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Neurociencias y Neurosicoeducación: El cerebro adolescente y el placer de las conductas trascendentes. Pág. 3 Adolescencia y consumo de drogas “legales” e ilegales para adolescentes (primera parte). Pág. 6 ¿Por qué un animal necesita un cerebro? Pág. 11 Charla con mi hijo. Pág. 13 Matrimonio racional-emocional. Pág. 20 ¿Por qué somos capaces de ser honestos y mentirosos al mismo tiempo? Pág. 24 Resistirse a las tentaciones. Pág. 28 Villanos invitados. Pág. 31 Neurociencias y Educación: Comprendiendo la dislexia. Pág. 34 Motivación y circuito de recompensa. Pág. 41 Bienvenido al mundo del ADHD, en donde se aprende a aterrizar en el aire. Pág. 46 Ilustración Neurociencias: Sistema dopaminérgico (dopamina). Pág. 56
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Notas y artículos: Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner, Dr. Roberto Rosler, Nse. Marita Castro, Prof. Nse. Carlos Teisaire, Ing. Enrique Samperio.
Neurociencias y Neurosicoeducación
El cerebro adolescente y el placer de las conductas trascendentes. Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner LinkedIn: Clic aquí. Las recompensas cerebrales están relacionadas con las conductas motivadas. En los jóvenes, las áreas cerebrales vinculadas con estos comportamientos se encuentran más activas y esto los lleva a asumir más riesgos. Sin embargo, nuevas investigaciones presentaron que este motivo también les permite disfrutar con mayor intensidad de las acciones altruistas. Los humanos somos seres altamente sociales: nuestra capacidad de interactuar con otros y de formar grupos ha sido parte de nuestro éxito como especie. Compartir tiempo y relacionarnos con otras personas nos produce gran placer, activando los circuitos cerebrales, del mismo modo que puede hacerlo, por ejemplo, una rica comida cuando tenemos mucha hambre. Pero no sólo disfrutamos de compartir momentos, sino también de colaborar con las otras personas y los jóvenes no son una excepción a esta regla.
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Una de las regiones vinculadas con la recompensa cerebral es el estriado ventral, formado por el núcleo accumbens, el putamen y el núcleo caudado. En los jóvenes, esta zona presenta mayor activación que en los adultos, por lo que ésta es una de las razones por las que se ven tan atraídos por las situaciones de riesgo.
Se puede decir que los adolescentes poseen un cerebro híper-motivado debido a la gran respuesta que se produce en el estriado ventral ante posibles recompensas, lo que los lleva a imaginar una enorme cantidad de placer y a realizar cualquier acción que los lleve a alcanzarlo. Según Robert Steiner, psicólogo y miembro de la Universidad de Washington, "los jóvenes no corren más riesgos porque de pronto dejen de reconocer el peligro, sino porque dan mucha importancia a la recompensa". Un ejemplo de esta afirmación lo podríamos encontrar en el hecho de que los adolescentes (en la gran mayoría de los casos) busquen impresionar a sus pares o amigos. Una nueva investigación que se llevó a cabo en la Universidad de Illinois, liderada por Eva Telzer, especialista en piscología del desarrollo, tuvo como objetivo comprobar si las conductas trascendentes también activaban al estriado ventral del mismo que las de riesgo. Para su trabajo, los profesionales les pidieron a adultos con edad promedio de 28 años y a jóvenes de entre 13 y 17 años que realizaran ciertas tareas que los llevarían a tomar diferentes decisiones. Entre las consignas se encontraban: situaciones monetarias de riesgo en las cuales tenían un 50% de chances de obtener grandes ganancias o de perder todo lo apostado y otras en las cuales podrían considerar darle dinero a otras personas o quedárselo.
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Este trabajo pudo corroborar que el circuito de recompensa cerebral de los adolescentes se encuentra hiperactivo en comparación con el de los adultos, aunque también mostró que la alta respuesta del estriado ventral aparecía ante la posibilidad de ayudar a otros. La investigación se completó con dos evaluaciones que medían la tendencia a deprimirse (algo también propio de la edad) al inicio de la investigación y luego de un año de finalizada la misma. Cuando se unieron todos los datos obtenidos en las pruebas realizadas, se pudo advertir que quienes disfrutaban de acciones pro-sociales tendían a ser menos propensos a
sentirse deprimidos que aquellos que gozaban más con situaciones de riesgo o poco altruistas (por ejemplo, decidir quedarse con el dinero para sí mismos). De hecho, Telzer expresó que desde la infancia hasta la adolescencia las tasas de morbilidad y mortalidad aumentan entre un 200 y 300 por ciento, debido ―casi en su totalidad― al placer que despiertan los comportamientos riesgosos. Este punto es importante y nos invita a reflexionar y pensar qué sucedería si a través de la educación pudiéramos contribuir a que los jóvenes descubrieran estas tendencias de sus cerebros. De este modo, podríamos acompañarlos e incentivarlos hacia conductas prosociales, que de igual modo que lo que sucede con las de riesgo o egoístas activarán el estriado ventral y les darán el mismo placer, con el beneficio extra de poder sentir bienestar y un sentido trascendente en sus vidas. Poseer estos maravillosos conocimientos que nos permiten comprender nuestra UCCM (Unidad Cuerpo, Cerebro, Mente) y entender el valor de generar contextos enriquecidos capaces de despertar nuestro altruismo nos posibilitará influir de modo positivo para que un circuito cerebral que puede conducirnos por caminos diferentes de placer, tome aquel que nos desarrollará como mejores seres humanos, capaces de guiar a los jóvenes a erigirse como mejores personas. Bibliografía:
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Whittle S, Lichter R, Dennison M, Vijayakumar N, Schwartz O, Byrne ML, Simmons JG, Yücel M, Pantelis C, McGorry P, Allen NB. Structural Brain Development and Depression Onset During Adolescence: A Prospective Longitudinal Study. Am J Psychiatry 2014;171:564-571. doi:10.1176/appi.ajp.2013.13070920. Telzer EH, Fuligni AJ, Lieberman MD, Galván A. Ventral striatum activation to prosocial rewards predicts longitudinal declines in adolescent risk taking. Dev Cogn Neurosci. 2013 Jan;3:45-52. doi: 10.1016/j.dcn.2012.08.004. Epub 2012 Sep 3.
Neurociencias y Neurosicoeducación
Adolescencia y consumo de drogas “legales” e ilegales para adolescentes (primera parte). Dr. Roberto Rosler Blog: Clic aquí. El alcohol debilita los centros del Sistema Nervioso Central que regulan el juicio y la estabilidad emocional. Estas emociones liberadas hacen que sea posible que intentemos tener una posibilidad con una mujer, con un hombre o con una locomotora que avanza a toda velocidad. El alcohol logra este “milagro” actuando como una poderosa bengala que estalla en el medio de nuestro cerebro. Sus consecuencias afectan las membranas neuronales, los iones, los receptores y los neurotransmisores. Todo esto por un “inocente” shot de tequila. Casi todos sabemos que el cerebro es importante. De hecho, Woody Allen lo denominó como su segundo órgano favorito. Cada persona tendrá su órgano favorito y las drogas, también. Por ejemplo, los opiáceos bloquean el dolor en el Sistema Nervioso Central y también generan constipación. Primera lección: una droga actúa sobre varios órganos simultáneamente. El cerebro tiene 150.000.000.000.000 de neuronas (¡0.15 cuadrillones!). Normalmente, perdemos unas 85 mil neuronas por día y muchas más si fumamos y tomamos alcohol.
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¿Cuál es la droga que mata más personas? La nicotina (una droga “legal”). Fume y tendrá un 50% de mortalidad, una posibilidad de 50% de morir es e-nor-me. El 72% de los adolescentes ha probado el alcohol. Cuanto más joven se empieza a tomar alcohol mayores son las probabilidades de ser alcohólico en la vida adulta.
Si se comienza a fumar a los 12 años, las chances de usar una droga ilegal aumentan un… ¡457%! ¿Por qué los adolescentes consumen drogas?:
Para ser más sociables. Por presión de los pares. Para disminuir el estrés. Para aumentar la autoestima. Como forma de rebelarse contra los adultos que los rodean. Por la necesidad de experimentar.
En el adolescente, la parte del cerebro emocional salta por encima del cerebro racional (o sea madura antes). Por lo tanto, es el tiempo de conductas de riesgo: consumir drogas es uno de esos comportamientos pasionales e irracionales. Es el motivo neurobiológico por el cual Romeo mata a Teobaldo. Tarda unos años para que el cerebro del juicio alcance al pasional, unos 30 años en los hombres: ¡madres y padres, a no desesperar! En algunas personas no lo alcanza jamás. Problemas con las drogas: 1. Cuestan dinero: además del costo de la botella de cerveza, está el costo hospitalario, accidentes, litigios legales, etc., que se pagan con sus impuestos o con el dinero de su propio bolsillo.
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2. Las drogas son “complicadas”: saber “cuánto está bien” (la dosis) de una droga no siempre es fácil. Uno puede estar entonado, borracho, comatoso o muerto dependiendo de cuanto alcohol tomó. Segunda lección: ¡La dosis lo es todo! Y las dosis son persona-específicas. Pero la dosis depende de muchos factores:
* Polifarmacia: tener más de una droga en el cuerpo empuja los límites de lo que éste puede tolerar. Imagínese lo que pasaría en un cerebro pasado de marihuana, inundado por seis latas de cerveza y tres shots de vodka. Piense un juego de Súper Mario con 3 Marios saltando en la pantalla simultáneamente con el triple de cangrejos, tortugas, moscas y bloques de hielo. ¡Es un caos químico! * Sinergia: es cuando se toman dos drogas juntas o más. El Valium sólo raramente es peligroso, aún en sobredosis. Pero es muy peligroso en sinergia con el alcohol. Ruleta rusa con las drogas En la ruleta rusa se vacían todas las cámaras de un revolver salvo una. Luego se gira el cargador y se apunta a la sien y se tira del gatillo. Si hay 6 cámaras, la posibilidad de morir es de 1 en 6. Algo parecido ocurre cuando alguien consume una droga. El problema es que el riesgo nunca es cero. La única posibilidad de tener cero riesgos es no consumir. Cuanto más tiempo se juega a la ruleta rusa con las drogas más posibilidades de un final infeliz. ¡La posibilidad de morir en la adolescencia aumenta un 500%! Ser hombre es un factor de riesgo: los hombres tienen 9 posibilidades más de morir en hechos relacionados con las drogas. La edad es otro componente importante: entre los 15 y los 24 años las drogas y el alcohol están entre los tres asesinos más importantes de los jóvenes mediante los accidentes, homicidios y el 75% de los suicidios. La muerte directa por drogas ilegales o por alcohol es por:
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Tomar mucho muy a menudo. Mezclar drogas. Detoxificarse en el baño.
¿Quiénes son los malos de esta película? Los divido en los estranguladores que matan en forma lenta y los relámpagos que matan rápidamente.
Relámpago: - Tabaco: incendios, accidentes de auto, infarto y accidente cerebrovascular. - Alcohol: accidentes, homicidios, sobredosis y suicidios. - Heroína y Opioides: sobredosis e infecciones. - Cocaína: sobredosis, homicidio, paro cardiaco y accidente cerebrovascular. La causa más común de muerte por las drogas relámpago es la sobredosis. Un ejemplo paradigmático es el caso de Michael Jackson. Lo que sucede en una sobredosis depende del tipo de droga. Un sedante como los opioides o la heroína produce un paro respiratorio y fin de la historia. Asimismo, un estimulante como la cocaína genera un caos eléctrico en el latido cardiaco y el corazón deja de funcionar como una bomba de sangre eficiente: Control, Alt, Delete y no hay posibilidades de reiniciar. En la película Pulp Fiction vemos a Travolta rescatar a una mujer de un paro cardiorespiratorio por sobredosis de heroína. Por cada persona que se suicida voluntariamente, diez lo hace por un uso incorrecto de una droga. El 70% de estas muertes es por mezclarlas. Estranguladores lentos: - Tabaco: infarto cardiaco, enfisema pulmonar, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y cáncer pulmonar. El tabaco mata al 50% de los fumadores, generalmente, en forma lenta.
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- Alcohol: cirrosis, cáncer y úlcera péptica. - Drogas inyectables: SIDA, hepatitis e infecciones bacterianas. Asesinos más comunes en los jóvenes
Los suicidios superan a los homicidios. La segunda causa más común de suicidio es saltar (y esto está íntimamente relacionado con el consumo de alcohol) y la tercera es por armas de fuego. Si el que está leyendo estas páginas es un adolescente, recuérdelas mientras está en la ambulancia: tendrá mucho tiempo para pensar sobre ellas en el hospital mientras los médicos tratan de salvarle la vida de su amigo o amiga. Sé las razones por las que no quiso llamar al SAME. Su amigo podrá ocuparse del desastre legal, social y escolar mañana… ¡Si todavía está vivo! Pero a un cerebro envenenado por una droga legal o ilegal, que está apagando sus funciones vitales de latir y respirar, le importa un comino lo que le pasará el día después de una sobredosis. Todo lo que el cerebro quiere es sobrevivir. Antes de la Sobredosis o cómo permanecer sano, sin adicción, no acusado y vivo: - Padres libres de drogas: esto es algo que los niños y adolescentes no pueden controlar. - Amigos libres de drogas: un amigo que consume drogas y te invita a consumirlas no es un amigo, es un desastre en potencia. Un adicto no puede ser tu amigo porque él cree que ya tiene al único amigo que necesita: la droga. - Deportes: los jóvenes que hacen deportes tienen un 30% menos de posibilidades de consumir drogas. Bibliografía:
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Mesic S, Sokolj Ramadani S, Zunic L, Skopljak A, Pasagic A, Masic I. Frequency of Substance Abuse Among Adolescents. Published online Nov 24, 2013. doi: 10.5455/msm.2013.25.265-269. Lopes GM, Nóbrega BA, Del Prette G, Scivoletto S. Use of psychoactive substances by adolescents: current panorama. Rev Bras Psiquiatr. 2013;35 Suppl 1:S51-61. doi: 10.1590/1516-4446-2013-S105. Kuntsche E, Gmel G. Alcohol consumption in late adolescence and early adulthood--where is the problem? Swiss Med Wkly. 2013 Jul 25;143:w13826. doi: 10.4414/smw.2013.13826. Spear LP, Swartzwelder HS. Are child and adolescent mental health problems increasing in the 21st century? A systematic review. Neurosci Biobehav Rev. 2014 May 9.
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¿Por qué un animal necesita un cerebro? Nse. Marita Castro LinkedIn: Clic aquí. El primer indicio de la respuesta a esta pregunta es que el sistema nervioso sólo fue necesario en los animales multicelulares que poseían una característica esencial: el movimiento activo de traslación, propiedad biológica conocida como motricidad. Es interesante notar que las plantas, cuya aparición en la tierra se produjo con posterioridad a la mayoría de los animales primitivos, no poseen cerebro dado que como no tienen motricidad no les es necesario. Un buen apoyo a esta conclusión proviene del estudio de los ascidiáceos (comúnmente conocidas como ascidias). Estos organismos muy primitivos, en su forma adulta, viven adheridos al fondo marino a través de un pedúnculo semejando a una planta y, por lo tanto, carecen de sistema nervioso. Durante su vida sólo cumple con dos funciones básicas: 1. Alimentarse filtrando el agua marina. 2. Reproducirse por gemación.
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La larva producto de esta gemación se caracteriza por tener un cerebro muy primitivo, formado aproximadamente por 300 neuronas, utilizadas para la función motora. Este pequeño sistema nervioso recibe información del mundo exterior sólo a través de dos primitivos elementos sensoriales: 1. Un estatocisto (órgano del equilibrio). 2. Un parche sensible a la luz (que actúa como un rudimentario ojo).
Tales características le permiten a este tipo de animal nadar hasta poder identificar, gracias a estos simples sentidos, un lugar adecuado para asentarse. Cuando halla el sustrato que buscaba, procede a enterrar su cabeza, tal como lo hacía su progenitor. Aquí se produce una transformación sorprendente, pues la mayor parte de las neuronas son reabsorbidas, quedando sólo unas pocas células nerviosas remanentes. Éstas serán luego recicladas por el intestino. La lección que nos dejan las ascidias es que el desarrollo evolutivo del sistema nervioso es una propiedad exclusiva de aquellos organismos que posean motricidad activa, ya que el cerebro es un requisito indispensable para conseguir un movimiento guiado que sea eficaz. Entonces, la razón de esta necesidad es por demás obvia: un animal que se moviera por el mundo exterior sin un plan y sin estar sujeto a una modulación sensorial tendría grandes problemas para sobrevivir, e iría por el mundo sin ton ni son. Si intentáramos caminar por un territorio desconocido con los ojos vendados y los oídos tapados, ¿qué tan lejos llegaríamos sin sufrir un accidente que podría ser mortal? El movimiento debe tener cierto grado de inteligencia para que pueda ser efectivo. Aquí, el término inteligente se relaciona con la capacidad de desarrollar una estrategia rudimentaria que se adecue a las características del entorno por el cual se desplazará el animal. Ésta es la razón de que una de las funciones esenciales de un cerebro primitivo y de todos los que le siguieron en el orden evolutivo es la de poder predecir lo siguiente:
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1. Lo que va sucederá en el mundo exterior (gracias a la información proveniente de los sentidos). 2. Qué ocurrirá como resultado de los movimientos que emprenderá. Pero además, esta capacidad predictiva del movimiento debe poseer una cualidad más como lo es la de ser única. Pues si un cerebro predice dos respuestas opuestas al mismo tiempo, el animal no podrá reaccionar.
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Charla con mi hijo. Ing. Enrique Samperio Una tarde, mientras paseaba por el parque con mi hijo inicié una charla con él como generalmente inician todas las charlas con los pequeños: con una pregunta. NIÑO: ― ¡Papá!, ¿qué es ser una mejor persona? PADRE: ― Una mejor persona es aquella que hace lo mejor que puede en todo lo que sabe hacer y si no lo conoce se ocupa en aprenderlo. Esto lo hace porque aprecia la vida, se aprecia a sí mismo y a los demás. Por lo tanto, todo lo que hace tiene un fin, que es el de darle sentido a su vida y a la de los demás. NIÑO: ― ¿Cómo podemos ser mejores personas? PADRE: ― Haciendo uso de las facultades heredadas por la evolución de todas las especies de las cuales procedemos. Siendo la Inteligencia el recurso más valioso. NIÑO: ― ¿Y qué es la inteligencia? PADRE: ― Pues, hay muchas definiciones, pero te diré esta: es “La capacidad de aprender a resolver problemas para adaptarnos al medio ambiente, sobrevivir y trascender”. NIÑO: ― ¿En dónde se está la inteligencia? PADRE: ― En el cerebro.
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NIÑO: ― ¿Qué es cerebro? PADRE: ― El cerebro humano es un órgano muy complejo que está dentro del cráneo y ejerce una gran cantidad de tareas, como la de regular las funciones de tu cuerpo para mantenerlo vivo y donde se encuentra tu capacidad de hacer preguntas y de responderlas.
NIÑO: ― ¿Cómo es el cerebro? PADRE: ― Escucha hijo, nuestro cerebro es el resultado de años de evolución. Por ello, en el nuestro hay sistemas más primitivos que nos sirven para controlar las funciones básicas que nos mantienen vivos como respirar, comer, buscar un refugio, buscar pareja y otras cosas más. También con un sistema emocional con este podemos “sentir la vida”, ya que gracias a él tenemos emociones. Con el paso de muchos años el cerebro siguió evolucionando y surgió un sistema más complejo que tiene una característica muy especial: los lóbulos frontales, que nos distinguen del resto de los seres vivos y nos han llevado a dominarlos y a manejar los recursos de la tierra. NIÑO: ― ¿Y para qué sirve la inteligencia? PADRE: ― Para darnos más posibilidades de sobrevivir. NIÑO: ― ¿Qué es sobrevivir? PADRE: ― En este momento estás vivo, pero mañana no estás seguro de estarlo. Tienes que utilizar tu inteligencia para aumentar las posibilidades, resolviendo los problemas que se presenten. NIÑO: ― ¿Y cómo uso la inteligencia? PADRE: ― Primero te diré que no es una sola inteligencia, sino varias y cada persona las tiene desarrolladas en diferentes niveles: por eso todos somos diferentes.
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PADRE: ― ¿Escuchás el viento que pasa entre las ramas de los árboles? ¿Crees que pudieras hacer música siguiendo el ritmo de las ramas? Si lo logras, es que tienes un alto nivel de inteligencia musical. NIÑO: ― Tal vez no pueda hacer eso pero tengo buenas calificaciones en la escuela. ¿Soy inteligente? PADRE: ― Claro que sí, hijo, eres inteligente porque puedes resolver las matemáticas y las lecturas de tus materias. En este caso TIENES INTELIGENCIA LÓGICO-MATEMÁTICA e
INTELIGENCIA LINGÜÍSTICA. ¿Recuerdas cuando me señalaste en un mapa en donde estábamos nosotros cuando nos fuimos de viaje? Es que también tienes desarrollada tu INTELIGENCIA ESPACIAL. NIÑO: ― Pero en el fútbol no soy muy bueno y mi amigo Lucas sí lo es. ¿Él es más inteligente o menos que yo? PADRE: ― Tu amigo tiene más elevada su INTELIGENCIA CORPORAL-KINÉTICA, pero tal vez la lógico-matemática y la lingüística no estén muy altas. NIÑO: ― Mi amigo Luis no tiene buenas calificaciones, ni juega ningún deporte pero me cae muy bien porque es amigo de todos y siempre está de buen humor. ¿Y él? PADRE: ― Tal vez él tenga un bajo nivel en las inteligencias en las que tú destacas, pero él tiene desarrolladas la INTELIGENCIA INTRAPERSONAL, o sea la de conocerse a sí mismo y la INTELIGENCIA INTERPERSONAL que es la de conocer y tratar a los demás. Respecto a esto quiero comentarte que durante toda tu vida tratarás con otras personas y tendrás que hacerte cargo de tu propio bienestar. Por eso es muy importante que incrementes los niveles de estas dos inteligencias. NIÑO: ― ¿Y ya son todas las inteligencias?
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PADRE: ― No, hijo, también está la INTELIGENCIA NATURALISTA que es la de conocer la naturaleza estudiándola, clasificándola, ordenándola. Y con el tiempo seguramente se encontrarán más. Al final tu inteligencia total estará determinada por el nivel que de cada una de ellas tengas, algo así como esto:
Te puedo concluir que la inteligencia de cualquier persona depende de la inteligencia que haya heredado de su familia, de las condiciones en las que viva, de las oportunidades que tenga para aplicarlas o elevarlas y de la capacidad que tenga de relacionarse con otras personas. NIÑO: ― ¿Podemos elevar el nivel de cualquier inteligencia? PADRE: ― Sí, es posible gracias a un proceso mental que se llama Neuroplasticidad, en el cual las redes de comunicación en el cerebro se reacomodan y se refuerzan, siendo esto posible con el entrenamiento. Te voy a dar ejemplos de algunas formas de llegar a una mejor expresión de tus inteligencias: ¿Qué nombres de países se forman con estas letras? RANGIANTE, LIECH, RAYU GUU, NUEVA EZEL, RADOSHUN. Si haces muchos ejercicios de estos diariamente mejorarás tu INTELIGENCIA LINGÜÍSTICA. Aprende a jugar malabares con pelotas, hacer gimnasia mental, jugar al balero u otros juegos de habilidad manual para mejorar tú INTELIGENCIA CORPORAL-KINÉTICA. Instruirse en cómo tocar un instrumento MUSICAL es una de las formas de desarrollar esa capacidad. Puedes resolver muchos laberintos para la INTELIGENCIA ESPACIAL y puedes escoger un objeto, insectos o plantas y desarrollar metódicamente una colección para aumentar tu INTELIGENCIA NATURALISTA.
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Pregúntate: ¿en qué estoy pensando en este momento? y ¿qué estoy sintiendo ahora? y ponle mucha atención a la respuesta. Repítelo frecuentemente durante el día para que aumentes tu grado de conciencia y se eleve el nivel de tu INTELIGENCIA INTRAPERSONAL. Cuando te hayas observado mucho, te hagas y te respondas muchas preguntas sobre ti mismo y sobre la vida, que el proceso de REFLEXIÓN, te conocerás mejor, sabrás de tus capacidades y talentos y te caerás muy bien. A eso se le llama AUTOESTIMA y después de
eso entenderás mejor a otras personas y podrás sentir genuinamente lo que otros sienten; a eso se le llama EMPATÍA. Después de eso estarás listo para aprender y utilizar las HERRAMIENTAS SOCIALES como la asertividad, la sociabilidad, podrás negociar y resolver satisfactoriamente tus conflictos con otras personas. Podrás liderar eficientemente un grupo de gente porque tendrás la habilidad de persuadir e influir a los demás. Entonces habrás desarrollado tu INTELIGENCIA INTERPERSONAL. NIÑO: ― A veces me enojo por no poder aprender algunas cosas, ¿qué inteligencia me falta? PADRE: ― El enojo tiene más que ver con las emociones que con la inteligencia. Recuerda que te mencioné ciertos sistemas primitivos. Las emociones son respuestas que das a los estímulos del medio ambiente. Es decir, a lo que ves, oyes, tocas, hueles o pruebas. Tu cerebro fabrica las emociones para responder a esos estímulos, te explico:
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Cuando eras un bebé y tenías hambre llorabas; aquí es donde aparecía tu emoción ENOJO. Entonces, mamá te daba tu biberón y te calmabas, cuando te abrazaba sentías su APEGO y hasta le sonreías mostrando tu emoción ALEGRÍA. Si te dejaba solo en la cuna llorabas por tu emoción TRISTEZA y si escuchabas o veías algo desconocido sentías MIEDO. Si no querías la leche o la papilla sentías DESPRECIO y si el sabor no te gustaba sentías ASCO y cuando yo jugaba contigo al escondite sentías la emoción SORPRESA y después otra emoción de las que ya mencioné. Como cada emoción es una respuesta a un estímulo del medio ambiente, cuando seas más grande y tengas muchos amigos, estas emociones se sumarán y se mezclaran originando otras emociones que se llaman EMOCIONES SOCIALES.
Por ejemplo, los CELOS son una emoción SOCIAL que viene por sentir la emoción MIEDO de perder algo o alguien a lo que sientes APEGO, por lo cual sentirás TRISTEZA si lo pierdes y te quedas solo. Entonces sentirás ENOJO contra quien te quiera quitar ese algo o alguien, todo esto casi al mismo tiempo. Y entonces resultará una nueva emoción y así muchas circunstancias diferentes en la vida producirán diferentes nuevas emociones. Cuando desarrollas la INTELIGENCIA INTRAPERSONAL tienes más facilidad para detectar las emociones y entonces manejarlas más adecuadamente. A eso se le llama AUTOCONTROL EMOCIONAL. Y cuando te sientas mal podrás saber la causa y cambiar las emociones para tener un mejor estado de ánimo y podrás iniciar y perseverar en lo que te propongas hacer: a eso se le llama AUTOMOTIVACIÓN. NIÑO: ― Ah, ya entiendo. Entonces siempre tengo emociones y nunca dejaré de tenerlas. PADRE: ― Nunca, hijo, ni tu ni nadie, sólo hasta el día que dejemos de vivir. NIÑO: ― Papá, ¿y para que vivimos? PADRE: ― Para trascender, hijo mío. Es decir, para que el resultado de tu creatividad haya cumplido con el objetivo de ser productivo en bien tuyo y de los demás y que hayas disfrutado de esa labor. En otras palabras, hijo, el sentido de la vida es: ¡Ser productivo para sí mismo y para los demás, siendo feliz y procurando hacer felices a los demás!
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NIÑO: ― Entonces intentaré ser feliz y productivo, papá. PADRE: ― Lo lograrás, hijo. Todo lo que hagas tiene una respuesta: así es la vida. Es como el eco, si gritas HORROROSO, te contestará horroroso,… rroroso,… oso, pero si gritas VIDA te contestará vida,… ida…, da… NIÑO: ― Gracias, papá, te quiero mucho.
PADRE: ― Fue un privilegio charlar contigo, hijo. Mientras seco mis lágrimas te digo que el amor que siento por ti, por tus hermanos y por tu madre, confirman mi plenitud y engrandecen mi gratitud por la vida, lo cual me compromete a ser cada día más productivo y así soy más feliz. Muchas gracias hijo mío.
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Trabajo final: Curso de Neurociencias: Inteligencias múltiples, inteligencia reflexiva y de autorregulación.
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Matrimonio racional-emocional. Prof. Nse. Carlos Teisaire Si existe algo bueno, también está presente lo malo. Lo mismo sucede con correcto y lo incorrecto, lo placentero y lo doloroso y, por último, con los héroes y los villanos. La dualidad es una constante en nuestra vida, por lo que frecuentemente quedamos atrapados entre fuerzas opuestas que nos arrinconan en el agotador espacio de la duda. Una simple, amorosa y deliciosa porción de torta de chocolate hecha por mi madre es capaz de desatar un tsunami interior de emociones, sensaciones, pensamientos, interpretaciones, justificaciones e intrusiones. Quiero pero no debo, gusto pero me privo, comer para no ofender, devorar es honrar, sarna con gusto no pica… La lista es interminable y el resultado suele ser el mismo: indigestión. Primer acto: tentación, segundo acto: indigestión, tercer acto: auto reproche. ¿Cómo se llama la obra?… ¡la torta de Memé! ¿Cuántas veces actué en esta obra? ¡Perdí la cuenta! El hecho de que anteriormente me haya comido tres platos de pasta con su correspondiente ensalada, más las bebidas y los panes de la entrada pasa mágicamente al olvido para enfocarme absurda y exclusivamente en la responsable de mi malestar: la torta. ¿Por qué me pasa esto? ¡Si sé que me hace mal! ¿Por qué termino haciendo algo que me había propuesto evitar?
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La culpa es del matrimonio. ¡Sí! El matrimonio fue pre arreglado e inevitablemente impuesto. No hay escape. No hay divorcio posible. Sólo hay una posibilidad: la armónica convivencia, el apoyo mutuo y el crecimiento compartido. Bajo un mismo techo, dentro de la “casa” de nuestro cuerpo, conviven nuestro sistema instintivo - emocional y nuestro sistema cognitivo - racional. El primero, comandado por las redes emocionales de nuestro cerebro y el segundo por las redes más evolucionadas
del mismo. El Sr. Emoción y la Sra. Razón compiten por el comando del hogar, y los dos quieren hacer las cosas como deben hacerse: A SU MANERA. Y por más que a veces insistan, es biológicamente imposible que haya separación y divorcio. Y habrán enojos, ofensas, castigos y reconciliaciones hasta que eventualmente entiendan que hay una sola forma de tener la casa en orden: JUNTOS. ¿Y cuál es el origen de las diferencias en nuestro matrimonio emocional? Los bancos. Cuando hay problemas de dinero, suele salir a la luz todo lo irritante ¿no es así? Sólo que en nuestros bancos cerebrales el dinero no se computa en pesos, sino en memorias. El Sr. Emoción y La Sra. Razón guardan sus distintas memorias cerebrales de la misma manera, pero no necesariamente en los mismos bancos. El sistema emocional guarda sus memorias en sus redes emocionales y el racional, en sus redes racionales. Hasta acá, como verán, hay diferencias, pero no necesariamente conflictos. Ambos se ajustan a las leyes del placer y el dolor: lo experimentado como placentero se archiva en las memorias como placentero y lo doloroso como doloroso. Así, al evocar las distintas memorias, éstas ya vienen con su implícita carga pro o anti supervivencia, desencadenando las correspondientes conductas de acercamiento o alejamiento.
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Esto no suena conflictivo, ¡pero lo es! Es la causa del primer conflicto. A veces lo que Él tiene archivado como placentero, Ella lo tiene como doloroso. Si bien el Sr. emoción y la Sra. razón tienen un interés común que es SOBREVIVIR, también tienen formas distintas de buscar hacerlo. Mientras él quiere hacerlo de forma rápida, Ella busca la excelencia (o lo más parecido a ésta) ―cualquier similitud con matrimonios o parejas inter-humanas es pura coincidencia―. Y esa es la causa del segundo conflicto: los dos toman decisiones de la misma manera y comparan lo que está pasando con las memorias que tienen al respecto y así deciden si es pro o anti supervivencia. Pero a él no le interesa archivar en sus memorias mucho detalle porque cuánto más datos guarda, más va a tardar en comparar y decidir cuando así lo necesite. En cambio, ella quiere y necesita
archivar todo lo más detalladamente posible para poder ser, a la hora de comparar, lo más precisa posible. Finalmente, el tercer conflicto surge porque a la hora de decidir qué hacer todo cae en manos del contador. Éste, en cada una de nuestras neuronas, es totalmente imparcial, indiscutible, carente de emociones y responsable de todo lo que hagamos o dejemos de hacer. El simplemente suma los “sí” y los “no” que le llegan de otras neuronas y da su orden de acuerdo a cuál fue la mayoría. Si hay mas “sí” vota por “sí” y si hay más “no” vota por “no”. Cada estímulo que percibimos genera una millonaria cadena de contadores que se pasan sus votos a través de nuestras Redes Hebbianas y módulos cerebrales para decidir qué haremos o no en nuestra vida. La intensidad del cerebro emocional desata una enorme cantidad de votos con la que el cerebro racional no puede competir, lo que determina que el Sr. Emoción sea a veces incontrolable, con las consecuentes ofensas, enojos y reproches de nuestra querida Sra. Razón.
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Cuando el matrimonio está peleado, perdemos la capacidad de funcionar como un todo y terminamos escuchando a una sola de las partes, perdiéndonos la sabiduría de la otra. Pero con un poco de voluntad y aceptación mutua, este matrimonio se transforma en una combinación perfecta. La correcta comunicación y la reflexión son la clave, y dado que no son precisamente las fortalezas de él, la tarea cae en manos de ella. Ella tiene una herramienta inmejorable: la consciencia. Gracias a sus lóbulos pre frontales, nuestro
cerebro puede darse cuenta de lo que sucede y usar sus capacidades para calmar al Sr. Emoción antes, durante y después de los eventos. Anticipar, moldear y educar emociones son tareas para las que un cerebro sano viene preparado. Aprendiendo a observar y desarrollando nuestra inteligencia intrapersonal, podemos lograr una relación cada vez mas armónica en nuestro matrimonio interior aprovechando al máximo nuestras cualidades. Las emociones son algo maravilloso, pero necesitan de la contención del intelecto. Y el intelecto sin las emociones se torna muy aburrido y distante. Neurosicoeducarnos nos ayuda a entender por qué hacemos lo que hacemos, por qué somos cómo somos y qué podemos hacer para cambiar lo que nos trae infelicidad. Un pedazo de torta de Memé o cualquier otro patrón de comportamiento son sólo circuitos neuronales. Podemos tomarlos como definitivos o decidir ir más allá de sus limitaciones. Nuestro cerebro tiene la capacidad para hacer de nuestro matrimonio interior una relación sana y duradera. La paciencia, el humor y la voluntad son aliados que se desarrollan a medida que se usan y que nos van a ayudar en nuestra armonía y paz interior.
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¡Qué tengan un feliz matrimonio!
Neurociencias y Neurosicoeducación
¿Por qué somos capaces de ser honestos y mentirosos al mismo tiempo? Dr. Nse. Carlos A. Logatt Grabner LinkedIn: Clic aquí. Es común que las personas, sin ninguna mala intención y sin sufrir afección alguna, creemos historias. Incluso quienes se consideran que jamás lo harían a menudo fabulan especialmente a la hora de argumentar los motivos por los cuales han actuado de una manera determinada. Petter Johanson de la Universidad de Lund pudo observar conjuntamente con sus colaboradores que estas interpretaciones que hacemos de la realidad son en muchos casos sólo meras invenciones de las que ni siquiera nos damos cuenta. Para probar esto, el experimentador mostró a un grupo de hombres examinados fotos de mujeres jóvenes y les pidió que escogieran a aquella que les resultara más atractiva de todas. Tras la elección debían explicar los motivos de su decisión.
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Lo que no sabían los participantes del estudio era que Johanson, sin que se dieran cuenta, les cambiaba la fotografía seleccionada con disimulo, de manera que estos no sospecharan que se llevó a cabo tal truco. Solo un tercio de los sujetos se dio cuenta del cambio, pero los otros 2/3 no tuvieron ninguna duda a la hora de justificar la decisión que habían tomado, aunque no era la real. Es decir, este grupo de hombres, sin saberlo ni sospecharlo, se habían convertido en “mentirosos honestos”. El investigador bautizó a esta limitación que mostraba el cerebro con el nombre de “ceguera en la elección”. Esta observación está muy emparentada con el descubrimiento de Michael Gazzaniga, quien encontró que el hemisferio cerebral izquierdo podía hacer inferencias con el fin de interpretar conductas y sentimientos, aun cuando no conociera el origen de los mismos.
Su propuesta es que el hemisferio izquierdo tiene una especie de “Intérprete” que está constantemente evaluando el estado del cuerpo y la mente: un módulo neuronal que intenta descifrar el mundo y las propias acciones del sujeto, incluso a costa de inventar falsas memorias. El Intérprete es el sistema que se pregunta ¿por qué? y ¿cómo? y luego trata de proveer una respuesta más o menos plausible, construyendo así una narrativa personal. El intérprete no se puede enterar del procesamiento que ha realizado el sistema instintivoemocional de manera preconsciente, pero sí puede ver las consecuencias de la acción impulsada por éste, y, aunque desconoce las causas, siempre es capaz de inventar una explicación a posteriori. Es de alguna manera nuestro “narrador de cuentos”, ya que es capaz de sacar conclusiones de toda la información que recibe. Lo divertido, dice Gazzaniga, es que sus conclusiones “son generalmente falsas”. El inconveniente con el que nos enfrentamos es que no somos conscientes del trabajo oculto que realiza el intérprete ya que no podemos diferenciar claramente entre las que son narraciones verdaderas y las inventadas, pues ambas son parte del tejido de nuestra narrativa personal.
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La sensación de certidumbre y seguridad que se deriva de poder entender lo que está pasando o nos está pasando es una emoción esencial, así como también lo son la confusión, la inseguridad y el aturdimiento que sobrevienen cuando no nos podemos armar un modelo de cómo funciona la realidad y nosotros en ella. Todo el tiempo estamos intentando comprender qué nos pasa y de encontrarle sentido a lo que nos rodea. El intérprete obedece a la ley de los datos omitidos, por lo que al no tolerar los vacíos de conocimientos siempre intentará rellenar los mismos de la mejor forma que pueda. Los filósofos de antaño lo ponían de manifiesto al decir que la naturaleza de la mente humana aborrece el vacío.
Un cuento que podría servir para ilustrar cómo actúa el intérprete es el de una persona que decía poseer la calavera de Hitler y deseaba venderla. Cuando un experto en falsificaciones va a conocerla y ve que la misma perteneció a un niño, el dueño de esta, al ser confrontado con la falsificación en vez de permanecer callado contestó: “Claro, ¡tiene razón! ¡pero es la de Hitler cuando era niño!”. El intérprete fue por muchos años un fantasma que habitaba en algún lugar del hemisferio izquierdo, pero que no se sabía en qué zona o zonas se encontraba realmente. Sin embargo, nuevas investigaciones han arrojado algo de luz: al descubrir que cuando se activa el intérprete, lo mismo sucede con los centros del lenguaje del hemisferio izquierdo, encontrándose entre ellos el área de Broca, ubicada en el lóbulo frontal, el área de Wernicke, ubicada en el lóbulo temporal, y el área de Geschwind, situada en el lóbulo parietal. Al parecer estas tres áreas, trabajando en conjunto, son las responsables de producir razonamientos verbales que estén de acuerdo con nuestras conductas y comportamientos, basándose en la información que tienen a su alcance. Pero cuando los datos son insuficientes, los argumentos que producen pueden surgir de la fantasía, que al no ser grotescas son creíbles tanto por quien la produce, como para quien las escucha.
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Aquí también se considera que juega un papel fundamental la corteza orbitofrontal, ya que controla que las explicaciones que da el intérprete sean coherentes con la situación que se presenta. Si por alguna razón patológica su supervisión se viera alterada, una persona podría caer en el campo de las fabulaciones grotescas y poco creíbles. Esto conduce a considerar que en nuestro cerebro pueden existir dos sistemas: un intérprete (áreas del lenguaje del hemisferio izquierdo) que genera explicaciones o
narraciones no del todo verdaderas, y una instancia de supervisión (corteza orbitofrontal) que sería el encargado de controlar la plausibilidad de los mismos. La interrelación y el equilibrio entre estas dos funciones (creatividad y control) constituyen un componente fundamental en la estructuración de nuestro pensamiento, aclarando que ambos procesos son llevados a cabo siempre de forma preconsciente. En el caso de las personas fabuladoras pasa algo diferente, pues por un lado conservan la capacidad creativa, pero no son capaces de analizar y comprobar sus propias fantasías, por lo que aun siendo las historias que narran muy irreales o fantasiosas, ellos tienen la sensación de que las mismas son totalmente coherentes, pues la corteza orbitofrontal no puede cumplir correctamente con su misión de control. Estos conocimientos nos deben servir para que nunca nos creamos dueños absolutos de la verdad, pues en muchos casos esta es en parte una maravillosa invención de nuestra creativa mente. Fijémonos cuánto tiene esto que ver con lo que los científicos cognitivos actualmente denominan “creencias”, que nos sirven para construir nuestro modelo propio de la realidad que no es otra cosa que nuestra forma de asimilar el mundo y a nosotros mismos en él. El conocimiento nos da la posibilidad de descubrirnos y con ello la libertad de transformarnos en el ser humano que creemos ser. Bibliografía:
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Hall L, Johansson P. Choice Blindness: You don’t know what you want. New Scientist, Issue 2704, 26‐27. Johansson P, Hall L, Chater N. Preference change through choice. In R. Dolan & T. Sharot (Eds.) (2011). Neuroscience of Preference and Choice. Elsevier Academic Press. pp. 121-141. Johansson P, Hall L, Sikström S, Olsson A. Failure to detect mismatches between intention and outcome in a simple decision task. Science (New York, N.Y.), 310(5745), 116–9. doi:10.1126/science.1111709. Gazzaniga MS. El pasado de la mente. Ed. Andres Bello, 1998. ISBN: 8489691886.
Neurociencias y Neurosicoeducación
Resistirse a las tentaciones. Nse. Marita Castro LinkedIn: Clic aquí. En el mundo moderno es habitual enfrentarse a diario con estímulos que nos inducen a placeres inmediatos, demandantes de nuestra capacidad de autocontrol para no ceder ante ellos luego de imaginar los beneficios a futuro que alcanzaremos si logramos dejarlos pasar. Sin embargo, no todas las personas podemos tener la misma fuerza de voluntad y resistir de igual manera.
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La capacidad de autocontrol nos permite dejar de lado un placer cercano tal como podría ser beber de más, comer un trozo de pastel extra o quedarnos en la cama durmiendo en lugar de levantarnos para ir a caminar. Todas estas situaciones pueden producir cierta molestia en el corto plazo, pero garantizarían mejorar la salud en el mediano y largo. Si podemos tener esto presente como un beneficio y placer a futuro, lograremos mayores posibilidades de autorregulación de nuestras acciones. Numerosos estudios presentan que la capacidad de autocontrol está relacionada con la actividad de los lóbulos prefrontales (LPF), el área más evolucionada de nuestro cerebro. La calidad de la función de estos depende de muchos factores, dentro de los que se encuentran el cansancio, el nivel de glucosa, el estado emocional, las exigencias, etc. Sin embargo, indudablemente, uno sumamente importante es el aprendizaje, ya que los LPF necesitan de información para evaluar, comparar y tomar decisiones. Si bien cumplen con funciones ejecutivas (anticipación y elección de objetivos, planificación, selección y monitoreo de la conducta adecuada, autocontrol), la rica intercomunicación que poseen con todo el resto del cerebro es lo que les permite expresar su magnitud de acción.
Una investigación realizada en el Brain and Spine Institute de París, liderada por Mathias Pessiglione, presentó que aquellas personas que tienen mayor capacidad de imaginar las consecuencias a futuro de algo son menos proclives a caer en las tentaciones. La capacidad de imaginar todas las posibles consecuencias venideras está relacionada con la memoria y con el hipocampo. Esta última área mencionada es considerada como esencial para el almacenamiento de información (memoria) y, en la actualidad, también se la reconoce como partícipe en la simulación de situaciones futuras. Pessiglione, en su trabajo, presentó a todos los voluntarios opciones de tentaciones inmediatas y otras de largo plazo, pudiendo observar que la posibilidad de seleccionar recompensas futuras estaba ligada a la cantidad de actividad del hipocampo. En su estudio, trabajó con voluntarios sanos y con pacientes con enfermedad de Alzheimer, con daños en el hipocampo, demencia frontotemporal y con daños en la corteza prefrontal. Pudo observar que las personas con lesiones en el hipocampo, al tener dificultad para imaginar los resultados positivos, no pueden contrarrestar el atractivo de las recompensas inmediatas.
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Nuestro cerebro, preparado para sobrevivir en la sabana africana, recibe a través de los sentidos los estímulos que le llegan y debe rápidamente determinar en el corto plazo inmediato si estos están a favor o no de nuestra vida. Por el contrario, las recompensas o repercusiones negativas en el mediano o largo plazo exigen mayor tiempo de evaluación y que se pueda imaginar las consecuencias posibles de las mismas. Si bien este trabajo merece y necesita seguir ampliándose, permite reflexionar sobre el valor que tiene ―tal como expresamos en Neurosicoeducación― el aprendizaje para el progreso y desarrollo humano. Por ello, necesitamos de una educación a lo largo de toda nuestra vida que, a la par de otros conocimientos, contemple el cuidado y respeto por nosotros mismos, las otras personas, especies y el planeta.
Para imaginar el futuro necesitamos de datos almacenados en la memoria que son el resultado de nuestros aprendizajes y experiencias pasadas, también requerimos del uso de la información para que podamos contar con ella más fácilmente (neuroplasticidad positiva). Este paso se logra a través de la simulación mental o proceso de práctica en frío, lo que permite conseguir que construyamos redes neuronales fuertes para que ante estímulos que generen beneficios en el mediano o largo plazo podamos tenerlos (aunque lleven más tiempo de actividad cerebral) tan en cuenta como los inmediatos y, de este modo, nuestra TD (toma de decisión) cuente con ambas visiones. Bibliografía:
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Lebreton M, Bertoux M, Boutet C, Lehericy S, Dubois B, Fossati P, Pessiglione M. A Critical Role for the Hippocampus in the Valuation of Imagined Outcomes. Published: October 22, 2013. DOI: 10.1371/journal.pbio.100168. Figner B, Knoch D, Johnson EJ, Krosch AR, Lisanby SH, Ernst Fehr E, Weber EU. Lateral prefrontal cortex and self-control in intertemporal choice. Nature Neuroscience 13, 538–539. doi:10.1038/nn.2516. Formación en Neurosicoeducación. Asociación Educar.
Neurociencias y Neurosicoeducación
Villanos invitados. Prof. Nse. Carlos Teisaire En las películas de héroes siempre hay villanos. Sin malos no hay buenos. Si quieres ser un gran superhéroe necesitas de un buen enemigo. En todas las historias heroicas, sean bíblicas, cotidianas o fantásticas hay un malvado, un traidor o un contrincante. Los villanos son tan viejos como la historia misma. Tienen todo tipo de formas y nombres, a veces están fuera de nosotros y otras, dentro. Hace unos años fui a visitar a gran amigo mío. Él no es un intelectual, es más bien un personaje, pero hay que reconocer que muchas veces es muy sabio. Su mujer se estaba quejando de la falta de plata y él, con una sonrisa, me comentó: “Esta semana el villano invitado es la economía… La semana pasada fueron los deberes de los chicos, y la que viene seguramente serán las goteras del techo.”.
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Todos tenemos permanentemente malvados invitados en nuestra vida. Decimos odiarlos, pero en realidad no podemos vivir sin ellos: son una adicción. El quejoso siempre va a encontrar de qué quejarse; el miedoso, de qué asustarse; el culposo, con qué castigarse y el exigente, un error para marcar... Ni cuenta nos damos, funcionamos en piloto automático y… ¡Qué vengan los villanos! ¡Una y otra vez! Y cuando finalmente alejamos a ese personaje nefasto, ¡aparece otro en su reemplazo! ¿Por qué nos pasa esto? Detrás de cada villano está la oportunidad de aprender algo positivo. Igual que en las películas, los rivales nos obligan a superarnos y a mejorar para poder vencerlos. Nos empujan a hacer lo que creemos fuera de nuestras capacidades. En realidad, ellos no hacen más que mostrarnos en dónde es que nos “trabamos”. Marcan la línea final de nuestra zona de seguridad, y nos pasa que mas allá de este límite no sabemos muy bien cómo manejarnos. A la parte más primitiva de nuestro cerebro no le gusta nada pasar está geografía extraña. A nuestro sistema emocional no le agradan las cosas nuevas, desconocidas y, por lo tanto, potencialmente peligrosas. Es como si dijera: “¡No te pongas a innovar que así como están las cosas, mal que bien, sé que hacer!”. Si viene mi suegra,
me enojo; si no hacen lo que yo quiero, me ofendo; si lo hago mal, me culpo y me frustro. Cada situación detona una determinada emoción y con ellas establecemos nuestros sentimientos. Cualquier cosa que te cueste puede ser tu archirrival. Éste puede estar encarnado por una persona, un miedo, un enemigo, una tentación, un problema, etc. Ellos activan nuestros archivos de memoria de dolor y por eso los rechazamos: pareciera que cuanto más los repelemos más aparecen. Nuestra parte más primitiva del cerebro ―las redes instintivasemocionales― se enfocan en cualquiera que sea el adversario de turno, y le exigen a las redes cognitivas ―la parte más nueva del cerebro― una solución urgente. Nuestra parte primitiva, que se activa en forma automática e inconsciente, “bombardea” con pensamientos a nuestra parte consciente y así nos encontramos con que una y otra vez “aparecen” de la nada pensamientos que no queremos tener. A esto lo llamamos “intrusión”, y cuanto más peleamos contra esto, más se activan nuestras redes primitivas y más aparece: combatirla es alimentarla. Nuestras redes instintivas-emocionales se híperactivan, se enfocan y especializan en encontrar más y mejor a ese villano, atrapándonos en un círculo vicioso agotador. Y empezamos a pensar que el mundo está confabulado en nuestra contra, porque no podemos ver otra cosa que eso que nos molesta, preocupa y trae incertidumbre. Así es que cuando rompemos una relación todo lo vemos nos trae a esa persona a la mente, por más que nos propongamos no pensar en ella. Si nos ponemos a dieta y empezamos a ver comida rica por todos lados, ¡hasta nos invitan a comer los que cocinan rico! Cuánto más apurados estamos, más lento anda el tráfico… ¡En especial en nuestro carril!
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Usando nuestro cerebro humano podemos vencer a los villanos que hay en nuestra vida. Porque al utilizarlo lograremos entender lo que pasa y buscar una solución al problema. El simple hecho de entender conscientemente lo que nos pasa hace un mundo de diferencia. Al poder observar y decir “¡Wow, cómo se me detonó mi parte emocional! Nos colocamos por fuera de la situación. En ese momento utilizaremos nuestros poderosos
lóbulos prefrontales y: auto observarnos. Éste es el comienzo… Si podemos ver lo que nos pasa mientras nos sucede, es porque tenemos la capacidad de accionar en lugar de reaccionar. Podemos dejar de actuar en automático, barridos por las emociones, y cambiar a modo consciente: eligiendo qué hacer. Hay muchas herramientas: desviar la atención, usar el humor propio, postergar o ignorar impulsos emocionales, calmar las redes emocionales usando la respiración, meditación o cualquier técnica de desarrollo personal. También es útil hacer deporte para “quemar” los residuos emocionales, escuchar música que nos tranquilice o ver y evocar imágenes que nos hagan bien. Cada uno es un mundo, y las posibilidades son interminables. Lo que es seguro es que el peor negocio es negar o resistir a tus fantasmas. ¡Es mejor aprovecharlos para nuestro beneficio! Ellos son el gimnasio donde se fortalece nuestro héroe: la oportunidad para descubrir todos nuestros talentos. Con paciencia y perseverancia todos podemos ir “mudando” el control de nuestro ser, llevándolo desde lo instintivo y automático hacia las redes mas evolucionadas de nuestro cerebro: el Neo cortex y los lóbulos pre frontales, sede de nuestros valores humanos.
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Neurosicoeducarnos es conocer cómo funciona cada uno de nuestros distintos aspectos, valorando y aceptando las fuerzas que tironean dentro de nosotros, dándoles un sentido y dejándolas convivir en paz, para desarrollarnos como seres humanos plenos y felices.
Neurociencias y Educación
Comprendiendo la dislexia. Dr. Roberto Rosler Blog: Clic aquí. Las escuelas no logran identificar y tratar a muchos niños con dislexia y otras discapacidades del aprendizaje. Existe una puja entre los padres, docentes y los profesionales relacionados con la dislexia, con los niños atrapados en medio. No existen armas, tanques o explosiones en este conflicto. Las armas en esta batalla son leyes complicadas, requerimientos para hacer evaluaciones para identificar la discapacidad del aprendizaje, la merma en autoestima de los alumnos, el menoscabo de las preocupaciones de los padres y maestr@s, un entrenamiento inadecuado de l@s maestr@s, echarle la culpa de los escasos rendimientos académicos a los problemas conductuales y la construcción de barreras sin sentido a las reformas educativas. Los niños no son las únicas víctimas. Los adultos también sufren de las discapacidades del aprendizaje que no fueron reconocidas cuando estuvieron en la escuela y nunca fueron tratados. La depresión, ansiedad y sentimientos profundos de incompetencia a menudo impiden a los adultos con discapacidades del aprendizaje desarrollar relaciones profundas, encontrar un trabajo que les guste y vivir una vida feliz y productiva.
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Esta nota es una travesía a través del mundo de las discapacidades del aprendizaje desde una variedad de perspectivas. Problemas para escribir las palabras, una lectura lenta, fallas en la memoria, una escritura ilegible y la incapacidad de calcular son problemas que acosan a los niños con esta problemática. La dislexia, que es una discapacidad de la lectura, es a menudo confundida con mero hecho de invertir las letras o no poder ver las palabras en forma adecuada. En realidad, es un problema del lenguaje. Los inconvenientes con las matemáticas a menudo son
omitidos, pero una discapacidad en esta materia, denominada discalculia, es tan común como la dislexia. La evaluación de las discapacidades del aprendizaje es a menudo excesivamente compleja, pero simplemente identificarlas no es suficiente: debemos darles asistencia. Muchos niños que necesitan ayuda no la están recibiendo, aunque existen muchos maestr@s dedicad@s y solidari@s que le ponen el pecho a la situación. No obstante, se necesita de una mayor cantidad voluntarios. Para esto, sería importante el hecho de mejorar la capacitación de los maestros. Un reconocimiento e intervención precoz y sistemática para los niños que están luchando también es fundamental, de manera tal que las dificultades del aprendizaje no sean agravadas por la frustración del niño, la pérdida de la autoestima, el mal comportamiento y ser víctima del bullying. Muchos niños con discapacidades del aprendizaje también tienen algunos talentos especiales. Reconocerlos y estimularlos es muy favorable a la hora de derrotar los obstáculos de las discapacidades del aprendizaje. Agatha Christie, Winston Churchill, Pablo Picasso, William Butler Yeats, Susan Hampshire y Greg Louganis: todos sufrieron de discapacidades del aprendizaje. Sin embargo, fueron personas muy exitosas. Podemos aprender de sus historias para apoyar a los niños con discapacidades del aprendizaje focalizándonos más en sus fortalezas antes que en sus debilidades. Tipos de discapacidades del aprendizaje
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El gigante con dislexia Imagínense un hombre de cuatro metros de altura. Cuando atraviesa la calle las personas siguen sus movimientos mirándolo fijamente. Este hombre es Rubeus Hagrid, un amigable y compasivo gigante que es un importante personaje en los libros de Harry Potter escritos por J.K. Rowling.
Éste es un “héroe” solidario y los lectores se sienten atraídos por él porque es compasivo y amable. Los alumnos van en su búsqueda por té y simpatía, aunque tratan de evitar sus galletitas de piedra. Sin embargo, tiene un problema: es disléxico. La forma de escribir del enorme hombre es terrible. En el comienzo de la película Harry Potter y la piedra filosofal, el pequeño mago recibe una torta de cumpleaños de Hagrid en la cual está escrito: “Feli cumpleano Harry”. Las dificultades para escribir lo persiguen. Cuando Harry le pregunta a Hagrid el nombre del hechicero que mató a sus padres, éste se ve forzado a revelar sus problemas para redactar. No puede decir en voz alta su nombre porque todos temen que si lo dicen, el malvado hechicero volverá junto a todas sus terribles malicias. Por ésta razón, el mago le sugiere a Rubeus que le escriba su nombre, pero el gigante se niega porque no puede hacerlo. Temiendo las consecuencias, pero incapaz de llevarlo al papel, deja escapar el nombre prohibido: Voldemort. Como muchas personas con dislexia, Hagrid tiene una terrible escritura. Junto con los problemas para escribir y deletrear, a veces este personaje pierde las palabras y no es un orador fluido. Muchos niños con esta problemática tienen dificultades con el lenguaje y para encontrar las palabras.
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Hagrid es entusiasta y atento, pero su hablar es lento, le faltan habilidades verbales y tiene problemas con la memoria de corto plazo, todo lo cual es erróneamente interpretado como estupidez. No obstante, él da una clase llamada “El cuidado de las criaturas mágicas”. Cuando una inspectora, la profesora Umbridge, va a su clase para evaluar su enseñanza, ella utiliza señas para acompañar sus palabras como si Hagrid no comprendiera su idioma. Burlándose, la mujer gesticula caminando entre los alumnos y dice que va a hacer unas preguntas. Señala su propia boca para indicar que va a hablar en una manera de indicar cuán estúpido es el profesor. Ella insinúa que Hagrid no habla en forma clara y estimula a los alumnos a que digan que no lo entienden.
Los abusadores son una plaga para las personas con dislexia: ellos se aprovechan de sus debilidades y los atormentan. Reportes de las vidas de las personas con dislexia están repletos de referencias al bullying y a las burlas que recibieron y a qué inadecuados los hicieron sentir estos insultos. Hagrid sufre un destino similar y es el blanco de las burlas. El abusador, Draco Malfoy, que es el archi-enemigo de Harry, se burla del profesor y lo llama estúpido. Como todos los niños “malos”, Malfoy estimula a sus amigos, Crabbe y Goyle, para que se le unan y así reírse en grupo; ellos se deleitan al observar la “estupidez” del gigante. ¿Es Hagrid un disléxico? La evidencia parece sugerir que lo es, pero solamente J.K. Rowling lo sabe con seguridad. Éste es un personaje de ficción, pero la descripción que hace Rowling de Hagrid refleja la realidad de la vida de un disléxico: tiene problemas con la escritura, dificultad para encontrar las palabras adecuadas y problemas con la memoria. Todos estos signos lo marcan como a una persona disléxica. Sin embargo, no es sólo un disléxico. Es también una persona amable y cariñosa que no tiene miedo de derramar una lágrima por sus amigos o por un animal que ha muerto o se ha lastimado. Y es leal con sus allegados, defendiéndolos valientemente. El personaje ilustra que las personas con esta problemática, como todos nosotros, son complicadas, multidimensionales que desafían los meros rótulos. En esta nota exploraremos las habilidades así como también los problemas de los niños con dislexia y otras discapacidades del aprendizaje. Quisiera que pudiéramos comprender a los individuos con discapacidades del aprendizaje como a un ser humano en su totalidad y para poder ver más allá de sus inconvenientes.
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El terror de la prueba de ortografía “Estoy enfermo, no tengo hambre”. Dice Tomás, de 9 años, sentado en la mesa de la cocina revolviendo sus cereales en la leche. Mira hacia la ventana, es un viernes de Julio frío, gris y ventoso.
La madre lo mira ansiosamente y le dice: “Tomás comete los cereales. Necesito que salgas en 5 minutos. Son las 7.25 hs. Vas a perder el micro”. “No puedo ir al cole, estoy muy enfermo”, murmura. “Creo que tengo fiebre. Me duele la panza y la cabeza”. Su mamá le toca la cabeza. “No se siente caliente”, dice desconcertada. “No creo que tengas fiebre”. ―“Me siento caliente”, asegura el chico. ―“Estoy segura de que te vas a sentir mejor en unos minutos”, mantiene, firme, su mamá. ―“No, me duele mucho”, contrarresta Tomás. ―“Andá a lavarte los dientes y agarrá tus libros y tu campera”, responde terminante la mujer. Dejando sus cereales favoritos intactos, Tomás deja la mesa y, agarrándose su panza, camina lentamente hacia su habitación y se tira en su cama. Su madre aparece y dice “me parece que tendré que tomarte la temperatura”. Le coloca el termómetro en su axila antes de abandonar la habitación. Tomás lo toma y lo pone cerca de la calefacción. Espera que suba la temperatura porque realmente odia la escuela y si “tiene fiebre” hará que su mamá no lo mande ese día.
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Los viernes son los días de prueba de ortografía. Él realmente odia en forma absoluta esos exámenes. Le rezó a Dios, pero se supone que rezar es para cosas importantes como cuando se enferma la abuela. No se supone que lo haga por una prueba de ortografía. Tomás piensa, “Si sólo pudiera faltar hoy, luego viene el fin de semana. Su entrenamiento de fútbol es los sábados, pero si estaba enfermo su mamá no lo dejaría ir. Le haría quedarse en la cama. Se aseguraría estar mejor para el sábado. Odiaba faltar a los entrenamientos.
¿Qué odiaba más? ¿Faltar al entrenamiento de fútbol o ir a la prueba de ortografía? Ésta era una pregunta muy difícil”. Escuchó los pasos de su mamá y se colocó el termómetro en su axila. Su mamá entra, le saca el termómetro y dice: “No tenés fiebre”. “Vamos, te llevo en el auto a la escuela porque ya perdiste el micro”. Tomás agarró su lunchera y corrió hacia el auto. El intento del chico con el termómetro no había funcionado. Debería enfrentar el examen. Esperaba que un grupo de alienígenas aterrizaran en su nave espacial en el patio de la escuela y los raptaran a todos. Pensándolo mejor, esto podía no ser divertido si eran malos, hasta podría perder su entrenamiento de fútbol. Tal vez la escuela sufriera un incendio antes de que llegara. Esto no sería bueno porque podría lastimar a muchas personas. Tal vez la señorita Ana faltara y tuvieran a una maestra suplente y así se suspendería la prueba de ortografía. Pero, seguramente, Franco y Juliana, que siempre se sacaban un 10 en la prueba de ortografía (aún con palabras como posesión y ferretería), le dirían a la maestra suplente que los viernes siempre había una prueba de ortografía.
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“Ya llegamos. Buena suerte con la prueba de ortografía”, le dijo su mamá mientras Tomás se bajaba lentamente del auto. Él arrastró los pies hacia la escuela. Tal vez se produjera un terremoto lo lejos como para que nadie se lastimara, pero lo suficientemente cerca como para romper todas las ventanas de la escuela y así suspender ese calvario de los viernes. Lamentablemente, todo eso era poco probable. Luego tuvo una inspiración: ¡un simulacro de incendio! Eso lo salvaría. Le gustaban los simulacros de incendio, los alumnos perdían unos 45 minutos de clase cada vez que había uno de esos simulacros.
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Miró su reloj, 45 minutos para la prueba de ortografía. Rezó por un simulacro de incendio. Ahora empezó a sentir hambre. Debería haber comido el cereal. Estaban haciendo ejercicios de aritmética, multiplicaciones de números de dos y tres dígitos. No estaba tan mal. Al menos podía hacer matemáticas. Faltaban treinta minutos. Rezó nuevamente por un simulacro de incendio, aunque sabía que se suponía que no debía desperdiciar un rezo en esto. Miró nuevamente el reloj. Sólo faltaban cinco minutos para la prueba de ortografía. Todos los caminos conducían a tener que realizar el dictado del día.
Neurociencias y Educación
Motivación y circuito de recompensa. Nse. Marita Castro LinkedIn: Clic aquí. Para alcanzar metas y cumplir con los objetivos que nos proponemos, necesitamos ser perseverantes y esforzarnos, dos cualidades que van de la mano de la motivación. La motivación se encuentra relacionada con la actividad del circuito de recompensa cerebral y con poder imaginar los beneficios a futuro que obtendremos ante el logro de un objetivo: esto produce el impulso necesario para ponernos en acción y enfrentar los desafíos que puedan presentarse.
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Una de las vías del sistema de recompensa es la vía dopaminérgica que se extiende desde el área tegmental ventral hasta el núcleo accumbens. En la mayoría de los ámbitos en los que nos desempeñamos los seres humanos (educacionales, laborales, personales, sociales, etc.) la motivación es un tema de gran interés. Por ello, los neurocientíficos
buscan indagar más sobre esta temática, y sobre la influencia que presenta tanto en las capacidades cognitivas como en las físicas. Dentro de los nuevos estudios referidos a este tema se encuentra uno efectuado en el Centro de Investigación en Neurociencia Pitié-Salpêtrière, encabezado por el neurocientífico Mathias Pessiglione y su equipo. Este grupo de profesionales pudo observar que la intervención del núcleo accumbens en la conducta motivada es acompañada por otras dos áreas del estriado ventral ―el putamen y el núcleo caudado―, participantes activas de la misma según las tareas que se deban realizar.
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Para llevar adelante la investigación, se convocó a un grupo de voluntarios a quienes sometieron a una serie de pruebas que les otorgaban diferentes ganancias a medida que las realizaban. Las tareas combinaban dos tipos de objetivos: la búsqueda de un esfuerzo físico y otro cognitivo. Para ello, en primera instancia, los participantes debieron llevar a cabo una prueba llamada de Stroop numérico, que consistía en descubrir una cifra oculta entre varias. Para superar este desafío debían mantener la atención de manera sostenida en la imagen que se les presentaba hasta descubrir los dígitos correspondientes (esfuerzo cognitivo). Luego de haber resuelto la consigna anterior, tuvieron que apretar fuertemente unas manijas (esfuerzo físico), según fuera la ubicación de los números. Mientras realizaban las tareas, los cerebros de los voluntarios fueron monitoreados a través de resonancia magnética funcional. Las imágenes obtenidas les permitieron a los profesionales observar que, tal como lo esperaban, el estriado ventral se activaba en proporción a la motivación que las personas tenían. Sin embargo, también detectaron que cuando la tarea a realizar era cognitivamente difícil se disparaba en mayor medida el
núcleo caudado, mientras que ante una dificultad motora, el mayor involucrado era el putamen. Este proceso ocurría según el estímulo al cual las distintas áreas debieran responder.
Como conclusión, los profesionales sugirieron que la expectativa de alcanzar una recompensa se codifica en el estriado ventral, y que éste, a su vez, puede conducir mayor actividad a la parte motora o cognitiva, dependiendo de la tarea en la cual se necesite mejorar el rendimiento.
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Como vimos al inicio, la motivación es un tema que despierta gran interés. Por esta razón, es necesario comprender que ésta depende, por un lado, de que el cerebro pueda imaginar a futuro la posible o posibles recompensas para ponerse en acción y, por otra parte, de nuestra capacidad para mantenerla en nosotros (auto-motivarnos), en nuestros alumnos o equipo de trabajo (motivarlo), a lo largo del tiempo para alcanzar la meta propuesta. La perspectiva de futuro puede centrarse en un fin muy cercano y sencillo ―ir a un kiosco y comprar unos caramelos―, pero también en uno lejano y complejo ―terminar una carrera, lograr un cambio de hábitos, implementar un nuevo plan de trabajo, cambiar la cultura organizacional, etc.―.
En general, imaginar las posibles recompensas que obtendremos frente a un determinado comportamiento no es algo difícil de lograr y la motivación surge. Sin embargo, la complicación aparece cuando debemos mantener una conducta en el tiempo, para que nuestro entusiasmo, voluntad y capacidad de acción no disminuyan o se diluyan con la aparición de nuevas situaciones que demanden atención, o presenten obstáculos. Si consideramos que la motivación está constituida por factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo, podemos observar que la atención está involucrada en distinguir las recompensas, en que seamos perseverantes y capaces de monitorear nuestras acciones para mantenernos en el camino. Aquí es donde el paso del tiempo u otros factores distractores nos pueden mover de nuestra senda inicial, por lo que es oportuno gestionar conscientemente el sistema atencional y llevarlo nuevamente a conectarse con las recompensas apreciadas inicialmente y, además, con el sentido más trascendente que todo objetivo debe tener.
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Mantener la motivación y la atención consciente en cada uno de nosotros es un desafío, imaginemos lo que significa para un líder o docente, quien debe trabajar en forma conjunta con todos los miembros de un equipo hacia la consecución de un logro. La vida moderna está llena de distractores que pueden llevarnos a apartarnos de nuestros sueños, planes y metas. Estos factores disuasivos influyen tanto en los equipos de trabajo como en los individuos. Por ello, comprender que la conducta motivada exige de mantenimiento es sumamente importante, por lo que dejar espacios para recordar las razones por las cuales decidimos hacer algo, darnos tiempo para contagiarnos de entusiasmo, compartir pequeños logros o hacer una lista con lo que hemos conseguido son sólo algunas de las acciones cotidianas o semanales que debemos realizar. De este modo, siempre reacomodaremos el sistema atencional y motivacional hacia la meta propuesta. Algunas actividades posibles son: 1. Hacer un registro de la meta, de los objetivos y de las recompensas que alcanzaremos.
2. Leer el registro anterior y sumarle otras posibles recompensas por logros parciales. 3. Asentar los logros obtenidos y el placer que se siente al conseguirlos. Se puede hacer un gráfico o cualquier representación que permita ver lo que se alcanzó y sumar frases de cómo se siente uno o cada persona de un grupo con estos. Es conveniente utilizar gráficas debido a que activan al sistema visual y el hecho verlas motivan a continuar. 4. Anticiparse a las dificultades. Pensar en las posibles complicaciones que podrían suceder le permite al cerebro estar preparado y no sentirse sobrepasado si llegasen a ocurrir. Es oportuno pensar y anotar los modos de actuar o proceder. 5. Dar espacios para valorar tanto los resultados como el esfuerzo y el trabajo. 6. Imaginar, conversar y reflexionar sobre cómo uno (o el grupo) se sentirá una vez alcanzado el objetivo. 7. Llevar una planilla en donde se pueda registrar día a día si se está trabajando hacia la concreción del objetivo. Las anotaciones permiten ver que, por ejemplo, al cabo de 15 días se ha hecho poco y que se debe reencauzar el camino; también podremos haber hecho mucho y sentirnos gratificados. En ambos casos, tendremos información muy valiosa. Bibliografía:
Croxson PL, Walton ME, O'Reilly JX, Behrens TE, Rushworth MF. Effort-based cost-benefit valuation and the human brain. J Neurosci. 2009 Apr 8;29(14):4531-41. doi: 10.1523/JNEUROSCI.451508.2009.
Curso de Neurociencias y Liderazgo. Asociación Educar - www.asociacioneducar.com
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Formación en Neurosicoeducación. Asociación Educar - www.asociacioneducar.com Gan JO, Walton ME, Phillips PE. Dissociable cost and benefit encoding of future rewards by mesolimbic dopamine. Nat Neurosci. 2010 Jan;13(1):25-7. doi: 10.1038/nn.2460. Epub 2009 Nov 10. Hare TA, Camerer CF, Rangel A. Self-control in decision-making involves modulation of the vmPFC valuation system. Science. 2009 May 1;324(5927):646-8. doi: 10.1126/science.1168450. Schmidt L, Lebreton M, Cléry-Melin ML, Daunizeau J, Pessiglione M. Neural mechanisms underlying motivation of mental versus physical effort. PLoS Biol. 2012 Feb;10(2):e1001266. doi: 10.1371/journal.pbio.1001266. Epub 2012 Feb 21.
Neurociencias y Educación
Bienvenido al mundo del ADHD, en donde se aprende a aterrizar en el aire. Dr. Roberto Rosler Blog: Clic aquí. La “sensación” del ADHD El ADHD es una mezcla de tendencias a menudo contradictorias y rasgos que giran alrededor de uno, alterando el orden de distintos aspectos de su vida en diferentes momentos a medida que realiza sus inconsistentes rutinas. Los ingredientes de esta mezcolanza pueden incluir:
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Una gran energía mental física (acoplada a veces con una extremada lasitud). Una mente en rápido movimiento que se distrae fácilmente (acoplada a veces con una mente sorprendentemente superfocalizada). Problemas con recordar, planificar y anticipar. Impulsividad y una conducta impredecible. Creatividad. Falta de inhibición. Desorganización (acoplado con habilidades remarcables de organización en ciertos aspectos). Una tendencia a la postergación (acoplado a veces con una actitud “debo hacerlo ahora sí o sí”). Una actitud de alta intensidad que alterna con una de vagancia extrema Tendencia a olvidar (acoplado con un recuerdo extraordinario de informaciones a menudo remotas e irrelevantes). Intereses apasionados (acoplado en otros momentos con una incapacidad de despertar su interés).
Una forma original, a menudo alocada, de ver el mundo. Irritabilidad (acoplada con ternura). Una tendencia a preocuparse innecesariamente (acoplado a una predisposición a no preocuparse lo suficiente cuando la inquietud está justificada). Una propensión de adulto a involucrarse con actividades adictivas (acoplado con una preferencia a la abstinencia total en ciertos momentos). Una incilinación a ser un inconformista. Una tendencia a rechazar la ayuda de los otros (acoplado con una idea de querer ayudar a los otros). Una generosidad que puede ir demasiado lejos. Una tendencia a repetir los mismos errores muchas veces, sin aprender nada de ellos. Una facilidad para subestimar el tiempo que le toma realizar una tarea o llegar a un destino.
No existen dos niños con ADHD que sean idénticos. La variedad e inconsistencia hace imposible capturar una imagen definitiva de esta “mente-mariposa” que está en rápido movimiento. Me agravia el término “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad”. Si alguien tiene un trastorno, son las personas que avanzan penosamente prestándole especial atención a cada manchita y a cada migaja, a cada detalle y regla, a cada norma y procedimiento en cada minúsculo manual, a cada mínimo error en el otro (acoplado a una “ceguera” con el error propio).
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Yo creo que son esas las personas que tienen un trastorno. Lo denomino el “Trastorno de Excedente de Atención”. Ellos hicieron exactamente lo que se les dijo de niños y ahora se ganan la vida diciéndole a los otros qué es lo que tienen que hacer y qué no. ¿Qué tipo de vida es ésta? ¿Si usted tuviera que llamar a una de los dos un trastorno no votaría por el Excedente? ¿Quién desea prestar atención a una miríada de detalles
durante mucho tiempo? ¿Es realmente un signo de salud mental escribir en tu cuaderno, sentarse quieto en la silla y nunca hablar fuera de turno? Por lo que veo, muchos de los que sufren del Trastorno de Excedente de Atención son miembros de la Sociedad de Congénitamente Aburridos. Existen varias metáforas para describir al ADHD. Tener ADHD es como tratar de manejar en un día lluvioso con un limpiaparabrisas defectuoso. El parabrisas se vuelve borroso y poco nítido a medida que se avanza a toda velocidad pero usted no aminora la marcha. Usted sigue manejando tratando de ver lo mejor posible. ¿Por qué no aminora la velocidad o, mejor aún, se detiene? Porque ésta no es la forma del ADHD. Usted continúa andando, si es rápido, mejor. Está en su corazón y en su cerebro. Tener ADHD es también como estar escuchando un partido de futbol por la radio con mucha estática e interferencia. Cuanto mayor esfuerzo hace para escuchar el partido, se vuelve más frustrado. La frustración aumenta con el paso del tiempo y usted se vuelve algo más que frustrado… se vuelve loco. Quiere gritarle a la radio o a cualquier ser humano que comete el terrible error de preguntarle justo en ese momento cómo se siente usted. Tener ADHD es también como querer construir un castillo de cartas en medio de un huracán. Debe construir una estructura para protegerse del viento antes de que pueda comenzar a cimentar el castillo con las cartas. Construye un cobertizo sólo para ver que una ráfaga de viento lo destruya. Así que comienza nuevamente y otra vez el viento gana.
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De forma tal que levanta el cobertizo nuevamente y otra vez, y nunca llega a las cartas. Pero usted no abandona. Ésta es otra característica de las personas con ADHD. Siguen probando. Tener ADHD es como estar supercargado todo el tiempo.
Es como poseer un cerebro similar a un auto de carrera. Tu cerebro va más rápido que el de los otros. El problema es frenarlo. Tenés una idea y tenés que llevarla a cabo en forma inmediata y luego tenés otra, antes de que hayas terminado con la primera, pero de todas maneras la intentas llevar a cabo. Pero cuando estás haciendo esto, una tercera intercepta a la segunda y tenés que seguir a esta última, y pronto las personas te empiezan a decir que sos un desorganizado, impulsivo, desobediente, desafiante y toda una serie de palabras descorteses que no entienden lo que te está pasando. Es que uno tiene todos esos vectores invisibles empujándote en uno y otro sentido que hace que sea muy difícil que uno persista en una única tarea. Además, tu cerebro está constantemente desbordado, rebosante. Estás tamborileando los dedos, golpeando con los pies, tarareando una canción, silbando, mirando acá, mirando allá, rascándote, estirándote, garabateando. Lo que lleva a las otras personas a pensar que no estás prestando atención o que no estás interesado, pero uno está derramando energía para poder estar atento. Tengo muchas más chances de tener los cinco sentidos puestos en algo mientras estoy caminando o escuchando una canción, o aun cuando estoy en un aula abarrotada de gente ruidosa que cuando estoy sentado, quieto y rodeado por el silencio. ¡Dios me salve de las bibliotecas! Son paraísos silenciosos para mucha gente, pero para mí son cámaras de tortura.
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Alguien alguna vez dijo, “El tiempo es la cosa que evita que todo suceda al mismo tiempo.” El tiempo fracciona los momentos en bits separados de manera tal que podamos hacer una cosa a la vez. En el ADHD el tiempo colapsa, haciéndote sentir que en la vida todo está pasando en mismo momento. Es ahora o nunca… o tal vez más tarde.
Esto genera pánico. Uno pierde la perspectiva y la capacidad de seleccionar qué debe ser hecho primero, qué después y qué puede esperar hasta el próximo día. En lugar de esto, uno está siempre en marcha, saltando antes de mirar, tratando de evitar que el mundo se derrumbe encima de uno. En el mundo del ADHD existen sólo dos tiempos: el ahora y, luego, el no es ahora. Por lo tanto, si un jefe le dice a una persona con ADHD que una presentación debe estar lista para una reunión importante en tres meses, el individuo con ADHD piensa “no es ahora”. Se olvida hasta que dentro de meses se vuelve ahora y entonces ya es muy tarde. No es sorprendente que la depresión, la preocupación tóxica y los trastornos de ansiedad abundan entre los niños y adultos con ADHD no diagnosticados. Nunca saben cuándo van a olvidar algo, decir la cosa errónea o aparecer en el lugar inadecuado en el momento inadecuado. A veces una persona con ADHD puede sentarse y, por ejemplo, mirar una pintura por un largo, largo rato. Se puede introducir en el mundo de la pintura y viajar a través de ella hasta que se olvida de todo lo que lo rodea. En esos momentos las personas con ADHD pueden superfocalizar. Esta capacidad demuestra que no es cierto que las personas con ADHD no puedan jamás prestar atención. Cuando están interesados, cuando sus neurotransmisores “están alineados” y la estructura está dispuesta de forma tal que puede ayudar a los niños con ADHD, éstos pueden focalizarse como un perro de caza sobre el olor de una presa.
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Las personas con ADHD tienen un problema que podríamos denominar como “trastorno de no puedo esperar en una cola”. En muchas oportunidades la ansiedad de la espera los lleva a actuar de formas que después lamentarán. Esto se debe a que tienen una baja capacidad en el paso reflexivo que media entre el impulso y la acción. Por esto tampoco poseen mucho tacto. Esta capacidad depende enteramente de la habilidad de considerar sus palabras antes de pronunciarlas.
Muchos niños con ADHD se parecen al personaje de Jim Carrey en la película “Mentiroso, mentiroso” en el que no puede mentir. Una dura verdad de tener ADHD es que puede ser muy trabajoso hacer tareas tan triviales como mantenerse en silencio o resistir la tentación de decirle a la señorita que se parece a un chanchito. Muchos de los niños que tiene ADHD ansían situaciones de alto estímulo como todos los juegos de pantalla. Esto, ya de adultos, puede llevar a los casinos y carreras de caballos. Por todos estos motivos, los padres de estos niños buscan ayuda. Pero una vez que se ha iniciado el tratamiento adecuado el cerebro de estos niños puede ofrecer un campo inexplotado. De pronto la estación de radio se sintoniza bien, el parabrisas está claro, la tormenta se apacigua y uno puede construir su castillo de naipes. Puede comenzar a utilizar todos esos grandes planes e ideas que ha estado guardando durante años. Ahora el niño o alumno que ha sido un gran problema ―un terrible dolor de cabeza tanto para él mismo como para los demás― comienza a hacer cosas que nunca antes fue capaz de hacer. Los niños con ADHD a menudo tienen un “talento” especial para la vida, una forma de ver directo en lo corazón de las cosas, mientras que los otros necesitan razonar en forma metódica todo a lo largo del camino.
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En lugares donde la mayoría de las personas son ciegas los niños con ADHD pueden, si no ven la luz, al menos sentir la luz, y pueden generar respuestas aparentemente desde la oscuridad. Si el ambiente insiste en un pensamiento racional y lineal y en una “buena” conducta todo el tiempo, entonces estos niños nunca podrán desarrollar su estilo intuitivo al punto de que puedan usarlo en forma provechosa.
¿De qué se trata el tratamiento (valga la redundancia)? Cualquier cosa que disminuya la estática y fortalezca la señal verdadera. Tan sólo hacer el diagnóstico ayuda a amortiguar la estática debida a la culpa y la autorecriminación. Construir ciertos tipos de estructuras (como listas, agendas, hábitos saludables de sueño, dieta y ejercicios) pueden “afilar” el foco mental. Un plan de tratamiento abarcador, que tome en cuenta muchas y variadas intervenciones, es el mejor plan de tratamiento. Los seis hábitos de los niños con ADHD altamente eficientes 1. 2. 3. 4.
Haga aquello para lo que es bueno. Delegue aquello en lo que es malo en otros tan a menudo como pueda. Conecte su energía con un medio creativo. Esté lo suficientemente bien organizado como para alcanzar sus objetivos. La clave aquí es “lo suficientemente bien”. Esto no significa que el niño tenga que estar perfectamente organizado, con suficientemente bien como para lograr los objetivos es suficiente. 5. Busque y preste atención al consejo de personas en las cuales confíe. Ignore a los destructores de sueños. 6. Vaya con su lado positivo. Tome sus decisiones y de rienda suelta a su lado positivo. ¿No quiere prestar atención o no puede? El punto crucial del asunto.
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¡Prestá atención! ¿Pero qué pasa si no puede? ¿Qué pasa si, sin importar cuánto es el esfuerzo, su atención va donde ella quiere y no donde el alumno quiere? “¡Si sólo se hubiera esforzado lo suficiente, usted hubiera podido prestar atención!” Por siglos este ha sido el exasperante lema de maestras y padres que no pueden lograr que otra persona se focalice. Hace enojar a la gente porque ellos suponen que para prestar atención, todo lo que una persona tiene que hacer es sólo desearlo.
¡Qué errónea es esta idea! El esfuerzo sólo no puede focalizar su neuromatrix al igual que sólo no puede focalizar su visión o lograr que se duerma o se enamore. Muchas fuerzas deben combinarse para lograr el foco visual, el sueño, el amor o la atención, y también muchas fuerzas pueden distraerlo de estas cuatro funciones. Estamos preocupados por la atención. Ciertamente el esfuerzo (“querer”) es uno de los muchos factores que fortalecen la atención, pero es sólo una de las razones. Por ejemplo, si está preocupado por algún problema apremiante tendrá que luchar para prestar atención a cualquier cosa sin importar cuánto usted lo desee. O, si tiene hambre, usted no se concentrará tan bien como si estuviera bien alimentado. Si hay un martillo neumático taladrando en las inmediaciones de donde usted está estudiando, le restará capacidad de prestar atención hacia su tarea. Si siente dolor físico, ese dolor desviará su atención. Si tiene sueño, tendrá problemas para focalizar sus circuitos neuronales. Estos son algunos de los factores críticos que pueden modificar su nivel atencional. Tener ADHD es una de las muchas formas que influencian la atención.
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Por miles de años, maestr@s y padres han logrado ver que el punto crucial para prestar atención no está siempre bajo el control de la voluntad. A veces lo está, si se le pide a los alumnos que atiendan, ellos pueden esforzarse en hacerlo por unos minutos. Pero luego de este periodo, el guardián del cerebro se desconecta y la mente (como espíritu travieso que es) se pierde por donde la curiosidad la lleve. Nadie puede “retener” sus circuitos mentales durante mucho tiempo. Como un experimento. Trate usted mismo… Intente forzarse a poner su interés en algo aburrido, como, por ejemplo, una revista técnica sobre un tema que no le interesa o a una conversación que no le interesa. Puede forzarse a hacerlo pero sólo durante un tiempo equivalente al que puede retener su respiración. Rápidamente usted exhala. Usted olvida que está tratando de prestar atención y su mente va hacia donde ella quiere ir. Para traerla de vuelta, primero debe darse cuenta de que ella ha desaparecido, lo cual no
podrá hacerlo porque usted y su mente están ahora absortos en sus nuevos pensamientos, donde estos hayan ido. Por razones que desconocemos, tan pronto como usted se ordenó a sí mismo prestar atención, se olvida de esta orden. Sin importar cuánto desea forzarse para prestar atención, el aburrimiento le permite a la curiosidad encontrar la llave y abrir la puerta del calabozo, permitiéndole a la atención escapar y encontrar un lugar interesante para visitar. La atención se conduce de esta manera en niños que NO tienen ADHD. En niños con ADHD es igual, aunque incrementado. Pueden estar atentos de una forma aún más inconsistente que los otros chicos. En el ADHD un niño no tiene un déficit de atención sino un “vagabundeo” de ella. No es que su neuromatrix quede vacía sino que se va hacia otro sitio. El término Trastorno por Déficit de Atención no permite comprender en forma total el problema. No es que los niños con ADHD tienen un déficit de atención, es que a su atención le gusta ir donde ella desea y estos niños no siempre pueden controlarla. El objetivo del tratamiento del ADHD no es prevenir estas excursiones mentales sino trasladarlas más al control voluntario. No deseamos eliminarlas, es durante estos “viajes” mentales que aparecen algunas de las mejores ideas de los niños con ADHD. La creatividad, después de todo, no aparece en forma programada o a demanda. Aparece de forma impredecible.
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Preservar lo mejor del ADHD mientras se controla los obstáculos que se interponen en el camino es lo que se denomina tratamiento. Decirle a un niño con ADHD que se esfuerce más es de tanta ayuda como decirle a un miope que entrecierre los ojos más fuertemente.
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Ilustración Neurociencias
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