ESPACIO DEL POETA Nº 2

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Revista n.º 2 -­‐ ESPACIO DEL POETA REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA Enero 2011

Autora: Nora Corradetti


CUANDO ME FUI Enciende su sermón de viento una resonancia de invierno que abrasa / que lame / que desangra la cornisa de la memoria. Multiplicación de paciencia / su corazón tejía y destejía cálidas entrañas confinando caminos de lana para aquellos duendes en crecimiento para este latido de horizontes... Abejas sus manos panaleaban siestas / sol / cartas / estufa... El pensamiento era un credo o un remanso escardador de promesas trasmutador de ausencia. La imagino allí / en la raíz del hogar clavando los maderos del recuerdo construyendo la ilusión del regreso bebiendo el dolor de la distancia. La imagino así / remendando anhelos amasando huellas resurgiendo abrazos... Ahora comprendo cómo y cuánto / mi madre me esperaba BELKYS LARCHER DE TEJEDA


Donde Mueren Las palabras

Con desespero Lleno de ilusión Por encontrarte Muchas veces creí haberte hallado Muchas veces lloré haber errado Mas... Volví de nuevo a la vida El corazón remendado Y Creí descubrirte Encontrarte Amarte Sentirme enamorado cuando nuevamente sólo fue soñarte Por fin creí hallarte Tu figura, carácter,

tu alegría melancolía Todo en ti me lo decía MAS... Algo hay en mí que lo niega Que tortura este alma mía Somos dos almas gemelas que solo podrán unirse donde mueren las palabras

Rafael Serrano Ruiz Madrid-­ España


EN LA CORNISA DEL TIEMPO

Era una clara y gélida noche de invierno. Ella caminaba por la cornisa del tiempo. Era el presente cuando la conocí; pero podría llevarme al pasado. Sí... adonde yo quisiera. Podría... llevarme al Edén y deleitarme con el goce pasional de Adán y Eva. Podría avanzar un poco más. Entrar al “Arca de Noé”, y contemplar como se abrían las cataratas del cielo, y mas tarde a la nueva tierra en el horizonte emerger. Podría... llevarme a las arenas del desierto, en esas interminables caravanas de camellos , cargadas de oro y especias. Podría... ser un legionario Romano o inmiscuirme en el “caballo de Troya” para rescatar a la bella Helena. Podría... ¡Cuantas cosas hacer esta acicalada dama francesa! También al futuro podría llevarme, ¡Sí..! saltando galaxias y quásares, a un lugar donde no existe el tiempo. Las luces psicodélicas hicieron su juego, mientras sus ojos devoraban a toda la multitud que bailaba en esa discoteca. En un pequeño disco de iridio, enclaustraba al mundo que se iba engullendo. Detrás... quedaba oscuridad y silencio. ¡Habíamos quedado solos! y me había salvado de su treta, por haber sido su aposento, mientras duró aquella escena. Fui sin quererlo cómplice de su chanza. Se llamaba “Madelaine” y dicen que su cuerpo, era tan solo “polvo de estrellas”; pero nunca pude saberlo. Cuando quise calmar con ella la sed del “eros...” ¡Se interpuso otro sueño!

Sergio Bravi – Cruz Alta – Córdoba - Argentina


De un personaje enamorado No encuentro forma de mediar la proxemia de tus laberintos, si de pensarnos en comunicación, siempre un gesto queda a medio ejecutar. Reconozco cada espacio en el que nos fundimos tal cual amorfas masas, pero no puedo reconocer la zona en que nos diluimos y sin más reproches, terminamos deformándonos, que de una dispar amenaza, terminaste ganando por creerle a tus enemigos. Es un problema para mí ser dominado. ¿Qué pasará el día que no tengamos más esquemas narrativos por donde rozarnos? Sin dudas será el fin de nuestros caminos discursivos. Por el momento me alcanzan algunas actitudes paralingüísticas para seguir reconociendo en tus prosodias el sentido emotivo y estilístico que te pierde cuando de la blancura de las hojas aparecen los colores de mi rostro. Si estás triste, tu emoción se dispone a llenar los párrafos de comas azules; ahora, cuando una energía te sucumbe, no hay forma de alcanzar un punto y a parte rojo. Casi ningún estilo te define en el punto y coma gris, será que a medias astas jamás está tu carácter. ¡Qué competencia la del escritor recluido en las inmediaciones de los abismos! El sentir perderme en las mímicas de tu cuerpo para atravesar la letra ruin que me crea y me recrea, el placer inabarcable cuando has alcanzado una vivencia kinésica y luego tus interminables horas de imaginación, volando para alcanzar el fin de las palabras, que tal cual la infamia, se ocultan detrás de esquinas rosadas. Pero ¡vamos! Seamos sinceros. Reconozcamos algunos méritos. No todo ha sido tan significante, habrá habido diez o quince palabras que desde las colinas caían y se agigantaban tal cual bolas de nieve; pero si no pudiste inventar el mejor verso fue por falta de miradas obscenas. Has aprendido a crear la imagen, incluso no haces más que capturar tu punto de vista; tu linde enemiga es la sintaxis. En algo nos


igualamos, ya lo ves. Tú, un des-­‐sintagmatizado, yo, una paradigmática fiera, que un día mujer, que otro día hombre, alguna vez mariposa, la mayoría de las veces ave de rapiña. De lo amorfo una parte ha sido victoriosa, y ha sido tu significado. Que con las ideas has llegado lejos y me alegro por tal victoria; yo en cambio, he conseguido vivir y morir según el alcance de tus obras y son todos ellos los que me habitan, me dicen cómo debo vivir, qué debo hacer, y sin dudas, esto no es más que una mirada partidista de alguno de ellos, que te hace sentir un ídolo, para luego convertirse en tu privilegiado y desvincularme de tu arte. Son los mismos que te prometen nuevas narraciones, y generan la capacidad de hacerte vivir en sus ridículas emociones; pero más allá de todos esos intrusos que intentan boicotearte para que vos me olvides, no podrán borrarme nunca, incluso siento el deseo de alzar la voz aunque luego en el próximo cuento me toque la cárcel. Yo seguiré infinitamente presente en algunas de esas páginas que aún no habrás escrito, volveré a encontrarte en cada memoria que al despertar recuerdes con más intensidad, tal vez aquel dolor nos una para siempre o tal vez sea aquel laberinto recóndito en donde nos hemos encontrado un otoño revolucionario en el París más represivo y salvaje de finales de los sesenta. No habrá personaje más enemigo que tu mente, todos ellos, ¡Oh narradores infames, querrán borrarme para siempre! por eso quiero desenmascarar a estos nefasto entrometidos (omniscientes, parciales, o aún ese, mi peor enemigo, el poderoso autodiegético) que quieren acabar con nuestra historia; pero diles que se oculten cuando a mis miradas los someta, que no voy a juzgarlos con palabras sino con emociones, les haré saber qué tristezas soportarán al morir, producto de sus ateísmos, y también en qué peligros habrán sucumbido al enfrentarse a mi emoción, porque en este lujurioso enamoramiento sólo entramos dos: un escritor excéntrico y un personaje en busca de su amor. Eva Wendel Rosario -­ Santa Fe -­ Argentina


DETERMINACIÓN

Estuve atrapada en un dilema. Fatigadas noches Silencio de infructuosas lágrimas. Mis instintos aletargados, al igual que las flores seguían la dirección de cualquier sol que se ofreciera. Debía abrir la puerta vedada. Algo había en su interior. Amarga cárcel guardando represiones. ¿Una tumba tal vez? Tienen los mausoleos más puertas que las casas. Mejor de piedra. Encontraría la llave. Debía conocer los simados enigmas de mi mente. Practiqué el conjuro de mi naturaleza combativa. Feroz torbellino generó mi determinación. Innata curiosidad que parió mil preguntas. ¿Qué hay detrás de lo visible? Agucé los sentidos hasta descubrir la esencia. Chirridos, rayos de luz horadando ventanas; gritos y llantos aturdiendo la noche. Osada, traspasé la puerta. Libre al fin, germinó la conciencia.

Ana Unhold

La Plata-Buenos Aires- Argentina


“¿Dime quién eres?”

Oye, amigo, escúchame Borra de ti las lisonjas sin sentido. Por qué tanta tristeza desparramas ¿Es ese corazón herido por cupido? Ángel que engendró un amor sin ver la luz; ya es perdido. Sonríe, ¡tú lo sabes! Curará tu alma ensombrecida envuelta en secretos. Deja que extirpen esa tristeza. Quién o qué te quita el sueño del mundo de los vivos. ¡Dime quién eres! ¡Porqué te escondes?, ¿De qué huyes? ¿De la vida? ¿Es tu amor tan grande que dejó huellas y que quieres perderlo, en el opaco cosmos de las sombras y el olvido A un amigo muy especial llamado “EGO”

Leiden Roberta Fontanini Coronda -­Santa Fe -­Argentina


Encefalogato Llegó desesperada. Era de noche, yo aguardaba en mi consultorio a ese paciente que siempre me pedía el último turno de los miércoles y, como de costumbre, nunca venía. Hacía lo mismo todas las semanas y eso me empezaba a poner intranquilo. Fue justo cuando estaba a punto de fumarme ese último armado, antes de partir hacia mi casa, que ella golpeó la puerta de una manera un tanto violenta. Apena la escuché, me paré instantáneamente y, a paso largo y ligero, me dirigí hacia la entrada. Creyendo que se trataba de aquel muchacho que me dejaba plantado religiosamente, había formulado algunas interpretaciones sobre su problema de asistencia que seguramente tornarían inestable a su fantasma, desequilibrándolo. Pero no, allí estaba ella, parada detrás de ese umbral, mirándome. Era realmente escalofriante, parecía que venía de otro tiempo. Vestía una especie de manta toda rasgada, su cabello totalmente despeinado, y un aspecto demacrado que dejaba traslucir su falta de aseo e higiene. -­‐¿Sí…? ¿Qué necesita?-­‐ dije sin saber que hacer frente a semejante personaje. -­‐Ayuda… necesito ayuda, doctor.-­‐ me dijo apenas, con un hilo de voz. Tengo que admitir que tuve miedo. La mujer era bastante joven, pero no parecía indefensa e inofensiva. Y aunque su imagen transmitía mucha agresión a simple vista, sin saber porqué razón, la hice pasar. Se sentó en uno de los sillones, en mi escritorio, y yo del otro lado, frente a ella, me acomodé en mi lugar. -­‐Bueno, dígame.-­‐ me atreví a sugerirle. Ella solo me miraba con esos preciosos ojos perdidos en otra dimensión. No me decía nada. Permaneció en silencio un rato allí, inmóvil, hasta que, de golpe, gritó: -­‐Miauuuuu…!!!-­‐ apoyando sus manos todas manchadas con pintura seca sobre la superficie de mi escritorio. Yo no podía disimular más mis nervios, tocaba mi barba, cruzaba mis piernas, me acomodaba los anteojos.-­‐ me estoy volviendo loca, doctor.-­‐ siguió diciéndome, mientras me miraba fijo.-­‐… veo gatos por todas partes, por todos lados, me persiguen, me espían, me roban. Ya estoy cansada de esto… por favor, haga algo!-­‐ me suplicó. Estaba totalmente desquiciada. Realmente me costaba mucho mantenerme objetivo, ya era tarde y esta muchachita necesitaba ser tranquilizada. Yo no estaba en condiciones de poder hacer absolutamente nada. Tenía que irse y volver en otro momento, de otra manera. -­‐Lo lamente mucho, señorita.-­‐ le contesté poniéndome de pie e invitándola a que se fuera.-­‐ ya es muy tarde, yo no puedo ayudarla ahora, me estaba yendo a mi casa. Le voy a pedir que se fuera y que, por favor, venga en otro momento… yo ahora le doy un turno para otro día…


-­‐No, doctor…-­‐ me rogó mientras maullaba de manera desenfrenada.-­‐… ayúdeme. Yo sé que usted puede hacerlo! -­‐Pero…-­‐ intenté insistir. -­‐Yo soy artista plástica…-­‐ me interrumpió.-­‐ Durante muchísimo tiempo fui reconocida en ese ambiente por mis obras, pero desde hace algunos años toda mi creatividad se vio reducida a la figura de los gatos.-­‐ empezó a contarme impaciente, aun en contra de mi voluntad de escucharla. Tuve que sentarme, iba a esperar que sola decidiera irse. Era escalofriante oírla, ya que mientras hablaba, entre frase y frase, se le colaba algún que otro “miau”.-­‐ Esculturas, cuadros y dibujos con forma de gatos son las únicas cosas que puedo hacer…, y que de hecho hago casi compulsivamente… no puedo parar. No pude evitar sentirme interesado por lo que me contaba. Padecía de ideas obsesivas y compulsiones que dominaban su vida. Tenía a los gatos metidos en la cabeza, y no podía sacarlos allí. Evidentemente esto le traía muchos problemas, fundamentalmente en relación a su desempeño artístico. Así que seguí: -­‐¿Recuerda exactamente el momento en que esto comenzó a sucederle?-­‐ le pregunté. -­‐Si!-­‐ me dijo.-­‐ fue una tarde cuando…-­‐ y en ese momento se interrumpió su discurso. Se tomó la cabeza con las mugrientas manos mientras su cara gesticulaba un desmesurado dolor. Me había quedado callado una vez más. Sólo la observaba, y ella se retorcía sobre el sillón de cuero mientras maullaba como una gata rabiosa. De repente se paró y, de una manera descontrolada, se abalanzó sobre mi inmensa biblioteca y comenzó a golpearse la cabeza contra los estantes. Intenté sujetarla pero no pude, estaba frenética. Inmediatamente se tiró al suelo, comenzó a revolcarse, y la sangre le brotaba a borbotones de los cortes y lastimaduras que se había producido. Odiosa, fuera de sí, se presionaba el cráneo con la punta de los dedos mientras alternaba con golpes en el piso y gritaba. Su desquicia iba creciendo, se ponía cada vez más violenta, hasta que por fin terminó su crisis. Llegando a un punto máximo de tensión, después vino el silencio. Dio, con su cabeza, un golpe seco, fuerte, potente, contra el parquet, y la tapa de su cráneo se desprendió, rodando hasta donde yo estaba, chocando contra uno de mis zapatos. Ya, a esa altura, no entendía nada de lo que había sucedido. Estaba muerta, ahí, en mi consultorio, donde trabajaba hacía años. Me acerqué al cuerpo con un poco de miedo, y asco por sobre todas las cosas. Algo se movía, pero no sabía qué era. Para sorpresa mía, despacio, lentamente y un poco asfixiados, salieron de su cavidad encefálica, de su caja craneal, y cubiertos con un poco de materia gris, uno pequeños gatos color negro. Avanzaron apenas y se quedaron quietos acostado sobre el suelo, mientras maullaban tiernamente. Los tomé en mis manos. Estaban hambrientos, así que fui a la cocina y busqué un poco de leche. Después de un rato de pensar y pensar, lo legré. Había comprendido todo, por fin. Freud habló mucho de ello. La terapia fue corta, pero eficaz: ella logró sacarse los gatos de la cabeza. Fernando García Cipolletti Río Negro-­Patagonia -­Argentina


Hacia la cruz del sur Hacia la cruz del sur “compañero del alma”1 a brujularla hasta encontrar los centros las otras y los otros si el sur se ombliga ¿te das cuenta? al norte ya no hay centro del mundo cambia el ombligo todo es según el punto en que sitúas igual que en el amor y sus lenguajes si los años arriba o si abajo si el pesar de distancias y de ausencias proa hacia las cuatro estrellas compañero hacia los cuatro puntos de la tierra a remover centralidades en los mundos con el poema-­‐amor con la palabra con rotundez de árbol y de piedra vientos del sur no hay otro norte solo sur palma en mi palma vigilia por “el rayo que no cesa”2 al este tu mirada fecunda colibríes en la tierra. Lilí Muñoz Obeid Nenquén-­ Patagonia –Argentina 1

“Compañero del alma”, construcción de un verso del poema Elegía a Ramón Sijé, en El rayo que no cesa, de Miguel Hernández, enero de 1936. 2 “El rayo que no cesa”, título de uno de los poemarios de Miguel Hernández, enero de 1936.


HUELLAS

Para mis amigas, que pulsan mi misma voz en esos días, cuando mi boca no mastica versos:

Hoy late tu nombre amigo Huellas, arcilla sin camino me encauzan Huellas de lápiz y ronda, boina marrón Huellas, frontera de infancia, aula y mantra en la mirada para reír y llorarnos. A veces mi pulso de versos se calla. Si en mi desencuentro me roza tu voz, como un manso eco ahí vuelvo a mi arcilla, amigo Entonces te celebro viajando el calendario Ilusiones recortadas, huecos, y ahí estás reparador racimo, pie de mi letra, carnadura que fuiste antes de mí, antes de mi verbo, ya estabas vos, amigo. Diana Luz Bravi Rosario –Argentina


La gota de agua

De qué lejano cielo llegaste, ensombrecida en nubarrón opaco, grisáceo y agorero, de qué mar procediste, de qué espuma dormida corona de las olas en un vaivén eterno. Qué fontana escondida manó tu silenciosa rapsodia dolorida de eterno caminar, qué mano soñadora recogió caprichosa en su hueco dormido, tu cuerpo de cristal. En una inmensa sombra perdiste la conciencia de tu vivir alado, de tu ser inmortal, y cuando recobraste la bruma de tu esencia sentiste de tu seno la blancura glacial. El sol límpido y fuerte celoso en sus amores, arrebatóle al frío su orgulloso poder; bajo tu planta leve renacieron las flores Y el cáliz de una rosa fue tu lecho de ayer En rocío tornóse tu cristal armonioso y lágrima temblante en el rojo vergel, al mirarte la luna creyóte en tu reposo rara perla dormida, lágrima de mujer

Maricruz Serrano Madrid- España


LUNA MALVINA Desde lo alto hilos de plata dibujaron los misterios de la noche. Un destello penetró en la trinchera y atisbó vio un soldado con ojos de niño espiando su belleza, es el mismo cielo de mi provincia, dijo una voz de nostalgia. Hay, luna inocente que no sabe de la vida que se arrebata. Solo puede prestar destellos plateados para un éxtasis talvez el último del soldado niño para que recuerde un verso de su amada, o una canción de cuna antes del estallido. Y lejos, lejos el temblor de una madre que tirita. Alto el azul, blanca la nieve, idilio ancestral del universo ofrecido a los hombres, también a los hombres que la belleza marchitan. El rugir del pájaro de acero estremece las voces agita las trincheras húmedas, agita las grietas mojadas. La guerra no es del soldado, la guerra es de otros. El soldado no sabe, solo le ordenan. El soldado no quiere la guerra, solo marcha al frente. Rugir del viento embravecido por la metralla, silencio oscuro suspendido en la espera, espera rota por el temblor del alma que tirita. Sombra de los tussac castigados por vientos y neviscas. Y lejos, lejos el temblor de un padre que tirita. Trincheras mojadas, gélidas grietas amparando la vida. Desprendido trozo del continente atado al mar que lo aferra. Oscura roca nevada que el mar socava. Rugir del pájaro de acero que vomita. Temblor de la nube, temblor del ave que tirita. La guerra no es del soldado, el soldado solo va al frente. Y cae, ahuecado su cuerpo sobre la nieve. Río rojo de sueños mojando la roca fría, pétalos púrpura pintan la blancura. Y alto, alto el temblor de la vida que tirita y se escapa de cara al cielo el solado sonríe y le recita a su amada. Cae la lluvia, son pétalos que se deslizan desgranados sobre tu piel, es el romance de tu piel con la fragancia, con la luz, es natural que así sea. Tengo labios sobre la piel resbalando en cristales y cada latido me dice, es natural que así sea, es natural ,porque la brisa ya es tibia, la brisa es tibia y los pája-ros anii-daaan.


Pero allá lejos…lejos, el temblor de la entraña del continente que tirita y se desangra. Nelda del Cármen Lugrin

Concordia-Entre Ríos- Argentina

Adiós

He de decir adiós a los silencios, esos silencios siniestrales donde sólo se escucha el aleteo de un ave que se aleja en busca del amparo de otros cielos, donde los soles más calientan, donde los amaneceres son más rojos, donde la plenitud del amor no duele, no duele tanto... no, no tanto como en este abismal letargo de horas cinceladas a cuchillo. Remontó el ave sin rumbo fijo, se va, se va, ya no regresa Y el clamor de una voz arrodillada se levanta, cae, se desliza... poco a poco se vuelve mutismo.

Lucía Giaquinto Vitoria-Entre Ríos- Argentina


Yo

soy la mujer

Para todas las mujeres, con mi afecto grande, porque ellas sostienen el mundo.

Yo grabé las figuras en la pared de las cavernas Descueré a las bestias y curtí sus pieles Yo cocí la carne y la sequé para servirla en las noches frías del invierno Cosí con los tendones y agujas de sus huesos el calzado de los padres de mis hijos Los guerreros que me forzaron. Los valientes cazadores Los jefes de los clanes. Los chamanes. Los bufones Yo soy la mujer Yo limpié sus mocos y su semen Yo amamanté a sus bestias huérfanas. Y a las mías Yo mantuve vivo el fuego Amasé el barro de sus vasijas y las levanté, y las llené, y llené sus bocas y sus vientres Y lo seguí hasta las trincheras para coser su camisa y sus heridas Para llenar sus balas y secar sus ojos de la muerte Yo soy la mujer La esclava invisible La niña mutilada por elhombredelacuchillasucia La puta lapidada La bruja de la hoguera La loca amordazada La concubina Yo soy la mujer Nunca en mí Nunca mi dueña Siempre en otras manos mi destino Mi cuerpo Mi esperanza cercenada desde el centro Yo soy la mujer Yo caliento la cama de los hombres Yo madrugo para besar su frente a pesar de su silencio Y podría comprender su miradausentedegarrasdespiadadas pero no quiero No cerraré los ojos por más tiempo ni ofreceré mi cerviz otro milenio Viraré mi rumbo al sur de su camino No voy a restañarlo de más guerras Dejaré mi carga espesa de dolor y culpa y que la mar se lleve el pus del tiempo


Yo soy la mujer Y con mis manos de tierra y miel amasaré las horas y el pan cada mañana Y un día cantaré María Gutiérrez Las Palmas-­Canarias-­España

ARRIBA …Arriba, abajo, Acostada, parada, Contra la pared, Adelante, atrás ¿En la oscuridad? ¿Entre las sábanas? ¿Atrás de una nube? ¿Entre el aire? Como viento, como mariposa, Como lluvia, como noche. Se está volviendo confuso, tenso. El tiempo lucha contra nosotros En una guerra disímil, Nos da vuelta y nos envuelve como marionetas. ¿Trepada hacia el cielo? ¿Enterrada en el miedo? Quiero volver a verte, A sentirte, Percibir tu respiración, Que se penetre tu olor En mi ropa, en mi piel. Te hablaría del amor, De las tristezas, del llanto, De la felicidad. Mataría a las estrellas, secaría el mar Conquistaría los infiernos, los cielos Por tenerte ahora, en este instante Que se muere… Preséntate fantasma, humana, mujer Ante estos ojos turbios que te buscan y te llaman.. ¡Al fin! Te engañé no me culpes, No claves tu mirada en mí, No me juzgues…


Soy sólo un jugador más... Pica te toca contar a vos. Regina Cellino Rosario -Argentina Algo hay que me permite amar sin esperanza, sonreír sin rencores al dueño de la herida y ser rama agitada que besa en los labios al viento que me arranca cada hoja algo hay tan sencillo que pocos lo comprenden en la entrega del río cuando cae en cascada el fluir de miríadas de partículas niñas que se abrazan y juegan y sonríen y aman algo hay que no entiende de silencios helados,

Algo


algo, hierro candente que perfora el letargo en que mueren muñecas con el alma de trapo que se pintan los ojos follan ríen y luchan por un hueco en el pozo y un pedazo de tumba algo hay en la tierra, en su húmedo vientre, en la matriz podrida que abona este espanto, algo en la espina afilada de mis huesos algo cierto ancestral esencia de lo humano y también está el miedo a nombrarlo y matarlo

Mayte Sánchez Sempere -Madrid España


HAY PERSONAS QUE NO SE PUEDEN OLVIDAR

Hay personas que no se pueden olvidar… Y olvidarte a ti es innegable, impostergable. Es como olvidarme de la nada, del viento Pero volteo al norte y te digo. Es increíblemente necesario Recordarte, saber que estas aquí conmigo Volteo al sur y digo: Esta oración va para el viento porque parece que se lo estoy diciendo a la nada Hay personas que no se pueden olvidar y olvidarte a ti es imposible, inquebrantable Gracias por haber venido a mi vida; Venir a mi corazón, gracias por estar conmigo por hacerme feliz Son incomprensibles los sonidos del corazón Esta oración empecé haciéndosela a la nada y termino saliendo para ti…

Alejandrina Elizabeth Arias Ramírez Autlan-Jalisco-México


La conquista

Se presta al paladar de mi boca el estigma verbal que ahorca el cuello del alma Sólo el vacío perece cuando la musicalidad de unos versos conquistan mis labios umbríos Y aquí estoy volátil, ciega y enamorada del estruendo rutilante que otros degustan ©Begoña M. Bermejo Guadalajara -España


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