O.J.D.: 179285
Fecha:
E.G.M.: 816000 Tarifa: 3829 €
Sección: VIVIR Páginas: 4
E
n julio pasado, Barcelona inauguraba con gran orgullo su propia significant store. Así es como la marca Apple denomina a aquellas de sus tiendas que no están ubicadas en centros comerciales, sino que cuentan con un local propio en algún lugar privilegiado de la ciudad. La nueva tienda de Barcelona se encuentra en el antiguo inmueble de Banesto, en la fachada norte de plaza Catalunya. Proyectado por Eusebi Bona i Puig, el edificio fue construido después de la Guerra Civil, siguiendo los esquemas formales del clasicismo. Aunque no se trata de una edificación especialmente paradigmática o apreciada de la ciudad, la obra de Bona figura en el catálogo de patrimonio con un nivel de protección C, lo cual significa que, en caso de reforma, deben mantenerse tanto “el volumen como los elementos que conforman las fachadas, incluyendo las esculturas”. Aunque la calidad de la reforma y (sobre todo) la sintonía de esta con la estética pulcra y elegante de la marca californiana están fuera de toda duda, el impacto de la intervención en el espacio de la plaza Catalunya salta a la vista. La sustitución del granito original por un material ligero y de tonalidad
La significancia de una manzana
mucho más clara altera radicalmente el conjunto arquitectónico, destruyendo el reparto de unas masas y morfologías constructivas que anteriormente se encontraban en equilibrio con las de la colindante casa Pich i Pon de Josep Puig i Cadafalch. Este episodio viene a sumarse a la polémica retirada del mítico cartel de Tío Pepe que, desde principios del siglo XX, brillaba sobre el edificio de la Puerta del Sol que próximamente acogerá una nueva significant store.
12/11/2012
Una de las condiciones de los futuros inquilinos para alquilar el espacio era que el anuncio debía desaparecer de la azotea. Por lo visto, las flamantes significant stores (igual que los locales de muchas otras marcas internacionales) tienen una dificultad manifiesta para adaptarse a la realidad arquitectónica y patrimonial de sus ciudades de acogida. Las urbes son espacios vivos que se transforman y los edificios deben, por fuerza, cambiar sus usos para dar respuesta a nuevas necesidades. Nadie discute que un comercio de calidad y con reconocimiento internacional que sirva para dar prestigio a la ciudad y estimular la economía es un bien preciado. Esto no significa, sin embargo, que los restos del pasado (sean estos magníficos o no) puedan desaparecer para dejar sitio a los “gustos del momento”. La necesaria transformación de la ciudad y su adaptación a los nuevos tiempos no deberían representar un coste en términos de degradación del patrimonio ni una alteración del relato histórico inscrito en el paisaje urbano. Ni siquiera a cambio de la “significancia” de una bonita y moderna manzana. FOMENT DE LES ARTS I DEL DISSENY www.fad.cat