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Prólogo

La construcción de vínculos entre la generación de nuevo conocimiento y las políticas públicas no es un asunto que se logre de manera fácil e inmediata. Supone no solo el desarrollo de investigaciones dirigidas a comprender las complejas dinámicas económicas, sociales y políticas de nuestro país, sino también la producción de evidencias basadas en el rigor científico de los métodos de análisis que utilizan para validar la consistencia de sus resultados. Esta forma académica de proceder ha sido la columna vertebral de la fecunda historia formativa de la Universidad del Pacífico.

Pero también hay una convicción adicional en nuestros orígenes institucionales que se encuentra asociada a la forma en que comprendemos nuestra función educativa, y que ha permanecido invariable a lo largo del tiempo: la investigación –volcada en las aulas universitarias a través de la docencia– contribuye a formar una juventud mejor equipada para participar en los grandes debates nacionales con argumentos basados en el conocimiento profundo del país.

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Una década después de creada, en el año 1972, esta visión de sus fundadores se tradujo en el nacimiento del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP). Quedó así instituida la idea de que la formación personal y profesional de nuestros jóvenes universitarios necesitaba construir sólidos puentes entre el mundo de la academia y el de las políticas públicas. Unas políticas que modelan nuestras aspiraciones y nuestro futuro, y que requieren ser edificadas sobre la base de un conocimiento sometido a un cuidadoso escrutinio y validación científicos.

En sus inicios, el CIUP fue solo una pequeña comunidad de investigadores y profesores interesados en profundizar en las raíces históricas y coyunturales de los

grandes problemas nacionales y de los enormes desafíos mundiales. La premisa de la que se partía era clara: la formulación de alternativas y propuestas de política tiene mayores posibilidades de conducir a una implementación exitosa cuando se identifican los obstáculos históricos –locales e internacionales– que dificultan nuestro desarrollo integral, es decir, un desarrollo que pueda desplegarse de manera sostenible y equitativa en el largo plazo. Estas encrucijadas aparentemente insolubles siguen haciendo cuesta arriba el progreso económico, la construcción de instituciones sólidas, el fortalecimiento del sistema democrático y la integración social.

Casi 50 años después, el CIUP –un acrónimo con prestigio y reconocimiento extendidos más allá de nuestras fronteras– se ha transformado en un nutrido y estimulante espacio de colaboración interdisciplinaria entre colegas procedentes de diversas carreras. Sin embargo, el común denominador que nos cohesiona internamente es el de formar parte de una comunidad que, pese a los cambios en las coordenadas históricas originados por la crisis sanitaria mundial de la COVID-19, ha mantenido su rigor académico, expandido su espíritu de curiosidad intelectual y reafirmado su compromiso con el país. Una comunidad académica, en síntesis, que asume con plena responsabilidad cívica su misión fundacional de sumarse a la construcción de una sociedad justa, solidaria y sostenible, una sociedad en la que el bien común se encuentre por encima de los intereses de grupo.

A la luz de lo anterior, los 20 ensayos que conforman este libro abarcan campos de reflexión que abordan analíticamente un amplio arco de temas relevantes y urgentes. Se trata de asuntos que van desde las dimensiones macroeconómicas e internacionales hasta las políticas ambientales, sociales y sectoriales, pasando por la institucionalidad política en la cual los diversos actores sociales y agentes económicos ven enmarcadas sus aspiraciones ciudadanas y proyectos empresariales. Los ensayos que ahora presentamos a nuestros lectores son el testimonio del tenaz empeño por entendernos mejor y hacer realidad esa promesa soñada e inconclusa que es el desarrollo integral del Perú.

Felipe Portocarrero S.

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