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OPINIÓN
LA CALIDAD EDUCATIVA: ¿POR QUÉ ELEGIMOS MAL?
Juan Carlos Valdivia Cano
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os problemas que no se resuelven de raíz, lo único que hacen es crecer, tem poralmente semiocultos, para después volver con fuerza explosiva cada vez más extensa e incontrolable. “Ser radical es llegar a la raíz, y la raíz para el hombre es el hombre mismo”, recordaba el joven Karl Marx. Esto para expresar que las soluciones que el gobierno propuso el 28 de julio último pudieron ser acertadas, pero con serio riesgo de terminar como siempre, si no se intenta por lo menos discutir lo que algunos creemos que es el problema de fondo, el problema en su raíz, el que genera los otros problemas, el factor deter minante. Que no es otro que el de la baja calidad educativa de la educación peruana realmente existente y mayoritaria (por ser en general dogmática, autoritaria, acrítica, irracional, memorística y tediosa). Nuestra educación escolástica hispano andina: el modelo o visión de la educación altamente predominante, desde que Pizarro entró
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N° 72 Enero 2020
a Cajamarca con el fraile Valverde a su costado. Esa educación que nunca cambió. Tiene razón Federico Salazar al sostener que “para revertir el proceso de descomposición de nuestras instituciones se debe partir de un diagnóstico”, que no hizo el presidente Vizcarra en su discurso de fiestas patrias, ni después. “Ni el gobierno ni nadie ha estudiado el problema de la degrada ción de nuestras instituciones. No lo han hecho ni siquiera las facultades de derecho de las universidades” agrega. El “ni siquiera” lleva implícita la idea que son las Facultades de Derecho las llamadas a realizar ese diagnóstico. Lo malo es que, si alguna vez cumplieron ese papel, ahora estas institu ciones han reducido regionalmente la enseñanza del derecho a lo adjetivo, a los procedimientos formales, despreciando lo sustancial. Y no hay buen diagnóstico sino se llega a la raíz, al fondo del asunto, como se dijo: la baja calidad educativa de la gran mayoría, en todos los grupos sociales. Pero las facultades de derecho no están hechas para esos menesteres porque casi todas son legalistas o formalistas y eso excluye las humani dades. Antes se hacía dos años de estudios generales hasta fines de los sesenta y eso producía mejores personas y el nivel educativo era relativamente más alto, aunque la falta de hu manidades de calidad no sea el único factor de la debacle edu cacional. Pero si no tocamos el asunto ideológico, en primer lugar, ¿cómo vamos a reformar la educación si lo prioritario son las ideologías subyacentes en el derecho y fuera de él? Hay una ideología subyacente a la exclusión de las humanidades, por ejemplo. Si la calidad llegara a ser una realidad y se pudiera ver y tocar, lo demás se daría por añadidura. Por eso hay que ir directamente a la raíz: guerra total a la educación prerepubli cana, “escolástica”, que sufre la mayoría de niñas y niños en el Perú. Tratándose de un diagnóstico, hay que pensar en el tipo específico de educación realmente existente para “de construirlo”, sus características, ideología, métodos, funda mentos, discurso, consecuencias, las instituciones que han pesado más en dicha educación, o sea en la forma de ser y de pensar de los peruanos. El contenido de esa educación es de sustancia colonial, siempre volcada al pasado, tradicionalista, retardataria y conservadora, formalista y ritual, ahora mons truosamente representada en el fujimorismo y el aprismo, que en política es lo más tradicional, lo de siempre, “normal no más”. El énfasis debería ponerse primero en la crítica y el cambio de cosmovisiones, visiones, concepciones o ideologías, lo que incluye valores, esquemas mentales e instituciones. El problema de la calidad educativa es principalmente ideológico. Una mente semicolonial, prerepublicana, en el 2019, no es una fortaleza educativa precisamente. Hay que cambiar la vida cambiando la educación en su raíz paradigmática premoderna. O seguimos resbalando en el despeñadero de la barbarie. Evaluando mal, valorando mal, estimando mal y eligiendo mal.