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Desafíos institucionales Tal como se indicó en secciones anteriores, existen numerosas formas de justificar la intervención pública en la economía creativa, y diversos canales a través de los cuales el sector público puede actuar, ya sea ofreciendo bienes públicos o directamente interviniendo en el mercado. No obstante, la intervención pública no está exenta de problemas de eficiencia y efectividad, y en algunos casos estos pueden ser tan graves que anulan por completo cualquier beneficio que puede acarrear la intervención. Estos problemas, cuyas soluciones están determinadas principalmente por la forma en que se estructuran las instituciones públicas de apoyo (incluido el Estado), son conocidos en la literatura económica institucional como fallas del Estado.62 Dicha literatura sugiere que hay, al menos, tres fallas bien definidas o situaciones en las que no hay consistencia entre los objetivos del sector público y el comportamiento de los agentes públicos encargados de su implementación. En general, las fallas del Estado surgen cuando el sistema de incentivos o el marco jurídico no son coherentes con el fin para el cual fueron diseñados. La falla del Estado más reconocida en la economía creativa es la inconsistencia dinámica, que refiere a situaciones en las cuales se necesita un programa de política pública consistente en el tiempo (por ejemplo, para la economía creativa), pero, por algún motivo (por lo general debido a un cambio en las autoridades), hay modificaciones radicales en la dirección de la política. De hecho, una de las principales características del sector creativo y cultural es que, en muchos casos, los efectos del apoyo público no son contemporáneos con el apoyo brindado, o parece difícil atribuir los resultados a esfuerzos anteriores dada la naturaleza intangible de muchas intervenciones públicas (por ejemplo, actividades de promoción, difusión y de creación de redes de contactos). Además, pueden existir conflictos entre las intervenciones públicas que generan efectos tangibles en el corto plazo (por lo general preferidas por las autoridades) y la forma más eficiente de alcanzar objetivos de largo plazo. Otra falla común del Estado es la que se conoce como problemas de agencia, los cuales fueron analizados por primera vez por Williamson (1964), quien identificó incentivos potencialmente diferentes entre los dueños de una empresa y quienes la administran. Según la formulación original de Williamson, el dueño (conocido como el principal) busca maximizar el valor de la empresa, mientras que el administrador (conocido como el agente) suele estar más interesado en la estabilidad de su administración. En esta situación, surge un problema porque existe una asimetría de información: el administrador tiene más información detallada sobre el desempeño de la empresa que el dueño.
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Véase Benavente y Larraín (2016) para un análisis sobre fallas del Estado en el contexto de la economía de la cultura y las artes.
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