La presencia de armas de fuego en la población es un riesgo tanto para la seguridad nacional como para la pública: el uso exclusivo de la fuerza deja de estar en manos del Estado y las transferencias de armas al margen de la ley alimentan al crimen organizado transnacional y a la delincuencia común. Este fenómeno está íntimamente relacionado con los problemas de seguridad ciudadana, pues el aumento de los delitos va de la mano con el incremento en el uso de armas de fuego en los mismos. A consecuencia, la población se siente más insegura y comienza a adquirirlas para defenderse, pero se pueden tornar en contra de sus usuarios al llegar a manos de los delincuentes.