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LA EDUCACIÓN EN EMPRENDIMIENTO COMO PIEZA CLAVE DE LA FORMACIÓN INTEGRAL

Dra. Itzel López Castro es docente en la Facultad de Economía y Negocios, de la Universidad Anáhuac México..

LA EDUCACIÓN A TRAVÉS DEL EMPRENDIMIENTO REQUIERE UN ESTUDIANTE ACTIVO Y CON EL LIDERAZGO PARA COMPARTIR SUS CONOCIMIENTOS CON SU EQUIPO.

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Dra. Itzel López Castro*

La educación en empren- dimiento ha evoluciona- do a lo largo de los años, y es un tema en continuo crecimiento en la acade- mia. Si bien no todos los alumnos establecerán una empresa lucrativa a lo largo de su carrera, estas habili- dades son cada vez más apreciadas por grandes corporativos, organi- zaciones o entidades públicas, y se valoran muy bien los resultados que puede ofrecer un “emprendedor en potencia”, no solo como detonador de nuevas líneas de negocio sino como líder que emplea las com- petencias adquiridas en el proceso de emprendimiento: autoeficacia, empatía por las necesidades de los demás, innovación, resolución de conflictos, pensamiento divergente y convergente, perseverancia, trabajo en equipo y tolerancia a la frustra- ción, entre otras (OCDE, 2015).

De manera general, los enfoques de enseñanza del tema pueden agruparse en tres categorías: educación sobre el emprendimiento, educación para el emprendimiento y educación a través del emprendimiento (Sirelkhatim y Gangi, 2015). En el primer enfoque, el alumno tiene un papel más “pasivo” en el aprendizaje, y en contraparte, el profesor asume un papel protagónico, transmitiendo información sobre el tema la mayor parte del tiempo. En el segundo enfoque se busca que el estudiante adquiera herramientas y conocimientos técnicos del tema. Finalmente, en el tercer y último enfoque se pretende que el estudiante adquiera un papel activo en su aprendizaje, que “viva” la experiencia emprendedora y desarrolle habilidades y actitudes para ella. A semejanza del enfoque por competencias, se busca que el estudiante no se quede en el “saber” o “saber hacer”, sino que escale a un nivel de

“La educación es nuestro pasaporte para el futuro, porque el mañana pertenece a la gente que se prepara para el hoy. ” malcom x.

“ser”, adquiriendo habilidades y actitudes que le permitan desarrollar una mentalidad emprendedora, la cual podrá aplicar no solo si monta una empresa, sino en cualquier ámbito en el que se desarrolle.

El enfoque de la educación a través del emprendimiento requiere un estudiante activo y situado al centro del aprendizaje, y fomenta la migración del trabajo individual al trabajo en equipo, sin dejar de lado la responsabilidad personal (Woolfolk, 2005). Durante el proceso, el estudiante abandona el “aprendizaje memorístico”, para reemplazarlo por la construcción de conocimiento por descubrimiento y buscando una experiencia más “significativa”, tomando como base el conocimiento y los intereses previos del alumno. En este nuevo enfoque se busca que no solo “recuerde” conocimientos, sino que logre aplicarlos, evaluar opciones e inclusive crear algo nuevo; es decir, que se posicione en los niveles más altos de la conocida escala de Bloom (1956, 2001); por ejemplo,

creando soluciones innovadoras a problemas cotidianos o generando mejoras incrementales en productos o servicios ya existentes.

De esta forma, el profesor deja de ser protagonista del proceso para convertirse en un facilitador, apoyando a los estudiantes más en el “descubrimiento” del conocimiento que en la pura “recepción” de información. Para que el profesor pueda migrar a este nuevo rol es fundamental que abandone la investidura de “experto” y empiece a dar soporte y acompañamiento a los alumnos. Su lugar en el salón también debe cambiar, dejando de estar al frente para ser “parte del grupo” en el aula, caminando entre los alumnos (o equipos de alumnos) y ayudándoles en su proceso de descubrimiento. Esto nos lleva a reconsiderar nuestra forma actual de impartir clases, pasando de la cátedra a actividades de tipo “taller” o “experienciales” en el aula. Todo esto implica que el formador dedique más tiempo a diseñar y acompañar actividades durante la clase que a transmitir información. Así, es posible que el estudiante aproveche más el tiempo del profesor para “construir y descubrir” conocimiento durante la clase y no solo a “escucharlo”. Esta nueva manera de impartir clase nos lleva a considerar otras formas de enseñanza de naturaleza más activa, como el aprendizaje basado en proyectos, gamification, el aprendizaje basado en el juego, los juegos de rol, o inclusive metamétodos que concentran varias de las técnicas

anteriores, como la Clase Invertida (Sahin, Fell y Manzur, 2019).

En este nuevo paradigma, el alumno es responsable también de su propio conocimiento, y es capaz de revisar contenido por cuenta propia, antes o después de clase (algo común para los estudiantes de hoy, cuando buscar tutoriales en YouTube es cosa de todos los días); en este caso, el profesor adquiere un papel central, “curando” o seleccionado la información que el estudiante revisará fuera del aula. La evaluación también debe mutar, desde un esquema donde solo se evalúa de manera “sumativa”, es decir, al final del proceso, al establecimiento de cortes en el mismo (formativa) que permitan tener un panorama completo del avance del estudiante durante el curso.

La educación a través del emprendimiento también se apoya en tecnologías para la educación (como simuladores de toma de decisiones, juegos y learning management systems, LMS), para facilitar la administración del contenido y la clase, pero también para convertirlo en un proceso más experiencial y permitir al alumno la toma de decisiones emprendedoras en un entorno controlado.

La configuración misma del salón de clases se ve afectada por estos cambios, y se prefiere usar mobiliario más “flexible”, que permita el movimiento y el flujo en el aula, con-

“La enseñanza en emprendimiento se agrupa en tres categorías: educación sobre el emprendimiento, educación para el emprendimiento y educación a través del emprendimiento.”

tando con espacios más relajados y que favorezcan tanto el trabajo en equipo como los momentos individuales. Independientemente del tipo de mobiliario, el profesor debe verse a sí mismo como un “elemento” móvil en el aula, y esta deberá prestarse a múltiples configuraciones dependiendo del objetivo de cada actividad.

Con respecto a las metodologías, métodos, técnicas o herramientas utilizadas en clase para la enseñanza del emprendimiento, los principios de empatía y conocimiento del cliente de la metodología Lean Startup o Desarrollo del cliente (basada a su vez en el método científico) parecen ser los más comunes (Blank y Dorf, 2012). Sin embargo, también se combinan con otras metodologías, herramientas o técnicas centradas en el usuario, como Agile, Business Model Canvas, Design Thinking, Scrum y técnicas de investigación cualitativa. Por esta gran variedad de opciones, el profesor no se limita a “seguir” un temario, sino que orienta al estudiante sobre qué metodologías, herramientas y técnicas puede

elegir según el momento que vive su proyecto emprendedor. La ausencia de un proceso lineal vuelve mucho más complejo el proceso de enseñanza, porque cada proyecto emprendedor es distinto y vive etapas diferentes.

Todo lo anterior lleva al educador en emprendimiento a estar cada vez más preparado no solo en su campo de estudio ni en la vinculación con el ecosistema emprendedor, sino a actualizarse constantemente en métodos, didácticas y nuevas tecnologías. Asimismo, lo hace más consciente de su responsabilidad de no solo educar, sino de formar habilidades y actitudes fundamentales en el estudiante, migrando de un aprendizaje memorístico a uno significativo, que permita desarrollar las competencias que los futuros emprendedores o intraemprendedores requieren para dar solución a los problemas de nuestra sociedad.

En conclusión, la educación en emprendimiento ofrece hoy en día a los alumnos de la Universidad Anáhuac México las habilidades blandas (soft skills) necesarias para lograr una transformación de la persona. Dicha transformación busca una perspectiva que ponga en el centro a sus semejantes, en la figura de un cliente con problemas y necesidades, y quien puede encontrar una solución en la intención emprendedora del futuro profesional, sin importar que se desempeñe en un corporativo, en su propio emprendimiento o en la función pública, motivado por valores humanos que lo muevan a actuar.

NÚMERO 30 | AÑO VI, ABRIL-JUNIO 2020 • 9

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