Catalogo Max Leiva

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ESCULTURAS EN EL MUSEO DE ARTE MODERNO DE EL SALVADOR





EXPOSICIĂ“N DE ESCULTURA Museo de Arte de El Salvador Del 4 de febrero al 27 de marzo de 2016


www.aristaint.com


Indice 7

Para ver y volver a ver

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Introducci贸n

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Humanidad

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Promesa

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Hombre P谩jaro

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Perfil

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Vol谩til

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Personaje

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Generaci贸n

28

Horizonte

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Permanencia


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Para ver y volver a ver Nos complace presentar la exposición del escultor guatemalteco Max Leiva, a quien agradecemos el gesto de concebirla y diseñarla para ser exhibida en el Salón Toño Salazar y espacios adyacentes del Museo de Arte de El Salvador de tal manera que, aparte de mantener su impronta y temática, la integra al espacio asignado estableciendo un extraordinario diálogo, en el cual se potencia su obra y el recinto que la contiene. Es oportuno recordar que el maestro Leiva ha tenido la oportunidad de crear, en Guatemala, monumentos públicos y esa escala, a la que está acostumbrado y domina, se refleja de alguna manera en algunas de las obras que forman parte de la muestra, pero, más allá de las dimensiones lo que sorprende es su tratamiento de la figura humana, sus actitudes y expresiones y sobre todo esa

atmósfera que las rodea la cual, al envolvernos, nos vuelve partícipes de sus historias. El escultor, por medio de estas figuras y estructuras que interactúan en el espacio expositivo, nos introduce al drama humano que sirve de marco de referencia a sus propuestas y que no es ajeno a nuestra realidad. Ver y volver a ver esta exposición es un ejercicio que debemos realizar. También es necesario dejarnos guiar de la mano de Silvia Herrera Ubico, historiadora del arte guatemalteco, quien, con su elocuente texto, nos aproxima al artista. Para el Museo de Arte de El Salvador es motivo de orgullo esta exposición y al reconocer los méritos del artista le agradecemos su especial interés en hacerla posible.

Elidia Lecha de Lindo Presidenta de la Asociación Museo de Arte de El Salvador

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To see and see again We are delighted to present the exposition of Guatemalan sculptor Max Leiva, whom we thank for having conceived and designed it to be put on display in the To単o Salazar Exhibit Hall and adjacent spaces of Museo de Arte de El Salvador, in such a way that, aside from maintaining its casting and theme, it is integrated into the space assigned, thus establishing an extraordinary dialogue in which his work and the enclosure containing it are presented in all their potential. It is timely to recall that maestro Leiva has had the opportunity to create, in Guatemala, public monuments. That scale to which he is accustomed and which he dominates, is reflected in some way in some of the pieces that make up the display. However, beyond the dimensions, what surprises is his treatment of the human figure, its activities and expressions and, above all,

that atmosphere that surrounds them and which, while enveloping us, makes us participants of its stories. The sculptor, by means of these figures and structures that interact in the exhibition space, introduces us to the human drama that serves as a framework for his proposals and which is not estranged from our reality. To see and see again this exposition is an exercise that we must carry out. It is also necessary for us to be taken by the hand of Guatemalan art historian Silvia Herrera who, in her eloquent text, brings us close to the artist. For Museo del Arte de El Salvador this exposition is a great motive of pride and, upon recognizing the merits of this artist, we thank him for his special interest in making it possible.

Elidia Lecha de Lindo Chairwoman of the Association for Museo del Arte de El Salvador

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Llega un momento en la vida en que todas las experiencias pasadas se enlazan y cobran un sentido; o más bien quizá se toma conciencia de esa concatenación que, cuando se es joven, pasa inadvertida. En términos similares, la trayectoria de un artista, con el paso del tiempo, revela con mayor claridad el nervio que la atraviesa y que la hace ser hija de su autor y de su tiempo. Cada obra podrá ser distinta o similar, pero, en el conjunto, hay una música de fondo que le imprime corpulencia.

s. herrera u. There comes a time in life when all past experiences interlock and take on meaning; or rather there develops, perhaps, an awareness of that linking process which, during youth, passes unbeknownst to us. In similar terms, the trajectory of an artist, with the passing of time, reveals with greater clarity the nerve which intersects it and renders it the offspring of its creator and of its time. Each work of art can be different or similar, but, overall, there is a background music that imbues the work with body.

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Cada obra muestra esa pregunta con que el artista va a su estudio todos los días con la gana de saber un poco más de sí mismo y de todo lo que lo rodea y le impacta. A lo largo de 20 años de buscar/encontrar respuestas a través de la escultura, Max Leiva ha engendrado una hilera de criaturas que hablan, cada una como puede, de lo que le ha pasado por la mente y de lo que lo ha asaltado como ser humano. Como espejos diminutos que reflejan sólo una parte o gotas que brotan y que no agotan, cada una atestigua un magma visceral. Bastante de ese magma ha reflejado la prole escultórica de este autor. Max se encuentra ahora más que nunca confirmando su estilo y esta exposición muestra – como resumen– el recorrido alcanzado, la hondura de sus preguntas y la forma que han tomado sus respuestas. Leiva ha sido un destacado deportista y es un hombre de disciplina. Así ha emprendido su vida y así aborda su trabajo escultórico. Utiliza la figura humana para crear juegos de empujes. Sus esculturas transmiten la 12

idea de transposición y de movimiento, capturan el choque de fuerzas, y la energía contenida o más bien potencial. Los nudos de fuerza y los conjuntos humanos dispuestos como escuadras y hélices que ponen en movimiento y sostienen, a la vez de sostenerse, conforman figuras en tensión física, psicológica y social. En algunos casos, la condición autorreferencial de sus personajes es puesta de relieve; en otros, destacan una peculiar vinculación e interacción. En estos juegos de formas y de individuos, Leiva también se ocupa de sacar a luz el lado oscuro, difícil y nada llano que tiene la vida, la relación consigo mismo y con los demás. Las relaciones, los contrastes, las desavenencias, los desacuerdos, las divergencias, los antagonismos, los conflictos, los encuentros, las afinidades, las simpatías son los ejes que desencadenan estos grupos de personajes. Cada una de estas piezas prescinde de lo que no es esencial. Sus personajes son abreviaturas que condensan años de trabajo buscando

el gesto y la expresión. Esa condensación es también sinónimo de síntesis y la síntesis, de experiencia. Un ejemplo de lo anterior es la pieza central de la exposición. Las siete figuras cargan un enorme peso, se unen en una acción común. Giran sus cabezas y sus expresiones interrogan. Cada una es un mundo, cada una ajena a la otra, pero participan de un esfuerzo común. Están en un terreno compartido y asumido como propio. Casi ignorando la presencia de las otras, juntas sostienen un volumen – institución quizá- superior a sus fuerzas. Max alude a la familia, a la sociedad; a la manera sutil y fuerte en que se establecen y admiten los vínculos. El acierto de estas obras está en que resuelven, con aparente sencillez, la complejidad de los argumentos que las provocan. Son como epifanías de momentos en que surgen revelaciones. Están allí como si no pasara nada, y ese estar exterioriza una visión de algo más.


Each piece reveals that question with which the artist goes to his atelier every day, with the yearning to know a little bit more about himself and all that surrounds him and affects him. Throughout twenty years of searching for and finding answers through sculpture, Max Leiva has begotten a string of creatures who speak, each one as it is able, about what has gone through the mind and what has struck as a human being. Like minute mirrors reflecting only a part or drops that spout and do not drain, each one bears witness to a visceral magma.

transposition and movement; they capture the clash of forces and the contained or, rather, potential energy.

Much of that magma has reflected the sculptural progeny of this artist. Max is now, more than ever, confirming his style and this exhibition reveals – in summary – the journey travelled, the depth of his questions and the form taken on by his answers.

The knots of strength and human groups disposed like triangles or set squares and helixes that set into movement and sustain, while sustaining themselves, conform figures in physical, psychological, and social tension. In some cases, the self-referential condition of his characters is highlighted; in others, a peculiar linking and interaction are noteworthy. In these interplaying forms and individuals, Leiva also manages to highlight the dark side, difficult and by no means simple, that life poses, the relation with himself and others. The relations, contrasts, discords, disagreements, divergences, antagonisms, conflicts, encounters, affinities, congenialities are the axis which unchain these groups of characters.

Leiva has been an outstanding sportsman and is a man of discipline. That is how he has carried out his life and that is how he approaches his sculptural work. He uses the human figure to create games of forward momentum. His sculptures transmit the idea of

Each one of these pieces does without what is not essential. His characters are abbreviations that condense years of work searching for gesture and expression. That condensation is also synonymous of synthesis; and the synthesis, of experience.

An example of this concept is the exhibition’s central piece. The seven figures carry an enormous weight; they unite in a common action. They turn their heads and their expressions interrogate. Each one is a world; each one estranged from the other, yet participating in a common effort. They are on common ground, assumed as rightfully theirs. Almost ignoring the presence of the others, together, they sustain a volume – an institution perhaps – greater than their strengths. Max alludes to the family, to society; to the subtle and forceful way in which bonds are established and admitted. The wisdom of these works lies in their apparently simple resolution of the complex arguments they provoke. They are like epiphanies of moments in which revelations surge forth. They are there, as if nothing were happening, and that state of being brings a vision of something more to the surface.

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Humanidad

105 x 600 x 38 cm Bronce 2015

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Promesa

93 x 83 x 30 cm Bronce 2014

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Hombre Pรกjaro 170 x 39 x 42 cm Bronce 2015

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Perfil

192 x 41 x 24 cm Resina 2015

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Volรกtil

190 x 41 x 24 cm Resina 2015

22


Personaje

189 x 41 x 24 cm Resina 2015

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Composici贸n Culpa Vol谩til Perfil Personaje


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Generaci贸n

598 x 77 x 77 cm Resina 2015

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28


29


30


Horizonte

102 x 355 x 35 cm Resina y hierro 2015

31


32


33


34


Permanencia

482 x 97 x 100 cm Resina y hierro 2015

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