UNA TRAVESÍA POR EL URABÁ La verdad es que nunca pensé en ser profesor de un colegio y mucho menos en una zona tan alejada como la vereda San Juancito Medio en San Pedro de Urabá. La decisión la tomé en una tarde cuando vi la convocatoria del programa 'Enseña por Colombia' en la que se hacía un llamado a profesionales para ser profesores por dos años en regiones apartadas del país. En ese momento sentí una fascinación especial por la aventura de conocer lugares exóticos, más que por el hecho de enseñar. Sin embargo el encanto por lo exótico desaparece, mientras que la admiración por la enseñanza es algo que creció y sigue creciendo desde el momento en que llegué a San Pedro. Recuerdo que el primer día de clase me sorprendí mucho por el camino destapado que se tiene que recorrer para llegar al colegio, por los salones en casas de palma (ranchos como les llaman aquí) y por el hecho de no disponer de agua potable. También me asombré por tener pocos estudiantes, todos ellos muy tímidos. Después me explicaron que acá es costumbre que los estudiantes no asistan al colegio los primeros días de clase, porque según ellos, solo se pierde tiempo haciendo dinámicas y limpiando el terreno, es decir, quitando malezas y arreglando la huerta. Cosa que efectivamente pasó, pero la verdad no nos tomó más que un par de días. Al finalizar la semana ya estábamos firmes empezando con el desarrollo de la primera unidad en cada grado. Después de que fueron llegando la totalidad de los estudiantes matriculados, los fui conociendo poco a poco; tengo que confesar que yo era casi tan tímido como ellos. Me empecé a dar cuenta de otras cosas que seguían llamando mi atención, una de ellas era que mis estudiantes pertenecían a comunidades muy aisladas y rara vez salían de la vereda, ni siquiera al casco urbano del municipio. Pienso que esa fue una de las causas por las que tuve muchos problemas al principio con hacerme entender; yo de forma muy ingenua daba por sentado que ellos conocían cosas que para mí son muy comunes, tales como los semáforos, los edificios, las estufas e incluso las duchas y los lavamanos, entre otras cosas. Ahora me doy cuenta que seguramente les daba lo mismo que les hablara en chino o sanscrito al utilizar esa clase de ejemplos, pues no entendían absolutamente nada.
Quedé sorprendido cuando supe que muchos niños llegan a caminar hasta dos horas por trayecto para llegar al colegio, no me cabía en la cabeza cómo podían llegar a atender la clase después de semejante viaje. Ahora pienso que las ganas de aprender son más fuertes que las dificultades de acceso ¡no puede ser de otra manera! Si algo tienen mis estudiantes es la tenacidad para seguir a pesar de las adversidades, de no rendirse ante los obstáculos por más grandes que estos puedan parecer. A pesar de esa determinación, los niños del colegio tienen poca confianza en sí mismos. Es algo que desde el principio quise erradicar, no para que alguien más se los dijera, sino para que ellos mismos se demostraran que son tan capaces de realizar cosas valiosas y significativas como lo son los demás niños del país. A principios de 2015 fuimos informados de la organización de una feria de investigación municipal, ocasión perfecta para que mis estudiantes empezaran a construir su autoconfianza. Tres estudiantes de séptimo se entusiasmaron mucho y después me llamaron para comentarme sobre su idea de proyecto: una planta llamada raicilla que sus padres y abuelos mencionaban mucho cuando contaban historias. Las niñas se esmeraron mucho con la presentación del proyecto en la feria, como nunca las había visto. Afortunadamente pudieron transmitir ese entusiasmo por la investigación y fueron seleccionadas para viajar a la feria del Parque Explora en la ciudad de Medellín, ¡qué emoción! ¡Nunca un grupo del colegio había logrado algo así antes! El sólo hecho de viajar y conocer Medellín ya es un premio gigante, nadie sabe las ansias con las que esperaron el día de llegar a la ciudad para poder mostrar su proyecto. Por mi parte pienso, este es sólo el inicio de un proceso de amor por el conocimiento y la investigación, así como de una verdadera calidad educativa para la comunidad de San Juancito Medio.
Ensayo escrito por: César Augusto Cano Villegas, docente de la I.E. Alto del Rosario de San Pedro de Urabá.