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Pinceladas El cambio climático merma
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EL CAMBIO CLIMÁTICO MERMA EL YARSABUMGA, EL ‘VIAGRA DEL HIMALAYA’, Y EL COVID-19 CRIMINALIZA SU COMERCIALIZACIÓN
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La Universidad de Massachussets, en Boston, Estados Unidos, se encontró que los aldeanos que cultivan el yarsagumba, el hongo más caro del mundo, y que viven en las montañas, a 4,000 metros de altura, donde la productividad de la agricultura es baja, tienen en esa cosecha su fuente principal de ingresos. El decrecimiento del hongo impactaría severamente la economía y cultura de las personas que dependen del alimento para su subsistencia. El estudio universitario, publicado en la revista Nature, calcula que el mercado global de yarsagumba mueve entre 5 mil millones y 11 mil millones de dólares. Representa el 40 por ciento de los ingresos anuales en las zonas rurales de la Región Autónoma del Tibet… Su comercialización está sufriendo también los embates de la actual pandemia del coronavirus, el Covid-19. Su escasez está promoviendo grupos de crimen organizado para su distribución y venta a nivel internacional.
El cambio climático y el cultivo excesivo han puesto
a un hongo del Himalaya, el yarsagumba, valuado por sus propiedades afrodisíacas, en peligro de extinción. Conocido comúnmente como yarsagumba o yartsa guaba, más coloquialmente como el “Viagra del Himalaya”, el hongo parasitario Cordyceps (Ophiocordyceps sinensis) crece y mata a la polillas tibetanas durante la fase larvaria en el subsuelo. De esta manera, un pequeño hongo brota de la cabeza de las larvas muertas para asomarse apenas unos milímetros fuera de la tierra, formando el yarsagumba. La Medicina Tradicional China (MTC) alega que el hongo, el cual es hervido para generarlo como té o sopa, puede actuar como afrodisíaco, curar el cáncer y remediar la fatiga. Estas aseveraciones médicas, sin embargo, no han sido comprobadas científicamente. Aunque el Cordyceps ha sido usado en la MTC por siglos, la demanda despegó en 1993 cuando tres corredoras chinas batieron marcas mundiales, y cuyo entrenador comentó a los medios que las atletas tenían un régimen alimenticio de yarsagumba, mediante una sopa de sangre de tortuga. El yarsagumba es cultivado en villas del Nepal que lo venden a más de 25 dólares el gramo, precio minorista que llega a dispararse hasta 150 dólares el gramo. La AFP (Agence France-Presse) publicó que el crecimiento de demanda ha provocado que los suministros de yarsagumba estén mermando, y los aldeanos que colectaban de 150 a 200 piezas del hongo en un mes están ahora recibiendo 10, 20 o 30 piezas al mes. La agencia francesa también cita al cambio climático como la posible razón del decrecimiento de suministros de yarsagumba: las regiones donde el espécimen normalmente crece han experimentado niveles menores de nieve y lluvia mientras que las altas temperaturas han acaecido los últimos años. Uno de los pocos estudios fue conducido por Uttam Babu Shrestha, estudiante de doctorado en la Universidad de Massachussets, en Boston, Estados Unidos. Shrestha encontró que los aldeanos que cultivan el yarsagumba, y que viven en las montañas y regiones con pocos recursos naturales donde la productividad de la agricultura es baja, tienen en esa cosecha su fuente principal de ingresos. En la sinopsis de un proyecto financiado por The Rufford Small Grants Foundation, Shrestha escribió que el decrecimiento del hongo impactaría severamente la economía y cultura de las personas que dependen del alimento. El estudio, publicado el 1 de febrero en Nature, calculó que el mercado
global de yarsagumba es de entre 5 mil millones y 11 mil millones de dólares. Un estudio del Economic Botany encontró que la colección de hongos representa el 40 por ciento de los ingresos anuales en las zonas rurales de la Región Autónoma del Tibet.
La recolecta moviliza a gran parte de los pueblos de la región occidental de Nepal todas las primaveras. “Esperamos tener fortuna en el 2019”
Ángel Luis Martínez Cantera, periodista español ha publicado, en medios británicos como Ceasefire Magazine y españoles como El País y El Correo, investigaciones relacionadas con derechos humanos, refugiados, comunidades indígenas, desarrollo, instituciones internacionales, políticas del Norte de África y movimientos sociales. Asia es escenario de otros trabajos. En uno de ellos nos cuenta su experiencia en el escenario de la yarsagumba, acompañada con imágenes que acompañamos a esta columna… “La primera luz del día reverbera en la cumbre del Dhaulagiri (8,167 metros), séptimo pico más alto del planeta. Mientras el sol se despereza, Gupta y su familia se preparan para el gran viaje. Su sobrina recoge madera seca. Su cuñado despluma los últimos pollos. Y su hermana termina de cocer lentejas y hervir el arroz para el Dal bhat (plato típico en el Himalaya nepalí). ‘Acamparemos 6 ó 7 días en la montaña, a 4,000 metros de altura. Casi todos viajan con nosotros. Permanecen los más pequeños y los ancianos’, cuenta Gupta Bahadur, de 45 años, vecino de Siwang. La aldea se levanta a unos 2,500 metros de altitud y a dos días a pié de Beni –municipio más cercano con acceso a carretera–. La mitad de las casas de este pueblo de medio millar de habitantes quedarán vacías en unos días pero ahora es un hervidero de gente. Mujeres y hombres portan los víveres necesarios en sus doka (cestas de mimbre tradicionalmente atadas a la frente). Muchos cargarán montaña arriba con más de 30 kilos durante una semana. Gupta sale del establo de madera con aire serio y muestra un puñado de lo que parecen gusanos disecados descansando sobre la palma de su mano: ‘El año pasado no pudimos encontrar muchas. Es una planta muy misteriosa. Puedes buscarla en un metro cuadrado y no encontrarla, mientras otros la descubren rápido. Algunas veces no encontramos una sola pieza en una semana y otras veces recogemos 50 en un día’. Yarsagumba o ‘viagra natural’, como se la conoce en la región, es el hongo más caro del planeta. Su recolecta moviliza a gran parte de los pueblos de la región occidental de Nepal todas las primaveras. ‘Esperamos tener fortuna este año’, dice Gupta señalando a las montañas del Himalaya”.
Durante más de 500 años, el hongo ha sido codiciado por la cultura asiática debido a sus propiedades afrodisiacas y medicinales
El espécimen crece únicamente entre los 3,000 y 5,000 metros de altura, en las praderas alpinas de Nepal, India y Bután, y en la meseta tibetana. Durante más de 500 años, el hongo ha sido codiciado por la cultura asiática debido a sus propiedades afrodisiacas y medicinales. “El ophiocórdyceps sinensis [nombre científico] es muy conocido por ser un gran tónico revitalizante. Asegura el buen funcionamiento de muchos órganos del cuerpo y fortalece el sistema inmune. Al ser un regulador del sistema circulatorio, se utiliza para impotencia, el dolor de cabeza, y para mejorar la producción de sangre y esperma,” explica Jit Narayan Sah, profesor del Instituto de Estudios Forestales de la Universidad de Tribhuvan (Nepal). El biólogo describe las propiedades de este espécimen único formado de un hongo y una larva: “El parásito crece en las montañas del Himalaya durante las lluvias veraniegas y coloniza a una larva de gusano bajo tierra, momificándola durante las heladas de invierno. Pasados varios meses, una planta emerge del híbrido, dando lugar a la parte que se crece en el exterior”. El espécimen se recolecta antes del monzón, entre mayo y junio. “Mis hijos de 17 y 20 años siempre nos acompañan en la recolecta. Es imprescindible tener buena vista, y manos pequeñas y ágiles para encontrar yarsagumba en el buki [nombre familiar dado a la zona montañosa donde se produce],” describe Ganesh Pun, comerciante de 38 años también de la aldea de Siwang. Ganesh explica que la larva que yace dentro de la tierra es la que tiene valor en el mercado. Cuanto más grande es ésta, más pequeña es la planta que crece en el exterior. Al riesgo que suponen las condiciones geográficas y climatológicas en el Himalaya, se une la dificultad para dar con el ejemplar. Ganesh lleva una década comerciando con la especie exótica y describe cómo se organiza la recolecta: “Hay comités encargados de controlar el acceso al terreno. Se establece que cada persona pague 250 rupias (2 €) para entrar, y una cantidad máxima de yarsagumba a recolectar por individuo.” Él y el resto de miembros del comité recaudan estos aranceles y los destinan a fines sociales, como ayuda a la pequeña escuela de Siwang.
La ‘fiebre’ de esta especie única pudiera acabarse, con consecuencias devastadoras para el ecosistema del Himalaya y la economía local
Pero no todos los municipios de Nepal se organizan de la misma forma. Los vastos altiplanos de los distritos occidentales de Rukum y Dolpa son conocidos por dar la mejor clase de yarsagumba. Y estas semanas se ven invadidos por miles de tiendas de campaña. “El precio de entrada a los pastos incrementa anualmente. El año pasado, los locales pagaban 1,000 rupias (10 dólares) y los visitantes 1,500 (15 dólares), además de un extra por mulas y caballos. Todos los comerciantes están obligados a pagar 10,000 rupias (100 dólares) de impuestos al gobierno,” detalla Raj Kumar, comerciante en la cercana localidad de Maikut, mientras abarca con sus brazos marea de aldeanos que se ven arrastrados por la fiebre del oro de esta especie única. “Esto no sucedía antes. Hace veinte años la gente recolectaba individualmente y una pieza se vendía por un par de rupias como mucho”. A finales de los 90, la comercialización de la especie no contribuía en modo alguno a la economía nacional nepalí, ya que su recolección, uso, transporte y exportación estaban prohibidos en base a la Ley Forestal de 1993 y su Regulación de 1995. El boom por el ‘viagra del Himalaya’ comenzó a raíz de la despenalización en 2001. Su comercio, generalmente en su forma no procesada, aumenta exponencialmente y el gobierno ingresa alrededor de 5,1 millones de rupias anuales, según la prensa local. Pero no son ni los recolectores ni el gobierno los que sacan más beneficio en el negocio del hongo medicinal, sino los comerciantes en el punto final de venta. Normalmente un intermediario compra un kilo de yarsagumba por un precio medio de 1.7 millones de rupias y puede llegar a venderlo por 3 millones en Katmandú. Para cuando el codiciado ejemplar llega a Shanghái (China), su precio se puede disparar a 100 dólares por gramo. Una investigación científica publicada el año pasado en la revista especializada Conservación Biológica señala que el al auge económico de China ha situado el mercado global de la yarsagumba entre los 5 y 11 mil millones de dólares por año. El estudio, del que se hizo eco la revista ‘Nature’, desvela también que la cosecha del ejemplar exótico se ha reducido en los últimos años y con él también su comercio, en más del 50%. Los investigadores atribuyen esta caída drástica a la sobreexplotación y a la ausencia de regulación específica en torno a la recolección y comercialización internacional de yarsagumba, amén de las consecuencias derivadas del calentamiento global de la tierra. Y advierten que sin la intervención del gobierno, pronto se acabará el boom de esta especie única, dando lugar a consecuencias devastadoras para el ecosistema del Himalaya y la economía local. Kalyan Gauli, director del departamento de Biodiversidad, Ecosistemas y Cambio Climático de la Red de Asia para Agricultura Sostenible y Biodiversidad (ANSAB) en Nepal, cree que no hay evidencia sólida para aseverar que el incremento en la demanda de yarsagumba pueda incurrir en daño ecológico, pero señala que tanto población local como expertos ya han observado impactos negativos debido a la acción del hombre.
Algunos aldeanos han sido asesinados por intentar irrumpir en la recolección de otro pueblo sin el permiso correspondiente
La escasez normativa no sólo da lugar a una recolección desmesurada sin tiempo para regeneración biológica del suelo, sino que también produce desigualdad de beneficios entre la población local. El propio doctor Gauli asegura: “Los ingresos varían mucho entre los comerciantes locales. Algunos se ven obligados a pagar algunas tarifas ‘informales’ a oficiales corruptos o bandas criminales locales.” Ragu Chitra, comerciante de hierbas en Katmandú, cuenta los problemas asociados con el mercado negro de la especie: “A un comerciante le confis-
caron 5 millones de rupias por no tener licencia. Era una banda criminal haciéndose pasar por policía. También hay robos y asaltos violentos. Incluso algunos aldeanos han sido asesinados por intentar irrumpir en la recolección de otro pueblo sin el permiso correspondiente”. Desde hace varios años no han dejado de salir a la luz robos y crímenes relacionados con el preciado espécimen. En 2011, un tribunal de Nepal condenó a 6 personas a cadena perpetua y a otros tantos a penas de prisión por el robo y asesinato de recolectores de la codiciada planta. “Buscar yarsagumba es peligroso,” insiste Manita Garthi. Ella y su hermana Kapila, de 13 y 15 años respectivamente, perdieron a su padre durante la cosecha. “Dicen que un bloque de hielo se desprendió y nunca encontraron el cuerpo. Se lo tragó la montaña,” explica la mayor de las niñas. En la última década, cuatro niños de la escuela de Siwang han quedado huérfanos tras la época de recolecta. “Los aldeanos necesitan este dinero para sobrevivir. Es un viaje duro para los niños que van con sus familias y que pierden clases, pero recuperaremos estas lecciones durante días festivos,” se excusa Devkota Shora, profesor de primaria en el pueblo. Como cada año, la única escuela de la aldea permanecerá cerrada durante estos días, cuando más de la mitad de los niños acompañen a sus familias en la búsqueda del hongo medicinal. Los habitantes de Siwang saben que hay un paso entre encontrar fortuna o el infortunio. “La montaña es implacable. El año pasado tuvimos que enterrar a un aldeano en la misma montaña. Estaba recogiendo yarsagumba cuando resbaló y cayó 5 metros,” cuenta Dham Bahadour mientras termina de hervir roksy (vino local). “Esto ayuda a combatir el frío, la fatiga, el mal de altura… y da suerte,” sonríe señalando el vaso. Dham saldrá con la expedición de Siwang por décimo año consecutivo a recolectar yarsagumba. A buscar suerte. A encontrar su fortuna.
“No entendemos que se niegue el cambio climático. La evidencia científica es muy fuerte”, comentan los expertos de la ONU en Polonia
Un informe científico ha acabado por convertirse en uno de los grandes escollos de la cumbre del clima de la ONU, que este año se celebra en Katowice (Polonia). El IPCC, el panel de expertos que asesora a la ONU en asuntos de calentamiento global, es el responsable del documento. Y Thelma Krug (São Paulo, 1951), la vicepresidenta del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés), ha acudido a la cumbre a presentar sus resultados. “Es un desafío muy grande y el cambio no tiene precedentes en la historia”, dice sobre la transformación necesaria para cumplir con el Acuerdo de París. Cuando se cerró ese acuerdo en 2015, los 200 países que forman parte de la convención de la ONU sobre cambio climático encargaron un informe al IPCC sobre la posibilidad de que la subida de las temperaturas a final de siglo se quede solo en 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales (ahora estamos en un grado de aumento). Ese documento se presentó en octubre en Corea del Sur. Sin embargo, dos meses después, EE UU, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait están bloqueando su asunción en la cumbre de Katowice. No están dispuestos a que, literalmente, se “acoja con satisfacción” un informe que urge a tomar medidas drásticas. ¿Qué le parece que los países no encuentren un encaje para el informe del IPCC? “El IPCC fue invitado por esta convención de cambio climático en 2015 a elaborar el informe, y lo entregamos en 2018 como nos solicitaron. Fue un desafío muy grande entregarlo en ese pequeño espacio de tiempo, pero hicimos nuestra parte desde el punto de vista científico. Lo más importante es que todos los países, incluso los que aquí ahora han mostrado preocupación, aprobaron el resumen y aceptaron el informe en octubre. Eso es lo más importante para el IPCC, porque con eso podemos avanzar e informar. Todos los países estuvieron de acuerdo, aunque es importante decir que después de la aceptación del informe tres países hicieron comunicados expresando preocupaciones”. ¿Qué tres países eran? “Los mismos”. EE UU, Arabia Saudí y… “Egipto. Hicieron declaraciones que están en las actas de la reunión de octubre. Por eso no ha sido una sorpresa ahora. Pero lo más importante para nosotros era la aceptación del informe y esto se hizo en octubre. Ahora ya es una decisión política”. ¿No le parece que desde el ámbito político se niega la evidencia científica? “No creo. Porque los mismos países que están ahora aquí estaban en octubre allí y expresaron su aceptación del informe. Aquí es más una cuestión de encontrar el lenguaje. Los países buscan un lenguaje en el que se sientan cómodos. Y estamos hablando de 195 países que tienen diferentes visiones. Esto no implica que la ciencia se rechace o no se acepte”. ¿Hay malestar entre sus compañeros del IPCC? “Entendemos que desde el punto de vista científico hicimos nuestra parte. Ahora no nos importa mucho lo que pasa, lo importante es que durante la cumbre estamos teniendo un espacio increíble para difundir los resultados del informe. Perseguir el objetivo de 1,5 grados es mucho más difícil, mucho más impactante. Y necesitará transiciones muy significativas. Tal vez un coste algo mayor. Pero lo beneficios son tan grandes. Nos va a costar mucho más no hacerlo, por los fenómenos extremos que son cada vez más intensos y frecuentes… Estamos hablando de vidas humanas. ¿Qué coste tiene eso? Creo que aquí todos lo tienen asimilado, pero, claro, será una revolución. Y esto lleva un poco de tiempo tal vez”.
“Sería muy complicado imaginar que mis nietos y su generación no tengan una posibilidad de vivir en el planeta por el cambio climático”
¿Cree entonces que se puede lograr mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados? “Es un desafío muy grande y el cambio no tiene precedentes en la historia. En el informe señalamos que es posible. Es decir, no es imposible. Es el lenguaje que utilizamos. Pero se necesitan cambios muy intensos. Si se toman como ejemplo los países en desarrollo se ve que tienen muchas oportunidades de crecer de una forma muy diferente, muy distinta. Para los países desarrollados los cambios son más dramáticos por su sistema energético”. ¿No le asalta el pesimismo cuando ve que las emisiones de CO2 mundiales volverán a crecer en 2018? “Es un poco deprimente, porque sabemos desde hace mucho tiempo de la necesidad de reducir las emisiones intensamente, pero entendemos que aquí ya se está interiorizando la necesidad de una mayor ambición. Yo creo, particularmente, que los países van a hacerlo. Creo que el informe del IPCC también pone de relieve la necesidad de cambios en los estilos de vida, de las personas, de la contribución de cada uno. Creo que el cambio empieza con nosotros”. Es decir, ¿que no es una cuestión solo de los Gobiernos que discuten aquí, en Katowice? “No solo. Es importante el cambio en la forma de consumir. Si cambiamos nosotros, la industria tendrá que cambiar también. Estamos hablando de una transformación tan importante que la ciudadanía, no solo los Gobiernos, tiene que pensar en cómo cambiar. La responsabilidad también es de los individuos, de las personas. Los cambios y las ambiciones ocurren de arriba para abajo y de abajo para arriba”. ¿Es usted optimista? “Lo soy. Porque sería muy complicado imaginar un futuro si no, es decir, pensar en que mis nietos y su generación no tengan una posibilidad de vivir en el planeta porque sufrirán unos impactos del cambio climático que ya estamos viendo hoy. Con las inundaciones, las olas de calor… Parte de estos fenómenos son por el cambio climático. Creo que el informe de evaluación del IPCC de 2021 nos dará más conocimientos sobre la atribución de los fenómenos extremos al cambio climático. Y esa será una diferencia. Porque ya no se podrá decir ‘esto ya ocurrió en el pasado, es lo mismo…’. Será más difícil. Muchos de los problemas que vemos hoy ya están atribuidos al cambio climático”. ¿El negacionismo se queda cada vez con menos espacio? “No entiendo cómo se puede negar el cambio climático. La evidencia científica es muy fuerte. Tú ves los informes del IPCC y mostramos incertidumbres. Pero son muy claros sobre las áreas en las que las incertidumbres son grandes y donde son pequeñas; y conforme la ciencia avanza vamos haciendo las incertidumbres cada vez menores. Si no actuamos, en el futuro nos criticarán, nos van a culpar. Y será mucho más difícil para las futuras generaciones revertir esto. ¿Por qué trasladar a las futuras generaciones, a nuestros hijos y nietos, un trabajo que hoy es difícil pero no es imposible?”. Esta última pregunta de la científica brasileña Thelma Krug ha llegado a través de los mass media a todos los rincones del mundo incluidas las reservas del hongo yarsabumga, el ‘Viagra del Himalaya’.
El Viagra azul, un efecto secundario que se convirtió en una descarga de felicidad universal al llegar hace
20 años a las farmacias
Hace dos décadas, una pequeña pastilla azul llegó a las farmacias para combatir la disfunción eréctil y revolucionó las alcobas de medio mundo. Desde jóvenes con miedo al gatillazo hasta septuagenarios sexualmente activos, hablamos con los felices y complacidos consumidores anónimos del Viagra… Nació como un fracaso. Lo que se intuía como un simple alivio fue una revolución. Así surgió el Viagra. Fue un efecto secundario que se convirtió en una descarga de felicidad universal al llegar hace 20 años a las farmacias. Y a las alcobas. Cuando sus precursores, comandados por el premio Nobel estadounidense Robert Furchgott, buscaban remedio a las enfermedades cardiovasculares con el sildenafilo, se dieron cuenta de que apenas producía efectos sobre la angina de pecho, pero sí de bulto en el pene de quienes lo tomaban. Apesadumbrados pero medio sonrientes, intuyeron que podían alargar muchos sueños… Uno suele rehuir la entrada en los hospitales. Cada cual tiene sus razones. Pero el deber llama para el aniversario de los 20 años de la llegada del Viagra a España y ahí que nos presentamos en el 12 de Octubre para consultar al doctor Javier Romero Otero. Es toda una autoridad en urología. Cuando lleva cinco minutos de conversación específica, divulgativa, directa y adornada a base de dibujos instantáneos con todo tipo de vasos sanguíneos y aparatos reproductores bien marcados sobre el folio en blanco, mira de reojo y tira diagnóstico: “En los años en que se ha asentado el Viagra, aparte de la disfunción eréctil, ha cambiado el paradigma de otras enfermedades, como las cardiovasculares. Quienes presentan síntomas de lo primero es muy probable que en dos años o así puedan padecer problemas de corazón. Así que quienes llevan vida sedentaria y van sobrados de peso quedan sobre aviso…”. Agradecida la prevención, fuera del despacho recapitulamos: ¡el Viagra fue la bomba! Lo han comprado 66 millones de personas en todo el mundo, según el laboratorio Pfizer, y solo en España, calculan, ha favorecido 50 millones de relaciones sexuales desde su aparición. La marca pionera se forró inicialmente: de los 100 millones de dólares previstos para el primer año pasó a 1,000. Resultó ser el primer potenciador a escala global. Luego se le unieron otras marcas con distintos efectos y fórmula -Levitra, Cialis…- para elegir lo que más convenga. Incluso los genéricos en los últimos años, a un precio mucho más asequible, junto a los timos por Internet. Aunque en Pfizer ahora afronten el bajón por culpa de un mercado mucho más variado, el laboratorio ya ha pasado a la historia como pionero. Además, con el tiempo, el medicamento mutó también hacia sus propósitos iniciales y transformó el diagnóstico de la disfunción eréctil. Lo hizo pasar del terreno de la enfermedad psicosomática al campo coronario de nuevo, porque comenzó a verse como síntoma de problemas cardiovasculares. Bien… Si es así, ¿por qué, tal como cuenta un varón activo con 70 años -nadie quiere dar nombres a su experiencia en este reportaje, salvo los expertos-, los de su quinta aún tienen reservas para probarlo? Más si, como dice Ramón Abascal, urólogo también del hospital Central de Oviedo, “está claro que la medicina ha dado más gustos que disgustos”. Este hombre de 70 años anduvo sin ayuda hasta los 62. “Empecé a fallar en 2012”. Por entonces tenía pareja estable, pero como monógamo propiamente no se le puede calificar. Ahora tampoco abusa, aunque lo ha probado casi todo en el campo de la disfunción, aparte del Viagra: “Todos producen el mismo sofoco. Pero para relaciones estables viene mejor el Cialis. Mientras que para esporádicas, el Levitra”, aconseja hecho todo un oráculo. “Aunque, bueno, yo con cuatro o cinco veces a la semana voy que chuto, no soy de los que andan dando el salto del tigre”. ¿A la edad que tiene? Inevitable recordar a Luis Buñuel cuando en sus memorias confiesa que estaba deseando llegar a ciertos años para librarse de la tiranía del deseo: ¿Qué hubiera sido del maestro en la era del Viagra? Misterio. Sin embrago, con nuestro amigo septuagenario se impone la naturalidad sin aditivos doctrinarios ni traumas oscuros. Pertenece a una generación que creció preparándose para que un día la fiesta se acabara. Había que aprovechar lo máximo entre los huecos que dejaba la mala conciencia de las primeras masturbaciones con obligada penitencia de confesión, una expectativa de matrimonio y el ocaso. Él ha tratado de rebelarse contra esa hoja de ruta. Por eso, cuando conoció el invento que en octubre de 1998 se introdujo en España, lo recibió como un milagro.
En España han tenido lugar 50 millones de coitos gracias al viagra, calcula el laboratorio Pfizer
Aquel primer año batió marcas pese al precio: se vendieron 1.5 millones de pastillas a 7,000 pesetas (42 euros) la caja de cuatro unidades de 50 mg. Una buena acogida para un país en el que se calculaba que dos millones de hombres sufrían disfunción eréctil. Las ventas aumentaron el año siguiente a velocidad desaforada, con un incremento del 60% en los siguientes 12 meses. Nada más aparecer, como quien dice, entre 40,000 y 50,000 españoles optaron por probar. “Ha cambiado la vida de mucha gente. Hablan de jóvenes suficientemente preparados, pero resulta que ahora los jubilados también nos sentimos suficientemente preparados”, comenta nuestro setentero. “A mí el viagra me ha venido muy bien. Me ha aportado mucha seguridad, por eso me resulta raro que a algunos de mi quinta les produzca reparo, sientan que si lo toman les puede dar algo. Claro que a muchos los comprendo. Cuando llevas 35 años casado, a lo mejor lo que falla es la libido, no otra cosa. Y no es que yo sea Tarzán, a ver si me entiendes. La perspectiva que te pone por delante es como la de las nuevas tecnologías. Uno no queda condenado. Con este invento, a cierta edad, tú decides cuándo parar, no tu cuerpo”. Lo llamativo es cuando aparecen datos de consumo precoz. El remedio, que se había concebido para edades avanzadas, se extiende sin freno entre los jóvenes. Una paradoja implícita a su descubrimiento como efecto secundario. Así como el equipo de Furchgott entendió su eficacia contra la disfunción eréctil y se olvidó de su propósito inicial, los veinteañeros y treintañeros lo utilizan como un seguro infalible ante las sorpresas inesperadas de la noche en edades donde debería instalarse la despreocupación. El Viagra ha roto las fronteras de la edad, aunque este aspecto espante a los médicos, a los sexólogos, a los responsables de la salud pública. Fue también una prueba. Después pasó a ser un hecho. Ahora, entre muchos menores de 40 se ha convertido en hábito. “Hoy cualquier buen camello contemporáneo que se precie ofrece Viagra como mercancía junto a otros productos”. Lo comenta un catalán de 40 años con trabajo nocturno que comenzó a probarlo a los 31. “Me lo ofreció gratis un familiar que era visitador médico”, confiesa. Aquello tenía visos de parecer un test de mercado premeditado. Él empezó en plan lúdico con el Levitra. “Era mucho más agresivo que el Cialis, con el que estoy ahora. Viene bien para las primeras citas, cuando no conoces a la persona. Por una cuestión psicológica. A la segunda o tercera puede que ya no te haga falta. Lo que más me gusta es la erección continuada, en plan extended versión, y que puedes liberar tu cabeza de la presión. Elimina el pudor, te hace sentir más viril”. Aunque también, en lo que afecta al Levitra, dice, hay que andar con ojo. “Los efectos no deben llevar a engaño ni a que crean que eres un superhéroe. Al fin y al cabo, es una forma de doparse que te hace muchas veces sentirte confundido. ¿Es esto real?, te preguntas. Y no sabes responderte bien”. Por si acaso, nuestro trabajador nocturno confiesa poco a la otra parte si se mete la dosis o no. “Aunque cuando ya vas cogiendo confianza lo puedes llegar a comentar: ‘Esta noche, pastillita, ya verás’. Como una forma de amor incluso, de generosidad compartida y complicidad dentro del juego de pareja”. No es lo que algún médico le ha dicho a otro hombre de 64 años que quiere compartir su experiencia: “Un urólogo me contó que al recetarlo en consulta contrastaba la sonrisa de ellos con la cara de terror de ellas, calibrando quizá cierto exceso de pasión”. Él lo probó hace siete años porque los efectos secundarios de otro medicamento le producían bajón. “Fue poco tiempo, pero muy útil. Soluciona el problema cuando se presenta. Ahora, desde luego, puede producir un priapismo sospechoso. La mujer con la que estaba entonces lo detectó. Pero he de decir que venían a ser erecciones nada molestas. Un descubrimiento, vamos. Para mí, el Viagra ha sido un pequeño hito que ha hecho feliz a mucha gente. Te metes algo para poder llegar a más lugares y conocer otras cotas. De hecho, supongo que también habrá dado pie a muchas infidelidades, aprovechando las ganas”. Infidelidad, maldita palabra. O viceversa. Casi integral, específica e identitaria dentro del mundo gay. Como tal se de-
fine quien nos ofrece el siguiente testimonio: 58 años y jamás osó acostarse con una mujer. “Como dicen mis amigos norteamericanos, soy un gay gold star”. Por no dar, no debió ni consentirle un beso a su única novia cuando ambos tenían 21 años: “Le dije: ‘Mira, no. Me gustan los hombres”. Y eso no se estilaba mucho en el pueblo norteño donde creció. Quizá por eso no le costó apenas adaptarse al ritmo de la capital. “Los gais, ya sabes: primero follar y luego ya, si eso, hablamos”. El sexo es el centro. Y en su caso, la penetración activa es fundamental. La única opción. “En eso pesa la infancia en el pueblo. Es cuestión de educación. Nos sentimos más machos. Nosotros la necesitamos; un pasivo, no lo creo. En mi generación esa distinción era importante. Ahora no tanto. Son mucho más versátiles”. Comenzó a tomar las píldoras por recomendación de un psicólogo. “Los homosexuales de mi quinta somos algo neuróticos. Todo se encadena. La inestabilidad lleva al alcohol y de ahí a la disfunción. Comencé a tomar las pastillas y me producían náuseas, dolor de cabeza. Llegan los problemas de orgullo. Y, claro, también si se lo comentas a tu pareja, él puede pensar que puede ser un problema suyo, que no te excita o atrae lo suficiente. Al contrario también. Si tienes un amante más joven y casado con una mujer, como es mi caso, no se lo digo. ¿Dónde queda la autoestima?”. Para él, la diferencia entre tomar y no tomar afecta. Prefiere seguir disfrutando del juego. “No someterme todavía a la eutanasia sexual, como dice un amigo. Pero tampoco me frustraría perder el deseo. Dejé de fumar, dejé de beber y ya no practico sexo tanto como practicaba. El tiempo lo lleno cocinando o yendo al cine”.
“Lo que más me gusta es que elimina el pudor y la presión, te hace sentir más viril”, comenta un hombre de 40 años
También parece cierto que en el mundo gay el efecto de una pastilla nunca se desaprovecha. “La urgencia la resolvemos sí o sí. Sabes que entras a las cinco en una sauna y puedes salir a las nueve de la noche. Siempre encuentras algo. Por no hablar de las aplicaciones. Yo no soy muy aficionado porque están acabando con los sitios de ambiente. Pero para un apretón sirven”. Otro aspecto donde aprecia el declive de esos locales es en una afición que no se daba entre los de su generación: “A los gais de mi edad no nos gustaba el fútbol, pero ahora entras en cualquier local de Chueca y están poniendo un partido. Hay sitios en los que, cuando aparezco, salto: ‘Pero ¿qué bar de maricones es este?”. Puede que dentro del mundo gay se hable tanto de sexo como de sexualidad. Ana Flora Álvarez, terapeuta sexual, sabe por sus trabajos de campo a diario que entre los heterosexuales no ocurre. “Sobre todo, entre los hombres. Nosotras sí tratamos la sexualidad. Si supieran que la mayoría de las mujeres somos clitorianas antes que coitales, necesitarían menos Viagra y lo reemplazarían por más trabajo de boca y manos”. También tiene reproches para ellas: “La masturbación no se da con la frecuencia ideal en las mujeres. Si no conocemos bien nuestro cuerpo y nuestros puntos erógenos, tampoco podremos transmitírselo a ellos”. Se cansa de advertirlo en sus terapias de grupo o sus reuniones de tupper sex, con todo tipo de artilugios propicios para la fantasía táctil. Para fantasías, Estefanía, pocas. Lleva 20 de sus 51 años ejerciendo en la calle por el centro de Madrid. Su clientela oscila entre los veinteañeros y los octogenarios. En el bolso mete cada mañana preservativos y viagra. “La consigo porque me la procura un farmacéutico a cambio de un servicio”. Lleva mucha rabia encima. Desde niña: “Yo que no quería hacer el amor salvo con la persona que realmente quisiera, mira dónde he acabado”. En el oficio, dos hijos muertos y enterrados lejos y otro al que mantener. “No hace nada en la vida, pero si no le mando dinero y no me quiere hablar, yo ni duermo”. Así sobrevive ella amargada, pese a que muchas veces, más que sexo, lo que procura es psicología: “Lo del Viagra muchas veces es cabeza. Los jóvenes van a lo que van, pero con las personas mayores hay que tener paciencia. Contratan el servicio, se toman la pastilla, se dan una vuelta y regresan. Muchos tienen esposa, por no contar casi todos, que yo les digo: ‘Si usted tiene su mujer, ¿a qué se viene acá?’. Me dicen que por morbo, así que yo les finjo. En la calle hay hombres que no le dan importancia a la belleza, sino al trato”. Aunque también abundan peligros: “Algunos viejos que con el Viagra exigen hacerlo a pelo porque creen que sienten más profundo. Yo jamás trabajo así. Es para darles un cuascazo”. Para pocos trotes anda este nuevo invitado a compartir sus experiencias con 65 años. Accede con gusto, porque presume de ser un experto provisto de 10 dedos y lengua. En su caso, el exceso de alcohol y drogas le llevaron demasiado pronto a tener problemas: “Con 45 años me di cuenta de que no me respondía bien ese amigo con quien tan maravillosamente me había entendido siempre: mi pene”. Un psiquiatra le dio el remedio. “El deseo no había desaparecido; las ganas, menos”. Pero el efecto tampoco fue tan deslumbrante como para otros: “Me dio confianza, pero el sexo, a veces, pasaba sin pena ni gloria”. Lo tomaba a hurtadillas. En alguna ocasión, precipitadamente. “Entonces me veía abocado al bendito onanismo. Otras funcionaba como un enorme afrodisiaco. Ahora ando retirado; si vuelvo a encontrar pareja, recurriré de nuevo a ello y dejaré mi vida de ermitaño”. Si no fuera porque esta mujer de 52 años residente en Cataluña empujó a su pareja hacia el Viagra, también él llevaría quizás una existencia de retiro. Pero ella siempre confió en el poder de la pastilla para prolongar sus relaciones, aunque tuviera sus decepciones: “Al abrir el maletero del coche de mi exmarido, descubrí bajo la alfombrilla esa que cubre la rueda de repuesto un paquete de Viagra. Si lo utilizó conmigo, no lo noté. Puede que fuera con otras…”. Aun así, no le tomó manía al medicamento. Al contrario, una vez divorciada y metida en otra relación, decidió utilizarla como regalo. “Mi pareja me invitó a un fin de semana romántico en las montañas. Era un poco chapado a la antigua. Yo no tenía ni idea de si lo había utilizado o no, el caso es que a mí él me encantaba y estaba decidida a disfrutar de su compañía”. Fue a la farmacia y se asesoró. La noche pedía cena íntima y descorche de vino. “Te traigo un detalle, ábrelo”. Había envuelto el paquete casi con lazo. “¿Qué es?”, preguntó él. “Lo que llaman el éxtasis de la vida”, respondió ella. Se lo explicó con tacto, por si acaso se sentía ofendido en su virilidad, y él aceptó. Cuando llevaban una copa de vino y se disponían a servirse la segunda, él frenó. El alcohol estaba contraindicado para los efectos. Así que agua. Bailaron… “Entonces yo noté que aquello hacía efecto”, comenta ella, “por el roce”. Aun así, yo me di cuenta de que la cara le cambiaba de color. Siguieron, pero al entrar la madrugada el tono rojillo de los calores era morado: “Como el del vino tinto. ¡Coño! Me asusté. ¡Ay, Dios…!”. Para colmo, se le había inflamado un testículo. Pero no entraron en pánico. Se fue al baño, leyó los efectos secundarios y se calmó. No le hizo ni caso a los síntomas. La experiencia había merecido la pena: “Había roto su apatía y descubierto una especie de fuego interior que permanecía apagado. Le salió el hombre”, comenta ella. Ni discutieron la conveniencia de seguir o no seguir tomándola. Aquello rompió un tabú en él y abrió un mundo para esta mujer madura que, con un divorcio a cuestas, tiene toda una segunda vida de plenitud por delante.
La maldición de la ‘Viagra del Himalaya’, el elevado precio de la yarsagumba lleva la codicia y el crimen a los valles de Tíbet y Nepal
La impotencia sexual ha pasado de bendición a lacra en el Himalaya. Puede parecer un contrasentido, pero no lo es. Detrás está la yarsagumba, el hongo medicinal más caro del mundo. La medicina tradicional china le atribuye desde hace cinco siglos propiedades curativas de diversos cánceres, asma, dolores de cabeza y dentales y otros problemas, pero su fama global viene de su supuesta capacidad para resucitar la líbido. La fiebre por la viagra del Himalaya ha llevado la cizaña a las montañas nevadas, un tradicional y aislado remanso de paz enclavado entre Tíbet, Nepal e India. La yarsagumba o cordyceps sinensis es un raro hongo que parasita a las larvas de las polillas y se desarrolla en ellas hasta momificarlas y adquirir una forma alargada de menos de cinco centímetros. Solo crece entre los 3,000 y los 5,000 metros de altitud y necesita temperaturas heladoras. Su reputación medicinal ha crecido en la misma proporción que su cotización. Un kilo pasó de costar 4.5 euros en 1992 a 1,061 euros en el 2002. Hoy ya supera al oro: por un gramo se pueden pedir hasta 110 euros. Cientos de comerciantes tibetanos cruzan cada año ilegalmente la frontera
nepalí para comprar a los locales la yarsagumba que venderán en China o el resto del mundo. No extraña, pues, que la yarsagumba se convirtiera en los últimos años en la salida laboral de muchos campesinos y ganaderos de una las zonas más pobres del planeta. En un buen día pueden superar los ingresos mensuales medios. Así que cuando llega la recolección en la temprana primavera previa a las lluvias del monzón, jóvenes y mayores de las zonas dedicadas a la yarsagumba, como las del distrito de Dolpa, en el oeste nepalí, emprenden el éxodo a las montañas y dejan durante un mes pueblos fantasmas con negocios y escuelas cerradas. Con el negocio también han llegado la codicia y los crímenes. Nueve hombres que alcanzaron las montañas desde las zonas más alejadas fueron asesinados por 39 aldeanos que protegían su territorio en junio del 2009. Los atacaron con cuchillos y palos y arrojaron sus cuerpos a los barrancos. Recientemente hubo dos muertos en otro de los frecuentes enfrentamientos por el control de las zonas más abundantes en yarsagumba. La gravedad del cuadro ha obligado a intervenir al dalái lama, quien ha recordado que «la violencia es contraria a las creencias y la conducta de los que creen en el karma y Buda».Los expertos han alertado de que la sobreexplotación del hongo amenaza con un desastre ecológico. La revista científica Nature aseguraba recientemente que su comercio cayó a la mitad entre el 2009 y el 2011 por su creciente escasez. El estudio, confeccionado con entrevistas a 200 cosechadores, señala que cada vez pasan más tiempo en la montaña y regresan con menos hongos. La desesperación empuja a los lugareños a llevarse todo lo que encuentran y, según los investigadores, el 95 % de los hongos recogidos no han alcanzado la madurez reproductiva, por lo que no han dispersado aún sus esporas. La desaparición de la yarsagumba, advierten, provocaría un aumento significativo de las polillas que afectaría gravemente a todo el ecosistema de la zona. Los más viejos del lugar recuerdan que la tradición budista prohíbe recoger la yarsagumba y hablan de maldición. Katmandú no levantó la prohibición hasta el 2001 y desde entonces ha promovido un negocio que mueve cada año entre 3,700 y 8,100 millones de euros, según un estudio reciente publicado en Biological Conservation. También ha aprobado un impuesto de 20,000 rupias nepalesas (147 euros) por kilo, que engorda sus arcas. Suficientes rupias para desatender a los supersticiosos. El yarsagumba –¿una bendición o una maldición?- ha generado tensión entre los miembros de algunas comunidades del Himalaya. La parte de la cadena montañosa del Himalaya que se extiende en la frontera entre Nepal y el Tibet, es uno de los lugares más remotos y hermosos del mundo. Cada año, miles de turistas vienen a participar en las caminatas del circuito de Annapurna. La ruta diseñada los lleva a escalar montañas cubiertas de nieve, a más de 5,000 metros de altura. Ese paisaje inhóspito y apartado ha sido el hogar de las comunidades budistas que, por siglos, han desarrollado sus propias actividades agrarias y comerciales. Pero, en los últimos años, esta pacífica región ha sido manchada por los celos, el crimen y el asesinato. Todo tiene que ver con la yarsagumba, el pequeño, frágil y momificado cuerpo de la oruga de una polilla del Himalaya que ha sido invadido por hongos, y al que se le atribuyen propiedades medicinales. Cuando la gélida noche cae en la localidad de Humde, en el Himalaya, Sangay Gurung y su esposa se acurrucan cerca de la hoguera para preparar su cena: una mezcla de arroz y vegetales. Gurung calificó como pecaminoso comercializar con yarsagumba. Sangay me dice que me puede vender yarsagumba. Tiene en su poder un poco de la codiciada sustancia porque su hijo la ha recogido. Pero, no es algo que lo hace feliz. “Consideramos que es un pecado comerciar yarsagumba”, indicó Sangay. “En nuestra cultura budista no se nos permite recolectarla, esa es nuestra tradición. Mis abuelos me lo dijeron y yo los obedecí. Tengo 53 años y nunca la he recogido. Pero la generación joven es diferente. Ellos no creen ni en pecado ni en religión. Ellos están haciendo dinero con ella”.
“La yarsagumba es conocida como un estimulante inmunológico, así como también como un gran afrodisíaco”, destaca antropóloga médica
En los últimos 500 años, los chinos le han atribuido al yarsagumba (cuyo nombre científico es Cordyceps sinensis) poderes afrodisíacos. Se puede encontrar en los pastos de la cordillera del Himalaya, por encima de los 3,500 metros de altura, y tradicionalmente se recolecta a inicios de la primavera, antes de las lluvias de monzón. Cada año, cientos de comerciantes tibetanos cruzan ilegalmente la frontera para comprar yarsagumba en Nepal. Su objetivo es vender la sustancia en China. El yarsagumba es hallado en estas remotas montañas del Himalaya. Un kilo puede llegar a costar hasta 10,000 dólares estadounidenses. Las propiedades medicinales de la yarsagumba son numerosas”, señala Carroll Dunham, una antropóloga médica que ha trabajado en Nepal desde hace 25 años. “La yarsagumba es conocida como un estimulante inmunológico, así como también como un gran afrodisíaco”. Funciona de una manera muy similar al viagra. Se le considera útil para mejorar casos de impotencia sexual”, explicó la experta. Esto se traduce en que la yarsagumba se ha convertido en la más valiosa materia prima de esta remota región, en la que las oportunidades económicas no abundan. El producto es tan lucrativo que el gobierno distrital implementó un sistema de concesión de permisos para quienes quieran recoger yarsagumba. En algunas áreas, los permisos son más costosos para los extranjeros. En otras regiones, los foráneos tienen prohibido buscar la droga. Para algunos aldeanos, la recolección de yarsagumba se ha transformado en un generador de bienestar. Para otros, sólo ha traído miseria. Samma Tsering insiste en que su hermano es inocente. En junio de 2009, siete hombres de las zonas bajas de la región de Gorkha, en Nepal, que intentaron recolectar yarsagumba fueron asesinados por un grupo que quería proteger su territorio. Los hombres fueron atacados con palos y cuchillos y sus cuerpos fueron lanzados a los barrancos montañosos. “Implicó una gran operativo. Más de 80 policías fueron desplegados en ese caso”, recuerda Nal Prasad Upadhay, funcionario a cargo de la investigación. Dos cuerpos fueron recuperados en dos lugares muy difíciles de penetrar. La policía tuvo que utilizar cuerdas para acceder a esos sitios. Los cinco cuerpos restantes no los pudimos hallar”. Treinta y seis hombres de la remota localidad de Nar fueron arrestados por el crimen y todavía están a la espera de un veredicto. En la región montañosa, no existe una prisión lo suficientemente grande para tenerlos detenidos. Por eso, las autoridades tuvieron que habilitar una oficina en la villa de Chame. 19 individuos permanecen detenidos en la prisión improvisada de Chame. En los últimos meses, 17 individuos fueron dejados en libertad bajo fianza. El resto está detrás de alambres de púas, jugando cartas y baloncesto y a la merced de sus familiares para que les traigan comida. “Creo que a mi hermano lo dejarán libre muy pronto”, indica Samma Tsering, quien visita la prisión diariamente. “Siempre que me reúno con él me dice que no ha hecho nada malo”. Desde que su hermano fue arrestado, la vida de Samma se ha concentrado en apoyarlo. Debido a que la mayoría de los hombres de este poblado están en prisión, no hay quien que trabaje el campo. “Nuestra tierra es estéril ahora”, indicó. “No hay quien are los campos, por eso no hemos producido nada por dos años. Las mujeres que conocen el trabajo de los hombres están, de alguna manera, tratando de hacer algo, pero la mayoría no puede”. Este año 2020 se prevé que se pronuncie un veredicto sobre el caso. En marzo, comenzó la temporada de recolección de yarsagumba, a la vez del coronavirus Covid-19. Cientos de vecinos recorren las montañas en busca de la valiosa droga con un objetivo en la mira: hacer una fortuna. Para muchos que viven en esta zona, la yarsagumba es una pandemia. Recuerdan un antiguo refrán budista que advierte que la yarsagumba no trae más que mala suerte.
El B stiario
Santiago J. Santamaría Gurtubay
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AMÉRICA LATINA CREÍA TENER CONTROLADA LA PANDEMIA Y SE CONVIERTE EN EL EPICENTRO MUNDIAL DEL COVID-19
Brasil parece situarse en el ojo del huracán, aunque con Perú, Chile y México escalando de forma muy preocupante. El Coronavirus ha cambiado profundamente la situación latinoamericana en el terreno socioeconómico, en el político y también en el sanitario. El factor tiempo -el ejemplo de lo que pasaba en otras zonas del mundo- favoreció la adopción de medidas de prevención. Esa anticipación sirvió para evitar la crisis y el colapso de los sistemas sanitarios regionales, pero no eludió que se llegara a un pico de la pandemia que está golpeando con gran virulencia a la mayor parte de los países latinoamericanos, a la vez que provoca un profundo estrés en los sistemas médicos, tensiones económicas y una creciente conflictividad política y social. En estos tres meses de contagios, América Latina ha pasado por tres fases claramente diferenciadas: una primera (marzo-abril) de anticipación, para evitar el colapso de los sistemas sanitarios; una segunda (abril-mayo) en la que prevaleció la sensación de que se había controlado la propagación del virus; y una tercera (mayo-junio), en la que ha llegado o está por llegar el pico de la pandemia y que coincide con las primeras manifestaciones de la recesión económica, escalando de forma muy preocupante tanto en el número de contagios como de víctimas mortales.
La decisión estratégica de la mayoría de países de América Latina cuando el Covid-19 se convirtió en pandemia fue apostar por aprovechar en su favor el factor tiempo. Casi todos los países –salvo Brasil, Nicaragua y México– fueron conscientes de que sus frágiles y fragmentados sistemas sanitarios no aguantarían una crisis de la magnitud de la que vivían en Europa países como Italia y España. Por eso, con pocos casos confirmados y muchas menos defunciones, empezaron a aplicar de manera acelerada y con carácter preventivo diferentes y heterogéneas medidas de confinamiento, toque de queda o cuarentenas. En realidad hubo tres tipos de reacciones: los países que declararon cuarentenas, los que sólo impulsaron medidas de confinamiento relativo y aquellos que se resistieron a establecer cualquier tipo de medidas que tuviera como consecuencia paralizar la economía (Brasil, México y Nicaragua). En esta reacción rápida destacó Paraguay, cuyo presidente, Mario Abdo Benítez, anunció el 10 de marzo “medidas drásticas” para contener el número de positivos de coronavirus. Cuando el país sólo contaba con dos casos, el Gobierno ordenó una cuarentena de 15 días que establecía la suspensión de las actividades académicas en todos los niveles, así como de cualquier acontecimiento masivo. Argentina fue otro país que tomó medidas drásticas desde que saltaron las primeras alarmas y el 20 de marzo, cuando rondaba los 100 casos, decretó la cuarentena total. España lo hizo sólo tres días antes, con 4,200 infectados.
La mayoría de los países trató de anticiparse con respuestas heterogéneas. Uruguay no decretó cuarentena sino otras medidas de alejamiento social que resultaron exitosas y lo convirtieron en un modelo por su capacidad de anticipación (detectó sus primeros cuatro casos el 13 de marzo y el mismo día se declaró la emergencia sanitaria, con suspensión de clases y cierre de fronteras) y por su cultura cívica. El Gobierno de Lavalle Pou llamó al confinamiento voluntario, que fue acatado de forma masiva y ordenada. La actividad en los lugares de recreación se redujo entre un 75% y un 79%, según un informe de Google Mobility. El otro ejemplo regional exitoso fue Costa Rica, gracias a su sólido sistema de salud, su agilidad en la respuesta y su apuesta por la innovación. El Gobierno impulsó soluciones no convencionales, como el desarrollo de equipos de protección mediante impresoras 3D hasta el establecimiento de un hospital especializado en casos de Covid-19 en sólo 11 días.
En Chile, a diferencia de otros países con menos camedidas de distanciamiento social. Entre los casos más hesos como Argentina o Colombia, el Gobierno de Sebasterodoxos destacó Brasil, donde no hubo medidas de alcance tián Piñera rechazó inicialmente decretar el confinamiennacional. Fueron los Estados los que iban poniendo en marcha to nacional y cerrar totalmente la economía. Optó por cuarentenas (São Paulo desde el 24 de marzo y Rio de Janei“cuarentenas selectivas y estratégicas”, con restricciones que ro desde finales del mismo mes, con cuarentenas parciales) se imponían y levantaban en cada comuna o ciudad en funmientras que el Gobierno federal minimizaba el alcance de la ción de los nuevos contagios. En un primer momento esto dio epidemia (calificó al Covid-19 con su ya famosa expresión de resultados esperanzadores y se colocaba al país andino como gripezinha) y se resistía a paralizar la economía. Las posturas ejemplo de “buena gestión de la crisis” por capacidad de testeo negacionistas fueron mucho más marcadas en Nicaragua. El (3,000 pruebas diarias), infraestructura sanitaria (49 laborarégimen del líder sandinista Daniel Ortega no sólo obvió la torios capaces de hacer diagnósticos) y celeridad para tomar
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pandemia, sino que también siguió animando a la población a acudir a actos masivos.
El México de Andrés Manuel López Obrador pasó de resistirse a medidas de confinamiento a exhortar a la población a quedarse en casa
México fue un caso aparte: el presidente Andrés Manuel López Obrador no mantuvo una postura uniforme sino que fue evolucionando. Pasó de resistirse en marzo a tomar medidas de confinamiento y animar a “abrazarse, nada va a pasar” a posteriormente (abril y mayo) clausurar las actividades económicas no esenciales y exhortar a la población a quedarse en casa, aunque la cuarentena nunca fue obligatoria para no afectar a los millones de trabajadores informales. El Gobierno federal siempre fue a remolque: la primera medida integral y de verdadero alcance nacional fue la Jornada Nacional de Sana Distancia que se declaró el 30 de marzo, cuando los restantes países de América Latina se encontraban ya en pleno régimen de cuarentenas. Entonces se suspendieron todos los servicios no esenciales y se declaró la auto-cuarentena para los mayores de 60 años. Sin embargo, en momentos en que la llegada del pico estaba próxima seguía insistiendo en que estaba todo controlado y que el impacto iba a ser manejable. Argentina era señalada internacionalmente como ejemplo en su lucha frente al Covid-19, lo mismo que Paraguay, Uruguay y Costa Rica, así como Chile con sus cuarentenas parciales. Mientras, los regímenes de Venezuela y Nicaragua, con cifras poco claras, escasos testeos y nula transparencia, también se presentaban a sí mismos ante el mundo como modelos exitosos. Junto a estas experiencias, había otros países que presentaban ya graves problemas, sobre todo Ecuador, donde el número de contagiados creció aceleradamente con las tasas de mortalidad más altas de la región. La situación era especialmente dramática en Guayaquil, convertida en el epicentro de la crisis: el 16 de abril había 8,225 personas contagiadas en todo el país, de las que 5,754 correspondían a la provincia de Guayas. Este aparente y precoz éxito tuvo un efecto directo sobre los diferentes mandatarios: la popularidad de Piñera, hundida desde las protestas de 2019, saltó del 5% al 20% mientras que el peruano Martín Vizcarra veía incrementarse el apoyo a su gestión hasta el 83% cuando en enero apenas superaba el 50%. De forma similar, la opinión pública mostraba su apoyo a dirigentes tan disímiles como Alberto Fernández en Argentina e Iván Duque en Colombia, quienes por sus medidas contundentes y su gestión parecían estar levantando un muro de contención frente al virus. A finales de abril la mayoría de los países estaban por debajo de los 7,000 casos, la misma cifra que tenía España el 14 de marzo cuando el Gobierno de Pedro Sánchez decretó el primer estado de alarma.
Más de la mitad de las muertes de la región en el Brasil de Jair Bolsonaro, que era en números absolutos el más afectado de la región
De todas formas, América Latina comenzó mayo con una situación heterogénea y diferente en cada país en relación a la extensión del Covid-19. El número total de infectados superó los 200,000 entre finales de abril e inicios de mayo. El total regional todavía era relativamente pequeño y equivalía al de algunas naciones europeas en solitario. Los datos mostraban que había tres grupos de países en cuanto a la incidencia del SARS-CoV-2: Un grupo con impacto bajo, que incluía a Uruguay y Paraguay y la mayoría de los países centroamericanos, destacando Costa Rica, con la mortalidad más baja de América Latina –el 0.83%– (México tenía un 9.5% y Argentina un 5%). Otro grupo de incidencia moderada. Entre otros, Argentina y Colombia, más Panamá y República Dominicana. Pese a que empezaba a detectarse un repunte en Chile, la idea generalizada era que se debía a su capacidad para detectar casos. Finalmente, hay un grupo de países con mayor número de contagios (Brasil, México, Ecuador y Perú). Más de la mitad de las muertes de la región las registraba Brasil, que era en números absolutos el más afectado de la región. Entonces ocupaba el décimo puesto mundial en casos confirmados. Esa sensación predominante de que el contagio estaba controlado –salvo ex-
cepciones– provocó que a comienzos de mayo la mayoría de los países se plantearan aligerar las restricciones y pensar posibles desescaladas. Era una urgente apertura económica impulsada por la presión social de los cuantiosos sectores informales que se habían quedado sin ingresos, sumados al reclamo de unos Estados con graves limitaciones fiscales. Los ejemplos se fueron multiplicando. Paraguay puso en marcha un plan de cuarentena inteligente que contemplaba liberar determinados sectores laborales. Ecuador comenzó el 4 de mayo el paso de la fase de aislamiento a la de distanciamiento social. Bolivia pasó de una cuarentena rígida a una fase dinámica desde el 11 de mayo, Panamá a la reapertura gradual de algunos sectores de la economía y en Perú se establecieron cuatro fases de un mes de duración para la reactivación económica. En Argentina el gobierno de Alberto Fernández optó, desde el 11, por una mayor apertura en buena parte del país, con la excepción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y la provincia de Buenos Aires. Desde la segunda mitad de mayo la región afronta dos crisis simultáneas y paralelas: la sanitaria y la económica. Se ha producido, a la vez, el pico de la pandemia y ha arrancado la recesión económica. En estas semanas, América Latina sobrepasó a EE UU y a Europa en número de nuevas infecciones diarias de Covid-19. La OMS (Organización Mundial de la Salud) confirmó que, de los nuevos casos de la infección, la mayor cifra diaria desde el inicio del brote se da en varios países latinoamericanos tras iniciarse en China (diciembre-enero) y pasar a Europa (febrero-abril). Alcanzó su etapa crítica con cifras récord de muertes y contagios en Brasil: el 19 de mayo ya era el tercer país con más casos en el mundo y superaba, por primera vez, la barrera de las 1,000 muertes diarias por coronavirus. La tendencia se fue agudizando y el 22 de mayo era el segundo país con más contagios tras superar a Rusia, con más de 330,000 casos y 20,000 muertes confirmadas. Además, había que sumar un alto número de contagios en Perú y un agudo aumento de los mismos en Chile. México superó el 21 de mayo a Canadá en el número de muertes por coronavirus y entró en la lista de los 10 países con más decesos. Desde la segunda mitad de mayo, las cifras empezaron a mostrar que el pico de la pandemia estaba llegando y, salvo en Costa Rica, Paraguay y Uruguay, la desescalada proyectada podía ser precipitada, salvo para zonas muy concretas de cada país. De hecho, como aseguraba la OMS, la región se dirigía hacia el pico de contagios por lo que los países latinoamericanos debían “ser cautelosos” con la desescalada y advertía que la trasmisión “es aún muy alta” en EEUU, Canadá, Brasil, Ecuador, Perú, Chile y México. A finales de mayo (del 26 al 30) Brasil acumuló más de 1,000 muertos al día. Este fuerte crecimiento en el número de casos y muertes también se dio en Perú y Chile. En Santiago, la capital de este último, entre el 3 de marzo y el 15 de mayo se produjeron cerca de 30,000 contagios, pero a partir del 16 de mayo pasado y en sólo dos semanas la cantidad creció con otros 45,000 casos. La realidad es que, pese a la urgencia para reactivar la economía, en la mayoría de los países las cifras no avalaban posibles desescaladas. Como afirmó el presidente del Conselho Nacional de Secretários Estaduais da Saúde (Conass) de Brasil, Alberto Beltrame, “es inoportuno hablar de flexibilización cuando vemos aumentar a cada día o número de muertos y de casos. Estamos subiendo aún la montaña de la epidemia”. Al final, más que desescalada se ha ido optando por prorrogar las cuarentenas o, como mucho, ir abriendo los países de forma paulatina y por zonas.
La escalada en los contagios a mediados de mayo fue un golpe a la ‘victoria’ de algunos Gobiernos, como el de Sebastián Piñera en Chile
En la segunda quincena de mayo, Brasil empezó a ser visto como no sólo como el país con más contagios y fallecidos sino también como epicentro de la pandemia y exportador de la misma a países limítrofes (Paraguay cerró los pasos fluviales con su vecino y en Uruguay preocupó el ascenso de contagios en el departamento fronterizo de Rivera). El país pagó las consecuencias de la postura errática de su presidente, que no logró mantener cohesionado al gabinete (perdió a dos ministros de Salud en medio de polémicas sobre cómo combatir el Covid-19). Bolsonaro se enredó en pugnas, estimuló movilizaciones masivas rompiendo el distanciamiento social y lanzó
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ataques contra otras instituciones mientras mantuvo una postura negacionista sobre la pandemia (se opuso a decretar cuarentenas estrictas para no paralizar la economía). Finalmente, fue incapaz de establecer una coordinación a escala nacional y cada uno de los 27 Estados ha diseñado sus propias medidas. Todo ello tuvo un alto coste político: la desaprobación a Bolsonaro alcanzó el 55% –frente a un 39% que continúa respaldándole– y aumentaron las especulaciones sobre un posible (y por el momento poco probable) impeachment. La escalada en los contagios a mediados de mayo fue un golpe al “exitismo” que habían exhibido algunos gobiernos, como el de Piñera. En Chile se habían empezado a manejar conceptos como retorno seguro, nueva normalidad y meseta, que buscaban transmitir a la ciudadanía la idea de que se acercaba el momento al retorno al trabajo presencial, el regreso a las clases y la reapertura del comercio. Sin embargo, el número de contagiados se disparó un 45% entre el 15 y el 18 de mayo. Hasta la primera semana de mayo se registraban entre 350 y 500 nuevos contagios diarios, pero desde el 9 los balances superaban los 1,000 y 2,000 casos por día. Esto obligó al Ministerio de Salud a extender el confinamiento y anunciar un aumento de las medidas restrictivas para contener la propagación de la pandemia. Santiago, con 7 millones de habitantes, pasó de cuarentena parcial a completa. En mayo, la epidemia empezó a propagarse en zonas más pobladas y hacinadas: ocho de cada 10 infectados estaban en la Región Metropolitana.
El número de muertos por coronavirus en México subió un 51% entre principios y mediados de mayo y los infectados aumentaron por doquier
La situación fue preocupante también en Perú, el país que más medidas tomó y con mayor anticipación. En mayo se llegó a los 104,000 infectados y 3,000 muertos y ocupó el lugar 12 en el mundo en número de diagnósticos confirmados, por encima de China continental. También se aceleraron las cifras en Bolivia, que entre el 13 y el 17 de mayo pasó de 3,000 a los 4,000 confirmados, concentrando Santa Cruz más de la mitad de los casos. El número de muertos por coronavirus en México subió un 51% entre principios y mediados de mayo. En Argentina, cuyas medidas tempranas fueron vistas como modélicas, la posibilidad de abrir la economía a partir de mayo se hundió
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cuando en un solo día se alcanzaron 316 contagiados, con el 90% de los casos concentrados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Si bien en 19 provincias no hubo casos de coronavirus y en 10 no existían desde hacía una semana, la Ciudad de Buenos Aires y la provincia del mismo nombre se sumergían en el pico de la pandemia (el 23 de mayo se superaron los 700 contagios). En Colombia, a fines de mayo se superó el millar de nuevos contagios diarios, hasta alcanzar más de 25,000, con la costa Atlántica (Cartagena, Barranquilla y Soledad) como epicentro de la pandemia. Las alarmas también sonaron en Nicaragua y Venezuela. El régimen de Daniel Ortega había vivido de espaldas a la pandemia, negando su incidencia (en mayo sólo declaraba 16 casos). Finalmente, en la segunda quincena del mes, el Ministerio de Salud (Minsa) informó de un aumento exponencial de contagios, cuando en sólo una semana los casos positivos pasaron de 25 a 254 confirmados o probables. En medio de este deterioro siguió habiendo casos exitosos: Paraguay, con 740 infectados, lograba controlar el brote con dos meses de cuarentena estricta hasta el 3 de mayo, para luego pasar a una cuarentena inteligente, divididas en varias fases, con la apertura de ciertos sectores económicos bajo estrictas medidas. En la primera fase, que comenzó el 4 de mayo, se permitió la vuelta a la actividad de las fábricas. En Ecuador, Guayaquil, que afrontó entre marzo y abril uno de los peores brotes de coronavirus de la región, con el colapso del sistema de salud pública, en mayo se había estabilizado la curva de contagios y se había bajado el número de muertes.
Cuba combinó el cierre de fronteras desde el 2 de abril, sin una cuarentena obligatoria nacional, acumulando semanas sin muertos
Otro caso de éxito fue Cuba. Desde mediados de mayo consiguió acumular hasta siete días consecutivos sin muertos, mientras los contagios decrecían (entre seis y 13 casos diarios, lejos del promedio de 50 casos de abril y ningún muerto). La estrategia de las autoridades combinó el cierre de fronteras (desde el 2 de abril), la supresión del transporte público y la clausura de centros de ocio, así como el incremento de la acción policial en las calles para evitar violaciones de las disposiciones. Todo ello sin adoptar una cuarentena obligatoria de alcance nacional. Las cifras mostraban que la región, en su inmensa mayoría, estaba lejos de aplanar ni abatir la curva. Esto provocó un cambio de escenario y se pasó de hablar de meseta de contagios y reapertura gradual de las actividades productivas, a nuevas medidas de confinamiento y cuarentenas obligatorias. En Colombia, Iván Duque expidió el Decreto 636 para extender el aislamiento preventivo obligatorio desde el 11 hasta el 25 de mayo. En Perú, Martín Vizcarra reconoció que los esfuerzos no estaban dando los resultados esperados y prorrogó la cuarentena por quinta vez consecutiva. En, Ecuador, Lenín Moreno amplió el estado de excepción 30 días desde el 16 de mayo. México aplazó la desescalada prevista para el 13 de mayo al 1 de junio en minería, construcción y equipos de transporte (consideradas esenciales). Los problemas estructurales de la región se convirtieron en los principales obstáculos que restaron eficacia a las políticas anticipatorias de prevención. La informalidad se alzó como el gran lastre que trabó las políticas estatales de combate a la pandemia. Por eso, la precariedad y la falta de recursos de amplios sectores sociales llevaron a incumplir el confinamiento y a incrementar el contacto social y, de ahí, al aumento de los contagios. El peso de la economía informal provocó un doble reto, complejo de resolver: las medidas de confinamiento, claves para contener la expansión, no eran seguidas por los sectores informales, porque no trabajar es sinónimo de no tener los ingresos diarios. Como señala Fernando Henrique Cardoso: “Cuando una persona vive en la periferia de São Paulo, en la miseria, en una favela, con mucha gente en casa, sin comodidades. Las personas tienen que salir a la calle... Por más que haya recomendaciones de la OMS para que los más pobres se queden en casa, es un castigo, porque es imposible”. Ejemplo paradigmático de cómo se retroalimentan la ausencia del Estado y la informalidad son las favelas de Río de Janeiro. No sólo sufren problemas de hacinamiento y falta de infraestructuras para combatir el virus (acceso al agua) sino que el vacío dejado por la administración y unas fuerzas de seguridad volcadas en combatir la pandemia ha sido ocupado por las bandas de narcotraficantes que han reforzado su control e impuesto su propio toque de queda nocturno en sus barriadas.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) cree que en 2020 la caída de turistas en el mundo estará entre un 60% y un 80%
En Perú, las aglomeraciones de personas, el comercio informal, el abandono del aislamiento obligatorio, la congestión vehicular y el desorden en los mercados llevaron a Vizcarra, a mediados de mayo, a culpar del aumento de más de 30,000 contagios en 10 días a quienes continuaban saliendo a las calles, pese a las restricciones de movimiento decretadas. En Bolivia, el inicio de la cuarentena flexible estuvo marcado por la relajación en aquellas ciudades donde el riesgo de contagio era alto, pese a que debían mantener al menos por otros siete días medidas rígidas como las restricciones para circular a pie o en vehículos. Marcos Rojas, médico y ex director de un hospital en Beni, declaró que “la gente no colabora. Los vecinos salen a las calles todos los días, van a los mercados donde –pienso– están los principales focos de infección”. En Chile las cuarentenas selectivas no fueron seguidas por los sectores más vulnerables de las comunas más pobres, transformadas en los lugares con más contagios como las favelas en Brasil. En ellas es difícil el distanciamiento social y se convirtieron en el epicentro regional de la pandemia. Su alta densidad, con varias personas compartiendo una misma vivienda, dificulta tanto la distancia social como el aislamiento de los contagiados. En CABA unas 230,000 personas viven en villas de emergencia, barrios vulnerables con grandes carencias de infraestructura. Sin capacidad de ahorro ni infraestructuras, tras semanas sin ingresos han acabado rompiendo el aislamiento ante el espectro del hambre. El resultado: el 22 de mayo de los 718 nuevos casos, 670 (el 93%) correspondían a CABA y a la provincia de Buenos Aires. Mientras América Latina se adentra en el pico de contagios, paralelamente se acentúa la crisis económica, que llega por varios frentes simultáneos. En el sanitario, en un mes la región ha pasado de 108,000 infectados y 5,300 muertos a rondar los 800,000 contagiados y más de 30,000 muertos. En lo relativo a las remesas, durante marzo y abril los envíos a América Latina y el Caribe se redujeron un 18%, una caída muy cercana al 19.3% anticipado por el Banco Mundial. Para una región que en 2019 recibió más de 103,000 millones de dólares, una caída del 20% de las remesas equivaldría a una pérdida de 20,000 millones. Por el lado de las materias primas, el Banco Mundial anticipa que la reducción de su precio durante 2020 será “la mayor de la historia reciente”. La caída de la demanda y el aumento de los inventarios han ocasionado un abrupto descenso en el precio de las commodities, en especial el petróleo, que ha llegado
a perder el 70% de su valor. La soja ha caído un 13% y el cobre un 20%. Excluyendo a México, el 70% de las exportaciones de América Latina son bienes primarios, destacando los casos de Ecuador, Perú y Chile. Para el turismo, la Organización Mundial del Turismo (OMT) cree que en 2020 la caída de turistas en el mundo estará entre un 60% y un 80%. Esto aboca a uno de los sectores más afectados por la pandemia a una crisis sin precedentes. Según la OMT, el sector dejará de percibir este año entre 300,000 millones de dólares y 435,000 millones respecto a 2019. Las economías de República Dominicana, Cuba, Panamá y México dependen, en mayor o menor medida, de los ingresos del turismo, que también se verán mermados.
El resultado es que la economía de América Latina en 2020 experimentará la peor caída desde la Gran Depresión de 1930
Para el comercio internacional, la UNCTAD prevé que el valor de los intercambios globales podría desplomarse un 27% en el segundo trimestre de 2020 en relación con el primer trimestre. Por su parte, la medición para el primer semestre del Barómetro del Comercio Mundial, que elabora la Organización Mundial de Comercio (OMC), cayó 87.6 puntos, lo que equivale a un rango de contracción de entre el 13% y el 30% para el presente ejercicio. Desde la perspectiva de las inversiones extranjeras y del capital, la onda expansiva del Covid-19 provocó una salida de capitales de más de 16,000 millones de dólares sólo en Brasil, México, Chile y Colombia. Desde marzo a abril hubo una fuerte salida de capitales equivalente al 4% del PIB que, si bien ha remitido, podría tener nuevos picos. La vulnerabilidad de la región por su dependencia a los precios de las commodities, del ingreso de remesas, del turismo y de la financiación externa provoca que la economía latinoamericana se vea expuesta a situaciones de crisis como las presentes. El resultado es que la economía de América Latina en 2020 experimentará la peor caída desde la Gran Depresión de 1930. Las cifras oscilan entre un -5% (-5.2% según el FMI y la CEPAL y -5.5% según el BID) a un 7%-8% (Goldman Sachs rebajó el panorama económico a un 7.6%). Esta abrupta caída podría ser seguida de una recuperación más lenta de lo previsto: no en forma de “V” sino un repunte más largo en forma de “U”, o lo que se ha venido en llamar el símbolo de Nike. La recuperación se podría concretar a mediados de 2021, gracias a una serie de puntos fuertes que posee la región. Como apunta Germán Ríos, América Latina tiene “una población relativamente joven, [está] menos conectada internacionalmente que la UE y EEUU, [ha] tomado medidas de contención relativamente rápidas y estrictas, [ha] aprendido como gestionar choques económicos externos y sanitarios a lo largo de las últimas décadas, [ha tomado] medidas para proteger a familias y pymes utilizando los programas sociales ya existentes, y la recuperación de China, que impulsará la demanda de materias primas y sus precios, hacen prever una recuperación económica relativamente más acelerada en América Latina que en otras partes del mundo”. ¿Qué son los Commodities? Este tipo de bienes son de tipo genéricos, es decir, no se tienen una diferenciación entre sí. Normalmente cuando se habla de commodities, se habla de materias primas o bienes primarios, destacando por ejemplo el trigo, que se siembra en cualquier parte del mundo y que tendrá el mismo precio y la misma calidad. Una de las características principales de un mercado de commodities es que los márgenes de ganancias son más exiguos o escasos. Asimismo, no sólo estamos hablando de materias primas o bienes primarios. Sucede que, cuando determinada industria evoluciona de modo tal que muchos proveedores pueden realizar algo que antes era realizado por una compañía, se habla de “commoditización” de un producto o industria, como por ejemplo la industria farmacéutica donde se puede acceder a la droga genérica de un modo más barato. Así puede tomarse como el significado que suele entenderse como bienes de consumo son las materias primas a granel, una serie de productos en el que su valor proviene del derecho del propietario a poder comerciarlos, no así por el derecho a usarlos. El trigo es uno de los bienes de consumo al basarse en una calidad mínima estándar, no existe la sustancial diferencia entre un trigo que se produce en una granja u otra granja. También sirven de ejemplos bienes como la electricidad o el petróleo o algún otro; para dicho caso aunque puede incluirse a los productos semielaborados, estos
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son de suma utilidad para llevar adelante toda una serie de procesos industriales que suelen ser más complejos. Tomamos dos países de ejemplos uno de ellos es Chile cuyos bienes de consumo que más exporta son el cobre y la celulosa. El otro ejemplo la exportación de Argentina, que principalmente dentro de su amplia cartera de exportación se destaca por la soja y la carne vacuna. Por lo que dichos productos de consumo no se diferencian por su marca, debido a que la mayoría de los productos no le llegan a generar un valor extra o valor agregado al cliente. Durante la última década ha venido creciendo las bolsas de materias primas a nivel mundial, lo que trajo aparejado nuevos conceptos sobre el término “mercancía”.
Brasil, Perú, Chile y México, se sitúan en junio de 2020 como los que marcan el mayor número de contagios y muertos del mundo
Carlos Malamud, investigador principal, del Real Instituto Elcano de Madrid, España, y Rogelio Núñez, también investigador del think tank español y profesor colaborador del IELAT, Universidad de Alcalá de Henares recalcan que los problemas estructurales (pobreza y desigualdad), sociales (alta informalidad), sanitarios y económicos (escaso margen fiscal), explican por qué América Latina, y en especial países como Brasil, Perú, Chile y México, se sitúan en estos momentos (junio de 2020) como los que marcan el mayor número de contagios y muertos del mundo. Con más de 800,000 casos confirmados la región además acumula más del 40% del total de contagios a nivel global. Un think tank (cuya traducción literal del inglés es ‘tanque de pensamiento’, laboratorio de ideas, instituto de investigación, gabinete estratégico, centro de pensamiento o centro de reflexión es una institución o grupo de expertos de naturaleza investigadora, cuya función es la reflexión intelectual sobre asuntos de política social, estrategia política, economía, militar, tecnología o cultura. Pueden estar vinculados o no a partidos políticos, grupos de presión o lobbies, pero se caracterizan por tener algún tipo de orientación ideológica marcada de forma más o menos evidente ante la opinión pública. De ellos resultan consejos o directrices que posteriormente los partidos políticos u otras organizaciones pueden o no utilizar para su actuación en sus propios ámbitos. A los factores anteriores habría que agregar, en algunos países de la región, una elevada indisciplina social a la hora de atender la solicitud o la orden de quedarse en casa. Imágenes de tumultos y aglomeraciones en las calles, plazas o mercados de la ciudad o colas frente a los bancos para cobrar subsidios, ayudas o pensiones, se repiten por doquier. Es evidente que la pobreza y la necesidad de salir a buscar el sustento ayudan a entender más esa sensación de un cierto jolgorio imperante por doquier. América Latina intentó aprovechar el factor tiempo y el ejemplo europeo para tomar medidas preventivas con mucha anticipación. Esto retrasó la aceleración de la curva de contagios en marzo-abril, pero no impidió su propagación posterior,
salvo en Paraguay, Uruguay, Costa Rica y Cuba. Lo que sí parece cierto, al menos hasta ahora, es que la mayoría de los países –más allá de cierta subnotificación de cifras por la falta de testeos y de las excepciones señaladas– había logrado eludir las altísimas tasas de contagios y muertes que se veían en otros lados. Sin embargo, los principales países latinoamericanos se enfrentan a junio con fuertes tensiones para sus débiles sistemas de salud, ya que existe peligro de colapso sanitario en Perú (Lima), México (Ciudad de México) y Bolivia (en la ciudad de Trinidad en el Beni). Estas tensiones sanitarias, que otros países están lejos de tener como Colombia, se unen a las económicas, producto del parón productivo y de consumo, y pueden devenir en tensiones políticas, como muestran las protestas ocurridas en Chile y Bolivia. Esos problemas de gobernabilidad pueden verse acrecentados por el deterioro social que sucederá a la fuerte contracción económica: la CEPAL calcula que cerca de 12 millones de personas se sumarán al desempleo en 2020, el número de pobres pasará de 118 millones a 126 millones entre 2019 y 2020 y los de pobreza extrema de 67 millones a 88 millones. La clase media emergente sería la más afectada ya que casi 50 millones caerían bien en la pobreza o quedarían en una situación de extrema vulnerabilidad. Si bien esta crisis ha vuelto a poner en evidencia la falta de capacidad de los países de la región para coordinar sus políticas ante cualquier crisis, la pandemia ha hecho que las respuestas hayan sido similares y coincidentes en el tiempo. Los mecanismos de integración no han jugado un papel relevante en esta coyuntura, pero, al final, casi todos los países trataron de anticiparse a la llegada del virus en marzo imponiendo medidas de alejamiento social, cuarentenas o toques de queda. En mayo todos pensaron en comenzar a desescalar (desde Chile a México pasando por Colombia) abriendo la economía, algo que sólo algunos han podido implementar de forma total (Paraguay) o parcial (Argentina). Finalmente, la mayoría afronta desde la segunda mitad de mayo el pico de contagios que continuará a lo largo de junio y que, en América del Sur, podría prolongarse hasta julio-agosto, coincidiendo con el invierno austral.
‘Falsos profetas en tiempos de coronavirus’ para no dormir: esotéricos, neonacionalistas, antivacunas y dogmáticos de la conspiración
“En estos tiempos de pandemia, el miedo se nos ha deslizado a todos bajo la piel. Miedo a enfermar, a perder a un ser querido, a morir solo o tener que dejar solo a alguien, a perder el trabajo, a la ruina financiera, al aislamiento social, a la soledad y no menos miedo a que las propias fuerzas no basten para superar la crisis. Todos estos temores tienen un motivo. Todos retienen como parámetro de referencia algo que nos es común: la realidad. Se remiten a la realidad objetiva de una pandemia que todo lo abarca. El fundamento de todos ellos es lo que se puede conocer (como siempre, de manera fragmentaria) sobre el virus y la manera en que asola regiones enteras. Toman nota de los informes de las unidades de cuidados intensivos de Madrid o Manaos, Nueva Orleans o Nueva Delhi. También de las cifras de desempleados, de las quiebras, del descenso de las ventas, de los pronósticos de recesión. Todos se pueden cuestionar: reaccionan a lo que vamos aprendiendo, a los conocimientos que se consideran seguros y a los errores que se dan por probados. A veces, la información adicional contribuye a reforzar un temor; otras, a disiparlo…”. Carolin Emcke es periodista, escritora y filósofa, autora del ensayo ‘Contra el odio’ (Taurus). ‘Falsos profetas en tiempos de coronavirus’, es el título de un interesante artículo de opinión de esta intelectual alemana. “Sin embargo, no hay nada que me asuste más que la entrada en escena de aquellos que lo único que pretenden es hacer pasar por miedo el desvarío, a quienes ya nada importa lo común, que no reconocen otro parámetro de referencia que su propia fantasía, que no explican su rabia, sino que solo quieren exteriorizarla, siempre en vertical, contra “los de arriba”, contra la supuesta “dictadura”, contra “los medios de comunicación”, contra “Bill Gates”, contra no sé qué conspiración que hay que combatir. El miedo que alegan estos movimientos no reacciona a la información, no admite preguntas, no acepta la realidad como corrección. Es un miedo cuya única finalidad es servir de coartada, de escudo retórico detrás del cual la agresión sin escrúpulos y el resentimiento desenfrenado campan
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a sus anchas. Nada infunde más miedo que la repetición del mismo espectáculo, la misma sinergia de brutalidad y autocompasión que comparten los movimientos neonacionalistas de todo el mundo; ese odio incorregible, diferente solo porque ahora sus signos son otros, y su construcción, parcialmente distinta. Nada aterra tanto como quienes protestan en tiempos de pandemia empeñados en verse a sí mismos como víctimas, defraudados por una verdad cuyas condiciones no les interesan lo más mínimo, privados de la libertad que no reconocen cuando se les concede, sintiendo cercenados unos derechos que quieren negar a los demás. Forman un conjunto tan diverso como confuso de esotéricos, neonacionalistas radicales, antivacunas y dogmáticos de la conspiración. El aglutinante que une a ideólogos de la extrema derecha más radical, matones violentos e incautos con ideas confusas está formado por toda clase de bolas de pinball mentales que con cada tema rebotan de una convicción a otra, presas de terrible excitación, siempre escandalizadas, siempre inestables, siempre sabelotodo, capaces de percibirse a sí mismas únicamente en esta autodramatización”.. Theodor Adorno mantiene aún vigente sus ‘Aspectos del nuevo radicalismo de derechas’ en las protestas ante la crisis pandémica “La característica de estos movimientos es más bien una extraordinaria perfección de los medios, ante todo propagandísticos”, escribía Theodor Adorno en su aún vigente ‘Aspectos del nuevo radicalismo de derechas’, “combinada con la ceguera, con el carácter abstruso de los fines perseguidos con ellos”. Las mismas consideraciones son aplicables a los nuevos movimientos de protesta que instrumentalizan las crisis de la Covid-19 para sus abstrusos fines. Son una minoría, se podría objetar. No representan ningún peligro. Se pueden considerar marginales, no representativos. Pero lo que de verdad me asusta es que el retorno de la idea de que no son más que personas críticas inofensivas o “ciudadanos preocupados” que una democracia debería tolerar, permita que sean revalorizados por los medios de comunicación y recompensados en su desvarío. Lo que de verdad me da miedo es que vuelva la pretensión de que no es posible distinguir entre afirmaciones factuales verdaderas y falsas, entre suposiciones verosímiles y disparatadas. Lo que me aterroriza realmente es que se les vuelva a llevar al ruedo de la tertulia con el pretexto de acorralarlos, como si no se hubiese criado así al monstruo populista, para luego, un par de años y excesos de violencia más tarde, caer con sorpresa en que no era tan dulce y burgués. La radicalidad identificable desde el primer momento en la ideología y la organización se reinterpreta luego como un proceso de radicalización imprevisible. Lo contrario significaría que ese gesto de “no debemos excluir a nadie” fue un error, que nos hemos convertido en cómplices de las ambiciones de normalización de la extrema derecha. Lo que temo de verdad es que no se haya podido aprender nada, que todo se repita, que la mayoría tolerante, democrática y solidaria sea desplazada y ridiculizada porque no es lo bastante estridente ni lo bastante exótica; que la mayoría democrática de la sociedad vuelva a quedar infrarrepresentada porque la razón no genera ninguna estética alucinante; porque
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el civismo se considere un atributo pequeñoburgués con ínfimos índices de audiencia; porque el escepticismo ilustrado o el miedo social real sean tenidos menos en cuenta que la chusma política alcoholizada, la ruptura de tabúes revisionista o los cuchicheos conspiranoicos de la Covid-19. Hay un análisis de la fuerza manipuladora de los agitadores totalitarios que viene asombrosamente a propósito. Se trata del ensayo Falsos profetas de Leo Löwenthal, en el que el autor disecciona el patrón argumentativo fascista en los Estados Unidos de 1948.
Los agitadores totalitarios y sus ‘caravanas de coches’ no se interesan lo más mínimo por los temores fundados y las necesidades de las personas
Löwenthal lo define como “el intento de reforzar la desorientación reinante entre su audiencia desdibujando las demarcaciones racionales y proponiendo en su lugar acciones espontáneas”. Los falsos profetas no tienen interés en nombrar y hasta remediar las causas objetivas del descontento o el desamparo social. Lo único que les importa es inflamar los complejos emocionales susceptibles de apropiación, profundización y canalización. Quizá lo más repugnante de los profetas del presente sea que no se interesan lo más mínimo por los temores fundados y las necesidades de las personas en plena crisis de la pandemia. En realidad, no se interesan ni siquiera por los complejos elementos y las causas de la plaga mientras esta les sirva de vehículo narrativo para su visión violenta del “Día X”. Ayer y hoy, los agitadores aparecen en sus relatos poseídos por el cataclismo que supuestamente se avecina. El tema no es nunca una simple aflicción que no se puede cargar a nadie, una tragedia cualquiera de la que nadie puede ser culpado, un embrollo sin remedio o una calamidad. Los falsos profetas necesitan un enemigo, el causante último de todas las miserias de la sociedad, una especie de motor inmóvil al que se pueda responsabilizar de todo, tanto si existe como si no, tanto si es real como imaginario. Un adversario que, además, tiene que ser despiadado y falaz, poderoso, pero, al mismo tiempo, superable. “El postulado del agitador se fundamenta en su actitud ambivalente ante los supuestos atributos del enemigo. La acumulación de atrocidades sin restricción da a entender al adepto que, en una situación de crisis, no tendrá que imponerse más restricciones a sí mismo que al enemigo”. Esto es lo que, en el fondo, interesa a los falsos profetas: inventar una historia sobre una catástrofe inminente en la que cada acto de violencia se
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pueda justificar como defensa propia y cada violación de la ley, como defensa de las libertades individuales. No es fácil “desenmascarar” a estos agitadores, ponerlos en evidencia mediante el “cuestionamiento crítico”, principalmente porque las visiones del mundo que proponen son totalmente cerradas y míticas, y los canales a través de los cuales difunden sus fantasías semirreligiosas sin disrupciones “externas” son totalmente propios. Pero en ese caso, si tienen su propio público incestuoso en YouTube o Telegram, si cuentan con actores extranjeros que alimentan sistemáticamente los mitos de la conspiración en torno al coronavirus, si los blogs de extrema derecha conectan la desinformación sobre la pandemia de la Covid-19 con el resentimiento antidemocrático, racista, homófobo y tránsfobo, ¿por qué hay que concederles una atención adicional ingenuamente cómplice? En este sentido, este texto no hace sino contradecirse a sí mismo. Escribir sobre un fenómeno social para que pierda visibilidad es grotescamente contraproducente, pero si no queremos repetir los viejos errores de normalizar y legitimar posiciones autoritarias, racistas y nacionalistas, necesitamos un análisis del miedo que se sitúe más allá del desvarío, la conjuración y la paranoia nacionalista.
Es una crisis tan real, tan amplia, tan profunda, que no hay tiempo que perder con quienes la niegan. No tenemos ese tiempo
Lo merecen quienes desde hace semanas cumplen las reglas; quienes luchan contra las restricciones porque les parecen demasiado amplias, demasiado poco atentas a los derechos fundamentales; quienes ven cada día cómo menguan sus ingresos y sus medios de subsistencia; quienes se abstienen del contacto social, aunque les resulte amargamente difícil. Lo merecen quienes están de luto porque han perdido un ser querido a causa de la Covid-19, quienes a pesar de todo aguantan las cargas y basan su escepticismo y sus críticas en razones, y también quienes se preocupan por sus hijos y sus nietos, por sus padres y sus abuelos, y quienes echan de menos a su familia de amigos. Lo merecen quienes durante estas semanas han dado hasta sus últimas fuerzas por los demás en los hospitales, los organismos sanitarios, las Redacciones (si es que todavía trabajaban en ellas, y no en casa), las obras, la agricultura, los centros de enseñanza, y también en el Parlamento, los ministerios, las ciudades y las comunidades. Lo merecen todos aquellos que luchan contra la pandemia y sus consecuencias sociales, psíquicas y económicas, pero que no la instrumentalizan para sus mezquinas fantasías de violencia. La crisis de la pandemia es enormemente compleja; interfiere a muchos niveles en nuestras certezas y nuestros hábitos epistémicos, sociales y culturales; pone de manifiesto todas las debilidades de nuestro sistema de vida; nos obliga a confesar todos los abusos ecológicos y económicos, a no seguir tolerando por comodidad la explotación de los seres humanos y la naturaleza como mero material de trabajo o simples recursos; pone en evidencia todas las promesas incumplidas de igualdad, ya sea de género, clase o procedencia. Es una crisis tan real, tan amplia, tan profunda, que no hay tiempo que perder con quienes la niegan. No tenemos ese tiempo.
@SantiGurtubay @BestiarioCancun www.elbestiariocancun.mx
Como parte de las acciones emprendidas por la Federación y los Estados para regresar a la ‘normalidad’ en el país, luego de varios meses de emergencia sanitaria a causa del Covid-19, se han implementado semáforos epidemiológicos que les permiten planear el reinicio de actividades con base en el número de contagios en las zonas. En el caso de Quintana Roo, el territorio se dividió en dos, el norte y el sur, los cuales permanecerán, al menos hasta el 21 de junio, en rojo y naranja, respectivamente. Y es que mientras Municipios como Benito Juárez, Solidaridad y Cozumel siguen siendo los más afectados en cuanto a contagios y muertes, también han registrado un descenso en el número de casos, al grado de que, por ejemplo, el primero pasó de ser el cuarto Municipio del país con más enfermos a ser el 18, todo lo contrario a lo que se vive en Othón P. Blanco, donde los casos positivos se han incrementado en las últimas dos semanas. Con este panorama, las autoridades han decidido que los Municipios del norte, que son los que más aportan a las arcas del Estado, regresen poco a poco a las actividades cotidianas, a fin de atraer al turismo, principalmente el nacional. Las restricciones son varias hasta el momento, pero algunos hoteles están haciendo caso omiso a la advertencia de que nadie puede entrar a las playas de Cancún hasta que el semáforo esté en amarillo, lo que podría provocar otro incremento en los contagios en las siguientes semanas si no se toman las medidas correspondientes.
PESE A RESTRICCIONES GUBERNAMENTALES, HOTELEROS PERMITEN ACCESO DE TURISTAS A SUS PLAYAS Y PONEN EN RIESGO EL RETORNO A LA ‘NUEVA NORMALIDAD’
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De generalizarse esta actividad y no tomarse las debidas precauciones, Cancún estaría en riesgo de sufrir un rebrote de la enfermedad que podría echar al traste todo el trabajo realizado hasta ahora para proteger a la población, aunque tales rebrotes cada vez son menores y menos graves aun en regiones donde los Gobiernos han sido bastante poco responsables frente a la pandemia, como en Ecuador, lo que hace suponer, en buena medida, que en dichas zonas el virus está cediendo en peligrosidad.
MJavier Ramírez ientras los Gobiernos impulsan la apertura gradual de negocios y servicios para frenar la debacle económica, priorizando las medidas de prevención como el distanciamiento social, algunos empresarios hoteleros estarían actuando de manera irresponsable, pues con el fin de atraer clientes permiten a los turistas ingresar a las playas, pese a que esto sigue prohibido por las autoridades. De generalizarse esta actividad y no tomarse las debidas precauciones, Cancún estaría en riesgo de sufrir un rebrote de la enfermedad que podría echar al
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Fue a finales de marzo cuando el sector turístico de Quintana Roo se desplomó. Para tratar de disminuir las pérdidas, los hoteleros iniciaron con los despidos de su personal, la reducción de salarios y las vacaciones sin goce de sueldo. Varios hoteles no tuvieron consideración alguna, entre ellos The Fives Beach Hotel & Residences, que ordenó la liquidación de los empleados de su complejo localizado en Playa del Carmen. Pese a estas desleales prácticas, los hoteleros exigieron ayuda a los tres órdenes de Gobierno, proponiendo prórrogas en el pago de los impuestos.
traste todo el trabajo realizado hasta ahora para proteger a la población, aunque tales rebrotes cada vez son menores y menos graves aun en regiones donde los Gobiernos han sido bastante poco responsables frente a la pandemia, como en Ecuador, lo que hace suponer, en buena medida, que en dichas zonas el virus está cediendo en peligrosidad.
Despidos masivos en hoteles
Pocos días antes de terminar el mes de marzo -cuando el número de contagios era de apenas 367-, el sector turístico de Quintana Roo se desplomó. Con el retiro de turistas y la contingencia sanitaria que obligó a cerrar hoteles, bares, restaurantes y centros comerciales, entre otros negocios, la ocupación que en ese entonces estaba arriba del 80 bajó hasta el 36 por ciento.
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Para tratar de disminuir las pérdidas, los hoteleros iniciaron con los despidos de su personal, la reducción de salarios y las vacaciones sin goce de sueldo. En el caso del Grupo Xcaret, que cerró sus ocho parques temáticos en Cancún y la Riviera Maya, más de nueve mil trabajadores fueron forzados a tomar los llamados ‘días solidarios’. Cuando la cadena de hoteles The Fives Beach Hotel & Residences ordenó la liquidación de los empleados de su complejo localizado en Playa del Carmen, los afecta dos tuvieron que pedir el apoyo de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) para que los liquidaran conforme a la ley. Pero otros no fueron tan afortunados y simplemente recibieron un ‘gracias’. Pese a estas desleales prácticas, los hoteleros exi gieron ayuda a los tres órdenes de Gobierno, proponiendo, entre otras cosas, prórrogas en el pago de los impuestos.
Operaciones al 30 por ciento
Luego de tres meses de inactividad, las autoridades determinaron que, si se toman las debidas precauciones, algunos negocios podrían comenzar a operar, al menos al 30 por ciento. Basados en el ‘semáforo epidemiológico’, los Gobiernos estatal y municipales autorizaron entonces que desde el 8 de junio decenas de hoteles, restaurantes y tiendas de Cancún, Playa del Carmen, Puerto Morelos, Tulum, Isla Mujeres y Cozumel, podrían reabrir sus puertas, pero sólo si garantizaban los protocolos de higiene tanto en sus empleados como en sus clientes. L uego de tres meses de inactividad debido a la ola de contagios, las autoridades determinaron que, si se tomaban las debidas precauciones, algunos negocios podrían comenzar a operar, al menos al 30 por ciento. Basados en el ‘semáforo epidemiológico’, los Gobiernos estatal y municipales autorizaron entonces que desde el 8 de junio decenas de hoteles, restaurantes y tiendas de Cancún, Playa del Carmen, Puerto Morelos, Tulum, Isla Mujeres y Cozumel, podrían reabrir sus puertas, pero sólo si garantizaban los protocolos de higiene tanto en sus empleados como en sus clientes.
Fueron 41 hoteles de Cancún, Isla Mujeres y Puerto Morelos, los que comenzaron a operar con turistas tanto nacionales como internacionales, al 30 por ciento de su capacidad. De acuerdo con la Asociación de Hoteles de la Zona Centro del Estado, esto representa siete mil 455 cuartos activados, es decir 15 por ciento del total de la oferta, pues 170 hoteles, con sus 44 mil habitaciones, continuaban cerrados.
El anuncio fue celebrado, literalmente, por los hoteleros, quienes recibieron a sus primeros huéspedes con mariachis, cocteles y fuegos artificiales. La presidenta municipal de Benito Juárez, Mara Lezama Espinosa, promocionó en sus redes sociales la noticia subiendo un video del momento en el que tra bajadores del Hotel Moon Palace daban la bienvenida a los turistas. En total fueron 41 hoteles de Cancún, Isla Mujeres y Puerto Morelos, los que comenzaron a operar con turistas tanto nacionales como internacionales, al 30 por ciento de su capacidad. De acuerdo con la Asociación de Hoteles de la Zona Centro del Estado, esto representa siete mil 455 cuartos activados, es decir, 15 por ciento del total de la oferta, pues 170 hoteles, con sus 44 mil habitaciones, continuaban cerrados.
Playas, solo para clientes
El director del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo, Darío Flota Ocampo, informó que la rea pertura sería gradual y dependería de las reservaciones que cada hotel tuviese, por lo que desde hace días ini ció una campaña de promoción para atraer, primero, al turista nacional.
De esta manera, mientras unos abrieron desde el 8 de junio, otros más lo harán en las siguientes semanas, como el Desire Rivera Maya Pearl Resort para el 1 de julio y el Hotel Hacienda Tres Ríos el próximo mes. El empresario espera que para finales de año la ocupación pueda alcanzar el 80 por ciento.
Sin embargo, la violación de una de las principales restricciones hechas por las autoridades no se ha hecho esperar. Y es que si bien el Gobierno del Estado instruyó que la apertura de las playas al turismo sea únicamente cuando el semáforo esté en amarillo, en la Zona Hote lera de Cancún ya se puede ver a varios turistas disfrutando de las mismas. En un recorrido por las playas de Cancún, se pudo observar que varios hoteles están permitiendo el uso tanto de sus albercas como de sus playas, instalando in cluso camastros. Mientras el personal utiliza cubrebocas y guarda su distancia, los huéspedes disfrutan del sol y el mar sin restricción alguna. Las autoridades han recomendado a los hoteles co locar señalizaciones y evitar la saturación de sus áreas recreativas, pero sin nadie que supervise el cumpli miento de las medidas sanitarias, es cuestión de tiempo para que estas comiencen a relajarse.
Si llega a registrarse algún caso de contagio en un turista, todo el esfuerzo realizado por las autoridades para reactivar la principal actividad económica del Estado podría ser en vano y provocar nuevamente el cierre de los negocios, quizá otros meses más.
El director del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo, Darío Flota Ocampo, informó que la reapertura sería gradual y dependería de las reservaciones que cada hotel tuviese, por lo que desde hace días inició una campaña de promoción para atraer, primero, al turista nacional. De esta manera, mientras unos abrieron desde el 8 de junio, otros más lo harán en las siguientes semanas, como el Desire Rivera Maya Pearl Resort para el 1 de julio y el Hotel Hacienda Tres Ríos el próximo mes. El empresario espera que para finales de año la ocupación pueda alcanzar el 80 por ciento.
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