Volumen 18 (a帽o XVIII - Enero a diciembre de 2014) ISSN 1668-5628 ISSN digital 2314-2634
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Departamento de Ciencias de la Comunicaci贸n. Escuela de Comunicaci贸n Social. Facultad de Ciencia Pol铆tica y Relaciones Internacionales Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina Riobamba 250 bis. Monoblock 1. Ciudad Universitaria. 2000 EKF. Rosario, Santa Fe, Argentina. Tel: 54-341-4808521/22 Fax: 54-341-4808520 latramaunr@gmail.com / latrama@fcpolit.unr.edu.ar
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LA TRAMA DE LA COMUNICACIÓN Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación Volumen 18 - Enero a diciembre de 2014 Facultad de Ciencia Política y Relaciones internacionales Decano Lic. Franco Bartolacci Vice-decano Lic. Héctor Molina Secretaria Académica Mgter. Sabrina Benedetto Secretaria de Investigación y Posgrado Lic. Claudia Voras Secretaria de Planificación y Gestión Institucional Lic. Cintia Pinillos Secretario de Comunicación y Gestión de Medios Mgter. Edgardo Toledo Secretaria de Extensión: Lic. María Inés Suidini Secretaria Estudiantil Lic. Lucila Dattilo Secretaria Financiera Nadia Amalevi Directora de la Esc. de Comunicación Social: Lic. Elizabeth Martínez de Aguirre Director del Departamento de Ciencias de la Comunicación Dr. Sebastián Ramiro Castro Rojas
Agradecemos la Colaboración de la Asociación Barrancas del Paraná, de docentes de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
Ilustración de Tapa: Luciana Paoletti Costa Nocturna http://www.visible-in-visible.blogspot.com.ar/ Luciana Paoletti es artista plástica, doctora en Ciencia Biológicas, investigadora de CONICET y docente de Microbiología de la carrera Licenciatura en Biotecnología de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario. "Interacciono con un fragmento invisible del mundo. Esta accesibilidad a algo desconocido para la mayoría de las personas me permite manipular, jugar, cambiar e inventar formas de vida que de algún modo están, pero no se pueden ver, utilizando reglas o consignas que autodefino." Costa Nocturna es una obra de la serie Paisajes, en la que utilizando técnicas de microbiología se analizan los microorganismos presentes en diferentes lugares y momentos.
LA TRAMA DE LA COMUNICACIÓN Director Sebastián Ramiro Castro Rojas, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Consejo Editorial Sandra Valdettaro, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Antonio Fausto Neto, Universidade do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS) Brasil María Cecilia Reviglio, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Natalia Raimondo Anselmino, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Mariana Maestri, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Oscar Traversa, Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA), Bs. As., Argentina Pablo Francescutti, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid, España Lucrecia Escudero Chauvel, Universidad de Lylle, Francia Rubén Biselli, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Luis Baggiolini, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Jorge Lozano Hernández, Universidad Complutense de Madrid, España Consejo Asesor Raúl Barreiros, Universidad Nacional de La Plata, Argentina Susana Frutos, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Jesús Martín Barbero, Pontificia Universidad Javeriana, Colombia Ricardo Diviani, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Elizabeth Martínez de Aguirre, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Roberto Retamoso, Universidad Nacional de Rosario, Argentina Héctor Schmucler, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina Oscar Steimberg, Universidad de Buenos Aires, Argentina Eliseo Verón, Universidad de San Andrés, Bs. As., Argentina Diseño Editorial: Juan Ignacio Isern y Luciano Eguiazú Diseño Web: María Julia Ferrari y Eugenia Reboiro Corrector: Lic. Franco Motta Colaboración y Administracion DOAJ: Bib. Maria Carolina Vergara y Ana Paula Guitierrez
LA TRAMA DE LA COMUNICACIÓN es una publicación de periodicidad anual (enero a diciembre de cada año) editada por el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Su objetivo está consagrado a la difusión de la producción teórica e investigativa en Ciencias de la Comunicación, divulgando textos inéditos. El contenido de la revista está dirigido a investigadores, docentes, estudiantes de grado y posgrado en el campo de las ciencias de la Comunicación. LA TRAMA DE LA COMUNICACIÓN forma parte del Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas. Está indizada por REDALyC (www.redalyc.org); SciELO Argentina (www.scielo.org.ar); LATINDEX (CAICYT- CONICET), habiendo obtenido un puntaje correspondiente al NIVELI (nivel superior de excelencia). Forma parte, del CATÁLOGO correspondiente, folio 15.536 (www.latindex.org). Catalogada en DOAJ (Directory Of Open Access Journal). Además, la revista ha sido aceptada para integrar los sistemas de resúmenes biblio-hemerográficos de la Base de Datos Bibliográfica de Revistas de Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE) de la Universidad Autónoma de México (http://clase.unam.mx); la Base de Datos DIALNET de la Universidad de la Rioja, España (www. dialnet.unirioja.es); Qualis B1 (Ciencias sociales aplicadas) de CAPES, Brasil (www.qualis.capes.gov.br); Repositorio Digital de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, RepHipUNR (http://rephip.unr. edu.ar) y el Red CLACSO. La publicación recibe textos originales en español y/o portugués que son revisados inicialmente por los editores. Los artículos que respetan y cumplen con los estándares científicos y editoriales pasan a la siguiente etapa: el envío a evaluadores externos. Los textos son evaluados por al menos dos expertos en el tema de universidades latinoamericanas o españolas de reconocido prestigio. La Trama de la Comunicación utiliza el protocolo de arbitraje a ciegas, en el que los autores desconocen quién los evaluó y los árbitros no saben a quién evalúan.
LA TRAMA DE LA COMUNICACIÓN is an annual publication (from January to December) edited by the Communication Department of the Faculty of Political Science and International Relations of the National University of Rosario, Argentina. It is dedicated to the dissemination of theoretical and research updates in the field of Communication Sciences and dissemination unpublished texts. The journal is aimed at researchers, teachers, undergraduate and graduate students interested in the field of communication sciences. LA TRAMA DE LA COMUNICACIÓN is part of the Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas (Basic Nucleous of Argentine Scientific Journals). The publication was evaluated according to the criteria of publishing quality established by system Latindex (CAICYT-CONICET), having obtained level 1 (superior level of excellence), and it forms part of the corresponding Catalogue, Folio 15536 (www.latindex.org) and indexed by REDALyC (www.redalyc.org) and SciELO (www.scielo.org.ar). Catalog of DOAJ (Directory Of Open Access Journal). In addition, the journal has been accepted to join the hemerographic bibliographic summary systems of the bibliographic database of Social Science and Humanities Journals (CLASE) of the Autonomous University of Mexico (http://clase.unam.mx), the DIALNET Database of the University of La Rioja, Spain (www.dialnet.unirioja. es), Qualis B1 (applied Social Science) CAPES, Brazil (www.qualis.capes.gov.br), the Digital Repository of the National University of Rosario, Argentina, RepHipUNR (http://rephip.unr.edu.ar), and Red CLACSO. The original texts in Spanish and / or Portuguese are in the first place reviewed by the editors. Papers that comply with the scientific and editorial standards carry on to the next stage and are delivered to external assessors. Each text is evaluated by at least two experts of prestigious Latin American or Spanish Universities. La Trama de la Comunicación applies a blind assessment protocol, whereby the authors do not know who the assessors are and the latter do not know whose work they are assessing.
EDITORIAL El campo de estudio de “la comunicación” es uno de los lugares que, en la actualidad, manifiesta la complejidad del presente. En él se expresan los intereses y las preocupaciones de los investigadores de la comunicación que, en sus múltiples abordajes, demuestran el compromiso crítico tanto con las tradiciones que promueven una determinada conformación del campo de estudio, cómo con las problemáticas eminentemente actuales. La presente edición de La Trama de la Comunicación (Volumen N° 18, correspondiente al período enero diciembre de 2014), y su versión digital en Acceso Abierto es un indicador en el marco de la consolidación del debate disciplinar de la comunicación como campo de estudio. Destacamos, que en el transcurso del año 2013 la Revista “La Trama de la Comunicación” ha sido reconocida por cumplir con los estándares de producción académicas de calidad a nivel Internacional. La publicación ha sido evaluada y reconocida por su calidad editorial e indizada en la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (www.redalyc.org). Ha sido evaluada e indizada para formar parte del Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas (CAICYT- CONICET) y Scielo Argentina (www.scielo.org). Asimismo integra el catálogo del Directory of Open Access Journal, DOAJ (www.doaj.org). Estos logros garantizan el compromiso, la calidad académica y editorial del proyecto, de acuerdo a los estándares nacionales e internacionales de las revistas científicas. Esta edición de La Trama de la Comunicación contiene textos seleccionados –luego del sistema de arbitraje doble ciego– que plantean reflexiones y análisis críticos de diversas dimensiones de la comunicación. Los temas que se presentan abordan cuestiones ligadas a los abordajes teóricos-epistemológicos del objeto de la comunicación y su conformación histórica como campo de estudio. Se reconocen problematizaciones que atraviesan los objetos de la mediatización contemporánea y su relación con el arte, los discursos, los noticieros televisivos, las redes e interfaces digitales, la prensa grafica y televisiva. Una clara línea editorial se advierte en esta diversidad de objetos: la presencia de un enfoque –el de la comunicación- que, en su propia interdisciplinariedad, se ha afianzado como campo específico de estudios. Creemos que el presente volumen contribuye a su consolidación.
Sebastián Ramiro Castro Rojas Director
Sumario
Los artículos se encuentran ubicados según fecha de recepción
015-030/ Mauricio Carlos Manchado - La “Escuela de Frankfurt”, una constelación en movimiento 033-051/ Facundo Alejandro Re - La política transmediática. Nuevas formas de participación ciudadana
053-068/ María del Rosario Fernández - La metarreflexión como estrategia discursiva: “Diario de una princesa montonera”
071-080/ Alejandra Panozzo Zenere - Piezas de arte tradicional a través de pantallas 083-093/ Bernardo Suarez - ¿Qué estás pensando? El dispositivo de enunciación en la red social Facebook
095-113/ Hernán Fair - Disputas hegemónicas y escena mediática. Los debates sobre las reformas y ajustes pro-mercado (1988-1993)
115-133/ María Soledad Segura - Desintermediación y participación. Los nuevos roles de periodistas y públicos en los medios no lucrativos
135-149/ Maria del Rosario Sánchez - “Vivir en la inseguridad”. Relatos sobre el delito y el control 151-170/ Moisés Sbardelotto - La reconstrucción de lo “religioso” en la circulación en redes sociodigitales
173-186/ Romina Andrea Barboza - Instituciones, medios y socialización: aportes para una discusión
189-209/ Mariano Fernández - Sobre la mediatización. Revisión conceptual y propuesta analítica 211-229/ Patricia San Martín, Gonzalo Andrés y Guillermo Rodríguez - Construir la memoria plural. Reflexiones acerca de una Comuna físico-virtual
231-248/ Sebastián Miguel Rigotti - Acerca de las vanguardias artísticas latinoamericanas. El caso de las revistas de Buenos Aires y San Pablo en los años `20
251-271/ Ana Inés Heras Monner Sans y María Amalia Miano - Sociolingüística y etnografía. Análisis de interacciones en la Mesa de grupos auto-gestionados
ISSN 1668-5628 ISSN digital 2314-2634
273-291/ Ivan Gustavo Lello - Haciendo TV en jujuy 293-311/ Jorge Saborido y Marcelo Borrelli - Por la “dignidad Militar”: la revista Cabildo y el levantamiento carapintada en la Semana Santa de 1987
313-327/ Matías David López - ¿El paisaje nos devora? Tecnologías, entre lo cotidiano y lo político
Summary
Articles are located according to date of receipt
015-030/ Mauricio Carlos Manchado - The “Frankfurt School”, a constellation in movement 033-051/ Facundo Alejandro Re - The transmedia policy. New forms of citizenparticipation 053-068/ María del Rosario Fernández - The metalanguaje as discursive strategy: “Diary of a princess montonera”
071-080/ Alejandra Panozzo Zenere - On-screen traditional art pieces 083-093/ Bernardo Suarez - What´s on your mind? The device of enunciation in the social network Facebook
095-113/ Hernán Fair - Hegemonic disputes and media scene. The debates on pro-market reforms and adjustments (1988-1993)
115-133/ María Soledad Segura - Desintermediation and participation. The journalists and publics new roles in non profit media
135-149/ Maria del Rosario Sánchez - “Living in insecurity”. Stories about crime and control 151-170/ Moisés Sbardelotto - The reconstruction of the “religious” in the circulation in socio-digital networks
173-186/ Romina Andrea Barboza - Institutions, media and socialization: contributions to a discussion
189-209/ Mariano Fernández - On mediatization. Conceptual review and analytical approach 211-229/ Patricia San Martín, Gonzalo Andrés y Guillermo Rodríguez - Build the plural memory. Reflections about a physical-virtual Commune
231-248/ Sebastián Miguel Rigotti - About the Latin American avant-garde. The case of Buenos Aires and Sao Paulo journals in the early `20
251-271/ Ana Inés Heras Monner Sans y María Amalia Miano - Sociolinguistics and ethnography. An analysis of interactions taking place at the Mesa Colectiva, a discussion device for selfmanaged groups
ISSN 1668-5628 ISSN digital 2314-2634
273-291/ Ivan Gustavo Lello - Making TV in Jujuy 293-311/ Jorge Saborido y Marcelo Borrelli - For the “dignity Military”: magazine Cabildo and uprising carapintada on Holy Week 1987
313-327/ Matías David López - ¿El paisaje nos devora? Technologies, Between the Daily Life and the Political
La “Escuela de Frankfurt”, una constelación en movimiento Por Mauricio Carlos Manchado mauriom@steel.com.ar - Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Sumario:
Summary:
El presente trabajo propone una introducción -o entrada posible- a una de las líneas de pensamiento más importantes e influyentes en el campo de la comunicación: la Teoría Crítica, también conocida como “Escuela de Frankfurt”. Perspectiva crítica que, en el transcurso del texto, calificamos como “constelación en movimiento” porque en su seno alberga no sólo una continua movilidad teórica-territorial sino también una heterogeneidad de intelectuales que formaron parte o se vincularon a ella. Constelación que dialoga con el marxismo, el judaísmo, el nazismo, el socialismo y el capitalismo, y en cuyo diálogo se cristaliza la imposibilidad de pensarla como un bloque único y compacto. Contrariamente a ello, han sido las discusiones que mantuvieron sus integrantes –nos centraremos aquí en una de las más significativas, la de Adorno-Benjamin– las que hicieron de la “Teoría Crítica” una de las perspectivas de análisis más complejas y completas para pensar los procesos políticos, culturales y mediáticos del siglo XX. Constelación que, por sobre todas las cosas, se propone avanzar en la desafiante tarea de realizar una crítica racional de nuestra propia racionalidad occidental.
This work proposes an introduction –or possible entry– to one of the lines of thought most important and influential in the field of comunication: Critical Theory, also known as “Frankfurt School”. Critical perspective that, in the course of the text, we qualify like “constellation in motion” because it contains not only a theoretical continuous-territorial mobility but also heterogeneity of intellectuals who formed part of or linked to it. Constellation that dialogs with marxism, judaism, nazism, socialism and capitalism and which dialogue crystallizes the imposibility of think it like a single and compact block. Contrary to that, the discussions between their members –we will focus here on one of the most significant, Adorno-Benjamin– have done the “Critical Theory” one of the perspectives of analysis more complex and complete to think the political, cultural and media process of twentieth century. Constellation that, mainly, proposes to advance in the challenging task of making a rational criticism of our own Western rationality.
Describers: Critical theory; marxism; cultural industry; capitalism, revolution
Descriptores: Teoría crítica; marxismo; industria cultural; capitalismo; revolución
La “Escuela de Frankfurt”, una constelación en movimiento The “Frankfurt School”, a constellation in movement Páginas 015 a 030 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción Al construir un relato histórico solemos ordenar nuestras ideas a través de una variable que establece límites: el tiempo. Es así como la racionalidad occidental apela a fechas trascendentes, años claves o días irrepetibles que caprichosamente condensan el peso de los acontecimientos. Puede que una de las imágenes más fieles de esto sean esas líneas blancas y verticales que nuestra maestra de primaria dibujaba sobre el pizarrón, jugando a hacer tajos al continuum horizontal de la historia. No estaríamos más que de acuerdo con la intención de “tajear” la historia si no fuese porque, acto seguido, aquella mujer alta y de cara ceñida anotaba números exactos sobre la verticalidad, borrando así toda esperanza de un relato diferente. Allí hablábamos de etapas, períodos o inclusive, casi en un gesto de rebeldía, de ciclos. Al escribir sobre el Instituto para la Investigación Social —más conocido como la “Escuela de Frankfurt” o “Teoría Crítica”1— esas delimitaciones se vuelven obsoletas o, al menos, insuficientes. Por ello, para reconstruir el devenir del Instituto no hablaremos de “etapas” sino de “constelaciones”. Gesto del lenguaje que encierra algo más que una pretensión poéticaliteraria, se convierte aquí en una declaración sobre cómo proponemos pensar a la “Teoría Crítica” sin caer en reduccionismos. Hablar de “etapas” implicaría comienzos y finales cerrados, y eso fue, precisamente, lo que no caracterizó a la “Escuela de Frankfurt”. Las transformaciones y/o desplazamientos fueron características de ésta tanto como su heterogeneidad, multidireccionalidad y apertura. Porque cada cambio implicó retomar el camino antes construido y porque sobre una idea central se fueron introduciendo variaciones que no borraban lo anterior sino que, en todo caso, lo complejizaban. Por todo ello, preferimos hablar de “constelaciones” en tanto su imagen nos revela un orden desordenado o, más bien, un desafío a la linealidad de las cosas2. Las “constelaciones” son construcciones enigmáticas
que, en un mismo movimiento, van y vienen sobre un fondo común. Vaivén que identifica el devenir del Instituto sustentado en el eclecticismo de sus intelectuales, reunidos todos bajo una causa común: la de realizar una crítica a la racionalidad de un orden social desigual cuya expresión —para algunos de estos autores resulta no ser la única, pero sí la más grande y contundente— es el capitalismo. En el presente artículo ofrecemos un primer acercamiento a esa “gran constelación” denominada “Escuela de Frankfurt”, no con el fin de lograr una cronología de hechos y personajes sino más bien de cartografiar un mapa intelectual altamente complejo, heterogéneo y tensionado, conformado por filósofos, psicólogos, historiadores y sociólogos que signaron para siempre la forma de pensar la relación sujetosociedad (y en ella también el vínculo cultura-medios de comunicación). No nos proponemos dar una mirada única o unificada sobre la “Escuela de Frankfurt” porque su propia potencialidad estuvo —y está— en dos aspectos centrales que describiremos en el transcurso del artículo: 1) su continua transformación o movilidad (teórica y territorial) y 2) la capacidad de hacer interactuar y convivir a intelectuales tan símiles y disimiles como Horkheimer, Adorno, Benjamin, Fromm, Marcuse y hasta el propio Habermas. Sus nombres resuenan ya en los anaqueles del siglo XX pero un continuo rescate y recuperación de sus ideas logra que éstas sean, en los albores del siglo XXI, posibles respuestas —de nuevas pero viejas preguntas— para pensar la/s sociedad/es y su/s sujeto/s o, como sostenía Michel Foucault —emparentando su tarea con la de la Escuela de Frankfurt—, realizar una “crítica racional de nuestra racionalidad”3. Racionalidad que, bajo el signo del capitalismo, es interpelada por estos intelectuales. Pues bien, desempolvemos de aquellos viejos anaqueles a esta “Escuela” que, allá por la década de 1920, comenzaba a construir ya sus primeras constelaciones.
La Trama de la Comunicación - Volumen 18 - Enero a diciembre de 2014 / p. 015-030 / ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634 La “Escuela de Frankfurt”, una constelación en movimiento - Mauricio Carlos Manchado
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I. Constelación primera. Frankfurt, marxismo y Grünberg: El Instituto para la Investigación Social Tal como lo indica el título, la primera constelación está marcada por una de las ciudades más progresistas de la Alemania de pos-guerra: Frankfurt. Fue en la Universidad de dicha ciudad donde el 22 de Junio de 1924 se realizó la celebración académica de inauguración del por entonces denominado Institut für Sozialforschung (Instituto para la Investigación Social). Inauguración en la que Carl Grünberg, en el cargo de Director del Instituto, dejaría sentadas las bases programáticas de su trabajo académico y la orientación que adoptaría el mismo. “Marxista de cátedra” como solían llamarlo a Grünberg, en 1910 había fundado el “Archivo para la historia del socialismo y el movimiento obrero” y pretendía signar la labor del Instituto hacia esos temas (Wiggershaus, 2010). Grünberg representaba el carácter científico del marxismo —ésta había sido, entre otras, una de las causas de su elección como Director— en el mapa intelectual europeo —más puntualmente alemán—, y ésa era la impronta que buscaba darle al Instituto:
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“Si el marxismo como sistema económico y sociológico ha sido tratado hasta ahora en las universidades alemanas —en un marcado contraste con lo que sucede en otros países— de una manera despectiva, o incluso prácticamente, en el mejor de los casos, se le ha tolerado a regañadientes, en el nuevo instituto de investigaciones tendrá una patria…” (Grünberg en Wiggershaus, 2010: 40)
Dicha orientación fue tan marcada que el grupo de personas que trabajaban en el nuevo Instituto respondían a los “intereses temáticos y concepciones del mundo del Director.” (Wiggershaus, 2010: 44) Una primer enumeración nos encuentra con nombres claves de lo que será el posterior desarrollo del Instituto: Pollock, Grossman (ambos asistentes de Grünberg),
August, Wittfogel, Mandelbaum, Weiss, Massing, Gumperz, Langerhans y Löwenthal. De todos ellos, sólo Leo Löwenthal no respondía a la temática principal definida bajo la Dirección de Grünberg (su trabajo versaba sobre la sociología de la novela alemana en el siglo XIX). (Wiggershaus, 2010) Esto dejaba bien en claro que el Instituto, desde sus comienzos, estaría signado por estudios realizados desde una perspectiva marxista. Mirada que se materializaba en Carl Grünberg pero también en quién estuvo encargado de seleccionarlo y proponerlo como Director: Felix Weil. Nacido en Buenos Aires (Argentina) en 1898, Weil era hijo de un comerciante judío que a los 22 años había viajado a ese país para trabajar como empleado en una empresa de cereales de Amsterdan y se afincó allí por más de 18 años. Tiempo en el que cosechó un importante éxito económico para volver a Alemania como multimillonario y con la expectativa de que su hijo continuase con la empresa. Finalmente, esto no sucedió. Felix Weil no se convirtió en empresario, científico o artista sino en un mecenas de izquierda y en un “trabajador ocasional de las cuestiones científicas.” (Wiggershaus, 2010: 24) Lo cual construyó, a la posteridad, una imagen de Weil que omitiría sus intereses académicos, puntualmente, su insistencia en que el marxismo debía ser considerado y abordado desde una perspectiva científica; hecho que por entonces no era una posición asumida y aceptada ampliamente en el campo intelectual y por tanto, un debate sobre el que Weil pretendía profundizar tras los lineamientos fundantes del Instituto. Marxista y convencido de la superioridad del socialismo, Weil había estudiado Ciencias Sociales y Economía realizando su Doctorado en Frankfurt en 1920. (Wiggershaus, 2010) Su preocupación principal era lograr la “institucionalización en la discusión marxista” y por ello impulsó junto a su padre (organizacional y económicamente) el Instituto para la Investigación Social. En 1923, se autoriza la fundación del mismo en
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la Universidad de Frankfurt y la elección del cargo de Director estaría bajo la responsabilidad del Ministerio de Educación y, principalmente, de Felix Weil. Esto determinaría que sea Weil quién, a su gusto y de acuerdo a sus objetivos, eligiese al Director del Instituto. Fue así como luego de descartar, por diversos motivos, los nombres de Pollock, Horkheimer y Mayer, el elegido fue Carl Grünberg. Weil había encontrado en Grünberg un director que respondía a la combinación que él pretendía para asentar y posicionar al Instituto: imprimirle al análisis de los fenómenos sociales, culturales y políticos una perspectiva marxista en cuyo enfoque pueda rastrearse un carácter de cientificidad –por el cual Weil bregaba- del marxismo y del materialismo histórico como modo de ver y comprender al capitalismo. Tal posicionamiento reflejaba ya el carácter crítico del Instituto como marca indeleble de una constelación cuyos destellos no se apagarían sino que seguirían brillando, incluso, hasta la actualidad. Ahora bien, el motivo por el cual nos detuvimos en algunos mojones significativos de esta primera constelación frankfurtiana es porque el relato histórico que se ha construido sobre el Institut für Sozialforschung suele omitir tanto la importancia que tuvo la presencia de Grüngberg para el posicionamiento del mismo en el campo académico como los lineamientos teóricos que Weil le imprimió a la “Escuela de Frankfurt”. Respecto de Grüngberg vale decir que su trayectoria como uno de los intelectuales más destacados en la corriente de pensamiento denominada “austromarxismo”4 posicionaba positivamente al Instituto no sólo frente a las gestiones administrativas que debían realizar ante el Ministerio de Educación de Frankfurt, sino también ante la mirada del resto de los intelectuales que observaban con atención –y algo de desconfianza– (signada sobre todo por la figura de Felix Weil) el surgimiento de un nuevo espacio de reflexión y discusión marxista en un contexto de pos-guerra a nivel mundial y de reestructuraciones socio-políticas-económicas
en el escenario alemán. En cuanto a la figura de Weil, insistimos en que si bien ha sido el principal propulsor económico del Instituto, también fue quien delineó los posicionamientos teóricos-políticos (no partidarios) de aquella organización. Ahora bien, las imprecisiones en las que en reiteradas ocasiones se incurre al ligar los comienzos del Instituto con la figura de Max Horkheimer tienen su explicación en la construcción de una imagen que el propio Horkheimer realizó, de sí mismo y de la Escuela, desde que asumió la Dirección del Instituto. Su estadía en el cargo por más de 25 años forjará la idea de que el inicio y decurso del Instituto estaban necesariamente ligados a su figura. Sin embargo, hemos visto que en los amaneceres de la Escuela otros fueron los propulsores de la propuesta académica que sí, ciertamente, tendrá en él uno de sus principales continuadores y reformadores. Las constelaciones, dirá Benjamin, se establecen “a partir de los puntos luminosos de las estrellas” (Benjamin en Adorno, 2011: 251) y es su carácter combinatorio el que provoca una imagen de totalidad. Pues bien, esa imagen del “Instituto” es la que intentaremos seguir construyendo a continuación al unir los puntos luminosos que comenzaron a destellar con Grünberg y que tendrán su proceso de continuidad-discontinuidad en la figura de Max Horkheimer. II. Constelación segunda. Emigración, judaísmonazismo y marxismo-psicoanálisis, la llegada de Horkheimer: Un giro no tan copernicano En Enero de 1928 Carl Grünberg sufre un ataque de apoplejía y debe abandonar su puesto de Director del Instituto. Ante ello, Weil se embarca en la tarea de buscar un sucesor. Otra vez, la lista de candidatos se despliega sobre la mesa y pueden observarse los nombres de Grossmann, Pollock y Max Horkheimer. Ya con un Instituto afianzado en el mapa académico-intelectual alemán, Weil pretendía que el mismo
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“continuase con sus esfuerzos por la aplicación y perfeccionamiento de la teoría de Marx, con una incondicional neutralidad política —partidaria—.” (Wiggershaus, 2010: 51) El elegido finalmente será Horkheimer; judío, marxista (condiciones que existían en todos los integrantes del Instituto), convencido no sólo de la potencialidad de la teoría marxista para “denunciar” y “superar” las desigualdades e injusticias sociales sino también poseedor de una visión para el Instituto que no desechaba lo impulsado por Grünberg pero sí lo complejizaba. El nuevo programa consistía en combinar un enfoque teórico donde se conjugasen elementos del marxismo y el psicoanálisis pero sin dejar de lado otras ciencias sociales. Así lo expresaba Horkheimer en su discurso inaugural como Director del Instituto el 24 de Enero de 1931: “…organizar investigaciones con base en planteamientos filosóficos actuales, en las cuales se combinen filósofos, sociólogos, especialistas en economía nacional, historiadores y psicólogos, en una comunidad de trabajo de larga duración.” (Horkheimer en Wiggershaus, 2010: 55)
Asimismo, el “Archivo para la historia del socialismo y el movimiento obrero” será reemplazado, en 1932, por la “Revista de Investigación Social” que sería, a partir 20 de entonces, el órgano de publicación y difusión de los trabajos producidos por los intelectuales del —y vinculados al— Instituto. Lo que esto significaba era el “desplazamiento del punto focal del trabajo del Instituto (de la historia del movimiento obrero hacia la teoría de la sociedad)” (Wiggershaus, 2010: 57) pero también mayor presencia de un grupo de colaboradores que reflejaban la nueva orientación “multidisciplinar” que Horkheimer impulsaba. A los ya mencionados en el transcurso de este apartado, se le sumarían: Erich Fromm (psicoanalista), Herbert Marcuse (contactado por Löwenthal para sumarse al Instituto) y Theodor
Wiesengrund-Adorno. Todos ellos compartían no sólo un vínculo con el marxismo sino también con el judaísmo —en grados o compromisos diferentes— y esto, veremos, no será un dato menor en el posterior desarrollo del Instituto. Sumado a eso, el grupo de Frankfurt también estaba convencido de que el posicionamiento del Instituto —sus producciones teóricas— debían contener y expresar tanto una fuerte crítica al capitalismo como a los sistemas de pensamiento y tradiciones filosóficas que se presentaban como cerrados y completos (Jay, 1986). Uno de ellos —tal vez blanco o “enemigo” predilecto de los frankfurtianos— fue el positivismo. De allí que Horkheimer dijera del positivismo y del resto de las teorías calificadas como “tradicionales”, que se encontraban subsumidas en una “ilusión de independencia” a partir de la cual los científicos creen “que ofrecen procesos de trabajo cuyo cumplimiento, según se pretende, derivaría de la íntima esencia de su objeto”; una independencia que se correspondería a “la libertad aparente de los sujetos económicos dentro de la sociedad burguesa. Estos creen actuar de acuerdo con decisiones individuales, cuando hasta en sus más complicadas especulaciones son exponentes del inaprehensible mecanismo social.” (Horkheimer, 2003: 231) En contraposición a ello, la teoría crítica proponía retomar las categorías marxistas de clase, explotación, plusvalía, ganancia, pauperización, crisis como momentos de una totalidad conceptual “cuyo sentido ha de ser buscado, no en la reproducción de la sociedad actual, sino en su transformación en una sociedad justa. Aunque la teoría crítica en ningún momento procede arbitrariamente o por azar, para el modo dominante de juzgar ella aparece, justamente por eso, como subjetiva y especulativa, parcial e inútil.” (Horkheimer, 2003: 250) Calificación que se posaba sobre la teoría crítica para desprestigiarla pero cuyo eco, por parte de sus integrantes, no fue más que el refuerzo y la reafirmación del posicionamiento mar-
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xista (combinado ahora con enfoques de otras disciplinas como, por ejemplo, el psicoanálisis) con el que se abordarían los fenómenos estudiados. Ahora bien, a pesar de este claro posicionamiento desde la teoría marxista y de adoptar la dialéctica como método para analizar los procesos sociales, también establecieron sus diferencias con las interpretaciones que muchos marxistas realizaban del marxismo. Es decir que el positivismo no fue la única tradición o sistema de pensamiento que criticarían sino que realizarán ese mismo ejercicio, inclusive, con el propio marxismo en su versión más ortodoxa. Para los integrantes del Instituto, la tradición marxista debía ser repensada o, al menos, revisada en algunas de sus interpretaciones. Una de ellas era el proceso de “determinación” o condicionalidad en el par estructura (infraestructura) – superestructura (supraestructura). ¿Qué decían, de acuerdo a los frankfurtianos, los marxistas ortodoxos? En breves palabras (con todo el riesgo que implica esta simplificación), que sólo la estructura (económica) condiciona a la superestructura (cultura, religión, etc.) Por tanto, la dinámica se presenta en términos unidireccionales, y de esa unidireccionalidad se distanciarán los integrantes del Instituto. Por lo tanto, lo que existe es una interacción o mutua determinación entre la estructura y la superestructura, relación dialéctica y no de causalidad que si bien “era indudable que, bajo el capitalismo, la base económica desempeñaba un papel decisivo en este proceso (…) lo que se debía comprender era que dicho estado era sólo histórico y cambiaría con el tiempo.” (Jay, 1986: 73) En los integrantes del Instituto, la superestructura cobraba cada vez mayor importancia; de allí que el abordaje de lo que Adorno y Horkheimer enunciaron como la “industria cultural” en “Dialéctica del Iluminismo”(1947) -y en dicha industria la experiencia de la música y la televisión entre otras-, o el propio interés de Benjamin por la obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica (1936), eran precisamente expresión
del lugar destacado que ocupaban los procesos culturales y comunicacionales como clave de análisis de los procesos económicos del capitalismo (más allá de que por ejemplo, con Benjamin, existieran diferencias en cómo se articulaba el par estructura-superestructura). Esto implicaba, también, un fuerte indicio sobre los nuevos intereses y perspectivas que Horkheimer había dejado claros en su discurso de asunción como director. Precisamente, se refería a esa revisión del marxismo en su versión más ortodoxa cuando hablaba de la necesaria “combinación de la filosofía y las ciencias sociales” a fin de pensar “la relación entre la vida económica de la sociedad, el desarrollo psíquico de los individuos y las transformaciones en el campo cultural.” (Wiggershaus, 2010: 54) Campo, este último, que será ampliamente trabajado cuando el Instituto tenga que, en 1933, emigrar a los Estados Unidos (previa escala en Ginebra) ante el avance del nazismo en Alemania. Ya lo habíamos dicho, la condición de marxistas y judíos no sería un dato menor y la salida de territorios europeos se presentaba como necesidad imperiosa ante el riesgo de vida que significaba seguir con la tarea del Instituto en Frankfurt. Dicha emigración forma parte de una constelación que pone no sólo a Horkheimer en un lugar destacado sino también a Theodor Adorno, quienes durante su exilio en Norteamérica desarrollarán sus principales ensayos e investigaciones sobre los medios de comunicación que, tal como lo mencionamos líneas arriba, más tarde se inscribirían bajo la denominación de “industria cultural”5. Exilio que, asimismo, implicó una serie de modificaciones respecto de las relaciones del Instituto con otros intelectuales. Instalado en la Universidad de Columbia (Nueva York)6, Horkheimer se vinculará, entre otros, con integrantes del grupo de la “Mass Comunication Research” y por ésta con organismos que financiarán parte sus investigaciones como la Rockefeller Foundation. De todas formas, esas relaciones
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no estarán exentas de tensiones, sólo basta imaginar cómo sería la convivencia de intelectuales marxistas en el centro —o corazón— del sistema que criticaban, o con personalidades asentadas en tradiciones de pensamiento de las que se distanciaban (como Paul Lazarsfeld); la estadía en Estados Unidos era segura pero no por ello fácil de sobrellevar. Una anécdota sobre el intento de trabajo conjunto entre Adorno y Lazarsfeld es el reflejo de dichas tensiones. En 1937 Adorno es convencido finalmente por Horkheimer de emigrar a Estados Unidos con la propuesta de dirigir, junto a Lazarsfeld, el “Proyecto de Investigación de Radio Princeton”. El proyecto estaba financiado por la Rockefeller Foundation y exigía que se realizara “dentro de los límites del sistema radial comercial entonces existente.” (Buck-Morss, 2011: 393) Adorno nunca pudo acomodarse a dicha exigencia y el resultado fue que “en aquellos casos en que sus escritos para el proyecto eran comprendidos, se los rechazaban. Lazarsfeld escribía memos a sus asociados para explicarles ‘la brillantez e importancia de las ideas de Adorno’; hizo que el propio Adorno escribiera un memorándum explicativo, pero el producto resultante, como temía Lazarsfeld, oscurecía más que aclaraba…” (Buck-Morss, 2011: 394) La consecuencia final fue que en 1939 la Rockefeller Foundation no renovó el subsidio y Adorno debió regresar con Horkhei22 mer para continuar sus tareas en el Instituto. Tareas que, por entonces, se veían dificultadas por problemas económicos que habían llevado, por ejemplo, a perder la continuidad de publicación de la “Revista de Investigación Social”. El propio Adorno, algunos años después, escribía en su ensayo “Experiencias científicas en Estados Unidos” sobre las principales dificultades con las que se encontraba al producir y difundir sus trabajos en el campo académico norteamericano, especialmente por la diversidad de enfoques y tipos de análisis que proponía el Instituto (donde primaba la reflexión y los abordajes de carácter cualitativo) y los
que pretendían las Universidades norteamericanas que, en su gran mayoría, contaban con el patrocinio de grandes empresas para realizar investigaciones de un claro corte empirista y cuantitativo. Así, en referencia a la recepción que tuvo el estudio que Adorno escribió sobre el jazz en 1936 (antes de emigrar a Estados Unidos) en el campo académico norteamericano, decía lo siguiente: “…aquel trabajo, aunque referido estrictamente a los problemas musicales, llevaba el estigma, según las concepciones norteamericanas de la sociología, de lo indemostrado. Permanecía en la esfera del material que influye sobre los oyentes, del stimulus, sin que yo hubiese penetrado -o sin que hubiera podido hacerlo-, con los métodos de las encuestas, en la other side of the fence. De ahí que provocase la objeción que no tardaría en volver a escuchar: “Where is the evidence?” (Adorno, 2009:109). Estas declaraciones de Adorno permiten, asimismo, leer dos aspectos fundamentales del desarrollo y la importancia que adquirió la “Escuela de Frankfurt” en el campo de la comunicación. Por una parte, da cuenta de un momento histórico en la construcción de dicho campo donde la comunicación –su estudio – estaba ligada estrictamente al análisis de los efectos, particularmente, a los producidos sobre las audiencias (en aquel entonces era la radio el medio de comunicación de masas por excelencia). Tales estudios adoptaban, en su gran mayoría, un enfoque cuantitativo y sus resultados tenían carácter de aplicabilidad, por ejemplo, para campañas políticas o estrategias comerciales. Por otro lado, redimensionan el carácter rupturista de los estudios elaborados por los principales exponentes del Instituto al incorporar en sus análisis una mirada crítica al funcionamiento de los medios en la sociedad de masas y la posibilidad de leer dichos fenómenos mediáticos como “expresión” y “constitución” de un orden social desigual. Por lo tanto, analizar los vínculos que el Instituto comenzaba a generar en los ámbitos académicos norteamericanos nos habilita una lectura
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epistemológica del campo de la comunicación pero también la apertura de un espacio polemológico signado por la mirada que otros intelectuales marxistas tenían de tales relaciones. Sobre este último aspecto, tal vez quien más manifestó esos sentimientos fue el dramaturgo y poeta alemán —y marxista— Bertolt Brecht, que en sus diarios del exilio escribía: “Horkheimer es millonario y así pudo en cada lugar en que residió comprarse una cátedra para, dice él, cubrir la actividad revolucionaria de su Instituto. Esta vez ha sido en Columbia (…) ¡Oh, las palmas académicas! Con su dinero mantienen a flote a algo así como una docena de intelectuales, que tienen, a cambio, que entregar todos sus trabajos sin la garantía de que la Revista llegue un día a publicarlos.” (Brecht en Benjamin, 1999 a: 13)
Pero la fuerte crítica de Brecht estaba teñida también por las discusiones —teóricas y personales— que éste mantenía con Adorno. Discusiones que, vale decir, estaban mediadas en —y generadas por— la figura de un amigo en común: Walter Benjamin. Este filósofo alemán será quien se constituya en nexo o ligazón del Instituto con las problemáticas europeas durante su exilio norteamericano. Aunque nunca llegó oficialmente a formar parte de él, Benjamin será enmarcado dentro de la “Escuela de Frankfurt” no sólo por haber colaborado en repetidas ocasiones con la publicación de ensayos en la “Revista de Investigación Social” sino también por el vínculo —particular y controvertido— que mantendría con Theodor Adorno. Es precisamente esa relación parte del devenir del Instituto, tanto por las mutuas influencias y contribuciones entre ambos como por sus diferencias. Éstas fueron el fiel reflejo de cómo miradas divergentes podían confluir en aquello que entrada la década del 60 se agrupará bajo el término “Escuela de Frankfurt”.
III. Constelación tercera. Europa, Teoría CríticaEscuela de Frankfurt, y el debate AdornoBenjamin: Más allá de las etiquetas, las ideas Como ya dijimos en algún pasaje de este artículo, ser judío y marxista no acarreaba buenos augurios en una Alemania que tras sus deseos expansionistas avanzaba a pasos agigantados por toda Europa. Quedarse en el continente implicaba una serie de riesgos que serían los asumidos por Adorno hasta 1937 (año en el que finalmente emigra a Estados Unidos) y por Walter Benjamin (que se suicidará en 1940 al ser perseguido por la Gestapo y no poder cruzar la frontera francoespañola de Port Bou). Pero Benjamin y Adorno no sólo compartían dichas condiciones. La relación entre ambos comenzó antes de la inauguración del Instituto y más tarde vendrían las discusiones en torno a temas personales (se convirtieron en grandes amigos), políticos y teóricos. Se conocieron en Frankfurt en 1923 “pero fueron estrechando su relación sólo con el tiempo. El escenario del primer encuentro fue un seminario dictado por Gottfrield Salomon-Delatour, un discípulo de Simmel, donde se trabajaban la historia de las ideas y la sociología histórica.” (Dimópulos en Adorno 2011: 33, nota 8) Para Adorno, Benjamin, 11 años mayor, había sido uno de sus maestros intelectuales y esto se verá reflejado no sólo en la admiración que le profesaba sino también en la vehemencia con la cuál discutían sus ideas, prin- 23 cipalmente ante los cambios que Benjamin introducía a sus trabajos. Extenso sería realizar un detalle pormenorizado de la variedad de temas y perspectivas que Benjamin fue adoptando en el transcurso de sus producciones (y no es el espíritu u objetivo de este artículo), pero podemos “usar” dos “falsos ejes” para situar el debate —al menos lo central de éste— entre Adorno y Benjamin. Estos ejes serán “falsos” no por su carácter de no-verdaderos sino por el intento de reducir, arbitrariamente, una discusión con múltiples aristas a dos de sus dimensiones o aspectos: 1) los
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vínculos con el marxismo y los marxistas y 2) la posición frente al progreso y la técnica en el capitalismo. Benjamin se acercaba cada vez más al marxismo y ya al final de la década del veinte sus escritos estarían claramente permeados por esas categorías teóricas. Un marxismo leído, al igual que por parte de los integrantes del Instituto, desde una mirada poco ortodoxa al punto tal de llevar ese no-ortodoxismo al paroxismo cuando propone, sobre todo en sus “Tesis de filosofía de la Historia” (1940), el “cruce”, “combinación” o “conjunción” de elementos propios del judaísmo-mesianismo con los del marxismo. De allí que la figura romana del Jano sea la más adecuada para lograr su definición como intelectual. Una cabeza con dos rostros, uno mirando hacia Moscú y el otro a Jerusalén. Podríamos decir, siguiendo con el juego de las imágenes, que ambas miradas en cierto momento —paradójicamente— se cruzaron y las “Tesis…” fueron su mayor cristalización. Tal como sostiene Hannah Arendt, “Benjamin fue probablemente el marxista más peculiar surgido de este movimiento, que bien sabe Dios no carecía de un buen número de casos raros. El aspecto teórico que forzosamente había de fascinarlo era la doctrina de la superestructura…” (Arendt en Benjamin, 2007: 18) Esa fascinación era la que compartía con los intelectuales del Instituto quienes, como hemos visto, le daban a la superestructura un papel sumamente importante dentro del orden social. Pero, a pesar de esta convergencia, Adorno (junto con Horkheimer) sostendrá que Benjamin, su pensamiento, era “adialéctico” porque se movía con categorías materialistas que no coincidían con las marxistas por carecer de mediación. (Arendt en Benjamin, 2007) Sentencia realizada luego de que Benjamin enviara, en 1938, su artículo “El París del segundo imperio en la obra de Baudelaire” para ser publicado en la “Revista de Investigación Social” y fuese rechazado por el Instituto7. Es que el proceder metodológico –si es que podemos llamarlo de
esa forma- benjaminiano poco tenía de convencional, ya que el modo de abordar los fenómenos era a través de “imágenes dialécticas” o “imágenes desiderativas”. Es decir, imágenes que en sí mismas contenían el carácter destructivo del progreso pero también la disposición de nuevas condiciones para la construcción de un futuro en el presente mismo; “imágenes en las que lo nuevo se entrelaza con lo antiguo” y donde en ellas “el colectivo busca tanto superar como transfigurar la inmadurez del producto social y las carencias del orden social de producción.” (Benjamin, 2005: 39) De allí que esas imágenes dialécticas como las de los pasajes parisinos, los carteles publicitarios, los teléfonos, las prostitutas, los vagabundos, el flaneûr, entre otras, se inscribieran en un proceder analítico caracterizado por la ley de una dialéctica en reposo: “reposo que es utopía, y la imagen dialéctica, por tanto, imagen onírica. Semejante imagen presenta la mercancía en última instancia: un fetiche. Semejante imagen presentan los pasajes, que son tanto casa como calle. Semejante imagen presenta la prostituta, vendedora y mercancía en uno.” (Benjamin, 2005: 45-46) Adorno sería crítico de este planteo que apareció en el primer resumen del “Libro de los Pasajes” en 1935 (los dos resúmenes llevaron el mismo título: “París, capital del siglo XIX”). Llamativamente, en el segundo de los resúmenes (1939), este planteo ya no aparecerá de forma explícita aunque persistirá, podríamos decir parafraseando a Derrida, como “espectralmente” en los escritos de Benjamin hasta su muerte. Lo que se presenta como novedoso en el segundo de los resúmenes es un concepto que en el primero discurría de forma incipiente: el de fantasmagoría. A partir de él, Benjamin se propone mostrar cómo a consecuencia de una “representación cosista de la civilización, las formas de vida nuevas y las nuevas creaciones de base económica y técnica que le debemos al siglo pasado –XIX– entran en el universo de una fantasmagoría.” (Benjamin, 2005: 50) Término, el de fantasmago-
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ría, que encuentra su paralelo en lo que Marx calificó como el carácter fetichista de la mercancía. Ahora bien, las diferencias entre Adorno y Benjamin conciernen a una dimensión más de este primer eje que, al pasar, puede sonar intrascendente pero no lo es: los marxistas. Las discusiones que ambos mantenían en torno al marxismo no sólo tenían como centro de disputa una posible interpretación o “utilización” de Marx sino también las “afinidades electivas” de Benjamin. Una espesa lista de nombres aparece como resultado de las amistades que forjó en su vida personal e intelectual, desde Gershom Scholem hasta Georges Bataille. Pero hubo una que signó especialmente gran parte del debate Adorno-Benjamin: Bertolt Brecht. El dramaturgo alemán, afiliado al partido comunista y creador del “teatro épico”, fue una de las principales mediaciones de Benjamin con el marxismo y, también, el blanco principal de las críticas que Adorno realizara sobre su obra. Así, en una carta que Adorno escribe a Benjamin en 1936, le aconseja que realice en sus escritos “la liquidación total de los temas brechtianos.” (Adorno en Benjamin, 1999 a: 13) Para Adorno, el acercamiento de Benjamin a Brecht implicaba una vulgarización del marxismo. De todos modos, Benjamin en esta ocasión no haría caso a los consejos de Adorno y, contrariamente a ello, los superaría escribiendo, en 1936, “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” y en 1940 “Tesis de filosofía de la historia”. Allí es donde nos situaremos para encontrar las disidencias correspondientes al segundo “eje”. Sin profundizar en la amplitud de problemáticas y análisis que abordan dichas obras, nos interesa centrarnos en las concepciones del progreso y la técnica. Para Benjamin, el progreso es una tempestad que arrastra al “ángel de la historia” y a su paso deja ruinas que no son más que aquellas luchas olvidadas de los oprimidos y vencidos (idea graficada por Benjamin en las “Tesis…” a través del cuadro “Angelus Novus” de Paul Klee). Progreso que puede observarse también
en el avance de las técnicas de reproducción como la fotografía y, fundamentalmente, del cine como fenómeno de masas a principios del siglo XX. Pero, tal como lo expresa en la “La obra de arte…”, ese avance se constituye precisamente en la condición de posibilidad para lograr la emancipación a través de nuevas claves de percepción y también la redención (así lo dirá en “Tesis…”) del sujeto —Benjamin piensa aquí principalmente en el proletariado—al alcanzar una “chance revolucionaria” (Benjamin, 1999: 51) que modifique el orden desigual de las cosas. Bien, esta arriesgada combinación de tesis que hemos intentado es, probablemente, la principal distancia que existe entre Benjamin y Adorno. Porque para este último, el progreso y la técnica avanzan sobre el sujeto anulando su capacidad de acción, narcotizándolo, paralizándolo e impidiéndole, así, alcanzar una praxis revolucionaria. Diferencias que pueden rastrearse en las obras más significativas de ambos autores. Pues Adorno, al escribir “Sobre el Jazz”, dejaba por sentado que “por mucho que el sujeto del jazz, el representante oyente en la música, se comporte extrañamente, caprichosamente, sigue sin ser nunca él mismo. Los rasgos individuales que no concuerdan con la norma están predeterminados y prefigurados por ésta: son signos de mutilación.” (Adorno, 1962: 96); y en “Disonancias”, particularmente en el capítulo destinado a analizar el carácter fetichista de la música y la regresión de la 25 escucha, se refiere a una “liquidación del individuo” como la “auténtica rúbrica de la nueva situación musical” (Adorno, 2009 a: 21). Tal liquidación –y el recorrido de dicho texto intenta confirmar esa tesis– se expresa en el desarrollo de la música (sobre todo en la “ligera” pero no sólo en ella) y en el placer de las masas al escucharla. Placer que en clave adorniana debe ser entendido como conformismo y regresión de una escucha que alcanza un estadio infantil en el que no sólo se pierde “la libertad de elección”, la “responsabilidad” y el conocimiento consciente de la música
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-restringido históricamente a pequeños grupos- sino que además “niega obstinadamente toda posibilidad de tal conocimiento” (Adorno, 2009 a: 34). Por lo tanto, para Adorno el gesto de obstinación, resistencia o subversión no estaría dado a partir de las condiciones que este carácter de la música presenta sino más bien en la conformación de un nuevo modelo inspirado en la disonancia. Disonancia que provoca disrupciones en la escucha, desestructura las estructuras musicales y genera risa o espanto; un espanto que no “emana de su incomprensibilidad, sino del hecho de que se le entiende demasiado bien (…) percepción de la situación catastrófica de la que los demás sólo quieren zafarse, retrocediendo.” (Adorno, 2009 a: 50) Contrariamente a ello, Benjamin dirá que son las propias condiciones de destrucción y liquidación -es decir, las catástrofes que como un tendal deja a su pasar el progreso- las que posibilitan la reapropiación de esas condiciones para la redención, para la construcción de un escenario diferente, para poder pasarle a la historia el cepillo a contrapelo. Esta postura puede rastrearse en “La obra de arte…” cuando Benjamin inscribe al cine como un dispositivo que modifica la relación de la masa con el arte, haciendo que ésta se vuelva, por ejemplo, retrógrada frente a un Picasso y progresiva frente a un Chaplin (y en sentido, hacer coincidir por parte del público la actitud crítica y la fruitiva8). Pero, al mismo tiempo, 26 resalta los mecanismos que la técnica cinematográfica pone a disposición para una nueva percepción. Una percepción construida por la cámara que nos hace experimentar tanto el inconsciente óptico “igual que por medio del psicoanálisis nos enteramos del inconsciente pulsional” (Benjamin, 2007: 174) como también un distanciamiento-reconocimiento de las condiciones de existencia ( y en ese sentido la concientización de la que hablaba Adorno) tras los efectos de “shock” producidos en el montaje de imágenes: “El cine es la forma artística que corresponde al creciente peligro en que los hombres de hoy vemos nuestra vida. La
necesidad de exponerse a efectos de choque es una acomodación del hombre a los peligros que lo amenazan. El cine corresponde a modificaciones de hondo alcance en el aparato perceptivo, modificaciones que hoy vive a escala de existencia privada todo transeúnte en el tráfico de una gran urbe, así como a escala histórica cualquier ciudadano de un Estado contemporáneo.” (Benjamin, 2007: 177 nota 29) Un posicionamiento que Benjamin dejaría expresado también en su ensayo “Sobre algunos temas en Baudelaire” al decir que la técnica sometía al sistema sensorial a un complejo entrenamiento hasta que llegó el día en que el film “correspondió a una nueva y urgente necesidad de estímulos. En el film la percepción por shocks se afirma como principio formal. Lo que determina el ritmo de la producción en cadena condiciona, en el film, el ritmo de la percepción.” (Benjamin, 1999: 25) Ahora bien, lo que señalaban estas diferencias (reflejadas asimismo en el enojo de Adorno al publicarse “La obra de arte…” como en cierta incomprensión de Benjamin ante sus críticas) eran también las distancias políticas entre ambos. Mientras Benjamin seguía apoyando, hasta la firma del pacto de no agresión entre Stalin y Hitler, el proceso de la Unión Soviética, Adorno ya se encontraba decepcionado por el mismo. Mientras Benjamin proponía como modelo artístico para sus reflexiones al surrealismo, Adorno sostenía el “carácter irracional del mismo” y adoptaba a Schönberg (creador del modelo de la música atonal) como su faro en el mundo del arte. Pero, tal vez, la diferencia más profunda era la apuesta que cada uno de ellos realizaba al potencial del sujeto —proletario— como motor de cambio. Aunque mejor habría que decir (y esto es fuente de grandes discusiones todavía no saldadas), a cómo cada uno de ellos manifestaba su posición y, en todo caso, en cómo fueron –o no– interpretados. Cierto es que adoptaron posiciones divergentes respecto de cómo pensar al progreso y el vínculo téc-
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nica-sujeto, pero también se volvieron sumamente reduccionistas las lecturas que algunos intelectuales y jóvenes de la Nueva Izquierda alemana hicieron hacia los planteos de Adorno y su mirada “pesimista” sobre los procesos —o intentos— de cambio que se presentaban en la Europa de pos-guerra. A raíz de esto, clasificaron las propuestas teóricas de Benjamin como “optimistas” y las de Adorno como “pesimistas” ante las posibilidades de transformar el orden social. No coincidimos con esta lectura (aunque sí reconocemos diferencias entre ambos como también que los textos de Benjamin reflejan una mirada, podríamos decir, más esperanzadora) pero es importante mencionarla porque fue, como mencionábamos, la que realizó la Nueva Izquierda alemana al regreso de los principales exponentes del Instituto (Adorno y Horkheimer), luego de su exilio americano a comienzos de los cincuenta, y cuando en 1957 Theodor Adorno asume la Dirección del mismo. Estos acontecimientos marcarán el devenir de lo que se ha denominado la “primer generación” de la “Escuela de Frankfurt”, pero para llegar a eso queremos, antes, finalizar con el debate Adorno-Benjamin. Por lo pronto, sobre dicho debate queríamos resaltar —haciendo sólo un breve refresco de las posiciones de ambos autores sin profundizar demasiado en ellas— que esta continua tensión, idas y vueltas, marchas y contramarchas, eran las que convivían en lo que hoy se aglomera bajo la etiqueta de “Teoría Crítica” o “Escuela de Frankfurt”. Parte de esa tensión podía verse también reflejada en la correspondencia que Benjamin mantuvo con Gretel Karpuls, su amiga y mujer de Adorno, donde expresaba las incertidumbres que tenía respecto de cómo el Instituto evaluaría sus trabajos y, en consecuencia, de qué manera continuaría o no subsistiendo económicamente, ya que desde 1934 los aportes del Instituto eran los únicos fijos que recibía Benjamin en Europa: “De modo que debo depositar casi toda mi esperan-
za, que tanto necesito –cursivas en el original–, en los esfuerzos que el Instituto invierta por mí allá –en referencia a Estados Unidos–. Hace tres semanas Max –Horkheimer– me solicitó mediante telegrama un exposé en francés de los pasajes –que será publicado finalmente en el “Libro de los Pasajes” como segundo resumen–. Entretanto ya debe haber llegado, y se diferencia en mucho del que tú conoces. Me empeñé, tanto como fue posible en el poco tiempo, en poner como tema central una de las concepciones fundamentales de los pasajes: la cultura de la sociedad productora de mercancías como fantasmagoría.” (Benjamin en Adorno, 2011:391)
Pero más allá de la necesidad académica de encasillar o etiquetar a los intelectuales en ciertos movimientos, corrientes, o escuelas de pensamiento, lo que aquí propusimos fue una suerte de digresión sobre el devenir del Instituto. Para mostrar cómo tras una simple denominación, “Escuela de Frankfurt”, y un deslumbrante listado de nombres, existen diferencias y divergencias que caracterizaron el propio espíritu de, como lo llamó el propio Benjamin, “un Instituto alemán de libre investigación”.9 A modo de cierre: Constelaciones de ayer, hoy y mañana
Decir que el devenir de la “Escuela de Frankfurt” 27 concluyó es una afirmación falsa y obsoleta. Falsa porque luego de aquella “primer generación” descripta en este artículo le siguió una “segunda” donde se destacarían, por ejemplo, los trabajos de Jürgen Habermas. Asimismo, es obsoleta porque creer que aquellas reflexiones y discusiones iniciadas en la década del veinte han caducado, implica cercenar la mirada crítica ante un orden social capitalista que ha sabido potenciar —y en esa potenciación cimentar las desigualdades— aquellos avances tecnológicos y mediáticos que supieron señalar quienes formaron
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—y forman— parte de la “Teoría Crítica”. Nominación, la de teoría crítica, que Horkheimer describió profusamente en su ensayo de 1937 señalando el carácter desigual de las relaciones sociales de producción capitalistas (Horkheimer, 2003) y que más tarde indicará también para las relaciones del campo cultural y comunicacional. Discusiones que, como habíamos anticipado, tuvieron un punto de inflexión al regreso del Instituto a una Alemania de pos-guerra donde la Nueva Izquierda y, fundamentalmente, los jóvenes universitarios, veían en las producciones de los frankfurtianos herramientas para llevar adelante la transformación social. Aunque, vale decir, no lo vieron en todos los integrantes del Instituto, o al menos se decepcionaron con una de sus principales figuras: Theodor Adorno. Aquella calificación de “pesimista” que se ciñó sobre éste es la que le valdría la interpelación de los jóvenes en la década del 60. Porque mientras Marcuse brindaba, desde los Estados Unidos, cierto apoyo a los nuevos movimientos, Adorno no lo hacía. (Buck-Morss, 2011) Así, aquellos mismos que lo admiraron, eran ahora quienes lo criticaban como responsable de un revisionismo de los fundamentos y orígenes del Instituto y, principalmente, de obstruir la praxis revolucionaria. Acusaban a Adorno de no ser “suficientemente radical”, y su respuesta fue que “precisamente porque sus 28 metas eran revolucionarias, criticaba por inefectivas las tácticas anarquistas, y que estaba sinceramente preocupado por la impaciencia estudiantil frente a la teoría.” (Buck-Morss, 2011: 13) Esas discusiones tienen sus resonancias hasta la actualidad y el reduccionismo que yergue sobre ellas nos obliga a repensar continuamente las clasificaciones estancas sobre la “Escuela de Frankfurt” y sus integrantes. Abordar la Escuela de Frankfurt implica ir más allá del carácter programático que la fundó, y lo que este trabajo intentó hacer fue eso. Dar cuenta de su complejidad nos llevó a leer su decurso institucional a la
luz de los acontecimientos políticos, económicos y sociales sucedidos, fundamentalmente, en Europa pero también de las reconfiguraciones, diálogos y tensiones que la Escuela de Frankfurt generó cuando, precisamente, ya no estuvo en Frankfurt. La emigración implicó no sólo un movimiento de desterritorialización sino también de reacomodamiento en escenarios académicos que harían interactuar a sus principales exponentes con teorías y enfoques que profusamente criticaron. Todo sumado al discutir con el devenir de intelectuales vinculados al Instituto –como Benjamin– que iban adoptando nuevas perspectivas de análisis (a partir de, entre otras cosas, sus afinidades electivas) en una Europa acorralada por los totalitarismos. En fin, arenas de debate, tensiones, disputas, luces y sombras de una constelación siempre en movimiento. Es que, más allá de las etiquetas, están las ideas, y en ese latiguillo se esconde el potencial de intelectuales que produjeron una crítica de nosotros mismos y de aquellos procesos culturales, comunicacionales y mediáticos constructores de subjetividades. Tarea de desarme o destrucción que nos permite una mirada al pasado para comprender el presente y escoltar al futuro, para construir constelaciones del ayer, del hoy y del mañana. Y eso, definitivamente, no es poco. Notas ampliatorias 1. Es importante señalar que las “etiquetas” o denominaciones que recibirá este movimiento intelectual fue variando en el transcurso de los años. Desde su fundación oficial en 1924 será conocido como el “Instituto para la Investigación Social”, hasta 1937, año en el que es señalado como “Teoría Crítica” a raíz de la publicación de “Teoría tradicional y teoría crítica” de Max Horkheimer. Finalmente, el nombre “Escuela de Frankfurt” será asignado “desde fuera en la década de 1960” (Wiggershaus, 2010: 9). Las tres denominaciones convivieron y conviven hasta la actualidad, motivo por el cual en el transcurso del artículo utilizaremos, indistintamente, cada una de ellas.
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2. En 1935, en una carta escrita a T. Adorno y su mujer, Benjamin asume complaciente la sugerencia de Adorno de pensar la imagen dialéctica (concepto central en Benjamin) como una “constelación”. (Benjamin en Adorno, 2011: 250) 3. Wiggershaus sostiene que Foucault denominaba a su programa “crítica racional de la racionalidad”, “con casi las mismas palabras que Adorno había caracterizado el tema en 1962. Explicaba que Adorno, en una clase sobre terminología filosófica en donde veía la tarea de la filosofía, decía de ésta que tenía que llevar a cabo ‘una especie de proceso de revisión racional frente a la racionalidad’.” (Wiggershaus, 2010: 12) 4. El austromarxismo es la nominación asignada a la corriente de pensamiento desarrollada en Viena a finales del siglo XIX, cuyos teóricos fundadores fueron Max Adler, Otto Bauer, Rudolf Hilferding y Karl Renner (De Blas Guerrero, 1997). Carl Grünberg será considerado uno de los más fieles seguidores de Adler, convirtiéndose así en uno de los intelectuales más destacados del austromarxismo. 5. Concepto reflejado ya en “Dialéctica del Iluminismo” (1947), obra conjunta de Adorno y Horkheimer (la más importante de las producidas por el Instituto durante su exilio), y profundizado luego en los trabajos, entre otros, de Adorno sobre la televisión. El más destacado de dichos trabajos fue “La televisión como ideología” en ADORNO, T. (1969) Intervenciones: nueve modelos de crítica, Ed. Monte Ávila, Caracas. 6. Más tarde, en 1941, el Instituto comenzará su traslado a la ciudad de Los Ángeles y, en agosto de ese año, Horkheimer le escribirá a Löwenthal sus primeras percepciones: “Si en los próximos años llego a tener todavía tiempo para el trabajo científico, la solución de venir al Oeste habrá sido seguramente la correcta. Con esta idea estoy sumamente satisfecho. Nótese: la naturaleza en el sur de California es más bella, y el clima más favorable de lo que uno pudiera soñar.” (Horkheimer en Wiggershaus, 2010: 369) 7. Sobre este episodio tan significativo para Benjamin, Gershom Scholem relató que “en noviembre de 1938, la revista del Instituto había desestimado la publicación del trabajo sobre Baudelaire que había redactado durante el verano, y en febrero de 1939 me escribió —Benjamin—, ofreciéndose a remitirme el manuscrito para que diese mi parecer, pues debía emprender inmediatamente la prosecución del trabajo, que se desarrollaría bajo la forma de una reelaboración de los capítulos rechazados, o bien como una nueva redacción
de los mismos sobre motivos totalmente diferentes.” (Scholem, 2008: 326) 8. Sobre las actitudes crítica y fruitiva, Benjamin dirá que “cuanto más disminuye la importancia social de un arte, tanto más se disocian en el público la actitud crítica y la fruitiva. De lo convencional se disfruta sin criticarlo, y se critica con aversión lo verdaderamente nuevo. En el público del cine coinciden la actitud crítica y la fruitiva.” (Benjamin, 2007: 171) 9. Este fue el título de un artículo que Benjamin escribió sobre la tarea realizada por los integrantes del Instituto, señalando que “la idea en torno de la cual se ha reunido este grupo es la de ‘que hoy la teoría de la sociedad se pueda desarrollar sólo en la más estrecha correlación con una serie de disciplinas, ante todo con la economía política, la psicología, la historia y la filosofía.’” (Benjamin, 1990: 16)
Bibliografía: • Adorno, G. (2011) Correspondencia 1930-1940: Gretel Adorno y Walter Benjamin. Buenos Aires: Eterna Cadencia • Adorno, T. (2009) “Experiencias científicas en Estados Unidos” en Consignas. Buenos Aires: Amorrortu • Adorno, T. (2009 a) “Sobre el carácter fetichista de la música y la regresión de la escucha” en Disonancias: Introducción a la sociología de la música. Madrid: Akal, disponible en: http://santiagocastrogomez.sinismos. com/blog/wp-content/uploads/2012/03/Adorno-El-caracterfetichista-de-la-musica.pdf • Adorno, T. (1962) “Sobre el jazz” en Prismas: La Crítica de la Cultura y la Sociedad. Barcelona: Ariel, disponible en: www.revista.unal.edu.co/index.php/revistaun/article/ download/.../12503 • Benjamin, W. (2007) “La obra de arte en la época de su reproductividad técnica” en Conceptos de filosofía de la historia. La Plata: Terramar • Benjamin, W. (2005) Libro de los pasajes. Madrid: Akal • Benjamin, W. (1999) “Tesis de filosofía de la historia” en Ensayos Escogidos. México: Ediciones Coyoacán • Benjamin, W. (1999 a) Tentativas sobre Brecht. España: Taurus • Benjamin, W. (1990) Un instituto alemán de libre investigación, en La ciudad Futura nº 25, Octubre 1990, Buenos Aires. • Buck-Morss, S. (2011) Origen de la dialéctica negativa:
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Theodor W. Adorno, Walter Benjamin y el Instituto de Frankfurt. Buenos Aires: Eterna Cadencia De Blas Guerrero, A (Dir.) (1997) Enciclopedia del nacionalismo. Madrid: Tecnos Horkheimer, M. (2003) “Teoría crítica y teoría tradicional” en Teoría Crítica. Buenos Aires: Amorrortu Jay, M. (1986) La imaginación dialéctica: Historia de la Escuela de Frankfurt y el Instituto de Investigación Social (1923-1950). Madrid: Taurus Scholem, G. (2008) Walter Benjamin: historia de una amistad. Buenos Aires: Debolsillo Wiggershaus, R. (2010) La Escuela de Fráncfort. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; Universidad Autónoma Metropolitana
Identificación del autor:
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Mauricio Carlos Manchado Argentino. Licenciado en Comunicación Social. Doctor en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Becario Post-Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas. Áreas de investigación e interés: Procesos comunicacionales en instituciones de encierro. Procedencia-afiliación institucional actual: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnicas / Instituto de Investigaciones, Facultad de Ciencia Política y RRII, Universidad Nacional de Rosario. E-mail: mauriom@steel.com.ar
Registro Bibliográfico: Manchado, Mauricio Carlos. “La “Escuela de Frankfurt”, una constelación en movimiento” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 015030. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 08-04-2013 Fecha de aceptación: 07-08-2013
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La política transmediática
Nuevas formas de participación ciudadana Por Facundo Alejandro Re facundore@hotmail.com - Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Sumario:
Summary:
Este artículo describe cómo se desarrolla el debate político en la cultura de la convergencia, relevando qué características poseen los usuarios que habitan las redes, qué mecanismos ponen en funcionamiento para difundir sus ideas y cómo funcionan los nuevos textos que surgen en este paradigma. El gran interrogante que se busca responder es en qué medida aportan los nuevos medios de comunicación a un mayor y mejor ejercicio de la ciudadanía. Para este fin se describen los cambios sociales y culturales que atraviesan el campo de la comunicación en los últimos años, tomando en cuenta cuestiones como la constitución de la sociedad de la información, el auge de la convergencia mediática, el ocaso del modelo del broadcasting y la conversión de las audiencias en usuarios. A su vez, se relevan aspectos centrales de cómo se constituyen las comunidades de participación en Internet, qué características poseen los usuarios que las sostienen, qué objetivos persiguen y cuáles son las ventajas y desventajas de esta forma de hacer política. Finalmente, se revisan las mediaciones que se establecen entre las comunidades de usuarios y los medios hegemónicos de comunicación, para explorar la redefinición de estos últimos a partir de la transformación de los primeros.
This article describes how the political debate is developed in the convergence culture, investigating which features have the user sthatlive in the networks, which mechanisms do they use to disseminate their ideas and how do the new texts work. The paper wonders in which way do new media contributes to a bigger and better citizen ship. For this purpose, the social and cultural changes that crossthefield of communication in recent years are described, taking into account issues such as thesetablishment of thein formation society, ther is e of media convergence, the decline of broadcasting model and the conversion of thehearingsintousers. At the same time, the article analyses central aspects of how online participation communities are formed, which characteristics do the users that support them possess, what objectives do they pursue and what are the advantages and disadvantages of this kind of politics. Finally, them ediations established between user communities and them a instream media coverage are reviewed, in order to explore there definition of the latter from the transformation of the former.
Describers: communication, politics, media, Internet, participation
Descriptores: comunicación, política, medios, Internet, participación
La política transmediática. Nuevas formas de participación ciudadana The transmedia policy. New forms of citizenparticipation Páginas 033 a 051 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción Con la proliferación de Internet y de los diversos dispositivos tecnológicos que permiten su fácil acceso, la forma de hacer política en Argentina ha adquirido nuevas características para todos los actores implicados, desde los ciudadanos comunes hasta los políticos de más alto rango. Son tiempos interesantes para la política nacional. Empiezan a quedar atrás las oscuras décadas pasadas donde “política” parecía una mala palabra y los ciudadanos se resignaban a no perseguir logros comunes, enfocándose cada vez más en sus vidas privadas y dejando de lado sus vidas públicas. Con la masiva difusión de los nuevos medios de comunicación y la aparición de una camada de políticos renovadores, los asuntos del Estado volvieron a tomar relevancia en las conversaciones cotidianas que sostienen los diversos actores sociales. Actores que, por otra parte, ya no se limitan como en otros momentos al pasivo rol de consumidores de información, sino que en muchos casos han tomado parte activa en el ejercicio de la política en todos los niveles. La esfera pública de la sociedad está recuperando paulatinamente el terreno perdido en otros años, e Internet se constituye día a día como parte importante de ésta. El sociólogo alemán Jürgen Habermas definió al espacio público como “una estructura intermediaria que hace la mediación entre el sistema político, de un lado, y los sectores privados del mundo de la vida y sistemas de acción especializados en términos de funciones, de otro lado” (Habermas, 1992) Sin estar hablando específicamente de Internet, es interesante notar como Habermas explicó la esfera pública utilizando características aplicables al funcionamiento de la web, tales como la multiplicidad de escenarios y sitios de encuentro virtual, la interrelación de temas y enfoques, la convergencia de opiniones especializadas y de quienes no tienen conocimiento experto, y la existencia de espacios para examinar asuntos específicos y enterarse de las noticias. Asi-
mismo, es importante destacar que la web está desplazando cada vez más los límites entre lo público y lo privado, superponiendo espacios individuales y colectivos. (Scolari, 2008) Los gobiernos de la última década fueron los primeros en convivir asiduamente con este nuevo medio que se constituyó a partir del avance tecnológico. Porque Internet, si bien existía desde la década del 90, no fue hasta entrado el nuevo milenio que proliferó por todo el país y alcanzó niveles importantes de consumo. Trayendo consigo otro fenómeno muy importante: las redes sociales, que si bien a primera vista parecen un subgrupo del primero, han redefinido de tal manera la experiencia de los usuarios en la web que se han constituido como un medio en sí mismo. Es importante aclarar que, como muchos teóricos han señalado, estos nuevos medios de comunicación no llegaron para remplazar a los medios tradicionales, sino que los han transformado en múltiples niveles y han aprendido a convivir con ellos. Carlos Scolari explica que “estamos en presencia de un ecosistema donde la aparición de nuevas especies (las tecnologías colaborativas) modifica el entorno al entrar en relación con las entidades que ya lo habitaban. En otras palabras, las nuevas tecnologías (...) transforman el ecosistema al interactuar entre sí y dan lugar a nuevas configuraciones” (Scolari, 2008: 201). Dentro de este contexto, se produce lo que Henry Jenkins denomina 35 convergencia mediática, concepto que define el flujo de contenidos que se desarrolla mediante múltiples plataformas mediáticas y la interacción que se da entre estas plataformas y los usuarios. (Jenkins, 2008) Millones de personas intercambiando información y opiniones a toda hora y en todas partes llevaron a una ampliación sin precedentes del espacio público. Se constituyó un verdadero ágora digital donde cada usuario tiene las mismas posibilidades de acceso y el mismo derecho a ser escuchado que cualquier otro. En las redes se terminaron las clases sociales y el
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poder político, y se instauró un verdadero régimen de igualdad ciudadana. Si bien siempre existieron estamentos sociales contestatarios para criticar y debatir pautas del sistema hegemónico, la novedad de Internet está dada por su abarcatividad nunca vista en los procesos de interacción (Braga, 2012) La sociabilidad que permite la red, entendida como una forma espontanea de interacción que une a los individuos mediante relaciones de afinidad (Pinto Coelho & Bevilaqua, 2012) amplió sus dimensiones considerablemente, favoreciendo el surgimiento de nuevos espacios de comunicación, convivencia y transformación. Este fenómeno llegó para romper la hegemonía de los medios de comunicación tradicionales, que durante décadas sometieron a la opinión pública a su única versión de los hechos, generando consumidores más que espectadores o audiencias. Se trataba de un modelo de comunicación vertical, rígido y concentrado denominado broadcasting, que respondía al esquema clásico de emisor-mensaje-receptor. Con el surgimiento de Internet y sus posibilidades de acabar con el monopolio de la información, se hizo necesario repensar el rol de los medios tradicionales y las formas en que iban a acoplarse a la nueva situación. Porque eran evidentes dos cosas: la primera, que no podían estar ajenos al nuevo poder ciudadano que crecía a pasos agigantados en la web, y la se36 gunda, que no podían (ni debían) quedarse afuera del nuevo sistema. Pero no sólo los medios tradicionales se vieron afectados. La clase política también sintió el embate, porque el nuevo panorama no sólo los puso en la necesidad de buscar una vía de comunicación confiable con los ciudadanos, sino que los enfrentó directamente a ellos, sin mediaciones. Porque si Facebook había abierto el debate y puesto en contacto a la gente, Twitter surgió como un enlace directo entre cualquier ciudadano, sin ningún tipo de restricción. Y además, creó la necesidad de que todos los actores sociales de re-
levancia tuvieran presencia en esa red, bajo pena de quedar en el ostracismo mediático del siglo XXI. Por su parte, los ciudadanos encontraron en estas nuevas herramientas la oportunidad ideal de reinsertarse de alguna manera en la vida pública del país. Lo interesante para ellos es que ya no hace falta poner el cuerpo, las nuevas comunidades les permiten interactuar desde la comodidad de sus casas. Los espacios de participación, que en otro momento los ocuparon las asambleas barriales, las ONG y los movimientos piqueteros, son paulatinamente remplazados por fan pages o Grupos de Facebook. De esta manera, los usuarios realmente no se están constituyendo como consumidores en relación con unos productores de información que se encontrarían por encima de ellos, sino que más bien están actuando como propios generadores de contenidos. Porque en el momento en que se toma algo y se lo manipula, ya sea con un mínimo comentario, se está creando algo nuevo. En este nuevo sistema, todos son productores. Las comunidades funcionan como espacios pertenecientes a todos, con un administrador anónimo que los guía por los temas de debate, pero desde donde se disparan las conversaciones en todos los sentidos. Horizontalidad y autonomía son los rasgos principales, no hay liderazgos sino referentes. Desde este punto de vista, las redes se han convertido en una interesante herramienta para hacer visible lo que los medios tradicionales de comunicación ocultan o callan, y revisar aquello que dan por cierto. Todo lo que es tomado de los medios masivos es analizado, cuestionado, chequeado, corregido y, en muchos casos, reenviado al sistema mediático. Esto último resulta interesante, porque si en el pasado eran los medios tradicionales quienes imponían la agenda de temas sobre el resto, hoy estos medios, cada vez con mayor frecuencia, toman la agenda de lo que se habla en Internet.
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De la sociedad industrial a la sociedad de la información
Las nuevas formas de participación política en Internet no se desarrollaron de un día para el otro como un fenómeno imprevisible e independiente. Más bien fue la consecuencia lógica de un proceso de cambio en el paradigma cultural caracterizado por la proliferación de la web y las consecuentes transformaciones socioculturales que trajo aparejadas. Para algunos teóricos, como el filósofo francés Alexandre Lacroix, se trata de la tercera revolución del signo, después del alfabeto y de la imprenta, ya que el auge de Internet estimuló a los usuarios de tres maneras fundamentales y relacionadas: les brindó la posibilidad de participar, los obligó a aprender interfaces nuevas y creó nuevos espacios para la interacción social1. Este proceso se inscribe dentro del paso de una sociedad industrial a una sociedad de la información, en la cual las nuevas tecnologías facilitan la creación, distribución y manipulación de los datos, mediando cada vez más en las esferas políticas, culturales y económicas. Se trata de un orden en el que el principio de la sociedad industrial, duradera y cercana, es desplazado por el principio de la información, breve y a distancia. Las relaciones sociales se definen cada vez más por las cualidades de la información y se produce una predominancia de los datos sobre los objetos tangibles que constituían los valores fundamentales en la sociedad industrial. (Lash, 2005) El sociólogo español Manuel Castells (1999) llama la atención sobre una diferencia sustancial entre la sociedad industrial y la sociedad de la información, y es el tipo de fundamento sobre el que se sostienen los movimientos sociales y culturales en cada una de ellas. En la era de la información estos movimientos no se originan dentro de la sociedad civil, a diferencia de lo que sucedía en la era industrial cuando el movimiento obrero luchaba contra el capital, intentando controlarlo, pero compartiendo su mismo sistema de
valores. En cambio, en la moderna sociedad de la información “la lógica prevaleciente de las redes globales dominantes es tan omnipresente y penetrante que el único modo de salir de su dominio parece ser situarse fuera de esas redes” (Castells, 1999: 256). Ya no se trata de una lucha por dominar el sistema definido, sino de plantearse un sistema de valores y creencias totalmente diferente. En este sentido, los nuevos medios desempeñan un papel fundamental como conductores del flujo informacional, aunque a menudo representan un conjunto bastante difuso ya que no hay demasiadas certezas sobre qué serían exactamente. En primer lugar no hay que confundir los nuevos medios con los modernos soportes tecnológicos, como pueden ser Internet, el Blu-Ray o las consolas de videojuegos. Carlos Scolari (2008) prefiere hablar de nuevas formas de comunicación, y les atribuye una serie de características compartidas por diversos teóricos, entre las cuales se encuentran la transformación tecnológica, la configuración muchos-a-muchos, las estructuras textuales no secuenciales, la convergencia de medios y lenguajes, y la participación activa de los usuarios. Lev Manovich (2006) desarrolla otra caracterización interesante de los nuevos medios, en la que introduce la necesidad de pensar que estamos experimentando una tercera revolución mediática (la imprenta marcaría la primera y la fotografía la segunda) que supone el desplazamiento de la cultura hacia formas de producción, distribución y comunicación mediatizadas por las computadoras. Lo novedoso de este movimiento es que los desplazamientos anteriores sólo afectaron a un tipo de medio específico (la imprenta al texto y la fotografía a las imágenes), pero el nuevo paradigma influye en todas las formas de comunicación y en todas las partes del proceso. Los nuevos medios, entonces, abarcan todo tipo de datos, que se componen a su vez de más datos, y pueden construir conjuntos de datos más
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grandes cada vez. Sobre este punto, Scott Lash (2005) define la gran distinción entre los viejos y los nuevos medios: la durabilidad de los primeros en contraste con lo efímero de los segundos. Para Lash, el contenido de los nuevos medios está tan relacionado con la instantaneidad que no hay tiempo para que se convierta en una representación (como el cine o las novelas), sino que siempre queda en el plano de la presentación. De esta manera, los medios vienen directamente a nosotros, los usuarios, a diferencia de los viejos medios que esperaban ser consumidos. Aparecen en nuestras casas sin que los invitemos, casi como una imposición. Manovich apunta que en la sociedad industrial se valoraba que todo el mundo pudiera disfrutar de los mismos bienes, mientras que en la sociedad de la información lo destacable es que cada ciudadano puede personalizar su estilo de vida entre un gran número de opciones (aunque éstas nunca son infinitas). Un claro ejemplo son las técnicas de marketing, que tratan de dirigirse a cada individuo por separado. Lash también contribuye a la diferenciación de los medios según el paradigma social del que son contemporáneos. Afirma que en la era de la información los medios de producción son reemplazados del centro de la escena por los medios de comunicación, y las relaciones de producción por las de comunicación. 38 “Con la dominación de la producción hay una política de luchas en torno de la acumulación (de capital). Con el predominio de la comunicación, esa política de luchas (...) se da en torno de la circulación” (Lash, 2005: 192). Un salto de calidad: la cultura de la convergencia La cultura de la convergencia es un paradigma que representa un modelo donde las narraciones que se generan en la sociedad no pueden (ni deben) resumirse a sólo un medio, sino que se desarrollan a través de múltiples plataformas mediáticas, donde cada una
contribuye de manera específica a la totalidad del conjunto. En este contexto, cada miembro de la sociedad conoce una parte del todo y debe recurrir a otros usuarios para completar el panorama. Para Carlos Scolari (2008), la convergencia nace de la lógica de los hipertextos, es decir, una lectura no secuencial que diversifica las interpretaciones y redefine los roles del productor y el consumidor. Esto último se aproxima a lo que Henry Jenkins define como cultura participativa, una noción que promueve que “más que hablar de productores y consumidores mediáticos como si desempeñasen roles separados, podríamos verlos hoy como participantes que interaccionan conforme a un nuevo conjunto de reglas que ninguno de nosotros comprende del todo” (Jenkins, 2008: 15). La cultura participativa está íntimamente relacionada con el concepto de inteligencia colectiva, acuñado por el teórico francés Pierre Lévy para explicar este nuevo sistema de información donde los usuarios comparten conocimientos y contenidos individuales que se completan con los contenidos de otros usuarios y conforman una nueva fuente de poder mediático. (Jenkins, 2008) Levy sostiene que en Internet la gente aprovecha sus conocimientos individuales para perseguir objetivos compartidos. Al respecto, Jenkins apunta: “La inteligencia colectiva se refiere a esta capacidad de las comunidades virtuales de estimular la pericia combinada de sus miembros. Lo que no podemos saber o hacer por nosotros mismos, puede que seamos ahora capaces de hacerlo colectivamente. Y esta organización de los usuarios y espectadores es lo que Levy denomina ‘comunidades de conocimientos’” (Jenkins, 2008: 36).
Si bien en un principio este tipo de comunidades se crearon y desarrollaron alrededor de fenómenos de la cultura popular (cine, música, literatura), cada vez
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más están apareciendo las que toman a la política como su eje central. En ellas, ciudadanos de todo tipo se agrupan con quienes comparten sus mismas apreciaciones e ideologías, ya sea para tanto reforzar sus creencias compartidas como para refutar los argumentos de los grupos contrarios. La elección de estas comunidades en lugar de los espacios de participación más tradicionales obedece a distintas razones. En primer lugar, porque una parte importante de la sociedad expresa una profunda desconfianza hacia las instituciones históricas de participación política, como los partidos o los sindicatos. De forma equivocada o no, las asocian a una serie de vicios tales como la corrupción, la avaricia y la mentira, que le han generado un profundo descreimiento y un consecuente alejamiento. Este vaciamiento simbólico de las instituciones es una de las razones que movilizó al conjunto ciudadano a buscar nuevos lugares de participación. En segundo lugar, porque los ciudadanos se sienten apartados del debate por lo que el especialista en nuevos medios Peter Walsh definió como “el paradigma del experto”. Concepción basada en la creencia de que para opinar y participar en política hay que ser un especialista en el tema y, si no se puede, elegir como referentes a algunos líderes de opinión con un pensamiento similar a los que adherirse (Jenkins, 2008). En nuestra sociedad, el cuestionado rol de los medios de comunicación y su actuación, más como activistas partidarios que como informadores de pretendida neutralidad, han llevado a la población a buscar información por su propia cuenta en la interacción con otros usuarios. En tercer lugar, las comunidades virtuales les ofrecen a los ciudadanos una flexibilidad y libertad de acción prácticamente imposibles de conseguir en otro ámbito. Entre varias ventajas, en las redes pueden interactuar con otras personas, interpelar a los actores políticos, generar y exhibir contenidos propios, y cam-
biar de comunidad en el momento que quieran, y todo eso sin que nadie los controle ni los esté obligando a nada. Podría decirse que tienen la mayoría de los derechos de la sociedad civil y casi ninguna de sus obligaciones. Jenkins sostiene que la popularidad de las comunidades se define en parte gracias al carácter voluntario, temporal y táctico de las afiliaciones de sus miembros, afirmadas mediante objetivos e inversiones emocionales comunes. “Los miembros pueden cambiar de grupo cuando varían sus intereses y necesidades, y pueden pertenecer a más de una comunidad a la vez” (Jenkins, 2008: 37). Ese nuevo espacio que surge se mantiene mediante la interacción de los usuarios, que ponen al servicio de la comunidad sus conocimientos individuales y generan la inteligencia colectiva que se transformará en el discurso unificador del grupo. Estos conocimientos adoptan múltiples formas: pueden ser opiniones, informaciones, parodias, rumores o reflexiones, todo contribuye a alimentar esa nueva forma de poder ciudadano que interpelará a los otros actores sociales. La tesis central de Jenkins es que los ciudadanos que ingresan en las comunidades de conocimientos vuelcan en el debate político sus experiencias de la cultura popular. Y un vistazo rápido a algunas de las fan pages más populares de debate político en Argentina parece darle la razón: abundan las compara- 39 ciones de diversos actores políticos con personajes conocidos de ficción, las letras cambiadas de canciones populares, los videos de películas en otro idioma con subtítulos reemplazados para cambiar los diálogos originales y los memes -neologismo del teórico Richard Dawkins para designar a una imagen, video o frase que contiene una idea, situación, expresión y/o pensamiento2. Lo que buscan, en general, es comprimir un hecho político más complejo en un contenido multimedia breve, poderoso y efectivo que genere una reacción
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inmediata, ya sea a favor o en contra, pero que a nadie le sea indiferente. Esto posibilita que tenga una alta capacidad de viralización, es decir, de expandirse por los diversos canales mediáticos rápidamente para llegar a mucha gente en poco tiempo. Posturas enfrentadas Los críticos de esta nueva cultura de participación aducen que tales formas reducen el activismo político a una pobreza intelectual que anula la complejidad del mundo. Y en cierto sentido no les falta razón, especialmente cuando se trata, por ejemplo, de los extensos mails que circulan en cadena con títulos grandilocuentes, llenos de información de dudosa fuente que los usuarios no hacen más que reenviar a todos sus contactos, muchas veces sin siquiera llegar a leerlos. Pero, como esos mismos críticos señalan, el asunto es más complejo. La participación política ha tenido históricamente diversos grados de involucramiento, y esto se mantiene invariable. Lo que cambiaron son las formas, pero siempre existieron acciones más o menos relevantes. Como explicó con precisión Jorge Ottone, conocido militante peronista, al diario La Nación: “En los 70 pintábamos con cal y humo negro, y hoy usamos Facebook”3. A Jenkins no le interesa tanto el hecho de que una persona reenvíe un mail o una foto a un amigo, sino 40 cómo esto puede convertirse en un tema de conversación y persuasión entre ellos, dejando de lado el consumo individual y personal de los medios para presentarlo como una práctica en red. Bajo este punto de vista, ningún tipo de participación peca de ser intrascendente o equivocada, por el simple hecho de que refleja el punto de vista de un ciudadano, con el que se puede o no estar de acuerdo. Nunca se lo podrá acusar de producir un contenido sin estar bien informado, sencillamente porque el conocimiento actual que existe hoy sobre cualquier tema desborda con creces a cualquier individuo. En el peor de los
casos, será la misma comunidad la que encauce una idea errónea, a través de las destrezas cooperativas de sus integrantes. Lash coincide con esta idea de la imposibilidad de estar completamente informados, ya que afirma que las características centrales de la sociedad de la información son el flujo continuo, el desarraigo y las relaciones en tiempo real, a la vez que se sorprende por la “increíble irracionalidad de las sobrecargas de información, la información errónea, la desinformación y la información descontrolada” (Lash, 2005: 23) que se generan en este paradigma. Se produciría así una gran contradicción en la que el mayor nivel de conocimiento y la mayor racionalidad conducen a una suprema irracionalidad. Para este sociólogo estadounidense, en la sociedad de la información no hay tiempo para la reflexión, o mejor, la reflexión se produce en la inmediatez de la experiencia, ya no constituyen dos esferas separadas. Hacer es al mismo tiempo conocer, y también reflexionar sobre eso que se conoce. La teoría se encarna en la práctica por el simple hecho de que no hay tiempo para razonar demasiado. Si antes los diarios constituían el ejemplo de lo efímero de la información, ya que sólo se consideraban valiosos durante veinticuatro horas, qué decir ahora de Internet, donde la información pierde significado con mucha mayor rapidez, llegando a durar tan sólo minutos o segundos. Siguiendo los postulados del teórico francés Paul Virilio, Lash afirma que “se trata de una era del más puro utilitarismo” (Lash, 2005: 111), donde todos los objetos de la cultura quedan reducidos a bits de información y pierden toda sustancia que permitiera reflexionar sobre la naturaleza de los mismos, sirviendo únicamente a los fines de ser utilizados y desechados en el momento. Su pensamiento llega a un punto interesante para entender cómo afecta esto a la forma que tenemos de informarnos: “Los diarios y otros medios infor-
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macionales nos hacen creer lo que dicen no por la argumentación lógica sino por la facticidad en bruto de sus mensajes” (Lash, 2005: 133). Lo que el autor está diciendo es que recibimos la información en un contexto de distracción y no de reflexión. Siempre estamos haciendo otra cosa cuando nos informamos, lo cual nos deja en pobres condiciones de analizar los argumentos de los medios. En este sentido se produce lo que Lash llama la gran paradoja de los nuevos medios y es que “a la vez que mediatizan grandes distancias espaciales, son tan inmediatos que no dejan tiempo para una mediación significativa” (Lash, 2005: 134). Así, se plantea la gran contradicción: en una era donde se convive con el más alto nivel de conocimientos y racionalización, el resultado obtenido es una sobrecarga de “suprema irracionalidad” (Lash, 2005: 136). Jenkins no presenta tanta inquietud por la sobreinformación, ya que donde el resto sólo ve caos y anarquía de datos, él encuentra una pluralidad de voces que irrumpió en la tiranía de los medios históricos dominantes, como la radio y la televisión. “A la luz de estos principios, cabría esperar que la democracia digital fuera descentralizada, desigualmente dispersa, profundamente contradictoria y de paso lento” (Jenkins, 2008: 211). Este autor insiste en la idea de no controlar la conversación, sino monitorizarla, dejando que el contenido fluya en todas las direcciones y conseguir así un protagonismo más masivo. La redefinición de los usuarios El cambio de paradigma cultural, además de todas las características ya mencionadas, trajo aparejado también transformaciones en la forma de ver y entender las audiencias. De hecho, el mismo término “audiencias” ha quedado en desuso, ya que su definición tenía más que ver con la idea de un público pasivo que recibía un mensaje desde los medios de comunicación, relación que se ha redefinido notablemente en
los últimos años. Otro término designado para conceptualizar al público y que necesita ser revisado es “consumidores”, el cual hace referencia a individuos que reciben mensajes de otros grupos que son los productores y que se encuentran por encima de ellos. Además, esta categoría tiene una innata asociación comercial y por lo tanto eminentemente verticalista. Lo interesante sería comenzar a dejar estas categorías de lado y proponer el concepto de “usuarios de medios” como un principio más general de entendimiento. Porque al decir “usuario”, y no “consumidor” o “audiencia”, estamos describiendo de mejor forma la principal acción que llevan a cabo los ciudadanos cuando acceden a un medio de comunicación: lo usan. Ya sea para generar una charla con otros, para adoptar una posición ideológica, para participar de debates en la web o para generar sus propios contenidos, entre muchas otras opciones, el fin del acceso a los medios es, tal y como explica Lash, puramente utilitario. Según Carlos Scolari (2008), este cambio semántico se inscribe en la evolución de Internet, que pasó de ser inicialmente un sistema basado en el modelo del broadcasting, donde el consumo se realizaba de forma individual y la difusión de la producción se constituía mediante una relación de uno a muchos como en la televisión, a convertirse en la web 2.0, en la que contenidos y usuarios están enredados y las comunidades de participación pasan a primer plano. Para Scolari, el simple hecho de consultar algo en un motor de búsqueda implica una producción de información por parte del usuario, ya que el sistema recupera, procesa y utiliza esa acción para enriquecer la experiencia de otros navegantes. Así, al participar en el control de los contenidos, el usuario pasa a ser parte de ese contenido. La psicóloga y profesora del MIT Sherry Turkle plantea algunos parámetros que sirven para profundizar en este usuario de las nuevas tecnologías. Explica
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que los individuos adquieren una identidad digital cuando ingresan a una comunidad virtual “concebida tanto como una máscara que representa al usuario dentro del medio (...), como la categoría básica que lo designa como individuo miembro de ésta, y por consiguiente; lo somete a sus valores, normas y preceptos” (Turkle, 1997: 62). Estas identidades suelen ser muy criticadas por los escépticos de las nuevas tecnologías, entre otras cosas, por la imposibilidad de saber a ciencia cierta si el perfil de un usuario en la web tiene su correlato exacto con una persona real. La posibilidad latente de falsificar la información personal en Internet pone a los usuarios en lo que algunos ven como una “ventaja táctica”, que es el anonimato. Turkle se muestra crítica de esta visión, y está convencida de que los usuarios sí reflejan sus verdaderas identidades en las comunidades virtuales, las cuales constituyen parte del contexto social y son un lugar en el que se expresan características de subjetividades reales, capaces de trasmitir percepciones personales que no pretenden ningún engaño. Aún en el caso de que un usuario adopte un nombre falso, inconscientemente terminará actuando en base a su sistema de valores, a su estructura única e intransferible. La ventaja que la autora ve en este sentido es que en ese contexto podemos descubrir quiénes realmente somos y quiénes deseamos ser. Nos posibilita desarrollar facetas de la personalidad a las que la vida real impone barreras sociales. De esta manera, Internet se vive como una posibilidad de autoexpresión. Porque, como dice Turkle: “¿En qué sentido tenemos que considerar que un escritorio en una pantalla es menos real que cualquier otro?”. Cada uno de nosotros forma parte de diversos grupos sociales (familia, amigos, grupos de trabajo, entre otros) en los que mostramos diversos aspectos de nuestra identidad, los cuales no se excluyen unos a otros sino que se complementan. Para Turkle, Internet
es un espacio ideal para experimentar la construcción y reconstrucción del yo en un proceso que permite modelarnos y recrearnos a nosotros mismos. De esta manera, sería un error entender la identidad como el conjunto de rasgos o aspectos relativamente estables y definidos de un individuo. Se trata más bien de una construcción compleja y multifacética que se compone dinámicamente según los contextos culturales e instrumentos tecnológicos disponibles. En pocas palabras, lo que hacemos en la red también nos define como personas. La red social Se estima que Facebook, posiblemente la red social más popular de la historia, tiene alrededor de mil millones de usuarios en todo el mundo4. Sólo en Argentina hay veinte millones y medio de usuarios5, más de la mitad de la población total del país. Demasiada gente interactuando al mismo tiempo como para no darle importancia. Los usos que las personas hacen de su cuenta son variados y de difícil clasificación. Si bien una observación en el tiempo podría llegar a detectar ciertas tipologías de usuarios, la realidad indica que las personas utilizan Facebook para fines variados en diversos momentos. Opinar sobre política es uno de ellos. El mecanismo es bastante sencillo. Se sube un contenido (un texto, una foto, un video, un enlace o una combinación de algunos de estos elementos) al perfil personal para que los contactos que el usuario tiene en la red (Facebook los denomina “amigos”) hagan comentarios sobre el mismo o le den su aprobación a través del botón “me gusta”. Así se puede establecer un debate, una crítica o una puesta en común de ideas, igual que en todas las relaciones sociales. Otra forma de interactuar son las fan pages, que funcionan como foros6 donde, con un administrador que gestiona los contenidos y modera el debate, los usuarios se agrupan para discutir sobre temáticas va-
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riadas. Existen páginas de las más diversas, desde algunas que reúnen a los fans de una serie de televisión hasta otras que celebran frases ocurrentes7. Cada medio de comunicación tiene su fan page, así también los diversos actores políticos y sus agrupaciones. Las discusiones más intensas se dan cuando el debate se estructura en torno a comunidades políticas informales, es decir, que no están legitimadas por ningún partido, medio de comunicación o figura pública. Cada una de estas comunidades se actualiza en promedio entre siete y diez veces por día con diversos contenidos. El recurso más utilizado es el mashup, un género híbrido que combina de forma innovadora elementos de diferentes formatos como fotos, textos, videos e imágenes para elaborar algo nuevo. (Maguregui, 2009) Lo que se busca es producir un mensaje que genere una reacción en los usuarios, desde la risa y el sarcasmo hasta la indignación y el enojo. Es un intercambio esencialmente simbólico, típico de todas las experiencias que se desarrollan en el terreno virtual. Lo que se pone en juego en estas relaciones son signos y códigos que los usuarios emplean para crear sentidos asociados a valores o ideas comunes que sostienen la comunidad. Estas formas de participación encuentran su origen en la experiencia de las comunidades de fans de la cultura popular, que si bien, como hace notar Jenkins, están orientadas al consumo mientras que las comunidades políticas se dirigen a la construcción de la ciudadanía, ambos modelos se entremezclan en los nuevos debates, tanto en sus formas como en sus contenidos. Así, los usuarios que participan en las comunidades de debate político aplican los métodos de interacción que aprendieron como consumidores de la cultura popular (Jenkins, 2008), al mismo tiempo que toman símbolos del consumo de masas para generar sus contenidos. Lo que se busca es lograr una identificación por fuera de las ideologías políticas. Un símbolo común a todos que tienda a unir, y no a separar.
Cuanto más popular sea el símbolo elegido, mayores posibilidades hay de que los usuarios adhieran al mensaje. “Buena parte de los contenidos «virales» más exitosos de la red (...) critican o parodian los medios dominantes. La televisión y la radio proporcionan la cultura común y la red ofrece canales más localizados para responder a esa cultura” (Jenkins, 2008: 214). Lo importante es destacar que la capacidad de participación no proviene de destruir la cultura comercial, sino de escribir sobre ella, modificarla, corregirla, expandirla, conferirle una mayor diversidad de perspectivas, y luego volver a ponerla en circulación, reintroduciéndola en los medios dominantes. (Jenkins, 2008) Es un mecanismo sumamente válido que apunta a un acercamiento con los usuarios intentando identificar ciertas situaciones del ámbito político con objetos y sujetos de la cultura popular, buscando que tengan un marco de referencia de base desde donde entrar al debate. En los posteos de las fan pages, la mayoría de los comentarios operan en el sentido de reforzar la aserción de los contenidos. Son pocas las veces que contradicen el mensaje y la línea ideológica seguida por la comunidad, y cuando lo hacen, en general, no plantean un debate argumentativo y racional, sino que apelan a la violencia emocional. Es un modelo de sociabilidad donde prevalecen los sentimientos sobre la razón, conformando una red de juzgamientos e inter- 43 pretaciones. (Pinto Coelho & Bevilaqua, 2012) Muchas veces los usuarios que contradicen los contenidos de la colectividad son bloqueados por los administradores (es decir que no pueden volver a comentar), de esta forma se anulan las voces contrarias y se estructura de manera rígida el funcionamiento de la comunidad. Tal actitud deriva en una consecuente limitación de los debates y una restricción a los participantes, quienes se convierten en meros celebradores de las publicaciones. Así, la mayoría de los comentarios no están bien fundamentados y únicamente sirven
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para reforzar (y en pocas ocasiones debilitar) la aserción del contenido publicado, sin mayores reflexiones. En este punto pareciera tomar relevancia la postura de Lash (2005), en el aspecto de que los contenidos que se producen en la sociedad de la información sólo sirven para usar y desechar, y niegan cualquier posibilidad de reflexionar sobre los mismos. Esta visión, en general, es compartida por la mayoría del periodismo argentino, que mira con desconfianza el movimiento de los usuarios hacia las redes sociales, muchas veces en desmedro de los medios tradicionales. El supuesto anonimato de los ciber-activistas es una de las principales quejas de los cronistas clásicos, que se molestan al ser blanco de cuestionamientos que, desde su visión, los colocan en una relación de poder desigual. Ya que ellos sostienen sus opiniones con su nombre y apellido, mientras los usuarios estarían protegidos por el incógnito que permiten las computadoras. Para Castells, resulta innegable que “los movimientos sociales surgen de las contradicciones y conflictos de sociedades específicas” (2012: 218), pero al mismo tiempo está convencido de que Internet crea las condiciones necesarias para “una forma de práctica compartida que permite a un movimiento sin líderes sobrevivir, deliberar, coordinar y expandirse” (2012: 219). Sostiene que los ciudadanos de la era de 44 la información “pueden ejercer una influencia decisiva utilizando mecanismos de construcción de poder que se correspondan con las formas y procesos del poder en la sociedad red” (Castells, 2012: 26). Cambio que se produciría cuando los individuos, mediante la creación de mensajes autónomos, se identifican con otros que comparten sus preocupaciones y en conjunto construyen proyectos con los que subvierten las prácticas hegemónicas de comunicación ocupando el medio y creando el mensaje. De esta manera, el mayor beneficio de las comunidades de ciudadanos que se manifiestan en Internet
se produce en las mentes. “Si la influencia social y cultural del movimiento se extiende (...) los políticos más astutos tratarán de responder a sus valores y preocupaciones, buscando un beneficio electoral” (Castells, 2012: 226). El sociólogo español sabe que esas respuestas siempre estarán dentro de los límites marcados por los intereses del sector político, pero aun así “cuanto más consigue el movimiento transmitir su mensaje en las redes de comunicación (...) más se convierte la esfera pública de la comunicación en terreno de contestación y menor será la capacidad de los políticos para incorporar las reivindicaciones y demandas con meros ajustes cosméticos” (2012:226). Las comunidades no pretenden a1ardear de una falsa objetividad, es más, se sienten orgullosas de tomar partido y la mayoría de las veces se manejan con rumores e insinuaciones que van dirigidos a quienes ya comparten las opiniones expresadas. Pero el propio periodismo dominante incurre cada vez más en esa dinámica: lo dirigen las agendas ideológicas más que los estándares profesionales, oculta informaciones contrarias a sus intereses económicos, reduce el mundo complejo a una gran noticia, y trivializa la política. (Jenkins, 2008) No cabe esperar entonces que nadie ofrezca toda la verdad, pero el sólo hecho de que las comunidades lleven a cuestionar las versiones oficiales es un aspecto destacable y positivo que suma al debate general. ¿Revolución digital? Algunas de las ventajas de las comunidades de participación en Internet ya repasadas son su capacidad para construir conocimiento colectivo y su motivación constante a entrar en el debate político. Otro punto a favor que es necesario destacar es la relativa autonomía de la que gozan, aspecto que las vuelven difíciles de controlar para los gobiernos y las empresas (Castells, 2012). En contrapartida, algunas críticas apuntan a que las comunidades reproducirían
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mayormente el modelo del broadcasting dada su constitución como espacios donde prevalece lo emocional sobre lo racional y a que no promueven interacciones reales entre los usuarios. Otros cuestionamientos sobre el activismo asociado a las redes sociales señalan la fragilidad de los lazos que se construyen en ese entorno. Pero esta debilidad también encierra en sí misma una fortaleza, ya que la inconsistencia de la estructura dota a las redes de una enorme resistencia y adaptabilidad a los cambios. (Gladwell, 2010) A su vez, estas características dificultan el paso a la acción concreta en el espacio público real, un movimiento que necesita de manera indispensable disciplina, estrategia y conducción, cosas que los medios sociales no pueden proporcionar. La horizontalidad de los lazos que permite a los usuarios expresarse libremente, al mismo tiempo hace más difícil que la expresión tenga un impacto concreto. De todas maneras, la mayoría de los individuos reunidos en las comunidades no persigue una radical transformación de la sociedad. No buscan modificar las relaciones de poder que los oprimen, sino restaurarlas a su esencia original. De esta forma, las exigencias necesarias para pertenecer a una comunidad de participación no demandan demasiado de los usuarios, no requieren que confronten las normas y prácticas arraigadas socialmente. (Gladwell, 2010) Lo que más molesta a los activistas de las redes no es que un grupo minoritario controle toda la sociedad a partir de sus intereses particulares, sino que este control se realice de un modo excesivamente irresponsable. En este sentido, el problema no está en la tecnología sino en las prácticas sociales disciplinarias y de control que los ciudadanos llevan inscriptas en el cuerpo. (García Fanlo, 2012) La principal ventaja de Internet radica en su capacidad de proveer un espacio público seguro para la conformación de movimientos divergentes a la hegemonía dominante, desde donde poder difundir mensa-
jes, construir plataformas de discusión, convocar a la acción, coordinar y organizar las tareas, y transmitir los contenidos generados en esa dinámica a la población que se mantiene al margen (Castells, 2012). Todo ello a resguardo de los poderes establecidos, que en otras épocas tenían mayor capacidad de restringir la participación colectiva a través del control por la fuerza del espacio público. Las redes pueden convertirse en los nuevos centros de poder ciudadano en el siglo XXI, independientes de cualquier interés partidario. Averiguar cómo utilizarlas para lograr el bien común es el gran desafío de esta década. Comunidades y medios En la actualidad, las relaciones de poder entre los medios masivos de comunicación y los usuarios se encuentran atravesadas por una doble contradicción. Por un lado, sin los medios los ciudadanos no se enterarían de los asuntos públicos, con lo cual no podrían ejercer una auténtica ciudadanía. Por el otro, la ciudadanía suele estar limitada por los intereses tan parciales que orientan los contenidos mediáticos, que dificultan los procesos de socialización y deliberación. (Trejo Delarbre, 2009) En el medio se encuentran las comunidades de Internet, que producen su propia información pero no gozan de la credibilidad adquirida históricamente por los medios tradicionales. Para Jenkins, este contras- 45 te obedece a “la diferencia entre un medio de empuje (cuyos mensajes salen hacia el público tanto si éste los busca como si no) y un medio de atracción (que sirve a quienes buscan activamente información sobre un determinado tema)” (Jenkins, 2008: 215). En tal sentido, hacer política en la cultura de la convergencia consistiría en utilizar los nuevos medios para movilizar y los tradicionales para promocionar. “El poder de los medios populares -como denomina Jenkins a los que se originan en Internet- reside en su capacidad de diversificar; el poder de los medios masivos reside en
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su capacidad de amplificar” (Jenkins, 2008: 255). Esta forma de entender los medios fue un cambio difícil de asimilar para una industria que estaba acostumbrada a dirigirse a audiencias masivas e indiferenciadas, fácilmente segmentadas por los índices de recepción Fuente especificada no válida.. De pronto, tener comunidades de usuarios en Internet analizando y respondiendo todo lo que los medios decían planteó una situación compleja. Sacados de su pedestal de objetividad y veracidad, los medios tradicionales tuvieron que ponerse a la altura de los nuevos medios y entrar en el debate con ellos. No hacerlo hubiera significado casi una aceptación de culpabilidad. Pero en estas interacciones “la diferencia radica en que la comunidad de fans debe negociar desde una posición de relativa impotencia y debe contar únicamente con su autoridad moral colectiva, en tanto que las corporaciones actúan, por el momento, como si tuvieran de su lado la fuerza de la ley” (Jenkins, 2008: 172). Jenkins hace una interesante analogía entre la actividad de las comunidades de participación política y las comunidades de fans que intentan investigar y deducir adelantos de su serie televisiva favorita antes de que salga al aire. Este proceso de descubrir informaciones aún no emitidas por los medios masivos se denomina spoiling, y para el teórico estadounidense es precisamente lo que hacen las comunidades de 46 conocimiento político cuando comparten sus informaciones, debaten ideas, analizan los datos disponibles y cuestionan los presupuestos ajenos. En este contexto, cada noticia se convierte en un campo de batalla entre los periodistas dominantes y los usuarios, donde los aciertos y errores aparecen de uno y otro lado, “pero siempre forzando a un sector del público a cuestionar las versiones oficiales” (Jenkins, 2008: 218). Para Manuel Castells (1997), las comunidades de conocimientos presentan interesantes ventajas para los usuarios, en el sentido que “facilitan la difusión y
recuperación de información y ofrecen posibilidades de interacción y debate en un foro electrónico autónomo, sorteando el control de los medios”. Además, insiste en que al formar los ciudadanos sus propias organizaciones políticas e ideológicas pueden evitar las estructuras políticas determinadas y establecer un ámbito político de discusión adaptable a sus necesidades. El entramado de las redes sociales Los diversos actores que conforman el complejo entramado social se organizan, según Castells (2012), en redes de colaboración atravesadas por diversos ámbitos. De esta manera, las comunidades de Internet son sólo una parte constitutiva de la comunidad, junto a todo tipo de otras redes a las que pertenecen los individuos, como los grupos de amigos, las relaciones laborales, los medios de comunicación y los gobiernos, entre muchos otros. La razón de ser de estas redes sociales es funcionar bajo puntos de intereses afines para lograr objetivos comunes. Estos objetivos pueden ir desde organizar un partido de tenis entre amigos hasta dirigir un gran medio de comunicación. El poder, que como explica Foucault (1976) no es una sustancia que pueda poseerse sino que se ejerce en un momento determinado, se organiza en torno a estas redes y funciona a través de ellas. Cada red de poder se conecta a su vez con otras redes de diferentes ámbitos para establecer estrategias de colaboración y formar redes puntuales para proyectos concretos. Es lo que Castells llama poder de interconexión: “la capacidad para conectar dos o más redes en el proceso de construcción de poder para cada una de ellas en sus campos respectivos” (Castells, 2012: 25-26). Todas las redes comparten un interés común, que es “controlar la capacidad de definir las reglas y normas de la sociedad mediante un sistema político que responda fundamentalmente a sus intereses y valores” (Castells, ibid). Esta caracterización de la estructura social
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es definida por el sociólogo español como “sociedad red”, y en ella el poder es multidimensional y se organiza en torno a los intereses y valores de los sectores hegemónicos. El auge de las comunidades de conocimiento colectivo que surgen en Internet vino a desestabilizar en cierta medida esta estructura, poniendo en duda las construcciones desarrolladas por los grupos más poderosos. Es un nuevo tipo de red que se acopló muy bien a la sociedad y que hizo mella en sus capas más profundas. Los debates que se suceden en Facebook y Twitter muchas veces trascienden el ámbito de la web y producen afectaciones en las relaciones de los individuos por fuera de Internet. Desde esta perspectiva, es incorrecto seguir hablando de virtual y real para separar las redes sociales de, por ejemplo, un grupo de amigos de la escuela. Sencillamente porque todo pertenece a lo real. Lo virtual está asociado con una existencia aparente o que tiene potencial para producir un efecto en el futuro8, pero las redes sociales constituyen relaciones concretas que se desarrollan y producen efectos en el presente. Que el medio para llevarlas a cabo sea Internet no tiene ninguna importancia. En el nuevo paradigma cultural la web es un sólo un punto de encuentro más, de igual manera que puede serlo la escuela o un club de fútbol. Lo real y lo virtual son planos de la realidad que coexisten y forman parte de la vida de los sujetos. Con la aparición de las redes de conocimiento colectivo que atraviesan transversalmente todas las instituciones de la sociedad, el espacio público del Estado es ampliado hacia zonas que no puede controlar y que desbordan sus límites jurídicos, políticos y territoriales. A diferencia de otras expansiones históricas del Estado, caracterizadas por su verticalidad y rigidez, esta nueva ampliación se distingue por ser abierta, multidireccional, autónoma, plural, flexible, desregulada e inteligente. (Esteinou Madrid, 2003) De esta manera, la red política dominante intenta actuar
respecto a las redes sociales de Internet como freno y limitante toda vez que su alcance y poder se lo permite, realizando un intento desesperado por mantener el control de la estructura social y del sistema político actual, que se rigen por sus valores y responden a sus intereses. Consideraciones finales Como una poderosa herramienta capaz de redefinir las relaciones de fuerza en el tejido social, la red posibilitó a ciudadanos de todo el mundo ejercer su participación como nunca antes y aspirar a una serie de logros importantes que seguramente seguirán profundizándose con el desarrollo de las experiencias digitales. El 17 de marzo de 2012, la cuenta oficial de Twitter del movimiento Occuppy Wall Street9 twitteó: “En nuestros primeros seis meses cambiamos el tema de conversación del país. En los próximos seis cambiaremos el mundo”10. La primera parte del mensaje me parece una síntesis perfecta de lo que pueden contribuir las redes a los movimientos sociales de protesta: interrumpir la cadena de sentidos impuesta durante décadas por los medios hegemónicos y ampliar la esfera pública a través de un sistema horizontal que no responde a un único interés económico, ideológico o político. Castells, en su libro “Redes de indignación y esperanza” (2012), realiza una interesante reflexión sobre los aportes de las comunidades de conocimiento colectivo a la lucha social y política, en particular del movimiento de los indignados en España. El sociólogo español sostiene que a finales de 2011, después de varios meses de acción intensa, el movimiento comenzaba a perder fuerza en las calles y el impacto medible de sus logros parecía ser escaso. Entonces deduce que el mayor cambio se estaba produciendo en las mentes de los ciudadanos. “Cuando la gente piensa de otra forma, si les une la indignación y alber-
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gan la esperanza del cambio, la sociedad cambiará en última instancia de acuerdo con sus deseos”, explica (Castells, 2012: 146). Pero al interrogarse sobre si efectivamente se estaba produciendo esta transformación, concluye que la mayoría de la población, si bien le tenía simpatía al movimiento, no creía realmente que ayudara a cambiar la situación. En síntesis, las comunidades de conocimiento lograban difundir sus ideas y que la mayoría de la gente se identificara con ellas, pero “las formas de conectar estos sentimientos con acciones que lleven a un cambio material en la vida y en las instituciones sociales están por explorar” (Castells, ibid). De todas maneras, no se trata de reducir toda la cuestión a un mero productivismo, donde no conseguir algo concreto y tangible representaría un fracaso. Esto no quiere decir que los movimientos carezcan de objetivos transformadores, pero sí que el principal logro es el proceso mismo. Las derivaciones que estos cambios implicarán a futuro todavía quedan por verse, pero el mayor triunfo hasta el momento es “el pulso de un nuevo tipo de revolución en el que el acto más revolucionario es la invención de sí mismo” (Castells, ibid). No es poco en absoluto. Los medios de comunicación hegemónicos ya tomaron nota del crecimiento de los nuevos medios y la amenaza que implican para su monopolio del poder en la sociedad. También la clase 48 política está en alerta frente al nuevo fenómeno y no pretenden seguir subestimándolo. Ejemplos de esta preocupación recorren el mundo y dan nuevos ánimos a las experiencias de lucha social que se organizan en la red en todos los puntos del planeta. Por caso, en enero de 2011, el gobierno egipcio de Hosni Mubarak bloqueó literalmente el acceso a Internet en todo el país11 al verse abrumado por un poderoso estallido en su contra que los usuarios manifestaron, primeramente, en las redes y, luego, se trasladó a protestas callejeras. Tan arcaica decisión no estaba destinada a funcionar (de hecho la conexión fue res-
tablecida tras cuatro días, en un intento desesperado por descomprimir la situación que no había hecho más que agravarse), pero asentó un reconocimiento de los sectores más poderosos hacia el nuevo escenario de lucha que se gesta en la web. Otro ejemplo, enfocado desde la perspectiva de adecuarse al nuevo paradigma en vez de combatirlo, ocurrió en Islandia durante el año 2010. Cuando, después de triunfar en las elecciones, un nuevo partido que rompió la hegemonía que los dos movimientos políticos principales ejercían sobre el país desde 1927, se propuso la redacción de una nueva constitución con la máxima participación ciudadana posible. (Castells, 2012) Se estableció una asamblea constituyente a la que podía aspirar a formar parte cualquier ciudadano y, más allá de algunas irregularidades en su formación, el organismo promovió el debate sobre el nuevo texto en Internet. Se abrió un sitio web oficial en el que los ciudadanos podían leer el contenido parcial del proyecto y enviar propuestas o comentar las que ya existían mediante sus cuentas de Facebook. Cada jueves, la asamblea se reunía y debatía los aportes del sitio con una emisión en directo en la web12. Luego de meses de deliberación, y tras recibir más de 16 mil comentarios y sugerencias, la nueva constitución fue aprobada y puesta en vigencia. Más allá de que la experiencia se haya desarrollado en un país muy pequeño (Islandia tiene alrededor de 320 mil habitantes), sus pilares pueden trasladarse con diversas variantes a otros lugares del mundo. En Argentina, por el momento, el reconocimiento hacia el poder de las redes proviene más de los medios hegemónicos que del poder político. Prácticamente no hay diario, canal o radio que no tenga cuenta en Facebook, Twitter e interactúe de alguna forma con los usuarios. Una situación que ilustra la seriedad con que se toman los medios este fenómeno, es la de preguntarles a sus seguidores qué opinan ante una deter-
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minada noticia o publicación propia. Esto constituye toda una novedad, ya que históricamente los medios masivos de comunicación no se interrogaban por la recepción de sus contenidos. Es necesario destacar que, como toda herramienta de comunicación, Internet también se presta a la manipulación y es esencial garantizar un desarrollo libre y sin obstáculos a las iniciativas ciudadanas. Como un municipio que vela por el cuidado de las plazas sabiendo que no le pertenecen, lo mismo debe suceder con la red. El poder político debe colaborar con todas las iniciativas que surjan, potenciándolas, pero “su misión no es dirigir ideológicamente esas propuestas, sino canalizarlas y asegurarse simplemente de que se desarrollan desde una perspectiva de libertad, diversidad y solidaridad”. (Casacuberta, 2004) Siguiendo el planteo de lo que el crítico estadounidense Howard Rheingold (2004) denomina dilema de acción colectiva: la constante búsqueda de un equilibrio entre los intereses personales y los bienes públicos, definidos como recursos colectivos de los que todos podemos beneficiarnos, incluso si no hemos contribuido a desarrollarlos (como por ejemplo la televisión e Internet). El Estado debe ocuparse de democratizar el acceso a las nuevas tecnologías articulando mejorías en el sistema de educación con capacitaciones técnicas para estimular la participación de los ciudadanos en el nuevo espacio público. Además, el rol de la política también es garantizar un acceso igualitario a los sectores empresariales y proveedores de servicios, promoviendo la desconcentración de los monopolios que atentan contra la diversidad e independencia de los contenidos. El nuevo paradigma comunicacional atravesó en pocos años todos los aspectos de la sociedad, y es de esperar que los cambios sigan profundizándose aún más en el futuro. Su trascendencia, oportunidades y peligros entrarán nuevamente en análisis con cada innovación, quizás convirtiendo en obsoletos los plan-
teos del presente trabajo. De todas maneras, las bases desarrolladas seguirán teniendo vigencia, y es el deseo que sirvan de disparadores para investigaciones futuras sobre un fenómeno tan importante para nuestra sociedad del que todavía resulta imposible comprender la magnitud de sus implicaciones.
Notas 1. Esta es una idea desarrollada por Alexandre Lacroix en el Coloquio Redes de la Filosofía en Lima el 3 de octubre de 2012. 2. Disponible en http://www.neoteo.com/memes-que-son-yde-donde-salen-24224, consultado el 14 de marzo de 2013. 3. Rodríguez Niell, P. “Secretos y estrategias detrás de las cacerolas”, en: La Nación, Buenos Aires, 14 de octubre de 2012, disponible en http://www.lanacion.com.ar/1517081-secretos-y-estrategias-detras-de-las-cacerolas, consultado el 28 de marzo de 2012. 4. “Facebook” en Wikipedia, disponible en: http://es.wikipedia. org/wiki/Facebook, consultado el 14 de diciembre de 2012. 5. Social Bakers, disponible en: http://www.socialbakers. com/facebook-statistics, consultado el 14 de diciembre de 2012. 6. Un foro es una página web dinámica donde los usuarios intercambian mensajes sobre distintos temas que se agrupan según categorías para identificar cada tópico. 7. Un ejemplo: “Por dos motivos no fui futbolista: la pierna derecha y la pierna izquierda”, disponible en http://www. fac eb o ok.c om/pages/Por-dos-mot i vos-no-f u%C3%ADf u t b o li s t a-l a-p i e r n a-d e r e c h a-y-l a-p i e r n a-i z q ui e r d a/ 107213432672585?fref=ts, consultado el 14 de marzo de 2013.
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8. “Virtual” en Real Academia Española, disponible en http:// lema.rae.es/drae/?val=virtual, consultado el 3 de marzo de 2013. 9. A grandes rasgos, Occuppy Wall Street es un movimiento de protesta de Estados Unidos que durante 2011 realizó manifestaciones públicas en distintos lugares del país convocadas a través de Internet con consignas en contra de las políticas del gobierno nacional frente a la crisis financiera global. 10. Disponible en http://twitter.com/OccupyWallStNYC, consultado el 28 de diciembre de 2012. 11. Disponible en http://www.enter.co/Internet/egipto-sin-Internet-el-gobierno-bloqueo-el-acceso, consultado el 11 de marzo de 2013. 12. GUTIÉRREZ, C. “Islandia reforma la Constitución vía Facebook”, en: El País, Madrid, 27 de junio de 2011, disponible en http://internacional.elpais.com/internacional/2011/06/27/ actualidad/1309125602_850215.html, consultado el 11 de marzo de 2013.
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Identificación del autor: Facundo Alejandro Re. Argentino. Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Afiliación Institucional: Escuela de Comunicación Social, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacional de la Universidad Nacional de Rosario. Area de especialidad: Politica y medios de comunicación 2.0. e-mail: facundore@hotmail.com
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Registro Bibliográfico: Re, Facundo Alejandro. “La política transmediática. Nuevas formas de participación ciudadana” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 033-051. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 29-05-2013 Fecha de aceptación: 28-06-2013
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La metarreflexión como estrategia discursiva:
"Diario de una princesa montonera" Por María del Rosario Fernández
Asesoramiento_metodologico@hotmail.com – Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Sumario:
Summary:
En este artículo, abordamos el inicio del texto “Diario de una Princesa Montonera” aparecido en el blog http://princesamontonera.blogspot.com.ar/, cuya autora es Mariana Eva Pérez. Nuestro objetivo radica en analizar cómo la estrategia discursiva de metarreflexión resulta constitutiva del relato e hipotetizamos que se encuentra al servicio de producir un alejamiento de la diégesis (Genette, 1983), lo que torna posible el advenimiento de este tipo de relato. Esto, en cuanto estrategia alusiva (Fernández, 2012), porque en su función elusiva (Fernández, 2012) la metarreflexión impone un control sobre el relato que, en definitiva, reforzaría la presencia del narrador.
In this paper, we approach the start of the text “Montonera Princess Diary” appeared on the blog http://princesamontonera.blogspot.com.ar/ whose author is Mariana Eva Pérez. Our goal is to analyze how the discursive strategy of meta-reflection is constitutive of the story and we hypothesize that it is at the service to produce a departure from the diegesis (Genette, 1983) which makes possible the advent of this type ofstory. This, as allusive strategy (Fernandez, 2012), because, in its elusive function (Fernandez, 2012), the meta-reflection imposes control over the story that ultimately strengthen the presence of the narrator.
Descriptores:
Describers:
análisis del discurso, metarreflexión, Diario de una Princesa Montonera
discourse analysis, meta-reflection, Montonera Princess Diary
La metarreflexión como estrategia discursiva: “Diario de una princesa montonera” The metalanguaje as discursive strategy: “Diary of a princess montonera” Páginas 053 a 068 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción Siguiendo la propuesta de Maingueneau (2004) en torno de las escenas enunciativas, encontramos pertinente referirnos a la escena genérica que el texto impone desde su título1: la del “diario”. Dado que, cuando un texto, desde el comienzo es clasificado dentro de un género, se impone fuertemente un contrato comunicativo (Charaudeau, 1994) a modo de pacto de lectura. Ahora bien, la pregunta que obligadamente nos hacemos en función de tal elección es: ¿en qué escena englobadora podríamos incluir este género?2. La primer respuesta que surge, creemos, en el caso del diario, es la del discurso íntimo3. Sin embargo, el diario bien podría compadecerse con el discurso épico o el discurso histórico, por mencionar sólo algunas escenas englobadoras posibles. Bien podríamos hallar un diario llevado por un general que se encontrara conduciendo una batalla y que el mismo tuviera un carácter épico o fuera tomado como un testimonio histórico. En tal caso, la escena genérica del diario revestiría una función más vinculada con lo público. Si lo pensamos, en cambio, como una expresión del discurso íntimo, se asociaría con lo privado. Este posible doble sesgo se halla, en esta ocasión, reforzado por el canal de comunicación escogido: el blog -íntimo, pero público, en tanto cualquiera puede acceder por la web-. En este sentido resultaría legítimo preguntarse, junto con Charaudeau (2009), si, más allá de lo que el discurso “diga” (la “supuesta” intimidad de un diario), no conviene avanzar sobre el poder que éste supone, el “efecto de influencia” que, efectivamente, en este caso se lograría a través del canal de circulación (blog). Ello, supone una noción de significación, en términos del autor francés, por la cual no sólo se trata de “significar algo” (el relato en sí, los acontecimientos del “diario”), sino de “significar para alguien” (quienes puedan ser lectores ocasionales del blog, más allá de los destinatarios que tuviera el relato en sí). Cabe señalar que, el medio de transmisión es-
cogido hace pensar en sujetos “dotados de una ´multicompetencia´ (término alusivo al de ´multimedia´), de una aptitud para manipular varios tipos de transmisión y para reducir así las distancias y los tiempos de transmisión de los datos” (Chauraudeau, 2009, v. electrónica s/p). Es decir, la supuesta “intimidad” del diario que podría reducirse a un íntimo poder, asume, así, una magnitud insospechada que conquista, casi en modo instantáneo, tiempos y espacios a través de nuevas redes. De este modo, el diario, en tanto género de lo “íntimo” pero circulando por un espacio multimedial, pondría en escena una fluctuación entre una función alusiva y una elusiva (Fernández, 2012): la escena genérica aludiría a lo privado, en tanto que el medio de circulación (blog) eludiría este carácter, construyendo un discurso en el registro de lo público. La doble posibilidad planteada, y el hecho de que el género “diario” presupone la presencia, preferentemente, de un narrador autodiegético (Genette, 1983)4, nos condujo a pensar que el texto requería, de algún modo, de una suerte de “control” (dado que el mismo se “perdería” por el hecho de circular por los canales por donde lo hace) que, a nuestro juicio, se plasmaría en una estrategia general de metarreflexión sobre el relato cuyas escenografías (Maingueneau, 2004) fue necesario sistematizar. Una “pista” de ello nos fue provista por el título mismo, en tanto la adhesión a un género (diario) supondría seguir ciertos cánones preestablecidos, y 55 por el comienzo del relato, que al hallarse en negritas podría ser considerado como una suerte de subtítulo (“La Princesa Montonera cumplió con todo lo que indica el protocolo”). La identificación (Charaudeau, 1995) a partir del término “princesa”5 y la elección del topo simbólico (Fernández, 2011) “protocolo”6, construirían el relato desde una normativa, desde un canon, para lo cual se torna imprescindible una reflexión consciente. Si lo expresamos en modo sencillo, diríamos que hay un “deber escribir” de un determinado modo que surge de la opción genérica y que, como ya hemos trabajado
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en nuestra tesis doctoral (Fernández, 2009), impone un otro que revista las características del destinador justiciero (Costa y Mozejko, 2001). De algún modo, la problemática que nos proponemos analizar en este artículo, retoma aquéllas planteadas por Charaudeau (2009) en torno de la comunicación en tanto ella construye “normas sociales”, a partir de las cuales se regula la interacción entre los individuos; pone en evidencia “procesos de influencia”, por los cuales los sujetos utilizan estrategias (como veremos en este artículo, nos detendremos en aquéllas asociadas con la metarreflexión por parte del narrador); y “construye conocimientos” que “dan prueba de la forma como los individuos y los grupos proyectan sobre el mundo visiones resultantes de una interpretación” (Charaudeau, 2009, v. electrónica s/p). De este modo, y siguiendo el pensamiento del autor francés, podemos articular lo externo (la situación de comunicación) con lo interno (la puesta en la escena enunciativa). Nuestra adhesión al análisis del discurso radica en considerar que el mismo “aporta al conjunto de estudios sobre los hechos de comunicación, conceptos y métodos de análisis que no se encuentran en otras disciplinas” y que su objeto “es el estudio de la relación entre lengua, sentido y vínculo social”, de tal manera que puedan articularse “por un lado, el mundo de la acción psicológica y social, y, por el otro, el 56 mundo de la lengua.” (Charaudeau, 2009, v. electrónica s/p) Este artículo comienza con la transcripción de nuestro texto objeto de estudio (sección 1), para luego sistematizar, en la segunda sección, nuestro análisis en torno de las escenografías de la metarreflexión, entre las cuales hemos señalado la función evaluadora del narrador (sección 2.1), la apelación explícita al lector (sección 2.2), las contradicciones y oxímoron (sección 2.3), y el uso de tiempos y aspectos verbales (sección 2.4). Finalmente, apuntamos nuestras conclusiones.
1- texto de análisis Previamente a presentar nuestro texto de análisis, deseamos realizar algunas consideraciones vinculadas con la tensión entre el género en cuestión y sus contextos: el referido al momento histórico del acontecimiento narrado y el vinculado con el momento de producción. En este sentido, señalaremos que “la temporalidad del acontecimiento mediático no es la misma que la del acontecimiento histórico. La primera no está cerrada: casi no tiene profundidad en el pasado (lo que, en cambio, busca el historiador)” (Charaudeau, 2009, v. electrónica s/p) En cuanto al contexto temporal del acontecimiento histórico, la referencia es la situación vivida por la hija de dos padres militantes de montoneros. Hablar de este movimiento, con la vasta y controversial bibliografía que sobre el mismo existe (desde Anguita y Caparrós -2006-, Bonasso -2010-, hasta Fraga y Pandolfi -2005-, Amorín -2005- y Carranza -2007-, pasando por obras como Gillespie -1987-, Penrdía -1997-, Gasparini -1998-, Ramus -2000-, Larraguy 2000-, Sánchez Sorondo -2001-, Falcone -2001-, Sadi -2004- y Lanusse -2005-), excede ampliamente los objetivos de este artículo. No obstante ello, diremos que, en relación con el hecho histórico, su autora, Mariana Eva Perez, nació en 1977 y fue secuestrada junto a su madre, Paty (quien se hallaba embarazada), a los quince meses de edad, el 6 de octubre de 1978. Horas más tarde, fue dejada con la familia paterna. Su padre, José, fue secuestrado en la misma fecha pero en la juguetería de la cual era dueño en Martínez. Retomando a Kesselman (2013), señalamos que la obra de Perez “…introduce una variación imprescindible en la narrativa alrededor de la última dictadura y sus efectos en el presente. La familia ya no es la protagonista exclusiva; finalmente, ingresan al texto otros personajes, es decir, otros actores sociales: el Estado en sus distintos niveles, organizaciones de peso político, organizaciones pequeñas, militantes por los
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derechos humanos, ex militantes de los setenta, testigos de los juicios por los crímenes de lesa humanidad, doctorandos, universidades extranjeras. Todos tienen un lugar porque todos intervienen en la construcción de la memoria tanto de la dictadura como de la militancia revolucionaria. Diario… procesa las mediaciones institucionales que en el presente se tienden entre el sujeto y cualquier relato posible acerca del tema. Aunque evidentes para la mayoría de los habitantes de la Argentina, hasta ahora estas determinaciones materiales no habían sido incorporadas de ese modo por otros autores.” (versión electrónica, s/p) En cuanto al contexto temporal de producción, este artículo aborda el comienzo, en formato de blog (hacia 2009), de lo que luego sería un libro, “Diario de una princesa montonera”, presentado en la Feria del Libro de Buenos Aires durante el 2012. Su autora, Mariana Eva Perez, como señalan Marcela Mazzei e Ivana Soto (2012), “es hija de desaparecidos, y aunque se crió en ese mundo, no habla con las retóricas usuales, sino que se ríe un poco de la Memoria. Con relatos irónicos, en una suerte de literatura punk, la princesa montonera vomita Historia, así con mayúscula, aclara. Vomita sus testimonios y los hace pasar por ficción, porque claro, pese a las similitudes, Perez sostiene que no es ella. Habla con las palabras del ´gueto´ y las pone a circular, pero ya no como hija de desaparecidos, dice, sino como escritora” (2012, versión electrónica s/p). Y es en su condición de tal, como narradora, que su discurso nos interesa, más allá del extratexto. En este reportaje, Perez señala que el formato de blog le permitió tratar la cuestión de la desaparición de su familia (aspecto que ya había trabajado en su dramaturgia) en un registro de humor y sin solemnidad. Asegura que el blog le otorgó el “feedback inmediato” y que ello la “ayudó a confiar en que esta manera de encarar el tema podía ser comprendida por otros.” Lo cual Mariana reafirma al explicar: “Aparte, es lo que le terminó dando ese registro tan propio de mi gene-
ración al material. Para mí fue muy importante que la gente me hiciera saber que se reía. Yo no sabía cómo podía impactar lo que yo estaba diciendo” (Mazzei y Soto, 2012, versión electrónica s/p). Resulta interesante señalar, en vinculación con la temática aquí tratada, que la autora reconoce en esta entrevista, en algún sentido, cierta incomodidad ante su militancia en Derechos Humanos, aspecto que puede apreciarse cuando hace referencia a la misma en su siguiente testimonio: “terminó siendo nociva, porque terminó ahogando mi subjetividad. Me crié dentro de un discurso muy fuerte y estructurado, y terminó ahogando mi capacidad de pensar en otras cosas” (Mazzei y Soto, 2012, versión electrónica s/p). De alguna manera, toda la metarreflexión que aquí analizamos como una estrategia discursiva se vincula con este “salirse” de un discurso cristalizado y que, en la entrevista realizada por Aguirre (2012), la autora reconoce al expresar: “Lo que me interesaba era contar la historia sin esa legitimidad fundada en la experiencia del dolor, que es la condición de producción o de enunciación que está socialmente más aceptada. Me interesaba correrme de ese lugar, que funciona como lugar de autoridad y es una autoridad que me interesaba impugnar. Pero es difícil porque tampoco iba a negar mi historia, soy hija de desaparecidos y muchas de las cosas que están en el libro efectivamente sucedieron. Me interesaba abordarla desde otro lugar; sabiendo que iba a ser 57 leído en clave testimonial me interesaba seducir, despistar, jugar a qué es verdad y qué no lo es, qué es fantasía, qué es exageración, qué es ese plus de 110 por ciento verdad como dice el subtítulo del título. Eso estuvo en juego desde el principio, desde que empezó como blog.” (versión electrónica, s/p). Ciertamente, y como la propia Perez reconoce, esta nueva visión se abre con la obra cinematográfica de Albertina Carri, “Los rubios”, que fuera objeto, inicialmente, de críticas y posturas encontradas. También en su trabajo, tal como analizamos en un Taller de Análisis del Discurso
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que dictamos en la Biblioteca Argentina “Juan Álvarez” de Rosario, funcionan estrategias de reflexión consciente, esta vez relacionadas con la metaimagen, dado que el código implica aspectos no lingüísticos que fueron los que nos interesaron en esa ocasión. La Princesa Montonera cumplió con todo lo que indica el protocolo
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En la niñez, reverenció de palabra a sus nobles padres ausentes, mientras íntimamente y con culpa temía su regreso. En la adolescencia, lloró su suerte desdichada y odió a los milicos. A los veinte, se abocó a la búsqueda de compañeros de militancia, de cautiverio, amigos, ex novios. Se encontró con los que estaban en Buenos Aires y se carteó con los exiliados. Aprendió a decir nombre de guerra sin que sonara a delito, a ponerle incluso una entonación amorosa. Fue al Equipo Argentino de Antropología Forense, se enamoró de M. como todas, y se sacó sangre para identificar los restos de sus padres. Conoció los pasillos de Comodoro Py y tuvo trato con aboga¬dos, jueces y secretarios. Declaró como testigo y presentó un escrito por derecho propio y sin patrocinio legal, ¡qué inocente! Dos veces le salió al encuentro al penitenciario Fragote, dos ve-ces cara a cara con ese reptil de ojos verdes y lengua seca a cuyo alrededor bajaba la temperatura, ya les contaré. Fue a tantos homenajes a los compañeros detenidos desaparecidos y asesinados que ya no puede contarlos. Gritó “Presente” cada vez que los oradores se lo requirieron y escuchó con asombro y desagrado el primer “Ahora y siempre”, hoy otro clásico. En momentos de arrebato kirchnerista temprano, hizo la V de la victoria. Conoció a Kirchner y le contó con su dis¬curso de
asunción, cuando reivindicó a los desaparecidos y los puso a refundar la patria, a la altura de los próceres y los inmi¬grantes. Espero no arrepentirme, lo amenazó casi, porque ella siempre fue chúcara ante el poder. Te prometo que no te vas a arrepentir, le contestó Kirchner. Tiene una foto que registra ese preciso instante, donde se miran con ojos de enamorados. Oh, instante sagrado en la vida de la princesa de la izquierda peronista. Clímax de fe en la política, orgasmo de credulidad. Todas cosas de los veintipico. Entonces, ¿cómo puede ser que de pronto, a punto de cum¬plir los míticos treinta y tres, tenga pendiente encontrarse con un compañero, sacarse sangre de nuevo en el EAAF, darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma, asistir a una reunión de hijis, reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro...? ¡Reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro!
La Princesa Montonera interrumpe el relato de sus aventuras pasadas y futuras y corre al Teléfono, lo cual indica que se trata de una verdadera emergencia. Se comunica con la vecina Viviana y le pide perdón, le cuenta que había corrido otro compromiso, que lo tenía presente hasta esta tarde, pero que después ¡se olvidó! Mirá lo que son las resistencias, comenta, sujeto y objeto de estudio al mismo tiempo. En cualquier momento empieza a hablar de sí misma en tercera persona como “el familiar”. Puedo llegar en quince minutos, ¿hasta qué hora se quedan? Ya se van, pero acordaron hacer la baldosa de Paty y José junto con otras de Almagro a fin de mes. Allí estará la Princesa Montonera, desempeñando su cargo con lealtad y patriotrismo. Para no olvidarme, lo escribo en el blog, que es como pedirle a un grupo de desconocidos que me hagan acordar. 2. Escenografías de la metarreflexión Entendemos por metarreflexión, a la reflexión consciente que hace el narrador de su propio relato, no
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sólo en vinculación con su contenido, sino, fundamentalmente, en función de las estrategias discursivas que emplea. Lo primero, resulta bastante evidente y su escenografía (Maingueneau, 2004) se asocia con la función evaluadora del narrador (sección 2.1) y la apelación explícita al lector (sección 2.2). Lo segundo, adopta, en este texto, las contradicciones y el oxímoron (sección 2.3), el uso diferencial de tiempos y aspectos verbales (sección 2.4). 2.1. Función evaluadora del narrador Las evaluaciones del narrador se orientan, básicamente, en función de: valorar el accionar de la protagonista (sección 2.1.1), la cronología (sección 2.1.2) y las estrategias constructivas del relato (sección 2.1.3) 2.1.1. Evaluación del accionar de la protagonista La narradora, en dos ocasiones revisa su propio accionar: en una de ellas, lo califica (Charaudeau, 1995) efectuando una suerte de contrapunto entre lo que se consideraría el ámbito de la ley (“derecho propio”, “sin patrocinio legal”) y el de una emocionalidad casi infantil (“¡qué inocente!”)7; en otra, las construcciones unimembres nominales califican un suceso puntual (el encuentro con Kirchner): “Oh, instante sagrado en la vida de la princesa de la izquierda peronista. Clímax de fe en la política, orgasmo de credulidad.” La puntualidad del evento surge en un sentido de desrealización (Ducrot, 1998), al escogerse como forma de identificación (Charaudeau, 1995) el término “instante” que construye una isotopía8 con las elecciones léxicas de “clímax” y “orgasmo”. En ello, podríamos leer un juego alusivo/elusivo: por un lado, la temporalidad se presenta como desrealizada, en tanto que, aun así, es sobrerrealizada (García Negroni, 1995) a partir de la isotopía, es decir, la alusión a la brevedad del tiempo, elude la intensidad de la sensación. Por
otra parte, los elementos sobrerrealizados remiten al ámbito de la sexualidad adulta, lo que podríamos leer como una contradicción con el ámbito infantil de la inocencia del primer ejemplo y el de la “credulidad”. La “fe en la política”, por su posición sintáctica, parecería ofrecer una suerte de “puente” entre la adultez y la infancia, tal vez un rito de pasaje entre el mundo infantil en el que perdió a sus padres y el mundo adulto en el que, como buena “princesa”, debe cumplir con el protocolo de la militancia. 2.1.2. Evaluación de la Cronología El primer aspecto que debemos considerar en este caso es la organización cronológica por hitos: “En la niñez”, “En la adolescencia”, “A los veinte”. Ellos pueden ser entendidos como una forma de generar un verosímil realista (Hamon, 1982) que se justificaría desde el agregado en tapa: “110 % verdad”. En el que, nuevamente, hallamos un fenómeno alusivo/elusivo: por un lado, la apelación al porcentaje y al término “verdad” aludirían a los hechos “ciertos”, pero la sobrerrealización (García Negroni, 1995) de este porcentaje que lo lleva al 110%, en lugar del 100%, eludiría la posibilidad de lo verdadero. Por otra parte, la metarreflexión se vincula con una evaluación de la cronología dada a partir de la identificación de ciertos hitos de un modo despectivo (“A los veintipico”, “Todas cosas de los veintipico”) que, nuevamente, aluden a 59 una década, la de los veinte años, pero la eluden con la imprecisión del “veintipico”, término que no precisa una edad exacta y, de ese modo, desautomatiza la verosimilitud realista que esperaríamos del género inicialmente convocado. Un caso aparte en la calificación de la cronología, lo constituye el enunciado: “míticos 33”, cuyo sesgo resulta irónico. Se trata, como bien sabemos, de la edad en que murió Cristo, pero también (y esto no es un dato menor en el diario de una “princesa montonera”) la edad del fallecimiento de Evita. Ello alude a da-
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tos históricos que parecen ser eludidos en función de su calificación como “míticos”. Pero, ¿cuál es el orden de lo “mítico”? Como hemos sostenido en Fernández (2010), el relato mítico, aún hoy resulta vigente en relación con la creación de una identidad ciudadana que podría asociarse con un rasgo “sacramental”9 (por su carácter fundacional- Eliade, 1949-) que adquiere un peculiar sentido que, si bien hace a lo político, también lo excede. El sesgo mítico tiene por objetivo “proporcionar modelos a la conducta humana y conferir por eso mismo significación y valor a la existencia” (Eliade, 1963: versión electrónica s/p). El mundo mismo es la prueba de su “verdad”10. En el caso particular de una hija de desaparecidos por la dictadura, la capacidad del mito de revelar el origen de sí mismo y de las cosas, supone un poder para manipularlas a partir de un modo de pensar propio que no es un conocimiento “externo” o “abstracto”, sino un saber que se “vive” ritualmente11 y, por lo tanto, pone en juego una narrativa ceremonial que entra en correlación con el canon y el protocolo. Los “míticos 33”, siguiendo a Lynch (2000), involucran una explicación del mundo que bien puede asociarse con un “renovado vigor” por exaltar la nacionalidad, el deber ser como hija de desaparecidos que, precisamente, entra en crisis en esa edad (“Entonces, ¿cómo puede ser que de pronto, a punto de cum¬plir los míticos treinta y tres, tenga pen60 diente…”). Es a partir de esta vinculación con lo mítico que podemos leer la cronología no sólo en un sentido personal (como sería habitual bajo la escena genérica del diario), sino también en un sentido social. Lo cual podría conducirnos a pensar cómo se están constituyendo los relatos sobre la memoria, objeto de estudio que excede las pretensiones de este artículo. 2.1.3.evaluación de las estrategias constructivas del relato
En estas evaluaciones se juega con el cambio de narrador y de focalización narrativa: de un narrador
heterodiegético en focalización cero (“La Princesa Montonera interrumpe el relato de sus aventuras pasadas y futuras y corre al teléfono, lo cual indica que se trata de una verdadera emergencia”, “comenta, sujeto y objeto de estudio al mismo tiempo. En cualquier momento empieza a hablar de sí misma en tercera persona como ´el familiar´”), a un narrador autodigético en focalización interna (“Mirá lo que son las resistencias”). En ambos casos, los tiempos utilizados son comentativos (Weinrich, 1979), con lo cual, se requiere un alerta máxima del lector. En el primer enunciado, la narradora valora sus propios dichos como una “interrupción”, a la vez que los identifica como “aventuras”, lo que connota el texto en el género del relato de aventura que elude el relato realista, así como también lo hace la identificación de la protagonista como “Princesa montonera”. Esta última designación la referencia no sólo en el eje de la nobleza, sino en la escena genérica de los cuentos clásicos, que, como veremos más adelante, entra en conflicto con la calificación de “montonera”. El narrador, en este primer enunciado, se ubica más allá del tiempo al remitir al pasado y al futuro y, de algún modo, también al presente por el uso de este tiempo verbal (“interrumpe”) que es acompañado de la capacidad de comprender los resortes internos de la conducta de su personaje y buscarle una justificación con un conector focalizado en la causa (Montolío, 2001) (“lo cual indica que se trata de una verdadera emergencia”) desde una perspectiva sobrerrealizante (García Negroni, 1995)12. En el segundo enunciado, la protagonista retorna como “sujeto y objeto de estudio al mismo tiempo”, lo que supone una lógica discursiva más próxima al ámbito académico: en este tipo de escena englobadora (Maingueneau, 2004) se habla de los sujetos y los objetos. Sin embargo, ella la conduce, inmediatamente, a una típica metarreflexión literaria en torno del narrador y la focalización narrativa: “En cualquier mo¬mento empieza a hablar de sí misma en tercera persona como ´el familiar´”. Nuevamente alude
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a lo realista (subyacencia del discurso científico) para eludir lo ficcional (referencia a la literatura). La narradora autodiegética en focalización interna autovalora su conducta desde la lógica psicoanalítica al mencionar las “resistencias”, apelando a un tú (alocutario) que quedará en la posición de juzgarla por ello. Un caso especial en este fenómeno de evaluación lo constituye la pregunta retórica: “Entonces, ¿cómo puede ser que de pronto, a punto de cum¬plir los míticos treinta y tres, tenga pendiente encontrarse con un compañero, sacarse sangre de nuevo en el EAAF, darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma, asistir a una reunión de hijis, reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro...?” La primer cuestión que podemos señalar es la utilización del enlace extraoracional (Gili Gaya, 1943) “entonces”. Se trata de un conector focalizado en la consecuencia (Montolío, 2001) pero, por su posición al comienzo de la oración, indica que lo qué se concluye no es el resultado de un enunciado inmediatamente ligado, sino de toda una idea precedente, con lo cual se refuerza la consideración de este fragmento como una evaluación de todo el relato anterior. La pregunta retórica es de por sí un elemento alusivo/ elusivo: alude a un no saber, en tanto se interroga, pero, a la vez, elude la autonomía y el poder del locutor que ya conoce la respuesta. La respuesta, no deja de presentar un sesgo irónico: “darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma”13, “asistir a una reunión de hijis”. En este último caso, la identificación de los hijos de desaparecidos como “hijis”, resulta casi “risueña”, como “alivianada” del peso de tanta historia dolorosa y terrorífica. En tal sentido, también conforma un modo de evaluación que intenta despojar de dramatismo el relato que se supondría como esperable, y hasta “moralmente correcto”, canónico, tal vez “protocolar”. Tal como la propia autora reconoce en el reportaje de Aguirre (2012): “Hay palabras que no me sirven para nada, que a
fuerza de decirlas tanto no me dicen nada. Memoria es una palabra que me cuesta mucho hacerle significar algo. La palabra apropiación no me alcanza, ni siquiera me involucra para hablar de mi hermano. Tenía la necesidad de pensar otras palabras para entender. Desde el discurso académico hay a veces una crítica a los familiares de desaparecidos, cuando en realidad se quiere criticar a los organismos de derechos humanos, como diciendo que tienen el monopolio de la palabra autorizada. En realidad hay una deserción de gran parte de la sociedad sobre cómo hablar de esta historia. Es más cómodo pensar que hay alguien que sabe que pasó, antes que ponerse a lidiar con los efectos de lo que pasó y sigue pasando, porque los niños desaparecidos siguen desaparecidos y los desaparecidos siguen desaparecidos. Hay una cosa que se confunde entre el respeto y el reconocimiento que se merece la gente que se jugó el pellejo y cierta comodidad de creer que esa es la única palabra autorizada para hablar sobre esta historia. Desde las Ciencias Sociales, donde tengo también un pie, siento que hay una deuda enorme por construir conocimiento sobre esta historia.” (versión electrónica, s/p)
Hasta aquí, hemos analizado el funcionamiento de la metarreflexión en la función evaluadora del narrador. En las próximas secciones, nos dedicamos a indicar otras de sus escenografías discursivas. 2.2. Apelación explícita al lector Siempre existe un lector presupuesto en cualquier texto. Por un lado, se construye a partir de toda la dinámica discursiva, más allá de los alocutarios (Ducrot, 1972) explícitos (Kirchner, la vecina Viviana) y, por otro, presenta marcas, como en este caso que opera una generalización a través de un pronombre personal en función de objeto (“ya les contaré”). El enunciado, apelando a un tiempo comentativo (Weinrich, 1979) como es el futuro, asociado, a su vez, con el adverbio
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temporal “ya”, pone en alerta al lector y lo deja a la expectativa del relato futuro. Lo cual se compadece con la entrega secuencial que supone el blog y presupone una metarreflexión por parte del narrador en tanto denota que maneja todos los hilos del relato en relación a la diégesis misma, al tiempo y a la instancia de alocución. 2.3. Contradicciones y oxímoron Se trata de uno de los recursos más productivos en este texto. En algunos casos asume la forma de la contradicción, simplemente y en otras, la del oxímoron. En el primer grupo hallamos: “reverenció de palabra”, “nobles padres ausentes”, “íntimamente y con culpa temía su regreso”, “nombre de guerra sin que sonara a delito”, “a ponerle incluso una entonación amorosa”. Entre los segundos, “suerte desdichada”, “asombro y desagrado”. Varias de estas elecciones léxicas construyen una isotopía vinculada con lo nobiliario, que, a su vez, se halla convocado desde el título y la identificación de “princesa” (aunque “montonera”, lo que constituye el oxímoron fundante del relato): “reverenciar”, “nobles”. El primero de estos términos supone lo gestual, pero el que esté acompañado de la construcción “de palabra”, de alguna manera, contradice con otro tipo de código: el lingüístico, aquello a lo que orienta el semantismo propio del verbo. 62 Los “nobles padres ausentes”, suponen también un contrasentido puesto que se espera que los mismos estén “presentes”. No obstante ello, y dadas las circunstancias contextuales vinculadas con el extratexto, la elección de la locución “padres ausentes” podría remitirnos al discurso psicoanalítico que resemantizaría la ausencia en un sentido que rescataría no el contexto socio-político e histórico, sino el eminentemente emocional de la narradora. Aunque, a partir del uso del narrador heterodiegético en focalización cero, se eludiría ese grado de “intimidad” que supondría la alusión a lo “emotivo”. Todo ello conduce, tal vez, a la contradicción de “temer”, “íntimamente” y con “culpa”,
su “regreso”. Nuevamente, el ámbito de las sensaciones (temor) es aludido desde lo emocional personal (“íntimamente”), a la vez que el terreno de la “culpa” alude al deber ser social, a lo que el canon exige a una hija con sus padres desaparecidos (no ausentes). Estas circunstancias generan una relación causal con un nuevo aprendizaje que se pone en escena, el decir “nombre de guerra sin que sonara a delito”. La locución “nombre de guerra” remite, directamente, a la clandestinidad, es decir, al ámbito del “delito” de lo “ilegal” que, no obstante, debe ser resignificado por la narradora. Resulta, en tal sentido, sumamente revelador el enunciado en el que se utiliza el conector aditivo con valor argumentativo “incluso” que orienta en el mismo sentido del segmento anterior (Portolés, 1998): “a ponerle incluso una entonación amorosa”. El amor no se halla reñido del ámbito de los padres, muy por el contrario, pero, ubicados éstos en el topo simbólico de la clandestinidad y del delito, parecería, al menos extraño, predicar una entonación “amorosa”. ¿Cómo se “dice” lo clandestino, lo delictivo, en el contexto de un niño? La infancia es un momento de construcción de la moral, de lo estándar, de la legalidad, y son los padres (a quienes se “debe amar”) los principales responsables de tal construcción. Pero si ellos se hallan en la clandestinidad, en la ilegalidad, ¿cómo se logra lo amoroso? La narradora “debe”, en este contexto, realizar un “esfuerzo” por compatibilizar clandestinidad con amor. La evidencia de ello estaría dada por la elección verbal “ponerle”. No es extraño que este panorama discursivo se sintetice en las formas de oxímoron “suerte desdichada” y “asombro y desagrado”. Ambas se generan con la misma estrategia lingüística: un primer término de sesgo positivo (“suerte”, “asombro”) y un segundo que, a partir de una negación descriptiva (García Negroni y Tordesillas Colado, 2001) lexicalizada en base al prefijo “des”, niega lo que se supondría una cualidad inherente del objeto mencionado al inicio.
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2.4. Uso de tiempos y aspectos verbales En el texto hay un total de 58 verbos conjugados, de los cuales el 57% (33) son narrativos (Weinrich, 1979), es decir, imponen un alerta menor al lector, inversamente a lo que ocurre con los comentativos que tienen una incidencia total del 43% (25). Los tiempos narrativos producen un efecto de alejamiento de la diégesis, lo que se relata aparece como distanciado. Pero, cabe mencionar, que debemos establecer una distinción entre aquéllos que se encuentran en aspecto puntual (28 de los 33) de los que presentan un aspecto durativo (5 de los 33). Como vemos, la gran mayoría de tiempos narrativos (85%) expresan una acción puntual que no dura en el tiempo, es decir, que de algún modo queda “clausurada”, “congelada” (“reverenció”, “odió”, “lloró”, etc.). Mediante tal estrategia, el narrador intenta no sólo generar un efecto de relato terminado, sino también distanciado. De esta forma, estaría dominando la diégesis desde una postura más allá de la misma, lo cual se compadece con el uso de un narrador heterodiegético en focalización cero. Los verbos en aspecto durativo (“temía”, “bajaba”, “había recorrido”), en cambio, aunque aluden, en tanto pasados, al distanciamiento, lo eluden merced a la propiedad durativa del aspecto, es decir, el efecto de continuidad produce una percepción que se acerca hacia el hoy de la enunciación. A modo de conclusión Deseamos rescatar en este artículo la continuidad que hemos podido dar a la sistematización de nuestros estudios acerca de la función alusiva/elusiva del discurso. Por otra parte, creemos haber aportado a un ámbito que consideramos sumamente relevante en el contexto actual y que atañe a los relatos en torno de la memoria en vinculación con los hechos de la dictadura militar. Existe un discurso estándar que ya ha cristalizado sus formas (desde el “Nunca más” en adelante) y que, pese a lo valioso que nos resulta, en
ocasiones, creemos, “acalla” otros tipos de discursos provenientes de otros lugares no canónicos, aún no “sacralizados”, tal como la propia Mariana Eva Perez reconoce. En este sentido, la metarreflexión resulta un recurso obligado, puesto que, de algún modo, y bajo la forma de cierto canon genérico, se realiza una transgresión que conlleva al control consciente del discurso. El haber sistematizado las escenografías (Maingueneau, 2004) de dicha metarreflexión, aportaría, a nuestro juicio, vías posibles para análisis futuros de textos similares. En síntesis, pensando en función de estudios que requerirían de un corpus más extenso y de un proyecto más amplio de investigación, hemos podido vislumbrar hipótesis interpretativas que se asocian con la función alusiva/elusiva del discurso y que, en este caso, apuntarían a: • Indagar cómo, pese a la aparente necesidad de una verosimilitud realista (exigida por el género del diario), se operan mecanismos que no anulan la oposición ser/parecer, sino que la refuerzan. • Analizar el modo en que la escritura pone en tela de juicio la oposición ficción/ realidad, con lo cual podría plantearse una crisis de la clasificación genérica. Del diario se esperaría un predominio de la realidad, aunque, como se trata de la construcción de “otra” realidad (no la estandarizada y socialmente aceptada en torno de la temática sobre la dictadura y los desaparecidos), ello explicaría esta tensión y 63 que el texto “juegue” con ella. Este artículo constituye sólo un esbozo de estas posibles líneas de lecturas que esperamos profundizar en futuras investigaciones que se encuadrarán en el análisis del discurso que permite, como ya indicamos en la introducción y desarrollamos en nuestro trabajo analítico, una visión interdisciplinaria. Ya que “...ningún fenómeno pertenece de manera exclusiva a una disciplina, y ninguna disciplina puede pretender agotar por sí sola la comprensión del fenómeno” (Chauraudeau, 2009, v. electrónica s/p). El complejo mundo de la co-
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municación en el que hoy estamos inmersos, y del cual los variados modos de circulación de los textos son testimonio, nos exige de una mirada amplia sobre la comunicación en vinculación con el “extenso campo de las ciencias humanas y sociales” (Charaudeau, 2009). Este trabajo se presenta como un posible modo de análisis, referido a un aspecto que, aunque puntual, como lo es la metarreflexión, no escapa a las problemáticas propias de la comunicación y de las ciencias humanas y sociales, a saber: • La regulación (Charaudeau, 2009): entendida como el modo en que las sociedades y los grupos sociales producen intercambios (de comportamientos y de palabras) que conducen a estas distintas disciplinas a preguntarse sobre las normas, los roles y las identidades sociales que se instalan a partir de dicha regulación. En el caso que hemos analizado, el “desacartonamiento”, la ruptura de cánones, la creación de nuevas formas de designación hasta “humorísticas” de aquello que se consideraba casi sagrado, resultarían indicativos de la aparición de nuevas normas de comportamiento y de comunicación que instalan a los sujetos en nuevos roles, a partir de los cuales se construyen sus imágenes. Así, por ejemplo, de la solemnidad y dolor de los “hijos”, pasamos a los “hijis”; de la creación romántica y heroica de los padres militantes, a su cuestionamiento como tales. 64 • Las relaciones de fuerza (Charaudeau, 2009): instaladas entre los miembros de los grupos, forman parte del fenómeno de regulación social. Suponen la adopción de estrategias para imponer dominio (poder) al otro, o bien para liberarse del ejercido por un otro (contrapoder), pudiendo implicar la búsqueda de alianzas (juego de persuasión) y del querer (juego de seducción). En el texto que hemos analizado, de forma irónica, esta búsqueda del poder se da, sin ir más lejos, en la adopción del título de “princesa”. El constante juego crítico respecto del discurso cristalizado, puede ser entendido como una forma de con-
trapoder, y la ubicación doméstica de la narradora en relación con sus olvidos, sus vecinos, su cotidianeidad, la tornan un tanto “frágil” y “querible”, lo cual podría esgrimirse como estrategia de persuasión. • La construcción de significancia de los objetos del mundo (Charaudeau, 2009): ello se imbrica con cómo los grupos sociales construyen conocimiento, generándose representaciones que les son comunes, es decir, que los hacen partícipes de un imaginario social. En el fragmento de blog analizado, la reconstrucción desde otra perspectiva de la historia y la consecuente construcción discursiva diferencial respecto del discurso cristalizado sobre los desaparecidos, permiten el advenimiento de otro modo de conocer el mundo. En tal sentido, deseamos recordar a Kesselman: “más allá de sus limitaciones estilísticas, e incluso de las opiniones críticas de la autora sobre la política de derechos humanos de los últimos años, Diario…redefine el piso para la literatura sobre el Proceso. La narración abandona un estado de cosas y de ánimo detenido en los noventa y se sitúa en 2013. En otras palabras, ya no es sólo una tragedia familiar, sino un conflicto social y político” (Kesselman, 2013, versión electrónica, s/p). Finalmente, consideramos, junto con Charaudeau (2009), que el tipo de análisis aquí propuesto permite dar cuenta de cómo el funcionamiento de los fenómenos lingüísticos en su uso evidencia el modo en que se construye sentido en la sociedad. Estas nuevas formas de relatos, creemos, como ya dijimos, que requieren, por parte de los analistas, de la reflexión en torno a sus nuevas estrategias y escenarios. Este artículo sólo intenta ser un ensayo para ello.
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Notas 1. Consideremos, junto con Lane (1992), que el título, en tanto elemento paratextual, cumple no sólo con una función predictiva, sino fundamentalmente persuasiva, es decir, de orientación argumentativa. Ahora bien, el título “Diario de una Princesa Montonera” por un lado nos remite, como sostendremos, al ámbito de lo íntimo por la clasificación genérica, y, a la vez, también podría ser leído en una relación intertextual con la obra de María Rosa Lojo, “La Princesa Federal”, que novela la vida de Manuelita Rosas. Esta lectura, en la edición impresa del libro, es reforzada por la inclusión de un dibujo estilizado de una estrella federal. A su vez, el título va acompañado de la leyenda “110% verdad” que se encuentra subrayada en un color rosa, como si se tratara de un lápiz de labio, lo que recuerda imágenes de series televisivas como “Sex and the city”. Toda esta combinación, nos haría pensar en la asociación con el período de luchas entre unitarios y federales (lo que supondría una resignificación de las luchas montoneras), pero, a la vez, frente al consabido “salvajismo” de esa época (denunciado ampliamente en la literatura argentina), se opondría como signo la “flor”, la excepción, el “toque femenino” de bondad y mansedumbre y freno al horror, la “princesa”, ya sea en relación con Manuelita, o sea en relación con la propia narradora. A su vez, la posible evocación en lo gráfico a una serie como “Sex and the city”, parecería hallarse en correlación con una suerte de “banalización” del discurso que esperaríamos como necesariamente horroroso, tal como se verá en otros momentos de este artículo. 2. Una misma escena genérica, puede muy bien ser inscripta en distintas escenas englobadoras. Así, por ejemplo, la arenga, bien puede erigirse en una escena genérica del discurso religioso, el militar, el político o el pedagógico. A partir de ello, podemos preguntarnos, junto con Charaudeau (2009), “¿por qué no considerar la comunicación como un fenómeno genérico dentro del cual pudieran identificarse diversas formas, diversos géneros?” (Chauraudeau, 2009, v. electrónica s/p) 3. Entendemos por “discurso íntimo” aquél que toma como tópica cuestiones de la vida personal bajo un formato genérico como el del diario o la carta íntima, ambos formatos que suponen una circulación no pública. Aunque, veremos en este caso, es justamente esto lo que se encuentra “jaqueado” por el medio de circulación. 4. Cuando el “yo” que narra es, a la vez, centro de atención narrativa, se constituye en “héroe” de su propio relato. Es
llamado, en términos de Genette (1983), autodiegético (como por ejemplo ocurre en la autobiografías, las confesiones, los monólogos interiores y las narraciones epistolares o en forma de diario). Sin embargo, el narrador puede no ser centro de lo narrado, sino constituirse en un “testigo” (narración testimonial). La narración testimonial muchas veces asume como forma pronominal el “nosotros”, o bien puede apelar a un conocimiento compartido con el interlocutor (narración en segunda persona). La narración homodiegética testimonial da pie a una inestabilidad vocal que la hace oscilar entre lo heterodiegético y lo homodiegético. Cuando la voz del narrador se define en su propia subjetividad (narrador homodiegético), se produce una suerte de “desconfianza” por parte del lector. La subjetividad de este tipo de narración se debe no sólo a que narra la voz del personaje, sino a que toda narración homodiegética ficcionaliza el acto mismo de narrar: “... el narrador deja de ser una entidad separada y separable del mundo narrado para convertirse en narrador-personaje. Del mismo modo, el acto de la narración se convierte en uno de los acontecimientos del relato; la narración se torna en acción, sin que necesariamente esté de por medio un cambio de nivel narrativo.” (Pimentel, 1998: 140) 5. Agreguemos a nuestras observaciones de la primera nota, que el uso del artículo definido (“la”) iría contra la expectativa de cuento clásico que la figura de la princesa convocaría y que, en este tipo de escena genérica, nunca es una princesa específica, con nombre y apellido, sino “una” princesa. De este modo, el título evita la vaguedad que tendría el cuento clásico, acercándose más a la lógica de la crónica y del relato que estará sesgado por el verosímil realista (Hamon, 1982) 6. Pensamos al protocolo como un topo simbólico en tanto resulta un espacio de inscripción y de despliegue del yo y de su relato. 7. Dicha emocionalidad aparecería sobrerrealizada (García Negroni, 1995) por el uso de signos de exclamación. 8. La isotopía constituye una figura retórica que consiste en la agrupación de campos semánticos que favorecen la homogeneidad de significado en el texto. 9. “Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la sacralidad (o simplemente la ‘sobre-naturalidad’) de sus obras. En suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado (o de lo `sobrenatural`) en el Mundo. Es esta irrupción de lo sagrado la que fundamenta realmente el Mundo y la que le hace tal como es hoy
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día.” (Eliade, 1963: versión electrónica s/p) 10. “Enfocado en lo que tiene de vivo, el mito no es una explicación destinada a satisfacer una curiosidad científica sino un relato que hace vivir una realidad original y que responde a una profunda necesidad religiosa, a aspiraciones morales, a coacciones, a imperativos de orden social e incluso a exigencias prácticas.” (Malinovsky, 1928: 105) 11. En este sentido ritual, podrían explicarse ciertas acciones del relato que se repiten a lo largo de la historia de la protagonista: “sacarse sangre de nuevo en el EAAF, darse una vueltita por el juicio a los milicos de la Esma, asistir a una reunión de hijis, reunirse con los vecinos memoriosos de Almagro”. Todo conduce a un protocolo (no sólo en el sentido ceremonial, sino también en el sentido en que se podría hablar, por ejemplo, de un protocolo médico, como una serie de acciones que deben cumplirse de un determinado modo) que culmina en un gesto continuo (marcado por el gerundio verbal “desempeñando”) de asumir el “cargo” con “lealtad y patriotrismo”. 12. El sintagma “verdadera emergencia”, en su núcleo nominal (“emergencia”), orienta argumentativamente hacia algo que se presupone grave, urgente. Al agregarle la calificación de “verdadera”, de algún modo, se pone en tela de juicio este significado básico. Por un lado se alude a la urgencia, pero la calificación eludiría tal carácter al suponer que pudiera tratarse de una emergencia no verdadera. 13. El diminutivo “vueltita”, parece restar importancia nada menos que a los juicios a los militares de la ESMA. En ese sentido, podría ser valorado como un elemento “desrealizante” (Ducrot, 1998) a partir del cual se eludiría el horror al que aluden dichos juicios.
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Identificación del autor: María del Rosario Fernández. Argentina. Licenciada en Letras, Universidad Nacional de Rosario. Magister en Teoría Lingüística y Adquisición del Lenguaje, Universidad Nacional de Rosario. Doctora en Humanidades y Artes (Mención Lingüística), Universidad Nacional de Rosario. Profesora titular ordinaria de Etnonlingüística y Seminario Final Orientación Etnolingüísta, Licenciatura en Antropología. Area de especialidad: Análisis del Discurso. Escritura Académica. E-mail: asesoramiento_metodologico@hotamil.com
Registro Bibliográfico: Fernández, María del Rosario. “La metarreflexión como estrategia discursiva: ´Diario de una princesa montonera´” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 053-068. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
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Fecha de recepción: 30-05-2013 Fecha de aceptación: 06-11-2013
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Piezas de arte tradicional a través de pantallas Por Alejandra Panozzo Zenere panozzo.a@gmail.com - Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Sumario:
Summary:
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre la producción de sentido al contemplar una obra de arte desde un espacio físico y a través de una pantalla. Esta problemática será analizada a partir de la pérdida de materialidad en un tipo de producción tradicional que se conforma como imagen digital, y le permite ser reproducida a través del dispositivo mencionado. Se trata de señalar, cómo el arte de caballete u objetual se conforma como un nuevo producto artístico a causa de las lógicas que plantea la digitalización.
The aim of this article is to think about the production of meaning in the contemplation of a work of art in a physical space and on-screen displays. These difficulties will be analyzed from the loss of materiality in a traditional like production that is defined as a digital image and allows itself to be reproduced on-screen. The aim is to point at how the easel or object art is conformed as a new artistic product that results from the logics of digitalization.
Descriptores:
Describers:
arte, materialidad, reproductibilidad, digitalización, pantalla
art, materiality, reproductibilidad, digitalization, screen
Piezas de arte tradicional a través de pantallas On-screen traditional art pieces Páginas 071 a 080 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción. En este artículo intentamos un primer acercamiento a la problemática de la digitalización de obras de arte creadas fuera de ese ámbito: producciones concebidas con técnicas y soportes tradicionales cuyas imágenes son digitalizadas y traducidas a códigos binarios. Se presenta así, el siguiente problema ¿Estamos frente a la misma producción de sentido al contemplar una obra de arte desde un espacio físico que a través de una pantalla1? Cuando observamos una pieza artística desde este dispositivo electrónico, nos parece estar viendo aquella pintura construida por el artista, pero nunca será aquella original, sino una traducción de una decodificación binaria (Jullier, 2004). Es decir, una representación bidimensional de una imagen, obtenida por mecanismos de conversión analógica-digital2 que conforman una matriz numérica que permite distintos niveles para su visualización. Así, nos encontramos frente a una nueva realidad para los objetos artísticos que suelen ser percibidos dentro de un espacio físico. Éstos, al proyectarse a través de una pantalla se conciben como una nueva propuesta, producto del proceso de digitalización. Se presenta una nueva forma de percibir el arte. Por lo cual, intentaremos generar una articulación entre estudios estéticos y comunicacionales, sostenidos por autores que han trabajado desde sus campos algunos aspectos de esta problemática. Relacionaremos, de manera exploratoria, el tratamiento de este fenómeno mediante el análisis de distintas propuestas que pusieron en discusión la materialidad en la producción estética. Integrándolo con ideas que sostienen que el abandono de esta característica le permite alcanzar una mayor democratización, e indagando en algunas particularidades que genera esta nueva manera de distinguir un arte, considerado tradicional, a través de una pantalla.
Materialidad ausente. En la actualidad, convivimos diariamente con distintas propuestas plásticas que presentan diferentes grados de apariencia física. Cuando pensamos en el tradicional concepto intuitivo de materia, hacemos referencia a una “cosa simple, resistente, que se mueve en el espacio.” (Maldonado, 1999:12), pudiéndolo articular con la esencia, por ejemplo, de un cuadro. Esta referencia nos remite a un tipo de arte conocido como objetual, ligado a un arte de caballete o a la utilización de objetos en la representación artística bidimensional (collage o ensamblaje). Estamos ante una obra entendida como objeto, que según Valeriano Bozal (1989) tiene la cualidad de poseer una presencia y entidad material definida para su contemplación. Este tipo de propuesta, considerada tradicional dentro del campo artístico, a mediados de la década del setenta sufrió importantes críticas, en referencia a su analogía con el objeto materia, por parte de manifestaciones como el arte de acción, el happening (cuyo gran referente remite a las propuestas del grupo Fluxus) y, en menor medida, el conceptual y el minimal. Así, dentro de este escenario, se instaló la idea de experiencias estéticas que apelaban a una pérdida del carácter objetual y que, por ende, atentaban contra los cimientos del arte tradicional (de caballete). Planteos de dicho carácter fueron estudiados, entre otros, por Marchan Fiz (1972) y Lucy Lippard (1973), quienes sostuvieron que este tipo de expresiones, al trastocar el mencionado componente por acontecimientos, ambientes o acciones, cuestionaban la materialidad presente en las piezas artísticas. Este tipo de prácticas, conocidas como arte desmaterializado, centraban la prioridad estética en el mensaje o el contenido, relativizando la presencia material dentro del proceso creador. Tal hacer artístico implicó una fuerte denuncia al objeto en su carácter de propiedad original. Un tipo de obra que, por su proceso de producción artesanal
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(arte-artesanía), hacía referencia a la idea de gesto como sello que aúna la creación con un determinado artista, status o poder. Las nuevas manifestaciones se ubicaron en la antípoda de la propuesta tradicional, produciendo un arte que denunció la fetichización de la producción artística. Esta serie de cuestionamientos habían sido planteados por las primeras vanguardias, más radicalmente por los dadaístas y, particularmente, por la figura de Marcel Duchamp, quien rompe con todos los esquemas del campo al presentar como obra un objeto banal. En un momento histórico, un lienzo o un mármol fueron la única e irremplazable forma de dar cuerpo a la experiencia artística. No obstante, remitirnos a los quiebres que giraron en torno a la materialidad a lo largo del siglo XX, nos permite cuestionarnos sobre aquello que configura o conforma a este tipo de producción. En la actualidad, indagar sobre la materialidad en una obra de arte puede vincularse con la pérdida que sufren aquellas producciones tradicionales (entiéndase pinturas, esculturas o grabados) al ser proyectadas en una pantalla como imágenes digitales. Resulta válido aclarar que no es equivalente una obra digital a una imagen digital. La primera, se refiere a obras artísticas que son creadas en el entorno informático a través de programas específicos, actividad conocida como ciberarte o net art (Olivera, 2006 y Bellindo Gant, 2001). Mientras, la segunda, es el resultante de un proceso mecánico de captura de imágenes externas mediante cámaras de video, fotografías digitales o escáneres. Estas últimas también son conocidas con el nombre de imágenes bits, construcciones conformadas por píxeles3, cada uno relleno de un color uniforme, que nos transmiten un resultado integral al visualizarse en la retina. Las mismas, pueden sufrir importantes modificaciones en relación a su calidad (cantidad de
pixeles utilizados para representarlas), pero también permiten una variación en su escala de color y luminosidad. Este tipo de representaciones nos obliga a retomar discusiones tradicionales, para poder reflexionar sobre cómo distintos procesos técnicos conforman una posible amenaza que diluye la condición única de una creación. Puesto que esta última característica es fundamental en la configuración del arte objetual. Podemos afirmar, entonces, que estamos ante una nueva concepción de estas piezas producto de la digitalización, ya que sus imágenes digitales se convierten en un modelo a replicar, no en materialidad pero sí en representación. En otras palabras, este escenario, nos permite indagar si la pérdida de su materia física, en cuanto sustancia que la conforma, la presenta como a una nueva obra, o simplemente es una adecuación de una producción legitimada que pretende ser una nueva propuesta con lógicas del siglo XXI. Democratizar el arte La pérdida de materialidad que sufren las obras tradicionales al proyectarse en múltiples pantallas puede ser correspondida con lo expuesto por Benjamin (2011) en lo referente al proceso de reproductibilidad técnica de la obra de arte. La inmaterialidad de una pieza estética hace hincapié en una atrofia de su aspecto sensible, atenta contra el aura, es decir, contra su unicidad4. El original de una obra posee un valor único, porque la auténtica producción artística se funda en el ritual que conforma el valor útil de su primer valor original. Este tipo de valor único de componente cultural, “… la manifestación única de una lejanía (por cercana que pueda estar)” (Benjamin, 2011:14), sería un momento no reproducible que pasa, por lo tanto, a no permanecer. El poder del aura, es la fuerza inmaterial de una presencia que impacta y subyuga al espectador cuan-
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do entra en contacto con la obra original. Una fuerza que parece emanar del objeto como resultado de sus diferentes estados: su historia, su trayectoria en el tiempo, el espacio, o el rol con que se podía asociar al objeto cultural. Sin embargo, la particularidad que posee una pieza tradicional al ser vista en un dispositivo digital es que se presenta desde el aquí y el ahora, y no como fue concebida anteriormente. Por tanto, pasa a no tener aura, ya que no envejece físicamente, su tiempo siempre es presente. Se convierte según Olivera, en un ser eterno que se corresponde con nuestro “ser-tiemposiempre-presente” (2006: 202). Por otra parte, la reproductibilidad, según Holkheimer y Adorno (2007), atentaría a la obra, pues en realidad, esta pérdida de su carácter original, la convierte en una simple mercancía que deviene en un disfrute mercantil. Dichos autores consideran que este proceso que sufren las creaciones artísticas las conforma como mercancías culturales, y sólo pasan a ser disfrutadas como tales: ilusiones al servicio del valor de cambio que acentúa a su vez su valor de uso. “El valor de uso del arte, su ser, es para ellos un fetiche, y el fetiche, su valoración social, ellos lo confunden con la categoría de la obra de arte, se convierte en su único valor de uso, en la única cualidad de la que disfrutan…” (Horkheimer y Adorno, 2007: 172) Esta visión negativa consideró que la sociedad de consumo trasformaba a las obras de arte en simples imágenes, representaciones y espectáculos, que promovía un abandono de sus especificidades estéticas por un posible icono vacío. No obstante, nosotros rechazamos esta postura porque consideramos que este proceso de reproducción, al igual que la digitalización, implica un nuevo carácter potencial de representación para este tipo de producciones estéticas. El arte, al ser considerado como mercancía, según Huyssen (2006), se convierte en un reduccionismo
económico que iguala las relaciones de producción con lo producido, la distribución con lo distribuido, y la recepción con el consumo de las mercancías. La situación planteada lleva a “…reducir dogmáticamente el arte a su valor de cambio, como si su valor de uso estuviera determinado por el modo de distribución y no por su contenido” (Idem, 2006: 264). La atrofia del aura implica para este autor, en concordancia con Benjamin, una pérdida del valor culto que es ocupado por su valor expositivo. Trae aparejada una eliminación de las distancias entre el arte elevado y el arte de masas, permitiendo llegar a una mayor cantidad de público, considerando la idea de consumo masificado como una posible democratización del acceso a la obra. Esta posibilidad se produjo cuando la reproducción técnica se dio a través de medios masivos. Un original que se reproducía en millones de copias, permitió una difusión del arte para que todos pudieran consumirlo, abandonando su especificidad en pos del disfrute general. Por consiguiente, el proceso de digitalización es una nueva etapa que impulsa ilimitadamente los niveles de masividad alcanzados durante el ciclo anterior, ya que a través de la influencia de los nuevos medios de difusión, información y creación, se logró quebrar con barreras espaciales y temporales. Las imágenes digitales de las obras tradicionales son, por lo tanto, parte de un nuevo momento de democratización de las manifestaciones artísticas, puesto que, por un lado, hay un abandono del objeto fetiche y, por otro, son entendidas como un ser digital que se convierte en un sustituto o una simulación de producción estética. La idea de sustituto, se basa no en tratar de reemplazar a ese original, sino en reforzar la idea de símbolo. Un producto puede ser pensado como un significante que no depende de su soporte, ya que su valor radicaría en el vínculo de conocimiento que proyecta del arte. La idea de simulación remite, por su parte, a la
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presencia de aquella estructura icónica que la inspiró como referencia o modelo (Maldonado, 1999). Este nuevo proceso de reproducción permite un nuevo modo de vincularse con el arte objetual. Se trata de transitar un camino que transforma una creación única en un modelo a replicar, no desde su composición física, sino en cuanto a la representación de aquello que expresa el artista. La imagen digital se presenta como una copia de aquel modelo original, que permite una posible interpretación, que no dependerá de su creación sobre un lienzo o mármol, sino que apelará a su condición dentro de una pantalla, configurando una nueva apariencia de esta pieza artística. La semejanza de la copia con su original nos enfrenta a una multiplicad de impresiones. Percibir este tipo de representaciones a través del dispositivo digital, nos suscita un nuevo vínculo de sensaciones distintas respecto al contacto físico con la obra. En otras palabras, estamos frente a un producto cultural, con características propias del proceso de digitalización, que nos permite conformar un nuevo modo de conocer y vincularnos con el arte desde esta especificidad. Este ser digital presenta entonces características propias como: su representación numérica, referida a su composición como un código digital que permite que pueda ser descripto en términos matemáticos y se vuelva programable; su modulación, partes independientes que se agrupan en objetos a mayor escala; su automatización, que permite acciones para acceder de manera rápida y organizada a una gran cantidad de información; su variabilidad, que se encuentra en constante construcción, por lo que podemos acceder a múltiples versiones; y su transcodificación, pensada en dos capas: “la informática”, que cambia con el tiempo, y “la cultural”, que se influye e integra en una composición, aunque es de esperar que la primera afecte a la segunda (Manovich, 2006). Las particularidades que presentan las imágenes
digitales de un arte objetual evidencian una pérdida física, pero cobran nuevos componentes que la constituyen como un ser artístico. Su carácter diferente forma parte de su nueva entidad, permitiéndole ser entendida no desde su apariencia, sino a partir de sus implicancias con lo artístico. Esta posibilidad permite, además, acercar el arte tradicional a un mayor número de público, convirtiéndolo, de este modo, en un derecho que puede disfrutar la sociedad. Observar una obra en una pared o en un pedestal dentro de las galerías de un espacio físico de exposición, o en su representación digitalizada a través de distintas pantallas, impacta en una pérdida del carácter único y lugar consagrado que gozó el arte objetual al poder ser contemplado de maneras y realidades diferentes. Contemplar la obra: tantas pantallas como modos de mirar. Una obra de arte atravesada por el soporte pantalla (que puede ser distinto dependiendo del dispositivo o receptor) origina una experiencia espectatorial muy diferente del estado de contemplación propio de un museo o una galería. Si pusiéramos a comparar el lienzo sobre el que se encuentra una pintura con la pantalla sobre la que se desarrolla una película, como expresa Biselli (2011), el primero invitaría a la contemplación, que puede provocar un fluir de ideas, y el segundo iría modificándose apenas lo registráramos con los ojos. Entonces, estamos frente a un saber sobre el dispositivo que nos permite entender aquello que miramos. De este modo, los espectadores que observan una obra, como una imagen de píxeles, perciben una pieza tradicional desde el espacio en que es captada. “Podemos en tal o cual cine, en un televisor grande o pequeño ver una película también en este pequeño
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artefacto, las tres materialidades definen relaciones, pueden poner en juego frente a nuestros ojos la misma película (ciertos modos de hacer, ciertos procedimientos técnicos), pero es cierto que no la vemos de la misma manera, no establecemos los mismos vínculos (algún tipo de relación social derivada de técnicas que organizan una distribución de estímulos materiales, una mediatización), inexorablemente se modifican las condiciones de reconocimiento.” (Traversa, 2007: 42)
La naturaleza de la imagen digital de una obra tradicional está formada por elementos5 que determinan su relación con respecto a las pantallas de los dispositivos o receptores que permiten que sea visualizada. Estos últimos, presentan diferentes ofertas de color, brillo, contraste, y texturas, aspectos claves a la hora de configurar la semejanza de la copia con la pieza original. A su vez, las pantallas nos proporcionan instrumentos que nos ofrecen, por ejemplo, la unificación de escalas de las obras. Éstas implican que la pieza perderá sus dimensiones reales para condicionarse a la medida de la pantalla, lo que evidentemente nos proyecta una imagen digital condicionada de la obra. Estamos en condiciones de expresar que un objeto artístico desde un espacio físico o su imagen digital en este dispositivo, se conforma en ambos casos como significante. Lo cual implica la misma producción de sentido, a pesar de ser propuestas distintas. Es imperante aclarar que, ante cualquiera de estas opciones, debemos tener en cuenta que las mismas serán atravesadas por el registro en que cada espectador logre visualizarlas. Nos interesa rescatar que cualquiera de sus formas no modificará la esencia de su contenido artístico, pero sí podrá generar múltiples lecturas que obedecerán a las apariencias que tomará de cada realidad. Podemos sumar, además, que no implica una equi-
valencia la observación de una imagen digital desde un televisor (teniendo presente que pueden ser diferentes las pantallas de TV) que desde un dispositivo móvil o el monitor de un ordenador. Cada mecanismo ofrece diferentes apariencias que, según las particularidades que lo conforman, generan una representación distinta de aquella obra original. Otra realidad que se desprende de visualizar una pieza artística desde múltiples pantallas, es una modificación en la recepción de la pieza artística. Ésta es provocada por dos variantes significativas (Carlón, 2010): una, referida a las condiciones de su visualización y, la otra, con respecto a las condiciones de recepción. Un artista piensa una obra en un determinado formato con determinadas características, por ello las producciones tradicionales nunca fueron pensadas para ser presentadas en una pantalla. Estamos, por ende, frente al primer cambio que cuestiona el vínculo formato-obra. Para reflexionar sobre esta posibilidad, retomaremos palabras de Manovich (2006), quien considera que la construcción del espectador no será la misma desde las distintas pantallas, porque los vínculos que puede proyectar serán diferentes respecto de las maneras en que cada una habilita a mirar, por ejemplo: en escala de tamaños o en resolución de calidad. Un segundo cambio está referido a la contemplación 77 de esa obra atravesada por la portabilidad6 que permite el dispositivo. Existe la idea de que para contemplar una obra debemos trasladarnos al museo. Actualmente, la digitalización nos permite verla desde un teléfono celular, viajando en colectivo o desde nuestro ordenador en un lugar fijo. Así, podemos pensar que la recepción estará atravesada por la percepción de la obra en vínculo con distintas situaciones que acontecen dentro de estos espacios, influenciando en el acercamiento que se realiza del producto artístico. Reconocimientos diferentes hacen necesario que
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pensemos nuestro vínculo con la imagen digital desde una operatoria relativa a un saber sobre el mundo y un saber sobre el arché (Shaeffer, 1990). El primero refiere a los saberes que permiten realizar un reconocimiento referencial, mientras que el segundo es un saber sobre el dispositivo. Es decir, la historia mediática de cada sujeto es la que permite, junto con cierta experiencia cultural, realizar operaciones de reconocimiento del dispositivo en este tipo de imágenes. Haciendo necesario saber sobre el dispositivo pantalla, para poder reforzar la idea de símbolo de su referente original. El fenómeno de ver arte objetual a través de múltiples pantallas favorece a un nuevo régimen de visibilidad para este tipo de producción, aunque implica una pérdida de su lugar de sacralidad en pos de una mayor accesibilidad a su saber. Un nuevo vínculo, de un arte considerado tradicional y elitista, lo convierte en un producto colectivo cuando cobra características digitales.
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Reflexiones finales Los contextos varían, cambian, se modifican. Este análisis no intenta dar una mirada acabada sobre esta problemática, sino que, por el contrario, procura localizar nuevos enfoques para el tratamiento de las obras que poseen un vínculo estrecho con su materialidad. Es a partir de la digitalización que estas últimas se conforman como nuevas entidades con características propias en el escenario mediático. En este escenario, entendemos que el arte tiene un propósito estético pero también educativo, que no consiste simplemente en un mero placer basado en la contemplación del objeto, sino que abre al espectador un mundo de interpretaciones que forman parte del conocimiento artístico. La pérdida de la materialidad en la obra es un tema que atraviesa la producción artística. Una problemática que es analizada desde diferentes ángulos, que in-
tenta pensar nuevamente si lo que conforma a la obra artística es su materialidad (por ende, su apariencia) o, por el contrario, lo importante es su significante, aquello sensible que puede ser transmitido de diferentes maneras. Este escenario, refuerza la posibilidad de símbolo que tiene una pieza, intensificando los modos de ser que le permiten presentarla en una multiplicidad de pantallas que forman parte de los dispositivos de nuestra contemporaneidad. Esta realidad permite visualizarlas no sólo como objetos dentro de colecciones en un espacio y momento determinado, sino como imágenes-píxeles que generan experiencias y vínculos distintos al colocar el cuerpo frente al objeto artístico. Hemos visto que la digitalización impulsa un nuevo periodo de concepción de lo artístico y del disfrute masivo, un nuevo vínculo de la pieza artística con el espectador, retomando el propósito formativo al generar un camino de nuevos desafíos para expandir o masificar el gusto estético a sectores que estuvieron o están excluidos. El acento del producto artístico digital está puesto en la divulgación del arte. No en la creación de una producción nueva, sino en tomar aquel tipo de producción que forma parte de nuestros patrimonios y darlo a conocer. Logrando, de este modo, una mayor democratización, despertando sentimientos y emociones, hasta entonces acotadas a un selecto grupo, en un público mucho más general y amplio. Estamos en condiciones de aseverar que un espectador tendrá la misma producción de sentido al contemplar una obra tradicional dentro de un espacio físico o desde una pantalla, porque, de un modo u otro, la obra funciona como un significante, exigiendo un conocimiento de la misma, pero con el condicionante de que cada propuesta debe ser entendida dentro de su lógica. Podemos pensar a la imagen digital de una pieza
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concebida con técnicas y soportes tradicionales, como aquello que se ofrece a nuestra mirada para poder llegar a ser… una alegoría, otra forma de mirar con lógicas propias de la digitalización, donde el arte es cosa potencialmente latente de conocimiento.
Notas 1. Traversa (2007) describe al dispositivo pantalla como una superficie laminar con forma geométrica que ofrece imágenes en movimiento en su variedad electrónica, pero también como un quehacer cotidiano que se expande en múltiples direcciones y es capaz de producir mundos. 2. Entiéndase como dispositivos de conversión analógica-digital: escáner, cámara fotográfica digital, etc. 3. Es la menor unidad homogénea (como puntos o cuadrados) en color que forma parte de una imagen digital (Jullier, 2004). 4. Este autor, a partir de reflexionar sobre las obras de arte frente a la reproducción técnica, hace referencia al fenómeno mencionado en el ensayo “La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica”. 5. Según Jullier (2004), podemos mencionar: la profundidad del color, el tamaño de la imagen (medida del píxel), la resolución de la entrada (medida en píxel o según el dispositivo), la resolución de salida (profundidades del color, planeos de color, etc.), los niveles de grises, el tamaño del fichero (medida del bytes) y el tipo de fichero (formato en el que se ha guardado). 6. Aquí nos referimos a la propiedad que posee un software que le permite ser ejecutado en diferentes plataformas y/o sistemas operativos, y también, por ende, a la acción de poder ser trasladado de un lugar a otro.
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Identificación del autor: Alejandra Panozzo Zenere. Argentina. Licenciada y profesora en Bellas Artes con especialidad en Teoría y Crítica por la Universidad Nacional de Rosario. Maestranda de Industrias Culturales: políticas y gestión en la Universidad Nacional de Quilmes. Doctoranda del Doctorado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Afiliación Institucional: Centro de Investigaciones en Mediatizaciones, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacional de la Universidad Nacional de Rosario, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Área de especialidad: Arte y tecnología. E-mail: panozzo.a@gmail.com
Registro Bibliográfico: Panozzo Zenere, Alejandra . “Piezas de arte tradicional a través de pantallas” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 071-080. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
80 Fecha de recepción: 24-06-2013 Fecha de aceptación: 06-10-2013
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¿Qué estás pensando?
El dispositivo de enunciación en la red social Facebook Por Bernardo Suarez bersuarez@yahoo.com.ar - Universidad de Buenos Aires, Argentina
Sumario:
Summary:
El presente trabajo aborda algunas de las cuestiones vinculadas con la problemática de las redes sociales, específicamente las nuevas modalidades de interacción discursiva que se producen a partir de la representación de la subjetividad en espacios digitales. El análisis puntualiza el caso de la red Facebook. El dispositivo habilita el desarrollo de dos niveles enunciativos donde las posiciones de los participantes permiten la aparición de distintos procesos de subjetividad. La facilitación propuesta por el dispositivo y la construcción, por parte del sujeto de su avatar, favorece la inclusión de enunciados (imágenes y textos diseñados por otros) por medio de los cuales sienta posición respecto a temas vinculados con la política, o se hace eco de otras voces para realizar pedidos solidarios. Así, los muros de la red Facebook urden un entramado de voces que se multiplican en la web. Nos proponemos, entonces, a partir del marco interdisciplinar del Análisis del discurso, dar cuenta de cómo algunas de estas prácticas producen determinados efectos de sentido.
The present work approaches some of the questions linked to the problematics of the social networks, specifically the new modalities of discursive interaction that takes place in the representation of the subjectivity in digital spaces. The analysis specifies the case of the network Facebook. The device enables the development of two enunciation levels where the positions of the participants allow the appearance of different processes of subjectivity. The facilitation proposed by the device and the construction, on the part of the subject of his avatar favors the incorporation of utterances (images and texts designed by others) by means of which it sits position with regard to topics linked with the politics, or it echoes other voices to realize solidary orders. In this way, the walls of the network Facebook weaves a lattice of voices that multiply in the web. We propose then from interdisciplinary framework of discourse analysis, to give an account of how some of these practices produce effects of sense
Describers: Descriptores: análisis del discurso, dispositivo, enunciación, redes sociales, Facebook
discourse analysis, device, enunciation, social network, Facebook
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Introducción “Hay sin duda en nuestra sociedad, y me imagino que también en todas las otras, (…) una especie de sordo temor contra esos acontecimientos, contra esa masa de cosas dichas, contra la aparición de todos esos enunciados, contra todo lo que puede haber allí de violento, de discontinuo, de batallador, y también de desorden y de peligroso, contra ese gran murmullo incesante y desordenado de discurso.” (Foucault, El orden del discurso)
Podría adjudicársele a una suma de variables y coordenadas la responsabilidad del rápido crecimiento y el vertiginoso desarrollo de las redes sociales en internet. Entre ellas, seguramente aparecerán: los avances tecnológicos aplicados a la comunicación, la posibilidad de conectar lugares bien distantes del planeta, la reducción de espera en la interconexión, la instantaneidad, los desarrollos que permitieron notables mejoras en la transmisión de datos y gran nitidez en la calidad de la imagen, la convergencia mediática (radio, diarios, revistas, televisión, cine, todo en el mismo soporte), los múltiples y cada vez más maniobrables puertos de acceso, entre otras. Nadie puede negar que estos factores hayan incidido en gran medida. Sin embargo, habría que incluir también cuestiones sociales de base que terminaron por favorecer esta emergencia. Así, el aumento de la población y su concentración en las grandes ciudades, la reducción de los espacios públicos de esparcimiento, los movimientos migratorios ya sea en busca de oportunidades laborales o por formación profesional, son todas condiciones que generaron un nuevo escenario, un nuevo mapa. Ahora bien, observar el fenómeno en perspectiva, permite dar cuenta de los juegos de fuerza entre agentes e instituciones que se traducen
en procesos de subjetivación particulares y también diferentes respecto a los que se producían en épocas pasadas y recientes. Estos procesos emergentes de rápido desarrollo merecen ser observados con detenimiento para dar cuenta tanto de sus especificidades como de las condiciones que colaboran en su aparición. El análisis de procesos como los mencionados, que se sostienen en la vinculación entre individuos con máquinas de distinta especie, lleva al concepto de “dispositivo”. Concepto recurrente que se ha transformado en una herramienta teórica y metodológica a la hora de dar cuenta de la ocurrencia de múltiples fenómenos en el campo de las ciencias sociales y humanas. Si bien un importante número de autores abordan dicho concepto, tanto su delimitación como las precisiones acerca de su funcionamiento varían de acuerdo con los objetivos perseguidos y según la mirada desde la cual se observa el fenómeno. Nos proponemos entonces, a partir de esos enfoque teóricos, detenernos en el dispositivo de enunciación que se configura en la red social Facebook para dar cuenta de cómo las fuerzas y posiciones interactuantes posibilitan, favorecen, orientan y restringen los procesos de subjetivación que allí se producen. Por eso, para desarrollar el presente trabajo, comenzaremos por plantear algunas precisiones y límites al concepto “dispositivo” que nos servirán para delimitar su alcance. Luego, a partir de 85 las especificidades enunciativas del dispositivo que se configuran en el ámbito de las redes sociales digitales, nos detendremos en algunas de las particularidades de las prácticas discursivas que se producen en la red Facebook. Específicamente, el análisis que se realiza a continuación sólo aborda como corpus los perfiles personales de Facebook. Estos son una de las tres posibilidades de inserción e inscripción en la red social, junto con las fanpage y los grupos.
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Aproximaciones al concepto de dispositivo El abordaje de cuestiones referidas a la construcción y utilización de dispositivos parece conducir a la obra de Michel Foucault y a autores que, a partir de algunos textos del filósofo francés, esbozan, desarrollan y continúan la especulación acerca de lo que Gilles Deleuze (1990:195) denominó “la filosofía de los dispositivos”. Foucault se encarga de aclarar tres conceptos que definen al dispositivo, a saber: • se trata de un conjunto heterogéneo de elementos que pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho (discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, entre otros); • el concepto hace referencia tanto a la naturaleza del vínculo que se mantiene entre esos elementos como al juego de los cambios de posición; • es una especie de formación que en un momento histórico tuvo como función mayor responder a una emergencia, es decir que cumple una función estratégica dominante. Deleuze (1990) retoma el concepto planteado por Foucault y detalla que se trata de un conjunto multilineal, “un ovillo o madeja” que constituye regímenes 86 de visibilidad y enunciación, compuestos por líneas de fuerza. De este modo, cada dispositivo habilita modos de mirar y de decir, y oculta otros. En palabras de Deleuze: “la manera en que ésta se esfuma (la luz), se difumina, al distribuir lo visible y lo invisible, al hacer nacer o aparecer el objeto que no existe sin ella” (1990: 155). Finalmente, Giorgio Agamben (2001) los ubica entre los distintos elementos con los que se interactúa cotidianamente. Así entendido, llama dispositivo a “cualquier cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas,
las opiniones y los discursos de los seres vivientes” (Agamben, 2001: 257). De ello se desprende, entre otras características, que su mediación se ha vuelto irremediablemente necesaria en una sociedad fundada sobre principios capitalistas, y que los individuos que la conforman están expuestos, conectados y atravesados por ellos durante gran parte del día. En palabras de Deleuze: “…pertenecemos a ciertos dispositivos y obramos en ellos” (Deleuze, 1990: 159). El dispositivo inscribe entonces la subjetividad sobre la materialidad. Si bien muchas veces la faz técnica del dispositivo parece conformar su cara visible, ésta oculta una serie de configuraciones que le resultan constitutivas y complejas. Este fenómeno se observa, en mayor medida, cuando se intenta dar cuenta de dispositivos que vinculan a individuos y máquinas inteligentes. Por ello, para detallar el funcionamiento de su carácter social, Deleuze –retomando a Foucault― las define como “máquinas para hacer ver y hacer hablar” (Ibídem: 155) que funcionan acopladas a determinados regímenes históricos de visibilidad y enunciación. Circunscribiéndonos ya al campo de la interacción entre el hombre y el ordenador, y específicamente a la interfaz en tanto proceso donde se experimenta un intercambio o transferencia de información, Scolari (2004) utiliza como conceptos descriptores a las “metáforas”. Este modo de explicación es una práctica común en el campo de la informática donde puede localizarse, por ejemplo, a la ventana (Windows), el virus o el menú, entre otros. El autor plantea que las distintas metáforas, por su carácter icónico, permiten comprender ciertos aspectos de la interfaz privilegiando algunas de sus propiedades y ocultando otras al mismo tiempo. La metáfora conversacional permite explicar las primeras experiencias entre el hombre y el ordenador implicados en el feedback que se construye en base a instrucciones y respuestas (MS DOS). La metáfora instrumental, presenta a la interfaz como una
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prótesis que permite manipular los objetos virtuales representados por el ordenador en una pantalla. La metáfora superficial, por su parte, entiende la cuestión estética en cuanto al diseño o arquitectura de las interfaces como fundamental. Así, Scolari sostiene que la mirada superficial es más perceptiva que cognitiva: los objetos informan su función mediante su superficie. Finalmente, aparece la metáfora espacial en la cual se articulan la interacción entre el cuerpo humano, el artefacto objeto y la finalidad de la acción. Esta perspectiva considera a los diseñadores y a los usuarios como “diseñadores”, ya que estos últimos también dejan sus marcas en las pantallas. Es el caso de los videojuegos en red. Desde la mirada de la Semiótica, un punto importante para el tratamiento de los dispositivos es su carácter material. En este sentido, Fernández (1994) define la materialidad de la expresión que circunscribe la facultad discursiva de un medio como: “el conjunto de las restricciones y posibilidades discursivas que establecen los dispositivos técnicos utilizados para la comunicación” (26) Esta forma de entender permite dar cuenta de cómo la superficie significante de un medio resulta de la articulación de un dispositivo técnico, en nuestro caso la interfaz que posibilita el desarrollo de la red social digital, y una práctica social, el individuo en soledad conectándose con otros a partir de los distintos puertos de acceso, y un tipo de textos, enunciados icónicos-lingüísticos que aparecen en las pantallas. Fernández define así con precisión el lugar del dispositivo técnico en el universo de lo discursivo: se trata del campo de las variaciones que posibilitan la interacción comunicativa (tiempo, espacio, presencia/ ausencia del cuerpo, prácticas sociales de conexión). Éstas modalizan los intercambios discursivos que no se realizan cara a cara (Cfr. 1994: 25 y ss.). Finalmente, y en cuanto a la función mediadora que se les asigna a los dispositivos, Oscar Traversa afirma que: “permiten pensar que entre medio y técnica se
abre un espacio que requiere ser precisado - el del dispositivo, a nuestro entender - lugar soporte de los desplazamientos enunciativos” (Traversa, 2001). Es en esta precisión, en ese espacio soporte de la materia significante donde queremos detenernos para llevar a cabo el análisis. Dispositivo de enunciación y redes sociales Eliseo Verón (2004) retoma una idea que Emile Benveniste (1997) esboza al desarrollar la teoría de la Enunciación a mediados de la década del sesenta del siglo XX: tanto el enunciador, fuente del discurso, como enunciatario, el destino, son figuras creadas por el mismo discurso a partir de elementos léxicos –pronombres personales, adverbios, entre otros―que marcan las coordenadas de persona, tiempo y espacio. Sin embargo, son los desarrollos posteriores de A. Culioli los que detallan que la situación de enunciación no es socialmente descriptible, sino el sistema en el que se definen las tres posiciones fundamentales de enunciador, de coenunciador y de no persona (Cfr. 2010). Estos conceptos permiten arribar a la concepción de “deixis” en tanto coordenadas que indican una referencia al acto comunicativo. A partir de estos conceptos, Verón define puntualmente al dispositivo de la enunciación en base a la figura de quien habla, el enunciador, la imagen de aquel a quien se dirige, el enunciatario, y la relación que entre ambos se propone en el discurso y a través del discurso (Verón, 2004:173). A ello agrega distintas variaciones que se producen en los intercambios discursivos: las modalidades del decir; esto es, cómo la fuente de la enunciación presenta lo que dice en tanto certidumbre, suposición, creencia, posibilidad, orden, etc. (2004: 172). Siguiendo estos lineamientos veamos cómo se configura este dispositivo en el ámbito de las redes sociales, y puntualmente en Facebook. Para llevar a cabo el trabajo en la especificidad que requiere, definiremos, primero, los dos niveles
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enunciativos que en esta instancia se configuran, con sus respectivas complejidades, para luego dar cuenta de los procesos de subjetivación que resultan de la facilitación o restricción que opera el dispositivo en cada nivel, y de algunas de las prácticas discursivas resultantes. El primer nivel enunciativo se constituye a partir de la figura del enunciador construido por el dispositivo técnico, y el usuario, que se prefigura en el soporte como enunciatario. Y luego de esta primera vinculación, en un segundo nivel enunciativo aparece la figura del yo, representada en tanto enunciador, quien establece una suerte de diálogo con otros enunciatarios prefigurados por el dispositivo en la red. Éste sería el mapa general. Para detallar el funcionamiento del dispositivo en el primer nivel recurrimos a Edmond Couchot (1998), quien plantea que el modo específico en que se inscribe la subjetividad en la superficie de los medios digitales tiene que ver con un concepto que denomina: “sujeto SE” (ON en francés, equivalente al pronombre indefinido SE en español). De este modo intenta expresar que “la experiencia de la subjetividad no deriva de una voluntad, de un deseo (…) sino de los automatismos del dispositivo técnico” (En Machado, 2009:126). Y luego, detalla el funcionamiento del dispositivo de enunciación: “hay un momento en que los 88 procedimientos de construcción ganan autonomía: pueden funcionar sin la intervención (o con un mínimo de intervención) de un operador” (ibíd.). Couchot denomina a este procedimiento “automatización del gesto enunciador”. Así detalla que donde exista la mediación tecnológica, se establece una relación antagónica entre dos modalidades de sujeto –dos procesos de subjetivación o posiciones-: el sujeto SE ―modelado por la máquina y los procedimientos técnicos― y un sujeto YO, expresión de la subjetividad (En Suárez, 2012). Según Machado, el sujeto SE: “funciona como un metanarrador cuya primera función es establecer las
reglas y condiciones” (2009: 132). Si bien este planteo resulta útil para explicar algunos aspectos de la interacción sujeto-máquina, es cierto también que el dispositivo enunciativo caracterizado como una instancia impersonal se inscribe en el espacio digital. Para ello debe abandonar entonces la modalidad impersonal y realizar los procesos de embrague necesarios para instaurarse como locutor y establecer así las coordenadas espacio temporales del discurso. Es el caso, por ejemplo, de la pregunta “¿Qué estás pensando?” que se inscribe en el muro del usuario para iniciar el diálogo en la red Facebook en la modalidad de perfil personal. Retomaremos este concepto algunas líneas más adelante. Entre el enunciador automatizado por el dispositivo, que a los efectos del análisis denominaremos “enunciador ordenador”, y el enunciatario del primer nivel, se construye lo que Verón llama “contrato de lectura” (2004:173). Este funcionamiento particular del dispositivo establece las bases del primer intercambio discursivo: el enunciador ordenador se transforma en el facilitador y guía de las operaciones que hará el usuario. El contrato de lectura se estabiliza a partir del requerimiento de inscripción a la red. La forma en que esto se realiza no escapa a los límites convencionales de cualquier dominio de internet; esto es, el usuario debe brindar cierta información personal. Más allá de los motivos de seguridad que justifican esta práctica –aparecen bajo el título de “condiciones”, “política de seguridad” o “política de uso de datos” en la pantalla de presentación-, y que pueden ser sometidos a una serie de cuestionamientos, no sería del todo irracional pensar aquí en la función controladora del dispositivo. En efecto, este tipo de máquina –la configuración resultante entre el ordenador y la red― parece esfumar la materialidad de cada terminal o puerto de acceso y el usuario inscribe sobre la materialidad del soporte significante gran cantidad de información personal que circulará por el ciberespacio. En este sentido, las
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redes sociales significan un poderoso mecanismo de información y control. Como aclara Deleuze, el mismo Foucault señala que en las sociedades modernas la disciplina no puede identificarse puntualmente con una institución, ni con un aparato. “Precisamente porque es un tipo de poder, una tecnología, que atraviesa todo tipo de aparatos y de instituciones a fin de unirlos, prolongarlos, hacer que converjan, hacer que se manifiesten de una misma manera” (Deleuze, 2008: 51-52) Una vez realizada la incorporación a la red Facebook, el usuario adquiere una fracción virtual del espacio continuo digital donde podrá comenzar a dejar las marcas de su inscripción y cobrará existencia por medio de la visibilidad en tanto enunciador. En este sentido, el dispositivo le ofrece una forma particular para representarse a sí mismo y ante los otros. Esta posibilidad le permite ocultar total o parcialmente, si así lo desea, su identidad. El proceso de subjetivación para adquirir visibilidad comienza con la representación desde un nombre (apelativo) y una imagen. Ambos producen el efecto de sentido de un avatar. Machado detalla que “el término ‘Avatar’ proviene de la mitología hindú, que designaba el cuerpo utilizado temporalmente por un dios cuando visitaba la tierra” (2009: 194). Así, tanto el nombre como la imagen pueden reproducir su propia materialidad o construir otras a partir de imágenes y nombres ficticios. Ahora que el usuario puede representarse en el ciberespacio, el dispositivo habilita el segundo nivel de enunciación. El enunciador-ordenador presenta una nueva configuración de los procedimientos que el usuario irá implementando para producir discurso. Así, y según se requiera, el enunciador-ordenador aparecerá sobre la superficie significante para guiar, facilitar o restringir, cambiando la posición del sujeto Yo a la
de enunciatario en tanto destino de esa enunciación. Como mencionamos antes, el dispositivo configura una instancia de enunciación, modalizada a partir del siguiente enunciado: “¿Qué estás pensando?” con el objetivo de que el enunciatario continúe el diálogo. Este enunciado responde a lo que Roman Jakobson denomina función conativa del lenguaje―i.e: la función que trabaja sobre el canal para abrir, mantener y cerrar el contacto― (En Kerbrat-Orecchioni, 1986). Una vez que el enunciatario produzca su enunciado y se transforme en un enunciador figurado por su avatar, el enunciador-ordenador vuelve a la configuración propia de éste según el nivel: detrás de las funciones operatorias de diálogo y navegación.
Imagen 1 Cabe aclarar que esta posibilidad de desvanecimiento del enunciador ordenador, y su ocultamiento detrás de la figura del enunciador (ahora asumida por el usuario), es una de las funciones básicas del modo de operar del dispositivo. En este sentido, Quéau (1993) sostiene que “el ordenador (…) ya está integrado y casi disuelto en el ciberespacio, esa turbulenta zona de signos vectorizados” (44). Así, el ordenador –en tanto dispositivo técnico― se confunde en el ciberespacio, se “virtualiza”, deja de ser un centro fijo y
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localizable, se desterritorializa. Veamos a continuación, algunas de las prácticas discursivas que se producen en el segundo nivel enunciativo. El muro como figuración espacio temporal del sentido
La superficie significante, en el caso de la red Facebook, se fragmenta en unidades discretas por un lado, lo que suele llamarse “muro” y que da cuenta de la propia parcela de sentido o propiedad en el ciberespacio, y una unidad sincrética por el otro, los muros de los contactos –las otras subjetividades inscriptas― que aparecen como un contínuum de novedades. El dispositivo brinda la posibilidad de fraccionar ese espacio sincrético y, así, seleccionar uno de los contactos con el cual el enunciador puede dialogar, o bien inscribirse en un proceso de diálogo ya iniciado por otros y en el que, a su vez, pueden incluirse en cualquier momento usuarios desconocidos o contactos de otros usuarios. Por su parte, atendiendo a la representación que en la red se construye de la temporalidad, a partir de determinadas posibilidades que plantea el dispositivo, se 90 configura un continuo presente a modo de lo que en la teoría de la enunciación se conoce como tiempo cero o centro de la enunciación. Sólo que, en el caso de la web, ese centro parece perpetuarse a través de la conexión. Por ejemplo, un sujeto puede continuar con un diálogo que otro comenzó en un punto equidistante del planeta un tiempo atrás. En este sentido, el conectarse instaura un presente desde donde ese sujeto continúa la
cadena del discurso allí donde se había dejado. En algunos casos se observan inscripciones como la siguiente: “X (nombre de un ser querido que ya falleció), feliz cumpleaños allí donde estés” (Suárez, 2012). A modo de ejemplo, se han presentado situaciones de suicidios o muertes violentas de personalidades que toman carácter público y que sus muros se abarrotan rápidamente de mensajes en los cuales se figura un diálogo con la persona desaparecida. El dispositivo favorece este tipo de procedimientos y posibilita, por ejemplo, que el enunciado pueda mantener su estructura temporal a través de los tiempos verbales, como también dar cuenta de su quehacer cotidiano a modo de un diario personal o un relato en tiempo real. Es común observar en los muros inscripciones del tipo: “ahora estoy haciendo…”, “acabo de llegar a…”, o “un día larguísimo, por fin llegué a casa”. Para ello se recurre a la deixis en tanto indicador de tiempo y lugar de la enunciación.
Imagen 2
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Atendiendo a todas estas cuestiones y las distintas posibilidades de intercambios comunicativos en la web, Couchot detalla que: “(…) el modo dialógico de interacción que se produce en el ciberespacio se aproxima bastante a la comunicación lingüística (…) ―pero― también se aparta de ese modelo porque el presente vivenciado no es propio de los sujetos que interactúan. Enormemente mediatizados por el hardware y el software del dispositivo tecnológico, los sujetos van más allá del campo de la comunicación”. (Couchot, 1998: 230)
La particular configuración del dispositivo para el segundo nivel enunciativo permite, entre otras posibilidades, mirar sin ser visto. En este sentido, el usuario navega por el ciberespacio deteniéndose en los emplazamientos que resultan de las configuraciones de sus contactos, materializadas en el espacio significante del muro. Pero veamos detenidamente cómo este procedimiento es también una función prevista por el mismo dispositivo. El enunciador-ordenador dispone, sobre el fondo sincrético del ciberespacio, las inscripciones que dan cuenta de las voces de los contactos del usuario. Éste recorre ese lienzo virtual donde se presentan fragmentos dialógicos de discurso, enunciados estos que responden a la presencia de distintos usuarios o a fragmentos de diálogo de un sujeto con otros, otras subjetividades que quizá le resulten extrañas. Esos fragmentos sobre el espacio sincrético conforman, por su parte, un gran enunciado proferido de modo polifónico por el enunciador-ordenador (Ducrot, 2001). Éste asume su posición de locutor y apela al enunciatario, en tanto alocutario,
al que le plantea distintas posibilidades o posiciones de recepción (Cfr. Kerbrat-Orecchioni, 1986). Así, este último puede tomar la posición de no alocutario. Esto es, el mensaje no es dirigido directamente a él, quien está presente en la recepción pero no participa de la interlocución. Kérbrat-Orecchioni diferencia el no alocutario previsto, el testigo o la audiencia –el ejemplo que estamos analizando-, y el no alocutario no previsto, receptor adicional del cual el locutor desconoce su existencia. Ejemplos de este último son las escuchas telefónicas y, en el caso de las redes sociales, otros usuarios que no figuran en los contactos y que sólo pueden acceder a los enunciados a los que el locutor les ha dado el carácter de “público”. Para el caso que estamos analizando, consideramos que no se trata de un no alocutario no previsto, ya que el usuario los prevé, por medio del avatar, entre los íconos de sus contactos. En efecto, cualquier contacto puede asumir el enunciado, postularse como alocutario y responder al diálogo por medio de la inscripción de un enunciado en tanto enunciador. Nuevamente, el enunciador-ordenador dispone en este nivel de un procedimiento conformado por tres links: elementos icónico-lingüísticos que se encuentran activos y listos para conformar diálogos virtuales. Uno de ellos es el botón “me gusta” en el que asume como propia, a través de la deixis (cfr. “me”), su posición de locutor (Ducrot, 2001). El segundo link, “comentar”, habilita un fragmento de espacio virtual para que inscriba allí su enunciado. El tercero, “compartir”, reenvía a su muro, o al de uno de
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sus contactos, el enunciado como un discurso referido en estilo directo (Bajtin, 1992). Según Scolari (2004), este nivel de procedimientos representa una verdadera gramática de la interacción. Punto de vista que resulta importante a la hora de definir el funcionamiento de los elementos constitutivos para una sociosemiótica de la interacción digital. El autor agrega a la gramática del texto y a la puesta en página: “(…) una gramática de la interacción, que incluye los botones e íconos para la navegación hipertextual, los dispositivos para la personalización de la interfaz, los mecanismos de feedback, las secuencias operativas, y todas las acciones que el usuario debe ejecutar para obtener un resultado predeterminado”. (Scolari, 2004: 105)
Así, la dinámica del dispositivo posibilita al usuario recorrer las manifestaciones de las otras subjetividades como un “voyeur”; hurgar en comentarios, imágenes y fotografías, y ostentar el poder que le permite emerger sobre la superficie –inscribirse allí en tanto enunciador― o continuar observando desde el otro lado de la pantalla; colocar y poner a la mirada de los otros (sus contactos, o cualquiera que hurgue en los muros de facebook si elige para sus enunciados el ca92 rácter de “público”) fotografías y videos, elementos que antes ocupaban los estantes de muebles y bibliotecas o que se acumulaban en pesados álbumes. Las líneas de visibilidad del dispositivo se bifurcan entonces en base a dos ejes: mostrar/ ocultar. Muestran: dan la posibilidad de mostrar, también de ver las marcas de otras subjetividades. Pero también ocultan: permiten ocultar comentarios o imágenes que se juzguen de carácter inapropiado, y hasta el muro de otros puede restringirse en el propio espacio significante, o incluso eliminarse de los contactos. Sobre la materialidad significante del muro convergen enunciados propios y ajenos en un constante
diálogo. Los enunciados propios suelen manifestar determinadas figuraciones del cuerpo (sensaciones, estados de ánimo, acciones cotidianas), mientras que la aparición de enunciados ajenos puede responder a réplicas, que de modo polifónico, figuran la cercanía o la distancia con determinados puntos de vista por parte del enunciador. Así, esas inscripciones responden a determinados juegos de cercanía o de distanciamiento como la ironía o la polémica (Ducrot, 2001). De este modo pueden observarse, entre otras, manifestaciones políticas hacia algún partido determinado, enunciados irónicos que ridiculizan alguna facción política contraria, búsquedas de personas, pedidos de acciones solidarias o de concientización, adhesiones a distintas causas, o bien manifestaciones sobre la predilección de algún artista. En algunos casos, y a partir de replicar enunciados de portales creados para tal fin, se termina por configurar una nueva modalidad de participación política que bien podría denominarse: militancia digital. La red urde entonces un diálogo a partir de la circulación de esos enunciados que son multiplicados por los contactos. Este modo de vinculación ha dado lugar a nuevas prácticas, y muchas de las cuestiones que antes se dirimían sobre otros soportes materiales, han encontrado en el ciberespacio un “lugar” apropiado para su circulación. En resumidas cuentas, cualquier evento que ocurre en el mundo real (afuera) tiene rápidas implicancias en la red donde, a gran velocidad, se teje un complejo entramado de enunciados que termina por abarrotar de voces los muros. A modo de conclusión Estas prácticas discursivas que el dispositivo de enunciación facilita en la red Facebook, permiten que el sujeto inscriba su acontecer como una ecografía de lo cotidiano. Esta modalidad podría dar lugar a pensar en una práctica genérica, un híbrido entre el blog biográfico y el diario personal o íntimo. Hay que destacar empero que la configuración particular de las líneas
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de enunciación y de visibilidad específicas de este tipo de dispositivo, determina un proceso de subjetivación donde se figura un otro omnipresente u omniconectado en el ciberespacio. Como correlato, cada usuario multiplica sus puntos de contacto o puertos de acceso a partir de los distintos dispositivos móviles, que en el ciberespacio se transforman en un gran puerto. En la oscuridad del espacio virtual, los puertos de ingreso son puntos luminosos (nodos) que tejen líneas de visibilidad y de enunciación, infinitas líneas de conexión donde los contactos de unos se superponen con los de otros, y la materialidad de los contenidos circula por la red. Puntos, luego líneas, que terminan por iluminar ese cibermundo.
espectador del deseo a la acción. Barcelona: Gedisa. • Maingueneau, D. (2002) “Problèmes d’ethos”, en Pratiques N º113/114, junio de 2002, pp. 55-67. • Quéau, P. (1993) Lo virtual. Virtudes y riesgos. Barcelona: Paidós. • Scolari, C. (2004) Hacer click. Hacia una sociosemiótica de las interacciones digitales. Barcelona: Gedisa. • Suárez, B. (2011) “La enunciación en las redes sociales”, ponencia presentada en XIV Congreso REDCOM. Investigación y extensión en comunicación: sujetos, políticas y contextos, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires. • Traversa, O. (2001) “Aproximaciones a la noción de dispositivo”, En Signo & Seña, N 12, Instituto de lingüística. Universidad de Buenos Aires. • Verón, E. (2004) Fragmentos de un tejido. Barcelona: Gedisa.
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Identificación del autor Bernardo Daniel Suárez Argentino. Magister en Análisis del discurso por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Licenciado en publicidad por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Afiliación institucional. Semiología, cátedra Arnoux, Ciclo Básico Común, Universidad de Buenos Aires. Área de especialidad: Semiótica y Análisis del discurso. E-mail. bersuarez@yahoo.com.ar
Registro Bibliográfico: Suarez, Bernardo. “¿Qué estás pensando? El dispositivo de enunciación en la red social Facebook” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 083-093. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 27-06-2013 Fecha de aceptación: 26-10-2013
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Disputas hegemónicas y escena mediática
Los debates sobre las reformas y ajustes pro-mercado (1988-1993)* Por Hernán Fair hernanfair@conicet.gov.ar - Universidad de Buenos Aires, Argentina
Sumario:
Summary:
El trabajo efectúa un análisis comparado del discurso, que examina las transformaciones y continuidades en la visión de los principales actores políticos nacionales (empresariales, sindicales, político partidarios, mediáticos, eclesiásticos, economistas y miembros del establishment internacional), en relación a las reformas y ajustes pro-mercado, durante el período comprendido entre 1988 y 1993. En ese marco, tomando a los medios masivos como lugar de escenificación de la hegemonía, se examinan las construcciones y disputas discursivas en la etapa inmediatamente anterior a la formación de la hegemonía menemista y durante el período de sedimentación y consolidación de la misma.
The paper makes a comparative analysis of the speech, which examines the changes and continuities in the perspective of the key political national agents (businessman, unionists, political leader, from the media, ecclesiastics, economists and from the international establishment), link to the promarket reforms and adjustments during the period between 1988 and 1993. In this framework, taking the mass media as a place of public staging of hegemony, it investigates the discursive constructions in the stage that immediately precedes the emergence of Menem´s hegemony and during their sedimentation and consolidation phase.
Describers: Descriptores: reformas y ajustes pro-mercado, escena mediática, análisis comparado del discurso, menemismo, Argentina
pro-market reforms and adjustments, media scene, discursive comparative analysis, menemism, Argentina
Disputas hegemónicas y escena mediática. Los debates sobre las reformas y ajustes pro-mercado (1988-1993) Hegemonic disputes and media scene. The debates on pro-market reforms and adjustments (1988-1993) Páginas 095 a 113 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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1. Introducción Durante los años ´90, al compás de los profundos cambios estructurales en la configuración del Estado regulador e integrador social de la segunda posguerra, el menemismo logró edificar un nuevo y exitoso sentido común en torno al paradigma neoliberal, que trastocó las identidades y tradiciones existentes. El presente trabajo se propone analizar algunos aspectos concernientes a la construcción y legitimación de esta hegemonía neoliberal que asumió el menemato. Para ello, se coloca el eje en un original análisis comparado del discurso, que examina las transformaciones y continuidades en la visión de los principales actores políticos (empresariales, sindicales, partidarios, mediáticos, economistas, miembros del establishment internacional), en relación a las reformas y ajustes de mercado. En ese contexto, tomando como lugar de escenificación privilegiado de las disputas por la hegemonía a los discursos público mediáticos, se analizan las discursividades del período inmediatamente previo a la emergencia de la hegemonía menemista y el giro al neoliberalismo (1988), para luego incluir una comparación con la etapa de sedimentación y consolidación de la misma (1993). 1.1. Marco teórico metodológico El marco teórico-metodológico de esta investigación se basa en las contribuciones de la teoría del discurso de Ernesto Laclau (en parte, junto a Mouffe). En ese contexto, se asume que el discurso, incluyendo a sus componentes lingüísticos y extralingüísticos, construye y sobredetermina la realidad social (Laclau y Mouffe, 1987). Desde esta perspectiva, la configuración del orden social es entendido como una “lucha por la hegemonía” entre diversos agentes que buscan universalizar, a partir de una serie de significantes y cadenas equivalenciales en disputa, sus demandas particulares (Laclau, 2005). No obstante, esta perspectiva carece de una operacionalización de sus
principales categorías, manteniéndose en un elevado nivel de abstracción (Balsa, 2011). En ese marco, el presente estudio se concentra en el análisis empírico de las cadenas de equivalencias y las fronteras políticas que se edifican en el discurso, buscando hallar ciertas regularidades1. Además, se incorpora el examen de lo que se define como los tópicos de debate, entendidos como aquellos temas de debate público que se replican con mayor frecuencia en determinada coyuntura2. Para realizar esta tarea, el análisis toma en cuenta a los discursos en términos de “intertextualidad” (Fairclough, 2003), de manera tal de otorgar mayor capacidad de validación al estudio de la hegemonía menemista. Se asume, además, la relación de interconexión relacional o “interdiscursividad” (Sigal y Verón, 2003) entre los discursos, los cuales se constituyen de forma intersubjetiva y dialógica (Bajtín, 1982; Laclau y Mouffe, 1987). A partir de allí, se incorporan una serie de actores políticos clave (sindicales, empresariales, dirigentes políticos, mediáticos, economistas, etc.), siendo considerados clave, debido a que sus discursos son mencionados con mayor frecuencia en el análisis del corpus. Se incluyó el abordaje de estos agentes tanto en términos organizacionales, como por referentes individualizados. En relación al recorte temporal, este trabajo toma como referencia inicial el momento inmediatamente previo a la emergencia de la hegemonía menemista, para lo cual se seleccionó el año 1988, dado el carácter dislocador que se produjo un año después, en el contexto del caos hiperinflacionario que condujo a la renuncia anticipada de Raúl Alfonsín (1983-1989). Luego, se efectúa una comparación con los discursos público mediáticos pertenecientes al año 1993, período seleccionado como momento de sedimentación y consolidación de la hegemonía menemista. Las fuentes se basan en el análisis de la prensa gráfica nacional. Para ello, se recopiló un amplio corpus
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de declaraciones, documentos, notas y entrevistas sobre temas políticos, en sentido amplio, reproducidos en los principales medios de prensa escrita (Clarín, La Nación, Página 12) durante todo el año 1988 y los primeros siete meses de 19933. De este modo, los medios masivos fueron posicionados como espacios privilegiados en los que se construye la llamada opinión pública y en donde se escenifican las disputas por la hegemonía. Ello no impidió analizar el discurso de los propios medios gráficos, aunque no se efectuó un análisis crítico del discurso mediático, sino que se examinaron las editoriales y notas periodísticas, posicionando a estos agentes como sectores interpelados por el discurso menemista, sin desconocer por ello su poder de creación de subjetividad. La heterogeneidad de fuentes nos permitió ampliar el campo ideológico, ya que nos posibilitó incorporar discursos posicionados a la centroizquierda, centro y centroderecha del espectro político. En cuanto a la elección de la prensa gráfica por sobre otra fuente, radica en la posibilidad de examinar los discursos de una pluralidad de actores políticos. La estrategia metodológica consiste en analizar con detenimiento las cadenas equivalenciales vinculadas específicamente a los ajustes y reformas estructurales, en la medida en que estos discursos sean reproducidos en los principales medios gráficos 98 de circulación nacional, durante los años 1988 y 1993. A partir del análisis comparado de los discursos, se examinaron los cambios y continuidades que se producían en uno y otro período, colocando el eje en las transformaciones temporales de las discursividades, tanto en términos de organizaciones políticas, como por agentes-actores individualizados. 2. Las disputas público mediáticas por la hegemonía en la Argentina de finales de los años ´80 A fines de los años ´80, existía en la Argentina una fuerte disputa hegemónica por redefinir lo deseable,
lo posible y lo realizable políticamente. En ese marco, se presentaban una serie de debates públicos que se replicaban con mucha frecuencia en la escena mediática. Estos debates se concentraban en torno al tema de la inflación, el rol del Estado, la legitimidad de los paros y movilizaciones del sector público y su relación con el accionar del sindicalismo, la cuestión del pago de la deuda externa y el déficit fiscal. Se perfilaban, a partir de esas disputas, dos paquetes de discursos, con ciertas regularidades. El primero de ellos, lo podemos denominar neoliberal, a partir de su énfasis en la reducción del Estado mediante los ajustes y reformas estructurales. El segundo, por su parte, se presentaba como antagónico al anterior y lo hemos definido como nacional popular, ya que asumía una concepción de nacionalismo popular, con fuertes críticas a las políticas de reducción del Estado Social, construido en la segunda posguerra. En una especie de punto intermedio entre el “estatismo” y el “privatismo”, hallamos un tercer macrodiscurso, que definimos como neo-desarrollista o desarrollista-monetarista, ya que sus principales referentes defendían las privatizaciones mixtas, una apertura y desregulación gradual y un acuerdo de precios. De este modo, se diferenciaban de los discursos neoliberales, cuyos principales exponentes planteaban una reforma integral del Estado, que no aceptaba realizar cambios “parciales” o “graduales”. Entre los actores políticos concretos, cabe destacar que, en muchos casos, se presentaba una mixtura entre dos o más macrodiscursos, de modo tal que algunos referentes asumían una lógica bidiscursiva, o incluso multidiscursiva, cuando integraban elementos de las tres principales discursividades en disputa (Fair, 2013). 2.1. Las disputas en torno a la inflación El tema de la inflación adquiría una posición central en la Argentina de finales de los años ´80, en el marco de un fuerte incremento de los precios. Podemos distinguir, a partir del análisis empírico de la prensa
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gráfica nacional, tres discursos diferenciales. El primero de ellos lo podemos definir como monetarista. Este discurso señalaba las causas monetarias de la inflación, asociándolas a la intervención del Estado en la economía y, específicamente, a la emisión o gasto público y su impacto en el déficit fiscal y la exacerbación de la propia inflación. Así, una editorial del diario La Nación afirmaba que “Es una verdad irrefutable la estrecha conexión existente entre la cantidad de dinero, la demanda monetaria y la evolución de los precios” (“Aspectos monetarios de la estabilización”, editorial de La Nación, 22-08-88, p. 8). En ese marco, en la mayoría de los casos, la estabilización debía ser complementada con la implementación de reformas estructurales, asociadas a mayores “inversiones”, “crecimiento”, “eficiencia” y “modernización” de la economía. Se destacaban, en esas circunstancias, los discursos de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y los grandes empresarios nucleados en los coloquios de IDEA. En algunos discursos, se exigía directamente un cambio total del sistema socioeconómico para terminar con la inflación. El titular de la Unión de Centro Democrático (UCEDÉ), Álvaro Alsogaray, afirmaba, en ese sentido, que la “emisión espuria de moneda” era “la causa fundamental del peor de los males sociales de la época moderna: la inflación”, al tiempo que reclamaba “finalizar con un sistema dirigista que ya tiene casi 50 años” (La Nación, 04-03-88, p. 9 y 0411-88, p. 25). Un segundo discurso, en cambio, centraba sus críticas en la inflación, vinculándolo a los efectos regresivos del modelo económico en términos de “bajos salarios”, “pobreza” y “desempleo”. En contraposición, defendía el “aumento de los salarios”, las “fuentes de trabajo” y la “producción nacional”, vinculado a significantes típicamente nacional populares, como el resguardo de los “derechos sociales” y “humanos” de los “trabajadores” y del “pueblo”, la “dignidad” y la “justicia social”. Este discurso era muy frecuente dentro
del sindicalismo de la CGT, por entonces liderado por Saúl Ubaldini, y también se hacía presente en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), los gremios estatales y una parte de la estructura partidaria del Justicialismo. La CGT, por ejemplo, señalaba, en un documento de la organización, que “con esta inflación no se puede vivir”, destacando que “lo que se está dibujando es la disminución de las fuentes de trabajo, desocupación y subocupación, insuficiencia del salario para alcanzar la canasta familiar y un incremento en las tarifas y en los precios”. En ese marco, reclamaba “un definitivo giro en la política económica” (Clarín, 07-05-88, p. 4). No obstante, lo más interesante es que estos discursos críticos, en el marco del fracaso de los planes de estabilización heterodoxos iniciados en 1984, no brindaban una solución concreta para terminar con la creciente inflación, ni acusaban a los empresarios de provocar la misma, quedándose en un reclamo predominantemente defensivo (Fair, 2013). Finalmente, un conjunto de discursos diferenciales compartían el objetivo de reducir la inflación para lograr la estabilización, a partir del achicamiento del gasto público. Sin embargo, estos discursos, cuyos principales exponentes eran los funcionarios del gobierno de Alfonsín, promovían, a su vez, un acuerdo de precios con el empresariado para evitar la propagación de la tasa de inflación. Además, proponían implementar una serie de políticas mixtas para lograr la 99 estabilización económica y promover la exportación, mediante el ingreso de inversiones. Así, José Luis Machinea, Presidente del Banco Central, afirmaba que “la política monetaria será todo lo dura que deba ser” y que estaba “destinada a reducir drásticamente la inflación”. Sin embargo, luego señalaba, en el contexto de la aplicación del denominado Plan Primavera, que “se ha instrumentado un acuerdo con organizaciones empresariales destinado a estabilizar los precios, en un marco de consenso y de responsabilidad” (La Nación, 12-11-88, p. 3).
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2.2. Las disputas en torno a las privatizaciones En el marco del proceso de privatización mixta de algunas empresas públicas, promovido por el Ministro Rodolfo Terragno (Thwaites Rey, 2003), a finales de los años ´80 se presentaba una fuerte disputa hegemónica. Por un lado, se hacía presente un discurso desarrollista-modernizador, en el que las privatizaciones debían realizarse con la suma de capitales públicos y privados. En ese marco, se asociaba el Plan Terragno al “crecimiento”, la “modernización”, el “progreso” o “avance”, contra el modelo de economía “cerrada” y “aislada”, y también a la “libertad económica”, la “eficiencia” y la “estabilidad”, frente a la “ineficiencia” de las empresas públicas, el “gasto público”, la “corrupción”, el “déficit fiscal” y el “corporativismo”. Este discurso era asumido por Alfonsín, el Ministro de Economía, Juan Sourrouille y el propio Terragno. Este último, también hacía propio el objetivo de “desmonopolizar” las empresas públicas, pero subrayando que “sería trágico el monopolio privado en los servicios públicos”. Incluso, señalaría que “existen razones para creer que sería peor que el estatal” (Página 12, 17-04-88, p. 6). En otros casos, como en el discurso híbrido de Eduardo Angeloz, que mixturaba elementos neoliberales y neodesarrollistas, se vinculaba a las privatizaciones mixtas con la “eficiencia”, el “progreso” y el “futuro”, 100 pero se lo adosaba también a la consolidación del régimen democrático (liberal). En ese marco, las empresas públicas eran asociadas a la “ineficiencia”, pero también al “autoritarismo”, el “corporativismo y la “violencia”, relacionados a las protestas y movilizaciones sociales del sindicalismo y los trabajadores estatales, habituales en la Argentina de fines de los años ´80. Sin embargo, al mismo tiempo, rechazaba tanto el “estatismo” del discurso nacional popular, como el “privatismo” neoliberal. De lo que se trataba, entonces, para el Gobernador de Córdoba, era de “consolidar los mecanismos de asociación con capitales privados y
extranjeros, en el marco de una economía abierta” (La Nación, 26-08-88, p. 7). Los referentes neoliberales, por su parte, rechazaban fuertemente las reformas mixtas del Gobierno, reclamando privatizaciones globales, asociadas a una mayor “competitividad” y “libertad”, en defensa de la iniciativa privada, para terminar, en el caso de los sectores empresariales nucleados en IDEA y de dirigentes del establishment internacional, con los “monopolios estatales”. Para Alsogaray, el objetivo central era concluir con un sistema “dirigista”, que incentivaba la “inflación”. La SRA, por su parte, buscaba “desmonopolizar y privatizar”, aunque “con la finalidad de superar la ineficiencia del sector público” (La Nación, 12-04-88, p. 24). Los referentes políticos de los discursos nacionalpopulares, en cambio, se oponían fuertemente a las privatizaciones. Liderados por casi la totalidad de la CGT y una porción mayoritaria del PJ, estos actores vinculaban las privatizaciones a un proyecto contrario a los “intereses nacionales” y “populares” y favorable a los intereses “anti-nacionales” y “anti-populares” del “FMI” y la “banca internacional”, encadenándolos con el “privilegio” al pago de la deuda externa a los acreedores. Ese proceso era caracterizado como una “desnacionalización”, “entrega”, o “achicamiento”, que afectaba al “patrimonio nacional”, la “soberanía política” y la “independencia económica”. La CGT se refería, en ese marco, a la “desacreditación de las empresas públicas, cuya liquidación a manos de presta-nombres de la usura se persigue”. Denunciaba, en ese sentido, el “plan de entrega que se encubre detrás de las privatizaciones de Terragno”. Además, se oponía a la “política de presunta modernización que se argumenta para justificar las privatizaciones parciales de actividades que tradicionalmente estuvieron en manos del Estado”, que eran equivalentes a “despojar al pueblo de su patrimonio y volver a someterlo a la tutela de intereses extranjeros”. Para la central sindical, “ello no
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es modernizar la Nación, sino retroceder a épocas de dependencia y coloniaje, que el pueblo repudia y que rechazaremos siempre” (Página 12, 17-07-88, p. 5). 2.3. Las disputas en torno a la liberalización comercial
En el marco de Plan Terragno, en 1988 se llevó a cabo un proceso de liberalización comercial gradual, en áreas como el petróleo y la siderurgia. Desde el discurso neo-desarrollista, se trataba de una apertura “ponderada”, que era vinculada a la “inserción” internacional. En ese marco, Sourrouille lo definía como “una nueva etapa en la integración de la Argentina con el mundo”, agregando que “la discusión real no pasa por el nivel de los aranceles, sino por la forma de la integración con el mundo” (Página 12, 21-10-88, p. 7). Para otros, entre ellos dirigentes del Gobierno, sectores de la Unión Industrial Argentina (UIA), la Confederación General de la Industria (CGI), las editoriales de Clarín y La Nación y algunos economistas locales, el proyecto oficial era equivalente a una mayor “eficiencia” y “competitividad”, así como a una mayor “productividad”, “inversiones” y “exportaciones”. El eje, sin embargo, se ubicaba en la “estabilidad de precios en el largo plazo” (Adolfo Canitrot y Juan Sourrouille, La Nación, 16-1088, p. 17). En otros casos, como en los discursos de Angeloz, se lo adosaba también a la “modernización”, “desarrollo” y “progreso”, asociados al incremento de la “competitividad” y las “exportaciones”. La frontera de exclusión, en ese marco, se delimitaba frente al “atraso”, la “decadencia” y la “ineficiencia” del Estado, significantes que eran vinculados al poder político de las “corporaciones” y la “burocratización” del sector público (La Nación, 11-05-88, p. 17, 04-07-88, p. 7 y 26-08-88, p. 7). Sin embargo, en ambos casos, se rechazaba todo tipo de apertura indiscriminada, que debía ser, en cambio, “ponderada” y “gradual”, limitada al “mercado cambiario” (Eduardo Angeloz, Página 12, 13-10-88, p. 6). En la misma línea, el Secretario del
Gobierno, Juan Ciminari, declaraba que “la apertura difiere sustancialmente de la que se aplicó en la década del setenta”, ya que “no queremos una apertura que deje indefensa a nuestras industria” (La Nación, 08-09-88, p. 22). En cuanto a las políticas de desregulación comercial, Terragno las asociaba a la “desmonopolización del sector energético”, planteando “la necesidad de acelerar la firma de los contratos con el sector privado, ya que hay “dos cosas por combatir: la corrupción y la irresponsabilidad” (Rodolfo Terragno, Clarín, 02-03-88, p. 2). Un segundo discurso, de matriz neoliberal, promovía una apertura más profunda, “como forma de abrir la economía al mercado extranjero y hacerla más competitiva y libre” (Lindley Clark, “Wall Street Journal”, Página 12, 16-06-88, p. 7). En ese marco, el proceso de “liberalización” debía ser más abarcador (Álvaro Alsogaray, La Nación, 05-07-88, p. 17), de modo tal de efectuar la “desregulación de todas las actividades”, modificando “el sistema económico” en su conjunto (economista Edward Hudgins, La Nación, 17-09-88, p. 20). Posicionado dentro de este discurso “liberalizador”, la SRA exigía profundizar las políticas de “desregulación”, pero complementándolas con la “reducción del gasto público” y la “privatización de las empresas estatales”. En ese marco, se oponía a un “esquema de economía cerrada”, fuente de “privilegio”, “ineficiencia” y “males económicos”, que “ha 101 impedido un desarrollo armónico”. Finalmente, reafirmaba la necesidad de una “instrumentación definitiva de los grandes cambios”, de modo tal de “remover los elementos negativos, como las regulaciones, el excesivo proteccionismo y los beneficios impositivos que gozan ciertos sectores ineficientes”, lo que permitiría promover la “estabilidad”, el “crecimiento” y una mayor “producción” (Documento “El tiempo de la producción”, SRA, firmado por Guillermo Alchourón, La Nación, 3009-88, p. 22). Los exponentes del macrodiscurso nacional-popu-
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lar, en cambio, expresaban un rechazo a la apertura comercial, a partir de la defensa del mercado interno, la producción y la pequeña y mediana industria nacional, frente al ingreso masivo de importaciones. Desde esta discursividad, el Consejo Argentino de la Industria (CAI) definía a la apertura comercial como “irracional, arbitraria e inconsulta” (Página 12, 21-10-88, p. 7). Rolando Pietrantrueno, Presidente de la entidad, afirmaba, por ejemplo, que “mientras el secretario de industria nos habla de las bondades de la apertura económica, el mercado interno enfrenta una abrupta caída, con aristas recesivas que perjudican directamente a las pymes, que tienen su destino atado a lo que le suceda al país” (La Nación, 04-09-88, p. 20). En ese marco, “la pequeña y la mediana industria conocen perfectamente las consecuencias de las modificaciones enunciadas, por haberse ya practicado sin error en el país y destruido buena parte del aparato productivo” (La Nación, 21-09-88, p. 18). De un modo similar, la Confederación General Económica (CGE) se oponía a la apertura, en el marco de la “defensa” de “los intereses de la pequeña y mediana empresa nacional” (Clarín, 02-04-88, p. 12). También se hacía presente este discurso crítico en los documentos de los Gobernadores del PJ, quienes afirmaban que “la apertura de la economía, mediante la eliminación de 2.400 posiciones arancelarias, habrá de perjudicar 102 seriamente a la pequeña y mediana empresa de capital nacional” (séptima reunión de Gobernadores justicialistas, La Nación, 16-09-88, p. 10). Desde los discursos de los periodistas de Página 12, se relacionaba el proceso de apertura con un plan económico más amplio, que se articulaba con las “privatizaciones” y “la cruzada contra el gasto del Estado”, para beneficiar a “la banca acreedora” (“Los buenos negocios”, Daniel Sosa, nota en Página 12, 0904-88, p. 9). Para otros, la “apertura” beneficiaba tanto a los acreedores como a los grupos económicos. En ese marco, el pago de la deuda era considerado “una
forma de saqueo y, a la vez, el medio central de reestructurar el aparato productivo al gusto de los acreedores, pero también, al gusto de los que fueron los mayores deudores del país (grandes empresas y bancos)” (“El nuevo contubernio”, nota de Julián Lemoine, Página 12, 23-07-88, p. 7). Finalmente, los discursos del sindicalismo coincidían en vincular la “apertura siderúrgica” con las “exigencias” del “FMI”, oponiéndose a un proyecto “neoliberal” que buscaba “terminar con la siderurgia nacional”, promoviendo la “destrucción del aparato productivo” (“Vuelve Martínez de Hoz”, Solicitada, Clarín, 19-0388, p. 13). Para la CGT, por su parte, los proyectos de “desregulación”, junto a los de “desmonopolización”, implicaban “una indiscriminada dilapidación del patrimonio nacional” (Página 12, 20-04-88, p, 6). 2.4. Las disputas en torno a las reformas en el mercado laboral
Hacia fines de los años ´80, el debate sobre las reformas en el mercado laboral comenzaba a instalarse en la agenda público mediática. El discurso neoliberal, habitual en los coloquios empresariales de IDEA, destacaba la necesidad de efectuar “un nuevo análisis de la legislación laboral” (Página 12, 19-04-88, p. 4). Este proceso era legitimado en base a los significantes “competencia”, “desarrollo”, “cambio”, “evolución”, “adecuación”, “eficiencia”, “productividad” y “reducción de costos”, contra la “rigidez”, “ineficiencia”, “burocracia” y el “excesivo poder sindical”, asociado a “intereses políticos” e “ideológicos” meramente “particulares” (Fair, 2012). En otros casos, se mencionaba la necesidad de “tender a una sociedad flexible, con posibilidad de cambio, que aliente la iniciativa y sea solidaria con el sistema” (Coloquio de IDEA, Clarín, 11-11-88, p. 20). La Asociación de Bancos (ADEBA), a través de su titular, Roque Maccarone, coincidía en la necesidad de modificar el régimen laboral vigente, promoviendo una “evolución”, frente a un “sistema
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anclado en ideas, conceptos, y a veces prejuicios, formulados hace ya medio siglo” (La Nación, 30-08-88, p. 8). En otros casos, como en los discursos de Angeloz y de La Nación, entre otros, se apoyaban las reformas neoliberales, criticando los paros de trabajadores y vinculando el régimen vigente con el “corporativismo” del sindicalismo, aunque sin referirse a la reducción de los costos laborales para el sector privado (Fair, 2012). En los discursos de los actores políticos de tradición nacional popular, entre los que se destacaban los gobernadores justicialistas y los gremios de la CGT, estatales y la UOM de Lorenzo Miguel, se asumía una firme defensa de la legitimidad de los paros y protestas de trabajadores y de los convenios colectivos de trabajo, relacionándolos con un derecho “constitucional” y un reclamo social “legítimo” y “democrático” (Fair, 2012, 2013). 3. Las disputas ideológicas en el período de sedimentación de la hegemonía menemista: Cambios y continuidades en relación a los discursos de finales de los años ´80 A partir de su llegada al poder, en julio de 1989, el presidente Menem aplicaría un drástico programa de reformas pro-mercado, al tiempo que construiría un novedoso discurso de mixtura peronista-neoliberal, que instaba a que la sociedad se “actualizara” y “modernizara” a los “nuevos tiempos” de interconexión global, transformación del Estado y apoyo irrestricto a la democracia liberal. Hacia 1993, período de sedimentación de la hegemonía menemista, los significantes, cadenas de significantes y tópicos de debate, se habían modificado en gran medida, en relación a las discursividades que predominaban a finales de los años ´80, e incluso en relación al período 1989-1991 (Fair, 2013). Sintéticamente, podemos decir que, en primer lugar, el discurso neoliberal-peronista del menemismo gana-
rá influencia y extensión, colonizando fuertemente a casi la totalidad de la CGT, y a una porción mayoritaria de la estructura partidaria del PJ. En menor medida, obtendrá eficacia en los discursos de algunos actores clave, entre ellos los dirigentes políticos Antonio Cafiero y José Bordón, las editoriales de Clarín y La Nación y algunos periodistas de Página 12. También se observará un giro hacia el neoliberalismo en los discursos de una porción importante del radicalismo y en la UIA. En el caso de los discursos típicamente neoliberales, sus exponentes asumirán varias de las premisas de la “transformación” menemista, en particular entre la dirigencia de la UCEDé y en diversos sectores del establishment local e internacional. En ese marco, incluso, se profundizarán las críticas puntuales ”por derecha”, colocando el eje en las deficiencias institucionales de las reformas de mercado ya realizadas, o bien en la necesidad de profundizar el ajuste monetario y las reformas pendientes (entre ellas, la desregulación de las Obras Sociales) (Fair, 2013). En ese contexto, que incluía a economistas ortodoxos y a editoriales de La Nación, Fernando De la Rúa afirmaba que “pese a la disminución del tamaño del Estado y de su participación en la economía, por las privatizaciones, el gasto público alcanza en 1993 un nivel con escasos antecedentes en las últimas décadas, con un aumento del 48%, respecto del nivel de 1990”. En esas circunstancias, el gasto público se convertía en “una 103 de las mayores asignaturas pendientes que quedará como herencia al futuro Gobierno en 1995” (Clarín, 1106-93, p. 13). La segunda transformación central será el desvanecimiento tendencial del macro-discurso nacional popular. En ese marco, prácticamente desaparecerá de la escena pública la concepción más estructurada, vinculada a la defensa del mercadointernismo, el nacionalismo anti-imperialista y la concepción movimientista-populista en lo social. En su lugar, durante el período de sedimentación de la hegemonía menemis-
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ta, se destacará un amplio paquete de discursos con eje en el productivismo nacional. Estas discursividad se centraba en la defensa de la industria nacional, la producción y el trabajo, presentando críticas a aspectos puntuales del modelo, y mediante una lógica de predominio de la negatividad. En esas circunstancias, lo interesante es que no formulaba una alternativa antagónica al neoliberalismo menemista, manteniéndose en una posición defensiva. En algunos discursos marginales, se rememoraban elementos residuales del discurso nacional popular más radicalizado. Sin embargo, predominaba ampliamente una posición de negatividad hacia las reformas pro-mercado, sin estructurar una contra-hegemonía discursiva en el plano de las políticas públicas concretas (Fair, 2013). De este modo, prevalecía la estrategia defensiva, por sobre la elaboración de una “estrategia de positividad”, condición de base para articular una hegemonía exitosa (Laclau y Mouffe, 1987) Finalmente, una tercera transformación estructural se vinculará a la ubicación en el centro de la escena pública de un macrodiscurso liberal-republicano, que colocará el eje en la crítica neoinstitucionalista a la concentración de poder del Ejecutivo (a partir de los vetos y decretos del Presidente y el control del Poder Judicial) y el rechazo moralista-republicano a la corrupción menemista. Esta discursividad, liderada 104 por los dirigentes de la UCR y, a partir de mayo de 1993, del partido Frente Grande, edificará un antagonismo centrado en el plano institucional (con eje en la defensa de la honestidad y la división de poderes), sin plantear una alternativa a los fundamentos del modelo, que serán aceptados, o al menos, no cuestionados públicamente (Fair, 2013). En ocasiones, como en los discursos de Alfonsín y algunos sectores eclesiásticos, se asumirá un tono sensibilista, con críticas que mixturaban lo institucional con las diatribas a los costos sociales, pero sin plantear una alternativa al modelo de país del menemismo. En ese marco, el ex
Presidente destacaba que “se avanza sobre la Justicia y el Congreso, se eliminan controles republicanos, se generaliza la corrupción y se pierde la ejemplaridad, entre escándalos, silencios cómplices y justificaciones insólitas” (“La segunda transición”, nota en Clarín, 02-03-93, p. 1). Al mismo tiempo, se refería a la necesidad de alcanzar una “democracia social”, basada en el “crecimiento” con “equidad social” (Clarín, 02-05-93, p. 16 y 09-07-93, p. 13). Sin embargo, subordinaba la construcción de una propuesta alternativa al modelo. En relación a las transformaciones en los tópicos centrales, los debates de finales de los 80s en torno al pago o no de la deuda externa, la democracia y la legitimidad de la protesta social y las disputas sobre la inflación y el papel del Estado, se reducirán notablemente. En cambio, prevalecerán los discursos de “emprolijamiento” institucional y social del modelo. En ese marco, el desvanecimiento de la formación nacional popular, del que sólo quedarán residuos, se observará, en el caso de la CGT, la UOM y la estructura del PJ, en la práctica disolución de significantes como la defensa de la “soberanía política”, la “independencia económica”, el “patrimonio nacional”, así como las habituales críticas a la “especulación financiera”, el pago de la deuda externa y el privilegio hacia los “intereses” del “FMI”. También mermará notablemente la crítica a la democracia “formal” del Gobierno y la defensa de una democracia “real”, vinculada al resguardo a los “derechos humanos” y “sociales” de los “trabajadores” y del “pueblo”. En ese contexto, la concepción liberal logrará triunfar sobre la visión movimientista-populista de la democracia, lo que se observará también en la reducción de apelaciones a la democracia como equivalente a lo “nacional”, lo “popular” y lo “movimientista” o participativo, típico de los discursos sindicales de finales de los años ´80 (Fair, 2013)4. En cuanto a las continuidades históricas, podemos mencionar el apoyo general al régimen democrático, extendido a la estabilidad en 1993. Además, mientras
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que los exponentes neoliberales mantendrán su defensa de los ajustes y reformas estructurales, ahora absorbidos por el menemismo, los sectores de tradición nacional popular conservarán los ejes centrales del productivismo nacional, así como la mención a significantes como la “justicia social” y los “trabajadores” (discursos de la UOM, las 62 Organizaciones, una porción de la estructura del PJ y la mayor parte de los gremios de la CGT) (Fair, 2013). 4. Cambios y permanencias temporales en los discursos de los actores políticos clave en torno a las reformas y ajustes estructurales
4.1. Las disputas en torno a las privatizaciones A diferencia de los discursos de 1988, y del período comprendido entre 1989 y 1991, caracterizado por un fuerte antagonismo, en la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista las críticas a las reformas de mercado, pese a su radicalización, se presentarán de un modo puntual y con un antagonismo ponderado (Fair, 2013). En relación a las privatizaciones, a partir de 1989 el menemismo trasladará casi la totalidad de las empresas públicas al sector privado, fomentando una creciente concentración del ingreso y centralización del capital (Basualdo, 2000). En las alocuciones de los actores políticos clave de 1993 se presentará un primer paquete de discursos, de matriz neoliberal, que apoyará el proceso realizado, asociado a una mayor “eficiencia”. En ese marco, Enrique Bour, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), afirmaba que “las inversiones gerenciadas por manos privadas son más productivas que las que se hicieron bajo la administración estatal, que produjeron un despilfarro superior a los 30 mil millones de dólares en los últimos 20 años” (Página 12, 08-06-93, p. 10). El economista Roberto Alemann, por su parte, lo asociaba a la “confianza” del sector privado y el ingreso de “inversiones” (nota en Clarín, 04-07-93, p. 23), mientras que La Nación lo
vinculaba a un “capitalismo moderno” (“La exitosa privatización de YPF”, editorial de La Nación, 03-07-93, p. 8). En algunos casos, junto al apoyo general al proceso, se criticaban aspectos puntuales concernientes a las “irregularidades” en el modo de instrumentación de las privatizaciones5 (economistas ortodoxos locales y miembros del establishment internacional). En ese contexto, se destacaba la necesidad de incorporar “marcos regulatorios” para evitar la formación o permanencia de “monopolios” y para favorecer la “competencia”, garantizando, de este modo, mayor “seguridad jurídica” al sector privado, factor de “certidumbre”. En esa sintonía, De la Rúa afirmaba que “los ciudadanos reclaman una política de servicios públicos seria que proteja al usuario, fortaleciendo los mecanismos de control público, y que suplan la falta de competencia en servicios de naturaleza monopólica”. Sin embargo, luego agregaba que “la seguridad jurídica es fundamental”, reafirmando que no se debían “alterar las bases legales y contractuales en que se desenvolvieron los actos públicos, con las privatizaciones”. En efecto, “los actos jurídicos válidos deben respetarse, aunque hayamos discrepado con los modos de su instrumentación”, ya que “los ciudadanos están por la certidumbre de la seguridad jurídica” (“La dirigencia cuestionada”, nota en La Nación, 15-07-93, p. 9. Véase también Fernando De la Rúa y Eduardo Angeloz, La 105 Nación, 30-06-93, p. 8). En otros casos, se reclamaba la realización de las privatizaciones pendientes, para atraer “inversiones” y garantizar la “estabilidad” (economistas internacionales). En ese marco, desde una concepción monetarista, asumida por La Nación y las fundaciones ortodoxas, se reclamaba un ajuste más radical en el gasto público, de modo tal de evitar el “peligro” del déficit fiscal y comercial6. En el contexto de la profunda transformación identitaria del gremialismo hacia el “sindicalismo de negocios” (Murillo, 1997), el por entonces titular de la CGT,
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Carlos Alderete, legitimará su apoyo a la privatización del sistema previsional (concluida en 1993) en base a la idea de beneficiar a los “afiliados”, destacando la necesidad de “adaptación” a la nueva organización “comercial” y “empresarial” y el abandono de las “reivindicaciones salariales”. Ello no implicaba, sin embargo, abandonar su aspecto “social”, debido a que la nueva función del gremio se dirigía, precisamente, a brindar “servicios de calidad” a sus afiliados, en una “adecuación” del sindicalismo a favor de los “trabajadores” (entrevista en Página 12, 07-02-93, Suplemento “Cash”, p. 2). No obstante, el cambio más pronunciado se observará en los discursos del dirigente ferroviario José Pedraza, quien en 1988 criticaba fuertemente las privatizaciones, ya que “atentan contra la fuente de trabajo” (Clarín, 09-04-88, p. 4). En ese entonces, Pedraza reclamaba “cesar con la política de privatización, que rechazan los trabajadores y que no tiene sentido” (Página 12, 20-04-88, p. 6). En ese marco, exigía el “inmediato cambio de política y el reemplazo total del equipo económico” (La Nación, 30-08-88, p. 5). Además, en sintonía con el resto de la CGT, el dirigente ferroviario defendía la legitimidad de los paros de trabajadores, ya que “sabemos que nuestros paros golpean al usuario, pero el usuario es un trabajador”. En el mismo sentido, afirmaba que “nosotros no tenemos otra herramienta para apoyar nuestros reclamos 106 que apoyar los paros” (La Nación, 26-09-88, p. 6). De hecho, en alguna oportunidad, el dirigente cegetista llegaría a destacar que “el paro persigue el objetivo de voltear al equipo económico y lograr el reemplazo de (el Ministro) Juan Sourrouille”, ya que “resulta impensable que la actual conducción pueda, desde su ligazón con el Fondo Monetario Internacional, llevar adelante una política en beneficio para los sectores populares” (Página 12, 30-08-88, p. 7). En los discursos de 1993, en cambio, el proceso de privatizaciones, mucho más radicalizado que la propuesta de economía mixta de Terragno, era vinculado al “logro” de haber alcanzado,
desde 1990, “la reducción de 40 mil agentes sin complicaciones”. En ese marco, frente al despido de 5.000 empleados del sector, Pedraza afirmará que “ahora estamos trabajando para lograr algo similar” (Clarín, 01-03-93, p. 17). En la misma línea, frente a las protestas y paros de trabajadores ferroviarios disidentes7, quienes expresarán su oposición a la privatización, ya que genera una “desarticulación total del sistema ferroviario de pasajeros” (Clarín, 11-03-93, p. 18), el dirigente menemista destacará que “los problemas en la Argentina no se arreglan con paros o marchas” (Clarín, 07-04-93, p. 8) y que “la medida de fuerza es una medida final que se debe adoptar cuando ya no queda nada por hacer” (Página 12, 30-04-93, p. 7). En otros casos, se respaldarán las privatizaciones mediante algunos elementos típicamente nacionalpopulares, como mayor “trabajo” y “distribución equitativa de la riqueza”, aunque mixturados a la defensa de la “rentabilidad”, en una muestra de la colonización parcial de la discursividad neoliberal-peronista del menemismo (Propaganda “Hoy es tiempo de decidir”, Bloque de Diputados del PJ, Página 12, 24-03-93, p. 10). O bien, se expresará un apoyo general, que sólo presentaba críticas particulares a las “desprolijidades” del proceso, articuladas con la mención a la ausencia de una política que tomara en cuenta la cuestión “social”, y no sólo el objetivo del ordenamiento “fiscal” (José Bordón, Página 12, 18-05-93, p. 4). En cuanto a los discursos opositores a las privatizaciones, mermarán notablemente su frecuencia, sobre todo dentro de la CGT. Sin embargo, desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), nucleados desde 1992 en la Central de Trabajadores Argentinos8 (CTA), y en las notas periodísticas de Página 12, se hará presente una crítica a la “entrega” del “patrimonio nacional” y a los “negociados” del sector “concentrado”, que representaban, en palabras del periodista Pasquini Durán, una “subordinación del Estado a los planes privados de expansión” (José Pasquini Durán,
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“Olas que pasarán”, Página 12, 13-02-93, p. 2; Víctor Zarate, ATE, Página 12, 13-03-93, p. 7. Véanse también “¿Mercado o Nación?”, nota de Horacio Verbitsky, Página 12, 14-03-93, pp. 10-11, “Cuestión de dogma”, Marcelo Zlotogwiazda, Página 12, 01-06-93, p. 3). Para el titular de la CTA, Víctor de Gennaro, la privatización previsional era un “robo al movimiento obrero” (Página 12, 31-02-93, p. 2). Por su parte, desde la dirigencia política, la crítica radicalizada sólo se hacía presente en Fernando “Pino” Solanas, quien señalaba que la venta de la petrolera estatal de YPF (efectuada en 1993) representaba el “despojo del siglo”, criticando el “jolgorio de la venta de acciones, frente a los sueldos de miseria de los docentes y los millones de argentinos sin trabajo”. En ese marco, concluía que “la política de privatizaciones es una entrega del patrimonio nacional”, oponiéndose al “imperialismo” y defendiendo, en contraposición, la “liberación nacional y social” (Clarín, 04-07-93, p. 9). Sin embargo, lo más interesante es que, pese a las críticas radicalizadas, ningún actor reclamaba públicamente la necesidad de re-estatizar o renacionalizar las empresas públicas, transformando a este significante en “tabú” (Foucault, 1973) o prohibido (Fair, 2013). 4.2. Las disputas en torno a las reformas en el mercado laboral
El tema de las reformas en el mercado laboral ocupará un lugar central a partir de la llegada al poder de Menem, con los cambios fácticos que, a partir de 1991, logrará implementar el menemismo (Alonso, 2000). En la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista, la mayoría de los sectores empresariales, economistas de las fundaciones liberales y miembros del establishment internacional, apoyaban las reformas. En ese marco, se sumaban nuevos actores que antes no se pronunciaban sobre el tema, como la UIA, cuyos referentes centrales asociaban los proyectos de “flexibilización de las leyes laborales” al “futuro”
(Jorge Blanco Villegas, Presidente de la UIA, Página 12, 01-06-93, p. 11), a la reducción de los “costos de la industria” (Diego Videla, UIA, 03-05-93, p. 3), a la “eficiencia”, el ingreso de “inversiones”, el “crecimiento” económico” y del nivel de “empleo” (Murat Eurnekián, UIA, Clarín, 09-06-93, p. 4. Véase también Rolando Petriantrueno, Presidente de CAI, Clarín, 03-05-93, p. 3). También en las editoriales y notas de La Nación se apoyaban los proyectos de flexibilización, aunque reclamando, a su vez, una efectiva desregulación de las Obras Sociales, de modo tal de “aumentar la eficiencia” y las “inversiones”, “reducir costos”, “liberar de trabas la vida económica” y “asegurar la estabilidad” (Editorial “Que dos años no es nada”, La Nación, 0204-93, p. 8), o bien para “cerrar el ciclo de las grandes reformas estructurales” (“La pelea del siglo”, nota de Eduardo Bonelli, La Nación 21-06-93, p. 6. Véase también “El ocaso de las conducciones tutelares”, nota de Oscar Lescano, La Nación, “Economía”, 12-05-93, p. 3 y “¿Política económica vs. Política electoral?, nota de Eduardo Bonelli, La Nación, “Económico”, 28-02-93, p. 2). En cuanto a los discursos críticos, eran liderados por la UOM y las 62 Organizaciones, que se oponían a las reformas, desde un discurso nacional popular defensivo y residual, en nombre de la “inconstitucionalidad” de las medidas, y en defensa de la “dignidad” y los “derechos” de los “trabajadores” y del “pueblo” 107 (las 62 Organizaciones, Página 12, 19-03-93, p. 9). Este discurso, compartido por algunos economistas heterodoxos, se hacía presente con fuerza en el dirigente metalúrgico Naldo Brunelli, aunque agregando que la reforma sólo favorecía las demandas de la UIA, que “le escribe los libretos” al Gobierno (Clarín, 03-05-93, p. 3 y 04-05-93, p. 2). En el caso de Lorenzo Miguel, lo asociaba directamente a una “traición” al peronismo de posguerra (Clarín, 05-05-93, p. 4). No obstante, el discurso más radicalizado era el de la CTA, que criticaba sus efectos regresivos sobre la industria y sobre la
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reducción de los “salarios”, vinculando las reformas a un proyecto que “precariza” y afecta a los “trabajadores”, promueve la “fragmentación” social y favorece la “transferencia de ingresos”. De un modo similar, desde el socialismo se presentaban críticas a la “aniquilación del derecho laboral” y la “disminución a ultranza de los costos empresariales”, que sólo buscaban “aumentar la ganancia del capital, a expensas de un retroceso inédito en las condiciones de vida y de trabajo del pueblo” (Alfredo Bravo, Unidad Socialista, Clarín, 0405-93, p. 3. Véase también Jorge Mera, Movimiento al Socialismo, Clarín, 15-05-93, p. 12). En el caso de los dirigentes del PJ, se presentaban críticas puntuales, con diverso grado de magnitud. En ese marco, Cafiero criticaba una reforma laboral, afirmando que “no es apta” (Clarín, 11-05-93, p. 11), mientras que Bordón se refería al “avasallamiento de las conquistas sociales” (Página 12, 16-05-93, pp. 6-7), destacando que “la flexibilidad es necesaria, pero no puede estar basada en la disminución de la mano de obra” (Clarín, 04-04-93, p. 3). Finalmente, desde el sindicalismo menemista, nucleado en el Club de Amigos, se presentaban algunas ambigüedades, con críticas a sus posibles efectos sobre los trabajadores (Clarín, 03-05-93, p. 3), pero, al mismo tiempo, destacando la ausencia de “prejuicios respecto de la flexibilización”, de modo tal de “resca108 tar los costados positivos de la misma, como son la necesidad de inversión y un adecuado reentrenamiento de los trabajadores” (Andrés Rodríguez, Unión de Personal Civil de la Nación, Clarín, 04-05-93, p. 2). 4.3. Las disputas en torno a la liberalización comercial
La profundización del proceso de apertura, a partir de 1989, generó fuertes críticas del sector industrial. Sin embargo, con las protecciones especiales aplicadas a partir de marzo de 1991, que fijaron un esquema de apertura “administrada” (Viguera, 1998), una serie
de sectores políticos de origen industrial, liderados por la UIA, junto a la Cámara Argentina del Comercio (CAC), quienes habían apoyado el proceso de liberalización parcial a fines de los años ´80, ahora respaldarían la “protección dirigida” y “temporaria” del menemismo. Lo harán en nombre de la “competitividad”, la “eficiencia”, la defensa de la “producción”, la “industria nacional” y el “trabajo”, sumado al objetivo del “crecimiento” y la necesidad de realizar la “reconversión” del sector (Jorge Di Fiori, CAC, Clarín, 31-07-93, p. 19; Jorge Blanco Villegas, Presidente de la UIA, La Nación, 09-07-93, p. 1 y Clarín, 25-07-93, “Económico”, pp. 2-3). En otros casos, como en las editoriales de La Nación, se observará un giro desde el apoyo a las reformas ponderadas de 1988, a una crítica neoliberal “por derecha”, frente a las políticas de protección parcial de la industria nacional, asociadas a un “sistema que traba las importaciones en nombre de un anacrónico proteccionismo”, e impide “seguir avanzando hacia una inserción cada vez más profunda en la economía mundial” (“Cuotas y cupos de importación”, editorial de La Nación, 15-07-93, p. 8) Entre los discursos críticos de la apertura, liderados por las editoriales de Clarín, se presentará una primera modulación, de orientación neodesarrollista, que criticará sus efectos sobre la “producción” y la “industria” nacional, aunque con la mira puesta en el aumento del “déficit comercial” (“Un debate necesario sobre la industria”, editorial de Clarín, 19-05-88, p. 18; “Dificultades de la industria textil”, editorial de Clarín, 21-05-93, p. 18). Por su parte, desde algunos sectores industriales marginales, no favorecidos por la liberalización asimétrica, se criticará la “apertura lapidaria”, que es “sólo para los elegidos”, destacando su impacto regresivo sobre el “mercado interno”, a partir del auge de las importaciones (César Tortorella, titular de la CGI, Clarín, “Económico”, 09-05-93, p. 10; Jaime Goldeman, titular de APYME, Clarín, “Económico”, 09-0593, p. 10). Finalmente, la CTA se referirá a sus efectos
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sociales regresivos, vinculados a la reducción de los “salarios” y el empeoramiento de las “condiciones de trabajo” (Página 12, 14-02-93, p. 5). En ese marco, como elemento a ser destacado, tanto la CGT, como la UOM y los Gobernadores del PJ, no se referirán al tema de la apertura comercial, de modo tal que abandonarán las típicas vinculaciones de finales de los ´80s, entre la apertura comercial y el privilegio del pago de la deuda al FMI, asociado a una crítica radicalizada al modelo económico en su conjunto, en nombre de la defensa de la “soberanía nacional”. En segundo lugar, debemos destacar que, pese a la presencia de discursos críticos, predominará una estrategia de negatividad con el orden vigente, sin edificar una alternativa de positividad en defensa del mercado interno y los derechos sociolaborales de los trabajadores. 4.4. Las disputas en torno a la inflación En el contexto de estabilización monetaria garantizada por la Convertibilidad, en 1993 el tema de la inflación prácticamente desaparecerá como problema-demanda. En ese marco, se destacará el valor de la Convertibilidad en la estabilización de los precios, haciendo intercambiables ambos significantes. La Convertibilidad, a su vez, será vinculada, en una pluralidad de discursos de economistas ortodoxos, empresarios locales, banqueros, miembros del establishment internacional y editoriales y notas de Clarín y La Nación, a la presencia de una “moneda sana” y “estable”, que otorgaba “certezas” al capital privado y lograba el “equilibrio fiscal”, la estabilización “monetaria” y el “control de los precios” (Fair, 2013). Sólo en ocasiones, enfatizando la relevancia de la estabilidad, se criticarán los “excesos” en el gasto público, por su posible efecto propulsor de la inflación, promoviendo una mayor “austeridad” monetaria (Fernando De la Rúa, Clarín, 11-06-93, p. 13; José Luis Espert, Centro de Estudios Macroeconómicos, La Nación, “Económico”, 07-04-93, p. 1), o se reclamará la profundización de
las reformas pendientes, de modo tal de garantizar la estabilidad monetaria y fiscal (Editorial “Que dos años no es nada”, La Nación, 02-04-93, p. 8). Entre los referentes de tradición nacional popular, se dejará de hacer hincapié en los efectos de la inflación sobre los salarios, abandonando la asociación equivalencial que articulaba el modelo económico con los efectos de la inflación sobre los salarios de los trabajadores y el aumento de la pobreza. Estas críticas eran reemplazadas por un apoyo generalizado (o al menos, un no cuestionamiento público) a la estabilidad, que, en todo caso, debía ser complementada con elementos adicionales de “emprolijamiento” económico, institucional y social del modelo. En ocasiones, se presentaba una crítica a la Convertibilidad. Sin embargo, en ningún caso se extendía esta crítica al valor de la estabilidad, ni se pedía públicamente devaluar la moneda, por lo que no se planteaba una estrategia alternativa en el plano de las políticas públicas (Fair, 2013). 5. Conclusiones Hemos desarrollado en este trabajo un análisis comparado del discurso público mediático de los actores políticos clave de la Argentina, en la etapa de preemergencia y sedimentación de la hegemonía neoliberal. Colocamos el eje en los significados asociados a las reformas y ajustes pro-mercado en el conjunto de 109 las discursividades, de modo tal de observar algunos aspectos concernientes a la eficacia de la hegemonía menemista para edificar un nuevo y exitoso sentido común en torno a los valores del neoliberalismo. A partir del análisis comparado, pudimos observar una creciente colonización del discurso neoliberal entre los agentes clave que a fines de los años ´80 defendían un discurso posicionado dentro de la tradición nacional popular, en ocasiones mixturado con elementos neodesarrollistas. Esta colonización se expresaba en un cambio en la visión sobre las políticas públicas cen-
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trales que debía implementar el Estado, que giraba, en consonancia con las propias transformaciones en el discurso de Menem, hacia construcciones y articulaciones típicamente ortodoxas. En primer lugar, frente a los discursos que en 1988 criticaban a la inflación por sus efectos regresivos sobre los salarios de los trabajadores, o bien defendían el acuerdo de precios con el empresariado, en 1993, en el marco de la estabilización económica, prácticamente no se mencionaba el tema de la inflación, al tiempo que mermaban las demandas salariales y en defensa del incremento del gasto público. Además, como lo hemos analizado en otro lugar, se aceptaba como crucial la estabilidad monetaria y fiscal, o al menos no se lo cuestionaba públicamente como valor per se. De este modo, se expresaba el triunfo hegemónico de la concepción neoliberal monetarista, con eje en la articulación orgánica entre la estabilidad y la convertibilidad. En cuanto a las reformas estructurales, observamos una creciente aceptación del discurso menemista de transformación y modernización del Estado. En ese marco, en la escena mediática, se desvanecía el discurso nacional popular y sus vinculaciones con la defensa del mercadointernismo, el nacionalismo antiimperialista y la visión movimientista-popular. Este desvanecimiento, del que sólo quedaría residuos, se observaba en el giro, en los actores políticos clave, 110 desde los discursos de oposición irrestricta, y mediante un fuerte antagonismo, a las políticas de reforma mixta del gobierno de Alfonsín, a finales de los años ´80, hacia un discurso que, en la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista, o bien adhería explícitamente los ejes nodales de la mixtura neoliberalperonista de Menem (como en el caso de gran parte de los discursos de la CGT y una porción mayoritaria de la estructura del PJ), o bien criticaba sólo aspectos puntuales de las reformas, con un grado de antagonismo más atemperado. En ese marco, sectores como la UOM, las editoriales y notas de Clarín, algunos
dirigentes del PJ (como Cafiero y Bordón) y gremios marginales de la CGT, criticaban las privatizaciones, la apertura comercial y/o los planes de flexibilización laboral, por sus efectos regresivos sobre la producción y la industria nacional, así como por sus efectos regresivos en términos de pobreza y desempleo. En sectores más radicalizados, como la CTA, la mayoría de los periodistas de Página 12, las 62 Organizaciones, dirigentes como “Pino” Solanas y Apyme, se criticaban más fuertemente las reformas por sus efectos negativos sobre el mercado interno y los derechos sociolaborales de los trabajadores. Sin embargo, en todos los casos, estos actores presentaban una crítica al modelo económico que se reducía a aspectos puntuales, sin edificar un antagonismo irrestricto. En segundo lugar, la crítica se concentraba en una estrategia de negatividad con el orden vigente. Finalmente, como derivación de los puntos anteriores, no lograban edificar una propuesta alternativa. De este modo, pese a que podían criticar fuertemente al neoliberalismo, su posición era centralmente defensiva. En ese contexto, el análisis comparado del discurso nos permitió observar, durante 1993, la presencia de una serie de significantes tabú o prohibidos, como la renacionalización o re-estatización de las empresas públicas, el proteccionismo comercial, la renegociación o no pago de la deuda externa, el aumento del gasto público, así como el relegamiento de las demandas salariales y de una serie de significantes y articulaciones típicamente nacional populares, como la defensa del mercado interno, las empresas públicas y la industria nacional, en tanto símbolos de soberanía política, independencia económica y defensa del patrimonio nacional, frente a la desnacionalización, la enajenación del patrimonio público y el predominio hacia intereses anti-nacionales y anti-populares, vinculados al pago de la deuda externa al FMI y la lógica de la especulación financiera. De modo tal que, entre 1988 y 1993, al compás de
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la profundización de las reformas y ajustes pro-mercado, pocos elementos quedaban de la concepción mercado-internista, de nacionalismo anti-imperialista y movimientista-populista. En cambio, predominaba un macro-discurso productivista nacional, en defensa de la producción, la industria nacional y el empleo, asociados a la justicia social y a la defensa de los trabajadores. Un discurso en el que predominaba la negatividad, sin poder edificar un proyecto alternativo a la hegemonía neoliberal. ¿Cómo se explica, en ese marco, este éxito político y cultural de la hegemonía menemista? Desde un análisis del plano de la textualidad, debemos tener en cuenta que la presente investigación sólo se centró en el estudio de las discursividades en torno a las políticas de reforma y ajuste estructural. Sin embargo, el éxito ideológico y sociopolítico de la hegemonía neoliberal se comprende mejor, y en mucho mayor medida, si se incluye el análisis de lo que definimos como el núcleo nodal de la hegemonía menemista. Sintéticamente, a partir del análisis empírico de la prensa gráfica nacional, hallamos que, en el conjunto de los actores políticos, durante la etapa de sedimentación de la nueva hegemonía, la estabilidad era situada como un elemento positivo, similar al papel que asumía la democracia a fines de los años ´80, por lo que existía un consenso general en torno a la defensa de este significante. En segundo término, observamos que la Convertibilidad se hallaba ligada fuertemente a la estabilidad, en tanto había permitido estabilizar los precios y concluir con el déficit fiscal, garantizando, a su vez, una estabilidad institucional y social. En ese marco, pese a que algunos discursos criticaban la paridad cambiaria, en ningún caso reclamaban públicamente la devaluación de la moneda. De este modo, la devaluación se convertía en el principal de los significantes tabú. Finalmente, el menemismo había tenido éxito en articular la estabilidad con las reformas neoliberales, a partir de su articulación equivalencial con significantes legitimadores como
modernización, desarrollo, progreso y avance. En ese contexto, se podían expresar críticas puntuales las políticas neoliberales, pero no se construía una alternativa, ya que se aceptaba como indiscutible a la estabilidad y, por lo tanto, a la Convertibilidad, lo que incluía, necesariamente, comprar el “combo” completo de las reformas. A partir de estos descubrimientos, que se articulan con el análisis de los aspectos extra-lingüísticos del discurso (Fair, 2013), podemos destacar que la hegemonía menemista representaba una hegemonía neoliberal, conformada por un núcleo nodal indiscutido que articulaba equivalencialmente a la estabilidad, la Convertibilidad y el consenso sobre la no devaluación, acoplado, a su vez, a las reformas de mercado y a sus significados adosados. Este mínimo común denominador no cuestionado, que, en la mayoría de los casos, era aceptado explícitamente, nos permite explicar, junto a una serie de condicionamientos institucionales, económicos y socio-históricos, que actuaron como sus condiciones de posibilidad, tanto el éxito de la hegemonía menemista (y su profundización gatopardista entre 1999 y el 2001), como la ausencia de una contra-hegemonía efectiva que cuestionara los fundamentos del modelo neoliberal, planteando una alternativa netamente antagónica. Será recién en los caóticos meses de finales del 2001 y comienzos del 2002, con la repentina devaluación de 111 la moneda y el fin de diez años de Convertibilidad y estabilidad monetaria, que la hegemonía neoliberal estallaría por los aires, reiniciando una nueva disputa hegemónica. Poco después, con la emergencia del kirchnerismo, una novedosa discursividad pos-neoliberal lograría recuperar, desde el plano material de las políticas públicas y desde el discurso verbal, no pocos de los significantes, articulaciones y tópicos del nacionalismo popular radicalizado, los mismos que la hegemonía menemista había logrado convertir en tabú.
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Notas
Bibliografía:
ricos de mi Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales (Fair, 2013). Una versión preliminar fue presentada en las IV Jornadas de Estudios Políticos “¿Qué democracia para el siglo XXI? Actores, conflictos y expectativas”, Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Los Polvorines, Buenos Aires, 22 al 24 de agosto de 2012. Agradezco especialmente a Javier Balsa, Sebastián Barros, Paula Biglieri, María Eugenia Conturzi y Santiago Leiras, por sus lecturas, sus críticas, sugerencias y comentarios. A todos ellos los excluyo, no obstante, de posibles errores u omisiones, que son de mi absoluta responsabilidad. ** CONICET-Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)-Universidad de Buenos Aires (UBA). Correo electrónico: herfair@ hotmail.com / hernanfair@conicet.gov.ar 1. Se toman como referencia, en ese sentido, los aportes de la arqueología de Foucault (1970) y su “método” de buscar las “regularidades en la dispersión de los objetos”, aunque rechazando su distinción entre prácticas “discursivas” y “no discursivas”, una distinción que es criticada por el propio Laclau (Laclau y Mouffe, 1987). 2. Estos tópicos de debate no dejan de pertenecer al orden significante, pero pueden ser analíticamente diferenciados. 3. Se recopilaron y analizaron un total cercano a los 3.000 discursos, correspondientes a los años 1988 y 1993. 4. Aunque la UOM y las 62 Organizaciones en ocasiones recuperarán esta lógica movimientista, dejarán de criticar la especulación financiera, el pago de la deuda externa y la democracia formal, además de no plantear un antagonismo concreto, más allá de la negatividad verbal a aspectos puntuales del modelo (véase Fair, 2013). 5. Sobre dichas irregularidades, véase Thwaites Rey (2003). 6. Entre 1991 y 1995, el gasto público se incrementó, aunque el social se redujo (véase Dirección Nacional de Programación del Gasto Social, 1999). 7. En efecto, no todo el gremio ferroviario apoyaría las privatizaciones. Al igual que en Luz y Fuerza, habrá diferencias internas, si bien, en la disputa hegemónica, vencerá el discurso empresarial neoliberal (Fair, 2013). 8. La Central de Trabajadores de Argentina (CTA), fue creada a fines de 1992 para oponerse a las reformas de mercado del menemismo. Nucleaba, básicamente, a los gremios estatales de ATE y CTERA (véase Armelino, 2005).
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* El presente trabajo resume una serie de hallazgos empí-
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Fuentes • Diarios Clarín, La Nación, Página 12. • Dirección Nacional de Programación del Gasto Social (1999). “Caracterización y evolución del Gasto Público Social. Período 1980-1997”. Bs. As.: Secretaría de Programación Económica y Regional. • Discursos oficiales del presidente de la Nación, Dr. Carlos Saúl Menem, Dirección General de Difusión, Secretaría de Medios de Comunicación, Presidencia de la Nación, República Argentina (varios tomos).
Registro Bibliográfico: Fair, Hernán. “Disputas hegemónicas y escena mediática. Los debates sobre las reformas y ajustes pro-mercado (19881993)” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 095-113. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 28-06-2013 Fecha de aceptación: 30-09-2013
Identificación del autor: Hernán Fair Argentino. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Becario Postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET-Universidad Nacional de Quilmes). Docente de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires. E-mail: herfair@hotmail.com / hernanfair@conicet.gov.ar
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Desintermediación y participación Los nuevos roles de periodistas y públicos en los medios no lucrativos 1
Por María Soledad Segura sole_segura@yahoo.com.ar – Universidad Nacional de Cordoba, Argentina
Sumario:
Summary:
En la Argentina, a partir de la crisis de 2001-2002, se multiplicaron los medios y organizaciones de la sociedad civil que impulsaron la democratización de las comunicaciones. Estas prácticas cuestionaron y reconfiguraron los roles de los sujetos de la comunicación -el productor o periodista profesional y los públicos- e impulsaron la desintermediación y horizontalización del proceso comunicacional. Apelaban al valor de la participación que constituye uno de los principios fundamentales de una comunicación democrática, según la tradición latinoamericana de políticas de comunicación. Abordamos este objeto desde una perspectiva teórico-metodológica interdisciplinaria que permite analizar las prácticas desde un enfoque socio-histórico.
In Argentina, from the 2001-2002 crisis, the media and civil society organizations that promoted the democratization of communications increased. These practices challenged and reconfigured the roles of the actors of communication -the producer or professional journalist and the public- and spurred disintermediation and horizontality of the communication process. They appealed to the value of participation which constituted one of the fundamental principles of democratic communication, as the Latin American tradition of communication policies. We approach this subject from an interdisciplinary theory and methodology to analyze the practices from a socio-historical approach.
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Describers: Descriptores: periodistas, públicos, participación, desintermediación, democratización
journalists, public, democratization
participation,
disintermediation,
Desintermediación y participación. Los nuevos roles de periodistas y públicos en los medios no lucrativos Desintermediation and participation. The journalists and publics new roles in non profit media Páginas 115 a 133 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
En la Argentina2, a partir de la profunda crisis estructural de 2001-2002, las experiencias de organizaciones de la sociedad civil que impulsan democratizar las comunicaciones se multiplicaron notablemente: medios alternativos, veedurías y observatorios de medios, alianzas entre organizaciones para controlar la vigencia de los derechos de comunicación o para impulsar reformas legales en el área y colectivos de militantes que ofrecían servicios de comunicación a organizaciones sociales. Desde entonces, la comunicación comienza a aparecer como una problemática de creciente importancia en la agenda pública tanto gubernamental como de los movimientos sociales. De este modo, el debate sobre políticas nacionales de comunicación se actualizó en 2004 impulsado por organizaciones de la sociedad civil y, a partir de 2008, impulsado por el Gobierno nacional, proceso que tuvo un momento cúlmine en 2009 con la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Estas prácticas que propusieron diferencias –de adaptación o ruptura- con respecto a lo dominante en el campo de la comunicación mediática, constituyeron opciones realizadas por los agentes que las produjeron, en el marco de las luchas por la definición de las reglas de juego en ese campo. Estas prácticas y las variaciones en sus pretensiones de radicalidad con respecto a la reforma de las reglas de juego del sistema comunicacional global, implicaron nuevos modelos comunicacionales. En particular, cuestionaron y reconfiguraron los roles de los sujetos de la comunicación: el productor o periodista profesional y los públicos. Por eso, implicaron diferentes niveles de radicalidad también con respecto a la pretensión de desintermediación y horizontalización del proceso comunicacional. En general, en estas propuestas, el periodista y el comunicador profesional perdían protagonismo y capacidad de acción, al tiempo que los ganaba el público construido como participante activo. Esto implicó una ampliación de los
sujetos autorizados para hablar en el espacio público mediático y, por lo tanto, también un ensanchamiento de las modalidades expresivas legítimas y de los tópicos considerados aceptables3. Estas estrategias apelaban al valor de la participación que, junto con el acceso, la pluralidad, la diversidad y la equidad, constituyen valores fundamentales de una comunicación democrática, tal como la definieron el Informe MacBride (1980)4 y la tradición latinoamericana de estudios sobre políticas de comunicación (ver, por ejemplo, Pasquali, 1991a y 1991b), y como la retoman en este nuevo siglo teóricos y militantes del campo comunicacional. Abordamos este objeto desde una perspectiva teórico-metodológica interdisciplinaria que nos permite analizar las prácticas discursivas desde un enfoque socio-histórico, diferente de los explorados hasta el momento en el área. Una de las principales características de este enfoque, es la de abordar los discursos como prácticas, lo que lleva a plantearse la pregunta acerca de los agentes que las producen por una parte, y de las condiciones dentro de las cuales llevan a cabo el proceso de trabajo y producción de los discursos, por otra. Se plantea que los discursos encuentran el principio de comprensión/explicación (Costa, 2010) en el lugar que define la identidad social de los agentes que los producen (Mozejko y Costa, 2002). No se niega la incidencia que pueden tener en las opciones dis- 117 cursivas los valores y convicciones esgrimidos por los agentes como razones de sus prácticas; se plantea, sin embargo, como hipótesis, que las opciones que caracterizan los discursos encuentran una mayor eficacia explicativa al relacionarlos con la posición relativa de poder que define a los agentes que producen las prácticas más que con sus ideas y principios. Es por esto que la probabilidad de las prácticas discursivas de generar efectos sociales no depende tanto de las razones y argumentos desarrollados (la fuerza de la verdad), sino de las posiciones de poder relativo de
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los agentes sociales que las producen y luchan por imponer. En la aproximación que proponemos es entonces necesario analizar las características específicas de las prácticas producidas e identificar sus recurrencias y variaciones, establecer las condiciones objetivas que hicieron posible su emergencia, los intereses generales a partir de los cuales se constituyeron y consolidaron, las transformaciones de esas condiciones a lo largo de los años en relación con el proceso social global de la sociedad argentina en el período estudiado, y reconstruir las posiciones y trayectorias de los agentes que las produjeron. Por eso, en primer lugar, reconstruiremos las condiciones objetivas de producción de las prácticas analizadas por un lado, y las posiciones y tomas de posición de los agentes colectivos participantes del sistema de relaciones por el otro. En segundo término, caracterizaremos las tomas de posición de las organizaciones sociales y medios alternativos analizados5. Luego, analizaremos específicamente las propuestas de transformación en los roles de los sujetos del proceso comunicacional -productores y públicos- que proponen. Finalmente, estableceremos la relación entre las prácticas analizadas y su lugar de producción: la competencia de los agentes que las produjeron y las condiciones sociales que se volvieron operantes 118 en el proceso de realización de estas opciones, en el horizonte de luchas por la definición de lo valioso en el campo. Las condiciones: De la crisis a la recomposición La Argentina inició el siglo XXI con el estallido de una crisis estructural de la economía que expulsó de la matriz productiva a millones de trabajadores y elevó los índices de pobreza, y una fenomenal crisis del sistema político, un “colapso de la confianza pública en el país” (Novaro, 2002: 9-30 y 31-106; Mocca, 2002: 253-288). Las nuevas condiciones favorecieron la mayor visibili-
dad de los movimientos sociales existentes, particularmente de las agrupaciones piqueteras, y potenció la emergencia de otras formas de auto-organización social: asambleas barriales, clubes de trueque, grupos de ahorristas, cartoneros, fábricas gestionadas por sus trabajadores, colectivos contraculturales y de contrainformación o comunicación alternativa. Estas nuevas organizaciones, según Svampa (2008a: 117118), expresaron “el mandato destituyente” de las jornadas de diciembre de 2001 –expresado en la consigna “¡Que se vayan todos y que no quede ni uno solo!”-e impulsaron un corrimiento a favor de la política como una dimensión originaria de lo social. Ante la crisis de las políticas neoliberales, la crisis de la democracia representativa y la crisis de credibilidad mediática a partir de 2001, la comunicación se torna necesaria para disputar nuevos sentidos y definiciones del orden social común. La aparición de nuevos actores socio- políticos (asambleas, piqueteros, ahorristas, cartoneros, cooperativas de trabajo en fábricas recuperadas, colectivos contraculturales y de contrainformación) conlleva la necesidad de disputar la visibilidad y los sentidos de la propia identidad y de las demandas para la presentación en el espacio público también mediático. El modo de organización y práctica política asamblearia, horizontal y no delegativa, implica la necesidad de articular prácticas en red con otros semejantes para construir poder “desde abajo”. Todo esto hace que las organizaciones sociales y políticas en general, además de los públicos / ciudadanos (o, en otros términos: la sociedad civil organizada colectivamente o los sujetos individuales desagregados), otorguen cada vez mayor relevancia a la cuestión comunicacional y la consideren inescindible de las disputas políticas. Las reglas de juego dominantes en el campo de la comunicación mediática estaban establecidas por el decreto-ley de radiodifusión 22.285 dictado durante en 1980 durante la última dictadura militar, y por sus
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modificaciones posteriores. Estas reglas privilegiaban a las empresas mediáticas de propiedad privada, en detrimento del sector público que mantenía un rol subsidiario, y del sector social-comunitario que estaba relegado a la ilegalidad. Los conglomerados de medios masivos de comunicación de propiedad privada concentrada hacían visibles las consecuencias de las crisis y los nuevos actores, pero éstos percibían restricciones en cuanto a las posibilidades de presentar su identidad y demandas en esos medios, para proponer nuevos sentidos del orden social y para articular con otros semejantes. Por su parte, el Estado padecía una profunda crisis institucional mientras actuaba en salvataje de los grandes grupos mediáticos privados en crisis financiera, procuraba pero no lograba cambiar su rol por uno complementario como prestador de radiodifusión, y tomaba medidas represivas con respecto al sector social. En esas condiciones, el sector social fue el que buscó dar respuesta a las demandas comunicacionales de los nuevos actores movilizados. Frente a esas fuertes restricciones para ejercer el derecho a la comunicación la participación en la esfera pública dominante controlada por las corporaciones mediáticas con el apoyo del Estado, optó preferentemente por estrategias adaptativas y alternativas. En 2003, se abre una nueva etapa caracterizada por la recomposición institucional en el país, la relativa desmovilización de los sujetos colectivos protagonistas del período anterior y el regreso de la política a los canales institucionales. Entonces, desaparecen las organizaciones que impulsaban estrategias adaptativas y se produce una crisis de los medios alternativos vinculados a la movilización social, cuya cantidad y niveles de actividad decrecen. Los medios alternativos que persisten en el período son los pertenecientes a instituciones tradicionales y los que surgen nuevos lo hacen en relación a experiencias internacionales y ya no directamente vinculados a la realidad social
del país. Al mismo tiempo, surgen nuevas experiencias vinculadas a la comunicación como servicio público, cuya máxima expresión –como veremos más adelante- fue la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Estas propuestas de un modelo de servicio público de comunicación se vinculan con la recuperación institucional del Estado y las instituciones representativas. Sin embargo, en estas alianzas que postulan a la comunicación como un derecho humano, persisten aprendizajes de la etapa anterior como la organización en red o alianzas horizontales y no delegativas. Finalmente, un tercer período se inicia en marzo de 2008 y está caracterizado por la inclusión de la cuestión comunicacional en la agenda gubernamental. En esta etapa, en un inédito marco de enfrentamiento con los medios y de movilización social y debate alrededor del tema, se discute y aprueba una nueva ley de servicios de comunicación audiovisual que se fundó en la propuesta de la Coalición y reemplazó al antiguo decreto-ley de radiodifusión. Así, a partir de 2008, el modelo de comunicación como servicio público llegó a imponerse en la agenda gubernamental y social en vistas a un Estado consolidado institucionalmente al que la Coalición por una Radiodifusión Democrática apelaba como aliado para llevar adelante su propuesta. Ese Estado contaba en este período con una gestión contingente de gobierno que había prometido refor- 119 mar la ley de radiodifusión en su plataforma electoral y había designado funcionarios que simpatizaban con esa propuesta. Su política de comunicación tendía a privilegiar instancias de “comunicación directa” sin la intermediación de los periodistas. Además, funcionarios de tercera línea del área de comunicación y organizaciones sociales aliadas del gobierno como los organismos de derechos humanos participaban en la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Este gobierno, además, enfrentó un conflicto con productores agrarios y con los medios de comunica-
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ción de masas de propiedad privada, que cuestionaba su representatividad, por lo que necesitó también establecer nuevas alianzas para fortalecer su legitimidad y, en ese marco, se dio una confluencia de intereses con los de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Por su parte, las empresas mediáticas se encontraban en una situación de fragilidad ante la amenaza del probable avance de las más poderosas empresas transnacionales de telefonía como competidoras. Además, la convergencia digital, si bien para el sector social implicaba el riesgo del avance como prestadores de radiodifusión de agentes aún más poderosos que los hasta entonces privilegiados en el campo, conllevaba también la posibilidad técnica de contar con mayor cantidad de señales de transmisión y, por lo tanto, la potencialidad de tener mayor cantidad de emisores. El cuarto período se abre a partir de 20106 con la entrada en vigencia de la ley sancionada meses antes. El gobierno privilegia el conflicto con los grandes grupos de medios, especialmente Clarín, al impulsar el resistido cumplimiento del artículo que ordena desinvertir a los medios que exceden los límites a la concentración que la Ley establece. Por lo tanto, concentra sus esfuerzos en uno de los aspectos centrales que la ley establece: la desmonopolización. Asimismo, fomenta de diversos modos la producción audiovisual, 120 otorga las licencias de medios estatales, de pueblos originarios y de baja potencia y desarrolla la televisión digital terrestre. En tanto, se retrasan los avances vinculados a la ocupación del 33 por ciento del espectro radioeléctrico por parte de medios sin fines de lucro: se suspendieron los concursos de licencias de televisión digital para medios con y sin fines de lucro que se habían llamado en 2010, no se dieron a conocer los resultados del censo de estas entidades realizado ese mismo año, no se dio a conocer el monto ni el modo en que se repartirá el 10 por ciento de la recaudación de la AFSCA que la norma establece que debe destinar-
se a “proyectos especiales” de radios comunitarias, de frontera y pueblos originarios (ver Segura, 2013). Las experiencias: De lo alternativo a lo público Las prácticas de las organizaciones de la sociedad civil que impulsaron de algún modo la democratización de las comunicaciones en la Argentina entre 2001 y 2010 tienen en común la opción estratégica de impulsar cambios en las reglas de juego en el campo de la comunicación mediática, en el que estos agentes colectivos tienen escasa posibilidad de palabra. Las organizaciones de la sociedad civil ocupan, en el campo de la comunicación mediática, un lugar de menor poder relativo con respecto a los medios masivos de propiedad privada y también con respecto al Estado, los otros dos sectores de la radiodifusión. Por lo tanto, las propuestas de modificación de las reglas de juego que elaboran, tendrían como consecuencia, si lograsen éxito, la redefinición del poder relativo de los agentes que intervienen en este campo. Si bien todas las prácticas analizadas plantearon una diferencia con respecto a las reglas dominantes en el campo, implicaron pretensiones diferenciadas de radicalidad respecto de la reforma del sistema de la comunicación mediática7. Las opciones de estos agentes sociales pueden entonces clasificarse de menor a mayor radicalidad: desde la adaptación a las reglas de juego existentes, la producción o modificación de las reglas de juego al interior del propio medio, o la propuesta de modificación de las reglas de juego del sistema comunicacional global. Así, optaron por estrategias de adaptación a las reglas de juego existentes los colectivos de comunicadores que asesoraban a movimientos sociales para lograr mayor eficacia en sus intentos de aparición en los medios masivos de comunicación de gestión privada, aprovechando sus “brechas” o “fisuras”, con el objetivo de hacerse visibles como sujetos e incluir sus demandas y propuestas en la agenda mediática. Par-
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tían de una naturalización del sistema de medios masivos existente, que convivía con una conciencia crítica de que eran funcionales al poder, pero también una conciencia de la propia impotencia de encarar modificaciones en ese sistema. Postulaban, entonces, la necesidad de que los actores excluidos de las posibilidades expresivas y de acceso a la información se adaptasen a las reglas de juego impuestas por esos medios, para lo cual recibían el apoyo de profesionales expertos en el tema y solidarios con sus luchas. Implicaba un modelo instrumental de la comunicación concebida como herramienta en las disputas sociales. En la ciudad de Córdoba8, estos fueron los casos de SOS País9 y Comunicadores Solidarios10. Por otra parte, las opciones de producción (o modificación) de las reglas de juego al interior del propio medio -sin que ello implique un cambio de las reglas de juego del sistema comunicacional global-, si bien planteaban una ruptura con el sistema comunicacional existente para construir una alternativa de producción comunicacional y de trabajo particular, no implicaban necesariamente –en principio- una propuesta de cambio de las reglas de juego generales de dicho sistema. En estos casos, en particular en la primera etapa (2001-2003), los agentes produjeron estrategias de comunicación alternativa como respuesta a exclusiones dentro de las esferas públicas dominantes, por lo que contribuyeron a extender el espacio discursivo e implicaron una ampliación de la confrontación discursiva. En estos medios alternativos, se participaba de la disputa por la redefinición del qué de la esfera pública, de los tópicos que eran considerados públicos y se pugnaba por la inclusión de temas antes considerados privados (Fraser, 1997), hasta tanto estuvieron dadas las condiciones (en el segundo y tercer período: 2003-2008 y 2008-2010) para disputar en la esfera pública oficial. Entre estas experiencias pueden identificarse dos tipos: 1. Los medios alternativos que fueron impulsados
por organizaciones sin fines de lucro (ONG, gremio de prensa, agrupación estudiantil universitaria, otros grupos y colectivos): prácticas que pretendieron permitir la existencia pública de actores que no tenían cabida en otros medios para que interpelasen a otros actores potenciales aliados en sus luchas y a otros antagónicos a quienes se enfrentaban. En Córdoba, esos medios alternativos fueron: los sitios web Cordobanexo11, Infored12, Prensared13 e Indymedia Córdoba14, la Radio Revés15 y las revistas La Intemperie16 y La Orilla17. Todos estos medios integraron la Red Alternativa de Medios (RAM)18. 2. Los medios que fueron impulsados por cooperativas de trabajo en empresas mediáticas recuperadas por sus trabajadores que pretendieron disputar, desde otro modelo productivo, su participación en el mercado –como el diario Comercio y Justicia19 - y los medios que pretendieron constituirse como PYME y disputar su participación en el mercado desde otro modelo comunicacional –como el sitio Sosperiodista20. Finalmente, optaron por proponer modificaciones de las reglas de juego del sistema comunicacional global, las experiencias basadas en el modelo de la comunicación como derecho humano universal, bien social y, por lo tanto, servicio público. Desde esta perspectiva, la comunicación se presenta como esencial para la política, la democracia y la ciudadanía. La desarrollaron de diversos modos articulaciones y alianzas 121 entre organizaciones sociales, medios comunitarios y alternativos, e instituciones estatales autónomas; experiencias ligadas a la consolidación institucional de la política representativa en la medida en que reconocían, reivindicaban y requerían del Estado como regulador del orden social y responsable de garantizar el derecho a la comunicación, pero recuperaban también la politización social asamblearia. Entre ellas, se distinguen: 1. Una variante defensiva y de control del cumplimiento de los derechos a la comunicación y denuncia
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de sus violaciones. Estos fueron los casos de la Comisión de Seguimiento y Control de la Libertad de Expresión (COMIPREN)21 y del Observatorio Ciudadano de Medios de Comunicación de Córdoba22. 2. Una variante ofensiva y propositiva que formula iniciativas ciudadanas para reformas legales y propuestas de reglamentación. La máxima expresión de esta opción fue la Coalición por una Radiodifusión Democrática que a nivel nacional surgió en 200423. La Coalición fue el avance más importante que se realizó en la Argentina en las propuestas ciudadanas para la democratización de las comunicaciones. Su relevancia radica en que: fue la más amplia alianza por la democratización de las comunicaciones conformada por organizaciones y personalidades del país, que incluía a todos los agentes del campo comunicacional que buscaban un cambio en las reglas de juego del sistema mediático, junto a actores que intervenían en otros ámbitos de lo social; lograron consensuar una propuesta integral común (los 21 Puntos Básicos por una Nueva Ley de Radiodifusión para la Democracia); esa propuesta fue la de mayor radicalidad de las concebidas en el período objeto de análisis de esta tesis; y también en que se impuso como ley. Además, fue la primera red de este tipo constituida en Latinoamérica. Ante el nuevo espacio de posibles abierto por la Ley 122 26.522, la re-bautizada Coalición por una Comunicación Democrática continúa participando de los espacios institucionales que la nueva ley instituyó como el Consejo Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (COFECA) y de mesas de trabajo con la AFSCA y la recientemente creada Defensoría del Público para impulsar las demandas del sector vinculadas fundamentalmente a su sostenibilidad. Además, se crearon nuevos agrupamientos de medios no lucrativos como el Espacio Abierto de Televisoras Populares, Alternativas y Comunitarias24 que se conformó en 2011 para reclamar por políticas adecuadas para el sector. Asi-
mismo, canales y productores audiovisuales del sector social se agruparon para producir de manera federal, comprar insumos y negociar publicidad de manera conjunta para abaratar costos, incrementar los ingresos y multiplicar pantallas y capacidad de producción. Las dos experiencias a nivel nacional de ese tipo son la FECOOP-TV y Trama Audiovisual25. Las propuestas: Desintermediación y participación En las condiciones de principios del siglo XXI en la Argentina y a partir del cambio en los criterios de valoración social, también en comunicación primaba un ánimo refundador: se cuestionaron los viejos modelos profesionales y se ensayaron múltiples nuevos modos de ser comunicador. Así, un aspecto relevante de las propuestas formuladas fue la modificación del lugar de los sujetos en relación con el valor de la participación. En particular, al cuestionar y reconfigurar los roles del comunicador, periodista o productor profesional, reconfiguran también el papel de los públicos. El periodista y comunicador profesional pierden protagonismo y capacidad de acción, al tiempo que los gana el público, en una tendencia a la desintermediación. Esto implica –como se dijo- una ampliación de los sujetos legitimados para hablar en el espacio público mediático y, por lo tanto, también una ampliación de modalidades expresivas legítimas y de tópicos considerados aceptables. Sin embargo, el límite para esa desintermediación es la propiedad y la gestión del medios, es decir que los periodistas y comunicadores profesionales se reservan el control –por propiedad y administración- del recurso crítico que constituye el medio de comunicación, aunque permiten un mayor acceso y participación de sus usuarios. Estas estrategias apelan al valor de la participación que, junto con el acceso, la pluralidad, la diversidad y la equidad, constituyen valores fundamentales de una comunicación democrática, tal como la definieron
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el Informe MacBride (1980) y la tradición latinoamericana de estudios sobre políticas de comunicación, y como la retoman en este nuevo siglo teóricos y militantes del campo comunicacional. La participación busca conformar una ciudadanía que sea sujeto de políticas de comunicación y no mero objeto de las mismas (Mastrini y Aguerre, 2007: 44). Una de las dimensiones de la participación es la producción de contenidos en los medios de comunicación, de tal modo que se constituye en condición para la efectivización de los valores de la pluralidad y la diversidad (ver Pasquali, 1991a y 1991b). En las configuraciones de los papeles del público y del periodista o del comunicador profesional, realizadas por las experiencias analizadas, se registraron variaciones según los niveles de radicalidad de las propuestas. En las estrategias adaptativas (Comunicadores Solidarios y SOS País) construyeron al público como incompetente en términos comunicacionales, al que es necesario transmitirle un saber hacer para que pueda volverse activo y que sus prácticas comunicacionales resulten rentables. Apelaban a la participación de actores colectivos organizados, representados por sus “corresponsales populares”. El comunicador es construido como un asesor experto, el que sabe hacer y sabe hacer hacer. Se construye un rol tradicional de asesor de prensa y de “nexo” o agente de prensa entre la organización y los medios, pero esta vez al servicio de nuevos sujetos las organizaciones sociales y ya no actores del sector privado o del estatal. Sin embargo, las propuestas de Comunicadores Solidarios y SOS País tienen algunas diferencias. En SOS País se defendía el papel del profesional de la comunicación para realizar sus tareas específicas dentro de las organizaciones sociales (Maldonado E, 2008)26. En Comunicadores Solidarios, por el contrario, se impulsaba a que los integrantes de las organizaciones adquirieran el saber hacer comunicacional necesario
para tener medios propios e incidir en los medios masivos (Fernández E, 2008). En el período 2001-2003, algunos de los nuevos modelos proponían continuar con los roles tradicionales del periodista y del asesor de prensa, pero al servicio, ya no de los sectores de mayor poder político y económico, sino de los nuevos actores sociales movilizados27; mientras que en otros casos, se propone un nuevo rol del comunicador como articulador o facilitador de redes; o como dueño, director y gestor del medio, en los que los antiguos públicos aparecen como actores y productores de comunicación. La redefinición del rol del comunicador en este período de fuerte movilización social, implica también una reubicación del profesional frente a las organizaciones sociales. Esta tensión fue característica del período incluso entre periodistas de medios masivos28. “Había un desconocimiento tan grande” de los periodistas de medios masivos sobre el universo de las organizaciones sociales. El desconocimiento iba acompañado de la desconfianza y la necesidad de “chequear quién es quién” procurando superar la visión romántica sobre la sociedad civil que predominaba en aquellos años (Maldonado E, 2008). En tanto, la mayoría de las organizaciones sociales desconocía la lógica de los medios “que no tiene absolutamente nada que ver” con la suya: “las organizaciones ponen el acento en los procesos; en cambio los medios ponemos el acento 123 en los resultados” (Maldonado E, 2008). “[M]ás allá de las caracterizaciones que uno puede tener sobre los medios, que visibilizan lo que quieren visibilizar e invisibilizan una gran cantidad de cosas… también está esto otro: si vos no les decís que vengan, no les mandás una gacetilla, o no los ponés en escena… milagros no hay.” (Fernández E, 2008).
Por otra parte, en las estrategias alternativistas se registran diversas configuraciones del público y de los
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periodistas o comunicadores profesionales. En algunas (Infored, La Orilla, La Intemperie29 y, en menor medida, en Radio Revés y Prensared), predomina la concepción tradicional del público como un sujeto relativamente pasivo, cuyas posibilidades de participación expresiva e informativa son restringidas (como fuente de información o con “cartas del lector”), y la correlativa figura del periodista profesional como productor de la información y mediador necesario en el proceso de comunicación entre la sociedad y el Estado u otras instancias de poder. La diferencia estriba en la construcción de ese sujeto privilegiado beneficiario de la acción: los actores colectivos movilizados. “Prensared tuvo su impulso inicial en esa historia de que nosotros no hacemos prensa propia. (…) y la idea es tener un medio propio (…) se trata el tema de la censura, (…) no sólo a la discriminación informativa, a las cosas que emite el CISPREN (…) sino la censura dentro de las redacciones también, la necesidad de tener un ámbito donde los periodistas puedan publicar los temas que no les permiten publicar en sus empresas.” (Oliva E, 2008)
En el período 2003-2008, durante el debate sobre el perfil que debían tener las revistas La Intemperie y La 124 Orilla, se puso en discusión el rol profesional. En los dos casos se reivindicaron figuras tradicionales: en La Orilla la del periodista mediador y, en La Intemperie, la del intelectual que interviene públicamente, pero ahora, los dos comprometidos con las problemáticas socio-políticas de su tiempo. “…el periodismo de cuello blanco (…) En La Orilla dijimos ‘hacemos periodismo que mete las patas en el barro’. (…) en esta disputa que teníamos con La Intemperie (…) ‘Queremos hacer un periodismo que realmente se comprometa con las cosas que está di-
ciendo, no intelectualizar todo’. Hoy (…) Uno debería analizar si una revista puede ser un espacio militante también. (…) fue una pretensión.” (Taborda Varela E, 2008) “Había una disputa. (…) El criterio cuando estaba por lanzar La Orilla tenía que ver con La Intemperie como lógica: ‘Estamos al margen, miramos las cosas desde acá’. Pero la idea era competir en el sentido de ‘Vos creés que hay que hacer cosas elitistas y yo creo que hay que hacer las cosas populares, masivas’. (…) no me gustaba cierto populismo, esta mirada facilonga, política, esta cosa de periodismo.” (Schmucler E, 2009)
En otras (Cordobanexo, Prensared, Indymedia30, Sosperiodista, en algunos espacios ad hoc en la programación de Radio Revés y en la red de corresponsales populares de Infored), predomina la visión de un público que tiene algo para comunicar y sabe cómo hacerlo, por lo que puede convertirse en productor de información. De modo concomitante, se reduce el protagonismo del periodista o comunicador profesional como productor y se lo construye como articulador, facilitador o promotor de redes de comunicación; o como administrador de los sitios, que edita las notas que recibe, capacita a los que producen las noticias y produce sólo de modo subsidiario. “Los periodistas, la gente que trabajábamos en comunicación, veíamos que había una efervescencia social y que podíamos (…) cambiar el lugar clásico del periodista, que estaba como mediador entre distancias sociales complejas, (…) por un nuevo papel social que tiene que ver con este nuevo siglo y que es el periodista como facilitador, promotor de redes sociales de comunicación.” (De Pascuale E, 2009)
Por otra parte, en el período 2001-2002 en Cordobanexo, Prensared y Radio Revés predominaron las
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apelaciones a los públicos como actores colectivos. A estos nuevos productores de información, se les propone que realicen sus prácticas en representación de colectivos: en tanto corresponsales populares que representan a una organización social. En cambio, en el período 2003-2008, Indymedia y Sosperiodista le formulan la propuesta a un actor individual que puede o no formar parte de una organización social. En Indymedia y Sosperiodista los cambios en el productor de las noticias (los ciudadanos, las personas), el modo de tratamiento (en primera persona), los temas de agenda informativa (los que los medios y agencias informativas ignoran, distinta de la de los medios tradicionales) y el periodista profesional (que pasaría a editar notas y administrar estos espacios) implicaron la apertura de una nueva alternativa de producción de información y de medio de comunicación. La contracara del cuestionamiento a la intermediación del comunicador y de la redefinición del rol profesional del comunicador como productor exclusivo de la noticia y como imprescindible mediador de la información social, fue la redefinición del papel del “público” pensado no sólo como activo y participativo, sino como productor. Sin embargo, el tránsito de receptor pasivo a productor activo es un pasaje que se manifestó complejo y no estuvo exento de dificultades. Los impulsores de Sosperiodista e Indymedia debieron vencer la resistencia de los “periodistas ciudadanos” o los “corresponsales”, a escribir por temor a la “incorrección”. Quienes participaban, lo hacían de acuerdo con lo que habían aprendido en su larga experiencia cultural como públicos de los medios masivos de comunicación: en lugar de producir, se asumían como fuentes de información de los periodistas profesionales; participaban del único modo en que los medios masivos les permiten la participación, a través de una carta de lectores en los diarios de papel o de un comentario en los medios digitales; cuando cronicaban una historia, lo hacían imitando el estilo de los
medios masivos (“La gente se esforzaba por escribir bien… como los diarios”) y de acuerdo a sus criterios de lo noticioso que asocia “noticia” a “primicia” y a tópicos relativos al poder económico y político, en perjuicio de los temas comunitarios cotidianos (Albera y Reineri E, 2008). En las estrategias alternativistas que recuperaron una empresa mediática como Comercio y Justicia, es el periodista el que pasa de ser productor de información a ser también dueño y gestor del medio. Así, se amplía la participación de los tradicionales productores de información a la conducción del medio. En tanto, en las propuestas de comunicación como servicio público (COMIPREN, Observatorio y Coalición), el tránsito se produce del público o productor al sujeto acreedor de derechos. El público, en estos casos, no sólo tiene algo para informar y sabe cómo hacerlo, sino que va por más: elige dónde y cómo hacerlo. Es configurado también como sujeto activo en la lucha por la reivindicación, vigencia o ampliación de sus derechos a la comunicación. Los periodistas (y los propietarios de medios) tienen no sólo los derechos de acceso a la información y de libertad de prensa inherentes a su profesión, sino que también tienen obligaciones que cumplir para garantizar el derecho a la comunicación de todas las personas. Sus derechos deben ser defendidos frente a los gobiernos y las empresas de medios y, a su vez, debe garantizarlos a 125 sus públicos y ciudadanos31. Además, en estas organizaciones, el comunicador propone, impulsa, orienta, coordina y habilita espacios. En el planteo de la COMIPREN, el periodista es acreedor de derechos de acceso a la información y de libertad de expresión no sólo en tanto son inherentes a su profesión, sino también en la medida en que es depositario de los derechos a la comunicación de los integrantes de la sociedad. De allí que en el Observatorio se enfatice que tiene obligaciones que cumplir para contribuir a hacer efectivo el derecho a
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la comunicación de todas las personas. Sus derechos –y los de la sociedad de los que es depositario- deben ser defendidos frente a los gobiernos y las empresas de medios, y para hacerlo es conveniente articularse con otros. En el Observatorio se reconfigura también el papel de los medios de comunicación que pasan a tener obligaciones que cumplir frente a sus públicos, sea cual fuere su tipo de propiedad (estatal, social o privada). En contrapartida, se reformula también el lugar del público, a quien se construye como acreedor del derecho universal a la comunicación y un potencial defensor activo de su derecho a comunicar. Este planteo se profundizará en los años siguientes en la propuesta de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. En las propuestas de articulación posteriores a partir de la entrada en vigencia de la Ley en 2010, se fortalece y se enriquece esta tendencia. Se habla de un sujeto nacional plural debido a la diversidad de sector social, procedencia geográfica, género, generación, etc. Los agentes: La construcción de la fortaleza Postulamos, como hipótesis, que las propuestas –adaptativas, alternativistas o públicas- de los agentes en cuyos discursos puede leerse una pretensión de democratizar las comunicaciones en la Argentina 126 entre 2001 y 2010 constituyen estrategias que tienen como principio de comprensión/explicación la capacidad de incidencia (poder relativo) que, según su lugar, poseen los agentes que las producen. Al analizar los agentes que produjeron las prácticas al nivel del sector –estatal, privado o social-comunitario- al que pertenecen, constatamos que la pretensión de reforma del sistema comunicacional es inversamente proporcional al poder relativo del sector social (al que pertenecen los agentes -colectivos e individuales- cuyas prácticas se analizaron) con respecto al sector privado (empresas de medios masivos de
comunicación) y al sector estatal. Cuanto menor es el poder relativo del sector (organizaciones de la sociedad civil), mayor es su pretensión de cambiar las reglas de un juego en el que carecen del control de la palabra –estaban excluidas legalmente de la posibilidad de brindar servicios de radiodifusión y tienen menores probabilidades de poder llevar adelante servicios de prensa debido a la escasez de recursos económicos con que cuentan-. En general, todos los agentes colectivos (organizaciones sociales) de Córdoba que propusieron los diferentes niveles de reforma de las reglas del sistema comunicacional que hemos considerado ocupaban una posición marginal con respecto a los propietarios de empresas mediáticas y al Estado32, por lo que proponían crear un espacio alternativo con sus propias reglas o cambiar las reglas de juego del sistema comunicacional global, para así aumentar su probabilidad de incidir en el espacio público. Al situar el análisis al nivel de los agentes colectivos (organizaciones sociales) que integran el sector social, estamos en condiciones de afirmar que la pretensión de reforma del sistema comunicacional es directamente proporcional al poder relativo de los agentes colectivos. A saber: • Cuanto menor es el poder relativo de los agentes colectivos (organizaciones), menor es la pretensión de cambio de las reglas de juego del sistema comunicacional. Los agentes colectivos que propusieron estrategias adaptativistas (SOS País y Comunicadores Solidarios) y algunos de los que propusieron la construcción de medios alternativos (Cordobanexo, Infored, La Intemperie, La Orilla, Indymedia, Sosperiodista) eran los de menor nivel de institucionalización (grupos o colectivos informales y ONG –en el caso de Infored- de reciente constitución, con escasa cantidad de integrantes, financiamiento discontinuo y funcionamiento autónomo y autogestivo). Cuanto mayor es el poder relativo de los agentes colectivos (organizaciones), mayor es la pretensión de
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cambio de las reglas de juego del sistema comunicacional. Los agentes colectivos que propusieron reformas del sistema comunicacional global (COMIPREN, Observatorio, Coalición) y algunos de los que produjeron reglas propias en medios alternativos (Prensared, Radio Revés) o modificaron las reglas de juego en su propio medio (Comercio y Justicia)33 eran instituciones “tradicionales” del sector social, consolidadas en términos de financiamiento, normas y rutinas de funcionamiento, saberes acumulados y transmitidos, y prestigio social (gremio de trabajadores de prensa, cooperativa de trabajo, universidad, medios de gestión estatal, organismos de derechos humanos). Además, considerando la debilidad relativa del sector con respecto a las empresas privadas de medios masivos de comunicación y al Estado, los agentes colectivos con mayores pretensiones de cambio de las reglas de juego del sistema comunicacional global, procuraron mejorar sus posiciones de poder relativo y, por lo tanto, su capacidad diferenciada de relación para impulsar estrategias de incidencia en el Estado y la sociedad, por medio del establecimiento de alianzas inter-institucionales. Finalmente, al analizar el nivel de los agentes individuales que lideran, representan o dirigen esas organizaciones sociales, verificamos que la pretensión de cambio de las reglas de juego del sistema comunicacional es directamente proporcional al poder relativo de los agentes individuales. A saber: • Cuanto mayor es el poder relativo de los agentes individuales (dirigentes) en sus espacios institucionales específicos (universidad, gremio, organizaciones), mayor es la pretensión de cambio de las reglas de juego del sistema comunicacional. Los agentes individuales (dirigentes) que propusieron cambios (COMIPREN, Observatorio, Coalición) y los que impulsaron la mayoría de los medios y redes alternativas (Radio Revés, Cordobanexo, Prensared, La Intemperie, La Orilla, RAM) ocupaban posiciones
de mayor poder relativo en sus espacios institucionales específicos (universitario, gremial de trabajadores de prensa y de estudiantes universitarios de comunicación, de medios de gestión estatal y organizacional). Estas posiciones les habrían asegurado mejores posibilidades de acción debido a la disponibilidad de recursos y la capacidad de toma de decisiones para llevar adelante estas experiencias. Además, dadas sus posiciones, la elaboración de la propuesta les habría acarreado menores riesgos de sanciones, permitido articular con agentes en posiciones similares de otras organizaciones, facilitado diferenciarse de sus oponentes internos, generar reconocimiento y, por lo tanto, mantener o mejorar sus posiciones de poder relativo. Los agentes colectivos que llevaron adelante las propuestas, estuvieron en condiciones de hacerlo –entre otros factorescuando los agentes individuales con orientaciones a hacer en el sentido de las reformas propuestas, asumieron su conducción. • Cuanto menor es el poder relativo de los agentes individuales, menor es su pretensión de cambio de las reglas de juego del sistema comunicacional. Los agentes individuales que propusieron adaptarse a las reglas de juego existentes (SOS País y Comunicadores Solidarios) y algunos de los que impulsaban la producción de las propias reglas en sus medios (Comercio y Justicia, Infored, Sosperiodista, Indy- 127 media) ocupaban posiciones marginales porque o bien eran empleados de las empresas privadas de comunicación masiva, organizaciones dominantes del sistema comunicacional, o bien estaban desempleados o subocupados. En estos casos, la posición de mayor debilidad relativa permite comprender las apuestas de menor riesgo que hicieron con sus estrategias. Además, su trabajo en organizaciones no gubernamentales, cooperativa, PYME o colectivo se presentaba también como una alternativa laboral o como un medio para mejorar su posición en el pro-
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pio empleo. Además, todos los agentes individuales considerados tenían trayectorias de militancia política partidaria, social, gremial, estudiantil, de política académica. Durante estas trayectorias, se insertaron en un sistema de relaciones que les permitió articular acciones tanto entre ellos como con agentes que trabajan en otras áreas de lo social. Además, habrían desarrollado competencias para emprender proyectos organizacionales autónomos, así como una orientación a hacer vinculada a los valores esgrimidos como fundamentos de sus prácticas. En tanto, con respecto a las entidades de mayor nivel organizativo conformadas a partir de 2010, el poder relativo de las cooperativas de servicios públicos y los gremios que conforman Fecoop-TV y Trama Audiovisual es mayor que el de los movimientos y organizaciones territoriales y estudiantiles del Espacio, tanto en términos de fortaleza institucional (por su desarrollo y trayectoria) como de recursos económicos y tecnológicos. Cabe destacar, sin embargo, que las tres entidades tienen experiencia profesional en la producción de contenidos y la prestación de servicios de comunicación audiovisual. Además, Fecoop-TV y Trama Audiovisual mantienen una alianza con el gobierno que se hace visible con la presencia de funcionarios en su conducción y el apoyo de organismos estatales a su creación –caso de Trama Audiovisual 128 impulsada por la Usina de Medios- y a sus actividades –en el caso de Fecoop-TV y sus producciones para el SATVD-T-. Por el contrario, el Espacio Abierto de Televisoras Populares, Alternativas y Comunitarias se constituyó para oponerse a las políticas gubernamentales en materia de comunicación, lo que los excluye del acceso al financiamiento estatal de modos directos e indirectos. Es decir que las opciones, además de ser valorativas, se vinculan con las posiciones de poder relativo y las posibilidades de incidencia que tenga el agente que las produce: van por más cuando más pueden o
menos tienen que perder o cuando ya pierden demasiado. En particular, en estas disputas por la redefinición del rol profesional en el marco de las luchas por la democratización del sistema comunicacional global en la Argentina en el siglo XXI, habida cuenta de sus posiciones y trayectorias, los productores de estas prácticas desarrollaron estrategias tendientes a redefinir las reglas de juego en el espacio público que se justificaban –entre otros factores- en la redefinición del deber ser del comunicador. Así, las tomas de posición sobre la intermediación entre los sujetos de la comunicación, sobre los roles de periodistas y comunicadores profesionales, y sobre los públicos, también guardan relación con el lugar de los agentes que las produjeron. Quienes defienden el rol tradicional del periodista, son en su totalidad periodistas profesionales (La Orilla), en varios casos también con trayectoria de militancia gremial (SOS País, Infored) y dirigentes del sindicato de prensa (Comercio y Justicia, COMIPREN); quienes impulsan la noción de derecho humano universal, pertenecen a la academia y al derecho (Observatorio); quienes proponen un papel activo de producción de los públicos en los medios, son periodistas desvinculados del gremio o de empresas mediáticas (Sosperiodista), académicos (Cordobanexo) y militantes sociales (Comunicadores Solidarios). En tanto, en las experiencias de producción post-2010 (FECOOP-TV y Trama Audiovisual) se congregan militantes, productores audiovisuales del sector social y cooperativas con experiencia en el campo. Las tomas de posición adoptadas por estos agentes guarda también relación con las condiciones en que fueron producidas. En el período de auge de la movilización social y de crisis institucional y de representación, las prácticas comunicacionales buscan articular actores sociales organizados y que hablen por ellos sus representantes. En tanto, en el período de recomposición institucional, se registra una pérdida de peso
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de la movilización social a medida que se reconstituye el vínculo de representación política de las instituciones republicanas, por lo que recupera protagonismo el ciudadano individual y su voto, lo que puede vincularse al público activo pero individual. Conclusiones Como quedó demostrado, en la Argentina, a partir de la profunda crisis estructural de 2001-2002, se multiplicaron los medios y organizaciones de la sociedad civil que impulsaron la democratización de las comunicaciones. El sector social era el más débil de los tres sectores que proveen servicios de comunicación mediática. Al llevar las de perder, propusieron cambios en las reglas de juego del sistema comunicacional, lo que implica –en definitiva- la construcción de nuevos modelos comunicacionales. En particular, cuestionaron y reconfiguraron los roles de los sujetos de la comunicación -el productor o periodista profesional y los públicos- e impulsaron la desintermediación y horizontalización del proceso comunicacional. Apelaron al valor de la participación que constituye uno de los principios fundamentales de una comunicación democrática, según la tradición latinoamericana de políticas de comunicación. Las tomas de posición analizadas de los medios y organizaciones sociales en las luchas específicas del campo comunicacional, estuvieron indisolublemente ligadas a las luchas por la democratización de otras áreas de lo social y son indisociables del estado de las relaciones de fuerza en el proceso social global. Por lo tanto, la opción por una estrategia con mayor o menor pretensión de radicalidad tiene que ver no sólo con los valores y principios esgrimidos como fundamentos de las prácticas, sino más bien con el estado de las relaciones de fuerza en el sistema comunicacional.
Notas 1. Este artículo presenta parte de los resultados de la tesis del Doctorado en Ciencias Sociales de la UBA, titulada “Las disputas por democratizar las comunicaciones. Las tomas de posición de las organizaciones sociales (Córdoba, 2001-2009)” defendida en 2011. Fue financiada con becas de postgrado de CONICET y con subsidios a proyectos de SeCyT-UNC. Fue dirigida por el Dr. Ricardo Costa y co-dirigida por el Dr. Martín Becerra. 2. Si bien los casos analizados corresponden a la ciudad de Córdoba, estamos en condiciones de afirmar que procesos similares se desarrollaron durante el período considerado (2001-2009) en, al menos, las otras principales ciudades de la Argentina (Buenos Aires, La Plata, Rosario). 3. Sin embargo, como veremos, el límite para esa desintermediación fue la propiedad y la gestión de los medios: los periodistas y los comunicadores profesionales se reservaron el control –por propiedad y administración- del recurso crítico que constituye el medio de comunicación, aunque permitieron un mayor acceso y participación de sus usuarios. 4. “[L]a democratización (…) es el proceso mediante el cual: i) el individuo pasa a ser un elemento activo, y no un simple objeto de la comunicación; ii) aumenta constantemente la variedad de mensajes intercambiados; iii) aumenta también el grado y la calidad de la representación social en la comunicación o la participación.” (MacBride y otros, 1980: 166) 5. Las tomas de posición de las organizaciones y medios analizados, se reconstruyeron a partir del análisis discursivo de sus documentos fundacionales y, de modo complementario, del examen de sus modos de intervención, de organización institucional y económica (Segura, 2011: 18-21). 6. El cuarto período se extiende hasta el momento de escritura de este artículo en agosto de 2013. Si bien esta etapa presenta importantes características referidas a las políticas de comunicación, queda fuera del análisis que aquí se realiza de los procesos de desintermediación y participación. 7. Cabe aclarar que, al hablar de radicalidad, nos referimos a la mayor o menor pretensión de reforma del sistema comunicacional en su conjunto (en las estrategias basadas en la noción de la comunicación como derecho humano, bien social y por lo tanto, público), a diferencia de la radicalidad en términos de ruptura con el sistema comunicacional existente para construir una alternativa particular, pero que no constituiría –en principio- una propuesta de cambio de las
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reglas de juego generales de dicho sistema (en las prácticas de comunicación alternativa). 8. Los casos a los que haremos referencia se produjeron todos en la ciudad de Córdoba, uno de los tres más grandes centros urbanos de la Argentina, sede de la universidad más antigua del país, cuyos intelectuales del campo comunicacional gozan de prestigio a nivel latinoamericano. 9. SOS País fue un proyecto de comunicación impulsado por una periodista y financiado por fundaciones empresarias, cuyo principal objetivo fue trabajar la capacidad de incidencia de las organizaciones sociales en los medios masivos de comunicación. Se inició en 2001 y decayó en 2004, aunque realizaron actividades hasta 2007. 10. Comunicadores Solidarios fue un colectivo conformado por estudiantes, militantes sociales y profesionales de la comunicación con la finalidad de asesorar comunicacionalmente a organizaciones sociales tanto para aparecer en medios masivos como para crear sus propios medios alternativos. Se reunieron en 2003 y lo desactivaron en 2009, mientras que en 2005 fundaron Indymedia Córdoba. 11. Cordobanexo fue un medio de comunicación digital que divulgaba las actividades de los movimientos sociales emergentes, especialmente de las asambleas barriales y que funcionaba –aunque no dependía institucionalmente- en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y era sostenido por docentes de esa institución. Surgió en 2002 y desapareció en 2004. Integraron la Red Alternativa de Medios (RAM). 12. Infored fue un medio de comunicación digital perteneciente a la ONG Asociación por el desarrollo de la Comunicación Social (ADCS). Publicaba noticias de las organizaciones y movimientos sociales, y estaba dirigido a funcionarios, académicos, ONGs y agencias de financiamiento. Surgió en 2002 y se desactivó en 2005. ADCS fue una asociación civil sin fines de lucro formada por periodistas y estudiantes de comunicación social cuyo principal proyecto fue Infored, aunque también realizaron capacitaciones e investigaciones. Desarrolló actividades entre 2002 y 2005. 13. Prensared es la agencia de noticias digital del Círculo Sindical de la Prensa de Córdoba (CISPREN). Surgió en 2002 y continúa. También integró la RAM y la Coalición por una Radiodifusión Democrática de Córdoba. 14. Indymedia Córdoba es un medio de comunicación digital global, en su versión local es impulsada por los integrantes de Comunicadores Solidarios. Se inició en 2005 y continúa.
15. Radio Revés es la radio de los estudiantes de la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC. Surgió en 2001 y continúa transmitiendo. Integra FARCO (Foro Argentino de Radios Comunitarias) y ARUNA (Asociación de Radios Universitarias de la Argentina). Integraron la RAM y la Coalición. 16. La Intemperie fue una revista mensual de debate intelectual impulsada, dirigida y financiada por un cineasta, hijo de un intelectual. Se publicaron 41 números entre 2003 y 2007. Integraron la RAM. 17. La Orilla fue una revista de periodismo de investigación, integrada por estudiantes y egresados de la Escuela de Ciencias de la Información y financiada por una PYME propietaria de una revista barrial. Se publicaron 6 números entre 2003 y 2004. Integraron la RAM. 18. La Red Alternativa de Medios fue impulsada por Radio Nacional e integrada por casi todos los medios alternativos surgidos en esos años, las radios comunitarias existentes, las emisoras públicas y la ECI- UNC, con el fin de potenciar prácticas de comunicación alternativa. Surgió en 2003 y desapareció en 2004. 19. Comercio y Justicia Editores Cooperativa surge en 2002 a partir de la recuperación por parte de sus trabajadores de la empresa que editaba el diario Comercio y Justicia. Continúa en actividad. Son miembros fundadores de DyPRA (Diarios y periódicos regionales de la Argentina) y de FADICRA (Federación asociativa de diarios cooperativos de la República Argentina). 20. Sosperiodista es un medio de comunicación digital en el que la información es producida por colaboradores voluntarios y no profesionales. Es editado por dos periodistas ex integrantes de Comercio y Justicia. Surge en 2006. 21. La COMIPREN surgió en 2004 y reunía a periodistas, juristas, docentes e investigadores de comunicación, con el fin de controlar el respeto de los derechos a la comunicación por parte de los medios masivos. Hicieron denuncias públicas y constituyeron un observatorio de medios. Mantuvo su actividad hasta 2009. 22. El Observatorio fue una organización perteneciente a la COMIPREN, de seguimiento de la vigencia de los derechos vinculados a la comunicación en los medios masivos de la provincia. Su trabajo fue ejecutado por el Programa de Estudios sobre Comunicación y Ciudadanía del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba.
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Estuvo en actividad entre 2007 y 2008. 23. La Coalición se conformó en Córdoba en 2008. La integran Radio Nacional, el gremio de prensa, la escuela universitaria de Comunicación Social, medios comunitarios y casi todos los medios sociales y organizaciones de comunicadores en actividad en ese año. Impulsaron en Córdoba, actividades acordadas por la Coalición a nivel nacional, de apoyo a las reformas legales y políticas públicas de servicios de comunicación audiovisual. 24. El Espacio Abierto de Televisoras Populares, Alternativas y Comunitarias nuclea a unas 15 televisoras: Barricada TV, Faro TV, Canal 4 Darío y Maxi, TV PTS, En Movimiento TV, Pachamérica TV Canal 5 de Jujuy, Cine Insurgente, Ojo Obrero, Silbando Bembas, CC La Yesca, Kermarak TV (página web EATAPC consultada en Nov. 2011). 25. La Federación Cooperativa de Productores de Contenidos Audiovisuales (FECOOP-TV) reúne a unas 70 organizaciones de producción audiovisual y Trama Audiovisual al momento de cierre de este artículo nucleaba a 55 canales cooperativos, pymes, mutuales y sindicales. 26. De aquí en adelante, las referencias que incluyan un apellido, la letra E y el año, remiten a una entrevista. Ver listado de entrevistados al final del texto. 27. Estas propuestas se vinculan con la del Periodismo Social que plantea que las fuentes periodísticas privilegiadas deben ser las del sector social en lugar de ser las vinculadas al poder político y económico (Cytrimblum, 2004). 28. Sobre este tema, ver también Segura, Córdoba y Nicolino, 2005. 29. Si bien La Intemperie no trabaja sobre la figura de un comunicador o periodista, sino con la del intelectual que tiene algo socialmente valioso para decir; su representación del proceso de comunicación se acerca más a esta última visión en la que hay emisores privilegiados en tanto legitimados para hablar, escribir, decir, y públicos pasivos. 30. El cambio de concepción que hizo el grupo de Comunicadores Solidarios que luego impulsaron Indymedia Córdoba, es paradigmático del tránsito en la concepción del público como incompetente al que sabe hacer. 31. Cabe apuntar que el caso de la COMIPREN en 2003-2008 es particular porque, si bien reconoce los derechos de todos a comunicar, propone sin embargo al periodista profesional como depositario (representante) de esos derechos de todos y, por lo tanto, insta a los ciudadanos a defender los
derechos a la comunicación de los periodistas. 32. Incluso la Coalición por una Radiodifusión Democrática, que formuló la propuesta de mayor radicalidad de las aquí analizadas y que estaba conformada por los agentes colectivos (instituciones) de mayor poder relativo dentro del sector social y por agentes individuales con prestigio y alta calificación, sólo logró reconocimiento/visibilidad pública y, por lo tanto, capacidad de incidencia, cuando uno de los otros dos sectores más poderosos (el gobierno a cargo del Estado) la reconoció y convocó, a partir de lo cual, lo hizo también el otro sector (los medios masivos de gestión privada). 33. Cabe recordar que -no casualmente, dada su pertenencia institucional- Prensared, Radio Revés y Comercio y Justicia son los medios que hicieron el tránsito de impulsar nuevas reglas de juego en sus propios medios (estrategia alternativista) a proponer reformas de las reglas de juego del sistema comunicacional global (modelo de servicio público).
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Entrevistados • Albera, Mario y Reineri, Analía: Sosperiodista • De Pascuale, Javier: Prensared • Fernández, José: Comunicadores Solidarios e Indymedia Córdoba • Maldonado, Aracely: SOS País • Mirad, Nahum • Oliva, Alexis: Prensared • Piccone, Néstor • Schmucler, Sergio: La Intemperie • Taborda Varela, Juan Cruz: La Orilla
Identificación del autor: María Soledad Segura. Argentina. Docente investigadora de la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba. Becaria post-doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Licenciada en Comunicación Social porla Universidad Nacional de Córdoba, Magister en Comunicación y Cultura Contemporánea por la Universidad Nacional de Córdoba y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. E-mail: sole_segura@yahoo.com.ar
Registro Bibliográfico: Segura, María Soledad. “Desintermediación y participación. Los nuevos roles de periodistas y públicos en los medios no lucrativos” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 115-133. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 29-06-2013 Fecha de aceptación: 20-08-2013
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“Vivir en la inseguridad”
Relatos sobre el delito y el control Por Maria del Rosario Sánchez rosariosanchezrod@gmail.com – Universidad de Buenos Aires, Argentina
Sumario:
Summary:
En los últimos años, bajo el impulso de lógicas y políticas del régimen neoliberal, la problemática del delito, hoy naturalizada en amplios sectores como “inseguridad”, constituye un tema de discusión arraigado en las agendas políticas, sociales y mediáticas. En los medios de comunicación, si bien la criminalidad no es un tópico “nuevo”, su delimitación, tratamiento y jerarquización han variado sustancialmente conformando una agenda marcadamente política. Partiendo de esta premisa, el presente trabajo se propone estudiar, a partir del estudio sincrónico de un corpus de noticias en la prensa gráfica hegemónica, los discursos sobre la “inseguridad” y el delito. Nuestro objetivo es el de analizar e interpretar en las representaciones sobre los sujetos y los territorios que allí se construyen los potenciales aportes a la instalación o desvirtuación de un debate crítico sobre la inclusión social y la integración nacional.
In recent years, under the impetus of neoliberal logics and policies, the problem of crime, now naturalized in many sectors as “insecurity”, constitutes an issue rooted in political, social and media agendas. In the mass media, although crime is not a “new” topic, its definition and treatment have changed substantially becoming an undeniable political agenda. On this premise, this paper attempts to study a corpus of “insecurity” and crime news in the hegemonic press. Our goal is to analyze and interpret the representations of subjects and territories that appear in these discourses and its potential contributions to the installation or distortion of a critical debate on social inclusion and national integration.
Describers: press, news, crime, insecurity, control
Descriptores: prensa, noticia, delito, inseguridad, control
“Vivir en la inseguridad”. Relatos sobre el delito y el control “Living in insecurity”. Stories about crime and control Páginas 135 a 149 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción En las últimas décadas, la problemática del delito, rotulada desde diversos sectores como “inseguridad”, ha ganado un lugar destacado en las agendas sociales, políticas y mediáticas, inscribiéndose en el circuito de la comunicación política. En este sentido, retomamos la definición que Dominique Wolton (1998) aporta sobre este campo de investigación y esfera de actividades, entendido como el espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de tres actores que legítimamente se expresan en público sobre la política, y que son los políticos, los periodistas y la opinión pública. A pesar de que la comunicación en general y la política en particular pasan tanto por los medios como fuera de ellos (Ford, 1994), no podemos desconocer que los mass media son hoy parte del poder y se constituyen en ámbitos privilegiados de esa comunicación; la vida institucional y la vida cotidiana pasan en gran medida por ellos y son espacio de las acciones y discursos de y para el poder (Martini, 2004). Dicho esto, nos interesa destacar que consideramos al crimen como un tema constituyente de la comunicación política; el delito posee en sí una condición inherentemente política: pone en juego relaciones de poder que se manifiestan en la aplicación de concepciones y decisiones diversas, y en la actualidad se vuelve capital en juego entre actores políticos, mediáticos y la sociedad, que debaten sobre la viabilidad/inviabilidad de su gestión por parte del Estado y sobre las modalidades posibles de controlar su alzamiento (Martini y Contursi, 2012). Si bien el crimen no constituye un contenido nuevo en los medios, en los últimos años deviene agenda destacada en los diferentes soportes, el caso más relevante quizá sea el de los órganos mediáticos considerados de referencia1, donde el delito pasa de ser un tema marginal a convertirse en uno de los principales tópicos de sus agendas.
Partiendo de esta premisa, este artículo se propone abordar, desde la teoría de la noticia2, pensada en el marco mayor de la teoría de la comunicación (Ford, 1994 y 2005), los discursos sobre la “inseguridad” en la prensa gráfica hegemónica argentina3. Nuestro objetivo es el de analizar e interpretar en esta agenda las representaciones que se difunden sobre el delito y sus posibles aportes a la instalación o desvirtuación de un debate crítico sobre la inclusión social y la integración nacional. Con este fin, registramos el total de las noticias policiales publicadas en los periódicos nacionales de mayor gravitación, a saber Clarín y La Nación4, en las secciones “Policiales” (Clarín) y “Seguridad” (LN5), durante febrero de 20136. A partir de los datos obtenidos (157 noticias en el primer diario y 210 en segundo) construimos un corpus conformado por un conjunto crónicas seleccionadas en función de la frecuencia de aparición de los tipos de delito, como se explicará en el trabajo. Como la propuesta es la identificación e interpretación de los sentidos de los discursos periodísticos sobre el crimen, la metodología que rige el trabajo es preponderantemente cualitativa, y se apoya en el análisis discursivo. Con el fin de complementar el estudio se recurre, en las ocasiones en que se considera necesario, al análisis cuantitativo para contextualizar la investigación y verificar la ocurrencia, recurrencia o 137 frecuencia de la información. Como estrategia para el abordaje de las noticias tomamos en cuenta dos ejes que consideramos centrales en su vertebración: los sujetos y los territorios, y rastreamos algunos de los modos discursivos7 en que son construidos por los diarios. La elección de la prensa como objeto de estudio remite al amplio reconocimiento social que este actor posee como voz autorizada y vigente en la instalación de la agenda del resto de los medios masivos de comunicación. A su vez, la selección de los dos periódicos citados se relaciona con su carácter de diarios de
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referencia en el país, que responde a su crecimiento como empresas y a sus amplias posibilidades de circulación, penetración en la sociedad y participación en la disputa social de sentido. Aclaramos que, dada la extensión del presente artículo, no nos proponemos plantear conclusiones definitivas ni generales, sino simplemente establecer tendencias que identificamos en la construcción noticiosa de estos medios sobre temas que nos atraviesan como sociedad8. La comunicación sobre el delito en el contexto reciente
Tal como afirma Aníbal Ford (1994), toda producción simbólica debe estudiarse teniendo en cuenta su contexto de emergencia. En este sentido, describimos brevemente el marco en el cual las noticias policiales comienzan a ser jerarquizadas en las agendas de los periódicos de referencia. El avance del régimen neoliberal en la Argentina de los noventa produjo el desencadenamiento de una crisis social y de Estado que derivó en drásticas transformaciones, siendo la más significativa la gran ampliación de la brecha entre la riqueza y la pobreza, y un progresivo aumento de la marginalidad y las tasas de criminalidad9. En nuestro país, las tensiones mencionadas se agu138 dizan luego de la eclosión de la crisis de 2001, profundizando la fragilidad del sistema institucional, una creciente desigualdad y una tendencia al endurecimiento de la seguridad pública y de las respuestas penales dirigidas principalmente hacia los sectores marginales (CELS, 2004). En este contexto, la inseguridad social sufrida por amplios sectores, es asociada, desde ciertos grupos sociales, primordialmente al delito y a la amenaza de las clases peligrosas, no adaptadas al funcionamiento de la nueva fase de acumulación del modelo capitalista. En esta línea, los medios masivos hegemónicos, de-
venidos en fuertes actores del poder político y económico, propician el mantenimiento del statu quo que los vio crecer; instalan y enfatizan una agenda del delito desde la que construyen, difunden y naturalizan representaciones estigmatizantes acerca del fenómeno de la “inseguridad” que azotaría a la sociedad (Míguez e Isla, 2010; Cerbino, 2012). La problemática del delito en la prensa hegemónica En el contexto aludido, los diarios reacomodan su contrato de lectura10 (Verón, 1985), su estructura y algunas de sus estrategias discursivas; la agenda sobre el delito comienza a consolidarse y adquiere un carácter prioritario junto a aquellos conjuntos de temas que se desarrollan en secciones más duras, tales como “Política” o “Economía”. En el caso de La Nación, la clasificación de la agenda sobre el delito sufre transformaciones sugestivas en los últimos decenios: en los ’60 carece de una sección propia y aparece, sin ninguna delimitación, junto a noticias sobre el clima y funerarias, más tarde el crimen se incluye en el apartado “Información general”, superficie que comparte con temáticas vinculadas a la sociedad y la vida cotidiana; luego, en 2012, el diario ubica los relatos en una sección denominada “Seguridad”. La creación de un espacio exclusivo para el delito (incluye un porcentaje aleatorio y pequeño de accidentes) indica la necesidad de otorgarle jerarquía al tema y hacer relevante la imagen de un país “alterado” por el crimen (Martini, 2007), al tiempo que recategoriza la problemática en términos de seguridad-inseguridad. Por otra parte, en los últimos años, Clarín pone en juego operaciones de jerarquización y reclasificación en el pasaje de la sección “Policía”- que constituye un apartado autónomo en los ’60 y luego, hasta el año 2003, una subsección dentro de “Información general”- a “Policiales”. Estos cambios indican una mayor relevancia otorgada al tema e independencia para los asuntos que allí se tratan (Marino y Rodríguez, 2007).
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Algunas noticias sobre el delito pueden ubicarse también en las secciones “Sociedad”, “Ciudad” o “Buenos Aires”, cuando el hecho refiere a problemáticas sociales tales como la violencia doméstica, infantil, escolar, la trata de personas, o cuando un suceso incumbe a algún personaje socialmente reconocido. Afirma Stella Martini que la presencia reiterada y recurrente de la información sobre el crimen cobra el significado de una renovación del género policial en la prensa seria (2007); lo dicho se observa, en primera instancia, en la creación de nuevas secciones y también en las portadas. El tema del delito, habitual en la prensa sensacionalista, lo es ahora en la de referencia, donde, para hacer evidente una situación que urge controlar, el crimen sube a las primeras planas. Desde los estudios de la construcción de la noticia y en la propia práctica periodística (Martini, 2004), esta superficie se concibe como el espacio privilegiado a partir del cual los periódicos construyen su identidad pública y establecen, de modo inicial, el pacto de lectura con el lector (Verón, 1985; Sunkel, 2001). Teniendo en cuenta lo afirmado, en el período relevado observamos que Clarín publica en tapa al menos un titular diario correspondiente a la sección “Policiales” (“La matan embarazada pero el bebé se salva” 16/2; “Una noche de terror en la Panamericana”,13/2), mientras que La Nación lo hace en 19 de las 28 ediciones del mes (70%) (“Robo y toma de rehenes en el country Highland”, 9/2; “Inseguridad: el avance del delito une y moviliza a los vecinos bonaerenses”, 21/2). El dato cuantitativo no es menor si se considera que “una noticia jerarquizada en la portada de un diario vale, aproximadamente, por cien notas sobre el tema en el interior de una agenda informativa” (Martini, 2002:91). En conclusión, la apertura de las agendas de los diarios seleccionados hacia temáticas antes marginales se observa ya desde las tapas, donde el crimen se ha instalado como tópico urgente y constante; desde estos espacios comienza a delinearse una propuesta
diaria de imagen de mundo amenazado que se continuará al interior de los periódicos. El mapa de la inseguridad en Clarín y La Nación Coincidimos con algunos autores en que el delito “(…) es uno de los elementos más utilizados para definir una cultura: para separarla de la no cultura y para marcar lo que la cultura excluye” (Ludmer, 2010:16), un tipo de información que “ (…) permite los discursos sobre el adentro y el afuera de los preceptos legales y de la sociedad y fuertes representaciones del nosotros y los otros” (Martini, 2004:3); por esta razón, para abordar la problemática que estudiamos tendremos en cuenta dos dimensiones fundamentales y vertebradoras de los discursos policiales: los territorios y los sujetos, atravesados por el tiempo como coordenada que los sitúa. Nos preguntamos por las subjetividades representadas y por los espacios -país, ciudad, barrio- que estos sujetos transitan, porque constituyen elementos necesarios para construir un relato verosímil11 del delito, que siempre es sufrido y protagonizado por sujetos en un tiempo y un lugar específico. Nos interesa especialmente estudiar, en la interrelación de figuras y espacios, representaciones que legitimen el control social, entendido como la búsqueda de imposición de determinadas formas de poder y su acatamiento en pos de sustentar un sentido de mundo correlativo a un modelo político económico, en este caso el neoliberal 139 (Mc Quail, 1998). Entrar por los territorios Los crímenes publicados en las agendas delictivas de estos medios corresponden a las categorías de delitos comunes (contra la propiedad y las personas), privados (familiares, pasionales) y corrupción institucional (que suele incluirse en las páginas de la sección “política”), a los que se suman metadiscursos sobre el tema, notas de opinión y editoriales. En relación con el pasado reciente, la cantidad de crímenes aumenta en
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sus agendas y también se diversifica (incluye nuevas formas de delincuencia como el narcotráfico, la trata de personas, la violencia de género, etc.). En el total de noticias revisadas, los robos y homicidios, en sus diversas modalidades, son los que aparecen con mayor asiduidad: en LN contabilizamos, durante el período estudiado, 41 robos, hurtos y asaltos, y 43 homicidios; mientras que en Clarín 50 delitos correspondientes a las primera categoría y 65 de la segunda. A partir de estas evidencias, tomamos la decisión metodológica de realizar nuestro análisis partiendo del abordaje de los dos tipos de delitos mencionados. Las noticias policiales que conforman nuestro corpus refieren a los territorios en diversos sentidos. En principio, los diarios pueden considerarse territorios del lenguaje y de la información que abarcan secciones o zonas informativas donde se incluyen y excluyen diferentes temáticas (Martini, 2004). En este sentido, tal como dijimos previamente, la agenda delictiva se ha convertido en una zona de información cada vez más jerarquizada en Clarín y La Nación. Por otra parte, si entendemos a los territorios como “una organización del espacio por donde circulan cuerpos” (Ludmer, 2010:123), la problemática criminal mantiene una estricta relación con aquellos. En el caso de de los relatos noticiosos sobre el delito, 140 dar cuenta de qué sucedió importa casi tanto como indicar dónde ocurrió, porque esta última referencia permite identificar el hecho narrado con los dramas y con los sujetos que leen las noticias, y, fundamentalmente, porque hablar de los territorios es una manera de caracterizar la ciudad, el país, el barrio; de decir sobre el territorio nacional y también de construir identidad (Martini, 2004). En las noticias analizadas, LN y Clarín hablan de un territorio que es principalmente el de la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, ya que la cobertura de los delitos ocurridos en estos lugares supera, en
el período analizado, el 80 % de la totalidad de lo publicado. Así se observa en los siguientes titulares que aparecieron en tapa: “Delito en la Capital: Fútbol, narcos, asesinato y venganza en Ciudad Oculta” (Clarín, 25/2) “Inseguridad: el avance del delito une y moviliza a vecinos bonaerenses” (LN, 21/2) “Golpe en Devoto: Secuestran al chofer y roban una ambulancia en un hospital” (Clarín, 18/2) Los crímenes del resto del país aparecen en un número mucho menor y se incluyen en agenda generalmente cuando cumplen con el criterio de gravedad en una dosis elevada12. Una conclusión preeliminar indica que los diarios transmiten una realidad principalmente construida desde Buenos Aires, pero este espacio tendría una validez general al presentarse como escala del país; este es un aspecto a tener en cuenta al reflexionar acerca del poder de los medios como actores políticos fundamentales para la difusión y construcción de la opinión pública sobre el tema. En el corpus estudiado, el territorio tiene una marca central: está invadido por el delito (“Los asaltantes son los dueños de la calle”, Clarín, 26/2). Allí parece tener lugar una guerra entre “el bien” y “el mal”; la ciudad está dominada por el miedo (Clarín, 21/2), se desatan verdaderas batallas campales (LN, 08/02), Los homicidios no se frenan en la provincia de Buenos Aires (LN, 4/2), roban a los turistas (6/2), matan a los policías (Clarín, 27/2) , hay cada vez más vidas perdidas en manos de la delincuencia (LN, 4/2) y nos acostumbramos a tocar la crónica negra de la sociedad contemporánea y a sentirla a nuestro alrededor y en nuestra propia carne (Clarín,11/2). Para construir y hablar de estos territorios, las crónicas sobre el crimen se valen de de ciertas referencias o deixis temporales y espaciales. Estas últimas ubican a los hechos en lugares, momentos dados y
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situaciones familiares, y otorgan verosimilitud al relato13, al tiempo que alimentan la conmoción, el temor y el escándalo social (Fernández Pedemonte, 2001). La profusión de detalles que enmarcan al delito da cuenta de su omnipresencia, el crimen es azaroso y siniestro, acecha en todo lugar, ya no existiría tiempo ni espacio donde sentirse seguros. Los crímenes ocurren en la calle (LN, 4/2) en departamentos y casas (Clarín, 9/2), en la plaza (LN, 8/2), en pleno centro (Clarín, 21/2), por la noche (Clarín, 4/02), a la madrugada (Clarín, 18/02), en cualquier momento (LN, 21/2) porque “Estamos todos en un bolillero, nos puede pasar a cualquiera” (LN, 21/2). El énfasis en la descripción del delito como omnipresente es una marca de los relatos actuales que propicia en el público la sensación de cercanía y el efecto de una cotidianidad amenazada (Martini, 2012). Si bien hay zonas más peligrosas, nadie está exento de ser víctima potencial, tampoco los habitantes de áreas otrora percibidas como residenciales y más seguras (“Los asaltan en el country y se los llevan de rehenes”, Clarín, 9/2; “Lo asaltan en Recoleta al abrir la puerta al delivery”, LN, 28/2). Como se observa en los ejemplos, los discursos colaboran en la delimitación de una cartografía del delito (Pereyra, 2009) que indica cuáles son las zonas de mayor peligrosidad -cuándo y dónde suceden los acontecimientos- y aporta sugerencias sobre los modos de vivir y transitar la/s ciudad/es: “Fue alrededor de las 6 de la madrugada de ayer, sobre calle Morón casi avenida San Martín. A una cuadra funciona el boliche Picasso, a donde había ido a bailar Joel Eduardo Baigorria” (Clarín, 21/2). En los discursos la pretensión de mayor seguridad se plantea en términos de un control más eficaz sobre determinadas geografías y actores, esto es, la necesidad de fortalecer tramas represivas a través de la vigilancia, la legislación y la exclusión de sectores indeseados (Martini y Contursi, 2012). Los vecinos
manifiestan estar “Hartos de la inseguridad y atemorizados por el incremento de la violencia” (LN, 21/11), porque “Salir a la calle es como salir a la selva” (Clarín, 7/2). Esta situación de descontrol, que “es una realidad y el principal reclamo de la gente” (Clarín, 22/3), justificaría, incluso, el ejercicio de la justicia por mano propia, tal como se desliza en una nota centrada en el testimonio de un taxista: “Si hay algún compañero que anda armado, está justificado y lo felicito. No hay seguridad y tiene que recurrir a esto para protegerse” (Clarín, 7/2) (negritas del medio). En este sentido, aparece también el cuestionamiento hacia las autoridades porque “Tampoco existe, según el relato oficial, la inseguridad: aunque los muertos se multipliquen en nuestras calles, el crimen no existe; es tan solo una mera sensación” (LN, Opinión, 28/02); quienes deberían velar por nuestra seguridad y por el cumplimiento de “la ley” son negligentes frente a los civiles, sus pertenencias y sus territorios, ergo, viviríamos una situación de total ingobernabilidad14. En la construcción de los relatos delictivos, la retórica privilegiada es el sensacionalismo. Damián Fernández Pedemonte (2001) señala que esta modalidad implica la narración de acontecimientos relacionados con tabúes del espacio público, de una forma en la que se obtura la racionalización de estas cuestiones. El sensacionalismo tiene su origen en la prensa popular, sin embargo, en la actualidad es retomado en 141 noticias cargadas de construcciones que apelan al impacto, la emoción y el escándalo, argumentando, desde la apelación a estas sensaciones, la urgencia de tomar decisiones más duras (Martini, 2006). En nuestros casos en estudio, la retórica atraviesa las narraciones de ambos periódicos y resulta un plus frente a las noticias publicadas en un pasado cercano, cuando el discurso buscaba ceñirse a un estilo meramente informativo. La Nación fue incorporando este modo discursivo de manera creciente, y actualmente es común distinguirlo incluso por fuera de las
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crónicas policiales; Clarín asume la modalidad en un grado mayor y, en el presente, construye la mayoría de las noticias sobre el crimen bajo esta norma. El uso del sensacionalismo permite la exhibición del padecimiento, el énfasis en la fatalidad (“Por la inseguridad se puede morir mil veces al día”, Clarín, 8/2) la profusión de detalles dramáticos (Degolló a una maestra y se suicidó en el cementerio, LN,17/2), la reiteración para acentuar desde el melodrama y el escándalo sobre el estado de inseguridad, y la necesidad de mayor control sobre geografías y actores (“Otro crimen en el GBA: Asesinan a tiros a un custodio que evitó el robo a un negocio”, Clarín, 8/2); el relato se personaliza (“El panadero que todos lloran en Quilmes” LN, 4/2; “Gracias a Dios me dio a mí y no a los chicos”, Clarín, 13/2) y posibilita una identificación emocional e individual que dificulta, como afirmamos anteriormente, una actitud crítica de los lectores sobre estos temas. De esta manera, los relatos sobre los delitos se construyen a modo de espectáculo, tal como afirma Ford (1999)15. Los lectores son espectadores de los hechos pero bien podrían ser partícipes, ya que los acontecimientos violentos ocurren a “personas como nosotros” y tienen lugar en espacios conocidos, concurridos y cercanos. Este tipo de tratamiento contribuye a construir una imagen amenazante de la realidad cotidiana donde se borrarían, mediante altos 142 grados de exhibición, las fronteras entre los espacios público y privado; el delito avanza sin piedad, acecha en todo lugar, traspasa, entra y sale de los hogares (de manera real o desde los discursos que recibimos y retroalimentamos): todos pueden conocer, consumir y difundir las miserias de las víctimas, que constituyen algo así como lo íntimo-público, y, a la vez, todos pueden ser próximas víctimas. Finalmente, otro rasgo interesante para destacar cuando hablamos de territorios del crimen es que ambos diarios omiten la tematización y problematización, en términos de visibilización y tratamiento, de los
delitos ocurridos en zonas desfavorecidas y ligadas a la pobreza. Esta práctica ocurre a pesar de que estas geografías son las que, históricamente, han estado en contacto con el crimen y la violencia. En una operación de exclusión, que da cuenta de la capacidad que los medios poseen no sólo de jerarquizar los temas sino también de omitir ciertos hechos y actores (Wolf, 1991), estos espacios sólo son mencionados en calidad de asideros de delincuentes, como se observa en el siguiente fragmento de Clarín: “La mujer, que pidió preservar su apellido por temor a posibles represalias, señaló que en la zona son comunes los robos y apuntó a la villa ubicada frente a la casa donde fue el crimen. ‘Nos asaltan todos los días’, indicó Andrea. Cerca de esa zona, habitantes de otro barrio construyeron un muro para separarse de la villa”. (9/02) (negritas del medio). Lo antedicho evidencia modos de construir información según la variable “clase social” y corrobora las afirmaciones de diversos autores que entienden que en la actualidad la violencia adquiere otro sentido y el delito mayor noticiabilidad, porque la victimización afecta a los sectores medios y altos de la sociedad y a los territorios que estos habitan y transitan (Pereyra, 2009, Vilker, 2007, Martini, 2006). Entrar por los sujetos Afirmamos anteriormente que las noticias sobre el delito dividen territorios del bien y del mal, diseñan mundos de inclusión y exclusión, y estas caracterizaciones colaboran en la construcción de identidades porque se desbordan sobre los sujetos que los habitan: quienes pueden llamarse “ciudadanos” con derechos y los otros. En las noticias policiales analizadas, los sujetos caracterizados como víctimas resultan ser la figura más relevante; la categoría es constitutiva del género policial en sus diversas manifestaciones, sin embargo, en la actualidad se modifica el énfasis que se les atribuye
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a los individuos designados como “sufrientes” reales o potenciales. Tal como afirma Paula Sibilia, las subjetividades (y sus representaciones, agregamos nosotros) no sólo están encarnadas en un cuerpo, sino también embebidas en una cultura intersubjetiva (2008). En este sentido, el pasaje decidido de las denominadas víctimas a un primer plano no es una cuestión que se observe únicamente en las noticias sobre el delito, sino que se enmarca dentro del contexto mayor de los cambios que se han dado en las últimas décadas en la cultura en general y en el campo del delito y la justicia penal en particular. Allí, la preocupación y el énfasis se trasladan del victimario, su problemática y posible reinserción social, a quien debe ser único portador de derechos y garantías, objeto de la máxima protección y consideración (Garland, 1999)16. En la prensa en estudio, las víctimas son hiperrepresentadas por sobre otros actores; ambos periódicos las trabajan de manera detallada y les otorgan un espacio de expresión a través de la inclusión de testimonios que legitiman el relato. Así, son delineadas, desde su marca en la debilidad, como “personajes” respetados por la comunidad, “decentes”, “trabajadores”, “profesionales”, integrantes ejemplares de familias modelo, atrapados en historias terribles con desenlaces inmerecidos (“Ariel era un muy buen hombre. Siempre le extendía la mano al que la necesitará, todavía no puedo creer lo que le pasó” LN, 10/2; “Este muchacho era un buen hombre. Siempre solía recorrer la cuadra a pie. Yo lo empecé a ver este verano. Era muy atento. Estamos muy apenados por lo que pasó”, Clarín, 27/2); ubicados del lado de la virtud, la ley y el sufrimiento, son quienes están penetrados por esa realidad que hoy parecería tener al delito como marca representativa. Si como dice Rodrigo Alsina, las noticias, y las representaciones que allí se construyen y difunden, son el producto de cada sociedad concreta (1996), nos interesa rescatar uno de los rasgos sobresalientes de
nuestra época, que nos permite, a la vez, rastrear la aparición/construcción de una subjetividad emergente en la sociedad y en las noticias de los diarios estudiados. En las últimas décadas, las instituciones políticas tradicionales, incapaces de canalizar nuevas y viejas demandas de los ciudadanos, afrontan una pérdida de legitimidad. De esta manera, la adhesión a organizaciones políticas y la estrategia de movilización colectiva de masas ha ido decayendo en desmedro de prácticas sectoriales y reclamos puntuales que abarcan un universo restringido (Bauman, 2000)17. Aquí podríamos ubicar, por ejemplo, las demandas por mayor seguridad para los vecinos, en explosiones de “bronca” y rechazo a la clase política y a la dirigencia social. La figura del vecino puede plantearse como una de las subjetividades construidas que los medios hacen pública de manera reiterada. La categoría indica una adscripción identitaria en función de cierta cercanía geográfica y reclamos particulares que suelen expresarse en manifestaciones de carácter asistemático y efímero, reivindicadas como “apolíticas”18, de concurrencia “espontánea” y “natural, como se indica en la siguiente cita: “Fue una movilización espontánea que se convocó a través de las redes sociales y que puso al descubierto la situación angustiante que estamos sufriendo muchos vecinos de San Miguel del Monte”, (LN, 21/2). En este sentido, podríamos recuperar el 143 concepto de multitud que plantea Paolo Virno (2003) para pensar fenómenos políticos actuales como los cacerolazos ocurridos recientemente en diversos puntos del país, donde se plantean una diversidad de demandas al poder, entre ellos, la falta de seguridad o “inseguridad” y el pedido de mayor control19. La multitud, concebida como modo de ser prevaleciente hoy en día, implica nuevas formas de acción, diferentes de las propias de la modernidad, cuando existía una mayor cercanía entre la sociedad y los partidos o agrupaciones políticas. Bajo estas formas renovadas
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de organización, una sumatoria de singularidades expresa en prácticas moleculares comportamientos que aparecen y desaparecen en el espacio público según lógicas que escapan a la representación; en palabras de Virno, la categoría de multitud es ambivalente, ocupa una región intermedia entre lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo. En tanto la figura de la víctima tiene su contrapartida en la configuración del victimario. Estos sujetos aparecen representados en gran parte de los titulares, de modo preferencialmente impersonal o tácito (“Entraron a robar y lo mataron”, LN, 5/2; “Balearon a un remisero en un intento de asalto”, Clarín, 18/2), sin embargo, el tratamiento al interior de las noticias policiales carece de la relevancia otorgada a las víctimas. Los actores no son citados sino incluidos en base a la voz y la versión del periódico, las fuentes policiales y las víctimas. En una caracterización estereotipada, los individuos culpabilizados son: delincuentes (LN, 4/2), bandas de ladrones (Clarín, 10/2), motochorros (LN, 4/2), asaltantes armados (Clarín, 9/2), patotas (LN, 8/2), narcochorros (Clarín, 10/2), pibes que consumen pasta base (Clarín, 25/2), entre otros. Aquí, el factor (diferencia) de clase (con variables que se entrecruzan, tales como nivel socioeconómico, nacionalidad, edad, género), parece jugar un rol fundamental, a pesar de que en las cróni144 cas aparezca soslayado por la variable mayor/menor “exposición al peligro”, y suele tomar cuerpo en el prototipo del “joven pobre villero” (Martini, 2004: 9) o “pibe chorro”. Esta es una de las subjetividades que se torna visible en los discursos sociales durante el neoliberalismo y, con mayor ímpetu, post 2001, a causa de la crisis experimentada y sus consecuencias sociales más visibles. La nominación construida es asignada a determinada franja etaria de las clases marginales y pone foco en reforzar una vinculación determinista entre el delito y la pobreza, que despoja a ambos fenómenos de su contexto de emergencia. En las cróni-
cas mediáticas se construye y alimenta el estereotipo de los “pibes chorros” como individuos provenientes del conurbano y/o de asentamientos marginales (“los asaltantes fueron detenidos. Tienen 22, 23, y 24 años y son de la villa Itatí, en el límite de Avellaneda y Quilmes”, Clarín, 21/2), adictos (“los pibes que consumen pasta base y se llevaron lo poco que dejaron los que se escaparon”, Clarín, 25/2), violentos, armados e incontrolables (“Me acuerdo que eran dos mayores y un menor que, por lo que parecía, estaba aprendiendo el oficio de ladrón. En un momento, el más chico dejó el arma arriba de la mesa y el mayor lo reprendió. Le dijo: «No, no, nene. El fierro siempre va con vos”, Nunca lo largues»” LN, 21/2). Como se observa, ambas publicaciones construyen el crimen preferentemente desde un marco o frame20 (Sádaba, 2007) asociado a sectores sociales en desventaja, de este modo la violencia, marca que atraviesa las crónicas en altas dosis, es la cometida por quienes presuntamente delinquen, no la que emerge de las amplias brechas sociales. En los medios esta violencia social de base parece, de algún modo, estar legitimada por las noticias desde la violencia simbólica que la omite o la construye con definiciones segregativas y estigmatizantes. Finalmente, la policía, como actor representado, tiene un rol preponderante en las noticias aunque su identidad y labor se vuelven ambiguas; tematizada, de manera colectiva y/o individual, como sujeto/fuerza involucrada en los hechos y/o informante recurrente, fluctúa entre los roles de víctima y victimario. En las enunciaciones que la incumben se delinean principalmente dos perfiles: el de la fuerza vinculada a ciertos tipos de corrupción (“Los vecinos se mostraron enojados con la Policía, a la que le atribuyen responsabilidad en lo que ocurre. ‘Las bandas tienen complicidad policial. Acá hay una mafia’, aseguró Gastón Morhain, coordinador de la comisión vecinal de la comuna 14”, Clarín, 26/3), pero también el de la policía eficaz y rei-
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vindicada toda vez que algún agente evita un crimen o cae en “el ejercicio del deber” (“De un tiro en la cabeza, asesinan a una mujer policía” LN, 6/2). El mensaje es confuso; para algunos autores la naturalización de estos sentidos perpetra el sentimiento de falta de confianza por parte de la sociedad en la institución (Kessler, 2007) y, a la vez, la consideración que ciertas fracciones de las clases medias y altas mantienen del organismo de seguridad como agente del orden social esperado (Martini, 2008), de modo que las estrategias orientadas a engrosar sus filas, entre otras políticas de mano dura, son aclamadas y bien recibidas. En este sentido, la aparición de los agentes de seguridad como fuentes y actores de la noticia alterna representaciones imprecisas que los asocian a un deber ser, vinculado a la posibilidad de sanear y controlar un espacio hoy penetrado por la delincuencia. Comentarios finales En el presente trabajo nos propusimos realizar una aproximación a la problemática del delito, más conocida en la actualidad como “inseguridad”, a partir del estudio de las noticias policiales de dos referentes de la prensa gráfica argentina, Clarín y La Nación. Si, como afirman diversos autores, estos discursos constituyen espacios de significación donde se construyen y consolidan representaciones de la vida cotidiana, de los “otros” diferentes, la inclusión y la exclusión, la amenaza, la (in)seguridad, la relación con el Estado y la política, entre otros, nos interesan especialmente por lo que pueden decirnos sobre el estado de la sociedad actual y en función de sus posibles aportes a la instalación o desvirtuación de un debate crítico sobre la inclusión y la integración social. En nuestro abordaje hemos rastreado tendencias y regularidades en las noticias, focalizando en los modos de construcción de las representaciones sobre los sujetos y los territorios de la “inseguridad”, ejes vertebradores de los relatos. De esta manera, anali-
zamos los discursos teniendo en cuenta la construcción de secciones, los temas publicados, las tapas, los titulares, el relato y su retórica principal, el sensacionalismo. El estudio de representaciones, sus interrelaciones y los sentidos construidos, nos permitió observar el funcionamiento de la noticia policial como espacio que apunta a la legitimación del control social. La afirmación y sus implicancias resultan relevantes al reconocer que los medios de comunicación gestionan percepciones públicas y marcos de comprensión de los hechos, esto es, tienen un rol fundamental en la construcción de la opinión pública y los imaginarios sociales. En tal medida, hemos planteado, sin desconocer que cada medio construye un contrato de lectura particular con su público, que ambas publicaciones producen sus noticias policiales desde marcos reduccionistas que representan espacios convulsionados por un delito omnímodo; dividen mundos incluyentes y excluyentes, territorios del bien y del mal, de la legalidad y la ilegalidad, con caracterizaciones que se desbordan sobre los sujetos que los habitan, quienes pueden llamarse “ciudadanos” con derechos y las clases peligrosas. Consideramos que esta coincidencia no es casual, sino que se vincula estrechamente con la necesidad que determinados sectores tienen de reestablecer un orden que estaría siendo vulnerado; de allí las demandas imperiosas (expresadas por los propios medios o derivadas a las voces de las víctimas) 145 de control sobre determinados sectores y geografías. En este sentido, consideramos que el hecho de construir noticias donde el crimen aparece como un suceso descontextualizado socioculturalmente, enfatizando en una vinculación unicausal entre pobreza y delincuencia, es una forma de oscurecer la amplia brecha existente entre las clases sociales; en medio de esta cruzada, frecuentemente, la agitación del fantasma de la delincuencia y su castigo devienen disfraces funcionales para una problemática macroestructural. Para culminar, el aporte de este trabajo no se orien-
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ta a la demonización de los medios de comunicación porque entendemos que existe una retroalimentación entre estos actores y la sociedad (Martini y Gobbi, 1997), sin embargo, tampoco desconocemos la responsabilidad que les cabe en tanto actores políticos influyentes, y por ello cuestionamos sus formas de comunicar temas que nos atraviesan como sociedad, en clave de naturalizar la vigilancia, la discriminación, la exclusión y la criminalización de ciertos sectores sociales y espacios, mediante un tratamiento alejado del debate crítico sobre la inclusión y la integración social que nos queda disputar como sociedad.
Notas
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1. Denominamos diarios de referencia a aquellos que, a causa de diferentes factores (circulación, alcance, trayectoria del medio), poseen la capacidad de instalar opinión en la sociedad, instituciones y otros medios de comunicación (Martini, 2007). 2. Según diversos autores, la teoría de la noticia puede definirse como aquella que intenta dar cuenta de las diferentes formas y procesos de construcción de la información periodística. La misma se haya inscripta en una teoría de los medios y en el paradigma mayor de una teoría de la comunicación (Gomis, 1991; Ford, 1994; Martini, 2000). 3. Al hablar de medios hegemónicos, retomamos la definición de hegemonía de Antonio Gramsci en términos de dirección cultural y moral. En este sentido, el autor reconoce la importancia que reviste para las clases dominantes el control de instituciones como el sistema educativo o los medios de comunicación. Tomamos esta noción para pensar el papel de los medios en estudio como formadores de opinión pública y consenso en amplios sectores sociales, dada su alta penetración en la sociedad (Clarín es el diario de mayor venta en el país, La Nación el segundo) y el poder político y económico que detentan. Ambos responden a intereses opuestos al
gobierno oficial a quien disputan la construcción de sentido, y son propiedad de familias pertenecientes a la oligarquía argentina. Así definido, el concepto está relacionado indefectiblemente con el rol de referencia de la prensa citada, en tanto la misma procura instalar opinión y constituirse en referente para otros actores sociales. 4. La Nación fue fundado en 1870 por Bartolomé Mitre. Editado en la ciudad de Buenos Aires, tomó como destinatario primordial a las clases altas vinculadas al poder político y/o económico, erigiéndose como vocero oficial del sector agropecuario; con el tiempo, consolidó su presencia en sectores altos y medios de la sociedad. A raíz de su extensa trayectoria y sus actuaciones públicas, se ha constituido en un diario de referencia, formador de opinión pública y portador de un discurso de considerable influencia en el ámbito político. Actualmente su tirada promedia los 160.000 ejemplares. Clarín fue fundado en 1945 por Roberto Noble; vocero del desarrollismo económico entre fines de los ‘50 y los ‘60, tomó como destinatario primordial a las amplias capas medias de la sociedad argentina. El diario de mayor venta en el país constituyó el origen del Grupo Clarín, el más poderoso en nuestro territorio, que posee intereses en todos los espacios comunicacionales y presencia en otros diferentes, nacional e internacionalmente (Martini, 2007). 5. Utilizamos esta abreviatura para referirnos al diario La Nación. 6. Consideramos que el recorte temporal efectuado resulta pertinente y suficiente a los fines de la investigación ya que, las rutinas de producción que se llevan cabo para cubrir y construir los relatos informativos sobre el crimen son, en relación con hechos semejantes, similares (Martini, 2007). 7. Las modalidades discursivas constituyen una categoría central de análisis para la teoría de la noticia porque indican los modos en que se enuncia el discurso y viabilizan el contrato de lectura entre el medio y el público. Pueden distinguirse en aquellas que remiten al diseño o geografía de la noticia (portadas, secciones, titulares, tipografía, espacio asignado, fotografías, infografías y gráficos), y las propiamente dichas o del uso del lenguaje (retóricas, estilos, formas del relato) (Martini, 2007). 8. En otros trabajos hemos estudiado los discursos de la inseguridad desde las particularidades de cada medio, en esta oportunidad, dada la extensión y el objetivo del artículo, nos
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enfocamos en la identificación de tendencias en una muestra de la prensa de referencia, que nos permita encontrar líneas y tractos similares a la hora de construir los discursos. 9. Según estadísticas oficiales, a lo largo de los años noventa, los delitos cometidos en el país aumentaron casi un 100%. En 1990 se denunciaron en Argentina 560.240 delitos, de los cuales 78.864 (14%) fueron contra las personas y 404.465 (72.1%) contra la propiedad. En 1999, se registraron 1.062.241 hechos delictivos, de los cuales 185.726 (17.4 %) se perpetraron contra las personas y 723.731 (68.1%) contra la propiedad. Las últimas cifras publicadas por la Dirección Nacional de Política Criminal corresponden a 2008. En ese año se denunciaron en el país 1.310.977 delitos, 297.825 (22.7%) contra las personas y 769.227 (58.6%) contra la propiedad. Si bien el registro criminal se mantuvo en alza entre 1999 y 2008, el incremento, de un 18.9%, resultó sustancialmente más bajo respecto al período 1990-1999. Destacamos que los índices expuestos son relativos, ya que expresan únicamente los delitos denunciados, no así los cometidos en su totalidad, la denominada cifra negra (Saín, 2002, Kessler, 2007). 10. El concepto es definido por Eliseo Verón como un lazo, especialmente enunciativo, entre un medio y su receptor, que se establece con el fin de construir y preservar hábitos de consumo. 11. Hablamos de verosimilitud en tanto desde la teoría de la noticia se refuta la idea de la noticia como “reflejo de la realidad”; la consideramos, en cambio, un discurso construido que intenta acordar con la “imagen de verdad” sustentada por un grupo/grupos de opinión (Martini 2002). 12. En el mes relevado, podría pensarse en el los casos de homicidios reiterados en la ciudad de Rosario, Santa Fe, por presuntas disputas entre grupos de narcotraficantes. 13. Las deixis constituyen para la teoría de la noticia un tipo de modalidad discursiva que permite contextualizar y otorga una sensación de “verdad”. Así, las espacio- temporales remiten al mundo real referenciando el lugar y la datación, mientras que las socioculturales aportan el efecto de reconocimiento con detalles de la realidad “conocida por todos” (Martini, 2000). 14. En ambos periódicos la denominada “inseguridad” aparece como determinante de la falta de gobernabilidad; nótese la confusión entre gobernabilidad y justicia (Martini, 2007).
15. En diversas publicaciones, Ford ha desarrollado las implicancias de la “espectacularización de la información” en tiempos en que el mercado se vuelve un agente omnipresente que atraviesa prácticas y discursos sociales, entre ellos la noticia devenida en mercancía a la venta. Al respecto, afirma que la oferta noticiosa “resulta un cóctel de información y entretenimiento, de temas pesados e intrascendentes, banales, escandalosos, macabros, de argumentación y de narración, de tragedias sociales comunicadas en tiempo de swing o de clip o narradas como películas de acción (…)” (1999:95-96). 16. David Garland realiza planteamientos interesantes acerca de la situación que se hace visible en Gran Bretaña y Estados Unidos, post caída del Estado de Bienestar, en relación con el despliegue de una nueva cultura del control social. En ella se enmarcan también estos cambios vinculados a las subjetividades de las víctimas y los victimarios. Más allá de las diferencias coyunturales de base, en lo que a cuestiones políticas y económicas concierne, una vez que la doctrina neoliberal se desplegó a escala global generó consecuencias homologables en diversos países del mundo. Por esta razón, ciertas afirmaciones del autor resultan útiles para nuestro análisis. 17. Al respecto, el autor reconoce como uno de los rasgos de la etapa de la modernidad líquida la disolución progresiva de los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos y las acciones colectivas (2000). 18. Tal como hemos afirmado a lo largo del trabajo, uno de los ejes centrales del discurso neoliberal se centra en el desprestigio de la política a favor del avance del mercado como eje articulador de la sociedad. La premisa circula por canales diversos y fomenta el ocultamiento de la dimensión política en toda relación social, tal como ocurre en el ejemplo de la figura del “vecino”. 19. Son ejemplo de estas prácticas las manifestaciones conocidas como 18 A, 13S, 8N, 8A ocurridas entre 2012 y 2013 con consignas diversas y opositoras al gobierno nacional, entre las cuales se destacó el pedido de mayor seguridad. 20. El término marco o frame forma parte de la denominada teoría del encuadre. La misma surge de los aportes de campos disciplinares ajenos al de la comunicación, aunque ha sido retomado por este último, especialmente por los estudios de la práctica periodística. El concepto resulta de utilidad para explicar el proceso de construcción de la información, cuya imposibilidad de “reflejar la realidad” radicaría
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en la aplicación de encuadres interpretativos por parte de los periodistas durante la elaboración de los productos noticiosos (Sádaba, 2007). La configuración de estos marcos respondería a influencias diversas (de los medios en los que trabajan los periodistas, la relación con la política, la propia cultura profesional, etc.) y se traduciría en los modos de construir las noticias.
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Registro Bibliográfico: Sánchez, María del Rosario. “‘Vivir en la inseguridad’. Relatos sobre el delito y el control” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 135149. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 30-06-2013 Fecha de aceptación: 20-08-2013
Identificación del autor: María del Rosario Sánchez Argentina. Licenciada en Ciencias de la Comunicación Universidad de Buenos Aires. Docente de Teorías sobre el Periodismo de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Doctoranda en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Afiliación Institucional: Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires - Instituto de Investigaciones Gino Germani- Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Área de especialidad: medios y sociocultura E-mail: rosariosanchezrod@gmail.com
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La reconstrucción de lo “religioso” en la circulación en redes socio-digitales Por Moisés Sbardelotto msbardelotto@yahoo.com.br - Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Brasil
Sumario:
Summary:
En este artículo, se presenta una reflexión sobre la mediatización digital de la religión, fenómeno socio-comunicacional en que se sitúa la actual reconstrucción de lo religioso. En sitios católicos brasileños, se analiza el desvío de la práctica de la fe al ambiente online a partir de lógicas mediáticas, los llamados rituales online, que complejizan el fenómeno religioso y las procesualidades comunicacionales. Se describen tres modalidades de oferta y apropiación de lo sagrado: la interfaz interaccional, las interacciones discursivas y las interacciones rituales. A partir de esas nuevas modalidades de percepción y de expresión de lo sagrado, se analizan las prácticas de instituciones sociales como la Iglesia y la sociedad en general al hablar públicamente sobre lo religioso en las redes digitales – en este caso, lo “católico”, es decir, constructos simbólicos que la sociedad considera como vinculados a la doctrina y tradición de la Iglesia Católica-. Se analizan, entonces, los conceptos de reconexión y dispositivos conexiales. Como conclusión, se afirma que, en esa reconstrucción de lo “católico”, surge una religiosidad en experimentación marcada por e-rejías, o sea, nuevos sentidos simbólicos de lo religioso en red, “bricolajes de la fe” en el ambiente digital.
This article presents a reflection on the digital mediatization of religion, socio-communicational phenomenon in which stands the current reconstruction of the religious. In Brazilian Catholic sites, it analyzes the displacement of the practice of the faith to the online environment based on mediatic logics, the so-called rituals online, that turn the religious phenomena and the communication processualities more complex. It describes three forms of offer and appropriation of the sacred: the interactional interface, the discursive interactions and the ritual interactions. From these new modes of perception and expression of the sacred, it analyses practices of social institutions as the Church and society in general to speak publicly about religion in digital networks – in this case, the “Catholic”, ie symbolic constructs that society considers as linked to the doctrine and tradition of the Catholic Church. It then discusses the concepts of reconnection and connectial devices. In conclusion, it is stated that in the reconstruction of the “Catholic” arises a religiosity in experimentation marked by e-resies, ie new symbolic meanings of the networked religious, “bricolages of faith” in the digital environment.
Describers: mediatization, socio-digital networks, connectial dispositifs, reconnections, circulation
Descriptores: mediatización, redes socio-digitales, dispositivos conexiales, reconexiones, circulación.
La reconstrucción de lo “religioso” en la circulación en redes socio-digitales The reconstruction of the “religious” in the circulation in socio-digital networks Páginas 151 a 170 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción Hoy vemos un traslado en la práctica de la fe al ambiente online, a partir de lógicas mediáticas, complejizando el fenómeno religioso y las procesualidades comunicacionales. Se forman, así, nuevas modalidades de percepción y de expresión de lo sagrado en nuevos ambientes de culto (Autor, 2012a). En las redes socio-digitales, ambientes online de sociabilidad, se manifiestan entre los internautas “puntos” de interacción e intensos intercambios comunicacionales, atemporales y aespaciales. En esas interacciones tecnológicamente mediadas, las prácticas sociales revelan lógicas mediatizadas que también involucran a las operaciones de las instituciones sociales, como la Iglesia y sus miembros. En esos ambientes, hay numerosos sentidos religiosos en circulación. Esa circulación, todavía, no es una acción restricta a las instituciones eclesiales o a las instituciones mediáticas, sino también la sociedad en general, dado que en los más diversos ámbitos de Internet se habla públicamente sobre lo “religioso”. Así, se resignifica socialmente la experiencia, el discurso y la práctica religiosa vía medios digitales. En nuestro caso, nos referimos a un ámbito religioso específico: lo “católico”, es decir, constructos simbólicos que la sociedad en su conjunto considera como vinculados a la doctrina y a la tradición de la Iglesia Católica. El interés por lo “católico” se debe a muchos factores. Los resultados del último Censo Demográfico 2010 de Brasil muestran el crecimiento de la diversidad de los grupos religiosos. Aunque con una pérdida de fieles (en el año 1872, el 99,7% de los brasileños eran católicos), el perfil religioso de la población brasileña aún se mantiene: en 2010, el país continuaba conservando la histórica mayoría católica. De ser 73,6% en el 2000, los católicos pasaron a integrar el 64,6% en 2010. Por lo tanto, hay una gran relevancia socio-histórico-cultural de la Iglesia Católica en Brasil, dentro de un escenario de gran movilidad y sincretismo religioso1.
Dentro de ese contexto, sumado a la innovación tecnológica contemporánea, lo “sagrado” circula y fluye a través de la complejidad de internet por medio de una acción no sólo del ámbito de la “producción” eclesial o mediático-corporativa, sino también mediante una acción comunicacional de los numerosos usuarios en ambientes fluidos “…entre lo privado y lo público; entre la institución y el individuo; entre la autoridad y la autonomía individual; entre los grandes marcos mediáticos y el prosumo [prosumption] individual” (Hoover & Echchaibi, 2012: 16)2. Los individuos “re-construyen” lo que fue construido por la institución (eclesial o mediática), poniéndolo en circulación y, también, ellos mismos construyen sentidos relativos a lo sagrado en general o a la institución –que a su vez los “re-construye”, y así sucesivamente-. Ahí podemos percibir la circulación como el “dispositivo central” del proceso de comunicación (Fausto Neto, 2010). En este artículo, presentaremos una reflexión sobre la mediatización digital de la religión, fenómeno social contemporáneo en que se sitúa la reconstrucción de lo religioso, a partir de una pesquisa sobre los rituales online en sitios católicos brasileños (Autor, 2012a). Se analizará la interfaz interaccional de esas páginas, las interacciones discursivas y las interacciones discursivas rituales presentes en esos sitios. Después, se reflexionará sobre los conceptos de reconexión y dispositivos conexiales, examinando las interac- 153 ciones entre usuarios de páginas de Facebook que abordan las doctrinas y tradiciones católicas. Como conclusión, veremos que, en esa reconstrucción de lo “católico”, surge una religiosidad en experimentación marcada por e-rejías, o sea, nuevos sentidos sociosimbólicos de lo religioso en red, “bricolajes digitales de la fe” en el ambiente online. Mediatización digital de la religión: fundamentos La Iglesia Católica, en 2012, en un encuentro mundial de obispos, abordó de manera central el tema de
La Trama de la Comunicación - Volumen 18 - Enero a diciembre de 2014 / p. 151-170 / ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634 La reconstrucción de lo “religioso” en la circulación en redes socio-digitales - Moisés Sbardelotto
la “nueva evangelización” –o sea, de su presencia y anuncio en las sociedades contemporáneas-. En el documento final, se habla de los medios de comunicación, incluso digitales, reconociendo su rol en la “transformación de la misma realidad”. “Las nuevas tecnologías digitales han dado origen a un verdadero y nuevo espacio social, cuyas relaciones son capaces de influenciar sobre la sociedad y sobre la cultura. Al ejercer una influencia sobre la vida de las personas, los procesos mediáticos, que son factibles con estas tecnologías, llegan a transformar la misma realidad. Intervienen de modo incisivo en la experiencia de las personas y permiten una dilatación de las potencialidades humanas” (Sínodo, 2012: s/p, subrayados nuestros).
Así, la propia Iglesia reconoce que las nuevas tecnologías digitales favorecen el surgimiento de una nueva sociedad y de una nueva cultura. La realidad y la experiencia de la realidad son transformadas. Como vemos, la Iglesia percibe que las nuevas prácticas sociales, que surgen con la apropiación de las redes digitales, ayudan a cambiar las relaciones humanas y las formas de comunidad. En términos más amplios, la Iglesia y sus instancias superiores van reconociendo un proceso que se encuentra en una interfaz entre lo 154 mediático y lo religioso, en un movimiento creativo y continuo de producción de sentido; o sea, un proceso complejo que apunta a la mediatización de las sociedades contemporáneas. De cierta forma, McLuhan ya había previsto el surgimiento de ese fenómeno al afirmar que “…toda tecnología gradualmente crea un ambiente humano totalmente nuevo”, ambientes que “no son envoltorios pasivos, pero sí procesos activos” (McLuhan, 1964: p.10), justamente por ser procesos sociales. Con el avance tecnológico y las nuevas prácticas sociales en correlación, se va constatando cada vez más “una aceleración y diversificación de los
modos por los cuales la sociedad interactúa con la sociedad” (Braga, 2012: 35). En ese contexto, entendemos por mediatización un fenómeno social contemporáneo en que los procesos comunicacionales de las sociedades ocurren cada vez más según lógicas mediáticas. En términos generales, la mediatización puede ser entendida como un meta-proceso, según Krotz (2007). Para el autor, los meta-procesos son “constructos que describen y explican teóricamente dimensiones y niveles económicos, sociales y culturales específicos de cambio real” (Krotz, 2007: 257). Ejemplos históricos de esos metaprocesos son la urbanización, la mercantilización, la individualización, la secularización, la globalización, procesos que duran por siglos y que no están necesariamente confinados a determinada área o cultura, ni se sabe exactamente cuando empiezan o terminan. La mediatización, por lo tanto, puede ser entendida como un meta-proceso comunicacional que nos ayuda a entender la sociedad contemporánea a partir de la transformación social que se desencadena por medio de procesos mediáticos. En ese sentido, la mediatización se basa en la “…modificación de la comunicación como la práctica básica de la forma como las personas construyen el mundo social y cultural” (Krotz, 2007: 25). Surge, así, una nueva configuración socio-comunicacional. Se manifiesta, entonces, no sólo la existencia de medios que conectan producción-recepción como meros dispositivos neutros y desconectados. Como indica Fausto Neto, pasamos de “fases de linealidades a aquellas de discontinuidades, en donde nociones de comunicación, asociadas a totalidades homogéneas, dan lugar a nociones de fragmentos y a nociones de heterogeneidad” (Fausto Neto, 2005: 3). En las llamadas sociedades en mediatización, “…las prácticas sociales (modalidades de funcionamiento institucional, mecanismos de toma de deci-
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sión, hábitos de consumo, conductas más o menos ritualizadas, etc.) se transforman por el hecho de que hay medios. [...] La mediatización opera a través de diversos mecanismos según los sectores de la práctica social que interese, y produce en cada sector distintas consecuencias. Dicho de otro modo: una sociedad mediatizada es más compleja que las que le han precedido” (Verón, 1992: 124).
Eso se debe al hecho de que, en sociedades en mediatización, los medios no son solamente “vehículos de sentido” o “espacios neutros” de interacción social, sino “marca, modelo, matriz, racionalidad productora y organizadora de sentido” (Mata, 1999: 84). En ese contexto, la religión pasa no solamente a establecer su relación con los demás campos sociales, en general mediada por los medios, sino también a “mediatizarse” a sí misma, moldándose y reconstruyéndose a partir de las lógicas, saberes y protocolos mediáticos. En términos religiosos, ocurre, por lo tanto, “El desvío de la mirada del fiel de los templos tradicionales para los nuevos templos mediáticos y digitales, que estimulan, bajo nuevos formatos y protocolos, la experimentación de una práctica religiosa, que encuentra sus raíces en la realidad offline, pero que es ahora resignificada para el ambiente digital […] O sea, las personas pasan a encontrar una oferta de experiencia religiosa no sólo en las iglesias de piedra, en los sacerdotes de carne y hueso, y en los rituales palpables, sino también en la religiosidad existente y disponible en los bits y píxeles en internet. En esas ofertas de sentido religioso, el fiel, donde quiera que esté, cuando quiera que sea –delante de un aparato electrónico conectado a internet–, desarrolla, así, un nuevo vínculo con la Iglesia y lo sagrado, y un nuevo ambiente de culto. Delante de la pantalla de la computadora, entre bits y píxeles, el fiel opera la construcción de nuevas formas de alabanza a Dios”
(Autor, 2012a: 26-28).
La cuestión es que la religión online, al desencadenar cambios notables en la experiencia religiosa, transforma también el carácter de la propia religión: es tanto señal cuanto producto de la mediatización. Éste fenómeno manifiesta que “los medios pueden ser, al mismo tiempo, fuente de religión y espiritualidad, un indicador del cambio religioso y espiritual, y estar articulados con las tendencias religiosas y espirituales –cambiando la religión mediante esas interacciones y siendo cambiados por esa relación” (Hoover, 2008: 4). Por eso, es importante percibir cómo la religión se constituye hoy en nuevas formas por medio de las culturas digitales y comprender qué “lo digital” está haciendo a “lo religioso”. “Y el Verbo se hizo bit”: la experiencia religiosa en internet
A partir del desvío de las prácticas religiosas para la ambiencia comunicacional de internet, comienzan a surgir nuevas modalidades de experiencia de la fe. Todo ese fenómeno es ilustrado por la existencia, en el ambiente católico, de innumerables servicios religiosos online que ofrecen posibilidades para la práctica religiosa fuera del ámbito tradicional del templo: versiones online de la Biblia y de oraciones católicas; orientaciones vía internet con líderes religiosos; pedi- 155 dos de oración online; las llamadas “velas virtuales”; programas de audio y video, como misas, palestras y orientaciones; “capillas virtuales”; entre muchas otras opciones. O sea, aquello que aquí llamamos rituales online, aquellos en que el fiel experiencia su fe e interactúa, por medio del sistema religioso online, con Dios. Analizamos el funcionamiento de las interacciones entre fiel-Iglesia-Dios para la vivencia, la práctica y la experiencia de fe en los rituales online del ambiente digital católico brasileño en Autor (2012a). Examinamos,
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en cuatro sitios católicos de Brasil, un fenómeno que se encuentra en una interfaz del sistema comunicacional con un amplio ámbito social, el sistema religioso. Interfaz que se da en un proceso creativo, continuo y complejo, que debe ser analizado en “su totalidad, con sus relaciones, conexiones e interconexiones” (Gomes, 2010: 13). O sea, no visamos a analizar objetos concretos y separados, sino sus interacciones. Entendemos por interacción una acción-entre: “Acciones recíprocas que modifican el comportamiento o la naturaleza de los elementos, cuerpos, objetos o fenómenos que están presentes o se influencian” (Morin, 1997: 53). En nuestra perspectiva de análisis, se trata de las acciones, retroacciones y transacciones entre el fiel y el sistema para la construcción de sentido religioso. Por medio de esas transacciones, fiel y sistema se “agitan” mutuamente y así se interrelacionan: en suma, se comunican. Por eso, partimos del concepto de sistema: “un complejo de elementos en interacción” (Bertalanffy, 1977: 84). Morin (2002) concibe esa noción como “…unidad global organizada de interrelaciones entre elementos, acciones o individuos” (Morin, 2002: 132) que posee algo más que la suma de sus componentes: “…su organización; la propia unidad global (el ‘todo’); las cualidades y propiedades nuevas emergentes de la organización y de la unidad global” (Ibídem: 136). Por 156 eso, en nuestro estudio, nos valemos de esa definición para analizar los sitios católicos como sistema católico online, y la religión en general como un macrosistema o sistema religioso, del cual los sitios son una micromanifestación. En base a ese abordaje sistémico-complejo, creemos que sólo hay comunicación si hay interacción. Como la interacción fiel-sistema no está dada ni ocurre automáticamente, sino que depende de complejos dispositivos, inferimos y analizamos en nuestra pesquisa tres ámbitos que favorecen la religiosidad de tal vínculo y experiencia: la interfaz (las materialidades
gráficas de los sitios), el discurso (cosa hablada y escrita) y el ritual (operaciones, actos y prácticas del fiel); los cuales, a partir de internet, van conociendo nuevas posibilidades y límites. En este artículo, a nivel de síntesis, presentaremos una definición resumida de cada concepto y breves ejemplos ilustrativos3. Con relación a la interfaz, lo sagrado, que es accedido por el fiel, pasa por diversos niveles de codificación por parte del sistema. Analizamos cuatro de ellos: 1) la pantalla; 2) periféricos como teclado y ratón; 3) la estructura organizacional de las informaciones (menús); y 4) la composición gráfica de las páginas en que se encuentran disponibles los servicios y rituales católicos. Ocurre, en ese sentido, una interposición de la técnica, claramente manifestada en la interacción entre fiel y sitios católicos, por la presencia de elementos tecnológicos y simbólicos que están al servicio de las interacciones propiamente dichas que ocurren en el interior del sistema católico online (Autor, 2012b). Así, buscamos analizar no sólo cuáles significados circulan por los sistemas mediáticos, sino cómo en tales sistemas tecnológicos surgen las condiciones para la manifestación del sentido religioso y se puede dar la emergencia de sentidos en general. Por medio de instrumentos y aparatos físicos (pantalla, teclado, ratón), y elementos simbólicos presentes en el lenguaje computacional (navegadores, menús, ambientes), el fiel “manipula” lo sagrado ofertado y organizado por el sistema y navega por sus meandros. Definimos como interfaz, por lo tanto, el código simbólico que posibilita la interacción fiel-sistema y también a la superficie de contacto simbólico entre fiel-sistema (Autor, 2012c). O sea, la interacción es posibilitada porque el fiel decodifica lo sagrado a partir de la configuración computacional ofertada por el sistema. Por medio de la interfaz, el sistema informa al usuario sus límites y posibilidades, y éste comunica al sistema sus intenciones. En la interfaz, el sistema indica al fiel no sólo una forma de leer lo sagrado, sino también una
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forma de manipular lo sagrado, la cual raramente es neutra o automática: esa forma carga sentidos consigo y afecta el mensaje religioso-comunicacional. La interfaz también establece un campo de interacciones posibles entre usuario y sistema (y, por lo tanto, con lo sagrado). En ese campo, se da una “lucha” constante entre las estrategias de sentido (ofertas de sagrado) por parte del sistema y las estrategias (deseos y necesidades) del fiel, mediadas por los protocolos digitales. Ese campo, entretanto, puede ser ultrapasado en situaciones en que el usuario abusa del sistema – no correspondiendo a sus propuestas – o, simplemente, lo abandona en busca de “nuevos mares de navegación”. Así mismo, el que las posibilidades sean (de)limitadas por el sistema al usuario, hacen que éste las pueda ultrapasar autónomamente y buscar nuevas posibilidades fuera de ellas. Por otro lado, el contacto entre fiel y sagrado pasa por el discurso, por la narración de la fe. Llamamos discurso a una “…realidad material de cosa pronunciada o escrita” (Foucault, 2008: 8), al flujo constante de construcción de sentido religioso por medio del lenguaje textual en las páginas de los sitios. Por eso, el discurso analizado hace referencia a los trueques comunicativos y a las conversaciones simbólicas que se establecen en internet entre sistema y fiel, por ejemplo, en las oraciones o testimonios online escritos por los fieles (disponibles en las páginas de los sitios católicos). El discurso textual, así, es la cristalización y la sedimentación de una interacción que ocurrió entre ambos. En él, encontramos las marcas que nos indican cómo se dieron los trueques comunicativos, quiénes fueron el enunciador y el enunciatario, cuáles fueron las reglas para esa interacción, etc. En los sitios analizados, encontramos la presencia de una red visible de interacciones, realizadas y estimuladas en el interior del sistema a partir de tres agentes: el fiel (propiamente el internauta orante); un “otro” (por quien el fiel intercede, tornándose también
mediador, o a quien el fiel se dirige para que interceda por él – como otro fiel internauta); y un “Otro” (el destinatario último: Dios, Nuestra Señora o los santos) (Fig. 1).
Figura 1 - Diagrama de las interacciones discursivas en rituales online
El diagrama de arriba mapea esos flujos de forma gráfica: la interacción discursiva “fiel-Otro”, dirigiéndose a Dios, está representada por la línea continua; “fiel-otro”, con los demás internautas, por la línea puntillada; “fiel-otro-Otro”, cuando el fiel solicita la intercesión de otro internauta o de un mediador del sistema para llegar a Dios, por la línea trazada; y “fiel-Otrootro”, en que el fiel intercede y se torna mediador, vía 157 sistema, delante de Dios por otra persona, por la línea trazada y puntillada. Por fin, el tercer ámbito que favorece la experiencia religiosa del fiel son los rituales. Hasta entonces celebrados en el templo territorializado, ellos ahora se trasladan al ambiente online (como, por ejemplo, las “velas virtuales”). Comprendemos, así, los rituales online como actos y prácticas de fe, desarrollados por el fiel en interacción con el sistema online para la búsqueda de una experiencia religiosa. Desviando el foco de las estructuras o instituciones sociales, es im-
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Figura 2 – Oración del “Rosario Virtual” en la “Capilla Virtual” del sitio A12
fiel, de clic en clic, puede “manosear” el rosario digital, pasando de oración en oración por medio de los botones “Anterior” y “Próximo”. De esa forma, el fiel no desestabiliza el sistema, simplemente obedece a sus indicaciones sobre “qué hacer”, a partir de sus propias referencias. Por eso, en esta modalidad de interacción, donde la tendencia del sistema es de cerrarse, el fiel actúa solamente como un desencadenador de acciones pre-programadas, como un “ritualista externo”, sin dejar marcas ni señales de su presencia en el interior del propio sistema. Por lo tanto, podemos decir que las interacciones rituales de cerramiento ocurren por medio de un proceso de diferenciación entre el sistema católico online y el ambiente (en este caso, el fiel) (Fig. 3). Para Luhmann, el ambiente constituye “…el presupuesto de la identidad del sistema porque la identidad sólo es posible mediante la diferencia” (Luhmann, 1990: 305). Por lo tanto, sistema y fiel interactúan, pero el proceso de cerramiento del sistema hace que solamente el fiel salga “diferenciado”, “alterado” de esa interacción. Entretanto, es importante destacar que los procesos de cerramiento del sistema operan conjuntamente con procesos de apertura (como veremos adelante), ya que, especialmente en los sistemas vivos y sociales, no existen sistemas totalmente cerrados o totalmente abiertos al medio o a otros sistemas. Lo que sí existen son grados de apertura y de cerramiento. Así como una frontera (que prohíbe y
portante situarse justamente “…en el medio de esas cosas, donde individuos y comunidades pueden ser vistos activos en la construcción de sentido” (Hoover & Clark, 2001: 2), como en los rituales online. Destacamos, a partir de nuestras observaciones, dos formas de interacción ritual online: las interacciones rituales de cerramiento y las interacciones rituales de apertura. En las interacciones rituales de cerramiento, el fiel recibe del sistema los elementos necesarios para vivir su experiencia religiosa. O sea, el fiel sólo hace una operación de “activación” de determinado ritual, sin irritar al sistema, sin alterar su contenido religioso. Ese proceso de cerramiento lle158 va al sistema a estar “aislado de su ambiente”, como un sistema cerrado en el cual “…el estado final es inequívocamente determinado por las condiciones iniciales” (Bertalanffy, 1977: 64). De entre las opciones de esos rituales, ofertadas por la “Capilla Virtual” del sitio A124 en el link “Rosario Virtual”5, el fiel puede rezar “el rosario paso a paso online”, tal cual indica el sitio (Fig. 2). En esa interacción ritual, el Figura 3 - Diagrama demostrativo de la “interacción ritual de encerramiento”
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Figura 4 - Ritual “Vela Virtual” del sitio A12
marca –que quedará accesible a los demás fieles-. El sistema se abre a ese fiel, permite (invita u ordena) la interacción –dentro de sus regularidades-. Aunque el fiel no tenga acceso al software que comanda el sistema, su interferencia (sus oraciones, sus testimonios, su “teología”, incluso la desviada del catolicismo doctrinario) provoca alteraciones de sentido que podrán afectar la experiencia religiosa de otros fieles. El sistema se expone a esa interferencia. En esos casos, es el fiel también quien dice y narra lo religioso. Por lo tanto, en las interacciones rituales de apertura, ocurre un proceso de interpenetración entre sistema y fiel. En cuanto a la interpenetración, “…no se trata de la relación general entre sistema y ambiente, sino de una relación intersistémica entre sistemas que pertenecen recíprocamente uno al ambiente del otro” (Luhmann, 1990: 354), o sea, cuando un sistema inserta en el otro, recíprocamente, su propia complexidad interna. Esto sucede en las interacciones rituales de apertura, pues sistema y fiel intercambian y transaccionan materia religiosa, lo que, como resultado final, causa una alteración de las condiciones anteriores al inicio de la interacción en ambos inter-agentes (Fig. 5). Eso queda más claro en situaciones que llamamos “escapes doctrinales”. Aunque el acceso de los fieles al espacio religioso del ambiente online ocurra dentro de ciertas condiciones – reglas y protocolos – que 159 intentan regular las modalidades discursivas y ritua-
autoriza el pasaje), un sistema se abre para cerrarse (preservar su complexidad) y se cierra para abrirse (intercambiar, comunicar) (cf. Morin, 2002). En ese sentido, en la segunda modalidad, de manera diferente, las interacciones rituales de apertura ocurren cuando el fiel no sólo se conecta al sistema y se apropia de lo que le es ofrecido (como en la oración del rosario), sino también al interferir en ese sistema, al insertar materia religiosa en su interior. Así, se provoca una desestabilización del sistema desde su punto original. Son interacciones rituales en que el sistema se abre para la interferencia (construcción simbólica) del ambiente (fiel) en su interior. Esa modalidad de interacción ritual ocurre, por ejemplo, en las llamadas “velas virtuales”. Para encender una vela en la “Capilla Virtual” del sitio A126, el fiel es solicitado por el sistema a completar un formulario (con datos como: nombre, e-mail, ciudad, Estado) y escribir su intención (Fig. 4). En tal caso, el fiel tiene acceso al interior del sistema, interfiere en él y deja allí su Figura 5 - Diagrama demostrativo de la “interacción ritual de apertura”
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Figura 6 - Escape doctrinal presente en la “Capilla Virtual” del sitio A12
les, a veces ocurre una ruptura de ese contrato, manifestando los (co)lapsos en el sistema provocados por la palabra y la acción de los fieles. En los escapes doctrinales, ocurren construcciones discursivas que se alejan de la doctrina católica tradicional, promoviendo desvíos en el sentido religioso ofertado por el sistema católico online, como en la Fig. 6: En este caso, la fiel pide la intercesión de Nuestra Señora Aparecida y de Jesucristo para ser libertada de las “energías negativas”, “envidia”, “mal de ojo”, “hechizos”, “ocultismo”. Con ese pedido, la fiel manifiesta, en el interior del sistema católico online, su creencia en elementos religiosos que no hacen parte de la doctrina católica. Aunque en la Iglesia se crea en la existencia del mal, del infierno y del demonio, no se enseña la existencia del “mal de ojo” o de “hechizos” y “ocultismo”. Se mezclan, por medio del sistema y de la construcción de sentido de la fiel, elementos simbóli160 cos de universos religiosos diferentes – que, a su vez, pasan a ser parte del sistema públicamente, afectando y condicionando también la experiencia religiosa de los demás fieles que visiten esa página-. Así, la “materia religiosa” que el sistema permite que sea insertada en su interior por el fiel – aunque escape del espectro doctrinal católico –, pasa a ser, después de la “aprobación” y “confirmación” del sistema, un constructo propio del sistema católico online. Hasta aquí buscamos entender “el Verbo se hizo bit” como una metáfora de la “encarnación” comunicacional del Dios cristiano-católico en los meandros de in-
ternet. Para eso, analizamos el ámbito de la vivencia, de la práctica y de la experiencia de la fe (católica) en tiempos de internet, examinando la interfaz interaccional, la interacción discursiva y la interacción ritual entre fiel-sagrado. Entretanto, esas son solamente algunas manifestaciones de lo religioso católico en el ambiente digital. Restan dudas, puntos no investigados, y deseos de profundización en varios aspectos, como en las redes digitales online que veremos en seguida. “Y el Verbo se hizo red”: reconexiones en dispositivos conexiales en el caso “católico” Más allá de la interacción con lo sagrado en bits (el logos católico digital) en ambientes declaradamente católicos, ¿qué hace el fiel y cómo lidia con lo sagrado en ambientes “públicos” de la Red? O sea, ¿cómo se construye lo “católico” (el pathos católico digital) en la Red? ¿Qué hacen los usuarios, más allá de la oferta religiosa disponible en internet, en términos de reconstrucción y de circulación de los sentidos y discursos religiosos, por medio de los flujos comunicacionales del ambiente digital, especialmente en las llamadas redes sociales online? En suma, más allá de la experiencia religiosa específica, interrogamos la experimentación religiosa católica difusa. Más allá del carácter privado de la fe online, interrogamos el aspecto público del fenómeno religioso católico en sus manifestaciones comunicacionales digitales. Más allá de una práctica ritual de fe, interrogamos la práctica socio-comunicacional sobre lo religioso católico. Lo que vemos en las redes sociales digitales es una acción social sobre lo “católico” –o sea, constructos simbólicos que la sociedad en su conjunto considera como vinculados a la doctrina y a la tradición de la Iglesia Católica– mediante una socio-tecnicidad específica de la contemporaneidad que genera nuevas formas de producción de sentido, de experiencia y de prácticas religiosas. En ese sentido, como conceptos
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clave en este proceso, nos proponemos aquí reflexionar sobre las reconexiones que ocurren en dispositivos conexiales, a partir del caso católico, enfatizando que son conceptos en construcción y que proponemos para el debate. El fenómeno al que aquí nos referimos dice respeto a un medio específico, es decir, a la red de redes, internet, y, en su interior, a redes sociales digitales específicas. En su forma más simple, una red es un conjunto de nodos interconectados, que, en nuestro caso, son los internautas en interacción comunicativa. Para Kerckhove, la esencia de toda la red es precisamente la conectividad. Para el autor, internet es “…el medio conectado por excelencia, es la tecnología que hace explícita y tangible esa condición natural de la interacción humana” (Kerckhove, 1999: 25). Lo conectado, afirma, se convirtió en una alternativa a lo individual y a lo colectivo. Por otro lado, es necesario abandonar la idea de las redes como ya dadas, listas, como si bastara analizar los nodos existentes para inferir vínculos, capitales simbólicos, etc. La especificidad de las redes socio-digitales no es ser meramente “digitales” ni meramente “sociales” –infinidad de otras redes son digitales sin ser sociales, o son sociales sin ser digitales–, sino que su existencia manifiesta una interfaz característica de la contemporaneidad, marcada por vínculos individuales y sociales que se establecen comunicacionalmente mediados por la tecnología digital. Acreditamos que toda red es una acción social de conexión, un trabajo en red (network). O sea, las conexiones no existen “en sí mismas”, sino que son construidas y mantenidas constantemente por la acción social de comunicación mediada por tecnologías digitales. Las redes sociales digitales se establecen no sólo por algo, también para hacer algo. En el caso católico, las redes que se establecen en Facebook, por ejemplo, utilizan la doctrina y tradición católica como eje central de su acción comunicativa, pero también hacen algo sobre esa doctrina
y tradición por medio de sus discursos y prácticas. Y lo hacen porque la propia plataforma Facebook insta a los usuarios a una producción constante de sentido en su interior por medio del compartir y del conectar7. Así, lo “católico” es el resultado de esa producción ininterrumpida de sentido social y simbólico sobre la doctrina y tradición católica. Las interacciones sociales que percibimos en las redes sociales digitales en el ámbito católico, operan principalmente por medio de reconexiones socio-técnico-simbólicas sobre lo “católico”. O sea, son prácticas sociales que van más allá de los lazos sociales tradicionales de los individuos e instituciones, conectando de modo nuevo a los agentes socio-religiosos. Son usos de los medios que van más allá de las posibilidades técnicas de las plataformas, conectando de modo nuevo a sus funcionalidades con usos religiosos diversos. Son acciones de construcción de sentido que van más allá de los sentidos católicos ya existentes, conectando de modo nuevo los símbolos religiosos entre sí o con otras simbologías no previstas. Lo que ocurre en las redes socio-digitales, por lo tanto, son conexiones “nuevas”, “ultra-conexiones”, que van más allá de lo que ya está dado en términos sociales, técnicos y simbólicos sobre lo religioso. En esas conexiones, se manifiesta la invención social sobre lo “católico” en un proceso específico de circulación comunicacional, marcado por la tecnología digi- 161 tal. Las reconexiones permiten partir de algo ya dado y llegar a algo nuevo (invención, in + venire) por medio de prácticas sociales conectadas, que se suman a las prácticas tradicionales de construcción de lo “católico”. Es en la reconexión que los usuarios construyen sentido en red a partir de lo que ya existe social, cultural o tecnológicamente. Pero ese también es un proceso social que no es neutro, ni automático, ni trasparente. En las reconexiones, es posible ver la manifestación de ciertas matrices, operaciones y modos prácticos de pro-
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ducción y sentido que son compartidos socialmente. Específicamente, se está hablando de un dispositivo conexial, o sea, un sistema de conexión heterogéneo que se organiza en torno a reconexiones digitales y que posibilita la comunicación entre individuos e instituciones en red. Dispositivo, según Foucault (1982), es “…un conjunto decididamente heterogéneo que engloba discurso, instituciones, organizaciones […]. En suma, lo dicho y lo no dicho son los elementos del dispositivo” (Foucault, 1982: 244). Los dispositivos, por lo tanto, disponen el mundo y la sociedad; el mundo y la sociedad disponen los dispositivos; y, por medio de ellos, la sociedad dispone el mundo. Aquí entendemos el dispositivo conexial específicamente como un dispositivo comunicacional, o sea, un sistema socio-digital que tiene “…la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes” (Agamben, 2005: 13), siempre organizando las conexiones digitales entre ellos. En términos comunicacionales, el dispositivo conexial es algo específico de una dada historicidad (el fenómeno de la mediatización digital), que permite y realiza la mediación de las interacciones socio-digitales. O sea, posibilita la propia existencia de la digitalidad –y, por lo tanto, de la propia sociedad en la era digital– por 162 medio de la mayor o menor regulación de los intercambios entre los individuos en red. Aunque las redes socio-digitales manifiesten la “…efimeridad caótica del humo…”, el dispositivo conexial manifiesta la “…estabilidad organizativa de los árboles…” (Duarte & Frey, 2008: 158), visible y analizable en las reconexiones. El dispositivo conexial, por lo tanto, es el conjunto complejo de interfaces tecnológicas y protocolos sociotécnicos que establecen redes de interacción social y circulación comunicacional, manifestando “configuraciones socio-técnicas” que proporcionan “bases reforzadas para la mediatización de la comunicación”
(Gresec II apud Miège, 2009: 187). En términos de interfaces tecnológicas, el dispositivo conexial es la estructura que molda, dentro de sus límites, la forma como el usuario puede interpretar los símbolos religiosos a los que accede en las redes online y también provee líneas pre-determinadas de decodificación del sentido de esos símbolos, disponiéndolos de determinada forma, presentándose como el layout de las páginas, y ofreciendo al usuario algunas opciones (y otras no) para “manosear” esos símbolos (“me gusta”, “compartir”, “comentar” etc.). Como sintetiza Scolari, “…creemos usar las interfaces, pero en realidad también ellas nos están modelando” (Scolari, 2004: 239). En términos de protocolos socio-técnicos, el dispositivo conexial es la cristalización de las “…reglas y padrones tecno-científicos que gobiernan las relaciones dentro de las redes” (Galloway & Thacker, 2007: 28) y que permiten las conexiones. Pero los protocolos no están dados desde el principio: aunque la interfaz establezca algunos protocolos (cosas que se pueden o no hacer), el protocolo es una propiedad emergente a partir de las complejas relaciones entre la interfaz y los agentes, y entre los agentes entre sí, en disputas por control y poder tecno-simbólico. Así, el dispositivo conexial, mediante protocolos, regula la circulación y direcciona los flujos de sentido, conectando y controlando los agentes. Para comprender la relación entre reconexiones y dispositivos conexiales, veamos el caso que sigue (Fig. 7): En este caso, la página brasileña de Facebook nominada Papa Francisco I9, vinculada a la tradición católica pero no oficialmente, publica un “Homenaje al Papa” con una imagen de una lata de gaseosa con la frase “Cuanto más Francisco mejor”. La imagen remite a la publicidad de la gaseosa Coca-Cola Zero que circuló en Brasil y utilizaba el slogan “Quanto mais zero melhor” (“Cuanto más cero mejor”). La imagen, además, propone la invitación a los usuarios en formato
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Figura 7 Post de la página “Papa Francisco I” en Facebook8
de hashtag que dice “#Comparte”. Vemos, entonces, una reconexión de símbolos de universos completamente distintos: el religioso y el mercadológico-publicitario. Los administradores de la página crean un punto de conexión entre esas dos instancias, en principio contrapuestas (el papa Francisco y Coca-Cola). La reconexión simbólica, por lo tanto, conyuga la “sed” metafórica por la persona del pontífice católico con la sed física de Coca-Cola (cuanto más papa o CocaCola, mejor). Es interesante que esa reconexión simbólica es también social, pues es reconocida socialmente: más de 770 personas hicieron clic en la opción “Me gusta” y más de 850 compartieron ese contenido con sus amigos. En cada clic en “Me gusta” o en “Compartir”, se generan nuevos circuitos por los cuales esa imagen va a circular en nuevas redes, pues, con cada clic, ese contenido pasa a ser parte del “muro” personal de cada usuario, generando nuevas reconexiones en
su red personal. En los comentarios a la entrada, a su vez, algunos usuarios felicitan a los administradores por crear esa “bella campaña” y dicen que “amaron” la idea, lo que también genera nuevos circuitos por donde ese contenido va a circular. Pero esa reconexión también es criticada por los demás internautas. Es lo que ocurre en el campo de los comentarios: algunos usuarios critican a la campaña afirmando que es “ridículo transformar [al papa] en consumo o interpretarlo como consumo”, o diciendo que no les gustó ver el nombre del papa en “ese embalaje que es tan visto como símbolo de polución”, que es “una falta de respeto”, que “el embalaje no merece el contenido”. Así, en el campo de los comentarios o por medio de las opciones “Me gusta” y “Compartir”, la reconexión social se manifiesta reconstruyendo los sentidos simbólicos originales propuestos por los administradores de la página y extendiendo su sentido para otros circuitos socio-comunicacionales. Por otro lado, las reconexiones simbólicas y sociales permiten aún una reconexión técnica de las funcionalidades de Facebook y de sus contenidos o conexiones. Algunos usuarios, impulsados por la entrada de la página Papa Francisco I, se reapropian del ambiente conexial de Facebook transformándolo en un ambiente de oración. Esa reconexión técnica transforma el campo de comentarios de Facebook en un espacio de práctica religiosa pública. La usuaria Maria Tere- 163 sa Nunes Correia, por ejemplo, cierra su comentario con la afirmación: “Que el Señor le ayude siempre”, en referencia al papa, y Marcilia Silva dice: “Demasiado feliz con este papa, ¡gloria a Dios!”. De esa forma, Facebook no es sólo un espacio de conexión entre los usuarios, como sugiere la propia plataforma, sino también una plataforma que, en sí misma, es reconstruida simbólica, social y técnicamente como un ambiente religioso de oración y conexión con lo sagrado. Por fin, el dispositivo conexial se manifiesta en todas las instancias de la interfaz y del protocolo de la
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plataforma Facebook, posibilitando la conexión digital entre los usuarios. El dispositivo, primero, permite la inserción de imágenes y textos por parte del “posteador” a su red de amigos de forma pública, siendo puesto a disposición de los sistemas de búsqueda en internet. Esa inserción tiene determinados límites específicos de tamaño del texto, determinadas opciones de formato, tamaño, imagen, posibilidades de edición de texto e imagen, etc. Por otro lado, el lector puede comentar el post (en un espacio también regulado por la interfaz en términos de número de caracteres, formato del texto, etc.), marcar la opción “Me gusta”, o compartirlo con sus amigos. Todas esas opciones hacen que el contenido original del “posteador” circule por nuevas redes de usuarios, ahora del lector-comentador. Por fin, cada nuevo comentario puede ser respondido o marcado como “Me gusta” por otros usuarios, lo que genera nuevas recirculaciones de contenido y de las mismas conexiones por nuevos “muros” de Facebook y, por consiguiente, por nuevas redes de usuarios. Así, entre reglas y padrones estipulados por la interfaz y constituidos como protocolos en la interacción social, es ese complejo dispositivo de conexiones el que permite que las reconexiones se tornen posibles. Consideraciones finales En internet, como vimos, lo sagrado es vivido y ex164 perimentado por medio de rituales online, y lo “religioso” circula y es reconstruido en flujos constantes de circulación comunicacional en redes digitales. A partir de nuestro análisis, percibimos que la fe practicada en los ambientes digitales apunta para un cambio en la experiencia religiosa del fiel y en la manifestación de lo religioso. Cambio que se da por medio de nuevas temporalidades, nuevas espacialidades, nuevas materialidades, nuevas discursividades y nuevas ritualidades. La religión como tradicionalmente la conocemos está cambiando, y la “nueva religión”, que se descortina delante de nosotros en ese “odre nuevo”,
trae también un “vino nuevo”10 que caracteriza la mediatización digital (sus formas de ser, pensar, actuar, etc., en la era digital). Por un lado, temporalmente, los tiempos y los períodos tradicionales de la vida litúrgica de la Iglesia cambian fuertemente en internet. Ahora, un ritual religioso puede ser celebrado a cualquier hora del día, independientemente de los horarios y de la localización de los demás miembros de la comunidad religiosa. El sistema se encarga de mediar esa interacción. Los procesos lentos y vagarosos de la ascesis espiritual (los “siglos de los siglos”, “hasta que la muerte los separe”) van siendo ahora substituidos por la lógica de la velocidad absoluta. Pasamos así a vivir la fe en la expectativa de omnitemporalidad e inmediaticidad (todo debe estar disponible ahora, ya) (cf. Brasher, 2004). Por otro lado, ocurre un desvío espacial de la experiencia religiosa: la celebración realizada del otro lado del mundo puede ser asistida por el fiel en su cuarto –y es él quien decide cuando empieza, con un cliquear en play-. Así, se instaura una nueva forma de presencia: una “tele-presencia”, posibilitada por la producción de una co-presencia encarnada en las representaciones de lo sagrado disponibles en el sistema católico online y las interacciones con los demás usuarios. Pero la esencia de esa nueva modalidad de presencia es la no presencia, la “anti-presencia”: no es necesario que el fiel esté físicamente allá, junto a los demás usuarios, para estar allá, junto con ellos digitalmente (Manovich, 2000). Se instaura, de esa forma, una lógica de la condensación espacial. Además, la fe digital trae consigo una materialidad totalmente propia: numérica, de dígitos que pueden ser alterados, apagados, recombinados de acuerdo con la voluntad del sistema y/o del fiel, aunque con resquicios de una religiosidad pre-mediática (como el uso de “velas”, por ejemplo). Se acrecientan, así, nuevas camadas intermediadoras entre el fiel y Dios, ahora tecno-comunicacionales. Pero todo eso puede
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pasar desapercibido por el fiel al reforzar la trasparencia de la técnica: la sensación de lo sagrado construida por el sistema promueve (o refuerza) la creencia de que el fiel está delante de (y sólo delante de) Dios, sin atentar contra todos los protocolos y lógicas de la técnica comunicacional. En lugar de una lógica de la substitución, la fe se presenta con una lógica de la complejización. Internet no sustituye los soportes materiales de las prácticas de fe tradicionales, sino que genera nuevos modos de percepción, expresión, práctica, vivencia y experiencia de la fe. Discursivamente, el fiel construye sentido religioso en el sistema católico online por medio de narrativas fluidas e hipertextuales marcadas por una constante transformación. Eso abre lo religioso a innumerables interpretaciones, a una danza hermenéutica interminable de lectura y creación de nuevos sentidos. Se manifiesta, así, una dimensión teo-política de la experiencia religiosa online: en ella, el fiel común también tiene el “poder” de nombrar y de narrar lo divino. Además, las relaciones y vínculos creados por el discurso en ese ambiente también son fragmentarios, ya que el fiel selecciona y elije su alteridad discursiva (terrena o divina). El desvío, en suma, se da en dirección a una lógica del acceso (cf. Marchesini, 2009) en que el pertenecer-participar no se estructura por una localización geográfica, sino por una ambiencia fluida en que sólo resulta parte de ella quien a ella tiene acceso. Y son comunidades instauradas comunicacionalmente: sin la interacción digital, los vínculos se deshacen. Ritualísticamente, los actos y prácticas de fe desarrollados por el fiel mediante acciones y operaciones de construcción de sentido en interacción con el sistema, ocurren ahora en medios digitales. Se manifiesta, así, no sólo una liturgia asistida por los medios, sino también una liturgia centrada, vivida y practicada por los medios, en que estos también ofrecen modelos para los gestos, el espacio o el imaginario litúrgico. Los rituales online, por lo tanto, son marcados por
una lógica de la selección, en que el fiel es invitado a co-construir su experiencia religiosa a partir de un lo sagrado pre-moldeado, pre-configurado por el sistema; y, por otro lado, por una lógica de banco de datos, en que lo sagrado es transformado simbólicamente en una colección de datos y contenidos que pueden ser buscados y encontrados por el sistema en un instante, con un cliquear de botones. Así, se explicita una religiosidad algorítmica, en que el fiel hace al sistema hacer lo que ya está programado a partir de una secuencia de gestos litúrgicos seguida por el fiel y realizada por el sistema. En ese contexto, el fiel no es sólo co-constructor de su fe, sino que también realiza un trabajo creativo sobre la propia religión como un todo, tensionando la “interfaz eclesial”. Eso posibilita la percepción del desequilibrio entre cómo el macro-sistema religioso es pensado en términos de Iglesia y cómo es entendido y practicado por el fiel. En este sentido, la “interfaz” del macro-sistema religioso es dinamizada por esos usos. La turbulencia, la inestabilidad, y el desvío, provocados por el fiel conectado en lo “católico”, fomentan e instigan también la evolución del discurso y de las estructuras religiosas –en este caso, con relación a la realidad del pluralismo religioso del macro-sistema social-. Por lo tanto, la aparente homogeneidad religiosa de la Iglesia Católica (marcada por credos, leyes, prácticas litúrgicas precisas) es resignificada en esas 165 reconstrucciones mucho más plurales, fragmentadas y porosas. Las redes instauran una nueva modalidad de comunicación, activando un “dispositivo de publicización del discurso laico” sobre lo religioso (Blanchard apud Miège, 2009: 169). “Gracias a la ‘inteligencia colectiva’ fornecida por la red, un simple amador [profano/laico] puede movilizar conocimientos idénticos a los del especialista [religioso]” (Flichy, 2010: 8). Se manifiesta en esos casos la “reconstrucción de lo religioso” por parte del internauta común que actúa sobre los saberes y
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desarrolla prácticas originales, invenciones sociales a partir de las reconexiones. Las actividades del usuario común “no dependen de la construcción de un trabajo o de una institución, sino de una elección. Él es guiado por la curiosidad, por la emoción, por la pasión, por la adhesión a prácticas muchas veces compartidas con los otros” (Flichy, 2010: 12). Eso se suma a las “…transformaciones de la sociedad moderna –pluralismo de las concepciones de mundo, privatización y subjetivación del fenómeno religioso– [que] obligan a todos a ser ‘herejes’, o sea, a realizar una ‘libre elección’ (en griego: hairesis) entre las religiones y las concepciones de mundo existentes en una sociedad dada” (Martelli, 1995: 294, traducción nuestra). Eso es lo que Berger (1980) llama “imperativo herético”. Si, en la pre-modernidad, la herejía era una posibilidad, en la sociedad contemporánea ella se torna una necesidad, pues es necesario escoger y decidir delante de múltiples posibilidades (no sólo religiosas en general, sino también “católicas”) en que las definiciones y las filiaciones ya no se dan más a priori. “En situaciones pre-modernas, hay un mundo de certeza religiosa, ocasionalmente roto por desvíos heréticos. Al contrario, la situación moderna es un mundo de incerteza religiosa, ocasionalmente evitada por construcciones más o menos precarias de afirmación religiosa” (Berger, 1980: 28). Por lo tanto, de marginal, 166 la “herejía” se torna universal y general. Ese proceso se complejiza en internet cuando vemos, por medio de las reconexiones en dispositivos conexiales, no sólo una experiencia religiosa, sino también una religiosidad en experimentación. Una religiosidad marcada por la poca fidelidad institucional y doctrinal, por la fluidez de los símbolos en tránsito religioso y por la subjetivación de las creencias: de la herejía tradicional, pasamos a la e-rejía, o sea, “bricolajes digitales de la fe”, en que “…el propio individuo produce, de forma autónoma, el dispositivo de sentido que le permite orientar su vida y responder a las
cuestiones últimas de su existencia” estableciendo “…un vínculo entre su solución creyente personal y una tradición creyente instituida a la cual él se reporta de manera libre” (Hervieu-Léger, 2008: 156-157). De esa forma, el fiel “…recorta los universos simbólicos –el de su grupo y los ajenos, todos igualmente ‘virtuales’– y multiplica los ‘colajes’, al sabor de una creatividad idiosincrática (‘idiosincrética’), radicalmente individual, mismo si se articula en tribus de libre elección” (Sanchis, 1997: 104). Con la mediatización digital, ocurre un desvío de la autoridad eclesial y una autonomización de los fieles en prácticas religiosas conectadas, porque “…las tecnologías digitales son profundamente marcadas por los comportamientos de autonomía individual y de ‘conectividad’ [mise en connexion]” (Flichy, 2010: 15), contribuyendo, así, para el desarrollo de nuevas prácticas sociales y religiosas. En ese sentido, lo que confiere “poder” a la autoridad religiosa en red no es tanto su institucionalidad, su carácter eclesial, sino su “tecnicidad’, su “digitalidad”: aquellos que detentan el conocimiento tecnológico necesario y, además, alimentan su legitimidad en red (sea por el número total de “Me gusta” recogidos en la red, o por su fuerza como conector-hub de diversas redes), son “las autoridades” en este nuevo escenario. Por otro lado, la autonomización de los fieles conectados es reflejo de las condiciones socio-comunicacionales actuales, marcadas por la mediatización digital. En la actual hibridación medios-individuos, los fieles tienen acceso a nuevas modalidades de comunicación pública, global y conectada, a disposición para sus necesidades de experiencia/experimentación religiosa. Eso se concretiza en una doble vía: en la percepción de lo sagrado y en la expresión de lo sagrado a los demás; en ambas, ahora mediatizadas, lo sagrado se “encarna” en prácticas, símbolos y redes específicas. Así, es en la circulación (cuanto más compartido, más comentado, más “gustado”) que se define el “poder
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social” de lo sagrado. Se invierte, de esa forma, la tradicional relación autonomía-heteronomía: si antes la autonomía del fiel era condicionada por la heteronomía de la instituciónIglesia como representante de lo divino, hoy la autonomización del fiel, gracias a la hibridación con los medios, le pone delante a otra heteronomía, a saber, el sensus fidelium o el consensus fidelium en red, o sea, el sentido/consenso de los fieles conectados sobre lo “católico”. El surgimiento en internet de un sentido católico “socialmente correcto”, de un sensus catholicus, empieza, así, a establecer formas comunicacionales que moldean y condicionan (no necesariamente determinan) mediáticamente las prácticas sociales de construcción de creencias, de afirmación de identidades, de formación de comunidades y de legitimación de autoridades en torno de lo “católico”. Así, los procesos productivos de la religión en internet pasan a no ser más totalmente controlados o delimitados por un centro institucional: en la red, el centro está en todas partes. Por lo tanto, mediante dispositivos conexiales y sus reconexiones, la sociedad como un todo –como un masaje– “…trabaja, satura, modela y transforma todas las relaciones de los sentidos…” religiosos (Mcluhan in Mcluhan & Zingrone, 1998: 385), reconstruyendo, inventando o subvirtiendo creencias, identidades, comunidades y autoridades católicas. A partir de la mediatización digital del fenómeno religioso, va ocurriendo, entonces, una mediamorfosis de la fe11, o sea, la creación de una meta-organización que emerge a partir de un punto de saturación de la organización original “…que, aunque tenga los mismos aspectos físico-químicos, produce nuevas cualidades…”, empieza “…por una innovación, un nuevo mensaje desviante, marginal, pequeño, muchas veces invisible a los contemporáneos” (Morin, 2010: s/p). Sumada a los otros y diversos ámbitos sociales e históricos que evidencian este proceso, esa metamorfosis, mante-
niendo algunos de los aspectos tradicionales de la fe, produce nuevas cualidades de lo religioso a partir de la mediatización digital. Por otro lado, no sería posible hablar de mediatización sin los procesos de circulación. En las redes socio-digitales y en sus dispositivos conexiales, podemos percibir que, más allá de la “producción” eclesial histórica y tradicional de “lo” Católico oficial, entra en juego también una instancia que no sólo “recibe” la información, sino que también reconstruye sobre lo que es recibido y hace circular su reconstrucción. De esa manera, la circulación puede ser entendida como “… un trabajo complejo de lenguaje y técnica…” que manifiesta una “actividad construccionista” (Fausto Neto 2010: 3). Por lo tanto, no hay circulación sin reconstrucción y, vice-versa, no hay reconstrucción sin circulación, pues las acciones responden a otras acciones y actúan sobre otras acciones, así como los sentidos sólo tienen sentido sobre otros sentidos. En ese contexto, lo “católico” en circulación es un constructo vivo y flexible, pues está en constante reconstrucción por parte de millones de personas en red (católicas y no católicas). Si, en el interior de la institución-Iglesia, existe “lo” Católico oficial, objetivo, delimitado y regulado –que es mantenido como doctrina y tradición, sobre el cual la institución tiene total control y poder–, lo “católico” en circulación escapa de cualquier control y poder institucional, pues se 167 constituye a partir de la autonomía y alteridad de los individuos conectados. Podemos afirmar, así, que la vida social como un todo, incluyendo el fenómeno religioso, se reconfigura en las redes socio-digitales, mediante usos específicos de dispositivos conexiales que configuran prácticas socio-culturales más establecidas. Y eso en creciente complejización, pues “…comunicar no es deshacerse de nada; es, antes, un proceso multiplicador” (Marcondes Filho in Luhmann, 2005: 7). Entendiendo las redes socio-digitales como un microsistema del ecosistema
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social, es posible afirmar que toda actividad circulatoria en el interior de las redes socio-digitales tienen efectos múltiples, diversos, complejos, y transformadores, sobre el ambiente macro-social (Morin, 2002). La sociedad como un todo, por lo tanto, individuos e instituciones, se trasforma también por el efecto de la reconstrucción y de la circulación en redes sociodigitales. Por medio de la mediatización digital de la religión, entretanto, se revelan solamente algunas facetas de eso sagrado que no se limita a esas manifestaciones. Lo sagrado escapa a lo mediático. Paralelamente a los ambientes online, se continúa viviendo, practicando y experimentando la fe en los tradicionales espacios de culto, en un mismo “crisol religioso”, generando crecientes tensiones y desdoblamientos.
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Notas 1. Datos disponibles en http://migre.me/dXrg7. 2. Todas las citaciones de obras extranjeras en este artículo son de traducción nuestra. 3. A quienes se interesan por más detalles, remitimos a nuestro libro que contiene la totalidad de la pesquisa, Autor (2012). 4. Disponible en www.a12.com. El sitio A12 es la página oficial de la Red Aparecida, del Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, patrona de Brasil, localizado en el Estado de São Paulo. 5. Disponible en http://migre.me/4oXvz. 6. Disponible en http://migre.me/8xFAm. 7. Así dice el Principio número 1 de Facebook (“Libertad
para compartir y conectarse”): “Las personas deben tener la libertad de compartir las informaciones que deseasen, de cualquier manera y en cualquier formato, y tienen el derecho de conectarse a cualquier uno – cualquier persona, organización o servicio – siempre que ambos estén de acuerdo con la conexión” (traducción nuestra). Disponible en https://www. facebook.com/principles.php. 8. Disponible en http://migre.me/elZKu. 9. Disponible en https://www.facebook.com/SantoPapaFranciscoI. 10. Hacemos aquí referencia al trecho bíblico de Mateo 9, 17, que dice: “No se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!”. 11. El concepto de “mediamorfosis” es de Roger Fidler (cf. Mediamorphosis: Understanding New Media. Thousand Oaks: Pine Forge Press, 1997), del cual aquí nos apropiamos pero con otro significado. Para Fidler, mediamorfosis es “la transformación de los medios de comunicación, usualmente provocada por la compleja interacción entre necesidades percibidas, presiones competitivas y políticas, e innovaciones sociales y tecnológicas” (p.23). Así, los nuevos medios “no surgen espontanea e independientemente – ellos surgen gradualmente a partir de la metamorfosis de los medios antiguos-” (p.23). Pero aquí no nos interesa tanto la metamorfosis de los medios, sino la metamorfosis de otros ámbitos de lo social desencadenada por la interacción con y/o por la apropiación de los medios y sus lógicas –que, consecuentemente, mediante invenciones sociales e innovaciones tecnológicas, también lleva a una modificación de los propios medios.
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Identificación del autor: Moisés Sbardelotto Brasilero. Máster y doctorando en Ciencias de la Comunicación de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos (Unisinos), Brasil. Becario del Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq) de Brasil. Es autor de E o Verbo se fez bit: A comunicação e a experiência religiosas na internet (Ed. Santuário, 2012). Coordinó el Escritorio Brasileño de la Stiftung Weltethos de 2008-2012. Es graduado en Comunicación Social – Periodismo por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS). E-mail: msbardelotto@yahoo.com.br
Registro Bibliográfico:
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Sbardelotto , Moisés. “La reconstrucción de lo “religioso” en la circulación en redes socio-digitales” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 151-170. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 30-06-2013 Fecha de aceptación: 22-08-2013
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Instituciones, medios y socialización: aportes para una discusión Por Romina Andrea Barboza rabarboza@outlook.com – Universidad Nacional de Cuyo, Argentina
Sumario:
Summary:
Con frecuencia, autores dedicados al estudio de los medios de comunicación se refieren a éstos como instituciones (Silverstone, 2004) o mencionan su faceta institucional (Orozco Gómez en Rincón, 2001). Contextualizando los aportes de los autores entendemos que comprenden a los medios como “instituciones” o con una faceta “institucional” dando cuenta de una organización o de un conjunto de organizaciones, de una “cosa establecida o fundada”, según una de las acepciones de la Real Academia Española. Sin embargo, esta forma de denominar a los medios, al tornarse de uso relativamente común, despierta un disparador, una pregunta: ¿acaso los medios son instituciones? ¿funcionan como tales? Consecuentemente, se impone una necesidad de aclaración de términos. Desde una visión moderna, entendemos que se incurre en un error o en un descuido falsamente inocuo que olvida o traiciona una visión del mundo. La siguiente fundamentación intenta aportar una perspectiva que llame la atención de lo que observamos como un oxímoron al referirnos a los medios como instituciones y que pretende dar un punto de vista sobre la discusión del papel y relevancia de los medios de comunicación en la actualidad.
Often authors who study the media refer to these as institutions (Silverstone, 2004) or mention its institutional aspect (Orozco Gomez in Rincon, 2001). Contextualizing the contributions of the authors who understand the media as “institution” or with an “institutional” side, like an organization or organizations, of a “thing established or founded” as one of the meanings of the Royal Spanish Academy. However, this way of referring to the media to become relatively common use, awakens a trigger, a question, does the media are institutions? Do they work as such? And, consequently, a need for clarification of terms. We understand that, from a modern perspective, it incurs falsely innocuous misconduct forgotten, neglected or betrays a worldview. The next foundation tries to provide a perspective that draws attention to what we see as an oxymoron to refer to the media as institutions and aims to give a perspective on the discussion of the role and relevance of the media today.
Describers: media, socialization, institutions, subject, television
Descriptores: medios de comunicación, socialización, instituciones, sujeto, televisión
Instituciones, medios y socialización: aportes para una discusión Institutions, media and socialization: contributions to a discussion Páginas 173 a 186 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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1 - Los medios ¿instituciones o empresas? Orozco Gómez (2001) señala cuatro dimensiones respecto de la televisión, una de las cuales es la institucionalidad. En esta dimensión menciona que la televisión posee una historia, objetivos y visiones particulares del mundo y aclara que, en América Latina en particular, su génesis está marcada por un régimen mercantil que entiende a la televisión como una empresa. Por su parte, Roger Silverstone también marca el poder de las “instituciones dominantes de los medios globales” (Silverstone, 2004: 18) que se expresa en el alcance e impacto cultural en la textura de la experiencia cotidiana, y que entra en disputa con los Estados Naciones. Este enfrentamiento -para el autor y para nosotros- expresa un rasgo de la cultura mediática contemporánea y entraña el meollo de nuestro ensayo. Lo que tienen en común ambos autores -pese a la diversidad de sus enfoques-1 es que, por un lado, comprenden la complejidad de la relación entre medios y audiencias o públicos, estableciendo una relación desigual de poder entre ambos actores, y por otro, explicitan la lógica mercantil subyacente a la cultura mediática, es decir, no sólo de los medios sino de los procesos de producción, circulación y consumo. Pese a no ofrecer miradas ingenuas en sus análisis, ninguno de los autores realiza una profundización en las consecuencias que esta lógica mediática-mercantil tiene en el actual escenario de declive institucional y en la disputa entre las instituciones y los medios. Visualizar más específicamente este funcionamiento mercantil nos permitirá posteriormente entender por qué y en qué sentido los medios parecen funcionar como instituciones y en qué sentido no; qué problemas se juegan en el fondo de la disputa entre medios e instituciones, y qué consecuencias puede traer aparejada para quienes estudiamos e investiga-
mos sobre medios y comunicación no advertir estos puntos. Desde una perspectiva filosófica y de la teoría psicoanalítica, y preocupado por el surgimiento de un nuevo modelo de sujeto -el sujeto “posmoderno”Dany-Robert Dufour (2007) entiende que la televisión cumple un papel central en la transformación del individuo porque interviene al nivel del lenguaje, “por esto mismo, no es irrazonable pensar que las nuevas tecnologías de la comunicación, como se las llama ahora, tienen ya consecuencias en la función simbólica y en las formas de simbolización” (Dufour, 2007: 136). Dufour menciona que los niños, antes de entrar a la escuela -e incluso antes de empezar a hablar- han pasado una gran cantidad de horas frente a la televisión, lo que podríamos extender a otras pantallas habituales en los hogares: celulares y computadoras (137). Antes de que existiera la televisión, la práctica simbólica “partía de los textos y de ahí se inferían las imágenes” (141). El autor marca la importancia del texto y, paralelamente, las limitaciones de la imagen para representar lo ausente -función que no puede cumpliry para producir ficciones -irreductibles a imágenes-. Sin embargo, reconoce la potencia de la imagen, su capacidad para suspender el texto, condición dada por su incapacidad de articulación: “aparentemente, ese carácter no articulado está en el origen del poder de suspensión que posee la imagen en relación con el 175 texto: una sola imagen puede poner en tela de juicio una red muy densa de sentidos y significaciones debidamente organizados en el texto” (143). Ahora bien, ¿cuál es la relación entre la imagen, el texto y el sujeto? Tanto para Dufour, como para Alain Supiot (2007), la lengua es una norma heterónoma necesaria para la autonomía del sujeto. Es decir que, para que haya una separación de la norma, primero se deben aceptar las reglas del juego. Debe existir una etapa de alienación que está dada por la incorpora-
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ción del sujeto a la cultura utilizando como puerta el lenguaje. Este proceso es el que permite, a posteriori, la crítica. “Planteada esta relación texto-imagen, articulémosla ahora con la cuestión de la función simbólica: ¿cómo se transmite y adquiere? También aquí nos encontramos con la supremacía del texto, pues esta función se transmite esencialmente por intermedio del discurso que lleva consigo todo un universo imaginario. Sabemos hasta qué punto, en todas las épocas, la transmisión de relatos fue un medio utilizado por la generación de los padres para formar la generación siguiente. Transmitir un relato es, en efecto, transmitir contenidos, creencias, nombres propios, genealogías, ritos, obligaciones, saberes, relaciones sociales, pero también, y sobre todo, es transmitir el don de la palabra. Es hacer que pase la aptitud humana del habla de una generación a otra, de manera tal que el destinatario del relato pueda, a su vez, identificarse como sujeto y, partiendo de ese punto, situar a los demás alrededor de sí, antes de sí y después de sí. Es indispensable instituir al sujeto hablante; si esta antropoinstauración no se da, la función simbólica sencillamente no se transmite” (Dufour, 2007: 145-6).
La simbolización, entonces, se instaura por medio
176 del habla, de la palabra; porque, entendido de otro modo, el sujeto puede convertirse en tal mediante la aceptación de reglas ajenas e independientes a él, aceptando la heteronomía de la lengua. El acceso al universo simbólico está dado por el progresivo ingreso al sistema (lengua) y, por medio de la transmisión generacional, se instala la función simbólica. Es esta transmisión la que, según el autor, se ve en peligro con la televisión porque, como cualquier medio telemático, no puede fijar las referencias simbólicas como transmisor de la cultura. Porque lo que hacen las tecnologías o prótesis sensoriales (radio, televi-
sión, computadora, teléfono, celular, cine, internet) es jugar con las referencias simbólicas del “aquí”, “ahora”, “yo”, “antes”, “después”, etc. Cuando las categorías simbólicas no están instauradas en el niño o lo están débilmente pueden surgir problemas (entre los que Dufour menciona los problemas de identidad derivados de la negación de la diferencia generacional y la negación de la diferencia sexual. No habría ya antecedentes históricos fuertes; el Padre se desvanece y con él las prohibiciones, los límites temporales y la culpa). En este sentido y contexto se puede comprender que “…el uso de la televisión es sumamente pernicioso porque sólo puede alejar aún más al sujeto del dominio de las categorías simbólicas de espacio, tiempo y persona. (…) Lo que está, pues, en juego es nada menos que la capacidad discursiva y simbólica del sujeto” (Dufour, 2007: 149-50). En definitiva, Dufour marca que la televisión es uno de los instrumentos del mercado mediante el cual se pretende terminar con el sujeto crítico (kantiano) y con el sujeto neurótico (freudiano), propios de la modernidad, para disponer de sujetos “blandos, precarios, móviles, abiertos a todos los modos y todas las variaciones del mercado” (217-218). Desde el psicoanálisis se visualiza el trasfondo de la disputa entre el mercado (que actúa no sólo a través de herramientas mediáticas) y las diversas instancias colectivas o instituciones como la familia, el Estadonación, la escuela. En el medio, o mejor dicho, al final de esa confrontación se encuentra el sujeto. Ahora que dejamos planteado el marco de nuestra propuesta nos dedicaremos, en primer lugar, a explorar el concepto de institución desde la perspectiva de Francois Dubet y, en segundo, a analizar qué acciones o estrategias de los medios pueden ser vistas como propias de un funcionamiento institucional. 2 - El Programa Institucional El sociólogo Francois Dubet (2006) elabora el con-
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cepto de programa institucional entendiéndolo como un modo de socialización o un modo de relación con el otro2. Este programa considera la mediación entre valores universales -válidos para todos y ajenos a la experiencia de todos los días, “fuera” del mundo - y la experiencia individual. Entiende el “trabajo sobre los otros” de la socialización como una vocación fundada en valores y dedicada a la inculcación de normas para el desarrollo de un individuo autónomo y libre (Dubet, 2006: 22). Estos principios, valores, dogmas y mitos se presentan como un cuerpo coherente, homogéneo y “extrasocial”, en otras palabras, situados por encima de los particularismos e intereses privados. Estas características le otorgan carácter universal y sagrado. Siguiendo el planteo de Dubet (considerado como heredero de Alain Touraine y estudioso del proceso de desmantelamiento de la institución) y de Marcel Gauchet, (con un pensamiento propio de la filosofía y con aportes del psicoanálisis) intentaremos relevar sintéticamente qué son las instituciones y cómo funcionan, cuál es su rol en la sociedad moderna, cómo han cambiado, qué se espera de ellas y cuáles son los escenarios posibles frente a la mutación que transitan. Se analizará, por tanto, el “programa institucional” como concepto teórico que da forma a una concepción general de la socialización y la situación de la institución tradicional por excelencia: la familia. La fortaleza de las instituciones en la modernidad forma parte de un escenario histórico que, pese a sus críticas, contradicciones y debilidades, merece ser puesto en valor por el modo de socialización y subjetivación que encarna. Entendemos que sirve como modelo para contrastar y analizar los discursos –técnico, mercantil, cientificista- que intentan deslegitimarlo e imponer otro tipo de socialización. El programa institucional servirá de modelo para analizar la situación entre instituciones y medios. Alternativamente nos referiremos a institución y programa institucional como sinónimos dado que:
“La institución es definida por su capacidad de hacer advenir a un orden simbólico y de formar un tipo de sujeto ligado a ese orden, de instituirlo. En este sentido, la Iglesia, la Escuela, la Familia o la Justicia son instituciones porque inscriben un orden simbólico y una cultura en la subjetividad de los individuos, porque <<institucionalizan>> valores, símbolos, porque <<instituyen>> una naturaleza social en la <<naturaleza>> natural de los individuos” (Dubet, 2006: 39-40).
La función y el sentido de la institución será, entonces, instituir y socializar de un modo específico, inscribir al individuo en una dimensión simbólica para convertirlo en sujeto (algo también advertido por Dufour). Los pilares del programa institucional son: un conjunto de valores sagrados y universales (ligados a un Tercero), el trabajo sobre el otro como vocación y, por último, una forma específica de socialización intrínsecamente asociada a la subjetivación, es decir, a la formación de un sujeto (sub-jectum) libre. Los valores y principios universales inculcados a partir del trabajo sobre los otros entendido como una vocación, generan un proceso de socialización que conlleva el desarrollo de la subjetivación en el individuo. La conceptualización de Dubet (2006) sobre el programa institucional se asienta en la afirmación de la 177 creencia en la continuidad entre socialización y subjetivación como parte del mismo movimiento: “El programa institucional reposa sobre la resolución de una paradoja fundamental. En un mismo movimiento, socializa al individuo y pretende constituirlo en sujeto. La creencia en la continuidad de dicho proceso reside en el núcleo íntimo del programa institucional. Por una parte, la institución socializa al individuo tal cual es, le inculca un habitus y una identidad conforme a los requisitos de la vida social. Por otra
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parte, como apela a valores y principios universales, el programa institucional arranca al individuo de su naturaleza, de su ‘pequeña sociedad’ y permite la construcción de un sujeto capaz de dominar y ejercer su libertad por gracia de la fe o de la Razón” (Dubet, 2006: 44).
Mediante la socialización el sujeto entra a formar parte de un mundo social común, de una sociedad que lo trasciende. La libertad del sujeto surge a partir de la sumisión a los principios universales custodiados por las instituciones. Esa es la magia del programa institucional. La reflexividad, criticidad y autonomía es posible a partir de la aprehensión e interiorización de valores trascendentales que tienen la fuerza de Ley. Las reglas y normas que socializan al individuo, al ser interiorizadas, pueden ser luego cuestionadas, lo que demuestra el grado de autonomía alcanzado por el individuo. Es la interiorización de normas y valores lo que permite al individuo, posteriormente, criticar, para cambiar, a las mismas instituciones que lo socializaron, brindar nuevas respuestas a escenarios inéditos, asumir su libertad. En cuanto a cómo y dónde se desarrolla la socialización, el autor francés señala las instituciones clásicas, principalmente la familia, a la que agrega la Iglesia y la 178 escuela, pero aclara que toda actividad, especialmente todo trabajo, participa en nuestra socialización, formación e identidad. En especial, Dubet (2006) se centra más específicamente en aquellas instituciones explícitamente dedicadas al trabajo sobre los otros, cuyo ejemplo más típico es la escuela. Una de las características fundamentales para entender la trascendencia del programa institucional es que se “sitúa <<antes>> de las instituciones políticas y no enfrenta a iguales” (Dubet, 2006: 24). Es decir, que no supone la preexistencia de sujetos ya formados ni libres -como sí lo hace el discurso neoliberal y técnico-
sino que mediante la socialización -la interiorización de límites y normas- el individuo podrá alcanzar la libertad y autonomía. Podríamos decir que los valores que sustentan a las instituciones modernas se sintetizan en libertad y autonomía. El programa institucional “permite creer en los valores y principios, aun cuando no se llevan a cabo casi nunca” (58) y la apropiación de éstos valores permite la instancia crítica. La institución entonces, de acuerdo con la visión del programa institucional propuesto por Dubet, será entendida con la función de instituir y socializar. Pero, ¿qué vigencia tienen las instituciones? Detrás de las instituciones y de los valores y principios que representan se alzan, según Dufour, los Terceros que han marcado la historia: el Padre, la Naturaleza, Dios, la Nación. Son estos Grandes Sujetos, encarnados por las instituciones, los que definen al sujeto, dado que “el hombre es una sustancia cuya existencia no depende de sí mismo sino de otro ser” (Dufour, 2009: 35). La importancia de nuestro abordaje sobre las instituciones reside entonces en las consecuencias del declive institucional y la función socializadora de los medios para la formación de individuos autónomos y libres. 2.1 - El declive de la institución. El declive de la institución es propio de la Modernidad. Asistimos a la secularización de la secularización del programa institucional, es decir, la pérdida de la sacralidad de los valores y, al mismo tiempo, una diversificación y dispersión de valores que entran en contradicción (Dubet, 2006). El programa institucional habíamos dicho que resuelve una paradoja fundamental: socializa al individuo de acuerdo a valores universales, pero al mismo tiempo lo convierte en sujeto, le permite alcanzar la autonomía, ejercer su libertad a partir de aquellos valores sociales. Ahora bien, Dubet
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afirma que el programa institucional pierde la fuerza para resolverla porque se produce una exacerbación de las contradicciones latentes en el mismo. La pérdida de la fuerza del programa institucional radica en la dispersión y heterogeneidad creciente de los valores y principios que daban sustento y cuerpo al monopolio de las instituciones. Se pierde la homogeneidad que legitima la autoridad y con ella los ritos, es decir, los modelos de orden que dan sentido a la experiencia. En consecuencia, la concepción de sociedad se transforma porque el conjunto de valores comunes se debilita. Dubet (2006) señala la vinculación entre crisis de la sociedad y declive institucional; la integración social promovida por las instituciones se debilita. El final de los monopolios institucionales se presenta en un escenario donde los individuos pueden acceder a otras formas de cultura externas a las que proveen las instituciones. Los valores universales y sagrados son reemplazados por criterios de eficacia y eficiencia. La decadencia del monopolio es precipitada por la deslegitimación de los principios y de las representaciones construidas por las instituciones. La secularización consiste en la pérdida de aquello que se consideraba sagrado por las instituciones y el reemplazo por criterios pretendidamente objetivos en un nuevo modelo de sociedad flexible. El dogma deja su lugar a la mensurabilidad y a criterios objetivos impuestos por la ciencia. El principal cambio sufrido a partir del declive institucional, entre otras circunstancias, radica en el paso de la disciplina al control social, de la reglamentación a la regulación. Mientras la primera proviene desde el “exterior” de los sujetos y se les impone en base a un sistema de valores que otorgan sentido a la vida de los sujetos y a la vida social, la segunda asegura simplemente un funcionamiento homeostático del sistema, sin posibilidad ponerlo en cuestión (Supiot, 2007). La reglamentación ya no encuentra fundamento, carece de legitimación: “la autoridad dejó de ser natural y sa-
grada” (Dubet, 2006: 89). Por lo tanto, requiere de un trabajo de justificación constante. En este marco, se fractura la relación entre el sujeto y el sistema social, hay una pérdida de motivación y de apego a los valores que revela una grave falta de compromiso con los mismos. Asistimos al desencantamiento del mundo, a la utopía del individuo deificado y de la sociedad autorregulada y en red, sin advertir los peligros que conlleva la idea de regulación: “Ya sea que se exprese en tecnología o en derecho, la idea de regulación, si se la lleva al extremo, da lugar a la utopía de un mundo enteramente libre de conflictos y capaz de prescindir de la figura del Tercero (…) Evidentemente, ninguna sociedad humana podría funcionar sobre tales bases y es preciso recordar que no existe una regulación sin un regulador” (Supiot, 2007: 190).
La decadencia de las instituciones, como parte del proceso moderno, no es una simple crisis pasajera producida unidireccionalmente por el desarrollo y fortalecimiento del capitalismo (Dubet, 2006: 420), aunque el discurso neoliberal favorezca convergentemente la devaluación de las instituciones. Los valores propuestos por las instituciones entran en contradicción cuando la crítica propia y deseable producto del programa institucional se vuelve contra sus 179 fundamentos, cuando ya no pueden sostenerse los principios homogéneos, universales y sagrados que sustentan el programa institucional. A la decadencia inscripta como parte de la historia particular de las propias instituciones modernas hay que agregarle otros factores que complejizan aún más el análisis. Dos de los principales son el capitalismo neoliberal imperante y los discursos cientificistas. Este reconocimiento no significa simplificar los problemas de la institución remitiéndolos simplemente a causas exteriores; significa que, aun aceptando el declive institucional como un proceso, las instituciones no
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permanecen ajenas a las dimensiones sociales, culturales, políticas y económicas donde están inscriptas. Tampoco queremos caer, como advierte Dubet, en críticas anticapitalistas catastróficas. Explicamos cómo el programa institucional favorece la crítica de las instituciones. Pero también debemos ubicar el rol del capitalismo en la transformación de aquellas, enmarcando al neoliberalismo en la cultura urbanomediática con la mirada atenta en la dinámica de la institución. No vamos a defender las instituciones en su expresión idealizada del siglo XIX, sin aceptar las causas endógenas que generan su declive, pero intentaremos circunscribir lo que la participación que le cabe al neoliberalismo en este proceso. El análisis complementario de factores endógenos y exógenos a la institución nos dará la posibilidad de comprender la compleja realidad de la que formamos parte. Los cambios endógenos sospechados por el funcionamiento institucional y las circunstancias externas a ellas introducen modificaciones que dificultan continuar con el programa institucional. Todo esto trae aparejado consecuencias en las formas de socialización y subjetivación. Podemos avizorar que en el presente urbano-mediático convergente con el declive institucional, en el auge de relatos cientificistas y el predominio neoliberal, la socialización se separa de la subjetivación y, en consecuencia, la concepción 180 de sujeto moderna, fundada en una Referencia, se ve cualitativamente modificada. Parte de la acción neoliberal consiste en reconocer la demanda de liberalización de las instituciones, lo que claramente se observa en el caso escolar, que se transforma progresivamente en una mera prestadora de servicios (Dubet, 2006). Al mismo tiempo, Supiot observa el cambio institucional en términos de flexibilización, dentro de un marco de autorregulación general, en el que ya nada debe ser reglamentado y en el que, paradójicamente, las instituciones ya no deben instituir al sujeto:
“Las instituciones deben entonces ceder su lugar a sistemas flexibles de comunicación que le permiten a los hombres reaccionar unos frente a otros y ajustar mutuamente sus comportamientos dentro de un conjunto reticular que se autorregula. El problema es entonces conectar y ya no instituir, comunicar y ya no ordenar, regular y ya no reglamentar. De ese modo se espera construir un mundo donde el hombre y la sociedad se habrían vuelto transparentes en sí mismos y habrían quedado libres de los últimos estigmas de la metafísica” (Supiot, 2007: 175-6).
En el mismo sentido, pero haciendo hincapié en la familia, Marcel Gauchet asegura que asistimos a un proceso de desinstitucionalización de la familia porque ésta ya no socializa o, más precisamente, cambia su forma de socialización. Hay un pasaje desde la producción de un ser para la sociedad -que implica por parte del individuo el “aprendizaje de la abstracción de sí mismo que crea el sentido de lo público, de la objetividad, de la universalidad” (Gauchet, 2007: 111)- a la socialización de los individuos como un mero aprendizaje adaptativo. En el camino se comprende que la debilidad de la familia como engranaje del orden social permite el aumento de la adherencia a sí mismo por parte del individuo (Gauchet, 2007). No podemos perder de vista que los cambios descriptos modifican la concepción de la relación entre individuos, de una relación social según los parámetros del programa institucional, a una relación económica o instrumental en la decadencia de las instituciones y en el predominio de criterios pretendidamente objetivos. Esta mutación de las instituciones trae aparejado problemas precisos que nos permitirán entender cómo se quiebra la continuidad entre socialización y subjetivación, cuyos alcances son negados por el discurso neoliberal, que se basa en una concepción sesgada del sujeto. Tal como lo expone Dubet, “una de las aporías del pensamiento liberal (…) que pone en escena
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a un sujeto ya formado, ya socializado, ya poseedor de recursos sociales y de orientaciones culturales (Dubet, 2006: 438). En síntesis, lo que podemos relevar como el principal problema para Dubet sobre la nueva concepción del sujeto -que se deja traslucir en estos cambios institucionales mencionados-, es “una de las aporías del pensamiento liberal (…) que pone en escena a un sujeto ya formado, ya socializado, ya poseedor de recursos sociales y de orientaciones culturales (Dubet, 2006: 438). Si a esto sumamos algunos de los valores que sostiene la sociedad urbano-mediática, a saber: el individualismo, el poderío y el racionalismo instrumental (Dubet, 2006), el mayor peligro que encarna el liberalismo, en el contexto de decadencia institucional, es la posibilidad de que sea naturalizado sin crítica como modo de funcionamiento de la sociedad y de las relaciones que los individuos establecen entre sí. 3 - ¿Socialización mediática? Hay que marcar la diferencia entre la socialización (y subjetivación) tal cual las entiende Dubet y a la socialización llevada a cabo por los medios o mediatización. Como señalamos, el programa institucional marca la continuidad entre socialización y subjetivación, en el marco del Estado moderno, donde el trabajo de socialización está orientado hacia el autocontrol y la autonomía, que “engendra la producción de una fuerte conciencia de sí, de un Yo constituido para que cada uno construya su vida personal” (Dubet, 2006). Mediante la imposición de valores universales, de reglas y hábitos que implican el abandono del sujeto de sí mismo en pos de esos valores, el sujeto puede encontrar formas de libertad y autonomía. “El programa institucional es de índole mágica porque transforma valores y principios abstractos, fuera del mundo, en prácticas y disciplinas que son además ritos (Dubet,
2006: 57). La sujeción del individuo es paradójicamente lo que libera, el control social se desplaza desde el exterior hacia la interiorización de las normas para lograr el autocontrol del sujeto. Como ya dijimos, el sociólogo francés establece que la socialización “es un proceso continuo y que toda actividad social -especialmente todo trabajo- participa activamente en nuestra socialización, en la formación y transformación de nuestros juicios, de nuestras maneras de actuar, de nuestra identidad y, en última instancia, de lo que cada uno de nosotros considera su yo más profundo” (Dubet, 2006: 17). Dada la intervención de la mediatización, como “proceso fundamentalmente dialéctico (…) mediante el cual los medios de comunicación institucionalizados forman parte de la circulación general de símbolos dentro de la vida social” (Silverstone, 2010: 168-9), en la “textura general de la experiencia” (Silverstone, 2004), podríamos preguntarnos si es posible hablar de socialización por parte de los medios. Roberto Igarza (2009) menciona que, en las ciudades, la segunda actividad más importante después del trabajo es el consumo de medios de comunicación y, en el hogar, la actividad predominante. Más allá de las discusiones que puede generar tal afirmación, lo que comparten varios autores es que la “tecnicidad” de los medios y nuevas tecnologías (Huergo, 2008, y Orozco Gómez, 2001) organiza la percepción e interviene en 181 la cotidianidad hasta formar una “realidad de segundo orden” (Silverstone, 2010), que se ve atravesada por procesos de mediatización. En pocas palabras, los medios y tecnologías, además de procurar un modelo perceptivo, son formadores y reproductores de símbolos en las sociedades. La vida cotidiana y la Polis de los medios se transforman en un entretejido imposible de diferenciar; los medios se constituyen en fuentes de seguridad, orden y continuidad (Silverstone, 2010). Por lo tanto, podemos deducir que la cultura mediática es la cultura de las poblaciones urbanas y que, más
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interesante aún, los medios, en consecuencia, entretejiéndose con la vida cotidiana se están transformando en algo ambiental (Silverstone, 2010). Señalar la formación de un ambiente mediático (Barboza, 2012) implica considerar una presencia continua, diversa y aunque con apariencia efímera de los medios en la rutina diaria y en distintas actividades (trabajo, escolarización, entretenimiento). En este contexto, Guillermo Orozco Gómez, indica las modificaciones que sufren las instituciones clásicas (familia, iglesia y política) en tensión con la institución televisiva: la política está cambiando para volverse más televisiva, publicitaria y mercantil (y lo televisivo se vuelve más político); en el ámbito familiar, en tanto, se existen conflictos y descontento por “la pérdida del control de la socialización que antes había residido en la familia y ahora la televisión usurpa, trastoca y transgrede” (Orozco Gómez, 2001: 222). Si los medios pasan a disputar la función socializadora de las instituciones tradicionales y a éstos le subyace una lógica mercantil, nos preguntamos de qué tipo de socialización se trata y qué diferencias se pueden marcar entre una socialización mediática y mercantil con la socialización tal cual es descripta por Dubet. La socialización que propone el mercado reside en la aceptación de un universal no social, es decir, crite182 rios pretendidamente objetivos y autónomos -no ligados a valores que representan una Terceridad- que no tienen por fin último liberar al sujeto sino cosificarlo. La libertad impuesta al sujeto, la aceptación de criterios de eficacia y eficiencia y del discurso técnico devela, en resumen, la fuerza del capitalismo neoliberal y de la técnica misma. Es importante destacar otra diferencia entre los dos modos de socialización: la temporalidad del desarrollo de la socialización y subjetivación. En el modelo propuesto por Dubet es un proceso que no se da por terminado sino que involucra un transcurrir del sujeto
a lo largo de toda la vida. Esto supone un trabajo institucional e individual en constante devenir, no supone la preexistencia de un individuo ya formado como en el caso de los discursos neoliberales. En contraposición a la socialización llevada a cabo por el programa institucional, el segundo tipo de socialización mediático-mercantil no configura al individuo para la autonomía y la libertad (Dubet, 2006). En primer lugar, esta socialización no está fundada en valores universales sino más bien en estándares del mercado y criterios supuestamente objetivos y mensurables; en segundo lugar, no existe un trabajo sobre el otro como una vocación, es más, el otro en los medios generalmente se presenta como una representación fugaz, banal y sustituible; por último, las únicas normas que se pretende inculcar al individuo son las que se relacionan con lo que Supiot define como la ideología del no-límite y lo que Dufour describe como la búsqueda de satisfacción inmediata de los deseos con objetos disponibles en el mercado. Estos cambios permiten identificar este posible tipo de socialización mediática más alejado del modelo de socialización-subjetivación de Dubet, y más cercano al simple aprendizaje adaptativo mencionado por Gauchet. Frente al declive institucional y el papel que juegan los medios en esta nueva tensión con las instituciones, aparecen tanto problemas como caminos sin salida por afrontar. Los abordaremos sintéticamente para mostrar los obstáculos y escenarios que plantea Dubet. El primer problema es la falta de reconocimiento y legitimación de la autoridad, que necesita justificar sus acciones porque no cuenta con adhesión de los sujetos a un sentido común representado por esa autoridad (Supiot, 2007: 209). Eso genera la posibilida de concebir su poder como arbitrario y provocar el consecuente rechazo a la autoridad. La falta de legitimación del representante de los valores sagrados genera un segundo problema. Aumenta el riesgo de
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relaciones no mediadas, es decir, que prescindan de “un tercero independiente y superior a los protagonistas” (Dubet, 2006: 428). A su vez, un tercer problema se plantea por la falta de homogeneidad y la diversificación de valores carentes de orden y prioridad. Cada uno actuaría en función de sus propios valores particulares y “a falta de una Referencia común que le garantice a cada cual un sentido y un lugar, cada uno cae en la trampa de la autorreferencia y no tiene más opción que escoger entre la soledad y la violencia (Supiot, 2007: 16). Algunos de estos problemas creemos que pueden ser reparados desde una apuesta por el fortalecimiento de la institución y la búsqueda comprometida de iniciativas para lograrlo. La reiteración de la necesaria referencia a un Tercero (Estado, Razón, Nación, Iglesia), para la constitución simbólica del sujet y la crítica fundamentada contra los portavoces de los supuestamente objetivos y naturalizados del mercado y el cientificismo como ley suprema, que intentan desvincular las instituciones (y sus valores) del sujeto, son pasos necesarios para defender las instituciones mientras se indagan otras posibles salidas. En cuanto a los caminos sin salida que nombra Dubet, el regreso a una idea de autoridad incuestionable sería imposible y, por lo demás, no deseable porque, en base al ideal de la sociedad identificada con el Estado-Nación fuerte y homogéneo, necesita recurrir a la violencia institucional. El retorno al pasado de las instituciones implicaría un retroceso de los derechos y libertades trabajosamente adquiridas. Sin embargo, la Referencia y, por ende, la legitimidad de la autoridad, debe ser nuevamente puesta en valor para que los límites y normas recuperen su sentido. Además, dentro de la dinámica mediática debe existir una apuesta por la toma de responsabilidad de productores, representados y audiencias y usuarios tal como propone Silverstone (2010), reflexionando y cuestionando la participación y representación que
los medios hacen del otro, de la distancia que toman respecto a los representados y de la confianza en los medios: “nuestra complicidad y nuestra connivencia se sitúan en un nivel más profundo aún, pues están en el centro mismo de la mediatización de las realidades del mundo y en el <<como si>> de las prácticas de representación mediática. Lo simbólico mediatizado no se nos impone como un espacio sin escapatoria. Es un espacio que hemos elegido históricamente y que seguimos eligiendo todos los días, decisión que hemos optado por negar” (Silverstone, 2010: 201)
Siguiendo a Dubet, repetimos que el programa institucional vigente ha entrado en crisis, con cambios que no son homogéneos ni totales y que para entenderlos no debemos reducir las explicaciones a la simple influencia del capitalismo. Sin embargo, este declive ha permitido que emerjan nuevas formas de dominación y control como las que acabamos de mencionar. El programa institucional, indispensable para la constitución de individuos críticos y autónomos, entró en crisis en la misma modernidad, pese a ello, se mantiene vivo. 4- Conclusiones Tras este breve recorrido queremos marcar que hablar de los medios como instituciones sin mediar 183 algún tipo de aclaración tiende a negar (por desconocimiento, negligencia o por “astucia”) algunos de los fundamentos de la modernidad. Pese a que ninguno de los autores aquí mencionados lo hace, señalamos el riesgo principal que puede traer aparejado referirse a los medios como instituciones: asimilar a la institución como empresa y a la empresa como institución, descuidando la función central de estas últimas en la construcción de la subjetividad. Los medios nos acercan y facilitan un posible modo de socialización, pero no se puede equiparar a la so-
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cialización de las instituciones tradicionales propias de la modernidad en cuanto no producen -ni quieren producir- un sujeto crítico y neurótico. Pese a la imposibilidad de volver a un estado anterior de las instituciones, debemos rescatar su función y revalorizar su papel -advirtiendo críticas válidas- apoyándonos en los valores universales que las sostienen. Es necesario rescatar la figura del Otro, independiente y superior, que media las relaciones sociales; Referencia donde encuentra legitimidad la autoridad de las instituciones; fuente de seguridad de los individuos; figura que, mediante modelos de orden, subjetiva al hombre. El compromiso de los individuos entre sí se asienta en la creencia de esa figura trascendental que carga de sentido la experiencia. Si el Tercero desaparece, entonces el sujeto vacilará en el sinsentido. Tras la descripción del programa institucional, la función de las instituciones, la explicación del declive institucional inscripto en la modernidad, y la profundas implicancias de las instituciones para la constitución de los sujeto es que, como Dubet3, ponemos sobre la mesa la discusión sobre la socialización en la sociedad actual, sabiendo la imposibilidad de volver a un estado anterior idealizado. Las instituciones deben entonces continuar sosteniendo valores trascendentales. Si la secularización de la secularización es un proceso que se está transitando, entonces estamos a 184 tiempo de resistir ciertos cambios para evitar profundizar el declive institucional y la consecuente desimbolización del sujeto. No asistimos al fin de las instituciones sino a un estadio crítico pero no definitivo donde es posible que las instituciones se fortalezcan en el proceso de mutación manteniendo su función y sus características definitorias, delimitando el alcance de los medios en la familia, en la escuela, en la política y en la religión. Las instituciones como modo de relación mediada por valores entre los individuos siguen siendo el marco simbólico que reviste de sentido la experiencia humana.
El programa institucional presenta fortalezas. Éstas serán la justificación de nuestra postura en defensa de las instituciones, del programa institucional y de la acción política en su favor. El programa se caracteriza por la fuerza y plasticidad que facilita su permanencia en el tiempo. Estas características podrían ser potenciadas para devolver la firmeza de las instituciones adecuándose al nuevo escenario. La plasticidad permite cambiar los valores de la institución sin alterar su forma, siempre y cuando esos valores hagan referencia a una Terceridad. Por último, y como aspecto destacado, la mayor fortaleza del programa institucional es la función simbólica que cumple. La continuidad de la socialización y subjetivación en un mismo movimiento: “El declive del programa institucional no significa que salgamos de las instituciones, que éstas se hayan vuelto inútiles o que sólo puedan ser concebidas salvo como sistemas de regulación de la acción tal como se habla hoy en día de las instituciones económicas que regulan el mercado. Es difícil imaginar que las organizaciones y los profesionales que intervienen sobre el otro, que forman la subjetividad de los individuos, no puedan mantener algo de las instituciones y en particular la adhesión a principios fundamentales percibidos como “superiores” a los individuos y capaces de dar sentido a la acción” (Dubet, 2006: 60-1).
He aquí el límite de la socialización de los medios y de la necesidad de abogar no por un mero aprendizaje adaptativo sino por la creación de un ser para la sociedad, responsable, autónomo y crítico. Señalar algunos de los problemas que genera la tensión entre las instituciones clásicas, con su proceso de declive por causas endógenas, y la construcción de un ambiente mediático omnipresente en la cultura urbana se convierte en un punto de partida para comprender el alcance, responsabilidad y perspectivas de futuro a la
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hora de discutir el rol de los medios, sus limitaciones y funciones en las sociedades actuales. Definitivamente abogamos por la defensa de las instituciones y de su necesaria adaptación acorde a los derechos adquiridos por los sujetos, a la democratización y, sobre todo, a la defensa de su propia dinámica. La opción que propone Dubet sobre la reconstrucción de las instituciones a nivel intermedio, pese a su acotada exposición, es una opción válida como punto de partida para seguir reflexionando en el camino de búsqueda de alternativas políticas para el fortalecimiento de la institución. Sin embargo, nos acercamos más a la alternativa planteada por Supiot de recurrir a los Derechos Humanos para vincular y fortalecer los lazos sociales. El Derecho entendido desde una perspectiva política puede convertirse en aliado de las instituciones. Frente a las demandas científicas, técnicas o económicas, las instituciones no pueden convertirse en organizaciones prestadoras de servicios ni ignorar la función antropológica que cumplen en la constitución del individuo4. Para que el declive institucional no se transforme en la desaparición de las instituciones es necesario un cambio. Y para ello, como para resistir la instrumentalización del derecho, es indispensable la acción política. La dificultad mayor aparece al comprender que la política -donde Supiot, Dubet y nosotros ponemos la esperanza- también está atravesada por la cultura urbano-mediática, donde impera el capitalismo neoliberal y los mecanismos de autorregulación del sistema. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, para que el sujeto alcance las condiciones de autonomía y libertad será indispensable el ejercicio el funcionamiento de las instituciones en el proceso de socialización y subjetivación. Ahora estamos en condiciones de entender más profundamente las implicaciones del relato cientificista, técnico y neoliberal. Discursos que sostienen una concepción objetiva del sujeto. Esto nos lleva a
considerar el modelo de sujeto que se perfila desde tendencias paralelas y convergentes: la mediatización, el capitalismo neoliberal y el discurso tecnocientífico. Es necesario entonces preguntarnos sobre las transiciones entre los modelos de sujetos, y sobre los riesgos de la cultura urbano-mediática en el amplio marco planteado. El debilitamiento de la heteronomía trae consecuencias para la autonomía y libertad del sujeto, como para la abstracción y cosificación del mismo. En resumidas cuentas, lo que está en jaque es “la creencia en una continuidad entre socialización y subjetivación [que] ya no resulta evidente. Ya no se cree, como antaño, que el dogma se transforma en disciplinas y en ritos generadores de conformismo y libertad” (Dubet, 2006: 23). Proponemos continuar debatiendo las relaciones entre medios e instituciones atendiendo especialmente las posibles consecuencias para el sujeto.
Notas 1. Roger Silverstone aborda los fenómenos de la comunicación desde una perspectiva etnográfica que sus inicios (1996) giró en torno al fenómeno de la recepción televisiva. Posteriormente amplió su trabajo –más allá de la cuestión de la televisión- a la idea de Polis de los medios, donde también interviene el abordaje psicoanalítico inglés (2004, 2010). Guillermo Orozco Gómez, por su parte, centra su línea de investigación en los estudios de la recepción y la alfabetización audiovisual (2001). 2. Dubet menciona que el programa institucional es un modo de socialización, esto deja el margen de pensar que existen otros, que el autor no profundiza. Nuestra duda surge en situar a la mediatización como posible modo de socialización. Sobre este punto volveremos más adelante. 3. Dubet propone que las instituciones deben reconstruirse a un nivel intermedio. Aunque no explicita cómo, llama a no “reconstruir órdenes totales en los que cada individuo está ligado al gran todo sino órdenes más limitados, más autónomos, más ajustados a los problemas tratados”(453).
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4. La noción “Función antropológica” es mencionada por Alain Supiot, refiere a la autonomía lograda en el sujeto a partir de la ley heterónoma, particularmente se refiere al Derecho.
Bibliografía: • Barboza, R. A. (2012) “Cultura mediática: de la cultura urbana al ambiente mediático” (Tesina de grado). Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Dirección URL del informe: http:// bdigital.uncu.edu.ar/4645. Fecha de consulta del artículo:
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Identificacion del autor Romina Andrea Barboza Argentina. Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Cuyo. Maestranda en Comunicaciòn en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Sede Ecuador. Area de especialidad: Cultura mediática. E-mail: rabarboza@outlook.com
Registro Bibliográfico: Barboza, Romina Andrea. “Instituciones, medios y socialización: aportes para una discusión” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 173-186. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 30-06-2013 Fecha de aceptación: 27-10-2013
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Sobre la mediatización
Revisión conceptual y propuesta analítica Por Mariano Fernández marianofc81@gmail.com – Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Sumario:
Summary:
El propósito de este artículo es someter a una revisión analítica el concepto de “mediatización”, con especial énfasis en lo que podría considerarse una sub-variante, “la mediatización de la política”, pero que considerada desde el punto de vista de la constitución de un campo problemático, es en realidad un antecedente antes que un derivado. La tarea que nos proponemos ha sido realizada, con alcances desiguales y diverso esfuerzo de sistematización, por otros investigadores. Nos sumamos, pues, a una larga fila, pero no para actualizar un estado del arte sino para recortar las propiedades teóricas del concepto (y por lo tanto, para valorar su potencial heurístico), a la vez que nos permitimos sugerir una distinción de niveles analíticos que pueden ser útiles para orientar futuras investigaciones empíricas.
The purpose of this article is proceed to an analytical review of the concept of “mediatization” with special emphasis on what might be considered a sub-variant, “the mediation of politics”, but considered from the point of view of the constitution a problematic field is actually an antecedent instead a derivative. The task that we propose has been performed, within a diverse scope of systematic effort, by other researchers. We join, then, a long list, but not to update a state of the art but to trim the theoretical properties of the concept (and therefore, to evaluate their heuristic potential), while we would suggest a distinction of analytical levels which can be useful in guiding future empirical research.
Describers: Descriptores:
mediatization, process-history, politics, journalism
mediatización, proceso, historia, política, periodismo
Sobre la mediatización. Revisión conceptual y propuesta analítica On mediatization. Conceptual review and analytical approach Páginas 189 a 209 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción Por motivos que no buscaremos desentrañar, el uso del término “mediatización” ha terminado por estabilizar dos referencias que, aunque complementarias, corresponden a niveles diversos: por un lado, se designa un fenómeno histórico identificado con el desarrollo de las tecnologías mediáticas o, en términos más circunscriptos, con la constitución de los medios de comunicación; por el otro, el término define una perspectiva teórico/sociológica de análisis. Ya como perspectiva, ya como proceso, la consolidación del término se ha producido, en principio, sin un correlato en la reflexión sistemática sobre sus alcances conceptuales. Tal vez, a causa de cierto efecto de pregnancia que suele venir anexado a los operadores semánticos con capacidad de condensación explicativa (Verón, 1997). O quizás porque ese esfuerzo no era necesario, en tanto el término servía –y sirvió, en efecto, al menos en Argentina- para circunscribir un campo problemático, ofrecer un marco de intelección sociológica, estimular investigaciones empíricas y habilitar la confluencia de investigadores que, de otro modo, hubieran permanecido aislados. De modo que “mediatización” antes que un objeto de reflexión fue una seña de pertenencia, y no está mal que así fuera. Como descriptor factual, su uso es ambivalente. Por un lado, distingue un proceso por lo cual se despliega en diacronía. En esta variante, debe entenderse como diferencia o contraste entre épocas y formaciones sociales según las tecnologías de comunicación y los fenómenos mediáticos que le son característicos, y según la amplitud con que esas tecnologías y esos fenómenos se inserten en las condiciones productivas del funcionamiento del sentido en esas sociedades. Por otro lado –o al mismo tiempo- la mediatización se manifiesta en sincronía como contexto o condición productiva de fenómenos específicos. Esta es la variante más transitada en sus usos académicos: se la pre-supone como el estado de situación del cual
se pretenden estudiar manifestaciones puntuales. Puede, por lo tanto, identificarse en un momento determinado, a propósito de un problema determinado: la socialización política, el aprendizaje escolar, las actividades lúdicas, el funcionamiento del espacio público, etc. En estos casos, el proceso histórico se circunscribe a un conjunto de condiciones productivas que afectan las formas de producción, circulación y reconocimiento de los discursos sociales, sean las maneras de acceder a la información sobre temas públicos que pueden definir prácticas ciudadanas o los efectos que las tecnologías de comunicación tienen sobre la institución escolar y su relación con sus entornos. Como perspectiva teórica el derrotero no ha sido menos dispar. Recién en la última década, y particularmente en Europa, han sido publicados varios trabajos que intentan sistematizar la perspectiva, definir sus postulados básicos, historizar las maneras en que ido tomando forma (Schulz, 2004; Kepplinger, 2006; Krotz, 2007; Strömback, 2008; Hjarvard, 2008; Livingstone, 2009). En términos generales, parece haber acuerdo en que se trata de un “concepto procesualmente orientado” (Schulz, 2004), que describe el efecto transformador de las instituciones de medios durante el siglo XX, o bien un “meta-proceso” característico de la modernidad occidental, estructuralmente equiparable a la globalización (Krotz, 2007). Sin em- 191 bargo, persiste la tendencia a usar el concepto como denominador común de una perspectiva normativa, con lo cual “mediatización” se convierte en el nombre de una axiología negativa que condena, a priori, los efectos de las instituciones mediáticas sobre las esferas de acción social sometidas a su influjo (Kepplinger, 2006; Entman, 2009). De manera más general, inclusive, Hjarvard propone pensar la mediatización como un “proceso societal” propio de la modernidad, a la par de la urbanización y la individualización, en el cual los medios contribuyen a desvincular las relaciones so-
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ciales de los contextos inmediatos y a re-vincularlas en contextos más amplios (Hjarvard, 2008: 132), un doble movimiento equivalente al que Verón identificara como “ruptura de escala” y “descontextualización del sentido” (2001: 132). El propósito de este artículo es someter a una revisión analítica el concepto de “mediatización”, con especial énfasis en lo que podría considerarse una subvariante, “la mediatización de la política”, pero que considerada desde el punto de vista de la constitución de un campo problemático, es en realidad un antecedente antes que un derivado. La tarea que nos proponemos ha sido realizada, con alcances desiguales y diverso esfuerzo de sistematización, por otros investigadores. Nos sumamos, pues, a una larga fila, pero para recortar las propiedades teóricas del concepto (y por lo tanto, para valorar su potencial heurístico), a la vez que nos permitimos sugerir una distinción de niveles analíticos que pueden ser útiles para orientar futuras investigaciones empíricas. El trabajo estará organizado en tres grandes apartados. En el primero, nos concentramos en la temporalidad de la mediatización; en el segundo, reparamos en algunos aspectos centrales de la mediatización de la política; y por último, a modo de cierre, presentamos una propuesta de cortes analíticos para el estudio de la mediatización. 1.1. Mediatización: ¿un proceso contemporáneo? Tres siglos, con saltos, discontinuidades e intermitencias. El término “mediatización” fue acuñado por el derecho alemán del siglo XIX para designar un modo de reorganizar la soberanía entre un estado dominador y los gobiernos de los territorios anexados. A fines de la década de 1970, ya bien entrado el siglo XX y sin relación directa aparente con el uso originario, el término fue adoptado como neologismo para nombrar el impacto que los medios de masas –y en particular, la televisión- empezaban a tener sobre el funcionamien-
to de las instituciones políticas y sobre los modos del ejercicio de la ciudadanía. Y en los albores del siglo XXI, cuando las instituciones mediáticas dominantes en el siglo pasado parecen transformarse por el impacto de Internet y la proliferación de dispositivos móviles multifuncionales las investigaciones sobre la mediatización avanzan en la reflexión teórica que, tal vez, termine por restringir la expansión semántica del término, y por dotarlo, entonces, de identidad y capacidad explicativa. O no, y entonces seguirá siendo una suerte de clave de ingreso o un operador interpretativo genérico. En su sentido original, la “mediatización” es una transferencia de soberanía. Se produce cuando un estado soberano es anexionado por otro, que sin embargo otorga algunos derechos (por ejemplo, la conservación de los títulos nobiliarios) a los estados subordinados. Históricamente, es un proceso que se extendió entre 1794 y 1815, cuando Napoleón, por el Tratado de Campo Formio, anexó a Francia todas las tierras del Sacro Imperio Romano Germánico situadas al oeste del Rin1. Livingstone (2009) sugiere un vínculo –no probado, pero verosímil- entre esta acepción y la impronta negativa que suele estar adosada a un término que, en sus usos contemporáneos, suele aplicarse para describir los trastornos que la primacía mediática provoca sobre el funcionamiento de las instituciones –la escuela, la familia, etc.-, que pierden su capacidad de orientación moral y de proveedoras de información: se vuelve heterónomas. La sugerencia de Livingstone, dijimos, es verosímil: los primeros usos académicos del término parecen referir a otro modo de subordinación, el que las instituciones mediáticas ejercen sobre los modos de aparición pública de los actores políticos. En su artículo The mediatization of society (2008) Hjarvard prueba un rastreo bibliográfico para dar con la aparición y evolución en el uso del concepto. Sostiene que “mediatización”
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fue originalmente un concepto aplicado al impacto de los medios en la comunicación política. Según esta versión, el primero en utilizarlo fue el sueco Kent Asp en 1986, quien habló de “mediatización de la vida política” para nombrar el proceso por el cual “el sistema político, en un grado cada vez mayor, es influido y se adapta a las demandas de los medios masivos y su cobertura de la política”. Asp, por su parte, reconoce su deuda con el sociólogo noruego Hernes quien, en 1978, había acuñado la expresión “media-twisted society”, una de cuyas principales características es el tránsito de una sociedad en situación de escasez de información a una en la que la información abunda. Según Hjarvard, el denominador común a estos primeros intentos es una postura reactiva, marcada por una axiología negativa. Esa axiología subyace en las versiones más divulgadas del término. Como tantos otros, el de “mediatización” es utilizado en un sentido referencial y descriptivo pero también para definir una perspectiva de análisis. Muchas veces, la perspectiva funciona encubierta en el uso. Así, “mediatización” refiere a cualquier fenómeno que involucre, en alguna de sus dimensiones, a los medios de comunicación, y particularmente “a la influencia que los medios ejercen sobre la sociedad y la cultura” (Hjarvard, 2008:105). Por lo tanto, el concepto termina por describir la dirección de una influencia ejercida como desde fuera de determinados campos de prácticas (culturales, políticas, educativas, públicas y privadas) y los medios, como fuerzas singulares externas, aliens intrusos en las más diversas esferas de la vida privada y pública. Tal como lo ha dicho Krotz (2007: 87-8) la mediatización comparte la suerte de otros “izaciones” (globalización, individualización, etc); como ellos, se ha convertido en un “instrumento de afirmaciones críticas sobre el cambio social con la función latente de expresar una cierta actitud o posición política”. Un buen ejemplo de esa orientación es el de los estu-
dio sobre la denominada mediatización de la política, que por lo demás ha sido el terreno en el que se han desarrollado las primeras investigaciones que han tomado al concepto como clave interpretativa. Glosando aquella “actitud o posición política” que refiere Krotz, Mazzoleni y Schulz (1999) en un trabajo que, al menos entre investigadores europeos y norteamericanos, suele ser citado como antecedente de rigor, explican que “en su declinación concreta, un sistema democrático manejado por los medios2 es pensado como la causa de la decadencia del modelo de la organización política nacido con el estado liberal, al tiempo que los partidos políticos pierden sus vínculos con los dominios sociales de los cuáles habían sido espejos y con los intereses que estos mismos partidos tradicionalmente habían representado” (1999: 247). Más aún, los medios habrían puesto en riesgo de extinción, y peor aún, reemplazado, los espacios comunes y las figuras clásicas del imaginario liberal: en lugar del debate de ideas, el mundo del espectáculo; en lugar de la autodeterminación intelectual, la fácil manipulación de la opinión pública; en lugar del ciudadano, el consumidor; en lugar de las calles y las plazas, las pantallas. En síntesis, según esta versión crítica, “los medios habrían distorsionado los procesos políticos al convertir la política en un juego de mercado que humilla a los derechos y la dignidad de los ciudadanos y ridiculiza las palabras de los líderes políticos” (Mazzoleni y 193 Schulz, 1999: 248)3. Lo que no parece estar en cuestión es el carácter moderno, o mejor tal vez contemporáneo, de la mediatización. Y esto está directamente vinculado con una definición “procesualmente orientada” (Schulz, 2004). Dicho rápidamente: para la mayoría de los autores que utilizan el término, la mediatización es un fenómeno histórico propio del último cuarto del siglo XX. Mazzoleni y Schulz sostienen que la mediatización de la política es una tendencia central de la década de 1990, que se remonta a la introducción de la televi-
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sión, pero que ha ganado velocidad con la expansión y comercialización de los sistemas de medios y la modernización de la política. Pero quien mejor lo ha expresado es Hjarvard, el autor que ha hecho el esfuerzo más sistemático para darle al término una proyección teórica:“La mediatización no es un fenómeno universal que caracterice a todas las sociedades. Es, primeramente, un desarrollo que se ha acelerado particularmente en los últimos años del siglo veinte en las modernas sociedades occidentales altamente industrializadas, tanto en Europa, Japón, Australia, Estados Unidos”. Así delimitados sus límites temporales, “el concepto de mediatización es aplicado exclusivamente a la situación histórica en la cual los medios, al mismo tiempo, han adquirido autonomía como instituciones sociales y se han entrecruzado con el funcionamiento de otras instituciones” (Hjarvard, 2008: 110). En este caso, la definición conceptual está directamente anudada a la historización, y por lo tanto, a los contrastes que determinan las propiedades específicas que avalan la idea según la cual la mediatización es un fenómeno del siglo XX. Esta idea debería ser matizada, al menos por dos motivos. En primer lugar, porque –bien estudiado está- los modernos medios de comunicación fueron, hasta bien entrado el siglo XX, organizaciones que operaban como anexos funcionales o bien como herramientas indisolubles de 194 las estructuras políticas, que por lo tanto ya estaban –en algunas dimensiones de su praxis- mediatizadas. Menospreciar este dato puede llevar a declarar transformaciones (es decir, producir comparaciones) sin el sustento necesario para demostrar un contraste. La consecuencia es fatal: el estado de cosas modificado se suele suponer, o pre-suponer, de modo que en lugar de ser el panorama contra el cual se contrasta una situación actual funciona como una utopía en reversa. Como ha escrito Strömback: “La situación actual, cuando la política es mediada y mediatizada, es implícita o explícitamente compara-
da con una suerte de edad dorada –el tiempo exacto que es conspicuamente ausente de la mayoría de los estudios- cuando la política era más verdadera con sus ideales, cuando la gente era cívicamente responsable, o cuando los medios facilitaban, en lugar de erosionar, el camino de la comunicación política y el trabajo democrático” (2008: 229)4. Por otro lado, porque sea que se piense en términos de “influencia”, “impacto” o “transformación”, conocemos la existencia de fenómenos mediáticos previos que han modificado los modos de acumulación de la información, de producción del conocimiento, de organización de la herencia cultural, de enfrentarse a los “hechos del mundo”, de redefinir los tiempos y los espacios de los vínculos personales y colectivos. Solo para nombrar dos “ejemplos” obvios: la escritura y el libro. Y otros dos, igualmente obvios: el periódico y la radio, cuya trascendencia sociológica fue por mucho tiempo desconsiderada, al menos para entender los procesos de mediatización del siglo XX. A propósito, Hjarvard (2008:132) opina que: “Vista en perspectiva histórica, la falta de interés por los medios entre los sociólogos clásicos no debería sorprender. A lo largo del siglo XIX, los “medios” no eran visibles por derecho propio; eran tecnologías específicas y separaban fenómenos culturales (libres, periódicos, telégrafo) considerados instrumentos en manos de otras instituciones, como literatura, ciencia, política y comercio”. 1.1.2. Dos series históricas Por estas razones, entendemos que es necesario (y posible) ordenar los fenómenos comprendidos por el concepto de mediatización en dos series históricas que son, también, dos modos de construir el concepto y los términos de los que se nutre: el de medios y el de proceso. Como desde el punto de vista cronológico ambas series terminan por coincidir –en realidad, una queda incorporada a la otra- se trata menos de
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optar por modos paralelos y excluyentes de describir y, llegado el caso, explicar los fenómenos y procesos, que por brindarle al concepto un alcance expansivo y otorgarle una historicidad que hasta el momento ha quedado acotada a un fenómeno mediático (institución, dispositivo y medio: la televisión) o, a lo sumo, a un período extendido al que se le concede el estatus de pre-historia (el desarrollo y consolidación de los medios de comunicación de masas a partir de la segunda mitad del siglo XIX). Decíamos, entonces, que es posible dar cuenta de dos series históricas y conceptuales de la mediatización. Desde ya, se trata de una propuesta todavía balbuceante, lo cual no le resta validez, sino que nos obliga a seguir explorando sus alcances. a. Una “serie larga”
Esta serie se corresponde con un concepto ampliado que, así construido, desborda el fenómeno de los llamados “medios de masas” instituidos entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Verón (2012) ha identificado a la mediatización como una invariante de la dimensión antropológica del sapiens, que, así concebida, se confunde, o directamente se solapa, con la historia de la técnica o aún más, con una teoría de la evolución técnica (Stiegler, 2002) o con lo que Leroi Gourhan (1988) denomina tecnología, como rama disciplinar de la etnología. En cualquier caso, la mediatización desbordaría, también, una concepción instrumental de las técnicas y podría como un capítulo en la historia de la evolución o la “sucesión” de los sistemas técnicos5 (Stiegler, 2002: 45-50), al menos en relación a los dispositivos que han servido y sirven para activar procesos de descontextualización del sentido, acumulación del saber, exteriorización de la memoria y desenganche espacio-temporal de las interacciones comunicativas. Las tecnologías mediáticas serían, así concebidas, constituyentes antropológicas, en tanto habilitan
las condiciones para la diferenciación entre sistema psíquico y sistema sociales, lo que Stiegler concibe como exteriorización de la memoria y que para Verón (2007; 2012) inaugura el largo proceso de la individuación humana. Sobre esa invariante, hay que concebir la emergencia de fenómenos mediáticos derivados de la creación de soportes tecnológicos autónomos de comunicación (Verón, 2001:130) desde la talla en piedra al códice, desde el libro hasta el ordenador personal y las demás interfaces digitales, que han operado como aceleradores evolutivos. Por lo dicho, desde la lógica de su periodización, esta serie abarca al menos seis u ocho milenios (considerando la aparición de las protoescrituras; Ong, 1982; Calvet, 2007)), y permite incorporar, como fenómenos mediáticos de interés y precursores (en relación a la serie que ya comentaremos) las escrituras/los productos manuscritos, los productos escrito-impresos, etc.6 En términos sociológicos, podríamos pensar que la mediatización afecta, en principio, sólo esferas circunscriptas de prácticas sociales –la contabilidad y la legislación del estado (Goody, 1995); la producción y acumulación del conocimiento académico y literario (Chartier, 1995); la circulación de novedades relativas a los círculos de poder (Darnton, 2003)- y, a lo largo de la historia, se expande como en formas concéntricas hasta superponerse con –la expresión es figurada- los 195 límites mismos de la sociedad. La aceleración mediática del siglo XX, encarnada paradigmáticamente en los “medios de comunicación de masas”, en particular con el avance de la electrónica, acentuó el contraste de épocas: le imprimió un efecto de ruptura, como si no pudieran trazarse continuidades con el pasado. Este sólo reconocimiento obliga a revisar con extremo cuidado las concepciones que (de manera tácita o explícita) dan por sentado que la mediatización se inicia con la emergencia de la televisión como dispositivo mediático central del sistema de medios, al
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menos en las sociedades industriales desarrolladas de Occidente. Esta conceptualización puede articularse, creemos que sin problemas, con la perspectiva sociológica de Luhmann (1998: 153-161) para quien los medios son logros evolutivos que arrancan en los puntos de ruptura de la comunicación: la escritura como “solución” a los límites del entendimiento; los fenómenos derivados de la invención de la imprenta, soluciones a los límites del alcance; y los llamados medios de comunicación simbólicamente generalizados, soluciones a los límites del éxito de una comunicación ya descontextualizada de los entornos inmediatos espacio-temporales de interacción. Esta integración de perspectivas debería completarse con una descripción sobre la “escala” de las transformaciones provocadas y el análisis de los contextos específicos en los que tuvieron lugar. Al respecto, pueden ser sugerentes guías los estudios de Goody y Watt (1963), Goody (1985) y Ong (1982) entre otros, quienes sostienen la tesis de que la escritura tuvo efectos sobre “los modos de pensamiento” y los procesos cognoscitivos, por una parte, y sobre las formas institucionales de organización social, por la otra. Se trata de partir de la descripción de procesos en escala reducida, que gradualmente expanden sus radios de incumbencia de manera correlativa al despliegue de procesos simultáneos y concurrentes 196 (como la alfabetización o la escolarización). Una versión temporalmente más acotada (y tal vez, en este aspecto, más fácilmente asociable a la concepción contemporánea de la mediatización) es la que ofrece John B. Thompson (1998), cuya teoría sobre la modernidad toma como eje el desarrollo de las tecnologías de comunicación. Thompson habla de la “mediatización de la cultura moderna”: desde el siglo XV “las pautas de comunicación e interacción empezaron a cambiar de manera profunda e irreversible. Estos cambios, que comprenden lo que en sentido amplio podría ser llamado ‘mediatización de la cultura’, tu-
vieron unas claras bases institucionales: es decir, el desarrollo de las organizaciones mediáticas que aparecieron en la segunda mitad del siglo XV y que desde entonces han expandido sus actividades” (1998: 72). El corte que propone Thompson se inicia con la aparición de la imprenta, una “tecnología revolucionaria”7, que al permitir la producción y reproducción mecánica de discursos amplió, de un modo desconocido hasta entonces, las posibilidades de comunicación e interacción entre un número cada vez más amplio de personas y a través de extensas distancias. El estado, la esfera pública, la ciencia, son, para Thompson, derivados, más o menos directos, del invento de Gutenberg. b.
“Una serie corta” Esta serie se corresponde con un concepto restringido en sus alcances: la mediatización se refiere a la historia de los modernos medios de comunicación de masas. Considerando la periodización histórica, esta serie considera inaugurado el proceso de mediatización hacia fines del siglo XIX, con la emergencia de la prensa gráfica de masas, y se ha centrado en la consolidación de la televisión a mediados del siglo XX como instancia definitoria del proceso, ya que “es la televisión el medio que, por excelencia, logra producir un pliegue en el proceso de mediatización tornándolo omnipresente, ubicuo y consonante” (Valdettaro, 2007). También Schulz ha reparado en este aspecto, equiparando “mediatización” con la “era de la comunicación masiva” y aún más: “la mediatización, la dependencia mediática y las hipótesis relacionadas son productos de la era de la televisión”, al punto de sugerir que con “el advenimiento de Internet y la declinación supuesta de la televisión” deberíamos, para ser consecuentes, dar por cerrado el proceso de “mediatización” “en tanto el prerrequisito esencial del concepto desaparece, por lo que esto resulta en una pérdida de su valor analítico” (Schulz, 2004: 91). En cualquier caso, Esta serie ha prevalecido, hasta
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el momento, como referencia no cuestionada para los estudios sobre la mediatización. En ella, podemos identificar al menos dos perspectivas, que coinciden en este recorte temporal aunque implican dos modos diversos de abordar los fenómenos mediáticos modernos y contemporáneos. Por un lado, una perspectiva ocupada casi exclusivamente a la mediatización de la política, y con un desarrollo estrictamente europeo, que se ha preocupado principalmente por analizar los grados en que los medios de comunicación se convierten en “fuente de información” sobre la vida política (Entman, 2009; Wijfes, 2009; Livingstone, 2009; van Aels et al, 2008; Hjarvard, 2008; Strömback, 2008; Krotz, 2007; Kepplinger, 2006; Schulz, 2004; Mazzoleni, 1987; Altheide y Snow, 1979). Cierto es que muchos de estos autores han intentado, como ya lo comentamos, generalizar el uso del término. Krotz (2007: 258) define a la mediatización como “los desarrollos históricos que tuvieron y tienen lugar como un cambio de la comunicación mediática y sus consecuencias, no sólo con el nacimiento de nuevas formas de medios sino con cambios en el significado de los medios en general” y la ubica junto a otros tres meta-procesos8 que caracterizan a las sociedades contemporáneas: globalización, individualización y la industrialización. Schulz (2004), por su parte, considera que mediatización se refiere a “cambios asociados con los medios de comunicación y su desarrollo”, y propone una distinción analítica de cuatro tipo de procesos que están incorporados, como efectos, al de mediatización: “extensión” (de los límites naturales de la capacidad de comunicación humana), “amalgamiento” (en tanto los medios permean otras esferas de actividad, diluyendo los límites entre lo mediático y lo no mediático), “sustitución” (de actividades e instituciones) y “acomodación” (ya que “el solo hecho de que los medios existan induce cambio social). Pero como lo hemos señalado, esta corriente ha
surgido interesada por la mediatización de la política y se ha consagrado a investigar las consecuencias de este proceso a partir de la oposición entre una “lógica mediática” y una “lógica política”. Como volveremos con más detalle sobre este grupo de autores, baste con señalar que por “lógica mediática” entienden la combinación entre un código marcado por los valores noticiables y una técnica de narrar (que privilegia la simplificación, la estereotipación, la polarización, la personalización, la visualización, etc.; Strömback, 2008; Schulz, 2004); mientras que por la lógica política se designa el esfuerzo por lograr soluciones, sostenidas desde las instituciones del estado, a partir de programas de acción consensuados y el esfuerzo por alcanzar legitimidad. El concepto de mediatización pretende definir, al mismo tiempo, el grado en que los medios se instituyen como la fuente dominante de acceso a la información política, el grado de independencia de los medios en relación a las instituciones políticas, y el grado en que el contenido de los medios es definido por una lógica política (o sea, ligada a la preocupación por el bien común) o a una lógica mediática. Por otro lado, ubicamos una serie de trabajos de Eliseo Verón que sin tener ningún punto de contacto con los autores citados, comparte el criterio de corte temporal. Al menos tres razones nos llevan situar estos trabajos de un solo autor en un aparte. La pri- 197 mera es una razón de validez, digamos, subjetiva: fue a partir de estos escritos de Verón que nos ha llegado el interés por el estudio de la mediatización, e inclusive, las claves de lectura con las que hemos trabajado durante mucho tiempo. En segundo lugar, porque en los circuitos académicos donde la teoría de los discursos sociales elaborada por Verón se ha tenido efectos productivos, estos trabajos son una referencia recurrente. En tercer lugar, porque son trabajos publicados previamente o en simultáneo9 a los ya comentados (lo cual, por sí solo, no resulta un mé-
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rito) y están informados con recursos teóricos, incluso epistemológicos, ausentes en la corriente europea, y con particularidades que impiden asimilarlos a ella10 Verón utiliza el término para explicar la dinámica histórica iniciada entre mediados y fines del siglo XIX, período a lo largo del cual las prácticas sociales y los conflictos políticos empiezan a transformarse a medida que se consolida la instalación progresiva de dispositivos tecnológicos de comunicación en el tejido (2004 [1988; 1991]11). El término mediatización describe, entonces, el pasaje de sociedades industriales a las sociedades post-industriales mediatizadas. Una sociedad mediática “es una sociedad donde las tecnologías de comunicación se implantan progresivamente en el tejido social”; tal sociedad es el efecto de la instalación de la prensa gráfica y del advenimiento de la fotografía, el cine, la radio, de la televisión: “soportes tecnológicos cada vez más complejos se han vuelto socialmente disponibles y han dado nacimiento a nuevas formas de discursividad”. (2001 [1984]: 13). El paso de las sociedades mediáticas a las sociedades mediatizadas (proceso gradual que se acelera luego de la Segunda Guerra) “expresa en realidad la adaptación de las instituciones de las democracias industriales a los medios, que se transforman en los mediadores insoslayables de la gestión de lo social” (Verón, 2004b: 225). Las sociedades mediatizadas, 198 pues, son aquellas en que las prácticas sociales (las modalidades de funcionamiento institucional, los mecanismos de toma de decisiones, los hábitos de consumo, los comportamientos más o menos ritualizados) “se transforman por el hecho de que existen los medios” (2001 [1984]: 41). El resultado de un proceso como este sería –o mejor dicho, podría ser- “la transferencia total de las prácticas colectivas al universo de los medios; la vida privada-cotidiana definida, por diferencia, como el conjunto de los campos significantes no mediatizados”. Hay una diferencia de naturaleza entre la sociedad
mediática y la sociedad mediatizada: “la mediatización de la sociedad industrial hace estallar la frontera entre lo real de la sociedad y sus representaciones. Y lo que se comienza a sospechar es que los medios no son solamente dispositivos de reproducción de un ‘real’ al que copian más o menos correctamente, sino más bien dispositivos de producción de sentido”. (2001 [1984]: 14-15). Lo que cambia, entonces, son las condiciones productivas significantes, esto es, los modos en que se articulan la producción, circulación y reconocimiento de discursos en la sociedad, algo que en trabajos posteriores Verón definiría como “cambios y rupturas de escala”: “A medida que las condiciones de producción se vuelven complejas con la intervención de los dispositivos tecnológicos, crece el desajuste entre la producción y el reconocimiento: la principal consecuencia de la transformación social de las condiciones tecnológicas de producción discursiva sobre la teoría del sentido fue, quizás, iluminar la existencia de este desajuste constitutivo, que permanece “invisible” cuando funcionan la producción y el reconocimiento en el mismo nivel, como es el caso de los intercambios interpersonales. Los que se puede llamar el paso a una sociedad mediatizada consiste precisamente en una ruptura entre producción y reconocimiento, fundada en la instauración de una diferencia de escala entre las condiciones de producción y las de reconocimiento” (2004a: 150).
Estas series, debemos subrayarlo, no son modos excluyentes de apropiarse de un término, entre otras razones porque no corresponden a epistemologías incompatibles o que deban reubicarse en una relación jerárquica. Probablemente, la primera serie soporte mejor las definiciones genéricas del concepto, que son las que han prevalecido hasta el momento; aquí entraría con comodidad, por ejemplo, la caracteriza-
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ción del concepto como “meta-proceso”, tal y como lo propone Krotz (2007). Pero si quiere evitarse la tendencia a declamar una “excepción contemporánea” de la mediatización (que parece ser consecuencia de que el desarrollo del concepto se haya dado, originalmente, en investigaciones sobre el fenómeno, sí que contemporáneo, de la televisión), es necesario integrar los estudios sobre la historia de los medios de comunicación (tarea que nos excede). Por lógica, entonces, la segunda serie debe quedar incorporada a la primera, en lugar de ser asumida como momento inaugural de la mediatización. Es necesario ubicarla como un momento (central, sin dudas: un período de “aceleración” y cambio notable, cualitativa y cuantitativamente más intenso que el período precedente) en el despliegue histórico de las tecnologías de comunicación y de las instituciones que han surgido de ellas. El caso específico de la mediatización de la política muestra las ventajas que surgen de la integración de ambas series: mientras que las propiedades que definen el fenómeno –y que a continuación trataremossólo se producen luego de la segunda mitad del siglo XX, hay investigaciones que proponen una mirada temporalmente más extensa sobre la relación entre dispositivos mediáticos y las transformaciones en la institucionalidad política; entre ellos, los ofrecidos por los estudios sobre el surgimiento de la “opinión pública”, el “espacio público” y los sistemas de información en la segunda mitad del siglo XVIII, (son ejemplares al respecto los estudios de Baker, 1987 y Darnton, 2003). Estos estudios muestran, basados en material empírico aunque en una escala microscópica que impide proyectar generalizaciones, el potencial transformador de una tecnología de comunicación como el escrito impreso en el contexto de una sociedad que, obviamente, carecía de medios de comunicación tal y como los conocimos luego12. Y nos sugieren, además, que “el proceso de mediatización no progresa al mismo ritmo en los diferentes sectores del funcio-
namiento social; es cierto que el aparato del Estado (y, en general, el campo de lo político) es uno de los sectores donde esa mediatización es particularmente visible” (Verón, 2001 [1988]). 1.2. Excurso sobre la mediatización de la política: diferenciación funcional y el aporte de la teoría de sistemas
Quisiéramos intentar una variante expositiva para avanzar en la indagación conceptual sobre la mediatización. Nos limitaremos en lo que sigue a una serie de observaciones sobre la mediatización de la política, que como lo mencionamos ha sido la piedra de toque en el uso contemporáneo del concepto. Como lo mencionamos en el primer apartado del artículo, los trabajos pioneros sobre la mediatización de la política13 montaron sus análisis sobre la oposición entre una “lógica política” y una “lógica mediática”. Lo que sigue es un compendio –representativo, creemosde esta perspectiva: • “La lógica mediática consiste en una forma de comunicación; el proceso a través del cual los medios presentan y transmiten información. Elementos de esta forma incluyen varios medios y distintos formatos. Formatos, en términos de cómo el material es organizado, el estilo según el cual es presentado, el énfasis en características particulares de compor- 199 tamiento, y la gramática de la comunicación mediática” (Altheide y Snow, 1979, citado por Strömback, 2008: 233). • “La lógica mediática puede ser entendida como el dominio en los procesos societales de los valores noticiosos y de las técnicas narrativas que los medios utilizan para tomar ventaja de sus competidores en la captura de la atención del público” (Stromback, 2008: 33) • La lógica mediatica implicaría “simplificación, polarización, intensificación y personalización”, así como
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también “la estereotipación y el encuadre de la política como un juego estratégico (Mazzoleni, 1987). • “La lógica mediática ha infiltrado el proceso político, en gran parte puenteando y disminuyendo los centros tradicionales de poder como los sindicatos, las iglesias y los partidos políticos. La contraparte de esta mediatización de la política es que la consultoría especializada en imagen mediática desplaza la anticuada lealtad ideológica y la participación organizada como bases de la política de partidos” (Entman, 2009: 64). • “El término mediatización denota las concomitancias problemáticas o las consecuencias del desarrollo de los modernos medios de masas. Se distingue de la mediación, que refiere en un sentido neutral a cualquier acto de intervención, transmisión o reconciliación entre diferentes actores, colectivos o instituciones (…) Hablar de la política moderna como mediada es meramente un enunciado descriptivo (…) Caracterizar a la política como mediatizada trasciende la mera descripción de los requerimientos del sistema [político] La política mediatizada es política que ha perdido su autonomía, se ha vuelto dependiente, en sus funciones centrales, de los medios de masas” (Mazzoleni y Schulz, 1999: 250) La mediatización de la política parece consistir en el
200 grado en que los medios se instituyen como la fuente dominante de acceso a la información política, el grado de independencia de los medios en relación a las instituciones políticas, y el grado en que el contenido de los medios es definido por una lógica política (o sea, ligada a la preocupación por el bien común) o a una lógica mediática. Sin embargo, el campo semántico desplegado alrededor de la noción de “lógica mediática” no es homogéneo. Refiere tanto a efectos institucionales (el desplazamiento de los espacio de influencia), a efectos discursivos (simplificación, estereotipación, técnicas narrativas) y a la circulación de
la “información”, es decir, a la distribución de los recursos cognitivos para la toma de decisiones, o para la formación de opinión, de los actores. Este énfasis en la “información” (muy acentuado en los investigadores europeos que hemos citado) ha recibido algunos cuestionamientos ejemplares en Verón (1994 y 1998). Avanzaremos, pues, sobre otros aspectos. En primer lugar, el sesgo que implica aislar a “los medios” sin tomar en cuenta otro tipo de fenómenos que inciden como condiciones sociales de la política mediatizada, tales como la ampliación de la educación universitaria, las transformaciones en los modos de ejercicio de la ciudadanía (por ejemplo, el llamado “voto volátil”), la crisis de la capacidad de contención y socialización política de las organizaciones que venían encuadrando las identidades colectivas (sindicatos, partidos políticos), los cambios en la economía del sector de comunicaciones, etc. El denominador común de las citas que hemos trascripto es que tienden a acentuar una relación causal: la mediatización debería leerse, según esta mirada, como el efecto de la presión proveniente de una fuerza externa que actúa como variable independiente, al extremo de que la “influencia de los medios” (o directamente: la mediatización) se concibe como correlato del desarreglo en el funcionamiento del sistema político14. Por supuesto, no se trata de menospreciar las articulaciones, solapamientos, cruces, entre estos fenómenos y la mediatización. El problema es que la bibliografía dedicada a analizar el impacto de la mediatización en los modos de participación política tiende a asumir que la presencia de los medios debilitó, por su propia fuerza, la capacidad de inserción social y movilización de las organizaciones políticas. Es probable que la simultaneidad histórica de estos dos fenómenos haya alentado una concepción como esa. Mazzoleni y Schulz (1999:252), en esta línea, consideran que la crisis del sistema de partidos y el ascenso de modalida-
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des sofisticadas de ejercicio ciudadano son variables independientes en la modificación de las condiciones de interacción entre los medios masivos y las instituciones políticas, y factores que relativizan los efectos de una “excesiva” mediatización. En Argentina, esta cuestión ha sido percibida por Novaro (2000:39), para quien la “mass-mediatización” genera las condiciones de circulación pública de “recursos de deliberación, información e identificación” que exceden los esquemas con los que, durante mucho tiempo, las organizaciones políticas habían producido sus lazos de representación. Novaro apunta, también, que esa multiplicación de demandas e intereses que acceden al espacio público, y que no pueden ser absorbidas en conjunto por el sistema político “colabora a que se disipen las fronteras entre el plano interno y el externo de los partidos, porque éstos pierden el control de la socialización y la educación política de los ciudadanos”. Por otro lado, la contraposición entre una lógica política y una lógica mediática se da por sentada. Sin embargo, la misma existencia de dos “lógicas” no puede entenderse sin una hipótesis sobre la evolución histórica de la relación entre “medios” y “política”. Es decir: si los medios y la política “trabajan” sobre la gestión de representaciones sociales según dos lógicas diferenciadas, ¿cómo han llegado a constituirse esas dos lógicas específicas? Y en particular: ¿cómo se constituyó una “lógica mediática”, considerando que, en sus orígenes, los “medios” (las instituciones) estaban funcionalmente integrados al sistema político; anexados, pues, a su “lógica”, o sea, a las necesidades y los tiempos de las organizaciones políticas (Grandi, 2002; Pasley, 2001; Schudson, 1978)? En el nivel teórico, entonces, se trata de problematizar la noción de “mediatización de la política” en tres aspectos a) como proceso histórico de diferenciación del sistema de medios; b) como proceso de expansión mediática del espacio público, lo que obliga a distinguir
entre las “instituciones” y “dispositivos” mediáticos (Carlón, 2004; Cingolani, 2006; Verón, 1994b); c) como dimensión en adelante constitutiva de los conflictos sociales y políticos siempre que estos necesiten escenificarse y exponer argumentaciones al conjunto de la ciudadanía. Por razones de espacio, en lo que sigue nos limitaremos a presentar algunas apreciaciones sobre el punto (a). 1.2.2. Las instituciones de la mediatización: del periodismo al sistema de medios. Lo que permanece tácito, entonces, es que la mediatización corresponde al proceso de constitución y autonomización de los medios respecto del sistema político y de otras instituciones sociales. En efecto, hasta ya entrado el siglo XX, tanto en Europa (Hallin y Mancini, 2004), como en Estados Unidos (Pasley, 2001) y en Argentina (Duncan, 1980; Zimmerman, 1997; Alonso, 2010) no existía algo así como un “sistema de medios”, pues no existía algo parecido a un mercado que impulsara una industria cultural. Y en efecto, no fue sino hacia fines de la primera década del siglo XX que empezó a tomar forma -en nuestro país- un periodismo profesional, auto sustentado y cuyo centro de gravitación dejara de ser solo la política. Mientras tanto, este tipo de prensa que Duncan llama “prensa política” se convirtió en un elemento central del funcionamiento 201 del sistema político del cambio de siglo. Sin embargo, eso no impide que podamos rastrear, en este período, los primeros “efectos” de estas instituciones mediáticas sobre el funcionamiento del espacio público vernáculo; es decir, rastrear efectos – circunscriptos pero observables- de mediatización15. Hacia fines del siglo XIX emerge un modelo –en principio, en Estados Unidos- que contrasta con el anterior: ahora, el periodista es visto como un árbitro neutral de la comunicación política, parado fuera del juego de intereses y causas particulares, proveyendo información y análisis desvinculados de las luchas
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partisanas (Hallin y Mancini, 2004)16. Esto está directamente conectado con el desarrollo de una prensa comercial, cuyo propósito era hacer dinero en lugar de servir a una causa política, y que era financiada por publicidad en lugar de subsidios provenientes de los actores políticos o del Estado. Y esto, a su vez, se vincula con la institucionalización del periodismo profesional orientado por los reguladores deontológicos que modelaron las representaciones canónicas de la profesión a lo largo del siglo XX (objetividad, neutralidad, independencia) y que, en conjunto, fueron los soportes ideológicos que tornaron verosímil el rol de observador externo al sistema político. De modo que la lógica comercial, que permitió que los diarios se volvieran empresas estables, ya no dependientes de los vaivenes de la lucha política, es lo que habilitó, al mismo tiempo, las condiciones para la emergencia de un discurso autónomo del sistema político. No vamos a avanzar en un encuadre histórico sobre el desarrollo institucional de los medios17. Sólo nos interesa señalar que, en términos históricos, la mediatización de la política, desde un punto de vista contemporáneo, debe concebirse como un proceso evolutivo durante el cual los medios de difusión (como tecnologías que operan sobre la improbabilidad del alcance de la comunicación) se convierten en un sistema social diferenciado (Alexander, 1981; Luhmann, 202 2000). De tal modo, el concepto de “mediatización” condensa el devenir de dos procesos simultáneos: la emergencia de un sistema que asume operaciones específicas y consolida, en su interior, instituciones con capacidad de gestión colectiva del contacto con y entre colectivos sociales (es decir, que desarrollo una “lógica” propia) y, al mismo tiempo, el modo en que este sistema se vincula con el sistema político, pero ahora desde una posición privilegiada y diferenciada en relación al contacto con la sociedad (es decir, que está en condiciones de transformar el modo de funcionamiento de
esos otros sistemas). El estudio de la mediatización de la política desde una perspectiva que incorpore una teoría de la diferenciación de los sistemas autoreferenciales, autopoiéticos y cerrados en su operación (Luhmann, 1998) puede ofrecer, entonces, herramientas para entender cómo, históricamente, se han diferenciado dos complejos institucionales y cómo se han constituido, consecuentemente, dos tipologías discursivas con “lógicas” específicas, sometidas a restricciones institucionales y simbólicas diferentes, pero que operan en el espacio público sobre imaginarios superpuestos. Por lo dicho, debemos decir que el recurso a la teoría de los sistemas sociales queda justificado, para nosotros, por su utilidad heurística. Avanzaremos sobre este punto en el apartado que sigue. 1.3. Cortes analíticos de la mediatización: observaciones finales. Para finalizar este artículo, quisiéramos proponer una distinción por niveles analíticos de pertinencia. Sin pretensiones teóricas excesivas, lo que buscamos es profundizar en la autoreflexión conceptual intentando recuperar los aspectos polivalentes que hemos ido desplegando a lo largo del escrito. En primer lugar, es necesario aislar un nivel que llamaremos estructural, solo para subrayar que su aprehensión solo es posible por medio de la abstracción y la generalización. Tal y como lo propone Giddens (1995: 53-59 y 215-217) que habla de “estructura” para referirse a propiedades articuladoras que hacen posible que prácticas sociales similares existan a lo largo de segmentos variables de tiempo y de espacio y que presten a estos segmentos una “forma sistémica”. Podríamos hablar, también, de las “propiedades estructurales” de la mediatización, que como tal se actualizaría en una serie de prácticas (dispersas) y como “huellas mnémicas” que orientan la conducta de los agentes. Es el nivel en que la mediatización debe en-
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tenderse como la transformación de las condiciones de posibilidad de la experiencia social. Como efecto mismo del proceso, nuestras vidas están marcadas por una disrupción entre un orden mediatizado y un orden no mediatizado de la realidad. Esas propiedades estructurales deberían poder describirse en términos genéricos (expansión de los horizontes de experiencia individual, multiplicación de dispositivos que permiten el almacenamiento y la exteriorización de la memoria, descontextualización del sentido, rupturas de escala semiótica, etc) En segundo lugar, un nivel que llamaremos institucional. Retomamos aquí la hipótesis -muy genérica en su formulación pero heurísticamente fértil-, de Verón, que ya hemos mencionado previamente, según la cual el paso de las sociedades mediáticas a las sociedades mediatizadas expresa la adaptación de las instituciones de las democracias industriales a los medios que se transforman en mediadores insoslayables de la gestión de lo social (2004: 224). La mediatización, así entendida es, también, la historia de la emergencia de una institución –el periodismo- y unas instituciones –los medios- con capacidad de gestionar bajo una lógica funcionalmente diferenciada (de otras instituciones) el contacto con el público y de administrar el modo en que las otras instituciones deben hacerlo (por las características mismas del dispositivo sobre el que se funda), sobre todo bajo altas pretensiones de alcance de generalidad18. La mediatización se reproduce en instituciones, sometidas a transformaciones, pero que le otorgan un rasgo duradero en el tiempo. En tercer lugar, el nivel de la interacción. Este es el nivel en el que la mediatización se vuelve asequible para los actores individuales, y donde suelen registrarse los testimonios, anecdóticos o reveladores, sobre su impacto en las vidas particulares, en las rutinas diarias, en las prácticas profesionales. Probablemente, sea en este nivel dónde la investigación pueda producir los avances necesarios para que el concepto
refuerce su potencia analítica. Para cada uno de estos niveles –que no necesariamente están en una relación de implicación mutua vertical o jerárquica- es posible hacer una observación sobre el comportamiento de la mediatización de la política. En el nivel estructural, la mediatización transforma las condiciones bajo las cuales el sistema político produce relaciones con sus entornos, y en particular, con lo que Luhmann llama el entorno de lo “público”. No se trata de un fenómeno mecánico, sino que debe ser aprehendido en relación a las transformaciones en los modos de inserción comunitaria de las organizaciones políticas, de su rol en la socialización y educación política de los ciudadanos. En la perspectiva de Luhmann, en los sistemas políticos evolucionados se puede observar una diferenciación estructural tripartita entre política, administración y público (2009:279-280). Esta diferenciación funcional es un logro evolutivo del sistema político: estos tres subsistemas en recíproca interdependencia se tratan mutuamente como entornos, de modo que permiten simplificar y filtrar procesos de comunicación. El público así entendido: “encontrará su topos en la diferenciación tripartita del sistema político (administración, sistema de partidos y público) y, en otro sentido, en el marco de la dicotomía gobierno/oposición, como tercero excluido. En ambos casos (tal vez sólo analíticamente distinguibles) fun- 203 ciona como observador, o mejor dicho, como espejo donde el observador (el sistema político) se observa a sí mismo” (Rabotnikof, 2005: 253). Lo público (que no conforma un sistema) se ubica entonces en los límites externos de los subsistemas sociales, pero en el límite interno al sistema sociedad. En este sentido, se trata de un concepto que describe “el lado inaccesible del otro” pero desde el cual se perciben estímulos. Para Luhmann el hecho central en la relación sistema político/opinión pública es el de la imprevisibilidad, el de la imposibilidad de un control so-
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bre aquel que está “del otro lado”. Retirado del campo semántico de la política, “lo público” así reflexionado se vuelve un concepto aplicable a todos los sistemas de funciones de la sociedad: “el mercado sería entonces el entorno interno económico de las empresas e interacciones de la economía; la opinión pública, el entorno interno político de las organizaciones e interacciones políticas” (2000:149). En cualquier caso, el centro de gravedad de la discusión sería el siguiente: “Contra todo lo que la tradición piensa, lo público no es garantía de un conocimiento validado, ni qué decir que sea una especie de cosecha de la razón. Más bien lo público es precisamente el símbolo de opacidad que se crea cuando lo que se comunica es justamente algo traslúcido” (2009: 308). También en esta instancia, los medios están aquejados por la presencia de lo público como lo inaprensible del entorno. Hablamos, entonces, “entorno de lo público” como un “horizonte de destinación” compartido –en el sentido de una cohabitación que no resulta de un acuerdo de partes- y a veces disputado, por el sistema político y el sistema de medios. En términos generales, al hablar del “entorno de lo público” estamos aludiendo a dos problemáticas compartidas tanto por los discursos políticos y por los discursos periodísticos considerados desde la lógica de su producción: la imprevisibilidad de los efectos (que replica, en la escala 204 colectiva, la no linealidad de la circulación del sentido) y la exigencia consecuente de poner en circulación puntos de vista generalizables, sostenibles públicamente, es decir, que se enfrentan a la imposibilidad de controlar el acceso a su discurso y debe lidiar, en cambio, con el fantasma de un destinatario que es siempre colectivo (Verón, 1999: 138). La convergencia sobre el espacio público pone a los discursos políticos y a los discursos periodísticos a “trabajar” bajo el supuesto de un Tercero (el público, la ciudadanía, la audiencia, el paradestinatario) que, antes que constituirse, de diversas maneras, como una
figura discursiva, es una hipótesis reguladora asociada a las estructuras institucionales del sistema político y el sistema de medios. Por hipótesis reguladora nos referimos a que ese Tercero se inscribe en los mecanismos de base de la producción discursiva de tales instituciones. En relación al nivel institucional y retomando, nuevamente, algunas reflexiones de Luhmann, es posible concebir la mediatización como un proceso evolutivo durante el cual los medios de difusión (como tecnologías que operan sobre la improbabilidad del alcance de la comunicación) se convierten en un sistema social diferenciado (Alexander, 1981; Luhmann, 2000); de modo que el concepto de “mediatización” nombra el devenir de dos procesos simultáneos: la emergencia de un sistema que asume operaciones específicas y se consolida como una institución con capacidad de gestión colectiva del contacto con y entre colectivos sociales (Ferry, 1989) y, al mismo tiempo, el modo en que este sistema se vincula con el sistema político, pero ahora desde una posición privilegiada y diferenciada en relación al contacto con la sociedad. En este sentido la mediatización de la política es también la historia del despegue del sistema de medios del sistema político. Es el camino que va de la prensa partisana al periodismo profesional, con una deontología propia, con reglas de procedimiento específicas, regulado por restricciones discursivas que permiten identificarlo como un lugar de enunciación autónomo. Los tipos de discursos que circulan en la sociedad están, por un lado, articulados a estructuras institucionales complejas que son sus soportes organizacionales, y por el otro, a relaciones sociales cristalizadas de ofertas/expectativas que son los correlatos de estas estructuras institucionales. A su vez, las instituciones son inseparables de los sistemas de representaciones que estructuran el imaginario donde se construyen las figuras de los emisores y los receptores de los discursos (Verón, 2004: 196). El periodismo se
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institucionaliza, entonces, como un lugar de enunciación que puede asumir funciones de representación, puede hablar en nombre de otros colectivos sociales; puede intervenir sobres los imaginarios políticos. Su horizonte de recepción son “los públicos”. “El cambio ha variado en forma y extensión, pero parece haber sido generalizado a través de las fronteras nacionales (…). Ha implicado la creación de un discurso periodístico diferenciado de los discursos de los partidos y los políticos, la concepción de los medios como un guardián colectivo del poder público y la concepción del periodismo como representativo de una opinión pública generalizada que atraviesa las líneas de los partidos políticos y los grupos sociales” (Hallin y Mancini 2004: 271-272). En el tercer nivel, el de las interacciones y las prácticas, es donde parecen más visibles los efectos de la mediatización sobre la política: para el político, especialmente para aquel formado en las rutinas previas a las exigencias televisivas, porque debe adaptarse a contextos de interlocución (Verón, 2001). Una historia de las trayectorias personales y de las rutinas políticas y periodísticas podría darnos una idea de cómo han modificado los medios el cotidiano de la política, pero solo a condición de un contraste simultáneo con las transformaciones en los modos de socialización política, más acá y más allá de los medios.
Notas 1. Una explicación correcta sobre este sentido original puede consultarse en http://es.wikipedia.org/wiki/ Mediatizaci%C3%B3n_y_Secularizaci%C3%B3n#Mediatizac i.C3.B3n. De entre los autores revisados para la confección de este artículo, sólo Sonia Livingstone (2009) menciona este antecedente. 2. La expresión inglesa es “media-driven democratic system”, cuya traducción al castellano es imposible, pero que engloba etiquetas como: videocracia, democracia mediática, etc. 3. Es importante mencionar que, en este trabajo, los autores proponen el término “mediatización” para diferenciarse de las concepciones que cuestionan. En lugar de hacer hincapié en “los medios”, apuntan a un proceso que sí es global: que la comunicación política no puede producirse sino por intermedio de los dispositivos mediáticos. Este mismo argumento, aunque propuesto como propio, puede leerse en Wolton (1998). 4. Original en inglés. La traducción nuestra. 5. Para Stiegler (2002: 54), “Un sistema técnico constituye una unidad temporal. Es una estabilización de la evolución técnica en torno a un punto de equilibrio que se concretiza en una tecnología particular”. 6. Sobre la importancia de la escritura como una “tecnología” (antes que como un “medio de comunicación”) vale recordar aquí las palabras de Stiegler (1990) “La escritura alfabética es, ya, una tecnología de la memoria. Estamos inclinados a olvidarlo: hemos hecho de esa tecnología, en tanto que occidentales, nuestra segunda naturaleza, mientras que, por otra parte, tenemos la tendencia a ver la tecnología sólo allí donde son visibles aparatos materiales”. 7. Sobre el carácter “revolucionario” de la invención de la imprenta ver Eisenstein (1990). Allí, la autora plantea una alternativa conceptual entre dos maneras de concebir una “revolución”. O bien como “ruptura brusca” con una tradición o bien “proceso irreversible prolongado”, cuyas consecuencias se intensifican cuanto mayor es su duración. 8. La noción de “meta-procesos” se refiere a “desarrollos que duran centurias y que no necesariamente se confinan a un área o a una cultura dada” y para los cuales “no es claro en qué punto en el tiempo comienzan o terminan, o si tienen una dirección definida o qué pertenece a ellos o no” (2007: 257). Esta sola definición, aún genérica, podría abrir el marco temporal de la indagación, pero al menos en el trabajo citado,
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Krotz no explora esa posibilidad. 9. Solo para ejemplificar esta “antelación”: “Le corps signifiant” (1978; publicado en castellano como capítulo el libro La semiosis Social, 1987); “Le séjour et ses doublés: arquitectures du petit ecran” (1984; publicado en castellano en el libro El cuerpo de las imágenes, 2001); “La mediatización” (1984; serie de tres conferencias dictadas en la UBA, y publicadas ese mismo); “Les médias en réception: les enjeux de la complexité” (1991; publicado en castellano en Fragmentos de un tejido, 2004b) 10. Es importante señalar que se trata de trabajos escritos mientras Verón vivía en Francia por lo cual no sería incorrecto remitir también sus ideas a una derivación europea. A su vez, en la mayoría de los casos, se trata de textos que nos han llegado por su posterior traducción, en algunos casos con quince años de distancia con los originales. 11. Insertamos las fechas originales por dos motivos: para distinguir los artículos específicos dentro del mismo libro y para señalar la relación de antelación o contemporaneidad con los trabajos publicados por la corriente europea. 12. Es recomendable, al respecto, la lectura del artículo de Robert Darnton (2003) titulado: “Una de las primeras sociedades informadas: las novedades y los medios de comunicación en el París del siglo XVIII” notable estudio sobre la dinámica de circulación de la comunicación pública en el París de las últimas décadas del siglo XVIII, propuesto por el propio Darnton como un caso que obliga a revisar el carácter supuestamente contemporáneo de la “sociedad de la información”. En el trabajo el autor registra muchas variantes de lo escrito impreso (carteles, periódicos murales, cartas, pasquines, nouvelles a la main) que funcionaban como soportes de la información sobre el poder monárquico, sobre la vida privada de los reyes, o sobre disputas intestinas de la nobleza. 13. Dejamos de lado en esta generalización los artículos publicados por Verón. 14. Muestras ejemplares de esta perspectiva en Argentina son Sorj (2010): “cuando fallan las estructuras de mediación entre los ciudadanos y el sistema político, se pasa a la mediatización de esas relaciones”; o Cheresky (2008) para quien la escena pública –cuyos soportes son la televisión, la gráfica, la radio e Internet- “ha sustituido” a otras escenas institucionales, como el Parlamento, las reuniones de gabinete o los encuentros partidarios, en tanto lugares de enunciación
política 15. Por ejemplo lo que Alonso (2010: 46) llama la “republicanización” de la política: “La prensa política tuvo un efecto particular a fines del siglo XIX. Librada de las convenciones que limitan a los diarios modernos, recreaba situaciones, defendía políticas, fomentaba rumores y ridiculizaba al contrincante. En su ejercicio de la difusión del chimento y el anuncio de reuniones, los diarios políticos ‘republicanizaban’ la política, convirtiéndola en una cosa ‘más’ pública. La política era, así, en gran medida, arrebatada de los convides de la intimidad del salón, del comité, del banquete y, a veces, incluso de la correspondencia privada, para ser lanzada a la vida pública a través de los periódicos”. 16. Pese a que, finalmente, no logró afianzarse siguiendo este modelo, pueden rastrearse estas mismas pretensiones en el caso de La Presse, fundado por Emile de Girardin en Francia, en 1836, diario considerado como paradigma y pionero de la modernización periodística, sostenido por anuncios publicitarios y proyectado más allá de los confines de las luchas partisanas. Ver el estudio detallado del primer año del diario de Girardin (el “año uno de la era mediática”) en Thérenty y Vaillant, 2001. 17. Remitimos, para consultar dos modos diversos de construir esta evolución a Hjarvard (2008:120) para el caso Europeo y Norteamericano y a Becerra (2010) para el caso argentino. 18. A esto se refiere también Luhmann, cuando afirma que una de las funciones de los medios de masas es la producción de temas que deben estar disponibles para la comunicación social. Dice Luhmann (2000:143) que “sería inimaginable cómo pudiera funcionar una operación comunicativa social por encima de los horizontes de experiencia individual si eso no estuviera asegurado por el mismo proceso de comunicación”.
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Identificación del autor Mariano Fernández Argentino. Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata. Doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata. Docente de Comunicación y Cultura de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata y de Medios y Políticas de la Comunicación en el Área Transdepartamental de Crítica de Artes, en el Instituto Universitario Nacional de Arte. Área de especialidad: Instituciones mediáticas y mediatización de la política. E-mail: marianofc81@gmail.com
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Registro Bibliográfico: Fernández, Mariano. “Sobre la mediatización. Revisión conceptual y propuesta analítica” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 189-209. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 08-07-2013 Fecha de aceptación: 16-10-2013
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Construir la memoria plural
Reflexiones acerca de una Comuna físico-virtual Por Patricia San Martín, Gonzalo Andrés y Guillermo Rodríguez sanmartin@irice-conicet.gov.ar / Universidad Nacional de Rosario, Argentina andres@irice-conicet.gov.ar / Universidad Nacional de Rosario, Argentina rodriguez@irice-conicet.gov.ar / Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Sumario:
Summary:
El artículo presenta aspectos significativos de un re-estudio efectuado sobre un Dispositivo Hipermedial Dinámico para la construcción y gestión de la gobernanza denominado “Telares de la Memoria”, que se configura a partir de la activación comunitaria del patrimonio cultural. La reflexión analítica y el desarrollo tecnológico se concretizan a partir de una experiencia proyectual iniciada en el 2010 en la Comuna de Wheelwright, Santa Fe, Argentina. La propuesta se presenta innovadora respecto a los trabajos etnográficos tradicionales de estudios de casos sobre comunidades, ya que procuró abordar dos cuestiones claves: por un lado, los usos, posibilidades y apropiaciones de las Tecnologías de la Información y Comunicación; y, por otro, el trabajo con la memoria de las comunidades locales. La construcción de “Telares de la Memoria” se realizó conjuntamente entre un equipo de trabajo interdisciplinario de investigación y un grupo significativo de vecinos, vecinas e instituciones de la localidad. Se concluye que el desarrollo de procesos dinámicos que contemplen la complejidad de la triple atribución de la memoria (el sí mismo, los allegados y lo colectivo), puestos en relación con problemáticas de distancia físico-virtual-temporal, se constituyen en un requerimiento clave para el despliegue de una memoria plural constructora de civitas.
This article presents significant aspects of a re-study conducted on a Dynamic Hipermedial Device for the construction and management of governance called “Telares de la Memoria”, which is set from the activation community cultural heritage. The analysis and technological development is carried out from an experience which started in 2010 in the Wheelwright town, Santa Fe, Argentina. Propose is innovative compared to traditional ethnographic case studies of communities because sought to address two key issues: firstly, applications, possibilities and appropriations of Information Technology and Communication and, secondly, working with the plural memory of local communities. The construction of “Telares de la Memoria” was performed between an interdisciplinary team of research and a significant group of residents, neighbors and local institutions. It is concluded that the development of dynamic processes contemplate the complexity of the threefold attribution of memory (itself, close people and the collective), issues related to the physicalvirtual- temporary distance becomes a key requirement for the deployment of civitas that build the plural memory
Describers: dynamic hipermedial device, plural memory, physical-virtual context, governance
Descriptores: dispositivo hipermedial dinámico, memoria plural, contexto físico-virtual, gobernanza
Construir la memoria plural. Reflexiones acerca de una Comuna físico-virtual Build the plural memory. Reflections about a physical-virtual Commune Páginas 211 a 229 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014 ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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1. Introducción Este trabajo presenta aspectos significativos de un re-estudio efectuado sobre un Dispositivo Hipermedial Dinámico (DHD) para la construcción y gestión de la gobernanza denominado “Telares de la Memoria”, que se configura a partir de la activación comunitaria del patrimonio cultural. La reflexión analítica y el desarrollo tecnológico se concretizan a partir de una experiencia proyectual iniciada en el 2010 en la Comuna de Wheelwright -una localidad de siete mil habitantes de la provincia de Santa Fe-1. El proyecto tuvo por finalidad propiciar la escritura colaborativa de la memoria de carácter plural a través de la WEB, que posibilite la construcción y gestión de lo público, siendo entendida como práctica de gobernanza2. La propuesta fue evaluada como una experiencia innovadora respecto a los trabajos etnográficos tradicionales de estudios de casos sobre comunidades, ya que procuró abordar dos cuestiones clave: por un lado, los usos, posibilidades y apropiaciones de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC); y por otro, el trabajo con la memoria de las comunidades locales. El extenso conjunto de problemas que implica abordar las mencionadas cuestiones, solicita tanto de la producción, diseminación e integración de nuevos conocimientos y tecnologías apropiadas como de la transformación de prácticas culturales para la construcción de civitas. La metodología de trabajo adoptada se fundamentó en un enfoque cualitativo etnográfico y técnicas de la Ingeniería del Software. La construcción del DHD “Telares de la Memoria” se realizó conjuntamente entre un equipo de trabajo interdisciplinario proveniente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), la Universidad del Litoral (UNL), y un grupo significativo de vecinos, vecinas e instituciones de la localidad. En el marco de las actividades se desarrollaron trabajos de relevamiento de campo,
capacitaciones para docentes y alumnos de las tres escuelas medias del pueblo, y un taller del que participaron alrededor de 400 personas entre 12 y 95 años de edad en el Centro de Cultura Comunal. Este taller integró entre sus participantes a vecinas y vecinos que no habían completado su escolarización primaria y/o secundaria. Esto permitió la generación de posibilidades de inclusión comunitaria, especialmente de aquellos que estaban más distantes del uso de estas tecnologías y de procesos de alfabetización dentro de los sistemas formales. En el transcurso del proyecto, se rescataron prácticas singulares, recuerdos y acciones concretas de los habitantes de la comunidad, con el fin de abrir camino hacia nuevas relaciones, narrativas y voces que sustenten la composición participativa de lo público como espacio de memoria activa. En ese devenir resurgieron, lógicamente, conflictos propios de los grupos sociales y reservas sobre la veracidad de las narraciones que se podrían generar. De esta manera, la construcción del dispositivo fue una consecuencia de tensiones múltiples entre la propuesta inicial planteada por los investigadores, el proceso de participación de la ciudadanía y la emergencia de recuerdos que continuaban tensionando el presente. Todas estas instancias de toma de decisiones, de redefiniciones, y co-producciones (entre el equipo de investigación y los ciudadanos del pueblo), fueron conformando nue- 213 vos espacios de gestión del proyecto. Atendiendo a los límites del presente trabajo, en la siguiente sección se reseñan brevemente aspectos significativos del proyecto puesto en obra en Wheelwright, para luego abordar problemáticas teóricas, metodológicas y tecnológicas a la luz del caso en estudio. Se reflexionará sobre dos cuestiones que se ponderan como clave del DHD “Telares de la Memoria”: la configuración del contexto físico-virtual y la memoria como construcción plural. Posteriormente, se refieren aspectos de marco teórico relativos a la apropiación
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del DHD en la actualidad, vinculando tanto lo metodológico como lo tecnológico. Finalmente, las conclusiones plantean sintéticamente el atravesamiento de las dinámicas que tensionan la distancia entre lo deseado, lo realizado y lo emergente. 2. Acerca del DHD “Telares de la Memoria” 2.1 Breve reseña Como se mencionó en la introducción, la metodología de desarrollo tecnológico que posibilitaría la escritura colaborativa mediatizada, solicitó de técnicas de la Ingeniería del Software donde se sucedieron distintas fases que fueron guiando los procesos de diseño del DHD “Telares de la Memoria”. Dado el perfil de esta publicación, no se abordarán aspectos técnico-informáticos, ya que se tiene por objeto presentar aspectos del proceso de desarrollo socio-técnico. En principio, se utilizó en las primeras capacitaciones el difundido entorno colaborativo Moodle, respondiendo a una solicitud de la Comuna con respecto a su vinculación con carreras de Educación a Distancia tanto de la UNR como de la UNL. En la dinámica de trabajo físico-virtual de los primeros meses, se fue gestando colectivamente el concepto de interfaz y organización que requería un libro online de la memoria plural, observando que tanto el entorno mencionado como otras herramientas de la WEB 2.0 no satisfacían el 214 requerimiento. En paralelo, con la recolección de información en distintos formatos y soportes, realizada por los participantes de los encuentros y capacitaciones, se fue desarrollando un primer subsistema como página web dinámica que estuvo online en el último trimestre del 2010. En el mismo, se atendió centralmente a la sencillez y amigabilidad de la interfaz, a la limitada conectividad sumada a las condiciones de baja velocidad de conexión a internet de la localidad (que aparecía como reclamo recurrente por parte de los pobladores). Esto se constituía en una problemática para el desarrollo de la propuesta hipermedial del
proyecto, ya que la disponibilidad de una ciberinfraestructura adecuada y el acceso amigable a las TICs son condiciones necesarias -pero no suficientes- para su uso y apropiación (Morales et. al.; 2009). Siguiendo los aportes teórico-metodológicos de Thomas et al. (2008, 2012), se consideró que el análisis de las instancias de participación y uso social en el desarrollo del conocimiento tecnológico es clave, ya que el funcionamiento y la usabilidad de los dispositivos son resultado de un proceso socio-técnico en el que intervienen factores heterogéneos: condiciones materiales, sistemas, conocimientos, regulaciones, financiamientos, prestaciones, etc. Entonces, el desarrollo científico y tecnológico se concibió como un proceso no-lineal en el que intervinieron los expertos y los usuarios no-expertos. Sintéticamente, se consensuó escribir la memoria plural de Wheelwright a través de tres categorías relacionadas entre sí: “Constructores de Civitas”, “Obras Abiertas” y “Espacios Habitados”3. Cada categoría posibilita, a través de una ficha ad hoc, la escritura, carga, localización espacial e indexación en tiempo real de todo el material que la ciudadanía puede aportar (recursos en diferentes formatos), requiriéndose, para poder editar o crear una ficha, un nombre de usuario y contraseña. Este subsistema se relacionaba con otros espacios creados en la plataforma Moodle para la gestión del dispositivo, la discusión ciudadana y la educación. Como es propio de todo desarrollo informático innovador, en el diseño de “Telares de la Memoria” surgieron requerimientos que no se pudieron efectivizar tecnológicamente hasta finales del 2011; sin embargo, el nivel de desarrollo alcanzado fue suficiente para que la población comprendiera de forma más tangible los alcances de lo propuesto. Esto fue constatado a partir de la publicación de una cantidad considerable de fichas editadas por participantes del DHD como muestra la Figura 1.
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A partir de datos oficiales de la Comuna, la cifra actual de 1988 amigos, es similar al número de hogares y viviendas de la localidad y, sobre una estimación actual de 7000 habitantes, el 28% como mínimo adhiere a lo propuesto directamente desde Facebook. Vale destacar también que, a mediados del 2012, el sistema informático Figura 1: Libro de la Memoria Plural 2011 ad hoc de “Telares de la Memoria” se instaló en un serviFrente a la necesidad de diseminar la propuesta, las dor propio de la Comuna de Wheelwright4, en función vecinas y vecinos de Wheelwright, pusieron en obra de una efectiva autonomía con respecto a futuras condistintas estrategias mediáticas. La radio del pueblo, figuraciones de los aspectos técnicos del DHD5. la televisión por cable, el diario “La Capital” de RosaLa configuración WEB del DHD “Telares de la Merio (suplemento La Región), presentaciones en ferias de ciencia regionales de nivel secundario, entre otras vertientes comunicativas, difundieron aspectos significativos y avances del proyecto. En Internet, a través de Fa215 cebook, un grupo de jóvenes autodenominados como “Juventud Telares” creó un espacio denominado “Libro Memoria de Wheelwright (Telares)”, en el que rápidamente se sumaron aportes y producciones, contabilizando un número de amigos que creció exponencialmente en un año y que, aún hoy, continúa sumando (Figura 2). Figura 2. Libro Memoria de Wheelwright en Facebook
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moria” a julio del 2011, momento de la presentación a la convocatoria al “Premio Comunas Innovadoras”, fue la siguiente: • Subsistema ad hoc: “Libro Hipermedial de la Memoria Plural”, 122 fichas publicadas • Red Social Facebook: “Libro Memoria de Wheelwright (Telares)”, +1500 amigos • Entorno Moodle, bajo la categoría “Wheelwright comuna físico-virtual” (servidor dependiente del CONICET, administración general a cargo de los investigadores), se podía acceder a tres espacios: 1) Telares de la Memoria, participación abierta a todos los ciudadanos: configurado con distintas herramientas de comunicación y edición colaborativa tales como foro, wiki, videoconferencia, enlaces a sitios y archivos, novedades, calendario, mensajería, lista de participantes, etc. Finalidad: discusiones sobre problemas presentes, suplir algunas imposibilidades técnicas del sistema ad hoc en desarrollo, por ejemplo, el poder realizar comentarios directamente en las fichas desarrolladas. Ante ese requerimiento, se creó un Foro “Mi otra historia”, al cual se accedía directamente desde un enlace habilitado en cada ficha del subsistema “Libro Hipermedial de la Memoria Plural” y se invitaba a que, en caso de existir desacuerdo con las memorias publicadas, se 216 publique un nuevo relato de la misma y se inicie una discusión al respecto. 2) Consejo Plural de Gestión: con similares herramientas del espacio ya mencionado, participan referentes consensuados por sus organizaciones y miembros del grupo de investigación (con roles de administración general) y Consejeros (con capacidades plenas de edición para todos en dicho espacio y en el espacio comunitario de Telares). Finalidad: depósito de registros de campo (formato texto, imagen, video, sonido) y de otra documentación estratégica al proyecto, discusión de las políticas de participación,
gestión general de la propuesta. El “Consejo Plural de Gestión” asume la responsabilidad de decidir si se suprime y/o se efectúan otras acciones en relación a algún conflicto que se suscite sobre lo publicado, en caso de que pudiera ser ofensivo para algún ciudadano/a. 3) Investigación y Desarrollo de Telares de la Memoria: participan sólo los miembros acreditados en el proyecto “INNOVA 2009” y personal de apoyo a la investigación. Finalidad: gestión virtual del proyecto frente a los requerimientos del sistema de Ciencia y Tecnología de la provincia, experimentaciones de nuevas herramientas y espacio de reflexión acerca de la experiencia. 2.2 Momentos de articulación reflexiva Reflexionar sobre el DHD “Telares de la Memoria” implicó desde un principio establecer relaciones complejas con matices de incertidumbre, intentando desarrollar un “pensamiento aspectal” (Pereda, 1999) capaz de elaborar a cada paso lo particular y la tensión entre lo particular y lo general. En este sentido, surge la necesidad de delimitar ciertos mojones temporales que, a modo de organización provisoria, articulan dos momentos diferenciados de la experiencia. Entonces, el primer trayecto de 18 meses desde principios del 2010, tuvo como característica la presencia frecuente y sostenida en Wheelwright de miembros del grupo de investigadores y becarios de las universidades y CONICET. La presentación a la convocatoria del premio provincial mencionado en julio 2011, se configuró como punto de inflexión y posible horizonte de continuidad, dada la repercusión que podía alcanzar la experiencia, la motivación que promueve un reconocimiento de esa índole y la posibilidad de contar con nuevos recursos financieros. Así, otorgado a finales del 2011 el premio a la Comuna Innovadora: región 5-Santa Fe, el segundo momento se inscribe como un tiempo de reestudio que implicó principalmente una fase de análi-
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sis de todo lo publicado en las fichas, cotejo con otros materiales digitales y notas de campo, observación de problemas de usabilidad de los sistemas informáticos, y la optimización del desarrollo tecnológico ad hoc a partir de reportes de los destinatarios y análisis heurísticos. También, como actividades físico-virtuales, se efectuaron nuevas reuniones en Wheelwright (festejo del premio obtenido), contactos y capacitaciones específicas con actores de la comunidad. A partir de los resultados alcanzados y los avances de los primeros 18 meses de trabajo, se trazaron las siguientes tareas para el grupo de investigadores: 1. Analizar los relatos y recursos publicados, haciendo foco sobre las dificultades que presentan los textos para su correcta indexación, los espacios de publicación y las características de sus contenidos/ representaciones mediatizadas. 2. Completar tecnológicamente la integración del subsistema libro hipermedial con las prestaciones funcionales del entorno colaborativo Moodle y la visualización dinámica de las relaciones entre constructores-obras-espacios que ya estaban contempladas y resueltas a nivel de base de datos. Mejorar la usabilidad, navegación y optimización de ayudas para usuarios durante el proceso de carga o edición de comentarios online. 3. Transferir a la Comuna el desarrollo informático en un servidor específico propio, totalmente configurado. Efectuar la capacitación pertinente para posibilitar la continuidad del desarrollo en la localidad, quedando la documentación generada en Acceso Abierto y Código Abierto. En este contexto, la configuración WEB del DHD “Telares de la Memoria” utiliza en la actualidad dos plataformas interoperables: Moodle y Facebook, configurados de la siguiente manera: El entorno Moodle “Telares de la Memoria” (servidor
de la Comuna de Wheelwright, administración general a cargo de personal propio) vincula tres espacios internos y uno externo (Figura 3), permite además logueo a través de Facebook, y ofrece un formulario en el portal para la solicitud de un espacio de gestión y/o educación por parte de cualquier organización del pueblo. Desde el sitio oficial de la Comuna de Wheelwright se puede acceder al entorno Moodle. Espacios internos: • Libro de la Memoria: integrado tecnológicamente a Moodle, siendo una visualización innovadora de la herramienta “Glosario”. • Consejo Plural de Gestión: se mantiene la configuración del primer trayecto. • Vinculación Tecnológica y Social: espacio de capacitación online y diálogo que vincula a la ciudadanía de Wheelwright con el grupo de investigadores y becarios de las universidades y del CONICET que participaron en la experiencia. • Espacio Externo: • Red Social Facebook: “Libro Memoria de Wheelwright (Telares)”, más de 1990 amigos, se accede desde el botón Telares ciudadanía del portal en Moodle, y desde el espacio en Facebook se vinculan los espacios de “Telares de la Memoria” en Moodle. 3. Construir un DHD en un contexto físico-virtual 217 3.1 El DHD como red heterogénea El proceso de digitalización dinamiza la convergencia de distintos soportes y lenguajes comunicacionales. Este escenario de convergencia tecnológica (Lash, 2005; Manovich, 2006; Jenkins, 2008) posibilita la expansión y utilización a gran escala de las tecnologías digitales (Rheingold, 2004). Es en este escenario complejo, donde se conceptualizó al DHD “Telares de la Memoria” como una red socio-técnica heterogénea (configurada por artefactos y usos sociales) que posibilita a los sujetos -en el actual contexto físico-virtual- utilizar la potencialidad de las TICs para educar,
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investigar, gestionar y/o producir, en el marco de una interacción responsable (San Martín y Martino, 2010). Cabe mencionar que la convergencia de diversos tipos de lenguajes es un rasgo constitutivo del DHD: posee un carácter hipermedial, ya que allí conviven bloques de contenidos de distintas materialidades que conforman paquetes textuales. Esta característica -sumada a la estructura hipertextual- permite una multiplicidad de recorridos de lectura, de posibles comienzos, finales y entrecruzamientos (San Martín, 2003). El DHD, como red heterogénea, se sostiene en las consideraciones de Foucault (1983) sobre los dispositivos6.Siguiendo esta perspectiva, Traversa (2001) señala que la noción desborda el concepto de técnica y medio, para incluir también la dimensión subjetivante de su funcionamiento, es decir, las disposiciones y apropiaciones que llevan a cabo los sujetos. Ponderando la participación de la ciudadanía beneficiaria como un componente integral de la etapa de diseño e
implementación de una tecnología, la utilidad de un artefacto se inscribe en los procesos de resignificación que realizan los diferentes grupos sociales involucrados (Thomas y Buch, 2008). Por lo tanto, el aspecto social (las relaciones intersubjetivas y el contexto) y el aspecto técnico (configuración material particular) articulan y despliegan dinámicamente la construcción del DHD. En suma, construir, participar y sostener el DHD “Telares de la Memoria”, significa hacerse cargo de la dimensión ética sostenida en la presencia del otro (Cruz, 1999; Bauman, 2009). Producir colectivamente habitando la tensión del intercambio dinámico, posibilita a los sujetos intervinientes el despliegue de la “Interactividad-DHD”. La cual es entendida como “…vínculo intersubjetivo responsable mediatizado por las TICs que conforma una red socio-técnica generadora del intercambio y edición bidireccional y multidireccional de mensajes y objetos en un marco de trabajo cola-
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Figura 3.Portal Telares de la Memoria (Moodle)
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borativo, abierto, democrático y plural” (Guarnieri, 2010: 72). Y así, en el esfuerzo de pensar los vínculos indisolubles que posibilitarían construir y habitar inclusivamente las n-dimensiones del contexto físico-virtual, surge la posibilidad de un DHD que promueva la escritura de la memoria plural de una comunidad local como un puente hacia la construcción de civitas. 3.2 Pensar las N-dimensiones Pensar los vínculos indisociables que constituyen el contexto físico-virtual, como el trazado de n-dimensiones complejas es trabajar sobre una representación que excede la simple distinción positiva que generalmente alude a la exterioridad del ciberespacio o a la actual contemporaneidad. En la intención de dar juego al pensamiento sobre la representación de las n-dimensiones, vienen a la memoria otros textos que invitan a imaginar ciudades invisibles como Smeraldina, donde “…una retícula de canales y una retícula de calles se superponen y se entrecruzan. Para ir de un lugar a otro siempre puedes elegir entre el recorrido terrestre y el recorrido en barca; y como la línea más breve entre dos puntos en Smeraldina no es una recta sino un zigzag que se ramifica en tortuosas variantes, las calles que se abren a cada transeúnte no son sólo dos sino muchas, y aumentan aún para quien alterna trayectos en barca y trasbordos a tierra firme” (Calvino, 1988:100). Los trayectos posibles en el actual contexto físicovirtual son múltiples, muchas veces tortuosos. La representación sobre las n-dimensiones surge entre la materialidad física del extenso campo que involucra el cuerpo, las acciones y los objetos situados en un espacio-tiempo habitado, y lo configurado por lo virtual en sus dimensiones de pensamiento, acto, discursos y artefactos. Su dinámica representacional de orden diverso, puede ser conceptualizada en las distintas culturas a lo largo del tiempo, y es en esa representación compleja que la dimensión de los artefactos, como
producción socio-técnica, genera una marcada diferencia. Claro está que estas diferencias son también observables de forma sincrónica y diacrónica entre distintas culturas o al interior de una misma cultura. En el campo propositivo, se desarrollan discursos y artefactos que ponen en un plano privilegiado a las TICs, en tanto potenciadoras de nuevos espacios de construcción social asociativos, donde los sujetos se interrelacionan, intercambian materiales y producen eventos complejos a partir de singulares y plurales participaciones. Reticularidad, ubicuidad e interactividad, son características distintivas de la sociedad en red: plataformas basadas en un intercambio horizontal entre pares, que posibilitan espacios la producción, apropiación y uso de contenidos, experiencias y conocimientos (Lévy, 2004; Rheingold, 2004). En el marco de procesos de mediatización crecientes y de artefactos digitales sistémicos de alta complejidad, los modos de producción se transforman (Lévy, 2004; Jenkins, 2008; García Canclini et al., 2012), al tiempo que cambian las condiciones de circulación de los discursos (Verón, 2012).Estos procesos no son homogéneos, básicamente porque más allá de una visión instrumental de la tecnología, que pretende centrarse en los artefactos, la posibilidad de habitar el contexto físico-virtual está siempre condicionada por el tipo de apropiaciones que los sujetos vinculados a sus grupos sociales realizan (Thomas y Buch, 2008; 219 Morales et. al., 2009). La apropiación implica la posibilidad de representación y, en este sentido, “…sólo es representable lo que, ni demasiado cerca ni demasiado lejos, puede adquirir sentido, lo que permite usar el condicional, cambiar la perspectiva: en síntesis, ofrecer aspectos a ‘la cosa’, ofrecer juego al pensamiento. (...) Puesto que las palabras pueden apoderarse del objeto a distancia, probarle un sentido y quitárselo, vestir y desvestir la muñeca, ellas abren entre la presencia y la ausencia, el no-lugar de lo virtual. Ámbito indeciso, especie de ‘terreno vago’ donde se juega la
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partida entre la cosa y uno mismo.” (Enaudeau, 1999: 173-174) En consecuencia, el carácter socio-técnico de un espacio físico-virtual emerge a partir del proceso de construcción de artefactos, acciones -hechos- y representaciones de los grupos sociales intervinientes. Es decir, no se concibe a los factores tecnológicos y sociales como disociados o como la determinación de unos sobre otros. Por lo tanto, una tecnología no puede pensarse sin incluir las particularidades de su uso social, ya que se construye y rediseña permanentemente de acuerdo a los tipos de usos que determinados grupos sociales realizan. Esta perspectiva constructivista es teorizada, entre otros autores, por Wiebe Bijker y Trebor Pinch: desde su concepción, todo grupo social desempeña un rol clave en el devenir de un artefacto7. Es decir, los sujetos pueden construir significados diversos de una misma tecnología. Siguiendo esta línea de análisis, se sostiene que el uso de una tecnología “…no está simplemente determinado por sus creadores, ya que es el resultado de una negociación entre diferentes sujetos e instituciones” (Scolari, 2008: 268). Investigaciones recientes, como la presentada por Silva (2013), fundamentan la adopción de un enfoque metodológico que busque abordar los procesos de digitalización en la gestión pública de manera loca220 lizada, atendiendo a la diversidad de perspectivas implicadas, con la finalidad de poner de relieve las contradicciones y tensiones entre lo proclamado y su puesta en obra. La investigadora busca “…subrayar la clave metodológica de la otredad en la vinculación dialéctica entre los distintos vértices involucrados en los procesos de gestión cuando se sale de lo planificado en el papel y se pasa al terreno de las realizaciones concretas. De este modo (…), se podrá interrogar aquello que en el tendido de puentes coloca barreras, lo que de la conexión se vuelve brecha, lo que hay de atraso en los adelantos, lo que en la des-
personalización interpela las formas de sociabilidad y reconocimiento, lo que de la virtualidad convoca a la interposición de tácticas de la presencia; en suma, lo que da cuenta de la comunicación mediada por TICs como proceso vivido” (Silva, 2013: 250). En ese sentido, el proyecto puesto en obra en la Comuna de Wheelwright intentó construir un contexto físico-virtual local de carácter inclusivo, atendiendo a las características de las interacciones sociales existentes, a la disponibilidad de infraestructura tecnológica y de servicios, adaptabilidad, flexibilidad y dinamismo de los sistemas digitales en uso, respetando la diversidad cultural e impulsando la producción y diseminación del conocimiento, a través de entornos colaborativos de código abierto. De allí que el registro de discursos y prácticas de los sujetos a partir de entrevistas en profundidad, registros de observación con participación en distintos contextos físicos y virtuales aplicando instrumentos del enfoque cualitativo, resultaron sumamente apropiados. Siguiendo a Vasilachis, “…la investigación cualitativa constituye, entonces, una tradición particular en las ciencias sociales que depende fundamentalmente de la observación de los actores en su propio terreno y de la interacción con ellos en su lenguaje y con sus mismos términos” (Vasilachis, 1993: 58). 3.3 Del devenir de las conformaciones sociales La noción de comunidad trae, irremediablemente, reminiscencias de formaciones sociales que la sociología sitúa como previas al surgimiento de la sociedad moderna en el siglo XVIII. La distinción entre comunidad y sociedad ha sido un tópico muy frecuentado en la sociología clásica8. De una u otra forma, los primeros teóricos de la disciplina se refirieron a las diferencias existentes entre el tipo de lazo social emergente con la revolución industrial y su diferencia con los anteriores. Es por eso que se afirma que la sociedad (y, por tanto, también la sociología) es un “invento” moderno
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(Nisbet, 1977). En este sentido, Zeitlin (1970) expone las características de las comunidades premodernas y su contraposición con las sociedades modernas según la teoría sociológica. Se hace referencia a que la forma tradicional de vida colectiva premoderna propia de la comunidad- se caracterizaba por tener un cierto orden y brindaba estabilidad a sus miembros: la identidad individual y colectiva era bastante estable. Puede decirse, brevemente, que en ese entonces primaba el valor colectivo por sobre el individual. Existían instituciones –religiosas y políticas- con un poder muy fuerte para regir los principales lineamientos de los vínculos interpersonales. Los aspectos morales y religiosos, en general, condicionaban la concepción de mundo y las prácticas de las personas. Sin embargo, las reformas políticas y económicas que impulsó la modernidad se manifestaron en la aparición de una forma particular de lazo social. El proceso denominado modernización se refiere tanto a los impulsos tecnológicos de racionalización y a la transformación de la organización y el modo de trabajo, como así también a los cambios en los estilos de vida, las estructuras de influencia y las relaciones de poder, las formas políticas de participación y opresión, las concepciones del mundo natural y social, y las normas cognoscitivas (Beck y Beck-Gernsheim, 2003). Con todo, la urbanización, la industrialización y la burocratización, acompañados de una corriente filosófica que pregonaba la centralidad del sujeto en el devenir histórico y en la dominación del mundo, dieron lugar a relaciones sociales basadas en el individualismo. Las instituciones modernas del mercado y del estado se constituyeron en la materialización de este tipo de lazo social. Las identidades individuales que se forjaron en este contexto fueron producto de los límites geográficos del estado, de la escolarización masiva, de la familia nuclear, del trabajo en la fábrica, de partidos políticos y sindicatos, y de sistemas punitivos y de
disciplinamiento fuertemente constituidos. En consecuencia, la sociología –en términos generales- dejó de conceptualizar sus objetos de estudio en términos de ‘comunidad’, para pensarlos como ‘grupos sociales’. Este proceso, visto por los primeros sociólogos como superador del feudalismo y de la vida comunitaria, a su vez generó la intención de encontrar pautas que brinden cierto orden a aquel nuevo sistema establecido. En referencia a esto, Benassini (1998) plantea que las discusiones sobre el advenimiento de la sociedad de masas se acompañaron, en distinta medida, por cierta nostalgia sobre los tiempos idos, a la vez que daban cuenta de cierta preocupación por lo que sucedería. Ya en el siglo XXI, en plena consolidación de la modernidad tardía y la economía globalizada, es indiscutible el rol que cumplen las TICs en la conformación de una ciber-infraestructura,9 sostén del actual modelo posmoderno de sociedad. Según Lewkowicz, “…la globalización logra multiplicar los actos de consumo restringiendo el número de consumidores. La expulsión es un tipo de realidad en la cual un término no queda incluido ni siquiera en los márgenes de una sociedad. El excluido del consumo carece aún de nombre que lo defina socialmente. Pues el nombre de marginal resulta inadecuado para la forma específica de exclusión que soportan: el margen cumple aún una función decisiva en el diseño de la página. Y los excluidos actuales no son desplazados hacia los márgenes. 221 La pertenencia a la red parece carecer de márgenes; hay sólo adentro y afuera. Los expulsados están entre nosotros; pero en un mundo diferente del pequeño mundo virtual” (Lewkowicz, 2004: 79-80). En este contexto, resurgieron términos ligados a la premodernidad, entre ellos, la denominación de “comunidad virtual” se enmarca en la pertenencia a la red. Entonces, si es posible sostener la condición de consumidor, Marinis (2005) describe cuatro características propias de las comunidades virtuales: (1) la electividad: cada persona puede decidir cuándo
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ingresar a una y cuándo abandonarla; (2) lo temporal: no son permanentes; (3) la desterritorialización: no requieren de la co-presencia para existir, ya que exceden los límites geográficos; (4) lo plural: las personas pueden formar parte de varias y entrar y salir de ellas. “Las viejas comunidades constituían una totalidad orgánica... Las nuevas comunidades, por su parte, establecen un archipiélago de partes sin todo, sin borde exterior” (Marinis, 2005: 30). Retomando conceptualmente lo planteado por Lewkowicz, la totalidad estaría dada en el meta-nivel: la pertenencia a la red como mundo global, siendo posible afirmar que no existe margen sino selección técnica (o se está adentro o se está fuera). A partir de lo expuesto sobre el DHD y la perspectiva inclusiva que se presenta acerca de cómo conceptualizar un contexto físico-virtual que promueva la construcción de civitas, existe evidentemente una marcada diferencia con las características generales de las comunidades virtuales citadas en el párrafo anterior. La red socio-técnica del DHD “Telares de la Memoria” configura una comunidad físico-virtual con las siguientes características: (1) electividad = participación responsable: los sujetos eligen si desean ingresar pero asumen un compromiso con el otro sobre la actividad planteada; (2) temporales = sostenibles: las actividades pueden no ser permanentes pero las finalidades 222 se presentan atemporales como valor hacia el conocimiento público; (3) territorializadas = presencia simbólica: dan cuenta de un contexto físico-virtual situado, se habita un espacio-lugar vinculado intersubjetivamente10; (4) plurales = diversas: los sujetos elaboran su participación pública en la tensión dialógica con el otro y en el respeto mutuo de sus singularidades. Por lo tanto, el DHD se instituye en la dimensión subjetiva de los participantes al motivar a asumir el compromiso de la responsabilidad por la responsabilidad (Bauman, 2009). En este proyecto, dicho compromiso se evidenció en
el momento de la toma de conciencia sobre la existencia de un plano intermedio de referencia, donde se realizan concretamente los intercambios entre la memoria viva de las personas individuales (memoria individual) y, la memoria pública (colectiva) de la/s comunidad/es a la/s que pertenecen. Este plano intermedio, se constituye como primer puente para introducirse al campo de la historia contemplando la triple atribución de la memoria: al sí mismo, a los próximos, a los otros (Ricoeur, 2010). De esta forma, y a los fines de entretejer una memoria plural en el actual contexto físico-virtual, se integra al ciberespacio como un posible “…medio de exploración de los problemas, de activación de discusión pluralista, haciendo visibles procesos complejos de toma de decisión colectiva y de evaluación de resultados cercanos a las comunidades en cuestión” (Lévy, 2004: 41), ya que finalmente son los sujetos los que–en este caso, a través de la tecnología, entre otros factores- representan cierta identidad cultural y sentido de pertenencia a una comunidad, de acuerdo con las herramientas tecnológicas a las cuales tienen acceso (Sandoval Forero, 2007). 4. Sobre la escritura de la memoria plural 4.1 El ejercicio de la memoria plural En el juego al pensamiento aspectal que este trabajo propone, el Señor Palomar (Calvino, 1985) que reflexiona morosamente observando las cosas de la vida, quiere aprender a estar muerto sintiendo la dificultad de “…convencerse de que la propia vida es un conjunto cerrado, que está entero en el pasado, al cual no se puede añadir más nada, ni introducir cambios de perspectiva en relación entre los diversos elementos. Naturalmente los que siguen viviendo pueden, a partir de los cambios vividos por ellos, introducir cambios también en la vida de los muertos, dando forma a lo que no la tenía o que parecía tener una forma diferente…Pero son cambios que cuentan sobre todo para
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los vivos. Ellos, los muertos, es difícil que saquen partido” (Calvino, 1885:125). Así, en el mundo de los vivos, el ejercicio de la memoria es su uso. Pero el uso implica la posibilidad de abuso, y es en ese abuso que la intencionalidad veritativa de la memoria queda totalmente amenazada poniendo al descubierto las dificultades que conlleva la ausencia de la cosa recordada y su presencia según el modo de representación, de allí, el carácter problemático de esa relación representativa del pasado (Ricoeur, 2010). Cuestión central de debate en todos los encuentros y capacitaciones formales y no formales del trayecto proyectual durante el año 2010. La pregunta en la comunidad de Wheelwright surgía sobre quién autorizaba la publicación de lo que se escribía, qué control podría haber sobre esas narrativas, qué sucedería si se escribían cuestiones ofensivas, a su vez, algunos grupos planteaban cierta incredulidad sobre qué más se podría decir si ya había sido escrito por un autor local un libro sobre la historia del pueblo. Vale aclarar que el libro aludido se había presentado recientemente y se constituía en una primera producción de referencia. En vistas a las interrogaciones planteadas, fue necesario profundizar grupalmente algunas de las dimensiones que constituyen al relato de la memoria desde la problemática de la dimensión selectiva, abordando cuestiones relativas al recuerdo y al olvido, con especial referencia a que lo exhaustivo como totalidad es un imposible. Sobre esta selección, afirma Ricoeur, que en el devenir histórico “…fue posible la ideologización de la memoria gracias a los recursos de variación que ofrece el trabajo de configuración narrativa. Las estrategias del olvido se injertan directamente en ese trabajo de configuración; siempre se puede narrar de otro modo, suprimiendo, desplazando los momentos de énfasis, refigurando de modo diferente a los protagonistas de la acción al mismo tiempo que los contornos de la misma” (Ricoeur, 2010: 572). Continúa
el autor, advirtiendo que el recurso del relato se constituye en una trampa cuando la configuración de esa trama se impone como canónica en manos de poderes superiores mediante la intimidación o la seducción, el miedo o el halago. De este modo, el olvido también se impone al desposeer a los actores sociales de su poder originario de narrarse a sí mismos. Cabe mencionar que en muchos casos ese olvido (activopasivo) se manifiesta en una estrategia de evitación, centrada en no querer saber, en no involucrarse. En este sentido, lo activo de ese olvido se instaura en la falta de responsabilidad como acto de negligencia, de no compromiso. También en otras situaciones, el olvido se impone como forma política de convivencia a través de la amnistía u otros posicionamientos que apelan al perdón. En relación al caso de estudio, sobre el proceso de construcción de la memoria plural, se abría un campo de experimentación sobre una historia casi de tiempo presente. La fundación del pueblo data de ciento diez años, y los relatos se sitúan en una frontera donde se confronta, en muchos casos, la palabra de testigos vivos con la escritura que recoge huellas documentales de los acontecimientos considerados. El trabajo de campo realizado, siguiendo enfoques de Hammersley y Atkinson, (1994), dio cuenta de la riqueza de fuentes y métodos, como así también de símbolos y lenguajes, que el grupo de trabajo, de ma- 223 nera conjunta con los “informantes”, fue interpretando en el marco de una etnografía físico-virtual. Surgieron entonces las voces de los migrantes, habitantes del “Pueblo nuevo” (Wheelwright del otro lado de la vía), y la trama de obras abiertas, espacios habitados y constructores de civitas que se escribían a partir de su habitar. La memoria activa de quienes vinieron como comunidad desde el norte de la provincia de Santa Fe, ofreciendo su mano de obra, comenzó a dar cuenta de la concreta posibilidad de experimentar los relatos como comunidad próxima. Se inauguró una narración
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de lo próximo: los allegados. Los constructores fueron narrados y reconocidos por sus allegados, al igual que las obras y los lugares habitados. El reconocimiento de cada una de las personas y los acontecimientos, motivó a otros a seguir recordando y buscando huellas. 4.2 De la apropiación dinámica de “Telares de la Memoria” Sobre los relatos de memoria y su publicación, es necesario considerar que no todo lo que se relató, discutió y circuló entre los vecinos, y se registró en el trabajo de campo, fue escrito y publicado por la comunidad. Justamente aquellos hechos que trajeron fuertes confrontaciones entre la población como la pauperización laboral iniciada en la década de 1990 relacionada a la industria textil más fuerte de la zona (una de las principales fuentes de trabajo del pueblo), u ondas disputas políticas partidarias que se han generado (y se continúan) en lo público (salud, gobierno, educación), no se han narrado en ninguno de los espacios virtuales del dispositivo. Sin embargo, no dejaron de estar presentes en las reuniones colectivas de los primeros 18 meses del DHD. A partir de un análisis minucioso de los relatos publicados en las fichas, se observó la necesidad de normalizar determinados campos de la carga para 224 facilitar la indexación y claridad de comunicación del contenido. En este sentido, se mejoraron los formularios de edición incluyendo pequeñas ayudas orientativas y proporcionando desplegables que colaboran en un correcto llenado de datos, especialmente en lo relacionado a fechas, posibles categorizaciones y relaciones. Se agregaron nuevos campos: comentarios, links externos, relaciones con lo ya cargado (siendo posible tildar en una barra desplegable las relaciones existentes entre los objetos). La metáfora del telar habilita desde cada relato la posibilidad hipertextual de seguir tejiéndolo con los otros relatos (San Martín;
2003). Como ya se anticipó, se unificó el subsistema del libro de la memoria plural con Moodle y se programó su interoperabilidad con Facebook, lo que permite editar sin crear una cuenta en dicho entorno virtual, excepto a quienes acrediten mayores permisos de administración del sitio. A pesar de la salida de línea del sistema Moodle en vistas a su mejora y optimización, el proyecto siguió desarrollándose desde el espacio Libro Memoria de Wheelwright (Telares) de Facebook. Allí se continuaron subiendo relatos y recursos audiovisuales que daban cuenta de la memoria plural. Los temas sostuvieron continuidad con las fichas ya elaboradas. Contrariamente a las objeciones que aparecían en el primer momento del proyecto, nunca hubo nada ofensivo que significara una violación de derechos a la ciudadanía. Si bien dicha red social no permite indexar por categorías y la información queda dispersa en su historial, no se registró en el espacio cuestiones personales o privadas disociadas de la finalidad de “Telares de la Memoria”. La interoperabilidad con Facebook y otros espacios WEB -a partir del agregado de enlaces abiertos- otorgó mayor consistencia tecnológica a la construcción del DHD. Esto habilitó que las colaboraciones efectuadas en esa red social mediatizada se visualicen en las fichas del libro en Moodle y viceversa. Al observar los contenidos en el espacio de Facebook, en una cantidad significativa de casos, los aportes se diferencian –en su tipo y en su extensión- de los comúnmente usados en dicha red social. Cabe destacar, también, que en dicho espacio se realizan habitualmente aportes y discusiones que no refieren a asuntos político-partidarios, sino que tratan sobre problemáticas actuales apelando a los valores ciudadanos y al compromiso en cuestiones que involucran a la sociedad en su conjunto. Como ejemplos, pueden citarse la difusión de la colecta de donaciones de ropa y alimentos para los afectados por la inundación de abril del 2013 en
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la ciudad de La Plata (Buenos Aires); la denuncia del robo de una computadora del cuartel de bomberos de Wheelwright; o comunicar los registros fotográficos sobre dos cursos de capacitación efectuados en la escuela del pueblo (uno sobre “características y uso de matafuegos”, y otro denominado “Conciencias Viales”). Puede pensarse que no es una casualidad que estos casos en particular se manifiesten en dicho espacio: en ellos se apela a la ciudadanía y al involucramiento responsable y solidario entre vecinos. Esta articulación entre lo físico y lo virtual, evidencia un paulatino proceso hacia la construcción de civitas que otorgan sentido al DHD. Sin bien desde el punto de vista teórico, el grupo investigador hipotetizó durante el primer momento proyectual que el DHD podría ser un espacio de tensión para las actuales discusiones de política partidaria, la apropiación de la ciudadanía hoy lo centra en la memoria de lo identitario y en la convivencia comunitaria. Sólo muy recientemente, un líder de uno de los partidos políticos, en el espacio de Facebook, subió un logo que identificaría el voto en las próximas elecciones. Esta situación conduce a una reflexión sobre el espacio mediatizado del DHD “Telares de la Memoria”: según la experiencia registrada, este espacio aún no resulta un lugar significativo para el debate profundo de cuestiones internas sobre lo público de la propia comunidad, en ese sentido sólo se percibe como un instrumento para notificar asambleas, eventos y reuniones públicas o sectoriales. En el trayecto de todo lo realizado, es evidente que las relaciones personales y los vínculos cercanos propios de toda localidad con una cantidad menor a 10.000 habitantes- influyeron en las representaciones de las memorias publicadas en el DHD y, más específicamente, en las actividades y usos que se llevaron a cabo. Lo publicado emerge con orgullo como una representación consensuada de la comunidad de Wheelwright hacia el exterior, omitiéndose las huellas
de los conflictos internos aún vigentes. Por un lado, esto redundó en procesos de inclusión y mejoras de distinta índole a través de respuestas concretas por parte del gobierno comunal a requerimientos de la población, pero, por otro, esta proximidad físico-virtual y temporal, puso a la luz que la rememoración de los problemas más graves y profundos necesita un mayor tiempo para su elaboración narrada y puesta pública. Los conflictos que hoy emergen y que se reactivan fuertemente en el período electoral (bianual), se discuten en el contexto físico-virtual del pueblo, en espacios partidarios y en la voz individualizada de sus representantes. En un orden más amplio, los procesos observados no contradicen lo desarrollado en investigaciones del campo social sobre la problemática de la memoria, donde las huellas profundas del dolor y las vivencias traumáticas extremas dificultan la posibilidad de selectividad narrativa entre memoria y olvido (Ricoeur, 2010). Entonces, el desarrollo de procesos dinámicos que contemplen la complejidad de la triple atribución de la memoria (el sí mismo, los otros –allegados-, y lo colectivo), puestos en relación con problemáticas de distancia físico-virtual (donde lo temporal obviamente está incluido), se constituyen en un requerimiento clave para el despliegue de una memoria plural comunitaria. Si la ciudadanía puede reconocer las propias tensiones y “lesiones” que fueron constituyendo su contexto social como un rasgo 225 identitario, se habilita un espacio amplio hacia lo plural, tanto en la memoria como en el presente, espacio donde se ejerce la gobernanza habitando la construcción de civitas. 5. Conclusión Este artículo intentó hacer explícita la trama propositiva y de acción del DHD “Telares de la Memoria”, que se articuló en sus efectos sobre tres ejes interdependientes: 1. Organizacionales, pedagógicos y sociales; 2. Desarrollo tecnológico abierto; y 3.Políticos, en
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cuanto gobernanza. Esta experiencia -cuya finalidad última es la construcción de civitas- hace evidente el entramado de las n-dimensiones que conforman un contexto físico-virtual: las relaciones efectuadas entre la materialidad física del extenso campo que involucra el cuerpo, las acciones y los objetos situados en un espacio-tiempo habitado, se complementan y complejizan por los vínculos configurados por lo virtual en sus dimensiones de pensamientos, actos, discursos y artefactos. Se ha definido el DHD “Telares de la Memoria” en el contexto de una comunidad físico-virtual sostenida en la condición simbólica instituyente de asumir la responsabilidad por la responsabilidad. Es decir, desde el punto de vista conceptual y operativo, se promueve una participación comprometida de los sujetos involucrados, con finalidades sostenibles en el tiempo y que den cuenta de lógicas individuales, institucionales y culturales del espacio-lugar en el que se desenvuelven, siempre en un marco de mutuo respeto a la singularidad y diversidad. Sobre las problemáticas de indexación de la información y espacios de publicación, la interactividad que se registra es significativamente mayor en el espacio del Libro en Facebook que en el desarrollo ad hoc. Esto a pesar que se ha cumplido un año de la nueva configuración tecnológica del DHD “Telares de la Memoria” y 226 que la ciudadanía reconoce mejoras que facilitan la edición, carga de recursos y formas de efectuar comentarios. Esta situación impacta centralmente en el recupero indexado de la información, su navegabilidad y disponibilidad del Acceso Abierto para la ciudadanía en su conjunto, ya que en el espacio Facebook se sucede una mezcla heterogénea de información y recursos entre lo que corresponde a la memoria plural y las actuales cuestiones de ciudadanía. El esfuerzo para motivar procesos de reapropiación del sistema ad hoc en lo referido a los contenidos sobre la memoria plural, es considerable en relación al inmediato uso del
espacio Facebook que hizo la ciudadanía cuando salió de línea el desarrollo. Esto lleva a hipotetizar que, si bien Facebook no cumple con los requerimientos funcionales que posibilitan los otros espacios del DHD “Telares de la Memoria”, en la propia comunidad, existen inercias de uso que repercuten en la adopción de herramientas más adecuadas para la diseminación del patrimonio cultural y la escritura plural de la memoria con mayores posibilidades de autonomía y conservación de información. Resulta evidente que los procesos de apropiación inteligente de la tecnología implican desarrollos conceptuales y analíticos que aún están en construcción. De hecho, la comunidad conoce las ventajas del sistema ad hoc, como también está informada sobre el amplio espectro de herramientas y plataformas que ofrecen las TICs. Sin embargo, aún no se visualiza un uso comprensivo extendido de las nuevas tecnologías a las cuales tiene acceso el grupo comunitario. En este sentido, aún es necesario poner en obra estrategias didácticas que posibiliten elaborar conocimiento conceptual y operativo para evitar la subutilización funcional de los recursos tecnológicos disponibles y/o una redundancia de tecnología innecesaria. En un orden más general, retomando lo planteado por Silva (2013), se puede afirmar que la comunidad físico-virtual de una pequeña o mediana localidad solicita ser estudiada en su propia dinámica, y que la experiencia aquí presentada muestra diferencias marcadas respecto a procesos de mediatización con un alcance regional más extenso. Finalmente, más allá de la potencialidad comunicacional e informacional de las tecnologías digitales y el desarrollo de posibilidades concretas de acceso a las mismas, la construcción de una memoria plural en una comunidad y, en consecuencia, la construcción de civitas como ejercicio de gobernanza, trazan n-dimensiones complejas que habilitan el acontecimiento y lo emergente del lazo social. Los espacios físico-virtua-
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les, hoy se despliegan trazando mapas en las calles de Smeraldina: multiplicidad de recorridos, elecciones múltiples. ¿Cómo habitar inclusivamente ese ámbito indeciso cuando el ajuste consumado de lo global opera como selección técnica?… Quizás sea preciso dar inicio al juego imposible del encastre perfecto para comenzar a narrar “en memoria plural”.
Notas 1. El proyecto fue subsidiado por la Secretaria de Ciencia y Técnica del Gobierno de la Provincia de Santa Fe (Convocatoria INNOVA 2009), el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - CONICET (PIP-0718); y Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. La Comuna de Wheelwright fue la institución adoptante (instrumento 2.1) y la Unidad Ejecutora fue el Centro Internacional Franco Argentino de Ciencias de la Información y de Sistemas - CIFASIS (CONICET-UNR-AMU). 2. Siguiendo enfoques planteados por la Red de Gobierno Abierto, se concibe la gobernanza como el entramado institucional de la gobernabilidad, que denota la construcción de espacios y el desarrollo de relaciones funcionales con distintos actores de la sociedad y del contexto externo, a través de la capacidad para convocar, incluir, contener, coordinar, comunicar, deliberar, persuadir, negociar, concertar, motivar, servir, resolver problemas, satisfacer demandas, generar confianza y apoyo. Para mayor información, ver sitio web: http://redgobiernoabierto.org 3. En el libro hipermedial, los planos correspondientes a “Constructores de Civitas” y “Obras Abiertas” se generan a partir de una hoja de estilo en cascada., en la categoría “Espacios Habitados”, accediendo a una de las funcionalidades de la aplicación Google Maps. El primer paquete de “Telares de la Memoria” que se diseñó y depuró, fue destinado al navegador Mozilla Firefox. Asimismo, fue testeado y funciona bien en otros navegadores como Opera y Google Chrome. 4. Sitio web de “Telares de la Memoria” -http://www.wheelwright.gob.ar/telares5. Como reconocimiento a los resultados alcanzados por el proyecto, la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación del Gobierno de la Provincia de Santa Fe, le otorgó a la Co-
muna de Wheelwright la Distinción de Municipios y Comunas Innovadoras 2011 (región 5) por la experiencia de “Telares de la Memoria”. Esta distinción permitió contar con recursos económicos para proseguir su desarrollo. 6. De acuerdo con Michel Foucault, un dispositivo es “(…) un conjunto resueltamente heterogéneo, que implica discursos, instituciones, disposiciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos; proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen, los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dispositivo mismo es la red que puede establecerse entre esos elementos. (…) lo que quisiera señalar en el dispositivo es justamente la naturaleza del vínculo que puede existir entre esos elementos heterogéneos. (…) Resumiendo, entre esos elementos, discursivos o no, existe como un juego, de los cambios de posición, de las modificaciones de funciones que pueden, éstas también, ser muy diferentes” (Foucault, 1991: pp. 128-129). 7. Wiebe Bijker y Trebor Pinch desarrollaron la teoría constructivista de la tecnología. Sus trabajos pioneros tratan sobre las controversias por la adopción de un determinado modelo de bicicleta y sobre la construcción social de la baquelita. Sus hipótesis se inspiran en los estudios sociales de la ciencia (particularmente, del Programa Fuerte de David Bloor y del Programa Empírico de Relativismo de Harry Collins) y la Teoría del Actor-Red de Bruno Latour. 8. Los primeros sociólogos distinguieron, en alguna parte de su obra, diferentes tipos de relaciones sociales. La diferencia más notable entre estos tipos de vínculos, la encontraban en que en la comunidad pre-moderna los vínculos tenían que ver más con lo afectivo, el parentesco, la filiación, es decir, con un sentimiento de pertenencia común. En contraposición, en la sociedad moderna los lazos estaban ligados por intereses racionales, donde la ley, el contrato, la institucionalidad tienen vital importancia. Esta distinción puede encontrarse en las nociones de solidad mecánica y solidaridad orgánica de Émile Durkheim. También puede entenderse, de acuerdo con Max Weber, como un proceso de racionalización del mundo, o como una tendencia a la ‘despersonalización’ en términos de Georg Simmel. 9. Se entiende por ciber-infraestructura tanto a los artefactos como a las metodologías que se relacionan con su uso. Es decir, además de incluir hardware, software, redes, comunicaciones y capacidad de almacenamiento de datos, también
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comprende los conocimientos, las prácticas, estándares, colecciones y redes de colaboración compartidas. El desarrollo de dicha ciber-infraestructura requiere de mecanismos para producir, gestionar, brindar acceso y preservar grandes cantidades de datos en formato digital, así como también de metodologías y tecnologías apropiadas para configurar, sostener y evaluar la interactividad de comunidades físicovirtuales para la creación responsable y diseminación de conocimiento como bien común. 10. El habitar un espacio-lugar requiere de los sujetos una presencia simbólica. Lo cual implica un compromiso intersubjetivo, un estar presente en relación con el otro, que está más allá de la mera presencia física o mediatizada y de la noción de territorio geográfico.
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Afiliación Institucional: Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad Nacional de Rosario. Área de especialidad: Tecnologías de la Información y Comunicación: Redes sociotécnicas. e-mail: andres@irice-conicet.gov.ar
Identificación de los autores:
Registro Bibliográfico:
Patricia San Martín Argentina. Doctora en Humanidades y Artes por la Universidad Nacional de Rosario. Profesora Nacional de Música, Universidad Nacional de Rosario. Investigadora categoría Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Afiliación Institucional: Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad Nacional de Rosario. Área de especialidad: Dispositivos Hipermediales Dinámicos e-mail: sanmartin@irice-conicet.gov.ar
San Martín, Patricia, Andrés, Gonzalo y RODRIGUEZ, Guillermo. “Construir la memoria plural. Reflexiones acerca de una Comuna físico-virtual” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 211229. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Guillermo Rodríguez. Argentino. Doctor en Ingeniería por la Universidad Nacional de Rosario. Ingeniero Mecánico y Profesor de Filosofía, Universidad Nacional de Rosario. Profesor Titular de la asignatura Introducción a la Ingeniería, Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario. Afiliación Institucional: Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Universidad Nacional de Rosario. Area de especialidad: Modelado y Simulación de Tecnologías de la Información y Comunicación. e-mail: rodriguez@irice-conicet.gov.ar
Fecha de recepción: 13-07-2013 Fecha de aceptación: 25-10-2013
Gonzalo Andrés Argentino. Doctorando en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario. Licenciado en Comunicación Social Universidad Nacional de Entre Rios.
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Acerca de las vanguardias artísticas latinoamericanas El caso de las revistas de Buenos Aires y San Pablo en los años `20 Por Sebastián Miguel Rigotti sebastian.rigotti@fcedu.uner.edu.ar – Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina.
Sumario:
Summary:
En el presente trabajo nos encargaremos de dar cuenta brevemente de cuáles fueron aquellas condiciones sociales y políticas, que dieron lugar a la emergencia de las revistas de las vanguardias artísticas en Brasil y Argentina, y, al mismo tiempo, qué efecto produjeron con su intervención en el espacio público. Lo haremos a través de una breve reconstrucción de casos específicos y significativos para la América Latina de la década de 1920: por el lado de San Pablo, haremos referencia a la revista Klaxon y la Revista de Antropofagia; mientras que por el lado de Buenos Aires, nos referiremos a las revistas Proa y Martín Fierro. El trabajo parte de una reconceptualización del espacio público a través de la relación cultura-política, dando lugar a una novedosa inscripción de los textos clásicos sobre el tema propuesto.
In this paper we take care to give a brief account of what were those social and political conditions that led to the emergence of the artistic vanguard magazines in Brazil and Argentina, and at the same time, what effect did its intervention in public space. We will do this through a brief reconstruction of specific cases and significant for Latin America of the 1920s: on the side of San Pablo, we refer to Klaxon magazine, the Revista de Antropofagia, while on the side of Buenos Aires, we refer to magazines Proa and Martín Fierro. The work starts from of a reconceptualization of public space through the relationship between culture and politics, resulting in a novel registration of classical texts on the theme.
Describers: magazines, artistic vanguard, culture, public sphere, modernization
Descriptores: revistas, vanguardia artística, cultura, espacio público, modernización
Acerca de las vanguardias artísticas latinoamericanas. El caso de las revistas de Buenos Aires y San Pablo en los años `20 About the Latin American avant-garde. The case of Buenos Aires and Sao Paulo journals in the early `20 Páginas 231 a 248 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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1. Espacio público
“Stadtluft macht frei” (El aire de la ciudad, libera).
La condición necesaria para la emergencia de la vanguardia es la constitución de un espacio público, en tanto producto histórico del proceso de modernización que se llevó a cabo a fines del siglo XIX y principios del XX en Argentina y Brasil. Todo espacio público se constituye a partir de las intervenciones que lo fundan. Sin dudas, es la ciudad moderna, en tanto producto de los cambios que el proceso de modernización lleva adelante, el emplazamiento que propicia aquéllas intervenciones. No es extraño, entonces, que sean dos de las ciudades con mayor desarrollo de las relaciones sociales capitalistas y con un importante crecimiento y alcance de las instituciones estatales, como Buenos Aires y San Pablo, las que sean objeto de nuestro trabajo. En primer lugar, para hablar de espacio público nuestro punto de partida será establecer las distinciones entre lo estatal, lo privado y lo público; distinciones, pues, que consideramos pertinentes para la reflexión acerca de la política. Podríamos definir rápidamente que lo privado refiere a aquellas actividades que los miembros de la Sociedad Civil llevan a cabo para obtener ingresos –sea vendiendo su fuerza de trabajo, sea poseyendo los medios de producción y apropiándose del plusvalor–, así como también a aquellas cuestiones que pertenecen al oikos, a la familia. En cuanto a lo específicamente estatal, podemos afirmar que se trata del imperio de la “ley del Príncipe” y de la administración de recursos. Por un lado, la administración supone una relación de cosificación que transforma a todo lo que existe en recursos, todo queda dispuesto y objetivado para su utilización en función de un determinado fin (Zweck); así pues, se establece una relación asimétrica con aquello que se reifica.
Por otro lado, la ley estatal constituye una mirada juridicista sobre lo público: “Por petición de principios, los órganos de gobierno del Estado tienen por cometido reducir los emergentes reconocibles de la vida social a los términos de la ley. La interpretación juridicista de lo público relata como sucedido lo que pretende como suceder. La que llamamos «mirada juridicista» podría descifrarse entonces, en este contexto, como una mirada desde la voluntad de dominio, esto es, de orden. Y de un orden, el del Príncipe” (Caletti, 2009: 20). Esta mirada juridicista tiene su nacimiento en la distinción de fines de la Edad Media entre aquello que pertenece al dominio del Príncipe, y aquello que escapa –al menos aparentemente– al mismo, es decir, las libertades individuales. Este último ámbito, como mencionamos anteriormente, es el espacio de lo privado, atinente a la vida de las personas, es decir, la familia y las actividades comerciales, productivas, etc. Finalmente, detengámonos en lo público. La distinción mencionada previamente, da lugar a la construcción del derecho público, en tanto alcanza a los particulares que se encuentran fuera de sus espacios privados. Por un lado, las libertades privadas de los particulares salvaguardadas por la ley; por otro lado, la ley que regula, en tanto derecho público, el espacio público en el que los particulares participan. En otras palabras, el derecho público es la malla jurídica que las instituciones del Estado extienden por un espacio 233 público al que intentan subordinar a lo esperable, a lo dispuesto. La ley opera ordenando lo que existe en el mismo presente y, a la vez, a aquello que podría llegar a existir. Siguiendo las reflexiones de Sergio Caletti (2009: 18 y ss.), lo público aparece como aquella bisagra entre lo estatal (Estado) y lo privado (Sociedad Civil), como aquel núcleo de creatividad que la operación de la ley trata de anular. Sin rodeos, diremos que la condición por antonomasia de lo público, la creatividad en común con vistas a un futuro, es lo propio de la política. Es
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proyección. La relación entre el Estado y la Sociedad Civil, entendida en términos de una perfecta adecuación entre ambos, es el resultado de una determinada operación histórico-política llevada adelante y consolidada desde la Modernidad –a través de lo que se denomina como “contractualismo” y de las revoluciones burguesas–, cuyo punto de engarce es la re-presentación. En otras palabras, la discusión sobre la buena o mala re-presentación, no visibiliza aquella operación ideológica que lleva a que alguien (el Estado) se haga presente en lugar de otro (Sociedad Civil). La re-presentación, pues, contribuye a que la significación de lo público se diluya en lo estatal, por oposición a lo privado. El sistema jurídico que ordena y dispone a los distintos institutos del Estado, vuelve legal y formal esa operación histórica y política. Sin embargo, nuestra apuesta es a comprender lo público en términos de una imprevisibilidad que escapa a la regulación jurídica, como a una creatividad histórica que, en constante movimiento, visibiliza intervenciones en el espacio público que configuran identidades políticas, que dan lugar al nacimiento de nuevos procesos de identificación. Toda intervención en el espacio público es posibilitada por ciertas condiciones histórico-sociales, o más bien, diremos, por unas matrices culturales, que se producen y reproducen discursiva y prácticamente y, al mismo tiempo, constituyen afectivamente a los 234 actores sociales. En el espacio público, entonces, se produce una condensación, un punto de emergencia discursivo y práctico concreto de unas matrices culturales. O sea, esgrimir la palabra públicamente supone una operación no consciente que hace hablar a esas matrices. En nuestro caso, diremos que las intervenciones públicas de las vanguardias artísticas a través de las revistas fueron posibilitadas por matrices culturales, de donde obtuvieron el “material” para su manifestación. Esas vanguardias son producto, por un lado, de los cambios que el proceso de modernización capitalista desplegaba sobre los países agroexporta-
dores, ya situados en ese papel en el mercado mundial durante el último tercio del siglo XIX; y, por otro lado –y como veremos a continuación–, del concomitante proceso de modernidad cultural. El proceso de modernización, al conformar una Sociedad Civil a la altura del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción necesarias, también da lugar a unas prácticas y discursos específicos de ese proceso. Así pues, las vanguardias no salen de la nada, no son una creatio ex nihilo, sino que condensan en ellas una argamasa cultural y la expresan públicamente. Son consideradas “vanguardias” porque esa condensación supone un proceso de creatividad, síntesis, producción, etc., que es manifestado públicamente. Intervención que produce una cesura en la escena pública, ya que emerge una nueva identidad, un nuevo proyecto. 2. Modernidad, modernización y vanguardia La condición histórica de posibilidad de la vanguardia es la modernidad, o bien, diremos, el desarrollo del proceso de modernización y de la modernidad cultural. Siguiendo a Jürgen Habermas, podemos establecer la distinción entre la modernidad y el proceso de modernización, que hace referencia a un conjunto de procesos acumulativos, que se conectan y refuerzan entre ellos, tales como “(…) la formación de capital y a la movilización de recursos, al desarrollo de las fuerzas productivas y al incremento de la productividad del trabajo, a la implantación de poderes políticos centralizados y al desarrollo de identidades nacionales, a la difusión de los derechos de participación política, de las formas de vida urbana y de la educación formal, a la secularización de valores y normas, etc.” (Habermas, 2010: 12). La modernización rompe la conexión entre, por un lado, su propio desarrollo, y, por otro, la reflexividad –racional e histórica– que conlleva. En otras palabras, aparece como escindida la condición de la modernidad occidental. Esta separación
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es pensada por Habermas como el desprendimiento de la modernidad cultural de la modernización social (modernización). En América Latina, particularmente en Brasil y Argentina, podemos situar ese proceso a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. La modernización social, queda claro, va de la mano con los procesos de constitución de un Estado y de una Sociedad Civil, que implican un desarrollo de las relaciones sociales capitalistas, las que, como Marx y Engels bien han dicho, disuelven lo sólido en el aire. ¿Qué significa esto? Las relaciones sociales capitalistas, como hijas de la modernidad que son, no miran hacia atrás, disuelven las relaciones sociales consideradas “tradicionales”, y, al mismo tiempo, como Habermas sostiene, “(…) la modernidad ya no puede ni quiere tomar sus criterios de orientación de modelos de otras épocas, tiene que extraer su normatividad de sí misma” (Habermas, 2010: 17). Podemos decir, entonces, que el proceso de modernización y la modernidad cultural son dos caras de un mismo proceso, es decir, implican una tensión que no puede resolverse. La cuestión estriba en que esa situación conflictiva debe visibilizarse como tal, y no considerar que la Modernidad solamente implica la modernización social, es decir, la que implica las relaciones sociales capitalistas y la gestión estatal burocrática. Ahora bien, como mencionamos anteriormente, entre lo privado (Sociedad Civil) y lo estatal (Estado), aparece lo público, siendo también este espacio un producto del desarrollo de la modernidad. Mejor dicho, es lo público, en tanto instancia de reflexividad y de intervención enunciativa a partir de las matrices culturales que las posibilitan, lo que podemos circunscribir como espacio inherente a ese proceso de modernidad cultural. Es en el espacio público en donde se manifiestan las intervenciones políticas y estéticas, así como la vinculación entre ambas. Es en el espacio público en donde tiene lugar la publicidad, que es “(…) en
sentido estricto (…) el modo que tiene la vida social de darse a sí misma como objeto” (Caletti, 2009: 23). Así pues, lo público es una instancia en la cual la sociedad vuelve reflexivamente sobre sí misma y, al mismo tiempo, constituye una instancia de creatividad que escapa, por un lado, a las disposiciones previstas por la ley positiva estatal y el sistema económico, y, por el otro, a la reproducción del oikos. Como vimos, es a partir del desarrollo de las relaciones sociales propias de la sociedad burguesa y de la conquista del poder político por parte de la burguesía, que, según lo expuesto por Peter Bürger, puede hablarse de un proceso que lleva a la autonomización del arte y, de forma concomitante, a la emergencia de una estética sistemática como disciplina filosófica, que implica la comprensión de la actividad artística como particular y distinta de cualquier otra actividad. De esta manera, “Sólo con la constitución de la estética como una esfera natural del conocimiento filosófico aparece el concepto de arte, cuya consecuencia es que la creación artística afecte a la totalidad de las actividades sociales y se enfrente a ellas en abstracto” (Bürger, 1987: 93). La autonomización del arte respecto de las condiciones sociales en las que tiene lugar, es un efecto del desarrollo del proceso de modernización que borra las huellas de su constitución histórico-social y, al mismo tiempo, separa la obra de arte de la praxis vital. 235 En otras palabras, la relación tensa entre el proceso histórico y la categoría de “autonomía del arte”, produce que la obra de arte sea pensada y vivida materialmente como autónoma respecto de sus condiciones de producción. En este punto, Bürger asegura que “La vanguardia intenta la superación del arte autónomo en el sentido de una reconducción del arte hacia la praxis vital” (Bürger, 1987: 109). Pero, al mismo tiempo, no se trata de una reconducción hacia la praxis vital de la sociedad burguesa o Sociedad Civil2, constituida ésta por relaciones racionales con arreglo a fines (Zwec-
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krationalität), sino que la vanguardia se propone “(…) el intento de organizar, a partir del arte, una nueva praxis vital” (Bürger, 1987; 104). La vanguardia, al ser una manifestación histórico social, nutre su potencia disruptiva de la misma tradición a la que critica, es decir, logra condensar diferentes aspectos que existen en las matrices culturales en las que se inserta y de las que nace, para luego establecer una ruptura (en este punto no importa la dimensión y/o la intensidad de la misma) con ellas. Esta operación de ruptura es un efecto (propiamente moderno) de lo que Habermas denomina modernidad cultural. Sin embargo, ésta corre pareja con la modernidad o proceso de modernización, cuyo desarrollo implica la diseminación de relaciones sociales capitalistas (relaciones con arreglo a fines) por todos los ámbitos sociales, logrando constituir un sedimento que condensa matrices culturales con esas características. Como dice Russell Berman, “Más que describir la crisis de esta institución en términos de consumación del proceso de autonomización, deberíamos registrar la erosión de las fuentes de negatividad –las tradiciones populares y la naturaleza– como consecuencia de la modernización capitalista” (Berman, 1989: 8). Así pues, si entendemos que la modernidad “(…) se rebela contra la función normalizadora de la tradición; en verdad, lo moderno se alimenta de la experiencia de 236 su rebelión permanente contra toda normatividad. Esta rebelión es una manera de neutralizar las pautas de la moral y del utilitarismo. La conciencia estética pone constantemente en escena un juego dialéctico entre ocultamiento y escándalo público (…)” (Habermas, 1993: 2). Entonces, podemos pensar que la vanguardia, en tanto producto de la modernidad cultural, trata de suspender la normatividad de la tradición respecto del presente y el futuro, y, al mismo tiempo, utiliza el pasado de manera diferente. ¿Cómo? Tomando de ese pasado, de esas matrices culturales que la posibilitan y que, concomitantemente al avance del proceso
de modernización, le quitan el impulso negativo de ruptura, algunos rasgos que condensa reflexivamente en una manifestación pública que tiene como objetivo reconfigurar la escena pública. 3. Vanguardias latinoamericanas en la década del `20 A comienzos del siglo XX, más precisamente luego de la publicación del Manifiesto Futurista, en 1909, obra y gracia de Filippo Tommaso Marinetti, el futurismo se convirtió en el movimiento que inicia la mayor revolución del arte contemporáneo. Al respecto, Jorge Schwartz afirma que “El futurismo fue la vanguardia artística que trastornó y transformó más intensamente a las pacatas estéticas latinoamericanas de los años veinte. (…) En un primer momento, las propuestas futuristas provocaron en América Latina una relación ambigua, mezcla de admiración y rechazo. En medio de la avalancha de manifiestos vanguardistas de los años veinte, a pesar de la ambivalencia de actitudes, pocos textos escaparon a la influencia del futurismo” (Schwartz, 2002: 398). En base a lo expuesto anteriormente, bien podemos pensar que el futurismo es la manifestación de la tensión entre, por un lado, el proceso de modernización (modernidad social) que se está desarrollando en algunos países; y, por otro lado, de la modernidad cultural, en tanto es esa la situación que lo transforma en una vanguardia. En otras palabras, el Manifiesto Futurista es un claro ejemplo de una intervención pública que condensa la tensión mencionada, estableciendo como vanguardia, como ruptura con la tradición, el cambio que “lo nuevo” del proceso de modernización implicaba. Por lo común se considera que las vanguardias latinoamericanas nacen en la década del veinte y, para fines de esa misma década, comienza ya el ocaso de las mismas. En continuidad con esta tesis, algunos autores sostienen que en la década del treinta se inicia un período centrado en un giro hacia “preocupaciones ideológicas”, es decir, políticas. Sostiene Schwartz
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que “Hacia fines de los años veinte, la creciente politización de la cultura latinoamericana reintrodujo la polémica sobre el significado y el uso de la palabra ‘vanguardia’ mediante la clásica oposición del ‘arte por el arte’ y el ‘arte comprometido’. En realidad, la controversia no se da en torno de la utilización específica del término sino en el sentido más amplio de una definición del propio estatuto del arte” (Schwartz, 2002: 40). Si bien nos servimos de la periodización que Schwartz realiza respecto del nacimiento de las vanguardias y sus revistas, pensamos que su criterio obedece a una consideración estrecha de la relación arte y política sostenida sobre la indistinción entre lo estatal y lo público3. Análogamente a lo transcurrido durante la década de 1910 en Europa –Manifiesto Futurista incluido–, durante la década del veinte, los espacios públicos de Buenos Aires y San Pablo (aunque no solamente ocurre en estos lugares, ya que en otras ciudades latinoamericanas también acontece algo similar) darán a luz a una serie de manifiestos y revistas culturales que expresan los aires de vanguardia, nacidos en estas tierras pero con cierta inspiración de lo que había sucedido y estaba aconteciendo en el Viejo Continente con los célebres “ismos” (ultraísmo, dadaísmo, expresionismo, etc.). Así pues, durante la década del veinte las letras latinoamericanas se renuevan con obras de la talla de “(…) Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), de Oliverio Girondo; Fervor de Buenos Aires (1923), de Jorge Luis Borges; Paulicéia Desvariada (1922) y Poesía Pau Brasil (1924) de Mário y Oswald de Andrade [respectivamente], textos capaces de realizar una lectura de la nueva ciudad, convirtiéndola en material estético por excelencia” (Schwartz, 1993: 27). Al mismo tiempo, los escritores mencionados cumplen un rol protagónico en la edición y publicación de las revistas Klaxon, la Revista de Antropofagia, Proa y Martín Fierro.
Muchos autores afirman que no cabe duda acerca del cambio que esas revistas producen en el panorama cultural de Buenos Aires y San Pablo durante la mencionada década. Y esto no solamente por la radicalidad de las propuestas, sino porque el mismo proceso de modernización ha llevado a que el desarrollo de los medios de comunicación reduzca las distancias y propicie la velocidad y el inmediatismo. Nace, de esta manera, un internacionalismo y un intercambio cultural intenso, procesos eminentemente urbanos y propios de las grandes urbes –tal como lo son Buenos Aires y San Pablo– que funcionan como “caldo cultural para el encuentro y fermentación de nuevas ideas”. Como veremos, los órganos de vanguardia de Brasil y Argentina comprendían el espíritu de modernidad universal e internacionalismo, que permitían la penetración y asimilación de distintas culturas. (a) Buenos Aires, 1920 En los años veinte, “La cultura de Buenos Aires estaba tensionada por ‘lo nuevo’, aunque también se lamentara el curso irreparable de los cambios. (…) La modernidad es un escenario de pérdida pero también de fantasías reparadoras. El futuro era hoy” (Sarlo, 1999: 29). El proceso de modernización avanzaba y, lógicamente, modificaba en gran medida el paisaje urbano y las experiencias subjetivas, en este caso, bajo 237 la estola de “lo nuevo”. Durante las dos primeras décadas del siglo XX, la ciudad de Buenos Aires vive un crecimiento demográfico espectacular, ya que en el lapso de poco más de dos décadas –más concretamente, entre 1914 y 1936– su población pasa de 1.576.000 a 2.415.000 habitantes. Modificada por la cantidad de inmigrantes provenientes de Europa, la urbe portuaria ya era una ciudad cosmopolita. La actividad del “fomentismo” (tal como la denomina Beatriz Sarlo), la explosión de las uniones vecinales y las cooperadoras, junto con el rápido crecimiento de los centros comerciales en los
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barrios alejados del centro, modificaron la dimensión subjetiva, experiencial, de los habitantes de la ciudad. El horizonte de la modernización también se manifiesta en las tendencias hacia la vida sana y el higienismo, así como en la arquitectura y en el diseño urbanístico, que de a poco van a comenzar a consolidarse. El crecimiento de la población ha sido acompañado por un aumento de la tasa de alfabetización y de escolaridad, dando lugar al proceso de movilidad social por medio de las inversiones simbólicas y no solamente las de capital. Basta tener presente el proceso que iniciaron Sarmiento y Avellaneda al construir Escuelas Normales y Bibliotecas Populares en todo el territorio nacional, así como la sanción de la Ley de Educación 1420 –en julio de 1884, bajo el gobierno de Roca– y de la Ley Láinez de 1906 –a partir de la cual se destinaron diez millones de pesos para la construcción de 700 establecimientos educativos–, para poder comprender cómo el porcentaje de la población analfabeta de Argentina cayó de 78% a 35% para 1914. Los hijos de extranjeros se benefician con este proceso, logrando acceder a estudios universitarios y “(…) comienzan a disputar lugares en el campo de la cultura y en las profesiones liberales. (…) Se define así el área social ampliada de un público lector potencial, no sólo de capas medias sino de sectores populares. El crecimiento de la educación secundaria, también 238 notable en los niveles nacional, normal y comercial, en poco más de una década entre 1920 y 1932, duplica el número de alumnos encuadrados dentro del sistema. (…) Desbordado el público de ‘señores’, se pasa a un universo de capas medias” (Sarlo, 1999: 18-19). Si bien mencionamos a los hijos de inmigrantes, es importante mencionar que la cantidad de extranjeros que habitaban en la ciudad de Buenos Aires era de aproximadamente la mitad de la población. Por ello, la cifra de escuelas para adultos era de 34 en la urbe portuaria, sobre un total de 113 en el todo el país. Se conforma así un público consumidor de bienes
culturales, entre los que se encuentran los diarios y revistas. Aunque también es importante mencionar que el cine se difunde rápidamente por la ciudad (detallando, incluso, que para 1930 ya existen más de mil salas en todo el país), y lo mismo ocurre con la radio. En este punto, no podemos dejar de recordar la primera transmisión radial de Parsifal, en 1920, realizada por los Locos de la Azotea4. Los periódicos porteños Crítica y El Mundo tienen grandes tiradas, las que acompañan a un importante abanico de revistas culturales. Para tener cierta dimensión, es conveniente mencionar, a título de ejemplo, el caso de la circulación diaria de Crítica: en el mes de octubre de 1924, fue 166.385; en mayo de 1926, de 206.720; y en agosto de 1927, imprimió 263.234 ejemplares. Este aumento de la tirada estuvo vinculado a los desarrollos técnicos, los que también lograron bajar los costos de producción. De esta manera, los diarios y las revistas se transformaron en productos accesibles económicamente y con una calidad gráfica –inclusión de fotografías e ilustraciones– de buen nivel. La editorial de la revista Claridad (de Antonio Zamora) publica teniendo como “lector modelo” a las capas medias: sus tiradas estaban cerca de los 10.000 ejemplares. Junto a ella, las revistas Los Pensadores y Los Intelectuales “Arman la biblioteca del aficionado pobre; responden a un nuevo público que, al mismo tiempo, están produciendo, proporcionándole una literatura responsable desde el punto de vista moral, útil por su valor pedagógico, accesible tanto intelectual como económicamente. Estas editoriales y revistas consolidan un circuito de lectores que, también por la acción del nuevo periodismo, está cambiando y expandiéndose: se trata de una cultura que se democratiza desde el polo de la distribución y el consumo” (Sarlo, 1999: 19). Por otro lado, las revistas de gran tirada, como Caras y Caretas, Mundo Argentino o El Hogar, exhiben propagandas que dan cuenta del proceso de moderni-
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zación que transcurre: productos de belleza, jabones, cold-creams, discos, fonógrafos, radios, automóviles, cámaras de cine y fotografía, entre otras mercancías, se ofrecen en sus páginas. Incluso, la misma estética de la propaganda se ve afectada por los cambios de la modernización. La mujer, en gran medida destinataria modelo de muchas de esas propagandas, aparece como deportista, conductora de automóviles, empleada en trabajos no tradicionales para ella, etc. Todo lo mencionado debe ser considerado como indicios que manifiestan cambios en las relaciones y costumbres entre hombres y mujeres, incluso en lo concerniente a la vida sexual. En aquella época también tienen gran circulación las revistas de divulgación científico-técnica, es decir, un incipiente periodismo técnico. Así pues, en 1922 aparecen cinco revistas de este género, siete en 1923, y así sostenidamente durante toda la década. Las revistas Radio Cultura, ICARM, RCA, Radio Revista, Ciencia Popular, Revista Ondas, Guía del Inventor, etc., se dedicaban a “(…) la radio, la tecnología fotográfica y fílmica, los hobbies técnicos, la divulgación científica y la invención amateur” (Sarlo, 1992:73). A grandes rasgos, todo lo mencionado es parte de las condiciones culturales en las que se constituye la vanguardia artística porteña. Propiciado el intercambio de información (y de personas) por el desarrollo de los medios de comunicación, la intelectualidad de Buenos Aires se alimenta de las vanguardias europeas por medio de publicaciones que llegan desde París y Madrid, así como por las novedades que escritores, pintores, intelectuales, etc., traen como vivencias de sus visitas a estas dos ciudades. Al respecto, baste mencionar cómo Claridad y Los Pensadores, por ejemplo, difunden masivamente a través de sus traducciones la cultura europea. Tal como afirma Beatriz Sarlo, “El nuevo paisaje urbano, la modernización de los medios de comunicación, el impacto de estos procesos sobre las costumbres, son el marco y el punto de
resistencia respecto del cual se articulan las respuestas producidas por los intelectuales. En el curso de muy pocos años, éstos deben procesar, incluso en su propia biografía, cambios que afectan relaciones tradicionales, formas de hacer y difundir cultura, estilos de comportamiento, modalidades de consagración, funcionamiento de instituciones. Como era previsible, las revistas son un instrumento privilegiado de intervención en el nuevo escenario” (Sarlo, 1999: 26-27). La vanguardia artística, mejor dicho, la formas de enunciación de la misma en revistas –y manifiestos–, nace a partir de la insatisfacción que algunos jóvenes experimentan respecto de “(…) la preeminencia de escritores que habrían agotado su potencial creativo alrededor del Centenario; la miopía de la crítica, que no era una instancia de diálogo y apertura hacia las nuevas corrientes; el eclecticismo de las revistas culturales (…); el funcionamiento de las instituciones de legitimación; el sistema de lecturas y los hábitos del público. El espíritu de la renovación se articula en esta serie de insatisfacciones y reclamos. Polemiza con el lugar ocupado por los grandes del novecientos, con la poética que defendían y la autoridad de la que estaban revestidos; con el estilo de las revistas y diarios que moldean a un público en este conjunto de relaciones y discursos” (Sarlo, 1999: 97). De esta manera, escritores como Leopoldo Lugones, Manuel Gálvez y Rubén Darío, aunque no solamente ellos, son las 239 primeras víctimas de los escritores de la vanguardia, que hicieron de lo nuevo el fundamento de la crítica y de la renovación, aquello que legitima el proceso de ruptura. Los movimientos de vanguardia artística pretenden poner en discusión la escena cultural hegemónica a partir de la reorganización del sistema de jerarquías intelectuales que se había constituido durante las últimas décadas. Como todo proceso de construcción de identidades, la ruptura que se establece en el espacio público a partir de la intervención pública de la
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vanguardia, necesita oponerse a aquello que está establecido. Un proceso de identificación comienza a definirse diferenciándose de otro. Siguiendo a Sarlo, podemos decir que “La coyuntura estética hegemonizada por la vanguardia no reclama la autonomía en nombre sólo de la belleza, sino, fundamentalmente, de la novedad. (…) Porque ‘lo nuevo’ es fundamento de valor, la vanguardia es unilateral e intolerante. ‘Lo nuevo’ es, de todas las lógicas de confrontación, la más excluyente. ‘Lo nuevo’ es un fundamento autosuficiente para trazar las grandes líneas divisorias en el campo intelectual, pero no agota todos los contenidos del programa con que la vanguardia interviene en la coyuntura. (…) en la coyuntura estética de los años veinte, los ideologemas nacionalistas son producidos por los escritores de la renovación que los procesan desde la perspectiva de ‘lo nuevo’. (…) ‘Lo nuevo’ es también una opinión sobre el público, que la vanguardia viene a dividir, en un movimiento opuesto al de revistas como Nosotros que se habían comprometido en la tarea de homogeneizarlo y unificarlo” (Sarlo, 1999: 98). Aquel público es un público futuro, producido por la vanguardia y articulado alrededor de la consigna sobre “lo nuevo”. La vanguardia porteña, de esta forma, no tiene como finalidad enseñar, educar, sino exhibir y provocar, no solamente a través de sus obras, sino, como dijimos, 240 por medio de su intervención pública a partir de sus revistas y manifiestos. Estos últimos tienen tal importancia que llevan a Sarlo a afirmar que “Los manifiestos son la vanguardia tanto como los poemas mismos, porque tienen ese carácter absoluto y anticonciliador que marca el proceso de renovación estética en los años veinte. Los manifiestos dicen: los escritores jóvenes no tenemos otro fundamento que ‘lo nuevo’, y no permitiremos que en otros lugares de la sociedad se decidan las pautas de nuestra tarea” (Sarlo, 1999: 107). Sin duda que la importancia de los manifiestos es insoslayable, pero en este trabajo consideramos
que las revistas, al funcionar también como medio en que se hacen públicos los mismos, constituyen el medio de comunicación por excelencia de la intervención en el espacio público en términos de comunicación con un público lector. A través de las revistas y los manifiestos, entonces, las vanguardias del veinte intentan, tal cual lo mencionado anteriormente, establecer una oposición con el status quo cultural y, al mismo tiempo, renovar las artes y los valores, instaurando una “nueva sensibilidad”. Para ello, uno de los puntos claves es el cuestionamiento del lenguaje, la necesidad y el deseo de crear y afirmar un nuevo lenguaje o de renovar los lenguajes existentes. La discusión presente desde fines del siglo XIX en torno a la construcción de una identidad nacional, es decir, en lo que respecta al proceso de normalización inherente a todo proceso de modernización, es retomada en otros términos por la vanguardia. Así pues, pensar la identidad nacional a la luz de un nuevo lenguaje y/o una nueva sensibilidad es, sin dudas, una forma de intervención en el espacio público que logra articular arte y política. La revisión del lenguaje, por otra parte, implica una reconfiguración de la relación que el país y sus letras tienen con los países desarrollados y colonizadores, que es la de romper las cadenas que anclan la identidad nacional a ese proceso de siglos y siglos, y, al mismo tiempo, situará al país al mismo nivel que los otros. La manifestación por una “nueva sensibilidad” también condensa los cambios propios del proceso de modernización y sus efectos en la propia ciudad, ya sean los nuevos escenarios modelados por los cambios arquitectónicos como las posibilidades artísticas y comunicativas que los nuevos medios de comunicación brindan. En Buenos Aires, la producción y participación de Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Ricardo Güiraldes y Roberto Arlt, entre otros, en las revistas, sirvió de elemento transformador de la estética local. Así
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pues, en cuestión de pocos años, Borges publica en 1921, luego de su venida de Madrid, el artículo “Ultraísmo” en la revista Nosotros. Según Jorge Schwartz, puede ser considerado el primer manifiesto bonaerense introductor de la “nueva sensibilidad”. En 1922, Borges funda junto a Macedonio Fernández, escritor que se transformaría en referente para los jóvenes vanguardistas, la revista Proa, “Primera Época”, con una tirada de solamente tres números. Para 1925, Borges, Brandán Caraffa, Ricardo Güiraldes y Pablo Rojas Paz, dan inicio a la “Segunda Época” de Proa, de mayor fecundidad y continuidad que la anterior, así como de mayor apertura al internacionalismo. Por otro lado, Girondo participa con gran intensidad de Martín Fierro. Su intervención es fundamental para definir el carácter de la revista, sobre todo cuando en el cuarto número publica el Manifiesto Martín Fierro, el 15 de mayo de 1924. La revista se caracterizaba, además, por “(…) los ácidos epitafios y epigramas cuya víctimas principales eran las personalidades literarias y que imitaban, tal vez sin saberlo, los remates versificados que acompañaban las ilustraciones burlescas de Cao en Caras y Caretas. El tono desenfadado, irónico e iconoclasta dominante en la revista le propició una notable adhesión por parte del público, llegando a una tirada de 20.000 ejemplares. Había logrado trascender los límites que tradicionalmente existieron entre las revistas literarias y el mercado” (Eujanian, 1999: 71-72). Respecto del tono irónico y desenfadado, cabe mencionar que se publica en la revista un pedido de cierre de Nosotros, fundamentado en la necesidad de cumplir con la norma municipal que prohíbe tener cadáveres en exposición. Esta forma de manifestación pública respecto de la oposición a los criterios estéticos de Nosotros, también implica una ruptura con un sistema de consagración en el campo intelectual, asentado sobre instituciones formales e informales. La revista también manifestaba una mirada abierta al internacionalismo, como buena hija de la modernidad
que es. Si bien “(…) el espacio existente entre los proyectos teóricos y las realizaciones estéticas difieren considerablemente de autor a autor” (Schwartz, 1993: 63), todos ellos se encuentran unidos en la descripción de la urbe como escenario en que se visibilizan los cambios que el proceso de modernización y la modernidad cultural producen: Borges, en Fervor de Buenos Aires (1923), aparece como un restaurador del lenguaje poético; realiza una fundación mítica de la ciudad porteña desde la tradición (arrabales, atardeceres, próceres, cementerios, etc.), lo que le da equilibrio y armonía a una ciudad convulsionada por el avance de la modernidad. Por otro lado, para Girondo, en Veinte poemas y Calcomanías, la urbe es el tema dominante, pero circunscripta a una preocupación planetaria y simultaneísta. Girondo utiliza un tono irreverente y coloquial que busca causar espanto en el lector. Siguiendo a Beatriz Sarlo, podemos decir que tanto Proa como Martín Fierro “(…) editan a los escritores de vanguardia, tienen un programa explícito: serán exclusivistas, partidarias y de tendencia, comercialmente desinteresadas, respetuosas de los derechos del autor, pero también de las normas que sigue la moderna difusión del libro (publicidad en la calle, precios promocionales, descuentos especiales a los libreros por compras en firme, etc.)” (Sarlo, 1997: 154). Las revistas de vanguardia, entonces, establecen una disputa que articula el consumo de bienes culturales propio 241 del funcionamiento del mercado, con el gusto de ese público consumidor, que para ellas era un “gusto de mercado”. La propuesta moderna de “lo nuevo”, de la cual las vanguardias son agentes, implica crear un público nuevo a partir de gustos, valores y perspectivas culturales nuevas, opuestas al “gusto de mercado”. En otras palabras, la creación de un público y un gusto que rompan con lo que se encuentra establecido, conlleva la reconfiguración de la trama de relaciones culturales imbricadas con las relaciones mercantiles propias del mercado.
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(b) San Pablo, 1920 Según el análisis de Sergio Miceli, una de las condiciones de posibilidad de la emergencia de las vanguardias paulistas y porteñas, es la crisis atravesada por las metrópolis europeas, específicamente por el debilitamiento del vigor cultural que constituía un faro de guía para Latinoamérica y el proceso de modernización en curso. Esa situación de crisis y debilitamiento llevó a que se produzcan reflexiones artísticas con una conciencia nativista, provenientes de los sectores cultos de las élites dominantes. La cientista social brasileña Heloisa Pontes sostiene que “La urbanización y la industrialización, signos de la modernización por la que pasaba el Brasil, sumadas a la efervescencia política y cultural sin precedentes de los años 1920 (de lo que dan testimonios las huelgas obreras, la fundación del Partido Comunista y el movimiento tenentista), crearon las condiciones necesarias para que segmentos restringidos de las élites y sus agregados de las capas medias, localizados en San Pablo y Río de Janeiro, pudiesen producir un conjunto de experimentos culturales modernos, inéditos en la historia brasileña” (Altamirano, 2010: 734). Experimentos que llevaron a configurar movimientos de reacción intelectual y a recomponer grupos dirigentes que estaban en crisis5. Otra cuestión fundamental es considerar la rela242 ción de los movimientos de vanguardia artística con la experiencia de la inmigración, ya que este proceso modificó la estructura social desde fines del siglo XIX. En el caso de los brasileños, esa modificación inspiró a algunos escritores paulistas, tales como Alcántara Machado y Mário de Andrade, quienes publicaron cuentos en los que narraban las vivencias de los inmigrantes, así como también relataban los nuevos personajes que iban apareciendo en la ciudad. A fines del siglo XIX, en la ciudad de San Pablo comienza un importante cambio en la estructura social, ya que quienes se dedicaban a la explotación del
café (Brasil cubría el 70% de la exportación mundial de ese producto, siendo el estado paulista el principal productor) comenzaron a reemplazar la mano de obra esclava por la de los trabajadores inmigrantes. En un período de medio siglo, llegan a las costas brasileñas barcos que transportaban a más de tres y medio millones de inmigrantes, siendo los italianos y portugueses la gran mayoría de ellos. Las grandes explotaciones cafetaleras de San Pablo atraen a muchos de esos inmigrantes, lo que motiva la gran explosión demográfica que afecta a la ciudad (y al estado): en 1890 tenía 65.000 habitantes aproximadamente, mientras que en 1905 ya llegaba a 350.000. Para 1910, la zona cafetalera paulista era la políticamente hegemónica (junto al estado de Minas Gerais, relación inmortalizada con la denominación de “política del café con leche”) y, como todo centro urbano en crecimiento, daba lugar a que emerjan debates de distinta índole, siendo uno de ellos “cuál era la identidad nacional”6. Por un lado, existían rivalidades y enfrentamientos entre las élites regionales de San Pablo, Río de Janeiro, Minas Gerais y Río Grande do Sul; y, por otro lado, esas élites estaban en estrecha vinculación con los institutos estatales de cada estado. Ambas situaciones confluyeron para beneficiar la constitución de los escritores vanguardistas de la década del veinte. Esto implicaba una relación de los artistas de los movimientos de vanguardia con los grupos políticos dominantes, que eran mediadores para el sostén material e institucional de la vida cultural. Los mandamases y los próceres políticos brasileños eran, entonces, los mecenas de las actividades artísticas que florecían en las ciudades y estados mencionados. En Brasil, pues, la monarquía y luego los gobiernos republicanos subsidian y financian actividades y enseñanzas artísticas, constituyendo una tradición que hizo posible la aparición de referentes en las diversas manifestaciones artísticas. Como todo proceso de modernización,
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que implica la construcción de una Sociedad Civil y, a partir de ello, de un público lector y consumidor de bienes culturales, mientras se llevó a cabo “El mecenazgo que ejercieron el poder público y las familias de la élite funcionó, a veces, como remedo de un mercado de arte” (Altamirano, 2010: 496). En otras palabras, la construcción de ese público y de los consumidores de arte no se constituyó inmediatamente, sino que llevaría un lapso de tiempo. En palabras de Miceli: “(…) los experimentos vanguardistas deben ser comprendidos mediante la conjunción de factores estructurales modeladores de la actividad intelectual: las condiciones del ejercicio del mecenazgo, la morfología social de los integrantes de esos movimientos y las vinculaciones de esos escritores con los mentores, los modelos y los paradigmas vigentes en las metrópolis europeas” (Altamirano, 2010: 495). En el caso de San Pablo, un ejemplo de cómo se articulan esos factores es el control del diario O Estado de Sao Paulo y de la Revista de Brasil, ejercido por empresarios culturales vinculados a la Mesquita (Cf. Altamirano, 2010: 497 y ss.). Otro ejemplo está dado en la filiación de los artistas y cómo su procedencia familiar les posibilitaba moverse en un mundo de privilegios: Guilherme de Almeida, el mencionado Alcántara Machado y Cándido Motta Filho, pertenecen a clanes enquistados en el poder político; Cassiano Ricardo, Plínio Salgado y Menotti Del Picchia, provenían de familias que vivían en ciudades del interior del estado paulista. Todos pasaron por la Facultad de Derecho de San Pablo, salvo Mário de Andrade. Se destaca como una de las características salientes de la generación vanguardista su autodidactismo, así como su trabajo en la prensa y la concomitante publicación de literatura. Todas cuestiones que, al mismo tiempo, se conjugaron para “profesionalizar” la actividad del escritor. La prensa paulista era uno de los pocos espacios que garantizaba trabajo y remuneración adecuada para dedicarse a la actividad literaria.
Al mismo tiempo, esa producción literaria no eludía el estilo y los temas periodísticos. Entre ellos, claramente podemos mencionar los efectos del proceso de modernización en curso que, a partir de –y durante– la década del treinta y la creación de la Escuela Libre de Sociología y Política (1933) y de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de San Pablo (1934)7, será objeto de reflexión científico-social. Desde el punto de vista de los escritores vanguardistas, Mário de Andrade intenta mostrar el crecimiento del tejido urbano paulista, motorizado por el crecimiento inmobiliario, financiero y fabril; aludiendo, también, al espectro de los personajes nuevos de la ciudad y las nuevas formas de sociabilidad (fútbol, cine, etc.). Es importante destacar que Mário de Andrade replica lenguajes y expresiones característicos de los inmigrantes que habían llegado a la ciudad. Incluso podría decirse que en su Paulicéia Desvariada (que vio la luz en 1922) expone las razones que llevaron a San Pablo a ser el lugar del movimiento de vanguardia, precediendo a las ulteriores reflexiones científicas sobre el tema. En aquel texto, intenta captar la imagen del presente de San Pablo, de “lo nuevo”, de lo que el proceso de modernización está dando lugar, aunque se basa en la búsqueda de la tradición, la cual refleja sus contradicciones en el presente. Son estas las condiciones en que aparecen en mayo 243 de 1922 la revista Klaxon, estéticamente la más radical de las revistas de vanguardia y que suscita graves polémicas, y en 1928 la Revista de Antropofagia, en la que Oswald de Andrade publica en el primer número el Manifiesto Antropófago. Mientras que Klaxon estaba más interesada en el eje Brasil-Europa, en tanto relación que se encontraba en tensión, debido, como dijimos anteriormente, a la crisis europea; la Revista de Antropofagia se centraba en la cultura brasileña, en la expresión de las manifestaciones artísticas nacionales. Para Schwartz, “La fórmula oswaldeana de la
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antropofagia, que apunta a la asimilación de lo extranjero para la producción y exportación de lo nacional, se configura como la idea más original de la década en las vanguardias de América Latina” (Schwartz, 1993: 103). Estas revistas eran la voz pública de movimientos que promovieron la actualización de la cultura brasileña sobre nuevas bases. Concretamente, esto implicaba la interpretación de las características locales como singularidades o superioridades, a contra pelo de cómo se las entendía antes (inferioridades). En otras palabras, se trataba de refundar los puntos de partida de la cultura local. Un claro ejemplo en este sentido lo constituye Oswald de Andrade en su Pau Brasil, intentando no imitar los modelos que se exportaban de Europa. Antes bien, lo que hace es incorporar lo extranjero a su texto para realizar una obra de exportación. Nace la “antropofagia” cultural, la digestión y procesamiento de lo ingerido para dar lugar a “lo nuevo”. Como bien afirma Schwartz, “A esta altura de la década del veinte, y ya plenamente realizada la ‘digestión’ de los ‘ismos’, la antropofagia busca asimilar la presencia del elemento foráneo; pasa entonces a una política de exportación, y no más –como había acontecido hasta la fecha– de importación. A diferencia de sus predecesoras, la Revista de Antropofagia es parca 244 en material proveniente del extranjero; pero habrá, sin duda, de constituirse en el órgano más importante de la época, en el sentido de dar una continuidad a las vanguardias locales” (Schwartz, 1993: 62). Este gesto antropofágico implicaba poner en cuestión, por ejemplo, la tradición lingüística heredada. Este cuestionamiento se lleva adelante dando lugar a una poesía que hable en un lenguaje coloquial, que brinde la entrada a las significaciones emergidas desde lo popular en un discurso situado en la esfera del arte. La escisión entre la praxis vital y la esfera del arte, a través de esa operación estética (y política), se ve disuelta. De
esta forma, “(…) el modernismo paulista execró a los poetas parnasianos y simbolistas, detractó la retórica bachilleresca y el legado entero del arte académico, a favor del enaltecimiento del barroco de la cultura popular” (Altamirano, 2010: 504). La vanguardia antropofágica, por medio de esta crítica al lenguaje, logra distanciarse de los efectos de dominación del colonialismo que habitan el lenguaje y se entretejen con las prácticas cotidianas; pero también logra poner en cuestión los valores y el andamiaje literario que se construyó sobre ese lenguaje, y que mantenía las jerarquías defensoras del orden gramatical, al estilo de los profesores. Por otro lado, una modificación de lenguaje también implica un cambio en la sensibilidad misma, en las prácticas y vivencias de los hombres. Como dice Schwartz, “El acercamiento de la lengua hablada a la lengua escrita fue una de las preocupaciones constantes de Mário de Andrade y no podía dejar de ocupar un importante espacio en su testamento teórico” (Schwartz, 2002: 84). El deseo de Oswald de Andrade era lograr una independencia en todos los órdenes de América respecto de sus colonizadores, por ello su perspectiva antropofágica no sólo es una propuesta artística, sino que está entretejida con los problemas políticos que supone la dependencia cultural y, en relación con ello, repensar la identidad nacional. Claramente, se trata de un autor comprometido con los problemas sociales y culturales. Oswald de Andrade también se preocupa por el cuestionamiento del lenguaje, más precisamente del lenguaje tal cual se expresa poéticamente. En un momento histórico en el que los medios de comunicación se desarrollan rápidamente, incrementando la tirada diaria de los periódicos, aumentando la cantidad de radios y salas de cine en la ciudad, Oswald se ve particularmente interesado en cómo la forma de narración que tiene el cine puede vincularse a una renovación de la poesía. Así pues, la relación entre el cine y la
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literatura es problematizada en tanto “Las técnicas cinematográficas desarrollan a través de la ilusión de la velocidad efectos de simultaneidad y síntesis. Los procesos de montaje provocan en la economía narrativa un sistema retórico en que metáforas y metonimias aceleran las secuencias narrativas” (Schwartz, 1993: 81). De esta forma, la representación en poesía entra en un proceso de crisis y la deformación es la técnica moderna de representación de las formas: disocia los significantes de los significados. El resultado de estas “contaminaciones”, cine-literatura y lenguaje coloquial-poesía, logra crear una perspectiva carnavalesca del lenguaje. 4. Política, cultura, vanguardia “Yo trato de no aconsejar a los rusos sobre economía. ¿Por qué ellos deben decirme cómo pintar?”. Pablo Picasso. “La auténtica vanguardia se rebela contra el gusto y la moda”. Mario de Micheli, Las vanguardias artísticas del siglo XX.
Como vimos, la tensión entre el proceso de modernización y la modernidad cultural posibilita la conformación de un espacio público, condición necesaria para dar lugar a la emergencia de movimientos de vanguardia artística. El proceso de modernización está entrelazado con la modernidad cultural, esto es, con la posibilidad de reflexionar sobre las propias producciones sin utilizar fundamentos tradicionales, pero, y vale recordarlo claramente, en una tensión indisoluble entre la propia proyección desde el presente y las matrices culturales sedimentadas históricamente, es decir, por la tradición. En otras palabras, “lo nuevo” solamente emerge sobre las matrices culturales que se sedimentan construyendo una tradición, con la cual se
realiza una operación de ruptura. La conceptualización del espacio público en los términos presentados, da pie a reflexionar sobre la vinculación de las propuestas artísticas con la política. En otras palabras, si conceptualizamos a la “política” y al “espacio público” en relación con los institutos del Estado, o bien si consideramos sólo racional-instrumentalmente lo que implican ambas cuestiones, entonces la visibilidad de las matrices culturales, que hacen posible ese espacio público como lugar de nacimiento de procesos de identificación política, se diluye. Incluso, entender a la razón solamente como “con arreglo a fines” nos lleva a pensar que las producciones de la vanguardia artística necesitan vincularse con el Estado, con la mirada jurídica sobre lo público, para poder tener vinculación con la política. En este sentido, la consideración de Beatriz Sarlo sobre las revistas, en términos de “La incidencia de estas publicaciones en las transformaciones culturales no puede ser medida sólo en términos de ejemplares vendidos (…), sino de repercusiones en el campo intelectual que luego desbordan y se refractan en el espacio público y las instituciones, sin duda con una temporalidad e intensidad diferentes” (Sarlo, 1999: 27), nos está indicando que los efectos políticos de la vanguardia deben ser considerados en cuanto implican una condensación y reflexión de rasgos culturales que permiten a la sociedad volver sobre sí misma en una deter- 245 minada situación histórica. Otra cuestión muy distinta es pensar la vinculación arte-política teniendo en cuenta las decisiones que los institutos estatales toman respecto de utilizar las manifestaciones artísticas como punta de lanza cultural o bien como insumo para propaganda. En estos casos no se trata de manifestaciones culturales que intervienen en un espacio público, sino de cómo el Estado “coloniza”, diría Habermas, los arrestos de reflexión sobre las condiciones culturales en las que se encuentra la sociedad. En ese punto, como dijimos, no
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hay política, solamente gestión. Se trataría, entonces, de una “gestión cultural” o, incluso, de una “política pública”. A partir de lo mencionado, queda claro que la distinción que realiza Schwartz en su periodización para situar a los movimientos de vanguardia durante la década del treinta en relación con la política, no considera la distinción entre lo estatal, propio de la gestión y la administración de recursos, y lo público, que implica la intervención y la ruptura en el espacio público. De esta manera, las revistas de las vanguardias manifiestan esas operaciones y, por ende, trazan una articulación entre el arte y la política. Ahora bien, en los casos que hemos repasado, tanto en San Pablo como en Buenos Aires, las manifestaciones vanguardistas intervinieron en el espacio público por medio de revistas (también manifiestos y obras de arte), en las que la actitud común era la de establecer una ruptura con la tradición, para abolir o transformar discursos y prácticas heredadas, es decir, para dar lugar a la constitución de nuevas identidades. Para ello, lo necesario es llevar adelante una reflexión sobre la propia cultura, sobre las condiciones en que aparecieron como vanguardias. Así pues, los procesos de cambio de la composición demográfica y de la estructura social que el movimiento inmigratorio articuló (por un lado, con la moderniza246 ción económica que da lugar a una Sociedad Civil; y, por otro, con el desarrollo y consolidación del aparato estatal bajo los lemas de “Paz y Administración” –la estola de Julio Argentino Roca en 1880– y de “Ordem e Progresso” –inmortalizada en la bandera verdeamarelha–), posibilitaron la constitución de espacios urbanos cosmopolitas con una mirada internacionalista. Es allí que se constituyen las vanguardias para, como dijimos, rechazar lo que hasta ese entonces se había producido en términos de modernización: los cánones estéticos modernistas, las estructuras burocráticas de poder en el campo de la cultura, las prácticas mer-
cantiles importadas de Norteamérica y, por si fuera poco, la relación con el pasado colonial. Para ello los vanguardistas intervienen en el espacio público utilizando un producto cultural como lo son las revistas, en las que se hacen públicas las apreciaciones respecto de la propia cultura, ya que es ésta la condición de posibilidad de aquéllas. La propuesta por dar a luz a una nueva sensibilidad y una modificación del lenguaje, debe ser comprendida en términos políticos, ya que implica la constitución de nuevos procesos de identificación que van a romper con los modos de decir y sentir heredados. Es la puesta en escena de un conflicto que debe dar lugar a una nueva cultura latinoamericana (en este punto, la propuesta antropofágica aparece como la más radical), y para ello tiene que nacer una nueva forma de mirar al mundo y de reconocerse ante las demás culturas. Tienen que reacomodarse las relaciones de poder que circulan y hacen posible la hegemonía de unos determinados valores, gustos, jerarquías, reconocimientos, etc., para, de esta manera, dar lugar a “lo nuevo”. Las revistas de las vanguardias artísticas, de esta manera, se muestran como el intento de radicalizar la reflexividad intrínseca a la modernidad cultural, y, por lo tanto, de actualizar el nacimiento de “lo nuevo” a partir de las matrices culturales que el proceso de modernización ha comenzado a modificar.
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latinoamericanas. Textos programáticos y críticos. México: Fondo de Cultura Económica.
Notas
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1. El presente artículo es el resultado del trabajo realizado para acreditar el Seminario Arte y Cultura en el Contexto Latinoamericano, dictado por la Dra. Claudia Kozak. Doctorada en Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Entre Ríos (Argentina). Acreditado por CONEAU RES. Nº 446/10. Miembro asociado al Erasmus Mundus Joint Doctorate Cultural Studies in Literary Interpones. 2. Recordemos que en alemán existe una misma forma de hacer referencia a la Sociedad Civil y/o a la Sociedad Burguesa: bürgerliche Gesellschaft. 3. Esta cuestión ha sido planteada en el primer punto desarrollado en nuestro trabajo, continuándose en el punto cuatro (pp. 20 y ss.). 4. Hacemos referencia al célebre equipo integrado por Enrique Telémaco Susini, Miguel Mujica, César Guerrico y Luis Romero. 5. Cf. al respecto, Sergio Miceli, “Vanguardias literarias y artísticas en el Brasil y en la Argentina: un ensayo comparativo”, en Altamirano, 2010: 508 y ss. 6. Este debate muestra su objeto de reflexión en Sebastián Rigotti, “El debate darwinista y eugenésico en torno a la construcción de la identidad nacional: Brasil, 1914-1937”. Trabajo Final del Seminario Problemas de la Historia Sociopolítica y Económica de América Latina (Dr. Waldo Ansaldi), Ciclo de Integración Multidisciplinaria, Doctorado en Ciencias Sociales, UNER, 2011. Publicado en Revista Question. Revista especializada en Periodismo y Comunicación. Vol 1, Número 34 – otoño de 2012. Sección Ensayos, pp. 46-59. ISSN: 16696581. Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP. Con referato. URL: http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/ view/1427. 7. Cf. al respecto, Luis Carlos Jackson, “Generaciones pioneras de las ciencias sociales brasileñas”, en Altamirano, 2010, op. cit., p. 630 y ss.
Identificación del autor: Sebastián Miguel Rigotti Argentino. Licenciado en Comunicación Social por la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos. Auxiliar Docente (ordinario) de Investigación en Comunicación, Licenciatura en Comunicación Social, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos. Consejero Investigador del Centro de Investigaciones Sociales y Políticas, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos. Afiliación Institucional: Licenciatura en Comunicación Social, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos. Área de especialidad: Comunicación y política. E-mail: seba_r9@hotmail.com
Registro Bibliográfico: RIGOTTI, Sebastián. “Acerca de las vanguardias artísticas latinoamericanas. El caso de las revistas de Buenos Aires y San Pablo en los años '20” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 231248. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634. Fecha de recepción: 17-07-2013 Fecha de aceptación: 17-10-2013
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Sociolingüística y etnografía Análisis de interacciones en la Mesa de grupos auto-gestionados Por Ana Inés Heras Monner Sans – María Amalia Miano heras@irice-conicet.gov.ar / Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Argentina miano@irice-conicet.gov.ar / Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación, Argentina Sumario: Presentamos un análisis de un dispositivo de reflexión sobre la práctica auto-gestionada denominado “Mesa Colectiva”, conformado por representantes de seis organizaciones de Argentina. Nuestro análisis busca responder: ¿Qué formas asume la construcción de conocimiento en la Mesa Colectiva? ¿Cuáles son los contenidos que las organizaciones construyen para interpelar su acción colectiva? Aportamos una perspectiva poco trabajada en lo que refiere a la autogestión, ya que, en tanto los grupos auto-gestionados se conforman como espacios de acción política, sus prácticas e interacciones no resultan fáciles de documentar y sistematizar. Quienes escribimos este artículo somos participantes en la Mesa (pertenecemos a una de las organizaciones participantes) y también en la institución que formuló el proyecto de investigación. Este doble posicionamiento nos permite construir conocimiento en colaboración, sistematizarlo y analizarlo, poniéndolo a disposición para la discusión a través de diversos canales de comunicación (multimedia, performances, encuentros abiertos). Además, nuestro aporte es original en tanto tomamos una perspectiva sociolingüística combinada con la etnografía, metodológica y teóricamente, para analizar el aprendizaje. Nuestro análisis da cuenta de que hay una estrecha relación entre la Mesa Colectiva como dispositivo, los géneros discursivos que se construyen entre los participantes, y los contenidos que se van elaborando acerca de la autonomía como proyecto. Creemos aportar un punto de partida innovador para analizar la relación entre los contenidos que sustentan a la autonomía como proyecto y las formas que asumen esos contenidos en las prácticas de reflexión e interacción de los grupos auto-gestionados. Descriptores: investigación colaborativa, etnografía y sociolingüística combinadas, auto-gestión, autonomía como proyecto, análisis de datos audiovisuales
Summary: We present an analysis of interactions at the Mesa Colectiva de Trabajo, a device whereby representatives of six self-managed organizations share their everyday practices in order to reflect on them. We guide our analysis by these questions: What are the specific ways in which knowledge is constructed at the Mesa Colectiva? What are the contents by which the organizations construct their perspective in order to critically examine their collective action? Our analysis brings new perspectives on self-managed organizations in that we focus on interactions, and we analyze learning processes where several different organizations participate. It is important to note that in as much self-managed groups identify themselves with political action it is not easy to gain access to documenting their practices and, much less, their reflections on them. However, since the authors of this paper are also members of a self-managed organization participating in Mesa Colectiva, we share the process of knowledge generation, its analysis and its ways of being communicated to the public. Through our analysis we conclude that there is a close relationship between the type of device in which we interact (a collective round table where we are all participants with equal rights), the discursive genres created in this space, and the content generated through our shared reflections. Since we have combined interactional sociolinguistics with an ethnographic perspective, we have been able to identify what kinds of resources do participants bring to the common space, and what kind of content-knowledge is generated. Describers: collaborative research, ethnography, interactional sociolinguistics, self managed organizations, autonomy as a project, audio visual data analysis.
Sociolingüística y etnografía. Análisis de interacciones en la Mesa de grupos auto-gestionados Sociolinguistics and ethnography. An analysis of interactions taking place at the Mesa Colectiva, a discussion device for self-managed groups Páginas 251 a 271 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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¿Qué es la Mesa Colectiva de Trabajo? La Mesa se encuadra en una investigación colaborativa1 que documenta, analiza e interpreta las prácticas auto-gestionadas, y construye conocimiento acerca de la autonomía como proyecto (Mesa Colectiva de Trabajo, en prensa). Cuando iniciamos nuestra participación en Mesa Colectiva, nos propusimos analizar junto a otros las interacciones que producimos allí. Durante este análisis, al mismo tiempo estudiamos los procesos de cada uno de los grupos involucrados, porque paralelamente realizamos etnografías colaborativas, algunas de ellas iniciadas hace años y otras más recientemente. Como Mesa comenzamos a funcionar en marzo de 2012; hasta junio de 2013 han transcurrido 14 encuentros con un promedio de 4 horas de trabajo en cada uno. Inicialmente, la Mesa fue convocada y coordinada por una de las organizaciones auto-gestionadas a la cual pertenecemos quienes escribimos este artículo2. A lo largo del tiempo, fuimos generando una coordinación conjunta entre todos los participantes a partir de lo que iba quedando planteado en la reunión precedente. Este modo se planteó así porque la Mesa no es un lugar donde “algunos enseñan y otros aprenden”, sino un espacio de análisis mutuo3 que va creando en su devenir las maneras más coherentes de desarrollarse. La institución que inicialmente convocó a la Mesa Colectiva se ocupa, además, de que los encuentros de Mesa Colectiva se graben en video, se transcriban y se socialicen entre los participantes. Se va así conformando un Archivo de Mesa Colectiva (AMC), de forma tal que puede ser consultado por quienes participamos. De las seis experiencias que participan de la Mesa, cuatro pertenecen a la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. De las dos restantes, una tiene alcance nacional (con lo cual resulta complejo indicar cuál es su incumbencia geográfica específica) y la otra está compuesta por un argentino residente en EEUU que
lleva adelante una experiencia auto-gestionada vinculada al desarrollo artístico. Los objetivos de las organizaciones son variados: desarrollo artístico cultural; desarrollo político participativo y económico social; sostenimiento de personas en situación de calle; comedor comunitario. Enfoque Seguimos una línea de trabajo ya clásica, orientada por los análisis pioneros de McDermott (1976) y Mehan (1979), quienes identificaron que a través de la interacción se ponen a disposición recursos que portan los participantes. Estos recursos, a su vez, se transforman en el mismo intercambio, generando nuevos contenidos y también convirtiéndose en contextos en los cuales se desarrollan conocimientos. Así mismo, Erickson (1982, 1992) mostró que quienes intercambian se orientan no solamente por lo que sucede “ahí y entonces”, sino también por una invocación a contextos anteriores (locales o remotos) e inclusive a contextos a futuro (proyectados como posibilidad). Precisamente porque las interacciones cara a cara ocurren en tiempo real, están en continua transformación y tienen de este modo una característica heterocrónica (es decir, que ponen a funcionar la temporalidad en ese presente de interacción invocando otras temporalidades). Coincidentemente, desde la perspectiva psicoanalí- 253 tica, Green (2001) ha señalado, apoyándose en Freud, que la experiencia y la significación no necesariamente coinciden: es a través de procesos de construcción de significado que se accede a posibilidades de comprensión más amplias. Según esta orientación, la construcción de significado es entonces heterocrónica pero además heterogénea: apela a estratos distintos del ser humano (conscientes y no conscientes). Si se toma esta perspectiva para la construcción colectiva de conocimiento, podemos afirmar que la interacción está sujeta a una innumerable cantidad de aspectos
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indeterminados. Por lo tanto nunca es posible evaluar completamente todos sus alcances, aunque sí es factible poner de manifiesto las posibilidades que interactivamente se construyen en tanto se la identifique a la vez como contenido y contexto. En ese sentido, el concepto de oportunidades de aprendizaje (SBCDG, 1992) se torna herramienta interpretativa para estudiar qué se va constituyendo como posibilidad cuando se conforman grupos que se proponen aprender juntos. Para nuestro análisis tomamos una definición de aprendizaje mínima suficiente: “…[aprender es] moverse hacia lo desconocido, a la indagación de aquello que aún no está suficientemente elucidado” (Bleger, 2007: 62). Esta perspectiva sostiene, a la vez, que el aprendizaje es un proceso de carácter social y que se articula singularmente en las dimensiones concurrentes del cuerpo, la mente y la psique. Es posible trazar antecedentes de esta perspectiva en el trabajo precursor de Vygotsky (primera mitad del siglo XX), quien puso el acento en el carácter socio-histórico de los procesos vinculados al aprendizaje y acuñó el, ya tradicional, concepto de “zona de desarrollo próximo”: una herramienta analítica para identificar e interpretar cómo se extienden las capacidades humanas cuando se desarrollan junto a otros, con posibilidades de apoyarnos en sus aprendizajes previos, tomando en cuenta los aspectos cognitivos, motrices y emociona254 les del proceso. También Wallon (1947) indagó sobre la capacidad de aprender, vinculándola a la posibilidad de recibir una herencia social, recrearla e innovar a partir de ella, haciendo especial hincapié en que cada momento histórico-social y cada organización construyen sus posibilidades de hacer, aprender e interpretar, y tomando como dato que el ser humano está dotado de un aparato sensorio-motor que produce traducciones a otras áreas (mente, psique, emoción). Esta perspectiva es coincidente con la noción de aprendizaje que profundizó Jerome Bruner, definiéndola como la construcción de significado compartido
(Bruner, 1973, 1990). Nuestra mirada toma así una perspectiva antropológica del aprendizaje (Collins & Green, 1992; Heras, 1993, 1995; Heras & Green, 2010; Kyratzis & Green, 1997; entre otros). A los efectos de nuestro escrito, y tomando esta línea conceptual, nos interesa señalar que el aprendizaje es una co-construcción, y que toda situación donde se produce aprendizaje va constituyendo en sí misma un encuadre, que no está cerrado sino que, por el contrario, actúa como sostén (Bleger, 2007 y Winnicott, 2007). Desde allí se pueden establecer relaciones únicas, específicas, singulares, que a su vez generan condiciones para establecer nuevas relaciones, es decir, nuevos aprendizajes. Dicho encuadre se va construyendo a través de diferentes recursos, entre los cuales cuentan por supuesto los otros seres humanos. El psicoanálisis también contribuyó a identificar el lugar del otro en la posibilidad de producir una perspectiva nueva y diferente (Aulagnier, 2003, 2007; Enríquez, 1993; Winnicott, 2007). También, esta disciplina ha señalado que estar en grupo permite multiplicar la capacidad humana de asociar libremente, y reconoce a esta última como una vía para producir conocimiento (Green, 1990, 1993; Käes, 2004). Claramente, en el contexto psicoanalítico dichos conocimientos refieren al propósito terapéutico y, en ese sentido, son completamente diferentes a los propósitos que se sostienen en la Mesa Colectiva de Trabajo. Sin embargo, esta mirada resulta útil para comprender que los efectos del otro que está ahí producen procesos abiertos de pensamiento, uno de los cometidos explícitos de la autonomía como proyecto (Miranda, 2010, apoyándose en la obra de Corneille Castoriadis). Por otra parte, y vinculado a lo anterior, tomamos en cuenta que la imaginación es lo que nos distingue como especie: la capacidad de imaginar nos mueve a construir significados diferentes a los que heredamos4. Desde este punto de vista la imaginación per-
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mite la creación (como capacidad de inventar algo que no existe antes de ser creado y que se imagina como potencia). De esta manera, la capacidad asociativa, la imaginación y la creación, juegan un papel importante de considerar en los procesos de aprendizaje. Desde esta formulación inicial, sostenemos que es posible identificar qué cuenta como aprendizaje si observamos e interpretamos la interacción y nos preguntamos cómo ocurre la producción de conocimiento en momentos sucesivos y a través del tiempo (Bloome, Beierle, Grigorenko & Goldman, 2009; Bloome & Hong, 2013; Heras, 1993, 1995, 1999). Metodología Hemos construido una metodología de análisis que nos ha permitido elucidar qué cuenta como aprendizaje y cómo ocurre en la Mesa Colectiva de Trabajo a partir de la etnografía colaborativa y la sociolingüística de la interacción. Etnografía Colaborativa. La etnografía suele comenzar preguntando ¿qué sucede? (en las situaciones que se decide estudiar) y ¿qué significa lo que sucede para los miembros que participan de esa situación? (Geertz, 1973, 1983). Preguntas que, si bien parecen simples, permiten poner de manifiesto aspectos que de otra manera se ocultan. Por ejemplo, la etnografía educativa ha permitido echar luz sobre las múltiples capas de contexto que tienen lugar en las interacciones educativas (Candela, Rockwell & Coll, 2004); sobre la importancia de concebir a las instituciones educativas —y lo que se produce en ellas como aprendizaje— desde la perspectiva de las relaciones de poder que se establecen en ellas (Carvajal Juárez, 1997; Unamuno, 2012); y sobre la gran variedad, variabilidad y plasticidad del conocimiento que puede generarse entre alumnos o ser planteado por los alumnos en las aulas escolares, más allá de la programación didáctica (Heras y Martínez, 2006; Rockwell, 2006). Para un enfoque colaborativo en etnografía se es-
peran además otras acciones: una participación en y con los grupos, de forma continuada en el tiempo, determinada en cada momento y lugar según las relaciones establecidas con cada uno de esos grupos; también se presupone un registro sobre lo que hacemos por medio de la escritura, el audio, el video, la fotografía y la performance, para poder elaborar una interpretación continua conjunta de producción de conocimiento, de modo tal que lo que se vaya pudiendo entender, aprender, interpretar y contrastar no quede en un acervo o archivo privado, sino que pase a ser conocimiento compartido de quienes estamos participando (ver, por ejemplo: Colectivo PR, 2004; Heras Monner Sans y Burin, 2013; Malo, 2004). En nuestro trabajo en Mesa Colectiva estamos utilizando la perspectiva etnográfica colaborativa de dos formas: 1) Como realizamos etnografías del trabajo cotidiano con los grupos participantes paralelamente a los Encuentros mensuales de Mesa Colectiva, ésta es información disponible para continuar reflexionando en el contexto de la Mesa. Así, dicha reflexión se produce en la “caja de resonancia” de la escucha y elaboración de compañeros de otros proyectos autogestionados. 2) Tomamos la perspectiva de analizar la Mesa etnográficamente, es decir, partiendo de suponer que la Mesa Colectiva es un espacio donde se van produciendo, como en todas las organizaciones, ciertas pautas culturalmente situadas: modos de ser, 255 hacer, interpretar y valorar lo que sucede, por ejemplo. Desde estas dos miradas, concurrentemente etnográficas, hemos producido el análisis en este escrito. Aportes de la sociolingüística de la interacción. Para analizar el material que vamos generando a través de nuestra participación con los grupos, producimos permanentemente registros de dichas interacciones. En el caso particular de este escrito, nos centramos en los registros audiovisuales producidos en las Mesas Colectivas de trabajo durante aproximadamente 18 meses con estos puntos de partida:
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• toda interacción, si bien es un continuo, puede analizarse prestando atención a varias unidades de análisis discretas al mismo tiempo, tales como la unidad de mensaje, secuencia y evento, ligados entre sí por vínculos inter-textuales (Bloome & Bailey, 1992; Bloome & Egan Robertson, 1993) e inter-contextuales (Bloome, Beierle, Grigorenko & Goldman, 2009.) • la unidad de mensaje se asimila a lo que en análisis de la conversación se llama “enunciado” y constituye una unidad de significado mínima que se torna relevante identificar porque provee información sobre los tipos de enunciados que conviven en los intercambios interactivos (que, a su vez, proveen información sobre lo que los participantes aportan al intercambio y lo que construyen en ese intercambio) • desde la perspectiva sociolingüística los enunciados no se producen solamente en “la conversación” porque existen otras modalidades que se significan a través de la concurrente gestualidad, proxemia, kinesia, entonación, ritmo corporal, etc. Resulta importante combinar la etnografía con la sociolingüística, dado que el análisis de una interacción situada en el tiempo (por ejemplo, tres horas de intercambio en el mes de marzo) puede verse informada por un análisis que ya se venía produciendo con las organizaciones en años anteriores, antes de iniciar la Mesa Colectiva. Así mismo, el análisis de otras inte256 racciones en Mesa Colectiva, que por ejemplo tengan lugar en el mes de septiembre, se verá enriquecido por la mirada acumulativa y contrastante de otras secuencias de Mesa Colectiva y de otros momentos de observación y trabajo junto a las organizaciones participantes a lo largo del tiempo. La noción de secuencia (Fuentes Rodríguez, 2000) nos permite, desde el punto de vista del análisis de la interacción, tener en cuenta que se trata precisamente de un intercambio que sucede en el tiempo y el espacio. Una secuencia de intercambio refiere a situaciones donde se producen interacciones; en toda
secuencia se pueden identificar turnos de habla. En nuestro caso de Mesa Colectiva, los turnos de habla se convierten también en concurrencias (lo que fuimos identificando como diálogos múltiples, es decir, muchos participantes intercambiando casi en simultáneo sin perder la posibilidad de comunicarse) y coocurrencias5 (lo que fuimos identificando como diálogos múltiples que co-ocurren en forma casi paralela en un mismo momento y lugar). Una secuencia también puede ser identificada a partir de un criterio organizativo (por ejemplo: el tema), de modo tal que una secuencia que se inicia en un momento de la interacción puede retomarse (si se la analiza desde el punto de vista temático) en otro momento del mismo encuentro, o en otro encuentro diferente. Temáticamente, además, una secuencia suele tener dos pautas posibles: una es “convergente” y otra “divergente”. La convergente es la pauta que tiende a “transitar el mismo carril” en cuanto a contenido y formas de la comunicación interactiva; la divergente tiende a no conservarlo e inclusive puede ser disruptiva. La disruptiva o divergente no es “mala comunicación”; se llama así para indicar que “toma otra senda”, y en Mesa han ocurrido este tipo de situaciones, de forma tal que observar su recorrido se torna entonces importante. La divergencia permite ir construyendo conocimiento de modos que tal vez no se hubieran previsto. Es en esos “lugares de la comunicación” que parece importante tener esta perspectiva de orden metodológico y teórico ya que permite un lugar desde donde observar esa divergencia. El evento refiere a situaciones más o menos esperables/esperadas que pueden identificarse a partir de comprenderlas como espacios de desarrollo de géneros discursivos específicos. Por ejemplo, en los eventos “presentación didáctica” o “discusión de conceptos con formato pedagógico” (identificados en Mesa Colectiva en forma recurrente) se estabiliza un cierto patrón interactivo que refiere a un género discursivo
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más cercano al de exposición, disertación o explicación. Esta situación, visible al análisis, es también visible a los participantes (Erickson, 2004; Gumperz, 1982; Tannen, 1989), de forma tal que ellos mismos pueden volver a invocarla y repetirla en otros momentos. Bajtin identifica distintos tipos de enunciados a los cuales les da el nombre de “géneros discursivos” como “…tipos relativamente estables de enunciados” (Bajtin, 1999: 4), es decir, discursos que se van estandarizando y que circulan socialmente de acuerdo con convenciones más o menos pautadas y que pueden identificarse y diferenciarse unos de otros. Lo que los géneros discursivos permiten a quienes interactúan, es ubicarse con respecto a la pertinencia de las formas que han de usar en esa situación social. Hemos tomado este aporte también para analizar nuestros intercambios, puesto que partimos de suponer que en la Mesa Colectiva se irían usando y/o creando géneros discursivos (propios de los ámbitos de pertenencia de los participantes y de producir pautas culturales propias específicas de la Mesa Colectiva). El significado de la forma que adquieren los enunciados se vincula a su vez con su lugar en una secuencia, ya que su forma (por ejemplo, una pregunta) no necesariamente determina su sentido. Así, una pregunta puede ser una advertencia o una evaluación (por ejemplo “¿estás escuchando?” como llamado de atención), o una pregunta efectivamente por el sentido manifiesto (“¿estás escuchando?” para confirmar si el audio es bueno o la acústica de la sala permite la comunicación). También cada intervención o turno puede interpretarse de diferentes maneras según el género discursivo en que se produce y la situación social en que ese género discursivo tiene lugar.
tar los tipos de intercambios que ocurren allí. Así, si bien la Mesa Colectiva tiene, por ejemplo, un enfoque educativo (ya que todos nos proponemos enseñar y aprender algo en vinculación con todos los demás participantes), sus interacciones no se rigen por las pautas culturales de espacios educativos formalizados en instituciones escolares y, de esta manera, los géneros discursivos difieren de los que podríamos encontrar en aulas de instituciones formalizadas. Así partimos de analizar tanto documentos donde la habíamos definido (por ejemplo, la invitación realizada a los participantes) como los transcriptos de los encuentros que transcurrieron entre 2012 y 2013, a partir de los cuales realizamos un mapeo semántico-temático de los contenidos trabajados en cada encuentro. Mapeo semántico-temático de los encuentros de Mesa Colectiva Fecha
Temas / Significados Producidos Colectivamente
30-302012
Presentación de conceptos en torno a la autonomía como proyecto. Presentación de experiencias a cargo de miembros participantes. Intercambio con audiencia en distintos puntos del mundo.
27-04-12 Generación e intercambio de preguntas de investigación por grupo. Análisis de la fotografía como documento para conocer a cada grupo.
Análisis Para poder analizar las interacciones en Mesa Colectiva nos vimos, primero, en la necesidad de definirla como tipo de situación social para poder interpre-
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1-06-12
Repaso y ajuste de las preguntas propuestas. Intercambio abierto a partir de este repaso y ajuste. Identificación de qué preguntas surgen como comunes a todos los grupos. Revisión de conceptos eje que guían la propuesta de trabajo: aprendizaje, proyecto de autonomía, autogestión, creación Revisión de qué significa trabajar con los registros y qué constituye evidencia para analizar nuestras propias preguntas. Revisión de registros (escrito y video grabado de una de las organizaciones)
31-08-12 Discusión sobre la posibilidad de que nuevas organizaciones integren la Mesa. Proyección de cortos audiovisuales para trabajar sobre algunos temas que se están mencionando en la Mesa (el diálogo, la comunicación, la asunción de tareas, la imposición de ideas o el pensamiento crítico). Lectura de bibliografía para trabajar cuestiones de metodología (enfoque etnográfico y enfoque histórico). Revisión de registros y conexión con las preguntas planteadas por la organización de la cual se leyó el registro.
29-06-12 Lectura de un texto como disparador para trabajar temas ligados a las tomas de decisiones y a diferentes usos del lenguaje en relación con el poder. Revisión de registros escritos y audiovisuales. Relación entre el material de los registros y las preguntas planteadas por cada grupo. Evaluación de la jornada de trabajo.
28-09-12 Revisión de registro- Conexión con preguntas. Lectura de bibliografía que trabaja sobre la experiencia de UMI. Conexión entre conceptos que surgen de la lectura del registro con los conceptos teóricos orientadores del proyecto (idea de independencia y autogestión, idea de mutualidad y paridad). Proyección de un fragmento de un programa humorístico que trabaja sobre la idea de los hippies. Lectura de bibliografía que plantea cuestiones sobre el hippismo.
4-08-12
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Lectura de bibliografía para pensar el contexto social actual de los grupos autogestionados (época de falta de compromisos, hipermovilidad, falta de pertenencia a los lugares). Reflexionar sobre conceptos centrales de la obra de Castoriadis que están presentes en la práctica de los grupos autogestionados. Revisión de registros.
26-10-12 Establecer posibles eventos de las organizaciones que los participantes de la Mesa Colectiva puedan ir a observar para hacer registros. Presentación de una nueva organización que va a participar de la Mesa.
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30-11-12 Presentación de cada una de las organizaciones a través de una fotografía. Clínica con las organizaciones que participan de la Mesa, guiada por un especialista externo. Dinámica para realizar un regalo a otra organización (“amigo invisible”). 14-12-12 Repaso de lo trabajado durante el año en cada uno de los encuentros de la Mesa. Dinámica para reflexionar acerca del impacto que tuvo en cada una de las organizaciones lo que se trabajó en la Mesa Colectiva. Planteo de alternativas para realizar las observaciones cruzadas entre grupos. Proyecciones y deseos para la Mesa Colectiva para el siguiente año. Regalos de fin de año (amigo invisible). 5-042013
Proyección de fragmentos audiovisuales de la última Mesa Colectiva del año anterior y de una actividad realizada en conjunto entre dos de las organizaciones que participan de la Mesa. Esta actividad además fue registrada en formato audiovisual por otra de las organizaciones. Técnica de “presentaciones cruzadas” entre organizaciones. Lectura de un artículo escrito de forma colectiva por varios integrantes de la Mesa. Propuesta de reflexionar a partir de esta lectura.
3-06-13
Proyección de un fragmento del registro audiovisual de la mesa anterior para pensar la dinámica de la Mesa colectiva. Trabajo de discusión abierta (intercambio y análisis) sobre el eje de tareas asumidas en los grupos y no cumplidas por algunos de sus participantes.
Un análisis etnográfico de este mapeo permitió dar cuenta de las modificaciones y continuidades de las pautas discursivas en el propio devenir de la Mesa. De esta manera, encontramos que: • Si bien en las primeras reuniones se identifican presentaciones expositivas y didácticas (de conceptos, de formas de realizar análisis, de maneras de realizar registros) realizadas por la organización convocante de la Mesa (ligadas a una pauta didáctica), a partir del sexto encuentro, esta pauta parece disminuir y se abre más espacio para la discusión, el intercambio, las traducciones. • Durante 2012 se ha reflexionado sobre las prácticas de auto-gestión que se dan en los grupos a partir de la lectura y discusión de registros etnográficos de las experiencias. Estos registros habían sido realizados por la organización convocante de la Mesa. Sin embargo, a partir de 2013 ya no se reflexiona solamente sobre registros realizados por esta organización, sino también con registros generados por las otras organizaciones o bien sobre los propios registros que documentan audiovisualmente qué sucede en la Mesa. • La propuesta central de los encuentros consiste en aprender a reflexionar sobre las prácticas de nuestro propio grupo y de los otros que participan de la Mesa. Esto se ha consolidado hacia el fin del primer año de trabajo cuando incluso se realizó una re- 259 flexión acerca del posible impacto que puede tener lo que se realiza en esta Mesa hacia el interior de los grupos. Este movimiento implicó un aprendizaje acerca de los distintos “contextos de resonancia” de los aprendizajes (Erickson). • Identificamos 4 tipos de géneros discursivos preponderantes a lo largo del tiempo: presentaciones, intercambios, traducciones y lecturas. Acerca de los géneros discursivos analizamos que: • si bien son tipos distinguibles, son muy permeables
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entre sí; • cada uno de ellos, para conformarse, apela a variados recursos lingüísticos, para-lingüísticos, retóricos, kinésicos y gestuales; • cada tipo de género discursivo a su vez se presenta con variantes (situación que puede verse en la siguiente tabla); • la preponderancia de cada uno de ellos ha variado a lo largo del tiempo.
Intercambios Abiertos
En forma de diálogos múltiples (multidiálogos), sin consigna u orientación previa. La interacción suele ser veloz, acompañada de humor e inflexiones tonales que implican significados compartidos en ese momento y lugar por su especificidad interactiva.
Orientados
A partir de una consigna o de una lectura en voz alta. Suelen ser intercambios ordenados, con intervenciones pausadas y no muy veloces.
Tabla 1. Géneros discursivos y recursos identificados en los encuentros de Mesa Colectiva. Géneros
Recursos lingüísticos y para-lingüísticos
discursivos
Presentaciones
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Como reflexión Reflexión desencadenada a partir del planteo iniciado por un miembro de otro grupo. Combinan formas interactivas variadas (según el tópico, la interacción puede ser más parecida al intercambio abierto o al orientado).
Presentaciones expositivas
Explicación sobre algún aspecto trabajado. Exposición oral. A veces apoyada en recursos visuales. Se usa el cuerpo de manera específica: el expositor/a suele estar parado/a y, si está sentado, habla para el resto involucrándolos a todos con su mirada.
Presentaciones expositivas didácticas acerca de conceptos y lecturas
Explicación sobre una lectura o concepto de un autor que se produce por parte de quien conoce mejor el texto o concepto. La mayoría de las veces ocurre con un soporte visual (por ejemplo, un papel donde se anotan esos conceptos).
Lecturas
Presentaciones institucionales
Presentación oral sobre el trabajo de cada grupo, sus orientaciones, su historia. El cuerpo y la gestualidad, la entonación y la elección lexical, juegan un papel importante en la forma retórica.
Lecturas de registros etnográficos
Informativos
Lecturas de materiales bibliográficos
Se comparte información sobre eventos, acciones, recursos o se realizan anuncios y pedidos. Se parecen en su forma enunciativa a las presentaciones expositivas. En voz alta, en forma conjunta, tomando turnos para la lectura.
“Lecturas” de Audiovisual o fotográfico: el texto no material visual está escrito, sino que es imagen. En voz alta, en forma conjunta, tomando turnos para la lectura.
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Traducciones Traducción
De 2 tipos: de conceptos teóricos y de experiencias de cada grupo, ambos siendo aspectos que no son compartidos por los demás miembros de Mesa Colectiva y precisan explicitarse. La traducción estuvo, durante los primeros 10 encuentros, más presente por parte de la organización convocante de la Mesa. A partir del encuentro 12, se la identifica distribuida entre todos los participantes.
A partir de estos resultados, produjimos análisis de secuencias para describir, analizar e interpretar los contenidos trabajados (en presentaciones, intercambios, traducciones y lecturas), las formas interactivas que se construyeron y las relaciones entre contenidos y prácticas discursivas. De esta manera, procedimos a interpretar qué constituye aprendizaje desde una perspectiva situada contextualmente, y no como una evaluación de criterios preestablecidos. Este modo de proceder es netamente antropológico y se apoya en nuestro conocimiento de conceptos y técnicas etnográficas y sociolingüísticas. A continuación, presentaremos en detalle el análisis del primer género discursivo (las presentaciones), mientras que pondremos sólo algunos ejemplos de los demás géneros (intercambios, lecturas y traducción). La presentación institucional: Los participantes recurren a este género para reflexionar sobre la identidad del grupo e incluso reafirmarla. Cuando analizamos los transcriptos identificamos que el género presentación institucional ocurría en casi todos los encuentros. Interpretamos que esta situación se debe a: • que si bien las organizaciones son las mismas, las personas que asisten por cada organización pueden variar;
• el propósito de auto-reflexionar sobre sus objetivos y sobre los fundamentos políticos de la organización. Por ejemplo: Carlos [de El Gomero]: “Si bien el comedor es del 2002, nos caracterizamos por una lucha más dura, más de denuncia pública, más política, el comedor tiene una connotación más, esencialmente, de denuncia política de un estado de situación (…). Después empezó a venir mucha más gente a ayudar y muchos de ellos hoy están también. Son gente mayor, que no tienen una…vienen por el deseo de colaborar, de ayudar y son valiosísimos y están muy consustanciados con el comedor, pero no les pidas otra cosa que no sea nada más que eso. Entonces la estructura del comedor se fue modificando, se fue suavizando, sin perjuicio de que algunos de nosotros tenemos nuestra actividad y la seguimos ejerciendo. Algunos tienen militancia política, yo no la tengo, en este momento por lo menos, porque quiero ser imparcial para sostener el comedor, me permite moverme mejor no tener un color político definido en este momento. (…) En realidad la persona que está en la calle está muerta, no tiene futuro, no tiene destino, salvo el recibir un poco de afecto de alguno, y es muy difícil recuperarlo después, ya está perdido prácticamente; y nosotros nos dedicamos mucho a ese sector, esencialmente esa es la idea.” (AMC, 27 de abril de 2012) Horacio de Proyecto 7 explica: “La nuestra es una organización que tiene la particularidad de que se formó en la calle, cuando alguno de nosotros dormíamos en la puerta de la biblioteca del Congreso, hace ya unos cuantos años. Actualmente, está compuesta con gente como yo que estuvo en situación de calle y otros que están actualmente en situación de calle.” (AMC, 26 de octubre de 2012).
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“Juan Martín dice que UMI es una Asociación Civil sin fines de lucro que en líneas generales trata de generar mejores condiciones para los músicos, en especial para los músicos auto-gestionados. Esto implica cuestiones específicas que tienen que ver con convenios y otras cuestiones que son más macro, por ejemplo, el proyecto de Ley de la Música, que si bien no es iniciativa exclusiva de la UMI, tuvimos una parte protagónica.” (AMC, 30 de noviembre de 2012).
En tanto estas presentaciones institucionales se realizan de forma reiterada y espontánea y los interlocutores somos personas que ya sabemos cuáles son las tareas principales de los grupos y sus orientaciones políticas e ideológicas, se puede pensar que este género discursivo no se usa tanto para recordar a los demás qué es lo que hace el grupo sino para reflexionar con otros sobre su identidad: ¿quiénes somos? ¿qué hacemos? ¿cuáles son nuestras motivaciones? ¿hacia dónde vamos? A partir de reconocer la posibilidad que brinda este tipo de presentaciones (es decir, de reconocer una doble función: la de efectivamente presentar el trabajo y la de reflexionar sobre el mismo), este género se aprovechó en la Mesa Colectiva al inicio de las actividades del año 2013. Se propuso a los miembros participantes que cada uno presentase a otro grupo, como puede verse en el fragmento 262 a continuación: Amalia: “¿Quién quiere presentar al FOL?” Mariela dice que ella puede decir algo y que después completen. Ana: “Adelante” Mariela: “Es Frente de Organizaciones en Lucha que son varias…el FOL engloba varias agrupaciones en donde algunas tienen que ver con planes de trabajo y otras que ellos mismos generan. Hay bibliotecas, taller de costura, diferentes cosas. A su vez, también es una organización política, así que participan ac-
tivamente en marchas y mesas en donde todos los viernes los dirigentes del FOL se reúnen y debaten situaciones que pasan en los lugares que dependen del FOL”. Ana dice que ahora es el momento para que todos los que no son del FOL, si queremos, agreguemos algo. Mariano dice que es llamativo que al tratarse de tantas personas y organizaciones, trata de conectarse con el sistema en cuanto a la legalidad como cooperativa, trata de adoptar algunas de las formas instituidas que existen como para acomodar su forma de trabajo, que por ahí no es la que clásicamente plantea nuestra sociedad, el sistema de producción capitalista. (AMC, 5 abril 2013)
La secuencia se inicia con una consigna formulada como un interrogante: “¿quién quiere…?”, que en este caso tiene el valor de enunciado afirmativo (y no de pregunta realmente): “el próximo paso es presentar al FOL y, entre los presentes, alguien lo hará”. Mariela toma la palabra pero a su vez sugiriendo una modificación colaborativa: otros podrían completarla. Ana reafirma la intención: “Adelante”. Luego de que Mariela comente su perspectiva, Ana nuevamente reafirma lo sugerido antes (“que después completen”) y Mariano toma la palabra. Su reflexión es claramente interpretativa de la actividad del FOL, situación que es interesante de destacar para ir proporcionando evidencia de cómo se ha ido produciendo un conocimiento colaborativo a lo largo de las sesiones de Mesa Colectiva. Es decir, la intervención de Mariano no puede desprenderse directamente de la intervención de Mariela, ya que su reflexión en realidad es producto de un conocimiento que se fue generando a lo largo de 12 meses de trabajo y de encuentros sucesivos. Además, propone un tema para pensar que, si bien se enuncia como una afirmación, podemos traducirlo analíticamente a un interrogante que muchos de estos proyec-
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tos constantemente se realizan: ¿cómo se hace para continuar existiendo como organización de un modo auto-gestionado que nos parezca bien a nosotros, con nuestros criterios solidarios y cooperativos, y que a su vez se acomode o no rompa la norma fijada por un estado que tiene otra orientación (capitalista)? En el fragmento que se presenta a continuación (que tiene lugar el mismo día) se observa una pauta parecida: se produce un enunciado descriptivo (qué es INCLUIR como organización), se completa por parte de otro participante, y luego Mariela produce una reflexión que trae al presente interactivo un conocimiento producido en un momento muy anterior (había ocurrido hacía un año): Mariano: “INCLUIR es una organización que se preocupa por el desarrollo aportando desde el lado de la investigación y con algunas especializaciones en lo que es audiovisuales y ese tipo de cosas, aparte de teorizar, insertándose en experiencias de cambio social, eso es interesante” Néstor: “Sumo a eso, en la línea que vos decís, esto de que lo que le interesa son lógicas auto-gestivas, que vayan en la línea de la autonomía y que rompan con las lógicas de organización capitalistas y tradicionales.” Empiezan a hablar Mariela y David juntos. Mariela pide perdón, David le consulta qué quería agregar. Mariela: “Lo que iba a agregar es que cuando nos presentamos con fotos ustedes habían puesto una foto que era que iban caminando por el campo y hablaban de esa foto interpretándola como que era el trabajo de campo. Y me parece que lo importante de INCLUIR, más allá de lo teórico, es el trabajo de campo y esto de alguna manera sería parte de eso: ustedes no solamente forman parte de la organización sino que forman parte de estas agrupaciones, a veces contándonos cosas, explicándonos, y a veces observándonos”. (AMC, 5 abril 2013)
Además, esta secuencia deja ver la importancia que los participantes de Mesa otorgan a la lectura de textos distintos (es decir, no solamente escritos, sino también, en este caso, fotografías o, en otros casos, textos orales producidos por otros participantes en momentos anteriores de trabajo conjunto). El análisis de este género discursivo permite dar cuenta de la manera en que se va produciendo aprendizaje de forma reflexiva, acumulativa y colaborativa entre los integrantes y sobre sus propias organizaciones y las demás que participan de la Mesa. Las presentaciones expositivas y las presentaciones didácticas sobre conceptos y lecturas: En tanto una de las propuestas de la Mesa Colectiva es transmitir conocimientos en torno a las maneras de documentar las experiencias de forma tal de generar la reflexión basada en un análisis previo, en algunos momentos quienes ofician de coordinadores generan presentaciones y exposiciones didácticas sobre determinados temas. La Mesa colectiva fue diseñada originalmente como un dispositivo de investigación colaborativa, por lo tanto, este tipo de presentación y exposición didáctica está estrechamente entrelazado con el objetivo de contar con herramientas y conceptos que permitan documentar, investigar y analizar el propio grupo autogestionado y los demás grupos que participan de la 263 Mesa. A continuación, un ejemplo: Ana Inés: Esto que acaba de hacer Amalia sería lo que este autor que yo les comenté que se llama Gastaminza sugiere hacer en primer término, que es mirar qué veo [en la fotografía], describir en detalle, porque ese detalle nos puede, a lo mejor, después ayudar a pensar qué pueden querer decir esos elementos. (…) Cuando nosotros trabajamos con series documentales fotográficas buscamos primero hacer esta descripción como para estar atentos a qué índices o qué signos hay en la foto que a lo mejor nos remitan a
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pensar que puede ser información, porque sino ni siquiera podemos pensar que es información. Algo que podríamos trabajar con esta foto sería una cuestión que en El Gomero [la experiencia a la cual se refiere la fotografía que se está analizando] siempre está presente qué tipo de vajilla usar [para dar de comer a los asistentes del comedor] y porqué, una serie de cuestiones que hacen a la tarea de El Gomero que estarían codificadas en esta foto y que, en principio, si uno se saltea ese primer paso a lo mejor ni siquiera se da cuenta de eso y podría perderlo como dato. (AMC, 27 de abril de 2012)
También se realizan presentaciones expositivas sobre conceptos centrales del proyecto de investigación que encuadra la propuesta de trabajo de la Mesa Colectiva:
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Ana Inés retoma la idea de Castoriadis acerca de la creación de instituciones: la obra institucional sería la creación, la construcción, que es una capacidad de pensar y hacer “otra cosa”. Esto es porque hay una capacidad natural en el ser humano que es la imaginación radical. Esta es su tesis fundamental. Una de las grandes preguntas de Castoriadis es acerca de la creación institucional y acerca de las relaciones de fuerza que existen en diferentes momentos históricos que permiten nuevas creaciones y que transgreden “lo dado” y permiten construir otra cosa. (AMC, 4 de agosto de 2012)
En el análisis de las secuencias de interacción que contextualizan a las presentaciones expositivas y didácticas, se observa que éstas siempre están precedidas por otros eventos discursivos tales como por ejemplo lecturas (de un texto bibliográfico o de notas de campo sobre las organizaciones), intercambios reflexivos, o inclusive actividades donde los participantes responden a alguna consigna (por ejemplo, a partir
de haber escuchado la lectura en voz alta, producir un texto breve que permita vincular dicha lectura con sus ideas y el trabajo específico de la organización). Se interpreta, así, que la exposición pedagógica introduce conceptos dentro de un marco de trabajo donde ya se vienen, de alguna manera, anunciando esos conceptos, y no al revés. Es decir, no se parte de una exposición pura y aislada de conceptos para luego pasar a otro punto de trabajo, sino que los conceptos se “traen” o introducen en la secuencia de interacción de acuerdo a cómo, quienes ese día coordinan la Mesa, interpretan que pueden servir a los efectos de debatir algo que se comenta o de puntualizar algo que se acaba de hacer. Un análisis de los encuentros de Mesa Colectiva en forma diacrónica, indica que las exposiciones de este tipo tuvieron una pauta estable (con respecto a lo ya indicado acerca del momento en que se introducen y con qué cometido) durante la primera mitad del año 2012, tal como lo demuestran los ejemplos seleccionados que se corresponden con el segundo y quinto encuentro de Mesa. También fue estable quien realizó las intervenciones de este tipo con más frecuencia (la investigadora del sistema de C y T con más experiencia en ese tipo de intervenciones). De este modo, proponemos como interpretación que el resto de los participantes parecía aceptar que dicha pauta discursiva era adecuada, aún cuando en todos los encuentros se buscaba reafirmar el carácter de aprendizaje colectivo y enseñanza mutua que tiene la Mesa como potencial. Sin embargo, como mencionamos más arriba, al iniciarse el año 2013, esta pauta comienza a cambiar: las presentaciones, acompañadas en algunos casos de textos escritos para referencia, comienzan a estar en boca de los participantes de otras organizaciones. Atribuimos este cambio a que: • explícitamente, durante 2012, se evaluó modificar la “coordinación por parte de una organización sola” hacia la coordinación conjunta;
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• para 2013 ya llevábamos un año trabajando juntos y la confianza en los aportes mutuos y colectivos parecía cimentada; • los integrantes de todas las organizaciones fueron generando, acumulando y poniendo en juego conocimientos sobre los conceptos y formas de registrar y analizar las prácticas de los grupos. Los intercambios: Tal como mostramos en la Tabla 1, dentro de este género discursivo, encontramos a la reflexión. Un análisis del modo en que esta reflexión toma lugar en Mesa Colectiva se produjo ya en un escrito colectivo y se lo caracterizó como un tipo de género discursivo que permite “mirarse y ser mirado por otros” en una suerte de condición de espejo, por lo cual no se lo desarrolla aquí en detalle (Mesa Colectiva de Trabajo, en prensa). Dejamos apuntado que la reflexión conlleva a la formulación de preguntas por parte de los participantes con la finalidad de compartirlas con los demás, por lo cual puede identificarse como un género prototípico de la investigación colaborativa. La reflexión permite poner en juego un proceso de pensamiento abierto (Miranda, 2010) hacia los demás participantes de la Mesa. Quien reflexiona, al ponerle voz a su pensamiento, comparte con los demás cómo va realizando su proceso de aprendizaje, lo cual se vuelve relevante para la Mesa como dispositivo de investigación colaborativa. Respecto a los demás tipos de intercambios mencionados en la Tabla 1, sólo mencionaremos que las formas de diálogos múltiples, superposiciones, como también las intervenciones divergentes, comienzan a observarse de forma recurrente a partir de los primeros seis encuentros. Esto puede estar dando cuenta de la incorporación por parte de los participantes de una pauta de interacción que, a esa altura de los encuentros, ya se distinguía notoriamente de otros espacios institucionalizados de aprendizaje, a pesar de ser también el espacio de la Mesa un espacio destinado a
aprender con y de los otros. Lecturas: Otro de los géneros discursivos que cobran importancia en Mesa Colectiva, y que constituye un modo de construir conocimientos específicamente desarrollados en este espacio, es el de la lectura; particularmente, la lectura de registros (escritos, fotográficos y audiovisuales). Damos a continuación un ejemplo de sólo uno de los tipos de lecturas mencionados en la tabla 1: Lectura de registros etnográficos sobre las experiencias: Es una dinámica que consiste en leer registros escritos, audiovisuales o fotográficos de las experiencias que forman parte de la Mesa. Estos registros han sido generados mayormente por miembros del equipo de INCLUIR que es quien ha convocado a esta Mesa, pero algunos han sido también generados por otras organizaciones o son parte de sus archivos. Luego de la lectura colectiva de los registros en voz alta, o de visualizarlos conjuntamente, se invita a los participantes de la experiencia de la cual se desarrolló el registro a identificar en ese material algún tipo de evidencia que permita responder a las preguntas de investigación que estamos trabajando. De esta manera, los grupos comienzan a familiarizarse con algunas tareas centrales de la investigación relacionadas con el trabajo, el material empírico y la búsqueda en ese 265 material de indicios que permitan relacionarse con preguntas. Las traducciones: Como se mencionó en la Tabla 1, existen dos tipos de traducciones. Una de ellas está estrechamente ligada a la presentación expositiva o didáctica, ya que implica una reposición de sentidos que tal vez no son compartidos por todos los integrantes de la Mesa. A continuación puede verse un ejemplo de este tipo de traducción:
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Pablo está leyendo un fragmento del artículo escrito de forma colaborativa por algunos de los integrantes de la Mesa. En un momento lee con dificultad la palabra “parrhesía”, Ana se levanta y dice “hay que explicar”, Amalia dice que es “hablar con el corazón en la mano”, David dice que es como la franqueza absoluta: “uno habla y dice todo lo que piensa”, Mariano dice que sería “honestidad brutal”. (AMC, 5 de abril de 2013).
El otro tipo de traducción se refiere a cuando alguna de las experiencias intenta “traducir” algo que ocurre en un grupo para trasladarlo al grupo propio. Por ejemplo:
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Carlos dice que él se acuerda que, en una reunión, él preguntó qué es UMI y qué es UMIRED, “…y creo que todavía no lo entendí del todo”. Dice que le costó entender la diferencia entre uno y otro, quién es quién, quién es más importante. Juan Martín dice que UMI es más importante. Ana agrega que UMI es el “colectivo madre”. Juan Martín agrega: “UMI es la institución y UMIRED es un grupo dentro de UMI”. Agustina dice: “…es lo que sería como una comisión para el FOL” Juan Martín dice que sí. Carlos dice que su confusión viene de la palabra “red”, porque da la sensación de que es algo amplio. Le dice a Juan Martín que suena contradictorio. Amalia le dice a Juan Martín que la red da la idea de algo más grande. Carlos interrumpe y dice que es “…como si UMI integrara una red” Ana agrega: “…eso sería la FAMI para ustedes, la Federación (lo señala a Juan Martín)”. (AMC, 14 de diciembre de 2012)
En esta interacción, cada uno de los participantes va
reponiendo y a su vez estableciendo contrastes con lo que entiende por “red” y por “grupo madre”, aplicando estas categorías para comprender el funcionamiento de los demás e interrogarse sobre las formas de organización propias. Conclusiones A partir del análisis realizado, estamos en condiciones de apuntar una serie de cuestiones de orden metodológico, del enfoque de trabajo y de índole teórica. Metodológicamente nuestro análisis ratifica que: • es pertinente una metodología que prevea la documentación de interacciones en formato audio-visual, pero que no termine en ese paso y que se complemente con otros registros; • los pasos metodológicos que continúan son igualmente relevantes: construcción de transcriptos de las interacciones, producción de mapeos semántico-temáticos, diagramación de otros instrumentos de análisis e interpretación pertinentes para el tipo de análisis que se plantea (por ejemplo, identificación, descripción y análisis de géneros discursivos). Estas herramientas tienen en común hacer visibles los usos del tiempo y del espacio y los encadenamientos semánticos producidos por los participantes, haciendo posible, de esta manera, afirmar que los participantes somos “contexto” para los demás. En relación al enfoque de investigación, nuestro análisis ratifica la importancia de los procesos asociativos en los grupos de trabajo y reflexión. Procesos que, hemos demostrado en los casos analizados, no se construyen simple y solamente a partir de una interacción cara-a-cara en ese momento-y-lugar, sino a través del tiempo, en sucesivas interacciones y con elementos que además provienen de los procesos etnográficos. Sostenemos como indispensable identificar y tratar ese material desde perspectivas combina-
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das que permitan destacar los tipos de asociaciones que es posible producir (por ejemplo, psicoanálisis combinado con etnografía y sociolingüística; teoría del conocimiento vinculada a procesos de aprendizaje como textura asociativa, etc.). Si bien en este escrito no se ahonda en ese sentido, se deja un indicio suficiente para ser retomado. En el plano de la teoría, respecto a la mirada etnográfica colaborativa, al compartirse en Mesa Colectiva una innumerable cantidad de material a partir de las observaciones con mirada antropológica, se construye un acervo que se socializa explícitamente. Creemos que este aspecto distingue tanto a la calidad de los procesos reflexivos que tienen lugar en Mesa Colectiva, como a la propuesta de investigación colaborativa. No es frecuente que estas orientaciones tomen lugar en el campo de la ciencia y técnica en Argentina (y, por lo que conocemos, tampoco en el resto del mundo, hallándose pocas excepciones). Algunos planteos sobre la investigación colaborativa (Colectivo PR, 2004; Malo, 2004), si bien se proponen conjugar la colaboración de quienes tienen experiencia en investigar con quienes tienen experiencia en producir hechos políticos u organizacionales, identifican una suerte de límite muy claro en la posibilidad de que el conocimiento se sistematice, comparta y circule. Creemos que la evidencia presentada en nuestro análisis sostiene una posibilidad de trabajo innovadora. Cuando se comienza un trabajo etnográfico, la iniciativa suele tomarla un investigador/a, inserto en algún entramado institucional vinculado al conocimiento universitario o académico, y con intereses relacionados a su propio desarrollo profesional. En ese sentido, por ejemplo, la etnografía —aunque tenga carácter colaborativo— difiere marcadamente de otros enfoques de trabajo con grupos humanos, tales como el psicoanálisis de grupos y/o la psicología institucional, puesto que los profesionales de estas áreas suelen
comenzar un trabajo si -y solamente si- los grupos o instituciones demandan una intervención o producen una consulta. Sin embargo, lo que en psicoanálisis o psicología institucional aparecería más nítidamente identificado como una demanda (de un paciente, o de un grupo o de una institución), en nuestra experiencia -con el enfoque de la etnografía colaborativa- aparece como propuesta, a veces (por ejemplo, que participemos juntos de algún reclamo político), como demanda, otras veces (por ejemplo, que algún grupo solicite intervención en su dinámica de organización o una asesoría técnica ad honorem), y como colaboración neta, en otras ocasiones (por ejemplo, que se formulen interrogantes y problemas en común, que se revisen conjuntamente los métodos para trabajar sobre esos interrogantes, etc.). Nuestro enfoque parte de suponer que en la colaboración se ponen a disposición distintos tipos de conocimiento y que ponerlos en relación puede resultar beneficioso para las partes que colaboran. La colaboración etnográfica se entiende como una asociación en el tiempo para producir conocimiento nuevo y diferente (al que teníamos o tendríamos cada uno por separado), con unos fines específicos iniciales para cada una de las partes que colaboramos (enunciados en forma de interrogantes, como ya dijimos) y que se modifican en el tiempo según la misma dinámica que la colaboración vaya marcando. Pero a la vez también 267 se resaltan en esta asociación unos fines en conjunto: en primer término, explicitados laxamente como colaboración, y que luego toman las formas que resultan posibles que tomen según cómo se colabore efectivamente. La combinación entre la metodología, la teoría y el enfoque, apuntado más arriba, nos permite afirmar que, en lo que respecta a las formas que asume la interacción, hay una variedad de géneros discursivos que se fueron estableciendo y que se usan recurrentemente y permanecen más o menos estables. Dichos
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géneros reconfirman la naturaleza específica de la Mesa Colectiva en tanto dispositivo útil para proponer y llevar adelante un análisis crítico y reflexivo. Este dispositivo, además, se asienta en la convivencia de la heterogeneidad, la cual se constituye porque existen: • variedad de organizaciones • diferencia de trayectorias y experiencias personales • diversidad de formas discursivas y recursos La variedad, diferencia y diversidad permiten que los participantes puedan “cruzar” a través de los géneros discursivos y las formas. En otros ámbitos o situaciones sociales, estos aparecen más nítidamente diferenciados y tienden a constituirse en marcadores de poder (Gumperz, 1982; Heras, 2002). O bien, por el contrario, el cruce de géneros puede constituir una violación de las normas tácitas esperadas para el intercambio (como ya lo hubiera señalado en forma muy pionera Bajtin, 1999) y más tarde lo retomarán todos los que se enmarcaron en la corriente de la sociolingüística de la interacción anglosajona (Gumperz; Hymes; Cook Gumperz, Green, entre otros). En Mesa Colectiva, estos parecen poder ponerse a disposición de los participantes bajo el efecto de la traducción, si268 tuación que explicita la diferencia y pone a operar su capacidad de expansión. Como lo hemos visto operativamente más arriba, llamamos traducción a la capacidad de presentar, entre los participantes, equivalencias de sentido que permitan una comprensión pero tomando como punto de inicio que existe una diferencia posible de sentido, interpretación y género discursivo. A partir de elaborar continuamente dichas traducciones, es posible en Mesa Colectiva producir conocimiento conjunto sobre contenidos que interesan a la auto-gestión concreta de las organizaciones presentes.
Dichos contenidos son: • qué constituye “la igualdad” • cómo se producen las tomas de decisiones en los grupos • qué aportan las diferencias y la alteridad en los grupos • qué formas organizacionales resultan las más coherentes para los grupos auto-gestionados. Es importante señalar que las traducciones que constantemente producimos en Mesa Colectiva ocurren porque se toma como dato evidente que “igualdad”, “tomas de decisiones en paridad” o “diferencias internas”, no son lo mismo en cada organización. Sin embargo, se toma también como dato, refrendado continuamente a lo largo de los encuentros, que estos contenidos forman parte de un núcleo de significado importante para continuar develando e investigando en la auto-gestión cuando se piensa desde la perspectiva de proyecto de autonomía. La documentación y análisis implicados en este escrito (video-grabación, transcriptos y herramientas de mapeo) permiten poner en evidencia que el contenido de las discusiones está influido por las intervenciones de quienes se sientan a la Mesa y por las lecturas (de imágenes, textos narrativos sobre las experiencias como notas etnográficas, documentos de archivo), pero también por situaciones ocurridas en otros momentos y lugares (que forman parte de los acervos que traen los participantes y que se ponen en juego junto a los demás). Estos niveles heterogéneos de recursos puestos a disposición colectivamente, van conformando, a su vez, contenidos de trabajo que de otra manera no podrían estar a disposición de los participantes. Los géneros discursivos de la presentación institucional, el intercambio, la traducción, la lectura, y la reflexión, dan cuenta de una disposición hacia la construcción de conocimiento con otros. Des-
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de un punto de partida teórico, la igualdad entre los miembros de grupos auto-gestionados, la posibilidad de interrogación que permite crear lo que aun no está dado, la construcción de significados compartidos (como algunas de las dimensiones propias de los proyectos de autonomía), se materializan y, por lo tanto, pueden documentarse e interpretarse en las formas que adquiere la interacción en la Mesa.
Notas 1. El proyecto tiene dos líneas de trabajo, ambas con el eje común de “Proyecto de autonomía y su relación con la auto-gestión”. Una se denomina “Aprendizaje y creación” (financiada por la ANCyPT, PICT0696) y la otra se denomina “Aprendizaje y percepción de la diferencia” (PIP CONICET 0087). 2. Además ambas somos investigadoras del CONICET, el órgano nacional de ciencia y tecnología. 3. Usamos la expresión análisis mutuo inspirándonos en el concepto acuñado por Sàndor Férenczi. Si bien dicho concepto refería a la posibilidad de establecer este tipo de enfoque en el vínculo terapéutico, nosotros lo tomamos en el sentido de análisis de los aprendizajes producidos por nuestras organizaciones que pueden beneficiarse de la perspectiva de los otros que analizan la práctica con nosotros. 4. Un aspecto muy desarrollado en la obra de Castoriadis y que también había sido explorado por Vygotsky y Wallon, puntualmente cuando se interesaron por entender el papel de las herramientas como mediaciones en el quehacer humano. También es un aspecto presente a lo largo de la obra
de Hannah Arendt, quien lo toma, a su vez, de algunos planteos de Kant. Ver Zerrilli (2005) para un detalle. 5. Para ver diferentes formas de análisis de turnos de habla, concurrencias y co-ocurrencias consultar Castanheira, Crawford, Green & Dixon, 2001.
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autonomía como proyecto, utilizando el enfoque de la etnografía y la sociolingüística de la interacción. E-mail: heras@irice-conicet.gov.ar María Amalia Miano Argentina. Doctora en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Magíster en Antropología Social por la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Afiliación institucional: Instituto Rosario de Investigación en Ciencias de la Educación, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas e Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano. Área de especialidad: Educación, Comunicación y Antropología. E-mail: miano@irice-conicet.gov.ar
Registro Bibliográfico: Heras Monner Sans, Ana Inés y MIANO, María Amalia. “Sociolingüística y etnografía. Análisis de interacciones en la Mesa de grupos auto-gestionados” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 251-271. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Identificación de los autores: Ana Inés Heras Monner Sans Argentina. Doctora y Magister en Educación por la Universidad de California. Profesora Nacional de Educación Física. Investigadora Independiente del CONICET- IRICE (Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación) e INCLUIR (Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano). Especialista en sociolingüística de la interacción y etnografía aplicadas al estudio de procesos sociales. Trabaja temas relacionados con los aprendizajes generados en grupos autogestionados que se orientan por las significaciones de la
Fecha de recepción: 16-07-2013 Fecha de aceptación: 24-09-2013
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Haciendo TV en Jujuy Por Ivan Gustavo Lello iglello@gmail.com / Universidad Nacional de Jujuy. Argentina.
Sumario:
Summary:
¿Cuáles son las condiciones de producción de la televisión en Jujuy según la perspectiva de diferentes actores vinculados al campo audiovisual local? Tal interrogante guía este informe, cuyo objetivo es identificar los componentes de mayor incidencia en esta actividad. El artículo se basa en entrevistas semi-estructuradas realizadas a referentes de canales de televisión, de productoras independientes y de agencias de publicidad. La producción televisiva jujeña se corresponde con un mercado publicitario acotado y poco especializado; escasa profesionalización de los agentes; productoras independientes con limitada capacidad técnica y humana para adaptarse a las exigencias de los canales; y una profunda atomización de los actores. La inversión publicitaria es deficitaria respecto de los costos de producción, tanto para canales como productoras. La publicidad oficial representa entre el 50% y el 60% de la inversión anual. La publicidad privada es de firmas nacionales/regionales y de anunciantes locales. En el primer caso, la pauta llega directamente a los canales, quedando al margen las productoras. La consecuencia en pantalla es la primacía de programas de bajo costo y la ausencia total de series de ficción propias. Las co-producciones o producciones independientes consisten en programas culturales, deportivos o de salud.
What are the conditions of production of television in Jujuy according to the perspectives of different actors involved in the local audiovisual field?This question guides this report, which aims to identify the components of greatest impact on this activity. The article is based on semi-structured interviews carried out concerning television channels, independent production companies and advertising agencies. Jujeña Television production corresponds to a limited advertising market and low-skilled, low professionalism of the agents, independent producers with limited technical and human capacity to adapt to the demands of the channels, and a deep fragmentation of the actors. Ad spending is deficient with respect to production costs for both channels as producers. The advertising represents between 50% and 60% of annual investment. The private advertising firms corresponds to national / regional and local advertisers. In the first case, advertising contracts directly with the channel, the producers left out. The result on screen is the primacy of low-cost programs and the absence of own drama series. The co-productions or independent productions consist of cultural programs, sports or health.
Describers: Descriptores: televisión, producción, publicidad, inversión publicitaria, políticas de promoción audiovisual
television, production, advertising, advertising, investment, audiovisual promotion policies
Haciendo TV en jujuy Making TV in Jujuy Páginas 273 a 291 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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1. Introducción Este informe es una derivación del “Estudio sobre la TV en una muestra de localidades de la Argentina: Inversión publicitaria, costos de producción y alternativas de financiamiento local”, coordinado por José Borello, con la participación de investigadores de la UNGS, de la UNC y de otras Universidades del interior del país. Los estudios locales se hicieron en paralelo, e involucraron a 8 de los 9 Polos Audiovisuales Tecnológicos en los que se dividió el país. Abarcó zonas denominadas Áreas Geográficas Audiovisuales (AGA), que fueron definidas: “(…) como mercados locales/regionales de producción y consumo audiovisual. Las AGAs pueden englobar más de una localidad y pueden incluir más de un nodo audiovisual. La idea de AGA intenta responder a lo que son, o pueden ser, los mercados reales audiovisuales. En algunos casos, la constitución de los nodos ha tendido a reconocer la existencia de áreas geográficas que van más allá de una localidad (Comodoro Rivadavia-Caleta Olivia) o jurisdicción municipal (Avellaneda-Quilmes-Florencio Varela), pero en la mayoría de los casos esto es aún incipiente”1.
El estudio abarcó diez AGAs, seleccionadas en base a criterios tales como la densidad poblacional y la existencia de Nodos Audiovisuales Tecnológicos, aunque también se consideró la viabilidad de cada caso y que la muestra resultante tuviera diversidad de casos. Una de esas Áreas fue San Salvador de Jujuy, correspondiente al Polo NOA, resultando responsables de la ejecución del proyecto Pablo Ruiz y el autor de este artículo. Los datos surgen de entrevistas realizadas entre diciembre de 2012 y febrero de 2013 a los gerentes de Canal 7 y de Canal 4, a los responsables de siete productoras audiovisuales y tres titulares de agencias de publicidad. Agradezco a todos ellos su predispo-
sición para atender nuestras inquietudes y responder pacientemente un extenso cuestionario. Se elaboró un cuestionario para cada grupo de personas a entrevistar en función de los objetivos de investigación: caracterizar y dimensionar la inversión publicitaria en la TV jujeña; estudiar los costos de producción según una tipología estándar de programas; e identificar la existencia de fuentes alternativas de financiamiento y apoyo.La pertinencia, amplitud y densidad fueron los criterios de selección y valoración de las informaciones obtenidas. En primer lugar, ofrezco un pantallazo del sistema de medios de la provincia de Jujuy en el que se inscribe la actividad televisiva, sintetizando su génesis y evolución. Luego caracterizo el AGA San Salvador de Jujuy a partir de distintas variables, para luego brindar un sucinto panorama del sector cultural y mediático, ampliando la contextualización del sistema de medios. Tras esto abordo la producción televisiva local, incluyendo una aproximación a los actores vinculados a esta industria, y un especial enfoque en los realizadores y agencias publicitarias. La descripción de la inversión publicitaria, las condiciones del pautado, se abordan sucesivamente, tras lo cual me detengo en la problemática de la pauta oficial y del financiamiento en general de las productoras, incluyendo algunas referencias a las valoraciones de los publicitarios jujeños sobre la ley 26.522. Por último, haré referencia 275 al tópico de los costos de producción televisiva local y al impacto que tuvo la acción del Nodo Jujuy y del Polo NOA. La conclusión general es el bajo nivel de articulación entre las productoras independientes y los canales televisivos locales; la concentración de la distribución de la publicidad oficial en general, y en particular la destinada a los canales televisivos; un mercado de anunciantes acotado y con fuerte impronta estacional; la escasa intensidad de vínculos entre las productoras independientes para encarar proyectos más ambicio-
La Trama de la Comunicación - Volumen 18 - Enero a diciembre de 2014 / p. 273-291 / ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634 Haciendo TV en Jujuy - Ivan Gustavo Lello
sos. Un resultado preocupante es el impacto casi nulo que tuvieron las políticas nacionales de fomento a la producción audiovisual en la pantalla chica jujeña, y la indiferencia frente a estas de dos actores centrales: los propios canales y las productoras orientadas a la producción televisiva. 2. El sistema mediático jujeño El sistema de medios de comunicación de Jujuy se conforma por un solo canal de TV abierta: Canal 7 del grupo Radio Visión Jujuy (RVJ); catorce circuitos cerrados de TV distribuidos en once localidades y municipios de cabecera; cinco radios de amplitud modulada: dos de Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado: LRA16 Radio Nacional La Quiaca y LRA22 Radio Nacional Jujuy; las restantes pertenecen al grupo RVJ. Más de 40 emisoras de frecuencia modulada, tres diarios impresos (Pregón, El Tribuno de Jujuy y Lea, este último más reciente y con menor penetración entre los lectores), y más de una docena de diarios digitales completan la estructura a la que se suman un puñado de medios gráficos de menor envergadura. Hay una situación de monopolio en la televisión abierta –con cobertura en casi todo el territorio provincial– y en las emisiones radiales AM privadas, bajo el control –en ambos casos– de la sociedad anónima RVJ. 276 En las regiones de Quebrada y Puna tienen servicio de televisión por vínculo físico las localidades de Abra Pampa, Humahuaca y La Quiaca; en los Valles solo dos ciudades cuentan con dos operadores –San Salvador de Jujuy y Palpalá–, mientras que hay uno sólo en Monterrico, Perico y El Carmen. En la zona del Ramal, el cable se instala en Libertador General San Martín y Fraile Pintado, mientras que existen dos prestadores en San Pedro de Jujuy. Las ciudades donde hay dos operadores son las más densamente pobladas, con mayor concentración urbana y coinciden con la mayor presencia de emisoras
de radio de frecuencia modulada. A comienzos del 2000, la penetración de la TV por cable tenía menor incidencia en los hogares jujeños con relación a la región NOA. Según el Sistema de Información Cultural de la Argentina, de los 141.559 hogares, sólo 67.670 tenían TV paga. Esa cifra era similar a la registrada en el resto de la región del Noroeste; de mayor a menor penetración de la TV por cable, las provincias se organizaban del siguiente modo: Salta, Catamarca, Tucumán, Jujuy y Santiago del Estero. De 949.427 hogares del NOA, estaban abonados al servicio de TV por cable 461.220. Esa medición, sin embargo, es diferente a la del Bureau de Publicidad en Cable e Internet (BPCI), que había informado en el año 2000 que la provincia de Jujuy tenía 76.327 hogares con TV por cable, lo que representa un 73% de penetración (Brunet [s/d]). El sector televisivo local se constituyó, desde su origen, por iniciativa privada, con capitales aportados por empresarios con cierta trayectoria en la actividad económica jujeña. El servicio de TV por vínculo físico tuvo como antecedente inmediato la experiencia de sus promotores en el campo de circuitos cerrados de música, propaladoras y publicidad. En todos los casos son operadores independientes de los grandes cableoperadores que dominan el sector a nivel nacional. Los fondos para la inversión inicial de Canal 2 fueron aportados por dos tradicionales comerciantes del sector de artículos para el hogar, quienes el 2 de mayo de 1985 inauguran las transmisiones de Canal 2 TV Color Circuito Cerrado Jujuy S.A. Inicialmente tiene cobertura en el centro de la ciudad y dos barrios residenciales colindantes. Tiempo después, Canal 2 quedó bajo el control del empresario Eduardo Cammuso, quien asumió como diputado provincial en diciembre de 2011 integrando la lista de un sector del peronismo. Por otra parte, en julio de 1986 una familia de Ledesma con experiencia en música funcional y altavoces
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urbanos desde 1956, lanza el segundo servicio de TV por cable en la capital jujeña a través de la empresa Canal 4 MH Video Cable, enfocando su estrategia comercial en la captura de abonados en los barrios populares. Claudio Jaquet, Evelia de Jaquet y Ana María Izquierdo fueron los fundadores. Posteriormente, la empresa se transformó en Unicable. Ambas empresas de cable se conformaron en multimedios en menos de dos décadas. Canal 2 opera un circuito cerrado de TV, dos FM, un diario digital (www. jujuyalmomento.com.ar) y presta servicio de banda ancha por conexión coaxil. En tanto su competidor, Unicable, controla Canal 4, dos FM, un diario digital (www.todojujuy.com), y brinda internet a través de cable coaxil; según su gerente comercial, el canal se encuentra en proceso de migración hacia las transmisiones en alta definición. El grupo RVJ también se expandió desde su fundación en la década de 1960. Único operador de TV abierta, a través de Canal 7, y de radio AM: opera las radios AM LW8 que funciona en la misma sede del canal; LRK 221 de Perico; LW5 de Libertador; a las que suma la FM Trópico, y Codivisión 7, señal de TV codificada por aire2, y un portal de noticias (www. radiovisionjujuy.com.ar). La empresa tiene inversiones en otros rubros: el hotel Howard Johnson Jujuy y una finca exportadora de citrus y paltas. A pesar de su carácter de sociedad anónima, la empresa conserva un perfil familiar en su composición accionaria: sus socios principales mantienen distintos lazos de parentesco entre sí: Amalia Pérez de Pérez Paz, Susana Carrillo de Quevedo Cornejo, Eulalia Quevedo de Jenefes, Miguel Ángel Mallagray, Guillermo Jenefes y Marcelo Quevedo Carillo. Canal 7 anunció la migración de lo analógico a lo digital-satelital en una ceremonia realizada el 7/5/2010 en el hotel Howard Johnson Jujuy.Allí, su director –entonces senador nacional y actual vicegobernador provincial– Guillermo Jenefes, explicó los cambios técnicos
en el canal. El proceso continúa, ya que la renovación de los equipos de las estaciones repetidoras demanda inversiones millonarias que la empresa tiene previsto encarar en el mediano plazo. En el marco de esta transición, adquirió la tecnología necesaria para que su señal digital pueda ser captada por dispositivos de telefonía celular aptos para reproducir TV. Canal 7 de Jujuy integra la red Telefe, de la que adquiere buena parte de su programación diaria durante la semana, en especial series de ficción, películas y novelas. El prime time es cubierto con contenidos comprados a Telefe. La TV por cable irrumpe en la década de 1980 cuando la televisión por aire ya había alcanzado cobertura provincial gracias a una consolidada red de repetidoras montadas por Canal 7 durante la década del 70. La implementación de la plataforma de Televisión Digital Abierta (TDA), alcanza desde junio de 2011a 20.657 hogares jujeños que cuentan, gratuitamente, con decodificadores digitales. Según cifras oficiales, se entregaron 9.449 decodificadores sólo en San Salvador de Jujuy. Los canaleslocales se encuentran en distintas fases del proceso de migración de ‘lo analógico’ a ‘lo digital’. El registro y manipulación del material audiovisual se realiza digitalmente, pero no así en todos los casos la emisión de la señal. Las metas fijadas en cada caso dependen de la capacidad de dar viabilidad a las inver- 277 siones necesarias, encaradas con recursos propios y sin apoyos estatales de ningún tipo. La digitalización del proceso productivo entraña desafíos de corto plazo para los trabajadores de los canales, debido a las transformaciones que la nueva tecnología impone en las rutinas laborales. Las empresas advirtieron este reto, y encararon distintas acciones para capacitar –en los próximos años- al personal a través de especialistas de Buenos Aires. El gerente de un canal entrevistado resumió este punto: dijo que la renovación tecnológica es sencilla ya que
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“se compra el nuevo aparato y se lo cambia”, mientras que “es difícil cambiar a las personas y la forma que han aprendido a hacer las cosas”. Canal 7 transmite digitalmente para toda la ciudad de San Salvador de Jujuy, el Ramal y los Valles, pero lo seguirá haciendo analógicamente en los próximos años para la Puna y la Quebrada debido al costo de la renovación de equipos de su red de repetidoras. La señal digital llega a un 80 o 90% de su audiencia, según las estimaciones de la empresa. 3. Descripción general del Área Geográfica Audiovisual Ubicada en el extremo noroeste de Argentina, Jujuy limita al sur y al este con la provincia de Salta, al norte con Bolivia y al oeste con Chile. Cuenta con una superficie total de 53.219 km²; una densidad demográfica de 11,5 habitantes por km², y el 85% de su población es urbana. Jujuy registró en 2010 una población de 673.307 personas, con un total de 174.630 hogares. El 85% de la población se concentra en cinco departamentos de los valles y el ramal jujeño3. La variación intercensal representa un incremento del 10% y la concentración territorial mantiene el mismo patrón de las últimas décadas. El departamento Dr. Manuel Belgrano es el más 278 relevante en términos demográficos, político-administrativos y económicos. En él reside el 39% de la población, se encuentra la ciudad capital –San Salvador de Jujuy– que es sede de los tres poderes del Estado y el centro comercial. La composición social muestra una gran mixtura, con importante presencia de comunidades originarias, especialmente kollas, atacameños y tupi-guaraníes, como así también de migrantes extranjeros, especialmente bolivianos. Jujuy es una provincia de frontera –limita con Bolivia y Chile– por lo que existen hibridaciones culturales y sociales con fuerte arraigo
histórico. Desde 1990 la provincia mejoró sus indicadores de calidad de vida,abandonando el último lugar del ranking de Desarrollo Humano argentino. En el plano material, si bien en la década del ‘90 el crecimiento de su Producto Bruto Geográfico (PBG) fue menos dinámico que el del resto de las provincias, para 2005 quedó en el lote encabezado por Tucumán y Catamarca.La región NOA4 en su conjunto tiene, según cifras del INDEC, un 2,4% de indigentes y 14,7% de personas pobres, uno de los valores más altos del país. Su PBI representa un promedio de $1.500 mensuales por persona. Los datos muestran las desigualdades internas de la provincia, con dos regiones con mayor diversificación económica, en las que se asientan tanto la actividad agropecuaria e industrial más relevante. En la Puna se explota la minería pero con escaso impacto en beneficio de los pobladores, y la Quebrada ganó terreno con la actividad turística más recientemente. En los últimos 30 años Jujuy se desarrolló, pero no supera las desigualdades regionales históricas ni las diferencias impuestas por la naturaleza en el reparto de recursos naturales5.Tal vez la concentración poblacional y económica haya contribuido a congregar en la capital jujeña las principales actividades mediáticas y culturales. La mayoría de los espacios de exhibición cultural, de producción audiovisual, de radios FM y de periódicos tienen allí su sede. 4. Breve panorama del sector cultural y mediático En el último quinquenio proliferaron espacios culturales, tanto vinculados al circuito oficial de la cultura y financiados con fondos públicos, como aquellos que acogen expresiones alternativas y se autosustentan. No obstante, el número de espectadores por cada 1000 habitantes continúa siendo el más bajo del noroeste argentino, región que en este aspecto lidera Salta seguida por Tucumán.
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Las salas de cine declinaron en todas las localidades provinciales: o cerraron sus puertas, o sus antiguos dueños vendieron las instalaciones, que fueron reconvertidas para otros fines6. No obstante, logró sostenerse el cine-teatro Alfa, y en 2012 inauguró varias salas el AnnuarShopin. En ambos casos se hicieron inversiones necesarias para ofrecer tecnología 3D; se trata de emprendimientos privados con capitales locales. Hay dos diarios impresos de tirada provincial: Pregón de Jujuy y El Tribuno de Jujuy; aunque sus editores afirman que se incrementó el número de ejemplares impresos, reconocen que la cifra no es proporcional al crecimiento poblacional. En 2009 la tirada anual promedio de diarios en la capital jujeña era inferior a los 8.000 ejemplares, lo que equivale al 3% de la población. Diario Pregón pertenece a la familia de Annuar Jorge, ex senador nacional por un partido provincial y cabeza de una empresa familiar que gerencia el hotel Internacional y el único shopin de la provincia. El Tribuno de Jujuy es propiedad de Editora S.A., que publica El Tribuno de Salta, aunque en Jujuy su director ejecutivo es Rubén Rivarola, actual diputado nacional del Frente para la Victoria y ex diputado provincial del PJ. El sistema de televisión por cable tiene su mayor mercado también en San Salvador de Jujuy, con las dos empresas ya mencionadas. La planta transmisora de Canal 7 tiene sus estudios y oficinas administrativas en un barrio capitalino. Las conexiones residenciales a internet no dejaron de crecer desde 1995 y aunque la mayor concentración continúa registrándose en las localidades del Valle y el Ramal, el mercado se expandió hacia el ‘norte’, llegando a las principales localidades de la Quebrada y Puna. Sin embargo, una importante extensión territorial –mayoritariamente puneña- continúa excluida del servicio de internet.
5. La producción televisiva local La cuota de producción local exigida por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) transformó la pantalla de la TV jujeña. Quizá la mayor novedad fue la incorporación de magazines en la franja matinal, lo que implicó la revalorización de un horario antes considerado marginal por los canales. Sin embargo, los contenidos producidos en Buenos Aires continúan ocupado un lugar destacado en la grilla de programación de las frecuencias locales. Los canales de cable insertan programas -grabados o en directotomados de canales de aire o de cable de Buenos Aires con distribución nacional. Por otra parte, diferenciamos dos situaciones entre los productores locales: aquellos que mantienen una relación laboral con las empresas de TV y, paralelamente,generan sus emprendimientos aprovechando como recursos sus vínculos con los canales; y, por otra parte, quienes habiendo transitado por distintos medios generaron producciones audiovisuales independientes. En uno y otro caso, el tipo de acuerdo con los canales puede adoptar dos formas: a. La compra por parte de la productora, de un espacio por un valor que se pacta por un período; b. Un acuerdo de distribución porcentual sobre la publicidad facturada. Los empresarios aseguran que la emisión de producciones locales no representa ganancia económica para los canales, pero sí una contribución a la diversificación de contenidos. Los acuerdos de distribución implican, en la mayoría de los casos, una división en partes iguales del total facturado entre la emisora y la productora del programa. 6. Los actores vinculados a la producción audiovisual
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La producción televisiva jujeña se corresponde con un mercado publicitario acotado, escasa profesionalización y especialización, formatos de bajo costo o programas infomerciales. En la última década no hubo en la pantalla jujeña ficciones rodadas por productoras independientes o en coproducción con canales locales. La tendencia de las emisoras es apostar a la producción de noticieros –con dos o tres ediciones diarias- y algún programa periodístico centrado en entrevistas realizadas en el piso. En coproducción, o libradas a las productoras independientes, se realizan programas culturales, deportivos, de salud. Desde hace un par de años los canales lanzaron una interesante apuesta para sostener la pantalla matinal, con la inclusión de magazines–producidos o co-producidos- al estilo de los que en igual franja emiten los canales porteños. Las productoras independientes trabajan con recursos técnicos y humanos limitados, siendo la excepción las que tienen estudios propios en condiciones óptimas que garanticen productos de calidad desde el punto de vista de la iluminación, el sonido, la fotografía y la edición. Un dato que consideramos relevante es el déficit en materia de producción publicitaria audiovisual. Son la excepción las agencias dedicadas a este mercado, y los spot de los anunciantes suelen ser generados por 280 las productoras de contenidos con procesos creativos y de realización centrados en criterios de economía de costos. Los canales y las productoras envían un camarógrafo para que tome imágenes del local o producto –sin ninguna planificación previa-, las que luego son editadas con un texto que se acuerda con el cliente; o bien, el anuncio consiste en una placa con voz en off. El campo audiovisual jujeño, a pesar de las transformaciones introducidas por las políticas relacionadas con el programa Polos Audiovisuales, está atravesado por prácticas tradicionales y una profunda atomiza-
ción entre los actores principales, tanto entre diferentes actores como hacia el interior de cada colectivo. No existen asociaciones ni cámaras de empresarios de la TV, ni de productoras independientes ni de agencias publicitarias. Jujuy participa del Polo NOA. El Nodo Jujuy se constituyó a mediados de 2011 y reúne a 31 adherentes, la mitad de los cuales son organizaciones audiovisuales. No se incorporaron ni los canales capitalinos ni el sindicato de trabajadores de la TV de Jujuy. En cambio, se sumaron cablesdel interior: Video Visión La Quiaca, Indiocanal 12 TV Originaria, Cooperativa Telefónica de Perico y el Canal 11 Tupac Amaru (Informe Red de Nodos Audiovisuales, 2012). 6.1. Los realizadores El conjunto de productoras audiovisuales está concentrado geográficamente en la capital jujeña. Un rasgo las caracteriza: la profunda diferenciación entre unas y otras. La cantidad de miembros y su formación académica o trayectoria profesional, el tipo de producciones que realizan, el alcance de las mismas, el reconocimiento alcanzado, son extremadamente distintas. Es posible distinguir entre las que producen asiduamente contenidos para la televisión y compiten en el mercado publicitario, que son las de mayor trayectoria, y las orientadas a la realización de documentales y/o a la competencia en el marco de las convocatorias lanzadas por organismos nacionales que impulsan la producción audiovisual (INCAA, Polos y Nodos; TDA). Las primeras están mayormente integradas por personas formadas en el oficio que mantienen o mantuvieron relación laboral con los canales, mientras que en las segundas revisten egresados de carreras de comunicación social o afines y han surgido en los últimos cinco años. En cualquier caso, se trata de pequeñas empresas de entre uno y cinco integrantes, en muchos casos de
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carácter familiar, cuyos miembros desarrollan otras actividades laborales como medio de vida. Darío Torreggiani, de Colectivo al Norte, destaca: “Nadie vive de lo audiovisual (en Jujuy). La gran dificultad es dar el gran paso y poder vivir de la producción audiovisual”. Los contenidos para la TV jujeña llevan la impronta de las condiciones de su producción: los realizadores definen sus temáticas en función de un segmento del mercado publicitario, las propuestas tienen un perfil info-comercial, la conducción es unipersonal, adoptan estrategias para reducir costos de producción y post-producción, y un mínimo de inversión en términos generales. Los productores valoran especialmente el tipo de equipamiento y tecnología con la que cuentan para su actividad. Lo consideran un factor esencial, aunque no determinante, de la calidad del trabajo de producción, puesto que también se pone en juego el factor humano y su profesionalización. En este ítem también hay una diversidad de situaciones: productoras completamente equipadas y en condiciones de prestar servicios de pre-producción, producción y post-producción, y otras con lo indispensable. El número de miembros de las productoras y su formación específica en el campo audiovisual, como así también el equipamiento tecnológico disponible, operan como variables que determinan en parte la capacidad de realización, de diversificación de productos y de responder a los estándares exigidos por los canales. En el conjunto, se destaca Wayruro Comunicación Popular, productora jujeña constituida como una fundación de promoción cultural, que inicia sus actividades en 1994. Realiza tareas de pre-producción, producción y pos-producción, y generó programas para el canal Encuentro, aunque no compra los espacios para su emisión. Trabajó, además, para Canal PakaPaka, Canal Acua Mayor, Vive TV (Venezuela), y Canal 2 de Jujuy.
Las realizaciones de Wayruro merecieron reconocimientos de distintos actores vinculados con el campo audiovisual. Quizá por ello es el emprendimiento que más diversificó sus proyectos: desde programas periodísticos, de cocina/manualidades, de arte y espectáculos, hasta documentales, un campo en el que también asumió la co-producción al igual que en el caso de los eventos especiales. Wayruro se concentra en los documentales y micro-documentales de temáticas variadas. Impulsó un programa de difusión de cortometrajes y actualmente desarrolla un programa de cocina. En su haber figura la co-producción de micro-documentales del Encuentro del Tantanakuy, efectuada años atrás. En general, los programas televisivos producidos o co-producidos, tiene una duración de treinta minutos, una frecuencia semanal, adoptan el formato de la entrevista, y giran en torno a un puñado de temáticas: actualidad periodística, culturales, deportivos y de salud. Sin lugar a dudas, la LSCA y la creación de programas que apoyan e incentivan a los realizadores audiovisuales, resultan vitales para el surgimiento y crecimiento de productoras en todo el país.Los productores entrevistados indican que quienes tienen mayor proyección a futuro y se ven beneficiadas por el nuevo marco legal son las productoras audiovisuales que proporcionan productos con contenidos 281 socioculturales o de interés general. No así, aquellas que ocupan espacios televisivos con fines netamente comerciales. 6.2. Agencias Publicitarias Para este estudio se contactaron tres agencias publicitarias: Publicitarte Comunicación Integral, de Eduardo Sánchez; Signos Group, de David Portal; y Clementina, de Silvina Ester Tejerina. No existe un registro actualizado y confiable que contenga una base de datos del total de agencias de publicidad de la provincia.
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La muestra quedó definida por nuestro conocimiento previo de la actuación en la publicidad audiovisual y la predisposición a colaborar con la investigación. Todas intentan cubrir el abanico de medios de comunicación disponibles (radio, televisión, medios gráficos, vía pública, etc.), pero en el caso de la televisión, al no contar con recursos humanos idóneos y equipamiento adecuado, sólo desarrollan la parte creativa, tercerizandola realización del spot publicitario. Es decir, aun cuando ofrecen un servicio publicitario integral, en la práctica deben recurrir a productoras audiovisuales locales o realizadores freelance (con frecuencia camarógrafos con experiencia en la materia), que se ocupan del armado de la pieza. Eduardo Sánchez –copropietario y creativo de Publicitarte– admite que desde 1997 la producción de piezas para radio cumplió un papel importante en su ingreso al mercado publicitario local, y a pesar de que hoy diversificó la propuesta hacia otros medios “lo audiovisual (…) no es una comunicación que tenga alta demanda local, y (su inclusión entre las actividades de la agencia) fue en el afán de ofrecer más servicios a la cartera de clientes”. Sánchez señala: “No estamos dedicados exclusivamente a producir para TV, pero ofrecemos el servicio de publicidad televisiva”, añadiendo que “hemos crecido bastante en el ingreso de pautas en medios 282 gráficos, aunque también está la radio. En cambio, hay otros servicios publicitarios que tienen bien desarrollado la producción audiovisual, pero no medios gráficos, vía pública y radio. Lo que ofrecemos es un espectro más abierto de posibilidades”. En el caso de Signos Group, que cubre una diversidad de medios, terceriza la producción publicitarias audiovisual, contratando a productoras dedicadas a brindar ese tipo de servicio (por ejemplo, Piscis Filmaciones). Carlos Vacaflor, titular de la agencia, indicó que al no contar con infraestructura adecuada, equipamiento y profesionales dedicados exclusivamente
a la producción de spot publicitarios, la empresa se ocupa del aspecto creativo. Aunque lo ideal –admite– sería la realización integral. En tanto, Clementina realiza gran parte de los servicios que ofrece a sus clientes. Así lo destaca su directora general, Silvina Tejerina: “Todo lo que producimos se hace de forma artesanal dentro de la agencia. Producimos parte gráfica, video y audio. A diferencia de otras agencias locales y de Salta, que tercerizan”. Agrega que “se realizaron [por parte de los integrantes de la agencia] cursos en Buenos Aires, luego por medio de contactos tomamos cursos aquí; nos mantenemos actualizados en todo lo que respecta a programas de edición de video, audio y diseño gráfico”. Mientras los integrantes de Clementina y Signos Grouptrabajan exclusivamente en la agencia, Eduardo Sánchez (Publicitarte) se desempeña en paralelo como secretario de redacción de Pregón. Más aún, su encuentro con la publicidad surge como consecuencia de tener que buscar anunciantes para financiar un programa radial: “De la necesidad de sostener un espacio en radio, surge la producción y elaboración publicitaria. Además, por la misma experiencia de buscar publicidad para la radio, percibimos que no había nadie que se ocupara de la realización de piezas publicitarias radiofónicas y que los comerciantes locales no eran muy abiertos a publicitar en los medios”. Basta con observar la pantalla chica jujeña para notar que los spot publicitarios realizados a nivel local siguen un formato tradicional, básicos desde el punto de vista creativo y de la realización. Sin embargo, se destaca el trabajo pionero de la agencia Clementina, que incorporó la animación 3D, la participación de personajes públicos –como la “Mole” Moli– en los comerciales. La directora general de la agencia explica el motivo de este cambio: “Tuvimos que incursionar en el tema filmación (captura de imagen), adquirir nuevo equipamiento para filmarlo, tomar las imágenes en croma, capturar la voz, fotografías. Todo para nuestra
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participación en la denominada Promoción del Bicentenario”. 7. La inversión publicitaria El mercado publicitario jujeño no ha sido objeto de investigaciones en particular, por lo que carecemos de datos precisos sobre su volumen, composición y reparto entre diferentes medios. Los sujetos entrevistados no aportaron datos precisos ni coincidieron en las apreciaciones aproximadas al ser consultados sobre aspectos cuantificables, aunque es posible reconocer algunos rasgos descriptivos. No obstante, coinciden en señalar que la pauta oficial representa entre el 50 y el 60% de la inversión publicitaria total, mientrasel aporte privado lo integran empresas nacionales y locales. El más beneficiado en el reparto es Canal 7, que capta a través de una oficina propia en Buenos Aires anuncios del gobierno nacional y mantiene trato con agencias publicitarias que gestionan las cuentas de grandes firmas, como las del rubro supermercado, bebidas gaseosas, bancos, entre otras. Con los grandes anunciantes RVJ logra acuerdos anuales, lo cual le permite tener mayor previsibilidad respecto de sus ingresos. Las agenciaslocales señalan como principales anunciantes a los supermercados, las tarjetas de crédito, locales o regionales, y firmas nacionales de venta de electrodomésticos. La captación de anunciantes oscila de acuerdo al calendario de festividades (populares, cívicas, religiosas, etc.) y de fechas ‘especiales’ (día del padre, de la madre, del niño, etc.), o cuando se organizan eventos. Una apreciación similar tienen los canales de cable, que ven crecer la comercialización publicitaria en fechas bien conocidas y con segmentos del mercado bien diferenciados. Navidad, Año Nuevo, carnaval, el período de inicio del ciclo lectivo, las vacaciones de invierno, la Fiesta Nacional de los Estudiantes, entre otros, son momentos en los que el volumen de publici-
dad de distintos segmentos del mercado crece. La estacionalidad no parece ser un problema para el único canal de aire en Jujuy. “Hay clientes que vienen y te hacen [publicidad] un fin de semana o un mes. Pero en líneas generales son clientes de un año para arriba; son campañas de publicidad fuertes y de permanencia. Por ahí podés pelearle un poco el precio, pero son anunciantes que están (…), que invierten mucha plata y durante mucho tiempo, que buscan permanencia y no solo bombardear la pantalla”, precisó Julio Bonicatto, gerente general de Canal 7. Pero tanto el canal de aire como los de cable enfrentan los mismos desafíos en el mercado publicitario jujeño. En la provincia no hay estudios de audiencia ni empresas especializadas en mercadeo, tampoco hay agencias publicitarias dedicadas exclusivamente a producir anuncios televisivos y comercializarlos. Esto hace que la inversión publicitaria local resulte de escaso volumen, con ciertas oscilaciones en la continuidad a lo largo del tiempo; que la decisión sobre la contratación de espacios se tome sobre criterios subjetivos (amiguismo) y la calidad de los spot resulte muy inferior a las producciones que los espectadores están acostumbrados a ver en los canales nacionales. Tanto las emisoras como las productoras aseguran que los anunciantes no valoran el trabajo creativo publicitario y, por lo tanto, se muestren reacios a pagar los costos de producción de spots más sofisticados. 283 Estas son algunas razones por las cuales la mayoría de los programas producidos -en forma independiente o coproducidos- adoptan un perfil infocomercial, cubriendo segmentos bien definidos del mercado. 7.1. Condiciones del pautado Para las agencias los términos de contratación son más lábiles, variando según las exigencias del anunciante y las condiciones que impongan las intermediarias. Algunas agencias trabajan con contratos anuales que incluyen actualizaciones de montos; otras están
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acostumbradas a lidiar con pautas temporarias, e incluso algunas brindan asesoramiento al cliente para el diseño de la estrategia de medios pero sin intervenir en el proceso de contratación. Unas pocas reconocieron que los contratos varían de acuerdo al anunciante, la temporada y los medios.Así, la realización de los spot aparece en algunos casos tercerizada, y esta producción puede estar desvinculada de la contratación del espacio en los canales. Otro factor con fuerte incidencia en todo el proceso es el costo del segundo publicitario. Los precios de Canal 7 son los más onerosos y en enero de 2013 oscilaban entre 25 y 150 pesos más IVA, en el primer caso en un programa cultural emitido los domingos de 13 a 14 horas, y el segundo caso el prime time de lunes a viernes en el que se emitía la novela de Telefe Mi amor, mi amor. En las producciones propias, las franjas horarias más cotizadas por RVJ corresponden a su informativo, con 80 pesos el segundo durante la segunda edición (de 20 a 21 horas) y 60 pesos para la primera (de 13 a 14 horas). Las tarifas disminuyen cuando la contratación se realiza en horario rotativo, sin especificación de programa. Tanto entre los canales como entre las agencias las condiciones de pago son similares, y se extienden hasta un plazo de treinta días desde el momento del 284 inicio de la campaña. Estas condiciones no favorecen ni a las productoras independientes ni a las agencias de publicidad, que en conjunto se quedan con el 10% de la torta publicitaria total y tienen las tarifas más económicas, más aún cuando deben compartir los beneficios con las emisoras. 7.3. La pauta oficial Los datos más aproximados al volumen de pauta oficial provincial están contenidos en el informe Publicidad Oficial en Jujuy, un proyecto del programa de Libertad de Expresiónde la Asociación por los Dere-
chos Civiles. Según su autora: “Entre fines de 1998 y diciembre de 2007, el presupuesto en gastos de publicidad oficial manejado a través de la DPPD7 y sus superiores ha ido aumentando en forma sistemática. Así, mientras que en 1998 y 1999 el gobierno contaba con un presupuesto de 670 mil pesos para invertir en concepto de pauta estatal, esa cifra se multiplicó casi doce veces en diez años, hasta llegar a 8 millones de pesos en 2007. Ese monto se repite en el año 2008” (Amalia Eizayaga; 2008: 15).
Durante ese período, los recursos generales y las erogaciones de la provincia también se incrementaron, aunque en menor proporción que los recursos destinados a la DPPD.Entre 1998 y 2008 el presupuesto del poder ejecutivo provincial destinado a publicidad oficial pasó de menos de un millón de pesos a ocho millones de pesos, mientras que el total de erogaciones entre el 98 y 2007 se incrementó de 653,5 millones de pesos a 2.002 millones. Estas cifras evidencian un incremento desproporcional entre el rubro considerado en particular y el total de los gastos gubernamentales. Lainversión publicitaria se multiplicó por 8 en diez años, mientras que las erogaciones generales lo hicieron sólo por 3. Estos datos no contemplan las partidas asignadas al mismo fin por distintas reparticiones oficiales, advierte la autora, por lo que la cifra final de inversión gubernamental en publicidad podría ser mayor. En ese mismo informe consta que el reparto de la pauta oficial del gobierno jujeño se concentra en una veintena de medios, productoras, periodistas y proveedores, de entre 120 aproximadamente registrados como ‘proveedores’ en ese rubro. En 2005 ese selecto grupo recibió el 80% de la publicidad, y en 2006 el 76,6%. La contratación con canales de TV muestra que RVJ percibió en esos dos años una cifra similar a
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la recibida por los dos canales de cable juntos. 8. Financiamiento Los ingresos de Canal 7 provienen exclusivamente de la comercialización de espacios publicitarios, mientras que los operadores de cable añaden a este rubro los ingresos en concepto de abono que pagan los clientes. No pudimos acceder al número de abonados de ninguno de los dos canales por conexión física incluidos en este trabajo. Las productoras independientes se financian a través de publicidad y, en menor medida, por el cobro de servicios prestados a clientes por trabajos específicos, que pueden ser producciones audiovisuales solicitadas por instituciones o encargos de algún canal (tercerización). En el mercado publicitario jujeño tiene un fuerte peso la pauta estatal, en especial la del gobierno de la provincia. Jujuy carece de una ley de distribución de publicidad oficial o de criterios objetivos para su asignación, por lo que su volumen y continuidad depende de las negociaciones que en cada caso establezcan las empresas del sector audiovisual con el gobierno. 8.1. Las productoras La mayoría de las productoras audiovisuales consultadas financian su actividad recurriendo a programas o instituciones nacionales que fomentan el desarrollo de contenidos para la televisión y el cine: Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (INCAA), Polos y Nodos, y proyectos vinculados a la TDA. En pocos casos, agregan como fuentes de ingreso los servicios prestados a terceros. Cooperativa La Mula Audiovisual participó dos veces en el Pre MICA (Mercado de Industrias Culturales Argentinas) yotros concursos de carácter internacional. También suele ofrecer sus productos a canales extranjeros por intermedio de contactos que establece en los diferentes encuentros, como ferias y festi-
vales, en los cuales participa con vistas a ofrecer y vender sus producciones.A esto hay que agregar los concursos coordinados por el Nodo Jujuy vinculados a la TDA.En este sentido, su referente comenta: “El documental El sendero, con la ayuda del INCAA, el Ministerio de Planificación y PRODERNOA, se está viendo si se puede vender al exterior, ya hay interesados”. Colectivo al Norte también participó en el Pre MICA, pero no de rondas de negociación ni festivales en los que pueda acceder a premios en dinero.Sin embargo, intervino en concursos y proyectos del INCAA, y para la TDA a través del Nodo Jujuy. En lo que atañe a la coproducción como forma de abaratar costos, hay diferentes opiniones entre las productoras, que evalúan ventajas y desventajas en esa asociación. La Mula Audiovisual destaca que la coproducción puede tener beneficios dependiendo de cómo sea implementada. En su caso, consiste en prestar apoyo con equipamiento o recursos humanos para concretar un proyecto. Pese a ello, las ganancias de la coproducción se obtienen a largo plazo, afirma. En Colectivo al Norte señalan: “Al ser una productora pequeña te ves obligado a coproducir, y está bien hacerlo, abrir el juego a todos. Es una manera de beneficiar a todos y armar una red de gente con la cual se pueda trabajar en conjunto y hacer intercambios de 285 servicios, de experiencias, de ayuda”. El presidente de Fundación Séptimo Arte, reconoce que si bien la coproducción es una forma de abaratar costos “se pone en tela de juicio los derechos de autor”. Por su parte, Studio 16 y Piscis Filmaciones, financian sus actividades a partir de los servicios prestados a terceros (anunciantes y agencias publicitarias). Aunque en el caso de Studio 16, al producir contenidos para TV, la coproducción -según Mara Svavh- suele reducir el costo del espacio. En cuanto a las tres agencias publicitarias indaga-
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das, en general, se financian con las ganancias obtenidas por su trabajo, las cuales son reinvertidas en dicho emprendimiento. Al consultar sobre la facturación anual, sólo obtuvimos datos de Signos Group que registró en el último año entre 50.000 y 100.000 pesos de facturación total. 9. Publicitarios y ley 26.522 En el marco de la LSCAresulta pertinente tener una aproximación a las opiniones que los realizadores tienen de esta normativa y de la prospectiva que elaboraron respecto de la propia actividad. Por ello, este tópico mereció una atención particular durante el proceso de investigación. El titular de Publicitarte considera que “la ley de medios con su sola formulación no alcanza para lograr los objetivos que se plantea. Me parece bien que le de espacios a las cooperativas sin fines de lucro, a los gremios, pero no veo que esté accesible a todos. Tengo mis dudas acerca de la objetividad con la cual se les va a dar espacios de radio y TV a sectores más o menos afines al gobierno de turno. La ley de medios te genera esas dudas, pero en líneas generales me parece que está bien que se haya promulgado”. Además, acota: “No han llegado a nosotros quienes soliciten nuestros servicios y no vemos a dónde ofrecerlos en ese contexto (…) Lo nuestro es una oferta 286 comercial que no sé si encuentra espacio ahí, distinto sería que produjésemos contenidos, como documentales, cortos de ficción; ahí sí tienen posibilidades de comercializar o insertarlos en los medios. Pero hasta aquí, nosotros no, ojalá que se abra el juego”. En Clementina también fueron escépticos y dieron un panorama desalentador: “Hemos visto que hay muchas exigencias (que no había antes). A raíz de la nueva ley de medios ha disminuido el trabajo para las agencias y productoras (…)”, atribuyendo la causa de esta situación especialmente a “las exigencias del AFSCA sobre la inscripciones, reinscripciones y la
continuidad de las licencias, aunque es algo que se debe hacer todos los años. Pero ahora las exigencias son mayores y hay más control, lo cual está bien”. Por ello evalúan dar un giro en la orientación de su actividad a partir de los conocimientos acumulados en el campo de la edición y la animación en 3D, incursionando en el mediano plazo en la realización de cortos animados y, con ello, en los concursos de proyectos de la TDA. Consideran que esta estrategia es la única que les permitirá beneficiarse como productora sin quedarse relegada como agencia publicitaria. Coincidiendo con esta evaluación más bien negativa del impacto de la Ley 26.522 en la actividad de las agencias publicitarias, el responsable de Signos Group, advierte que con “la nueva ley de comunicación, (…) el costo será mayor debido a que, por un lado, desaparecerán muchas empresas que hoy se hacen llamar agencias, y realizan una competencia desleal y a bajo costo”. Pero además destaca que de acatarse la ley, dejarán de “existir este tipo de empresas truchas o ilegales, quedarán únicamente las empresas que deseen blanquear impositivamente su situación, esto por consiguiente provocaría en la habilitación de la misma, el pago de más impuestos y esto deberá obligadamente ser cargado al cliente, provocando por consiguiente un incremento [del precio] en los servicios publicitarios”. En los tres casos se evidencia una gran incertidumbre sobre el impacto que tendrá en los agentes de publicidad el actual marco jurídico en materia audiovisual, destacándose como la principal amenaza los controles previstos en materia fiscal y la repercusión de los mismos en las tarifas de los servicios ofertados. La diversificación de actividades –incluyendo la generación de contenidos- aparece en el horizonte como una solución posible que plantea nuevos desafíos. 10. Los costos de producción Desde el punto de vista de los canales, el principal
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costo de producción de contenidos se concentra en el rubro personal –sueldos y cargas sociales– y el costo tributario, este último integrado por una serie de ítems que van desde el pago de derechos de autor al impuestos a las ganancias. Los canales tienen infraestructura instalada que les representa un costo fijo mensual que deben afrontar aunque no la aprovechen en su máximo potencial.Otros costos vinculados a la producción –escenografías, recursos técnicos, móviles, etc.– son considerados marginales y de bajo impacto en la producción de contenidos televisivos. Un punto sustancial con valoraciones contrapuestas es el precio que los canales cobran a las producciones independientes por emitir sus programas. Para los primeros, la tarifa no les representa ninguna ganancia económica aunque valoran el aporte al enriquecimiento de la diversidad de la programación, mientras que para los productores resulta excesiva respecto de los ingresos publicitarios que pueden generar mensualmente. En términos generales, el acceso a la información vinculada con los costos de producción audiovisual en San Salvador de Jujuy fue difícil de reunir y parcial en los casos en que se brindó. De todas formas, se accedió a algunos datos concretos y otros aproximados de dos productoras: Studio 16 y Piscis Filmaciones. Programas de 30 minutos una vez a la semana tenían a principios de 2013 un costo de 20.000 pesos. Según Piscis Filmaciones los principales costos de producción “dependen de los requerimientos del cliente y la dificultad del trabajo”; mientras que el vocero de Colectivo al Norte, aseguró que en la estructura de costos el mayor peso lo tienen “los sueldos y honorarios de los que trabajan y el alquiler de equipos”. Para el presidente de Fundación Séptimo Arte, lo más costoso es el rodaje, la movilidad, el catering, el alquiler de equipamientos y la post-producción. En tanto la titular de Studio 16 adjudica los costos más relevantes a “la compra de espacios, pago de empleados, com-
bustible y teléfono”. La mayoría de las productoras coincide en que los factores que pueden generar incrementos en los costos de realización, dependiendo del proyecto, están relacionados con la preproducción, postproducción y edición de video, y los programas en vivo más que los ‘enlatados’. Las agencias publicitarias tampoco aportaron datos concretos acerca de los costos, pero al igual que la generalidad de las productoras audiovisuales, dieron algunas pistas de los ítems dónde radican los gastos de producción. “La mayor inversión está puesta en la producción, en la calidad de las voces que elegimos para cada pieza de radio, en la calidad de las imágenes para diseño gráfico o TV. La preproducción es económica porque consiste en charlar con el cliente, ahora en la posproducción sí se tiene que realizar cambios de último momento que implican volver a comprar imágenes o filmar algo”, señaló el propietario de Publicitarte Comunicación Integral. “Más que nada (los mayores costos dependen) del tiempo y recursos humanos requeridos para la realización”, estimaron en la Agencia Clementina; en tanto que en Signos Group dijeron que toman como un costo fijo los sueldos de quienes prestar servicios allí y los gastos en equipamiento, software, hardware, etc.”. Esta descripción permite apreciar las diferentes valoraciones que sobre el particular construyen los 287 responsables de las emisoras televisivas respecto de las productoras y agencias de publicidad; y al mismo tiempo la escasa coincidencia entre las productoras independientes al momento de identificar los principales costos. Una cosa significativa respecto de la cuestión impositiva es que representa un rubro con fuerte impacto en la actividad televisiva, mientras que casi no fue mencionada ni por las productoras ni agencias publicitarias.
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11. Nodos y Polos: la producción como asignatura pendiente
La Universidad Nacional de Jujuy (UNJU) ejerce la coordinación general del Polo NOA, que reúne las siguientes universidades de cabecera: UNCA, UNSA, UNSE y UNJU. De los 114 miembros del Polo, el Nodo Jujuy8 aporta 31, la mayoría de ellos organizaciones audiovisuales de más de cuatro integrantes(16) y cuatro canales, de éstos últimos ninguno pertenece al Área Geográfica Audiovisual definida en este estudio4. Como actor estatal sólo se sumó el Área de Prensa y Comunicación de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy. También participan cuatro actores de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNJU, vinculados más a la investigación que a la producción audiovisual, como así también el Departamento de Informática de la Facultad de Ingeniería, y el rectorado a través de UNJUPRODIS, un programa creado para atender las necesidades de estudiantes de la Universidad con distintas discapacidades. En Jujuy se implementó en su totalidad el Plan Piloto de Fomento a la Producción Audiovisual. La UNJU recibirá el equipamiento correspondiente al Centro de Producción Audiovisual (Cepa), lo que garantiza una mínima base de infraestructura para la producción audiovisual digital; su coordinadora anunció capacita288 ciones para los integrantes del Nodo. La mayor actividad del Nodo Jujuy y de la conducción del Polo NOA se concentró en la participación en el armado institucional que coordina el ministerio de Planificación Federal y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), y en la intervención en los espacios de toma de decisiones en materia de políticas públicas audiovisuales. La producción concreta de audiovisuales resulta aún una asignatura pendiente. Es un dato significativo que Canal 7 se mantenga al margen de este espacio, al igual que los canales de cable capitalinos. La mayoría de los cables de las
ciudades más importantes tampoco sumaron representantes a estos espacios que pretenden impulsar las políticas nacionales derivadas de la LSCA. El relevamiento realizado permite distinguir entre productoras audiovisuales orientadas a la generación de contenidos para la pantalla jujeña, y aquellas que apuestan principalmente al documentalismo, participando activamente de los concursos lanzados a través de políticas del gobierno nacional. Esto no solo representa una diferenciación por vía de la especialización en un campo; implica reglas de juego distintas desde el punto de vista de la producción y de las estrategias de financiamiento. Las primeras deben adaptarse al ritmo de emisiones regulares que exige una producción en serie bajo ciertas condiciones de calidad técnica y de formato, mientras en paralelo deben lidiar con las condiciones del mercado publicitario que hemos descrito. En el otro grupo están las productoras vinculadas a programas de financiamiento nacionales y extranjeros. En este grupo se inscriben emprendimientosque obtienen financiamiento para sus actividades a partir de los servicios que prestan a terceros, concursos y festivales para realizadores, y de subsidios provenientes de concursos. El panorama para los realizadores audiovisuales es poco alentador, sobre todo cuando no se toma en cuenta –dentro del costo de producción- la calidad, el trabajo profesional y la tecnología empleada en cada producción, motivo por el cual, muchos de sus trabajos suelen colocarse fuera de la provincia, en ambientes donde valoran tanto el producto final como el proceso del mismo. Entre las productoras audiovisualesdedicadas a la producción para TV a tiempo completo, la mayor fuente de financiamiento proviene de la inversión publicitaria en sus programas de TV, en los que impacta el costo de emisión. Un caso aparte es la productora sudiovisual interna
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de la Organización Social Tupac Katari. A diferencia del resto de las productoras mencionadas, se autogestiona y el servicio que brinda es de tipo social. No tiene vinculación con ningún canal local; difunden sus trabajos a través de internet y comparte su material con otras organizaciones. Sin embargo, a través de las facilidades otorgadas por el Estado, mediante la ley de medios, está próxima a inaugurar su propio canal de aire, según informaron sus voceros. Forma parte del programa de Nodos y sus miembros intervienen en los concursos organizados para la TDA. 12. Comentarios finales La inversión publicitaria en el AGA San Salvador de Jujuy se caracteriza por su escaso volumen respecto de los costos de producción de proyectos audiovisuales, tanto de los canales como de productoras independientes. La publicidad oficial representa –según las estimaciones recabadas- entre un 50 y un 60% del total de la inversión anual, en la que participan mayoritariamente el gobierno provincial y el nacional, y en menor medida el municipio capitalino. La publicidad privada –concentrada en pocos rubros de actividad económica– se puede organizar en dos grupos: firmas nacionales/regionales, y anunciantes locales. En el primer caso, la pauta llega directamente a los canales de TV, quedado al margen las productoras. Canal 7 se lleva la mayor cuota de esta inversión ya que integra la red de Telefe y es el único canal de aire con cobertura territorial en toda la provincia de Jujuy. El gerente general de la empresa, Julio Bonicatto, informó que RVJ tiene una oficina en Buenos Aires que negocia con las agencias que gestionan la publicidad de empresas nacionales. De este modo obtiene contratos anuales por cifras varias veces superiores a las promedio del mercado local, lo cual también les reporta cierto piso de estabilidad y previsibilidad de ingresos.
La publicidad nacional incluye cadenas de supermercados, bancos y tarjetas de crédito, bebidas, entre otras pocas más. Los anunciantes locales son empresarios del rubro supermercados, concesionarios de marcas de automóviles, artículos para el hogar y empresas de servicios públicos privatizadas. El mercado publicitario local se caracteriza en términos generales por la escasa inversión –considerada un gasto por los anunciantes–, su alta inestabilidad debido a contrataciones de corto plazo –en muchos casos mensual cuando no por emisiones– y regida por tarifas bajas. El panorama se complementa con un acotado número de agencias de publicidad profesionalizadas y especializadas en la realización de spots de calidad. Tanto los representantes de canales como de productoras de contenido y agencias, coinciden que en Jujuy la cultura empresarial no valora la inversión en publicidad ni la creatividad y calidad de los anuncios. La falta de mediciones de audiencia regulares y de empresas locales que ofrezcan este servicio incrementa la informalidad en la contratación publicitaria, imprimiéndole una gran cuota de arbitrariedad al mercado –tanto en las tarifas como en los programas en que se pauta– y favoreciendo el amiguismo como criterio de decisión.El canje es una práctica marginal en la TV jujeña. La producción de contenidos tendió a diversificarse 289 recientemente. A los clásicos formatos periodísticos, los canales sumaron magazines matinales siguiendo la tendencia de las señales nacionales. Por su parte, la búsqueda de propuestas innovadoras fue asumida por las productoras independientes urgidas por la necesidad de explorar nuevos segmentos publicitarios. Así se pusieron en pantalla programas de construcción y decoración de interiores; de salud; de belleza y cuidado femenino; de caza y pesca; etc. Se trata de formatos de escasa producción y postproducción, en muchos casos con perfil info-comercial. Los canales
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elaboran tarifas publicitarias diferenciales cuando son producciones propias a fin de incentivar la inversión de anunciantes locales. Por otra parte, el documentalismo tiene sus mentores entre realizadores locales, pero enfrenta varios desafíos. Quizá el más imperioso sea compatibilizar la cantidad y calidad de las producciones con la rentabilidad económica a fin de garantizar cierta sustentabilidad a la actividad. Otro problema es el desencuentro entre documentalistas y canales, lo cual priva a las productoras de un importante medio de difusión de sus productos y una potencial herramienta para comercializarlos. Por el momento, parece que los documentales están destinados a circuitos especializados: ferias, encuentros, muestras; como si los documentales se hiciera para otros documentalistas. Respecto de los costos de producción, el costo laboral tiene mayor impacto para los canales y productoras. Quizá esto explique la ausencia total de series de ficción y de largometrajes. Para el caso de los noticieros, se incluyen los sueldos de periodistas, camarógrafos, editores y del personal técnico necesario para la emisión. Algunos entrevistados mencionaron al costo laboral como un factor determinante que traza una línea entre quienes se encuentran dentro de la ley y aquellos 290 que desarrollan actividades en el campo audiovisual incumpliendo tales obligaciones, lo cual es calificado como una forma de competencia desleal. “Prácticamente, el 60 o 70% del costo es personal”, estimó el gerente de Canal 7. El costo tributario es otro factor con fuerte incidencia, especialmente para los canales de TV. Aportes patronales y previsionales, impuesto a las ganancias, derechos de autor, son algunos ítems considerados como de mayor impacto. “Los gravámenes e impuestos son terriblemente onerosos: Adicapif, Sadaic, Argentores, Sagai; toda la línea de gravámenes que cobra el AFSCA. El IVA y el impuesto a las Ganancias
también”, precisó Bonicatto. El costo de mantenimiento técnico alcanza aproximadamente al 5%, dependiendo de la calidad de la tecnología que se haya adquirido con la inversión inicial. Por último, los programas de fomento y apoyo a la producción audiovisual lanzados por el ministerio de Planificación Federal, canalizados a través del programa Polos y Nodos, tienen escasa incidencia. Aún no se han generado producciones concretas que puedan ocupar pantalla y la mayoría de las productoras consultadas no lograron beneficiarse con tales políticas. Consideramos un dato relevante, cuyo conocimiento y explicación debe profundizarse, la ausencia en el Nodo Jujuy de los canales de cable de las principales ciudades de la provincia y la renuenciade Canal 7. A pesar de los avances que esta política haya redituado, evaluamos que su resultados son acotados; el Nodo Jujuy se caracteriza por la diversidad de actores que lo integran, por la dispersión entre los mismos y la debilidad de la red que están constituyendo. Como fuente de financiamiento alternativa, los programas derivados de las políticas del gobierno nacional concitaron escaso interés entre las productoras vinculadas a la generación de contenidos para TV. Además, destacan la carencia de festivales o encuentros de artes visuales, cortos y documentales que proporcionen un espacio de visibilización para los diferentes productos realizados por éstas y otras productoras de la provincia. Si bien existe una muestra de cortos audiovisuales -Video, Jujuy, Cortos-, organizada y coordinada por Wayruro Comunicación Popular y Huayra Audiovisual, creada en 2002 con el fin de fomentar la difusión y el desarrollo de realizaciones audiovisuales en la región. A pesar de que la muestra anual creció a nivel internacional, sigue siendo una exhibición y no un encuentro que permita conseguir financiamiento y venta de productos audiovisuales.
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Notas
Identificacion del autor:
1. La definición figura en el proyecto original 2. En su plan de adecuación, presentado en 2012 al AFSCA, Radio Visión informó que se desprendería de Codivisión. 3. Datos del Censo Nacional 2010. La provincia de Jujuy se organiza políticamente en 16 departamentos, siendo los más poblados Dr. Manuel Belgrano (donde está la ciudad capital, San Salvador de Jujuy), El Carmen, Ledesma, San Pedro y Palpalá, ordenamos de mayor a menor. 4. Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero. 5. Autor. 6. Un caso emblemático fue el cierre en los años 90 de una tradicional sala de calle Alvear que fue transformada en templo de una iglesia evangélica. 7. Dirección Provincial de Prensa y Difusión, organismo dependiente de la Secretaría General de la Gobernación. 8. Constituido el 2/6/2012.
Iván Gustavo Lello. Argentino. Licenciado en Comunicación Social, Universidad Nacional de Córdoba. Magister en Teoría y Metodología de las Ciencias sociales, Universidad Nacional de Jujuy. Doctorando en Humanidades, UNT. Docente del seminario de Análisis de la Realidad Comunicacional Contempránea. Áreas de investigación e interés: Periodismo; Acción colectiva. Procedencia - afiliación institucional actual: Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy. Email: iglello@gmail.com
Bibliografía • Asociación por los Derechos Civiles (2008): Publicidad Oficial en Jujuy, proyecto del programa de Libertad de Expresión. Buenos Aires. • Brunet, M. (s/d). El complejo-industrial televisivo. La TV hertziana pública y privada argentina: breve historial. • INDEC: Censos Nacionales 1980-2010. • Polos Audiovisuales Tecnológicos (2012). Informe Red de Nodos Audiovisuales Tecnológicos, julio-2012. • VVAA (s/d). Relieve cultural del NOA. Cartografía y estadísticas culturales de Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Sistema de Información Cultural de la Argentina. Disponible en: http://sinca.cultura. gov.ar
Registro Bibliográfico: LELLO, Iván Gustavo. “Haciendo TV en Jujuy” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 273-291. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 24-07-2013 Fecha de aceptación: 12-11-2013
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Por la “dignidad Militar”:
la revista Cabildo y el levantamiento carapintada en la Semana Santa de 1987
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Por Jorge Saborido y Marcelo Borrelli jorge_saborido@hotmail.com / Universidad Nacional de La Pampa - Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina marcebor@yahoo.com / Universidad Nacional de La Pampa - Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina
Sumario:
Summary:
Este artículo analiza el tratamiento editorial que la revista Cabildo, conspicua representante del pensamiento nacionalista católico en la Argentina, dio al levantamiento militar que un grupo de oficiales del Ejército argentino denominados “carapintadas” protagonizó durante la Semana Santa de abril de 1987. La rebelión tuvo como objetivo primordial presionar al gobierno democrático de Raúl Alfonsín para que se frenaran las investigaciones judiciales sobre los delitos cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas durante la represión ilegal en el periodo de la dictadura militar (1976-1983). La revista Cabildo, acérrima opositora del gobierno radical y explícita defensora de la represión, celebrará el levantamiento castrense con argumentos vinculados a la reivindicación del “honor militar conculcado” y otros razonamientos asociados a su prédica nacionalista y promilitar, en el marco de una posición editorial que alentaba a las Fuerzas Armadas a “reivindicar y continuar la lucha antisubversiva”.
This article analyzes the treatment that Cabildo magazine editorial, conspicuous representative of the Catholic nationalist thought in Argentina, gave the military uprising that a group of Argentine military officers called “Carapintada” starred during Holy Week April 1987. The rebellion was aimed at pressuring the government primary democratic Raul Alfonsin to that would deter criminal investigations into crimes committed by members of the Armed Forces during the illegal repression in the period of the military dictatorship (1976-1983). The magazine Cabildo, staunch opponent of radical government and explicit repression advocate, will celebrate the military uprising with arguments relating to the claim of “military honor violated” and other arguments related to his preaching nationalist and pro-military, as part of an editorial position which encouraged the military to “claim and continue the fight against subversion”.
Describers: Descriptores: revista Cabildo, nacionalismo católico argentino, rebelión carapintada, prensa argentina, Alfonsín
magazine Cabildo, Argentine Catholic nationalism, rebellion carapintada, press Argentina, Alfonsin
Por la “dignidad Militar”: la revista Cabildo y el levantamiento carapintada en la Semana Santa de 1987 For the “dignity Military”: magazine Cabildo and uprising carapintada on Holy Week 1987 Páginas 293 a 311 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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Introducción La revista Cabildo fue el órgano de mayor difusión del nacionalismo católico argentino en las décadas de 1970 y 1980 en la Argentina, motivo por el cual ha sido objeto de estudio en los últimos años2, pero la vastedad de temas abordados por el grupo que la editaba nos obliga a profundizar en algunos aspectos que no han sido aún tratados. Es por ello que este artículo realiza un análisis sobre el tratamiento que la revista dio al levantamiento militar “carapintada” durante la Semana Santa de abril de 1987, acción que desembocará finalmente en la decisión del gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) de sancionar la ley de “Obediencia Debida” por la cual la mayoría de los militares responsables de la represión clandestina durante la dictadura militar quedaron impunes hasta la declaración de inconstitucionalidad de esa norma por la Corte Suprema de la Nación en 2005. La perspectiva analítica de este trabajo se funda en la posibilidad que el estudio de las publicaciones periódicas y sus posicionamientos ideológicos ofrecen para indagar el entrecruzamiento entre la historia de los medios de comunicación, la historia política y la historia de las ideas. Entendemos que las publicaciones no son meros soportes de ideologías que estarían por “detrás” de ellas, sino vehículos activos destinados a la conformación de espacios sociales, la construcción de públicos, la legitimación de corrientes de opinión y la influencia concreta en las decisiones políticas y otras de interés público y amplia incidencia social. Desde esta óptica analizaremos cómo la revista Cabildo se posicionó como un verdadero actor político (Borrat, 1989), en tanto intentó afectar los procesos políticos de tomas de decisiones a partir la influencia de su prédica en ciertos sectores de la sociedad argentina. Cabildo: orígenes y línea editorial Cabildo publicó su primer número en formato revis-
ta el 17 de mayo de 1973 bajo la dirección de Ricardo Curutchet -quien fue su director durante el periodo de estudio que abarca este artículo- y desde ese momento se posicionará como cabal expresión del nacionalismo católico en Argentina3. El tono antidemocrático de sus cuestionamientos, que se centraban prácticamente desde su aparición en la demanda continua a los militares para que tomaran el poder, llevó a que tras la muerte del general Juan Domingo Perón en julio de 1974, la revista fuera clausurada tres veces por el gobierno de su sucesora, María Estela (Isabel) Martínez de Perón. Una vez producido el golpe militar que derrocó a Isabel en marzo de 1976, reapareció en agosto de ese año con el lema “Por la Nación contra el Caos”, enumerando su ejemplar con el 1 y señalando que se trataba de una “Segunda Época”. Durante la dictadura militar, y hasta fines de los años 80, fue una publicación realizada en papel de buena calidad; contaba con una publicidad limitada casi totalmente al ámbito intelectual en la que aparecían librerías y editoriales -como Librería Huemul o Editorial Teoría-, conocidas por su filiación nacionalista. Estaba compuesta por 36 páginas donde se destacaban su editorial en la primera página seguido de la sección “Crónica nacional” o “Actualidad”, donde comentaba temas de actualidad y secciones fijas dedicadas a la economía local, política exterior, religión, asuntos internacionales, culturales y castrenses, un espacio fijo 295 dedicado al comentario de libros de actualidad y un espacio que variaba de acuerdo a cuestiones coyunturales. La tirada no ha podido ser comprobada con exactitud por inexistencia en ese momento de estadísticas medianamente fiables; el testimonio de Antonio Caponnetto, uno de los más importantes partícipes en el proyecto editorial (secretario de Redacción de la revista durante el periodo que abarca este artículo y luego su director desde su reaparición en 1998 hasta la actualidad), da cuenta de que el promedio mensual era de aproximadamente 5 mil ejemplares vendidos.
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Sus lectores pertenecían a ámbitos vinculados al mundo católico, sectores dirigentes y militares. En el periodo de análisis fue de publicación mensual. En su plantel de colaboradores aparecen aportes puntuales como el del líder de la hispánica Fuerza Nueva, Blas Piñar; el general Acdel Edgardo Vilas4, o la presencia más regular de intelectuales de larga militancia en el nacionalismo como Julio Irazusta, Federico Ibarguren, el general Osiris Villegas, Ricardo Paz, Francisco Javier Vocos o el cuyano Rubén Calderón Bouchet. Además, una vez producido el retorno democrático a fines de 1983, la revista publicó varios artículos firmados por el general Ramón J. Camps, uno de los principales y más emblemáticos represores durante la dictadura militar. Las concepciones de Cabildo se enraizaban en el nacionalismo católico que, si bien careció de una presencia masiva en el conjunto de la sociedad argentina, ejerció una fuerte influencia sobre determinados sectores de poder -fundamentalmente los militares-. Desde fines del siglo XIX, ante la hegemonía política y cultural de la elite liberal y positivista, se habían ido formando corrientes de pensamiento nacionalistas que reivindicaron las raíces hispánicas en la conformación identitaria de la Argentina. En la década de 1920 el nacionalismo se fue consolidando, y en paralelo fue vigorizándose una corriente de pensamiento 296 que demandaba recuperar para el catolicismo el lugar predominante que había tenido tradicionalmente en el país. Al calor de estas ideas, y con el apoyo de la Iglesia Católica argentina, se forjó un modelo alternativo al liberal que propuso reconstruir la “nación católica”; es decir, considerar a la religión católica como el elemento fundante de la identidad nacional. Una visión antiliberal y antidemocrática de la que Cabildo será un pertinaz defensor. En forma muy resumida reseñaremos cuáles fueron los principales pilares ideológicos de Cabildo: a) reivindicación de la Edad Media como etapa de plenitud
alcanzada por el hombre; b) crítica a la Modernidad en tanto periodo de autonomía de la razón y el hombre que rompe la ligazón “natural” de éste con Dios y lo desvía de su senda moral; c) crítica al liberalismo y la democracia como reflejos de la decadencia de la civilización occidental y exaltación de la dictadura encarnada en una personalidad central junto a un equipo de hombres destacados; d) defensa de la hispanidad como elemento constitutivo de la nación argentina en tanto sostén espiritual de la fe católica, y e) visión conspirativa de la historia contemporánea con base en la alianza “judeo-marxista”, entre sus principales características (para ampliar, véase Saborido, 2011). Cabildo y el alfonsinismo Es conocido el impacto que representó en la escena política del final de la dictadura militar la irrupción de Alfonsín y su sorprendente triunfo en los comicios del 30 de octubre de 1983. Mientras que para un amplio sector del electorado fue el vocero de la recuperación de los valores democráticos luego de la etapa oscura de la dictadura, desde las páginas de Cabildo se lo identificó rápidamente con la militancia de izquierda y con las ideas “modernas” que constituían el enemigo principal del nacionalismo católico. Ya en junio de 1983 en la tapa se lo ridiculizaba disfrazado de “El Chapulín Colorado” –popular personaje de la televisión–, con dos globos en las antenas, uno con el signo dólar y el otro con la hoz y el martillo que referían a la Unión Soviética. Al título “El Alfonsín Colorado” se agregaba en mayúscula la expresión ¡SIGANME LOS ZURDOS!5 (Fig. 1). En el editorial, la caracterización era demoledora, mostrando el núcleo duro de las ideas de Cabildo: “Alfonsín está a medio camino entre el izquierdista rabioso, que sospecha que algo hay que cambiar, y el izquierdista europeo, que sabe que entre Estados Unidos y Rusia y algunos elementos posconciliares se está edificando una nueva legitimidad, esa de los derechos humanos, de la permisividad, del destape y del
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pluralismo. Alfonsín, que reúne en sí lo peor de nuestra historia, nos traerá la civilización que a palos nos viene siendo impuesta desde Rivadavia hasta Frondizi, pasando por Roca; civilización que quiere decir modernización esto es: desacralización y desorden”6. Para Cabildo, en el clima incierto de la transición, el peligro mayor residía en el triunfo de Alfonsín; la continua denuncia de sus vinculaciones con la socialdemocracia europea e incluso con los Estados Unidos7 daba cuenta de las dimensiones perturbadoras que le atribuían a un eventual gobierno radical. Si bien consideraban que el 30 de octubre, día de las elecciones, era de por sí un “salto al vacío” por el retorno de la odiada “partidocracia”, el peronismo -favorito para triunfar en los comicios- no era objeto especial de la atención
Figura 1
editorial de la revista, más concentrada en prevenir sobre el peligro de la victorial radical8. Sin matices, para Cabildo con las elecciones se haría cargo de la nación el “monstruo partidocrático” y “la democracia liberal, sufragista, numerolátrica y multipartidaria”9. Producido efectivamente el triunfo del candidato de la Unión Cívica Radical (UCR)10, el juicio respecto de quienes van a ejercer el poder político no generó para los nacionalistas de Cabildo ninguna controversia: significaba un retorno a un pasado que tendría que haber sido superado definitivamente como consecuencia del accionar de los militares y de la realización de su “revolución nacionalista”. Pero, como ello no se había producido por la ineptitud de los dirigentes del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, el resultado era que: “con Alfonsín han tomado por asalto el Estado todos aquellos que fueron derrotados militar o policialmente y ahora vuelven para trocar esa derrota en victoria política primero y cultural después”11. De manera tal que el nuevo gobierno radical era definido como una “tiranía democrática”, y la misma no era ya “la prefiguración del marxismo, sino el marxismo mismo gobernando, bajo formalidades cautelosas a veces, pero con equipos, planes, hombres y engranajes que responden inequívocamente a la intrínseca perversidad comunista”12. En este sentido, la revista 297 fue construyendo un perfil “revolucionario” del alfonsinismo: se trataba de una nueva forma de la “revolución” moderna, encarnada en la socialdemocracia, que en ese periodo se definía por ser “un socialismo que se preocuparía más bien de imponer sus pautas políticas y culturales más que un esquema económico y aún que una preocupación distribucionista”13. Cabildo y la “cuestión militar” Tras la derrota en la guerra de Malvinas en junio de 1982, la actitud de Cabildo respecto de los militares del
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“Proceso” se caracterizó por una distinción tajante: por una parte se encontraban los altos mandos, quiénes eran duramente cuestionados por haber tenido la responsabilidad de decidir la ocupación y el posterior enfrentamiento y para quienes se reclamaba que pagaran sus culpas sin miramientos. El castigo era considerado como una posibilidad regeneradora, un componente purificador de aquellos sectores enfermos y corrompidos que debían ser separados del “cuerpo sano” que las Fuerzas Armadas representaban en su totalidad. Pero, por otra parte, la revista realizaba una enérgica defensa de los oficiales de rango medio y bajo que habían combatido en las islas Malvinas pese “A los jefes que temblaron ante el deber y, sobre todo, al régimen que los entregó y que hizo inútil en lo inmediato su cruento sacrificio”14. La distinción entre el guerrero y la conducción, entre quienes habían cumplido con su deber en el campo de batalla y la jerarquía castrense que los había traicionado, respondía a la necesidad de la revista de destacar la “pureza” de las Fuerzas Armadas y su función imprescindible para la sociedad pese a los errores cometidos por sus máximos jefes. En este sentido, eran definidas positivamente como “una aristocracia con clara conciencia histórica y con claro sentido de su deber político y cultural”15, mientras que los que habían ejercido el poder durante la dictadura habían 298 “olvidado su función, han olvidado sus obligaciones y han repudiado su destino....solo su esencia las preserva de su existencia”16. Con la llegada de la democracia Cabildo advirtió tempranamente que “la socialdemocracia está a punto de concretar su venganza contra las Fuerzas Armadas Argentinas”17. Esa “venganza” se canalizaría de diversas formas: la drástica reducción del presupuesto militar, el establecimiento de pautas políticas que se asentaban en el pacifismo y, sobre todo, el accionar “demasiado inquietante”18 de la justicia en el tema de los derechos humanos.
A partir de este análisis de la situación, Cabildo pasó a expresar en sus páginas la opinión de los grupos militares que cuestionaron desde mediados de 1982 el comportamiento de las cúpulas militares pero que al mismo tiempo rechazaban el reverdecer de la democracia, y mucho más una democracia que, aunque de manera dubitativa y crecientemente claudicante, estaba comenzando a avanzar en un tema tan ríspido como el de la represión ilegal llevada a cabo durante la dictadura militar. El final de la dictadura militar trajo como consecuencia que los militares, fuertemente desprestigiados luego de la derrota en Malvinas, se retiraran de la intervención política directa, en un clima social caracterizado por una expectativa favorable respecto de las posibilidades del nuevo tiempo democrático. Al fracaso político de las Fuerzas Armadas se sumó la difusión pública de las atrocidades cometidas por sus integrantes en la represión ilegal, prácticas que ahora eran rechazadas por una ciudadanía que en los años del terror mayoritariamente no había objetado el discurso de la “lucha antisubversiva” (Novaro y Palermo, 2003). Desde 1982 se habían ido difundiendo detalles escabrosos de los mecanismos de funcionamiento del terrorismo del Estado, por lo que el tema de los derechos humanos fue calando hondo en la opinión pública19. Alfonsín se hizo eco en la campaña electoral de estos reclamos de la sociedad, al tiempo que reivindicaba con fuerza los valores democráticos, tantas veces despreciados en las décadas anteriores. Luego de asumir la presidencia el 10 de diciembre de 1983, Alfonsín decidió poner en marcha el juzgamiento de los integrantes de las tres primeras Juntas Militares que habían ejercido el poder durante los años de la dictadura y a siete jefes guerrilleros20. Abonaba así el terreno de la “teoría de los dos demonios”, que igualaba las responsabilidades de ambos limitándola a sus cúpulas y excusaba de ellas a la sociedad civil en relación a la violencia política del pasado recien-
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te, mientras que explicaba a la violencia de Estado, aunque no a sus procedimientos, a causa de la violencia guerrillera (Crenzel, 2008: 58). Para el caso del juzgamiento de los militares el presidente planteó la idea de que habían existido “tres niveles de responsabilidad” en la represión: en el primero se situaban quienes habían dado las órdenes -las Juntas Militares y algunos represores “emblemáticos”-, éstos debían ser considerados “culpables” y ser sometidos a la Justicia civil o militar como los máximos responsables de la represión buscando así un “castigo ejemplar”; en el segundo aparecían quienes se habían “excedido” en el cumplimiento de esas órdenes; y por último se situaban los oficiales que habían “acatado órdenes” -que en su mayoría se encontraban en actividad al llegar Alfonsín al poder-, quienes debían ser considerados “inocentes” para de esa manera no afrontar a la Justicia -siempre y cuando no hubieran cometido “hechos atroces y aberrantes”- y, en cambio, ser disciplinados para ser incorporados a la institucionalidad democrática. Así, el gobierno intentaba contener a la corporación militar y satisfacer a la ciudadanía democrática: mostraba ante la opinión pública a unas Fuerzas Armadas dispuestas a aceptar algunas condenas, pero evitaba el inconveniente político que significaría iniciar un llamado masivo de oficiales a declarar ante la Justicia. El problema, como bien quedaría expuesto en el informe “Nunca Más” de la CONADEP presentado al presidente el 25 de septiembre de 1984, era que los “hechos atroces y aberrantes” habían sido organizados desde el poder estatal y practicados sistemáticamente por todos los oficiales involucrados en la represión (Canelo, 2006: 95). La decisión sobre el juzgamiento de las tres primeras Juntas fue objeto de una descalificación rotunda por parte de Cabildo, de manera que su postura se fue aproximando cada vez más a la de quienes, si bien desde una posición inicial de debilidad, intentaban insuflarle a las Fuerzas Armadas un renovado vigor
enfrentando a los que querían avanzar en el enjuiciamiento de su accionar. Cuando finalmente en abril de 1985 la Cámara Federal de la Capital Federal inició el juicio a los integrantes de las Juntas, el editorial de Cabildo dejó sentada con absoluta transparencia su posición. Tras señalar los errores cometidos por los militares en el ejercicio del poder, destacaba que el principal de ellos había sido que se había librado “una guerra antisubversiva en lugar de una guerra contrarrevolucionaria”21; por lo tanto, el prolongado juicio oral fue descalificado al considerarlo parte fundamental de la agresión que se estaba realizando hacia las Fuerzas Armadas impulsando su desintegración. De esta manera, pasaba a segundo plano las críticas a Videla y al resto de los militares que habían ejercido el poder durante la dictadura; en el nuevo marco democrático de lo que se trataba era de destacar ese carácter del juicio: “No se puede seguir manteniendo la ficción (...) de que lo que hace la Cámara Federal es juzgar a los nueve individuos que integraron en su momento las tres primeras Juntas de Gobierno del Proceso; son las Fuerzas Armadas de la patria las que han sido arrastradas al banco de los acusados y expuestas a un escarnio público y colectivo con el que se procura no la aplicación de una justicia purificadora sino una derrota espiritual y, por lo tanto, política, de esos soldados que tomaron a su cargo la empresa de acabar con la revolución”22. 299 Por otra parte, los problemas experimentados por el gobierno de la Unión Cívica Radical se fueron incrementando durante 1986 luego del éxito temporal que significó la implementación del Plan Austral a mediados de 1985 (por el cual momentáneamente la inflación se mantuvo bajo control y la actividad económica tuvo un cierto incremento)23. Este mejoramiento de la situación creó las condiciones para que el radicalismo se impusiera en las elecciones legislativas que se realizaron en noviembre de 1985. Sin embargo, las dificultades insalvables que encon-
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traron para estabilizar de manera definida las variables económicas, las contradicciones que se manifestaban en el mismo gobierno respecto del rumbo a seguir, el creciente vigor de la oposición desarrollada por el Partido Justicialista y el sindicalismo, así como también los problemas derivados de la “cuestión militar”, determinaron que los embates antidemocráticos adquirieran renovada fuerza y que, en ese contexto, el discurso y el accionar del nacionalismo católico se vinculara con el de quienes, desde ciertos sectores de las Fuerzas Armadas, aspiraban a recuperar posiciones políticas tras la debacle que había significado el fin de la dictadura. Cabildo y la rebelión “carapintada” de Semana Santa El 9 de diciembre de 1985 la Cámara Federal de la Capital dio a conocer su sentencia de condena hacia los ex comandantes de las Juntas Militares durante la dictadura24, pero en el punto 30 los magistrados tomaron una decisión de máxima relevancia para comprender las acciones posteriores, allí demandaban “el enjuiciamiento de los oficiales superiores que ocuparon los comandos de zona y subzona de defensa, durante la lucha contra la subversión, y de todos aquellos que tuvieron responsabilidad operativa en las acciones” (Sancinetti, 1988: 227; cit. por Canelo, 2006: 100, destacado de la autora). Así, el poder judicial se 300 independizaba del político y estropeaba sus planes de conciliación con el actor militar, ya que hasta ese momento el gobierno había logrado cierta alianza con la cúpula de las Fuerzas Armadas –encabezada por Héctor Ríos Ereñú, al frente el Estado Mayor General del Ejército (EMGE)–, sobre la base de “condenas para los que mandaron” y “amnistía para los que obedecieron” (Canelo, 2006: 98). Como bien señala Novaro (2009: 148), pese a la gran impronta política, jurídica y cultural del juicio a las Juntas, en el momento muchos perdieron de vista que se estaba juzgando a militares que ya habían perdido el poder, y que no sería lo mis-
mo juzgar a militares en actividad que aún mantenían al menos parcialmente una cuota de poder y contaban con la solidaridad de sus pares. Cumpliendo con la orden de la Cámara, la justicia civil amplió sus actuaciones contra los militares implicados directamente en la represión, incluyendo a generales, jefes, oficiales, suboficiales y policías; muchos de ellos se encontraban en actividad. Al mismo tiempo, los altos mandos de las Fuerzas Armadas comenzaron a presionar al gobierno radical para que ofreciera una solución política a largo plazo que asegurara la impunidad de la oficialidad. La nueva etapa inaugurada con la decisión de la Cámara, llevó al gobierno a comprometerse secretamente con las autoridades militares a que se aseguraría la impunidad para la mayor cantidad de oficiales, a cambio que los jefes militares contuvieran a sus subordinados. Los términos inconfesables del acuerdo hacían perder capital político al gobierno, que de la “ética democrática” reivindicada desde antes de acceder al poder pasaba al “pragmatismo político” (Canelo, 2006: 101)25. Cediendo ante las presiones de la corporación militar, y en el contexto de los problemas ocasionados por el deterioro de la situación económica, el gobierno anunció en diciembre de 1986 el envío al Congreso del proyecto de ley de “Punto Final”, por el cual se ponía un límite de sesenta días para presentar las denuncias y evidencias sobre (supuestas) violaciones a los derechos humanos cometidas por los militares. El anuncio fue celebrado por las cúpulas de las Fuerzas Armadas, y rechazado rotundamente por los organismos de derechos humanos, miembros de la UCR y el peronismo renovador. La norma parecía presentar una “ventaja” para el gobierno en tanto la condición de inimputable de un acusado de violación de los derechos humanos no dependía ahora de la controvertida figura de los “excesos” o del “error insalvable” (véase los problemas de esta definición en Novaro, 2009: 32-
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3), sino de la extinción temporal de la acción penal (Acuña y Smulovitz, 1993; Pion-Berlin, 1997; cit. por Canelo, 2006: 104). El 23 de diciembre se aprobó en el Parlamento la ley 23.492 de “Punto Final”, pero prontamente se mostró ineficaz, cuando los juzgados civiles comenzaron a acelerar las citaciones y la tramitación de las causas, incluso suspendiendo la feria judicial que se iniciaba en enero y que el gobierno supuso que iba a jugar en su favor para acortar el tiempo de presentación. Finalizado el plazo perentorio, el 23 de febrero de 1987, habían quedado procesados 300 oficiales de alta graduación (Acuña y Smulovitz, 1993: 61) –quince veces más de lo que había previsto el gobierno–, entre los cuales se encontraban 40 miembros de la cúpula militar procesista y varios oficiales que ocupaban o habían ocupado altos cargos en la estructura militar designada por Alfonsín (Canelo, 2006: 105). Esta nueva situación rompió definitivamente la estabilidad precaria que se había mantenido entre las Fuerzas Armadas y el gobierno, y mientras Alfonsín perdía capital político, la oficialidad del Ejército y la Armada se inclinaba hacia un virtual estado de insubordinación, no sólo contra el gobierno sino también contra los jefes del Estado Mayor, indignados por la efectiva ampliación del “círculo de culpables” que supuso la Ley de “Punto Final”. Lejos de saludar la sanción de la ley, Cabildo descalificó en forma irónica la medida, y al explicar el proyecto, graficaba: “se traza una suerte de raya; quien logre llegar invicto hasta ella será salvo; quien no, caerá inexorablemente en las garras de la justicia alfoncínica”26. Para la revista la única razón de esta nueva ley residía en que el presidente Alfonsín, ante la dimensión de las dificultades socioeconómicas que se le estaban presentando, estaba tratando simplemente de “cerrar un frente conflictivo” y de elaborar “una cierta alianza con el poder militar, en los más crudos términos de supervivencia política”27. Sin embargo,
reconocía, que la “peligrosidad potencial” del proyecto residía en su capacidad de separar o hasta enfrentar a los militares entre los de “sables sucios” y los de “sables blancos”: “Unos, purgando sus ‘delitos’; otros, gozando de su libertad”28. Y dejaba un interrogante inquietante: “¿Se harán solidarios con los condenados quienes queden libres de culpa y cargo?”29. Preanunciando los sucesos posteriores daba a entender que el apoyo a la “lucha antisubversiva” –y a quienes la habían emprendido– era total en las fuerzas, y lo ejemplificaba al mencionar que hacía escasos días el hijo del general y jefe represivo durante la dictadura Ramón Camps30, había sido “estruendosamente ovacionado” al egresar en el Colegio Militar, lo que había ocurrido frente al propio Alfonsín que se encontraba en la ceremonia. La alianza coyuntural que buscaba el gobierno a través del “Punto Final” con los jefes castrenses también suscitó la crítica acerba de Cabildo hacia los máximos responsables de las Fuerzas Armadas: “las cúpulas castrenses asumieron la actitud de Judas: traicionaron y abandonaron no solamente a unos hombres determinados, sino –y esto es lo inusitadamente grave– traicionaron en esos hombres el honor de las Armas”31. En esta orientación, el avance de la Justicia Civil era interpretado directamente como: “LA ESTRATEGIA DEL RETORNO DE LA GUERRILLA BAJO OTRA FORMA Y OTRO METODO. Y equivalen a la 301 reversión de la derrota militar sufrida a lo largo de una década”32. La “Guerra Revolucionaria” ahora sumaba la nueva “etapa judicial”, que para los militares era la de la “humillación, la del aislamiento, la de la condena total, la de la marginación”. Si en una primera etapa las Fuerzas Armadas habían pagado “un tributo de sangre para salvar a la Nación y a la República”, en esta segunda se les requería “su honor y su prestigio”, lo cual era “nefasto” porque equivalía a una “rendición”. Por eso colegía en forma premonitoria que: “a esto nadie está obligado sino que además, tiene el deber
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de resistirse”33. Posicionado como un actor político, la revista realizaba un evidente llamado a la acción hacia dentro de la corporación militar. Como lo dejaba entrever Cabildo, la situación se estaba agravando en el ámbito castrense y hacía cada vez más improbable la posibilidad de un acuerdo estable entre las Fuerzas Armadas y el gobierno. Frente los llamados a declaratoria que estaba realizando la Justicia, Cabildo mencionaba ciertos acontecimientos que mostraban la solidaridad de la “familia militar” con los imputados, para concluir con estilo predictivo34: “creemos que en el mundo castrense crece la idea de que o se salvan todos o ninguno. Quizás, por ahora, las aviesas intenciones alfoncínicas del punto final se vean obstaculizadas gracias a un espíritu de cuerpo que comienza a configurarse”35. En efecto, la revuelta “carapintada” estaba en marcha. La pendiente hacia los llamados “sucesos de Semana Santa” se fue produciendo de manera progresiva, mientras las reiteradas citaciones de los jueces eran resistidas o desatendidas por los implicados a comparecer, con el apoyo tácito o explícito de sus superiores castrenses. Frente a esta situación, un sector rebelde del Ejército se decidió a actuar con el objeto de evitar cualquier tipo de enjuiciamiento de su accionar desde fuera de la esfera militar. La creciente indisciplina tuvo 302 su punto culmine el 14 abril de 1987 cuando el mayor de Infantería Ernesto Barreiro36 rechazó comparecer ante la Justicia, se refugió en su unidad militar -el XIV Regimiento de Infantería Aerotransportada de Córdoba- y lideró su sublevación. El conflicto tomaría mayores proporciones cuando al anochecer del Jueves Santo –17 de abril– el teniente coronel Aldo Rico –ex combatiente de la guerra de Malvinas, quien no estaba sometido a requerimiento judicial en relación a la represión– se sublevó en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo (provincia de Buenos Aires) al frente de numerosos jefes y oficiales. Rico había agrupado
tras suyo a los oficiales más agresivos en su oposición al gobierno radical y a la jefatura del Ejército encabezada por Ríos Ereñú. La metodología elegida fue la de “proceder militarmente”, es decir, tomar unidades militares y desplegar armamento pesado; si bien formalmente se acataba la Constitución no se cedería hasta conseguir los objetivos planteados (Pucciarelli, 2006: 120). Los rebeldes exigían dos condiciones básicas para deponer su actitud: en primer lugar, el cese inmediato de las comparecencias de los militares acusados de delitos vinculados con la represión, para lo que se exigía una plena amnistía; en segunda lugar, la destitución del Jefe del Estado Mayor, general Ríos Ereñú, quien era considerado “oficialista” por sus posiciones más politicistas y tendientes a la negociación con el gobierno. Todo ello, en el marco de la reivindicación de lo actuado en la “lucha antisubversiva”, triunfo que para este grupo había sido dilapidado por “la cúpula procesista” y lo que la oficialidad de rango medio denominaba despectivamente como “el generalato” (Pucciarelli, 2006: 121). La rebeldía, que surgió a la luz pública en los medios de comunicación protagonizada por oficiales y soldados con la cara pintada con betún como expresión de su situación de combatientes (de allí el nombre de “carapintadas”) y para diferenciarse de los denominados “generales de escritorio”, contó con el apoyo implícito de sectores más amplios del Ejército. Esto se hizo visible en la negativa de las unidades cercanas a Campo de Mayo a reprimir a los sublevados, y en la manifiesta lentitud que mostraron las tropas del general Ernesto Alais, apostadas en la provincia de Corrientes, cuando el Poder Ejecutivo logró que se pusieran en marcha hacia la Capital Federal para cumplir la orden presidencial de reprimir a los rebeldes. La renuencia de la mayoría de la oficialidad a combatir a los amotinados –además de compartir sus demandas de impunidad– hacía que formaran parte implícita de la rebelión y fueran responsables del desgaste del poder político.
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Esta neutralidad cómplice había dejado en los hechos a la república “sin Ejército”, como bien lo menciona Pucciarelli (2006: 127), situación que el gobierno trató de ocultar a la ciudadanía, aunque era evidente para muchos que no contaba con esas fuerzas. En un principio, el gobierno radical optó por una estrategia doble: el aislamiento político y la represión de los amotinados con las fuerzas leales, pero prontamente tuvo que afrontar la fractura de la cadena de mandos al no contar con tales fuerzas. Por su parte, ante el temor de un nuevo golpe de Estado, la ciudadanía se movilizó espontánea y organizadamente en defensa de la democracia; los partidos políticos y diversas organizaciones de la sociedad civil expresaron su repudio a la rebelión, aumentando así el aislamiento de los amotinados. Sin embargo, hacia el fin de semana la gran movilización popular comenzaba a aparecer como incontrolable y crecían los peores temores para el gobierno sobre un “enfrentamiento” directo entre civiles y militares. El domingo, cuando ya las negociaciones secretas entre gobierno y rebeldes estaban avanzadas, una multitud colmó la Plaza de Mayo en el centro de la ciudad de Buenos Aires y miles de ciudadanos se convocaron en Campo de Mayo, presionando para que los rebeldes depusieran su actitud. A contramarcha de esta resistencia civil, Alfonsín se dirigió hacia Campo de Mayo el 19 de abril para rubricar las negociaciones con los sublevados –justamente, Rico había puesto como una de sus condiciones un diálogo directo con el presidente–, lo que implicaba un menoscabo visible a su autoridad, aunque fue presentado por Alfonsín como un último acto de valentía para dar por terminada la sedición. El resultado inicial pareció ser favorable al gobierno con la capitulación de los hombres que comandaba Rico y un recordado discurso de Alfonsín ante la multitud expectante en Plaza de Mayo que, luego de omitir y tergiversar las informaciones más importantes sobre la resolución del conflicto, afirmaba que la “casa está
en orden y no hay sangre en la Argentina”, demandando la desmovilización pacífica de la ciudadanía. Sin embargo, en ese mismo discurso llamó “héroes de Malvinas” a alguno de los carapintadas, dejando una estela de incertidumbre sobre lo verdaderamente ocurrido en Campo de Mayo. Pronto se confirmaría que Alfonsín había aceptado algunas de las exigencias de los amotinados: primero, cuando se conoció la destitución de Ríos Ereñú en las horas siguientes37 y, principalmente, cuando a menos de un mes de la asonada el gobierno presentó un proyecto de ley de “Obediencia Debida”, que liberaba de responsabilidad a los oficiales y suboficiales subalternos en la represión por haberse limitado a cumplir órdenes superiores. Esto último fue la prueba de que efectivamente se habían producido negociaciones, las cuales, para una gran mayoría de la sociedad civil, fueron una claudicación del poder político ante la corporación militar. La posición de Cabildo respondió coherentemente a lo que venía sosteniendo desde la instauración de la democracia, de allí que en su edición de mayo de 1987 saludara con alborozo la reacción de quienes reclamaban por su honor en la nota titulada “Operativo Dignidad Militar”38: “el Ejército Argentino, hostigado, asediado, vilipendiado, en vías de disolución, traicionado por sus comandantes, mostró que, a Dios gracias, aún no está muerto y es capaz de generar una 303 reacción”39. Las causas de la crisis eran explicadas en un párrafo de su editorial, que no se refería principalmente a lo sucedido sino a las versiones sobre el proyecto de ley de Obediencia Debida que ya circulaban en ese momento. Como se observará, eran todos argumentos justificatorios de la acción de los rebeldes: “Una política militar torpe y perversa, un clima acosador, una marginación virtual de las Fuerzas Armadas, a las que se les negó el más mínimo espacio en el sistema, una postergación que las llevó a la carencia más completa de operatividad, una disfunción mortal, el confeso pro-
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pósito de inocularles todos los virus socialdemócratas a través de sus institutos y academias, en fin, la más atroz persecución judicial que por sus dimensiones y cuidadosa metodología no reconoce antecedentes y que sirvió para lo que decíamos, humillar a los vencedores, forzarlos a aceptarse como culpables y como merecedores de castigo, a disolver la derrota militar de la izquierda subversiva en un triunfo político, psicológico y moral, en definitiva, separar a las FF.AA. del resto de la Nación”40. Aunque la ruptura en la cadena de mandos que implicaba la operación “carapintada” podía ser cuestionable para los hombres de Cabildo -en tanto defensores a ultranza de la obediencia a la autoridad-, en este caso se exculpaba porque se estaba frente a una situación excepcional que la había convertido en “la única vía posible” para ejercer “el legítimo derecho de resistencia a una autoridad meramente formal y vacía”41. De allí que se manifestaba explícitamente el apoyo a quienes, desde rangos medios de la oficialidad, estaban dispuestos a “recuperar el alma militar y levantarla sobre sí misma” y quienes habían reivindicado la “bandera incuestionable del honor militar”42. De esta manera, quienes mostraron su rebeldía habían puesto de manifiesto la fractura existente en el Ejército: “si se sostiene que Rico y sus hombres han fracturado el ejército se dice una verdad, pero no la 304 verdad completa. El Ejército ya estaba fracturado43. En todo caso, el episodio de la Escuela de Infantería no hizo sino sacar a la superficie lo que existía en la profundidad”44. Crisis que, como se ha visto, para la revista ya había empezado a despuntar en Malvinas y ahora se confirmaba. En cuanto a la actitud del gobierno, la evaluación era que éste conocía de antemano lo que iba a ocurrir en Córdoba -en referencia al amotinamiento de Barreiroy había buscado usufructuarlo en su beneficio: la rebeldía de un oficial de baja graduación iba a ser como “el tejerazo45 de la Democracia Argentina”46, una oca-
sión de oro para armar una movilización “espontánea” de las masas en defensa de la democracia y “llegar con mayor o menor suspenso al ‘happy end’ del cuento: un Alfonsín victorioso, la purga de oficiales indeseables y el seguro triunfo electoral de septiembre”47. Pero cuando todo el escenario estaba preparado para montar el “show alfonsinista” y consolidar la posición del presidente con una presencia multitudinaria, la revista aseguraba que la operación iniciada por Rico había tomado “por sorpresa” al gobierno y había estropeado los planes de Alfonsín, siendo obligado por las circunstancias a reconocer un “nuevo poder militar”, quedando con una “muy mala herida abierta en el costado”48. La nota concluía contundente: “A los hombres del Ejército (…) dirigimos estas reflexiones a caballo de la crisis. Estamos, estuvimos y estaremos siempre con los soldados (…) porque nuestra opción es la Nación. Y la Nación tiene una encarnadura. Y esa encarnadura es el Ejército. “Al gobierno no le decimos nada. El es el enemigo. Y con el enemigo no hay diálogo posible”49.
Figura 2
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Como ya lo habían demandado en otras ocasiones históricas -por ejemplo, en los golpes militares que se produjeron desde 1930 en la Argentina-, los nacionalistas en su vertiente católica llamaban nuevamente a la defensa de la Nación -por supuesto, lo que ellos entendían como tal- por la vía de la espada. La ocasión lo justificaba, ya que en su visión estaba planteada una situación de guerra civil, ¿entre quiénes?: “dos Argentinas irreconciliables se enfrentan. Irreconciliables -y corregimos la frase- porque no son dos Argentinas, sino una sola: la Patria Real e Histórica, contra todas las fuerzas de la antipatria y de la subversión integral”50. Avanzaban en la misma dirección que lo hicieron aquéllos que en la Península Ibérica plantearon la lucha en los años 30 como un enfrentamiento entre “las dos Españas”; su intolerancia los llevaba a reivindicar la exclusividad en cuanto a la visión de la Patria, todo lo demás era parte de la estrategia “revolucionaria” destinada a acabar con la Argentina. Por lo tanto, no se trataba, de ninguna manera, que la situación generada en Semana Santa hubiera hecho saltar sus alarmas; era la continuidad de una situación caracterizada por los avances de la “Revolución Socialdemócrata”. Lo nuevo era que ahora percibían la posibilidad de que sectores de las Fuerzas Armadas estuvieran dispuestos a actuar para cerrarle el paso a quienes, a través de la “agresión” a los militares, querían consolidar su postura a expensas de “los valores permanentes de la Patria”. El teniente coronel Rico resumía con sus gestos y su discurso todo lo que Cabildo esperaba de los hombres de armas. Por último, el intento de Alfonsín de enfrentar el problema generado en Semana Santa por medio de la promulgación de la llamada “Ley de Obediencia Debida” no fue interpretado por la revista como una claudicación del gobierno, sino por el contrario como un transitorio “paso atrás” en el camino de la consumación de objetivos más trascendentales, como los que se observaban en la promulgación de la “Ley de
Divorcio”51 y en el proyecto del Poder Ejecutivo para avanzar en la reforma de las Fuerzas Armadas, considerados por Cabildo como “dos pasos adelante” que compensaban la concesión de la Obediencia Debida52. Luego de los sucesos de Semana Santa, en la edición de mayo de 1987 que hacía eje en los rumores sobre el proyecto de ley de Obediencia Debida, ya desde la tapa se menospreciaba lo que aún era un proyecto: “1973 A LA SUBVERSION: AMNISTIA TOTAL. 1987 A LAS FF.AA.: PSEUDO-JUSTICIA” (Fig. 4)53. Esto era refrendado en su editorial “No a la Falsa Justicia”, donde afirmaba: “no habrá justicia verdadera sin un explícito reconocimiento de que las FF.AA. han tenido que librar una guerra, y que ésta fue justa (…). Recién
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Figura 3
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entonces -cuando la Nación reconozca quiénes han sido sus agresores y quiénes sus defensores- podrá encontrarse una auténtica fórmula legal que implique una solución política plena y duradera”54.
306 Figura 4
Conclusiones La lectura de las posiciones de Cabildo nos permite observar que los que conformaron el grupo “carapintada” encontraron en el nacionalismo católico un “corpus” de ideas con el que se podía contar para fundamentar su actitud frente a una opinión pública que comenzaba a manifestar una creciente disconformidad con el rumbo de la democracia reinstaurada en
1983. Aunque la rebelión militar tenía objetivos vinculados a cuestiones pragmáticas y no a la concreción de grandes ideales, no caben dudas respecto a que el nacionalismo católico le aportó una fundamentación ideológica que, no por conocida, resultaba menos eficaz en determinados ámbitos. Las apelaciones al “honor”, las reivindicaciones del papel central del Ejército en la conformación de la Nación o la defensa a ultranza de la “lucha antisubversiva” como acontecimiento “heroico” que había salvado a la Nación de las “garras” del marxismo, constituían elementos constantes del discurso de Cabildo, pero que en la coyuntura que hemos analizado resultaron útiles como argumentación para quienes, dentro del ámbito militar, la democracia era el régimen que no solo no reconocía su “gesta”, sino que quería enviarlos a la cárcel por violar los derechos humanos. En forma esquemática, podríamos resumir que para Cabildo la crisis de Semana Santa fue evaluada según las consecuencias que supuso para dos de los grandes actores en juego, el Ejército y el gobierno. Y en este punto vale destacar que lo ocurrido en torno a la movilización espontánea de la ciudadanía no ocupó un lugar relevante en las reflexiones de la revista; entre otros motivos, porque para Cabildo la población había sido “manipulada” por el “show alfonsinista”, por los medios de comunicación que lo habían promovido y por la acción de la “cohorte de pequeños gramscianos”55 que dotaba de legitimidad a la prédica de Alfonsín. En relación al Ejército, para Cabildo la crisis mostró en forma descarnada la fractura interna que había entre los oficiales de baja y media graduación y su conducción, siendo los primeros quienes aparecían como los “verdaderos soldados”, los “guerreros” que estaban defendiendo el “honor mancillado”, mientras que los comandantes corroían su prestigio y el de la institución en espurias negociaciones con el poder político. Todo ello pese a la evidente presión que las
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cúpulas hicieron sobre el gobierno alfonsinista para beneficiar a los oficiales implicados en la represión y la evidente falta de voluntad para ejercer la represión una vez declarada la rebelión. Pero para Cabildo toda negociación con un gobierno que consideraba un “enemigo” y era tildado despectivamente de “izquierdista”, “socialdemócrata” o pretendidamente “moderno” era motivo de desprecio y se igualaba directamente a una capitulación. Aún con lo que implicaba la fractura de la cadena de mandos, la sublevación estaba por demás justificada por el hostigamiento que sufrían las Fuerzas Armadas desde la recuperación democrática y la acción cobarde de los jefes militares. En este sentido, la revista celebró con brío la irrupción pública del grupo sedicioso, tanto como acción que sacudiría a la opinión pública como a la interna castrense. En relación al gobierno, como venía siendo una invariante editorial, la posición de Cabildo fue de una crítica furibunda. En primera medida, el principal responsable de esta crisis era la administración Alfonsín y su política hacia las fuerzas militares que había dejado sin opciones a los oficiales medios del Ejército, obligados así a “proceder militarmente” para defender su “honor” ante la situación injusta a la que habían sido llevados. Pero vale destacar que hubo cierta interpretación ambigua en relación a cómo el gobierno se posicionó ante la crisis. En un principio se lo mostró como dominador de la situación, en tanto había montado un “show” para aprovechar las circunstancias y relegitimarse ante la opinión pública como defensor de la democracia en contra del autoritarismo militar. Pero luego, -ante la intervención de Rico y el involucramiento tácito de todo el Ejército en el conflicto- Cabildo lo presentó como sobrepasado por las circunstancias, abandonado por sus propias fuerzas de “izquierda” e incapaz de conducir los acontecimientos. Esta nueva realidad que supuso la sublevación de Campo de Mayo para la revista había puesto de relieve la farsa del gobierno, sus intenciones mezquinas y el juego político
que intentaba hacer el alfonsinismo. De todas maneras, no deja de ser llamativa esta ambivalencia, por la cual el gobierno en un principio apareció como un hábil estratega para luego ser presentado como inexperto y avasallado por las propias circunstancias que él había generado. En esta línea, lo que para muchos fue una evidente resolución claudicante del conflicto por parte del gobierno -a partir de la presentación del proyecto de ley de “Obediencia Debida”- no lo fue en absoluto en la interpretación de Cabildo, que nuevamente lo presentó como un hábil ejecutor de sus políticas bajo la lógica de “un paso atrás” compensado por los “dos adelante” que representaban el proyecto de reforma militar y la sanción de la ley de divorcio. Nuevamente el gobierno, que era vilipendiado y menospreciado por Cabildo, sin embargo aparecía sacando rédito de una situación política en apariencia desfavorable. Por último, la acérrima oposición de Cabildo al gobierno alfonsinista no le permitió siquiera valorar lo que, en términos concretos, el Poder Ejecutivo ofreció a favor de la impunidad de los militares involucrados en la represión, una de las demandas de los rebeldes compartida, a su manera, por Cabildo. Principalmente, porque para la revista no sólo no había que juzgar a estos oficiales, sino que había que reivindicar lo actuado y celebrar su intervención salvadora para la Nación, algo que desde ya el gobierno nunca estuvo 307 dispuesto a conceder. Solo a partir de esa reivindicación es que para Cabildo se podría encontrar una solución política duradera a las secuelas del terrorismo de Estado, posición que se daba de bruces con uno de los pocos consensos que la democracia recuperada supo edificar en esos años.
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Notas
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1. Los autores desean agradecer el apoyo del Proyecto UBACyT 20020100100608 Del juicio al indulto: derechos humanos y memoria de la dictadura en la gran prensa nacional (1983-1990) (Universidad de Buenos Aires). 2. Tanto su corpus ideológico como su actuación política concreta merecieron nuestra atención, dando lugar a varios trabajos: Borrelli y Lanfranco (2012); Saborido (2003, 2004, 2005, 2007, 2011); Porta y Saborido (2012). Otros aportes de significación son los de Orbe (2008, 2009, 2011) y Rodríguez (2011). 3. Sobre el nacionalismo en general hay una amplia bibliografía: Zuleta Alvarez (1975); Buchrucker (1987); Rock (1993); Devoto (2002). En cuanto al nacionalismo católico, sin duda el texto más importante es Zanatta (1996). 4. Primer responsable del “Operativo Independencia” que lideró el Ejército argentino desde febrero de 1975 en Tucumán contra la guerrilla del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). 5. Cabildo, Tapa, año VII, Nº65. Buenos Aires, junio de 1983, p. 1. 6. Cabildo, “Los ‘rebusques’ de la izquierda criolla”, año VII, Nº65. Buenos Aires, junio de 1983, p. 4. 7. Cabildo, “Los Guiños de Shlaudeman Son para Alfonsín”, año VII, N°68. Buenos Aires, septiembre de 1983, pp. 4-9. 8. Cabildo, “30 de Octubre: El Salto al Vacío”, año VII, N°69. Buenos Aires, octubre de 1983, pp. 4-9. 9. Caponnetto, A., “El Monstruo Partidocrático”, en Cabildo, año VII, N°67. Buenos Aires, agosto de 1983, p. 10. Para Cabildo la democracia socavaba los cimientos de la autoridad, en tanto significaba “la desacralización del poder político, el reemplazo del fundamento teológico de la autoridad por la razón numérica” (Caponnetto, A., “La Gracia y los Desgraciados”, en Cabildo, año XI, N°110. Buenos Aires, abril de 1987, p. 7). También era “el sistema más insuficiente para asegurar el Bien Común y, como lo enseñan los mismos teóricos marxistas, la vía más próxima para acceder al Comunismo” (Cabildo, “A Nueve Años del Operativo Independencia”, año VIII, N°73. Buenos Aires, febrero de 1984, p. 16). 10. Alfonsín ganó la elección con el 51,7 % de los votos, mientras que el peronismo lo secundó con el 40,16 % (Tow, Andy, Atlas de elecciones en Argentina, disponible en http:// towsa.com/andy/, consultado el 1 de julio de 2013). 11. Cabildo, “El Enemigo en la Ciudadela”, año VII, N°71. Bue-
nos Aires, diciembre de 1983, p. 7. 12. Caponnetto, A. “Argentina Hispano Católica o esto....”, en Cabildo, año XI, N°106. Buenos Aires, noviembre de 1986, p. 20. 13. Cabildo, “La Revolución Socialdemócrata”, año VIII, Nº 72. Buenos Aires, enero de 1984, p. 6. 14. Cabildo, “El Gesto de la Gesta Pendiente”, año VIII, N°62. Buenos Aires, marzo de 1983, p. 3. 15. Riva, A., “Las Fuerzas Armadas y la Nación”, en Cabildo, año VIII, N° 68. Buenos Aires, septiembre de 1983, p. 24. 16. Ibidem. 17. Riva, A., “La Social democracia contra las FF.AA”, en Cabildo, año VIII, N°76. Buenos Aires, mayo de 1984, p. 13. 18. Ibidem. 19. La acción de los organismos de derechos humanos fue sin duda un factor decisivo para que el tema cobrara notoriedad pública. 20. Lo hizo a través de los decretos 157, 158 y 187, al ordenar, respectivamente, la persecución penal de distintos jefes guerrilleros, el procesamiento de las tres primeras Juntas Militares por parte del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CONSUFA) -que finalmente no las juzgaría, siendo la Cámara Federal de la Capital la que llevó adelante el juicio- y la creación de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) (Canelo, 2006: 89). Al ser originalmente el CONSUFA quien debía juzgar a las cúpulas Alfonsín apostó por una “autodepuración” del estamento militar que, ante la negación de sus integrantes de llevar adelante el juzgamiento de sus pares, mostró prontamente los límites de esta estrategia. 21. Curutchet. R., “Ante el Juicio a las Juntas Militares”, en Cabildo, año IX, N°87. Buenos Aires, abril de1985, p. 3. 22. Cabildo, “Juicio y Guerra Revolucionaria”, año X, N°91. Buenos Aires, agosto de 1985, p. 3. 23. Algunos de los anuncios del Plan Austral -cuyo principal objetivo declamado por el gobierno era el de la “lucha contra la inflación”- fueron el congelamiento de los salarios y la mayoría de los precios, la reducción de las tasas de interés para los depósitos y los créditos, la reducción del déficit fiscal, la aplicación de una nueva moneda (el Austral) y la desindexación de la economía (Tedesco, 2011: 104-5). 24. Videla y Masera a reclusión perpetua y destitución; Viola a diecisiete años de cárcel y destitución; Lambruschini a ocho años de prisión y destitución, Agosti a cuatro años y
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medio de prisión y destitución. Fueron absueltos Galtieri, Graffigna, Anaya y Lami Dozo. 25. La primera medida evidente sobre el nuevo compromiso de impunidad asumido por el gobierno fueron la instrucciones a los fiscales militares del CONSUFA, que permitían eximir de culpas a los acusados de tortura, secuestro y asesinato en los casos que pudiera demostrarse que se había actuado bajo órdenes impartidas. Y el principio de culpabilidad de quienes hubieran cometido “hechos atroces y aberrantes” fue limitado a aquellos hechos que hubieran sido realizados “por fuera” de las órdenes impartidas; es decir, como “excesos” (Canelo, 2006: 102). La difusión pública de estas “instrucciones” generó el duro rechazo de los organismos de derechos humanos, los miembros de la Cámara Federal y los propios integrantes del partido radical, que se encontraba dividido en relación a cuál debía ser la solución política para la “cuestión militar” (Acuña y Smulovitz, 1993: 60-1; Novaro, 2009: 210-1). 26. Tucídides, “Punto Final. El Parto de los Montes”, en Cabildo, año XI, N°107. Buenos Aires, diciembre de 1986, p. 25. 27. Ibidem. 28. Ibidem. 29. Ibidem, p. 26. 30. Como se mencionó, Camps era uno de los represores “emblemáticos” de la dictadura, que tuvo una particular visibilidad pública por su intervención en casos resonantes, como el secuestro del periodista Jacobo Timerman o de los integrantes del grupo económico vinculado a la familia Graiver. 31. Cabildo, “La Hora de los Judas”, año XI, N°109. Buenos Aires, febrero de 1987. 32. Mayúsculas en el original. 33. Cabildo, “El Golpe contra las Fuerzas Armadas”, año XI, Nº 109. Buenos Aires, marzo de 1987, p. 3. 34. Que diagnostica resultados de tipo social y político utilizando el método de interpretación causal determinista (Castelli, 1991: 195-6; retomando categorías de Rivadaneira Prada). 35. Ibidem, p. 24. 36. Quien había realizado tareas represivas en el centro clandestino “La Perla”, en la provincia de Córdoba. 37. Su reemplazante fue el general José Caridi, quien no contaba con la simpatía de los “carapintadas”. La designación mostraba que el gobierno no estaba dispuesto a amparar el crecimiento político de este grupo dentro del Ejército (Acuña
y Smulovitz, 1993: 67). 38. Según Cabildo, a partir de “informaciones muy confiables”, nada menos que el nuevo titular del Ejército, Caridi, había definido a los episodios de Campo de Mayo como “Operativo Dignidad Militar” (Rótula, T. “Operativo Dignidad Militar”, en Cabildo, año XI, N°111.Buenos Aires, mayo de 1987, p. 7). 39. Ibidem. 40. Cabildo, “No a la Falsa Justicia”, año XI, N°111. Buenos Aires, mayo de 1987, p. 3. 41. Rótula, T. “Operativo Dignidad Militar”, en Cabildo, año XI, N°111.Buenos Aires, mayo de 1987, p. 8. 42. Ibidem. Destacado en el original. 43. Destacado en el original. 44. Rótula, T. “Operativo Dignidad Militar”, en Cabildo, año XI, N°111.Buenos Aires, mayo de 1987, p. 9. 45. En relación al fallido intento de golpe de Estado encabezado por Antonio Tejero en España en febrero de 1981, que abroqueló a la España posfranquista en defensa de la joven democracia del país ibérico. 46. Rótula, T. “Operativo Dignidad Militar”, en Cabildo, año XI, N°111.Buenos Aires, mayo de 1987, p. 7. 47. Ibidem. Debido a que en septiembre de 1987 se realizarían las elecciones legislativas. 48. Rótula, T. “Operativo Dignidad Militar”, en Cabildo, año XI, N°111.Buenos Aires, mayo de 1987, pp. 7-8. La interpretación sobre esta “escenificación” del gobierno ante la crisis era revalidada por la nota en la sección “Actualidad” firmada por Eduardo Viale (Viale, E. “Sobre la Crisis”, en Cabildo, año XI, N°111. Buenos Aires, mayo de 1987, p. 4) y en el cartoon que la acompañaba (véase Fig. 2). 49. Rótula, T. “Operativo Dignidad Militar”, en Cabildo, año XI, N°111.Buenos Aires, mayo de 1987, p. 9. 50. Caponnetto, A., “Los 14 Años de Cabildo”, en Cabildo, año XI, Nº111. Buenos Aires, mayo de 1987, p. 16. 51. La ley Nº 23.515 de matrimonio civil, aprobada por la Cámara de Diputados el 3 de junio de 1987, incluía la posibilidad que un cónyuge divorciado volviera a casarse mientras el otro estuviera vivo. 52. La tapa de Cabildo en su edición Nº 112 de junio de 1987 mostraba una foto en primerísimo plano de Alfonsín impresa con el título “UN PASO ATRÁS: LEY DE OBEDIENCIA DEBIDA. DOS ADELANTE: DIVORCIO Y REFORMA MILITAR” (Fig. 3). 53. El 25 de mayo de 1973 el flamante presidente peronista Héctor Cámpora había ordenado la libertad de los presos
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políticos a través de un decreto, refrendado al día siguiente por las dos cámaras del Congreso a través de una ley de amnistía. Esta decisión fue presentada por la dictadura militar de 1976-1983 y sus defensores como la causa del reverdecer de la “acción subversiva” en el periodo 1973-1976. 54. Cabildo, “No a la Falsa Justicia”, año XI, N°111. Buenos Aires, mayo de 1987, p. 3. Destacado en el original. 55. Rótula, T. “Operativo Dignidad Militar”, en Cabildo, año XI, N°111.Buenos Aires, mayo de 1987, p. 9.
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Identificacion de los autores Jorge Saborido Argentino. Profesor y Licenciado en Historia, Universidad de Buenos Aires. Diploma de Estudios avanzados, Universidad Complutense de Madrid, España. Profesor Titular regular de Historia Social Contemporánea en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y profesor titular de Historia del Siglo XX de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa. Areas de estudio: Historia contemporánea – Historia de los medios. Correo electrónico: jorge_saborido@hotmail.com
Afiliación Institucional: CONICET y Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Area de especialidad: Historia de la prensa. Medios y política. E-mail: marcebor@yahoo.com
Registro Bibliográfico: SABORIDO, Jorge y BORRELLI, Marcelo. “Por la ‘dignidad Militar’: la revista Cabildo y el levantamiento carapintada en la Semana Santa de 1987” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 293311. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634.
Fecha de recepción: 24-07-2013 Fecha de aceptación: 20-11-2013
Marcelo Borrelli Argentino. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Comunicación y Cultura por la Universidad de Buenos Aires. Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Universidad de Buenos Aires. Investigador Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Docente en la materia “Historia Social General”, Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
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¿El paisaje nos devora?*
Tecnologías, entre lo cotidiano y lo político Por Matías David López matiasdlopez@yahoo.com.ar / Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
Sumario:
Summary:
En este ensayo se analizan nuevas dimensiones de la acción política colectiva y las formas de co-presencia comunicativa a partir de la proliferación y la intensificación de las tecnologías digitales y virtuales en toda la vida humana, posando la mirada en relación al vínculo con lo político en ciertas acciones colectivas y en la esfera de la vida cotidiana. Primero se desarrolla un estado de situación en relación a algunas reflexiones y posicionamientos trabajados desde las Ciencias Sociales acerca de la “introducción” de las tecnologías en las esferas de la vida, tomando algunas lecturas y aportes, entre otros, de Baurdillard, Guattari, de Kerckhove, Verón, Valdettaro, Carlón y Scolari. Luego, se pasa a reflexionar sobre las diferentes apuestas políticas colectivas que en los últimos años asumen su accionar desde una imbricación con lo tecnológico. En la parte final tomaremos otros aportes que contribuyen a reflexionar sobre las prácticas sociales en las sociedades contemporáneas marcadas por los procesos de globalización económica y mundialización de la cultura. Desde ahí, pretendemos desplegar una serie de sospechas para reflexionar sobre el espacio público y el territorio.
This paper discusses new dimensions of collective and political action and the communicative co-presence forms arising from the digital and virtual technologies proliferation and intensification towards all the human life, focusing in the relation between certain collective actions and daily life sphere with the politics. First we develop a state of affairs in relation to some thoughts and positions worked from the Social Sciences about the “introduction” of technologies in the areas of life, taking some readings and contributions, among others, of Baurdillard, Guattari, de Kerckhove, Veron, Valdettaro, Carlon and Scolari. Then, we move to reflect on the different collective political stakes that in recent years assume their actions interlaced with the technology. In the end, we will take other inputs that contribute to reflect on the social practices in contemporary societies marked by processes of economic globalization and “mundialización de la cultura”. From there, we intend to deploy a series of suspicion to think about public space and territory.
Describers: technologies, internet, political action, daily life, public space
Descriptores: tecnologías, internet, acción política, vida cotidiana, espacio público
¿El paisaje nos devora? Tecnologías, entre lo cotidiano y lo político ¿El paisaje nos devora? Technologies, Between the Daily Life and the Political Páginas 313 a 327 en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, enero a diciembre de 2014. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634
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1. Coordenadas Este trabajo buscará abordar nuevas dimensiones de la acción política colectiva y las formas de co-presencia comunicativa a partir de la proliferación y la intensificación de las tecnologías digitales y virtuales en toda la vida humana. Nos interesaremos sobre todo, en relación al vínculo con lo político en ciertas acciones colectivas y en la esfera de la vida cotidiana. Para esto se realizará una detallada descripción y análisis sobre diferentes reflexiones y posicionamientos, en un intento por desarrollar un estado de situación en relación a la “introducción” de las tecnologías en las esferas de la vida, tomando algunas lecturas y aportes de Baurdillard, Guattari, de Kerckhove, Thompson, Cabrera, Verón, Valdettaro, Carlón y Scolari. El objetivo es poder superar una visión dualista –bastante extendida- entre miradas apocalípticas vs. integradas, buscando, desde un posicionamiento crítico y reflexivo, dar cuenta de la actual situación de complejidad y exploración cotidiana y práctica y a la vez, reflexionar sobre las diferentes apuestas políticas colectivas que asumen su accionar desde una imbricación con lo tecnológico. Sobre el final del artículo tomaremos otros aportes –Ortiz, De Certeau- que contribuyen a reflexionar sobre las prácticas sociales en las sociedades contemporáneas marcadas por los procesos de globalización económica y mundialización de la cultura. Ahí se desplegaran una serie de sospechas, preguntas y apuntes para reflexionar sobre el espacio público y el territorio, entendidos por lo general en ciencias sociales como los lugares para desarrollar la acción social. 2. Reflexiones y derivas Comenzamos con un recorrido, expositivo y reflexivo, sobre algunas aportes realizados por diferentes autores en torno a las tecnologías. Jean Baudrillard asume cierta posición pesimista de la que es interesante tomar algunas de sus adverten-
cias, pero de la cual resulta al mismo tiempo importante demarcarse ya que parece sobre todo una crítica moral sin posibilidad de plantear alguna superación de la “videocultura” que trae el advenimiento de un “sujeto fractal” dado por la saturación de información, imágenes y pantallas.1 A su vez, cuesta adherir a sus postulados por el desprecio que muestra de la comunicación y las interfaces: podemos decir que para el autor cualquier comunicación mediatizada es negativa. Esta crítica ya se encontraba en el debate con Hans M. Enzenberger cuando éste plantea construir una estrategia crítica para usar los medios de comunicación masiva. Para Baudrillard no habría otra posibilidad de desarrollar una estrategia crítica que salirse de los medios electrónicos y audiovisuales e impulsar formas de comunicación no-mediáticas.2 Según el autor, en y por la virtualidad no hay cuerpo: no hay mirada posible, desaparece el anclaje territorial del sujeto, se restringe el vínculo con los otros, transformándose así en una permanente inserción, una “desmultiplicación fractal de las imágenes”, una fragmentación en objetos parciales: “El sujeto actual ya no está alienado, ni dividido, ni lacerado. El horizonte sexual y social de los otros ha desaparecido virtualmente y el horizonte mental se ha restringido a la manipulación de las imágenes y de las pantallas. Por tanto tiene todo lo que necesita. ¿Por qué debería preocuparse por el sexo y el deseo? Pendiente de las redes nace el desafecto de los demás, de sí, contemporáneo a la forma desértica del espacio generado por la velocidad, de aquélla de lo social generado por la comunicación y por la información, de aquélla del cuerpo generado por sus innumerables prótesis. (…) es el hombre el que hoy, con su cuerpo, su pensamiento, su territorio, se ha hecho exorbitante. Ya no está inscrito en ningún sitio. Está exinscrito en su propio cuerpo, en sus propias funciones” (Baudrillard, 1990: 28).
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Así, para el autor, el verdadero deseo “es el de su artificialidad técnica”. Las consecuencias de este proceso las encuentra en la soledad y la “refracción narcisista” tanto dirigida al cuerpo como a las facultades mentales: “Está todo ahí, en la inserción. No se trata de ser ni siquiera de tener un cuerpo, sino de estar insertados sobre su propio cuerpo. (…) Conectados con vuestras funciones como sobre diferenciales de energía o pantallas de video. (…) estar insertados sobre el propio cerebro. Lo que la gente contempla o cree contemplar en la pantalla de su Word-processor o de su ordenador es la acción de su propio cerebro. Todo este esnobismo cerebral y electrónico es de una gran afectación. Lejos de ser un signo de una antropología superior no es más que el síntoma de una antropología superficial, reducida a excrecencia terminal de la médula espinal. Pero asegurémosnos: todo esto es menos científico y operativo de lo que se piensa.” (1990: 30)
En las antípodas valorativas se encuentra Derrick de Kerckhove que, siguiendo una perspectiva mcluhaniana, plantea que asistimos a la constitución de una “conciencia conectada”, ya que el proceso de pensamiento e inteligencia ha cambiado desde la escritura, 316 pasando de un proceso interior a otro exterior, dado por tecnologías como la televisión e Internet. Si con la escritura se producía un proceso interno (personal y privado) que formaba las representaciones, se pasa con las tecnologías interactivas a un proceso externo donde la información no se procesa en las mentes individuales, sino que éstas miran hacia “afuera”. En ese exterior donde se procesa y controla la información, el autor plantea que “el rol crítico del espectador es simplemente cómo integrar los significados como inputs [entradas] sensoriales” (de Kerckhove, 1999: 180). Desde esta perspectiva se vincula el desarrollo de
las tecnologías interactivas con el desarrollo de la mente y el cuerpo humano. Así de Kerckhove plantea que “las redes de comunicación electrónicas han demostrado una tendencia a crecer por explosiones en cadena como las biológicas de nuestro sistema nervioso justo antes de nacer” (1999: 177). Las tecnologías –todas ellas pero más profundamente las electrónicas e interactivas- serían una intento por extender el cuerpo, la mente y la psicología humana, de ahí la homologación que encuentra el autor. “Hoy, gracias a los cambios tecnológicos, nos enfrentamos al potencial de un torrente psicológico. Las condiciones de la humanidad, tanto sociales como psicológicas, siempre han estado muy relacionadas con la tecnología y hoy es más cierto que nunca que la conducción electrónica, el incremento exponencial en número, el poder y la búsqueda de tecnologías invaden tanto el panorama social como la intimidad del ser físico y psicológico.” (1999: 173).
Asistimos entonces para el autor, al reino de la hipertextualidad, la interactividad y la conexión. De Kerckhove reúne a todos ellos bajo el estandarte de la “conectividad” porque sitúa la transformación completa en perspectiva: “la conectividad no sólo es el principio que los rige sino que aparenta ser la meta inherente al largo proceso de la autoorganización.” (1999: 175). En ese proceso en el que parece que la tecnología emula al cuerpo físico y biológico dentro del ámbito social y tecnológico, el autor destaca la aparición de Internet incorporado: “cada parte se conecta con otra mediante un sistema de funcionamiento integrado” (1999: 179). En este sentido, las pantallas vienen a funcionar como la metáfora más precisa: “La pantalla de cada participante deviene al mismo tiempo en portal y una herramienta para poder pensar conectado. En la Red accedemos al contenido
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de la imaginación y la memoria de otras personas. La pantalla de cada usuario se transforma en espacio donde la imaginación y la memoria propias se encuentran con la imaginación y la memoria de otra mucha gente. El arte de la web es el arte del pensamiento conectado. Para algunas personas, no es nada más [que] una alucinación compartida. Pero para muchos otros es, una experiencia real y viva”. (1999: 182)
Tomando las descripciones propuestas por Daniel H. Cabrera, esta posición que asume de Kerckhove podemos relacionarla con el “optimismo de la literatura social (filosófica, económica, política y sociológica) de la Ilustración y el positivismo” (Cabrera, 2006: 126) que articula “técnica” y “progreso” con una idea de “futuro” – pero en este caso, un optimismo desde una perspectiva posmoderna que parece diluir la cuestión del poder–; mientras que la postura de Baudrillard la podemos vincular con cierto imaginario moderno –presente en formas de literatura– de pérdida de confianza o pesimismo en esa relación, es decir un pensamiento “antiutópico”.3 Para Felix Guattari, posicionado desde un neomarxismo posestructuralista, usualmente se trabaja desde una concepción reduccionista de comunicación que la acota a los aspectos informacionales, en tanto canal de trasmisión, dejando de lado los aspectos existenciales: “la moda comunicacional actual tiene el defecto de perder las dimensiones existenciales de las relaciones interhumanas, sociales y maquínicas” (Guattari, 2008: 203). Su propuesta es construir, dentro de un horizonte post-massmediático, una “autopoíetica de la comunicación” que tome en cuenta las “polifonías de la subjetividad”, resultante de la conjunción de componentes heterogéneos. Este sería un hacer máquina, hacer maquínico que puede desarrollarse en una relación diacrónica-, porque “una máquina está siempre ligada a sistemas maquínicos anteriores”, es
algo que manifiesta “una cierta vida” o vitalidad (2008: 204-205). En este sentido, plantea en relación a lo mediático y las nuevas tecnologías ciertas “líneas de fuga”, ya que es posible salirse de los grandes medios y “colocar medios alternativos, operar una reapropiación de esas tecnologías”. Problemática que se puede encontrar en ciertas evoluciones tecnológicas que “conducirán hacia la unión entre la pantalla audiovisual, la telemática y la informática, y trasformarán el tipo de relaciones existentes entre consumidores de medios y productores de informaciones e imágenes”, lo que podrá introducir mayor interactividad, si esta “posibilidad es captada y utilizada por agenciamientos colectivos de enunciación” (2008: 206). Es clave remarcar la importancia que Guattari le da a la reapropiación tecnológica y al valor de uso que de éstas pueden hacer las experiencias colectivas que ponen en juego aspectos creativos, formas de discursividad y acción política. Por lo tanto se aleja y cuestiona a la crítica moral sobre la comunicación y su relación con las tecnologías. El peligro es, para el autor, “la reificación de esta polifonía de la subjetividad”, es decir, reificación de los componentes de una máquina “que son vistos únicamente a través de aspectos tecnológicos visibles, desterritorializados de los cuales es la manifestación y que implican siempre estructuras de 317 enunciación parcial” (2008: 204).4 En varios trabajos recientes –muchos de estos en colaboración– Carlos A. Scolari y Mario Carlón sostienen que asistimos al fin de la etapa hegemónica de los medios masivos. Es decir –podemos observar cierta sintonía con los pronósticos de Guattari–, estamos en presencia de un escenario post-massmedia, que refiere a un cambio de paradigma mediático donde son los propios “usuarios” los que se introducen en la producción cultural y comunicacional en la web. De ahí que los autores discuten con algunas posiciones dentro de los estudios en ciencias sociales y plantean que ya no
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es posible hablar de los sujetos (de la comunicación) en términos de “audiencias”, “receptores”, “receptores activos”, “consumidores”, ya que éstos pasan a convertirse en “activos productores que realimentan con nuevos contenidos las redes digitales de comunicación” (…) El proceso de consumo cultural siempre involucró algún tipo de actividad productiva. Lo que sucede ahora es que esa actividad –digitalización de por medio- se ha vuelto mucho más visible y social. Lo que antes circulaba de manera fotocopiada en un circuito de fans ahora está al alcance de todos a un par de clics de distancia” (Carlón y Scolari: 2012: 9).
Esta posición no plantea que los “viejos” medios masivos (el diario, la radio, la televisión) están o van a desaparecer, pero si que tienen que redefinirse en una nueva situación, donde “nuevos” medios que proponen y generan una mayor interactividad toman la posta, un escenario de “convergencia”. Sin pretender que este apartado abarque todas las posiciones teóricas sobre las tecnologías se buscó, sin embargo, que sea un “muestrario reflexivo” sobre el estado de los debates. En las siguientes partes del trabajo ahondaremos en la reflexión con la intención de contribuir a una mirada crítica sobre la problemá318 tica. 3. La mediatización Internet Para comprender las actuales configuraciones en las sociedades contemporáneas –principalmente en relación al espacio público, y en él, al espacio público virtual– hay que analizar una característica central: la mediatización. En ese sentido, afirmamos la emergencia de una nueva mediatización dada por Internet. Eliseo Verón sostiene que al momento de pensar la etapa actual de la mediatización hay que tener presente la “dimensión antropológica” para identificar
las variables emergentes. Para el autor “lo emergente resulta, cada vez, del surgimiento de un nuevo dispositivo-técnico –desde el momento inaugural de la talla de instrumentos de piedra hasta Internet– que genera un fenómeno mediático inédito, del cual modifica y complejiza la manera en que se exteriorizan-materializan los procesos cognitivos de la especie” (Verón en Carlón y Neto, 2012: 9). Tomaremos a Internet –como reclama Verón– en tanto un dispositivo-técnico, pero adosándole a la vez –en tanto web- las características de portar contenidos en sí y una forma de comunicación. Por lo tanto comienza a competir con los massmedia por el monopolio discursivo, lo novedoso es que Internet se constituye desde la pluralidad, haciendo proliferar un amplio abanico de discursos -que muchas veces emparenta– lo que hace repensar una nueva jerarquía en discursos legitimados socialmente. Por otro lado, como analizara John B. Thompson con el uso de los medios técnicos de comunicación, y especialmente con el advenimiento de las telecomunicaciones –el autor pensaba en dispositivos como el telégrafo y el teléfono– se “desembocó en la separación espacial y temporal, en el sentido de que la distancia espacial dejó de requerir distancia temporal. La información y el contenido simbólico podían trasmitirse a través de vastas distancias con relativamente poco retraso” (Thompson, 1998: 53). Estas dos dimensiones de la vida social se ven alteradas y reordenadas. Para el autor esta separación preparó el camino para otras transformaciones: el descubrimiento de la simultaneidad despacializada. Internet amplificó esta tendencia, provocando conexiones simultáneas e instantáneas en el tiempo y alejadas en el territorio. 4. Formas de estar Podemos entender, tomando los aportes de Renato Ortiz que dentro del proceso de constitución de una sociedad global la tecnología cumple un papel relevante: “las tecnologías pasadas y presentes
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han cambiado las nociones de espacio y tiempo, de proximidad y distancia. Muchas cosas que antes eran lejanas para nosotros ahora son muy próximas pero, en contrapartida, muchas cosas que eran próximas se tornan lejanas” (Ortiz, 1998: 41). En este sentido, resulta importante insertar los análisis sobre las tecnologías -en los usos y reapropiaciones, en los nuevos espacios que habilitan, en su inserción cada vez más común en la cotidianeidad- en una problemática mayor de la sociedad global y la “mundialización de la cultura”. Aquí sólo dejamos la inquietud en al que nos detendremos más adelante. En relación a esas distancias y proximidades que cambian las tecnologías, y sobre todo la red, podemos afirmar como hipótesis, que en los nuevos-verbosacciones -que cotidianamente se van en-tramando y haciendo más habituales- de indexar, linkear y habilitar está girando la manera de estar en la web. Teniendo presente, para esto, que la “red virtual” es parte constitutiva de “lo real” y no es, por tanto, algo por fuera –una realidad paralela-. En acciones -y visiones- como formatear, resetear, renderizar, loguear pero sobre todo también colaborar, redistribuir, comentar, reciclar e intercambiar se juega (parte de) la constitución como sujetos en relación con lo virtual-digital-tecnológico: Internet, nuevos medios digitales, redes sociales, motores de búsqueda, dispositivos tecnológicos móviles, formas de producción y colaboración en red, etc. Un interesante término para describir este proceso es el de link, que se puede traducir como enlace, liga, vínculo; la experiencia en la web se gesta en una trama de vínculos que plantean nuevas formas de pensar y activar la presencia, la co-presencia con otros, es decir, los modos de relación, de relaciones cada vez más en red. Se está desarrollarse un “imaginario tecnológico” cada vez más extendido: en filósofos y comentaristas, en medios de comunicación, en teóricos y publicistas de las empresas, pero también en las personas “comunes”. Para de Kerckhove, como antes
describimos, la pantalla del ordenador –a la vez, “portal y herramienta para poder pensar conectado”- hace que un usuario se conecte/acceda/se encuentre con la memoria e imaginario de otros; no cuesta, de este modo, igualar esa posición positiva con los slogans de las empresas de telecomunicaciones –por caso la de Movistar: “conectados podemos más” o “conectado la vida es más”-. Sobre estos cambios en las relaciones de estar juntos, de nuevas formas de presencias, podemos entender que si para de Kerckhove “el incremento en las interacciones humanas –personales, sociales e institucionales-, a través de las redes integradas, está concentrando y multiplicando la energía social humana” (1999: 175); para Baudrillard en la interactividad, la “conexión continua” y la permanente “inserción” de los hombres con las tecnologías se produce la fragmentación de los mismos, la constitución de un “sujeto fractal” convirtiendo a este proceso en un sistema de control sobre los hombres y sobre el mundo externo. Así, mientras para uno internet proporciona la infraestructura global para un mundo verdaderamente conectado, donde se realiza un pasaje de la memoria y la inteligencia “desde dentro de las mentes individuales al mundo exterior del saber conectado” (1999: 174); para el otro este proceso sólo puede traer restricciones para sujeto: porque “es el mundo el que se hace virtual”, liberando “en potencia” el objeto, 319 abstrayendo y virtualizando el imaginario, formando un circuito integrado de máquinas virtuales y hombres (1990: 33). Para de Kerckhove las interfaces permiten interacciones entre usuarios y ordenador, un desarrollo de un “pensamiento conectado” que se trasforma en una “experiencia real y viva” para muchos; para Baudrillard las interfaces integran al hombre con las máquinas, acoplando a éstas como parte del cuerpo, convirtiéndolo en una máquina y provocando un proceso sustitutivo del sujeto y su presencia real.5 Sin adherir a ninguna de esas posturas –pero cues-
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tionando la idea de que las presencias se vuelven superfluas- entendemos que la comunicación y el “estar juntos” se redimensionan con la incorporación a la vida de la red y los dispositivos tecnológicos cada vez más interconectados; así es necesario articular la dimensión tecnológico-digital-virtual con en encuentro personal y los espacios sociales urbanos que habilitan los contactos y encuentros. Además, resulta interesante marcar como las formas lingüísticas-discursivas se van modificando con lo virtual-digital-tecnológico, los términos cada vez más habituales son los de acceso, redes, conexión, ancho de banda, cargas/descargas, aplicaciones, dispositivos, interfaces, plataformas, espacio virtual, pero también, nube, hastagh, retweet… todo esto se va constituyendo en formas de actuar, en repertorios para el hacer y decir, entonces también en saberes comunes y colectivos. Esto también es parte de la vida cotidiana, de la realidad de muchas personas.6 Cabe decir que en las reflexiones y trabajos académicos sobre estos temas se repiten términos como hipertextualidad, habilitación, interactividad, convergencia, hay una abundancia de trabajos empíricos sobre nuevos usos de lo virtual-digital-tecnológico (por ejemplo, en las producciones audiovisuales de los usuarios, en las nuevas configuraciones de agendas mediáticas, en los espacios virtuales utilizados 320 por los “internautas” para la participación y el debate político). Sin embargo, consideramos que falta cierta reflexión crítica que encuentre esas “nuevas formas” y saberes de usar/estar en la web, en las lógicas de producción social, cultural y económica. Es decir, que pueda articular los usos y prácticas novedosos con ciertas dimensiones estructurales –y estructurantesde la sociedad contemporánea. 5. La activación política (con/en/desde la web) Hasta aquí indagamos en las formas de estar juntos que se ven modificadas por la cada vez más impor-
tante manera de presencia “en (la) red”, los usos extendidos de la web y las redes sociales, así como por los saberes de los usuarios adquieren en relación con lo tecnológico. Teniendo en cuenta también que esas formas de co-presencia se vinculan principalmente con lo cotidiano y esto se asocia con la vida privada; es ahí donde se produce una importante trasformación: antes los límites de lo privado se podían circunscribir, estaban delimitados por lo que se mostraba de uno, por el vínculo con los allegados cercanos. Hoy en día la proliferación de las redes virtuales pone en discusión esa escisión moderna entre lo privado-personal-intimo y lo público-colectivo-visible, borran esas fronteras a pocos click de distancia.7 Pero cabe aclarar que “lo visible” no es necesariamente “público”, y a su vez, que “lo público” no es necesariamente es “colectivo”. A modo de ejemplos, podemos describir algunas acciones desarrolladas en la ciudad de La Plata, que en los últimos años se desarrollaron algunos usos creativos, renovados y críticos en relación a las tecnologías, la web y la circulación de discursos sociales. Las entendemos, tomando las reflexiones de Michel De Certeau (1999), como prácticas “astutas”, “testarudas”, que metaforizan –pero también, fuerzan, trastocan- el orden dominante y “lo hacen funcionar en otro registro” (De Certeau, 1999: 38). Artes de hacer/decir/ habitar/leer… 8 “desquite que las tácticas utilitarias cobran sobre el poder dominante de la producción (…). Se trata de combates o de juegos entre el fuerte y el débil, y de estas ‘acciones’ que son posibles para el débil. (…)Se trata de frases imprevisibles en un lugar ordenado por las técnicas organizadores del sistema. Pese a tener como material los vocabularios de las lenguas recibidas (el de la televisión, el de el periódico, el del supermercado o el de las disposiciones urbanísticas), pese a permanecer encuadrados por
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sintaxis prescritas (modos temporales de horarios, organizaciones paradigmáticas de lugares, etc.), estos ‘atajos’ siguen siendo heterogéneos para los sistemas donde se infiltran y donde bosquejan las astucias de intereses y deseos diferentes. Circulan, van y vienen, se desbordan y derivan en un relieve impuesto, como olas espumosas de un mar que se insinúa entre los riscos y los laberintos de un orden construido” (1999: 39-40-41)
Nos detendremos en la acción realizada en 2008 entre varios colectivos, entre ellos por el grupo Sienvolando9 que se denominó “Buscar Justicia”, como parte de la intervención se construyó una sitio web utilizando el logo de Google y sus conocidas “doodles” para exigir el castigo a los responsables de los asesinatos de los militantes piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. La acción se completaba con un mural ubicado en un muro de la Avenida 1 de la ciudad y una intervención colectiva en la estación de trenes Avellanada, renombrada “Darío y Maxi” el día 26 de junio, fecha de los asesinatos.10 Otra acción denominada “Hacé como José”11 se desarrolló en entre febrero y abril de 2009 frente a los aumentos del transporte. Fue una campaña –que podemos denominar como una estrategia integral de comunicación política- marcada por la originalidad y el misterio que la caracterizó en un comienzo. Se construyó un personaje llamado José María González. “El blog lo armó mi sobrino, que entiende de computadoras” dice José en su web. Su sobrino también le abrió un facebook -que recibió miles de visitas- un canal en youtube, e hizo circular cadenas de mails que difundían la enigmática consigna, junto a otras más específicas que aclaraban el motivo de tanto despliegue: “basta de inseguridad, el boleto a $1,90 es un robo!” y “Por un boleto a $1”. La campaña incluyó un volante que simulaba el diseño de un boleto, afiches, un mural (gigantografía) realizado en la pared de la Facultad de
Trabajo Social, una avioneta publicitaria que atravesó la ciudad, un jingle realizado por la banda Les Minon y una conferencia de prensa del mismísimo José, quien convocó una “Caravana contra el fantasma del boletazo”. Esta campaña se articuló con la Asamblea de Autoconvocados contra el Tarifazo, un espacio autónomo de encuentro para debatir, planificar acciones e intervenciones urbanas y articular el reclamo hacia el municipio. Algunos de sus integrantes realizaron teatro impacto (happenings) en las paradas de colectivos escenificando varios personajes. En el cierre de la Caravana, frente al municipio, estos personajes hicieron una representación teatral que culminó con el llamado de José a seguir con el reclamo participando de la asamblea. Por último, tomamos la acción realizada por el grupo Luli12 entre el 2010 y el 2011, que se llamó “Buscando a López”13; parte de la misma era un juego online interactivo desarrollado como aplicación de la red social Facebook, allí se proponía a los internautas jugaran para buscar a Jorge Julio López, tomando como disparador ciertos “atributos” del personaje Wally. En esta intervención se buscaba insertar el reclamo de justicia por la segunda desaparición de López y cuestionar las formas en las que ese reclamo se visibiliza en el espacio público. A su vez, la propuesta se articulaba con una intervención en el espacio urbano: durante la movilización y acto por un nuevo aniversario de la des- 321 aparición de López y en reclamo de justicia, se montó un stand en la Plaza San Martín –ubicada en el centro de la ciudad, frente a la Gobernación de la provinciacon mesas y sillas plegables y notbooks desde donde se podía acceder al juego virtual para que los concurrentes de la marcha participaran del mismo. Con este breve “muestrario” de acciones14 buscamos plantear el interés por ciertas prácticas que conjugan un “imaginario tecnológico” y usos concretos de la web y las tecnologías, con formas de producción cultural y acción política colectiva. En este sentido, no
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podemos encontrarnos más alejados de la posición de Baudrillad15 que no plantea posibles alternativas – sólo resistencias “a la información forzada”, al exceso del caudal de información- casi no encuentra espacios para la acción y finalmente no puede preguntarse por la posibilidad del cambio social. A su vez, compartimos con Sandra Valdettaro (2012) -cuando analiza ciertas acciones virales recientes en las luchas en Oriente- la idea que se están generando nuevas asociaciones y contagios que encuentran “en la mediatización actual, su condición de producción”. “Las capacidades cognitivas y perceptivas largamente entrenadas tras generaciones de mediatización icónico-indicial vía televisión, alcanzan un nuevo grado de complejidad en el contacto con la ‘in-mediación’ de las distintas interfaces en pantallas habilitadas a partir del uso de recursos del protocolo Internet” (Valdettaro en Carlón y Neto, 2012: 159-160).Inmediación que indica tanto un sentido de “mediación” como también su connotación con “inmediatez”. De “in-medicación” ese el tipo de contacto que sostiene el vinculo comunicativo en las redes sociales. “Las formas experimentales, las maneras de actuar, y la nominación de sujetos colectivos en la actualidad indican claramente la interdependencia del sistema de mediatización con la construcción de lazo social” (2012: 160). Estrategias de contacto, apelación afectiva y contagio parasen 322 ser los elementos –y apuestas- fundamentales de la activación política con/en/desde la web. 6. (Adenda final) Repensar el espacio: globalización y cultura
Para cerrar este trabajo, tomaremos una de las preocupaciones centrales de la reflexión de Renato Ortiz: la “mundialización de la cultura”. En ese sentido, desarrolla una continua interrogación sobre la relación entre el espacio y la globalización. En uno de sus trabajos realiza una lectura de la producción literaria de los teóricos y ejecutivos de las empresas
transnacionales –entendidas éstas como una de las fuerzas estructurantes más importantes en el contexto de una sociedad globalizada- (Ortiz, 1998: 17). El autor afirma que este tipo de literatura le ayuda a entender el problema de la globalización e incluso a “plantear un conjunto de preguntas sobre el debate de la cultura en un mundo globalizado” (1998: 17-18). Además para Ortiz esta literatura de las transnacionales es interesante porque si se la cruza con otro tipo de literatura sobre la posmodernidad, la tecnología y la comunicación “vamos a encontrar los mismos argumentos, los mismos diagnósticos, no en un contenido pero sí en las categorías que ordenan el pensamiento para hacer el diagnóstico” (1998: 20) En estas literaturas existe un punto en común: la idea de “un antes y un después”, de la modernidad (homogénea, centralizada, que produce una cultura de masas) y una posmodernidad (descentralizada, diversa, de cultura plural). Ortiz cuestiona que en estas posiciones se entiende que descentralización implica autonomía y democracia, porque es una operación ideológica que termina contraponiendo el par totalitarismo-democracia. Así sostiene que “comprender estas dos tendencias como los dos lados de una misma moneda nos libera del vendaje de quienes identifican los procesos de homogenización (mundialización) y de diversificación como dos tendencias o, siendo más radicales, como dos universos distintos” (1998: 23). Esto implica “primero, que la existencia de un mundo descentralizado en un mercado global deriva precisamente de la globalidad; es decir, que no es antagónico a ella. Y segundo, que implica nuevas formas de control que ya no dependan de centros de control, sí de núcleos globales de decisión que no están en un mismo lugar sino en varios lugares (…) Más que la desaparición de la discusión sobre el poder, lo que se da es un reciclaje del poder, que ahora se presenta de otra forma.” (1998: 23-24)
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Según Ortiz esta es la diferencia notoria entre estos autores de las trasnacionales y los posmodernos. “Muchos de éstos enfatizan sobremanera en la diversidad, pero se olvidan algo que aquéllos tienen muy presente: que existen elementos que articulan la diversidad” (1998: 24). Como consecuencia: se está conformando un nuevo mapa del mundo, “que no se delimita más por las fronteras de las naciones sino por los segmentos de espacios que pueden interconectarse entre sí” (1998: 28-29). En este proceso los medios masivos de comunicación –como el caso de la CNN que toma el propio autor- no son elementos de imperialismo o colonialismo cultural, sino que cumplen el rol de expresión ideológica de la globalización capitalista, de la sociedad global: “es la expresión de la ideología de ese proceso de globalización interna inherente a la misma globalización” (1998: 34). Así propone que para explicar los procesos de dominación en el mundo contemporáneo no hay que reactualizar el concepto de centro-periferia, es decir de naciones que buscan dominan a regiones que están fuera de su territorio, porque todos estamos –aún con diferencias y desigualdades- dentro de la globalidad, no hay nada por fuera. Dentro de este proceso de constitución de una sociedad global –que en la economía se expresa en creación y control de un mercado global por parte de las empresas transnacionales- las tecnologías cumplen, como ya vimos, un rol relevante. Para cerrar este trabajo -y dejar futuras líneas para continuar la indagación y el estudio-, sostenemos algunas sospechas: sospechamos que los términos y metáforas territoriales quizás no sean las más adecuadas para abordar un análisis contemporáneo del espacio público. Así, asociarlo a un “territorio”, “lugar” o “sitio” parece una mirada limitante en relación a las actuales configuraciones de lo público, que habrá que encontrarlas en la mediatización producida por los medios masivos y sobre todo, en Internet, la web y
ciertas lógicas colaborativas y procesos en red que se encuentran en el comúnmente denominado “espacio virtual” o, en todo caso, “espacio público virtual”.(16) La propuesta no es rechazar estas categorías, ni considerar que la noción de espacio estaría en su ocaso, sino comprender las transformaciones sociales y culturales contemporáneas que implica entender sus límites y potencialidades, encontrar la adecuada operatividad de los conceptos para la explicación, así como repensar esos términos utilizados tanto en las ciencias sociales como en la vida cotidiana. En este sentido, consideramos, con Renato Ortiz (2004), que no ayuda para pensar la idea que el espacio “se vació”, sino que importa más entender su nueva configuración, cómo es “ocupado”, y agregamos, cómo es “usado”. En este sentido, si bien Ortiz no podía en sus reflexiones contener (y predecir) todas las innovaciones y transformaciones culturales que se están produciendo actualmente, enuncia una convicción que compartimos en relación a la problemática del espacio: “frente a los cambios ocurridos, económicos, tecnológicos y culturales, el espacio se alteró radicalmente” (Ortiz, 2004: 12), así hay que realizar un esfuerzo para comprenderlo en su nueva configuración. Nueva configuración del espacio: contemporánea, compleja, llena de tensiones, construida por relaciones yuxtapuestas, dispares y desiguales, atravesada por las lógicas de la 323 globalización capitalista y la mundialización de la cultura; configuración del “paisaje” urbano-virtual-público que –si bien aceptamos que nos sorprenda y seguido nos da algunos cachetazos- no nos devorará.
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Notas
Imagen 1. Doodle del sitio “Buscar Justicia”, Colectivo Sinvolando (2008).
Imagen 2. Flyer virtual de la campaña “Hacé como José” (2009).
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Imagen 3. Flyer promocional de juego-aplicación “Buscando a López”, colectivo LULI (2010-2011)
* El título de este trabajo –sin los signos de interrogación- lo tomo del nombre de un taller de literatura coordinado de Gabriela Pesclive del Grupo La Grieta de La Plata. Seguramente ese nombre sea un homenaje a Sudeste, esa gran novela de Haroldo Conti. 1. Cabe resaltar que en el breve ensayo de Baudrillard aparecen sobre todo continuas referencias y metáforas ligadas a lo audiovisual (“videocultura”, “videosfera”, “stereocultura”, entre otras) o las pantallas de las computadores (sobre todo en el uso de procesadores de textos e imágenes) y no a conceptos vinculados con las tecnologías virtuales-digitales como Internet; esto se debe principalmente por el momento de escritura del texto que data de 1989 cuando el desarrollo de la web (del www: World Wide Web) no existía aún como uso/dispositivo masivo, aunque si estaban funcionando, desde al menos dos décadas antes, redes y plataformas de Internet (redes de comunicación, redes de ordenadores, redes para tráfico comercial) ligadas a ciertas instituciones tecnológicas, científicas y financieras sobre todo en EE.UU. y Europa. Sin embargo es interesante observar como el autor entiende que la nueva lógica “vrtual” deviene en estar “insertados” o “conectados” en “redes”. 2. Estas posiciones se encuentran en Enzenberger, Hans M. (1971). Elementos para una teoría de los medios de comunicación. Barcelona: Ed. Anagrama y Baudrillard, Jean (1987 [1972]). “Requiem por los media” en Crítica de la Economía política del signo. México: Ed. Siglo XXI, pp. 194-223. 3. “Los pensadores utopistas no se habían preguntado por el después de la felicidad utópica. Su objetivo era la descripción de un paraíso alejado en el espacio o en el tiempo como respuesta a la inquietud sobre una
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sociedad mejor. (…) Entonces se revisó la validez de la afirmación de todas las utopías. Nosotros de Evgenij Zamiantin, Un mundo mejor de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell, entre las más famosas, aparecen como anticipaciones del ‘después del paraíso conquistado’ por la humanidad, como ‘testimonio’ del ‘futuro del futuro’ donde las tecnologías de la vigilancia, el control y la programación social son protagonistas principales. El futuro aparece como el lugar incierto y amenazador al que tal vez no sea deseable llegar” (Cabrera, 2006: 127). 4. Esta perspectiva de la comunicación posmassmediática iniciada por Guattari fue continuada, entre otros, por Franco “Bifo” Berardi en diferentes trabajos sobre comunicación, activismo y producción de subjetividad que presenta y analiza experiencias colectivas, sobre todo, en Italia desde fines de los años 70’ hasta la actualidad. Una perspectiva que anuncia el “avance social de la comunicación en red, inscripta en los modelos colectivos, cooperantes y libertarios en los que se estaba desarrollando la organización de las nuevas tecnologías. La posibilidad de interacción, de relaciones bilaterales y multidireccionales desplegadas en la arquitectura rizomática de la red, han creado nuevas formas de comunicación directa donde el espectador pasivo se diluye en la producción de ‘agenciamientos colectivos de enunciación’ dando origen a las comunidades virtuales de carácter activista. Como asevera Berardi (2004c), ‘los sujetos sociales buscan en la red su forma tecno-comunicativa’. Pero esta búsqueda está relacionada con los modos en que el desarrollo de la tecnología se produce social y culturalmente, y no siguiendo un ideal tecnologicista de creer que gracias a la tecnología en sí misma se puede ‘revolucionar’ la comunicación. Es decir que se tiene en cuenta los modos en que los sujetos sociales experimentan y se apropian de la tecnología, creando nuevas formas de comunicación” (Fernández, 2007: 83-84). Véase entre otros trabajos, Berardi, F., J. Marco y G. Vitali (2003) Telestreet. Máquina imaginativa no homologada, Barcelona: Ed. Viejo Topo y Berardi, F. (2004) “Construcción política y comunicación alternativa en Italia” en Zigurat, revista de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, UBA, N° 4, pp. 51-60. 5. “El interfaz video sustituye toda presencia real, hace superflua toda presencia, toda palabra, todo contacto, solamente a favor de una comunicación-pantalla cerebro-visual: acentúa por tanto la involución de un microuniverso dotado de todas las informaciones, del cual ya no hay ninguna ne-
cesidad de salir. Nicho carcelario con sus paredes-video” (Baudrillard, 1987: 36). 6. Ver el interesante video documental “Away from keyboard” de Simon Klose (2013) -cuyo título podemos traducir como “Lejos del teclado”- sobre el juicio llevado adelante en Suecia a los creadores y programadores de sitio The Pirate Bay, allí los implicados plantean, entre otras cuestiones filosóficas y políticas, entender a internet como un espacio de libertad, así como no disociar lo virtual de lo real. El título elegido para el documental va en el mismo sentido. Además esta realización está registrada bajo una licencia abierta Creative Commons que permite su distribución libre y uso no comercial. Disponible en: http://youtu.be/41rwckQQ0lA 7. Sin embargo, es importante aclarar que si bien como “clima de época” -tanto en los medios de comunicación “viejos” y “nuevos” como en parte del ámbito académico- hay una extendida celebración de este “borramiento”, de un diluir de fronteras; es cierto que el mismo no se produce con la misma intensidad en otras “esferas de la vida”. En las dimensiones de lo político y lo económico, por ejemplo, resulta más difícil encontrar dichos borramientos sobre todo al pensar en las formas políticas instituidas –si bien con varias crisis- no extinguidas como el parlamentarismo y el sistema liberal de partidos, así como en la producción económica el predominando de la lógica capitalista y la propiedad privada por sobre otras formas de propiedad. A la par y con la misma intensidad de la mentada y nombrada “revolución digital” no hay –podemos afirmar- una “revolución” en otras relaciones –y producciones- sociales. Pero a su vez, como veremos en este apartado hay intentos y apuestas comunicacionales, culturales y políticas que ponen en cuestión esos dominios, entre ellos, los que buscan tomar y hacer de la web un espacio público virtual, espacio de amplíe las posibilidades de interacción e intervención cultural, política y comunicativa. En un reciente trabajo titulado “Aproximación a la esfera pública ampliada: campo intelectual, espacio público, tecnologías e Internet” –aún inédito y en proceso de publicación- reflexionamos sobre la constitución de nuevos espacios públicos vinculando los usos críticos y habilitación de las tecnologías y las redes virtuales. Véase también López, Matías David (2011). “Estrategias de intervención en la ciudad y en la web. Espacio público y acción política”, revista Question Nº 30, FPyCS-UNLP. Disponible en: http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/949/1036
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8. Quizás disentimos con De Certeau en la idea que estas “tácticas de consumo y uso” sólo puedan desviar, usar y manipular la producción de los estrategas y no puedan tener una articulación política mayor, es decir poder construir y aportar en una estrategia política que tenga como uno de sus objetivos la disputa de poder. 9. Link: http://sienvolando.blogspot.com.ar 10. El sitio web -http://buscarjusticia.linefeed.org- debió ser dado de bajo por presiones judiciales de la empresa Google en Argentina. En este sentido, podemos plantear –siguiendo a De Certeau (1999)- que se expresan las tensiones entre “estrategias de producción y tácticas de los usuarios”, así como las artes de hacer/decir/habitar en la cotidianeidad (en este caso, no sólo en la ciudad sino también en la web) que constituyeron formas no previstas ni legitimadas –por la política, por el campo artístico, por los sectores que dominan la web-, conformando una discursividad que se “infiltró” en el espacio ocupado y dominado por otro. 11. Link: http://hacecomojose.blogspot.com.ar 12. Link: http://lulitieneblog.wordpress.com 13. Si bien la aplicación de Facebook ya no está habilitada, puede encontrarse parte de esta acción en: http://lulitieneblog.wordpress.com/2011/09/14/salio-la-version-3-0-de-buscando-a-lopez/ [consulta: 27 de junio de 2013]. 14. Se llevaron adelante muchas acciones más, que aquí sólo nombramos: “Esto no es una contravención” (2009-2010) acción que busca alertar y problematizar sobre las implicancias del proyecto de Código de faltas y contravenciones impulsado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires; el canal “Papa Negra TV” (diciembre de 2009), la acción “Plantemos flores” (mayo-junio de 2010) activada contra el nuevo Código de Ordenamiento Urbano de La Plata; el taller “Cambiar el mundo con un Click” (junio de 2010) cuyos destinatarios eran integrantes de organizaciones sociales y “contraventores” en general; las muestras impulsadas por Síntoma curadores (2012), donde hay una permanente utilización de los dispositivos digitales, así como de las redes virtuales para su promoción-circulación, entre otras. 15. La posición de Baudrillard se muestra contraria a la interacción comunicativa que tenga algún aspecto mediático – así está contra los usos políticos, para la acción colectiva, de los medios (especialmente de lo audiovisual), precisamente algo que estas prácticas relevadas toman con una marcada intencionalidad para potenciar su acción. Dice Baudrillard:
“Hoy en día en ninguna dramaturgia del cuerpo, en ninguna performance puede faltar una pantalla de control; no para verse o reflejarse con la distancia y la magia del espejo, sino como refracción instantánea y sin profundidad. En todas partes el video no sirve más que para eso: pantalla de refracción estática que ya no tiene nada de la imagen, de la escena o de la teatralidad tradicional, que no se utiliza de ninguna manera para interpretar o contemplarse, pero que empieza a ser útil por doquier –a un grupo, a una acción, a un acontecimiento, a un placer- a estar insertados sobre sí mismos. Sin esta inserción circular, esta red breve e instantánea que un cerebro, un objeto, un acontecimiento, un razonamiento crean insertándose sobre sí mismos, ser este video perpetuo, nada tiene sentido hoy. Este estadio video ha reemplazado al estadio espejo” (Baudrillard, 1987: 31). 16. Existen otras metáforas y palabras que aluden a la territorialidad del espacio, a su vínculo con el medio físico: adentro/ afuera, centro/periferia, fronteras, raíz, márgenes, mapas, pasajes, paisaje urbano, ambiente urbano, hábitat, zona, entorno, medio. Así mismo se suele asimilar el espacio público con el espacio urbano -o lo urbano- y así con la ciudad.
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Registro Bibliográfico: LÓPEZ, Matías David. “¿El paisaje nos devora? Tecnologías, entre lo cotidiano y lo político” en La Trama de la Comunicación, Volumen 18, Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario. Rosario, Argentina. UNR Editora, enero a diciembre de 2014, p. 313327. ISSN 1668-5628 - ISSN digital 2314-2634. Fecha de recepción: 29-07-2013 Fecha de aceptación: 07-10-2013
Identificacion del autor: Matías David López Argentino. Becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Doctorando en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata. Licenciado y Profesor en Comunicación Social Universidad Nacional de La Plata. Docente de Comunicación Social en el Liceo Victor Mercante de la Universidad Nacional de La Plata. Afiliación institucional: Instituto de Investigaciones en Comunicación, Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Área de especialidad: Comunicación y espacio público. E-mail: matiasdlopez@yahoo.com.ar
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Normas para la presentación de Artículos para La Trama de la Comunicación Anuario del Departamento de Ciencias de la Comunicación. Escuela de Comunicación Social. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales Universidad Nacional de Rosario. Argentina VOLUMEN 19 (ENERO - DICIEMBRE 2015) Recepción de Artículos: 01 de Abril al 30 de Junio de 2014
La Trama de la Comunicación es una publicación de periodicidad anual (Enero a Diciembre de cada año) editada por el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencia Política y RR. II. de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Su objetivo está consagrado a la difusión de la producción teórica e investigativa en Ciencias de la Comunicación, divulgando textos inéditos que son previamente seleccionados por el Consejo Editorial con la intervención de árbitros externos; el contenido de la revista está dirigido a investigadores, docentes, estudiantes de posgrado y grado. Esta publicación recibe textos en español y/o portugués y se encuentra indizada a partir de los criterios de calidad editorial establecidos por el sistema latindex (caicyt-conicet). referencia: catalogo folio 15.536 Los artículos que se propongan para su publicación en La Trama de la Comunicación deberán ser originales y no haber sido publicados previamente, y no estar simultáneamente propuestos para tal fin en otra publicación.
El Consejo Editorial tendrá los siguientes criterios para la selección general de artículos: • pertinencia disciplinar al campo de la comunicación. • calidad del artículo. 1. PROCESO DE REVISIÓN POR PARES Todos los textos-manuscritos recibidos cumplen con tres etapas. En primer lugar, los artículos son revisados por el Consejo Editorial, el Director y/o Editores y sólo aquellos artículos que cumplen con los estándares científicos y editoriales de la Revista y con sus objetivos y el enfoque pasan a la siguiente etapa: el envío a Evaluadores Externos. La Revista La Trama de la Comunicación utiliza para la Evaluación de cada artículo el protocolo de arbitraje a ciegas, en el que los autores desconocen quién los evaluó y los árbitros no saben a quién evaluan. Cada artículo será evaluado por al menos dos expertos en el tema ubicados en Universidades Nacionales, Latinoamericanas o Españolas quienes determinarán: a) aceptar y publicar, b) revisar, reelaborar y aceptar, c) rechazar.
En caso de discrepancias entre los dictamenes el texto será enviado a un tercer arbitro, cuyo dictamen definará su publicación o no. Los resultados del proceso de evaualción de los dictamenes académicos serán inapelables en todos los casos. 2. ESTRUCTURA DEL TEXTO Todos los artículos presentados deben incluir: • Título en español e inglés • Un sumario o resumen en español y en inglés (máximo 200 palabras). • 5 descriptores o palabras-clave en español y en inglés. • Datos del autor(es) (nacionalidad, filiación institucional, correo electrónico, etc.) • Texto (incluyendo tablas, figuras o gráficos). • Referencias. • Apéndices. Los textos deberán enviarse a los siguientes mails: latramaunr@gmail.com - latrama@fcpolit.unr.edu.ar 2.1- Enviar dos copias digitales del artículo: * una copia con carácter anónimo y solamente el título del trabajo; * la otra copia con el título del artículo debe acompañarse de los siguientes datos personales del autor/ es: • nombre completo • áreas de investigación o interés • procedencia - afiliación institucional actual • dirección postal • dirección electrónica • teléfonos • fecha 2.2- Enviar una copia firmada de la carta de originalidad y cesión de derechos 3.- EXTENSIÓN DE LOS TEXTOS
• Del Título: No debe superar los 65 caracteres. (incluyendo espacios) • Del Subtítulo: En caso de que el título NO supere los 30 caracteres, se puede agregar un subtítulo que no debe superar los 60 caracteres. (incluyendo los espacios) • Del texto: No debe superar las 10.000 palabras incluyendo notas bibliográficas (para contar las palabras de un documento de Word, debe dirigirse a la persiana Herramientas, y hacer click en contar palabras...) -La extensión de 10.000 palabras corresponde a 15 páginas impresas del anuario. 4.- FORMATO DEL TEXTO • Título: Alineación: Centrado. Fuente: Times New Roman del 24. Estilo: Negrita Cursiva • Subtítulo Principal: Alineación: Centrado. Fuente: Times New Roman del 14. Estilo: Negrita Cursiva • Subtítulos internos: Alineación: Justificado. Fuente: Times New Roman del 9. Estilo: Negrita • Cuerpo de Texto: Alineación: Justificado. Fuente: Times New Roman del 9. Estilo: Normal 5.- REFERENCIAS, CITAS Y BIBLIOGRAFIA La Trama de la Comunicación utiliza el formato de la American Psychological Association (APA, 6ª. Ed.). Todo el documento atenderá en su estructura a las normas de la American Psychological Association (APA), las cuales establecen los estándares internacionales para la publicación de producción científica. A continuación, algunas consideraciones claves para tener en cuenta al momento de construir el documento: 5.1.- Citas textuales: Debe manejarse el texto entre comillas “ ” y entre paréntesis, incluir al final del texto citado: Apellido, Año de edición y página. (Castells, 1998: 47), al final deben listarse como bibligrafia con los datos completos.
Ejemplo: En este sentido, se produce “… una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas” (Castells, 1998: 47). 5.2.- Paráfrasis: En algunos casos, no se realiza una cita textual, es decir tal y como fue escrita originalmente por el autor cuyas ideas estamos reconociendo, sino que se recogen sus ideas o argumentos centrales pero sin utilizar las palabras del autor. En este caso se puede colocar al final del párrafo la referencia al autor en el sistema autor-año. Ejemplos: También podemos pensar a las redes de comunicación y como éstas procesan el conocimiento y las ideas para crear y destruir la confianza, la fuente decisiva del poder. (Castells, 2009) También podemos pensar como señala Castells (2009) a las redes de comunicación y como éstas procesan el conocimiento y las ideas para crear y destruir la confianza, la fuente decisiva del poder. 5.3.- Varias obras o autores: Un contexto de conectividad compleja -48% de penetración a la red en Argentina- donde tienen lugar innumerables transformaciones que impactan sobre la vida cotidiana, como lo han enfatizado algunos autores (Castells, 1997, 2003; Becerra, 2003; Finquelievich 2000). 5.4.- Bibliografía La bibliografía incluye todas las fuentes y referencias citadas o utilizadas en el texto, que sirven para profundizar en el tema y se incluirá al final del trabajo,
ordenándola alfabéticamente por autor/a. Los datos que deben incluirse son: Apellido, Nombre. (Año) Titulo. Ciudad: Editorial. a.- Libros de uno o varios autores: Castells, M. (2009) Comunicación y Poder. Barcelona: Alianza Editorial. Martínez, P.; Céspedes, M. y Hoyos, F. (1998) Diseño periodístico. Buenos Aires: Emecé. b.- Artículos o Capítulos de libros: Costa, M. y Gagliano, R. (2000) Las infancias de la minoridad en Duschatzky, S. (comp.), Tutelados y asistidos, 69-119. Buenos Aires, Paidós. c- Artículos de Publicación Periódica: Ansaldi, W. y Funes, P. (1988) Aproximación (caprichosa) a los sesenta latinoamericanos en Temas y Debates, Año 2, Nº 2 y 3, 7-17. Rosario, Facultad de Ciencia Política y RR. II d.- Fuentes electrónicas Al citar una fuente “on line” originalmente producida en formato impreso, se usarán los lineamientos generales para citar en formato impreso. Se deberá consignar autor/a, si está dado, el título, la fecha de publicación o de actualización, si se encuentra disponible, el realizador, si se encuentra disponible, fecha de acceso y el URL o la dirección electrónica. Ejemplo: Merklen, Denise. Sobre la base territorial de la movilización popular y sobre sus huellas en la acción, en: Laboratorio on line, año IV, Nº 16, diciembre de 2004, disponible en: http://www.catedras.fsoc.uba.ar/salvia/ lavbo.htm. NOTAS AMPLIATORIAS: Las notas deben ser incluidas al final del texto, como
texto común. (Muy Importante: NO utilizar el comando insertar notas de Word, ya que las presenta como links) • Formato de llamada ampliatoria (número de referencia): • Números arábigos (no romanos) Fuente: Times New Roman del 7 • Ubicación: Superíndice (para cambiar el número a “Superíndice” debe primero seleccionar el número, luego entrar en la persiana de “Formato”, hacer click en “Fuente”, y finalmente hacer click en la opción “superíndice” que aparece en la lista de “efectos”) Estilo: Normal • Formato de llamada ampliatoria • Número de referencia: seguida de un punto. Fuente: Times New Roman del 8. Estilo: Negrita Ejemplo: 5. El informe de la Consultora ComScore refleja los compartivos de minutos consumidos on-line entre los meses de Junio de 2010 y Junio de 2011. TABLAS Y GRÁFICOS Deben ser presentadas en archivo de Excel (.xls) en dos copias. Se debe incluir referencia de su ubicación en el texto de Word. Deben estar diseñados en escala de grises. IMÁGENES En formato EPS (.eps) o Tiff (.tif) y en escala de grises. Se debe incluir referencia de su ubicación en el texto de Word.
Por cualquier consulta: Escribir a latrama@fcpolit.unr.edu.ar latramaunr@gmail.com
O presentar nota por Mesa de Entradas dirigida a: Comité de Redacción de La Trama de la Comunicación y/o Director Sebastian Castro Rojas, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Ciudad Universitaria, Riobamba y Berutti, Monoblock 1, 2º piso (2000) Rosario, Santa Fe, Argentina http://www.latrama.fcpolit.unr.edu.ar
Declaración de originalidad y cesión de derechos del trabajo escrito Lugar y Fecha.......................................................….. Sr Director: Sebastian Castro Rojas, Revista La Trama de la Comunicación Facultad de Ciencia Política y RR.II. Escuela de Comunicación Social Departamento de Ciencias de la Comunicación Universidad Nacional de Rosario Por medio de la presente CERTIFICO que el artículo titulado: ……………………………………......................... ................................................................................................................................................…………………………....... que presento a la Revista La Trama de la Comunicación editada por la Universidad Nacional de Rosario no ha sido publicado previamente y me comprometo a no someterlo a consideración de otra publicación mientras este en proceso de evaluación en la Revista La Trama de la Comunicación ni posteriormente en caso de ser aceptado para su publicación. Declaro que el artículo es original y sus contenidos son producto de mi directa contribución intelectual. Declaro que todos los materiales están libres de derechos de autor y me hago responsable de cualquier litigio o reclamación relacionada con derechos de propiedad intelectual, exonerando de responsabilidad a la Universidad Nacional de Rosario En el caso de que sea aprobado el artículo, autorizo de manera ilimitada en el tiempo a la Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Ciencia Política y RR. II., Escuela de Comunicación para que incluya el texto en la Revista la Trama de la Comunicación y pueda reproducirlo, editarlo, distribuirlo, exhibirlo y comunicarlo tanto en el país como en el extranjero por medios impresos, electrónicos, CD, Internet, o cualquier otro medio conocido o por conocer. Nombre
Firma
English Version La Trama de la Comunicación is published annually (from January to December of each year) by the Department od Communication Sciences, Faculty of Political Science and International Relationships of the National University of Rosario, Argentina. Its purpose is devoted to the dissemination of the theories and research in communication sciences, reporting unpublished texts previously selected by the Editorial Board with the intervention of external referees. The content of the magazine is aimed at researchers, teachers, graduate students and grade students. This publication receives texts in Spanish and/or Portuguese. It is indexed from editorial quality criteria set by the Latindex system. Reference: Folio catalog 15,536. The articles proposed for publication in “La Trama” must be original and have not been previously published or not simultaneously proposed for this purpose in another publication. The Editorial Board will follow some criteria for the selection of articles: • Relevance to the field of communication. • Article quality 1. PEER REVIEW PROCESS: all texts have three stages: First, the articles are revised by the Editorial Board, the Director and / or Editors and only those that meet the goals are able to go to the next stage. The journal “La Trama de la Comunicaión” uses blind arbitration for assessment, in which the authors do not know who they are evaluating. Each article will be revised by at least two experts in the field from National, Latin American or Spanish universities. They will determine: a) accept and publish; b) revise,
correct mistakes and accept; c) reject. In case of discrepancies the text will be sent to a third arbitrator, whose decision will be its publication or not. The results of the evaluation will be final for everybody. 2. TEXT STRUCTURE: All articles submitted should include: • Title in English and in Spanish; • A summary or abstract in Spanish and English (maximum 200 words); • Five key words or descriptors in English and Spanish; • Information of the author: nationality; email; institutional affiliation. • Text (including tables, figures or graphics); • References; • Appendices. Text will be sent by email to: • latramaunr@gmail.com • latrama@fcpolit.unr.edu.ar 2.1. Send two digital copies of the articles: * An anonymous copy with only the work´s title * The other copy, with the title of the article, must be accompanied by the author´s following personal information: • full name • areas of research or interests • provenance - current institutional affiliation • postal address • email address • phone • date.
2.2. Send a signed copy of the original letter and transfer of rights. 3. EXTENSION OF TEXTS: • Title: Do not exceed 65 characters (spaces included) • Subtitle: In case the title do NOT exceed 30 characters, you can add a caption which should not exceed 60 characters (spaces included) • Text: Do not exceed 10.000 words including bibliographical notes (to count words in a Word document, you must go to “tools” and Click on “Word Count”…). The length of 10.000 words scorresponds to 15 printed pages. 4. TEXT FORMAT: • Title: Alignment: centered. Font: Times New Roman – 24. Type: Bold Italic. • Main Subtitle: Alignment: centered. Font: Times New Roman – 24. Type: Bold Italic. • Other subtitles: Alignment: justified. Font: Times New Roman – 9. Type: Bold. • Text: Alignment: justified. Font: Times New Roman – 9. Type: Normal. 5.REFERENCES, QUOTATIONS AND BIBLIOGRAPHY: The entire document will follow the format of the American Psychological Association (APA), which establishes international standards for the publication of scientific production. Some key considerations to take into account when building the document: 5.1. Quotations: The text should be handled in quotes “….” and at the end of the quoted text, the name, year of publication and page should be in brackets ( ). (Castells, 1998: 47). It should be included at the end with the complete
data. Example: In this sense there is … “ a specific form of social organization in which the generation, processing and transmission of information become the main sources of productivity and power due to the new technological conditions” (Castells, 1998: 47). 5.2. Paraphrase: In some cases, a direct quote is not done, the author´s original ideas are not included but his ideas or arguments are including without using his true words. In this case, by the end of the paragraph, reference of the author is placed. Example: We can also think communication networks and how the process knowledge and ideas to create and destroy trust, the decisive source of power. (Castell, 2009). Or Example: We can also think as Castell points out (2009) communication networks and how they process knowledge and ideas to create and destroy trust, the decisive source of power. 5.3. Many works or authors: A context of complex connectivity – 48% of network of penetration in Argentina, where many changes can occur that impact on daily life, as some authors have emphasized (Castells, 1997, 2003, Becerra, 2003; Finquelievich 2000). 5.4. Bibliography: Bibliography includes all sources and references used in texts which serve to go deeper in the subject and will be included at the end of the work in an alphabetical order by author /s: Surname, Name. (Year) Title. City: publisher. a. Books by one or more authors: Castells, M. (2009) Communication and Power. Barcelona: Alianza Editorial.
b. Articles and book Chapters: Costa, M. y Gagliano, R. (2000) Las infancias de la minoridad en Duschatzky, S. (comp..), protected and assisted, 69 – 119. Buenos Aires: Paidós. c. Articles previously published: Ansaldi, W. y Funes, P. (1988) Aproximación (caprichosa) a los sesenta latinoamericanos en Temas y Debates, Año 2, Nº 2 y 3, 7-17. Rosario, Facultad de Ciencia Política y RR. II d. Database: Citing a source “online” the following guidelines shoud be used: Author – Title (if it is given) – date of publication – director - URL or email address. Ejemplo: Merklen, Denise. Sobre la base territorial de la movilización popular y sobre sus huellas en la acción, en: Laboratorio on line, año IV, Nº 16, diciembre de 2004, disponible en: http://www.catedras.fsoc.uba.ar/salvia/ lavbo.htm. EXPLANATORY NOTES: The notes should be included at the end of the text. (Do NOT use “insert notes” in Word since it presents them as links). Format of Reference number: Arabic numerals (not Roman). Font: Times new Roman: 7. Location: Superscript (to change the Lumber to “Superscript”select the number, enter in Format, click on “Font /Source” and finally click on “Superscript”). Style: Normal. Call format: Number of reference followed by a “.” (full stop). Font: times New Roman: 8. Style: Bold. Example: The Consultant ComScore report reflects comparative online consumed minutes between June 2010 and June 2011.
TABLES AND FIGURES: They must be presented in Excel (.xls). It should include a reference of its location in a word text. They must be designed in grayscale. IMAGES: They must be designed in grayscale. It should include a reference of its location in a word text.
For any query: Write to: latrama@fcpolit.unr.edu.ar latramaunr@gmail.com
or make a letter to: Comité de Redacción de La Trama de la Comunicación and / or Director Sebastian Castro Rojas, Facultad de Ciencia Política y RRII, Ciudad Universitaria, Riobamba y Berutti, Monoblock 1, 2º piso (2000) Rosario, Santa Fe, Argentina http://www.latrama.fcpolit.unr.edu.ar