pulsion de longi

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1 Kant, Immanuel: “On the Miscarriage of All Philosophical Trials in

Frankfurt, 1981, editado por Wilhelm Weischdel, pp. 105-124, que

Theodicy”, en Religion and Rational Theology, Cambridge University Press,

comienza afirmando los tests en el interior del test cuando dice que “el ser

Cambridge, 1996, traducido y editado por Allen W. Wood y George di

humano está justifcado, en tanto ser racional, en testear todas las afirma-

Giovanni, pp. 24-37; “Über das Misslingen aller philosophische Versuche

ciones, todas las doctrinas que le imponen respeto, antes de someterse a

in der Theodizee”, en Immanuel Kant Werkausgabe XI, Schriften zur

ellas, para que este respeto sea sincero y no fingido” (24).

Anthropologie, Geschichtephilosophie, Politik un Pädagogik I, Suhrkamp,

La Filosofía

AVITAL RONELL

Pulsión de prueba Y

INCLUSO EN LAS CONDICIONES DE SATISFACCIÓN MÁS ALUCINATORIAS, EL YO SIENTE QUE ALGO PUEDE ESTAR FALTANDO; EMPIEZA A SENTIRSE INSEGURO Y DEBE REINICIAR LA MAQUINARIA DE LA PRUEBA.

a sea que quieras probar que podés hacer algo, o que estemos impulsados por lo que Maurice Blanchot llama “la prueba de la experiencia”; que él se someta incesantemente a las pruebas de lealtad de Nietzsche, o que ella esté huyendo de una respuesta en la que su humanidad está bajo escrutinio, o que el entrenador sádico nos tenga entrenando para una competencia atlética; sea que estés entrando en la universidad, estudiando derecho o tratando de salirte de una institución; sea que te estén dando tu tercer título; que estés hinchándote de esteroides, o que ella haya tenido relaciones sexuales sin protección, o que él no sepa lo que tiene pero se sienta fatigado y con náuseas; sea que ellos tengan que probar su entereza o demostrar una hipótesis o hacer un casting para un papel, hacer un demo, probar nuevas formas de hacer las cosas, o determinar su paternidad; sea que te remontes al tiempo de los griegos, que fueron los primeros en registrar su modo de entender el basanos, o a la época en que perseguían a las brujas y se apresuraban a extraer la verdad en medio de la tortura y el dolor: parece que todo —la naturaleza, el cuerpo, la inversión, la creencia— necesita ser testeado, incluyendo tu amor. ¿De dónde proviene esta necesidad de torturar, de testear? Desde Bacon en adelante se ha establecido un vínculo entre tortura y experimento; sin embargo, ¿qué es lo que ha permitido que acciones y giros idiomáticos relacionados con el test se hayan destacado como un interés esencial y cada vez más amplio, una pulsión casi inevitable? El testeo, un modo de la interrogación, una estructura de investigación incesante —tal vez incluso una modalidad del ser—, escanea las

paredes de la experiencia, midiendo, sondeando, y determina así el “qué es” del mundo vivido. Al mismo tiempo, pero de forma más fundamental, la propia estructura del testeo tiende a sobrepasar la certeza que establece cuando obedece al llamado de la fnitud abierta. Pliegue que la metafísica no supuso, el testeo —esto es, los tipos y sistemas de relación que caen bajo esta denominación— afrma otra lógica de la verdad, una lógica que se somete a un cuestionamiento incesante, preservando a su vez un marco, un rastro, un momento de revelación como referencia. No hay nada nuevo como tal en el deseo investido en el test; sin embargo, el campo expansivo o la promiscuidad creciente del testeo plantean nuevos problemas y complican el itinerario de las afrmaciones que hacemos acerca del mundo y sus contracciones, los trozos de inmanencia y trascendencia que aún contiene. Nuestro contrato con Yaveh, piadosamente observado o abominado, implica una multiplicación de los campos de prueba. Poco después de completar su Crítica del juicio, Kant, en respuesta a un cuestionario público, examinó el problema de testear la fe de los estudiantes de teología. 1 ¿Puede testearse la fe, o acaso no es la esencia de la fe rechazar el test, proceder, precisamente con fe ciega, sin fundamento o califcación? Sin ir más lejos, el propio Todopoderoso ha demostrado una y otra vez ser adicto a las exigencias del test. Si puede decirse de Dios que tiene algún tipo de preferencia, entonces bien puede localizársela en la necesidad incontrovertible de la prueba. Nadie no es puesto a prueba por Dios, al menos por el Dios del Viejo Testamento, que mostrabaunavoluntaddeperpetuapersecución,

¿PUEDE TESTEARSE LA FE, O ACASO NO ES LA ESENCIA DE LA FE RECHAZAR EL TEST, PROCEDER, PRECISAMENTE CON FE CIEGA, SIN FUNDAMENTO O CALIFICACIÓN? Ya sea que

ella esté huyendo de una respuesta en la que su humanidad está bajo escrutinio el entrenador sádico nos tenga entrenando para una competencia atlética estés entrando en la universidad estudiando derecho o tratando de salirte de una institución te estén dando tu tercer título que estés hinchándote de esteroides ella haya tenido relaciones sexuales sin protección él no sepa lo que tiene pero se sienta fatigado y con náuseas ellos tengan que probar su entereza o demostrar una hipótesis hacer un casting para un papel hacer un demo probar nuevas formas de hacer las cosas determinar su paternidad te remontes al tiempo de los griegos

puesta a examen Basanos es un tipo de investigación cuyos resultados pueden servir como pruebas en un subprocedimiento dentro de un procedimiento legal más amplio que es esencialmente hostil, pero los ciudadanos litigantes no pueden ser sometidos al subprocedimiento del basanos.


2 Hannah Arendt entiende los campos en los mismos términos, como “labora-

ción ideológica] debe probarse a sí misma”, mientras que los campos mismos

experimentación en los campos y con los prisioneros de los Estados Unidos

torios en los cuales se verifica la creencia fundamental del totalitarismo de

“deben suministrar la verifcación teórica de la ideología” (438). Los campos

en términos de la suspensión de los derechos legales.

que todo es posible. Comparados con este, todos los otros experimentos son

están en el centro del “experimento de dominación total” (438). Sin embargo,

de una importancia secundaria”, en The Origins of Totalitarianism, Meridian

Arendt no interroga qué fue lo que hizo posible este giro experimental. En Ce

Books, Cleveland, 1958, p. 437. Considérese también su afrmación de que lo

qui reste d’Auschwitz: L’archive et le témoin Homo Sacer III (Payot & Rivages,

que allí se practica constituye el “campo de pruebas en el que [la indoctrina-

París, 1999, traducción de Pierre Alferi), Giorgio Agamben considera la

Kant, Immanuel: “On the Miscarriage of All Philosophical Trials in Theodicy”

Haraway nació el año 1944 en Denver, Colorado, actualmente es profesora del programa de Historia de la Conciencia en la Universidad de California, Santa Cruz, EE.UU. Hegel (Stuttgart, 27 de agosto de 1770 – Berlín, 14 de noviembre de 1831), filósofo alemán nacido en Stuttgart, Württemberg, recibió su formación en el Tübinger Stift (seminario de la Iglesia Protestante en Württemberg), donde trabó amistad con el futuro filósofo Friedrich Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Heidegger (* Messkirch, Alemania, 26 de septiembre de 1889 – Friburgo de Brisgovia, 26 de mayo de 1976) fue un filósofo alemán. Estudió teología católica y luego filosofía en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde fue discípulo de Husserl, el fundador de la fenomenología. Hilbert (23 de enero de 1862, Königsberg, Prusia Oriental – 14 de febrero de 1943, Göttingen, Alemania) fue un matemático alemán, reconocido como uno de los más influyentes del siglo XIX y principios del XX. Estableció su reputación como gran matemático y científico inventando o desarrollando un gran abanico de ideas.

HASTA AHORA, SIN EMBARGO,

de perpetua ruptura. Incluso el adorado ángel caído, que se escapó o fue echado a patadas (dependiendo de si uno lee la versión satánica de Goethe o la de Dios), devino aparato de testeo subsidiario de la política de admisiones del Paraíso. En alemán, Versuch reúne test con tentación: una fusión semántica de la que Nietzsche hace buen uso.

LA CIENCIA Thomas Hobbes (5 de abril de 1588 – 4 de diciembre de 1679), fue un filósofo inglés, cuya obra Leviatán (1651) estableció la fundación de la mayor parte de la filosofía política occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo político. Hobbes es recordado por su obra sobre la filosofía política, aunque también contribuyó en una amplia gama de campos, incluyendo historia, geometría, teología, ética, filosofía general y ciencia política. Hodges (nacido en Londres, 1949) es un matemático, escritor y pionero del movimiento de liberación gay de los años 70.

EL DIABLO ES LA MARCA VISIBLE DE UN APARATO DETESTEOPERMANENTE. ESUNODELOSNOMBRES DE UNA OPERACIÓN QUE COMPROMETE AL EXHAUSTO SUJETO DE MANERA RADICAL.

HA PRIVADO AL Hofstadter (15 de febrero de 1945) es un científico, filósofo y académico estadounidense.

Husserl (8 de abril de 1859- 26 de abril de 1938), filósofo alemán fundador del movimiento fenomenológico o fenomenología y discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf.

HOMBRE

La fgura del test forma parte de nuestro tiempo, al que Nietzsche consideró la era de la experimentación. Puede pensarse que la obra de Nietzsche pivota alrededor de distintas apropiaciones de la prueba, y es por esta razón que quiero considerarla más detenidamente mientras rastreo este fenómeno que parece haber volado por debajo de lo radares flosófcos. Incluso cuando el test es mencionado en el pensamiento contemporáneo —los deslumbrantes comentarios de teóricos y flósofos

FRíO

DE SUS ALEGRÍAS, HACIÉNDOLO MÁS

The Crisis of European Sciences and Trascendental Phenomenology

Libros

Immanuel Kant Werkausgabe XI, Schriften zur Anthropologie, Geschichtephilosophie, Politik un Pädagogik I

H

centrales tienden a hacer mención pero no uso de las potencialidades del término— no necesariamente se convierte en objeto de investigación o en campo de descubrimiento, de inquieta discrepancia. Husser aprieta los frenos cuando la pregunta por el testeo emerge en sus refexiones sobre la ciencia; en todo caso, en La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental se las arregla para esquivar a Nietzsche, casi lo choca pero lo deja intacto. Nietzsche, por su parte, introduce el giro experimental en el más personal de sus libros, La gaya ciencia. Sin embargo, el último flósofo, siendo y deviniendo aque que es (esto es, de acuerdo con el tictac del eterno retorno Nietzsche, siempre deviniendo aquel que habrá sido), a la vez anuncia y denuncia esta emergencia. Nunca debemos perder de vista la ambivalencia de Nietzsche con respecto a la experimentación. Con sus gafas infrarrojas capaces de ver el futuro y sus sensibles orejitas de radar, presintió que los campos de prueba harían crecer la tierra yerma y previó el campo de concentración como el laboratorio experimental con menos restricciones de la historia moderna, parte de la voluntad de saber científco. 2 Al mismo tiempo (aunque el tiempo se ha detenido) Nietzsche no esperaba que la vida como conocimiento fuera, en el mejor de los casos, una cama en la que descansar o un momento de relajo en nuestro tiempo libre, sino que le daría la bienvenida a peligros, victorias, sentimientos heroicos. Nietzsche notó la capacidad de la ciencia para hacer estallar inmensas galaxias de alegría. “Hasta ahora, sin embargo, la ciencia ha privado al hombre de sus alegrías, haciéndolo más frío, estatuario, estoico.” 3 3 Friedrich Nietzsche: The Gay Science, Die Fröhliche Wissenschaft, KSA, De Gruyter, Berlín, 1988, editado por Giorgio Colli y Mazzino Montinari, p. 384: “Vielleicht ist sie [die Wissenschaft] jetzt noch bekannter wegen ihrer Kraft, den Menschen um seine Freuden zu bringen, und ihn kälter, statuenhafter, stoischer zu machen”. Traducido al inglés y comentado por Walter Kaufmann, Vintage Books, Nueva York, 1974.


Quinta parte

Husserlmeteorólogo al of European Sciences and Tra-scendental Phenomenology, Northwestern

Eduardo Cadava, editado por Avital Ronell y Eduardo Cadava. [Hay versión

ller, traducido por Dennis Porter. [Hay versión en castellano: El Seminario,

University Press, Evansion, 1970, traducido por David Carr, p. 5.

en castellano: Memorias para Paul de Man, Gedisa, Barcelona, 1998.]

Libro 7. La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992.]

Nietzsche dirige su exigencia apremiante a la ciencia del futuro. Le exige que se haga cargo de su peculiar producción de signifcado, de su lugar y su ritmo en la existencia humana. En cierto sentido, Nietzsche intentó encontrar una estructura de posibilidad que llegara más allá del “¿qué es esto?” de la vida mientras mantenía su irrecusable interés en el mundo. Es importante recordar que Nietzsche no tenía una ruta de escape que lo llevara a un Otro Lugar mistificado, aunque retornó al intrépido y elegante ritmo de la existencia mortal explorado por primera vez por los griegos. Sin embargo, no estableció los derechos de un mundo del más allá ni pidió crédito a un usurero trascendental. Cualesquiera fueran sus faltas, no evadió su sentido de la responsabilidad hacia este mundo, el aquí y el ahora, que provocaba problemas en muchos niveles y en distintas áreas de su pensamiento fracturado. El esfuerzo por preservar la franja horaria del aquí y el ahora no era el menor de sus problemas, especialmente después de que Hegel la hubiera desechado en benefcio de otro emprendimiento temporal. Al igual que Husserl después que él, aunque de ninguna manera conformaron una sociedad, la urgencia que Nietzsche trató de problematizar concierne “no al carácter científco de las ciencias, sino más bien a lo que ellas, o a lo que la ciencia en general [incluida la investigación académica], había signifcado y podía signifcar la existencia humana [menschliches Dasein]”. 4 Para pensar el mundo rigurosamente, una ya no puede esquivar los puntos de presión de la ciencia, sin importar cuán invisibles, recónditas o elusivas sean sus impresiones.Leyendoydiscutiendolaafrmación de Heidegger de que la ciencia tiene défcit de

Some Scientists Refuse to Get Paid for Killer Ideas

1959-1960, W.W. Norton, Nueva York, 1992, editado por Jacques-Alain Mi-

Aporias: Dying-Awaiting (One Another at) the “Limits of Truth”

Press, Nueva York, 1986, traducido por Cecile Lindsay, Jonathan Culler y

The Ethics of Psychoanalysis, The Seminar Book VII

‘crisis’ of science as the loss of its meaning for life”, §2, en The Crisis

Mémoire: For Paul de Man

6 Jacques Lacan: The Ethics of Psychoanalysis, The Seminar Book VII,

Friedrich Nietzsche: The Gay Science, Die Fröhliche Wissenschaft

5 Ver Jacques Derrida: Mémoire: For Paul de Man, Columbia University

The Crisis of European Sciences and Trascendental Phenomenology

4 Edmund Husserl: “The positivistic reduction of the idea of science. The

pensamiento [“Die Wissenschaft denkt nicht”], Derrida emparenta la ciencia con el trabajo de duelo y con la memoria. 5 Lacan construye su La ética del psicoanálisis bajo el horizonte de la invasión científca: siempre está allí, lista para erupcionar, deslumbrar o descolocarte. 6 Nos domina, pero frecuentemente bajo la forma de la negación, como si pudiéramos darnos vuelta y escapar de la infuencia del carácter dado de la ciencia en nuestra modernidad. Y sin embargo, ¿dónde está? ¿Qué es? ¿Cómo interpreta Nietzsche la posibilidad de una ciencia que también carga con la fuerza de una resistencia interminable? Más allá de su signifcado para la existencia humana, la cuestión de cómo la ciencia se entiende a sí misma. De un modo que recuerda la investigación genealógica, Husserl rastrea una mutación en la formación de su signifcado “originariamente era vital, o más bien propia de la conciencia vital original de la tarea que da origen a los métodos, cada uno con su sentido especial”. 7 El método científco ha pasado de generación en generación, al igual que la progresiva realización de la tarea como método, un arte (techné); “pero su verdadero signifcado no puede ser traspasado con él”. 8 La ciencia puede dominar la infinidad de su materia sólo a través de la infnita persecución de su método y puede dominar las infnidades de este último sólo a través de un pensamiento y una actividad técnicos que estén vaciados de signifcado. Una tarea y un logro teóricos como el de una ciencia natural (o cualquier ciencia del mundo) “sólo puede ser y permanecer signifcativa en un sentido verdadero y original si el científco ha desarrollado en sí mismo la habilidad de rastrear el signifcado

D

esechás tus valideces ónticas anteriores. Empezás de cero, encendiendo una nueva actitud, para usar un buen término husserliano. Te das cuenta de que estabas equivocado. Ahora vas a tener que hacerte cargo. Sí, sabías que la idea de verdad en sentido científco se diferencia de la verdad de la vida precientífca. Quiere ser una verdad no condicionada. Esto signifca, en un sentido, que nunca vas a llegar hasta ahí, no si vas a sucumbir al sentido de una tarea infnita y común. Bueno, ibas a tener que cambiar de pista y probar de nuevo. Era difícil vivir en el reino de la verdad posible, el ser posible, el juicio perceptual posible. Estabas tratando de reunir la actitud teórica bajo la epoché de toda praxis. Nadie dijo que iba a ser fácil. Nadie dijo que los griegos, con la erupción de la actitud teórica, hayan querido que las cosas fueran más fáciles para nosotros. Para el caso, los egipcios y babilonios también nos sumergieron en sus profundidades intencionales, a tal punto que nos volvimos ciegos a las diferencias más esenciales de principio. Estabas viviendo en una insoportable falta de claridad. La flosofía en tanto ciencia rigurosa —todos dicen que el sueño terminó, “der Traum ist ausgeträumt”. No estoy listo para darme por vencido, no importa lo que piense Merleau-Ponty. Él dice que en mi Crisis tiré la toalla. Y después, cuando mis amigos hicieron un escándalo, dijo que era inconsciente. Ejem. No me parece. Soy Edmund H., el padre de todos. Martin es un problema. Mi pequeño discípulo Martin H. con su Existenzphilosophie, tan cool. Ahora tengo que mechar palabras como “existentiell” en mis escritos para captar la atención de los más jóvenes. El pequeño Heidegger y el pequeño Jaspers, con sus crisis más pop y el modo en que se apropiaron del término “fenomenología”. Me dolió mucho que Martin borrara la dedicatoria que me hacía en Sein und Zeit cuando descubrió que ser judío (y yo lo había sido) estaba pasando de moda. Esa puñalada parricida me hirió en lo más profundo. Eso es personal. Por ahora lo voy a dejar de lado, aunque me dicen que su propia alumna, Hannah, gime que lo personal es político. Por mi parte, he dicho

que la flosofía no es un asunto privado, pero en un registro completamente diferente. Estos chicos están pisando terreno resbaladizo. Condenan la sensación de vacío de los valores culturales europeos, se quejan de una falta de dirección para la existencia humana como un todo, una sensación de crisis y colapso, que sienten profundamente. Estos chicos… ¡exigen que la flosofía sea relevante para la vida! Por supuesto, esto es popular entre los nuevos retoños, pero a mí me parece imprudente. No obstante, les voy a presentar un desafío. Comenzaré con una exposición de la crisis de las ciencias como expresión de la crisis vital radical de la humanidad europea. Voy a perseguir los orígenes de esta “situación crítica” y se las voy a dar por la cabeza con Galileo y la matematización del mundo. Avanzo en una dirección democrática, quiero mostrarles lo que está disponible para todos, de manera irrefutable, apodíctica. Jacques D. acertó cuando dijo que para mí el nombre de Galileo era el índice ejemplar de una actitud y un momento, y no tanto un nombre propio. Para mí la ciencia es un título que representa valores absolutos, atemporales. Jacques D. lo llama ucronía, que suena a utopía, y apunta así hacia lo que pertenece a la intemporalidad, la dimensión atemporal de la ley científca. Estoy preocupado por el futuro de la flosofía, por su persistente distanciamiento de la ciencia, y por las máquinas del autobombo que se hacen pasar por flósofos. ¡Cuando pienso que en 1926 estudié detenidamente el manuscrito de Sein und Zeit y que ayudé a Martin a corregir las pruebas! ¡Y en 1928 lo nombré mi sucesor en Freiburg! Me la pasé cuidándolo, ocupándome de él como un padre, un consejero, un amigo, escribiéndole notas como la que decía: “Por favor, no te olvides de mandarle una copia gratis de tu libro a Jonas Cohn, porque se va a enojar mucho si no lo hacés”. Sí, es un “unausweichliche Notwendigkeit, dass Sie ihm ein Exemplar shicken”, de otra manera él estará “tödlich beleidigt—” tenés que mandárselo, por favor no lo hagas enojar; después de todo, él te mandó una copia gratis de su Dialéctica Y cuando no le dieron el puesto de profesor auxiliar porque “Heidegger habe zu wenig publiziert”—el comité dijo que no había publicado lo sufciente—, ¿quién siguió apoyando a Martin Heidegger, quién se quedó a su lado y nunca perdió confanza en él? Incluso le sugerí que enviara el manuscrito de esa cosa que estaba escribiendo, sí, todavía era Sein und Zeit, pero lo volvieron a rechazar. Después lo ayudé con la corrección. Pero me estoy repitiendo. Lo que hice por él, lo que signifcaba para mí… Mis cartas estaban frmadas “Ihr altgetreuer EH”, Siempre Tuyo, o a

MIERDA ESTABAS EQUIVOCADO

¡AGGGHHH!

en el frente Nº 414 Dasein es un término que en alemán combina las palabras “ser” (sein) y “ahí” (da), significando “existencia” . Es usado por martin heidegger para indicar el modo de existir propio del ser humano. El sentido literal de la palabra “dasein” sería el estar haciendo algo ahí.

7 Husserl: op. cit., p. 56.


8 hasta 13 Ibid.

14 Consideren bajo esta luz lo que Derrida sostiene en Aporías...: “Para

Thomas Dutoit, p.8. [Hay versión en castellano: Aporías: morir-esperarse.

ser responsable, y verdaderamente decisiva, una decisión no debería limi-

En los límites de la verdad, Paidós, Barcelona, 1998.]

tarse a poner en funcionamiento un saber determinable o determinante, consecuencia de un orden prestablecido... Uno debería evitar la buena conciencia no importa el costo”. Aporias: Dying-Awaiting (One Another at) the “Limits of Truth”, Stanford University Press, Stanford, 1993, traducido por

Husserl al meteorólogo

veces, anotaba en primer lugar “Viele Herzliche Grüse von Haus zu Haus”, muchos saludos cordiales de casa a casa, para que estuviera comprendida toda la familia —la casa, viste, incluso, por qué no, la casa del ser. Nuestras esposas se escribían, nos escribían, escribían por nosotros también. Mis posdatas decían cosas como “Sé que no necesito decírtelo pero nuestro cuarto de huéspedes siempre te espera, por favor vení, por favor quedate, pasaremos el día hablando, haremos nuestro propio seminario en miniatura, te mostraré lo que estuve escribiendo, me podés explicar lo que estás pensando”. Bueno, ¿qué puedo hacer? En términos de lealtad verdadera y energía interpretativa, ¿quién puede estar a la altura del aguante devoto de mi discípulo, Eugen Fink? Pero no confundamos discípulos con amigos. Raramente funciona, aunque hay excepciones deslumbrantes. Creo. ¿Dirían que Platón y Sócrates eran “amigos”? Por supuesto, están Nietzsche y Wagner: ahí tenemos una amistad. Déjenme intentar algo aquí. Voy a cajonear la pregunta por ahora y trataré de mantener las cosas separadas. Mi mejor amigo en Berlín, Gustav Albrecht, más tarde se convirtió en un profesor de ciencias. Aunque las cuestiones religiosas no podían importarme menos, había empezado a leer el Nuevo Testamento a los veintitrés. Instigado y en no menor medida inspirado por Albrecht, me convertí a los veintisiete a la religión evangélica. Me bautizaron en Viena con el nombre Edmund Gustav Albrecht Husserl. Mi esposa, Malvine Charlotte Steinscheider, se había convertido poco antes de nuestro casamiento… Bueno, estas son historias antiguas y no sé por qué ella las saca a relucir en este momento. Yo soy decididamente reservado, siempre lo fui; después de que mi hijo fuera sacrifcado en la guerra, me encerré durante un año, me volví aún más silencioso y no pude disipar la sensación de desastre abominable. Al fnal estaba resignado, derrotado, expulsado, humillado. Me bajaron los humos aun cuando mi fama crecía y me eligieron miembro de la Academia Británica, que en esos días no era un honor menor. Mi otro hijo fue despedido sumariamente de su puesto universitario, un gran golpe para mí (ella parece sentirse atraída por aquellos que sufrieron extraordinariamente, pero no la necesito, tengo mi trabajo y mi legado, no necesito que me pongan bajo custodia protectora, debería ocuparse un poco de ella misma, dormir un poco más y equilibrarse un poco, dejar de ulcerarse a causa de injusticias pasadas, a las que ahora añade las estúpidas políticas norteamericanas y los comportamientos admisiblemente agresivos. No le estoy prescribiendo pasividad, pero la ansiedad crónica no puede ser la respuesta bajo ninguna circunstancia, veo que en cierto sentido ella no admite el pasado, el pasado la invade en el presente, las invasiones diarias que

original de todas sus estructuras de signifcado y métodos, es decir, el signifcado histórico de su establecimiento fundamental, y especialmente el signifcado de todos los signifcados heredados, asumidos de manera inadvertida en este establecimiento fundamental, y de todos los signifcados asumidos más adelante”.9 Husserl añade esta advertencia: “Pero el matemático, el cientista natural, en el mejor de los casos un especialista muy brillante en el método —al que le debe los descubrimientos que son su único objeto—, normalmente no es en absoluto capaz de llevar a cabo tales refexiones”.10 El científco, limitado a una esfera circunscripta de investigación y descubrimiento, no sabe en absoluto que todo lo que estas refexiones deben clarifcar “está incluso necesitado de clarifcación, y esto por el bien de un interés que es decisivo para una flosofía o una ciencia, esto es, el interés en el verdadero conocimiento del mundo en sí, la naturaleza en sí”.11Concluye su elaboración: “Y esto es precisamente lo que se ha perdido en una ciencia que está dada como tradición y que ha devenido techné, en tanto y en cuanto este interés haya jugado un rol determinante en su establecimiento primigenio. Todo intento de llevar a los científcos a estas refexiones, si proviene de un círculo no matemático, no científco de investigadores, es rechazado por ‘metafísico’”.12Las necesidades flosófcas —“flosófco-matemáticas”, “flosófcocientífcas”— despertadas por motivos históricos permanecen en gran parte sin examinar “y entonces nadie se ocupa de ellas”. 13 Hay un área enorme de actividad científca que simplemente no sometida a los rigores de la refexión o que agresivamente se arriesga a hundirse en el autismo de una u otra forma de clausura. La escena de esta represión, de la que podría decirse que gobierna nuestro Dasein, es lo que necesita ser considerada. Esta escena no constituye un afuera de la ciencia sino que problematiza su funcionamientointerior,señalandoaveceshacia un germen desplazado u olvidado, un deseo, una necesidad o un sentido de la falta originarios; algo que, Husserl y Nietzsche concordarían en

este punto, pertenece a los precintos de una intensidad originaria, circunscribiendo aquello que en la ciencia está del lado de la vida. Aun así, no estamos solamente abocados a descubrir una vitalidad originaria sino también a escuchar el futuro que la ciencia presagia. En este contexto, la ciencia podría ser considerada una especie de interrogatorio, una estructura de revelación que frecuentemente se olvida de volverse sobre sí para interrogar sus impulsos vitales y su punto de origen flosófco. La separación entre la refexión flosófica y el esfuerzo científco es tan artifcial como peligrosa. Mi propósito, sin embargo, no es hacer pronunciamientos generales sobre el distanciamiento entre la ciencia y la flosofía. Contemplo ambos campos de articulación del sentido con escepticismo y en este punto debo atenerme a la ironía faubertiana de la no convicción. La ciencia y la flosofía han decepcionado. Pero esa es otra historia. El test, que pertenece tanto a los protocolos científcos como a los flosófcos, pero que, uniendo lo que separa, no tiene derechos exclusivos sobre ninguno de los dos dominios, equilibra algunas de las intensidades discursivas que se han formado alrededor de las cuestiones que estamos discutiendo. En este trabajo se lo hace simbolizar una innovación permanente, que introduce una nueva relación entre techné y epistéme. Al mismo tiempo, el giro experimental, que alberga al test y le da forma a sus contornos particulares, transgrede, al derribar y desarmar los fundamentos de una tradición, los límites del conocimiento y de la tecnicidad o método. Aunque articulado con precisión única por Nietzsche, el giro experimental no debería ser visto como la homogeneidad orientada del devenir. Por su propia naturaleza se interrumpe, se suspende. Esencialmente relacional y no estático, el test no admite ningún principio divino de inteligibilidad, ninguna primera palabra de gracia o verdad, ningún sentido fnal, ningún signifcado privilegiado. ¿Cómo puede este alineamiento fenomenológico de negaciones seriales ocuparnos hoy o hablarles a nuestras

techné producción a partir de un saber (técnica).

Epistéme conjunto de conocimientos que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en determinadas épocas.


15 Ibid., p. 24.

16 Hay demasiado pocos activistas, pero hay algunos, como el equipo de

con los cuales Potter se niega a negociar. Para una reseña sucinta de más

17 La represión de los flos destructivos de la ironía en los trabajos de Szondi

Steve Potter en el Laboratorio para la Neuroingeniería, compartido por la

ejemplos, ver Erik Baard: “Some Scientists Refuse to Get Paid for Killer

y Booth es una de las preocupaciones de De Man en “The Concept of Irony”, en

Emory University y Georgia Tech. Las creaciones robóticas de Potter (por

Ideas”, en Village Voice, Nº 16, setiembre de 2003, p. 33.

Aesthetic Ideology, University of Minnesota Press, Minneapolis, 1996, editado

ejemplo, el Hybrot, una máquina controlada por neuronas de rata selladas en

por Andrzej Warminsky.

un disco patentado fortalecido con microelectrodos) han pasado a ser objeto de deseo del ejército de los Estados Unidos y del Departamento de Defensa,

K necesidades? Hay algo del orden del riesgo absoluto que nos fuerza a prestar atención, algo que, poniendo en riesgo lo conocible, requiere extrema vigilancia y establece las condiciones de responsabilidad y decisión. La verdadera responsabilidad, del tipo que Dostoievsky, citado por Levinas, considera siempre excesiva —una nunca es lo sufcientemente responsable; yo soy más que nadie responsable por el otro—, depende de una autoexaminación que nunca está satisfecha con sus resultados, nunca termina de superarse. Y que tampoco puede confar en los preceptos tranquilizadores de un conocimiento determinado.14 El desprendimiento múltiple del que da fe el test nos lleva en la dirección de lo desconocido, situado como está en lo que Husserl podría llamar una infnitud abierta. El test afrma aquello que está amenazado desde su primer trazo o en todo caso señala un vacío, una irregularidad que ninguna huella puede estabilizar. El espacio de lo que llamo pulsión de prueba está rodeado de un interminable borramiento de lo que es. En el contexto de las refexiones de Nietzsche sobre el giro experimental o sobre lo que en La gaya ciencia localiza como la “disposición experimental”, el concepto de rescindibilidad es introducido para expresar la movilidad fundamental del pensamiento, entregado a constantes perturbaciones. Nietzsche se ocupa de una estructura o concepto —aunque estos términos a su vez pierden fuerza y nos arrojan al surco de la paleonímica— de la prueba científca, de aquello que nos hace fracasar, rebobinar y comenzar de nuevo. Sin embargo, Nietzsche lleva a cabo la aniquilación del pensamiento científco basado en la prueba sin degradar el desempeño del fracaso; sin tener que, diría él, inclinarse ante su Señoría, temblando de miedo porque el fracaso y el borramiento han sido el único saldo del día. El fracaso no puede ser fjado o evaluado como tal; pasa a ser absorbido en el calor del test, deviniendo su articulación suprema en un movimiento que provoca rupturas sin interrupción, o rupturas Gaya del francés o el provenzal gai, “alegre” o “festivo”, a su vez de etimología dudosa; se estima posible el franco *gehi, así como el latín gaudium, “gozo”. véase también el nombre latino gaius, del etrusco cai, “soy feliz”

que no interrumpen. El movimiento que interesa a Nietzsche se duplica interminablemente, se fsura recurrentemente, y se contradice sin permanecer igual a sí mismo, sin ceder ante ninguna dialéctica. Es como si el test mantuviera unida la inmanencia absoluta de la cual había hablado Séneca, la inmanencia de la muerte a cada instante. En tanto formas desapropiantes de la experiencia, el testeo y la experimentación están inextricablementeligadosconactosdenegación y afrmación. Desde la selectiva ciencia del eterno retorno hasta las pruebas de Zaratustra, pasando por las tentativas lingüísticas experimentales del estilo aforístico y las transformaciones de sus diferentes frmas, Nietzsche pone su corpus en la línea de fuego, exponiéndolo a la experiencia de la dislocación permanente. En cualquier momento, su escritura de prueba interrumpe cualquier determinación presentable y provoca en su lugar una instantánea disociación del presente, aquello que Derrida llama una différance en el ser-consigo-mismo.15 Dividida, fracturada, esencialmente incompleta en su manera de administrar sus protocolos, la disposición experimental no puede contar con fronteras infranqueables para sofrenarla, sino que funciona por exceso, intrusiones y una inestabilidad esencial. Hay otro modo de traducir la resistencia a la presencia que Nietzscheestructuraescrupulosamente.Dionisio es el dios del test, de las transformaciones, en tanto aquel que se abalanza sobre la unidad momentánea de la multiplicidad, dirige una fuerza que afrma la multiplicidad y es afrmada a partir de ella. Como alguien que no invadirá una zona de presencia, Dionisio permanece apasionadamente tranquilo: para ganar tiempo, para esconderse, para adoptar una nueva forma y para cambiar las formas. Al fnal, “El lamento de Ariadna” establece una relación fundamental entre una manera de interrogar y la divinidad escondida detrás de cada interrogación. Incluso cuando el campo se tecnologiza fuertemente. El testeo, que podría ser considerado la con-

la dejan fotando en un mar de angustia). Como en todo ensombrecimiento, hubo ciertos destellos repentinos, resplandores —a veces alucinados, otras veces, más cerca de lo posible. Hubo un momento en el que mi estado de ánimo mejoró brevemente, en diciembre de 1933 creo que fue, cuando contemplé una oferta de Norteamérica. Me ofrecieron una cátedra en la USC (el presidente de esa institución no era abiertamente flosemita por lo que me cuentan). Habría estado en California con los otros, con Tommy, Teddy y los músicos atonales. Pero soy alemán, no puedo irme, estoy desmovilizado en el choque de una contradicción histórica. De acuerdo con el espíritu de mi propio trabajo, la pregunta sería por qué este momento histórico centellea todavía en su cabeza, por qué no puede superarlo y pasar a otra cosa, como dicen los norteamericanos agradablemente. No soy de los que terminan en malos términos. Tampoco voy a entregarme a especulaciones sobre el modo en que se aproximan a la gratitud nietzscheana, un acto de violencia en la prueba de amistad. Pongo mi vista en otra parte. También disfruté de relaciones no complicadas con mis discípulos, cuando pude acoger, aunque sólo fuera para inmunizarme contra los otros —contra toda una nación—, algunos momentos luminosos de deferencia alegre y tal vez hiperbólica, provocada por gestos de una receptividad extrema. Yosuke Hamada fue uno de esos discípulos. Su carta del 18 de agosto de 1928 comenzaba, inolvidablemente, así: “Altamente honrado, mundialmente famoso y máximo Filósofo de Alemania”.Era breve, otra carta de despedida, pero que indicaba interrupción sin ruptura, o al menos le daba lugar a una ruptura que era parte del trato desde el inicio: “Siempre pienso en usted y le agradezco de corazón por la amistad pura que usted me ofreció durante mis estudios en Freiburg. Hoy, hacia el anochecer, vuelvo a mi hogar en Japón. La fenomenología defnirá mi vida eternamente y también determinará eternamente [la] vida flosófca japonesa. Por favor cuídese, Leben [Sie] wohl. Con el mayor de los respetos, Y. Hamada”. No tengo una última palabra que ofrecer, sólo el comienzo de una consideración sobre los discípulos y la amistad, sobre los equipos de investigación transgeneracionales y sobre los fnes sin fnal de la transferencia. Estas son fguras para contar una historia más grande, menos manejable, que continúa hostigando mi espíritu: quiero que entiendan algo sobre el modo en que nuestro trabajo fue puesto a prueba por la historia y sobre cómo fue sometido a la violencia incesante de sutiles sistemas de transmisión flosófca. Hay muchas más hebras, mucho más residuo para considerar bajo esta luz. Pero tal trabajo debe dejársele a otro ejercicio de narración testamentaria, y a otro ensayo.

Kafka (Praga, 3 de julio de 1883 – Kierling, cerca de Klosterneuburg, Austria, 3 de junio de 1924) fue un escritor bohemio de idioma alemán. Su obra es considerada una de las más influyentes de la literatura universal en el último siglo, a pesar de no ser muy extensa: fue autor de tres novelas (El proceso, El castillo y América), una novela corta (La metamorfosis) y un cierto número de parábolas y relatos breves. Kant (Königsberg, Reino de Prusia, 22 de abril de 1724 íbidem, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo alemán. Es el primero y más importante representante del idealismo alemán y es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna, del último período de la Ilustración y de la filosofía universal. Keller, nacida en 1936, es Física, autora y feminista norteamericana. Actualmente trabaja como Profesora de Historia y Filosofía de la Ciencia en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. También ha sido profesora de la Universidad de Nueva York y del departamento de retórica de la Universidad de California, Berkeley.


dición del “estar arrojada en el mundo” de la tecnología, atraviesa diversos sectores de la existencia y no comienza sus días como una forma vital explícitamente tecnológica. Sea que estemos hablando del ser abandonado (abandonado en el desierto, en la cruz, en casa o en las calles) o del ser discursivamente reforzado (socialmente sujetado, legalmente inscripto, políticamente activado), sea que hablemos del lugar en el que estas formaciones se encuentran e intersectan, todos estos derrapes en el camino del devenir tienden a asumir la forma de un test. La literatura suele comprender el dilema del ser testeado, sobre el que basa algunas de sus narraciones más horrorosas. Kafka construyó sus campos de prueba con un llamativo sentido de la urgencia. Desde su relato “La prueba” hasta los interminables El proceso y “En la colonia penitenciaria” (o incluso Gregor probando sus pequeñas piernas, el artista del hambre pesándose, K. testeando los límites de lo inteligible en el territorio de El castillo, la impugnada mirada médica en “Un médico rural” y el ping-pong de preguntas que el padre hace al fnal de “La condena”), Kafka sometió al lenguaje a la prueba de sus límites, en tanto sus fguras sondean en busca de referencia, frecuentemente bajo tortura. El vínculo entre testeo y tortura es considerado ampliamente en las obras de Kafka, emparentando su pasión en más de un modo con la pasión de Bacon. Sin embargo, la historia de esta lacerada revelación comienza con la noción griega de basanos, que emparenta tortura y verdad, ligando la confuencia de actos estrictamente constelada que me propongo estudiar. Tal vez uno de los casos de prueba más grande en la obra de Kafka tiene lugar en una historia en la que esencialmente no pasa nada salvo que a un hombre lo hacen esperar. En la parábola “Ante la ley” un hombre espera para ser admitido por la ley. Envejece y queda ciego mientras espera. Anda encorvado. Su único interlocutor, además de la pulga en el cuello de su camisa, es el portero, un guardián que en un sentido administra el examen sin molestarse por evaluar los resultados. Es justo decir que no hay resultados, sólo un juicio interminable, una serie de aplazamientos y la marcada relación del hombre con la ley como no presencia. La ley no aparece; el hombre nunca llega. Negándose, la ley no se manifesta. Tal vez esa sea la naturaleza de la ley, no aparecer si no es bajo la forma parcializada de representantes: policías, guardias de seguridad, un juez, cámaras de vigilancia, el contrato que frmaste. Metonimias interminables de lo que nunca tiene lugar como esencia: no hay lugar en el que una pueda encontrar la ley. Se destroza así la única esperanza del hombre del campo. La historia en la que nada sucede, y en la que sólo se establece una relación, una relación sin contrato y alrededor de la cual todo se desmoviliza, pone a prueba la paciencia del ser, el hombre. El hombre del campo es infnitamente paciente. Espera. Su test consiste en no saber que está siendo testeado. Este hombre, este pueblerino en lo que concierne a la ley del testeo, podría ser Odiseo, Rousseau, vos o yo. 21 Bruno Latour: “The Force and Reason of Experiment”, en Experimental Enquiries, Kluwer, Dordrecht, 1990, editado por Homer Le Grand, p. 65.

18 Edmund Husserl: “The Vienna Lecture”, en The Crisis…, op. cit., p. 297.

19 Ver la discusión de estas palabras que propone Martin Heidegger en

20 Ibid., p.

What is Called Thinking?, Harper & Row, Nueva York, 1968, editado por

297.

Ruth Nanda Anshen, pp. 51 y ss.; Was Heisst Denken?, Max Niemeyer Verlag, Tubingen, 1954.

Porquélaciencia Probando

E

scribo desde una necesidad flosófca —esta necesidad todavía existe— para responder a la cuestión del testeo. El problema es que el test aún no ha devenido cuestión flosófca, aunque pertenece a una forma siempre mutante de cuestionamiento. En tanto aquello que legitima o corrobora o, contrariamente, en tanto aquello que carga con el considerable peso de deslegitimar formas no cuestionadas del conocimiento, o decisivas reivindicaciones legales, farmacéuticas, cinematográfcas y de otras clases, el test a la vez afrma y priva al mundo de confanza; pertenece a una específca secuencia de fuerzas que más que aniquilar descalifca. Esta fuerza constituye una frontera frecuentemente invisible en la tierra de la negación. Sin embargo, en una de sus formas el test manifesta el lujo de la destrucción. Déjenme mantenerme alejada de todo esto por ahora; llegaremos a ese punto bien pronto. Hasta entonces, piensen en el como algo que anticipa la mirada tecnológica como si no hubiera nada más. De acuerdo con Nietzsche, sólo la ciencia está prohibida por Dios: el Todopoderoso manifestó una y otra vez Su terror mortal respecto de la ciencia. La fe es un veto contra la ciencia. El subtítulo de este libro podría haber sido “Por qué la ciencia nos asombra”. Una sensación de sobrecogimiento y asombro me exige esta pregunta. Proviene de un lugar de estupefacción absoluta. Este es un lugar,

o un humor, que tiene una larga prosapia flosófca, comenzando con los antiguos griegos, por lo que tal vez se trate de un humor heredado, parte de un circuito estrictamente determinado. La estupefacción y el asombro abren la escena de todo posible conocer, incluso cuando el conocimiento emerge de una confesada defciencia epistemológica: simplemente quiero decir que la ciencia de verdad nos asombra. Fascina. Lo que es decir, también, que nos ciega y que puede permanecer ciega a sus propias trayectorias, presuposiciones axiomáticas, procedimientos y premisas; para no hablar del estatuto poco preciso del deseo científco,sea que esté en crisis o, por el contrario (aunque esto no representa ninguna contradicción), seguro de sí y dotado de fondos, patrocinado por el estado.Tanta cegueraexigeungirohacia el interior, o al menos un movimiento errático hacia algo así como un afuera flosófco. En ¿Qué signifca pensar? Heidegger dice que parpadeamos. En la sospecha que se arroja sobre la obstinación de la ciencia a la hora de refexionar sobre su naturaleza esencial resuena un viejo prejuicio flosófco. La flosofía introdujo el topos de la ceguera científca con razón; y sin embargo no es esta la relación o la cosecha de la que provengo. La ciencia ha propuesto, pensado, descubierto y reprimido la viabilidad de nuestras formas vitales según maneras reconocibles y, a veces, desfguradas pero familia-

¿QUÉ SIGNIFICA

PENSAR? HEIDEGGER DICE QUE PARPADEAMOS

nosasombra 22 Hans-Jörg Rheinberger: “Experiment, Difference and Writing: Tracing

23 Andrew Hodges: Alan Turing: The Enigma, Simon and Schuster, Nueva

24 Ver especialmente Alan Turing: “Intelligent Machinery: A Heretical

Protein Synthesis”, en Studies in History and Philosophy of Science, Vol. 23,

York, 1983, p. 176. Quiero agradecer a Jean Lasségue del CNRS de París por

Theory”, en Sara Stoney Turing: Alan M. Turing, W. Heffer & Sons, Cambridge,

Nº 2, 1992, p. 323.

haber compartido conmigo su investigación y sus profundos artículos sobre

1959.

Turing, incluyendo su trabajo sobre el testeo y la diferencia sexual.


H

1,2,3 25 El artículo en el que Turing defne su máquina lógica en realidad

26 Hugh Whitemore: Breaking the Code, Amber Lane Press, Oxford, 1987,

27 Ver Alan M. Turing: Intelligence Service, Schriften, edición e introducción

apareció en Proceedings of the London Mathematics Society, C.F. Hodgson,

p. 33.

de Bernhard Dotzler y Friedrich Kittler, Brinkmann & Bose, Berlín, 1987;

Londres, 1936, 2ª ed., pp. 230-265.

ver también Friedrich Kittler: “Die künstliche Intelligenz des Weltkriegs:

Alan Turing”, en Arsenale der Seele: Literatur- und Medien-Analysen, Fink, Múnich, 1989, editado por Friedrich Kittler y Georg Christoph Tholen, pp. 187-202.

Experimento

res. Tales observaciones o acusaciones similares ya no están en discusión, y las guerras polémicas por determinados espacios en realidad ocultan el territorio que están sondeando. Además, bien podría ser que todavía no estemos pensando, todos nosotros. A esta altura, simplemente elijo retener el sentido, el humor, la chispa de disipación y alienación aturdida del asombro: quiero sostener un nivel de cuestionamiento y refexión dentro de un dominio que no se pensó en contra o sobre la ciencia. Estas refexiones las ofrece una —¿qué puedo decir?— sensibilidad que es sin duda ambiciosa pero también poética, aunque a veces académica, que busca entender sin apropiarse, comprender sin usar sus garras. En un momento determinado Nietzsche piensa que el experimento nos libera de las restricciones de la verdad referencial. La ciencia lo asombra, y su tendencia a reaccionar contra la efcacia del cálculo lo hace colocarla en su repertorio de ilusiones, interpretaciones opacas y máscaras. Nietzsche redirige la ciencia hacia el arte, ligando una antigua complicidad. Por mi parte, no siento rechazo ni estoy obsesionada por la ciencia: ambas opciones me parecen inútiles. Siento el peso que oprime nuestros cuerpos, nuestro avergonzado sentido de la promesa y el vacío y la conexión con el mundo, las pruebas a las que se me somete y que otros tienen que soportar, pruebas por medio de las cuales ese ser, todavía llamado humano, recibe su defnición hoy en día. Una tiene todo el derecho, en verdad el deber, de preguntarle a la ciencia si es capaz de dedicarse a asegurar las condiciones para pensar la felicidad y la afrmación de la vida. (Estas condiciones no deben construirse de manera simplista o utópico-regresiva, como entiende cualquiera que haya experimentado el circuito del psicoanálisis.) ¿O acaso la ciencia sólo es capaz de promover la glacialización, las esterilizaciones, la acerada grilla calculativa del dominio tecnológico, aliada como está con la amenaza persistente del fn del mundo y el privilegio acaparador de dinero? No hay que ser una marxista fulminante, vegana o ecomilitante para ver que hay demasiado pocos activistas científcos en nuestro medio, poca preocupación por sus efusiones. 16 Y sin embargo la ciencia me asombra.

28 Hodges: op. cit., p. 464. Ver también Adrian MacKenzie: “Undecidability:

29 Hodges: op. cit., p. 473.

Durante un tiempo largo contemplé la posibilidad de que el subtítulo fuera “El precio que estamos pagando por la ciencia”, alineándome con la declaración de Nietzsche: “el precio que estamos pagando por Wagner”. Debo asumir que las etiquetas de precios siguen apareciendo mientras conduzco la investigación por los callejones traseros de la experimentación científca y por diversas cartografías de ruptura. Tal como lo indican algunos de los pliegues e infexiones más importantes, el testeo será puesto en comunicación con la fgura de la ironía. En las flosofías de la ciencia o en el discurso científco no encontré mucho sobre la ironía como calibración retórica decisiva para el destino del test. Aun cuando el test es mortalmente serio, puede entenderse que su performance depende de teorías avanzadas sobre velocidades irónicas, cuyos ardores fsionales son igualmente mortales. No es mera coincidencia que Nietzsche, ironista supremo, lidere la investigación sobre nuestra cultura experimental, o que ironistas románticos reunidos alrededor de los hermanos Schlegel hayan testeado una estética del gusto y una política democrática cuando lanzaron su revista, el Atheneum. Tanto la ironía como el test implican cierta tolerancia hacia la toma de riesgos y alimentan los bordes combados de la aceleración temporal. Ambos producen nuevas experiencias de crisis y disrupción. Una puede tratar de apretar los frenos y recuperar las consecuencias impredecibles de la ironía, retroceder ante la conciencia de sus propiedades destructivas (es el caso de Peter Szondi y Wayne Booth) 17 o bien tratar de montarla como si fuera un animal de rodeo, hasta que te voltee, te estrelles y quedes kaput. Es necesario retener la hipótesis de que al fnal la ironía, al igual que el test, puede liquidarnos.

controlado 30 Sugiero una comprensión más sustancial del suceso o catástrofe locali-

31 Whitemore: op. cit., p. 50.

ubo un tiempo en que la flosofía y la ciencia se cautivaban, hablaban la una de la otra y se toqueteaban. Una no podía ser ni hacer sin la otra: un affaire pasional con deseos de fusión. Todavía hay comunicaciones, batallas por la custodia, visitas, vacaciones compartidas en obras de arte y en paneles académicos. Pero el compromiso sólido se ha roto de modos que se entrometen en el curso del “serio vivir”, como dice Husserl. Como hijo menor de la recordada unión, Husserl quizás haya sido el más alterado por esta ruptura histórica. Mary Shelley ya había inscripto en otra zona temporal el desastre de tal ruptura (entre pensamiento y ciencia, entre las modalidades tecnológicas y las literarias) en la creación de ese innombrable que nadie olvida, el monstruo que pasó a ser conocido como Frankenstein. Por su parte, Husserl exigía cautela cuando se abogaba por un acercamiento de la pareja rota. “Es un error —escribió— de las disciplinas humanísticas pelear por la igualdad de derechos con las ciencias naturales. Apenas les conceden a estas últimas su objetividad como autosufciencia, ellas mismas caen víctimas del objetivismo.” 18 Los estudios flosófcos y literarios, el arte y la crítica de arte se arriesgan a ser succionados por las pretensiones científcas dominantes, por la autoridad alienante de lo que Husserl llama “objetivismo”. La actitud que la ciencia nos ofrece, esta Einstellung, produce un vaciamiento de la vida y socava el aura. Nos ha dejado un residuo tóxico de políticas no cuestionadas, que ahora se han vuelto decisivas. La ilusión de la autosufciencia, marca de la autoevisceración de toda ciencia que se desprende de sus fundamentos refexivos y sus abismos olvidados, es peligrosa para todos nosotros, bloquea nuestra visión y eclipsa nuestra futuridad. Esto es Husserl, más o menos. Modernizado por obra de la historicidad. El otro,Nietzsche,gritaba:“Latierrayermacrece”. 19 No soy una persona pesimista pero quiero atender a lo que Husserl y otros, algunos cuyos nombres ustedes no conocen, dicen sobre “la intolerable falta de claridad del hombre acerca de su propia existencia y sus tareas infnitas”. 20 Esto puede sonar anticuado, es decir, prefreudiano, antibatailliano, postiluminista y demás. Porque ¿quién está hoy hambriento de claridad como si la oscuridad no emitiera su propia luz especial, incluso una tormenta solar de otro orden? ¿Y quién restringiría hoy su temblor retórico-existencial al “hombre”? Esta es la pregunta que pongo sobre la mesa: ¿cómo es que el test —a través de la historia y tal vez hoy de manera omnipresente— ha llegado a defnir nuestra relación con cuestiones como la verdad, el conocimiento e incluso la realidad? No se trata de elegir entre una ciencia de los hechos y una ciencia de la esencia, entre una interpretación de por qué las cosas son reales y una interpretación de por qué son posibles. Tampoco es simplemente un problema de autocomprensión tecnológica, como si la refexión científca en sus propios procedimientos y premisas pudiera satisfacer nuestra hambre flosófca. La expresión “posición de sujeto” no cubriría la calamidad del campo que rodea la voluntad de

32 Ver en particular las obras de Nicolas Abraham, Maria Torok, Jacques

The History and Time of the Universal Turing Machine”, en Confgurations,

zado en la raíz del descubrimiento científco en Avital Ronell: The Telephone

Derrida, Laurence Rickels, Werner Hamacher y Nicolas Rand para una consi-

1997, pp. 359-379.

Book: Technology, Schizophrenia, Electric Speech, University of Nebraska

deración del destino de la criptonimia en literatura, psicoanálisis y flosofía.

Press, Lincoln, 1989.


34 Hodges: op. cit., p. 534.

33 Douglas Hofstadter: Gödel, Escher, Bach: An Eternal Golden Braid, Vintage Books, Nueva York, 1980, p. 411. [Hay versión en castellano: Gödel, Escher, Bach: un eterno y grácil bucle, Tusquets & conacyt, Barcelona, 1979.] 34. Hodges: op. cit., p. 534.

PA RA DO JA

testear. Por momentos, esa posición de sujeto parece reducida a la posición de un conejo tiritante o a la menos glamorosamente frágil de una rata, aguijoneada y sondeada, seccionada y arrinconada por el tanteo tecnológico. En tanto receptoras de la exigencia invasiva, mis orejitas de conejo están temblando, una fgura evocada por Heidegger para representar una escucha ejemplar. No sé si mi dispositivo auditivo es ejemplar, ni quiero insistir en sostener el pathos que propulsa las imágenes reunidas en este lugar. Como buena nietzscheana, estoy sintonizada con las valoraciones confictivas, las ganancias y las pérdidas, de los fenómenos que estoy considerando. No soy insensible al potencial liberador de testear los propios fundamentos, es decir, de retractarse de las propias certezas, zafándose de las mantas de seguridad del tiempo y la historia. Hay algo en la relación con la verdad que depende del test. ¿Por qué, por ejemplo, los asuntos éticos y políticos más acuciantes de nuestro tiempo parecen tener cada vez más que ver con el testeo y no con otros nombres disponibles para el cuestionamiento, la duda y la certeza? La pulsión de prueba cubre mucho territorio y se divide en campos semánticos diferentes aunque emparentados. Hay momentos dereduplicación,coincidenciaysosténfuncional o local. Un costado del test es tan asertivo en sus descubrimientos como el otro vulnerable en el conteo de sus pérdidas. Está el test que se mantiene en sus trece, estandarizado, y equipado con resultados irrefutables. Eso aparenta y así sigue en pie. Está el otro test, el que se estrella contra las paredes, hace colapsar certezas y vive del fracaso (vive muriendo o, al menos, destruyendo). Todo tipo de cuestiones pasan a primer plano, incluyendo esas instituciones y números que tratan con normas y establecen fronteras y aquellas que dependen de la pericia o, en una corte de justicia, de testigos expertos. Uno de los registros del test ofrece resultados (certezas) por medio de los cuales calcular y contar con el otro (incluyendo el propio yo como otro, como otro testeado). El otro registro se separa persistentemente de su enraizamiento en la verdad: autodisolvente y siempre inquisitivo, depende de proezas que crucen las fronteras y del colapso de horizontes. Implica una política del riesgo cuya conexión con un concepto de libertad demostró Nietzsche en una de sus páginas. A la página siguiente, característicamente, Nietzsche se contradice, pagando el precio por la ciencia al señalar los riesgos más graves que puede atribuírsele a la cultura de la Versuch, el test o el ensayo. Los dos registros principales no llevan vidas separadas en el mundo, de acuerdo con Nietzsche, sino que se implican y seinfringenmutuamenteendistintascoyunturas críticas de su pensamiento.

Desde que Freud introdujo el concepto crucial de prueba de realidad, la autoridad de la realidad no sólo ha sido socavada, sino que su estatuto ha sido sometido a varios aparatos de testeo cuyo carácter e importancia aún tienen que ser investigados. El psicoanalista francés Jacques Lacan ha vinculado el test con la creación por parte del sujeto de un primer “afuera”, un espacio que ya no es la vieja “realidad”. Aunque la omnipresente fgura del test es un fenómeno característicamente moderno, sus precedentes y modelos no deberían ser ignorados. Este estudio de nuestra compulsión a testear explora los modos en que el test llega a exigir un coloquio sin precedentes de testigos, evidencia, repetibilidad, y toda una red de aparatos pensados para reforzar el test y sus hallazgos. Comenzando con los griegos y moviéndonos a través de distintos índices de una lógica frecuentemente sublimada y subterránea (una lógica que liga el testeo a la violencia), consideremos la importante controversia alrededor de las percepciones en conficto de Robert Boyle y Thomas Hobbes sobre flosofía natural, que en muchos sentidos condujo a los mecanismos de prueba de laboratorio que hoy conocemos, a los modelos nietzscheanos y freudianos de testeo experimental y a la pregunta flosófca general, cuando no paterna, sobre cómo se llega a adquirir conocimiento. De esta manera, focalizaré en las maneras en que el test —y en particular la retórica del testeo— ha reestructurado el campo de la vida cotidiana y de la vida psíquica. Ora claramente planteados, ora en gran medida repudiados, los modelos de testeo les dan forma a diversos tipos de organización social, legitimando tendencias discursivas crucia-les y frecuentemente irreversibles, e imponiendo decisiones críticas. En términos de las implicancias políticas del testeo, sólo es necesario considerar el modo en que las guerras son conducidas contra lugares materiales y objetos, y el modo en que el estado usa las drogas para tomar posesión de los cuerpos. El testeo signifca, entre otras cosas, que tu pis le pertenece al estado o a cualquier institución o aparato que prospere sobre la base de la nueva legibilidad de los ciudadanos. Es mi deber retrotraernos a la originaria ilegibilidad de tu muestra de orina, o, al menos, si soy incapaz de devolver tu pis a su lugar adecuado, rastrear los contornos de la complicada extravagancia del testeo.


35 Jeremy Bernstein: The Analytic Engine: Computers, Past, Present, and

36 Alan Turing: “Computing Machinery and Intelligence”, en Mind, Nº 49,

Future, Random House, Nueva York, 1964, p. 101. [Hay versión en castellano:

1950, pp. 433-460, publicado más tarde con el título “Can a Machine Think?”,

La máquina analítica: pasado, presente y futuro de los computadores, Labor,

en The World of Mathematics, vol. 4, Simon & Schuster, Nueva York, 1956,

Barcelona, 1984, traducción de Mariano Mataix Laborda.]

editado por James R. Newman, pp. 2099-2123.

Lanzamiento ESTA ASERCIÓN NO PUEDE N

o es un problema de invasividad enardecida desde el exterior. La misma ciencia nos invita a leer la escena de la experimentación, sus promesas fracturadas y procedimientos articulados, las renovaciones históricas, detenciones o signos de pregunta que la disposición experimental ha generado. Frecuentemente se nos alienta a buscar respuestas, provisionales o regulativas, en términos que tradicionalmente han sido reservados para la teoría literaria o puestos en cuarentena en una teoría de la signifcación. Pero también hay tendencias conceptuales, en gran medida no cuestionadas, que fomentan el aguijoneo crítico. Sea que estemos investigando las costuras internas de las gramáticas científcas o escudriñando los efectos de borradores decisivos que describen un dominio de significado exterior, el modo en que la ciencia produce esquemas jerárquicos afecta cada paso, o tropezón, de la vida. ¿Qué es lo que liga los comportamientos recónditos de la cultura del laboratorio con la experimentación con drogas, el teatro experimental, los experimentos del pensamiento o lo que Nietzsche emitió como la omnipresencia de la disposición experimental? ¿El destino imbricado del signifcante compartido es mera coincidencia o acaso presagia una agravación más seria de las adaptaciones contaminantes y comunicativas? La manera en que observamos la ciencia inclina el campo de investigación, pero también decide valores. Existe la tentación de ver la historia de la ciencia en términos de una historia de los “sucesos experimentales”. Bruno Latour sostiene que “un experimento es un acontecimiento”, y quiere decir, más o menos, que produce una situación que no existía antes del suceso. 21 Por su parte, Rheinberger juzga la historia de la temprana representación de la probeta como ácido ribonucleico soluble desde su formación en investigación biomédica, bioenergética y bioquímica, con el objeto de evaluar esos pasos en el proceso de producción que buscaban ejemplifcar “un concepto más general de cómo la historia de la ciencia puede ser entendida en perspectiva como una historia de los ‘acontecimientos experimentales’”. 22 Aparentemente, el concepto de experimento y su enlace con el testeo constituyen una tendencia importante en las líneas argumentales de la historia de la ciencia. Desde una perspectiva teórica se entiende por qué esto es así. Pero justamente el hecho de que sea visto así garantiza la atención flosófca, sin importar si esa concentración está al fnal justifcada o no. Con todo, se podría recurrir a las contribuciones de Evelyn Fox Keller, Donna Haraway y otros investigadores científcos y teóricos, Rheinberger inclusive, para preguntarles por lo excluido en este registro, qué tipo de factores ruidosos, impurezas y contaminaciones son dejados de lado por la máquina traductora y por la peculiar voluntad de representación que está ligada al predominio epistémico del experimento. ¿Qué sucede con los no-acontecimientos, aquellos elementos y huellas que bordean los márgenes de la disposición experimental? (En Derrida el acontecimiento se piensa como no-acontecimiento, una agravación de la Ereignis heideggeriana que designa aquello que no puede ser capturado o visto en su propia apropiación.) Para entender lo que puede haber sido ocluido cuando la experimentación se transformó en una narrativa maestra e invadió los léxicos del pensamiento, primero hay que revisar, sin resentimiento, presuposición o motivo ulterior, sus incesantes movimientos y sus sorprendentes trayectorias. Entonces, ¿dónde nos deja eso? Más allá del deseo de explorar los límites del “experimento” como relato maestro de la historia de la ciencia y sus implicancias flosófcas, entra en juego algo completamente diferente. Este trabajo

tiene su origen en un estudio dedicado a Alan Turing. Pretendía mostrar los estirones que llevaron del “test de Turing” a una consideración más general de los actos de testeo. Nietzsche introdujo el signo de pregunta flosófco en el temario, y Husserl proveyó el vocabulario con el cual medir las ondas de choque científcas para un mundo circundante (Umwelt). Derrida, por supuesto, con su sentido de la aporía, el testimonio y los destrozos performativos, fue y es mi campo de entrenamiento. De allí el énfasis en las inestabilidades y las indeterminaciones de la permanencia y la sustancia, la esencia y la existencia, así como en los plazos de producción de la verdad con los que el científco se enfrenta. A medida que avanzaba, el proyecto evolucionó y Turing prácticamente se desprendió, como el acelerador de un cohete que se separa del núcleo del aparato después del despegue. Había hecho el trabajo, me había comprometido con la investigación. Todo comenzó, creo, en una conversación con el tecnoteórico alemán Friedrich Kittler. Pynchon y Turing eran sus obsesiones centrales en ese entonces. Posiblemente lo sean aún hoy. (No, me dicen, hoy son los antiguos griegos… No importa, eso es lo que entendí después de compartir una botella de whisky escocés con Kittler. Un verdadero punto de partida flosófco.) Dejando de lado el whisky, no quiero unirme a las flas sobrias de una psicología grupal que ha permitido el olvido de Alan Turing. Este nombre cubre una extensión considerable. Dándole su apodo al conocido “Test de Turing” (que confía en la capacidad de una máquina para determinar la diferencia sexual), forma parte de la historia de la computadora digital, está vinculado con la emergencia de la Inteligencia Artifcial, etiqueta el primer programa capaz de jugar al ajedrez, llamado Turochamp, y está diseminado por otros sueños de la écriture electrónica. Turing, en un momento, y durante un tiempo, era el hombre del momento. Decodifcó el enigma junto con criptoanalistas polacos: jodió a los alemanes en la Segunda Guerra. Las chances de resolver el enigma del submarino U eran, de acuerdo con sus propios cálculos, de 52.000 contra uno. Los analistas británicos hicieron sesenta grupos de hojas perforadas “que se necesitaban para el primer método ‘femenino’, ahora ampliado a la colosal tarea de examinar un millón de rotores”. 23 Descifró el código y dio vuelta la marea, y así determinó el resultado de la guerra. Turing no es una fgura oscura; no es que haya estado sepultado, pero su nombre no ha alcanzado la estatura que debería, y con todo derecho debería estar allá arriba con sus contemporáneos y amigos: debería ser tan imponente como Wittgenstein, tan inexorable como Einstein y tan decisivo como Gödel. Con algunas notables excepciones, se ha escrito relativamente poco sobre él, y esto es lo que llevó a su madre, Sara, a dedicarle un estudio a su hijo excepcional. 24 Es como si estuviéramos presenciando un regreso o una reversión del sacrifcio abrahámico, como si Sara hubiera escrito acerca del hijo ambiguamente sacrifcado, Isaac. Su historia está vagamente diseminada, reescrita y borrada; ha asumido las cualidades del nombre de aquello con lo que él se había enfrentado históricamente: el enigma. Difuso y diseminado, también está en todas partes. Alan hace una aparición metamorfoseada en una novela de William Gibson bajo la forma de la Policía Turing. En el campo de Neuromante, todas las inteligencias artifciales deben ser alistadas en algo llamado Registro Turing, y sus actividades son identifcadas y monitoreadas por una Policía Turing internacional. En la obra de Hugh Whitemore Breaking the Code, basada en un libro de Andrew Hod-

SER PROBADA

puede ser probada o no. Si puede ser probada, tenemos una contradicción lo que significa que el sistema es inconsistente. Si no puede ser probada, entonces la aserción es verdadera, pero no puede ser probada, lo que significa que el sistema es incompleto.

de

sonda


ges, Turing explica uno de sus artículos más importantes: “Sobre los números computables, con una aplicación para el Entscheidungsproblem”. 25 El “problema de la decisión” implica tres expectativas básicas de la matemática y recupera la línea que tomó Bertrand Russell en Principia Mathematica. El modo en que Turing se aproxima al problema aparece bajo formas diferentes y a veces disfrazadas en esta obra, así que puede ser valioso apuntarlo aquí, recordando también que Turing asocia su teorema con la belleza. Turing sostiene que de haber un sistema fundamental para la matemática, este debe satisfacer tres requisitos: consistencia, completud y decidibilidad. Decidibilidad signifca que debe existir un método, un procedimiento defnitivo o una prueba, que pueda ser aplicado a cualquier afrmación matemática y que determinará si esa afrmación es o no probable. “[David] Hilbert pensaba que este era un conjunto de requisitos muy razonable; Kurt Gödel demostró que ningún sistema matemático podía ser a la vez consistente y completo. Lo hizo construyendo una aserción matemática que decía, en efecto: ‘Esta aserción no puede ser probada.’ Una paradoja clásica. ‘Esta aserción no puede ser probada’. Bueno, o puede ser probada o no. Si puede ser probada, tenemos una contradicción, lo que signifca que el sistema es inconsistente. Si no puede ser probada, entonces la aserción es verdadera, pero no puede ser probada, lo que signifca que el sistema es incompleto. Así, la matemática es ora inconsistente, ora incompleta. Es un bello teorema, bastante bello. Creo que el teorema de Gödel es la cosa más bella que conozco. Pero la cuestión de la decidibilidad quedó sin resolverse… En mi artículo ‘Sobre los números computables’ quise mostrar que no puede haber un método que funcione para todas las cuestiones.” 26 Prueba y verdad se van a las manos en esta elaboración, astillando supuestos metafísicos a los que ya no se puede recurrir para resolver cuestiones de decidibilidad. Con Turing, el método empieza su trayectoria necesariamente fracturada. En su trabajo, Kittler ha señalado que la Segunda Guerra Mundial fue en muchos sentidos una guerra de computadoras, una competencia de facultades informáticas, y que fue resuelta, al fnal, por aquel que superó a los cerebros informáticos. 27 Hay otro frente en el que Turing tuvo que luchar, un frente cuyos parámetros estaban fjados por la humana, demasiado humana faceta de la existencia socializada, y que lo llevó a su crisis máxima en 1954, cuando tenía cuarenta y dos años. El distraído profesor Alan Turing, que no esperaba ser arrestado como delincuente sexual, fue un día a la comisaría para denunciar un robo: faltaban un par de cosas en su casa, cosas claramente banales. Hablaba como un loro. En el curso de la explicación el profesor mencionó su relación con Arnold Murray, y pronto el interlocutor ofcial entendió que Alan y Arnold eran o habían sido una pareja. Turing se sorprendió de que la insinuación de que él y el señor Murray mantenían relaciones íntimas pudiera ganarle el re chazo público. Tal vez creyó que la atmósfera social era más tolerante. Tal vez no había pensado. Por una vez. No había anticipado el problema. Después de todo, no se comportaba como un clon de Oscar Wilde. Alan Turing, solitario y tímido, fue inmediatamente acusado de “Grave Indecencia contraria a la Sección 11 de la Ley Criminal 1885”. Estaba atrapado. No había tartamudeo o tropiezo o guiño del policía que le permitiera zafarse (si recuerdo correctamente, Turing y el ofcial de policía al que casualmente le contó su historia se llamaban por sus nombres de pila); no había dudas de parte del estado. Se lo trató duramente, se lo llevó a juicio y se lo avergonzó: humillado en público, rechazado en privado. Su hermano se volvió contra él: “John Turing no mantuvo en secreto que consideraba el comportamiento de su hermano repugnante y vergonzoso, un ejemplo extremo de ‘un modus vivendi en el cual los sentimientos de los otros no cuentan para nada’”. 28 Para decirlo brevemente, el profesor Turing fue forzado a elegir: la cárcel o un tratamiento órgano-terapéutico. Se le permitió elegir el arma que se volvería contra él: la clásica penitenciaría o la intervención médica. Optó por el tratamiento médico, pensado para destruir la libido acusada y volverlo impotente, hacerle crecer pechos. Atrapado. La decisión que tomó, sentía, le permitiría continuar trabajando en sus proyectos científicos, mientras que la cárcel, pensaba, lo habría separado del laboratorio. “Tal vez haya sorprendido que eligiera la alternativa científca a la cárcel. Le molestaba haber sido circuncidado, como le molestaba todo tipo de manoseo editorial de sus escritos (pequeñas interferencias, comparadas con este ejemplo de retoque). Y no le preocupaban mucho las comodidades mundanas, y un año en prisión, aun en una inglesa, no habría sido mucho más incómodo que el colegio Sherborne.”29 Esto dice su biógrafo, el Sr. Hodges.

Me voy a abstener de comentar el poco desarrollo que merece la relación establecida en la biografía entre la circuncisión y el manoseo de los editores, o la elección que lo llevó a una toma de rehenes más experimental que la propuesta por el estado, que excedía incluso la literalidad de la máquina de castigo de “En la colonia penitenciaria” de Kafka. ¿Quién necesita una celda material cuando el estado puede meterse en tu cuerpo y resignifcar tu estructura celular? Todo esto pertenece al acontecimiento del experimento, aunque a duras penas tiene un lugar, un hogar o un sepulcro. La historia de Turing nos recuerda el modo en que el estado ha experimentado con el cuerpo de aquellos que han sido constituidos como minoría y cómo los sistemas penales aún hoy continúan funcionando, de manera furtiva, como tantos otros emplazamientos para la ciencia experimental. El laboratorio aprisiona a sus sujetos, pero la prisión también abraza la cultura de laboratorio. ¿Cuántos reclusos afroamericanos han devenido objetos experimentales de proyectos científcos patrocinados por el estado? P.D.: Me gustaría incluir un biografema, para retroceder un poco y tomar otro camino. Si la ciencia está vinculada, como dice Lacan retornando a Freud, con la Verwerfung, con la paranoia y el drama de una forclusión fallida, quiero señalar una escena, al menos localizar una huella de derrumbe interno. El brusco viraje hacia lo biográfco ofrece tal vez una manera poco convencional de presentar la historia de la ciencia, pero no veo por qué se deberían recortar la vida y las obras de la “vida y obras”, incluso cuando el decoro científco y flosófco pareciera prescribir tales recortes. O al menos podríamos preguntarnos por qué tales recortes han garantizado una perspectiva correcta de la experiencia científca, y qué es lo que sucede con los rastros biográfcos que comprometen la historia sancionada de la ciencia. En las crónicas de la tecnología, desde Alexander Graham Bell hasta Paul Virilio (una franja arbitraria), el actor al que se le da crédito por un invento o intuición es frecuentemente puesto en marcha, biográfcamente, por un desastre personal frecuentemente repudiado por la narrativa. El destino de tal acto de repudio fue tematizado famosamente por Mary Shelley, cuando emite la tecnomonstruosidad creada por Víctor Frankenstein en el contexto de un duelo imposible por la muerte de la madre. O podemos pensar en la historia de Alexander Graham Bell, en la cual el protagonista, por medio de experimentaciones seriales, intenta por un lado conectarse con el oído sordo de su madre y, por el otro, montar un cable que lo comunique con su hermano muerto. Tanto Víctor como Alex fueron conectados eléctricamente a una escena de catástrofe inasimilable. 30 El sujeto científico, amontonado en la fcción o vivo en el enigma, es inagotable. Sin embargo, cierto número de rasgos reconocibles son recurrentes. Consideremos un episodio que en sí puede servir como recuerdo encubridor de un drama anterior y que entonces puede estar actuando como mero eslabón en una cadena de sustituciones metonímicas. Algo pone severamente a prueba al joven científco y lo marca de una manera que continuará siendo parte de su trabajo. La pulsión científca de Alan Turing fue puesta en marcha desde temprana edad, cuando sufrió un golpe devastador. Chris, el chico a quien adoraba e idolatraba, murió repentinamente de tuberculosis el jueves 13 de febrero de 1930. Desapareció de pronto. Como en tantas otras narrativas de la pulsión científca —la imborrable escena de súbita conciencia traumática es un tropo que la historia de la ciencia pretende ocultar—, el pequeño Turing empieza a organizar su labor y laboratorio futuros en los márge-nes de una pérdida inexplicable. Para empezar, empieza a preguntarse si la mente de Chris puede vivir sin su cuerpo. Whitemore le da lugar a esta apertura traumática en su interpretación dramática: “Fue una obsesión que me acosó durante años. ¿Qué son los procesos mentales? ¿Pueden tener lugar en algo distinto a un cerebro vivo? De alguna manera, una manera muy real, muchos de los problemas que he tratado de resolver en mi trabajo retrotraen directamente a Christopher”.31 El problema de un sistema de transmisión fantasma —lo que en el psicoanálisis postfreudiano se llama “criptonimia”— 32 avanza y retrocede en el caso de Alan Turing. No sólo hay un cuerpo fantasma agitándose en el corpus científco al que le dará su nombre, sino que además una historia de rechazo acosa el relato del fallecimiento de Turing. Y si narramos injustamente una muerte no podremos estar tranquilos, algo que sabemos tal vez indeleblemente desde Hamlet. La narrativa usualmente oculta una historia anterior, no contada e imposible de ser dicha, para la cua funciona como doble. Incluso la muy bien considerada obra “Ganadora del Premio Pulitzer” de Douglas R. Hofstadter Gödel, Escher, Bach: An Eternal Golden Braid, evita posar su mirada sobre lo que le pasó al científco. La sección sobre Turing se deshace de él vagamente: “Turing muere joven, a los cuarenta y un años; aparentemente a

B Bacon (22 de enero de 1561 – 9 de abril de ewewerew26), conocido también por barón de Verulam, vizconde de San Albano, canciller de Inglaterra, célebre filósofo y miembro de la misteriosa orden de la Rosacruz. Blanchot (Quain, cerca de Devrouze, Saona y Loira, 22 de septiembre de 1907 – Le Mesnil-Saint-Denis, Yvelines, 20 de febrero de 2003) fue un escritor, crítico literario e intelectual francés. Boyle , (Waterford, 25 de enero de 1627 - Londres, 30 de diciembre de 1691) fue un filósofo natural, químico, físico e inventor irlandés. Se le conoce principalmente por la formulación de la ley de Boyle. Es ampliamente considerado hoy como el primer químico moderno, y por lo tanto uno de los fundadores de la química moderna, a pesar de que su investigación y su filosofía personal tuvieron claramente sus raíces en la tradición alquímica.

G Gibson, (17 de Marzo del 1948) escritor de ciencia ficción norteamericano, considerado el padre del cyberpunk. Goethe (n. 28 de agosto de 1749, en Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania – 22 de marzo de 1832, en Weimar, Turingia, Alemania) fue un poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán que ayudó a fundar el romanticismo, movimiento al que influenció profundamente. Gödel (28 de abril de 1906 Brno (Brünn), Imperio austrohúngaro (ahora República Checa) – 14 de enero de 1978 Princeton, New Jersey) fue un lógico, matemático y filósofo austriacoestadounidense.

H Haraway nació el año 1944 en Denver, Colorado, actualmente es profesora del programa de Historia de la Conciencia en la Universidad de California, Santa Cruz, EE.UU.

D Derrida (El-Biar 15 de julio de 1930 — París 8 de octubre de 2004), ciudadano francés nacido en Argelia, es considerado uno de los más influyentes pensadores y filósofos contemporáneos. Su trabajo ha sido conocido popularmente como pensamiento de la deconstrucción, aunque dicho término no ocupaba en su obra un lugar excepcional. Dostoyevski fue un novelista ruso del siglo XIX. Se le incorpora en la lista de los mejores y más influyentes escritores de la historia, al lado de Homero, Dante, Shakespeare o Cervantes.

Hegel (Stuttgart, 27 de agosto de 1770 – Berlín, 14 de noviembre de 1831), filósofo alemán nacido en Stuttgart, Württemberg, recibió su formación en el Tübinger Stift (seminario de la Iglesia Protestante en Württemberg), donde trabó amistad con el futuro filósofo Friedrich Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Heidegger (* Messkirch, Alemania, 26 de septiembre de 1889 – Friburgo de Brisgovia, 26 de mayo de 1976) fue un filósofo alemán. Estudió teología católica y luego filosofía en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde fue discípulo de Husserl, el fundador de la fenomenología. Hilbert (23 de enero de 1862, Königsberg, Prusia Oriental – 14 de febrero de 1943, Göttingen, Alemania) fue un matemático alemán, reconocido como uno de los más influyentes del siglo XIX y principios del XX. Estableció su reputación como gran matemático y científico inventando o desarrollando un gran abanico de ideas. Hobbes (5 de abril de 1588 – 4 de diciembre de 1679), fue un filósofo inglés, cuya obra Leviatán (1651) estableció la fundación de la mayor parte de la filosofía política occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo político. Hobbes es recordado por su obra sobre la filosofía política, aunque también contribuyó en una amplia gama de campos, incluyendo historia, geometría, teología, ética, filosofía general y ciencia política.

E Einstein (Ulm, Alemania, 14 de marzo de 1879 – Princeton, Estados Unidos, 18 de abril de 1955) fue un físico de origen alemán, nacionalizado posteriormente suizo y estadounidense. Está considerado como el científico más importante del siglo XX, además de ser el más conocido.

Hodges (nacido en Londres, 1949) es un matemático, escritor y pionero del movimiento de liberación gay de los años 70. Hofstadter (15 de febrero de 1945) es un científico, filósofo y académico estadounidense. Husserl (8 de abril de 1859- 26 de abril de 1938), filósofo alemán fundador del movimiento fenomenológico o fenomenología y discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf.


K Kafka (Praga, 3 de julio de 1883 – Kierling, cerca de Klosterneuburg, Austria, 3 de junio de 1924) fue un escritor bohemio de idioma alemán. Su obra es considerada una de las más influyentes de la literatura universal en el último siglo, a pesar de no ser muy extensa: fue autor de tres novelas (El proceso, El castillo y América), una novela corta (La metamorfosis) y un cierto número de parábolas y relatos breves. Kant (Königsberg, Reino de Prusia, 22 de abril de 1724 íbidem, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo alemán. Es el primero y más importante representante del idealismo alemán y es considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna, del último período de la Ilustración y de la filosofía universal. Keller, nacida en 1936, es Física, autora y feminista norteamericana. Actualmente trabaja como Profesora de Historia y Filosofía de la Ciencia en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. También ha sido profesora de la Universidad de Nueva York y del departamento de retórica de la Universidad de California, Berkeley.

RyS Rousseau (28 de junio de 1712, *Ginebra, Suiza - 2 de julio de 1778, Ermenonville, Francia) fue un escritor, filósofo y músico definido como un ilustrado, siendo parte de sus teorías una reforma a la Ilustración y prefigurando al posterior Romanticismo. Russell, 3er Conde de Russell, OM, MRS, (18 de mayo de 1872 2 de febrero de 1970) fue un filósofo, matemático y escritor británico. Schlegel (Hanóver, Alemania, 10 de marzo de 1772 – Dresde, Alemania, 12 de enero de 1829) fue un lingüista, crítico literario, filósofo, hispanista y poeta alemán, uno de los fundadores del Romanticismo, hermano del también filólogo August Wilhelm Schlegel. Séneca (Latín: Lucius Annæus Seneca), llamado Séneca el Joven (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65) fue un filósofo romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue tutor y consejero del emperador Nerón. Shelley, (Londres, 30 de agosto de 1797 - íd., 1 de febrero de 1851), fue una narradora, dramaturga, ensayista, filósofa y biógrafa británica, reconocida sobre todo por ser la autora de la novela gótica Frankenstein o el Moderno Prometeo (1818). También editó y promocionó las obras de su esposo, el poeta romántico y filósofo Percy Bysshe Shelley.

L Latour (Beaune, 22 de junio de 1947), filósofo, sociólogo de la ciencia y antropólogo francés, especialista en Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad y uno de los principales referentes de la Teoría del Actor-Red. Lévinas (1906 - 1995) fue un importante filosófo y escritor. Lévinas ha permitido la difusión de la fenomenología alemana en Francia. A la manera de Paul Ricoeur, Lévinas ha consagrado su vida y su obra a la reconstrucción del pensamiento ético después de la Segunda Guerra Mundial. Natural de Lituania desarrolló su trabajo en Francia.

TyV Turing (23 de junio de 1912 en Maida Vale, Londres - 7 de junio de 1954 en Wilmslow, Cheshire) fue un matemático, informático teórico, criptógrafo y filósofo inglés Virilio (nació en 1932 en París) es un teórico cultural. Paul Virilio es conocido por sus escritos acerca de la tecnología y como ha sido desarrollada en relación con la velocidad y el poder con diversas referencias a la arquitectura, las artes, la ciudad y el ejército.

NyO Nietzsche (Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844 – Weimar, 25 de agosto de 1900) fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX. Odiseo o Ulises fue uno de los héroes legendarios griegos que aparece citado por primera vez en la Cipria o Cantos Ciprios, primero de los poemas del llamado Ciclo Troyano, para después ser uno de los protagonistas de la Ilíada y finalmente el personaje central y que da nombre a la Odisea, ambas obras atribuidas a Homero, y posteriormente en muchas otras obras.

W yZ Wilde (n. 16 de octubre de 1854, en Dublín, Irlanda, entonces perteneciente al Reino Unido – 30 de noviembre de 1900, en París, Francia) fue un escritor, poeta y dramaturgo. Zaratustra es el nombre del profeta fundador del mazdeísmo (o zoroastrismo). Se sabe poco o nada de él de manera directa, y las pocas referencias que se conocen están rodeadas de misterio y leyenda.

causa de un accidente con químicos. Algunos hablan de suicidio. Su madre Sara Turing, escribió su biografía. A partir de la gente que ella cita uno tiene la sensación de que Turing era muy poco convencional, incluso torpe en algunas cosas, pero dotado de una honestidad y decencia que lo volvían vulnerable. Le gustaban los juegos, el ajedrez, los niños, andar en bicicleta”.33 También le gustaban los chicos. La muerte de Alan Turing está más claramente contada en el libro The Mighty Micro, de Christopher Evans, que también está incluido en una nota al pie que proporciona Hodges: Tuvo un final trágico. Era un individuo solitario, que confaba poco en las otras personas y también un homosexual practicante en una época en la que la homosexualidad era considerada una ofensa criminal. De alguna manera tuvo un encontronazo con la ley —los tristes y lamentables detalles son duros de reconstruir y tal vez innecesarios— y una tarde, deprimido y desilusionado, se retiró a su cuarto y mordió una manzana con gotas de cianuro de potasio.34 ¿Puededetenerseestemovimientoquetodoloborra?¿Puede detenerse alguna de estas especulaciones? Moviéndonos hacia una conclusión provisional y casi sin tiempo, marcamos tarjeta al fnal de un suicidio con veneno. Sea que estemos hablando de Hamlet o de Turing y de las fguras que se los hace representar aquí, ha llegado el momento de tratar “El Problema de la Suspensión”* para que nos ayude a detenernos, o no. Puede que nuestra máquina de escritura simplemente no sea interrumpible. Es como si el propio Turing hubiera programado este dilema, instando al guión a ir más allá de sí mismo, más allá de los límites codifcados y las decencias consensuales. ¿Dónde y cómo detenernos? y si nos detenemos,¿cómosuspenderlapulsión de prueba y de acuerdo con qué protocolos de reducción de la velocidad podríamos llevarla a punto muerto? En “El Problema de la Suspensión”, Turing habla del problema de decidir si una máquina de Turing determinada, equipada con una cinta determinada, cesará alguna vez de calcular o si continuará de manera indefnida. “Turing fue capaz de demostrar que debe existir al menos una máquina de Turing para la cual la pregunta es, en principio, indecidible. Uno no puede diseñar un programa para determinar si la máquina de continuará o no calculando.”35 Hay más de una remota posibilidad de que la máquina siga calculando, testeando límites, anticipando la detención, incluso si alguien (un sujeto, un sujeto supuestamente equipado con capacidad de acción) la apaga. Las afnidades de época entre la vacilación de Víctor Frankenstein frente a su terminal de computadoras indetenible y los cálculos analíticos de Turing son llamativas, aun-que sólo sean electivas. Responder al problema de dónde, cuándo y si detenerse o no pasó a ser el destino del monstruo. En la versión literaria, para contemplar la posibilidad de la detención —la posibilidad de descontinuar—, el monstruo imparable debe aprender a ponerse fn y sólo lo logra leyendo el Werther de Goethe, donde se enseña la fnitud y se representa el suicidio. Sin este acto de autoterminación, argumenta el texto, la máquina-monstruo continuará de manera indefnida. Dada la naturaleza del testeo y la lógica peculiar que puede adscribírsele —una lógica astillada al interior de la exposición que ella misma requiere— una no quiere parar, parar materialmente, en un tono de fnalidad confada. Turing no autoriza tal pensamiento de la detención total. Una no quiere haberse asentado en una pregunta o haber domesticado una pulsión en un concepto atontado por el fnal o el resultado. Parte del resultado de Turing es la variación de un teorema que fue probado en 1931 por Kurt Gödel. El teorema de Gödel mostraba que en un sistema lógico tan abundante como aritmético debe haber al menos una proposición cuya verdad o falsedad sea indecidible. No es posible que exista una prueba que determine la verdad o la falsedad de la afrmación indecidible en el lenguaje del sistema en el que la afrmación fue formulada. El resultado de Gödel, cuando se lo traduce al lenguaje de las máquinas de Turing, nos dice que si se le hace la pregunta indecidible a una máquina de Turing, no dará ninguna respuesta o dará una respuesta falsa. La suposición poco frme de la pregunta —indecidible o inherentemente débil— focaliza una de las posibilidades que todos los sistemas de testeo tienen que enfrentar y proporciona la razón de su convite a la refexión flosófca intransigente. Démosle la última palabra a Turing antes de detenernos. Algunas personas han tomado el resultado de Turing como prueba de que la inteligencia maquínica es claramente limitada comparada con la humana. El propio Turing no creía que hubiera mucha profundidad en esta perspectiva, pero le dejó al testeo crítico la tarea de determinar los rasgos del pensamiento humano y maquínico y de reproducir preguntas del tipo que opone el uno al otro. En un ensayo frecuentemente citado, titulado “¿Puede

pensar una máquina?”, escribió: Siempre que se le hace a una de estas máquinas la pregunta crítica apropiada y esta da una respuesta defnida, sabemos que esta respuesta debe ser incorrecta y eso nos da cierta sensación de superioridad. ¿Es esta sensación ilusoria? Sin duda es bastante genuina, pero no creo que debamos darle demasiada importancia. Nosotros mismos damos frecuentemente respuestas incorrectas como para que se justifque nuestro contento ante tal evidencia de falibilidad de parte de las máquinas. Además, sólo podemos sentir nuestra supe rioridad en esa ocasión, respecto de esa máquina particular sobre la que hemos obtenido nuestro pequeño triunfo. Sería imposible pensar que triunfamos simultáneamente sobre todas las máquinas. En breve, puede ser que haya hombres más inteligentes que cualquier máquina, pero, por otra parte, podría haber otras máquinas que fueran más inteligentes y así siguiendo.36 X había vuelto de una conferencia cuando levantó sus mensajes. Su doctor le pedía que llamara al consultorio tan pronto como fuera posible. Era un domingo a la tarde, por lo que debería esperar. Se mordió el labio pensando en el sadismo de los doctores, incluso cuando creen estar ayudando con un extraño llamado, o lo que quedó de un llamado. Al día siguiente supo que tenía una nueva variedad de hepatitis. Pero no había ningún test para determinar de qué clase de hepatitis se trataba: “E” o “F” o tal vez era la “C”, hepatitis C, que desaparece y regresa, eludiendo frecuentemente los resultados del trabajo sanguíneo pensado para defnirla. Sin un test, la enfermedad no existía como tal, el diagnóstico se volvía vago, y el tratamiento pasaba a ser cuestión de conjeturas. Le recordó el drama de la fatiga crónica, que también había tenido que soportar: ningún test podía legitimar o demostrar su existencia. La gente la miraba raro, como si estuviera fngiendo. Le habría venido bien el respaldo del registro simbólico, en este caso, los resultados de algún test. Sin el test para probar que estaba enferma, era una lunática, estaba tensa, deprimida, somatizando indecibles —intesteables— dolores. Necesitaba el testimonio pero estaba demasiado cansada, simplemente demasiado cansada como para pensar en obtenerlo. Estaba sola, junto con tantos otros, a la buena de Dios: como esos desdichados soldadosderribadosporel“SíndromedelaGuerradelGolfo”, otra aficción privada del test.de esa máquina particular sobre la que hemos obtenido nuestro pequeño triunfo. Sería imposible pensar que triunfamos simultáneamente sobre todas las máquinas. En breve, puede ser que haya hombres más inteligentes que cualquier máquina, pero, por otra parte, podría haber otras máquinas que fueran más inteligentes y así siguiendo.36 X había vuelto de una conferencia cuando levantó sus mensajes. Su doctor le pedía que llamara al consultorio tan pronto como fuera posible. Era un domingo a la tarde, por lo que debería esperar. Se mordió el labio pensando en el sadismo de los doctores, incluso cuando creen estar ayudando con un extraño llamado, o lo que quedó de un llamado. Al día siguiente supo que tenía una nueva variedad de hepatitis. Pero no había ningún test para determinar de qué clase de hepatitis se trataba: “E” o “F” o tal vez era la “C”, hepatitis C, que desaparece y regresa, eludiendo frecuentemente los resultados del trabajo sanguíneo pensado para defnirla. Sin un test, la enfermedad no existía como tal, el diagnóstico se volvía vago, y el tratamiento pasaba a ser cuestión de conjeturas. Le recordó el drama de la fatiga crónica, que también había tenido que soportar: ningún test podía legitimar o demostrar su existencia. La gente la miraba raro, como si estuviera fngiendo. Le habría venido bien el respaldo del registro simbólico, en este caso, los resultados de algún test. Sin el test para probar que estaba enferma, era una lunática, estaba tensa, deprimida, somatizando indecibles —intesteables— dolores. Necesitaba el testimonio pero estaba demasiado cansada, simplemente demasiado cansada como para pensar en obtenerlo. Estaba sola, junto con tantos otros, a la buena de Dios: como esos desdichados soldados derribados por el “Síndrome de la Guerra del Golfo”, otra aficción privada del test.


Para mi incomparable maestro y amigo

JACQUES DERRIDA

Zu lieben ist gut: denn liebe ist schwer. Liebhaben von mensch zu mensch, das ist vielleicht das schwerste, das äusserte, die letzte probe und prüfung, die arbeit, für die alle andere arbeit nur vorbereitung ist. Rainer maria rilke, briefe 1, 14 de mayo de 1904 [Es bueno amar, porque el amor es duro. La ternura de una persona hacia otra es tal vez la tarea más difícil que se nos asigna —la tarea más extrema, la prueba y el examen fnales, el trabajo, para el cual todo otro trabajo es sólo una preparación.]


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