www.estanochetecuento.com
10 000 cuentos juntos
1
A XIMENS
Esta Noche Te Cuento. Marzo/Junio 2019
* Con motivo de recibir el relato 10 000 en el blog Esta Noche Te Cuento hemos puesto en marcha una pequeña colección de relatos encadenados con todos los que han querido estar. El encadenado comienza en su primer relato con “Esta noche...” y termina en el último con “...te cuento. El resto de las condiciones ha sido tomar, de la mejor manera posible, el final de cada relato para que el siguiente escritor lo usara como título del propio. Además (señalado en rojo en todos los textos) cada autora, cada autor ha tenido que incluir una o varias palabras por sorteo que hacen referencia a los temas que han servido de propuestas en la historia del concurso: bosque, perros, fuego, payaso... Hemos pedido a unos cuantos amigos y participantes que jugaran con su cámara o rebuscaran en sus fondos para regalar una imagen a cada texto. Y este ha sido el resultado final. Esperamos que disfrutéis de este modo de celebración, haciendo lo que nos apasiona y nos une... la escritura. Repetiremos en el 20 000. Gracias.
RELATOS
Luisa Hurtado, 9 Asun Paredes, 11 Eva García, 13 Álvaro Abad, 15 Alejandro Garaizar, 17 Enrique Mochón, 19 Gloria Arcos, 21 Pilar Alejos, 23 María Elejoste, 25 Patricia Collazo, 27 Salva Terceño, 29 Laly del Blanco, 31 Paloma Casado, 33 M.Carme Marí, 35 Miguel A. Cejudo, 37 Esperanza Tirado, 39 Beatriz Díaz, 41 Alicia isabel León, 43 Ángel Barceló, 45 Javier Puchades, 47 Alejandro Pozo, 49
* Antonio Toribios, 51 Elena Bethencourt, 53 Elisa de Armas, 55 Ángel Sáiz, 57 Salvador Esteve, 59 Paloma Hidalgo, 61 Rafa Olivares, 63 Rufino García, 65 Asunción Buendía, 67 Yolanda Nava, 69 Tomás del Rey, 71 Juan A. Vázquez, 73 Nieves Torres, 75 Manuel Menéndez, 77 Susana Revuelta, 79 Juancho Plaza, 81 Blanca Oteiza, 83 Ana Fúster, 85 Ignacio Borraz, 87 Rosy Val, 89 Nuria Rozas, 91
Mercedes Marín, 93 Carmen Cano, 95 Esperanza Temprano, 97 Mar González, 99 Pablo Núñez, 101 Modes Lobato 103 Raquel Tevas, 105 Virtudes Torres, 107 Raquel Lozano, 109 Dominique Vernay, 111 Mª José Escudero, 113 Concha García Ros, 115 Ginette Gilart, 117 Aurora Royo, 119 Amparo Martínez, 121 Antonio Araujo, 123 Manuel Peiró, 125 Ton Pedraz, 127 Belén Sáenz, 129 Jesús A. Redondo Lavín, 131 JAMS, 133
FOTOGRAFIAS
ILUSTRACIÓN DE PORTADA
* Ginette Gilart: 8, 10, 12,14,16, 18, 20, 22, 24 y 26 Rosa Martínez: 28, 30, 32, 34, 36, 38, 40, 42, 44 y 46 Eva García: 48, 50, 52, 54, 56, 58, 60, 62, 64 y 66 Rafa Olivares: 68, 70, 72, 74, 76, 78, 80, 82, 84, y 86 Belén Sáenz y Jose Francisco Álvarez : 88, 90, 92, 94, 96, 100, 102, 104, 106, 108, 110, 112, 114, 116, 118, 120, 122, 124 y 126 Javier Ximens: 98 JAMS: 128 y 130
PALOMA CASADO
*
iNICIO
LUISA HURTADO
Esta noche, tras mil y una noches y mil más, el sultán cree apreciar que la voz de Sherezade tiembla, duda y dilata las palabras. El sueño le abandona, pues nunca hasta ese momento había visto la más leve grieta en la fecunda imaginación de su amada. Las miradas de los esposos chocan en silencio en el aire; hasta que él, con una sonrisa en los labios, comienza a decir: “Érase una vez… “ y ella, intrigada ya, expectante, se recuesta a su lado, escucha y calla.
10 000 cuento c s juntos
9
*
ESCUCHA Y CALLA
ASUN PAREDES
En nuestra familia los niños aprenden a reciclar desde pequeños, apagan las luces cuando salen del dormitorio y cierran el grifo mientras se enjabonan. Desde que nos mudamos a vivir a la playa nunca usamos el coche, hemos prescindido del aire acondicionado y solo comemos producto local. Pero al atardecer, cuando paseamos en silencio por la orilla, nos llega un murmullo de vida dolorida y peces apresados, de islas de plástico y formas imposibles en medio del océano. Los niños escuchan el rumor de la muerte a plazos y nos preguntan. Y nosotros callamos, por esquivar el pronóstico.
10 000 cuento c s juntos
11
*
EL PRONÓSTICO
EVA GARCÍA
Grave. Eso decía el informe: que era grave. No se creía nada. Así que anudó las sábanas y se descolgó hasta el alféizar del primer piso aprovechando que lucía una hermosa luna llena. Golpeó despacito el cristal de la ventana de María, y cuando entreabrió, como cada noche, la besó en los labios y la invitó de nuevo a huir con él más allá de la verja eléctrica. No estaba dispuesto a seguir volviéndose loco él solo en aquel manicomio. Pero ella, recelosa como siempre, llamó la atención de los guardias aullando como un coyote herido.
10 000 cuento c s juntos
13
*
COYOTE HERIDO
ÁLVARO ABAD
Sufría para subir esas grandes rocas ladera arriba. Tardaba en recuperarme después de estamparme contra el fondo del cañón. Y me cansaba preparar tantas trampas, siempre inútiles. Decididamente, estaba mayor. Nunca fui un superhéroe, así que cambié de vida. Cada día llegan a cientos, deseando cruzar la frontera. Vienen dispuestos a entregarme todo lo que lleven encima para que les ayude a atravesar este traicionero desierto que conozco al dedillo. Un trabajo sencillo, y rentable. Pero no olvido, y siempre llevo conmigo un enorme cohete, marca ACME, por si apareciera el maldito correcaminos. Que uno tiene su orgullo.
10 000 cuento c s juntos
15
*
ORGULLO
ALEJANDRO GARAIZAR
Viendo el mapa parecía más sencillo —apenas 30 km en línea recta—. Tuvo que esperar horas hasta que el ferry zarpó en Abu Simbel, tardó una eternidad en cruzar la frontera egipcia, sobornó a las autoridades sudanesas para que estamparan el ansiado sello y esperó pacientemente a que el autobús se adentrara hasta Wadi Halfa. En aquel poblacho, el viajante se sacó unas cuantas fotos, adquirió una especie de amuleto de madera y regresó a la parada de autobús. Durante la espera, contemplaba satisfecho su abarrotado pasaporte mientras barruntaba lo que le contaría al guardia fronterizo.
10 000 cuento c s juntos
17
*
FRONTERIZO
ENRIQUE MOCHÓN
Desde que escribo tomo nota de cualquier detalle digno de ser contado. Aquella tarde el asunto prometía. Un guardia de aduanas registraba mi maletero mientras yo esperaba esposado. Llevaba suficiente como para que me cayera una buena, aunque eso no fue lo más trascendente. Verán. Tras revisar la mercancía, el agente empezó con vaguedades: que menudo marrón…, que qué podíamos hacer…, que ciertas cosas se las llevaba el viento..., para acabar siendo claro. “Pongámonos de acuerdo -remató-, y aquí no ha pasado nada.” No malograr un relato a veces puede salir caro. En la cárcel, no obstante, nadie parece entenderme.
10 000 cuento c s juntos
19
*
NADIE PARECE ENTENDERME
GLORIA ARCOS
Nadie parece entenderme. ¡No sé dónde estoy! Sólo recuerdo vagamente un sonido seco, al amartizar la nave. Después se nubla mi memoria. Cuando despierto creo que estoy en el módulo. Sin embargo, me encuentro en una plaza, rodeada de edificios ultramodernos y cientos de individuos. Parecen gente como nosotros, de rasgos asiáticos, con una elevada inteligencia. Todos, excepto uno, el que actúa como un payaso. Los demás se ríen de él, y ahora también de mi. Tocan, extrañados, mi traje de astronauta e intentan examinar mis rasgos a través de mi escafandra. ¡Seguro que pensarán que soy un bicho raro!
10 000 cuento c s juntos
21
*
UN BICHO RARO
PILAR ALEJOS
Hacía mucho que no se preguntaba qué crimen había cometido para merecer ese castigo, pero es que hoy ha amanecido el día cargado de nostalgia. Recuerda los bellos jardines en los que pasó su infancia, donde los árboles desprendían aroma de otros mundos cuando soplaba la brisa. Aunque siempre encontró cobijo bajo sus ramas, pudo más su curiosidad. Añora aquel manto de nenúfares y flores de loto que cubría la superficie del estanque alrededor de la vieja pagoda. Siente que se ahoga en su cárcel de cristal cuando se deslizan sus lágrimas por su rugosa piel mientras croa de melancolía.
10 000 cuento c s juntos
23
*
MELANCOLÍA
MARÍA ELEJOSTE
Único superviviente del sistema solar 216-B. Seguimos sin comprender su longevidad y extraordinaria salud física. Mentalmente trastornado. Pensamientos, no sexuales, pero sí recurrentes y placenteros con seres jóvenes de su raza. No habla de ellos. Tampoco pregunta ya si hay mensajes para él. La medicación neutraliza el impulso de escapar del habitáculo y regalar cosas a los enfermeros. Antes cantaba o reía de vez en cuando, ahora permanece siempre en silencio, excepto un día, cada 365 de su planeta, en el que grita “feliz navidad”. Los lingüistas todavía no han descifrado el significado. Recomendamos mantener el aislamiento.
10 000 cuento c s juntos
25
*
AISLAMIENTO
PATRICIA COLLAZO
Cuando despertó, por la hendija se colaba una milagrosa luz. Gritaron desesperados hasta cansarse, pero no los escuchaban. Intentó disimular la decepción. Seguro que regresan, les dijo a los niños. Pero lo cierto es que la hendija por la que había entrado por un momento la luz de un foco, podría haber sido una ilusión. Los niños lloraban. Ya no tenían fuerzas para cantar. Él temblaba. Ya no tenía fuerzas para pensar. El hambre se erguía como una presencia tangible entre ellos. Acarició la navaja que ocultaba en el bolsillo del pantalón. Empezó a considerar seriamente la posibilidad de utilizarla.
10 000 cuento c s juntos
27
*
LA POSIBILIDAD DE UTILIZARLA
SALVA TERCEÑO
La llevo pegada al alma, ocupando un espacio entre mis pliegues. La noto suspendida, fluctuante, como una posibilidad remota que sabe esperar. Su frío metal acoge el calor que irradio y me invita a palparla para comprobar el prodigio de tal extensión de mí mismo. A menudo, tras dispararla, vuelve aún humeante a su cobijo de cuero, elevando cierta pestilencia metálica en un laberinto de nausea. Revoltijo de vida y muerte. Esas veces, es ella quien me reconforta con su calor adictivo. Y la que me consuela, prometiéndome, temblorosa sobre mi sien, la única salida digna a esta vida mía.
10 000 cuento c s juntos
29
*
ESTA VIDA MÍA
LALY DEL BLANCO
Estremecía el desgarro de Lucrecia, jurando a su marido que el hijo muerto era suyo. Las presentes se miraron desconcertadas, porque nunca un pecado fue más público. Sabina saltó furiosa del asiento, precedida por un dedo acusador. −Además de puta, mentirosa. Todos sabemos de quién es ese hijo, menos él. Imposible convencer a padre, que entró en ese momento, que Sabina se dirigía a la radio colocada en la repisa, sobre la cabeza de madre. −Siempre lo sospeché. –Bramó padre, mirándome furioso. Nunca volvimos a verlo. −El mejor capítulo de mi vida. − Dijo madre sonriendo. Nunca entendí por qué.
10 000 cuento c s juntos
31
*
NUNCA ENTENDÍ POR QUÉ
PALOMA CASADO
¿Por qué llegaste a esto, hijo? A pesar del tiempo transcurrido no dejo de preguntarte para entender. Soy una pobre loca que habla con las fotografías. En tus cartas decías que todo iba bien, que habías conseguido un buen empleo. Parecías feliz. Entonces no pude creerme aquella llamada de la policía, cuando te encontraron con las venas abiertas. Decidí enterrarte con aquel vestido rojo que encontré al fondo de tu armario; por primera vez no me importaron las habladurías. Aunque nunca te lo dije, para mí siempre fuiste una princesa.
10 000 cuento c s juntos
33
*
SIEMPRE FUISTE UNA PRINCESA
M. CARME MARI
Siempre te consideré un alma libre. Entrabas y salías de casa cuando querías. A veces no te podía ni tocar, quería hacerte una caricia y desaparecías altiva. Cuando me preguntaban: “¿Qué tal con Miranda?”, me ponía una máscara para decir: “Muy bien, nos entendemos de maravilla”. Pero muchas mañanas tenía que comprobar si seguía intacto el plato que te había preparado con la cena. Ahora, tras dos semanas de ausencia y sin saber si llorar tu muerte o celebrar tu libertad, tendré que pedirle a mi hijo que me lleve de nuevo a la protectora a escoger otro gatito.
10 000 cuento c s juntos
35
*
GATITO
MIGUEL ÁNGEL CEJUDO
Mariano odiaba los gatos e, impío, alguno había matado. Una tarde recibió un vídeo donde aparecía un lindo gatito que le pedía -con voz simulada- que reenviara el archivo a todas las personas del pueblo antes de que sonaran las doce campanadas, si no quería morir. Mariano soltó una sonora carcajada y para celebrarlo aquella noche se acostó borracho después de medianoche. Cuando despertó comprobó horrorizado que había en su habitación decenas de gatos que le observaban amenazantes. En ese momento las campanadas de mediodía comenzaron a repicar en todo el pueblo ignorando sus súplicas de auxilio.
10 000 cuento c s juntos
37
*
AUXILIO
ESPERANZA TIRADO
Confía en mí, me dijo el enorme pez, yo te enseñaré todos los secretos que reposan en el fondo. Pero en un imprevisto golpe de aleta me esquivó y se alejó entre remolinos, rocas y restos de naufragios. Y entonces me sentí solo, con el rumbo perdido. Necesitaba ayuda y respuestas para sobrevivir entre feroces criaturas marinas y humanas que acechaban tras cada arrecife de coral. Nadando contracorriente me sumí en una búsqueda inabarcable, y acabé siendo una minúscula gota en un inmenso mar de dudas.
10 000 cuento c s juntos
39
*
UN INMENSO MAR DE DUDAS
BEATRIZ DÍAZ
Nat King Cole suena de fondo con su “Orange colored sky”. Naty, cubana y atractiva, indica los pasos que los asistentes intentamos seguir. Parejas de todo tipo. Algunas desprenden ese fuego en la mirada, la llama que aún sigue viva. De Marcos he dudado siempre, desde que lo conocí, pero caí rendida a sus pies. Ha accedido a venir conmigo al curso de baile, por primera vez hace algo para mí. Naty es un encanto, pide ayuda para mostrarnos la nueva coreografía y él se ofrece sin dudarlo. La chispa entre ambos es visible desde cualquier rincón de la sala.
10 000 cuento c s juntos
41
DESDE CUALQUIER RINCÓN DE LA SALA
*
ALICIA ISABEL LEÓN
Podían verla desde cualquier rincón de la sala. Las cámaras de seguridad zumbaban veinticuatro horas al día, haciendo de la intimidad algo extinto. Buscó frenéticamente y lo encontró en el lugar pactado, sobre la esquina de la mesilla de noche, en aquel inadvertido ángulo muerto. Se sintió mareada, como una astronauta en su primer viaje espacial, al percatarse simultáneamente del giro del picaporte y de la pajita olvidada. No había escapatoria posible.
10 000 cuento c s juntos
43
*
NO HABÍA ESCAPATORIA POSIBLE
ÁNGEL BARCELÓ
El reencuentro debía parecer casual, aunque él llevaba semanas rondando los lugares propicios para que se produjera desde que se enteró que había vuelto a la ciudad. Veinte años después, se habría quedado sin excusa para rechazarlo. Cuando por fin la divisó detrás del cristal de aquella cafetería, comprendió que él nunca estaría dentro de su dieta. Ahora que era fruta madura, ella había empezado a consumir yogures desnatados.
10 000 cuento c s juntos
45
*
YOGURES DESNATADOS
JAVIER PUCHADES
Me llamo Federico y no creo en fenómenos paranormales. Pienso que ningún espíritu puede regresar del más allá. Hoy, he cedido a las presiones de mi mujer para acudir a Madame Butterfly. Eso sí, lo haré a mi manera. Al iniciarse la sesión, lanzo al suelo lo que hay en la mesa. Cojo un vaso y comienzo a moverlo sobre la güija. Mi mujer enloquece. La pitonisa casi no puede escribir. Cuando todo se tranquiliza, Madame Butterfly lee un mensaje: “Mariana, soy Federico ¡Nunca me gustaron los yogures desnatados! ¿Es que ni muerto me vas a dejar en paz?”
10 000 cuento c s juntos
47
*
EN PAZ
ALEJANDRO POZO
Di la espalda a la familia y amigos y una sonrisa dibujó mi boca. Nadie sospechará de mi dolor, se fingir muy bien. Le propuse una noche de alcohol y sexo y me apliqué con lascivia, por delante, por detrás, llenando las copas continuamente. Yo derramaba la mía. Cuando ya estaba exhausto, le di dos viagras machacadas con la promesa de hacer un 69. A la media hora estaba dispuesto y entonces, inhalamos popper juntos, a él se le relajaron los esfínteres y se desmayó. Solo tuve que poner suavemente la almohada. El, tan viajero, pues llama cuando llegues.
10 000 cuento c s juntos
49
*
CUANDO LLEGUES
ANTONIO TORIBIOS
Te fuiste en otoño, con tu maleta de cartón y mi vientre llenos de esperanza en el futuro. Llovía como llueve en todas las escenas tristes de película. Lo comentamos mientras nos dábamos uno de esos besos que solo estaban permitidos en el cine o en las despedidas de estación. El tren se alejó hasta hacerse tan pequeño que parecía caber en una mano. La misma que sujetaba tu promesa: “Volveré con la lluvia”. Pero llueve y llueve y tú no estás. Manolín abre ya las puertas solo.
10 000 cuento c s juntos
51
*
SOLO
ELENA BETHENCOURT
Elisa no ha podido olvidar su cara. Ni tampoco el bosque aquel. No ha dejado de verlo en su cabeza ni un solo día desde los diez años: el olor a hierba, el ruido del río, el sobresalto, el miedo, el sudor, los llantos, la vuelta a casa, la decisión de la familia de poner tierra de por medio. Seguir. Crecer. Volver algún día hecha una mujer hermosa, irreconocible. Hacer que suceda lo que lleva tanto tiempo esperando. Ha sido fácil encontrarle, llamar su atención, flirtear, invitarle a casa, verter el contenido del sobre, ¿el café cómo lo quieres?
10 000 cuento c s juntos
53
¿CÓMO LO QUIERES?
*
ELISA DE ARMAS
El primero, tímido, juguetón, justo en la comisura. Así dos, tres, cuatro. Otro más, que la punta de tu lengua me dibuje los labios. Los siguientes boca contra boca, como dos guerreros que cruzan sus espadas, las enredan, en un combate húmedo que solo se interrumpe para buscar una habitación de hotel donde convertir esa primera escaramuza en una batalla de manos y de torsos, de piernas y de espaldas, de vientres que pugnan por ser uno. –¿Cómo lo quieres? –repites impaciente. –Solo, lo quiero solo. –Vuelvo en mí con voz trémula–. Y sin azúcar que le disfrace la amargura.
10 000 cuento c s juntos
55
LA AMARGURA
*
ÁNGEL SAIZ
Siempre tuve tu amistad, una migaja muy lejos de ser un amor completo. Que no hubiese mayor cercanía entre nosotros era mi condena. Nadie más que yo sabe cuánto sufrí al verte en otros brazos, cargada de hijos. Luego vino tu grave enfermedad. Creí que algo podría cambiar y así fue. Las cosas se volvieron un poco diferentes. Por suerte, te curaste y ahora puedo decir que estoy dentro de ti, pero esta cárcel resulta aún peor, porque tú ni siquiera lo sabes. No me sirvió de nada ser el donante anónimo de tu corazón.
10 000 cuento c s juntos
57
TU CORAZÓN
*
SALVADOR ESTEVE
Me calzo las zapatillas y mi mente se traslada a mi infancia. Desde la ventana veía a los niños de mi edad practicar deporte, corrían desbocados, sudorosos de juventud. Los médicos habían sido tajantes con mis padres, cualquier sobresfuerzo colapsaría irremediablemente mi corazón. Lo cuidé toda mi vida y te lo entregué entre algodones. Tú le insuflaste valor y fuerza. Pero ahora ya no estás, y mi existencia se diluye hacia la nada. Me calzo las zapatillas y me pongo a correr sin miedo, mi corazón se acelera. Te fuiste y aquí lo dejaste, se te olvidó que era tuyo.
10 000 cuento c s juntos
59
ERA TUYO
*
PALOMA HIDALGO
Te aconsejé insectos porque a mí me fue bien. La mía aguantó cinco días. Te dije que yo recogía cucarachas por la noche, cerca de las alcantarillas cuando bajaba al perro, y las almacenaba en un tarro hermético. Que luego las soltaba sobre su cama, dentro del armario, o en sus zapatillas. Y que hasta mi mujer la animó a marcharse y volver, ya si eso, cuando la plaga hubiera desaparecido. Pero tú, que decidiste utilizar aquel anónimo amenazante en lugar de pulgas, tendrás que aguantarte: como si las suegras no tuvieran olfato para descubrir nuestro perfume en una nota.
10 000 cuento c s juntos
61
EN UNA NOTA
*
RAFA OLIVARES
Sí, lo descubrí agazapado en la nota de un pentagrama, el de La Tocata y fuga de Bach. Lo encontré semiescondido y semidesnudo tras una semicorchea. Se trataba de un oxímoron, no había duda. Lo supe por su aspecto de confusa nitidez. Y parecía feliz, como gasterópodo tras tormenta de primavera. Lo tomé con cuidado para depositarlo entre las líneas de un menguado cuento. No ha quedado mal. Le da a la historia un aire de lógica absurda con reminiscencias de atractiva repulsión.
10 000 cuento c s juntos
63
REPULSIÓN
*
RUFINO GARCÍA
Me daba asco. Solía acercarse disimuladamente con movimientos sinuosos y se quedaba mirándome a los ojos mientras me hacía gestos con la lengua. Era repulsivo. Por precaución, yo siempre tenía cerca algo de fruta madura que le ofrecía y él devoraba con fruicción desentendiéndose de mí. Siendo la anaconda más hermosa del terrario, ¡que me aspen las escamas! si me enrollo con el único vegetariano del grupo.
10 000 cuento c s juntos
65
EL ÚNICO VEGETARIANO DEL GRUPO
*
ASUNCIÓN BUENDÍA
Domingo, que fue descartado inmediatamente, sonreía para sus adentros, mientras su semblante se tornaba falsamente compungido e indignado: “Salvajes, envidiosos, sádicos,”. Qué delicioso momento: el cuerpo de ese pequeño dios, tendido ya sin gracia y la magnífica escenografía en su piccolo vagón de tren. Para todos era grotesca su mutilación, él, muy al contrario encontraba sublime la falta de apéndices auditivos. Recordó su repetida sentenza: ¡Signori de la orquesta! contemplen mis oídos ¡a ver si se les pega qualcosa! Pues allí tenían cocinadas sus orejas, a ver si es cierto que de lo que bien se come, bien se cría.
10 000 cuento c s juntos
67
DE LO QUE BIEN SE COME, BIEN SE CRÍA
*
YOLANDA NAVA
Crecí siendo “La Rara”. Decían que era el vivo retrato de mi excéntrica abuela, de quien heredé el amor por la lectura… Aislada de mi entorno, daba cuenta de su legado en la biblioteca. Era feliz. Salvo cuando después de días y días leyendo, algún empacho me provocaba abundantes vómitos. La pérdida de palabras envueltas en bilis, rotas y húmedas en el fondo del váter, me sumían en largos periodos de debilidad de los que sólo lograba salvarme una nueva incursión en la biblioteca. En tales ocasiones, la colección de cocina casera de la abuela, era el reconstituyente más eficaz.
10 000 cuento c s juntos
69
EL RECONSTITUYENTE MÁS EFICAZ
*
TOMÁS DEL REY
Ayer fui al médico de caridad, por esta maldita tos. Dijo que estoy demasiado débil, y me recetó un reconstituyente. Yo miraba incrédulo la receta. ¿Cómo voy a comprar yo eso? Esta mañana, mientras pedía limosna con la receta en la mano, ha pasado un gato persiguiendo a una rata. Cuando las limosnas me han alcanzado, he comprado dos patatas y he invitado a Manuela. Le enseño lo que llevo para comer, y es una fiesta. Lo preparamos juntos en un caldero sobre la hoguera. Luego, juntos también, celebramos poder comer algo caliente, y fingimos saborear una liebre deliciosa.
10 000 cuento c s juntos
71
DELICIOSA
*
JUAN ANTONIO VÁZQUEZ
“Le gusta sentarse a lo pies de la cama y mirar al otro lado, en el espejo. Se distrae. Desde allí puede ver la habitación y a su muñeco preferido, el Señor Parches; contar las flores del papel pintado, o embobarse contemplando a la bailarina del joyero trazar el mimo remolino durante horas. Ha abandonado su sueño de escapar. Ya no golpea el cristal, ni trata de romperlo: prisionera, solo espera a que la niña regrese. Entonces siente una irrefrenable pulsión por imitarla: hasta la última posición, hasta el último gesto; se la comería a besos; pero no puede, solo es un reflejo.”
10 000 cuento c s juntos
73
SOLO ES UN REFLEJO
*
NIEVES TORRES
A veces ocurre que algunas de mis palabras flotan más tiempo del esperado en el aire de la clase, rondando sus oídos, intentando atravesar conductos y membranas para grabar en sus cerebros conceptos inauditos, para suscitar reflexiones o provocar anhelos. Entonces busco esa chispa en alguna mirada, espero que alguno de ellos pregunte, comente, quiera saber más. Y aunque de momento no hay más brillo en sus ojos que el reflejo de la luz de las pantallas, hoy, por fin, un chico ha levantado tímidamente la mano.
10 000 cuento c s juntos
75
LA MANO
*
MANUEL MENÉNDEZ
Entre la niebla del bosque de Britania se vislumbraban los saqueadores que seguían al ejército romano. Como buitres, tras la batalla inundaban los campos ensangrentados. Nepos se agachó sobre el cuerpo de un anciano druida, en cuyo dedo refulgía una piedra azul. De un tajo, cortó aquella mano venerable, sin detenerse a comprobar su muerte. Entusiasmado, calculó que podría cambiar aquel aguamarina por una noche en el burdel y una jarra de vino. Al amanecer descubrieron las manos seccionadas de Nepos clavadas con una hoz en la puerta del campamento. Del anillo y del resto de su cuerpo jamás hubo noticias.
10 000 cuento c s juntos
77
JAMÁS HUBO NOTICIAS
*
SUSANA REVUELTA
Siempre tuvo Pancho vista para los negocios, por eso no tardó en convencerme para alquilarle el chamizo donde guardaba mi difunto abuelo el bote y las cañas. No tenía ventanas ni techo, pero insistió en que lo acondicionaría y en pagarme, de momento, trescientos euros más gastos. Después iríamos viendo. Aluciné cuando me avisó para la apertura. ¡Una floristería había montado en un pueblucho de apenas veinte casas! Lo que yo ignoraba es que cada día había enterramientos de emigrantes sin nombre ahogados en el Estrecho y que algún alma piadosa, nunca supimos quién, encargaba para sus tumbas ramos de crisantemos.
10 000 cuento c s juntos
79
*
CRISANTEMOS
JUANCHO PLAZA
¡Ven! Te dije, y llegaste a mí con tus ojos de cordero degollado. Me llenaste de flores y de palabras bonitas, cuando lo que yo quería era comerte. Un buen día me di un festín. Probé la llaneza de tus manos, la mesura de tus labios, el ritmo delicado de tu vientre. Y estuvo bien, pero yo buscaba la arrogancia de tus brazos, el desenfreno de tus besos, el empuje procaz de tus caderas. No pude entonces evitarlo, llegó por fin la sangre al río, y tuve que llenar de palabras tu epitafio, que cubrir de flores tu recuerdo.
10 000 cuento c s juntos
81
*
TU RECUERDO
BLANCA OTEIZA
Por las noches me duele el alma que se retuerce entre estos hierros que la apresan. Aunque la ventana me traiga el aire que viene de las montañas nevadas, el calor me asfixia el pecho que se ahoga en tu mirada. Temo olvidar tu voz y tus besos cuando cierro los ojos y sólo contemplo la oscuridad en la soledad de mi cama. Las sábanas me abrazan y siento nostalgia de un tiempo, en que eran tus brazos, los que me rodeaban. Ahora, sólo silencio y tu recuerdo empañado en lágrimas antes de apagar la luz en la mesilla de noche.
10 000 cuento c s juntos
83
*
EN LA MESILLA DE NOCHE
ANA FÚSTER
Anoche capeamos un temporal azul turquesa. Nuestra nave de cristal dorado cabalgó sin miedo olas furiosas coronadas de nata mientras nos azotaba la lluvia, que garganta abajo sabía a anises espumosos y malvaviscos tostados. Luego, cuando escampó, costeamos islas blancas tras un banco de peces sol. Hasta que te dormiste. No sé qué tormenta nos espera esta noche. Pero seguiremos capeándola juntos. Porque me he jurado encerrar la angustia en la mesilla de esta habitación de hospital y juntar palabras luminosas para ti cada vez que muerdan los perros de la fiebre. Cada puta vez. Hasta que los venzamos, mi niño.
10 000 cuento c s juntos
85
*
MI NIÑO
IGNACIO BORRAZ
El niño que hay en mí emerge en contadas ocasiones a esta vida adulta y despiadada. Cuando lo hace es de forma cautelosa, con un horror clarividente instalado en sus ojos vivos, con la memoria de las veces anteriores, con el suspiro adherido todavía a la garganta. Aunque sabe que no le escucharé —un pensamiento frío y calculado le empujará, cariñoso pero inclemente, de regreso a su compartimento estanco—, susurra «preferiría no hacerlo». Y es que el jefe de Bartleby no lo consiguió, pero yo sé que este desahucio que autorizo, uno más, sí se cumplirá.
10 000 cuento c s juntos
87
*
SE CUMPLIRÁ
ROSY VAL
Hoy, tras ocho lustros buscándote, saciará su curiosidad. Entre titilantes luces te analizará como si fueras un personaje de ficción. Descubrirá que te imaginaba más guapo, menos alto. Te reprochará los momentos que no pudo presumir de ti; las velas de las tartas que no soplaste con ella; las hadas y princesas que esperaban entre sus sábanas; los fantasmas que dormían bajo su cama; las veces que su naricilla pegada al cristal de una ventanilla buscaba tus «¡pásatelo bien!». Esta será la segunda vez que llegue tarde. La primera fue cuando nació… ya te habías ido.
10 000 cuento c s juntos
89
*
YA TE HABÍAS IDO
NURIA ROZAS
El novio que se fuga con su amante y deja a la novia plantada en el altar será la trama de la película, que se estará repitiendo en bucle, aunque ella, sentada en el butacón frente al televisor, mirará a lo que en su día debió de ser un hermoso ramo de flores. Nadie la habrá echado de menos, ni siquiera tú, mientras su fétido cuerpo, que te habrá estado esperando, será lo único que llame la atención de unos vecinos que, molestos, avisarán a la policía.
10 000 cuento c s juntos
91
*
LA POLICÍA
MERCEDES MARÍN
A los diez años, mientras mis amigos intercambiaban cromos, yo escribía guiones de cine en los que era siempre el protagonista; un crápula, estafador, ligón y con posibles. “Tiene una fijación ciega por el dinero”, escuché que le decía mi padre a mi madre, y ella, aprovechaba cualquier oportunidad para abrazarme y lanzarme sutilmente consejos de vida sana. Decidí entonces escribir guiones dobles para que, cuando volviera a escudriñar mi intimidad, leyera justo lo que quería. Me convertí en un detective apuesto, trasnochado y eficaz y ella respiró aliviada, hasta que un día llamaron a la puerta. Era la policía.
10 000 cuento c s juntos
93
*
LA POLICÍA
CARMEN CANO
De entre los polis que vinieron a batirse con él, quise salvarte a ti. Fue como una revelación. Por eso aquella noche te conduje hasta su guarida en el laberinto de luces de neón. No te fue difícil eliminarlo. Lo atacaste por sorpresa mientras comía. Sé que era mi hermano, pero estaba harta de su egocentrismo y de su bestialidad. Por eso te guié hasta la salida del maldito barrio y te pedí protección. Por eso ahora, después de hacerme creer que lo nuestro era para siempre, no me puedes dejar tirada en un bar de carretera llamado Naxos.
10 000 cuento c s juntos
95
UN BAR DE CARRETERA LLAMADO NAXOS
*
ESPERANZA TEMPRANO
Aún no sé como llegué allí aquella noche. Tras la barra, el camarero limpiaba con desgana las copas. Tú, pegada a la gramola, bailabas al son de “Words”. Se te acabaron las monedas y me pediste más, me preguntaste si era escritor y sin esperar respuesta, me diste una historia que contar: te acoplaste a mi cuerpo y luego la pasión mezclada con el alcohol hizo el resto. Ayer volví en tu busca y solo encontré un punto kilométrico en el lugar, dicen que allí nunca hubo un bar, pero yo sé que fuiste real.
10 000 cuento c s juntos
97
*
FUISTE REAL
MAR GONZÁLEZ
Se pone de puntillas y, mirando hacia arriba, la niña le susurra algo al oído. Juraría que la estatua de bronce, un peculiar hombre con peineta, ha esbozado una sonrisa. Será un efecto óptico del artista, me digo. Confieso que, desde que la vi llegar corriendo con sus dos coletas rubias dibujando sonrisas al viento, no pude apartar la mirada. Cuando ella me mira, le hago una seña para que se acerque. - Oye, ¿qué le has contado? La niña se ríe y contesta: -¡Qué le voy a contar! Cosas que son verdad y no han pasado.
10 000 cuento c s juntos
99
COSAS QUE SON VERDAD Y NO HAN PASADO
*
PABLO NÚÑEZ
Laura trabaja frente a lo que, en unos años, será una administración de loterías. Allí echará su única primitiva. Observará el logotipo dibujado en la pared y el chico le comentará que es un árbol que plantó hace mucho tiempo. El boleto será premiado y se comprará un coche último modelo. Lo estrenará yendo a su pueblo, escuchando por el camino a Sabina. Cuando suene «Ahora es demasiado tarde, princesa», verá un árbol que le resultará familiar, perderá el control y chocará contra él. Pero volvamos al presente; ahora ha de atender a un niño que quiere comprarle una semilla.
10 000 cuento c s juntos
101
*
SEMILLA
MODES LOBATO
Él y yo nos enamoramos con la fuerza de mil soles. Y cada noche, como tigres en celo, nos entregábamos al placer de devorarnos. Y cuando, meses más tarde, nació nuestro hijo, llamé a mis jefes y presenté mi dimisión irrevocable. Ahora, años después, soy una madre feliz llevando a mi niño al colegio, jugando con él a la pelota, o enseñándole a andar en bicicleta. Y Dios y el Diablo siguen buscándome una sustituta, desde que no ha habido más muertes en todo el planeta.
10 000 cuento c s juntos
103
*
EL PLANETA
RAQUEL TEVAS
Músico frustrado. El asombroso hombre que tenía la capacidad de no hacer absolutamente nada. Lo conocí una noche fría, en el callejón de los gatos. Lucía una hipnótica sonrisa mellada. “Ya no no hay músicos como los de antes” - decía siempre a todo el aquel que quisiera escuchar. -No ambicionar nada, chico, te hará libre. Yo sólo ambiciono ésto - y miró al veterano grupo de Rhythm and blues, - escuchar a gente que sí tiene talento.- y sonrió. Hubiera parecido un charlatán más, pero cuando comenzaron a tocar, dios mío, esos músicos eran simplemente seres mágicos que te podían transportar a otro planeta.
10 000 cuento c s juntos
105
*
OTRO PLANETA
VIRTUDES TORRES
Mi primer pensamiento fue buscar un sitio donde ocultarme, aquellos seres no parecían amigables. Un montículo desde donde podía observar sin ser visto sirvió para ello. El sol empezaba a mandar su luz inclinada, extraña, violácea, la tierra fue abriéndose en pequeñas grietas dando salida a criaturas monstruosas que obedecían ciegamente a los primeros especímenes que había visto. Decepcionado opté por volver a mi nave, buscar coordenadas de otros mundos, de otras civilizaciones, de algún organismo que justificara mis recuerdos. Quizás no había sido necesario poner rumbo a otro planeta; quizás, solo quizás, hubiera sido suficiente conservar el que teníamos.
10 000 cuento c s juntos
107
*
CONSERVAR EL QUE TENÍAMOS
RAQUEL LOZANO
Regateé como pude el precio del utilitario. A las mujeres en los concesionarios nos tratan como si fuéramos imbéciles. Son esos pequeños micromachismos cotidianos. Como cuando pides con tu chico una caña y un café, y el café sabes que te lo servirán a ti. -–2.084 euros y no subo más, le dije tratando de imponerme. Me miró con esa sonrisa de macho alfa frente hembra rubia en edad reproductora. – Vale, (le faltó decir nena). Te llevas una ganga. Él sabía que me estaba estafando y yo, que los billetes eran falsos. Las rubias siempre fuimos tontas
10 000 cuento c s juntos
109
LAS RUBIAS SIEMPRE FUIMOS TONTAS
*
DOMINIQUE VERNAY
Me dices que no saque conclusiones erróneas, que solo fue una vez y llamas desliz a una mamada. Me gusta la palabra. No, esa no, la otra, desliz. Sí, por supuesto, te creo y te perdono. No, claro que no me hago idea de lo abrumador que puede ser un viaje de negocios. Abrumador, bruma... otra que me gusta. Eres un auténtico poeta. Y ya ves, como que ahora me siento feliz, contigo, camino de vuelta a casa. Sí, feliz como desliz, y entonces mi pie en el acelerador y aquel sauce tan macizo, él, y tan llorón entre la bruma.
10 000 cuento c s juntos
111
*
ENTRE LA BRUMA
MARIA JOSÉ ESCUDERO
Cuando descubrimos que utilizaba unas alas de plástico para volar a escondidas por su universo, colocamos rejas en las ventanas. Pero, obligada por la necesidad, aprendió que podía pasear por un sendero de álamos que estaba colgado en la pared de la sala de visitas y, descalza y en camisa, iba y venía hasta que oía girar la llave en la cerradura. Ayer, al amanecer, consiguió escaparse en un barco de papel que navegaba en el charco de su propia sangre y, mientras se adentraba en la inexorable neblina, nos hacía, con las manos desmayadas, gestos de despedida.
10 000 cuento c s juntos
113
*
GESTOS DE DESPEDIDA
CONCHA GARCÍA ROS
Sentado en el sillón con un libro en el regazo y dejando que Chopin le deleitara. Así decidió que sería su despedida. Era un precio alto el que tenía que pagar, pensó mientras bebía de la copa. El líquido tenía un gusto agridulce, como la situación. Al principio no lo había creído, pero había experiencias previas que avalaban el efecto. En unas horas dejaría atrás aquel insoportable dolor, a cambio no volvería a emocionarse. No podía sopesar el alcance de aquello. Unas lágrimas, las últimas, resbalaron por su rostro y se colaron entre las páginas. Aquella noche soñaría con ovejas eléctricas.
10 000 cuento c s juntos
115
*
OVEJAS ELÉCTRICAS
GINETTE GILART
Después de las lluvias radiactivas los animales enfermaron y se fueron extinguiendo. Para reemplazarlos los humanos crearon réplicas eléctricas y a su vez androides para desempeñar los trabajos más duros. Llegó el momento en que en la ciudad el número de robots superaba el de los humanos. El sol no conseguía atravesar la nube radiactiva que flotaba encima de la gran urbe. La noche era eterna. A miles de kilómetros, Yousuf mira al horizonte cómo declina el día, es hora de recoger el rebaño. Tras una cena frugal a la luz del candil sale a tomar el fresco sentado en el poyete, la luna le mira.
10 000 cuento c s juntos
117
*
LA LUNA LE MIRA
AURORA ROYO
El sol se esconde y la penumbra llena tu habitación. La luna te mira escondida entre las chimeneas, pero no te resignas a ir a dormir. Hoy no. No sin él. Otra vez no. Esperarás a la media noche y cuando hayas comprobado que de nuevo, como cada anochecer, la luna es la única que velará tu sueño, llorarás su ausencia y desearás que sufra una muerte lenta y dolorosa. Él no es un caballero y tú has dejado de ser una dama.
10 000 cuento c s juntos
119
*
SER UNA DAMA
AMPARO MARTÍNEZ
Corro escaleras arriba. Me escabullo entre el tumulto que lucha por subir a cubierta. Entre lágrimas, las damas abrazan a sus hijos en los botes salvavidas. Siempre deseé ser como ellas: viajar en primera, comer ricos manjares… Pero, ahora, mientras el casco del Titanic se abre como fruta madura, todas parecen ratas asustadas, roedores de segunda. Brinco sobre la dama de raso y encajes. Chillando, como cría hambrienta, me da un manotazo. Caigo dentro del bote. Desafiante, estiro el cuello y encojo la cola. Las damas, con cara de asco, huyen de mi lado, pero ninguna salta al agua.
10 000 cuento c s juntos
121
*
SALTA AL AGUA
ANTONIO ARAUJO
La brisa, con sus peces, picotea la sal de mi piel. La cala, los bañistas, las estelas de los barcos, dibujan ante mí una acuarela. A pleno pulmón respiro el olor a pintura del mar, la colonia del sol, con su luz de Sorolla. Pero hay algo, un matiz que no encaja. Es este olor a pólvora, 92 cañones de un galeón pirata que avanza a plena vela por la senda de diamantes que se acerca a la costa desde el horizonte. Y el sutil pinchazo de un florete en mi nuca. Es el Capitán Garfio, pidiéndome que no lo demore más.
10 000 cuento c s juntos
123
*
NO LO DEMORÉ MÁS
MANUEL PEIRÓ
¡Qué estrés! ¿Está todo controlado? Veamos: Despedidas, adioses y un triste ahí te quedas. Desenchufar todo y cerrar el agua. Dejar a Sultán con el descerebrado de mi yerno. Informar al conserje. Tirar el móvil. Olvidarme el botiquín con la “quimio”. Llevar en mano el pasaporte, el visado, las jodidas tarjetas de crédito y los billetes de avión. Comprobar si el taxi espera en la puta calle… Listo. ¡Mis vacaciones definitivas! Sólo faltan dos cosas: la pistola y una caja de munición que deben estar en algún sitio. Ambas necesarias e indispensables. A fin de cuentas es un viaje de placer.
10 000 cuento c s juntos
125
*
UN VIAJE DE PLACER
TON PEDRAZ
Abandona la fiesta del capitán y sale a cubierta. Examina cómo la proa del crucero corta la oscuridad. Enciende un cigarrillo recostado contra el candelero, sin notar cómo cede. No sabe qué ocurre, emerge y escupe el agua que lo silencia. Grita, en un intento porque la popa no se aleje. Una tanda estéril de brazadas no evita que la música enmudezca. Desea morir y se deja ir al fondo, pero patalea hasta toser convulso en la superficie. La cita con la muerte le frunce las entrañas, e implora que todo acabe cuando un roce áspero y acerado se filtra con habilidad entre sus piernas.
10 000 cuento c s juntos
127
*
ENTRE SUS PIERNAS
BELÉN SÁENZ
Isla mantiene su cuerpo a la deriva para rehuir ejércitos invasores. Por ello has de conocer su itinerario y resistir una larga singladura. Una vez que cruzas entre sus piernas, Columnas de Hércules –de un lado, África; del otro, Europa y enfrente, el infinito–, reposas en un valle de brisa dulce. Desordenas horas, minutos, segundos, con ella para después remontar y coronar el monte de Venus, al que se llega desde distintas partes de su geografía. Esquivas trincheras y fortificaciones: Ámalas; son cicatrices de batallas en las que ha sido derrotada. Y así podrás al fin acogerte a puerto franco.
10 000 cuento c s juntos
129
*
PUERTO FRANCO
JESÚS A. REDONDO LAVÍN
Cuando yo era niño mi puerto franco eran los brazos de mi abuela Lola. Y eso a pesar de que a veces, sentaba mi barriga en sus rodillas, levantaba una de las perneras de mi pantalón y arreaba azotes en la comisura que forman el glúteo y el muslo. Mis muchas travesuras merecían ese castigo tan común y plenamente aceptado en aquellos años. En las escuelas, qué diferente de ahora, los padres daban licencia al maestro con aquel: ”Usted dele”. Y no nos bañábamos en rencor. A la sombra de aquellas costumbres no criamos los de nuestra generación. No estoy traumatizado.
10 000 cuento c s juntos
131
*
NO ESTOY TRAUMATIZADO...
JAMS
...al revés. Cada mañana me levanto y corro a la ventana para ver qué encuentro en el jardín. Un par de dragones, tres caballos blancos, un barco buscando una isla... Me gusta guardar todos esos tesoros. En la cocina siempre hay alguien preparando café, algún abuelo que cuenta sus historias, media docena de maridos infieles y dos o tres adolescentes enamorados... de sí mismos. La bañera es una pecera de sirenas y en el salón he podido contar un centenar de personajes que buscan su historia. Y unos trillizos. Y un par de fantasmas. Encuentro dos asesinatos en la biblioteca, y otros tantos suicidios en el despacho. Y hay una larga cola de amantes en el pasillo para usar el dormitorio azul. Nos apañamos bien. Es una casa pequeña, pero cabemos más de 10 000. Pasa, si quieres... o si no te cuento.
10 000 cuento c s juntos
133
muchĂsimas
*
gracias
10 000 cuento c s juntos
135