Complejidad y Aprendizaje en las Interfaces Inmersivas

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“Complejidad y Aprendizaje en las Interfaces Inmersivas”

Por

Francisco Larrea Sanhueza

Magister en Informática Educativa y Gestión del Conocimiento

Diciembre de 2009


El presente ensayo tiene como finalidad entregar los fundamentos que nos permitan comprender la naturaleza de los cambios en las relaciones entre el ser humano y la tecnología, cambios que repercutirán directamente sobre las experiencias del aprendizaje y el aprendizaje mismo, producto del entorno, o contexto, que se configura y reconfigura constantemente. Una de las manifestaciones de semejante situación es la creación de realidades de aprendizaje llamadas Interfaces Inmersivas. El concepto de interfaces inmersivas para aprender fue planteado por el Dr. Chris Dede, quien desarrolla sus investigaciones en la Universidad de Harvard. Esta idea implica que cuando uno de nuestros estudiantes está jugando un videojuego, por ejemplo, Command and Conquer, Civilization, CivCity Rome, StarCraft, World of Warcraft, Rune Scape, entre otros, incluso cuando están viendo una película o llamando por teléfono a alguien; su sentido de presencia se mueve desde donde están sentados, frente a un monitor, pantalla o teléfono, hacia algún lugar dentro del monitor, pantalla o teléfono. Y en todas estas situaciones ellos están teniendo una experiencia real e inteligible, superponen el mundo virtual sobre el mundo real y además están percibiendo la mezcla entre el mundo virtual y las cosas reales. Comprender las implicaciones que tendrán para el aprendizaje, el conocimiento y la educación, las interfaces inmersivas, requiere un análisis profundo y complejo, que permita dimensionar el fenómeno cabalmente. Para esto, consideraremos algunos autores como Gregory Bateson el cual nos dará las ideas madre para gestar a través de ellas, los principales fundamentos para entender cuándo es que realmente aprendemos y qué es lo que aprendemos, para luego, inscribir estos conceptos en el mundo de la complejidad y de la transdisciplinariedad, desarrollados por Edgar Morin. Ambos autores, asociados a la idea de la construcción del conocimiento. Finalmente, entregaremos algunas proyecciones que podemos hacer sobre la relación entre el ser humano y el conocimiento a través de las interfaces inmersivas. En primer lugar, quisiera partir con algunos planteamientos de Gregory Bateson sobre la epistemología del aprendizaje, específicamente sus ideas sobre considerar el aprendizaje como un cambio, es decir, sujeto a un proceso, el cual debe considerar a todos los elementos que lo conforman, el contexto. El autor plantea que al aprender sufrimos una transformación que transgrede nuestra herencia genética, superándola, es decir, decimos que hay aprendizaje cuando desarrollamos una capacidad más allá de nuestros límites heredados, y por supuesto, este aprendizaje estará dado por distintos niveles de la magnitud, o calidad, de semejantes transformaciones transgresoras de los límites naturales. Establece el nivel cero del aprendizaje, donde el sujeto que conoce sólo recepciona información, sin que ésta produzca una transformación en la persona, ni en su acción, ni en su pensamiento. Ejemplifica este nivel a través de los alumnos que en una asignatura sólo recepcionan y almacenan información para luego exitosamente o no, vertirla en una prueba. Según Bateson, los alumnos no han


aprendido nada. Sólo están repitiendo información, pero sin transformarla en nueva organización vital y por tanto en acción original. A esto comúnmente llamamos aprender, al aprendizaje 0, a la recepción de información desde una clase. Este concepto, equivocado según mi criterio, proviene del hecho de considerar el resultado del aprendizaje como un producto que se deposita en el cerebro y que sirve para medir cuánto es que se sabe. Esta idea confunde a la memoria, un principio pasivo, con el aprendizaje, un principio activo. El verdadero aprendizaje se manifiesta no en nuevas cosas que se saben dentro del cerebro, sino que en nuevas capacidades, incluyendo habilidades pensantes, las cuales se manifiestan en la acción y sobre todo, fuera del cerebro, o sea, en la interacción con la realidad, con los múltiples contextos. En el nivel I de aprendizaje, según Bateson, el sujeto que conoce accede a un nivel que constituye genuino aprendizaje, en este nivel el individuo es capaz de utilizar la información, con la que dispone y no sólo almacenarla para luego repetirla, de forma novedosa y en contextos distintos al del momento de su recepción. Ahora bien, si después de un tiempo el sujeto no logra hacer algo más que usar la información para orientar su acción dentro de un conjunto cerrado de alternativas, las pruebas o alguna otra utilidad que el sujeto haya internalizado, ha quedado atrapado en este nivel, es decir, su acción es limitada y repetitiva, siendo incapaz de desplegar y diseminar lo aprendido por la vastedad de su vida y del mundo. Se encuentra, en palabras de Morin, atrapado en el paradigma de la simplicidad, accede a la realidad pero de manera parcelada, incompleta y aislada. El nivel del aprendizaje II o como Bateson llama aprender a aprender, está relacionado con la capacidad de no limitarse al conjunto de alternativas que aparecían en el nivel I, sino que el ser humano se da cuenta que sus conocimientos pueden servirle para orientar su acción en otras situaciones y de muchas maneras. Hay una mayor conciencia de lo multidimensional de la realidad. Lo que definirá a este nivel es que aquí la persona no sólo aprende una materia, asignatura o destreza, sino que se vuelve más diestro en el propio arte de aprenderla. Está aprendiendo cómo aprende su materia y qué aprender de ella. Está descubriendo los múltiples contextos de la solución de problemas y del aprendizaje. Cuando en una situación de aprendizaje no sólo se adquiere el saber o destreza buscada sino que también logra hacerse más diestro en adquirirlas, gracias a que se adecua el aprendizaje a distintas contextos, se está aprendiendo a aprender. Y no sólo se aprende mejor sino que se escoge qué y cómo aprender. En este nivel las personas tienen frente a ellos conjuntos de opciones de aprendizaje, expansivas y flexibles. Este nivel es característico de la especie humana y curiosamente aprender a aprender es un subproducto del sistema educacional, que escapa a su intencionalidad y control. En segundo lugar, quisiera centrarme en el nivel de aprendizaje definido por Bateson como del aprender a aprender, para introducir a otros autores que me parecen


fundamentales para comprender en qué contexto podemos desarrollar este nivel de aprendizaje y me refiero tanto a Edgar Morin, quien nos plantea su Paradigma de la Complejidad y a Lev S. Vigotsky, a través de su Modelo de aprendizaje socialhistórico-cultutal. Edgar Morin (2004) establecerá de qué forma el paradigma de la simplicidad que implica la disyunción y la reducción de la realidad, iniciado con Descartes y Newton y su concepción del universo como una máquina determinista perfecta. Dicho de otra forma, intentan organizar la realidad a través de la categorización de las disciplinas, lo cual no hace otra cosa que separar, aislar y desintegrar la realidad y, al mismo tiempo, al individuo. El ser humano entonces, a través de este paradigma de la racionalidad instrumental, no logra ir más allá de las opciones que esos paradigmas le proponen, y que se transforma en barreras que no le permiten aprender. Morin anunciará entonces su paradigma de la complejidad, idea que nos propondrá al el ser humano como un ser singular inmerso en un mundo lleno de contextos y tiempos, contradicciones y aciertos y, desde este punto de vista, formando parte de un mundo y una sociedad evidentemente compleja. El ser humano es parte de la realidad biológica, pero también lo es de la realidad cultural, no existe separadamente, cómo pretendía explicar el paradigma de la simplicidad. Incluso Vigotsky abrió sendas hacia esta idea de que “el ser humano corresponde a una construcción más social que biológica, en donde las funciones superiores son fruto del desarrollo cultural e implican el uso de mediadores”, a través de su interpretación social-histórica-cultural del aprendizaje, es decir, claramente los contextos y específicamente el contexto social, será fundamental en el aprendizaje. Morin desarrollará su idea sobre la complejidad a partir de las leyes de la termodinámica, planteadas por Carnot y Clausius, especialmente del segundo principio de la degradación de la energía en forma de calor, o sea, toda utilización de energía tiende a degradar dicha energía. Nace de aquí la cuestión sobre cómo se relacionan orden y desorden, ya el segundo principio de la termodinámica nos dice que el universo tiende a la entropía general, o sea, el desorden máximo, pero al mismo tiempo, este universo se organiza. El orden y el desorden cooperan para organizar el universo. Y aquí tenemos una idea compleja, que el universo se organiza desintegrándose. Orden, desorden y organización, se relacionan de forma compleja y es a través de la adaptabilidad que conviven. Tener sentido entonces de complejidad es entender el carácter multidimensional de toda realidad. Si el paradigma de la simplificación reducía y dividía las disciplinas, aislándolas, la complejidad buscará relacionarlas a través de la ecologización de las mismas, es decir, considerar todo lo que forma sus contextos, lo social, lo histórico y lo cultural, a través de la transdisciplinariedad, las diciplinas cooperan, se articular y proyectan, se atraviesan y deben ser simultáneamente abiertas y cerradas, se entiende


que el conocimiento está en constante movimiento, y mantendrá su equilibrio a través de su capacidad de adaptabilidad. Los principios del pensamiento complejo serán entonces la distinción, la conjunción y la implicación. Ahora bien, cuando Bateson habla sobre aprender a apreder y nos dice que el sistema educacional imperante lo considera un subproducto, claramente es el resultado de esta mirada desintegradora propuesta por el paradigma de la simplicidad y la racionalidad instrumental, es decir, aislando cada saber y separando al individuo de todos sus contextos. Ignora o rechaza la profunda complejidad que hay detrás de las relaciones contextuales del ser humano, especialmente las determinas por su contexto social, histórico y cultural. Se pretende que el ser humano sea una especia de objeto aislado que es explicado desde distintos modelos y con diferentes herramientas intelectuales, como si un individuo no fuera simultáneamente un ser biológico, físico, cultural y social, entre otros posibles contextos. Ahora bien, esta visión reduccionista mantiene al individuo en el nivel I del aprendizaje, limitado a sus pocas opciones e incapacitado de ir más allá, hacia contextos y situaciones nuevas, incluso si no existen, creándolas a través de los aprendizajes que ya se tienen. Para transitar hacia el nivel II del aprendizaje, o el aprender a aprender, se requiere asumir primero la idea de la complejidad, y más aún, que el pensamiento complejo es multidimensional y en interacción, además de contextual o ecológico. Y que mantiene sus equilibrios a través de la adaptación y la flexibilidad. Pero de qué forma pueden estos principios enunciados por Bateson, Morin y Vigotsky ayudarnos a entender el fenómeno de las interfaces inmersivas aplicadas al aprendizaje, por un lado, estas interfaces requieren de altos niveles de aprendizaje, son complejas y transdisciplinarias, sociales y además contextualizadas, y requieren una mirada inclusiva y compleja de la realidad. Chris Dede nos plantea que las interfaces inmersivas pueden enriquecer la educación y el aprendizaje por lo menos de tres formas. La primera es cambiar nuestra perspectiva o marco de referencia como un potente medio para entender fenómenos complejos. Normalmente esto se hace alternando entre un maco de referencia exocéntrico y uno egocéntrico. El marco de referencia exocéntrico provee una mirada del objeto, del espacio o fenómeno, desde el exterior. El marco de referencia egocéntrico provee una mirada desde dentro del objeto, espacio o fenómeno (Nacional Science Fundation, 1990. Science Space Research). La mayor ventaja de la perspectiva egocéntrica es que permite a los participantes una inmersión activa y motivada, a través de la personificación y el aprendizaje concreto, mientras que la perspectiva exocéntrica fomenta más abstracción, logar la comprensión simbólica distanciándose uno mismo del contexto, viendo el bosque en vez de los arboles. Teniendo estas dos experiencias centrales que alternan estas vistas combinándolas vigorosamente. Por otro lado, las interfaces inmersivas fomentan


experiencias educativas de aprendizaje situado, el cual requiere contextos auténticos, actividades y evaluación asociada con la conducción de un modelo experto. El aprendizaje situado rara vez es utilizado en las salas de clases debido a que el entorno requiere modificaciones no estructuradas para representar el mundo real, lo cual es muy difícil. Sin embargo, las interfaces inmersivas nos permiten evidenciar el poder del aprendizaje situado a través de simulaciones digitales de autenticas comunidades de resolución de problemas, en las cuales los estudiantes interactúan con otras entidades virtuales que poseen un variado nivel de habilidades. Esto lo podemos evidenciar en por ejemplo SecondLife, River City, entre otros. Como conclusión puedo afirmar que, es de suma importancia asumir la complejidad y la transdisciplinariedad como una forma de relacionar y organizar, los distintos contextos de los cuales forma parte el ser humano Y que son la plataforma necesaria para aprender a aprender. Ya no es suficiente una mirada simplificada del universo, no es suficiente para comprender el mundo y a nosotros mismo. Todos los días nos damos cuenta cómo, en el único lugar donde se pretende simplificar la realidad para nuestros alumnos es en el colegio; fuera de él, en su vida cotidiana, se relacionan con su entorno de manera compleja y multidimensional. Sin ir más lejos, desde hace algunos años ha irrumpido en nuestro mundo una nueva realidad con la que debemos relacionarnos, la que ha sido definida por Chris Dede como las Interfaces Inmersivas. A veces nos sorprendemos al ver como los niños, enfrentados a estas interfaces, se desenvuelven con total naturalidad, casi podríamos decir que han asumido la complejidad y transdisciplinariedad, se encuentran preparados para desarrollar el aprendizaje propio de su especie, el aprender a aprender, definido por Gregory Bateson. Quizá, la deuda que aún falta es que los sistemas y estructuras educacionales asuman también la complejidad, y se den cuenta que a través del aprender a aprender el ser humano puede logar un conocimiento de sí mismo y una posición frente al universo. Conocimiento y posición que pueden ser inciertas en muchos casos, pero que es un punto de partida.


Bibliografía: Bateson, G. (1991) Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires, Argentina: Editorial Planeta. Morin, E. (2004) Introducción al pensamiento complejo. Barcelona, España: Editorial Gedira. Morin, E. (1999) La cabeza bien puesta. Buenos Aires, Argentina: Editorial Nueva Visión. Revistas Especializadas Dede, Ch. (2009) Immersive Interfaces for Engagement and Learning Science Magazine. Vol 323, pp. 66-68

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Monografías

http://www.monografias.com/trabajos36/paradigm

02-05-2009

as-educacionales/paradigmaseducacionales2.shtml Diccionario

de

la http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_B

02-05-2009

RAE.

US=3&LEMA=cultura

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