Mapeando agentes e ideas transformadoras Educaci贸n para el desarrollo en salud con perspectiva de g茅nero en Barcelona
Mapeando agentes e ideas transformadoras Educaci贸n para el desarrollo en salud con perspectiva de g茅nero en Barcelona
Este libro presenta los resultados del estudio “Mapeando agentes e ideas transformadoras: educación para el desarrollo en salud con perspectiva de género en Barcelona”, el cual forma parte del programa Gener@ Noves Mirades, que ha sido subvencionado por el Ajuntament de Barcelona para el período 2012-2016.
Metges del Món 93 289 27 15 www.medicosdelmundo.org Facebook: Metges del Món Catalunya Autor: David Yubraham Sánchez Equipo de coordinación: Belén Camino Raquel Morán Con la colaboración de: Noel Sotelo Ilustración cubierta: Mario Nofre Maíz Diseño logotipo Gener@ Noves Mirades: Claudi Cucurell Palomas Diseño, maquetación y corrección: L’Apòstrof, sccl Impreso en: El Foli Verd, sccl
Este documento está bajo una licencia de Creative Commons. Se permite copiar, distribuir y comunicar públicamente esta obra con libertad, siempre y cuando se reconozca la autoría y no se use para fines comerciales. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra. Licencia completa: creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es
Tenemos que actuar como si fuera posible transformar radicalmente el mundo Angela Davis
PRESENTACIÓN
Mapeando agentes e ideas transformadoras
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Metges del Món (MdM), dentro de sus líneas de acción, concibe como fundamental la educación dirigida a la transformación social y, por ende, hace tiempo que decidió incorporar el enfoque de derechos humanos y la perspectiva de género en sus proyectos e intervenciones para contribuir a hacer efectivo el derecho a la salud de todas las personas y especialmente de aquellas que viven en situación de pobreza, inequidad de género y exclusión social. Desde la experiencia de MdM en la educación para el desarrollo (EpD) o transformadora, hemos detectado la necesidad de conocer el alcance de las actuaciones de las entidades que trabajamos en el ámbito, así como de revisar y analizar los enfoques e intervenciones con base en las experiencias acumuladas. De ahí surge el presente estudio, “Mapeando agentes e ideas transformadoras: educación para el desarrollo en salud con perspectiva de género en Barcelona”, como parte esencial del programa de EpD Gener@ Noves Mirades. Este programa ha contribuido a fomentar el compromiso y el posicionamiento de la ciudadanía barcelonesa a favor de la igualdad de género como elemento imprescindible del desarrollo humano sostenible a través de: · Formar y asesorar en EpD a las personas profesionales que laboran en los centros cívicos y casales de barrio de Barcelona, con el objetivo de apoyarlas para que se constituyeran en agentes que, desde la estrategia de la EpD, pudieran abordar y diseñar acciones interesantes desde el punto de vista transformador y que estuvieran en el marco de la salud con perspectiva de género. · Aproximarse a la ciudadanía usuaria de estos equipamientos ofreciéndole también formación básica en EpD y, · Conocer las entidades que trabajamos por una salud sensible al género en Barcelona, y compartir con ellas los “caminos recorridos” en cuanto a enfoques y prácticas, con la pretensión de aprender de nuestras propias experiencias y de mejorar nuestro aprendizaje.
Aunque no ha sido fácil recabar y analizar la información que conforma este estudio y ha supuesto un gran esfuerzo por parte de todas las personas participantes, se ha constituido en una oportunidad para acercarnos, dialogar y colaborar con las entidades en distintos momentos de su desarrollo. A ellas les agradecemos haber participado activamente, cediéndonos su tiempo, compartiendo sus experiencias y reflexiones, atendiendo nuestras llamadas de teléfono, rellenando nuestros formularios, contestado a nuestros múltiples correos electrónicos y proporcionándonos nuevos contactos para seguir ampliando nuestro alcance, ya que sin ellas no habría sido posible. Agradecemos el haber compartido reflexiones y propuestas con Amnistía Internacional Catalunya; ABD Associació Benestar i Desenvolupament; Associació Candela per a la Investigació i l’Acció Comunitària; Associació Catalana per a la Integració d’Homosexuals, Bisexuals i Transsexuals Immigrants (ACATHI); Associació Enruta’t; Associació de Planificació Familiar de Catalunya y Balears (APFCIB), Centre d’Estudis Africans i Interculturals (CEA); Conexus; Creación Positiva; Dones del Món; Entrepobles; Federació d’Associacions Gitanes de Catalunya (FAGIC); Farmacèutics Mundi Catalunya; Fundació Aroa; Fundació Surt; Fundació Tot Raval; Fundación Secretariado Gitano; Gògara; Institut de Drets Humans de Catalunya; La Quinta Pata - Asociación Cultural; Medicus Mundi; Fundació Salut i Comunitat; SIDA STUDI; Fundación Vicente Ferrer, y Xarxa de Dones per la Salut.
5 Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
El presente estudio es el resultado de compartir con las entidades los aprendizajes, las dificultades, los retos y las ideas útiles que nos puedan ayudar a mejorar procesos y prácticas hacia la transformación social. Todo ello ha generado un amplio y profundo debate sobre lo que nos proponemos lograr y transformar en el futuro próximo, y se ha concluido que tanto la EpD o educación transformadora en salud como la perspectiva de género constituyen estrategias y miradas que implican la incorporación y asimilación interna, social y política, en cada una de las personas y acciones que trabajamos.
El debate producido a partir de las experiencias que estas entidades nos posibilitaron conocer, es lo que ha contribuido, en mayor medida, a la potencia y alcance de los resultados que aquí presentamos.
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También cabe reconocer el valioso aporte de EduAlter durante el diseño del estudio, y sus contribuciones teórico-metodológicas hechas a lo largo del proceso, así como el de Lafede.cat —organizaciones para la justicia global—, que, a través de la Comisión de EpD y de la Comisión de Género, nos facilitó espacios para desarrollar actividades propias del estudio y para reflexionar y cuestionar sus criterios y orientaciones. Queremos resaltar también el agradecimiento a las personas voluntarias de Metges del Món Catalunya que nos apoyaron comprometida y desinteresadamente en el desarrollo del trabajo de campo. Debemos agradecer también al Ajuntament de Barcelona su apoyo financiero para la realización del programa Gener@ Noves Mirades y su apuesta por la investigación en el marco de la EpD. Confiamos que los recursos e ideas que presentamos a continuación sirvan de estímulo y motivación para continuar con el debate sobre las posibilidades y potencialidades que, como entidades, tenemos en el marco de la transformación social en salud con perspectiva de género. Desde Metges del Món seguiremos empleando esfuerzos para que así sea. Josefina Díaz Petit Presidenta de Metges del Món Catalunya
ÍNDICE
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Introducción
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MARCO DE REFERENCIA TEÓRICO-METODOLÓGICO
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Capítulo 1. Aspectos teóricos
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La salud
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Herramientas para reducir las desigualdades de género en salud
36
Capítulo 2. Aspectos metodológicos
36
Nuestro universo de estudio
37
Nuestra forma de llegar a la información
43
¿Cómo hemos analizado la información?
44
¿En cuánto tiempo lo hemos hecho?
44
¿Qué limitaciones hemos tenido?
47
RESULTADOS
48
Capítulo 3. Los puntos de partida
48
Sobre la educación para el desarrollo
51
Sobre la salud
53
Sobre la perspectiva de género
57
Sobre la EpD en salud con perspectiva de género
58
Capítulo 4. El Mapa de agentes
59
Algunas reflexiones sobre los agentes
64
Capítulo 5. El Repertorio de intervenciones
66
Los objetivos
71
Las temáticas
75
La duración y el financiamiento
81
El formato y los espacios
84
Las titularidades
86
Las dimensiones
100
Capítulo 6. El Catálogo de ideas fuerza
100
El proceso de construcción del catálogo
102
El catálogo de ideas fuerza
110
Ideas fuerza con sentido
113
Fuentes bibliográficas
INTRODUCCIÓN ¿Por qué hacemos un estudio como este?
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La razón de ser de Metges del Món es la defensa del derecho universal a la salud mediante la denuncia, el testimonio y la acción política y social, en poblaciones excluidas, vulnerables o víctimas de crisis. La apuesta por la transversalidad de los enfoques de derechos humanos y de género en todas sus intervenciones ha llevado a la constante revisión sobre su potencial transformador. Según la estrategia temática de educación para el desarrollo y sensibilización de Médicos del Mundo 2012-2015, se considera la educación para el desarrollo (en adelante EpD) como una herramienta útil en términos de lograr objetivos de cambio social. Se trata de un proceso que, a través del conocimiento y análisis crítico de la realidad, genera reflexiones, actitudes y acciones críticas en las personas y las convierte en sujetos responsables, activos y políticos. En este sentido, se trata de una estrategia impulsada desde dentro de la organización, pero mirando hacia fuera, con el objetivo de integrar otros enfoques que le permitan nutrirse de otras prácticas, y mejorar y construir nuevos modelos de ciudadanía global sin perder el contacto con contextos locales e internacionales de trabajo. En este marco, además de saber cuándo y con quiénes se realiza el trabajo, resulta fundamental saber cómo lograr que el fin último de las intervenciones sea el cambio social. El IV Congreso de Educación para el Desarrollo, realizado en Vitoria-Gasteiz el pasado octubre del 2014, aportó muchas reflexiones en ese sentido. La invitación que dejaron las últimas palabras plasmadas en el acta del Congreso —“No concluimos. Seguimos pensando, retando, actuando, caminando hacia horizontes utópicos, somos sujetos políticos en comunicación que subvierten las relaciones de poder hegemónicas mediante procesos de educación emancipadora”— han reafirmado nuestro compromiso por contribuir a ese proceso.
Lo que nos motiva no es hacer un ejercicio evaluativo de las entidades y sus intervenciones; al contrario, lo concebimos como un ejercicio que se enmarca dentro de una de las premisas de la EpD, es decir, crear espacios en los que se genere reflexión, análisis crítico, debate y cuestionamiento de discursos y prácticas que intentan la transformación social. En este caso, este espacio viene acotado por la reflexión sobre el contexto y los modelos de intervención que las entidades ponen en marcha a la hora de movilizar acciones y construir ciudadanía en relación con la transformación social en el ámbito de la salud, con la perspectiva de género como apuesta. En este sentido, se considera que este estudio es relevante tanto para Metges del Món como para las personas, entidades y administraciones a quienes va dirigido, en la medida en que hasta el momento no existen estudios similares en Catalunya que hayan intentado ocuparse de interseccionar los conceptos, enfoques y perspectivas de EpD, salud y género como ámbito principal de estudio, así como el hecho de que su ámbito geográfico haya estado delimitado al contexto de la ciudad de Barcelona. Tenemos un especial interés por difundir y hacer llegar los resultados de este estudio a una comunidad compuesta por las propias entidades, las administraciones locales (Ajuntament de Barcelona, Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament, Diputació de Barcelona, Generalitat de Catalunya, Fons Català de Cooperació al Desenvolupament…) y estatales (Ministerio de Sanidad, Ministerio de Educación, Servicios Sociales e Igualdad, Agencia Española de Cooperación al Desarrollo…),
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Es por esto que, tal como el nombre del estudio indica —Mapeando agentes e ideas transformadoras: educación para el desarrollo en salud con perspectiva de género en Barcelona—, nos hemos dado a la tarea de seguir aportando a ese pensamiento colectivo, mediante la identificación, visibilización y generación de conocimiento sobre las intervenciones que intentan transformar la sociedad, con especial atención a la salud desde una perspectiva de género.
especialistas, investigadores e investigadoras y población en general que estén implicadas o interesadas en la temática. Nuestra contribución proviene de visibilizar a las entidades y sus intervenciones generando conocimiento e ideas sobre cómo mejorar las intervenciones en el ámbito de EpD en salud con perspectiva de género. Mapeando agentes e ideas transformadoras
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Entendemos que las reflexiones que puedan establecerse a partir de la lectura de este trabajo forman parte de un proceso que no acaba con la publicación de este libro, sino que supone un paso más dentro del aprendizaje, debate y proceso de búsqueda como agentes de transformación social.
¿Cuáles son nuestros objetivos? Tomando en cuenta los motivos y la contribución que intentamos producir con los resultados de este estudio, nos hemos propuesto tres objetivos: 1. Identificar el trabajo realizado por los diferentes agentes en EpD en salud desde una perspectiva de género en la ciudad de Barcelona. 2. Analizar las intervenciones y prácticas de referencia que se han realizado en los últimos diez años (partiendo del año 2006 hasta el año 2015) por los agentes identificados. 3. Construir un catálogo que recoja una serie de recomendaciones basadas en las experiencias de las propias entidades sobre cómo mejorar el trabajo en este ámbito.
Así pues, los objetivos se concretan y se especifican en cuatro tipos de productos:
2. El Mapa de agentes de educación para el desarrollo en salud con perspectiva de género (en adelante, Mapa de agentes) se constituye en un recurso en donde se puede identificar y visualizar la localización en la ciudad de Barcelona de las entidades que trabajan desde la EpD con perspectiva de género en el ámbito de la salud. Se trata de un recurso que pretende dar visibilidad a las entidades y facilitar en alguna medida futuras colaboraciones y trabajo en red, ya que en él se incluyen los objetivos, temáticas, sitio web y datos de contacto de cada agente. En el marco del proceso de identificación y mapeo de estos agentes, se buscaron y generaron reflexiones sobre su trabajo, y se planteó una serie de condiciones, dificultades, fortalezas, estrategias y aspiraciones de cara a sus posibilidades de contribuir a la transformación social en su ámbito de trabajo. 3. El Repertorio de intervenciones es una sistematización de los proyectos e intervenciones de las entidades que forman parte del Mapa de agentes y que han desarrollado en los últimos diez años (2006-2015) en la ciudad de Barcelona. En dicho repertorio se cuenta con información sobre los objetivos, temáticas, duración, financiamiento, espacios y dimensiones de la EpD (sensibilización, formación, investigación e incidencia política) que se han abordado en cada intervención.
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1. Los puntos de partida son la sistematización de las opiniones, percepciones y reflexiones realizadas por parte de las personas representantes de las entidades y de algunas administraciones en el marco de la identificación de entidades y sus intervenciones. Se trata de reflexiones sobre los puntos de partida en cuanto a enfoques, debates, cuestionamientos e incluso dudas con respecto a los términos y conceptos que guían sus prácticas e intervenciones como entidades. Son consideraciones que van más allá del punto de vista teórico y que sirven para argumentar, justificar y emprender sus distintas intervenciones.
En este marco, también se han producido reflexiones, debates y cuestionamientos en torno a cada uno de los elementos que conforman las intervenciones y han servido de materia prima para la identificación de ideas puestas de relieve por las propias entidades, encaminadas a la mejora de cada elemento.
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4. El Catálogo de ideas fuerza es el producto de la sistematización y análisis realizado con base en las opiniones planteadas por las entidades en los distintos momentos del estudio, con el objetivo de ofrecer orientaciones para la mejora de los enfoques, metodologías y planteamiento de las intervenciones.
¿Cuál es el contenido de este libro? El libro se divide en dos grandes secciones: la primera está compuesta por dos capítulos (1 y 2), en los que explicamos el marco de referencia teórico-metodológico que ha servido para guiar y encuadrar el estudio, y la segunda, por cuatro capítulos (del 3 al 6), que responden a los resultados alcanzados atendiendo a los objetivos y productos que nos hemos propuesto. En el capítulo 1, identificamos las coordenadas conceptuales que nos han servido como marco de referencia teórico-conceptual a la hora de explorar las intersecciones entre las categorías EpD, salud y perspectiva de género. Gracias a este recorrido conceptual, hemos podido delimitar nuestro ámbito de estudio y la metodología que empleamos para conseguir nuestros objetivos. En el capítulo 2, explicamos la estrategia seguida para llegar y producir la información necesaria para dar respuesta a los objetivos y productos propuestos, es decir, nuestro marco metodológico, técnicas de recogida de información y el tipo de análisis realizado. Es en este capítulo donde compartimos situaciones que nos llevaron a tomar algunas decisiones que implicaron giros teórico-metodológicos reflejados en cambios en la forma de captar información o en forma de acercarnos a las personas que serían
nuestras informantes, entre otros aspectos que afectaron la manera en que finalmente dimos respuesta a nuestros objetivos. En el capítulo 3, abordamos los debates y cuestionamientos, más allá de los planteamientos teóricos, en torno a la forma en que las propias entidades entienden los enfoques y argumentan su trabajo desde la EpD en salud con perspectiva de género.
En el capítulo 5, presentamos el Repertorio de intervenciones. En este capítulo intentamos cruzar la información que nos aporta el análisis cuantitativo de dicho repertorio con las diferentes opiniones, percepciones y cuestionamientos sobre la forma en que las entidades han diseñado y puesto en marcha sus intervenciones en los últimos diez años (2006-2015). Finalmente, en el capítulo 6, se presenta el Catálogo de ideas fuerza encaminadas a la mejora de las intervenciones. Estas ideas se basan en el análisis, interpretación y sistematización de la información generada por las propias entidades con el fin de dar algunas pistas sobre cómo se podrían revisar las finalidades y prácticas como entidades para lograr aquello a lo que se aspira: la transformación social desde una mirada crítica frente a las desigualdades de género en salud. En último lugar, mencionamos las fuentes bibliográficas que han servido para elaborar este trabajo. Los anexos del estudio se pueden consultar en el siguiente blog: www.epdsalutigenere.wordpress.com.
Introducción
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En el capítulo 4, explicamos el proceso que implicó la elaboración del Mapa de agentes y lo mostramos; un recurso para entidades, administraciones y personas interesadas que facilita la localización de los agentes que trabajan en torno a la salud con perspectiva de género en la ciudad de Barcelona. También se exponen algunas reflexiones y debates de las propias entidades sobre sus posibilidades de contribuir a la transformación social.
MARCO DE REFERENCIA TEÓRICOMETODOLÓGICO
CAPÍTULO 1
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ASPECTOS TEÓRICOS
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¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
El marco de referencia del cual hemos partido en este trabajo ha tomado como base distintos conceptos y enfoques teóricos que nos han servido para acotar nuestro ámbito de estudio y poder así delinear las intersecciones entre los elementos clave que entran en juego a la hora de explicar las relaciones entre la EpD, la salud y la perspectiva de género. Se trata de un marco que proviene, en esencia, de lo que Metges del Món considera y utiliza en una serie de políticas, líneas de acción estratégicas, guías metodológicas y otros documentos internos. Dicho marco se ha visto enriquecido por aportes de otros referentes teórico-conceptuales relevantes sobre la temática que nos ocupa. A este respecto, cabe mencionar que, dentro de la revisión bibliográfica encaminada a conocer el estado de la cuestión, no se encontraron estudios similares al que aquí presentamos, ya sea por la interrelación entre EpD, salud y género que pretendemos abordar o porque su ámbito geográfico de interés haya sido exclusivamente la ciudad de Barcelona. Sin embargo, conviene resaltar que hemos encontrado algunos esfuerzos importantes que nos han servido para orientarnos en el debate en torno a la EpD en el ámbito de Catalunya, así como sus conexiones con la perspectiva de género, que expondremos en el siguiente apartado. En la medida en que hemos profundizado en el tema, observamos que se trata de categorías en constante revisión, movimiento y cuestionamiento; por lo tanto, somos conscientes de que no abarcamos en su totalidad los debates teóricos y en ningún momento consideramos ni pretendemos que acaben aquí.
1.1 LA SALUD Tal como lo han señalado varios autores (Antonovsky, 1996; Martínez-Hernáez, 2007; Vergara-Quintero, 2007), el abordaje concepto de la salud y la enfermedad ha sido universal; cada grupo humano ha desarrollado un paradigma, una filosofía, un conjunto de supuestos fundamentales y categorías para facilitar su entendimiento. Para esto, cada sociedad cuenta con sabiduría, recursos tradicionales e instituciones sociales basadas en la comprensión de la enfermedad y la salud; esta última, además, ha estado asociada históricamente y en distintas sociedades y culturas a los conceptos de bienestar, armonía, equilibrio y equidad (Vergara-Quintero, 2007). A este respecto, los sistemas médicos se han constituido como las principales instituciones sociales y espacios asociados, con prácticas y discursos dedicados a restaurar la salud frente a la enfermedad. Estos forman parte del sistema sociocultural de cualquier sociedad; ofrecen una plataforma para responder a preguntas sobre la vida y la muerte, la naturaleza y la cultura, la ciencia y la filosofía, y localizan categorías tales como cuerpo, mente, psique, alma, enfermedad y salud (Martínez-Hernáez, 2007). En la mayoría de las sociedades occidentales, el paradigma dominante para tratar de responder y entender estas categorías ha sido la biomedicina (Martínez-Hernáez, 2007; Eriksson y Lindström, 2008). Desde este enfoque, la búsqueda y mantenimiento de la salud se mide por la eficacia en la lucha contra la enfermedad mediante la acción directa sobre los síntomas y los procesos
17 Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
No es nuestra pretensión reproducir o elaborar un tratado teórico extenso, sino más bien situar a las personas que leerán este trabajo sobre las concepciones y enfoques centrales que nos han motivado y guiado a la hora de diseñar y encuadrar el estudio y que, a su vez, han determinado la forma de buscar a las personas interlocutoras (representantes de entidades y administraciones, especialistas en la materia), nuestras técnicas de recogida de información y el análisis posterior de dicha información.
biológicos de las personas. Se trata de un determinismo biológico que explica de manera muy reducida la forma en que se producen las enfermedades, al prestar poca atención a las condiciones socioculturales y socioeconómicas en las que viven las personas que se enferman (Daponte et al., 2008; Martínez-Hernáez, 2008).
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En contraste a este modelo reduccionista, el paradigma biopsicosocial promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1946 nos ofrece una mirada más amplia sobre lo que implica buscar y vivir la salud, al definirla como “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no meramente como la ausencia de enfermedades o dolencias”. Este paradigma, aunque no exento de debates,1 refuerza una característica positiva de la salud como categoría analítica, al verla no solo como la ausencia de enfermedades, sino como un estado óptimo positivo que se sintetiza en la frase “completo bienestar”, ya que se la considera como algo más que una colección de negaciones (Piédrola-Gil et al., 2008). Así mismo, prepara, favorece e invita a entender la salud en términos más amplios: lo que determina la salud no es solamente el buen funcionamiento, la normalidad orgánica o de movimiento; tiene que ver con el equilibrio psíquico, junto con la valoración de la relación personal con el grupo social (Boixareu, 2008). La inclusión de las áreas mental y social en el concepto de la OMS y, por ende, en el paradigma biopsicosocial, hace que se identifique a la persona sana como aquella que pueda mantener un “estado de completo bienestar”, no solo en su biología, sino también en su mente y en sus relaciones sociales (Piédrola-Gil et al., 2008). Las distintas conferencias internacionales sobre promoción de la salud (Ottawa, 1986; Adelaida, 1988; Sundsvall, 1991; Santa Fe de Bogotá, 1992; Yakarta, 1996; México, 2000; Bangkok, 2005) demuestran un debate rico en perspectivas y planteamientos al respecto.
1. Varios autores (Boixareu, 2008; Piédrola-Gil et al., 2008; Vergara-Quintero, 2007) han dedicado extensas reflexiones en torno a virtudes y aspectos debatibles sobre sus implicaciones tanto para la noción misma de salud como en sus aplicaciones prácticas y en las políticas.
1.1.1 LA SALUD Y SUS DETERMINANTES
La definición de salud, desde un punto de vista biopsicosocial, también invita a pensar en que los niveles de salud no solamente se miden a partir de criterios estrictamente sanitarios, sino que la distribución y el uso de los recursos naturales o la educación, entre otros, pertenecen también a la valoración de la salud: “el espacio de la salud ya no es el estrictamente sanitario, sino todo aquel en el cual acontece la vida humana. El sentimiento de bienestar debe ser algo que se viva y se pueda explicar como tal” (Boixareu, 2008). Estos factores sociales y ambientales son los que, tanto en el mundo académico como en las políticas y programas de salud de diversos agentes, son conocidos como los “determinantes sociales en salud”. La calidad de vida, los ingresos, el desempleo, la precariedad laboral, la vivienda, el barrio en el que se vive, el nivel educativo o el medio ambiente físico son considerados, entre otros, como los determinantes sociales que mayor incidencia tienen en la salud de las poblaciones y las personas (Comisión de Determinantes Sociales en Salud, 2008). Los principales referentes sobre el estudio de los determinantes en salud (Equipo Equidad de OMS, 2005; Whitehead y Dahlgren, 2007; Comisión de Determinantes Sociales en Salud, 2008) nos dotan de vastas evidencias empíricas y modelos explicativos sobre cómo operan dichos determinantes en referencia a la salud de las personas.
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En dichas conferencias ha quedado claro que se trata de un debate que, además de teórico, es político, ya que si partimos del paradigma biomédico o, por el contrario, del biopsicosocial, las políticas, planes, programas e intervenciones de los distintos agentes se pueden ver afectados en la forma en que se promueva la salud, se prevenga o controle la enfermedad, se cuide a los y las pacientes o se defina la forma en que se estructuren los sistemas de salud y la seguridad social (Hills y McQueen, 2007).
En este contexto, el modelo de Dahlgren y Whitehead (Figura 1) es uno de los más conocidos. En él se explica cómo la salud se encuentra determinada por las interacciones entre los distintos niveles en los cuales se desenvuelven las personas y comunidades, tomando en cuenta los diferentes comportamientos y estilos de vida, las redes sociales y comunitarias, así como las condiciones generales, socioeconómicas, culturales y medioambientales. FIGURA 1 MODELO DE DETERMINANTES SOCIALES EN SALUD
di Co n
· Ambiente laboral
· Educación
ym ed
io am
· Desempleo
s ociale y comun ss ita de r e s de vi o l i R da est i de
d ivi nd
Edad, sexo y factores hereditarios
u al
· Producción agropecuaria y alimentaria
· Condiciones de vida y trabajo
Fact or es
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· Agua y servicios sanitarios
s ia
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· Servicios de atención de salud
· Vivienda
Fuente: Whitehead y Dahlgren, 1991
Al plantear que los momentos vitales van asociados a la salud de las personas, considerar qué es salud y qué quiere decir estar sano o sana, está en función de las posibilidades de nuestro sexo y de nuestra edad, pero también de la calidad de las condiciones de vida, de los recursos personales y de cómo se organicen y distribuyan los recursos y procesos sociales (Boixareu, 2008). Las personas deben ser ubicadas en la naturaleza de la sociedad de donde se proviene, en un momento histórico determinado y según los roles ejercidos; por tanto, las posibilidades de dirigirse hacia la salud están determinadas consistentemente por las experiencias de vida (Antonovsky, 1990).
En este sentido, las diferentes experiencias de vida muchas veces derivan en lo que llamamos “desigualdades sociales en salud”. Lo que las provoca está en la forma en que las sociedades se configuran, así como en el impacto que las instituciones políticas, económicas y legales tienen sobre las poblaciones, mujeres y hombres (Kelly et al., 2007).
Los diferentes ejes de desigualdad que marcan quién está en ventaja y quién no lo está, la mayoría de las veces se refieren a la posición social, la edad, la raza/etnia, el territorio y el género (Daponte et al., 2008).
1.1.1 EL GÉNERO COMO DETERMINANTE SOCIAL DE LA SALUD
Sabemos que hombres y mujeres tienen una biología y fisiología diferenciadas, y que estas influyen en la forma como mantienen su salud, enferman o mueren (Sánchez-López, 2013). No obstante, tal como lo apunta el enfoque de determinantes sociales en salud, también existen diferencias construidas social y culturalmente que nos sirven para entender de forma específica y amplia a la vez el origen de dichos patrones de salud y enfermedad. En este sentido, cuando hablamos del sexo de las personas, estamos hablando de diferencias físicas, anatómicas y fisiológicas entre hombres y mujeres que condicionan la existencia de algunas enfermedades que solo pueden sufrir o las unas o los otros (por ejemplo, el cáncer de cuello uterino, en las mujeres, y el cáncer de próstata, en los hombres). También nos referimos al sexo de las personas cuando hacemos alusión a que la mayo-
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No se trata de diferencias “inocentes”; se trata de desigualdades que deben ser entendidas como “sistemáticas, evitables e injustas” (Whitehead, 1992), ya que la sociedad se organiza y se reproduce determinando estructuralmente quiénes tienen privilegios y quiénes no. Estas desigualdades se evidencian cuando las personas más desfavorecidas social y económicamente tienen peores niveles de salud, enferman más y mueren más, frente a aquellas que se encuentran en posiciones de mayor ventaja o privilegio.
ría de los trastornos o enfermedades pueden afectar con mayor frecuencia o tendrán características y evoluciones diferentes sobre la esperanza de vida, la morbilidad2 y la mortalidad de las personas según seamos hombres o mujeres (Sánchez-López, 2013; López y Sojo, 2002).
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Esto quiere decir que, si bien, en general, las mujeres tienen una mayor esperanza de vida y una mortalidad menor que los hombres, éstas experimentan una mayor morbilidad a lo largo de su vida, con mayor incidencia de trastornos agudos y crónicos y mayores tasas de incapacidad a corto y largo plazo (López y Sojo, 2002). Ante esto, la cuestión de fondo que nos planteamos es: ¿por qué las mujeres viven más y tienen peor salud? Se ha demostrado que la mayor morbilidad de las mujeres no está relacionada con las diferencias biológicas, sino más bien con el género (Velasco-Arias, 2008; López y Sojo 2002), es decir, con las diferencias culturales y sociales asignadas a las personas según su sexo, el conjunto de valores, símbolos y metáforas que definen lo masculino y lo femenino, y las relaciones de poder basadas en la asimetría social entre mujeres y hombres (Ortiz, 2002). Esto se refleja en que, por ejemplo, al asociar masculinidad a la fuerza se fomenta que los hombres que aceptan este rol masculino sean reacios a pedir ayuda, no acudan a las consultas médicas y sean más propensos a asumir riesgos y, por ende, a tener accidentes. Por su parte, la feminidad tradicional, reconocida en la delicadeza, lo que provoca es que las mujeres que acepten este rol consideren no adecuada su participación en actividades físicas u otros espacios, con lo que pueden deteriorar su estado de salud (Sánchez-López, 2013). Por tanto, al referirnos al género como determinante social de la salud es cuando lo ubicamos como una categoría que estra-
2. Morbilidad se refiere a un indicador que se utiliza en epidemiología para valorar el número de personas enfermas por un determinado trastorno en relación con una población definida (Sojo, Sierra y López, 2002).
tifica y condiciona todos los procesos relacionados con la salud de las personas al ser un eje fundamental de la vida social, estableciendo una diferenciación jerarquizada de los espacios y funciones sociales en donde se desenvuelven los hombres y las mujeres (García-Calvente et al., 2008).
Existen abundantes datos empíricos y estudios profundos que ilustran el funcionamiento de las desigualdades de género en salud (Borrell et al., 2004; Sánchez-López, 2013; Valls-Llobet, 2013). Gracias a ellos, podemos identificar, por ejemplo, que la salud de las mujeres se ve empeorada al tener un mayor riesgo de sufrir pobreza, causada en muchos casos por sus menores niveles de educación o por una dependencia económica derivada de roles sexuales adquiridos, como pueden ser los del cuidado familiar (Borrell et al., 2004). Es por esta razón que no se trata de un determinante social homogéneo, ya que las mujeres y los hombres se diferencian, a su vez, en otros determinantes sociales como la edad, educación, clase social, etnia, religión, sexualidad o contexto geopolítico, sino que más bien se reconoce que estos factores, junto con el género, determinan la dominancia en la sociedad y la desigual distribución de la salud en la población (García-Calvente et al., 2008). El género resulta, pues, una categoría a resaltar dentro de los ejes de desigualdades cuando estamos hablando de la salud y sus determinantes. En este sentido, conviene conocer cuáles son las características atribuibles a la categoría género con miras a establecer la forma en que determina la vida de las personas y, por ende, su salud (García-Calvente et al., 2008):
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A este respecto, llamamos “desigualdades de género en salud” a las diferencias entre hombres y mujeres en materia de salud que son innecesarias, evitables e injustas. La existencia de las desigualdades de género conlleva a asimetrías de poder y privilegios, distintas oportunidades para gozar de la salud, lo que condiciona las probabilidades de enfermar, el peso que representa la enfermedad y la discapacidad, el acceso y la calidad de la atención sanitaria y la mortalidad (García-Calvente et al., 2008).
· Es algo relacional: no se refiere a mujeres u hombres aisladamente, sino a las relaciones que se construyen socialmente entre unas y otros.
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· Es asimétrico y jerárquico: las diferencias que se establecen entre mujeres y hombres, lejos de ser neutras, tienden a atribuir mayor importancia y mayor valor a las características y actividades asociadas con lo masculino y producir relaciones desiguales de poder. · Es cambiante: los roles y las relaciones se modifican a lo largo del tiempo y espacio, y son susceptibles de cambio y transformación por efecto de las intervenciones. · Es contextualmente específico: existen variaciones en las relaciones de género de acuerdo a la etnia, clase o cultura, así como al lugar geográfico o al momento histórico determinado. · Es institucionalmente estructurado: se refiere no solo a las relaciones entre mujeres y hombres a nivel personal y privado, sino a un sistema social que se apoya en valores institucionales, legislación, religión, etc.
1.1.2 LA SALUD COMO DERECHO HUMANO UNIVERSAL
La salud también es un derecho humano. Desde su creación, en el año 1946, la OMS indicó en su documento de constitución que la salud también es “uno de los derechos fundamentales de todo ser humano”. En este sentido, se determina que una de las responsabilidades de los gobiernos es alcanzar su efectivo cumplimiento. A partir de ahí, la salud como derecho ha sido reafirmada y ampliada en cuanto a su enfoque en una serie de instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos.3 El Pacto 3. Para más información véase la Política sobre Derecho Universal a la salud de Médicos del Mundo.
Otro hito importante se dio en 2008, al instaurarse la Comisión sobre los Determinantes Sociales de la Salud, la cual preparó los insumos para la Conferencia de Río sobre determinantes sociales en 2011, donde se llegó a aprobar la Declaración de Río y la Resolución WHA65/8, que impulsa, desde una perspectiva salubrista, abordar las causas fundamentales de las inequidades en salud, promover la participación y el liderazgo de las comunidades, promover la gobernanza global y el análisis para fundamentar las políticas y desarrollar la responsabilidad sobre los determinantes sociales. Finalmente, en el marco de la evaluación sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en relación con la salud, la OMS ha señalado la necesidad de trabajar ante el déficit de justicia social, de responsabilidad y de conocimientos, y en la aplicación de los instrumentos antes mencionados. Tomando en cuenta esto, lo que hay que tener presente, con respecto a que la salud sea vista como un derecho, es que, como cualquier derecho humano, está vinculado y depende del ejercicio de otros derechos. El derecho a la alimentación, a la vivienda, al trabajo, a la educación, a la vida, a la no discriminación, a la igualdad, a la vida privada, al acceso a la información y a la libertad de asociación, entre otros, se constituyen como derechos y libertades que abordan los distintos niveles y componentes que integran el derecho a la salud (Médicos del Mundo, 2014). Así mismo, la igualdad, la accesibilidad, la gratuidad y la equidad se constituyen en los principios rectores que desarro-
25 Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de 1966, es el tratado más relevante para su protección, ya que en el artículo 12 reúne la definición más precisa y autorizada del derecho: “Los Estados partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”. Además, incorpora una serie de medidas que deben llevar a cabo los Estados para conseguir su realización. Este pacto, junto con la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, integra la Carta Internacional de Derechos Humanos.
llan la especificidad del derecho a la salud (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas, 2000).
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Este enfoque considera a la persona como un sujeto de derechos y al Estado, como responsable de garantizar su ejercicio en un marco de igualdad de oportunidades, la realización progresiva de los derechos sociales, la base de estándares mínimos de obligatorio cumplimiento y su justicia; por ello, toda actuación enmarcada en este campo debe comprometerse con la defensa de estos derechos —desde esta perspectiva—, en la lucha contra la pobreza y en la no discriminación por razón de sexo, etnia, credo, cultura, nacionalidad, posición económica, edad, discapacidad, orientación sexual, identidad de género o cualquier otra. Así, el derecho a la salud implica considerar que el bienestar físico, mental y social que puedan alcanzar los distintos titulares de derechos (comunidades, hombres y mujeres…), constituye un derecho que hay que reconocer y ejercer por ellos mismos; y, por otro lado, conlleva una serie de responsabilidades y obligaciones que han de respetar, garantizar, proteger y hacer cumplir tanto titulares de responsabilidades (familias, profesionales, sociedad civil) como titulares de obligaciones (gobiernos, administraciones, comunidad internacional).
1.2 HERRAMIENTAS PARA REDUCIR LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO EN SALUD Tal como hemos visto en este breve recorrido conceptual, hablar de salud desde el punto de vista biopsicosocial implica que pongamos la mirada en los determinantes y las desigualdades sociales. El concepto de género, como determinante y eje específico de desigualdad social, nos ayuda a identificar los mecanismos y especificidades que ocurren en el marco de las relaciones entre hombres y mujeres y su impacto en la salud. Por otro lado, al ser conscientes de que la salud es un derecho humano universal que debe ser reconocido y que exige responsabilidades y obligaciones por distintos agentes, así como de su
estrecho vínculo y dependencia con la realización y ejercicio de otros derechos sociales, resulta ineludible ubicarla desde una perspectiva sociopolítica dado que se requieren esfuerzos y estrategias para hacer valer ese derecho.
Para cumplir con este objetivo, resulta útil identificar los distintos niveles políticos o ámbitos que se podrían abordar en el marco de las acciones contra las desigualdades sociales en salud (Whitehead y Dahlgren, 1991). En dichos niveles (Figura 2) se incluye un amplio espectro de líneas de acción que tienen que ver con el fortalecimiento en las personas y las comunidades, la mejora de la infraestructura, la mejora del acceso a los servicios y la realización de cambios estructurales en las condiciones económicas, culturales y ambientales. FIGURA 2 NIVELES POLÍTICOS EN EL ABORDAJE DE LAS DESIGUALDADES SOCIALES EN SALUD
Fuente: Bolívar y Daponte (2008)
27 Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
Es esta perspectiva sociopolítica, en la que identificamos varios marcos y niveles políticos de acción, la que nos lleva a pensar en estrategias de cómo podemos reducir las desigualdades de género en salud atendiendo al hecho de que son evitables e injustas, y que su satisfacción supone un compromiso político que se basa en el principio de la justicia social y, a la vez, en el hecho de que se trata de un elemento fundamental del desarrollo humano, social, económico y político.
Una vez identificados los niveles políticos o ámbitos en los que podemos trabajar en el abordaje de las desigualdades sociales en salud, requerimos algunas estrategias y herramientas que nos posibiliten una mejor incidencia e impacto sobre dichos ámbitos, y conseguir hacer justicia mediante el logro de cambios en la forma en que se vive, realiza y ejerce el derecho a la salud de las personas. Mapeando agentes e ideas transformadoras
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La EpD en salud con perspectiva de género se presenta en este aspecto como una estrategia que combina dos herramientas muy potentes y consistentes para contribuir a generar cambios sociales en este sentido.
1.2.1 LA EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO
La movilización social se constituye en un elemento clave para lograr una salud justa. Para esto, se requiere que se promueva la participación de personas y grupos atendiendo a una doble necesidad: por un lado, al desarrollo de capacidades y al empoderamiento de las personas y comunidades (titulares de derechos) para que comprendan y reclamen sus derechos y participen en la gestión de su salud a través de la participación en la comunidad y la creación de espacios en los servicios de salud para la participación de la ciudadanía; por otro lado, que los titulares de responsabilidades (gerentes, profesionales, entidades…) y obligaciones (responsables de las políticas, diputados y diputadas…) actúen decididamente para respetar, proteger y garantizar su aplicación (Médicos del Mundo, 2014). La EpD4 implica un proceso para generar conciencias críticas, para hacer a cada persona, independientemente de su sexo, responsable y activa de forma comprometida, a fin de construir una sociedad civil, tanto en el Norte como en el Sur, con el principio de corresponsabilidad, comprometida con la solidaridad y
4. Para conocer más sobre los orígenes de este concepto y el proceso evolutivo en Catalunya, tanto de su teoría como de su praxis, sugerimos consultar los esfuerzos de sistematización realizados por Baobab y EduAlter (2010).
participativa, cuyas demandas, necesidades, preocupaciones y análisis se tengan en cuenta a la hora de tomar decisiones políticas, económicas y sociales (Médicos del Mundo, 2011).
A la hora de identificar las acciones estratégicas que pone en marcha la EpD, encontramos que históricamente se ha hablado de dimensiones enfocadas a delinear el punto de vista del aprendizaje que promueve. Estas dimensiones están interrelacionadas entre sí, y pueden dar lugar, de forma simultánea, a muchas actuaciones que pueden ser llevadas a cabo por diferentes agentes (FCONGD, 2007). Cabe mencionar que no existe un único planteamiento a la hora de definir las dimensiones de la EpD (Baobab y EduAlter, 2010). En este sentido, para el desarrollo de este estudio, suscribimos la idea de que cambiar esta forma de nombrarlas, sin un análisis teórico, una reflexión y un debate en profundidad con los agentes, aumentaría el grado de confusión en la terminología y los conceptos de la EpD.5 Debemos tomar en cuenta, además, que dicha discusión forma parte de los objetivos de este estudio. Las dimensiones que se proponen, y que Metges del Món ha adaptado, aplicándolas a su trabajo en relación con la salud, son las siguientes: 5. Sin embargo, nos parece sugerente la propuesta hecha por Sara Cuentas (2007), en la que plantea que, si bien hasta ahora se sigue entendiendo como dimensiones la incidencia, la sensibilización, la formación y la investigación, hemos de reconocer que estas son más bien acciones estratégicas que nos permiten aterrizar en las actividades específicas, es decir, herramientas que nos posibilitan la práctica operativa de la EpD.
29 Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
Se trata, pues, de un instrumento esencial para acompañar a la ciudadanía a comprender las profundas injusticias —dentro de ellas, las referidas a la salud— que se mantienen en el mundo de hoy y sus causas; una educación en valores y transformadora, arraigada en los derechos humanos universales, que tiene que conducir a cambios imprescindibles en los valores y las actitudes de las personas para favorecer el desarrollo humano sostenible a escala global.
Sensibilización
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Es entendida como aquellas acciones que pretenden difundir, hacia la sociedad en general, las situaciones de desigualdad y vulneración de derechos, tratando de generar una conciencia crítica para favorecer el apoyo a favor de las propuestas de cambio. Se trata de acciones a corto plazo, orientadas a crear conciencia en la ciudadanía, que pueden ser un primer paso para la concienciación y pueden convertirse en el elemento motivador para iniciar procesos más a medio y largo plazo, como la formación, investigación o incidencia política. Formación
Son procesos educativos para formar en contenidos, habilidades y valores, sobre un público objetivo claro y con base en metodologías pedagógicas. Permite la dedicación suficiente para profundizar en el análisis de las causas y propuestas de cambio. Incidencia política
Son acciones que pretenden llamar la atención sobre aquellas personas y entidades con capacidad de influencia y decisión política, para promover determinadas propuestas concretas en materia presupuestaria, de legislación o de creación de estructuras. Se trata de que personas que deciden las políticas o responsables de administraciones públicas adopten medidas y aporten los recursos necesarios para poner fin a la vulneración de los derechos, o promuevan acciones en su defensa y promoción. Investigación
Se trata de un conjunto de acciones que nos ayudan tanto a conocer, desde un punto de vista crítico, las causas de las desigualdades e injusticias, como a evaluar y extraer aprendizajes sobre nuestra práctica. Se orienta a analizar en profundidad la problemática del desarrollo y a fundamentar las propuestas para promover el desarrollo humano. Aunque a veces las dimensiones de la EpD han sido consideradas equivalentes, hay que ser conscientes de que, gracias a la interacción entre ellas, se considera más factible alcanzar los
objetivos de transformación social que se persiguen a la hora de emprender un proceso educativo (FCONGD, 2007). Ante esta premisa, conviene tener en cuenta que no todos los agentes se encuentran en disposición de alcanzar un proceso educativo completo y que muchas de las veces pueden centrarse solo en una de las dimensiones.
Con el objetivo de facilitar la comprensión de sus planteamientos y prácticas políticas, el movimiento feminista elaboró una teoría de análisis que, además de servirle para legitimarse, facilitó que sus ideas y reivindicaciones tuvieran incidencia en diversos espacios e instituciones sociales. Así surgió la teoría de género (Cuentas, 2007). El género es utilizado como categoría de análisis y como perspectiva. Como categoría de análisis, hablamos del enfoque de género aludiendo al nacimiento de un concepto que permite profundizar en el conocimiento de la realidad sexuada de las personas. Por otra parte, cuando hablamos de perspectiva de género, aludimos a un significado más amplio, considerándolo como una posición ideológica y política que toma en consideración y presta atención a las diferencias entre mujeres y hombres en cualquier actividad o ámbito dados (Ruiz-Cantero, 2009). Partiendo de esta distinción, la perspectiva de género se ha constituido en una herramienta que nos permite, de forma sistemática, observar el impacto diferenciado de programas, proyectos, políticas e intervenciones sobre la vida de hombres y mujeres. Aplicada a la salud, esta herramienta nos ayuda a examinar las diferencias y desigualdades en los papeles que desempeñan mujeres y hombres, los desequilibrios de poder en sus relaciones, necesidades, limitaciones y oportunidades, y el impacto de estas diferencias en determinar la distinta exposición a riesgos,
Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
31
1.2.2 LA PERSPECTIVA DE GÉNERO
el acceso a los beneficios de la tecnología, información, recursos y atención sanitaria, y la realización de derechos (García-Calvente, 2008; Velasco-Arias, 2008).
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Se trata, pues, de una herramienta política y social que aporta pautas metodológicas y educativas para analizar, reflexionar, debatir y poner en práctica acciones encaminadas a visibilizar situaciones históricas de subordinación de las mujeres y lo no considerado masculino, con la finalidad de promover cambios sustantivos para la superación de las desigualdades. Dentro de los aportes que tiene como herramienta de cambio social, tenemos (Cuentas, 2007): · La concienciación de las mujeres, ayudándolas a desvelar las manifestaciones de su opresión; identificando los condicionantes políticos, sociales, culturales, religiosos y económicos que limitan su autonomía y participación en la sociedad; mostrándoles formas para buscar reivindicarse y hacer práctica política e incidencia. · El replanteamiento de la visión androcéntrica (centrada en las necesidades y el estatus de lo masculino) en las estructuras sociales, las mentalidades de las personas y las instituciones del Estado y la sociedad civil, y el inicio de procesos de cambio, tales como: - En la manera como se toman las decisiones, tanto en espacios informales como en los ya establecidos para ello. - En la manera como se comparte el poder y se establecen las relaciones de género (si son verticales, si son autoritarias u horizontales). - En la mirada y la manera de entender las desigualdades estructurales: la medicalización de las mujeres y la normalización de su inferioridad (Valls-Llobet, 2013), la violencia machista (Patró-Hernández y Rivas-Diez, 2013), la división sexual del trabajo de los cuidados (Cué-
llar-Flores et al., 2013), por qué se estereotipa a mujeres y hombres según sus características biológicas, entre muchas otras.
- En que no se socialice a los hombres con juegos de violencia y a las mujeres con juegos de cuidado. En Política sobre derecho universal a la salud de Médicos del Mundo (2014) se entiende que se debe trabajar el género desde una visión amplia e integradora. Es decir, se apuesta por un abordaje de género “dos + uno” que se basa en el respeto a la diversidad, que no solo permite analizar las relaciones entre hombres y mujeres en un contexto determinado, sino que integra a las personas que no se reconocen totalmente en uno de los géneros —femenino y masculino—. Esto permite visualizar las situaciones de subordinación, de invisibilidad histórica de las personas que no se ven representadas en la heteronormatividad establecida, e integrar los subgrupos que conforman la diversidad sexual, los cuales están sometidos cotidianamente a altos niveles de estigma y discriminación, como factores asociados e incompatibles en un marco de respeto a los derechos humanos.
1.2.3 EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO EN SALUD CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
Tal como hemos visto, tanto la EpD como la perspectiva de género tienen entre sus finalidades la superación de las desigualdades, y la generación de nuevas prácticas sociales inclusivas desde la igualdad, la equidad y la justicia. El ejercicio de interseccionar la EpD y la perspectiva de género tiene como resultado un potencial político y transformador que amplifica
33 Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
- En reconocer que las personas, independientemente de su sexo, tienen autonomía sobre sus propios cuerpos y que se asuman los derechos sexuales y reproductivos no sólo por las mujeres (Barranco-Castillo, 2013).
el impacto de ambas herramientas. En este sentido, interseccionar la perspectiva de género en la EpD implica (Cuentas, 2007):
Mapeando agentes e ideas transformadoras
34
· Promover, en todas sus dimensiones, ejes pedagógicos, acciones estratégicas, metodologías y temáticas, una visión y análisis crítico de la realidad encaminado a visibilizar y analizar las desigualdades en clave de género. · Generar procesos de empoderamiento de las personas, fortaleciendo sus capacidades individuales y colectivas, lo que a su vez implica promover su autonomía para decidir, opinar y participar, y posibilitar relaciones de poder en igualdad de condiciones para el ejercicio de su ciudadanía. · Incidir para el cambio y movilizar para la denuncia hacia las estructuras políticas, económicas y sociales, a favor de la igualdad real entre todas las personas, desde su diversidad y diferencia sexual. Ante esto, incorporar a esta intersección la especificidad de trabajar en torno a los determinantes sociales y desde el enfoque de derecho a la salud, conlleva el análisis de la situación de la salud mental, física y social de las personas, lo que nos permite desarrollar estrategias y acciones diferenciadas y orientadas a proteger y garantizar los derechos humanos de las personas de acuerdo con sus problemas y su patrón de necesidades, roles, riesgos, responsabilidades y acceso a recursos que se sustentan en la realidad vivida por las personas desde su identidad. Si como agentes estamos inmersos en procesos transformadores que pretenden fomentar una mirada crítica sobre el contexto, el contenido de la vida y la salud de las personas, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que esas acciones sean basadas en las circunstancias, limitaciones y necesidades de las personas de forma diferenciada y con aspiraciones a desmontar las desigualdades injustas que surgen en ellas.
Esta labor de intersección es una meta que se ha propuesto no solo el movimiento feminista (Cuentas, 2007), sino también algunas instituciones de la sociedad civil —incluida Metges del Món— comprometidas con esta causa.
Capítulo 1 ¿Cuáles son nuestras coordenadas conceptuales?
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CAPÍTULO 2
36
ASPECTOS METODOLÓGICOS
Mapeando agentes e ideas transformadoras
¿Cómo lo hemos hecho?
El diseño metodológico que hemos empleado lo hemos realizado con la colaboración de EduAlter. En este sentido, hemos considerado que el enfoque metodológico más adecuado para conseguir los objetivos de este estudio implicaba una metodología mixta, a partir de la integración y la cooperación entre métodos de carácter cuantitativo y cualitativo. Para ello, se han valorado las aportaciones, posibilidades y limitaciones de cada enfoque, y se ha propuesto la integración metodológica a través de la estrategia de la combinación de ambas metodologías, recogiendo las aportaciones de cada una de ellas y analizando diferentes aspectos de la realidad. Así mismo, se trata de un diseño flexible, el cual ha implicado la reflexión continua por parte del equipo de Metges del Món, lo que ha dado pie a una serie de decisiones metodológicas que han ido enriqueciendo el proceso.
2.1 NUESTRO UNIVERSO DE ESTUDIO Inicialmente, enfocamos la mirada a entidades cuyas intervenciones hayan sido diseñadas y realizadas tomando en cuenta la intersección entre la EpD, la salud y la perspectiva de género. Sin embargo, como producto de lo que nos fuimos encontrando en el transcurso del trabajo de campo, vimos la necesidad de ampliar el encuadre en torno a la categoría EpD. Esto es porque algunas personas representantes de las entidades nos plantearon que no se identificaban con el término EpD, pero que igualmente consideraban que sus intervenciones incluían distintas miradas (local/global, interculturalidad…), y con
una clara orientación a la justicia social y a la transformación de las relaciones y situaciones a las que estaban dirigidas.
Producto de esta decisión, finalmente contamos con la participación en el estudio de vinticinco entidades y una red de entidades de distinta naturaleza y temática, que trabajan en el ámbito de la salud con perspectiva de género, las cuales forman parte del Mapa de agentes y del Repertorio de intervenciones que presentamos como productos del presente estudio. Conviene matizar que, al presentar tanto el Mapa de agentes como el Repertorio de intervenciones, lo que plasmamos es una “radiografía” que sirve para aproximarnos a las entidades y a las características de sus intervenciones. Somos conscientes de que la realidad es más dinámica de lo que intentan reflejar estos recursos y que, con toda seguridad, no están recogidas todas las prácticas transformadoras interesadas en conectar EpD en salud desde la perspectiva de género.
2.2 NUESTRA FORMA DE LLEGAR A LA INFORMACIÓN Inicialmente se contactó con entes financieros públicos y privados para recabar información sobre las entidades y los expedientes de las intervenciones financiadas por ellos. Aunque contamos con la colaboración del Ajuntament de Barcelona y de la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament, tuvimos dificultades a la
37 Capítulo 2 ¿Cómo lo hemos hecho?
Tomando en cuenta esto, y los debates actuales en torno a cómo se entiende la EpD (Casas, 2015; Celorio y López, 2014) entendimos que podríamos llegar a más entidades con planteamientos similares y que sería interesante incluirlas en el estudio. Por ello, en un segundo momento del trabajo de campo, a la hora de enviar invitaciones a las entidades para que formaran parte del estudio, lo hicimos a través del término educación transformadora, ya que es una expresión que se ha venido utilizando tanto desde Metges del Món como desde otros espacios y foros de entidades, como Lafede.cat o HEGOA. Esto ha supuesto una mayor cantidad y diversidad del tipo de entidades e intervenciones recogidas.
hora de conseguir el tipo de información que habíamos considerado útil para dar respuesta a nuestros objetivos, por lo que decidimos emplear otras formas, que se explican a continuación. En este sentido, la forma de convocar y hacer partícipes del estudio a las entidades fue principalmente por dos vías:
Mapeando agentes e ideas transformadoras
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1. A través del envío de correos electrónicos de invitación a formar parte del estudio, solicitando información, invitando a distintos momentos de debate y reflexión o en relación con las distintas técnicas de recogida de información empleadas, tales como el llenado de formularios, los grupos focales, las entrevistas, la jornada de trabajo y la validación de resultados preliminares. El envío de correos electrónicos lo hicimos basándonos en los directorios de Lafede.cat (comisiones de EpD y género), el Comitè 1r de Desembre, PasuCat, Xarxa d’Acollida, Xarxa Bcn Antirumors y el directorio de entidades colaboradoras de Metges del Món. 2. A través de la técnica de “bola de nieve”, con la cual pudimos conseguir más contactos, facilitados por las propias entidades que íbamos entrevistando, que nos los fueron proporcionando.
2.2.1 LAS TÉCNICAS QUE HEMOS UTILIZADO
Al ser un diseño que aproxima lo cuantitativo y lo cualitativo, la utilización de técnicas de recogida y producción de información ha sido muy diversa. En este sentido, cada técnica ha cumplido funciones distintas y complementarias, según los objetivos y momentos del estudio. Búsqueda, revisión y análisis bibliográfico-documental
Además de la búsqueda, revisión y análisis bibliográfico-documental necesario para identificar el estado de la cuestión y situar el tema de estudio, se realizó una búsqueda de las entidades y sus intervenciones a través de internet, páginas web, memorias e informes, con el objetivo de complementar la infor-
mación que se requería para construir el Mapa de agentes y el Repertorio de intervenciones que nos propusimos realizar. Formularios en línea
1. Información que identificara los datos básicos de las entidades (nombre, objetivos, temáticas que trabajan, su sitio web y localización en Barcelona). 2. El detalle de las intervenciones que habían realizado (nombre de las intervenciones, dimensión de la EpD que trabajan, finalidades, temáticas, tipos y fuentes de financiamiento, tipos de formatos, espacio de realización, titularidades y destinatarias y duración). Esta información se organizó y sistematizó en una tabla de Excel que posteriormente, y después de su validación por parte de las propias entidades, sirvió de base tanto para la elaboración del Mapa de agentes y el Repertorio de intervenciones como para el análisis cuantitativo de las intervenciones. El formulario fue rellenado por distintas vías: en algunos casos, por las mismas entidades, de forma telemática; en otros casos, en el marco de una entrevista presencial, o bien completado por personas voluntarias en el trabajo de campo del estudio, basándose en la información contenida en los sitios web y memorias de las entidades. Grupos focales
Con este instrumento pretendimos captar la voz grupal de las entidades. Para organizarlos y seleccionar dónde los llevábamos a cabo, nos interesaba un ambiente en donde las entidades se sintieran “como en casa”, por lo que decidimos realizarlos en las instalaciones de Lafede.cat.
39 Capítulo 2 ¿Cómo lo hemos hecho?
La herramienta utilizada para elaborar el Mapa de agentes y el Repertorio de intervenciones ha sido un formulario en línea, que nos permitió recopilar la información de las entidades y conocer las características fundamentales de sus intervenciones a través de dos tipos de información recogida de forma simultánea:
Se llevaron a cabo dos grupos focales. Su guión y por ende la información que se ha generado giraron en torno a dos ejes temáticos: (1) aproximación a los marcos conceptuales de los que partían las entidades cuando se hablaba de salud con perspectiva de género; (2) identificación de elementos comunes y destacables en las prácticas o intervenciones, atendiendo a sus finalidades, debilidades y fortalezas. Mapeando agentes e ideas transformadoras
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Entrevistas semiestructuradas
Las entrevistas semiestructuradas se realizaron de forma presencial, vía telefónica y en algunos casos vía Skype, con personas técnicas de las entidades. Se realizaron mayoritariamente a representantes de entidades y, en especial, de las áreas de EpD o de formación dentro de ellas. Tuvieron una duración aproximada de entre 45 minutos y 1 hora, dependiendo de la disponibilidad de las personas entrevistadas. Esto nos permitió obtener mejor información sobre los procesos de creación y desarrollo de sus intervenciones, tanto en los enfoques y motivaciones como también en las fortalezas, dificultades y resultados. Así mismo, todo ello nos facilitó conseguir una mayor tasa de respuesta al formulario, dado que se explicaba mejor la utilidad e importancia de su llenado para el estudio. Cabe mencionar que esta estrategia representó un mayor coste en términos de tiempo que no habíamos previsto para el trabajo de campo (dificultades a la hora de conciliar agendas y tiempo disponible para las entrevistas), pero se constituyó en una oportunidad para aumentar el alcance del estudio, ya que pudimos conocer mejor las entidades y perfeccionar la convocatoria para futuros momentos que organizaríamos en el marco del estudio (jornada de trabajo y validación). Jornada de trabajo
Con la idea de dar respuesta al tercer objetivo que nos habíamos propuesto (un catálogo de ideas o recomendaciones para la mejora de las intervenciones), y aunque inicialmente se había previsto la realización de un tercer grupo focal, consideramos interesante dar mayor fuerza a este momento y realizar una jornada de trabajo con
entidades que se constituyera en un espacio más amplio, participativo y colaborativo para la discusión y el debate. El guión de la jornada de trabajo giró en torno a tres momentos:
2. Una mesa redonda con cuatro representantes de entidades y el coloquio posterior con el público presente, en la que se abordaron aspectos relacionados con los enfoques y puntos de partida en su trabajo, en torno a las siguientes preguntas: “A la hora de plantear las intervenciones, ¿cómo entendéis la salud con enfoque de género?” y “¿En qué medida consideráis que las intervenciones de vuestras entidades incluyen distintas miradas y contribuyen a la transformación social?”. 3. Conformación de cuatro grupos de trabajo divididos en torno a las dimensiones consideradas para la EpD (sensibilización, formación, investigación e incidencia política). En ellos se discutieron en detalle los elementos constitutivos de las intervenciones, tales como los objetivos o finalidades, temáticas, enfoques, titularidades que abordan y sus formatos o metodologías. El producto final con cada grupo fue una serie de reflexiones en torno a las intervenciones presentadas que pudieran servir de ideas fuerza para plantear recomendaciones dirigidas a mejorar el tipo de intervenciones tratadas de acuerdo a la dimensión trabajada. Validación de información y resultados preliminares
La validación de los resultados preliminares se llevó a cabo de varias maneras: 1. Por un lado, una vez finalizada la base de datos en Excel que sirvió de apoyo para el Repertorio de intervenciones, se envió la información nuevamente a las entidades, consultándoles la veracidad de dicha información, si existía
41 Capítulo 2 ¿Cómo lo hemos hecho?
1. La presentación de la información recogida previamente a la jornada, a través de los dos grupos focales, las entrevistas y el formulario en línea completados hasta ese momento, lo que generó un debate posterior con las personas asistentes.
alguna intervención adicional que pudiéramos incluir o si habría que modificar alguna. Esto dio como resultado el repertorio definitivo, que presentamos en el capítulo 5, el cual cuenta con el visto bueno de las entidades que fueron consultadas en este proceso.
Mapeando agentes e ideas transformadoras
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2. Por otro lado, se organizó una reunión con entidades que habían participado en los distintos momentos del estudio, así como con entidades que conforman las comisiones de EpD y de género de Lafede.cat. En dicha reunión nos interesó conocer en qué medida las ideas fuerza que surgieron resaltadas en el análisis de los hallazgos eran consideradas por las propias entidades como novedosas y si eran ideas que en alguna medida se estaban trabajando. 3. Por último, se contó con las aportaciones de representantes del grupo EpD a nivel estatal de Médicos del Mundo, que nos dieron sus consideraciones sobre los hallazgos del estudio en relación con el debate interno que como asociación se estaba planteando. Blog y diario de campo
Finalmente, hemos querido compartir con todas las personas interesadas el proceso llevado a cabo durante el desarrollo del estudio y las ideas que se han venido plasmando por cada uno de los ejes que nos interesaba abordar en él. Para ello, hemos ido alimentando un diario de campo que puede ser consultado en el blog que habilitamos en la dirección www.epdsalutigenere.wordpress.com, en el cual se pueden encontrar los anexos de este estudio: el formato del formulario en línea utilizado; la memoria de los dos grupos focales; la invitación, programa y guión de la jornada y los grupos de trabajo; el Mapa de agentes; el Repertorio de intervenciones; los gráficos; la infografía sobre las ideas fuerza, y el texto del estudio en formato PDF. En la siguiente tabla resumimos las técnicas de recogida y producción de información que hemos seguido y el perfil de sujetos/ grupos entrevistados.
TABLA 1 CUADRO RESUMEN DE LAS DIFERENTES TÉCNICAS DE RECOGIDA Y PRODUCCIÓN DE INFORMACIÓN Y PERFILES DE PERSONAS ENTREVISTADAS N.º participantes
Perfiles
Formulario en línea
35
Técnicos/as de entidades.
Grupos focales (2)
15
Representantes de entidades y de administraciones locales.
Entrevistas semiestructuradas
40
Representantes de entidades y de administraciones locales.
Jornada de trabajo
35
Representantes de entidades y administraciones públicas y profesionales interesados/as.
Reunión de validación
11
Representantes de entidades y representantes de la comisión EpD y de la comisión de género de la lafede.cat.
Validación de información del Repertorio de intervenciones
26
Representantes de entidades.
Consultas de validación (Médicos del Mundo)
2
Grupo de EpD a nivel estatal de Médicos del Mundo.
Fuente: elaboración propia a partir del trabajo de campo realizado.
2.3 ¿CÓMO HEMOS ANALIZADO LA INFORMACIÓN? Con la información de carácter cuantitativa, hemos realizado un análisis bivariante de frecuencias proveniente de la información recogida en el Repertorio de intervenciones. Con los resultados de este análisis, hemos podido describir de forma gráfica cada uno de los elementos de las intervenciones que se encuentran desglosados en él. Con la información cualitativa derivada de las opiniones producidas en el marco de las entrevistas, grupos focales y jornada de trabajo, hemos hecho un análisis de contenido temático sobre: · Enfoques y marcos conceptuales de partida de las entidades sobre EpD, salud y género.
43 Capítulo 2 ¿Cómo lo hemos hecho?
Técnica
· Condicionantes, dificultades, aspiraciones, fortalezas, estrategias y aspiraciones en el marco de acción de los agentes.
Mapeando agentes e ideas transformadoras
44
· Reflexiones sobre los elementos que conforman las intervenciones: objetivos, temáticas, duración, financiamiento, espacios y dimensiones de la EpD (sensibilización, formación, investigación e incidencia política) que se han abordado en ellas. · Ideas fuerza para la mejora de los enfoques, metodologías y planteamiento de las intervenciones.
2.4 ¿EN CUÁNTO TIEMPO LO HEMOS HECHO? El desarrollo del estudio, desde su diseño hasta el final del trabajo de campo, se ha llevado a cabo a lo largo del período 2013-2015.
2.5 ¿QUÉ LIMITACIONES HEMOS TENIDO? Dentro de las principales limitaciones que se han presentado en el trabajo de campo, conviene resaltar: · El escaso tiempo y disponibilidad de las personas clave dentro de las entidades, debido a diversos factores: sobrecarga de trabajo, superposición de agendas de actividades, cambios en el personal. No obstante, conviene aclarar que las personas con las que establecimos contacto dentro de las entidades siempre manifestaron interés, alta implicación y mucha colaboración en el estudio. · Páginas web desactualizadas o fuera de funcionamiento. · Dificultad en la búsqueda de información por falta de homogeneidad en el tipo de información que se perseguía.
· En algunos casos, se generó una cierta desconfianza por parte de algunas entidades al pensar que se trataba de una evaluación o auditoría de sus proyectos.
Capítulo 2 ¿Cómo lo hemos hecho?
45
RESULTADOS
CAPÍTULO 3
48
LOS PUNTOS DE PARTIDA
Mapeando agentes e ideas transformadoras
¿Qué entienden las entidades sobre EpD, salud y perspectiva de género?
No podíamos obviar, del ejercicio de identificación de entidades y sus intervenciones, una reflexión sobre los puntos de partida y de sus intervenciones, debates, cuestionamientos e incluso dudas con respecto a los términos y conceptos que guían sus prácticas e intervenciones como entidades. Somos conscientes de que existe un amplio y constante debate, consideración y redefinición de los conceptos de EpD, salud y género en el mundo académico, de las administraciones, de las agencias de cooperación y de las mismas entidades (Cuentas, 2007; Baobab y EduAlter, 2010; Médicos del Mundo, 2012; Celorio y López, 2014; Casas, 2015). En este sentido, consideramos que, más allá del punto de vista teórico, resulta valioso saber cuáles son las principales argumentaciones que han servido como puntos de partida para las entidades a la hora de ubicarse, justificar y emprender sus distintas intervenciones. El modo expositivo que hemos escogido para presentar los resultados —tanto aquí como en el capítulo 4 y 5— emula un parafraseo, donde se combina el relato de los hallazgos con las palabras y frases —entrecomilladas— extraídas de las opiniones de las entidades en torno a los distintos temas que han sido objeto del estudio.
3.1 SOBRE LA EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO Indudablemente, definir como punto de partida la EpD se trata de un ejercicio condicionado a que, como entidad, concibamos que nuestra actividad esté enmarcada en ella. En el trabajo de
campo pudimos constatar esa diferencia cuando se hablaba con otras entidades que no la utilizaban como seña de identidad.
En dicha definición, el “sentido crítico y de justicia global” está muy presente, y especialmente se dirige a “la lucha contra las desigualdades y la vulneración de los derechos”; en ese accionar se resalta la “necesaria e ineludible interdependencia entre Norte-Sur”. Por otra parte, las entidades que no se identificaban con el término EpD explicaban que era algo que les parecía que estaba estrechamente vinculado con la “cooperación al desarrollo”, o bien con acciones encaminadas a trabajar directamente con algún país del “Sur”. En este ejercicio de definición, tanto las entidades que se identificaban con el término EpD como las que no, han cuestionado y planteado la necesidad de “abandonar la idea de desarrollo y de la separación Norte-Sur” de la definición. Este llamado al abandono de estas nociones se da porque para muchas entidades hablar en estos términos implica una “relación de poder” o “asistencialista”. Se considera que son palabras que remiten a un “enfoque desarrollista” del concepto, que promueve y justifica proyectos de desarrollo en países del Sur, y que esto presupone entender que el subdesarrollo es “algo característico de los países del Sur que no han alcanzado aún el modelo de los países del Norte”. En este sentido, se ha planteado que “hay que desconfiar de la palabra desarrollo”, tanto por la confusión en su uso como por las connotaciones que el sistema capitalista le ha dado.
49 Capítulo 3 ¿Qué entienden las entidades sobre EpD, salud y perspectiva de género?
Dentro de las entidades consultadas que se reconocían en la categoría EpD, existe un cierto acuerdo a la hora de definirla. Las definiciones venían encaminadas a plantear que era “un concepto que no es estático” pero que históricamente se ha identificado como una “estrategia”, “herramienta” o “instrumento” que contempla distintas formas de cumplir sus objetivos —dentro de ellos, la investigación, formación, sensibilización e incidencia política— para “contribuir a la generación de una ciudadanía activa y consciente”.
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Dentro de las objeciones a la idea de Norte-Sur, algunas entidades plantearon que “no es posible hoy en día hablar de un Norte y un Sur puros; en cada centro escolar, en cada barrio de Barcelona, conviven el Norte y el Sur cotidianamente…”. Por otra parte, se considera que “no hay nada más global que la defensa de un derecho humano… Los derechos humanos son universales y si logramos que sean reivindicados y reconocidos en cualquier parte del mundo, estamos haciéndolos útiles en la lucha por la injusticia tanto aquí como allá”. Cabe aclarar que, aunque muchas entidades coinciden con esta crítica, algunas son conscientes que la EpD ha evolucionado mucho y que hoy se entiende de otra forma. No obstante, coinciden en la necesidad de acercarse a los planteamientos surgidos en foros o espacios como Lafede.cat o el IV Congreso de HEGOA, en los que se habla de una “educación emancipadora, transformadora” o “para la ciudadanía global”, entre otras alternativas al concepto de EpD. La idea de transformación social y ciudadanía global remite a poner el foco en el cambio de las relaciones de poder existentes “sea donde sea”. Uno de los argumentos es que “si hacemos el esfuerzo por educarnos” mediante la identificación de “paralelismos” en la defensa de los derechos que tienen las personas, colectivos, comunidades, países o zonas del mundo, será posible asentar la idea de que “vivimos en un mundo globalizado en el que todas nuestras acciones, por muy pequeñas que sean, tienen o pueden tener un efecto” a la hora de alcanzar la “justicia global”. Es decir que, “si logramos que una persona, independientemente que viva en Roquetes o Zimbabue, se apropie, esté consciente y luche por el reconocimiento de un derecho universal —como puede ser la salud o vivir sin violencia—, estaremos contribuyendo a que se entienda que existe una injusticia detrás de la negación de ese derecho y que vale la pena luchar por él, tanto local como globalmente”. Por otra parte, se ha mencionado una serie de elementos clave que deberían contemplarse en el marco de una educación con una aspiración transformadora: “debería estar enfocada predominantemente a la incidencia política, basada en la escucha, de
Una idea que se ha compartido y que han puesto de relieve las entidades es la de que “educar es comunicar”. Este planteamiento está muy vinculado al enfoque intercultural, ya que se considera que para que una educación sea transformadora, esta debería “partir y promover el reconocimiento y valoración de lo diverso” a través de la generación de espacios “educomunicativos” que faciliten un intercambio entre las personas desde la horizontalidad y atendiendo a sus particularidades. Por último, surgieron voces críticas sobre la forma en que algunas entidades, en relación con las administraciones, han usado la categoría EpD, dado que “muchas veces veces tenemos que usar esa casilla en función de las subvenciones y no basándonos en nuestra posibilidad real de transformar las cosas con nuestras prácticas y acciones…”. Una idea sumada a este cuestionamiento es que, cuando se ubica la EpD en un plano de acciones para la transformación social, resulta una tarea difícil medirla mediante los indicadores impuestos por las administraciones. En este sentido, se considera que “se miden cosas operativas que se basan en la inclusión de palabras de moda y no hay un interés genuino por ver si nos proponemos realmente cambiar algo o si con lo que estamos haciendo se están transformando las cosas”.
3.2 SOBRE LA SALUD Cuando las entidades hablan de sus puntos de partida con respecto a la salud, lo hacen en referencia o en contra del modelo “biomédico” y pronunciándose a favor del modelo “biopsicosocial”.
51 Capítulo 3 ¿Qué entienden las entidades sobre EpD, salud y perspectiva de género?
forma cooperativa; que promueva el empoderamiento, la emancipación, la autonomía, el autoconocimiento y relaciones de buen trato, el reconocimiento e integración de la diversidad, la equidad por razón de género, origen étnico-cultural, clase social. […]; que esté basada en información de calidad y contextualizada; que promueva un pensamiento crítico enfocado a la reflexión, la movilización social, la transferencia, transmisión e intercambio de conocimientos; que sea participativa, en red, transversal; que tenga una vocación de servir de altavoz, dando protagonismo a las personas, con compromiso y con el valor de la solidaridad con miras a un cambio social”.
En este sentido, existe una inclinación, por parte de las entidades, a pensar en el modelo biopsicosocial como objetivo de sus intervenciones, es decir, aquellas acciones encaminadas a garantizar el bienestar y calidad de vida de las personas desde un enfoque de salud más amplio, donde entran elementos como el ocio de las personas y el medio ambiente, entre otros.
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No obstante, se ha señalado que muchas veces el trabajo que se hace desde las entidades encuentra y demanda muchos esfuerzos de incidencia en el modelo biomédico donde es necesario que se impulsen acciones encaminadas a garantizar la disponibilidad, el acceso, la adecuación y la calidad de los servicios sanitarios. Algo que parece estar claro, y que es una especificidad de algunas entidades consultadas, es que no debemos pasar por alto la consideración que trabajar desde la EpD en salud implica “seguir de cerca y prestar atención a la atención sanitaria”, ya sea porque enfoquemos nuestras acciones sobre la atención que proporciona el sistema público sanitario, o bien porque, como entidades, ofrezcamos servicios alternativos o terapéuticos que nos sirvan de insumos para diseñar procesos educativos transformadores. Un ejemplo de esto nos lo dieron algunas entidades que prestan un servicio de atención psicosocial a mujeres que han sufrido maltrato, ya que recurren al conocimiento generado en dicho servicio para diseñar múltiples intervenciones encaminadas a la investigación, incidencia o sensibilización en torno a la violencia machista. En contraste con esta especificidad, se plantea que habría que ampliar la mirada de salud de las entidades ya que “si el objetivo es trabajar contra el sistema de poder y privilegios que justifican las desigualdades e injusticias sociales”, la salud es una más de ellas y el género, un enfoque necesario y útil para abordarla. Estrechamente vinculado a esto, cuando se habla de salud, se plantea la necesidad de identificarla como un derecho humano, que se vulnera constantemente, que está determinado y condicionado por múltiples razones (de género, culturales o de estatus administrativo, etc.) y por las cuales se deben definir y reivindicar acciones para su reconocimiento y restitución.
3.3 SOBRE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO Antes de mostrar la diversidad de planteamientos por parte de las entidades en torno a lo que entienden por perspectiva de género, conviene llamar la atención sobre una serie de argumentos que se han planteado en el momento de acercarnos a las identidades para identificar si la trabajan en sus intervenciones.
Ante este tipo de argumentaciones, algunas entidades han reaccionado al considerar que, por un lado, evidencian “poco conocimiento de lo que implica el trabajo desde este enfoque”, y por otro lado, “no es posible que como agentes que trabajamos por cambiar las cosas, y que nos financian para ello, no hayamos entendido todavía que la lucha contra el sistema patriarcal se puede hacer en cualquier lugar y en cualquier momento”. En línea con estas reacciones, muchas entidades han hecho autocrítica y han planteado que “muchas veces se nos olvida hablar del enfoque de género incluso cuando estamos debatiendo sobre cómo incorporarlo”. Para otras, se considera que “es algo que no se aplica correctamente en los proyectos ni en nuestras entidades”, o bien es visto “como algo en lo que todo el mundo forma y que todo el mundo define”, pero que “no se sabe de dónde vienen los marcos teóricos”. Además de esto, existe la percepción extendida entre las entidades de que “cuando hablamos de género no estamos diciendo nada”, que “se ha despolitizado”. En otra línea de argumentación, sobre la forma en que se subvencionan los proyectos, se dice que, tal como ocurre con la categoría EpD, “trabajamos género en dependencia de la sub-
Capítulo 3 ¿Qué entienden las entidades sobre EpD, salud y perspectiva de género?
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Por una parte, nos encontramos que algunas entidades consideraban que la perspectiva de género existía en sus intervenciones “porque la intervención hablaba de mujeres”, o bien porque “es algo que iba implícito”. Por otra parte, otras plantearon que no la trabajaban porque “no era aplicable” en algunos casos (ayuda humanitaria, por ejemplo), o bien porque no había mujeres como colectivo destinatario.
vención que toque”, y esto tiene un impacto en la escasa profundidad de los abordajes. En los mismos formularios para optar a las subvenciones se incluye “el género en una casilla al final”, sin garantizar una estrecha vinculación con la justificación, objetivos, actividades y resultados previstos por parte de la intervención que se está formulando.
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Sumado a esto, existe otro nivel de crítica sobre la forma en que se ha derivado el trabajo desde un enfoque o perspectiva de género por parte de las entidades y en general por las administraciones. Por una parte, existe una especie de reclamo sobre el predominio de un “enfoque binarista dentro del enfoque de género” en el cual predominantemente se habla en función de dos categorías aparentemente monolíticas, homogeneizadoras o estáticas que son “el hombre” y “la mujer”, sin reconocer todo el espectro de las identidades de género que existen. Esta crítica ha sido muy acentuada en aquellas entidades que trabajan en el marco de la diversidad sexual. Por otra parte, algunas entidades plantearon que el género es, ante todo, un eje de “opresión”, y que, por eso, “hay que estar en contra” del término, ya que es algo que puede ejercer violencia sobre las personas, al ser parte de nuestra estructura y sistema político. Para ejemplificar esto, se ha dicho que la “prohibición del aborto puede ser considerada una política de género, que se basa en la perpetuación de los roles y del sistema patriarcal”, por lo que resulta “ambiguo” que cuando hablemos de género lo podamos estar haciendo “tanto para describir una desigualdad como para hablar de transformación social”. A este respecto, hay quienes matizan esta posición “en contra” del género, aduciendo que es algo que “nos ha parado de hablar de ciertos problemas, pero nos ha ayudado a hablar de otros”. Esto se dice en alusión a lo útil que ha sido resaltar el peso de los roles y estereotipos de género cuando hablamos de las desigualdades sociales en el marco de la salud, pero también ha ocasionado que se pierda de vista “en el análisis, los aspectos políticos propios de las agendas de las mujeres”.
Una vez planteada esta discusión, hemos de resaltar que, a la hora de hablar de género, se ha puesto en el centro una serie de claves conceptuales que se consideran estrictamente necesarias a la hora de definirlo: “sistema patriarcal”, “relaciones de poder”, “el sistema sexo-género”, “desigualdades”, “diferencias”, “equidad de género”, “igualdad de oportunidades”, “estereotipos”, “roles”…
También existe consenso que debemos ser conscientes de que, cuando estamos trabajando como entidades y nos encontramos que el enfoque o perspectiva de género es “algo que todo mundo dice, esto ya lo sabemos”, pero que en realidad es donde más “resistencias nos encontraremos” a la hora de abordarlo en los distintos colectivos. En el marco de las críticas y autocríticas antes señaladas, se han puesto sobre la mesa, y con distintas orientaciones, algunas miradas alternativas sobre cómo posicionarnos con respecto al uso de la perspectiva de género. Para algunas entidades, resulta urgente que “nos reapropiemos del concepto, hacerlo más político y reivindicativo, darle contenido de nuevo y tenerlo presente en todas y cada una de las intervenciones que diseñemos y ejecutemos”, alejándonos de las argumentaciones del tipo “ya va implícito”, “existe enfoque de género porque la intervención habla de mujeres” o bien “no lo trabajamos porque no es aplicable en este caso”.
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Así mismo, se ha coincidido en que “no hay que olvidar” que el sistema patriarcal siempre ha valorado como mejor aquello que considera culturalmente masculino (la fuerza, la competitividad, la agresividad); cuestiones como “su cuerpo, la forma en que se mueve y su forma de estar, son las que establecen el patrón de medida y son las que abren las puertas a prácticamente todos los ámbitos de la vida, incluida la salud”. Enfrentarse contra esa hegemonía, ese poder y ese privilegio, es algo que debe estar en el centro de cualquier intento de transformar las relaciones de género.
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Para otras, lo que es urgente es “abandonar el concepto”: se debe hablar “de feminismo y no de enfoque de género”. El feminismo no es un eje de opresión, como sí lo es el género, y, por el contrario, se trata de una palabra incómoda y disidente. “El feminismo es un proyecto político que intenta movilizar socialmente a la ciudadanía contra las desigualdades que actúan contra las mujeres y por ende se encuentra más cerca de pensar la transformación social que se busca cuando diseñamos acciones desde la EpD.” En la misma dirección, algunas entidades prefieren hablar de feminismos en plural, matizando que “no hay un feminismo, que existen muchos tipos de feminismos”, y abogando por una mirada más amplia y que se “interseccione” con otro tipo de reivindicaciones y especificidades (raza/etnia, clase social, religión…) que se pueden encontrar “si comenzamos a ver a los feminismos del sur como nuestros aliados”. Se ha propuesto también ver el género como la posibilidad de una relación intercultural, donde entre en diálogo “lo masculino” y “lo femenino” y “que, producto de ese diálogo, se transformen las relaciones de poder basándose en la construcción y desconstrucción de responsabilidades, expectativas, oportunidades, roles, funciones y sus especificidades asignadas socialmente”. Desde esta perspectiva, se invita a ver el género “bajo una mirada interseccional”,6 en la que se parta del reconocimiento de la complejidad que nos cruza a cada persona. “La complejidad debe verse como un valor”, el cual permite poder observar los distintos niveles de poder que nos afectan: clase social, origen, religión, etnia y, por supuesto, el género.
6. El término interseccionalidad fue propuesto por Kimberlé Crenshaw (1989) para dar cuenta de la situación de la violencia sufrida por parte de las mujeres negras, cuya realidad escapaba tanto del marco de análisis del feminismo como del movimiento antirracista. A diferencia de los modelos aditivos, desde la interseccionalidad se plantea que la suma de categorías de exclusión no solo produce más discriminación, sino que la multiplica, lo que genera una categoría completamente nueva (Arenas, 2015).
3.4 SOBRE LA EpD EN SALUD CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
Esto se concreta en el ámbito de los diagnósticos médicos, ya que muchas veces no “toman en consideración las particularidades o el maltrato que se genera en el marco de la consulta”; los riesgos para la salud según la vulnerabilidad económica, laboral o social; “la negación al derecho a decidir y el derecho al propio cuerpo o a la propia identidad”. También “implica hacer frente a la patologización, la normatividad y la estigmatización que produce el modelo biomédico imperante” mediante la clasificación de las personas en función de sus enfermedades o extracto social. Esto nos remite a una especificidad del trabajo de la EpD en salud con enfoque de género, ya que, por una parte, “implica entrar en el sistema de reconocimiento de enfermedades”, ya sea para incluirlas, para que sean tratadas de una forma diferente (efectos en la salud mental ocasionados por el acoso sexual en el trabajo, por ejemplo) o bien para abolirlas (el diagnóstico de “disforia de género” en el caso del colectivo trans). Se trata, además, de desmontar aquello que se considera “normal”, y poder “observar la violencia en el estereotipo de género que la fundamenta. En este sentido, algunas entidades plantean que trabajan para que no se vea “normal que las mujeres se mueran a manos de sus parejas, o que se les practique la mutilación genital femenina”, entre otros muchos ejemplos.
57 Capítulo 3 ¿Qué entienden las entidades sobre EpD, salud y perspectiva de género?
Para las entidades, trabajar en salud con enfoque de género implica “prestar atención a las relaciones de poder entre hombres y mujeres, la forma en que el personal sanitario aborda a las pacientes o la forma en que se organizan y adecuan los servicios”. Se trata de “reconocer y hacer visibles los intereses y las necesidades específicas de las mujeres y de quienes se encuentren en desventaja en función de su identidad de género”, con una clara pretensión de “darles voz y voto” en todo el proceso.
CAPÍTULO 4
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EL MAPA DE AGENTES
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¿Quiénes nos acompañan?
El primer objetivo que nos propusimos fue identificar a los agentes que trabajan en EpD en salud con perspectiva género en Barcelona. Para dar respuesta a este objetivo, hemos elaborado el Mapa de agentes de educación para el desarrollo en salud con perspectiva de género, con la intención de que las entidades puedan verse reflejadas espacialmente en la ciudad, ver quiénes “son nuestras entidades vecinas”, así como “quiénes nos acompañan” en nuestra labor, con miras a facilitar futuras alianzas y fomentar el trabajo en red. Otra utilidad que le vemos a este mapa, es que puede servir como un recurso para dar visibilidad a las entidades y facilitar que sean localizadas por aquellas personas, profesionales, especialistas, administraciones, plataformas y otras entidades que trabajan en este ámbito, así como otro tipo de agentes (centros educativos, bibliotecas, centros de atención primaria, universidades, etc.) que estén interesados en conocer quiénes somos y qué hacemos, para fomentar futuras colaboraciones. En el mapa, disponible en el blog www.epdsalutigenere.wordpress.com, se pueden observar veintiséis agentes (veinticinco entidades y una red de entidades) que han podido ser analizados en el marco del trabajo de campo del estudio. Tal como se puede observar en la Figura 3, se puede seleccionar en cada punto del mapa y aparecerá el nombre, el objetivo de la entidad, las principales temáticas en las que trabaja, su sitio web y su dirección en Barcelona. Conviene aclarar que las temáticas que aparecen en el mapa vienen de las intervenciones recogidas en el capítulo 5, Repertorio
de intervenciones, y por lo tanto están delimitadas a su actividad en el marco de la salud con perspectiva de género. Somos conscientes que las entidades trabajan más temáticas y por eso hemos considerado útil facilitar el acceso a su página web, con el objetivo de dar a conocer mejor cada entidad, al margen de la información que hayamos podido recoger en el marco del estudio.
MUESTRA DEL MAPA DE AGENTES
4.1 ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LOS AGENTES Además de parecernos enriquecedor el proceso de la identificación de las entidades, paralelamente al proceso de la elaboración de este mapa se generó un espacio de debate, reflexión y autocrítica, liderado por las mismas entidades, en el que salieron a relucir fortalezas, debilidades y cuestionamientos en cuanto a sus posibilidades de transformación social en el marco de sus acciones de EpD en salud y desde la perspectiva de género.
59 Capítulo 4 ¿Quiénes nos acompañan?
FIGURA 3
Dentro de las fortalezas, se señaló la idea de que “somos muchas”, que “sensibilidad y compromiso no falta”, y que se es consciente de tener un amplio conocimiento del mundo educativo y del ámbito de la salud en Barcelona. También se destacó que “existe una voluntad y convencimiento de que la perspectiva de género debe estar presente en todos los ámbitos”.
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También se ha considerado como fortaleza la existencia de redes y plataformas de entidades ya instaladas —Xarxa de Dones per la Salut, Comitè 1r de Desembre, la Plataforma per una Atenció Sanitària Universal a Catalunya (PasuCat) y la Plataforma contra les Violències de Gènere—, con una amplia trayectoria, con agendas potentes y con mucha capacidad de incidencia en distintos niveles. Por otro lado, a la hora de hablar de las debilidades, se ha planteado que, en el marco de las posibles alianzas entre entidades, se están “desaprovechando” aquellas asociaciones consideradas pequeñas (asociaciones de personas inmigradas, asociaciones de vecinos y vecinas, las AMPA, asociaciones de estudiantes, etc.) que tienen un tipo específico de conocimientos y experiencias muy valiosas “vinculadas al trabajo de calle y al trabajo directo con la gente, tanto en los barrios como en las escuelas”. En el marco de la reflexión sobre las dificultades y sobre la forma en que las entidades trabajan en el día a día, se reconoce “que nos comen mucho tiempo los objetivos operativos y no tanto los estratégicos”, entendiendo los primeros como “lo burocrático” (informes, rendiciones, memorias…) y los segundos como “los sustanciales para lograr la transformación social” (la movilización social o la participación en la definición de leyes, por ejemplo). Este apunte está vinculado a la percepción extendida de que las entidades cuentan con pocos espacios para hacer “un parón”, es decir, lugares donde puedan detenerse un momento a reflexionar sobre los objetivos, “lo que se está haciendo y cómo se está haciendo”. Este parón llevaría a cuestionarnos si estamos incidiendo realmente donde queremos incidir y a plantearnos medidas o cambios de orientaciones en ese sentido.
En otro orden de cosas, se han identificado debilidades en “cómo comunicamos y difundimos lo que queremos transformar y nuestros esfuerzos para conseguirlo”. Para algunas entidades esto representa un debate inacabado, ya que, para unas, se considera que se podrían difundir más y mejor las acciones que se realizan, pero, para otras, y tomando en cuenta los recursos que hay, “no se podría hacer mejor”.
En este sentido, se puntualizó además que, como entidades, nos vemos “marcadas” por nuestra propia identidad como organización (“asociación de homosexuales”, “asociación de mujeres pakistaníes. Por tanto, “se nos ve y se nos trata”, desde las administraciones y desde otras entidades, como los colectivos con los que trabajamos o de los que somos parte, es decir, muchas veces “se nos invisibiliza, se nos reduce o se nos ve como que somos una minoría”. Esto tiene un impacto en las relaciones de poder y en las posibilidades de ser escuchadas por parte de las instituciones que nos financian o por aquellas a las que nos queremos dirigir en el marco de nuestras acciones (centros de asistencia primaria, el Parlament, Mossos d’Esquadra…). También esto tiene otro efecto, referido al hecho de que a las entidades “se nos especializa y estigmatiza”, ya que muchas veces “no se nos ve como entidades interlocutoras, según el tema que se esté tratando”. Por ejemplo, uno de los resultados de este proceso de estigmatización es llegar al siguiente prejuicio: “¿Para qué llamar a una asociación de mujeres pakistaníes si ellas no tocan el tema del aborto o de las drogas?”.
61 Capítulo 4 ¿Quiénes nos acompañan?
En referencia a las posibilidades de producir cambios o provocar procesos de transformación, algunas entidades han planteado que “tendríamos que partir de un enfoque en donde reconozcamos que, como entidades, nos afecta el mismo contenido político de aquello que queremos transformar”, es decir, como entidades nos cruzan las mismas desigualdades que cruzan a las personas, colectivos o situaciones de discriminación e injusticia que intentamos abordar. “Somos entidades precarias”, por nuestra relación con las instituciones, por los recortes presupuestarios dirigidos especialmente a nuestra actividad y por “la guetización” que sufrimos en muchos aspectos.
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Partiendo de la identificación de estos condicionantes, se han sugerido una serie de medidas o enfoques para afrontarlos. En primera instancia, se sugiere que, como entidades, definamos nuestras finalidades en torno a un “proyecto político que parta de la incomodidad y de la disidencia a la estructura de poder y privilegios en las que estamos inmersas, reconociéndonos como afectadas pero también como aliadas de las personas que intentamos abordar” en nuestras intervenciones. Esto plantea la necesidad de ir muchas veces “a contracorriente”. Y, si estamos hablando de prácticas transformadoras, debe ser algo que esté incorporado en los objetivos de las entidades de forma visible y “que no quede implícito”. Esto remite a la idea de que “hay que creérnoslo”, que tengamos claro que nuestro objetivo como entidad no debe depender de una subvención, sino al contrario, se trataría de darle la vuelta a esas subvenciones y que sean ellas las que se enmarquen dentro de nuestros proyectos políticos. Si esto se logra, las intervenciones, por muy pequeñas que sean, estarán marcadas siempre por nuestras estrategias, pero también por nuestra manera de actuar e intervenir frente a las desigualdades. Este principio se extiende a la necesidad de coherencia cuando, como entidades, hablamos de género, ya que “si nos lo creemos tendríamos que aplicarlo a nuestras propias entidades”, es decir, en las relaciones que se establecen dentro de ellas. También hay que hacer algo para “superar la invisibilidad, no para ponernos una medalla o promocionarnos como entidad”, sino más bien para que se nos tome en cuenta en todo el espectro de acción en el que podríamos aportar algo para cambiar “las cosas”. La mejor manera de hacerlo “es que nos movamos, que se nos vea en muchos sitios, y así pareceremos que somos más”. Este movimiento implicará hacerlo no solo donde esperan vernos porque nuestra asociación así lo ha definido por la temática principal con la que trabaja (migración, VIH, prostitución…), sino que debe ser también en distintos espacios y temáticas en los que, a los ojos de los demás, “no esperen o quieren vernos” (en un plan de barrio, en foros o debates en universidades, discutiendo agendas globales…).
Otro aspecto relevante que se ha mencionado tiene que ver con las alianzas: “¿por qué no podemos hacerlo aquí?”, se preguntan y cuestionan muchas entidades que trabajan en Barcelona. “¿Por qué no podemos desarrollar más proyectos conjuntos y de intercambio de experiencias con las otras entidades que trabajamos en Barcelona, tal como lo intentamos hacer con los países del Sur?”
Por último, se ha reforzado la idea de no perder “el contacto con lo que está pasando fuera de nuestras oficinas”, de dar mayor alcance y amplitud de miradas a nuestras intervenciones; en definitiva, de “conectar con la calle” y que, producto de esa conexión, se “consiga una voz polifónica”. Conseguir una “voz polifónica” implica que nuestras intervenciones cuenten con los aportes de personas que representan saberes expertos, ya sea porque son especialistas en los temas que tratamos o porque lo viven o lo experimentan de cerca. Esto es algo puede hacerse por varias vías: mediante la figura de un “consejo asesor de personas expertas”, a través de un trabajo comunitario más territorializado a nivel de barrios, impulsando nuestra participación en las múltiples plataformas existentes o creando nuevas, trabajando bajo la figura de consorcios y con la militancia en movimientos sociales. En definitiva, son muchas las vías que pueden ayudarnos a incorporar diversas voces e ideas en nuestras intervenciones como entidades. En este sentido, además de lo interdisciplinar, lo interagencial se presenta como un recurso valioso a la hora de ampliar nuestra mirada.
63 Capítulo 4 ¿Quiénes nos acompañan?
Para lograr esto, las entidades invitan a seguir comunicando y compartiendo procesos, intercambiando metodologías y buenas prácticas de nuestras intervenciones. El beneficio de esto se verá reflejado al ampliar nuestra cobertura y alcance, ya que podemos crear “flujos transnacionales de luchas e ideas” entre entidades que parecen pequeñas pero que pueden tener un impacto en las redes locales y en las de sus países de origen. Por ejemplo, se ha destacado que el hecho de que recientemente en Chile se esté discutiendo sobre el aborto, se debe, en parte, y sin olvidar todo el trabajo de incidencia que ha venido haciendo el movimiento feminista chileno, a la presión que están ejerciendo muchas asociaciones de mujeres chilenas alrededor del mundo.
CAPÍTULO 5
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EL REPERTORIO DE INTERVENCIONES
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¿Cómo han sido nuestras prácticas?
Gracias al “mapeo de agentes”, hemos localizado y visto “quiénes nos acompañan”, las reflexiones que nos unen y nos cuestionan en relación a nuestra práctica como agentes de EpD que buscan un cambio en torno a la salud desde una perspectiva de género. No obstante, solo la identificación de las entidades no era suficiente y, tal como nos habíamos propuesto en nuestro segundo objetivo, quisimos preguntar sobre el detalle de las intervenciones, cómo se han venido haciendo, con qué finalidades, con el apoyo de quiénes —tanto desde el punto de vista del financiamiento como desde el punto de vista de colaboraciones y acciones conjuntas—, cuáles son los formatos que se han usado, los espacios donde se han desarrollado, las titularidades —de derecho, responsabilidades y obligaciones— a las que se han dirigido, así como su duración. Para esto hemos elaborado un Repertorio de intervenciones que puede consultarse en eli blog del estudio (www.epdsalutigenere. wordpress.com). En dicho repertorio se pueden observar que las 26 entidades que conforman el Mapa de agentes han puesto en marcha un total de 134 intervenciones —12 de ellas de forma conjunta con otras entidades— en los últimos diez años. Para la elaboración de este repertorio, hemos tomado como referencia el período entre el año 2006 y el año 2015, con el objetivo de poder tener una panorámica lo más amplia posible que nos permitiera visualizar cómo ha venido evolucionando la labor de las entidades que trabajan en este ámbito en la ciudad de Barcelona.
En sensibilización, abordamos la campaña “Salud para el Desarrollo” realizada en consorcio entre Farmamundi y Medicus Mundi. Esta intervención pretendía dar a conocer la vinculación entre derechos humanos y salud y, a su vez, entre salud y desarrollo. En ella se analizó la situación de las desigualdades en salud, visibilizando los condicionantes de género, los avances o retrocesos acaecidos en los últimos años, y se propuso la redacción de propuestas de mejora. Para más información, véase http://www.salutxdesenvolupament.org. En lo que respecta a la formación, se profundizó en la intervención Agendas de los Derechos Sexuales y Reproductivos en la Agenda Global y en la Agenda de Catalunya, llevada a cabo conjuntamente por la Asociación de Planificación Familiar de Catalunya y Baleares (APFCIB), CooperAcció y Creación Positiva. En esta intervención se pretende, desde la formación en incidencia política a distintos tipos de agentes (entidades, profesionales y personas de espacios técnicos y políticos), favorecer la creación de un espacio de capacitación común sobre las agendas internacionales relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos. Para más información véase https://agendessexuals.wordpress.com. En el ámbito de la incidencia política, seleccionamos una intervención dirigida a dar visibilidad al colectivo de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGTBI) en el Plan de Barrio Bon Pastor. Esta intervención fue llevada a cabo por la Associació Catalana per a la Integració d’Homosexuals, Bisexuals i Transsexuals Immigrants (ACATHI), y su objetivo
65 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
En el proceso de elaboración del Repertorio de intervenciones identificamos cuatro experiencias o intervenciones de referencia que nos han parecido interesantes y diversas en su enfoque y planteamiento. Estas intervenciones nos sirvieron para generar un espacio de debate en el marco de una jornada de trabajo con entidades, donde se discutieron en detalle los elementos constitutivos de dichas intervenciones (objetivos o finalidades, temáticas, enfoques, titularidades que aborda y formatos o metodologías) y en referencia a las dimensiones consideradas para la EpD.
fundamental era dar visibilidad y romper estereotipos tanto a nivel del barrio como de la ciudad sobre las problemáticas que vive el colectivo LGBTI desde un enfoque amplio de la salud y orientado al acceso de los servicios de forma igualitaria e intercultural.
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En cuanto a la investigación, propusimos el proyecto Wankja: Desarrollo en Salud y Género, llevado a cabo por la Fundació Aroa, donde se intenta promover la investigación, adaptación y aplicación de herramientas de conocimiento ancestral original para generar un cambio socioeconómico, medioambiental, en la educación y la salud en las sociedades plurales del siglo xxi. Para más información véase http://www.fundacioaroa.org/ paginas/wankja.html. Durante la jornada, estas intervenciones fueron presentadas por representantes de las entidades que las habían puesto en marcha a otras personas de entidades a quienes les interesaba la temática o que desarrollan intervenciones en dichas dimensiones. Gracias a la dinamización de los grupos desde un diálogo cercano, se encontraron puntos comunes en las particularidades y aspectos a resaltar en cada elemento a tomar en cuenta para el análisis de cada intervención: objetivos, temáticas, duración, financiamiento, espacios, formatos o dimensiones. Producto de la recogida, sistematización y análisis de la información producida en la jornada, entrevistas individuales, grupos focales y los resultados del análisis cuantitativo basados en el Repertorio de intervenciones, hemos podido profundizar sobre los elementos clave que entran en juego a la hora de plantear y poner en marcha intervenciones de EpD en salud con perspectiva género. Dichos elementos y debates, para cada uno de ellos, los exponemos a continuación.
5.1 LOS OBJETIVOS Resulta fácil reconocer, tal como aparece en la Figura 4, que mujeres, violencia, género, derechos, salud, sexual, sexualidad,
profesionales, prevención, herramientas… son las palabras usadas a la hora de fundamentar los objetivos de las intervenciones de las entidades. FIGURA 4 NUBE DE PALABRAS DE OBJETIVOS DE LAS INTERVENCIONES
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A este respecto, en distintos momentos del estudio hemos tenido la oportunidad de reflexionar con las entidades sobre el hecho de que unas palabras o conceptos se usen más que otros a la hora de definir nuestros objetivos, y se han planteado varias cuestiones. En relación con la palabra mujeres, al ser mayoritaria, se considera oportuno que haya aparecido citada en muchas ocasiones ya que “hay que saber que las mujeres son las personas que mayormente sufren las desigualdades en salud”. Otra de las palabras relevantes que sale reflejada en la nube de palabras y que ha merecido una especial reflexión por parte de las entidades ha sido violencia. Las entidades han manifestado su interés en que debería aparecer siempre “resaltada”, ya que el abordaje de la violencia “es una parte troncal en toda intervención de nuestro ámbito”. Una violencia debe ser puesta en evidencia, tanto en su manifestación cultural, estructural y simbólica como en los distintos espacios
a los que nos dirigimos (en la sala de espera de un centro de salud, en el aula, en nuestra casa…).
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Poner en evidencia la violencia también implica “hacer visible lo invisible” y revisar nuestras finalidades cuando nos referimos a la salud desde un enfoque o perspectiva de género. Implica “dar visibilidad” a las personas que no se incluyen (las mujeres, lo no masculino, las personas inmigradas, entre otras), y a lo que no es estudiado o lo es de forma sesgada por parte del sistema sanitario (necesidades o trastornos específicos de las mujeres y otros colectivos). Con respecto al hecho que la palabra derechos aparezca como una de las más mencionadas en los objetivos de las intervenciones, se explica porque, si estamos hablando de salud con perspectiva de género, tenemos que remitirnos ineludiblemente a los derechos (humanos, sexuales y reproductivos…), que, como tales, “tienen la característica de ser intangibles, indivisibles y condicionados fuertemente por el género”. Trabajar el derecho humano a la salud, por tanto, implica defender el “derecho al asilo, el derecho a vivir sin violencia o el derecho a decidir en todos los ámbitos de nuestra vida […]; tenemos que trabajar con esta complejidad y salir del corte y pega a la hora de definir nuestros objetivos y poder llegar a identificar cómo nos podemos responsabilizar como personas y entidades para que eso se haga realidad”. Ante la ausencia de algunas palabras en la nube y, por ende, a la hora de definir los objetivos, se ha reivindicado la necesidad de recuperar y acentuar las palabras poder y privilegio. Hemos de “poner sobre la mesa” que nuestro objetivo debería partir de abordar, concienciar y cuestionar el poder y los privilegios como condición necesaria para transformar las relaciones desiguales, y muy especialmente las de género, en el marco de la salud. Esto es válido tanto si nuestra intervención es un taller en un centro educativo como si es la organización de un manifiesto y movilización en defensa del derecho a la salud. En ese “llamado” a usar más las palabras poder y privilegio, se advierte que hay que tener cuidado con la palabra empoderar,
ya que muchas veces se concibe que algunas entidades parten de una “idea de empoderamiento errónea: a la gente no la empoderas tú, se empodera ella misma; tú a lo que puedes ayudar es a generar espacios de empoderamiento”. Por otra parte, se recuerda que trabajar con la palabra poder implica trabajar con el concepto “derecho a decidir” y con el fomento a la “capacidad de agencia” de las personas.
En un plano más técnico, se plantearon observaciones sobre la necesidad estratégica de “diferenciar los objetivos estables que tenemos como entidad y aquellos que pueden surgir producto de la priorización”. Se trata de saber diferenciar que nuestro “proyecto político como entidad es una cosa” y los proyectos que puedan ponerse en marcha desde el punto de vista de la priorización, y condicionados por las agendas de las administraciones u otros agentes, son otra. Esto permitirá enfrentarnos a la emergencia de temas y aprovechar su oportunidad, pero dotándolos de un carácter estratégico para nuestra entidad. Un ejemplo de esto es que si el tema de las personas refugiadas se vuelve “el tema” y nuestra entidad trabaja desde el punto de vista de los derechos sexuales y reproductivos, se debe hacer un esfuerzo para encontrar las conexiones y posibles áreas de intervención que, como entidad, podríamos aportar para dar una lectura más completa y crítica sobre el fenómeno (haciendo denuncia de los abusos y agresiones sexuales que sufren niñas y mujeres refugiadas, por ejemplo).
Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
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Así mismo, se considera que cuando planteamos los objetivos de nuestras intervenciones debe estar presente una “mirada interseccional”. Las entidades de EpD “trabajamos con la complejidad y la particularidad como señas” de identidad, dos palabras que hay que poner en valor y abordar necesariamente en todas nuestras intervenciones, ya que gracias a poner en evidencia lo complejo y lo particular que hay dentro y fuera, tanto de las personas como de los colectivos o comunidades, “podremos llegar a descodificar el impacto diferencial e injusto en el que muchas veces las personas se relacionan, y es aquí donde podemos desarrollar el pensamiento crítico que tanto se necesita para transformar su salud”.
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Hablar de objetivos conlleva también hablar de eficacia y eficiencia, de si los cumplimos o no, así como de la forma como lo hemos hecho. Se comparte la idea de que los criterios para medir la eficacia y la eficiencia de los objetivos de nuestras intervenciones no se corresponden con la potencia transformadora que puedan tener acciones consideradas más pequeñas porque posiblemente lleguen a menos gente. La “vara de medir” basada en números, o la visibilidad de lo que hacemos, no siempre es la mejor forma de medir los cambios que intentamos provocar. “Está claro que no es lo mismo el diseño de un material que llegue a dos mil personas frente a la puesta en marcha de un proceso más profundo de aprendizaje y reflexión en el cual hemos trabajado con veinte chicos y chicas en una escuela rural de Catalunya. La pregunta es: ¿cuál de estas dos acciones se acerca más a lo transformador?” Dentro de la variabilidad y de los aspectos que se consideran como objetivos a la hora de definir acciones, tenemos muchos ejemplos en el Repertorio de intervenciones. Sin embargo, las propias entidades han subrayado que “no deberíamos de perder de vista” la necesidad de que las intervenciones se basen en un “diagnóstico de género e identificación de necesidades”, y que deberíamos tener muy presente el tema del uso de ciertos conceptos “patologizantes o que desempoderen, como puede ser, por ejemplo, hablar de víctimas y no de mujeres que han sufrido violencia”. También se plantea la necesidad de que nuestras intervenciones estén orientadas “a mitigar, eliminar, cambiar efectos de políticas y prácticas en los servicios sanitarios que discriminan, la necesidad de incidir en protocolos de actuación, denunciar casos, abordar la cultura que provoca rechazo por parte de profesionales y, por último, la incorporación de las personas protagonistas en los procesos de decisión y organización de los servicios sanitarios, así como en procesos comunitarios y educativos relacionados con la salud desde el punto de vista del bienestar y calidad de vida”, entre otros. Por último, con la intención de dotar a nuestros objetivos de un marco de justicia global, se plantea que, más allá de que trabajemos con “países del Sur, hagamos un esfuerzo en el cual quede
5.2 LAS TEMÁTICAS
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Gracias al Repertorio de intervenciones nos hemos podido dar cuenta de la gran diversidad de temáticas abordadas en las distintas intervenciones de las entidades (Figura 5). A este respecto, cabe resaltar que las temáticas que han predominado son aquellas referidas a los derechos y salud sexual y reproductiva (40,8 %) y a la violencia machista o de género8 (16,91 %), seguidas del tratamiento de la diversidad cultural e interculturalidad (8,46 %), los condicionantes y desigualdades sociales en salud (6,62 %), VIH-SIDA (4,78 %), drogas y consumo de alcohol (4,78 %), adecuación y acceso a los servicios sanitarios (4,41 %) y hábitos de vida saludable (4,04 %). En menor medida, que han aparecido aquellas intervenciones referidas a masculinidades (2,94 %), medio ambiente y contaminantes químicos (2,21 %), medicamentos y medicalización (2,21 %) y, por último, salud mental (1,10 %).
Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
patente que las apuestas locales que hacemos tienen una conexión o se derivan de una reflexión de agendas marco o globales”. La discusión sobre las implicaciones que tienen los Objetivos de Desarrollo Sostenible7 a nivel global puede ayudar a encontrar puentes en este sentido.
7. Para más información véase http://www.un.org/sustainabledevelopment/ es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/. 8. Algunas entidades hablan de violencia machista, otras hablan de violencia de género. Sabemos que esta diferencia terminológica tiene implicaciones teóricas y políticas, pero en este caso, y con el objetivo de simplificar la visualización de los resultados, se han agrupado en la misma categoría.
FIGURA 5 TEMÁTICAS DE LAS INTERVENCIONES Otras (0,74%) Salud mental (1,10%)
Masculinidades (2,94%)
Medicamentos y Medicalización (2,21%)
Medio ambiente y contaminantes químicos (2,21%)
Condicionantes y Desigualdades sociales en Salud (6,62%)
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Hábitos de vida saludable (4,04%)
Adecuación y acceso a los servicios sanitarios (4,41%)
Diversidad cultural e interculturalidad (8,46%)
Violencia machista o de género (16,91%)
Derechos y Salud Sexual Reproductiva (40,81%)
Drogas y consumo de alcohol (4,78%)
VIH-SIDA (4,78%)
Profundizando en la temática que ha predominado en las intervenciones, es decir, la de derechos y salud sexual reproductiva, nos encontramos (Figura 6) que hay una serie de subtemáticas que han sido trabajadas por las entidades en donde la salud sexual y reproductiva (46 %) se ha puesto de relieve frente a las otras, seguida con mucha distancia de las violencias y agresiones sexuales (16 %), el enfoque de derechos sexuales y reproductivos (14 %), la diversidad sexual (10 %), los derechos humanos (10 %) y, por último, la mutilación genital femenina (4 %).
FIGURA 6 SUBTEMAS DE DERECHOS Y SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA Derechos y Salud Sexual y Reproductiva
Derechos Sexuales y Reproductivos (14%)
Salud Sexual y Reproductiva (46%)
Violencias Sexuales (16%) Derechos Humanos (10%) Diversidad sexual (10%)
Mutilación genital femenina (4%)
Somos conscientes de que el gráfico no describe la complejidad de la realidad, ya que muchas entidades trabajan una temática en combinación con otras; sin embargo, creemos que es un ejercicio de sistematización y un punto de partida para dar paso al debate. Y, efectivamente, lo ha sido: en el marco de la jornada de trabajo, algunas entidades han hecho una lectura sobre las temáticas que han predominado en las intervenciones en términos de que “no deberían sorprendernos estos resultados, ya que los derechos y la salud sexual y reproductiva se constituyen en un punto fuerte y central en la agenda de las mujeres”. Así mismo, ante el hecho de que aparezca la violencia como el segundo tema, las entidades entienden “que esto se debe a que si asumimos que trabajamos desde el enfoque de género no se puede obviar poner en el centro la violencia”. En línea con la constatación del peso central de la violencia como tema, se ha expuesto que “si hacemos una lectura crítica” de las otras categorías presentes en el gráfico, o bien de los puntos de partida de las intervenciones que ahí se reflejan, podríamos ver que todas
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y cada una de las intervenciones “tendrían que llevar la violencia como tema, implícita o explícitamente”. Esto significa que por ejemplo, “no es posible pensar en que cuando trabajamos con las drogas como tema no estemos hablando de los posibles riesgos de sufrir violencia que tienen las mujeres a la hora de consumir drogas”; violencia que puede ser propinada por sus compañeros en el consumo o bien por algunos servicios que no tomen en cuenta sus necesidades. Otra consideración con respecto a este resultado, y desde una postura crítica sobre las prácticas de las mismas entidades, es que “no todas lo hacemos bien”, ya sea porque nuestro punto de partida no toma en cuenta la violencia o las desigualdades o bien por la ausencia o presencia de determinados enfoques, como el de derechos humanos; “hablar de salud sexual reproductiva no es lo mismo si lo basamos desde el enfoque de derechos que si no lo hacemos”. Otra matización con respecto a las temáticas trabajadas por las entidades viene de la idea de “entrar por una puerta, para salir por otra”, es decir, si como entidades nos encontramos que, de alguna manera, se nos “empuja” a trabajar por algunas administraciones desde un enfoque centrado en la función reproductiva de la mujer, tenemos en nuestras manos la facultad de trabajar aspectos educativos-reflexivos “para llegar a otros lugares” emocionales, vivenciales y creativos que no las reduzcan en esos términos. Con la pretensión de “dar la vuelta” a las temáticas y de plantear temáticas que sean “potentes y políticas en sí mismas”, algunas entidades abogan por hablar del “autocuido y el autoconocimiento” como temáticas centrales. Con ello estamos contribuyendo a “romper con la idea de una salud restringida y enfocada a la enfermedad que nos quiere imponer el sistema biomédico”, pero también estamos poniendo en el centro a las personas como sujetos activos de su propia salud, de modo que se pone en valor el papel que desempeña el cuido en el proceso de salud-enfermedad, pero a la vez se cuestiona desde un enfoque de género la carga que esto ha supuesto para las mujeres y
la necesidad de poner sobre la mesa que se reconozca el derecho a que ellas mismas sean sujeto de cuidados.
Otra estrategia útil en este sentido es mostrar miradas alternativas a cómo se han venido trabajando dichos temas; esas miradas pueden venir por nuevos enfoques (la interseccionalidad, la interculturalidad, lo queer) o la inclusión de nuevos formatos.
5.3 LA DURACIÓN Y EL FINANCIAMIENTO El gráfico de la Figura 7 nos muestra el número de intervenciones que se han puesto en marcha cada año en el período de estudio (2006-2015). Resulta necesario precisar, en este sentido, que algunas de esas intervenciones se han iniciado antes del 2006 o bien que finalizarán después del 2015, por lo que no es un gráfico que dé cuenta de la vigencia de los proyectos.
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Ante la sensación de que algunas temáticas a veces pueden estar “copando” la agenda de trabajo de las entidades, se plantea la necesidad de “intentar encontrar huecos” en dichos temas para intentar “colocar” los nuestros. Para ello se concibe como una estrategia útil, aprovechar “el morbo” generado por ellos. Un ejemplo sería introducir, en temas como la migración —que en un momento dado puede ser predominante—, algún elemento o vínculo con otros temas que no se espera ser tratado; así, a algunas entidades les ha servido combinar la expectación creada por el islam en los últimos años, y esto les ha dado pie a poder trabajar el tema del VIH y la diversidad sexual dentro de él.
FIGURA 7 CANTIDAD DE INTERVENCIONES POR AÑO 90
86
80
80
80
70 60
76
56
50 41
Mapeando agentes e ideas transformadoras
40 30 20
22
26
26
2007
2008
32
32
2009
2010
10 0 2006
2011
2012
2013
2014
2015
A pesar de las consideraciones antes señaladas con respecto a la información que nos brinda el gráfico, podemos observar cómo se han ido incrementando —a excepción del período comprendido entre el 2009 y el 2010—, año a año las intervenciones. Concretamente los años 2012-2013 son el período en el que se produjo un mayor incremento. La lectura que han hecho algunas entidades sobre este incremento progresivo es que posiblemente se debe a dos factores: por una parte, al “compromiso” que cada vez más entidades van asumiendo para la aplicación de la perspectiva de género; por otra parte, la promoción y “condicionamiento” ejercido por parte de las administraciones a la hora de otorgar subvenciones basándose en la puntuación positiva a proyectos con este enfoque. Otras entidades han señalado que, igualmente, el trabajo en EpD ha ido en aumento por una mayor priorización o implicación de las entidades en intervenciones que buscan “la transformación social con una mirada más global”, así como por el incremento de recursos destinados por parte de las administraciones a la EpD. En el análisis de la duración de las intervenciones, también nos interesó conocer su periodicidad. En este sentido, la Figura 8 nos
indica que, por un lado, la gran mayoría de intervenciones son ejecutadas en el marco de un año (53 de las 134 intervenciones) y que, en segunda instancia, aparecen aquellas intervenciones que llevan diez años o más (20 intervenciones). FIGURA 8 PERIODICIDAD DE LAS INTERVENCIONES
60 50
53
40 30 20
16
15
20
19
10 0 1
2
3
4
1
2
3
2
1
5
6
7
8
9
Cabe aclarar que aquellas intervenciones con carácter plurianual en la mayoría de los casos —a excepción de algunas campañas y otro tipo de programas con múltiples componentes— tienen la característica de estar asociadas a servicios o a intervenciones puntuales (talleres, charlas, etc.) que están disponibles todos los años y que, por lo tanto, se han considerado como acciones que se realizan anualmente. Esta información ha dado pie a que se reflexionara en relación con la continuidad de las intervenciones. Así, se ha constatado que un elemento diferenciador de la EpD frente a otras estrategias para “llegar a la gente” es su apuesta por procesos a largo plazo y, en menor medida, por intervenciones puntuales. Sin embargo, esta continuidad para muchas entidades viene condicionada por las posibilidades del financiamiento de los proyectos. Algunas entidades han cuestionado este planteamiento diciendo “que no se trata de poner el foco en las subvenciones como la condición para dar sostenibilidad a nuestras intervenciones, sino que
10
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la potencia transformadora de los proyectos que cada entidad pone en marcha viene dada por nuestra lucha política que la sustenta”.
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Sin embargo, para otras entidades, esto último “suena un poco utópico porque, si no tenemos recursos, ¿cómo lo hacemos?”. En este sentido, se ha matizado diciendo que “no solo debería venir condicionada por las convocatorias, y más bien la idea sería solicitar un mayor compromiso a las administraciones”. Es decir, “que si se apuesta por unas intervenciones haya continuidad y no que nunca sepamos si vas a poder continuar a largo plazo, y que si se necesitan tres años, pues que se sepa desde el principio, con programas y no tanto con anualidades…”. Con respecto al financiamiento, hemos podido identificar (Figura 9) que existe un claro predominio de las subvenciones públicas (76 %), seguidas a mucha distancia de las intervenciones autofinanciadas y de carácter mixto (en esta categoría se encuentran financiamientos de otras entidades, o instituciones que pueden estar financiadas con fondos públicos o propios; tal es el caso, de la Plataforma Unitaria contra las Violencias de Género). Por último, encontramos que las subvenciones privadas, así como la Comisión Europea, han tenido una participación marginal en el financiamiento. FIGURA 9 FINANCIAMIENTO 3% 5% 8%
Subvención pública (76%)
8%
Autofinanciada (8%) Financiamiento mixto (8%) Subvención privada (5%) Financiamiento europeo (3%)
76%
En este sentido, conviene aclarar que, tal como se puede observar en el Repertorio de intervenciones, algunas intervenciones pueden ser financiadas simultáneamente por diferentes fuentes y entidades financieras. FIGURA 10 ENTES QUE FINANCIAN LAS INTERVENCIONES
8%
9% 11% 12%
23% 4% 3% 3%
26%
1%
Ajuntament de Barcelona (26%)
Fondos Propios (8%)
Generalitat de Catalunya (23%)
Entidades y Fundaciones Privadas (4%)
Diputación de Barcelona (12%)
Plataforma unitària contra les violències de gènere (3%)
Agencias y Ministerios del Estado Español (11%)
Comisión Europea (3%)
Otras entidades e Instituciones (9%)
Universidades (1%)
79 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
En relación con estas fuentes de financiamiento, se consideró oportuno conocer los diferentes entes que han financiado las distintas intervenciones (Figura 10): el Ajuntament de Barcelona (26 %), seguido muy de cerca por la Generalitat de Catalunya (23 %), son los entes que mayor presencia tienen en los proyectos que se han ejecutado en Barcelona sobre la temática que nos ocupa. La Diputació de Barcelona (12 %) y las agencias y ministerios del Estado español (11 %) los siguen en un segundo plano.
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Las apreciaciones que han tenido las entidades con respecto a cómo se ha comportado el financiamiento y cuáles han sido los entes que han financiado las intervenciones, han ido encaminadas a “no perder de vista que parece haber una sobrerrepresentación del financiamiento público”. Este cuestionamiento parte del argumento de que muchas veces no es cierto que se financian todas las intervenciones en su totalidad y en muchos casos las entidades asumen costos invisibles. Sumado a esto, a menudo no se indica la parte que aportan las entidades en relación con las obligaciones que imponen algunas convocatorias (a veces exigen que la entidad cofinancie un 20 % de fondos propios, por ejemplo), o el hecho de que algunas entidades hayan tenido que dividir un proyecto en diferentes “miniproyectos” o actividades para presentar a diferentes convocatorias según sus exigencias o para realizarlo en fases sucesivas en diferentes años. En otro orden de cosas, algunas entidades han planteado que “hay que darle vueltas, al sistema de financiamiento”, ya que tienen la percepción de que en algunos casos “silencia luchas y financia la no transformación”, es decir, prioriza algunos temas, entidades o intervenciones en las que su apuesta “no parte de la disidencia” o no tiene como punto de partida el cuestionamiento de la desigualdad y el reconocimiento de los derechos. Por último, aquellas entidades que se autoconsideran “pequeñas” han planteado que el sistema de financiamiento debería ser revisado, dado que “las entidades no somos las mismas, ni en capacidades, ni a nivel de alcance…”. Si se plantearan subvenciones tomando en cuenta diferentes requisitos, atendiendo a la diversidad, particularidad y condicionantes de las entidades, se podría ampliar el espectro de intervenciones y llegar a colectivos o realidades específicas, a las que no pueden llegar las entidades más grandes, que son las que normalmente no tienen dificultades para presentarse a las subvenciones. Esto último ha sido matizado por otras entidades, que han planteado que las entidades grandes igualmente tienen problemas
con el sistema de financiamiento e incluso se enfrentan a otras dificultades. “No se trata de un problema entre entidades grandes y pequeñas”, se trata de ir más allá en el análisis del sistema de financiamiento y poder determinar, entre otras cosas, a qué tipo de entidades (independientemente de su tamaño) recae el mayor porcentaje de financiamiento y si las razones son técnicas o de otra índole. Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
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5.4 EL FORMATO Y LOS ESPACIOS En lo que respecta al formato de las intervenciones, la Figura 11 refleja que, en mayor proporción, los formatos empleados por las entidades han sido los cursos (16 %), seguidos de los talleres formativos (14 %) y el diseño de materiales (8 %), mientras que los documentales, las muestras de cine y los manifiestos de diversa índole son los formatos que menos se han utilizado (entre el 1 % y el 2 %). Conviene precisar que muchas veces en una misma intervención pueden combinarse uno o varios formatos. FIGURA 11
16 % 14 %
8 % 8 %
5 %
7 %
5 %
5 % 5 %
5 %
5 %
3 % 4 %
2 % 3 %
1 %
2 %
1 % 2 %
FORMATOS DE LAS INTERVENCIONES
Documentales, cortometrajes (1%)
Páginas web y blogs (4%)
Charlas (7%)
Muestras de cine (1%)
Exposiciones (fotográficas, audiovisuales) (5%)
Investigaciones (8%)
Otras (2%)
Conferencias, ponencias, artículos (5%)
Materiales (8%)
Teatro-Foro, performance (2%)
Seminarios (5%)
Talleres (14%)
Manifiestos (2%)
Videofórums, Cinefórums (5%)
Cursos (16%)
Encuentros (3%)
Informes y publicaciones (5%)
Debates (mesas redondas, coloquios, conversatorios) (3%)
Jornadas (5%)
Partiendo de la precisión anterior, las entidades han valorado positivamente la necesidad de aumentar el uso de formatos múltiples dentro de una misma intervención; “combinar talleres con nuevas tecnologías y acciones en las redes sociales”, por ejemplo, puede dar, y lo está haciendo, otro alcance y “nuevas formas de llegar a la gente”.
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Caben algunas matizaciones a este respecto: por un lado, esto “no debe verse como una condición para realizar nuestras intervenciones”, pero se considera como algo que les daría más amplitud y dinamismo; y por otro lado, hay que “tener cuidado”, porque a veces la innovación en la combinación o introducción de nuevos formatos se valorar como una oportunidad, pero no siempre resulta, por cuestiones de habituación de las personas o colectivos con los que trabajamos (cursos en línea, uso de aplicaciones, etc.). Las entidades han reivindicado el principio de que “a veces menos es más”, ya que se considera que también en formatos más pequeños y extendidos en el tiempo es donde se facilitan las condiciones para abordar mejor aquello que llamábamos “complejo y particular”. Las intervenciones como el Aprenentatge Servei (APS)9 o participar en un plan de barrio comunitario pueden ser vistas como “pequeñas” por algunas administraciones o financiadoras, pero tienen la característica de ser intensivas, proponen profundidad en la reflexión de los problemas y prevén la multiplicación a otros agentes y espacios de nuestro entorno. No se trata de plantear que hay formatos mejores que otros, se trata de “poner en cuestión el qué y para qué de nuestras intervenciones, dónde ponemos el foco”. Lo que se busca poner sobre la mesa con esta idea es que no condicionemos nuestras perspectivas de mayor impacto en función de formatos considerados “grandes”, ya sea por el financiamiento que manejan o por el esfuerzo de gestión que implican (una muestra de cine internacional o campañas de sensibilización multicomponentes, por ejemplo).
9. Para más información véase http://www.aprenentatgeservei.org.
En otro orden de cosas, con respecto a los espacios (Figura 12), hemos encontrado una amplia gama de espacios en los que se han llevado a cabo las diferentes intervenciones de las entidades. Dentro de ellas, vemos que han predominado los equipamientos culturales para la ciudadanía, seguidos por actividades hechas en las propias entidades (16 %), centros de educación formal (13 %) y servicios sociosanitarios (10 %). Tal como ocurre con los formatos, una intervención pudo haberse desarrollado en varios espacios a la vez. FIGURA 12 ESPACIOS DE LAS INTERVENCIONES 25
24
20
16
15 13
10
10
5
5 4 3
0
4
5
6
5
4
3
1
1
% Festivales y salas de cine (1 %)
Medios de comunicación, Internet y Redes Sociales (6 %)
Espacios de decisión política (3 %)
Servicios sociosanitarios (10 %)
Colegios de profesionales (3 %)
Centros de educación formal (13 %)
Espacios de las administraciones (4 %)
Entidades (16 %)
Calle (4 %)
Centros socioculturales y equipamientos para la ciudadanía (24 %)
Centros de educación no formal (4 %) Universidades (5 %) Otro tipo de espacios (5 %)
Otro tipo de centros (1 %) Otro tipo de espacios (5 %)
En torno a la discusión de los espacios, las entidades mencionaron la necesidad de que nos “movamos por espacios donde no nos esperan ver”. El trabajo comunitario en bibliotecas, plazas, parques y las redes sociales en internet se constituye en alguna de las apuestas por parte de las entidades con el objetivo de “llegar a más gente”.
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5.5 LAS TITULARIDADES
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A la hora de conocer a quiénes iban dirigidas las intervenciones, se consideró oportuno hacer una división en términos del enfoque de derechos en cuanto a titularidades de derechos, responsabilidades y obligaciones. Tal como ocurre con los otros elementos que forman parte de las intervenciones (temáticas, financiamiento, formatos, espacios), se ha dado el caso de que algunas intervenciones pueden trabajar una o más titularidades al mismo tiempo. Producto de esta categorización hemos podido visualizar (Figura 13) que la mayoría de las intervenciones están dirigidas a los titulares de derechos (56 %), seguidas de los titulares de responsabilidades (39 %) y, en última instancia, a los de obligaciones (5 %). FIGURA 13 TITULARIDADES A LAS QUE SE DIRIGEN LAS INTERVENCIONES Titulares Titulares de derechos
Obligaciones (5 %)
Responsabilidades (39 %)
Colectivos específicos (39 %)
Población en general (17 %)
Así mismo, dentro de los titulares de derechos hemos visto que las intervenciones se han dirigido predominantemente a colectivos específicos (39 %), tales como personas inmigradas, colectivo LGTBI, personas en situación de prostitución, niños y niñas, adolescentes, jóvenes y estudiantes y, por otra parte, a la población en general (17 %). Ante este resultado, las entidades han hecho diversas reflexiones en torno al uso que le damos al término “titulares de de-
En línea con esta reflexión, se apunta la importancia de no caer en el fenómeno de la representación, es decir, que nos deberíamos preocupar por “llevar el mensaje y no hablar en nombre de”. Es decir, no tratar a los titulares de derechos como personas beneficiarias, decidir y hablar por ellas o definir lo que necesitan. Esta reflexión conlleva otro tipo de cuestionamiento, y es que a veces “no siempre se llega a los titulares de derechos a los que nos hemos propuesto intentar llegar”, algo que algunas entidades han planteado cuando se hace referencia a las acciones de sensibilización que dirigen la mirada hacia y sobre países del Sur. En relación con el menor peso de las intervenciones dirigidas a los titulares de obligaciones, varias entidades plantearon su intención de poner en marcha más acciones dirigidas sobre este segmento, ya que para ellas muchas veces esto implica valorar e identificar “las instituciones responsables que podrían incidir en las situaciones de desigualdad y violencia con las que nos tenemos que enfrentar”. Es decir, deberíamos reclamar obligaciones a quién corresponda. Desde las entidades que tienen un mayor bagaje en este tipo de intervenciones, se recomienda tener en cuenta que el contexto político es muy cambiante y que, cuando diseñamos nuestras intervenciones y metodologías de seguimiento a titulares de obligaciones, muchas veces su continuidad se verá afectada por momentos de inestabilidad política (las elecciones, por ejemplo). Además de estas precisiones, las entidades introdujeron un “debate semántico” muy interesante en lo que respecta a la divi-
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rechos”, ya que para algunas, cuando se habla de titulares de derechos al final se acaba asemejando a hablar de “personas beneficiarias”. A este respecto, se considera que esta vinculación entre ambos términos nos remite a “relaciones de poder que podamos estar perpetuando” y se contradice con la pretensión del enfoque de derechos de alejarse de una visión asistencialista o paternalista. “Al final se los denomina diferente pero se los considera igual en muchas intervenciones”.
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sión clásica que se ha establecido entre titulares de derechos, responsabilidades y obligaciones, ya que para muchas de ellas no se corresponde con “el trabajo político y transversal que se quiere dar”. El argumento principal con respecto a este cuestionamiento es que “todos y todas somos titulares de derechos y a la vez podemos tener obligaciones o responsabilidades derivadas de nuestro rol o trabajo con respecto a determinadas temáticas y momentos en los procesos de cambio”. A este respecto, algunas entidades han matizado que “no son comparables, las obligaciones individuales de una persona, con las que el Estado tiene con la ciudadanía”. Se trata de una distinción que conviene aclarar de cara a ubicar mejor el aporte que nos brinda pensar en titularidades de corresponsabilidad y afinar la mirada sobre cómo aplicamos estos términos. En el mismo espacio de debate, y con ánimos de dotar de especificidad el trabajo que se hace desde la EpD, se introdujo la necesidad de que se hable de “titulares de corresponsabilidades”, dado que lo que se busca en muchos casos es dar una amplitud a la noción de derechos e introducir la idea de que, conociendo nuestros derechos, somos corresponsables en las acciones necesarias para que sean reconocidos, tanto por nosotros y nosotras como personas, como también por las demás. Esto facilitaría procesos que se alejasen de la idea de beneficiarios y beneficiarias y que limitasen su capacidad de agencia, algo relevante sobre todo en el ámbito de la salud, ya que lo que se busca es que “las personas se corresponsabilicen de su propia salud y no que el profesional decida por ellas”.
5.6 LAS DIMENSIONES Analizando las distintas dimensiones de la EpD (Figura 14), nos encontramos que las acciones de sensibilización son las que con mayor frecuencia se han llevado a cabo (38 %), seguidas de las de formación (34 %) y, con una considerable distancia, las de investigación (7 %) y las de incidencia política (4 %). Así mismo, se han identificado también algunas intervenciones que han
combinado dimensiones. La sensibilización es la que con mayor frecuencia se combina con las demás: con incidencia política, un 6 %, y con formación e investigación, un 4 %.
FIGURA 14 DIMENSIONES DE LA EpD 6% 4% 34%
Formación (34%) Formación+Incidencia+Investigación (1%) Formación+Investigación (1%) Incidencia política (4%) Investigación (7%) Investigación +Sensibilización (4%)
38%
Investigación+ Sensibilización+Formación (1%) Sensibilización (38%) 1% 4%
Sensibilización + Formación (4%) Sensibilización +Incidencia política (6%)
7% 1% 4%
En relación con estos hallazgos, las entidades han insistido en la necesidad de “romper fronteras” en cuanto a esas dimensiones, y han planteado que “no podemos pensar esas dimensiones como estancos porque la realidad de nuestras intervenciones así lo ha demostrado y porque debe ser una aspiración a futuro”. Se plantea como “aspiración a futuro”, ya que interrelacionar estas dimensiones es visto como un esfuerzo que facilita y po-
87 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
También hemos identificado, aunque de forma escasa, que algunas intervenciones han hecho esfuerzos por integrar tres dimensiones, tales como la formación, incidencia e investigación (1 %) y la investigación, formación y sensibilización (1 %). Con respecto a este tipo de combinaciones, se ha señalado, además de las apuestas particulares de las entidades, el hecho de que el Ajuntament de Barcelona ha ido estableciendo como condición a las subvenciones a ciertos programas de EpD la existencia de al menos tres dimensiones.
tencia en mayor medida la integralidad de los procesos educativos que se intentan emprender con la EpD.
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Por otra parte, en el marco de la idea de “romper fronteras”, las entidades han coincidido en proponer un “reordenamiento en los puntos de partida” cuando se habla de dimensiones, en donde la incidencia política sea considerada como el foco de todas las intervenciones, ya que todo tiene un componente político. El planteamiento es: “Si yo quiero cambiar algo, dirigiéndome a una política o a un servicio, yo lo puedo hacer con distintas herramientas, como la sensibilización, la formación o la investigación”. En esta línea, ha surgido un cuestionamiento a cómo visibilizamos lo que se hace en cada una de las dimensiones, tanto desde las administraciones como desde las mismas entidades, ya que actualmente muchas entidades hacen incidencia política de muchas formas y puede que no lo estemos reflejando en nuestros informes, memorias, formularios de subvenciones e incluso en este mismo estudio, algo que tiene un efecto invisibilizador de todo el trabajo que se hace cotidianamente en este sentido y que se ha visto poco reflejado, en términos del porcentaje de intervenciones de incidencia, reflejadas en la Figura 14. Hablando en detalle de cada una de las dimensiones, tanto en las entrevistas como en los grupos focales y especialmente en los grupos temáticos de la jornada se ha generado un profundo debate lleno de cuestionamientos y propuestas que pueden ser aplicables en muchos de los casos a una o varias dimensiones. A continuación se presentan las principales reflexiones que han sido resaltadas en cada una de ellas.
5.6.1 SENSIBILIZACIÓN
Cuando las entidades hablan de sensibilización lo hacen identificando su principal limitación: “solo con que nos dirijamos puntualmente a una persona no cambiarán sus actitudes y sus comportamientos”.
Abordar la complejidad, en este sentido, también implica hacer una labor frente al fenómeno de “que a las personas nos cuesta ver que no vivimos en una situación de igualdad y que se sufren violencias aquí, tanto como se sufren violencias allá”. La idea es llevar un “mensaje-semilla” que promueva una reflexión crítica sobre lo que pasa con nuestro entorno, tratando de identificar y conectar las lógicas que operan en relación con el entorno de las demás personas. El objetivo es transitar de un pensamiento basado en la idea de “lo que pasa allá a mí no me pasa” hacia una reflexión encaminada a contrastar “lo que pasa allá con lo que me pasa a mí, sabiendo que, aunque sea de otra forma, también me pasa”. Este objetivo se vincula con la idea de que “lo que se hace con la sensibilización es simplemente dar testimonio”, ser testigos de otras experiencias y poner caras y matices a las situaciones de desigualdad que se intenta abordar. Ser testigo implica poner énfasis en problemas que conecten con la gente pero que también contemplen “llevar a la gente a otras y nuevas realidades”, poco vistas o difundidas por el sistema dominante, con una mirada más informada y más contextualizada de ellas. De forma sugerente, y en correspondencia con la idea de “titularidades de corresponsabilidad” que se señaló anteriormente, se aboga porque las acciones de sensibilización, además de su
89 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
Ante esta limitación, se ha planteado que cuando llevemos a cabo acciones de sensibilización, se tendría que buscar el mayor impacto posible dentro de las posibilidades que nos da “lo puntual”. Esto lo podemos hacer intentando descomplejizar nuestro mensaje, aterrizarlo o acotarlo, dando ejemplos desde la proximidad o vivenciales. El mensaje se ha de “enfocar a un lugar” o a situaciones concretas que identifiquen y conecten causas y responsabilidades sobre las desigualdades que, por ejemplo, tienen hombres y mujeres a la hora de ser atendidos por un servicio sociosanitario. Solo así facilitaremos una reflexión y acercamiento puntual pero con suficiente capacidad para abordar la complejidad que queremos transmitir.
intención de “despertar cosas”, deberían contemplar “fórmulas de apoyo” a las personas que reciben nuestras acciones de sensibilización.
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El apoyo que se sugiere se basa en facilitar, a las personas que reciben o asisten a nuestras campañas, charlas o talleres, dar respuesta a la pregunta “¿y yo, qué puedo hacer, ante la injusticia que me están mostrando?”. Se trata de buscar maneras de vehicular la implicación, hacerlo fácil, sugerir opciones y construirlas con las personas mismas. Esto puede darse mediante el acompañamiento en el diseño de acciones o dando a conocer experiencias concretas en las que las personas se puedan sumar o comprometer individual o colectivamente (suscribir y sumarse a manifiestos, objeciones de conciencia a decretos injustos, cambios de comportamiento en nuestras relaciones personales basados en el autoconocimiento…). Por último, y desde un punto de vista técnico, se ha mencionado la necesidad de que haya más esfuerzos encaminados a evaluar las campañas de sensibilización en términos del impacto real que estas puedan tener en relación con su contribución (o no) al cambio social.
5.6.2 FORMACIÓN
En correspondencia con la necesidad de dar mayor continuidad a nuestras intervenciones, algunas entidades consideran útil y necesario un “proceso de tutorización o acompañamiento posterior” a la realización de las formaciones. Este proceso de tutorización consistiría en acompañar a las personas a las que se han dirigido nuestras formaciones con miras a dar más consistencia a las herramientas y capacidades que se ha intentado transferir en ellas, así como garantizar nuevas alianzas y el seguimiento de nuestro proyecto político como entidad. El principio sería “sentémonos y pensemos qué cosas podemos hacer con eso que has aprendido”, y con esto ayudarnos mutuamente a conseguir defender un derecho (a la salud, a vivir sin violencia…) o, por ejemplo, a denunciar una situación injusta (acceso a
los servicios de personas inmigradas) o tratos discriminatorios (a personas gitanas, personas trans…).
Algunas entidades reclaman también la necesidad de hacer una distinción entre una formación permanente y una “formación seta”, más propia de acciones de sensibilización, es decir, formaciones “oportunistas”, las cuales se enmarcan poco dentro de una orientación transformadora. Estas formaciones se consideran poco deseables en términos de su poca contribución a la profundidad que puedan aportar. No obstante, hay que ser conscientes de que en algunos casos se tendrán que hacer, y que su “efecto seta” se puede contrarrestar aprovechando la oportunidad de introducir estratégicamente aquello que, como entidad, nos parece importante, que esté vinculado de alguna forma o que es parte de la agenda que queramos promover. Haciendo autocrítica, se planteó un cuestionamiento sobre la cobertura y el alcance de nuestras formaciones: “¿A quiénes llegan, estas capacitaciones? Tengo la sensación de que a nosotras mismas”, opinaban algunas entidades, como una forma de denuncia de lo “endogámico” que podría parecer el hecho de que muchas formaciones eran para gente que “ya estaba interesada, que era la misma”. En este sentido, se ha planteado que hay colectivos con los que se podría trabajar más, y que podrían tener más ámbito de incidencia por sus responsabilidades, sea como agentes replicadores o por su función política. Esto requiere que hagamos un ejercicio de valoración previo que nos ayude a identificar los colectivos a los que podemos
91 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
Con respecto a la forma en que se diseñan las formaciones, se refuerza la idea de garantizar que se constituyan en “un punto aglutinador entre academia, experiencia personal y de nuestra labor como entidades”. Esto nos permitirá ir más allá en nuestros planteamientos, hacerlos más cercanos y conectar con la calle, introduciendo sus complejidades y matices.
tener más impacto y saber diferenciar aquellas formaciones abiertas o destinadas a la población en general y no con colectivos específicos y bien definidos.
5.6.3 INVESTIGACIÓN
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Se concuerda en que investigar desde la mirada de la EpD en salud con perspectiva de género implica “visibilizar saberes, prácticas y rasgos comunes que puedan ayudar a las mujeres y hombres en la búsqueda y gestión de su propia salud”. Esto implica poner en valor, frente al poder científico-médico, aquellos saberes y metodologías que están desestimados por el hecho de “no responder a lógicas científico-técnicas hegemónicas”. Esto tiene una implicación directa en el desarrollo mismo de las investigaciones, ya que se ha señalado la necesidad de organizar la investigación desde el enfoque de género, atendiendo al lenguaje que usamos, la forma de relacionarnos durante el proceso, la relación con las personas sujetas a la investigación, prestar atención a las relaciones de poder entre investigadores/as así como la necesidad de configurar de equipos interdisciplinares con diferentes experiencias y puntos de partida. Así mismo, hay que pensar en el equipo de investigación como “un espacio intercultural dado que hay una diversidad de disciplinas, géneros y miradas”. En este sentido, cuando algunas entidades hablan de investigación, hacen hincapié en la noción de que investigar es “hacer preguntas con la idea de conocer para transformar”, noción que debería vincularse a la idea de “autoconocernos y transformarnos” como personas (pacientes, personal sanitario, hombres, mujeres, jóvenes, etc.) y como entidades. Esto implica que, así como intentamos incidir en la definición de agendas políticas, habría que incidir en la definición de “agendas de creación de conocimiento” que busquen generar evidencias y que partan de la visibilización y estudio de relaciones que,
sin un enfoque de género, no hubieran sido puestas sobre la mesa, como por ejemplo la relación entre la violencia machista y el VIH.
A este respecto, algunas entidades plantearon que la utilidad de las investigaciones no se basa en la acción misma de “investigar” como medio para “legitimar nuestras formaciones”, sino que más bien su utilidad viene dada en varias vertientes. Por una parte, la investigación, vista desde un “punto de vista circular”, permite que el conocimiento generado —basado en cualquier contexto donde se origine, ya sea en otros países, en nuestro barrio o en nuestros propios servicios como entidades— sirva para retornarlo a nuestro entorno, a nuestras prácticas o metodologías, en una constante retroalimentación. Por otra parte, con la investigación en su versión más aplicada, “tenemos la posibilidad de medir resultados a corto y largo término en relación con el cambio de actitudes y valores que procuramos provocar” con nuestras intervenciones de EpD. En este sentido, también se considera útil a la hora de justificar nuestras intervenciones, sumándola a las estadísticas y datos cuantitativos que nos piden las administraciones, información de índole cualitativa y basada en los mecanismos que contemplamos necesarios para llevar a cabo, y en clave transformadora, nuestras intervenciones. Independientemente de si las entidades ponen en marcha investigaciones o no, estas tienen la utilidad de dotarnos de información, debates y evidencias que pueden servir para enriquecer nuestras intervenciones. Pero además, y desde una lógica de incidencia, ayudan a “enriquecer nuestros argumentos de cara a fundamentar mejor aquello que estamos defendiendo”, en el
93 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
Así mismo, explorando la vinculación entre incidencia e investigación, las entidades han considerado necesario reivindicar en las administraciones la necesidad de indicadores no androcéntricos e información precisa sobre datos en género y salud, que superen la lógica binaria hombre/mujer y que aborden problemas de muchos subregistros sobre fenómenos como el de la violencia machista.
marco de un posicionamiento sobre alguna política específica o en torno a medidas que estén siendo tomadas por parte de los servicios sanitarios.
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En otro orden de cosas, para algunas entidades que han emprendido investigaciones en distintos momentos, se ha planteado la dificultad de que “muchas veces nos enfrentamos al lenguaje de la administración o de las instituciones académicas”. En ellas existe la percepción de que cierto tipo de investigaciones no son consideradas de interés por los temas o metodologías que abordan o por el hecho de que exigen mayores procesos de implicación (investigaciones a largo plazo, con gran implicación de personal, con metodologías, técnicas o enfoques cualitativos o etnográficos, por ejemplo). Se dice, en este sentido, que este tipo de investigaciones son vistas como “no prioritarias o no financiables”. En la discusión sobre algunas investigaciones que parecen ser “bien recibidas y otras, no”, se ha sugerido “que a veces, y de forma estratégica”, no está mal manejar el lenguaje y canales institucionales” para incluir en ellos nuestra agenda de investigación. Esto es que si manejamos el lenguaje y procedimientos normativos de la investigación institucionalizada, podemos situar en ella conceptos que “antes no sonaban como científicos”, como ha podido pasar con el concepto de resiliencia, el empoderamiento o el género mismo; es decir, podremos llegar a normalizar su uso e incluso que se conviertan en líneas de investigación importantes o ítems necesarios en cualquier encuesta o censo. Ante esto, se ha compartido la idea de que “cada entidad genera conocimiento” que muchas veces no queda registrado pero que, sabiéndolo sistematizar y poniéndolo en valor, puede tener la misma validez que cualquier conocimiento generado en el marco de una investigación. Se trata, pues, de pensar en procesos de reflexión-acción y cuestionarnos constantemente “¿cómo mi hacer genera conocimiento?”, e ir intentando dar respuesta a esta pregunta con cada una de las intervenciones que ponemos en marcha.
Ante esto, se insistió en la idea de que, “frente al deseo de publicar”, nos debería interesar más “el deseo de transferir” el conocimiento y la riqueza del proceso generado en el marco de nuestras investigaciones. Esta transferencia de conocimiento generado debería difundirse entre todas las personas interesadas, estén donde estén (en otros países, en nuestra ciudad, en un servicio, en una universidad, en entidades vecinas…), “en un lenguaje sencillo y de proximidad para que pueda llegar”.
5.6.4 INCIDENCIA POLÍTICA
Una primera reflexión que abarca esta dimensión es precisamente un cuestionamiento sobre ella con relación a qué se entiende por incidencia política. Es una reflexión que implica que “debemos ampliar la mirada y a lo que entendemos por incidencia”. Esta invitación viene de algunas entidades más vinculadas con el trabajo comunitario, las cuales parten del argumento de que “todas y cada una de las personas tenemos distintos puntos de poder y privilegios, ya sea en nuestra escuela, en el barrio, en la comunidad de vecinos, en los servicios sanitarios, en la consulta médica, en nuestra casa…”, por lo que resulta necesario abandonar la idea de que hacemos incidencia política solo en “las altas esferas de la política”. Tal como se mencionó anteriormente, mucho de nuestro trabajo como entidades es tratar de dar visibilidad a “aquello y aquellas personas que han sido ninguneadas” (las mujeres, saberes,
95 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
Otra puntualización hecha en los debates realizados por las entidades iba en el sentido de que hacer investigación implica también “enfrentarse a una hegemonía masculina en el ámbito de la comunicación y de las publicaciones de nuestros hallazgos”. Dicha hegemonía se evidencia en que los que publican mayoritariamente son hombres, y los temas no toman en cuenta necesidades o particularidades específicas de las mujeres u otros colectivos.
culturas…). Podemos visibilizarlas no solo desde la política institucional, sino también incidiendo con mirada política en todos los ámbitos en los que cotidianamente participamos.
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En línea con este planteamiento, se debe tener en cuenta que “a veces los esquemas clásicos de incidencia no sirven” cuando queremos incidir y dar visibilidad a alguna situación en esos espacios. Por tanto, no siempre hay que abordar a los que más poder formal aparentan tener en una comunidad (por ejemplo, el presidente o la presidenta de una asociación vecinal), sino más bien “abordar aquellos poderes informales” que se manifiestan cotidianamente en la forma en que se dan las conversaciones y las relaciones sociales entre vecinos y vecinas a nivel de la escalera, en los parques o en las bibliotecas. Desde un punto de vista de la política global o institucional, de la incidencia en foros políticos y parlamentos, algunas entidades han hecho un llamamiento a pensar en cómo algunas agendas “se están imponiendo con poca transparencia” y de una forma sesgada a la hora de entender los derechos humanos y la salud misma. A este respecto, se hizo mención de la forma en que se han aprobado los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de cómo han existido una serie de iniciativas que han emprendido campañas para incidir en ellos.10 Ante esto, algunas entidades plantean la necesidad de “encontrar esas agendas, analizarlas y darlas a conocer”, ya que se tiene la percepción de que se desconocen porque “históricamente no se han visto como agendas propias o se lucha en ellas pensando, de forma paternalista, que son para ayudar a otros países”, y no en conexión con lo que pasa en nuestro entorno. En este espacio de debate, algunas entidades han propuesto que las agendas políticas hay que “desmontarlas, darles la vuelta y hacerlas nuestras”, sabiendo que en muchos casos “son papel mojado”, pero que normalmente actúan como condicionantes
10. Para más información véase http://meteteconlasmetas.org.
a la hora de ejercer y reclamar derechos, así como para determinar nuestras acciones. El principio que sustenta este argumento sería “no nos da igual, tenemos que garantizar presencia, aunque no nos guste el ambiente o el lenguaje” que se maneja en dichos espacios.
Conscientes también de que muchas de las agendas políticas parecen “estar ya cocinadas sin nuestra participación”, se plantea que “nunca es demasiado tarde”, siempre hay posibilidad de incidir y de emprender medidas para poder intervenir o darle seguimiento. Un ejemplo de estas posibilidades lo podemos ver en iniciativas como el informe sombra de la Convención sobre la Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), que fue firmado en 1979 y que desde el año 2013 en España ha venido siendo analizado críticamente por una plataforma11 de la que son miembros cincuenta entidades, que ha denunciando su falta de aplicación. En otro nivel, y dentro del mismo marco de la importancia de las agendas para nuestra actividad como entidades, se considera que para generar mayor impacto en nuestras acciones de incidencia “tenemos que estar informadas sobre las distintas convenciones y los distintos instrumentos”. Esto nos permitirá argumentar y defender mejor nuestros planteamientos cuando, desde los espacios políticos, no se quiera reconocer obligaciones en el cumplimiento de ciertos derechos. También, y en relación con la incidencia en los espacios de decisión política, a la hora de definir posicionamientos en el marco de la aprobación de leyes debemos ser conscientes de que mu-
11. Para más información véase https://cedawsombraesp.wordpress.com.
97 Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
Se trata de estar en espacios políticos, pero no haciéndolo desde un papel consultivo, sino que implica “un estar para incomodar”, para reorientar la forma en que se están abordando ciertos temas o para colocar aquellos que no se quieren tocar (el aborto, por ejemplo).
chas veces, como entidades, “trabajamos con la disgregación y cierta desconexión entre nosotras, lo que dificulta un mensaje político aglutinador”.
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Ante esto se debe rescatar un principio básico, no solo para la incidencia política, sino para cualquier acción enmarcada dentro de la EpD, y es el de “sin ellas, , no”. Es decir, resulta poco transformador y empoderador promover posicionamientos o leyes sin la participación de la mayoría de entidades, agentes implicados o afectados y afectadas por el objeto de las mismas leyes. Esto conlleva, tal como se dijo anteriormente, que “nos tengamos que mover más” y buscar cómo “encontrarlas”, poner sobre la mesa “todas las argumentaciones sobre las vulnerabilidades” a tomar en cuenta por los distintos agentes. El caso de la prostitución fue mencionado como un caso paradigmático en el cual “se las deja constantemente fuera, a las mismas mujeres”, del debate sobre este tipo de posicionamientos. Esto está vinculado al esfuerzo que debemos hacer las entidades cuando estamos impulsando la reflexión y el debate sobre ciertos temas. La aspiración que debe estar presente en todo momento es la de llegar a “un tránsito” entre que sean las propias entidades las que lideren y asistan a los debates, charlas y posicionamientos, y una clara presencia de la participación e implicación de la ciudadanía o colectivos que realmente están afectados. Está claro que “se requiere mucho trabajo y compromiso, para que podamos transitar a ese estado”. Desde el punto de vista de la gestión técnica, algunas entidades han planteado que existe “poca cultura de formulación” de proyectos de incidencia por parte de las entidades. Así mismo, algunas han resaltado la reflexión de que, a la hora de priorizar un objetivo de incidencia, esto no quiere decir olvidar las otras líneas de acción, sino más bien poner el foco en aquello que coyunturalmente se presenta con mayor vulnerabilidad. Por último, en términos de valorar lo que se hace en el campo de algunas campañas de incidencia política, se ha considerado
necesario que hagamos un esfuerzo para contestar a preguntas del estilo “¿dónde ha llegado la petición que hemos hecho al Parlament?”, es decir, que podamos evaluar también aquello que muchas veces no incluimos como sujeto de evaluación: “nuestro modo de actuar en el marco de lo político”.
Capítulo 5 ¿Cómo han sido nuestras prácticas?
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CAPÍTULO 6 ¿Cómo podríamos mejorar?
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EL CATÁLOGO DE IDEAS FUERZA 6.1 EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DEL CATÁLOGO El objetivo final del estudio era construir, con base en la información recopilada desde las entidades, un catálogo que recogiera una serie de recomendaciones para mejorar las intervenciones de EpD en salud con perspectiva de género en la ciudad de Barcelona. Ante este propósito, hemos emprendido una intensa reflexión sobre la utilidad que tiene plantear recomendaciones en este sentido, sobre todo tomando en cuenta la realidad cambiante y diversa reflejada en las distintas ideas, opiniones y percepciones de las propias entidades, así como en relación con el tipo de intervenciones que han llevado a cabo. Somos conscientes de que ya existen muchas guías y criterios sobre cómo abordar y mejorar el trabajo desde la EpD (Cuentas, 2007; Baobab y EduAlter, 2010; Celorio y López, 2014; Casas, 2015) y la aplicación del enfoque y perspectiva de género en el ámbito de la salud (Sojo et al., 2002; Velasco-Arias, 2008; Jiménez y Lozano, 2009). En este sentido, coincidimos con el planteamiento12 de que “las guías muchas veces son entendidas como normas, y las normas muchas veces, y sobre todo cuando se habla de salud con pers-
12. Opinión expresada por Carme Valls en su ponencia sobre salud con perspectiva de género en el marco del IX Fòrum sobre les Violències de Gènere. Disponible en http://www.violenciadegenere.org.
pectiva de género, hay que transgredirlas según la situación”. Las guías son útiles, pero, si no hay una revisión personal y organizacional y solo se siguen los pasos, no son suficientes para llevarnos a la transformación.
Por estas razones, hemos optado por mostrar aquellas ideas fuerza que las propias entidades han puesto sobre la mesa en torno a los distintos aspectos que se han venido trabajando en el estudio. Se trata de ideas fuerza que remiten a reflexiones y debates que no se han cerrado, pero que tienen mucha potencia. Los criterios que hemos utilizado para seleccionarlas tienen que ver con: · La capacidad de reflejar en ellas la experiencia y recorrido de las propias entidades. · Haber generado un amplio grado de aceptación entre las entidades en los distintos momentos en que fueron planteadas. · Considerarlas útiles en la medida en que remiten a posibles líneas de acción en términos de mejora del trabajo de las entidades, tanto a nivel de enfoques como a nivel de los distintos componentes de sus intervenciones. Como se verá a continuación, los enunciados de estas ideas fuerza han sido extraídos de las propias palabras de las personas que han participado en el estudio. En este sentido, queríamos ser fieles a la idea y al contexto en el que estas ideas fueron dichas, así como también mantener la sensación de que nos encontramos en “una conversación que no ha llegado a su fin”, ya que se trata de un debate abierto que esperamos que se continúe desarrollando en el tiempo.
101 Capítulo 6 ¿Cómo podríamos mejorar?
Sumado a esto, desde las propias entidades se ha manifestado el poco interés en recomendaciones en un sentido estricto o desde el punto de vista teórico. Más bien se recalca la importancia de conocer en qué procesos y debates están las entidades y cómo esto puede influir en la realización de los proyectos e intervenciones en este ámbito.
Dichas ideas las hemos “catalogado” en diferentes apartados, correspondientes a los grandes temas que se han discutido en torno a los distintos elementos de debate creados por el estudio, y que guardan relación con el trabajo como entidades, los enfoques y la diversidad de componentes y dimensiones de las intervenciones.
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6.2 EL CATÁLOGO DE IDEAS FUERZA
EN RELACIÓN CON EL TRABAJO COMO ENTIDADES Reconozcamos que nos afecta lo mismo ¿Cómo conectamos mejor con las personas y realidades en las que trabajamos?
Para conectar mejor con las personas y con aquello por lo cual trabajamos, conviene que sepamos reconocer que, por nuestro trabajo y reivindicaciones como entidades, se nos invisibiliza, minimiza y se nos ve en minoría, tal como ocurre con aquello que no encaja con el patrón dominante, es decir, lo masculino, el modelo biomédico, lo heterosexual, lo blanco… Si reconocemos esto como nuestro punto de partida, podremos reconocernos como entidades afectadas y a la vez aliadas de las personas y situaciones de desigualdad estructural que intentamos abordar mediante nuestras intervenciones. ¡Hay que creérnoslo! ¿Cómo dotamos a nuestras acciones de coherencia y potencia transformadora?
Definamos un proyecto político para nuestra entidad, que parta de la incomodidad y de la disidencia a la estructura de poder y privilegios en las que estamos inmersas. Esto plantea la necesidad de que nos creamos que todo lo que hacemos es político; que debe ser algo, así como la inclusión de la perspectiva de género, que esté incorporado en los objetivos estratégicos, prácticas e intervenciones de nuestra entidad de forma visible y que “no vaya implícito” o en una “casilla aparte”.
Movámonos y se nos verá más ¿Cómo darnos visibilidad y que se nos tome en cuenta?
EN RELACIÓN CON LA EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO La transformación social sea donde sea ¿Dónde ponemos el foco a la hora de buscar transformar las realidades?
La idea de Desarrollo y la separación Norte-Sur nos remiten a pensar que hay sitios o lugares bien delimitados simbólica y geográficamente, esto implica que, según dónde creamos que nos estamos moviendo, podemos caer en la idea errónea de que hay lugares donde no hay desigualdades e injusticias y lu-gares donde si las hay. Frente a esto, pensar en una educación transformadora para la ciudadanía global invita a poner el foco en el cambio de las situaciones injustas existentes, sean estas donde sean. La lucha por el reconocimiento —en igualdad de género— de los derechos humanos es una tarea global y universal; si lo hacemos aquí o allá, estaremos contribuyendo en alguna medida a enriquecer principios pedagógicos transformadores que trasciendan límites geográficos y mentales.
EN RELACIÓN CON LA PERSPECTIVA DE GÉNERO Al género hay que darle más vueltas ¿Cómo entender y posicionarnos con respecto a la perspectiva de género en nuestras intervenciones?
Si algo está claro es que no estamos entendiendo lo mismo cuando hablamos de género; existen muchas posturas al res-
103 Capítulo 6 ¿Cómo podríamos mejorar?
La invisibilidad se supera haciéndonos más visibles. No se trata de promocionarse como entidades, sino que se trata de superar el estigma de entidades “pequeñas” o “especializadas” en un tema concreto o específico. Moviéndonos y teniendo presencia en la mayor diversidad de espacios posibles (universidades, parlamentos, un plan de barrio, una biblioteca…) se nos verá y, al vernos, se nos tomará en cuenta como interlocutoras a la hora de plantear y generar debates sobre las agendas políticas e intervenciones de distinta naturaleza que afectan de una u otra forma nuestro ámbito de acción.
pecto, unas más políticas y otras menos. Usarlo estratégicamente, reapropiarse de él, sustituirlo por el feminismo o los feminismos, abolirlo, pensarlo en el marco de una relación intercultural o como parte de un sistema interseccional, son diferentes miradas que nos ofrecen alternativas sobre cómo lo podemos entender. Démosle vueltas y veamos como posicionarnos ante él. Mapeando agentes e ideas transformadoras
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EN RELACIÓN CON LA SALUD Visibilicemos necesidades y rompamos estigmas ¿Qué implica el trabajo de salud con perspectiva de género?
Hablar de salud con perspectiva de género implica que hagamos frente a la patologización, la estigmatización, a los prejuicios y a los estereotipos de aquello que no encaja en el modelo dominante de nuestra sociedad y sistemas sanitarios. Esto nos remite a que, por una parte, mucho del trabajo en este ámbito implica entrar en el sistema de reconocimiento y tratamiento de patologías o enfermedades, ya sea para incluirlas o que sean tratadas de una forma diferente (endometriosis, por ejemplo), abolirlas (el diagnóstico de disforia de género en el caso del colectivo transexual) o romper el estigma que se les asocia (VIH-SIDA). Por otra parte, también implica desmontar aquello que se considera normal y visibilizar la violencia en los roles y estereotipos de género que están detrás de esa consideración, es decir; trabajar para que no se vea “normal” que las mujeres sufran violencia por parte de sus parejas, que se practique la mutilación genital femenina...
EN RELACIÓN CON LOS OBJETIVOS Tomemos posición ante el poder y el privilegio ¿Cómo incluimos en nuestros objetivos la transformación en las relaciones de poder desiguales?
Poder y privilegio deben estar en el centro a la hora de definir los objetivos de nuestras intervenciones. Nuestros objetivos siempre implicarán —si queremos que nuestras intervencio-
Desde una mirada interseccional ¿Cómo generamos un pensamiento crítico que tome en cuenta lo complejo y lo particular?
Trabajamos con la complejidad y la particularidad, dos palabras que hay que poner en valor y abordar necesariamente y de forma interseccional en todas nuestras intervenciones. Si se ponen en el centro la complejidad y la particularidad, podremos analizar mejor las diferencias injustas en las que, como personas, nos movemos. Nuestro género, edad, raza/etnia, clase, religión, barrio… forman parte de nuestra identidad, y en muchos casos determinan la desigualdad que nos intersecciona. Tener la capacidad de entenderlo y transmitirlo potenciará la creación de un pensamiento crítico.
EN RELACIÓN CON LAS TEMÁTICAS Encontremos “huecos” en los temas ¿Cómo podemos aportar miradas alternativas a las temáticas?
Ante la sensación de que algunas temáticas a veces puedan estar copando la agenda de las administraciones, hemos de intentar encontrar huecos para colocar las nuestras. Una estrategia útil es aprovechar el “morbo” generado por ellas, dando miradas alternativas a la forma en que se han venido trabajando o visibilizando, algo que no se ha visto hasta ese momento. La mejor vía para lograr esto es la inclusión del género, la interseccionalidad, la interculturalidad o lo queer como enfoques críticos hacia esas temáticas.
105 Capítulo 6 ¿Cómo podríamos mejorar?
nes sean transformadoras— abordar, concienciar y cuestionar el poder y los privilegios como condición necesaria para transformar las relaciones desiguales y muy especialmente las de género en el marco de la salud. Esto pasa por crear espacios adecuados para el empoderamiento, partiendo de la idea de que la gente se empodera ella misma y no las entidades a la gente. Incluir estas palabras a la hora de definir los objetivos de nuestras intervenciones implica trabajar por el derecho a decidir en todos los ámbitos y la capacidad de agencia de las personas.
EN RELACIÓN CON LA CONTINUIDAD Y EL FINANCIAMIENTO La continuidad y la potencia transformadora van de la mano ¿Cómo garantizamos la sostenibilidad de nuestros proyectos?
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Pensando en términos de transformación, los procesos a largo plazo son considerados los más necesarios. Además de tratar de incidir en un mayor compromiso por parte de las administraciones para que el sistema de financiamiento los facilite, se trata de ir más allá y plantearnos que la sostenibilidad de nuestras intervenciones no solo está condicionada por una subvención. La potencia transformadora y dirigida a la continuidad de nuestros proyectos viene dada por las apuestas a enfoques, metodologías y prácticas con la orientación política que incluimos en ellos.
EN RELACIÓN CON EL FORMATO DE LAS INTERVENCIONES A veces, menos es más ¿Cómo logramos profundidad en la reflexión y multiplicamos los agentes?
Formatos pequeños y extendidos en el tiempo también nos pueden facilitar las condiciones para abordar la complejidad y particularidad que encierra el trabajo en salud desde un enfoque y perspectiva de género. La característica de algunos formatos pequeños, como el Aprenentatge Servei (APS) —ser intensivos, proponer profundidad en la reflexión de los problemas y prever la multiplicación a otros agentes y espacios de nuestro entorno—, recogen en muy buena forma esta premisa.
EN RELACIÓN CON LAS TITULARIDADES Pensemos en titularidades corresponsables ¿Cómo abordamos con mayor amplitud los derechos y responsabilidades de las personas?
Partir siempre del esquema clásico de las titularidades comporta algunas dificultades analíticas y prácticas en el marco de la EpD en salud con enfoque de género. Esto es que
EN RELACIÓN CON LAS DIMENSIONES ¡Rompamos fronteras! ¿Cómo facilitamos la interrelación entre las dimensiones?
La interrelación de las dimensiones de la EpD representa un esfuerzo por romper fronteras entre ellas, con el objetivo de facilitar y potenciar la integralidad de los procesos educativos que intentamos emprender. Esto es algo que muchas entidades ya han puesto en marcha con muy buenos resultados. En este ejercicio, podemos hacer un reordenamiento de los puntos de partida, considerando la incidencia política como el foco de todas nuestras intervenciones (sean de sensibilización, formación o investigación).
EN RELACIÓN CON LA SENSIBILIZACIÓN Busquemos maneras de vehiculizar la implicación ¿Cómo acompañamos a las personas a dar el primer paso como agentes de cambio social?
Pensando en titularidades de corresponsabilidad, cuando hablamos de sensibilización, además de hacerlo con la intención de “despertar cosas” en la gente, se les debería acompañar a dar respuesta a la pregunta “¿y yo, qué puedo hacer?”. Una sensibilización con orientación transformadora es aquella que busca maneras de vehicular la implicación, sugiriendo opciones y recursos para que no sea tan difícil dar el primer paso.
107 Capítulo 6 ¿Cómo podríamos mejorar?
conviene tener en cuenta que todas las personas, de forma simultánea, podemos tener derechos y responsabilidades derivados de nuestro rol o trabajo con respecto a determinadas temáticas y momentos en los procesos de cambio. Hablar de “titularidades corresponsables” puede darnos una mayor amplitud en la idea de hacer efectivos los derechos, ya que nos ayuda a introducir el principio de que, conociendo nuestros derechos, podemos ser corresponsables en las acciones para su reconocimiento, tanto para nosotras como para las demás personas.
¡Desde la proximidad! ¿Cómo conectamos desde la realidad cercana sobre las causas y responsabilidades de las desigualdades globales?
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Dentro de las posibilidades que nos dan las acciones puntuales, resulta útil que —poniéndolos en valor— descomplejicemos nuestros mensajes, los aterricemos y los acotemos, dando ejemplos desde la proximidad, vivenciales y enfocados a lugares concretos (a lo que me pasa a mí o a situaciones que me afectan como colectivo) que posibiliten identificar y conectar causas y responsabilidades sobre las desigualdades. Enfocarlo a lugares concretos implica también hacer una labor compleja de reflexión crítica sobre lo que pasa con nuestro entorno, pero tratando de identificar y conectar con las lógicas de desigualdad e injusticias que operan de forma similar en otros entornos.
EN RELACIÓN CON LA FORMACIÓN Formaciones como puntos aglutinadores ¿Cómo integramos las distintas esferas del aprendizaje en nuestras formaciones?
Diseñando formaciones en las que el punto aglutinador sea lo académico, la experiencia personal y nuestro trabajo como entidades. Se trata de que las formaciones se sustenten y cubran diferentes esferas, que nos proporcionen argumentos y evidencias sustentadas académica y científicamente, pero que partan del conocimiento situado que se genera de la experiencia personal de las personas que asisten a las formaciones y del trabajo como entidades. Sentémonos y pensemos qué podemos hacer con lo aprendido ¿Cómo implicamos a las personas formadas y las acompañamos para incorporarse como agentes de cambio en nuestras agendas?
Pensemos en procesos de tutorización o acompañamiento al proceso de aprendizaje o concienciación iniciado en nuestras formaciones. Se trata de acompañar a las personas y, así mismo, darles seguimiento, mediante el establecimiento de nuevas alianzas con las personas a las que hemos formado, con el objetivo de ayudarnos mutuamente a conseguir defender un derecho (a la salud, a vivir sin violencia…), denunciar una situación
injusta (acceso a los servicios de salud de personas inmigradas) o tratos discriminatorios (a personas gitanas, personas trans…). Con esto podemos dar mayor continuidad a nuestro proyecto político como entidad y a las agendas que queremos promover.
EN RELACIÓN CON LA INVESTIGACIÓN
La investigación, vista desde un punto de vista circular, permite que el conocimiento generado —con base en cualquier contexto, ya sea en otros países o en nuestro barrio— sirva para retornarlo a nuestro entorno, nuestras prácticas o metodologías, en una constante retroalimentación. Si se piensa en la investigación en su versión aplicada, también tenemos la posibilidad de medir resultados a corto y largo término, en relación con el cambio de actitudes y valores que procuramos provocar con nuestras intervenciones de EpD. La investigación-acción como práctica cotidiana ¿Cómo nuestro hacer genera conocimiento?
Cada entidad genera conocimiento derivado de su práctica y recorrido. Se trata de un conocimiento y saber válido, que muchas veces no es considerado como tal y que puede tener la misma utilidad que cualquier conocimiento generado en el marco de una investigación. Se trata, pues, de pensar en procesos de investigación-acción, cuestionarnos constantemente “¿cómo mi hacer genera conocimiento?” e ir intentando dar respuesta a esta pregunta con cada una de las intervenciones que ponemos en marcha.
EN RELACIÓN CON LA INCIDENCIA POLÍTICA La incidencia política... ¿dónde más? ¿Cómo ampliamos la mirada sobre la incidencia política?
Debemos ampliar la mirada sobre lo que entendemos por incidencia política. Todas y cada una de las personas y colec-
Capítulo 6 ¿Cómo podríamos mejorar?
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Investiga pensando en círculos ¿Cómo retornamos el conocimiento generado por las investigaciones a nuestra práctica?
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tivos tenemos distintos puntos de poder y privilegios, ya sea en nuestra escuela, en el barrio, en la comunidad de vecinos, en los servicios sanitarios, en la consulta médica, en nuestra casa… Por lo tanto, no hace falta ir hasta las instituciones o el Parlament como condición para hacer incidencia política. A veces basta con intentar entrar y abordar aquellos poderes informales que se manifiestan cotidianamente en la forma en que se dan las conversaciones y en las relaciones sociales entre vecinos y vecinas a nivel de la escalera, en los parques, en las bibliotecas… Las agendas políticas, hacerlas nuestras ¿Cómo abordamos las agendas políticas globales y locales?
Debemos tener la capacidad de encontrar, analizar y dar a conocer las agendas políticas globales y locales que de una u otra forma condicionan nuestro actuar, así como las posibilidades de conseguir el reconocimiento y mantenimiento de ciertos derechos a la ciudadanía. Se trata de desmontarlas, darles la vuelta y hacerlas nuestras. Hacerlas nuestras implica irrumpir en ellas para la reorientación de la forma en que se están abordando ciertos temas o para colocar aquellos que no se quieren tocar. Tenemos que estar informadas y, con base en ellas, reinvindicar que se reconozcan obligaciones en el cumplimiento de ciertos derechos. ¡Sin ellas, no! ¿Cómo garantizamos la presencia de agentes implicados en las estrategias y políticas?
A la hora de definir posicionamientos en relación con las leyes u otro tipo de manifiesto, trabajar con la disgregación de las entidades dificulta un mensaje político aglutinador. Ante esta dificultad, se tiene que plantear como condición que “¡sin ellas, no!”. Resulta poco transformador y poco empoderador, promover posicionamientos o leyes sin la participación de la mayoría de entidades, agentes implicados o personas afectadas por el objeto de las mismas leyes. Esto conlleva, a que “nos tengamos que mover más” y buscar cómo “encontrarlas”, poner sobre la mesa todas las argumentaciones sobre las vulnerabilidades a tomar en cuenta por los distintos agentes.
6.3 IDEAS FUERZA CON SENTIDO
Este proceso consistió en saber en qué medida el trabajo de análisis, interpretación y sistematización de toda la información recogida y estructurada en forma de ideas fuerza era considerado por las propias entidades como novedoso, si eran ideas que se estuvieran trabajando en alguna medida por ellas o, por el contrario, no les interesaba trabajarlas al no considerarlas adecuadas o relevantes. Dicho ejercicio lo hicimos en una reunión con entidades que habían participado en los distintos momentos del estudio, e invitamos a participar también a entidades y representantes de las de las Comisiones de EpD y Género de Lafede.cat. En ella, pudimos hacer una devolución de las ideas y generar nuevas reflexiones en torno a ellas. Aunque sabemos que no son datos representativos de todas las entidades que han participado en el estudio, los resultados que tuvimos en este sentido (Figura 15) nos indican que las ideas fuerza seleccionadas ya se han venido trabajando de alguna manera por las entidades (55 %), y en segunda instancia son consideradas como algo pendiente de trabajar (29 %). Conviene enfatizar que aquellas ideas que resultaron novedosas (16 %) para las entidades eran en mayor medida las vinculadas con las referidas a la incidencia política y al trabajo comunitario.
111 Capítulo 6 ¿Cómo podríamos mejorar?
Hemos visto la necesidad de realizar un proceso de validación en el cual, y en correspondencia con nuestra intención de que el estudio fuera lo más participativo y colaborativo posible en todas sus etapas, pudiéramos contar con la opinión, conformidad o visto bueno de las entidades sobre las ideas fuerza que hemos seleccionado y que aquí presentamos.
FIGURA 15 VALIDACIÓN PRELIMINAR DE IDEAS FUERZA POR PARTE DE ENTIDADES
55%
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29% 16% 0% Algo novedoso
Algo pendiente de trabajar
Algo en lo que se está trabajando
Algo que no interesa trabajar
Consideramos que los resultados de este pequeño ejercicio dotan de sentido y validez las ideas que aquí presentamos. La acogida que han tenido estas ideas fuerza por parte de las propias entidades nos hace pensar que el estudio está en línea con el momento actual y con la situación de las entidades sobre el trabajo de la EpD en salud con perspectiva de género. Esperamos que estas ideas fuerza sirvan para generar debate y reflexión sobre nuestras líneas de trabajo y contribuyan a encaminar los esfuerzos hacia la mejora de los enfoques y formas de poner en marcha nuestras intervenciones, así como el trabajo a lo interno que habría que hacer en correspondencia con nuestra pretensión de poder contribuir a la transformación social.
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Ideas fuerza Educaci贸n para el desarrollo en salud con perspectiva de g茅nero
¡Hay que creérnoslo!
Visibilicemos necesidades y rompamos estigmas
Reconozcamos que nos afecta lo mismo
¿Qué implica el trabajo de salud con perspectiva de género?
Movámonos y se nos verá más
¿Cómo dotamos a nuestras acciones de coherencia y potencia transformadora?
¿Cómo darnos visibilidad y que se nos tome en cuenta?
¿Cómo conectamos mejor con las personas y realidades en las que trabajamos?
El trabajo como entidades y enfoques
Al género hay que darle más vueltas
¿Cómo entender y posicionarnos con respecto a la perspectiva de género en nuestras intervenciones?
La transforma social sea do sea
¿Dónde ponemos el hora de buscar tran las realidade
Ide fuer
Pensemos en titularidades corresponsables
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Educación desarrollo e con persp de gén
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Encontremos “huecos” en los temas
¿Cómo podemos aportar miradas alternativas a las temáticas?
Desde una mirada interseccional
¿Cómo generamos un pensamiento crítico que tome en cuenta lo complejo y particular?
Objetivos, temáticas, continuidad, financiamiento, formato y titularidades
Tomemos posición ante el poder y el privilegio
¿Cómo incluimos en nuestros objetivos la transformación en las relaciones de poder desiguales?
La continuidad y la potencia transformadora va de la mano ¿Cómo garantizamos la sostenibilidad de nuestros proyectos?
La investigaciónacción como práctica cotidiana ¿Cómo nuestro hacer genera conocimiento?
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¿Cómo facilitamos la interrelación entre las dimensiones?
Busquemos maneras de vehicular la implicación
¿Cómo acompañamos a las personas a dar el primer paso como agentes de cambio social?
¡Desde la proximidad!
¿Cómo conectamos desde la realidad cercana sobre las causas y responsabilidades de las desigualdades globales?
Formaciones como puntos aglutinadores
¿Cómo integramos las distintas esferas del aprendizaje en nuestras formaciones?
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Dimensiones: sensibilización, formación, investigación e incidencia política
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¡Rompamos fronteras!
¿Cómo retornamos el conocimiento generado por las investigaciones a nuestra práctica?
Sentémonos y pensemos qué podemos hacer con lo aprendido
La incidencia política… ¿dónde más? ¿Cómo ampliamos la mirada sobre la incidencia política?
Investiga pensando en círculos
¡Sin ellas, no!
¿Cómo garantizamos la presencia de agentes en las estrategias y políticas?
¿Cómo implicamos a las personas formadas y las acompañamos para incorporarse como agentes de cambio en nuestras agendas?
Las agendas políticas, hacerlas nuestras
¿Cómo abordamos las agendas políticas globales y locales?
Puedes consultar el contenido completo en la página 100 del informe Mapeando agentes e ideas transformadoras
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