Muriel Vera Mora Psicóloga Magíster en psicología clínica y psicoterapia.
E
stamos viviendo un momento en que la Tierra le obligó al mundo a detenerse, y de pronto se apagaron las luces, se cristalizaron los momentos con nuestros seres queridos y nuestros sueños se vieron postergados, ¿por cuánto tiempo? ¡No lo sabemos! El coronavirus vino para quedarse, al menos por un lapso considerable, así lo demuestra la curva en el ascenso de casos que vemos subir día a día en las noticias, la cual nos deja en un escenario de incertidumbre; como en el guion de una película que nunca imaginamos protagonizar y que en su enseñanza nos obliga a cambiar. Y aquí estamos, el cambio es inevitable. Si queremos sobrevivir nos vemos en la obligación de adaptarnos a las nuevas condiciones en las que nos deja esta pandemia; en que ya no puedes vivir la vida como la tenías planeada, no puedes cruzar fronteras, ni tocar a otros, en donde no importa si eres rico o pobre porque el contagio no hace diferencias y en un abrir y cerrar de ojos, de sentirnos infalibles pasamos a ser vulnerables y nuestro mundo se vio reducido paradójicamente a ese lugar al cual a veces sentimos que llegamos de visita, nuestra casa. Es en ésta donde hoy nos miramos así mismos sin saber realmente quienes somos, qué queremos, dónde vamos, y nos invita a hacer un viaje por el aquí y el ahora, el cual podemos vivir desde la huida, el querer escapar (distrés) o desde la aceptación, el disfrutar.
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