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Depende de ti

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Saber, ser, hacer y convivir

Mónica Y. Castillejos Suastegui Cuerpo, corazón y mente

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Al comenzar un nuevo año, nos sentimos llenos de esperanzas e ilusiones, listos para renovarnos o morir en el intento; la motivación es mayor en el primer mes, tal es así que creamos nuestra lista de propósitos, los cuales pretendemos cumplir y cada año los aumentamos, disminuimos o repetimos. No obstante, cumplir nuestros propósitos mes a mes, dependerá del sistema o método que decidamos utilizar para ejecutarlos, de nuestra voluntad, actitud y si estos propósitos son significantes, medibles, alcanzables, gratificantes y evidentes. El primer paso de la materialización de un deseo es pensar en lo que se pretende alcanzar, generando con ello la intención y por lo consiguiente el decreto. Jorge Hartkopf define el decreto como “una afirmación verbal o mental sentida de tal forma que es capaz de producir el efecto de lo dicho.” En muchas ocasiones, el estilo de vida que tenemos es el reflejo de lo que decretamos. La buena o mala suerte no existe, siendo así, que somos nosotros mismos quienes damos origen a la “suerte” que tenemos. Alguna vez te has preguntado ¿por qué hay personas a las que todo les sale bien?; la razón es porque decretan en positivo, ven lo bueno de las personas, de las situaciones y en ello enfocan sus palabras. “Hoy es un buen día”, “Yo Soy feliz”, “Yo tengo una vida excelente”, “Me gusta mi trabajo”, “Todo saldrá bien” “Yo puedo porque quiero”. De igual forma, las personas que pasan todo el día quejándose, hablando mal de los demás, de enfermedades, accidentes, eventos negativos, criticando y deseando lo peor, generan efectos negativos en su propia vida y como resultado culpan a todo y a todos de su “mala suerte”; cuando son ellos que sin pensarlo han decretado esas acciones. Cuando tenemos un perfecto control de nuestras emociones, surge una energía y magia interior que todos poseemos, ayudando a expresar palabras positivas y decretos llenos de fuerza y de vida, los cuales serán reflejo de nuestro interior. Esto nos lleva a una frase contenida en la Biblia… “No es lo que entra por su boca lo que contamina al hombre, sino lo que de su boca sale; porque lo que de la boca sale, del corazón procede…” Así mismo, existen 4 acuerdos que pueden ayudarte: 1.-Sé impecable con la palabra. Con ella puedes crear el más bello sueño o puedes destruirlo todo a tu alrededor. 2.- No tomes nada personal. Las acciones o palabras de las personas a tu alrededor, son el reflejo de su interior tales como: problemas, envidias, impotencia y miedo. Depende de ti tragar su basura emocional, y con ello convertirla en tu propia basura. 3.-No supongas nada. La mente es tan poderosa que imagina miles de situaciones muy anticipadamente, permitiendo que tengas juicios sin ningún tipo de justificación y alejados de la realidad. Depende de ti creer que esas suposiciones son ciertas, por ello, hablar y aclarar evitarán que hagas un drama de algo que sólo fue creado en tu mente. 4.-Haz lo mejor que puedas con lo que tengas. Involúcrate en ser parte de la solución con tus propios recursos. “En cualquier momento de decisión lo mejor es hacer lo correcto, luego lo incorrecto, y lo peor es no hacer nada” Theodore Roosevelt. Finalmente, recuerda que tu mundo exterior, es sólo un reflejo de tu mundo interior. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, se manifiesta a través de la palabra que depende de ti.

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