Revistarevista de creaciĂłn Una literarialiteraria Colegio Aconcagua independiente! QuilpuĂŠ
Los alumnos que aquí presentan de susnuestros textos, queridos han hecho uso del Agradecemos la valiosa colaboración estudiantes e invitamos al lector a deleitarse con la bella y joven escritura de estos espacio en blanco que se les ha entregado. No existieron restricciones talentos que no son en potencia ni son promesas, sino que están ya en el usopleno de ladehoja, supieron que El el espesor –para decirlo en ejercicio sus siempre facultades creativas. que estas destrezas en lacon palabra cobren no mayor fuerza el futuro, es cosa que y Mallarmé– deo dicho espacio eraen suyo y de nadie más. Loélhan nadie más sabrá. usado a su antojo y con las herramientas que se les ha entregado a de todo su proceso de aprendizaje, tanto formal como informal. ¡Quetravés disfruten! En esta primera edición de la revista, Borderline con una versión digital.
Editores: Macarena del Pilar Villarroel Soto mvillarroel@colegioaconcagua.cl Felipe Eduardo Roco Zúñiga felipe.roco@colegioaconcagua.cl Ilustración: Pamela Herrera Herrera pamela.herrera@colegioaconcagua.cl Diseño editorial: Claudia Cornejo Salas claudia.cornejo.05@gmail.com Colabora: Romina Bustos Gómez.
Sabemos que es un paso importante en la creación literaria del colegio Aconcagua, es por eso que hemos asumido con mucho esfuerzo y responsabilidad, nuestra tarea pedagógica de guiar la creación artística de nuestros alumnos. Aquí, el lector encontrará tanto poemas en verso libre, como cuentos. En ediciones próximas, contaremos también con el ensayo. Desde luego, no descartamos incluir otras expresiones artísticas. Aprovechamos también de invitar tanto al cuerpo docente en su conjunto, como a todos nuestros alumnos y apoderados, a hacerse partícipes de este nuevo espacio –su espacio– de expresión artística.
Auspicio y patrocinio Colegio Aconcagua. 1
Escuché mi nombre con voz de espanto, así que salí de la habitación y a unos tres pasos de mi puerta quedé parada ahí. Esperé. No escuché nada. Entonces, pensé que simplemente habría sido mi imaginación, un ligero relajo que tan solo duró unos segundos porque al instante escuché "¿pero lo hizo?, ¿pero cómo?". Y ahí me quede varada. Estaba muerta de miedo, lo que es miedo, no podía moverme, o sea, estaba temblando, pero mis pies, mis brazos, estaban inmóviles. Y seguía escuchando "¿qué haremos? ¿En qué fallamos?" y más cosas. Indudablemente, estaba todo claro. Indudablemente, me habían pillado. Seguí viendo la puerta de donde provenían los alaridos, la que, por cierto, es la de mis papás. Un pasillo nos separaba, como ya dije, era incapaz de moverme, permanecía a tres pasos de mi puerta. Se abre la puerta. Salió mi mamá, caminó, abrió la boca, como que se cayó... empezó a decir unas palabras, y empezó su llanto. Yo retrocedí unos cinco pasos a mi habitación y ella me siguió y comenzamos a hablar. A mí igual se me empezaron caer lágrimas. Y me baja la pena y ya no quiero escribir más.
Inicio del escrito: martes 23 de julio de 2015, 14:22 p.m. Fin del escrito: martes 23 de julio de 2015, 15:04 p.m. Inicio de la situación: lunes 22 de julio de 2015, 23:38 p.m. Fin de la situación: lunes 22 de julio de 2015. 23:38 p.m.
Gentilitate
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El 3 de julio ella se sentía mal. Las náuseas la harían explotar, no se trataba de un cuadro de una típica adolescente dependiente de drogas y alcohol. Su vida era todo lo contrario, tranquila y sin vicios. Ella, al mirarse al espejo, creyó que esa era la razón de su soledad; aparte de la situación económica de sus padres y la relación que tenía con ellos. Luego de ver una cara colorada con ojos moribundos abrazó la loza, botando todo lo que tenía dentro. Esto, y la ausencia de la menstruación la hicieron visitar al ginecólogo. Ella nunca había estado allí, no había iniciado su vida sexual. Se sentía feliz porque sería su primera vez en el médico, fue sola, su madre tuvo que trabajar al igual que su padre. Al llegar allá, el médico le hizo preguntas extrañas, era difícil para ella responderlas. Le daba vergüenza el tener 18 años y ser virgen aún. Esto formó un conflicto, al parecer ella estaba embarazada. El médico no cría sus respuestas, antes él ya había pasado por esto, "a muchas les cuesta aceptarlo" –pensó–. Ella va de camino a casa, pensando en cómo contarles a sus padres, deberá dejar sus estudios, perderá sus becas por ello, su pecho se llena de angustia y no comprende la situación, acá no se encontraba José. En casa le contó a sus padres, las cosas terminaron peor que siempre, ella y su mamá abrazándose agachadas, intentando absorber sin dolor el impacto de un garrote. Se preguntó por qué debió ser ella y por qué a esta edad. La discusión terminó con la sentencia "aborto". Todo fue de manera tránsfuga, asquerosa; el ruido de la caída de medio centímetro del metal quirúrgico ensangrentado; el momento que pensó por tres meses y que en el tercero aceptó. Ella no supo si fue lo correcto, no quería hacer el mal a nadie, pero tampoco lo quería para ella, intentando reflexionar, ella misma buscó consuelo repitiendo en su mente que Dios hacía las cosas perfectas. Esto, no sería parte de ello. El tormento acechó toda su vida, pero después de esto con mayor razón. Siguió llevando una vida solitaria y tranquila, pero después de treinta y tres años no aguantó. En un día sin luz, con una corbata de mal gusto llegó a su muerte y hoy, en el tercer día, ella no resucitó. “If you love god, Burn a church” Jello Biafra.
El «te llevaré para siempre» se va en las mujeres de los caminos, en las vueltas y en los delirios al final las manos vuelven al marco al profesionalismo enmarcado de dorado y cómo te gustaría ser un maldito REVIÉNTATE tierra, pies, manos, mentira, máscaras, guitarra, agua, más tierra y libreta ¿y qué te encontraste? vuelve pero con más ceguera. porque parado en la punta de ese cerro, ves lo mismo, la misma amargura al parecer con un poco más de tibies en el centro de tu propia lucha, en mí, tú podías ganarla en tus mismos ahogos pudiste erradicar tu vida, tus vidas, la vida eso sí, me extraña la pistola. oye borracho, deja de mirar pa’ arriba que tu flor la vas pisoteando tu amada maldita flor las filas ya no están tú las hundiste en tu mar cómo te encanta nadar que no te dé miedo el final, porque no lo hay. Saltamos pero hasta aquí llego yo me quedaré arriba de tu piano, entre las páginas. Florece.
F.E.
El Mal
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De manera sencilla, luego de un día de arduo trabajo, tiempo de producción, decidió acompañarla. El tiempo de ese día ya estaba corriendo hace unas diez y siete horas. Él sabía que tenía que apresurarse en el asunto si quería llegar a casa y tomar sus ocho horas de descanso soñado para así no estar otras diez y seis horas esperando las ocho horas otra vez. Pero en esta ocasión él no estaba precisamente pensando en su descanso. Se iban aproximando a la casa, empezaba a sudar. Sabía que se le iba restando su tiempo para hacerlo. No tenía un tema en mente para comentar e ir escapando del escenario incómodo en el que estaba. Ella seguía igual de callada. Él se preguntaba si su acompañante sentía la misma sensación de incomodidad. Podía divisar la casa. Sentía que cada paso dado era tiempo desperdiciado, pero tenía que continuar, de igual manera que lo hacen los relojes. Segundo a segundo se imaginaba que el tiempo le decía al espacio que fuera acortando la distancia. Sus nervios habían llegado a un estado de súmmum susto. Ya estaban al lado de la puerta de calle y ella seguía tímida. Era todo o nada, era en este momento, lo presentía. Antes de pensar en despedirse, la miró y dejó que el tiempo lo ayudara ahora. Y finalmente sucedió. Vivió una eternidad fugaz en aquel instante. Eternidad, porque dicho goce fue tan grande, que pareció expandirse en la materia y pareció eterno, llegando hasta más allá de los confines de Eros. Fue tan fugaz porque en realidad sólo duró unos segundos. Creando así una división entre dichos términos, mas no por ello se alejan, sino que se complementan. Dicha acción pudo haber sido corta, pero para él, fue tiempo. Tiempo, que en definitiva, valió la pena vivir.
Te saludo desde las catacumbas Un universo transparente y estrellado Ambicioso y absorbente Es profunda la elegancia Que nos viste de Lácteas y Andrómedas Resulta estilizado y glorioso el pasar de las identidades Estas esculturas trizadas Abundantes de grietas Bibliotecas atestadas por esqueletos Son obras completas estancadas En polvorientos calabozos deconstruidos Es desde el centro de la tierra Donde late este corazón Sabio Retrospectivo Decadente CULPABLE De este universo habitado Por astronautas Acelerados años luz por los adelantos Tecnológicos pero no filosóficos Ya desconectados están Del útero que los produjo Un laboratorio que nos asecha a todos por igual Ya solo quedan homínidos Sesgados por Las luces y las cosas brillantes.
Eva
Alejandro Durney
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Nuestras mentes están, en este mismo instante de ojos y hojas reunidos aquí, para envolver al tiempo según lo que mis letras dirán. Podría escribir cualquier cosa relacionada con él: historias básicas, malos poemas, reflexiones sin peso, delirios irónicamente bien pensados para que suenen estrambóticamente alucinantes... podría escribir cualquier cosa, porque al final de mi posible homenaje todo se habrá desenvuelto en un determinado fragmento de tiempo. Pero con todo ¿qué sacamos con alagar al tiempo con nuestras letras si a él no le importa? solo sigue su rumbo sin desviar la vista, sin siquiera pensar en darnos el anhelado «objetivo de vida» ¿noto una pizca de tristeza?-, y a pesar de esa perfecta indiferencia, a pesar del temor y anhelo que nos despierta, nosotros seguimos buscándolo porque somos su reflejo. Somos tiempo; puede que seamos la parte más insignificante, pero tiempo sin más ni menos. ¿Tenemos eso en cuenta? Tiempo recordado, tiempo mal gastado, tiempo esperanzado: pasado, presente y futuro. Tratamos de descifrarlo, de conquistarlo y de hecho creemos que es nuestro. Segundos, minutos, horas, días, meses, años. ¿Qué nos pasa, no era que nosotros somos tiempo? Entonces, ¿por qué creemos que está bajo nuestro mandato? El miedo. Siempre el miedo nos ha hecho actuar. Ahora hablo sobre la organización que le damos al tiempo por miedo a perdernos. ¿Han «perdido la noción del tiempo» alguna vez? Es fácil desorientarse por eso, ¿cierto? Nos desorganizamos, nos equivocamos, llegamos tarde, llegamos antes, "¡¿falté a ese evento?!"; perdemos la noción y perdemos una parte nuestra. Al final nos alejamos del orden cronometrado, el mundo no estaría en la misma sintonía que nosotros, seríamos nadie porque nada habremos hecho a través del tiempo. Y confiemos en la vida después de la vida, quizá allí disfrutemos sin medir tiempos quiméricos. Ahora volvemos a este presente que ya pasó, ¿alcanzamos a vivirlo, a saborearlo? Siempre tan intocable, tan inalcanzable, a pesar de que usemos frases como «desperdicio mi tiempo», este sigue estando lejos. No es nuestro. ¡Gracias a la existencia que no es nuestro! Por eso puede seguir siendo perfecto. Sé que nada es perfecto, o (más cómodo) que todo es imperfecto. Pero todo lo que el hombre y/o la mujer toque es imperfecto, porque somos imperfección; por eso nuestros relojes fallan, por eso cada año nuevo no es el mismo en todo el mundo. Es el tiempo defectuoso por el que nos regimos, el que creamos nosotros; sonrisas y angustias conviven en cada segundo inventado. Lamentablemente, no podemos fluir sin reloj. Y más allá de este caos crono-humano del planeta tierra, está el misterio del "verdadero" tiempo (si es que se puede llamar así). Es el misterio con que la humanidad siempre deberá vivir, la condena hasta el "fin de los tiempos" -¿el tiempo es efímero?-. Mientras, amigos, disfrutemos. Dejemos de pensar. Que esta amargura escrita no nos robe el tiempo.
I Viajero de la necesidad ingrata, cruel mediocridad y su poesía, autobús de la bohemia lleno de pasajeros tristes, túneles que centellean bajo mis ojos débiles, los muertos no pueden gritar auxilio, son todos los perdidos y muertos en la oscuridad los que con sus gemidos hacen girar al mundo, los halógenos son el halo angelical de la noche, la luz dibuja la vida e intentamos imitar al cielo estrellado, la gente es más hermosa en las sombras porque se vuelven los animales que realmente son, prendemos la luz para estar aquí, miramos el reloj para estar aquí, y la respuesta es solo silencio.
II Tic-tac, tic-tac, como el sonido que hace una bomba.
Sebastian Jimeno
Francamente
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Apenas aguantamos unos segundos de sinceridad, para luego fallecer, la vigilia de la historia que rondamos. Saliste del mundo a través de mí, este tu nombre, ahora búscalo, solo por ira en un primer llanto, las pupilas se dilatan con la velocidad que el universo se expande escapando de sí mismo, fluyendo en la tentación de tenerte, pero cuidado, no quiero llegar al final del camino, lo demás está en construcción, por nosotros, que en el fin de tus piernas, lo que envidia este mundo que casi ni camina; y tus pies, desde esos dedos se trazan las constelaciones que guían al hombre perdido en el desierto y se camina el cosmos hacia el fin, dejo la realidad con cada paso y te espero un poco más allá. Te veo al final. Después del túnel, después de la luz. Suerte a todos los que murieron el día de mi cumpleaños.
Pensaba llegar a lamentar un pasado en soledad, pero ahora con nuevos motivos priorizo mi presente y futuro antes que un pasado irrevocable, irreparable, inexistente. Digo inexistente, ya que este no está, no es, no existe, vive en una dimensión en algún recóndito espacio de mi mente que con intervalos vive y muere con menor fervor cada vez, hasta que un día se apague en sus confines. Pero aun así el recuerdo del pasado no existe, no es, ya que lo existente está en el presente, lo que ocurre a cada momento que transcurre. Estos recuerdos ya fueron y ya no serán, evocarlos los revive en mí, son intentos de una mente imperfecta, de un ser imperfecto por volver presente el pasado. No sé cuántos recuerdos mi mente podrá guardar. No lo digo por dudar de su capacidad, sino que yo dudo del tiempo. No sé qué tan generoso será este conmigo. El tiempo es lo más indiferente que conozco, si es que puedo decir conocerlo. No le importan las opiniones de las personas, no hace favores y menos espera, tan ambiguo es: a veces es rápido, tan efímero que los instantes más preciados se escurren como agua, pero el recuerdo los salva y los almacena en mi memoria; otras veces es lento, y de favores no conoce, en los momentos más incómodos o de aburrimiento fatal se encarga de distorsionar nuestra percepción y arrastrarse lentamente por cada segundo. ¡Maldito el tiempo! Tirano de mi vida, porque tengo que seguir sus pasos, someterme a sus ritmos, ¡porque eres más dueño de mi vida de lo que soy yo misma! Te tengo más miedo a ti que a la muerte. La muerte es solo tu ayudante, cuando te aburras de mí solo la invocas. Pero parte de vivir es aceptar al tiempo, a los recuerdos, a mi ser imperfecto, a la muerte, todo es parte de la vida, todo nos enseña, el tiempo es el pentagrama, es el ritmo. Los recuerdos son el baúl donde almacenamos vestigios de alegrías y penas pasadas que nos marcaron y moldean nuestra manera de ser. A mi ser imperfecto no lo juzgo, sino le agradezco, por ser instrumento de vida, instrumento a la perfección. Y a la muerte le doy gracias porque me recuerda vivir el día a día, me recuerda el avance del tempo del pentagrama, los acelerones y pausas del ritmo. Me hace recordar ser feliz porque nada es eterno y todo es efímero.
Sebastian Jimeno
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Maite Villanueva
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Es ahí cuando ocurre, tus manos sudan. Lo siento correr por mis vértebras, aire tibio, me grita, no logro deducir qué es lo que intenta decirme. Todo se ha vuelto negro, lo oigo cada vez más fuerte, vibra en mi corteza cerebral, se parte y divide. Comparte dos sensaciones, me enferma. Abro y pestañeo, luz que entra y sale. El vacío no es nada en comparación, digo adiós, no porque sea un final. Estoy sumergida, pero no hundida.
I. ¿Segundos u horas? II. ¿Días y noches? III. ¿Metros o Kilómetros? - Esto es para los relativistas IV. La unidad fundamental de la vida V. Un viaje al + allá VI. Distancia/Velocidad VII. Un fuego que se consume con nosotros VIII. Un ayer, hoy y un después IV. Una historia sin fin X. Un rio XI. ¿Una ilusión? XII. Todas las anteriores 3:14:07AM 19.Enero.2038
Chanel
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Benjamín Ramírez
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“Mosca que sobrevives al verano al fin tengo alguien con quien hablar.” Jorge Teiller
“De mis disparates de juventud lo que más pena me da no es el haberlos cometido, sino el no poder volver a cometerlos.” Pierre Benoit Mirando a través de los barrotes de esta pajarera, observando a las aves libres que están allá afuera, eso la verdad ya no da pena. Me da pena no haber cometido mi crimen dos veces.
Era 24 de febrero, el verano ya estaba por terminar. Al siguiente día nos mudaríamos a una nueva ciudad debido al reciente trabajo de mi padre. Me cambiaría de casa, de región y de colegio; no podría estar más asustada de este nuevo comienzo. Nunca me he destacado por ser extrovertida ni por hacer amigos fácilmente, sólo tenía a Anita y Carlitos, mis amigos desde el jardín. Pero ahora ya no estarán más y odio tener que afrontar eso. Durante el viaje, con los audífonos puestos, me doy cuenta que una molestosa mosca me pasa a llevar justo en el ojo. Lo hace todo el camino. Llego a mi nueva casa y lo único que hice al llegar fue dormir. Al día siguiente la misma mosca del viaje me despertó. Fue entonces cuando me di cuenta que sería mi nueva compañía para mi nueva vida.
Rocío Plaza
Fernando Zaguirre
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“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente” Gustave Flaubert
“Y dentro de la lógica de nuestra humanidad, nos creemos la mentira y nadie aguanta la verdad” Calle 13, El aguante.
Tiempo. Tiempo era aquel, el que atormentaba sus sueños, los de aquella simple muchacha que recién estaba experimentando la vida.
Recuerdo aquella visita al psicólogo como un día glorioso. Aunque muchos se avergüencen de decir que van a terapia, a mí, sinceramente, me abrió un mundo nuevo.
Tiempo, el que añoraba y deseaba que se revirtiera a cuando era una infante que le gustaba jugar con tierra e insectos. No sabía cómo sería su vida en adelante, después de aquella gran desilusión, o más bien, como ella llamaba, traición.
Desde pequeña fui distinta del resto, sólo por el hecho de ser directa y porque no me costaba plantear mis opiniones frente a las personas que me desagradaban. Nunca creí que me veían como una mala persona. Me empeñaba en seguir mis ideales, que, aunque no lo sabía, me terminaron llevando a la odiada soledad.
Ya tenía su vida hecha hasta ese momento, ya tenía un futuro hasta ese momento. Nada tenía sentido ahora.
En su momento la odié, sí. Pero finalmente me acostumbré… La vida terminó siendo mi mejor amiga, no me dejaría antes que yo la dejara a ella.
Cuatro agujas perforaron su corazón y no salían. Era como si se burlaran de ella, como si jugaran con ella. Los recuerdos nublaban su vista, ya no tenía lágrimas que derramar, ya no tenía nada. La única forma de encontrar la paz sería librándose, cosa que temía enormemente. Tenía miedo de la desaparición, cosa que ya está poniendo en práctica. Su vida estaba detenida. Como cuando se acaba la batería de un reloj.
Anónimo
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Catalina Vidal
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“Si se me diera la oportunidad de hacer un regalo a la siguiente generación, sería la capacidad de reírse cada cual de sí mismo” Charles M. Schulz Adolescencia; realmente nunca entendí el significado de esa palabra. Para mí era una más en el diccionario… sí, incluso la busqué, y cito: “Edad que sucede desde la niñez y que transcurre desde la pubertad hasta el pleno desarrollo”. Cuando la leí sólo logré identificar el momento en el que ocurría, pero no en qué consistia a ciencia cierta… hasta ahora, 70 años después. Cuando tenía 15 años me encontraba un niño bastante simple, que se preocupaba por estudiar más que por hacer amigos. La verdad, nunca los necesité, porque me atormentaba aquella frase que me había dicho mi padre el día que llegué a casa con una nota bajo el promedio: “recuerda que el futuro depende de ti y no de los amigos. Mañana no serán ellos los que te mantengan”. Aquel pensamiento me llevó a ser una persona demasiado solitaria a lo largo de mi vida, y debo admitir: me sentia nostálgico al ver sonrisas cuando yo no sonreía.
Fatigado y sin ánimos, solo me puse a ver por la ventana mientras pensaba en ella, si se había preocupado, si había preguntado por mí, etc. Quiero lograr recordar... Pero no puedo hacer nada. - Cómo pasa el tiempo ¿no?- digo para mí mismo en voz alta, dejando que mi voz se extinga en la oscuridad de la habitación que es interrumpida por débiles y bellos rayos de luz de luna, blancos y hermosos como ángeles interrumpiendo frente a mí. ¡Dos años! ¡Dos años en un profundo descanso que no esperaba! ¡En aquel oscuro mundo lleno pequeñas estrellas verdes que me vigilaban! Y antes de ello habían pasado trece años llenos de historias felices o tristes que habré pasado junto a la familia que ahora, después de mi gran sueño, ya no tengo y tampoco recuerdo gracias a algo se no entiendo. El tiempo pasa en un pestañeo dejando que el presente se vuelva recuerdo, dejado que los malos ratos se vuelvan borrosos recuerdos o simplemente desaparezcan, y que los buenos sean adornados por la luz de la memoria que todo lo bueno adora.
No obstante, no sonreír no significaba estar triste, ya que me gustaba observar el cinismo de las personas y entonces mi risa se hacía interior. Sin embargo, el no disfrutar las pequeñas cosas cotidianas, como el compartir el almuerzo con mis compañeros, me hizo pensar. ¿Acaso desaproveché mi adolescencia? Efectivamente, hoy lo veo así… y peor aún, me di cuenta del por qué. El miedo al “qué dirán” o al “cómo te ven” se esfuma cuando aprendes a valorarte y a reírte de ti mismo. Porque cuando sólo te burlas del resto, la inseguridad correrá por tu cuerpo, como el tiempo corre a lo largo de tu vida.
Catalina Vidal
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Benjamín González Piñones
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“Las negras casas quieren atravesar el río, pero se detienen en las orillas y allí son mendigos inválidos y rencorosos mirando el vuelo de los patos silvestres” Jorge Teillier. -Lucy, pasa rápido eso- dijo María, mi abuela. Con mucho valor me di el ánimo de cruzar por ese pequeño río que nos separaba. -No era muy difícil realizarlo- me dije a mi misma con mucho orgullo. Comenzamos a caminar con rumbo a nuestra casa, un lugar acogedor, cálido y pequeño. Al llegar nos encontramos con varias personas de aspecto sospechoso, pero con María no los tomamos en cuenta. Ya una vez al interior de la casa nos despojamos de los abrigos, los últimos que nos quedaban. -Ve donde tu abuelo y dile que se venga- me ordena María. -Bueno – respondí. Tomé otra vez mi abrigo y me fui donde mi abuelo. Durante el camino fui observando el vuelo de las menudas avecillas que estaban a mí alrededor. Llegué al lugar donde estaba mi abuelo. Me quise morir al ver y comprobar el estado en el que estaba.
Eras algo sereno, lozano, despejado Tenías todos los sinónimos de tu lado Hasta que conocí tu verdadero significado Y todo mi amorío por ti, fue destrozado Maldito tiempo, ojalá nunca hubieras nacido Porque escucho de ti y mi destino fue obstruido Tiempo querido, tiempo odiado, tiempo llenado, tiempo vaciado Tiempo, tiempo, tiempo, tiempo Eres el inicio y el final de la historia de mí savia Que recorre galaxias buscando significados de la vida Y tú me das la espalda porque no lo encuentro Sólo eras imaginación en mis neuronas de emoción Que sólo quieren un poco de tiempo para crear y hacer todo lo querido Y tú qué me das, y tú qué me das, no me das nada porque te da miedo darme tiempo para disfrutar de tu tiempo Sabes que seré feliz si lo uso de la mejor forma Y tú no quieres verme feliz, tú me quieres muerto Tal vez por eso eres tan corto mi odiado y querido tiempo Para que yo no pueda disfrutar de mi vida Eso es la verdad y lo sabes Mejor te olvidaré Porque no hay nada mejor que matar el tiempo Y vivir siempre mi momento
Julie Donoso.
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Benjamín Valencia
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Como con teclas de piano el tiempo toca mi melodía, él decide cuando la empieza y cuando termina. Me sonríe y se burla, él sí puede ir tranquilo, su tiempo no se limita. En cambio el mío, se descascara y se va deshaciendo como un hielo a los ojos del sol, del tiempo. Cómo no temer a un reloj que tira de mis lágrimas, un reloj con alarma para el día que no amanezca, cómo no temer al sonido acompañado por mis envejecidas manos. Día de penumbra, fecha que señala persistente mi fin, tristeza que no se borra, lágrimas que no se ahogan. ¿Después de mi fin seguirá el tiempo para mí? ¿Seguirá persiguiéndome con sus avisos desafortunados? ¿Seguirá mostrándome aquel tiempo que tanto daño me había causado? ¿Seguirá gritándome que otra vez estoy atrasado con mis sonrisas? ¿Siquiera importarán sus manecillas precisas? Siento los pasos del tiempo que se acercan cortos y precisos a una meta ya firmada. Escucho el sonido punzante y uniforme de sus manecillas filosas y delgadas, que rasgan lo que envuelve mi vida, dejando que se escapen un montón de piedrecillas. Veo como caen las gotas de lluvia y las asemejo con mi tiempo. Se estrellan en el suelo con un sonido que se escapa, se clavan como estacas en un suelo donde más tarde se harán nubes, igual que mi alma que hoy día sube, sin grilletes en mis tobillos. Hoy día como estrella por fin brillo.
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María Pérez Germain
Cuando entraste, entraron todos los recuerdos buenos y malos, los recuerdos felices y tristes. Claramente me recuerdo el día en que te presenté a mi familia paterna, tenías miedo y te comprendí, mis tias borrachas y el tio abogado haciendo salud por todo. Recuerdo los momentos felices y tristes, claramente me acuerdo de ti. Cuando entraste entró el frío, pero un frío tibio Un frío sigiloso. Cuando entraste tú, se puso a llover.
Vicente Laurel
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