El mundo del mudo (Ribeyro, una vida)

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Años de estudiante y partida de nacimiento (abajo). Der: paseo parisino con el 'Chino' Domínguez.

Ribeyro, una vida (Revuelta Editores, 2019) saldrá a fines de noviembre, a días de conmemorar los 25 años del fallecimiento del mayor cuentista peruano. Antes, en el Hay Festival, se presentará un libro con las acuarelas del narrador, cortesía de la Fundación BBVA Continental, Cosas y la Universidad de Lima. Y por su lado, Víctor Aguilar publicará un cómic de 100 páginas con Editorial Panamericana. El sábado 31 de agosto el autor habría cumplido 90 años. Este fragmento cuenta el primer año en Europa del narrador limeño (1952-1953). Una vida austera entre Madrid y París. Y un amor frustrado. 6 6 CARETAS / AGOSTO 29, 2019


Coaguila lo entrevistó seis veces.

IBEYKO llega por vez prime­ ra a Europa el 14 de noviem­ bre de 1952, después de 25 días de travesía en el barco italia­ no Amerigo Vespucci. Lo acompa­ ñaban Alberto Escobar, Leopoldo Chariarse y Michel Grau. En una carta a su hermano Juan Antonio anota: «Aquella vez con qué emo­ ción recorrimos las calles de Bar­ celona, hasta la madrugada. Era la primera ciudad europea que veía­ mos. Estábamos mudos, trastor­ nados, poseídos de un extrañísimo delirio. ¡Qué momentos tan puros y tan espontáneos!». Con Challarse, autor del poemario Los ríos de la noche (1952), Ribeyro viajó a Madrid en la tercera clase de un tren correo. «No dormimos toda la noche. Caminamos muchas veces de la locomotora al último vagón muy emocionados y conversa­ mos con los demás viajeros, quienes nos invitaron a comer, a beber vino de botas», recuerda el poeta. Entonces España era goberna­ da por Francisco Franco, cuyo régi­ men, inaugurado en 1936 se pro­ longaría hasta 1975. Este perio­ do se caracteriza por la grave cri­ sis económica posterior a la Guerra Civil (1936-1939), su inicial cerrada política comercial con el exterior, la

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O regulación de los precios, su postu­ ra de autoabastecimiento y el inter­ vencionismo estatal. BECA EN MADRID

En la capital española, Ribeyro pasaría una temporada hasta julio de 1953. Se instaló, en los primeros meses, en las residencias para estu­ diantes del Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, donde convi­ vió con diversos iberoamericanos. Su compañero de habitación fue el colombiano Jorge Eliécer Ruiz (más tarde director de la Biblioteca Nacional de su país). La beca para estudiar Periodismo concedida por el Instituto de Cultura Hispáni­ ca consistía en 35 dólares mensua­ les. En el cuento Solo para fum ado­ res, el narrador recuerda: «La beca que tenía era pobrísima y después de pagar el cuarto, la comida y el trolebús no me quedaba casi una peseta». La extensa correspondencia a su

"Durante meses he pasado sin jabón, sin pasta de dientes, sin peine, sin rapa limpia, sin cigarrillos...". hermano Juan Antonio (nacido el 5 de julio de 1928) se inicia en esta época. El 3 de marzo de 1953, Ribe­ yro menciona que ha entrevistado al poeta sevillano Vicente Aleixandre. Este reportaje, que inaugura sus colaboraciones para el diario El Comercio, se publicaría el 22 de ese mes con el título de Coloquio con un poeta célebre. Ribeyro visitó al célebre poeta español acompañado de Alejan­ dro Romualdo, Alberto Escobar y Leopoldo Chariarse, quien me comentó en una visita a Lima: «Aleixandre parecía convaleciente de alguna enfermedad. Casi siem­ pre permanecía recostado en un canapé. Pese a su estado, era muy claro mentalmente, buen conversa­ dor y de una vasta cultura». Su siguiente colaboración para el diario limeño es Lima, ciudad sin novela, del 31 de mayo de 1953, en que señala que a la capital perua­

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na le falta un libro que lo retrate. «Tres son los defectos capitales del escritor limeño aspirante a novelis­ ta: su escaso sentido de la dramaticidad, su excesivo espíritu críti­ co y su poca capacidad de trabajo», agrega. En una carta de junio de 1953, Ribeyro lamenta su situación eco­ nómica y comenta: «Todos los peruanos acá reciben dólares de su casa en cantidades fijas y respeta­ bles». Unos, como Hernando Cor­ tés, reciben 100; otros, como Cha­ ñarse, 30. Este dinero servía para costear todos los extras. Ribeyro recuerda que ha recibido dinero de su familia solo dos veces: una para viajar a París y otra para curarse. «Durante meses he pasado sin jabón, sin pasta de dientes, sin peine, sin ropa limpia, sin cigarrillos, sin viajes. Y cuando he querido proveerme de estas cosas, he tenido que empeñar mi ropa de invierno -lam enta Ribeyro-, Calzoncillos me quedan dos, y yo mismo tengo que lavarlos de un día para otro». ¿Cómo era Madrid por aquella época? En carta de abril de 1953 señala que la capital española cuenta con un millón de habitantes en un espacio reducido, el área de Miraflores y San Isidro juntos,

aproximadamente. A diferencia de Lima, la gente vive en edificios de seis a ocho pisos de altura, como la avenida la Colmena (hoy Nicolás de Piérola), y no en casas. YOLANDA, LA NOVIA ESPAÑOLA

Durante su estancia en Madrid Ribeyro conoce a Yolanda Gálvez, cuya relación fue «una hermo­ sa aventura interrumpida de una manera súbita, arbitraria y brutal». En el cuento N uit caprense cirius illuminata, fechado en Capri un año antes de su muerte, el prota­ gonista recorre con una muchacha en 1953 «por el parque del Retiro, por el viejo Madrid, en una Espa­ ña franquista con sus serenos, su prensa censurada, sus mutilados de guerra que vendían cigarrillos en canastas». Yolanda fue en cierta ocasión a la pensión del joven escritor. El narra­ dor observa: «Durante largo rato conversaron en la pequeña habita­ ción, cuya única ventana daba a un sombrío patio interior, hasta que de pronto, sin saber cómo, se encontra­ ron enlazados en la cama». ¿Qué pasó finalmente entre ambos? El final de este episodio, después de intercambiar varias cartas, transcurrió el último día de diciembre, meses después.


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posa detrás del argentino.

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Noviembre, 91: en la tumba de Vallejo, en Montparnasse.

HOTELITOS EN PARÍS

Aunque ya había visitado París mientras vivía en Madrid, en 1953 Ribeyro llega a la capital francesa para residir una temporada, gra­ cias a una beca para estudiar en La Sorbona, con el fin de redactar una tesis sobre uno de sus autores pre­ dilectos (Gustave Flaubert). Esta beca le otorgaba una «apreciable cantidad de dinero»: 150 dólares, pero el despilfarro le pasa factura. En su diario, agosto de 1953, Ribe­

Circa 1988 con Alida Cordero.

yro apunta: «No recibo de Lima car­ tas ni dinero. Situación de indigen­ cia. Si no fuera por préstamos reci­ bidos de compatriotas, objetos empe­ ñados o invitaciones a comer, estaría muerto de hambre. En el hotel Jeanne d’Arc tengo asegurado el techo, pero ¡qué difícil procurarse todos los días el pan, el café y los cigarrillos!». Durante aquellos años Francia se sobreponía al desastre de la Segunda Guerra Mundial (1939-1944), en que París fue ocupada durante cuatro años por los nazis. El sociahsta Vincent Auriol gobernaba desde 1947 y lo haría hasta 1954. Sería sucedido por el conservador René Coiy, que tendría el poder hasta 1959. En estas condiciones, Ribeyro escribe algunos relatos que forma­ rían su primer libro. En una carta de setiembre de ese año, reflexiona: «En todos mis cuentos hay siempre un lastre de retórica recogida de la literatura francesa del siglo XIX y algo del portugués Ega de Queiroz, que procuro a toda costa eliminar». La revista La Novela Peruana, en 1953, le pubbca a Ribeyro el cuento «Interior L», de corte reahsta. La historia es dramática: mien­ tras bebe un té, un colchonero que había perdido a su esposa y a un hijo por tuberculosis recuerda que su hija de 15 años estuvo embaraza­

da de un albañil. Este, un zambo for­ nido, evitó ir a prisión a cambio de dinero, el cual le permitió al colcho­ nero abandonar su trabajo durante varios días para embriagarse. Poco después, la adolescente sufre un aborto inesperado. Por ello, le pide a ella repetir la relación con el albañil. En su diario personal, octubre de 1953, Ribeyro comenta: «La pri­ mera lluvia de otoño me sorprende en mi hotel, muy de mañana, sin un franco en el bolsillo y el estómago vacío hace veinte horas». Dos meses después reflexiona: «Emocional y racionalmente me aproximo cada vez más al marxismo». Así es, sus relatos adquieren una fuerte crítica social. Esto, sin duda, tiene que ver con su mala situación económica. Cambia de hotel nuevamente, esta vez se aloja en un hotelito de la rué de Buci. En esta época frecuenta los cafés Oíd Navy y Mabillon, del bulevar SaintGermain, a pocos pasos de donde

"Anota en su diario que recibió de Madrid carta de Yolanda, Yola, 'mi linda catalana"7. vive, en el Barrio Latino. En octubre anota en su dia­ rio que recibió de Madrid carta de Yolanda, Yola, «mi linda catalana», lo que levantó su «espíritu». Sin embargo, semanas después, apun­ ta: «Olor a mujer en mi cuarto. En la cama Marie-Jeanne. De ella solo sé su nombre y nada más. Situación enojosa, pues no hay amor de mi parte. Sin aquel ingrediente, el acto es animal y causa desazón. No veo las horas de que se vaya». La historia con la española aca­ baría mal. Ribeyro llega a Madrid, después de intercambiar correspon­ dencia con ella, con la promesa de reunirse ambos para celebrar juntos la llegada del año nuevo. Sin embar­ go, Yolanda no asiste a la cita. Mila­ gros, la amiga de ella, saboteó la relación, pues estaba interesada en él. Una frustración que sería lleva­ da a su obra de ficción, como varios hechos que viviría. ■ CARETAS / AGOSTO 29, 2019

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