Francisco A. Barroetaveña / El origen de la Unión Cívica

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FEDERICO G. BORDESE

FRANCISCO A. BARROETAVEÑA EL ORIGEN DE LA UNIÓN CÍVICA

BUENOS AIRES AÑO DE 2020 1


Queda hecho el depósito Que marca la ley 11.723 Prohibida su reproducción Total o parcial © Unión Cívica Radical (UCR), 2020

“Francisco A. Barroetavña / El Origen de La Unión Cívica”, obra de Federico G. Bordese, circula exclusivamente con las ediciones del partido radical a nivel nacional. 2


En 1856 nacía Francisco Antonio Barroetaveña (de profesión estanciero) en la ciudad de Gualeguay (Entre Ríos), sus padres fueron Francisco José Cayetano Joaquin Manuel y Manuela del Corazón de Jesús Zepeda, quienes tuvieron por hijos a: Miguel (1846 – 1910), Federico (1848 - ¿?), Bernardino Alberto (1849 - ¿?), Nieves (1852 - ¿?), María Jesús del Carmen (1854 - ¿?), Manuela (1859 - ¿?) y a Dolores (1861 - ¿?). En aquella fecha estaba gobernada por el Gral. Justo José de Urquiza, por entonces el país era una Confederación cuya capital se hallaba en Paraná, ya que la Capital de Buenos Aires se había separado del resto. Desde chico, como toda familia granjera, se dedicó brevemente a la agricultura; pero las ambiciones del joven por el conocimiento, estudio y análisis de las cosas en general lo llevó a instruirse con su padre; una persona de basto conocimientos y experiencias, pues pertenecía a ciertas logias masónicas. Realizó sus estudios en el Colegio de Concepción del Uruguay donde, junto a Alejo Peyret y José Benjamín Zubiaur, colaboró con la fundación "La Fraternidad" (aún vigente) el 14 de mayo de 1877, organizadas por alumnos y profesores del histórico Colegio del Uruguay; contando con el permiso y auspicio de la Logia “Jorge Washington”. En 1878 su padre se encarga de iniciarlo en la respetable Logia “Jorge Washington” N° 44 - Concepción del Uruguay; Luego (en 1881) ingresará por sus medios a

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la “Logia Docente”, y en el mencionado año ocupará el puesto como secretario del Club Liberal del cual era socio. Por entonces ya había decidido estudiar Agronomía pero luego optaría por ser doctor en Derecho1. Tras su último año de la carrera, presentó su tesis sobre “El matrimonio civil” en 1884; un trabajo muy avanzado de su tiempo porque se guiaba de la situación actual del país respecto al matrimonio y promulgaba ideas racionalistas con los ideales masónicos y entendía que debía existir el divorcio pero dicho trabajo no tuvo repercusión, como si lo tuvo Cárcano con su obra titulada De los hijos adulterinos, incestuosos y sacrílegos, tesis apadrinada por Miguel Juárez Celman y objetada por la Iglesia. Pasaron los años y el joven Francisco (h), adquiría más conocimiento volviéndose más inquieto; redactando varios artículos, mientras también se involucraba en el periodismo.

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Hasta 1883 la mencionada Facultad confería títulos de doctor, bachiller y licenciado en Leyes; pero en abril de ese año, el Consejo Directivo modificó el plan de estudios permitiendo que la Universidad otorgara el título de abogado.

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Desde entonces Barroetaveña (h) se consideraba un verdadero liberal con doctrinas masónicas; y hemos constatado (en sus escritos) que ya empleaba el término cívico, de la palabra civĭcus (del latín) que significa “ciudadano”.

Barroetaveña conoce a Alem Alem y Barroetaveña eran socios del Club del Progreso (situado en aquel tiempo en Perú y Victoria [actual Hipólito Yrigoyen]), un círculo de caballeros en donde concurrían personas relevantes con ingresos un poco superior o mayor al resto de la sociedad. Barroetaveña comenta2 que Alem –cada tanto– asistía a la sede en busca de jóvenes opositores al gobierno nacional, pero no hallaba personas que simpatizaran con sus ideas lo cual se sentía decepcionado. En uno de sus idas, se hallaba Barroetaveña junto a otros compañeros; éste reconoció a Alem pues no era secreto de su membresía, además de su vasta 2

Seguramente Alem le contó aquella historia en donde buscaba jóvenes en el Club Progreso; sin embargo este dicho pudo ser simplemente palabrerías propias de un discurso, ya que el Club estaba integrada por personas allegadas al gobierno oficial. No tiene lógica “buscar jóvenes” en un club señorial que estaba adherido al gobierno en donde Julio A. Roca era uno de sus miembros activos. Las normas del club, incluía que no hubiera peleas y todos debían estar en sintonía con las ideas. Y si había diferencias, se disimulaba y evitaba confrontaciones.

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experiencia en el campo de la política como así su fama dentro de la Logia masónica3. Así comentaba el joven: “Está Alem en la hora meridiana, ha cumplido 46 años (año de 1888). Su barba blanquea prematuramente. Alto, bien formado, con cuerpo y agilidades de atleta, con tupida cabellera y una enorme pera militar. Lo rodea una aureola de Intelectual distinguido y de bravo hasta la temeridad y de desinteresado hasta la miseria... Hay en él una aspiración mística hacia algo superior, indefinido; entre tanto es un rebelde, imperioso, arbitrario. No lo atrae la fortuna, ni las mujeres, ni los puestos ni la vida misma. Se dice que está afectado de una tuberculosis crónica cuyas depresiones combate con frecuentes aunque moderadas dosis de alcohol. No ha formado un hogar. Ha cerrado su estudio refugiándose ocasionalmente en el del Del Valle. Es un tipo profundamente psicológico con pasta de poeta, de caudillo y de mártir. Sólo por excepción frecuenta la primera sociedad; se cree perseguido, o, por lo menos, desdeñado; prefiere el contacto con la gente suburbana a la que sabe dominar. De allí cierto renombre de matón, que lo perjudica pero que no rehuye. En la intimidad es singularmente seductor: “sutil y sencillo hasta la enfermedad…”. Probablemente Barroetaveña se acercó para conversar con él, y éste accedió amablemente. Los temas de conversación debieron ser pláticas moderadas para no 3

Dr. Leandro Alem fue masón grado 33 y Gran Maestre adjunto de la Logia del Rito escocés antiguo y aceptado. Es decir que era la autoridad máxima.

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generar disgustos dentro de club; en tanto el joven Barroetaveña irá entablando una fuerte y leal amistad. Posteriormente será socio del Club del Progreso, Club Círculo de Armas y del Club de Gimnasia y Esgrima, de la cual se dice que fue uno de los fundadores en 1887.

La desunión de los cívicos No había persona (cívico) que hiciera de oposición al Gobierno del Partido Autonomista Nacional quién ya afrontaba una grave crisis económica; pues en cada reunión que realizaban aquellos grupos de diferentes ideas, terminaban en disputas fuertes y hasta veces acababan con sangre derramada. No había partido político, ya que se habían desintegrado o carecían de voluntad y las personas que ocupaban un cargo político como opositor, se habían convertido en mansos y los medios publicitarios ignoraban los hechos negativos del gobierno y así ocurrió durante años. En un medio periodístico del mes de julio de 1889, narraba que diversos jóvenes decidieron formar un “club político” cuyas reuniones se efectuaban en la rotisería George Mércier; así mismo otras personas se reunían en el reconocido Café de París, allí se adhirieron Bernardo de Irigoyen, Alem, Dardo Rocha, Manuel Laínez, Lucio V. López, Emilio Edelmiro Mitre (hermano del Bartolomé Mitre), Miguel Cané y Aristóbulo del Valle… Personas reconocidas y grandes que ya pasaban los 45 años de edad, de muchas experiencias en la política y guerras; Todos ellos aglutinadas en grupos

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para discutir sobre la crisis económica y sociales del gobierno, más luego se reunieron en el domicilio Del Valle para seguir debatiendo los asuntos. Ante un prominente suceso, la oposición retó al oficialismo para que hubiera un encuentro; este desafió fue aceptado y la juventud oficialista aceptó reunirse, por ello decidieron realizar un banquete en Gli Operai Italiani4 y fijaron fecha para el 20 de agosto de 1889 y que se llevaría a cabo por la mañana. Pasaron los días y finalmente llegó el momento esperado, varias mesas centradas en el gran salón del edificio… allí reunidos juntos, entre las personas se encontraba el joven abogado entrerriano Dr. Barroetaveña. Empezaron los discursos de ambos bandos pero evidentemente no llegaban a una conclusión, y parecía que el oficialismo ganaba con sus discursos, pues el joven Dr. (en medicina) Lucas Ayarragaray, dio un tajante pero breve discurso en donde demostró que la oposición estaba tratando con una “juventud incondicional” hacia el presidente Dr. Miguel Juárez Celman. Barroetaveña sintió que toda la lucha quedaba desperdiciada, por ello redactó un artículo extenso; y luego se apresuró llevar sus papeles a la imprenta del diario La Nación, en donde logró que fuera imprenta en el mismo día: 4

El encuentro se realizó en un edificio construido en 1884, dicho inmueble le pertenecía a la Società Unione Operai Italiani.

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“¡¡Tu quoque juventud!!5 (En tropel al éxito) Por Francisco A. Barroetaveña El Dr. Joaquín Nabuco dirigió a los estudiantes de Derecho estas intencionadas palabras: “La grandeza de las naciones depende del ideal que su juventud se forma en las aulas; y la humillación de aquéllas proviene de las traiciones que los hombres hacen a sus ideales históricos”. Pensamiento tan elevado y severo, ha coincidido en Buenos Aires con los aprestos para un banquete político de un grupo de jóvenes que manifestarán su adhesión incondicional al presidente de la República, según lo hace comprender la invitación publicada. El paso político que va a dar la juventud juarista, ni es nuevo en nuestro país, ni tampoco honroso para el civismo argentino. Ya cuando se agitaba la lucha presidencial última, los jóvenes impacientes por figurar en la política activa hicieron una manifestación semejante a la que ahora preparan en honor del doctor Juárez, poniéndose incondicionalmente bajo la dirección política del presidente Roca, abdicando la manifestación espontánea de ideas, doctrinas y afecciones que contrariasen al jefe del Estado. Esta y aquella adhesión no significan otra cosa que la renuncia a la vida cívica activa de los jóvenes para desaparecer absorbidos por una voluntad superior que 5

Frase inspirada en Julio César, cuando éste recibió la apuñalada de Bruto: ¡Tu quoque, Brutus!. En este caso “¡Tú también juventud!”.

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los convierte en meros instrumentos del jefe del Poder Ejecutivo. La juventud que así inmola su energía cívica poniéndose bajo la dependencia de un poder cuyas órdenes se cumplen en silencio sin la menor objeción. ¿Realiza algún ideal formado en las aulas?¿ Practica algún principio usual en las naciones civilizadas que gozan de organización constitucional?¿Imita movimientos análogos de la juventud de esos pueblos? Con frecuencia nos llegan noticias de movimientos colectivos de la juventud de otras naciones, ya persiguiendo algún ideal político levantado, alguna campaña económica o humanitaria, que tanto realza el mérito moral, intelectual y político de los jóvenes. La juventud estudiosa de Francia se levanta casi unánime para protestar enérgicamente contra la ambición de un farsante audaz que pretende colocar la República bajo su boa de dictador; los jóvenes de Nápoles saludan entusiastas en Gladstone la causa de la independencia de Irlanda; la juventud alemana y de Italia da mucho que hacer a los cancilleres, porque siempre está de parte del pueblo que fuere, defendiendo causas justas, ideales nobles y generosos; en España los jóvenes agitan el país defendiendo con Moraitas la libertad de la crítica histórica, desafían las conminaciones del poder y hacen caer ministerios; en Rusia el elemento juvenil forma en las filas de ese terrible partido revolucionario que, careciendo de órganos legales para desarrollar su programa e influir en el pueblo, se manifiesta por explosiones siniestras; en el Brasis, la juventud reclama instituciones liberales, y al mismo emperador le dirigen discursos pidiendo con altanería más progreso, más

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libertad e instituciones federativas; en la República vecina, la juventud estudiosa, lejos de pactar adhesiones incondicionales con los mandones que se alzaron con el poder, corrió a los campos de batalla para reivindicar con las armas en la mano esos derechos y libertades arrebatados por el abuso. ¡Estaba reservado a la República Argentina el triste espectáculo que esta noche ofrecerá una parte de la juventud, que felizmente es una minoría, renunciando a la libertad política, al ejercicio espontáneo de los derechos del ciudadano, en homenaje a la voluntad del presidente, adhiriéndose sin condiciones! Lejos de nosotros el condenar la organización política de los conciudadanos, la formación de clubes de jóvenes con fines de política radical o posibilista. Pensamos que todos los argentinos deben organizarse y luchar por el ejercicio de los derechos electorales, suprimidos en el hecho, tal vez por falta de titulares que los reclamen con energía. La República no gozará probablemente de verdadero bienestar sino cuando se opere la reforma de sus costumbres e instituciones por medio de la instrucción y educación pública, siguiendo un vasto plan pedagógico, como lo ha pronosticado el educacionista doctor Berra; pero en la actualidad no hay más opción para mejorar el país que entre el posibilismo y la explosión, porque los demás caminos legales se encuentra obstruidos por el abuso y el fraude. Pero posibilismo político no es ni ha sido nunca la maniobra que ejecutan ahora los jóvenes juaristas. No; una cosa sería organizar clubes de jóvenes en la capital y demás ciudades importantes de la República y, después

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de constituir una potencia, pactar alianza con el poder bajo condiciones que garantizaran reformas y mejoras favorables al país, y otra muy distinta formas un club de jóvenes y ofrecer una adhesión incondicional al jefe del Estado. Lo primero sería posibilismo político útil y saludable al país, lo último desdorosa abdicación del carácter cívico, tal vez en aras de ambiciones impacientes, que sólo buscan el éxito, sin mirar la higiene del camino que recorren. ¡Y en que momento la juventud ofrece su adhesión incondicional al Presidente! Precisamente cuando en la capital y en muchas provincias se realizan actos de cobardía cívica que nos avergüenzan ante propios y extraños. Todos recordamos la consulta dirigida al Presidente de la República por los miembros de la legislatura de Mendoza, pidiéndole su “plácet” para designar gobernador; ni hemos olvidado que dos provincias argentinas que antes fueron guerreras y libertadoras (Entre Ríos y Corrientes), borraron la suscripción de un diario cuando supieron que habían caído en desgracia del Presidente, en un mal momento de irritabilidad nerviosa, con el bizantino propósito de halagar la cólera presidencial. Las finanzas de la nación están entregadas a un ilusionista o culpable que las lleva, fatal y velozmente, por la pendiente del abismo; la moral administrativa de gran número de reparticiones públicas gime bajo el peso abrumador de terribles acusaciones, sin que de arriba se inicie correctivo eficaz y saludable; la vida política del país totalmente suprimida, gozándose hoy mil veces más libertad política y civil en todas las monarquías

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constitucionales de la vieja Europa que en esta joven República de la América del porvenir; la descentralización administrativa y política casi ha desaparecido, pues ya en el hecho no hay provincias sino intendencias, ni municipalidades elegidas por el pueblo sino comisiones de amigos de los gobernantes llevados para asegurar el abuso y la arbitrariedad. En todas partes malestar, desgobierno y escándalos, que arruinarán al pueblo cuando estalle una crisis inevitable que todos la presienten. En medio de este general desgobierno, o del imperio de éste régimen funesto, que suprime la vida jurídica de la nación reemplazándola por el abuso y la arbitrariedad, se sienten los primeros trabajos electorales para la futura presidencia, asegurándose que el Presidente actual impondrá al sucesor que se le antoje, pues dispone del oro, de las concesiones y de la fuerza necesaria para enervar los caracteres maleables y sofocar cualquier insurrección. ¡Este es precisamente el momento elegido por un grupo de jóvenes de la capital para renunciar al civismo, adhiriéndose sin condiciones a la voluntad del Presidente, de ese hombre público que se manifiesta débil, impotente e inepto para gobernar con moralidad y justicia al pueblo argentino! Son tristes y desconsoladores estos movimientos de la juventud, que de ser imitados nos llevarían a una franca y vergonzante dictadura. Movimientos sin ningún ideal noble, generoso y patriótico; sin proseguir ninguna idea o doctrina levantada que signifique un progreso para el pueblo o la reforma de instituciones deficientes; nada, nada; se busca sencillamente la aproximación al mando,

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la fruición del poder, a costa de la sumisión, en cambio de la servidumbre política. La designación de jefe único del partido nacional, hecha en la persona del Presidente de la República, que constitucionalmente no puede ser jefe de partido, sino jefe del Poder Ejecutivo, del poder administrador de la nación; la docilidad del Congreso ante las exigencias de ese jefe de partido para sancionar con ligereza inconcebible proyectos de la mayor importancia; el aplauso que se le dirige a todas las provincias cuando se consuma atropellos y la sustitución por el régimen de las designaciones palaciegas; las adhesiones incondicionales como la que se hará esta noche por un grupo de jóvenes argentinos de la decadencia cívica, ¿ no son síntomas que nos demuestran un inmenso retroceso moral del pueblo y una completa perversión de ideas? Somos enemigos de la injusticia con que se suele juzgar a los gobernantes y a los pueblos, haciendo a los primeros únicos responsables de las victorias o de las catástrofes, del bienestar o del infortunio que aflige o aprovecha a las naciones, las cuales aparecen como entidades pasivas, irresponsables de los fenómenos que las afectan. El presidente actual es hijo de su tiempo y del medio que lo rodea, como Rosas lo fue del suyo; y tal vez la historia Argentina tenga que agradecerle el poco daño que hace en comparación del que podría hacer con aplauso de su partido: la posteridad le estará agradecida de que durante su gobierno se haya divertido mucho y cuidado de su hacienda en vez de pasar a ejercicios más trascendentales. Aunque apenados por el suceso que nos mueve a escribir este artículo, y después de condenarlo como una

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lamentable y funesta abdicación cívica, nos complacemos en reconocer buenas intenciones en algunos jóvenes manifestantes, con quienes nos ligan vínculo de cariñosa amistad. Ellos entienden que la adhesión preparada en un lícito posibilismo que les permitirá tomar posiciones para influir de una manera benéfica en el gobierno. Pero ésta es una ilusión que verán luego desvanecerse, por la influencia del medio ambiente dañino que los rodeará. La supresión de la vida jurídica de un pueblo que garanta a los habitantes la libertad y la justicia, no permite ninguna expansión de aquellas que se imaginan los jóvenes cuando penetran al poder por una puerta falsa. Cuando se les precisa no se escatima las ofertas: diputaciones, ministerios, directorios, etc., pero luego no se cumple lo prometido, o se confiere los empleos en condiciones tan humillantes que es preferible abandonarlos por razones higiénicas. La juventud juarista está en minoría aquí y en las principales ciudades de la República, y creemos que no se repetirán estas escenas que ofenden la energía tradicional de nuestra raza. Para la mayoría que resiste las tentaciones del poder y vive en modesto retiro, les citaremos unas hermosas palabras del canciller D´Agnesseau, hablando de Demóstenes: “ Censor severo de la conducta de su pueblo, será más popular que los que adulan las tendencias de la muchedumbre; se atreverá a presentar a la vista de ésta la triste imagen de la virtud inflexible y penosa, llegando hasta conseguir que se prefiera lo justo y lo bueno, aunque difícil, y frecuentemente de éxito desfavorable, al atractivo y a las dulzuras de una indigna prosperidad”.

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Felizmente el Dr. Nabuco ya se fue de nuestro país, para que no llevara la triste impresión de esta enseñanza de virtud republicana que ofrecen los jóvenes en homenaje al Dr. Juárez, traicionando los bellos ideales de la vida juvenil, cuando se adora la idea o el principio por su bondad intrínseca, sin ningún cálculo ni ambición egoísta prematura. Ponemos punto final, formulando un voto que desearíamos en el alma que se cumpliera. Que en el momento de los brindis, la altivez nacional indignada, paralice la lengua de esa juventud, volviendo cada uno a su hogar mortificado por el remordimiento de la adhesión cesárea.”. En este artículo, Barroetaveña comentaba su opinión sobre la administración de Juárez Celman, la cual no consistió en una crítica personal sino en una referencia a lo que consideró como el accionar corrupto de los grupos cercanos al presidente que estaban provocando consecuencias graves para el estado político y económico del país. Que el gobierno nacional había desembocado en un desgobierno que promovía la injusticia y abusos. Ante esta situación, si no se corregía iba a terminar afectando la elección del futuro candidato presidencial; en este sentido, era un escrito en el que se convocaba a las jóvenes generaciones a no dejarse arrastrar por las prácticas del oficialismo e unirse. El grito de guerra había comenzado y esta vez, no iba a detenerse pues había renacido el espíritu de lucha de los

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cívicos, por fin se habían unido. Toda persona comentaba sobre el tema, un banquete frustrado pero una idea que fomentaba la lucha; en sí el artículo no era novedad, pues era evidente lo que ocurría en el gobierno pero todos callaban y las luchas públicas eran prácticamente de obreros pero (en aquellos tiempos) un trabajador valía poco o nada porque eran de bajos recursos, muchos no sabían leer y menos escribir. Sin embargo, este artículo había sido redactado por un intelectual con buena posición social; aquello era novedad e hizo que las personas perdieran el miedo. Incluso dio impulso para dar comienzo un mitin que ocurría días luego del siguiente mes.

Unión Cívica de la Juventud (UCJ) Inmediatamente los jóvenes Barroetaveña (1° y único presidente de la UCJ del comité central), Adolfo Mujica, Marcelo T. de Alvear, Modesto Sánchez Viamonte, Remigio Lupo, Carlos Evaristo Zuberbühler, Emilio Gouchón y Jorge Brown Arnold decidieron formar una comisión que se llamará La Unión Cívica de la Juventud, aunque no estaba organizada solamente por jóvenes universitarios, sino de otras edades o jóvenes sin estudios. Dicha comisión dictó once puntos para la declaración de principios: “Declaración de Principios de la Unión Cívica de la Juventud”

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1º. Constituir en esta capital un centro político bajo la denominación de Unión Cívica de la Juventud. 2º. Concurrir a sostener dentro del funcionamiento legítimo de nuestras instituciones, las libertades públicas, en cualquier punto de la nación donde peligren. 3º. Levantar como bandera el ejercicio del derecho da sufragio, sin intimidación y sin fraude y condenar toda intervención oficial en los trabajos electorales. 4º. Protestar contra todo acto que turbe o impida el libre ejercicio del derecho electoral y perseguir el castigo de los culpables por todos los medios legales. 5º. Proclamar la pureza de la moral administrativa de todas sus ramas. 6º. Hacer propaganda para levantar el espíritu público, inspirando a los ciudadanos un justo celo por el ejercicio de sus deberes cívicos. 7º. Propender a garantir a las provincias, el pleno goce de su autonomía y a asegurar a todos habitantes de la República, los beneficios del régimen municipal. 8º. Ayudar las iniciativas que tengan por objeto asegurar, por la acción propia de los ciudadanos, los elementos de la defensa nacional. 9º. Tomar parte activa en los movimientos electorales, considerando el ejercicio del sufragio, como un deber del ciudadano. 10º. Invitar a la juventud independiente del resto de la República a constituir centros políticos, de acuerdo con los propósitos que quedan enunciados. 11º. Concurrir a un movimiento político general, que encarne los altos fines que persigue la juventud independiente.”.

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Como se observará en los puntos, La Unión Cívica no se había formada con doctrinas socialistas, anarquistas, demócratas, marxistas, nacionalistas o comunistas; los principios seguían la racionalidad y lógica de los hechos. Diez días luego del famoso contenido titulado “Tu quoque juventud”, la comisión organizadora envión una noticia en donde invitaban al mitin6 Florida7 el 30 de agosto de 1889: “A la juventud. Los que suscriben invitan a la juventud independiente de la capital, al meeting que tendrá lugar en el Jardín Florida, el domingo próximo 1º de setiembre de 1889 a la 1/2 p.m., para proclamar con firmeza la resolución de los jóvenes de ejercitar los derechos políticos del ciudadano, animados de grandes ideales, con entera independencia de las autoridades constituidas y para provocar el despertamiento de la vida cívica nacional.”. Invitaba mil firmar juveniles y esperaban que asistieran grandes personas como Bartolomé Mitre, Bernardo de Irigoyen, del Valle, Vicente Fidel López, Pedro Goyena, Delfín Gallo Gorostiaga y Alem; contaron con los auspicios de los diarios La Nación, El Diario, La Prensa, El Nacional, la católica Unión. Se dice que concurrieron alrededor de cinco mil personas pero no habían asistido Irigoyen, Mitre ni Gorostiaga. 6

La palabra mitin significa “reunión de personas en donde uno o varios oradores pronuncian discursos de tema político o social”. 7 No es “Florido”.

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Lógicamente Barroetaveña dio un discurso en el Anfiteatro Jardín Florida8, seguido por Manuel Augusto Montes de Oca y Damián Torino; el encuentro había sido breve pero prontamente la multitud exigió que continuara con los discursos, por ello del Valle, Gallo, Vicente López, de Alvear, Goyena y Alem dieron también sus palabras. Finalmente había concluido el encuentro, pero de este hecho ocurrió algo trascendental que marcaría el destino del partido, pues Alem expresaría lo siguiente: “Si necesitáis alguna vez la ayuda de un hombre joven, con largas barbas blancas, pronunciad mi nombre y correré presuroso a ocupar mi puesto entre vosotros con el ardor de los primeros años.”. Si bien esta declaración fue ovacionada por el público, la confesión dejaba en claro que el propio Alem se convertía en el caudillo del nuevo partido con el clamor de las personas. Lo cual resulta contradictoria pues la doctrina de Alem, era que los radicales no debían tener ni seguir a personajes que adoptara la figura de caudillo. Y de estas palabras, será usado como medio propagandístico para identificar a La Unión Cívica de Alem o radicales; estas palabras marcarán la división interna del partido que durará tres siglos, y no la disputa entre Alem e Yirigoyen 8

Era un gran jardín al aire libre, en donde había instalaciones para llevar a cabo exposiciones y diversiones al aire libre; Generalmente las personas de la alta sociedad concurría al lugar. El espacio era un terreno de 80 mts. de frente a la calle Florida, por 30 de fondo a la calle Paraguay.

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o Alem y Mitre como algunos pueden comentar. Las ideas del caudillo “cívico” eran extremistas y muy personales, en algunas ocasiones se contradecía como en este caso; pues –citando a Juan Balestra–: “La doctrina íntima de Alem, se la oímos alguna vez, consiste en la creación de un caudillo que recoja e imponga las aspiraciones de la masa. Las instituciones serían sólo un mecanismo para la realización. Nunca expuso en público tales ideas; habrían parecido una herejía a los intelectuales que lo rodeaban convencidos, como todos en su tiempo, del poder supremo de la cultura y el progreso continuo.”. Este fue la causa de ruptura del partido que prevalece, generalmente adoptada por los radicales socialistas que exclaman ser “verdaderos radicales” o “radicales puros” y entonces los demás compañeros no deberían seguir a líderes o caudillos aunque añaden de no acompañar a persona que sigue la política derecha; por ese motivo, las personas si deben ungir a personajes socialistas como caudillos. Demostrando malas interpretaciones de la doctrina radical.

La Unión Cívica… de Alem… Pasaron los meses y el gobierno adoptaba una posición más astuta y dura hacia el nuevo partido que iba sumando adeptos de diversas ideologías; el Unicato de Juárez Celman no daría el brazo a torcer fácilmente, aun así las autoridades del partido consideraron dar el siguiente paso para aglutinar o unir a todos los cívicos

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bajo un nombre más aceptable. Es así como el Dr. Barroetaveña planeó una junta ejecutiva a cargo de Alem, una junta consultiva de cincos personas: Mitre, Irigoyen, Fidel López, Gorostiaga y Eduardo Costa, otra de ejecutiva de diez miembros y una comisión de propaganda que estaría a cargo de Luis Sáenz Peña… Ellos consideraron que debía quitarse la palabra “juventud” pues evidentemente el partido no solamente estaba integrada por jóvenes, es así como pasa a llamarse simplemente La Unión Cívica y que se presentaría en las próximas elecciones para diputados nacionales en la capital que sería el 2 de febrero de del año siguiente (1890). Llegado el día de las elecciones, La Unión Cívica debió abstenerse por falta de inscritos a pesar de haber trabajado intensamente con las propagandas. Una vez más, el gobierno oficial mantenía su posición ganadora. Los cívicos se preguntaban ¿Qué había sucedido?, ¿Cómo era posible?. Tanto aplausos y luego nada… Resultó que muchas personas del partido recibieron ofertas del gobierno, la economía había mejorado y hubo aumento de salarios para los huelguistas pero los cívicos exclamaron que había sido un fraude electoral, quizás sí o no pues no todos podían votar. Este astuto movimiento, pronto se vio empañada por el cambio repentino de la economía; la crisis volvía aparecer y el clima dañino que cubría varias provincias, no favorecía a la producción de cosechas… Otra vez el gobierno hacía caso omiso del panorama real.

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Entre tanta conmoción política el Dr. Barroetaveña le propone casamiento a su novia Matilde C. Cané Schuster, contrayendo nupcias el 19 de marzo de 1890; de esta unión tendrán por hijos a: Horacio, Emma y Franklin Barroetaveña Cané quién nació el 16 de marzo de 1897.

El Mitin del Frontón Nuevamente había aparecido la crisis, y La Unión Cívica revivía… por ello deciden organizar otro acto: “Al Pueblo: Los que suscriben presidentes titulares y honorarios de los Clubs parroquiales, y miembros de la Comisión Directiva de la Unión Cívica, invitan a los ciudadanos que simpaticen con los principios proclamados en el meeting de la Juventud independiente, celebrado el 1° de setiembre de 1889, a concurrir a la reunión que tendrá lugar el domingo 13 (de abril de 1890) del corriente, a la 1 p.m. en el Frontón Buenos Aires, Córdoba 1130, con el objetivo de constituir el Comité general que dirigirá los trabajos políticos.”.

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El Frontón era un amplio local descubierto con tribunas para 2.500 espectadores sentados, y en el “meeting del Frontón” hablaron: Bartolomé Mitre (el primero en hablar), Gouchón, Leandro Alem, Francisco A. Barroetaveña, Aristóbulo del Valle, Pedro Goyena, Jose Manuel Estrada, Juan B. Justo, Lisandro de la Torren Navarro Viola y hablaron otros tantos jóvenes. La reunión se alargó por horas para luego concluirla, yendo a la plaza de Mayo en donde querrán ingresar a la Casa Rosada y la del presidente pero interviene la policía pacíficamente; quizás porque las personas ya estaban agotadas tras el meeting del Frontón. Lo que ocurrirá en las semanas siguientes, provocará la renuncia de los candidatos a presidente (16 de abril), Cambio de gabinete (18 de abril), Malestar en Entre Ríos (27 de abril), Nueva crisis ministerial (9 de junio). De estos sucesos, los cívicos resolverán ir a la revolución y fijarán fecha para el sábado 26 de julio de 1890. Lógicamente Barroetaveña estaba involucrado en todos los encuentros; y, tras la revolución en el Parque, el joven abogado se hallaba entre los soldados con fusil tipo Mauser Modelo 1889 y boina blanca. La revolución duró cinco días, luego llevarán sus gritos a la denominada Revolución del palacio Miró (31 de julio a 4 de agosto), ocasionando la primera renuncia del presidente (5 de agosto) pero dicha carta de renuncia había ida a unos de sus ministros que decidió esconderla en el bolsillo, en otras palabras la renuncia no había sida

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presentada y por ello no era oficial. Al día siguiente el presidente (enterado) vuelve a presentar su renuncia. El día 7 de agosto asumía el nuevo presidente Pellegrini en donde presenta su nuevo gabinete; aunque muchos de los hombres de Juárez Celman aún continuaban en sus funciones. En su nuevo ministerio se hallaba Vicente Fidel López, perteneciente al Partido Unión Cívica. La crisis social se había calmado y la economía tenía subidas y bajas; la situación en general, había cambiado poco. El propio Alem comentaba que todo seguía igual o peor pero prontamente cambiaría su situación pues Julio A. Roca llamaría a elecciones para el día domingo 12 de marzo de 1891 para elegir a dos senadores por la capital; la Unión Cívica decidieron presentar a del Valle y Alem como candidatos, en donde salieron victoriosos. La desgracia volvería como sombra en la figura de Alem, pues el 19 de marzo volvía Bartolomé Mitre de su escape por Europa ya que había decidido escaparse, cuando el partido decidió organizar una revolución que sucedería en la plaza del Parque. El motivo de su regreso, fue un telegrama por parte de Roca en donde le proponía ser candidato presidencial por sufragio popular; no obstante (por el momento) decidió no comentar nada por casi dos semanas. En tanto los cívicos y demás caudillos habían ido a recibirlo con mucho entusiasmo. En abril de 1891, se deba conocer el acuerdo entre Mitre y Roca; la sorpresa fue tremenda y dejó a todos los cívicos confundidos y enojados. Se produce entonces

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(por decisión de la junta ejecutiva controlada por Alem) la división de la Unión Cívica, muchos que estaban a favor de Mitre, por ello el día 14 de junio de 1891 decidieron formar una nueva entidad llamada La Unión Cívica Nacionalista (Nacional), precedida por Bonifacio Lastra y el día el 27 (otros dicen 26) del Valle renunciaba a su banca de senador por la Unión Cívica. Si bien, muchas personas habían ido al otro bando, Barroetaveña y otros pocos decidieron permanecer en el agrietado partido que más tarde agregará el nombre Radical. Tras la división del partido, fue necesario llevar la palabra anterior del país; por ello Alem y Barroetaveña junto a otras personas, decidieron recorrer las ciudades como Córdoba en el mes de setiembre de 1891.

Barroetaveña continúa con su vida Barroetaveña fue electo diputado nacional en 1894 por la UCR y reelecto en 1900, obteniendo su banca, en representación del radicalismo, dentro de una lista mixta originada a partir del acuerdo con el Partido Autonomista (referido a la autonomía de la provincia de Buenos Aires). Durante el transcurso de su actuación como diputado, publicaba artículos en el diario El Argentino y posteriormente en El Tiempo, en donde defendía las acciones de La Unión Cívica Radical, sumada a su intensa participación en los congresos de librepensamiento, en donde Barroetaveña comentaba sus ideas liberales de doctrinas masónicas y otras de ideas liberales económicas de Alberdi:

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“Estudiando la Constitución y los principios económicos expuestos en la Constituyente al sancionar nuestra Carta, leyendo la obra fundamental del doctor Alberdi, llego a esta conclusión: que la República Argentina debe fundar su sistema arancelario, su sistema de leyes rentísticas en los principios de la libertad industrial, en el libre cambio, en la libertad comercial, que se encuentra ofrecida y garantida en más de uno de los artículos de la Carta fundamental, y que se presenta como el desiderátum para el engrandecimiento económico de nuestro país.”9. De este discurso parlamentario, el Dr. Barroetaveña comentaba que el primer radicalismo hizo del liberalismo económico. Este pensamiento de una economía liberal, provenía de Alberdi a quien citaba muchas veces para argumentar que la tradición económica del país era liberal, que favorecía al progreso de las actividades pero sobre todo del bienestar general de los individuos; y sostenía que el proteccionismo desviaba a la economía de su curso natural, alimentando 9

“Diario de sesiones de la Cámara de Diputados, Volumen 2”. Impr. del Congreso de la Nación. Año: 1894. Claramente el radicalismo no se fundó teniendo como una de las doctrinas, el nacionalismo económico en donde debe encerrarse ante los demás países para fomentar sólo la economía interna; en donde no tiene nada para producir por las constantes restricciones y aranceles. Es correcto decir que Alem y Barroetaveña, exponían que el partido debía tener sentimientos nacionalistas, en el sentido de amar a su país.

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la creación de una industria artificial, encareciendo innecesariamente los bienes de consumo penalizando en especial a la clase trabajadora. Mientras transcurría los hechos de La Unión Cívica de Alem o de los radicales, constantemente se opuso a Hipólito Yrigoyen por diferencias de ideas y porque considera a Alem como un gran amigo suyo.

La muerte de Alem Barroetaveña veía en Alem una persona agotada pero con fuerzas, muchas veces como una persona impulsiva pero jamás imaginó que su amigo podría acabar con su vida; y cuando decide suicidarse el 1 de julio de 1896, Barroetaveña quedó devastado y confundido pues nadie conocía el motivo de su muerte, ¿Qué había pasado?, ¿Qué pasará con el partido? Fueron muchas de sus preguntas pero su amigo había dejado dos cartas: para el partido y otra para Francisco que decía: “Doctor Francisco Barroetaveña: Adiós, mi estimado amigo. Créame que me voy muy agradecido a todas sus finas atenciones. Las causas de mi resolución las encontrará usted en un pequeño pliego que dejo para que se publique. El coronel Yrigoyen se la entregará. ¿Qué quiere mi amigo? Después de haber luchado tanto, siempre con buenos propósitos y buenas tendencias, después de una vida tan laboriosa y agitada, sin manchas y sin sombras, es demasiado duro, a mi edad y en la posición adquirida

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con tantos esfuerzos y sacrificios, tener que inclinar la frente en la batalla; vivir inútil y deprimido. Para todo he tenido fuerzas, menos para esto. Sí, es mejor que se rompa y no se doble. Yo no sé cómo se juzgará mi resolución, pero solamente Dios y yo sabemos la lucha amarga y desesperada que, en todo sentido, vengo sosteniendo en estos últimos tiempos. Y ya le he dicho, para todo he tenido fuerza, menos para vivir inútil y deprimido. Todo me ha fracasado, y ya mis fuerzas están agotadas. El último pedido. Hable con los doctores Irigoyen, Liliedal, Saldías, De Madrid, Torino, Domingo Demaría… Es la única recompensa que pido por todos mis esfuerzos y sacrificios, no solamente a causas políticas, sino también a mi país en el concepto general. ¿Le parece a usted que será feo esto? ¿Qué pensarán los otros amigos? Yo lo he pensado mucho, y después de mucho meditarlo, con la mano sobre mi conciencia, como generalmente se dice, he concluido por creer que no era feo ni deprimente, y que yo al separarme para siempre, tenía el sagrado deber de formular este pedido basado en aquellos antecedentes. Adiós, pues, otra vez; que sea feliz.”. Barroetaveña sintió que debía continuar con su labor y llevar la doctrina (hoy día mal intencionadas e interpretadas) de su amigo a todo lugar en donde podía, y así lo hizo. Al año siguiente había nacido otro hijo suyo, considerando en dedicarse a su familia y amigo sin dejar

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de trabajar por el partido pero no con el mismo ritmo de antes. Seguirá redactando artículos en donde mostrará sus claras posturas como enseñanza laica, del divorcio, de la separación de la Iglesia del Estado y de la confiscación de bienes a aquélla. Recordemos que el doctor profesaba las doctrinas masónicas. El Dr. Francisco siempre demostró las mismas criticas ante el gobierno de Roca y Juárez Celman pero de debemos realizar un breve análisis porque las ideas coincidían (en muchos puntos) con el gobierno de entonces, como la separación del Estado e Iglesia, la enseñanza laicas, el sufragio con Roque Sáenz Peña (del Partido Autonomista Nacional), y en –cierto modo– el comercio liberal10 y la formación de un Estado moderno; quizás por ello entendemos como Barroetaveña mantuvo su silencio respecto a otras ideas de la cuales coincidían, por ello fue crítico y tajante a unas mismas cuestiones como el abuso de autoridad y la perpetuación en cargos. El Dr. Barroetaveña participará en el Primer Congreso (Nacional) del Niño, como presidente de la sección Derecho; realizado el 12 de octubre de 1913. En 1921 se debió votar para la candidatura de Alvear, sugerida por Hipólito Yrigoyen pero Barroetaveña no votó demostrando su negativa por ser candidato de Yrigoyen, aunque luego se convertiría en un defensor de 10

El gobierno no mantuvo un comercio liberal, aunque muchas veces era un tema excelente como medio de propaganda.

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sus políticas. Y tras la asunción del nuevo presidente Dr. Marcelo T. de Alvear entre 1922 y 1928; Barroetaveña se sintió aliviado porque pensó que La Unión Cívica volvía a los pensamientos de Alem que eran ideas liberales y doctrinas masónicas, y que no tenían nada que ver con las doctrinas socialistas, marxistas, comunistas ni nacionalistas. Alvear integraba a la línea de Alem, aunque en la práctica no lo era; aun así formo parte de La Unión Cívica Radical Antipersonalista (UCRA) formada en 1924, también lo hizo Barroetaveña quien trabajó activamente por el partido. Francisco (h) se dejó por seducir por las palabras de Alvear, punto tal que –en 1923– redactó un libro en donde elogiaba su gobierno; el subtítulo “POST NUBILA PHOEBUS” lo decía todo… “Después de las nubes viene el sol”, es decir que después de los malos tiempos vienen los buenos. Recordemos que anteriormente Yrigoyen había sido presidente, un liberal conservador11 pero sin predicar las doctrinas masónicas12.

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En la actualidad, los radicales socialistas consideran que Yrigoyen era un ultra conservador; no obstante esto es falso pues en realidad era un liberal conservador, es decir para unas cosas debía ser conservador y otras liberal... un poco de la derecha e izquierda. 12 Yrigoyen se inició masón el 15 de diciembre de 1882 (no en 1883) en la Logia Docente de la Ciudad de Buenos Aires; y hemos constatado que nunca mezcló intereses políticos con la masonería, como lo hizo su tío el Dr. Alem. Aun así –al

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Así mismo redactó algunos artículos a favor la UCRA, un ejemplo de ello fue una redacción publicada (en panfleto) bajo la dirección de Melo Gallo, en enero de 1928; titulándose “El Gran Duelo Político Nacional / El solo frente constitucional y económico contra el personalismo desastroso de Don Hipólito Irigoyen / LA CONSTITUCIÓN, LA MORAL Y LA CULTURA, FRENTE AL PERSONALISMO REGRESIVO, INFERIOR Y PELIGROSO”. A pesar de las duras críticas a Yrigoyen, terminó por alejarse de Alvear e irse de la UCRA por diferencias de ideas y la falta de oportunidad para ocupar un cargo; consideraba que esta rama no seguía los principios de Alem, a pesar de que eran opositores al caudillo Hipólito. Ante este hecho, integró al Partido Demócrata Progresista que había sido fundada (14 de diciembre de parecer– pidió consultas a integrantes de la masonería para tratar temas del Estado. Hipólito realizó aportes a la masonería en temas de ideas e impulsó aquellos principios esenciales como Libertad, Igualdad y Fraternidad; aquellos valores que Alem dictó como base nombrada “las cuatro banderas”: libertad política, honradez administrativa, impersonalidad de la coalición y sentimiento nacional.

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1914) por un antiguo compañero de La Unión Cívica, el Dr. Lisandro de la Torre. Finalmente le llegó su oportunidad de ser candidato por la presidencia de la Nación en 1932, teniendo como compañero de fórmula al Dr. José N. Matienzo, aunque integraron por la fracción La Unión Cívica Radical Antipersonalista Entrerriana (Entre Ríos) que fue disuelta en 1935. Tras las elecciones del 8 de noviembre de 1932, obtuvieron el tercer lugar con el 11 % de los votos pero desde este punto, Barroetaveña decidió finalizar su carrera política, pues se hallaba enfermo. En el trascurso de su vida público numerables artículos en diversos diarios pero también divulgó libros como: -“El matrimonio civil”. Imprenta M. Biedma. Año de 1884. -“Reseña Histórica de la Unión Cívica Radical”. Año: 1892. Autores: Jorge W. Landenberger, Francisco M. Conte, con prólogo de Francisco Ramos Mejía (h). Nota: Fue el asesor y participó aportando documentos, como cartas personales del Dr. Alem y otras, fotografías y experiencias como integrante de la Unión Cívica. -“Don Bernardo de Irigoyen / Perfiles biográficos”. Imprenta de M. Biedma é Hijo. Año de 1909.

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-“El Canal De Blanco Encalada / Cobro ilegal de su afirmado”. Imprenta: Otero & Co. Año de 1915. Nota: Presentación a la Municipalidad de Buenos Aires por el Dr. Barroetaveña. -“Alemania contra el Mundo”. Año de 1916. Nota: Duras críticas al imperio germánico y al káiser Guillermo durante la Primera Guerra Mundial. -“El gobierno del Dr. Alvear / Post Nubila Phoebus”. Editora Bs. As. Año de 1923. Nota: En realidad el contenido se caracteriza por una fuerte crítica al liderazgo ejercido por Yrigoyen como figura central de la Unión Cívica Radical. -“Alem / su vida, su obra, las doctrinas democráticas del fundador de la U C R a través de documentos, discursos y escritos”. Editorial Alem (edición homenaje). Año: 1928. Nota: Colaboró con la descripción y perfil del Dr. Alem.

Francisco (h) falleció a los 77 años el día lunes, 27 de noviembre de 1933 (Buenos Aires) cuando ya se había retirado de toda actividad pública; así comentaba una revista: “Con la muerte del doctor Barroetaveña desaparece una figura que tuvo singulares relieves en el escenario político y jurídico de nuestro país.”13. 13

Revista “Caras y Caretas”, Números 1784-1787. Año: 1932.

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Tras la muerte del viejo caudillo en el año 1896, Barroetaveña había encabezado distintos movimientos que procuraban mantener sus enseñanzas por medios de sus escritos, sin embargo podemos observar cómo iba perdiendo su fe y capacidad para transmitir aquellas doctrinas de Alem y las suyas; ya no eran ideas sino palabras vacías e críticas constantes a Yrigoyen, pues básicamente siempre narraba lo mismo sobre el, y lo había hecho durante décadas. Por lo tanto aquellas palabras ya no eran sorpresivas y atrayentes. En sus últimos días ya se hallaba agotado mentalmente y su cuerpo captaba aquellos agotamientos; Murió sintiendo que había perdido la batalla aunque lo dio todo por La Unión Cívica, pues había sido el verdadero iniciador y precursor del partido, pero había aceptado a un nuevo caudillo14 como Alem. Quizás si le preguntáramos ¿Quién es el fundador de La Unión Cívica Radical?, diría sin titubeos que Alem, aunque en realidad 14

Tras las investigaciones y estudios sobre numerosos artículos y libros, entendemos que Barroetaveña no era una persona contradictoria pues pensaba, hablaba y actuaba según sus mismas convicciones; no obstante hemos encontrado un escrito suyo en donde dice “El partido Radical no debe ser súbdito de ningún caudillo; su deber supremo es consumar la gran obra, como lo mandaba Alem en su última clarinada, casi de ultratumba”.- “El gobierno del Dr. Alvear / post nubila phoebus”, Buenos Aires, Otero, 1923, p. 121. Dichas palabras dejan en claro que La Unión Cívica de los radicales, no debía tener ni ser súbito de Yrigoyen; sin embargo Alem fue un caudillo en donde se pregonaba sus ideas, también vieron a Alvear como otro caudillo.

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sería el cofundador junto a otros personas, incluyendo Barroetaveña quién le dio uso a las palabras unión cívica que luego se convertirían en el nombre del partido. ***

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