Nubes De La Noche /// Facundo Azcurra (Ebook)

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con prรณlogo de

Lucas Atencio


NUBES DE LA

NOCHE Facundo A zcurra


Nubes de la noche

Facundo Azcurra contacto: FacAzc89@outlook.com

Nubes de la noche por Facundo Azcurra distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – Sin Obra Derivada 4.0 Internacional. Editorial Abdulah (abdulah.libros@gmail.com) Arte de tapa: Soledad Bitran (lilianbitran@gmail.com) Prólogo: Lucas Atencio (lucasatencio@yahoo.com.ar) Impreso en San Juan. Argentina. Primera edición. Enero de 2020.

Impreso en enero de 2020 en Abdulah. San Juan (el Potosí del siglo XXI).


A ti, con quien al fin me encuentro, Gracias


“Mis versos, escritos tan temprano que no sabía aún que era poeta, inquietos como gotas de una fuente, como chispas de un cometa, lanzados como ágiles diablillos al asalto del santuario donde todo es sueño e incienso, mis versos de juventud y de muerte —¡mis versos, que nadie lee!—, en el polvo de los estantes dispersos —¡que ninguna mano toca!—, como vinos preciosos, mis versos también tendrán su hora” Marina Tsvetaeva

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Prólogo

Leer es el placer de sentir sensaciones, expresiones hasta el máximo nivel del verdadero sentir y doler cada palabra; como una magnífica frase que dice: “a este cuero ya no le crecen flores” (fragmento de uno de los poemas en Nubes de la noche). Puesto que, leyendo a Facundo Azcurra y releyéndolo descubro en este, su segundo libro que precede a “Irreflexivo”, que puedo descifrar los principios del poeta. Mastico cada frase o palabra y descubro aún más sobre qué acontece en esta obra de Facundo. En Nubes de la noche se me revelan tantos caminos como posibilidades de llegar al máximo expresar de la literatura, que es la poesía. Cualquiera podría decir que son versos tirados al azar, cualquiera que no haya leído grandes poetas. Siento en lo más profundo que esta tierra está pariendo un gran paisajista de la palabra. Hay que “escuchar” el mensaje de cada verso porque tienen música, cadencia y un elevado nivel de lenguaje, que a la vez es sencillo y digerible. Esta música que escuché en sus poemas suele ser muy poco común en los fragmentos de cualquiera que decida ser poeta; porque siento la necesidad de decir que para ser un escritor de este tinte hay que nacer con un laúd en la mano, con un doblete de corazón y un monFacundo Azcurra - 6 - Nubes de la noche


tón de razones sin razón; que amalgaman la esencia de todos los lugares inimaginables por donde puede transitar un humano cotidiano sin saberlo. Lo importante de cada bostezo literario es no ser “mejor ni peor”, sino único. Este estilo me atrapó y es único, es una pluma “muy Facundo Azcurra”; son cientos de interpretaciones resumidas en cada poema, con cada frase que abarcan un idioma universal. Estoy en condiciones de decir que Nubes de la noche tiene una llave para abrir cabezas. Lucas Atencio Espinoza Escritor

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— Primeras nubes —


Yo soy

No soy miembro de ningún grupo, nativo de ningún lugar, perteneciente de ninguna sociedad, propio de ningún país, descendiente de ninguna sangre, parte de ninguna cultura, creación de ningún dios, objeto de estudio de ninguna ciencia, número de ninguna cifra, personaje de ninguna historia, instante de ningún momento, respuesta de nada en duda, cómplice de ningún acuerdo, víctima de ningún deseo, seguidor de nada ajeno, aspirante a ninguna pretensión, resultado de ninguna herida, aprendiz de ningún error, alumno de ninguna caída, modelo a seguir de ningún imbécil, ejemplo de ningún maldito sobre esta tierra, libre de ningún error, ligado a la vida de ninguna forma. Y en la medida en que pueda, de eso quiero que conste mi libertad. Facundo Azcurra - 9 - Nubes de la noche


Desamparo

Crecimos tanto, llegamos a la plena libertad. Aún doliéndonos los dientes, mirando con la comisura de los ojos oliendo la sospecha, descosiendo la tela con que nos han cubierto, haciendo de la duda, una certidumbre. Ese pequeño brebaje que nos abre el pecho, nos revuelve el estómago, es el fuego interior, la hoguera, que nos reconforta. Y, ¿qué ha quedado? Total desamparo. Ellos corren, se revisten, tiñen el mundo entero con sus ideales. >

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Nosotros ya no queremos dioses, libertades a media, profundas superficialidades, grupos, lugares comunes, palabras ya dichas, cadenas de pensamiento, ciclos de pensamientos, orgullos, ambiciones, coherencia, cordura, lugar de pertenencia, procedencia, ancestros, viejas sabidurías, rebeliones, rebeldías, el amor y los vínculos, la piedad por el mundo, la misericordia del mundo. Todo eso ya se ha agotado pero vicia la conciencia común repitiéndose.

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Ideal

Soñaremos: la madera de los puentes, las riveras y las costas, atravesar un mar inmenso, pasos que preceden a la tierra. Soñaremos: el tiempo entre las eras, el devenir detenido en los momentos, el constante prolongarse de los segundos, un estado zen o ese instante en la ebriedad. Podríamos soñar: nuevas vidas, de otras maneras, ideas luchando firme al pie de los muros, palabras que resuenan cuando se camina solo, la tormenta de gritos entre silencios y palabras. Algún día, quizás soñemos: el nacimiento mítico de nuestras mentiras, el desarrollo intelectual de lo que no hemos descubierto, el pensamiento más recóndito aún sin ser blandido, ser de nuevo, o ser algún día. Pero... Las nubes de la noche, el viento de la mañana, el ocaso de la vida.

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Piel

No mientas, a ese cuero ya no le crecen flores. Ningún otoño quiere soplar sobre esa muerte. Quien querría tropezar caer, revolcarse en el suelo y pretender que así es vivir. Las cicatrices son mentiras la piel ya está rota y no queda nada adentro.

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— Anochece —


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Evocación

Frente a mí un remolino bloqueando el horizonte. Una mujer danza: El dios pagano intenta mostrar un alivio al ostracismo. Fatal destello de colores vértigo entre los círculos trazados en el suelo evocando la vida. La piel pálida es un relato honesto, reja a la que se aferra el condenado cuando siente que el alma está por abandonarlo. Apuro los ojos al sol, en la ceguera tal vez halle respuesta, si el llamado no es dictamen final entre los dedos verde-grisáceos. Del movimiento se fugan melodías robar un suspiro en esta agitación es imposible. Ya los párpados se hacen trizas.

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Insomne

Esta mañana no he logrado despertar: estuve todo el día parado aquí, hablando allá, respondiendo a aquello y a esto, en un completo estado de irrealidad. No debí levantarme de la cama hoy pero cuando veo la puerta abriéndose debo entrar o esta se cierra para siempre, aun no habiendo nada del otro lado. Inmerso en el insomnio: el sueño es la vida misma durante un sueño. Y lo peor es que al llegar a mi cama no podré volver a dormir otra vez.

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Eco

Dice el eco que todo en mi ser esta falseado, que se prolonga una espera lánguida, que cae con estrépito mis huesos alrededor. Que el grito es susurro imperceptible, que son anclas las palabras, que lo dicho es un bronce que se quiebra contra el piso. Que todo lo que he abrazado es una brizna de nada, un eclipse tras las nubes, que son hileras de tumbas abandonadas. ¿Por qué entonces? ¿Cómo encontrar algún porqué? Otra vez, nada.

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Epifanía

Algunas veces me parece estar a punto de experimentar una epifanía, estar al borde de la iluminación. Mi corazón empieza rebotar en mi interior, la respiración se acelera. Siento que estoy ante algo terrible y temo. No sé cómo llegué a esta condición pero tengo que huir.

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Las voces

En el fondo del cielo, se derrama la savia de mi cabeza: el total de la inexistencia. Un acantilado es el horizonte donde se arrancan los pétalos del sol. El suelo sostuvo los pasos hasta volver al caminante de piedra. Enclaustradas, monásticas, hacen eco las voces que se hablan a sí mismas. Rocío a rocío la hiedra creció cubriendo el sendero. Lo más blando del ser jamás se endureció: los ojos. El tumulto marchó nuevamente sobre las hierbas. Las voces que colmaban el valle, acabaron en silencio.

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Dos instantes y una fugacidad

Cortar la sombra con el silencio, el viento con el río, mis manos con el tacto: Ser transitado por las estaciones.

Con una aguja de hueso, descoser la mañana; con la comisura de los ojos, negar la tarde; una exhalación se prolonga hasta las últimas palabras de la noche. ¿Qué vendrá después del mañana? Una ficción. Arrojare mi cuerpo contra esa inmanencia y tal vez crecerá hiedra sobre mí.

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— Las nubes cubren las estrellas —


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Atardecer

Cada tarde la gente sale a mirar como el día se vuelve noche. Ese intermezzo entre la locura del día y los terrores de la noche. Lo observan largo rato, mientras dura, piensan sienten transmutarse cierta elocuencia lo retratan rumian ¡Cómo si nunca hubieran visto el cielo!

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Manantial

Dicen que en algĂşn lugar hay un manantial, un pequeĂąo oasis oculto, tras un monte florecido, donde solo se entra guardando silencio entrecerrando los ojos, siendo paciente, olvidando el mundo, al borde de uno mismo. Dicen que llueve seguido, que ha existido siempre, que vio a los hombres de todas las ĂŠpocas escurriendo entre sus manos de agua tranquila, perfumada por flores marchitas. >

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Dicen que hay un manantial donde me estas esperando, y que tal vez tarde en encontrarlo, pero que ahí estaremos: antes de ir, ya lo habré conocido, y tú, habiendo estado siempre ahí, te tendré que esperar. Quedamos solos, en la nada, en ninguna parte, pero dueños de nuestros errores, de la peor parte del ser, de la recalcitrante humanidad de nosotros enteros, incorruptibles.

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Los árboles

¡Qué me importan a mí la vanidosas flores, las obstinadas enredaderas, las hierbas que no dicen nada o los cactus que pecan de pretenciosos! Yo prefiero los árboles. ¿Han visto como se apropian del paisaje los arboles? Son dueños de la tierra que la vuelve una gloria y a veces incluso eclipsan el cielo. Ellos sí murmuran con perspicacia, han visto al mundo desde siempre. A veces gritan cruelmente pero es el viento que golpea y nunca vence la inmensidad de los árboles. No me atraen las praderas planas y repetitivas, las flores, que abundan en múltiples colores, pretenden llamar la atención pero un paisaje que verdaderamente conmueve está pleno de árboles, de atardeceres, pequeños susurros y mucha soledad.

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Fantasmas

Son cientos, miles, millones de pensamientos fantasmas agolpados, desbordados, atestando cada estante cada escalรณn y cada cajรณn de mi mente. No se manifiestan pero siento todo el tiempo la cabeza sobrepoblada.

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— Eclipse del firmamento —


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Lago

Es cierto, estoy en el fondo de un lago: aferrado al lecho pedregoso, mecido en un bosque submarino, observando el atardecer iridiscente sobre las escamas de esta fauna. De momento a momento contengo la respiración un poco, dejo entrar algo de agua a mis pulmones. Con un último grito me soltaré del lecho, soltaré el aire, soltaré el sol que me mira, caeré en un nuevo fondo.

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La luna

Ya no salgo a ver la luna: es absurdo, no hay motivos para hacerlo. Su reflejo no torna el mundo una maravilla inusitada; lo vuelve una sombra, donde no hay nada que ver. Ya no le encuentro sentido a los patéticos sonetos o a las trilladas melodías en honor de un baldío que está muy lejos. A veces me quedo en mi casa y me miro a mí mismo bajo una luz artificial porque eso soy. No formo parte de un magnifico firmamento ni un espectáculo que corona los días. También me olvidaré de las noches las calles están atestadas el entusiasmo en mí es apenas una gangrena. La vida verdadera está ausente, dicen y yo lo reafirmo. Tal vez estos ojos están cegados tal vez nadie ve con más claridad pero la verdad es que ya no saldré a ver la luna es absurdo, no hay motivos. Facundo Azcurra - 34 - Nubes de la noche


Cuadro

Hay una región del mundo que es una sustancia líquida, cristalizada por instantes pero fluyendo. Es el marco horrible con el barniz desteñido y la madera quebradiza en forma de cruz. Yo quisiera incinerar esa cruz mientras hay quienes la sostienen en el último cajón mugriento donde se guarda lo que no se usa, pero a lo que cada tanto se apela. La vanidad, la trivialidad y el orgullo. Yo que nací sin alma, sin amparo ni deseos siquiera, quiero incinerarla. Es la rectitud con que se miden los días, los cánones con que se aprecia el ancho de tu espalda el metro de cuerno a cuerno y las heridas contabilizadas en las manos. >

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La vanidad, la trivialidad y el orgullo: cuanto más apaleado, más sometido, más sumiso el animal torpemente manso: Más orgullo. Esa recompensa tiene que poblar los lugares comunes los instintos básicos, la ostentación imbécil. Como resultado de esta trivial tortura: una cruz seca donde el cuero estirado muestre la feliz vanidad y todo lo demás es ruin.

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— Elucubración —


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¿Adónde esta mi corazón? I ¡Adonde esta mi corazón! Grita mi alma. Sobre estas tablas, ensoñando por tanto incienso, voy siendo conducido, ya no veo más que el cielo. La procesión se detiene, ¿es ésta un desfile de mis deudos o es un carnaval de bestias escapadas de los sueños? Veo al sumo sacerdote, a la esposa del dios, al embalsamador, por última vez, la claridad del día. ¿Adónde esta mi corazón? Se lamenta mi alma que ya no lo siente latir con el ritmo violento de los últimos años. Los alaridos, se alejan. Unas pocas voces murmuran. Son voces humanas, siento la piedad que me promulgan. ¿Adónde esta mi pulso?, ya no puedo sostener mi mano. >

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Siento que han abierto la carne, lo oigo, lo huelo. Laceran mi costado, me siento arrancado de mí mismo por un gancho y una daga. ¡Hablen, voces! Sé que han abierto un cuerpo pero no hay nadie que grite ni nadie que lo lamente. Nuevamente, mi alma suspira por mi corazón. Mis ojos, ¿por qué ya no ven? El ruido de metales, de cerámicas, de carne húmeda que cae. ¿Aceites? Ahora el perfume de los inciensos se mezcla con el de aceites. II

He despertado, creo. Sólo veo un pulcro techo de piedra. No puedo moverme. Ahora centella la piedra, luces que se intensifican, brillan y se apagan. Por cada luz que se apaga, cientos de luces nuevas se encienden. >

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III He visto las estrellas, el cosmos entero. Podía abrazar la totalidad del tiempo y la creación. Dioses vienen hacia mí sin moverse, danzan, se agitan, crecen. Hablan de pronto, casi como si cantaran la melodía más pura. He ahí mi corazón, sobre la báscula. Los dioses me señalan. ¡Me van a condenar! Me rodean, me observan desde cerca, me examinan y meditan. Al fin, dictan la condena: “Abre los ojos”.

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Un especial agradecimiento a Lucas Atencio y Soledad Bitran por su aporte desinteresado y fundamental.

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Índice

Prólogo........................................................................................................... 5

Primeras nubes Yo soy.............................................................................................................. 9 Desamparo.................................................................................................10 Ideal.............................................................................................................. 12 Piel................................................................................................................. 13

Anochece Evocación....................................................................................................17 Insomne.......................................................................................................18 Eco..................................................................................................................19 Epifanía....................................................................................................... 20 Las voces.....................................................................................................21 Dos instantes y una fugacidad......................................................... 22 Las nubes cubren las estrellas Atardecer................................................................................................... 25 Manantial................................................................................................... 26 Los árboles................................................................................................ 28 Fantasmas.................................................................................................. 29

Eclipse del firmamento Lago.............................................................................................................. 33 La luna......................................................................................................... 34 Cuadro......................................................................................................... 35 Elucubración ¿Adónde esta mi corazón?.................................................................. 39 Facundo Azcurra - 43 - Nubes de la noche


¿Qué vendrá después del mañana? Una �icción. Arrojaré mi cuerpo contra esa inmanencia y tal vez crecerá hiedra sobre mí.

Facundo Exequiel Azcurra, poeta sanjuanino presenta su segundo poemario Nubes de la noche en el cual la mitología personal, sueños, fantasías e insomnios interactúan con las palabras, las imágenes y los versos. Continuación necesaria o no de su primer libro Irre�lexivo (2018) también publicado con Editorial Abdulah.


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