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Analizan la evolución del Director General mezcal en Guerrero

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Analizan la evolución del mezcal en Guerrero

Foto: Eduardo Sánchez

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En Guerrero, a diferencia de Oaxaca, los medios de producción del mezcal están en manos de familias o comunidades, mientras que, en aquel estado, la mayoría de las destilerías las tienen las grandes marcas de bebidas o corporativos internacionales, las cuales las tienen cooptadas y la población solamente es jornalera, dueña de su fuerza de trabajo y de su conocimiento, indicó Eduardo Sánchez Jiménez, investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Al dictar la conferencia virtual El mezcal en Guerrero. Historia de un proceso coevolutivo, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su representación estatal y del Museo Regional de la entidad, el especialista en estudios sobre la cultura en torno a esta bebida de agave, destacó que, por la razón mencionada, la industria de este licor en Oaxaca es más importante que en el territorio guerrerense, económicamente hablando.

En la charla transmitida por el perfil en Facebook del Museo Regional de Guerrero, como parte de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, Sánchez Jiménez relató que su interés por el estudio del mezcal nació durante su formación en la licenciatura en Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Guerrero, donde se enfocó a recuperar los relatos orales relacionados con el movimiento campesino revolucionario del centro de esa entidad.

“Soy originario de Mochitlán y ahí vivió un general zapatista: Cenobio Mendoza Pérez, entonces me di a la tarea de recuperar todos estos relatos, historias de los abuelos de cómo el pueblo participó en la Revolución Mexicana”.

Posteriormente, el investigador colaboró con el Centro INAH Guerrero, en el Proyecto Antropología e Historia en el Norte de Guerrero, y trabajó en archivos parroquiales y municipales, entre ellos, el histórico de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, donde obtuvo información sobre el litigio de tierras y la configuración de territorios, lo que le hizo voltear a los procesos de evangelización desarrollados mediante las órdenes religiosas.

“Cuando indagué sobre los agustinos, quienes tuvieron más influencia en estos territorios, me doy cuenta de su importancia económica, social y cultural, y es ahí donde

encuentro su relación con el mezcal. En algunos de sus conventos no tenían muchos recursos económicos, por lo que buscaron otras formas de subsistencia, y empiezan a producir clandestinamente esta bebida”, expuso.

Su interés por el devenir de este licor lo llevó abordar el tema no solo para Guerrero, sino para la región de Tierra Caliente, la cual también incluye a Estado de México, Morelos y parte de Guerrero. En esta zona biocultural encontró relaciones multidimensionales y multiescalares que van mucho más allá de lo mercantil: culturales, sociales, que tienen su arraigo mucho antes del contacto con los españoles, pero que se intensifica a partir de la producción del mezcal, del aprovechamiento de los agaves.

“Empiezo a estudiar cómo evolucionó la relación de los grupos poblacionales con el agave, desde la domesticación de la planta, los hallazgos arqueológicos, que datan de 6,500 años antes de Cristo, en Coxcatlán, Puebla, y cómo se desarrollaron las diferentes etapas de la historia de esta bebida”.

El ponente afirmó que el mezcal en México, sobre todo en Guerrero, no ha sido un tema muy abordado por los historiadores, debido a la falta de fuentes de información, pero ahora con la pandemia, se han abierto archivos históricos en diversas partes del mundo, lo que le dio la posibilidad de encontrar textos en la Biblioteca Nacional de Madrid (España), en los que halló indicios de la destilación prehispánica.

“En algunos informes de las personas que acompañaron a Hernán Cortés en la conquista de México-Tenochtitlan, hay referencia acerca de la destilación del mezcal en esa época durante su paso por el Eje Neovolcánico, situado entre Tlaxcala y Chalco (Estado de México)”, detalló el investigador al referirse también sobre lo reportado, en 1968, por Armando Farga sobre la destilación de mezcal en ollas de barro en el Totocalli (casa de las aves) o mejor conocido como el zoológico de Moctezuma.

Aseguró que con estas fuentes históricas se fortalecen las hipótesis sobre la posible destilación prehispánica —pues hay tres enfoques académicos sobre el origen de este licor en México—, la más conservadora, es sobre la idea de que la destilación la trajeron los españoles en el momento del Contacto.

Otra, afirma que las técnicas de producción llegaron de Asia, después la ruta del tornaviaje hacia Japón o Filipinas, vía contacto con el Occidente europeo, pero hasta mediados del siglo XVI. “Finalmente, la tercera, que hemos llamado etnonacionalista, en la cual postulamos que, de acuerdo a evidencias del sitio de Cacaxtla (Tlaxcala) o de la cultura capacha, en el occidente de México ya había destilación prehispánica, mucho antes del contacto con los españoles”.

Esta última hipótesis, dijo, tiene sustento en el descubrimiento de vasijas, por parte de investigadores del INAH en Colima, como el arqueólogo Fernando González, y en los hallazgos arqueológicos que datan aproximadamente de los años 2000-1200 a.C., en lo que es la zona costera del litoral del Pacífico, desde Guasave (Sinaloa) hasta Puerto Marqués, en Acapulco.

“En Guerrero, desafortunadamente, no hemos encontrado indicios arqueológicos, solo evidencias históricas. En el archivo parroquial de Zitlala, localizamos el fragmento de un informe al prior del Convento de Chilapa, fray Agustín de Coruña, en el que se le comunica, en 1535, sobre una bebida que los naturales producen a partir de cocer el maguey en ollas de barro y de aprovechar sus vapores, y que esa bebida se llama mezcal”.

En las Relaciones Geográficas de la Nueva España en el siglo XVI hay informes de diferentes pueblos-cabecera, como Ixcateopan o las Minas de Zumpango (ahora Zumpango del Río), en el norte y centro de Guerrero, que dan cuenta de los usos del maguey entre los naturales, como la elaboración de endulzantes, jarabes, aprovechamiento de las fibras para hacer textiles, el consumo del corazón y las pencas, aunque no se habla del aprovechamiento para elaborar mezcal.

Durante el porfiriato, el gobierno federal impulsa el agave en Oaxaca, ante la caída de la grana cochinilla debido a la llegada de pigmentos industrializados, a finales del XIX, y la producción del mezcal registra un fuerte auge en la época decimonónica y principios del siglo XX, aprovechando la diversidad de agaves de esa entidad.

“Esto no quita que, en Oaxaca, antes de ello, hubiera mezcla y su producción. No hemos encontrado indicios de los orígenes en esa entidad, mucha gente cree que ahí se originó esta bebida. No tenemos informes del licor en el estado, sino a partir del siglo XVII”, acotó Eduardo Sánchez.

En Guerrero, desde 1994 a la fecha, el gobierno ha impulsado la producción mezcalera, aun cuando antes perseguía a los mezcaleros y prohibió la actividad, debido a la entrada de bebidas importadas, ya que las tradicionales y locales no generaban ingresos a las haciendas, tanto en la época colonial como en la republicana.

Actualmente, indicó el investigador, se estima que la producción de mezcal en el estado, porque no hay un estudio exacto, se da a través de entre 350 y 380 destilerías, de las cuales, la mayoría están en manos de familias y comunidades, siendo muy pocas las particulares, no más de 100. Las primeras producen de tres a cuatro millones de litros al año, sin embargo, solamente se certifican alrededor de mil 200 litros, porque son pocas las marcas certificadas y la mayor parte están en la informalidad.

“En Guerrero el agave sólo se recolecta, hacen falta programas de reforestación y repoblación de la planta, pero uno de los problemas más fuertes que tiene el estado es que no hay cultivo de madera, de leña, para el cocimiento de la planta”, finalizó.

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