PREGUNTAS FINALES
F
H : Antes de finalizar la entrevista quisiera hacerle unas preguntas personales ¿Puedo hacerlas? CM: Creo que si, depende de las preguntas
FH: Hay una pregunta que no puedo guardar por más tiempo y que despierta en mí una gran curiosidad ¿Por qué usted, una persona tan individualista, casi ermitaño según me cuentan, le preocupa la planificación, la democracia y es de izquierda? CM: Se trata de una actitud ante la vida. Supongamos, como dice hoy la mayoría, que las palabras izquierda y derecha ya no tienen sentido. Muy bien, pero más allá de las etiquetas políticas hay dos posiciones extremas ante la vida que tienen vigencia real. En la primera se entrega a alguien, a algo o a algún mecanismo automático real o imaginario el destino de nuestra vida, de nuestra familia o de nuestro país. En esta primera posición hay dos posibilidades : a) la individualista, donde se produce una fuerte contradicción entre el individuo y el agregado social al cual pertenecemos, porque asumimos con pasión nuestro destino a nivel personal y lo entregamos pasivamente a nivel de la sociedad; en otras palabras, planificamos lo que queremos ser como individuos y luchamos duramente por ello, pero negamos la necesidad de crearnos un futuro a nivel del colectivo social, actuamos dominados por la creencia sincera o cínica de que si me va bien a mí, debe irle bien a todos y a mi país, y b) la entreguista o de espectador de nuestras vidas, porque en ella nos abandonamos tanto a nivel individual como social a lo que las circunstancias decidan. La segunda posición tiene también dos ramas: a) la colectivista, que se propone, mediante una razón central, crear el futuro del colectivo social y considera que para ello debe sacrificar la libertad de cada individuo cercenando su capacidad para luchar por su propio destino; en este caso, la inteligencia, la creatividad, la innovación y el equilibrio del poder dependen de una razón central que, por ser una razón humana autoritaria de pocos, envejece, no puede renovarse, es arbitraria, tiene limitaciones y puede menos que la inteligencia descentralizada del colectivo social, y b) la humanista, que estima que el hombre y el colectivo de hombres en sociedad no pueden ni requieren renunciar a la libertad de crear su futuro, porque ésta tiene mayores posibilidades de éxito si a la planificación individual para ganar espacios de bienestar y libertad se suma la planificación social creando macrocondiciones que colaboran con la primera y corrigen sus excesos. Yo creo que primero somos individuos y después colectivo social, pero el destino de ambos es común y también lo es la capacidad de disfrutar del bienestar. Un hombre superior, con valores éticos sólidos, no puede subjetiva y objetivamente disfrutar de su riqueza en medio de la pobreza.
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