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Pérez Miranda, César “César Pérez”

sada a paso de banderilla, otra más atravesada, que asomó por el costillar, media cuarteando (aviso), dos descabellos (bronca). Antonio Francisco Vargas: estocada (silencio). Bajonazo (saluda por su cuenta entre pitos). (...) La hermosa lámina de los toros de Prieto de la Cal fue lo más destacado de la tarde. Lo malo es que tras la estampa no había casta. Salían con las manos por delante, la cara arriba; en el caballo abundaron las coces, el volver grupa y salirse suelto o el cabeceo para quitarse el palo. El primero llegó a la muleta con peligro buscaba por los dos pitones y daba unos tornillazos que quitaban el hipo. El Cerralbeño, torero que ha actuado muy poco y acusó una lógica falta de sitio, comenzó la faena a este “regalito” de la confirmación con pases por alto en los medios. Fue una gran equivocación, el toro le apretó para los adentros, no le aguantó y perdió los papeles. A partir de ahí estuvo a merced del toro y no pudo sacar nada en limpio. El quinto, jabonero claro y manso como todos, fue desastrosamente lidiado; por esto llegó a la muleta con la cara alta e incierto. El Cerralbeño anduvo aperreado, falto de oficio y de recursos”. A partir de ahí su nombre dejó de oírse en los mentideros taurinos, hasta que en 1983, de nuevo fue noticia al ser detenido por la policía como presunto autor de varios atracos a distintas entidades bancarias. Desde esa fecha hasta 1987 solo toreó en festivales, y cuando posteriormente regresó a los ruedos vestido de luces lo hizo de plata, como banderillero. Falleció el 2 de agosto de 2017 en Madrid, a los 72 años.

PérEZ miraNda, césar

“CÉSAR PÉREZ”

Matador de toros y banderillero sobrino carnal por parte materna del matador de toros César Morales, doctorado en Torremolinos (Málaga), el 24 de junio de 1973. Nació César Pérez en Carcassonne (Francia), el 30 de agosto de 1969, donde sus padres, Francisco Pérez y Carmen Miranda, naturales de la localidad jienense de Arroyo de Ojanco, habían emigrado buscando mejores condiciones de vida para su familia. Siendo muy niño se trasladó la familia a Sabadell (Barcelona), y allí debutó el joven César en público vestido de luces en la parte seria de un espectáculo cómico-taurino cuando tan solo contaba doce años de edad, es decir, en 1981. En la siguiente temporada participó en marzo en una novillada para noveles celebrada en Esplugas de Llobregat (Barcelona), teniendo una actuación muy lucida, por lo que sus mentores decidieron que debutara en novilladas sin picado-

res el 1 de junio de 1984, en Guarromán (Jaén), festejo en el que también figuraba la rejoneadora francesa María Sara. Tras tres años toreando novilladas sin picadores, subió al escalafón inmediatamente superior al torear su primera corrida con los del castoreño el 20 de junio de 1987 en San Felíu de Guixols, mano a mano con Gregorio de Jesús, en la lidia de novillos de la ganadería de Vega Texeira. El debutante César Pérez tuvo una tarde triunfal, pues por cogida de su compañero, tuvo que despachar las cuatro reses del festejo, desorejando a uno de ellos y dando tres vueltas al ruedo, una por cada oponente. Terminó la temporada con 15 novilladas picadas y subió a 29 en la temporada de 1988, siete de ellas en Francia, país en el que debutó el 19 de junio en la plaza de Argelés, alternando en la lidia de novillos de la divisa portuguesa de Luis Jorge Ortigao Costa, con Joselillo de Colombia y el francés Denis Loré. En España hizo el paseíllo en plazas tan importantes como Barcelona, donde se presentó el 10 de abril, con novillos de Bernardino Giménez Indarte, y Rafael Perea “El Boni” y Raúl Zorita como compañeros de cartel. Aunque hizo una excelente temporada, pudieron ser muchas más corridas las que hubiese toreado si no hubiese perdido catorce contratos por la cogida que sufrió el 18 de septiembre en Valencia. En 1989 descendió considerablemente su contratación, ya que solo toreo 18 novilladas, siendo una de ellas la de su presentación como novilleros en la plaza de Las Ventas de Madrid, el 7 de mayo, de rosa y oro, con novillos de “Aldeaquemada”, descastados y gazapones. Todos sin clase, salvo el segundo, que fue aplaudido en el arrastre. Los demás fueron silenciados. Alternó con el valenciano Alberto Martínez y Gonzalo González. Se silenció su labor con el novillo de su debut, “Gabinete”, negro, marcado con el número 11, tercero de la tarde, y escuchó algunos pitos en el que cerró plaza. José Luis Suárez-Guanes, que cubrió el festejo para el semanario taurino “Aplausos” publicó en el número del lunes, 8, la crónica de la que extraigo la parte correspondiente a nuestro biografiado: “...César Pérez intercaló en su primera faena cosas buenas y otras no tan buenas, fruto –quizás– de los nervios, ya que fue atropellado en un par de ocasiones. Apuntó un toreo de manos bajas con la capa al tercero que muy pronto se difuminó. Los pases por bajo de recibo con la franela, y algún derechazo rematado, se perdieron entre algunas vacilaciones. Después el novillo tardó en humillar. En el sexto le jalearon a César un par de verónicas. El público arrojo varias almohadillas a la arena por continuar picando el varilarguero de turno después de cambiar el tercio. Incoloro y como desmoralizado el debutante con la muleta y una pregunta flota en el aire: ¿por qué no se traen

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novilladas con más garantías?”. Lo cierto es que los novillos no colaboraron y los toreros lo tuvieron muy difícil, pese a todo, César Pérez dejó muy buena impresión en los aficionados de ser un novillero valeroso y con ganas de agradar. Tuvo mala suerte con la espada, pues estoqueó al tercero de la tarde, su primero, de media trasera, y de dos pinchazos al segundo de su lote, el sexto de la corrida. Repitió paseíllo en la misma plaza el martes, 15 de agosto, para lidiar novillos de los Hermanos Rivera Ordóñez (Francisco y Cayetano), que en tal fecha adquirieron antigüedad, y uno de Gabriel Hernández (5º), con Rafael Sandoval y Ángel Lería, que debutaba en Madrid. César Pérez, que lidió el tercero y sexto de la corrida fue aplaudido en ambos. En 1990 toreó 24 novilladas, tres de ellas en Francia, y también en plazas de la importancia de Barcelona, Valencia y Arnedo, en Logroño. En 1991 toreó 9 novillas, una en Madrid, el domingo, 21 de marzo, alternado en la lidia de tres novillos de Román Sorando (1º, 2º, 3º); dos de “El Álamo” (4º, 6º) y uno de Alicio Tabernero de Villanueva de Cañedo (5º), con Luis Carlos Aranda y José Ramón Martín, que se presentaba en Madrid. Luis Carlos Aranda se cortó la coleta al finalizar el festejo. Por su parte, César Pérez fue silenciado en sus dos novillos. La última de las novilladas de ese año, fue la de su despedida como novillero, el 11 de julio, encerrándose en solitario con seis novillos de la ganadería de los Sres. Víctor y Marín, obteniendo un importante triunfo al conseguir cortar tres apéndices auriculares y salir por la puerta grande de la monumental barcelonesa. El 25 de agosto siguiente recibió la alternativa en la misma plaza, de blanco y oro, de manos de Enrique Ponce –que era la primera que concedía–, que con Antonio Manuel Punta de testigo, le cedió la lidia y muerte del toro “Candela”, colorando ojo de perdiz y bociblanco, marcado con el número 75, de 524 kilos, muy peligroso, de la ganadería de Antonio Pérez de San Fernando, que lidió solo este toro. Los demás fueron de Carmen Borrero. También rejoneó la señorita parisina María Sara, que se presentaba en dicha plaza. Y la que debería haber sido la tarde más importante de su vida, también fue la más dolorosa, ya que resultó cogido por su primer toro, el del doctorado, que le infirió dos cornadas graves, una de seis centímetros en la región escrotal, con trayectoria ascendente hacia la región inguinal. No pudo matarlo y se especuló mucho sobre la validez de su doctorado. Solamente toreó la corrida de su alternativa. Inexplicablemente en 1992 se vistió de luces una vez, en Perú, en la plaza de Huamachuco (La Libertad), de grana y oro, el 18 de agosto, con toros de “Santiago Apóstol” alternando en su lidia con Fredy Villafuerte y Germán Garza. Cortó una oreja a su primero y

dio una vuelta al ruedo tras finalizar la faena al segundo de su lote. En 1993 igualmente solo se vistió de luces una vez, ésta en Barcelona, su plaza. En 1994 toreó 7 corridas de toros, todas ellas en plazas catalanas, y de nuevo en 1995 cayó su contratación a 3 festejos, tónica que se repetiría en las siguientes temporadas. En 1998 debutó en la plaza de Ceret, el 12 de julio, de corinto y oro, con toros de Isaías y Tulio Vázquez, alternando con el alicantino Luis Francisco Esplá y José Pedro Prados “El Fundi”. Se silenció su labor en ambos toros y en 1999 consiguió confirmar su doctorado en Madrid, de grana y oro, el 8 de agosto, con toros de la ganadería de José Escolar, bien presentados que no presentaron grandes problemas a los lidiadores, alternando con Emilio Oliva y Roberto Antolín “El Millonario”. Transcribo parte de la crónica que escribió Luis Aguilar en el semanario “Aplausos” en su número del lunes, 9 de agosto: “César Pérez confirmó la alternativa con un toro que nos dio muy buena impresión a todos por la fijeza y movilidad que desarrollaba. Después de la protocolaria ceremonia, hizo honor al terno que vestía, y con valentía expuso para sacar tandas por el pitón derecho a un toro que se quedaba corto al final de los pases. Alargó mucho la faena y recibió un aviso incluso antes de entrar a matar, cuando interpretaba series con la mano izquierda que no obtuvieron la profundidad necesaria para que el público las premiara con algo más que ciertos aplausos. Con el quinto intentó levantar la tarde. Recibió de rodillas e instrumentó arrolladoras verónicas, antes de que el toro derribara al picador. Este quedó a merced del animal, que le hubiese cogido si no es por el proverbial quite del monosabio de turno. El diestro brindó al público y con un decidido trasteo se sacó al toro al tercio. Fue enganchado al finalizar de hacerlo y recibió un pitonazo que no le impidió continuar la lidia, aunque ya no quiso arriesgar y las dificultades que el toro planteaba al embestir a media altura, fueron solventadas con un trasteo por la cara antes de entrar a matar”. Aclaremos que mató a su primero de una estocada caída y al que cerró plaza de una estocada. Tuvo que rematar al segundo toro de su padrino, que sufrió una luxación en el dedo índice de la mano derecha que le impidió continuar la lidia, de cuatro golpes de descabello. Tras nueve años como matador de toros y sufrir varias cogidas de consideración, con el agravante de tener que pechar con todas las corridas duras, que no se prestaban casi nunca al lucimiento, optó, animado por Serafín Marín, por hacerse banderillero, y tras torear su última corrida de toros como matador el domingo, 27 de agosto de 2000, en la plaza de toros de Barcelona, debutó al día siguiente como banderillero en un pueblo de Madrid a las órdenes de

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