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El docente y la elección de su grupo de trabajo. es de vital importancia que una persona que piensa en la enseñanza como profesión esté seguro de tener un auténtico interés en la gente y que simpatice con ella. La educación del adulto ha llegado a ser una institu-ción masiva, hoy una persona que piensa dedicarse a la enseñanza debe-ría decidir bien pronto cuál de esos grupos de edad le interesa más.


Lo ideal sería que todo futuro maestro tratara, por medio de la escue-la, la comunidad, la iglesia, el club u otras actividades, de iniciar el contac-to con grupos de niños y jóvenes de diferentes edades. Entonces estaría en condiciones de elegir en virtud de su propia experiencia. Si esas oportunidades no existen, el maestro tiene que decidir de acuerdo con lo que conozca acerca de las distintas edades, de lo que sepa acerca de sí mismo, y lo que es importante el conocimiento de las etapas del desarrollo humano.


El docente debe ser eficaz en su labor educativa Es importante que al docen-te no sólo le agrade ese tipo de traba-jo, sino que además sea eficaz en él. Esto involucra una serie de factores. Por ejemplo, el docente debe ser capaz de ganarse y conservar el respeto de sus alumnos. Una falla en este sentido puede crear interminables problemas para él, la administración y la escuela en general, íntimamente, se relaciona con esto el que el maestro sepa lograr la cooperación de su clase. Quien es propenso a remontarse a las nubes, mientras deja a su clase en un estado de sumo aburrimiento, probablemente logre escasa colaboración de su grupo.


lamentables sucesos bien pueden ser consecuencia de que el maestro no tenga la habilidad de lograr que los alumnos trabajen juntos. Esto difiere de la cooperaci贸n entre maestro y alumno (debe tratarse de desarrollar relaciones interpersonales entre alumnos y con los alumnos).


El docente debe trabajar con paciencia Dado que trabaja con personas, el docente tendrá algunos alumnos que no den de sí todo lo que puedan. En fin, si el maestro se inclina a preocuparse, siempre tendrá alumnos que "necesitan que uno se preocupe por ellos". Lo que se necesi-ta es tener buen humor. La angustia sólo puede agudizar los problemas. Un docente no debe tender al mal humor ni a sufrir estados depresivos.


Un docente debe tener una paciencia a toda prueba. Con 30 o más individuos en un aula, cada observación será interpretada de 30 o más maneras diferentes. Esto puede exigirle muchas repeticiones y correcciones en las actividades educativas. El maestro que enfrente tales situaciones con sarcasmo, sermones o agresiones temperamentales, probablemente no obtendrá de su clase la respuesta deseada. El docente a veces tendrá que apli-car actitudes con las cuales no está completamente de acuerdo, pero esos desacuerdos los tiene que discutir con los alumnos para encontrar las solu-ciones, y luego hacer saber a las auto-ridades.


El docente siempre dispuesto a trabajar Pese a cualquier comentario que tal vez haya podido escucharse de parte de personas no informadas, la tarea docente no es un trabajo fácil. Consi-deremos algunos de los aspectos de la enseñanza que son muy exigentes. La preparación de las clases requie-re mucho tiempo y esfuerzo. Incluye tareas tales como los preparativos para las demostraciones en ciencias, la elección de materiales didácticos y una de las tareas que más exige es la elaboración de actividades de aprendi-zaje. Más exigente aún es la labor didác-tica en sí. El docente está de pie prácticamente todo el día, esto por sí solo es muy agotador. El intercambio con los alumnos en una discusión en clase exige un esfuerzo que sólo un maestro comprende. Luego que el día escolar ha termi-nado oficialmente, el trabajo del do-cente no termina; sólo adopta otra forma. Ha llegado el momento de pre-parar el trabajo para el día siguiente, para tener entrevistas con los padres, acudir a reuniones del comité y controlar el interminable papeleo que reclama su atención. Espera controlar un rato para leer alguna publicación profesional; además, es el momento de las reuniones del cuerpo docente, parte vital del modo de operar de muchos centros educativos. Así pues, la afirmación que a veces se oye de que el trabajo del maestro termina con el "último timbre" es totalmente equivocada.


Aparte de las exigencias que acabamos de enumerar hay muchas más. Algunas se consideran como esenciales, mientras que otras son simplemente optativas. Éstas han de elegirse basándose en un sano juicio, siendo los principales criterios de las exigencias que el maestro a veces tendrá que rechazar alguna invitación que le obligaría a encargarse de ciertas actividades adicionales.


LA SATISFACCIÓN DE TRABAJAR CON ALUMNOS Los alumnos son fuentes de interminables problemas y al mismo tiempo son fuente de permanentes satisfacciones para el docente; de hecho, las recompensas que emanan del trabajo con los alumnos probablemente eclipsen a todas las demás que pueda lograr el maestro. En los niveles primario y secundario, los docentes están en continuo contacto personal con los alumnos. Muchos de éstos necesitan ese contacto. A menudo, los docentes se comunican con los alumnos mejor que sus propios padres. Más aún (y esto implica una tremenda responsabilidad), sucede a veces que un alumno encuentra en un determinado maestro su única vía de comunicación con el mundo de los adultos. Este papel, desempeñado con propiedad, puede ser sumamente satisfactorio para el maestro.


Se entiende que una de las mayores recompensas para el maestro que tra-baja con los alumnos se da cuando logra una formación integral. Estimular a los mejores, fortalecer a los débiles, obtener de todos ellos eficiencia en los estudios, esto es lo que muchos maestros ven como la recom-pensa profesional suprema. Las recompensas que surgen del trabajo con los alumnos continúan aún después de que hayan avanzado a niveles superiores o qué hayan gra-duado como profesionales. Un maes-tro experimentado decía que "se ilu-minaba en gloria reflejada al seguir los progresos de quienes habían sido sus alumnos". Por supuesto, algunos reflejan más gloria que otros. Con todo, son pocos los que se quedan en un nivel tan bajo como para decep-cionar totalmente a los buenos maestros.

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