Cuentos Infantiles

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El palacio de las mentiras En un lugar fuera de este mundo, los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el palacio de la verdad y el de la mentira. Estos palacios se construían con ladrillos que se creaban cada vez que un niño decía una verdad o una mentira. Los dos palacios eran impresionantes, los duendes se esforzaban mucho, competían duramente para que su castillo sea el mejor. Los duendes de la mentira, eran tramposos y picaros que enviaron a un grupo de sus secuaces al mundo para convencer a los niños que dijeran más y más mentiras, así crear más ladrillos de la mentira.


Poco a poco lo consiguieron, comenzaron a tener mucho más ladrillos. Su palacio fue creciendo, llegándose a convertir en el más grande y espectacular.

Un día de aquellos, algo extraño empezó a ocurrir en el palacio de la mentira, uno de los ladrillos se convirtió en una caja de cartón, pasó menos de cinco minutos y otro ladrillo se convirtió en esponja, otro se convirtió en papel y después de un rato todos se convirtieron en cristal y se rompieron lentamente, fue perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se derrumbando el palacio de la mentira.


Esto sucedía que cada vez que se descubría las mentiras se transformaban en otra cosa o desaparecían. Así todos comprendieron, los duendes la verdad y de la mentira que no se debe utilizar las mentiras para nada porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.


Las cosquillitas de la Felicidad Había una vez un niño que siempre estaba feliz, sonreía y sonreía todo el tiempo, él no tenía muchos juguetes ni dinero. Siempre decía que lo que le hacía feliz era ayudar a las demás persona y eso le daba una sensación genial en su interior.

La gente no le creía y le decían que estaba mal de la cabeza porque dedicaba la mayor parte de su tiempo a apoyar a las demás personas pero raras veces hacía algo para sí mismo.


En esos días conoció a un médico famoso que se extrañó tanto por su caso que decidió investigarlo, lo examino con un montón de cámaras y tubos, pudo grabar lo que pasaba en su interior. Muy desconcertado, el médico descubrió algo sorprendente: “Que cada vez que el niño hacía algo bueno, un millar de angelitos diminutos aparecían para hacerle cosquillitas en el corazón”

Esto explicaba a todas las personas la felicidad del niño, el médico siguió examinando, estudiando hasta descubrir que todas las personas tenemos un millar de angelitos cerca a nuestro corazón. Lo que pasa es que no lo sentimos con tanta intensidad porque hacemos tan pocas cosas buenas que andan aburridos en nuestro interior. Así el médico descubrió en qué consiste la felicidad y gracias al niño sabemos qué hay que hacer para sentir esas cosquillitas en el corazón.


El espejo extraño En la ciudad había un niño muy listo y rico, que lo tenía todo pero se afanaba en tener los objetos más raros, caros y curiosos. En una feria donde se vendían objetos extraños, el niño convenció a sus padres que le compren a un misterioso anciano un antiguo y extraño espejo. Él estaba emocionado y cuando llegó a su casa, coloco el espejo frente a su cama y al verse en él, su rostro se veía muy triste. El niño estaba confundido y por más que empezaba a sonreír, hacer muecas su reflejo seguía siendo triste. Un poco confundido, fue a comprar chocolates y estaba contento al verse en el espejo, pero su reflejo seguía triste. Empezó a comprarse todo tipo de cosas, juguetes, cachivaches pero aún así al verse al espejo su rostro seguía triste, decepcionado dejo el espejo en una esquina de su habitación. Una tarde salió a la calle para jugar y comprar algunos juguetes, justo al ir al parque se encontró con un niño pequeño que estaba llorando entristecido. Lo vio tan sólo, lo vio llorando tanto que fue ayudarle.

El pequeño le contó que se había perdido, no sabía dónde estaba y no encontraba a sus papás.


Nuestro niño le dijo que le ayudaría a buscar a sus padres, le compro unas golosinas para animarlo, caminaron y caminaron, buscando a sus padres que al final los encontraron que andaban preocupadísimos buscándole. Los padres le agradecieron por su noble gesto de ayudar a su hijo, nuestro niño se despidió y se fue caminando pero al ver que ya era tarde volvió a su casa, sin haber comprado ningún juguete nuevo. Al llegar a su habitación, vio un brillo que venía del espejo extraño, abandonado en la esquina, fue a curiosear, se descubrió a sí mismo radiante de alegría, su rostro reflejaba una sonrisa que jamás había notado. Entonces fue ahí que comprendió el misterio de aquel espejo extraño, que reflejaba la verdadera alegría de su dueño. Él se sentía verdaderamente feliz de haber ayudado a aquel niño. Así que cada mañana que se miraba al espejo y no miraba ese brillo especial, ya sabe que tiene que hacer para recuperarlo.


Un Robot diferente XJ – 21 no era un robot común y cualquiera, como dice en su placa “XJ – 21, el mejor y el más moderno robot”, claro era el modelo de robot más moderno de su generación, era muy difícil de mejorar y se sentía realmente orgulloso de ello. Tanto así que cuando se cruzaba con otros robots por la calle, los miraba petulantemente, con cierto aire de superioridad, solo se hablaba y saludaba con tanto entusiasmo cuando pasaba por su lado otro XJ – 21, dentro de él se decía: “Todos los robots deberían ser como XJ – 21”.

Él estaba realmente convencido de que ningún robot nuevo podría superar a los XJ – 21, siempre decía que sería mucho mejor si todos los robots fueran como ese único y extraordinario modelo perfecto.


Un día de esos, el Robot caminaba por la ciudad biónica, cuando en unos milímetros de sus sensores ópticos piezoeléctricos, eran unos ojos normales pero a XJ – 21 le gustaba usar palabras raras para todo, una puerta amarilla que no sabía de dónde habría salido pero por surte, el Robots XJ – 21 estaba dispuesto a averiguar que estaba sucediendo. Intrigado, decide atravesar la puerta y fue a parar a una ciudad espectacular. Todos los habitantes eran XJ – 21 y todo lo que él podía observar era alucinante. Entusiasmado por haber encontrado la ciudad perfecta para él, fue a caminar por todas las calles, presumiendo de ser un XJ – 21, parándose a saludar a cada Robot XJ – 21, hablaba con todos de lo genial que era ser un robot tan avanzado, al finalizar el recorrido se colocó en su burbuja hiperplastic recauchutada, que parecía una casa, lejos de la ciudad.


Los días fueron pasando y poco a poco se daba cuenta de que en aquella ciudad había algo que no le gustaba. Como en esa ciudad todos eran XJ – 21, así que nadie tenía motivos para sentirse mejor ni más moderno que otro y la verdad es que nadie lo hacía. Ninguno miraba con aires de superioridad, y en el fondo entendió que con el paso del tiempo ni siquiera él mismo se sentía especial. Todo le resultaba aburrido porque todos hacían las mismas cosas, era imposible destacar en algo; cuando pensaba algo y creía que era brillante, ya a los demás robots se les había ocurrido lo mismo al mismo tiempo.

El robot XJ – 21 empezó a echar de menos a todos aquellos robotitos variados de su antiguo mundo, cada uno con sus cosas buenas y malas, algunos distintos y divertidos, fue ahí donde se dio cuenta que prefería encontrarse con un torpe pero animoso TO – 4 y poder charlar un rato, sería más divertido que encontrarse con otro robot XJ – 21.


Empezó a buscar la gran puerta amarilla que lo llevaría de vuelta a casa, busco y busco por varios días hasta que finalmente la encontró como la primera vez. Puso la mano en la puerta, miró hacia atrás despidiéndose de aquel mundo que le había parecido perfecto y sonriendo empujo la puerta y se fue a su verdadero hogar.

Cuando empujo la puerta, un aire le soplo y cayó al suelo, al darse cuenta la puerta había desaparecido pero un enorme y brillante robot azul le ayudo a levantarse, al levantarse miró detenidamente a aquel robot, nunca había visto uno igual, era perfecto en todos lados, más alto, más fuerte que ninguno y en su placa se podía leer: XE – 06 “el mejor y más moderno robot”. Aunque parecía imposible, consiguieron hacer un robot superior, el XJ – 21 ya no eran los mejores de la ciudad pero, sin embargo, nuestro robot no se entristeció, mucho menos estaba enojado porque pocos segundos antes cuando estaba en esa ciudad perfecta, había aprendido y reconocido que estaba encantado de ser diferente y de que hubiera cientos de robots diferentes, cada uno con sus cosas mejores y peores.


Una ciudad terrorífica En una ciudad llama Halloween, vivía un malvado y feo fabricante de dulces y golosinas. Él sabe que los papás de muchos niños no dejaban que comieran muchas golosinas para evitar las caries, el creó un plan para vender muchos más caramelos. El malvado fabricante, pagó a una pandilla de ladrones y bandidos, ellos se disfrazaron de unos monstros horribles, logrando aterrorizar a todos. En la ciudad llego la noticia que decían que los caramelos eran la única forma para defenderse contra aquellos horribles y terroríficos monstros pero como todo estaba hecho por el malvado fabricante. Lo que se decía era verdad, cuando los niños o adultos de la casa entregaban caramelos, los monstros bandidos los dejaban tranquilos y se iban a otro lugar. La venta de los caramelos aumentó de una manera muy rápida pero de forma poco justa. Mientras los niños de familias ricas se llenaban de montones y montones de golosinas para protegerse de los malvados en cambio los niños pobres sufrían de las peores pesadillas y no podían calmar a esos monstros. El malvado fabricante había dado mucho valor a sus caramelos que los niños empezaron a convertirse en egoísta y desconfiados que es imposible verlos compartiendo sus golosinas como lo solían hacer.


Un detective muy capas y listo, descubrió los planes del avaricioso fabricante y también sabia de sus compinches, como las maldades tan malvadas no duran mucho, todos ellos terminaron en la cárcel.

Pero por más que ya los malvados estén en la cárcel, el miedo a los monstruos no se terminó y que los niños ricos tenían acumulado caramelos y golosinas con el mismo egoísmo con el que lo hacían antes de que todo fuera descubierto y los niños pobres continuaran viviendo un poco tristes porque no tenían golosinas. Los padres de la ciudad, entre ricos y pobres, estaban preocupados por la actitud de los niños, así que organización una reunión especial, ellos se preguntaban: ¿Cómo resolver el egoísmo de algunos niños y el miedo de los otros?


Una extraordinaria idea vino del mismo detective: ya que los malvados están en la cárcel y para que todo se solucione, que el papel de monstruos lo hagan los niños más pobres. A la noche siguiente, los padres de los niños más pobres acompañaron a sus hijos a hacerse pasar por los monstruos. Lo hicieron tan bien que los niños ricos le dieron parte de sus golosinas. De esta manera, después de muchas noches, casi todos los niños de la ciudad, tenían la misma cantidad de golosinas y ningún miedo, porque por más de su esfuerzo por parecer unos monstruos terribles, los niños más chiquitines descubrían fácilmente su disfraz. En la calle de la ciudad de Halloween no había ningún monstruo terrible, sino un montón de niños se la pasaban de lujo disfrazándose y compartiendo sus caramelos.


La luna Rosada En un pequeño planeta muy triste y gris, sus habitantes no habían cuidado bien su hogar, aunque eran unos genios que inventaban toda clase de maquinas y naves espaciales del mundo, habían contaminado su planeta tirando tanta basura y suciedad en el campo, llegando a contaminar todo, que ya no existía ni plantas ni animales. Caminando por su planeta, se encontraba un niño que curioseado por el campo que estaba lleno de basura, tropezó con una pequeña flor rosada que estaba tapada por un objeto de cristal. Esta flor estaba muy enferma, estaba a punto de morir, así que con mucho cuidado la recogió con algo de tierra y con su cristal, empezó a buscar un lugar donde sembrarla y poderla cuidar.


El niño buscó y buscó por todo el planeta, pero estaba tan contaminado que no llegaría a sobrevivir en ningún sitio. Miro al cielo preocupado y vio la luna, pensó que aquel sería un buen lugar para cuidar la planta.

El niño se puso su traje de astronauta, subió a una nave espacial y huyó con la planta hasta la luna.


Alejándose de tanta suciedad, la flor creció y con los cuidados que le daba el niño, que por cierto lo visitaba todos los días, que poco a poco germinaron más flores y de esas flores dieron lugar a más flores rosadas, que en poco tiempo la luna estaba cubierta de flores.

Es por eso que cuando las flores del niño se abren, durante algunos minutos la luna se tiñe de rosa suave y es así que nos recuerda que si no cuidamos nuestro planeta Tierra, habrá algún día en que sólo haya flores en la luna.


MI ANGELITO DE LA GUARDA Guillermo se levanta temprano para ir al colegio pero esta vez se le había hecho tarde, perdiendo la movilidad. Entonces lo único que pensó es en caminar hasta su colegio, en el camino se acuerda lo que le dijo su mamá antes de salir de casa. - Mi mami me dijo que tengo que rezar a mi Angelito de la Guarda para que me cuide y me guié por un buen camino: “Ángel de la guarda , mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería, hasta que descanse en los brazos de Jesús, José y María”.


Guillermo no se había dado cuenta pero había un angelito que estaba cerca de él, a donde iba él estaba cuidando, mientras caminaba distraído pasa un carro súper veloz, el Angelito que estaba a su lado, lo jala y lo lleva a la vereda. Guillermo andaba distraído sin fijarse muy bien por donde iba pero su Angelito siempre estaba ahí para protegerlo. Pasaron por un jardín lleno de flores y rosas. - ¡Qué bonitas flores! Voy a arrancar una flor para llevarla a mi casa – dijo Guillermo. El Angelito le hablaba al oído con una voz muy bajita - ¡No! No se arrancan las flores, cuida la naturaleza que Dios te ha dado – Guillermo se pone a pensar y en eso aparece un diablillo – no hagas caso lo que te dice este… arranca esa flor, ellas no sienten y que importa eso, una flor más una flor menos. El Angelito inmediatamente reacciono diciendo – no lo escuches, tú eres un buen niño y sé que no harías eso. El Diablillo comenzó a gritar – arráncalo, arráncalo - No, no, no lo hagas – decía el Angelito.


Guillermo tenía un conflicto, no sabía si hacerlo o no – uhm alguien me dice que no puedo arrancar las flores, le haré caso y no lo hare – y siguió caminando. El diablillo estaba enojado porque no le había hecho caso pero aún así, él seguía insistiendo. Guillermo seguía caminado cuando de pronto un perro le ladra y él enojado lo quiere patear, empezando un nuevo conflicto. - No lo golpees, el perrito es así, recuerda que Dios creó a los animalitos – dijo el Angelito. - Y tú ¿dejaras que te ladre? Pégale, tírale con esa piedra, te esta ladrando no puedes permitir eso – dijo el diablillo. Guillermo tenía en su mano una piedra pero en el fondo sentía que no debía hacer eso – mejor no lo hago, mejor me voy a mi colegio tranquilo – El diablillo estaba molesto porque no le había ganado al Angelito.


En el camino, Guillermo recuerda que tenía examen y no había estudiado nada – hoy tengo examen de matemática, entonces caminare despacito para llegar tarde y que no me den mi examen porque no he estudiado por ver la televisión, jugar futbol o con mi play station, es más divertido que estudiar. El diablillo salto de la emoción – ese es mi muchacho – El Angelito preocupado le dijo – tienes que llegar temprano y decirle la verdad a tu profesora y pedirle que te de otra oportunidad. El diablillo se comenzó a reír - ¿otra oportunidad? ¿decir la verdad? No vayas mejor al colegio, evitamos el examen y nos divertimos jugando en el parque, total un examen más un examen menos, qué más da. El Angelito estaba perdiendo la paciencia y le empezó a corregir: Guillermito, todo tiene su momento, hay tiempo para estudiar, para divertirse y ahora es la hora de estudiar y dar el examen. - No vayas – gritaba el diablillo. - Vi vas a ir, tienes que ir – decía el Angelito. Guillermo por su mente pasaba que si tenía que ir – si iré a dar mi examen pero llevare mi plagio – El diablillo estaba saltando de la emoción – este chico me cae muy bien, tiene buenas ideas – riéndose.


El Angelito con una voz suave y tierna le decía al oído – tú no eres así, yo sé que harás las cosas que te ha enseñado tu mamá – El diablillo se reía del Angelito porque él sabía que tenía todo ganado. Guillermo se detuvo a pensar y en eso se le ocurrió una idea – bueno, tendré que ir al colegio y decir la verdad, pero ¿toda la verdad?, no puedo decirle toda la verdad, que no estudie por jugar, ya sé voy a inventar algo, uhm, diré que mi abuelito se enfermo y por eso no estudie.


El diablillo estaba con una sonrisa de oreja a oreja – buena idea muchacho, buena idea, oh yeah – El Angelito un poco preocupado le dijo – ¡no! ¿Por qué quieres decir mentiras? El diablillo se acerco al angelito – oye pero si es una mentirita blanca, no tiene nada de malo eso. El angelito no le hizo caso –las mentiras no son ni blancas, ni rojas, ni negras solo son mentiras y son malas, siempre hay que decir la verdad – - Que aguado eres pero yo estoy ganando – dijo el Diablillo. Guillermo siguió caminando y se dijo así mismo – No puedo decir que mi abuelita se enfermo, Diosito me castiga y de verdad se enferma y tal vez se va a la otra… no, no, mejor no digo eso pero ¿Qué digo?, ¿Qué le digo a la profesora? – Ya estaba cerca a su colegio y se encuentra con uno de su amigo Pepe. - ¿has estudiado? - le pregunta Pepe. - No pero no me preocupo le inventare algo a la profesora – respondió Guillermo. - Te pasas todo el tiempo jugando y no estudias para los exámenes, no haces caso a tu angelito ¿no? – dijo Pepe. - ¿Angelito? ¿de qué hablas? – pregunto Guillermo, mirándolo extraño. - Siempre hay un Angelito que nos cuida y cada vez que le rezamos está ahí para protegernos y también ayudarnos a elegir cosas buenas, no te ha pasado ¿qué cada vez que haces una travesura y hay alguien que te habla en la orejita diciéndote que no lo hagas? – dijo Pepito con una gran sonrisa.


Guillermo se pone a pensar en todo lo que le había pasado ese día después de haberle rezado a su Angelito de la guarda y todas las veces que había escuchado un murmullo en su oreja diciéndole lo que debe hacer. - Si, tienes razón Pepe, si he escuchado a mi Angelito pero no le tome importancia, ahora sí iré a decirle la verdad a la profesora para que me dé una oportunidad para el examen, esta vez no le daré la espalda a mi Ángel de la Guarda. - ¡Qué chévere Guille! – dijo Pepe que lo acompaño donde la profesora. El diablillo estaba molesto porque Guillermo no le había hecho caso, así que se marcho donde otro niño para ir a molestarlo, el Angelito estaba contento y orgulloso de él. Siempre habrá un angelito que te este cuidando y diciéndote cosas al oído, si tu guardas silencio y tratas de escucharlo sabrás lo que te tiene que decir, porque ellos son angelitos que Dios envía para proteger a cada niño en el mundo, así que reza a tu angelito y no te sentirás solo.



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