NUESTRA Novena Navideña
Parroquia La Dolorosa. Frailes Dominicos. San José, Costa Rica.
Parroquia La Dolorosa. Frailes Dominicos. San José, Costa Rica.
Centro de Cultura y Espiritualidad
Dime Niño de quién eres todo vestidito de blanco. Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo.
Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra y viva el Niño de Dios que nació en la Nochebuena.
La Nochebuena se viene, tururú la Nochebuena se va. Y nosotros nos iremos, tururú y no volveremos más.
Dios de Amor y misericordia, que tanto nos has amado, que nos has dado en tu Hijo la más valiosa prenda de tu amor, hecho Hijo de Mujer en las entrañas de María para nuestra reconciliación. Te damos gracias de todo corazón por habernos ofrecido tan inmenso beneficio. Te ofrecemos de nuestra parte el esfuerzo permanente por cooperar con tu gracia y ser más fieles a tu Plan. Te pedimos, por los méritos de tu Hijo, que dispongas nuestros corazones en esta Navidad con la reverencia y humildad necesarias para acogerlo con gozo y anunciarlo a los demás.
1 «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».
2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.
Durante siglos hemos construido un sistema de aprendizaje que nos ubica a los seres humanos por encima de la naturaleza. Ha llegado el momento de constatar y valorar que eso no puede seguir así.
Hemos de caminar hacia otros aprendizajes que nos permitan ubicarnos en el contexto de la naturaleza, aceptando que los seres humanos somos parte de ella. No estamos por encima de nuestro planeta tierra.
En la fiesta de Navidad podemos elevar nuestra plegaria al Creador y Padre de todos para que abra nuestros ojos y nuestros oídos para aprender a amar, cuidar y sanar nuestra Casa Común.
Santa María, Madre del Niño Jesús y Madre nuestra, tú supiste responder con generosidad a los planes de Dios en cada circunstancia concreta de tu vida. Ayúdanos a nosotras a tener la misma prontitud para responder al Señor en las alegrías y en los dolores; ayuda a todas las madres a seguir tu ejemplo de maternidad en la vida cotidiana y a educar a sus hijos en la fe. Concédenos acoger a tu Hijo, con el mismo amor y ternura con que tú lo acogiste en tu corazón.
Dios te salve María...
San José, casto esposo de Santa María, Varón prudente a quien Dios confió el cuidado y protección de su propio Hijo, el Señor Jesús, y el de la Virgen Madre. Modelo de fidelidad y de paternal solicitud; tú cuidaste al Niño Jesús, lo recibiste con amor y lo educaste con tu ejemplo. Te pedimos que intercedas por nosotros para que durante este tiempo de Adviento nos preparemos para acoger, como tú, en nuestro corazón, a Jesús que ha querido poner su morada entre nosotros. También te pedimos que intercedas para que obtengamos los bienes que necesitamos para la misión y para que en las familias no falte el pan de la fe, el pan del amor y para que tengan siempre el pan de cada día.
Padre Nuestro...Espejo sin mancha, Santo de los santos sin igual imagen, del Dios soberano. borra nuestras culpas, salva al desterrado, y en forma de Niño, da al mísero, amparo.
Estribillo: Ven, Ven, Ven, Ven a nuestras almas, Niñito ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Niñito ven a nuestras almas No tardes tanto, no tardes tanto, Niñito ven.
Dulce Niñito Jesús, sabemos que tú eres el centro de la Navidad y el que nos da la alegría en nuestro corazón. Queremos pedirte que bendigas nuestras familias y nos ayudes a ser limpios de corazón, obedientes y esforzados en nuestras responsabilidades.
Te pedimos que, al prepararnos para celebrar tu nacimiento, podamos acogerte en nuestro corazón y renovemos nuestro empeño por ser apóstoles incansables de la Reconciliación. Amén.
Dime Niño de quién eres y si te llamas Jesús. Soy amor en el pesebre y sufrimiento en la Cruz.
Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra y viva el Niño de Dios que nació en la Nochebuena.