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O R L O S C A M I N O S D E L S U E Ñ O

MARATÓNDEPELÍCULAS:

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Es de madrugada entre las dos o tres de la mañana, mi madre y yo tenemos la costumbre de todos los martes hacer maraton de peliculas y este no fue la excepción. Ya íbamos por la mitad de la segunda película, suelo dormirme un poco mástarde,perohoyestabamuycansadaasíquecaíenunsueñoprofundo.

Abro los ojos y estoy en un parking con un cuchillo en la mano y una bata ensangrentada, no entendía de quién era la sangre, si era yo la víctima o era la asesina. Vi algo en medio de la oscuridad y solo salí corriendo detrás. Creí poder pedirle ayuda, corrí tanto que perdí la noción del espacio, hasta que veo la figura completamente clara entrando a una casa grande y temible, pues era época de halloweenylafamiliaalparecersetomabamuyenseriolafestividad.

Llegoallíymágicamentelapuertaestabaabierta,unacosaquesuelepasarsoloenlos sueños, pues quien con semejante casa dejaría el poder a los ladrones de entrar cuandoquisieran.Ladecoraciónensuinteriorreflejabaelpoderyriquezaquetenía la familia. Entre pasillos largos y salones grandes encuentro una habitación. Había dos personas sentadas en el sillón viendo la tele. Una de ellas se levanta e intenta atacarme,yomedefiendoyporinstintoleclavoelcuchillo…

Suenaalgomuyfuerteymedespierto,noentiendoqueacabade pasar.Estámimadrejuntoami,fríasinsignosvitales,conun cuchilloensucorazónyconsangreportodaspartes, ¿hesidoyoquienlahaasesinado?

ValentinaGómez

LACASADELAMONTAÑA

Salíatomarmeunascopasconmisamigasunviernesporlanoche.Horasdespuéscogíel coche dispuesta a volver a casa. Ya en el coche de vuelta a casa tuve la sensación de que alguienmeseguíaperonolediimportanciayseguíconduciendo.Alllegaracasaloúnico que quería hacer era tumbarme en la cama y descansar. Me cambié y me fui a dormir. Entréenunprofundosueño.

Alguien abría la puerta e inspeccionaba la casa viendo hacía donde tenía que dirigirse, revisaba todas las salas de la planta baja, el salón, el baño, la cocina y la sala de juegos, comprobando que no hubiera nadie. Decidido, subía las escaleras y volvía a revisar habitación por habitación, los dos dormitorios de invitados y sus respectivos baños y el estudio que tenía una gran biblioteca, sin encontrar nadie en ellas. Al final del pasillo se podía distinguir otra puerta más, se acercó a ella. Se escuchó el ruido de la puerta al abrirse,medespertésobresaltada:elcañóndedeunapistolameestabaapuntando.

Brunoyyo,nosconocimosesemismoaño.Dosestudiantesdecinematografíabajolosojos del otro sin decirlo. Pasados los meses se encontraban bajo su pecho, en su corazón, sin decirlo.

Mi compañero de piso nos invitó a una fiesta donde entre luces, música y miradas, se delataron los sentimientos compartidos. Inconscientemente nos acercamos el uno al otro, bailamos, cantamos... viví todo lo que no había vivido hasta entonces. Fue la noche en la que todos mis sentimientos parecían haber aumentado de intensidad. Es la última noche querecuerdo.

Volvíamosacasaencoche,Brunoseofrecióallevarmeyenesosmomentoslaeuforiaaun no me permitía asimilar lo que sentía ni lo que sucedía. El coche iba deprisa y con las ventanillas abiertas, el aire movía nuestros cabellos y le miré. Al mirarle vi mi felicidad, lo quelefaltabaamivida,élnotómimiradaynuestrosojossequedaronfijosyhipnotizados. Eneseprecisoinstantedeplenitudnotéelgolpequelocambiaríatodo.

Abrí los ojos y, para mi sorpresa, no me dolía ninguna parte de mi delicado cuerpo. RápidamentemegiréparaveraBruno;gritabaygritabaperoélnorespondía,nosemovía, sólo podía ver la sangre cayendo por su rostro. Desolada intenté salir del coche e incorporarme.Entreruedasymetalesrotos,conseguíponermeenpieperorompíallorar. La cantidad de agua acumulada en mis ojos nubló mi mirada. Me sequé las lágrimas y empecé a ver nítido, nitidez que desearía no haber visto nunca. Vi dentro del coche el cuerpodeBrunoyasuladootrocompletamenteensangrentadosinvida,elmío.

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