01 apuntes para entender la homosexualidad (actualizado nov2016)

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Acompañar espiritualmente candidatos con tendencias homosexuales Apuntes para el Encuentro Nacional de Directores Espirituales – Córdoba 2016 Pbro. Lic. Juan Pablo Dreidemie Introducción Estamos frente a una problemática decididamente compleja. En pocos temas como en éste se mezcla tanto la ciencia con la ideología, el prejuicio con la realidad de las cosas. Y sin embargo, es necesario abordarlo. Por el bien de la Iglesia, de sus ministros y de cada uno de los fieles. El hecho de que no se hable de algunas cosas, no implica que desaparezcan o se resuelvan “con el tiempo”, de alguna forma. Los problemas normalmente reaparecen, potenciados por no haber sido elaborados en forma madura en su momento y lugar oportunos. Por otro lado, aunque sea prácticamente imposible determinar cuál es el porcentaje real de personas homosexuales en la población general, no se puede negar que algunas características de la vida consagrada favorecen una mayor prevalencia dentro de sus instituciones y estructuras. A continuación encontraremos algunos apuntes usados en la presentación del tema en el Encuentro Nacional de Directores Espirituales, realizado en Córdoba, en Mayo de 2016. Es importante tener en cuenta que se trata sólo de apuntes con aportes de diverso tenor, acerca de un tema decididamente complejo, todavía abierto y difícil de agotar en pocas páginas. PRIMERA PARTE: Comprender la homosexualidad 1. Algunas definiciones básicas Respecto al tema de la sexualidad humana existe una gran complejidad a nivel terminológico. Cada postura o encuadre del tema coloca su impronta en la delimitación del alcance de cada concepto. Es difícil un consenso en este tema. Tomaremos, a los efectos prácticos, un marco de referencia bastante difundido1. Consideramos que los marcadores comportamentales y fenomenológicos de la psicosexualidad son principalmente: la identidad de género, el rol de género y la orientación sexual. Desarrollo psicosexual: es un proceso de maduración por etapas que afecta directamente a la personalidad. Para Freud, el desarrollo psicosexual “normal” tiene que conducir a la interiorización de las normas culturales, la identificación con el progenitor del mismo sexo y la capacidad de experimentar placer sexual con personas del sexo opuesto. Identidad sexual: es la autoidentificación de una persona como heterosexual, gay, lesbiana o bisexual. Rol de género: conjunto de normas social y culturalmente establecidas relativas a las costumbres, actitudes y conductas que se esperan de varones y mujeres. (“Los hombres no lloran”, no limpian la casa, les gusta el fútbol y la mecánica). Se dan muchos estereotipos.

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Cf. L. SPERRY, Sexo, sacerdocio e Iglesia, Sal Terrae, Santander 2004, 25-27.

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Identidad de género: la forma subjetiva en la que cada persona experimenta el rol de género. Es el sentido interior que una persona tiene como varón o mujer, mientras que puede variar la expresión exterior. Orientación sexual: tendencia de la persona a responder con excitación a ciertos estímulos sexuales (personas, objetos, animales). Es la preferencia principal en condiciones normales de disponibilidad de alternativas. Homosexualidad situacional: fenómeno normalmente pasajero en ambientes cerrados como cárceles, ejército, internados. Homofobia: es un miedo o rechazo irracional a las personas homosexuales o a la homosexualidad. Es importante destacar que no existe “la homosexualidad” sino diversas “homosexualidades”, según cada persona. No es un fenómeno uniforme porque la historia psicosexual de cada individuo concreto es siempre única y original. Incluso la escala de Kinsey resulta pobre y limitada para describir la complejidad de la sexualidad humana. 2. ¿Una enfermedad, una condición o un “don de Dios”? Pocos temas son más controversiales que la “catalogación” de la entidad del fenómeno de la homosexualidad a nivel sanitario, cultural o religioso. Tradicionalmente considerada como una enfermedad (“desviación”) por el primer psicoanálisis, en el ámbito de la salud mental el tema ha transitado un camino donde la ciencia y la política se confunden de forma constante. Dicho camino va desde la condena como una perversión totalmente atribuible al libre albedrío del individuo, hasta considerar a las personas homosexuales en la Iglesia como “un regalo de Dios (…), una contribución de Dios a su plan creador. Si lesbianas y gays desaparecieran, el futuro desarrollo de la sociedad hacia una mayor humanización correría serio peligro.” (McNeill, 1996). En medio de estos extremos existe un inmenso continuum de posiciones intermedias. En toda esta discusión se hacen presentes algunos potentes formadores de opinión. Por un lado los medios de comunicación social. Por otro lado, un factor importante es el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría). Es el punto de referencia prácticamente obligado por los profesionales de la salud mental para diagnosticar una dificultad en la salud mental. Su influencia trasciende las fronteras de la psiquiatría y la psicología, e impacta en la sociedad en general. Es interesante revisar el proceso histórico en el cual cambió la “catalogación” de la homosexualidad como trastorno mental. Lo presentamos esquemáticamente en el siguiente cuadro2: DSM I (1952)

“homosexualidad” clasificada como trastorno mental

DSM II (1968)

“homosexualidad” clasificada como desviación sexual

DSM II (1974)

Protestas de activistas en reuniones APA (1970-1972) Se cataloga como “trastorno de orientación sexual” (se excluye “homosexualidad” por 59,4% contra 39,6% de los votos en reunión APA)

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Para más detalles acerca de este proceso hasta el año 2007 puede verse: B. KIELY, «Homosexuality: science, morality and discipline», Seminarium Anno XLVII (2007), 685-700.

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DSM III (1980) DSM III R (1987)

“homosexualidad ego-distónica” “trastorno sexual no específico”

DSM IV (1994)

“trastorno sexual no específico”

DSM IV-TR (2000)

“trastorno sexual no específico” “disforia de género”

DSM-5 (2013)

3. Los dogmas de la cultura gay y la realidad3 Existen numerosos problemas con los estudios científicos acerca de la sexualidad humana. Su análisis excede los propósitos de esta presentación, pero básicamente incluyen dificultades con muestras poco representativas o sesgadas. También hay innumerables problemas metodológicos, y escasa confiabilidad4. Podríamos decir que existe una serie de “mitos” o dogmas acerca de la homosexualidad sumamente difundidos en la opinión pública pero que tienen poco o nulo soporte en investigaciones científicas confiables. Los reproducimos esquemáticamente a continuación: Mito

Realidad

1. El 8-10% de la población Sex in America (1994) relevó que 1,4% mujeres y 2,8% 5 masculina es es gay (basado varones son homosexuales en USA. en informe Kinsey). Mujeres En UK (2013) 1,5% varones, 0,8% mujeres.6 serían el 2-6%.

2. Se nace gay7.

Estudios confiables en gemelos monozigóticos y la cuestión acerca del estudio de Bailey&Pillard (1991)8. Resultados: a) genes tienen influencia real pero débil en la homosexualidad; b) influyen sólo algunas formas de homosexualidad; c) influyen en la inclinación o predisposición, no en el comportamiento.

3. Si uno es gay, lo será por La homosexualidad transitoria, situacional, periférica. siempre. Existen casos puntuales de “reparación” o “conversión” (NARTH). El cambio es muy poco probable, pero no imposible. No hay a la fecha suficiente evidencia empírica confiable.

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Cf. M. O. LLANOS, «Le tendenze ommosessuali. Discernimento e pedagogia formativa», Seminarium Anno XLVII (2007), 905-960. 4 Una presentación exhaustiva de estas dificultades puede verse en: S. L. JONES - M. A. YARHOUSE, Homosexuality: The Use of Scientific Research in the Church’s Moral Debate, InterVarsity Press, Illinois 2000. 5 A. CHANDRA ET AL., «Sexual behavior, sexual attraction, and sexual identity in the United States: data from the 2006-2008 National Survey of Family Growth», National Health Statistics Reports 36 (2011), 136. 6

http://www.theguardian.com/politics/reality-check/2013/oct/03/gay-britain-what-do-statistics-say J. M. BAILEY - R. C. PILLARD, «A genetic study of male sexual orientation», Archives of General Psychiatry 48/12 (1991), 1089-1096. 7

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J. M. BAILEY - M. P. DUNNE - N. G. MARTIN, «Genetic and environmental influences on sexual orientation and its correlates in an Australian twin sample», Journal of Personality and Social Psychology 78/3 (2000), 524-536.

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4. La homosexualidad es nor- La antropología cristiana sostiene lo contrario. mal bajo todo aspecto. Psicopatología: algunos trastornos más frecuentes en población hmx. ¡No conclusivo! (por ambiente heterosexualista).

Un aspecto aparece comúnmente olvidado en todo este discurso: el valor de nuestras elecciones personales libres. ¿Aceptamos que el determinismo social o biológico es la última explicación? Desde una antropología sana distinguimos claramente entre condicionamiento y determinación. Predisposición no es lo mismo que determinismo. En general, la mayor parte de los abordajes del tema adolecen de una antropología implícita de corte primariamente determinista. Una conclusión interesante de la APA en un paper oficial y abiertamente favorable a la homosexualidad: “No hay consenso entre los científicos acerca de las exactas razones por las que un individuo desarrolla una orientación heterosexual, bisexual, gay o lesbiana. A pesar de que muchas investigaciones han examinado las posibles influencias genéticas, hormonales, del desarrollo, sociales o culturales, no ha habido hallazgos que permitan a los científicos concluir que la orientación sexual está determinada por ningún factor o factores en particular. Muchos piensan que tanto lo innato como lo adquirido (nature-nurture) tienen roles complejos; la mayor parte de las personas tiene poca o ninguna sensación de elección acerca de su orientación sexual”. 9

4. La palabra de la Iglesia sobre la homosexualidad Revisemos algunos documentos de la Iglesia sobre el tema que nos ocupa. Es importante reconocer el distinto tenor magisterial que representan. 4.1. Catecismo Iglesia Católica Recordamos algunos números de la enseñanza de la Iglesia en el Catecismo acerca de la condición homosexual. Notar en el número 2357 las diferencias introducidas entre la versión publicada en 1992 y la siguiente edición. Se mueve en una dirección menos determinista donde “lo adquirido” (nurture) tiene mayor protagonismo. Castidad y homosexualidad 2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso. 2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. [En primera edición 1992: «un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición de homosexual»]. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos 9

AMERICAN PSYCHOLOGICAL ASSOCIATION, (2008). Answers to your questions: For a better understanding of sexual orientation and homosexuality. Washington, DC

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una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición. 2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.

4.2. Documento: Congregación para la Educación Católica. Instrucción sobre criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al Seminario y a las Órdenes Sagradas, Roma, 4 de noviembre 2005. Quienes no pueden ser admitidos al Seminario y a las Ordenes Sagradas: 1º “la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Ordenes Sagradas a quienes (1º) practican la homosexualidad, (2º) presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o (3º) sostienen la así llamada cultura gay”. 2º “Si se tratase, en cambio, de tendencias homosexuales que fuesen sólo la ex-presión de un problema transitorio, como, por ejemplo, el de una adolescencia todavía no terminada, ésas deberán ser claramente superadas al menos tres años antes de la Ordenación diaconal.”

Notar que se invita al director espiritual y al confesor a disuadir a los candidatos con esta problemática homosexual. También se invita al candidato a no ser “deshonesto” ocultando su condición homosexual para poder acceder a la Ordenación. Por otro lado se exige madurez afectiva: “La formación del futuro sacerdote debe integrar, en una complementariedad esencial, las cuatro dimensiones de la formación: humana, espiritual, intelectual y pastoral. En ese contexto, se debe anotar la particular importancia de la formación humana, base necesaria de toda la formación. Para admitir a un candidato a la Ordenación diaconal, la Iglesia debe verificar, entre otras cosas, que haya sido alcanzada la madurez afectiva del candidato al sacerdocio [...] En caso de seria duda a este respecto, no debe ser admitido a la Ordenación” (n.3). 4.3. Una carta un poco olvidada (2002) 10 Prot. N. 886/02/0 Ciudad del Vaticano, 16 de mayo de 2002 Excelencia Reverendísima La Congregación para el Clero ha transmitido a esta Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, la carta de Vuestra Excelencia, en la cual nos formula una pregunta, en orden a aclarar la posibilidad o no de que hombres con inclinaciones homosexuales puedan recibir la ordenación sacerdotal. Esta Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, teniendo presente la experiencia que proviene de no pocas causas instruidas con la finalidad de obtener la dispensa de las obligaciones que derivan de la sagrada Ordenación, y después de la debida consulta con la Congregación para la Doctrina de la Fe, expresa su juicio del modo siguiente:

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Notitiae 436, Diciembre de 2002, Ciudad del Vaticano, pág. 586. Teniendo en cuenta algunos principios hermenéuticos básicos del Magisterio de la Iglesia, es evidente que esta carta posee un tenor magisterial diverso de otros documentos. La traemos a colación en este apartado a fines meramente ilustrativos de la pluralidad de voces y aproximaciones que existieron y existen en torno al tema que nos ocupa.

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La ordenación al diaconado o al presbiterado de hombres homosexuales es absolutamente desaconsejable e imprudente y, desde el punto de vista pastoral, muy arriesgada. Una persona homosexual o con tendencia homosexual no es, por lo tanto, idónea para recibir el sacramento del Orden sagrado. Aprovecho de buen grado la circunstancia para confirmarme con sentimientos de cordial obsequio. De Su Excelencia Reverendísima Jorge A. Card. Medina Estévez Prefecto

5. Origen de la homosexualidad: diversas teorías Si bien desde el magisterio ordinario de la Iglesia no hay una definición acerca de las posibles causas de la homosexualidad, como hemos visto; desde las ciencias humanas y médicas, particularmente desde la psicología, se han propuesto diversas teorías a lo largo de la historia. Repasemos brevemente algunos trazos fundamentales de las más importantes. 5.1. Teoría psicosocial Hipótesis psicoanalítica clásica. Freud formuló una teoría según la cual los niños al crecer atraviesan una serie de estadios psicosexuales. En el estadio final o genital, los impulsos sexuales se dirigen a individuos del sexo opuesto. Las personas homosexuales serían víctimas de una “detención del desarrollo”; interrupción causada por experiencias traumáticas. La homosexualidad se originaría en un complejo de Edipo no resuelto: el sujeto permanece enamorado del progenitor de sexo opuesto y así, más tarde, no podría ejercer relaciones heterosexuales. Para Freud los homosexuales (“invertidos”, según su expresión) son desviados respecto al "objeto" sexual, pues necesariamente no buscan el sexo opuesto sino su propio sexo. El trasfondo teórico de las llamadas terapias reparativas11 se apoya básicamente en varios presupuestos freudianos en la línea de lo expuesto. Bieber y colaboradores12 (1962) al estudiar más de 100 homosexuales que estaban en terapia psicoanalítica, individuaron un patrón familiar común que incluía una madre dominante y un padre débil o ausente. Estudios posteriores que respaldaron las observaciones de Bieber encontraron que las madres de varones homosexuales eran típicamente posesivas, controlantes y afectuosas, y los padres eran distantes, rechazantes y frecuentemente hostiles; ninguno de los padres propiciaba el desarrollo de una identidad masculina. En un estudio posterior de Bieber-Bieber (1979) se afirma: “No hemos entrevistado jamás un varón homosexual cuyo padre lo amase y estimase abiertamente”. Hipótesis conductista. Los conductistas afirman que se aprende a ser homosexual o heterosexual desde los primeros años de vida, según el tipo de experiencias "reforzantes" que el individuo haya tenido. Se nace varón o hembra biológicamente, pero se aprende a ser heterosexual u homosexual. En este enfoque, la homosexualidad es multicausada y existen muchas clases de personas homosexuales. El aprendizaje en la homosexualidad juega un rol muy importante, pues se aprende a ser parte de un grupo minoritario y de una subcultura gay, se aprende un estilo de vida y se aprenden conductas homosexuales específicas. 5.2. Teoría hormonal 11

J. NICOLOSI, Shame and Attachment Loss: The Practical Work of Reparative Therapy, Liberal Mind Publishers 2016. 12

I. BIEBER, Homosexuality: A Psychoanalytic Study, Jason Aronson, Inc., Northvale, N.J 1962.

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Partiendo de la base de que todos, al principio de la vida intrauterina, somos “mujeres” a nivel hormonal, la teoría neuroendocrina afirma que el cerebro del feto, durante las primeras semanas de gestación, es muy sensible a las hormonas que producen sus propios testículos y a las hormonas masculinas que produce la madre. Si durante este tiempo recibe testosterona propia o testosterona de la madre, quedará orientado, cuando adulto, hacia las mujeres. Si no recibe esas hormonas o son insuficientes, su orientación será hacia los hombres. Así, por regla general los fetos-macho reciben testosterona que "masculiniza" su cerebro y que los orienta al sexo femenino, en tanto que los fetoshembra no reciben nada, se "feminizan" y se orientan al sexo masculino. Esta teoría tiene poca comprobación empírica en los últimos estudios y progresivamente se va abandonando como campo de investigación13. 5.3. Teoría genética Algunos estudios han instalado la firme convicción en la opinión pública de que el componente genético en la determinación de la identidad sexual es inobjetable. Algunos de estos estudios más relevantes son:  

LeVay (1991, 1994). Evidencia supuestas diferencias estructurales en cerebros de homosexuales respecto a heterosexuales. Ha sido un estudio muy criticado metodológicamente y difícilmente replicable luego de su versión original. Bailey&Pillard (1991, 2000). Realizaron estudios en el campo de la genética comportamental. Se hicieron estudios en gemelos monozigóticos pero hay toda una serie de críticas de parte de la comunidad científica acerca del estudio de Bailey (1991).

Entonces, según esto podemos decir que: a) genes tienen influencia real pero débil en la homosexualidad; b) influyen sólo algunas formas de hmx; c) influye en la inclinación o predisposición, no en el comportamiento (Bailey et Alt. 2000). (Cf. S. Jones presentation, 2004). Se puede afirmar que las investigaciones realizadas: 1) indican con suficiente fuerza que en la explicación de la homosexualidad no puede ser excluida una componente biológica, 2) sugieren que esa componente biológica tiene un peso apreciable, c) y que ese peso puede pasar de un mínimo a un máximo, y por eso se debe evaluar interdisciplinariamente cada caso en particular.

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J. M. BAILEY - R. C. PILLARD, «A genetic study of male sexual orientation».

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SEGUNDA PARTE: Acompañar espiritualmente personas homosexuales 1. Evaluar correctamente la problemática presentada La complejidad que encontramos en la descripción de la problemática homosexual tiene su correlato práctico a la hora de evaluar su papel en el conjunto de la personalidad. ¿Cómo interpretar correctamente la frase del documento de 2005: “tendencias homosexuales profundamente arraigadas”? No se trata de una categoría diagnóstico clínica, ni tampoco se trata de una categoría moral específica. En la práctica: ha quedado librado a la interpretación concreta de cada obispo en su seminario. En otros lugares parten de un criterio observable: asimilan “profundamente arraigadas” al hecho de haber tenido experiencias sexuales genitales previas al ingreso al seminario. Para ellos sería un criterio de discernimiento excluyente y claro. La situación es más compleja. 1.1. Evaluar la madurez psicosexual en general Los documentos de la Iglesia piden que sea evaluada la madurez psicosexual del candidato para ver si es idóneo para la vida sacerdotal. La sexualidad afecta a la totalidad de la persona (Cat.I.C. 2332). ¿Qué observar? Concepto elusivo y difícil de verificar ya que las dificultades en esta área van normalmente acompañadas de gran represión y negación. La culpa y la vergüenza son demasiado grandes para que circulen por la consciencia y por ello el individuo “compartimentaliza” esta dimensión de su persona manteniendo en el mejor de los casos una vaga sensación de que algo no funciona bien allí, pero mejor no entrar. En este sentido no es sensato confiar en las evaluaciones psicológicas estándar. Muchos tests no son capaces de detectar problemas serios en éste área. En general, hay que recurrir a modos de observación indirecta ya que el auto-reporte espontáneo de dificultades psicosexuales normalmente no tiene lugar. Los mejores instrumentos14, en general, son dos: a) una completa entrevista acerca de la historia psicosexual con un profesional entrenado para ello; b) las observaciones e interacciones día a día de aquellos encargados de la formación directa del candidato. Algunos criterios y preguntas para evaluar la madurez psicosexual en general de todos los candidatos: a) ¿Sabe quién es sexualmente? El camino hacia la integración de la propia sexualidad comienza con el autoconocimiento. El Catecismo (n. 2333) insiste en la importancia de la aceptación de la propia identidad sexual para toda persona. Quien no reconoce sus emociones a nivel sexual corre riesgo de expresarlas de modo inapropiado. b) ¿Vive en paz con su sexualidad? Para alcanzar una sana unidad interior de cuerpo y espíritu que permita vivir la castidad, la persona tiene que estar en paz consigo misma (Cat.I.C. 2337). Un candidato que reconoce su condición sexual pero está severamente conflictuado con ella, mostrará variados signos de tensión y será difícil que alcance la madurez esperada. Aquí es importante verificar cuánta energía invierte en mantener “integradas” las distintas dimensiones de su persona. Un exceso de energía invertida en mantener “a raya” los impulsos sexuales incompatibles con su opción vocacional es un mal predictor para el futuro.

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Cf. S. J. ROSSETTI, «Clinical reflections on affective and sexual maturity and the instruction on the admission of persons with homosexual tendencies to Holy Orders», Seminarium Anno XLVII (2007), 767-788.

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c) ¿Puede expresar su sexualidad “dando vida” de una forma casta? Es implica ir más allá de la simple abstinencia de comportamientos sexuales incompatibles con la vida célibe. Quiere decir que puede expresar las propias pasiones en forma saludable y que puede darse a los demás sin erotizar los vínculos. En otras palabras, no recurre a la seducción, a la manipulación, ni a comportamientos o expresiones que reduzcan al otro al nivel de objeto sexual.

Si bien estos tres ítems ayudan a describir un mínimo de madurez necesario para afrontar con prudencia una vida célibe, se trata sólo de esto: de un mínimo necesario para emprender una vida de maduración acompañados por la Gracia y su acción performativa en cada persona humana, incluidos los sacerdotes. 1.2. Evaluar la madurez psicosexual en personas con tendencias homosexuales Debemos prestar mucha atención frente a la tentación de simplificar excesivamente la cuestión. A veces se escucha la frase “mientras puedan vivir como célibes, los candidatos con tendencias homosexuales tienen que ser tratados y ordenados igualmente” que los heterosexuales. La frase asume que la homosexualidad y la heterosexualidad son dos fenómenos idénticos e intercambiables en las dinámicas que los describen y explican. No reconoce los desafíos particulares que tiene que afrontar una persona homosexual 15. Es importante que en este punto haya un claro acuerdo en los criterios generales de admisión o exclusión de las órdenes sagradas entre el equipo de formadores, el obispo y los directores espirituales. No se puede evaluar algo si no hay un parámetro previo. Existe una gran cantidad de investigación empírica que sugiere una mayor frecuencia de algunas enfermedades mentales en la población homosexual. Si bien pueda ser en parte a causa de los rasgos homofóbicos de la cultura occidental, no puede negarse como un dato de hecho (Cochran, 2001). Los comportamientos particularmente destructivos se encuentran en personas que tienen un historial de actividad sexual frecuente y en general de tipo anónimo. Es uno de los peores predictores de futura integración psicosexual del individuo. A pesar de que la Instrucción (2005) requiera un mínimo de tres años sin actividad sexual para ordenar un candidato, un historial de actividad sexual compulsiva y disfuncional no debería ser admitido en ningún caso. La experiencia eclesial (cf. escándalo abusos sexuales en USA) enseña que es prudente “elevar la medida”16 a la hora de evaluar la idoneidad de un candidato. Una visión demasiado ingenua del pasado ha conducido a graves escándalos y daños en la Iglesia. Respecto a los criterios de exclusión de los candidatos, el documento (2005) indica claramente tres que ya hemos indicado antes: Quienes no pueden ser admitidos al Seminario y a las Ordenes Sagradas17: 1º “la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Ordenes Sagradas a quienes (1º) practican la homosexualidad, (2º) presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o (3º) sostienen la así llamada cultura gay”.

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Ibid., 780. En palabras literales de Mons. Rossetti, es necesario “to rise the bar”. 17 Congregación para la Educación Católica. Instrucción sobre criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al Seminario y a las Ordenas Sagradas, Roma, 4 de noviembre 2005. 16

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2º “Si se tratase, en cambio, de tendencias homosexuales que fuesen sólo la expresión de un problema transitorio, como, por ejemplo, el de una adolescencia todavía no terminada, ésas deberán ser claramente superadas al menos tres años antes de la Ordenación diaconal.” - Se invita al director espiritual y al confesor a disuadir a los candidatos con esta problemática homosexual, y al candidato a no ser “deshonesto” ocultando su condición homosexual para poder acceder a la Ordenación.

1.3. Identificar las “red flags”18 acerca de posibles comportamientos de abuso sexual en el futuro Mons. Rossetti ha individuado una serie de patrones o perfiles que pueden ser buenos predictores de un posible abusador en el futuro. Claramente no se trata de una fórmula rígida sino de indicadores que invitan a quien realiza el acompañamiento vocacional a estar particularmente atento a la madurez psicosexual del candidato. No se trata de un instrumento psicométrico en el que se requiera un mínimo de indicadores presentes para “determinar” un diagnóstico. Son más bien orientaciones para saber qué mirar y cómo leer las distintas señales que envía (mayormente de forma inconsciente) el sujeto. Los indicadores o “banderas rojas” son seis19: 1. Confusión acerca de la propia orientación sexual. La homosexualidad no es causa de conductas inapropiadas con menores, pero es un factor de un mayor riesgo20. La conciencia y la aceptación de la propia orientación se suelen alcanzar en torno a los 25 años de edad, pero las personas con atracción hacia el mismo sexo pueden necesitar más tiempo. Muchas veces una ingenuidad extrema, una enfermedad psiquiátrica prolongada o la atracción sexual por menores, con la culpa y la vergüenza consiguientes, pueden explicar la confusión sobre la orientación sexual. 2. Intereses y conductas infantiles. Los adultos que abusan sexualmente de menores suelen ser psicológicamente inmaduros y tienden a pensar, sentir y compartir los intereses y las actividades de los menores. Muchas veces tienden de forma llamativa a pasar el tiempo libre y las vacaciones con menores. 3. Falta de relaciones espontáneas con los pares. Quienes abusan de menores disfrutan pasando el tiempo con ellos, no con sus iguales, porque las relaciones con iguales suelen ser menos satisfactorias, y es probable que sean superficiales o estereotipadas. Así como las relaciones íntimas y significativas con iguales sugieren madurez psicológica, la falta de tales relaciones es un criterio diagnóstico muy importante. 4. Experiencias extremas en la historia psicosexual (hiper o hipo sexualidad). Un historial de hiposexualidad o falta de interés en las exploraciones y las conductas sexuales es tan problemática como una historia de hipersexualidad o conducta sexual inapropiada compulsiva. En este aspecto cualquiera de los extremos suele tener consecuencias serias en la madurez psicosexual posterior. 18

S. J. ROSSETTI, A Tragic Grace: The Catholic Church and Child Sexual Abuse, Liturgical Press 1996. Seguimos aquí la adaptación breve de: L. SPERRY, Sexo, sacerdocio e Iglesia. Se recomienda, sin embargo, consultar la descripción más completa y precisa de Rossetti. 19

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Cf. estudios realizados en Saint Luke Institute sobre 158 sacerdotes abusadores de menores, donde los individuos que se autoidentifican como homosexuales están claramente sobre-representados (S. J. ROSSETTI, «Clinical reflections on affective and sexual maturity and the instruction on the admission of persons with homosexual tendencies to Holy Orders», 783.

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5. Historia de abuso o desviación sexual en la infancia. Como dos tercios de los sacerdotes que han cometido abusos sexuales fueron molestados sexualmente cuando eran menores de edad, es importante notar la presencia de esta historia de abuso. Si ésta no existió, hay que buscar otros tipos de experiencia sexual desviada en la infancia o en la adolescencia: límites sexuales familiares imprecisos, pornografía, si abusaron sexualmente de niños en la adolescencia, etcétera. 6. Personalidad dependiente, pasiva o conformista. Es más probable que manifiesten una conducta sexual inapropiada los sacerdotes con un estilo o trastorno de personalidad dependiente, pasivo o compulsivo, con apego al poder y actitud narcisista de creerse con derecho a todo. También son más propensos a volverse abusadores aquellos con un estilo o trastorno narcisista de la personalidad, que están sometidos a un estrés considerable y tienen acceso a menores vulnerables. 1.4. La “historia psicosexual” como instrumento para el autoconocimiento La redacción de la propia historia psicosexual y relacional (cf. apéndice) es un instrumento para que la persona interesada pueda revisitar distintos aspectos del proceso de desarrollo psicosexual que muy pocas veces es tematizado como tal. La tendencia a la negación y la represión en estos temas lo impide. Unas pocas personas han tenido la oportunidad de discutir dudas o preocupaciones con alguien idóneo que los acompañara en su maduración afectiva y sexual. Algunas indicaciones para el uso personal del instrumento “Pistas para acercarse a la propia historia psicosexual y relacional”21: a) Se ofrece al candidato para que pueda guiar su reflexión en forma autónoma. Se explica claramente el objetivo que aparece en el primer párrafo (“agradecer, sanar, aclarar”). b) Se recomienda siempre hacer el esfuerzo de poner por escrito cuanto pueda, nadie va a leerlo excepto él mismo. c) Luego se recomienda encarecidamente que pueda compartir su historia con alguna persona de confianza (a su elección), capaz de acoger su historia, acompañar en la sanación de las eventuales heridas y aclarar las posibles dudas surgidas. No siempre es posible o aconsejable proponer este ejercicio a un candidato. En cualquier caso, puede guiar la reflexión y las posibles entrevistas que un formador o de un encargado del discernimiento vocacional previo al ingreso al seminario. Es una orientación exhaustiva general que en ningún caso debe seguirse al pie de la letra. Siempre habrá que atender a la capacidad de introspección, a la sensibilidad y al respeto por la intimidad de la persona entrevistada.

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Se trata de una adaptación de la propuesta de Rigon, S. Discernimiento vocacional y sondeo del área sexual. Tredimensioni 6 (2009), pp. 300-307, y de la entrevista psicosexual de rutina utilizada en el Saint Luke Institute, Maryland USA.

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1.5. Distinguir entre tendencias homosexuales transitorias y permanentes Distinguir entre tendencias “permanentes” y tendencias “transitorias” no es nunca fácil. El documento (2005) no aclara cómo hacerlo. Cencini22 propone distinguir entre “estructural” y “no estructura”l. El documento excluiría de las sagradas órdenes a los candidatos con tendencias homosexuales estructurales, como parecen sugerir las tres condiciones enunciadas. Sintetizamos sus indicaciones en el siguiente cuadro comparativo, sabiendo que se trata siempre de indicaciones aproximativas y no de un diagnóstico preciso: Aspecto

No estructural

Estructural

Origen psicogenético

Reciente (preadolescencia o adolescencia). Bloqueo o retraso en el desarrollo más reciente.

Muy remoto, primera infancia. Ausente la identificación con el progenitor del mismo sexo. Frecuentemente hay traumas en la primera infancia.

Significado profundo

Búsqueda de relación, comprensión, seguridad, cercanía física, moral, estabilidad.

Deseo genital sexual explícito.

Grado de presencia

Atracción predominante, no exclusiva hacia mismo sexo.

Atracción exclusiva hacia mismo sexo.

Tendencia en sí

Relativamente presente, no siempre.

Constantemente presente. Cierta obsesión con temáticas sexuales.

Imagen corporal

Se siente “en casa” con su propio cuerpo, lo reconoce como suyo y lo acepta.

Siente su cuerpo como extraño, inadecuado, frágil.

Relación con la elección vocacional

La consagración no sería primariamente defensiva.

La consagración como defensa o sublimación de la sexualidad.

Relación del sujeto con la propia tendencia homosexual Conciencia subjetiva

Ego-distónico. Siente la tendencia como un cuerpo extraño, algo que sufre y no quisiera. Ve los aspectos negativos, acepta pero lucha por crecer.

Ego-sintónico. No “sufre” la tendencia, racionaliza, la siente “natural”. En realidad la sufre con una aceptación un poco simplista y fatalista.

Ante Dios

Vive la consciencia de su debilidad, atento pero no obsesionado. Se sabe a merced de la Gracia..

Reclama de forma más o menos consciente que Dios lo acepte tal cual es, sin exigencias de cambios o crecimientos.

Ante las mediaciones formativas (acompañante espiritual, formadores, obispo)

Se caracteriza por la docibilitas en su camino formativo. Abierto y espontáneo para explorar la historia psicosexual.

Caracterizado por la “docilidad”, sin apertura espontánea y transparente de sus debilidades.

22

A. CENCINI, «Tendenze omosessuali transitorie: come riconoscerli (e poi superarle) in vista all’ammisione agli ordini sacri», Seminarium Anno XLVII (2007), 875-903. Existe una versión español de este importante artículo, escrito antes de la publicación de la Instrucción (2005) pero que sustancialmente expresa lo mismo que el publicado en Seminarium (2007): Cf. A. CENCINI, Cuando la carne es débil. El discernimiento vocacional frente a la inmadurez y patologías del desarrollo afectivo sexual., Paulinas, Madrid 2005, 54-79.

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Aspecto

No estructural

Estructural

Calidad del control de la conducta (¡analizar siempre la conducta en contexto!) Capacidad para controlar el impulso

No ha tenido comportamientos homosexuales después de la adolescencia, o bien éstos han sido muy ocasionales, no queridos y pasivos.

Comportamientos homosexuales reiterados, tomando la iniciativa, prácticas intensas y duraderas. Más grave si con menores.

Tendencia (actual o potencial) a pedofilia efebofilia

No están presentes las “red flags” de Rossetti

Están presentes algunas de las “red flags” de Rossetti

Tolerancia a la frustración

Ansiedad normal a causa de las renuncias habituales de la vida, por un valor central para la persona. Una tensión que sana y hace crecer en libertad interior. Motivada por la verdad-belleza-bondad del valor elegido, involucra voluntad, afecto y mente. Unifica.

Ansiedad y frustración ante la renuncia a algo que parece demasiado importante (“es más fuerte que yo”). Genera rabia, depresión, angustia, signo de desconocimiento de las raíces profundas de su condición. Motivada por la voluntad principalmente.

Relación otros

Tiene a establecer vínculos abiertos, respetuosos de la alteridad y su libertad.

Tiende a establecer vínculos fusionales, posesivos y exclusivos. Marcada celotipia y dependencia, controlador de la relación.

con

los

Puede relacionarse con el sexo opuesto con naturalidad.

Dificultad para acoger al sexo opuesto.

2. Algunas recomendaciones particulares 2.1. Intervenir con firmeza cuando sea necesario Cuando hay tendencias homosexuales fuertemente radicadas o alguna actividad homosexual concreta, el director espiritual debe insistir y persuadir al candidato a hablar con sus formadores y exponer el tema en el fuero externo. En caso contrario, provocaría un grave daño al mismo seminarista y, por supuesto, al pueblo fiel que le sería encomendado en caso de ser ordenado. Dependiendo de la situación concreta, se lo puede animar a hablar honestamente con el rector o formador directo, quizás pidiendo un tiempo para trabajar la problemática fuera del seminario y/o pidiendo también alguna ayuda profesional adecuada. A pesar de que dichas situaciones nunca son fáciles ni agradables, siempre pueden ser una ocasión de gracia tanto para el candidato como para aquellos involucrados en la toma de decisiones respecto a su proceso formativo. Buscar la verdad y la integridad de vida siempre es un valor que nos acerca más a Cristo23. 2.2. Atención a las proporciones dentro del seminario Hemos visto que la proporción (siempre difícil de determinar) de varones que se identifican como homosexuales en la población general es de alrededor del 2,8%. Por muchas razones, algunas antes expuestas, la vida célibe del ministerio sacerdotal atrae en ocasiones a muchas personas con dificultades en la maduración de su identidad sexual. A pesar de que (como parece indicar la instrucción de 2005) la orientación sexual no ex-

23

L. ALLEN, «Psychological principles for vocations directors and seminary formators as applied to persons with homosexual tendencies», Seminarium Anno XLVII (2007), 839-873.

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cluye por sí misma de la vocación sacerdotal24, es necesario estar atentos a la cantidad de seminaristas con esta orientación dentro de un seminario. Las características propias del estilo relacional y ciertas dificultades que se ven con más frecuencia en personas con orientación homosexual, pueden impactar fuertemente en el clima interno de la vida cotidiana del seminario. Como bien hace notar Cozzens (a pesar de su clara apertura respecto al tema), casi inevitablemente los varones gay tienden a formar círculos de amistades gay. Aunque no lo quieran explícitamente, se van creando así subgrupos que ejercen su influjo sobre los seminaristas heterosexuales dada la proximidad en la que viven o trabajan. Cozzens sostiene que los “varones heterosexuales en ambientes poblados por un número significativo de miembros gay experimentan una sensación de desestabilización. Luchan contra una cierta duda acerca de sí mismos, una sensación de que no encajan. Tanto a nivel psíquico como espiritual, no se encuentran ‘en casa’. Los seminarios deben prestar especial atención a este fenómeno”.25 Partiendo de la dolorosa experiencia vivida en las últimas décadas en la Iglesia norteamericana, Mons. Rossetti propone un principio general cada vez que se le consulta sobre las condiciones de madurez psicosexual mínimas para admitir un candidato al seminario: “rise the bar!”, es decir, elevar los requisitos mínimos, no ser ingenuos pensando simplemente que “el tiempo hará su trabajo”. 3. Acompañar la formación y maduración de un candidato con orientación homosexual Las orientaciones generales de la Congregación para la Doctrina de la Fe acerca de la atención pastoral de personas homosexuales (1986) siguen siendo el marco orientador más importante acerca del tema. Sin embargo, no parece suficiente a la hora de pensar en el acompañamiento de aquellos que sienten el llamado a consagrar sus vidas como sacerdotes. Otros variados factores y condiciones entran en juego. Ante la aparente ausencia de material escrito específicamente en este sentido, nos atrevemos a sugerir algunas pistas que pueden orientar el trabajo de acompañamiento espiritual de candidatos al sacerdocio con tendencias homosexuales. 3.1. Hablar del tema Durante muchos años, en la formación sacerdotal, parece haber regido tácitamente la cultura del “don’t ask, don’t tell”26. Las dolorosas experiencias vividas como Iglesia han demostrado sobradamente la inconveniencia de dichos silencios u omisiones. Por otro lado, es muy difícil hacer una valoración acertada de la situación sin que se hable explícitamente del tema, quedaría simplemente en una observación superficial de conductas y sus consiguientes inferencias. Sugiere acertadamente Domínguez Morano: “…aquello de lo que no se habla no se puede elaborar convenientemente. Queda en estado pulsional, irracional, con unos contenidos marginados, que no por ello son menos acuciantes y que, desde su estado de exclusión, sólo pueden encon-

24

Algunos, como Allen, hacen una interpretación más restrictiva (Cf. Ibid., 371) y piensan distinto. Sostienen que, para ser admitido un candidato, debería tenerse la firme certeza de que «ha alcanzado la integración de una identidad sexual masculina, se ha identificado con una orientación heterosexual, y que puede vivir en casto celibato a ejemplo de Cristo». 25 D. B. COZZENS, The Changing Face of the Priesthood, Liturgical Press, Minnessota 2000, 108. 26 Literalmente: “no preguntes, no cuentes”. Un principio que rigió la política norteamericana desde 1993 a 2010 respecto a la presencia de personas homosexuales en el ejército.

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trar una emergencia «sintomática». En estado de «proceso primario», lo homosexual tiende, pues, a imponerse al margen del Yo consciente, ya sea como fantasma amenazante del que hay que defenderse compulsivamente, ya como actuación, compulsiva también, con todas las derivaciones patológicas, morales y sociales que, con razón, nos alarman”.27 Es de vital importancia, entonces, favorecer la expresión de conflictos latentes en torno a la homosexualidad y analizar motivaciones de fondo. Es necesario también estar muy atentos a “sobreadaptaciones” que encubren conflicto de identidad. Caso contrario, pueden aparecer vinculaciones afectivas de contenidos eróticos camuflados y encubiertos incluso bajo bellas racionalizaciones espirituales. 3.2. El acompañante/director espiritual como “base segura” El acompañante espiritual puede ofrecer un espacio de valor precioso al candidato que lucha con problemas de identidad sexual. A través de una “alianza” formativa respetuosa, atenta y cuidadosa puede reducir la angustia causada del aislamiento, el miedo, la culpa y la vergüenza. Ofrecer una contención incondicional puede crear una “base segura”28 para que el candidato pueda explorar la profundidad de su problemática, sus raíces y conflictos asociados, y pueda revisar la imagen de Dios que se ha creado (muchas veces de forma inconsciente) en relación a este tema. Puede sostener al seminarista en la capacidad de tolerancia frente a las frustraciones y caídas, como también en el coraje para buscar la “verdad que lo hará libre”. En las historias de muchos varones con tendencias homosexuales hay una experiencia de apego frágil e inseguro hacia las figuras significativas en sus primeros años de vida. Esta situación parece no haber cambiado en el desarrollo posterior. La experiencia nos muestra cuánto alivio y seguridad siente un joven después de haber podido explorar delante de (y junto a) alguien significativo su historia personal y sus dudas. En esta situación, el director espiritual deberá mantener una clara relación asimétrica (relación de ayuda) con quien es acompañado. Es una posibilidad de recrear (y sanar en cierta medida) otras relaciones asimétricas disfuncionales que puedan haber contribuido a su problemática. 4. Algunas sugerencias concretas para el acompañamiento a) Realizar una serena y profunda valoración de la problemática Sin dudas, éste es la primera y decisiva tarea a emprender por parte de un director espiritual. Una vez que se ha establecido la “alianza” formativa con la persona acompañada, es imprescindible que llegado el momento se explore la madurez afectivo sexual. En caso de detectarse dificultades en esta dimensión, una evaluación más serena y detallada será necesaria, según las indicaciones ofrecidas antes. Tener presente que no todas las personas homosexuales son inestables emocionalmente y sufren de poco control de los impulsos.

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C. D. MORANO, «La homosexualidad en el sacerdocio y en la vida consagrada», Sal terrae: Revista de teología pastoral 90/1053 (2002), 129-140. 28 T. CANTELMI - E. LAMBIASE (edd.), Omosessualità e psicoterapie. Percorsi, problematiche e prospettive., Franco Angeli, Roma 2010, 286.

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b) Explorar la imagen de Dios29 Es frecuente encontrar en las personas que sufren conflicto entre su orientación sexual y sus valores religiosos, una serie de atribuciones a la imagen internalizada de Dios que no favorecen la situación y generan más culpa y angustia. También pueden existir emociones negativas en torno a Dios que deben ser verbalizadas y elaboradas en el diálogo de acompañamiento espiritual. c) Flexibilizar la frontera entre fuero interno y fuero externo Un tema complejo, donde se mezclan siempre muchos valores en conflicto. Se debe atender simultáneamente al bien del individuo y al bien de la Iglesia a la cual quiere servir. Animar en cuanto sea posible al candidato a sacar del fuero interno lo que pueda ser importante para su acompañamiento integral, es tarea perentoria. Indica la instrucción de 2005: “Sería gravemente deshonesto que el candidato ocultara la propia homosexualidad para acceder, a pesar de todo, a la Ordenación. Disposición tan falta de rectitud no corresponde al espíritu de verdad, de lealtad y de disponibilidad que debe caracterizar la personalidad de quien cree que ha sido llamado a servir a Cristo y a su Iglesia en el ministerio sacerdotal”. d) Prolongada y cuidadosa continencia “Ha de requerirse de los candidatos con tendencias homosexuales una prolongada y exquisita continencia. No menor que la postulada a los candidatos heterosexuales. Tal vez mayor, porque mayores pueden ser sus dificultades para vivir el celibato. Esta continencia sería la relativa garantía de futuro que pueden y deben ofrecer en el presente”30. Una objeción seria se presenta cuando, más allá de la continencia actual, la vida sexual genital previa ha estado marcada por la compulsividad. e) Contexto social afectivo rico y sano. “Como todos los candidatos, los homosexuales admitidos a las órdenes han de tener una contextura personal afectiva y socialmente rica, necesaria para el ejercicio del ministerio. Cuando por factores del pasado esta contextura está inhibida y es tendiente a la retracción y a la timidez, o a cierta incomodidad en el trato con mujeres, será preciso trabajar con ellos el despliegue de sus posibilidades afectivas y sociales”31. 5. El trabajo sobre la identidad personal Existe un importante consenso entre autores de distintos enfoques teóricos acerca de la importancia de evaluar qué lugar ocupa la orientación sexual del candidato en el contexto más amplio de su identidad personal. La formación tendrá una tarea importante en lograr que la orientación sexual no se convierta en el elemento central de la propia identidad, sino que llegue a ser tan sólo un elemento que forma parte de una identidad más fundamental, que es la de seguidor de Jesús en el proyecto de construcción del Reino. Siempre y cuando se trate de una homosexualidad no estructural. En el caso con29

M. YARHOUSE - E. TAN, «Addressing Religious Conflicts in Adolescents Who Experience Sexual Identity Confusion.», Professional Psychology: Research and Practice 36/5 (2005), 530-536. 30 J. M. URIARTE, El celibato. Apuntes antropológicos, espirituales y pedagógicos, Sal Terrae, Santander 2015, 158-159. 31 Ibid.

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trario, esta redefinición de la identidad personal será muy difícil sin contar con ayuda profesional adecuada (y siendo conscientes de los modestos logros que la terapia puede ofrecer en este aspecto32). Hemos advertido ya que la vida consagrada puede ser una campana protectora de conflictos de identidad sexual. Particular atención habría que mostrar también ante los casos relativamente frecuentes de sujetos que, con una conflictividad homosexual de fondo, pretenden escapar a ella mediante el logro de una identidad nueva como religioso, religiosa o sacerdote. La intensidad emocional que acompaña los momentos iniciales de una vocación contribuye muchas veces al «éxito» de este propósito, dejando encubierta la identidad conflictiva original33. Este peligro es tanto mayor si tenemos en cuenta que, con demasiada frecuencia, los sujetos que inician un proyecto vocacional pueden distar mucho de haber clarificado suficientemente su auténtica identidad psicosexual. Suelen ser personas “muy insistentes” en su interés por ser admitidos a la formación inicial. Si se trata de casos de homosexualidad “no estructural”, ¿cómo trabajar en torno a la propia identidad? Ofrecemos algunas pistas a continuación, desde un enfoque narrativo de transformación personal34: a) Tener en cuenta el punto de partida Para muchas personas la identidad religiosa es el aspecto más estable de su identidad personal. Importante verificar si se cuenta con este “recurso” de base. b) Clarificar el objetivo No se trata primariamente de que cambie la orientación sexual, sino de redefinir la identidad personal en función de algo más profundo y alineado con el propio esquema de valores. Ampliar la capacidad de la persona para que pueda autodeterminarse en función de sus valores. Se busca la congruencia entre valores y modos de vivir y comprenderse a sí mismo. c) Identificar la “narrativa dominante” Todas las personas poseen un punto de vista principal acerca de sí mismo, de Dios y del mundo. No siempre es totalmente consciente, pero siempre operativo. Cuando hay problemas de identidad sexual, hay algo en la narrativa dominante que “no cierra”, que no da un sentido integral a la identidad de la persona. En la construcción de esta narrativa han influido factores culturales, experiencias familiares y elecciones personales. 32

Cf. toda la problemática en torno a la investigación y la práctica de terapias de cambio de la orientación sexual en: S. L. JONES - M. A. YARHOUSE, Homosexuality. Puede verse también: T. CANTELMI - E. LAMBIASE (edd.), Omosessualità e psicoterapie. Percorsi, problematiche e prospettive. 33 Se sugiere una lectura crítica del texto: C. D. MORANO, «La homosexualidad en el sacerdocio y en la vida consagrada», Sal terrae: Revista de teología pastoral 90/1053 (2002), 129-140. Allí asume de forma bastante acrítica las tesis de John Boswell, profundamente cuestionadas por la comunidad científica. La postura de base de Domínguez Morano es que en materia de opción célibe por vivir en la castidad, heterosexualidad y homosexualidad pueden ser directamente equiparados. Reconoce que homosexuales son más proclives a la conflictividad debido al contexto cultural homofóbico y heterosexista. Por eso acepta cierta precaución no defensiva en la admisión (cf. p. 136). 34 En estas pistas para el acompañamiento seguimos algunas intuiciones ofrecidas por la aproximación narrativa a las problemáticas de identidad sexual, adaptadas a cuanto pueda poner en práctica un acompañante espiritual con cierta formación en los aspectos humanos de los procesos de fe. Cf. M. A. YARHOUSE, «Narrative Sexual Identity Therapy», The American Journal of Family Therapy 36/3 (2008), 196210.

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d) Explorar el modo en que se ha construido la narrativa dominante Aquí puede ser útil preguntar: ¿qué mensajes ha recibido cuando niño o adolescente acerca de la identidad sexual? ¿cómo ha interpretado los primeros signos de excitación o interés erótico por otra persona? ¿qué interpretaciones le ofreció el ambiente? ¿cómo ha respondido a dichas interpretaciones? Identificar la metáfora de fondo puede ser también muy útil. ¿Qué interpretación da al hecho de explorar la propia orientación homosexual? ¿Lo describe en términos de “descubrimiento” o en términos de “integración”? Ambas metáforas entrañan antropologías diversas como sustrato. La “integración” no se concentra tanto en el hecho de sentir o no sentir atracción homosexual, sino en el modo en el que la persona organiza su identidad en relación a sus atracciones. Muchos, por ejemplo, eligen no integrar su atracción homosexual en una identidad gay. e) Explorar excepciones a la narrativa dominante Puede ser útil reconocer situaciones y experiencias que ponen en duda la narrativa dominante (que se ha mostrado como disfuncional). ¿Hay algo que ponga en cuestión el modo en el cual la persona se ha visto a sí misma hasta ahora? El relevamiento de las excepciones abre el espacio a poder explorar una contranarrativa que pueda integrar mejor la orientación sexual de la persona. f) Apropiarse de atribuciones de sentido y conductas coherentes con la identidad sexual El acompañante puede individuar algunas frases que representen el emerger de una contra-narrativa que pueda dar más sentido a la identidad personal. Una pregunta posible: ¿cómo te gustaría afrontar algunos de los mensajes que has recibido acerca de tu identidad sexual? ¿cómo los podrías reelaborar? En el caso de personas que construyen su identidad personal en torno a los valores religiosos elegidos, suele llegarse con frecuencia a una mayor congruencia interna con identificaciones del tipo: “soy varón, soy cristiano y además tengo experiencias de atracción hacia el mismo sexo”. Es importante reforzar la emergencia de esta nueva identidad mostrando cómo ofrece un sentido más coherente a la complejidad de su persona. Una intervención útil puede ser invitar a la persona a imaginarse con esta nueva síntesis personal en los próximos meses, en algunos años, en otro contexto vital (parroquia, etc.). g) Ofrecer experiencias que pueden alentar en el camino Puede ayudar mucho a quien emprende este camino de nueva comprensión de sí mismo, el hecho de saber que otras personas han logrado una integración relativamente serena y fecunda, aunque no exenta de luchas y fatigas. Un ejemplo puede ser el conocido caso de Henri Nouwen, entre otros. Con mucho cuidado, pueden buscarse otros que muestren que es posible, aunque implique esfuerzo y renuncia.

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Apéndice

Algunas pistas para acercarse a la propia historia psicosexual y relacional35 En la revisión de la propia historia personal encontraremos cosas para agradecer (una ocasión de crecimiento y maduración, haber sido preservados de una situación traumatizante, haber recibido contención y orientación en momentos clave, etc.). También aparecerán cosas para sanar (experiencias traumáticas, inapropiadas, excesos o defectos en el ámbito de la sexualidad). Por último, podrán aparecer cosas para aclarar o profundizar (aspectos confusos de vivencias pasadas o presentes, dudas, conflictos, preguntas no pronunciadas, miedos). No es un mero ejercicio de introspección narcisista. Se trata de entrar con respeto y reverencia en “tierra sagrada” (Ex 3,5), donde Dios ha sembrado planes de amor en medio de las vicisitudes de la vida concreta. Conocer para agradecer, para sanar, para profundizar; en última instancia, para apropiarme con paz de lo que soy y poder responder con mayor libertad al don de una vida célibe por el Reino de los Cielos (Mt 19, 12).

Actitud de la familia de origen hacia la sexualidad. ¿Era un tema tabú? ¿Se hablaba con serenidad o con incomodidad? ¿Qué se decía sobre el sexo y cómo? ¿Había otras personas, dentro o fuera de mi familia o en los primeros años de mi vida, cuyas actitudes hacia la sexualidad me han afectado? ¿De quién y cómo he aprendido las primeras nociones sexuales? ¿Cuál fue la reacción de mis padres en mi ingreso a la pubertad? ¿Me he sentido presionado por un adulto para tener comportamientos estereotipados masculinos o femeninos (por ejemplo, obligado a practicar un deporte para el que no tenía ningún interés o talento)? La primera aparición de las emociones sexuales. ¿A qué edad comencé a ser consciente de mis impulsos sexuales o de mi sexualidad? ¿Qué experimentaba al ver que mi cuerpo crecía y cambiaba? ¿Cómo reaccioné a los cambios en mi cuerpo? ¿Alguien me explicó lo que le sucedería a mi cuerpo o qué debería esperar? ¿He sido molestado por mis atributos físicos? ¿Cuándo he tenido por primera vez una "calentura", interés o curiosidad física por otros? La manera de experimentar la propia identidad sexual. ¿Cuáles son los signos concretos en los que me baso para identificar mi orientación sexual? ¿Me gusta el físico que tengo? ¿Estoy contento de ser varón? ¿Hay algún aspecto que me resulta difícil de aceptar? ¿Tengo sueños o fantasías sexuales recurrentes? ¿Cuáles son? ¿Cómo describo mi tipo ideal de varón/mujer? ¿Qué clase de persona preferiría que fuera mi pareja sexual, en caso de no ser célibe? Si he experimentado sentimientos de atracción hacia personas de mí mismo sexo, ¿qué pensé que pudieran significar estos sentimientos? ¿Cómo los interpreté? ¿Cómo los he manejado? ¿He tratado el tema con alguien?

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Orientaciones basadas en el artículo de Rigon, S. Discernimiento vocacional y sondeo del área sexual. Tredimensioni 6 (2009), pp. 300-307.

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Enamoramientos, noviazgos y vida sexual en la edad adulta. ¿Me enamoré alguna vez? ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué sentimientos me despierta hoy? ¿Cuánto duró o duraban estas relaciones? ¿Cómo era la expresión afectiva en la relación? ¿Qué relación existía entre afecto y expresiones físicas? ¿Cómo afrontaba las dificultades en la relación? ¿Cómo concluyeron? Manejo de los impulsos y de las atracciones físicas. ¿Cuándo soy consciente de ser una persona sexual? A partir de mi experiencia, ¿cuál puede ser para mí la situación que me provoca mayor excitación sexual? ¿En qué circunstancias y con cuál estado de ánimo me siento más vulnerable a perder el control? Cuando he transgredido mis normas morales, ¿por qué me he sentido en culpa? ¿He visitado alguna vez sitios pornográficos en internet o he leído revistas pornográficas? ¿Qué buscaba con esto? ¿He tenido dificultades con la masturbación? ¿Cómo lo he manejado? Sexualidad y futura elección. ¿Cuáles son, para mí, las mayores dificultades para una vida célibe? En el ámbito afectivo-sexual, ¿cuáles son las renuncias que me cuestan más? ¿Cómo deberían los célibes manejar la sexualidad? ¿Qué dificultades y qué luchas creo que voy a tener al tratar de vivir la castidad como célibe? ¿Qué creo que pasaría si me enamorara? ¿Cuáles son los gozos y las recompensas de una vida célibe? ¿Cómo he reaccionado ante las debilidades sexuales de sacerdotes o religiosos que he conocido? ¿Qué me hace pensar que no querré casarme ni siquiera en el futuro? ¿Nunca ha sido el matrimonio una opción para mi? ¿Me gustaría que lo fuera? Resonancias sobre el desarrollo sucesivo de eventuales eventos traumáticos. [Respecto a las experiencias difíciles del pasado es importante reconocerlas y revisar qué resonancia afectiva han dejado en mí. No importa tanto la gravedad de las mismas (en caso de que existieran) cuanto el modo en que he podido elaborarlas.] Algunas preguntas que pueden ayudar: ¿Alguna vez he estado involucrado en mi primera infancia en un juego o exploración sexual? Cuando estaba en la edad de crecimiento, ¿alguien más grande que yo alguna vez me ha tocado o mirado de manera explícita o claramente sexual; o he percibido como no deseado o intrusivo? ¿He estado alguna vez involucrado en un comportamiento sexual que otros podrían considerar inusual? ¿Encuentro que son excitantes cosas o acciones que otros pueden considerar extrañas? Relaciones interpersonales. ¿Soy de tener muchos o pocos amigos? ¿Tengo amigos íntimos? ¿Mis amistades duran mucho o poco tiempo? ¿Qué factores las hacen permanecer y profundizarse? ¿Qué factores hacen que se interrumpan o diluyan? ¿Me reconozco celoso de mis amistades, independiente o más bien indiferente? ¿Me preocupa lo que los otros piensen de mí? ¿Puedo estar solo con facilidad o tiendo a evadirme con actividades o fantasías?

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