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Editorial icarrillo@expansion.com.mx
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La doble herencia de un padre Hace algunos meses tuve la oportunidad de platicar con Daniel Suárez, un asesor de alta tecnología convertido en autor de ciencia ficción. No obstante su nuevo oficio, en la conversación me habló en términos muy reales de un concepto un tanto escalofriante: la autonomía letal. Drones armados que patrullarán las urbes y las fronteras con la capacidad instalada de reconocimiento facial altamente preciso y, por supuesto, con la posibilidad de localizar personas y, en su caso, hacer disparar sus armas contra ellas. Me estremeció que el terrible escenario que avizora Suárez tiene como protagonista principal Facebook y otras redes sociales, y la ingente cantidad de datos que hemos regalado a esas empresas sin estar del todo conscientes de ello. Si en algún momento se pensó en la web como ese gran espacio utópico, democrático, casi anárquico, con el que se materializaba el sueño de la libertad de expresión, hoy las tendencias parecen revertir esa idea y nos hacen darnos cuenta de que el derecho a la privacidad es un lujo que se fue con el siglo pasado.
Corrector de estilo Mario Brito Coordinadora de fotografía Xanat Madera España Coeditor gráfico Carlos Manzo Limón Colaboradores En este número: Elsa Rodríguez. Feggy Otrosky, Iñaki de la Torre, Leonardo Peralta, José Luis Mesa.
En cumplimiento de lo dispuesto por la normativa vigente, NUEVO CÍRCULO S.L., sociedad titular de la revista REVISTA FUSION, informa a los usuarios de sus servicios de Internet que tiene su domicilio social en Avenida Pola de Lena, 17. 3º Izq. 33160 La Vega – Riosa. Asturias (España); Teléfono: 985 766 690 y C.I.F. número B-33404336. Inscrita en el Registro Mercantil de Asturias, Tomo 1.647, Folio 111, Hoja Nº AS-9879, Inscripción 1ª
El espacio exterior o espacio vacío, también simplemente llamado espacio, se refiere a las regiones relativamente vacías del universo fuera de las atmósferas de los cuerpos celestes. Se usa espacio exterior para distinguirlo del espacio aéreo (y las zonas terrestres). El espacio exterior no está completamente vacío de materia (es decir, no es un vacío perfecto) sino que contiene una baja densidad de partículas, predominantemente gas hidrógeno, así como radiación electromagnética. Aunque se supone que el espacio exterior ocupa prácticamente todo el volumen del universo y durante mucho tiempo se consideró prácticamente vacío, o repleto de una sustancia llamada éter, ahora se sabe que contiene la mayor parte de la materia del universo. Esta materia está formada por radiación electromagnética, partículas cósmicas, neutrinos sin masa e incluso formas de materia no bien conocidas como la materia oscura y la energía oscura. De hecho en el universo cada uno de estos componentes contribuye al total de la materia, según estimaciones, en la siguiente proporción: materia condensada fría (0,03%), materia estelar (0,5%), neutrinos (partículas sin masa, 0,3%), materia oscura (25%) y energía oscura (75%). La naturaleza física de estas últimas es aún apenas conocida. Sólo se conocen algunas de sus propiedades por los efectos gravitatorios que imprimen en el período de revolución de las galaxias, por un lado, y en la expansión acelerada del universo o inflación cósmica, por otro.
No hay un límite claro entre la atmósfera terrestre y el espacio exterior, ya que la densidad de la atmósfera decrece gradualmente a medida que la altitud aumenta. No obstante, la Federación Aeronáutica Internacional ha establecido la línea de Kármán a una altitud de 100 kilómetros como una definición de trabajo para el límite entre la atmósfera y el espacio. Esto se usa porque, como Theodore von Kármán calculó, por encima de una altitud de unos 100 km, un vehículo típico tendría que viajar más rápido que la velocidad orbital para poder obtener suficiente sustentación aerodinámica para sostenerse él mismo. Estados Unidos designa a la gente que viaja por encima de una altitud de 80 km como astronautas. Durante la reentrada atmosférica, la altitud de 120 km marca el límite donde la resistencia atmosférica se convierte en perceptible. El espacio exterior dentro del Sistema Solar es llamado espacio interplanetario, que se convierte en espacio interestelar en la heliopausa. El vacío del espacio exterior no es realmente vacío; está poblado en parte con varias docenas de tipos de moléculas orgánicas descubiertas mediante espectroscopia de microondas. Según la Teoría del Big Bang, la radiación de los cuerpos negros de 2,7 K de temperatura quedó del ‘big bang’ y el origen del universo llena el espacio, así como los rayos cósmicos, que incluyen núcleos atómicos ionizados y varias partículas subatómicas. También hay gas, plasma, polvo, meteoros y material dejado de lanzamientos previos tripulados y no tripulados que son un riesgo potencial para las naves espaciales. Alguna de esta basura espacial vuelve a entrar en la atmósfera. La ausencia de aire convierte al espacio en lugares ideales para la astronomía en todas las longitudes de onda del espectro electromagnético. Las imágenes y otros datos de vehículos espaciales no tripulados han proporcionado información sobre los planetas, asteroides y cometas en nuestro sistema solar. Hay muchos satélites artificiales orbitando la Tierra, incluyendo satélites de comunicaciones geosíncronos a 35.786 km sobre el nivel del mar sobre el ecuador. Sus órbitas nunca se “deterioran” porque casi no hay materia allí para ejercer arrastre por fricción. Hay también una creciente dependencia de satélites que permiten el Sistema de posicionamiento global (GPS), para usos militares y civiles. Una idea equivocada común es que la gente en órbita está fuera de la gravedad de la Tierra porque están “flotando”, pero flotan porque están en caída libre: la fuerza de la gravedad y su velocidad lineal crean una fuerza centrípeta interior que no les permite volar fuera, hacia el espacio. La gravedad de la Tierra alcanza más allá del cinturón de Van Allen y mantiene la Luna en órbita a una distancia media de 384.403
Para un astronauta que orbita alrededor de la Tierra, la temperatura puede variar de forma brusca en cuestión de segundos, dependiendo de que se encuentre frente al Sol o protegido por la sombra de nuestro planeta. En este último caso, la temperatura puede llegar hasta -180º C. Ahora bien, si el astronauta se encuentra de cara al astro rey, el calor se hace insoportable, alcanzándose los 122 ºC. En el universo, la temperatura absoluta de la radiación cósmica de fondo es de -266,15 ºC. El espacio exterior o espacio vacío también simplemente llamado espacio, se refiere a las regiones relativamente vacías del universo fuera de las atmósferas de los cuerpos celestes. Se usa espacio exterior para distinguirlo del espacio aéreo (y las zonas terrestres). El espacio exterior no está completamente vacío de materia (i.e. un vacío perfecto) sino que contiene una baja densidad de partículas, predominantemente gas hidrógeno, así como radiación electromagnética. Aunque se supone que el espacio exterior ocupa prácticamente todo el volumen del universo y durante mucho tiempo se consideró prácticamente vacío, o repleto de una sustancia llamada éter, hoy sabemos que contiene de hecho la mayor parte de la materia del universo. Esta materia está formada por radiación electromagnética, partículas cósmicas, neutrinos sin masa e incluso formas de materia no bien conocidas como la materia oscura y la energía oscura.
Hace una década el Internet y la conectividad, eran palabras casi ajenas al vocabulario colectivo, pero el mundo giró 180º y ahora Internet es algo cotidiano que se proyecta para incluirse en todo; para el vicepresidente de Cisco, Carlos Domínguez, el internet de todo es actualmente una tormenta perfecta para una oportunidad de negocio que América Latina puede aprovechar. El internet de todo es algo factible pues dará una oportunidad económica, que en Cisco estamos valuando en 14.2 billones de pesos (“trillions”). En el mundo ya lo estamos viendo y para América Latina veo que esto pasará de manera ya más notoria en los próximos 18 meses y veremos que se haga con alianzas entre el gobierno, las entidades privadas y los emprendedores”, dijo Domínguez durante su participación en Cisco Live, Cancún. Domínguez comentó que “el mundo en la próxima década se convertirá en un sitio 100% conectado”, en el cual las startups jugarán aproximadamente 60% del papel empresarial, pues según el ejecutivo, los jóvenes que manejan la tecnología de forma nativa, serán los que más aprovechen la tendencia. Formatos como el crowdfunding en el que no existan barreras para experimentar cosas nuevas va a ser lo que revolucione el internet de las cosas; las grandes empresas vamos a voltear a ver a los chicos o adquirirlos”, dijo a QUO.
Tecnología es el conjunto de conocimientos técnicos, ordenados científicamente, que permiten diseñar y crear bienes y servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente y satisfacer tanto las necesidades esenciales como los deseos de la humanidad. Es una palabra de origen griego, τεχνολογία, formada por téchnē (τέχνη, arte, técnica u oficio, que puede ser traducido como destreza) y logía (λογία, el estudio de algo). Aunque hay muchas tecnologías muy diferentes entre sí, es frecuente usar el término en singular para referirse a una de ellas o al conjunto de todas. Cuando se lo escribe con mayúscula, Tecnología, puede referirse tanto a la disciplina teórica que estudia los saberes comunes a todas las tecnologías como la educación tecnológica, la disciplina escolar abocada a la familiarización con las tecnologías más importantes. La actividad tecnológica influye en el progreso social y económico, pero su carácter abrumadoramente comercial hace que esté más orientada a satisfacer los deseos de los más prósperos (consumismo) que las necesidades esenciales de los más necesitados, lo que tiende además a hacer un uso no sostenible del medio ambiente. Sin embargo, la tecnología también puede ser usada para proteger el medio ambiente y evitar que las crecientes necesidades provoquen un agotamiento o degradación de los recursos materiales y energéticos del planeta o aumenten las desigualdades sociales. Como hace uso intensivo, directo o indirecto, del medio ambiente (biosfera), es la causa principal del creciente agotamiento y degradación de los recursos naturales del planeta. Cuando la función principal de los objetos tecnológicos es la simbólica, no satisfacen las necesidades básicas de las personas y se convierten en medios para establecer estatus social y relaciones de poder.1 Las joyas hechas de metales y piedras preciosas no impactan tanto por su belleza (muchas veces comparable al de una imitación barata) como por ser claros indicadores de la riqueza de sus dueños. Las ropas costosas de primera marca han sido tradicionalmente indicadores del estatus social de sus portadores. En la América colonial, por ejemplo, se castigaba con azotes al esclavo o liberto africano que usaba ropas españolas por pretender ser lo que no es. El caso más destacado y frecuente de objetos tecnológicos fabricados por su función simbólica es el de los grandes edificios: catedrales, palacios, rascacielos gigantes. Están diseñados para empequeñecer a los que están en su interior (caso de los amplios atrios y altísimos techos de las catedrales), deslumbrar con exhibiciones de lujo (caso de los palacios), infundir asombro y humildad (caso de los grandes rascacielos). No es casual que los terroristas del 11 de septiembre de 2001 eligieran como blanco principal de sus ataques a las Torres Gemelas de Nueva York, sede de la Organización Mundial de Comercio y símbolo del principal centro del poderío económico estadounidense. El Proyecto Apolo fue lanzado por el Presidente John F. Kennedy en el clímax de la Guerra Fría, cuando EEUU estaba aparentemente perdiendo la carrera espacial frente a los rusos, para demostrar al mundo la inteligencia, riqueza, poderío y capacidad tecnológica de los EEUU. Con las pirámides de Egipto, es el más costoso ejemplo del uso simbólico de las tecnologías.
Según la altitud, la temperatura y la composición del aire, la atmósfera terrestre se divide en cuatro capas: troposfera, estratosfera, mesosfera y termosfera. A mayor altitud disminuyen la presión y el peso del aire. Las porciones más importantes para análisis de la contaminación atmosférica son las dos capas cercanas a la Tierra: la troposfera y la estratosfera. El aire de la troposfera interviene en la respiración. Por volumen está compuesto, aproximadamente, por 78,08% de nitrógeno (N2), 20,94% de oxígeno (O2), 0,035% de dióxido de carbono (CO2) y 0,93% de gases inertes, como argón y neón. En esta capa, de 7 km de altura en los polos y 16 km en los trópicos, se encuentran las nubes y casi todo el vapor de agua. En ella se generan todos los fenómenos atmosféricos que originan el clima. Más arriba, aproximadamente a 25 kilómetros de altura, en la estratosfera, se encuentra la capa de ozono, que protege a la Tierra de los rayos ultravioleta (UV). En relación con esto vale la pena recordar que, en términos generales, un contaminante es una substancia que está «fuera de lugar», y que un buen ejemplo de ello puede ser el caso del ozono (O3). Cuando este gas se encuentra en el aire que se respira, es decir bajo los 25 kilómetros de altura habituales, es contaminante y constituye un poderoso antiséptico que ejerce un efecto dañino para la salud, por lo cual en esas circunstancias se le conoce como ozono troposférico u ozono malo. Sin embargo, el mismo gas, cuando está en la estratosfera, forma la capa que protege de los rayos ultravioleta del Sol a todos los seres vivientes (vida) de la Tierra, por lo cual se le identifica como ozono bueno.