Universidad Autónoma de Ciudad Juárez Instituto de Arquitectura Diseño y Arte Diseño Gráfico Teoría del Diseño Juan Carlos Beas Alvarez 71588 El descubrimiento de la belleza En la transición de la antigua a la nueva Edad de Piedra, hemos pasado de una forma nómada de vida, en la que el hombre dependía de su habilidad para cazar animales, a una forma de vida más estable, en la que el hombre depende de la agricultura y la cría de ganado. Sin duda la máxima revolución en la historia humana. Pero ésta resolución no fue catastrófica; se realizó a través de largos períodos, y a diferente ritmo en diferentes condiciones climáticas. Por lo tanto debería considerarse más bien como una evolución. No hubo un cambio brusco de estilo en el arte de los hombres que sufrieron esta evolución, y es posible que el estilo paleolítico persistiera, en culturas particulares, a través de etapas intermedias, para sobrevivir en las pinturas de los bosquimanos de los tiempos históricos. La Nueva Edad de Piedra habría de desarrollar un arte geométrico completamente abstracto, no hay razón para suponer que éste haya sido el único. Más bien fue una ampliación de la sensibilidad estética, no una limitación de ella, no un cambio o una forma separada y exclusiva de expresión. Es posible que en los largos períodos que transcurren entre el naturalismo paleolítico y el naturalismo que habría de suceder a la abstracción neolítica, el estilo geométrico haya tenido un origen independiente, como la expresión de un estado psíquico específico. Que esta ampliación de la sensibilidad estética fue acompañada por actividades económicas de paralela naturaleza parece ser bastante evidente. La evolución estética es comparable en su alcance y significación a la evolución económica durante la cual se descubrieron muchas nuevas artesanías, y conduce al descubrimiento de la composición formal. Durante la mayor parte del paleolítico superior, los sapiens sapiens que poblaron el planeta, los cromagnon, formaban agrupaciones de entre 50 y 200 individuos, tenían una vida media de unos treinta años, vivían de la caza y la recolección, y dependían para la supervivencia de una tasa de reproducción superior a tres niñas por mujer fértil. Por debajo de esa tasa el grupo se extinguía. Por eso las mujeres eran un bien tan preciado. Se compraban, se robaban y se adoraban.
Y por eso se puede decir que la mujer era el bien raíz en el paleolítico, como lo fue la tierra en el neolítico y el dinero en el postneolítico. A lo largo de esos miles de años, los hombres generaron las lenguas, aprendieron a contar el tiempo, a medir el espacio, y a poner nombres a las estrellas. Se aprendieron el cielo y se aprendieron la tierra. No hay aún propiamente división del trabajo, ni excedentes de producción, ni separación de clases sociales, excepto la determinada por la anatomía y fisiología sexual, es decir, la clase de los hombres y la de las mujeres. Los sapiens sapiens aprenden que lo más valioso de todo, la vida, se origina a partir del sexo. Aprenden que la fecundidad depende de la luna, pues determina las fases del ciclo menstrual de las hembras de los mamíferos, que depende del falo y de la vulva y la vagina de la hembra, y que la supervivencia de las crías depende de la fecundidad de los pechos y de la firmeza de los pezones. Por eso hay cultos fálicos, por eso el triángulo púbico es un símbolo sagrado que tapiza cientos de paredes de cuevas, por eso se adora a la hembra, a la madre tierra, por eso las venus de Willendorf y de Lespugue son figuras de mujer con los atributos sexuales demasiado prominentes, y por eso todavía Hesiodo en su Teogonía, no conoce otro modo de originarse el cielo, la tierra, el tiempo, y, en general, todos los elementos del universo, que la unión sexual del cielo y la tierra, el día y la noche, etc.
Venus de Willendorf
Venus de Lespugue
La venus paleolíticas que conocemos son en su mayoría expresiones de la capacidad generadora y de la fecundidad de la mujer. Representan lo que se sabe y se valora de ella, su rendimiento reproductivo. Así se representa la madre tierra, el padre cielo, el sol y las constelaciones de estrellas.
A medida que recorremos el neolítico y conforme entramos en la edad de los metales, las formas de cooperación humana se multiplican, se dan atisbos de la agricultura, se inicia la domesticación de los animales, se perfeccionan los instrumentos de caza, que se van adaptando a la variación de la fauna ocasionada por las variaciones climáticas de las glaciaciones de finales del Pleistoceno superior y del Holoceno. Se desarrollan los sistemas de figuras estilizadas, que marcan el comienzo de los ideogramas, y de los alfabetos. Esos ideogramas y esos símbolos cuasi alfabéticos parecen también figuras destinadas al culto, pero quizá no solo para un culto interactivo como el de los periodos anteriores.
En el tercer milenio, en su forma de Ishtar, la diosa de la cultura sumeria se convierte en la diosa de la belleza y la sensualidad babilónica, se consolidan las prácticas de la prostitución sagrada, y nace la profesión de cortesana con máximo prestigio social sin connotaciones peyorativas, nace la figura de la hetaira (una forma de compañía sofisticada mezclada con prostitución) o de la geisha. Probablemente también en el tercer milenio llegan a los panteones mediterráneos las nuevas diosas de la belleza y del placer erótico, Afrodita y sus homeomorfas de otras culturas, sin sustituir ni desplazar a las diosas de la fecundidad, la maternidad, o de la familia. Afrodita no desplaza ni sustituye a la gran madre tierra. Y si en el mesolítico los dioses pudieron reconocerse en el firmamento e inscribirse en las constelaciones a las que dieron nombre, ahora Venus empezó a ocupar su sitio en las astrologías mediterráneas. La reina Nefertiti, cuyo nombre significa "Belleza de Atón, la bella ha llegado", vive en el siglo XIV a. C, casi en contemporaneidad con la guerra de Troya relatada por Homero, que tiene lugar en el XIII a. C., cuya causa fue el rapto de Elena, que era la mujer más hermosa del mundo, hija de Zeus y Leda.
Ishtar
Nefertiti
A partir del segundo milenio, en los inicios del calcolítico o edad del bronce, Grecia genera mitos en los que los grandes acontecimientos se explican por la belleza de la mujer. En efecto, el origen del mal en el mundo se explica en relación con la belleza de Pandora, los conflictos internacionales son provocados por la belleza de las mujeres que se raptan, como ocurre con el rapto de Europa, o por las mujeres que rivalizan en hermosura, como se relata en el juicio de Paris y en el mito de Elena. Quizá a lo largo del tercer milenio se produce el descubrimiento de la belleza, y, en concreto, el de la belleza de la mujer, del cuerpo femenino. Ese descubrimiento produce un impacto de tal calibre que la dinámica social resulta profundamente alterada por él. Hacia el sétimo milenio a. C. se producen los asentamientos urbanos, y se inician en relación con ellos los sistemas de economía de producción, que se toman como referencia para señalar los comienzos del neolítico. A partir de entonces, no cesa el incremento demográfico, la vida media de las poblaciones se empieza a alargar y se acerca a los cuarenta años. Empieza a haber excedentes de producción, división del trabajo y clases sociales. Empieza a haber guerras, es decir, actividades bélicas ejecutadas por individuos especializados, con semanas o meses de duración, con presupuesto, etc., empieza a haber prisioneros de
guerra y empieza a haber esclavitud, porque con el desarrollo de la agricultura, un esclavo produce más de lo que consume y compensa tenerlo. Entonces es cuando la mujer deja de ser el bien raíz y pasa a serlo la tierra. Durante unos miles de años ya no hay representaciones de la mujer atendiendo a su rendimiento reproductivo, sino arte esquemático, y cuando la economía de producción agrícola se ha consolidado, la vida media se ha alargado y la riqueza consiste en tener tierra, entonces es posible mirar a la mujer, al cuerpo de la mujer, desde otro punto de vista que no sea el de su capacidad reproductiva. Es decir, desde un punto de vista desinteresado, desde un punto de vista estético. Entonces es cuando se percibe que la mujer puede ser y es hermosa, y entonces es cuando los seres humanos quedan deslumbrados por su hermosura. Lo que era el bien raíz del paleolítico pasa a ser la forma más alta del lujo, y se convierte en la parte más excelsa del capital, en una especie de capital financiero. En torno a esa hermosura empiezan a generarse numerosas prácticas vitales, desde la cosmética hasta la lencería y la joyería. Se representa en las esculturas y en los frescos, en los bajorrelieves y cerámicas, se ensalza y se relata en la épica y en la lírica, y se escenifica en las tragedias. Esa belleza es percibida por babilonios, sumerios, egipcios y griegos. Pero los griegos la vivencian de un modo peculiarmente agudo y la representan de un modo en que nadie más lo había hecho. El cuerpo es contemplado desnudo, al margen de cualquier interés práctico, y, desde luego, al margen del rendimiento reproductivo. Tratándose de una cultura patriarcal como la griega, el cuerpo que primero se representa como valor estético es el del hombre, y no el de la mujer, como resulta patente en la obra de Fidias y Policleto. El canon de Policleto es la perfección suprema de la figura humana, y, por supuesto, es un varón.
La belleza va indisociablemente ligada a las proporciones, a la armonía numérica, a la estilización. El máximo principio de Policleto quedaba expresado por las palabras griegas symmetria, el principio hipocrático de isonomia o (equilibrio) y rhythmos Así era también la armonía de Friné (famosa hetaira griega célebre por su belleza) la hetaira que se supone la modelo de la venus de Milo y de las restantes venus de Praxiteles. Por primera vez en la historia, y gracias a Praxiteles, los hombres pueden contemplar cómo era esa hermosura que causó el origen del mal, la guerra de Troya y un buen número de conflictos “internacionales”. Por supuesto, la venus de Milo y la venus de Cnido no son más o menos realistas que las de Willendorf y Lespugue. Cualquiera que fuese la relación de Praxiteles con Friné, Praxiteles reproduce lo que ve, pero también, y sobre todo, reproduce lo que sabe. Reproduce un nuevo canon, que en el mármol está desprovisto de cualquier imperfección que pudiera tener en la realidad. Praxiteles produce un canon ideal, un modelo teórico de cuerpo femenino, y, por tanto, un modelo universal. Como Velázquez, quince siglos más tarde, creó en la Venus del Espejo, el canon de las medidas 90-60-90, que luego reproducirían Rodin y Romero de Torres, y que Claudia Shiffer y Naomí Campbell exhibirían en las pasarelas de finales del siglo XX.
Venus de Milo
Venus de Cnido
Venus del Espejo
Venus de Romero de Torres Venus de Rodin
Claudia Shiffer
Los cuerpos de las mujeres reales no son como los de las venus de Willendorf, Lespugue, Milo o Cnido. No hay un cuerpo de mujer que sea el de la mujer real porque la realidad no tiene cánones, no tiene modelos ideales. Los modelos ideales son conceptos universales, figuras universales, creadas desde una actitud cognoscitiva teórica, desde un desinterés por el rendimiento práctico. Ese mirar desinteresadamente algo real es lo que los griegos designaron con el verbo theorein, y es lo que dio lugar entre ellos a un tipo de saber acerca de las cosas reales al que dieron el nombre de episteme y que se traduce a las lenguas europeas por ciencia. Una vez que se han creado los modelos ideales, ciertamente a través de una observación más o menos atenta de algunas realidades, en la medida en que el arte imita a la naturaleza, la realidad, es decir, las mujeres pueden tomar esas creaciones como modelos y configurarse según ellos, en la medida en que la naturaleza imita al arte. La sociedad primitiva y la fase naturalista del diseño
La evolución del diseño se divide en tres fases, la primera es fase naturalista o de las sociedades primitivas, la segunda como fase inventiva intermedia (previa al surgimiento de la sociedad burguesa industrial) y la tercera como fase consumista (propia de la sociedad industrializada determinada por exigencias mercantilistas). La primera fase está marcada por la revolución agropecuaria, que se da cuando el hombre logra hacerse sedentario gracias al dominio de la tierra y la domesticación de animales, claramente establecida cuando se ordenan y surgen los imperios agrícolas en las riberas de los grandes ríos orientales (sobre todo
Egipto y Mesopotamia). En esta primera ola el hombre, haciendo gala de sus mejores y más afianzados conocimientos adquiridos hasta el momento (alfarería, ebanistería, orfebrería, impresión con tintas vegetales, rodillos de impresión cerámica, entre otras), satisface sus necesidades mediante la enunciada transformación de la naturaleza, mediante el naturfacto(los antecesores del artefacto), gracias a su dominio sobre la materia. En la primera fase no había objetos inútiles, todos los objetos creados obedecían a una necesidad y todos eran solución adecuada y posible .Su finalidad básica es la eficacia, su utilidad en términos económicos tiene exclusivamente valor de uso. En este periodo el diseñador tiene que descubrir. Diseñador: Descubre. *Objetos=solución (necesidad) *Finalidad: eficacia. *Utilidad (económica): valor de uso
La fase inventiva del diseño El hombre fue acumulando y transfiriendo conocimientos mediante las figuras del comercio y el conflicto, que en sí mismos son plataformas que permiten presentar entre pueblos los avances tecnológicos y marcan la vanguardia del momento, como es ya costumbre en la traducción y visualización de la cultura material (en la construcción, en la concepción de sistemas de comunicación visual, en la factura de objetos domésticos, en las herramientas, en la factura de armaduras, de espadas, de maquinaria de asedio, etc.). Es de esta forma que por ejemplo los conflictos renacentistas, hacen que Leonardo Da Vinci se inmiscuya en las soluciones militares para quienes se convierten en sus mecenas(es una persona poderosa que brinda su apoyo espiritual y material a los literatos y artistas). Allí, como todos sabemos, trazó los principios de helicópteros, paracaídas, tanques de guerra, submarinos, aeroplanos, bicicletas, etc., y diseñó otros tantos elementos que se convirtieron en armas de asedio y defensa. Una vez más en la historia el hecho conflictivo-armamentista, había hecho que un pensador, ahora de la talla de Leonardo, hubiera traducido el desarrollo de la época en la cultura material. En el momento que el hombre cruza el umbral de la Revolución Industrial, se hace inminente el cambio de paradigmas. La vida se concentra en las ciudades en torno de la máquina, mientras la producción de materia transformada (bien sean objetos, bien sean sistemas gráficos, vestuario, espacios, etc.) responde al hecho de pasar de ser una habilidad técnica-manual de producción limitada, a un sistema de producción masiva apoyada en la técnica-mecánica. La nueva realidad exige, la
apertura del –momento- para pensar-dibujar antes de materializar, en el proceso de producción de un objeto(hasta entonces hecho por los arquitectos y algunos ingenieros en sus respectivas dimensiones), pero esta habilidad, la de pensardibujar antes de materializar, se hacía sustancialmente compleja para quienes habían venido ocupando el cargo social de transformador de materia, razón por la cual se hace susceptible para ser – academizado- como se dio, según algunas versiones, en Barcelona en el año 1777 cuando se crea la primera escuela de artes y oficios de Europa. Se conoce esta fase visible por la Revolución Industrial como la segunda ola el hombre desarrolla Tecnofactos (manufacturas con tecnologías) o procesos de pensamiento nacidos de la “majestuosidad” de la máquina. La fase inventiva del diseño donde el hombre (experimentado transformador de materia) se encuentra seducido por el reto que le propone el control de la energía, es la fase de relación entre el espacio y el tiempo destinado para los fenómenos tecnológicos – modernos- hechos evidencia en la cultura material de la época: la locomotora, el teléfono, la bombilla incandescente, el fonógrafo, etc., que, entre otras cosas, le abren lugar al siglo XX. En la fase inventiva los objetos se generan a partir del recuerdo y la reflexión creándolos de manera semejante a situaciones similares. A partir de este periodo el diseñador reflexiona para inventar soluciones adecuadas a las circunstancias históricas; por la reflexión se permutan pertinencias de objetos anteriores para generar los nuevos. En esta fase la invención de objetos es determinante para la aceleración del proceso de civilización, y en ella por razón misma de la abundancia aparecen los primeros artefactos absolutamente inútiles. En términos económicos los objetos adquieren además de valor de uso, valor de signo, ya que cada cultura caracteriza sus propios objetos y los dota de un significado particular. Diseñador: reflexiona. *Artefactos inútiles. *Objeto: valor de + valor de uso signo
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