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<& Un trozo de la nave ceníral, con las Famosas v i d r i e r a s
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L gran encanto d: I das estas caledrales. como me d:cía una tarde Unamuño, está en esta ininterrumpida seri; de superposiciones y anadidos con que los homhres las formaron tal y como hoy se ven; cslo es una verdad. Mas su encanto mayor, ó mi modo de ver, ''.o esiá sólo en su parle física; está en lo que es más ínrimo, está lamljién en lo espiritual. Una leyenda que se perpetúa á través óz los siglos, hasta hacerse más fuerte que la piedra; una inscripciüii en un sepulcro, que dejara esculpida en testamento un e n t e r r a d o previsor; un suceso hislúrico que se recuerda y se evoca; una lípica ceremonia; una vieja tradición. ¡Aquí sí que hay encanto!
en su ritual. Algunos viejos festejos populares, como aquel de la3 lindas Cántaderas, las doce niñas más bonitas de la ciudad, que con albos trujes, todos llenos de flores, iban danzando ante el Cdrro Triunfante, desaparecieron para siempre. AIyunos otros se perturbaron y torcieron, dándoles con el tiempo una errónea interpretación. Algunos más, fueron modiíicados y cambiados hasta herirlos en la raíz y perecer. Pero eran tantos y lan varios, que aun á trave's del tiempo, que todo lo destruye, nos quedan unos cuantos que retratan costumbres de otros siglos, personajes, hechos y dichos, que desaparecieron p a r a siempre, sin que se puedan restaurar.
La catedral de León es rica, como pocas, en leyendas, tradiciones y hechos hijióri' eos que los tiempos. andando, encarnaron
En las ActasCapilularcs de esta esple'ndida catedral puede estudiarse á fondo loda la historia de su fábrica, al mismo tiempo
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que la historia de toda la ciudad, líeyerlasdel cabildo, cuernas de arlistas, pleilos con monasterios desaparecidos, coste de materiales, comprobantes de bárbaras expoliaciones (como la de todas las joyas que tenia la catedral), hechos trágicos y hechos curiosos, todo bien al menudo y «consignado á la Ielra>, allí podréis hallar. Mas por encima y por debajo de esta escritura amarillenta y descolorida, rasgueada sobre recio papel, está lo que fue vivo, está lo incorporado en el ánima del editicio, lo que forma un lodo con el y con e'l vive, como sus pindculos y sus cresterías, las delicadas filigranas y los torpes dibujos, las costumbres, las tradiciones, lo grande y lo pequeño, lo sublime y lo ridículo, que, junto todo, integra su grandeza total.
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pertiguero, que revestido con su ropa d j gala, su peluca y su pértiga, abre paso á la procesión, el cabildo y loa concejales avanzan por el claustro hasta el sitio indicado, donde la vieja ceremonia va á celebrarse una vez más. Parados ante la Virgen, el concejalsíndico, después de una ligera soflama, donde se habla con gran retórica del amor á la iglesia y del amor á la ciudad, hace entrega al canónigo Fabriquero de unas cuantas monedas, diciendo: Estas monedas entrego, como oferta, que desde antiguo el Ayuntamiento hace á [a catedral. El Fabriquero, entonces, le responde con voz liumilde: --fíecibimos estas monedas, pero no á titulo de oferta, sino á título de foro, que es como las paga la ciudad. El síndico replica: - -—No es foro, que es oferta. ' " ' A lo que contesta el Fabriquero: —No es oferta, que es foro... Y así, hasta tres veces consecutivas, en que, en vista de que no llegan á un acuerdo, el notario eclesiástico presente, á una indicación del señor obispn, levanta el acta oportuna que se archivará en la colección...
Una de estas viejas ceremonias, acaso la más típica y honda que se celebra en esta catedral, es la del Foro y de la Oferfa. Tiene lugar todos los años el día 15 de Agosto, desde tiempo que es inmemorial. Todos los años, al llegar este día, el Excmo. Ayuntamiento de León, precedido de los ¡naceros y acompañado del tambor, llega á las puertas de la iglesia. Una Comisión d^l cabildo sale allí para recibirle y cumplimentarle; juntos luego, y en procesión solemne, que preside el prelado, avanzan por las naves fantásticas de piedra, que parece que el aire las sostiene, hasta llegar al claustro.
Mientras e.xisla catedral y exislan canónigos y concejales, la misma escena se repetirá. Esto es algo que forma parte de la fábrica, como las torres y los En el claustro, á la entrada, entre dos claustros. tramos de una nave, al lado de unas puCronométricamente, todos ios años, ras estatuas góticas empotradas en la la vfspera de la ceremonia, las monjas Ábside de la catedral pared, bajo un fresco antiquísimo recienrecoletas estarán muy preocupadas con temente restaurado, está Nuestra Señolas ropiías del altar, Cronomc'tricamenl; ra del Foro y de la Oferta, como en el cuatrocientos se encontraba ya. también, todos los años, al pasar el Ayunianiienio por las calles más cénEstá Nuestra Señora un poquito inclinada hacia una parte, con el Niño en tricas, una criada zalla, levantando un niño en los brazos y encarándose los brazos. Eslá un poquito apretujada, bajo el arco apuntado eiilre las con un edil torturado en una levita, exclamará: cinco figuras de piedra, que desde antiguo la acompañan con rara lealtad. —Angelito. ¡Mira papá! ¡Mira papá!... A sus plantas, el sacristán mayor ha colocado un altarcito con un mantel Pero papá no le hará caso; le va ahogando el calor, combinado con la bordado por las candidas manos de las monjitas recoletas. Siguiendo al d i g n i d a d . - U Ó N M. GRANIZO
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