Políticas Públicas para la Creatividad y la Innovación

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Introducción y motivación El término economía naranja es comúnmente utilizado en América Latina y el Caribe (ALC) para referirse a lo que también se conoce como economía creativa. Mencionado por primera vez en Buitrago y Duque (2013) para representar el conjunto específico de actividades basadas en la creatividad, la economía naranja se está convirtiendo en tendencia en la región, incluso más que la innovación.1 Sin embargo, aunque atractivo, el concepto se encuentra aún indefinido. ¿Hay alguna parte de la economía que no sea creativa? Es posible que algunos productos se entreguen de forma rutinaria sin ningún contenido de creatividad en sus etapas de producción o distribución. Pero al mismo tiempo, proporcionar nuevos bienes y servicios y mejorar los existentes -lo cual agrega valor para los consumidores- supone una gran capacidad creativa. Y esta definición no se aleja demasiado de aquella a la que tradicionalmente se ha recurrido para caracterizar a la innovación. La diferencia radica en la naturaleza de los cambios. Por un lado, la creatividad generalmente se asocia a la estética (es decir, al aspecto de los bienes y servicios) y los cambios emocionales que dichos productos generan en los consumidores. Por otro lado, tradicionalmente se ha vinculado la innovación con el progreso científico y tecnológico, así como con los cambios en la funcionalidad de los productos que pueden asociarse directamente con la generación de valor económico. Pero que un bien o servicio sea estética o emocionalmente deseable (a nivel social o personal) no significa que carezca de valor económico o que no cumpla con las reglas económicas. Por el contrario, su proceso de producción requiere capital, trabajo y conocimiento que podría haberse utilizado para otras actividades. En otras palabras: es claramente parte del problema económico tradicional. No obstante, la contribución real de las actividades creativas a la economía global no suele reconocerse. Además, resulta difícil identificar con claridad el tipo de insumos que se necesitan y los impactos que dichas actividades generan. Caracterizar la actividad creativa no es una tarea trivial, pero esto no significa que no exista o que no genere valor para los productores, y en particular, para los consumidores. Reconocemos que aún no existe un marco conceptual adecuado para la economía creativa que pueda servir para determinar la relevancia de las actividades creativas y para discutir y evaluar los papeles que desempeñan los diversos actores económicos y sociales en la promoción y desarrollo de dichas actividades. El presente documento está diseñado para responder a esta necesidad mediante la presentación de un análisis exhaustivo sobre la economía creativa desde una perspectiva

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Por ejemplo, La economía naranja (Buitrago y Duque, 2013) es por lejos el documento más visto del sitio web del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con más de 180.000 descargas al momento de la elaboración de este documento.

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