PLAN DE INTERVENCIÓN FAMILIAR REALIZADO POR FERNANDO ALVARADO PINO ESTUDIANTE DE PSICOONCOLOGÍA POLESTUDIOS
EMPODERAMIENTO DE LA VIDA DE LOS FAMILIARES EN DUELO
1
Introducción Este trabajo, es un plan de intervención familiar y está diseñado para las familias que han perdido un ser amado a causa del cáncer; es breve, sencillo y práctico. El objetivo central, es ayudar a través del empoderamiento, a que las personas tomen un mayor control y responsabilidad de sus acciones, logrando independencia, mejorando así su situación de duelo. Su aplicación es general, y su elaboración está basada en un proceso de duelo normal, tendiendo como metas principales, al realizar cada tarea, el generar sentimientos de esperanza, positividad, desarrollar habilidades sociales, habilidades comunicacionales, seguridad en la toma de decisiones y por ende mejorar la calidad de vida.
2
Plan de intervención familiar para el empoderamiento del reencuentro con la vida 1. Seguir los rituales de funeral, ir al cementerio. Las distintas culturas han establecido rituales como métodos que ayudan a hacer frente a la muerte. Por lo tanto, no hay dudas de que dan resultado y ayudan a sobrellevar esos primeros momentos de la pérdida, donde la persona se encuentra desubicada. Conservar objetos de la persona fallecida, suele ser positivo para algunas personas y para otras no tanto; por lo que no hay reglas generales, y se debe hacer lo que se considere mejor en ese momento. Estrategia de intervención Tarea: participar activamente en la despedida del difunto Orientar a la familia que es obligatorio hacerlo, es la principal tarea aquí; en especial cuando se trata de infantes, se cree que éstos no deben participar de ninguno de los ritos de despedida que practica la familia. Esto impide que quien no asiste, no pueda posteriormente elaborar de manera normal su proceso individual de duelo, es decir no le ayuda a duelar. Comprender que cada persona en la familia tiene sus propias necesidades, ritmos y deseos es primordial, así como la manifestación del dolor sentido. Despedirse en el momento y lugar apropiados es la mejor manera de decir adiós a su ser querido. 2. No automedicarse. Hay una tendencia natural a evitar el sufrimiento lo antes posible, y por ello se recurre a los psicofármacos con mucha facilidad, sin receta médica y, generalmente, facilitados por familiares o amigos. Pero se debe tener en claro que los mismos no remedian la realidad, y que de una u otra manera se tendrá que hacer frente a la pérdida. Por lo que es más saludable hacerlo cuanto antes, y con la plenitud de las aptitudes psicológicas y físicas.
3
Estrategia de Intervención Tarea: aceptar la realidad de la pérdida Es mejor si la persona se encuentra en estado consciente antes, durante y después del fallecimiento de su ser querido. Esto le permite la capacidad de estar presente física, psicológica, emocional y espiritualmente. Al hacerlo, es dueña y responsable de su sentir y se evita también vulnerarla en sus decisiones, respetando sus reacciones y decisiones. Salvo excepciones médicas debidamente confirmadas, se debe recurrir a la medicación en tales situaciones. 3. Darse tiempo para elaborar la pérdida. El proceso de duelo conlleva un tiempo, por lo cual es “normal” sentirse mal. Esto es inevitable, por lo cual se debe aceptar. Por un tiempo, no se siente ánimos para realizar todas las actividades habituales. La vida cotidiana cambiará, es imprescindible ser consciente de ello. Estrategia de intervención Tarea: Aceptar la pérdida Es necesario permitir a todos los integrantes de la familia del fallecido, hablar sobre el hecho de la muerte, realizar un diálogo entre todos y cada uno de ellos que les ayude poco a poco a ir conectándose con la realidad, evitando que haya desconexión emocional sobre ello. Se puede pedir por escrito que narren lo sucedido sobre el funeral, entierro y despedida. 4. Sentir el dolor. No esconderlo, ni esconderse cuando se sufre. Esto es positivo, así como poder expresar y compartir las emociones y sentimientos intensos. Estrategia de intervención
4
Tarea: trabajar las emociones y el dolor de la pérdida Todas y cada una de las emociones deberán ser atendidas en la familia, identificarlas y posteriormente gestionarlas. Comprendiendo que sentirlas es parte del proceso normal de sanación emocional. Usando la técnica de la fototerapia, se pide que traigan una foto del fallecido y hablarle directamente, como si él estuviese allí. Durante el ejercicio es importante brindar el debido apoyo y contención emocional a quien lo necesite, así como también concederle el permiso de ser libre de expresar sus emociones, cualesquiera que estas sean. 5. Hablar de lo sucedido y del muerto. Para poder desahogarse es fundamental poner en palabras esos sentimientos que nos ahogan. Contrariamente a lo que se suele pensar, no es positivo tratar de olvidar lo sucedido y a fallecido. Esto vendrá por añadidura luego de completar el duelo, inevitable, con todas sus etapas. Estrategia de Intervención Tarea: Exteriorizar verbalmente Para ello, es fundamental mantener un clima positivo durante toda la sesión; se puede pedir a la familia e individualmente que escriban una carta sobre la experiencia vivida y posteriormente leerla en voz alta y que los demás escuchen sin interrumpir, ni juzgar ni opinar. Hacerlo permite que la persona entienda como se sienta internamente el otro y además los normaliza y autorregula emocionalmente. 6. No tomar decisiones importantes durante el proceso de duelo. Es aconsejable no decidir en estos momentos aspectos fundamentales de la propia vida, como, por ejemplo, cambiar de trabajo, de casa, comenzar una pareja o tener un hijo. Es un período de confusión; entonces, no podemos razonar claramente nuestras ideas ya que pueden estar influenciadas por las fuertes emociones del momento, que son pasajeras.
5
Estrategia de Intervención Tarea; mantener o elaborar una rutina diaria adecuada las necesidades Durante el duelo, los sentimientos y emociones generan mucha ansiedad y confusión hasta las actividades más simples, sufriendo crisis por no saber qué hacer o cómo hacer lo que antes era cotidiano. El deseo de querer hacer cambios dramáticos es común, pero no recomendado por la inestabilidad emocional del momento. Se recomienda por ello que la persona y familia revise y reorganice su rutina diaria, de modo tal que sea fácil, permanente y clara. Esto le ayuda a recuperar progresivamente el control sobre su propia vida día a día. Además, se le recuerda que poco a poco irá retomando ciertas actividades, proyectos o labores más complejas. 7. Aceptar la compañía de los familiares y amigos. Permitir que le acompañen en su hogar y actividades, aquellos seres queridos de siempre. No sólo en el momento del funeral y los días posteriores al mismo, sino en forma periódica. Es preciso saber que se tiene siempre alguien cerca, con quien poder hablar y expresar los pensamientos negativos y las sensaciones dolorosas que se presenten. Y analizar si es necesario la escucha de un psicólogo o psicóloga. Estrategia de intervención Tarea: trabajar las nuevas necesidades emocionales y estilo comunicacional El deseo de aislamiento luego de la muerte del familiar es normal, y se manifiesta durante algún tiempo mientras se vive el duelo. No obstante, hay que notar, cuando este aislamiento es sano o no; para ello conversar con la persona sobre sus nuevas necesidades emocionales, cómo las siente, qué piensa sobe ellas es necesario hacerlo, para que logre identificar qué es lo que puede hacer y cuándo y, sobre todo, comunicarlo de la manera más asertiva posible,
6
Enseñar habilidades sociales y comunicacionales le otorga un sentimiento de valía y gestionar sus interacciones sociales con el entorno inmediato de manera positiva. 8. Darse permiso para descansar, disfrutar y divertirse. Permitir sentirse bien, reír con los amigos, hacer bromas. Darse el derecho a buscar momentos para disfrutar, que además serán de gran ayuda para superar el dolor. Estrategia de Intervención Tarea: retomar y realizar actividades de ocio en general Luego de la muerte, los familiares que se quedan, suelen tener sentimientos de culpa muy fuertes que les impiden volver a vivir la vida con alegría. Se trabaja con ellos, ayudándoles a entender que el sentir alegría, el reír o hacer algo divertido no es que se estén olvidando de quien murió, sino que es parte normal del proceso de retomar sus vidas de una manera adecuada. Elaborar estos pensamientos distorsionados, les permite ir recuperando espacios de diversión familiar e individual, recuperando la capacidad de sentirse alegres. Se recomienda hacerlo progresivamente, respetando el tiempo de cada persona en cualquiera de las actividades recreativas, sociales o de ocio. Sin obligar nada a nadie. 9. Recuperar el interés por la vida. Enfrentar el presente y aceptar el pasado para proyectar en el futuro. Aprender a quererse y a valorar la vida, más aún en estos momentos en que la experiencia enseña que la vida se puede escurrir de entre las manos, por lo que es mejor aprovecharla al máximo, disfrutándola. Estrategia de Intervención Tarea: Retomar actividades postergadas En este punto en particular, se trabaja con la familia y con cada miembro, en el retomar ciertas actividades, proyectos o sueños postergados obligatoriamente por el duelo.
7
Se sugiere hacer una lista de los “pendientes” que han quedado y priorizarlos acorde a su importancia y facilidad de ejecución. Llevar a cabo esta tarea ayuda a volver a vivir la vida no como era antes, sino como es ahora. Es aquí en donde el proceso de adaptación interna (espiritual, emocional) y la adaptación externa (social, laboral, cultural), se ponen en juego, pues del cómo se desarrollen cada una de estas, será el indicador que determine si el duelo se está o no llevando a cabo de manera apropiada para la persona. 10. Aprender a vivir sin esa persona. Se logra al final del duelo, aunque al principio parece imposible. Aceptar que se es una persona independiente, y que la propia vida continúa, además de que alrededor hay otras personas que también lo quieren y necesitan. Estrategia de Intervención Tarea: recolocar emocionalmente al fallido y seguir viviendo Se trabaja con la familia el aprender a desarrollar un nuevo rol, ya sin la persona que murió, equilibrando la vivencia y tomándola como un aprendizaje más. No se trata de olvidar al ser amado, sino de dejarlo en un lugar afectivo y personal para siempre; despedirse del cuerpo físico, más no de sus recuerdos y de lo que significó para cada miembro. Esta es la última fase del proceso del duelo; recordar que cada persona y familia tiene su propio ritmo de avance, percepción y vivencia únicas y distintas de vivir el duelo y que no por pertenecer a la misma familia se puede intervenir con todos por igual sino sistémicamente, con respeto, amor y ética.
8
Referencias Bibliográficas Worden, W., (2013), El Tratamiento del duelo. Asesoramiento Psicológico y terapia. Ediciones Paidós Ibérica