Genealogía de la política argentina - León Rozitchner. Clase 1

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Genealogía de la política argentina León Rozitchner – Clase 1- 2010 En el campo de la filosofía hay algunos que son creadores y que evidentemente, año a año, escriben un libro nuevo. No es mi caso, por suerte, tengo otras cosas que hacer. El problema de hoy es cómo plantear un punto de partida en aquello que uno toma como un presupuesto diferente a los otros, y cómo desde ahí tratar los problemas que habitualmente son puestos en tela de juicio, con una mirada diferente. Esa mirada es la que planteo siempre que vengo a la Facultad Libre, un punto de partida que está basado sobre todo en la crítica al racionalismo, que se apoya en un mito particular que el del Occidente cristiano. Genealogía de la política argentina, lo que propone el tema, es mucho, casi inabarcable. Estamos ante un acontecimiento que nos está desafiando a todos, que es el segundo centenario de la Independencia Argentina. En este sentido, se está celebrando esto. Pero cuando uno interroga sobre qué se celebra, se cuentan las mismas historias de siempre. La genealogía se refiere al origen. El racconto de las historias sucesivas que se van enlazando a través de las generaciones. La biblia, y otros textos, comienzan siempre por la genealogía. La biblia describe el tiempo en función de la sucesión de vidas, vividas por los miembros de una comunidad determinada. Lo cual quiere decir que, de algún modo, la comunidad, el entrelazamiento de las personas entre sí para medir el tiempo y calcular y hacerse cargo de que hay un pasado que se prolonga en el presente, tiene que ver con la temporalidad humana que es muy precaria. Tenemos que ver qué pasa con el tiempo. El tiempo, que al mismo tiempo muestra la genealogía referida a un origen, también lo hace distante. Entonces quiere explicarse desde el presente aquello que advino, que sucedió en el pasado, para producir justamente este presente y no otro. Todo retorno al origen es una vuelta a un lugar que ya de alguna manera predeterminaba y marcaba aquello en lo cual estamos ahora. Para la burguesía argentina el origen es la conquista de América que se prolongó en los propietarios del campo. Ese origen está en la apropiación de la tierra como una cosa natural. Consecuentemente, no se la pone en duda. Es natural que los hombres que sucedieron al poder colonial en Argentina se hayan hecho cargo, al mismo tiempo, como grandes terratenientes que se apoderaron del territorio nacional por ejercicio propio. Por lo tanto, ¿esto es lo que está realmente planteado en las escuelas o universidades cuando se aborda el origen de la política en la Argentina? En la política actual argentina se juega entre los poderes de los que son los dueños de la tierra, incluyendo ahí a las grandes empresas transformadoras de la naturaleza: las productoras de caños hierro, las minas, las fábricas. Son prolongaciones metamorfoseadas de la tierra como lugar fundamental del cual se extrae toda la materia prima que se va a trabajar luego. La tierra es el lugar fundamental, por lo tanto, originario, y ahí es donde aparece el problema de la vida, es decir, ¿cómo concebir la vida –y ahí aparece el campo de la filosofía- para que también tenga un origen que

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no solamente justifique este término en el cual estamos, sino que abra la posibilidad de pensar uno distinto al cual estamos viviendo ahora, y que por lo tanto no sea el término si no el comienzo de otra cosa? Debemos plantear en este segundo Centenario cómo podemos rastrear es ese pasado que está presente en el presente, algunas puntas que nos permitan comprender quizás otra aproximación y despertar otras ganas, otras fuerzas, más efectivas que las que se han producido hasta ahora. Luchar contra el determinismo que ha hecho de nosotros seres acordes al sistema. Porque evidentemente, el sistema, así como produce en la tierra los distintos productos, también produce a los hombres como productos de esa misma transformación de la naturaleza. Nosotros mismos nos comprendemos de acuerdo con una forma que parece ser común para todos, sin darnos cuenta que esa forma común para todos –que parece de orden natural por lo tanto- es producto de una determinada lucha, enfrentamiento, fracaso que está presente en el comienzo y en el desarrollo de las comunidades humanas. Para comprender el origen es evidente que, si nos tomamos el ejemplo, lo que se plantea en el caso de las sociedades aborígenes primeramente es el mito del origen. Hay un mito del origen, nuestra familia también de alguna manera tiene su propio mito. Hay siempre un racconto que quiere dar cuenta del origen para poder explicar el presente en el cual estamos sumergidos. Pero en muchos casos, el origen siempre encubre el fundamento que, justamente, es el que a nosotros nos preocupa. El fundamento de aquello que fue negado en el desarrollo de ese origen mismo, o que desde el origen mismo, ese mito venía a determinar de una manera muy definida y clara cuáles iban a ser los desarrollos posibles de esa comunidad humana a partir de esa mitología. Para decirlo de otra manera, cuando contamos ahora el tiempo nuestro, este segundo centenario, lo estamos contando no con el tiempo griego, tampoco en el tiempo judío, lo estamos contando con el tiempo de la mitología cristiana. En todas las culturas anteriores, habitualmente el mito del origen de la tierra era el de la creación del hombre, de la creación de los animales por la naturaleza y la divinidad. Siempre había un mito de origen donde se quería dar cuenta del origen de la comunidad viviente. Pero hete aquí que en el caso del Cristianismo, el origen no es ya el mito con el cual se iniciaba la siembra, el año agrario, el mito es el del crucificado. Por eso la historia se divide en antes y después de Cristo. Es el corte fundamental con el cual se va a medir el tiempo. Pero el tiempo es el tiempo de la vida, que siempre implica un tiempo de una corporeidad, de una materia viviente, que va a tener que vivir su tiempo de acuerdo con lo que el mito de alguna manera le presenta en su narración, como determinando el sentido de ese tiempo de vida que va a ser vivido. Si el tiempo de la vida aparece en el Cristianismo para nosotros, tenemos que tenerlo muy presente por lo tanto, porque eso va a determinar, y determinó, el modo con que vamos a vivir nuestra propia existencia, nuestra corporeidad, nuestra relación con la naturaleza, por lo tanto, el modo con el que vamos a vivir el campo de la política. En Hegel, cuando se plantea el problema del ser que es igual a la nada en su comienzo y que se va desarrollando; la primera determinación que aparece para Hegel iniciando el desarrollo del espíritu sería justamente el tiempo. El

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tiempo tiene que meterlo como algo que viene de afuera, es decir, la razón por sí misma no puede crear el tiempo. El tiempo es transcurso, para ser así, tiene que aparecer como determinado por algo que no es el tiempo mismo, es el transcurso de algo que va señalando ese proceso de transformación de esa materia. Entonces, al principio el ser es igual a la nada para Hegel, pero él tiene que poner en movimiento esto. Por una parte el ser, por otra la nada, entonces introduce el tiempo. Con ese tiempo, introduce lo que va a ser el tiempo de una razón determinada, que no es el tiempo inocente de las ciencias físicas, es un tiempo muy particular. Entonces, en principio está la materia física, pero esa materia física no tiene conciencia de sí. Las partes están separadas las unas de las otras y por lo tanto son porciones singulares de materialidad indiferentes entre sí. No están en relación. Para poder comenzar a establecer relaciones es necesario el tiempo. Porque el tiempo es relación, aparece la organización de la vida en Hegel como un salto que hace que la materia comienza a organizarse como un pensar en la materialidad misma. Por ejemplo, un organismo monocelular ya contiene dentro de sí una estructura que mantiene relación entre las moléculas que lo integran y por lo tanto es una organización de relaciones de porciones materiales. Esta relación ya es un modo de estar pensando el pensamiento en el seno de la materia misma al organizarla. La razón es la idea que se va pensando al organizar la materia. Cuando la materia se organiza, también la materia se desarrolla y se complejiza en tanto materia biológica. Ahí es donde aparece el concepto –aparte de lo singular que es lo separado, lo no relacionado- de lo general. Lo general es donde porciones de materias organizadas como entidades biológicas definidas. Supongamos, un perro, que de alguna manera aparece formando parte de un conjunto de la especie “perro”. Pero en tanto tal, lo que vemos aparecer es que por primera vez, el perro deja de ser uno singular para ser uno como un elemento, un individuo de un todo que es semejante a él. Cada perro, por decirlo así, reproduce estrictamente lo que otro perro es, y hace lo que otro hace. Todos los perros para mear levantan la pata contra un árbol. Y así lo define el diccionario, porque es una característica particular que tiene la especie de los perros. Es como si el pensamiento, el espíritu, fuera pensándose en el desarrollo de la biología, y al crear las especies se va pensando acá como una especie que ya engloba un conjunto de individuos que tienen la particularidad de tener algo en común todos ellos. El otro tránsito que faltaría en Hegel es el de lo biológico a lo humano, de la materia al espíritu, que toma conciencia en sí mismo. Ahí es donde aparece el hombre, pero no ya en lo general -aquello que involucra a todos como formando parte un grupo de individuos semejantes-, sino que ahí aparece la diferencia. En el seno de lo colectivo, de lo común, de lo general, aparece la diferencia. ¿Por qué se da esto? Porque aparece el concepto no de lo general, sino de lo universal. Cuando hablamos de lo universal ya no referimos a un pensamiento y una razón que corresponden a lo animal, a lo vital, lo biológico, estamos hablando de un pensamiento que refiere estrictamente al campo de lo humano porque puede pensar lo general a través de las relaciones que los individuos van manteniendo entre sí y al desarrollo de sus capacidades. Cada individuo es tanto más universal cuanto más se liga con cada uno de los otros

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para intercambiar sus propias cualidades con la de los otros. Y por lo tanto, más incrementa su propia riqueza. El campo universal no es mantenimiento de lo semejante, sino el desarrollo de la diferencia. Es el tránsito de lo general a lo universal. Estos conceptos hay que tenerlos muy en cuenta porque son básicos de la filosofía, pero que son muy importantes para pensar el campo de la política. Hegel decía que en la política burguesa, la burguesía es el reino animal del espíritu. Claro, como los burgueses son todos iguales y por lo tanto ninguno se diferencia –y lo vemos por la moda-. En la espiritualidad histórica humana está presente todavía la animalidad como forma de organización y de pensamiento y de constitución del sujeto por lo tanto. Entonces, cuando pasamos al campo del espíritu es donde realmente se abre el campo de la política, que implica el desarrollo de la universalidad. Esto está presente también en el paso del Judaísmo al Cristianismo. El judío era un pueblo elegido, donde los individuos se mantenían dentro de sí reconocidos como semejantes, pero excluyendo a todos los otros. Todos los otros hombres que no fueran judíos no participaban de la benevolencia y las cualidades que correspondían al Rey Judío, porque no formaban parte del pueblo elegido. Mientras que cuando viene el Cristianismo – y esto es lo que lleva a un gran equívoco- aparece el concepto de lo universal. El Cristianismo es un imperialismo, es la religión del Estado Romano, y por lo tanto quiere como imperialismo hacer que todos se incluyan dentro de su propio campo. Crea un campo de la universalidad, pero que no es el campo de lo universal y lo diferente sino que encontraremos otra vez allí el reino animal del espíritu, el campo donde todos son semejantes porque todos primero creen en Dios y luego se reconocen como Cristianos. La primera relación que mantiene el cristiano con Dios, la que lo hace sumiso, es la que luego le permite ser igual a los otros. No hay diferencias a desarrollar en este caso. El fundamento del Cristianismo sería ese: la concepción de una universalidad abstracta. Este campo de lo universal, en la religión cristiana, se trata de reunir a todos en un mismo conjunto, que no quede nada afuera. Sería maravilloso si realmente buscaran que no quede nadie afuera de la participación en la vida material que todos viven conjuntamente en un campo histórico humano, pero no pasa eso. Porque el Cristianismo al mismo tiempo es un inmaterialismo, es un espíritu sin materia, que piensa lo puramente espiritual y después organiza la materia. Hegel intenta desarrollar esto, pero culmina en lo mismo. La filosofía de Hegel culmina en el Estado. Si la filosofía de Hegel culmina en el Estado y éste aparece como el soporte de una universalidad en la cual todos participan, es evidente entonces que habría que ver qué pasa en ese Estado para verificar si esa universalidad es puramente abstracta o tiene una connotación referida a la materia. Cuando nosotros festejamos el Bicentenario, y por lo tanto todos somos argentinos y somos igualmente reconocidos, y todos tenemos el mismo DNI; ¿esa es realmente la pertenencia a la patria? Es una pertenencia puramente formal, es la pertenencia del reino animal del espíritu, porque para realmente ser diferentes y para poder tener la posibilidad de desarrollar nuestras diferencias, y para no ser abstractos, tendríamos que acceder al campo de la

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materialidad, que es el fundamento de la Argentina. Si Estado son los argentinos es porque formamos parte de una fracción geográfica que define el ser argentino como perteneciente a la tierra. ¿Qué pasa cuando nos definimos como argentinos solamente en tanto ciudadanos? Pasa que no está presente la pertenencia a la tierra, lo está de una manera formal solamente, en una universalidad abstracta. Pero no está presente porque no hay ninguna participación de nuestro propio cuerpo que se prolongue en la materialidad del cuerpo inorgánico de la naturaleza –como diría Marx, porque la naturaleza es inorgánica en la medida que no tiene la organicidad que tiene el cuerpo del hombre-. Entonces el hombre al transformarla va haciendo que la naturaleza adquiera la forma de lo humano, se organice. Para Marx es inorgánico aquello que no tiene la organicidad que produce el trabajo del hombre sobre la naturaleza. Lo que nosotros estamos viendo en el caso de Argentina es que hemos sido despojados de nuestro cuerpo común. Tenemos un nombre común, pero no un cuerpo, porque no podemos participar de ese cuerpo de la misma manera que los otros. ¿Por qué esos miles de kilómetros cuadrados que les fueron regalados a los antecesores de Martínez de Hoz? ¿Eso no significó de alguna manera un apoderamiento, una substracción de nuestro propio cuerpo común? Si bien los argentinos tenemos una denominación común, tenemos un cuerpo común en el cual se produce nuestro propio cuerpo. Ningún cuerpo en tanto tal vive si no es intercambiando relaciones con la naturaleza, tanto consumiéndola como transformándola. El hecho de que nuestro cuerpo aparezca definiéndose en el individualismo burgués como terminando en la propia piel, separada de todo lo otro, es una abstracción. Nuestro cuerpo no es un cuerpo de separación, es de contacto, y solamente así puede sobrevivir como cuerpo. En el caso del alimento es mucho más fácil, contacto al ingerir el alimento y lo transformamos en cuerpo orgánico. Eso es el extremo límite del contacto transformador de la naturaleza. Pero también el cuerpo con cuerpo en la relación amorosa es un cuerpo de contacto, no de exclusión. Al contrario, trata de borrar el límite de la exclusión en la relación del intercambio amoroso de los cuerpos de los amantes. El mismo fundamento está presente en la materialidad de la vida que se inicia con la madre. Qué conjunción más profunda de interacción de cuerpo con cuerpo si no aquel que surge de la generación en el cuerpo de la madre de un cuerpo nuevo, que se separa de ella necesariamente, pero que de alguna manera ha sido formado en esa interparticipación que ha hecho que ese cuerpo pueda expandirse a la vida y así siga necesitando ampliar ese campo que primero era cuerpo de la madre, para después convertirse en cuerpo de la geografía de la tierra a la cual nosotros pertenecemos. Por algo las diosas que son el fundamento de las transformaciones políticas en Latinoamérica son todas de la tierra: Gea1, la Pachamama2.

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Gea o Gaya (en griego antiguo Γαῖα Gaĩa o Γαῖη Gaĩê, ‘suelo’ o ‘tierra’; en koiné Γῆ Gễ) es la diosa que personifica la Tierra en la mitología griega. Es una deidad primordial y ctónica en el antiguo panteón griego y se la consideraba una Diosa Madre o Gran Diosa. Su equivalente en el panteón romano. 2

Creencia religiosa usada en pueblos autóctonos andinos Pachamama o más usualmente pacha (del aymara y quechua pacha: tierra y, por posterior extensión bastante moderna "mundo", "cosmos";1 mama:

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Lo que hay que tener presente cuando hablo de la universalidad y lo pongo en cuestión, es porque el campo de la política es también el campo de una universalidad ante nosotros aparente, ficticia, donde se da el acceso a la participación de todos como iguales ciudadanos en la medida que ponen el voto, pero que sin embargo no participan realmente en la determinación material, de la cual parten y en la cual se incluyen cuando nuevamente votan un candidato. Porque la interposición entre mi voto y el candidato, y todo el sistema que organiza esta distancia, es un sistema que está presente en la estratificación de nuestra propia construcción de estructura psíquica. Nosotros somos entre nosotros mismos el lugar donde se fue abriendo una distancia interior que tiene que ver con la distancia exterior que nos separa de la tierra y de nuestro acceso a la materialidad del mundo dentro del cual nos organizamos. Entonces, Hegel culmina en el Estado, para el cual la organización de éste es la culminación de la razón. Es ahí donde, de alguna manera, la idea de la racionalidad del ser se organiza como haciendo posible la vida comunitaria organizada de acuerdo con la ley que la razón le dicta. Ahora, ¿qué pasa con el campo del Estado? Cuando Marx considera este problema del Estado lo hace de muy joven, en la “Crítica a la filosófia del Derecho de Hegel”3, donde él hace historia el Estado europeo, porque el Estado tiene un desarrollo histórico, ¿pero tiene el mismo desarrollo que Hegel planteaba para la razón? La razón de Hegel ya venía trabajada en tanto razón cristiana para que el Estado que se encuentra a su término sea también una realización de una racionalidad puramente abstracta, de una racionalidad donde los hombres pueden participar de una organización legal sin que la relación con la materialidad de la tierra, la cual hace posible nuestra vida, y que hace que algunos tengan que estar recogiendo cartón por la calle, o los niñitos pidiendo limosnas, o no pudiendo asistir a las escuelas, o muriéndose directamente de hambre y enfermedad. Estos niños, estos hombres, no tienen un cacho de tierra propio que puedan de alguna manera valorizar como riqueza para, a partir de allí, poder cubrir sus propias necesidades. La relación directa del hombre con el hombre y con la naturaleza a través del desarrollo, se ha mediatizado, ya no basta con que cada uno tenga su porción de tierra como yo dije, precisa de la participación del producto que esa tierra genera como riqueza. Estos chicos no participan de la riqueza que la tierra argentina produce para provecho de unos pocos. Y madre -es decir "Madre Tierra" ) es la gran deidad, entre los pueblos indígenas de los Andes Centrales de América del Sur. 3

En su Crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel, Marx se sirve de un concepto de matriz feuerbachiana, como pivote de su crítica a Hegel: se trata del concepto de inversión. "...familia y sociedad civil se convierten ellas mismas en Estado. Son el motor. Para Hegel, por el contrario, son el producto de la idea real; no es el curso de la vida de la familia y la sociedad civil el que las une para formar el Estado, sino, por el contrario, el curso de vida de la idea el que por sí mismo conduce a este resultado". Efectivamente, ya Feurbach había criticado a la religión y a la filosofía idealistas, por ver en las ideas el demiurgo de lo humano, haciendo que los hombres se sometan a los productos de sus conciencias como a seres superiores. Esta operación recibe el nombre de enajenación o alienación, y despeja una nueva perspectiva de crítica al idealismo hegeliano:el materialismo. Sobre el impacto que esta "revolución teórica" causó en el clima intelectual alemán ha quedado el testimonio de Engels

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esto es elemental y habría que repetirlo y llevarlo, porque la política plantea siempre desde el punto de vista de las relaciones legales, y vemos que la izquierda está debatiendo la lucha de clases, de acuerdo, pero habría que mostrar un fundamento mucho más próximo al sentimiento y a la frustración de los hombres que la sufren para que ellos mismos puedan tomar conciencia de la profundidad del despojo al cual fueron sometidos. Por eso la necesidad del campo de la teoría de buscar un fundamento distinto a aquel que en el campo de la teoría racionalista habitualmente se plantea. Vean también que ha pasado con los partidos políticos acá. Nacieron todos ellos intentando crear una condición nueva, transformación revolucionaria. Yrigoyen aparece con la posibilidad del voto universal y donde todos puedan cambiar las autoridades hasta ese momento vigentes. De alguna manera, también es un intento de poder ir a transformar la relación del poder con la administración popular dentro del campote la riqueza terrestre que define a la Argentina. Pasó que fue derrocado por un golpe militar, el de Uriburu. Entonces, lo que tenemos presente en la política es que existe en la medida que no rompe la legalidad de los intereses de un Estado planteado con ciertas leyes determinadas. Si la política irrumpe desde abajo para transformar estas condiciones, la intervención militar armada, el terror, aparece para volver a poner las cosas en su sitio anterior. Para negar la posibilidad de que esas cosas sigan sucediendo. Pero vemos que esto se va sucediendo, es decir, después aparece Perón. Con el Peronismo también parecería que aparece la condición revolucionaria. Perón no era un hombre que venía a revolucionar la Argentina, venía a acondicionar un país potable dentro del universo del capital mundial, que dominaba, pero haciendo posible una transformación que Argentina necesitaba, en el sentido del desarrollo industrial, etc. Por eso cuando de pronto la ley de los peones de campo, y todas las leyes que evidentemente revolucionaron el campo y lo transformaron, modernizaron aquellas relaciones medievales que subsistían en el campo argentino y las convirtieron en relaciones asalariadas, y legalizadas por el Estado. Ni siquiera eso puedo ser tolerado en Argentina, porque Perón mismo vuelve a ser derrocado por un golpe de aquellos mismos militares, que le habían permitido su acceso, en parte, a la presidencia. Los partidos políticos que definen el campo de lo posible y de la elección que los hombres tienen que hacer para poder transformar su situación actual, son todos partidos que tienen un fundamento castrado. Han castrado el origen de su propia existencia como partido político. Porque para poder seguir siendo tales y actuando en la realidad del Estado tienen que haber dejado de lado el empuje primero transformador que los había llevado al acceso del poder. Fíjense ahora que Radicalismo y Peronismo no son lo que podemos llamar partidos revolucionarios, son partidos del establishment, son partidos que fueron castrados de su empuje inicial que era popular y que hubiera tenido un destino diferente. Entonces, en la política, la racionalidad de la ley la regula el Estado, siempre encuentra la necesidad ante cualquier modificación de ir a buscar el fundamento armado del terror que lo sostiene. Con esto queremos decir que el pensar –que también desarrollaba Hegel- está sostenido por la razón del poder de la guerra. Y cuando Marx dice que las leyes de la economía

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no existen sino que están reguladas por la ley de la guerra, está diciendo algo fundamental, y que estamos viendo todo nosotros actualmente. El poderío armado de los Estados Unidos y de los europeos ha llegado a un extremo tan destructivo justamente para mantener la posibilidad de que las leyes de la economía del mercado puedan seguir rigiendo. Las condiciones políticas que estamos tratando de comprender tienen un arraigo mucho más profundo todavía que se hace invisible; y que aparece en esto que estamos diciendo, y tiene un origen en esta genealogía a la cual debemos ir a buscar nuevamente una explicación que la sostenga. Hasta ahora estamos hablando de niveles excesivamente amplios donde el sujeto que actúa no puede ser comprendido solamente en la medida que actúa como un sujeto adulto. Tenemos que comprender cómo el sistema de poder, cómo la guerra, la violencia, el terror, inciden en la preparación misma del sujeto que nace, que va a ser formado como individuo, para que allí esté presente la política metida en un nivel de mayor profundidad, de mayor intimidad que aquel que nosotros estamos describiendo. Si ustedes entran en el campo de la lingüística van a ver que el problema fundamental –disciplina que tiene gran arraigo, fundamento del psicoanálisis Lacaniano, fundamento de la política también, disciplina que trata de dar cuenta cómo el hombre alcanza a significar y llega por lo tanto a determinar la relación entre el sujeto de la enunciación y el sujeto que percibe lo que uno ha enunciado, y por lo tanto trata de comprender las relaciones más elementales, de sentido a sentido, que se establecen entre los hombres- es cuál es el origen de la lengua, qué es esto que entendemos como lengua. Porque la lengua condensa toda una experiencia histórica fundamental. Nosotros desde niños entramos en la lengua, pero la lengua ya está hecha. Es el producto de una historia larguísima que se confunde con el origen mismo de la infancia de la humanidad. Sin embargo, cuando se considera la lengua en occidente, no se considera su origen. El origen de la lengua está presente en la biblia judía y en algunos otros mitos, pero en lo que se refiere al problema de la lengua tampoco está presente en el Cristianismo. Es interesante ver cómo está planteado este problema de la lengua también en el problema del origen de la divinidad, de la razón y del sentido. Estoy mezclando muchas cosas, pero no se puede hablar de un solo eje, estamos hablando para abrir un campo. Durante el desarrollo de la lingüística europea, del saber del Iluminismo europeo 4lo que se trató siempre fue la lengua comparada. Porque se supone, 4

La Ilustración fue un movimiento cultural europeo que se desarrolló –especialmente en Francia e Inglaterra– desde principios del siglo XVIII hasta el inicio de la Revolución francesa, aunque en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX. Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. La expresión estética de este movimiento intelectual se denominará Neoclasicismo.

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con toda razón y se ha demostrado, que hay una lengua, la indoeuropea, que ya no existe pero que determinó la existencia y sigue presente en todas las lenguas indoeuropeas. Está presente en el alemán, francés, castellano, italiano y otras lenguas europeas. Hay una lengua que ya no existe, entonces se trataba, para el conjunto de lingüistas, de comprender y encontrar los elementos que hacían posible pensar primero la existencia de una lengua originaria, que para ellos sería originaria de esas múltiples lenguas, pero no es el origen de la lengua primera. Se pasaron siglos hablando del desarrollo de la lingüística comparada. Recién ahora vuelve a plantearse en algunos lingüistas. El problema del origen indoeuropeo hace crisis cuando de pronto los judíos quieren leer la biblia y encuentran que está escrita en un idioma que no es el Hebreo, porque no hay ningún ejemplar de la biblia originaria que se haya conservado. El único ejemplar que se ha conservado, anterior a Cristo, del año 40 más o menos, es la de los setenta sabios que transcribieron la biblia judía al griego. Esa es la única que existe, pero, ¿dónde está la biblia originaria? Hay textos encontrados, posteriores a Cristo, que reproducen la biblia judía pero que no son los originarios. En todo el Occidente, la comprensión de su propia mitología, porque en última instancia la mitología cristiana se apoya como desarrollando la mitología judía en la cual encontraría su origen, y a la cual el Cristianismo le daría correctamente su término y su verdad. La biblia judía sería un antecedente propiciatorio de un desarrollo posible de la verdad que solamente esplende en el nuevo testamento. Todas las biblias que uno ha leído son traducciones del griego, pero el griego no tiene nada que ver con la lengua hebrea. La lengua hebrea se entonaba, no se leía, se cantaba, era como una especie de melodía y dependía de la relación existente entre el hablante y el que hablaba y de la situación, para que las vocales fueran unas u otras. Lo que se escribían eran consonantes, la vocal no estaba escrita. Los griegos, al leerla, le agregaron su propia concepción al texto judío y lo convirtieron en un texto definido, y le han quitado la vitalidad propia que tenía esa lengua. Ahora se está tratando de recomponer, y se ha logrado en algunos textos poner en evidencia palabras cruciales. Qué significa el verbo, que al principio no era el verbo, era el soplo, algo que sale de la boca expedido hacia otro cuerpo. Pero el verbo es la palabra. En el judaísmo el principio no es el verbo. Entonces, se va conformando un distanciamiento respecto del cuerpo. El acto que da sentido a lo que se dice desaparece para convertirse en una fracción, en donde todo está previamente definido, en la palabra en tanto significante, y solamente trata de acomodarse y crear nuevas relaciones posibles. Esto ha generado una riqueza enorme en el campo de la lengua indoeuropea5. Al mismo tiempo, ha quedado congelada una relación con el cuerpo que ha desaparecido de la lengua, por eso es posible pensar que algo le falta a la lingüística para poder dejar de ser un lugar que también sea cónsono con una concepción puramente racional-cristiana. Esto lo ve muy bien Ollender, este lingüista, porque fíjense

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Con el nombre de lenguas indoeuropeas se conoce a la mayor familia de lenguas del mundo en número de hablantes. La familia indoeuropea, a la que pertenecen la mayoría de las lenguas de Europa y Asia meridional, incluye a más de 150 idiomas hablados por alrededor de 3.000 millones de personas (alrededor de un 45% de la población mundial)

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ustedes, la lengua aria se confunde con la raza aria, estaba todo confundido. La raza aria era la de los cristianos. Entonces, se ve ahí una especie de genealogía también de la lengua ligada a un determinado tipo de corporeidad y conformación racial, y por lo tanto, a un determinado tipo de exclusión de los que no eran de esa raza, y que en última instancia se va centralizando y conformando en aquello que luego culmina en el Cristianismo, con la forma del Nazismo, donde el cuerpo ya era el que recuperaba el lugar del espíritu que antes había sido relegado, pero que seguía presente en la palabra aria que hacía referencia a esa raza primera a la cual pertenecía el espíritu de la lengua. Cuando decimos todo esto, pensamos que hay que volver a otro origen de la lengua para entender esta lengua que hablamos. Por ejemplo, de los trabajos de los filósofos que están más en boga, como Agamben6, que trabaja sobre la infancia y la lengua, sin embargo, cuando trabaja sobre la infancia, ésta no es la que el niño vive y elabora con la madre a partir de una lengua primera de intercambio entre la madre y el hijo, sino que es el lugar donde se produce el acople entre la corporeidad biológica y la lengua en tanto espíritu se engranaría en el cuerpo sin que sea el producto de una historia previa que la prepara, que estaría contenida en el acceso del niño a la vida a través del cuerpo y las palabras de la madre. Porque parecería que todo está ya constituido en tanto fonemas y palabras. Sin embargo la palabra, en su esbozo, requiere un comienzo que prepare la posibilidad de poder decirla. Si en el niño no existiera la experiencia con la madre, donde ésta logra a través de la relación olorosa, fragante, sensible, licuada, lechosa, y a partir de esto poner sonido, palabras, pero no el niño no comprende las palabras, son sonidos que están articulando y que están significándole aquello en lo cual puede enroscarse todo lo que está sintiendo. Es como si el sonido fuese una saliencia de la experiencia que el cuerpo está viviendo, y a través del sonido puede expresarse. Entonces, si el niño no aprendiera previamente a extinguir a través del gorgojeo, de las primeras palabras, mamá, papá. Esto trama la urdimbre sobre el fondo de cual la palabra ya construida del sistema de la lengua va a aparecer teniendo la posibilidad de acoplarse a ella, ir aprendiendo poco a poco y hablarla. Hay un tránsito de una cosa a la otra, y esto es lo que ha hecho que en el campo de la lengua haya desaparecido, predominando la mera estructura de las significaciones, la experiencia creadora que desde el cuerpo de la madre se va produciendo para que lengua haya. En el origen, si no hubiera existido la relación materna –porque ustedes saben que el niño nace, a diferencia de otras especies, prematuro-, y si esta experiencia no es rescatada, la de la prematuración, como el lugar que hace posible la emergencia del humano. Sin esa prematuración no hubiera habido humano. Tan prematuros somos que un chico recién accede al reconocimiento formal y legal a los dieciocho años, hasta esa edad no se ha cerrado el sistema racional de nuestra propia

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Giorgio Agamben (Roma, 1942) es un filósofo italiano. Se doctoró en la Università di Roma con una tesis sobre el pensamiento político de Simone Weil. Fue alumno de Martin Heidegger entre 1966 y 1968. Es profesor de Filosofía en la Universidad de Verona, Italia, en el Collège International de Philosophie de París y en la Universidad de Macerata en Italia; profesor de Iconografía en el Instituto universitario de Venecia. Ha tenido a su cargo la edición de la versión italiana de la obra de Walter Benjamin

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determinación y libertad sobre nosotros mismos. A esto sumen los doce años que se necesitan para que una lengua se establezca. Hay una historia en la creación de la lengua, que no puede haber sido una construcción entre adultos que hablan. Si existiera de antemano, sería Dios el que la insemina en el cuerpo del hombre para que todos la hablen. Pero si venimos a recuperar la materialidad de la lengua que está soportada, regulada y transformada por la experiencia del cuerpo, y si al mismo tiempo todo sentido se verifica en el cuerpo, porque el cuerpo es el que da sentido a las palabras. Hasta el problema de sentir que algo es verdadero o falso en una ecuación o silogismo, es el cuerpo el que siente como una especie de vibración muy particular que le da sentimiento de verdad a lo que nosotros pensamos. Ha habido un elemento que hizo posible la creación de la lengua y que se creara este sentido. La lengua surge porque hay un campo que excede la mera materialidad sintiente que es el ensoñamiento, lo que le da sentido a las cosas vividas de lo materno. Cuando el niño se aproxima al pezón y la alegría de la cara, es evidente que todo esto forma parte de lo que rodea de sentido al pecho de la madre y al cuerpo del cual emerge. Pero igual para el niño en la infancia no hay separación entre el sueño y la vigilia, se confunden. Lo que él sueña, lo vuelve a encontrar afuera y es ahí donde encuentra la alegría. Hasta que poco a poco va aprendiendo que se puede modificar, siempre con el sostén materno, para evitar las frustraciones y hacer posible que se acomoden nuevamente. Pero si esta presencia de lo materno ensoñado, como campo imaginario que resulta de la corporeidad vivida, no estuviera presente, ¿dónde residiría el sentido de las múltiples significaciones que el niño va viviendo en las múltiples experiencias de aprehensión de cualidades? Es necesario previamente que la mera materialidad de la corporeidad biológica cree un campo, que es el campo de ensueño, que acompaña la vida del niño, la vida de todos nosotros hasta ahora. Tanto acompaña, que también lo hace en el campo de la política, porque es donde el ensueño a través del terror se ha transformado en persecutorio, en alucinación. Nosotros alucinamos en la realidad y creemos que estamos todos despiertos. Alucinamos sobre fondo de algo común que nos lleva a prestar a las cosas a través del terror vivido y de la dirección y ordenamiento vivido, en el mismo sentido y nos ponemos de acuerdo. Así como están de acuerdo en este pueblo cercano a Trenque Lauquen, donde sale toda la merza humana de la pequeña burguesía y la gente pobre también para apoyar y defender a tres hijos de puta que violaron a una pendeja de catorce años. Es un mundo alucinado ese, no es el mundo ensoñado donde el amor materno se va ampliando para acoger al niño a los otros hombres. Es un mundo completamente persecutorio. La alucinación es una forma de transformarlo en soñado, en algo que previamente requiere de la persecución para poder crearlo. Si nosotros volvemos al campo de lo materno, ahí también está presente el germen de lo político. Si congelamos esta experiencia de creación de la madre con el niño, que generó la posibilidad de expresión, pero que tal como lo muestra Freud, a los tres años con un rito de iniciación se le impone al niño un corte brutal, donde la conciencia primera con la madre, que pertenece al campo de la vigencia de lo enseñado e imaginado, se transforma a través del terror del

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Edipo, -la amenaza de castración y demás- y se desarrolla en la imposición de la ley del padre que a partir de aquí crea una nueva conciencia –que Freud llama moral- que está regulada por la ley del padre. Ya no es la madre la que determina el sentido y el orden de las cosas. Es un orden legal el que aparece con el padre. Por lo tanto, reprimiendo y conteniendo el fundamento corporal de aquello que lo ha originado. Hay un psicoanalista que se llama Lacan que para el estadio ese primero, arcaico que la madre vive con el niño, lo toma como contraejemplo de lo que está tratando de hacer Freud y que encuentra después a su interpretación judía una concepción cristiana del psicoanálisis. Esto no lo van a entender mucho los lacanianos, pero no importa. Lacan dice en los primeros trabajos sobre la familia, en la lactancia, la relación que vive el niño con la madre –que es una relación de confusión amorosa- eso es natural, no corresponde a la cultura. La cultura comienza con el destete. Entonces resulta que todo el campo de enseñamiento que el niño vivió –que evidentemente es una irrealidad, porque el mundo no se puede organizar de aquí para afuera, sino que esa unión va a aparecer como contradictoria y necesariamente la separación tiene que ir dándose paulatinamente, pero no tiene que darse necesariamente a través de la amenaza de castración. –O te separás de tu vieja o te la corto-. No es la forma más plausible de imponer la ley. Aunque sí es la forma habitual de hacerlo. Freud dice también que sin violencia no hay ley. El punto importante es ver cómo aparece la posibilidad del amor humano viniendo desde la naturaleza. Fíjense ustedes, todos los animales tiene también su época de lactancia sin la cual la vida animal tampoco sería posible. Si la gallina se comiera sus propios huevos no habría desarrollo de la especie. Si lo tratara como una presa a lo que sale de su propio cuerpo, no habría vida. Para que haya vida en la especie animal es necesaria una etapa en la cual la madre reconoce al hijo y lo cobija, y está dispuesta a dar la vida para defenderlo. Y los pajaritos, que de pronto el padre va y le pone en el pico la comida a aquello que la madre ha engendrado con él. Fíjense qué nivel primario de organización biológica. Y sin embargo, el sostén de la vida que está más allá de toda equivalencia –porque el pájaro allí no piensa le doy de comer y después me lo como- si no que le está dando vida para que sea vida. Todo esto se corta rápidamente porque en el animal no hay prematuración, se corta y aparece la madre, la perra, pudiendo tener relaciones con el perro que es su hijo, o se aleja sin considerar que lo ha engendrado. Para que la naturaleza exista como tal y para que haya vida se necesita un previo momento materno o paterno donde la vida renuncia a las condiciones de la presa, de la persecución de la presa, para dar la vida del que la genera para que el otro pueda seguir vivo, sin el cual no hubiera vida. Si se interrumpiera esa posibilidad, la vida desaparecería. Es decir, la naturaleza misma tuvo que crear algo, un cobijo muy breve si el cual la vida no hubiera sido vida. Eso es lo que de alguna manera recibimos nosotros desde la naturaleza, pero como este orden amoroso que liga a la madre con el niño es muy prolongado ha hecho posible que a partir de allí este orden amoroso pueda desarrollarse en el estado adulto entre los hombres. Esto aparece presente, porque evidentemente el desarrollo histórico ha hecho que los hombres dominen a las mujeres, hemos

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pasado del matriarcado al patriarcalismo, que es la primera esclavitud que se establece en el campo de lo humano. El hombre para aprovecharse tuvo que restringir y dominar a la mujer para que este orden amoroso no se prolongue sino que de alguna manera permita la inclusión del padre, de la ley, en el seno de la infancia. Cuando Lacan dice que es natural, no saca ninguna consecuencia. Es natural y no es natural. Porque el hecho de que caiga y se abra el espacio de la lactancia en un cuerpo humano de mujer histórica ya quiere decir que las condiciones de la biología son diferentes. Porque al mismo tiempo se abre en el campo de la maduración la posibilidad de hacer permanecer y durar ese momento de amor entre la madre y el niño, para construir una sociedad diferente. Por eso las religiones monoteístas, como el Cristianismo, este orden de la infancia lo han mantenido en tanto pura religión, en el campo de lo imaginario transformado también por la racionalidad masculina. Vemos claramente que la transformación fundamental y primera de esa genealogía de la política que estamos tratando de comprender nosotros, y que se origina en el siglo uno con la venida de Cristo al mundo, con una narración de una razón diferente que no surge del cuerpo y una materialidad que no tiene nada que ver con el espíritu, sino que es el momento adventicio que tiene que ser desechado del pecado, de la culpa, de la infamia, la transgresión, etc., para poder alcanzar el tiempo de la vida eterna. Hay un tiempo, pero ese tiempo que antes era el tiempo de la gestación, de la tierra madre se ha transformado en el tiempo del hombre crucificado. El hijo crucificado que se abre renunciando a la vida para salvar a los otros como modelo, se abre a la vida para ser eterno, para tener un tiempo sin cuerpo. Ese es el origen que todavía está presente en nosotros y que culmina en el capitalismo. Estamos viendo qué pasa con el cuerpo no solamente de las mujeres – porque la Iglesia pide contra el aborto, pero deja que se mueran los chicos de hambre, que se muestren los cuerpos de las mujeres mercantilizadas como cachos de carne por la televisión, que los chicos estén con Tinelli le importa tres carajos a la Iglesia- lo que quieren es que las madres no tengan cuerpo propio, que no puedan hacer con su cuerpo lo que en tanto cuerpo femenino y materno quieren. Quieren que la ley del padre penetre hasta impedir la propiedad de su cuerpo para generar hijos. Lo otro no interesa.

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