Pensamientos
© Eva Maria Donat Pérez. 2019.
Pensamientos
A S tor y by Eva Donat
Un salvavidas, una coraza, una camisa de fuerza, un lugar donde esconderse, una cรกrcel.
Solía querer que me preguntaran, lo deseaba. Sabía que aunque así fuera mi respuesta sería autómata. Necesitaba que alguien lo adivinara, que supiera al verme lo que necesitaba contarle, que insistiera en que las palabras que dijera fueran las de verdad y no mentiras. Pero no pasaba, solo me tragaba las palabras y las posibles respuestas, como el mar antes de soltar una ola solo que yo nunca la acababa soltando, solo la sujetaba con más fuerza.
Ponte en mis talones, que las grietas no te asusten, su piel es rígida como la paja. No te preocupes por lo grande que sean los zapatos, andarás con ellos un largo trazo. Al principio será arena bajo tus pies, pero al final del día andarás sobre las rocas de una montaña. Lo harás, día tras día, hasta que el dolor sea tan suave como una colonia de hormigas mordiéndote los dedos.
Quiero un espacio seguro de mi mente, pero solo existe cuando no estoy consciente. No quiero abrir los ojos, no habrá un mañana. Siento que estoy al borde de desaparecer. No puedo más.
Mi cuerpo inmóvil permanecía en el vacío, en mi rostro la mirada estaba perdida. Todo era muy frio, más frio que el invierno, más frío que el hielo. El destello de mi cara no se veía sobre el agua, los pies se inundaban con el deshielo de la luna. No hay nada, no veo nada.
Cuenta hasta tres, respira y aguanta el aliento. Absorbe todo el jugo, déjalo caer al anochecer. No te tapes los oídos, no respondas. Tragate la angustia y suéltala cuando estés sola en el baño. Suspira, solo cuando nadie te escuche. Aguanta, nunca se derramará.
Es como si no hubiera nada, cรณmo si mi mente fuera un hueco sin esencia.
El reflejo ya no existe, no hay nada en el espejo. Debajo de la cama solo hay trastos vacíos como recuerdos olvidados. Solo una máscara oculta el vacío.
Tengo una armadura al rededor de mi cuerpo para protejerme, siendo cuidadosa, reservada y callada. Pero parte de mi alma siempre grita, es sensible y temerosa. La otra parte la calma, silencia y controla.
Los rayos del sol atravesaron la ventana, la luz roja se postró sobre su cuerpo. De debajo de la piel unas manchas aparecieron mutando su piel, sus extremidades efectuaron una melodía desagradable al acomodarse a una nueva forma, los dientes y las uñas se volvieron amarillos como el maíz, de entre la grasa del organismo se asomaron unas espinas puntiagudas, los ojos se vieron vendados por una membrana blanca que la cegó, pero dejaba traspasar su propio reflejo, el rosal marchito continuó derramando sangre. ¿Que eran aquellas anomalías que transformaron su cuerpo?
A veces al mirar al espejo casi se siente como si viera un cuerpo, inerte y sin vida. El reflejo parece vaciรณ y casi puedo escuchar en un susurro: pareces un cadรกver.
No me queda agua en el cuerpo para llenar mis lรกgrimas
Estoy en el presente, pero al no ser yo, al no sentirme a mi misma, siento que estoy ajena de este mundo. Voy, y vengo. Por qué mis propios pensamientos y el razonamiento me agarra para que me quede, pero son abusivos. Están siempre recordándome lo mismo; que no soy suficiente, que soy nada, que debo hacer más y más. Pero no siento que tenga energía para seguir luchando. Es incómodo tratar de soportar todo ese peso y esa sensación tan incómoda día tras día en silencio, todo por qué tengo miedo a hablar y compartir. Miedo al rechazo y la indiferencia de aquel al que expresas eso tan profundo y oscuro, pero que esa persona obvia tus palabras interrumpiendo y volviendo a hablar de sí mismo. ¿Qué hago entonces? me lo guardo, lo mantengo para mí misma, en secreto. Gota a gota lleno el vaso, pero siempre bebo de él, para intentar que no se derrame. Gota a gota siento que me marchito. Me quedo en mi espacio seguro, a oscuras, creyendo que así puedo estar protegida, pero no hay nada que detenga mis propios prejuicios. Solo el silencio, la inconsciencia, por lo que solo en un mundo puramente onírico puedo dejar descansar a mi mente. Tan solo quiero volar libre de mis ataduras, pero me tienen esposada. Quiero dejar de castigarme por todo lo que hago, digo o soy. Quiero dejar de preocuparme de todo lo que he hecho mal durante el día, de qué daño he hecho a los demás. Quiero que dejen de obligarme a hacer cosas cuando yo no quiero, que dejen de decirme que es lo que debo hacer por qué soy amiga, hermana, hija o mujer. Quiero dejar de rendirme. Quiero que me respeten, no escuchar sus burlas hasta cuando ya no están cerca. Quiero todo esto, y más pero estoy estancada y no veo cómo lograrlo. Quiero llorar de felicidad.