemigo (S/upillg with the ElIt7ny), J ulia Rohe rt ~ Illl)'<' dt, su esposo sádico y aSllmc una nueva ident idad en una pequeña cimt HI tic [owa¡ tratando de encontrarla, el ma rido ub ica a t \ anciana madre cieg,l de 1,1 Imljn , r la visita en U Il hosp ital para and ana s, A fin de sonsacarle a su suegra 1.1 din T ción de la espos,l, se hace pasar por un po licía que quiere prevcnir a J ulia Ro b erts, avisándo le qu e el marído, un asesino pato lógico , está sobre S ll ~ hllel!:,, )'

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,<"'11/1)(;; Zizrk

busca venganza, De medo que, con el ob jeto de ras tre arla y vengarse, el mar ido sádico aprovech a el int ento mismo de proteger a Julia Robe rt s, "se incluye afuera" como lo que es realm ente... Una inversión simil ar pro porcion a la que pro bablcmcn re es J¡¡ me jor solución al su bgénero del "m iste r io de la habitación cerrada" (un asesin ato que " no pudo ocu rr ir", pu esto que se produjo en un lugar he rm éucam enr e aislado), en el cual se especializó ]ohn Di ckso n C ar r: el asesino es la misma persona que des cu bre el asesinato. Comienza a gritar "¡U n cr ime n, un crime n!", con lo cual ind uce a la víctima a abrir la pu ert a de su habitación, y f'11tOI1a:s la asesin a rápidame nte. Puesto que el asesino ha sido qu ien "desc ubrió" el asesinato, nadie sospecha de ¡l... También en este caso el asesino aparece "i nclu ido afue ra" de la se rie de quie nes tratan de resolver el eni gm a. (Esta es la misma lógica del ladrón que gri ta " ¡Al ladró n, al ladrón !", in cluyéndose afue ra del conjunt o de los ladron es pcsiblcs .) En am bos casos, el crror de los involucra dos con siste en que, al bu scar al peligroso asesino, olvidan incl uir e n la serie de los sospec ho sos a la carr etilla en sí, es decir , a todos los que e n apar iencia intentan solucionar o im pedir el crime n. Una vez más, es esencial el vínculo entre la inscripción' im posible de ti suhjerividad en la serie, por un lado, y po r el otro la forma vacía (del significante sin sign ificado ): la serie queda subjctiviza da cuando y solo cuando uno de sus el emen tos es un ele mento vacío, es decir un elemento que inscribe en la ser ie su principio formal. No se tra ta de que este ele me nto sencillamente "no signifique nada ", sino de que "significa la N ada en sí" y, como ta l, representa al Suje to. Por lo ta nto, esta mos de nuevo ante el misteri o de Id riflexiÚTI, del giro reflexivo auro rrefe rencía l (Itle es consusta ncial con la su bjetividad. La re presión surge en primer lugar como un intento de regular losdesees conside rados "ilícitos" por el orden sociosimhólico predo minante, pero este pod er de la represi ón solo puede suhsistir e n la eco nomía psíquica si lo sost iene el deseo de reKtl!"ciól1: si la actividad fo rma l de regulación / represión/ sugestión que da in vestida libidin alme nte y se convie rte en una fue nte autóno ma de satisfacció n libidinal. Esta satisfacción der ivada de la actividad regularor¡a, este deseo de regulaci ón, tiene exactamente );1 misma función estr uctura l que la carre tilla de la historia de Leader. pode rnos inspeccion ar aten tament e todos los deseos qu e el Sujeto se esfuerza en regular, Jlcro solo obte nemos la clave del modo específico de su posició n subjetiva si "inclu imos afue ra" el deseo de reg ulación en sí. ., ESt,1 inversió n reflexiva es la histeria en su for ma más elemental. la inversión de la imposibilida d de satisfacer un deseo, conv irt iéndolo en el deseo de qu c el deseo quede insat isfecho (y de es te modo se conv ierta cn un deseo "refl ejo", un "deseo de dcsetl r"), '1\11 vez en este punto resida la limitación de la filosofía de Kant: no en su fo rmalismo como ta l, sino en el he cho de que Kan t no pudo, o no estaba dispu esto (o tal vez las dos cosas) a contar/incluir 111 [onna en el contmi126

do, como pene deí contenida. A primera viSI,I, puede pareccr quc, pr crisnuu-nr v, Kan t estaba m condiciones de haccrlo: ¿acaso [a clave de su teor í;l ét ica 110 1' " (,1 hecho misterioso de que, en un agente moral, la pura jOI71/{[ dc lulc y 11101·,11 p/lr da actuar como el motivo, la fuerza motivacion al de la act ividad pd Cl ic;l? l'cm aquí debemos int roducir la distinci ón hegeliana entre lo que es "en sí" y In q lle es "para sí"; Kant dio el paso de "i ncluir afuer a" la forma en el con tenido " (' 11 sí", pero no todavía " para sí". Es de cir qu e no estaba disp uesto a a.sllmir 1 1II h~ ., las consecuenci as de esa "inclusión afuera" de la fonna e n el con ten ido, yeunu nu ó tr atando la forma como "pura form a", opuesta sbstracramente n su ouu cnido (ra zón por la cua l, en sus form ulacio nes, constantemente "regresa " ;1 1:1 idea con vencio nal del hombre dividido e ntr e el llamado unive rsal dcl Dcbcrv y la r iqueza de los imp ulsos cgotistas patológicos). En un sentido, I legcl eslá n.lU cho más ce rca de Kant de lo que po dría parecer: lo qu e a men udo de termina una di ferencia entre ambos es la casi im percep tible brecha que sepua ,11 "en .,1" del " par a sí".

H.>\.OA UXA TEORÍA :\lATERlA LI S1'A D E U. GRACIA

D e modo que la unive rsalidad concreta hegeli ana es m ucho más p:mlllt"l;k .l que lo que parece: no tie ne nada que ver con cualquie r tipo de to talida d ort(:l nic,l esté tica, pue sto que "i ncluye afue ra" reflexivamente el excedente, la hrech a. .. am bas cosas, que malogran para siem pre esa to talidad. El terrma mismo tic I.t unive rsalidad concr eta es la brecha irreduct ible y en última instancia inexplicahhent re una se rie y su excede nte, entre el todo )' el uno de su excepción. Po r e..t.l razón, los verdad eros herederos pol üíco- filos óficos de H egel no son los nuture.. que intentan rectificar los excede ntes de la modernidad con algú n retorno ,1 .11 h'll na nueva fo rm a de orde n susta ncial org ánico (co.mo el de I~s peq ue ~a~ mllpt:rat ivas); los ve rdaderos herederos de ll egel so n qu ienes suscriben J:¡ lógicn l'..lI rica del excedente constitutivo de todo orde n establecido. El caso ejemplar cs la afir mación decisio nista de Ca rl Sch mitt cn cuanto a que el gobierno de 1;1 ley 111- pe nde en última instancia de un act o de abismal violenc ia (de imposición do l ~ll ' ta} solo fundado en sí mismo: cualquier estatuto positivo al que este acto se rcfic e . I . .. ra para legiti ma rse es puesto de modo autorrcrcr cncra por e1acto rnrsmo. La paradoja básica de la posición de Schmitt reside en que en su polérni{',l

34, Véase Car l Srhmitt, Polilico/17)('ulogy: Fonr Cbllpters 011 tire ConceptofSoL'rm"y,tll.Y, { ::1I1l bridge, MA, AHT , Prcss, 19HH. [Ed. cast.: Teulogíll poiítifll, Buenos Aires, Stru hart & { :Í;¡" 1985.]

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co nt ra el fo rmalismo libe ral-de mocrát ico q ueda in exo rable me nte e nre dado en la tra mpa fo rmalista. Sch min cues tiona el funda mento utilitario- ilustra do de la po lítica (un co nju nto presupuesto de no rma s neu tra les-u nive rsales o reglas es t ratégicas qu e deben regular el in te rjucgo de los intereses individuales, sea (.·0mo un norrn auvi srno legal aJo Kelsen , () co mo un utilitarismo eco nóm ico). N o es posible pasa r directa mente desde un orden no rmativo puro a la vida socia l real: e! mediado r necesario es un act o de volunt ad, una decisió n solo basada en sí misma, q ue á"pone un cierto orden (1 herm ené ut ica legal (interpret ació n de las reglas abst ractas). C ualqui er o rden norm ativo, tom ado en sí mi smo, q ueda pegado al formalismo abstracto; no puede salvar la brech a qu e lo separa de la vida real. N o ob stante (y este es ei nüclc o de la argu men tación de Schmi n) , 1.1 decisión que cru za 1.1 br ech a no imp on e un cierto orden co ncr eto, sin o primo rdialme nte el principio fo rmal del o rden como tal. El co nte nido co ncre to del o rden imp uesto es arbi trario, depe nde de la voluntad del soberano y de las co ntingencias históri ca s, el principio del orden, el D/IS-Sein del o rden, prevalece so bre su contenido co ncre to , su Was-Sein . Es te es el rasgo pri nci pal de! co nservadur ismo mode rno, un ra sgo q ue lo di ferencia ní tid amente de cualq uier fo rm a de tradicion alismo : el conservadur ism o moderno, in cluso mas que el liberalismo, advierte y asume la disolución del conj unto tra dicional (le valores y au to ridades , ya no hay ningú n co nten ido positivo q ue pueda presupon erse co mo ma rco de referencia aceptado unive rsalmente. (Hobbes fue el primero en pos tula r explícitam ent e esta distinció n ent re el principio del o rde n y cualq uier o rde n concrc rc.) L I parado ja r eside en que el único modo de opo ner se al fo rmali smo no rmativo legal es reca er en el form alismo dccísionista. D entro del horizonte de la mode r nidad, no hay modo de sustraerse al formalism o. En esta brecha enco ntramos tam bién el an tecedente político implícito de la lógica lacani ana (le lo universal)' su excepció n co nstitutiva. Es fácil t rad uci r al lenguaje lacaniano la crítica que Sc hm itt dirige al libera lismo. Lo qu e el libe ralismo no reco noce es el papel co nstitutivo del excepcional/ excede nte sign ificante Amo. Esta referenci a a Lacen nos pe r mite ta mb ién explicar la am bigüedad necesaria del concepto de "excepción" e n Schmitt: rep resenta simu ltáneame nte la intrusión de lo Rea l (de la pura co nti nge ncia que perturba el universo del automoton sim bólico) y el ges to del sober ano que (violentame nte, sin fund am ento en la no rma simbólica) impo ne un o rde n sim bólico no rmativo. En térm inos laceuia uos, represent a al objeto o y también a S I, el significant e Amo . Este do ble ca rác te r del acto fun dacion al es clar amente discern ible en la religión : J esús llam a a sus segu idores a o bede cer y respetar ,1 sus sup erio res de acuerdo con las cost umbres establecidas, y cambien les dice que los odien y los des o bedezcan, es de cir, qu e corte n to do vínculo hu ma no co n e llos: "Si alguno viene a m í, r no ab o rrece a su pad re, y madre, y m ujer, e hijos, y hermanos, y

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her ma nas, y aun también :J su vida, no puede ser m i discípulo " (Luca s 101 :26). ; N o encontramos aquí unn "suspe nsión reli giosa de \;¡ ética~ .rl';llind;, po.r -t propio J esús? Q ued a rea firm ado el universo de las normas ell c;.' <; eSl;lhll'{"ul.,s (mores, la susta ncia de la vida soc ial), pero solo en cuanto sea Illel.h ;~llll po r 1:' ;III ~ tor idad de Jesús. Prim ero debe rnos realizar el gesto de la negatividad r,IIII(';\1 r rech azar todo lo qu e t enem os de más precioso; después volvemos a e llo, lll'fO co m o expresión de la volu nt ad de C risto, medi ado por esa n)\ulll;~d (c1 motlo "" q ue un so be rano se rel aciona co n las leyes positivas SIl I)( )JlC la 1I11S1I1:1 pa"'ldo l;l: él n os obli gaa respeta r las leyes pr ecisament e en cuanto es ~ 1 pu nto de .s lls l11· I~ . sió n de las leyes) . Cuando j esús sost iene que no vino a abolir 1;; le}' .in,~ I1 ¡.(u a , SIno ,1 cumplirla, en est e "cu mp limi ento" hay q ue lee r la plena amlll.g'llclLl,d dd sup leme nto derrideano: el acto mismo de a/111pli~ la ley JOCt/VII Sl~ IUll(}nlMiI illI:NI II : En este preciso sent ido "el amo r es el cum phnue nto de la. ley (Romanos .~ , IO ~. el am or realiza aquello a lo que apunta la ley (\os mandalmen~()s), pe ro esa re;lll: zaci ón involucra simultáneame nt e la suspensió n de la ley. Kierkcgaard ehlho nl el concepto de cre encia qu e se co rrespo nde co n esta par adoja .d~ la ;ltltor.h ~ 'l d; para él, Jo religilÑl es eminentemente moderna. el un iverso ~r~dlclO~ al es cuco. m ientras que lo religioso involuc ra un quiebre radical del vi ejo cammo. 1.11 ve rdadera religi ón es u na ap uesta loca a lo imposible, una apuesta q ue Ile1JCllIm hacer una vez q ue hemos perdido el sosté n de la t rad id ~n. . . Lo re alme nte moderno en el concepto de "e xce pc ió n" de Sch mllt cs cnnm ces el ges to violento de afirma r la independencia del act o abism al de la d ed ~i ( ·ll l libr e, resJlecto de los cont enidos positi vos. Lo "moderno" es 1;1 brecha e.lItre e l acto de la decisión y su co ntenido, la percepción de q ue lo que realment e 11.11111 11',: ta es elacro como tal, con in dependencia de Sil contenido (o cl ,"o n lel\ a lll ~ l'lI l l1 co n indepen dencia del o rde n positivo determ inado). La paradoJ~ (.q.\le cstu "" la base del den omin ado "m ode rn ismo co nse rvado r") es q ue la pOSI\ ll ~ I(lad lI1a~. 111 tim a delmodernis mo se afirma bajo la apariencia de su o puesto, lc¡c la ;lp'll'll'n · cia del reto rno a una auro rid nd inco ndici onal tlue no puede fund arse en r;llol ll'~ positivas. En co nsecuencia, d U ios propiamente modern? , eS,el Uio s d e 1;1 p.r~· ­ des tinación, una especie de po lít ico schmittiano q ue trazo la h ~ ea de scpararton entre "nosotros" r "ellos", entre am igos y enem igos, entre el hhc.rad~) y el co ndenado, por medio de un acto obismnl de decisión puramente fi17110J, SI11 1111/glllll/ />III( e11 las propiedades y Jos actos reales de Jos seres lnnnanos hn'oJucrodo! 5puestll Ilue d ios aún no habían nacido). E n el ca tolicismo t radicional, la salvación depende de I;I~ bu e nas accion es ter rena les; en la l ógica de la predestina ción protestant e, ];I S ,ICcio nes y la fo rtuna (las riq uezas) te rrenales constit uyen, en ~11~lejor de los caso> un sigilO ambiguo del hecho de qu e el Sujeto ya ha sido redlmldo y ur e l '.ICIO dl ~ vino inescrut able : no se salva porque sea rico o realice buenas accumcs, SIl IO q ~ I (' re aliza buenas acciones o es rico porque )'o está sahxula... En este pu nt o es crucial 129


el pasaje del acto al sign o: desd e la perspectiva de la predestinació n, una acción sc convierte en un ngllo de la decis i ón divina predesti nadora. E n la Rr$purna a larseis objecionl!s, de Descart es, enco ntramos afirmada la versión ep istemológica de este decisioni smo voluntarista , a propósito de las verdedes ma te má ticas más elementales: " D ios no quiso que los tr es ángulos de un tri ángulo fueran igu ales a dos rectos po rqu e supiera que no po día se r de Otro mod o. Po r el co nt rario , es po rq ue qu iso que los tres ánb'1.I105 del tri ángulo fueran necesari amente ig uales a dos rec tos que esto es ve rdad y no puede ser de o tro modo". M alcbranc be adu ce la mejor prueb a de que esta bre cha , una vez afirm ada, no puede negarse; él se opu so a esta afirm ación mode rn ista de la primacía de la voluntad sobre la razón , puesto que no estaba dispuesto a acep tar co mo fun damen to últi mo del mu ndo "un ciert o dec reto absoluto, sin ra zón" (segú n escribi ó Leibniz e n Sobre 1(1 ft losofúl (le Descartesr: sin embargo, este rechazo no e ntrañ aba e n modo algu no un re to rno a la ide ntificación premode rno de Dio s co n el orden armonioso racio nal de un universo e n el cual la Verdad co incidiera co n el Bien Supremo.JS Alalebranche co mienza extendiendo desde la Naturaleza a [a gra cia la nece sidad racional a la q ue responde Dios en sus actos: no so lo la Natu raleza es un gigantesco mecanis mo carte siano CUyOS movimi entos obedecen a Icyes sim ples, sino qu e lo mismo ocu rre co n la g racia, c uya distribuci ón res ponde a leyes universales indiferentes a los individu os. Es posible q ue la lluvia, obedecien do las leyes ciegas de la naturaleza, caiga sobre una tierra baldía y condene a la sequ ía a campos próximos cuidadosamen te cult ivados; el proverbialladrillo q ue cae de 1u ;11m puede go lpe ar en la cabeza a una persona virt uosa, después de haber eleiado pasar a un cr iminal: del mismo mo do , tambié n es posible q ue la gracia le lleg ue al peo r deli ncuen te o hipó cr ita, e igno re a un ho m bre virtuoso. ¿Po r q ué? Po rq ue, más que la felicidad de los individuos, q ue no vale n la pena, D ios valora la simplicidad y e l o rde n de la est ructura de todo el un iverso : el destino cruel e in me recido de los indiv iduos virtuosos es el precio qu e se debe paga r para q ue el un iverso sea regi do po r leyes uni versales simp les. El D ios de M alebranche está enton ces om inosament e ce rca del Dios de las m em o rias de D aniel Paul Schreber. U n D ios cruel e ind iferent e que en fát icam ente 1/ 0 co1Jlprr1Jlk nuestros secre tos y sue nas ind ivid uales, un Di os ego ísta q ue se ama a sí m ismo más q ue a sus cria tu ras, y cuya ciega Voluntad universal pisotea mcvírable mente y sin nin b>ún escr úpulo las flo res individuales:

35. Véase Mir an Holovic, "Malebrnnchc's Üccasinualis m, or , Philosoph y in the (;arden n f Fden", en Slavoj 2:ii.ck (com p.), Cogiro 111111 the Unamscious , Durham, NC, Du ke Un iversity Prcss, 1998.

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Las leyes generales lllle difunden I¡I gr¡¡ci¡1 cn nue stros {'(Ir<l/.uncs lIU encucntrun entonces nada en nuestra \"(lluntaJ que determine Sil e ficac ia, as! CU ltlH ti .. leycvge n erales que gobiernan la lluvia no se basan en la llisll,nsicicín de los 1 1I ~a r('~ tlullllt' caen. La tierra puede estar sin cul tivar o culti vada, y llueve con indiferencia en UMlm los lugares, tan to en los desiertos CO IllO en el mar.'"

E nton ces, por e mpezar, ¿po r q ué razón D ios cre é el mun do ? Lo crc{) pu r 1;\ llegada de C r isto, es decir, p.lr:J q ue el m undo fuer a liberado po r j esús. i\ tl ll·· branche invierte la id ea de q ue " D ios amó tanto al m undo qu e le entreg ó ,1 Sil hijo unigénito" , y la conviert e en "Am ar al mundo h ,lbría sido indigno de Dill s si esta obra no fuera inse parable de su hijo" . A partir de esta inve rsión , Ab k'· branche no reme extrae r la única co ncl usió n lógica, ,Iunque mo rbosa, de q ue D ios Padr e " nunca tuvo una visió n más agradable (lile la de su hijo único d ,I\',Ido a la cruz para resta blecer el orde n en el unive rso"." Como tal, j esús cs 1.1 causa ocasional de la g racia : e n contras te. co n Di os Padre, Cristo dispensa 1<1 graci a atendiendo a los mé ritos indiv iduales, pero, PUI.'Sto q ue lo limita el hori zon te finit o del alm a hu mana, actúa y toma decisiones siguiendo su volunrad particula r, y es proclive a equivocarse. D e este modo, M albranch c le impone un giro teológico al ocas lonalismo epistemológico ca rtesiano conve ncional: para él , el ocasionalismo no es solo (1 prim o rdialmente una teo r ía de la pe rcepció n y la volición (no vemos cuerpos. "vem os to das las cos as en D ios"; nue st ra me nte no es capaz de mover de modo dire cto ni siquiera el cuerpo más peq ueño), sino t amb ién la te oría de 1<\ salvación, puesto qu e el alma humana de C risto es la ca usa ocasional de 1<1 dist ribució n de la gracia entre in divid uos parti cular es. •Malcbr anche se basa en UlI ;\ hom ologta co n el ám bito de la Naturaleza, en el cual, para explicar un acontccim iento X, necesita mos leyes gene ra les regu ladoras de los proceso s físicos, y ta mbién la trama de los aconteci mie ntos particu lares previos que, en concurdancia co n las leyes ge nerales, generaron ese aco ntecimie nt o X: las leyes ¡.(cncr ales sol o actú an a tr avés d e la tram a de las existe ncias particulares q ue las rualizan. De modo similar , D ios Padre sostiene las leyes ge ner ales de la gracia, m ientras q ue C risto actú a co mo su causa ocasional y determina q uién se rá realm ente tocado po r aquella." De este modo .\ 1alebranche intent a evitar los ,,(}~

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3ó. Nicolus Malchranehc, Tr mtisr on Namrr (/lid Gmce, OxforJ, C larendon Press, JlN l , págs. 140-4 1. 37. Nicolás ,\ la 1clmmche, Trniri demorale. París, G arnier- Fb mmarion, 1995, pág. 4 1.

38. El empico por xtalebranche del término "uea s i (lna li s mo~ es entonces sumamente idiosjncrásico, en cuanto combina este sjgmficadc (la necesidad de que una causa particula r 131


extremos; antes de la Caída, D ios preveía hacer llega r la gracia a todos los hombres (el ca lvinismo, por su pa rt e, sost iene la predestinació n, o selección de unos pocos, desd e ante.s de la C aída), pe ro, a caus a de la C aída de Adán, el pe cado es universal; todos los ho mb r es m erece n perderse y, para red im ir el m un do, Dios envió a su hijo, J esús; de modo que J esús es el único (Iue puede se r la oc asión de un a d istribució n de la grac ia. Pero el alma de Cristo e ra hum ana y, como tal , afectada por limi tacion es hum anas; sus pensamientos eran "a co mpa ñados po r ciertos deseos" co n respe cto a las perso nas qu e co nocía; algun as lo int rigaban r lo dejaban perplejo, sentía re chazo ante otras, de mod o qu e no di stribuyó la graci a de mo do parejo , sino que :1 veces 1.1 hi zo llega r a pecadores y o tra s 1.1 retiró de personas virtuosas. Ma lehranch e no puede evitar \:1 discr epan cia entre la gracia y la virtud, La volunta d ge ne ral de D ios o pera en un nivel un ive rsa l y d istribuye [a g racia en conco rda ncia co n leyes car tesianas sim ples que, desde una perspectiva individua l, son necesariam ente injustas )' se ca racteriza n po r un a cruel ind ife ren cia. .\ 1alebranche niega la idea de un D ios que me tiene en cu enta en m i particu laridad . un D ios q ue act úe con una voluntad particular (le ayudarme, de responder a mi plega ria ; Cristo. por otro lado, ¡IClÚa co n una volomi ptlrticf//i(rt, pero debido a sus lim itacion es h umanas distr ibuye la gracia de mod o irreg ular e injusto, patológicamente fluct uante. .. ¿f'\ o nos re trotrae estn a H egel, a su tesis sobre {Iue !tl lIIúversl'¡idnd abstracta coincide (0" In mbjetnJidlfl/ arbitraria? La relación entre las leyes ge ne rales de la g racia y las causas oca sionales particulares q ue m ueven a C risto es una relació n de idwtidl/(l especulativa, las leyes generales ab straeras se realizan co mo sus opuestos, en los caprichos particulare s contingentes de la disposi ción de un Suje to (j esús), del mismo mo do q ue en la soci ed ad civil hegelia na del mercad o, en la cual la ley anó nima unive rsal se reali za a tr avés de la inte racció n co nt inge nt e de los intereses su bjetivos par ticul ares." Surge un inter ro gante; ¿por q ué este rodeo a t ravés de la C aída de Adán y la

IIc g:mb tic Cri ~tn , pur (11Ié D ius no distr ibuye tlil'e(:I:lI IlCllte }' en alllllll(;uH'i ,t 1.1

gracia e ntre IOlltls los homb res a través de

S il l 'O!lm fr j!,r llrm/r ? ,\'0 lo ¡',ur PUl" .1" IltI r d ú smu: Dios crcú elm urnlo p:lra su glo ria. es decir, de modo tal (llIC clmun

do [uera redimido por el sacrificio de Cristo. D es de lue go, quienes se oponf:lIl .1 Ableh r-anc!Jc se precipitaron a extr aer una ominosa conclusión iue viurble: hullo q ue co ndena r 11 fOlIos los IJOI1II'1'"ts para q ue Cristo pud iera redimir :1 11/J!.IfIWf eI(' e llos o, co mo dijo Bossuet , "T odos hab ríamos sido salvos, de no hab e r tcnido \111 Salvador"." Esta paradoja es la clave de la ser ie de extra ñas inversiones de 1m n · te reo u pos teológicos establecid os, a las cuales se ap licó Maleb rnnchc : A&ín tvnfn q ue caer, la co rru pció n era necesaria par a hacer pos ib le la lleg,l(LI de ( :riSlO, t-u n ingún mom en to Dios fu e más feliz que al ve r a Cristo sufriendo en 1.1 ("fu/... . ¿C uál es entonces el pa pel de la libertad dentro de los lím ites del ocasioualivrnu es tricto? M alcb ranche no teme extraer la conclus ión rad ical: en el nivel del run ten ido, tod o se decide "en nO IlS StlllS 110US",4 1 es decir qu e SO lllOS I1lcl':mi slllOS: Dios nos im pulsa, produ ce n uestros se nt imientos y movimientos, somos eunpl etarn cn re gobern ados por mo tivos. El ma rgen de liberta d co nsiste s(Jlu ( ' 11 l.r capacidad del Sujeto para prestar o no prestar su consentimiento a esos I11flti\'os: la libertad es el poder " que tiene el alma de suspender o dar su conscntimicmo ;1 los motivos, qu e sigue n naturalmente a las pe rce pciones inreresanres"." ¿() llé su cede ent o nces en un acto de libe rtad (hu man a)? La res pues ta de M:1Ich r;llll·II(· es radica l y consist ente: "Nada. •. Lo úni co q ue hacemos es de te nernos, :'I';ld . guarnos". Este es "un acto inma ne nte que no pr od uce na da físico en nuc st ru-, sus tan cias"," " UIl acto q ue no hace nad a ni hace q ue haga algo la causa g-cll('nll [D ios]" .+; La libe rtad co mo nuestro co nsentimien to a los m otivos es ento l1('!'S purament e reflexiva: en efecto, todo se decide " t'1I 1/0 1/5 sans 1I0U 5", el Sujeto se Ji . m ita a dar Sil consentim ien to fo rmal. Esta r edu cci ón de la libertad a la "nada" .hu n ges to vacío , ¿no es la "ver dad" del Sujeto Ahsoluto hege lian o?

"mental" y 1:1serie "corporal". 39, En esre !,lInto hay que pres tu atención a la dialéctica im plícita de 10 universal y su ex-

=pelon: lo universal es me ramente po tencial, anterior a la Caída. r se realiu a Il';In:' ,1.. lA Caída, con b (" n ll3 de la g rac ia par ticular distribuida de m od o contingente. 40 . Véase también [a versión de Fcnelon: " preci same nte po rque tene mos un Salvador taü tas almas perecen" ("Réfut:ni ons du syst emc du Pete M alehr:mch c", en (E/It'rt1 J( "'(IIr/ml, I'A rfs, Chcx Lc fevre, [835 , cap. 36), -JI, Xicolas ;\1Jlebranche, f;I/N'rtims sur /11 mitllpbysiq/lr, París, Vrin, 198-J, Il:íg, 117. IF.t1 . case: Conuersaciones mlrrf In "lftllJi:~icn y /11 r eligión, Madrhl, Rcus, 1921,J 42. Nicolns Mnlcbraochc, Rrclm rbe dc t« l.1irit¿, París, Galeríe de la S'lrIJOI1 IlC, I'}'JI, p ág. 428. 43 , Ihíd., p:íg. 43144, JI,íd.

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lB

supleme nte u 11;)' universal) con un a ;lCepdón distinta que se refiere a la (L ita de una) relad{1Il (dir ecta) entre las dus sustanci as: pues to que:no existe ningú n vínculo di recto enrre el cue rpo y el alm a. pue:stn tlue el cue rpo no puede act uar directamente su hrc el alma ni el alma sobre el cuerpo, la coordinaci ón entre una r mm (el hecho de que cuando quie ro levantar la ma nn mi mano se levant a realmen te) debe SCt garannz ada por la volu nt ad gCIlC I'J [ de Dios, En este segun do caso, una CaUSJ ocasional (digamos, mi intención tIc levamu r la mano) no solo debe hasarsc en las leyes generales para conectarse con los ot ros ohjetos del mismo orden (mis otras intenciones y pc nxamie ntos): las leyes generales divina s deben tnmhicn sostener la coordinación entre dos ser ies totalmente indepcndie ntes de aconte cimientos particula res, la ser ie


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La universalidad escindida

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3. La política de la verdad, o A lain Badiou C01110 lector de San Pablo

1

"El principio es la negación de lo que comie nza con él": ' el C lI l lllÓ;lt lll dl' Schelling se aplica perfectam ente al itin erario de los cuatro fitbsofus poliIH'O\ contemporán eos que comenza ron co m o althusserianos y despu és elaboraron ' 11\ propias posicion es distintivas, distan ciándose de su punto de partida . De ¡l1ll11 ' di eto pensamos en los ClSOS de Ét ielln e Halibar y j acques Ranciere. En la déca da de 1960, Halibar era el discíp ulo prefe rido y el (:o lahm.lllu l privilegiado de Althusser, pero tod a su obra de la últ ima d écada se sm l ll' ll(' vn una espe cie de evitación del nombre de Alth usser, y en el silcncin r Cs¡Il'("lll d l' él (significativame nte, el ensayo clave de Balibar sobre su ant iguo lII a c sl l'O llr va el tí tu lo de "Tait-roi. AlthltsSer!", "¡Cá llate , A hhusser!"). En un rcvc!.•dol trabajo co nmemorat ivo, Halibar dice que la últi ma fase de la ac tivid¡Hl ln'll ir,1 de Ah husser (incluso ante rio r a sus in fortun ados problem as de sulud uu-nt.tl] fue una persec ución sistemática de la a utodestr ucci ón, o un ejerci cio Il l~ ;Hllo destrucción, co m o s i Althusser hubiera quedado atr apado e n cl ro rbcllino , h' socav ar y subver tir sist e máticame nte sus pro pias proposiciones te ,'ll'i l'¡I ~ .umr io res. Contra el fondo de estos esco mbros del ed ificio teórico :¡ll1lUSSni 'lllll. Belibar se esfuerza labo nosamcn rc en formular su pro pia posición, 110 SiC Hll'll' de un modo totalmente cong rue nt e, com bi nando a me nudo las retl.'l"t'l\l'¡,ls al rhussc r ianas hab it uales (Spinoza) , con otras referencias a los ;l rl'h ic l\(.' ll l i ~ lI ~ de Alth usser (adviért ase la im port ancia cre ciente de H egel en los cllsaym re' cicntes de Balibar). Rancier c, que tam bi én se inició como althusscriano estricto (con 111 1 :11)4 11 '11' ,1

l . F. V/o J. Schelling, Sdmllicbr Wcrkc, K. F. A. Schelling (cd.), Stur rgnrt , <:"l la 1861, vol. VIII. pág. 600 .

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Paro leer d Capital), después, en Lo úfon d'A ltbuss er, realizó un violento gesto de distanciamiento que le per mitió seguir su pro pia se nda, concen trándose en lo que pe rcibía corno el princip al aspecto negativo del pensami ento de Althusser: su e1itismo de t eórico, su insiste ncia en la brecha qu e separa ría eternamente el universo de la cognició n científica respecto del recon ocimiento ideo lógico (erróneo) en el que están inmersas las masas com unes. Cont ra esta posición, que les permite a los teóricos "habla r por las masas", conocer la verdad acerca de el las, Rancierc intenta una y otra vez elabo rar los contornos de esos momentos mágicos de sub jetivización, viole ntamente po ét icos, en los cuales los exclu idos ("las clases in fe riores") reclaman su de recho a habl ar por sí mismos, a realizar un cam bio en la percepción global del espacio social , para abrir un lug,lr legítimo a sus demandas. De un modo mas media do , lo mismo puede decirse de Ernesto Laclau y Alain Badiou. El pri mer libro de Laclau (Polítim e Me% gíl1 m Iatecria marxisla) er a aún m uy alt husse riano (en él desem pe ñaba un pape l central el concepto de interpelación ideológica); su desarroll o ult erior, especialme nte e n Hegem onía y estrategia socialista (escri to en colaboración co n Ch antal Mouffe), puede interpretarse como una especie de desplazamiento " posmod crno" o "desconstr uccionis ra" del ed ificio ah h usser iano: dem uele la dist inci ó n entre cie ncia e id eol ogía (puesto que la "ideol ogía" aparece uni ver salizada como un a lucha po r la hegem onía que t raduce el coraz ón mismo de toda for mación social, explica hl fragilidad de su identidad y, al mismo tiem po, im pide pa ra siem pr e su cierre); además rccon ccprua liza al sujeto como operador de la hegemonía, Finalm ente, tenemos el ext raño caso de Al»¡n Hadiou . Badiou est uvo tam bién íntimamente relacionad o con Alt husser, no solo en el ni vel de su bio grafía inte lect ual (comenzó como miemb ro del legendario gru po lacanianoah h usseri anc de los Cabiers pour I'Ana/yse en la década de 1960, y Sil prime r ensayo fue publicado en la serie Tb éoríe de A hhusscr), sin o ta mbié n en el nivel teórico int rín seco : la oposición que traza entre el sabe r (re lacionado co n el ord en pos itivo del se r) y la verdad (relacionada con el "acontecimiento" que surge del vado que hay en medio del ser) parece in vertir la oposición althusseriana entre cie ncia e ideología . El "sahe r" de Badi ou está más cerca de (una concepció n posi tivista de) la cien cia, mientras qu e su descripci ón del aco ntecimiento-verdad presenta una terr ible semejanza con la "i nterpelación ideológica" de Althusse r.

pa l libro) (;1 brecha e nt re el ser y el ;l(.'lInteei lllie nlo. 1 El "ser" es e l orden 0 111 0 Ilig i<"1I positivo accesibleal sabe r, J.¡ mnlnplicidad infi ni tn tic lu <lile "se (lI'I' SI'1\ la " e n nuestra experiencia, 1',lt e!{o r i1~Hlu c n péncros r especi es de .lcm'nlu i-un sus propiedades . Segú n H.uliou,1a única cien cia llel ser -como-ser <.'s la lI1 ;lI clll .l ~ rica; su primera condusiún paradójica consiste entonces e n subra yar en 1.1 hr c ch a que se¡>:.lra a la filosofía tic [a ontología: la ontología es b de n<'i:l Ill,llelldli <.'3, y no la filosofía, que involucra una dimen sión diferente. Hadiou dl'splicg,¡ 1111 an álisis el abora do del ser. En el fondo, po r así dec ir lo, es tá la prcscut.u-ión ti¡,l múltiple puro, la experiencia múltiple aÚl1 110 est ructur ada simI1l'llicil111cllte, III que es dado ; esta multiplicidad no es un a mult itud de "unos", puesto lJue ' 1l·1Il 1111 se ha iniciado el conteo , A una multi tud con sistente particular (pOI' ejemplo. 1;1 sociedad francesa, el art e modern o .. .), Badicu la denomina "sit uadlÍll"; HIla situación está estructu rada, y su est ruc t ura nos pe rmite "co nt arla corno (u po r) una". Pero aqu ¡ aparece la prime ra grieta en el ed ificio ontológico del SN: jI,lr,1 que nosot ros "cont emos [la situación) como una" debe obrar 101"redup licación" propia de la simbo lización (la inscripción simbó lica) de esa situación . Es decir que, para <lue una situa ción sea co ntad a co mo un a, su es tructura debe ser tit',dc sie mpre una metaestructura que la design e como una (es deci r qu e la estructura sign ificada de la situació n debe redoblarse en la red simbólica de los sig-nifit"ll1 tes), Cu ando una situación es e ntonces "contada co mo una", identificada rrtn MI estructu ra sim bólica, tene mos el "estado de la situaci ón" . Badiou juq p rrtn 1., ambigü edad del término "estado": "estado de cosas", y también "Es tado" en t'l sentido político , N o hay nin gú n "estado de la soc iedad" sin un " Estado" cu 1'1 cual se re-presente/ dupliq ue la est ructura de la sociedad. Esta redupticat ío simb ólica involucra ya la dialéctica mínima del vacío y elexceso. Elm últipl e puro del ser no es aún una m ultit ud de unos, puesto '1 Ul'. ' 1' gú n he mos visto, para que hoya un uno el m últ iple puro debe se r "collu do t'U mo un o" ; desde el punto de vista de l estado de una situa ción, el múlt iphanterior sol o pu ede aparecer como nada, de Ill0<10 qu e " nada" es "eI nomln c propio <Ie1 ser corno ser" antes de su simbo lizació n. El vacío es L1 cncgorta ('t'1I rral de la ontología desde el atomismo de Dernócrtro . los "áto mos" 110 so n m .l ' que configu racio nes del vacío, El exceso correlati vo de este vacío torna tlm fUI mas. Por un lado, cada estado de cosas involucra po r lo menos un ele mento n cesivc quc, aunque pertenece clarame nte a la situación, no es "con tado" en ella , propi ame nte in clu ido en ella (la plebe " no integrada" e n una slnmción sod;ll. etcé te ra): este eleme nto es t á presente pero no est á re-presenta do, Por 01 1'l1 (¡Ido,

E L ACONTECIM IE:,\'T O-VERDAD , . ,

El eje de l edificio teór ico de Uadiou es (co mo lo indi ca el títu lo de su pnnci138

Z, Alaín Hadiou, L'i tre rt I'h' ¡ue7ll rllt, París, Éditinns du Scuil, L9Hil. [EII. cust.: Jo:! UI" ~ rI Ilwn trúlll;t'IJ(IJ, Buenos Aires. ,\ la nantial, 11)<)1).]

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S/ffVOj Zii eJ.: tenem os el exceso de la re -presentación so bre la presentación : la agenci a que genera el pasaje de la situación a su estado (el Estado en la sociedad) está siempr e en exceso con respecto a lo qu e estructura: el poder esta tal es necesariam ente "excesivo", nu nca representa a la so ciedad de modo sim ple y tra nsparente (el sueño liberal impos ible de un Es tad o r educi do al servicio de la sociedad civil), sino qu e act úa como una in tervenció n vio lenta en lo que representa, Esta es entonces la estructura de! ser, Sin em ba rgo, de t iempo en tiempo, de un mo do totalmente contingente, imp rcdícti blc, fue ra de l alcance del saber sobre el ser, se prod uce un acontecimiento que pe rtenece a una dim ensió n totalmente distinta: precisamente , la dim ensión de l no -ser. Tomemos la soc iedad francesa de fines del siglo XVIII: el estado de la soc ied ad, sus estrat os, sus conflictos económicos, políticos, ideológico s, etc ét er a, son accesibl es al saber, Sin embargo, ninguna cantidad de sabe r nos per mitirá predecir o dar cuenta de l acontecimi ento apropiadamente inexp licable denominado "Revolución France sa". En este sentido preciso, el aco nt ecimiento surge ex nibilc . no es pos ible explicarlo en los té rminos de la situación, pero esto no significa sencillamente que sea una intervención desde afuera o desde más allá, sino qu e está ligado pr ecisamente al vacío de toda sit uac ión , a su inconsistencia, a su exceso intrínseco. El acontecim iento es la verdad de la situaci ón, h ace visible/legibl e lo que la situación "oficial" t iene que r eprimir , pero esa verdad está siem pre localizada , es decir qu e es siemp re la verdad de una situ ación específica. Po r ejemplo, la Revol ución Francesa es el acontecimiento que hizo visi bles/legib les los excesos y las inconsistencias, la "mentira" del ancien régime, y es la ver dad de la situación de! anden régime, localizada, ligada a esa situación. De modo que un aco ntecimiento invol uc ra su propia serie de determinaciones , a saber : e! propio acontecim iento, su nominac ión (la designación "Revnlucion Francesa " no era una cate gorización objetiva sino una parte de l acontecimiento en sí, el mod o en que los actores percibían y simbolizaba n su act ividad), su meta final (una sociedad con la em ancipació n plen amente r ealizada, de libertad, igualdad y frate rn idad), su "ope ra dor" (el mo vim iento político que luchaba por la re volución) y, last bu! no! least, su sujeta, el agente que, en no mbre del acon teci mie nto-ve rdad, interviene en el múltiple histórico de la situación y discie rne/id entifica en ella los signos-efectos del acontecim iento, Lo que define al sujeto es su fidelidad al acontecimiento : el sujeto lo sigue y persiste en discern ir sus huellas en el seno de su situación, De modo que para Badio u el sujeto es una eme rgencia co nt ingente finita: la verdad no solo no es "subjetiva" en el sent ido de estar subo rdinada a los caprichos del suje to, sino que el sujeto "sirve a la verdad" que lo trascien de; él nunca se adecua plenamente al orden in finito de la verdad, puesto que siempre tiene que operar en el seno de l mú ltiple finito de un a situación en la cual disciern e los signos de la verdad. Para aclar ar este punto crucial, tomemos el ejemplo de la

r eligú'm eristi,llla (que 1]11iZ<i consr iuryn el paradigtuu de l ,ll'(1Il Il'('illliclll11 \' (' 1' dad ): el uonucciruicn to es la e ncarna ción y muerte de ,lesucr islo ; su 1I1l' 1o\ n 1,1 juic-in Final,Ll Redenció n: su "o perador" en clmúlrip!c dc b situad ,'Jl l hi ~ t ú ri ea es 1,1 lglesia, Sil "sujeto" es e l ni/p i /.\" de creyent es que inte rvienen en Sil 11n'l )ill situaciún en nom br e del acontecimi ento-verdad, buscando en ellas l,lS Sd ll1 h-, (le Dios. (O, para tom ar el ejemplo del amor: cuan do m e enamoro npuviun.nlu. men te, m e subjctivl zo permanec iendo fiel a ese nconrcciniicm o y siguil:lldo lo (' 11 m i vida.) lI oy en día, cuand o incluso los intelectuales m ás radicales sm-umhcn 01 In compulsión de distan ciarse del comun ismo , pa rece más apropindo rcnfinuar 1;\ Revolución de Octubre com o un aco ntecer de la verdad, definido couuu 1, I ~ ¡'I,. qui crdistas oportunistas to nto s y los conservadores " pícaros", La Revo luei/1I1 1h' O ctub re ta mbién nos pe rmi te identificar co n claridad tr es modos de rruirion.u el acontecimiento: e! r epud io simple, el intento de seguir las viejas p;llltas t'o lll!l si no h u bier a sucedido nada, so lo una pequeña pe r tu rbación (la rcacrcuin dI' la de moc racia libe ral uti litarista); la imitación del acontecimiento (la rala... csrru¡ [icaci ón fascista de la revo lución co nse rvadora corno si fuera un acontccuuicn to), yuna "ontolo gizaci ón" directa, la reducción del acun tccimicnroa 1;1 (,Olllli ción de un n uevo orden positivo de! ser (estalinismo).' En este punt o [lOdl'lIlOl' captar fácilme nte la br ech a que separa a Badío u del ficcionalismo dcscon suuccionista, su oposición r adi cal a la idea de una "multitud de verdades" (o , ll HIs b ien , de "efectos de ve rdad"), L a verdad es contingente, de pende dc una sium ción histórica concreta, es la ver dad de esa situació n, pero en torla sil u;It'l(')ll 1I i, t órica concreta y contingente hay mm y solo una verdad que , una vez il1'l il"l llad¡l, expr esada, funciona co mo el índi ce de sí misma y de la falsedad del cam[ll) l[ UI' ella ha subvert id o, Cuan do Badiou hab la de "esta torsión sinromal del ser que es una vcrd.ulr-n la tr am a siempre total de los sabe res"," cada una de las palabra s quc lisa llt' lH' ' 1I pe so propio, La trama de l saber, por definici ón, es siem pre total: para el sal)!' " del ser no hay exceso; e! exceso y la falta de una situació n son ~() I() visihles dI"

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3. Para aclarar más esta lógica, mencionemos otro de los ejemplos que da Hmliuu .1,,1 acontecimiento-verdad: la revolución atonal realizada en la música por 1" Segunda F," 'III'LI Vienesa (Schoenberg; Berg , W ebe rn). También en este caso te nernos tres modos de t1' aid " llar este acontecimiento-verdad: el menosprecio de los tradicionalistas por el arunnlismu 1'''111'' un experimento form al vacío, lo cualles permite seguir componiendo a la manera aIlli/lu,l, 1'" 1110 si no hubiera succsido nada; la imitación scudomodcmisra de Ia atonalidad, y la tl' lul "1Il' 1.1 a convertir la música atonal en un"! nueva tradición positiva. 4. Badiou, L 'etre et l'ú'éllement, pág. 25.


SII/voj Zif.eA· de el pun to de vista del aco ntecimiento, y no desde el pu nt o de vista de los servidores instruidos del Estado. Po r supuesto , desde este último punto de vista se adviert en "problemas", pero de un modo au to m ático se los reduce a la condlción de "dificultades locales", mar gin ales, e rrores co nt inge ntes. Lo lJue en realidad hac.e la verdad es revelar q ue la prop ia estructura det ermin a (lo que el sahe r percibe ma l CO IllO ) las disfunciones margina les y plintos de fracaso , De 1I10do q ue en el acontecim iento es crucial la elevac i ón de un o hstáculo c mpírico a la ca t~g~ r ía tic limitación tr ascende ntal. Con res pecto al l111Cim rigi7l1t , el acontecim iento-ver dad reveló q ue las injus ticias no co nstitu ían dis funcion es margi nale s, sino q ue eran propias de la estructura m ism a del sistem a co mo tal, corr upto en su ese ncia. U na ent idad de ese tipo (m al pe rcib ida por el siste ma como una "a normalidad " local, pero que en r ealidad co ndens a la "ano rmalidad" glo bal del siste ma co mo ta l, en su to talidad) es Jo q ue en la tr adici ón freudo marxista se denomi na smtoma: en psicoanálisis, los lap sus, los sueños, las form a. cion es del inconsciente}' los actos co mpulsivos, et cétera, son " to rsio nes sintomales" q ue hacen accesible la verdad del sujeto , inaccesible para el sabe r, el cual so lo ve en ellas mera.s di sfun ciones; en el m arxismo, la crisis econó m ica es un a de tales " tor siones sin tcmales ". En este punto Badicu se opone clara y radicalme nte al impulso nnriplat ónico pos moderno, cuyo dogma básico es qu e ha caducado defi nitivamente la época en tIlle aún era posih le basar un mo vimiento político en la referencia directa a algu na ver dad ete rna , met afísica o trascende ntal: la expe rienc ia de nuestro siglo dem uestra (llle esa referencia a algún a priori meta físico solo ge nera co nsecuencias soc iales to talitari as catastróficas. Po r esta ra zón, la ún ica soluci ón co n. sistiría en ace ptar lllle vivimos en una nueva era care nte de cert idumbres metafísicas, e n una era de co ntingencia y co njet uras, en una "s ocie dad de riesgo" en la cual la política es una cuestió n de pbrólIesis, de juicios estr até gicos y diálogo, y no de aplicar pe rcepcion es cogn itivas fundam entales. •. Contra esta (Io.mposmode rna, Badiou apu nt a precisamente a resucitar la polítim (le la 7N1'(/¡ul (uníoersat) en las actual es condicio nes de contingencia global. D e modo q ue diou re habili ta, en las co ndicion es mod ernas de m ultiplicidad y co ntinge ncia , no solo [a filosoffa sino tam bié n la di mensió n p ro piamente lIuffl -fÍJ'im: la verdad infinita es ete rn a y meta con respecto al proceso temporal del ser; es un re l.imp.lgO de otra dimensión q ue trasc iende la positi vidad del ser. Encon tramos [a última versión del repudio a la ve rdad en la oposición de [a N ew Age a 1.\ bylnís de la deno mina da su bjetividad carte siana y Sil act itud mc canicista de dom inio so bre la naturalez a. Segú n el estereot ipo de la N cw Age, el pecado o riginal de la civilización occiden t al moderna (y, po r ciert o, de la trndición judeocrisriana) es la bybris del ho m br e, su presupuesto arrogante de que él ocupa el lugar central en el universo y tiene un der echo di vino a dom ina r a ro-

dos los otros se res y a eX plol1lrllls en provecho prop io. Est,. J~y",.iJ, q Ul' 1ll'l'lmh.1 e l eq uilibrio juslo de los poderes l'líSl11iL'OS, un pOl'o ant es o IlcsPllés o hlil(il u 1.1 naturaleza a rest ablecerlo: la actua l (Tisis ccológicn, s ocial y psíq uica es hucrpnt ada co mo una justa respuesta del universo a la presunción de los sc res hum" 1l0S, N uestra única solución rcsidir¡a e ntonces e n UII cambio de p<t nHl if{Il M 1(10 lul, en adop tar la nueva act itud hol ística con la cual asumiremos lunnildcuu-n«n uestro lega r lim itado e n el o rden glo h'll del ser.. . En contrast e co n este cliché, L'S preciso afirmar el exceso tic suhjet ivid,td (1 11 q lle Ilegcl llam aha "la no che del mun do") co mo la única espc mll1.a de rcck-n c ióu: el verdadero mal no reside en el eXL'CSO de su bjetividad CO IllO tal, sino t-u SIL on rologi aaci ón, en su rcín scripción en alg ún ma rco cósmico gloh:ll: r ;1 r-u Sadc la crueldad exces iva quedaba o nrol ógicamente "cubiert a" por el nnlc u de la naturaleza como "Ser Sup re mo del .M al"; ta nto el nazismo co mo el est¡llinis 1110 supo nían la refe ren ci a a algú n o rden global del ser (en el caso del es u linis m o, la o rganizaci ón dialé ctica del movimie nto de la m ateri a). La verdade r a arrogancia consis te entonces en lo opuesto a la aceptación tl.· la bybri.s de la subjet ividad: reside en una falsa humildad, y aparece cuando el su jeto pretende hablar y actuar en nombre del "Orden G lob al C ósmico" , pre sl'll té ndose como su hum ilde instrumento. En co ntraste con esta falsa humildad, 1.1 posición occid ental siempre ha sido an tig loba l: no solo el cristia nismo inw lun .• la referencia a una ve rdad su perior qu e perturba e irrumpe e n el viejo orden 1',1 ga no del cosmos expresa do en "s abidurías profun das", sino que incluso el idl'.l lismo plató nico puede co nside rarse la primera elabo rac ión clara del COllCt' ptu dI' que la "cadena de l se r" cós m ica glohal no es "todo lo q ue hay", de ll" e C X1,Il' o tro o rde n (el de las Idees) q ue sus pe nde la validez del orden del se r, Según una de las gran des tes is de Badiou, el múltiple puro carece de diitu i dad co mo o bjeto de re flexió n. Desde Sta lin hasta D errida, el senti do rruuun filosófi co ha insistido sie mpre en la complejidad infinita (todo est á in te rn ml'l' tado, la realidad es tan compleja llue snlo nos es accesible a tr avés de aproxbu •• cíones...). Hadiou con dena implícitam ente el desccnsrrucci o nismo (:(JIIlO 1.1 lilti m a versión de este tema <Id se nt ido común que es la co mplejidad infini ra. 1' 01' ejempl o, en tre los partidarios de la política posmodema antiesencíullsta l it , 101 iden tidad encontr amos la insistencia e n q ue no existe "la muj er en general ". q Ut' ha y solo m ujeres blancas de clase m edia, madr es so lteras negra s, lesbianas , y ¡l, f suc esivame nt e. E Sl )S pres un tos "d escubrim ientos" de ben ser rechazados ouuu tri vialidades q ue no merecen ser objeto de reflexión. El problem a del 1'('I\ S;l mi ento filosófico co nsiste precisamen te en examinar de qué m odo surge 1;1 uni versalidad de " \;¡ m ujer" ;1 partir de esta multitu d interminable. Ento nces, pude m os tam bién re habilita r la diferen cia hegeliana entre la infinitu d mala (esp\lfi.I ) y la infinit ud prop iament e dich a: la prim er a remite a la complejidad infinita .1 1'1

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na-


sent ido com ún; la segunda co nciern e a la in finitud de un acontecimiento qu e precisam ente trasciend e la "complejidad infinita" de su conte xto . D el mismo mod o podemo s trazar tina distinción entre el historicismo y la histori cidad propiame nt e dicha: el histo ricism o remit e al conjunto de circuns tancias económicas, po líticas, cultura les, etcétera, cuya co mpleja int eracción nos permite explicar el acontecimiento, mientra s que la historicidad pro piamente dicha involuc ra la temporalidad específica de ese aconteci miento y sus secuelas: el lapso ent re el acontecimiento y su fina l (entre la m uerte de C risto y el Juicio Final, entr e la revolución y el com unismo, en tre el enam oramiento y la dicha de la vida comparti da ...). T al vez la brecha qu e separa a Badio u de los teóricos po líticos d esco nsrruccionistas pos mcd ern os se debe en última instancia a que estos últimos pe rmanecen dentro de los lím ites de la sabiduría pesimista del encuentro frust rado : la lecció n dcscon struccion isra fun damental es que todo encue ntro entusiasta con la Cosa Real, toda act itud paté tica que la ide ntifique con un acontecimiento em pírico positivo, es una apari encia ilusoria sostenida po r el cortocircuito entre un eleme nto pos itivo co ntingentc y el vacío universa l ante rior. En ese e ncuentro sucum bimos momcnt áneamente a la ilusión de que sc ha realizado la promesa de una plen itu d im posihle: sucumbimos a la ilusión de que (para parafrasear a D er r ida) la democracia ya no es solo un rI venir, sino qu e ha llegado realme nte. A par tir de esto, los desconsrruccionista s extra en la conclusión de que el pri ncipal debe r ético -po lítico consiste en mantener la brecha entre el vado de la imposibilidad central y tod o con te nido po sitivo que lo enca rne: nun ca hay que sucumbi r totalmente al en tusias mo de la ide nt ificación precip itada de un acontecim iento positivo con I;¡ promesa redentora que siem pre está "por venir", En esta posición dcscons tr uccioni sta, la admiraci ón por la revolución en su aspecto entusiasta utó pico va de la mano con la idea melan cólica conse rvadora de que el ent usiasmo se convierte inevitahlem ente en su op uesto, en el peor de los terrores, en cuanto intenta mos transformarlo en el principio esrruc rura do r positivo de la realidad social. Parece ría qu e Radia l! no aband ona este marco : ¿no no s previ ene acaso contra el desastre de la tentación revolucion ar ia de confundir el acontecimiento-ver dad con el orden del se r? ¿N o nos previene cont ra el intento de ontologizar la verdad co nvirtiéndol a en el pri nci pio ontológico dd orde n del ser? Sin e mhargo, las ros as son más complejas: Hadiou sostie ne que, aun qu e el orden universa l tiene el esta tu to de una apariencia, de tiem po en tiempo, de un modo im predícrible y contingent e, puede producirse "un milagro " en la forma de un acontecimiento- verdad que con toda raz ón aver güenc e al escé ptico pos rnodemo. Lo qu e tiene en mc nte es un tipo muy preciso de experiencias políticas. Por ejem plo, en Francia, duran te el primer gobierno de M itterrand, a p rincipios de la década de

Il' HU, to ,lo... lo... i/.llu iertli...l;l.....illI.'C 1'O' te n ían IImbs acer ca dd p~o)"et' l tl ',Id mi 111..1ro 1 de ju-, iei:l Rohc r t It HlilHer de ;IIMdir 1.111l'1l:1 ¡Je mue rte e Inll"l lllut"lr ' 11 I ,.~ l"eflll"ll1 ;11" progTcsist,l<; en el {,,')( lig-() ]ICll ;11. F ilos decían: "Sí, pOl" "1,II1\1C"' O qu l.' 1.0 :lI MIY;1I110S, l'v '"' ¿l:. sitwH... ión esni madura par,l C"ln? ¿I,o ,,("('pt al';l l.r W' II,tl', .1 ." rr ada 1MIr el aumcntu tic t i eriminalid.\t1? ¿N o es este un 1.';1'>1 1 de Ot."\l I ~;lI" l"ll ideali sta tl\lC puede de bilit ar a nuestro g:ohierno, y po.r In t,llltll hacer m,l" m,ll tille bie n?" , Badi nrer ignor ó las Ilred iccio nes ca ra..tr ofic as tic los t·I\('lll·"t.'~, )' pcn;Íst iú en su propósito, con el resu~ta.t!o s{)rprelltle~lle de tille, de pron to. 1.1 muynrfa de lu población cam bió de Opll11~lll y C(lm~IlZO a :I I,lOya ~lo., . : , ' . U n acontecimiento análogo se produjo en l mlia a medlad,os de 1.1 ,~u ,H.I'I dt I 'no cuando hubo un referéndu m sobre el divorcio . E n p r-i vado, 1.1.11.t¡1I.1 t'n l'l (ind~so los comu ni..ras, que, desde lueg o, dcfe~dían el der echo ,11, th\l~ ln'lO,> w " 1'1.. .. , del desenl ace , remiendo que . la may oría rh-l 1p lH' hin marur'eestaI)a escep , un ' lo bastante madu ra ou e [a asusta ra la mren sa prop :I/{,1Il1 ,1 ( ;110 n o estuviera ¡l a~""" "" " , ') ... [icn con madres e hijos abandonados, y así sucesivamente, Pe ro, P:ll.';l gnl11 " .1' .. d. todos el referéndum co nstituy ó un gran revés pa ra Li Iglesl'l y [u .h-npresa . . , ') 'r 'b' puesto vuI W en ,l\'1I1 C a, .... que una co nside rable mayor ía (el sesenta por.ciento . ' del der echo al divorcio. En polí tica se producen aconrccm uc ntos I ~ este 111'", auté nticos aconteci mientos qu e desmient en y avergüe~7..3.n al "realismo PO"'1 .ícológico ''. no se t rata de est~l1idos entusiastas mome~tane(.)s ql1~ p~~'~ll rb(',n d,' modo ocasiona l el cur so habitual de las cosas - deprcsivo, ~On ~(~IIllI Sl .I " 1111 111,1 , 1 mañ an a <'lgu iente ser án seguidos p<lr una desilusión :llel't'loll,.,lo no-j y quc a a " '" 1 1 ,. ''''''nt ,1 t·.. . .. o , ._. """ . . ,, ecimic ntos so . n el momento de la verdm en 1· ' ra;por e I con n-an t ructura gene ral de eng año y señuelo. L~ t~octrina h;.ndamcl~tal (.11.' !.a IM ~ 111~::1 posmoderna es que 110 hay ningú n (Jrol1trcm~ten~o, qu e .nada. oc.ur~e rC 'I I, II~U~lI. " que el acontecimient o-verdad es un corroen-c uno pasaJ er~, Il llS()~IO: ,~I1~.~ Il ~t ~,l ~l ñcación (¡lisa que será dispersada un poco antes o de spu és l~() r t i l e.llll,',ll.lt IlUl dc la difere ncia 0 , en el mejor de los casos, con la promesa cf' ~era d,e 1:1 rt'dt'u d.... 1, cual debemos man tener una dista ncia .'llk·t·U;IlI", . , po r \lem." ~r , Clan r , re soecro para evita r consecuencias tota litari as catastró fi ca~; C(l~ltr:a este eSCept1Clsll.ltI t·.. rrucrura! está perfec tamen te justi ficado que Badíou msrst a en qu~ ~OJ m:/¡I.tI, WI ocnrren,». (em pleando el término "m ilagros" con todo su peso teológico).

5. En 1:1 teo ría, quid la principal indicación de esta suspensión a.el acontecimie nt o ,., 1'1 idea y la práctica de los "estudios culrnrules" como no mbre pre doml~ a nte del c n fo ' l lII' '!'!' I t dos los prtMluctos socinl;imbólicos: el rasgo básico de los estudios cultu rales es '1 m' y,l ~:;u:a:n ~ no están dispuestos a enfrentar las obf:ls religiosas, cienúficas o fil"...ífil·a.. o:n 1,,.,

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,\'1111'0) Zizl'k 110 11 1111111'CI\(1cm'

...y SU INDECIDIBJU DAD

" (1e l¡ ll e' se esta' 11<1 11I um1ti" • •• l -n ' suucsts, , ' 1,1 It: llj.l:U' I-S ll ll' ' to ~ ll po h I¡"g k";.l de la <."u nm lst.'fl'l, del sbi/tb(Jh,th, tic un" difer en cia q ue ~ll l ll c-, ,· i ~ ib l l' de sde adentro, y no desde afuera. Pero esto no significa c n lllllllo al¡.:utlll IIUI ' \ ,1 lengua-sujeto involucre otra referencia, "má s profunda ", a un l,,(lllll'llillo vcrd.r t1ero oculto: se trata más bien de qu e cllcngua jc-suicro "saca dc su carril" o " P I' I' t ur ba" el empico convencion al del lenguaie con sus significados esl ,l hll'l' i d u~, ). deja " vacía' "le referencia , apostando a quc ese vacío sc l1e l\,IT:Í cuando ~' ah-anre la meta . cuando la ve rda d se actualice como una n ueva situació n (el Rc ino rhD ios e n [,1 tierra, la socied ad emancipada ... ). Lanominación del :lLc mlel'llllicnlll" verdad está "vacía" precisamen te en cuanto se r efiere a la plenitud Iuuuu. La indccidibilidad del acon tecimie nto sig nifica ento nces que este no l it'll!' ni ngun a garantÍ<! ontológica: no puede ser red ucido ,1 una situación (PI'CVi ,l) I' ¡ d ed ucido de ella, ni es ta mpoco ge nerado po r el la. Surge "d e la nada" (la lI <1 ILI llUC era la verdad o ntológica dc esa situ ació n anterio r). No hay ent o nces ll i ll ~ 1l na mirada cognitiva neutral que pueda discernir e l aco nt ecimiento en sus e fcl·tll": desde siemp re hay una decisión implícita" Los signos del aco nte cim ient o en tJ .. i ruaci ón solo se pueden disce rn ir desd e una previa o pció n por la verdad (delmi .. mo modo que. segú n la teología jansenista , solamente quien es ya se han deddillo por la fe pueden int erpretar los milagros divinos co mo tales milagros), La m irol d a de un histo riador neutra l nunca verá en la Revolució n Francesa una ser ie rhhuellas del aco ntecimiento deno m inado " Revolució n Fra ncesa"; solu advcn ir.i una m ultitud de sucesos atrapado s en la red de las dererminecíon cs sociah-s. Pi! r a un a m irada externa, el amo r no es m ás que un a sucesió n de estados psíquil'oS l' fisioló gicos... (Quizá este sea el logro negativo qu e ese marco le p t'll t'U l'f'] ,1 F ran cois Fu ret: ¿no deriva su prin cipal efecto del hecho de que Il O considcm 1.1 Revolu ción Francesa co mo acon te cimie nto, y ado pta respecto de ella una ]Jl'I'S pectiva exte rna que la co nvierte en una serie de sucesos histó ricos esp ed fkm complejos?) El o bservado r compro met ido percibe los acaecercs históricos pm ili· vos co mo partes del aco nt ecimie nto de la Revol ución Francesa pr cosamcmc porque los enfoca desde el pu nt o de v-ista co mp rometido sing ular de la Revolu ción. Como dice Badiou, un aco ntecimiento es autorrefere ncia l, en cuan to ;'/1"11/ ve Sil propio d~signaci ón: la designació n sim bó lica " Revolución Francesa" fllrtll:l 'part e del co nt enido design ado, puesto qu e. si sust raem os esta designación, el contenido descrito se co nvie rte en una mu ltitu d de sucesos positivos accesible.. ,11 sa ber. En este preciso sentido, un aco ntecimiento involucra la subjeu vidnd: "ti perspect iva subjetiva" co mprometida forma part e del aco nteci mient o en sí,Y li t:

Vem os aho ra en qu é sentido el aco nte cimie nto-ve rdad es "ind ecidibl e": cs ind ccidib le desde el punto de vista de l siste ma, del "esta do de cos as" o ntol ógico . El aconte cimie nto es entonces circular. en cuanto solo resulta pos ible identi fica rlo desd e el punt o de vista de lo q ue Badio u den o mina "una interimcion interpretant~" .6 La ide nt ificació n del acon tecimiento solo es pos ible si uno habla desde una posición subje tivamente co mprometi da o, para decirl o en tér minos más for ma les, si en la situ ació n design ada incluimo s el acto de nombrarla: los aconrcci mientas caóti cos producidos en Francia a fines del siglo XVIII solo pue den ser ide ntificados como la " Revolució n Francesa" po r q uienes aceptan la "apuesta" de q ue ese acon tecimi en to ha existido. Badiou define forma lme nte la intero encíán co mo "todo proc edimiento po r medio del cual se reconoce un m últiple co mo aco nrecimiem o"," Entonces, "siem pre SCh'll irá siendo dudoso q ue haya habido un acontecimie nto, soleo para el inrervi nicnre rl'i11tn"venam! que decidió que é l fue pane de la situ ació n"." Se llama "fidelidad al acontecimien to" el esfuerzo co nt inuo ten die nt e a at ravesar el campo del saber desd e el punto de vista del aco ntecimie nto, interv iniendo en él. bu scando los signos de la verdad. Sigu iendo estos lineamientos , Badio u interpreta tamb i én la tríad a paulina de "fe, esperanza y amo r": la fe es la fe en el acontecim iento (la cre enci a e n q ue se produjo realmen te: po r ejemplo, la resurrecci ó n de C risto); la esperall7.a es la espe ranza de qu e re alme nte se produ cirá la reco ncilia ció n final anu nciad" po r el acontecim iento (el J ui cio Final); el amor es la lucha pacie nte para que esto ocurra, es decir, el trabajo prolongado y ard uo de afirmar la pro pia fidelid ad al acontecimiento. Al lenguaje q\I C intenta nombrar el ucon tecimicnro-vcrd ad, Badioulo den omina "le ngua-sujeto". Esta lengu a care ce de significado desde el punto de vista del s aber, qu e jU7.ga las pro posicio nes co n respecto a sus re ferent es en el ámbito del ser positivo (o con n:spccto al funcionamient o prop io del lenguaje de nt ro del o rden simbó lico estab lecido); cua ndo la lengua-s ujeto ha bla de la rede nci ón c ristiana, la em ancipaci ón revolucio naria, el amo r, etc étera , el saher lo descarta todo romo un conjunto de frases vacías sin referente propio ("jerga po lítica mcsi áni ca". "hermetismo poé tico", etcétera). Imaginemos q ue un hom bre enamo rado le descri be a un amigo los rasgos de 1;1 m ujer q ue ama: al amig o, q ue no está enamo rado de esa person a, esa descripción entusi asta le parece rá care nte de sent ido; términos de su verdad intr ínseca, sino que las reducen a la condición de prod ucto s de las cir cunstancias his triricas, de obje tos de interpretació n antropológicu-psicoanalítica. 6. Badiou, L 'rlrr: r t {'¡fn'nm zellf, p,íg. 201.

7. lbíd., p,íg. 214. 8. lhíd., Jlág. 29.

9. H asta cierto punto, se puede también decir que el saber es verificativo , mientras quv 1,1 verdad 'es per fo rmativa .

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SIl/VD) Zize/.:

En est e punto es crucial la diferencia ent re "veracidad' (la precisión, adecuación JeI saber) y "verdad". T omemos por ejemplo la tesis marx ista de qu e toda la histo ria es la historia de la lucha de clases. Es ta tesis presupone ya una subjetividad co mp ro metida: solo desde ese pu nt o de vista se descub re en la histo ria esa cara cte ríst ica; solo desde ese mirado r "i nteresado" se pueden discern ir las huellas de la lucha de clases en todo el ed ificio social, incluso en los productos de la cu ltura superior. O bviament e, se puede objeta r q ue ese mismo hecho demuestr a que se tr ata de una visión dis torsio nada, y no de l verdadero estado de cosas. La respuesta es que la mirada supuestamente "objetiva" , "im parcial", no es en realidad neutra l, sino ten dencios a: es la mirad a de los vencedo res, de la clase gobernant e. (No sorp ren de que el lem a de los revisionistas históricos de derecha sea "Encaremos el rem a del Holocausto de un modo frío }' objetivo, ubiquémo slo en su contexto, examinemos los hechos ... ".) U n te órico de la revol ución com unista no es alguien <Iue, después de haber establecido por medio del est udio ob jetivo que el futuro le per ten ece a la clase obrera, decide to mar partido y unirse a los vencedores: su mirada com prom et ida de antemano impregn a la teoría desde el principio, Dent ro de la tradición marxista, est a idea de que la parcialidad no solo no es un obstáculo sino que es una condición positiva de la verdad, fue articulada del modo más claro po r G eorg L uk ács en su obra temp rana Historia y conciencia de daee, y en términos más mesiánicos, protor rcligiosos, por Wa lrer Benjamín , en "Tesis sobre la filosofía de la historia": la "verdad" -dice- surge cuando una víctima, desde su posición catastrófica presente, logra la comprensión súbit a de todo el pasado como una serie de catástr ofes qu e lo han llevado a esa crisis. Entonces cuand o Icemos un texto sobre la verdad de bemos tener el cuidado de no confun di r el nivel del sabe r co n el nivel de la verdad. Po r ejem plo, aun que el propio M arx empleaba el término "proletariado " co mo sinónimo de "clase obrera", y lo hacía habitualmente, en su obra es posible discernir un a clara ten dencia a pensar la expres ió n "clase ob rera" como una descripción pcrtenenciente al ámbito del sabe r (un ob jeto del estudio sociológi co "neutral", un estrato social subdividido en compo nent es, etcétera), mient ras que " el proleta riado" era el ope rado r de la verdad, es decir , el agente co mprometi do de la lucha revo lucionaria, Además, el status del múltiple puro }'su vacío es también ind ecidible y puramente "intermedio": nunca lo encontramos "aho ra", puesto <)ue siempre es reconocido como tal retr oactivamcnte, por medio del acto de decisión que lo disuelve, es decir, por medio del cual lo dejamo s atrás, Por ejemplo, el nazismo en tanto scudoacontccímicnto se conc ibe a sí mismo como la decisión que op ta por la armonía }' el orden sociales con tra el caos de la moderna sociedad liberal, judía, con lucha de clases. N o obsta nte, la sociedad mod ern a nunca se percibe a sí

mi'> m,l, en primera pe rsona, C O III O fllnd:llllcllt;lllIll'll{C "c J('¡liea"; pl' ITihe el { ' .lll~ (o " el deso rden ", o "b degeneración ") ellllltl un arolla dcr u limilado, ('.. n l i \l ~ l' 1l le, una crisis rcmpo mrin. La sociedad moderna slll.. :l1);lreCe CO Ill O fund'lllWIll.l1 mente caótica desde el punto de vista de la opc ión po r el 01'( ICII , cs decir 1111 ;1 \TI qu c la del'isillll JII ha sido tomada, En consecuencia, hay quc rl'S i'> t ir~ a b i l u~ ; ll 11 retroact iva de ljUC la decisión sigue a la com pre nsión en la indccidibilidnd :1],in l,1 de [a situac ión: precisame nte la deci sión y solo la decisión es lo <I IIC rc\'c Ll el 1'\ tado previo corno "in decidiblc". Antes de la decisión habitamos una Situ;Kilill en ce rrada en su horizonte, desde dent ro de este horizo nte, el vacío cons uun ivu .1<' esa situación es por definición invisible, es decir que la ind ecídibilidad es f<,dll("i da a la condición de (y aparece como) una perturbación marginal del sistl'lI\;1~l ll h;IL Después de la decisión, la indecidibilidad desaparece, puesto qllc h:I],II;III1" \ el nuevo dom inio de la verdad. El gesto llue cie rra/decide la siumei{1lI (1I1 l.l \ 1'1 más) coincide absolutamente con el gesto que (rerroact ivamente) J;¡ ah n-, E l acon tecim ien to es enton ces el vado dc una lín ea invisible qlle \('p;11.1 1111 cie rre de otro : antes de él, la situación estaba cerrada , es decir quc <1e111l'1I d(' \ 11 horizonte (lo q\lC se convert irá en) el acontecimient o nec esari amente ,1J!;Il'('I'" como skandelon, com o una intr usión indccidible, caótica, quc no tiene 11l ~;I r ('11 el estad o de hl situaci ón (o, pa ra deci rlo en términos matemát icos, qllc es "S lI pe rnurne rurin"), una vez producido el acontecimie nto y asumido como tal. 1;\ misma situación previa aparece como un caos indecidible. Para un or den polí ll ca establecido, el torbe llino revolucionar io que amenaza con dcrrumbar!u I'S una dislocació n caótica, mie ntras <)ue desde el punto de vista de la Revnluciúu, el ancicn rigimt era en sí mis mo un desorden , el nombre de un (leSpOlisl\\O in comprensible y en ú ltima insta ncia "irracional". En este plinto Badiou se llJl llllt' cla rame nte a la ética derrideana de apertura al aco nte cimiento en su ¡¡ he ridolll impredecible: ese énfasis en la alteri dad impredeci ble como hori zon re último 1111 sale de los confi nes de la situación, y solo sirve para diferir o bloq uear la tll'l'i sión . Ese énfasis nos envuelve en la oscilación "posmoderna" inde finida en tUI no a u na duda: ¿cómo po demos sabe r que esre es verdaderam ente el arolllcri miento, y no solo una más de sus apariencias? : C{llno vamos nosotros a tra zar una línea dcmarcato ria entre el acontccimien tu \~rdadero y Sil apariencia? ¿No sc ve Badio u o bligado a basarse en una opo sición merafisica entre la verdad y su apar iencia > Una vez más, 13 respuesta 111 volu cra el modo en que el acon tecimient o se rel aciona con la situación ('11)" 1 verdad ar ticula: el naz ismo fuc un scudoacontecimicnto, y la Revoluciru¡ de ( le rubr e IIn acon tecim iento auté nt ico, po rque ella se relacionaba con los fU lld;1 m ont os mismo s de la situación del orden capitalista, y socavó efcctivamcu te t' ~l l ~ fundamentos, en con traste con el na zísmo, que puso en escena un sC lldo;\('Ollll' cimiento, prec isamente para saluar el ord en capit alista, La estrategia nazi t' ll ll

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S/I/voj lite!.:

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sistfa en "cambiar las cosas de modo tal que, en sus fundamentos, siguieran siendo las mismas". De la película Cabaret, de Bob Fosse, tod os recordamo s el célebre episodio que se desarro lla en un pueblo cercano a Berlín en la década de 1930: un muchach ito (en uniform e nazi, co mo se revela en el curso de la escena) comienza a entonar una canción elegiaca y tri ste sobre la Patri a, que les daría a los alemanes un signo de que el maña na les pertenece, y así sucesivamente; poco a poco los presentes se van uniendo a él, y todos, un grupo de noctámbulos decadentes de Berlín, se sient en conmocionados por el efecto emociona !... Es ta escen a es a menudo evocada por Jos seudoí nrclccru ales como el moment o en que "finalmente captaron 10 que era el nazismo, cómo funciona ba". Nos sentimos tentados de añadir que tienen razón , pero po r otr as razones: lo "fascista" no es el pathos del com prom iso patriótico como tal. Lo qu e realmente preparó el terreno para el fascismo fue la muy liberal descon fian za y denu ncia de roda forma de compro miso incon dicion al, de devoción a una causa, co mo un fanatismo pote ncialmente totalitario. E l pro blem a reside entonces en la complicidad de la atmósfera debilitante del disfrute egoísta decadente y cínico, con el "acont ecimiento" fascista, con la decisión qu e supuestamen te (relin rroducí rfu el orden en ese caos. En otras palabras, lo falso en la máqu ina ideológica nazi no es la retórica de la decisión como tal (o del acontecimiento quc pone fin a la impotencia decadente, etcé tera), sino, por el contrario, el hecho de qu e el "acontecimiento" nazi es un teatro esrerizado , un aco ntecimiento falsificado, incapaz de po ner fin rea lmente al ato lladero decadente y mutilador . En este preciso senti do la reacció n com ún a la canción nazi de Cabnrtt es co rrecta por razones erróne as: no se advierte que nuestro prime r placer cínico con las canciones decadentes del cabaret schre el dinero y la promiscu idad sexual fue lo que gene ró el trasfon do que nos hiw vulnerables al efecto de la canción nazi. ¿Qué relación existe entre el aco ntecimien to y su nominación? Badiou rechaza la lectura kanti ana del aconteci miento de la Revolución Fran cesa: esa interp retación que ubica el efecto cruci al de la Revolución en el entus iasmo sublime que los sucesos revolucionarios de París suscita ron en los o bservadores pasivos de toda Europa, no involucrados directa mente en aquellos episodios, y a conti nuación o pone ese efecto sublime (la afirmación de nuestra creencia en el progreso de la razó n y la libertad humanas) a la so mbr ía realidad de la Revolución en sí (Kant adm itía que en Fran cia estaban ocu rriendo cosas hor ribles: la revolución cataliza ba a menudo el estallido de las pasiones destructivas más bajas de la multitud salvaje). Badiou observa sarcásticamente que esa csterización de 1.1 Revolución admirada, desde una distancia segura, por parte de los observadores pasivos, iba de la mano co n una extrema rep ugna ncia por los revoluciona rios reales. (¿No volvemos ;1 encont rar aquí la tensión entre lo sublime y lo

lllonstruoSlI [1/11.\' UII,/{ehefll't]? Lo que desde 11 11:1 distancia adccu.nla p,lrc\'c ser 1I11 motivo sublim e de cl1l usiasll\o se convie rte en 1:\ figu ra del mal 1lI0 ll stn lo ~1I cuando nus acercamos demasiado y quedamos involuc rados dir cctamem c.) Connu esta cele bración kantiana del efecto sublime sobre los ohse rv:ulo n·s p 'I Si\·OS, Badiou insiste en la inmanen cia del acontecim iento-verd ad: el urmu ecimiento-verdad es la verdad en sí para sus agen tes, y no para los observadorcv exte rnos. A primera vista pod ría pare cer que la po sición de Kant es 1I1:\S "laca niana": la verd ad de un aconteci miento aparece descentrad a a priori con rcsIWl"· lO al aconteci mie nto en sí; no depende de l modo de su inscripción en el Ono (pe rson ificado en este caso por la op inió n pública ilustrada), inscripción IIIl C (·s sie mpre, a priori, diferida . Lo impensable en sent ido propio, ¿no es pr ccisamcn te una verdad qu e se conocería directamente como verdad ? La de mora en 1.1 comprensión, ¿no es consti tutiva ? (En esto reside la lecció n materialista h l·~I' liana: el búho de M inerva levanta vuelo al anoc hccer.) Además, si el ~ll'lIl1l l,t' i mient o-verdad es radica lmente inma nente, ¿cómo pod remos distinguir la ver da d respecto de su simulacro? ¿No es solo la referencia al O tro dcsccnt mdn 111 qu e nos permite trazar esta distinción ? No obsta nte, Hadiou ofrece un criterio preciso: el modo en qu e el ncouu-rimiento se relaciona con sus condicion es, con la situación de la cual surg'c. Un ver dadero acont ecimient o eme rge de l "vacío" de la situ ación; está ligado al r/I" m esu sumumeraire, al elemento sintomático qu e no tiene un lugar propio cn L. situ ación, aunque pertenece a ella, mientras que el simulacro de aco ntecimiento re pud ia el síntoma. Po r esta razón, la Revolución leninista de Oct ub re no dcj.. de ser un acontecimiento, ya que se relaciona con la "lucha de clases" como tor sión sintomática de la situación, mientras que el movimiento nazi es un simulacro, un repudio del trauma de la lucha de clases .. . La diferencia no reside en 1:1' cua lidades intrínsecas de l aconteci miento en sí, sino en su lugar: en el uuu]u en que se relaciona con la situación de la cual emerge. En cuanto :.1 la mira da extcrna que un testigo dirige a la verdad del aco ntecimiento, esa mirad a solo Jlodnl dis cern ir la verdad si ese individuo ya está com pro metido en favo r de los hech os: ninguna op inión pública ilustrada ne utral se sent irá impresionada, pucvto que la verdad solo es discern ible para los miembros potenciales de la nueva romunidad de creyen tes, para su mirada comprometida . De este modo podemos retener parad ójicame nte tanto la distancia CO Ill O el compromiso. En el caso del cristia nismo, el acon tecimiento (la crucifixión) ~t' convierte en un aconteci miento-verdad "d espués del he cho", es decir, ('U:llIdn lleva a la constitución del gru po de creyentes, de la comunidad cornpromctidu y unida por la fidelidad al acontecimien to , Existe entonces una diferencia entre el acontecimiento y su nom inación: un aco ntecimient o es el encuentro traunuítico co n lo Real (la mue rte de C risto, la conmoción histórica de la Revolución, elcé·

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tera), mi en tras que su no m inació n es la inscr ipció n del aco ntecimie nt o e n el lengu aje (la doctrina cr istiana, la co ncie ncia revoluci ona ria). En términos laca nianos, un acontecim iento es el objtt petit a, mientras que la no m ina ción es el nuevo sign ificante qu e establece lo que Rim baud denominó "nuevo o rden", la nueva legibilidad de la situ ación basada en una decisió n (en la perspectiva revolucio nari a m arxista, toda la hist oria anterior pasa a ser la histo ria de la lucha de clases, del esfuerzo e mancipatorio derrot ado).

V ERDAD E lD EOL O<;ÍA

Con esta hreve descripción tene mo s ya un prenuncio de lo q uc no s sentimos el pod er intuiti vo de la concep cto n que Bediou tiene del sujet o: describe, e n efecto, lo (Iue expe rimentamos en el co mpro miso subjenvo to tal con alguna ca usa "que es la nuestra". En esos momentes p.reciosos, ¿no so mos " plena me nt e sujetos"? Pero, este m ismo rasgo , ¿no convte rre esa experi encia en iJt ()/ógicll? Lo primero que advierte alguien ve rsado en la histo ria del marxism o francés es qu e la co ncepci ón de Badio u del aco ntecimie nto-verdad se asemej a terriblem ent e a la co nce pc ión ah husscri an a de la interpelació n ideológica. Adem ás, ¿no es sign ificativo q ue el ejem plo fundamental de aco nrecimlenro en la pluma de Hadio u sea /" religión (elcr istian ¡smo, desde San Pa blo hasta Pascal), co mo prototipo de idt%gía y qu e est e acon te cim iel?t~, pr ecisam ente, no pertenezca a ninguno de los cuatro génériqllcs del acontecmu ento (}\I C él enu mera (el amo r, el ar te, la ciencia, la polít ica)? 10 Entonc es, si to ma mos el pensam ien to mismo de Badiou como "u na situ ación" del ser, subdividida en cuat ro gé-niriqllfs, ¿serí,1 la rel igió n (cristiana) su " to rsió n sin tom al", el eleme nto q ue pe rtenece al dominio de la verdad sin ser un ~ d ~ sus partes o su bespecies reco nocidas? Est o parecería indicar que el aconrecimie nro-ve rdad co nsiste en el gesto ide ológico eleme nt al de int er pelar a los t: ~ ta dos de ~ en Ol,ll i n:lr , co n toda ingen uidad,

10. Como Badio u lo señala con perspicac ia. estos cua tro domi nios del acontecimientoverdad, en la actu alidad, en el discurso público, se ven cada vez más reemplazados por sus dobles fraudulentos: hablamosde "cultura"en lugar de arte, de "adminisrracién" en 1 1I"~ r de ,_ llti ' amo r, de " 'mqw-h(J7I.'" o "sabiduría" en luga r de ciencia: el arte .. mea, d" e sexo" en , ugar ce queda reducido a la condición de expresión / articulaci ón de una cultura hist éricamcnre especí-

ilUli\'il\uo" (l);I rlt:s de una sillmd {llI del ser) par;) tille SC;llI sujetos (pocl;ltion'''(/ sl' gu idor cs Ile 101 verdad), N os sentimos rcn tudo s tic tI'lr incl uso U lI I.J 'I~o ud!'>: d ej em plo paradigmdt ico del soonrccimicnro- vcrdadno es sulo la r eh ~I{¡I ~ C~l V;e nc ral, sino, específicamente, la religión cristiana, cent rada en el aculllct'ltllle lllu de la venida y la muerte de C r isto (como ya lo hab ía señalado Ki crke~a :,lftl , e l cristian ismo invierte la re lación metafísica acostum brada ent re 1a cle fll ut ul y el tie mpo: en un sen tido , I.i eternidad en sí de pende del acoruc citnicm o le lllpllm i de C r isto). De modo q ue tal vez Badiou pueda ser tamb ié n lcítln como el últ imo gran au to r de la tra dició n francesa del dogm at ismo cató lico, rlcsdc 1~;\ sC011 y M alcbran chc en adelante (basta co n que reco rdem os ~ u e dos de sus rde,n' l l ~ das clave so n Pascal y Claudel), Durante años, el paraleli smo en tre el marx ismo revolucio na rio y el crist iani smo me siánic o fue un te ma común cnlTítkos lilJ(' rales com o Ben rand Russell, que desca rtaban el marxismo co mo una vershiu se cularizada de la ideología r elib'; osa mes iánica; la actitu d de Badiou, prol ()n ~'JlI ' do una Iínca que va desde el último Engels hasta Frcd ric ]amcso n, es to talmente o puesta . Est a lectu ra se ve confirmada adicionalm ente po r la apasionada defensa II U(" re aliza Badiou de San P ablo como el pensador q ue arti culó el acon teci miento verdad cristiano (la resu rrección de Cristo), en tanto que "singula r univ ersal" (u n aco nt ecimi en to singular que interpela a los individuos para que sean sujelm u niversales, independ ientemente de su ra za, sexo, clase social ...), co n las co ndiciones de la fidelidad de los seguido res a ese acontecimiento. u D esde luego, Ha dio u sabe per fectam ente que hoy en día, en la era de la cienc ia modern a, y:\ n,o cabe aceptar la fábula del mila gro de la resurrecc i ón co mo fo rma del nconu-ctmiento-verdad. Aunqu e el aco ntecim ient o-verdad es el acaecer d e alg o quc d e s de dentro del ho rizo nt e del o rden predo minante del sabe r parece imposible (recordemos la risa con la que los f il ósofos g riegos recibie ron la af irmación de S,\I1 P ablo ace rca de la resu rr ecció n de j esús e n su visita a Atenas), hoy cn día siuur el acontecim ien to en el nivel de los milagros so bre natu rales necesariamente su pone una reg resión al oscurant ismo, puesto que e l acontecimiento de la ciencia es a su vez ir reducti ble y no pued e ser anulado. En la actu alidad, solo podc nu» ac eptar co m o aco ntecimi ento-ve rdad -como un,a intrus ión de lo Real tra,u lld ~ rico que co nm ueve la trama sim bólica predomma nte- los suceso s que lle nen lugar en un unive rso co mpatible co n el conocim iento cien tífi co, aU fill\lC S(' m uevan e n sus lím ites y cuestio nen sus pre sup uesto s. Los "sitios" del acomcci-

fica; el amor, a la condición de un a form a de la sexualidad data da hisl(íricamente; la ciencia se caracteriza como una for ma de conocimiento prá ctico occidental, (,llsamellte universalizado que en realidad no serta superior a los conocimientos precicnt íficos ; la polít ica (con tod as las pasiones o luchas que esta idea involucra) no aparece más que corno una versión ideológica inmadura o precursora del arte de la gesti ón social.,,

11. Véase Alain Hadiou, Soín t l'au J. La ftndatíon de /'ullíversaJism e, París, Prcsses Univ('I, i raircs de France, 1997. [Ed. cast.: 8,m PilMo: la f undad';" de universalismo, Madrid, Anlhrop"' , 1999.J

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SJiI'lJU) Ziiek

I ,¡I pI/Ji/1m dr I¡/I'm/lld

miento son hoy e n día el prop io descubrim iento científico, e] acto político, la inven ción artíst ica, la co nfro ntació n psicoanalítica co n el amor, •. Este es el pro blem a qu e plantea Tbe Potting SbeJ, la obra tea tra l de G raham G ree ne, quien intenta resucitar la versión cristiana del im pacto conmocioname de 10 Real impos ible. Un gran filóso fo pos itivista ha dedicado todo su esfue rzo a luchar contr a la superstició n religiosa ; ahora bien, su vida y la de su familia se ven conmovidas por un milagro inespe rad o: el hijo, objeto del mayo r amor del filósofo, cae mo rtalmente enfermo y se lo declara muerto, pe ro, milagrosame nte, vuelve a la vida en virtud de 10 qu e sin duda solo pudo haber sido una intervención directa de la gracia divin a, La historia es narrada retros pectivamente desde el punto de vista de un am igo de la familia, qu e después (le la mu erte del filósofo escr ibe su biogra fía y se siente int rigado por un enig ma: ¿por qué, un llar de año s antes de mori r, el filósofo dejó de pronto (le esc ribi r, por qué per(lió todo deseo de vivir , como si su vida huhiera quedado d e pronto privada de significado , y ent ró en un período de resignación , aguardan do pasivame nte la muert e? Al int er rogar a los miem bros supervivientes de [a familia, el biógrafo pronto descubre que existe un oscuro secreto del que nadie quiere habla r, hasta qu e, finalmente, uno de los interrogados Se quiebra y confi esa qu e el secreto conutocionante es la resucitación mila grosa del hijo del filósofo , qu e le quitaba sent ido ~I toda su ob ra teórica, a su com pro miso de toda la vida.. , Sin dud a esta historia nos intriga, pero hoy en día no puede ar rastrarn os efectivame nte. A pro pósito de San Pab lo, Badiou aborda el pro ble ma de ubicar su posición con res pect o a los cuatro gilliriques q ue generan verdades efectivas (la ciencia, la política, el arte, el amo r), es decir, con respecto al hecho de que (por lo menos hoy en día) el cris tianismo, basado en el acontecimiento fabuloso de la resurrecció n, no pued e conta rse como un acontecimiento-verd ad efectivo, sino solo co mo su aparien cia. La solución que propone es que San Pablo fue el ttórico antífilosofiro de las condiciona fonl1aks del proctdimitllto tk la IJerdad; 10 que él proporciona es la pri me ra art iculació n deta llada del modo en que la fidelidad a un aco ntecimiento-verdad ope ra en su dimensión unive rsal: lo Real excesivo, surntnnéraire, de un acontecimiento-verdad (la "res urrección"), qu e surge por gracia (es decir, no se puede explicar en función de los ele mentos const itutivos de la situación), pone en movimiento, en los sujetos que se reco nocen en ese llamado, la "obra de amor" militante, es decir, la luch a po r difundir esa verdad , con fidelidad persistente, en su alcance univers al, como concern ient e a todos los seres humanos. De modo qu e, aun qu e el me nsaje particular de San Pabl o ya no es opera tivo para nosotros, los términos en los cuales formu la el mo do operativo de la religión cristiana tienen en sí un alcance universal pertinente para todo acontecimie nto-verdad: un acontecimiento-ver dad siem pre lleva a una especie de "resurrección". A travé s de la fidelidad a él, y de un tra bajo dc amor en su fa-

vor, se cu tru en j l l fa tliUlclIsiún, irreductible aímcro seroice ,/1'5 bims, 011suave [11 da r de los asuntos en el oímhitu de l se r: se entra e n el do minio de ti iumon» l! dad, tic la vida no ca rgada con la muert e ... Sin em bargo, subsis te el pruhl l'lll J tic có mo es posible que la prime ra y todavía más pe rt in ente desc ripción t1c1 nw .. do de opera r de la fidelid ad a un aconteci miento-verd ad tenga tille ver co n UIl aconrecirnicnto-verdad que es una me ra apariencia, y no una verda d real. Desde un punto de vista hegeliano, hay aqu í una necesidad profu nda. confirmada por el hecho de que en nuestr o siglo el filósofo que produjo la descripd úlI de finitiva del fleto político autént ico (H eidegger en Fl Ser y el T iem po) fUe seducido por el nazis mo, un acto político indudable mente falaz, no un acoruccimic nro -ve rdad real. Todo ocurre como si, para expresa r la estructura form al de ti íldelidad al aco ntecimiento-ver dad, hubiera que hace rlo coa referencia a un acontecimi ento que es so lo su pro pia apariencia. Q uizá la lecció n de rodo es to sea más radical de lo que parece: ¿no es posible que lo que Badiou lIanJ;1 ucontccim ien to-verdad sea, en su aspecto más radical, un acto puramente formal de decisión, no solo no basado en una verdad real, sino en última instancia iIllNl r,.m/t' al status preciso (real o ficticio) del acontecimiento-ver dad al qu e se l'cfiel'e? ¿V si estuvi éramos ante un component e clave intrínseco del acontecimient o-v erdad? ¿!\~o sed. qu e la verd adera fidelid ad al acontecimiento es "dogmdticu'', en el preciso sentido de fe incondicional, de actitud que no pide buenas razones y (lile, por esa mism a razón, no pue de ser refutada por ningu na "argu mentació n"? Volvamo s e ntonces a nuest ra línea de pen samiento principal: Badiou define como "genérico" el m últiple incluido e n una situación sin propi edades particula res que nos permitan clasificarlo como subespecíe. el mú ltipl e gené rico perll'ne ce a la situ ación pero no está adecu adamente reco nocid o en ella CO IllO Sil S Il bespeci e (po r ejemplo, la " plebe" en la filosofía del derecho de H egel) . UII m últiple ele ment o/part e de la situación que no calza dentro de ella, que sob resale de ella, es genérico precisamente en cuanto encama de mod o directo el ser de la situación como tal. Subvierte la situación al enca mar dir ecta mente su uuivcrsalidad. Y, con respect o a la pro pia clasificación de Badiou de los procedimien tos genéricos e n cuat ro especies (la po lítica, el arte, la ciencia, el amor), ¿la idcu logia religiosa no oeup a precisame nte este lugar gené rico? N o es ningu na de I ;l ~ cuatro especies, pe ro precisamente por ello encarna lo genérico como tal." Esta id enti dad del acontecimiento -verdad y la ideología, ¿no se ve con firma&.1 adici on alm ente po r el [u sure anténeure como temporalidad específica de l o ~

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12. Desde luego, Hadiou moviliza simultáneamente la asociación de "genérico" con " I(l' ncrador ": es este ulc menro "genérico" lo que nos pe rmite "generar" las propovicloncs li,' J ~ le ngu a-suje to en la que resuena la verdad.

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1,11 jJoN/IM dr /" l'I'/'I/lId

procedimi entos gené r icos? A parti r de la no minación del aco ntecimiento (la muert e de C risto, la revolución), el procedimiento gené rico busca sus signos en la m ultiplicidad atendiendo a la meta final con la que se obtendrá la plenitud (el J uicio Final, el com unismo , o, en Mallanné, /e LhJr~). De mod o que los procedimientos genéricos involucran un rizo te m poral: la fidel idad al aco ntecimiento les per mite juzgar el m últi ple histórico desde el punto de vista de la pleni tud futu ra, pe ro la llegada de esa plenitu d ya supone el acto subjetivo de decisión (o, en términos pascalianos , la "apuesta" a esa plenitud). ¿l\'o es tamos cerca de lo que Laclau describe como hegcmonía? Conside remos el aco nteci miento po lítico democrático igualita rio: la referencia a la revolución dem ocrá tica no s permite interpre tar la histo ria como una lucha democni tica co nti nua que apunta a la emancipación total; la situació n presente es exper imen tada como hm da mentahnente "d islocada" (la corr upció n del ancien rigime, la socieda d de clases, b vida te rre nal caída) con respe cto a la pro mesa de un futu ro redimido. Par a la lengua-sujeto, el "ahora" es siem pre un mo mento de antagonismo, escin dido entre el "estado de cosas" corrupto y la promesa de la verda d, Entonces, una vez más, la idea del acon te cimiento-verdad de Hadiou, ¿no está terr iblemente cerca del con cepto althuss criano de la in ter pelación (ideológica)? El proceso que Badiou descri be, ¿no es el de un individuo int erpelado por una causa para que se conviert a en sujeto? (Es significativo que, para describir la es ~ructu ~a formal de la fidelidad al acontecimiento-ve rdad , Badiou em plee el mismo ejemplo que Althu sse r en su descripción del proceso de la int erpelación.) La relación circu lar entre el acontecimiento y el sujeto (el sujeto lo sirve con su fidelidad, pero el acontecimiento solo es visible como tal para un sujeto ya comprome tido) , ¿no es el cír culo mismo de la ideología? Antes dc res tringi r el concepto dc sujeto al nivel de la ideología (antes de con sid era r ideológi co al sujeto como tal), Althusser sostuvo, d urante un lapso breve, la idea d e las cuatro mod alides de la su bje tividad: el sujeto ideológico , el sujeto en arte, el sujeto del inco nsciente, y el sujeto de la cie ncia. ¿No se advierte un claro par alelismo e ntre los cuatro genéricos de la verdad según Bad iou (el amor, el ar te, la ciencia y la política) y estas cuatr o modalidades de la subjetividad (en las que el amor en.. .. rres ponde al su jeto del inconscient e, tema del psicoanálisis, y la política, por supuesto, al sujeto de la id cología)? La para do ja consiste entonces en quc la opo sición que traza Badíou ent re el sabe r y la verda d parece invertir exacta me nte la op osición alt hu sseriana entre ideología y ciencia : el sabe r "inaut éntico" está limit ado al orden positivo del ser, es ciego a su vacío estructural , a su torsi ón sin tomul, mientras que la verda d cOlllpromet ida que subjerivíza permite una comprensié n auté ntica de la situ ació n.

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SAN l' AlIl.o eo:-.: ltxmou

Se!{ún un a lóg ica profu nd a (aun que inesperad a), el [ Cilla del t'rl~ lIól ll i~ UlU pa ulino es tamb ién cr ucial e n la con fron tación de Hadi ou con el ps i t·o 'lIl ,í1 i ~ i s . C ua ndo Hadiou se opo ne Inflexiblemen te a la "obsesión morbosa con 1;1 1II\1(' rIC" , cuando opunc el acon tecimiento..verdad a la pu lsi ón de mue rte, )' ¡ls1sucosivamente, toca su punto más débil, sucu mbe a lo tentación d~/ lIa-p(1/S(""if1jto , Resulta sintomático que se vea obligado a id enti ficar el SNTic~ des birtlf liberalde mocrático , la ma rcha suave de las cosas en la posiuvidad del se r, en b qlle " nada suce de real mente", con la "obsesi ón morbosa co n la m uerte". K<; (;íd l ;111· ven ir el elemento de verdad de esa ec uaci ón: el me ro seruice derbims , privado .Il' la dimensión de la verdad, lejos de pod e r funcio nar como una vida coridinna "sa na", no perturbada po r los interrogantes e ternos , necesar iame nte re trocede ;1 la morbos idad nihilista: como dir ían los cr istianos, sol o en C risto hay una verdad era vida, y la vida al marge n del acontecimiento de Cristo se conv iene, un poco antes o desp ués, en su opuesto, en una decadencia morbosa; cuando dcdicamos nuestra vida a los placeres excesivos, esos mismos placeres term inan 111;¡ lográ ndose, N o obstante, es preciso insistir en lo que La can denomina el cspa cio o distancia entre las dos mu ertes: para decir lo en los términos cr ist ianos dt, Badiou, a fin de poder abrirse a la vida de la verd adera eternidad hay tIlle S \l S pe nde r el apego a esto vida y entrar en el dominio de ate, eJ "entre do s muertes", el dominio de los "m ue rtos no muer tos", Este punto me rece un exame n más de tallado. puesto que cond e nsa l;l difc rencia que separa a Hadiou de Lacen y del psicoanálisis en genera l, Por supue sto , Badi ou tiene plena conciencia de la opos ición entre las dos mue rtes (y l a ~ dos vidas): cuando San Pablo opone la vida y la mue rte (el espí ritu es vida, mi entras qu e la carne lleva a la mu ert e), esta oposición no tiene na da qll c ver con la oposición biológica d e la vida y la m uert e como partes del ciclo de gene ra ción y corrupción, ni con la oposici ón platónica acostumbrada del alma )' r-l cu erpo: par a San Pablo, vida y muert e, esp íritu y carne, son dos posicion es suhjeti vas, dos modos de vivir la pro pia vida. De mo do que cuando habla de muer te y resurre cci ón (asce nso a la vida e tern a en Cristo) esto no tiene nada que ver con la vida y la muerte biológicas, sino (!ue traza las coordenadas de las dos " ;IC· titudes exist enciales" fund ame ntales (para e mplear anacrónicame nte esta cxprcsión moderna). Eseo lleva a Badio u a un a interpretación específica del crtstiunismo, una interpreta ción que disocia radicalmente la muertey la resurrección. no SIl II lo mismo , no está n siqu iera dial écricamentc int erc onectadas en el se nt ido de que pagando el precio del sufrimiento que nos redime de nuestros pecados oh tengamos acceso a la vida eterna. P ara Badio u, la muer te de C risto en la cruz indica simplem ente que "D ios se convi rt ió en hombre", qu e la verdad eterna es 15 7


JJI/mlilial dr J,' l'I'l'd"r/

algo inma nen te a la vida hum ana, accesible a tod os los seres humanos. El mcnsaje del hecho de que D ios haya tenido que convertirse en homb re y morir (sufrir el destino de toda carne) para despu és resucitar, dice en reali dad que la vida et erna est á al alcan ce de la humanida d, de todos los hombres co mo seres mortales finitos: cada uno de nosotros puede ser tocado por la gracia del acontecimiento-verdad y e ntrar en el do minio de la vida eterna. En este punto, Hadi ou es abiertamente annhegeliano . no hay ni ngu na dialécti ca de la vida y la m uerte, en el sen ti do de qu e el acontecimie nto-ve rdad de la resurrección su rja como inversión mági ca de la negatividad en positividad cuand o estamos plenamente preparado s para "aguardar 10 nega tivo", asumir nu estra condici ón mort al y el sufrimien to en su aspect o más radical. El acontecimi ento-Verdad no es más qu e un comienzo radicalme nte nuevo; designa la inclusión violenta, tra umá tica y contingente de otra dimensión , no mediada po r el dominio de la finitud y la corrupción terren ales. D ebemo s por lo tanto evitar las tra mpas de la moral masoq uist a mo rbosa que percibe el sufr imiento como intrínsecamente redentor: es ta moral no sale de los límites de la Ley (que nos imp on e un precio por la admisión en la vida et erna ), y no está aún en el nivel del concepto propiam ente cris tiano del amor. Como dice Badiou, la m ue rte de Cristo no es en sí mi sma el acon recimie nmverda d, sino qu e simpleme nte pre para el sitio para ese acontecimiento (la resu rr ección), al afirma r la iden tid ad de Dius y el hom bre, el hecho de que la dimens ión infini ta de la verdad inmorta l lc es tam bién accesible a un mortal fini to hum ano; lo qu e en últ ima insta ncia im porta es solo la resu rrección de C risto muerto (es decir, de un mor ta l humano), como sig no de quc tod os los seres humanos puede n ser redim idos y entra r en el ám bito de la vida ete rna, es decir, participar en el acontecimiento-verda d. Tal es el mensaje del cr istianis mo. Desde el pun to de vista del cosmos, de la to talidad del ser positivo , no so mos mas que seres parti cular es det erm inado, po r nuestro lugar especifi co en el o rden global; la Ley no es en última instancia más que otro nombre del orden de la justicia cósmica, qu e nos asigna a cada uno un puesto propio. Pero, para el cri stianismo, la posi tivida d del ser, el orden del cos mos regulado por sus leyes, que es el dominio de la finitud y la mort alidad, no es "tod o lo que hay"; exist e otra dimensión , la dime nsión de la vida ve rdade ra en el amor, accesib le a todos nosotros a través de la gracia divina, de modo que tod os podemos participar e n ella. La rc velación cristiana es entonces un eje mplo (aunque probabl emente el ejemplo por excelencia) de que noso tro s, como ser es humanos, no esta mos limitados a la posirivida d del ser, y que , de tiem po en tiempo, de un modo contingen te e imp redecible , pu ede producirse un acontecim iento -verd ad que no s abra la posibilid ad de participar en otra vida si permanecemos fieles a ese acontecimicnto -verdad. Lo imercsa nre es que Bad iou

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inviert e 1,'11 es te pu nto 1;\ up usid c'm ;1l'ostll1uhr;u1:1 de la Ley cumu un ivers al y b J(rada (o el carisma) ('U11l0 pa rticular, la ide a de tIlle llKlos esta mos sUlllc titll:s ;1 ti Le y di vina universal, mient ras que solo alb'l.IllUS somos tocados Ilo r [a }t f¡U'I; 1 )' redimidos : en la lec tura lJ ue realiza Badinu tic San Pablo, po r el com ra rlo, [a Le y en sí, po r univers al que Ilare7.ca, es en últ im a inst ancia "par rícularl sta " (un urden legal siempre nos impo ne deberes y derec hos específicos, lOS siem pre Illl;l ley que define una co munidad específica a expcns;ls de la exclusión tic los micm hrus tic otras co mu nidades ét nicas, etcé tera), mientras que la gracia divina es verdaderamente univ ersal, es decir no excluyente, y alcanza a todos los seres hu ruanos, con ind ependen cia de su raza, sexo, clase soc ial, etcé te ra. D e modo que ten emos dos vidas: la vida biológica finita y la vida innnit;l de la participación en el aconteci mien to- verdad de la resurrección. En con cordu n cia con esto, h ay ta m bién do s m uertes: la m uerte biológica y la muerte en el se n ti do de sucum bir a "el camino de toda carne" . ¿De qué modo dete rmina S;U\ Pab lo esta oposición entre la vida y la m uerte como las dos actitu des exis tencia les subjetivas? Tocamos aquí lo ese ncial de la argumentación de Badiou, tille tamb ién le conciern e direct am ente al psicoanálisis: para Badiou,la oposi ción de la vida}" la muerte se superpone con la oposición entre la Ley y el amor, D esde el pun to de vista de San Pablo, sucum bir a las tentacion es de la ca rne no significa sim pleme nte caer e n un desenfreno de conqu ista s terrenales (b úsqueda tic placer es, de poder, de riqueza s...), sin respeto po r la ley (de las prohibici on es mo rales). Por el contrar io, Sil doc tr ina central, en el que es probabl em ente el pasa je más (merecidame nte) famoso de sus escritos, el ver sículo 7 del ca pítulo 7 de la Epísto la a los Romano s, sostiene qu e no hay un peca do anterior o indope ndiente de la Ley : antes de la Ley solo hay una vida inocente, anterior n la caída, una vida que los seres humanos hemos perdido para siem pre. El universo en el que vivimos, nnestro "camino de tod a ca rne", es el universo e n el cual el pe cado y la Ley, el deseo y su prohibición, están inextricablem enre e ntr elazados : el acto mismo de la prohib ición suscita el deseo de transgredida, es decir, fija nu estro deseo en el ob jeto prohibido: ¿Qué debemos entonces decir? ¿Qu e la ley es pecado? En modo alguno. Pero, ~i no hubiera sido pdr la ley, yo no habría conocido el pecado, ni tampoco habría COIIIlcido lo que es codiciar si la ley no hubiera dicho: "No codiciarás". Pero el pcc uln, aprovechando la oportunidad del mandamiento, prod uce en nú todo tipo de cudk ias. Sin la ley, el pecado está muerto . Alguna vez yo viví sin la ley, pero cuando llegó el mandamiento, el pecado revivió y yo morí, y el mismo mandamiento que pronu-tfn vida demostró ser muerte para mí. Pues el pecado, aprovechando la oport unidad lid mandamie nto, me enga ñ ó, y por medio de él lile mató (. ..] No comprendo mis propias acciones. Porque no hago lo que quiero, sino lo mismo que detesto. Y si hagn JI) que no quiero, admito que la ley es buena. Pero en realidad ya no soy yo quien In ha159


. s'1ItVOJ..'Zl~tl.: .1

ce, sino el pecado que vive en mí. Pu es sé que nada bueno vive en mí, es decir, en mi carne. P uedo quer er lo qu e es co rrecto, pero no puedo realizarlo.'!

D esde luego, este pasaje deb e leerse e n su contexto : en toda esta par te de la epístola, el problema con el que luch a San Pablo es el de evita r la tram pa de In perversión, es deci r, de una Ley que gene ra su tra nsgresión, puesto que la necesita para afirmarse com o Ley . Por ejemplo. en Romanos 3:5-8, San P ablo dispaca una andana da de interrogantes desesperado s: Pero si nuest ra injusticia sirve para confi rm ar la justicia de D ios, ¿qué diremos ? ¿Es injusto Dios que nos inflige su ira ? [... ) Pero si por mi falsedad la ver acidad de Dios abundó para su gloria ¿por qué aún así so}' condenado como pe cador? ¿Y por qu é no deci r (co mo algu nos nos di fama n, d icien do q ue lo decimos) " Hagamos el mal pa ra que pued a venir el bien"?

Este "H agamos el mal par a qu e [de él] pueda ve nir el bie n" es la definición más sucint a del cortoci rcuito de la posición perversa, ¿N o convierte est o a D ios en un perverso qu e pro vo ca nuestra caída para poder después redim irno s con Su sacrificio? O bien (para citar a Rom anos 11:1 1, "ha n tro pezado para (!ue cayesen"), ¿acaso trop ezamos, que damos atra pados en el peca do , en "el camino de tod a carne", porque D ios necesitaba nuestra caída como part e de su plan de re dencíó n final? Si así son las cos as, la respu esta al interrogante de si "debernos co ntinua r pecando para que c rezc a la gracia" (Romanos 6: 1) es afirmativa: solo y precisamente cayendo en el pecado le permitimos a D ios desempeñar Su parte como Salvado r nuestro , Pero todo el esfuc zo de San Pablo tiende a romper este círculo vicioso en el cual la Le y que proh íbe y su propia tra nsgresión se generan y respalda n recíprocamente. En sus Cuadrnlos fileéfícos, Leni n dejó asenta da la conoci da afirma ción de que quien quiera comprend er realmente El capital de Marx debe leer en deta lle la Lógica de l l egel. É l mismo lo hizo, complemen tand o las palabras de I l cgcl con centenares de "sic" y comentarios marginales, como por ejemp lo el sigu icnte: "La primera parte de esta oración contiene una in geniosa idea dialéct ica; la segunda part e es basura teo lógica". Una ta rea que aguarda a los ve rdade ros materialistas dialéct icos lacanianos cons iste en repetir el gesto de San P ablo, pu est o que, una vez más. quien qui era realmente com prende r los Escritos de Lacan debe leer en detalle todo el te xto de Ro manos y Cor int ios, pero nu nca rend re-

13, Romanos 7:7- 18 [cita to mada de Tb e HlJly lliJ,lr: N ro: Rroisrd Sto " dm'd Version, X ashvi-

lle, lli, Thoeuas Ne lson Publishers, 1990).

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lIl US un vulll lllell .lc (.'lI l1lk l"/Io$ t ro!ó1f,;coI de l .acan, con Ilnt,~s ,ICO lll \ U",U!;I" d ~' cen tena res de "sic" )' ouncnr arios COl\lO el si (.:lIi~I.IlC: " L l !1~IIHl.' r'l I':lrl c de ~~1.1 ora ción 11rO\lOrci o11a \;1 nd s p1'OflllltLl co 111 p1'enSI0 11 de la cuc a Iaruuia uu, unen , ' " H \ I',lS quc la seg unda par te es solo 1I,1S\l\'<\ l eo 1o g lCól .. , " • Volvemos pues a la exte nsa cita tomada Ile }{OIWlllOS: el rcsllh.lth ~ d.l ~el 10 dt \;¡ intervención de la Le)' es qu e diaide al su jeto e in~n."I,llCe una c, mlusum, ' llt ),~­ bosa entre la vida y la mue rt e: el sujeto q ueda dividido ~~tre lo, ohcthC IIl u (co nsciente) a la Ley y el deseo (incon scient e) de rran sgrcsrcn ge ncrad( ! ]lo r 1,1 propia prohibición legal. ¡";¡o soy }'O, el sujeto, quien U:lIlsgrctlc la Ley: S1ll.0 IIUl' "pecado" ct sf no subj etivizado : los Im pulsos p CCólm l llt lSl lS ( ' 1) ~, I,\ rransgre de e I ...... los cu ales no me reconozco y qu e yo inclu so detes to : A call~a de cst ,:. CS{' I ~HlI,~ ' " " ( n.",'e nte) es exper imenta da en última msta ncta. ,CUIno " muert Il U pe rsona co . ... I aI • pr ivada de imp ulso vita l, mie ntras que "la vida", la afirmaci ón cxranca (~ . ,1 e ne rgía vital, solo puede aparecer con la for ma de~ ~cado, d~ un a, trans~re:~I~)I\ morboso sentimie nto de culpa, M I Impulso viral real, 1111 descu. • V,"""'" .. . . . , 1, . que provoca un se me aparece como un aut omansmo ajeno que persiste.en su pro pia Sel1l .1 ron independe ncia de mi voluntad y mis int encio nes conSCi entes, D e modo t¡~lC el San Pablo no es el pro blema moralista morboso, convcn p n »1I ) Cln a d C . u . I cioou l (aplasta r los impulsos tran sgreso res, purifi carme finalmen te de mis nn pu sos ped

...

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14, Para Hadiou , el pmbl ellla f unda men tal de San Pablo era el discurso adecuado: ,I,f¡l~ lk afir mar el auténtico universalismo cristiano , San Pablo tenía que romper con la sofistcrf» Slífica griega y mmhiéu con el l~scur~ntisll\o profético judío, que es Sin elllbar~() clU\odo, l~-l cursivo predom inan te en los Evangelio s. Pero en este punto de~ mos ("OIn l~h ca r 11 11 I ~ 'l''' ~' cuadro: es posible (lue las oscuras pa'ahr;.l.~ de J esús en los E\'1l nge hos sean mas ~ul,l\'erSl\"~\ ' e lo q ue p:;¡ n:cen; quizás estén allí precisamen te pan co nfundir o ,fru sU':lf," los dl5C\Il\lI"" 111~'~ c es de disce rnir en ellas un significado claro; ul vez, el co nocido verMculo.de ,\Ialcl: 19,11 ~Que acepte esto [o. como también se ha rraducjdo, "q ue entienda esto"] qUle~ Ill~c(l" ) lldu leerse lilernlmcntc, como un signo de que no cor responde la búsqueda de un slgfll.fic'Hlo lId~ pro fundo; quizá haya que to marlas COl1\O la parábola de las Puertas de la Ley en ¡II"n:-m, ,hK n a so met ida a una exasperante lectu ra literal po r el sacer dote, una lectu ra que no ,1I1 m l ,1 ni~l-"IÍ~ signifk-a.lo m és profundo. Seria ento nces posible que c~~s pa~~las no fuc,r;¡~,\ rcs\l~ del amiguo discurso profét ico judío. sino su inma nen te subversión paródIca. Y, obse~ amo, a asar 'no sorprende que d "q ue acepte esto q uien pueda" se refiera en buca de j esús alpro~Iem: ~Ie la castración? La cita com plet a es la siguie nle: KNo todos pueden lIceptar/c~lt.~n,kl' est a enseñan za sino solo aquellos a quienes les es dado. Pues hay eunucos que lo han sido dcv" r-lnucimie nro, ' y hay eunucos que \1,111 Siid~ 1lec-h u t:u n ll~o sr uor de po los;, ot ros' y hay , c lI l1\l("n~ u cama ..Iel reino de los ciclos. Que acc¡ltdennemb esto qUIen pucda (Ma tco. : 9, 11-1 2), l.n que es en última instancia inaprehcnsihle, lo que est á más allá de la comprensson, es el hcchu de la cast ración e n sus difere ntes mod alidades.

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1":

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I~ ¡mliticlJ lIt caminosos), sino to do lo cont rario: ¿cómo puedo romper el círculo vicioso de la Ley y el deseo , de la prohibi ción )' su t ransgresión, den tro del cua l solo pue do afir mar mis pasion es vit ales en la forma de su op uesto, de una morbosa pulsión de muerte? ¿Cómo me sería posi ble experime ntar el impulso vital, no como un au tomatismo ajeno , co mo una ciega "co mpulsión a re petir " que me hace tran sgre dir la Ley, con la com plicidad no reco nocida de la prop ia Ley, sino como un "iSí!" positivo a mi vida, plename nte subjeuvizodo? En este punto, San Pablo y Badiou parecen suscribir plenamente el con cepto hegeliano de qu e solo existe el mal para la mirada que percibe algo co mo malo: la Ley misma no solo abre y sostie ne el dom inio del pecado, de los impu lsos pecaminosos a transgrediría, sino qu e encuentra también una satisfacción perversa y morbosa en hacernos sentir culpables po r ellos. El resultado fundament al de la vigencia de la Ley co nsiste entonces en los bien conocidos ard ides y paradojas del supery ó: solo pu edo gozar si me siento culpable por gozar, lo cual significa que, en un giro autorreferen cial, puedo ob ten er placer nI experimentar culpa; puedo encont rar goce en cast igarme por tener pensamientos pecamino sos, y así suces ivame nte . En tonces, cuan do Badíou habla de "la mor bosa fascinación de la pulsión de muerte", etcé tera, no está repitiendo lugares com unes, sino refiriéndose a una muy pr ecisa lectu ra "p aulina " de las ideas psicoanal ín cas que ut iliza: todo el complejo enredo recíproco de la Ley y el deseo , no solo el de los deseos pecaminosos ilícitos que contraviene la Ley, sino ese ent relazamiento morboso de la vida y la muerte en el cual la let ra "mue rta" de la Ley pervierte mi goce de la vida, convirtiéndolo en fascinación por la muerte; este universo perverso en el cual el asceta que se flagela en nombre d e la Ley go za más intensamente que la pcrsona que obtiene un placer inocente d .: los deleites te rrenales, es lo que San Pab lo llama "el camino de la carne", opuesto a "el camino del espíritu ": la "ca rne" no ers una carne opuesta a la Ley, sino la car ne como un a fascinación excesiva, mo rtificante, autororrura dora, gmeradn por lo Lry (véase Romanos 5:20: "L a Ley ent ró, y el resultado fue que las ofensas se multiplicaron"). ' Como subraya Badiou, San Pablo está aquí inespe radam ente cerca de su gran detractor, N ietzsche, euyo problema consistía también en romper el círculo vicioso de la morbosa negación automo rtificante de la vida: para San Pablo, el "camino del espíritu" cristiano era precisamente la ru pt ura mágica, el nu evo comienzo qu e nos liberaba de ese ato lladero morboso y debil itan te, permitien do que nos abrié ramos a la vida ete rna del amor sin pecado (es decir sin la Ley y la culpa que ella induce). En otras palabra s, el pro pio San Pablo habría respondido de ant emano a la som b ría observaci ón de Dostoievsky: "Si D ios no existe, todo est á pennitid o". Para San Pab lo, precisamente porque existe el Diosdtl ¡w ror, todo le está permitid o al creyente cristiano: quedosuspmdida In Ley que rtgtda 162

11/

I'm /ll d

~ p,.,I/,,1,(' ciertos aaós. U n n islianll no hace ciert as CI IS:\S, pen ) nu sc ,.II..tien e . I~l l '" que cstén prohi bidólS [la prn hihi ci{ll\ ~en er:1 el deseo transgresor tle penmursc prccisamcmc In prohihitlo), sino con una actiunl po sitivól y alin n,lt.i : :1 dI.' ólmol> L. cual pri va de sentido ,1 la realización de actos que pon g'an tic llI:lll dIC.S~Il1Jll(· (,1 no es libre sino quc sig ue a ún dominado po r una fuerza externa: " « 1 OllaS I;IS ('tlsas me son lícitas», I)ero no toda s las cosas so n benéficas.•.:rod as \;ISCOS:1S lile son lícitas», pero no se ré dom inado por luda" (1 C orint ios 7: 12: "T odas ];I S ( '0 "" IS lile son lícitas", sc rradncea menudo como ... "jnuda mc esui prohibido!"). F..s ra ru ptu ra con el universo de la Ley y su transgresión aparece articulada con (;1 mayor claridad en una muy inquietante "analogía con el matrimonio":

. No sabéis, hermanos y hermanas (pues hahlo a quienes conocen la l~y) que I:L ley solo obliga a una persona durante su vida? ~n a mujer casada e~tá olJliga\la a >;\1 marido por la ley mientras él vive, pero si el mand o muere, ella es liberada tic la ley con respecto al marido. En consecuencia, seré llamada adúltera si ~i:e con otro h()l1l ~ bre mientras su esposo está vivo. Pero si el esposo muere, ella esta libre de la ley, y ~1 se casa con otro hombre, no es una adúltera. Del mismo modo, amigos míos, vosotros habéis muerto para la ley a través del cuerpo de Cristo, de modo que podéis pertenecer a ot ro, al que resucitó de entre 1m muertos para que nosotros pudiéramos fructificar para Dios. Mientras vivíamos en la carne, nuestras pasiones pecaminosas, provocadas por la le~, obraban en nuesrroc miembros fruclificando para la muerte. Pero ahora estamos libres de la ley, mue rtoIJara 10 que nos mantenía cautivos. (Romanos 7:1.6) Para convertirse en un verdadero cri stiano y abraza r el amo r, es preciso por lo ta nto "mori r para la Ley", ro mper e! círcu lo vicioso de las "pasiones pccami llosas provocadas po r la Ley". C omo habría dicho Lacan, hay que padecer la seg-und a muerte, la muerte simbó lica, que involucra la suspensión del Otr~), la Ley simbólica que hasta entonces hab ía dominado y regu lado nuestras Vidas. De modo que e! punto crucial es que ten emos dos "divisiones de! sujeto", y no hay que con fundirlas. Por un lado está la división del sujeto de la Ley entre su yo cons cient e, que se adh ier e a la letra de la Ley, y su deseo descentrado tille, obra ndo "a uto mática mente", contra la voluntad co nsciente del sujeto, lo COIll pele a "hacer 10 que detesta", a tran sgredir la Ley y caer en un goce ilícito. Por otro lado tenemos la división més radical entre todo ese dominio de la Ley y el deseo, de la prohib ición que genera su transgresió n, y el camino del amor propiam ente cristiano, que indi ca un nuevo comienzo, supe rando e! atollader o de la L ey y su transgresión.

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E NT IH , I.AS !l OS MUEll TES

¿()ué posición ndopra el "sujeto d ivid ido" lacaniano co n respecto a esas dos d ivisio nes? Pod rí¡1 parece r quc la resp uesta es simple y directa: e! psicoanálisis es prcosnmcm c ,,, teoría q uc conccptual iza, sacándo la a la luz de! día, la estr uctura Il;l r:lll/,jka <le la pr ime ra división. La desc ripción que rea liza Badio u del entrc la1_;lmicnto (le la Ley y el deseo , ¿no está llena de re ferencias im plícitas (3 veces in d uso cxplícitas) a Lacan, y de pa ráfrasis de palabra s de Lacan? El dominio fundam en tal del psicoanálisis, , no es la conexión entre la Ley simbólica y e! deseo? La muhirud tic las satisfacciones perversas, , no es la fo rm a m isma en la cua l se reali 1.;1 la conexión entre la Ley y el deseo? La d ivisión lacaniana del sujeto, ¿no es la división (I" C concierne precisamente a la relació n del sujeto co n la Ley simbólica> Ade más, ¿no enco ntra mos la confinnación de finitiva de este hecho en el escr ito de Lace n titulado "Kant co n Sede", que postula directamente e! universo sade ano de perve rsió n morbosa como la "verda d" de la afin na ción má s radical del peso Illnr¡~ 1 tic la Ley sim bólica en la historia h umana (la ética kanriana)? (lIay una paradoja (IUC no debe pasarse por alto: Foucauh concibe el psicoanálisi s co rn o el es !:lb/m final de la cadena que se inició con el modo co nfes ional cris tia no de la sexunlidad, vincu lando irreductiblemente la Ley y la culpa, mien tras q ue - po r lo menos cn la lectura de Badio u- . San Pablo, la figura fundadora del cr istianismo, hace exactame nte lo co ntrari o: se esfuerza en romper el víncu lo mo rboso entre la I.t;y y el des eo ...) No obstante, lo crucial para el psicoanálisis es lo sigu iente: ¿pe rnunece el pro pio psicoa nálisis dentro de los lím ites de esta obsesión masoquisra " mo rbosa" co n la m uerte , dentro de los lím ites de la vida y la muerte entrctcjidas de ese mod o perverso q ue caracteriza la d ialéctica de la Ley, que pro híbe }' gcncra el desee de tran sgresión ? Quizás el mejor modo de respo nder a este interrog ante sea empeza r po r el hech o de que el propio Laca n se cent ra en el mismo pasaje dc San Pablo cn su elabo raci ón del víncu lo entre la Ley y el deseo , refi ri éndose a la Cosa co mo el objeto impo sible del go ce, so lo acce sible a tr avés tic la Ley que lo proh íbe , co mo su tr ansgresión. C itarem os ese pasaje comple to: ¿E,,, la Ley la Cosa? Por cie rto (lue no . Sin embargo, so lo conocí la Cosa po r me dio de la Ley. En e fecto, yo no hah ría tenido la ide a de codiciarla si la Ley no huh iera dic ho: "No la codiciar ás". Pero la C o sa enc uentra u n mod o de producir e n m í to do tipo de co d icias gra das al mand am iento, pues sin la Ley la C osa está m uerta. Pero sin la Le y, yo amaño esta ba vivo. Pero cu an do ap are ció el m andami en to, la C osa urdi ó , volvió, y yo encon tré la mue rte. Y para m í, el mand am iento q ue se suponía llevab a a la vid a r esultó qu e llcvabn a la muert e, pues la Cosa e nco n tró un camino, y g racias al m an dami ento lile sedujo, p or me dio d e él vin e a desear la mu ert e. Creo qu e, desde h ace un momento, al m en os algu n os de 'usrede s h ab rán comenz:uio a sospech ar que ya n o era yo quien estaba h ablan do . E n efe ct o, con un peq ue ño

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\,;llllh i" , '1 salu-r, e l (1" "( :(IS'l" 11< 11· ~ 1 ' L'(';H lr l " , est e es el di scurso de San Pal, lo cil io r o nl'l' r lliellll' a LIs l'e l:1 r iolles en tre la Ley r el pec,l(lo en la Epístola a lo s Ro man os, (';lpÍlulo 7, versíc ulo 7. l··· 1 1.a re l;lc¡/lIl e nt re LI Cosa y la Ley no podrfa defin irse me jor que en estos rérnuu••s [... 1. La relación dialécrlca entre el d eseo y la Le y hace q ue nue stro deseo ard a solo e n relal"i{¡n con la Le)', a tra v és de la cua l se co nviene en d eseo de muert e . Solo cu virt ud {le la Le y elpe cado I...J toma un carácter excesivo, hipe r bólico. El desc ubrímlcmc de Fre ud, la ética d el psicoa nálisis, ¿nos d eja suspend idos de esta di aléc tica?"

Lo crucia l en este caso es la última frase , la cual ind ica clar ame nte q uc, para Lacan, bay " una m an era de descu bri r la relación con das Ding e n algún lado, m.is allá de la Ley"." lo esencial de la ét ica del psico an álisis es fo rm ula r la posibilidad de una relaci ón qu e evite las tr ampAS de la inculpació n superyoica (las cuales exp lica n el goce mo rboso del pe cado) y tambi én evite lo que Kan t de no mina Sdrmarmerei, la pretensión oscura nti sta de exp res ar (y de tal m odo legirima r la propia posición m ediante una refer encia a) la ilusió n espi ritual, una vi siún d irecta de la Cosa Re al imposible. Cua ndo Lacan fonnuJa su máxima de la ética psicoanalítica, " lit p lll lidiT snr son di tir". es decir, " no transijas, no cedas en tu deseo ", el deseo del que se tra ta ya no es el deseo transgr eso r generado por la ley prohi bitiva, y por lo tanto involucrad o en un a d ialéctica mo rbosa con esa le y; se trata en cambio de la fideli dad al pro pio dese o en sí, q ue es elevado al nivel del de be r ético, de mod o (Iue "nr Pll! cidiT snr StJ II Jirir" es en úl tima instancia o tro m odo de decir "¡Haz tu de be r!" ,I1 Resulta por lo ta nto tentad or ar r iesgarse a una lectu ra del fina l de análisis de sde e! e nfoque de Bad io u y San Pablo, de terminándolo co mo un nu evo 00 mie nzo, como un renacimie nto sim bólico: la restructuraci én rad ical de la subjetividad del an alizamc de un modo tal {lile q uede anulado, dejado atrás, el círc ulo vicioso de l sup e ryó. ¿No nos propo rcio na cl propio Lacen algu nos indicios de <Iue el fina l del análisis se abre so bre el do m inio del ll11J()r, unís alió de la Iry, em-

15. jacques Lacan, Tbe Ethi!s of I'Sy..hMI/II/JliJ, Lo ndres, Rourledge, 1992. págs. 83-84. [Ed. cast.: El Sr-minnrio. Libro 7, UI it im delpsiwumí/iJis, Barcelona, Paidós , 1987.) 16. Ibfd., pág. 94. 17. En este punto , o tro problema es el del statM de la referenci a a Kant: en cuanto Kant es concebido como el filósofo de la ley en el senti do pnullno de Badiou , el ensayo "Kan t con Solde" de Lacan conserva tod a su validez: el 11111/1S de In ley moral kant iana sigue sien do el de u na formación s uperyoica, de modo qu e Sil "ver dad" es el universo sadeano de la perversión mor hosa. Sin embargo, hay otro mod o de cnnccptualixar el imperativo moral kantiano , un modo que 10libe ra de sus coacciones superyoicas. (Véase el apéndice 11 1de Slavoj Zi¡;.ek, The Plaguro[ Famasies, Lo ndres , Ve rso, I I)'n .)

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picand o los mismos térmi no s panlinos a lus qu e se refiere Badiou? Sin embargo,

el m étodo de Lacan no es el de San Pablo ni el de Badiou: el psicoanálisis no es "psicosíntesis": ll O pone o afirma Y:l una "nueva armonía", un nuevo aconrecimiento-ver dad; por así dec irlo, solo nos bor ra el piza rrón . Sin embargo, este "solo" debe po ne rse entre comillas, porque Lacan sostiene que, en ese gesto neg-;ltivo de "limpiar el pizarrón ", se co nfro nta algo (un vacío ) ya sutu rado con la Ileg-;\{!;¡ de un nuevo acontecim iento-verd ad . Par a Lacan, la negatividad, un gesl o negativo de repliegue, precede a cualq uie r gesto pos itivo de identificación e ntusiasta con una ca usa: la nega tividad o pera como condición de (im)po sib ilida¡] de la ide ntificació n entusiasta, es decir qu e le prepara el ter ren o, le abre el espacio, pero ;11 mism o tiem po la identificación ecli psa y socava la negatividad. Por esta razó n, Lacan modifica imp lícitam ente el equ ilibrio entre la m uerte y la resurrección, en favor de 1;1 muert e: la "muerte", en su expres ión más radi cal, no rep rese nta solo la im permanencia de la vida terrenal , sino "la noch e dcl m un do", el aurorre pli egue, la contra cción absoluta de la subjetividad, el corte de sus vínculos con la "realidad": este es el "limpiar el pizar rón " quc abre el dominio del nuevo comien zo simból ico, de la eme rgencia de la nueva arm onía soste nida por un significante am o que acaba de aparecer. En es te punto, Lacan es acompañado po r San Pab lo y Badiuu: Dios no solo est á m uerto , sino que lo estuvo desde siem pre: después de Freud, no se pu ede tener un a fe directa en un acontecimiento-verdad, cualquiera de tales aconrecimicn ros en última instancia sigue siendo una apariencia que recub re un vacío anterior, euyo nombre freud iano es pu/sión de muerte. D e modo que Lacan difiere de Hadiou en cuan to a la det ermin ación del status exacto de este do mini o que está más allá del gobierno de la Ley. Igu al que Lacan , Badíou del in ea los contornos de un dom inio que está más allá del orden de l se r, más allá de la política del sero íce da bims, más allá d e la conexión supe ryoica morbosa entre la Le y y el deseo rransgrcsivo , pe ro para La ca n el tem a fre udiano de la pulsi ón de mu erte no puede explicarse en los términos de est a con exión: la pulsión de m uerte 110 es el resultado de la confusión morb osa de la vida y la mue rte, una confusión causada por la intervenci ón de la Ley simból ica. Para Lacan, el ám bito omi noso qu e esté más allá del orden del ser es lo que denomin a "ent re dos mue rt es". el do minio preonrol ógico de las apariciones espectrales mon struosas. el domi nio "inmortal". pero no en el sentido qu e le da Badiou a la inmortalid ad como participación en la verda d. sino en el sentido de lo qu e Laca n llama iomilli//O , la mon struosa libido "muerta no rnuer ta't.!"

EMe dominio, en el cual se encuentra Ed ipo (o el re y Lcar, para tomar otro nl ~o e jem pla r) después de la caída. cua ndo su destino simbólico se ha cum plido, I' S pnl'a La cen el verdadero dominio que está "más allá de la Ley ". E n su lectura Ikl mito d e lcdipo, el primer La cen ya se concentró en lo que la ver sión usual .h-l ouuplejo de Edipo de ja al margen: la pri mera figura de lo que está "más allá lId Edipo ", (llIe es el propio Edipo desp ués de haber cum plido su destino hasta el ,1111;lrgo final , la horrorosa figura de Ed ipo en Co lona, el anciano ama rgado con '>tI actit ud absolut amente intransigente. que maldice a todos los que lo ro dean .. . ¿l"1I nos e nfrenta esta figura de Edipo en Co lona con el atolla dero intrínseco. la illlpos ihilichHl de goce, oculta por su prohibición? ¿N o es acaso él quien trans~ l'l'di ,í la proh ibición y pagó el precio teniendo que asum ir su irnpo sj bi ~id ad ? I';)r.l ilustrar la posición de Ed ipo en Colima, Lacan la compara con la del infor111 11.1110 señ or Valdemar del célebre relato de Poc: el hombre que mue re en es1;1110 de hipn osis y es pos te rio rmente despe rt ado . Entonces im plora a las perso1);1 5 lJue observ aba n el horrible experi mento: "[Por el amo r de D ios ! ¡Rápido, d pil!ll! Du érman me . v. O, ¡rápido!, ¡despiértenmc! ¡Rápido! iLES DIGO QU E ESI'O \ CMUERTO!". C uando lo despiertan, el señor Valde me r

I...J no es más quc una licuefacción repugnante, algo para lo cual ningún idioma tiene nombre, la aparición desnuda, pura, simple, brutal, de esa figura que es imposible mirar a la cara, que sohrl:''Uela en el fondo de todas las imaginacionesdel destino humano, que está más allá de toda calificación, y para la cual la palabra carroña es absolutamente insuficiente, el colapso completo de esa especie de hinchazón q\le es la ,i· lb: la bur buja estalla y se disuelve en el líquido pútrido inanimado. Esto es lo que suc ede en el caso de Edipo. Como todo lo demuestra desde el principio de la tragedia. Edipo no es nada más que la hez de la tier ra, el desecho, el residuo, una cosa vacía de cualquier aparicncia veros írnil.!" Está cla ro que nos e nco ntramos e n el dominio del "entre dos muertes". la sim bólica y la real: el obj eto fundamental del horror es la súbita emergencia de esa "vida más allá de la m uerte", más tarde teorizada por L acan (en el Seminario X I) como la laminilla, el objeto indest ructible, "m uerto no m uerto", la vida sin ningún so porte en el orde n simbólico . Q uizás est o esté relacionado con el fen ómeno acru al del cibercspa cio: nuestra (experiencia de la) rea lidad está "virrua lizada ", convertida en un fenómeno-p antalla que encon tramos en una interfaz; cuanto mayor es la virtualizaciún, el "res to indivi sible" qu e se resiste a ser inte-

Ill. VéaseJ al:qucs Lacan, Tbr Four Fun,llfmrntdJ Cm u pts af Pvcbo-Am¡Jylis, N ueva York, Norron, 1979, págs. 197- 198.

19. j acq ues Lacan , Tbr Srminer. Book ll: The Ego in Pm.d's Tbeory ami in the Tecbniqne of PSJfhoafl(Jly~is, Nueva York, Norton, 199 1, p ágs. 231-232. [Ed. cast .: FJ Srminario, Ubro 2, FJ ro tn Id trf1ria .k FrtUd } (11 ' " ,«ni<. psiro.l,¡aJítictl , Barcelona. Paid6s, 1981.)

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ll:radll c n la interfaz :lp;lrcl·c más corno el resto ho rroroso de la vida sin m uerte. No so rpre nde que en los actuales relatos de cien cia ficción de horror, desde ¿lIi m en adelante, abunden las imágenes de esa sustancia de la vida informe y sin m uerte. Recordemos la célebre escena de Brezit, de T erri G ilJiam, a la cual me he referi do co n frecuencia: la escena en la cual el cam arero de un restaurante de clase alta le recomienda a sus clientes los mejores platos del me nú del día ("H oy nue stro filete de te rn era es realmente especial", etcétera ). Pero lo qu e llega a la me sa de los clientes es un plato rec ubierto por un a deslum brante fotografía en colores de la comida que eligieron , y debajo de esa fot o hay una Ilusa pastosa, excre me nticia, rep ugna nte." esta escisió n entre la ima gen de la comida y lo Real de su rem anente excre me nti cio in forme ejem plifica perfecta mente la de siu tegr aci ón de la realidad en la apariencia insust ancia l, espectral , sobre una inter f az, po r un lado, y por el otr o la mater ia bruta del resto de lo Real. La obs esíón con este resto es el precio que debemos pagllr po r la suspensión de la Ley/prohibició n patern a que sostiene y garan tiza nuestro acceso a la realidad. Por supuesto, lo que dice Lacan es qu e si explota mos tota lme nte los potenci ales abiertos por nuestra existe ncia com o pl1r1itru (seres de lengu aje), un poco ames u después nos encontra mos en ese horroroso estado interm edio: la ominos a po sib ilidad de que esto ocur ra despunta vagamen te so bre cada lino de nos otros. Este "resto in divisible", esa manch a inform e del " pequeño tro zo de lo Real" que u Edlpo despu és de haber cumplido su destino simbólico, encam a di rectamente lo qu e Lacan denomin a p/u!-Je-juuir, el "exced ente de goce", el exceso (lile ninguna idealización simbólica llega a explicar. Desde luego , cuando Lacan em plea la expresión p/us-Je-jouir juega con la am bigüeda d que ella tiene en francés: "exceso de goce", pero tam bién "ya no más goce"; siguien do este mod elo, nos se ntimos tentados a hablar de ese resto indi visible informe que es Edipo después de la realizació n de su destino co mo un caso de plus d'br)1ftfflt: él es "excesivamente humano", h a vivido la "condición humana" hasta su ama rgo fin al,

20, Esta escena de J1rnzil es psic ótica, pues to que involuc ra la desaparición de lo Simhó hlo que sucede en ella es lo que Lacan descr ibe como la to rsión psic órica del "esquema L" de la comunicación simbólica: la realidad simbólica se derru mba, dividida en lo Real puro del excremento, ¡x>r un lado, y por el otro, lo Imaginario puro de la imagen alucmaroria insustandal.,; (Véase ) acques Lacan, ~On a Quesrion Prem ilinary to Any Possiblc T reaunc nr of Psychnsis", en Écrits: A S eteaion, N ueva Yor k, N orton , 1977.) En síntesis, lo que sucede en esta escena es la disolució n del nudo borromeo en el cual, en la intr incada int erconexión de las tre s dimensi ones, cada par queda vincula do por el t ercero: al suspende rse la eficiencia de lo Sirnhtllico, se cort a el lazo entre las OI ....IS dos dimensiones (Imaginaria y Real) que sosnc nen nucs1m "sentido de la realidad ". 0.:0:

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su Jlus ihiJi,Lul fundamen tal, y. pu r CS.l mism.a razón , en un sc~tido es humano", y se hn cou vcr tido en un mo nstruo inhumano, no ob ligado P'" I.I S leyes o con side racion es hum anos ... Co mo sllb~aya Laca~,. hay dos mo 11".. prinl"i Il,lles de hahé rselas con ese "resto"; e1 .hum?llls~no tradlCto~al lo r epu.h.r, evita confron tars e con él, lo recu bre con Idealtzaclonc:s, o~l t.3:ndol.o con 1I1 1 .¡~t' lIl'S nobles de la h umanidad; po r otro lado, l~ ea::nomla ca pitalista, msen _11,lc y sin fron teras, util iza ese .re~to/exceso, mam pulandolo para ~ a nten er su IIl'" ll1i ll:l rhl produc t iva en movmucnto perp etu o (co~no suele decirse, no hay I l i ,, ¡':úll dese o ni nin gu na deprav ación lo bastante baJOS como para que no los n plute el afán de lucro capitalist a). . . " I Fn este pun to, cua ndo Ed ipo queda reduci do a la condlcl~n ~e hez de. a lunnanidad", volvemos a encon tra r la relación ambigua (o, en terrmnos hegeliaI1OS , b ide nt idad especul ativa) ent re lo más bajo y lo más. alto, e ntre lo e~cre­ un-uíicio y lo sagrado : desp ués de su deyección to t~ I , . s ú bltall.l~ n~e , mensajer os dI' dife ren tes ciudades co mpiten por el favor de Ed'l1O, solícir énd ole que las ls-ndtga con su prese ncia, ante lo cual el amargado Edipo responde con unas Il.Ibhras cé lebres: ..¿Solo ahora cuento co mo algo (según algu nas lecturas: co~,? 1111 hom bre], cuando estoy reducido a la nada [cuando .ya. ~o ~y humano]? . t No revel an estas palabras la mat riz elemental de la subJet"'·ldad . U no se vuel1'(' "algo" (es contado como II n sujeto ) solo después de habe;, atrav~s~d(l.;1 pu nto cc ro, desp ués de haher sido privado de tod os los r~sgos pa.tolog.1 COS (en el "t'lltido ka nt iano de em píricos, contingentes) que sosuenen su identidad, con lo ( ' 11;11 ha quedado reducido a " nada": " una nada conta da como algo" es la fórmula uds concisa del sujeto bar rado [acaniano (S).ll . . ' Se po dría decir que Ma rti n Lutero fue el prune r gra n anobumanista: la su b[i-tividad mo derna no fue anunciada en la celebración del hom bre por los.? u:,narustas del Renacimie nto, para quienes el se r human o "coro naba la creacron ;. la slllJ jetivid ad moder na no se a nu nció e~ la tra"dici.ón de Era~mo y otros ~a qurencs Lutero solo podía parecerles "u n barbara ), silla en el celebfl: enunclad~ I~. tcrano de que el hombre es el excreme nto qu~ cae del ano de DIOS. La s~bJetl­ vidud mo d ern a no tiene nad a que ver con la Idea del homb re com~ .la cnatu~a superior d e 1.1 "gran cadena del se r" , como pun to. final de la .e voluclOn"d~~ Ul~l­ verso: la subjeti vidad moderna surge cuand o el sujeto se pe rcibe como disloc a-

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2 1. La otra ( 13¡,e célebre del amargado Ed ipo es pronunc iada por e! ('..oro, el cual di ~ mi­ na que la m ayo r bendición para un ser hum ano mort al es no ha~r n~cl{lo; Freud obse"rvo que "Lame ntable mente, esto solo le sucede a ape nas uno de cada cien mil seres humanos , y.es~a réplica cómica, a la cual también se ha referido Lacen, adquiere acmal.mente u~~ nu eva srgmIicación, en medio del acalorado debate sob re el aborto, en cierto sentido, los nmos abo rtados ¿no son los que tf tdil:itmmu lograron no nace r?

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l .tl plJliti,¡j ,Ir tI ¡'m/mi

110", CO Ill O exduído del "nrdcn de Lis cosas", del orden positivo de las entidades. Por esa razón, el equi valente 1'Il11ieo del sujeto mod erno es intr ínsecamen te ex17't7l1t'11Jiáo: no hay ninguna verdadera subjetividad sin la idea de que, en ot ro nivel, desde otra perspectiva, yo soy un mero trozo de mierda. Para M arx, la aparición de la subjetividad de la clase ob rera de pend ía est rictame nte del hecho de q llc el obrero se ve obligado a vender corno una merc ancía en el mercado la susrancia misma de su ser (su po der creativo): se ve obligado a reducir el fÍga/ma, el tesoro, el núcleo precioso de su ser , a la condición de un objeto que se puede mmprar con diner o. No hay subjetivid ad si no media la reducci ón del ser susrancia! positivo del sujeto a la condición de "trozo de mie rda" de sechable. En este caso de la correl ación entre la sub jetivida d cartesiana y su conrrafa z de objeto excreme nticio no estarnos solo ante un ejemplo de lo que Foucault consideró la pareja emp írico-trascende ntal que caracter iza a la ant ropología moderna, sino ante la escisión entre el sujeto de la enunciació n y el sujeto del enunciado:" para qu e el sujeto cart esiano emerja cn el n ivel de la enunciación, debe ser reducido a la condición de una "casi nada" excrementicia desechable e n el nivel del contenido enunciado. Lo que Badio u no to ma en cuen ta qued a resum ido del me jor modo por el hecho de que, en la iconografía cristia na, San Pablo ocup ó en tr e los doce apóstoles el lugar del traidor J udas: sust itución meta fórica si las hay. Lo ese ncia l es qu e San Pablo pud o esta blece r el c risti anismo co mo institución, fo rmular su verdad universal, precisamen te porque no COI10ció pers onalment e a C r isto; en consecuencia, no esta ba atra pado en el atolladero inici ático de los comprometi do s personalmente con el Ma esrro. Sin embargo, p,lra que esta distancia fuera productiva (para que su mensaje universal impo rt ara más <Iue su pe rson a), C risto tenia qu e ser tra icion ado ... En otra s palabras: cua lquier idio ta pu ede realiza r milagros simp les y estú pidos como caminar so bre las agua s o hacer que COl iga co mida del cielo, pe ro el verdadero milagro, como dice I legel, es el del pensamiento unive rsal, y le correspond ió a San Pablo realizarlo, es decir, tradu cir el acontecimiento idiosi ncr ásico de C risto a la form a del pen samiento un iversal.

EL SUJET O LAC Ai. ' HA;\'O

Entonces, ¿qu é es aquí el sujeto? El sujeto es estrictamente co r relativo co n ti brecha ontológica e ntre lo univers al y lo particul ar, con la indecid ibilidad on -

12 . Véase Lacan, Ému: A & l«titm , pág. JOO. [Ed . cast.: &:ritos 1 J 2, ,\léxico, Sig lo XXI ,

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,,, I, "p,it'<1 , om el hech o rlc que no es posible der ivar directamen te la hegem on ía " 1.1\'C l'I t ul :l par tir dcl con jumo on tológico pos it ivo dado: el "suje to" es el arto, 1,/ d(,iritíll por medio <le la cual pasamos de la pos itividad de la m~ltipl icid~d da, I~ ;11anlll lt.:l'imic nto -lIer<bd y/o la hegem onía. Este status precan o del sujeto se h .I S.I I 'l1 la idea nnricosmológica kanti an a de que la realidad es " no tod a": desde 1,1 puuto de vista ontológico no está totalmente constituida, de modo que n cce~ Il ,1 el suplemento del gesto continge nte del sujeto para ob tene r una apariencia di' w lIsistc nd a ontológica. "Sujeto" no es el no mbre de la brech a de liberta d y I ulllingc ncia que invade el orde n o ntológico positivo, activa en sus inters ticios, ~IlH I hl contingenc ia qu e fundame nta ese orden ontol ógico positi vo, eS,de,cj,r, el Illt',li;ulor e vanesce nte cuyo gesto de a uroan ulaci ón transfo rma la multiplicidad I .uuica preoutol ógice e n la apariencia de un orden positivo "objetivo" de la reaIII Lul, En est e preciso sentido, toda ontología es "política": se basa en un act o de ,II,t'isi(l1\ "subjetivo", contingente y renegado." D e mod o que K ant esta ba e n lo cien o: la id ea mism a del universo, del todo de la realidad, como un a to talidad 111It.: existe e n sí misma, debe rechazarse, pues es un paralog ismo: lo que parece 11 11;1limitación rpiswlIo/ógica de nuestra capacidad para aprehend er la realidad,(el !ln 'lm de q ue siempre percib iremos la realidad desde nuest ro puntO de vista tem por al fin ito) es la condición ontológica positiva de la realid ad en sí. Pero en este punto debemos evitar 1<1 trampa fatal de concebir al sujeto coUlO el acto , el gesto , que inte rvie ne después para llenar la brecha ontológica; dehemos insist ir en el círc ulo vicioso e irreduct ible de la subjetividad: "Jo único ' 1\11'cura la herida es la espada qu e la inflige", es deci r qu e el sujeto es esa brecha que se llen a con el gesto de la subjetivi zación (la cual, en Lacla u, establece una 11IIC V,1 hege monía; e n Rancie re, da voz a la " par te de ni ngu na parte", )' en Ila,'¡ou asume la fidel idad al acontecimiento-verdad, etcé te ra), En síntesis, la respues ta lacaniana al intcrrohrantc pla nteado (y respon dido de modo negativo) po r filósofos tan difere ntes como Alrhussc r, D errida y Badíou (¿sc pue de llamar "s ujeto " a la brecha, la abe rtu ra, el vacío que precede al gesto de la subjenviz ad 6n?) es en fáticamente afirma tiva: el sujeto es al mismo tiempo la bre cha ontoI(lh'; ea (la " noche del m undo", la locura del aurorre pliegue radi calj y tamb ién el ¡{esto de su bjet ivización que, IXlr medio de un cortocircuito entre lo univers al y lo par ticula r, cura la herida de esa brecha (en términos lacanianos, el gesto del amo que es tablece una " nueva armo nía"), Lo "S1lbjetn:id"J" es 1111 nombre de eso

circularidad irreductible, de un ¡H)tür que no lflcha contra una [UffZO que resiste desde

23. Es ta e s la larca de la actual critica lit: la illco logía: sacar a luz, más allá de cualquier apariencia de orden onto lógico reificado, su fundamemo político renegado: el modo en que gira en te rno a algún acto subjcuvo excesivo.

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•ljiln 'll (1¡¡"llmos, /1I i,,('rci/l dd u'-I/(II sustanciul 11/1(/0) sínocontra ,m obstám /o abro/"'d 11Imtr intrinseco, qllr m ,í/ti1!1I1 instancia es r/ propio Stljrto,11 En otras palabras, el csfucr .... o mismo del sujeto po r llena r la brecha la sostiene y la gene ra rerroactivamcnrc. De modo quc la pulsión de muerte es el reverso constitutivo de to da afirma ción en fática de la verdad ir redu ctible al orden po sitivo del ser: es el gesto negarivo tIlle abre un espacio para la sublimació n crea tiva, El hec ho (le que la su blimac j ón presu ponga la pulsió n de muerte significa que, cua ndo un objeto sublime genera un flujo de entusiasmo que nos at raviesa , ese obj eto es "una másca ra de la mu e rt e", un velo que encubre el vacío ontológico prim o rdial (Nietzsche habría dicho : querer ese objeto sublime equivale en realidad a qu erer una n ada)." Esta es la diferencia entre La can y Badiou: Lacan insiste en la primacía del acto (negativo) del csrablecimicnro (positivo) de una nueva arm onía :1 tra vés de la interven ción de algún nu evo significante amo, mientras que p,¡ra Badiou las di ferentes faceta s de la negatividad (las catástrofes éticas) se reducen a otras tantas version es de la "tra ición" al acontecimiento-ve rdad positivo (o a la infidelidad a él, o a su negaci ón). Esta di ferencia entre Badiou y Lacan concie rne precisamente al status del obje to : Badiou se preocup a fund amentalmente por evita r la identificación del sujeto co n el vacío cons titutiv o d e la est ructura, Esa identificación ya on tologiza al sujeto, aunque de un modo puramente negat ivo, es decir que lo convierte en una entidad consusta ncial con la estr uctura, una entidad que pertcn c-

24 , Quizá la prim era descripci ón (aú n insupe ra da) de esta para doja haya sido la co ncepción fichteana del AmtOll, el "obstáculo/incentivo" qu e Ian1.3 el esfuezo productivo del su jeto te ndie nte a "poner" la rea lidad ob jetiva: es te A nrtllrr no es ya la "cosa en sí" kantiana ( UI1 es tímulo externo que afecta al sujeto desde afuera], sino un nú cleo continge nte éx-timo : un cuerpo extraño en el cora zón mismo del sujeto . La subje tivid ad n o que da ento nces defin ida por una lucha con tra la inercia del orden sustancial op ue~t<), sino po r una tensión absolutame nte int rínseca, (Véase SU{JTII, el cap írnlo l .) 25. En co nsecu encia, en la pareja del ser y el acontecimi ento que propone Bad iou no hay lega r para la pulsién de muert e freudiana : po r cie rto , la pulsión de muerte ineerru rnpe la economía del " servicio de los bie nes", ti principio de la marc ha suave de las cosas, que es ti prin cipio políti co superior del orden del ser; por otro lado , Badjou esl;Í sin duda en lo justo al suhrayar que la emergencia del aco ntecimiento-verdad descono ce la pu lsió n de muerte... En síntesis, la pulsi ón de mu ert e es el punt u que socava el dualismo ontológico proro kantiano d e Hndiou (del orden del ser y el acont ecimiento de la ver dad): es una especie de me diado r evanescen te entre orden del ser y aconteci miento; aLre una brecha en la posi uv idad del ser , una suspen sión en su funcionamiento suave, y es esa brech a la q ue más tarde puede ser llenada por el acc meci miento-verdad.

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urden de lo '1 I1C cs necesario y a priori ("no hay est ructura sin un sujet o"). on tologiza ción [acani ana del sujeto, Badiou le opone su "ra reza", la .'llwrgl,t1cia 10c l1, contingcnre, frágil, tra nsito ria de la subjctivi~a?: cuando, de 1111 modo cont in gente e impredictible, se produce un acon te c' m'e nto -verda~ , ll l lf hav un sujeto que se mantiene fiel a él, discerniendo sus hue llas e n una Sl~ lll;.dó;l cuya verdad es ese aconteci miento." Para Badiou, lo mismo qu e par a 1.,II·lall, el sujeto es consustanci al con un act o co ntinge nte de d et:i.si~n: mi.c."tras .pll' Lncan int rodu ce la distinción entre el sujeto y el ~~~ de .s~bJet1V1zaclon: 1.0 !JUl' describen Badiou y Laclau es el proceso de la subjetivización, el comprorru\ 0 enfático, la asu nción de la fidelidad al acontecimiento (o, en Laclau, el gesto ¡' Ilf:íl ico de ident ificar la universalidad vacía con algú n contenido part icular qu e 1.1 hegemoni za), mientras que el sujeto cs el gesto ncga~iv? ?e ~~lebrar.l as coac ('iolles del ser , con lo cua l se abre el espacio de u na subjetiv izac ión posible. En términos lacanía nos, el sujeto ante rior a la su bjet ivización es la pura ne J.:óllividad de la pu lsión de mue rte antes de su inversión en la iden tifi caci~ n con ;llglí n nuevo signi ficante amo ." Para decirlo de otro modo, Lacan no dice q~e 1,1 sujeto esté insc rito en la estr uctu ra ontológica del un iverso como su vacro con stitutivo, sino que lo p%~~bro "sfljao" designa In ro11fingrtlria de un acto qtU S05timt' el orden O11fo/ógico del Sr!Y, El sujeto no abre un agu jero en el orden t()~1 del ser, sino que es el gesto contin gente -excesivo que con stituye el orde n universa l

11' ¡I I ,\

1' \ t ,1

26, Alain Badiou, L 'i tn et "h;intm"'t, par. 472-474. 27. En su po lémica imp lícita co n Lac1au )" Lacan , Rencíere hace lo tnis~o que ,co n Ba.Iinu: subraya que la po lít:ica no es una consecuencia de la inco mp letud del. sUJ.eto social: e~ el vacío aprió rico del se r, en el sujet o com o falta/ fm itu dli ncompleru d constituti va, no ha)"nm ~u n;l gara nt ía o fundamentació n ont ológica de la pol ítica; la "co ndición de pos ibilidad" filosófinHrascen de nt:11 de la politi~a se husca r¡a en vano . El orden de "la po lid a" (el orden positivo del ser) está en sí mismo lleno, en él no hay :lgujeros; solo el acto polí tico en si, el bt"Csto de la , uhjeti vizaciim po lítica, le aíiade una "dis tancia respecto de sí mismo" r lo desaloja de su autnitl.m li¡lad •. , (véase j acques Ranciere, Ln ,\ Ji$m tm U, París, G aliléc , !1)()5, págs. 43-6 7). La res pues ta lacaniana sería que Rancie re fetichiza el orde n de la po licía, sin recon ocer que este orden se basa en el gesto excesivo del amo, que es ~n sustirut~ de La fal~ po:l~rica : ti "adertnlam ien lOw , la positivizacién del exceso político prOfllame nt e dicho. En srnresrs, no se t rata de que la plena posith' ida d del orden po licial sea pertu rbada de tiempo en tiempo por la interven ci ón het erog énea de la sub jelividad politjca: esa posilividad, en sí misma, se basa desde siempre t: ll (1:1 eenegación de) algún gesto excesivo del amo, 0 , para decirlo de otro ¡,nodo, la política no es 111M consecuencia de la brecha (prepolítica) uhicr ta en el ur-den del ser, III de la no-co inciden cia de l sujeto social consigo mismo: el hec ho de que el SUjeto socia l nu nca sea completo ni idént ico a sí mismo signifi ca que el se r social en sí se bllUl desde siempre en un gesto (re negado) de polirizacién y, co mo tal, totalmente político.

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SIIIt'oj l ile!.:

mismo del ser . La ?posición entre el sujeto qua fundamento ontológ ico del orden del se~ y el SUje to qllo eme rgencia pa rticu la r contingen te es, por lo ta nto, falsa: el suje to es el aetolem ergcnci3 con tingente que sos tiene el orden universal del ser. El sujeto no es sen cillam ente la bybris excesiva en virtud de la cual un elemento pa~ticular (pO!itula~o como ce ntro de l ser) perturba el orden global del ser; el surcto es la paradoja de un elemen to pan icular que sostiene el marco universal. D e. modo .que la concepción lacaniana del acto como real no se opo ne a La c~au ?I a Badiou . En Lacan , el acto es una catego ría pu ramente ffegativ(/: en los te rnu nos de Badiou , representa el gesto de quebrar I;l S coacciones del ser, la ref~rencia ?I vacío que .está en su núcleo, antes de qUI! SI! llene ese Vacío. En este pt-eCISO senti do , el. ~:to lllvo.lucra la ~Ii tlle~s ión de la pulsión de muer te qu c fundame nta ~ n a decisión (realizar una idcruificací én hegemónica, comp ro meterse en la fid~hdad a una verdad), pero no puede reducirse a ella. La pulsión de mue rte lacaniana (una catego ría a la que Bediou se opone inflexibleme nte) es entonces, u ~ a vez más, un a especie de mediado r evanescente entre el ser y el acontecimiento : hay un gesto "negativo" constitutivo del sujeto, con fundido a continuación con el ser (el orden ontológico establecido) y la fidelidad al acontecimientO.

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Esta dis~ancia mínima ent re la pu lsión de m ue rte y la sublimación, entre el gesto ?egatlvo de suspensión-re pliegue-contracción y el gesto positivo de llenar su vacro, no es solo una. dis~ n ción teórica entre los dos aspectos que so n insepa rables en nuestra cxpencncia real: COIll O ya hem os visto, todo el esfuer zo de Lacan se centró precisame nte en esas experiencias lími te en las qu e el sujeto se en cucn.tra cO~,fro n ta do :on l~ pu isión de muerte en su aspecto más pu ro, anterior a su I ~ vers l on en sublimación. El aná lisis que realizó Lncan de Antígona, ¿no se cent ro acaso en el momento en que ella se encuentra en un estado de "ent re dos

. ~~. Esta di fcre~ci.a entre Lacen y Badicu tien e también consecuencias pre cisas en la aprectacton de ~COntCClmlen tos políticos concretos. Para Badio u, la desinregracién del social ismo eu ropeo orien tal no ~e un acontecimiento-verdad, aparte de suscitar UlI breve entusiasmo po pular. el (er.men to '~ Is,dente no logró transfonnar.;e en un movimiento estable de segu ido res col~prom~D dos pacien temente en la fidelidad militante al aco ntecimiento, sino quc pronto se desint egré, de mo do 'IIIC hoy en día vernos un re tor no al cap italismo par lamentario liberal vulgar, o un fundamelllalismo étn ico racista . Sin elllbargo, si aceptamos la disrinciénlacauiana e.ntre el acto .c om o ~"Csl o negativo de decir "no", por un lado, y ]10 1' el otro su secuela posi tiva, sl l ua.~do la dll~l e n SlOn clave en el gesto negativo primordial, vcmns que el proceso de dcsintegmcron pro dujo un verd adero I1flO en la forma del mo vimiento entusias ta de las masas que le ~ lecía n "no" ,11 régimen co m unis ta, en nombr e de la solidaridad auténtica; este gesto negat ivo Impor tó más que su ulterior positivizació n frustrada.

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mu er tes", reducidaa t i condición tic muer to vivo, excluida del tlominiu ",lllllu'lli· l:o?!V¿No es csto simila r a la figura som br ía de Edip" en COI.. II;I qu c, tlt'spub de haber c umplido con su dest ino , qu eda ta mbién reducido a "men os que na <la ", una mancha informe, la encamación de algún hor~or illdecil~l e? F",t,.~ )' ut ras figuras (desde el rey Lea r de Shakespeare ha sta I~ S.)·gne ~c <.nll rllll.1 Jm~ tic Claudcl) se encuentran en ese vacio, atravesando el limite de la h UII\ .II1 ItI.~t1 )' c ntrando en el ámbito qu e, en la antigua Grecia, se llam aba tllr, " 1;1 \0<: 111';1 III hum ana". Aquí Badiou paga el precio por su adhesión prot~Jp~all'J I~ka a \;. Verdad y el Bien : 10 que qu eda m ás allá de su alcance, en su .p,o lelUlca vlolelll:l (y, en su pro pio nivel, plenam ente justifi cada) contra la obsesió n cO ll tel:l p (.)r;' ne'~ cou el "m al radical" despolitizado (el H ol ocausto, etcétera), y en su lllslstcm:lil en que las difer entes facet as del m JI no son más qu e otras t antas consecuencias de la traición al Bien (al acontecimie nto-ver dad), es este domin io qu e cst:t " Ill.h allá del Bien ", en el cual el ser humano encuent ra la pu lsión de mue rte t'tlmo el límite máximo de la experie ncia huma na y sufre una "destituc~(~n subjciívn'' ~¡I · dical, quedando redu cid o a la condición de r~s~o e~creme~t1clo. LO .(IU~· ¡1I1'C Lacan es que esta experiencia límite es la condici ón 'rreduc?b~e/constltutlva tic la (im)po sihilidad del acto cr eat ivo de abrazar un ~~nteclmlent(l-\'enlad: esJ experiencia abre y sostie ne el espacio para el a conteCl m lento~ve rdad , pero Sil t." xceso siempre amenaza con socavarlo. La o ntoteología clásica se centra en la tríada de la Ve rdad, la Bcll.eu y el Bien. Lacan lleva est as t res nociones a su límite, demostr ando qu e el llien I'S In m áscara del mal "diabólico", qu e la Belleza es la máscara de lo feo, del horr or repug nan te de lo RC<'I l, y quc la Verdad es la máscara del vac!o central en \( ~n~n al cual está entretejido to do el edificio simbólico. En síntesis, hay un l1oll1llllo qu e está "más allá del Bien", qu e no es si m p l~me?te la vileza ':p atolúgica" l'ot! 4 diana, sino el trasfond o co nstitutivo del propIO Bie n, la rerro rtflca fue nte :1111111gua de su pod er; hay un domini o qu e est á "más allá de la be l.leza", tIlle uo e ~ sim plemente la fealdad de los ob jetos co tidia no s comunes, s.II\O el. rrasfoudu constitu tivo de la Belleza en sí, el horror velado po r su presencia fascinante: h ;l), un dominio qu e está "más allá de la Verdad", qu e no es s~mplemen~e el t1ulllil~ io cotidia no de las mentiras, los enga ños y las falsedades. smo el vacro que sos ucne el IUh'3 r en el cual solo podem os formular las ficcio nes sim~?Jit:~ que 1I ~1~1¡1 ­ m as "ve rdades". Si del psicoanálisis pu ede extraerse una lecci ón érico- pol üica,

29 . D esde luego, el caso de Antíg on a es más complejo, pue s ella poue en juego su vida r entra en el dominio del "entre dos muertes" precisam m te pllm impedir la 5eglllllln l /11ICI'/(' lid bcrma no: para (¡lIC tenga el r ito funerario co rrect o, que asegure su eter niza ción en el orde n shubó licu.

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ella consist e en la comp rensión de ( ue las • . I~~ ndcs cal:ullIdadcs de nuestro sig lo (desde el Hol ocausto hasta ..1 ,1", .,' . . '" ... as re est a mista) n . deb¡ sucum bido a la atra cci ón m b . d () se e ncron a que hayamos or osa e ese \1 ' AH ' . nuestro esfuerzo tendien te a no en fr l ' a~ a, SIll O, por el contra rio, a Cotar o y a Im poner el imperio directo de la Verdad, la Virtud, o una y otra .

¿E L AMO O EL A..'\"ALL<;TA?

Estamos ahora e n condiciones de fonn I l ' . " uda,r u n a ( C~ ll1cJ('1Il p recisa de la !Jre. a'd' . p ara a IOU el ] . ' l· . prender el entrelazam iento morhos< de l "d ' lSlCOa n ,¡ lS IS permite com e! psicoanálisis pennite compren~I:" " a ~dla m ue rte, de la Ley y el deseo ; .... a o isccr u ad de la . L " .Ld" J , propia cy cuma la verua el pensam iento y de 1, p " ' . OSIClon mora que limi ] . y a sus leyes dIscriminatorias; como tal el si , ' . ~c Imitan a orden de l ser ' " p cnanaiJsls no pue de r ealmcnn, 10. mar COl\1 o terna el do minio . que esta mas allá de la J I · operació n dc la fideli¡lad al act r . . .cy, es ( ecrr, el modo de . ...,m L"CumclUo-verdad' l ' . . .c . s ~J e to psIcoanalíti co es el SUjeto dividi do de la Ley (simbólica) '10 el . gula el orden del ser) y el amor (co::o fidel~~Jeto di Vidido ~n~re la Ley (que reconsecue ncia lógica es qu" P" 11]. ] a.d al acontcclllllcnto-verdad). La , "',,, a nc IOU e pSI T . ] saber, y es inCa¡13Z de enca ra I di .: coalla ISIS no sa e del camIlo dcl ...... ..r a Ullen SlOn ve rd d .. cesos de la verdad: al amor e l ' il i . a era menre posmva de los pro' pstco ana ISIS lo reduce . , ]1 Ia sexualidad; en cua nto , " ci ia v el . a exp res ió n su 1 imada de . rencra y e art e el ihs¡ lel psrcoa na ISISso o pue de descnbir las condicio nes libídin ak s hier¡ a U')etlvas { e ' "' , . . if a lIlVe~ C lO l1 cíennñc, o de la ohra de arte (el hecho de que un ar ri t. . sra o crcnn ca sca I m p ll1 d d e &111'0 sin resolvcr, o por una hom '.d· d I sa o po r un complejo , di . oscxua 1 . a atente ' e tcé con IClones que no tienen nad .. aquever con la dl . 0, de ] cete ra, etcétera)• so de la pol ítica, el psicoaná lisis solo ucde C ) mc".slOn e a ~e~dad; en el cap, ] on cc bír la co!ectlv](fad con tr a el fondo de la problem ática dcl cr¡ cn me n y a cutpapr¡ ' 1" I ' TImOl( la cs, etcetera, examinadas en Tótem J tabú y M oisés In . Y re IglOn m onoteísta p d co Iecn vo militante "re voluciona n " li do , ero no pue e conce bir un sino por la fuerza positiva del amo;' , no Ign po r la cul pa respec to del padre,

cha que separa a Bad ioll de Lacan

' ,VI

'0"'

Para Lacan, por otro lado, el tlcontecimiento_v ' d d fondo del encuentro traumático con In G' " cr. a .rolo puede operar contra el no mi t"/; I os cuatros grl1rriques de Badlou ( Josa muerta I ' , ¡er. a monstruosa, ¿qué so n cuatro modos de reinscn·b,·" el e arte, a CIenc ia, el amo r, la pol ítica), sin o ~ , e ncuentro con la e R I ] ca: En el nne, la belleza es "el últi mo 1 I I .osa ca en a tr ama sim bóJi_ ser solo otro rel ato simbó lico es el , ~o { e () lltoonstrnoso"; la ciencia, lejos de r7o de lo Real qu e es tá de ba¡'o dc j. fi .~s · ,t~IH lente a for m ular la estructura L a cClOn sun boh caopar. 1 ' 1 . a e u tu no aean, el amor ya no es so lo la pantalla narcisista q b l' uc recu re a verdad del deseo, sino el modo

dc adcccutnr y eoneili;ll"se con la Imlsión rraunuiticn; finalment e, 111 ' /IIliti,." mi liuuuc es unmodo de aplicar 1:\ fuerza terrorífi cn de ln ncg.uiv idad p :\I ';1 rcc sumturar nuestros asuntos Soci;lles", De mmlo que Laca n no es un relat ivista cult u r.dposmodcrno: hay tmil clara difere ncia entre un acontecimient o- verdad y ~1I apariencia , y esta dife rencia res ide en e! hecho tic que en e! ecomccimicnto- vcr dad conti núa resonand o el vado de la (misión de m ue rte, de b ne¡.::ativid;ul I'adí cal. una brecha qu e momentáneame nte suspe nd e el orden del se r. Esto nos re trotrae al problem a de la finitud hu ma na. Hadiou dc scana el lema de la finitud hum ana -desde el "ser para la m uer te" heidcggc rinuu h:lsta [;1 " pulsió n de mue rte" fre ud ian a- como la obsesión mo rbosa tlue hace ;11 luunhnigual al animal y por lo tanto lo reduce a la cond ición de anima l, cumn 1I11;1 regue ra am e la dimensión pro piamente metafísica qu e eleva al hombre nuts :1 11:1 del reino anima l y le permite "ganar la inm orta lidad" parti cipa ndo en un aeun tecimiento-verdad, a hora bien, este gesto teóri co involucra " una regresión" ;11 " no- pensamiento", a la oposición tra dicio nal in genu a (prcc rnicn, prekanrtanu ) de dos órde nes: la finitud del ser po sitivo y la inmort alidad del acon technicmo ver dad. Esa oposición ignora el hecho de que el espacio mismo !)ara la "innu u calidad " espec ifica de la cual puede n part icipar los se res humanos en el ¡J{' IlI1It' · cimien to- verdad se abre en virtud de la relación única del hombre con ~ 1I finitud y con la posib ilidad de la muerte. C omo lleidegger lo demostr ó de lII O do concluyente en su polémica con la lectura ncokannana de Kant rea l i/~1d a po r Cass irc r, esa fue la gra n revoluci ón filosófic a de Kant: es la finitu d d el Sujl.'to t rascen dental como constitutiva de la "realidad ob jet iva" lo qu c le pcnuit c ;1 Kant ro mper el marco de la met afísica tr adicional, rechazar [a concepción del cosmos como la totalidad ordenada del ser, po stu lar qu e el orden del ~C " , el co¡mpo de la realidad constitu ida trascendentalmente, es en sí mismo no \Ohlli zahle, no puede ser coh e re ntemente pensado como un todo, puesto que Sil Ckj, rencía está ligada a la subjetividad finita; la esponta neidad tr asce ndental de L\ l¡ bcrtad emerge entonces como un tercer dominio , qu e no es el de la realidad fenom énica ni el de! "e n sí" noumenal ." El punto clave es que la "inmo rt alidad" de la qu e habla Lacan (la de 1:1 lami nilla, el objeto que es la libido) solo puede aparecer en el horizonte de la fim uut h umana, como una for maci ón que representa y llena el vacío ontológico, d agu jere en la tra ma de la realidad abierto po r el hecho de que la realidad es co nsti tu ida trascend entalmente po r el suje to tra scendental finito. (Si el Sujclu trascend ental no fuera finito, sino infinito , no esta ríamos ante la constitución

7

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30, O tro problema es que a menu do Kam retrocede ante su propio descuhrimientn, illl'n tificando la li!>erlal:! como nourne n al (véase supra. el capítulo 1).

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tr asce ndental, sino ante una "intu ición intelectu al", una intui ción que direc ta mente cre a lo que percibe: una prerrogati va del Ser Divino infinito.) D e modo que .n? se o~ ta de negar el modo específi camente humano de "in mortalidad" (la parncrpacron en un acontecimien to-verdad que sos tiene una di mensió n irrcductib.le al orden positivo y lim itado del ser), sino de te ner presente que esa inmortabda.d se basa e.n el modo específico de la finitud humana. Para el propio Kant, la ?lUtud del SUje to tra~endcntal no es una limitación de su libertad y espon raneidad t~ascellllental, smo su condición definitiva: si un sujeto humano tuv iera a.cccso du ect? al d~minio nou menal, dejaría de se r un sujeto libre para con vern rsc en un tltere inerte, enfrentado di rectamente al temible Poder Di vino y domin ado por él. ' En síntesis, y contra Badiou, ha bría (Iue sostener que solo para un ser finito/ mort al el acto (o el acontecimiento) aparece como un a intrusión tra um át ica de lo Real, como algo que llO se puede nombrar direct ame nte: el he cho mismo de que el ho mb re cs ré dividido entre ti mortalidad (L'S un ser finito dest inado a per ecer), y la ca pacidad para part icipar en la et ernidad del aconteci miento-verdad, atestigua que est amos ante un ser finito/morta l. Para un ser verdaderamente in finito/inmortal, el acto sería tran sparente. estaría directa mente simbolizado, lo Real con cidi rfa co n lo simbólico: en los ténn inos de Hadiou , el nom brar nom inar, estaría directamente inscrito en el accm ecimiemo en sí coi ncidiría con él, qu e por lo tanto perder ía su car ácte r traumático com o int;usi ón de lo Real Í1l11vlJIbra /JIe (lo que no puede no mbrarse). O bien (para decirlo de ot ro mo do), el acto ~aconte~itIli~l~to) nun~a puede ser totalmente sobjcr ivizado, in tegrado e n el U?lVe rSO ~Imhohco, precrsam cn re en cuanto el sujeto que es su agente es una en tidad fini ta/mortal. ¿No co nst ituye una prueba adicion al de est e pun . ro el hecho de que, para Badíou. la Verdad es siem pre la verdad de un a situación es~cífi~ conti n.gente Iiga~a a ~I!a? La ete rn idad/inmortalidad es siem pre la etern~dadJmmortahdad de la srruacron o co ndición dada, contingente, espccí-

fica, finita.

Es posi ble que la brecha qu e en últi ma instancia separa a Badiou de Lacan tam bién se ~ueda ~ormular en [os t érmin os de la di fer encia ent re la histéri ca y el amo. A Badiou le Interesa el modo de co nservar la fidel idad al aco nteci miento. ver~ad, de form ular el marco simbii lico universal q ue garantice y realice esa fidelid ad, de transmutar la singu laridad úni ca del acon tecimient o, convirt i éndol o e n el gesto constit utivo de un cdificio sim bólico du radero, basado en la fldclí da~ a ese aconteci m!ento. Es decir que Badiou se o pone a la falsa poética de qUle?eS qu edan fascm~dos po: la singu laridad in efabl e del acontecimiento r con sideran 'lIle cualq uier nonunacíon que se le asign e ya lo traicio na. Por es ta ra zón Badiou exalta la figu ra del amo, en su aspecto de maestro; el am o nUlllbra el ocontenmümto; es qui e n, prod uciendo un nuevo punto de almohadillado, el 178

significante

;I IllO.

reconfigura el ('¡lm po ~imi ~')I;~o por Ill~diu lit, ('S,\ rt'fc r~'lI d;1

,,1

acontecimiento lluevo . L:II::ln, en cambio, s lg Ulcm lu ;\ Frcud. llJlll;I IUrllllu pUl

la histéri ca que, precisamente, cuestio na y desa ña la nc~ll1in:ld{lIl del :,~~o'. lI("{· i ­ mie nto po r el :1I11U : la hist ér ica, e n nOIll.hl"e d ~ su. ~d c hd <l ~1 al .¡I,COll lt·l"l~l~l C~llll , insiste en la brecha que lo Sep;ll";1 de Sil simbolización/nominación (en I l'~ lll :l~ ll S lacanianos, entre el o/jet petit (/ y el significa nte amo). La pregulIta de 1;1 lllstt'rlt';l es simp le: "¿Por qué es ese nombre eí mT/I1J".e del "co/~tedmi(/jto ~ ". . . C uando en su curso inédito de 1997/9 8, Badiou ela bo ró I,I S c uat ro PlISlt·lllnes sub jetiv'as posibles res pecto del acontecimic.nto<verdad! ~~adi<Í a b ,tr~;\lb d~' ¡lmo!h istériw univers idad, a lmo cuarto té r mino, la pos-con del nusnco. 1·.1 amo pretend e nominar, y de tal mod o traducir directa ment e a una ti,lcl il.l;ul simbólica la dimensión del acto : el rasgo definitorio del gesto del fIlllO CO Il SIS It' en convertir el acto en un nuevo significante amo , asegurar la continuidad y L\s consecuencias del acontecimie nto . En contraste con el amo, la hist érica persisuen una am bigua act itud divida respecto del act o, insisticn?o en .la n.e~esidad y 1;1 im posibilidad (el fracaso fundamental) simul~áne~s de la ~lmboll7.:\c\(~n: hubo un acontecimiento, pero cada una de sus stm bo lizaciones ~eJa ya. tr.\~~uclr su vcnla dero efecto traum ático. L a histér ica reacci ona a cada simbolizaci ón del aouue cim iento con un "« n'est pos ra", "no es eso". A di fere ncia del amo), de la histérica , el agente pcrverso del discurso de la unive rsida d re niega qu.c,' e n pr imer lug ar. haya habido el acontecimien to de un acto . ~(!~\ su prctcn sron de snlu-r. quier e redu cir las consecuencias del acto a la co ndición de lo qu e se p.llede l'~ ­ plicar CO IIIO pa rt e del curs o norm al de las cosas; en otras pal~b~as, ;¡ difcrcnein del amo ((IIlC quiere asegu rar la continuidad entre el acon recmucn to ~ sus t'ClII sec uencias) y de la histérica (q ue insiste en la brech a que separa por Sl:lllp~l- ;11 aconteci miento de sus con secuencias simbólicas), el discurso de ti univ ersidad apu nta a sutura r el cam po de las con secue ncias, explicándolas sin ningu no ~l'fc ­ re ncia al acontecimiento ("¿El amor? N o es m ás que el resultado de una scru- tlt· sucesos en Sil red neurona l", etcéte ra). La cuarta actitud añadi da po r Bndiou es la del místico, }' constituye el reverso exacto del discurso univer sitario perv erso: este último quier e aislar la CóIl[l ' I\;l sim b ólica de con secue ncias respecto de su acontecimiento fund ador ; el mlslit'O, en cambio, qui ere aislar el aconteci miento res pecto de la red de sus co.nsecm·ncía s sim bó licas: insiste en la inefabi lida d del acontecimiento, y no le interesan su s consecuencias simhólicas. Para el mí stico, lo que import a es la dicha dt- ];¡ inmersión en el acontec imien to, que anula la realidad sim bólica en su tomlidad. Lacan, en contraste con Badioll , a la tríada del nmo, la bistirica y la .UI~i~rnMild a ñade como cuarto té rmino el discurso del analista : pJra Lacan, el mlStlCl Sl1111 t· ~ la posición aislada del psic ótico inmerso e n su goce y, Co~lO tal: no es un dist"lll". so (un vínculo soci al) en absoluto . De modo que la con srste ncra de todo el edi -

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,\'¡avoj 'Í.iZfJ.:

ficio lacaniano depende de la posi bilidad de una cuarta po sición dtscurtiua, que no es la del amo , ni la de la histérica, ni la de la un ivers idad . Esa posición mantiene la brecha entre el acontecimien to y su simbolizació n, pe ro evita la t ram pa histérica y, en lugar de qu eda r cautiva en el círculo vicioso del fraca so pe rnuI4 nen te, afirma esa brecha co mo algo posit ivo y product ivo: afirma lo Real del acontecimie nto Lu ma el "gen era dor", el núcleo que la prod uctividad simbólica del sujeto debe rod ea r reite radamente. Las consecuencia s po líticas de est a reafirmació n del psicoanálisis frente a la critica de Badiou co nstituye lo op uesto del escept icismo psicoa nalítico conve ncion al acerca del resultado final d e los procesos revolucionar io." (el con ocido cuento de qu e "el pro ceso revoluc iona rio necesar iamen te se malogra y term ina en una furia autode srructiv a porque no tiene con cien cia de sus propios fund ame ntos libidinales, de la agresividad asesina que sostie ne su idealismo ", etcé tera): más bien nos se ntimos ten ta dos de afirma r que la res isten cia de Badiou al psicoa nálisis form a parte de su kantismo ocu lto, que en últ ima insta ncia tamhié n lo lleva a oponerse al pleno " pasaje al act o" revolucionario . Es decir que, aunque Hadiou es ext re madamen te anrikantiano y, en sus posiciones polít icas, radic alme nte "izquierdista (no solo rechaza la dem ocracia parlamenta ria, sino también la po lítica muh iculturalista de las identidades), en un nivel más profundo sigue siendo kant iana su distinció n ent re el orden del saber pos itivo del se r, por un lado, y po r el otro el acontecim iento-verdad po r com pleto diferente: cuando subraya que, desde el punto de vista del saber, no hay ningún aconte cimie nto (es decir que las huellas del acontecimient o solo pueden se r discern idas como signo s por quienes ya está n involucrados en el res paldo al acon recimíenro), ¿no está repitiend o la conce pción kant iana de los signos que anu ncian el hecho no ume nal de la libert ad sin demos trarlo po sitivamente (como el entusiasmo por la Revolución Francesa)? El m últi ple puro incon sistente de Badiou es lo Real de Lacan como pas-tout, eso que un "estado de situaci ón" u nifica, inscr ibe , explica, convierte en una estr uctura consistente, esa X (Iue preced e a la sínt esis trascendenta l kantian a, La transformación del múltip le puro en el estado de cosas correspond e a la sínt esis tra sce ndental kant iana constit utiva de la realidad . En Kant, el orden de la realidad se ve amenazado/limitado de dos mod os." por las "a nt inomias r nate m átices" (el fracaso intrín seco de la síntesis tr-ascen den ta l, la brech a e nt re la aprehensión y la com prensión, el lapso intercalado entre una y otra : en Badio u, el vacío ontológico y el correla tivo exceso de la presentació n por so bre la re-p resentación, exceso que ame naza el funcionamiento normal de cosas), y por las

31. U na vez más, véaseJ1l¡ml, el capítulo 1.

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"antinomias dinámica s" (1.1 intervcnr nin de un orden to talment e distinto ¡(l' lile t:15 ét ic:1S nounte nales de libe rt ad racional: en Badiou, el acomccimlvm o-vcr d'HI). y tan tn en Kant CO Ill O en Bndiou, el espacio para lalibertad es :lbiN l11 p n l' el exceso y la incon sistencia del orden on tológico." El kantismo de Badiou se pude discernir precisa mente en cl mod« en IIIlCél limita el alcance de la verdad: aunque la verdad es universal y ncees,lrL¡ CH ill O "ver dad de una situaci ón, no pue de no mbra r el todo de esa situac ión, sino cxistir sólo como el esfuerzo infinito, incesante , por discernir en la situación las hud Ll" del acontecimiento-ve rdad, en una homologí a exacta con el esfuerzo énco infi n ito kantiano. Cuando la ver dad pre tende aprehe nder/ nomi nJ r la mtalida d de [a situación, termi namo s en la catástr ofe del estalin ismo o en la revolución cultural maoista, co n su furia destructi va absolutamente totalita ria. A juicio de 11.1 diou, este excedente i",1011lbraNe, que forma parte de la situa ci ón pero se n-si..tl' por siem pre a Ser nombrado, qued a definido precisam ent e en cada uno d(· 1m cua tro "gen érico s" de la verdad : es la com un idad en política~ el goce sC~ \l'l ll· n rI a mor, y así sucesivam ente. Pe ro desde la perspectiva lacania na, ese n úch-u '1 ' "' se resiste a la nominación está est ructu rado en un "fantasma fun dame ntal": ( ' S ('1 n úcleo del goce, y un acto autént ico interviene efcctivam:nt~ en ese Il í~ de o . .1 modo que, ¡u ra Lacan (en términos sucintos), el act o aut en tico en su d ll~l e n ~ l: m negat iva, el acto como lo Real de un "o bjeto" que precede a s,u no mlU'l,Clf,JII, fundame ntal mente es innombrsble. Advertimo s aquí el peso cruc ial de la disrin ci ón lacania na entre el acto como objeto, como gesto negativo de discominui dad , y su nominación en un procedim ien to de ve rdad posit ivo. Po r esta razón deb em os adh er ir a la tesis lacaniana de qu e "lit verdad tiene la estruct ura de 11 11 ,1 ficción"; la ve rdad está conde nada a seguir siendo una ficción , precisamen te en cu anto lo Real innombrable no se deja ca pta r.

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32. Rl kanrismo de Badiuu puede tl mbién discernirse en ti modo en que su proYl"Ctn p" h tico queda atra pado en la paradoja kanti ana esencial del "in finito espurio" e~ n~estrn enf'>II UI' de l Ideal: llara Bad iou, la me ra iíltiTm de la actividad po lítica es la presencia sm r~! ~rc~'>ll l.l ción, es decir, una situación ya no duplicada en Sil Estado. Sin embarg o, el acto pO!II I<''' <'11 ~ I , en su esencia, está di rigido contr a el Estado; es una intervenció n en el Estado existente lI lll' SQCaYa su funciona miento, y po r lo tanto necesita la preexistencia del Estado , en el mi, m" sen tido en q ue uno necesi ta un ene migo para afirmarse luchando contra él.

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4. La subjetivización política y sus vicisitudes

BADIOU, 8 AU BAR, RA.'\' O ERE

Como lo h a subrayado a menudo Fredric j amcson, la t ríada tradicionali smomo d erni smo -posmo dernismo pro po rciona una matri z lógica qu e también puede apl icarse a un cont en ido históri co parti cular. Es tá claro que hay t res principales lecturas de N ietzsche: la tra dicional (el N ietzsche del reto rno a los valores guerreros aristocrá ticos premodernos, contra la mod erni dad judeocristiana de cadente), la moderna (el N ietzsche de la he rme né utica de la duda y el :l U[OSO !1· deo irónico), y la posmo dem a (el N ietzsche del juego de las aparienc ias y de las diferencias). ¿No pued e aplicarse [a misma perspectiva a las tr es principales posiciones filosófico-po lítica s actua les? Tenemos a los comunitarios tra dicion alistas (Taylc r y otros), a los universo/islas mode rnos (Rawls, H abe rmas), y a los "dispersionistas" pos mod ernos (Lyotard y otros). Lo que ellos com parten es un a rrducción de /0 político, algu na versión de la ética pre~/ítit,,: en un a comunidad cerra da , regida po r un conju nto tradicional de valores , no hay nin gun a )lnlítit.·¡¡ propiamente dicha; los universalistas basan la política en un procesam iento apr iorístico de la ética discursiva (o distributiva), y los dispersionistas condenan la política por un ificadora, totalitari a, violenta, etcétera, asumiendo la posición de la crítica ética que revela (o expresa) el mal () agravio ético cometido por los po líticos, pe ro sin compromet erse con un proyecto político altemativo.!

1, ¿N o es tambié n esta la versión de la tr íada laca niana ISR (lmag inario-Simhó lico-Rea])? El tradicionalismo se centra en el Dios imaginario encarn ado en el mudu de vida de la ronru-

nidad; el modernismo, en el deber universal, y el posmod ernismo, en la diseminación de In Real.

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4. La subjetivización política y sus vicisitudes

B.IDIOU, B.illBAR, RANCIERE

Como lo ha subrayado a menudo Fredric j amcson , la tr íada tradicionalismomodern ismo- posmoderni smo proporciona una matriz lógica que tambi én puc de aplicarse a un contenido histórico particular. Está claro que hay tres principales lecturas de N ietzsche: la tradi cion al (el N ietzsche del retomo a los valores guerreros aristoc ráticos premode rnos, co ntra la mod ern idad judcoc ristiana de cadente), la modern a (el N ietzsche de la herm en éutica de la duda y el au toson deo irónico), y la posmodern a (el Nie tzsch e del juego de las apariencias y de 1:15 diferencias). ¿No pued e aplicarse la misma pers pectiva a las tres principales po· siclones filosó fico -po líticas actual es? Tenemo s a los comunitarios tr adicion alistas (Taylor y otros), a los unioersalistes mod ern os (Rawls, H abermas), y a los "(Iilpersionistas" posmodernos (Lyotard y otros). Lo que ellos comparte n es una rrducxidn de 16 ¡rolífiro, alguna versión de la ética ¡mpoHfi<a: en una comunidad cemida, regi da po r un conjunto tr adicional de valores, no hay ningun a polüic» propiamente dicha; los universa listas basan la política en u n procesamiento apri orístico dc la ética discursiva (o distributi va), y los dispers íonísras condenan la po lítica po r un ificadora, totalitaria, violent a, etcéte ra, asumiendo la posición de la crítica ética que revela (o expresa) el mal o agr avio ético cometido I}ur los po líticos, pero sin comprom ete rse con un proyecto político alternat ivo. '

1. ¿No es también esta la versión de la tríada lacaniana ISR (Imagin ario-Silllooli<;o- Rcal)? El t radicio nalismo se cent ra en el Dios imagina rio encarn ado en el modo de vida de la cumunida d; el mod ern ismo, en el deber unive rsal, y el posmode mismo, en la diseminación de lu Rea l.

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JJI mlj rtil'izJldú" rubí iClt y SlIll'iáJil(Ido

~::ada una.de estas tr es posicio nes invo lucra un a paradoja prag mática (per form ariva) p:OPla. El'p~~blellla de los co m un itarios es q ue en la sociedad glo bal de hoy e~ d.l~ su poslc lOn, es falsa a priori, está signada por una escisió n entre la enunciacion y el en~ncl ado; los comunitarios no hablan desd e la posición pa rticular de una co m un idad cerrada, su posición de en unciación es ya universal (su e rro r es entonces el opuesto al de los uni versalisras, q ue ocul tan el meollo particu lar de la u~ivcrsa~idad qu e ad ucen ). El prob lema co n los universahstas co nsiste en q ue, ~u uni versalismo es siem pre demasiado estrecho, siempre se basa en una excepci ón, en un gesto de exclusión (re prime el diJfin:nd, ni siq uie ra per m ite q ue sea ,~de~uadamente form ulado), Y, finalme nte , el problema opu esto con los disp.e.rs l ~ l1ls tas_ e~ q ~l e son d e m~si a d () abarcativos. ¿cóm o se pasa desde su a firma clOn,ontol? glca de I~ ,lllultltu d a la ética (de la d iversidad, de la to le r-ancia... )?2 ~ res filoso fos políticos co ntem po rá neos fran ceses (Alain Radio u Étienne Balibar yIacques Ranciere] han form ulado una espe cie de autocrítica de esas ?"esy os lclOnes: se puede de cir q ue cada uno de ellos se concentró en la escisió n mt n nseca de la posición de la q ue se trata.

¿N o es Iladio u un com un itario an t icomunitar io ? ~No introdu ce una brecha en la idea de comunidad, entre las cOlllunida(ies po sitivas basadas e n el ordc~ del ser (Es tado- nació n, e tcéter a) y la "im pos ihle" comu nidadpor-~'emr fundada en la fidelidad al aco ntecim iento -ve rdad, co mo la comu~,dad de los creyent es en J esús o la co mu nidad revo lucio naria (o, nos sentimos te?ta dos de aña d ir, la co m unidad psieoana lítiea)? ¿No es Halibar el habcrm asian n an t ibabermasínno, en cua nto acept a la

. 1. ~ ~~'ot;lrd encon tramos la ambigüedad de lo Realla<.'aniano corno lo que se resiste a la simbolización: po r un lado, tenem os la dispersión del múltiple puro todavía no wlaliu tio/ho_ ~og~~ei lado a través de alguna fonn a del U no simbúlico; cada una de tales form as de simboh7:aclllll.es ya.c~duyente, "repr ime" el ,{ljJuf'nd ; por otro lado, lo ine fable tiene la fo rma del cruncu/injusricin ahsolutos, el Holocausto, el acontecimiento singular que IHl puede ponerse e~l, palahras.. res.JlCet(~ I~el cual ningú n trahajo de duelo strnbé lico puede procurar la reconciliaC10~ . (En te~l n os e~ cos, esta es la escisión entre lo Real como presimbólico, anterior a la Calda, "" la m~nCla de. lo múltiple, y lo Real como el punt o de absoluto singular, úmco, d:1mal lllcfable.) En el pri mer paso, la injusticia es ti liCIO tk si",boJiwcitin Jd mú/tipJt puroNI SI., excluyente po r nat ura~eza; e~ el segunllo caso, la injusticia es el punto tra um ático que, prce~~a m ente , .nopur~t ser simh...llzado, La violencia/ injusticia es entonces el acto de simbo lizacron y al rmsmn tiempo ~ o q uc.c1urte la sjlllho liz'Ki<i Il.. . La s"lud ón de esta parndoju consiste en que, entre lo Real primordial delnníhiple p uro y el universo sim!Jólku hay un lll ed i ~ d u r evanescente , el gesto de lo Real (o en lo Real)que funtia la simbolizaci ón, la apertura violenta en lo Real tic una brecha que aún no es simbólica.

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universalidad o uno el horizon te final de b p olui ca , pero sin c ll\ ba r~o ve concentr a c n la cscisién in umscca c n lo unive rsal c n sí, entr e un uu ivcrsal abstracto y un un iversal concre to (para de cirlo e n tér m inos hcg cliunos, en tre el or den univer sal co ncre tame nte estruct ur ado y 1<1 d l'11l :1I1 d:1 univer sal infinita/inco nd icio nal de igl1Jihrrtl que am en aza con socn var aquel o rd en )? ¿No es Ran ciére cl lyotardian o antilyotard iano ? Al elabo rar la brecha entre el o rden global positivo (lo q ue él llam a la politiqttelpolicr) y las ínter vencio nes políticas q ue pertur ban ese o rden y le da n la palabra ;1 Ir tort (In qu e está fuer a de lugar, aq uellos q ue no están incluidos, cuyos cn un ciados no son co m pre nsibles en el espacio go bern ante pol ítico/pol icial) . Rancie re opta por un modo político de rebelión co nt ra el o rden univ e rsal policial/polirico,

A esta triada habría que añ ad ir un cu arto no m bre, un a esp ec ie de exce pción co nst itutiva de la serie : el schm itt iano an risch uiirtiano Ern esto Laclau (q ue Irabaja con C han ml Mouffe). Laclau reconoce el status de antagonismo fundauu-utal, insupera ble, pero en lugar de fe d chizarlo en un co nfli cto bél ico heroi co, lu inscr ibe en lo Sim bólico c orn o la lógica po lítica de la luch a por la hege mo nía. ¡\ pesar de una serie de dife rencias obvi as, los ed ificios te ó r icos de Laclau y Had io u están unidos po r una ho mo lo gi a pro fund a. Centra la visió n hegel iana de lo "un ivers al co nc re to", de la reco nciliació n entre lo universal y lo pan icular (o e nt re el se r y el aco ntecim iento), que aún es claramente d iscern ible en M arx, ellos com ienzan afir man do una brech a constitutiva e irreductib le que SOC :lV:l la co ns istencia en cer rada en sí m ism a del ed ificio onto lóg ico : para L aclnu, esta brec ha, que exige una hegcmo nizació n, es la q ue existe entr e lo pa rticular y el un iversal vacío (la brecha entre la estructu ra diferencial del orden soc ial positiva - la lógica de las diffi rn urr- y el antago nismo político en se ntido propio, ( ) U(; invo lucra la lóg ica de la iquivalmcr); pa ra Bad iou, es la brec ha ent re el se r y el aco ntecimiento (entre el o rden del ser -estruc rura, estado de situación, saber- y el acontec imi ent o de la verdad, la ver dad co mo acontecim iento) , En ambos casos, el problema consiste en quebrar el campo o ntológico ccrrn .do en sí mism o como una descripción del univers o posi tivo; en ambos casos la dimen sión que soca va el cierre de la ontología tiene un carácte r éti co : concícrne al acto conti ngente de tkcisión co ntra el fondo de la mu ltiplicidad ind ecidibl e del se r; en co nsecue ncia, ambos auto res intentan co nce ptua liza r un mo do nuevo de suhj etividad, poscareesian o, qu e co rte sus vínculo s co n la o nto logía y gire en torn o a un acto contingente de decisión. Ambos auto res retornan a un form alismo protokantiano : los dos e laboran una teoría cuas i-trasce ndenta l (de la he gemo nía ideoló gica o de la verdad), destinad a a servi r co mo marco a priori de 18 5


."¡'II/vo) Ziü k las apa riciones empíricas contingentes de la hegemonía o la verdad . Pe ro en ambos casos, este carácte r formal de la teo ría está ligado, por un a especi e de cordón umbil ical recon ocido a medi as, a una const elación y una prác t ica poliricobisr óricas limi tadas (en Laclau, la estrategia posm erxisra de la m ulti tud de las luchas em ancipatorias po r el reco nocimiento, y en Badiou, la política revolucionana "margina l" cont ra el Estado, en las fábricas, en las universidades, etcéte ra). Lo mismo puede decirse de los otros dos pe nsado res. En el caso de Ranciere, su paradigma obvio es la re belión espontánea de las masas proletarias (no el mítico prole tariado marxista como sujeto de la histori a, sino los grupos reales de artesano s, obreros tex tiles, o brera s y ot ras personas comunes explo radas) qu e rechazan el marco po licial definitorio de su lugar adecuado y, en un violento gesto polí tico -poéti co, suben a la tribun a, comienzan a hablar por sí mismos. Halihar se centra más en elunive rso de "la civilidad ", incluso de la decencia: su pro blem a es cómo mantener hoy en día un espacio cívico d e diálogo e n el cual podamos expresa r nues tra dem anda de derechos human os; po r esa razón , Balibar se resiste a la retórica antiestatal de la nue va izquierda de la década de 1960 (la idea del Es. tado como un mecanismo de opresión de las in iciativas d el pueblo) y sub raya el papel del Estado como garante (posible) del espacio de la discusión cívica. T odos estos autores osci lan entre pro po ner un marco forma l neut ral que describa el funcionamiento del campo político sin ni nguna toma de partido es. pecffica, y la preemin enci a acordada a una pan icular práctica po lítica izq uierdistao Esta te nsión era ya cla ramente discernible en la obra de M ich cl Fou cault , punto de referencia de casi tod a est a co rr ien te de pen sam iento: Fouca ult presenta su conce pció n del pod er como una he rrami enta neutral que describe el mod o CO IllO funciona todo el campo de las est ruc tu ras de po der existentes y de las resistencias a el las. A Fo ucaulr le gus taba presenta rse como un positivista distanciado, libre de los mecanismos com unes que subyace n tras la act ividad de los agentes políticos apasionadamen te resistentes; por otro lado, es inevita ble la im presión de que Fou caulr es taba de algún modo apasionadame nte dellado de "los oprimido s", de los atrapado s en la maquinari a de "la vigilancia y el cas tigo" , y que apuntaba a dar les la oportunidad d e exp resarse, de "h ablar po r sí mismos"... En un nivel diferent e, ¿no en contramos la mism a tensión en Leclnu? La concepción de la hegemon ía que tiene Laclau descr ib e el mecanismo universal del "cemen to" ideológico que un ifica a todo cuer po social, esa concepción permite analizar to dos los órdenes sociop olíticos posibles, desde el fascism o hasta la democracia liberal, pero , por otro lado, Lac lau pro pugna una determin ada opción pol ítica , la "d em ocracia radical".'

3. En su crítica a Derrida, Lacla u subrayó [a brecha en tre la posición fi[mófka g lobal de

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LA m :(;EMO :-J!¡\ y sus SfNT O."'I¡\S

Procedamos cumo ve rdaderos mate rialistas, comenzando por l:l exeq wic'JIl .1 la se rie: Laclau, cuya proposición de tlue act ualme nte "el rein o de la IilOSOfí :1 llega a su fin y comienza el reino de la polüica' " recue rda la tesis de J\1:In sobre el pasaje de la in te rpretación teórica a la tr-ans formación revol ncionar¡a. AUlI " que, desde luego, e n Laclau esta tesis tiene un significado difere nte, cncoutru mos un hilo conducto r comú n: e n am bos casos se de nu ncia a cualquier enfoque teórico que intente ca pta r y re flejar adec uadam e nte "lo que es" (e n cllengua¡c de M arx, una conce pción del mundo) como algo que, sin saberlo, se basa en un acto práct ico contingente: en am bos casos la solución final de los pro blem as filosó ficos es la préct ica. Para Ma rx el pro blema filosó fico de la libert ad cncun tr aba su solució n en el esta bleci mien to revoluc ionario de una sociedad libr e, mientras qu e para Laclau el der rum be de la o nto logía ce rrada tra dici onal rcvcla que los rasgos (mal) percibidos po r nosotros como ontol égicamente positivm se b-asan en un a decisión é tico-política qu e sos tie ne la hegemonía prevaleciente. Enton ces, ¿qué es la hegem on ía? Q uiene s aún recuerdan los viejos y huellll' días del realismo socialista tienen presente el papel que desempeñaba la idea de "lo típico" en su edi ficio teórico : la lite ratu ra socia lista verdadera mente prol(resisra debía presentar héroes "típi cos" en situaci ones "típicas". Por ejem plo . Jos escritores que trazaba n un cua dro predominantemente so mbrío de la realida d soviética no eran sencillame nte acusados de mentir: se los acusaba de reflejar la realidad social de un modo distors iona do, conce nt rá ndose en fenóme nos tlue no eran "típicos", que constituían tri stes restos del pasado, en lugar de atende r .1 1m fenómenos realmente ..típicos", e n el sentido preciso de expresar la tendencia hist órica subyacente y más profu nda del progreso hacia el co munis mo . Por ~1I ­ puesto, las novelas que presentaban a un nuevo tipo de hom bre, socialista, rtm sag rado totalmente a la fel icidad del pueblo, solo reflejaban un fenómeno mino-

ese auto r (la diffirl1l1Ct:, la "dislo c ación" inevitable de [Olla identid ad, etcétera) y su 1....lh it'a de ditJl()(T(ltie ¡¡ cenir, de 3pertUfa hacia el aco ntecimien to de la orredad ir reductible. (po r qué , a partir del hecho de que la identidad es impos ible , no habría que extraer la conclusión mralita ria opu esta de que, por esa misma razón, necesitamos un poder fuerte que impida la explosión y asegure un mínimo de ord en? (Véase Er nesto Laclau, "Thc T ime is O ut of joint ", en ETlJllnciplltion(s) , Londres, Verso, 199ó .) No ob stante, ¿no se le aplica esto al propio Lacl'll1 l ¿P or qué, a par tir del concepto de un a hegemonía que involucra la br echa irred uctible entre el universal y lo particular, y por lo tanto la lmposlbilídad estructu ral de la sociedad, no dd'l" riamo s op tar por un a política tntalitaria fuer te que limite en todo lo posible los efectos de eN:! brec ha? 4. Laclau, "Thc T ime is O ut ofj oin r", JI,í g. 123.

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rirario (la mayoría de las perso nas no eran así), pero ese fenóm eno (se decía) !lOS permitía ide nt ificar las fuer zas verdaderamente progresistas qu e o pera ban en la situ ació n soc ial. Po r ridic ula que pueda parecer es ta co ncepci ón de "lo típico ", hay en ella un g rano de verdad: cada noció n ideológica aparen teme nte unive rsal está siem pre h~gcm oni za.~ a p~l r algún contenido particular que colo rea su universa lidad yexplica s~ e fi~Je nc l a. En e,1 actu al re~h azo del ~is te m a de asisten cia socialpor la nueva izq uie rda de los Estados U nid os, po r ejemplo, la ca ract er izaci ón universal del siste ma actu al de asiste nci a social co mo inefi ciente está co nta m inada po r la re present ació n más co ncre ta de la not o ria "madre soltera afroarn cr ícena", como si la asistenci a so cial, en úl tima in stancia, fuera un prog ram a para madres negras so lteras: e l caso particu lar de "la madre negra sol tera" es táci ta ment e co ncebido como "típico" de la idea universa l de la asistencia soci al, y de lo q ue hay ~ e malo en ella... Lo mismo vale respecto de lodo noci ón ideológica univers~ l: siem pre se deb e h~~;¡ ~ el co,n~eni do parti cular que explica la eficiencia especifica de una concepcron ideol ógica. En el caso de la campaña de la "ma yoría moral" co nt ra el aborto, por ejem plo, el caso "típico" es exactamente o puesto al de la m ad re negra (dese mp leada): una m uje r de car rera exitosa y sexualme nte promiscua, q ue privilegia su vida pro fesional po r sobre su "m isi ón na tural" d e ma d rc (en ~ agrante co nt ra dicc ió n co n los hechos, los cu ales nos dicen q ue la gra n mayo n a de los abortos se producen en familias de clase baja con varios hijos). Es~~ "giro" específico, el conten ido particular promu lgado co mo " típico " de la noc i ón universal, es el ele me nto de fantasía, el tra sfo nd o/soport e fantasrmírico de la ide a i (~ eo lógica universal. En los térm inos de Kant, desempeña el papel del "esq uem ati smo tra scend ental ", a l co nvertir la noció n universal vacía e n un a idea q ue se relacio na directamente con nuestra "expe rie ncia re al" y se aplica a ella. C omo tal, esa es peci ficació n fantasm ática no es de modo alg uno una ilustra ción o ejemplificació n poco im po rt ante; las bata llas ideológicas se ga nan o se pierden e n los tér minos de la deci si ón ace rca de cuá l se rá el co ntenido ('< )Ileepm al q ue va a co nt ar co mu típico . Para volver a nuestro eje mp lo del aborto: e n c u ~ nto per cibi mos como típico el caso del abo rto en la famil ia gra nde (le clase baja que no pu ede sostener económicamente la cria nza de otro hijo , la pe rspectiva cambia radica lmente ,.. s

La "madre .~ o lt C I"¡1 desempleada" es ento nces un sintbome e n el estr icto s<'l\l i do lacaniano: un mulo, un pun to en el c ual se encuent ran to das LI S linea s eh- L. argum ent ación id eológica predominante (el re to rn o a los valo res f,llllil i;ln:s, el rec ha.....o del Estado benefactor y sus gastos "des con trolados", etcé te ra). POI" l'''" razón, si "desanudamos" es te simbome queda e n sus penso la eficien cia <le todo su edificio ideoló gico. Advertimos entonces en q ué sent ido el sintbome P Sil'o ;l ll ¡1 lít ico debe o pon erse al sfntoma médico: este último es un signo de un pro n '''u más profundo q ue se prod uce e n otro nivel. Po r eje mplo, cuando dcciums 1I11l' la fieb re es un sínto ma, damos por se nta do que no bast a con cu rar el sfnt mnn, sin o q ue hay que at acar directa me nte sus causas. (O , en ciencias sociales, cu.nrdo sost e nemos que la vio lencia adolescente es un síntom a de la crisis glollal de los valo res y de la ética del tra bajo, se supone implicitamenre q ue hay q ue atacar el pro blema "e n sus ra fees", abordando de m odo dir ecto las dificultad es de la familia, el empleo , etcétera, y no lim itarse al castigo de los tra nsgresorcs .) El sin tbom c, en cam bio, no es "un m ero sínto ma", sino lo qu e ma nti en e unida ,1 "1,1 cosa en sí": si uno lo desanuda, la "cosa en sí" se desintegra. Po r esa razón , e l psicoanálisis cura rtll/vunu apuntando al simbome... Est e ejemplo aclara en qué sentido "lo univers al res ulta de una esdsil'lIl co nstitu tiva en la cual la negació n de una identidad parti cul ar tra ns for ma c"" identidad en el símbolo de la identi dad )' la plen itud co mo tal" ;(\ lo universal emerge de ntr o de lo part icular cuando algú n co nte nido parti cula r comienza ,1 fu ncionar co mo sustituto del universal ause nte, es decir que lo universal su lu o pera a t ravés de la esc isió n en lo particu lar. H ace un par de años, [a pre n..¡l ama rilla inglesa se concentró e n las mad res solteras como fuente de todos los males de la socie dad moderna, desd e la crisis presupuesta ria hasta la dclmcucncia juvenil. En ese espa cio ide oló gico , el universa l del " mal soc ial mod erno " so lo actuaba a tra vés de la brec ha de la figu ra de la "m adre soltera " en su pan lculan dad y oc upando el lugar de dicho universal. En virtu d del carácter conti ngente de este vínculo e ntre el unive rsal y e l co ntenido particular que funciona

5, J) ~ s:l c I:lcgo, sut llm ,es otro nombre de este cortocircuito ent re el u niversal y lo parric ular,. ~Oft( lCl rculto "" 11.I~ d ][] del cual un conten ido particu lar hegemoniza alnnivcrsnl: la operacron de hegcmoniza clón "sutura " el universal vacío con un contenido particular . PO f esta mzón es preciso conside rar a F. VV, Schell ing como quien dio origen a la concepción mo dern a

de la crítica de la ideolog ía: él fue el primero en elaborar el eotleeptn de unidad y/ o uuivcrsali da d " falsa". Para él, el "ma]" no reside en Ía escisión (entre eluniversal y lo part icular) l 'CIIIlH ral, sino en su un idad fulsa/distursionada, es decir, en una universalidad que en realidad privi leg ia algún cont enido part icular estrecho y quc está ind isolublemente anclada en él. Sdl <' i1i llll fue ent onces el prime ro en elaborar el pr ocedimiento elemental de la crítica de la ideología: 1' 1 gesto de discernir, por debajo de la apariencia de universalidad neut ral (por ejemplo , por dl" bajo de los "de rech os human os"), el contenido pan icular pr ivilegiado (el varón blanco de l'b w media alta) qut: "10hegemoniza ". V éase la primera parte de Slavoj Zi·/.ek, Tbr Invisible 1/1"111 //;'/ · der, Lo ndre s, Verso 1995. 6. Laclau, "The Time is Out of J oint", págs. 14- 15.

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S/Ilvoj Zii d ' co mo su sustitu to (es decir, e l hecho de qu e este vínculo sea el result ad o de una lucha política po r le hege monía), la existencia del unive rsal siempre está basada so bre un significante vacío : " La política es posib le po rq ue la imposibilidad constitutiva de la so ciedad so lo pu ede rep resentarse mediante la producción de sig nifica nt es vacíos".' Puesto que " la sociedad no existe", su unidad final so lo puede simboliza rse con un significante vacío hegem on izadn po r algú n contenido particul ar: la lucha por este co nteni do es la luch a política . En otra s palabras, la po líti ca existe po rque "la soc iedad no existe ": la política es la luch a por el co ntenido del signi ficante vacío q ue representa la im posibilidad de la sociedad. La frase trill ad a de " la po lítica del sign ificante" se justi fica e nt o nces plename nte: el o rde n de l significa nt e com o ta l es político y, a la inve rsa, no hay política fue ra de l o rden del sign ificante. El espacio de la po lít ica es la brech a entre la serie de los significant es "ordi narios" (S2) y el sign ificante amo vacío (SI). L{~ ú ni co que ha y quc añad ir a la fo rmulación de Lacla u es que su giro antihegelia no r esul ta tal vez demasiado súb ito: No abordamos aquí la "negación determinada" en el sentido hegeliano: mient ras que esta última proviene de la positlvidad aparente de lo concreto y "circula " a través de contenidos que son siempre determinados, nuestra concepción de la negatividad depende del fracaso en la constituci ón de cualquier d ete rm i n a cióll. ~ Pero, ¿y si la bendita "negació n det erminada hegeliana" apunta ra precisa men te al hecho de q ue to da formació n part icular invo lucra una br echa entre el uni versa l y lo particular (o, en térmi nos hegelianos, el hech o de q ue una formaci ón parti cular nunca coin cide co n su concepto uni versal), y de que esta brech a genera la d isolución d ialécti ca del universal ? Tome mos el ejemp lo del Estado: siempre hay un a br ech a en~e el concepto del Estad o y sus actualizaciones parti culares, sin ez:n ba~g(), lo que di ce ~ I.egel no es qu e en el curso del proce so teleoló gico de la histo r ia, q ue existe pos itivamente. dos Estados reales se van aproximando gra d ualmen te a su co ncepto hasta que po r último, en el Estado posrevo lucio na rio moderno, co incidan co ncepto y re alidad. H ege l d ice q ue la de ficiencia de los Estados positivos de existencia rea l co n respe cto a su co ncepto se basa en una deficiencia intrínseca del co ncep to m ismo del Estado; la escisión es ento nces inherente al co ncepto de Estado. E.'He co ncepto debe reform ularsc com o la escisión entre el Est ado qun totalidad racion al de las relaciones sociales y ti serie de anta gonismos irred uctibles q ue, ya en el nivel delconcepm, im piden ljue esta to talidad se

7. ibíd., pág. 44. 8. ihíd., pág. 14.

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realice plenamente: esta es 1:, escisión cntre el I':sl;l(lo y la soLÍet!:Hi civil , csdsitlll en razón de la cual la unidad de l Estado es siempre expcr imcm eda e n últ ima instanci a por los ind ivid uos CO IllO impuesta desde afuera , de modo (lIle los SU jl'to" individuales no son n unca plen am ente "ellos mismos " en el Esta do, nun ca pueden ident ificar plenam ent e la volun tad del Estad o con la suya pro pia . Una "CI más, lo que dice I Iegel al respecto no es que sea imposible un Estado q ue snrisfaga totalme nte su co nce pto: es pos ible, pero YI/ no mía un Estado. sino II na comunidad religiosa. Lo q ue hay que cambi ar es el concepto m ismo del Estado, cs decir , la no rm a co n la q ue medi mos la deficien cia de los Estados rea les. D e m odo que la luch a po r la hegem onía ideol ó gico -política es siempre 1111 ;1 lucha por la apro piació n de los ténninos "es pont áneamen te" exp erimen tad os co mo "apol íticos", co mo t érminos que trascienden los límites pol ít icos. N u puede so rpre nder q uc el nombre de la fuerza opos itora di sident e má s podero sa en los países co mu nista s de Euro pa ha ya sid o "Solidaridad": un signi ficante de la ple nitud imposible de la soc iedad, si acaso h ubo aI6'1100. T od o oc urrió co mo si, en ese par de años, lo que Ladau llam a la "lógi ca de la equ ivalencia" hubiera sido llevada hasta su extr emo: "los comun ist as en el poder " servían como la encarnació n por excele ncia de la no-s oc iedad, de la desco m posición y la co rru p· ción, y uni eron m ágicamen re a todos contra ello s, incluso a los "co munistas hunesro s" enem istados. Los nacionalistas co nse rva dores los acusa ro n de t raiciona r los in tereses polacos en be neficio del amo sov iét ico; los ind ividuos d e orientació n co me rcia l veía n e n e llos un o bstácu lo para la acti vidad ca pitalista desenfre nada; para la Iglesia Ca tó lica, los com unistas e ra n at eos inmora les; par a los campesinos, representaban la fuerza de la moderni zaci ón viol en ta que dest ruía su modo de vida; pa ra los arti stas e intelectu ales, el comunismo, en su exper ien cia cotidia na, era sinó nimo de censura o pre so ra y es tú pida; los obreros se veían no solo explotados po r la burocracia del P art ido, sino, lo q ue era incluso peo r , h um illados por las afirmacio nes de q ue tod o se hacia en beneficio d e ellos, en su nom bre; finalmen te, los viejos izq uie rdis tas desil usio nados pe rcibían el régim en como un a traició n alvverdadcm soc ialismo". La alianza palitica imposible dc to das e sras posicio nes d iverge ntes y pote ncia lmente antagónicas so lo e ra viable bajo la bandera de un sign ificante que, por así de cirlo, se mantenía en la frontcra q ue separ:.1 lo po lítico de lo prepolítico, y "so lidaridad" era el cand idato pc rfecto para ese papel: g ravitaba po líticam ente co mo des ig nación de la un idad "sim ple" y " fundame ntal" de los seres hu manos, qu e los vincula m ás allá ele to o das las dife re ncias po líticas. P ero ahora, cu ando ese m ome nto mágico de solida ridad universal ya ha pasado , en algu nos pa íses pos rsocialisras el signifi cante qu e está emergiendo p;lra desig nar lo l j Ue Laclau denomina la "pl en itu d ausente" de la socie dad es bonesridnd: este significante co nstituye el foco de la ideo logía espo nt ánea de las "pcr-

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se nas co munes" atra padas en la tur bulencia eco nó mico-soc ial ue desbarató cru~lD1ente l?s esperanzas de una nueva pleni tud de la sociedad d~s més del colap~o del socl~l.l smo, de l11od ? .q ue a los ojos de esas personas, la "vi~'a ardía" (los eX,c()mun~st::ls) y los ex disidentes c¡ ue se su ma ron a las filas del ~o~ están exxlot~nd()las mcluso más que antes , bajo la band era de la de mocrada y la hber~ J'" o~ supuesto, la batalla por la he gemon ía está ahora centrada en el come ~I d~)p:)rtlcular que le dará un giro a ese sign ificante: ¿qué significa "h()nesti~ a . a~ ~n conservador, quiere decir volver a la mor al tradicional a los valo~es rclJglO:~OS, .asl ~omo depurar el clIcr po social de los restos del vjej~ ~égi~ ~len, p~ ra ~n .ízqu icrdista, es j~sticja social y resistencia a la privatización rá iY,a; l su~~slVame~ ~e~na rmsma medid a (por ejemplo, devolverle tierr as :'a esta es ~nesta . e el p unte de vista co nservador y "desho nesta" desde el p~7t<:..de VIsta de la izq uierda. C ada posición (re)defi~e tácitament e la "ho~cst~(. a~ ,I>a ~ acomoda rla a su propia posición ideológico- política. Sin emha r1~i. seria er~on.~) sosten er qu e el con fl icm con cierne en última instancia '1 los (.lfierel.l ~cs Slgl~ ~ad~s de la pala bra "honestidad": lo que se pierde ~n esta ;'clarr IC; ;; 11 semant lC: es que cada posición afirma su hOJusridnd como'" única boI~tst~ "vrrdod~lI; la.lucha no está enrabIada entre diferentes co nten idos parnc u ares, es una lucha mherente al universal en sí.Q ~n~l~nces, (J'de q l~é mane ra un cont enido particular logra desplaza- a otro cotl.I~) sust ituto ( elulllvers:ll? La respuest a de Laclau es lex ibilidad: CI1 una sirua., eren concreta de post sociahsmo, el significant e "hones tidad " como d .' d 1 l . d d .. esrgnacro n e a p er uru aus~nte e .la sociedad será hegemoní zado por el contenido art i~~~r.~ ue haga .n~as co nVince nt emente "Iegihle" la experiencia cotidiana los l~ IVI uos panlcI!)ames,.y será más legible el significante que les 'ermita or a;1I7.ar d~ l~,~()d? ~1~ilS e;,ect lvo su experiencia vital en un relato cons¿tcnte. De:Cle . ~egf: ~ eg¡\)l hd~l d no .es un criterio neutral, sino que depende de un a luch a re ca oglca. En la Alemallla de principios de la década de 1930 des 's d I laps d I 1 b , espues e co. so . .e re ato . urgu es generali zado incapaz de explicar la crisis glo bal el annsemlUs~o ~aZ1 pudo darle a esa crisis "una legi bilidad más m nvincente,,' uc el rel~t() socialista revolucionario; este hech o fue el resultado cont ing eme d~ una s:ne de. fact~Jres sobredct cnninados. O , para decirlo de ot ro modo: la le Ti h i li~ ~;;o lI~lpl~ca un a slmpl: relación de compete nc ia ent re una lIlultitu d d: rcla m ' ~tl PCIO~es y la r~ahdad extradi~:ursiva (lucha en la que vencería el relato as a ectlad~ a la realidad), La relaci ón es circu lar y auto rr eferencial' el re lato predetermina lo que expe rimentaremos como "realidad ". .

I;i

Se

, 9....~ a9cJau desarrolla esta lógica a propdslro del concepto de unidad nacional' véase ¡!l," pags.v«. 5, • -,

Nos sentimos rentados a suge rir llHe el con ('el)lo pruJlucsto por 1.aclau dc Iil universalidad ideológica como vacía, C 0 ll1 0 el marco dentro del cunlhu-han pOI' la hegemo n ía diferentes contenidos part iculares, se piense simuluiu cnmcuu- t-un la concepción marxista clásica de la universalid ad ideo lógica ("( uno "falsa" (en cuant o privilegia un int erés part icular). Ambos modos de ver ponen cn juegu 1.1 brecha cons titut iva entre el universal y lo particular, au nque de dlstm to 1ll001o. Para L aclau, esta brecha se encuentra entre la plen itud ausente de In universa l y un contenido part icu lar contingen te que actúa COIllO sust ituto de esa plenit ud ausen te: para M arx, la brecha está dentro del cont enido (particular) del universal. es decir, entre el contenido "oficial" del universal y sus presupuestos no rC("(lIl 11 ~ cidos, qu e imp lican un conj unto de exclusione s. T omemos el ejemplo clásico de los de rechos hum anos. La lectur a sinrom al marxista puede demostr ar de mod o con vincent e el con ten ido part icular tIlle le da al concepto un giro ideológico espe cíficam ente bu rgués: "los derechos hu mano s universales son en realidad los derechos de los propietarios blancos, varones, privado s, a inte rcamb iar libremente en el mercado, explota r a los obreros y las mujeres, así como a la dominación políti ca". Por lo menos co mo te ndencia, este enfoque conside ra el giro oculto "patoló gico " como constitutivo tic 1;1 for ma misma del univer sal. Co ntra este rápido aban done de la form a universal en sí como ideológica (como un a for ma que oculta un contenido particular no reconocido), Laclau insiste en la brecha ent re la universalidad vacía y su cont enido determinado: el vínculo entre el concepto universal vacío de "derec hos humanos" y su con te nido parti cular origi nal es co ntinge nte, es decir que lus "de rec hos humanos". en cuanto fuero n formulados, comen zaron a funcionar com o un sign ificante vacío cuyo contenido concreto podía ser cuestionado y amp liado (¿y los derecho s human os de las mujeres, de los niño s, de las razas no blancas, de los crim inales, de los locos ...?). C ada uno de estos gestos suplementarios no solo opli.o el conce pto de derechos humanos a un ámbito nuev o (las mu jeres , los negros... pueden tlllllbiin vot ar. ser prop ietarios, part icipar activamen te en la vida p úb lica , etcétera). sino q ue rctro activamentc redefinr asimismo el concepto lit' derechos humanos. Reco rdemo s la esenci a del concepto marx ista de explotación: la explo ración no a parece simplement e opuesta a la justicia. M arx no dice que los obreros SOl\ explotados porque no se les paga la totalid ad del valor de su tr abajo. La tesi ~ cent ral del con cepto marxista de "plusvalía" es que rl obrero es explotado ine/uso m ondo "se le ptlgll todo"; la explotación no es enton ces lo opuesto al in tercambio "just o" de valores equ ivalent es, sino que funcio na como pu nto de excepción del int ercamb io eq uivalente: hay una mercancía (la fuerza J e trab ajo) que es cxplurada precisamente cuando "se le paga tod o su valor". (Además, no se debe I"l1l S ~l r po r alto que la prod ucción de este ~XUJO es estrictamente equiva lente a la uní-

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1.1 ,1/I ¡'jr/ il-'i~'ldlíll po/itim.1' ,1"1/1' l'iri.ritlll!r,r

versa!iztlción de la función de intercam hio¡ en cuanto se universaliza la función de intercamb io - es decir, en cuanto se convierte en el princípo estructuradar de toda vida econ ómica- surge la excepció n, puesto que en ese punto la pro pia fue rza de trabajo se convierte en una mercancía intercambiada en el mercado, En efe cto , Marx anuncia aquí el con cepto lacaniann del un iversal que envuelve en sí una excepción constitutiva,) La pre misa básica de la lectu ra sintomal es entonces que toda universalidad ideol ógica necesa riame nte da origen a un eleme nto éx-timo pa rticular, a un ele mento que - precisamenre como producto intrínseco, neces ario, del proceso designado por la universalidad _ al mismo tiempo la socava; el síntoma es un eje mplo que subvierte al universal que ejemplifica, !O La brecha entre el sig nificante vacío y la mu ltitud de contenidos particulares que, luchan do por la hegemon ía, intentan funciona r como re presentantes de esa plen itud ausente, se refleja entonces dentro de loparticular en sí, en la form a de una fisura que separa el contenido hegemónico p articular de una un iversalidad ideológica, respecto del síntoma que la socava (por ejemplo, que sepa ra el concepto burgués de "intercambio justo y equivalente" respecto del intercambio entre capital y fuerza de trabajo como el partic ular intercam bio que involucra la explotac ión precisamente en cuanto es "justo" y "equ ivalente"), Por lo tanto, no debemos cons iderar solo dos niveles, sino tres ; el ulliverstllvacío ("la justicia"), el contenido particular que hegemo niza al universal vad o C'el intercamb io justo y equiv alente "), y lo individual, el exceso sintomático que socava ese conten ido hegemónico (el intercambio de capital por fuerza de trabajo), D e inmediato se advierte en qué sentido lo ind ivid ual es la unidad dialéc tica del un iversa l y lo particular; 10 in dividua l (el exceso sintomático) da testimonio de la br echa que existe entre el uni versal y lo particular, el h ech o de que el univ ers al es siempre "falso" en su existencia concreta (hegc mo nizada por un contenido particular que invo lucra una serie de exclusiones), Consideremos esta misma cues tión desde otra perspectiva, H ace algunos años, Queneín Skínner se ñal é que una po sibl e discusión entre un liber al rradí-

¡ O, El probl em a que enco ntramos en ]ürgell H abermas es que él abando na este en foque "sintomal" del universal. Basta con recorda r su idea de la modernidad co mo un "proyecto inacabado": en el esfuerzo de Habermas tendiente a real izar los pote nciales bloqueados de la Ilustración, lo que se pierde es la comprensión pro piamcntc dialéctica del modo como lo que parecen obstáculos tmpíricos externos que impiden la penalización del proyecto de la Ilustración son en realidad inhe rentes o lo ideo mismo de ese proyecto. El paso hegeliano fun damental consiste en transponer el límite exremu y convcrnrl¿ en intern o: la Ilustración no es "un p royecto inacahado" a causa de circunstancias externas contingen tes que impid en su instrumen _ raci ón , sino que lo es "en su concep to mismo": el proyec to de la Il ustración plenamente realizado socavaría su propio concepto.

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. I cI 1I ' . lel t érmino "polü¡«," invohn-rarfu y \l1[1 I::ldi.~ l l 1I11 : 11'XI1.~ t[ .; \ 1""'I"'I",'r',' 1: ~'lJ, IIII~~i(\ ~lel liberal, la esfera de lo polilil'Cl '\ ' 1m: e S I¡{ll1 J Il' ,1[ () 1 e .1 " ., ' 1 hui

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~~cf'iéte~a: ,b as~~ ena;l~~l ~~e:~s~:17s~~!I;I~; ~~l(l)~~:~~,~IÚslal~,l,g~~;;li((';1

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. d cce en los dos es el :III~ o q~e eSla2l~~a cosa eI~ sí"~' Seeúu 1,1 . I 1 h . renta en e curazon nus mo ue , ~ tagomsmo, a uchaya ms ' 1o verdadero del concepto univer 1 t ialista un con t eruc • " . sal, y ese 1 cun, p an' 1co 1re1 ., les <, 1 ' · . la lucha es soro 1 e 1 con flicro ... entre difer entes cct urus tcnn (J 1 e le ucscu mrse; < • ..l l ' .1 "1' ladero Para el rce ción inc orrecta ue conrenroo v... ( , " .' . d 1 erróneas, su~ge , e a pe P " l j Sn consecuencia de un a confusión cprstcpacífica de la p luralidad de ógica, y rcr nu na neu, d b sos es el hecho de que la lucha po r 1,:1 mol ' if 1 , L tlue se pler e en am os cas ~ slgn I rcac 'os,(1 o1 h id ' 1 e fu ncionará com o susuel conrcru o partIcu ar qu ... heg ed n tolma , .3 <> político) no se hasa en nada : es lo Real fundnmc nluto e a un v... ., l' ' I

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t".'"I':'d~~rd:e~n

tal q ue no puede basars e a su vez en n inguna estructu ra on:o ~;I~a~raci (jI1 murNo obstante, debemos agre.gar nuevame~te quel'dP"la q eició:libera l y Ir a' fícaz. rí , cluir la lectura sinroma e a pos , xtsra sea e rcaz, nene que III . • lib al del alcance de "lo político" debe ren e-

d('exd:I',n"o,s~~:t:I~::~~c~:O~~rlác~:r

:~

ter po lítico de algo que, seglÍn propill gar ... l l l lítíco.Ja operecon mardefinición liberal del término, ?ertenece a ?ampo ~~i~nP~ela~~~'d;1 campo polítiw ¡'S xista debe dem ostrar aden~asfue esta 1~1lS;~~e~~c 10 corriente: la definici ón libe-

~:; ~~t~I;:~~~;~:;;I~~~~;;;~~ad~,:nc:~: aepofític;naturaliza un con junto de rula-

11. V éase Q ucntin Skinner, "La nguage an d Socia ' 1 C hange" , en Meoning ond Contrst: Quentin Skinner I1nd His Critia, Oxford, Poliry Prcss , 198ft

19,


r

de slIhon lill;u:i{m exclusión que en r.ealidad dependen de relacion es peIf tI C;IS de pod er , pret endiendo (lllC .SOIl rela ciones jerárquicas basadas en acrirude, p, il'Oltlgic:ls prepolíti eas, c n di ferencias de la n aturale za hum ana, en COIl Suuucs culrurules aprióricas, etcétera. d l,l1ll'S

I NI IU I IW ( :IK EL SUJET O

Illico ), )0:11 l'OIlSCl'UCllCLi, L, subje tivización designa para Hadiou el acontecímien111 dI' la verdad tille alu-e irruprivamcurc el dominio ideológico h eg em ón ico y/o

1,1r-di licio social existente (el orden del ser); para Laclau, e n cambio, el gesto de , ,,ltjctivir. ación es tablece una (nu eva) hegemon ía, y es como tal el gesto ele men1..1dI: b id eología Y EII un sentido, todo parece girar en torno a la rel ación entre el saber y la \"\'1"11:111. Pa ra Badiou, el saber es solo la captació n enciclo pédica positiva del ser

r. ('1 111111 ta l, no puede aprehende r la di mensión de la verdad como

¿<:(1I1I0 entra InslIijrtiviJad en este proceso de la universa lizació n hege m ónica? Pnra Laclau, ,el suje to es el agente que realiza la operación de begemonbar, qu e sl ~ l u ra el universal co~ un co nt enido particular. Aun qu e las concepciones del s~ll eto en Laclau )' R~dlo? parecen m uy aná logas (en am bo s casos el sujeto !lO \;S un age nte sustanc ial, smo que su rge en un acto de dec isión/elección no !l;lsado en ningún orden fáctico dado de antemano), estos pensado res es tán sin e~l,lb~rgo separados por sus diferentes posiciones respect o de la "dcscon srruc non , La e1al}(l~aci~? de Lad au es desconstructiva: po r ello , para él, la operación de hcgemonízacíón en cuyo curso emerge el sujeto es la matriz eleme ntal de la ideología; la hegemonía invo lucra una especie de cortoci rcuito estructu ral e ntr e particu lar y universal, y la fragi lidad de toda ope ración hegem ónica reside e n el ca r;í~ter en últi ma insta ncia ilusorio de ese cortocircuito ; la tarea de la teo ría ~'(J ns l~te p~:ci sament: : n "d~sco?s tmi rlo", es decir, en demostr ar (Iue toda iden ti ficaci ón heg~mo~ 'ca es mm nsccamenre inestabl e, resultado cont inge nte ~lc, lIl1a•.l u~,~ a. ~ S~nt~S1S, para L~c1all, tod a o~ración hegemónica es en última mstaucra ideol ógica". Para Badiou, en cambio, un acontecimiento-verdad no puede se r desconsrruido, convertido en efecto de una trama int rincada so brel ~cterlllinada, de indicios; en este punto Badiou in troduce tensión entre ia nec esldól~ de una sit uació n global y la e me rge ncia contingente de su verdad. Para It u,llou (en su mod o anriplar óníco, a pesar del amor que profesa a Platón), b nel'csl( b~ es ~ll1a categoría de ~a veracidad, del orden del ser, mientras que la verdad es II1tTln~e~alllentc connngenre, puede aparecer o no. De modo quc, si bien CO;~ Ir¡1 I,a po.h~,lca d~sconstruccionista y/o posm od erna de la "indecidíbíüdad '' y 1:1 apancncia , Badtou (parafraseand o un célebre comentario de Sain-j nsr sobre "~;l. felicidad co~no. factor político") qu iere (re)afin nar In verdad como 111/ filet~,. poImeo, est? ,no slgnl fi~a qu e pr etenda re tornar a la fundamentación premode m s de la pO!ltlCa en algu n orden de la verd ad neutr al y ete rn o, Para Badiou, la V('1' I~(/(~ en SI es u~ concepto teo/ógico·político: teológico, en cuanto quc la revelación religiosa constit uye el paradi gma no confesado de su con cepto del acon tecimicnto-v~rda,d;. político, pO~lJu e la verdad no es un estado que se percibe mediante una mrurcron ne ut ral, SIIl O una cuestión de com pro miso (en última instancia pe196

aconteci -

mie nto: el saber sol o conoce la ve racidad (la adec uació n), y no la verdad, que es

"subje tiva" (no en el se ntido habitual, sino vincu lada a "u na apuesta" , un a deci ~ i l 'l ll/e1 ccción que de algu na manera trasciende al sujeto, pu esto qu e el propio , ujclo no es más que la act ividad que po ne en práctica las consecuenc ias de la decisión). Sin emba rgo, ¿no es un hecho que todo cam po concre to, socialmente ope rativo, del saber presupone un aco ntecimie nto- verdad, pu esto que es cn úlrima instancia una especie de sedime ntación de ese acontecimiento, su "enrolo~i ...a ció n", de mod o que la tarea de l análisis consiste precisamente en sacar a luz el acontecimiento (la decisión éti co-política) cuya dimensión escandalosa siemprc acech a detr ás del sabe r domesticado? B Podemos ahora ver la brecha que separa a Bad iou de Laclau : p;l.ra Badi ou, el acont ecimiento es un acaece r raro y contingente dentro del orden glo bal del ser, mientras que para Laclau (dicién dolo e n los tér mino s de Badio u), cualquier orden del ser es siem pre )' en sí mismo la sedimentación de algún acontecimie nto pasado , la "normalizaci ón" de un aco ntecimie nto funda dor (por ejem plo, la Iglesia como instituci ón del orde n sedimentó a partir del acontecim iento de C risto), Todo o rde n ontológico pos it ivo se basa ya en una decisión ético- po lítica ren egada. Sin embargo, Laclau y Badíou comparten una refe re ncia ocu lta a Kan t. Es deci r qu e la cuestió n filosófica fundamental que acecha det rás de todo est o es la del formal ismo kant iano , El horizonte del conce pto ce nt ral de Laclau (la hegemon ía) es la brecha constit utiva entre lo part icular y el universal: el u niversal nunca es tá lleno; está vacío a pr iori, privado de contenido po sitivo; distintos

11, No sorpre nde que los ejemplos que ilustran del mo do más adecuado la operació n de hcgc monización cu mu tal, como la ha descripto Laclau, sean los del po pulismo derechi sta , desde el fascismo has ta el pe ronismo: el ejemplo po r excele ncia es el modo en que una actitud cons ervadora se rea propia de los te mas po pulares revolucionarios y [os inscribe en su campo. 13. Lacan intenta casi exactamente lo opuesto: en los {Iltimos años de su enseñanza se cs~ forzó desespe radamente por form ular el estar uru pr ecario de un sabe r "acéfalo", desubjerivizadu, que ya no se bas aría en un aco nreclmie urn-vcedad pre vio ; el no mb re que Lacan le da a ese sabe r es "p ulsión".

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n ml{', titlos pon icnla rcs luchan IlIlr llenar CS ;1 brecha , per n cualquier parti cular quc llegue ;1 ejercer 1;1 funó ¡'lIl hegemónica schTU irá siendo un sustitu to te mlllJf:.lrin )' {'nll lÍ ll~e tllc , p,lr;l siem pre escindido entre su contenido particular " la univcrsalida. l q uc repres en ta... ¿No encon tra mos aquí la l óg ica pa rad ójica del d~s~o nll1l0 cunstitutivamcnte ;mpos;¡'ü , sos te nido po r un a falta constitutiva (la pleniI lit I .nrscn tc de ] significante vacío), quc nun ca podrá ser re mediada por un ob je111 positi\'o? Es decir, ¿no se sostiene el t1CSL"O en la dislocación constitu tiva de lo part icular con respecto a lo uníve rsal. c.j Pero, ¿y si este deseo impo sible de renu-diarla falta. de supe ra r la dislocaci ón, no fue ra el hecho fundamental? ¿Y si, nuis alU (o nuis hien debajo) de ese deseo imposible debiéramos presu pon er, no L. plenit ud de una Fundación , sino la lucha opuesta: una ominosa voluntad actiua l / l' II;solud ón? (Fue I Iegcl qui en, a prop ósito del entendi miento, subray ó que, en JUl{ar de quejarno s por su calidad abstracta, negativa -en lugar de qu ejarnos por c1l1101lo en qu e ree mplaza la plenitud inmediata de la vida po r resecas cutegoría"i ebsrmcras- mas bien debe ríam os elogiar su pode r in finito, capaz de desgarrar en trozos lo que en la natu raleza está unido, po nie ndo como separado lo tille e n la realid ad sigue est ando junto.) El nom bre fre udiano de esta voluntad ;lcliv¡l tic disolución, ¿no es pul!irin de 111l1me? En contraste con el deseo, que lucha IlIlr recobra r el eq uilibrio imposihle entre el univ ers al y lo part icular (es de(.·ir, !lI)r un contenido panicular que llene la brecha entre él mismo y lo universal), la pulsión quiere y sos tiene act ivame nte la brecha entre el univers al )' lo part ic ular.

¿JlO R () U ~: LAS IDEAS QU E GOBIERNAN 1\"0 Il E lK lt-: N ES GO BIER:..;'A:-:?

sox

LAS IDEAS

N uest ra con clusió n es que la ideologí a go bern ante, para se r ope rativa, tiene Illle incorporar una serie de rasgos en los cuales la mayor ía explotada/dom inada pueda reconocer sus anhelos auténticos, 14 En síntesis, tod a unive rsalidad hegenusnica tiene qu e incorporar por /0 menosdos conte nidos part iculares: el cc nrenidu part icular "auténtico" y su "distorsión", generada por las relacion es de dominación y explota ción . D esde luego , la ideología fascista mani pul a el anhelo popular auténti co de una verdader a comun idad y de un a real sol ida ridad social ti"e hagan frente a la competencia y la explotación feroces; po r supuesto , disto rsiona la expresión de ese anh elo para legitimar la co ntinu aci ón de las relaciones

[4" Este punto aparece elaborado dctalladnmenrc en Étienne Halibar, ¡ .t( emime des 11I/1SSt S, l'a ns , Galilée, 199 7.

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, ,,, ü lt" lit: tIUlll in,.ci{1Il y exphuación . Pe ro p;lr:l lograr este efe cto debe incorl" 'I .lr el ;a nhelo IMlpular auténtico. De 1111 1110 tlue en la hegemonía ideológi ca no lu)' UIl contenido part icular que llene directamente el vacío del univers al, sino ' 11I{' l.l fnf!ml mism a de la univers alidad ideológi ca atestigua la lucha entre (al 11Wll"S) dlls con te nidos particulares: cl contenido popula r que expresa los an he1", secretos de la mavorfa dominada, y el contenido específico que represe nta 1m intereses de las fu~r1.as dominantes. F.II este pu nto no s sen timos ten tad os de referirnos a la distin ción freudiana r-utre el pensamiento latente del sueño y el deseo inconscien te qu e ese sueño exI" (' S,]: 11 0 son 1:1 misma cosa, pu esto quc el dese o incon sciente se articula, se iusl'd hc, mediante la reelaboración, la tra ducción de l pensamiento laten te al texto l'xpHciw del sue ño. Del mismo modo, en el "p ensamiento onírico latente" de 1.1 idcología fascista (el anhelo de una comu nidad )' una solida ridad social aut ént il';IS, etcé tera ) no hay nada fascista (reaccion a rio, etc étera); lo qu e explica el t'.1r;it'ter p ro piamente fascista de la ideología fascista es el mod o en que es te "pensamiento latent e" es transfo rmado/elaborado po r el "tra bajo del sue ño" i.tenlligico, hasta co nve rt irse en el texto ideológico explícito que continúa legiriman do las relaciones sociales de explotación y dominación. ¿No ocu rre lo mismo con el actual po pulismo de der echa? Los críticos liberales, ¿no se apresura n rk-masiado al descart ar como intrínsecamente "fundamentalistas" o " protofascisras" los valores a los qu e se remite el po pulismo? La no- ideología (lo que Fredric Iamcson llama el mom ento utó pico presente incl uso en la ídeologta más atro z) es entonces absolu ta mente in dispensabl e: en cie rro sentido, la id eología no es más qu e la forma de aparición, la dlstorsitm/ desplazamiento for mal de la no-ideología. Para volver al peor de los casos im;¡ginables, ¿no se bas ó el antisemitismo nazi e n el anhelo utó pico de una v ida comunita ria auté ntica, en el rechazo plenamente justificado de la irracionalidad de la explotaci ón capitalista, etc éte ra? U na vez más, lo que nosotros soste nem os es que resulta teórica y po líticamente e rróneo condena r el anhelo de una vida comunitari a autént ica, calificá ndolo de " proto fascisra"; es er róneo denunciarlo cnruo una "fantasía totalitaria", es erróneo bu scar "las raíces" posibles del fascismo en ese anhelo (el error corriente de la crítica liberal-in dividualista del fascismo). N osotr os decimos que el ca rácte r utóp ico no - ideológico de est e an helo debe ser plenamente afirmado . Lo q ue lo co nviert e en ideológico es su articulación , el modo e n tIlle es funcio na lizado co mo legitim ación de una concepción muy específica dc la explotación capit alista (concebida co mo resultado de la inñuen cia ju d ía, del predominio del capit al financ iero sobre el pro duct ivo, que por su par te rendcrta a una "asocia ción " armoniosa con los trabajadores ..,) y del modo de supe rada (po r supuesto , eliminand o a los judíos). Es deci r que par~ quc una ideología tenga éxito resulta eseneial la tensión 199


dmn» de su l'olllt'llidl! p.uticuhu- curre los temas y mo tivos propi os de los op riInidos, y los propios de Il lO; opreso res: las ideas {Ille gobiernan 110 son mUlcn direcramcntc las ideas <le la clase gobe rna nte. T omem os el tlue puede considerarse cj{'mplo funda mental: el cristianismo, ¿Cómo se convirtió en la ideología gohel'll;Ulle? Incorporando un a serie de te mas y aspir aciones de los oprimidos (la verdad está del lado de los sufrientes y humillados, el poder corrompe.i.) y rearricul.indolos de modo tal que se volviera n com pat ibles co n las relaciones de <10minación existentes, Lo mismo vale respecto del fascism o, La contradicción illeológic;l fund amental del fascismo se plantea en tre el organicismo y e! mccaniris mo: entre la visión estetizada corporativiste-o rgánica del cuerpo social,) la extrema tec nologí zaoón, movilización, destr ucción, aniquilaci ón {le los últimos vcstigios de LIs comunidades "orgánicas" (las famil ias, las universidades, las tr adiciones loca les de autogestión ) en el nivel de las micro práeti cas reales del cje rd do del pod er. En el fascismo , la ideología co rpora tiva organicista estetizada es entonces la fo rma misma de una movilización tecnológica sin precedentes de la socie dad, qu e dest ruye los vínculos "orgánicos" ." Esta paradoja nos permite evitar la tra mpa Iiberal -m ulriculruralista de co ndenar como prorofasci sta a cualquic r llamado a volver a los vínculos org ánicos (ét nicos, etcéte ra): lo qu e define •,1 fascismo es precisamente una combin ación específica de cor porat ivismo organicisra con un imp ulso implacable de modernización . Par a deci rlo de otro modo : en todo fascismo real siem pre enco ntramos elementos <¡lit: nos llevan a decir IJue no es un fascismo plenamente desar rollado: sie mpre su bsisten ele mentos inconsistentes de t radiciones izquierdistas o dellibe ralismo, sin embargo, esta traslación (esta distancia) respecto del fantasma del fascism o " puro" a d fascismo 1011t COIIM , En su ideologí a y en su práct ica, el fascismo no es más que un cieno principo formal de dis to rsió n de! antagonismo socia l, una ciert a lógica de su desplazamien to mediante la combinac ión y condensación de acr itudes incons isrentes.

La mism a distorsión es discerni ble en el hecho de que, en la anualidad, la única clase que en su autoperccpci ón subjet iva se con cibe explícitamente y se presenta como clase es la clase medi a, precisam en te la "no- clase": los estratos med ios de la sociedad, su pues tame nte t rabajado res e industr iosos, que no sol o se definen por su ad hesión a no rm as morales y re ligiosas firmes, sino ta m bién por un a doble oposición a ambos extre mos del espacio ~oc i a l : las opulentas cu r-

15. Es posible que es to ex prese p~r- Il t [E,atí o!lmt la fórmula del verdade ro antifascismo 'IC11Ial: l;¡ inversión de la con stelación fascista, es decir, la desacrahz ación tecnoló gica en el n ivel . le la ideol ogía, suplemen tada por mocio nes concretas, de " microl' rácti c-.Is", para sak u y furlak'(:er los vínculos Korgá nico.~w loca les.

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IUI';ll'illllCS IICS;\ITai ~.\(his, no p:ilr i {llit:~IS, Jlor 11 11 lado , y por el ()trd¡~ I: Js iumiI , s \' \os h amantes bi , (\e. gue • tos . La "clase me la b'asa su d " ' untes pobres excluido 1 contra pone e '" ' . • d L Ilk nlill;ltl e n la exclusit'ln de amhos extrem os, que, cuan o se ~. modll directo nos dan el ";m ta~()n i S lll O de clases" en su versron ~ a s pu ra. ,a IlIt'lllir'l co nstitutiva del concepto de "clase media" es ento nces la\ m p lst~da que es• .. [i d \ "1'mea e nrrecta" de arn o ' entre I i illl\Jiíeita en la conce pcto n esta mista e a di .. , dos ext re mos de las desvtaclones .. "dee iizqurer ierda" a y "dcrecha'" .• ' la "clase ", me la los ¡'S en su e xist encia real, la mentira encnrnnda, la negaclO~ del ant~~ol~ ISm()· . ~t lt:~lIl inos psicoanalítico s, la "clase media" es un fetiche, la m te rseccron ll~nposl(1 e 111' 1;1 iy.quier oa y la derecha que, al expulsar a am~ polos del anta,g{.) ~ISmO" a~ l'orpomeion es multinacion ales y los in migra ntes int rusos) a la poslclOn de c~. Irt'llltlS" antisociales que corroen el cuer po social sano~ se presen~a ;(J,m~ I~ bas~ nll mí n ne utral {le la socied ad. En otras palab ras, la clase ?led la es a orma di " d '\ hecho de que "la sociedad no existe" (L aclau): en la , I lí misma e a rencgacron e "l'L1Se media ", la sociedad sí existiría. Los izquierdistas suele~ la,mentar, qu~. a ~li ' , la lucha clases Il C'1 { Ivtsorta el ... d... . .... - esté . \)or lo general desdibujad a, despl bl azad b _, f.¡ lsificada, sobre tod o en el populismo de derecha, ,que pre tend e ~a al' ~7)ie~­ ncficio del pueblo, cua ndo en realidad delien~c los. ~ntercses de .ql1lenes ~ ., u.m. Sin e mb argo, este desplazamien to y falslficaclO,n cons tantes de lalhn ea ~l; víso r¡e (de las clases) es la "luch a de clases": una SOCIedad de .c1ases en , a ella ~ .. id l é '_ de la división en clases fuera pura y direc ta sen a una es . 1 I I percepc10n I eo og-¡.... iructura ar moniosa sin lucha . 0 , par.t decirlo en los tér mm os. (~ Lac, ~u, e anl;lgonismo de clases estaría plen;lll~cntc si~nbolizado; ya no se n a jmposible/ Real, sino un simple rasgo estructu ral diferencial.

.

1.,\ POLÍTICA Y SUS RE:-<EG ACIO N ES

Enton ces, si el concepto de hegemonía expresa la est ructura e1.e ment~.1 de~ dom inio ideológico, ¿estam os condenados a desplazarnos dentro del esp~clO de I;¡ heg em o nía, o es po sible suspende r su meCOl ~i:mo, al menos tempo ranamen: te? J ac ue s Rancíe rc sostiene que esa su bversi ón se prod~c~ realme~t~, y qu ella const ituye incluso el núcleo de la política , del aconrecrrrucnro político pro piam ente dicho. . " 16 A ' ' . , ~ _ ¿Qué es para Ranciere la po lít ica prop lamcn ~e dicha? . su JUICIO, es u ~ c_ nómcno que apareció por pr imer a vez en la an ogua Grecia, cuando los rruern

16. Ace rca de este punto me nutro en J act.¡ues Rancii:re, Lt ",ist1/ttnte, París, Ga\i1ee,

1995.

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lIrm tleI d m lfJ l (es decir, ti" pe r!<ou na" qu e no te nían ninglln lugar firm eme nte dc rcnuirnulo en el edificio social jerárquico) exigi eron qu e se los escuc hara co ntra q uienes ejercían el poder }' el co nt rol soc ial. 1:"0 solo prot estaron co nt ra Ir /01'1 (lo indeb ido, el ngrnvio, el cr ime n) qlle sufrían, sino qm: ade m ás prete ndían tille Sil voz se escucha ra, fuera reco nocida en la esfera públ ica, ,1 ig ual títu lo q ue la \'uZ de 1;, oliga rq uía }" la ari stoc racia go bernantes, Incluso más: e llos, los excl uidos, q ue no tenían ningún lugar fijado en el ed ificio soc ial, se presenta ro n ounu los representantes, los sustitutos del todo socia l, de la verdadera universalida d ("N os otros, la nada no contada en el orden , so mos el pue blo, so mos el todo, co nt ra los o tros q uc solo rep r esen ta n sus inter eses privilegiados particulurc,s''). En síntesis, el contlicro polít ico es lól tensi ón entre el cuerpo social esnucmradc e n el cual cada par te tie ne un lugar, y "la part e de ni ng una parte" que perturba ese o rden en nom bre del principio vacío de la universalidad, de lo <¡IIC Halibar denom ina igaJibmi, la igu aldad de principio de rodos los hombres en cuant o seres hablantes. D e modo qu e la políti ca pro piament e dicha siem pre involucr a una especie de co rtoci rcuito ent re el uni versal y lo panicu lar; la par adoj ól de un singnlier tcniut rsei, un sing ular que aparcce como sustituto del uni ver sa l, desestabilizando el or de n funciona l "natural" de las re lacio nes en el c llerpo socia l. Esta ide nt ificació n de la no-pa rte co n el to do, de la parte de la sociedad sin ni ngú n lugar adecu ada mente definido en su seno (o q ue se resis te ól ol'llpar el lugar subord inado que se le asign a), co n lo un iversa l, es el gesto element al de la politización, discern ible en todos los grandes aco nt ec imientos democnieicos, desde la Revolució n Francesa (en la cual le troisiéme etat se procl amó idé ntico a la nació n co mo ta l, contra la aristocraci a y el cle ro), hasta el derrumbe del llamado "socialismo rea l" en Euro pa (e n el cua l los "fOTOS" disidentes se proclamaron re presen tan tes de toda la sociedad co nt ra la uomenkíatuni del Part ido). En este pre ciso sentido, po lítica y dem ocracia so n sinónimos: la meta básica tic t i política an ndemocr árica siempre y por defini ci ón es y fue la despoli tizacion, es decir, la exige ncia incondicio nal de q ue "las COS:IS vuelvan a la normalidad", y cada individuo se dedique a su tarea... Adcnnis, como Rartciere lo demuestr a contra H abe rma s, la lucha política propiamente dicha no es un deba te racional ent re int ereses múltiples, sino que apunta a log rar que 13 propia voz sea escuchada y reco nocid a co mo la voz de un asoc iado legítimo: cuando "Ins excluidos", desde el JnIlfJS griego hasta los obreros polacos , pro te staro n co nt ra la elite f,'o bern ante (aristocracia o 110mmklottlra) , no so lo estaban e n juego sus delI1 alHbs explícitas (sahlr ios más alto s, mejores condici ones de trabajo, et cétera ), sino su derecho a ser escuchados y rec ono cidos en el de bate en pie de igt l'lldad. En Polo nia, la nomenHllt/lrn perd ió en cuant o tu vo q ue aceptar a Solidar idad como un asociado en igualdad de co ndic io nes.

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h t ls súhitó\s int rusiones de 1;, pnlíti(·a propi am ente dicha soca van el or.den llllt' i{ ,:l~~it:re [l.u n n polier, el orden social establecido e~ el que cada p~r,te ~:~: "" ,'" , de ser Po r sup uesto, Rancicre sub raya que la línea de separa.c lo n ¡e ~" '" . , . ¡ 1'1 . l ejempto en l. pulid" y la política es siem pre cuestionada y esta ( ese I l UJ<l{ a: p~)r . . .. ' l 1:1 ll" llli:ión marxista, po r "pro let ariado" pu~d~ cn.tc:ode l'SC la sllbJc~t\'lza~~~nd( ~ 1, "parte de ningu na part e" que convierte la mjusnci a qu e sufre en la prue a e. , , idad l rni . co mo el operador q ue ge nerara uni tiva de su un iver salida y, a m iSmo. tie m po , .. H I ,. ' desr-] est·¡hleei mien to de una sociedad r acional pospo lmca. A vec es e pasaje le la -oheica pro piam ente dicha a la policía co nsiste solo e n reempla:-ar el ar l defini do por el artículo ind efini do , co mo en el caso de I,as. mul titudes ~Ic " 1c m.mia Orienta l que se manife staba n en las c~l~es co ntra el re>g~men COtl,1U~IS­ 101 en los últim os días de la Repú blica Dcmocr ánca ¡\lem~na , [ rimero grita an "';-"'oso tros som os el pueblo !" ("¡ U'Í r sind das Va/k!"), rea l.lzando de tal ~lO~O el '~stn de polit iza ci ón en su forma más pu ra; ellos, la esco ria e~n t rarrevo lIc.lOna. ;i-~ excluida del todo oficial del pu eblo, sin ningún luga r proptn en ~I e~pacl~ c':,lcsti ul (o, m ás precisamente, co n los ún icos ó~los de "conrrar revo UCIOnarl~~, ' "pandilleros" () en elmejor d e los casos, "víctimas de h. pro paganda ht1rf,'1.:e~, )' pr~lellllían s: r los r epresentante s de "el puebl o" lÍe,," t2do~". ~)~o.unJ.'~~I~; las nnis tar de , el lema pas ó a se r: "[Sornes nn pueb lo! (i f~'T ~m cm o . ' ,c~m I • cual quedaba clara mente indicado el cie rre de la aute ntic a ~pcrtura p~httca 1:10me ntánc a y la rea pm piació n del ímpetu democ rát ico po r el Impulso a a r er mfi caci ón de Alemani a, que significaba pa,sar a ~onnar parte del orden po t1 ciallpnlít ico libe ral-capitalista de la Alemania Occidental. . En japón , [os intocable s forman [a cast a de .Ios bl/raRU1l/11I: los : uc ent~a~ co ntacto c on la car ne m uerta (car-niceros, cur tidores, sepultureros), a nre vih c nom inados era ("m l/cIJI1 ;1/1111lntJit·~a"). I nd ~,so aho ra: en nuest r~ presc n [l~ I ~ s­ trado", so n abiertamente despreci ados () hum s.~ los Igno ra. Las c~np~esa~ ~o es dan em pleo, los padres evitan que sus hijos o hijas se casen c~n nuem u-os.. e esa casta, pero ade más, co n el pret exto " políticam ente co rrecto de no agra\larl os,

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a pesar de to dos sus procc 17 Pod emos ver po",ué las soc iedades rribales, prees taralcs, .' ITa de loo a-~untoo _ . , . ttcamente . ua ra tomar de<:¡!iIODeS dumcnros ;lUu:n pro tooemocr:íticO'S ..-_ ace. . ..' , tes (reuniones de todos loo miembros, deliberación común, d l~u~lon )" votacton , ~tcecorneo . _ I lítica como ta l invol ucre la suroallena-

re ra) no son sin embargo J~"()(Tt1tl't1r. DO pon:¡uc a po . 1 , ' 1' 1, sociedad (no rl<'Hlue la po lítica sea la es(enl de lo e1c\'ado IlOr c n~ma de n~ antab'(lc lon { e . f ·' . . 1) 1 , ue en e'·IS nismo>sociale> concreto s, se gún el arg-lI111ento 1l1<lrXlsta cOllVen e~ () n a , ~ 1ll0, 1o.n • . . ' : reu ni,o nes tn'1 la1c ~ p repo l> ~ ., la liti''..'"'ldó n no Ilrescnta la para dOja pro planlcntc pO!ltlCa , d.del , " n' . _ ., "parte de ninguna "" rte~ q ue se defi ne co mo representante Inm e lato

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dei univen;,)1cu lllO tal.

203


1.11J"1/J1rlj¡';~Jldríll pl,lilk,¡.'1 J'l/I rk i.lilJll/rl se prefier e ig no rnr la cueslifÍn, Es dC rlfl que se alzan alglln;ls voces en Sil no m hre: l);Ista ria co n lllend o nar a Stle Sumil, recien te mente fallecida, quien, en Sil iutprcsion untc ser ie de novelas FJ río sin putnte, empleó la referencia a los bura-; l'ulJlin para exponer la fal ta de sentido de toda Ia jera rq uía japo nesa de castas; sig'llificlltivame nte, la experiencia tr aumá tica pri mordial de esta auto ra fue su comnoclón cuando, de niña , vio q ue un pariente suyo, para hon rar al emperado r, f:lsp;lh a el Inod oro q ue este hahía usado en una visita, a fin de co nservar un pequeño resto de sus excre me ntos como reliqu ia sagrada, Pero, a pesar de esto, d pu nto crucial, y la pru eba del funcio namiento prepo lítico (o más bien no-pn; Iilim) co rpo rat ivo de la soci edad japonesa, es el hecho de que los burnkumin /lO han /Jolitiuldo activamente su destino, no han co nstituido Sil posición como la del sinXlllür rwit'm e/, afinnando (lile, precisa mente co mo "la part e de ni nguna parl e", rep resentan la verdade ra universalidad de la sociedad japonesa. " 1" / Iay U/la se rie de r enegacio nes de este momento po lítico, de la lógica propiamcme dicha del co nflicto poJitico; •

La or'ltlepolítieo: los intentos "co mu nita rios" te ndientes a definir un espa_ cio tradicio nal ce rrado, hom ogéneo, v rgénícame nre es tructurado , sin ningún vacío qu e permita la em ergencia del acontecimiento- m o mento po lítico.

• La fJllropo/ít k l': el intento de despo litizar la po lítica (de traducirla a la lógica de la pol icía); se acep ta e l con flicto po lítico, pero re form uJándo lo co mo una co mpetenci a, dent ro de l espacio rep resc nracional, entre las partes/agen tes reconocidos, qu e luchm por la ocupación (tempo raria) del lugar del pode r ejeclll ivo.19

I H, La identifica ción excn:menacia de los bur¡d~lImm es crucia l: cuando Suo:- Sumii vio quo:su p'lriem c atesoraba el eXCf cmenlo del em per ador, extrajo la conclusión de que, de/ mismo 111< ..1.. , S<:f,'Ú n la tradició n de "los (los cuerpos del n:y M(del cuerpo del rey que representa a/ cu(·rp.. social como hi), los bur;¡lcumi", como excremem o (Id cuerpo social, lamb ién debían wr euilb dos y apreci ado s, En otr as palabras, Suc Sumii tomó la homología estruc tu ral entre los dos cuerpos del Cmpcrad or de un modo más literal y con más ak"2nce que el habitu al: in1;1 parte más hija (el ex(Temen to) del cuerpo del emperador debia aparecer d uplicada en '11 otro cuerl)l), el eue rJlo sublime, que represcnraba el Cuerpo de la sociedad, Su dificultad era IlH¡¡oga a la de Plu ón, quien, en d PorminiJa . cnfTemó valient emente el em b.a razoso probl _ e na del alcance pr eciso de la relación entre las formas/Ideas etemas y sus copias mater iales: M ;'l lIC objetos materi~ les son "aharcados on tológicamcn te por las Ideas ete rn as que son su~ lH l(lel/ls? ~l lay tamb ién. una id(';;) eterna de los ohje tos "bajos~ co lno el barro, la suciedad o 10'1 :X(Tcmentos?

Ju~)

19, Por Supuesto, esta p<l rapo lític,l tiene una serie de Version es sucesivas diferen les: la

-' , .: r ·, . rica):I el conflicto po lítico se nfirLól mrtflplllt twr ma rxista (o soci a rsra udto, 1 cual se despliega n .. un teatro e som >ra s en e . ma SIll reservas, pN O com o , ' , "o tra esce na" (la de los proce' , t « U)'O lugar propIO esta en ' . d ade rol " polít ica es entonces acontccmue • 'n o.). la m eta final d e ia " ver ] .. su sos ectmo mtcos , . . , I I "ad m inist rac ió n del pucb o en autoc a ncclaci ón, la transforma~lOn ( el ' ] 1 o rden de la volu ntad co' ..ón d e Iosas la "administraci as c " , en e seno (e .' ' ( l O lect iva, rac ional y perfectament e transpare nt e pa ra SI nu sm "

, , , : rodu'() ent re su form ulación clásica ~_ su expresión hob~si~~: I'rl1lClp al ruptura es la que se P ,J , 1 la alienación de los der echos indivi l bl n ática del contrato socia , , , l modern a, centrada en a pro el . 1 'o' habcrmasiana o rawlsiana es qurza e u ' d I oder soberano. .a e ca , d ¡, duales en la erucrgc ncta e p , d d aeoniza r la l" llítiea formula n o reg s ' r : .' . titud . el Intento e e'i:lnt~g ., " rimo resto f.lo<iom;o oe esta acnr uu : lnroced¡ , t ago nist a de la ILtlg~clOn no estadaras que ha ya que obe , ,ccer, de mo do quc e .procc mue n .. a" , laoolfti propia mente dicha, . '. _ lle v se convierta en a po I tea ' 1' esto que la expreslOn "econom ía • , " 10 es mas am JlgUO, pl.l , 20, .\ 1h exactamente, e maeosn . d ' trodncir la p olítica en el coraz ón .. , l ' ara el gesto opuesto e III " Md , I' l sunto carácter "apo iirico e os poluíca" tam bién a rre e csp.aOIJ P ' . lcci I esto de e enunc iar e p re. l m¡<;nJO de la e(;(mO[\II;1, '-'S 1 cctr, e g , ' I " I " L , de clases no "expresa.. aI '¡ . , 'dCfl loglt:a suprema, ". \ n" proc esos econiu nic<lS como a 1 uS,lm,1 1 , l jonllll ll/i5f!/o dI.' t Xi5tl.'ná a de esta contra gu na '-'lllltradicd{>ll económic a nh¡etl\'a, smo quo:los r é i n os de las " fórmulas de la ' , ,. ' d d ta nbién fonu u ~ rse en os erm . , " , I dicció n. Esta ;lIJlnlgue' ;1 pue e 1 1 ' d " xl es l")litico" como el IUlCIO utuversa .. . , ' '>d,mos leer el enun cia o t<. o ' d' • _ , h¡ -tivo (de mod .. que e lscer~ scm acion acamanas: 11( ' -1 " I proceso econOTnlCl' o e '" . I/ue involucra su punto, e exccpcro n, e. ' I 10< p rodu ctos artísticos o Ideológicos ' imnl I d ncíones pulit ira s ocu tas en . , ión de l . . ' de i dc l ano con la caracrcnzacton e as procerurnicnt o un p aca 1e e IX)S . aparentemente apo<' LU('()S y subiimesp ue, , e ir e a m lítico) _n la lógica del " n.. 10<lo" o , ,-os " de usucnsum de lo po me o), o segu '" " "',., económ icos COIllO IJUn lo suspc '" e, este caso "to do es po , , "n o hav da ce no sca ponucor en , _ Itl(.~) .• f muh rhlc6 nir lo político en SI de un decir, en el senll d.. de que no ay na 1 q , " " hay 1ll0<" a g uno <le or ,. slgm lica I,reclsamente Illle no d . . . " 'politicll eslá )'a pohll zado. "que to OJUl CIO SI' ,re o " , ' " mod .. un wers a unl\'nco, p ucs , , 'd ' dójica entre la versloll mas extreFredrie J,lmesol\ afirma " S:ldamente la c~mc" 'dnc;a pa~ducta humana en los ténninos de " " (1' I rl' rela Clón umvers.a e a co , f ' m.a .ld n'--oli ,cra Ismo a 10 " d' la Ulilida d) r el socialislllo marxista, co n su en aSls un model o bas ado cn la maXlm l1.acmn , e .. , . , 'ón ,le las cos~s~, pues ~lllbas . " 1 1 . lCletlad cn la ae IIl1nLstra Cl , el' la urgan¡7;lcIÓ n fi" ' I1OO1lca I c a Sf d J' , ~miento IKllítico en sentido propIO: hay IlOsicion<;'5 p,¡,an por alto la necesi dad hc a gun pens" n'u polÍfico m3fÚst:l. Desde <;'5le pun" . ro no ay un pensam e ,' . (d rece de una re flexión puhllCa auuna pr:í.etica p"hu(';;) n,au lsta, pe e1 man lsmo e que ca '. de ' l" I lIltl'J d bTJ d ues según la C<:lIlcJlIslOn lOde \'ista, la <luqa tral IClon a C<: ' - 1 - unafu en a quc a una e II ;¡ , p , , ", I' nerales prác ticamente tOllo, sa 1'0 t(moma ) pare ccr m sena ar mas a ho en clttllun co n os neo I " , . Ih Cu/tllm l Logk ofl-'lu Copitalism, Lo n( res, ) amcson , "nosotros tenelUO<; muc r 1 '" ' CIIltural dt l (llpirnJiflll o lrI:on::.l1do, lo e>cncial ( Fredr ie );¡mcson, 1'051",odI'11IlStll. ' 6' Id· . El ""..." od" 'lI f111lJ "o ti "'gIro , ._ Verso, 1992 pag, 2 , e, casI,. r - '. bl' definir COlllO opuesta la IKlSJcm n 'd ' 19' - ]) En 'ste sentido ¿no sena IlOS] e , Barcelona. P ;¡l os, " e , ' 1 " marxista solo tiene en COIllUIl_ n m, . , ( conserva. ur V'3 quc u ?'. OlliOS;l' E.I cont rargum ento sena, ta con respeclo al cnmUllllansmo ne " él lo esencial, la necesidad de una s< )ci ed~d o rgalllca arm , ú

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204 205


1.II ,ulj rtiJ'i'Ull'iri/l flrllt'tilll _~ .\'tII' l·jd.l'i/lldr,f

L a cuarta forma, la versión más astu ta y radical de la renegació n (no mencion ada por Rancierc) es lo (jue me siento tentado de denominar 111_ trnpo/ítico: el intento de despolitiza r el con flicto , llevándolo a un extre mo po r medio de la militarizació n di recta de la política, reformu lándolo como /0 ?;tlelT fI e nt re "nosotros" y "e llos", nuestro "enemigo ", sin ning una base común para el conflicto simból ico; es pro fundamente sintomático que, e n lugar de lucht/ de clases, la derecha radical hable de g llen-n de eleses (o de los sexos)."

Estos cuatro casos t ien en en común el intento de do mestic ar la dimensión propi amente traumát ica de 10 político: algo surgi ó en la anti gua Grecia y to mó su ~n mbrc del ,Im l o! qu e exigía sus derechos, pero, desde el principio mis mo (es decir, desde la R~ptíblicl1 de Platón) hasta la reciente reactivación de la "filosofía política " liberal, la "fi losofía po lítica" intentó suspe nder el potencial dcsesrabilizado r de lo po lítico, re nega r lo, regu larlo, o ambas cosas, de un modo u otro: ~ esde el pri ncipio se trató de pron>ear el retomo al cuerpo social prepol ínco, fi jand o las reg las de la competencia política, etcé te ra, etc étera." D e mod o que la filosofía política, en sus diferentes forma s, es una especie dc "mecanismo de de fe nsa",~' quizá su tipo logía pod ría establecerse con refere ncia

vez, .que esta omi.sión .tle la d imensión propiamente po lítica tuvo consecuencias polincas muy pre cisas para la his toria del mm'lIniem o co munista. Fenómenos tales co mo el (Stalinismo 'no indican precisam en te un violen te retorno tic la dimens ión polílica rep rimida? 'e 2 1. La indicació n més clara de esta ren egación sc hmirtiana de lo polí tico es la pruuacía de la política extern a (las relaciones entre Estados soberanos) po r sob re la pnlíl i{;a interna (los antago nismos sociales interior es ), primad a en la cual Schmitt insiste: la relaciÓn con IIn 01 .... exte~o .co.mo Me! enemigo", ¿no (S un ruedo de renegar la lucha i'ltmlll que atra viesa el cue rpo 5OCJaI! En contraste con Schmiu, una pos ición izquie rdis ta suhrayana b primad a incondicional del an tago nismo intrínseco cornil constitutivo de lo político. !! , El marco meta f" ric" que utilizamos ll:lra explicar el pro ceso J>" lili(."{) no es nunca inoce nte y neutral: ~eslJ uem a l iza el sign ificado concreto de la políti ca. La ultr apoli tica recurre al I1\vdeln de la (IJnjiYmtl¡drill ¡'ilim: la po lítica es cun cehid a co mo una forma de guerra soci al, como la relació n con "ello", con un enemigo. La arqucpolítica prefiere remitirse al llllKleltl 1//i _ diCIJ: la sociedad es UlI cuerpo co rpora tivo, un o rganismo, las divisiones sociales son como enfenncdndes de ese organismo : aquello con lo que debemos luchar, n uestro enemigo, es un intr uso canceroso, una peste, un par ásito extraño que h ay que ext cr tninnr p'lra restablece r la salud del cueq Kl soci al. La pampolítira u tiliza el mod elo de la competencia I/gol/isllI con algunas reglas aceptadas en com ún , como un enc uent r o deportivo. La me rapolftic a se bas,! en el modelo del proc edimiento illsll"lIl11e!ltlll cient ífico -tecnológico , mient ras qu e la pnspuliticn involucra elmodelo de la IIC/I,0dlld óll come rcial y la tmmacci ón estrat égica. M

20 6

,1 !:l s dist in tas m mLtlit!;llles de 1.1 defensa contra a l ~ l lt lil experien cia tr;l\llldl inl ,

los tér minos del psicoau.i lisis. Sin cm" ,lrg-o, pOll rí~l p;lI·l'l'er 11\1C el pSir Oill1<Í lisis, e! en foque psil'Oil1l illítico de 1;1 po lítica, involucra mmlrién L1 n-ducción dl' la dime nsión propiamente política: cuando uno e nfoca L. polu ica ;1 través de l.r red p sicoannlüica. por lo ge neral se ce nt ra en 1.1 clnboració n frcudiaua del cun ccpro de "masa" a propó sito (le! ejército )' la Iglesia. Y este enfoque lu rel'e [ustifica r una cr ít ica: el ejército )' la Iglesia, ¿no son precisa mente ejemp los tic b I'ellrgnciól1 de la dimensión pro piamente política, es decir, las dos forma s tic 0 1'· ganizaci ón social en las cuales la lógica de la delibera ció n y la decisiún cole rfivas acerca de los asuntos públicos, que definen el espacio po lítico, ha sido rccmplazada por una cade na de mandos clara me nte jer árqu ica? ¿I\'o es esta 1111,1 prueba nega tiva de que el psicoan álisis no puede defin ir el espacio pro piame nte po/ftico, ya que la única forma de "sociabilida d" que es capaz de ar ticu lar es la distorsión/confusió n to talitari a de lo político? H ann ah Ar endt parece apunta r en esta dirección al po ne r énfasis en t i di, tinción ent re el pod er po lítico y el mero ejercicio de la violencia (social): las o rganízaciones regidas por un a auto ridad directa no política (por una cadena de mandos que no se basa políticamente en la autoridad: el ejército, la Iglesia. la escuela] son ejemplos de viole ncia (Gnr a/t), y no de poder político en el senti do estricto del tér min o , En este punto , sin e mba rgo , sería fecu ndo introducir 1<1 distinc ión ent re la ley simbó lica pú blica y su suplemento obsceno." el co nce pto del obsceno doble-suplem en to superyoico del poder implica que 1/0 hay pOt/rr sin c íelencia, El poder debe basa rse siem pre en una mancha oscura de viole ncia, el espacio político no es nunca "puro", sino que siempre involucra algún tipo tic apoyo en la viole ncia " prepolírica". D esde luego, e nt re el poder po lítico y 1,1 viole ncia prepo lírica existe una relación de implicación mutua: no solo la viole ncia es el suple me nto necesar io de! pod er , sino qu e el pod er (po lítico) en sí csd desde siem pre en las ralee s de cualquier rel ació n de violencia aparenteme nt e no-p olí tica. La violencia aceptada y la relación direct a de subordincíón en el ejército, la Iglesia, la familia, y ot ras formas sociales no -po lítica s, son e n sí mismas la reificación de una ciert a luch a y decisión ético-po/ftico: el análisis crítico debería discernir los procesos po/iticos oculto s que sostie nen tod as esas rela ciones no-políticas o pr epol it icas. En lo soci edad h umana, lo político es e! princi pio estructu ta clor englobante, de modo qu e toda neutralizació n de algún contenido parcial como no- político es Ull gesto político po r excelencia.

t-u

23. V éase el capitulo 2 de Slavoj Z¡¡;.ck, T hc Plague af Plln/llúe)', L ondres, Verso, 19')7.

207


,\ 1/1l'lJj '/Jtrl: L o s (.\ lALos) l,;SOS DE LA APARIE," \CH.

democ rat ica": el tul<llil;lrisll\o sería 1111" perversión intrin-cca de t, I ('l~i (';l d"lIlo

Ellt~e ~stas cuatro renegaciones del momcnrn político propi am ente dicho el caso mas m te~csa n te y p(~líti ~a lllcn te pe rt inente es el de la meta políti ca, en' la cual (para de"clr!o en} os t em unos de la matri z lacaniana de los cuatro discursos) ~l lu~~ ~e1 ag~nt~ e~ ocu pado ~r. ti MIJer. Marx presentó su posición como maten a.bsn~o Clffltíjiro : la metapclr nca es una política (lile se legitima con una refe~encla dlrc~ta al status científico de su sahe r (un saber que le permite diferenclars~ de qUlCll: S están illln~r.~os en ilusion es político . ideológic¡s, y asimismo le pe rmite al. Partld~l I~asar su IIltervenci()1l histú riC'd en el conocimiento (le los procesos soclOecon ~m l(:os reales). Est e saber- (en el marxismo, sobre la sociedad ~e, dases y las rel acion es de producci ón) suspende la opos ici ón clásica entre el ? el SoJl~, el ser y el, deb~r, e nt re lo que es y el ide al ético: e! ideal ético que pe r~.h: el slIJ,eto revul ucionarin se basa directa mente e n (o coincide con) el cono.cln~l en t~ Científic o "obj et ivo", "des in teresado" , de los procesos sociales, Esta . com 1I Icidcn . . o s 1abre un espacio para la violencia to talita ria , I' U....." O que h.ace po sr, __ . ) e egnunar os actos que viola n las normas más elementales de 1, d di . ... ecencra enC'J., preten iendo lIue se basan e n (la com prensión de) la nec esidad histórica (la ma tanza en m usa de los miem bro , de la "clase burguesa" se just ifica e l l. " '" 'fi " . . ..... In d COlnp~~~~: on clen~I, ~ ca ~e q ue e~,,1 clase Yll está .en sí misma "condenada a dcsaparccer , ya ha dc:~c lTlpe~ado su papel progrcsisra", e tcéter a), Es.t~ es ,la,dlfe re?cla e_n~re la dimensión dest ructiva (incluso asesin a) de la ~dhe~lOn estricta al Ideal enco , y el to talita rismo mode rno: el terrorismo (le los Jll~bl~OS C ? la Re~olución Francesa se basaba e n su esuicta adhesión al ideal de la"e~'Jltbert~, en cl lll te~ to. de r~alizar ese ideal directamente, de imponerl o ;1 la re:I.1J dad: .1 ero esta .colllcl<lenCla del más puro idealismo con la violencia más dcs tru cr ivn, ya. ana lizada por H cgel en el célebre ca pít ulo de su Pell o1llell% g ÚJ 110 puede exph~a r al tota l ~ ta~ismo del siglo XX. En los jacobinos no encon tra~ mas la .r ~fere?:'a al C(~Jl(~I.lllento "científico" ob jetivo/neutral de la historia coll~o.leg:¡t1maCIOn ~d eJ~rclclo del pod er incon dicion al. Solo el revolucionario le?llllsta, y no el jacobino, oc upa la po sición propiamen te pe rversa de puro mstrumcnro de la necesidad histórica re velada por el conocimien to cienufí co 14 , E~ este pu nto, ~nc.i ere sigile la idea (le Claude Lcfor r en enan te a que 'el espacio para el totalIta tls lllo (comunis ra) fue abierto por la propia "invención

t:

24. f.m:idc mall1l t:nt t:, esm versión de "la liherta,l como necesid ad r onc chich¡" aunque p

cnirica." Prillle ro tenemo s lnlóg¡cn del ,11 110 tradicionnl, 1)lIe b'l" . Sil ,llltorid,ul en algunu mvón trasc ende nte (el derecho divino , e tcétera); lo qlle dl'Spllés " l' vue lve visible cun la "invención dcmocniucn" es [a brcd lll que separ,lll la per so IIl1 pos itiva del amo respect o del lugar (lile ucu pa e n la red simbólica. 1.;. nwcn ciún dem oc rá tica po stula qu e el lugar del poder estuvo ori gi nalmen te l '/I d o, )' Iuc oc up ado solo de modo te mporal y con ting ente po r dife re ntes sujct ns. F n ot ras palabras, se vuelve evide nte que (para cita r a M arx) el pue blo no t rata a ;¡I· guien como rey po rque sea rey en sí mismo, sino qu e es un rey f!01"fj l/l' } rn ((11111 l o el pueblo lo tra ta como tal. El totalitarismo toma en cuenta esta ru p' llrll rculi za rla por la invenc ión democrática: el amo totalita rio ace pta plen ame nte hl lógica de "Yo soy un amo solo en cua nto me trata n co mo tal", Su posición 110 in volu cr a ninguna referencia a algú n funda mento trasce ndenta l; por el con rra. rio, él le di ce enfáticame nte a sus seguidores: " Por mí mismo, no sor nada : tOt!;l mi fuerza der iva de uste des; no soy más qu e la encarn aci ón de los an helos lld s pr ofundo s de us ted es; si perd ier a mis raíces e n ustedes, estoy yo mismo perdído " ,", T oda su legitim idad deriva de esta po sición de puro servidor de pucbk » cuando más aminora e ins rrumc n raliza "modestame nte" su pro pio papel , cuan ro más é nfasis pone e n que no hace más que expresar y realizar los anhelos (Id pueblo, qu e son el verdadero amo , más intocable y to dopode roso se vuelve, pu esto que cualquier ataque a él re presenta un ataq ue al propio pue blo, ;1 slls an helos más íntimos... "El pueblo" queda e ntonces escind ido en individuos rcules (proclives a traicio nar y a tod o tipo de debilidades huma nas) y el puehlo ,' 11c u nado por el amo , Estas tres lógicas (la de! am o tradicio nal, la de 1.1 lucha democ rát ica regu lada por el lugar vado de po de r, y la del amo to tlllit ar iu) co ncuerd an con los tr es modo s de rcnegación de la. poheice conceprualizado-, po r Rancierc. el amo tradicio nal funci ona dentro del espacio de la arqucpollrica ; la dem oc racia involucra la para pol ñica , es ded r, la domesticación de ti po Hti c a propiamente d icha en una lucha regu lada (las reglas de las ele ccion es )' la de mocracia re prese ntativa, e tcéte ra); el amo tota lita rio solo es posib le de nt ru de l espacio de la me rapol ítica. Qui zá lo qu e distingue alamo com unista de l amo fascista sea el hecho d(' qu e (a pesar de todo el palabre r¡o sobre la ciencia social, etcéte ra) la légi cn lll ¡í ~ pro funda del fascismo no es met apolítica sino ultre polüice el amo fascista es un gu erre ro en la po lítica, El esta linismo en su fonna "más pura" (el período de la.. g randes pur br-as a fines de la década de 1930) es un fen ómeno mucho más p,\t,¡-

_

~;~ hegeliana, O:~ todt.llo <.:ün t:a rin de la identificaci611 o:~pccIlL1tiva hegeliana de 1:1 vo:rdadcr~ rl~_ . crta d con la ncce:slllad, I.a libertad hegeliana no es el al'lo de asumir liúre mcnte el r al de ' cf IIlstru menlo de una necesIdad preeslablcr ida,

25, Véase Cla ude I.cfo rt, L 'i n f!( n/Ílm Jimorrl1tiq/lt, París, Faprd, 19111. [Ed, casI.; /'" ¡". t'nUio" dtmorriÍtir. , Buen os Aires , ."-b nanrial, 1990,J

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S/IIt'Oj X/trI:

d ójico tlue el descri to por los relatos t rotskistas (,;01110 una traición a la revolución auténtica por part e de la nueva nomwklotura ; el es talinismo fue más bi en un punto de negat ividad radical (aurorrefercncial) que funcionó como tina especie de med iador evanescent e entre la fase revolucion aria "auté ntic a" de fines de la década de 19 10 y princip ios de la década de 1920, y por otro lado la esta bilización de la mmunJ:/otllra como una nueva clase después (le la m uerte de Stalin . Lo que cara cterizó ese momento est alinista, ese efectivo " punto de locura (revolucionaria)", fue la tensió n in trínseca entre la nueva 1101fl1:nk/" tIl1"l1 y el líder impu lsado a reiteradas purgas "i rracion ales", destinadas a impedir qu e la nomenH atllnt se esrahilizara como un a llueva clase: el cír culo del te rror que se autorrefo rzaba e nvolvía potencialme nte a tod os, y no solo a la to ta lidad (le la po blación común, sino tam bién al nivel más alto de nommklamm: con la excepció n del U no, el propio Stalin, tod os estaban baje la amenaza pe rmanente de liquidación . Por lo tanto, nos vemos llevados a creer qu e Stalin en realidad perdió su lucha contra la nomenklatura (y cn consecuencia la mayor par te de su pode r real) a fines de la décad a de 1930, con el final de las "grand es purgas". (Paradójicame nte, ese momento coincidió con la rid ícula intensificación de la adulación p ública a la figura de Stalin, co n su celebraci ón co mo el mayor genio de la huma nid ad , etcétera; se dirí a qu e la pérdida d el pod er re al se vio de algún modo compe nsada po r la gana ncia en poder sim bólico.) Lo que la nomenldamm le ofreció a Stalin era un rol compara ble al del monar ca constitucional que sanciona las normas, pero carece de un pod er ejec utivo real (o, por lo men os, t iene que comparti rlo con sus igu ales, los miem bros del círculo superior); desde luego, Stalin no podía resign arse a ese ro l sim bólic o, r Sil actividad después de la Segunda Gu er ra Mu ndial (la den un cia del comp lot de los médicos judíos, la purga antisemi ta plaruficade, etc éte ra) permite adve rtir UIl esfuer zo tendiente .1 recupe rar el pode r real, un es fue rzo que en última inst ancia resul ni frust rado. En los último s años de su vida, frente a la resisten cia de un a nommklatura en crecimiento, Stalin quedó cada vez más aislado corno un loco pa ranoico cuyas palabras ya no te nían una eficiencia pcrfo rmativa direc ta. Lo que él decía (p or ejemplo, sus acusaciones de traició n a los miembros supe rio res de la r unnmkla/11m) ya no co nstitu ía "una base para la acción" . En el últi mo congreso del Par tido Com unista :11 q uc asistió Sta lin (en 1952), él acusó en su in tervenci ón a Moloto v y Kagancvich de ser traidores y espí as ing leses; d espu és de l discurso de Stalin, .\ l ulotov su bió sencillame nte a la mbun a y dijo que el cama rada Stalin se equivocaba, pu esto qu e él y Ka ga no vich siem pre habían sido y seguían sien do [menos bo lcheviques. Par a sor presa de los delegados p resen tes del Par t ido, no SI/cedió »uuln , los dos homhres acusados conse rvaro n sus altos puestos, algo impe nsable un par de años am es.

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También ron respen o .11 c'lI11hiu so<:ial real, u "outc en hl SIlSLIlUÜ de'l socia l", \;¡ ver dadera f(~\'o' l.lci{1ll. 110 fue \;¡ Revoh,('i¡'¡,,{,de O ctubre, sin" ."; co ler l iviz,lciún de fines de b décud» dc 1920. 1.:1 Revolución de {Jctubrc ,k·lo ln l;lela la sust.md .{del cuerpo social (1:J. red int rincada de relaciones f,ll ll ili ;H CS >' de olm tilxl); e n este sentido, fue similar a la rC\lo\uei,ln. f,ISCis1;l , q uc s~ limill·' ,\ im pone r un a nueva forma de poder ejecutivo a la red existente de rcla c~01u: s so ciulcs (o que lo hizo precisamente per« conservar esa red). I~or esa ""?"' I:{ IT volució» fascista fue {1I1 falso aco nte cim iento, un a re volución - la ap,m ellCl;\ ¡!l. UIl cambio radica l- dest in'ld a a quc mula cambiara realmente, de modu quc LIs L.OS'IS (es deci r, las fundamentales relacion es L"lp italist;\s de producción) siguieran siendo las mismas en lo esencial. Solo la colecti vización for zada de fines d l' la década del 20 subvirtió y desrnernb rú co mp letamen te la "s ustancia SOCi;ll" (1,\ red heredada de relacio nes), perturbando y realizando una incisión pro funda eu el tejido social Fundam ental." . ' . Pero volvamos al énfasis básico de Ran cie re e n la ambig üedad radic al de LJ co nce pción marxista de la b rech a entre la demo;:ra.cia formal (de~~chos h U~l1 ,l ' nos , libertad política, e tcéte ra) y la realidad econ onuca de explotación y (IOllllll;lci ón . Esta brecha entre la apariencia de igu aldad)' libe rtad, y, por otro I.ltlo, 10\ re alidad social de las dife rencias económicas, cultura les y de otro tipo, p uede inte rpretarse del modo "sin tomático" cor riente (los dere~hos universalcs~ ~,\ igunldad, la liber tad y la democracia son sencillame nte una to: ma de exprestun l~ ~·n·­ saria pero ilusoria de su contenido social concreto, el Ul1lV~rso de exrl(lt a~·~oll. >' dominación de clases), o e n el sentido mucho más subversivo de una tensmn ('11 la cual la apariencia de igaHkni, precisame nte, 110 es una "mera apariencia", sinn que tie ne u n a efectividad p ro pia >' puede poner en mar cha el proceso de I ;{ re nrticulaci ón de las relaciones sociocconómicas reales, mediante su progresiva " po liriznción ". (¿Por qué no debc rfan votar las m ujeres? ¿Por qué las collllieiol~cs dt· t rabajo no habrían de ser una preoc upación polí tica? E.tcéte ra, dc~~era .) 1'.11 .c~. te punto nos sentimos tentados de emp lear una antigu a expresmn de l . évi-

U I C1'Jtl l

26. Por otro lado, la difer encia ent re el capitalismo y el comu ni, mo consiste en ' Iue n l l' ultimo es perc ibitlo como una idea cura realización fraca só. mient ras que el capitllis11lu se urigin'" y funciuna MC$pomá nu mentc": no hay ningún " ;\h nificsto ú pit:Jl b~a M. E,~ d .ca...., .1..1 comunismo I)(xlemos ento nces jugar a encontra r e11:t1lpable, acusar al Parridc, a Stahn, ~ I . ~· nin en última insta ncia al pro pio Marx, por los millones de milen os que fuero n su "saen lirl" r it ual", mientras que en el capitalismo la culpa o respo nsabilidad no se le puede atri buir ,111 ;1' die : las cosas suced ieron sencillamente de ese modo; sin embargo, el capitalismo no ha sido m en("" deslrUctivo en té rminos tic ens(os hum anos y ambientales, de culturas abo ríge nc ~ .1...

truitlas, et.xtera.

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Stra uss, "eficacia simbólica": la apa riencia de égaJiberti es una ficció n simbólica que, co mo tal, posee un a eficacia real pro pia. H ay que resistir a la tent ació n realmente cínica de co nsiderar la sol o un a ilusión que oculta una rea lidad distinta. En este pu nto es esencial la distinció n entr e 13 apariencia y el co nce pto posmoderno JeI simulacro co mo algo q ue no es )'3 claramente distingu ible de lo ReaF ' La política co mo el do m inio de la aparienci a (opuesta a la realidad de las distin cio nes de clase y de otro tipo , es decir, de la soc iedad co mo cuerpo soci al articulado) no tiene nada en co mú n co n la idea po smodema de q uc estamos en trando en la er a de los sim ulacros universalizados, en la cual la realidad en sí va volviéndose in disti nguible de su dohlc simula do. El anhelo nost álgico de la expe riencia auténtica de esta r perdido en el d iluvio de los sim u la~ ros (~etel,..1:a hle en Virilio), así co mo la afirmació n posmod em a del M undo Feliz de simulac ros unive rsalizados co mo sig no de q ue finalmente es tamos desem barazándo nos de la o bsesión metafísica po r el ser aut éntico (posició n detectable e n Vani mo), pasan po r alto la dist inción en tr e e! simulacro y la aparienci a; lo q ue se pierde en la actu al "plaga de sim ulaciones" no es lo Real firme, verdade ro, no-simulado , sino l« apariencia en sí. Para decirlo en té rm inos lacanianos: el sim ulacr o es ima ginario (un a ilusión ) , mie nt ras que la apar iencia es sim bóli ca (una ficción) ; cuando la dimensió n espec ífica de ti apariencia simbó lica co mie nza a des integra rse, lo I magin ario y [o Real se vuelven cada vez más ind istingu ibles. La cla ve del actu al universo de sim ulacros, en el cual lo Real es cada vez me nos difer enciable de su sim ulación imaginaria, reside e n el re pliegue de la "e ficacia simbólica". En términos socic polfticos, este ám bito de la aparie ncia (de la ficció n simbólica) no es otro q ue el de la polít ica co mo distinto del cuerpo social subd ividido en part e s. Ha y "apar iencia " cuando una parte no incluida en el todo del cuerpo social (o inclui da/excluida de un modo co nt ra el cual protesta) simboliza su situ ació n co mo un ag ravio, sosteniendo co ntra las ot ras partes q ue ella represen ta la un iversalidad de la igtl! ;bmi. Esta rnos aquí ante una apariencía que contrasta co n la "realidad" del cuerpo social estructurado. El viejo lem a conserva do r de "cuidar las apa riencias" recibe en la actua lidad un nuevo giro: ya no re present a la "sab id uría" segú n la cual es m ejo r no perturbar dema siado las reglas de la etiqueta soci al, pues la co nsec uenci a puede se r el caos. H oy en dí.a, el esfuerz o de "cuidar las apariencias" apunta más bie n a mante ner el esp acio propiamente po lít ico contra la em bestida del Cllerpo soci al pos modcrno o mn ímodo, con su multitu d de identidades particulares."

1':.-'> uuuluén así l 'OlII O ]¡;IYtille leer 1;, t'ddll"l' m.irima dc I h'gd fO l"llllll.ub t-u su F t' lIImlI'1Jf1l ofl,Íi/ ; " l.o suprascnsiblc es la ,lp,lriciú n i-omo apa riencia". Un nll' o pregunta C{1II10 es el rostro de Dius , r un sace rdo te le 1101 ln resp uesta wuuuu'n 1;11 de (Iue siempre tille encuentre tlll rostro lnnnanu qu e ir radie he lle\'olt'lHÜ )' bondad, pc rrcn ccie nte a cualqu ier persona, tend rá una vislumbre dd ros tro de D ius... La verdad de este lu ga r co mú n scnumenral es tlue lo sup rasenvihle (t'! ro str o de D ios) se vuelve disce rnible como una apariencia mo tuent dnca, fl1l(.II, como el ges to de un rostro terrenal. Lo q ue falta en la lógica del siml1 hllTlI t"\ e.~tn dimensión de la apari encia q ue rransusranciali za un fragmento de re'llil!;ll l r lo convierte en algo q ue, durant e algunos insta ntes, irrad ia la eternidad ' lIJ1nl se nsible: en el simu lacro , indistinguib le de lo Re31, todo está allí , y ni en élni ,l tra vés de é l "aparece" efectivamente ninguna otra dim ensió n t rascenden te. I '~ , ta mos de nuevo en la pro blem át ica kantiana de lo sublime: segú n la c élebre in re rprctación q ue realizó Kant de! ent usiasmo suscitado po r la Revolución FI';l1I cesa entre el p úblico ilustrado de E uro pa, los aco nt ecim ientos revolm-iuuurinv funcion aron como un signo a través del cual uparecia la dim ensión de LI lilu-n.ul n-ansfcnoméni ca, J.¡ dimensi ón de u na sociedad libr e. L a apa riencia no {'S 1' 11 tonces sencillamente el dom inio de los fenó menos, sino tam bién el de l',m " momentos mág icos" en lo s cuales erra dimen sión, la dimensión llOIl 111l'l1 ;11, momennineam en te "a par ece" en (br illa a través de) algún fenómeno conungcu te/ e mpír ico. Volvamos a H egel : "Lo su pra sensiblc es la aparición co mo apar ien cia" no sign ifica sen cillam en te q ue lo suprasensible no es una entidad positiva q ue e'ih: más nlM de los fenó me nos, sino el pod e r intrínseco de la nega tividad ti" e h;I\"(' de la apa riencia " una mera aparie ncia", es decir, algo q ue no es e n sí misuu¡ pll'· name nte re al, sino q ue está co nde nado a perecer en el proces o de la a u tos ll p~r;, ci ón . Esa máx ima significa también q ue lo suprasensible sol o es efectivo W 111" apa rien cia redoblada, au rorreflejada, autorreferencial: lo suprascnsiblc curra l' ll la existe ncia con la apariencia de otra dime nsió n q ue interrumpe el orden mum al r corriente de las apariencias co mo fenóm enos. Este es también el pro blema co n el cibc respacio y la realidad virtua lr la rca lid ad vir tu al 110 amcnnza a "la realidad", qu e está disuelta en la multiplicidad ehsus simulacros, sino, po r el contra rio, a Irt tlpanendn. De modo que, para contra rr estar el m iedo co r riente a que la realidad virtual del ciberespacio socave la

27, Véase Ranciere , La mésentente, p,íb'S' 144- 146. 28, Esta distinción crucial entre el simulacro (que se superpone enn lo Real) y la apariencia es fáci lmente discernible en el dominio de la sexualidad, como la distinc ión entre la perno-

la seducción: Li pornografía "lo mue stra todo", es "sexo real", y po r esa mismu nl"'," produ ce un mcro simulacrode sexualidad, mientras que elproceso de seducción C" IlSiSI" \'11 terarncnte en el juego de apariencias, insinuaciones y prom esóls, y de tal modo evoca d clu,i vo dominio de la Cosa sublime suprasensible.

I II

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¡::r~fí~ y


,",'llIvu) Ziir/.: realidad, no basta con insistir en la distinción entr e la realidad y lo Real (sosteniend o que la realidad virtual puede generar "una sen sación de rea lidad" pero no lo Real imposible); también se debe intro ducir una distinción, correlativa a la que existe ent re la realidad y lo Real, en el seno del orden mismo de la aparien cia: la distinción entre la realidad fenom énica y las apa riciones "mági cas" (de otra dim ensión) en el seno de aque lla. En sínt esis, hay que distinguir ent re dos parejas de opuestos quc no deben ser confund idos en absoluto con la oposición simple de la apariencia y la realidad : la pareja de la realidad y su sim ulacro, y la pareja de lo Real y la apariencia. Lo Real es un a mueca de la realidad: digamos que un rostro cont orsio nado y desagradable en el cual se tr asluce, aparece lo real de una furia mortal. En este sentido, lo real en sí es una apariencia elusiva cuya pr esen cia/ausen cia efíme ra se discierne en las brechas y discon tinuidades del orde n fen om énico de la rea lidad. La verda dera oposición sc plantea ent onces ent re la realidad y el simulacro (en la realidad virtual, una y otro coinciden), y entre lo Real y la apariencia. De modo más detallado, hay que distin guir cuatro niveles de la apariencia: •

La apariencia en el sent ido simple de "ilusión", la repr esenracíón/irnagen falsa/distorsionada de la re alidad (el lugar com ún de que "las cosas no son lo que pare cen"), aunque, po r supuesto, hay que int rod ucir una distinción adicional ent re la apariencia en cuanto mera ilusión subjetiva (que distor siona el orden de la realidad constit uido trascendentalmente) v la aparie ncia en cuant o orden consti tuido trascenden talmente de la reali~lad fenom énica en sí, que se opone a la "cosa-en -sí". • La apariencia en el sentido de ficción simb ólica, es decir (en términos he gelianos) la apariencia como esenc ial: el or den de las costumb res y los títulos históricos ("el honorable juez" , etcétera) que es "una mera apariencia", pero si lo perturbar nos se desinteg ra la realidad social. • La apariencia en el sentido de signo indicativo de que hay algo más allá (de la realidad feno ménica dir ectament e accesible), es decir, la aparición de lo sup rascnsible. lo supr ascnsiblc solo existe en cuanto aparececomo tal (como el present imien to indeterm inado dc que "hay algo debajo de la realidad feno ménica"). • Finalmen te (y solo aquí enc ont ramos lo que el psicoanálisis denomina "fantasía fun damenta l", así como el concepto fenomenológico más radical de "fenóm eno "), la apariencia que llena el vacío que está en mcdio de la realidad , es decir, la apariencia que oculta el hecho de que, po r debajo de los fenómenos, no hay nada qu e ocult ar. El problema con Kant es qu e tie nde a con fundir estos últimos dos niveles. 214

La J1,lr,Hloj,1 quc h,IY que nccptu r es qu e el reino de la liherunl 1I0Ul IICIl ,d , dl' l Dios Sup remo, ,lparecc C0 l110 tal (como IlOUI1lCI1 ,ll) solo desde 101 pcrspcetiv;I fl' noménica del sujeto finito: en sí mismo, si nos accrc.nuos dema siado n él. S(' conv ier te en lo Real mon st ruoso ... Al rcspcc ro, l Icidc ggcr CSW!J,l en 1:1 st'IHln co rrecta con su insiste ncia en la temporalidad comn horizonte fundamc tunl i1l superable, es decir, en la ete rni dad en sí como una categoría que solo tiene svutido en la experiencia temporal de un sujeto finito; exactamente en estos térmi nos, Kant no tenía una plena concie nci a de que la distinción ent re (n uestra experiencia de) la libertad nou menal y la inmersión tempora l en los fenómeno , es una distinción intern a de nuestra experiencia tem pora l finita. 4

LA POSPOLÍT1CA. H oy en día, no obstante , estamos ante otra forma de la den egación 111.: lo l"!" lítico : la pospol ítíca posmode rna, que ya no SI.: limita a reprimir lo pol ítico , uutanda de contenerlo y de apaciguar "los retornos de lo rep rimido", sino q ue lo for cluye mucho más efectivament e, de mod o que las form as posmodcrnns tll' violenci a ét nica, con su carácter "irracion al" excesivo, ya no son sim ples retor n os de lo reprimido, sino quc repr esentan una forclusión (de lo Sim bólico) qu e, seg ún nos ha enseñado Lacan, reto rn a en lo Real. En la pospol íeice, el coll f1 k lo entre las visiones ideológicas globales encarn adas en diferentes partidos q lle compite n por el pod er ap,lrece reemplazado por la colaboración de tecn ócratas ilustra dos (economistas, especialistas en opinión pública ...) y mulr iculrnralistas liberales; a través de la negociación de los intereses se llega a una transacción en la form a de un consenso más o meno s universal. D e modo qu e la pospol fticu subraya la neces idad de abandonar las antiguas division es ideol ógicas y enfrentar nuevas cuestiones uti lizando el saber experto necesario y una deliberación libl'c que to me en cuenta las necesidades y demandas concretas de la gen te. La mejor fórm ula para exp resar la paradoja de la posp uh tica es quiz.•i \;1 C,1 ract eriza ción por Tony Blair del Nuevo Laborismo como "el centro radical", En los viejos días de la división política "ideológica", la calificación de "rndirul" se reservaba para la extrema izquierda o la extrem a derecha. El cen tro, por dc fl nicióu, era modera do: pa ra las viejas no rmas, la expresión "cen tro radi cal" c.s tan absurda como la expresión "moderación radical". Lo que h ace "radicnl'' ,11 nuevo laborismo (o a la polít ica de Bill C linton en los Estados Unidos) es su aband ono radical de las "antiguas divisiones ideológicas", que suele form ularse como pará frasis del lema de Deng Xiaoping lanzado en la década de 1% 0: "N o impo rt a que un gato sea rojo o blanco; lo qu e importa es que realment e CICCrato nes". C on el mismo espíritu, los impulsor es del N uevo Laborismo gusrnu 4

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subray ar que se debe n acepta r las buenas ideas sin ni ngú n prejuicio, }' aplicarlas sea n cu ales fueren sus oríge nes (ideo lógicos). ¿C uáles son esas " buenas ideas"? D esde luego , la respu esta es "ideas que den resultad o". Aquí encont ram os la brecha que separa al acto políti co propi amente dicho res pect o de "la administ ración de las cuestiones sociale s", lo cual no sale del marco de las relaciones sociopol íticas existentes; el acto de "interven ció n" po lítica pro piamente dicho no es so lo algo qu e da resultado de nt ro del marco de las rel aciones existentes, sino algo qu e cnmbia el morco mismo que determina ti fimcionamimto de tes cosos. D ecir que las buenas ideas son "ide as que de n resul tado" significa <lue uno acepta de antemano la constelació n (capita lista global) que dete rmina que funcionen (si, por ejem plo, se gasta de masiado dine ro en educació n y salud, eso "no funciona", puesto lJue at aca demasiado las cond iciones de la rent abilida d capitalista). También se puede decir esto e n los términos de la conocida definición de la P> liticn ("'0111 0 "el art e de lo pos ible": 101 política auté nt ica es exactame nte lo contrar io, es decir, el art e de la imposible, ya que cambia los pa r ámetros mism os de lo que se considera "posible" en la constelación existente. " Cua ndo esta dime nsión rlc 10 im posible es excluida efec tivame nte, lo político (el espacio de litigación en el cua llos excluidos pu eden prot estar con tra el agravio/la inj usticia de la que se los hace obj eto), for clui do de lo sim bólico, re to rna en lo Real, como nu evas for mas de racismo; este "racismo posmodcrno" surge co mo la consecuencia fina l de la suspensión pospo lítica <le lo político, la transformación del Estado en un mero agente de policía al servicio de las necesidadcs (establecidas conse nsualmcnre) de las fuer zas delmercado v el humanirarisr no multicultural tolera nte: el "extranjero" cuyo status nunca e; ' á adecuadamente regul ado es el resto il1dh'isibü de la transfon n ación de la lucha po lít ica dem ocrática en el procedi miento po spolftico de la negociación y el orde na miento policial multiculturalista. En lug-ar del su jeto político "clase obrera" que reclama sus derechos un ivers ales, tene mos , po r un lado, la m ultiplicidad d e estratos o gm pos sociales paniculares, cada lino con sus propios pro blemas (la redu cción de los e mpleos par a tr abajadores manuales, etcé tera) y, por el otro , el inmigrante, cada vez más im pedido <le politiurr su difícil situació n de exclusi ón."

29, En este sentido , incluso la viaitn de Nixon a Chi na y el posterior e ~ ta h lc c i lll i c n to de relaciones diplo máticas ent re ese país }' los Estados U nidos fue una especie de acto polí tico, un cuanto modificó realmente los parámetros de lo qu e se considcralm "posible" (o "factible") en el domin io de las relaciones internacionales: sí, se puede h:ll:er lo impensable, y conversar normalm ente con el enemigo fundame ntal. 3D, Véase Rancicre, La nmmtcnte; pág. 162,

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La oh je<'il·m obvia L'S qu e, en 1.1 »ctunlidad, quien re ;l l il~l 10<; act os t·s L. ,lt' IT cha (política), cuubiaudo audazme nte las re~l as tic lo con side rado ;lt't' p t a l ~ I I'/¡1I 1 misible e n la esfe ra del discu rso p úblico. desde elmodo en que el re ,I ~;Ill I Sll lll )' el rharcherismo legit imaron el debate sohre el reco rt e de los tler edms y 1m hene ficios so ciales de los tra bajadores, hasta 1.1 gradual legi timación del "11c:!1;l\t· abierto" soh re el nazi smo en la historiog rafía revisionista ¡, 111 Noltc (¿fue rc;llm ente tan malo el nazismo>, ¿no fue peo r el co munismo, no se pu ede en tender el nazis mo como una reacción al len inismo-estalinismo?). Pero en este pu nm resulta ese ncial introdu cir una distinció n adicional; para Lacan , un vcrdadcru acto no solo cambia re troactivame nte las reglas del espacio simbólico, sino tlut· ta mbién pe rt urba la fantasía subyace nte, y en este sent ido, en relación con rstü dim ensión crucial, ha)' que subrayar que el fascismo 110 sotisfolr el cr ite rio defin itorio del acto. La "revolución" fascista es, po r el co nt rario, el paradigma dd fal so aconte cimient o, un tum ulto espectacular destinado a ocultar que, en el ni vel fund am ental (el de [as relacion es de producció n), nada cambio n 'tllmoJll' , 1,.1 revolución fascista responde entonces al interroga nte de qué tenemos tIlle (' <1 111 biar para que, en última instancia, no cam bie nad a. O (par a deci rlo enlos tr n ll i nos de la economía libidina l del espa cio ideológico), lejos de pcrturbar/nuuvc sa l' la fant asía qu e subyace bajo el edificio social capitalista y lo sost iene , la revolución ideológica fascista se limit a a sacar a la luz la "transgr esión fant :1 snt:l· rica in tr ínseca" de la sit uación ideo lógica burguesa "normal" (el conjunto Ill' prejuicios irnp lfcitos, racista s, sexistas, etcé te ra, qu e determinan efecrivam cn ula actividad de los individuos, aunque no lo recono zcan públicamente). U no de los luga res comunes de hoy e n día es que estamos entrando en una n ueva soci edad medieval que se presenta co mo un N uevo O rden M un tli;ll¡ r-l grano de verdad de esta compara ción es qu e el N uevo O rden M undial, cunm en la época med ieval, es global, pero no un iversal , pues to que apunt a a un nucvu ordm global con cada parte en el lugar qu e se le asigne, Un partidario típico del liberalismo mete hoy en la misma bolsa las protestas de los obre ros IXlr 1:1 reducción de sus derechos y la insistencia tic los derech istas en la fidel idad n l:l herencia c ultural occidental: el libe ral percibe ambos fenómenos como reslm 1.1 menrablcs de la "e dad de la ideolog ía", sin ninguna pertinencia en el acuu l univers o posrldcológico. No ob stante, las dos resiste ncias a la glo balización rcspe nden a lógicas to talm ente incom patibles entr e sí: la derecha insiste e n una identidad comunal particular (etbnos o hábitat) ame naz ada po r el em bat e de h globali zación, mi entras que, para la izquierda, la dimens ión en peli gro es 1:1di' la poli tizaci ón, la dime nsión de la art iculación "im posible" de dem anda s I/III II!" sales (vimposibles" en el seno del espacio existente del ord en mundial). Al respecto deb emos op one r la globaliut ciófI a la universalización. La gloh'llizaci ón no solo sign ifica capitalismo global, establecimient o de un mercado 217


[ .1/ ,m!;jI'liviz.¡¡tirill !lIIlilim.y

mundial,global , sino también la afirmación de "la humanidad" co mo punt o de r eferencia global de los derechos hum anos, con lo cual se legit ima la violación de la so bera nía de los Estados, co n medidas q ue van desde restriccio nes comerciales hasta la iurervcn ciún milita r d ire cta en partes del mu ndo don de no se respetan aq uellos de rechos , En est os dos senti dos, la glo balizació n es precisamente el nomb re de la l óg ica pospolftica eme rge nte q ue va elim inando pro g resivamente la dimen.sió n de univer salidad prop ia de la po liti zació n prop iament e d ich a. La paradoja es q ue no hay ningún mmrersal propiame nt e dicho fuera del proceso de la litigación polít ica, fuer a de la "pa rte de ninguna par te", de una ent idad dislocada qu e se prese nta , se m anifiesta como representante de lo universal. Es preciso vin cular el concepto de lo po spolítico en Ranciere co n la idea de la cr ueldad excesiva, no funcional, que, según Balihar, caract eriza la vida co nrempor ánea r" una crueldad curas manifestaciones van desde la mata nza fu ndam entalista, racista () religiosa hasta los estallidos "insensatos" de violencia ent re los adolescentes y los sin-techo de nuestras ciudades giga ntescas, una violen cia qu e nos sentimos tentad os de denominar " mal de ello" (vello " en el senti do psiCfrJ.~alíti co) , una \'i o l en~ia sin ningun a base utili taria o ideológi ca. Y rod o lo que se dic e so bre lu s extr anjer os q ue nos quitan el tr abajo, o sobre la ame naza que represe nt an para nuestros valores occidenta les, no debe enga ñarn os. e n un cxamen más atent o, pron to resu lta claro que ese palab rería co nstituye una racionalización secund aria más bien supe rficia l. La respuesta q ue en última instancia o btenemos de un skinbead es q ue golpea r a los extranjeros lo hace sent irse bie n, q.u e la presencia de esas pe ~o n as lo perturba ... Lo q ue en con tra mos es IKlr cierto un mal de ello, es decir, el mal est ruc tu rado y motivado por el descq uilibrio más elementa l en la rela ci ón entre el yo y el goce, po r la tens i ón entre e l placer y el cue rpu ext ra ño de goce q ue hay en su núcleo. El ma l de ello escenifica entonces el cortocircu ito más elementa l e n la relación del sujeto co n el objeto ca usa de su deseo, primo rdialmente per dido: lo q ue " nos mole sta" e n "el otro" (judío, japo nés, africano, tu rco .. .) es q ue parece d isfrutar de una relac ión priv ileg iada co n el o bjeto: el otro posee el tcso ro-objero (nos lo ha ar rebat ado, y po r eso no lo tenemos), o ame naza nu est ra posesión de ese ohjeto.J! Una vez m.is, lo que de bernos suge rir en este punto es el "juicio infini to" hegel iano que afirmala iden tidad especulativa de esos esta llidos de violencia in útiles y excesivos (que so lo desp liegan u n odio a la otredad pu ro y desnudo, no

3J. V éase Balibar, "La vlolcnce. idéalité et crua u tc", en LtI cruintr des l11fWeS. 32. Véase un desarrollo adicional de este tema m el capítu lo 3 de Slavoj Zi zck, TbeMetastases of Enj oym m t, Lond res, Verso, 1995.

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,1'//,1' l'idliflldl'J'

sublim ado) con el universo mul ticulmralist a pospolít ico de iolc mn cia de las di4 Iere ncias, en el cual no hay na die excluid o. D esd e luego, :1c:1ho de emplear 1<\ expresió n " no su blimado" en su sen tido usual, qlle e11 este caso represe nta C.~ ;H'4 tamente lo co ntr ario de su significado est ricta me nte psico:lIl'llíticu , En p ll (" ;l ~ palabr as, lo qu e interviene cuando ce nt ramos nues tro odio en :11!{11tl rep rc ~ l' Il ' tanre del Otro (tolerado oficialme nte) es el mecanismo de J¡¡ sub¡¡"", ciúll cll ~ 1I for m a más elementa l: la naturaleza o mn fmoda de la uni versalidad COllCfC I;1 pospo lítica q ue justifica a todos e n el nivel de la incl usión sil1lbólic:i <e sa visi('lll )' práctica muhiculturalistas de "la unidad e n la diferencia" (" todos iguales, 10110 .. dife rentes")- so lo deja ab ierta, co mo ún ico modo de señalar la dife ren cia, el geslO protosublimato rio de elevar un Otro co ntingente (de otra ralo..a, sexo, reli gió n ...) a la "ot redad absoluta " de la Cosa imposible, la amenaza fund am ental ;1 nuestra identidad . Para sobrevi v ir, deber nos aniquilar esa Cosa. Allí reside la pól radoja verdad era mente hegeliana: el advenimiento fina l de la "uni\'ers:llid.l.d co ncreta" verda deramente racion al ("la abolición de los anta gon ismos, e1 11Ill verso "m aduro" de la coe xistencia negociada de los difere ntes grupos) coind tlc con su opuesto radical, con los estallidos de vio lencia absolutamente co m ino gentes. La re gla Fundamental de H egel es qu e el exceso "objetivo" (el reino dir ecto de la uni vers alidad abstract a q ue im po ne " mecánica me nte" sus leyes , sin prestar nin guna atención al suje to atr apado e n su red) se ve siem pre suplementad o 'por el e xceso "subjetivo " (el ejercicio irreg ular, arbitrario, del cap richo). En Halihar JJ encont ramos una ilustració n excele nte de esta interdepende nci a. Este autor dis tingue dos mod os o puestos pero co mp lem entarios de violen cia excesiva: 1,\ violencia " ulrrao bjctiva" (estructural) inh ere nt e a las condiciones sociales del (.';14 pit alism o global (la creación automática de ind ividuos excluidos y prescin dibl es, desde el sin-techo hasta el desem pleado), y la vio le ncia "ultrasubjetive" de h,.. nuevos fundam ent alis tas étni cos y/o religiosos (en síntesis, racistas) q ue est án emergiendo. Esta viol encia "e xces iva" y "s in fun da m ento" involucra Sil propio mo do de sabe r: la re flexió n cínica impotente. V olvam os a nuestro ejemplo del "mal de ello" de un slú nhend, un "ca beza rapada" q ue golpe a a los ext ranjeros: cua ndo se In apre mia rea lmente a llar las razo nes de su vio lenci a, y si acaso t's cap az de un a m ínima re flexión teó rica, de pronto co mienza a hablar co mo los asisten tes socia les, los sociólogos y los psicólogos soc iales , r efiriéndose a la redueción de la movilidad socia l, la creciente in seguridad, la desintegración de [:. au toridad p,lterna, la falt a de am or mat erno en su temprana in fancia... En síntesis, pro porcio na la explicación psicosociol ógica má s precisa de sus acto s, t' S:1

33. Véase Balibar, La cmintr des IIII/SSfS, p:ígs. 42-43.

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Súlt'oj Ziúl: expl ~cación qu~ tanto apreci an los liberales ilustrados ansiosos de "comp rende r" a, la Juven tu d violen ta com o víctima trá gica de sus condiciones sociales y familiares, La fó rmu la ilust rada ha bitual de una "c rítica eficaz de la ideología" desde Platón en adel ante, es "lo hacen porque no saben lo que hace n" ; se sup on e que el saber es en sí mismo liberado r; cuando el sujeto que se ha equivocado re flexion a sobre lo que hizo, dejará de hacerl o, En este caso, esa fórmu la se invie rte; el skinbead violento "sabe m uy bien lo que está haciendo, pero 10 hace de todos m()do~". H El co?ocimien to si ~ h(¡lica men te eficaz insertado en la praxis social del SUjeto se desllltegra y convier te, llOr un lado, en la vio lencia irraciona l excesiva sin ningún fundame nto po lítico ideológico , y, Ix )r el ot ro , en una retlexiún exte rna impote nte que deja intactos los actos del sujeto, En la forma de ese skinhl.'t1Jque reflexiona con una impotencia cínica y, sonriendo irúnil'a mem e, le explica al pe rio dista per plejo las raíces de eS;1 conduct a violenta carente de senti do , el m ulticult ura lista tolerante ilustrado , qu e se aplic a a "com prend er" la violencia excesiva, recibe su propio mensaje e n forma invertida. En síntesis, como hab~a dich~ Laca~, en ese punto la com unicaci ón entre él y el "objero" de su estudio, el sk ínbead in tole rante, es totalment e exitosa, . Res~lta esenc ial llisti~guir es ta violenci a disfuncional excesiva respecto de la viole ncia obscena <lue sirve como soporte imp lícito de un concepto universal ideol ógico: cuando "los derechos del hombre" no so n "realme nte universales", sino "en realidad el derecho de los varones blancos pro pietarios", cualquier int ento de no atender a este conjunto imp lícito suh )'acenre de reglas no escritas I¡Ue limitan efect ivamente la universalidad de los derechos tro pieza con esta llido s de vio lencia. En ningu na part e este co nt rast e es más fuerte que en el caso de los :Ifroam~:ican()s: ~un quc en té rminos for males tenían derecho a participar en ~a vida pol ítica, .senclllame nte por ser ciudadanos estadounidenses, el antiguo racismo demo crá tico pa r~ pol ítico im ped ía su part icipación real, excluyéndolos solapadamente (por medio de las amen azas verbales y físicas, e tcétera), La resp~esta adecuada a esta "exclusió n del universal" generalizada fue el gran rnovinucnro ',le ~os der ech?s ~!vi le.s aso,c~aJo con el nombre de M anin Lurhcr Kin g: ese movnmen ro supnnuo cl ímplíc¡ro suplem ento ob sceno que en realidad ex. clufa a los ~l~groS de la igu ald ad univers al formal. Por Supuesto, con ese gesto res ultaba fécil ganar el apo)'o de la gra n mayoría del rstoblishmrnt liberal de clase alta, haciendo a un lado a los opo nentes como sure ños bla nco s de clase baja, igno rantes y obtusos. Pero ha)' en día ha cambiado el te rreno de la lucha : el esto-

34, Véase una descripción más det allada de esta acritud cínica en el capítulo 3 de Ziicl. Tbe l"dit'uib/r Rtmni",úr,

b/isbment libe ral polít ico no solo reconoce ple namen te t I hredl;1c ut re 1.1 uu-ra igualdad for mal y su actualizoción/instr umcm ecién. no solo reconoce \.1I('l f.:k ,l exp ulsiva de la universalidad ideológica "falsa ", sino que la combate ncuvam cuu: con un a vasta red de medidas legales, psico lógicas, sociológicas, que van desd<· la iden tificación de los pro blemas específicos de cada gm IX))' subg rupo (no solo los varo nes negros homosexuales, sino tam bién las lesbianas afroamcricauas, LI' mad res lesbianas afroamerican as, las mad res lesbianas afroam cncmas desc mplcadas... ) hasta un con junto <le medidas propuestas ("acciún afinuativa" , cu'úteta) destinadas a rectificar lo qu e est á mal. Lo que ese proced imiento tolerante imposibilita es el gesto de la polilÍ'Z.(/(üi/J pro piament e dicha: las dificultades de ser un a madre lesbiana afroa mcricana desem pleada so n adecuadamente cata logadas e n sus rasgos más peculiares, pe ro la pe rsOll:l de la qu e se trata "siente" de algún mod o q ue hay algo "e rr óneo" y "frustrante" en ese esfuerzo tendiente a hacer justicia a su situaci ón espccffi cn: esa m ujer se ve pr ivada de la posibilidad de elevar "metafóricamente" Sil "ngmvio" específico al nivel de representante del "mal" un iversal. El ún ico modo \1<' art icular esta universalidad (el hecho de que yo, precisamente, no s¡ry s{¡lo un in dividuo específico expues to a un conj unto de inju sticias específicas) con siste en tonces en su opuesto aparente, en el esta llido de violencia exces iva tota lmen te irracio nal. Una vez más vemo s confirmada la antigua regla hegeliana: el ún icu mo do de que un a universalidad entre en la existe ncia, el ún ico mod o de "pone rse como ta l", es ado pta r la fo rm a de su opuesto , de lo qu e necesariamen te apa rece como un capricho "irraci onal" excesivo. Estos violentos pasajes al ;Il'! lI ates tiguan algú n ant agonismo suby acente que ya no puede se r formulado-simbolizado en tér minos propiame nte polí ticos. El único mo do de con tra rre star esos estallidos excesivos irra cionales consiste en encara r la cuestión que siguc forcluida a pesar de la lógica pospol ftica omn ímo da/tol era nte, y act ualizar CS,\ dimensión forcluida en algún nuevo modo de subjetivización po lítica. Recordem os el ejemplo corriente de una protes ta po pu lar (una mani fcstación, una huelga, un boic ot ) que apu nta a un tema específico, es decir, qu e SI: centra en una demanda par ticular (abolir un nuevo impuesto, dictar sen tencia n los encarcelados , dejar de explota r un recurso natural ...). La situación se politiza cuando esa dema nd a parti cular co mienza a funcio nar como conden sación me tafórica de la oposición global a "ellos", a quienes están en el pod er , de modo que la protesta de ja d e referi rse solo a la demanda, para adquirir la dimensi ón un iversal que resuena en el recla mo par ticular (po r esta razón, quienes prot es ta n se siente n de algún modo enga ñados cuando el poder sen cillame nte ace pta el reclam o, como si, tic este modo, tic alguna man era los frustrara, al impedir les alc anzar la ve rdadera me ta de la prot esta, que es taba más allá de la demanda). Lo que la pospolitica tiende a imp edir es precisa mente esta un iversalizació n me-

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Slilt'Q} Zi!A tafórlca de las deman das particulares: la pos polític a moviliza el vasto aparato de expertos, asistentes sociales, etcé tera, para encer rar la demanda (la queja) general de un grupo particular en los límites de esa d emanda precis a, co n Sil contenido particular. No sorprende que es te encierro asfixiante suscite estall idos irra cio nales de violencia como el único mod o de expresar la di me nsión que va más allá de la ¡...a rticularid ad. Es ta argu me n taci ón no debe co nfundirse con lo qu e dice n m uchos c ríticos conservadores, e n cuanto a que los estall idos de vio lencia sign ifican el re torno de lo re primido en nuestra civilizació n oc cide mal Iiberal anémica. En este sen. ridc , es ejemplar la afir mación de M ar io Vargas Llosa : "el hooligall no es un lui rba to, es un exquisito y te rr ible producto de la civílízaci ón"," v argas Llosa torna como punto de partida la observ aci ón de qu e el típ ico fanático violento de! fúrbol inglés no es un /lImpm pro/erario desempleado, sino un tr abajador acomod ado de cla se medi a, es decir, un verdadero compen dio de buen a educació n y compasión civilizada. Sus esta llidos violen tos son un "retorno de lo reprimido ", un a reafinn ación de la orgía de violenci a cada vez más prohibida po r nuestras socie dades lib erales civilizadas. Con una engañosa referencia a Freud , Vargas Llosa mistifica y natu raliza los actuales estallidos de violencia: como si la nat ur-aleza huma na t uviera una propensión de terminada, irreductible, a los es tallidos de violencia, )' al no permitirse ya la orgía sagrada como expresión legí tim a de esa propensi ón, hub iera que encontrar otro modo de darle salida... En claro cont raste con esta línea (le pensamiento, lo que yo digo es mucho más fuerte: la viole ncia ém lca del skinbead neonazi no es "el retomo de lo rep rimido " en la [0lerancia muhiculrurahsra libe ral, sino que esta tolera ncia groera directamente esa violencia, que es su pro pio y verda dero rostro ocu lto .

¿HAY U:-: ElJRO CI::." T RISMO I' ROG RESIST A?

Este marco conceptual nos permite encarar de un modo nuevo el socialismo de la Europa orie ntal. El pasaje desde el socialismo rea l al capit alismo real e n la Euro pa orien tal generó una serie de invers ione s cómi cas del entusi asmo democrático sublime, que se ha conver t ido e n ridículo. Los digno s ale ma nes ori entales reunidos mulrirudinar iamcnrc alr ededo r de las iglesias protestantes, desafian do con hero ísm o al te rro r stasi, se han convert ido de pro nto en vulga res cons umidores de bananas y pornografía bara ta; los civilizado s chec os moviliza-

35. V éase ,\ Lirio Varg as Llosa , "Hoolignns, the producr of a high civilisation", Tbe Indepmdmt, 27 de junio de llJHH, "Thc Weekend Review", pág. 5.

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dos por el llamado de ll avcl )' de ot ros ico llos cult urales se hall tr :1ll Sll ll'l l l óld ll igual ra pidez en vulgares estafadores de los tur istas occidentales... 1,:1 ele cepci ón ha sido mutua: O ccident e, quc comenzó idolatrando nlmovimi cn to disidente o riental co mo una reinve nci ón de su propia dc nux-rncia f;¡t i¡;t,ltLI, ..e sien te defraudado }' desecha los actuales regímenes pos tsociahs ras, CUI no mczd as de una corrupta oligarq ufa de ex comun istas co n fund amcnrahstas éln k u.. )' rel ig iosos (ni siqu iera son confiables los liberales, cada vez menos nume ro..m , " po líticamente correc tos", pero no lo bastante: ¿dónde es tá su concie ncia Icminista>, etcétera). Por su par te e! Este, que comenzó íd olizando a Occiden te ("O rno eje mplo a seguir de democr acia opulenta, se e ncont ró e n un torh ellino de im placable co me rcializació n y colonización económica. Entonces, ¿valic'J 1\1 pena el esfuerzo? El halcón mnltis, novela de Dash iell H ammctt, t iene como protagoni sta ul det ect ive privado Sam Spade, quien cuenta que lo contra taron para encontrar u un homhre que bebía desaparecido de pronto, aband onando su empleo y su ( ,1 milia. Spade no pu ede rastrearlo, pero al c-abo de uno s anos lo encuentra uccidentalmente en un har de otra ciu dad. Bajo un nombre su puesto, el hombre e..t.\ llevando un a vid a norablernente aná loga a aqu ella de la que habí a huido, CO Il Utl empleo regular aburri do y un a nue va esposa e hijos . Sin em bargo, ese hombre está conve ncido de tlue el nuevo comie nzo no fue en vano, y de que, a Iles,lr tic los problemas, valió la pena cortar sus vínculos e iniciar una nueva vida... '1':11 vez lo mismo haya ocurrido con el pasaje al cap italismo rea l en los países d e I¡l Europa ori ental que salie ron del comunismo: a pesar de las expectaciones en t usiastas tr aicionadas, algo ocurr;ó realmente en el medio, en el pasaje en sí, y es en ese acontecimiento intermedio, en ese mediador evanescente, en ese moment o de e ntusiasmo democ rát ico, do nde debem os situar la dime nsión crucial oc ulta da por la ren ormali zación ulterior. Está d aro que: las m ultitudes qu e protesta ban en la Rep ública D emoc nui cn Alema na, Po lonia y la Repúblic a Checa "q uerfa n alguna otra CO S;l " , un objeto utóp ico de plenitud imposible designado con una mu ltiplicidad d e nomb re.. ("Solida ridad", "derechos humanos", etcétera), y 1/0 lo que obtuvieron realmente. Ante esta fisura entre las expectativas y la realidad, hay dos reacciones posi ble s. Po r un lado, pod emos apre henderla d el mejor modo re mitiéndonos :1 [;¡ co no cida oposic ió n entre el tonto y el pícaro . El tonto es un bobalic ón, un bufén de corte al qu e se le per mite decir 1:1 verdad precis amente por que sus p a l a h nl ~ carecen de poder perfonnartvc (efi cacia socio poh tica); el pícaro es el cínico qm' dice abiertam ente 1.1 verdad, un fuller o qu e intenta ven der la admisión abiert ol de su desho nestidad cumo franqueza, un bribón qu e acepta la rep resión i1 c¡.(Íli· ma como necesaria para man ten er 1.1 csrabilidad socia l. D espués de la caída dd soc ialismo , el pícaro es un partidario ncocon servedo r del mer cado libre, )' re(.'"lJO

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SII/voj Zizl'k

chaza desp iadada men te tod as las for m as d e so lidarid ad social co mo sentimenta-

go político de Io rep resellut'iú n lI\uh ip;Htid;u i;l, con 1l 1l¡1 C('llllo mi a f\: llIh'll (li-

lismo contraproduce nte, mientras q ue el to nto es un crít ico social " ra dical" mu lnculturahsta q ue, co n sus p roced im ientos lúd icos d estinad os a "subvertir" el o rde n existent e, en re alid ad sirve Jlara complem e ntarlo. Con respec to a la Europa O rienta l, el pícaro descarta el p ro yecto "de terce ra vía" del Neues Forum en la ex República Dem oc rática Ale mana como un u to pismo desesperada me nte anac ró nico, y no s exhorta a ace pt ar la cru el rea lid ad del mercado , mie ntras que el tonto insist e en qu e el co lapso del socialismo ab rió en re alida d una "tercera vía", u na posibilidad no explotad a por la recolo nizaci ón oc cidental del Este. Desde luego, 1<J cruel inversión de lo sublime en 10 r idículo se basó en el hecho (le q ue en la (eutoj pe rce pci ón p ública d e los mo vim ient os de pro test a soc ial (desde So lidarid ad hasta Ncues Fo ru m) en los últ imos años de l soc ialism o europe o de l Este, estaba o perando una d o ble desin teligencia . Por un lado se enco ntr aban los in tentos d e la nomcnldamru gob e rn an te, tend ie n tes a rei nscribir esos acontec imientos en su marco po lít ico /po licial, di fere nc iando los "crítico s hone stos", con lo s cua les se pod ía d iscutir en un clima calmo, racional, despolitizado , y un hato de extre mis tas pro vocadores q ue servían a int er eses exrranj er es." D e mo d o que la bat alla no ten ía qu e ver so lo con un a ele vació n de los salar ios}' el m ejor ami ento de las co nd icio nes, sino tamb ié n (y sob re todo) co n el reclamo de lo s tr abajado res, q ue quería n ser reco nocidos cnmo asociados leg ít imos en la nego ciac ión co n [os representantes del rég imen. C uando los po d eres se vieron obligados a aceptar esta últim a exige nci a, en cie rto se nt ido la batalla ya se había ganado." Cuando estos movim ient o s explot aro n en un am plio fenómen o de masas, sus exige ncias d e libe rt ad y democ racia (y so lid arid ad, y...) fueron asim ismo mal pe rcibidos por los co me ntad o res oc cide ntales, q ue veían en el los la confi rmaci ón de que los p ueblos d el Es te q uerían lo que la gente ya tenía en O ccidente: trad ujero n au to máticame nte esas de man das , ca ractc rizandolas co n el co nce pto libe ral-d emoc rático occidental de libe rtad (el jue-

merc ado). 1 E mblem ática hasta la caricatura fue en este sentido la figUT;l (le 1):11\ lt u lc.r, el period ista estadounide nse d e la Plaza de T iana n men e n 1989 , Illllen, d e pI<" fre nt e a una copi a de la Es tatua d e la L ibertad, sos tuvo qu e esa obra exp rcs;lh,1 en su to ta lid ad 10 qu e estaban reclamand o los estud iant es Ilue p rotestaban (l' l l pocas palabras, si lino rasca la piel amarilla d e un ch ino, enc ue ntra a lI n. c~l;u luu­ nidense). Lo que esa estatua representaba rea lmente era. un an helo UtOJlll'O, ( l llr.' no tení a nada qu e ver con los Estad os U ni dos reales (i.ncldental.n~:nte, lo nucmn ocurría co n lo s p rimero s inmigrantes al país, pa ra q UIenes. la vrsro n tic esa e.,I;Irua rep resent aba u n an helo ut ópico q ue muy.p ro n to se vera aplastad{~~ .. l)e II\O ~ do q ue la per ce pció n de los med io s estadou ni den ses no s o frec e otr~) eJ~~ I~Jllo Ii~ la reinscri pción, de n tro de los lími tes de un orden d ado, de esa exp.los lOll .t l~II:, co m o he mos visto, É tie n ne Balíb ar d enomina igllliberti (el rc:l ~lIlo lllCOlHI1 ClOnal d e igu aldad -libert ad qu e hace estallar cua lquier orden posit ivo). .E stamos en tonces con de nado s a esa alt er nativa deb ilitante, a esco ger cnuc un p ícaro y un to nto, o hay un tert iuni datur? Es po sible que el perfil (le ese tertium datur se pueda d iscernir con r eferencia al legado ~uro~eo fuudamcntnl. Cua ndo un o dice " legado eu ro peo", to do in telect ual izq uierdi sta que se respel t' tiene la m isma reac ción q ue josep h Goeb bcls co n res pecto a la cu ltura comu (;11: saca la pisto/II, y co m ienza a d ispara r acu saciones d e impe riaHs.m{~ ,cll~turll,l e ll.ru . cen trista p roro fascisra ... Pero , ¿es ~s~ble i l~laginar u na ?'propl~Cll)l1. 11.~~uter~h ~l;~ de la n- adici ón po lítica eu ro pea? SI, SI ~egu lln()s a Ranc~er~ ~ Id~~t1fic'I~I~t~.s t:t~ . mo n úcleo de es ta trad ic ió n el ges to sin gular d e la subJetlvlz~~lOn POh UI:.1 1,Ie rnocr ática: fue esta politizaci ón en sentido p ro pio lo q ue VO "'10 a elller~c r VII"· lenta me n te en la d esintegra ción del socialismo eu ro peo ~e l ,Es te. D e nu proJ1ll1 pasa do político recuerd o que, d espués d e q ue cua tr? pen~lstas fueran a Tr~ ..~¡~ . dos y llevados a juicio por el ejército yugosL¡\'o en Eslovema, en 1988 , yo paru cipé en el " Comité pJfa la protección de los de rechos h um anos d e. lo s ('U;1l ro acusados". Oficialmente, la meta del co mité era senc illamente garantl ~a~ ~ 1l1 un tam iento justo para esos ho mhr es; sin e mba rg o, el comi[~, se convirt m e n: 1;1 p rinc ipal fuerza po lítica de oposición , práct icament e .Ia ve rsl? n esloven¡~ del I o~ ro C ívico C heco o el Neues Fo ru m e n la Ale mania del Este: el ~u e rpo .t1 ~tt coord inaba la oposición de mocrática, re p rese n tant e de[acto de la,so cled ad civil . El progra ma d el comité co ns taba de cuatro ítem ; lo s tre s pnmeros , Ctlll n~ r. niau d ir ectamente a lo s acusados, m ientras que el cuarto era "el d emon io en letra chica" y est ipu labl' qu e el comité que ría acla rar tod os I~s antece{h~ntes del arr esto de los acusados, y de tal m odo contr ib uir II cre ar las ClrCU?Smnctas el~ LIS cu ales el arr esto ya no fuera po sible: un mod o co d ificad o de dec~r q.u ~ qucrJ ,1 ln abolición del rég im en soci alista existente. Nuestro reclamo d e "Justic ia para 1()~

36. Es ta lógica fue llevada a su extremo absurdo en J.¡ ex Yugos lavia, (¡..mil' la idea misma de Imel¡'r;I obrera resulta ba incomprensible, puesto que, según la ideología gobernante, en el

sistema de autogestión los propios obreros administraban sus emprl"5as. (Contra quién, entunees, podían hace r- huelga ? 37. Lo interesante es que, en esta lucha con el socialismo Ilue se dcrrumloaha, el rérrnino " po1ítico~ funcionaba de modo invertido: era elPartido Comunista (representando la lógica policial) el que "politizaba" la situación (hablando de "tendencias cuurrarrevolucionarias", etcétera), mientrasque el movimiento de la "posición insistía en su carác ter fundamentalmente "apolítico", cívico y ético, la oposición solo propugnaba los "va lores sencillos" de la dignidad, la libertad, y asísucesivamente. :'\'0 sorprende que su principal signifi cante fuera el concepto "a político ~ de "solidaridad".

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cuatro acusados" co menzó a funcio nar co mo la co ndensació n m etafóri ca de la aspiración al de rrocamient o global del régimen socialista . Por esa razón , e n casi todas las negociacio nes co tidian as co n el co m ité, los fun cion arios del Part ido Comuni sta nos acusaban de soste ner "un proyecto ocu lto", y de q ue la libe ración de los cuatr o acusados no era nuestra m eta verdade ra: dec ían que esrébamos "explotando y m anipulando el arresto y el juicio co n otra s meras políticas más oscuras". En síntesis, los com unistas quer ían un juego despolitizado " racional"; q uerían sustrae rle al lem a "iJ usticia p:lra los cuatro acusados!" sus connotac iones gener ales explosivas, y reduci rlo a su sen tido literal, sol o atine nte a una cuestión legal de me nor impo rtancia: cínica men te afir maban que éramos nosotros, el comité, quienes nos com port ábamos de modo "no de mocr ático" y rnanipuldbamos el destino de los acusados, utilizando una presió n globa l y estrate gias de chanta je en lugar de co ncentrarnos en el pro blema part icular de esa situ ació n. Eso es lo propiame nt e po lítico: el moment o en q ue la negociac ió n no aborda solo una de manda particular, sino llue apunta a algo más , y co m ienza a funcionar co mo la co nde nsació n me tafórica de la rees tructurac ión global de todo el espaci o socia l. Existe un claro con tra ste entre est a subje tivización y la proliferación actual de la "po lít ica de la ide ntidad" po smoderna, cuya m eta es exactament e opuesta: la afirm aci ón de la prop ia identidad part icular, del propio lugar en el seno de la estructura soc ial. La polít ica po smoderna de la identidad co n relació n a los estil os de vida particu lares (étn icos, sexuales, etcé tera) se adecua perfectamente a L1 idea despolitizada de la soci edad, en la cual cada grupo par ticular "se justifica", tie ne su status específico (de víctima), es reconocido por medi o de la "acción afir mat iva" 11 otras medidas destinadas a aseg ura r la just icia social. Este tipo de justici a impa rt ida a las m ino rías vicrimiz adas requiere un intri ncado aparato de po licía, p.11".I identificar del g ru po del q ue se t rata, castigar a quienes viol an sus derechos (¿cóm o definir legalmente el acoso sexual, 1<1 d iscrim inació n racial, etc éteras), y o to rga r el t ratamient o pre fe ren cial q ue co mpense los daños sufr idos po r ese grupo. Este hecho es pro fun dament e sign ificativo: lo que se elogi a habitualm ente co mo " política posmod em a" (el abo rdaje de cuestiones part icul ar es cuya reso lución debe ncgociarse en el seno del orden global "ra cional", asignán dol e a cada com po nente particular su luga r propio) co nstitu ye en realidad el final de la polít ica propiamente dicha. D e mod o q ue, ya qu e todos parecen esrar de acuerdo en q ue el régimen capitalista glo balliberal- democréticc y pospolítico de la act ualidad es el r égi men del no- acon tecimiento (en los té rmin os de Nietzsche, el régimen del U ltimo Hombre), ¿dónde es posible que subsista el acontecim iento? H ay una respuesta obvia: en cuanto experim en tam os la vida social posmodcrna contcmp od nea como "ins ust ancial", el aco ntecim iento estar ía en la m ultitud de reto rnos apas ionados , a m enud o violentos, a las " raíces", a las di fcrem es fo rmas de 1<1 "Sllsta n226

11,1 I' W il·.1 '110 rel igios.l. ¿l)l1 é t'S \.1 "slIst.III.,-ia" en la c \ p e r ic n d 'l "OCi;ll? F.. el 11l" vlIl1 lt·I'l o l·l\1o<·ioll,,1 \-iolcIlIO lit· " rcconociuucntu" cn el t'U'11 sc to m,1 n m

' " IlI I,1 d,· ¡." pro pi:ls " ruu'es", de hl propiol "vcnb dcr,1 pe rtenencia", 1111 111 /1 ,,11'11;11Llllist:llll'i,\ re fle xivalibe ral se encue ntra ClllllU I U! ,11 impo l' 11. 1.1, 1>,. prOIlIo, :1 b deriva c n e1l11l111<lu , IIIltl se sien te en las g¡lIT:1S de u n " "P' " 11' de ,l1l ht'lo .Ihsolulo de " hogar", y tOllo lo dcmés. I;IS preoc upaciones n l 1M 11 111"n,I" " l tll' IUll'S, IJicnlc n toda S il imponencia .. • 1''''D,'1' csu- PU III O debemos suscr ibir ple namente la ide a de B.H liulI de '1m' " " ~ "1('II)II1 ' .S u b sust unciu" son en sí m ism os im poten tes fren te ,, 1,1 111 ,IlTh ,1 1'\ 1,,11,11 .h-l (',Ipilll l: SOl} su suple me nto intríns eco, el límite/con dición de Sil fll ll ' l" II,llIli"I' IO, puesto q uc (C O Ill O lo subrayó Delc uzc hace algu nos años) la "t1es1,·t Illlu i¡,I'¡.<I I,il·t1 I" capit alista va siempre aco mpañada de " retcrritorlalizncf mcs". ,\ I.IS I'IITis,IIIll'IIIC, hay una escisión int rínseca en el pro pio ca mpo de las idcn nd,1I 11'S p.muulo rcs. pr ovoca da po r el asalto de la glo balización capit alista. Po r UII 1..1.. nl .111 los de nominados "funda mentalísm os", cu ya fórmula bésicn L'S b ideu111 1,.., I un d pro pio gr upo , q ue explicala práctica de excluir al Otro (J los O tm s 11I " II M ,Itl Il''' : Fran cia para los franceses (contra los inmigrantes argelinos), Amé1 l' 1 I' 11 ,( 1,,''' amc rjcanos (co nt ra la invasión hispanoam ericana), Eslovcnia 1';lr.1 1,, _ • , 10 \I"II" s (contra la presen cia excesiva de "s ureños", inmigran tes de la cx 'tl jtll.1.1\'i.I);'" po r o tr a part e, encontramos la " polfnca de la ide ntidad" p OS Ill O · 11, 111 ,1, mnhu-ult uralista , que apunta a la coexistencia tole rante de gr upos de es 111 " d.. vid. "lribrido" , en cambio incesan t e, divididos en interminables subg r u1'''. t ll' lIjel('S hispanas, homos exuale s neg ros, varones blancos con sida, madres 1I11 1l10 11('1111·

1,

,[, 1" II , I ~ ) ,

1 ,1 c n-cic ut c proliferació n de gr upos y subgr upos , con sus identidades camlubri dus y Huidas, y el hecho de q ue cada gru po insista en Sil derecho ,1

l 'I>IIIl n ,

\ 11 1 '~ 1 ~ decirlo de o tro modo, la sustancia es el nombre J o: lit rcsistCIJtÜ ínertr dt ItI f ollltl; 1"" ' l' 11I1,1, '. cuando n ues tra comprensión subjetiva racional nos dice que alguna idea I..'S erron,. , '1'''' ,., con se-cu encia de una mala illlelige ncia, de nuestros ~ pfejuicios supersticiosos, eleJI" • • ~ I ,,· ' ~r .lc 1.. cu al esa idea persiste inexplicablemente, t'StalllOSante una sustancia. l .c ~ 's ,1. ,1. "I(n,l r ti verd ad , la susta nci a es la pe rsiste ncia inerte de la falsa a pariencia. Por esta ra"'''. 1", ~ n l ll e l i l)( >S junguianos tienen que ver con la dimensión de la "sustancia psiquica ": de' IMIl .UI la ,Iillwnsilín J o: las formaciones psíq uicas inertes que vuelven una y o tra vel., aUIIIIII" l ' ," l< ,111H'111C las hemos destruido ha ce p m uch o tiempo, I<J, Fl come ntario de Abraharu Lincoln sobre el espiritismo ("Debo pensar que estas cosas 1, . f(u- taríall;l quienes gusta n dc este t ipo de cosas") expresa pe rfec ta mente este cnnictcr I" ln¡ ~i ""

tnu -

del aulocncierro nacionalista y, po r esa raz(ín, fllnó 01U1 incl uso m ejor si se lo ut ilíl ;]

1'," ,1 c ,r;ll"lcril ;lr a los nacionalist;¡s. pero IW fi mcirJ/lIl si \" aplicamos a los demúcralas md i calc ~ . .. t"l lli n ..... e~ algo que no sc r uclle Ilr eir del verdadcro compromiso democrático.

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nfinu.u- S il 1111 1110 de vida y Sil cultura específic os, esta incesante diversifica ció n, decirnos, so lo es pllsillle y pen .s:lble co nt ra el fo ndo de la glolmlbnción capitalista ; l'S elun ulo mislllo en II"C la gl () h;l l i l~1 d ó n capitalista afec ta a nuestro sent ido de la éliC:1 y n o un s forma s de per tenencia co muni taria: el ún ico vínculo q ue conel·t'l ,1esos gr upo s ruúh iplcs es el q ue los une al capital, siemp re di spu esto a satisface r las de mandas específicas de cada g rupo y subgrupc (tu rismo ho mose sual, música híspan a...). Adem ás, la o posición entre el fun damen ralism o y la pos1l1oclerna po lítica plu ralisra de la ident idad es en última instancia un a impos tura ' Iue oculta una so lidar idad m ás profunda (o, para decirl o en tér minos hegelianos, es una ide ntidad especulat iva): a un rnultic ultu ralista puede resul tarle atract iva incluso la identi dad étn ica más fundamenta lista, pero solo e n la medida en llue sea la identidad del O tro supuestament e auténtico (en los Estados Un idos, po r eje mplo, la identidad tri bal de los indígen as americanos); un gr upo Iundameuralisra puede ado ptar fácilmente, en su funcionam ient o social, las esIr,u egias modernas de la política de la identidad , presentándose co mo una de las minorias amenazadas que so lo pretenden co nse rva r su m odo de vida y su ide nridad cu ltura l específicos. La línea sepa ratoria entre la política de la ide ntidad multi rulruralisra )' e l fundam entalismo es pura mente for mal; a m en ud o depon,Ic solo de l punto de vista desde el cua l el o bservador pe rcibe un mo vimien to uve se pro po ne co nse rvar la iden tidad grupal. En estas co nd icio nes, el aco ntecim iento co mo " reto m o a las raíces" solo puede se r una aparienci a flue se adecua perfectamente al movim iento circular l"apit,llist,l o, en el peor de los casos, lleva a catást ro fes co mo el nazism o, El sig111 1de 1;1 act ual constelació n ideológico-política es el hecho de q ue solo parecen surgir los sc udoeco ntec imie m os de este tipo (solo el pop ulism o de de rec ha desp l i q.~'l ho y en día la pasió n po/itico auténtica de ace ptar lo lucho y ad mitir abic rramen rc lJue, precisamen te e n cuant o se pretende hablar desd e un punt o de visl,l un iversa l, no se trata de agra dart e a nadie, sino q ue se está dispuesto a int roducir una divisióu e nt re "nosot ros" y "ellos"), Se ha o bse rvado co n frccucnd :l tlue, u pesar de abominar la osadía (le Buchanan en los Estados U nido s, (le Le I'en en Fr ancia o de H c idcr e n Austria, incl uso los izquierdis tas exper ime nta n un cie rto alivio unte t i apa rici ón de esos hombres: finalme nte, en medio del re ino de la adm in istració n aséptica, pospolític a, de [os asuntos públicos, hay ,11 g uien que revive una pasión po lítica prop iamente dich a de divisió n y con fron taciún, una cr eenci a co mpro met ida en las cues tiones políticas, aun qu e sea en una !l ll'lna repulsiva" , Estamos ento nces cada vez más profund amen te encer nHll ls en un espaL:io cb ustrof6 bico dentro (lel cual so lo podemos os cilar entre el nn;}Coll1ccim icnto del funcion am iento suave del ::"\Tuevo O rdcn Mundi' ll glob:ll, capitalista y libera l-d emocrático, y los acon tecimientos fund am entalistas (el surg imient o de prot o(;lscismos locales, etcétera), qu e pe rtur han tem porariamente ];\ 228

'111'" 11l1it, t1,-'l1ltl lli1:1 del o('(:auo (',lpi1:1I iS I;\' Nu sorprende '1 \1(', en l;] k s r¡ n-un sI,IS, 11l'ltlq {g:e r haya 10111;1([0 el sC lldo;lt'Ollll'('i111 iellto tic la rcvn]lld,ill 11 ,1 /,i 1"" 1111 , lt't ~ 1l 1, lT i lll i e l ~ 1o VCI:(];H lc I'O, I I0 y en diel , nuis que 11111ll';1 , hay (lile insistir , 11 quv d HI~H'O (';lll,ll~ 1O ,l!llt'rlO :1 1,1e,ll1cl:ge nd;1de IlII acont cc imicnt u es el q ue ' ltll' 111 .1, e l ('11'('1110 \'1l'loso de la glohab zaellíll -eon ~ p:ll't icub ri"'M1ci ú n . (rcjafimmn,j' 1 1,1 tlllt,Il' IISi/lIl de la un iversalidad contra la gluhalirsación capi talis ta. It lllioll 11 ,1',1,un uucrcsan tc Il:lfalell) entre nuestro tie mpo de domi nación gl\¡hal l.'Sló\,1, IUlIl'.!('..'> e y e1 1mpe no Ro man o ,t'I: (líO, también un Estado glo bal " muhicuh u. "I. ~ I ,I l'l\ elcual prospcrabaumúhíples grupos ét nicos, no uni dos cn este eaSl1 1'''1 1,1 " ;l p ¡I ~ 1 sino po r I~s vínculos no-sustanciales del o rden leg al romano: en "H1Wt'\I(' IlCI,I, huy ~ eceslta mos un gest? q ue socave la globalización ca pila list:l 11, " Il' ,d I ~"nto ? C vista de la verda d unive rsal, así CO lllO el cr isrianisnn, pau lillo '" .1\'" ,¡J 11ll1}Cno global ro mano, l'UI' es~;~ razó n, ~~a izq uie~d a renovada debe trata r de suscrihi r plcnnmcnt c 1,1.llu lll'll' IOIl parad ójica de Kier kegaard en cuanto a qu e, co n rl."Sl}Cclu ;1 b len I" n e-ntre [a tradició n y la modernida d, ti cristianismo estd l/t//lltio de /11 111011r,.,I/' ( :on su idea de quc la fe solo pu ede surgir cuando se deja atrás el humuniv '110 ~ o l'ga n i cista " paga no, Kicrkcgaard pro mul gó una inversió n tota l de Ll I ,'I,Il'lún cI~t re lo int~rior y lo exter ior (la fe in terna y la in stituci ón religim;l), 1,11 ~ II »pasio nada y VIo lenta polémica co n "la cri stiandad" , no se lim itó a rcchaI Ir LI obediencia a la re ligió n insti tucio nalizada exte rna e n nombre de una ver,t.ldl'r;l fe interior: . Kie,rkc~~a rd tenía plen a co ncie ncia de q ue esto s dos aspectos (I''' ,nlllales de la m srnucron exte rna y una verdadera co nvicción inter io r) so n , vnn-t.uncnre codependienres. y constituyen las dos caras de la "edad mode rna " i-n ti cua l el rit ual exte rno carente de vida se co mplementa co n el sem imentalís11111 vacfu (I~ la religión liberal de la co nvicció n interio r (" los dogma s no impor1,111. 10 ' Iue Im po rt a es el aut éntico se ntim iento religioso interio r"). Kierkegaard .!I('L' lJue la verdade ra rel igió n es mas "int e rio r" (invo lucra un acto de fe absoluta 'll ~ " nu l~lI ede si q ~li era exter naliza rse en el vehícu lo universal del lengu aje) y al llmUlo nc rnpo mas ex t ~ rna (cuando creo verdade ramente, acep to q ue yo mism o "',1so)' la fuente de "" f~, Y q ue, de algún mo do inexplica ble, m e llega desde .rfucru, desde el proelo D IOS: en su gracia, Di os se dirigió a mí, no soy yo qu ien ~(' 11,1elevado hasta E l), I':n o tr as palabras, no mo ram os ya en el unive rso aristotélico, en el cual los (' Jl' I ~ l e ntos (olltológ ieamcnte) in feriores se m ueven espontáne amente y tienden 11.1('1 :1 su m eta , e l D ios in móvil: en el cr ist ianismo, es el prop io D ios q uien "se II Hl eve':' q uien encarna en un hom bre tem pora l/mo rtaL Cuando Kicrke gaard de l e l'lI1~n~ la fe como la pura int e rio rida d lJue el creye nte es incapaz de simboli1,:I rl sIJCla!Jzar, de co mp 'lrtir co n otros (Abraham está absolu tamente so lo frente a 1.1 te rr ible orden de Di os dc qlle sacr ifiq uc ,) Sil hijo Isaac; no pu ede siquiera . 1111

d."',

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I JI Wbjrtl l'i :'¡¡";lill po/i/ka.f J"IIJ l'i.-irit" .1rJ l'tlllllu rl ir Sil dol. Ir con n iros), ('stn sign il1(',1 tille lo q ue en 1:1 fe es absolm arncnle interior , lo ' lile se resiste ,1 la me diación simbólica intcrsulqc nva, LOS la exterioridil d radicnl dcl Ilmnudo religioso: Abrahum no puede compartir con o tros el 1I1:1 11 da \0 de Dio s precisamente porque ese mandato no expresa de ningún mo. 10 Sil "n .uu rulcz a interior", sino tille es expe rime ntado CO IllO una int rusión mdicalmcn rc tra um ática q ue asalta al suje to desd e afuera, y q ue el sujeto nunc a puede int cr nali zar, asumir co mo " propia"; en ella no puede discernir ningún si~n ific,lt lo ¡l,lra co m par tir co n los otros. Se trata en tonces de que el sujeto no puede cxrcm ahzar el m andato di vino precisamente porqlle 110 tmede internaíizarlc. Vernos ;11101':1de q ué m odo supe ra Kierkegaard la oposición de la "edad moder 11 ;1" cun-e el ritual externo inerte y la con vicción sen tirn entn l purame nt e interio r: no lo hace medi ant e una síntesis seudohegellan a q ue restablezca una vida sodal autén tica en la cual los ritu ales soc iales exte rnos vuel van a est ar impregnados de una convicci ón interior auténtica (es decir, una vide socia l orgánica con plena partic ip ación de los sujetos, segú n la visión que te nía el joven H egel tIc 1;1 comun idad griega ante rio r a la escisión entre Jo subje tivo y el o bjet ivo). Kicrk cgaar d super a aq uella oposición co n la par adoja de la fe aut éntica en la «un! 1,1exte rio ridad radical coincide co n la int erioridad pu ra. (..luid deba mos retornar aho ra ,1la co no cida oposición, tam bién trazada po r Kicrkega ard , entre la reminiscencia soc rática y la repetición cristiana. E l princip io filosófico socrático es la rem iniscen cia: la verdad ya esra pro fundam ente dentro tIc m í, y para descu brirla hasta con q ue in dagu e en mi alma, que me "co nozca a mí mismo". La verdad cristiana, en cam bio, es la verdad de la Revelación , exacramc nrc opu est a a la reminiscencia: la verd ad no es intrín seca, no es el (rejdescubrimiento de 10 qu e ya está en mí, sino un aco ntecimien to, algo q ue me ha sitio impuesto violenta mente desde el exte rior en un encue nt ro tra umático qu e rotuuucvc Jos fun da mentos mismos de mi se r. ( Po r esta razón, la re definició n gllc"StiCl del cristianismo que realiza n los autores de la New Age co mo un viaje de autodescu hrimiento y puri ficación interio res del alma es profundam ent e heré tica, y deb e scr rech azada d rdsticam enre.) y Lncan, igu al qu e Badio u, opta por la co ncepción crisriana-kicrkegaardiana. e n con t raste con las prim eras im presio nes enga ños as, el trata m ien to psicoa nalirico, en su aspe cto fundame nta l, 110 es el cam ino de la remem bra nza, del re to mo :1 la verdad reprimida inte rio r, no co nsiste e n sacarla a la luz; su memen to cr uoal, el de "a tra vesarnienro del fantasma", des igna el renacimiento (simbólico) del sujet o, su (re)creación ex nihilo, un salto a tra vés del " punto cero" de la pulsión de muert e a la totalm ente nueva co nfig uració n sim bólica de su ser.

1l1ll\1 1\ ,ll1 d.ld tille vagam en te corre spo nden ;1 la tríada lacaniana de lo Real, 10 1l 11 I Kl" ,lI I 0 ) ' In Simbólico. la universa lida d "rea l" de la glohali zación, con el I'I"" ~" - uplcrucntario de las "exclusio ne s inte rnas" (la me dida en q ue, hoy en 1, 1,' l tl.·..tinu de cada uno de nosotros depe nde de la intrincada red de las rela11' ' II! ~ ", islL'n leS en el mercado glo bal); la universalidad dc la ficción tlue re gula 1,11" W ll Ull1í;1 ideológica (la Iglesia (j el Estado como "comun idades imaginadas" lI'lhl 'I'O lk s, q ue le pe rmiten al sujeto toma r distancia res pecto de la in mer sión 'II .U ~ 1 11 po social inmediato -dc clase, pro fesión, sexo, reli gi ón...- y postular, • 0111" 1111 Sil jeto libre); la un ivers alidad de un ideal tal co mo lo ejemplifica la t 'l)!t'lltÜ revolucionaria de igl,libmi, q ue sigue siendo un exceso i nco~l(ticiona l, '1'" p" lIe en ma rc ha la ins urrección permanente co nt ra el o rde n existente, y, 1"" l•• r.uu o, nunca puede se r domestica da , incluida en ese o rden. I l.,..de luego, la cuestión es que ell ímit e entre estos tre s universales nunca es • ~ 1, l h l t' }' fi jo: el co ncepto de libe rtad e ig ualdad puede ser 1.1 idea hegem óni ca '!'!" 110.. pe rmite identifica rn os co n nuestro rol soci al part icu lar (yo soy un ar l. ,111" pobre, pero precisa me nte en ta l carácter participo en la vida de m i Esta,1.. n.niún corno un ciu dadano lib re e igual. ..), o bien el exceso irr ed ucti ble que .1. ~"" 1.1 h i l i7.'1 el o rde n soc ial fijo. Lo q ue en el universo jacobi no er a la universaIld,Id desestabilizado r a del ideal que po nía e n m archa el proceso incesan te de 11 ,lIl..lilm1;u.:ión social, más tard e se co nvirtió en la ficción ideol ógica ljllCle per11111/; 1 :1 cada individuo iden ti ficarse con su lugar específico en el espacio so cial. l- ti t'''le Jlunto, la alterna tiva es la siguie nt e: el universal, ¿es "abst racto" (pote nI 1.•lmc ure o puesto al co ntenido co ncreto) (1 "con cre to" (en el sent ido de q ue yo npl'ri me n to mi modo parti cular de vida soci al como mi manera especifica de 1',llt il'ip;lt· en el orde n soci al universal)? Lo qu e dic e Balibar es q ue la tensión " 111 re :IlU h ;IS posiuilidades es irr eductible: el exceso de uni ver salidad abst rac talIq .(:Lliva- ide al, su fuerza perturbadora y desest abilizadora, nunc a pu ede in re1-I I 1,\( 1co nc ret a"" - l 1e una "umvcrsa J.t Llrse ple namen te en e1to do arm o moso . Pero hay otra te nsión quc parece más crucial ho y en día: 1:1 tensió n en tre los

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2JJ

I t ' Illl ' t ' '''I\'I,lt'' ' U' ''

1 ~ , •• ~ ,llllll:lllcftls dem uestra n 11ue 1:1 estr uctur a de lo univer sal es mucho m ás '''1111' 10-1" .11' lo qu c parecc, I1a sido Balibar'¡;l qui en elabo ró los tres ni veles de

.«1, V éase, espec ialm ente " Les univcrscls", en Halib ar, [ .1/ rmimr des masrrJ, p ágs . 421--454, 41. En este caso es claro el paralelismo con la opos ici(ín que tra za Laclau ent re la lúgic n d ~' b difere ncia (la socieda d como una estruct ura simbólica di fere ncial) y la lógica del antago ni..mn (la suciedad como "imposible ", desba ratada por una escisión antagónica). H oy en día, ti tensión entre la lógica de la diferencia y la lógica del amagonismo to rna la room de la ten -


d ll~ ltl o d o ~ d (' 1:1 "univ ersalidad concreta". Es decir q ue 1.1 universalidad "real" de la ;Il,tu:ll g'lo h:llil',ac ió n 1\01' m ed io del mercado in vo lucra su propia ficción () induso su propio idea l hege mó nico (le tole ran cia mul t ículturalista, r espeto y )lro tl'(,l'ió n d e los derech o s lrumanov y la dem oc racia, y así suc esivame n te ; in voIUl'l';1 su pro pia "unive rsalida d co ncreta" seudohege liana de un o rd en m und ial l'l IYOS r:lsgu s universales de m er cado, d erechos humanos y demo cracia les per mi 1irían flore cer en su pa rticu laridad a los d istintos "estilo s de vida" específico s, I k Iilo do qu e apa rece una te ns ión in evitable entre esta " universalidad co ncr eta" )lOSIIIlH lcl'll;l, po sterior ;11Esrado- naciú n, y la an te rior "un iversalidad co ncr eta" (lcl lcsmdo-nnción. 1 , ;\ histo ria d e la emergencia del Estado- nación es la historia de la "tr ansustanciación " (amenudo sumam ente violenta) de las comun idades locales y sus tr adiciollc.s en la nación mod ern a co mo " comunid ad imaginada"; este proccso invoIUlTt. la represión de los modos de vid a locales autén ticos y/o su rci nsc ripc i ón en lnnucvu "t radición inventada" nharcativa . E n otras palab ras, la "tradición nac ic 11 :11 " cs una pant alla qu e no oculta el pro ceso de m ode rn ización, sino lit 'Verdadera ! n/l!il'i!ill (:" lifll í'JI Sil [acticidnd int(Jlerdblc.~l Lo que se pro dujo a con tinua ción fue (nparcn tcmcnrc) o puesto: el p roceso "posmoderno" de reto rn o a los m odo s de identi ficación nuis lo cales, sub nac iona lesi sin em bargo , estos n uevo s m od os d e identi ficación Y;I no son experimen tados como directame n te sustanciales: cada lino puede elegir ahom Iibrcmen t c su propio estilo de vida . Sin embargo, no hasta ruu o)lo llcr la anterior identificación étnica au té n tica a la elección arbitraria poJsllIodel'lla de un estilo de vida: esta oposición no reconoce la medida en qu e la .uucrior idcnrificaci ón n acional " auténtica" era un fen óm eno artificial, impuesto po r la viulcncia, basado en la represión de las tradiciones locales previas, l ,cjos de ser una unidad "natural" de la vid a soc ial, u n m arco eq uilibrad o, 11 11;1 especie de en tele qu ia aristo télica ha cia la cual ha bí an avanzado tod os lo s (k s:lI'rollo s anteriores, la form a u niversal del Estado-nación co nsti tu ye u n equ ilihri o temporal pr ecario en t re la relación con u na C osa étnica particular (el pa-

, i"'ll entre el universo liberal-democ rático de negociación y el universo "fnnd amentnlista" de Lo IlId l:1a muerte entre el bien y el mal, nosotros y ellos, .j.l . Cuando, a principios del siglo X X, Héln lIartúk tr anscribió cente nares de com posicio nes fok-lúrica s hún gara" provocó un a animosidad persistente en tre los partidarios del ren aciruicnro nacional romántico, pr ccivamcnrc po r ejecuta r al pie de la letra el programa r omán tico de revitalizar las rafees étnicas au ténticas..; En Eslovenia, la Iglesia Cató lica y los n acionalis 1:1, trazan un cuadro idílico de la camp iña del siglo XIX: no sorp rend e entonces que hayan ig-. norado en gran medida los cuade rn os de notas etnológicas del escritor esloveno j anez Trdina , publ icados hace un par de años. Allí se describía una vida diari a campesi na llena de abusos sexualcs con niños, violaciones, alcoholismo, violencia bruta l..

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" t: I /'/'11 1'' '' I'i,/ uturi, elce t e 1';\ ) Y1:1 Iuuci ón (po1cnci nlmcntc) ti n i versal de l .01 " , 1',,1 11ll 1:1!1o, el l-xrndo-nnción "supera" las formas locales or gánicas de .,1, 11I1 h, ,ll i" ll ( ' H 1;1 ¡. k n ti tic<l cit'lIl " pat riót ica" un iversa l; por ot ra parte , se afir-

• ¡ I1 '11 .1111 111111

1" .1' ll lllll unu ('~ IJt' (' ic d e [romera scudonat ural de la eco nom ía d e m ercado , que ' 1' 11 ,. ,,1 "('OIl1('ITio int er ior" res pecto del "comercio exterior ", La acti vidad 'llIIHIIII" il ;lp;IITCC en to nces sublim ada, eleva da al nivel d e la Cosa étn ica, legi111 11,.. 1,. , '1111<> unn con uibución pat riótica a la gra ndeza de la nación , Este equilí11l 1! ' . 1' \'1' runs taut c tuc n tc am enazado d esd e ambos lad os: d esde el lado de las 1 ". 1I 1 1 ~ O I ~ :í ll it' : I ~ pre vias de la ide n tificació n particular , que no desaparecen, si11" 11 111' (on tl n Ú;lI\ su vi(la sub terránea fuera de la esfera pública universal, y de s.1, ,,1 I.uto d (~ t i lóg ica inma nente d el capital, cuya na t uraleza transnaciona] es ' "I I Il' ~ I T :l l \ \ l' l\ l c indi fer ente a las fronte ras del Estado-n ació n, Y las nuevas ide nllli l ,1l 1" lIl'S cmicas (fun dam cntalis tas) del presen te involucr an u na esp ecie de ,1.'. lIhlilI1:Il'il'm", un proceso de des in tegració n de esa precar ia u nidad de la " "'1.1uufn nacional" en sus parte s cons titu tivas: la fun ción en el me rcado tra ns" 11,11 l' 'U.I I }' I;1re lncié ucron con 1a osa etruca .~J I'n r lo taur o, solo h oy, en las co munida d es con te mporáneas fundamen ta I I ~I , " ('11 e l plan o étnico, religio so , del estilo de vid a, etcé tera, se realiza ple na 111" 111 C' 1:1 (~~ ('i s i{lll en tre la forma abstracta de l com ercio y la relación con la Cosa Ct 1111',1 p:l!"t h-ular, escisió n inaugu rada po r el proyecto d e la Ilustraci ón : el fundaIWIII.llislIlO étnic o o religioso po smodcrno y la xeno fob ia actuales no so lo no _" 11 Il'g l'(:sivos sino que , por el con tra rio , constitu yen la prueb a suprema de la '1IlollH'ipac ió n final d e la lógica económ ica del m ercad o res pec to d el apego a la 1 :0,,1 étnica, Este es el má s alto esfuer zo espe culativo d e la dialéctica d e la vida ~" d;l l: 110 co nsiste en d escribir el proceso de mediación d e la in mediatez p riru.utl¡n l (la desintegr ación - digamos- de la comunid ad o rg án ica en la sociedad uuliv idual ista alie na d a), sino en explicar de qué mo do est e proceso d e m edi a11(111caracterfsríco de la mod ernidad puede da r ori gen a nu evas formas de in me.li;Il('I'. " orgánicas", com o las comu nid ad es con tem poráneas "elegidas " o "invcn Illl l:IS" (las "c omunidades de estilo de vida ": los homosexuales, etcétera)."

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·11 Un o de lo hechos meno res pero signifi cativos, que pone de ma nifiesto este marchita miento del Esrado- nacion es la lenta difusión de la instituc ión obscen a de las cárceles pl'h'ildlls

I" s Estados Unido s y otros país es occid entales: el ejerci cio de la viole n cia física y la CO Cf c'i,',n, que debe ser mo no polio del Estado , se convierte en ob jeto de u n contrato entre ese Est.rdo y una em pr esa privada que coacciona a Jos individuos para obtener gananci a. Este es sen r-ill.rmc nt c el fin del muno polio del uso leg ítimo de la violencia que (según l\IaX W eber) defin ía al E sta do mode rn o. 44. Véase Sco rt Lash y Jo hn Urry, Economieso! Siglls and ."Jum , Lo ndr es, Sage, t ':i94. [Ed . C:1St. , Economías de signosy espacias, Buenos Aires, Arnorrortu, 199 H.]

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E l . ,\ 11·1.T I ( :t 1). 1t :I(,\I .I'i.\l t)

111' 1 1, l' vulnn-s p"' 1iml,,,·cs ,/1' SI/ prop;'¡ ("//11111"11); sin embargo , retien e su posición r privilegiado, desde el cual se pued en ap reciar (y .l, IlI l'l t lr) ,ulcc\I:u b ll1cllte las ot rus culturas parti culares; el re spe to multic ulrura1 1 ~ t-I . 1 l.1 t'SIK't'ificidad del O tro es la form a d e afirmar la pro pia supe r ior idad . 1j,·, de el plllllO de vista del co ncepto an tiesencial ista posma rxista d e la polilit ,1 ' Ul llo <:;lI11IXI de lalucha por la hegem onía sin ninguna re gla p reestablecida ' IIU dd in ,l de an te man o sus pa rámetros, resu lta fácil rechazar [a idea m isma d e I 1 " 1 "~ ; Gl del capital" co mo, p recisamente, el resto de la antigu a posició n esen, 1011 1'101 : lejos d e se r reductible a un efecto ideoló gico-c ultura l d el proc eso eco 1II IIIIIt·o, el pasaje desde el imperalismo cu ltural co nven cional al m nltic ulturulis11lI 1 llloÍs toleran te, con su apertura a la riqueza de las identidades híb rid as de sde , I plin to d e vista étn ico, sexu al. etcétera, es el r esu ltad o de u na lucha pol ítico ," h lll.ll prokm grad a y difícil, curo resultado final no pod ría ser en modo alguno 1I " I,l ll l i1~l do ¡x )r las coorde nada s 11 priori d e la "lógica del capital" '" Pero lo cru11 ..1 t " tille esta luc ha po r la politizaci ón f la afin naeión d e las m últiples idenrid,,,lt's érnicas. sexuales y de o tro tipo siemp re se p roduce co nt ra el fon do (le tina 1',11 n-ru inv isible pero sumamente prohibitiva: el sistema capita lista g loh ,ll p ue· ,1, ' iurorpora r las ven tajas de la po lít ica posmoderna d e las identidades en la me ,1,,1.1en {¡lIe ell as no pe rt ur ben la circulació n u nifo rm e del ca pital; en cuanto al1(1111.1 inrervcn ci én política le plantea una ser ia ame naza, d e in med iato la l ' Iln llle un conjun to elaborado de me didas d esti nada s a excluirla , ¿Q ué se pue dI' ck-cir ac er ca d e la o bjec ió n obvia d e qu e la neutralidad d el mult icul tu ralista "., f," SOl , pucsto que Sil posición p rivilegi a táci tamen te el co n te nido euroc en trisI,I ? ¡':' (<l lin ea »rg umenmriva es correcta, pe ro se ba sa en un ruzonamicn ro er róIU'n , El uusfondo cultural, las pa niculares ra íces cultu rales tlue siemp re sosrieIU'II la posición un iversal muhícuhurahst a no son su " verd ad", sup ues tamente Ol ull;l debajo d e la mlÍ.'>C"J.r:J. de u nive rsalidad ("el u niversalismo culruralisra es en n '.llitl;lll e uroccnmsra..."), sino m ás bien In opuesto: la ma ncha de las raíces p.uticula res es la pant alla fanrasmá rica que ocu lta el he ch o de tI"e el sujeto está p i totalme n te desarra igado y su verdadera posición es el vado de la u niver sali.l.nl. l'erm ítascme re cordar un ejemplo q ue d a Dnrícn Le adc r: u n hombre, en UlI rcsrauranrc, acompañado po r un a m uje r, en lugar de ped ir "u na mesa pa ra dos ", dice "Una cama par-J. dos , po r favo r". E n este caso habría q ue invert ir la c xplicecíón fre udiana co nvenc iona l (vdesde luego, ya estaba pe nsan d o e n la norhc tic sexo q ue p reveía pa ra despu és d e la ce na"): esa interve nci ón de la fan ta, b sexual subte rrá ne a es cn realidad la pan talla qu e sirve co mo defensa co ntra la pulsión oral, que a ese ho mb re le importa más qu e el seso. "

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¿l h' qué

se relacion a ent o nces el unive rso d el capital co n la form a del en n uestra era de capitalismo global? Q uizás esta relación sea d eSit-:II'1I 1.1 delmejo r mod o corno "aurocolomzación ": co n el funciona mien to multi n:l(.'io n;11 directo del capital, ya no en co ntramos la oposición con vencional entrc 101 mcrrúpoli y los países colonizados, una emp resa glob al, Ix)r así deci rlo, ha l'o rtóllln su cortlún umbilical con la nación madre, y tra ta a su país d e ori gen co mo un territorio más q ue d ebe co lo niz ar , Esto es lo tl"e pertu rba tanto a los po plllist;ls nacionalistas de d erec ha, d esde Le Pcn a Buchanan : el hec ho d e que las lI11CV;JS multinacionale s tienen exactam ent e la m ism a acritud co n la población 10ra] fran cesa o estadouni den se q ue co n las poblaci o nes d e M éxico , Brasil o T aiwan . ¿N o hay un a especie de justicia poé tica en este giro autorrcfcre ncial del capirali smo gloh;ll d e hoy en día, qu e funcio na como una especi e d e " negació n de 1;1 lI e ~,l ción ", después d el capi ta lismo nacio nal y su fase intern acionalista/ co lonialista? Al principio (idealmen te, po r supuesto), hay cap ital ismo de ntro de los lími les d e un Estado -nación, y con el com ercio intern aciona l co ncomita nte (inrcrcambio entre Estados-nacion es so beranos); a contin uación apa rece la relaci ón de cnlonizacióü , en la cual el país colo nizad or subo rd ina y explot a (en tér minos econ ómicos. polfticos y cultu rales) al país co lo nizado; el mo mento final d e es te prot"CSO es la paradoja de la co lon izació n, en la cual solo hay co lonias, y ni ngú n pa ís col o nizador: el poder co lon izado r no es ya un Estado -naci ón, sino la gra n corporaci ón g lobal. E n el largo t érmino, no solo usarem os cam isetas d e re públicas lumancras, sino que también viviremos en repúblicas ban an eras, Y, po r supuesto, la forma ideo lógica ideal de este capitalismo g lobal es el multlcuhumlismo. la acti tu d q ue, desde u na especie de posició n g lobal vacía, trata a ,mI" cultu ra loca l co mo el colonizador trata a los p ueblos co loniza dos : co mo a u n "nativo" cuy.!s morrs debe n ser cuid adosamente estu d iad as y " respetadas". Es d erir 'lt1c la re lació n entre el colonialismo impc ralista tradicion al y la aurocolonizal'i"1Il capitalista global es exactament e la m isma que existe en tre el impera lism o cultural occidental y el mulriculturalism o. así como el capita lismo glob al sup one l,¡ par adoj a d e la colo nización del Esta do-naci ón metropolitan o colonizad o r, el m uhículruralismo invo lucra u na dista ncia euroce n trista de pa tro nato, y/ o el respeto a las cu ltu ras loca les sin raíces e n la cu ltu ra pa rti cu lar euro pea . En otras P-dlabr as, el mult icultu ralism o es una forma auro rreferencial d e racismo, renegad a, invertida, u n " racismo con dista ncia" : "res pe ta" la id entidad del O tro , con cibiéndo lo co mo una comu nidad " au tén tica" cerrada cn sí misma, respec to de la cual el muhiculruralisra conserva u na distancia posibilitada por su posició n univ ersal p rivilegiada, Elmult icu lturalismo es un racismo qu e vacía su p ropia pos ición d e todo co nt enido positivo (el mulriculnu-alisra no es u n racista directo; no le o po ne al 11101 10

1 '~ S \;H l ll - lI :\{.' i r'1I1

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45, Véase Darían Leatlcr, U'by [)()

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II'riu .Htm' Lt1t~ Than T INy POlI ?, Londres,

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1". 11 SU Ol Il:íIisis tic hl revolución qu e se produ jo en l-mnc ia en IH4H (a~ ;í l,i sis 1"I':,li'!,:w o en ln Iueba 11r' clases en ""'dl/lÚ) , M arx proporciona un cjeIl1~Jlo simila r de ¡'W 1101 ,le t:llg:<1I10: cl I'art ido del Orden,.que tomó el pod er dcsp,ues de la re\'ollll: i.ín. publicnmcntc defend ía la re pública, pe ro en s~crcto cr era e n la ~es­ t,lllr;It'i(I1l : sus miem bros ap ro vechahan tod as las oportuni dades para burlarse de 1m rilwlles republicanos y señalar de todos los modos posibles "dó nde es~~a su (,OI",I"I,t'lll" , Pero la p'lr:llloj'l resid ía cn el hecho de que la verdad de su actividad ('sLl!>a e n 1.1 rOnll,) extern a que en privado despred ab'lI1 y de la que se burlaban: e s :1 fll rnl:l repu blicana no er a una mera apar iencia po r d:haj~) de la cual ~~e.(:h a­ 1Md deseo mon árq uico, sino q ue el secreto apcgo monarqutco les pem uno lIevara caho su fun ció n histórica r eal: instru mentar la ley y el orde n burgueses republicmos. El propio Marx me ncio na q ue los m iembros del Parti do de! Or~len lI!>lcllÍ"l n un inmen so placer de sus ocasionales "lapsus verbales" mon arq urcns 1'1l111 ra' la rcpú blica (por ejemplo, cuando se r eferían a Fra,ncia com o "l~n r~ino" 1'11 sus dehates parlamentarios, e tcétera): esos lapsus aroClI. l~han sus Ilusl<m~s f;lIH:¡smátil"as. las cuales servía n com o pan tallas qu e les pen TIluan no ver la realiILul social de 10 que estaba sucediendo ro la fIIptifidt , . _ y mutatis 1Jlfltandis, lo m ismo oc ur re co n el actual capita lismo. qu e au n se :l(crr:1 :1 '1 lgu na he rencia cult ural par ticular, identificándola como 1:'1. fuent,e se1'I"l' \ ó1 de su éxito (los ejecutivos japonescs q ue conser van la cerern oma ,del. te o se in<;pir an en el código del Bushido, e tcé te ra. ,0 ,el : aso i~\'ers() del peflod_,sta 0 1'cidcnta l Ilue hUSl.."3 el secre to par ticular del exrto Japones): esta re~erencla a. una 1/ lrmll"l cultural particular es en sí una pantalla que oculta ~I anom~ato umvers:II .ld capital. El ve rdade ro hor ror no reside en e~ co nte nid o parti cular oculto deb:ljo de 1:1 univer salidad del capitalismo global, srno e n el hecho de qu e el ca-

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maquina glo h'll :lI\únima Illle sigile ciegamente su curso; el verdadeIn ho rro !" cousisrc 1'11qlle nu hay ni ngún agente secreto part icular qllc la anima. 1'1 [nm-ur 111) es el particular espectro vivient e que habita en la má qu ina univcr <;:1 1 muert a, sino la maquin a unive rsal muert a qu e ocup a el co razó n m ismo de 1'... 1:1 cSp~'ct ro vivo part icula r, La co nclusión es que la prob lem ática del m ulrit'uh unllisll\o (la coexistencia híbrida de divers os m und os vitales cu ltu rales), 'IUC 11U)' 1'11 d ía se im po ne, es la forma de aparición de su opu esto , de la presencia uusivn del capitalismo como sist em a mu ndial global: atestig ua la ho mogeneizad /m sin preced entes del mundo act ual. I ) e hecho. puesto que e l horizonte de la imagi nación social ya no nos perm i11' mantene r la idea de una eve ntua l desap ari ci ón del cap italismo - puest o quc, 1"11111 0 podríamos decirlo, tod os ace pta mos tácitame nte q ue el capitalismo está ' II/I/i {/Im l qnedane-, to do ocurre co mo si la energía crí tica hubi era encontrado 11 11 :1salida sustitutiva en la lucha po r las diferencias c ultur ales, que llO afecta en :I h ..uluro la hom ogen eidad básica del sistema m undia l capitalista. Estamos en IUlU"l ' S librando nuestras bata llas de computad ora po r los derechos de las m inorías érnic as, de los varon es hom osexuales y [aslesbianas, de los difere ntes estilos tic vida, y así sucesivame nte, mient ras el capitalismo co ntinúa Sil ma rcha triu ntal. y la actua l teo ría crí tica, en la fo rm a de los "est udios culturales", le está brindando e! servic io fund ame ntal ,11 desarro llo irrcst ricto del capital ismo, al p.nt icipa r activame nt e en el esfuerzo ideológico te ndiente a hacer invisible su pn-encia m asiva: en la fo rma predo minante de la "crítica cu ltur al" posrnode ma. 1.1sola re ferencia al ca pit alismo co mo sisre nu m undial tiende a suscitar acusacioncs de "csencialismo", " fundame m alism o", etcétera , El precio de esta despotili7,<lción de la eco no mía es Illle en cie rto senti do ha q ue dado despol itizado el Jmbiro m ismo de la política : la lucha política propiam ente dicha se ha rransfornudo en la lucha cu ltu ral po r el reco nocim iento de las ident idades mar ginales y IMIl" la tol era ncia de las di ferencias." La false dad de l libe ralismo muhicul rurallsta elitista reside en la te nsión en trc el co n te nido y la forma, una ten sión q ue ya había ca racterizado al prime r g ran proyecto ideológico de! universalismo tolerante, e l de la masoner ía: la doc1" 1,11 ¡'S 11 11.1

1:¡¡ller & Fabcr, 1996, págs. 67· 68. La inversió n que opera ~n esta an.écd~ta narra da po r Lea de r lu sitlu lnanl.vi l¡':~ meme e jemp lifiOlda por un com ercia l pub hcluno de .la em presa ale m"l1;l :\t l!ll\UIIl, prod uctora de helados gigantescos, Primero vernos a una pa reja ~bre, de cla,,' " brc nl, ahraú nd osc apasio nadamente ; cuan do acuerd an hacer el amor, la chica m anda al muchacho ;11 negocio vecino , p~ ra qu e compre un pres ervativo . Fre nt e a la máquina expendetloTa de preservativo s, el muchac ho advie rt e junto a ella I~ máquina de los hel ados M agnu m; hueca en el bolsillo, y solo encu entra un a mone da de 5 marcos , que alca nza para com~ra~ .e1 I'TI.'SCrvativo o un helado , pe:ro no las dos cos as. Al cabo de al~05 mo mentos de vaCll ac~n . Iesesperada, lo vernos sorb iendo apasionadamen te el helado, " ""?" se le.: e~ la ~ntal1a: ~ veces tienes qu e decitlir bien t us pri oridades", En este caso llene un ?peclal mt cres la o~l\l l a " falica d..] helado ,M,gnum , un ' ,"0 ]leac: cuando, en l ~ ultIma roma, el lTlllcha<:tmllUu cum l a '-4 ''. dIO sorbe el helado , sus gcstos rápidos y espasmód icos imilan una fellat io ~n ten s.a ; el mcn:saJe Ile t.i ccidir bicn las priori dades puede ento nces 1et'!'!>C de un mod o sexual dire:to : la expeTlenda C"J.si homoeróriOl del sexo ora l es preferible a l~ experiencia hetCto!ieXilll! dlll:(,:la...

46. Por sup ues to, se puede sostener quc el movimien to circular del pro pio capital es ya un fenómeno simbó lico, y nn algo 0PUCS lO externamente a la cultura (¿no ha subrayado Lacan ' lile el prime r capítulo de l Capittll ¡ es un ejercicio magistr al de lógica del sign ificant e?); IlOr "1m I:HIIl, ¡" S fenóm enos cultura les en sí SOll tam bién lugares de producción m aterial, atnlpa,los en la red tic las relacio nes socioeconiunicas dc p¡¡(ler . Si bien suscri!lillK15 plenamentt es. l.", tlos puntos, es p reciso no obs t~nte insistir en quc la lógica s..cioeconó mica del capital proIN'rciorul. el marco global q ue (sohre)d etermina la totalidad de los pr~ culturales_

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muu de hl I na sul l ~'IÚ (la hcnuaudad universa l ele todos los hombres ból.Só\(b e n la 111 /, dI.: L. róllún) <'olisioll:l claramente con Sil fo rma de expresión }' organ izaci6 n (III U sol"icd¡ld SCl't"cLI con rit uales ínicíáti cos), la forma misma de expresión y ur. in llacil'm tic [;¡ llI;lSollc ría contradice su doctri na positiva. D e un modo estrictamente hUl1lú logo, la acri tud lib e ral " polít icamente co rrecta" con tem po r ánea , ¡lile se percibe a sí misma como supe radora de las limitaciones de su iden tid ad ~:tnil-ll (un a "ci udadanía de lm undo" sin anda en ninguna comunida d étnica e n part icular) funciona. '/1'1I11'0 ,le SIl propia sociedad, como un círculo estrecho )' e1i.i\ la de clase med ia alta, (Iue se opon e claramente a la mayoría de I:IS pers on as oununcs, dcsdcñndus po r estar cautivas en sus estrechos lími tes étn icos o com umt unos. :-':0 so rpre nde qu e la to le ran cia mulri cu lruralisra liberal esté a su vez óHróll);l(l;. e n el cír culo vicioso de conce de r demasiodo)' 110 lo mjieiente a la particu l.lr i,latl de la cu ltura del Otro : •

Por un lado , tole ra al O tTO en la med ida en que no es el O tro reel, sino el aséptico de la sabiduría ecológica prem oderna, de los ritos fascinan tes, y así suce sivamente; en cuanto aparece el Otro real (po r ejem plo, la cliroridectornfa, el velo o bligatorio de las m ujeres, la tortura de los en emigos hasta mat arlos ...), el modo en que el O tr o regul a la especifici dad de su goce, la tolera ncia se detie ne . Es signifi cativo que los mismos culm ralisras qu e se oponen al c uroccntrismo también , co mo regla. rep ruehan la pen a de m uerte, cons ideránd ola un resto de la costu m bre barbara r pri mitiva de la \'en bo-anza: su verdade ro euroc emrism o ocu lto se vuelve cmonccs visible, pues la to talid ad de su argumentaci ón contra la pe na de m uerte es estrict amente "eurocentrista" , im plica las concepcione s liberales de la dignid ad humana y el castigo , y se basa en un esquema de la evoluci ón que parte de las sociedades primitivas violentas r desemboca en las sucie dades tolerantes mod e rnas , capa ces de superar el princip io de la venganza, Por otro lado, elliberal m ulriculr uralisra to lera nte acepta a veces las violacion es más bru tales a los derechos humanos, u por lo menos es renuente a conde narlas, por temor a se r acusado de imponerle sus pro pios vale res al Otro. D e mi propia juventud recuerdo que los estudiantes nmofsras predi caban y pra ct icaban la "revolución sexual"; cuando se les señala ba (¡lI C en la Chilla de la Revoluc ión Cu ltura l maoista había una actitud exrrcmadamcnte rep resiva respecto de la sexuali dad, ellos res pondían rápidame nte que In sexualidad desem pe ñaba un papel por completo distinto en el m undo vital de los chinos, de modo que no debíamos im pone rles nuestras propias ideas de la repres ión: la actitu d hacia la sexualidad de los chinos solo nos pa recía "rep resiva" en virtud de nuestras convenciones ()! rn

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occidenta les. .. ¿N o cuconr nnuos la lllisllJ;l posición hoy e n día, cuando los muh iculnrmlis tas nos advierten que no debemos im ponerle al Otro nue st ra con cepción c uruccn trist a de tos de rechos humanos un iversa les ? Ademá s, los pro pios voceros del capital m ulti nacio nal, ¿no aducen a meIludo este tipo (le falsa tole rancia par a legitimar el hecho de que "lo prime ro son los negocios"? El punto clave que hay que afirma r es la complcme ntariedad de esto s dos ex"'\US. el demasiada y el 110 lo bastante: si la primera act itu d es incapaz de percibir r-] ~lIl·e cultu ral específico qu e incluso "una víctima" puede encont ra r en una pr.ict ica de otr a cultu ra quc a nosotros nos parece cruel y bár bara (las víct imas .h- (;1 clnoridectomía a menudo la pe rciben como un modo de alcanzar la dign iIl,ul prop iame nte femenina), la segu nda actitud no percibe el hec ho de que el 1 )Iro está a su vez escind ido , de <lile los mie mbros de otra cultura, lejos de esta r vr-m-i llam ente identificados con SR" costumb res, pueden to mar distancia rcspecIu tic ellas v rebe larse; en tales casos, la refe rencia a la co ncepción "occide nta l" ,1<' los de ~chos humanos unive rsales bien pue de servir como catalizado r que I" lng"a en marcha una protesta autént ica contr a las coacciones de la propia culrura. En otras palabras, no hay ningún puma medio feliz entre el "demasiado" y (-1" no lo bastante", U n mulr iculruralista podría rep licar a nu estra critica dici éndones "T od o lo que hago está mal: o soy demasiado tolerante con la injusticia Iltle sufre el Otro, o le im pon go mis prop ios valores; e ntonces, ¿qué quiere n usu-des que haga? ", N uestra resp uesta a esa q ueja desesperad a debe se r: " ¡N ada! .\1ient ras sigas ata do a tus presupuestos falsos. no puedes hacer nada", Lo que el liheral mulriculrura lista no advier te es que cada una de las dos cult uras que parucipa n en la "co municación" está at rapada en su pro pio antagonismo, interi or, 'l ile le ha impedido "llega r a ser plenamente ella misma't. y la única comunica<-¡ lln auté ntica es la comu nicación de " la solidaridad e n u na lucha común" , cuando d escub ro que el ato lladero c n el que estoy atascado es el mismo atollade ro que impide el avance del Otro. ¿Significa esto que la solución reside e n reconoce r el carácter lub ndo de to da identi dad? Resulta fk il elogiar la hibrid ez del suje to migra to rio posmoder110 , ya no ligado a raíc es ét nicas específicas, en flot ación libre entre diferentes círculos culturales, Lamen tablem ente, en este sentido encontra mos condensados dos ni veles socio polfricos tota lme nte distintos; po r un lado , el acadé mico cosmopolita de clase alta () media alta, que cuenta siempre con las visas adecuadas para c ruzar las fro nteras sin ningún problema y realizar sus negocios (financleros , académicos .. ,), y qu e po r lo tanto pu ede "disfru tar con la diferencia "; [lor otro la do , está el tr abajado r (in un igra utc pobre, expulsado de su ho gar por la pobrez a o la violen cia (étnica, religiosa) , para quien la celebrada "hibri de z"

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dt'si~II;1 la c xpc r jcm-ia Ir .Hlllloí lit.";1 lll Uy tang ibl e <le no poder asentarse " ' lcealiza r s t i ' I . , .... linea ni 1:" .¡ SIl .S 11111s: e sujeto pa ra e que rareas tan simples como cruzar una fr _ rc rao

r CUllIl"SC

con

Sil

f amilia puede n ser episodios llenos de aneusd

.. u n

'" o -sf , " p . " gu s la y extg tr un ~ .I ,lt1 ~ s ".C1, ""0 ' ura este seg undo sujet o, el dcsar migo respecto de su mo do de

' , VI&I t rndlCl oll ;11 es un cho que tra umático que descsrabíl¡z toda s ! '1 11 . . . ., o a su exrstencra: ida ' " 1" I 11 . . ... a na en su vida t•ullt •uum, {e lec ho de• qu e su existencia sea mi.....atoria nun",o 'd " , _ " , :>" • .. I ennca consrg unus ma • y ;1.SI SUCt'Slva mCn te, s u pon e el m ism o ci n ismo d - I, 1 b .. I H' . . ( " _, .... ce e racron por ~ C IIZC y . uattan (en su versron pop ularizada) del esquiao-su¡ t ' ,', J' '. la ri , , ., Je o cuva existen(,~, l P:,l ve rrza.( ;1 rr~om;ltl ~a hace estallar el escudo pro tecto r par anoico '''pro tofas. d ( Isl;l de la Identidad Iijn: desd e el pun to de vista de un reórir " J" 1' . .. .... ...0 p OS111 0 erno _l~l lll'I,lll'~ , :lel~ y plename nte adap t.ado, se celebra co mo afirm ació n fund amen ta l e .1 maqu " je to d e 1 q ue se trata es . . illa deseanre subversiva lo que , P' '~.. ...- 1 sU U.I~;I expenencra de suf~,:"iento y desesperación extrem os, el estigma de la cx~lu­ vton , de no po(ler participar en los asunto s de su comunidad ... Lo

I <T I" e tille ( e le disfruta r de la hibridez y de la falta d.. idenr id d ro '

PI lit UN A SL' SI'ENs rÓ;\,' IZQUI ERDI ST A DIe LA L EY

r.. ¿De q.ué Illod~), e~t()n.ces, reaccionan a J:l falsedad del po sm oriern ismo m ul.. ticuh uralista los izq uierdistas que tiene n co nciencia de e ll, ' S I ~ 11 . .. . ifi . a u reaccion asume ;~ o~llla. ( e J /IIClo In .nito hege~ ian(), que postula la iden tidad especuia rívs de dos _ l,crllllllo s tota lmente mcompan blcs. "Ado rno (el teórico crítico "elitista" . l,l :I(,I~;~, ~~ ~~lc~I,a ,~ an (la exprcsi¿l~ m ás baja,del pop ul ismo dcrech ista est:::;~):l ~~_ ~ ~~1~~, ( ' h ~s 1 cor q ue estos ITltl COS del eli rismo mult iculturaltsn posmodem o 1 es( ~ . nsto pher Lasch hasta Paul Piccon e) asu me n el riesgo de ad he rir al I M 'P~IIISlllO ncoco nse rvado-, co n sus ideas de reafirm aci ón de "O id d d . ,· 1 I iudadanf . com ur uuao, eme l ra~l a r7 Y, c~u a ama activa co rno la única respuest a po líticamente peni nenI,C.;¡ ,prcl (Jmlll~O ~~eraIi7..ado de "la ra zón insrrumen ml" , de la burocra tizació n C' '1 des 1 dee lllSlrUlncm allz.lclo n del m und o de la. vida ,~~ D-<,I. . " ... ! uego, resu 1ta laCI

f;

47, ( )Iru ejemplo de juicio in finiro en nuestra Nn: Agc "tecno't es: MEI .. (1 '¡ , d rI ... ~. espmtu al urml l~~l t ~~n ent~ , a to ma de conciencia ) es una cápsula (la dt:nom inada píldora de la 'inrcuvurcacs ón cognitiva ')", 4!'l. Véase Paul Piccone " PUStm cx:!e P l' " ....,__ o J' . " m opu ISfll , , e_, n IO_~ (prim a n~rJ de 1995) "fa "~Il, lid iemos observar aquí el intento de E lizabeth Fox-Genove~e ten diente a 1> Oll C~ ei ~­ ;:l~m';ll" ~¡t: c~e medi~ alta (illlcrt:~ad" en los prob lemas de la teoría literaria y ci~cmatográ~ Il ,l , os ~rc ' os Jesblanos, etcétera) , al M flominismo de la familia" o . l'rt:ol'upaclOllCS rea les de las tra bajadoras com unes y art icula ,' , ' qu e se centra en las , n t:r rog-.ln les co ncretos acerca nac¡ ;

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act uul populismo considerándolo una fo rmación reactiva nostálgica q ue 0IMl!lC ;11prllceso tic la moderniz ación, y q ue como ta l es intrínsecam ente pa"lI/lIinJ, orie umdo a 1;1 búsq ueda de una cansa m aligna , de un age nt e secreto q ue II I;ll ll' j;lI "Í<1 los hilos y ser ía respo nsab le de las calam idades de la mode rn izació n (]Il S judío s, el capi tal internacio nal, los ge rentes multiculruralisras no patrióti' u ~, la burocr acia estatal. v.), sin em ba rgo, el problem a consiste m ás bien en 1 rurrc bi r este nuevo pcpolismo como un a nueva fo nna de "falsa transparencia" ' IUt', lcjos de representa r un obst áculo serio para la modernizac ió n capitalista, t ' lI realida d le pavim enta el camino. Lo q ue no advie rt en estos izq uierdistas de' 1 ' I1 ~or e s del populísru o es q ue el po pulismo actu al, lejos de co nstitui r un a am e11;1'/ .;1 para el capitalism o global, sigue siendo su pro ducto in trínseco . Paradójicame nte, los verdaderos co nservado res de ho y so n más bien los "teóricos c ríticos" izq uierdistas que rech azan tanto el m ult iculruralis mo libera l n '1lI0 el populism o funda mentalista, y pe rciben claramente la complicidad entre el ca pita lismo glo bal y el fundamcnra lísm o étnico. Ellos ap untan a un tercer dom inio, q ue no perten ece a la soc iedad de merca do global ni a las lluevas fo rmas d(Ofunda men ralismo étn ico: el dom inio de lopolítico, el espacio públ ico de la soricdad civil, de la ciudadan ía respon sabl e activa (la lucha po r los der echos hu 1II:1 1l0 S, la ecología, etcé te ra), Pe ro el pro blema co nsiste e n que esta form a del c ' ~paci o pol ítico está cada vez m ás am e nazada por el asalto de la glo balizaeión ; ( ' 1\ co nsecuencia, es imposible volver simplemente a ese espac io o r evita lizarlo: b f úgi ca del capital ulterior al Es tado- nació n sigue siendo lo Real q ue acecha en cl rrasfondo , y las tres principales respuestas izq uierdista s al proceso de glo balivnción (el muitícul turalism o liberal, el inte nto de abrazar el populismo por di sce rnir, d ebajo de Sil apariencia fund am entalisra, una re sistencia a la " razón instr umcnta!", y el esfuerzo por mant ener abierto el espacio de lo polít ico) parecen inap ropiadas. Aunqu e el último e nfoq ue se basa en u na co mprensió n precisa de 1:1 co mp licidad ent re el mul tic ulturalismo Y el fun damenralismc, elude el in rerrog antc crucial: ¿almo 1Hl I11OS ti reímemar ti espacio político en las actuales a ndicieIII'S de /(1 g/o/JflJjz¡¡á6n? La po lirizaci ón de la serie de luchas particula res q ue dejan intacto el proc eso glo bal del capital es claramente insuficiente, Esto significa {lile hay q ue rechazar la o po sición q ue se impone co mo el eje princip al de la lucha ideo lógica dentro del marco de la democ racia libera l del capital ismo tard ío: la tensió n entre la to leranc ia libera l universalista, po sideol égice, "abi er ta" , y los " nuevos fund ame nraíismos" particulariseas. Contra el centro liberal, que se presenta como ne utra l, posídeoló gico, basado en la vigencia de la ley, hay qu e rea0 ,11' l' ]

~.'

,le có mo sobrevivir en la familia, con hijos y \Ina carrera. Véase E liza!Jern Fox-Gcn ovese, J.'e. mininn ~ Not tbt Story ofMy Lifr , :-':ucva York, Do ublcday, 1996.

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firmar el antiguo tern a izq uier dista de la ne cesidad de suspender el espacio ncu rral d e la ley. D esde luego, tant o la izq uierda co mo la d erech a tienen su p ropio modo {le suspe nd er la ley en nombre de algú n inte rés m ás alt o o fund amental. La suspensión derech ista , d esde los anrid reyfussicnos hasta O liver Nonh, r econoce su violación de la letra de la ley, pe ro la justifica con referen cia a algún interés nacional supe rio r: p rese nta esa violación co mo u n pen oso autosacri ficio po r el bien <le la nación." En cua nto a la suspe nsión izquierdista, basta con mencio nar dos películas, Baj of llego ( Under Fin:) y A lmo t'11 el Rin (1Votcb 011 tbe Rhil1e). La p rimera se de sarrolla du rante la revolución nicara güense, cu ando un fotógrafo csrad ounidensc enfre nt a u n pertu rbador di lem a: inmediatamen te ant es de [a vicror¡n de 1.1 revo lució n, los somo cistas han asesinado a un car ismá tic o líd er san di nista, y los sandi nlsras le pi<len al estadounide nse q uc rome una foto de su líder m uerto, p rese ntá nd olo COI:IO si aún es tuviera vivo; de este modo d esm entiría n la afi rm aci ón so rnoci ste d e que lo han mata do , y el fot óg rafo contr ibu irí a a una victo ria rápid a de la revo lució n, aco rtando la ago ní a d e u n pro lo nga do de rramam iento d e sangre , Po r supue sto, la ética p ro fesio nal veda estrictamen te un acto semejante, que vio laría la o bjetividad imparcial del peri od ista , co nvir tiéndolo en un instru ment o de la lucha política; el periodista, si n embargo, escoge la 01>L;{m "izquierdísra" y toma la fo to . . , En Alma m el Rill, basada en una o bra de teatro de Lilli an I1ell man , el di lem a es aún m ás agu do: a fines de la décad a (le 1930 , un a fami lia fugitiva de em igra nt es políticos alemanes involucrados en la luch a am inazi se instala en la casa d e parientes dista ntes, u na idíl ica fami lia de clase med ia )' ciudad peq ue ña totalmente estadoun idense. Sin embargo, pronto los alem anes perciben u na amenaza inesp era da en la fo rma de un conocido de la fam ilia esta d ou nidense, u n de rechista q ue los chantajea y, a través d e sus co ntacto s co n la embajada alemana , pone en peli gro a los miem bro s d e la resisten cia en la propia Alem ania. El padr e d e la fam ilia emigrante deci de m atarlo, y de ta l modo le plan tea a los anfitrio nes estado unidenses un d ifícil d ile ma mo ral: ha terminado su sol idarida d moralizado ra y vac ía co n las víct imas d el na zismo; en adela n te tienen que to mar rea lme nte pa rt ido y ensuciarse las ma nos enc ubriendo el asesinaro... Tambi én en este caso la fam ilia elige la o pción "izq uierdista" . La "iz qui cr{la" es definid a por su disposició n a suspe nde r el marco mo ral abstracto o, par-.l parafrasea r a Kíe r kcgaard, a rea lizar una especie de nlSpnlSÍtin polítial ,/~ lo ético. lO

49. La formulación más concisa de J:¡ suspensión der ec hista de las normas públicas (legales) fue realizada por Eamon de Valora: "El pueblo no tien e ningún der echo a hacer lo indebido", 50. Esta aceptación de la violen cia, esta "suspensión política de In ético", es el límite q ue no pued e su perar ni siquiera la posición lihenll más toler;lntc: lo atestigua la incomodidad per-

uz

1,;\ ICl'l"i,'1Il de tod" l.'~ tn (que ~;II1Ú ólctu :I1i&1I1 u pl"I'p,ísitn de 1;1 rc.trr-inn ll{TI .I1·111al ól b guerra de Ho sniól) es llm' nn 11 ;1)' mudo lIL· se r imparcial. 11l 1{:~ln 'pII· I,. p mi d {1Il n eut ral in volucra en sí unsino (JIu: se ha tomólllo pa rtido (en d l ' ;\ ~lI lil' [11 gucnu dc Bosnia , el [l:\1ahre río "equilibra do" snlu-c la "gucrr» rrihal'' t:\ lli(",1 en l0" llalcun cs validabu en sí m ismo el punto de vista serhio): 1;1 el)uic1 i"l;llll·i.1 libern l hu ma nitaria puede deslizarse fácilmcnte hacia su o puesto . o l'u illd d il r'uu d,}" to lerar la más vio len ta " limpieza étn ica ". En síntesis, el izquicrdivrau« 'o" limi ta a viola r la neut ralidad im parcial d el liberal ; sostiene qu c 110 rxístc (,1 " "flltm lidml, q ue la im pa rcialidad de l liberal está d esd e siem pre sesga d a. El did\(' del cent ro libe ral, por supuesto , es que am bas suspensiones (la derechista y LI i, quicrdista} en últi m a instancia eq uivalen u lo mismo: un a am ena za to l;llil:lr i:l ;1 b \" i~e neia de la ley . T oddla coherenci a de la iZ~ lli e rda re pos a en b , d.cm " "l,l';! l'iún de q ue , po r el co n tr ario , estas dos sus pens m nes responden a IOglCólS difc re ntes. La derecha legitima su suspe nsión d e lo ético co n una posición «mium ver salista, es decir, co n referencia a su ide ntidad par ticu lar (religi osa , p;ltric"tll ,l) q ne lu ce p revalecer po r sobre cua lq uier mo ral un iver sal o norma leg-:,I; Ll 11 quicrda legitima su suspensió n de lo ético co n un a refere nc ia a la venladl'l",' 11 111 vcrsalidad futu ra, 0, para decirlo d e otro tuodu, la izq uierd a nccptu el ;l11' óllo\0 n i..; nm intrínse co d e la soc ied ad (no hay ninguna po sició n neutral, ];1 lllr [¡,l t ' \ c-uustituriva] y nI mismo 'innpo sigue siendo un iversalista (habla en nombre tlt·l.. t..llIóll\cipaeió n universa l): en la pe rspecti va izqu ierdi sta, aceptar el carácter r.uh calrucnte an tagónico (es de cir, PQ/itiro) d e la vid a so cial, acep tar la ne cesidad .h"t oma r pa rt ido" , es el ú nico modo de ser e fectivame n te universal. 'C ó mo hemos de co mp ren de r esta parad oja ? So lo cabe cnncclrirla si d II/Itll ,l!, IJll f.IWI O es intrinsecc de 111 pro~ill Il11i~erSlllidl/(/. es ~ct:i r, ..si la u ni:: l"salid;lt.[ ~ I,\ .~¡ m isma está esci ndida en la universalidad concreta falsa que legitima la d lVISlnl\ e xisten te del tod o e n partes funcio na les. IKlr un lad o , y por el otro lól d CIll ;UIII.I imposi ble/real de una u niversa lidad "a bstra cta" (una vez más, la igolibn1i de 11.1 libar). El gesto po lít ico izquierdis ta por excel encia (en contraste con ellema tit' \·cchi sta d e "ca da u no en su lug,lr") co nsiste en tonces en cue stionar el unh-u universal co ncreto existe nte, en nombre de su sín toma, de la pa rt e quc, a Ullql1t' in heren te al orden unive rsal existente, no tie ne n ing ún " lugar propio" en é [ (p OI e jemplo, los in mig rantes ilegales o los sin- techo de nuestra sociedad). El p ron° dimiento d e idmtiflCan~ con el síntoma es el reve rso exacto y ne cesario d e lól crío rica co n venci ona l d e la id eol ogía, que r econoc e u n co ntenid o particul ar clctd..

ccprible en los estud ios afroumericanos poscolollialistas "radicales" con respecto u ti ideu Iun damental de Frant z Fanon: el carácter inevitable de la violencia en el proceso de la tlc,("olon! -nci6n real.

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-""'t'Dj ¿.HA. de algu na noc ión universal abstracta, es decir , denuncia como falsa la univer salidad neut ral (el "homb re" de los dere cho s hum anos es en realidad el varón hlanco prop ietari o.c .): uno afirma patéticamente (y se ide ntifica co n) el punto Jt ex cepdónle:rclusión intrinscco, lo "abyecto" tkl orden positivo COIJ(Teto, como d única punto

de verdadera universalidad. Digamos que resulta fácil demo st ra r que L¡ subd ivisión de las pe rso nas qu e vive n e n un país e n "ci udadanos plenos" y traba jadores in migrantes temp orarios, privileg ia a los prime ros y excluye a los segu ndos del espacio públ ico propiamente dicho (así como el hom bre y la muje r no son dos es pe cie s de un género universal neutral de la humanidad, puesto Ijue el conte nido del género como tal involucra algú n modo de represión de lo fe me nino); mucho más produ ctivo, tanto desd e el punto de vista teórico como en el plano político (puesto que abre el cam ino a la su bversión progresista de la hegcmon ía), es la ope ració n opuesta de identificar la nníiermlidad con el plinto de o rdusién: en nuest ro caso, decir "todos so mos trabajadores inmigrantes". En una so ciedad estructurada jerá rqu icamente, la medi da de la verdadera unive rsalidad est á en el modo e n que las partes se rel acionan con quienes se encuent ran "e n el fondo" , excluidos po r y respecto de todos los otros (en la ex Yugoslavia , por ejem plo, quienes represen taban la univer salidad eran los m usulmanes albaneses y bos nios, despreciados por los otros pueblos), La reciente y patética afirmaci ón de solidaridad expresada en la fór mula "Saraicvo es la capital de Europa" fue tam bién un caso ejemplar de esa conc epción de la excepción como univ ersalidad encamada: el modo en que la Eu ropa libe ral ilustrad a se rel acio naba con Sarajevo pon ía de mmif iesro el modo en que se rel acionaba consigo misma, con su conce pto u niversal. Lo s ejem plos que he planteado dejan en cl aro que el univers alismo izq uierdista propiamente dicho no supo ne ningún t ipo de retorno a algún conte nido universal neutr al (una con cepción común de la humanidad, etcétera); se refieren a un univers al qu e solo entra en la exist encia (en té rminos hegelianos, que deviene "para sí") en un ele mento part icular es tr ucturalmente desplazado, d islocado: dentro de un to do social dado, es precisame nte el eleme nto al que se le impide realizar la plena identidad part icular que rep rese nta su dim ensión universal. E l demos griego no repr esent aba la un iversalidad por incluir a la mayoría de la pob laci ón, ni porque ocu para el lugar más bajo en la jerarqu ía social, sino ¡xJrque no tenía ningún IlIgar propio ell esa j ernr lj ll ÍIJ: era un sitio de determinaciones conflictivas que se anulaban entre sí, o, pa rd decirlo en t érminos contem poráneo s, era sede de cont radiccion es per form au vas (a los miembros del demos se les hablaba como a iguales que particip aban en la comunidad dellogos, para informa rles que estaban excluidos de esa comun idad. ..). Par a tomar el ejemplo clásico de Ma rx, el "proleta riado" represen ta la humanidad unive rsal, no po rque sea la clase inferior, más explotada, sino po rqu e su existe ncia es " una con rradic244

d l'm VI V;I ": enca rna el deseq uilib rio y la incon sistcncia fundamcnrnlcs llt·l lndo '> ol';;¡l l"lpimlist;¡, Po dernos ver ahora en qué sent ido preciso 1;1 d illlc n'> iún ~I\: lo universal se opo ne al glohalismu: la dim ensión universal re~ptIlHll'l'e .1 H;\\'\:'> IIl'l ckurcmo desplazado sintomático que pe rtenece al todo sm se r una de sus p.lI11. ... Por esta raz ón, In crí tica del funcio namiento ideológico pos ible de l l' O IU' I' p lo rle hibridez no debe abogar en modo alguno por un re to rno a las idelllitl:lllt-.. , u"I'lIlci'lles, Se tra ta precisamente de afirma r In hibridez como In sede dt' lo 1111/1'(.,.

.,tI.SI

En cuanto la heterosexualidad normativa representa el orden glohal en n lY" wnn cada sexo tie ne asign ado un luga r propio, las de mandas de los h(lIllOS CX I~ ,' 1,'O¡ no solo apuntan a lograr el recon ocimiento de su práctica. ~exual .y su c..tllll tIc vida específicos junto a las ot ras prá cticas, sino que tamb ién aspmll.l ;¡ ;1 1~1I (IIIC pert urba al orden social en sí y su lógica jcr:ínl ui c~ excluyente; pnx'rxnnu'u le como tales, como dislocado s respe cto del or den existe nte, los hommc.w,dl·" represe ntan la dimensión de la universalida d (o, más bien, pueden rcp.rcsl'n t.II"'I , pucsto que la poliri zaci ón nunca está inscr ita direc~m~~te ~~ la Jlrnl~l;¡ (10S11 ·11 1: ~ ..«e-la ] ob jetiva, sino que involuc ra un gesto de Sl1bJetl"IZae~().n!. j udirh Hurk-r 1M des;¡rrollado un a argu me ntació n poderosa co nt ra la opos lclon abstracta )' (1" " luiccmente regresiva en tre la lucha eco nómi ca y la lucha "meram ente cultural de los homosexuales por su reco noci miento: lejos de ser "mera me nte clllt un~I", 1:, forma social de la rep rod ucción sexual está en el núcleo mismo de L1S rchu-iu 111.'' ' soci ales de producción; lu familia nuclear hetef(~sexual, forma llal:te de ~lI\.l eundici ón clave de las rela cion es capit alistas de propiedad . fntercambio, en-etcru. Po r esa razón, el modo en que la prá ct ica po lítica homosexua l cuestiona r ..ocava la het eros exualidad normati va supone una am enaza potencial al modn rapitalista de producción en si. . M i reacción a nte cs~a tesis es doble: ~1~slTiho plenam ente la política homosexual en cuanto metafo riza su luch,a espccñic•• ~'ll Il11J algo que, si se alcanza ran sus ob jetivos, socavaría los potenciales d.c,1 cspu» licmo. Sin em bargo , tiendo a pensa r que, en el cur so de la e ansfo rmación .n-tual 5 1. La umv ersahdad de la qu e ~ta mos hablantio no es en tonces una un ivers alilb,11'. ...111• • sin un co ncepto positivo '1Ul' ... I,n .ifique sus contornos, una uni versalida d que solo existe co mo la expe riend a de 1ai nj ll ~ l idll ¡., tligida al su jeto p:m icu b r que ()I.liliza su siru ación dificil: Po r SU[lUest.o, la .r:sput.'sIJ ~l.J I ~n ma siana seria que el hec ho mismo de que los sujetos experimenten su srtuacton coam I1l lll_ U apunta a al!>'l.ma estructura no rm ativa impl íci ta que debe ope ra r en su proteste, •.l ~ l " I"la" l e, Rancie re dice que pre cisamente hay que evi tar el señuelo filos~~cn : toda tr~dlln· I"Il .' I ,' n i ,1 "universal idad vacía" a un conlenido positivo dete rminado ya U'IIClOna su car ácter róltl1 n ll. 52. Véase J udith Burler, ".\l c:rd y Cultu ral" , New uft Rf7:in;r, o· 22 7, en ero/fcl.rt.'m , Ir

n ln un cont enido determin ado, sino un a universalid ad vacía,

W

l W S, págs. 33-44.

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en un régime n m ulticulr uralis ra tole rante "posp olítico", el sistema capit alista de hoy en día puede ne utraliza r las deman das h omosexuales, nbso rberlns como un "modo (le vida " específico. La historia del capitalismo , ¿no es u na larga his toria del modo en que el mar co ideológico-po lítico predominante pudo acomo dar (em bor éndole s el filo subversivo) a los movimientos y demandas que parecían amenazar su superviv encia? Durante mucho ti em po, los liber tari os sexuales pensaron que la re presión sexual mon ógama e ra necesaria Pere la su pervivencia de! capitalismo; ahora sa bernos que e! capita lismo no solo es tá en cond iciones de to lerar, sino incluso de incitar y explot ar act ivame nte las fo n nas "pe rversas" de la sexualidad, y po r sup uesto la complacencia promiscua en placeres sexuales. ¿Y si e! mismo destino les aguarda ra a las demandas de los homosexuales?SJ La reciente pro liferación de dist intas práct icas e identidades sexuales (desde el sadomasoquis mo hasta la hisexualidad y el rravestismo), lejos de amenazar al régime n presente del biopod er (para emplear los tér minos de Fcucault) , es preci samente la fo rma de sexualidad ge nerad a por las actu ales con dicio nes del ca pitalismo global , quc favorecen claramente el modo de su bjetiv idad caracte rizado por identificaciones m últiples y cam biantes. El componente clave de la pos ición izqu ierdista es entonces la equiparación de la afin nación del uniuersalismc con la posició n militante dioisionism de quien se com promete en un a lucha: Jos verdaderos universalisras no so n quien es predican la tolera ncia global de las difere ncias r un a unidad om nímod a, sino quiene s participan en una lu cha apasionada por [a afin n ación de la verdad. Lo s ejem plos teóricos, religiosos y políticos abu ndan : desde San Pablo, L'IYO univer salismo cristia no incondicional (todos pod ían alcanzar la redenci ón, pue sto que a los ojos de C risto no hab ía jud íos y griegos, ni hombres ni mujeres...) hizo de él un militante prorole ninista que luchaba contra diferentes "desviacion es", Marx (cuya concepción de la lucha de clases era la conrra faz necesa ria del universalismo de su reona , que apu ntaba a "l a rede nción" de tod a la humanidad) y Freud, hasta gra nd es figuras políticas (por ejemp lo, cuando D e Ga ulle, casi so-

53. Hurlcr sub raya que la diferencia que caracteriza a un movimiento soc ialparticular 110 es [o que lo distingue externamente de otros movimientos, sino 'u nutodifer encin intern a. Siguiendo a Laclau. yo me siento tentado de sostener que esta diferencia es la wdc de la inscripción del universal, y que la universalidad, en su existencia en acto, es la Hutodifercnda violenta, divisionista, que impide (Iue un momen to particular alcance su autoidentidad (po r ejcmplu, la autodiferencia del movimiento ho mosexual entr e sus demandas pa rtic ulares y ~11 lmpulso universal anticapiralista). Ilutlc r dice que la universalidad es el sitio de la borradura y la cxclusión violentas, y ,~l1 hf'l Y¡1 que, po r esa razón, debe ser resistida. A diferencia de esta autoru, lile siento tentado de soste ner que, p~r /'1 m/'W/i/ rtlZÓII, lo ll1Jh'crsalidm/ debe ser apoYllda.

1" 1.'11 Inglaterra en 11)40, I'ltl1.'·) SU I\atll:ll hl;¡ resistir a la ocupación nlcmann. 11<1 1)l:l 1)a en 1l( 11111)re de la univers;¡ lid,HI de Franc ia v, ,11mismo tie mpo , por t S"IJI Ú 11111 rtlZ ÓII, estaha in troduciendo una escisión radical, una fisu ra, en tre sus scg uidores y quienes prefe rían los burdeles del co labo racionismo). Pera decirlo con las palabras de Badiou. Io crucia l en este caso un es traducir lu" tér mi nos de esta lucha (puesto en marc ha po r la afirmación violent a y c'olll ingc nte de la nueva ve rdad universal) al lenguaje del orden de l ser , cun Sil" l{rupus y suhg rupos, conci bié ndol a corno la batal la entre dos en tidades sot.'iales definidas por una seri e de ca ract cr fsricas pos itivas. Este fue "el error" del cstalini...1110 , que red ujo la lucha de clases al en frentamiento de grupos soci ales carac n-rizados por un con junto de rasgos pos itivos (sus Jugares en el mod o de pro,IIIL'd,í n, etcé te ra). Desde una perspect iva ma rxista verdaderamente radic al, .1Il11que existe un vínculo entre " la clase obrera" co mo grupo socia l y el " prole rariado" como la posici ón del mi litante que lucha por la verdad uni ve rsal, ese vinc ulo no t iene las ca racterísticas de una co nexión causal de terminante, y es preciso distingu ir estricta me nte los dos niveles: ser un " pro leta rio" supone asuuu r una cierta pDsición subjtÚt'd (de lucha de clases destinada a alcanzar la redcn ó'-m a través de la revolución) qu e en principio puede ado ptar cualquier indivi duo. Para decirlo en t érminos reli gioso s, sean cuales fue re n sus (buenas) obras, cua lquier ind ividuo pue de ser "tocad o por la gracia" e interpelado como sujeto pro letario. La línea que se llara los do s lados opu estos e n la lucha de clases nu es por lo tanto objetiva, no es la línea diviso ria entre dos grupos sociales posirivos, sino en última insta ncia mdiCII/mmtt subjctil'fl: involucra la posición que los Individu os asumen respect o del aconte cimien to- ve rdad. La subjetivida d y el univcrsalismo no solo no se excluyen, sino que son las dos ca ras de la misma mon eda : prec isamente porque la "lucha de clases" interpela a los individuos par,l (lile adopten la posición subjetiva de " proletarios" , su llama do es unive rsal, apun ta ,. lod os sin excepció n. LI división movilizadora IlO es la división entre dos grupos soci ales bien definidos, sino la división tluc atraviesa las fronteras sociales en d orden del se r, y disting ue e nt re quie nes se reconocen en el llam ado del acontecim iento -verdad, conv irt ié ndose e n sus seguidor¡.'.S, y quienes niegan o ignoran ese llamado. En té r minos hegelianos , ];¡ existencia del verda dero universal (en unto opuesto a la falsa universalidad "conc reta" del orden del ser global omnímodo) es una lucha inrermin ahlc y sin cesar divisionista; en última instancia, t'S la di visión entre los dos conceptos (y pra ct icas mat er iales) de la universnlidnd: ent re quien es abogan por [a positlvided del orden del ser com o horizonte úh imo del saber y la acció n, y quienes aceptan la eficacia de la dim ensión del ,K OI1tecimienco-ve rdad irreductible al urd en del ser, e imposibl e de explicar en los términos de ese orden . Esta es la brecha fun dam ental qlle separa al naz ismo del comunismo; cu el

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na zismo, un judío es en última instancia culpable por el solo hecho de ser judío, ~ n razón de sus pro piedades natu rales directa s, por ser lo que es, mient ras que, incluso e n los días más oscuros del estalinismo, un miembro de la burguesía o la aristocr acia no e ra culpab le per se, es decir, como consecuencia directa de su S'4tt~ social: siempre hab ía invo l u cra ~ o un mínimo de subjeriviza ción, la parti cipacmn en la lucha (le clases se conside raba basada e n un acto subjetivo de dccisio n. De un modo perve rso, la función de las co nfesion es en el espec táculo de los) uicios esre hnis tas ponía de manifiesto esa diferencia: para que 1:1 culpa del traidor fuera real, el acusado debía confesar, es decir, asu mir subjetivame nte su culpa, en claro contraste co n el nazismo, en cuyo contexto no tenía ningún sentido qu e un judío confesara su particip ación en un complot contra Alemania. En este punto yerra la argu me nta ció n de los histo riadores revision istas seg ún la cual el H olocausto nazi ha b ía sido prefigu rado por la liquidación lenin ista de las clases go be rnantes en Rusia antes de la Revo lución (los revision istas dicen que en ambos casos se mat ó a pe rso nas por lo que eran, y no por sus hechos). Por esa razó n, la tesis de los historiadores re visionistas anticomunistas según la cual clHoloca usm nazi no solo siguió en el tiempo a las pu rgas comunistas de los ene migos de la revolución en la Unión Sov iética , sino qu e fue ta mb ién causalmenre condicionado por esas pu rgas (co mo una reac ció n o, más bien, un gol pe prevent ivo contra ellas) es indudable me nte errónea. Los revision ista s tienen toda la razón al su bray ar que la lucha nazi contra el complot judío era una repetición o copia de la lucha de clases comunista; sin em bargo, lejos de exculpar a los nazis, este hec ho revela aún más la di ferencia entr e el nazismo y el com unismo : lo que para los com unistas e ra el antago nismo que está en el núcleo d ~ 1 :d~ fi ci o soc ial, en la ideol ogía nazi aparecía na tu ralizado co mo pro piedad biológica de una raza específica (los judíos). D e modo que. en lugar de una concepci ón de la socie dad como dividida/ atravesada por la lucha de clases. en la cual todos se ven ob ligados a to mar partido, tenemos la idea de una soci edad co mo corporación ame nazada po r un ene migo exter no: el jud ío corno intruso extranjero. En consecue ncia, es to talm ente e rr óneo concebir el te rror revolúd onar lo com unista y cl ll olocausto nazi como los dos modos de la misma violenci a tota litaria. En el primer caso, la brecha entre "nosotros" y "ellos", el enemigo, y también la aniquilación del enem igo, encontraba su justificación en la difer encia de clase (e ra legítimo destr uir a los miemhros de la clase opo sitor a); en el segundo caso, la just ificación se planteaba en términos de diferen cia racial (era legítimo matar a los judí os). El hor ro r del nazismo reside en su mo do de despla zar/naturalizar el antagon ismo social hacia un a dife rencia raci al, conv irtiend.o a los judí() s , e~l culpables por el simp le hecho de ser judíos, con in dependencia de lo que hicieran o del modo en que subj enviz aran su condici ón ,

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L A AMBIC;ÜEDAD DE LA ID ENT IFICAClÚ N Jo:}~CREl\IENT1 CIA

Para Rancier e, la subjetivizació n invol ucra la afirma ción d e un singulier 1111 i verseí, la par te singu lar/excesiva del edifi cio social que enc arna directa mente la dimensión de la universalidad. Q uizá esta lógica del singu lar universa l esté pro fund am ente relacionada con C risto (igual que el pensamiento de Badiou): el "singu lar uni ver sal" fundamental, el ind ividuo singular que representa a la hu manidad , ¿no es el pro pio J t:sús? ¿1':o reside la revolución del cristianismo en el hecho d e que, de acue rdo con la lógica de la "i denti ficación con el síntoma", ofrece como punto singular que re presenta al verdadero universa l, no "lo más alto del hombre" sino el resto excrem enti cio in ferior? Solo por la ide nti ficación con este resto, mediante la m ítatío Cbrist í, pu ede una perso na "alcanzar la ete rnidad" y volvers e efec tivamente universal. Y quizás esta refer encia a Cristo permita tam bién palpar una posible limitación de la eficacia po lítica del gesto de "la identificación con el síntoma". La tota lidad del edificio teológico cr istiano se basa en esa identi ficació n excreme nticia, en la identificación co n la pob re figu ra del Cristo sufr iente que agoniza entre los dos ladrones. El art ificio mediante el cua l el cristian ismo llegó a ser la ideología gobernante consisti ó en combinar esta identificació n excrementi cia radical con el apoyo total al orde n social jerá rquico existente: "los ricos y los po bres, los honrados y los pecado res, los amos y los esclavos, los hom bres y las m ujeres. los vecino s y los extra njeros, estamos tod os unidos en C risto". Aunque esta ide nti ficación excrementicia imponía la com pasión y el cu idado mise ricord ioso de los pobres (" no ol vidar qu e tamb ién ellos so n c riatu ras de D ios"). reco rdán doles a los r icos y poderosos que su posición era precaria y contingente, por ot ro lado los confirmaba en esa posición, e incluso cara cte rizaba como pecado mort al cualquier rebelión abierta con tra las relaciones de poder esta blecidas. La patét ica afirmación "T od os somos (jud íos, negros, homosexuales, habitant es de Sar ajevo ...)" puede entonces fun cionar de un modo sumame nte am biguo, y tam bién indu cir la afir mació n precipitada de que nuestros propios problemas son iguales a las dificultades de las verdaderas víctimas: puede induci r una falsa un iversalización meta fórica del destino de los excluido s. Poco despu és de la public ación en Oc cid ente de la t rilogía de Solzhe nitsyn titulada GII/ag, en algu nos círculos izquierdistas " radicales" se puso de moda subraya r que "toda nue stra sociedad occidental consumista es también un gigantesco Gu/({g, en el cual nos enca dena la ideolo gía gobe rna nte, y nuestra situ ación es incl uso peor, puesto qu e no tenemos conciencia de ella". En una discusión reci en te sobre la cliror ide ctomía, una feminista "radical" sostuvo patéticamente qu e las muj eres occidentales están en cier to sentido totalmente circun cidadas, ya que deben someterse a dictas cstresan tes , ejercicios físicos rigu249


ros os y peno sas operacio ne s plásticas en los senos y el rostr o a fin de seguir siendo atractivas para los homhres" , Por supuesto, aunque e n ambos casos hay un cier to eleme nto de verdad en lo que se dice, encontramos algo fund am en tal. men te falaz en la afir mación patética de un a estudiante radica l de clase medi a alta según la cual "el campus de Berkelcy es también un gigantesco Gulflg". ¿:"Jo es profundamente significativo que el ejem plo más difun dido de esa iden tificación con el de ste rra do/vícti ma sea la frase de ). F. Kennedy, "1ch bil1 eín Berli11"" (Soy un berlinés], pronunciada en 19 63? Un enunciado que sin duda no era lo que Ran ciere tenía en mente. La salida de esta situa ción parece bastante sencilla: el grado de aute nticidad de la ide ntificación patética es tá en su eficacia socíopolrnca. ¿A qué medidas efectiv as equivale? En síntesis, ¿de qué modo esta posición política de uni vers al singu lar afecta lo que Ranci ére llama es tructura de poliu ? ¿Se puede trazar una distinción legítima e nt re do s " policías" ("ó rdene s del ser"), una de las cuales es (o tiende a ser) autocontenida, y la otra está rmis abier ta a la in corporación de las dem andas pro piame nte po líticas? ¿Existe un a "policía de la política"? Por supuesto, la respuesta kantiana (co m parti da incluso po r 8 adiou) ser ía que cualquier ide ntificación directa de la policía (el orden del ser) con la política (el acontecimiento· verd ad), cualqu ier procedi mientu por medio del cual la verdad se afirme direct amente como principio est rucrura dor constitutivo del orden sociopol itico del ser, conduce a su opuesto, a la "política de la po lid a", al terror re volucionario, cuyo caso ejem plar fue el desastre esta linista. El problem a reside en q ue, en c uanto tratamos de proveerle a la identi ficación patét ica. con el síntoma, a la a fir maci ón del universal singu lar, un Conten ido deten n inado (¿qué quierell realmente qu ienes protestan proclama ndo patéticamente "todos somos tra bajadores in migrant es", cuál es su demanda al poder de la poli cía?), rea parece acentuado el antiguo con tr aste entre el universalismo radical de la igalibertiy la afirmaci ón "posmod ern a" de las identidades part iculares, co mo surge con cla ridad del atolladero d e la política hom osexual, que tem e per der su especificidad cuando los hom osexuales sean reconocidos por el discurs o público; ¿quiercn ustedes igtlOles derechos o dn"echos específICOS qu e salvaguarden su modo de vida parti cular? D esde luego, la respuesta es qu e el gesto patético del singul ar uni ver sal funcio na en realidad como un gesto histérico destin ado a e vitar la decisión, pos/H)llirndo su satisfacción ind efini damente, Es decir que el ges to del singu lar un iversa l bo mbard ea el edificio de "la poli cía" "el po der " con dema ndas imposibles, destin adas a ser rechazadas; su lógica es: "Al dema ndarte qu e hagas esto, en realidad te demando que no lo hagas, porq ue 1/0se trata de el/o", La situaci(í n es en este caso indecidible en sentido propio : el proyecto polí tico rad ical no solo es a me nudo "traicio nado " po r una transacción con el orde n po licial (la e terna queja de los rad icales revolucion arios: e n cuanto los refunni stas toman el poder,

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I I Ul' i n du ~1I "" . 1 I"IS form'l'; v se ¡lCo m O( Ian a 1o s a n ll. ¡;Uo""'.1mos) , ' sino " Iuan so (j , . . ' 1 1" 1" . . , , .1 hlll C '1 h ~ 11' 1 I -dc producirse lo contra r io, una sClldornH tea rzactuu quc se . l ' , " ' ~ r ', ' :':C~l mes de poder existen tes mucho mejor tille una modesta prnpllest ,l 1e l 11 1 1 11~

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ha . ue trazar una d istin ción adic ional ent re Ins (O S ~llJ t'l o" I',n es te punto )" q" , d i" io ue afirma el unive rsal singular: ¿es ('\ 11' ~'l~ll~stos de la ~nun~:~~:~ J~ J::I~ i~ víctima excluida (el (/mto! en la ¡lIlli~ll.1 I IlI(' lO el ttat en la Francesa, los jud íos, los palest inos, Atenas, e trotsteme e " h • lía) nue propone Sil parli('uLlI' blancos, las mujeres, los h()~nosde'lual~s,. , (I,y d een... ("lh~lI~anidad" o es el crnnu-ia l" ' ., resentanva e Unlversa , ,. el" úb lico ilustrado" e interes ado en la Cllesllon? S1t ll'lel.on : omo .r~p .\11 solidar io em~t1do po r otros: Pd od s de funcionami ento? La dífc ren ,Clima se relacionan entre SI estos os m o " "'1' e· 1, I qu e se tra ta es 1a dif " en rre el pú blico universal que sos rtcre ncra ' tie ne 1o ( "1,1 (e a , " ", _ • excluida} la no- part e exclU1 d:l que ,1 11 dos nosotros somos ello! (1.1 "dO parte. e ",,1" (e'l Ypueblo la sociedad, la nación l, "" T l OS e l ve n 1u er o u ruve rsa , tua rvosotros son . , im érrica nunca t iene ef('r lm . ' , q e en apa riencia pu ra mente SI , " . (: SI :I IIlVeTSIOn, aun u · . ' r ct Lo que encontra mos en e1Ia es un rasg<l clave delmccmb snnemcos utre l ' " )"1" inversi ón simé trica que pro duce un • elos. sem 11 ) ante [id I eo oglco . .. ' 1110 que gene ra . lo 1" sim ple inversión de 1:1 fun u;, 1 d . . ico En Mar x por elem p , .. ;:\'i~l" ra ~1,a~"ll,~letTlla forma' "gcn~ral" de la equivalencia (el pasaje desde ~os eSI"," W

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1 ta do en el coal la mercancía expresa aB ~ D E, F.. .) genera el efecto del fetichismo , .es decir, le w nfit:rc I .m in gredien te misterioso que le pcrmn e mcrcanctas , " , :1 ¡\ el aura de una rnercancia co n a gu · ,. quivalcnte de tod as las otra s. , funcion ar co mo e 1ucc tam 1ucn "' e1m ás profundo cambio espccuhuivo, 1111 H eeel pro( lo \ ! merun t> • dio de una sim ple mvcrs tun cambio en todo el t~rreno ~Iel pen sarmenro, ~o~ : oe e~ en modo algu no cquivc s imé trica. El en unc.lado "¡I" yl y~ e~ la ~~:~a::~nna la sim ple subo rdin ación (tri lente a "La susta ncia es e o , e pn 1) " '.,

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'" ' rano ele verdad de la reciente polémica de Richard Rnrty ron I ,,~ d i 54. En esto reside el g i l " R" h ._.J Rorty A(hin ';ng Our ,,1111" /(11, ( .~ll' " radi I " d I rudios cu rufa es (vease IC ... u , tIS~;lS I''¡ ICI es e os es _. ' Pres 199!l): con el pretexto d e cuestio nar radicalmente al bndgt:• .\lA. H arvard Uníversiry S, fecta I rep roducción de u s rrltuiOlI(f ,Ir 1'f/ e spectro míti~ del potIer. se ade"(."U~n ~r od me~t~i:na para parafrasear la tesis de W al1 ('1 Jno tXiSU ll ttt, sm amenazarlas de nlll~~ ,111 dO: . I , I,~ ~elaciones sociales existentes ('llI'~i'lI' " " . I le -larada de UPU S1CJ()ll ra !ca ; ~ ,I BCll p rnln, su actltm 1 cl: " 1 " ',nel"ama~ del h istér ico I'rn\l,'r1l1~ , " ~ t dm trQ de la es re acw nes, a se o.:<lns u fullCllHmTlllentn per ec " 1 ", I J I se q ueja y cu ya rCllrull u¡,d ú n 'I ue se ada pla pe rfec tamente 11 la red d e cx.p o taclOn ( e a c ua , ·

re spa lda efectiV¡\lIlenlc.

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Yo a la sustanc ia ("l\'le reconozco como pertenen cia a mi susta ncia social"), mientras que el segu ndo involucra la subjetivización de la sustancia en sí. Luis X~ ~o dijo "Y~ soy el Estad o", sino "L'Étnt c'est 111oi"; solo en esta segunda versron el ~o finito es postulado COlllO la verdad de la sustancia, de modo que cuando LUIs XIV prom ulgaba un decreto, no era solo él (ese ind ividuo finit o) qu ien estaba hablando, sino q ue a través de él se exp resaba la sustancia misma, en el preciso sentido de la fórm ula lacaniana "m oi, In veriti, parle". El hecho de que esta inversión es necesaria const it uye u na de las pe rcepci ones cruciales de Heg~l : el gest~ apare n tement.e mo desto de afirmar la su bo rdi naci ón (la pertenenc ia) del SUjeto a la sustanc ia se revela un poco antes o después como expresión de 10 cont rario, de la subjetivización de la sustancia. Allí está el núcleo del c~is t ia n ismo: no solo el hom bre es divino, sino qu e el propio Dios na» que comxrtl rse ro hom brr (con todos los atributos finitos del ser hum ano). Po r esa misma razón, "la vida es una ilusión " no es lo mismo qu e "la ilusión es la vida" : "la vida es una ilusión " represe nta la acti tud barroca de una concien cia melancó lica del ?,~:cer i1uso; io "d~ la vida terren al (a la man era de Calderón), mientras que "la ilusi ón es la VIda involuc ra una actitud nietzscheana positi va, quc abra za plena mente y afirma el juego de las apariencias contra la búsqued a "nihilista" de una realidad "verd.adera" trascen dente. (O bien, para volver a nuestro ejemplo, "1\,"0sorros (la naci ón] somos todos trabajadores inmigrant es" no es lo mismo que "N osotros {los tra bajadores inmi grantes} somos la verdade ra nación".)

Qu i~á sea ahora oportuno regresar a nuestro primer planteo: ¿cuán equipados est án estos autores que hemos abordado para dar este paso de la universalización ~ol íti ca? En este punto es crucial la referencia a Alth usser como su punto de partida. Ya hc subrayado qu e sus edi ficios te órico s de ben con cebirse como cuatro mo dos distintos de nega r ese punto de parti da común, (le mantener (o más bien de tom ar) cierta distancia respecto de A1 thusser; quiz á sería incluso posible conce prualizar sus diferencias relacionán dolas con los diferentes modos en qu e podemos negar/ reprimir un núcleo traumáti co según e! psicoan álisis. la denegación, la rencgacl ón, la repres ión en sentido estricto (coincidente con el retorno de lo reprimid o), la fordusión. ,. ¿Por qué? Aunque es~os autores han realizado impo rta ntes pro gresos con respecto al punto de partida althusseriano (su mérit o perdurable es qu e han avanzado sin qu edar i~ lllersos en la ciénaga posmoderna y/o desconsrruc cion ism), par ecen hahe r caldo en la tr ampa de la política "merginalísra'', aceptando la lógica de los estallidos moment áneos de una poliuzación radical "impos ible" que contiene las

semillas de su propi o fracasu y dche retroceder ante el orden existente (;ln' pLlll las pa rejas del ncunrccim icn m -vcrdad Vt'l"JlIJ el o rden del ser, de la polít icól vr,.mJ la policía, de la ij(,¡{iber Jé versos 1;\ universalidad imaginaria). Este rasgo ( 'O m ún está estre chamente vincu lado con la reducción del sujeto al PWCCSIl de Ll subj etivizació n. Rancíerc apunta al proceso por medio del cual una "pa rte dl' ninguna parte" ent ra en litigio por su lugar de ntro de la visibilida d sod al; Hadiou apunta al compromiso basado en la fidelidad al acon tecim ient o-ve rdad , Halibar apunta a un agente político (Iue insiste en su demanda "im posible " (le: ~l',nlibe rti con tra cualquier orden positivo que le dé satisfacci ón. Por supuesto. en n ingu no de esto s casos la subjetivización debe confu ndirse con lo llUC Ah · husser ten ía en mente al elaborar el conce pto de! (ma l) reconocimiento y la inre rp elaci ón ideológicos: en este caso, la subjetividad no es descartada como una forma de reconocimi ento erróneo, sino, por e! con trario, afirmada COJllO elmo mento en el cu al la brecha/vacío ontológico se vuelve palpa ble, corno un I(e~ t ll (Iue socava el o rden positivo del ser, de la estructura diferencial de la socie dad, de la política corno poli cía. Es esencial que se per ciba e! víncu lo entre esta reducción de! sujeto a la suhjetivización y el mod o en qu e el edificio rcóri co de estos autores repo sa sob re (;1 oposición básica de dos lógicas: la po/itiquelpoliee y k po/jtjqu~ en Ranciere, el ser y el acontecimiento-verd ad en Badiou, e incluso, qui zás, el orden universal inut ginario uerms la igolibmi en Balibar. En tod os estos casos, el segundo elem ento es político en sent ido propio, introdu ce la brecha en el orden positi vo del ser: una situación se "politiza" cuando una demanda particu lar comienza a funciona r corn o sustituto del universal imposible. T enemos entonces diversas formas de la opos ición en tre la sustancia y el sujeto , entre un orden ontológico positivo (Illllicia, ser, estruct ura) y una gr ieta (le imposibilidad que impide el cierre final de este orden o perturba su equilibrio, o ambas cosas. Estas tres form as de dualidóul parecen remitirse fundament alme nte a la oposición kant iana entre el orden consti tuido de la realidad objet iva y la idea de la libertad que solo puede funciu nar como un punto de referencia regulador, puesto que nunca se actualiza phnnmen te desde el pun to de vista ont ológico. L a "justicia", la rectificación ¡le 111 injusticia ontológica fundamental y co nstitut iva del universo, apar ece CO IllO unu demanda incondicional impo sible, solo posible contra el fondo de su pro pia im posib ilidad: en cuanto un movi miento político preten de realizar plennmc nu- 1;1 justicia, tr aducirla en un estado de cosas real, pasar desde la espectra l dém (JCf ll lir 1I ven ir a la "demo cracia real", nos encont ramos en una catástr ofe totalitaria. V il t érminos kantianos, lo sublime se convier te en 10 monstruoso, .. Desde l \l e ~ ll , estos dos niveles no son sencillamen te externos: el espacio para el ncontccimicnlo-verdad político es abierto por el vacío sintomático en el orden del ser, pOI' 1;\ inconsistencia necesaria de su orden estructural, por la pr esencia consriunivn d(~

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ABRAZAR ELACfO


SimIO} Zi1.eJ.: un surnuméraire, de un elemento inclu ido en la totalidad del orde n, aunque en esta totalidad no tiene ningún lugar prop io, y que, po r esta misma razón (puesto que es un el emento sin nin guna especi ficación part icul ar adicional) se co nsid era la encarnaci ón inmedi ata del todo . Por otro lado, la intervenci ón prc piamente política interna provocar un cambio en el orden de la policía, su reestructu ración (de modo qu e entonces se vuelve visible lo que hasta ese momento era "invisibl e" y/o "inexistente" en su espacio). D e todo esto debe n extraerse dos conclusiones hegelianas: ( 1) el concepto mismo de política involucra un conflicto entre lo po lítico y lo apolítico/ po licial, es decir que lo político es el antagonism o ent re la polít ica pro piamente dicha y la actitud apolí tica (entre el "desorden" y el orden); (2) pOI' esta razón , la "políti ca" es u n gén ero <¡ue es su pro pia especie, un gén ero q ue, en última instancia, tiene dos especies: él mismo y su nega c ión corpora tivisra/ policial. Sin emba rgo, a pesar de este giro hegeliano , esta mos ante un a l ógica qu e incluye de antemano su propio fracaso, que considera su éxito total COIllO su derrota fund amental, que se apega a su caráct er margi nal como signo defin iti vo de su auten ticid ad, y que por lo tanto mantiene una actitud am bigu a respe ct o de su opuesto pol íticoonto lógico, el orden policial del ser: tiene que referirse a él, lo necesita como el gran enemigo (el "pode r") qu e debe estar allí para qn e podamos emp render nuestra actividad marginal/s ubversi va, pero la idea de realizar una total subversión de este ord en (una "revol ución glo bal") se descarta como prororomlita ria. N o debe interpre tarse qu e est a crítica se basa en la oposición hegeliana tradicional de la universalidad abstra cta y la universalidad concreta: contra L1 afirmación de la negatividad radical corn o contr afaz de la un iver salidad (la I{¡gica de lo "de bido" que pospone índ efínidamcnee su actualización ), no sostengo quc sea necesar io abrazar el orden posit ivo "concreto " como Bien Supremo realizado . Lo que propone H egel en es te caso no es una acep tació n resigna da y her oica del orden positivo como la única actualización posible de Id razón, sino que po _ ne en foco (o re vela) que el orden po liciaVpolíti cn en sí siempre se basa e n un a ser ie de actos politicos no reconoci dos/ren egados, q ue su gesto fundante es po lítico (en el sen tido radical del t érm ino, como opuesto a po licial); en tér mínus hegelianos, se revela que el orden positivo no es más que Id posit ivízaci ón de la negatividad radical. Tomemos el concepto central en Ranciere de la m ésentente ("'el desacuer do "), que se produce cuando "la part e de ningu na par te" excluida/i nvisible politiza su situación y pe rturba la estr uctu ra policial/po lít ica establecida del espacio social, su su bdivisión en partes, afirm ándose como representante del tod o y exigicndo la rear ticulaci ón de su po sición particul ar, es decir, reclama ndo para sí un a nueva visibi lidad (por ejem plo, una m ujer "politiza" su situación cua nd o presenta su con finamiento en el espacio familiar privado co mo un caso de injus-

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ricia político). L :l relac ión am higun entre el discurso explíc~to Ilcl l~(Klc r o ~\!::~ l¡ 'a}' su doble ob sceno ¿no involucra también un a especie de nlt smtc'mr' ~ l;~hle obsceno (el me ns;je "cnt re líneas" re nega do p~hlical~\ente) ¿no ~s ;1 (·u n: \i ión de posib ilid ad "invisible", no públi ca, de fum:lOnamle~t? ~:I ar rato pc~ '1' ~ l ' El pod er no es entonces un domini o único y llano de visibilid ac , una mulela . " 1 bl " la dema nd a de que tI,eci r, de ma~da (ue rec haza/subvierte el status (no) idéntico qu~ nene e~ el discurso del nler/\olicía)' el opuesto (casi) simétr ico es la negat1Vd del discun o del tl:r/~!ida ~tíbJico ~ "esnubor/cnt mder" su propio mensaje enr:e l{neas"lel sOp:)f\~ obsceno de su funcionamiento; confrontado con esc .me.nsaJe, o ree l aza pcyo -sré.. a la altura de su dignidad . ,. d i " ratívamenre como aIgo que no e" blo'tcx1 ·1 der "se niega a ve r" no es tanto la (no) parte e pu e 1 o . e,x "Iuid~ ~1~ ~ee:I)'~:O policial, sino el soporte invisible de su pro pio aPb~rato pol,lel:11 .niblico. (E n los , términos de un ana""ISI5.C[a SlS~a ~ Ig al', no hay go re mo an1sto' .~r:ítico sin el sostén ocu lto, no reconoc ido puhhcament~, del l~mpen-p,ro ~t..l , . d Lo q ue nosotros decimos es entonces que la negauva rad ical mar gina Ista b T d d del poder (en términos lacanianos: su demanda na o ,). I i ón úbl ica. v éase el a asu mir a responsa I I a ocu lta de un amo, dema nda que tom~ la f~~~ ~e p~o~oca~li¿ estu diantil de ' 1 I d I diagnóstico de La can acerca del ca rá ct e r iste ncc e a re Mavo del '68) es estricta mente correl ativa (o la contrafaz) del V1ncu. o ocu ro . ,c , od.cr co n su propio supleme nto o1 ". Lo que -sceno rcnegac( . una ' mtervencrou 1 " ,'" ( ue tratar de inclui espacio P " 1 b r en I e ícr/nolipo lítica ven h de ramente su ivcrstva tien e 1 .é blic o es sobre todo ese su plemen to obsc eno en el cual se asa ~ , p (~< e .1 _ l. El .. len de 1" policía no cs nunca sencillamente un orden POSitivO, para po cta . 0 ,( e a • I brc ctel' funcionar, tien e que hacer trampas, no llamar a as cosas por su nom , 'Ó en síntesis; tim e que bacer poJi,;ca, hace r lo que se supone qu e hacen sus

~u\~:I: ~;s:r:~;:t~a;~ss~:~:~~:~ :nq~ees~~:edi~CU~:~.úhlico:·(eS

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~étera;

o ponen t es subve rsivos.

,. ( ' 1 I. • En el pe nsamiento po lítico ele Kan~ el princip io ~~IC~ eq~I~.~n~:.a,,~~~;~~ rativo categó rico moral) es el " princi pio rrasce ndenta e a pu I~ . a . . ' •I ~ acres conce rn ient es a los derec h os d e otras pers onas y CU"" }- maxrma od 1 no CO " IOcm , , I 1T OS OS pnnclcida cnn su meta anunciada públicamente, so n incorrectos . .. . ) . bli C1.d d (p ue puedan alcanzar su meta pio s orientadores que n~ce~l~a n pu al' . a~alS\n el dominio po lítico , lo in. . d . bli está n de acuerdo con la jusncra y cnn a po mea . debido o el mal es un acto cuya meta real contradice la meta anunCIa. a pu teame nte: como Kant lo su iraya una y otra vez , incl uso el peor de los tiranos prc' V>

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55, Immanucl Kant, "Pcrpetual Pcace: A P h i1os()p~ ica l ~1.:c tch'" en Kant's Polit;c/l1 rVrÍl· ings, Camhridge, Camhridge Universiry Press, 1991, pag. 12 .

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tende públicam en te que tr abaja por el bien del pueblo m ientras pers igue su propio pod e r y riq ueza. Podemos enunciar esta misma m áxima de un modo negativo: una política "agravia" (es inju sta) cua ndo sostien e qu e el descubrim iento público de sus mo tivos reales (o, más bien, de sus máximas) sería con tr aprod ucente ni siqu ie ra un tira no puede decir plÍbliamUlIft " Estoy im ponien do esta ley para aplastar a mis enem igos y aumentar mis riq uezas". Contra este fondo hay q ue sim ar la tesis so bre el suplemento superyo ico del discu rso ideológico pú blico: el suple men to obsce no supc ryoico L'S precisam ente el sostén del texto ideológico públi co, un suple mento que, para ser eficaz, tiene queser públicaJlJ I!J1te renrgl/tlo: su co nfes ión pública es contraproducente. Y lo que nosot ros decimos L'S que esa renegació n es constitu tiva de lo q ue Ranciere denomina el o rde n de la "policía". El co ncepto del ideal de égalibmé como un a demanda incondicional real/i mposible q ue se traiciona en toda pos irívaci ón , una dem and a q ue solo puede acrualizarsc en esos breves momentos in te rmedi os de vacío del poder/ po licía en los que "el pu eblo" se organiza "espo ntá neame nte ", al marge n de la maq uinaria pol ítica represent at iva o ficial (piénsese en la fascinació n q ue ejerció so bre m uchos izq uierdistas la "democracia espo ntánea de los s éviets" e n las primeras y "auté nticas" etapas de la revolución), lleva a los puristas revol ucionarios radicales a una pro ximidad peligrosa co n los co nse rvadores q ue int entan dem ostrar la traición necesaria e in evitabl e, o la "regr esión :11 te rr or" de toda revolució n, como si la única actualización po sib le de ]¡¡ iga/ibmé sea el Kh mc r Ro uge o Sendero Lu mi noso. Uno se siente tentado de sostene r q ue la po lítica lenini sta es el verdade ro co ntrapunto de esta act itud izq uierdista ma rginalista kan tiana , qu e insiste en su propia impo sibilida d int rínseca . Es dec ir q ue lo q ue tienen e n común un verdade ro leninista y un conservador polít ico es el hecho de que am bos rechazan lo que po dr íamos deno mina r "la irre sponsabilidad" izq uierdista (ab ogar po r g randes proyecto s de solida ridad, libe rtad, etc éte ra, pero evadirse cuando hay q ue paga r el precio por e llos en la fo rma de med idas po líticas co ncretas ya me nudo "c ru eles"): lo mi smo qu e un auténtico conserv ador, un verdadero lenin ista no te me el "pasaje al acto", no teme las consecuencias, por desagr adables q ue sean, de la r ealizació n de su pro yect o políti co . Kip ling (a qui en Brech e adm iraba mu cho) men ospreciaba a los liberal es ingleses que defendían la libertad y la justicia, pero co ntaban tácitame nte co n q ue los conservado res hartan el tra bajo sucio necesario; lo mism o puede decirse de las relacio nes de los izq uier distas liberales (o "socia listas democráticos") con los co mu nistas Icni nistas: los izq uie rdis tas liberales rechazan la " transacción" socialde mócrata, q uieren una verd adera revoluci ón, pero reh úycn el precio real que hay que pagar por ella, y prefieren entonces ado pta r la actitu d de un "alm a bella" y co nse rvar las manos limpias. En co ntraste con esta falsa posición izquierdista libe ral (q uerer una verdadera democracia para el pueblo , pero sin policía secreta que luche con la co n256

11 ,\\ 11'I'IIIIll·i(·ll\, sin ver ;lfcl·t:HI,ls sus privilct-:i(ls. aca(ll:minls...), el I('ninisl ;1, ¡l\ 1~ 1I ,1\ q m~ l.1 con servado r, es 11II11:lIlir(), en el scmido de q \lc (/JI"~1l' ~1~!llIm""'r I¡~ \ ":lI l l' l ll " // ( itU .lr JI/ l'/a dd//, es plen am ent c ('(l1lsl'icnt c de lo q ue Slg ll l ht·;, en n-nli d,Il I IIlIll¡lr el poder y ejercerlo. ,, l' slu)' ;Ihur,¡ e n condiciones de especi ficar lo ,q ~le lile I,,¡rece la dC~I.l l ltLid (,dl;1 1 ,1i' 1, l' IX",i(·i.-m protokanti an a entre el o rde n pOSlOVOdel ser (u el SI'Tt J(~ l /rJ Iotrm, 11 1.'· pulít i<';l m illo poli cía) y la (Ic~anda rad ical, incondiei~Il,l~l, 11~,i!!.'~~~/~"~/, qu~ tlll \ I(';' tI presencia del ncontccimiento-verdad (o de lo p(~llt1co).' es decir ', 1.1 o po ~ Il ibu en tre el or dc n soc ial global y la dim ensión de la ullIvcrsalulad pmpl:llllelll c ,111'1 \.1 , llue t "'7.<1 una lín ea de separaci ón en este o rden globa l: lo que deja fuera .. ' es el "exceso" del gesto fun dante del amo, sm el cu al el 'l· I 1'0 11' "' \c racron .. I nnh-n 1" " ' livlI del sen'jet des bims no puede man tenerse. Estamos.apuntando a cxn·',lI •' n u 1·I'ol101l1 . .ICO.. del " n o po r ·so bre el funcio nami ento ace ' itado del orden1"poli-, , 1., 1 posit ivo del ser . En una soci edad pluralista, los p ar~ l dos o :\ ~entes \II ('( IS ", ,lllil';llcs" m:lf ginalcs pueden jugar a hacer demandas incondicion ales - n.mo~ 11.1<; que remos esto (salarios más alto s para lo s mé dicos y los m a:strns ' ,mcr lr;:s 1lIIl11.wil llles y condicio nes de seguridad soc ial. ..), pertat mtmdllJ -', ,deJ;lIll ,0 , l ' 111 .11111 ¡,I amo que encue ntre el modo de satisface~I~~. Esta den~a~da lIlCnlU~\(·IIl" senci llame nte al amo en su enndición de administrador del U" I 1111 se' lIirige i d 1 I F ' l 1"0 1' rI,',I' "¡('IIJ, sino co mo garant e de la supervivencia e OH en:, is rc es ~ (ltr:) .. I de 1, posici ón del amo: él no elude la r espo nsabilidad de lo mpll '1'1""'111 t-rucra ,. , ' ida s ncccsari 1.. l11 ll"vus cuando la gente pid e una to rtilla, de impone~ las me di neCCS;lf\ ;¡<; '''"'Iue secan im populares. En síntesis, el amo ha renu nciado para siempre al deH ' hu .le exclamar " ¡Yo no quería esto!" cuando la~ cosas ,no march an. , , 1ksd t= lucgo esta posición es en última in st ancia una Impostura. Sil d0 \11111l0 el hecho mismo de q ue alguien esté dispue sto ¡\ OCll p ;\I' I ,{l 1..1 0. S'" , emb argo , ~11I '" Ibdi l · , .. IUJ.(;lr insos ten ihle tie ne un efec to apaciguador so bre sus su nos: PO( ~l1Im p'.llIIitirnos nuest ras pequeñ as dem andas nar cisistas, co n plena co~clcncl.;\ lit· ' pll. 1·1nmo está allí para asegu rar qu e no se derrumbe la ~s.~ctura . 1~1 herolsll1,u dI' un amo aut éntico co nsiste precisamente e n su d i sp<)SIClO~ a asumi r es:~ ~ lOS I ~ l iún Impos ible de la re sponsabilidad final, Y,empr en,d,e r la m~trull1en~,¡l,~'l(~1l ,dl. l." Illcdi das im populares qu e impidan In dcslllteg raclOn del siste m a. I. S,I hu: 1.1 ¡tl',lIulc7';1 de Lenín despu és <le qu e los bolc hev iques to maran ~l podc~: ~ n cun 1I'.I' t<: L"Un el fervor revol ucio nario histé r ico atra pado en un ~rculo vlclos o . d n-rvor de qui enes pre fier en estar en la o posición evitar (púbh~. o sc~ret~~ll~I~.­ Id la C;lf ga de to ma r el pod er, de realizar el pasaje desd e I~ a~uvlda,d sUh,\ erSl\;1 " b responsabilidad po r el aceitado funcionamiento del edificio s()CJ¡l l~, el ahra cun heroí smo la gravosa tare a de conducir realmente el Esta.do, de reah,z;lr, tOlLl~ 1 t.s ua nsacciones necesar ias, pero to mando también las medidas duras lIUhSPl'lI' <;;1 111...'5 para q ue no se derrumbara el poder bolchevi q ue.

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De IllOdo t]lle cuando Rnucie rc CJ Hadiou mcnosprccia nlu política C0 l\10 un a pn lil'Í:1 qllc se limit a ;1 cuidar el aceitarlo seruicc des biens, omi te n conside rar el hecho de q ue el orde n sodal no puede reprod ucirse si se limita a los tér minos del seruice 1/1's bit:lJs; debe habe r Uno que asuma la respo nsabilid ad final, incluso 1:1 responsabilidad de realizar implacableme nte las transacci ones n ecesarias o violar la letra de la ley piu a aseguT".lr la supe rvivencia del sistema, y es totalmcn te erróneo in terpretar esta funció n como la de un pragmático sin princip ios que se aferra al pod er sea cual fue re el costo. Lo s abogados de lo polí tico en tanto opuesto a lo po licial no to man en cuenta el exceso inher ente al amo que sostiene el seroíce du bienn no tie nen conciencia del hecho de qu e lo qu e ellos combeten, aquello a 10 que provocan con su demanda incondicion al, 110 es el "se rvicio de los bienes", sino la respon sabi lidad incondiciona l de amo . En síntesis, no son conscientes de que su demand a incon dicional de ig«libnTi no va más allá de una p ro vocaci ón histérica dirigida al amo, que pone a prueba los límites de su ac tirud: "¿Pued e él rechaza r --o satisfacer- nuestras dem and as, y conservar al mismo tie mpo la apari encia de omnipotencia?". La actitud del verdadero revolu cion ario, opu esta a este juego de provocació n hist érica, es la dispo sición heroica a sostener la transform aci ón del socavamiento subvers ivo de l sistem a existe nte en el principio de un nu,..rvo orden pos itivo que encame esa ne gatividad. O, par a decirlo en los término s de Badiou, la transformaci ón de la verdad en ser." En t érm ino s filosó ficos más abstractos, el miedo a la ontologización amenaza nte del act o político pro piame nte dicho, el miedo a su tra nspos ición catastrófica al orde n pos itivo del ser, es un falso te mur que resulta de una especi e de ilusión óp tica: confía dem asiado en el pode r sustancial del orde n positivo del ser, pasando po r alto el hecho de que el orden del ser nunca es sim pleme nte dad o, sino que se basa en un acto precedente. No hay ningúl1 orden dtl ser romo todo positivo ontokigícamente consistente: la falsa apariencia de semejante orden se basa en la aurooblire raci ón del acto . E n ot ras palabras, la brecha del acto no se int rod uce poster ior mente en el orden del ser: está allí todo el tiempo , como la co ndición que realmente sustento todo orden del ser. Q uizá la fonnulació n filosófica definitiva de la opos ición polí tica en tr e poli cía y política es la qu e ha trazado D errida entre la ontología y la ló gica imp osible de la espec tr alída d que impid e/pospon e/despla za por siem pre el cierre del

,[i1 u in ull tu]¡"gi('o: el g-esto propinmcntc dcsconstruccion ista consiste en manespectra l, en resistir a la tentación de su cie rre ontoló gico. I ' B,1 W I llI .i ~ , rcs uha ¡¡¡dI traducir esto .1 té rminos lacan ianos : la espectralidad es 11111 . Il ll lllloH' de 1;1 apariencia fant asm ánca que llena la brecha ontol ógica irredu, Ilh ll', Fl gcsto verdade ramen te hegeliano consistiría en este caso en inve rti r • " (lilH'l'l'lu de 1.1 cspectrulída d como su plem e nto irredu ctible que es co n di• 1111' , 11 ' (illl)II' lsihilitiad de cualqu ier ontología: ¿y si lo dime nsión m imm de In esI ,¡"lh./,¡,[ necesita ra 11I1111;l1i1110 soporteontológico, algú n pm de réel inerte que sosr, 11)1 " l., npenura espec tral? En cie rto se nti do, H ege l concuerda co n Kant en 'ji" r-] uueuto d irecto de actualiza r la negatividad abstracta de la igalibcrti (lo 'pU h.m l lu llrÍ<l caracte rizado como el equivalente político del error episremo1 " ~ Il " Ik n lllsidcra r constitu tivas las ideas reguladoras) inevitableme nte termi111 '11 (·1 terror. La diferencia entre am bos pe nsadores reside e n que extraen '''il' lu-umes opuestas. Para Kant, la ignliberti d ebe seguir siendo un ideal futu". 111 HTl·... ihle, una démocratie iI venir, a la cual es posi ble acercarse lentamente 1" '" muncniéndola siemp re a distancia para evitar la monstruosidad de la neIO\ld .ul ahsoluta abstracta, mientras que para H egel ese momento monstruo",1, 1.. negat ividad abstrac ta absoluta, ese furor aurodestructivo que barre con ,u4 1'IHH'r nnlcn pos itivo, Iinnpre-yn ha sucedido, puesto que es el fundamento 1111 IIUI IleI orden racional positivo de la sociedad humana. En síntesis, mientr as 't'" 1' ,11 .1 Kant la act ividad absoluta es un momento im posible del futuTO, un fu(,"" 'IU (' nunca se con vertirá en presente, para H egel es un momento im posible ,1, 1/"" ,¡,ltI, un pasado qu e nunca fue plenamente experi me ntado como presente, I'U' ~ l ll quc su retroceso abre el espacio para la organización (social) mínim a del 101 ' " 'li le . l lar muchos nombres para esta irrupción de la negatividad abstra cta , ,1, ,1,' l.1 Caíd a de Adán hasta la Rev ol uci ón Fra ncesa, pasando por Sócra tes y la • 1 '" .thi(lIl de C risto ; en todo s estos casos, un gesto nega tivo corrosivo del or .1, 11 cuvt anci al (social) dado fundó un orden su perior, más racional.

I

11 11' 1 1,1 .l[ It' l'l Ilr;¡

56. Uno de los méritos de Carl Schmit t es que identificó clarame nte esn voluntad incondicional de asumir la responsabilidad como núcleo de la auto ridad política, más alhl (o mñs bien, por debn]o) de la legitimación liberal típica de quienes ejercen el poder teniendo en cuanta el servicio aceitado de los bienes.

2;8

2;9


III

De la sujeciรณn a la destituciรณn subjetiva


5. (Dej)apegos apasionados, oJudith Butler como lectora de Freud

l' lll ( l) l Jl:', LA I'ERVERs rÓK ::'\O ES SllRVERSIÓ ;.J

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t lll ól de las conclusiones clave que hay que extr aer del tema de "Kant con Sa, . ~ Ll (le que quiene s, como Michcl Foucault, afirman que las perversiones

11I m-u 11 11 potencial subversivo, se ven llevados, un poco antes o después, a ne61.11 ,,1 incons cien te freudiano. Esta negación se basa teóricam ente en el hecho, " dll ¡lyat!() por el propio Frc ud, de que para el psicoanálisis la histeria y la psico¡., (/lI'rll lW la p erversión) son mo do s de acceso al inconsciente: el inconscient e 110 l ' .I ,'('['sib ll.; a través de las perversio nes. Siguiendo a Freud, Lacan ha insistido I ( i1I 'I";HI:u u ent e en que la pervers ión es siempre una actitud socialment e cons nurt ivu, mientras que la histeria es mucho más subversiva y amenazante par a la lU' II l'II 1onía que predomina, Pod ría parecer que ocurre exactamente lo contra1101: ¿:ll'aso los perversos no realizan y pra ctican abiertamente aque llo con lo I n.t] la histérica solo sueñ a en secreto? 0, con respecto al amo: ¿la histérica no ~ l' limita a provocar al amo de un modo ambiguo, que en realidad es un llamado p ,lI 11 que el amo afirm e su autoridad de nuevo y con más fuer za, mientras que el l,,'rvl'rSO socava realmente la posició n del amo? (Así es com o se entiende habirualmcn ro la tesis freudiana de que la perversión es el negativo de la neurosis.) Sill emba rg o, este mismo hecho nos confront a con la parado ja del inconsciente hI'lIO ILul(): el inc onscien te no consiste en los guiones perve rsos secretos con los '11ll' fa nta seamos y que, en la medida en que somos histéricos, evitamos realizar, mient ras qu e los perver sos tienen el heroísmo de "hacerlo". Cuando realizamos ( 1i;ICC11l0 S el "aaing out" de) nues tras fan tasías perversas secretas, todo qu eda al .b-scubie rto, pero de algún modo se ha perdido el inconsciente. ¿Por qué? Por que el inconsciente freudiano no es el cont enido fantasm étíco secreto, si110 ;llgo inte rmedio que interviene en el proceso de la traducción/transposición

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del contenido fanrasm árico sec re to al texto del sueñ o (o del síntoma histér ico). El inco nsciente es p recisamente lo que en el flcting out pe rverso qUClL! oculto por los guionesfan tasmáticos: el perverso, con su cert idum bre acerca de lo que procura goce, esconde la brecha, la "cuesti ón quemante", la pied ra en el camino, que es el núcleo del inconsciente. El perv erso es entonces el "transgreso r int r ínseco" por excele ncia: saca a la luz, escenifica, practica las fantas ías secretas que sostiene n el discurso públ ico predominante, mientras qu e la posición de la histérica despliega la duda acerca de si esas fan tasías pe rversas secretas son "realme nte eso", La histeri a no es sencillamente el cam po de batalla entre los deseos secretos y las prohibicion es sim bólicas; también, y so bre tod o, articula la duda to rru ranre acerca de si los deseos secretos contienen realmente lo que promet en: la duda acerca de si nuestra incapacidad para goza r se debe solo a las prohibicion es simbólicas. En otras palabras, el perverso evita al inconsciente precisa me nte porque ronoa la respuesta (ace rca de lo que gene ra el goce, acerca del O t ro); él no tiene dudas acerca de ella; su posició n es inconmovible, mientras que la histérica duda ; su posición es la de un a (aurojinterroga ci ón ete rna y constitutiva: ¿qué quiere el Otro de ma, ¿qué soy yo para el Otro? ... La oposició n entre la perversi ón y la histeria es especialme nte pertinente hoy en día, en nu est ra era de "declinación de l Edipo ", en la que la subjetividad paradigm ática no es ya la del sujeto integrado en la ley paterna mediante la casrración simb ólica, sino la del su jeto "perverso poli morfo" qu e obedece el man dat o supc ryoico de goza r. La cuestió n de cómo hemos de histerizar al sujeto atr apado en el circu lo ce rrado de la perversión (de cómo vamo s a inculcarle la dim ensión de la falta y la interrogación) se ha vuelto más urgente, en vista de la act ual esce na polít ica: el sujeto de las rel acio nes de mercado e n el capitalismo tard ío es perverso, mientras que el "sujeto democrá tico" (un modo de sub jetividad que im plica la democra cia moderna) es in trínsecam ente his térico (el ciuda dano abstra cto correlativo del lugar vacío del poder). En otras palabras, la rclación en tre el bourgtois at rapado en los mecanismos del mercado y el citoyen que participa en la esfera po lítica unive rsal equivale, en su econo mía subje tiva, a la relación ent re la perversión y la histeria. D e mod o que Ranciere, cua ndo llama "posp olftica" a nuestra época, apunta precisamente a es te cambio del discu rso político (del víncu lo social), que pasa de la histeria a la perversión : la "po spolírica" es el modo perver so de admin istra r los asuntos sociales, el mo do que ha si· do privado de la dimens ión "hisrerizada" universal/ dislocada, A me nudo se oye la afirmación de que en la actualidad la histeria ya no está sexualizada, sino qu e más bien debe ubicarse en el dominio de la victim ización no scxualizada, de la herida de alguna violencia traumática que se abre en el alma de nuestro ser. Sin em bargo, solo tenem os his teria cuand o el sujeto vicrimizado manti en e una actitud ambigua de fascinación respecto de la herida, cuan-

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.1.. . rrrct .uncm c deriva de ella un placer "perverso", cuando la fuente del dolor • l' l '

.m c'icrtn magnet ismo. LI hister ia es precisam en te el nombre de esta fasambivalente fren te ,11 objeto qu e nos ate rr oriz a y no s repugna. Y este , " ,·.t" lIle rlo place r c n el dulor es otro nom bre de la u rualiUlcirin: en cuanto es1,' ••!lI. 1a situación sc sexuahza, el sujeto queda atra pado en el círculo perverso. 1 11 " l ra ~ palabras, hay que adhe rir a la antigua tesis fre ud iana sobre el carácter hlllll.lIl1(·lItóllmc nte se xual de la histeri a: la D ora de Freud, el caso paradigm ári'" 11<' h i ~l c r i a , ¿no se quejaba continuame nte de habe r sido victimiza da po r las 111 uupula ciones de su padre y el se ñor K.? 1.11 tlllC com plica adicio nalment e la cu est ión es que, sin ninguna dud a, n~ S~ I'.l lificar directame nte como " perversi ón" la homosexualidad (o cualquier " 1I.t \ld(:t ica sexual qu e vio le la norma he terosexual). Lo que hay que pregun I 11 • •' I'~ más bien de qué modo está inscrito el hecho de la homosexualidad en el 1I1 11\'I'f ~U simbólico del sujeto, cuá l es la actitud subjetiva que lo sostiene . lIay . 111 nlllI{una duda una homosexualidad pervers a (la del masoquista o sádico que I'H n-ndc que posee el saber sobre lo que le proporciona goce al Otro), J.>Cro hay . lIl1 biC:n una homosexualid ad histéri ca (elegida para enfrentar el emgma de '1Ut' ~or yo para el Otro, qu é qui ere el Otro (de mí}?", y así sucesivamente). 111' II11Mlo que, para Lacan , no hay ninguna corre lación directa entre las formas .1. 1.1 práct ica sexual (la homosexualidad masculina, el lesbianismo, la prácti ca "'II\TIU:io nal) y la economía sim bólica "patológica" subjetiva (perversa, hist éri'>1 , I"¡,,út ica). T omemo s el caso extre mo de la coprofagia (la ingestión de excreIIU '1I 10S): ni siqu ie ra e.sa prácti ca es necesariame nte perversa, pues bien pu ede inscri ta en una econo mía histéri ca, es decir que bien pu ede funcionar co1110 IIn ele mento de la pro vocació n histéri ca y la interpel ación al deseo del O tro: "t \' ~¡ comiera mierda para averi guar cuál es mi po sición respecto del deseo de 1 hlo? 'M e segu irá amando cuando me vea hacerl o? ¿Me abandonará finalmenl ' 1'lJ1Il~ 1 su ob jeto? Esta práctica puede funcio nar tambi én como psicótica si, l"!! ejemplo, el suje to cree que los excrementos de su com pañera son una s.usI ,111 l'i.1 divin a milagrosa, de mod o que al tragarlos e ntra e n contacto co n DIOS, IITi hc su energía. O bien , po r supuesto , pu ede funcion ar co mo una perversión, _1 r-l sujet o, al realizarla, asume la po sición del objeto-instrumento del deseo del litro (si lo hace para generar goce en su com pañera). En un nive l más gen eral, resulta int er esante observar que, cuando uno des, I ihc un fenómeno nuevo, como regla pasa po r alto su funcion ami ento histéri , '1 predomi nante, privileg iand o el funci onamiento perverso o psicótico, sup uest.uucntc más "radicales", E n el caso del cíb crcspa cio, somos bombardeado s con luu-rpret acíoncs qu e subrayan la posibilidad que abre de un juego perv erso polil1lor fo con la propia identi dad sim bólica, y de su permanente refundició n, o lurn esas interpretacio nes señalan la reg resió n implícita a la inm ersión psic ótica l'

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incestuosa en "la pan ta lla" co mo la Cosa mat erna que nos tr aga, privándo nos d r la capacidad para 13. distan cia y la re flexió n sim bólicas. No ob s tan t e, puede sos te ne rse qu e la reacción más común de todos nosotros fre nt e al ciberespacio t'\ aún un a perplejidad histérica, una int errogación pe rmanente: " ¿cuál es mi po-icióu con r especto a est e Otro anónimo, qué qu ier e él de mí, a qué juega co nrni go .... C o n resp ecto a esta oposici ón cruci al entre la histeria y la perversión, es impo rt ante observar que LAfi losofio de /11 nnam música, de Adorno, esa obra maestra del análisis dialéctico de "la luch a de clases en la música", recurre prec isa. men te a las categorías de la histeria y la perversió n para elabo rar la o posición de las dos te nde ncias fundamen ta les de la música mode rna, des ignadas co n los nombres de Schoenber g y St ravinsky: la música "pro gres iva" de Schoe nbcr g presen ta los rasgos claros de una extrema te nsión histé rica (reacci ones carga das de ang ustia ante encue ntros traumát icos), mientras qm: Stravinsky, con su reco rr ido im itativo de todos los est ilos m usicales po sib les, exh ibe rasgos no menos claros de perversión, es decir, de re nu ncia a la dimensión de la subjetividad pro~ pia, de adopción de un a actitu d de explotación de la multip licidad polimorfa, sin ni ngún verd adero com promis o sub jenvc con algún ele mento o modo específ i-

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y (para darle a esta o posición un giro filosófico) uno se siente te ntado de sostener que esta fidelidad de la histeria a la verda d, contra la falsa tr ansgresión del perverso, es lo q ue llevó a Lacan, en los últimos años de su enseñanza, a sosten er d ram áticamente: "Me suhlevo cont ra la filoso fía" ("J e m'insurge centre In pbilosopbie"'), A propós ito de esta afirm ación ge nera l, hab ría q ue plantea r de inmedi ato el interrogante leninista: ¿qué filosofía (singular) te nía Lacan en rnente, qué filosofía representaba para él a la filosofía "co mo tal"? Sigu iendo una suge renc ia de Francois Regnau h (qu ie n llama la ate nción so bre el hecho de que Lacan em itió esta o pinión en 1975, inmediatamente después de la publicación de El Allti~Edipo), 1 se pod ría sostener que la filosofía realmente atac ada, lejos de representar alg una metafísica heg eliana tra dic iona l, no era otra q ue la de G iIles Deleuze, filósofo si los hay de la perversió n glob ahzada. L a cr fnca realizada por Deleuze al psicoa nálisis "edípico" , ¿no es un caso ejemplar del rechazo perverso de la histeria? Contra el sujeto histéri co q ue man tien e una act itud ambigua res pecto de la autoridad simbólica (co mo el psicoa nalista qu e reconoce las consecuencias patológicas de "' a represión", pero al m ism o tiempo afirma (Iue ella es la condi ció n del progreso cu ltural, puesto que fue ra de la autoridad sim bó lica no hay más que vacío psic ético) , el perverso no teme ir hasta el lím ite en el so-

1. Franecis Regnault, COllfbYnm.t'mlNti'lurlaamirnne, Par ís, Agalma, 1997,

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1'11 ' 1'1 'o 111' 1110; fundam entos de la nntoridad sim bólica, y suscr ibe plenam en 1 l"udw ln' itl.ul lllllhiple del fl ujo libidinal pn..-simbólico . ¿ Para Lacan, po r 1"11 1", 1'0;1.1 rndicalización "aruic dfpíca" del psicoa nálisis es el modelo de la 1'-'11 1" quehuy (lile evitar a cualqui er pre cio : el modelo de la falsa radicaliza1 ' 11 ~ lI ¡'\' (' I~ i v ; 1 q ue se ade cua perfectamente a la co nste lación existe nte del poI 1 I 11 1111,10; palabr as, para Laca n, el "r adicalismo " de l filósofo, su cue stiona1 1'1" ll'lI' l:pitlo de to dos los presu puestos, es el modelo del radicalismo lO 101 " 0;" 1 f;ll<;ll, tu" io de l-uucault (un filósofo perverso si los hay), la relación entre la proI .I'h 1"" Y el deseo es circular y abs olutamente inmanente. El pod er y la resísU> 1,' (1,1 contrapoder ) se presupo nen y ge ner an recíproca me nte: las mi sm as l' ,1 1.1 ,10; pro hihit ivas qu e clasifican y regula n los deseos ilíci to s, en rea lidad los " , 1111 1. 1 1ot ~ I,1 co n recordar la figu ra proverbial del asceta cris tiano primitivo t", 1' '11' 0;(1 de talla da descri pció n de las situ aciones que debían evitarse po rqu c 1'" 1'11Ial"l l1 tentacio nes sexu ales , exhibía u n saber extrao rd ina rio ace rca del , 1 ,,111 lIt' uperar de la sed ucció n (de có mo una sim ple sonrisa, una mirada , un tlO Ild L 'llsivn de las manos, un ped ido de ayuda , pueden ten er un ma tiz se'111 l. FHU ~:lUlt insiste en qu e los m ecani smos disciplinar ios del poder produ lO 1 I ulljl'IO mismo sobre el cual ejerce n su fuerza (el sujeto no es solo lo o pri111 111" 1" '1' L'I poder , sino q ue em erge co mo prod ucto de esa o presión): 1,1 ho mbre descrito para nos otros, el ho mb re del cual se nos invit a a libe r ar nos , en o;í mismo el e fecto de una sujeción (1l.<S/lj tttissrm(1lt) mucho más pr ofunda que IlIu' " tu. Un "alma" lo habita r lo IIcva a la existe ncia, un alm a que es e n sí un factu, 1",1dominio que el poder ejerce: sob re el cuerpo, E l alma es el efecto y el instru11" '111. otIc una auto no mía política; el alma es la prisión del coerpo.! ) ,1

1 I problemn consi ste en que , a co nt inuación de este pl anteo, parecería que 01 I'lll pio Fotlcault reconoce tác itamente qu e esa conti nu idad absoluta entre la l' _ i~ I I'lld:l y el pod er no hasta com o base de una r esistencia efect iva, de 1,11,1 re . 1 If llt'ia t¡~e " no forme part e del jueg o" sin o qu e le perm ita al sujeto asumir

J, ,\ Iil·hd Foucault, Disriplinr Il>1J PuniJh, Nueva York, Vintage , 1979, pág. 30, [Ed. cast.: I I""I,,,''y (/M iga,., Madrid, Siglo XXI, 1998,J Aquí Foucault nos permite especificar la definí. J',,' ' Iue da Althusser de la interpelación como el proceso que transforma a los individuos en " 11"111: r ~os mist eri os os individuos cuyo smtm queda sin especificar en Althusser son los obje' ''0 y t'l llrIltluctn de microp r ácticas disciplinarias; son "ulmarertal'' corpora l sobre el cual ope1 '" t " JS prácticas, En otras pabbras, la interpela ción es alsu jeto lo que los individuos son a las IlU' Il ol or:ic ricas disciplinari as.

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J, Desde luego , en esta crfrica nos hemos co ncentrado en la concepci ón específica del poder y [a resistencia que Foucault expone en Vigilar y amigar y en el volumen 1 de la Histuria tk Ja stXlIJI/idad: en estos dos lib ros, d C(lllCepto de poder sigue limita do alprocedi mienm de la disciplina-confesión-conrrnl que tomo forma en el cristianismo primitivo , C uando , en sus en tr evistas posteriore s Foaca ulr habló del poder y el contrapod er, lo hizo cambiando impcrccptih lcmcnt e de terr eno, y pasando a un a especie de ontología general niet zscheana del po derel poder esta en to das part es y es todo; es el aire mismo qu e respir amos, la materia prima de nuestras vidas. Esta ontología general del poder involucra asimismo un a concepción diferente del sujeto como "p liegue" del pod cr; este sujeto ya no es el sí-m ismo que, mientras aguarda Sil liberación del poder represivo, está consti tuido efectivamente por él.

e n cierto selll illl) sos tenie ndo 1;1 tesis hegel iana de que el so ndeo refleen un "en sí" tr asce ndente genera la mism a X inaccesible que par ece eludir pU l" siem pre su aprehe nsión final? (Esto se advien e muy claramente a propósito .kl miste rioso "contin ente negro" de la sexualidad femeni na, que supues tame nIt- elude su cap tación por el discurso patriarcal: ese miste rioso M ás Allá, ¿no es U Il producto del discurso masculino? El misterio fem enino, ¿no es la fantasía II/,lffll/ Ú/ll fund amen tal?) En cu anto a la disciplina y el con tr ol , Fo ucault no dice solo que el objeto '1m' l' S;IS medidas quie ren controlar y somete r es ya su efect o (las disposicion es I " ~ ,ll l.'s y crimina les en ge ndran sus propias fon nas de tra nsgresión delicti va, et . dera): el sujeto mismo que se resiste a esas medidas disciplinarias e intenta elu,llI' l.Is, e n su núcleo más pro fundo está marc ado por ellas, está formado po r . ' lI ,I ~, El ejem plo fundam ental de Foucault ser ía el movimiento ob re ro del siglo XIX tIlle apuntaba a la "liberación del tra bajo": como ya lo habían señal ado al¡,(lI l1:l S tem pranas cr íticas libertarias (por ejem plo, El derecho a in holganza de 1',11 11 Lafa rgue) el trabajador que quería liberarse era un producto de la ética dis1 ipliunria: en Sil in tento de sustr aerse a la domin ación del capita l, quería ser un u.rbnjador disciplinado que tra bajaba para sí mismo, que era su pro pio patrón (y lil' csrc mod o perd ía el der echo a resistir, puesto que no podía resistirse a sí mis11111.. , ) . En este nivel, el poder y la resistencia están efectivamente atrapados en 1111 abrazo mortal recíproco: no hay po der sin resistencia (para funcionar, el po.1"1' necesita una X que eluda su aprehe nsión); no hay ninguna resi st encia sin 1'". ler (el poder ha sido ya el formado r del núcleo e n cuyo nombre el sujeto »prinud o se le res iste). No h ay nada más e rróne o que atr ib uirle a Fo uca ult, en el volumen 1 de su Historia de la sexualidad, la apertura del camino pan que los individuos rearticuh-n-reescenifiquen-desplacen los meca nismos de pode r en los que están atra pa.Iuo;: lo ese ncia l y más fuert e de su vigorosa ar gume ntació n está en la afirmaci ón ,11' tlue las resistencias al poder son generad as por la misma matriz a la que parecen oponerse. En ot ras palabras, su conce pto del "bio pod er" se propone pre,-ío;;llnente explic ar el mod o en qu e los mecanismos discip linarios del pod er pue.h-n const ituir directamente a los individuos, penet rando en los cuerpos individua les y eludiendo el nivel de Itt "subjetivizacion" (es decir, toda la pro blem a,ica de! modo en que los individuos sub jetiviza n ideológicamente su situ ación de con flicm y se rel acionan con sus con diciones de existencia), En cierto sentidu, es en tonces absur do cr it icad o pOl' no rcmatizar esta subjetivizació n: lo qu e (:¡ dice es que, para explicar la discip lina y la subordinación sociales, precisamente hay que elndíría. M ás adelante, sin embargo (a partir del volumen II de la Historia de la sexualitlad}, Foucaulr se ve ob ligado a volver a ese tem a expulsado ,le la subjetivizac i ón: elmodo como los ind ividuos subjerivizan su condición, se

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una posición exte rior al mod o discip linario/ con fesiona l del pod e r pract icado desde el cr istianismo pri mitivo hasta el psicoanálisis. Foucaulr pensaba haber ub icado esa excepción en la Antigü edad : las ideas antiguas del "uso de los placeres" y el "cuidado del yo" no incl uían aún ningun a referenci a a una ley unive rsal. Sin emba rgo, la imagen de la Ant igüed ad expuesta en los dos últimos libros de este auto r es en senti do estricto fan tasmática, es la fantasía de un a discip lina que, incluso en su versión más asc ética, no nec esita ninguna refe ren cia a la ley/ prohibició n simbólica de los placeres sin sexualidad. En su intento de rompe r el círculo vicioso del poder y la resiste ncia, Foucault recurr e al mito de un Estado "anter io r a la C aída" e n el cual uno mismo fo rjaba su propia disciplina , qu e no e ra un procedimiento impu esto po r un orden mo ral univers al culpabi lizador. En ese .\ l ás Allá fan tasrn ático e ncontramos los mismos mecanismos disciplinarios que aparecieron más tarde, solo que en una modalidad dife rente, como una especie de co rrelato a la descripción mítica realizada po r M alinowski y M ead de la sexualidad no reprimida del Pacífico Sur, N o sorprende qu e Foucault int erp re te los textos precr ísríanos de un mo do tot almente distinto de su práct ica usual de la lectura: sus dos úl tim os libros están muc ho más cerca de la "historia de las ideas" académ ica convencional. En ot ras palabras, la descripción que da Foucault del yo en la Antigüedad precrisríana es el necesar io suplemento romá nt ico.. . ingen uo a su descripc ión cínica de las relaciones de pod er desp ués de J.¡ Ca ída, cu ando el pode r y la resistencia se superpon en.' De modo que, cua ndo en Vigilar y ctmigar y en el volumen 1 de la Historia de la sexualidad, Foucauh prese nta interminables variaciones sobre el te ma de la capacidad gener adora o prod uctiva del pode r (el pod er político y educacional, y también al poder sobre la sexualidad); cuando su braya una y ot ra vez que, en el curso del siglo XIX, los intentos "re presivos" de cetcgorizar, disciplinar, etcé te ra, la sexualidad, lejos de restringir y limitar su objeto. la sexualidad "na tu ral", en rea lidad lo produjeron y llevaron a su prolifer ación (el sexo fue afirma do como el "secreto" fund ament al, el pun to de refer encia de la actividad hum ana).

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relacionan co~ e~ I~. 0 , para deci rlo en términos ahh usserian os, el hecho de que no son solo indivi duos atra pados e n apara tos disciplina rios de l Es tado, sino también sujetos inte r pelados . ¿Cuál es entonces la relación entre Fouca ulr y H egel? Scgún j ud ith Butle r," la diferencia consiste en que H egel no to ma en cuenta el efec to pro/iferHntt de la activi dad disciplin ar ia: par a él, la disciplina for mativa simplemen te opera sob re el cuerpo presupuest o como un "en sí", dado como una parte de la natu raleza humana in erte, y gra dualmente "s upera'vmedia su in mediatez. Foucaulr, po r su part e, subray a que los mismos mecanismos disciplinad os ponen en marcha una prol iferac ión salvaje de lo que intentan suprimir y regular: la re pres ión misma de la sexua lidad susc ita nuevas formas de placer sexual.c. ' Sin em bargo, lo que parece falta r en Fo ucaul r, el an tid ial écticn por excelencia, es precisamente el giro auto rr~ fe~e~cial. pro piame nte hegel iano de la relación ent re la sexualidad y su cont ro l disciplina rio el a utosondeu confesio nal no solo dese ntier ra nuevas formas de sexualidad, sino que la actividad confesiontll en !Í se sexttalizu, da origen tl una satisfacciónpropia. "La ley represiva no es exte rna a la libido que esa ley reprime, sino que la ley re pr esiva reprime en la medi da en qn e esa represión se convierte en un a actividad lihidinal.?" Considere mos el examen políticamente correcto del discurso discri mina torio y el acoso sexual: la tra m pa en la qu e cae ese esfuerzo no consiste solo en que nos hace tomar conciencia de (y de tal mod o genera) lluevas formas y estr atos de humillación y acoso (se nos enseña que las palabras "gordo", "reta rdado", ..miope..... deben reem plazarse po r "persona con prob lemas de peso", etcéte ra); la cuestión es que esa mis ma act ividad censo ra, en virtud de una especie de inversión dial ética demon íaca, com ienza a particip ar de lo que se pro pone censurar y comba tir. ¿N o es in med iatamente evidente que, al decir que alguien "ticne capacidades ment ales di ferentes", en lugar de llam arlo "retardado", pu ed e ins inuarse una dista ncia ir ónica y suscitar un exceso de agresividad hum illante? Por así deci rlo, con esa dimensión su pleme nta ria de protección co rtés, añadimos el insulto al daño (sabemos (Iue la agres ividad recu bierta de cortesía puede ser mucho más dolorosa que las palabras directamente abusivas, pues el contras-

hecho, subrayado por Lacan, de q ue también pasa por alto el goce excedente que mantiene al siervo en Sil po sición de servidumbre) 6. Butler, The PsychicLik (JJ Power, p~g" 9,

,ulid llll;ll en tre el ouncnido agresivo y J:¡ for ma superficial diplomática sub ra\ ,1 [,1 violencia ... ). En síntesis, la explicación que da Foucault de los discur sos '1010 ' Iliw iplina n }' regulan la sexualidad deja al ma rgen el proceso que ero riza el 1" "1'1 " mecanismo del poder, es decir que lo contamina con lo que intenta re1" unir . No hasta sostene r que el sujeto ascético cristi ano, cuando enumera y cal. )lIHi t;l las diversas formas de la ten tación con el fin de com batirl a, en realidad 1'llIllIplil":1 el objeto contra el que intenta luc ha r; se t rata más bien de conce bir 1 1 1II0do COIllO el asceta que se flagela para resist ir la tentació n encuentra placer • ,u.L I en el acto de in fligirse heridas. 1,,1 paradoja que opera e n este caso es que lo que hace posib le la resisten cia . 1, 111\":1 es el hecho de que no hay ningún cuer po positivo preexistente que po,ll lIlm toma r c orno fundamento ontológico de nuestra res iste ncia a los mecanis1I1l'~ disci plina rios del poder. El argu mento habermesiano habitual contra Fou',11I 1t }' los post est ructu ralistas en general es que, puesto qu e ellos niegan la I ,,~ t \'lld~1 de cualquier norma in depe ndiente del conte xto histórico contingen. " ,110 pue de n funda menta r la resisten cia al edificio existente del poder. La r é1'110 ';1 foucaultia ne es que los mecanismo s disciplinarios represivos en sí abren el '.1',l("io para la res iste ncia , en cuanto generan un excedent e en su objeto " Por 11'"1II J1lo, la re fere ncia a una cierta "presencia femen ina" (desde el "etern o fcm e111 "0" hasta la Ill;is contem porá nea "esc ritu ra femenina") par ece fundamentar la I , ' si s .\~n cia de las mujeres al orden sim bó lico masculino; esta referenc ia confir111,1 [;¡ fe minidad como el fundamento dado de ant ema no sobre el cual opera la «uquina discursiva masculina: la res iste ncia sería sencillame nte la resistencia del Iuud.unento prcsim bólico a su reela bo ración simbó lica. Pe ro si afirma mos que • l csfuerzo patriarcal po r contener y caregorizar la feminidad genera formas de tl " ~istencia, esta mos creando espacio para una resistencia feme nina que ya no actu.ld en nombre del fund ame nt o subyacente, y que será un pri nci pio acti vo en n n 'so sobre la fuerza opresora. Para evitar el ejemp lo convenc ional de la sexualidad, pensemos en la forma1" '111 de la ide ntidad nacional a tra vés de la resistencia a la dominación colo nial.sl;1. Antes de la dominación col onia lista, la concie ncia étn ica est á encerrada en . 1 misma , no tie ne una voluntad fuerte de res ist ir)' afirmar con energía su ide nud;ul contra el Otro; solo como reacción a la dominación colonialista esta conrn-nc ia se tra nsfo rm a en la voluntad po lít ica acti va de afirm ar la propia id en ridad naci onal contr a el opresor. Lo s movimientos de liberació n nacional .nuicolonial ista son en sentido estricto gener ado s por la opresión colonialista; es ¡'sla opresión la que lleva desde la autocon cien cia étn ica pas iva, basada en una u-adición mítica, a la voluntad eminentem ente moder na de afir mar la propia iden tida d étnica en la form a de un Estado-nación . N os sentimos tentado s de deci r qu e la voluntad de obtener la ind ependencia política, con la forma de un

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... j udith Butlcr, 7be Psy.-bic LiJe oJPIIU'(I", Stanford, CA, Stanfo rd University I'rt:S5, 1997, "3, 5. Este exceso corporal, ¿no es gene rado por los mecanismosdisciplinarios, no es el plus-

p~ g "

de-jollir lacaniano? Hegel no toma en cuenta este exceso; ¿nu es esto, entonces, correlativo lid

l'


nuevo Esta do-nadón independiente: es I a prueba fi.nal de q ue el g rupo é tn ico coloni zado está roealmenre Inteerado - o e n e untversoíd 1" di ' Esra es la contradicción en tre el~.con , id . eo úgJCO e COIOnJ 7.aclo r . " cm o enunclado y l . ., d cton: en cuanto al conte nido ' 1o e1 m oví . a p. OSlc 1 lo' n e en uncia, enunciar pu esto, se concihe a sí mi sm , m iento 3 11t JCO ofiJa lista, por SII. ,~ .o como un re to rno 1 ' una afirmación de la propia in d deno a as ralees prccololliaies, como • epen enCla cultural ' esta afirm ación está ya colon¡ d I l ' ' e rccte ra, pero la form a de , Ií . za a por e co a Ollador' es 1 e d I nua po alea occidental del .Es tado- nació N . a rorrn a e a auton oCong reso en la In dia, q ue condujo la luch~' ~ o s~Jrprende <)u: el Parti do del pulsado por libera les ingleses o . d por ,la inde pendencís , haya sido imron en Ox fo rd. ¿No pued~ :d7cir:~alnJza . ~ po r mtelectualcs indios que esrudle, so bera nía naciona l entre los 7 ' ,~ n~l~mo so bre las mú ltiples búsq ued as de " g ru pos et lllcos de la e U " S '" Ios e h eche nos evoca n sus cien. - d' h x nro n : o vre nc a > Aunque no s e uc as l..'o ntra Id ' ., ma q ue esa lucha tom a hoy en día ... ~ I I 1 a om lnaClon rusa , la for....,un resu ta(ocarodeJ fi _.• . d , , . ., e a ro omza cton po r Rusia de la soc¡ d d h h . 7ecto mlJUen uzador CC Contra Buder, nos sentim os tent:l(~): e: to cna tradlcl or e f plena co nciencia del proceso t e', . ' nces ~e su braya r ljUe I Iegel tmia . oacnvc po r mcdío de! I I ' opresor ge ne ra la form a de I ~ ' . e cun e prop io pod er a reSlstencUl 'No está . 1 . ' ¡ 1Ola en la concepció n hegeliana de la ( .' Co nten¡¡ a est a m isma para P Istu,~cl.o n de los presupuesto s? Para H egel , la act ividad de postular m d¡ . - e lar no se UIlIta I I fu mediato-natural presu uesro . a e a rora r un nda mem o inidentidad, E'''en sí" al Pq ue l~ slhno hque tr.ansforrna totalmen te el núcleo de su . di d c ce enos rnrenran rer d . . , ornar es ya un orrgen me la o-pos tu lado por el proceso de la étn icas. rno enuzacron, q ue los priv ó de s us ra íces

1 .. '

Esta aq,"um entación pu ede pare cer curocentris , . isra, y se puede pensar q ue con den a a los colon izados a repcr¡ I '. r e parr ón Imperiali t d lO O e resrsnr a él. No obstan, b¡ . s a euro pe o en el gesto m ise, tarn len es posibl . I r a exactamente opuesta S' , . e IIlterpretar a de una ma ne. , . " . • lasamos n uestra re s¡ imper'iaii sra en la refe renc ia a al ' ' 1 de ¡ eSI.sten Cla a euroc entrism¿ . . gun nuc eo e Iden tidad " , d ctruca an terior au to rnaucamems ado p" mo' l. IV\~ ' " " " r~ IClo n e una vi t' , ' zacrcn, dc un o bjeto pasivo so b I C Hna q ue se resiste a la moderni_ re e q ue ope ran ros pr -d¡ . ' . taso P ero SI concebimos. nuext 'enCI . a com . oce dmuemos unllcri aJis_ ' ., f .a reSIst modo bru tal en qu e la Intervenci ón ' " . o un exce ente q ue resulta del id d • Impcrla rsra pcrrurb ' . ti a encerrada en sí misma n uestra . ' ; r- > o nuestra anterior ide nposlc l,on se. vuel ve mucho m ás fuerte pue sto que podemos so stener' , q ue nu estra reSIstencla h 1 di ' m nseca del sistema imperialis ta' 1 ' . . se asa e n a má m ica inantagonismo intrÍn sel..'() de to na I e fuPro plo Siste ma Imperialista, a través de Sil , as en:a s q ue lleva ' . ,. m o ocurre con la fun dam entac í é d J . . • ran a su exn ncmn. (Lo mism ujer es "un síntom a del ha 1 )~ el l a resisten cia fem en ina: si decimos que la . , mnre", e ugar en el 11 " 1 m tr tnsecoc del orde n sim h61ico a ' l . e e me rge n os antagon ismo s p tnarca , esto no rcsrrmge en m odo alguno el

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de la resis ten cia feminista , sino {lue le proporciona una fuerza detonaincl uso mayo r.) O, para decir lo de otro modo, la prem isa de que resisten'1.1 ;]1 po der es iumnscca e inma nente al edificio del po der (en el sentido de qu e 1.1 ¡':l'llera la dinámica inhe rente al edificio del poder) no nos impone 1;1 cond u_ 11 '11 1 ele q ue toda res iste ncia está cooptada de antem ano , in cluida en el juego 1' 1(' 1"110 del po der co nsigo m ismo , El punto clave es que, como efecto del crecimien to, de la producción de un excedente de r esist encia, el propio anta gonismo uunuseco de un siste ma puede muy bien poner en marcha un proceso que lleve .1 " 1 derrumbe final.' l'arecerfa que es este co ncepto de antagon ismo lo q ue falta e n FOUC3UIt: a p.ur¡r del hecho de que toda res ist encia es generad a ("pu est a") por el edificio .h-lpoder, a par tir de esta inh erencia absoluta de la resistencia al pod er Foucault p.lrCct: extr aer la co nclu sión de qu e la resistenci a está cooptada de antemano , de '11lC no pu ede socava r seriamente el sistema, Es decir que él excluye la posihilid.ul de qu e el siste ma en sí, en razón de su inco nsistencia intrínseca, ge nere una lucrza cuyo exceso ya no sea capaz de dom inar, y que po r e llo haga esta lla r su unidad, su capacidad para r eproducirse. En síntesis, Fo ucaul r no con side r a ti plJsihilid ad de escap:lr, de exceder a la causa, de modo tal que, aunq ue [a fuer za ~ ll r i :1 co m o resi stencia al poder, y sea en tal sen tido absolu tame nte inhe rent e a él, pueda ir más allá y hacerlo esta llar. (Aq uí corresponde seña lar qu e este es el 1.I' go fu nd am ental del co ncepto m ate rialista dialéctico de "efecto": el e fecto puede "superar" a su ca usa; puede se r o ntol ógicamente "superior" a su ca usa.) Nos sentimos tent ados de invert ir la co ncepción fo ucaultiana de un edi ficio om lI ílll 0 r10 del poder que des de siem pre co ntien e su transgr esión, eso qu e supues mmcnre lo elude: ¿y si el precio fuera q ue el mecanismo de l poder no puede siquiera co nt ro larse 11 sí m ism o, sino q ue debe basar se en una oscura excrece ncia tille está en su co ra zón ? En o tr as palabra s: lo q ue efectivamen te elude el co ntrol cid poder no es ta nto el "en sí" exte rn o qu e ese poder intenta dominar , sino el suplemenro obsceno que sostiene la propia o per ación del pod er," y esta es la raz ón po r la que falta en FOUC3Ult el conce pto apropiado del sujl 'lO: el sujeto es po r de finic i ón un exce dente so br e su causa, y com o tal surge 1II .111I' C

01 111 .1

M

7. ,\i.:arJ: dij.... lo mismo acerca del cap italismo. lIe g:a.ri a su fin no a causa. de la resistenci a Il"e le opongan las fuerzas en em as <le la tradición preeapitalista, sino po r su incapacidad fundamen ral para dominar y limitar sus propias contra dicc iones intrínsecas. En los t érm inos de Marx , el límite del capitalismo es el propio capi tal, y no las islas <le resistencia que aún eluden '" con tro l (la sexualidad, la nat uraleza, las antiguas tra diciones cultu rales), 8. Sohre este suplemento ob sceno del poder, v éanse los capítulos 1 y 2 de Slavoj Zi !ek, "J'br PÚJF ojFlm usks, Lon dre s, Verso, 1997,

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con la in versión de la rep res ión de la sexualidad e n sexualiza ció n de las propias medidas represivas. Es ta insu ficiencia del edificio teórico de Fouca uh se puede discern ir en el modo en que, en su tem prana Historia de In iocura, ya oscilaba entre dos enfoques radicalmente opues tos. Por un lado decía que la locur a no es un fenómeno que exista de po r sí y solo secundariam ente se convierta en objeto de discursos, sino que resulta de una multi tud de discursos (el médico, el legal, el biológico .,,) acerca de ella: por otro lado pensaba que se de bía "liberar" la locura de la influencia de esos discursos, y " permitirle ha blar por sí misma"."

LA INTERPELACi Ó;-'" IDE O LÓGIC A

En est e pu nto presenta un especia l interés la obra de J udith Butler: si bien ella to ma com o punto de partida la explicación que da Fou caulr de la subjen viración co mo sujeción a través de las prácticas disc ipli narias perform atívas, advierte las grie tas <lue hemos mencionado del edificio fou caul tiano, y trata de suplemen tar io re mitiénd ose a una serie d e otr os conce ptos y con st rucciones teóricas, que van desd e H egel po r la vía del psicoanálisis hasta la "inter pelaci ón ideol ógica" constitu tiva de la subjetividad según Althu sser; su manera de combinar todas estas refere ncias está lejos de la monstruosidad ecléctica habitualmente deno minada "sfnresis creativa", En su lectura de la di al éctica hegel iana del Amo y el Esclavo, Butlcr se cen tra en el contrato oculto que los liga, "Para el Esclavo, el imperativo es la formulación sigu iente: sé mi cuer po para mí, pero no me hagas saber que el cuer' '' IO L a rc neg acrcn Ión del 1 po que tu, er es es e1 mIO. e fA mo es entonces doble : en primer lugar, reniega su propio cuerpo , adopta la po.~e de un deseo desen carn ado y obliga al Esclavo a actuar como ese cuerpo; en seg undo lugar, el Esclavo tiene que renegar el hecho de que sólo actúa co mo cuerpu del señor, y procede r como un agen te autónomo, como si su t rabajo corporal para el Amo no le huhiera sido im puesto, sino que fuera su propia actividad aut óno ma ... 11 E.s ta estruct ura de rcn egaci ón dohle (que por lo ta nto se horra a sí m isma) expresa

9. ¿;\"o es tam bién d iscernible esta oscilació n en el pasaje de Foucaulr desde un extremo político al opuesto, ..lesde la fascinación por la revolu ci ón ira ní a la inmersión en el estilo de vida radical de la comunida d gay de San Francis(.u? 10, Hutler, The Psyrbir Life01Pmoer, p¡íg, 47, 11. ¿j\,'o-enco nt ralllns aquí la misma rcucgación doble qu e en el fetichismo de la mercan. cía identificadu por MH x? Primero, nnn mercancía es privada de Sil autonomía física y reducida a la condición de vehículo que encarna las relaciones sociales; ..Iespués, esa re..1de relacio-

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tamhién la matri z patriarcal de \:1 relac ión e nt re el ho mbre y la muje r: e n un pr ime r movim ien to, la m uje r es puesta co mo un me ro reflejo /proyección del lnuuhre, como su sombra insusta ncial, que imita hist éricamenre pe ro nun ca puede adquirir la esta tu ra mo ral de una subjet ividad constituida idé nt ica a sí misma; sin embargo, este status de mero re flejo debe ser re nega do , y la m ujer tiene que recibir una falsa autono mía , como si actuara del mod o que lo hace .lcm ro de la lógica del patr iarcado en ra zó n de su propia lógi ca aut ónom a (las muje res son " por naturaleza" sumisas, compasivas, abnegadas.. .), L a para doj a tlllC no hay que pasar por alto es que el esclavo (el siervo), cuanto más siervo es, ll1.í s percibe (mal) su posición CO IllO la de un agente aut ónomo. Y 10 mismo vale p¡lI';1 la mujer : la forma fund amental de su servid um bre consiste en pe rcibi rsc (111 .11) a sí misma, cuando actúa de un mo do "femenino", sumiso y com pasivo, r utilo u n agen te aut ónomo. Po r esta razón. Ia denigraci ón ontológica de la muj..-r (en la obra <le \ Vein inger) como un mero "sinroma" del ho mbre (como e nrurnació n de la fantasía mascu lina, co mo imita ción histé rica de la verd adera cubjenvi dad masculina), cuando se la admite abierta me nte y se la acepta plenamente, es m ucho más subversiva que la falsa afirmaci ón directa de la autonomí a femenin a. Q uizás el juicio feminista fundame ntal cons ista en procl amar abiertamente: "Yo no existo po r misma, soy solo la fantasía encamada del O tro". Lo mismo vale respecto de la relación entre el sujeto y la institución: la instillwiún burocrática/ simbólica no so lo reduce al suje to al identificarlo con su rel é[un o, sino que quie re tambié n {lue el pro pio sujeto re niegue el hecho de que no ( ' S más que un teléfo no , y que finja actua r como un agente autón omo: una persuun con sen sibilidad y pe rsonalidad humana , no solo un burócrata sin ros tro, I ksde luego, no se trata solo de que esa auronomizaclón sea dobl emente falsa (puesto que in vol ucra una rcncgación doble), sino ta mbién de que no hay nin~l"ul suje to ante rior a la institución (anterior al lenguaje como institución fundamen tal): la subjetivida d se produce como un vacío en la sumisión a la institución por parte de la sustancia vital de lo Real. Entonces, si (co r no ha dicho Ahh usser) 1.1 perce pción de que el sujeto estuvo allí desde siemp re, desde antes de la interI.... laci ón , LOS precisa me nte el efect o y la prueba de que la interpelación fue exito', 1, la afirmación lacania na de u n sujeto anterior a la inte rp elación/subjetivizad.'m ¿no repite la misma ilusi ón ideo lógica que A1thusser intenta denunciar ? O (l"lr'l to mar otro aspecto del mismo argu mento crítico), e n cuanto la identificacién ideológica tie ne precisamente éxito si yo me percibo como una " person a

sociales se proyccta sobre u na mercancía como una pro piedad material directa, como si merc ancía tuviera un cierto valor en sí misma, o como si el dinero fuera en sí mismo un '"'llIivalente universal. III' S ' li l a

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hu mana plen a" que "no puede ser reducida a la condición de ma rio neta , de instrumento de algú n gra n Otro ideológico", la tesis sobre el fraCJSO necesario de la interpelac ión, ¿IlO es el signo mi smo de su éxito final? U na inter pelación tiene éxito precisam ente cuando yo me percibo "no solo como eso", sino como "una persona co mple ja que, ent re otras cosas, es también eso". En síntesis, el signo de su éxito es la distancia imagi naria con res pecto a la identificación sim bólica . Sin emb argo , para Lacan, la dimensión de la subjetividad que elu de la ide ntificación sim bó lica no es la riqueza/trama imagi naria de experiencias que me perm ite asu mir una distancia ilusoria con res pecto a mi ide nti dad sim bó lica: el "sujeto harrado" (S) lacaniano no esrá "vacío" en el sentido de algu na "expe riencia de vacío " psicológico-existe ncial, sino en el sentido de una dimensión de negatividad auto rr efe re ncia l que elude a priori el dominio de lo v/m, de la experiencia vivida. El ant iguo cuento del prínci pe que se dis fraza de caballerizo para seducir a la princesa, su prom etid a, a fin de estar segu ro de que ella lo ama por lo que realmente es, y no por su tirulo, no res ult a entonces apropiado para mar car la distinci ón qu e esta mos abordando: el sujeto lacaniano, en cuanto SI', no es el título que co nstituye mi identidad simbólica, ni tampoco el objeto fantasmatico, ese "algo en mí" qu e está más allá de mis identidades sim ból icas qu e me hacen di gno del deseo del Otro. Algo divertido sucedió recientement e en un teatro esloveno: un nuevo rico busca ba su butac a des pu és de haber llegado con una hora y media de retraso; po r azar, en ese mismo mom ento, un actor pronunciaba paté tica mente la frase siguie nte: "¿Q uién está pe rtu rbando mi silencio?" El pobre nuevo rico, que en el teatro no se sentía precisamente como un pe z en el agua , lleno de culpa por haber llegado tarde, se reco noci ó co mo destinatario de la frase: la interpretó co mo un estallido de rabia del actor ante la súb ita conmoción en un a de las prime ras filas de la platea. Entonces respon dió en voz muy alta, para que todos oyera n; "Mi no mbre es X. Lamento haber llegado tarde, pero mi auto se desco m puso camino al teatro". El lado teóri co de este aconteci miento lamentahle y ridículo es que "una desin rcligencia " análoga define la interpelación como tal: siempre que nos reconoce mos en el llamado del Otro, está operando un mínimo de esa desinteligencia; nuestro reconocimiento en el llamado es siempre errón eo, un acto con el que caemos en r idícu lo al asumir jacta nciosam ente ellugar del destinatario, que n o es rea lmen te nu estro lugar ... Esta brecha, sin em bar go, ¿no in dica que en el "gran O tro" de la instit ución simbólica hay algo en exceso sobre los individuo s? ¿No es un hecho que hoy en día, más que nu nca, nosot ro s, como individuos, somos interpelados sin siquiera ten er concie ncia de ello? Nuestra id entidad está constituida para el O tro por una serie de arc hivos de información digita lizada (m édica , polici al, educaciona!.. .) qu e en su mayor parte ignoram os, de modo que la interpelación funclo-

(detc rmillil l1 l1estrn lugilr y act ividad en el espacio soci al) sin nin gún gesto de n-runocimiento por parte del sujet o del que se trata. Pero este no es el proble111 ,1 que Alrbus scr abo rda con el concepto de inter pelación; su probtema es el de 1.1,," Ij a ivizná ón; ¿de qué modo los propios individuos sub jetivizan su con di ción )' ,,_' experimentan como sujetos? Si solo se tr ata de que estoy inscrito sin saberlo en un arch ivo estatal secre to, esto no concierne a mi subjetividad. M ucho m.i-, interesante es el caso opuesto, cuando el su je to se reconoce e n el llamado .h- 11 11 O tro que " no existe" ; por ejem plo, e n el llamado de Dio s. Althu sser di ce ' lllC mi reco nocimiento en el lla mado interpelativo del O tro es perform arivo, e n r-] senti do de que el gesto mismo de reco noc imiento constituy e (o "pone") a ese gr.m O t ro; Dios "existe" e n la medida en qu e los creyentes se recono cen co mo II} T I ltlo y (dcs)obedeciendo su llamado; el político estalinista ejerce su pod er en I 1I;lIIfO se reconoce co mo int e rpelado po r el Otro de la Hi storia, como servidor ,tI· su progreso; un po lítico d emoc rático que "sirve al puebl o" constituye a la .If.(cllcia (el pueblo) con referencia a la cual legitima su actividad. 110)' en día, entonces, en el cibcrcspacío e mpresa rial circu lan detalladas be \ I'S tic da to s quc deter minan lo que som os efectivament e para el O tro de la rviructura del poder' ? (es deci r, el mod o en qu e está construida n uestr a identi.1.1<1 sim bó lica). En este sentido so mos "interpelados" po r las instituciones, in I I IIS O sin que lo sepam os, pero es preciso insistir en que esta "interp elación obsolo afecta realmente mi subjetividad por el hec ho de que yo mismo tm go ,1/0 /1/ conciencia de qur, al111nrgm de lo que con(JU(}. circulan basrs de dotosqlle determinan mi identidad simbólica IJ /os ojos del Otro soolJI. La conciencia qu e te ngo del hech o de que la "verdad está allí afuera" (circ ulan informaciones arch ivadas soIn e mí que, aunq ue sea n Iácr icam enre "inexactas", det erminan performativame nte mi status socíosimbélico) es lo qu e origi na el mo do especí fico de subjeuvi zació n protoparan oic a ca rac te r íst ica del sujeto actua l; ella me constituye IO lll O un sujeto int rínsecament e relacionado y acosad o po r un trozo elusivo de una hase de datos en la cual, más allá de mi alcance, "está escri to detalladamenle mi dest ino ",

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11.1

n-uva"

I h : LA RESIST EN CIA AL ACTO

El foco político del int en to teórico de Hurler es el antiguo foco izquier dista: ¿('{uno es posi ble no solo resistir rea lmente, sino también socavar y/ o desplazar

12. Este punto ya ha sido scñadn por Mark Póster en Tbe Second ,'Hedía A ge, Cambridge, J'" lity Press, 1995,


SllIIffl} Zil rk la red soci osimbólica existente (el O t ro lacania no ) que predetermina el ún ico espacio dentro del cual puede existir el sujeto? '! Po r supuesto, la autora tiene plena con ciencia de qu e el sitio de esta res istencia no pu ede se r sim ple y directa me nte ide ntificado como el inco nsciente: el orden del pod er existente es ramhién sos te nido por "apegos apasiona dos" incons cientes, los cuales no debe n se r reconocido s públicamente para qu e puedan cu mplir su función: Si el in consciente se sustrae a un m andato n or mativo da do, ¿a qué otro manda to se apega ? ¿Q ué nos lleva a pe ns ar (lu e el inconsciente est:í me nos est ructurado l l ll C el lengu aje del sujeto po r las rela ciones de pod er que im pregna n los significan tes culturale s? Si en contramos u n apego a la sujeció n e n el ni vel del incon scien te ¿qué tipo de re sist en cia ha y que fragu ar a part ir de e nll~? li

El caso sobresaliente de esos apegos apasionados incon scie ntes que sost iene n el poder es precisamente la er orizacl ón reflexiva intrínseca de los mecanism os y procedimientos regul aro rios del pod er: en u n ritual obsesivo, el desem peño de la com pulsión dest inada a manten er a raya la ten tación ilícita pasa a se r una fuente de satisfacción libidinal. Enton ces,lo que no qued a explicado cn la CO I1· ccpció n hab itu al de la "inrernalizaci ón" de las normas soc iales como prohilucio- ; nes psíquicas es la reflexividad invo luc rad a en la relación entre el poder regulato rio y la sexualidad, el modo en que los procedim ientos regul atorios represivos son investidos libidinalmenre y funcion an como fuentes de satisfacción libidinaf qu eda sin explica r este gi ro reflexivo "masoq uista", El segundo pro blema que plantea la identificación precipit ada del inconsciente como sede de la resistencia consiste en qu e, incluso si conc edemo s que es en efecto el sitio de la resisten cia que impide para siem pre el funci onami ento aceita do de los mecanismos del poder (es dec ir que la inte rpelación , el reconocim iento por el sujeto de su lugar sim hólico asignado, es siempre e n úl tima instancia incompleta, frus trada), "esa resistencia, ¿hace algo para modificar o ampliar los man datos o inter pelaciones dominantes en la fon nació n del sujeto?",'! En síntesis: "esta resistencia establece el carácte r incompleto de cualquier esfuerzo tendiente a prod ucir un sujeto ¡Xlr medios disciplinarios, pe ro sigue siendo inca paz de reart icular los t érminos do minantes del pod er product ivo"."

Este es el n úcleo de la crítica a Lacen que realiza Butler. Segú n ella, para 1..1t';1Il la resistencia es solo el mal reconoci miento im agi nario de la estru ctura , illlhúlica; esa res istencia, aunque obstruye la plen a reali zación sim bólica, depl'll de s in em bargo de ella, )' la afirma al o pon érsel e, sin poder rearticul ar sus u-nninos: "Para los laca nianos, ento nces, lo imagi nario sign ifica la imposibilidad ,k 1:1 consti tuci ón d iscursi va (es decir , simbólica) de la ide n tidad "." En esta línen de pensamiento, Butler incluso considera imagin ario el inconsciente lacaniun o , es deci r "lo que ob stac uliza cua lquier esfue rzo de lo simbó lico por con stituir 1:1 identidad sexuada de mod o cohere nte y pleno , un inconsciente indicado por los lapsus y las brechas qu e caracter izan el funcio namiento de lo imaginario i-n cllenguajc"." C ontra este fondo, es entonces pos ib le sosten er que, en La rau, "LJ resistencia psíqu ica presupon e la conti nuaci ón de la ley en su form a an IniOT, sim ból ica, )' en ta l sent ido cont ribuye a su staru quo. En este en foque, la n-vistcncia apar ece condenada a una derrota perpetua "." Lo primero que hay que obs ervar es qu e Butl er parece fusionar dos em pleos r.ulicalmente opuestos del tér mino "resistencia": uno es el vinculado a la critica , od al (res iste nci a al poder, etc ét era); el ot ro es el uso dinico propio del psícoan.ilisis (la resis te ncia del paciente a reconoce r la verd ad inconsciente de sus sin1011l;IS, el signi ficado de sus sueños, et cétera ). En efecto, cuando Lacan de te rm i11 .\ b resisten cia como "imagina ria", tie ne en mente el mal recon ocimiento de la 11,.1 sim bólica tlUC nos de termi na, Por otro lado, para Lacan, la reart iculación I ... hcal del orde n simbólico predominante es totalm ente posible. A ella se refie1(' S il concepto de point de CIIP/tOIl (" punt o de almoh adill ado" o "si gnificante 11111 0 " ) : cuando surge un nu evo pu nto de almohadillado, el campo soci osim hólil'O no solo se ve desplazado, sino que camb ia su pri nci pio est ruc tu ra nte, ~TOS vcmim os ren tados d e invertir la o posición e ntre L acan y Fo ucault tal como la ha cl.rborado Butler (Lacan red uciría la resistencia a un obstáculo imag inario, mie nt ras que Foucault , que tiene una concepción más p luralista del discurso coIIlIl cam po hete rogéneo de prácticas m últi ples, permite un a subversión)' rearti-

13. Sígmflcanvamcnte, para Butler el "sujeto" es ln posición sim!J,ílica ocupad a dentro de este espacio, mien tr as que la "psique" es una un idad glob al que mmhié n abar ca lo que, en el individuo, se resiste :1 ser incluido en el espacio simbólico. 14. But ler, 71Je Psyebir Life of Power, pág. HH. 15. Ibíd. 16. Ibíd" pág . 89.

17, Ibíd" págs, 96-97. lit Ihíd ., pág. 97 , Aqu í Burler contradice de ma nera evidente a Lacan, para qu ien el inI "1l'>Cien te es " el diKll1'JO del Otro": el inconsciente es simbó lico, y no imagin ario. (La fónn ula "d inconscien te cs rá estructurado como un lenguaje", ¿nu es la más difundida entre las de La1.11\1') Para Lacan, "los lapsus y brechas" son to talmente sim bólicos; tienen que ver con el (IIMI) funciona m ien to de [a red sig nificant e. Por lo tanto , la situación es exactam ente cont rat in ;1 lo que d ice Butlc r: no es el in consciente el que ofrece un a resistencia ima gin aria a la ley . iltlb,',lk a, sino qu e, po r el cont ra rio , lo qu e se r esiste es conciencia, el yo conscient e, agencia ,,," 1mal recon ocimiento imaginari o de la ley simbólica incon scient e y de la resistencia a ella. I'J. Ihíd ., pág. 98 .

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SldvojZiük culación sim bólicas más completa s): es Foucaulr q uien insiste en quc la resisten cia es inm anente al pod er, m ientras q ue Lacan deja abier ta la posibili dad de un a rearticulació n rad ical de todo cl campo sim bólico po r m ed io de un acto pro piamente dicho, un pasaje a t ravés de la " mue rte simbólica". En síntes is, es L acan q uien nos pe r mite conceptu alizar la d istin ción entre la resistencia im aginaria (la falsa transgresión q ue reafirma el staru q ua simbólico y sirve incl uso co mo co ndición positiva de su funcionamiento) y la rearticu lació n simból ica real a trav és de la interven ció n de lo Real de un acto, So lo en este nivel (si to ma mos en cu enta lo s co nceptos lacanianos de l punt o de alm ohad illado y del act o com o real) resu lta posible un d iálogo significativo co n Butler . La ma tr iz de la ex isten cia social según Burler (y tambié n scgún Lacan) es una e1ccción fo rzad a: para pode r existir (en el esp acio soc ios imbólico) hay q ue ace ptar la alie nación fundame nt al, la defini ció n de la propia existencia en los térm inos de l O tro, la estructura predomina nte de l espacio sociosi m bólico , Sin em bargo, tal como Butler se apresura a añadir, esto no dcbe impo nern os (10 qu e ella per cibe co mo) la ide a lacanian a de q ue el ord cn simbólico es algo dado q ue so lo pued e ser tra nsgre did o e fectivame nte si el suje to paga el precio de la exclusi ón psícónca, de modo que por un lado tenemos la falsa resisten cia imagin aria a la no rma simbó lica, y po r el otro, el de rrumbe psicó tico, co n la plena acep tación de la alienación en el ordcn simbólico (la meta del tr atam ien to psicoanalít ico) co mo la única opción " realist a", A esta fijeza lacanl ana de lo simbó lico, Butl er o po ne la d ialéct ica hegelian a del presu poner y el poner, FJ o rdcn simbúlico está siempre-ya pr esupuest o como ún ico ám bito dc la existe nci a soc ial del suje to , pero este orden solo existe , so lo es re prod ucido, e n cuanto nos re co nocemos en él co mo sujetos y, a tr av és de gesto s pc rformarivos reiterados, un a y Otra vez asum imos n uestros luga res en él. Desde lu ego, esto abre la posibilida d de m od ifica r lo s contornos sim ból icos de n uestr a existenci a soci osim bólica por me dio de actuaciones perfo nn ar ívas des plaz adas par ódicamente. Este es el impu lso antika ntian c de Butler: ella rechaza 10 sim bólico a priori lacaniano como un a n ueva ver sión del marco trascendental que fija de antema no las coord en ada s de n uestra existencia, sin dejar espacio para el des plazamiento retroactivo de esas condicio nes presupuestas, En un pasaje clave, Butler pregunta: ¿Qué significa ría para el sujeto desear otra cosa que su "existencia social" conrínuada? Si esa existencia no puede ser anulada sin caer en algún tipo de muerte, ¿es posible sin embargo poner en riesgo la existencia, cortejar o perseguir la muerte, P:lo ra exponer y abrir a la transformación el imperio del poder social sobre las condiciones de la persistencia de la vida? El sujeto se ve compelido a repetir las normas por las cuales es producido, pero la repetición establece un dominio de riesgo, pues si

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uno no lugra reslalJlccer la nurma "del modo correct o".qued~ sujet~ a una sanció?, ..ienre amenazadas las condiciones prevalecientes de exerencta. Y, sm embargo, sm una repetición que arriesgue la vida (en su organiz.:u;ión corriente), ¿cómo podría.comcnznr a imaginar la contingencia de esa organización, y reconfigurar performatlvil o mente los contornos de las condiciones de vida?lO En es te sentido, la res puesta lacaniana es clara: " de sear algo que no sea so , ,, ntinua da «e x istenc ia soc ial",", y de ta l modo cae r "en algú n tipo de muerte", rrncs ga r un gesto co n el q ue se "cort eja o persigue" l~ m uerte, indica pre~isa­ l11 e 1l\C el modo en qu c Lacan reconcc ptu alizó la pul sión de muerte freudia na 1" 1111 0 la forma elem en tal d el /Il"1O ético, el acto co mo ir re du ctib le a un "a cto de h,\hb" euyo po der pe r formativo se basa en el conjunto preestablecido de reg les ),/ 0 no n n as simbó licas, ' No es esta la tesis de la lectura Iacani an a de Antígona? Antígona arriesga ro,l., S~lI existe ncia soci al al de safiar el poder sociosimbólico de la dudad encarnall " { 'I\ el gobe rnante (C rec rnc ), con lo cua l "ca e en algú n t~po d~ m.uert~~ (es decir, sop ort a una mue rte sim bó lica, su exclusió n d~1 esp~clO soclOsnnbo It o), l'am Lacan no hay ningú n acto ético propiame nte dicho SI no se asum e el n cs~o tIc esa mo men tánea "suspcns ión del O tro", de la re d soc ios imbólica que ~a­ l.lIlti/.a la iden tidad del sujeto: un acto au téntico so lo se produce cu ando el sujetn arr iesga un ges to que ya no es recubiert~ po~ el 00;.0' Lacan exa min a ~odas 1,1\ versi ones posibles de esa entr ada en el ámbito del entre dos muertes : no ' 010 Antígo na después de su expu lsión, sino ta mbi én Ed iP.o en Colo.na, el rc,y la-nr, el señ or Valdemar de P oe , y así sucesivamente, hasta Syg~e de CoufontaiIU ' , de la tr ilogía de C laude l. En to dos estos casos, los per so naje s se e ncue~tran ( ' 11 l'se d o m inio de lo " muert o sin m uerte", " má s all á de la m uerte y de la Vida", "1\ el cua l es tá sus pe nd ida la caus alidad del des tino simbó lico , . .. . Habr ía q ue crit icar a Bcder por fusionar e~te acto; ~~ su. dlll~e,nslon ra~lcal, 1 0 11 1<1 reconfigu ració n perforrnativa de la propi a co~dlClon slm~hca a tr aves de _11 desplazamient o re pe titivo : no se trat a de lo m ism o. Es ~~clr quc hay .qu; 111 ,1I11ener la distinción crucial ent re una mera "reconfig uración pcr for rnativa , 1111 dcspla1.il mic nto subve rsivo q ue pe rmanece dentro del campo hegem ónico y, pOI' ;IS( decirlo, lleva a cabo un a gucrrilla inte rn a pa ra volver los términos d~1 1 ,II H p O hegem ónico co ntra ese mis mo cam po, y, f'M' otro "'do, el acto mu cho mas I Jtlieal de la reconfiguración soci al de todo el campo, un acto que redefine I~ 1 ondiciones mismas de la pe rformat ivida d sostenida socialmente , Es la propia lhulcr qu ien precisam ente te rm ina co nsin tiendo las "reconfiguraciones" mergi-

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zu. Jhíd" p ágs. 28- 29, 281


nales del discurso predominant e: se ve empujada a una posición de "t ransgre sión intrínseca" qu e necesita como pun to de referencia al Otro, en la forma de un discur so predo min ant e que solo puede ser marginalmente desplazado o tran sgredido." Des de e! pun to de vista lacaniano , Butler es sim ultá n eamen te demasiado optimista y dema siado pesimista. Por un lado sob restima el poten cial subversivo de la perturba ción de! funcionam iento del O tro medi ante prácticas de des plazamient o/ rec onfiguración performativos, tales prácticas sostiene n en últ ima ins tancia lo mismo que pretende n sub verti r, puesto qu e el campo de tales "transgr esiones" es ya tomado en cuent a, incluso engendrado, por la forma hegemónica del Otro: lo qu e L acan llama "el O tro" son las normas simból icas y sus transgresiones codificadas. El orden edípico, esa matr iz simb ólica panrag mélica encarn ada en un vasto conj un to de institucion es ideológicas, rituales y prác ticas, es un a entidad "sustancial" muy pro fund amente arra igada, y no puede ser realment e socavada por los gestos marginales del desplazamiento perfo rmativo. Po r otro lado, Burler no h ace lugar al gesto radical de la ree structuraci ón total del orden simbólico hegemónico.

EL "ATRAVESAi\lI ENTO DEL FANTAS M A"

¿Es asimismo posible socavar el nivel fundamental de la sujeción, lo que Hurler deno mina "apegos apasionados"? E l nombre [acani ano de los apegos apasionados primordi ales, de los cuales depe nde la consistencia misma del ser o del sujeto , es, por sup uesto,fantlwnas (ofa ntasías)fimdemen uües. El "apego a la subjetivización" constitutivo del sujeto no es entonces más que la escena primord ial "masoquista" en la cual el sujeto "se h ace sufrir/se ve a sí mismo sufrien do, es decir, asume la doíeur d'exister, y de tal modo logra el mínimo de sostén qu e necesita su ser (como el "Papá está pegándome" de Fr eud , término medio repri-

mido primordiulmcnrc Cilla trfudn de "Un niii.o es pegado") . Este fantasma fun.Lnucnm l es totalmente inte1pilsivo.1I En él se mont a una escena de sufrimiento (sujeción , some timiento) pasivo que simu ltáneamente sostiene y amenaza al ser del sujeto (lo sosti ene solo en cuanto permanece forcluido, reprimido primo r.liulmcn te). Desde est a perspectiva se abre a nosotros un nuevo en foque sobre l :l ~ prácticas artísticas recientes de performance sadomasoquista: ¿no es un hecho 'lile, en ellas, en última instancia se anula esta forclusión ? E n otras palabras, ¿no ('S posible que la asunción/escenificación abiertas de las escenas fantasmá ticas de IIIS aJlegos apasionados primordiales sea mu cho más subversiva que la rea rticul.u-ion y/ o el desplazam iento dialécticos de tales escenas? 1.•1 diferenc ia ent re Butl er y Lacan consiste en que, para Butlcr, la represión primordial (la forclus i ón) equivale a la forclusión del apego apasionado pr imordi,ll, mien tras qu e. para L acan, el fantasma fundamental (la materia de la que esr.in hechos los apegos primo rdiales) es ya un rellen o, una formación qu e recu hrc 1I1la cierta [n-echa / vac ío. Es allí, en este punto en el cual la diferencia en tre III11l cl' y Lacan es casi imp erceptible, donde encont ramos la brecha fund amen lal Il 1lC los separa. Una vez más, Butle r int erp reta esos apegos pr imordiales co1111) los presupuestos del sujeto , en un sentido protoh egeliano del término, y po r In tanto cue nta co n la capacidad del sujeto para rearticular dialéctícamenre esos presupuestes de su ser, par a recon figu rarlos/desplazarlos: la iden tidad del suje11 1 "seg uir é arraiga ndo en su herida mientras siga siendo una ident idad, pero es111 implica que las posibilidades de resignifación reel aborarán y perturbarán e! ,qw¡.\'o apasionado a la sujeción sin el cual la formaci ón del sujeto - y su re-forIl wdón- no pueden ten er éxito" Y C uando los suje tos enfrentan una elección tnrzada en la cual rechazar una interp elación injuriosa equivale a no existir en nhxohrtu (cuando , bajo la amena za de no existencia, son ob jeto de un ch antaje r-urocional, por así decirlo , para que se identifiquen con la ident idad sim bólica impuesta de "negro", "ramera", etcétera) les resulta sin embargo posible despla' <I r esta identidad, recon textual izarla, hacer que funcione CDn otros pro pósitos, \' 1 .lvcrla contra su modo hegemónico de funcionamient o, puesto que la iden ti11.11 1simbólica solo conserva su pod er en virt ud de su actualización incesante y

u-pcririva. 2 1. ¿N o es este también el problema de la posición homosexual "marginal", que solo funcion a como tra nsgresión de la norma predominante heterosexual, r por lo tanto necesita, se basa en est a norma como pr esupu esto intrínseco ? Lo ates tigua la insistencia obviamente exagerada de Butlcr en que la homo sexualidad involucra cn la mayor ía de los individuos la pérdida de la identidad, corno si imaginarse participando en un ac to ho mosexual fuera todavía hoy una exper ien cia tr aumátic a insó lita; lo atestigua tam bién el desaso siego de los homos exuales cuando son am enazados, n o por la censura , sino por la actitud permisiva que los acep ta con indiferencia, sin considerar rOl la homosexualidad co mo una subversión traumá tica; an te esto, los homosexuales se sienten de algún mod o privados de su aguijón subversivo.. .

Ln tIue hace Lacan es int ro ducir una distinción entre dos términos que en Illltler ¡l parecen identificados: eí f antae ma fu ndamental qu e sirve como sostén úlI imu lid ser del sujeto, y la identificación simbólica que es ya una resp uesta simbo-

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},l . Véase una explicación de este términ o en 'lrl ,

l .\ . Hurlcr , Tbe Psychic Life of Pomer, pág. 105.

el capitulu 3 de ZiZek, The Plague ofFallt(l~


lica al tra um a del apego apasionado fanta sm ético. La identi dad simbólica que asumim os en una elección forz ada, cuando nos reconocemos en una interpelación ideológica, se basa en la renegación del apego apasionado fanrasm éríco qu e sirve co mo su sostén fund amental. (En la vida militar, por ejemplo, ese apego apasionado deriva del víncu lo hom osexual que debe ser renegado para que siga acruando.)" Esto nos conduce a una distin ción adicional entr e las rearriculaciones simbólicas, o variaciones sobre el fantasma fund ament al que no soca van realme nte su influencia (como las variaciones sobre "Papá está pegá ndome", en la fanta sía de "Un niñ o es pegado" en Freud), y el posible "atravesamienro" de ese mismo fanta sma fundamental, su puesta en pers pectiva: la meta última del tratamient o psicoanalítico es qu e el sujeto deshaga el apego apasionado final que garantiza la consistencia de su ser, y sufra entonces lo que Lacen deno mina "la destitución subjetiva". En su esencia, el apego apasiona do primordial a la escena del fantas ma fundamen tal no es "dialecriz.able": solo es posible atravesa rlo. En la serie de películas de "Ha rry el Sucio", C lint Easrwood propor ciona un caso ejemp lar de la reconfiguración/variación dialéctica de la fantasía. En el primer filme , la fantasía masoq uista es casi direc tamente reconocida en toda su amb igüedad, mientras que en las entregas subsiguient es parecería qu e Eastwood acepta co n plena conciencia la crítica políticame nte correcta, y desplaza la fantasía pan darle a la histo ria un sabor "p rogres ista" más aceptable. Sin emba rgo, en todas estas reconfiguracion es rigu~ actuando el mismofan tasma fumiAmrotal. Con el debido respeto a la eficacia política de tales reconfigu raciones, ellas no perturba n en realidad el núcl eo duro fanrasm árico, sino que incluso lo sost ienen. Y, en contras te con Butler, Lacan apuesta a qu e también en la política es posible realizar un gesto más rad ical de "atravesamient o" del fant asma fundament al. $010 estos gestos que penurban ese núcleo fanrasm ético son autént icos actos.u Esto nos obliga a redefinir el co ncepto fundamental de iden ti ficación (so-

rial): pu esto q ue el ;lJlC¡t"O upnsionado sulo opera mien tras no es adm itido abiert.uucntc, mientra s In 11l;1ll ICn Clll OS a distancia, lo qu e conserva unida a una comuuida d no es el modo directamente compartido de identi ficación co n un mis1110 o bj e to, sino exactame nte 10 cont rario: el modo compartido de '/¡',\'irlrlltifiau ión, de delegación del odio o el amor de los miemb ros en otro agen h ' 1/ través tkl cual ellos aman u odian. Por ejemplo, la comunidad cristiana se utautien e unida gracias a la delegación compart ida de sus creencias en algu nos individuos elegid os (santos, sacerdotes, tal vez solo j esús) de quienes "se supone tI" C real mente creen ", La función de la identificación Si71thólial es entonces lo con trari o de la inm ersión dir ecta en (o la fusión con) el o bjeto de la identi ficarión: consiste en conservar la distancia adecua da respecto del objeto (po r esta ra,,'m, la Iglesia como institución siempre ha percibido a los fanático s como su enemigo funda mental: a causa de su ident ificació n y creenci a directas, amena '.111 la distancia gracias a IJ cual se mantiene la institución religiosa). T om emos ,,!rO ejem plo: si, en un melodra ma acerca de una pareja enamo rada, vemo s de pronto que los protagonistas tiene n una relación sexual real (o si, en una pelfcul ~ vadomasoquisra, nos damos cuenta de que la víctim a está siendo rea lmente tortura da hasta morir), est o 1IIalogra comp letament e la identi ficación adecuada ,,,n la realid ad narrativa, En mi juventu d , en 1960, tuve la oportunidad de prewnciar el espectácu lo polaco titulado Faraón, en una de cuyas escenas se sacri6 , ,111;1 un caballo: cuando yo, como espectador, advertí que el anima l era realuu-nre acribill ado a lanzazos hasta mo rir, de inmediato sentí que se obstruía mi rdcmifícació n co n la histor ia... La cuest ión es q ue lo mismo suced e en la "vida 11' ,11" : nuestro sent ido de la realidad se sostiene siempre en un mínimo de desi.h-unficació n (por ejem plo, cua ndo nos estamos comunicando con otras perso110" , reprim imos nuestro conocimiento de que ellas sudan, defecan y o rinan). lhn ler tiene razón al subrayar qu e la subjetividad involucra una operació n en ,l••, niveles: un apego apasion ado primor dial, una sumisión/sujeción a un Otro, r, por otro lado, su ne gación , es decir, un mínimo de distanciamiento que abre , 1e ~ p;lCi o de la libertad y la autonomía, Para decirlo en térmi nos derrideanos, el " l"' ¡':o apasiona do primo rdial es ento nces la condición de (im)posibilidad de la

24. Véase el capítulo 2 de Zizek, Tbe Pldgut QfFantasia . 25. La concepción lacan iena convencional del acto se cent ra en el gesto de modificar retroactivamcntc sus propias (prejcondicío nes discursivas, el "gran O tro" en el que se basa, el t rasfondo con tra el cual se produce: un acto propiamen te dicho modifica "milagmsamcn rc" la norma con [a (Ilie medimos y valor amos nuestra actividad; un acto es sinónim o de [o que Nie tzsche deno minó "t ransvaloración de los valores". En este preciso sentido, el acto lnvolnerala elección de "lo peor" (Ir pire): se pro duce cuando la elección de lo peor (de lo que, dentro de la situación, aparece como lo peor) modifica [as normas relacionadas con lo bueno y lo malo. Por ejemplo, en política, la forma habitual de la queja de los centristas liberales pragmáticos es que no se debe ser demasiado radical ni ir muy lejos en la defensa de los derechos de

1". I" un<>sexuales, de las minorías, etcétera; ellos aducen que hay que to mar en cuenta los li' " II ( ' ~ de lo que la opinió n muyorlrar¡a puede asimilar, y otros argumentos análogos; en ese '''!lIni o , realizamos un acto en sentido prop io al hacer precisamente lo que los cent ristas l ' I ~ 1l 11 1 :¡ l i<: ()s consideran la elección catastró fica de "lo imposib le", y cuando ese gesto afect a ' 1I 1 1 (' ~I '''';a m ente el marco de lo considerado "acep table". N o obstant e, el último Lacan da un 1" " " Ilds y sitúa el acto en un nivel incluso más radical, el de la pertu rbación del fantasma 10",, 1.11 11('111',11como maree esencial de nuest ra experiencia del mundo.

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lihert ad y la resistenci a; fuera de él, no hay ninguna subjetividad; la subjet ividad solo pued e afirmarse como el d ista nciamiento respect o (le su fundament o, que nunca puede ser plenamente "superado". Sin emba rgo, resulta teórica y políticamen te cr ucial distinguir en tr e el apego apasionado pri mordial jim lom uitiro que el sujeto se ve obligado a re primi r/ renegar para ganar su existencia sociosimbó lica, y la sujeción a ese mismo orden simbólico, qu e le pr opo rci ona al sujeto un "ma ndato" simbólico de te rmin ado (un luga r de reconocimiento/identificación interpelatorio). Si bien estos dos aspectos no pueden oponerse sencillame nte como "lo bueno " y "lo mal o" (la identi ficación soc iosimbólica solo puede soste nerse si conserva un sosté n fentasm ático no reco nocid o), ellos funcionan sigui endo diferent es lógicas. La confusió n entre los apegos apasionados fanrasm éticos y la ide nti ficación socio simbólica explica ta mbién el hecho de que (sorprende nte ment e) Buder utilice la pareja del superyó y el ideal del yo de un mod o ingenuo, prelacaniano, definien do el supcry ó como la agend a qu e mide la brech a entre el yo actual del sujeto y el ideal del yo que se supone que el sujeto emula; el superyó 10 encuentra culpable de fracasar en ese empeño. ¿N o sería mucho més productivo segu ir a Lacen e insistir en la oposició n ent re los dos tér minos, en el hech o de que la culpa materializa da en la presión ejerci da sobre el sujeto por el superyó no es tan directa como lo parece? No es la culpa causada por la emulación frus trada con el ideal del yo, sino la culpa más central de aceptar el ideal del yo (el ro l simbólico dete rmi nado socialmente) como el ideal que hay que seguir; es po r lo tanto la culpa de tra iciona r el pro pio deseo funda menta l (el apego apasionado primordia l, como diría Butle r). Si segu imos a Lacan, pod emos entonces explicar la paradoja básica del superyó, que reside en el hecho de que, cuant o más obedezco las órdenes del idL':.1.1del yo, más culpable soy; lo que dice Lacan es que, al obedecer las demandas del ideal del yo , soy en efecto culp able cu lpable de tra icionar mi apego apasion ado fantasmático fun dam ental. En otras palabra s, lejos de nutrir algu na culpa "irra ciona l", el supery ó ma nipula la tra ición real por el sujeto de su apego apasionado fund amenta l, co mo precio que tuvo qu e pag,u parn ingresar en el espacio sociosim bólico y asumir en él un lugar predererminado. Entonces, ¿qué es el supery ó en su oposición a la ley simbólica? L a figura parental sencillamente "represiva" a la manera de la autoridad sim bó lica, le dice al niño: "Debes ir al cu mpleaños {le la abuela, y comportart e muy bien, aunqu e te aburras; no me importa 10 qu e sientes ; ¡solo ha 7.10]". L a figura superyoica le dice otr a cosa: "Aunque sabes cuánto le gustaría verte a la abuela, solo debe s visitarla si rea lme nte qui eres hacerlo; si no es así, quéd ate en casa". El truco del supe ryó consist e en esta falsa apa riencia de libre elección que, com o todo niño sabe, es en realidad una elección forzada e involucra una orde n incluso más 286

l'IH' rg:iGI: no solo ~ d c hcs visitar a b abuela, no impo rt a lo que sientas", sino que "debes visit ar a la abuela y, adem ás, tiene qm gu starte b¡ucrlo". El supe ryó nos " rdcna q ue gocemos haciendo lo que debemos hacer. Lo mismo se ap lica a una ,d "ó lm tensa en tre amantes o esposos; cuan do uno de los dos le dice al otro "Solo de bes visita r a mi hermana si realmente qu ieres hacerlo", la orde n implíd l.1('s: "No so lo debes estar de acuerdo en visitar a mi hermana, sino qu e debes ('\I.lr co mento, hace rlo por propi a volu ntad, para tu prop io placer, y no co mo IIn favo r a mí". La prueba está en lo que suced e si el infortunado cónyuge cree ,a l pie de la letra lo que le han dicho, y contesta "No". La reacción pre decible Itl'l otro es entonces: "¿C ómo puedes decir eso? ¿Cómo pue des ser tan cruel ? (c.,lllé te ha hecho mi po bre hermana para que no te guste?".

En los últi mos año s, But ler ha intentado suplement ar su anterior crítica "r ollstrn ccionista" del psicoanálisis con una descripción "positiva" de la formaI j ,'I\l de la iden tidad sexual (masculina o femenina), sobre la base del mecanismo 11 1'IIl ILm o del duelo o la melancolía. Butle r par te de la ant igua distinció n freudi,lI M entre forclusión y rep resió n: la rep resión es un acto realizado por el sujctIl , un acto por medio del cu al el sujeto (que ya está alli co mo agente) reprime '11 ~ lI n lls conte nidos ps íquicos; la forclusión es un gest o negativo de exclusió n ' lile funda al sujeto, un gesto del que de pende la consistencia misma de su idenud.u]: este gesto no puede ser asum ido por él, puesto que esa asunción lo desinlo'¡.:r;,ria. Hurler vincula esta forclusión primo rdial y co nstitu tiva con la homosexual i,1.111: es la forclusión del apego apasionado a lo idé nt ico (al progenito r del mis111" sexo) , un apego que hay que sacri ficar para que el sujeto ingrese y adq uiera 1II1,l iden tidad en el espacio del orden socios imbó lico . Esto genern la melancolía . onsunuiva del sujeto , que incluye el gi ro reflexivo definitorio de la sub jetivid,ul: un o reprime el arH:go primordial (es decir, comienza a od iar el amor al 1'l l1~e ni tor del mismo sexo); después, en un gesto de inversión reflexiva propiaIl Il"IIlC d icha, ese "odio al amor" se co nvier te en "amo r al odio" , y uno "a ma ,,,[j,lr" a quienes le recuerdan al ob jeto de amo r perdido primord ialmente (los lnunos exualcs). ,. La lógica de Butle r es imp ecable en su simplicidad: Freud ha11!" insist ido en que el resultado de la pérdida de un objeto libidinal (el modo (le ~ lI l' l' ra r la melancolía relacionada con esa pérdida) es la ide ntificación con ese " hielO: ¿no vale esto también con respecto a nuest ras ident idades sexuales? Lu 1,!l- lIli,b d heterosexual "no rmal", ¿no es el resultado de la superación total de la nn-lanculfa por medio de la iden tificación con el objeto per dido del mismo sexo, 287


mientras que el homosexual se niega a ace pta r plename nte con esa pé rdida, y continúa aferrándose al objeto perdido? E l primer resultado de Butler consiste entonces en que la forclusión primordial no es la prohibición del inces to: la pro hi bición del incesto ya presupone la vigen cia de la no nna het er osexual (el deseo incestuoso reprimido se dirige al progenitor del sexo opuesto), y esta no rma ocu pa su lugar en virtud de la forc lusión previa del apego homosexual: El co nflicto ed lpico presupone que el deseo heterosexual ya se ha a/canZlllÚJ , que la distinción entre lo heterosexual y 10 homosexual ya ha ent rado en vigencia...; en este sentido, la prohibición del incesto presupone la prohibici ón de la homosexualidad, pues implica la heceros cxualización del d CSCO. 16

El apego apasiona do primordial al mismo sexo es postulado, entonces, no solo como re pri mido , sino fo rcluido, en el sent ido rad ical de algo que no existió nun ca positivamente, exclu ido desde el principi o: "En cuanto los apegos homosexuales no son recon ocidos en la het e rosexualidad normativa, no se t rata de que se constitu yan como deseos que eme rgen y a continuación son prohibid os, sino qu e están pros cri tos desde el principio". D e modo que, paradójicamente.Ja misma excesiva y co mpulsiva id entificación "co rrecta " demuestra que el apego pr imordial era hom osexual, si ten emos presente que, para Fre ud, la ide nt ificación se h asa e n la incorpo ración melancólica del objeto perdido. En este sentido, la melancólica lesbiana "más verdadera" es la mujer estrictamente "normal", y el melancólico homosexual masculino "mas verdadero" es el hombre esrricramenre "normal" [... J. El hombre "normal" se vuelve (imita, cita, se apro pia, asume el status de) el hombre al que "nunca" amó y del que "nunca" hizo el duelo; la mujer "normal" se vutlv t la mujer a la que ella "nunca" amó y por la que "nunca" J¡i· zo el duelo."

En este punto, Buder parece e nred arse en una especie de jungu ismo al rrois: el obj eto del deseo de un hombre no es su complemento feme nino (el áni ma, etcé tera), sino 10 idéntico a él: no se tra ta de que (con el deseo de) lo id énti co se repr ima la difere ncia , sino de que (el de seo de) la diferencia forcl uye (el deseo de) lo idén tico ... Pero, ¿qué deci r del hecho, men cionado por la pro pia Butler, de qu e el hombre, apegado a la identi ficación compulsiva de varón, terne ser puesto en la po sición "pasiva" feme nina de un hom bre que desea a ot ro hom bre? Esto es lo contrario de la incorporación melancólica , en la cual uno se con-

26. Butler, Tbe PrycbicLije oJPrJWtT, pág. 135. 27. Ibíd., págs. 146·147.

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1'''''''' en aquello a In que se ha visto obli ga do a ren unciar, se convierte e n lo que

objeto (un hombre); en cam bio, en la identificación masculina se~­ ,(" como oljno aquello en lo qu e uno te me comxrtmc (una m ujer): un ho mbre "q uiere a la mu jer que él nunca sería . D e ni ngún modo lo arraparán siendo ella; 1"'1' 11, ta nto, la quiere [...[. Por cierto, no se identi ficará con ella, y no deseará a 111m ho mb re. Esta negativ a a desear, este sacrificio del deseo bajo la fuerza de la pruhibiclún, inco rpo rará la ho mosexualidad como identificación con la masculiuidad" ." Aquí encontra mos la ambigüedad clave del argume nto de Butler, una .unlugücdad que también afecta el cará cter in concl uso d~ su im po.r tante. díscu~ ;{1lI sob re el tr ansvestismo: su definición del ape go apasionado primordial forI"IlI illo oscila entre dos posiciones subjetivas desde las cuales se desea a otr o homluc: ¿ese otro hom bre es objeto de un deseo de bomlm , O bien se desea se r una mujer deseada po r otro hom bre, al que a su vez ella desea? En otras palabras, la IlI('nlificación mascu lina "normal " ¿es la incorporación melancólica del apeg o turcluido a otro ho m bre, o una defensa para no asum ir la pos ición subjetiva de mujer (que desea a un ho mb re)? La propia Butle r alude a esta ambigüed ad más .nh-lante, cuando pregunta:

,11'11',, 1>'1 ((11110

.Se sigue que si uno desea a una mujer lo hace desde una disposición masculina, u ~s~ disposición es atribuida retroactivamente a la p()si~?n deseant~ para retener ~a hete rosexualidad como modo de comprender la separatividad o alteridad que con di(-j" ll a el d~eo ? l"I

Desde luego, la pregunta es retórica; Burler opta claramente por la segu nda ••[u-rnativa. P ero , en ta l caso , ¿por qué , en el pasaje cit ado, dice que desear a

..cro ho mbre es asumir una disposición femenina, pues si un ho mb re fue ra "arrapado sie ndo ella", esto sig nificaría que desea a otro hom bre? ¿N o in dica 1. .. 111 esto qu e la pérdida fundame nta l cons titutiva de la subjetividad no puede .Id lllirse e n los té rminos de la forclusión de un apego hOOlosexual? En otr as paIdhr;ls, ¿por qui un homb re te me converti rse en m ujer; po r qué no qu ier e "ser dHllpado siendo ella" ? ¿Es solo po rque, como tal, desearía (y sería deseado po r) ,,!lO ho mb re? Recordemos El j lUgo de las /ógrimas (Th~ Crying Game), una pelí1 11\; 1 de N eil Jordan en la que se m uest ra un amor apasionado entre dos homhu-s , es t ructurado como una relació n heterosexual: el rra nsexu al negro D i! es un hombre qu e desea a otro hom bre com o m uj er. Parece entonces J?ás p r~du~ti ­ \ '0 postular como en igma central el de la diferencia sexual: no la diferencia srm-

.!H. lllíd., págs. 137- 138. N . lhíd., pág. 165.

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bélica ya estab lecida (la normatividad hetero sexual), sino, precisamente, lo q\le elude por siempre la aprehe nsión de la simbolización normativa. Burlcr tiene razón al oponerse a la idea plat ónic a-jungu iana de que lo que se pierde en la sexuació n es el otro sexo (esa idea abre el camino a los diversos mitos andróginos oscurantistas de las dos mitades, la femenin a y la masculin a, unidas en el ser hu mano completo). es erróneo "suponer desde el prin cipio qu e solo y siempre perdemos al otro sexo, pues con la misma frecuencia nos encontramos con el problema melan cólico de baber perdido nuestro propio sexo para, pflradójico71lffl1t, convertim os en ir. JO En síntes is, lo q ue el mito platónico- jun guiano no to ma en cuenta es que el obstácu lo o la pérdida son est ricramc nre intrímeros, no externos: la pérdida que una mujer tie ne que asum ir par a converti r. se en mujer no consiste en ren unciar a la masculinidad, sino paradójic amente, en perder algo que impedirá po r siempre que se convi erta plena mente en una mujer : la " feminidad" es una mascarada, una máscara que suplementa el fracaso de co nvertirse en mujer. O (para decirlo en los términos de Laclau) la diferen cia sexual es lo real de un antagonismo, y no lo simhólico de una opos ición diferencial: la difer encia sexual no es la opos ición que le asigna a cada uno de los dos sexos su iden tidad positiva , definida en relación con el otro (de modo que la mujer sea lo que no es el hombre, y viceversa), sino una pérdida co mún, en razón de la cual la mujer no es nu nca plenamente una mujer, ni el ho mbre es nu nca plenamente un ho mbre. Las posicion es "masculina" y "femenina" no son más que dos modos de manejar este obstácu lo/pérdida int rínseco . Po r esa razó n, la paradoja de "haber perdido nuestro sexo para convert irnos en él" se aplica aún más a la diferencia sexual: lo que tenemos quc perder para asumir la diferencia sexu al, en cuanto conjunto establecido de oposiciones simbólicas que de finen los roles comp lementarios de "hombre")' "mujer", es la diferencia sexual en sí, como imposible/real. La paradoja dialéctica de qu e una en tidad solo pueda convertirse en X en la medida en que renuncie directame nte a ser X es precisament e lo que Lacan llama "castración simbólica": la brecha entre el lugar simbólico y el eleme nto que lo llena, la brecha en raz ón de la cual un elemento solo puede llenar su lugar en la estr uctura en cuanto '10 sea directamen te ese lugar. Aunque el tí tulo de un hestseller reciente, Los hombres son deMart e, /rls muj eres de Venus, podría parecer una versión del lema Jacaniano según el cual "no h'1Y relación sexual" (ninguna rela ción complementaria entre los dos sexos, puesto que están hechos de materiales diferente s, incompatibles), lo que Lacan tiene en ment e es muy disti nto: la incompatibili dad de h om bres y mujeres no se debe

30. Ihíd ., pág, 166,

~ " ' Il' i1 Lll 11 e l1 t e a que sean "de diferen tes planetas", con diferent es economías pst' IHicl', }' ;\sí sucesivamente, sino .1 que en el vínculo entre el hombre y la mujer Ij,, >" Ull inexplicable antagonismo intr ínseco . La incompatibilidad entre los hom111, ' <; )" b ~ m ujeres se debe a que son del mismo planeta, el cual, por así decirlo, esI I ~ ewindido desde dentro . En otr as palabras, esta versión dellema "no hay rcla11'111 sexual" comete el erro r de concebir a cada uno de los sexos como una .11t¡lt lll posi tiva plenamente co nst it uida, ind ep endient e del otr o sexo y, com o 141, "fue ra de sincronización" con él. Lacen , por el contrario, basa la irnposibili,1..1de la relación sexual en el hecho de qu e la identidad de cada uno de los dos , \ 11<; está obstaculizada desde dentro por la relación an tagónica con el otro se'''o ' IIICle imp ide su plena actua lizaci ón. "No hay relación sexual", no porque el ,,1111 vcxo esté demasia do lejos y me resulte totalmen te extraño, sino po rque es/<1 ,/mlllsitldo cerca, es el intruso extra njero en el corazón mismo de mi identidad 111ll 1'1l ~i lJ lc). En consecuencia, cad a uno de los dos sexos funcion a como el o bsulo intrínseco en v-irtud del cual el otro sexo no es nunca "p lenament e él mis111"": el "h ombre" es aquello po r lo cual la mujer nunca pued e rea lizarse plena11" ntc Olmo mujer , alcanzar su au toidcntidad feme nina, y viceversa, la "mujer" lU ,I!t'rLiliza el obstáculo que imp ide la autorrea lización del ho mb re. Entonces, 'Hllllln so stenemos que, para convertirse en homb re, es preciso perderse primel" • 1 '1111 ) hombre, esto significa que la diferencia sexual está ya inscrita en la idea Itll \l1l ;1 de "convert irse en hombre ".

1"

I I I IU'~\I . DE LA D1 FERE~CI A SEXUAL

h le es el problema clave: cu ando Burler rechaza 1'3 diferenc ia sexual co mo primario de la pérd ida en nuest ras vidas psíquicas", cuando cuestiona la 1'"misa de que "tod a separació n y pérdida [puede] rasrrearse hasta la pérdida su ucurran re del otro sexo, en vir tud de la cual emerjo como este ser sexuado I u r-l mundo", JI tácitamente equipara la diferencia sexual con la norma simbóli" . lut crosexu al que determina lo que es "ser un hom bre" o "una mujer", micn11 .' \ que , p ara Lacen, la diferencia sexual es real precisamente en el sen tido de '!'!" nunca pue de ser adecuadament e simbolizada, transpuesta/tradu cida a una 1lI111l1:1 sim bólica que fije la iden tidad sexual del sujeto: "no hay nada qu e sea llll,l relació n sexual", Cuando Lacen sost iene qu e la diferencia sexual es "real", , ~d t-u consecuencia lejos de elevar una forma histórica continge nte de la ~ ,' u l :lCi ón a la condición de nor ma rranshisrór ica ("si no ocupas tu luga r pro pio · ~ '/I ''''t(·

11, Ibid., p,íg. 165.

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prede termina do en el orden heter osexual, como ho mb r e o m ujer, est ás excluido, exiliado en un abismo psic ótico fuera del do m ino sim bólico"): la afirmación de q ue la difer encia sexual es " rea l" eq uivale a deci r que es "impos ible", imposible de sim bo lizar , de formu lar corn o no rm a simbólica, En o tra s palab ra s, no es qu e haya homosexuales, fetichistas y o tros pe rversos a pesar del hecho no rmativo de la difer en cia sexual (es decir, co mo prueba del fra caso de la diferencia sexual en im pone r su no rma ); no se trata de que la di fere ncia sexual sea el últi mo punto de referencia en el que queda anclada la deriva co nt ingente de la sexualidad; por el co ntrar io, las m últiples formas "perver sas" de la sexu alidad se o riginan en la brecha in salvable entre lo real de la dife renci a sexu al y las fo rmas determi nadas de las no rm as sim bólicas he te ros exuales. Este es tambié n el punto d ébil de la acusación de q ue [a diferencia sexual involucr a un a "lógica binaria": en cuant o la diferencia sexual es real/ imposible , es preci sam ente no binaria, sino, una vez más, aque llo por lo cual fracasa to do intent o binario de explicación (to da tra ducción de la di ferencia sexual a una pareja de rasgos sim bólicos o puestos: r azó n y emoció n, lo ac tivo y lo pasivo ...). D e modo <lue, cu ando Butl er se q ueja de q ue "es infe rnal vivir en el mun do siendo llam ado lo real im posib le (lo t raum ático, lo im pensab le, lo psic órico)"," la respuesta laea niana nos dice q uc, en cierto sentido, todo! estamos "'t1fll~ro ": qu ienes piensan que está n realmen te "adent ro" son , precisamente, los psicó ticos .. . En sínte sis, la co noci da m áxima lacan iana según la cual no so lo está loco el me ndigo q ue piensa q ue es un rey, sino ta mb ién el rey q ue cree ser IIn rey (es decir, qu e percib e su mandato sim bólico de rey co mo basado directa ment e en lo rea l de su ser), se aplica asim ismo a la afirmaci ón de la im posi bilidad de la relacion sexual: un loco es alguien q ue, a par tir del hecho de qu e " no hay relación sexual", extrae la concl usió n de que el 011.1:0 sexual (la cópula) es imposibl e en la re alidad . De tal modo co nfunde el vac ío simbólico (no hay ningun a "fó rmula" simbólica de la rel ació n sexual) co n una brecha e n la realidad: co nfund e el orden de las "pala bras" y el o rde n de las "cosas", confusión esta q uc, precisam ente, constit uye la defini ció n más elementa l y su cinta de la psicosis." De m odo q ue, cuand o Lacan equ ipara lo Real con lo (lue Fre ud denomina " rea lidad psíquica". esta " re alidad psíq uica" no es se ncillame nte la vida psíquica inte rior de los sueños, los deseos, etcé tera, en ta nto opuesta a la real idad externa perc ibida , sino el núcleo duro de los apegos apa..ionados pr im ordi ales, que son

32, Véase la en trevista de Hutler con Pete- Osb orne en A Critica} Smsc, Peter Oshorn c (comp.), Londres, Routl cdge. 1966, pág. 83. 33. Otro modo de decirlo es que. pa ra el psicótio.:o, igllal lJue para los herejes cáta ros , todo acto sexual es ince stuoso.

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(' 1\ e l preciso sen tido tic q ue se resisten al movim iento de la simbolización "In 1.1 media ción dialécti ca:

, . 11,·"

[ " ,1 b expresión "realidad psíquica" en sí no es sencillamente sinónima de "mundo

"dominio psicológico", etcétera. En el sentido básico que tenía para Freud, expresión designa un núcleo heterogéneo y resistente en el interior de ese domiII j " , I Ill núcleo que es lo único verdalleramente "real" en co mparación con la mayoI U de los fenómenos psíquicos.J.(

111I1' I'IH )" ,

n LI

,¡E n qu é sent ido, ento nces, el com plejo de Edi po alude a lo Real? Perm íraserespo nde r co n otra preb'Unta: [qu é tie nen e n común H egel y el psico análi, .1 ' , 1 cuanto al co ncepto del sujeto? Para ambos, el sujeto libre, integrado en la l ' ,1 simbólica del r eco nocim iento m utuo, es el resulta do de un proceso en el '1 10 11 inte rv ienen cortes t ra umáticos, represiones y lucha s de poder; no está dado 1" unordialmc nte. T ant o H egel como el psicoa nálisis recu rren a una especie de !:tI ' lo -merat rasce nde ntal" co mo explicación de la gé nesis del ma rco n-aseen,t. m .l! ;1 prio ri . T oda histo rizaci ón, toda simbolizaci ón , tienen q ue rea crualizar ,1 p,ls'lje desde la X presim bólica a la histori a. Po r ejem plo, a pro pósito del Edil'" ('S fácil jugar a la histc rizeci ón, y dem ostra r q ue la co nspiración edípica est á lII"I'I"LHla en un co ntexto patr iarcal específico; se necesita un esfue rzo m ental 111111"1111 mayo r para disceui r, en la contingencia h istórica m isma del comp lejo de h lípo, una de las reacrualizacioncs de la br echa q ue abr e el ho rizonte de la hi s." , I"ilb d. Fu sus esc rito s más re cientes, la propia Butlc r par ece conceder este punto, •1I.11"lu ace pta la distin ció n clave entre la difere ncia sexua l y la "co nstr ucció n ' ''I'ji,1 del género ": la difer encia scxual no ti ene un status direct o de formación ","¡os imb ú liea co ntinge nte, sino q ue apunta a un do min io e nigmático intermedl ll, Illle ya no es biológico y to da vía no es el espacio de la con strucció n socio . 1I 11 Iu', lica, N osotro s subrayam os qu e est e do minio interm edio es el corte que .""1lene la bre cha entre lo Real y la m ultitu d co nt ingente de los modos de su «mbolizaci ón. En síntesis: así es, por supuesto; el modo en que simbolizam os la ' .'\ lIillitlad no está det ermin ado po r LJ naturaleza , es el res ultado de una lucha ,It, poder sociosim ból ica, co mpleja y co ntingente; sin em bar go, ese espacio de la 'lmIM,lizació n continge nte, esa m isma brecha entre lo Real y su simbo lización, ,Id ,e se r sos tenida po r un corte, y el no m bre lacaniano de ese co rt e es castra. '¡ I·l ll simbólica. D e modo qu e la "castració n sim bólica" no es el punto final de

11'"

14. J . Laplanche r J.-H. Pon ralis, Tbr LAngtlllgr of Psy,bonH/.Ilysis, Londres, Knmac, 1988, 1',1 1l· 1l5.

29J


,\"I/VO)

Zit d ·

re fer encia sim bólica que de algún mo do limita el lib re flujo de la m ultitud de las simbolizaciones: por el co ntra rio , es el gesto mismo qu e sostie ne, que mantiene ab ierto, el espacio de las sim bolizaciones conringenres." Recapi tul em os: el atractivo de la explicación que da Butlc r de la d ifere ncia sexua l res ide en qu e per mit e ver el esta do de cosas aparentemente natural (la acep tación psíquica de la difer encia sexual "na tu ral") como resultado de un proceso "pato lógico" redobla do, de represión del apego apasionado al m ismo sexo. Sin embargo, si acep tamos que el ingreso en la ley simbólica que r egul a la sexualida d h umana se paga con una renuncia fundame nta l, ¿diremos que esta renun cia es de hecho la r en un cia al apego al m ismo sexo? Hurler formula la pregunta crucial: "¿Hay algun a pa rt e del cue r po que no sea prese rvad a e n la sublim ación, que siga no-sublimada?" (es deci r , no incuid a en la t rama situbólica). y su r espuesta es: "Yo diría que este resto corporal sobrevive par a tal sujeto corno algo ya dest ruido, o incl uso destruid o desde sie mp re, en una especie de pérdida constitutiva. El cuerpo no es un sitio en el que tiene lugar un a constr ucción; es una destrucci ón en cuyo transcur so se fo rma un sujeto"." ¿No la acerca esto al co ncept o Iacaniano de la laminilla, del órgano-sin-cuerpo inmo rt al? Este órgano debe denominarse "irreal", en el sentido de que lo irreal no es lo imaginario y precede a 10 subjetivo que condiciona, estando en contacto directo con lo real [... l. Mi laminilla representa aquí la parte de un ser vivo que se pierde cuando ese ser es producido a trav és de los desfiladeros del sexo. J7

~ I l, d .

Se podría decir que este objete está marcado por una id entidad; sin em bar-

W', cstu ident idad no es la id enti dad del "m ismo sexo", sino la identidad asexua l m il it-a, [a libido aún no marcada po r el corte de la diferencia sexual."

En térm inos socioecon ómicos, nos sentim os tentado s a soste ner que el capi t,jl l's en sí m ism o lo Real de nues tra époc a. E s decir qu e, cuan do M arx descri be 1.1 [oca circulación del capital, que se refuerza a sí mis ma, una ruta so lips ista de uutolccuruiaci ón que alcanza su apogeo en las actua les especulaci ones rnetarreIll' xivas sobre el futuro, está muy lejo s de pr et ender de modo simp lista que el n pl'ctro de este monstruo que se eng endra a sí m ismo y sigue su ru ta sin ningun.r pr eocupación h um ana o amb iental es un a abstracción ideológica, y que es pn-ciso no olvidar que detrás de esa presunta abstracción hay pers onas re ales y objetos n atur ales, capacidades pr odu ctivas y recursos sobre lo s que se basa la 1 irculn ció n del cap ital, y de los que se n ut re como un parás ito gigantesco. El hedio es qu e esta "abs tracción" no ap arec e so lo en nuestra ma la percepción de la n-ulidad soc ial (como especuladores financieros): esa abs tracción es "real" en el preciso se ntido de que determ ina la estructura de los procesos socia les materiaI l · ~ . El des tino de estra tos poblaciones co m pletos, y a veces de todo un país, puede ser decidido por la da nza espec ulativa solipsista del cap ital, que persigu e ~ II meta d e r enta bilidad con tilla afable in di ferencia al in flujo de su movimien to

35. De algún modo, la castración simbólica es entonces lo exactamente opucsto al conocido fenó men o patológico de la persona quc siente una extremidad que ya no posee (como el prove rbial soldado al que le duele una pierna que ha perdido en la ba talla): la castración simbólico designa más bien el estado en el cual uno no siente (o, más precisamen te, uno no rnanipub lib rem en te y domina) el órgano (pene) que en realidad a ún posee... 36. Butler, The Psychic Líje QfPmoer; pág. 92. 37.]acques Lacan, "Positions oft he Un conscious", en ReodingSemíllflr Xl, Richard Felds tein, Bruc e Find y Maire j aanus (comps .), Albany, ?\"'Y, S1]I\'Y Press, 1995, pág. 274.

IX. Incidentalmente, en el psicoanálisis el estatuto del cuerpo no es meramente "psicoso1I1.Ü in l"; el cuerpo no es tratado solo como el ámbito de la inscripción de algún atolladero Oilll lu'llico, como en el caso de la histeria de conversión. Aunque el psicoanálisis rechaza una " I II ~a l i d ,\ d corporal directa de los trastornos psíquicos(ese enfoque lo confinaría en los lími11" de l orden médico), insiste sin emba rgo en quc un procesopsíquico patológico siempre relII ill' a lo real de alguna perturbación orgánica, la cual actúa como el proverbial grano de sal ' [lW de senca de na el proceso de cristalización del síntoma. Cuando tengo un violento dolor de 1I 111c!as, la propia muela se convierte pronto en el objeto de la investidura libidinal narcisista; 1,1succiono, la rodeo con mi lengua, la toco e inspecciono con los dedos, la miro con la ayuda ,k l espejo, y así sucesivamente: en síntesis, el dolor en sí se convierte en fuente de goce. En ,·, le mismo sentido, Sandor Fcrcnczi relató el caso extremo de un hombre al que había que nlirl'arle IIn testículo debido a una infección peligrosa: esa ablación (una castración "real") .k-scncadcnó el ataque paranoico, al resucitar (actualizar, dar una segunda vida a) fantasías holIl1>scxuales que habían estado latentes durante mucho tiempo (lo mismo sucede a menudo " '11 el cáncer de recto). En casos como estos, la causa de la paranoia no está en la incapacidad ,Id sujeto para sostener su virilidad perdida, su postura masculina fálica; 10 que no puede sos10 '1)('1' es la confrontación con su fantasía pasiva fundamental, que constituye la "otra escena "'primida primordialmente" (forcluida) de su identidad subjetiva, y de pronto se ha actualiza.10 vn su realidad física. Véase Paul-Laurcnt Assoun , Corps et Symp t8me, vol. 1; C/iníq1Je du ( ,'11 /,_<, París, Anr hropos, 1997, págs. 34-43.

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El ór gan o-sin- cuerpo que es la libido no simbolizada tien e prec isamente un carácte r "asexual": ni masculino ni femen ino , sino lo que ambo;' sexos pierden cuando en tran en la sexuación sim bólica. El pro pio Lacan presenta esta concepción de la lam inilla co mo un mito qu e va de la m ano co n el mi to platónico (expuesto en el Banquete) sobre los orígenes de la d iferencia sexual, pero hay que tener presente la diferencia clave: para Lacan, lo que los dos sexos pierde n a fin de ser Uno n o es la m itad perd ida comp leme ntaria, sino un ter cer ob jeto ase-


39. La crítica al formalismo aparece habitualmente asociada con una crítica opuest a, se dice que Lacan está ta mbién marcado por un con ten ido histó r ico específico, el modo de socialización edípico patriarcal, elevado a la condición de n priori trascendental de la historia human a,

litcruhucntc la cierre .., ()ui z:í la mejor ilustr ación del fenómeno sea el te11 1.1mclodram ñtico pat ria rcal de "abrir la puerta errónea" (la esposa qu e po r ca~ 1 1 'l li l l a d me te la mano en el bolsillo del saco de! marido y encuentra un a carta dI' .uno r confidencia l, con lo cual se derrumba la vida de t oda la familia), tema ¡( lIl' adquiere un poder much o mayor en la ciencia ficción (un persona je abre acrideuta lmentc la puer ta er rónea y descubre una reun ión secre ta de alienígenas), Sin em bargo, no es ne cesario com plicarse con ta les excentricida des; pe nsemos ~1, t1 ci l1 ¡j[n e n te en el caso ele mental del frágil equilibrio de una situación en la I u:11 se nos permite hacer algo (for mular un a cie rta pregun ta, re alizar un cierto .11'(0), pero se espera que no In hagamos, como si alguna regla no escrita 10 prohihicra: si uno actúa rea lmente, toda la situa ción estalla. ¡\ propósito de este punto, pode mos elaborar la línea divisoria ent re M ar x y l ,, ~ sociólogos "bur gueses" conve ncionales de la modern idad, que subrayan los 1 .I ~ g () ~ universa les de la vida postradicional. el ind ividuo moderno ya no está di 1.vmm en te inm erso en un a tr adición parti cular, sino qu e se expe rime nta como IIU : Ig"t~nte un iversal atra pado en un contexto parti cular contingente, y libre de 1'~ I' () g-er su modo de vida ; mantie ne ento nces una rel ación reflexiona da con su mundo vital, e in cluso par a sus act ividades más "espontáneas " (la sexualidad , el ru-in} se basa en manuales inst r uctivos, En ninguna par te es más evidente esta pa1,11 1'lja de la reflexividad que en los intentos desesperados y viol entos de salir de 1m modos reflexionados dc la mod ernidad y volver a una vida "holís tica" más es1'0I1t;Í nea: resulta trag icómico que tam bién estos intentos se apoye n en una multitud de especialistas que nos enseña n a descu brir nues tro ver dadero yo espontá11 1'0 ., . Es pro bable qu e no haya nada más científico que el cultivo de "productos ' lrg-:i nicos": se ne cesita ciencia de alto nivel para sustraer los efectos dañinos de la .tgricultura industrial. La agric ultura orgánica es entonces una especie de "negariún de la negación " hegel iana , el te rcer eslabón de la tríada cuyos pr imer os dos ( ' ~Ll h o ne s son la agricu lt ura prcindustri al "natural" y su negación/ mediación, la .If:rieultu ra ind ustr ializada. Es un retorno a la natu raleza, a un modo orgánico de h.n-cr las cosas, pero este mismo retorno es mediado por la ciencia , Los sociólogos conv encionales de la modernidad conciben esta reflexividad 1"01110 un rasgo universal cuasitrascen den t al que se expresa de un mod o específi11) e n los di ferentes ám bit os de la vida social: en la política, como el reem plazo 01 (' 1.1 estr uctura autoritaria orgáni ca tradicional por la democracia formal mo .h-rna (con su contrapunto intrínseco, la insistencia form alista en el principio de .uuoridad por sí mismo); en la econ om ía, como el predominio de la me rcader inu-ión (todos los productos se con viert en en me rcadería a gran el) y las relacioncs de mercado alienadas, por sobre las formas más orgánicas de los pro cesos romunalcs de pro ducci ón; en el domin io ético, como la escisión de las mores uudicion ales en una legalidad externa formal y una moral interior del individuo;

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sobre la realidad social. Aqu í encontramo s la di ferencia [acama na ent re la rcalidad y lo Real: la "realidad " es la realid ad soci a] de las perso nas reales invol ucradas en un a inter acción soci al y en los procesos productivos, mien t r-as qu e lo Real es la inexorable ló gica espe ctr al "abstrac ta" del capital que dete rmin a lo que sucede en la realidad social. Esta referencia a lo Real ta mb ién no s permite res pond er a una de las críticas recurren tes a Lacan, según la cual él es un for mali sta que, de modo kan tia no, afirm a un vacío trascendental a pr ior i en torn o al cual estaría estr ucturado el univ erso simbólico, un vacío qu e a continuación pue de ser llen ado por un objeto positivo contingente." ¿Es realmente Lacan una espe cie de estr uct uralista kantiano, que afirm a la prioridad ontológica del o rden simbólico sob re los elementos materi ales con tingen tes qu e ocupan sus lugares (sosteni endo, por ejemplo, que el padre "real" no es más que un porta dor contingente de la función estruc tu ral puramente form al de la prohibición simhóli ca)? Lo qu e desdibuja esta disti nción ne ta entre la form a simbólica vacía y su contenid o pos itivo contingente es prec isamente lo Real: una mancha que sutura el mar co vacío con una part e de su contenido, el "re sto indivisible" del alguna ma teri alidad contin gente "patológica" que, por así decirlo, colorea la universalidad supu estam en te neutral del ma rco sim bólico, y fun ciona como una especie de cordón umbilical con el que el marco vacío de la forma simb ólica qued a anclado en su con tenido. De este cortocircuito entre la form a y el contenido su rge el rechazo o la subversión de lo que habitu almente se percibe como "formalismo kantiano": el marco mismo t rascendental-for mal que con stituye el ho rizont e, la cond ició n de posib ilidad del contenido que aparece dentro de él, est á a su vez enmarcado po r una parte de su contenido , en cuanto ligado a un cierto punto interior de su contenido, Estamos aquí ante la paradoja de una especie de "a priori patológico": un elem ento pato lógico (en el sentido kantiano de contingencia del m un do interior) que sostiene la consistenci a del marco for mal dentr o del cual aparece, Esta es tam bién una de las definicion es posi bles del sintbome [acaniano como re al: la formación conti ngente patológica qu e sos tiene e! marco universal a priori , En este preciso sentido, el sintbom e Iacaniano es " un nudo": un parti cular fenómeno del m und o inter ior cuya existe ncia se experimenta como contingente; sin embargo, en cuan to uno lo toca o se aproxima demasi ado a él, este "nudo " se desa ta, y junto con él se desliga todo nue stro un iverso, se desin tegra el lugar desde el cual hablamos y percibimos la reali dad ; bajo nuestros pies desapa-

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SLnmj Zi" , en el aprendizaje, como el reemplazo de la sabid uría inici~~ca. tradic~onal p?f las formas reflexio nadas del conocimiento científico transmitido a traves del SIStema escolar; en el arte, como la libertad del arti sta p-Ara elegir entre la multitud de estilos dis ponibles, y así sucesivame nte. La reflexividad (o sus diversas enc~r­ naciones, hasta la "raz ón inst ru mental" de la Escuela (le Frankfurt) se co~Clbc entonces como un a especie de a priori histórico , una forma que c~ms tl ture , moldea con la misma forma univ ersal a los difer en tes estratos de la Vid a soc ial. Sin embargo, Marx añad e una vuelta de tue rca cru cial: para él~ no todo s .1 :)$ do minios part iculares em píricos de la vida social mantic~en la ~lsma r~laclon con este marco universal; no tod os son casos de un mat erial POS IUV O pasIVo que recibe su fo rma de ese m arco : h ay u n co ntenido pa to lógico pa rticular del m undo inte rior que es la base misma d e la forma u niversal d e la refl exivid ad , u n conten id o al c ual esa fo rm a está liga d a po r u na es pecie de cordón umb ilica l, un conte nido q ue a su vez e n m arca el ma rco de ~ fo~na; desd e .luego , para 1\l,a rx.:oeste co nte n ido par ti cu la r es el u nive rso social del intercambio d e ¡ne rca nc~as. ' No es ta m os ante la m ism a pa rad oj a en el caso del co nce p to laca niano d e fantasía o fantasma (el o b je to a en c ua n to objeto fantasm ático ) com o un sup!em ento a la n o e xiste n cia d e la rela ción sexual? P recisa m ente p o rqu e no h ay m nguna fo rma o fórmula s im bó lica u n ive rs al de I~ relació n co m p lc me nta ria e n t re los dos se xos, cualq ui er relación e ntre el los ti ene q ue su plementarse cO,n .u n guió n pat ol ó gi co p anicu lar, una es pecie d e m ul e ta fantasm á tica ~u~ es lo um co ca paz d e sostene r nu estra " relación s exu al r eal con o.tra pe rson a ; SI e~ ~udo de la fantasía se desata, el s uje to pierde s u ca pac idad uni ve rsa l para la actlV1da~ sexual. D e modo que la c rítica se gún la cu al Lacan es u n form alista pro to kan tiano de be vo lve rse con tra q uienes la fo rmulan: los excesivame n te " fo rnla~istas" so n los "c o ns t r uccio nísras so ciales" , D e un mod o impecablem e n te ka ntiano, ellos presuponen el espad o co n ti nge nt e de la sim b olizació n como simple m ente dado, y n o h ace n la pregu nta clave, posk~ntialla y .met~ t~asccndelltal pl~llt,c ~da por H egel: ¿có m o se so stie ne es te es pacio d e la hi sto ricid ad , de la m ultiplicid ad d e m odos conti ngen tes d e s im boliza ció n?41

1,;1 d a horacién por Bude r d c la ló gica de la iden ti ficación m elancólica con el " t'klo pe rdido propo rcion a de he cho u n model o teó rico q ue n os permi te evi ta r .'l llc"':l fo !'t u nal1o co ncep to de "inrerna lizaci ón" lla n a de las normas sociales implll"LIS des de a fuera: lo que es ta co nce pci ón sim plista d e la int ernalización pasa poI' nhu e s el giro r eflexivo e n vi rtud del cual, e n la e merge ncia del s uje to, el 1"ulcr exte rno (la presi ó n (lue ese pod er e je rce so bre el su je to) n o es se ncillanu-nte iruernalizada, s in o q ue se desv anece, se pi e rde, y es ta pérd id a se inte rna iI' ,l rmnn " V07. de la co n cie ncia", es a intern alización que gene ra el espacio in¡ "! HU en sí: En ausen cia de una regu lación explícita, el sujeto eme rge co mo un sujeto para el n u l el pode r se ha convertido e n voz, y la voz en el ins trument o regularor¡o {le la I,...ique r",] el sujeto es prod ucido, paradójicament e, por este repliegue del poder, por ...tI disim ulación y la fabulación de la psiqu e co mo un topos que habla."

1':'llJ m ¡\tol/ming, Baltimo re, MD, J ohns Hopkins Universrry Press, 1995), Según Staten, I •• ,m se inscri be en el linaje platónico-cristiano que: desvaloriza todos los objetos empíricos I''''llll so metidos al ciclo de La generación y la corrupción: para Lacen, igual que para Pla1''' ' , 1 1.. objeto ptl..nivo finito es un mero semblante/señuelo que traiciona la verdad del de.' .. H mérito de Laca n consistiría e n que toma este rechazo plató nico de todos los objetos m'ltl'fi;lles finitos como indignos de amor, y saca a la luz Ia verdad de ese rechazo, ocultada 1'''1 I'LI(<Ín : los objet os empíricos finitos no son copias frágiles (o sustitutos) de sus modelos 11"1 1" ,s, sino que debajo o más alU de ellos no hay nada, es decir que representan el vacío pri Ill" rdial,la nada, Para decirlo en los té rminos de Nie tzsche, Lacan revela la esencia nihilis ta 01 , I ,Inlld o me tafísico de objetos eternos que estén más allá del ciclo terrenal de la generación I I ~ rorrupción : el deseo de esos objetos es un deseo de nada, esos objetos son metáforas de la "'''. 'I I t:.

40, Fue Alfred Sohn -Rethel, un "compañeo de rut a" de la Escuela de Frankfurt, quien describió detalladamente esta idea de la forma mercancía como gencradou secreta de la forma universal de la suhjetlvidad trascendental. Véase AlfreJ Sohn- Rethel, Geistig~ und kiirp~rli,beArbá', Frándo rt,Suhrkamp, 1970. , 4 1, En su critica a Lacen, I lerny Staten propone una versión especñka de este punto (véa-

Fn este punto Staren reduce a Lacen a la condición de defensor posmcxlemo de la imposi1'lluIJ,1 de un encuentro auténtico con tina Cosa: ningún objeto positivo llenará nunca adecuaoI,uwl1le el vacío estructural que sostiene el deseo, ni se adecuará a él; todo lo que consegui111' " "" n semblantes furti,'os. de modo que estamos co ndenados a la experiencia reiterada de re ,. '" , f'llj fll." Lo tlue falta aquí es el reverso de esta lógica del vacío primordial que nunca pue01., 'l' 1' llenado por un ohjeto adecuado: falta la noción corre lativa de un objeto excedente, surw",,,:,-¡lil'e, para el cual no hay lugar en la estructur a simbólica, A juicio de Lacan, cn efecto, el .1",, '" es sostenido po r un vad o que no puede llenarse, pero la libido, por el contrari o, es lo j , ~ I .Ie un objelO exce dente para siempre dislocado, que está en busca de su ~ l u ga r propio". -12. Butler, The Psychu LJft o[ 1'(fIJ;er, págs, 197- 198,

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Esta inversió n se en carn a en Kant, el filósofo po r excelenci a de la auto no mía Ill?ra.I,_q ue i,d ent ifica esta aut ono mía co n un ciert o mod o d e sujeción, a sabe r: la s U Je~lOn a (incluso la hu millació n ante) la ley mo ra l u niversal. E l pu nto clave consiste en este caso e n tener p resent e la ten sión entre las do s formas de esta ~ ey, ~ejos d e ser una mer a exte nsi ón o m remalizaci én de la ley externa, la ley Int erior (e! llamado de la co ncie ncia) su rge cu ando la ley exte r na no aparece, y 1(1 h ace pa ra co m pe nsa r su ausencia. D esd e esta pe r spectiva , la liberaci ón res . recto de la pre sió n exte rna d e las no rm as enca rnad as en n uestro co ndicio nem iento social (en e! espíritu de la Il ustració n) equivale estrictamente a la sumisil~n, : 1 lla mado de 1<1 co ~ d enci a , inte rio r e incond icio nal. Es decir q ue la oposroon en tre las reg ulacio nes sociales externas y la ley 1II0 ral intern a es ~a n~isma que existe e nt re b reali dad y lo Real: las regulacio nes sociales pueden Jl1s,tl ~ca rse (o se pl~eden ,fing ir que están justi ficad as) por los requer imien tos o hJ':,tl vos. de la coe xrsren cm so cial (pe rtene ce n al am bito del " principio de rcalidad ), mie ntras que la d emanda de la ley moral es incond icio nal y no admite exc~ pc i ones;. " Puedes p o r q~ c debes", co mo dic e K ant, Por esa razón, las reg ula. oron es SOCIales hacen posible la coe xistencia pacífica, m ientras q lll: la ley moral es "" n.l a nd a~o trau mático q ue la ,(jui ebra . N o s sentimos ten tados de dar un paso mas e ~ nve ~tl r de n uevo 1:1 re lación entre las no rma s sociales externas y la ley moralin terior. ¿no es po sible q ue e l su jeto invent e las normas so ciales externas p recisamente para sustraer se a la p resión insopo rt able tic la ley mo ral? T en er un amo exte rn o al qu e es posihle enga ñar, respec to d el cual es posible m antener una dist:m ~ia l.l1ínima y .un espacio p rivado, ¿no es muc ho más fácil q ue so port ar ~ U~l amo ex -~ ~~o, u ~ ~Je no, un cue rp o extrañ? en el :orazú n mism o d el p ro pio ser. La defi nici ón rnm una del poder (la agencia experim en tada por el sujeto CO~ mo u na fuerza que pres ion a sobre él desd e afue ra , opo niénd ose a sus inclinaciones, impidiéndo le alca nzar sus metas), ¿no se basa precisame nte en esta externa !;:-ad .ón d~,~a compuls.i¿n intrínseca éx-n ma de la ley, de lo (Iue "es en t i más q ue tu mismo . Esta tensro n entre las no rma s externas y la ley inte rio r, q ue tambié n pued e tener e fectos subve rsivos (po r ejemplo, c uand o tillo se opo ne a la au to ridad pública e n no m bre d e la propia po sició n mo ral intern a), no es teni da en cuenta por Foucauh . Una vez más, el p unto crucial es qu e esta sujeción a t i ley int ern a no se [im ita a "e xtend er " o "in ternalizar" la p resió n externa , sino q uc es co rr elativa a la suspe nsió n de esa pr esió n, al repliegue-en -sí-m ism o q ue crea el de nominado "e spacio lib re interior ": Esto no s retrotrae a la problem ática del [anmsma [undamenml. el fan tasma fun damenml m on ta p recisame nt e la esce na d e la su m isión/s uj.eción cn n~ tim ti:a qlle s ()s~ iene la " liberta d in ter ior " del sujeto , Es te ap ego apasionado prim or dial (es de cir, la esce na d e la sum isió n pasiva montada en el fan tasm a funda menta l) d ebe d isti nguirse de l m asoq uismo e n el sen tido clfni300

In (·, rr iew )' estrecho: tal cruuo fue elaborado en detalle por Dele u ze ," este m a_,"llIi' lllfl stricto St'U.f1I invol ucra y.l un a actitud intrincad a d e renegación del rnar'11 Ile la re alidad simbó lica ed rpica. El sufrimien to del maso qu ista no atesti g ua I I ~ti ll goce pe rve rso en el dolo r como tal, sino q ue está po r co mp leto al servic io .hl placer : su exquisito espectáculo (mascarada) de la tortura y el d olo r, de la h umi llació n a la cu al se some te el suj eto masoq uista, sirve pa ra burla r la vigila n1 1,1 .uc rua de! supc ryó. En sín tesis, el masoquismo clíni co es un mod o d e o bte111"1' placer acept an do de ant e mano el castigo exigido a cambio por el supe ryó : el t ' pt'l,t:iculo frau d ulento d el cast igo demuestra In re al subyace n te de place r, !lasta co n qu e d escribamos la escena típica del m asoq uismo moral; el sujeto 1ll,1' Itl.lUista cotidiano a me n udo encuen tra una satisfacción profunda e n imagi1,.1 r ' lile u na persona a la cual él está pro fund amente apegado lo acusará por 1' ''-0 '' de h aber co metido algu na fechoría; la sati sfacci ón surge de imaginar la est eun futura e n la cu al el o tro amad o, q ue lo ha ag raviado sin ca usa, lamen ta rá I'tl lflllldamen te esa acusaci ón inj usta. " Lo mis mo ocu rr e e n el t eat ro musoquis1.1 : lo, pasivid ad delmasoquista oculta su activid ad (él es el di re cto r que 1ll 01l 1,' la "" '('nOl y le dic e al ama qué es 10 que dche hace rle); est e dol or mo ral en cubre ,llll'II:IS el placer acti vo d e 1:1 victoria moral q ue humillará al ot ro . U na escena 1.111 intri ncada , 010 p uede tener lugar dentro de un espacio ya organi zado po r el nr.k-n sim bólic o. el teatro m asoqui sta se basa en el contrate en tre el m aso quista }' ~ II .nuu. El inre rrogan re crucial q ue hay que fo rmu lar en este pu n to tiene que ver co n 1,1 papel d el engaño e n e l masoq uismo d el fant asma fun dame ntal : ¿a q uién se t ' I1~;l ñ a con esto escena de sufrimiento y su mis ió n? La respuesta laca nian a es qu e r.unbién ha y un enga ño en este nivel: el fant asma fun da mental le p roporcion a al _"ielO el mínimo d e ser, sirve co mo sostén d e su existencia: en síntesis, su gesto cuga ñoso es ",\ l ira, yO sufro, po r lo ta n to soy, existo, Il"J,rt ieipo en el orden P< )~ \ u i\"ll del ser ". Lo q ue est á en juego enton ces en el fantasma fundament al no es 1.1 culpa y/ o e! place r, sino la existencia misma, y este en gaño del fan tasma fun.Luncnral es precisame nt e lo q ue se propo ne d ispe rsar el acto de "a travesa r el l.uua sma": al atra vesar el fantasma, el sujeto ace pt a el vado d e su inex iste ncia . Un excelen te ejem plo lacaniano d el enga ño masoq uista es el del ciudadano dl' un país en el cual se decapita a q uienes d igan pú blica men te q ue el rey es esuipido, si ese su jeto sueñ a q ue le co rt an la cab eza, e llo no tiene nad a q ue ve r omningún d eseo d e m ue rte, etcétera; significa sencillamen t e que el rey es esrúpillo: el s ufrim ient o crunu scar a el placer d e atacar ti digni dad del rey. . , ~~ E n es-

.J.1- V éasc Gillcs Deleuzc , C'oldllesr {/lid Crucííy, Nue va York, ZOllC, 1991. # . En una reseña en m m, sentidos crí tica de mi primer libro, j can-jacq ues Lecercle sos-

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te caso, el placer y el sufrimient o co nstitu yen cla ramen te una ma scarada al se rvicio de l placer, d esti na d a a enga ñar la censura del su pe ryó. Sin embargo, esta estrategi a d e engaño, en la cual una escena d e do lor y sufr imie n to se pone al se rvicio del placer de engañ ar al su peryó, solo pued e funcio nar so br e la base d e u na po sició n sadomasoqui sta má s ce n tral, en la cual el sujeto fan tasea esta r exp uesto a experi enc ias dolorosas pasivas, de modo que , al mar gen d e cualquie r estra teg ia de engaño, est á dispuesto a aceptar el dolor n I sí ro11l0 fllt1l te de satisfac-

ción libiJina/.45 Sib'lliendo estos linea mientos hay que releer las ant iguas ideas clásicas de La -

planche sobre el fantasm a p rimo rd ial de sed ucción , en el cua l coi ncide n el giro refl exivo hacia adentro, la "fan rasm izaci ón't. Ja scxuali zaci ón y el m asoquism o: todo s estos fen ómeno s se ge ne ran en un solo gesto de "inversi ón"." E n su d etallado co ment ario so bre las tre s fases de la fantasía "u n niño es pegado" desc rita po r F reud (1: ",\ Ii pad re le está peg-a nd o al niño que yo odio"; 2: "Yo soy pegado por mi padre"; 3: "Un niño es pegado"), La planch e ins ist e e n la d ife rencia crucial entre la p rime ra fase y la segunda : am bas son inc onscien tes , es decir que representa n la génesis secreta d e la fase consciente final de la fanta sía ("un niño es pegad o"); sin embarg o, m ien tras q ue la prim era fase es simplem ent e el r ecuerdo rep rim ido de algún hecho real pr esenciado por el niño (el padre pegándol e ¡I otro hijo), y co mo ta l puede ser r eco rdado en e l cu rso del t rata m ien to psicoa na lítico, la segunda fase es propiamente fanra snnínca y, po r esa misma razén, ha sid o objeto de la rep resión prim aria. Es ra fase n unca fue ima ginada co nscienteme nte, sino forcluida desde el pri ncipi o (te ne mos aq uí u n caso pe r-

tuvo lo siguicnte : "Si el ( ZizekJ no conoce la filosofia co ntem po ránea, ro [Lece rcle] sor el Ulan Baror ". Imagin emos ahora a un seguidor mío que, por 5U apego a mí, no puede admitir abierta mente, ni siquiera para sí mismo , que b:l advertido :llgun:ls f:lllas serias en mi conocimiento de 1:1 filosofía contemporá nea. Si este discí pulo fant aseara con Lecercle vestid o como el obispo L1 :1n Bator , ello signifiCll ria seneill anaente que n )l\s;úera defectuoso mi con ocimient o de la filosofía contemporánea... 45. En una elaboración mas detallada se debe dist inguir ademásentre losdos modos del masoquismo clínko: por un lado, elmasoquismo "contractual" perverso en sentido propio (es decir, el masoquismo de un sujeto (lile puede cxrernalizar su fantasía, pa~r al acto r realizar su b'ui<ín mastl{!" ,Sla en la inrcraccién real con otro sujeto), r por el otro, el fantaseo masoquista secrc to (histérico), incapaz de soportar su actualización (cuando el contenido de es e fantaseo masoquisra secreto le es impuesto al sujeto en la realidad, el resultado puede ser catastrófico: puede ir desde la humillación y la vergüenza rotules hasta la desintegración de ln propia identidad). ~ 6 . Véase j ean Laplanchc , l .ife mil! /Jí'i1th in Psycholllla/ysiJ, Hnhimor c, MD , j nhns H opkins U nivers íry Press, 1976. [Ed. rast.: Vid'l y nmrrte en PSiCOlllldlú is, Buenos Aires, Amorrortu,

ohisp<H~e

j¡-no de ¡lpeg o ól pólSio llóldll p rilllo rdi:¡1 r Iorcluido al mismo sexo, te ma cen tra l n un ca p ued e ser record ada (es de cir, asu m ida sub jeuv.uncntc po r el sujeto), sino so lo reco nstrui da re troac t ivam ente co mo 10 Rea l ' lile hay (Ille presu po ner a fin dc explicar la fase final, co nsciente, d e la fanta sía: "In n·prrmido no es el recuerda sino /;,fo ntosío drriuada Je ti o que losubtiende: en es' l ' l "¡\SO, no la esce na rea l e n Id. c ual el pa dre le habría pegado a otro niño, sino la I.musía d e se r pe gado por el pa dre ".~7 De modo q ue es cru cial el pasaje desde la agr esividad inicial dirigida hacia afuera (la sati sfacción hallada en pegarl e a o tro niño u observa r al pad re pe gán ¡t" le) a la escena fantasrn ética forcl uida en la cual el su jeto se imagina (J sí mismo pq :-:ulo IX)r el pa d re . La primera fase d esem peña el papel pro ve rbi al del "grano .lc arena", el pe queño trozo de realidad (un a escena pr esenciad a en la realid ad IH,r el niño) q ue desencad en a la fo rmación Fanrasmárica de una escena de la q ue ' l' despr ende n las coorde nad as del ap ego apa sion ado primordial. U na vez más, lu reprim id o primordia lmente y, como tal, Ina ccesible para siemp re a la subjcn\.it.;ld ón (puesto qu c la subje ti vización en sí se basa en esa rep resión) es la se~ lI l1 d a fase. E n el pasaj e des de la p rimera a la seg un da fase ocu rre n varias cos as vimult án am ente.

,11' Hurler'); po r esta ra...ón ,

C o mo lo su braya el pro pio Fr eud, solo en la segunda fase la situació n está verdade ram en te se:rlwJiulda: en la fase {los se pasa de la agr esivid ad p rescxuel al "placer e n el dol o r" verdade rame nte sexualizado. • Esta scxual ización L'S estr ict ame nte co nsu stancial con el gesto re flexivo de la "i ntroyccc ión": en lug ar d e atacar realment e a ot ro se r hu ma no, fan raseo al respecto , imagino una esce na de su misió n y do lo r. E n luga r d e se r agente en una interacc ión real, me convierto e n nbservador im pasible d e u na escena " interio r" que me fascina. • Ad emás, en In que co ncierne al co n tenido, esta escena teatraliza una situación en la cua l yo asumo la posici ón pasiva d e ser som etido a la h um illa ción y el dolo r, o por lo m en os la posición de un observador im pasible , im pote nte.

Lo e sencial es q ue estos tres rasgos so n estricta me nte co nsusta nciales: en su fo rma más rad ical, la sexualización equiuaíe a la fant asmariza ción vla cua l cqf/iM /e ;1 asu mir la pos ición pa siva d e la im po tenci a, la hum illación y el dol or:

47. Cita rnmacla de j cnn Laplauchc, "Aggrcssi v cn c s ~ am! Sndomasochism", en Margarct ,\ . F. Hanly (comp.), Fssmtial Pnpers 011 AlasQcbislII , Nueva York, N ew York Univervity Prcss, 1'J<J5, pág. L22.

1973.J

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EI IWOCCSO de la inversión no debe PCllS:ll'SC , 010 en e! nivel de! contenido de la fantasía, sino en el momentomismo de la[antasmat ízaiion. El c;J¡n!Jio reflexivo no consís te solo, ni siquiera necesariamente, en dar un contenido reflexivo a la "oración" de la fantasía; consiste también, y por sobre todo, en reflejar la acción, inte rnalizarla, hacerla entrar en uno mismo como fantasía..Fantasear la agresión es volverla contra uno mismo, agredirse uno mismo: ese es el momento del autoc ro rismo , en el cual se confirma el vínculo indisoluble entre la fantasía como tal, la sexualidad y el incons ciente."

El giro reflexivo no con siste sim plemente en un a inver sión sim étrica de la agr esividad (destr uir/atacar un ob jeto externo) qu e la convi erta en la agresión de un objeto extern o que ataca al sujeto : es e! acto de internalizar 1ft pasividad, de imagina r activa mente la escen a de la propia sumisión im pasible. D e modo que a.1 fantasear se subvierte la o posició n ne ta entre actividad y pasividad: al intern alizar la esce na de ser go lpe ado por otro, me inmovilizo en un do ble sentido (en lugar de ser activo en la re alida d, asumo la pos ición pasiva de un o bservado r fascinado que se limita a im agin ar/fantasear un a escen a en la cual parti cipa; dent ro de! contenido mismo de esta escena, me imagino en una posici ón pasiva, inmóvil, de humilla ció n y do lor padecidos) . Sin em bargo, pre cisamente esta doble p as ivi ~ad p res~pon e mi participación activ a, es decir, la rea lizac ión de un giro reflexivo m ediante el cu al, de un m odo aurocrótico, soy yo mismo, y no un agente exte rn o, qu ien obstaculiza mi actividad exte rna , el flujo espon tán eo de la energía, y "me dom ino ", re emp lazando la activida d real por e! estall ido del fantaseo. A propósito de su de finic i ón de la pulsión (en tanto Opuesta al ins ti nto), Lacan lo expresó per fectam ente al subrayar que la pulsión, sie mp r e y por definició n, involucra una po sici ón de "sej aire...", de "h acers e. . .": la pulsion cscópica no es una ten dencia voyeu risra a ver ni la tendencia exhibicioni sta a ser visto, sino la "voz m edia", la actitud de "hacerse visibl e", de ob tener satisfacción libidinal sostenien do activamente la escen a de la propia sumisión pasiva. En consecucncia, desde el punto de vista Iacaniano, este ges to primo rdial de fantasmnnzación es e! luga r de na cim iento y el misterio fina l de lo qu e Ka nt y toda la trad ición del idealis mo alemán deno mina "imag inació n trascendental", esa capac idad abi sm al de la lib ertad que le permi te al sujeto des prenderse de su inmersión en el ámbito que lo ro dea . Alás adel ante en su obr a, Lapla nche elabora ese gesto de fantasrnatizacirin reflexiva corno una teo ría de la escena or iginaria de sedu cción en ta nto verdadera " escena prim or dia l" del psicoanálisis: un n iño presenci a con im poten cia una esce na de interacción sexual, es expues to a ges tos (de los progenitores u otros adu lto s) qu e tie nen algu na mi ste riosa connotaci ón sexual impen etr able para él.

48. Ibíd.

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F ~ en esta ln-cch a do nd e se o r ig-in <ln b sexualidad h um ana y el inc ons ciente: en

,.' hecho de que el ni ño (cada uno de no sotros) es en alg ún pun to un o bserva do r impotente, arrap ado en algu na situación sexualizada im penetrable pa ra. él, que. él 111) puede simbolizar , integrar en el un iverso del significad~ (p resen cia el, COito paren tal, es some tido a caricias m ate rnas que excede n el cuidado necesar io, ett-etera ). Pero, ¿dónd e está el inconsciente en todo esto? E l inconscien te q ue en1'1 1l1lra1110S aquí, en esta escena primordial de seducción, es el inconsciente del "dlllto (del progenitor) , no el del niño: cuando un niño recibe cari cias mate rnas .rdicional es al cu idado, por ejem plo, advier te que la pro pia m adre hace algo q ue V:I más allá de aq uello de lo cual ella tiene plena conciencia, qu e ella obtien e de! tr.uo cariñoso un a sati sfacción cuya base está más allá de la captación de la propi,l mujer. E l lema [acaniano según el cu al "el inr:onscient~ ~s .el discurs~ del t h ro" dehe entonce s tom arse lite ra lmente, más allá de las trivialida des haliituales (yo no soy el sujeto/ amo de mi propio discurso , pues es ,el gra~ Otro qui.en II :tI .1a a t r avés de mí, y así sucesi vamente): el encuentro primor dial con el mr-nnscien te es el encuentro co n la inco nsistencia del O tro, con el hecho de que 1.1O tro (p arental) no es en realidad el amo de sus actos y palabras, d e que em ite señales de las que él mism o no t ien e con ciencia, de que r ealiza actos cuyo ver d.ulcro co ntenido libidinalle es inaccesible. Nos sen tim os entonc es tentados a repe tir la Famos a máxima de Hegel según la cua l los secreto s de los egipcir~s (el ~ igll i fi ca d o de su s rituales y monumentos, im pen etrables.para ~u~s tra mirada , I{"cidenta l mo dern a) ta mbién era n secretos par a los proplOs egIpclOs. T oda la cons truc ción de la escena de la sedu cción pr imordial como sitio o rigi na r io de 1" scxuali zación solo se so stie ne si presuponemos que esa escen a no es imponermble y enigmática solamente para e! ni ño obs ervador y/ o victimizad o; 1.0 q ue dcsco nci erta al niño observador/victim izado es el hecho de que pres encia un a escena obviame nte impen etra ble ta mb ién para los adultos activo s que la protagonizan , el hecho de que tampoco ell os "saben lo que están haciendo ". Esta con stel ación nos permite asimis mo echa r una nue va luz sob re la afirma riú n de La cen (ya me ncionada) en cua nto a qu e "no hay rel ació n sexual" : si el enigma y la con fusión estuvie ran so lo del lado del ni ño, en su (mala) perce'p~ión co mo algo mi sterioso de lo que, para los propios progenitores, es u na actividad roralmenre na tural v no probl em ática, entonces, decimos, hahría sin duda una relaci ón sexual "no ; mal" . Per o la frase tr illada según la cual "en la pr ofu nd idad de to do adulto sig ue viviendo un niño'' no care ce de fundamento si se I ~ entien de adecuadamente, en e! sentido de que incluso cuando los proverb iales dos adultos co nsintientes particip an en una relación sexu al "normal y sana " en la privacid ad de su dor mitor io, nunc a están to tal mente so los, hay sie mp re una ntimda de niño fan tasruatizada que los o bserva, una mir ada (por lo general intern alizada) en razón de la cual su actividad es en última in stancia impene trable para

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el los mismos. O (para decirlo de otro modo) lo crucial de 1;1 escena de la seducción prim ordial no es que los adu ltos le inflijan al niño una exhi bició n del goce de ellos, pertu rban do el frági l equ ilibrio de la criatura, sino que la mirada del ni ño está incluida, abarcada, desde el principio mismo, en la situación de la sexualidad pa re nta l adulta, como en la par ábo la kafkian a de las P uer tas de la Ley: así como el persona je descubre al final que la escen a de la ent rada majestuos a al palacio de la Ley solo estaba destin ada a su mirada, la exhibici ón sexual paren ta l, lejos de pertu rbar involunta riamente el equilibr io del niño, en cierto se nti do "solo está 3JIí para la mirada del uiño" . La fantasía paradisíaca fundam ental, ¿no es la de ver a los padres copulando frente a su hijo, qu ien los obs er va y hace comentarios? T enemos entonces tina estructu ra te mpora l circular: hay sexunlidad no solo a causa de una br echa e ntre la sexualidad adul ta y la mi rad a no prepara da del niño, trau mat izada por la exhi hición de esa sexualidad, sino porque esa perplejidad del niño co ntinú a sosteniendo la ac tividad sexual adu lta." Esta parad oja explica ta mbién el pu nto ciego del te ma del acoso sexual: no hay sexo sillolgríll elemento de "acoso " (de la mirada pe rpleja, violentamen te co nmocionada, tr auma tiza da, por el carácter omin oso de lo que está sucedie ndo). La protesta contra el acoso sexua l, contra el sexo impuesto de modo violento, es ento nces, en últi ma instancia, In prottsta contra ti StXV romo tal: si sustra emos del interjuego sexual su carácte r pe nosame nte tra umát ico, se ncillamente lo que resta ya no es sexual. El scxo "maduro " entre los proverbiales adultos consint ien tes, el sexo pr ivado del ele mento traumát ico de la im posición que conm ociona , está drsexlIaliu u/o po r definici ón, es un acoplamie nto mecánico. Recuerdo de mi juventud algu nas canciones obscenas que los niñ os dc cinco años solían recita rsc ent re sí, canelones so bre ridícu las hazañas sexuales cuyo héroe era un mít ico vaqu ero anón imo . Una de esas canciones (que, por supuesto, sol o riman en esloveno) dec ía lo sig uiente: "El vaque ro sin sombre ro/ está jodiendo a una mu jer det rás de un ñrbcl.z Pero , cuando el la trara de l.'SCaparse y co rre r/ po r un momento él le ve el culo desnudo", El encanto (si así pod emos llama rlo) de esta canción infantil reside en el hecho de que, desde su perspecti va, el acto de la copulación no tiene nada especialmente excitante; lo ver daderamente excitante es el breve momento durante el cual se ve el trasero desnu do de

1;\ m uje r.. , \ti Po r SUP UCSIO , Y" sostengo que esta canció n infanti l está b ásícarnenle en lo cierto : con tr ariame nte a la opinión usual, que desc ribe la cóp ula como clmomenro más excitante, como el clímax de la actividad sexual, debe mos insistir en q ue, para que el sujeto se excite en primer lugar, y pueda rea lizar la có pula, lOS preciso que algún elemento "par cial" particu lar lo fascine (a él o a ella); en el case de esta canció n, se tra ta de la breve mirada al trasero desn udo. "No hay relación sexual" sign ifica ta mbi én que no hay ninguna representació n directa .Id neto de la cópula que pueda excitarnos de inmed iato, y que la sexualidad de he se r sostenid a por goces parciales (una breve mirada aquí, un toqu e o un a p re ~ n'in allá). Un a cr ítica obvia observaría que es el niño quien no tien e ningu na representación adecuada de la cópula en sí (es decir que su horizonte de la sexualida d se limita a exper ienci as tales como ver el trasero de otra persona); 11 11;1 ve z más, la respuesta es que t;:" cie rto nivel fan tasm ático seg uimos sie ndo niños y nu nca crec emos, en la medida en que para una persona verdade ramente creci da y madura habría una relaci ón sexual: es decir , en la medida en que ella o (; 1 pod rían cop ular "directa me nte", sin el sosté n fanrasmér ico de algu na esce na tl"C invo lucre un objeto parcial." El caso supremo de este rasgo parti cul ar que sostie ne la relación sexual im posi ble es el pelo rubio rizado en la película Virtigo de Hitchcock . C ua ndo, en

49. Esta constelación, ¿no pro po rciona asimismo la ma triz elemen tal de la prublenui tica ~ por qué na cí, por qué me quisic ron", no queda satisfecho si nos limit amos a respon derle: " Porque te am ábamos y quc rfumos tenerte". ¿CtÍmo podrfau haberme amado mis padres cuando yo aún no existía? ¿T m·icron cntunees que amar mc (u odiarme: Cll sínt esis, predest inar mi sucrt cj y después crearme, así como el D ios protestantc decide el desti no de un ser humano antes ,le su nacimient o?

50. I ncidentalme nte, épc r qu é el v3lJueru 110 llena SlJlllllrenJ? Aparte del hecho de clue, en ,·,loveno , "sin som brero" rima con "cstá jodie ndo", po dr íamos pro poner como razón de este !' ;I' ¡{U enig mático el hecho de que, en la perspect iva ele los niños varones, el coito es una act ividad no viril, servil, en la cual uno sc humilla al "servir" a la mujer, y la falta de sombrero sen.l1;) ha precisamente ese aspecto hu millante , la pé rdida de la dignidad masculina. Vcr el t rascro de la m ujer se considera b a entonces una especie oc '·ellgam:a po r la humillación a la que ..tI.! había some tido al homhre: Ic I(lC;)OO el turno de pagar po r haberlo seducido... SI. Esta rápida mirada al trasero desnudo , que hay quc interp retar exactame nte del mismo 11I,,<10 que en el célebre ejemplo del "brillo en la nariz" incluido ¡JO/" Freud en su artículo 501In: el fetichismo, m~ JiU" dónde reside el CITor del perverso fetichista: es correlativo dd erro r ,Il· I;¡ posición heterosexual habitual, quc descarta los objetos parciales como meros elemen tos .k-l juego previo, anterior a la "cosa real" (el acto sexual en sí). A part ir de la comprensión corrccta de q ue no hay Ilingu na relación sexual (direct a), de quc todo lo que tenernos como so1",r1e de nuestro goce son oh jctos parciales fettchisras que llenan el vacío de la relación sexual imposible , el fct ichista extrae la con clusión errónea de que esos objetos parciales SO I1 dir ectamente "la cosa en sí", que podemos liberarnos de la referencia al acto sexual ülllx lsible y ate11<'1"I1 0S a los ohjc ros parciales. La solución consiste entonces cn mantener la tensión en tre el vacío de la relación sexual y los objetos parciales que sostienen nuestro gtKe: allll'jue no t enemos más que esos objeros/escenns parciales, ellos se basan en la te nsión con el acto sexual au.....nte: presuponen la referencia al vacío del acto {imposible).

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de la predertillllclríll (religiosa)? Cua nd.. el niño se pregunta


la esce na de amo r del final de la película, Sconie abraza apasion adamen te a j udy, conv ertida de nuevo en la ext inta Madelaine, durante su famoso be-s o de tr escie ntos sesenta grad os, él deja de besarla el tie mpo suficiente como para mira r furt ivamente su nuevo pelo rubio, asegurá ndose de que subsiste ese rasgo part icular que hace de ella el objeto del deseo ... H ay aquí una oposición entre el tor bellino qu e ame naza tragarse a Scorrie (el "vért igo" del título, la Cosa mortal) y el tiro de cabe llo ru bio qu e imita el vértigo de la Cosa, pero en una forma min iaruri zada, domest icada. El rizo es el objl't petit o que condensa la Cosa im posible-morta l, sirve como su sustituto y de ta l modo nos pe rmi te mantene r una rel ación vivible co n el la, sin que nos tra gue. La película de O rson \ VeJles titulada Histeria inmortal (Tbe Inmortal Story), basada en una novel a de Karen Blixc n, resulta interesant e no solo porque se cent ra en la rela ció n am bigua entre el mito y la realida d: el come rciante rico y viejo quiere dar vida al rel at o mítico de los marine ros, ace ren, precisamente, del esposo rico y viejo que le pag a a un marin ero joven p;lra que pase la noc he con su joven esposa y le procure Ull heredero. El come rciante, por así decirlo, quiere cerr ar la brecha en tre el mito y 1;1 realidad, es decir prod ucir un marinero que finalme nte pueda narr ar ese rela to mít ico corno algo que le sucedió re almente (el intento , por supu esto, fracasa: el mariner o declara que por nin guna cantidad de dinero le contará a nadie 10 que le ha sucedido). ;\-H~ interesante aun es la esce nificación fantasm ática de la rel ación sexual: de tr ás de una cort ina se mitransparente, en un lecho iluminado a pleno, la pareja hace el a mor, mientras el viejo come rciante per manece semioculto e n un ar ma rio profundo, e n la oscuri dad, y alcanza a oí r los son idos del acto . T enem os aquí la "terce ra mirada" como garantia final de la relación sexual. Es decir qu e la presencia del test igo silencioso que escucha mientras la pareja ha ce el amor es lo que transusrancializa el encuentro entre un mari nero pa gado y una prostitu ta envejecida, convirtién do lo en un acontecimient o mítico que tr asciende sus con diciones materi ales. En ot ras palabras, el milagro no consiste en qu e los dos ama ntes trasciendan de algún mod o su situació n misera ble en la vida real, en que olviden las cond iciones ridículas de su encuentro, se s ume rjan cada uno e n el otro y de ta l modo produzcan un autént ico encuentro amoroso; ellos logra n transustanciar su situaci ón miserable y co nverti rla e n un auté ntico e ncue nt ro amoroso precisame nte purq/lr saben que están actu and o para un testigo silencioso, sabe n que es tán "realizando un mit o"; se compo rt an como si ya no fueran pe rsonas reales mise rables, sino actores/agentes en el sueño de otra persona. El testigo silencioso, lejos de entromet erse en la sit uación ínt ima y ma log rarla, es el elem en to con stit utivo clave. Se interpreta habitualme nte que la simple y austera H isteria inmortal constituye el ejercicio funda ment al de autorrefl exión de \ Velles; se dice (jlle el anciano comerciant e q\le monta la escen a de la rela ci ón sexual (int erpreta do, po r supu esto, 30S

I'0r el prop io \\I ,.. lIes) es el rcp rcscntanrc obvio de \ Velles como direc to r; sin t·lIIh;lrg o, tluid es te cliché dcha invertirse, quizá se deba considerar que el anr l.1110 comercian te que observa la escena re present a al es pectador. Sin em bargo, en este punro es crucia l la diferencia entre Laran y Laplanchc. 1';lr;1 Laplanche, la pulsión es cons ustancial de la fantasía: el giro reflexivo de la 1 ~1~ l"rna l i7.ación fanrasmatica es precisamente lo que conviert e el instinto en pul' Ion; I't.lra Laca n, por el contrario, hay un a pulsión más allá de la fantasía. ·Q ué -ignif ica esta ¡mIsión qu e está más allá de las fantasías? T al vez ot ra difere nc ia tlllS I ~: nni ta echar algun a luz sobre este punto cla ve: se podría sostener que, nuuhién para Lacen , el "lugar de nacimie nto" del psicoa nálisis es la expe rie ncia traum ática infanti l con el "punto ci ego " imp e netra ble del goce del Otro, que pert ur ba la calma de la homeos tasis psíquica del niño, pe ro Lacan de ter mina la L II H~ s Í:l como fUltl respuesta al enigma de ese " punto ciego" (design ado, en el W;lto del deseo , po r la pregunta Cbe VlIai?: ¿qué quiere el Otro de m í, qué soy r o (como objeto) p;lr,1el O tro , para su deseos)" LI pulsión prefant asmá tica des!Anaría entonces la posici ón de expone rse al punto ciego del e nigma del O tro ' 11 1 llena rlo con una respuesta [antasrn ática... De modo que para L acan la fanta~ í; 1 cs un a formación dcfcnsivn mín ima, una estratagem a par a eludir ... ¿qué? Aquí debemo s volver al concepto freudiano de la l liJjloJigkeit (desamparo/s oIIlhra) o riginal dt:l nilio. El primer rasgo que h;IY que observar es que esa "ZO'l.OI'LI" abarca dos niveles con ectados pero difere ntes: el desamparo puramente or¡.::ínico (la incapacidad del niño peq ueño para sobrevivir, para satisfacer sus necesidades más eleme nta les sin la ayuda del progenitor), y tam bién la perplejiILul trau mática (Ille se produce cuando el niño es arrojado a la posición de testigo desvalido del inte rjuego sexual ent re sus progen itores u otros adultos , o e ntre un .ldult.o.o : Igunos adu l ~os y él mismo; el niño está desam parado, no tiene "mapa l"l1!,'l ll tlV O frente al emgrna del bTJ:lCe del Otro, es incapaz de sim bo liza r los misteriosos gestos e insinuacion es sexuales que prese ncia. Para "convenirse en un ser humano " es ese ncial qu e se supe rpongan los dos niveles , es esencial la sexualizadcin implícita del modo como los progeni tores satisfacen las necesidades corporoles del niño (po r ejem plo, al alimenta rlo la madre acaricia más de lo estric ta tucnre necesar io, y la cri atura detecta en ese exceso el misterio del goce sexual). De modo que, volvie ndo a Butler, la pregunt a fun dame ntal tien e (Iue Ver \"1 m el status filosó fico de esta J1iljlosigkeit origina ria y co nst it utiva; ¿no es otro nom bre de la brecha del /les-apego pr imord ial que desencaden a la n ecesidad de un apego apasionado primordial fantasmé u co > En otras palabras, ¿no es posible

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?2. Vé asc ]3 C{J U ~ S L ll·an, "Th c Subversión ofth c Subjcct nnd t he Dialecrics of Desj ~ re~, Eaits: A Seieaion, Nu eva York, No rton, 19 77. .

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invertir la pe rspectiva y conce bi r el obstácul o q ue imp ide el ple no ajuste del infante con su ambi ente, el obstáculo de su "d islocación" ori ginal, ta mbién en su aspec to positivo, co mo otro nombr e del m ismo abismo de liber tad, del gesto de "desconectarse" qu e libera al sujeto de su inme rsió n direct a en el am bie nte? O (para decirl o de otro modo): es cierto, el sujeto, por así decirlo, ~s cha nta je.aJ o y llevado a so me terse pasivamente a alguna forma de apego apasio nad o primordial, puesto que fuer a de él sencillame nte no existe . Sin embargo, esta inexistencia no es dir ectam ente un a ausencia de existe ncia, sino una cierta brecha o vacío en el orden del ser que es el sujet o m ismo. L a ne cesidad de que el apego apasionado proporcione un mínim o de ser imp lica que ya está allí el sujet o en cuanto "n egativid ad abstracta" (el gest o primordial de des-a pego respecto de su am biente). La fantas ía es entonces una formación defensiva contra e! abismo pr imo rdial de! des-apego, de la pérdida del (apoyo en el) ser, que es el propio sujeto. Ento nces, en este punto preciso, hay que sup lementar a Butlcr: la eme r gencia del sujeto no equivale estrictame nte a la sujeción (en el sentido de apego apasionad o, de sum isión a alguna figu ra del O t ro), puesto que para que se pro duzca ese apego apasionado ya de be estar allí la brecha qu e es el sujeto, Solo si esta brech a ya está allí podemos explicar la posib ilidad de que el sujeto se sustraiga al poder del fant asma fundam ental. Tamb ién se podr ía vin cular esta opos ición entre e! apeg o y el desapego con la antigua oposición m etapsicológi ca freudiana de la pulsión de vida y la pulsión de muerte: en El )'oY el ello el prop io Fre ud la defin e com o la op osici ón entre las fue rzas de ligazó n/unidad y las fuerzas de desligazón/desunión . E l des -apego es entonces la pulsi ón de muerte cn su aspecto m ás puro, el gest o de "descarr ilamiento" ontológico qu e di sloca el orden del ser, el gesto de des-investidura, de contracción/ repliegue respecto de! ser inmerso en el mu ndo, y el apego primor dial es la contrarréplica a ese ges to nega tivo, En últi ma instancia, esa tendencia nega tiva a la disolución no es más que la propia libido: lo que disloca al (fut uro) "1 sujeto no es otra cosa qu e e1encuentro rraumanco co n e goce, B A propósito de esta brecha pri mo rdial, habr ía que evitar la tentación de co n-

53. Sería también muy productivo vincu lar la Hiiflasigkrit frcndiuna con la idea kant iana de 10sublime, cn especial lo sublime dinámico, que expresa algo así como la escena kantiana de la seducción pri mord ial, la escena de un ho mbre reducido a la condi ción de partíc ula de polvo con la que juegan los enormes poderes de la naturaleza, pcro un hombre que observa ese espectáculo fascinante con la ~eb,.urida d de una cierta distancia, y por lo tanto disfru tándo lo como ob~ervador pasivo. ¿No surge esta satisfacción del hecho de que me observo reducido a la condición de impoten te part ícula de polvo, de lJue me veo reducido a la condición de eleme nto desamparado, abrumado por fuerzas gigantescas que est án más allá de mi comprensió n?

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l'chir l:l com o efecto de la int e rvenci ón de la ley o pro hibición paterna que pcr I ur!J,1 a la dfada in cestuos a del ni ño y su m ad re, ob ligán dol o a entrar en la dil11ens ión de la castración/dista ncia simbó lica: la brecha, la experiencia del "cu er po fragm en tado" es pri mo rdia l, y resu lta de la pulsión de muerte, de la intrusión de algún goce excesivo/traumá tico que tr astorna el eq uilib rio suave del princip io de placer, la ley patern a (al igual que la ident ificación imaginaria con la image n especular) constituye un inte nto de domest icar/ estabil izar esa brecha. No hay q ue olvida r nun ca que, para Lecan , la ley edípica paterna es tá en últ ima instan cia {I! servicio delprinopio de ptacer. es la agencia de la pacificación-no rmal ización q uc, lejos de tras tornar el eq uili bri o del placer, "estabi liza 10 imposible", ge ne rando las condiciones mínim as para la coe xiste ncia tole rabl e de los sujetos . (Las interpre tacion es erróneas de este tipo nutr en la tentació n de redactar un a introducción negativa a Laca n, tomando como punto de parti da un estereotipo falso ace rca de él , y desc ribie ndo a cont inuación su posición r eal como r ectificación de ese estereotipo , Ade m ás del ya me ncionado cliché sobr e la ley paterna como ag-eneia que in troduce la brec ha, te nemos otros po r el estilo: el carrete l del juc ¡.\u del Fort-Da como sign ificante de la presen cia/ ausen cia de la madre, la "palabra vacía" como parlo teo inauténtico, el goce fem enin o como abism o místico que está más allá del dominio simbólico, la mirada como m irada del sujeto varón que co nfi na a la mujer en el papel de objeto del ho mbre, etcétera.)

[) FL DESEO A LA PCLSI()N: IDA y VUELTA

N uestras o bservaci o nes críticas sobre Butle r se basan e n una coincidencia lot al co n su idea básica ace rca del víncu lo profundo (incl uso la identid ad funda mental) que existe en tre los dos aspectos o modos de la reflexividad : la reflexividad en el sentido filosófic o est ricto de autorrelación negativa, constitutiva de la subje tivid ad en la t radición del idealismo alemán desde Kan t hasta H egel (el herho subrayado sob re todo por Roherr Pippin, entre o tros inté rpretes recien tes en su rcl acionamicnto co n el O tro, el sujeto desde siempre se relaciona consigo mismo, es decir que la conciencia es siempre-ya autoconciencia), y la re flexividad en el sentido psicoan alíti co de giro re l:1exivo q ue defin e el ges to de la represión primari a (la inversión de la regulación del deseo en deseo de regul ación, etc étera)." Este giro r eflexivo es ya claramente discern ibl e enlo que puede sos-

54. E ste tema de la re flexividad ya aparecía anu nciado y formu lado en el primer libro de lIutlcr, su excelente ens;¡yo sobre H egel titu lado Sebjects of Des íre (N ueva York, Columbia Universi ty Press , 1987),

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tenerse que es el para digma na rr ativo de la defensa con tra el goce excesivo, el de U lises que e ncuentra a las Siren as, antes de lo cual les ordena a sus marine ros: "Atadme fuer te con lazos q ue duelan, man renedme erguido contra el mástil, con las cue rdas atada s alrededor, y si os suplico e imp loro que me liber éis, amarra drne firmemente con más cue rdas"." La orden de "atadrne fuerte con la7.oS que duelan" es claramente excesiva en esa situa ción: una cosa es ararse como de fensa cont ra e! goce e xcesivo del canto de las Sire nas, y otra ararse como fuente de satisfacción e rótica. N o ob stante, esta reflexividad asum e diferentes mod alidades, no solo seg ún se t rate de filosofía o psicoanálisis, sino tamb ién en el seno del pro pio psicoanálisis: la r eflexividad de la pulsión en la que nos hemos cen trado en este capítulo no es igual a la re flexividad hist érica del deseo que examinamos en el cap ítulo 2 (es decir, el hecho de que la histe ria se defina como la inve rsión de la imposilulidad de satisfacer el deseo, que se co nvie rte en el deseo de ma nte nerse insatisfecho, etcétera). ¿De qu é mod o se relacionan est as dos re flexividades? Tenemos aquí la oposición ent re la pe rve rsión y la histeria: si el deseo como ta l es histé ri(:0, como talla ¡misión es perversa, E.s decir qu e la histeria y la pe rversión está n atra pada s en una especie de círc ulo mortal en el que cada una de ellas puede se r concebida como reacci ón a la otra, qu e es su opuesta . La pulsión define los parám etr os masoqu istas del apego apasionado primordial, del fantas ma fundamental que le garantiza al sujeto un mínimo de ser; la subjetividad prop iamente dicha emerge entonces a tr avés de la rcncgación histéric a <le ese apego apasion ado primordial, a través de la negativa del sujeto a asumi r J¡¡ pos ición de obj eto -in strumento del goce del Otro: el sujeto histérico cuestiona iuccsnnrementc su po · sició n (su p reh'l.lnta básic a es " ¿qu é soy yo para el O tro , por qué soy lo que el Otro dice que soy?"). De modo que el deseo histé rico puede pensa rse como la renegación del fan tasm a funda me ntal que hace suyo el pe rve rso, y la perve rsi ón en sí (asum ir la posic i ón de objeto- instrumento del goce del Otro) se puede concebir como una hu ida hacia la autoo bjetivació n {Iue me per mite evitar el atolla dero de la ince rt idumbre radical acer ca de lo que soy como objeto: por definición, el perv erso SIlbe lo qu e es para el O tro como objeto. El deseo y la pulsión se opone n clarame nte en su mod o de relacion arse con el goce. Par a Lacan, el goce presenta el problema de qu e no solo es inalcan zable, desde siem pre perd ido, de qu e se sustr ae para siempre a nuestra captación , sino que, incluso más, nnnca p(}(/e1l/o! íiberarucs de ¡I, su mancha subsiste por siempre. D e esto se tr ata e n el concepto lacaniano del goce excedente: la rcnu n-

55. Tbr OJys~ry vI lltrlllff , XII, 160-164, traducción de Richmond Latnm ore, Nue va York, l Iarper, 199 1.

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d ;1 misma al goce gene r'l un resto/ exced ente de goce. El deseo re presenta una ('l"ollomí a en la cual cualquiera de los ob jetos que alcanzamos "no es nunca eso", t. "Cos a Real", la Cosa que el sujeto intenta ete rn amen te conse guir pero q ue lo dude un a }" otra vez, mientras que la pulsió n representa la economía opuesta, dentro de la cual la mancha del goc e siempre acomp aña nuestr os actos. Esto explica también la dife rencia entre la re flexividad de la pulsíón y la reflexividad de! ,Icseo: el deseo desea reflexivamen te su pro pia satisfacción , la po sposición del encuentro con el goce; la fórmula b ásica de la reflexividad de l deseo es conv er1 ir la imposibilida d de satisface rlo en el dese o de no- satisfacción: la pulsión, por ('1 contrario, en cuentra su sat isfacción (es decir , se mac ula con la man cha de la «uisfacció n) en cl movimiento mismo destinado a reprimir esa sat isfacción . ; Q ué es en tun ccs la (misión, sob re todo en su for ma más radical, la de pul~ i .ít~ de mue rte? U na mirada a los héroes wagncr ianos puede brindar nos en es\1.' punto algun a ayu da: desde el prime r caso paradi gmático, el del H ol and és Errante , a todos ellos los posee una pasión incondicional por la mue rte, po r enouurar la paz y la rede nción finales en la m uer te. Su proble ma consiste en que, en algú n momento del pasado , han cometid o algun a fechoría in co nfesa ble, de 1I10do que están cond enados a pagar po r ella, no con la m uert e, sino con una vi.!;I de et ern o sufrimiento, de errancia desampar ada, incapaces de cumplir co n su función simbólica. ¿D ónde está aquí la pulsión de m uerte? No reside en el anhelo de morir, de enco ntrar p<lZ en la muer te: la pulsién de m uerte, por el contrario, eslo opuesto de morir, es el nombre de la vida e te rna "sin m uert e" , el nombre del desti no horrible de estar atr apado en el inte rmi nable ciclo repetitivo de la crr ancia con culpa y dolor. El final de la vida de l héroe wagne riano (1:1 muerte del Holandés, de Wotan, de Tristdn, de Amforta s) es po r lo tanto el mom en to (le su Iiheracion de las garr as de la p ulsi ón de muer te. En el acto III, T ristán no desespera po r miedo ,1 la muert e, sino por el hech o {le que, sin Isolda, él 110 pl/ede morir y queda con de nado al anhel o e te rno; agua rda ansiosa mente la lI ~bJ<l ~ a de la m ujer ¡u ra pode r mo rir. La pe rspectiva que te me no es la de m onr s ~ n lsolda (la queja habi tual de una ama nte) sino la de un a vida inter minable srn ella... Esto no s proporcio na una clave del canto wagneriano paradigmático: precisumenre, la queja (KJage) del hé roe, que expresa su ho r ror ante la condena a una vida de ete rno sufr imiento, a vagar () vivir como un monstruo "sin muerte", anhelante de la paz del cementer io (esto desde el primer ejem plo , el gran mon ólog-o int roducto rio del H oland és, hasta el lam ento de T rist án agonía..a nte y las dos g-randes quejas del sufriente Amfortas). Aunque n o hay ninguna gran qu eja de Wo ran, las pal abr as con las que lo despide Brunilda (" Ruhe, r ube, du Gol!" ) apun tan e n la mism a direcció n: cuan do el oro vuelve al Rin, finalmente " 'ot.a n puede m or ir e n paz. El comentario hab itual que subraya la supuest a conrradic-

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ción en la trama de El anitlo (¿por qué mueren los dioses, aunquc la deuda ha sido saldada, es decir, el oro ha vuelto al Rin? ¿no era esta deuda im paga la causa de la caída de los dioses?) es er róne a: la deuda imp aga que le impide mori r a W o tan, el " pecado original", es haber perturbado el equilibrio natu ral, y \ Votan solo puede mo rir y encontra r la paz des pu és de haber saldado esta de uda. Advertim os tam bién la razón de que T ann hauser y Lo hengrin no sea n verdade ras óperas wegncrianas." les falta un verdadero hé roe wagneriano . 'Tannha user es "demasiado común", está sencillamente dividido entre el amor espiritual puro (a Elisaberh) y el excede nte de go ce er ótico ter re nal (que ha encontra do en Venus), incapaz de ren unciar a los place res terrenales aunque anhela desembara zarse de ellos. Lohcn gri n, po r el cont rario, es "demasiado celes tial", una criatura divina (un arti sta) que anhela vivir como un mortal común con una m ujer fiel que confíe absoluta me nte e n él. N inguno de estos do s personajes está en la po.. sición de un ver dadero héroe wagn eriano, condenado a un a exist encia "sin muer te" de sufrimiento eterno ." D e modo que los héroes wagneri an os sienten vértigo ante la muerte, pero en un sentido kicrkcgaardiano. Con esta concepción, Kíer kegaard invierte la dc ses.. peraci ón común del individuo dividido entre la certid um bre de que la muerte es el final, de que no hay nin gún Más Allá de vida e te rna , y pn r otro lado el deseo inextin guib le de cree r q ue la m uerte no es lo últi mo , que hay otra vida, co n su promesa de reden ción y beatitud ete rna. Par a Kie rkegaard , la náusea o el v érti .. go ante la muerte involucra la paradoja opues ta del sujeto que sabe qu e la muerte no es el fina l, ljUe sabe que tiene un alma inmortal, pero no puede enfrentar las exigencias exorbitantes de ese hecho (de be abandon a r los vanos placeres es.. réticos y tra bajar por su salvación), de modo que quiere desesperadamente cr eer

1.\ mu ert e ¡'j' eljiuld, llUC no hay llingull¡l exigencia divina incondicional pevandu soh re él... D e modo quc estamos ante un indi viduo que quiere deses per a.. ,J;Il11eIllC morir, desaparecer para siem pre, pero sabe que no puede hacerlo, pues ¡ · .. t,í con den ado a la vida ete rn a: la inmort alidad, y no la m uerte, es su ho rror tundamc nral. En un sentido , esta invers ión es análoga a la que aca bamo s de mencionar, al pasaje lacaniano desde el deseo a la pu lsión: el deseo anhela desespcradamente alcanzar el goce, el objeto fundam enta l que sie mpre lo elude, mientras que la pulsi ón. po r el contra rio, supone la im posibilidad op uesta: no la imposibilidad de obtener el gm.:e, sino la im posibilidad de íderarse de ¿l. La le cción de la pu lsión es que estamos condenada 01goce; hagamos lo qu e haf.:,1I1l0 S, siempre tend rá adh erido el goce: nun ca nos liberarem os de él; incluso en nuestros esfuerzos más enérgicos te ndientes a renunci ar al goce, esos mismos es.. fuc rzos qu edan con ta minados por el goce (como en el caso del asceta que experimenta un goce perycrso al flagelarse) . Y la perspectiva de la tecnología genética r'untemporánea parece involucrar un horror kier kegaardia no homólogo : plantea I.L posibilidad, no de la mue rte, sino de la inmortalidad. Lo que ha ce qu e las ma.. uipulacio nes genéticas sean un om inosas no de riva del hecho de que finalmente wni posi ble objeti var tot almente nue stra existencia (en el genoma enfren ta ré la ';",rm ula de lo que "soy objetivame nte"; un geno ma funcionará como la versión defin itiva de la antigua fórmula mística hindú "Tet rcam IIsi", "T ú eres eso"), si.. 110 también de que, en cie rto sent ido, nos volveremos inmortales e indestructi .. Ioles, interminablemente re producibles, con n ues tr os dob les mu ltip licándose alrededor nues tro gracias a la clo nación ." Un a vez más, este es el domin io de las pul-iones, de la inmortalidad asexual por medio de la d on ación repetitiva interminable. D e modo qu e lo esencial es oponer la donación genética a la reproduc('iún sexuada; la clo nación genét ica señala el final de la difere ncia sexual como lo rcal/ímposible que estru ct ura nuestras vidas y, co mo tal, mar ca tam bién el fina l ' lile

56. Véase Michael T anner, tVngll n", Lond res, Flamíngo, 1997. 57. Aquí podemos trazar un a oposici ón adicional entre dos lam ent os agón icos wagnc riaIIOS ; el de T r tst én y el de Amforta s en Pimifal. Esta opos ición supo ne una rela ción diferen te co n la triangulación cdfpica. ' Trjstán rcpro..lcce la situación edipica corr iente (el robo de !so lda, una mujer que perte nece a otro ho mbre, a la figu ra paterna del rey M ark), mien tras que (como lo ha se ñado Clau dc L évi-Strauss), la estruc tu ra subyacent e de Piu' ifal es an ricdípica, inversa al Edipo. En PmJifal, qu ien lanza el lame nto es la figura patrnJil de Amfurtas, final.. men te libe rado por Par sifal. En Tristdn el digno M ark finalmente le perdona a T risnin su p'l~ sió n rraosg rcsora , mientras ¡Iue en PI/nifill el joven protago n ista "asexual" , ese "puro rouro'', libera al pate rnal Amfonas de las penosa s consecuencias de su pecado (dejándose seducir por Knudry). Esta inversión, este desplazam ien to de la ma ncha de la tra nsg resión desde el h ijo al padre es lo que hac e de Pllrsiji¡l una obra de arte propiamente moderna, que deja ¡ud s lu problematica ed ípiea n-adiciona l del hi jo que transgrede la prohi bición pat erna, que se re be la centra la autoridad del padre.

,'i K En el nive l muc ho más modesto de ln vida co tidiana, a me n udo tr opiezan co n el m iserror quienes trabajan con comllut;\l,lnras; lo ho rrible no es entonces que, debido a UII vi' 11' O) ¡11 ma l fu nciona m iento, podamos pe rder o hor rar inadvertida mente los resultados de ho1.1' " día s de tr abajo, sin o t am bién la circunstancia Upllesta; en cuant o hemos escr ito algo y '1IlCl!,\ reg istrado en la compu tado ra, resulta prdct icamcnte imposible borrarlo. Como se sabe, ,HllHllle ap liqu emos la función "horrar" el texto queda en la má quin a. solo que n o en la panta11.1. Por esa razón las computadoras tienen la funci<'m Undeietc, que nos permite recuperar un 1(' \(0 horrado po r error. Una simple cumputudora contiene entonces una especie de do m inio r-cpc-ct ral de "muertos no-mue rtos", te xtos borrados que sin emba rgo siguen llevando una nis tcncirt de sombras "entre dos muertes", borrados oficialme nte pero sub sist entes allí, aguardanclo que se los recupere. Este es el horro r funda me ntal del un iverso digital: en él tod o que ,1.1 inscrito para siempre; es práctica me nte imposible desemb arazarse de un texto, borra rlo ..

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del universo simbólico en el cua l moramos co mo seres-de-lenguaje mortales, finitos . Esta idea tic una existencia espect ral sin muerte nos permite asimismo eX plicar la paradoja fundamental de la pu lsión de muerte freu diano/lacaniana: igual que la náusea kier kegaardiane ante la muerte, la pulsi ón de muerte no es la marca de la finitu d hum ana, sino lo opucsto , el no mbre de la "vida (espectral) et er na", el sign o de una dim ensión de la existencia hum ana q ue persiste para siempre, más allá de nuestra m uert e física, y de la cual nunca pod emos liberarnos. Advert imos ahora en qu é preciso senti do Lacan debe o ponerse a H e idegg er: ¡w ·a Lacan, la pulsi ón de muerte es el nom bre freudiano defini tivo de la dime nsión q ue la m etafísica tr adicional designaba co mo "in m o rtalida d". un im pu lso, un "empuje" que pe rsiste más allá del ciclo (bioló gico) de la generación y la corrupción, m ás alhí del "de stino de to da carn e". En o t ras palabras, en J.¡ expre sió n "pulsión de muert e" el concep to de " muerte" funcio na exacta me nte co mo "hámlich" e n e l "lIl1btimlich" freudiano, co mo co incidente co n su negaci()n: se: llama "pulsión de m uert e" a la dimensión de lo que e n los rela tos de ho rro r 3pa rece como "muerte no mue rto", una vida extraña, inmo rt al, indestruct ible, q ue pers iste má s allá de la muerte. Esta es la "infinitud " compatible co n el edificio teórico lacaniano: no la "es pu ria in finitud (ma la)" de 13 lucha interminable po r alcanzar la meta o el ideal f inales que por sie mpre se susr...a en a noso tros, sino una infinitu d incluso peor de goce q ue persiste por siem pre , puesto q ue nunca podremos desem bara zarnos de ella. La respuesta de Lacen a la "infinitud mala" no es ent onces la afirmación idealista seudo hegeliana de una verdadera infinitud posi tiva de la idea, sino un gesto de "de mal en peo r": la afirma ción de L1 infinitu d incluso peor de II n " re sto in divisible " de goce que siem pre se adh ier ea todo lo q ue hacemos... ¿C uál es la r elació n entre la di ferencia sexual y esta pulsión "sin mue rt e"? j acques-Alain '\'f ille r s9 int enta intr oducir la difere ncia sexual en la co ncl usió n del tratamient o psicoanalítico; las mujeres no están tan plename nte ide nt ificadas con su fanta sía, " no todo" su se r está atrapado en ella; po r esta razón les resu lta más fácil distanciarse del fanta sma, atravesarlo, m ien tras que los ho mb res, co mo re gla, enfrentan un núcleo fanrasmdrico condensado, un "sínto ma fundamental", la fórm ula b ásica del goce a la q ue no saben ren unciar , de modo q ue todo lo q ue pueden hace r es ace pta rla CO Ill() una necesidad imp uesta. En síntesis, el "a t...a vesamiento del fanta sma" es concebid o co mo feme nino, y la "identificaci ón con el sínto ma", co mo masculina." M

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.\ t illc r ab orda [a tensió n irrcsue lra e nt re el deseo y la pu lsió n, una te nsión d l ~t Trn ih l e en esta solución , en u rra de sus conferencias, "Le

monologue de í'appa, ,,1(" ,M centrada e n una oscura afirm ació n de Lacan: "le pas-de-díalogue o so limite .I111H t-imapr étation, par 01/ r'ossu rr le rirr. M iller interpre ta esta "falta de diálo~ n " romo I'dpptlrole, la palab ra qu e funcio na com o aparato de goce, y ya no ce1110 medio para co mu nicar algú n sig nificado; I'llpparole no involucra la inrersub1,·u vid'l(I, ni siqu iera co rno el Otro vacío q ue está presente cuando hablamos e n 1111 lIIo nú lgo interio r, tr ata ndo de aclarar nuest ros pensamient os; tampoco co mo 1,1jlllli.~-.ml.W: de he rir al O tro en el núcleo de su ser, po r ejem plo con pala bras mjuriosas. L 'ap/lIn·ole inv oluc ra una afirmación del goce de la palabra vacía (cau-nte de significado), una afirmación radicalm ente ence rrada en sí m isma. En ~ l l ll l' s i s , l'appnl'ole es a la parole lo qu e lalilllgue es e le jongage.) 1,'llppnrole es un circ uito idio ta fel iz del apar ato q ue prod uce goce, pc ro ¿no I ' ~ precisament e esta la de finició n de pulsifín? ¿De q ué mod o, entonces, la intcrprctació n lim ita este circuito ence r rado en sí mismo, introd ucien do la dimen~ lt ·1l\ de lo Rea l? Lo Real es en este caso lo imposi ble, la impos ibilidad de la re IK it'lI\ se xua l: el parloteo feliz. d e I'oppllrole es asexual; co mo tal, no involucra mllh'lll1a expe r iencia de lo Real en cuanto im posible, es decir, no involucra nin~ ll ll a exp eriencia de algú n lím ite t raumático intrínseco. La interpre tación debe cuumces "a te mpe rar " al sujeto co n respecto a su inme rsión beatífica en el parI..len de I'ilppm-ole, y obligarl o a co nfronta r lo Rea l imposible de la condición humana. L a interpretació n no es entonces con cebida co mo ilim itada/ infinita tvsicmpr e hay un nuevo modo de leer un texto") silla , po r el contrario, como el f!,l' slo m ism o de int roducir 1111 límite <11 juego irrcst ricro de l'appal'ole... El prohlcum de esta inte rpre ta ción es que ide ntifica /'apparoJe co n el rein o irres tric to lid principio de placer , que excluye la dimensió n de lo Real. Pero en este caso /'11P/"/l'o/e no potldfl ide nt ificarse co n la pulsión , puest o q ue la pulsión invol ucra 1" Real d e la com pulsión a re pet ir, q ue está por definició n " más allá del principio de placer". El pr oble ma co n el q ue lucha M iller es el cen tral del último Lacan : desp ués Ill' penetrar de ba jo del complejo (cdí pico ) de la ley )' el deseo, del deseo funda do r-n la pro hibición , hasta el "co ntin ente neg ro" de la pulsi ón y su satisfacci ón e n (·1 circuito re petido del goce, ¿cómo hemos de (reji m roduci r un límite, reIO''7J0 11-

"'I j

mm I"/tí de la fantasía,

que per siste incluso cuando el S(l jeto atraviesa su fant asma funda-

1"" l1I a[; M illcr parece re ducir el sínto ma ;1 la con dición de núcleo fnnrasnuitico cond ensado

59. Véase j acqucs -Alain Millcr, "D es scmhlun ts dans la relatiuu cutre les sexes'', l.tl Ctl/m J1-elldieoOf, n" 36, París, llJ'J7,págs. 7-15. 60. Miller parece renuncia r aquí a la idea ,Id sín toma corno silll/)cmr, el nudo de goce (¡ut'

'1I1C regula el acceso ,11goce. ro 1. jacques-Alain Mi11e r, "Le monologue de l'llppilrolt ". ú, el/((St frmdif/Ulf, n" 3, l'nrís, 1'1')(;, págs. 7- IR.

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do de tal modo al dominio de la ley/ proh ibición , de la comunicación y del significado? La única soluc i ón consistente es que l 'apparole (la versión lacaniana del narcisismo primario ante rior a la introducció n de la ley sim bólica) no sea "primo rdial", que haya algo que la preceda (por lo me nos lógica men te). Es to es precis auiente lo que hemos denom inado la violencia de la imaginación prcsin r érice, que no deiJe identificarse con el circu ito bea tífico de la pu lsión autosa tis fccha. Este circu ito de la pu lsi ón es la matriz fundamental de la dlltoo[rtcióll, de la cir culació n aur oafectiva (el prop io Lacan piensa en lab ios que se be san a sí mismos como figu ra pe rfecta de la pu lsi ón; su fórm ula de la pulsión ("re ¡aire. ,,") evoca ya la auroafecci ón: po r ot ro lado, la imaginación presint ética es lo op uesto (le la auroafecci ón. re presenta una especie de big bnng ontológico, la violencia primordial de irrumpir desde la inme rsión y el encierro, haciendo estallar el circuito cerrado. desga rra ndo cualquier unid ad de la vida en la mu ltiplicidad flotante de objetos parciales espect rales y mon struosos. Incluso en la pos ición del prop io Lacan acerca de este punto e ncontramos ambigüeda des. Su actitu d "oficial" está ejemp lificada del mejor modo en el texto br eve pero esenci al incluido al fina l de sus Escritos, "De l Trieb de Fr cud y el deseo del psicoanalista"." ¿qué tie ne qu e hacer el analizante cuando lleg a al fínal de la cura ana líti ca, es decir, cuando "regresa" desde el deseo (sostenido por el fantasma) a la pul sión? ¿Tiene que abandonarse al circuito cer rado de la pulsión? Difer en tes tra diciones m ísticas y filosóficas, desde el misticismo cr istiano hasta Nietzsche, parecen pro pugna r este cam ino: aceptar el circu ito dcl "et cmo ret om o de lo mismo", encontrar la satisfacción, no en alcanzar un a meta, sino en la senda qu e lleva a ella, es decir, encontrar la satis facción en no alcanza r la meta una y otra vez... Pero La can insiste en que "at ravesar el fanta sma" no es estrictame nte lo mismo que pasar de la pu lsión al deseo : hay un deseo que subsiste incluso después de qu e hayamos atravesado nuest ro fantasma fundamental, un deseo no sostenido po r un fantasma y, por supues to, este deseo c.s el desea del enalista, N o se trata del deseo de conve rti rse e n ana lista, sino de un deseo <Iue armoniza con la posición subjetiva del analista, el deseo de alguien que ha podecido la "destitución subjetiva" y ace ptado el papel del excremento "abyec to", un deseo libe rado de la idea fan tasm ánc a de que "hay algo en mí que es más que yo mismo ", un tes oro secreto que me haría digno del deseo del Otro. Incluso después de qu e yo haya asumido plen amente la "inexistencia del Otro" (es decir, el hecho de que el orden simbólico es un mero semblante), este deseo sing ular lile imp ide sumergirme en el autocncie rro del circ uito pulsional y su satisfacción

. h-hilimdo ra. Se supone ento nces qu e el deseo del analista es sos tene r la comullitLul analítica sin ningún soporte fant asnuitico, se supone que ese deseo puede dar vido a un Otro comuna l que evite el efecto t ransferencia] del "sujeto su puesto ... (saber, cree r, goz ar)", En ot ras pala br as, el deseo d el ana lista consti tuye el intento lacaniano de responder a una pregunta: desp ués de que hayamos atrave..;Hlo el fantasm a y aceptado la "inexiste ncia del O tro", ¿cómo retorn aremos a " I ~ tl na (n ueva) forma del O tro que haga de nuevo posible la coexistencia coleetiv:l? Lo q ue no se debe perder de vista es el hecho de que, para Lacan, la pulsión ll O es " pri mordial", no es un funda mento a part ir del cual, po r medio de la inrcrvenci ón de la ley sim bólica, e me rja el deseo. Una lectura atenta del gra fo del ,lcscn"J demuestra que el deseo es un montaje de ele me ntos y surge co mo una especie de sub producto necesario del cuerpo instintivo at rapado en la red del urden simbólico. El hecho de que una necesidad insti nti va esté atrapada e n la red tic los significantes significa qlle el objeto que satisface esa necesidad ha comenzado a funcionar como signo del amor 21 Otro/M adre; en consecuen cia, el único ca mino para salir del atolladero de la esclavización del sujeto a la deman,la de l O tro pasa po r la in tervenci ón de la prohibició nJley simbólica que hace imposib le para siem pre la satisfacció n plena d el deseo. E ste es el ori gen de tot t lS las conocidas paradojas del deseo, desde el "No puedo ama rte a me nos que renuncie a ti" has ta "No me des Jo que te pido , porqu e no es eso lo que te pido" . L a definición del deseo es ese ce n 'ar pos fa: su propó sito más eleme ntal y fundam enta l es sostenerse co mo deseo, en su esta do de no- satisfacci ón." La

(,3. Véase j acq ucs Laca n, " Th e Subversión of me Sn bjecr and rhe Dialectics of Desirc", <' lI l~"¡ts; A S rk,-r;rJll,

.

62, Véase jacques L K',l1I, " Du ...Trieb» de Freud au désir du psychaualyste", cn Écrils, París, f:{lition s du Seuil, 19M, págs, 851-85 4"

6+. Una célebre frase hecha de ) enny l lolze r, "Pror égeme de lo que quie ro", expresa mu)' precisame nte la ambigü edad fundamental involucrada en el hecho de que el deseo es siempre d de"Seo d el O tro . Fs posible inte rpreta rla t'(' 1Il0 "Pror égeme del deseo autodcsrructivc exce _i"u que hay en mí, y (lue yo misma no suy ca l' ~ 1. de dominar ". H ay aquí una referencia in!mi(".1 a la sahi dur ía machista tr adiciona l, según la cual la mujer , librada a sí misma, queda atrapa,1.1 en una furia anrod cstru ctiva , {le modo {¡uc dehe ser prot egid a de su propio ímpetu por un a ,I..min ació n masculina ben évola. En térmi nos Illis radic ales, la frase ind ica que en la actu al sociudad pat riarcal el deseo de la mujer está radicalmcnre alienado, y ella desea 1o que los hombrcs espera n qm: desee, desea ser deseada, y así sucesivamente, En este caso, "Protégemc de lo '1ue quiero" significa "Lo lJue q uiero me es y,l impu esto por el orden socin simlmlico patriarcal, que me dice lo que debo desear, de modo 'lile la primera condició n de mi libe ración es '1lle rompa el círcu lo vicioso de mi deseo alie nado , y apren da a for mular mi deseo verdadero de una manera autónoma", Desde luego, el problema consiste en que esta segunda interpretal'iún imp lica un a oposición más bien ingenu a ent re el deseo alienado heteró nomo y el deseo

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pulsi ón, por otro lado, re presenta la posibilidad paradójica de qu e el sujeto, im pedido para siempre de alcan zar su meta (y por lo tanto de satisfacer plenamcn te su d eseo), puede no ob stante encontrar satisfacción dando vue ltas alre dedor de su objeto, al que nunca alcan za: de ta l modo se cier ra la brecha const itutiva del deseo; c1 mo vimie nto rep et itivo en círcu lo ree mp laza al anhelo infin ito . En este preciso sent ido , pulsión equivale a goce , puesto que el goce es, en su for ma más elem ental, " placer en el do lor", es decir, el placer perverso que procura por la experiencia dolorosa y reiterada de no alcanzar la mera." El hec ho de que la pulsi ón es un subproducto debe también entenderse en el sent ido preci so que este térm ino ha adq uir ido en la teoría con tempo ránea de la acció n racional:" en contraste con el deseo, que puede car act erizarse co mo una actitu d inte ncion al, la pulsión es algo en lo que el sujeto está atra pado. una especie de fuerza acéfala que persiste en su movi miento repetitivo . Por tal razón se ha pod ido p ro po ner co mo lema ético del psicoanálisis el c élebre nr pos ceder snr SOI1 desir, "no ceder en su des eo", mient ras que la máxima co mp lem entaria, "no ceder en la prop ia pulsi ón", carece de sentido, puesto que es supe rflua: el problema que nos plantea la pu lsión no es que la traicion emos, sino encontrar el mod o de romper ese círc ulo , es la influencia que tien e sobre nosotros su poder in erte ... Po r est a mis ma razón, Lacan habla del "desea del analista", ] 1III1Ica de "lo pfI/sión JeI analista": e n cuanto el analista queda definido por una ciert a actitud subjetiva (la "destitución su bjet iva"), la especificidad de su posici ón so lo puede deter minarse e n el nivel del deseo. La pulsión es presubjc nv a/ac éfala , no es el nom bre de una actitud subjet iva. solo cebe asumir una acritud respecto de ella. En término s religiosos, este es el prob lema de las diferentes herejías. La Iglesia cristiana como inst itución social funcion a efect ivamen te co mo garantía de l deseo humano, (Iue solo puede prospe rar bajo la protección de la ley pate rna (el Nomb re- del- Padre). lejos de proh ibi r las pasion es co rpo rales (la sexualidad), la Iglesia sc esfue rza e n regular las. En su larga historia ha desarroll ado una se rie

verdader amen te aut ónomo. PCTCJ, ¿y si el deseo como tal fuera siempr e "deseo del Olro", <le modo que en última instancia no haya modo de salir del ato lladero histérico del "Te pido lJuc me niegues lo que te estoy pidiendo, po rque nu se tr ata de ero"? 65. Aunque ln pulslón sea entonces concc hida como un subpro ducto del deseo, se puede sostener que el deseo es una de fensa contra la pulsión. la parado ja consiste en ¡¡lle el deseo funciona como 111/1/ drf rllJa contrnsu propio prod/ll10, con tr a su pr opia excrece ncia "I'OI tol¡ígic,I", es decir , cont ra el goce asfixiant e gene rado po r elmovimiento circular, encerra do en sí mismo, de la pulsión. 66. Véase J on Elste r, S'OIIl' G"l1prs, Ca mhr idgc (Ing.), Cambridge Univcrsity Press, IlJH2. [Ed. cest.: Ut'IlS Il flltlrgll.<: $01"7 tll S/I¡'Vr/'sirJ,l de la rmionalidad, Barcelona, Paid ós, ¡9i'li'l .]

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de estra tegias P'Il·'l "domcsuc ar" el excedente de goce que la ley paterna no Pv'> de contene r (por ejem plo, la opción abierta a las mujeres de convert irse en moujus y alcan zar un goce feme nino de experiencias místicas). El logro de la he' l' ji,l d ura (la he rejía po r excele ncia) co nsistió precisame nte en minar e! ro l es' I'atégico de la Iglesia como reguladora de! placer sexual (ese ro l subrayado por l-oucault}, es decir, en hace r lite ra hue nrc caso omiso del cuerpo, e n predi ca r y prucricar la verdadera castidad (puesto que, según decían los cararos, toda unídn 'l'XI/(t! es úzcerttlOSIl).' 7 Desde luego . la parado ja reside en que esta re nun cia radi (";11;11 placer sexual no solo no priva al suje to del goce, sino que incluso lo ampli Ik ,1 (el asceta míst ico tiene acceso a un goce m ucho más intenso que e! place r vcxual ha bitua l); esta es la conexión entre la herejía citara y el amor cortés: cuan do, en lu gar de consent irse el placer sexual dentro de los lím ites de la ley, ~t' prohíbe totalmente la sexualidad corporal. esta proh ihición de la unión sexual final, es ta estr uctu ra de amor interruptus prolon gada ad ;njil1itum, da origen al :1I11llr co rté s, en el cual el deseo se conviert e en p ulsi ón, y la satisfacción se logra :1 tr avés de la po sposición inde finida de la un ión sexual capaz de procurar una v.uisfacció n "real". Por lo tanto, los cruzados cris tianos con tra los céraros tenían razón en cie rto sentido al sospechar que la renuncia ascética a los placeres rerrenales era e ntre esos he rejes profund am en te amhigua, puesto que engendraba un ~t lCe m ucho más intenso, capaz: de socava r el pode r regu lado r de la ley simbólie l paterna. N ues tro resultado final es entonces qu e el deseo yla pulsi ón, en cierto sentido, re prcsllpollm redp rocamaue: no es po sible deducir ni nguno de estos dos elementos a partir del otro. La pulsión no es sencillame nte el circuito cerrado de la auros acisfacción que aparecc (,' OIllO sub producto del des eo, ni el deseo resulta de e-capar al circuito de t i pulsi ón. En consecuencia. ¿no es po sible que el deseo y Ll pulsión sea n los dos modos de evitar el atollade ro de la negatividad qu e es el ~ lI i e to ? Se podría evitar ese atollade ro encon trando satisfacción en el movimie nlO circ ular repetitivo de la pulsíón o, como alte rna tiva, abrie ndo la b úsqued a me to ní mica interm inable del objeto perdido del deseo. Estos dos modos (el del deseo y el de la pulsión) involuc ran <los conce ptos totalmente distintos de la subjetividad. Puesto que ya se han escrito bastantes elogios teóricos sob re el notorio "suje to del deseo" - el sujeto dividido/bloqueado por la ley/ proh ibición simhúlica, el vado de negatividad utrapudo en la búsq ueda etern a de su ob jeto causa per dido (dec ir "Yo so y un sujeto descuncc" equivale a decir "Yo soy la falta , la

67, Según la enseñ an za c étara, nuestro mundo terrestre ha sido cr eado por el diablo. Es decir que el C reador quc al principio dc la Hihlia for ma el mun do que conocemos (el que d ijo " l lágase la luz", etcétera) no es más ¡lile r/l'r0l'ia dia/t!o .

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grieta en el o rden del ser"...)-, quizá sea ya el mome nt o de abo rda r la subje t ividad mucho m ás misteriosa generada por el m ovimiento circular de la pulsión. L a dexa fu nda menta l de Lacan acer ca de la pulsión es bastante clar a, corn o ya he mos visto: la pu lsió n invo lucra un a es pecie de giro auro rre flexivo, no una sim ple inve rsión del modo activo en el modo pasivo: por ejemplo, en la pu lsión esc ópica, e l deseo de " verlo to do" no se co nvie rt e se ncillam ent e en lo inverso, en la procli vidad a ser visto por el Otro , sino en la actitud interm ed ia más :1111bigua de sefaire voir, de hace rse ver." (Esta inve rsió n del deseo en pulsion puede tamb ién especificarse a propósi to de la elección: en el nivel del sujeto del deseo, hay una elección , inclus ive una elecció n forzada fund amental, el suje to d ige, m ient ras que, cuand o la elección se invie rte y to ma la fo rma de se[aire choisir, "hace rse elegir" - com o en la pre des tinación, en la cu al el suj eto relig ioso no se limi ta a elegir a D ios , sino que "se hace elegir" po r ÉI- , seg uimos en el nivel de la pulsi ón. O, p:l fa decirlo de o tro modo, la única libe rtad q ue se me otorga en la pulsión -aunque un a libe rt ad cru cial, la libertad más alta- es la de elegir lo inevitable, abrazar libremen te mi destino , eso q ue me sucederá de todo s mo dos.) Sin em bargo, ¿qué tipo de mhjetividrul involucr a (si acaso involu cra alg una) esta in ve rsión del deseo en pulsíón l '" Dos ser ies de ejemplos cm ematográ ficos y lite rar ios so n q uizá los más adecuados para ilustra r esta paradoja de la pulsión. • El ejemplo del círculo que se cierra en ciencia ficci ón. el sujeto viaja al Pesado o al fut uro , do nde e ncuentra un a cierta enti dad m ister iosa que elude reitera da me nte su mi rada, hasta que se le ocu rre q ue esa entidad "im posib le" es el propio slIjt10; o bien (el caso opuesto) el sujeto viaja al pasado con el expreso propósito de engendrarse, o al fut uro , para presenciar su propia m uert e... A fin de evitar los ejemplos habitu ales (corno Regreso al futuro {H3Ck to t he Fu rur cl), recordemos Carretera per dida (L ost ¡ lighwny ), de Da vid Lynch . Un elem ento cru cial del universo de Lynch es una frase, una cadena de significantes, q ue res uena co mo un real que pe rsiste y ret oma, una especie de fór mula bás ica que suspe nde y atravi esa el flujo lineal del tie mpo: en Duna, es "El d ur m iente debe despert ar"; en Tunn Peales, "Los búhos no son lo (jue parecen ", en Terciopelo azul (Blue Ve/ver), "Pa pá quier e jod er", y, po r supuesto, en Carretera perdit/(/, la frase que contie ne la primera y la última de las palab ras pro nunciadas en la pe lícula,

MI. Véase el capítulo 14 de j acques Lnca n,

Tb ~

sís, Nueva York, Nortu n, 1979.

Po/w Flllldltlltrllta/

CQlIC ~!,ts

of Psycho-Alllf/Y· .

69. Acerca de este punto me abrevo en el articulo inédito de Alejandra Zupanéiétitulado "La suhjec tiva tion sans suje t".

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" 1)ill l ,au re llt L"st:í muert o", (' 01 1 lo cU:II se anuncia la mue rte de la obsce na fijtllf<l paterna, Mr, Rddy (1,1 tot alidad del relato ñlmico se des ar rolla en el tiem1'" ..uspen dido entre esos dos m o ment os). Al pri ncipio, Fred, el pro tago nista, "P' esas pala bras en el interco mu nicador de su casa; al final, in me dia ta me nte ,111 11'" de huir, él m ismo las pro nu ncia, tambi én en el inte rco m unicado r (de m od" I\lIe tenemos una situación circular: prime ro un mensaje oí do pero no entcn.Iltl, ) po r e l héroe, y desp ués el prop io héroe emit iendo ese m ensaje). En sínte_1", lod;1 la película se basa en la imposibilidad q ue t ie ne el pro tago nista de "'Holllrarse 11 tí mismo, co mo e n 1.1 célebre escena del viaje e n el tiempo de las Il to\'ChIS de ciencia ficción , en la cual el héroe se encuentra a sí mis mo en un " "II1 IJO an t er ior ... ¿No tenem os aqu í un a sit uació n sem ejante a la psicon nalfrica, en la cual, al 1'1incipio, el paci ent e está per tur bado por un cierto men saje osc uro, indescifro101,' pero persistente (el síntoma) (Iue, po r así deci rlo, lo bom bard ea desd e afue1 .1, ) . despu és, 31 conclu ir el tra ta miento, pu ede asumir ese m ensaje com o suyo I" up io, enun ciarlo en la primera persona del sinb'lJlar? El círculo te mporal q u.e " _l nICl l1ra Carretera perdida es ento nces el mism o círculo del tra t am iento PS 1'11.llI'llítico, en el cua l, desp ués de un largo rod eo, volvemos al punto de part ida •,," mra pe rspectiva. En su primer Seminario. Lacan invoca esta estructura tem1'"",11 circula r del síntoma cua ndo subraya qu e el síntoma freudiano es co mo 1111 ,1 señ al po rtadora de un mensaje q ue 110 llega (co mo ca hria es perar) del "pasa,11l profundamente enterr ado" de los t raumas anti guo s, sino desde el f l/fUro (del _ilir IO): de sde el futu ro en el cual, por o bra del trat amiento psicoanalítico, se t ".I1i l,:lrá el sig nificado de ese sfnroma. ?"(En este se ntido, la mencionada to ma ,l., tr escientos sesenta gr ados en la cual vem os abrazarse apasionadam ente a la p,lt da de Vi/1igo, la pel ícula de Hitchcock, esa esce na en cuyo transcu rso el fond,. que est á detrás de ellos nos lleva del presente - Scottic besando a j udy recen\Trl !,la en i\hdeleinc en su habitación co rrient e de ho tel- al pasado - Scoru e be _ulllo a la prop ia ála delein e in me diata mente antes de su salto suic ida desde el Il1 ti ~lIo granero de la Misi ón Juan Bau tista- y de nuevo al presente, esa tom a, .kl'imos, ilustra per fectamente el círculo tempo ral de la pulsíón, el modo en '11lf e11 su mo vim iento se repliega sobre sí mis ma . E s posible entonces que el ",'h 'l igo" del títu lo del film indique en última instancia que Scottie está atrapo .In eu el cir cuito incesan te de la pulsió n.)

7(l, "[... ] 10 q ue vem os en el retorno de 10 re prim ido es la se i\al bo rrada de algo qu e solo vu valo r en el futuro, a tr avés de su realiza ción simbólica, de su integración en la his to' l ~ del sujeto" (The &mi",tr QfJd((lU~S [¡Ud" , BQI1i 1: FrruJ's PdJ'"S on Tnhlli1lu, N ueva York,

' '' II M

J",; " n ' MI, 19 K8 , pág. 159 ).

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• El ejemplo del rel ato en el cu al, en el pr imer momento, nosot ros (el sujoto desde cuyo pu nto de vista se na r ra la histor ia) enfrenta algún obj eto horrible (la co sa extraña, el monstruo, el asesin o ...), prese ntado como el plinto con el quc no es posible ninguna id entificación; de pronto , sin em ba r go, los especiadores nos vem os viole ntam en te ar ro jados a la perspectiva de esa m isma "COSil extr añ a". Recordemos ejemplos co mo Frankenstein, la no vela, en la cua l, despu és de que se nos presenta el monstruo como la co sa ho rrorosa extraña, somos súbitamente arrojados a la persp ec tiva de esa cosa: se le pe r mite a ella co ntar su lado de la historia." En la excepcional Cuando llama un extraño (When a Stra uger Ca/ls), de Wes Craven, tam bién somo s em pujados de pronto al punto de vis. ta de! asesino compulsivo presentado en la primera pa rte de la película como la Otrcdad absol uta , Podernos mencio na r tambi én Psicosis (P:sycho) de Hitchcock , en la cual, despu és de que la ma dre ha sido cons truida como la cosa hor ro ro sa, en alg unas tomas (po r ejemplo, el asesinato de l de tective Arbogasr) vemos la acción de sde la pe rspe ctiva de e/ln,n En todos esto s C,lSOS, se "subjet iviza'' la Cosa inaccesible/traumá tica que csrd m ás allá de la rep rese nt ación: esta subjetivización no la humaniza ni demuestra que lo que con siderábam os un monstruo era en r ealidad una persona común, vulnerable ; la Cosa cons erva su Otredad insoportab le, se subjeríviza como esll Otredad. O , pa ra de cirlo en los té rmin os de la visión: la Cosa se construye prl me ro como la X inaccesible en torno a la cu al circula m i de seo, como el punto ciego que qu iero ver pero al mismo t iem po te m o, y que evito mirar, porq ue es dem asiado fuerte para m is ojos; desp ués, en el pasaje a la pulsión , yo (el sujeto) "me ha go ver" como la Cosa: en un gi ro reflexivo , me veo como Eso, la Cosa/objeto traum ático que no que ría ver.

1111 1',ll'ílk o, debajo de la supe rficie se descu br e un a gigantesca nave espacial que 1101 pcrumuccido en el fondo durante trescientos años. Los tres científicos 11111' entran en ella van comprend iendo gradualm ente que la m isteriosa E sfet i' Illle cstri en el centr o de la nave puede penetrar en la m ente : cono ce n uestro s 111 " U'I'S miedos y com ienza a darles realidad, a m ate rializarlos. ,. 7) A Ull q UC la ob ra en sí no es muy interesante, merece que le prestemos aten1ion po r su título: co mo lo demostró Laca n en e! capítul o de su seminar io sobre ts uun sfe re ncia dedicado a este mi smo tema ("La dér ision de la sp here"), 74 la ¡' 1 ~( ' i ll <l ci lÍ n que ejerc e sobre nosotros la fo rma in tocable, impen etrable, cnc erra,1.1 ru sí misma y au toco ntenida de la esfera reside en el hecho de que expresa a 1" perfección , en e! nivel ima ginario, la forclusió n de la castr ación , d e un corte 11111' señalarí a la presen cia de una falta y/o un exced ente , Par ad ójicam ente, plles 1' "lIue n uestro acceso a la real id ad está condiciona do por el corte de la castr a• h ll l , el status de esa esfera, lejos de encarnar la per fección o ntológica, es en sen1111' 1estrict o preonrol ógico: la Cosa-Esfera se no s aparec e como algo que, en l('n nil1 os cinem atogr áficos, podríamos llamar un objeto des dibujado, un obje to 1111 (' , por definición, está fuera de foco." Esto está muy bien traduci do en la pe 11t '1I1a de Levinso n, en la cu al la Esfera es perfec ta, pero al mismo tiem po t iene " I~ " vivo, q ue ondula y vibra , pues su superficie está co nstituida por una in fini11,11 1 de ondas microscópicas. La Esfera es entonces como la superficie del océano en Solaris, con su sup er -

71. Acerca del princip al ejemplo de la cosa mons tr uosa en la cultura popul ar co n tcmporán ca, el caso del "alienfguna", Ridlcy Scott dijo en un a entrevista que, si se le per mitiera filmar la segunda parte de su AliC11, contaría la historia desde el punto do vista del mon struo. 72,y n análisis más detalla do de 1:1 subje tivización de la Co sa en Psicosis pued e leerse en Slavoj Ziiek, "Hitchcock'ts Universo", en Slavoj ZiZek (comp.), E¡)CI)thillg YOIl Ever IYrln ted so Knonr About LIIClm (Bur fVere A.fraid toAsk Iliu!Jcock), Lon dres, Verso , 1993,

7 i , Aunque tal vez ]JHrezca difícil imaginar una película más diferen te qu e rVa}; the Do};, 1,1Inhié'!l de L cvinson , filmada el mis mo año, íno est án esta s dos ob ras cone ctarlas? [N o es la I , ll"I'a la Zona en la cual, en cuanto une ha entrado en ella, la cola (nu estras sombr as fantasIIIIU i<"as) men ea al perro (a nuestr o sí-mismo que supuesta mente controla nuestra persona11<1,1dJ' ¡Vag the Dog, es la historia de especi alistas en relaciones públicas 'lIJe tr aman el esr'ecI,j, 11111 mediatice de una guerra con Albania pat a distraer la atención pública del escándalo " 1 11;11 en el cual se ha visto envuelto el presidente unas semanas ante s de su reelección; esa peIh Id,! YSpbcre tienen como tem a común el poder del puro semblante fanrasmatico, el mudo en '1,", ..1scm blaure fantasma tico pu ede dar form a a nuestra (experien cia de la) realidad misma. H , j acques Laca n, Le Senrínaire, liare Vlll: Le trlm.rji'rt, París, Sella , 1991, págs. 96-116. 7.'i, Enco ntramo s un equivalente aproximado en lJao>/structillg Iltl rry, de Woody Allen , 1",lkll l;) en la cual Robin \Villiams inte rpreta al personaje qu e, por así decirlo, es ontológica11I<'l1te una salpicadura, esta desdibujado, fuera de foco: sus contornos son con fusos no solo 111,111.10 for ma part e de un fondo borroso, sino que están también desdi bujados cuan do se en rm-turn ent re perso nas a las que podemos percibir con roda clar idad. Esta idea (lament ableun-ute un bapax, qu e solo pu ede usarse una sola vez) de una person a que es en sí misma ana1""I Ii',tica, cuyo perfil no puede pcrcibirsc con clari dad desde nin gún punto de vista (incluso , ",¡ud" él se mira a sí mismo, ve sus mano s borrosas ), está expres and o, de un mod o ingenuo 1,,"11 ' adecuado, el concepto lacaniano de la mancha constitutiva de la realidad,

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Una vez más, ¿no encontramos el ejemp lo fundame ntal de esta Cosa imposible que es no sotros m ismos en un t ema de ciencia ficción , la denominada Má ~ quina -Ello, un m ecanism o que mater ializa dir ectamente n uestras fantasías no re conocidas (en obras que van desde El planeta olvidado (Tbe Forbidden Plrmet) de Fred Wilcox hasta Solaris de Andrei T arkovsk y)? La últ ima vari ación sobre este tema es Ejfem (Spbere, 1997) de Barry Levinson, en la cual, en medio del oc éa-


pos ición de calma globa l general y una movilidad infin ita: aunque perfectmncnte tra nquilo, se agita en su mo grado y centellea sin cesar, de mod o que es imposible fijarlo, apre he nde rlo en su existe ncia posit iva. Como tal, la Esfera no es nada en sí misma: un puro medio, un espejo perfecto que no refleja/materializa la realidad sino solo lo real de los fantasmas fundamentales del sujeto . En la pelíc ula, cuando el personaje de Dusnn H offinan incre pa colé rlcamenre a Samuel j ackso n (que interpreta al matemático afroamericano) porque no quiere que los otros sepan lo que hay en la esfera, }ackson replica: "[Pero ro ta mbi én has estado en ella! ¡Sabes muy bien que ~'11d ~"a 110 bay naJa!". l-:S decir, nada más que lo que IXlne el pro pio sujeto 0 , para citar la form ulació n clásica de Hegel so bre cl co nrenido del M as Allá sup rasensib lc, "Es manifiesto que detrás del denorninado velo que se supone oculta el mu ndo inter ior, no hay nada que ve r a me nos que nosotros mismos vayamos allí, tanto para qu e pod amos ver como para qu e haya algo detrás quc pued a ser visto"." Es esencial tener presente {lue precisamente corno RC,II, como L1 Cosa imposihle, la esfera es una entidad de puru semblante, una entidad qu e está ana rnorfóticamen re disto rsionad a en sí misma, un a superficie on dulante, centellan te, fue. ]·,1 de foco, que ocult a (o es soste nida por) la N ada : COII/ O tal, es el me dio neurrnl perfecto para los fantasmas fundam entales . D e Esfc1"I1 surgc tamb ién con clar idad que la idea de una Zona o C OS.I en la cual se realizan dir ectamente nuestros deseos se inserta e n el linaje del antiguo tem a del cuen to po pu lar de los tr es deseos, ana lizado por Freud (el campes ino a qui en un hada le ot orga tr es deseos pide una salchicha; la CSpOS¡1 pide <Iue la salchicha se I}e~..tue a la nariz del hombre por la estupidez de se mejante deseo, y am bos dehen utilizar el deseo resta nte para que la salchicha se despegue)' m elva a aparecer sobre la mesa....). D esde luego, la idea de este tema es la relación e ntre el ca rácte r incon me nsurable del verd adero deseo de! sujeto y su fo rm ulación en una demanda determinada: nuestro deseo no es nunca en realidad e! deseo explícito que podemos formular: nunca desea mos verdad eramen te lo quc deseamos (J que remos. Por esa razón, no hay nada más horri ble (precisame nte, más deseable) que un a Cosa que realice inexorablemente nuestro verdadero deseo ... Por esa razón, la única man e ra de evoca r e! deseo consiste en ofrece r el ohjeto y ,lrspuN, inmediata mente, retirarlo, como en la excelente escena de sedu cció n tle Sop/tIl1Jo al viento (BrasseJ OjJ), e n la cual la chica , en la puert a de su casa, a altas horas de la noc he, le dice almincro al que int enta sed ucir: "¿Te gusta ría entrar a tomar una taza de café?" "Te diré, yo no to mo café. .... "Ah, bu eno, porqu e yo tamp oco reng o.':"

76. llegel'! Phmom nwiogy of"''pilir, Oxford , Oxford Uni\'~rsity Prcss, 1977, pág. 103. 77. Lamentablement e, Esfrm malogra la pureza de su visión al retradu cirla a la sabiduría

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Ile llll ,dI) tille t i coincidencia de la alte ridad tor al con la pro ximidad absoluta esencial de la CO S,I : la C OS,l es " nos otros mismos" , nuest ro propi o núcleo m.u-ccsiblc, incluso más que el inco nsciente ; es una alter idad qu e es direcramenn- nusor ros, qu e esce nifica el núcl eo fantasrn ático de nuestro ser. Entonces, la t »numicaci ón co n ella no fracasa. porque sea dem asido ajena, vocera de un inreInln lJue supera infi nitamente nuestras capacida des lim itadas y se entrega co n Illl\otruS a juegos perversos cuya justificación racional está siempre fue ra de tlllt·str'l aprehensión; nue stra comunicación con ella fracasa porque está dema' I.ulo cerca de 10 que, en nosotros, debe pen n anecer a dista ncia para sostener la t »n-ist encia de nuestro un iverso simbó lico . C on su misma alte ridad, la Cosa ge111'1" ,' los fenómenos espectrales que obe decen a nuestros cap richos id iosin cr ési1 '" más recó nditos: si hay un titiritero qu e maneja los hilos, lo somos nosotros nu-mos , " la C osa que piensa" en nuest ro co razón. El ejem plo fundamental de esta coincidencia del núcleo d e mi ser con la exn-mnlidad radical de la COS;1Ajena, ¿no es Edipo, que, al busc ar al asesino de Sil p.nlrc, descub re que fue él mismo quien 10 ma t(í? En este preciso sentido, se pm·de sostener que el térm ino fre udiano Triebscbicksale, "destinos/ vicisitu des de 1.1 pulsión ", est á profund amente justificado, y es incl uso tau toló gico: la "pul_¡t ln" freudia na no es en últi ma insta ncia más que otro nombre del "desti no", de l. inve rsi ón a través de 1;1 cual e! círculo de! destino se realiza y se cie rra: cuand o ,.[ destino alcanza a Edípo, este enfrenta el hecho de que él mismo es el mo ns11110 que bu sca ba. Y, para entender clar amente el modo en que esta dim ensión ,1.,1des tino se superpone con el tiempo circular, recordemos un tem a frec uente ,'n t I ciencia ficción trá gica: un científi co viaja al pasado para in terven ir en él y lIlotlifiC:l.r retroacti vamente (anular) un prese nte catastrófico: de pronto (cuando ~ J es demasiado tarde) se da cuenta de que no solo el res ultado (la catás trofe d el l" cscnte) será el mismo, sino de que además esa catástrof e que ti quiso anular ffl~ l'l({üllmmte gnu:rada por SIl intento de cambiar ti presr1lte con une interuencídn rr" lIIlfti l'a ~n ~I plisado: su int ervenció n había estado incluida en el curso de las ce-

l'.

" "min de la N n;' Agr: al final, los tres perso najes supe rvivientes deciden que, ya que inclu so 1,.11 .• ellos, tres humanos ci\·ilizado s}' alramenre ed ucad os, elcon tacto con la Esfera (es decir, I ~ "I ~)rt tln ida d de llevar a la rea lidad, de materializar sus más íntimos sueñes y te mores) ge net . (. , k~ resultados (autoalestructivos, será pre ferible que o lvid en (horren de sus memurias) tu .1 " l.. experiencia : desde elpunto de vista espiritua l, la hum anidad no está aún madu ra para ese ,1 "I" ,sitivo . El men saje fi nal de la pelícu la es entonces la tes is r on servatlora y resignada de '1'10', en nu estro estado imp erfecto , con viene n o pene tra r demasiado pro fundam ent e en une stI> " secre to s más íntimos; si lo hacemos , IXJ d~ m "s desencad enar tr emendas fuerzas destructi\

. ,~

... 327


sas desd e el principio m ism o. En esta verdade ra inversión dialéctica , la realidad alte rn ativa que el age nte quer ía genera r res ulta ser la realidad carasrrófica presente. Para quienes está n familiarizados co n la filosofía de I Icgel , estos (los rasgos de la pulsió n (su circu laridad te mpora l, la ide nt ificació n despiadada e inexorable del sujeto con la Cosa in accesible cuya falta o repliegu e sostie ne el espacio del deseo) evocan do s rasgos fund amentales del proceso dialécti co hegeliano: ¿no re itera I l egel una y ot ra vez que el proceso dialéctico tien e un a estructura circular? El sujeto del proceso, la Id ea abso luta, no está dad o de an te m ano, sino qu e lo ge nera el propio proceso , de modo que, en un co rtocircuito tem pora l Peradójico, el res ulta do final se causo rc tro ativa me nte l' sí mismo, ge nera sus pro pias causas. Y, además, la ma triz básica del proccso dialéctico es el a uro rreconocimiento del sujeto en el e n-s í de su alterid ad absoluta (reco rdam os la figura frecuente de H egel , según la cual deb o reconocer mi pro pia sustancia en la fuerza que parece resistir a m i esfuerzo y obstacul izarlo), ¿Sig nifica es to que la pulsió n es intrínsecamente me tafísica, q ue propo rciona la ma triz ele men ta l del circuito cerrado de la tel eologí a y del au torreconoc imiento en la alteridad? Sí, pero co n un sesgo: todo ocu rre co mo si, en la pu lsi ón, este lazo ce rrado de la te leología aparecie ra m ínima me nte desplazado por el fracaso que pOlle en marcha. Podría parecer {l ile la pulsión es el caso paradigmatico del círc ulo cer rado de LJ autoafecció n , del cue rpo del sujeto que sie nte afect o po r sí mismo en el do m inio de la igualdad. Segú n he mos visto, ¿no sugiere el prop io Lacan, co mo metáfora suprema de la pulsión, los labio s q ue se besan a sí mi sm os? Sin em bargo, debe tenerse presente qu e esta vu elta reflexiva hacia uno m ismo, intrín seca de la pulsién se basa en nn ¡mcoro fund amen tal, cons titutivo. La definición má s suscinra de la rever sión constitutiva de la pul. sión, ident ifica esa reve rsión co n el momento e n que, al e mprender una actividad intenciona l (una actividad dirigid a hacia algu na meta), el ca mino a la meta, los gestos que realizamos para alcanzarla, com ienzan a fun ciona r como m etas en sí, como su pro pio propósito , como algo que ge nera su propia satisfacción. Este circuito ce rrado de la satisfacción circular, del movimiento repetitivo q ue encuentra satisfacción en su pro pia circula ridad, se basa no obstante en el fracaso, en la imposibilidad de alcan zar la meta a la q ue se apunta : la auroafecci ón de la pulsi ón nunca está tot a lmente en cer ra da en sí m isma, se basa e n alguna X radicalme nte inaccesibl e, imposib le de aprehender: la re peti ción de la pul sión es la re petición de un fracaso. Y (volvien do al idealismo alem án), este mismo fraca so, ¿no es claramente discernible en 1;1 estru ctura fundamental de la Selbsr-Beumsstsein, de la autoconcien cia ? ¿N o está ya cla ro en Kant qu e hay au toco ncien cia trascendental, q ue yo soy consc iente de " m í mismo ", solo e n cuanto soy en últ ima inst ancia inaccesible para mí mism o e n mi d imensió n no umenal (trascenJm-

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-yo, o él tl ello (la C usa) qlle pien sa" (Kant) ? De modo que la lección autoconcienc ia u-ascend cntal es qu e el la es lo opuesto a la au to 1I '1 1 1 ~l l;l re l1ci;l y nutnpresencia to tales: soy co nscien te de mí mis\1~o, me veo ohli1l," 10 ;1 vol verme re flexivame nt e sob re mí m ism o, solo e n la m edula en que 1H1ll , 1 pm·tlo -cnco nrrarme a mí mism o" e n mi dimensi ón noume nal co mo la C osa

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~ll)' reahn enre ." . ., ' . Podemos aho ra puntua lizar la o poslclon entre el sujeto del deseo. y ~I sujet o ti., l.• pulsión: mientr as q ue el sujeto del dese o se basa en la ¡nlt~ consotuuva (~~­ _ I~h' en c uan to est á en busca del ob jeto-causa faltanre), el sujet o de la pulsió n 11"1lt' su fundamento en un excedente co nst itutivo: en la presencia excesiva de alIl Ul I •• Cosa int rínsecame nte "impos ible" y q uc no debe est ar allí, e n nuestra rea1.,I.I' \ I,rese nt e: la Cosa que, por supuesto, es en última in stancia ti sujeto miS71I? I ,1 hahirual esce na he te ros exual de "a tracció n fatal" presenta el deseo masculi"" cnurivado y fascinado por un goce femcn~ ll(J mort al: ha~ ~na t~uj er .desubjc. riviz .ula, at rap ada en el ciclo cerrado en sí mismo de la pu lsión ac:fala, 19no ran h ' de la fascin ación q ue eje rce so bre el hombre, y es precisame nte esta IMllllr:mcia autosuficiente lo qu e la hace irr esistible; el ejemp lo mítico par adi gIlI .ilil'O de esta escena es po r supuesto el de Ulises cautivado por el ca nto d~ l~s _11(' II;IS, esej ouís-scnse pum. Pero , ¿q ué sucede cua~d() la :\'~ uj.er.Cosa se subjeti111;1? Esta es quizá la m ás misteriosa de las reve rsiones líbídi nales. el momento "11 l'l que la Cos a "impos ible" se subjct lviza. En su. ?rev~ ensayo so~)rc "El silcn,1< ' de las sirenas" Fra nz Kafka realizó esa reversmn : dice q ue Ulises estaba en .....hdad tan ensimismado, tan abso rbido e n su pro pio an helo, qu e no advirt ió '1 l1t. las sirenas no cantaba n, sino qlle se limitaban a mi rarl o, pa~li7.a(~a,s po r la 1Ill ,lg"en d e él." Un a vez más, lo ese ncial en este caso es q ue ~ta Ill Ve rsl on.n ~ :s ~i1 l1i'l ri ca : la subjetividad de las Sir enas subj etiviza das no es Igual a la sUbjet.lvl,l.ld del deseo ma sculino en rransfixión po r la mirada ir res ist ible de la Mujer1 :nS'I. C U<l11do el deseo se suhjet iviza, cuando es asu mido subjetivame nte, se po· tu. en marcha el flujo de las palabras, puesto que el sujeto llUe~e. ~nalmente reronocerlo, int egr arlo e n su univers o sim bólico; cuando se sub jetiviza la ru~. ~ 1l·.I I , cuan do el suj eto se ve a sí m ismo co mo la Cosa horrible, esta o tra subjeti -

II'Il'

7N. V éase el u pítulo I de Sl avoj Z iick. Tnrryill.( Witb tIN Ntgatit'(, Durham, ~C, D uke ~ . . • ltuivcrsity Pr css, 199 3. . 71). V éase Fran z Kafka, "T he Sile nce of rhe Sircns ,en Geo rge Steiner y Rc berr Fagles (n llllps.), H omvr: A Cnllectinll nI C'·itif{I! 1\S,""y5, En glcwood Cliffs, ¡...jJ, Prcnticc- l.b ll, ~l)(, ~. 11.1)' una lectura lacanianu de este texto de Kafka en Renata Salecl, "The silence ot the Fcminiuc jrJIÚSSill1«~ , en Slavo j Z il..ek (co mp.), COJ1,ito allJ tb t UllronsciollS, Durham, Ne , l Iukc Unjo It'.... ity

Pre ss, 1998.

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6. ¿Adónde va Edipo?

vización, al contrario, qu eda seña lada por el sú bito comienzo del silencio: el p,lrle teo idiota del goce se interrumpe, el sujet o se desprende de ese flujo. La subjetivización de la pulsión es ese mismo rep liegue, ese distancia mien to res pect o (le la .Cosa que yo mismo soy, esa comprensión de qu e el monstruo 1/1t estiÍ ollí esyo 111I$1110 .

D e modo qu e el sujeto de la pulsion está relacionado con el suje to del deseo, co mo Edi po en Cclona está relacionado con el Edlpo "conve nciona l" que sin sabe rlo mató al padre y desposó a la madre: es el suje to qu e recibe su propio mensaje desde el O tro, y que se ha visto obli gado a asumi r su acto, es decir, a ide ntificarse como la Cosa M alvada que estaba buscand o. ¿E ra este recon ocimiento una razón suficien te para que se cega ra ? Es en este Jlunt o donde hay q\le to mar en cuenta la diferencia sexual: es posib le que una m ujer sea más capaz de sopor tar esta identi ficació n del núcleo de su propi o ser con la Cosa M alvada. En el Louvre, u n par de metros a la izqu ie rda de la Afo11Il [JSIl, perdido e ntre cuadros mu cho s más aclamados, está Salomé reate la cabeza de ] lIim el Bautista, de Bemardino Lu ini. Bem ardino Luin i (1480- 1532), seguido r (le Leon ardo en M ilán, sentimentalizó el esti lo de este último: es conoci do po r su ser ie d e retra tos de la Virgen Maria, pinta da como una figura he rm osa, un tanto onírica. La sorpresa qu e provoca su Salomé es que ell a aparece dib ujada con el mismo estilo que la Virgen María: aunque e! mome nto descr ito es horroroso (Salomé recibe la cabeza de J uan e n una band eja, y tod a la composición es dom inada po r esa cabeza y la de la propia Salomé, con tra el fondo oscuro), la expresión del rosto de la mujer está lejos de se r ext ática. N o está al borde de abra zar esa ca beza y besarla salvajeme nte, como ob jeto parcial finalm ente ob teni do (un estricto equivalente de la "cabeza sangrante" men cion ada e n el pasaje que he mos reprod ucido de la J m nn · Rtl1/philosopbit de H egel ), La e xpresión de Salomé es más bien melancó lica, forzada, con la mirada fija en algún pu nto distante no especi ficado: tiene lo que pedía, y 110 "se traga" el objeto finalmente ob t enido, sino que se limita a ro dearlo; el objeto se ha vuelt o indiferente ... Quizá este cuadro constituya la descri pción más cerca na que puede darse del mom ento singu lar de la emergencia del sujeto de la pulsion.

1,( 1); T I{ES PADR ES

I Ies de !lIS tempranos días de sus C011lp/~Xtf !a milillfu ,l La.C3n puso el foco en I ~ hi.~/II,.iddlld del com plejo de Edipo y ta mbié n en la histo ricidad de su descubrímil'lIto por Freud. En la modern a familia nuclear burguesa, l~s ~Ios funcion es del p,lIll"e que antes est aban separadas, es decir, encarn adas en dist intas personas (e! .. 11-;11 de! yo, apaciguado r, punto de identificación ideal, y po r otro lado el su per)" feroz, agente de la prohibición cruel. la función simbó lica del tótem y el ~o­ 1101" del ta bú), aho ra se encuen tran 1fll idl1s tI1 nna y !ti misma perso"/f. (La an ren or I'l"I'sllnificaeió n separada de las dos funciones explica la apare nte estupidez de al" lI ll 0S aborígenes, para los que el verda dero padre de un niño er a una piedra, un ,mimóll o un espíritu: ellos sabían muy bien que la madre había sido ins~~in~da 11" '" el padre "real", y se limi taban a difere nciar al padre real d.e su func~on Sl.~~ I" dll';].) La rivalidad am bigua con la figura p,lte rna, ,,1 producirse la un ificación .1,. LIS dos funciones en [a familia nuclear burguesa, gene ró las con diciones psíIluil";IS para el mod erno i ndivid~alismo oceide.nta.l, cr ea"tiv?y dinám i.co,,,pero al uuctun tie m po sembró las semillas de la SUbslgull:'nte CfI.S \S del Ed ll~ ~o, .e~ •....lI1 iIlOS más gene rales, con respecto a las figuras de autoridad, ge nero la cnsrs dI' investidura" a fines del siglo XIX ):l la autoridad simbólica fue qu edando cada \T/. uuis maculada po r la marca de la obsce nidad y, en consecuencia, por así de-

l . Jacque s Lacan, Les rompl~xes ji/l/Jilil/II." dans la forml//io/l de /,ilUlividll ( 1938), Par ís, N ava111I , l lJlH.

1. Véase Eric Sanme r, MJ Ou'"

Prit'IIU

G~"" Princeron, l'\J, Princeron Univcrsiry

l' n ·, s, 1996 .

330

33 1


cirio, socava da desde dentro . Lo q ue dice Lacan , desde luego, es que esta idcmidad es "101 verdad" del complejo de Edipo, el cual solo puede funcionar no rma l. mente y rea lizar su tarea de integr ar al niño en el orden sociosimbólico m ient ras esa identidad permanec e ocu lta; en el mo mento en q ue es puesta co mo tal, la figu ra de la au tor idad patern a se co nvierte en un obsce no jouisseur (en alemán se d ice Lllder), c n quien co inciden la im poten cia y la rabia excesiva: un "pad re hu. rnillado", at rapado en una rivalidad imagina ria co n el hijo. T enemos aqu í el caso paradigm ático de una dialéctica pro piamente hist órica: Freud pudo expresar es te rasgo universa l, invisibl e en su funcio namie nt o " no rma l", precisam ente porque era un " hijo de la época victoriana" (co mo m uo chos crític os histo ricistas del psico an álisis no se han ca nsado de repetir). El Otro gra n eje mplo del estado de cris is como único mo mento his tó rico que pe rmite perc ibir la universalidad es, po r supuesto, el de .M arx, q ue articu ló la lógica uníversal del desarro llo histó rico de la humanidad sobre su análisis del capit alismo co mo siste ma de producción excesivo (desequilibra do ). El cap ita lismo es una mo nstruosa formaci ón co nt inge nt e cuyo esta do "normal" es la di slocación pero manente, una especie de " mo nstruosidad hi stórica", un siste ma socia l arra pado en el circu lo vicioso superyo íco de la exp ans ión ince sante . Pero, precisam ente co mo tal, es " la verdad" de toda la historia "no rmal " precedente. ' De mod o qu e, ya en su primera teoría de la hi storicidad del co m plejo de Ed ipo, Lacan estableci ó la conexión entre la probl emática psicoanal itica del Ed ipo y la forma elem enta l de la "socialización ", de la int egració n del sujeto en el o rde n simbólico; Lacan fo r mu ló entonces los luga r es comunes socicpsicológi cos acerca de que la mod ern idad se ca racteriza por la competitivida d ind ividua lista (e n las sociedades modern as, los sujetos ya no está n to ta lme nte inmersos en el lugar soci al part icu lar en el que han nacido, ni se identifican tot alment e co n él. sino que, po r lo me nos en principio, pueden move rse libremente entre d iferentes " ro les"). La eme rge ncia del indivi duo "a bst rac to " mo-

, li-l ll ll, qu e ,~ e relaci o na om su purt icubu- mo do de vida co mo algo con lo cual

3. Pero , ":110 se trata de que, despuésde esta descripción de la crisis de la forma social empírica del cumpleju de Edipo, Lacan lo rcformuló más tarde (en la década de 1950) corno una especie de ma rco formal-trascendental, independiente de las circunstancias históricas concretas, e inscrito en la estructura misma del lenguaje (la prohibición edfpica paterna no haría más que ejemplificar la pérdida, la prohibición del goce, inherente al registro simbólico como ta!..,)? Con un gesto estrictamente homólugu, Louis Althusser resuelve la crisis "empírica" del marxismo como herr amie nta para el análisis social concreto, transformándolo en un cdificio teór ico formal -estructural, sin ningún vínculo directo con aIgün contenido hist(¡rico de. terminado. Esta crftica (a Li resolución de una crisis "empírica" recurriendo al orden form al simbólico a priori) no toma en cuenta que, en el Lacan u rdía, de la década de 1970, la historicidad ret umú con creces,

di rccr amcn rc idelHil1c.ldll (el mo do de vid a de pende de un co njunto de co ntinge ntes; se tiene 1.1 expe riencia fun dame ntal de que las paru.ulandades de nu est ro nacimie nto y status social e-sexo, religió n, riq ueza, etcé1" 1'.1- no no s de term in an to tal me nte, no tie nen que ve r co n n uest ra ide ntid ad lIl,i" pro fu nda), se basa en la mutació n funcional del co mp lejo de Edipo, en la unifica ción de los d os lados de la autoridad pa te rn a (el ideal del yo y el su pery ó I"ohihitivo) en una y la mism a per sona del "padre real". Ot ro aspecto de esta dualidad es la di stinció n cr ucial e nt re el "g ran O tro" ' ' ' 11I11 o rden sim b ólico, el con junto an óni mo de circuitos qu e m edi a cual qu ier o .municación intersub jetiva e indu ce una alienació n ir reducti ble como precio l' .•ra ent ra r en el sis te ma, )' la relació n impo sible del sujeto con una Alte ridad ' 11It· no es aún el O tro simbó lico , sino el O tro co mo la Cosa re al. La cuestión es '1'1t~ no hay q ue preci pitarse a ide nt ifica r esta Cosa real co n el o bjeto incestu oso ,Id de seo , inacces ible en virtud de la prohibición sim bólica (es decir, la Cosa mau-rna}; esta C os a es m ás bi en ti propioplIIJrt , a sabe r: el o bsceno padre-goce .rntcrior a su asesinato y a su elevaci ón subsiguiente al nivel d e agencia de la uuIIIl'i&1t1 simbólica (Nombre-del- Pad re). Po r ello, en el niv el del relato m ítico, !-In"l se sintió obligado a su plementa r el mito ed ípico co n o tra narr ació n mí ti• ,1, b del "padre pr im o rdial" en Tótml J Mbti (en adelante T&7). La lecc ión de n lc mito es el rever so exacto de ti que puede extrae rse del Ed ipo ; lejos de tra" u sc del pad re que interviene co mo t erc ero, como el age nte qu e im pide el con"'1"10 directo co n el ob jeto incestu oso (y de tal modo sost ien e la ilusió n de que miquilandc al padre se pod r ía tener un libre acceso a ese o bjeto), en este caso es ,·1 asesina to de la Cosa- Pad re (la n:nIiUlÚÓIl del dese o edfpico) lo q ue ge nera la prohibició n simbólica (el padre mue rto retorna co mo N ombre), Y lo q ue suce'!I· en la ac tua l }' ta n co ndenada "de clinació n del Edip o" (la decli nació n de la auIIIrid.ld simbólica paterna) es pr ecisament e el reto rn o de figu ras q ue funcio nan ~q!; tÍ n la ló gica del " pad re primordial". desde líderes po líticos totalita rios hasta ,1"os;Hlo res sexua les pater nos. ¿Po r q ué ? C ua ndo la autorid ad simb ó lica apacígundora q ueda en suspe nso, el único modo de evitar el ato llade ro debilitante del .k-sco, su im posibilidad int rínseca, co nsiste en ubic ar la causa de la inaccesibilirl.n] del o bjet o en una figura dcsponca q ue rep rese nta al jou ísseur pri mordial: 11' rsorros n o pode mos go zar porq ue él se apropia de tod o el goce " , Ahora podemos ver en qué co ns iste precisamente el pasaje crucial desd e el Fdipo a T &T : en el co m plejo de Edipo, el parricid io (el inc esto con la m ad re) ru-nc status de de seo inco nscie nte (to dos los sujetos [varones] comunes soñamos r-un ello, puesto que la figura patcrna nos im pide el acce so al o bjeto m at erno, perturba n uestra simbios is con él); el Edipo, po r otr a parte, es la figura excep 1'1011 ,11, el Uno que realm ente lo hizo, En T &T, po r el contr ar io, el pa rricid io no

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, 11runsrnu cias


es el obj eto de nuestros sueñes, la me ta de nuestro deseo incon scien te , sino, como Freud lo su braya una y ot ra vez, un hecho prehist órico que "re almente tuvo q ue sucede r": el asesinato del padr e es un acontecimiento quc deb ió producirse re alme nte para q ue fuera posib le pasar d el esta do animal a la cultu ra. () (pa ra decirl o de o tro modo), e n el mito habitu al, Ed ipo es /a excepción '1M bizo lo tlllC todos nos lim itamos a soñar (matar al padre, etcét era), mient ras que segú n T&T todos /0 hicimos, y este cr ime n universalme nt e co m part ido es el fundamento de la co munidad huma na... En síntesis, el aco nt ecim iento t raumático no es algo que soñamos, q ue mantenemos co mo una posibilidad futura pero que nu nca oc urre realmente y de tal modo , por la vía de su posposició n, sostie ne el estado de cultura (puesto q ue la realiza ci ón de este deseo, es decir, la consu mación del vínculo incestuoso con la ma dre aboliría la distancia/pro hibició n simbólica q ue define el un iverso de la cultu ra); el acontecimiento traumático es c n reali dad lo que rinnprt-JII tllt·o 111(baber sucedida, puesto que estamos dentro del o rden de la caltura . En to nces, ¿có mo vamos a expli car q ue, aunque realmente hemos asesinado al padre, el result ado no ha sido la anhelada un ión incestuosa? Aquí, en esta paradoja, resid e la tesis central de 7 &7: el portador real de la prohi bici ón, q ue nos impide el acceso al objeto incestuoso , no es el padre vivo sino el pa dre 11111" ,0 , el padre qu e, despu és de su m uerte, r etoma como su N ombre , es deci r, como la enca rnació n de la ley/prohibición simbó lica. L o q ue la m atriz de l T&7 explica es ento nces la necesidad est ructural d el parricidio: el pasaje d esde la fuerza b ruta direc ta al gobie rn o de la au to ridad simbólica, de la ley inre rd icro ra, se basol siempre e n un acto (renegado), el cri me n prim o rdial. Esta es la dialéct ica del "Solo t raicion ándo me pued es demos trar q ue m e amas" : solo después de traiciu narlo y asesinarlo se eleva al pad re a la categoría de sím bolo venera do de la ley. Esta pro blem át ica int roduce ta mbién ciertas ign o rancias so rprendentes (no del sujeto, sino del Otro): "El pad re está m uerto, pcro no lo sabe ", es decir, no sabe qu e sus am ados seg uido res lo han tra icio nad o, desde sie mpre (sie m pre-ya), P OI' otro lado, esto significa qu e el padre "realmente cree q ue es un pudre" , cree qu e su autoridad ema na di rectamente de su pe rso na, y no solo del lugar simbolico vacío que ocu pa y/o llena. Lo que el segui dor fiel lc oculta a la figu ra pát er na d el líder es precisam ent e est a bre cha entre el líder en la inm ediatez {le ~ II person alidad y ellugar simbólico que ocu pa, la bre cha en razón de la cual el ]la tire co mo person;1 rea l es absolutamente impoten te y ridículo. (Des de luego, ;11 respecto es eje mplar la fig ura del rey Leer, que se vio violentamente confrontado con esta tr aición y el subsig uiente dese nmascar am iento de su impotencia: privado de su títu lo simbólico, queda red ucido a la condición {le viejo to nto, im potente y furioso.) La leyen da herética seg ún la cual el propio j esús le o rden é ;1 J udas q ue lo tra icionara (o qu e, po r lo me nos, le hizo co noce r su deseo e ntre 1I 334

IW ,' ~ . . . ) esr.i e n con secuencia lll'rfe c!;lllICll(C [undadn: cn esta necesidad de la tl ollt'i" 1Il al (; nlll l lnm hre , q ue es lo único que pue de .lsegu rar su fam a, reside 1l1 1 ~l t·ri l)

el

final del poder.

1". rel ació n entr e M lchae l Collins }' Eamon de Valera e n la lucha por la in ,lo pcmlcncia de Irla nda ilust ra o tro aspecto {le esta n ecesida d de tr aició n. En III! 1, De Valcra advirtió 1:1 necesidad de cerra r un trato co n el go bie rno brit áIl h o, pues un eve ntual retomo al estado de guerr a sería cat astró fico; sin em bar 11", no q ue ría pactar él mismo, no qu ería asumir la plena respo nsab ilidad públi1 I 1'' '1' el acuer do, porque de tal mo do se pond ría de manifiesto su impotencia, lI\ luuiraciones (tenía plena conciencia de qu e el gobiern o británico nu nca ce,l. 1 i.l en dos puntos: el stams sep a rado de los seis co ndados del Ulsrer, y la pro. IUII.Kiún de Irl anda co mo república, es decir, el desco nocim iento del re y de 11l}t1.llerr.J. como soberano del Ccm mcnweahh y, por lo tanto, también de Irlan,1041 ,\ fin de ret ener su ca risma , t uvo (Iue ma nipul ar a otro (C ollins) pa ra q ue ." MIKü r,l , mientras él, D e Velera, se rese rvaba la libertad de repudiar el acuer,1" públicamente, y más ta rde acep tar sus t érminos de hecho. De este modo, sal.II .~ tI aparienci a de SIl ca risma. El propio D e Valera le dijo a Collins y a otros lH lI ItIhms de la dele gación irlandesa a las negoci acion es de Londres: "Kecesitatu " chivos emisar ios"." La tragedia de Collins co nsistió en qu e él asumió \'0lunl.u iamenre ese papel de mediador evanescente, el sujeto cuya posición pragmWl'.1 negoci adora le permite ,11Amo co nse rvar su carisma me siánico: " Pod rías ,1,. Ir tille ha saltado la trampa",' escribi ó al prestarse a encabezar la delegad ón 1»ndrcs, mientras q ue, despu és de finn ar el tratado, comentó, en una premo1110 '''11 s ombrfa. "Es posible q ue haya fir mado mi sentencia de muert e"." E l esI H " .iIM ) dellfder prag mát ico posrevolucio nario que traiciona al revolucio nario s.l, , Ii ~ l:l invie rte ent onces la reali dad dc los hechos: es el nacio nalista idealista )' ~IO ' ~tolla do (De Va lore) q uien explota y despu és tr aicio na al realista pragm ático, I wrdadera figu ra fund ado ra," l'cro, ¿cóm o es posible esta inversió n? En la ma triz de T&T sigue falta ndo

1 T jm Par Coogan, V e Va/fra, L... rdres, Arrow Books, 1995, pág. 249. \ , 11 ,íe 1. /, Ihiel ., pág. 278. 7, 1.,1 comparación habitual de la pare ja D e Vale ra-Collius con la pareja Rob espierre11, ,,1" 11 (Robcspie rrc dej ó que Dna ron ganara las batallas, y después lo sacrificó) es pur lo tan11' 1".. huulamcnte engañosa: el propio Co l1i ns fue más bien una especie de Danton/R obcsp ie¡,. o' ""hinados, mie ntras que De Valc re cstá más cerca de una fi gu ra n apole ónica. Dos citas 1" " ,k l\ ilu minar clarame nte la relac ión entre ellos en la fase crucial de la negoci ación con el ~" I' i' II H ) hriránico y la firma ulterior del trat;tdo de 1921. La primera biografía oficial de De \ o" lol . 'l Ile él mismo aprobó , expolle las razones 'lile tuvo para 110 ir él mismo a Londres a

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algo 1 esesmac . 1o retom e como la agencia de la prohi.. ;: no. basta . .e on que e I pa<re bición simb ólica, Para que esta p rohibición sea efectiva, para qu e ejerza realmente s.u, poder, ,debe se~ sosten ida po r un acto positivo de la volunt ad. Esla ¡rcep<:lO~ ~Ilan~) el cammo para la ulte rior y últi ma variación freud iana sobre ~ e Ed ipo, la exp~:,ta en M oisés y /0 rdigjón monoteísta (en adelante I , , o .fa en la cual tamb i én aparece n dos figuras patern as. Sin embae () esta

\;It;;; Z

no es la . nus,:"~ d ualidad d e T&T: en M &/H, las dos figura s no son el Pad~e:G(J_ ce presnll.ho hco , ob sceno/ no castr~do, por un lado, y por el ot ro el ladre (ml~e ~to) c.on~o portad or de la auto rida d simbólica (el Nom bre-del-Ped r .)1 .' el VICJO eg'pCJ() VI . c. 1h b ' e .smo • J OISCS, e · " I3S' 'u1t! . . • .. ' • l" om re tille , Impuso el monoteí smo , q ue err..H l'leo '{ gu a~ SUpClstIClO11CS pu nc rstas e llHTOUUjO la ide a de un universo determina(O y go )erna(~o por un orden rac ional único, y por otro lude el j\tlo isés se ir. que es en r ea]¡dadJehová (l ahv é), el d ios celoso q ue exhibe una furia venb~~~~

co, ncl uir las negociacio nes , Y par a q ue m ' ssstrcra .' . ten que fuen! un eq uipo en cabezado C IIms. por .o-

~el \'a~~ra COfl.-.i,le~ ba ~r:al en esa et~l':l q ue el símbolo de la Rel,úblin [es decir, ¡e!I' lllpio De

a era. se man tuviera mrac to, y no q ue.lara cnmp rom end u en ningún sentido por cu ~ l uicr arreglo 'l"e nues tros plenipoten,-iarios tuvieran que acordar [ 1 . _1nO . mantener mtae .q 1 C be 1 .•• era nCeeS. t' ~ a a 'za ( el Estado y el símbol o, y por esa rad m el pidi.í no participa r (Co" ""n n . ' ~ l ' IY.lg. 247). ,,~ , ut" 1'/1 mi,

. El pr~ncil'al .~~~_umento '~<; CoJlins pa::l no ir a Lo ndr es a negoc iar era completam ent e disesta pos rcmn autoasignada de "sllllh o lo vivo de la ReplÍhli ea", Co l1ins decía:

tinto de

e '['

tanto en Inglateru com o en Irlanda , e:xistía la le)-enda de \f i ~t.. ae, o. I d b . . . u, ~ .0 Ins. = a eyen a lile presenta. a. OOmo una amenaza .m lstennl'a, activ a, e1usi>'a, des.:o nocida, inexplicable l-..1" ajo I~, c:m.dlle¡3s ~e una conferenCIa en Lonlln:s rápid amenre se: descul>riria q ue esto), hecho de una arcilla com ún, O~al:>:l r"cería el encane.. de la figura legendaria. Hbid., pág. H R.)

. N i ~ Va.lera ni, C..ollins se re fieren a razones fkt icas co ncernientes a. sus resl'ectiV:l.s ca _ . eldades: ~I a. 10'< peligros )" complicaciones de l proceso negr..:iaJ o r sin o al daño q ue el h pa de parllClp:1 r en las ne . . • . n' . [ , ~ o _ • T gocracsones podna In Iglr e a sus estaturas silllLólicos verdaderamente ~ltI~S: ? e. \ alcea te mfa perder su st'~II~ CO III O sím bolo de la Rc púh¡¡ea, q ue no de bía cm ianar Illngun asumo mundano 1/," .negoClaclOll<''ll sucias y lr'lnsaecilllll'Snecesa rias; C ollins tel:lí~ ¡crd,"¡ JS~ sratns de agen te lIl\"lSlbl,e cuya omnipot encia es pec tral me rmar ía si él aparecía a la uz (e la como una persona corrtcn te. Desde luc o ,. , , . t ..' , 1 ' ., g ,yen rernunos aC:Hllan OS, lo que enn m~~ m os 'H:lH ~ s ~ OP ()S1C~ O ll cntrlO SI y el objeto 11, e ntre el amo sim h6lico ~osteni do or el cansma de SIlS lll~lgnla~ plIhJ¡cas y su dnb le espcctral el ob,'clr ' l " _ ¡P . "010 c'crce su 1d ' . _ , l m iS ell osu que, po r" ("()n trarlO, , ) p< er SI cs VIsto a med ias, nu nca plena ment e p resente a la 1\11';del día.

JJ 6

11l,IIl do se sicm c unicionndo pur Sil pueblo. En sínt esis, ,\1&Al invier te una vez 111.1' 1.1 matriz de T./:rT: el padre "traicion ado" y asesinado por sus segu idoreslhi1'" /w es el ohscenu Pad re-Goce primo rd ial sino el muy " racio nal" pad re qu e ' IU ',l rll.l la autor ida d simbólica, la figu ra q ue pe rso nifica la estructura ra cional .nnfirada <Id unive rso (logos). En lugar d el o bsceno pad re presimbólico primo r .1 1.11tille vue lve desp ués de su asesin ato co n la forma de su N o mbre , de la auto 11.1 ,.. 1simbólica, tenemo s aho ra la autori da d sim bó lica (/ogos) tr aici onada, asesi11" .1 ,1 po r sus seg uidores/hijos, que reto rna como la figura superyoica celosa e 1I 11pLIC;lh te de un D ios lleno de fur ia asesina." Solo ento nces, des pués tle esta se¡¿1I1HLl inve rsió n de la matriz ed fpica , llega mos a la cél ebr e d istinció n pascaliana , 1111 e el Di os de los filósofos (el Di os como estructura un iversal del logos, identiIh ¡u!o con la estruc tura racional del un iverso) y el D ios de los t eólogos (el D ios .1" 1amor y el o d io, el inesc rutable "D ios oscuro " de la pr edestinación "irracio 11.11" }' capri cho sa). Una vez más, lo esencial es que este D ios no es lo m ismo qu e el obsceno Pa ,It c-jrlflissetlT pri mo rdial: en co ntra ste con el padre pri mord ial dotado CO Il un sa""..trl goce, el rasgo fundame ntal de este Dios que no t ransige consiste en que l., dice "no " al goce . Este es un Di os poseíd o po r una fero z igno rancia (" fa firrKe ' 1lllrlt"/ItIce de Jam'i"),~ por una actitud d c " M e niego a saber, no q uiero escuchar 1I,1< LI so bre tu s mod os de goce sucios y sec retos"; un Dios que expu lsa el univerw .lc la sa biduría scxualizada tradicional, universo e n el cual hay tod avía una rp.rric ncia de armo nía fundamen tal ent re el O tro (el o rden sim bólico) y el goce, 1.1 ilka del ma cr ocosmos co mo re gulad o por algu na tensió n sexual subyacen te I' l m ,: los "prin cipios" m asculino y fem eni no (yin y Yfmg, la luz y la oscuridad , L\ ur-nn y el ciclo). Este es el Dios protoexis tc ncialiste cuya existencia (para apliI .u]u anacrón icame nte la defi nición que da Sart re del ho mbr e) sencillamente no I »incidc con su es encia (co mo sí o cur re co n el D ios med ieval de San to T omás 111' Aq uin o ), sino que prece de a su ese nci a; por esta razón hab la en tautología s, 111 1 .. tilo ace rca de su propia quidditas ("Yo soy el que soy"), sino también y sobre II Hlo en lo que conci erne al logos, a las razon es por las cu ales hace lo que hace, o, III ,I ~ precisamente , las razones de sus m and atos , de qu e nos pida que ha gam os o 11< " prohíba hace r: la inexo rable in sistencia de sus ó rdenes se basa en última insI.lIltÚ en un "Es así porque yo Jigo "lit es así". En síntesis, este D ios es el D ios de

Iol, Véase una descripción concisa de esTOS cambios en Michel l.apcyre, A u-dd j¡ c()1/1pfexe I'I/':'¡i/,,', París, Anrhrupos-Economica, 1997. <}. T ítulo del cap ítu lo 9 de ) acques L ac an , Le Siminairc, livr e X VfJ: L 'envers de la p_fJrlJl/ ~ ",IIN, París, Éditions du Seuil, 1991 . [Ed. cast ,: El Seminario. Libro 17, El rrverso del psiCOllluíli.

'¡', 1\,Ircclotla, Paidiis, 1992.1

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la vo luntad pura, del abismo caprichoso {Iue está d etrás de cualq uier orde n racional glo bal dcl /ogos, un D ios que no tiene que explicar nada de lo que hace, En la histori a de la filosofía, esta g rieta en el ed ificio racio nal global del ruacrocosmos, en la cual aparece la vo lun tad d ivina , fue introd ucida or igina lmente por Duns Scot o, pe ro le debemos a F, W. J, Sche lling las descr ipciones más agudas de ese horro ro so abismo de la voluntad , Sch elling opuso la vo lunta d al pr incipio de razó n suficiente; la vol un tad pura es siempre idéntica a sí misma, se bas a so lo en su pro pio acto : " lo q uiero porque lo qu ieran, En sus descripci ones , q ue irradian una pa vo ros a belleza poé tica, Schelling su braya que las pc rso nas comunes se ho rrorizan cuan do en cuentran a algu ien que despl iega esa voluntad inc ondic io nal e n su conducta: h aj - en él algo fasci nante , propi amente hipnó tico; es corno si em bru jara .. , El énfasis de Schell ing en el abismo de la voluntad pu· m, por supue sto, apunta al supuesto "panlog icismo" de H egel: lo qu e Sche lling qu ier e demostra r es qu e el sistema lógico univer sal hegel iano es en sí mismo impotente, un sistema de puras potencielidades y, co mo tal , necesitado del acto irracio nal supleme ntari o de la voluntad pur a panl flCtllllJizll1w, Este Dios es el Dios q ue bahla a SlL" segui dores/hijos, a "su pueblo": la inter venc ión de lo t 'OZ es cru cial. ("..o mo d ice Lacan en su seminario iné dito sobre la angustia (de los años 1960- 1961), la voz (el " acto de habla" rea l) gene ra el pasaje al acto de la re d signi ficante, su "e ficacia simbó lica". Esta voz es int rínseca mente insensata , absu rda; es so lo un gesto nega tivo que exp re sa la furia maligna y ven ga tiva de Dios (to do el signi ficado está ya en el o rde n simból ico que estructu ra nuest ro un iver so), pc ro precisamente co mo [al act ualiza el sig ni ficado puramenre estructu ral, tra nsfo nnánd o lo e n una expe riencia del se nt ido, 10 Po r supuesto, este es otro modo de decir qu e a tr avés (le la emisión de la ..-oz que manifiesta su voluntad, Dios S~ subjt1il.'iUl, El viejo egipcio .M oisés, tra icio nado y asesinado por su pueblo, era el Uno o mnímod o del logos, la est ructura susta ncial racion al del universo, la "escritura" accesible a q uien es sabe n lee r cl vgr an libro de la natur aleza", no to da vía el Uno "om niexcluye nre" de la su bjetivida d que im pone su vo lunta d inco nd icio nal a Sil cre ació n. Y, una vez mris, el punto cru cial qu e no hay que paS<lr po r alto es q ue este D ios, au nq ue alógico, capr ichoso, ve nga tivo, irracio nal , no es el Pad re-G oce prim o rd ial sino, po r el co nt r ario, el agente de la pro hibición sostenida por una "feroz ig no ran cia " de los modos del

goc"e. La paradoja q ue hay qu e tener presentes es que este Dios de la voluntad sin fundamento y de la furia irracional fcroz es el D ios q ue, al pro hibirla, con sum a

lü. Véase una exposición más detallada de esta distinción en el capítulo 2 de Slajov t iid, Tbe !"dn:iú bü RroU';/IJff, Londres, Verso, 19%,

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J.¡ dearucoón de la am il:ua sabidurfa scxualizada y abre el espacio p-ara el co noli lllientu "abs tract o" desexuali7.aJ o (le la ciencia moderna: so lo hay un saber I'Ít'lltífico "objetivo" (e n el sentido mod ern o, poscartesiano del té rm ino) si el univer so del cono cimiento científico tiene el su plem ento y el sostén de esa figu1,1 irracional excesiva del "padre r eal", En síntesis, el "volunrarismo" de D esearI , ' S (pién sese en su o min osa afirm ación de que 2 + 2 serían 5 si esa fuera la V(J luntad de D ios: no hay verdades etern as co nsusranciadas d irectamente co n la nat uraleza d ivin a) es el reve rso necesari o del co no cimiento cie ntífico mod ern o , 1-"1 co noci mie nto premoderno, aristo télico y medieval, no era aún un saber cienufico racional vobjetivo" prec isam ente porque le faltaba ese elemento excesivo 11( ' Dios como subjetividad de la voluntad ir racio nal pu ra: en Aristóteles, " D ios " t"l luivale directamente ól su pro pia naturaleza racion al etern a, l/ O es más que el 01"· eh-u lógico de las cos as, La paradoja adicional co nsiste en qu e el Dios irra ciona l n IIll O figura pater na in rer dicro ra ab re también el espacio para todo el desar rol lo .Ito l:l mod ernid ad , hasta la co ncep ción desconstruccionísta de la iden tida d sexual I IIIllH formaci ón soclosimbólica contingente: en cuanto esta figura inrerdic tora retrocede , volvemos a enco ntrarnos e n la concepción [ueguiana neooscurantista di' lo" arquetipos eternos m asculin o y femenino que prosperan ho y en d ía, Esta parad oja cs esencial para no co m prende r co mpletamen te mal la brecha IllIt' sepa ra la aut o ridad pr opiamente d ich a de la ley/ pro hibició n simbó lica resI ll T l " de lam era "regulaci ón po r reglas": el dominio de las reg las simbólicas, 11,11":1 co nta r real mente corn o tal, elche basarse en alguna aut oridad tautológica , po rq ue yo d¡Igo que es as ¡." .11 r.n L' 1111(' está más fi/M de tas ,'eg1as, q ue (liIce "E s aSI uur esis. más allá de la razó n d ivina está el abismo de la vol untad de Dios , de su tl,'{'isilín co nti ngent e q ue sostiene incluso las ver dades eternas, Por encima y lid , ,111;) de abrir el esp acio a la m oderna libe rtad reflexiva, esta misma bre cha II ,I("C lugar a la tr aged ia modern a, En t érminos po lítico s, la di fere nci a e nt re la 1I ,l ~cdi ,1 cl ásica y la mo de rna eq uivale a la d iferen cia entre la tiranía (tradicio -

11. Por esta razón, los 1II,,, lm en 'l"e se relacionan con las reglas el neurótico obsesivo y el 1"" ,", ' N O so n exactament e opueslos: el obsesivo sigue sus reglas para apaciguar el efecto trau'" ,111'' ' <le la ley/ prohihición simbólica, su inso portable mandare incondicion al; r'3ra él, las 0: , 1" tienen la función de n_a/izn,. el exceso traum ático de la ley (si uno sigue las reglasclaras y I ' 1'Ikitas, 1\0 tiene <¡lle preocu parse por la prcsiún a lll hi~ tic su conci encia; la Iglesia Cal<

,Iu'a siempre ha manipulad.. con habilidad las reglas de este modo preciso: si al fid lo preo·

'''1 ,,1 una sensación de pecado, el sacerdote le prcscrihc un conjunto de procetliJnientos - un ,,1" (<> nú me ro de oraci on es, de bue nas acciones, etc étera- y el cumplimiento de esa pen itcn' 1,1 lilu-ra del sentimiento de culpa), En cambio, el perverso establece (y sigue) las regla" [1<1r<l ,.. " 11 ,,r el hec ho de que en su universo Ilsí,¡uieo no hay nin gu na le)' suhyaeelUc; es decir 'IUl' oli o rl'ld ~ s

son una especie de tTSlltz de le)',

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nal) y el terror (mode rno)." El hirot tra dicion al se sa(.T i~ca por ,la ca usa, resiste a la presión del tirano y cum ple con su de ber ~ cu alquier pre.c l(); ~()Ino ta l, es apreciado, su sacri ficio le confie re un aura subli m e, su.acto se inscribe en el r~­ gistro de la tradición como ejemplo que hay que seguir. Entramos e n el dom inio de la t raged ia moderna cuando la l ógica misma del sacrificio por la Cosa nos ob lig a a sac rificar a esa misma Cosa; esa es la difícil situació n de la Sygn~ de Paul Claudcl, ob ligada a tra icionar su fe para demostra rl e su absoluta fidelidad a D ios. Sygne no sacr ifica su vida em pírica po r lo ~ue a ella le ~mp(~~ta más q ~c la vida; sacr ifica precisamente lo que "es en ella mas que ella mism a , y so brevi ve ento nces como un a nueva cáscara de su ser anterio r, privado de su agalma . De este modo entra mos en el dominio de la monstruosidad del beroismo, cuando nuestra fidelidad a la causa no s ob liga a perde r nuestra condició n humana. El hecho de qu e yo , por amor a Di os, esté dispuesto a perder mi alm a inmortal, a exponerla a la condena ete rn a, ¿no es la pru eba de la fe más alta y al~luta? Es fácil sacrificar la vida con la ce rti dumbre de que de ta l modo uno redime su alma etern a, pero [cuá nto peor es sacrificar esa misma alma por am or a Di os!, Quizá la víctim a csralinisca sea la ilustració n histór ica extre ma de esta srtuacíón, de la brecha que separa al hé roc (que resiste a la tiranía) respecto la víctim a del terror: esa víct ima no e ra alguien qu e finalmente comprendi ó qu e el comunismo es un espejismo ideológico y tomó co nciencia de la posirividad de una simple vida é tica al margen de la causa ideológica. La vícti ma estalinista no pod ía repl eg-arse a un a simple vida ética, puesto que ya la había abandonado ~r su causa comunista. E.se atolladero explica la impresión de que , aunque el desti no de las víctimas de los especta culares proc esos judicia les estali nisras (desde el de Bujarín hasta el de Slansley) era indesc riptibleme nte horrib le, e n el las no se encuentra la dime nsió n propiamen te trágica; esas víctimas 110 eran hé roes trágicos sino algo más horrible y al mismo tiemp o algo más cóm ico: se los priva ba incluso de la dig n idad que le con feri ría a su destino un a d imen si ón trágica en senti do prop io. Por esa razó n, Antíge na no puede servi r como m odcl(~ tI.e la resistencia al pod er esta linista: si la usarnos así, redu cim os el terro r esta lllllsta.a la tira nía tradicion al, solo que en otra ve rsión. Ant ígo na conserva la refere ncia al deseo del O tro (qu iere realizar el r itual simbólico y e nterra r co mo corres ponde a su hermano m uert o) en tanto opuest a a la (seudo) ley de tir ano, pero esa referencia, precisamente, Jal1ll en los juicios esralinistas. Al h umillar a la víctima, el te rror estalinista la privaba de la dime nsión que pod ía co nferi rle una belleza sublime: la víctima iba más allá de cierto límite, " perdía su dignidad" y q ued aba

?:

12. Véase j acques Lacen, Lr SiminaiTr, íiore VIll: Le rramfm. P arís, Éditiu ns du Scuil, 1991.

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Il'ducitia ,1 la con dicién de puro sujeto care nte de agalma, "destituido ", incapaz ,1(' ren llllpo ner el rel ato de su vida . De mo do que el terror no es el poder de la corrupción que socava la act itud ,'!lca desde fue ra, sino qu e la min a desde dentro, movilizan do y explotando al mh :imo la brecha inhe rente al proyecto é tico en sí, la brecha que separa la causa (,tic; l como real, respecto de la causa en su di me nsión sim ból ica (los valores, etn ;'cr,I), o (pa ra decirle en términos políticos-le gale s) la brecha que sepa ra al J lios del acto pu ro de la decisió n, respecto del D ios de las prohibiciones y m and.uuic n ros positivos. La suspensió n kie rkcgaardiana de la ét ica (simbólica), ¿no involucra ta mb ié n un p J SO más allá de la tragedia? El héro e ét ico es t rág ico, mientras que el cab allero de la fe mora en el horri ble dominio que es tá más allá dt' la mu erte, o entr e las dos mue rtes, pu esto que él está dispuesto a sacrificar o v.n-rifica lo que le es más precioso, su o¡'jrt petit il (en el caso de Abra harn , su hilo). En ot ras palabras. Jo que dice Kierk egaard no es que Abraham se vio obligado a el egir ent re su deber para con D ios y su deber para con la humanidad (esa ..!et·ciún sigue siendo sencillamente trágica), sino qu e tu vo que elegir ent re dos r.u-ctu s del deber para con Dios, y por In tanto ent re las dos facetas del pro pio I Jios: D ios como univer sal (el sistema de las no rmas sim bó licas) y D ios como el plinto (le sing ularidad abso lut a que suspende la dimen sión de lo univer sal. Por esta precisa razón parece insu ficien te la lectu ra que realiza Derrida, e n f )¡fr Ia m uerte, I J de la lectura realizada po r Kierkegaard del gesto de Abra ham. I Ier rida interpreta el sacri ficio de Abraham, no como un a excepción biperbóli1".1 sino como algo que tod os no sot ros reite ramos cotid ianamente en nu estra exI't'fien cia ét ica más com ún, Segú n él, cada vez que elegimos cumplir con el deh IT para co n algú n individuo, pasam os por alto (olvidamos) nuestro de ber par a r on todos los otros (p uesto qu e tata antrc u f tent autre, "todo ot ro es todo otro ", " tod o otro" equ ivale a "todos los otros"), Si cuido .1 mis prop ios hijos, sacrifico ,1 llls hijos de otros ho m bres; si ayudo a alime ntar y vestir a una cie rta person a ( UB otro), abandono a otros otras, y así sucesivame nte. Lo que se p ierde en esta reducci ón de la situación de Abra ham a un a especie de culpa constitu tiva heidcggeria ne del Dasá n, que nunca puede usar/actualizar todas sus posibilidades t'\ la naturale za aurorrefcrcncia l de esta situación: el atoll adero de Abraham no u-..idc e n el hecho de que , en nombre del últi mo tcnt nutre (Dios) tenga que sa, nfl ca r a otro toar amre, su co mpañero te rrenal más amado (el hijo), sino en ' lile, en nom bre de su amor a D ios, tie ne que sacr ificar lo que ItI misma n:ligióll "./I,/ dn ell SIlft teordene amar. La escisión es entonces int rínseca de la fe; es la es-

13. V éase J ;lI:I.J Ut S Derrida. D OII/u,.Ja m ort, París, Gahléc, 1995. IEd. cast.: Dar 1,1 mllm ,', lt.urelona, Paidós, 2000.]

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cisión entre lo Simbó lico y lo Real, entre el edificio simbólico de la fe y el acto (le fe pu ro , incondicional: el único modo de demostrar la propia fe consiste en traicionar /0 que eS'1miS11/1l ft nos ordena que amemos.

14. Un signo de que ni siquiera la Iglesia se está resistiend o a este cambio en Ia actit ud fundamental son las recientes presion es popula res sob re el Papa para que eleve a María al s/nIIIS de co-rcdcndora: se espera que elPapa ha¡,ra viable a la Iglesia Ca tólica para el tercer milenio posparornallsta. proclamando como dogma que el ún ico modo que tenemos nosotros, lus mortales pecadores, para obtener la misericordia divina, consiste en rogar a ,"'ta rín; Al aría es nuestr a mediador a; si la convencemos, ella le hahla r á en favor nuestro a su hijo, Jesús.

('1I '11 el Otro sí ex iste es el psic.uico, quc lc atri buye a las palabra s una efica cia 1Il;l leri;l1 dirccra .) En síntesis, la "in existencia del O tro" es estri ctam ente corre[ativa del concep to de cree ncia, de fc simbólica, de convencimiento , de to ma r al pie (le la le tra lo que dicen los ot ros . En un a de las películas de los I le rm anos M arx, G roucho, sor prendido en (11 1,1 menti ra, responde colérico: " ¿A qu ién les vas a creer, a tus ojos o a mis paI.lhróls?" E sta lógica aparentemente absurda exprcsa a la perfección el funcionamie nto del orden simbólico, en el cual la mascara-m andato sim bó lico import a ul<Ís que Ja realida d directa del individuo qu e lleva esa másca ra y/ o asume ese mandato. Este funciona miento invo lucra la estructu ra de la renegaci ón ferichis1.1: "Sé m uy bien que las cosas son co mo las veo (que esta perso na es pu silámine )' corrupta) , pero sin emba rgo la tra to con respe to, pues to qu e lleva la insignia dl' juez, de modo que, cuando habla, es la ley la que se expresa por su boca ". En I lII sentido, creo realmente en su.'> palab ras y no en mis ojos: creo en "otro espann" (el dominio de la pura autoridad sim bólica) que importa más que la reali ,1.111 de sus voceros. D e mod o que es er r ónea la reducción cínica a la realidad : t u.mdo un juez habla, en cie rto se nt ido hay en sus palabras (las palabras de la llI .. tit ución de la ley) más verdad que en la reali dad directa de la persona del IU CI. . Si no s limitam os a lo que vemos, sencillamente co me te mos un error. A es1,1 paradoja apu nta Lacan con su "les mm-Jupes errent": quienes no se dejan at....t 11,lr en el engaño/ficción simbólico y contin úan creyen do en sus ojos son los que uuis sc eq uivocan. Lo (Iue no advierte el cínico que "solo cree en lo que ve" es la eficacia de la ficción simbólica, el modo en que esta ficció n estructura nuestra ....pcriencia de la realidad. La misma brecha opera en nuestra más ínt ima relación con el prój imo: nos l ' uuportamos C01ll0 si no supiéramos que también ellos huelen mal, segregan exrt cmc ntos, etcétera. La base de nuestra coexis te ncia es un mínimo de idealizaI lIín, de renegación ferichiza nre. Y, ¿no es esta misma rcnega ci ón lo quc explica 1.1 belle za sublime del ges to idealizador disce rn ible e n tod a una gama de indivi,11Ius que va desde Ana Fra nk hasta los comunistas estadounidenses que creían en 1.1 Unión Soviética? Aunque sabemos qu c el com unismo estalinista era horrero"'1, .uhnir am os sin cm bargo a las víctimas de la caza de bru jas de .M cC arthy, que persistieron heroic am ent e en su creencia en el comunis mo y en su apoyo a la Uun'm Soviética. Esta lógica es la misma en el caso de Ana Fr ank, la cual, en su & lrio, expresó la creencia en t i bondad fund arne nral de la humanidad a pesar de 1 ' 1 ~ horro res perp etra dos cont ra los judíos cn 1:1 Segunda Guerra Mundial: lo que vunvicrte en suhlime esa afirmación de 1.1 cre encia (en la bondad esenci al de la humanidad o en el carácter verdaderamente humano del r égimen soviético) cs la hn-c-hn misma que existe ent re ella y las pruebas fáct icas abrum adoras que la r CM hu.m , es de cir, la voluntad I1CtiVI¡ de ren"J!/,r el estado de cosas real. T al vez cousis-

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L A MUE RT E DE LA EFICACIA SIMRÓ LlCA

Pod emos ver a hora por qué ra zón Lac an lla ma "padre real", como "agente de la castración", a es te Dios inre rdicror. la castración simbólica es ot ro nom bre de la brecha que existe en tre el O tro y el goce, otra design aci ón del hec ho de que el O tro y el goce nu nca puede n esta r "sincronizados". Advertimos tam bién en qué preci so sentid o la perversión actúa la ren egación de la castración: la ilusión fundamenta l del l>en..crso es que él tien e un saber (simbólico) qu e Ic pcn n ite regu lar su acceso al goce; es decir que, en t érminos más con te mporá neos, el sueño del pe rverso con siste en tr ansform ar la activ idad sexual en un a actividad instrumental ron un propósito , una actividad que puede proyectarse y ejecutarse siguiendo un plan definido. D e modo que cuando, hoy en dí a, se habla dc la declin ación de la autoridad paterna, el que está efect ivam ente en retirada es N U padre, el padre del "no" qu e no t ransige; en ausencia de su "no " íute rdic ror, pueden volver a pro sperar nu evas formas de la armon ía fantasm ética entre el orden sim bólico y el goce: el sentido de la deno min ada actitud "hcl ísnca" de la N e» Age (que ve la T ierra o el macrocosmos como una entidad vida)14 es precisame nte este retorno a la con cepc ió n susta ncial de la "raz ón como vida" a espensas del " padre real" interdicto r. Lo que estos atolladeros indican es que hoy en día, en un sent ido, "el Otro ya no existe", pero, ¿en quEse nti do? H ay que ser muy específico en cuanto a qué equiva le esta inexistencia. D esde cierto plinto de vista, ocurre co n el Otro lo mismo que con D ios seg ún Lara n (no se trata de qu e D ios esté muerto actua lmente; D ios es tuvo m uert o desde el princip io, solo q ue no lo sabia...): por empezar. nunca existió, es deci r qu e la inexistencia del gran O tro equivale en última instancia al hecho de que el O tro es el orden simbólico, el orden de las ficcio nes sim b ólicas que ope r<ln en un nivel difer ente del ni vel de la ca usalidad material direct a. (E n este aspecto, el ún ico sujeto p.lt"a el


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te en esto el gesto 1lIettlf ísüo fundame nta l: en esta negativa a ,\ceptar 1:1 imbceilidad de lo Re ~I1 , en renegarla y buscar "otr o mu ndo" detrás de ellaY En su lect ura del art ículo de Freud sobre el fet ich ismo, Paul-Laurcnr Assoun" plantea que la difer e ncia sexual deter mina do s enfoques dife rentes de la brecha que existe e ntre lo que ven mis ojos y la ficción simbólica, la brecha {Iue separa lo visible de lo in visible . C uando un niño pequeño ve a un a niña desn uda, upra IlOr no cree r e n sus ojos (y por no acep tar qu e las niñ as so n disti ntas), continúa creye ndo en "l a palabra", la ficción simbólica, que lo lleva a espe rar un pen e ta mbién en la niñ a, de mo do que reniega su percepción inmedia ta. la interpreta como una apariencia su perficial, y comienza a buscar, a {lar forma a hipó tesis que explicarían esa brecha (la ni ña tiene un pe ne m ás pequeño, casi invisible; le crece ré más tarde, se lo cortaro n...). En síntes is, la re negacié n del var ón lo im pulsa a convertirse en un "met afísico espontáneo ", un creye nte e n otro m undo que esta ría deb-ajo d e los hechos visibles. La niña, po r el contrario, "cr ee en sus ojos" , acepta el hecho de que "no lo tie ne", de modo qu e a ella se le abre un conjunt o diferente de opciones , desde la notoria "e nvidia del pene" y la búsqueda de sustituto (un hijo, etcétera) hasta la actitud cínica de desconfianza fund amenta l respecto de l orden simbó lico (¿r si el pod er fálico masculino fuera una mera apariencia?). En la historia de la filosofía hay tres gra ndes ejem plos anecdóticos del "cree en mis pa labras, no e n tus o jos", En pri mer lugar, D iógenes, el cín ico, refutó la tes is eleática de qu e el mo vimiento no existe. Jimirándosc a dar unos pasos, con lo cual derror óa su discípulo y se ganó su aplauso : el discípulo creyó más en sus ojos que c n las palabras de la argu mentación. (La idea de Diógcn cs era que la filosofía no toma en cuenta esa referen cia directa a la experi encia, a "lo que nuestros ojos nos dicen"; la tarea de la filosofía consiste en dem ostra r la verdad o falsedad de lo que vemos por med io de la argu me ntaci ón.) En segun do lugar, la historia medieval de los mo njes escolásticos que d iscutían sobre cuántos dientes tie ne un asno, y cayeren en UIl descon cierto to ta l cuando un joven miembro del grupo pro puso que fue ran hasta el establo y los co ntaran. Finalment e, el caso de H cgel insistiendo en que solo hahía ocho plane tas alrededor del sol, incluso después de que se h ubiera descu bierto un no veno,

15, Por supuesto, He gel llev óesta búsqueda metafísica al punto de la autorrc fercncia: p,lTa ¡;I, "lo supr asen sihle es IlI al"l1'imcill coma apariencia", es decir qu e el O tro Mu ndo lltle está deb~j() dc la apariencia es precisamente algo que f1pll reCe, es la nparielláa de quc hay OITO fI,'llm do más alhi delmundo fenomé nico sensible. 16. Véase Panl-Laurcnr ¡\,S O Ull , La Voix a le Rrfllml, vol. 1, Pa rís, Anr hropos-Economica. 1')<)5, págs, (i4 y sigs, [Kd. cast.: La mimda y 111 ~'OZ , Buenos Aires, N ueva Visión, 1()<)7.]

I loy en día, con las lluevas rccn ologfas digitalizadas que permiten ob te ne r iuuige nes documentales perfectamente falsificadas, e incluso const ruir una realid:ul virtual, el mandato de "c ree en mis palabras (mi arg umentació n), y no en 101 fascinaci ón de tus ojos" es más perti nente que nunca. La lógica del "¿en quién cre er ás, en tus ojos o en mis palabra s>" (es decir , In lógica del " Lo sé muy bien , IJC m sin em bargo ... creo" ) puede operar de dos mo dos d istintos; el de la ficá 6n sun bóli ca y el del simulacro imaginario. E.n el caso de la ficció n simbó lica eficaz de l juez qu e viste su tú nica, "Sé muy bien qu e esta persona es pusilán ime y corru pta, pero sin em bargo la mito co mo si (c reo que) el O tro simbólico hablara (1I;11lIa) por su boca "; re niego lo que me dicen mis ojos, y elijo cree r e n la ficción simbó lica. En el caso del sim ulacro de la realidad virt ual, po r el contrario, "Sé IIIllr bien qu e lo que veo es un a ilusión generada po r una máqu ina digita l, pero sin embargo acuerdo sume rgi rme en ella , compo rt arme como si c reye rA e n (, 11 ,1". En este caso ren iego lo que me dice mi sabe r (simbólico), Yopto por creer c n-lusivamenre e n mis ojos, En la historia de la filoso fía moderna, la lógica del "¿En qui én crees, en tus ojos o mis palabras?" encontró su más fuerte expresión en el oca sionalismo de xtalebranche. el principio central de esta doctrina (según el cual D ios es el úni n I agente causal) no solo no se basa en ningu na prueba sensible, sino que es directamente contra rio a tod a la experi encia senso rial, la cual nos lleva a creer que los obj e tos ext ern os actúa n directamente sobre n uestros sentidos, causand o las wnsaciones en nu estra mente, De modo que, cuando i\1alebran che intenta con\TI\Cer a sus lectores para que crean en sus palabras, y no en sus ojos, el enigm a centra l que tiene que explica r es por 1111 Di os creó el un ive rso de un mod o ta l tI"C nosotros, los mortales hu manos, necesa riame nte somos vícti mas de la ilu' u'm de que los objetos sensibles act úan di rectam ente sobre nu estros sentidos. Sil explicació n es moral: si pud iér amos percibir direc ta mente el verdade ro estallo de cosas, nuestro amor a D ios sería invencible, instintivo, DO a causa de la lihrc voluntad y la comprensión racio nal obtenida al salvarnos de la tiranía de los -cn rido s. Es deci r qu e no habría espacio para nuestra actividad moral, para nuestra lucha po r anular las consec uencias de la C aída }' recobrar el bien pcrdi0I 1J. De modo que Melebranchc delinea los conto rnos de la posición filosófica que explica la limitación epistemológica del hombre (el hecho de que el hombre , o10 pu ed e conocer los fenómenos, }' de qu e el verdadero estado de cosas está lucra de su alca nce) remiri éndose a fun dame ntos morales: solo un ser ma rcado pm esa limit ación episte mo lóg ica es un ser moral, solo él pu ede conquistar el bien co mo resultad o de la decisión libre y de la lucha interior con la te ntación. l-xta actitud (más tar de ado ptada t ambién por Kant) se op one di rectamente a la r-t-ua ció n platónica habitual, que equipara el conocimiento con el bien (el mal ' t'ría la co nsecuencia de nuest ra ignorancia, es decir que no se puede conocer la

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verdad y segu ir siendo malo, puesto que, cu anto más sabemos, más ce rca estamos de ser buenos): una cie rt a ignora ncia radical se ría la condición positiva de nuestro ser mo ral. Enton ces, ¿qué es la eficacia simbó lica? T od os conocemos el antiguo y tr illado chiste del loco que cr eía ser un grano de maíz; cuan do lo e nviaron de regreso a su casa, po r esta r ya totalment e curado, reapareció de inmed iato en el hospita l, y le explicó su páni co al méd ico: "i Me encon tré con una gallina en el cami no, y tu ve miedo de que me comiera !", Sor pre ndido , el médic o exclamó: "Pero , ¿cuál es el prob lema aho ra? Ya sabes que no er es un grano de maíz sino un se r humano, y que no pu ed e come rte una gallina". El loco contestó : "Sí, yo sé que ya no soy un gran o de maíz, pero ¿Jo sabe Jtl galli1la?"... Este relato, insensato en el nivel de la realidad fáct ica, en la que uno es un grano de maíz o no lo es, resulta absolu tament e cue rdo si reempl azamos el "g rano" por algún rasgo que determ ine' mi ident idad sim/lriiim. ¿No ocurre n constantemente CO SlIS análogas e n nuestro trato con los difere ntes nivele s de la burocracia? Supo ngramos que una oficina de alto nivel satisface mi dema nd a y me ot orga un títu lo superior; sin emb argo, debe tr anscurrir algún tiempo hasta qu e la disposición sea ejecutada y llegue hasta los niveles administra tivos inferi ores que so n los que se encargan de liquidar los bene ficios co rrespo ndientes a ese título (mayor salario, et céte ra); todos cono ce mos la frustración de enfrenta r a un burócra ta subaherno que echa una mirada al docu mento que le mostra mos, y nos replica con indifer encia: "Lo lamento, aún no hemos sido adec uada mente inform ados de esta n ueva medi da, de modo que no puedo ayudarlo, ., ". ¿Esto no equ ivale nnis o meno s a decirnos "Lo lame nto, par a nosotros usted sigue siendo un gra no de maí z, no toda vía un ser hu mano"? En síntesis, hay un cierto momento misterioso en el cual UIl<¡ disposición bu roc rática )l<lsa a ser realmente efectiva, queda registrada por el gra n O tro de la institució n simból ica. El carácte r miste rioso de ese momento se puede ilustra r del mejor modo co n algo gracioso que sucedió dur ante la última cam paña ele cto ral en Eslovcnía , cuan do un miembro del partido polít ico gobern ante fue abordado por una señora anc iana de su electorad o loca l, con un pe dido (le ayuda. Ella estaba convencida de que el nú mero de su casa le t raía mala sue rte (aunque no era el convencional 13, sino 23). D esde el mo mento en qu e le habían asign ado ese núme ro, debido a algu na reo rgan ización admin istra t iva, comenzó a ser víctim a de desgracias (entr aron ladro nes, un a tormenta le rom pi ó el tejado, los vecinos come nzaron a mo lesta rla), po r lo cual ella le pedía al candid at o que tu viera la amabilidad de hacer que las autorid ades mun icip ales cam biaran el número . El candidato le respon dió con una suge rencia sencill a: ¿Po r qué no cambi aba el número ella misma? ¿Po r qué no pintaba otro núm ero o reem plazaba \;1 placa, añadiendo una cifra más o una let ra (por ejemplo, 23A, o bien 23 1, en lugar de

! \) ? LI anciana rep licó: "O h, lo int enté hace un par de semanas; pu se una placa llueva co n el núme ro 23A, pero 110 fimaonó; sigo tenien do mala sue rte; no se puede trampear, hay que hacerlo como co rr espond e, tiene que hacerlo una insritución esta ta l", "Eso" a lo cual no se podía enga ñar era el O tro lacaniano, la in-nit uci ón sim bólica, En es to co nsiste entonces la eficacia simbó lica: tiene que ve r con el míni mo de- reificación en razón de la cual a los int eresados no nos basta conoc er un herho para qu e te nga vigencia: "eso" , la institución simbólica , ta mbién tiene qu e «uiocer lo/v rcgisrrcrlo", para que se sigan las cons ecuencias pc rformctív as de su enun ciado. En última instancia, este "eso", por supuesto, puede encarnarse en la mira da del O tro absoluto, el pro pio D ios, ¿No enco ntramos exact am ente el mismo pro blema de la anciana infort unad a en el caso de los católicos que no practi can ti annconccpci ón di recta pe ro so lo tienen relaciones sexuales en los dbs dura nte los cuales la m uje r no ovula? ¿A quién eng aña n de este modo? (lk ;ISO D ios no puede leer sus pens am ientos, no sabe (lue en realidad se ent re~;1Il ,11 sexo por placer, sin te ner ningun a intención de procrear? La Iglesi a ha si.1" siemp re sumamente sensible a esta brech a entre la mera exist encia y su inscnpción/regist ro adecu ado: los niños que morían antes de haber sido bautizado s IIU pod fan ente rrarse en suelo sagra do, puesto que no esta ban aún inscritos como corres pon de e n la co munidad de los creyentes: de modo que la "eficacia ..imbólica" t ie ne que ver con el punto e n el cual, cuando el O tro de la insti ru¡'i,'m sim bóli ca lile confront a con la alterna tiva de "¿A quié n le crees, a mi palabra o a tus ojos?", yo escojo sin vacilar la palabra del O tro, descart ando el test i1I 11111 io fá ctico de mis ojos." La idea del "blud.:bllster" (lit eralm ente, "la bom ba") prop orciona un ejemplo excelent e de la duplicación del orden del Ser positivo en el orden de la nominarióu, es decir, de la inscripción simbólica en el O tro. Primero, el té rmino se les aplic ó .1 las pel ícu las que recaudaban m ucho dine ro; después se lo co me nzó a utilizar para des ignar las gra ndes prod uccione s cine ma tográficas, con la perspc ctiva de una eno rme cam paña pub licitaria y gra ndes ingresos de bo letería (pur supuesto, en las boleterí as esas películas pod ían finalmente frac-asar), D e mod o q ue, con respecto a los dos Certeros, 1/ post;,lO italiano y la película con Kcvin Costn er que fue un frac aso, es perfecta mente cohe rente decir que El mr l IT O fue un bkxklnater fracasado, mien tras que 1/pestino no es un blcckbuster, aun ' lile recaudó m ucho más dinero que la otra . Por supuesto , esta brecha ta mbién

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17. Esta es tambié n la prueba del ver dadero amo r: incluso cuando sorp rendo a mi pareja ,'n la cama eon ot ra pe rsona, privileg io sus palabras, sus pro testas verbales de inocencia, po r '>l ,),rc el hecho concreto y o bvio que percibo con los ojos...


pu ede tener con secuencias gr aciosas. En la Yugoslavia de la década de llJ70, los subtítulos de L1S películas, co mo reg la, tra ducían con eafeminnos las expres iones vulga res que abundaban en los pro ductos de Hollyw ood de esa época. Por eje mplo, cuando un personaje decía " ¡Vete a que te cojan por el cu lo!", en el subt ítulo e n esloveno se leía "iVete al diablo!", o algo aná logamente moderado. Sin em bargo, a fines de la década de 1980, cuando en Yugoslavia cayero n las barreras de la censura, mientras qu e H ollywood se volvi ó algo más contro lado (quizá por las presiones de la Ma yoría Moral e n la e ra de Reaga n), los traductores, como vengándos e po r los m uchos años de represión, come nzaro n a amplificar la vulgaridad de las expresiones: cua ndo un personaje decía, se ncill ame nte "¡Vete al in fierno !", el subtítulo tra nscri bía: "¡.\1étesela a tu madre hast a la gargarita!", o algo análogo .. . Para decirlo en términos filosófi cos: la inscripción simbólica significa que el verd ade ro "en sí", el mod o en que un a cosa es realme nte, ya está allí para nosot ros, los obse rvadores. C onside re mos los casos de dos cele bridades mue rtas: la princesa Di ana y la .\ Iadre T eresa. Según el cliché, Di ana , incluso cuando estaha haciend o caridad , se complacía con la at enci ón de los med ios, manipul and o cui dadosa me nte la difusión medi ática de los detall es más íntimos de su vida privada (su patrocinio secreto de la biografía de ..' lonon), mientras que la Madre T eresa, una verda dera santa, hacía caridad en silencio, lejos de las ca nd ilejas, en los infern ales barri os pobres de Calcura.. . Sin emb argo, el problema que plantea esta oposición es que todos sobr11los que la Madrr Teresa hada siíenciosmmue SIl trebejo Irjos de losfocos de losmedios. y precisamente por esto era famosa; esta imagen suya creada por los medios explica que la hayan recibidos jefes de Estado y que haya tenido un fun eral nacional... D e modo que la oposición e ntre Dia na en un jolgorio de compras con su nuevo novio}' la Al adre Teresa cuidando a los mendigos agonizantes en su gris hos pital de C alcura es una oposición mediá rica por excelencia. En este punto es esencial la brecha entre la realidad }' el orden de su registro simbólico: 1,1brecha en razón (le la cual el registro simbólico es en últ ima instancia co ntingente. Pem u raseme mencionar la reciente te ndencia a retratar al president e de los Estado s Unidos como un asesino tota l (Poder absoluto [Absolllte PoU'(I', ¡\4twdn' at 1600)): esta tendencia se mofa de una proh ibición vigent e hasta hace poco tie mpo: un p,lr de años atrás, una película de este tipo era impensable. Algo análogo ocurrió con el detective en las ser ies televisivas: en algún momento de la d écada de 1960 dejó de exigirse que fuer a una figura nob le; podía ser un lisiado, II n homosexual, un a mujer... Esta súbita apercepción de que la pro hibición no importa es cr ucial: se puede tener un presidente asesino, pem el presidente conse rva su C:lr isma", Lo cual no significa sencillamen te que "siempre fue así": había sido así en sí mislIJo, pero no para sí, En la década de 1950, una película

1' 11 110 ! JIJlII'I·/I!>.m/lltll habrfn tenido un efecto ideológico dema siado traumátic o; dl",[JUés del cam bio en el sistema de la prohibición simbólica, la ho nesti dad pe r ~ , " \ ,¡ l del presiden te dejó de importa r, el sistema se había acomod ado al cam-

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Fn todo camb io soci al hay qu e buscar est e cr ucial camb io simbó lico: e n la 1' 1.1 bippie, los hom bres de negoci os pedían vestir vaqueros, usar barba , etcé tera, )' ver al m ismo t iem po bu itres implacables. El mome nto del cam bio es el rnouu-nto cruci al en el cua l el siste ma reest ruct ura sus reglas para acomodarse a las 1I111' V,l S condi cio nes, inco rpora ndo el mom ent o originalmente subver sivo. Esta I ' ~ en to nces la verdader a historia subyace nte e n la desintegración del Código II ,\)'I.'S de la au toc e nsu ra en 1Iol lyw ood: en un breve lapso de la década de 1960, d,· prun to "tod o se volvió posib le", los mh úes caían casi co tid ianame nte (co n retcrcucías explícitas a las drog as, al acto sexual, a la homosexualidad, a la ten sión 1.II'i'll, IIcgandose incl uso al ret rato sim pático de comunistas); sin em bargo, el ~~ I .. tem a" sigu i ó intacto: nada cambió realmente. En este senti do el ca pitalismo 1'" mucho más flexib le que el comunis mo , que fue inca paz de permitir esos ali\lO" radicales : cuando G orbachcv tr at ó de aligerar gradualme nte las coacciones 1',lr,¡ fortalecer el sistema, el sistema se desint egró. De modo que el Otro es el orden de la menti ra, de la men tira sincera. To1II, ' IHUS el caso de BiII C linton y Monica Lewin sky. todos sabíamos (o por lo menos suponíamos) que lo hicieron; sin e mbar go, respaldábam os a C linton mientras el hecho pudi era ocultarse a la mirada del O tr o.. , Aquí tenem os la paI,llll.j'l del O tro en su forma más pura. La mayoría del pueblo cr eía que hubo al1111 entre ellos; creía que Cli nton mintió al negar lo, pero lo apo yaha . Aunq ue (I·llos suponían que) C lint on hab ía mentido al negar su vínculo sexual co n "esa muje r", ,' 1on ica Lewin sky, él hahía mentido sincerame nte , con convicción in te11" r, creyendo de algún mod o e n su mentira, tomándola en serio. También esta 1',lr,¡dnja de be to marse e n ser io, puesto que señala el elemento clave de la efica11,1de un enunciado l ógi co. E n ot ras palabras, mientras la mentira de C linton Hn fue pe rcibida/ registrad a po r el O tro , mient ras le fue posi ble mantene r las .rp.u-ienci as (de la "dignidad" presidencial), el hecho mismo de que tod os supiéI ,IIIIOS (o presumié ramos) que estall a mi nt iend o e ra una base adicional para la nlcutific ación del p úblico con él: la con ciencia pública de qu e mentía, de que en u-alidad algo había ocurrido entre él y M ónica Lewin sky, no solo no dañó su [101pubrid ad, sino que incluso la promovió. No hay que olvidar nu nca que el caI i ~ ll1 ,1 del lfder se apo yo1 en los mismos rasgos (signos de deb ilidad, de "h umanid,u!" com ún ) que aparentem ente 1:1 socavarían. Esta tens ión era man ipulada dn-suu mente y llevada a su extremo por H itler: en sus discursos frente a grandes multi tudes solía inter pre tar la escena de " perde r la calma", entraba en una Hetu.n-ión hi stér ica, gr itando desespe radamente y agitando las mano s, comoun ni -


SI'lVrj Zif,rk

J' ld,illllr l'II I'4fi{!o?

ño malcriado y fr ustrado por el hecho de que no se satisficiera n de inm ediato sus dem andas. Una ve z más, esos mi smos rasgos, que parecían contradeci r 1:1 dignidad impasible del líder, en realidad sostenían la ide ntificación de la multi tud con él. T od as estas paradojas tie nen una gravitación fundam ental sobre el modo cn que el ciberespac io afecta la ide ntidad simbólica del sujeto . El pobre loco que, ;11 encontrarse con una gallina, adoptó la actitud de "Sé muy bien que soy un hom bre pero.. . (¿lo sa be el Otro?)", creía en síntesis que el camhio de identidad aún no hab la sido registr ado po r el O tro , que paro el O tro él segu ía siendo un grano de maíz. Imaginemos ahora el caso más bien com ún de un ho mbre tímido e inhib ido qu e e n el ciberespacio se incorpo ra a una comunidad virtu al en la cual adopta la másca ra tic una mujer promiscua; por supuesto, su posición es "Sé muy bien qu e en realidad soy solo un tipo tímido y mod esto; de mod o que ¿por qué no pod rí a pe rmitirme posar brevemente como una muj cr prom iscua, hacie ndo lo que nunca ha ría en la vid a real ?" Pero, ¿son realmente las cosas tan simples y directa s? ¿Y si la person alida d de este ho mb re en la vida real (la persona lidad qu e ado pta en sus intera cciones sociales reales) no fue ra más que una especie de defensa secundaria, una iden tidad qu e asume como máscara par a repri mir o mant en er a raya su verdadero "sí-mismo interior" , el núcleo du ro de su identidad fantasmá tica, qu e es el de un a mujer pro miscua, y para e! cual solo encuentra salida en sus fant asees privados o en los juegos sexuales anó nimos de una co mu nidad virtual? En su Seminario X I, La can menci ona la antigua parado ja chi na de Chuang-Tzu quien , despu és de haber soñado qu e e ra un amariposa, come nzó a preguntarse: ..¿C..ómo puedo saber que no soy una mari posa que está soñando q ue es un homb re?". ¿No puede pensa rse 10 mismo respecto de nuestro miem bro tímido de la com unidad virtual? ¿N o será en realidad una mujer promiscua que sueña que es un hombre in hibido ? La te ntación que hay que evita r es la fácil conclusión posrnodern a de que no tenemos nin gu na identid ad sociosim bólica fundam ental fijada, sino qu e vamos a la deriva, más o menos libremente, entre una m ultitud inconsistente de sí-mismos, cada un o de los cuales represen ta un aspecto parcial de nuestra personalida d, sin qu e ni ngún agente unificador asegu re la consistencia final de ese pandcmón ium . La hipó tesis lacaniana del Otro im plica que todas estas di ferent es identificacion es parciales no tiene n el mismo status simbó lico: hay un nivel en el cua] comienza a in terveni r la eficacia sim bólica, un nivel qu c deter mina mi posición sociosímbolica. Este nivel no es el de "la reali dad" en tan to opuesta al juego de mi imaginación, Lacan no dice qu e, detrás de la mul tiplicidad de identidad es fanrasmñricas esté el núcleo du ro de algún "sí-m ismo re al"; nos cncontr amos con un a ficción sim bólica, pero una ficción que, por ra zones coruingentes qu e no tie ne n nada qu e ve r con su na turaleza intrínsec a, posee un pode r

11t·1'!llrm'ltivo : es socialmente opcnuiva, estructura la realidad soci osim bólica en 1,1('11,11 participo. El status de la mism a person a, que incluye sus rasgos muy "reaIn ", puede apar ece r bajo un a luz to talmen te distinta cuando cambia la modalid,l(l de su rel ació n con el O tro. Fn b actualidad el pro blema no consiste en qu e los sujetos estén más disper~ .. ~ ll ll C e n los buenos y viejos días del yo idéntico a sí mismo; el hec ho de que "d Otro ya no existe" im plica más bien que ha dejado de se r plena mente op er a11v.1 la ficción simbólica que le confie re stattts perfo rmati vo a un nivel de mi nlcmid ad, deter minando cuáles de mis actos tendrán "eficacia sim bólica". Q uil,i.. el ejemplo supre mo de este fenóme no sea el de las te ndencias recientes del 1 riwianísmo. El cri stianismo pro piame nte dicho (la creencia en la res urrección dt, C risto) es la máxima exp res ión religiosa del pode r de la ficción simbólica 1' 11110 vehículo de la univ e rsalidad: la m uerte del J esús "real" se supera en el Esl,il'ilU Santo, es decir, en la com unidad es pir itual de los creyentes. Este núcleo auténtico del c ristianismo, art icu lado originalmente por San Pablo, está actualmente ba jo ataque: el peligro ha surgido en la fonna de la (mala) lectura gnósri1L I/dualista de la ¡\¡'roJ Ag~, que reduce la resurrección a la condición de me táfora ,J¡· I crecimiento espiri tu al interior del alma indivi dual. D e este modo se pier de .-1 princi pio central del cristianismo, ya subrayado por H egel: la ruptura ron la lof{ica de pecado y cast igo del Ant iguo T estamento, es decir,la creencia en el ",il,¡y;t"O d e la gracia que anula ret ro activamente nu estros pecados pasados. Esta I ' ~ la "buena nueva" del N uevo T esta mento: el milagro de la creatio ex níbilo. de 111 1 lluevo comienzo, de que sea posibl e iniciar una nueva vída a partir "d e la na11,1" . (por su puesto, la ereatio ex mbiíc solo es factible en el universo simbólico , rruuo esta blecimiento de u na nueva ficción sim bólica que borra la anterior.) Y lo crucial consist e en que este nuevo comienzo solo resu lta posible en virtud de 1,1 gracia divina; su imp ulso viene de afuera; no es el res ultado del esfuerzo inteI illr del hom bre por su perar sus limi tacion es y elevar su alma más allá de los inu-r eses ma teriales egoístas; en este preci so sent ido, el nuevo comienzo propia«u-nte cr istiano es absoluta men te inco mpat ible con la pro blem ática gnóstica de 1., "pu rificació n d el alma". D e mo do I]Ue lo qu e está realm ente en juego en los recientes int entos pop -gn ósticos de la NewAge tend ientes a reafirmar un a cspe111' tic "enseñanza secreta de Cristo " po r deba jo del do gma oficial paulin o es el rvluc rzo po r anular el "Cristo-acont ecimiento", red ucién dolo a una conti nua1¡{nI del linaje gnós tico precedente. O tro aspecto importante de esta (mala) lect ura gn óstica del cristianismo es la "ho;csiún cr eciente de la seudocic ncia popular con el misterio de la supuesta 11I1I1!l ,\ J e]esús o de su progenie (los supuestos v ástagos del matrimonio que se 1,' atribuye con María Magdalena). ll estseliers como The Holy Blood ami tbe Holy f ,'1'111/ () La tum ba de Dios, cuyo escenario es la región qu e rodea a Rennes-le

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J' /,/lÍlI./r t 'lI 1'~Ji(m ?

C háre au en el sur de Francia, e nt re tejen en largos relatos co herentes los tema s del Grial, los citar os, los templarios, los francmasones.••: estos relatos inte ntan reempla zar el poder declinante de la ficr:ión simMlial del Esp íritu Santo (la com un idad de los creyentes) po r lo Real rorpwol d e Cr isto y/ o sus descendientes. Una vez más, el hecho de que Jesús hu biera de jado atrás su cuerpo o deseendie ntes corporales sirve a los fines de socavar el relato cr isria no-pauli no de la resurrección: el cu erpo de C risto no habría resucita do realmen te; "el ve rdadero mensaje de J esús se perd ió con la resur recció n"." Supu estamente, este "vc rdaclero mensaje" consiste en pro mover "la senda de la auto deter minación, como distinta de la obedi encia a la palabra eser ita":19Ia reden ción resultaría del viaje inter ior del alma , y no de un acto de perdón que llega desde afuera, es decir que habría qu e ente nderla como el renacimie nto, la renovación interior del alma en su viaje de auropurif icaci ón. Aunq ue quienes ahog an po r este "retorno de/ en lo Real" promu even su des cubrimiento co mo la revelación de un secre to herético y subversivo reprimido durante m ucho tiempo po r la Iglesia como institución, se podría plantear una objeción en form a de pregunta: ¿y si esta misma revelació n del "secre to " estuviera al servicio de la anulació n, de la expulsió n del núcleo verdad eram ente tr aumáti co y sub versivo de la enseñanza cris tiana, el skandalon de la resurrecció n y el pe rdón re troactivo de los pecado s (es decir , el carácte r singul ar del acontecimiento de la resur rección)? Estas inversion es indican que e n la actualidad la inexistencia del gran O tro ha alcan zado una dimensión mu cho más radical: lo (¡ue está cada vez más socavado es precisamente la confianza simbólica que persiste cont ra todos los datos escépticos. Quizá la faceta más im presionante de este n u evo stams de la inexiste ncia de! Otro sea e! florecim iento de "comi siones" dest inad as a decidir acer ca de los denominados dilemas éticos que surgen a medida que el creci~ iento t ecno lógico in cesante afecta a nuestro mu ndo vitaJ.2o No solo el cíbe respacio, sino también dominios tan diversos como la medicina y la biogc n ética po r una parte, y por la otra las reglas de la conducta sexual y la protección de los derechos humanos, nos con fro ntan con la necesidad de inventar las reglas básicas de la con ducta ética adecuada, puesto que no tenemos ninguna fonna de Otro , nin gún punto simbólico de referencia que sirva corno ancla moral segura y no pr oblem ática.

18. Richard Andrews y Paul Schellenherger, Tbe To mñ /1f GoJ, Londres, Warner Hoo ks, 1997, pág. 433. [EJ. cast. Lo tum bo dI! D ios: rI (Uop o de j U!Íf y 1" folución dI! un misterio di 20UO ¡Iños, Barcelona, C írculo de lector es, 1997,] 19. Ibíd., pág. 42H. 20. Véase j acqucs-Alain M iller y E ric Lauren t, "L'Autrc qui n'c xlsre pas et ses comités d'é rique", en Lo CaUft frt udimnt, n" 35, 1997, París, págs. 7-20.

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En IOdos estos do min ios, el lliJJb"r1lt1 parece irreductible: un poco an tes o _lnpués nos encuntramos en un a zona gris cuy a niebla no puede dispersarse media nte la aplicación de alguna reg la uni versal ún ica. Esta es una suerte de ouurapunto con el "pri ncipio de incertidu mb re" de la física cuántica; po ~ ejem plo, para dete rminar si algún comenta rio fue realm ente acoso se~ual o discu rso I ucista tl"Opezamos con una dificult ad estrUctu~l. Ant e un enunCla~o .dudoso de ''''1' tipo, un radical (polít icame nte co rrecto) tiend e a creer e n la vlct~ m a que se _Jlll'j;1 (si la víctima lo ha expe rimentado co mo acoso, fue acoso.:.), m le~tra~ que 1111 liberal ortodo xo intransigente tiende a creer le al acusado ( SI este dic e smceI am en te que n o int entó acosar, elche ser absu el to...) . D esde luego, sc t rata de que esta índc cidíbilidad es est ruct ural e inevit~ble, pues quien " ded~e" .en últi l1lo1 inst anci a el significado es el O tro (la red.simb ólica en la q~e est an m s ~r.t? s hllllo la víct ima como el ofensor), y el registro del O tro esta po r d efinición 'l!liert o; nadie puede do minar y regu lar sus efectos. . . '1':11 es el pro ble ma qu e plan tea el reempl azo de las expresio nes agresivas por ulr;IS " políticamente correctas": cuando decimos " proble ma visual" en lugar de "miupia", nu nca podemos esta r segu ros de que este mismo reemplaz:o no ~e.n:­ I ,Id, como nu evo efecto, una acti tu d parem alista y/ o un comportarruenro írnmn i ofe ns ivo, suma mente hum illante, en cuanto apa rece disfra zado de benevo h-m-ia. El erro r de esta estrategia "po lít icame nte correcta" consiste en que , "1Iestima la resis te ncia d el len gu aje que ut ilizamo s realme nte contra la regu la1 ion con sciente de sus efectos, sobre codo de los efectos que involucr an relacioIH ' S rlo poder. D e modo que, para salir del atolladero, se convoca a u~ a comisión 'lile, de un mod o en últim a inst..mcía ar bitrario, for mul e reglas precIsas de condllcla" . Lo mi smo ocu rr e con la medi cina y la bicgen ética (¿en qu é punto un cspcrim e nto o una int ervención aceptables e inclus o de~e a h.l~ s se conviert en e n ' 111;1 ma nip ulació n que no se puede tolerar ?), en la ap licació n de los der.ec~os huma nos unive rsales (·en qué pu nto la protección de los derechos de la vrcnma w rrmvierte en una imposici ón de los valores oc cídcn tales i ), en los hábitos wxuales (¿cuál es el procedimiento de seducción ad ecuado, no patria rcal?), y por supuesto en el caso obvio del ciberes pacio (¿cuál es el stat us del acoso sexual 1.11 una com unidad vir rual, cómo distinguir las "me ras palabras" de los "he~ , IIIIS"?). El trabajo de estas co misiones queda atr apado en un círculo vicioso sinllllllóll: por un lado, t rata n de legit imar sus decisiones re m.itiéndose al saber I icnr ffico más avanza do (el cual, en el caso del abo rto , no s dice que un feto no tiene aún autoconciencia ni experimen ta dolor; en el caso de una per sona aqu e ~ [.nln de una en fermed ad termi nal , define el lím ite más allá del cual la eutanasia , ' ~ la única solución se nsat a); por otro lado , esas mi sm as comisione s ti enen que «lucir algún criter io ético no científico para ori entar y esta blece r una limi tación .1 b pulsión cienrffica intrínseca. J51


Lo esencial en este caso es no co nfundir la necesidad de crea r reglas cspcctf icas con la nece sidad ha bitual de phránesis, es decir, con la com prens ión , fo rmulada por Aristó teles, de que las normas un ive rsales no se pueden aplicar directamente a las situaciones concre tas: siem pre es preciso to mar e n cue nta "el giro" imp uesto a la norma uni versal por la situa ció n específica. En este C'dSO t ipo , no ten em os a nuest ra disposición algú n texto "sagrado " y ace ptado universa lme nte (po r ejemplo, la Bib lia en la tradición cr ist iana) como horizonte de nuestras elecciones, de modo que el problema de "la int erpretación" con siste en rcactualizar el texto de la tra dición e n cada situación nueva, en descu brir de qué modo ese texto "nos habla". H oy en día fa lta precisamente ese pun ro de referencia universal, y nos vemos e ntonces arrojados a un proceso de (re)negociación y (re)invención simbó licas radicalmente abiertas e int erm inables, sin que baya siquiera la apar iencia de algú n co njunto de no rm as presu puesta s anteri ores. () (para decirlo en t érmi nos hegelianos) , cuando hablo de "las reglas que hay que segu ir", presupon go ya la act itud reflexio nada de adaptarm e es trat égicame nte ;1 una situación, im poni éndome ciertas reglas (e imponiéndosel as a otros). Lo que se pierd e al ado ptar esta acti tu d es lo qu e H egel den ominó S ustancia social, el "Espíri tu objetivo" como verdadera susta ncia de mi ser qu e está sie mpre-ya all! como el terren o en el que cr ecen los individuos, aunque solo se mantiene viva gra cias a la actividad in cesante de esos mi smos individuos. D e modo que , cuando los partidarios de la comunidad virtual describen con entusiasmo el desafiu que el ciberespacio le plantea a nuestra capacidad para la invención ét ica, pan poner a prueba nuevas reglas de participación en tod os los aspec tos de la vida comunita ria virtual, sie mpre de bemos te ner presente que estas reglas (rejlnvcn rada s intentan rompmsor lo f alto tk nna ky/prohibición fimdnnmltn/: pre tenden prop orcion ar un marco de interacci ón viable pam los sujetos narcisist as posedtpicos. Todo ocu rre como si se quisiera co mpensar la falta del O tro con "coruités de ética" como otros tantos " pequeños gra ndes O tros" sustitutos a los cuales el sujeto les tra nsfiere su respo nsabilidad, y de los que espera recibi r una fómmla que lo saque del ato lladero. Es esencial trazar una distinción entre esta declina ci ón de la autoridad pólterna simbólica y la brecha edípica habitua l que separa para siem pre a la persona real del padre respecto de su función/ lugar sim bólicos- el padre real siempre re sulta ser un im postor que no está a la altu ra de su mandato simbóli co. COIll O c ~ sabido , es el probl ema del histérico: la figura central de su un iverso es "el padre humillado"; el histérico está ob sesionado por los signos de la debilidad y el (ni caso del pad re real, y lo cr itica de mo do incesante po rqu e no está a la altura rhsu mandato simbólico. Por debajo de la re belión del hist érico y de su dcsffo a In autoridad patern a hay entonces un llamado ocu lto a un a auto ridad pate rna renovada, a un padre qu e sea "un verdadero padre" y enca rne adec uadame nte su

IIW1 dó1( 1l sim ból ico. I loy en día, sin e mbargo, lo que está cada vez más socava.1" (r-a.i pe rdiendo su eficiencia per fonnaríva) es la función sim bólica del padre; 1" 11 vva rnzún, el padre ya no es percibido como el ideal del y o, el portado r (más " ll ll 'nns fr ustrado , inadecuado) de la autori dad sim bó lica, sino que se lo ve co111" 1,1JO ideal, un com petido r imaginario. E l result ado es que los sujetos n unca 11" 1'1\ rea lme nte, y en la actualidad encon tra mos in divid uos de entre 30 y 50 ,Oll~ tille, e n los tér minos de su economía ps íq uica , sigu en siendo adolescentes IUl Il,llluros que compite n con sus padr es."

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:IEDAD DE RIESGO Y Sl:S El'\'F.\ tlGOS

1-'1 atolladero fund amenta l encamado en la existencia de difer entes "comisíode é tica" es el foco en la recientemente popularizada teoría de la "socieda d 11, 1I 1"'~o"_!! Los casos paradi gmá tico s de los riesgos a los que es ta teo ría se re11 H ' ',u n el calentamiento del plan eta, el agujero en la capa de ozono, la cntcr, U i ,1...1ele la vaca loca, el pe ligro de las plantas nucleares como fuente de ener1 , 1.1" co nse cuencias imprevistas de la aplicación de la gené tica a la agricultura, ~ ,l cure sivamerue . T odos estos fen óm enos son ejem plos de los habitualmente I u.umnados "r iesgos de baja probabilidad y altas con secu encias": nadi e sabe ,, ~ tl grandes son; la pro babilidad de la catástrofe global es peq ueña, pero si lle~ producirse, será terminal . Los biólogos nos advienen que el crecie nte uso I [uoductos de labo ratorio como drogas o en la comida podría llevar a la extin1'liI de la raza humana , no a ca usa de una carásrrofe ecológica dir ecta , sino haI 11tt" LJ inférti f este desenlace par ece im pro bable, pero tam bién sería catastrollo" FI sigu iente rasgo crucia l es que es tas nuevas amenazas son denominadas 11>

' l . l'aul Verh aeghe ("1 11c Co llapse o f the Fathcr Fu nction and its Rffects on G ender Ro1 , ~ t lÍl"ulo inéd ito) ha llamado la atención sobr e otro rasgo interesa nte de esta suspensión 1 1,. eutoridad sim bólic a paterna, La autoridad paten ta es el canal que le permite al sujeto in~ , t' " el universo simbólico, y actu alme nte se está produciendo una "regresión" desde el i "MU" !" ;t modos de comunicación que lo combin an con otros tipo s de signo s (por ejemplo, ,,' 1,11'1,1/,<1 la escritura por signos ic ónicos : en la com put adora , en lugar de ripiar las órde" , t ~d " vez más recurrimos al 1llGlI.ft para identifica r cI signo icónico apropiado). Esta regre· 1"11, ¡1m e, también una señal de la suspensión de la autoridad paterna? ' ~ , Vb , c la obra clásica de Ulr ich Bcck titu lada Risl.: Socirty; Tetxards n Ncw Alodernity , I " ,,1, " ', S'lg"e, 1992 [cd. cast.: Ln soriedm/ drl ..irsgo, Barcelo na, Paidós, 1998] y tam bién An'1.""1' ( ; i d ' [C lI~, Tbe Consequmcesof'\!Q//ellliry, Cambridge, Políry Press, 1990 [ed. casr.: Come11, 1,', d,' (1/ modernidad , M adrid, Ali;mr,a, 1999], Una versión general y de divulgación de esta 1 ' " 1I " ' .I' lllC Fran kl¡n (com p.), '['be Poíitics offh e RiJl.: SofÍety, Oxford, Pulity Press, 199R,

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'1'11' 110 hay ning ún m étod o cicnuflco o de ot ro tipo que permita llegar a la cer t. ,Il'IOIT ;1 de hl existe ncia y ma gni tud de los pro blem as: no se trata solo de que 1.1 . t 1'l'Iltll",lCiones que explot an los rec ursos y los o rgan ism os gu bernamentales "11,,,.1 imcn los pe ligros, sin o de q ue no existe n ingú n modo de esta blece r co n ., unluml ue el alcance del riesgo; los propi os científicos y especu lado res no esI ~ I' 1'" con diciones de dar la respuesta final; diar iam ente so mos bo mbardeados • "11 11I1l·\'(JS descubrim ien tos qu e invierten las o piniones di fund idas. ¿Y si resul I I ~ 'lile en rea lidad la g rasa impide el cánce r? ¿Y si el calentamien to del planeta " 1111 .\ e n realidad de un ciclo natura l, y se ría conveniente que lanzáramos a la 1I1 1 11 ~fl' r;1 cantidades aún mayo res de dió xido de ca rbono? N u hay ninguna medida 11 prior; co rrecta entre el exceso del alarmism o y la 1 '. pm ieilm ind ecisa del "Q ue no haya pánico, aú n no tenemos r esult ados conht ~ lo llI CS "_ Po r ejemplo, a propósito del calentamiento del glo bo terréqueo.la 1, 11.1 de "evitemos los extremos, tanto la em isió n in co ntrolada de dióxido de t1 " '1I0 co mo el cierre inme diato de m illar es de fábrica s, y procedamos gra iUIl lIll°llte", carece de sentido sin ningun a du da." U na vez más, esta impenetraI llid.lIl no es solo un a cuestión de complejidad, sino de reflexividad: la nueva I ' ~ ' nlad e im penetra bilidad (la incert idu mbre radical en cuanto a las conse, ,1< I;IS finales de n uest r as acciones) no se J ebe a que seamos títere s en las ma, .11 ;llgún poder global trasce ndente (el desti no , la necesidad histó rica, e l ,. l . ... lu); po r el co ntrar io, res po nde al hecho de q ue "n adi e es tá a ca rgo ", de 111 nn rxiste (.,/ poder, de que no hay ning ún Otro del Otro q ue maneje los hilos. I "l',lddad se basa en el hecho m ismo de q ue la sociedad actual es to ta lme nte 11. \ 1\ ';1, (le q ue ni ngu na naturaleza o tradició n pro po rcion a un a base firm e so1.1 ' lile podamos apo yarnos, e incl uso experime ntamos nuestros im pulsos '1 llllimns (la o rientación sexual, etcé te ra) como resultado de nuestra s e1eccio( ;c'lIUO hay q ue alimentar y ed ucar a los niño s? ¿C ó mo debem os proceder I • 1 1.1sed ucción sexual? ,('.•ómo y cuán to te ne mos que come r? ¿C ó mo pode1" .h-u-ndem os y divertirnos? Todas est as esferas está n cada vez m ás colon i,1,1 1\(lr la reflexividad, es decir (Itle so n expe rimentadas co m o o bjetos de 1'" uol iz'lje y decisión. El rol cr ucial del curador, ¿no es el ejem plo fund ame nt al I 1.11cflexividad cn el ar te actual? El curador no se limita a se leccio nar: a tra-

"riesgos ma nufactura dos": resultan las intervenciones econ ómicas, tCCIl olcíf.t1 cas y científicas de los se res humanos en la natu ra leza, las c uales pert urban I ljI radicalme nte los procesos natu rales, q ue ya no es posible eludir nuestr a rcspon sabilidad per m itiend o q ue la propia natur aleza encue ntre el modo de rcstable ce r el eq uilibrio perd ido. Es asim ismo absurdo recurrir a un giro de la New 11 contra la cie ncia, puesto que estas ame nazas, e n su mayor par te, so n invisibl índctecta bles, no es tán al alcance de las herram ien tas diagnósticas de la dCIH I T odo s los conce ptos act uales sobre la amenaza ecológica, desde el ag:u;n en la capa de ozono hasta la ame naza q ue los ferti lizantes y los aditivos (!ulllu cos le plantean a la fertilidad humana, depend en en sen tido est ricto de l sah científico (po r lo general, del tipo má s avanzado). Aunque los efecto s del ag u¡ ro e n la calla de ozono so n o bserva bles, su explic ación ca usal en función de (' "agujero" es una hipó te sis científica: en el cicl o no hay nin gún "agujero" ,Iire tam ente o bservable. De modo qu e estos riesgos re sultan de una espe cie de t t cuita aurorr cflexivo, es decir que no son rie sgos externos (como por ejemplo I caída sobre la T ierra <le un com eta gigante), sino el desenl ace imprevisto de I esfuerzo s tecnológicos y cie ntíficos de los individuos, te ndie ntes a co ntrolar vidas y acrecentar su productividad. El ejemplo su pre m o de la inversión di;11 rica en virtu d de la cu al una nu eva co m prensión científica, e n luga r de ampl¡ nuestro dom inio so bre la natura leza, genera nuevos riesgos e ince rtidumbr podría se r la perspe cti va de que , en el té rmino de una o dos décadas, la gc né,l no solo logre ide nt ifica r la he re ncia ge nética completa de los individ uos, ' 1 incl uso manipular tec nológic ame nte los ge nes para o bt ener result ados y ('J bias deseados (po r eje mplo, erradicar la tende ncia a l cánce r, e tc étera). Sin (;1 bargo, lejos de desem bo car en una predicti bilidad y cer t idu mb res ro tales. 1 m isma autoobjetivizací ón mu y radical (en la fó rm ula genét ica podré confron lo que "yo so y o bjetivame nte") ge nerará ince rtidu m bres aún más radicales ;1\ ca de los eventuales efectos psícosociales de ese conocim iento y sus aplicaciou (¿Qu é se rá de las ideas de libertad y res ponsab ilidad? ¿C uáles se rán las m il cuencias imprevistas de entrome te rse con los ge nes ?) Esta co njunció n de baja probabilidad y alta consecuenc ia hoce précticamcn imposible aplicar la est rategia a risto télic a de evitar los extre mos: co mo si ;1l' 1 1l ~ mente fuera impo sible asum ir una posición racio nal mo dera da entre el alnnu 100 (los eco logistas q ue descr iben una catástrofe universal in minent e) y elcm bri m iento (la su bestimación de los peligros), L a est rategia de subestimael • podr á siem pre subrayar el hecho de qu e el alarmismo, en elmejor de los l'II~ ( considera ind udables cierta s co nclusiones que no se basan to talmente en la 11 1 servació n científica, m ientras que, por supuesto , la estra teg ia alarmista tiene 111 do el de rec ho de replicar que cua ndo sea posible predecir la catás trofe con 111 certidumbre to tal, será por defin ición dem asiado tar deo El pro blema consisu- 1

angustia l] u ~ g~ncr;¡ la sociedad de riesgo es precisamente su la ausencia de una "medida adecuada"; no ob edecemos I ' .. ,l, ' nl'~ lo suficiente y/ o las obedecemos dema siado ; hagamos 10 que hagamos, el resulta1,. ' . .."11,, Y somos culpables. El probl ema que plan tea el supcry ó es que su orden nun ca se f ' .1. u.rducir a los términos de una regla positiva: el Otro que emite el mandato demanda al11 1.10 ... " . ,[rOS, pero nunca podemos sa lll;~r qué es exactamente lo que !lOS pi de " ,

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vés de su selecció n él (rejd cflne lo qu e es el arte hoy en día. En las muestras nr t íst icas actuales encontra mos ob jetos (hasta excreme nt os hum anos y an imales mue rtos) que, por lo menos desde el punto de vista tradicio nal, no tie ne n nada que ver con el arte. Entonces, ¿por qu é hay que percib irlos como arte? Porque la qllt vemoses la eíeccién del curador. C uando hoy en día visitamos una muestra, lu que se ofrece a nuestra observación directa no so n obra s de art e sino el conccp to que tie ne el curador de lo qu e es el art e; en síntesi s, el verda dero artista no c\ el pro ductor sino el curador, ron su activ idad de selecci ón .

24, ¿Qu é es un go to vacío? En Eslovenia hay te ns ió n en tre el primer ministro y el prtd den te de la República: este úhimo, aunque la consti tució n solo Ic a~igna funciones pro tOl'ttlt res, quiere desempeñar u n papel más impo rtante, con pod er efectivo . I lace poco, el pmn min istro iba a concurrir como rcpresentan te esloveno a la reun ió n de lideres euro peos orr~ nizada por J acqucs Chirac , y ent onces se I~ d ijo a los periodistas que el pre sidente le hahía crito una carta a C hirac explicándole que lamentab lemen te no podfa asistir a la cumbre, II<.r ( cual el prime r ministro ocuparfa Sil lugar.., Este fue un gesto vacío en Sil vers ión más IUII aunque estaba claro que le correspondía al prim er ministro represen tar a Eslovenia en Fnu cia, el pr esidente actu ó como si en realidad el viaje del min istro no fuera "natural", sino rC~ 1I 1 rado de su decisión (la decisión del p residente ] de no ir él y en viar como repre sentante al 11,1 nistro. Este es el modo de convertir la der ro ta en victo r ia, de tra nsformar en resultado 11<' l. propia decisión libre (nu concurrir) el hecho de qu~ una cierta conducta sea imposi ble,

t.llllllcslras vidas, pero sin contar con un a base adecuada de conocimien tos, 1.0 que U lrich Ucck llama la "segunda Ilustraci ón" es entonces, con respecto .... IC Imnto cruc ial, exact amente opuesta a la meta de la "prime ra Ilu stración ", ' P!" \e proponía crea r una sociedad en la cuallas decisiones funda men tales per,1"'•.111 su cará cter irr acional y se basara n por completo en bu enas razo nes (e n 1111 ,1 comprensi ón correcta del estado de cosas): la "segunda Ilustración" nos im 1'''111' a ca da uno de no sotros la carga de tomar decisione s cruciales, que podrían ..1,', t.rr nuestra supervivencia, sin qu e podamos basarlas adecuadamente en nues11 m conocimientos. Todos los equ ipos gubernamentales de expertos y las couucnurcs de ética, etcéte ra, et cétera, tienen la función de ocultar esta apertura e 11 .. cnidum bre radicales, Una vez más, lejos de que la experimentemos como li1,1.,uluT<l, esta compulsión a decidir libreme nte es para nosot ros un juego obsce''' ' ' luC provoca angu st ia, una especie de inversión irónica de la predestinación : ti }' ronsid erado responsable por decis iones qu e me veo obligado a tomar sin un r uuocirnie nm adecuado de la situa ción, La liber tad de decis ión de la que disfru ta ,,1 ~ ll k l o de la sociedad de riesgo no es la liberta d de alguien que puede escoge r ltlm-mcn te su destino , sin o la libert ad angusri an te de alguien constantem en te llllliK,Hlo a tomar decisiones sin conocer las consecuencias, N o hay ninguna ga• Illlb de q ue la polirización demo cr ática de las decisiones cru ciales, la partic ipad"lI activa de millares de inte resados, mejorará necesariame nte la calidad y la 1" '" isi{m de las decision es, reduciendo efectivamente los riesgos; en este pu nto Il'r sentimos ten tados a evoca r la respuest a de un devoto cató lico a la cr ítica li1" 1.11atea de que ellos, los católicos , so n tan estú pidos qu e creen e n la infalibili'!J,I del Pa pa: "N osot ros, los católicos, creemos po r lo me nos en la infalibilidad .1. /11111 Y solo una perrona; pero la dem ocra cia, ¿no se basa en la idea mucho más 110 ~U\a de que son infalibles millones de personas. Ia mayo ría del pueblo?" ¡'-,l sujeto se encuent ra entonces en la situación kafkiana de ser culpable sin 1...1' tic qué (si acaso lo es de algo): me obsesiona de modo incesante la posibi 11,1141de que ya haya tomado decis iones que me pondrán en peligro a mí y ramI,.tu pon drán en peligro a qui enes amo, pero solo lo sab ré de masiado tarde, o mlll !".I . Pe rmüasenos reco rdar la figura de FOITcst G um p, el perfecto "medi ador I \ «ncscc n te", lo op UCSto al Amo (el que registra sim bólicamente un acon tecí1Il h'1lI 0 al nomina-lo, inscribién dolo en el Otro): G um p es presentado como el ,,1, s-rvudo r inoce nte qu e, sim ple mente por hacer lo qu e hace, y sin saberl o, ini1' " IIlI cambio de proporcio nes históri cas, Cua ndo visita Berlín para jugar al fút1".1 . l ' inadvertidame nte arro ja la pelota más allá del mu ro, pone en march a el ' I " I'l ' ~o qu e culmina rá con su caída; cuando visita Washington y le asignan una 1~ ¡' iL Il' i (í n en el complejo Wa ter gate, advierte algunas cosas extra ñas qu e suce,l. 11 ,[l·l otro lado del corredor en medio de la noche; llama al guardia, y pon e en !l lolldl,l los acontecim ientos que culminaron con la caída de N ixon. ¿N o es esta

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El atolladero fundamental de la sociedad de riesgo está en la brecha qua existe entre el saber y la decisión , entre la cade na de razo namientos y el acm que res uelve el dile ma (en c1 le ngua je lacaniano, entre Sl y SI): nadie "conoc realmente" el result ado global. En el nivel del conoci miento positi vo, la situa ción es radicalmente indecidi ble: no obsta nte, tenemos que decidir, D esde luego, la brecha siemp re estuvo allí: cua ndo un acto de decisión se basa en una cadena de razon es, siempre las colore a retroactivame ntc de modo ta l que lo respalden: pensemos en el crey en te que t iene plena conciencia de qu e las razones de ~ 1 creencia solo son com prensibles para quienes ya han decidido cree r .. , N o o h~ tante, lo que en contramos en 1.1 socie dad de riesgo contemporánea es rnuchr más radical: lo opuesto de la elecció n forzada habitual de la que habla La can , decir, de una situación en la cual soy libre de elegi r con la con dición de que re.1 lice la elección correct a, de modo que lo ún ico que me resta es realizar el ge~ l I vacío de fingir qu e hago lo que en realidad me ha sido im puesto como si re pendiera a mi propia decisión libre." En la sociedad de r iesgo contem porá nea encontramos algo totalmente di tinto: la el ección es rea lme nt e libre y, por esta misma razón, nos resulta in cluso más frustrante: no s encontramos constantem en te en la posición de te n que tomar decis iones ace rca de materias que afec ta n de modo Fundameu

l


la me táfo ra fund amental de la situ ación a la que apuntan quienes proponen el co ncept o de "sociedad de riesgo", un a situ ació n en la cual nos vemos obligados a dar pasos cu yos efectos finales est án más allá de n ues tra cap tació n? ¿En q ué preciso sentido el concept o de so cieda d de riesgo supo ne la in existen cia del Otro ? El punto más obvi o ser ía el he cho (subrayad o r eite radame nte po r Beck y Giddens) de q ue hoy en d ía vivimos cn la soc iedad posteri o r a la natu ralez a y la tr ad ició n: e n nuestro com promiso acti vo co n el mundo q ue nos ro dea, ya no nos basamo s en la naturaleza como fundamento y recurso pe rmanentes de nuestra actividad (existe siem pre el pel igro de que n uestra actividad perturbe y quiebre el ciclo estable de la reproducción natura l), ni en la tradición cerno form a susta ncial de las cos t um bre s, q ue predetermine n uestr a vida. Sin em bargo, la ruptura es mas rad ical. Aunque la d iso lució n de todos los vínc ulos tradicionales es el tem a habitual de la mo derniza ción capitalista del siglo XIX, y fue reiter ada mente descrita por M arx ("todo lo scílido se des vane ce en el air e"), la punt ualización esencial del análisis de Marx es que esa d iso lució n sin precedentes de todas las fo rmas tr ad iciona les, lejos de ge nerar un a sociedad e n la que los in divid uos cond uzca n sus vidas co lect iva )' librem ente, e ngend ra su prop ia fo rm a de destino anónimo, con el rostro de las relaciones de m ercado. Por una pane, el merca do invo lucra un a dime nsión fundamental de riesgo : es un mecanismo im penetrable que , {le un m odo tot alme nte imposible de predeci r, puede malograr el esfuerzo del traba jad or hon esto y enriq uece r al mezquin o, nad ie sabe cuál sed el resultado final de la especu lació n. Sin embargo, au nque n uestros actos pu ed en tener consec uencias im previstas y no buscada s, subsiste la idea de que so n co o rd inad os por la bendita " mano invisi ble del mercado", la premisa básica de la ideo log ía del mer cado libre: cada uno de noso tros persigue sus intereses particulares, y el resul tado final del choque e interacción de la m ultiplicidad de actos ind ividuales e inte ncio nes conflict ivas sería el bienestar glo bal. En esta co ncepció n de la "astu cia de la raz ó n", el O tro so brevive co mo sustancia socia l en la cual to dos parti cipamos con nuestros acto s, subsiste como la misteriosa agencia espectral quc dc algú n mo do esta ble ce el eq uilibrio. Por supuesto , la idea ma rxista fundame ntal es que es posible su perar esta figura del O tr o, de la sustancia social alie nada (es decir, el mercado an ónimo co mo fo rma modern a del destino), y q ue se puede somet er la vida soci al al co ntrol del "intelecto colectivo" de la hu manid ad. De este modo, Marx pe r maneció den tro de los lím ites de la prime ra mode rn izació n, q ue apuntaba al establecim iento de un a so ciedad tra ns pare nte para sí mism a, regul ada po r el " intelecto co lectivo"; no so rpr end e (Iue este proyecto encontrara su realización pervers,l en el socialismo real, que (a pesar de la extrema incer tidum bre del de stino indiviclual, por lo tuertos dura nte las pur gas políticas parano icas) fue quizás el intento más rad ical de suspe nde r la incertidumbre pro pia de la moderniza ción capi-

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t,¡Ji"I,'. El (modesto) atr activo del socialismo rea l q ued a ejemplificado del mejor 1110t!0 po r el le ma electo ral del Parti do Socialista de Slobodan Mílosevic en las pi hue ras elecci ones "libres" en Serbia : " C o n noso tros no hay incer tidu mbre".

la vida era pobre y gris , no habí a que preocu parse po r el futuro; estaba g.rr.nu izada la modesta existe ncia de cada uno; el Partido c ~Jidaba de, to d?: todas 1,1 " deci siones eran tomadas por Ellos. A pes ar del desprecio q ue le inspiraba el :\ II1Hlue

Iq!;i lllCn, el pu eblo, sin advertirl o to talmente, co nfiaba en " Ellos", crc~a .c,n la I'\i ..tencia de algu ien q ue llevaba las r ienda s y cuidaba de tod o. Esta pos lblhd a,d .1,. pasarle la carga de la responsabilida d al Otro implicaba de hecho una especie IU'l'\'ersa de libe ración . En su infor me sobre un viaje por Pol~n ia (el paí s ? e su nwcnrud) después de la caída del comunismo, Eva l-Ioffm an dice que la ommosa .l-solació n gr is de los paisajes urbano s soci alistas, con d ep resivos ed ificios de ln.nnigón en calles am plias sin car teles ni luces de neón, en 1990 pa recía difeu-nte, inclu so más o presi va: Yo conocía ese tono gris; incluso lo había amado, como pan e del estado de ánimo v el clima con los que uno crece aquí, y que se hunden en los huesos con una meIa ll~lía confortadora. ¿Por qué. entonces. me parel-e ahora tanto más desolado que antes? Supongo que lo estoy viendo con otra antena. sin los filtros protectores del cisterna, que justificaban y explicaban tantas cosas: incluso el gris. Por cieno, el ~s n a en parte ohra de FIlos, no solo UI1 ,I cues t ión económica, sino también de punta· nismo deliberado", ahora este vecindario es exactamente lo que es, pobreza desnuda vin significación."

1.0 q ue tenemos aq uí es el aspecto perv ersam ente libera dor de la alienació n

d soci alismo real: la realidad no era realme nte "nuestra" (del pueblo co mún) , _mil que les pertenecía a Ellos (la nemmkiatu ra del Pa rtido); su co lor g ris daba u-..timo nio del go biern o o presivo de E llos, y, pa radójicament e, hacía más fácil

t-u

~" po rta r la vida; se pod ían contar chi stes sobre los problemas co tidianos, sobre

l., falta de produ cto s co mu nes co mo el jabón y el papel hi gién ico . Aunqu e su Il'il'ra mos Lis cons ecuencias ma teriales de esos problemas, los chistes eran a expl'lIsas de Ellos, les habláb am os desde una posició n libe rada, sin obligaciones . Ahor a, cu ando Ello s ya no están en el poder, nos vernos súb ita y vio lentamente olltiga dos a asu m ir es te gris sombrío; ya no es de Ellos, sino nu estro ... ~ que curcde hoy en día. en la sociedad de riesgo posmoderna, es que no hay nmguna " 1Il:1110 in visible" cuyo mecanismo, aun que sea ciego, restablezca de algú n m odo d equili brio, no ha y ninguna "o tra esce na" en la cual se lleven bien las cue ntas , uinp ún "otro lu gar " ficticio en el cual, desde la perspectiva del J uicio Fina l,

! 5. Eva Hoffman, Ex-it lmo JlisW ] , Londres, Minerva. 1993.

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(; Itldl/dl' 1'// ¡':dilm?

nuestros actos quedarán adecuadamente situados y explicado s. No solo no salil ' mos a ~lué equivaldrán de hecho nuestro s actos, sino que tampoco hay nin/{llll ~eC?OlSm? glo ba l qu e regule nuestras int eracciones: esto cs lo que signili ca Iol mexrstencra verdaderamen te posmodcma del O tro. Fo ucaulr se ha referido :1 "estrategias sin sujeto" tlue utiliza el pod er para reprod uci rse. en este caso rene mo s casi exactamente lo con t rario: sujetos atrapado s en las co nsecuencias im ~red:cibles de Sl~S a~t?s, pero ningu,na e~trategia global que dom ine y regule su mte:J?ego . Los individuos que es t án aun presos en el par:adigma modernista tradicion al buscan desespe radament e otra agenci a a la qu e sea legítimo elevar ;1 la posición del sujeto supuesto sabe r, y que de algú n modo garantice nu,..'S tr;1 elección: com isiones de ética, la com un idad científica en sí misma, la autoridad gu bern amenta l, hasta el gran Otro paranoico, el Amo secreto invisible de las teorías conspira rivas. . Entonces, ¿qué es lo erróneo en la teoría de la sociedad de riesgo? ;Acaso no suscribe plenamente la inexistencia del Otro, y extrae de este hecho ~todas sus consecuenci as ético- políticas? Pa radóji camente, el problema consiste en que esta teo~a es .al mismo tiempo demasiado específica y demasiado gene ral: a pesar de su énfasis en qu e la "segun da mod ern izació n" nos obli ga a transformar las ant iguas concepciones de la agencia humana, la organi zación social, etcéte ra, hasta los modos más íntimos de relacionamos con nu estra ident idad sexual, la teo~a ~e la s~cicdad de riesgo subestima no obstante el efecto que t ien e la nueva l ógica SOCial emergente sobre el status funda mental de la objet ividad; por ot~o lado , al con~bir el riesgo Y, la inc ertid umbre manu facturada como rasgos Universales de la VIda con tempor ánea , esta teoría ocu lta las raíces socioccon ómicas co ncre tas de esos problemas. Yo pienso que el psicoanálisis y el marxismo, ~r lo gcn~ral desca nad{)~ po r los teóri cos de la sociedad de riesgo como cxprcslO~es anticuadas de la pn m~ra ola de la modern ización (la lucha de la age ncia racional por sacar a la luz al Impenetra ble inconsciente, la idea de una sociedad transparente para sí misma, con trolada por el "intelecto com ún"), pu eden contribu ir a la clarificación crítica de estos dos puntos.

sión jung uiana). N o es tampoco una versió n más del saber reflexivo mode rno , que nos enseñ a a pen etra r Ydominar los secretos más ínti mos de nuestra vida

l' Iol lli l';l . 1,: 1ob jeto propio del psicoanálisis, aquello en lo cual se concentra, son l . . uu wcucncins inesperada s de la desint egración de las estructuras tr adicional, _ 11111: regulaba n la vida libidi nal. ¿Po r qué la declinación de la aut oridad páter1101 r ,It- los ro les sociales y genéricos fijos generan nuevas angustias, en luga r de ~ I'l lll "' ra nosot ros un N uevo M undo Feliz de individuos ocupados en el "cuíII"1,, creativo de sí mismos", que disfrute n del proceso perp etuo de cambiar y ,111 1l 1lCV ;1 forma a sus múltiples iden tidades fluidas? Lo que el psicoanálisis pucd¡ h.rcer es pon er en el foco el Unbebogm , el malestar de la sociedad de riesgo: tI nue vas angus tias gene radas po r esta so ciedad. que no pueden sencillame nt e Ill\lllicarse como resultado de la tensió n o la brecha en tre la adhesión de los su1_1m ;1 lns anti guas ideas de la responsabilidad y la identidad personales (como 1,,\ roles genéri cos fijos y la estruct ura fam iliar), por un lado, y por el otro la lllU·\';1 situaci ón de iden tidades )' elecciones cambiantes, fluidas. El advenimiento de la socie dad de riesgo no so lo afecta a la tradició n o alIt llll otro marco de referencia simbólico co nfiable, sino a la institución simb ó11t.1 en sí, en el sent ido mucho más im po rta nt e del fun cionamiento del orden eunb dlico: con la llegad a de la sociedad de riesgo, queda poten cialmente soca \,1(1.1 la dimensión pe rfcrmativa de la confianza y el com pro miso sim bó licos. E l problema que se plan tea con los teóric os de la sociedad de ri esgo es que ellos subest iman el carácter rad ical de este cambio: a pesar de su insi stencia en que, 1' " la actual sociedad de riesgo, la reflexividad está unive rsalizada, de modo qu e \'ol no exist en la natura leza ni la trad ición, en todo su discurso sob re la "segu n;1;1 Ilustración ", que elimi na las incertidumbres ingenuas de la pri mera ola de la mode r nizació n, ellos dejan intacto el mod o fund ame nta l de la subjetividad del vujcro: su sujeto sig ue sien do el sujeto mod erno, capaz de razonar y reflexion ar librement e, de decidi r acerca de su conjunto de normas y escogerlas, y así surcsivamen te. En este punto, el cr ror es el mismo que co meten las feministas Il"C quieren el iminar el complejo de Edípo, etcétera, pero esperan que quede intacta la forma básica de subje tividad que el complejo de Ed ipo ge nera (el sujero libre para razonar y decidi r. et cétera). En síntesis, ¿no es posible que los pesimistas posmod crnos lleguen a su conclusión catas tró fica porque mi den el mundo nu evo con las viejas normas? ¿Y si, por el contrario, fueran los propios teóricos de la socie dad de riesgo quienes se basan, sin cu est ion arlo, en el hecho de que, en las cond iciones de desintegración de la con fianza simbólica, de alg'ún modo, inexplicablement e, sobrevive intacto el sujeto reflexivo de la Ilu su-ación? La desin tegración del Otro es el resu ltado direc to de la reflexividad universalizada: ideas com o la de "conf ianza" se basan en un mínimo de acep tación noreflexionado de la institución simbó lica; en última instancia, la confi anza siempre involucra u n salto de fe: cuando confío en alguien , lo hago porqu e simplemente

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L.,

E L UNHEIIAGEN El'." LA SOCIEDAD DE RIESG O

El psicoanálisis no es una teoría que lamente la desin tegrad ón de Jos am i-

~lOS 1l1(){!os de la estabilidad y el saber tradicionales, considerando que esa desintcgración es la causa de la ne urosis modern a, y obligándon os a descubrir nu estras raíces en la sabidur ía arcaica o el autocono cimient o profundo (Ia ver-


¡Adólldt l'a Iillipo?

SImIO} ZitA creo en su palab ra, y no por razon es racio nales. Decir "Confío en ti po rque, después de una reflcxión racio nal, he decidi do hace rlo" su pone la misma paradoja que el juicio siguie nte: "Habiendo sopesado las razones a favor y en contra, he d ecidi do obedecer a mi pa dre". Un síntoma de esta desintegración de la con fianza fund amental es el reciente ascenso en los Es tado s Unido s de un gru po de re vocac ió n crist iana que m uy adecuada me nt e se de no mina "Guardianes de l.1 Promesa": su doctrina es un llamado desesperado a que los hombres vuelvan ;1 asumir su man dato simbólico de responsabilid ad, la carga de la decisión , contra el sexo fem enino, débil e hist ér ico, incapa z de sopo rtar las ten sion es de la vida contem po ráne a. U na vez más debem os señalar qu e no esta mos solo ante la reínscripción patr iarca l co nse rvadora de la diferenci a sexual (las mujer es débiles e histér icas con tra los hombres, cuya palabro d ebe volv er a se r su yu go), sino que el mo do en qu e este é nfasis explícito e n que las pro mesas d ebe n cu mplirse forma parte ya de una econo mía h istéri ca: una co nfian za que debe reafirm arse de es te modo público y ritua lizado socava sus propi as credenciales. La incapacidad de la teoría de la sociedad de riesgo para tom ar e n cuen ta todas las consecuencias de la re flcxivizaci ón global es claram ente discern ible en su tr ata miento de la famili a. La teor ía está cn lo cie rto cuando subraya que la rclación entre padres e hijos en la fami lia tradi cional fue el último basti ón de la esclavitud legal en nuestra s sociedades occide ntales: a un vasto estrato de nuestra soci edad (los menores de edad) se les negaba su plena responsabilidad y autonomía, y se los reten ía en un sta tus de esclavitud con respecto a sus padres (q uienes les controlaban la vida y eran responsab les de sus actos). Co n la moderni zación reflexiva, también los niños son tratados como sujetos responsables con libertad de elección (en los juicios de divorcio se t ien en en cuenta sus deseos para deter minar con cuál de los progenitores van a vivir; pueden tam bién llevar a juicio u sus padres si entienden que se han violado sus derechos hum anos, e tcéte ra). En síntesis , la patern idad y la ma ternidad no so n ya con ceptos natu rales-sustanciales, sino que en cierto se ntido se han politizado, se han converti do en un ám bitn más de elecció n reflexiva. No obstant e, el rever so de esta refl cxivízación de lns relacion es familiares, en la cual la familia pierd e su car ácte r de e ntidad in medinra-susrancial cuyos miem bros no son sujet os autó nomos, ¿no es el revers o de la progresiva "jiJmi!iariznciól1" de la vida profisiollo/ pública? C iertas institu ciones que supues tame nte funcionaban como antídotos de la fam ilia comienzan a .ICruar como familias sustitu tas, permitié ndonos prolongar de algún modo nuestra dependencia fam iliar y nuestra inm adurez: la escuelas (e incl uso las universidades) asumen cada vez más funciones terapéuticas; las em presas prop orcionan un nuevo hogar, y así sucesivamente. L a situació n corr iente en la cual, después del período de eduación y dependencia , se me permi te ingresar en el universo adulo ro de madurez y responsabilidad, ha sido do ble mente inverti da: al niño se lo re364

IlIlUI'Cco 1l\o un ser mad uro respo ns..1hlc y, al mismo tiem po, se p~olonga ~nde. 1i1l1l1.IIllcntc la niñez, es decir que nu nca nos vemos realmente obligados a c~~­ 1 1'1 " , pues to que tod as las institu ciones qu e inrervienen d~spu,é s de ~a. Fam ilia hnu-ionnn cnmu familias sucedáneas, proporcionando un ámbito solicito para

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IIm'..u-os e sfue rzos narcisístas. v. . _ A fin d e captar todas las conscCtlcn~as de ~~e c:'mb~o, ten<h:~m()s qu.e. \'o~­ \ 1'1 a la tr íada hegeliana de familia, socle,d ad cI~1 1 (libre mteracclO~ ,(le los m dl \ 1Ih l l l S lIue dis frut an de su liberta d reflexiva) y Estado : l~ .COllstru cclOn ~e ~ Iegel f 1..1";1 en la distinció n entre la esfera privada de la familia y la.: sfe ra publica de : . ' d civil una distinción que acrualmente está desvaneClendo se, en cuanI,! ~"uc ua •• , 1 l ' bi 11 . h vida familiar en sí se ha politizado, se está convirtiendo en part e (e arn I,to pul;li("O; por otro lado, la "ida pro fesional se "familiariza'.'" es decir que lo.s s~J:­ l "~ ll:lrti cip an e n ella como miem bros de un a gran familia, y no com( ~ indivi dilO" madu ros responsables. Los t érminos del problema n~) son la auto~dad pe11 i ;IIT<11 y la lucha em ancipatoria cont ra ella (com o siguen sost eniendo la ttl.n'oría de las feministas); el problema consiste ~n las ~uev~~ furmas.de dopen , kl~eia slL'>citadas por la declinaci ón de la aut~f1dad slmbó!,~ patn ar~al . Fuc ,\ ';1'\ Il orkheimer, en su estudio sobre la autoridad y I~ famlh~ e n la decada ,dc 11I ro, qu ien llamó la ate nción acerca de las consecue ncias al~lblguas d~ l~ d,e ~m. tq~r'lción gradu al de la auto ridad paterna en la moderna SOCiedad capl tah~ta. le1m de ser sencilla mente la célula elem ental y genera dora de las per sonalidades .nuoritarias, la familia nuclear moder na fue al mis mo tiem po la estrtlc~ra que l'll~re ndró ,11sujeto crít ico "autóno mo ", capaz d~ enfrentar al orden social preII.,minante sobre la base de sus convicciones ética s, de mod o .~ue el res,ult.ado nuncdia ro (le la desintegración de la autoridad paterna es también el surgnll,len11I de la pe rsona lidad conformis ta que los soci ólogo.s llam an "per~ona h da d orien tada hacia el otro"." En la ocrual ida d , con el pasaje a la perso nalidad nar", ", . esre proce so es aún m ás fuerte, v ha ingresado en una nueva fase . I l' 'i • , ...., I . .. fI , Los teór-icos de la sociedad de r iesgo ha blan de la rnoc e rn,I~.aclO ~ r,e e~ \"a r-aracte rist.ica de la segund a modernidad y/o la segun da Ilustració n (qui z ás el en1.I'iis insiste nte en que ellos se oponen al m~ernismo debe ~~terpreta rse como u.ncgación de la proximi dad no recon ocida),-? una con stelaoon en la cual el pa-

16. Véase .' in l Iorkheimer, "Auroriry and th e Family", en CritioJ1 Tbtory, NuCYl York, :" Illinuum , 199 5. [Ed . cast.: Trerie crítko, Barcelona, Bar ral, 197 3.] , ' 17. Desde luego, esto no significa que la diferencia entre la rcorta de la pO,' l11ude rnl\lad y 1., tcuría de la segunda nlOdemidad sea me ramente nominal, que so~~ ,t:o~sts~a en dar dos distin tos a un mismo fenó meno', estamosmás bien ante la esosron mtrmseca 11"111 I¡res UlS ~, • 'hl que se11.11"1 a dos concepciones actualesde la mOlk midad, Iundamenralmcnte mcompan es, por un

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triarcado se c.ncuemra fata l ll1e~te socavado, de modo que el sujeto se cxpc ri,"?en~ ~It.t0 hbe~do de cualqui er coacción t radi cion al. sin ningun a prohibición slm~ohca l?temah~da, in clinado .a experi men tar su vida y a perse guir su pro pio proyecto vita l, etc étera. Ahora bien, con respecto a esta conste lación posmode rna tenemos que plantea r la cuestión fundamental de los apegos apasionados rene~dos que sos tiene n la nueva libertad reflexiva del sujeto libe rado de las coaccl??es de la natu~ leza.y/o la tra dición; existe la posibilidad de que la dcsinregracie n de la auton ~a d simb ólica pú blica ("patriarcal") se pague (o contrapcse) con .un. apego apasionado ren egado aún más fuerte al sometimient o, según par ece indic arlo (entre otros fenómenos) el aum ento de las parejas lesbianas sa. don~asoqllistas, en las que la relación entre las dos muj eres responde a la matriz esmera y seve ramente actuada del amo y el esclavo: q uien da las órdenes está "arriba". qu ien obedece está "ahajo". y para llega r a est ar "ar riba" hay que arravesa~ un largo .proceso .de ap rendiz?je. Si bien se ría er róneo in terpretar esta dua21dad ~e arri ba y abajo como un slg.n~ de "id cn rífica ció n di recta con el agreso r (var ón), ta.mpoco es co rr ecto perci birla como una imitación paródi ca de las relaciones ~.trlarcales de dominio; se trata más bien de la auténtica paradoja de que la relaci ón de amo y escla vo es lib re men te elegida como form a de coe xistencia qu e proporciona una satisfacción libidinal p rofu nd a. D e modo que se ha in ve rtido la situa ción hab itual: ya no te ne mos el orden público de la ie rarq ura. Ja rer resióll y la regula ción severa, subver tido por actos sec re tos de transgresiones liberadoras (como cuan do nos reímos en pr ivado, a Sll S espaldas, de nu estro Amo po mposo)¡ por el contrario, estamos ante rclacio~e s social es públicas entre ind ividuo s libres e iguales, en las cuales el apego apasicmado a algu na forma extre ma de dominio y so meti mi ento estrictamente regulados se ha con vert ido en la fuente transgresora sec re ta de la sat isfacció n

lado, la id ~a de que la po.<>modemidad pon e fin a la lógica de la mUllernid3d , despleganllo todo su po tencial (esta es la versión de Fred ric j am eson; no sorp rende q ue muchas de sus de termi~aciones de la posmodernidad co incidan en 1:1.$ de la segunda IIl<lliemidad); por otra parte,la Idea de qu e la posmodem jdad niega los ra_go s básico s de la moderni zaci ón (la refl exividad 1"2ci o~al) en ~a\'~~ de al'::'Ina n ~eva fo nn a de i.nme:iatez (la actitud holísrica de la N~' Agi . o al~ na ~lr:I \eN;l~n del paradigma poscartestano ). En est e contexto, res ulta interesa nte que las dISCUSIOnes recreme s sobre la glohalización hayan nuevam ente llevado al foco el tema ..le la mode rnizacién en sus d istintos aspec to s (re flexividad glohaliza..la, disolución de los últimos c~nc ulos sociale s tra dici~lIla les .. .): cada celotenemos más conciencia de que el posmodcrnísmo ha Sido S% un esfuerz o trn d ícntr ti irl conciliación ,'Oll In m odern ización «cclrmda. Los acon tecimien tos n lrbulentos que sc pro d ucen en todas las esferas de la vida, desde la globalizar.:iá ll econó mica y cultural hasta la reflexivizaci ón de [os ám bitos más íntimos, ¿no demuestran qu e aún debemos apr ender a ma neja r la co nmoc ión real de la modernizaci,)n ?

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Ilbio.lin;ll. el supleme nto obsce no de la esfera pública de libertad e igualdad. La 1I·I:ldbn de amo y esclavo rígidamente codi ficada surge co mo tipo de tr ansgre, iún int rínseca de los sujetos que viven en una sociedad en la cual todas las for111 ;1 " de vida se expe rimentan como resultado de la libre elección de un estilo de vida . y esta inversión paradójica es el tema propio del psicoanálisis; el psicoan áli..is no trata so bre el padre autorita rio y severo que prohíbe el goce. sino acerca lid padre obs ceno que nos ordena go zar, y de ta l mod o hace impotente a los hombres y frígidas a las muj eres con mucha mayo r eficacia. El inconscie nte no r-s 1,1resistencia secreta contra la ley, sino la propia ley inrerdicto ra. D e mudo que la respuesta del psicoanálisis al tem a de la reflexivización globul {le nu estras vidas, planteado por los te óricos de la socie dad de riesgo, no es lllle exista algu na sustancia p rer rcflcxiva denominada "inconsciente" qu e se reviste a la mediación reflexiva; la respu esta del psicoa nálisis consiste en sub rayar 0 11"0 modo de reflexividad descuidad o por aq uello s teó ricos. la reflexividad que esni en el núcleo mismo del sujeto freud iano. Esta refle xividad malogra el juego lid sujeto pos modemo lib re para elegir y reforma r su identidad . Como ya helllOS visto. el psicoanálisis ident ifica nume rosas variaciones sobre esta reflexívilt ul: en la histeria, la imposibilida d de satis facer el deseo se invierte re flexivamen te convirti éndose en un deseo de insatisfacción . el deseo de ma ntener insatisfecho el deseo; en la neurosis obs esiva encontr amos la in versión de la regulación re presiva del deseo, que se con viert e e n deseo de. re~u la c i ó n _ Este g~ro reflexivo masoquista . a través del cu allos propios procedimientos regu latorios represivos quedan investidos líbidin almenre y funcionan como fue nte de satisfacció n Iibidinal, es J.¡ clave de los me canismos del poder: los mecani smos regu laro rios del poder solo conservan su eficacia por contar con el apoyo secr eto del eleme nto qu e intentan "re primir". Q uizás el ejem plo funda mental de la reflexividad un ive rsalizada de nuestras vidas (y po r lo tanto del repliegue del O tro, de la pérdi d~ de la efica~ a sim~l i ­ ca) sea un fenómeno que conoce n actualme nte la rnayo na de los psicoanalistas: la creciente ineficacia de la intrrprttnáán psicoanalítica. El psicoanálisis trad icional se basaba en una concepción sustancial del inconsciente como "co ntinente negro " n o refle xionado. impenetrable sustancia descentrada del ser del .suje to. que med iante la interpreta ción debía se r arduamente penetrada, reflexio n ad a, med iada . Pero hoy e n día las formaciones del inconsciente (desde los sueños hasta los síntomas hist éricos) ha n perdido clarame nte su inocencia: las asoci aciones libres de un analizante educa do típico consisten en su mayor part e en intentos de proporcio nar una explicación psico analíti ca de sus perturbaciones, y resulta perfectam en te lícito pen sar que no solo tene mos interpretaciones ju nguianas, kleini anas, Iacania nas de los sínto mas, sino también síntomas que so.n en sí mismos junguianos, kleinían os. Iacemenos ...• es decir . síntomas cuya realí167


·\'/iI1'u) ZifA

dad inv o lucra la referencia implícita a una teoría psicoa nalítica. El resulta do la. me~table de e:'~a refle xivizac id n glo bal de la interpretació n (tod o se co nvierte en Jn terpretaclO ~ , el incon~ciente se int e rpre ta a sí mism o ...) co nsiste, desde lue~o, e n q ~c ,Ja m te rpre,tac lón del analista pierde su eficaci a simb ólica pe rform anv a y deja IIlta~to al sl?tom a en su goce idiot a. En otras pala bras, 10 que suced: en el tratamlC~1to psícoanelítico resulta sim ilar a la paradoja (ya se ñalada) ~e1 ~abeza ra pad~ neo~azl qu e, cuando se lo ap re mia realment e para q ue {Ié l~s r azones d~ :u vio len cia, de pronto comienza a hablar como los asistentes so~.a.les, los s.oclOl~gos y I~s psicólo gos socia les, aduciendo la reducción de la movüidad social, la insegu ridad creciente, la des integració n de la aut o ridad pa terna , la falra de amo r m~terno en su pri mera in fancia. C uando se dcsinteg f'1 el O tro en ,cu~ nto sustancia de n uest ra vida social, tam bi én se desint egr a la unidad de la practica, y Sil re flexión intrínseca, convin iéndose en viol encia en estado br uto y en su mre rpretaci ón impote nte e ineficiente , . Es ta impote.n ~ia de I ~ interpretació n es ta m bién uno de los reverso s neccsa~os de la r eflexividad unive rsalizada y ho nrada por los teóri cos de la soc iedad de n esgo: to do ocurre co m o si n uestro poder reflexivo so lo pudiera flor ecer ext ray~~do su fuerza y. depend iendo de un c ierto sosté n susta ncial mínimo prcrrcfle~\'o qu~ no se de!a apre he nder, de modn que su universaliza ci ón se paga (.''<l 11 su I~efica~a: es ~ecl r, ~on el resu rgim iento paradójico de lo Real e n br ut o de [a vIOlen~la Irra~IOl1al, ltllpermcable e insensible a la tnt crpreracíón reflexiva. y la trag~dl a COOsls,te cn. que, ante este atolladero de la ine ficacia de sus in tervcncinncs IIlter~ ~eta tJva.s, mcluso algunos psicoanalistas lJue e n o tro sentido se res isten a la solu~lon ob\llam~nte falsa de abando nar el ám hito del psico an álisis propia~ellle d ich o y refugiarse en la bioquímica o el entre na m iento de l cu erpo, se slen~en tentad.os de e.m prender el camino directo de lo Real: subrayan q ue, puesto.lJ ue el mccnscte n te es ya su propia interpretació n, lo único qu e el psicoana ~lsta puede ha~r es armar. Ento nces, en luga r de que actú e el pacie nte (po r ejemplo, p rod uciendo actos fallido s) y que el analisra in te r prete esos ac tos, t enem,os un pac iente que mr erprcta y un anali st a q ue, por medio de un acto (p~r ejem plo; ? an do por te rmina da la sesión ) intro d ucc un co rte en ese flujo de la interpreta ci ón."

¿I/'/úlldr 1'// P,lillil? D e m odo tlllC, en los térm inos de la Escuela de Fra nkfurt, la elecci ón que e nfre ntamos a pro pós ito de la segunda modernidad plantea de n uevo la alternali v;1 ent re Adurn oJl-Iorkheimer, po r un lado, y H aberma s po r el otro. La rup tu ni crucia l de 1Iab ermas con Ado rno y H orkh eimer cons iste en recha zar la idea fundamental de la dialéctica de la Ilustración: para H aber mas, fenómenos tales corn o los r egímen es políticos to talitarios o la denominada alie nació n de la vida mod erna no tienen en última insta ncia po r causa la d ialéctica intrínseca del proyec to de la mo dernidad y la Ilust ració n, sino su rea lizació n inconsecu ente: dan testimonio del hecho de que la modernidad sig ue siend o un proyecto inacaba (lo. En ca m bio, Adorno y l lo rkheime r pennanecen fieles al antiguo proced imiento dialéctico hegeliano y marxista de leer el exceso pertur bador que se pro (luce en la realizació n de un proyecto glo bal corn o el pun to sinro mal en el cual surgc la verdad de ese pr o yecto: el único modo de llegar a la ve rda d de algún {'lIllcepto o proyecto cons iste en co ncentrarse en cllugar donde ese proyecto se malo gra .

i E..'i Lo\. ECO:'\"OMÍA POLil7CA,

Esn ':' PIDO!

En cu ant o a las rela cio nes socioeccn ómica s de dominación que aco mpañan u la constelación po smo dcrna , la imagen pú blica de Bill G atea me rec e algún co me ntsrio ." N o interesa la exactit ud fáctica (¿es r ealm ente así este pe rso naje]') sino el hec ho de que un a cierta fig ura haya co menzado a funcio na r co mo ico no, llen an do alg una g rieta fanta smát ica: aun q ue los rasgos que se le atribuyen no corr espo ndan al "verdadero" G ates, son suma me nte in dicativos de la estructura

vo. su. o bras, csp eclficamente Fm'l~g{m r Wak f, no son externas a su inrcrprct ación , sino que tornan en cuenta de ante mano las Interp retaciones posibles, y en tran en d i ~l ogo con ellas.

Puesto que la interpretación " explicación teórica de una obra de arte intenta "enmarcar" su obje to, podernos decir que esta dialéctica joyceana nos pro porcio na otro ejemplo de que el marco está siempre incluido en el conte nido enmarcado, formando parte de él. la teoría sobr e la obra apare ce incluida en la obra misma, la "bu es una especie de golpe preventivo asestado a tod as las teo rías posibles acerca de ella. Entonces, en lugar del S1 de la interp retación (la cadena del saber) que se suma al SI del sign ificante interpretado, dilucidando su significado, en Fi""~gl",r ¡V",k~ tenemos un SI gigantesco, polimor fo, que no solo se resiste a subordinarse al 52 interpre tativo, sino que en cierto sent ido lo absorbe (absorbe sus pro pias interpretaciones) de antem ano en su propia da nza enloquecida de jouis-sros~ .. . Pero, ¿csu es realmente la únic a salida? Esta solució n, ¿no va (le lo malo a lo peor, reem plazando el delirio interpre tativo por la inme rsió n en la pe sadilla de la Cosa pr esim bólica/ predis cu rsiva? 29. En este 1'\11110 me he abrevado en extensas discusiones con Renata Salecl, a quien también le dcbo muchas de Las ideas expuestas en este capítulo; véase Rcnara Saleel, (ptr)Veniom ofLn.'t Ilnd He te, Lon dres. Verso, 1998.

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18. En Lnfm di /'~U"P'itdtj¡m (t.exto en Intern et), .lscqucs-Alam M iJler ha inte ntado re~Iv~r ~ste atollad.ero s.ltuando al .anallsta ~n. el nivel de l ftmís-unu presimllúlico, el parloteo sin significado, a.lgo S~me}ante al flU JO rrzoma uco del Filluegrmr IVoke dcJoyce. Esta refcrcncia a J o:ce es slgmficatN~, en cuant o ~sle escritor rep resenta pa radigmáticar ncnte al artista reflexi-


¿.-I'/¡ílld¡· 1'1/ IMi/m? fantasm ática subyacente . Ga tes ya no es so lo el Padr e-A mo pat riurcul, ni rampoco el G ra n H er ma no em pres arial qu e go bierna un rígi do im pe rio buroc rdnco desd e el in accesible piso má s alto, cus to diado po r u na multitu d de sec re tarias y su bordina dos. Es más bien una especie de pequeño hermano: su m ismo carác te r de pe rsona co m ún funciona co mo ind icación de lo opuesto, de alg una dime nsión mon stru osa y tan o minos a q ue ya no puede hace rse pública en la forma de algú n t ipo sim bó lico. Lo q ue encontram os aq uí, de l modo más vio lento, es el ato lladero del " do ble" , simultáneamente igu al a nosotros y también heroklo lIt una dimensión siniestro, pro piame nt e monstruosa. Lo ind ican los tít ulos , d ibujos o fo romo ntajes q ue presen tan a G ates como una persona com ún, pe ro cuya so nrisa falsa implica una dimensión subyacente, tota lmente d isti nta , de monstru osidad, imposible de re presentar, q ue amenaza co n derru m bar esa image n de persona corrien te." En este sentido, un rasgo crucia l de "G:ltes co mo Ico no" co nsiste en q ue es perdb ído como el ex backer que tu vo éxito. Al té rm ino "bocktr" hay q ue conferirl e todas sus co nnotaciones sub"'ersivaslma rginales, t11ltiestnblisbmm t, q ue definen a q uie nes pretenden perturbar el funcio na miento aceit ado de las gra ndes co rporacio nes buroc ráti cas. En el nivel fantasm áu co, la idea subyacente hace de Gares un pand illero marginal subvers ivo qu e ha ga nado poder y se viste como un re spe table presidente de direct ori o. En BiII Gates, el Pequeño Hermano, la fea pe rsona co rriente, con verge y qued a co ntenida la figu ra del G e nio M aligno q ue apunta al control to tal de n uestra vid a. En las viejas películas de j ames Bond, el Genio .\ 1aligno era todavía una figura excént rica, vestida ron extra vagancia o enfundada en un uniforme gri s m aoista protocomunisra. en el caso de Cates, este acer tijo rid ículo es ya innecesario: el G enio M aligno resulta ser el reverso de la pe rsona co rriente qu e es e l veci no de al lad n. En o tr as palabra s, lo q ue encontramos e n el ícono de Hill Cates es una especie de inve rsión del tema del héro e dotado de pode res sobre natu rales, pero co nfundi do, tor pe y co mún en su vida co tidian a (Su perman , q ue en su existe ncia o rd inaria era un periodista desmañ ado y co n gafas): aho ra es el "chico malo" el car acteri zado po r es ta especie de d ivisió n. JI En co nsecu encia, el

30. En las décadas de 1\)(;{) y 1970 se vendían tarjetas po stales de pornografía liviana en las cuales aparec ía \lna chica en hikini () total m~nte vestida; al mirar la tarjct'l desde un punto de vista ligeramente desplazado, la rop a desaparecía má gic am cnte y se veía el cuerpo desnudo. ¿l\'o hay algo similar en la imagen de Bill Gares, cuyo s rasgos benévolos, cuando se varí,¡ ligeram ente el pu nto de vista, adqui eren rnégicame nre una dime nsión siniestra y amcna znntc j' 31. Esta tendencia era ya disccrnihle Cil la excelente película de Bryan Siugcr tit uladn lns sospechosos desirmprr (Tbe Ustwl SlI.Jputs, 1995), en la cua l el amo-c rimina l, invisible y omni potente, resulta ser el personaje torpe y asusta do de Kevin Spacey.

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car ácter co m ún de Hi ll G utcs no es del mism o orde n qu e el énfasis en los denominados rasgos huma nos ordin arios del Amo patriar cal tr adi cional. E l hech o de lllle este Am o tra dicional n un ca esta ba a la altura de su mandato (siempre era imperfect o, siem pre presentaba alguna falla 1) debilidad) no solo no obstaculi zaha su autoridad sim ból ica, sino q ue incluso le serv ía de sosté n, de mostrando la brecha consti tu tiva entre la funci ó n purament e fo rmal de la au to rid ad sim bólica y el ind ivid uo em pírico que ocupaba ese puesto. E n co nt raste con esta bre cha, el carácter co mún de BiII Gates apunta a una co ncepció n d iferente de la auto ridad: la del su peryó obscen o q ue o pera e n lo Real. H ay un antiguo cu ento popular euro peo protago nizado po r ena nos (po r lo ge ne ral bajo e l contro l de un mago maligno) q ue dura nt e la noche, mientras la gente duer me , sale n de sus lugares ocultos y tra bajan (ponen la casa en orden, coc in an la comida ...), de modo que cua ndo las personas desp ierta n a la mañ ana enc ue ntran sus tareas még lcame nte rea liza das. Este te m a persiste desde EJ oro del Rin de Richa rd W agn er (los Nibelungos que trabajan en sus cuevas subterré neas, gobernados por un amo cruel , el enan o Albe rich ) hasta M ttTÓpolis de Fritz Lang, pelícu la en la cua l los o bre ros in dustri ales esclavizados viven y trabaj an muy de b ajo de la su pe rfici e de la tie rra, producien do riqueza para los capitalistas gobernantes. Esta matriz de los esclavos "subterr áneos" domin ados por un Amo ma nipu lador y m aligno nos retrotrae a la an tigu a dua lidad de los dos m odos del Am o: el Am o sim bólico público, y el M ago .\ 1aligno secreto q ue maneja los hilos y hace su trabajo durant e la noc he. Lo s dos "BiII" que gobiernan ahora a los Estados U nidos, Clinton y Ga tes, ¿no so n los eje mp los más perfectos de esta d ualid ad ? C ua ndo el sujet o está do tad o de autoridad sim bó lica, actú a com o un ap énd ice de su tiru lo simbó lico: es el Gran Otro, la institució n sim bólica, quie n actúa a través de él (recorde mos nuestro ejem plo de un juez, q ue pued e ser una pe rson a mise rable y co rm pt a, pe ro en cu anto viste la tú nica y o tras in signi as, sus palabr as pas an a se r las palabras de la ley). Po r otro lado, e l Amo "invisible" (cuyo pa rad ig ma es la figu ra an tisemita del "judío" q ue, invisible para el ojo pú blico , ma neja los hilos de la vida social) constituye un a esp ecie de doble o minoso de la au to rid ad pú blica: tiene qu e actu ar e n la so m bra, irrad iando una . • espectrat, 1 J e 'rantasma."" om mpotencra Esta es ent onces la co nclusión q ue ha y q ue extraer del ico no Bill Gates: el hech o d e que la de sintegración de la autorida d simbólica patriar cal, del Nombre-dcl-Padre, da origen a una n ueva figu ra de l Amo, qu e es nu est ro igua l, nuestro seme jante, n uestro dob le imagin ario y, al mis mo tie m po, por esta misma

32. Véase Slavoj Zizek, '''1 Hcar You wit h ¡\1y Eycs': or Th e Invisible Master", en Gnu nlJd Voice as Lene Olj~ctr, D ur ham, Ne, Duke Un lvcrslry Press, 1996.

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razón, está do tado Iantasmática mc ntc con ot ra di mensión , la del G c nio J\ b lig:no. En términos lacanianos, la suspens ión del ideal del yo, del rasgo de la ide ntificació n sim bólica (es decir, la reducción del Amo a la condición de ideal imaginario) necesar iam ente genera su reverso mo nstruoso, la figura superyo ica del Ge nio M aligno omnipote nt e que con tro la nu estras vidas. En estas figuras se superponen lo imaginar io (el semblante, la apari encia) y lo real (de la para noia), de bido a la suspensión de la eficacia propiame nte simbólica. Reitero qu e es tamos abo rdando a BiII G ates co mo icono, porqu e ser ía una mistificació n elevar al C ates (real) al nivel de una especie de Genio Ma ligno que mani pu la gen ialmente un complot para alcanzar el con t rol global de todos nosot ros. E n este caso, más que nunca, es esen cial recordar la lecci ón de la dia léctica marxista de la fetichi zacíon : la reificación de las relac iones entre las perSimas (el hecho de que esas relacio nes asumen la form a de fantasmagóricas relaciones entre cosas) siem pre aparece duplicada por el proceso apare nte mente op uesto , po r la falsa "personalizaci ón" (" psicologizaci6n") de 10 qu e en realidad so n pro cesos sociales objetivos. En la d écad a de 1930 (en e! mismo mome nto en el qu e las relaciones globales de me rcado comenzaban a ejerce r una dominación plena, haciend o que el éxito o el fracaso del prod uctor individual dependiera de los ciclos del mercado , totalmente al margen de su control ) la prime ra generació n de teóricos de la Escuela de Frankfurt llamaro n la ate nció n acerca de qu e la idea de un carismático "genio de los negocios" se reafirm aba e n la "ideología capitalista espon tánea", que atribuye el éxito o fracaso de un hom bre de neb"o cios a algú n misterioso "no sé qu é" de su personalidad." Esta observación , ¿no es in cluso más aplicable ho y en día, cuan do la abstracción de las relaciones de mercado que go bie rnan nuestra s vidas ha sido llevada al extr emo? El me rcado del libro está sat urado de manu ales psicológicos con consejos ace rca del modo de te ner éxito, de aventajar a nuestro socio o com petidor: en síntesis, pn .'s entan el éxito como depend ie nte de una "act itud" adecua da . De modo que, en cierto sentido , nos sentimos tentados de invert ir la célebre fórmula de M arx; en el capitalismo contempo ráneo, las "Tr/anones objetivas entre COUlS" m el St1J(} Jtl mercado tienden (J asumir las formasfim tas71IagóricilS Ji "relacioIUS sruJepersv1ll1/iu dilS entre personas". No, Bill G ates no es ningún genio, buen o o malo: es solo un oportunista que supo aprovechar el momento y, como tal, un resultado de la loc ura del sistema capitalista. Lo que interesa no es "cómo lo lo gró C ates ", sino "cómo está estructu rado el siste ma capita lista, qué es lo que

33. Adorno ha señalado que la emergen cia de la psicología como "ciencia", con la psique del individuo como su "objeto", se produjo en correlación estrecha con el predominio de las relaciones impersonales en la vida econ ómica y política.

funcion a mal en él y pe rmit e ' Iue un individuo log re un poder tan despropordonado". U n fenó me no como el de BiII G ates parece entonces señalar su propia solució n: cuan do estamos ante una red global giga ntesca, que desde el punto lle vista form al es pro piedad de un solo individuo o un a sola corporación, ¿no es un hec ho que la pro piedad, en cierto sentido, ha dejado de gra vitar sobre el funcio namiento em presa rial (ya no hay ninguna com petencia que valga la pena, la ncilidad est á asegu rada), de mod o que resulta posible corta rle la cabeza y sociali. . ar toda la red sin causar ninguna perturbación im por tante? ¿No equivaldría ese acto a una conver sión puramente formal, que no h aría más que unir de[acto lo quc ya est á junto (el colectivo de los indi vidu os y la red com unicaci onal global que to do s est én uti lizando), y q ue constit uye la sustanci a de sus vidas soci ales? Esto nos conduce ya al segundo aspect o de nuestr a distancia críti ca respecto de la teor ía de la sociedad de riesgo: el modo en que esa te oría enca ra la realidad de! capi talismo . En un exame n más atento, ¿no indica su co nce pció n del "riesgo " un dom inio estrecho y definido con precisión e n el cual se generarían los riesgos, e! dominio de! uso incontrolado de la cie ncia y la tecnología en las condicio nes de l capitalismo? El caso pa radigmático d e "riesgo" (que no es solo uno entre m uchos sino "el r iesgo co mo tal") es el de la n ueva invención cientifico-rccn ológica aplicada po r una emp resa privada sin qu e medie e! deba te y el control pú blico y dem ocrático adecuado, suscita ndo de ta l modo el espectro de consecuencias im previstas y cat astróficas en el largo plazo. N o obsta nt e, ¿no ar raiga est e tipo de riesgo e n el hecho de que la lógica del mercado )' el lucro está im pulsando a las empresas (le pro piedad privada a seguir su camino y utilizar las in novaciones científicas y tecnológicas (o simplem ent e aum entar su pro ducción) sin tomar realmente en c uenta los efectos en el largo plazo sobre el am biente, y tam bién sobre la salud de la hum anidad? Entonces, :1 pesar de todo lo que se di ce sobre una "segu nda mod e rnidad" que nos obliga a abandonar los ant iguos dilemas ideol ógicos de la izquierda y la derech a, el capitalismo y el socialismo, la con clusi ón <Iue hay que extraer ¿no es que en la act ual situación global, en la cual las em presas privadas no alcan zadas po r el cont r ol pol ítico p úblico es tén tomando dec isiones que pueden afectamos a tod os, inclus o al punto de ame nazar nuestra supervivencia, la única solució n consiste en una especie de socialización directa de proce so product ivo? ¿N o es la ún ica sol ució n avanzar hacia tina sociedad en la cual las decisiones globales sobre las or íenracioncs fundamentales acerca del desarrollo y el em pleo de la capacidad pro ductiva estén de algún modo en las manos de to do el colect ivo de las per sonas afecradus por esas decisio nes? Los te óric os de la sociedad de r iesgo hablan a menudo de la necesidad de cont ra rrestar al rein o de l me rcado glob;d "despo lit izado " con medidas tendie ntes a una repolitizacion radical, que rctirnni la toma de decisio nes de la órbi t a de los planificadores y expertos del I':sl;1I Io,

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¿A¡fríndc VII

para asign arla a los individuos y grupos interesados (por med io de la revitalizadón de la ciuda danía activa, el deba te pú blico amplio, etcétera). Sin embargo, se abstienen de cuestionar los principios básicos de la lógica anó nima de las rela ciones de me rcado y el capitalismo glo bal, que actualmente se imponen cada vez más como lo Real neutral acep tad o por tod as las partes y, eom o ta l, cad a vez más despolitizado." Dos recientes pe lícu las inglesas, cuyo tem a es la desintegración traumática de la antigu a identidad masculina en la clase trabajadora, expresan dos versiones opuestas de este ato lladero de la dcspolitización. Soplando al viento (Brossed off) se centra en la relación entre la lucha polí tica real de los mineros frente a la amenaza de] cierre de galerías, legitimada como progreso tecnológico, y la expres ión simbólica idealizada de la comunidad de esos trabajadores, su banda de música. Al princi pio los dos aspec tos parecen opuestos: a esos mineros atrapados en la luch a por su supervivencia económica , la actitud de "jLo único que importa es la música!", adoptada po r el anciano directo r de la banda enfermo de cáncer de pulm ón, les parece una van a insistencia fetichizada en la forma simbólica vacía, privada de su sustancia social. Pero cuando los mineros son dcrro rados en su lucha política, la actitud de "la música im porta", la insistencia en rocar y participar en un a compete ncia nac ional, pasa a ser un gesto sim bó lico desafiante, un acto propiamen te dicho de afirmación de la fide lidad a su lucha po lítica: com o dice un o de ellos, cuando ya no queda esperanza, solo subs isten los principios.. . En síntesis, el acto se produce cuando llegamos a ese entrecruzamiento o, más bien, cortocircu ito de niveles, de modo que la insistencia en la forma vacía (seguiremos tocand o en nues tra ban da, pase 10 que pasare... ) se conv ierte en el signo de la fide lida d al contenido (a la lucha con tra el cier re de galerías, a favor de la subsistencia del modo de vida de los mineros). La comunidad minera per tenece a un a tra dición condenada a desaparecer; sin embargo, precisamente en ese punto hay que evitar la trampa de acusar a los mineros de que estén defendiendo el antigu o mod o de vida obrero, reac cionario y machis-

1'~¡¡IJO?

tu: vale la pena luchar por el principio comunitari o discernible en este caso, y de

34. Entre los defcnsoresde la política de la sociedad de riesgo, es frecuente que se señale, como signo de quc entramos en una nueva época que está "más allá de la izquierda y la derecha", el hecho de que el propio Ccorge, Soros, la encarnación misma de la especulación fi nanciera, haya llegado a comprender que el imperio irrcstricto del mercado representa un peligro mayor que el totalitarismo comunista,y que por lo tanto hay que limitarlo con algunas medidas sociopolfricas. Sin embargo, ¿basta realmente con esta comprensión? En lugar de celebrar estehecho, ¿nodeberíamos preguntarnossi no demuestra exactamente 10 contrario, es decir, que la nueva política que está "más allá de la izquierda y la derecha" no amenaza en los hechos el reinado del capital?

ningún modo hay que dejárselo al enemigo. ¡Todo o nada ' (The Pul! M onty), nuestro segundo ejemp lo, es - como Lo socíed"d de lospoetas muertos (Dead Poets Society) o Luces de la ciudad (City Light)- u na de esas p elículas cuya línea narrativa avan za sin desvíos hacia el clímax fin al: en este caso, la aparición de los cinco desocup ados en el club de striptease. E l últim o gesto ("ir hast a e! fin"), la exhibición de sus penes ante la sala rep leta, constituye un acto que (aunque de un modo opu esto al de Soplando al viento) equivale en última instancia a lo mismo: la aceptació n de la pérdida. El hero ísmo de! gesto filial de ¡Todo o nada.' no consiste en persistir en la for ma simbólica (tocar en la banda) cuan do su sus tanci a social se ha desintegrado, sin o por e! contrario, en aceptar lo que, desde la perspectiva de la ética obrera masculina, es inevita blemente la humillación fundamental: estar dispuesto a ren unciar a la falsa dignidad del varón . (Rec ordemos el célebre diálogo in icial, en el que uno de los protagonistas dice que despu és de haber visto a las mu jeres orinar de pie, fina lmente comprendió que ellos estaban perdidos, que su tiemp o, el de los hombres, había terminado.) L a dime nsión tragicómica de su atolladero reside en el hecho de que el espectácu lo carnavelesco (de stliptease) no es ejecutado por los habitu ales bailarines pro fesionales bien dotados, sino por hombres comunes, decentes y tímidos, de mediana edad, que no son en absoluto he rmosos: su heroísmo cons iste en qu e ac uerda n r ealizar el act o, aunque saben que su apariencia física no es aprop iada para él. Esta brecha en tre la ejecuc ión y la inadecuación obvia de los ejecutantes le confiere al acto su dimensión propiamente sublime : deja de ser la diversión vulgar de desnudarse, y se conv ierte en una especie de ejercicio espiritual para abandonar el falso orgullo. (Aunque el mayor de ellos, el ex capataz, se entera, poco antes del espectáculo, de que ha conseguido un nuevo em pleo, de todas ma ne ras se une a sus compañeros por fidelid ad : no se tra ta solo de ganar un dine ro muy necesario, sino tamb ién de una cuesti ón de prin cipio.) Pero debemos tener presente que am bos actos, el de Soplando al viento y el de ¡T odo o nada.', son actos de perd edores, es decir, dos modos de conciliarse con la pérdida catastrófica: insistir en la forma vacía como fidelidad al contenido perdido ("C uand o no queda esperanza, solo subsis ten los principios"), o ren unciar heroicamente a los últimos vestigios de la falsa dignidad narcisista y rea lizar el acto para el cual se es grotescamente inadecuado. Lo triste es que, en cierto sentido, esta es nuestra situació n actual: hoy en día, des pués del derrumbe de la idea ma rxista de que el propio capit alismo engend ra al proletariado com o fuerza destinada a destruirlo, ninguno de los crí ticos del capita lismo, ninguno de quienes descri ben de modo tan convincente el torbellino mortal hacia el cual nos está arrastrando el de nominado pro ceso de globalización, riene algun a id ea definida acerca de cóm o podemos liberarn os del capitalismo. En síntesis, no estoy

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pre dicando un simple retomo a las antigu as concepcion es de la lucha de clases v la revolución soci alista; la cuestió n de cómo se puede realme nte socavar el siseema capitalista globa l no es re tórica (tal vez 710 tr ino realmente esa po sibilidad, por lo menos en el futuro previsible). D e modo qu e hay dos actitudes: la izquierda actual rec urre al hechizo ritualista de las viejas fórm ulas, sean ellas las del co munismo revolucio nar io o las de l.a sl~ialdemocraei a ref()r~ lista del estado de bienestar, des car tarnln todo lo q ue se dice sobre la llueva soc iedad posm odc mn como un vacío palahrerío de moda que ocul ta la .?ur: r~ali?ad presente del capitalismo, o bien acepta el capitali smo global como c1 UIll CO Juego de la aldea", y sigue la doble táctic a de prometer n lo~ empleados que se mant endrá al máximo posible el estado de bienestar, ~Illen tra s l~s ~segura a lo~ em pleado res el res peto ir rcsrr lcro de las reglas del Juego (capitalista global), Jun to con la firme ce nsura a las dema ndas "ir racionales" de los e mp l.c.ado s. De mo~o qu e la act ual política izquierdi sta parece limi ta,:"o~ ~ la e1ecCJ~)I~ en tre la.acb tud or~odoxa "s~lida" de adhesió n orgullosa, po r Prmctpro- a la Vieja melod ía (com unista o soci ald emócene), aunq ue sabernos que su tiempo ya ha pasado, y la acti tud "centris ta radical " neol aborista de hac~r un nrif/tau y d~elllbarazarse d e los último s vestigios de l discurso izquierdista propiamente dicho ... Par adójicamente, la vícti ma final de la caída del so~~a l ismo re~1 ha sido su ~T3n opo~entc histórico a lo largo de la mayo r pa rte del Siglo: la SOCialde mocracia reformista. La gra n noti~i,a d~ ~a ac~a l era pospolítica del "fin de las ideologías" es entonces I,a desp,olttlzaclOn radical de la esfera de la econom ía: se acepta el modo de ~nclOnamle nto d ~ la econ omía (la necesidad de recortar ti asistencia social, etc éter a) com o una simple percep ción del esta do objetivo de las cosas. No obsta nte, mie ntras se admira esta despolitización fund amental de la esfer a ecmnuni ca, ~<xlo lo quc se dig~ :,o bre la ciudadan ía activa, la discusión Ilúhl ica orientada hacia .la toma de declsl~nes colec tivas responsables, y así sucesivamente, sólo t~ndra que ver con ~cstlo?e~ "cultu rales" (las diferen cias religiosas, sexuales, é tllI~S~ de modos de Vida), sm in tervenir realmente en el nivel en que se toma n las decisiones para c1 largo plazo qllt: nos afectan a todos. En síntes is, el único modo de gene rar efe~-tivalllente una sociedad en la cuallas decis iones r iesgosas para el largo plazo surjan de un debate público que incluya a todos los interes ados tiene qu e ser algu na limitaci ón radical de J:¡ libert ad del ca pital, la subordinación del proceso de prod ucción al control social: la repolitizacion r({(lical de la economia, Si el pr~Jhlema de la act ual pospolnica ("la adm inistració n de los asuntos sociales") c ~ms lste en ,que socava d~ , mo~o creci ente la posibilidad de un acto polít ico pro pramenre dicho, ese dehilitamicntn se debe de mo do dir ecto a la despoli rización de la economía, a la aceptación común del capital y los mecanis mos de mercado como bcrrarnienras/proccdimí en ro» neutra les que hay que explotar.

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Advertimos aho ra por qu é ra zón la po spolrtíca actual no pued e alcanzar la dimensi ón propi-amente política de la universalid ad: po rq ue tácitame nte excluye la pclitizac ión de la esfera económi ca. El dominio de l-as rel aciones de mercado capitalistas globales es la "o tra escena" de la denominada repolitización de la sociedad civil por la que abogan los partidar ios de la "política de la ide ntid ad" y otras forma s posmcdemas de politización : tod os los discursos sobre las nuevas formas de política que prolifer-an en todas partes , ce ntrados en cuestiones parti culares (los der echos de los homosex uales, la ecolo gía, las mi norías étnicas...), toda esta incesante acti vidad de identidades fluidas, cam biantes, de constitució n de múltiples coalicion es ad hoc, y así sucesivamente, tiene algo de in auténtico, y en última instancia se asemeja al neuróti co obsesivo qu e hab la continuam ente y se entreg a a una actividad frenética, precisamente para '10 perturbar, para que siga in movilizado /Q que realmente impIJrta. Jl D e modo que, e n luga r de cele brar las nu evas libe rtades y responsabilidades generadas por la "segunda mode rni dad", es mu cho más crucial concentrarse en lo que sigllt siendo lo mismo en est a fluide z r refl exividad globales, en el mo tor de esa fluidez: la lógica in exorable del capital. La presencia espect ral del capital es la figura del Otro qu e no solo sigue actuando mi entras se desintegran todas las otras enca rnaciones tra dicionales del Otro sim bólico, sino qu e incl uso es la causa directa de su desintegración : lejos de vernos confrontados con el abismo de la libert ad (es decir , con una ca rg"J de responsabilidad que no podem os aligera r con la ayuda de la tra dición o la naturaleza) los su jetos act uales est amos atra pados quizá más que nunca en una comp ulsión in exora ble qu e rige efec tivame nte nue stras vidas. La iron ía de la histo ria es qu e, en los países ex com un istas de la Europa oriental, los com un istas "reformados" han sido los prim eros en aprend er est a

35. ¿Por qué privilegiamos el nivel eco nómico de la lóg ica del capital, por sobre ot ras esferas de la vida sociosimoolica (los proceso s políticos, la prod ucción eultu ral, las tensiones étnicas...)? La actitud de privilegiar el nivel económico, ¿no es escncjalista, en cuanto desade nde la pluralidad rad ical de la vida social, el hecho de que no es posible concebi r que sus múltiples niveles dependan del papel esencial de una sola de (as agencias? La. respuesta es d ara: desde luego, hay hoy en día una prohferaci én de fo rmas de politizació n: no solo encont ramos la lucha tradicio nal por la democracia y la justicia social, sino tam bién nuevos agenres polít icos (femin istas, hom osexuales, eco lógicos, las minorías ét nicas, etcéte ra); sin em bargo, el espacio par a esa proliferación se sustenta en la et apa más reciente del desarro llo capitalista, es decir, en la glohalizaci6n del Estado posnacinnal y la colonización reflexiva de lus últimos vestigios de prlvacldod e inmediatez sustancial. Por ejemplo, el feminismo con tempo ráneo es estrictamente correlativo del hecho de que, en las última s décadas, la familia y la vida sexual en sí han sido "colonizadas " po r la lógica del mercado, y por lo tant o se las experimenta como algo propio de la esfera de la libre elección.

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lección. ¿Po r qué, a mediados de la dé cada de 191JO, muchos tic ellos volvieron .11 pod er en virtud de elecciones lib res? Este mismo reto rno co nsti tuye la prueba definitiva de que esos Estados ingresaron realmente en el capitalismo. ¿Qué representan hoy en día los ex co munistas? D ebido a sus vínculos privilegiados co n los capitalistas emergentes (en su mayor parte m iem bros de la antigua nomenklatura q ue "pr ivatizó" las empresas q ue ellos dirigí an), so n prim era y princip almente e l partido del gran capital; ade más, para borrar las huellas de su breve pero de to dos modos traumática experiencia co n la sociedad civil políticamente activa, co mo regla ahogan ferozm ente por una d esideologizació n rápida, po r el replieg ue del co mpro miso activo de la sociedad civil a un consum ismo pasivo y apolítico: el mis mo par de rasgos que car acteriza al capitalismo contem poráneo. Los disidentes queda n sorprendidos al descub rir q ue desempeñaro n el papel de mediado res evanescentes en el ca mino desde el socialismo hasta el capitalismo , un capitalismo e n el cual go bie rna la misma clase q ue antes, co n un nuevo disfraz. Es ent onces erróneo sos tene r que el reto m o de los ex co munis tas al poder demuestra q ue los pueblos se han se ntido defraudados por el ca pitalismo y an helan la antigua seguridad socialis ta ; en una especie de "negación de la negación" hegeliana, solo con el reto m o al poder de los ex comunistas q uedó efectivamente negado el socialismo: lo q ue los análisis políticos perciben (mal) como una "decepció n con el capitalismo" es en rea lidad un a decepció n con el entus iasmo ético po lít ico para el cua l no hay cab ida en el cap italismo "no rm al". " Por lo tanto, actu almente de bemos reafirm ar la antigu a cr ítica ma rxista de la "rei ficación": hoy en día, subr ayar la lógica econó mica "ob jetiva" despol itizada contra las form as supuestamente "anticuadas" de las pasion es ideol ógicas, es la forma ideo lógica predomin ante, puesto q ue la ideología es siem pre auto r-referencial, sie mp re se define tom and o distancia respecto de un O tro des ca rtado y de nunciado como "ideológico" , 37 Po r es ta precisa raz ón (po rq ue la economía (leJpolitizadll es el[ente sma[andamentat rrnegndo (le lo político posmotim lfl) , el acto verdade ram ente po lítico necesa riamente e ntra ña la repolitizacién de la eco nomía: en una situ ació n d ada, un gesto solo cuenta como acto si perturba ("a traviesa") su fant asma funda mental.

36. Rerroacnva menre, uno toma co nciencia de la profundidad con quc el fenómeno de la denominada "disidencia" es tá hoy insertado en el marcoideológico socialista, de [amedida en que la disidencia, con su "moralismo" utópico (la prédica de la solida ridad social, la responsabilidad ética, etcétera) constituyó el núcleo éticorenegado del socialismo: es posible que a1bn.ín día los historiadores obs erven que (en elmismo sentido en que Hegel sostuvo que el verdadero result ado espiritual de la G uerra del Peloponeso, su Fin espiritual, fue el libro de Tuc fdides sobre ella) la disidencia representó el verdadero resultado esp iritual del socialismo real... 37. Véase Slavoj Zil,ek, "lntrodacrion", en iH<lppillg ldto/ogy, Londres, Verso, 1995.

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En cuanto la izquierda mode ra da actual, desde Blalr has ta C linton, ace pta tot almente esta despolídzací ón, nos encontramos con una extraña inversión de rol es: la única fuer za política seri a que continúa cuestionando el gobierno irresrricro del me rc ado es la extr em a der echa populista (B uchanan en los Estados Un idos. Le Pen en Francia ), Cuando \ Vall St reet reaccio nó negativamente ante una ca ída en la tasa de desem pleo, Buchan an fue el único que formul ó la o bse rvación o bvia de q ue lo q ue es bu eno para el capi tal no es evi dentemente bu eno para la m ayo ría de la población . E n co ntraste con la an tigu a percep ció n de lJue la extr ema derecha dice abierta me nte lo que la derecha moder ada piensa en sec reto pero no se at reve a m an ifestar en pú blico (la afir mación abi er t a del racism o, la necesidad de una auto r idad fuerte y de la h egemonía cultu ral de los "valore s occidenta les" etcéter a), no s esta mos acerc ando a una situ ació n en la cual la extrem a derecha dice abiertamente lo que pien sa en secre to, pero no se atreve a mani festa r la izquierda moderada (la necesidad de po ner freno a la libertad del cap ital). No h ay q ue o lvidar qu e las actua les milicias derechistas con doctrinas de "su perv ive ncia" a menudo parecen una versión caricaturizada de los grupos fragmentados de la extrema izq uier da en la década de 1960; en ambos casos enco ntram os una lógica anriinstirucional ra dical, segú n la cual el ene m igo fun damenta l es el aparato esta tal represivo (el FBI, el E jército, el siste ma judicial) qu e am enaza la superv ivencia del grupo, el cual se organiza co n una disciplina estricta para resistir esa presió n. En un exacto contrapun to co n este fenóm eno, un izqui er dista co mo Pie rr e Bordieu de fiende la idea de una Eu ropa unific ada en un fuerte "Estado social" que garantice el mínimo de derechos socia les y bie nestar co nt r a la em bestida violenta de la globalizecíón: resulta d ifícil abst enerse de iro ni zar cuando vem os q ue un izquie rdista r adical a11..1 barr eras co ntra el poder glo bal co r ros ivo del ca pital, tan fe rvorosam ente celebrado por M.arx. Una vez más , es como si hoy en día los roles se hubieran invertido: los izq uierdistas so n partidario s de un Esta do fuert e co mo últi ma gara ntfa de las libertades socia les y civiles contra el capi tal, mi ent ra s q ue los derechi stas de mo nizan al Esta do y sus aparatos como la máqu ina te rrorista fundamental. D esd e luego, hay que rec onocer plename nte el tremendo efect o libera do r de la poli ri zací ón posm odema en do m inios hasta en tonces co nside rados apolíticos (el feminis mo, la polí tica gny y lesbiana, la eco logía, las cuestio nes étnicas y de las otras deno m inadas mino rías): el hecho de q ue estos te mas no solo sean ahora percibi do s co mo intrínsecam ente políticos, sino que tam bién hayan dado orige n a nu evas fo rma s de subjetivización po lít ica que han reformado to talm en te nu estro panorama político y cultu ral. N o se trata entonces de subest ima r este tre mend o avance, en favor del retorno a alguna nueva ve rsión del denom ina do esencial ismo económi co, sino tic qu e la despolítízaci ón de la econom ía enge ndra 379


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la nueva derecha populista, con su ideología de "mayoría moral", que es hoy en día el princi pal obstáculo para la satisfacción de las mismas dem anda s (feministas, eco lógicas.. .) en las que se centra n las for mas posmod ern as de la subjctiviza ción po lítica . En sfnresis, abo go por un "re torno a la primacía de la econom ía", no en de trimento de las cuestiones planteadas por las formas posmodernas de la politización, sino precisame nte para crear las co ndiciones que permitan un a satisfacción más efectiva de las demandas feministas , ecológicas, etcé tera. Un indicado r adicional de la necesidad de algún tipo de polírí zación de la econo mía es la perspectiva abiertamente "irracional" de la concen traci ón casi rnonopó lica del pod er en las manos de un ún ico individ uo o corporaci ón, como Rup ert M urd och o Hill G at es. Si la próxima décad a trae consigo la unificación de la multitud de medios de co municación en un úni co apara to que tenga al mismo tiem po las ca racte ríst icas de una computadora interactiva, uu televiso r, un relecomunicador acústico y visual, una vi deocasetera y reproductora de c n, y si adem ás Microsoft logra convertirse en la propiet ar ia casi monopólico de este nu evo veh ículo universal , co nt rolando no so lo el lenguaje que se use en él sino tamb ién las co ndicio nes de su aplicación, esta remos entonces en la situación absur da de que un úni co agente, al marge n del control públ ico, domin e la estructu ra co muni cacional básica de nuestras vidas y de tal modo, en cier to sentído , sea.más fuer te <Iue cualquier gobierno. Esto abre la perspe ctiva de gu iones paranoicos: puesto (Iue el lengu aje digita l que emplearemos será con feccio nado po r el hom bre, construido po r programadores, ¿no es posible imag in ar que la corporación propietaria instale en él un programa secreto especi al que le permi ta controlamos, o un virus qu e la e mpresa pueda activar, in ter rum piendo de tal modo nuestra comunicación? Cuando las corporaciones bioge n éticas afirman su propiedad sobre nu estro s ge nes al paten tarlos, suscitan ta mbién la paradoja análoga de a pr~ pi a rse de las panes más íntimas de nuestro cuerpo, de mod o que ya somos propiedad de una corporaci ón, sin que siquiera lo sepamos. La perspectiva que en fre ntamos es entonces que tanto la red comunicacional co~n o el le nguaje gen ético del que est amos hechos pase a ser pro piedad y quede bajo el control de co rpo racio nes (o incluso de una sola corporación) que esté ~ás allá del contr.o [ pú blico. U na vez más, el carác te r absurdo de esta perspcctl.~a (el control privado de la base púb lica de nuestra co munica ción y rcproducCla n, de la red de nuestro ser social), ¿no impone algú n tipo de socializació n como sol ució n única? En otras palabras, el efecto sobre el cap italismo de la denomin ada revolución in for mática, ¿no constituy e la ejem pli ficació n decisiva de la antigu a t esis marxista segú n la cual " un una cierta eta pa de su desa rroll o, las fuer zas pro ductivas materiales de la sociedad entran en con flicto con las relaciones de pro ducción existe nte () (lo que no es más que una expres ión legal del mismo fenómeno) con las relaciones de pro piedad en cuyo seno han estado ope-

rando ha sta ese 1ll()llle llt()" ? J ~ Lo s do s fen óm enos que hemos men cion ado (las consecue ncias glohales im predecibles de las decisiones to madas por em presas privadas, y el absurdo patente de (jue haya " propietarios" del genoma de una pcrs ona o de los medios individuales utilizados para la comunicación), a los cua!L'S habría que añadir por 10 me nos la contrad icción im plícita en el concepto de "propied ad" del conocimiento (cie ntífico), ya qu e el conoci miento es por natu raleza ind iferente a su prop agación , es dec ir que su d ifusión y uso universales no lo desgastan, esos fe nó menos, decimos, ¿no co nsti tu yen la razón de que el capitalismo actual te nga que recurrir a estr ategias cad a vez más absur das para sostener lo economia de escasez en In esftra de In injomlllción, y de ta l modo contene r dentro del mar co de la propiedad privada y las rel aciones del mercado al de monio que han desencad enado? (Por eje mplo, continuamente idea n nuevos modos de impedir la copia libre de la información digiralizada.) En síntesis, la perspecri"a de la "aldea glohal" in form acio nal, ¿no señala el fi nal de las relacio nes de mercado (que, por defini ción, se basan en la l ógi ca de la escasez), por lo me nos en la esfera de la inform aci ón digit alizada? Después de la caída del socialismo , el mayor miedo del capi talismo occidenta l es qu e otra nación o gru po étni co derrote a Occidente en sus propios té rm inos capit alistas, combinando la produ ctividad del capitalismo con alguna forma de mores sociales ajenas al mu ndo occidental: en la década de 1970, el objeto del miedo y la fascinación fue Japón , mie ntras que ahora, desp ués de un breve interludio e n el que fue el tu rno del sudeste asiático, la tensión se ce ntra cada vez más en C hina, como la próxim a superpotencia qu e com bin a el capita lismo con la es tructura po lítica co munista. En última instancia, esos miedos dan origen a formaciones puramente fantasrn áticas, como la imagen de una China que supera a O ccide nte en produc tividad mientras con serva su estructu ra socio polüíca autoritaria (nos sentimos te nta dos a de nominar esta com binación fanrasm atica como "modo asiático de prod ucció n capitolisto"). Contra estos miedos, hay que subrayar que C h ina, u n po co antes o después, paga r á el preci o de este desarrollo desenfrenado del capita lismo con nuevas formas de inq uietud e inestabilidad socia les: la "fór mula ganadora" de com binar el capitalismo con el mo do de vida asiático " ce rra do" de una comun idad é tica , está co ndenada a est allar. Ahora, más que n unca, debe mos reafirmar la antigua fórmula marxista según la cual el límite del capitalismo es el pro pio capita l: el peligro para el capitalismo occidental no vie ne (le afuera, ni de los chinos ni de algún otro monstruo que nos derrote en nue stro propio juego y no s prive de nuestro in dividualismo ; viene del

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38. Ka rl Mar x, "P rcface ro A Critiq/lc ofPolitical Rco/J omy ", en Selected W l"itings, Oxford, Ox for d University Press, 1l)97, pág. 38'> .


¿i ldál/l/l' VII l\tlilm?

límit e intrínseco de su propio proceso de colonización de dom inios siempre nuevos (no solo geográficos, sino también culturales, psíqu icos, etcétera), de eros i?1l de las últ imas esferas resistentes de! ser sustancial no reflexionado, lo qu e tiene qu e terminar en algún tipo de implosión, cuando el capital ya no pueda tener n ingún contenido sustancial fuera de él mismo para alimentarse." Debemos tomar literalmen te la metáfora marxista del capit al como una enti dad vampiro : necesita algún tipo de "productiv idad natural" prerreflexiva (talentos en los diferentes ámbitos del arte, inven tores en ciencia, etcétera) para extraer de ellos su propia sangre y repro ducirse; cuando e! círculo se cierra, cuando la reflexividad 10 abarca todo, e! sistema queda amenazado . O tro signo que apunta en la misma dirección es el hecho de que, en la esfera de lo que Adorno y H orkheimer denominan Kulturindustrie, la desusra ncíalízación y/o re flexividad de! proceso de producción ha llegado a un nivel que amenaza a todo e! sistema con una imp losión glob al. Incluso en el arte, la reciente moda de las muestras en las que "todo está permitido" y cualq uier cosa puede pasar por objeto artíst ico, incluso cuerpos de animales muti lados, permite advertir esa necesidad desesp erada que tie ne el capita l cultura l de coloni zar e incluir en su circuito incluso a los estratos patológicos y m ás extre mos de la subjetivid ad h um ana. P aradójicament e (y no sin iro nía), la prime ra ten dencia musical en cierto s~ntido "fabricada" que explotó al cabo de un br eve lapso y fue muy pronto olvidada, puesto que carecía de la sustancia musical necesaria para sobrevivir y alcanzar el status de "clásica" (como el primer rack de los Beades ~ los Roll.ing S~?nes), ha sido el esti lo punk, marcado al mismo tie mpo por la mas fuerte mtrusron de la protesta obrera violenta en la corriente principal de la cultura popo En una especie de versión burlesca del juicio infinito hegeliano, en el ~uall?s ~puestos coinci den directamente, la energía en bru to de la pro testa social coincide con los nuevos niveles de la prefabricación comercial que, po r así decirlo, crea e! objeto que vende sin tener qu e contar con algún "talen to natural" que explotar, del mismo mo do que el barón de Münchh ausen se sacaba del pantano tiran do de sus propios cabellos ... ¿N o encontramos la misma lógica en política, donde se trata cada vez menos d~ seguir un programa globa l coherente, y cada vez más de conjetu rar, por medIO de encues tas de opinión, "lo que quie re la gente", y a continuación ofrecé rselo? Incluso en la teoría, ¿no ocurre Jo mismo con los estudios cultu rales en el ámb ito anglosajón, o incluso con la teoría de la socie dad de riesgo>" Los cstu-

dioses real izan cada vez meno s tr abajo teó rico susta ncial y se limitan a redactar breves "int ervenciones" en las que sobre todo despliegan su ansiedad por seguir las últimas tendencias teóricas (en el feminismo, por ejem plo, los teóricos pe rspicaces comprendieron pronto que el consrruccíonismo social radical, el género en tanto actuado per forma dvamente, etcé tera, había terminado, que la gente se había cansado de él, de modo que comenzaron a redesc ub rir el psicoanálisis, el inconsciente; en los estudios poscolon ialcs, la última tendencia consiste en oponerse al multiculturalismo como solución falsa...). No se trata solo de que los estudios cultura les o la teor ía de sociedad de riesgo sean insuficientes por su conte n ido: hay una mercadcrlzació n int rínseca discernible en la forma misma de! modo social de funcionamiento de lo que se suponen son las últimas versiones de la izquierda académic a norteamer icana o euro pea. Esta reflexividad, también una parte crucial de la "segunda modern idad" , es 10 que los teóricos de la sociedad reflexiva de riesgo tienden a dejar fuera de consideraci ón ."

R ETOR:-"'OS EN LO REA L

La lección fundamental de La dialéctica de la Ilustración conserva, po r 10 tanto, su vigenc ia. Concierne dir ectame nte a 10 que los teóricos de la sociedad de

39. Entr e los marxistas acuaies, es Fredric )ameson quien ha subr ayado este aspecto del modo más sistemático. 40. Por lo menos en 10 concerniente a los estudios culturales, no ha blo aquí como un crf-

rico arr oga nte que asume la posición segura de observador externo, sino como alguien que tamb ién participó en t SO S estudios: yo, por así decirlo, "me incluyo afuera" ... 41. Según j ean-Claude Miln er (Lesalaire de !'idéal, París , Seuil, 1997), la misma reflexividad determina el status de la nueva clase go bernan te de hoy en día, la "burguesía asalariada"; lo que define a la clase gobe rnante no cs ya y primor dialmente la prop iedad, sino cada vez más la pert en encia al círculo de quienes son recon ocidos como expertos (gerent es, administradores estatales, abogados, académicos, periodistas, médicos, arti stas...) y por esta razó n tienen ingresos mayores que lo'> del asalariado pro medio. Milne r señala qu e, a diferencia de 10 que sugieren las apariencias engaños as (sostenidas por la vasta red de diplomas universitarios, etcét era), esa perte nencia al círculo de los expertos no se basa en última instancia en calificaciones reales , sino que es el res ultado de la lucha sociopolitica en cuyo transcurso algunos estra tos profesionales se inco rpo raro n a la burgues ía asalariada previlegiad a: estamos ante un círc ulo ce rrado auto rrcfcrcncial; a un individuo se le paga más si sabe generar la impresión de que se le debe pagar más (un presen tador de notici ario te levisivo gana mucho más que un científico cuya'> invencion es pueden cambiar la totalidad del panorama industrial). En síntesis, actualme nte es regla lo que Marx caracterizó como excepción paradójica (el extraño caso en el que el precio det ermi na el valor, en lugar de limitarse a expresarlo; por ejemplo , el cantant e de ópe ra qu e gana mucho dinero no porque su canto tenga un gran valor, sino que a esa persona se la percib e como más valiosa porque se le paga mucho).

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riesgo y d~ la I,l ~o?,erni z.ació,n ,rd lexiv¡l elogian crunn el advenimiento de la "se~n da Ilu~traelO n ,A propOSlto de esta , s ~~nd a Ilust ración, con sujetos liberal os d ~! pe so de.la naturaleza y/o la tradici ón, la cuestión de sus "apegos apasionados ~n conscl en tes debe ,plantearse de nuevo. Los denom inados " fenóme nos oscuros ~ (los fu n~a m e nta hs lll os pro lifer antes, los neor racísmos , etcé tera) que ~~ lIn pa n~.n a esta ~gu nda 111 0den~i da d» no pueden en modo alguno descartars.e C,OlIlO simples f~n o~ n,en o s regresIvos, como restos del pasado que se desvene ce ran cuan do l o~ mdlVld.u0s asu man la plena libertad y respo nsabilidad que la segun da mod er nidad les impone." Q uienes postul a~, la segunda Ilustración elogian a Kant, de modo que vuelve a ,pl ant~ rse , l a cucs~ on de "Kant con Sade". Lo qu e Sade hizo fue exten der la lóg~ca uti litaria de la instrumentalizaci ón hasta el ám bito muy íntimo de las relaClones sexuales: el s exo .~o e~a ya un fe l~óm e no limitado a la esfera privada, a sal~o de la crueldad u tlh,t~ na . de la VIda profesional púb lica; tamb ién de bía someterse a las re?,las utilitarias del intercambio equivalente qu e estruct ura n 10 qv e H egel denomi n é "sociedad civi l". Con la llamada "segunda modern idad» la a~tl tud h,a ~ta ento nces reservada .a 10 público, en ta nto opu esto a la vida priv~da (1.1 re flcx lVl ~ad , el de recho,a.: lcglr el prop io modo de vida en luga r de aceptarlo tal como lo IInpOl~e ! a tradici ón, etcétera), tam bién ha pen et rado en la esfera prí~ada sumament e Intima de ,la ~exu:li,d~d . ~o sorp ren de que el precio de este paso se~ ~I aumento de las pracnca s 53111(,.'3s" qlle escenifican la sexualidad COfllO el d ominio del contrato y la explotaci ón mutua. Y es precisamente en est e punto do?de po demos ver qu ~ con ~ergen nuestras dos críticas a 1.1 sociedad de riesgo: objetamos que s.ca al mismo tiempo demasiadogeneral (evita ubicar el factor clave genera ~o r del f1.esgo en la especi ficidad de la economía capitalista de mercado), y demasiado particular (no toma e n cuenta el modo en que la inexistencia del O tro a .fec~, e! stat us .de la subjetividad). E.s la misma lógica "específica" de la me rcado~l z~~lOn reflexiva de las esferas íntimas la que, por el modo en que afecta la subjetividad, socava la figura hab itua l del sujeto mode rno, autónomo y Iíbre."

42. ~esulta i ? ~ e re.sa nt e señalar qlle los ruúricos ele la segun da moderni dad siguen a Habe r' .n mas, ,qUien ' (amblen tie nde a con side ra r que fenó menos t ales_ co rno ~"1 fascism d ~ ',' 0 0 1a a l're nacio econo~l~ no resu l~a~ de impulsos intrinsecos de la Ilustraci ón , sino que dem uestran que la Il u-nraclo~ es [o.:la;,a u n pr~y~o inconclu so". Esta estra tegia es de a l~n modo análog a a la de los ext mtos reg lmenes socialistas, que atrihufa n la culpa de las miserias presentes a "lo s restos del pasa do (burgués o feudal)".. . ' , . ?3, Par a decirlo de ot ro modo, 1:1 teoría de la segunda modernidad suprime la doble imposlbl.l~dad y/o la,escisión antagó nica: por un lado, la complicidad anragónica en tre la re flexivi1-3CIOn pmgreSl~'1l y el retorno \101en(Ode la identi dad sustancia l que caracteriza a la política

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Por lo tanto, debem os rechazar el relato de un proceso que lleva desde el o rden ed íplco pat riarcal basta las iden tidades con tingentes y mú ltiples de la posmode rn idad (o segunda modern idad): este relato oculta las nuevas formas de dominació n gene radas po r "la declinación del Edi po" , esta es la ra zón de qu e quienes continúan situand o al enem igo en el Edipo se ven obligados a insistir en que la posm odernidad es aún un proyecto inacabado, e n que e! patr iar cado cdípico sigue llevando una vida subternlnca y nos im pide realizar el pleno potencia l d e la individu alidad pos mo der na que se da form a a sí mism a. E ste esfuerzo p ro piamente histérico por romper con el pasado edfpico ubica mal el lugar del peligro , que no reside en los res tos del pasado sino en la nec esidad ob scena (le dom in io y sujcción e ngendrada por las nuevas formas " posed ipica s" de la subjetivida d. En otras palabras, aho ra SOlllOStestigos de un cambi o no menos rad ical que el pasaje desde el onlen patriarcal pre moderno legitimado direc ta me nte I)(lr la cosmología seltualiza(la (lo masculi no y lo femenino co mo los dos prin cipios cósmicos) al orden patria rcal mod erno que introdujo el con cepto ahstracto-u nivers al del homb re; como siempre con tales ru ptu ras, hay que tene r m uch o cu idad o p.\ra evita r la t rmnpa de med ir las nu evas normas con la var a de las an tiguas: esa cegu era lleva a visiones catast ró ficas de desinte gración to tal (u na sociedad eme r gente de narcisista s protcpsicó ticos care ntes de cualquie r id ea de co nfia nza y obligación) () bien a una no menos falsa celebración de la n ueva sub jet ivid<ld poscdipica, incapaz de explicar las nuevas form as de dominación qu e sur gen de la pro pia suhjetivid.Hj posmodern a. El p sicoanálisis nos pe rmite llevar al foco este "suplem ento" ob sceno, renegado , del sujeto re flexivo libe rado de las coacciones de la naturaleza y la tradició n: como dice Lacen, el sujeto del psicoanálisis no es otrO que e! suj eto de la ciencia mod erna . Comencem os po r la de nominada "cultu ra de la que ja",* con su lógica subyacente de resentimientu: lejos de asu mir alegremente la inexistencia del Otro, el sujeto lo culpa por su pro pio fracaso y/o impotencia , como si el O (11) muiera lo mlpo de no existir, es deci r como si la impot encia no fuera excusa: el O tro es responsable del hecho de que no pued a hacer nada. Cuanto más "nar cisista" es la est ructu ra de! sujeto, más cul pa al O tro, afirma ndo de este modo su depen denci a res pecto de él. El rasgo básico de la "cultura de la queja" es un lIamad o d irigido al Otro, a fin de que intervenga y cor rija las cosas: que compense a la min oría sexual o étnica perjudicada, etcé tera; el modo exacto en que esto ha de hace rse es un a vez más tem a para las diversas "comision es" ético-legales.

del cuerpo; por otro lado, la complid dad an tagón ica entr e la liberta d reflexiva y la necesidad irracional de sujeción que caracteriza al sujeto posrntKlerno.. oH, Véao;c Ruhert H ughes, C,.ltl1JT of c,1H'plainr. Oxforo, Osford Unive rsity Press, 1993.

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SllI1mj ZilA · El rasgo específico de la cult ura de la que ja es su giro legalista, su esfuerzo por traduci r la qu eja a los té rminos de una obligación legal del O tro (por lo gcn era] el Est ado) que deber á indemnizarme... ¿por qué dañ o? Por el gore excedente insondable del que soy privado , y cuya falta me hace sentir desva lido. Po r lo tanto, la actual cultur a de la queja, ¿no cs una versión de la his te ri a, de la demanda histérica imposible dir igida al O tr o, un a dem and a qu e en realidad quiere ser re.chazada, puesto qu e el sujet o basa su existenc ia en esa queja ("Yo soy en la medida en que hago al O tro resp onsable y/ o culpabl e por mi desdich a")? En lugar de socavar la posición del Otro, el discrimina do que se queja se dirige a él: al volcar su demanda a los términ os de una queja legalista, confirma ni Otro en su posición, con el gesto mismo de atacarlo. Existe un a brecha insuper able entre esta lógica.de la queja y el verdadero act o "radi cal" ("revol ucionario") que, en lugar de que¡arsc al Otro y esperar qu e él actúe (es decir , en lugar de desplazar hacia el Otro la necesidad de actuar) suspende el marco legal existente y realiza el acto." En consecuencia, est a cultura de la queja es cor relativa de las prácticas sado masoquistas de automu tilaci ón: los dos fenómenos con stituyen aspectos opue stos per o compleme ntarios de la relación perturbada con la ley, y se relacionan entre sí como la his t eria y la perversió n. La práct ica sadomasoqu ista escenifica los guionesfi ntasmáticos (de humill ación, violación, vícrimizacíon...) que traumatizan al suj eto histérico. Lo que hac e po sibl e este pasaje de la histe ria a la perver si ón es e~ cambiu en. la relación,entre la ley y el goce: para el sujeto histéric o, la ley es aun la agcncla que prohíbe el acceso al goce (de modo que puede fanta sear sobre el goce obsc eno ocul to debajo de la figura de la ley), mientras qu e, para el perverso, la .ley .emana de la mi sma figura que encarna el goce (de modo que él pued e asurrur directarne nre el papel de ese Otro obsc eno , como inst rumento de su goce)."

45. Po r jo general , el pasaje desde la izq uierda tradic iona l a la izquie rda posm ode rna se descr ibe con ellerna "d e la redistribución al reconucimiento": la izquierda tradicional socia ldemócrata apuntaba a la re distribución de la riqu eza y el pode r soc ial en benefi cio de los explotados, d ébiles y desfavor ecid os, mientras que la actual izq uier da pos rnod crna lleva al pri me r plano la lucha mu ltic ultura list11 por el recono cimiento de la identidad gr upal particular (étn ica, de esti lo de vid a, de orientación sexual, rel igiosa... ). Pero, ¿cs posible que amb as particip en de la misma lógica del resentimiento, indicada/oc ultada por el prefijoco mún "re"? . No es posible que amb as victimic en a los desfavorecidos/exclu idos, esfu rzán do se por culpar; los gobernantes/ricos, y exigiénd ules reparación ? En consecuencia, ¿no es posible que en este caso sea apropiada una cierta dosis de la antigua crítica marxista pasada de moda, 110 es posible que el foco deb a pas ar de la redis tr ibución al mo do de prod ucción que determin a la distribu ción y el recon ocimiento inequitativos? 46. La herida masoquista aut oinfli gida tien e entonces pr op ósitos diferentes en la histeria

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¿:/dríndr l'II 1~IiJ1rd El resulta do paradójico tic la mutaci ón en la inexistenci a del O tro (del creciente colapso de la eficacia sim bólica) es entonces la proliferación de difere ntes versio nes d e un Otro que existe realmente, en /0 Real, y no solo como ficción simhólica. L a cree nci a en el Otro que existe en lo Real es, por supues to, la definición más sucinta de la paranoia; por esta razón, dos rasgos que caracter izan la posición ideológica actual (la dista ncia cínica y la confia nza total en la fantasía paranoica) son estrictamente cod cp cn d ien ccs: el sujet o típico actu al, mientr as exhibe un a desconfianza cínica resp ecto de cualquie r ideología pública, se permite fantasías paranoi cas irres rrictas sobre conspiraciones , am enazas y formas excesivas de goce del O tro. La desconfianza respecto del O tro (el or den de las fícciones simbólicas), la negativa del sujeto a tomarlo en serio, se basa en la creenci a de que hay un "Otro del Otro" , de que un agente secre to in visible y to dopoder oso "ma neja los hilos" y dirige el espectáculo, detrás del pod er púb lico visible habría otra estr uctura de po der , invisible y obscen a. Este otro agen te ocul to interpreta la part e del "O tro del Otro " en el sentido lacaniano , la parte de la metagarantía de la cons iste ncia del O tro (el orden simbó lico que regula la vida social). Es aquí don de debemos buscar las raí ces del reciente ato lladero de la narrativización, es decir , del tema del "final de los gra nde s rel atos" : en nuestra época, en la cual ya no son posibles (en la política o la ideología, ni t ampoco en la litera t ura y el cine) los relat os globa les y omnímodos ("la lucha de la dem ocracia liberal con el totalitarismo"), el único modo de lograr una espec ie de "cartografía cognitiva" glo bal es el rela to para noic o basado en un a te oría con spirativa. Resulta dem asiado simplista menospreciar los relatos con spir ativos como efecto de la reacc ión paranoica protofascista de las benditas "clases me dias" que se sienten amenazadas por el pro ceso de la mode rnización : esos relatos funcionan más bien com o una espe cie de significante flot ante del que pueden apropiarse difere ntes opciones políticas, y qu c les pe rm ite obten er un a cartografía cognitiva mín ima: esto no solo ocur re con el populismo y el funda mentalismo de derecha, sino tam bi én con el centro liberal (el "m isterio" del asesin ato de Kenncdy) " y

y la perversión: en la histeria, la me ta es rene gar la castración (me hier o para oc ultar el hecho de que la herida de la castración yo está oliJ), mie ntras qu e en la perversión me hiero para renega r el[roCIIsollo falto decastración (es decir, mc hie ro para im pon er la apariencia de una ley). 47 . En es te sentido es ejemp lar la pelíc ula ] FK de O liver Stonc. Stonc es el princi pal m etanacionalísta del H ollywoo d actual; empleo el término "metanacionalista'' como paralelo al "mctarracismo" de Balihar (la paradoja con temporánea del racismo formu lado en los térmi nos de su opuesto, del mie do a los estallidos raciales : "l l ay que mantener separa do, los gr upos étnicos para im pedir la violenci a rac ial.. ."): Sto ne parece socavar los grandes mito s Ideol ógicopo líticus es tado unidenses, pero lo hace de \111 modo patrióti co ; en un nivcl nuis profun do, esta misma subve rsión reafi rma el patriotismo estad ounidens e como actitu d ideol ógica.

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con las co rrientes izquierdistas (reco rde mos la vicia uhscsi{lll de la i7.tlUicrtb estadounidense con la idea de que algú n misterioso organismo del gob ierno está expe rime ntando con gases neurológicos qu e perm itir ían regu lar la conducta de la poblaci ón)." Otra versión del retomo del O tro en 10 Real pu ede discern irse en la rese xualizaci ón junguia na del universo po stulada po r la NnL' Agt ("los hombres so n de Marte, las m ujeres so n de Ven us"): segú n ella, hay una identidad arque típica subyacente, profundamente anclada, que proporciona una especie de puert o S C ~ guro en med io de la vertigin osa con fusión contemporánea de los ro les y las iden tidad es; desde esta perspectiva, el ori gen de la crisis ncrual no está en la dificultad de superar la t radició n de los ro les sexuales fijos, sino en el equilibrio perturbado del hom bre moderno, <lue po ne un énfasis excesivo en los aspe ctos mascu linos-racio nales-conscientes, desatendiendo los aspect os fem eninos -compasivos. Aun que esta tende ncia co mpart e su sesgo antica rt esiano y antiparriarcal co n el fem inismo, form ula de o tro modo el pro yect o fe minista , co mo una reaflrmací ón de las raíces femeninas arquetípicas repri midas e n nu est ro universo mecanic ista m ascu lino y co mpe titivo. O tra versión del O tro real es la figura del padre como acosad o r sexual de sus hi jas jóvenes , punto foca l del denom in ado sínd ro m e del falso recue rdo: ta m bién en este caso el pad re suspendido co mo age nt e de la autoridad simbólica (es decir, encarnació n de la funció n sim bólica) "reto rna en lo Rea l". (El tem a de la co ntro ve rsia es la afir mació n de qu ienes abogan po r la rememo ración d e los abusos sexuales padecidos en la infancia, en

el se nt ido de q ue el aco so sexual por parte del padre no es m eram ente fantaseado, ni tampoco un a mezcla indisoluble de hechos y fan tasías, sino un hecho concre to, algo qu e, en la mayo ría de las fam ilias, stl~rdi6 rm ímente en la infancia

48. El ejemplo nnís destacado de película con una conspiración de la izquierda libe ral es (1 978), quc le da una ingeniosa vuelta de tuerca adicional a la fórmula corriente del desastre natural: ¿por qu é los tiburones y otros peces comienz:m de pronto a atacar a la gente que nada en una idílica ciudad estadounidense de veraneo? Ocurre que toda la ciudad era la sede experimental ilegal de un misterioso organismo gubernamental que le agregaba al agua potable una droga capaz de d CVO!r el nivel de agresión (la meta del experimento era encontrar un modo de aumentar la combatividad de la pobial-ión estadounidense después de la influencia desmoralizadora del ~j1urur-por:"" en la década de 1960); la agresividad de los peces se dehía al agua con drogaque llegaba al mar. lAs rxpd irlltn S«rrtfJS X (X Fila ) da un paso m ás en esta dirección, invirtiendo la operación ideológica habitualco nsistente en inrercamhiar nuestros miedos sociales y psíquicos(a los extraños, a las grandes empresas, a las otras razas, a las fuerzas de la naturaleza...) por animales que atacan (tiburones, hormigas, pájaros...) o [)(Ir el monstruo sobrenatural que los encarna a rudos : en Los expedi(//fes secretos X se trata de [a "conspiración del Estado", el oscuro Otro Puder que está detds del poder público, y que es presentado (."OInO una especie de equivalente general oculto de tr ás de la multitud de amenazas "sobrenaturales" (humbres lobos, extraterrestres), de modo que la serie de horrores sobrenaturales reemplaza a I:J Cosa Social alienada. l Jil l T ilCll d ll

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de la hija; es ta obstinació n es comparable con la insistencia no me no s obstinada de Freud en que el asesinato del "pad re primo rdial" fue un aco ntecim iento real e n la prehisto ria de la hu manidad .) En este punto resu lta fácil discern ir el vínculo entre el síndrome del recuerdo falso y la angustia: el sínd ro me del recuerdo falso es una fo rm ació n sint o má tica que le perm ite al sujeto escapa r a la angus tia re fugiándose en la rel ación antag ónicc co n el Otro-acosador par ent al. H ay qu e ten er presente qu e, p<1ra Lacen, y en contraste co n la dcxa frcudiana, la angu stia no sur ge cuando se pierde el objeto causa del deseo (como cuando habl amos de la "ang ust ia de cast racíón", la cual expresa habitu alm ente el m iedo del sujeto masculino a ser privado de su miembro viril, o incluso de "la angu stia del nacim iento", qu e expresa el m iedo de se r separa do de la mad re); po r el cont rario, para Laca n la angustia aparece cuando (y señ ala que) el o bjeto causa de deseo está de masiado ce rca , cua ndo y si nos hemos acerca do demasiado a él. Pode rnos apreciar la sutileza lacania na: en contraste con la idca habitu al de que el m iedo tiene un obj eto dete rminado (al que tem emos), m ientra s que la angustia no t ie ne ningú n objeto positivo- det e rm inado que actú e co mo causa, para Lacan, co nt rariam ente a lo que sugic ren las apariencias enga ños as, es el miedo el que realmente carece de un objeto causa determ inado (po r ejemplo, cuando tengo un a fobia a los pe rros, no rem o al an im al co mo tal, sino al vad o "a bstracto" irrepresentable qu e hay det rás de él); po r otro lado, la angust ia sí tiene un o bjeto causa determi nado; 10 q ue la 49 desencaden a es la pro ximidad excesiva a ese objeto .. . Para aclar ar este punt o, tengam os presente una vez más que desd e la pe rspectiva laca níana el deseo es en última instancia el deseo de Otro; la pregu nta e nigma del deseo fundamen tal no es "¿qué es lo q ue q uie ro realm ente?", sino "¿q ué q uie re re almente el O tro de m í, qué soy yo mismo, co mo obje to , para el Otro?". Yo m ismo (el suje to), como objeto ca usa del deseo del Otro, soy el ob jet o cuya proximidad excesiva dese ncade na la angustia; la angu stia surge cuand o SO)' reducido a la posición de objeto interca mbiado/usado po r el Otro. Siguiendo esta misma lín ea de razonam iento, en el caso del síndrome del recuerdo fal-

49. Por esta razón, desde el punto de vista clínico la angustia no es un síntoma, sino una reacción que se produce cuando el síntoma del sujeto (la formación que le permitió mantener una distancia adecuada respecto de la Cosa-objeto traumática) cesa de funcio nar, se disuelve: en ese momento el sujeto queda privado del amortiguamiento de su sí ntom a y directamente expuesto a la Cosa; entonces surge la angustia para señalar esa excesiva proximidad a la Cosa. 3B9


¿Adrím/r t'l/ so, la rela ción an tagón ica co n el aco sador p arental m e permite evitar la angustia gen erada por e! h ech o de q ue yo 50y e! o bjeto di recto (incestu oso) de! dese o P,Iren ral, d e q ue yo l1U deseo a mí mismo como tal. U n últi m o e jem plo . E n su artícul o inédito " Id eology ami its Pa radox es", G lyn Dely llama la aten ción sob re el tema de! " desciframiento del có digo" en la ideología popular actual, d esd e los intent os seudoc ientíficos d e la N ew Age ten dien tes a utiliza r la tecnol og ía comp utacio nal pa ra descifrar algún tipo d e c ódigo fund ame ntal qu e daría acceso al de st ino futu ro de la h um anida d (e! cód igo de la Biblia, e! cód igo contenido en las pirámides e gipci as.. .) h asta la escena parad igmática de las pelícu las d e ciencia ficción en las cuales e! héroe -o, más a menudo, la heroína, com o Sandra Bu llock en Lo red (Tbe N et), indinado o inclinada so bre un a com putado ra , tra baja frenétic amente contra reloj para su pe rar el ob stáculo del "Acce so n eg ado " y p en etrar en la información ultrasec ret a (por ejem plo, so bre las accio nes d e un organ ismo gube rnam ental sec reto involucra do en un co m p lot co n tra la lib ertad y la d emocracia , o en a lg ún otro crimen igu alm ente grave). ¿N o repre senta este tema u n inten to desesperado de reafirmar la exis tenc ia d el O tro , es d ecir, d e algún códi go u orden secretos que d em uestren la p resen cia de un cierto Agente que maneja en realid ad los h ilos de nu est ra vida soci al caót ica?

/~/iptJ?

jan en un estado de in(lctennioación, so lo igua.1ado por h extrema especjflcldad del castigo.J.O De m o do qu e la ley kan tian a no es solo una fonn a vací a aplicada a u n contenido empírico azaro so para determinar si ese conten ido satis face los cr iteri os de la ade cuación ética, sin o q ue la for m a vací a de la ley funciona co mo pro mesa de un co nten ido ausente futu ro (que no llegará nunca). Esta fo rma no es el mold e neutral-u ni versal d e la plu rali da d d e d iferent es co n ten idos e mp íric os ; d a testi monio d e la pe rsiste n te ince rti du mh re ace rc a del co nten ido de n uestros actos: nu nca sabemos si el co ntenido d ete rm ina do qu e explica la esp ecificidad de n uest ro s acto s es el co rrecto, es d eci r, si h emos re almente actuad o en co ncordanci a con la ley y n o n os ha gu iad o algún mot ivo p atológic o ocult o . Kant anuncia de este modo el con cepto de ley que cu lmina en Ka tka y en la experiencia del tot alitari smo p olí ti co moderno: p uesto qu e, en el caso de la ley, su DassSeín (el h ech o de la ley) pr eced e a su W as-Sein (lo qu e la ley es), el sujeto se encue nt ra en una situació n en la cu al, aunq ue sabe que hoy una ley, nun ca sabe (y a p rio ri 1/0 ptud~ saber) lo q/l~ es esa ley: un a brech a sepa ra p ara siemp re la. ler resp L'eto d e sus encarnaciones po sitivas. El su jeto es enton ces culpabl e ~ pnon, por su mi sma existen cia: cul pable sin sabe r de qué (y culpab le por esa m ism a razó n), in fr ing e la ley sin conocer exactamente sus regulacio nes . . . l l Por primera vez en la hi storia de la filos ofía, encontramos aqu í la afirmación de la ley como

L A LEY VAcíA

Pe ro , en la co ncepció n sup uestamente liberadora d e lo s su jetos o b ligados a (re) inventar las reglas d e su coexiste ncia si n n ingu n a garantía en alguna metanorma. se puede d iscernir un a afirmaci ón mucho m ás ominosa del gran Otro; la filoso fía ética d e Ka n t puede ya con sid erarse su paradigma. En Coídness and Cruetty, Deleu ze propo rcion a una formu lación insuperable de la rad icalm en te nu eva con cepci ón kantian a de la le y mo ral :

[...1la ley ya no es considerada como depe ndiente del Bien, sino que, por el contrario, el Bien pasa a depend er de la ley. Esto significa que la ley no tiene ya su fundamento en algún principio superior del cual derivaría su autoridad, sino que se basa en sí misma y solo es válid:l. en virt ud de su propia for ma (. .. J. Kant, al establece r LA LEY como fundamento o principio último , añadió una dimensión esencial al pensamiento modern o: el ob jeto de la ley es por definición inconoc iblc y elusivo (..•1. Está claro que LA LEY tal como queda definida por su pura forma, sin ninguna sustancia u objeto de alguna det erminación, es algo (IUC nadie conoce ni puede saber qué es. O pera sin hacerse conocer. Define un reino de transgresión en el cual uno tOS ya culpable, y donde transgrede los límites sin saber qué son, como en el caso de Edipo. Ni siquiera la culpa y el castigo nos dicen lo que es la ley, sino que la de390

so. Gilles Delcuee, Co/dHtSS ."JCrutlty, N ueva York, í"Ane, 1991, págs. 82-83. Sl . Seg ún el relato corriente de la modernidad, lo que 1:1. diferencia de las versiones i~c.l~ ­ ro mas universales de la IC)· premodema (el cristianismo, el judaísmo, er érera) es la suposrctcn (le que el individuo entabla una relación reflexionada con las normas éncas. Las nomlas no están allí Jlara quc sean sencillamente aceptadas; el sujeto no solo tiene que eva l u a ~ sus act?s en Función de esas normas, sino también medir la adecuación de las normas en SI, es decir, su adecuación a la metarregla snpericr que legitima su uso: ¿son las normas mismas verdaderamente universales? ¿Trat:1O a todos los homhres y mujeres con igualdad y dignidad? ¿Permiten la libre expresión de sus aspin ciones mas íntimas? Y así sucesivamente. Este relato rom ente nos presenta un sujeto capaz de esubleeer una relación reflexiva libre con todas las normas que decide cumplir, cada norma tiene que ser sometida al juicio de su razón eurónotua . Pero lo que Habermas no considera C'S el reverso de esta distancia reflexiva respectode las normas éticas, tal como lo expresala cita anterior de Deleuze: puesto que, a propósito de cualquier norma quc yo cumpla, nunca puedo estar seguro de que es realmente la norma ~lTec­ ta, estoy atrapado en una situación dificil, en la cual sé que hay normas que debo scgmr, pero sin ninguna garantía externa en cuanto a cudler son esas normas... No ~ay ninguna libertad reflexiva moderna respecto (le la sumisión inmediata a las normas um\'ers;\les que no se "ea acompañada por esta situación de culpa a priori. 391


inconsciente: la exper iencia de la forma sin contenido es siempre indicat iva de UIl contenido repr imido, y cuanto más intensamente el sujeto se aferra a la forma vacía, más trau mático se vuelve el co ntenido reprimido. L a brecha qu e separa esta versión kantiana del suje to que rein venra las reglas de su co ndu ct a ét ica, res pecto de la versión fou cauluana posmode rn a, es fácilmente disce rn ible: aunque en am bos casos se afirma que el juicio ét ico prese nta en últim a instancia la estructu ra de un juicio estético -en el cual, en 1Ub'3r de apli~a r sencillamente una regla universal a una situación panicu lar, es preciso (re)m ventar la regla un iversal en cada situ ació n concreta y singu lar- , para Fou caulr es to sign ifica qu e el suje to se ve arrojado a un a situació n e n la cual t iene que constitu ir su proyecto ético sin ningún res paldo en una ley t rascend ente o tra scenden tal, mientras que para Kant esa mism a ausencia de ley (en el sentido de conjunto dete rmin ado de normas universales po sitivas) hace sentir en sumo grado la presión insoportable de la ley moral en cuanto puro mand ato vado de que cum plamos con nuest ro deber. Enton ces, desde la perspect iva Iacaniana, es aqu í donde encontra mos la distinción crucial entre las reglas que hay (jue inventar y su ley/prohibición subyacente: solo cuando no ap-arece la ley como conjunto de normas sim bólicas universales positivas encontramos la ley en su aspecto más radical, el aspecto de lo Real de un mandato in condicional. La parado ja que hay que subrayar e n este caso reside e n la na tu rale za precisa de la pro hib ición que ent raña la ley moral: en lo fundamental, esta prohibición no es la (Iue veda realizar algú n acto positivo q ue violaría la ley, sino la prohibició n autorre ferc ncial de <.o nfundir la ley "im posible" con cua lquie r prescripció n y/o prohi bición sim bólica pos itiva. Es decir que se prohíbe proclama r como In ley a cualqu ier co njunto positivo de normas. En últi ma instancia , la prohibición signi fica que el fugl1r de 111ft] ni sí debe permanecer vacío. Para decirlo en té r minos freudie nos chísicos: en Foucau h ten em os un conjunto de reglas que regulan el "cuidado de sí mismo" en el " uso de los placeres" (en síntesis, una aplica ción razonable del princip io de placer); en cam bio, la (re)invenció n de las reglas c ubre un ma ndato que llega desde "más alhí del pri ncipio de place r". D esde luego , la respuesta de Fouca ule y Dele uze se ría <lue Kant fue en última instancia vícti ma de una ilusión de perspectiva que lo llevó a percibir (mal) la inm anencia radical de las normas éticas (el hecho de q ue cI sujeto tien e qu e inventa r las normas que regulan su co nducta de mod o autónomo, a riesgo suyo y hacién dose él mismo respon sable, sin que ni ngún Otro sea culpable) como todo lo contra rio: como un a trascendencia radical que pre supo ne la exist encia de un Otro tr ascende nte inesc ruta ble qu e nos aterrori za con su rnan dato incon dicional, mien tras al mismo tiem po nos ved a el acceso a él (estamos bajo la compulsión de hacer nuestro deber, pero se nos im pide para siem pre que sepamos claramente cuál es.. .). La repu esta freu día na es que esa solució n (la

trad ucció n a la inmanen cia del inescrutable llalll<l\lo del deber proveniente del Otro) se ba sa en la reuegrlcióll del inconsciente. un hecho que suele pasar inadv er t ido es qu e el rechazo por Fou cau lt de la descri pción psicoanalitica de la sexualidad también involucra un rechazo to tal del inconsciente freud iano . Si leem os a Kant en t érminos psico analírico s, la hrccha e nt re las reglas inventadas po r el pro pio suje to y su ley subyace nte no es otra qu e la que se para las regla~ (co nscien te mente preco nscientes) que seguimos res pecto de la ley en cuanto mconscie nte: segú n la lecció n básica del psicoanálisis, el inconsciente en su aspe cto más rad ical no es la riq ueza de los deseos ilícitos reprimidos, sino In leyfundamenta/ NI sí. D e modo que , incluso en el caso de un sujeto narcisista co nsagrado al "cuidado de sí mismo ", su " uso de los placeres" se basa en el mandato superyoico in con sciente in condicion al de que go ce. ¿N o lo dem uestra de mod o decis ivo el sentimiento de culpa que lo acosa cua ndo fra~l1st1 en su persecución del place r? El hecho de que, según la mayoría de las encuestas de opinión, la gente encuentra cada vez menos atractiva la actividad sexual, ¿no apu nta en esta dirección? Esta ominosa indifer encia respecto del placer sexual intenso contrasta drásticamente con la ideología oficial , segú n la cual la socie dad posmoderna "C incli na a la gratificac ión instant ánea y a la búsq ueda del place r. El sujeto actual ded ica su vida al plac er y pone tanto e mpeñ e en las actividades preparatorias (correr, recibir masajes, tosta rse al sol, aplica rse cremas y loc ion es... ) que se diluye la atr acción de la meta oficia l de sus esfuerzos. En un a bre ve caminata por Christopher Street o Chelsea, uno encuentra a centenares de homosexuales que ded ica n una extraordinaria energía a sus prácticas de musculación, obsesionados con la horrihle pers pectiva de envejecer, co nsagrados al place r, pero que obviame nte viven en un estado con tinuo de angustia, y bajo la som bra del fracaso final. Lo que está socava do hoy en día, en nuest ras so ciedades posedipicas "permisivas", es el goce sexual como apego apasionad o fundacional, como el punto focal deseado/proh ibido e n torno al cual gir-a nuest ra vida . (D esde est e pu nto de vista, incluso la figu ra del "acosador sexual" paterno parece la imag en nostálgica de algu ien que es todavía capaz de disfrutar de "eso".) U na vez más, el sup er yó ha realizado su ta rea con éxito; el ma~ da to directo " ¡G oza!" e~ I.n~,cho m ~s efectivo para obstaculizar el acceso del sujeto al goce, que la prohibici ón explicita qu e sos tiene el espacio para su transgresión. La lección es que el c.n.emigo fundamental de las experie ncias sexuales int ensas no es el cuidado narcisista de uno mismo, ni la red represiva de las prohibiciones sociales. La utop ía de una nueva sub jetividad pospsicoenalfríca empe ñada en la persecución de nuevos placeres corp orales idiosincrásicos que esnin más .111á de la sexualidad se ha convertido en 10 op uesto : lo que obtenemos es en cambio un abu rrimiento desinteresado, y aparentemente la interven ción directa del do lor (las prá cticas sexuales

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¿Arf¡¡ud¡','/1"'Aipo?

sadomasoquisms) es el único camino qu e queda para llegar a la exper iencia intensa del placer . En la última página del Semínario X l, Lacan sostiene qu e "tod o refugio donde pued e institui rse una relación vivible, temperada, de un sexo con el otro, requi ere la interven ción de ese médium que es la metáfora patern a; en e1 ln radica la enseña nza del psicoanálisis"." lejos de obs taculizar su realización , la ley paterna ga rantiza sus cond iciones. N o sorprende entonces que el repliegue del Otro, de la ley simbólica, ent rañ e el mal funciona miento de la sexualidad "normal" y la apari ción de la indi ferencia sexual. Como lo ha señalado Da r ían Leade r," el hecho de qu e, en Los ~xpedirntes secretos X, ocurran tontas rosas "afuera" (don de está la verda d: extra ños amenazante s, etcétera ) es estrictamente correl ativo del hecho de que nado ocurra aquí, entre los dos protago nistas (G iIlian Ande rson y David Du chovny), de qu e no haya sexo entre ellos. La ley pate rna suspendida (que posibilitaría el sexo ent re esos personajes) "reto rna en lo Real" co n la forma de la mu ltitud de apariciones espectra les de "muertos no muertos" qu e intervien en en nuestra vida corriente. Esta desintegració n de la auto rida d patern a tiene dos facetas. Por un lado, las normas prohibiti vas simbólicas son reemplazadas cada vez más por ideales imag;'Ioriol (de éxito socia l, de buen estado físico ...); por otro lado, la falta de prohibición simbólica resulta suplementa da por la reapari ción de feroces figuras superyoicas. T en emos ent onces un sujeto extr emadamente narcisista. que lo percibe todo como una amenaza potencia l a su preca rio equilibrio imagina rio (pe nsemos en la univer sali zaci ón de la lógica de la víctima; todo co nta cto enn otro ser humano se experiment a como una am enaza potencial: si el otro fuma, si me mira co n deseo, ya está dañándo me); sin embargo, lejos de permitirle flotar libremente en su equilibrio intacto, este encierro narcisista en sí mismo deja al sujeto a la (no tan) tiern a merced del mandato superyoico dc que goce. La denom inada subjetividad "posmo dcrn a" involucra entonces una especie de "superyojznción" directa del ideal imaginario, causada por la falta de la verda dera prohibici ón simbé hca: en este sentido, son paradig máti<:os los'hacken -p m gramadores posm odcmos, esos excéntr icos con tra tados por las grandes empresas par a que continúen dedicándose a su hfJbby de la program ación en un ámhito informa!. Reciben el mandato de ser lo que son, de obedecer a sus idiosinc rasias más íntimas; se les permite ignorar las normas sociales atinen tes a la indume n-

52. j acqucs Lacen, Tbe PourFundamental Concepts ofPsycbo-Ana/yJis, Nueva York, Norron, 1977, p:lg, 276 . 53. V éase Darían Leader, Promises Loiers Alake When It GetsLate, Londres, Fahcr & Faber, 1997.

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taria y la con ducta (solo respetan algunas reglas eleme ntales de tolerancia cortés ante las idio sincrasias de los ot ros); parecen entonces vivir realment e en una especie de utopía protosocíalista, superando la opos ición entre la ocupa ción alienada con la qu e se puede gana r dinero. y el hobby o activi dad pr ivada a la que uno se entrega por placer en los fines de semana. En cierro sent ido, su tr abajo es su hobby. razón por la cual pasan muchas hora s de los fines de semana en la oficina, frente a la pant alla de la com putado ra: cua ndo a uno se le paga por dedicarse a su hobby, el resultado es que la presión dcl superyó se vuelve incomp arablemente más fuerte que la de la buena y vieja "ética protestante de tra bajo". En esto reside la intolerable par ado ja de esa "des alienación" posmoderna; la ten sión no es ya la qu e podría existir entre mis impu lsos creativos más idiosincrásicos y la insti tución que no los aprecia o qu iere aplastarlos para "n ormalizarme": el man dato superyoico de una co rporación posmodema como .\1 icro soft apunta precisament e a ese núcleo de mi creat ividad ind iosincrásica, y dejo de ser úti l en cua nto emp iezo a perder ese "diablillo de perversi dad", en cuant o pierd o mi filo subversivo "co nt racultural" y em piezo a co mportarme como un sujeto maduro "normal". Estamos entonces ante un a extraña alianza entre el núcleo subversivo rebelde de mi personalidad, mi "diablillo de perversida d", y la corporación externa.

D EL FALO AL ACTO

La reti rada del Otro tie ne entonces dos consecuencias relacionadas, aunque op uestas: por u n lado, este fracaso de la ficción simbólica induce al sujeto a aferrarse cada vez más a simulacros imaginarios, a los espectáculos sexuales que nos bombar dean desde todas partes; por otro lado, desen cadena una neces idad de violencia en lo Real del cuerpo (atravesarse la carne , inserta r prótes is sup leme ntarias en el cuerpo). ¿C ómo se relaciona esta violencia corporal con la estructu ra d e la cast ración en tanto condición de la habilitación simbólica? En nuest ros relato s y mitos po pulares, desde Ro bocop h asta Stephen I1awking, una pe rsona solo puede co nvert irse en un hé roe dotado de poder sobrenatural después d e ha ber sido víct ima (le un accidente o enfe rmedad trau mát icos que destrozar on literalm ente su cue rpo : Robocop pasa a ser el pol icía-m áquina perfecto cuando recomponen y sup lementan artificialmente su cuerpo a conti nuaci ón de un accidente casi mortal; la comp rensió n que puede ten er H awkin g de la "men te de Dios" está claramente correlacionada con su enfermedad invalidant e.. , Los análisis habituales de Robocop intentan oponer los eleme nto s "progres ista s" (un cibo rg que suspende la distinción ent re el ser hum an o y la máquina) y los elementos "regresivos" (la obvia natu raleza fálica, agresiva, pe395


¿AdÚIJtÜ 1)/1

lle t r~d ()ra , tic su cquípa mic uro met álico, ( l lIC si....-e co mo prót esis de su c ucq}l) m utilado). Pe ro es tos análisis J t1Tnn: lo fálico, en estric to sent ido lacania ao, es la es tru ctu ra misma de la prótesis mecánica- arti ficial qu e supleme nta las hcridas de nuestro cuer po, puesto qu e el f:tlo en sí en cua nto sig nificante es una de esas pró tesi s, y habilit a y le da poder al portador al precio de algu na mu tilación tra umá tica . En este punto es esencial mantener la distinción en tre el falo como significfldo (el "sign ificado del falo") y el significante fá lico: el significado fálico es la parte de goce integrada en el orden sim bólico paterno (el falo co mo sím bolo de la vi rilidad, del poder pen etra nte, la fuerza de la ferti lidad y la fecundación, etc étera), mien tra s quc el falo cumn significante re presenta el pr ecio qu e el sujeto masculino tiene tille pagar para asumir el "significado del falo", su significad o. Lacan especi fica este "significado del falo" como el número "imaginario" (la raíz cua drada de - 1), un núm ero "Imposible" cuyo valo r no puede positivizarse, pero tlue sin em bargo "funciona": e nco ntra mos " el sign ificado del falo" cuando, a pro pósito de alg ún conce pto, se nt imos con entusiasmo que "es eso, la cosa rea l, el sign ificado verdadero", aunque nun ca pod amos explicar (tlil es precisamente ese sign ifcado. Por ejemplo, en un discurso político, el Significa nte-Amo (? uestro ~aís~ es este tipo de sign ificant e vacío que representa la plenitud im posible del SIgn ificado, es decir, su significado como "imaginario", en el sen tido de (Iue Sil contenido es impo sible de posirívize r. C uando le pedimos a un miemb ro de la nación que nos defina la ide nt idad de esa nación, su respu esta final se rá siem pre : "No sé dec irlo, hay que sentirl o, es eso, en eso consisten realmente 11I1estras vidas" . ,. Entonces, ¿por qué res ult a necesario, en nuest ra época posmodcrna, qu e la "her ida de la castración " vuelva a inscr ibirse en el cuerpo , como una herida en la carn e? En los buen os y viejos tiem pos de la subjetividad moderna, un ind ividuo no tenía ni ngu na necesidad de sacr ificar una part e de su car ne (1a circ uncisió n, alguna o rda lía inic i árica ritualizada co n riesgo de la propia vida, el ta tuaje... ) para obtene r un status simbólico: el sacri ficio era pura mente sim bólico, es decir, un acto simbólico de renuncia a tod o conten ido sustancial pos iuvo. r' Esta ren uncia prese nta la estructura precisa de la "pérdi da de una pérd ida" que define la tragedia moderna, Yanez, una reci ente película serbia, tra ta sobre el desri-

IMipo?

nu de un oficial eslove no del ejérci to yugoslavo, casado con una m ujer macedonia y arrapado e n la co nfusión de la desintegra ción de Yugoslavia. C uand o se produce el conflicto entre la Eslovenia que proclama su ind ependencia y el ejército yugoslavo, que intenta retenerla en Yugoslavia, el o ficial sacri fica sus pro· pias raíces étnicas (eslovenas), es decir, la sus tancia mi sma de su ser, por fidelidad a la causa universal (la unidad yugosla va), solo para descubrir más tarde que la tr iste realidad de esa causa universal, po r la cual había sacrificado lo que más le impo rtaba, e ra la Serbi a co rru pta y careciente del régimen nacionalista de Slobodan Milosevic. De modo que, al final, vemo s al héroe solo y beodo , tot almc nte desorientado " , U n análogo movimi ento dohl c de renuncia (primero sacr ificarlo todo, la sustancia misma de nuestro ser, por algun a C ausa univer sal, y después ver se obligado a e nfre ntar la vacuidad de esa Ca usa) es constitutivo de la sub jetividad moderna. ss Pe ro hoy en día parece haber dejado de actuar, puesto que los sujetos se apega n cada vez más a su parti cular iden tidad sustancial, sin estar dispuestos a sacri ficarla por algu na Causa universal (de esto se trata en la denominada "política de la identidad", así como e n la bú-s queda de las "raíces" étnicas). ¿Es csra la razón po r la cua l el corte de la castración simbólica tien e que volver a inscribi rse e n el cuerpo, en la fo rma de algu na muti lación horrorosa, como precio de la ha bilitación sim bólica del su jeto? En este punto es crucial la diferen cia entre el corte tra di cional (prem ode rno) en el cuc rpo (la cir cunci sión, etcét e ra) y el corte posm od cmo:" aun que para una mirada sup erfi cial ambo s pueden parecer análogos (es decir , aunq ue el corte posmoderno puede aseme jarse a un "reto rno a los procedi mie ntos posmoderno s de marcar el cue rp o"), sus economías libidinalcs in trínsecas son opu est as, D el mismo modo, la posmodernidcd puede parecer u n retorno de las formas arcaicas premod crnas, pero en realid ad esas form as vuelven ya "me diadas", colonizadas por la mod ern idad: la posmode rnid ad señala el momento en que la modcrnidad no tiene ya que luchar con las formas tra dicionales, sino que pued e usarlas directa men te; el astrólogo o el predicador fundamentalista actuales, e n su modo de activida d, está n ya ma rcados po r la modernidad. Una de las definíciones de la mod ern idad es la apar ición del cuerpo tkmllJo "natural" dentro del espacio simb ólico: el nudismo y otras form as de celebración de la desnudez - no como parte de r itu ales secretos inici áticos y t ransgresivos (los de las sociedades paganas premodernas), sino como un a manera de en contrar place r afirm ando la

54. San Pah lo subrayó esta diferencia en Roma nos JI; 26-9 .

"1, ··] si el incircunciso cumpliere los requerimientos de la ley, ( IlO será tenida su incir cuncisión por circuncisión? {... ] Porque no es judío el que lo es externamente, ni la verdadera circuncisión es algo externo y físico. Pero es judío el que lo es interiormente, y la vcrda dera circuncisión es la del co razón , en espíritu, no en la letra."

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55, Véasc una descripci ón más det allada de este doble movimiento del "sacri ficio (le un sacrificio" en el capítu lo 2 de Slavoj Z izek, Tbe lndit'isible Remamder. 56. N uevamente me abrevo en Renata Salecl; véase Satecl, (per) VrrsillnJ a l l/Jl!t'{lIId Hate.

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¿1It/ril/l/¡' Vil &lipo? belleza "inocen te" del proplJO cue rpo natura l- son fe n ómenos c1aramc mc modemos." D ebemos repetir aquí el ges to de H e el a l ' d . . naturaleza como topos en el arte del si lo ~rropo~lto el súbi to 3!iCeDSO (~c. la g . precisamente po rque el Espírini ha retorna do a sí mismo es dec ir no necesita d J I' • es ~apaz de aprehenderse directam ente y y. e a natura eza como vehículo de "' .. leza se vuelve perceptible 0 O ' . su expresron slmbolJC'd,la natu ra...... su inocenCia como es e • . . obje to de contemplación y 0 0 com .' 1" '1 di ' h" SI ~l~ma. com o un bello d 1 · • o srmooto e uc a cspmru 1 e Jeto mod ern o ln tcrn aliza la castra ci ó . I T .. ' ,3 . uan o e sutu la e lO tea como perdida de una pérdida", el cuerpo no tiene y. qu .. e soportar a carga de la casr .. . "' cas ractnn, y q U C{ , a de este modo red imido libr . . ' . · .. , del ' e para ser celebrado como objeto de placer y b >11 , 1" cpancron e cuer po natural '1 l ' e eza. i sta posición de los proccdi mien~() I~~tl. a;.o cs. cst~lCtal~c nte correlativa con la imFo ucaulr: al advenir la mode ~sd ' d'SCIP IOdanos escr itos e n detalles por M ichcl ' t' J m i a , cuan o e l cuerno ya do ya no reci be ni ngu na ins ' ., . " 1' no es a ma rcar o, ,"' 1;10cio nes discipl¡ ' d ' dcn pc' ~n, se cnnvíe rre e n objete de estrictas regu lama rias esn na as a ajustarlo socia lmente. '. , D e modo que en la lógica del "corte en el cue )" -dc Ira eta pas. Primero en [as ~"'...; d d ib I rp< 1)( emes dist inguir cua . dí " , ..~ ~.e a es tn a es p' gan tia, por lo tanto soy', • • deci ¡ . as preju las, estoy marca, 0,..3 ....... r que e corte en mi cue ( . , representa mi inscri pció n en el espacio sociosimbólico~P~) undtat;taJe, etc étera) . I ' lera e el no soy nada, parezco más un anim I pués la lóeica judía dcl acir un I~.~~m ):0 de una sociedad humana. Viene deseoUOCISIOO, un corte para p ro Ios l oner In a toe os os cortes ", es decir el cort e exce ci l . . hlbici ón de la mu lrín d p on ad/ o,¡gatlvo csmcramenre correlativo con Ll pro . 1 pagana '. . .e ,, os' cortes'. "N() ll:l.rC"1S rasguños en VUest ro cuerpo por un muerto, m imprmurcrs en vosctr . - I , (Levítico 19'28) SR F' I ' ' . . os sena a gu na: yo soy el Señor" . . tna mente, con el c n strar nsmn, este corte excepcion al se in-

57. En este pu nto hay qu e subrayar la difere nci a en la , . . tc muti lación, po r un lado" por el 0 - I . tre ~ practicas §;Idomasoqmstas de au. ....v e ta tuaje y otras ve rsio n íela ¡ . '. , ficíe corpora l; el tatua ;" involucra l. l ., ,. es ( a mscnpcson en la slIl>cr,re :ICIon entre a ¡He! desnuda .....: . pa, es decir que e! tatuaje tTansfonna I ' . y Sil rocuunrnJ emo por la ro en a modo que esta nd o dL'Snudos "'" ó,_ m coP;¡'d propIa piel, cierra la brech a entre una y otra. de , - ....... os vesn os' l>or otro lad I ,. au to m uti lació n realiza eo n es en la su --", . d l ' 1 o, a pracnca sado maso q uista 111' pernete e a pie reveland o I h d que q ueda ame nazado en amlJOS ~C~ "d del a ca rne q ue a)' eb ajo. Lo · ...ase s es a I ca e cuerpo des d I I piel: sea po r las inscri pciones simhó l," l' I nu (J, {e a p ura supe rficie {le la . Las { srec tas q ue a recu hr 1 so a la carne que está dc bajn; en ,ío, ' " en, o p or a ape rtu ra de un acce• ' eSls, SI rC\llllmos ambas prá " . I cue rpo que, aunque está desvestido cncns, o que tenemos es u n 58. C ontra este t~asfondo "00',",,0 es ya IIn ,CllerpO desnudo, sin o una masa tic carne. , L lO S en rcnc er po r uu é . '.., . an g ustia (1962- 1963) 1 tuhravri , . . '1 en su scrmnarm (medito) sobre la .acau su rayo q ue la pracnca Judí d i " .... tina ver sión de la e t ., ( " a e a crrcuncis mn '10 es en a!Jsoluto as ración co mo pa rece Ilnpltca rlo una línea asociativa vulgar e ingen ua), si.

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rernaliza , y ya no hay más cort es físicos de ningún ti po . ¿Dónde reside entonces la dife rencia entre la plétora premod erna de modos de da r form a al pro pio cuerpo (tatuaje, perforación, mutilación de órganos ...) y la cuarta etapa, el corte posmodemo, "neotriha l", en el cuerpo? Para dec irlo en t érminos un tanto sim plificados, el co rt e tra dic ional va de lo Real a /o Simbó/iro, mient ras qu e el correposmodemo tiene una dirección opuesta : va de lo Si mbólico o lo Real. La meta del cort e tradicional era imprimir la forma sim ból ica en la carne, "domestic ar" la carne , marcar su inclusión en el O tro, marcar su sujeción a él; la me ta de las prá cticas sadomasoq uis tas modern as de mutilación corporal es más bien opuesta, y consiste en garantizar, dar acceso al "dolor de la existencia", un míni mo de Real corporal en el un iverso de los simu lacr os simbó licos. En ot ras palabras, L1 función del act ual cort e posmoderno en el cuerpo n o es serv ir como marca de la castración simbólica, sino exact ame nte lo contrar io: señalar la res istenci a del cue rpo contra la sumisión a la ley sociosim bólica. Cuando una jovencita se hace perforar las orejas,las mejillas y los lahios vaginales co n anillos, el me nsaje no es de su misió n , es el mensaje del "desafío de la carne": ella ha convertido en su opuesto lo que en la sociedad tra dic ional era el modo de sumisión al Otro simbólico de la tra dición: lo ha convert ido en el despliegue idiosincrásico de su individu alidad. Solo de este modo la reflexiviza ció a es totalmente globa l: cuando (pa ra decirlo e n tér min os hegelianos) "permanece por sí misma en su alteridad", es decir, cuando (lo que antes era) su opue sto comienza a funcionar corno su expresión (po r ejem plo, en la arquitectu ra posm od erna , en la cual un retorno simulado a los estilos tradicionales exhibe los caprichos de la individualidad reflcxiva). L a anti gua máxima "plus (a cha1lge, plus c'est la mim e chose" [más cambia, más es lo mi smo] debe co mplementarse con su opu esta, "plus c'est la mim e vbose, plus {ti cho1lJ!,e" [más es lo mismo, más cam bia]: el signo de este cambio histórico radical es el hecho de que se permita que subs istan los mismos rasgos que algu na vez defin ieron la economía sexual pat riarc al, puesto quc ahora funcionan de un mo do n uevo . Recordemos sim plemente el fenó meno de las "Rule Gir/s":l'l aparent e me nte est amos ante un intento de restablecer las antigu as reglas de la seducción (las mu jere s son perseguid as y deben hacers e inaccesibles, es decir, con servar un status de objeto elusivo y no dem ostrar nunca un interés activo po r el hombre al que están atrayendo, e tcétera ); sin em bargo, aunque d c0111t1liM de

no má s hicn exact ame nte lo cont rar io: el efecto de la circunci sión no es el de un corte tra umático, sino el d e una paci fkación, es decir q ue la circuncisión le pe r m ite al sujeto enco ntrar el lugar q ue tiene asig nado en el orden simbolice. 59. Anal iz ado po r Rena ta Salee! en (ptr)Vtniom (lfl.J}l.'~ and ]J1l/( .

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Sll/l'fj l

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est a " regla", para tod os los fines prñc ncos, es el mis mo de las andguas reglas que r egu laban el proceso de la sed ucció n " patri arcal", la posición de e11ll11cindón subjetiva difiere radicalm ente: en este caso se tr ata de sujetos emancipados tota lme nte posmodemos, que para intensificar su pl ace r ado pt an re fleJ:ivamente un conjunto de reglas. U na vez m ás, esta es la ado pci ó n de un procedi m ien to del pasado que se " tr ans ustancializa" y sirve co m o me dio de expresión de su o puesto, de la libe rtad reflexiva posmodema." Esto nos lleva a lo qu e sentimos la tentaci ón de denominar "la antinom ia de l~ ,individuali~l,ad posl1l~erna": el mandato "sé tú m ism o", de no prestar at encion a la pres te n del ambiente y lograr la autorrealizac i ón afirma ndo plcnam cnte el propio y sing ular potencial crea tivo, un poco antes () después tropieza con la para~oja de q ue, si uno est á co mp letamente aislado de lo que lo circund a, se queda SIO nada en absoluto , solo le resta un vad o de pura y simple imbeci lidad. El re verso intr ínsecu del "Sé tu verdadero Yo " es, por lo tamo, el m andare de cultiv.a r la re.fo n n a p~nnaneme, en co nco rdancia co n el po stu lado posmoderno de la indefinida plasticidad del sujeto ... En síntesis, la ind ividua lización extrema se co nvierte en su o puest o, y lleva a la crisis de ide ntidad tenninal: los sujetos se expe~~e~tan a sí mismos co mo rad icalmente inseg uros, sin ningún " rostro pro pio", sien ten q ue pasan de una máscara impuesta a otra, puesto qu e lo q ue está detrás de la m áscara es e n última instancia nada, un vacío ho rroroso q ue e llos tra tan frenét icamente de llenar co n su activida d co mpulsiva, u osc ilando entre lJobbies o modos de vestir cada vez más idios incrásicos, destina dos a subrayar su identidad ind ividual. Vemos ento nces que la indivi dua lización extrema (el esfuerzo de ser fiel al prop io yo, al m argen de los roles fijos socíosim bólíco, im!~t~estos) tiel1?c ~ snpcrponers,e ~on S~l opuesto, co n la sensación om inosa y 3 11 - . sIOgena de p érdida de la propia ide ntidad . ¿No es esta la co nf imación definitiva

60. En efecto, la tr fada del corr e pre mo derno. la ausencia modern a de cort e y e! «tomo posmodem o ~I corte con figura un a especie de tríada hegeli ana de "n egación de la negaci lín", no. en e! ~nlldo de que en la posmodemidad volvamos al corte en un nivel supuestament e mu alto, SInO en otro sen tido, mucho m ás preciso: en la sociedad p«moderna, el corte en el cuerpo realiza la inscripción del sujeto en e! o rden simbólico (e! O tro); en la sociedad mod erna hay u., Otro rfialz si., nu rnJnd del corte. Es decir que el sujeto se ins('Tihe en e! Otro sin la mediación del cort e co rporal (como ya ocurria en el cristianismo, el corte es internali7~ldo_es_ piritu alizadc como un gesto interior de ren uncia); en la sociedad posmodern a, por el con tran o, tenonos cort e pffT1 sin d Otro , De modo que solo en la socied:ld poslnod erna se consuma plenal~lc,nte la péf(l~da del Otro (el orden simhlílico sustancial); en ella volvemos al rasgu caracterrsnco de la pruue r a fase (hayde nuevo un cor te en el cuerpo), pero ese corte representa almra exactamente lo contrario de la primer a fase; no señala la inscripción en el Ot ro , sino S\1 inexistencia r adical,

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¡Adól/¡/¡' VII ¡i"Ji/ffJ?

(le la perce pci ón de Lacan en cuanto a qu e solo se pued e lograr un m ín imo de identidad y "ser uno mismo" aceptando la alienación fundame ntal en la red sim-

bólíca? El r esultado paradójico del hedonism o narcisista profundo es en tonces q ue

el goce se e xre rnaliza cada vez más: e n la re flexividad to ta l de n uestr as vidas, cualq uie r apelació n di rect a a la propi a experiencia queda invalidada; ya no confío en mi e xpe r iencia di rect a, sino que espero qu e el O tro me d iga có mo me sient o realm ente. Lo ilustra la broma de la co nve rsació n ent re dos co nd uc..ti stas: " D ime có m o m e sie nto hoy", " Bien, ¿y yo?" M és pre cisam ente, esta exre rnalización directa de m i experiencia más ín tima es mucho m ás o minosa qu e la re ducción conductista habitual. no se tr ata sencillamente de que lo qu e im por ta es mi co nd ucta en la realidad exte rn a observable, y no mis sent imientos int er iores; en contraste co n la exclusión co nd uctista de la autoe xpe riencia int erio r, co nse rvo mis se nti mientos, pero externalizadas. N o obstante, la paradoja defin it iva de la individua ci ón es q ue esta dependencia co mpleja r especto de los otros (solo soy lo q ue soy a través de m is relaciones co n lo s ot ros; piénsese en la obsesión pos mod erna por las "relaciones" de ca lidad) ge ner a el efect o opuesto de la dr ogadependencia, en la cua l no d ependo de o tro suje to sino de una droga que me proporcio na directamente un goce excesivo. El polvo de heroína o CT/iCk es la figu ra pri mordial del goce excede nte: un o bjeto al cua l esto y e nga ncha?o, q ue amenaza con tra ga r me en el goce e xcesivo q ue suspe nde al O tro, es decir, a todos los lazo s sim bólicos. Por lo tanto, b relación del adicto co n la d rog a, ¿no es , la ejemplificación esencial de la fórmula de Lacen S-II? Esta an tinomia tam bién pu ede fo rmularse co mo pla nt eada entre el sim ulacm (de la m áscara que llevo, de los ro les qu e desempeñ o en el juego de las r elacio nes inre rsub jerivas) y 10 Real (de la viole ncia y los co rt es co rpo rales traumatices ). Una vez má s, la clave está en afirmar la ide ntidad especulativa hegeliana de esos dos opuestos: el pre cio del r ein o glo bal de los simulac ros es la extrema violencia co n lo Real co rporal. (Hace ya m uho ti empo, Lacan proporcio nó la fó rm ula de esta coinci dencia para d ójica de lo s o puestos: cua ndo se suspen de la eficacia simbóli ca, lo Im aginario ca e en lo Real.) ¿Cómo romper est e círculo vicioso? C ua lquier intento d e volver a la autoridad simbó lica edfpica es cla ra me nte co ntraprod uce nte y so lo puede co nducir a espectáculos ridículos co mo los de los G uardi anes de la Promesa. Lo (lue se necesita es la afirma ci ón de un Real q ue, e n lugar de estar atra pad o en el círculo vici oso co n su con tracara i m~­ ginaria, (rejint roduzca la dimensió n de la im posibilidad q ue destroza lo I m~g~ ­ nnrio; en síntesis, lo que se necesita es un acto, en tanto opuesto a la m era acnvrdad: el acto aut éntico involucra perturbar (vatravesar") el fantasma, Siempr e que el sujeto es activo (especialm ent e cuando se siente impulsado a una hiperactividnd frenética) hay que pregu ntarse cuál es el fantasma subyacent e 401


¡Atlóllllr tn &lipo? que sostie ne esa actividad. El act o (en ta nto Ullllesto a la ac tividad) solo se pm duce cuan do hay una pe rt urbació n del trasfondo fant asmati co. E n es te preciso sentido, para Lacan el acto está del lado del sujeto en cuanto real y op uesto al significante (al "acto de habla"); solo podemos realizar actos de habla en la medida e n que hemos acep tado la alienación fundamental en el orden simbó lico y el sostén fanrasm étíco ne cesario para el funciona miento de este orden, mientras que el acto co mo Real es un acon tecim iento que se prod uce rx nib ilo, sin ningú n sostén Fanrasm ritico. El acto como tal tam bién debe ser opuesto en ta nto ob jeto al sujeto, por lo menos en el sentido lacaniano convencional del sujeto dividido alienado; el correlato del acto es un sujet o divid ido, pero no en el sentido de que, a causa de esta d ivisión , el acto sea siemp re frustrado, desplazado, e tcé tera, sino que, por el contr ario, el acto, en su tycht' tra um ática, es lo qu e divide al sujeto, qu e nu nca puede sub jerivizar lc, asumirlo co mo prop io, pone rse como su autor-agente. El acto autén tico que yo realizo es siempre y por defi nición un cue rpo ext raño, un int ruso que lile atr ae/fascina y que al mismo t iem po yo rechazo, de modo que cuando me acerco dem asiado a él me arr iesgo a la e fénisís, a mi autoborramienro. Si el acto t iene un sujeto, no es el sujeto de la subjetivización, de la integración del acto en el universo de la integraci ón r el reconocimien to sim bólicos, de su asunción como "mío prop io", sino un o minoso sujeto ac éfalo, a t ravés del cual el acto tiene lugar como lo que es "en él más que él mism o". De mod o que el acto design a el nivel en el cual la división fundame ntal y los desplazamientos habitualme nte asociados con el "Sil jet o lacaniano" (la escisión entre el sujeto de la enunciación y el sujeto del enunc iado; el "deseentra miento " del sujeto con respecto al O tro simbólico, etc éte ra) queden momen táneam ente suspe ndidos; e n el acto, el sujeto , como dice Lacen, sepune 11 sí mis1!1U como su propia cansa, y no es ya det er min ado por el obj eto-causa descentrado. Kant ob servó que una visión directa de la "cosa en sí" (el Di os noumcnal) nos privaría de la libert ad y nos convertiría en tít eres sin vida, si le sustraemos la imagi ne ría escénica (la fascina ción de la M ajestad Divina) y la reducimos a lo esencial (una entidad que ejecuta "a utomát icamen te" lo que hace, sin ninguna con fusión () lucha internas); paradójicamen te, esta descr ipción correspond e perfecta mente al acto (ét ico): est e acto es prccisamenrc algo que inesperadam ente "ocurre", es un suceso que también (e incl uso más) so rpre nde a su propio age nte (después de un acto auténti co, mi reacció n es siem pre: "Ni siqu ie ra yo sé como pud e hacerlo, sencillame nte ocur rió"). De modo que la paradoja del acto autént ico consiste en que la mayor libert ad coin cide con la ext re ma pasividad, con mi reducción a la condición de autó mata in animado que ejecu ta sus gestos a ciegas, La p ro blc mé nce del acto nos obliga ento nces a aceptar el cam bio radical de perspectiva involucrado en la co ncepción moderna de la plenitud; lo que es tan di fícil de acepta r no es el hecho de <lue el acto verda dero en el cual coi n402

t-,de n las dimensiones nuumenal y feno ménica esta rá sie mpre más allá de nues1 1'( 1 alcance; el trauma ver dadero reside en la conciencia opuesta de que bay ac1M, rlc que ocurren, seproducen, y debem os conciliarn os con ellos, En la crítica a Kant implícita e n esta conce pción del acto, Lacan está ce~~ de Hegel, quien ta mb ién sos tení a que la unid ad de lo noumenal y lo fenomem co, diferida ud iufinitum en Kant, es precisamente lo que se produce cada ve z que se rcnl¡z...1 un acto autén tico, El er r or de Kant consistió e n presu poner que solo hay un acre cuando es adecuadamente suhjctivizado, es decir , realizado con una voluntad pura (una voluntad lib re de cualqu ie r motivació n "patológica"), y, pu:st~) tl ue nunca puedo estar seguro de que lo que he hecho tu vo realmente como umn l moti vo la ley mo ral (es decir, pu est o que siempre esté ~I acecho ~a sos pecha tle que realicé el acto moral para encontra r placer en la csu ma de mis I);\res, et· cé rera), el acto moral se convier te e n algo que de hec ho nun ca sucede (no hay santos en esta tier ra), sino que solo puede posrularse como punto fina l del accrcam icn ro as irnpr ótico infinito de la pu rificación del alma. Por esta razón - cs decir, panl garantizar sin em bargo la posibilida d fundame ntal del acto-, Kant ~vo tlue postular la inmortalidad del alma (lo cual, co mo p~ eJe dt:n~()strarsc, eqU1va6~ le en realidad a lo opuesto, a la fanrasfa sad eana de la mmo nah.dad ?~l mpo )'. Solo de este modo se pu ede espe rar qu e, despu és de una npro xrmacron mt errrunalile, se llegad al punto de poder realizar un ver dadero acto n~or.al. , Lo esencial de la crít ica lacaniana apunta a qlle un acto aut entico (contr ariament e a lo que Kan t da por sentado basándos e e n evide ncias en ga ~osas) no premp011t' qM SIl ngmu esté "en el nivel del acto" (con su volunta~ punfi.cad~ de todas las moti vacion es patológicas, etcéter a); no sol o es posible, silla incluso inevitahle , que el agente no esté "en el nivel de Sil acto ", que a él mismo lo so rpre nda desagradableme nte "la locura que acaba de hacer", y que no pueda c()[~­ ciliarse plena men te con ella. O bservem os de paso que est~ es la est ructura habitual de los actos heroi cos ; algu ie n que durant e m ucho tiempo ha llevado u.na vida opo rtunis ta de ma niob ras y tr ansige ncia, de pronto,. inexpl ¡~ablem~nt e, m cluso para él mismo, resuelve mantene rse firme a cualqUl ~r pr,e clO. Precísamen te de este modo G io rdano Bruno, después de \1I1a larga histo ria de ataques y retiradas más bien coba rdes, inesperadam ente decid ió aferrarse a su modo de ~~r. De modo que la para do ja del acto resid e en el hecho d ~ llue, a unque no es 111 rencional " e n el sen tido habitual de se r deseado conSCientemente, el agente lo acepta corno alg o de 10 que es totalm ente respo nsable: " N o pu edo hace r otra cosa, pe ro al hace rla soy co mpletamente libre".

c:

6 1. Véase Alenka Zupanéic, "The Subjcetof m e Law", en SIC 2 (ed. Slsvo] t ¡-i.ek), Durhamo NC, Du ke Universiry Press, 1998.

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¿A¡f¡il/dt' VII F.difm? En consecuencia, esta concepción Iucaniana del act o tam bién nos permite r om per con la ética dcsco nstrucdonista de la finitu d irreduc tible, según la cual nu estra situa ció n es siempre la de un ser desp lazado y atrapado en un a falta constitutiva, de modo que todo lo que podríamos hacer es asum ir heroicamente esa falta, el hecho de que nu estra situación es la de un ser arr ojado a un contex to finito im penet rable.S desde luego, el corolario de esta ét ica es que la fuen te básica de las catástrofes tot alitar ias y de otro tipo es la presunción de! hombre dc que él puede superar esa condición de finitud, falta y desplazamiento, para "actuar como D ios", en una t ransparencia total, superand o su división constitutiva. L a respuesta qu e da L acan a esta po sición descons truccionista es qu e hay realmente actos absolutos/i ncondicionales, pero no a la manera (idealista) de un gesto transparente para sí mismo ejecutado por un sujeto con una volun tad pura que se pro pone plenamente ejecutarlos. Por el contrario, esos actos se producen como una tyc!Jc to talm ente impredictible, como un acontecimien to milagroso que destroza nuestra vida. Para decirlo en términos un tanto patéti cos, es de este modo com o está presen te en nuestr as vidas la dime nsión "divina", y las distint as modalidades de la traición é tica se relacionan precisamente con Jos difere ntes modos de tra iciona r el aeta-acontecimiento: la verdadera fue nte del mal no es un hombre mo rta l fini to que actú a como D ios, sino un hombre que niega la ocu rrencia de milagros divinos y se re duce a sí mismo a la condición de un ser mortal fini to ent re otros. Es preciso releer la matriz [acaniana de los cuat ro discursos como los t res modos de conciliarse con el trauma del acto (del analista)," a estas tres estr ategias de renegación del acto hay que añadirl e la cuarta, la propiamente psicótica: puesto que el acto auténtico involucra la elecci ón de lo peor, puesto que es po r definición catast rófico (para el universo discursivo exist ente), provoq uemos di. rectamente la catástrofe y el acto de algún modo se prod ucirá ... (en esto se basa el acto "te rrorist a" desesperado que tien de a desembriagar a las masas adormecidas en un sueño id eológico, desde el RAF en la Alemania de princip ios de la década de 1970 hasta el U nabomber). Si bie n, po r sup uesto, es preciso resistir a esta t entac ión , tam bién h ay que hacer lo, con no menos firme za, al atra ctivo opuesto de las diferentes modalidades de disociación del acto respect o de sus consecuencias "catastróficas" intrínsecas.

En cuanto el acto político por excelencia es la revolución , en este caso surgvn dos est rate gias opuestas: podemos trat ar de di ferenciar la idea noble de la revolu ción respecto de su realidad abo minable (reco rdemos la cel ebración por 1\ :lI1 t del se ntim iento su blime de la Re volución Fra ncesa suscitado en el pú blico ilustrado de to da Euro pa, que ib a de la mano con el total desdén por la realidad de los acontecimientos revolucionarios-en sí), o bien idealizar e! acto re volucionario aut éntico, lam entando la traición pos terior, deplora ble pero inevitable (re cordemos la nostalgia con que los trotskistas y otros izqu ier distas radicales habla ban de los primero s días de la Revolución, durante los cuales su rgí an espon tán eam cn te cons ejos obreros en todas partes, a diferencia del ulte rior T eruudo r, es d ecir, la cosificación de la Revolución en una nueva estr uctur a esta tal lcrarquica). Contra todas est as te ntaciones hay que ins istir en la ne cesidad incon dicion al de suscri bir plenamente el acto con todas sus consecuencias. La fidelidad no es fidelidad a los principios traicionados por la facticidad contin genl e de su actua lización, sino una fideli dad a las consecuencias de la plena act ualización de los principios (revolucionarios) . En el ho rizonte de Jo que precede al acto, este acto, siempre y por defin ició n, aparece como un cam bio "de lo malo a 10 peor" (la cr ítica habi tua l de los conservadores contra los revolucionarios: sí, la situac ión es mala, pero la solución de ustedes es peor ... ). El heroísmo propio del acto cons iste en asumir plenamente esto peor.

Al Ás .-\I.U, DEL BIEN

62. Por esta razón , Lacan debe ser opuesto estri ctamen te a la tendencia postsccular que desde hace poco tiempo está de moda, consistentc cn darle a la teología un giro dc sconsrruccionista, reafirmando lo divino como dimcilsión de la Alteridad insondable, como la "condición indesconstrucríble de la dcsconstrucción", 63. Véase el final del capítulo 3.

Pero esto sign ifica que en todo acto auténtico, en su gesto de redefinir po r com pleto las reglas de! juego, incluso la autoídentídad básica de quien lo realiza, hay algo in tr ínsecamente terro rista. Un acto político pro piamente dicho desencadena la fuerza de la nega tivida d y destroza los fundamentos mismos de nues tro se r. Entonces, cuand o un izquierdista es acusado de que con sus propuestas (qu e en otros sentidos son sinceras y benévolas) prepara e! t erreno para el terror estali nista o maoist a, debe aprender a evitar la tra mpa liberal, a no tomar esta acusac ión lite ralmente y no defenderse decla rándose in ocente ("Nuestro soci alismo ser á democrátic o, respetará los der echos, la dign idad, la felicidad de los ser es humanos; no habrá n ingu na líne a obl iga toria un iversa l de l Par t ído ...)": no , la democracia liberal no es nuestro horizonte fundam ental; por in quietant e que esto parezca, la ho rrible exper iencia del terror político estalinista no debe llevamos a abandonar el principio de t error, sino a una búsqueda más estricta del "terror bu eno". La estructura de un verd adero acto político de libera ción, ¿no es por defini ción la de una elección forzada y, como tal, terro rista? C uando, en 1940, la Resistencia franc esa llamaba a los in divid uos a unirs e :1 sus

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¿Adál/l/e VII ¡\i/ipo? filas y oponerse activamente a t i ocupa ción alemana de Fra ncia , t i est ruc tura impl ícit a de su ape lació n no e ra "T ienes la libert ad de eleg ir e nt re no sotros y los ale manes", sino "'iDebes elegirnos a nosotros! Si el iges la colaboraci ón, estás renu nciando a tu libert ad". En un a auténtica elección de la libertad, elijo 10 que yo sé qlle tengoque bacer. Fue Bertolt Brecht, en su obra "did ácti ca" La línea de conducta (Die •\fllssannhme, 193 0) quien expuso plenamente este po tencial ter rorista de! act o, al definirlo como la dispo sición a acep tar la propia anu lación total (la "segunda mu erte"). un joven que se une a los revolu cionarios los Ixm e en pe ligro con su com pasión humanist a por los ohre ros qu e sufre n, y acepta se r arrojado a un pozo do nde su cuerpo se desintegrará sin de jar ningu na huella." En este caso, la revolución es puesta en peligro po r un rito de hum anitarismo ingen uo, es deci r, po r el hec ho de que no se perciba a los ot ros como figuras de la lucha de clases, sino también y primordi almente como se res humanos sufrie ntes. C ont ra esta confianza en la com pasión direct a, llrechr ofrece la identifi cación excrement icia del sujeto revolucionario con el terror necesa rio par a bor rar las úl timas huellas del ter ror, aceptando en cons ecuencia la necesidad de la prop ia anulaci ón definit iva: " ¿Qu ién eres tú? Hi edes, sal de la habitación qu e ha sido lim piad a... ¡Ojalá seas la últim a in mundicia que tie nes qu e eliminar!"." En su céle bre obra breve de tea tro titu lada Mauser ( 1970),MI leiner M üller inten tó la refu tación dialéctica de Brcch r, enfrent ando a cst n figura de la revolución tra icion ada po r causa de la compasi ón humanitaria ("No puedo matar a los enemigos de la re vol ución, po rque ram h i én veo e n ellos a se res huma nos ignorantes qu e sufre n, vícti mas desvalidas atrapadas en el proceso histórico") con la figura opuesta del verdugo revolucionario que se identifica excesivamente con su tra bajo bruta l (en lugar de ejecu tar a los enemigos con la insensibilidad necesaria, sabiendo que su labo r crimina l es la medida pen osa pero indispensable para generar un esta do en el cual ya no sea n eces ario matar , él eleva la destrucción de los ene migos de la revoluci ón al nivel de un fin en sí mismo, r se siente realizado en la orgía destructiva como tal). Al final de la obra el Coro del Partido declara enemigo de la Revolución y condena a m uerte al ejecutor revol ucionario que se ha convert ido en un a máqu ina dc ma tar, }' no al human ita rista compasivo. Pero, lejos de socavar el men saje de Lo linea de conducto con este cont raejemplo dia l éc-

64. V éase una lectura detallada de esta obra de Brech e ca el capítulo 5 de Slavoj Zi? ek, E,yo)' YOIIrS)'lIIplom!, Nueva York, Rourledgc, 1993. 65. Bcrtol t Brech t, "Thc Mcasure Taken", en The J rwisb Wife JIIJl f Üthrr Sbort PIn],', Nucva York, G rovc Press, 1965, pág. 97. 66. Váse H eine Müllee, " M a use r~, en Rnro'lItirmisstiiek~, Srungarr, Rcclam , 1995.

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rico, la ejec ución del ejecuto r revolucionario con stituye un ejemplo perfecto de

"1;1 última inmundic ia que hay que eliminar". La revo lució n se realiza (y no se tr aicion a) cuan do "se come a sus propios hijos", en el exceso necesario para pouerla en ma rcha . En ot ras p-alabras, la posición ética revolucionaria fundamental no es una simp le devoción y fidel idad a la revol ución , sino la aceptació n volun taria del pape! de mediado r evanescente, d el ejec uto r excesivo que debe ser ejerutado (como "traidor") para que la revolución pueda alcan zar su meta . Más precisam ente, en ,\lllllsrr e! ejec uto r no es condenado a m uerte porque g-ozara asesinando en nombre de la Revolu ción como un fin en sí; no ha sido sorpren dido en algu na especie de orgía seudobarailleana de (aurojd estrucci ón, se t rata más bie n de que quiere "volver a matar a los muertos", anular totalm ente a los muertos de la mem oria hist órica, dispe rsar sus cuerpos, hacerlos desaparecer por completo, para que la nueva era pued a partir del punto cero, con un pizarrón en blan co: en síntesis, quiere provocar 10 qu e Lacen, sigu iendo a Sade, deno minó "la seg un da mu erte". Pero, par adójicamente, a esto apuntan también los tres revolucion arios de La linen de conducta de Brecht: su joven camarada no solo debe morir, sino qu e también debe desapar ecer Sil desaparici ón, no debe qu edar ni nguna h uella de esa desaparición, su aniq uilación deb e ser total. El joven camarada "tiene que desaparecer, y to talme nte"." D e modo que cuan do los tre s revo lucionarios le piden al joven que diga "'iSí!" a su dest ino, qu ieren que él suscriba librem ente esa autoanulación total, es decir , su segun da m uerte. Este es el aspecto de Lo lín ea de conducta que M üller no retoma en A lnlls,,~ el problema con el que Brecht lucha no es el de la aniquilación tota l, la segu nda mue rte de los enemigos de la re volución, sino el de la horrible tarea del propio revolucionario, el pro blema de aceptar y suscribir Sil propio segunda muerte, para "borrarse tota lmente del cuadro". Por es ta razón, tam poco se pueden ya opo ner (como hace ,:\lüller) la anulación destructiva total de la víctima }' el cuidado respetuoso de los muertos, la plena asunción de la carga del asesin ato, cuando la víctima es ajusticiada en n o mbre de la revolución . Al final de Lo li1/r1l de conducta, en una esce na que recue rda a una pieM, los tres camaradas llevan delicada mente a su joven ami go en brazo s, dirigiénd ose al precipicio al qu e van a arrojarlo: están precisamente consuma nd o esa anulaci ón total, la desaparición de la desaparición misma ." En to nces, ¿existe un terce r camino e ntre la evitación histé rica hu manitari a del acto }' la hiperide ntificación perversa con ese acto, o estamos atra pados e n el cír culo vicioso de la violencia , en vir tud de! cual el intento revolucionar io de rom per radicalm ente con el pasado rep ro duce los peores rasgo s de ese mismo pasado? Allí res ide el despl azam iento de M ül1 er con rel ación a Breche e! acto

67. Brech t , "The M casurc T aken ", pág. 106.

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;l1dúmlt VII /Mi/JO? revolucionar io de auroa nulac ión predicado por Brecht no ti,) resultado; la ne gación revolucionaria del pasado queda atra pada en el circui to qu e rep ite 10 qu e niega, de modo que la historia parece domina da por una mo rtífera compulsión a repetir. El tercer camino pro pu gnado por el Co ro del Pa rtido en Mauser involucra una interesante paradoja, se puede mantener la distancia respecto defacto de violenc ia revo lucionaria (matar a los ene migos de la revolució n) si un o se concibe como el instrumento del O tro, es decir, mientras uno se identifica como alguien a través de quien actúa directamente e! O tro, la H istoria. Esta oposición entre la hip eridentificación directa (en la cual el acto violento se convierte en una orgía [antojdesrructiva com o un fin en sí) y la identifi cación de uno mismo como instrumen to del Otro de la H istoria (en la cual el acto violento parece e! medio para crear las condiciones en las cuales ya no serán necesarios actos de ese tipo), lejos de ser exhaus tiva, designa pre cisamente los dos mo dos de eludir el acto ético. El acto no dehe confu ndirse con la orgía (auto)destructiva como un fin en sí, pero es un fin en sí en e! sentid o de que no tie ne ningu na garantía en el O tro (por de finición, al acto solo lo autoriza él mismo, excluye cualquier aut oinst rumentalización, cualqu ier just ificación med iante la refe rencia a alguna figura del Otro). Además, si algu na lección puede extraerse del psicoanálisis, ella es que la hiperidentificación y la autoinstrumentalización directa en última inst ancia coinciden: la autoinsrrumcnralización perversa (postularse uno mismo como instru mento del O tro) se convier te necesariament e en violencia como fin en sí. Pa ra decirlo en términos hegelianos, la "verdad" dc la afirm ación del perverso en cuant o a que él realiza su acto com o inst rumento del O tro es exactame nte lo contrario: el pcrvcrso mon ta la ficción del O tro para ocultar el goce que ob tiene de la or gía destructiva de sus actos. Entonces, ¿dón de está el mal hoy en día? E l espacio ideológico pre dom inante da dos respuestas opuestas : la fun damcntalisra y la liberal. Según la primera, C linton es Satán (como dijo recient em ent e alguien en una mesa redon da de la CNN) : no el mal abierto, sino un mal que co rro e sutilmente nuestras normas mor ales al considerar las poco importantes. ¿Q ué im porta que uno mienta, cometa perjurio, obs tr uya la just icia, mientras la econom ía siga en expansión ... ? Desde este punt o de vista, la verd adera catástro fe moral no consiste en un estallido directo de violencia cruel, sino en la pér dida sutil de las anclas mora les en una sociedad opu len ta y consumista en la que todo funciona con suavidad. El horro r del mal reside en que no parece en absoluto horrible, en que nos ado rmece en una vida de placeres carente de significado. En síntesis, para un fundamen talista conservador, Cli nton es en cierto sentido pe or que Hitler , porque H itler (e! nazismo) fue un mal experimentado directamente como tal, y moralmente ultrajante , mient ras que la ruind ad de C linton nos arrastra a la lasitu d moral sin quc nos demos cuenta ...

Aunque esta actitud podría parecer tota lme nte ajena a una posición libe ral izquierdista, incl uso los liberales izquierdistas de hoy en día, como ya lo he señalado , experimentan un extraño alivio ante figuras como Buch anan en los Eslados Uni dos o L e Pen en Franci a, que po r lo men os ro mpen abiertamente con el estancamiento de! consenso liberal y, al propu gnar apasionadamente una posición rep ulsiva, nos permite n compro meternos en una auténtica lucha polí tica. Ws fácil discerni r en esta posición una repetic ión de la antigua actitu d izquierdista acerca de la tom a del poder por Hitler: para el P arti do Comunista Alemán, los nazis eran preferi bles al régi men parlamentario burgu és, o inclus o a los socialdemócratas, porque con los nazis se sabía por lo menos donde se estaba Pw rada , es decir que ellos ob ligaban a la clase trabajadora a desembarazarse de la últ ima ilusión liberal parlamentaria y aceptar la luch a de clases como rea lidad fundamen tal). En contraste con esta posición, la versión liberal sitúa la figu ra del mal en el prop io bien, en su aspecto fundamentalis ta, fanático : el mal es la actitud de un fund amcn talista que pretende extirpar, pr oh ibir, censurar, etcétera, todas las actitu des y prácticas que no se adecuen a su concepción de lo huc no y verdadero. A veces estas dos versiones op uestas pueden ut ilizarse simu ltáneamente para conde nar un mismo acontecim iento como "malo". Recordemos el caso de M ary Kay Letourn eau, la maes tra de 36 años encarcelada por haber tenido una apasionada relación amo rosa con su alumn o de 14 años (una de las gran des histo rias de am or rec ientes en las cuales el sexo todavía aparece vincu lado con una auténtica tr ansgresión social). Esta relación fue conde nada por los fundamentalistas de la M ayoría Mo ral (com o vínculo ilegítimo y obsceno) y tamb ién por los liberales políticamente cor rectos (como un caso de abuso sexual con niños). La antigua y citada fórmu la heg eliana según la cual el mal está en el ojo del contemplador y reside en e! pun to de vista qu e observa al mal alre dedo r suyo, ha encontrado una dob le confirmación ho y en día: cada una de las dos posiciones opuestas, la liberal y la conservado ra, en últ ima instancia define e! mal como una categoría refleja, como la mirada que erróneamente lo proyecta/perc ibe en su oponente. Pa ra los liberales tolerantes mulriculturalisras de hoy en día, el mal ¿no está en la mirada conservador a virtu osa que ve corrupción moral por to dos lados? Y, para los conserva dores de la Mayoría Moral, ¿no es el mal esa misma to lerancia multiculruralista que condena a p riori todo posicion amiento apasion ado y tod a lucha comp rometida, como excluyentes y potencialment e totalitarios? Una vez más, es e! acto lo que nos permite corta r el nudo gordiano de esta tra bazón mu t ua del bien y el ma l, del mal que reside como reflejo en el ojo del co ntemplador que lo perci be. M ient ras defin amo s la ética en los t énni nos del b ien , este nudo gordiano será nuestro destino, y, si queremos ser "rad icales", un poco antes o después terminaremos en alguna fascinación engaííosa,

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¿¡/dril/dl' l'fl /'.tlifm(

falsame nte romántica, ante elm al radical () diabó lico. La única salida con siste en dar fuerza a una diJyulId6n entre rI bieny el dominio del acto ético.6 H C omo dice Lacan, un acto ético propiamente dicho involucra po r definición un mcvimicn to "más allá del bien ": no "más allá del bien y del mal", sino simplemente más allá del bien. El caso de M ary Kay Letourneau de muestra qu e los actos so n todavía posihles hoy en d ía. Par a disce rni r el ver dadero perfil del acto de esta mujer dehe mos situ arlo e n las coo rdenadas globales que det erminan el destino del amo r sexual. H oy en día, la oposición entre la re flexivizaci ón y la nueva inmedia tez equivale a la que existe ent re la sexualidad bajo el régimen de la ciencia y la espontaneida d de la Na» Agt'. En última insta ncia, ambos t érminos llevan al final de la sexualidad, de la pasión sexual propiamente dicha . L a primera opción (la intervención médico-científica directa en la sexualidad) queda ejemplificada del mejor modo por el célebre Viagra, la píldora de la po tencia que pro mete restanrar la erección masculina de un a manera puramente bioquímica, eludiendo todos los problemas relacionado s con la inh ib ición psicológica. ¿Cuáles será n los efectos psíqu icos del Viagra si realm ente cumple su promesa? A qui enes sostie ne n que el fem ini smo lanzó una amenaza a la masculinidad (la. autoconfianza de los hombres quedó seri ament e socavada al estar some tidos de modo contin uo al ata(lue de mujeres emancipadas que querían libera rse J e la do minación patr iarcal, tener la inici ativa en el co ntacto sexual, y que al mismo tiempo exigían una satisfacció n sexual tota l a sus co mpañe ros varones), el Viagra les abre una salida fácil de esa situación estr esante: los hom bres ya no t ienen por qué preocuparse; saben que pod rán dese mpeñarse adecuadam e nte, Po r otro lado , las feministas pueden so...tener que el Viagra despoja finalme nte de su misticismo a la poten cia mascu lina, y hace a los hombres igua les a las mu jeres.. . Sin em bargo , lo me nos que puede decirse cont ra este segund o ar gu mento es que sim plifica el mod o e n que funcio na realme nte la poten cia masculina: lo qu e le co nfiere un stams mí tico es la amenaza de impote ncia. En la economía psíquica sexual mascu lina, la som bra siem pre presente de la impo tencia, la am enaza de

6R . Esta disyunción entre el bien y el acto ético también nos permite resolver el atoll ade ro siguiente: si aceptamos 1:1 idea de un "mal diabólico" (el mal elevado al estatuto del deber ético kantiano, es decir, realizado por princi pio, y no por cualqu ier provecho p'ltu lóg icu), ¿hasta qu é punto se sostiene este paralelo con el bien? ¿Pue de h aber tam hién un n "voz dc la maln conciencia" (11lC nos convie rta en culpables si n o cump limos connuest ro deb er 1J¡)r:1 con el mal radical? ¿Podcmos tambié n sentirn os culpables por no realizar un crimen horrible? El prnblcma desaparece si cortamos el vínculo entre el ámbito ético prop iamente dicho y la pro blemática del bien (y del mal como su suplemento de sombr a).

(lile, en el siguiente encuen tro sexual, cI pene se negará a entrar en erecc ión, es crucial pa ra la definición de la pot encia masculina. Perrnítaseme recordar aquí mi propia descripci ón de la paradoja de la erección : ella de pend e totalmen te de mí , de mi mente. H a)' un chiste expresivo al respecto: "¿Cuál es el objeto más liviano del m undo ? El pene, porque es el único que se puede levantar co n un pensa miento". Pero la erección es al mismo tiempo algo sob re lo que en última instancia no ten go ningún control: si no estov en el estado de ánimo adecuado, ningu na fuerza de volunta d bastará para logr arla . (Para San Agust ín, el hech o de que la erección se sustraiga al control de la volu ntad es el castigo divino por la arrogancia Y la presunción del ho mb re, po r su des eo de converti rse en am o del univcrso .) Para decirlo en los t érminos de la cr ítica de Adorno a la mcrcadcrizaci óu y la racionalización, la erecc ió n es uno de los últi mos res tos de espontaneidad autént ica, algo que no puede ser totalmente dominado po r medi o de procedimie ntos racion ales- instrumentales. Esa brech a mínima (el hecho de que nun ca soy direc tame nte "yo", de que no es nu nca uno mi smo quien puede decid ir libremente un a er ección) ti ene un a impo rtan cia cruci al. U n hombre sexualme nte potent e susci ta un a cierta atracció n }' envidia no po rqu e pueda te ner erecciones a volu nta d, sino por esa insondable X que, aunque está más allá del control consciente, deci de la e recci ón , y a él no le representa ningún pro blema. Lo ese ncial en este caso es distingui r ent re el pene (el ó rgan o e rectil en sí) y el falo (el signi ficante de la potencia, de la auto ridad sim bó lica, de la dimensión sim bó lica , no bio lógica, que me co nfiere autoridad )' /0 poten cia). Como ya lo hemos seña lado, un juez, que puede se r e n sí mismo un individuo sin méritos ind ivid uales, tiene aut oridad cuando lleva la insign ia que lo inviste de su ro l legal, cuan do ya no habla por sí mism o sino (Iue es la ley la que se expresa a tra vés de él; del mismo modo, la po te ncia individual del varón funci ona como signo de que a través de él actú a otra dimensión sim bó lica: el "falo" designa el sos tén sim ból ico <Iue le confie re a mi pe ne la dime nsión de la po tencia prop iamente dicha. Debido a esta dist inción, para Lacan la angustia J e castración no tie ne nada que ve r con el miedo a perder el pe ne: lo que nos angustia es la ame naza de que se revele co mo un fraude la autoridad del significante fálico. Por esta razón , el Vi agra es el últim o age nte dc 1.1castració n. si un hombre toma la píldora su pe ne funciona , pero él queda privado de la dimensi ón fálica de la potencia sim bólica , El hombre capaz de co pular gradas al Vi agra es un hom bre con pene pero sin falo. ¿Podemos realme nte imaginar de qu é modo afectará la econ omía sexual esa transformación de la erección en algo que puede log rarse mediante una inte rven ción directa médi co-m ecánica (to mand o una píldora)? Pa ra decirlo de un modo un tanto machista : ¿qué quedar é de la idea que tiene la muj er de ser

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¿:/dúl/llr 'VII l'.tlip¡j( atractiva para un hombre, de que efectivamen te lo excita? Además, la e rección () su ausencia, ¿no so n una especie de señal que nos pe rmite saber cuál es nuestra ver dadera actitud psíquica? Converti rla e n un estado qu e se puede alcanzar po r medios mecánicos es algo de algú n modo análogo a qu edar privado de la capacidad para sen tir dolor. ¿Cómo llegará a saber un sujeto varón cuál es su verda der a actitud? ¿De qué ma nera enco ntrará una salida su insatisfacci ón o resisten cia, cua nd o ya no cuente co n el signo sim ple de la impotencia? La defi nición con vencional del hombre sexualme nte voraz dice que, cuando se apo dera de él la lascivia, no piensa co n la cabeza sino con el pene; ahora bien , ¿qué sucede cuando do mina to talme nte la cahcza? ¿No se obstruirá aún más, y quizá decisivame nte, el acceso a la dime nsió n habitualme nte deno minada "inteligencia emoci onal"? Es fácil celebra r el hech o de que ya no tendre mos que luchar con nuestros tra umas psicológicos, de que los miedos e in hibiciones ocult os ya no podrá n cer rarl e el paso a nuestr a ca pacidad sexual; sin e mbargo , estos miedos e inhi biciones ocu ltos no desapa recerán, po r varias razon es; subsistirán en lo que Fre ud denominó "la otra escena", solo que pr ivados de Sil prin cip al salida, aguardand o para estallar de un mod o probablemente mu cho más violento y (autojdcstrucrivo. En últ ima ins tan cia, esta transfor mación de la erección en un pro cedimiento mecá nico sencillamente desexualizara el act o de la cópula. En el extremo opuesto del espec tro, la sabiduría de la Nnv Age parece ofrecernos una salida de este ato lladero . Pe ro, ¿qué es lo que realm ente nos ofrece ? C onside re mos su versión po pular fundamental , el gra n bat-seller La canción de Celestino (The Celestine Prophety), de J ames Redfie1d. Segú n La canción de Celem110, la prim era "nueva percepción " que abrirá el camino al "despe rt ar espir itual" de la hu ma nidad es la co nciencia de que no hay ni ngún encuentro casual. Pu esto que nuestra energía psíqu ica es parte de la energía del universo, el cual dete rmina secretamente el curso de la... cosas, los encue ntros externos casuales siem pre nos traen un me nsaje d irigido a nosotros, a nu estra situaci ón co ncreta; se producen como un a respu esta a nuestras necesidades e interrogantes (por ejemplo, si me preoc upa cie rto problem a y ocurre algo inesperado, como que me visite un amigo hace m ucho tie mpo o lvidado, o que algo resul te mal en el trabajo, es te accidente contie ne con segu ridad un mensaje pert in ente para mi problem a). N os e ncontramos cn un universo en el cual todo tie ne un sign ificado, un univer so protopsic ótico en el cual ese significado se puede disce rnir en la contingencia de lo Real, y lo que tiene u n especial interés so n las con secue ncias de todo esto para la intersubjetividad. Según La canción ile Ce/mino, actua lmente estarnos atra pados en una falsa competici ón con nuestro s semej antes, bu scando en ellos lo que nos falt a a nosotros, proyectando sob re ellos nuestras fan ta sías (le esa falta, depen die ndo de ellos, y esta te nsión no se p uede aliviar, puesto qu e la arm onía final es imposible, puesto que el otro nunca no s proporciona lo

que busc amo s. Pe ro después de la renovación espi ritual aprender emo s a e1ICO"trar en 110SOtros mismos lo que en vano buscamos en los otros (nu est ro com plemento mascul ino o feme nino): cada ser hu ma no se convertirá en un ser platón ico completo, ya no depender éexclusivame nte de otro (de un líder o una pareja), ya no necesitará extrae r ene rgía de él o ella. Cua ndo un sujeto ver daderamente libre ent ra en sociedad co n otro ser hum ano, está entonces más allá del apego apasiona do a este último: el compañero solo es el vehíc ulo de algún me nsaje; el sujeto trata entonces de d iscernir en el otro los mensajes pertinentes par a su pro pia evol ució n y crecimiento interiores ... Encontramos aquí el reverso necesario de la elevación esp iritua lista de la NMJJ Age: el fina l del apego apasionado al O tr o, el surgi miento de un ego autosuficiente para el cual el com pañe ro- O tro no es ya un sujeto, sino solo el portador de un mensaje conce rn ien te a ese ego. Ta mb ién en psicoanálisis encont ramos la posición del portador de un mensaje: el sujeto no t iene conciencia de qu e e ncarna un cierto mensaje, como en algunas n ovelas po liciales en las que, de pro nto, un agente misterioso amenaza la vida de alguien, tr ata de matarlo; obv iam ente, el sujet o sabe algo qu e no deberí a sabe r, compart e alg ún conoc imie nto prohibido (por ejem plo, el sec reto que llevaría a la cár cel a un ClJpO de la mafia), E l punto clave es que el sujeto Tia tiene la malo" idea de ('l/dI es ese conocimiento, solamente sabe que sabe algo que no deber ía sabe r... Pero est a posición es la opu esta a la percep ción que encontramos en la ideología de la Nau Age, que ve al O tro (."(11ll0 po rtador de algún mcn saje pertinente para mí: en psicoanálisis, el sujeto no es el lector (pote ncial) sino el po rta do r de un mensaje dirig ido al O rro y, por lo tanto, e n principio, inaccesible para el propio sujeto. Vo lviendo a Redficld: lo que yo di go es tlue esa perfección supuesta me nte elevada y atrib uida a la sabiduría espiritual coincide con nuestra experie ncia cotidia na más común, Si to mamos liter almente la desc ripción que da Redfield del estado ideal de madu rez espiritual, ella ya nos dice mucho de la experienc ia inrerpersonal cot idiana y comercializada del capitalismo tardío , e n la cual desaparecen las pasiones prop iamente dichas y el O tro no es ya un abismo inso ndable que ocul ta y anuncia lo que "es en mí más qu e yo mismo ", sino el portador de men sajes para el sujeto consum ista aurosu ficiente. La NMJJ Age no nos ofrece siquie ra un suple mento espir itual ideal pa ra la vida cot idiana come rcializada; solo nos proporciona la versión espirit ualizada/ mistificada de esa vida cot idiana comerc ializa da en sí. ,. ¿Cuál es enton ces la salida de esta situac ión? ¿Estamos condenados ;1 una oscilación dep resiva entre la objet iviz aci ón cicntffica y la sabidur ía de la New Age, entre el V iagra y La canción de Celestino? El caso de Mary Kay demues tr a que tod avía hay una salida. No pue de dejar de sorp ren der la ridiculez de defi nir ese amor apasionado y sing ular como la violadól1 de un varón me no r de C d~H I

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¿Adónde VII [\tlipo? por parte de una mu jer; sin em bargo, prácticamente nad ie se at revió a señ alar e n publico la dign idad ética de ese acto. I lu bo dos tipo s de reacción . Algunos si~ple mente l~ condena ron como mala persona, plenam ente res ponsable por olvida r el senti do ele mental del de ber y la decen cia al deja rse ir y co mprometerse e n una rel ación con un alumno de sexto grado ; otros (como su abogado de fenso r) se refugiaro n en la je rigonza psiquiát rica, med icaliza ndo su caso, t ratá ndola co mo a una enferma, at ribuyéndole un "desorde bipo lar" (nueva denominación de los estados maníaco-dep resivos). Cuando padecía uno de sus at?qm.'.S ma níacos, .~encilJa mente no tenía conciencia del pel igro que esta ba corr~ e l~do o~ COI~O .dlJO su abogado, repitiend o el peor de los este reotipos anrifelIl~ llI st a s, La uruca person a a la que Ma r}' Kay amenaza de algún modo es ella nucmn; ella es el mayor peligro par a sí misma". (Nos sentimos te ntados de comen tar: con abo gados defen sores como este, ¿qu ién necesita acusadoresj) A lo I;l r¡.,'4' de estos lineamientos, la doc to ra J ulie Aloore, la psiquiatra <Iue "evaluó" a A,lo l ~"y Ka,y, in si~ ti.ó e,?fática mente el,} qu e el problema de 1:1 m ujer "no es psicolo ,.(l t'o , Silla medico, y en que habla qu e tratarla con drogas que esta bilizaran su conduc ta : "Para M ary Kay, la mo ral comien za con una píldora", Resulta ba il1~·(í~ no do . Esta d,oct~ ) ra qu e m cdic ahz ó brutalmente la pasió n de Mary Kay, p.n v,and ol¡¡ de la dlgOl~aJ de una auténtica posición subjet iva, hacía qu e uno se sm ne ra mal: la pr ofesion al so.. . tuvo que cuando M ary Kay hablaba de su amor po r el mu chacho, senc illame nte no habla que tomarla en se rio, pues estaba transpo rt ada a algú n cie lo, desconectada de las exigencias y obligaciones de su ámb ito social.. . La concepción del "tra storno bipolar", difu ndida e n dos programas de O prah \Vinfrey, es interesante: se dice básicamente que una persona que padece este trastorno no deja de reconoce r la difer encia entre el bien y el mal, com!lrcnde lo que es correcto y bueno para ella (co mo regla, los pacientes son mu jeres), ~.ro cu~n do se.en cuentra en un estado maníaco avanza sin titubear y ron~a decisi ones impulsivas, suspendiendo su capacid ad de juicio racional, que le dice lo que es correcto y buen o pa...a ella.. Pero , esa suspensión ¿no es uno de los eleme ntos constitutivos del conce pto del acto auténtico de estar verdaderame nte enamorado? En este sentido, es cr ucial la compulsión incondicional de M ary Kaya hacer algo qu e ella sabía muy bien que iba cont ra su propio bien: sencillamente, su pasión e ra de masiado fuert e; ten ía plena concienc ia {le <lile, más allá de todas las obligaciones sociales, e n esa pasión esta ba en juego el núcle o mismo de su s~r.:. Este ato}ladero no s permit e especi ficar la relación entre el acto}' el saber. Edip o no sabia lo que estaba haciendo (mata ba a su propio padre) pero lo h i z( ~ ; I Iamlc r sabía lo que renfa que hacer, por lo cual posponía y era inca paz de realizar el acto . Pero hay una t erce ra posición , la de (entre ot ros) Sygne de Coufonta ine, el

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pe rsonaje de la ob ra tea tral de Paul C laudel titu lada L 'ofilge {El J"ehfll ].6I' Se trata de una vers ión del J e sais bien, milis quand 11IfflU: Sygne conoc ía pe rfect amente, er a p lenam ente conscie nte de la realidad horrible de lo qu e esta ~a por h~­ ce r (lleva r a la ruina su alm a ete rna ), pero <le toda s ma ne ras lo hIZO.. (¿N o sucede lo mismo con el prota go nista del "c ine negro", que no es sencillamente e ngañ ado po r la muj er fatal, sino que tiene ple na concie ncia de que es.a .rel ación con dicha mu jer term in ara en una catástr ofe total, de que ella lo trai cion ará, )' sin embar go sigue adel ante y se compromet e?) El hec ho de que ~sta fór mula de Sygne coin cida con la fórmula del cini smo no debe confundi mos: el acto de ese person aje rep rese nta lo rad ical mente o puesto al cinismo. Estamos ante la estructura del juicio especu lativo hege liano: el e nunciado que puede leerse de dos modos o puestos, como el más bajo de los cinismos (" Sé que lo que estoy po r hacer es la depravación más baja, pero, dcmon io~, ~ qui én 1,e !mpu r ta, de todos modos lo haré... ") y la más alta de las escisiones tragrces ("T engo plena concie ncia de las consecuencias cat astróficas de lo qu e estoy por hacer, pero no pu edo evitarlo, hac erlo es mi debe r incondicional, de modo que segu iré adelante ... "). Un reciente car tel¡lUhlicitario alemán de los cigarrillos DaviJoff mani pula hábilmente esta brecha entre el saber y el acto, esta sus pensión del sabe r en el acto, este "Lo haré aunqu c tengo plena con cien cia de las consecuencias catastrófica s d e mi acto", para contrarrestar el efecto de la advertencia qu e debe incluir obliga toriamente todo aviso de cigarrillos (u na var iante sobre el te ma de "Fumar pu ede se r pel igroso para su salud" ).. En ese cartel, junto a la image n de un ho mbre expe rim e ntado que está fumando aparece la leye nda "Cuanto más sabes . . . ", sugirie ndo una con clusión: si eres realme nte osado, <:"anto más.sabes sob re los peligros de fuma r, más de mos trarás tu desafío asumi endo los n esgas de seguir fumando, es decir, negándote a rec hazar el cigarrillo por razones ~ n­ cern ientes al cui dad o de tu supe rvivencia.. . Esta pu blicidad es la contraparti da lógica de la obse sión con la salud y la longevidad que caracteriza al actual individuo narcisista . Y esta fórmu la de la escisión trágica, ¿no expresa a la perfec ción el atolladero de M ary Kay? Esta es en to nces la t riste reali dad de nu estra socieda d libera l to lera nte del cap italismo tardío; la ca pacidad misma para (/clII"J" está brutalmente medicalizada es tra tada com o un est allido ma níaco incluido en el patrón del "trasto rno hipoiar", de mo do {lue hay que somete r la a un trata~ll,i ento bioqUí~ico. ¿~o. es esta nuestra contra cara occide ntal, liberal-d emocrática, de la ant igua praCtlC¡1

69. V éase una lectu ra atenta de L 'oft/ge, de Clandel, en el capítulo 2 de Zi'l,ek, .Tbr Jlldil'i siNe Remainder.

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¿Adónde VII IMijJo? sovrenca de di ~) gno.st icar I,a disidencia com o tra storno menta l (una pré cticr ce ntra da en el lll fal~l e In,stlt uto Scherbsky de M oscú)? N o sorpre nde que una parte d: la senten cia es tipu lara que M ary Kay de bía so meterse a un a te rapia . ( Dcs~ue s dc su liberación, la m ujer fue sorpre ndid a <''011 su am ante en un auto, en mitad de la noche, y cl lo le significó una desm esu rada conden a de más de seis años de cárcel; el abogado explico incluso esta segunda tr ansgres ión como resultante del hecho de que en los días in mediata mente anter iores a ese encue nt ro Ata!y Kay no h~ bía recib ido regu larmentc la medicació n prescripta.) La yro~la Opra~ ,':"m":ey, l:I.ue dedicó uno de sus programas a M ary Kay, adopto en el su posrcron mas o bjerable. tenía ra zón al rechazar la re tórica de la "pc:stma lidad hi~)olar" como parloteo jurídico, pero la rechazaba por una raz ón errónea, al cons idera r la una sim ple excusa para que M ar)' Kay evitara su culpa fundam ental de comportarse de modo irresponsa ble. Aunque Oprah pret en día ser ne utral y no to mar pa rt ido, constantemente se refirió al amor de M ar)' Kay de un modo burlonam~nte di,stanciado ("lo que ella pt'11snba que era amor", etcéte ra), y al final fo n nu lo apasionadamenn, la pregunt a asombrada (lue se hadan ~os ~ares y el esposo de 1<1 m ujer, las pe rso nas comunes llamadas decent es: ¿C.omo pudo haberlo hecho, sin pensar en las consecuencias catas tróficas de su acto? ¿CillllO pudo, no solo arriesg ar, sino efectivamente abandonar y renu nciar a todo lo que co~stitu ía la sus tancia misma de su vida (su familia con tres hijos, su ca rrera pro fesional)?". Esa suspe nsió n del "princ ipio de razón sufic iente" o de las "ra zon es sufic ientes", ¿no es la definici ón misma del acto? Sin duda , el n~omen to más dep resivo se produjo cuando , en el juicio, bajo la presió n del ambiente, Ma ry Kay co ncedió e ntre lágrimas que sab ía que estaba haciendo algo legal y mo ralmente cens urable: ese fue un momento de traición itica en el preciso sentido de "cede r en, el. ~ropi~ deseo", si acaso lo hubo . En ot ras pala bras, en ese punto su mlpa consrsno precrsamenre en que renu nciara a su pasión . Cuand? más tarde r~a fi rllló s~fiJtlidad incond icional a su amor (sostenie ndo con dign~&~~ tlue bebía a p~endldo a se r veraz consigo misma y fiel a sí misma), se convrmo e~ un claro ejem plo de alguien quc, después de sucu mb ir casi a la pres i ón del ambie nte, supera su culpa y recobra su com postura ética, decidiendo no ceder NI sudesee.

es que los ho mbres violan a las mu jeres, y no a la inversa, .i)." En un ni~ e,l n,l :í s rad ical, se debe insist ir en la singula r idad, en el carác te r absolutament e idiosi ncrás ico del acto ético propiamente dicho; ese act o tiene una no rmatividad intr ínseca q uc "lo hace correcto "; ninguna norm a externa neutral pu ede per mit irnos decidi r de antemano, medi ante su simp le aplicación a un caso singul ar, cuál es su es tatu to ético. D e mod o qu e nuest ra lección final es que debemos supleme ntar la concep ción [acaniana del "e ntre dos muertes" con la de "entre las dos pu lsio nes de muerte": la elección fund amental se realiza directa me nte entre esas dos pulsiones. El pri mer aspecto de la pulsió n de muert e es la estu pidez ind estructible del goce su peryoíco. En la pelícu la de C harles Russe ll titulada La mdscera (Tbe Mosk), conlirn C arey (1994), encontramos un ejem plo supremo de esta compu lsión supcryoíca idiota, Se trata de la historia de un cajero de ~an co, débil y común, humillado una y otra vez po r sus compañe ros y por las mujeres, que adquiere poderes extraordi narios cuando se po ne una misteriosa máscara.antigua que en con tró en una playa de la ciudad. I l ay una serie de detalles esenciales para el trasfondo de [a historia. Cuando la másca ra es arrojada a la or illa del mar, se adhier e a los rest os barrosos de un cadáve r en pu trefacción, t estimon io de lo qu e queda de "la persona que está detrá s de la máscara" despué s de que se identifiqu e to talment e con el la: un barro infor me co mo el del señor Valdemar, d el cuen to de Poe, cuando es resucitado : ese "resto indivisible" de lo Real. Otro rasgo crucial es que el prota go nista, antes de tener la másca ra, aparece como un espectado r co mpulsivo de los dibujos animado s de la televisión, pero cuan do se po ne la máscara ve rde de madera, y ella toma po sesión de él, el hombre puede compo rtarse cn la "vid a real" como un h éroe de dibu jos animados (esq uiva las

El falso ar gumento final contra M ary Kay, aducido por un psicólo go en el program'l de Opruh, evocó u na simetría de los géneros: imaginemo s el caso op uesto de una "L oli ra'' de 13 años que se in volucra senti me ntal me nte con SIL maestro de 34: ¿no es cier to que en esta sit uación insi stiríamos con mucha mayor a~nbig¡¡eda~1 en la culpa y responsabilidad del hom bre? Este arg ume nto es coserosc errone o.: no solo por la nns ma razón que conviene en errónea 1;1 nrg.um entaclOn d,e quien es se,oponen a la acción afirma tiva (el apoyo a las minona s desfavorecIdas), sost eniendo que se trata de un racismo invertido (el hecho

70. Una comparación deta llalla del caso de Mar}' Kay con el de la Lolita de Nabokov (si se me permite que com pare un episodio de la vida rea l con otro de ficción) nos ayuda de inmedialO a puntu alizar esta diferencia: en l-llliftl (un relato (Iue en nuestros tiempos politicarnente rorrectos resulta aún más inaceptable que cuando fue publicado por primera vez: recordemos 1m problemas lJuc tuvo la distribución en los F.sta(I,x<; Unidos (le su última versión cine marográ fica), H um bcrt H umbcrt ve en Lolita :1 una "nínfula", una niña de ent re 9 y 14 años que es potmcia ímmte una mujer. El atractivo (le I:i nínfula reside en la indefinición de sus for mas, rJ que p3fcce mucho más un muchachit o quc una mujer madur a. "'lary Kay, una mujer, trató a su joven amante corno a un compañer o maduro , pcro Lolit a solo es para H umbc rr H umbe rt uun fan tasía mastur batnria, el producto de la imaginación solipsista de él; el propio personaje dice en la novela: "Yo no la po seía locamente a ella, sino a mi propia cre ación, a otra Lolit a de fantasía.., " En consecuencia, Sil relación era explota,lora y desgarrador a, cruel con ambas partes (ella er a una niña cruel con él; él la reducía ala condición de objeto ahusado de 51\ imaginación solipsista masrurbatoria), en contraste CUII la pJsión sincera entre Mary K.ay y 5\1 joven amante,

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r,


¿AJ611/1t VII Et.lipo? halas, baila y r íe loca mente, cuando cs rd excita do t U V .;1 sus ojos y su I c n ~lI;lllIll)' lejos de su cabeza): en síntesis, se convierte en un "muert o no mue rt o", entra e n el dominio fanrasrnético espectr al de la pe rversión irr estric ta, de [a "vidil ete rn a" en la cual no hay mu ert e (n i sexo), y la plasticidad de la superficie co rporal no está limi tada por las leyes físicas (los rostros pued en exte nde rse indefir udamcnte; puedo expulsar de mi cuerpo las halas que me dispara ron; después de caer de un ed ificio airo, y qu edar tendido sobre el pavi mento , simplemente reú no mis partes y salgo camina ndo ...). Ese un iverso es int rfnsecamenre compulsivo: hasta mira rlo para caer bajo su hechizo . Recordemos la qu e tal vez sea la escena prin cipal de la película, en la cua! el héroe, llevand o su máscara verde , qued a acorralado por una gran fuerza policial (doce nas de autom óviles, heli cóp teros): para salir de ese atolladero to ma la luz de re flecto r concentra da en él como si proviniere de las ca nd ilejas de un esce nario , y comienza a canta r y bailar una loca ve rsión m usical hol lywoodense de una seducto ra m úsica lat ina; los policías no pueden resistirse, y también comicn zan a moverse y canta r co mo si fo rm aran parte de la co reografla de un núme ro mus ical: por el rostro de una joven m ujer po licía, que lucha visiblem ente para no ceder al poder de la máscara, ruedan lágrimas, pero de todos mod os sucum be y se suma al héro e en un núm ero popu lar de canción y baile ... En este caso es cr ucial la es tupidez intrínseca de esa compulsión: re present a el modo en que cada uno de noso tros queda atra pado por el hech iro in explicable de ese goce idiota, como cuando no pod emos resistirnos a silbar algu na melodía po pul ar vulgar que nos obs es iona. Esa compulsi ón es verdadera mente ex- tima: es impue sta desde afuera, pero realiza nue stro s caprichos más ín timos (en un momento desesperado, el pro pio protagon ista dice: "Cuando lile pongo la máscara, pierdo el control; puedo hacer todo lo que quiera"). De modo que la po sibilidad de "tener el control de sí m is ll~o " no se basa sencillamente e n la ause ncia de ob stáculos a la realizaci ón de las pro pias in tenciones: yo solo pu edo ejerce r un cont rol so bre mí si algú n obs tácu lo fund amental me im posibilita "hace r tod o lo que qu iera "; en cuanto este obstác ulo desaparece, quedo atrap ado en ti ll a compul sión demon íaca, en el capricho de "algo que hay en mí que es más qu e yo mismo". C uando la mdsrara (el obj eto m uer to) adquie re vida al tomar posesión de nosotros, adquie re el poder de un "m uerto vivo", (le un monstruoso I lII t 0 1ll11ton que se nos im pone: la lección que hay que extraer de esto, ¿no es q ue nuestr a fantasía fundame ntal, el núcleo de nu estro ser, es en sí mismo una cosa mo nstruosa, un a máquina de gOCC?71

7 1. D uo ra.~go sutil (le la película cons iste en (1 m:, en el .k'Scn!ace, evita el cliché so hre " la peNu na real que hay det rás de la másc:l ra~: aunqu e al final el protagon ista d",'\'ue!ve la másc:lra

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Por otro lado, con tra este mandato superyoico estú pido d~ go~r qu e ca~a vez m és domina y regula el universo perverso de nuestra expe rtencra en el C3¡llralismo ta rdío, la pulsibn de muerte constituye ,e! gesto opuc~~o, el esfuerzo desesperado tendie nte a hui r de las gar r as de la vida eterna del .~ Ile~to no ~mler­ ro", del horr ihle destino de quedar atrapado en el círc ulo ,repetitivo IIlterml~able del goce . La pulsión de muerte no se relaciona con la finitud de n ues tra eXls te~­ cia tem poral conting ente, sino que d esigna .el e,sfue rzo ,po r salv~rn?s de la d~­ mcnsi ón que la metafísica tradicional denomina mmortnlulod: la Vida mdes~etl­ ble que subsiste más allá de la muerte. La línea q~~ sepan es~s dos modahdades de la pu lsión de muerte es a menudo t.enue, casi lIn perccptl~le.: se,pa.ra, nues~r~ entrega a la compulsión ciega de repetir placer es cada vez mas mtellSo: (t al co 1110 la eje mplifica e! ado lescente atornillado fr.en,te a la pantalla por un Juego ~Ie video) respecto de la experi encia to talmente distin ta de "atravesa~. e! fantasm~ , De modo que no solo moramos entre dos m uertes, con~o dIJO Lacan, smo qu e nuestra elecci ón fundamental debe opta r entre dos p~lslOnes (~e .muert e: el único mo do de salvarnos de la pulsión de mue rte superyorca y estú pida del go-

al mar, solo puede hacerlo porque ha inco rpor ado en su eon~ucta real ,~le~lentos de lo que haci.a cuando estaba bajo el hec hizo, En CSlO cons iste nues~a m.a~ura~lOn : ~~ en de'iCa rt~r ~Ilcilbm em c las m;ÍSI.'2r:ls, sino en aceptar " a ojos cernJos su efici encia slmho!Lca;,en un .tn bunal, l."IIando el juez se pone su máscara (sus insignias oficiales), lo rr.a~amos. com ~ SI estuviera S~n ~~oorgo, hajo el hechizo de la institución simbó lic.a <le la ley, q ue habla a travc~.de ser ía erróneo extr aer lu con clusión de que la m áscara es solo una vcrs ton lilas pflllll tlVa de la ~ fi cicll d a cimhólic u, del po der qu e tiene sobr e nosotros la auto rid ad s it~lbó l ic a : resulta escncial mantene r una distinción entr e la autori d:ld simbólica propiamen te dicha, que opera eu un ni\'cl estricUnle me metafórico , y la [iterali(lad rotémica obscen a de la tn;Íscar~. No sorprende que el pm u gon ista, mientras lleva la m áscara, asu ma a lll: nudo un rostr? am mal; en el e~p.a­ cio fan tasm;Írie-o de los dibujos animados , los ammales ( 10 m, j erry , etcétera) son perClhl(los precisamente co rno seres humanos que nevan máscaras animales y/o ropa (jle,nscm~ en la es('CIU Frecuente en 'lue a un an imal se le nn nca la piel, y lo qu e aparece debajo es pIel humana

el:..

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cum lÍn).

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Para par;\lrasear a Lévi-Slr:lllss , lo que 1.t1 máscara nos pres enta es un caso { e , totenusnm actual", (le la eficacia fantasmática de la máscara animal nné mica ~~e no es opt'ra~l\'a ~n c1 "''Spació social público tic hoy en día: cuando el h~~ enf~n.t.a al psl(,ol ogo que ~scnbe h? ro.'i d~ éxito sobre máscaras, ole profesional 1.. lranqulhu expllcandole que todos lIe\:l~os m ascaras, pero so lo se re fiere al senti do mel.a fórico <Id térm ino ; en un a de las escenas ~C1;l lcs de la pclicula, el prota gonista tra ta de convencer al psicúlogo de que en su caso la masc~n t~ rta~nmlfr un o b jeto mágico; sin embargo , cuando se POllC la máscara, solo subs iste un,a pIeza manll~lmla de mad era tallada; el efecto mágico no se produce , de mudo que el per~onaJ ~ se ve reduc'.l\n il imitar, de modo ridículo, los gestos salvajes que es C3 p;l1. de realizar con gracl~ cu~ndo estil ba-

jo el hcch i7.o.. .

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SII/Vlv'JaCA-

¿Adónde 'Va IMipo?

ce consiste en abrazar la pulsion de m uert e en su dimensión destructiva de arravesamiento del fantasm a. Solo es posible derro tar la p ulsión de muerte con Jo¡ pr opia pu lsi ón de muert e: un a vez má s, la elección fundamental escoge ent re lo m alo y lo peor, Lo mismo vale r esp ecto de la po sición ética propiamen te frendiana. El mand ato superyoíc o de "¡Goza!" se basa en últim a instancia en algu na figura del amo tota lit ario . Du daifst!, "Tú pued es", el logo de una m arca alem ana de productos cárnc os exen tos de grasa, proporciona la fórmula más suci nta del modo en que opera el am o to talita rio . Es decir que debemo s rechazar la explicación co nvenci on al qu e ve en los nu evos fun dam cntalism os actuales una reacc ión fr ent e a la angust ia suscitada por la libertad excesiva de nuestra sociedad liber al "permisiva " del capitalismo tardío, una reacció n qu e nos ofrece un ancla firme con algu nas prohi biciones fu ert es. Este cliché de los ind ividuos qu e "huyen de la libe rtad" ha cia el ciclo to talit ario del orden ce rrado es pro fundamente engañoso. T am bién debemos rechazar la tes is convencional frc udomarxista seg ún la cual el fun dam ento libidi nal del sujeto totalitari o (fascista) es la estructura denom ina da "p erson alidad autoritaria ": el in dividuo que encuentra satisfacción en obedecer compulsívamente a la au torid ad, reprimiend o sus imp ulsos sexuales esp on táne os, que teme la ins egur idad y la res ponsabilidad , etcétera . En este punto es crucial el pasaje desde el amo autorit ario tra dic ional al am o totalitari o: au nque en la super ficie el amo t otalitario también imp on e órd enes sever as que no s obligan a renunciar a los placeres y a sacrificarnos por algú n deber superior, su mandato real, discernible entre lín eas en sus pala bras explícitas, es exactamente opuesto: llama a la tra nscresián to talm ente libr e e irrcst ricta. Lejos de impon ern os un co njunto sólido de no rma s qu e haya que obedecer in cond icionalmente, el amo totalitario es la agenci a qu e suspende el castigo (mo ral), de mo do que su ma ndato sec re to es ¡tú puedes.': las prohibiciones que parecen regular la vida social y aseh'Urar un mínimo de decencia carecen en última instancia de valor, son solo un artificio para mantener a raya a la gen te común , pero a ti te está permitido matar, violar y saqllear al ene m igo , dejart e ir y goza r en exceso, violar las proh ibi ciones morales corri entes... siempre y cuando m e sigas a mí. D e modo que la obedie ncia al amo es el op erador que nos permite rechazar o tra nsgredir las reglas mo rales cotidian as: todas las cosas o bscenas y su cias con las cuales sueñas, to do aquello a lo cual has re nu nci ado al subordinarte a la ley simbólica patriarcal tradicional, te está ahora permi tid o sin ningú n castigo, del m ismo modo que, sin ni ngú n ri esgo pa ra tu salud, pued es comer la carne alemana exenta de grasa ... Pero es allí dond e enco ntram os la última tr am pa fatal q ue hay que evita r. Lo que la ética psicoanalítica le opone a este "Tú pu edes" tot alita rio no es algún básico "No debe s", alguna prohibición o limitació n fundamental qu e haya que

respetar incond icionalmente (respeta la auto nom ía y dignidad de tu prójimo, no te entrometas violentamen te en su espacio fantas má tic o íntimo) . La pos ición ética d e (autojlimítación , de "No violar los lími tes" en todas sus versi ones, incl uso su reciente giro ecológico-hu ma nista (n o h agas inge niería ge nética ni clo naciones, no alteres de ma siado los procesos natural es, no intentes vio lar las sagradas regla s democráticas, arriesgánd ote a provocar un t rastorno soci al vio lento; res peta las costumbres de las o tra s comunidades étn icas) es en últi ma instancia incom patible co n cI psicoanálisis. H ay qu e recha zar el juego ha bitu al Iiberal-conservador de luch a contra el totalitarismo so bre la base de algún conjunto firme de no rmas éticas, cuyo abandono llevarí a supuestamente a la catás tro fe: no, el Holocausto y el Gula g no existieron po rque las personas hayan olvidado las reglas básicas de la dece nc ia humana y "liberado la bestia que había en ellas", da ndo rienda suelta a la realización sin coaccion es de sus imp ulsos asesin os. De modo q ue (una vez m ás, y por últ ima vez) ten em os que opta r entre lo m alo y lo peo r; lo q ue la ética freudian a opone a la " mala " vers ión supc ryoica del "Tú pue des" es otro "Tú puedes" más radica l, un Scilicet ("T e está per mitido .. .", título del anuario editado por Lac an a princip ios de la d écada de 1970) , no sosteni do por una figura del am o . La máx im a lacani ana de "no cedas en tu deseo" concuerda plena mente con la para doja pragmá tica que te o rdena ser libr e: te exhorta a que te atrevas.

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Indice analítico

Adorn o, T heodor: Dialat ica de lo Ilustración (con H orkheim er), 18, 58, 383-384 Di(tlicticl1 negativa, 100 esfera de la Kutruri ndus nie, 358 Filosofía de la nuevo música, 266 ruptura con Haberm as, 368 violí n versus piano, 11 5 ~ 11 6 A lerto en el RÍ11 (Wntcb on tbe Rhhu ) (filme), 242 Ahhusser, Louis, 11, 158 infl uencia sobre otros, 137-138,

2l 1-J21 interpe lación ideol ógica, 141 , 156, 275 -27 6, 277 sobr ede terminación , 116 A mígono (Sófocles), 264 Arend t, H annah, 191 Aristótel es: De Animo, 34 Phrónrsis, 353-354 Assoun, Paul-Laurent, 344 Badintcr, Robe n , 145 Badicu, Alaln . amo- histérica-un iversidad, 179- 180

comunita rio ant icomunitario, 184 cristianismo y psicoaná lisis, 157163 diferenc ias con Lacan, 1 6 5 ~1 66, 171-1 79 el se r y el aco ntecimiento-verdad , 138- 145, 258 ¿es b brecha el sujeto?, 171-1 73 Estados U nidos y el Imperio Roman o, 229 fidel idad al acont ecimiento-verdad, u , 178, 18 1 ideología y acontecimiento-verdad, 1 5 2 ~ 1 5 6 ind ecidihilidad del aco nteciuucnto-verdad, 1 46 ~ 152 influencia de A hhusser, 138 más allá del bien, 175- 176 retorno a la susta ncia, 227 San P ablo y el psicoanálisis, 1 5 7 ~ 159 subjetividad, 196- 198 transfo rma ción del aconteci mienro- ve rda d en universal, 170 Balibar, Étienne, 11, 2 18 civilidad, 186


ÍlIJice analítica égali/;ertl, 11, 202, 225, 23 1, 253 habc rmasiano an tiha ber masiano, 184- 185 t res niveles de uni versalidad, 23 1 violencia excesiva, 2 I S-220 y Althu sscr, 137 Baj of uego (Under Fire) (filme), 242 Balibar, Énc nne, 11, ll 8 Bartók, Béla, 115 Bcck, Ulri ch, 12, 358-359, 360 Becthoven, Lud wig van, I 15

Benjemin, \ Vaher: la m irada revo lucio nari a, 101 la revoluc ión como repetición, 29 "T esis so bre la filosofí a de la historia ", 148 Blair , T ony, 2 15 Blixen, Ka ren , 308 Bosco,) erónimo del, 46, 6 1, 64 Bossuet.jacqu es Bénign c, 133 Bo urdieu , Picrre, 379 Brehms. johan nes, 115 Brazil (filme), 168 Brecb r, Bertclr, 235 Brown, \ Vendy: S1OIesofll1)lIry, 81 Bruno, Ciordano, 403 Buch anan, Pat rick, 228, 234, 240 , 379,409 Bud er ,)udith, I I - 12 apegos apa sionados, 282 -287, 302 30.l, 309- 3 l O di fer encia sexual, 292-294 el mecanismo de la melancolra y la homosexualid ad, 28 7-290, 299 H egel y Foucuuh, 270 lucha de los homosexuales, 245 resistenci a, 278 -2 82 so bre 1.} decisión , 28 subj etivida d y sexuali da d, 274-276 424

Ca/;rlrt:t (filme), 139 Cancíen de Celotino, { ,jI ( Rcdfl cld), 4 12-413 Capital, El (Marx): nega ción de la negación, 82 Carpemer, )oh n: i Viven! (Tbry Live), 66 Cartero, E/ (film e), 347 Carretera perdido (LoSl lfiglnvoy) (filme), 322- 323 Cassirer, E rn sr, 37 Ca sro riadis , Cornelius: Kan t, I feidegger y el abism o de la imaginación , 34- 35 Claudel , Paul, H O FJ r~hi1l , 415 Clinton, HiII, 2 15, H9 como Satán, 408 Ca/dnm and Cnulty (Del euze), 390-39 1 Collin s, h'l icha el. 335 Critico de lo rozón práctica (Kant) , 35, 58 Critico de In rozón Pllr¡¡ (Kan t), 42 pot en cial antirnetafisico , 58- 62 Critica deljuicio (Kant), 52 esq uema tiza la razón, 74 Cundemosfilosáfiros (Len in), 160 Da ly, Ol yn :

"ldeolog'Y and íts Paradoxes", 390 De Animo (Aristó te les), 34 De G aulle, Ch arles, 246-24 7 D e M an , Paul. el materialismo de Kan t, 77 D c Vale ra, Ea mo n, 335-337 Del espíritu (Derrida), 17 D eleu ze, G illes, 82, 2M

Co/dness and Croelty,390-392 desterrito rialización, 227 masoquismo, 300- 30 1

Deng Xia oping, 2 15

Derecho a In holgalJUI, El (Lafarguc), 269 D errid a, j acques, 17 1 conc epció n del regalo, 70 Del espiriW: Heidegger y lo pregunta,

17 el repliegue en sí m ismo de D esca rtes,45 el sacri ficio d e Abraham, 340 ontología VtrSJlS lógica de la espcctralidad,25 8-259 sobre H eidegger, 17- 18 D escartes, René: el es pectro del sujeto ca rtesiano, 9-10 repliegu e en sí mi smo, 45

Respuesta a Ins seisobj eciones, 130 univers alidad d el rogito, 113 vol un tari smo, 338-33 9 Dia/ictha de la Ilustración (Ado rno y Horkheim er), 18, 58, 383 -38 4 DioJictho negativa (Ado rno), 100 Di ana, Princesa de Ga les, 348 D iógenes el cínico , 344 D osto ievsky, Feodor, 16 2 Doyle, Arthur Conan, 69 Duna (Dune) (filme), 70 , 86- 8 7,3 22 D uns Sco tn ,)uan, 338

Durmiendo ron el t111!11figo (Sk eping -mitb the Encmy) (filme), 125- 126 E asrwood, Clint, 284 E ísens rein, Scrgei, 44 El cartero (Ji Postillo) (filme), 347 El 18 de bruntaria (Ma rx): creación de hi sto ria, 99 Eraserhead (film e), 65 Esfera (Sphere) (film e), 323·325

Faraón (film e), 285

Peno1fltllOlogío del Espíritu (Hegel), 4 142, 85-86, 94-96 apego obs tinado, 1 t 7 ente ndim iento, 108 metáfor a fálica, 103-104 totalita rismo, 208 Fich te,)o ha nn G o ttli eh: subje tívidadótesres; 56-57 Fields, W . C., 84 FilosofíJl de In nuevl1 m úsica (Ado rno),

266 Fosse , Bob:

Cabaret, 150 Foucault, Mi chel: estrategi as sin sujeto, 362 l listaria de J¡¡ íocura, 274 Historia de la sexualidad, 268-270 poten cial de las perversion es, 263 procedimiento disciplinario, 398 pu nt o de refer enc ia, 186 res iste ncia al pod er , 280 sexualidad y pod er , 267-27 1 uso de los placeres, 392-3 93 Vigilnr y cast ígar. 268 Frank, Ana, 343 Freud, Sigmund: análisis de Sch reber, 46 asesinato del pad re prim ordial, 384 co mplejo de Edi po, 331 - 337 cuentos de "los tres deseos", 326 desamparo de l ni ño, 3 10-3 11 des t ino/pu lsión, 327 du ele y melancolía , 287, 288 El yoye/ e/lo, 310 hi steria, 265 inconsciente, 263 -264 lvluiJés y la religiólI monoteísta, 176 , 336, JJ7 o rrc dad mo nstruosa, 65 425


Índice¡/l/dÍ/ieo pe nsamiento on írico y deseos inconscientes, 199 pri me ra y segunda natu rale za 9 192 ' princi pio de placer, 392-393 pulsió n de muerte, +7, 78, 177, 316 realidad psíquica, 292-293 scxualizació n, 302-303 TótemY tabú, 176, 333-337 From Attantís ro tbe Sphúu: (\ Vilson ) 79-80 ' Oa res, HiII , 380 icon o del Pequeño Herman c/Genio M align o, 369- 371 Gmeologío de la moml, Lo (Nietzsche) 121- 122 ' Giddcns, An thony, 12, 338 G illiam, T e rr y:

I1razil, 168 O oc bbcls, J oscph, 225 Goldwyn, Samuel, 124 Gorbechev, .\1ijail. 149 Gra}',John : Los homb17s son de ,Hon~, los 1IIf1j eres de Venus, 290-19 1 G rceue , G raham: G1I/ag ($olz he nitsyn), 249 -250 Tbe Pottil1g Shed, 154 Gyml1osio/redm (H egel), 118 lJ ahc rmas,Jürgen, 9 1, 183, 18+· 185 la subjetividad de J Ieidcgger, 18-19 ru ptura con Ado rno y HorkhclIO cr, 369 Halcón maltés, El (Ha mmen), 223 H amme rt, Dashiell . El b,dcóll maltis (Tbe Matta e Fatcon)(filme), 223- 224

426

I lavel, Vád ;¡v, 113 H egel, G eorg w, r.: acep ta el aCOSIl\OSde Kant, 73 Amo y E.sclavo , 274-275 apego obs tinado, 117- 112 critica del M ás Allá de Kant, 9+-9 7 el Yo como sustancia, 251-15 2 epistemología t 't1 "St15 ontología , 68 expres ión sim bólica, 398 familia, 365 Frn(11llf?1lOlogía JeI Espírim 41-42 85-86,94-97 , 103- 105,' 108 ' Gymllnsia/reden, 118 ide ntificación secundaria, 10 1- 102 inclusión de la forma en el contenido , 117 la libertad concebida como necesidad, 53 Lecciones sobre la fi losofía de bistor ín del mundo, 48 Lecciones sobre In fi losojlo de ta retigiti", 119-120 lógica cuádruple, 89- 91

Lógicn, 109 mal, 108 metáfora fálica, 103 negación de la negació n, 8 1-86 negación dete rmi nada, 190 noche del mundo, 10, -J0-4 I, ++. 45-47, 67-6H ocho plane tas, 3++ po de r }' resistencia, 272 po lítica, 254, 15 9 recomendado por Lcn in. 1fiO relacione s en tre la l ógica r la metafísica, 92-97 rostro de lo supr ascnsible, 2 13 secretos de los egipcios, ~W 5 sexua lidad, 93-94, 17 0 subjetivid ad, 87-88, 117

Historia y conciencia de clase (Lu kács), 148 Hitchcock, Al fred: Psicosis, 324 Vinigo, 307-308 i l id er, AJolf, 40 8-409 H obbcs , Thomas, 118 H offrnan, Eva, 36 1 lIoffmann, E. T. A., 63 Hombre tl4a"'~, El tTb« Fiepba11t Ml1n) (filme),69-70 H orkheime r, i\ laX: co nsecuencias de la est ru ctu ra de I.l familia, 365 Dirtlictica de In llustmci ín (con T iempo, 32-35 Adorno) , 18, 58,383-384 compromiso con el fascismo, 19, esfera de la Kulturíndustrie, 382 20-3 1 ruptura con H abermas, 369 continge ncia de la exper iencia del H 6s1 c, vínorio, 92, 97 mundo, 78 H usserl, Ed mund: decisión y elección , 25 , 17 -30 cr ítica de El Ser y et T iempo, 76-77 E/ S" y e/ Tiempo, 19, 24-25 Introducción ti la metfifísüa, 1 1, 60 Kant y el problt1Jtl1 (le 111 metafísica, "Ideology and its Paradoxes" (D aly), 390 32_38,40,42,57-58 lnrrodlución 11 la metoftsicll (Heideglo monstruoso, 57-62 ger), 21, 6Q.-6 1 relación con el pensamiento pos moderno, 17- 19 J ameso n, Fredric, 153, 183, 199 ser para la m uer te, 177 verdader os izqu ierd istas, 29 subje tividad, 9, 10- 11, 7+-75 J esucristo: totalitarismo y sub jetividad, 18- 19 como aconrecimienro-verdad, 14 1, H ellm an, Lillian, 24 2 153, 157-1 58 H enri ch, Die te r, 19 conce pció n de la grada en M aleH ermanos C ohcn, 125 branche, 130-1 33 Simplemente sangre (B/ootf Simple) modernas, 351-352 interpretacioncs (film e),1 25 j ordan . Neil: Historia de la sexnulidad (Foucault) , El j uego de las lágrimas (Ib e Crying 268 -271 Game) (filme), 289· 290 Historia de la locura (FOUC3Ult), 274 j ung, Colrl G ., 28B, 190 Historia inmortal (T be bnmortal Story) (filme), 308- 309

sustancia y sujeto, 85·86, 88, 97- 10 1 Sysmn der Sittlichkeit, 106-107 tot-.tlitarisffio, 208 unive rsalidad abstracta, 131 uni"'e rsalid ad conc re ta, 102-104, 111-11 7, 2 19 univer salidad en devenir, 101-108 velo sobre el mu ndo interno, 326 Hegemonía y rnrau gia socialista (Laclau y " 10uffe), 138 I Ieidegger, M artín : aná lisis del esquema tismo, 74-75 analítica del Dasein, 65 carácter inconcluso de El Ser y el

427


Índice analítico Kafk a, Franz:

El proceso, 88 " El silenc io de las sirenas", 329- 330 Kaganovich, L azar Moiseyevich , 210 Kant y elproblema de la metafísica (Heidegg er), 32- 38, 42-43, 58 Kant, Immanuel. anticosmos, 58- 62, 72- 78, 171 autoconciencia, 328- 329 concep ción de la ima ginación, 38 concep ción metafísica del mundo, 77-78 crí tica d e I legcl a u n Más Allá, 9497

Critica de la razónpráctica, 35 Crítica de la razón pura, 42 Crítica deljuicio, 52 elogi os a la segun da Ilu st r ación, 384 esque ma tismo trascenden tal, 188 esqucmat izacid n de la r azón , 74 fantasía fundam ental, 72- 78 Hei degger y el abismo de la imagi nació n, 32 -38 incl usión de la forma en el contenido, 126- 12 7 la Revo lución Fra nces a, 150 - 151 ley moral, 5 1-53, 55, 58, 300, 39 139 3 lo noumcnal y lo fenomé nico, 2 14-2 15 lo Real, 295 los ideales polít icos futu ros , 259 lucha de actos ético s, 4 02-403 mal, 10 m ate ria lismo e idealismo, 49 - 50 metafísica no tr adicional, 177 natu raleza y cultur a, 47 -48 prin cipio trascen dental de la publicidad,2 55-2 56

428

subjetiv idad,5 5- 57 univers alid ad ab stracta, 102 violencia de la imagina ció n, 53-54 y Badíou, 180-181 Kennedy, ] oh n F., 250 Kierkegaard, Soren , 129 , 153 cristianismo y modern id ad , 229 23 0 dos faceta s del deb er, 34 1 vértigo ante la mu ert e, 314 - 316 King ]r, Martin Lu th er , 22 0 Ki pling, Ru dyar d, 256

Kris, Ernsr, 122- 123 Lacan, j acqu cs. acontec imie nro-verdo.], 176-177 actos au ténticos, 402 aims y KMls de las p ulsioncs , 92 alien ación e ident ida d, 400-4 02 alterid ad monstruosa, 65 castrac ió n simbó lica, 34 2 complejo de Edípo, 3 10-3 11, 33 1333 deseo y fantasma, 317-322 d iferencias co n Badiou , 11, 172179 d istorsión ana mó rfi ca y realidad,

88 el falo, 396, 411 el habla, 338 el mal, 4 10 el O tro, 98 , 309 , 314, 35 0 en tre dos m ue rtes 157, 164- 16 8 fantasma fundam en tal e identificació n sim bólica, 282 - 28 7 fantasma y re alidad, 63 formas de p ractica sexual, 265 goce exccd en re, 119, 120 in terpelación / subjetivizaci ón , 27 5277

legibilid ad , 192 "La dér ision de la sph ere'', 32 5lógica de la eq uivalencia, 19 1 32 6 negación d et erminada he gelia na , la difer en cia sexua l, 291~ 298 190 la res istencia y la críti ca de Butlcr , Politica e ideologla en la teoría mar279-28 2 xíste, 138 Lam inilla , 166 -167, 177, 294-295 sub jetivid ad , 19 6- 19 8 ley pa terna , 394 lo Rea l, 180- l HI , 296 Lafargue, Paul: ló gica del sign ifican te , 9 1 El de recho a la holganza, 269 los c uatro discursos, 404 La ng, Fritz: magnitud negativa , 12 1- 122 M etrópolis, 37 1 masoquismo, 301 -3 02 Lap1aneh e, l ean, 302 - 303, 304 - 305, matriz de lo s cua tro discursos, 208 309 mu ndo vital d el sujeto, 75 L asch , Ch risto pber, 240 no h ay rela ci ón sexua l, 305-3 06 L e Pen, j ean-M arie, 2 28 , 234, 379, no rmalidad como psicosis, 46 4 09 perversión uerstts hister ia, 26 3- 234 Lead er, Da r ían, 123, 235, 394 pro xim idad del objeto causa de deLecciones sobre la fil osofía de ta historia se o, 389 del mundo (Hegel), 48 pulsión de mu erte, 64-65, 173Lefort, Claude , 20 8 115,313, 314-115 , 4 19 -42 0 l . .enin , Vladirnir Il ych : pulsiones , 174- 175, 304 , 309, 312acep ta las consecu encias, 256 313, 314, 328, 4 19-420 materialismo e idealismo, 50 renacimien to , 23 0 recom ien da a H egel, 160 San Pab lo , 160-161 , 164-166 Le toum eau, M ary Ka y, 409 , 4 10, se subleva contra la filo sofía, 2664 13-4 16 267 L evínson, Barry: significan te amo, 128, 166 , 17 3 Esfera (Spbere) , 324-325 sueño de mariposa, 350 Lewinsky, .r. . Ionica, 349 sujeto y su bjetivización, 17 3- 174 Abrahem, 69 Lincoln, uso de H eidegger, 19 Línea de conducta, La (Breche), 406 -408 y H egel, 85-86 Llosa, Mario Varg as: Laclau , E rn esto , 114, 171, 18 5- 186 booligans, 22 2 br ech a entre el u niver sal y lo par Lógica (H egel) , 109 ticular, I 92 -1 Y3 lógica cu ádruple, 8Y-92 de m oc racia rad ical, 186 Los bcmhrcsson de Ma rte, las mujeresde diferencia sexual, 290 Venus (Gray), 290 H egemrmla y estrategia socialista Lucha de clases en Francia, La (Ma rx), (con M ouffe), 138 236 influencia de Althusser, 138 4 29


Slilvoj lJtrl' Luini, Bemardino:

Lo /lIchll dt e/'Isn 01 Frtl l1á n, 236 SIl/umi recibe la cabeza de San } lIIm me tapo lítica, 205, 20to! e/ Bautista, 330 negaci ón de la nega ci ón, 82 Lu kács, G eo rg: proletariado y clase obre ra, 148 Historiay conciencia de clase, 148 reem plaza al mer cado , 360 Lut ero, Mart in, 169 relato religioso, 59 L ync h, D avid, 68 unive rsa lidad abs tracta masculina Cerretem perdida (Lost H ighway ) 113-11 4 ' (filme), 322-323 un iversalismo, 246, 247 Duna (Dime) (film e), 70, 86-87 Y los sociólogos, 29 7 ~2 98 El hombre e/efome (Tbe E/ephllnt A1 ásmra, L1 (Tbe Mask) (fil me), 4 17-4 18 Man) (filme ), 69 Mal/ser (Müller), 406 -408 Eraserbead (filme), 65 McC arthy, joscph, 343 fenómenos preonrológicos y reali M ead, M arga rcr, 81, 268 {lad ,69- 70 M rtrópo/is (filme), 406-4 08 T m n Peaks, 70 Miller, .lacq ues-Al aín Lyota rd , J ea n-Fra n~i s, 183-1 84, 185 di fer en cia sexual, 316-317 .\ I ilosevic. Slo bodan, 360 , 39 7 Malebranche, ;:\,icolas, m . 153 , 34 5 Aloisis y /11 rt/igirfn monoteísta (Fre ud), la g racia, 130- 133 176, )) 6-))7 Atalin owski, Hronislaw, 8 1, 268 M o!orov, Vyache slav M ijailovich, 2 lO Al30 Zcdo ng, 2 38 M oore, }uli e,414 M arx, G roucho , 342-34 3 Marx, Karl : Morre ll, Lady Ottolinc, 66 ,\1o uffe, C hanral. abstracció n id eológica, 29 5-29 6 capita l como vampiro, 382 Htgt7110nla y estrategia socialista co ntradicció n viva del prol etari a(co n Laclau), 138 <10 , 244-24 5 " Iozart . \ \'o lfga ng Am adeus, 115 M üller, l lcinc r: de la teoría a la revol ució n, 187 descartado por Russell, 153 iHallser, 406 -4 07 El / 8 de hruuiaria y la creación de la histo ria, 199 N ietzsche, Fricdr ir h el fascismo co mo resultado del cacr itica a W agner, 19 pitalismo, 20-2 1 Lo gnlta/()gio dr /n mora/, 121_122 el o bre ro co mo me rcancía, 170 lectura tradic io nal, modern a y eq uivalencia, 25 1 posmodema. 183 fet ichizaci ón, 372 voluntad, 12J H egel co mo lectura esencia l, 160 Y San Pab lo, 162 la excepción como regla, 116 Oro del Rin, El (wagncr), 37 1 la explotación y los derechos hu manos, 193-194 Píccone, Paul, 240

430

ílldice Ilnalíliro Pippin, Robcr t, 311

P/onrtn ok ';doJo, El (The Farbiddm Píenet) (filme), 324 Platón Bien Sup remo, 60-61 Id eas ete rn as, 37 Timeo, 67 Peder A bro/tito (Absolult Power) (filme),

Rogozinski, j aco b, 48-49, 52, 54 . 60 más allá del abismo, 66·67 Russell, Bertra nd , 153 declaración a Lady O ttoline, 66-

67 Russell, Charles: Lo máscara (T he Mnsk) (filme ), 4 17-41 8

348

Poe , Edgar Allan, 167 Política e it/e%gla en /0 tema marxista (Laclau), 138 Popper, Kar l, 112 Proceso. El (Ka ika), 88 Raneiere,jacq ues, 11, 171 br ech a en tre democ racia y explotación eco nó mica, 2 11 estruct ura policial, 250 , 253 , 256 ,

258 lyo card ieno y an til yorcrdiano, 185 m ésentenrc, 25 4·2 55 pol ítica, 20 1-203, 225 pospoln ica, 2 18, 264 r eb elió n de las m asas prol et arias,

186 totalita rismo. 208-2 09 u ni versalidad. Rév y Althusse r, 137-1 38 Rather, Da n, 225 Rawls- jolm, 18 3 Red, Lo (ne Net) (filme), 390 Redfield. J ame s:

Lo cancidn de Celestino, 412-414

Sade, marqués {le, 143, 384, ..¡.o7 San Agustín, 4 11 San Pablo. 35 1 cr istianism o y psicoa milísis, 157-

163 universalismo, 246 verdad- aconteci miento, 153-1 54 vincu lo en tre ley y deseo, 164- 166 Schc lling, Frledrlch W . J. von, 31, 110, 137 existe ncia divina y fundame nto, 99 funda mento rlc la existencia, 67 noche del Yo , 45 vol unt ad pura, 338 Schrniu, Carl, 127- 130 Schoenber g, Amold, 266 Sch re ber, D aniel Paul, 130 Sc humann, Rcbert, 115 Caruaoal, 6 3 Schürman n, Rcin er , 17 Ser y el Tiempo, El (Heidegger) , 19, 31 ca rácter inco nclu so de, 32- 34 crítica de H usserl, 75-77 du alidad es, 24-27 "Si len cio de las sirenas, El" (Ka fka),

Regna ult, Francois, 266 Rebin , FJ (C laudc1), 4 15

329 Simplemente sangre (B/om/ Simple) (fil-

Respuesta a las seis objeciones (De scar tes) , 130 Reve, Karel van het, 112 Rlo sin plleme, El (Sumii), 204

m e), 125 Skinner, Q ucn ti n, 194-19 5 Sófocl es:

A ntlgonl1,28 1 43 1


Solaris (filme), 324, 325- 326 Solz henirsyn, Alexanden Trilogía d el Gulog, 249-250 SoploniUJ al vim to (BraSJtd Ojj) (filme), 326, 374-3 75 Sta lin, Joseph , 143 juicios-espectáculos, 34C represión , 248 totalitarismo,2 09-2 11 Sta/es of/njury (Wcndy Brown), H1 St ravinsky, Igor, 266 Sumii , Sue: El d o sin pllmte, 204 System der Sittlifhl.:á t (Hegel), 106107

T arkovsky, And rei: Solaris, 324 T aylor, C harl es, 98-100, 183 Terciopcío aZ1I1 (Bllu Vtlvet) (filme), 298 Teresa, M adre, 348 "Tesis sobre la filosofía de la historia" (Benja mín), 14H Tbe Potting Shed (G rec ne), 154 Timeo (Platón ), 67

432

¡TodQ Q III1IIII! (Tbt 1';,11 ,\1ollly ) (filme), 374- 375 Tótem y tnbú (Freud), 176 complejo de Ed ipo, 333- 337 Tioin Peaks (serie de televisión), 70 VÚligo (filme), 307- 308, 323 Vigilor y costigor (Foucaulr), 268 ¡Vivrn! (ThO' U ve) (filme) , 66 W agner, Rich ard, 19, 313-3 14 El oro del 371 \Velles,Orson: Historia inmortal {Tbe Inmortal Story) (filme), 308-309 \ Vilcox, Fred El púllleta olvidad() (The Fr¡rbiddm Plana), 324 W ilson , Colin: Prom A tlantis to tbe Spbinx , 79- 80 W in frey, O preh, 4 14, 416

Yanez (filme), 3lJ7 Yo amo a Lucy (tele visión), 87 Yo y el eJlo, El (Frcud), 310


E SP

20

A C

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O E L

S A B

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2 O

Peu Virilio

Un paisaje de acontecimientos

2 Jacques Derrida Resisten cias del psicoanálisis

3 Terry Eagleton Las ilusiones del posmodernismo

4 Simoo Crilchley y otros Desconstru cci ón 'i pragm ati smo

S cameme Millot Gide-Genet-Mishima 6 Fredric Jameson y Slavo] Zliek. (prólogo de Eduardo Grüner) Estudios cultura les. Reflexiones

sobre el mutticulturatismo 7 Nicolás Casulla Modernidad y cult ura critica

8 SlavoJ 'z iíek Porque no saben lo que hacen

9 Elisabeth Roudinesco y otros Pe nsar la locura la Valentin N. Voloshinov Freu dismo 11 corone Enaudeau La par adoja de la represen tación 12 Slavoj l iiek Mirando a l sesgo 13 Jacques Derrida La verda d e n pintura

14 Gregorio Kaminsky Escr itur.as interfe ridas

l S W. Rowe, A. l oo! y C. ceneoeo tcoros.í Jorge Luis Borges : Inte rvenciones sobre pen sam iento y lite rat ura 16 Rayrnond WiUiams (prólogo de Beatriz $arlo) El campo y la ciudad 17 Massimo Ceccw¡ El dios que baila 1M lite r erry y Alalll I{mlélul Heidogger y los moderno s ") MII:lil'l M;lflcsoli El insta nte ete rno ;JO Slólvnj l¡i l'k El espinoso sujeto

Un espectro ronda la academia occidental, el espectro del sujeto cartesiano. Desconstructivistas y habermasianos, cognitivistas y heideggerianos, feministas y oscurantistas de la New Age: tod os se unen en su hostilidad contra él. Este libro intenta socavar el presupuesto com ún de todas esas críticas, planteando un interrogante provocativo: ¿no es posible que haya en el sujeto cartesiano un núcleo subversivo que se deba desenterrar, un núc1eo capaz de proporcionar el punto de referencia filosófico indispensable para cualquier política de emancipación auténtica? En esta nueva y aguardada exposición sistemática de los tundamentas de su teoría, Slavo] Ziiek explora la cuestión a través de una confrontacíón detallada y rigurosa con algunas concepciones contemporáneas del sujeto: el intento de Heidegger de superar la subjetividad, las elaboraciones" postalthusserianas de la subjetividad política (Ernesto Laclau, Étienne Balibar, Jacques Ranciere y A1ain Badioul, el feminismo desconstructivista (Judith BulIer), y las teorias de la segunda modernidad y la sociedad del riesgo (Anthony Giddens y Ulrich Beck). Aunque su ton o es filosófico y está salpimentado con el característico ingenio de Ziiek, este libro es principalmente una intervención política comprometida, que aborda \a cuestión pere ntoria de la reformulación de un proyecto izquierdista en la época del ca pitalisrno global y su suplemento ideológico: el rnulticulturahsm o de las democracias liberales.

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