Lento proceso

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LENTO PROCESO JOSÉ LUIS CANCHO Literatur Solasaldiak Tertulias literarias Errenteria, 2014 / 05 / 06 http://liburutegiak.blog.euskadi.net/errenterialiburutegia/


JOSÉ LUIS CANCHO

Novelista y poeta nacido en Valladolid en 1952. Desde finales de la década de los setenta del siglo XX está

relacionado con el País Vasco, donde se dedicó durante un tiempo a la enseñanza, profesando como maestro en Hondarribia, Irun y

Errenteria. A mediados de la década de los ochenta dejó la enseñanza para dedicarse a la literatura. Reside en Donostia y con anterioridad ha vivido en Londres, Buenos Aires y París.

Ha sido cofundador y promotor de las revistas de literatura Caballo

Canalla a la Calle, editada en San Sebastián, entre 1979 y 1980, y Los Infolios (1981-83). Esta última revista se publicó indistintamente en


Hondarribia (Gipuzkoa) y Valladolid, en colaboración con poetas y

críticos como Miguel Casado y Olvido García-Valdés, entre otros. En ambas revistas se promovió con especial interés la poesía, aunque también se incorporó la narrativa, las artes plásticas o la fotografía.

http://www.euskomedia.org/aunamendi/32787

Obra - Por un sindicato estudiantil (escrito junto con Miguel Casado,), Akal, 1976 - El viajero junto al mar, Dossoles, 1999 - Grietas, DVD ediciones, 2001 - Indicios, DVD ediciones, 2004 - Lento proceso, Papeles mínimos, 2013


Qué es la literatura para José Luis Cancho (texto leído por el autor en la presentación del libro en el KM Kulturunea)

La literatura no tiene nada que ver con la honradez: hace

trampas y sólo existe haciendo trampas. En la literatura el engaño y la mistificación no solamente son inevitables sino que conforman las herramientas esenciales del escritor. En la literatura, las palabras

generan una transformación continua de lo real en irreal y de lo irreal en real.

La literatura es una experiencia turbia, donde se triunfa

fracasando, donde fracasar no significa nada, donde los mayores escrúpulos son sospechosos, donde la sinceridad pasa a ser comedia, y todo esto es lo que produce su valor.

Una novela es una urdimbre, un entretejido de texturas y de

tonos. Esto no significa afirmar que un personaje de ficción sea una mera creación verbal y no guarde relación con el mundo conocido. Se trata más bien de señalar que la función de un personaje en una

novela no debe juzgarse como juzgaríamos a una persona real. Una

novela es un conjunto de estrategias, está más cerca de un concepto de las matemáticas o de la física cuántica que de un concepto ético o sociológico.

La novela no es una fábula moral ni un relato bíblico. Aun así la

sombra de la moral pesa siempre de manera peligrosa sobre las obras de ficción. (El problema de la moral es que, al basarse en la


desconfianza del sujeto, carece de sentido del humor. La moral, como sabemos, equipara la solemnidad a la profundidad y la profundidad a la verdad; a quienes instintivamente sienten que ahí hay algo que no

cuadra no les queda otra opción que recurrir a la ironía.) En cualquier caso la novela tiene su moral propia, que es la ambigüedad y el equívoco. Tiene su realidad propia, que es el poder descubrir el

mundo en lo irreal y lo imaginario. Y tiene asimismo su verdad propia, que la obliga a no afirmar nada sin intentar corregirlo y a no lograr nada sin preparar su fracaso.

Dicho esto, no podemos dejar de exigirle a la literatura que sea

algo más que literatura: una experiencia vital, un instrumento de

exploración, un medio para el ser humano de experimentarse, de probarse, y en esa tentativa, de intentar superar sus límites, nuestros límites.


LENTO PROCESO http://www.diariovasco.com/v/20140225/alto-urola/unico-criterio-paraseleccion-20140225.html

En Lento proceso "el personaje y narrador es un escritor que se aleja de su mundo

habitual en busca de un lugar propicio para

escribir. Instalado en un hotel vacío, frente a una playa desierta, el esritor se dedicará a

recordar, contemplar y reflexionar", expilca el escritor.

En la novela "se mezclan el pasado y el presente, los lugares en los que el personaje vivió o pasó alguna

temporada y que fueron importantes para su posterior dedicación a la escritura, así como las mujeres que conoció y que han dejado una

huella en su vida. A las mujeres del pasado se suman los nuevos y extraños encuentros que le llevarán a redescubrir elementos marginados u olvidados de su personalidad", continúa.

"En Lento proceso incluyo el diario de su escritura, hasta el punto de

hacerlos coincidir. Por momentos uno puede dudar si está leyendo una novela o el relato de cómo se escribió. A medida que se avanza, el lector descubrirá la identidad: son una misma cosa"


CRITICAS Jon Kortazar (Texto copiado del suplemento de El País Babelia del 31 de agosto de 2013)

Esta nueva editorial comienza su andadura en narrativa (mantiene también colecciones de poesía y arte) con la publicación de Lento

Proceso, de José Luis Cancho, que se había dado a conocer en la

recordada casa DVD Ediciones con las novelas Grietas e Indicios. El título hace referencia a un pausado proceso de escritura que se narra en la primera parte de la obra. Luz de invierno cuenta el viaje de un escritor en busca de un lugar propicio para comenzar su obra.

La narración atiende a tres ejes: la reflexión sobre una obra en marcha que atiende al tema de “como se escribe una novela”; la

descripción de una cambiante luz de invierno que enmarca lo que sin duda es el tema vertebrador de la novela: la configuración de las

relaciones del personaje con las mujeres, las del pasado y las del presente, ideales y reales, en un juego de desvelamientos que se

combinan en paralelo, hasta dibujar la personalidad del personaje, no tan esteta como se perfilaba.

La violenta y bronca última escena de esta sección crea un dramático elemento final. El carácter metanarrativo se subraya con la inclusión

de dos relatos de uno de los personajes. Pero el proceso que traza el


autor es también existencial y aparece en el juego de las voces de los narradores. La tercera persona de la primera parte se convierte en

“tú” en la segunda, para desembocar con el uso del yo en una franca autobiografía en la última sección.

Lento proceso se configura como una obra que va desde la conciencia de la escritura hasta la confesión biográfica de dos secretos, el del

padre y el de la madre del narrador, que desde una escritura personal

implica al lector en una peripecia de descubrimiento de la personalidad del narrador.

Lento proceso, un juego entre la vida y la literatura http://tamtampress.es/2013/11/05/jose-luis-cancho-presenta-en-madrid-sucuarta-novela/ (Texto leído por Eloísa Otero en el Ateneo Republicano de Valladolid durante la presentación del libro)

No puedo dejar de leer esta novela de José Luis Cancho en clave autobiográfica, como si su narrador me devolviera un autorretrato, más o menos caricaturesco, o deformado, de su autor. Un alter ego.

Pero al mismo tiempo siento que hay algo que falla, como si el autor

no se pareciera en este libro a sí mismo. Porque, al final, el narrador,


que sí parece un tipo más grande y bastante más duro que José Luis Cancho, no deja de ser la caricatura de un antihéroe ensimismado. En ese sentido, una de las citas que aparecen en el libro resulta bastante significativa: “Nadie lograría ser el que es, si antes no logra pensarse como no es” (Abel Martín). ¿Se habrá pensado el autor como no es? Cuando Harold Pinter recogió el Nobel en 2005 pronunció un discurso en el que dice, al final:

“Al mirarnos en un espejo, pensamos que la imagen que nos devuelve es exacta. Pero si nos movemos un milímetro, la imagen cambia. De

hecho, lo que vemos es una serie interminable de reflejos. A veces, un escritor tiene que romper el espejo, porque al otro lado del cristal está la verdad.”

Yo no sé si en esta novela hay un juego de espejos deformados (como la memoria) o si José Luis Cancho ha roto el espejo para

componer esa otra historia que siempre se oculta detrás de los añicos. No sé, me da la sensación de que Cancho ha escrito una novela demasiado personal. Aunque quizá me equivoque. Lo que sí tengo claro es que esta novela es “un juego” entre la vida y la literatura. Y que para “parecerse a uno mismo” quizá uno tenga que dejar de ser todo aquello que creía ser.


El protagonista, y narrador, de esta historia es “un escritor en crisis” que se aleja de su casa, durante una temporada, para buscar la

inspiración perdida. Es un superviviente, un buscavidas también, sin ataduras, alguien curtido después de muchos viajes por el mundo.

Es un nómada, capaz de coger su pequeña mochila con cuatro cosas, entre ellas algún cuaderno y algún libro —como ‘El elogio de la

sombra’ de Tanizaki— para salir de viaje, es decir, para vivir una aventura personal. Nada más iniciar el viaje, ante la simple contemplación de un paisaje

nevado, ya se va abriendo paso en la mente del narrador “la idea de escribir un libro sobre la luz de invierno, un libro que incluyese en sus páginas los instantes de plenitud, las experiencias luminosas que en distintos momentos le reconciliaron con la escritura y con la vida misma”.

Pero qué suerte, ¿verdad? Poder cerrar la puerta de casa e iniciar un viaje sin saber a dónde nos llevará… Creo que el narrador, el personaje protagonista, es alguien con suerte. Cuando llegan los meses fríos decide abandonar la costa lluviosa del Cantábrico para trasladarse al sur del país, al Mediterráneo. Allí

encuentra un pequeño hotelito que ya conocía de alguna ocasión anterior, y consigue llegar a un acuerdo con el dueño para pasar unos meses allí, sin pagar, a cambio de echar un ojo al establecimiento,

cerrado durante esos meses de invierno. Retirado en ese hotel vacío,


frente a una playa desierta, “terminará comprobando que el mundo se ha reducido a su pequeña habitación, donde pasa las horas

contemplando el mar, reflexionando y esforzándose en escribir”. “Lento proceso”, el título de la novela, alude sin duda, como ya ha

dicho Cancho en una entrevista, a “ese proceso de maduración de la idea, de reflexión sobre la propia obra, a la lentitud…”. “En ‘Lento proceso’ se desvela el vínculo que conecta el pasado y el presente, el conocimiento de uno mismo y el empeño literario de construir una nueva obra”, se afirma en la contraportada. La gran aventura, para este narrador, no es el viaje, con o sin retorno. La gran aventura es la escritura, pero no como búsqueda de un

tiempo perdido. Ambas cosas, viaje y escritura, tienen que ver más

bien con la búsqueda de un tiempo nuevo, el tiempo en el que poder construir y asentar un nuevo relato, que es como decir “una vida nueva”.

“El pasado es una pésima materia prima para la literatura”, se dice a sí mismo el protagonista en un momento dado. “La literatura es un

presente en llamas porque aspira a otorgar al tiempo una presencia constante”. Sin embargo, el pasado y sus digresiones conforman buena parte de este libro, en el que el narrador busca también “esa voz neutra” que

le permita escribir de su intimidad como si estuviese escribiendo de la intimidad de otro.


El narrador repasa las mujeres de su vida, va descubriendo

“porciones” de su personalidad y de su pasado a través del recuento de sus relaciones sentimentales, de los juegos de seducción condenados siempre al fracaso. Y no saldrá bien parado.

Pronto descubrirá, como dice en algún momento, “que sus pasos, al no llevarlo a ninguna parte, lo conducen al interior de sí mismo”. Al final irá cambiando de voz, pasando de la tercera persona al “tú”, y luego al “yo” que cierra la novela, en un proceso de acercamiento hacia sí mismo, de búsqueda del “yo” creador. Y es desde ese lugar ensimismado y solitario, y en ese tiempo que discurre lento, sin prisas ni expectativas, al margen del tiempo

histórico, desde donde el narrador irá escogiendo sus recuerdos para esbozar la trayectoria sentimental sobre la que se irá sustentando el relato. No quiero desvelar demasiado de esta novela, que por cierto se lee

muy bien (en menos de tres horas)… sino más bien contar algunas de las cosas sobre las que he ido pensando al hilo de su lectura. Creo que, en el fondo, esta novela viene a reflexionar sobre el hecho de que “escribir es fracasar”. Y si empieza con un anhelo luminoso,

su final es ciertamente oscuro: “Ha oscurecido. Y en la penumbra del atardecer me ha asaltado la certeza de que a mis padres no les

gustaría este libro, el modo en que aparecen expuestos algunos de

sus secretos e intimidades. Me pregunto qué derecho tengo a exhibir


sus vidas”. Esta novela tiene también un armazón de preciosas citas de autores, por algunos de los cuales yo siento personal predilección: Peter

Handke, Tanizaki… pero he observado que casi todos son autores

masculinos, con poquísimas excepciones (como la neozelandesa Janet Frame, autora de ‘Un ángel en mi mesa’, o Emily Dickinson). Mientras leía la novela, observé que el narrador es alguien que, de alguna forma, no vive en el mundo actual, su desapego es radical.

Quiero decir: no tiene teléfono móvil ni ordenador, vive ajeno no ya a las redes sociales, sino a todo lo que pasa en el mundo… no lee

periódicos, ni ve la televisión… es más, salvo alguna carta escrita a mano, en su vida normal apenas se comunica con amigos o familiares… En relación con esto, no quería dejar de comentar una escena de la

novela que ha causado alguna polémica en mi entorno cercano. Y es cuando, al final de la primera parte, el narrador sodomiza a una chica, Julia, contra su voluntad. Una escena cruel resuelta en muy pocas

líneas… pero sobre la que algunos amigos y amigas que habían leído

el libro antes que yo ya me habían alertado: “¡Pero cómo puede hacer eso!” Bien, a mí se me ocurrió que esa chica que representa la juventud y la belleza, de alguna forma también podría simbolizar la “modernidad”, los tiempos que vivimos, y que esa sodomización en el fondo no es


más que una forma de decir: “¡Qué le den por el culo a la modernidad!”…

Y es que en “Lento proceso”, además de contar cómo y por qué se puede escribir un libro, lo que se busca o añora, sobre todo, es un

tiempo nuevo, que poco tiene que ver con los tiempos que nos está tocando vivir. Lo que se busca, o añora, es un lugar en el que sea

posible vivir de otra manera, y en otro tiempo, en ese tiempo lento que se necesita para poder recordar, pensar, reflexionar o escribir. No obstante, cuando corren malos tiempos… como ahora… la escritura puede ser un buen refugio en el que esconderse y, paradójicamente,

desaparecer, con el objetivo principal de reinventarse, de llegar a ser otro.

Quizá ese haya sido, también, uno de los propósitos de José Luis Cancho.


ENTREVISTA A JOSÉ LUIS CANCHO «Escribir siempre fue una profesión en crisis, pero al hacerlo no te lo planteas» El vallisoletano vuelve a la novela tras nueve años sin publicar con Lento proceso, una historia sobre la propia escritura.

Eduardo M. Espallargas (El Norte de Castilla, 19/09/2013) http://www.elnortedecastilla.es/20130919/cultura/escribir-siempre-profesioncrisis-201309192120.html

Son muchos los géneros y los contenidos que llenan las páginas de los libros y agradan a los lectores. Pero no tantas hablan del mero

hecho de escribir, del periodo que va desde que el autor tiene una idea hasta que consigue plasmarla en el papel. O de esos momentos frustantes en los que nunca llega la inspiración y la papelera no

puede seguir tragando más celulosa arrugada. Todo esto es lo que se planteó el escritor José Luis Cancho para escribir su novela 'Lento proceso' (Papeles Mínimos, 2013) una historia de búsqueda de la

musa ausente y los largos periodos de los escritores para amueblar su mente.

¿Por qué hablar de cómo escribir una novela? Es una de las claves de este libro. Yo tengo una teoría. Ya sabes que


siempre se ha dicho que el crítico es un novelista frustrado. Pues a mí me ocurre justo lo contrario, soy un crítico frustrado que escribe libros y de ahí que me interese ver cómo funciona por dentro la novela. Y

este aspecto reflexivo viene precisamente de eso, A mí me interesa la crítica como género. Es uno de los más complicados y esa afición se transparenta en la obra.

¿Le ocurre lo mismo que al protagonista, sufre ese 'Lento proceso' cuando tiene una historia?

De alguna forma sí. Es una de las cosas en las que más me transparento. Ese proceso de maduración de la idea, de reflexión sobre la propia obra, la lentitud... Probablemente sea una de las

novelas más autobiográficas en ese sentido. Es una historia muy reflexiva.

Peter Handke, Nabokov, Tanizaki... son varios los autores que menciona a lo largo de la obra, ¿qué función cumplen?

Para mí son como pequeñas dosis de inspiración. Memorizo las citas y sus obras y sé que en algún momento aparecerán y me darán una

idea. Los autores que reflexionan sobre su obra suelen reconocer la influencia de otros autores. Esto también me viene de mi papel de

crítico frustrado... La novela es una especie de urdimbre y las citas son los nudos que van armando la obra. ¿Por qué esos cambios en la voz narradora, que pasa de la tercera


persona al 'tú' y luego al 'yo' en el cierre autobiográfico?

Frente a la idea de la novela coral en la que cada capítulo toma la palabra un personaje, la idea era darle al mismo protagonista voces distintas. Hay un proceso de acercamiento hacia sí mismo, por eso ese cambio del 'él' al 'tú' y después al 'yo'. ¿Necesita esa quietud y ese silencio para dar forma a sus ideas? Sí, en ese sentido también soy como el protagonista. Necesito

tranquilidad, un espacio silencioso donde abstraerme. Hay quien

escribe aunque no esté en una situación así. Bueno, un claro ejemplo sois vosotros los periodistas, que podéis estar rodeados de ruido y aún así abstraeros para concentraros en vuestro trabajo.

Pero el protagonista encuentra la inspiración en las mujeres que se va encontrando...

Si, son un elemento muy importante en la novela. Yo diría que el libro tiene algo de recuento sentimental con las relaciones que a través de

ellas se establecen con el pasado o la seducción que ejercen sobre el protagonista. Es como si, en esa búsqueda del protagonista de su 'yo' creador, cada mujer guardase una porción de su personalidad y el las va descubriendo. Viendo todo lo que vive el protagonista en busca de esa inspiración, ¿los escritores que escriben un libro al año cómo mantienen la calidad?


Bueno, es un proceso distinto al 'lento' que describo en la novela. Les envidio porque tienen esa facilidad. No tienen porqué perder calidad, hay magníficos escritores que escriben un libro al mes, aunque no todas pueden ser obras maestras, evidentemente.

Ahora se dice que es complicado dedicarse a la cultura en general pero salvo contadas excepciones, ser escritor siempre ha sido una profesión en crisis.

Siempre ha sido complicado sí, pero cuando escribes no te planteas el efecto, simplemente lo haces. La gente no deja nunca de escribir, la inspiración siempre está ahí ¿En qué momento decide ser escritor?

No sabría decirte. Soy un escritor tardío, quizás la experiencia que tuve cercana a la muerte me hizo dar el salto (fue arrojado por la

ventana de la Jefatura Superior de Policía, ubicada en la calle Felipe II, tras ser arrestado en 1974). Me cambió la perspectiva y ayudó a sacar lo que llevo dentro.

¿Tiene consejos para los que se están planteando lo mismo? Bueno, ser escritor suele conllevar soledad, pero recomiendo ponerse en contacto con colegas, preguntar y comparar textos. Ya no hay tertulias, algo que habría que recuperar.


JOSÉ LUIS CANCHO EN LA RLPE Cancho, José Luis Grietas / José Luis Cancho

2001

Cancho, José Luis Lento proceso / José Luis Cancho

2013

Cancho, José Luis El viajero junto al mar / José Luis Cancho

1999

ENLACES http://www.euskomedia.org/aunamendi/32787 http://www.escritoresdeeuskadi.com/asociados/124-jose-luis-cancho http://papelesminimos.com/ficha.php?producto=1&act=2 http://tamtampress.es/2013/11/05/jose-luis-cancho-presenta-en-madridsu-cuarta-novela/


Cubierta y contracubierta de la 2陋 edici贸n de la novela


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