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Peralvo García, Eladio “Eladio Peralvo”

parado y manejando la franela con mucha suavidad. Remató la faena con molinete de rodillas y en píe y, entrando bien, cobró una entera que fue suficiente. Pidieron para él la oreja y dio la única vuelta al ruedo de la tarde. Sustituyó Peláez en el cuarto, un novillo alto y con defensas muy desarrolladas, a Braulio Lausin. Ocho veces entró a los caballos el astado y derribó en tres ocasiones. No era fácil el novillo porque no daba tregua al matador. Peláez castigó con muletazos por bajo y mató de dos pinchazos, media estocada y el descabello al segundo intento. El quinto hizo pelea alegre en las tres varas que tomó. Peláez empezó la faena con muy buenos muletazos por alto. Siguió con otros en redondo y cambió la muleta de mano para intentar el natural. Sufrió dos desarmes y mató, después de un pinchazo, de una entera”. Aclaramos que Braulio Lausín “Gitanillo de Ricla” fue cogido por su primer novillo, el primero de la tarde, dos veces, aunque sin consecuencias, pero al entrar a matar lo volteó aparatosamente por lo que tuvo que ingresar en la enfermería con una fuerte contusión abdominal. José Luis Peláez se hizo cargo del novillo y lo remató de una estocada. Bajó su contratación a 7 festejos en 1954, pero mejoró ostensiblemente su posición en los carteles en la temporada de 1955 al torear 22 novilladas, una de ellas en el coso maestrante de Sevilla en abril con reses de Baldomero Sánchez, junto a Jaime Bravo y Juan Gálvez. Peláez dio una vuelta al ruedo tras acabar con cada uno de sus toros. Tras tan exitosa temporada pensó que podía estar preparado para tomar la alternativa de matador de toros, cosa que llevó a cabo el 15 de agosto de 1956 en la plaza de Palma de Mallorca al cederle José María Martorell el toro “Coquinero”, negro, marcado con el número 53, de la ganadería de Leopoldo de Laramie de Clairac en presencia de Joselito Huerta. Había toreado antes del doctorado 7 novilladas, en una de ellas, la celebrada el 10 de mayo en Melilla, resultó herido muy gravemente por una cornada en el vientre. En cuanto a corridas de toros, esa fue la única que toreó, seguramente para retirarse como doctor en Tauromaquia.

PEralvO garcía, elaDio

“ELADIO PERALVO”

Matador de toros nacido en Dos Torres (Córdoba), 8 de febrero de 1950. A final de los años 60 del pasado siglo XX se decidió a ser torero, vistiendo por primera vez el traje de luces en público en la localidad madrileña de Villalba, el 25 de julio de 1969. Permaneció toreando novilladas sin pica-

dores hasta la temporada de 1972, que debutó con ellos en la plaza de Vistalegre de Carabanchel, el 29 de junio, alternando con Bartolomé Sánchez “Simón”, que sustituía a Frascuelo, y con Guillermo Ciscar “Chavalo”, en la lidia de reses de Agapito Blanco que sustituyeron a las anunciadas de Rodríguez Pacheco. El periodista José A. Donaire que escribió la crónica de la corrida para la revista “Torerías” dijo del debutante que “A nuestro modesto entender, puede ser “otro valor” descubierto en la presente temporada. Banderilleó a sus dos novillos, colocando cinco pares, de los que hubo tres francamente buenos, uno de ellos “al quiebro” en el que expuso lo indecible. Con la muleta acusa mejores maneras que con la capa. Tiene un excelente juego de muñeca y sabe alargar la embestida de los astados. A su primero, uno de los novillos que sacaron mayor “resabio”, lo pasó de muleta muy bien en la suerte natural. A la hora de matar no supo hacer la suerte. El animal volvió la cara y le cerró el paso, por lo que hizo tres agresiones antes de hundir todo el acero. El toro, tras acostarse, se levantó y lo cogió aparatosamente. Con el quinto tuvo las orejas en la yema de los dedos. Le “enseñó” a embestir por el pitón derecho, ya que se vencía por este lado, y le sacó tres buenas tandas de derechazos. Probó el izquierdo, y tras lograr dos pases de gran mérito, el toro le “avisó” y Peralvo se dio por enterado. En lo que volvió a estar francamente mal fue en el uso de la tizona. Seis pinchazos y dos descabellos le hicieron perder los trofeos, pero el público, en premio a su labor muleteril y en recuerdo a los pares de banderillas, le obligó a dar la vuelta al ruedo”. Tras tres años toreando entre 15 y 20 corridas, se presentó como novillero en Madrid el 16 de marzo de 1975, alternando con Juan de Dios Lozano y Vicente Montes en la lidia de astados de la ganadería de García Romero. Dejó constancia de ser un diestro hecho y dio una vuelta al anillo en su segundo enemigo pese a la frialdad del público, que parecía haberse contagiado del día frío y lluvioso. En justicia fue repetido en Madrid el 27 de abril con Antonio Guerra y José Lara, y en esta ocasión, el prestigioso crítico de “ABC” Vicente Zabala escribió: “Era la primera vez que veía a Eladio Peralvo. La primera impresión es favorable. Me gustó mucho su inteligente idea del toreo. No sale a pegar pases, sino que entiende lo que hay que hacer con cada novillo. Anda fácil, con soltura. Ya se sabe que eso de caminar bien con los toros es mucho más arduo que quedarse quieto a lo que salga. Peralvo hizo cosas muy interesantes. Me gustó su sentido de las distancias, la serenidad al levantarse después de una voltereta sin gritos ni aspavientos, sin mirarse tan siquiera la ropa, y la soberbia estocada a su primero. Cortó la oreja más justa de la tarde. También supo deshacerse del sexto —que era un re-

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galito— con maneras y decisión. Escuchó, también, muchas palmas. Hacía tiempo que no veía a un novillero que me interesara. Esté me ha sorprendido y puede ser torero”. Ese mismo año, toreando en Sevilla el 3 de agosto con Alfonso Galán y Pepín Peña, novillos de Ángel y Juan Antonio Sampedro sufrió una gravísima cogida por su segundo novillo sufriendo una fractura del brazo izquierdo por el tercio medio y una herida en la región inquino muscular izquierda de nueve centímetros de extensión con dos trayectorias, llegando una hasta el peritoneo (sin herirlo) y la otra hasta el cordón próximo a la vejiga, que tampoco lesionó. El pronóstico, según parte facultativo facilitado era de gravísimo, y quedó internado en la clínica Virgen de Fátima. Eladio Peralvo había sido aplaudido en su primer novillo. También tuvo que ser atendido en la enfermería Pepín Peña, de lesiones de pronóstico reservado. Hasta esa fecha había toreado 14 novilladas en 1972, 19 en 1973, un de ellas la del 28 de julio en la plaza de Ceret (Francia), donde fue herido de mucha gravedad y los periódicos dieron incluso la noticia de su fallecimiento, guardándose un minuto de silencio en algunas plazas. Afortunadamente no fue así, pero las desgracias no abandonaron a este espada, porque al banderillear ese mismo año en Los Navalmorales (Toledo), el día 15 de septiembre a un novillo toro de Manuel García Ibáñez, se hirió un ojo con el arpón de la banderilla, por lo que hubo que extraérselo. Eladio Peralvo decidió tomar la alternativa con el ánimo de retirarse como matador de toros. La tenía prevista para la fatídica temporada de 1975, pero ante los acontecimientos, la recibió en Bélmez (Córdoba), el 6 de agosto de 1978 con toros de Carolina Díez Mahou, de manos de Manuel Ruiz “Manili”, en presencia de Tomás Moreno “El Tempranillo”. Eladio Peralvo cortó una oreja al toro de la alternativa y escuchó dos avisos presidenciales en el que cerró plaza por sus reiterados fallos con la espada. Manili solo pudo matar a su primer toro por resultar cogido al entrar a matar, siéndole llevadas las orejas y el rabo a la enfermería. Su estado fue calificado de menos grave. Eladio Peralvo fue un diestro que tuvo sobradas facultades para ocupar un puesto de figura del toreo, y si no lo consiguió fue por ser excesivamente castigado por los toros.

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