Colima y sus artesanías

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INTRODUCCIÓN

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olima, lugar en donde se vive entre palmeras y árboles de frondoso follaje, en donde se consume el agua de coco, de tuba y se disfruta de un tejuino en el jardín, lugar en donde se disfruta en un mismo día, un amanecer en las alturas del Volcán de Colima, un atardecer en la playa y se degusta un café con pan en la noche, lugar de clima cálido y de calidez humana por su gente, tiene la oportunidad de manifestar a través de este libro, el disfrute tangible de su belleza representado por artesanía. Dentro de esta muestra artesanal, en donde pretendemos mostrar los tesoros culturales escondidos del Estado, se encontrarán la manera en la que cada uno de los artesanos y artesanas, con sus creaciones, dan a conocer la forma de vida de los habitantes de cada comunidad y municipio con sus particularidades y ese toque que distingue a cada rincón de este bello Estado. Los principales productos artesanales representados en este libro, son reproducciones prehispánicas, alfarería utilitaria, piezas de cerámica decorativa, cestería, artículos de fibras vegetales, bordados, deshilados, piezas de madera, hojalatería, joyería y talabartería. El Estado de Colima, se pone de manteles largos y muestra al país y al mundo la magia de la diversidad cultural a través de sus artesanías, donde las tradiciones se conforman en las piezas y objetos amorosamente hechos por el espíritu creador de su gente colimense. En el Gobierno del Estado, estamos conscientes de la importancia de mantener nuestras tradiciones y de reconocer el esfuerzo de quienes hacen posible que éstas se conserven, a través acciones que fomenten la actividad económica que indudablemente representa el sustento de cientos de familias colimenses. El trabajo aquí representado, constituye una parte de la historia colimense que refleja el sentimiento, esfuerzo, dedicación y amor por los recursos naturales del Estado, que harán del conocimiento, incluso de los propios habitantes de Colima, de la riqueza cultural que existe en su tierra. Se les invita a que consuman los artículos hechos en México y que apoyen la economía del Estado de Colima a través de la compra y pago justo de éste, un oficio noble y de gran valor, el productor artesanal.

L.E. Mario Anguiano Moreno

Gobernador Constitucional del Estado de Colima

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ÍNDICE 06

ADELA GARCÍA CAMPOS

Da vida a las arcillas de nuestra tierra

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JOSÉ ANTONIO MERCADO JIMÉNEZ

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ALEJANDRA CRISTOBAL ASCENCIO

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JOSÉ GUADALUPE ROSAS FLORES

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JOSÉ LUIS RÍOS ALCALÁ

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JOSÉ PICASO ENCISO

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JOSEFINA VÁZQUEZ CANDELARIO

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JUAN JOSÉ AGUILAR RAMÍREZ

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LEOBARDO CRUZ DE JESÚS

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MARÍA DEL REFUGIO ARGÜELLO GÓMEZ

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MARÍA DEL REFUGIO PADILLA JIMÉNEZ

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MARÍA DEL ROSARIO FLORES QUIRINO

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MARÍA MARTELL MARTÍNEZ

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MARÍA VELÁZQUEZ ARZAC

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MARÍA LUISA DELGADO RAMÍREZ

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MARGARITA QUINTO MARISCAL

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MACARIA SANTOS MÁXIMO

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MARTÍN RÍOS ALCALÁ

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ROSA MARÍA MONTAÑO LÓPEZ

Custodio de la centenaria tradición de las máscaras de Suchitlán, Comala

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SERGIO ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA

HIPÓLITO COLÍN MAYA

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SERGIO MORFÍN CUEVAS

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YOLANDA RODRÍGUEZ VENEGAS

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ZENORINA HUITRÓN CERVANTES

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Bordadora de mágicas manos

ANA ISABEL MUÑOZ AGUILAR Artista del deshilado y el bordado

ÁNGEL OMAR COVARRUBIAS RAMÍREZ Moderno virtuoso de las antiguas técnicas de cerámica

ANTONIO GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ

ANTONIO RIOS ALCALÁ

ARMANDO ASCENCIO OCHOA

ARTURO CISNEROS SOTO

BLANCA EUGENIA MAGALLÓN RAMÍREZ

CLAUDIA J. IBARRA ÁVALOS

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EMILIO PINTO ESCOBAR

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ESTEBAN QUINTO RAMOS

EUNICE CÁRDENAS MELGOZA

EUSEBIO DE JESÚS ANDRÉS

FELICIANO CARRILLO CASTRO

FERNANDO REYES APOLINAR

FIDELA ZÚÑIGA CURIEL

GORGONIO CANDELARIO CASTRO

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Diseñador de muebles de madera rescatada

Maestro ceramista de la antigua tradición prehispánica Recupera con sus miniaturas el señorío de los equipales Un innovador en la tradición de equipales Innovadora artesana de las fibras naturales Orfebre que amalgama diferentes culturas El tradicional estilo rangeliano representado en cerámica Da nueva vida a las máscaras de Los Chayacates Forjadora de una nueva tradición artesanal

Heredero y guardián de la tradición de equipales en Suchitlán Recrea los animales míticos de Suchitlán

Maestro artesanal del tradicional juguete mexicano Creadora de las ollas bailarinas

Orfebre y artesano urbano

JESÚS CORTÉS RAMOS

Las manos expertas de un maestro de la cerámica prehispánica

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JORGE TERRÍQUEZ ZAMORA

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JOSÉ ALBERTO ARGÜELLO GÓMEZ

Mágico artífice de la hojalata

Creaciones tradicionales a través de los equipales

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Excepcional artesano de la madera calada Guardianes de la tradición de artesanías rangelianas En sus manos respira de nuevo la arcilla de la cerámica antigua de Colima Artesano que teje el alma de los cerros con otate Heredera de la centenaria tradición de las hamacas de acapán Da forma al sombrero colimote

Entreteje cestos con la magia del otate

Hace de los equipales un mueble sobrio y elegante

Hace de la hoja de maíz una obra maestra de la artesanía

Creadora de tesoros bordados con el legado de los antiguos En sus manos respira de nuevo la antigua cerámica de Colima Inspiradora artesana de la tradición con la hoja de maíz Maestra alfarera heredera de una tradición de tres generaciones Incansable tejedora de las antiquísimas hamacas de acapán Maestra y guía de la tradición del bordado en Zacualpan Recrea con maestría la antigua cerámica de Colima Artífice de joyería con las piedras sagradas de México Creador de tesoros con semillas preciosas

Da nueva vida a la tradición de la talabartería Artista de la luz y la naturaleza

Tejedora de las barbas de pino


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ADELA

GARCÍA CAMPOS

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esde chiquilla, como ella misma dice, Adela García Campos ha estado produciendo una hermosa alfarería de características únicas en el poblado de Paticajo, en el municipio de Minatitlán, Colima. Aprendió el oficio de su propia abuela, quien no sólo le enseñó a manejar la arcilla roja obtenida de la región, sino que también le instruyó para fabricar las mismas herramientas con las cuales realizar sus obras, como los pinceles para decorar, elaborados con pelo de cola de venado. Una parte destacada de la artesanía que produce Adela García es que sus obras de alfarería son decoradas utilizando pigmentos minerales obtenidos de la misma tierra en la que vive. Estos pigmentos otorgan a sus piezas una coloración única y distintiva, con tonos naturales suaves que hacen eco a los matices del paisaje de Paticajo. El proceso de producción de cada pieza es complejo y laborioso. Inicia con la recolección de la arcilla en algunos bancos ya identificados en el área. La arcilla es luego limpiada y cernida hasta obtener un polvo fino que es mezclado con agua a fin de obtener el barro moldeable. La elaboración de una pieza da inicio con un molde para la parte inferior. En este molde se coloca poco a poco el barro rojo, empujado primero con los dedos y luego con una espátula de lámina a fin de hacer una capa delgada. Esta primera capa, que constituye la base de la vasija o ánfora, se deja secar alrededor de dos horas para poder retirarla del molde. Luego, sobre esta base se va construyendo la parte superior de la vasija, agregando listones de arcilla hasta llegar al cuello, ayudándose con una

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paleta de madera para alisar la superficie. Finalmente, se termina dando forma al borde superior o boquilla. Una vez terminada de modelar, la vasija se deja secar al sol algunas horas más hasta que esté completamente seca y pueda absorber los pigmentos. Sólo entonces se procede a decorarla, pintando motivos con las tierras de color. Una vez terminada de decorar, la vasija es cocida en un horno de leña. El horno de cocción que utiliza Adela es también un horno original, de elaboración artesanal y manufacturado por ella misma a base de arcilla. El horno es alimentado con leña. Las piezas son introducidas por una estrecha boca que debe ser cerrada con trozos de alfarería. El horneado de las piezas debe ser realizado en forma muy cuidadosa, empezando con un fuego suave que debe ser incrementado poco a poco, hasta llegar a una máxima temperatura que debe ser sostenida durante cuatro a cinco horas. En total, la producción de una vasija implica aproximadamente diez horas de trabajo, que incluye el tiempo de horneado. Por las condiciones de la conformación del horno, para Adela requiere el mismo esfuerzo calentar el horno para una sola pieza que para diez, que es el cupo máximo. Adela da una gran importancia a la capacitación de aprendices, que ahora incluye a uno de sus hijos, pues considera a su artesanía una tradición propia de su región, originada en tiempos que se pierden con el recuerdo de su abuela y de otros antiguos alfareros anteriores a ella.

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Brings to life the clays of our land

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ver since she was a little girl, Adela Garcia Campos has been producing beautiful pottery of unique features in the Paticajo village of the municipality of Minatitlan, in Colima. She learned the trade from her own grandmother, who not only taught her how to handle the red clay obtained from the region, but also instructed her on how to make the tools with which to make her craft. From her, she learned how to make her own brushes from the hair of the deer tail. An important part of the crafts made by Adela Garcia is that her works are decorated using mineral pigments obtained from the very same land where she lives. These pigments give her pieces their unique and distinctive coloration with natural tones, which echo the hues of the Paticajo landscape.

The production process for her pottery is complex and laborious. It begins with the collection of clay in some banks already identified in the area. The clay is then cleaned and sieved to a fine powder, which is then mixed with water to obtain workable clay. The production of a piece begins with a mold for the bottom. Red clay is placed gradually in this mold, pushed first with fingers and then with a blade spatula to make a thin layer. This first layer, which forms the base of the vessel or amphora, is left to dry for about two hours before it is removed from the mold. Then, the top of the vessel is built on this bottom half, adding strips of clay up to the neck and using a wooden paddle to smooth the surface. Finally, the process ends with the shaping of the top ring or nozzle. Once modeled, the vessel is then allowed to dry in the sun for a few hours until completely dry. Only then can it absorb the pigments for decoration. When the decorating part is finished, the vessel is baked in a clay oven.

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The furnace used by Adela is an oven she handcrafted with clay. The furnace is fueled with wood. The pieces are introduced by a narrow mouth, which is then closed with ceramic shards. The baking of the pieces must be made very carefully, starting with a gentle fire that is increased gradually until it reaches a maximum temperature. The pottery is baked at this top temperature for four to five hours. The production of a vessel involves approximately ten hours of work, including the time of baking. Given the size of the furnace, Adela requires the same effort to heat the oven for burning either one piece or ten pieces, which is the maximum number it can hold. Adela gives great importance to the training of apprentices. She now has as apprentice one of her own sons. Adela considers her craft an important folk custom in her region, a craft that originated in times that are lost in the remembrance of her grandmother and other ancient potters before her.


ALEJANDRA CRISTOBAL ASCENCIO

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no de los temas que más gusta representar a Alejandra Cristobal Ascencio en sus bordados es la Virgen de Guadalupe, especialmente en las camisas y blusas que los creyentes portan en Suchitlán y Colima durante las festividades del 12 de Diciembre en honor a la Virgen. De ésta manera, Alejandra contribuye a la preservación y vitalidad de una de las tradiciones más representativas en el Estado de Colima. Alejandra Cristobal Ascencio aprendió desde niña las técnicas tradicionales de bordado a mano con aguja de su madre. De ella aprendió también los diferentes motivos y figuras que surgen de la tela, dibujando muchas veces estas formas a mano directamente sobre el material textil. Con el reconocimiento que empezó a tener su trabajo en su comunidad, Alejandra decidió dedicarse de lleno al bordado desde hace 13 años, tiempo en el que ha mantenido un pequeño taller con su mamá.

Bordadora de mágicas manos

Alejandra Cristobal realiza sus bordados generalmente sobre tela de manta tradicional, utilizando hilos de madejas de colores y agujas. Muchos de sus bordados los realiza sobre prendas elaboradas por ella misma: camisas, blusas, faldas e inclusive bolsas, son algunas de las cosas que ella misma corta, cose y borda. La realización de una blusa, por ejemplo, puede requerir hasta una semana de trabajo, incluyendo el corte de los patrones, el cosido a máquina, y el bordado a mano. Muchos de los diseños que borda Alejandra son creaciones propias, inspiradas en las mil flores que adornan el poblado y que hacen honor a su nombre, Suchitlán, el “lugar de las flores”.

Otro de los motivos que Alejandra gusta de bordar es el de una pequeña bruja con escoba. Para ella, éste es un símbolo del pueblo de Suchitlán, lugar que desde tiempos inmemoriales ha sido considerado como un “pueblo de brujos”. En realidad, la verdadera magia del pueblo está en las manos de Alejandra y de los demás artesanos de Suchitlán, quienes han logrado mantener vivas muchas de sus tradiciones más bellas y simbólicas.

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Embroidery master of magical hands

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ne of the figures that Alejandra Cristobal Ascencio likes most to represent with her embroidery is that of the Virgin of Guadalupe. She makes this special needlework on shirts and blouses that believers in Suchitlan and Colima wear during the December 12th festivities that honor the Virgin. In this way, Alejandra contributes to the preservation and vitality of one of the most representative traditions in the State of Colima. Alejandra Cristobal Ascencio learned the traditional needlework techniques from her mother while she was still a child. She also learned from her the different motifs and figures that embellish the garments she now makes, often drawing these forms by hand directly onto the fabric. Thirteen years ago, when Alejandra became a full-grown embroidery master, she decided to set up her own workshop with the help of her mother. Another motif that Alejandra likes to embroider on fabric is that of a little witch flying on a broom. For her, this image is a symbol of the people of Suchitlan, a place that has been forever considered the “town of wizards”. Yet, in truth, the real magic of the village is in the hands of Alejandra and other Suchitlan craftsmen, who have managed to keep alive many of the town’s most beautiful and symbolic traditions.

Usually, Alejandra Cristobal makes her embroidery on traditional cotton cloth (manta) using colorful threads and needles. Most of her embroidery goes into garments that she also hand makes: shirts, blouses, skirts and even bags are some of the things that she cuts, sews and embroiders. The making of a fully embroidered blouse, for example, can require up to a week of work. The process involves cutting the patterns, sewing them with a machine and, finally, embroidering the garment by hand. Many of the figures Alejandra embroiders on the clothing she makes are her own designs. She finds inspiration for them in the thousands of flowers that deck the village and that make the town live up to its name: in ancient Indian language, Suchitlan means “the place of the flowers”.

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ANA ISABEL

Artista del deshilado y el bordado

MUÑOZ AGUILAR

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on cuatro años trabajando de lleno en la producción artesanal de deshilados, bordados y aplicación de listones, Ana Isabel Muñoz Aguilar se ha convertido en una de las más reconocidas bordadoras y deshiladoras en el Estado, produciendo algunas de las más bellas prendas en manta de algodón y lino que podemos encontrar en toda nuestra región.

Ana Isabel desarrolló su gusto por las telas y los hilados a partir de un taller que tomó hace algunos años en una de las escuelas de oficios creadas con apoyo gubernamental. Ahí, Ana Isabel no sólo aprendió a coser, bordar y deshilar, sino que también recibió los apoyos financieros necesarios para poner en pie su propio taller hace cuatro años. Ahora, labora con otras dos trabajadoras en la producción de éstas artesanías que desde tiempo inmemorial han sido representativas de la creatividad de nuestras mujeres.

sus hilos son los que permiten el mejor bordado. Curiosamente, la tradicional manta mexicana supera, por mucho, la calidad de muchas telas sintéticas importadas, permitiendo a Ana Isabel la delicada ejecución de sus deshilados y bordados. En la elaboración de sus piezas, Ana Isabel empieza por seleccionar la manta o lino adecuados. Para realizar, por ejemplo, una sábana de manta, la tela seleccionada es primero medida, luego cortada y cosida. Luego, se la dan los detalles de acabado en los bordes con una máquina para remallar. Ya terminado el cuerpo de la sábana, se procede a la ornamentación de la tela a través del bordado o el deshilado. En algunas ocasiones, se utiliza una bordadora automática para las primeras líneas, pero luego se agregan bordados a mano que le dan su característica artesanal.

Una de las contribuciones más notorias y valiosas de Ana Isabel Muñoz es la creación de diseños originales para sus bordados, inspirados en las figuras prehispánicas que tanto renombre han dado a nuestra cultura. Así, perritos, figuras ornamentadas, aves y plantas con estilizaciones y otras figuras que han sido encontradas en nuestro estado forman parte de su vocabulario formal. Las telas que utiliza para su trabajo incluyen la manta, el lino, y acolchados de algodón. Ana Isabel considera al deshilado de telas de manta como uno de las más tradicionales de las artesanías que realiza, pues tiene sus orígenes en la historia de la producción de mantas de algodón en México. Ana Isabel reconoce perfectamente la calidad del hilado de cualquier textil, pues su entramado y

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Artist of open-thread fabrics and embroidery

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ith four years of full time experience working on embroidery, open-thread fabric work and ribbon applications, Ana Isabel Muñoz Aguilar has become one of the most famed embroiderers in the State, producing some of the finest cotton and linen garments that can be found throughout the region.

One of the most noteworthy and valuable contributions made by Ana Isabel Muñoz to the local embroidery tradition is the creation of wholly original designs inspired by the pre-Hispanic ceramic figures that have made a name for ancient Colima culture. Her own interpretation of ceramic puppies, birds, plants and stylized human figures found in archaeological digs in the region have become part of her formal repertoire.

Ana Isabel developed her passion for fabrics and yarns after taking a government-sponsored, arts-and-crafts workshop some years ago in a trade school. There, Ana Isabel not only learned to sew, embroider and open the thread of fabric, but she also received the financial support needed to put up her own shop, which she did four years ago. Now she works with two other workers in the production of these crafts, which have been the hallmark of craftswomen in our region.

The fabrics used for her work include raw cotton (manta), linen, and cotton quilts. Ana Isabel considers open-thread blankets as one of the most traditional crafts she makes, as it was born at the same time that production of cotton cloth began in Mexico. Based on her experience working with fabric, Ana Isabel knows that topquality cloth has truss and strings that allow the best embroidery.

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Interestingly, traditional Mexican cotton cloth exceeds, by far, the quality of many imported synthetic fabrics, allowing Ana Isabel the execution of her delicate embroidery and open-thread work. In making one of her handcrafts, Ana Isabel starts by choosing the appropriate cotton or linen cloth. If she wants to make, for example, a blanket sheet, the chosen fabric is first measured out and then cut and sewn. She will then finish the blanket by closing the edges with an overlock machine. At this point she can start doing the embroidery or open-thread work of the fabric. In some instances she may use an automatic embroidering machine for the first lines, but she will then finish by hand the main part of the embroidery, thus giving the work its distinctive, handcrafted seal.


ÁNGEL OMAR

Moderno virtuoso de las antiguas técnicas de cerámica

COVARRUBIAS RAMÍREZ

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l rescate de algunas de las técnicas y procesos de la cerámica que realizaban los antiguos ceramistas prehispánicos de Colima es una de las grandes motivaciones que han llevado a Ángel Omar Covarrubias a convertirse en uno de los artesanos ceramistas más destacados de Colima. El bruñido de la cerámica terminada, el coloreado con diferentes tonos de arcillas regionales, las formas realizadas a base de encintado: éstas son algunas de las técnicas que Ángel Omar ha redescubierto en un esfuerzo por alcanzar la maestría de los antiguos ceramistas colimense. Este esfuerzo destaca aún más porque el maestro Ángel Omar no se ha conformado con reproducir las antiguas figuras prehispánicas que tanto han distinguido a nuestra región a nivel internacional. Más bien, él ha aplicado toda su creatividad para desarrollar sus propias formas y figuras, elaboradas con las antiguas técnicas, pero que hablan de los símbolos y de las actividades de nuestra vida moderna. De esta forma, Ángel Omar da una nueva vida a las técnicas de viejos tiempos, que renacen para dar forma a las imágenes de nuestra época. Ángel Omar empezó su carrera como artesano de la cerámica en 1999, cuando apenas había egresado de la escuela de diseño artesanal de Colima. Pero pronto se dio cuenta que para iniciar una tradición original de artesanía en cerámica debía de explorar nuevos terrenos. A la vez, Ángel Omar se dio cuenta de que en Colima existe una tradición milenaria de cerámica, presente en los diferentes estratos de su tierra y en sus museos, pero que podía ser rescatada para crear nuevas expresiones en barro.

Por ello, utiliza arcilla recuperada en forma natural en la región de Paticajo, en Minatitlán, Colima. Esta arcilla debe pasar por un proceso de filtración y humectación que es altamente laborioso, pero que produce un barro único y de gran calidad. Ángel Omar da forma a este barro algunas veces con molde y otras con las antiguas técnicas de modelado. En las piezas de molde, el barro lo aplica como tortilla a un medio molde que es una mitad de la figura final, adelgaza el barro con una espátula y luego une las dos mitades para formar la pieza completa. Después de unas horas la pieza es desmoldada y se deja secar antes de pintar. Si se requiere bruñir, la pieza es pulida a mano con piedras como el cuarzo o la pirita. Las piezas hechas a mano empiezan con una bolita de barro que empieza a modelar y a la que va agregando tiras o bolitas de barro conforme sea necesario. A la pieza ya modelada se le aplica el color o se bruñe directamente con piedras de pirita o cuarzo. Ya pintada o bruñida, la pieza se deja a secar tres días a la sombra y al cuarto día se seca al sol. Entonces se procede a hornear la pieza en un horno de gas; en caso de recibir esmaltes, la figura requerirá una segunda horneada. En total, una pieza requiere entre cinco y siete días para su elaboración. Algunas de las elegantes producciones de Ángel Omar son utilitarias, como jarrones o cántaros de gran acabado, pero también realiza artesanía de uso más ceremonial, como las flautas de barro, utilizadas en algunas fiestas patronales. Sus colores básicos son los de la misma arcilla que encuentra en las laderas de Paticajo: el amarillo ocre y el rojo. Hoy día, Ángel Omar Covarrubias siente un gran orgullo por recuperar para Colima la vitalidad de su cerámica, cuyas raíces alcanzan siglos atrás, pero que vuelven a tomar nueva vida en sus manos.

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Modern virtuoso of ancient ceramic techniques

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riven by his zeal to recover some of the techniques and processes of the ancient pre-Hispanic Colima potters, Angel Omar Covarrubias has become one of the most prominent ceramic artists in the State. Some of the techniques and materials that Angel Omar has rediscovered in his effort to achieve mastery of the ancient colimense pottery include the ceramic burnished patina, the colored clays with different shades of regional earths, and the modeling of clay through coil stacking. This effort stands out even more because Angel Omar has not been satisfied with simply reproducing the ancient pre-Hispanic figures that have made a name for our region. Rather, he has applied his creativity to develop his own clay figures, made with ancient techniques, but speaking of the symbols and activities of our modern life. Thus, Angel Omar gives new life to ancient techniques that come back to life to shape the images of our time. Angel Omar started his career as a ceramics artist in 1999, soon after graduating from an arts and crafts school in Colima. Soon he realized that if he wanted to start an original tradition of craftsmanship in ceramics he would have to explore new ground. At the same time, Angel Omar realized that close at hand there was an ancient tradition of Colima ceramics, present in the different layers of the earth and in the museums. This was a tradition that could be rescued to create new expressions in clay. He started by using clay naturally found in the Paticajo region of Minatitlan, Colima. Before modeling, this clay must go through a process of filtration and humidification that is highly laborious, but which produces unique and high quality clays. Angel Omar shapes

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this clay sometimes with a mold and at other times he uses the ancient techniques of coil accumulation. When using a mold, the clay is applied as a pancake into its walls. This mold is only for the bottom half of the final shape. He applies the clay and pushes it into the mold with a spatula. When he has finished the two halves, they are joined while still fresh to form the complete piece. After a few hours the complete piece is pulled out of the molds and allowed to dry before painting. After coloring it, the piece is hand-polished using stones of quartz or pyrite mineral. The figures made through the coil technique start off with a basic, hand-modeled shape; gradually, strips or balls of clay are added as needed. After modeling is finished, the figure is left to dry a few hours before applying color directly or before burnishing it with pyrite or quartz stones. Once painted or burnished, the piece is left to dry in the shade for three days. On the fourth day it is left to dry under the sun. The figure is then baked in a gas oven. Sometimes the piece will have enamels applied to it; in such case, the figure will require a second baking. All in all, a piece like this requires five to seven days of work. Some of the elegant ceramic figures made by Angel Omar are utilitarian, such as vases or jars; but some others are made for ceremonial use, like clay flutes, for example, used in some festivities. The basic color of his ceramics is the color that one can see on the slopes of Paticajo: yellow ocher and red. Today, Angel Omar Covarrubias takes great pride in having regained some of the ancient clay modeling techniques, bringing a new vitality to Colima ceramics, whose roots reach back centuries. This tradition has taken on a new life in the hands of Angel Omar.


ANTONIO GUTIÉRREZ RODRÍGUEZ

Diseñador de muebles de madera rescatada

*Razón social: Teresa del Carmen García Santillán

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n buen día, hace alrededor de quince años, Antonio Gutiérrez Rodríguez se preguntó qué se podría hacer con muchas de las tablitas y postes de madera que quedaban como desperdicio en la carpintería en la que trabajaba como aprendiz. Jugando como un niño con esos materiales, Antonio empezó a experimentar con pequeños muebles y mesas que pudieran ser elaboradas utilizando esos remanentes. Recordó entonces que en aquel tiempo se producían algunas hamacas a base de pequeñas tablas de madera unidas por un listón de tela que les daba una movilidad que les permitía adaptarse al cuerpo. Imaginó que ese sistema podría emplearse para elaborar una silla cómoda, utilizando para el respaldo y el asiento las pequeñas tablitas de deshecho, unidas también por un listón de tela. El resultado fue tan exitoso que quince años después, Antonio Gutiérrez sigue produciendo sus sillas y algunos otros muebles en base a esas tablitas que anteriormente eran desperdiciadas. Antonio Gutiérrez tiene ahora su propio taller en la ciudad de Villa de Álvarez, en el área conurbada de Colima. Emplea regularmente a cuatro personas que le ayudan en la producción y ventas de sus originales muebles, que empiezan a convertirse en un objeto tradicional dentro de las viviendas y lugares de descanso en el Estado. Vale la pena destacar que uno de los aspectos más importantes de la producción de Antonio Gutiérrez es el rescate de madera que de otra forma sería absolutamente desperdiciada. Es una forma de contribuir a la sustentabilidad de los bosques y de

reducir los costos de energía y de producción. Antonio Gutiérrez visita las diferentes madererías y carpinterías de la ciudad buscando esos remanentes, seleccionando aquellos que mejor se adapten para su aplicación en sus diseños. Hasta hace poco, el taller de Antonio sólo trabajaba con excedentes de maderas tropicales locales, sobre todo de rosa morada y de primavera. Estas maderas tienen una gran dureza y son especialmente resistentes a la humedad y al ataque de los insectos de la región, razones todas por las que el mercado de Colima ha preferido siempre las sillas hechas con ellas. Más recientes son las sillas hechas de maderas importadas como la haya y la llamada poplar. Estas sillas son para clientes de fuera del Estado que sacrifican la resistencia de las maderas tropicales por la vistosidad o la ligereza de maderas importadas. Una vez seleccionada la madera, se escogen en primer lugar las piezas que puedan ser empleadas para la elaboración de las partes estructurales de los muebles, tales como las patas o los travesaños. Estas piezas no deben tener rajaduras u ojos propios de la madera; deben de contar con una buena veta y color. Luego, las piezas de madera que no pudieron ser utilizadas para esto son cortadas en tablitas pequeñas para ser entretejidas, completamente a mano, en los listones de respaldo. De esa manera se emplea casi el 90% de la madera rescatada; en contraste, señala Antonio, en la elaboración de un mueble tradicional, un carpintero utiliza alrededor del 60% de la madera con la que inicia el trabajo. Antonio Gutiérrez siempre ha pensado en formas de mejorar y evolucionar el diseño de sus sillas y otros muebles, un proceso guiado por el orgullo de producir un objeto de diseño único.

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Inventor of salvaged wood furniture

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ne day, about fifteen years ago, Antonio Gutierrez Rodriguez asked himself what could be done with the many small wood boards and planks that were dumped as waste in the carpentry workshop where he worked as a trainee. Bringing back home some of these pieces, Antonio started to play with them like a child. He began experimenting with small furniture and tables that could be developed using these remnants. He remembered that at that time some hammocks were being produced using small wooden boards joined by a strip of fabric. This system gave the boards a mobility that allowed them to adapt to the body. He imagined that this system could be used to develop a comfortable chair, using small boards joined by a strip of cloth for the back and the seat. The result was so successful that fifteen years later, Antonio Gutierrez continues to produce this chair and some other furniture. He is still using wood boards that were destined for disposal.

Antonio Gutierrez now has his own workshop in the town of Villa de Alvarez, in the urban area of ​​Colima. He regularly employs four people in the production and sales of his furniture, which has become a traditional fixture inside homes and rest areas all over the region.

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It is worth noting that one of the most important aspects of the production of Antonio Gutierrez is the salvaging of wood that would otherwise be absolutely wasted. It is a way to contribute to the sustainability of forests and to reduce energy and production costs. Antonio Gutierrez visits regularly lumberyards and carpentry workshops, looking for left out wood and selecting the pieces best suited for use in his designs. Until recently, the workshop of Antonio worked only with local tropical wood remnants, especially primavera and rosa morada woods. These two are hard, tropical woods especially resistant to moisture and insect attack, reasons why the people of Colima have always preferred chairs made with them. More recent are the chairs made out of imported woods like beech and poplar. These chairs are for out of state customers who sacrifice the hardness of tropical woods in favor of the beauty and lightness of imported wood. The process of making a chair starts with the selection of the right wood boards in carpentry workshops and lumberyards. The best pieces of wood are chosen for the structural parts of the furniture, such as legs or cross beams. These parts must not have cracks or knots, and must have a good grain and color. The other pieces of wood, which could not be used for structural parts, are then cut into small boards. These small boards are then woven, completely by hand, into the support strips. This method of wood construction assures that almost 90% of the salvaged wood is used in the furniture; by contrast, Antonio points out that in the making of traditional furniture a carpenter uses about 60% of the wood with which he begins the work. Antonio Gutierrez is always thinking of new ways to improve the design of his chairs and his other furniture. He is guided by the pride of knowing that he is producing objects of unique design.


ANTONIO RIOS ALCALÁ

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a cerámica prehispánica de Colima tiene ganado ya un lugar especial en los mejores museos y colecciones de arte antiguo en el mundo. Esta cerámica ha sido reconocida internacionalmente como una de las más bellas producciones artísticas de los antiguos habitantes del continente americano, distinguiéndose por la expresividad de sus figuras y por la síntesis plástica lograda por sus creadores, quienes dieron forma a todas aquellas cosas que formaban parte fundamental de su universo cultural. Es tal la belleza de estas piezas, que hasta hoy día se mantiene vigente una alta demanda por reproducciones de alta calidad de aquellas antiguas creaciones, objetos que hoy día sólo pueden ser vistos en las vitrinas de los museos. Reproducciones de alta calidad, realizadas con las mismas técnicas y los mismos materiales que utilizaban los antiguos colimenses, son hoy día también difíciles de realizar y de encontrar en el mercado, pues cada vez son menos los maestros ceramistas que realizan su trabajo apegados a las ancestrales tradiciones de nuestra región. Uno de estos escasos ceramistas es Antonio Ríos Alcalá quién tiene ya más de 46 años realizando reproducciones de la cerámica antigua en Colima. Antonio aprendió las técnicas del oficio de manera autodidacta; inició su aprendizaje restaurando piezas originales que le llevaban como encargo. Estudiando de cerca las piezas, aprendió a reproducir las técnicas con las que habían sido elaboradas originalmente. Además, supo encontrar

Maestro ceramista de la antigua tradición prehispánica

en los yacimientos de arcilla de la región de Comala las tierras que le daban los mismos colores y texturas de las piezas antiguas. Hoy día Antonio dirige un pequeño taller artesanal en el que colabora su propia esposa y su hijo. El primer paso que lleva a cabo para realizar una figura es la de preparar la arcilla cruda obtenida de los depósitos, dejándola secar, limpiándola y filtrándola. Al polvo obtenido se le añade agua para amasarlo hasta que quede listo para usarse. Realiza sus figuras con técnicas de amasado y encintado. Ya con la figura terminada, esta se mete durante alrededor de dos horas a un horno para cocerla. Una vez cocida y fría, se le da el acabado final, utilizando tintas y tierras para producir la patina que le da su aspecto antiguo; finalmente, se le da un pulido con grasa. Uno de los perros que reproduce Antonio Ríos es uno al que él llama “el guardián de los niños”, pues es un perrito, narra el artesano, que llegaba al auxilio de un niño cuando éste se hallaba en dificultades. Otro de los favoritos de Antonio es la figura ya clásica de los llamados perros bailarines, que parecen estar danzando uno junto al otro, entrelazados. Pero Antonio señala que estas figuras en realidad no están bailando, sino que representan al año viejo que se despide y al año nuevo que llega y aprende la sabiduría del viejo. El pasado y el futuro entrelazados en un abrazo en el presente.

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Master potter of an ancient pre-Hispanic tradition

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he pre-Hispanic ceramic art of Colima has a special place in the best museums and collections of ancient art around the world. This pottery has been recognized internationally as one of the most beautiful artistic productions of the ancient inhabitants of the american continent. It is distinguished by the expressiveness of its figures and by the plastic synthesis achieved by its creators, who represented through ceramic nearly everything that was a fundamental part of their world. Such is the beauty of these pieces that today there is a very high demand for high-quality reproductions of these ancient objects, which can only be seen in museums. High quality replicas, made with the same techniques and the same materials used by the ancient people, are now difficult to make and even more difficult to find in the market. The reason for this is that today

there are very few craftsmen who can master similar techniques as those used by the ancient artists of our region. One of those rare master potters is Antonio Rios Alcala. He has been making reproductions of ancient ceramics in Colima for more than 46 years. Antonio is a self-taught craftsman, having learned the ancient techniques by first working on original pre-Hispanic pieces that people brought to him for restoration. Studying closely the ancient ceramics, he found ways to reproduce the techniques that had been developed originally. Furthermore, he was able to find clay deposits in the Comala region that produced, after fired, the same ceramic colors and textures of the old pieces. Today Antonio runs a small workshop with the help of his wife and son. The first step in making the replica of an ancient figure is to prepare the raw clay deposits brought from Comala. The raw clay is first left to dry out in the sun, and afterward it is cleansed and sifted several times. The powder thus obtained is moistened with water to make workable clay. This clay is

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then kneaded until it is ready for use. Antonio hand sculpts the figures by using coil techniques. When the figure has been fully sculpted, it goes into a furnace for about two hours. Once fired and cooled, the replica is given the final finishing touches: Antonio uses special inks and colored clays to give the figure an ancient-looking patina, which is perfected by polishing the surface with grease. One of the ceramic dog replicas made by Antonio Rios is one that he calls “the guardian of children.” The story, as told by Antonio, is that this dog is a puppy, which in ancient times came to the aid of children whenever they were in trouble. Another favorite of Antonio is the so-called “dancing dogs” figure: two small, fat dogs that seem to be dancing with each other in some kind of waltz-like step. Yet Antonio believes that these figures are not really dancing, but, rather, they are simply talking to each other. He believes that one of the dogs represents the old year saying farewell and passing his wisdom to the younger dog, which is the New Year listening to the wisdom of the old. The Past and the Future entwined in an embrace right in the present.


ARMANDO ASCENCIO OCHOA

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finales de los años noventa, Armando Ascencio Ochoa aprendió el oficio de hacer equipales tradicionales gracias a un programa de educación artesanal que el Gobierno del Estado de Colima desarrolló en ese tiempo a fin de rescatar las tradiciones artesanales de la región. Armando no sólo descubrió que sentía una gran pasión por este oficio y sus materiales, sino que pensó que debía de crear algo muy especial, diferente a lo que ya se estaba trabajando en esta artesanía. Descubrió que gracias a su pasión por los detalles y a su comprensión de los materiales, él podía producir equipales en miniatura que podrían ser considerados objetos de colección.

Recupera con sus miniaturas el señorío de los equipales

desbastadas antes de ponerlas a secar hasta que llegan a un punto de humedad adecuada para poder moldearlas. Entonces se realiza el aro de la base, luego con la madera de chicalcahuit se hacen las tablitas diagonales que soportan el asiento. Éstas se amarran al aro de la base. Para la parte superior del asiento se corta un círculo de madera y con bambú se realiza un tejido que cubre al círculo y que es la parte visible del asiento. En este punto, se le cose al asiento un aro protector de cuero, utilizando para ello hilo encerado. Los soportes para el respaldo son clavados a los aros y se amarran también con el hilo. El respaldo en sí se hace moldeando un grupo de pequeños bejucos

Con su obra, Armando Ascencio ha querido rescatar el carácter simbólico y representativo de la tradición de los equipales en su comunidad de Suchitlán, al norte del Estado de Colima. A sabiendas de que los equipales se han convertido en un objeto netamente utilitario, Armando recuerda que antiguamente el equipal era una silla de honor utilizada para ocasiones especiales como bodas o cenas. Por ello, el hecho de crear equipales en miniatura es una forma en la que estas sillas adquieren un nuevo valor ceremonial, cuyo simbolismo recuerda al de su honroso pasado. Para la elaboración de sus artesanías, Armando Ascencio utiliza exclusivamente materiales naturales obtenidos de la región alrededor de Suchitlán. Utiliza maderas de árboles de chicalcahuit o chicalcagüite, guásima, bejuco y bambú nativo. También utiliza para los respaldos cuero de cerdo o de vaca e hilo encerado, además de emplear un pegamento que obtiene de la goma de un tipo de orquídea. Las maderas deben ser

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arqueados en forma de herradura. Ya armado el equipal, se procede a colocar sobre cada amarre una pasta realizada con la goma de una orquídea. Esta goma se ha preparado previamente macerándola y agregando carbón para darle el tono obscuro. Finalmente el “equipalito” se barniza a manera de protección y acabado. Armando Ascencio produce sus artesanías con el gran orgullo de saber que sus obras, únicas en su género, forman parte de importantes colecciones nacionales e internacionales.


Recovers the significance of equipales through miniature reproductions

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n the late nineties Ascencio Armando Ochoa learned the trade of making traditional wood and leather chairs called equipales thanks to a craft education program. This program was sponsored by the Government of the State of Colima with the aim of rescuing the craft traditions of the region. Armando discovered that not only he had a great passion for this craft and its materials, but also that he could create something very special, different from what was already being made. He discovered that he had a great passion for detail and a thorough understanding of materials; he then thought that with these skills, he could produce miniature equipales that could be considered collectible items. With his work, Armando Ascencio has also set out to rescue the symbolic and representative character of the equipales tradition of his community in Suchitlan, north of the State of Colima. Knowing that equipales have now become a purely utilitarian object, Armando remembered that formerly equipales were ceremonial chairs used for special occasions like weddings or festivities. For him, making miniature equipales is a new way by which these chairs recover their ceremonial value. By making them into miniatures, these equipales become symbols reminiscent of their honorable past. In the making of these Lilliputian crafts, Armando Ascencio uses only natural materials obtained from the region around Suchitlán. He uses wood from the chicalcagüite or chicalcahuit trees; guasima, rattan and native bamboo. For the chair backs, he uses pigskin or cowhide held with waxed thread. The wood

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parts are held together by tying them up or by using a type of glue that is obtained from an orchid. The wood must be roughened and polished, then left to dry until it reaches a point of adequate moisture that allows him to work with it. The first step is to make a base ring made out of bent wood; then, he makes the timber diagonals supporting the seat with chicalcahuit boards. These are tied and then glued to the base ring. For the upper seat, a circle is cut out of wood. This circle is then covered with woven bamboo. At this point the seat is covered with a leather seat sewn into the bamboo using waxed thread. The next step is making the upper part of the equipal by first fixing support brackets to the seat rings. A bunch of young vines bent into a horseshoe-shape are then tied up to these brackets. Now the equipal is basically assembled; the only thing left is to put on each joint a paste of glue made with orchid gum. This gum was previously prepared by first mashing the orchid gum on a mortar and then adding coal in order to give it its dark tone. Finally the “equipalito” is varnished in order to both protect it and give it a shiny finish. Armando Ascencio produces his crafts with the pride of knowing that they are unique works of art that are now part of national and international collections.


ARTURO CISNEROS SOTO

Un innovador en la tradición de equipales

*Razón Social: Rubiela Margarita Cisneros Gómez

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on más de cuarenta años de experiencia elaborando los tradicionales equipales, Arturo Cisneros Soto es reconocido como uno de los mejores artesanos de este oficio en la ciudad de Colima. Hoy día cuenta con un taller dedicado exclusivamente a la producción de estos muebles, en el que laboran cinco personas haciendo algunos de los equipales más vistosos y originales de la región.

Arturo Cisneros supo ganarse un lugar en la ciudad de Colima al adaptar la tradición familiar de fabricación de equipales de Zacoalco de Torres, a las costumbres y formas de los equipales de nuestro Estado. No solo eso, sino que con el tiempo Arturo Cisneros ha mostrado una gran capacidad para la innovación, creando nuevos diseños de equipales, adoptando materiales modernos que les aportan ventajas especiales, e incorporando a los respaldos y cubiertas telas modernas y pieles de cuero curtido en nuevos y brillantes colores. La principal materia prima para la elaboración de los equipales son las diferentes maderas que componen su estructura y que son todas obtenidas en la región. La más importante es la madera del chicalcahuit o chicalcagüite, que es la madera que muestra dos colores, un rojo intenso al centro y blanco a los lados. También se usa la madera de la guásima, de color blanco y muy resistente; junto con el chicalcagüite, son las maderas que soportan el peso en el equipal. Adicionalmente se emplea también la madera llamada de tacote para los respaldos, así como fibras del bejuco y el carrizo, y palos del tabachín. Para el tapizado de los equipales tradicionales se utiliza la

piel curtida de cerdo de color natural. Sin embargo, hoy día existe más demanda por los equipales tapizados con telas estampadas de diferentes tonos. El proceso de elaboración de un equipal tradicional puede llevar alrededor de medio día. Se comienza por cortar las diferentes maderas a fin de ensamblar la estructura principal. Luego, se procede a tapizar el mueble, aplicando en algunos casos rellenos de ixtle o de hule espuma. Una vez terminado el tapizado, se procede a aplicar una capa de barniz o de pintura, que sirve como acabado y como protección de la madera. Hoy día, el taller de Arturo Cisneros tiene un amplio catálogo de sillones, mesas, bancos y sofás, en diferentes estilos y acabados, todos dentro de la tradición de los equipales. El gran valor de su trabajo radica en haber modernizado un objeto tradicional sin hacerle perder su esencia histórica, abriendo nuevas posibilidades para una artesanía que ha sido parte de nuestra cultura desde hace muchos años.

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An innovator in the equipales tradition

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ith over forty years of experience making the traditional wood-and-leather chairs called equipales, Arturo Cisneros Soto is recognized as one of the best craftsmen in the city of Colima. He has a workshop devoted exclusively to the production of this type of furniture, employing five other craftsmen in helping him make some of the most colorful and original equipales in the entire region. Arturo Cisneros was able to make for himself a special place in the crafts traditions of Colima by adapting his knowledge of Zacoalco de Torres equipales craftsmanship to the customs and ways of the equipales of our State. Not only that, Arturo Cisneros has shown through time a great capacity for innovation. He has created new designs for equipales; he has adapted modern materials that will provide special features; and, he has added to the backs and covers of his chairs modern fabrics and leather hides tanned in bright new colors. The main raw materials for the manufacture of leather chairs are the different woods that make up its structure. These are all woods found in the region. The most important of them is the chicalcahuit or chicalcagüite wood, which is a kind of timber showing two colors, a dark, intense red in the core and white to the sides. Also used is the guasima wood, white and very rugged; wood boards cut out of guasima and chicalcagüite woods are the weight bearer elements in the equipal. Another type of wood used is one called tacote, which is

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employed for the seat backs. Other natural elements used are liana and reed fibers as well as tabachín sticks. Traditional equipales use raw pig hide for upholstery. Today, however, there is more demand for equipales with upholstery in printed fabrics of different shades and colors. The making of a traditional equipal can take about half a day. The first step is to cut the different woods to assemble the main structure. The next step it to upholster the wooden frame, using either natural ixtle fibers or foam as fills. Once the equipal is fully upholstered, the craftsmen proceed to apply a layer of varnish or paint, which serves both as a finish and as a wood protection. Today, the workshop of Arturo Cisneros produces a wide range of chairs, tables, benches and sofas, in different styles and finishes, all in the tradition of equipales. The great value of his work lies in having modernized a traditional object without affecting its historical essence, opening new possibilities for a craft that has been part of our culture for many years.


BLANCA EUGENIA

Innovadora artesana de las fibras naturales

MAGALLÓN RAMÍREZ

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a gran mayoría de las artesanías que distinguen a nuestra cultura son la herencia de tradiciones centenarias que se han transmitido de generación en generación. Estas artesanías son valiosos legados que nos unen a nuestro pasado y a nuestras costumbres. En contraste, son más escasas las artesanías de reciente creación, las que surgen de la creatividad y el ingenio artístico de personas con un alto sentido de la innovación y que reflejan nuevos aspectos de una cultura dinámica. Este es el caso de la artesanía que realiza Blanca Eugenia Magallón Ramírez en la ciudad de Colima. Blanca Eugenia utiliza algunas de las fibras vegetales de la región, en especial las fibras y otros derivados de la palmera del coco, en formas totalmente nuevas y creativas, produciendo objetos de una alta expresividad, ya sea para propósitos puramente estéticos o utilitarios, o ambos. Blanca Eugenia comenzó hace ya más de doce años a experimentar con el angeo, fibra de la palmera de coco y material muy abundante en su nativa Armería. De forma por completo autodidacta, ella empezó realizando cuadros con este material, dando vida a diferentes paisajes que retrataban los colores de su tierra. Estos cuadros le valieron reconocimientos especiales por su calidad artística, impulsándola a desarrollar todo un proyecto de producción artesanal con diferentes fibras y derivados de plantas de nuestro Estado.

Entre los materiales naturales que utiliza están el cayaco, el angeo, la copra y las palapas; materiales naturales que ella misma recolecta en diferentes ranchos del valle costero de Tecomán y Armería. Utiliza también el ixtle, hilos naturales y pegamentos. Cuenta además con algunas herramientas como el esmeril, la sierra inglete, la lanza destopadora, taladros y sierra de banco, entre otras. Vale la pena destacar que muchas de las técnicas que utiliza las ha desarrollado ella misma, adaptando algunos de los procedimientos que se utilizan en la explotación comercial del coco. Todos los diseños que realiza Blanca Eugenia son creaciones propias y originales que están generando una expresión artesanal totalmente nueva que, ella espera, dará una nueva identidad a la producción artesanal del Estado. De manera notable, Blanca Eugenia ha adaptado varios símbolos y figuras que aparecen en la cerámica prehispánica de Colima para sus piezas. Para ello, ha visitado los diferentes museos de la ciudad y ha tratado de informarse sobre su significado. Es una forma por la que una artesanía de nueva creación hace una referencia a la estética de nuestros antepasados. Es un reflejo también de la creatividad de Blanca Eugenia Magallón, enfocada a innovar, a crear nuevos mercados pero manteniendo sus lazos a la milenaria cultura de Colima.

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Innovative producer of crafts using natural fibers

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he vast majority of the crafts that distinguish our culture are the heritage of ancient traditions that have been passed down to us from generation to generation. These crafts are priceless legacies that bind us to our past and to our traditions. Newly created crafts, on the other hand, are fewer in number. They arise from the creativity and artistic ingenuity of artists with a high sense of innovation. These are artists who want to create new crafts that reflect the changing, dynamic nature of our culture. Blanca Eugenia Magallon Ramirez is such an innovative artist. Working in the city of Colima, she uses some vegetable fibers found in the region in completely new and unexpected ways. She uses mostly the fibers and other derivatives of the coconut palm tree to produce highly expressive objects, made for either purely aesthetic reasons or utilitarian purposes. Over twelve years ago, Blanca Eugenia began experimenting with angeo, a natural fiber obtained from the coconut palm tree, a crop very abundant in her native Armeria. With no one to teach her, she began making pictures with this material, creating unique landscapes that portrayed the colors of her land. These pictures earned her a special recognition as an artist, encouraging her to develop a whole new project with fibers derived from the coconut palm tree and other plants in our State.

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Among the natural fibers used today by Blanca Eugenia are the cayaco, angeo, copra and palapas, natural materials that she collects in different coastal valley plantations of Tecoman and Armeria municipalities. She also uses sisal, natural yarns and glues. Her tools of the craft include a miter saw, emery, a coconut screw, several drills and a table saw. It is worth noting that she developed many of the techniques she uses by adapting to the craft some of the procedures used in the commercial exploitation of the coconut. All the objects made by Blanca Eugenia are her own original creations. With them, she is generating a completely new craft, which she hopes will give a new impulse to the traditional trades of her State. It is also worthwhile to notice that Blanca Eugenia has adapted various symbols and figures found in the prehispanic ceramics of Colima into her own productions. To do this, she visited the various museums of the city and made an effort to find out their meaning. It is a way by which a newly created craft makes a reference to the aesthetics of its ancestors. It also reflects the creative energy of Blanca Eugenia Magallón. She is an innovator who creates new crafts and markets while maintaining her ties to the ancient culture of Colima.


CLAUDIA J.

Orfebre que amalgama diferentes culturas

IBARRA ÁVALOS

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eflejo del creciente carácter global de nuestra época, la influencia de diferentes y lejanas culturas en las tradiciones artesanales de comunidades locales será un hecho cada vez más frecuente. Dependerá de la vitalidad y de la creatividad de cada comunidad el poder incorporar esas influencias de formas estimulantes a sus tradiciones, de manera de que éstas se enriquezcan y mantengan su identidad al tiempo de entablar un diálogo con las diferentes culturas del mundo. Un ejemplo vivo de este enriquecimiento cultural es el de la joyería que realiza Claudia Jazmín Ibarra en la ciudad de Villa de Álvarez, en Colima. Formada como Licenciada en Artes Plásticas en nuestro Estado, poco después de finalizar sus estudios Claudia emprendió un viaje de descubrimiento y aprendizaje que le llevó a distintos países y continentes. Este viaje empezó en Bélgica y le llevó hasta la mítica ciudad de Damasco, en Siria. En Bélgica, Claudia empezó a apreciar la belleza de la manufactura de las espléndidas joyas de Art Nouveau que tanta fama dieron a los artistas belgas de fines del siglo XIX.

El éxito que hoy por hoy ha alcanzado la joyería de Claudia se debe no sólo a la incorporación de esas influencias, obtenidas gracias a su inquietud por conocer otras culturas, sino que se debe más bien a la capacidad de síntesis de Claudia, y a su propia creatividad e imaginación, cualidades que le han permitido crear un diseño único y original. Los materiales que utiliza Claudia en sus piezas son básicamente el metal alpaca y piedras preciosas de diferentes tipos. Utiliza también correas de piel e hilos de plata para los engarzados. Hasta ahora, ella trabaja sola en su taller, dedicando largas horas de paciencia y esmero a sus piezas, siendo cada una única e irrepetible. El proceso de elaboración de la artesanía inicia con dibujos exploratorios de diseño; cuando llega a un diseño que le satisface, procede a la selección de las piedras indicadas. Luego, la piedra es pulida y tallada, y si es necesario se le hacen ranuras o perforaciones, dependiendo de la manera como será engarzada al metal. Finalmente, una vez montada la piedra, la pieza completa es pulida a fin de obtener el mayor brillo. Gracias a su capacidad de

Con esta nueva experiencia, Claudia viajó a Damasco, en Siria, donde pudo ingresar como aprendiz de un maestro joyero de esa localidad. Así, pudo aprender algunas de las técnicas ancestrales de esa cultura, concibiendo la posibilidad de crear una nueva expresión de joyería artesanal de regreso a su natal Colima: una joyería que estuviera inspirada en la expresión formal del Art Nouveau belga, adaptada a la sensibilidad visual de nuestra tierra, y manufacturada con las técnicas y recursos aprendidos en Siria. COLIMA Y SUS ARTESANÍAS

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síntesis, Claudia ha sabido asimilar las diferentes experiencias de sus viajes a su propia experiencia vital en Colima, generando desde su imaginación nuevas formas que si bien están inspiradas en otras culturas, también tienen el sello de la comunidad que le vio nacer.


Goldsmith master who welds together different cultures

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s a result of the growing global nature of our times, the influence of different cultures and far away traditions in local crafts will be an increasingly common fact. The capacity of each local tradition to incorporate these influences in creative and stimulating ways will depend on the vitality and ingenuity of the people of its home community. Only with such an open and assertive mindset will local craftsmen become culturally richer while maintaining their identity as a result of their dialogue with different cultures. A vivid example of a positive cultural exchange is the jewelry of Claudia Jazmin Ibarra, whose workshop is in the city of Villa de Alvarez, Colima. Trained as a Bachelor of Arts in our State, Claudia embarked on a journey of discovery and learning that took her to different countries and continents shortly after completing her studies. Her voyage began in Belgium and eventually took her to the mythical city of Damascus in Syria. In Belgium, Claudia learned to appreciate the beauty and the fantastic manufacturing techniques of the splendid Art Nouveau jewelry made by famous Belgian artists of the late nineteenth century.

With this new experience, Claudia traveled to Damascus, where she became an apprentice to a master jeweler of that city. As an apprentice there she was able to learn some of the manufacturing techniques of that ancient culture. Encouraged by her learning experience, Claudia began to conceive the possibility of creating a new form of handmade jewelry back in her native Colima. She imagined a jewelry that was inspired by the formal expression of the Belgian Art Nouveau, adapted to the visual sensitivity of our land, and manufactured with the techniques and resources she learned in Syria. The success achieved today by Claudia with her jewelry is not only the result of these influences—which she gained out of her interest in understanding other cultures—but also the result of Claudia’s ability to both synthesize her learning and to express her creativity and imagination. These are personal qualities that have led Claudia to the creation of a unique and original artistic expression. The basic materials used by Claudia in her jewelry are alpaca metal and precious stones of different types. She also uses leather straps and silver threads for setting the stones. She works alone in her studio, putting in long hours of patience and dedication to her pieces, each one unique and unrepeatable. In making one of her jewelry pieces, Claudia begins by making exploratory drawings until she comes to a design that pleases her. She then proceeds to select the right stone for that design. The stone is polished, carved, and, if necessary, she will make slots or holes on it, depending on the way the stone is to be set. Finally, with the stone mounted in place the entire piece is polished to give it the highest brightness. Thanks to her ability to synthesize elements of different cultures, Claudia has managed to assimilate the different experiences of her travels to her own life experience in Colima. She has used her imagination to create a new form of jewelry that is inspired in the crafts of other countries but has the seal of the community into which she was born.

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EMILIO

El tradicional estilo rangeliano representado en cerámica

PINTO ESCOBAR

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omo un artista consumado, Emilio Pinto Escobar ha ganado varios premios y reconocimientos nacionales e internacionales por su obra plástica. Reconocido sobre todo por su pintura, hacia mediados del año 2000, Emilio Pinto comenzó a llevar a la cerámica, algunas de las figuras e imágenes que representaba en sus lienzos. Pronto descubrió en la alfarería una pasión que le llevó a crear un estilo de cerámica artesanal completamente original y que le valió obtener, en 2004, el primer lugar del Premio Nacional de Cerámica por su Nacimiento, formado con figuras de inspiración rangeliana. Emilio Pinto Escobar nació en la ciudad de Colima en 1941. Desde niño tuvo una gran inquietud por la pintura y el dibujo, lo que le llevó a inscribirse a la edad de 15 años en la entonces recién creada Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Colima. Su gran talento le llevó a ganar, ya en aquel tiempo

varios premios en el Estado, y a llamar también la atención de Alejandro Rangel Hidalgo, el gran artista y creador de un estilo muy personal de arte que desde entonces se conoce como rangeliano. A principios de los años sesenta, Alejandro Rangel Hidalgo invitó a Emilio Pinto a ser su principal colaborador en el proyecto para impulsar las artes y las artesanías en el Estado. Para ello, trabajaron juntos en fundar en 1975 la Escuela de Artesanías Comala, en la que Emilio Pinto fue uno de sus principales docentes, participando activamente en éste y en otros proyectos con su mentor hasta el fallecimiento de Alejandro Rangel en el 2000. Desde entonces, Emilio Pinto Escobar ha permanecido como un fiel guardián de la tradición rangeliana, comprendiendo que la mejor forma de honrar a su maestro es mantener la vitalidad de la tradición, impulsando su evolución en base a la interpretación artística del mundo cotidiano de Colima.

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Siguiendo la tradición rangeliana, la cerámica de Emilio Pinto narra las tradiciones y las imágenes más típicas del Estado: antiguos vendedores, campesinos, nacimientos, las frutas que caracterizan la zona, sus plantas y árboles, sus animales. En este sentido, Emilio Pinto es también parte de una tradición que inició con los antiguos ceramistas prehispánicos de Colima, quienes dedicaron gran parte de su producción a retratar la flora y la fauna de la región, así como a los distintos personajes de aquella sociedad. Emilio Pinto ha encontrado en esas piezas prehispánicas una inspiración para su trabajo, lo que le ha impulsado a hacer, en los últimos años, una interpretación contemporánea y muy personal de esa tradición, incorporando nuevas técnicas y sobre todo un colorido acabado que mejor refleja los diferentes tonos y colores vivaces de los lugares donde creció el artista. La originalidad del estilo de Emilio Pinto Escobar, expresado en la finura y belleza de sus cerámicas, ha hecho que sus piezas se aprecien no sólo en el mercado nacional, sino que también estén presentes en colecciones internacionales en Alemania, España, Chile y otros países. En México, su obra forma parte de las colecciones del Fomento Cultural Banamex y del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías, FONART.


The traditional rangeliano style crafted in ceramics

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n accomplished artist, Emilio Pinto Escobar has won several awards and national and international recognition. Known primarily as a painter, Emilio Pinto began to produce by the middle of 2000 pottery figures that represented the imagery of his paintings. That year marked the beginning for him of a great period of pottery production, with such a passion that in a few years he created a completely original handmade pottery style. By 2004, he won first place in the National Ceramics Award for a Nacimiento (nativity scene) set of figures, inspired by the rangeliana style of crafts. Emilio Pinto Escobar was born in the city of Colima in 1941. Ever since he was a child he showed a great passion for painting and drawing, which led him to enroll at the age of 15 in the newly created School of Fine Arts at the University of Colima. His talent led him to win at that time several State art awards. But, especially, he drew the attention of Alejandro Rangel Hidalgo, the great artist and creator of a personal style of art that has since become known as rangeliano. In the early sixties Alejandro Rangel Hidalgo invited Emilio Pinto to be his main collaborator in his project to promote the arts and crafts in Colima State. They worked together in 1975 to found the Comala School of Crafts, in which Emilio Pinto was one of the main teachers. Emilio Pinto continued to collaborate in this and other projects with his mentor until the death of Alejandro Rangel in 2000. Since then, Emilio Pinto Escobar has remained a faithful guardian of the rangeliana style of crafts. He understands that the best way to honor his teacher is to maintain the vitality of the tradition, leading its evolution towards a continuous, artistic interpretation of the everyday world of Colima. In keeping with the rangeliana style, Emilio Pinto’s pottery portrays the most typical folk customs and images of the State: old street vendors, farmers, nativity scenes, as well as the fruits, plants and trees of the region. In this way, we can fairly say that Emilio Pinto is part of an older tradition that began with the ancient pre-Hispanic Colima potters. Those ancient masters devoted most of their production to portray both the flora and fauna of the region and the people of their society.

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Emilio Pinto has found in those pre-Hispanic masterpieces a new inspiration for his work. This has led him to create in recent years a very personal and contemporary interpretation of that ancient tradition. He has incorporated new techniques and, above all, colorful finishes to his new work. These colors best reflect the different tones and bright hues of the places where the artist grew up. The originality of Emilio Pinto Escobar’s style, expressed in the fineness and beauty of his ceramics, have made his pieces a much sought-after item in the domestic market. His work is also present in international collections in Germany, Spain, Chile and other countries. In Mexico, his ceramic figures are now part of the collections of Fomento Cultural Banamex and of the National Fund for the Promotion of Handicrafts, FONART.


ESTEBAN

QUINTO RAMOS

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a danza de “Los Chayacates” es una de las tradiciones más ancestrales y significativas de los pueblos del Estado de Colima. Se lleva a cabo en Ixtlahuacán, cabecera del municipio del mismo nombre, durante los días cinco y seis de enero de cada año, en honor de la Epifanía ante los Reyes Magos y la salvación del cuerpo del Niño Jesús. Se trata, en realidad, de una danza en la que subyacen importantes elementos de origen prehispánico, en especial rituales de celebración de los ciclos de siembra y cosecha, rituales que en otro plano se interpretan como la muerte y resurrección de la vida a través de la pérdida y recuperación del Niño Jesús. “Los Chayacates” son personajes a la vez siniestros y cómicos que, ataviados con un costal de ixtle como huipil, máscara o Xayacatl de madera tallada y pelo de ixtle ensortijado, encarnan las fuerzas naturales de destrucción y renacimiento. Guiados por el olfato de un “perro” que les acompaña (una piel seca de tejón), llegan hasta la cuna del Niño Jesús e intentan robarlo, enfrascándose en una lucha con los pastores que le cuidan. Su misión es ocultar y salvar al Niño Jesús del infanticidio ordenado por el Rey Herodes. Victoriosos, ocultan al Niño de la furia del Rey y por la mañana se dirigen a la preparación de los terrenos para la siembra y posterior cosecha, que comparten con todos. Esteban Quinto Ramos tiene ya más de diez años elaborando las máscaras de los Chayacates, habiendo aprendido en forma autodidacta tras observar a los personajes en las danzas del municipio de Ixtlahuacán, de donde es originario. Uno de los principales impulsos que le llevó a aprender el oficio de las máscaras

Da nueva vida a las máscaras de Los Chayacates

fue el de generar, a partir de uno de los símbolos más distintivos del municipio, una artesanía que atendiera a una demanda continua de estos objetos de parte de muchas personas que admiran esta tradición. “Me nació la inquietud pues hay mucha gente que quiere algo de esta tradición, la más representativa de Ixtlahuacán. Las personas quieren algo, una imagen o un objeto con el cuál identificarse”. Hoy día, Esteban Quinto Ramos elabora no sólo las máscaras tradicionales, sino que también realiza máscaras miniaturas y pequeños muñecos que representan a los Chayacates. Utiliza una madera que obtiene de los bosques de la región, además de ixtle y tejidos de yute y manta de algodón. Sobre el significado de la danza de los Chayacates, Esteban Quinto Ramos narra: “Los Chayacates eran cuatro personajes, que bajaron cada uno de uno de los cuatro puntos cardinales. Eran salvajes, por eso tenían melena larga. Cuando nació el Niño Dios, ellos bajaron para conocerlo. Cuando llegan y caminan por el pueblo, van preguntando que dónde está el Niño Dios. Luego, alrededor de las doce de la noche, le encuentran en la casa de un vecino. Ahí, se lo roban y lo trasladan a una guarida, pero se lo roban para protegerlo del Rey Herodes. Al otro día, salen a pasear por las calles del pueblo. Entonces simulan que están preparando el terreno y sembrando. En tanto, pasa por ahí la Virgen con los animales. Los Chayacates se integran a la procesión y regresan el cuerpo del Niño Dios a las manos de la Virgen”.

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Craftsman who gives new life to Los Chayacates masks

Los Chayacates” dance is one of the oldest and most significant traditions among the peoples of the State of Colima. It takes place in Ixtlahuacán, head of the municipality of the same name, during the fifth and sixth days of January every year. It is done to honor the Epiphany of the Three Wise Men from the East and the salvation of the body of the Child Jesus. This is actually a dance with important, underlying pre-Hispanic elements; more precisely, it contains rituals celebrating the cycles of planting and harvesting, which on a second interpretation can be seen as the death and resurrection of life through the loss and recovery of the body of the Child Jesus.

Esteban Quinto Ramos has been producing Los Chayacates masks for over ten years. He is a self-taught craftsman who learned the trade after observing the characters in the dances of Ixtlahuacán, where he was born. One of the main reasons which made him learn the craft of mask making was his desire to create beautiful objects for the many people who admire the Chayacates tradition, one of the most distinctive symbols of his culture. “I began making these masks out of concern for the many people who want to own an object that is part of this tradition, the most representative of Ixtlahuacán. People need something, an image or an object with which they feel a cultural identification.”

“Los Chayacates” are characters at once sinister and comical. They appear dressed with a yute sack or huipil and wearing a Xayacatl and a mask carved in wood with sisal-made curly hair. These wild characters embody the natural forces of destruction and rebirth. Guided by the smell of a “dog” they bring along (actually a piece of Badger dry skin in their hands), they come to the cradle of the Child Jesus and try to whisk away the body. At this point a fight ensues between Los Chayacates and the shepherds who protect the Child Jesus. Actually, los Chayacates are on mission to hide away and thus save the Infant Jesus from the killing of children ordered by King Herod. Victorious, Los Chayacates take away the Child Jesus, protecting Him from the fury of the King. The next morning they rise early and head for their plot of land (the town plaza), engaging in a ritual where they symbolically prepare the land for cultivation and sow seeds; later on the same day, Los Chayacates pick the ceremonial harvest, which they share with everyone.

Today, Esteban Quinto Ramos handcrafts the masks used in the traditional dances. He also makes miniatures masks and dolls representing Los Chayacates using wood from forests in the region, sisal, jute and cotton cloth. On the meaning of the ritual involved in the dance of Los Chayacates, Esteban Quinto Ramos tells: “The Chayacates are four characters, each coming from one of the four cardinal points. They are wild, so they have long hair. When the Child Jesus is born, they come down the mountains to meet him. When they arrive at town and walk through the village, they go around asking where the Child Jesus is. Then, about twelve o’clock, they find Him in the house of a neighbor. They steal Him from there and bring Him to their den; the thing is, they steal Him in order to protect Him from King Herod. The next day, they go for a walk through the streets of the town. They pretend to be preparing the ground and to be sowing. Later on, the Virgin passes by with the company of animals. Los Chayacates jump into the procession and return the body of Baby Jesus to the hands of the Virgin.”

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EUNICE

CÁRDENAS MELGOZA

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na muestra del ingenio y la creatividad de una cultura es su capacidad para adaptar nuevos materiales a las expresiones culturales propias de su tradición. Un ejemplo de esta creatividad es la que ha demostrado Eunice Cárdenas Melgoza al utilizar maderas de nuestra región y el cascarón del huevo de avestruz, una especie animal de reciente introducción a la región, en la creación de una nueva forma de artesanía que incorpora motivos y símbolos tradicionales. Eunice inició trabajando el cascarón de huevo desde que su familia desarrolló un criadero de avestruces en Colima. En su forma suave y casi perfecta, Eunice encontró un verdadero lienzo en el cual plasmar con pintura algunas imágenes que le han servido de inspiración desde mucho tiempo atrás. De esta forma, Eunice ha dado origen a una nueva tradición artesanal en el Estado, la pintura sobre el cascarón de huevo de avestruz. Además de esta artesanía, Eunice ha mostrado otra muestra de su ingenio en el desarrollo de cuadros calados de madera, aprovechando algunas técnicas modernas para el corte y perforación de madera. Vale la pena destacar que casi la totalidad de los materiales que utiliza Eunice en su trabajo son de origen natural, con excepción de algunas de las pinturas vinílicas y lacas protectoras. Sin embargo, inclusive muchas de las tinturas y diferentes tonos de pinturas que utiliza, las prepara a partir de ingredientes naturales, lo que le da a sus creaciones no sólo el carácter de producciones ecológicamente sustentables, sino que les otorga los colores y los tonos propios de esta tierra.

Forjadora de una nueva tradición artesanal

Otros de los materiales que utiliza Eunice son la maderas de cedro, caoba y de pino, así como madera reciclada; también utiliza algunos derivados del coco. Para la elaboración de sus artesanías utiliza como herramientas pequeñas sierras, pinceles y algunos utensilios de madera fabricadas por ella misma. El proceso de elaboración de sus piezas varía, tomándose entre un día o dos para las piezas más sencillas y hasta cuatro días para las más complejas. La producción de una pieza de cascarón de huevo de avestruz inicia con la recolección del huevo, procurando aquellos que no sean fértiles. El huevo se vacía y el cascarón se lava y se desinfecta. Una vez seco, se procede a rayar sobre la superficie el diseño que se ha contemplado. Luego entonces se procede a aplicar la pintura, que es el proceso que más tiempo requiere. Finalmente recibe un terminado final a base de resina o laca. Muchos de los motivos que decoran las piezas de Eunice están inspiradas en las tradicionales figuras de Alejandro Rangel Hidalgo, el legendario artista que a fines del siglo pasado desarrolló todo un estilo visual original propio al Estado de Colima. Otros de los motivos vienen adaptados de figuras o representaciones encontradas en la cerámica prehispánica de la región, incluyendo muchos de los animales representativos que los antiguos alfareros gustaban representar: pericos, perritos, patos, entre otros.

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Forging a new craft tradition

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proof of the ingenuity and creativity of a culture is its ability to adapt new materials to the cultural expressions made by its craft traditions. In Colima, an example of such creativity is the new craft developed by Eunice Cardenas Melgoza. She has learned to use both regional woods and the eggshells of the ostrich, an animal species newly introduced to the region, in creating a new form of craftsmanship that incorporates traditional motifs. Eunice began working on ostrich eggshells ever since her family founded an ostrich farm in Colima. In their soft and nearly perfect shape, Eunice found a veritable canvas on which to paint some of the images that have been her inspiration since long time ago. In this way, Eunice has given rise to a new craft tradition in the state: painted ostrich eggshells. In addition to this craft, Eunice has shown another example of her ingenuity in developing openwork wooden boards, using some modern techniques for cutting and drilling wood. It is worth noting that almost all of the materials used by Eunice in her work are of natural origin, except for some protective vinyl paints and lacquers. However, even many of the dyes and different shades of paint that she uses are prepared from natural ingredients. This fact makes her work an ecologically sustainable production that has the colors and hues typical of the Colima landscape.

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Other materials used by Eunice include cedar, mahogany, pine and recycled wood, as well as some coconut derivatives. For the making of her craft, Eunice uses small tools such as saws, brushes, and a few wooden tools made by herself. The production process for her pieces varies; the less complex pieces take up to one or two days of work, while the more complex ones require up to four days of labor. The production of a painted ostrich eggshell begins with egg collection at the farm, where Eunice collects infertile eggs. The egg is emptied and its shell washed and disinfected. Once dry, Eunice proceeds to scratch on the surface the basic lines of her design. She then proceeds to the most time-consuming process: painting the eggshell. Finally, she applies a finish of resin-based lacquer. Many of the motifs that decorate the pieces of Eunice are inspired by the traditional figures of Don Alejandro Rangel Hidalgo, a legendary artist who developed a wholly original visual style for the State of Colima in the late last century. Other motifs are adapted from figures or representations found in the pre-Hispanic ceramics of the region, including many of the animals that were represented by the ancient potters such as parakeets, puppies, ducks and others.


EUSEBIO DE JESÚS ANDRÉS

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usebio de Jesús Andrés es uno de los guardianes de la tradición de manufactura de equipales en la comunidad de Suchitlán, Comala. Aprendió el oficio de su padre Luis de Jesús Lorenzo, quien además realizaba otros productos de madera demandados en su tiempo: bateas, cuencos, machetes de madera para la danza y otros objetos. Desde hace diecisiete años, Eusebio de Jesús Andrés lleva la tradición que heredó de su padre y hoy día su taller lo integran él y cuatro aprendices de su familia. Eusebio narra que el equipal era un objeto ceremonial que antiguamente cumplía un papel muy importante en la vida social de Suchitlán. Cuando se invitaba a un dignatario oficial a la comunidad, se le hacía sentar en un equipal nuevo, con un respaldo muy elaborado como muestra de respeto hacia su investidura. El equipal también tenía un papel cuando se iba a pedir la mano de una mujer: si la muchacha se sentaba en el equipal era que asentía al matrimonio con el pretendiente. Si no se sentaba ahí, el muchacho se retiraba con todos sus regalos: cestos de pan, frutas, botellas de ponche. El equipal tenía el poder de otorgar a quien se sentara en él una investidura simbólica. Para elaborarlos, Eusebio utiliza solamente materiales naturales de la región. Uno de las principales es la madera del chicalcahuit o chicalcagüite, que es la madera que muestra dos colores, un rojo intenso al centro y blanco a los lados. También se usa la madera de la guásima, de color blanco y muy resistente. Junto con el chicalcahuit, son las maderas que soportan el peso en el equipal. Adicionalmente se emplea el bejuco, el carrizo y lo que llaman la cicua o majagua,

Heredero y guardián de la tradición de equipales en Suchitlán

que se extrae de un árbol que se llama brujillo. Las maderas deben ser cortadas en el tiempo que Eusebio llama “luna sazona” y solamente entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde; si las corta en “luna tierna”, los leños se apolillan fácilmente. La pasta que funciona como pegamento se hace a partir de una especie de elote que se compra en Zacualpan, Colima. El pegamento se hace machucando el elote en un mortero junto con carbón. Este singular elote sólo se puede comprar en la época de secas, pues durante la época de lluvias el vegetal machucado no seca adecuadamente y no pega. Finalmente, se utiliza la palma real para hacer los tejidos que cubren los asientos y algunas veces los respaldos de los equipales. Todo el proceso de elaboración de un equipal, sin contar el proceso de secado de las maderas, es de dos a tres días. Eusebio realiza también bases de floreros y canastas de bejucos que tienen un propósito más decorativo. Sus productos tienen una alta demanda por su exquisita manufactura y por ser realizados con materiales naturales de la región.

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Heir and guardian of the equipales tradition of Suchitlan

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usebio de Jesus Andres is one of the guardians of the tradition of equipales manufacturing in Suchitlan, Comala. He learned the trade from his father Luis de Jesus Lorenzo, who was also a wood artisan who produced different wares used in olden times: trays, bowls, dishes and even wooden machetes for ceremonial dances. Seventeen years ago Eusebio de Jesus Andres took charge of the tradition he inherited from his father. Today his workshop employs four family apprentices. Eusebio likes to recall that not so many years ago the equipal was a ceremonial object that played a very important role in the social life of Suchitlan. It was used to sit dignitaries invited to official events of the community. People in the community would make officials sit on new, ornate equipales to show respect for their presence. The equipal also had a role when a young man went to ask for the hand of a woman: if the girl agreed to sit on the equipal the young man brought along, she was actually saying yes to the suitor. Soon after she sat down, the young man would shower her with all kinds of gifts: bread baskets, fruits, liquor bottles and other things. The equipal had the power to grant those who sat on it a ceremonial investiture.

Eusebio uses a special kind of glue paste to join and protect the main wood joints. This paste is made from a kind of wild corn found in Zacualpan, Colima. Mashing the corn in a mortar together with coal makes the glue. This unique corn can only be bought in the dry season, because if collected during the rainy season the plant will not dry properly when mashed. Finally, royal palm leaves are used to make the tissues covering the seats and sometimes the backs of equipales. The whole process for making an equipal takes two to three days, not counting the time taken to dry up the wood. Eusebio also makes beautiful vases and baskets woven out of wild vines. His products are in high demand due to their exquisite manufacturing and for being made with natural materials of the region.

In the making of equipales Eusebio uses only natural materials found in the region. One of them is the chicalcahuit or chicalcagüite wood, which is wood showing two colors, a bright red center and a pale white to the sides. He also uses guasima wood, white and very rugged; along with chicalcahuit, guasima boards are the weight bearers on the equipal. Additionally, he employs lianas, reeds and cicua, which is extracted from a tree called brujillo. The wood must be cut in the days of the month that Eusebius calls “of mature moon,” which are actually days of full moon. Furthermore, they must be cut only between 10 am and 3 pm, otherwise, he says, the wood will be easy prey to termites in the humid weather.

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FELICIANO

CARRILLO CASTRO

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eliciano Carrillo Castro aprendió desde niño los diferentes significados de los personajes que aparecen en las tradicionales danzas de la comunidad de Suchitlán, Comala, en el Estado de Colima. Respecto a los animales que representa en sus mascaras miniatura, Feliciano Carrillo señala que forman parte de la “Danza de los Morenos”, celebrada durante la Semana Santa. Feliciano narra que se trata de nueve animales que ayudaron a escapar a Jesucristo del Diablo durante su Pasión. Cuando Jesucristo estaba siendo cercado por el maligno, los nueve animales salieron bailando para distraer al Diablo y permitir que Jesucristo escapara. Esta danza se vuelve a llevar a cabo cada año durante la Semana Santa para distraer una vez más al mismísimo Diablo y permitir la resurrección del Hijo de Dios. La máscara que representa a cada uno de los animales se basa en motivos que tienen que ver con una historia particular a cada animal: por ejemplo, el coyote con bigotes de diferentes colores se representa así porque cuando se inclina a tomar agua en el río, el coyote ve un arcoíris reflejado sobre su cara. Al realizar las máscaras en tamaño miniatura, Feliciano Carrillo busca que las imágenes de esta tradición se difundan de una manera más amplia, contribuyendo de esa manera a la permanencia de una tradición de cientos de años.

Recrea los animales míticos de Suchitlán

formar una colección. Utiliza para la elaboración de sus artesanías la madera del cuajiote, una madera más dura que la utilizada tradicionalmente para las máscaras de tamaño normal, la del colorín. Los leños de los cuales se extrae la madera son recogidos en bosques aledaños a Suchitlán, Comala, por el mismo artesano, escogiendo los troncos adecuados por su grosor o tamaño. Estos leños se dejan secar hasta que la madera pueda ser trabajada, desgajándola primero con un machete para dar a los troncos una sección de media luna. Luego se cortan diferentes secciones para cada máscara, socavando la parte trasera a fin de adelgazar la madera. Con el uso de herramientas como los ángaros, cuchillos y gubias, se le da la forma deseada a la madera y luego se pone de nuevo al sol para que seque antes de los acabados finales. Una vez seca, se procede a la aplicación de detalles y de un fondo blanco. Finalmente se aplica la pintura a fin de dar el colorido y las expresiones que distinguen a cada uno de los personajes de las máscaras. Desde hace cinco años, Feliciano Carrillo produce su artesanía en su taller en la comunidad de Suchitlán, Comala, contando con la ayuda de su hermano, aprendiz que también mantendrá esta nueva interpretación de una tradición antiquísima.

Feliciano Carrillo aprendió el oficio de tallar máscaras del maestro artesano Herminio Candelario, ahí mismo en Suchitlán. Sin embargo, él decidió dar un giro a la producción de las máscaras realizando versiones miniatura que pueden ser adquiridas para

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Gives life to the mythical animals of Suchitlán

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hen he was a child, Feliciano Carrillo Castro learned about the different meanings of the animal characters that are part of the traditional dances in the community of Suchitlan, Comala, in the State of Colima. Talking about the miniature animal masks he carves out of wood, Feliciano Carrillo notes that they are part of the “Danza de los Morenos”, held during Easter celebrations. Feliciano likes to recall the story of the animals: it is said that nine animals helped Jesus Christ escape the Evil One during his Passion. When Jesus was being surrounded by the Devil, those nine animals came out dancing in order to distract the Devil and allow Jesus Christ to escape. This dance is brought back out every year during Easter to distract once again the Devil himself and thus allow yet again the resurrection of the Son of God. The mask representing each of the animals is based on features that have to do with a particular story associated with that animal: take for example the coyote with “rainbow whiskers:” the mask represents what the coyote saw when he was bending over to drink water in the river, the coyote sees the colors of the rainbow reflected on his own face. By making the masks in miniature size, Feliciano Carrillo hopes that the images of this tradition will spread into farther places, thus contributing to the continuity of a tradition hundreds of years old.

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Feliciano Carrillo learned the art of mask carving from the master craftsman Herminio Candelario of Suchitlan. However, he decided to give a tweak to the production of the traditional masks by making miniature versions that can be acquired to form a collection. For his masks, he uses wood from the cuajiote tree. This is a wood that is harder than colorin, which is the wood traditionally used for normal-sized masks. Feliciano Carrillo collects logs of cuajiote in the forests around Suchitlan, choosing the right trunks by their thickness or size. These logs are left to dry until the wood can be worked. It is first cut down with a machete into small logs that can be cut into small sections. Each of these sections is then carved out at the back to form a crescent-shaped hollow. Using tools like chisels, carving knives and gouges, he carves out the mask shape from the wood sections. Once carving is finished, the mask is left out in the sun to dry before applying final finishes. When dry, the mask is painted with bright colors over a white background. Finally, the artist draws the last features that give life to each of the animal characters of the masks. It is five years already since Feliciano Carrillo started producing this special craft in his workshop in the community of Suchitlan, Comala. Nowadays his brother, a new apprentice, is helping him to keep this new version of an ancient tradition alive.


FERNANDO

REYES APOLINAR

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Maestro artesanal del tradicional juguete mexicano

os juguetes tradicionales de madera son sin duda uno de los grandes tesoros de la artesanía mexicana: su belleza, su colorido y su versatilidad, entre otras cualidades, les ha permitido permanecer como uno de los elementos más distintivos de nuestra niñez. Contra muchos pronósticos, los juguetes artesanales han sobrevivido al auge de los modernos juguetes de plástico, gracias sobre todo a la aceptación que aún tienen entre niños y jóvenes, pero gracias también a la pasión de artesanos como Fernando Reyes Apolinar, que ha dedicado su vida a mantener una tradición que es parte de nuestra identidad.

mediodía, para que la sabia del árbol esté muy baja y la madera seque pronto. Prefiere las maderas de primavera y rosa morada, si bien en ocasiones utiliza también el mezquite y el magroño. Ya con los troncos en el taller, los deja secar varios días, proceso en el que algunos se tuercen o doblan. En base a estas deformaciones y a su grosor, Fernando selecciona los troncos de acuerdo a su potencial uso para trompos, yo-yos, baleros, pirinolas o carritos, inclusive para ollas, cántaros y jarros de madera. Una vez completamente seca la madera, la empieza a cortar y tallar, ya sea con el cepillo o, más usualmente, en el torno, dando forma a cada figura. Ahí mismo decorala pieza con pintura. Una vez seca, aplica una capa final de barniz protector.

Fernando Reyes aprendió el oficio para hacer los tradicionales juguetes de madera de su padre y de sus tíos. Fernando recuerda que desde los cinco años tuvo que aprender a reconocer las maderas para saber cómo pulirlas de acuerdo a su veta, ayudando también a recolectar en el campo los troncos para el taller; en aquel tiempo, utilizaban sobre todo la madera del mezquite, que por su dureza requiere un gran esfuerzo para talar y luego tallar.

Muchas de las figuras tradicionales de los juguetes que Fernando aprendió a hacer en el taller de su padre las ha ido enriqueciendo con su propia creatividad, agregando sutiles detalles o haciendo cambios graduales que otorgan a sus juguetes una distintiva personalidad, sin dejar de ser reconocidos como juguetes mexicanos. Es esta personalidad única la que distingue a los juguetes de Fernando Reyes, orgulloso productor de una de las más bellas tradiciones artesanales mexicanas.

Fernando señala que una de las claves para realizar excelentes juguetes artesanales es la de reconocer la veta o el hilo de la madera, pues las diferentes texturas sirven cada una para realizar diferentes juguetes. Por ejemplo, la veta recta es idónea para los juguetes hechos a base de tablitas rectas, como los pequeños camiones o autos; las vetas de hilo “torcido” o en espiral deben ser pulidas de cierta manera para que no astillen y es mejor para los trompos. Fernando aún recoge la madera para su artesanía en los bosques de la región, procurando que sea en días que la luna esté llena y al

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Master craftsman of the traditional Mexican toy

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raditional, handmade wooden toys are definitely one of the great treasures of Mexican craftsmanship: their beauty, their color and their versatility, among other qualities, have allowed them to remain as a favorite among children even today. Against many odds, these handmade toys have survived the rise of modern plastic toys thanks to the acceptance that they still have among children and youth. But they have also survived thanks to the passion of craftsmen like Fernando Reyes Apolinar, who has devoted his life to maintaining a tradition that is part of Mexico’s history.

Fernando Reyes learned to make traditional wooden toys from his father and his uncles. Fernando recalls that by the time he was five years old he had to learn how to recognize the best parts of the wood and how to polish it following its grain. At this age he also started helping to collect wood logs in the forest. In those days the workshop used mostly mesquite wood, which is extremely hard and requires a great effort to cut and carve. Fernando points out that the key for making outstanding toys is to understand how the grain of the wood works, because different grain textures are each used for different toys. For example, a wood part with straight-line grain is best suited for toys made from straight boards, such as small trucks or cars; wood with “twisted” or spiral grain must be polished in such a way to not splinter, and is best used for making tops. Fernando still collects his own wood for his craft in the forests of the region, trying

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to do it on days when the moon is full and at noontime. This way, he says, the tree sap is very low and the timber will dry quickly. He prefers primavera and rosa morada woods, although sometimes he also uses mezquite and magroño. The trunks are left to dry in the workshop for several days, a process during which some trunks get twists or bents. Based on both these deformations and their thickness, Fernando selects the right trunks for making tops, yo-yo, balero, pirinola or small cars and trucks. He also makes pots, pitchers and jugs of wood. Once the wood is completely dry, he begins cutting and carving it either by hand or, more frequently, using the lathe. He will paint the piece while it is still on the lathe. Once the painting is dry, he applies a final coat of protective varnish. Many of the traditional toys Fernando learned to make in his father’s workshop have been enriched by his own creativity, adding subtle details or making gradual changes that give his toys a distinct personality while still being recognized as traditional, Mexican toys. It is this unique personality that distinguishes the toys made by Fernando Reyes, proud producer of one of the most beautiful traditional crafts of Mexico.


FIDELA ZÚÑIGA CURIEL

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idela Zúñiga Curiel gusta de llamar a las cazuelas y las ollas que ella elabora “las bailarinas”, pues como no tienen una base perfectamente plana, ollas y cazuelas “bailan” cuando son colocadas sobre una mesa. Es una característica de la que ella está orgullosa, pues al hacer completamente a mano las vasijas estas parecen tomar su propia vida.

A mediados de los años sesenta, a la edad de treinta años, Fidela Zúñiga empezó a elaborar cántaros, tinajas, botellones, jarros y las que llamaban antes tirindas, utilizando el característico barro rojo de su pueblo, Paticajo, en Minatitlán, Colima. Aprendió de su madrina Elisea, artesana heredera de una larga tradición local de alfarería. Hoy día, a sus 76 años, Fidela continúa fabricando la tradicional cerámica de barro rojo, ahora con la ayuda de su hijo, elaborando “las bailarinas”, ollas y cazuelas de barro indispensables en la tradicional cocina del Estado. Continúa pintando su alfarería con pincel de pelo de venado y con pigmentos naturales obtenidos de la misma tierra de su región. Desde tiempos inmemoriales, la localidad de Paticajo ha sido reconocida por la calidad de su arcilla roja o colorada, obtenida de bancos naturales. Fidela obtiene su arcilla directamente de esos bancos, lo que hace necesario preparar la arcilla antes de convertirla en barro manejable, siendo un proceso laborioso que requiere que la arcilla sea molida con un mazo, cernida y luego lavada con agua y filtrada, la limpieza de la arcilla la realiza hoy día su hijo. Ya limpia, la arcilla es mezclada con agua y amasada hasta hacer un barro moldeable. Fidela comienza la elaboración de una vasija haciendo la base, que cuando está casi seca sirve como cimiento del resto

Creadora de las ollas bailarinas

de la pieza. El cuerpo superior de la pieza es modelado con piedras redondas y paletas de madera talladas expresamente para este propósito. Una vez terminada de modelar, la vasija es pintada con los pigmentos naturales obtenidos de depósitos minerales de la región. Ya pintada, las piezas se dejan a secar durante varias horas antes de ser metidas al horno, donde permanecen entre 8 y 10 horas. En total, una pieza requiere hasta once horas de trabajo, incluyendo el tiempo de horneado. Las características de la producción de las vasijas de Fidela Zúñiga, modeladas y pintadas a mano con materiales naturales obtenidos de la propia región, hacen que cada una de las ollas y vasijas que realiza sean piezas únicas y con su propia personalidad. La personalidad de cada “bailarina” resulta de las diferencias naturales en las características de los materiales, arcillas y pigmentos, así como de la inspiración de Fidela.

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Creator of the dancing pots

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idela Zuñiga Curiel likes to the call the pots and pans she makes “the dancers” because they do not have a perfectly flat base and “dance” when placed on a table. It is a feature of which she is proud, because she believes that by making her pots completely by hand they take on a life of their own.

Fidela recalls that she began making pots when she turned thirty years old. It was the mid-sixties of last century, and she began making pitchers, jars, bottles, jugs, and what they used to call tirindas. Ever since that time she has been using the characteristic red clay found outside her town, Paticajo, in Minatitlan, Colima. She learned the trade from her godmother Elisea, heir to a long tradition of local pottery. Today, at 76 years of age, Fidela continues to manufacture the traditional red clay pottery, now with the help of his son, making “the dancers”: clay pots and pans indispensable in the traditional cuisine of the State. Fidela is still painting her ceramic pieces with a brush made out of deer hair, applying naturally pigmented earths found in the region. From time immemorial the town of Paticajo has been known for the quality of its red or brown clays, obtained from natural beds. Fidela gets her clay directly from these banks. The clay must then go through a process of cleaning before it can be used for molding. Because cleansing the clay is quite a laborious process, this work is made today by her son. He starts by pouncing the clay with a mallet to break down lumps; the dry clay is then sifted, washed with water and then filtered. When clean, the clay is mixed with water and kneaded until it becomes a moldable material. Fidela starts out a piece by making the base, which when almost dry will serve as the foundation for the rest of the piece. The upper body of the piece is

then modeled with round stones and carved with wooden pallets made specifically for this purpose. Once modeled, the vessel is painted with natural pigments found in mineral deposits in the region. The pieces are left to dry for several hours before being tucked into the fired-up oven, where they stay between 8 and 10 hours. In all, a piece requires up to eleven hours of work, including baking time. The pottery made by Fidela Zuñiga has unique, special features that result from their being modeled and painted by hand. Furthermore, the fact that they are made with natural materials found in the region makes each of the pots and vases unique pieces with their own personality. The personality of each “dancer” comes from both the natural differences of the materials, clays and pigments, and from the creativity and inspiration of Fidela.

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GORGONIO CANDELARIO CASTRO

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na de las tradiciones ceremoniales más antiguas y arraigadas en el Estado de Colima es la de las danzas que en ocasión de diferentes celebraciones, se realizan en la comunidad de Suchitlán, Comala, en el norte de la entidad. Estas danzas involucran a gran parte de los miembros del poblado, pues requieren enormes esfuerzos de producción, entre ellos la realización de complejas indumentarias especiales para cada danza. Entre los diferentes elementos de los vestidos que acompañan cada ritual, destacan por su importancia y por su vistosidad las máscaras que dan vida a los diferentes personajes en cada ceremonia. Las máscaras de Suchitlán son hoy día reconocidas en sí mismas como un objeto artístico de gran calidad, buscadas por coleccionistas nacionales e internacionales. Sin embargo, es importante mencionar que la tradición que ha mantenido su elaboración ha estado sustentada hasta ahora por el aprecio y valor que los propios artesanos que las elaboran sienten por las antiguas danzas de la región, para las cuales las máscaras son elaboradas, sobre todo para la Danza de los Morenos de Semana Santa y para las danzas de Pastorelas. El responsable de mantener viva la producción de las máscaras hoy día es el artesano Gorgonio Candelario Castro, quien desde niño aprendió la técnica y los simbolismos de las máscaras de su padre, Herminio Candelario, que a su vez los había aprendido del abuelo de Gorgonio, Basilio Candelario. Se trata así de una tradición heredada, transmitida de generación en generación y en la que la familia

Custodio de la centenaria tradición de las máscaras de Suchitlán, Comala

Candelario juega un papel fundamental en mantener las tradiciones de su región. Gorgonio Candelario inicia la creación de sus máscaras yendo él mismo a recoger en los bosques alrededor de Suchitlán la materia prima básica para elaborar las máscaras: la madera de los árboles de colorín o del cuajiote, o también del árbol llamado papelillo. De esta madera, Gorgonio señala que “es una madera que no sirve para leña o muebles, sólo la recogemos para las máscaras”. Los troncos o leños son seleccionados por su adaptabilidad a la forma requerida. Estos troncos se dejan secar un tiempo, y ya cuando pierden la humedad adecuada, inicia el tallado en sí de la máscara, empezando por socavar el tronco. Después, la figura del personaje es tallada, y terminado esto, la madera es lijada. Se le añaden los trenzados y otros detalles como muecas y arrugas y se le aplica un primer fondo blanco. Por último, se aplican los colores finales a base de pinturas vinílicas. Sin contar el tiempo necesario para recoger la madera, el proceso para elaborar una máscara toma de cuatro a cinco días, y en su elaboración el artesano emplea herramientas de fierro hechas expresamente para la artesanía: el ángaro o angazo, gubias de diferentes medidas, cuchillos, martillos y escofinas. Como su padre y antes su abuelo, Gorgonio Candelario siente un enorme orgullo por la tradición de máscaras y danzas de la comunidad. Como ellos, Gorgonio mismo se encarga de organizar las compañías de danza y también forma parte de ellas como danzante. Como todos sus antepasados, Gorgonio ha tomado como aprendices a miembros de su familia y hoy día su taller lo conforman él y cuatro familiares.

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Custodian of the centuries-old tradition of mask making in Suchitlan, Comala

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ne of the oldest ceremonial traditions in the State of Colima is that of the special dances held for different celebrations in the community of Suchitlan, Comala, in the north of Colima State. These dances require the involvement of many of the members of the village for their huge production efforts, including the making of complex, special costumes for each dance. Among the different elements that go with each ritual, masks are one of the most important in giving life to the different characters that appear in every ceremony. Suchitlan masks are now recognized as art objects of their own, sought out by both national and international collectors. It is important to mention that the craftsmen who make the masks have made a great effort to keep the tradition alive. They have a great respect and care for the ancient dances, especially for the Easter “Danza de los Morenos” and the Pastorelas representations held during Christmas. The man responsible for keeping alive the production of masks today is Gorgonio Candelario Castro. While still a child, he learned the art and symbolism of the masks from his father, Herminio Candelario, who in turn had learned from Gorgonio’s grandfather, Basilio Candelario. It is a tradition inherited and passed on from generation to generation in the Candelario family, which has had a fundamental role in maintaining the traditions of their community.

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Gorgonio Candelario starts making a mask by first collecting wood logs in the forests around Suchitlan. The raw material for making the masks is the wood from the cuajiote or colorin trees. The colorin tree is also called papelillo. About this wood, Gorgonio notes that “it is not used for fuel or furniture, it is used only for making the masks”. Trunks or logs are selected for their adaptability to the required shape. These logs are left to dry for a few days, and after they lose the right amount of moisture they are ready to be used. The first step for making the mask is cutting down the trunk into a block. This block is then carved out on the back into a hollow shape. Out of this kind of wood bowl the mask is sculpted out in detail. When the main features have been carved out, the wood is sanded to a polished finish. Gorgonio then adds some extra features, like horns or outsized ears, either by gluing them or nailing them. After this is done, he applies a white paint as a base. Later, the final colors are applied using vinyl paints. Making a mask is a job that takes up to four or five days, not counting the time needed to collect the wood. Gorgonio uses iron tools made specifically for the craft: a special carving tool called angaro or angazo, gouges of various sizes, carving knives, hammers and rasps. Like his father and his grandfather before him, Gorgonio Candelario takes a huge pride in the tradition of masks and dances of his community. Like them, Gorgonio is also involved in organizing the dance troupes and he is even a dancer himself. Like all of his ancestors, Gorgonio has taken as apprentice members of his family, today he works in his workshop with other four family members.


HIPÓLITO COLÍN MAYA

Orfebre y artesano urbano

*Razón Social: Alejandra Margarita Rodríguez Maldonado

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ipolito Colín Maya gusta llamar artesanía urbana a su orfebrería. Tiene ya 28 años trabajando una forma de joyería original y distintiva, que si bien está basada en técnicas y procesos de orígenes diversos, él ha sabido otorgarle una personalidad y características únicas en base a su capacidad técnica y su sentido de la innovación. Más allá de eso, Hipolito ha querido dar a sus creaciones un sello de identidad y pertenencia a Colima al incorporar en ellas símbolos y formas propias de la cultura de nuestro Estado, utilizando además elementos vistosos propios de nuestra región, tales como semillas, coral, conchas, arena y minerales que encuentra de manera natural en la geografía colimense. La artesanía urbana de Hipolito Colín llama la atención tanto por la calidad y delicadeza de sus finos hilos como por la reciedumbre de sus alambres, de manera que su joyería parece ocupar un lugar que oscila entre una delicada filigrana de los mejores joyeros mexicanos y las recias creaciones de los artistas urbanos. Para lograr este llamativo equilibrio entre delicadeza y resistencia, o entre preciosidad y fortaleza, Hipolito Colín ha desarrollado una técnica original que incorpora el manejo de metales preciosos, piedras semi-preciosas, madera, textiles y alambre de plata. Esta técnica la ha desarrollado a partir del aprendizaje de varios oficios tradicionales, los cuales él ha sabido incorporar de forma innovadora en su trabajo. Aprendió el manejo de la plata en talleres de Taxco. Aprendió también a trabajar la madera en el Estado de México, donde él nació, laborando como aprendiz en un taller de carpintería. El conocimiento de los textiles lo asimiló en una escuela de artesanía en la Ciudad de México. Finalmente, encontró en los artistas urbanos

a maestros que le enseñaron el manejo del alambre en la creación de joyería. Gracias a esta capacidad para dominar diferentes técnicas, Hipolito ha podido crear no sólo joyas de gran originalidad, sino inclusive textiles y objetos de madera que a su vez incorpora como accesorios y detalles de orfebrería. Hipolito empieza la producción de sus creaciones con un ejercicio de imaginación en el que visualiza la pieza que va a hacer. Con su imaginación trabajando, se dedica a dibujar las ideas para estudiarlas y llegar a una solución que le parece interesante. A partir de este momento comienza a reunir los materiales que requiere, empezando con el alambre, que procede a martillar y doblar de acuerdo a la idea inicial. Luego empieza a armar la pieza engarzando las piedras, semillas u otros materiales que mejor se adapten al diseño. Una vez terminado, Hipolito pide la opinión de su esposa y de su hija, los mejores jueces de su trabajo, y si es necesario, realiza ajustes antes de sacar la pieza al mercado. No hay duda que la mayor satisfacción que Hipolito obtiene de su trabajo artesanal es el aprecio y valoración que la sociedad otorga a sus obras, aprecio que le ha permitido labrarse un lugar distinguido entre los artesanos de nuestro Estado.

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Goldsmith and urban artisan

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ipolito Colin Maya likes to call his handmade objects urban crafts. For 28 years, Hipolito has been making a very special and distinctive type of jewelry. While using techniques and processes from diverse backgrounds, he has managed to give his work unique features based on his technical ability and his sense of innovation. Hipolito has also given his creations a stamp of identity and belonging to Colima by incorporating symbols and shapes that are part of the culture of the State. Furthermore, he uses colorful elements specific to our region, such as seeds, coral, shells, sand and minerals found naturally in our landscape. Hipolito Colin’s urban crafts are striking for both the quality and finesse of their fine threads and the strength of their wires. His jewelry seems to occupy a place somewhere between the delicate filigree of classical Mexican jewelry, and the sturdy creations of urban artists. To achieve this striking balance between delicacy and strength, or between preciousness and fortitude, Hipolito Colin has developed an original technique that incorporates the use of precious metals, semi-precious stones, wood, textiles and silver and steel wires. He developed his craft by learning several traditional trades, which he incorporated in innovative ways into his work. He first learned silver jewelry production by working at Taxco silver workshops. By that time he had a working knowledge of wood, which he gained by working as an apprentice in carpentry

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workshops in the State of Mexico, where he was born. Later on he attended a textile craft school in Mexico City. Finally, he found in urban artists the teachers who showed him how to use steel wire for jewelry. Thanks to his ability to master and combine different techniques, Hipolito has been able to create not only highly original jewelry but also textiles and wooden objects with metal ornamentation. Hipolito begins his creations with an exercise of the imagination by which he tries to visualize the piece that he will do. With his imagination working, he starts to draw up his visions for study, redrawing them constantly until he reaches a solution that he finds interesting. At this point he begins to gather the materials he will need to make the piece, starting with the wire. His next step is to hammer and bend the wire according to the initial idea. He then begins to assemble the piece by setting the stones, seeds or other materials that best fit the design. Once the piece is completed, Hipolito asks the opinion of his wife and daughter, the best judges of his work. If necessary, he will then make adjustments before taking the piece to the market. Without a doubt, the greatest satisfaction that Hipolito gets from his work is the appreciation and value that society places on his urban craft. This public appreciation has given him a special, distinguished place among the artisans of Colima.


JESÚS CORTÉS RAMOS

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a cerámica de los antiguos indígenas colimenses es reconocida internacionalmente por la calidad estética y expresividad de sus creaciones, lo que le ha llevado a ser hoy día parte de las más importantes colecciones de arte prehispánico en el mundo. Este reconocimiento ha generado a su vez una gran demanda por réplicas de alta calidad de las piezas originales, buscadas afanosamente tanto por turistas como por los mismos habitantes de Colima, quienes encuentran un motivo de orgullo el contar en su hogar con una reproducción de alguna de las creaciones originales. La reproducción de estas antiguas obras de arte dio inicio casi a la par de los primeros rescates arqueológicos a mediados del siglo pasado, cuando muchos sitios prehispánicos fueron explorados arqueológicamente o encontrados de forma espontánea. Entre los primeros artesanos en realizar estas réplicas artesanales se encontraban los señores Guillermo Ríos, padre e hijo. Estos reconocidos ceramistas fueron a su vez maestros de Jesús Cortes Ramos, quién ha mantenido viva esta tradición artesanal trabajando desde su pequeño taller en la localidad de Ocotillo, en el municipio de Cuauhtémoc.

Las manos expertas de un maestro de la cerámica prehispánica

La elaboración de una de estas piezas inicia con la compra de la arcilla seca, en polvo. Jesús procede entonces a cernir la arcilla a fin de limpiarla de impurezas y obtener el polvo más fino. Luego, mezcla la arcilla con agua, la amasa y la deja reposar durante dos días a fin de que obtenga una mejor consistencia. Ya entonces, Jesús da forma a la figura a mano, sin usar moldes, tal como lo hacían los antiguos artistas. Una vez terminada de modelar, la figura se deja secar algunas horas antes de pulirla y pintarla. Al otro día la pieza es pulida de nuevo y se deja secar, primero a la sombra durante tres o cuatro días, y ya después otros cinco o seis días al sol. Una vez que está totalmente seca, la pieza es horneada durante una hora. Una vez fría, se le agrega una pintura a fin de otorgarle una patina de apariencia antigua. Finalmente, ya terminada, la pieza es pulida con grasa para darle un brillo especial. Jesús Cortés siente un gran orgullo por sus artesanías y la calidad que distingue a sus creaciones. Pero lo que le hace sentirse más orgulloso es el saber que está continuando con una tradición milenaria de nuestra cultura.

Jesús Cortés empezó su aprendizaje con Guillermo Ríos hijo a la edad de 18 años. Más tarde, recibió el apoyo del señor Salvador Ochoa para montar su propio taller y empezar a producir sus propias piezas. Reconociendo el talento de Jesús, Salvador Ochoa tuvo el acierto de prestar obras originales de su propia colección a Jesús, a fin de que éste tuviera la oportunidad de estudiarlas a fondo y conocer sus detalles.

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The skilled hands of a master of pre-Hispanic ceramics

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he ceramic art of the ancient indigenous colimenses is internationally recognized for its aesthetic quality and expressiveness. These ancient figures are now part of the largest collections of pre-Columbian art in the world. This recognition has in turn generated a great demand for high quality replicas of the original pieces, eagerly sought by both tourists and the inhabitants of Colima, who find great pride at having a replica of an ancient ceramic figure at home. Copies of these ancient works of art began to be made almost on par with the first archaeological findings in mid last century, when many pre-Hispanic sites were explored either by archaeological research or as the result of casual finds. Among the first to make these replicas were two ceramic craftsmen, both named Guillermo RĂ­os, father and son. These renowned potters were themselves teachers of JesĂşs Ramos Cortes, who has kept alive this traditional craft working out of his small workshop in the town of Ocotillo, in the municipality of Cuauhtemoc. Jesus Cortes began his apprenticeship with the younger Guillermo Rios when Jesus was eighteen years old. Later, he received the support of a local entrepreneur, Mr. Salvador Ochoa, who helped him mount his own studio to start his own production. Recognizing the talent of Jesus, Mr. Salvador Ochoa had the wisdom of lending original pieces from his own collection of pre-Columbian art to Jesus, giving him the chance to study them thoroughly and to become familiar with their details. The making of a replica of an ancient ceramic piece begins with the purchase of dry clay. Jesus sifts this clay, cleaning it of impurities and getting the finest powder. He then mixes the clay powder with water; after kneading it thoroughly, he stores it for two days in order to get a higher consistency. After that, Jesus takes the clay and starts sculpting the figure completely by hand

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without the aid of molds, following closely the techniques of the ancient artists. Once modeled, the figure is left to dry for a few hours before being polished and painted for the first time. The next day the piece is polished and left out to dry again, first in the shade for three or four days, and after that for five or six days out in the sun. When it is completely dry, the piece is fired for an hour. Once the piece has cooled down, it is painted again, this time to give it an ancient-looking patina. Polishing it with grease to give it a special, final glow finishes the work. Jesus Cortes takes great pride in his craft because no other artisan can make these replicas with the quality that is the hallmark of his works. But what really makes him proud is the knowledge that he is continuing an ancient tradition of our culture.


JORGE

TERRÍQUEZ ZAMORA

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na de las tradiciones artesanales más valiosas, pero quizás menos reconocidas en el Estado de Colima, es la artesanía de hojalata que la familia Terríquez ha venido elaborando desde hace ya más de ochenta años. Quizás una de las razones de este hecho, es que hasta ahora esta artesanía ha sido dirigida sólo en limitada medida al amplio mercado comercial. Por el contrario, las artesanías del taller que hoy día dirige Jorge Terríquez Zamora en la ciudad de Colima son elaboradas primordialmente para las celebración de algunas de las más ancestrales fiestas religiosas del Estado y regiones vecinas. Es precisamente aquí donde radica su incalculable valor cultural: son tesoros artesanales que sustentan algunas de las más arraigadas tradiciones populares en la región del occidente de México. El taller de hojalatería Terríquez fue fundado por Roberto Terríquez Romo, padre de Jorge Terríquez Zamora, a principios del siglo pasado. Como aprendiz del oficio de su padre, Jorge Terríquez rememora que a mediados de los años cincuenta, y a fin de expandirse hacia productos de corte industrial, el taller debió ampliar la exclusiva producción a mano para incorporar algunas maquinarias de corte y doblado. Sin embargo, el taller nunca dejó de producir las artesanías para las fiestas religiosas. Fundamentalmente una empresa familiar, hoy día laboran en el taller tres miembros de la familia y otros dos obreros.

Mágico artífice de la hojalata

y otros motivos que forman parte de la indumentaria de los participantes. Pero quizás la artesanía más distintiva y artística que realiza el Taller Terríquez son las varas de pastor y coronas que se utilizan en las pastorelas navideñas. La elaboración de cada vara para las Pastorelas es un proceso complejo y laborioso. Inicia con el proceso de trazado de cada forma sobre la hojalata, siguiendo los antiguos patrones tradicionales. Luego la hojalata es rayada o marcada y sobre la incisión del patrón se procede a cortarla. Los cortes se realizan a mano utilizando tijeras especializadas. El elemento cortado debe ser en muchos casos doblado o torcido para que alcance la forma adecuada. Luego cada pieza es pintada y, una vez seca, es colgada o soldada a la estructura principal de la vara. Este es el proceso por el que se forman y agregan lo que llaman los badajos: campanas, ángeles, pescados, aretes, entre otras vistosas y sonoras figuras que dan vida a la vara. Trabajando intensamente, los artesanos pueden producir hasta dos varas de pastor por día. El Taller Terríquez produce una de las más bellas artesanías de hojalata del occidente de México. Requerido para fiestas religiosas no sólo en el Estado de Colima, sino también en diferentes comunidades de los vecinos Estados de Jalisco y Michoacán. Las excepcionales obras de Jorge Terríquez forman parte de la invaluable herencia artística de toda esta región.

Entre las artesanías que continúa realizando el taller, están los cascos de hojalata al antiguo estilo romano para las obras de la Pasión de Cristo celebradas en los municipios de Manzanillo y Coquimatlán. Para estas mismas ceremonias se fabrican cintos, sonajas, espadas

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Magic maker of tinplate crafts

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or more than eighty years the Terríquez family of Colima has been making exceptionally beautiful tinplate crafts. This work is, without a doubt, one of the most valuable craft traditions in the State of Colima, yet perhaps one of the least valued. One reason for this maybe the fact that until now this craft has not been made for the broader commercial market. The workshop, led today by Jorge Terriquez Zamora, makes tinplate handicrafts primarily for their use in some of the most ancient religious festivals of the State and its neighboring regions. It is in these ceremonial rituals that their priceless cultural value comes to play: tinplate crafts are a key element in some of the most popular festivities rooted in the traditions of western Mexico. Roberto Terriquez Romo, father of Jorge Terriquez Zamora, founded the Terriquez Tinplate Workshop in the early last century. Jorge Terriquez recalls that in the mid-fifties, when he was an apprentice in the workshop, his father decided to bring in some cutting and bending machines in order to expand production into industrial products. However, the workshop never abandoned its production of handmade crafts for ceremonial purposes. Basically a family business, the shop is presently run by Jorge Terriquez with the working help of three family members and two other workers. Some of the crafts that the workshop continues to make today are Roman-style tinplate helmets used in Passion of Christ plays

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held in the municipalities of Manzanillo and Coquimatlan during Easter. The workshop also makes tinplate belts, rattles, swords and other objects that are part of the actor’s custom in those plays. But perhaps the most distinctive and artistic objects made by the Terriquez workshop are the shepherd rods and crowns that are used in Christmas Pastorelas. Making a ceremonial tinplate shepherd rod for Pastorelas is a complex and laborious process. It begins with tracing the top crown design on the tin. This process is done following the old traditional patterns. The design lines are then scratched on the metal plate, and the craftsman proceeds to cut out the pattern. The cuts are made by hand using specialized scissors. After all patterns are cut, some of them must be bent or twisted to give them their final shape. Each piece is then painted and, once dry, it is hung or welded to the main structure of the rod. By this process the artisans form and add the rod clappers: bells, angels, fish and earrings are some of the colorful and sonorous figures that give life and sound to the rod. Working hard, artisans can produce up to two shepherd rods per day. The Terriquez Workshop produces nowadays some of the most beautiful tinplate crafts of western Mexico. They are much sought after for use in religious festivities in Colima and in different communities in the neighboring states of Jalisco and Michoacan. Without a doubt, the exceptional works of Jorge Terriquez area a priceless contribution to the artistic heritage of the entire region.


JOSÉ ALBERTO ARGÜELLO GÓMEZ

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os equipales fueron, son y serán una tradición de la región que se conservará a través del tiempo, ya que son reconocidos en otras partes del mundo y caracterizan el trabajo de las manos mexicanas, además de lo cómodo que es sentarse a disfrutar de un café en estos muebles tan particulares que distinguen el gusto, de quien los poseé, por el estado natural que conservan.

Originario de una familia con el oficio por tradición de elaboración de equipales, José Alberto es uno de los artesanos reconocidos en el Estado por su trabajo en esta actividad, comenta él que aprendió el oficio de su padre, el cual practicaba la actividad con diseños más antiguos, y a través del tiempo José Alberto ha sabido renovar el estilo de acuerdo a los cambios que la sociedad demanda, contribuyendo así a posicionarse en el gusto de la población colimense. José Alberto emplea la madera de la guásima, el bejuco y el carrizo y la madera de pino. Para el recubrimiento de equipales con terminado natural, utiliza la piel porcina y para los equipales más contemporáneos utiliza otro tipo de materiales como la tela o gamuza. Cada material es perfectamente cuidado para que rinda todo su esplendor dentro del diseño, las maderas que utiliza las obtiene de comunidades del Estado para conservar el característico toque colimense.

Creaciones tradicionales a través de los equipales

En el taller de Alberto laboran su esposa y 3 trabajadores más, están ubicados en la ya conocida calle de equipaleros del Estado. La elaboración de un equipal en su taller artesanal, toma un día de trabajo. Se desbastan los palos de guásima para hacer los18 pares de estacas sobre las que descansa el asiento del tradicional equipal. Después de eso, se procede a elaborar el arco de madera o bastidor que sirve de base, utilizando el bejuco. Se perforan orificios en el arco para sujetar las 18 estacas de guásima. Luego, se amarra la parte superior del arco, quedando con esto el tambor principal del equipal. Una vez hecho lo anterior, se instalan los pilares del respaldo y los brazos del equipal, utilizando el carrizo. De esta manera se tiene el “cascarón” del equipal, para después comenzar a remachar las uniones y aplicar una capa de líquido contra la polilla. Después de que las aplicaciones de líquido secaron, se termina el respaldo y se detallan los acabados con costuras a mano sobre la piel o sobre la tela, dependiendo del estilo elegido por el cliente. José Alberto se siente orgulloso de su labor como artesano de los equipales y además un poseedor de uno de los oficios más tradicionales en el Estado y en otras regiones del país, ya que como mexicanos y colimenses, se reconoce a éste elemento, los equipales, como parte de la cultura y cotidianidad dentro de cada casa tradicional.

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Traditional creations through time

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he equipales were, are and will be a tradition of the region that will endure across time, since they are recognized in other parts of the world and they characterize the work of Mexican hands, besides it is comfort to sit and enjoy a cup of coffee in this unique furniture that distinguish the good taste of the owner, for the natural shape they conserve.

Born in a family with the trade by tradition of the crafting of equipales, Jose Alberto it is one of the recognized artisans in the State for his work in this activity, he shares that learned the trade of his father, whom practiced the activity with colder designs, and across time, has been able to renew the style according to the changes that society demands, contributing this way to make a name for himself in the taste of the people of Colima. Jose Alberto uses the wood of guasima, the bejuco and the carrizo and also pinewood. For the covering of the equipales with a natural finish, he uses pork leather and for the most modern looking equipales, he does employ other type of materials, like cloth or chamois. Each material is perfectly cared to give its entire splendor in the design; the woods used are obtained from communities within the State to preserve the characteristic touch of Colima.

crafting of an equipal in his workshop takes one day of labour. They rough down the guasima stick for the 18 pairs of stakes, on which rest the seat of the traditional equipal. After that, it procedes to elaborate the wooden arc or stretcher that works as a base, using the bejuco. Holes are made in the wooden arc to fasten the 18 guasima stakes. Next the upper part of the wooden arc it is tied, forming the principal drum of the equipal. Once done, the back oillars and the arms of the equipal are installed, using the carrizo. This way the “shell” of the equipal is made, so after it starts rivet the joints and apply a layer of clothes moth proof liquid. After the layers dry, the back is completed and the last details of the finish are applied wit handmade seams over the leather or the cloth, according of the style choosen by the costumer. Jose Alberto feels very proud of his work as a craftman of equipales and also owner of one of the most traditionals trades of the State and other regions of the country, since as mexicans and colimenses, it is recognized this element, the equipales, as part of the culture and daily use inside each traditional house.

In the workshop of Alberto, works his wife and three other workers, located in the already renowned equipaleros street of the State. The

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JOSÉ ANTONIO

Excepcional artesano de la madera calada

MERCADO JIMÉNEZ

*Razón Social: Juana Inés Carrillo de la Mora

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uiado por un agudo criterio estético y un alto sentido de la calidad, José Antonio Mercado Jiménez es un artesano que ha ido desarrollando diseños originales de tal belleza y complejidad, que le han llevado a ser distinguido como uno de los mejores artesanos de la madera en el Estado. José Antonio Mercado señala que lo más difícil de su trabajo es realizar un diseño que le satisfaga a él mismo. Por todo ello, es posible decir que él mismo es el más exigente de sus clientes. Algunas de las producciones de José Antonio tienen propósitos claramente funcionales: por ejemplo, delicados portarretratos, atriles o urnas. Otras piezas son altamente simbólicas, como cruces y otros símbolos religiosos; finalmente están las piezas decorativas, como las cajas delicadamente caladas con motivos vegetales, que son el trabajo que más distingue al artesano. José Antonio inició su oficio hace alrededor de veinte años realizando pequeñas piezas con sencillos motivos representando la flora y la fauna del Estado. Hacia el año 2000, empezó a hacer cajas caladas con diseños originales de símbolos típicos de Colima: los volcanes, las aves o las palmeras. Con el tiempo, fue evolucionando a cajas con diseños más complejos. Utiliza primordialmente la madera de cedro por su resistencia, por su adaptabilidad a las formas del calado y por el suave aroma que le distingue. También utiliza maderas propias de los bosques de la región, como la de los árboles de sanguaripa y del solocoahuitl, además del varano, el culebro y el chicozapote. Todas estas son maderas duras, seleccionadas por cualidades específicas que son las que mejor se adaptan a las características de cada diseño.

El proceso de producción de una artesanía empieza con la selección de la madera adecuada para el diseño que se proyecta. La madera es en primer lugar rebajada y pulida al grosor necesario, que generalmente es más bien reducido. Sobre esta madera se adhiere un dibujo del diseño que se va a recortar o a calar. Es un proceso laborioso, pues una pieza puede requerir hasta 180 cortes o huecos; algunos son realizados con la caladora, pero otros huecos más delicados deben de ser realizados a mano por medio de gubias y formones. Una de las cosas más importantes en el calado, es que los diseños queden sólidos y que no sean frágiles. Por esta razón, es necesario dejar ciertos espacios unidos con madera a fin de que los delgados tramos se apoyen unos con otros. Una vez terminado el calado, la madera es pulida una vez más antes de ser sellada y protegida con un barniz. Utilizando básicamente una caladora de banco, un torno, gubias y las demás herramientas propias de un carpintero, José Antonio invierte hasta doce horas en la producción de una sola caja. El reconocimiento a la calidad y belleza de las artesanías de José Antonio Mercado le han llevado a que la mayoría de su producción hoy día la realice como pedidos especiales. Para José Antonio, cada pieza representa un reto que se impone a si mismo: la satisfacción de superar ese reto es la mayor recompensa que él encuentra en su trabajo.

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Excepcional craftsman of wood pierced

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uided by a keen aesthetic judgment and a high sense of quality manufacture, Jose Antonio Mercado Jimenez is a craftsman who has been developing original designs of great beauty and complexity. His exceptional work has led him to be honored as one of the best wood craftsmen in the State. Jose Antonio Mercado says that the hardest part of his work is to make a design with which he is satisfied. For this reason we can fairly say that he considers himself as the most demanding of all his customers. Part of the Jose Antonio’s work is for simple utilitarian purposes: delicate frames, lecterns or urns, for example. Other pieces are highly symbolic, such as crosses and other religious symbols. But there are also purely decorative pieces like wood boxes with delicate openwork motifs, which are his trademark. Jose Antonio began working in wood twenty years ago; he started by doing small pieces with simple motifs representing plants and animals of the State. By 2000 he began making boxes with original, cut out designs with typical Colima imagery: volcanoes, birds or palm trees, among others. Over time, his designs evolved into more complex figures. In his work, Jose Antonio uses mostly cedar wood for reasons of its strength, its adaptability to cut out techniques, and for the gentle aroma that distinguishes it. He also uses some native woods, such

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as the solocoahuitl, sanguaripa, varano, culebro and sapodilla trees. These are all hardwoods chosen for specific qualities that are best suited to the characteristics of each design. Jose Antonio begins his work by selecting the best wood logs for the design that he has in mind. The timber is first thinned and polished down to the required thickness, which is usually a few sixteenths of an inch. He then glues on the wood a drawing with the design to be cut out. Cutting out the wood is a laborious, hand-made process. A single piece may require up to 180 cuts or holes, some of which are made with the jig, but other more delicate holes must be made by hand using gouges and chisels. One of the most important things in the cut out is that the openings remain solid and not fragile. For this reason, it is necessary to leave some wood connections joining the openings in such a way that the thin sections support each other. After the cut out is finished, the wood is polished again before being sealed and protected with a varnish. It takes Jose Antonio up to twelve hours to produce a single box. His tools include a table saw, a jig, a lathe, gouges and other typical tools of carpentry, Nowadays the woodcrafts of Jose Antonio are highly valued for their quality and their beauty. This has led to the fact that today most of his production is customized. For Jose Antonio, each piece is a challenge he takes upon himself. The satisfaction of overcoming this challenge is the greatest reward he finds in his work.


Cooperativa de Artesanías

PUEBLO BLANCO

JOSÉ GUADALUPE ROSAS FLORES

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as artesanías rangelianas de Colima representan sin duda el mejor ejemplo en el Estado de la unión entre las artes y los oficios que distinguió durante la mayor parte del siglo veinte a las mejores producciones artesanales internacionales. Los más grandes movimientos de producción artesanal del siglo pasado, florecieron a partir de la colaboración de artistas plásticos con maestros artesanos, buscando en conjunto elevar a calidad de arte la producción de objetos utilitarios y cotidianos. Quienes vivieron en Colima el siglo pasado fueron testigos de un esfuerzo productivo extraordinario para crear, a través de la exploración artística, un vocabulario visual y un formalismo artesanal único a nuestro Estado, un lenguaje que diera expresión a la particular belleza de nuestra región. Este esfuerzo fue llevado a cabo casi de manera exclusiva por Alejandro Rangel Hidalgo, artista plástico que dedicó su vida entera a la creación y promoción de las artes y las artesanías. La síntesis visual que el maestro Rangel Hidalgo logró a través de sus pinturas y diseños de muebles y de arquitectura ha sido conocida desde entonces como diseño rangeliano. A fin de promover la producción artesanal, Alejandro Rangel Hidalgo fundó en 1975 una escuela de artesanos en la localidad de Comala, promoviendo con ello el nacimiento de una tradición de producción artesanal de primera calidad. Heredera de aquella escuela, la Cooperativa de Artesanías Pueblo Blanco continúa hoy día en Comala la tradición de las artesanías rangelianas, produciendo muebles, pinturas y metalistería siguiendo la estética

Guardianes de la tradición de artesanías rangelianas

y los procesos productivos originalmente implementados por Rangel Hidalgo. Gran parte de la responsabilidad de la continuidad de ésta tradición recae en los hombros de algunos de quienes fueron sus antiguos alumnos. Entre ellos, destaca José Guadalupe Rosas Flores, quien fue alumno de Rangel Hidalgo y de Emilio Pinto, en aquel entonces su colaborador principal. A más de 43 años de esa experiencia, José Guadalupe Rosas sigue hablando de Rangel Hidalgo como si fuera apenas ayer que lo vio. De su maestro, José Guadalupe aprendió sobre todo la pintura, actividad que sigue desempeñando en la producción de artesanías rangelianas con la misma pasión con la que inició su aprendizaje de pintor en aquel tiempo. No es extraño, entonces, que José Guadalupe señale que el mejor homenaje que puede hacer a su mentor es el de ser fiel a su línea estética y mantener la producción de sus renombrados diseños. La producción de la Cooperativa de Artesanías Pueblo Blanco, compuesta por diecisiete socios, incluye muebles, pinturas y objetos decorativos en metal y madera. Las maderas más utilizadas tanto en muebles como en objetos decorativos siguen siendo la parota y la caoba. Las pinturas se siguen elaborando con el mismo cuidado y oficio que impartía Rangel Hidalgo, utilizando pintura acrílica aplicada sobre paneles de madera y terminadas con laca. José Guadalupe Rosas siente un orgullo especial por las artesanías que se producen en la Cooperativa de Artesanías Pueblo Blanco,

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pues sabe que mantienen viva una tradición única en el país y que ha recibido el reconocimiento internacional. Pero sin duda el mayor orgullo de José es el de saber que mantener viva la producción de artesanías rangelianas es el mejor homenaje que puede hacer a la memoria de su gran mentor y maestro.


Custodians of the rangelianas handicrafts tradition

T

he rangeliana handicrafts tradition of Colima is undoubtedly the best example in the State of the kind of collaboration between the arts and crafts that was the hallmark of the best international handicraft productions of the twentieth century. Most great arts and crafts movements of the last century flourished out of the collaboration of artists with master craftsmen, who worked together to bring the production of everyday utilitarian objects into the higher realm of art. In the middle of the last century the people of Colima witnessed an extraordinary effort to create, through artistic exploration, an original visual vocabulary and a refined handcraft tradition unique to our State. This effort had the final goal of creating a formal language that would give expression to the particular beauty of our region. Alejandro Rangel Hidalgo, an artist who devoted his entire life to the creation and promotion of the arts and crafts, carried out the effort almost on his own. The visual synthesis done by Maestro Rangel Hidalgo, achieved through his paintings, furniture designs and architecture, has been known ever since as rangeliano design.

producing furniture, paintings and metalwork that follow closely the aesthetics and production processes originally implemented by Rangel Hidalgo. Much of the responsibility for the continuation of this tradition rests on the shoulders of some of those who were his former students. Among them, Jose Guadalupe Rosas Flores is one of the most outstanding. He was a student of both Rangel Hidalgo and Emilio Pinto, who was at the time Alejandro’s main collaborator. More than 43 years after that experience, Jose Guadalupe still talks about Rangel Hidalgo like he just saw his teacher yesterday. Jose Guadalupe learned from him many of the rangeliana arts and crafts, but he specially focused on painting. He continues to apply this art form in the production of rangeliana handicrafts with the same passion with which he began his apprenticeship as a painter. No wonder, then, that Jose Guadalupe should say that the best tribute he can make to honor his mentor is to be true to the rangeliana aesthetics and to maintain production of his famous designs.

To promote handicraft production, Alejandro Rangel Hidalgo founded in 1975 a school of craftsmen in the town of Comala, fostering with it the birth of a tradition of top quality craftsmanship. Heir to that school, the Pueblo Blanco Comala Handicrafts Cooperative continues today with the tradition of rangeliana crafts,

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The Pueblo Blanco Handicrafts Cooperative has seventeen craftsmen. Their production includes furniture, paintings and decorative objects in metal and wood. The woods used in both furniture and decorative objects are parota and mahogany, just as in the original rangeliana crafts. The decorative paintings are still made with the same care and expertise taught by Rangel Hidalgo, using acrylic paint applied on wood panels and finished with lacquer. Jose Guadalupe Rosas feels a special pride in the handicrafts made by the Pueblo Blanco Handicrafts Cooperative. He knows that the cooperative is keeping alive a tradition unique in the country and that has received international recognition. Yet, undoubtedly, the greatest pride of Jose comes from keeping alive the production of rangeliana handicrafts, knowing that this is the best tribute he can make to the memory of his great mentor and teacher.


JOSÉ LUIS

RÍOS ALCALÁ

S

iendo apenas un niño de diez años, José Luis Ríos Alcalá empezó a aprender de su familia los secretos para la producción de réplicas de la antigua cerámica prehispánica de Colima. José Luis Ríos recuerda que sus padres y sus tíos solían encontrar figuras de cerámica antigua y tepalcates mientras labraban la tierra en sus parcelas de cultivo. Como no siempre estaban completas las piezas que encontraban, empezaron a repararlas ellos mismos, poniendo un pie por aquí o una cabeza por allá. Más adelante, comenzaron a producir figuras completas que les solicitaban por encargo. Así fue como inició una tradición artesanal familiar única, dedicada a la creación de reproducciones de la ancestral cerámica de nuestro Estado. Hoy día, José Luis Ríos Alcalá tiene su propio taller en la ciudad de Colima. Tal como él lo hizo en su tiempo, actualmente uno de sus hijos ha comenzado a colaborar en el taller, aprendiendo el oficio y asegurándose de que la tradición familiar continúe viva durante muchos años por venir. −Desde que me acuerdo− comenta José Luis Ríos, acerca de una de las figuras más reconocidas de Colima, el perrito engordado, “se decía que esos perritos eran alimentados muy bien por los antiguos para luego alimentarse de ellos; otros dicen que eran fieles compañeros de los antiguos pobladores y que les advertían de los peligros en el camino; otros más hablan de una perrita negra que habita en el inframundo y que acompaña a cada uno de nosotros para cruzar el río de sangre que hay que cruzar, a fin de llegar al lugar prometido de descanso. Cada uno de nosotros tenemos una perrita negra esperándonos; cuando uno llega frente al río, ahí llega

En sus manos respira de nuevo la arcilla de la cerámica antigua de Colima

la perrita que le toca a uno moviendo la cola: esa perrita será tu fiel compañera en el otro mundo”. El barro que José Luis Ríos utiliza en sus reproducciones lo obtiene en el municipio de Comala, en el área de la Hacienda de Nogueras. Considerando que Comala es uno de los sitios arqueológicos más reconocidos de producción cerámica de la época prehispánica clásica, al utilizar la arcilla de esta región, José Luis Ríos se asegura de lograr en sus creaciones los mismos tonos y texturas de las obras maestras del pasado. La arcilla la limpia y la filtra, y después de humedecerla la deja reposar un par de días a fin de que el barro alcance una elasticidad adecuada para su manejo. José Luis Ríos inicia el modelado de una figura formando la parte inferior, agregando con delicadeza capa tras capa de barro por medio de la técnica de encintado. En ocasiones es necesario utilizar soportes para apuntalar la pieza en tanto se continúa con el moldeado. Como herramientas, José Luis Ríos utiliza cuchillos y espátulas. “Pero en si lo que más uso realmente,” señala, “son mis propias manos y mis dedos para dar forma a la figura”. El modelado de un perrito colimote le toma a José Luis Ríos cerca de dos horas; una vez terminado de modelar, la figura es horneada varias horas. Ya fría, se le aplican varias capas de pigmentos a fin de darle una patina similar a la de figuras que han pasado cientos de años bajo nuestra tierra.

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In his hands the clay of the ancient Colima pottery breathes again

W

hen he was just a ten-year old boy, Jose Luis Rios Alcala began to learn from his family the secrets of the trade for producing replicas of ancient pre-Hispanic ceramic figures of Colima. Jose Luis Rios remembers that his parents and uncles used to find ancient pottery figures and shards while tilling the land in their fields. Because the figures they found were not always in one piece, they began to repair them, putting a new foot here or a new head there. Later, they began to produce complete figures that people requested from them. This way began a unique family craft tradition dedicated to creating reproductions of the ancient pottery of our state. Today, Jose Luis Rios Alcala has his own ceramics workshop in the city of Colima. Just as he did when he was a boy, one of his own children has begun working in the shop, learning the craft and making sure that the family tradition stays alive for many years to come. “Ever since I can remember,” says Jose Luis Rios about one of the most recognizable figures of Colima, the fattened, hairless dog, “it was said that these dogs were plentifully fed by the ancients in order to feed on them; others say that the dogs were faithful companions of the ancient villagers, warning them of dangers ahead on the road. Others speak of a black bitch that lives in the underworld and which walks next to each one of us when we cross the river of blood in our way to the Promised Land of final rest. For each one of us there is a black bitch waiting in the underworld; when we get in front of the river, our own bitch comes to meet us wagging her tail: it is said that the bitch will be your faithful partner in the other world.”

The clay that Jose Luis Rios uses in his work comes from the municipality of Comala, in the area of ​​Hacienda de Nogueras. Comala is one of the most famous archaeological sites of preHispanic ceramic figures; by using clay from this region Jose Luis Rios makes sure that his creations will have the same tones and textures of the masterpieces of the past. After collecting the clay from

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banks in Comala, Jose Luis cleans the material and sorts the fine grains through different sieves. He then adds water, allowing the moistened clay to settle a couple of days until it reaches the proper elasticity for handling. Jose Luis Rios starts modeling a figure from the bottom, gently adding layer after layer of clay using clay coils. Sometimes the figure must be propped up while the sculpting continues. Jose Luis Rios uses knives and spatulas as his basic tools. “But what I use the most, really,” he says, “are my hands and my fingers.” It takes Jose Luis Rios about two hours of work to sculpt a classical Colima dog. When the sculpting is finished, the figure is fired for several hours. When cold, Jose Luis applies on the figure several coats of pigment in order to give it a patina similar to those of ceramic figures that have been buried hundreds of years under our soil.


JOSÉ

PICASO ENCISO

Artesano que teje el alma de los cerros con otate

E

l Sauz es un pequeño poblado localizado al pie del majestuoso Cerro Grande, en el municipio de Minatitlán, Colima. Con más de 2,100 metros sobre el nivel del mar, el Cerro Grande es parte de la Reserva de la Biósfera Sierra de Manantlán, una de las más importantes reservas naturales en México, reconocida internacionalmente por la diversidad de su flora y de su fauna.

Una de las plantas nativas de la zona es una especie de bambú denominado otate que crece en las zonas húmedas alrededor de El Sauz y en las faldas del Cerro Grande. Desde tiempo inmemoriales, el otate ha sido utilizado por las comunidades en torno a la Sierra de Manantlán para la elaboración de cestería, sobre todo aquella utilizada para las labores del campo, pero que en los últimos años ha sido reconocida también por utilizarse en otros tipos de productos de gran belleza. Uno de los artesanos del otate más reconocidos en Colima es José Picaso Enciso, de la comunidad de El Sauz. José Picaso lleva más de cincuenta años trabajando el otate, oficio que aprendió de sus padres, y ellos de sus abuelos y de sus antepasados.

Todos los materiales que se utilizan en la elaboración de la cestería provienen de los bosques de la zona. El primer paso es la recolección del otate, una tarea con cierto grado de dificultad, dado que la planta crece en zonas húmedas muy densas y de vegetación cerrada y espinosa; aún más difícil de obtener es el otate que crece en las faldas del Cerro Grande, en áreas muy escabrosas y de difícil acceso. El otate debe ser limpiado de sus espinas y ramas para dejar el tallo liso, el cual se deja secar al sol durante una hora para que pueda ser rajado. Aún relativamente húmedo, el tallo es cortado a mano en cintas gruesas, que sirven como “costillas” del cesto, mientras que las cintas delgadas sirven para el entramado cerrado. Se inicia tejiendo una base con las costillas, éstas se doblan cuidadosamente y alrededor de ellas se teje el cuerpo con las cintas delgadas hasta la parte superior. Una canasta media utiliza 14 costillas y cinco horas de trabajo. Sin mojarse, un cesto de otate puede durar hasta 20 años. José Picaso Enciso cree firmemente que por el valor y la belleza de su artesanía, la tradición de cestería de otate seguirá adelante por mucho tiempo. Hoy día, hasta ocho personas trabajan en su taller, incluyendo los hijos de José Picaso, los nuevos aprendices de una antigua tradición.

La mayoría de los miembros de la comunidad de El Sauz sabe trabajar esta especie de bambú, especialmente en la elaboración de las llamadas canastas pizcadoras, utilizadas para la recolección de las cosechas. De manera especial, el taller de José Picaso se ha enfocado en ampliar su producción y adaptar su artesanía para la manufactura de cestos de uso doméstico como tortilleros, canastos, y el llamado chiquihuite o canasto sin asa. Produce, inclusive, equipales y mesas con estructura de otate y aplicaciones de cuero. COLIMA Y SUS ARTESANÍAS

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Craftsman who weaves the soul of the mountains with otate

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l Sauz is a small town located at the foot of the majestic Cerro Grande, an impressive mountain in the municipality of Minatitlan, Colima. Reaching almost 7,000 feet above sea level, the Cerro Grande is part of the Sierra de Manantlan Biosphere Reserve, one of the most important and internationally renowned natural reserves in Mexico, known for the diversity of its flora and

fauna.

One of the plants native to the area is a kind of bamboo called otate, which grows in moist areas around El Sauz and on the slopes of the Cerro Grande. From time immemorial, otate has been used by communities around the Sierra de Manantlan for making baskets, especially of the kind used for farm work. However, in recent years it has started to be used for other kinds of basketry products, including hampers for domestic use. One of the most renowned otate craftsmen in Colima is Jose Picaso Enciso, a native of the town of El Sauz. Jose Picaso has been working with otate for over fifty years. He learned the craft from his parents, and they in turn learned it from their own parents and their ancestors.

Most members of the community of El Sauz know how to work this kind of bamboo, making large size baskets for harvesting corn. However, the workshop of Jose Picaso has focused its work on expanding production and adapting the craft to new products. Nowadays, Jose Picaso weaves otate to make such household items as small tortilla containers, breadbaskets and chiquihuites, or baskets without handles. He also makes otate tables and equipales with leather applications. All materials used in the making of this basketry come from the forests of the area. The first step is the collection of otate, a task with some difficulty as the plant grows in dense wetlands. The thick, thorny vegetation that usually surrounds otate makes it difficult to cut the plant on the slopes of Cerro Grande, which itself is very rugged and difficult to access. After collecting it, otate must be cleansed of its thorns and branches to leave only the smooth stem, which is then let to dry in the sun for about an hour. While still relatively wet, the stem is cut by hand into both thick and thin ribbons; the thick ribbons will serve as the “ribs” of the baskets, while the thin ribbons will be used for waving its closed texture. Jose Picaso starts making a basket by first laying out a base with thick ribs, which are carefully bent to the shape of the basket body; around the ribs thin otate ribbons are woven all the way to the top. A normal size basket requires 14 ribs and five hours of work. If kept dry, an otate basket can last up to 20 years. Jose Picaso Enciso firmly believes that because of its value and beauty, otate basketry tradition will go on for a long time. Today, up to eight people work in his workshop, including José Picaso’s own children, the new apprentices of an ancient tradition.

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JOSEFINA

VÁZQUEZ CANDELARIO

Heredera de la centenaria tradición de las hamacas de acapán

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acia el año 1778, el entonces párroco Juan José Morales narraba en su informe El Curato de Ixtlahuacán, que los naturales de ese lugar elaboraban varios tipos de artesanías a fin de satisfacer sus propias necesidades y recibir además un ingreso extra por su venta en otros municipios. Entre las artesanías que se realizaban en aquel entonces el párroco destacaba la elaboración de hamacas a base de acapán, una fibra natural nativa a la región, procesada y tejida por los propios lugareños. La tradición de las hamacas de acapán ha perdurado hasta nuestros días con muy pocos cambios en su elaboración, constituyendo una de las pocas artesanías que sobreviven desde la época colonial y probablemente desde la época prehispánica. Una de las artesanas que continúan esta tradición, única al municipio de Ixtlahuacán, es Josefina Vázquez Candelario. Nacida en 1940 en Ixtlahuacán de Reyes, en el Estado de Colima, Josefina ha dedicado toda su vida a la producción de hamacas, siendo la heredera de una tradición familiar que ella ha mantenido intacta y que espera continúen sus hijos y nietos. La elaboración de las hamacas no ha cambiado básicamente desde los tiempos de la Colonia. La materia prima principal es la fibra de acapán (AbutilónTrisulcatum), una planta herbácea endémica de hojas largas cuyos tallos o “varas” son cortadas y atadas en manojos antes de ser sumergidas en agua hasta quince días. Una vez humedecida de esa manera, las varas se dejan secar algunas horas a la sombra antes de separar la “cicua”, o fibra, de estos tallos.

Las fibras seleccionadas son entonces “torcidas” con una herramienta llamada “tarabilla” y luego dobladas con la “carreta” para formar los cordeles. Una vez formado el cordel, éste se puede emplear con el color ocre natural o puede ser teñido con anilinas. Habiendo elaborado los cordeles, se procede a tejer a mano la hamaca, sin ayuda de herramientas, la preparación de los cordeles para una hamaca puede tomar hasta quince días de trabajo. En la elaboración de las hamacas, Josefina Vázquez recibe la ayuda de su sobrino, quien le ayuda a recolectar y torcer la fibra, mientras que ella la limpia y trenza el acapán. Al tener a un miembro pequeño de su familia en el proceso de elaboración, Josefina se asegura también de que la tradición de las hamacas de acapán, única a Ixtlahuacán, se mantenga viva y que continúe distinguiendo a las artesanías de nuestro Estado.

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Heir to the centuries-old tradition of acapan hammocks

I

n the year 1778 then parish priest Juan Jose Morales reported in The Parish of Ixtlahuacan that the natives of this town made various kinds of handicrafts, which they used for their own needs and for receiving extra income from their sale in other towns. Among the crafts reported by the priest was the production of hammocks made with acapan, a natural fiber native to the region, processed and woven by the villagers themselves.

The tradition of acapan hammocks has survived to this day with little changes in its production process, making it one of the few crafts that survive from the colonial era and probably since preHispanic times. One of the artisans who continues this tradition, unique to the municipality of Ixtlahuacan, is Josefina Vazquez Candelario. Born in 1940 in Ixtlahuacán de Reyes, in the state of Colima, Josefina has dedicated his life to the production of acapan hammocks, being the heir to a family tradition that he has preserved and that he expects will live with his children and grandchildren.

The making of acapan hammocks is basically unchanged since colonial times. The main raw material are the fibers obtained by processing acapan (AbutilonTrisulcatum), an endemic, herbaceous plant with long leaves whose stems or “sticks” are cut and tied into bundles before being submerged in water for up to fifteen days. Once thoroughly moistened, the rods are left to dry in the shade for a few hours before the craftsmen can remove the “cicua”, or fiber, from these stems. Selected fibers are then “twisted” with a tool called “tarabilla,” and then twined into strings with a “carreta”. This way a rope is made, which can be left with its natural ocher color or dyed with inks. Using natural-color or dyed ropes, Josefina proceeds to weave the hammock by hand, without the aid of any tools; the preparation of the strings for a single hammock can take up to eight working days. In making the hammocks, Josefina Vazquez is assisted by his nephew, who helps to collect and twist the fiber, while she cleans the yarns and proceeds to weaving the acapan. By having a young family member as apprentice, Josefina makes sure that the tradition of acapan hammocks, unique to Ixtlahuacan, will stay alive and part of the crafts of our State for a long time to come.

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JUAN JOSÉ AGUILAR RAMÍREZ

Me gusta hacer cada sombrero como si fuera mío”. Con estas palabras Juan José Aguilar Ramírez resume la filosofía que le ha mantenido produciendo excelentes sombreros colimotes desde hace más de cuarenta años, manteniendo una tradición que inició su familia en 1925.

Juan José Aguilar es uno de los pocos sombrereros de la región que siguen elaborando el tradicional sombrero colimote, apreciado no sólo en el Estado, sino inclusive en las zonas colindantes de Jalisco y de Michoacán. Él cuenta que aprendió el oficio de su abuelo Maximiliano Aguilar Cortez y de su papá Crescenciano Aguilar Aceves, quienes iniciaron el taller en la Villa de Álvarez, en Colima, donde aún sigue ahora. Como uno de los principales elementos de la antigua indumentaria tradicional colimense, el sombrero de palma ha sobrevivido hasta nuestros días junto a los huaraches y los cinturones de piel como uno de los símbolos de la identidad del trabajador del campo y de los ranchos en el Estado.

Da forma al sombrero colimote

cosiendo las dos telas con una hoja de cartón en medio. Ya unidas en una sola, se vuelven a meter a la prensa para remarcar el sombrero. Luego se procede a dar la medida al sombrero con una herramienta llamada recortador. A partir de aquí siguen los acabados finales, el sombrero se sella y se pone a secar al sol; una vez seco, se mete a la prensa por tercera y última vez antes de proceder a pintarlo. Una vez pintado, se pasa a la decoración final con aplicaciones de correa de cuero o de tejidos especiales. Narra Juan José, que para la elaboración de los sombreros llamados “de cuatro pedradas”, se utilizaba una horma de madera con los cuatro huecos y éstos huecos se marcaban golpeando el sombrero con una piedra redonda contra la horma. De ahí el nombre de “sombrero de cuatro pedradas”. Otros sombreros que elabora Juan José son el sombrero fino, el de hilo, el de barbiquejo y el sombrero de charro.

Los sombreros que elabora Juan José Aguilar tienen como materia prima principal la palma, que es tranzada en largas líneas. Ya con la trenza se selecciona uno de dos métodos para dar forma a los sombreros: el método que es totalmente a mano y el método, también artesanal, que utiliza la prensa. Para el sombrero hecho a mano se utilizan 2 ó 3 trenzas que se cosen manualmente con puntada circular, para así ir dando forma al sombrero. En el sombrero de prensa se utilizan dos tejidos a base de trenzas de palma cosidas a máquina, a cada tejido se le da forma prensándolo en una horma caliente. Los dos tejidos del sombrero base formado de esta manera, se pasan entonces a una máquina de coser para faldearlos y unirlos,

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Craftsman of the colimote hat

I like to make each hat like it is for me.”With these words, Juan Jose Aguilar Ramirez summarizes the philosophy that has kept him producing excellent colimote hats for more than forty years, thus keeping alive a family tradition that began in 1925.

Juan Jose Aguilar is one of the few craftsmen in the region who continues to produce the traditional colimote hat, used not only in the State of Colima but also in the surrounding areas of Jalisco and Michoacán. He learned the trade from his father Crescenciano Aguilar Aceves and from his grandfather Maximiliano Cortez Aguilar; both father and grandfather founded the family workshop at the Villa de Alvarez, Colima, where it is still now. The colimote hat is one of the main elements of the old traditional colimote style of clothing. It has survived to this day along with the traditional huaraches leather sandals and belts. All three elements—hat, huaraches and belts—are part of the presentday identity of peasants and ranchers in the region. The hats that Juan Jose Aguilar makes have as their basic raw material the leaves of a special kind of palm tree, the “palma real”. Once collected and cut, the leaves are braided into long lines of ribbons. These ribbons of braided palm tree leaves can be used to make hats following two different processes, one of

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the processes is to make the hat completely by hand; in the second process, the hat is sewn by a machine and shaped using a hot press. The handmade hat is made joining straps of 2 or 3 braids sewn together by hand following a circular stitching, gradually making the shape of the hat. In the press process, Juan Jose starts out by sewing together the braided ribbons using a a sewing machine, making a kind of circular mat of palm tree fabric. This mat is given its shape by pressing it into a hot, hat-shaped mold. Two of these hatshaped mats are then sewn together with a sheet of cardboard in the middle. Once sewn together, the three layers are again pressed into the hot mold to highlight the hat shape. Juan Jose proceeds then to size the hat using a trimmer. At this point the hat is basically done and what comes next are the final steps for finishing. The hat fabric is sealed and then left to dry out in the sun for some hours. It is then pressed in the mold for a third and final time prior to painting. Once painted, the hat is festooned with leather strap applications or with special fabrics. In making the so-called “Four stones hat” of Colima, Juan Jose presses the hat into a wooden mold with four hollows at the top; he presses the hat fabric into the hollows using rounded stones, until the hat has four symmetrical hollows at its top. Hence the name “four stones hat”. Juan Jose crafts other types of hats, including fine hats, yarn hats, chinstrap hats and cowboy hats.


LEOBARDO

CRUZ DE JESÚS

O

riginario de la comunidad de Suchitlán, en Colima, Leobardo Cruz de Jesús tiene ya más de cincuenta años elaborando la tradicional cestería de otates y bambú que ha sido utilizada en las labores del campo de Colima desde tiempos inmemoriales.

Elaborada con otate (Guadua amplexifolia), nativo a nuestra región, o con algunas variedades de reciente introducción del bambú (familia Bambusoideae), la cestería de Colima es una artesanía que no ha recibido el reconocimiento y el valor que merece, quizá por su carácter utilitario en las faenas del campo. Por su elaboración manual, por la belleza del tejido, por el suave color verde de la fibra de otate doblada y por sus elegantes formas, los cestos tradicionales tienen sin duda una estética única y distintiva que merece un lugar especial en nuestra cultura. Leobardo Cruz aprendió el oficio de su padre y de uno de sus tíos. Él recuerda que en esos tiempos su papá hacía estos trabajos pero por alguna razón se negaba a enseñarle; sin embargo, a fuerza de observar a su papá y a su tío elaborando los canastos, Leobardo aprendió por si solo los pasos básicos en el oficio. Estuvo practicando por su cuenta hasta que empezó a dominar el tejido de canastos. Con el tiempo, aprendió a elaborar los chiquigüites, las canastillas, los panaderos, los fruteros, los zarzos y las canastas pizcadoras, todos en diferentes tamaños, que hasta hoy día son la base de su producción.

Entreteje cestos con la magia del otate

febrero. Lo mágico de este oficio está en el momento de cortar el otate o bambú: no se puede cortar siempre o a cualquier hora o día. Hay que saberle. Luego también más adelante en el año se usan canastas para la recolección del café; y, más adelante, se emplean también en la recolección de las pitayas. El chiquigüite se usa ya después de la cosecha, para recoger el maíz desgranado de la mazorca”. Leobardo utiliza sólo el otate y el bambú, pero no el carrizo, que es demasiado suave para el tejido de las canastas. El otate lo obtiene cortándolo él mismo o comprándolo a jornaleros que se dedican a buscarlo en las faldas de los cerros. Una vez recolectado, el otate se deja secar a la sombra algunos días antes de cortarlo a las medidas necesarias para los diferentes canastos. Se utilizan sólo los otates y bambús que están ya “rendidos” o sazones, pues los otates y bambús jóvenes son demasiado tiernos para trabajarlos. Los tallos seleccionados son cortados y rajados de acuerdo a la medida necesaria utilizando un cuchillo. Leobardo emplea también una herramienta especial llamada pizcalón, que es un fierro para doblar las puntas del otate y del bambú, y para ribetear los bordes. La elaboración de un chiquigüite de tamaño normal le lleva dos días; una pizcadora puede tomarle un día y medio, y un cesto para el café lo realiza en un solo día.

“Creo que la tradición de la cestería”, señala Leobardo, “inició con la necesidad de las canastas pizcadoras, utilizadas para la cosecha del maíz. Por ello, son requeridas a partir de noviembre y hasta en

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Weaver of baskets with the otate magic

L

eobardo Cruz de Jesus was born in the community of Suchitlan, in Colima. For over fifty years he has been producing the traditional bamboo and otate basketry that has been used by farmworkers in Colima since time immemorial.

Traditional basketry in Colima is made with otate (Guadua amplexifolia), native to our region, or with some newly introduced varieties of bamboo (Bambusoideae family). Colima basketry is a craft that has not received the recognition and appreciation it deserves, perhaps because until now it has been mostly made for use in farm fields. It deserves, however, a special place in our culture as a special handicraft with a unique and distinctive aesthetics, derived from its manual processing, the beauty of the fabric, the soft green color of the otate fiber and the elegant shapes of the baskets. Leobardo Cruz learned the trade from his father and an uncle. He remembers that when he was a child for some reason his father refused to teach him. However, by dint of watching his father and uncle making the baskets, Leobardo learned the basic steps of the craft. He practiced on his own until he started to master the weaving of baskets. Over time, he learned to make chiquigüites, bread and tortilla baskets, fruit bowls and hampers for harvesting, all in different sizes. Today, these products are still at the heart of his production. “I think the tradition of basketry,” said Leobardo, “began with the need for the kind of baskets used for harvesting corn. That is why these baskets are in high demand in the period starting November and up to February. The magical thing about this profession is in the cutting of otate or bamboo, you cannot cut them at just any time or day. One has to know when. Later in the year farmworkers demand baskets for the coffee harvest, and after that, there is a demand for the baskets used in the collection of pitayas. The chiquigüite is used long after harvest time, for storing the corn kernels from the cob.” For his baskets, Leobardo uses otate and bamboo, but not reed, which is too soft for weaving baskets. At times he will get the otate by cutting it himself in the forests; other times he may buy it from laborers who make a living by harvesting it at the hillsides. Once collected, the otate is allowed to dry in the shade for a few days before it is cut down to the sizes required for the different baskets. Leobardo will only use otate and bamboo shafts that are fairly seasoned, because young otates and bamboos are too soft to work with them. Once dry, the stems are cut and split using a special knife. Leobardo also uses a special tool called pizcalon, which is an iron bar used for bending the ends of otate and bamboo; it is also used for hemming their edges. The making of a normal size chiquigüite requires two days of work; a harvesting basket can take up to one and a half days; and a basket for picking coffee is done in a single day.

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Hace de los equipales un mueble sobrio y elegante

MARÍA DEL REFUGIO ARGÜELLO GÓMEZ

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na de las más bellas tradiciones de los pueblos y ciudades de Colima es la de sentarse en equipales de piel y madera en los patios y corredores de las casas. Los equipales son muebles perfectamente adaptados a las costumbres y al clima húmedo de la región, proporcionando a quienes los usan, un mueble fresco, ligero y de noble estética. Realizados a mano y con materiales naturales, los equipales son producciones que respetan al medio ambiente de la zona, reflejando, en sus tonos y su estructura, las cualidades del paisaje de nuestra región. Una de las familias con mayor tradición, elaborando esta artesanía en Colima, es la de María del Refugio, heredera de tres generaciones de artesanos del equipal. Con quince años trabajando estos muebles, María del Refugio aprendió el oficio de su abuelo y de su padre, quienes trabajaban los modelos más tradicionales. Sin embargo, María del Refugio ha sabido adaptar la artesanía a las exigencias más actuales, produciendo algunos tipos de equipales y acabados que ella misma ha creado y adaptado. María del Refugio conoce perfectamente cada uno de sus materiales. Utiliza como materias primas principales, la madera de la guásima, el bejuco y el carrizo, y en menor medida, madera de pino. Utiliza también piel porcina para recubrir los muebles, si bien en algunos casos más recientes algunos clientes solicitan el equipal forrado en tela. Todas las maderas que utiliza las obtiene de la región y cada una es utilizada en diferentes partes del equipal de acuerdo a la característica que la distingue.

La elaboración de un equipal en su taller artesanal, donde laboran cinco personas en total, requiere un día de trabajo completo. Se empieza por desbastar los palos de guásima para tallar y dar forma a los 18 pares de estacas sobre las que descansa el asiento de un equipal normal. Luego, utilizando el bejuco se hace el arco de madera o bastidor que sirve de base. A este arco se le perforan orificios a través de los cuales se sujetan las 18 estacas de guásima, utilizando para ello, tiras de cuero curtido. A continuación se procede a amarrar de forma similar el arco de la parte superior. Formado el tambor principal del equipal, se proceden a instalar los pilares del respaldo y los brazos del equipal, utilizando el carrizo. Así, se tiene ya la estructura completa del equipal, sin embargo, aún no está terminado. Es necesario aún ribetear o remachar las uniones y aplicar una capa de líquido contra la polilla. Una vez seco, se instala el respaldo y luego se cosen a mano los acabados, ya sea en piel o en tela. Los equipales más tradicionales, terminados en piel, pueden quedar de color crudo o recibir una capa de pintura. En muchos casos, el respaldo es decorado con un dibujo que es pirograbado a mano sobre la piel, con motivos tradicionales de Colima: los volcanes, las playas, las lagunas y otros paisajes de la región. Siguiendo la misma manufactura básica del equipal tradicional, el taller de María del Refugio produce también otros muebles como espléndidas mesas, cómodos sofás y elegantes equipales de respaldo alto. De esta forma, María del Refugio ha logrado dar un sentido contemporáneo a una rica tradición del Estado de Colima.

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Craftswoman who makes equipales a sober and elegant furniture

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ne of the most beautiful traditions of the towns and cities of Colima is to sit out in the courtyards and corridors of old houses on leather-and-wood chairs called equipales. These are chairs perfectly adapted to the customs and humid climate of the region; equipales are fresh, lightweight furniture of simple aesthetics. Made by hand with all-natural materials, equipales are part of an environmentally sustainable tradition of furniture making that embodies the visual and material qualities of the landscape of the region.

ready. On it, reed stems are bent to make the seat back and armrests. At this point all joints are reinforced with metal clips, and the whole wood structure gets a layer of anti-termite insecticide. Once dry, hide or fabric finishes are hand sewn into the structure.

finish, which can be either raw color or painted. In many cases the leather back is decorated with a drawing engraved by hand on the hide. The drawing usually portraits traditional Colima imagery: the volcanoes, beaches, lagoons and other landscapes of the region.

The more traditional equipales are usually left with a natural leather

Applying the same basic manufacturing processes and materials as for making equipales, Maria del Refugio produces other splendid types of furniture, including tables, sofas and elegant, high-backed leather chairs. Thus, Maria del Refugio has managed to give a contemporary feel to an ancient tradition of Colima.

Maria del Refugio is heiress to three generations of equipales artisans, making her family the last of a long line of equipales producers. Maria del Refugio learned the trade from her grandfather and her father, who taught her how to make traditional models. With fifteen years of experience working this furniture, she has adapted her craft to the needs of today, producing innovative types of leather chairs and finishes. Maria del Refugio knows perfectly each one of the materials she uses. Her raw materials include the guasima wood, reeds and liana. She also uses some pine tree wood. For the chair backing, Maria del Refugio uses either raw pig hide or printed fabric. More recent customers prefer modern day fabrics to hide. All the woods she uses are found in the region, and each wood is used in specific parts of the equipal according to its structural or aesthetic properties. The five people working on Maria del Refugio’s workshop employ one full day of work in making a single equipal. The first step is to cut down and shape the guasima logs, making 18 pairs of stakes that will become the main structural support of the equipal seat. The next step is to bend a section of a reed into a circle, which will work as the seat foundation. Holes are then drilled on this reed ring, and on each hole one of the guasima stakes is fastened using strips of leather. Next, a similar reed ring is attached to the top part of the stakes. This way the bottom, drum-shaped part of the equipal is

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MARÍA DEL REFUGIO PADILLA JIMÉNEZ

Hace de la hoja de maíz una obra maestra de la artesanía

*Razón Social: Ernesto Ramos López

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aría del Refugio Padilla Jiménez recuerda que, antiguamente, la iglesia de Coquimatlán, donde ella nació, se decoraba para las fiestas patronales con flores realizadas con hoja de maíz seca. Era una tradición en la que su familia participaba de forma directa, pues sus abuelos José María Padilla Quintero y Agapita Pérez Villegas estaban a cargo de arreglar las flores. De ellos, María del Refugio Padilla aprendió el oficio de manejar la hoja seca del maíz hace ya más de cuarenta años, tiempo en el que no ha dejado de desarrollar ésta excepcional artesanía. Una de las cualidades que ha distinguido a María del Refugio Padilla como artesana, ha sido su constante deseo de innovar y mejorar en la producción del oficio. María relata que de sus abuelos ella aprendió solo lo básico: cómo azufrar la hoja para que se mantenga a través del tiempo, cómo pintarla y cómo hacer flores y moños. Pero ya a los catorce años, la joven María empezó a experimentar con la hoja para hacer figuras más complejas y originales, alcanzando con el tiempo la amplia variedad de formas que le han distinguido desde entonces y que han asegurado la supervivencia de su oficio. La materia prima básica que utiliza María del Refugio es una de las más antiguas de la cultura mexicana: la hoja que envuelve a la mazorca del maíz, la cual ella obtiene de los agricultores del municipio. Utiliza, además, azufre para curar la hoja seca y prevenir que sea atacada por insectos, tinturas naturales para dar color a las hojas, así como listones y encajes. El primer paso en la elaboración de cada artesanía es curar la hoja seca del maíz, dejándola en un baño de azufre durante 24 horas a fin de eliminar y ahuyentar todos

los insectos que atacan la hoja; posteriormente, la hoja se deja a secar a la sombra. Mientras tanto se preparan las tinturas con pigmentos disueltos en agua caliente. La hoja ya seca se baña en estas tinturas y luego se pone a secar de nuevo en un lugar sombreado pero bien aireado, a fin de que la hoja no se deshidrate excesivamente. Ya bien seca la hoja, que ha mantenido un grado de flexibilidad, es manipulada para dar forma a las diferentes artesanías. La elaboración de un grupo de figuras a partir de un volumen inicial de hojas secas implica hasta tres días de trabajo. La belleza de los arreglos de María del Refugio la ha llevado a tener encargos no sólo dentro de México, sino inclusive de instituciones internacionales. Vale la pena mencionar que María del Refugio ha querido mantener siempre la tradición de decorar los templos para las fiestas patronales de Coquimatlán, una tradición para la que ha sido requerida también para los templos de otras parroquias de Colima y otros Estados. Desde hace algunos años, María del Refugio Padilla imparte cursos en su natal Coquimatlán, a fin de que otras personas aprendan el oficio. Además, en su taller laboran también sus cinco hijos, asegurando con todo ello que su conocimiento no se pierda y que la tradición artesanal de la hoja de maíz se mantenga viva.

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Makes of cornhusk a masterpiece of craftsmanship

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aria del Refugio Jimenez Padilla remembers that when she was a child the church of the town of Coquimatlan, where she was born, used to be decorated for its patron saint festivities with flowers made out of dried cornhusk. It was a tradition in which her family was directly involved. At that time, her grandparents Jose Maria Perez Padilla and Agapita Villegas Quintero were in charge of making the flowers. Maria del Refugio Padilla learned from them the craft of flower making using cornhusk. Now, she has been doing this exceptional craft for more than forty years. One of the qualities that make Maria del Refugio Padilla stand out as an artisan is her constant willingness to innovate and to improve her trade. Maria recalls that she learned from her grandparents only the basics: how to bathe the cornhusk in sulfur in order to preserve it over time; how to paint the cornhusk; and how to fold it to make flowers and bows. Yet by the time she turned fourteen, Maria del Refugio was already experimenting with the cornhusk, seeking ways to make more complex and unique handicrafts. Eventually she found new and original ways of using the material, thus producing new types of figures that have ensured the survival of her craft. The basic raw material used by Maria del Refugio is one of the oldest materials found in Mexican culture: the husk that surrounds the

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ear of corn, which she gets from the farmers around the township. After picking out the best cornhusks, she bathes them in a sulfur solution as a way to protect them from insects. She also uses natural dyes to color the leaves, ribbons and laces. The first step in the making of the handicrafts is to disinfect and protect the cornhusk by leaving it inside a sulfur solution for 24 hours. This bath will kill and drive away all insects. The cornhusk is then left to dry in the shade. Meanwhile, Maria del Refugio prepares the dyes by dissolving pigments in hot water. The cornhusk is bathed in these dyes and is then left to dry again in a shady but open area so that the cornhusk is not overly dehydrated. When the cornhusk is dry but still retains some humidity to allow some flexibility, it is ready to be shaped into different figures. Making a set of cornhusk figures from scratch takes up to three working days. The special beauty of Maria del Refugio’s handicrafts has brought her new customers from far away places in Mexico and even from other countries. It is worth mentioning that all this time Maria del Refugio has kept decorating with her cornhusk flowers the temples used for the festivities of Coquimatlan. She has also been required for the temples of other parishes of Colima and neighboring states. Maria del Refugio Padilla has been teaching her craft in her native Coquimatlan for some years already. Moreover, she has five children working as apprentices in her workshop, thereby assuring that her knowledge will not be lost and that the tradition of cornhusk crafts is kept alive.


MARÍA DEL ROSARIO

FLORES QUIRINO

Los antiguos de Zacualpan, los bisabuelos, los abuelos, los papás, todos hacían y les gustaba hacer estos trabajos con las telas. Por eso, los motivos que bordamos son imágenes que nos legaron los antiguos, que nos han llegado desde nuestros antepasados. Y mi ilusión es que cuando ya no estemos nosotros, nuestra familia estará aquí para sacar adelante esta tradición del bordado y sus imágenes”.

Así describe María del Rosario Flores Quirino la esencia de la tradición del bordado en Zacualpan, en el municipio de Comala, en Colima. La localidad de Zacualpan, tiene una larga tradición en la producción de tejidos y vestimenta. Hasta épocas recientes, la comunidad producía sus propias telas y proveía de tejidos y vestidos ornamentados a gran parte de la región. Hoy día sus antiguos telares se han convertido en talleres de bordado y deshilado, preservando de esa forma la riqueza visual que se ha transmitido por generaciones y que constituye, sin duda, un verdadero tesoro cultural de nuestro Estado. Como otras las artesanas de Zacualpan, María del Rosario aprendió el oficio del bordado y deshilado de sus padres, quienes a su vez lo habían asimilado de sus propios padres y abuelos. De niña fue aprendiz en el taller de sus papás, y hoy día cumple ya veinte años con su propio lugar de producción en el que laboran otras trece artesanas. Además del trabajo tradicional de punto de cruz con aguja y bastidor de madera, el taller realiza deshilados, rellenos y bordados a gancho, y también corta y cose sus propios diseños de ropa, rebozos y mantillas, entre otros.

Creadora de tesoros bordados con el legado de los antiguos

El proceso de elaboración de una prenda completa inicia con el corte de los patrones de la pieza; luego se arma cosiéndola, y sólo entonces, cuando está completamente terminada, se inicia el proceso de bordado o de deshilado. Para el bordado se utiliza la aguja de mano y el bastidor de madera. Una prenda que requiere un bordado muy elaborado puede tomar hasta tres días en completarse. Una prenda más sencilla requiere alrededor de un día y medio. La artesanía del bordado tiene una gran vitalidad y futuro en Zacualpan, pues siendo un oficio que la comunidad ha venido haciendo por tradición, existen varios talleres que están produciendo y su trabajo es plenamente reconocido y valorado. Entre estos talleres, destaca el de María del Rosario Flores por la comunión que existe entre las artesanas que laboran en él, y por el gran respeto que sienten por el tesoro cultural que les ha sido legado por sus ancestros.

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Creator of treasures embroidered with the legacy of the ancients

The ancients of Zacualpan: great-grandparents, grandparents, parents, everyone liked to work with fabrics. That is the reason the motifs we embroider today are images that the ancients left us; it is the heritage coming down to us from our ancestors. My hope is that when we’re gone, our family will be here to take forward this tradition of embroidery along with its images.”

With these words, Maria del Rosario Flores Quirino describes the essence of the embroidery tradition in Zacualpan, in the municipality of Comala, Colima. The town of Zacualpan, has a long tradition in the production of textiles and clothing. Until recently, the community produced its own fabrics, supplying with ornate textiles and garments much of the region. Today, their old looms have become embroidery and open-thread workshops. In this way, the

community preserves the visual richness that has been passed down for generations and that is undoubtedly a true cultural treasure of our State. Like other artisans of Zacualpan, Maria del Rosario learned the craft of embroidery and open-thread work from her parents, who in turn learned it from their parents and grandparents. As a child she was an apprentice in her parents’ shop; later on she opened her own workshop, now twenty-years old and in which she employs thirteen other craftswomen. In addition to the traditional cross-stitch work with needle and wooden frames, the shop does open-thread fabric work, stuffed textiles and embroidery. Maria del Rosario cuts and sews her own designs for clothing, shawls and blankets, among other products.

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The making of a complete garment starts with cutting the patterns and then sewing them together; when the piece is all sewn together and complete, the workshop starts the process of embroidering or opening the fabric thread. For embroidering, craftswomen use needles and wooden frames. A garment that requires very elaborate embroidery work can take up to three days to complete. A simple garment requires about a day and a half of labor. The craft of embroidery has a great vitality and a promising future in Zacualpan. It is a traditional craft that the community has been doing for years; today there are several workshops producing work that is fully recognized and valued. Maria del Rosario Flores’s workshop is outstanding among all the embroidery shops for the sense of a common purpose shared by the artisans who work in it. This common purpose is based on the great respect they have for the cultural treasure that has been passed down to them by their ancestors.


MARÍA

MARTELL MARTÍNEZ

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En sus manos respira de nuevo la antigua cerámica de Colima

e entre las artesanías más características del Estado de Colima destaca la cerámica en barro rojo que reproduce con maestría algunas de las más excepcionales piezas de cerámica de la antigua cultura de nuestra región. La cerámica de los antiguos colimenses es reconocida desde mediados del siglo pasado como una de las más bellas creaciones de las antiguas culturas de Mesoamérica. La expresividad de sus figuras y la síntesis plástica que les distingue de otras tradiciones escultóricas en México, han sido factores esenciales para que esta expresión única se haya ganado un lugar especial en las colecciones de arte antiguo más importantes del mundo.

pirámides, y que toda su vida ha respirado la historia artística de los antiguos colimenses.

En parte debido a este reconocimiento, pero sobre todo por la belleza plástica y expresividad de las antiguas piezas, en los últimos años se ha venido generando una enorme demanda por reproducciones de alta calidad. Pocos artesanos, sin embargo, tienen el conocimiento y la maestría para realizar excelente réplicas de aquellas obras que hoy día sólo pueden ser contempladas en nuestros museos.

En la elaboración de sus piezas, María Martell utiliza arcillas obtenidas de la región de Comala, lo que le asegura lograr el mismo color y tonalidades de las piezas originales. Además de las arcillas para el barro, utiliza también una tierra especial llamada “tizate” que, aplicada a la pieza ya horneada, le da un especial colorido y patina. Una vez limpio y amasado el barro, María Martell recubre con éste cada una de las dos mitades de los moldes que utiliza para cada pieza. Luego asegura las dos mitades amarrándolas con hilos y les deja secar alrededor de un cuarto de hora. Después desmolda las piezas, las continúa uniendo mientras están relativamente frescas, y procede a limpiar los excesos y a esgrafiar los detalles directamente sobre el barro. La pieza se hornea durante dos horas y luego se pule con una lija. El tono final de la figura la obtiene aplicando una capa de tizate, para posteriormente sellarla y pulirla con grasa mineral.

Uno de estos artesanos es María Martell Martínez, quien tiene su pequeño taller artesanal y casa en la ciudad de Colima. Ella nació y se crió en la pequeña localidad de El Chanal, a cuatro kilómetros al norte de la ciudad capital. Vale la pena recordar que en El Chanal se encuentra uno de los más importantes y extensos sitios arqueológicos del Estado, sede de una de las más completas urbanizaciones prehispánicas de Colima. Por esta razón podemos decir que María Martell creció entre tepalcates y vestigios de

Esta experiencia de vida ha llevado a María a desarrollar una especial sensibilidad por la estética de las ancestrales cerámicas. Comenzó su aprendizaje en la elaboración de réplicas trabajando al lado de su esposo, quien a su vez había aprendido el oficio de Francisco Ramos, un reconocido ceramista de la región. Tras el desafortunado fallecimiento de su esposo, María Martell decidió continuar con el taller y con el desarrollo de su propia capacidad como artesana.

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Ancient Colima pottery breathes again through her hands

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mong the most typical handicrafts made nowadays in the State of Colima are the red clay ceramic reproductions of some of the most exceptional pieces of pottery from the ancient culture of our region. Since the middle of last century the pottery of the ancient colimense culture is recognized as one of the most beautiful creations of the ancient cultures of Mesoamerica. The expressiveness and plastic synthesis of these figures, unique to the sculptural traditions in Mexico, have also been key factors in earning this artistic expression a special place in the best collections of ancient art in the world. Thanks to this international recognition, and to the inherent beauty and expressiveness of these old pieces, in recent years there has been a growing demand for high quality reproductions of them. Few artisans, however, have the knowledge and the expertise to make excellent replicas of those masterpieces, which today can only be seen in our museums. One of those expert artisans is Maria Martell Martinez, who has her home with a small workshop in the city of Colima. She was born and raised in the small town of El Chanal, four kilometers north of the capital city. It is worth remembering that El Chanal has one of the most important and extensive archaeological sites of the State, home to one of the most complete pre-Hispanic architectural

developments of the entire region. For this reason we can say that Maria Martell grew among ancient shards and remnants of pyramids, and that her whole life she has breathed the artistic history of the ancient colimenses. This life experience has given Maria a special feeling for the aesthetics of ancient ceramics. She began her apprenticeship in the production of replicas working alongside her husband, who in turn had learned the trade from Francisco Ramos, a renowned ceramist in the region. After the unfortunate death of her husband, Maria Martell decided to continue with the workshop on her own, further developing her own skills. In making her pieces, Maria Martell uses clays naturally found in the region around Comala. This clay ensures Maria that her productions will achieve the same color and shade of the ancient ceramics. In addition to these modeling clays, she also uses a special earth called “tizate� which, when applied to the piece and baked, gives it a special color and patina. Once Maria Martell has cleaned and kneaded the clay, she applies a thin coat of it to each of the two halves of the mold used for the figure. She then ties the tow halves together with wire, allowing them to dry for about a quarter of an hour. After this short period of time she unmolds the piece, which at this point is still relatively fresh, and proceeds to clean up the excesses and to scratch decorative designs directly on the soft clay using a needlepoint. The piece is then baked for two hours and then sanded down with sandpaper. Maria Martell gives the figure its final patina by first applying a layer of tizate and then sealing it and polishing it with mineral grease.

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MARÍA

VELÁZQUEZ ARZAC

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l hacer memoria de sus inicios como artesana en la comunidad de Suchitlán, Comala, al norte del Estado de Colima, María Velázquez Arzac recuerda que desde niña ella vivió al lado de productores artesanales. Su padre y sus tíos fueron grandes artesanos que trabajaban sobre todo el otate, el carrizo y la palma, materiales que utilizaban para hacer sombreros, cestos y escobas. A María todo ese trabajo le llamaba mucho la atención, pero cuenta que en aquel tiempo el trabajo artesanal estaba reservado a los hombres, por lo que no le permitían acercarse mucho para aprender los diferentes oficios. Sin embargo, la semilla de la creatividad había quedado ya sembrada en su corazón. María Velázquez tuvo finalmente la oportunidad de aprender una artesanía algunos años después, cuando una maestra que había sido invitada a su comunidad para compartir su conocimiento de diferentes oficios le mostró el manejo de la hoja seca de maíz en la elaboración de flores. La joven María no solamente aprendió rápido el oficio, sino que decidió adaptarlo para producir otro tipo de artesanía con el mismo material. Recordando los cestos que producía su Papá, María desarrolló una técnica particular para entretejer la hoja seca de maíz y producir diferentes cestos para ser utilizados como tortilleros, fruteros o canastos, entre otros. Así, la artesanía de hoja seca de maíz encontró una nueva expresión, inspirada en las antiguas artesanías de palma de la familia de María.

Inspiradora artesana de la tradición con la hoja de maíz

resistencia. Antes de poder usarla, la hoja debe ser sometida a un proceso de fumigación a fin de preservarla del ataque de los insectos. La fumigación se realiza quemando azufre en tinas, ahí se colocan la hojas secas durante varias horas hasta que quedan completamente impregnadas por el vapor de azufre. Después, las hojas son separadas en diferentes volúmenes para ser teñidas con anilinas. Ya coloreadas, las hojas se dejan secar en un lugar sombreado, hasta que quedan listas para emplearlas en el tejido de los cestos. María también utiliza en algunas de sus artesanías la espiga del llamado zacatón, una hierba alta que crece al lado de los caminos. La espiga seca de esta planta es usada como relleno en algunas de las bellas creaciones producidas con la hoja de maíz. Hay una hermosa lección en el trabajo de María Velázquez Arzac. Sobreponiéndose a la negativa que tuvo a su deseo de aprender las artesanías familiares por su condición de mujer, ella supo adaptar un nuevo material, también de origen natural y procedente de su comunidad, para producir los cestos de palma que su familia hacía cuando ella era niña. De esta manera, venciendo viejos prejuicios, María recuperó su vocación creativa, rescatando una antigua tradición de su comunidad y adaptándola a las necesidades de una nueva época.

Hoy día, María Velázquez tiene ya más de 12 años trabajando la hoja seca de maíz, que encuentra entre los agricultores de su comunidad. La hoja seca que obtiene debe ser seleccionada por su suavidad y

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Inspiring craftswoman of the craft tradition using cornhusk

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emembering her beginning as an artisan, Maria Velazquez Arzac recalls that she grew up surrounded by craft artists in the community of Suchitlan, Comala, north of the State of Colima. Her father and some of her uncles were great craftsmen who used otate, reed and palm materials in making hats, baskets and brooms. Maria remembers that she was really attracted to all that her father and uncles made, but that at that time craftsmanship was reserved for men, and she was not allowed to get too close to learn the various trades. However, the seed of creativity had already been sown in her heart.

Maria Velazquez finally had the opportunity to learn a craft some years later, when an outside teacher was invited to the community to teach different trades. This teacher showed Maria how to use dry cornhusk in making decorative flowers. The young Maria quickly learned the craft, but just as quickly she decided to look for another type of craft that could be made with the same material. Recalling the baskets produced by her dad,

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Maria developed a special technique for weaving the cornhusk and making different kinds of baskets. She started to produce small tortilla containers, fruit bowls and breadbaskets, among others. In this way, Maria developed a whole new type of handcraft using cornhusk and some of the ancient weaving techniques of her family. Maria Velazquez has more than 12 years working the cornhusk, which she finds in the cornfields of her community. Out of a bunch of cornhusk she collects, she has to pick the right material selected for its softness and strength. Prior to use, the husks must be subjected to a fumigation process to keep it from insect attack. Spraying is done by burning sulfur in tubs; the husks are left on top of the tubs for several hours until they are completely impregnated by the sulfur vapor. The husks are then separated into different batches to be stained with color dyes. The colored leaves are then left to dry in a shady place, until they are ready for weaving. MarĂ­a also uses a plant called zacaton in some of her crafts. Zacaton is a tall, sturdy grass that grows on the side of the roads. The dry spike of this plant is used as filler in some of the cornhusk crafts. There is a beautiful lesson to be learnt in the work of Maria Velazquez Arzac. In her drive to learn the family crafts MarĂ­a found many obstacles for being a woman. However, she insisted on her push to learn a trade, found a teacher and eventually was able to adapt an ancient material to make a new craft, producing a new version of the baskets that her family did when she was a girl. Thus, overcoming old prejudices Maria asserted her creative vocation, rescuing an ancient tradition of her community and adapting it to the needs of a new era.


MARÍA LUISA

DELGADO RAMÍREZ

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no de los talleres con mayor tradición en la producción de alfarería tradicional en Colima es el que encabeza María Luisa Delgado Ramírez, heredera de una tradición de tres generaciones de alfareros. Trabajando junto con otros siete artesanos, todos parte de su familia, el taller de María Luisa ha creado la marca colectiva Ñagual Colimote, que distingue sus originales creaciones.

La tradición alfarera en Colima es reconocida como una de las más antiguas de todo el continente americano, con indicios arqueológicos de que ya hace cuatro mil años existía un estilo reconocible de producción para uso utilitario y ritual. María Luisa Delgado aprendió el oficio de sus padres, quienes a su vez lo habían aprendido de sus propios padres, los abuelos de María Luisa. Con el aprendizaje de dos generaciones, los papás de María Luisa fundaron en 1949 un taller de alfarería en la ciudad capital. María Luisa señala que la técnica de producción no ha cambiado prácticamente desde que sus padres instalaron su taller, con excepción del proceso de vidriado, pues actualmente se ha eliminado el plomo de las fórmulas del esmalte y esto ha modificado parámetros de horneado.

Maestra alfarera heredera de una tradición de tres generaciones

está siempre la señora Aurora Ramírez de Delgado, madre de los hermanos Delgado Ramírez. María Luisa considera que su trabajo contribuye en forma importante a la identidad cultural de nuestra región, pues en sus obras perviven las antiguas formas que han distinguido a la alfarería de Colima de la de otros estados. En sus trabajos, María Luisa dibuja motivos y grecas inspirados en los diseños de la antigua cerámica prehispánica; ella menciona en específico motivos geométricos de la alfarería recobrada en el sitio de La Capacha, cuyos restos han sido fechados al dos mil antes de nuestra era. La elaboración de una pieza comienza con la selección de las arcillas para la producción del barro. Estas arcillas son limpiadas y cernidas para obtener un polvo fino. Mezclado con agua, se produce el barro que, amasado, está listo para ser moldeado. Las piezas son moldeadas sin torno giratorio, partiendo más bien de

Hoy día, en el taller de María Luisa laboran siete personas, todas parte de su familia, incluyendo sus hermanas Sara, Eva y Amalia. También colabora en la producción su hermano José Reyes Delgado con su esposa Claudia. Completa el equipo de trabajo Adán Valle Cárdenas, esposo de la señora María Luisa. Presente en el taller artesanal, contribuyendo con sus consejos y experiencia,

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moldes básicos sobre los que se va agregando el barro en capas hasta lograr la forma principal. Luego, se retira la pieza del molde y se le agregan los detalles en torno a los bordes y, en su caso, asas. Una vez terminado el modelado, se deja secar la pieza durante dos días, al termino de los cuales se procede a pulir, eliminar impurezas en la superficie y aplicar decoraciones como el esgrafiado. Luego se hornea durante cuatro horas, se deja enfriar y se procede a aplicar el vidriado. De aquí, la pieza es horneada de nuevo a mayor temperatura durante otras cuatro horas. Finalmente ya sólo queda retirar la pieza y dejarla enfriar, naciendo así una obra única de excepcional belleza y utilidad.


Master potter, heir to a tradition of three generations

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ne of the most renowned producers of traditional clay pottery in Colima is the family workshop headed by Maria Luisa Delgado Ramirez, heir to a lineage of three generations of potters. Working together with seven other craftsmen, all part of her family, the workshop has created the trademark Ñagual Colimote, which distinguishes their original creations.

The pottery tradition of Colima is recognized as one of the oldest in the Americas. Archaeological findings show that four thousand years ago there was already a recognizable pottery style in the region, with ceramics produced for both utilitarian and ritualistic purposes. Maria Luisa Delgado learned the trade from her parents, who in turn had learned it from their own parents, the grandparents of Maria Luisa. With the knowledge gained by the two previous generations, in 1949 Maria Luisa’s parents founded a pottery workshop in the capital city. Today, Maria Luisa notes that, except for the glazing process, the production techniques have hardly changed since the time her parents first set up their workshop. Glazing processes have changed due to the elimination of lead in the glaze formulas, a fact that in turn led to changes in the firing.

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Maria Luisa runs her workshop with the aid of seven people. They are all part of her family: her sisters Sara, Eva and Amalia; her brother Jose Reyes and his wife Claudia. The final member of the team is Adan Valle Cardenas, husband of Maria Luisa. Always present in the craft workshop, contributing with her advice and experience, is the elder Aurora Delgado Ramirez, mother of Maria Luisa and her siblings. Maria Luisa believes that their work contributes significantly to the cultural identity of the region, for in their crafts survive old motifs and designs that have distinguished Colima pottery from other states throughout history. Sara likes to point out that she draws on her productions motifs and fretwork designs inspired by ancient pre-Hispanic ceramics. She mentions as her inspiration the specific geometric patterns of pottery recovered at the site of La Capacha, which has been dated to two thousand BC. The making of a piece begins with the selection of the best clays for the production of pots. These clays are cleaned and sieved to obtain a fine powder. Mixed with water, the powder turns into workable clay that is carefully kneaded until ready to be molded. The pots are modeled without the aid of a potter’s wheel; rather, the Delgado craftsmen use molds as their starting point. The molds are used for making the basic, bottom part of the pots by adding thin layers of clay on their inner walls. After achieving the desired thickness, the piece is removed from the mold; further details are added around the edges including, where applicable, handles. Once the basic modeling is finished, the piece is left to dry for two days. After this time, the pot is polished to remove any impurities on the surface; at this time the pot can be decorated by scratching designs on its surface. The pot is then fired for four hours, after which it is left to cool down in order to apply glazes on it. Once this is done, the piece is fired again at a higher temperature for another four hours. After that, the only thing left to do is to remove the piece and let it cool. This way a unique pottery work of exceptional beauty and utility is born.


MARGARITA

QUINTO MARISCAL

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laboradas con las fibras de una planta herbácea que es única a la región del municipio de Ixtlahuacán, en el Estado de Colima, las hamacas de acapán constituyen una tradición artesanal excepcional, tanto por ser aquí el único lugar en el que se producen, como por ser un oficio cuya técnica se ha mantenido prácticamente intacta desde los tiempos de la Colonia. La producción de las hamacas de acapán es una actividad intensa que requiere muchas horas de trabajo, sobre todo por el esfuerzo y cuidado que se emplean en la recolección, selección y procesado de las fibras naturales. Este esfuerzo enorme se ve recompensado con los bellísimos cordeles con que se tejen las hamacas, de un suave color ocre natural, muy suaves al tacto pero a la vez con una gran fortaleza y durabilidad. Entre los contados artesanos que aún elaboran esta artesanía en Ixtlahuacán, Margarita Quinto Mariscal destaca por el cuidado y la delicadeza del tejido que realiza. Ella aprendió el oficio de sus papás y de sus abuelos, custodios de una tradición centenaria. La elaboración de una hamaca inicia con la recolección de las plantas de acapán (Abutilón Trisulcatum) durante los meses de noviembre a diciembre, pues la planta crece sólo durante la temporada de lluvias. Se procede entonces a limpiar los tallos de la planta para quitarle las hojas y dejar sólo las varas. Éstas son inmersas en el agua corriente de un río durante cerca de ocho o quince días hasta que se reblandecen, pues sólo así es posible separar las fibras, o “cicua”,

Incansable tejedora de las antiquísimas hamacas de acapán

del tallo. Ya separadas, las fibras se dejan secar al sol algunas horas antes de proceder a torcerlas utilizando la “tarabilla”; una vez formados los hilos, se emplea la “carreta” para trenzarlos en un cordel completo. Estos cordeles están listos para utilizarse en el tejido de la hamaca. Algunos de estos cordeles son teñidos con colores naturales de origen vegetal, a fin de otorgarles un vistoso colorido, pero la mayoría queda con el suave tono ocre que distingue al acapán. Una hamaca de tamaño normal mide hasta 2.30 metros de largo, y se emplean cerca de tres horas de trabajo en tejerla. El taller de Margarita Quinto está en su propia casa en la cabecera municipal de Ixtlahuacán, donde labora con su esposo y sus hijos. Es una de las tres familias que aún realizan las hamacas de acapán en Ixtlahuacán, un hecho que a Margarita le hace sentir orgullosa de su trabajo pero que también le recuerda de su responsabilidad para transmitir este conocimiento a las nuevas generaciones.

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Tireless weaver of the ancient-style acapan hammocks

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ade from the fibers of an herbaceous plant that is endemic to the Ixtlahuacan region, in the State of Colima, acapan hammocks are a unique, exceptional craft tradition. This is because the only place where they are made is Ixtlahuacan, heaven to this handcraft tradition that uses a technique that has remained virtually unchanged since colonial times.

The production of acapan hammocks is a labor-intense activity that requires many hours of work, particularly in the effort employed for collecting, sorting and processing the natural fibers. This enormous effort is rewarded with a beautiful twine of a soft, natural ocher color, very soft to the touch yet with great strength and durability, ideal for weaving hammocks,

few hours prior to twisting them using a “tarabilla” or turnbuckle, making strings. A special, wooden tool called “carreta” is used to twine the strings into ropes. These cords are ready for weaving into the hammock fabric. Some of these strings are dyed with natural vegetable colors, giving them a bright color; yet most of the strings are left with the soft, ocher color that is the hallmark of acapan fibers. A normal sized hammock measures up to 2.30 meters long, and it takes up to three hours of work to weave it. The workshop of Margarita Quinto is at her home in the town of Ixtlahuacan, where she works with her husband and children. Hers is one of only three families in Ixtlahuacan that still make acapan hammocks, a fact that makes Margarita feel proud of her work while also reminding her of her responsibility to share her knowledge to the new generations.

Among the few craftsmen who still make this craft in Ixtlahuacan is Margarita Quinto Mariscal, whose work is famed for the care and delicacy of the twine she makes. Margarita Quinto learned the trade from her parents and her grandparents, the old guardians of an ancient tradition. The making of a hammock starts with the collection of acapan plants (Abutilon Trisulcatum) during the months of November and December, as the plant grows only during the rainy summer season. The next step is to clean the stems of the plant by removing the leaves, leaving only the bare rods. The stems are then immersed in the flowing water of a river for about eight or fifteen days until softened, because only then is it possible to separate the fibers, or “cicua,” out of them. The fibers are left to dry out in the sun for a

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MACARIA SANTOS MÁXIMO

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a localidad de Zacualpan, localizada en el Municipio de Comala, se encuentra enclavada justo entre la Sierra de Manantlán y las faldas del Volcán de Colima, Zacualpan tiene su asiento en medio de un bosque templado, casi a orillas del Río Armería o Río Grande.

Como las otras comunidades del Estado, Zacualpan se distingue también por la vitalidad de sus tradiciones y por las artesanías de sus habitantes, siendo reconocida desde tiempos ancestrales por su producción de telas y trajes típicos bordados. Heredera de esa tradición de amor por las telas y su hilos, Macaria Santos Máximo produce algunos de los bordados y deshilados más delicados y expresivos de todo el Estado. Con cuarenta años ya trabajando esta artesanía, Macaria es hoy día una guía y maestra para muchas de las nuevas aprendices de bordadoras de su comunidad. Narra Macaria que ella aprendió el oficio del bordado de una madrina suya, quien anteriormente se dedicaba de tiempo completo a la producción de trajes y vestidos bordados para la comunidad de Zacualpan, pues hasta mediados del siglo pasado las ropas de manta bordada constituían el vestido típico de los habitantes de la región. Actualmente Macaria utiliza, además de la manta de algodón, las telas de marquice, tergal y los hilos de madejas de algodón. Con ella laboran hoy día diez personas, mujeres todas y parte de su familia, quienes se encargarán un día de mantener viva la tradición.

Maestra y guía de la tradición del bordado en Zacualpan

Como señala Macaria, la tradición de bordados de Zacualpan tiene su origen en los vestidos típicos de los habitantes de esta comunidad. Por esta razón, muchas de las artesanías que hoy realiza están inspiradas en los motivos y en los diseños de estas ancestrales vestimentas. Macaria realiza, por ejemplo, ajuares completos de mujer con mantilla, huipil y falda, bordados con brillantes diseños en color rojo intenso. De la misma manera, realiza la tradicional vestimenta del hombre, con camisa, pantalón y ceñidor, también bordados. Estos trajes son demandados en el resto del Estado durante las fiestas Guadalupanas, en las que por tradición los padres presentan a sus niños y niñas ante la Virgen de Guadalupe ataviados todos con vestimenta bordada. Macaria Santos diseña, corte y cose todas las prendas de vestimenta de los trajes típicos, además de encargarse de los bordados y los deshilados. Entre sus herramientas están las agujas de coser, agujas para deshilar, tijeras y bastidores de madera. Los deshilados se aplican sobre todo en manteles, rebozos y en piezas especiales. Vale la pena señalar que el deshilado es la actividad que más disfruta Macaria de todo el proceso. Pero en realidad la mayor satisfacción de Macaria está en la enseñanza que deja a sus hijas, nietas y vecinas de su comunidad, a quienes les ha otorgado el conocer un oficio que no sólo les puede dar una forma de vida, sino que les enlaza con las antiguas tradiciones de su pueblo.

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Master craftswomen and guide of the embroidery tradition in Zacualpan

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he town of Zacualpan, located in the municipality of Comala, is nestled in between the Sierra de Manantlan and the skirts of the Colima Volcano, Zacualpan is in the middle of a temperate forest next to the Rio Armeria or Rio Grande.

Like other indigenous communities of the State, Zacualpan is also distinguished by the vitality of her traditions and the crafts of her people. The town has been known since ancient times for its production of fabrics and embroidered costumes. Heir to this tradition of fabrics and threads, Macaria Santos Maximo produces some of the most delicate and expressive embroidery and open-thread work of the entire Colima State. With forty years experience in this craft, Macaria is now a guide and a teacher for many new apprentices in her community. Macaria tells that she learned the craft of embroidery from her godmother, who was a full-time craftswoman, dedicated to the production of costumes and embroidered dresses for the people of Zacualpan. Her godmother’s production was made for sale only at the town, since until the middle of last century embroidered clothes were the everyday dress of the inhabitants of the region. Nowadays Macaria keeps using the basic cotton cloth for her work; additionally, she uses “marquice” and “tergal” fabrics along with cotton skeins. She now employs ten workers, all women who are part of her family. She is confident that one day they will take over the workshop and keep the tradition alive.

the traditional attire of Indian men, with cotton shirt, pants and sash, also embroidered. These costumes are in high demand in the rest of the state of Colima during the Lady of Guadalupe festivities. At this time, tradition dictates that parents bring their children, fully dressed in the traditional, embroidered indigenous costume, in front of the Virgin of Guadalupe. Macaria Santos designs, cuts and sews all the different types of clothes that make up the traditional costumes. She is also in charge of the embroidery and open-thread work made on them. Her basic tools are sewing needles, open-thread-work needles, scissors and wooden, fabric-holding frames. The open-thread work is made mostly for tablecloths, shawls and custom-made pieces. Interestingly, making open-thread work is the activity that Macaria enjoys the most in the whole process. Yet the greatest satisfaction Macaria gets comes from her being a teacher and a guide to her daughters, granddaughters and other members of her community. She has taught them a trade that is not only a way of living, but also a link to the ancient traditions of her people.

As noted by Macaria, the embroidery tradition was born in Zacualpan for the purpose of making the typical clothing of the indigenous community. For this reason, many of the embroidery designs that are made today follow the original motifs used in those ancient garments. Macaria still makes, for example, the full regalia of indigenous women with head cover, blouse and skirt embroidered with bright, red-color designs. She also makes

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MARTÍN RÍOS ALCALÁ

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artín Ríos Alcalá tiene ya más de 35 años inspirándose en la antigua cerámica prehispánica de Colima, reproduciendo muchas de las figuras de la tradición clásica que han dado un renombre internacional al Estado: los perritos gordos, los bailarines ricamente ataviados, los pericos y toda esa serie de creaciones que, como en ninguna otra región de México, retrataron la vida cotidiana del habitante de nuestra región, con sus animales, su flora, sus bailes y su arquitectura. Las figuras, como en la antigüedad, son elaboradas a partir de un característico barro rojo. También se usa una arcilla amarilla y una blanca para aplicaciones de color. Estas arcillas las encuentra Martín, como los antiguos, en la zona de Comala, cuna de una de las más reconocidas tradiciones de cerámica prehispánica en el occidente de México. Esta arcilla se debe primero pulverizar y luego cernir con diferentes mallas para separar el grano de arcilla más fino. La arcilla fina puede ya ser mezclada con agua y amasada en preparación para el modelado. De ser necesario, se le añaden otros diferentes tipos de arcillas para lograr diferentes resultados. Por ejemplo, en algunos casos se le agrega arcilla oscura y partículas de fibra vegetal para dar mayor consistencia y densidad al barro, en otros casos se le puede agregar arcilla amarilla para dar un tono diferente a la cerámica.

Recrea con maestría la antigua cerámica de Colima

se basa en el modelado por adición gradual de rollos de arcilla y el pastillaje. Como herramientas, utiliza cuchillos, paletas de madera y tubos metálicos para modelar, también emplea agujas de estambre para lograr diferentes efectos por esgrafiado. En promedio, le lleva entre una hora y hora y media modelar una figura de arcilla. Después de dejarle secar algunas horas, la figura debe de ser alisada, esgrafiada y pulida antes de ser introducida al horno de cocción. Una vez cocida, la figura es manchada delicadamente con una tintura negra a fin de darle el efecto de patina. El acabado final consiste en una capa de aceite o grasa mineral que, luego de pulida, otorga su característico brillo a la pieza. Como réplicas de las antiguas obras maestras del arte prehispánico de Colima, realizadas con la misma técnica y los mismos materiales que utilizaban los antiguos ceramistas, muchas de las espléndidas obras que realiza Martín forman parte hoy día, de importantes colecciones nacionales e internacionales. Reconociendo el valor simbólico de las figuras que elabora, Martín Ríos señala que muchos de quienes adquieren una de sus réplicas de los perritos antiguos es porque tienen la ilusión, como los antiguos habitantes de la región, de tener al morir quién los guíe para cruzar el río que separa la vida de la muerte.

El barro así preparado es entonces modelado a la figura deseada. Cabe destacar que Martín, como los artistas prehispánicos que lo inspiran, no utiliza moldes ni torno para realizar sus obras. Su técnica

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Masterfully recreates ancient Colima ceramics

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or more than 35 years, Martin Rios Alcala has found the inspiration for his craft in the ancient pre-Hispanic ceramic of Colima. Through all this time he has been making replicas of many of the figures of the classical ceramics tradition that has given an international reputation to ancient Colima culture: fat dogs, richly attired dancers, parakeets, and others. Ancient pre-Hispanic potters created a whole series of figures that portrayed the everyday life of the inhabitants of this region, including their animals, their plants, their dance and their architecture. It is a unique style of ceramics that sets Colima apart from many of the other ancient sites of Mexico, The figures made today by Martin Rios are made from a distinctive, local red clay. He also uses yellow and white clay for color applications. Martin finds these clays in the same places where the ancient potters used to find them: the Comala area, a site that is home to one of the most famous pre-Hispanic ceramic traditions in western Mexico. After collecting the dry clay from soil deposits in Comala, the material must first be hit with a mallet to break down all lumps and make it into a powder. This powder is then sifted with different sized meshes to separate the finer clay. Fine, powdery clay is ready to be mixed with water and kneaded in preparation for modeling. At this point, if necessary, other different types of clay may be added to achieve different results. For example, in some cases dark clay and vegetable fibers are added to give greater consistency and density to the working mud; in other cases Martin adds yellow clay to give a special hue to the ceramics.

The clay is then ready to be sculpted to the desired shape. It is important to point out that Martin, like the ancient pre-Hispanic artists that inspire him, makes his figures without the aid of molds or wheels. His technique relies on modeling by gradually adding coils of clay. Martin uses as tools knives, wooden pallets and metal tubes; he also employs yarn needles to achieve different effects by scratching. It takes Martin, on average, sometime between an hour and an hour and a half to model a clay figure. After he has done it, he lets it dry for a few hours. By then the figures are ready to be smoothed, scratched if necessary and polished before being introduced to the oven. Once fired, the figure is delicately stained and splattered with a black tincture in order to give it a patina effect. Adding a layer of mineral oil makes the surface finish. When perfectly polished, this oil gives the piece its characteristic luster. The splendid works that Martin makes are replicas of ancient pre-Hispanic masterpieces of Colima, made with the same techniques and the same materials used by the ancient potters. Today, these replicas are part of major national and international collections. Martin Rios is very aware of the highly symbolic and ritualistic value of the ancient figures that he uses as models. He says that many of those who acquire one of his replicas of the old dogs have the illusion, just as the ancient inhabitants of the region had, of having a dog spirit guiding them across the river that separates life from death.

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ROSA MARÍA

MONTAÑO LÓPEZ

Se dice que quien no conoce a un ópalo no conoce los colores del arco iris de los cielos mexicanos”.

Así comienza Rosa María Montaño a narrar porqué ella ha seleccionado el ópalo, junto con el ámbar, como las piedras que más utiliza en sus creaciones. Recuerda que el ópalo y el ámbar eran consideradas piedras sagradas por nuestros ancestros prehispánicos.El penacho de Moctezuma, señala, tenía un gran ópalo del tamaño del puño de la mano, lo que nos habla de cómo el ópalo era apreciado por la antigua nobleza mexicana. Nacida en el Municipio de Armería, Colima, en 1963, Rosa María Montaño López aprendió las bases de la joyería de su padre, un joyero reconocido. Recuerda con nostalgia que su amor por las piedras empezó desde que ella era niña y su papá le traía piedras preciosas de cada lugar que visitaba. Con esas piedras, la joven Rosa María empezó a experimentar con la creación de sus propias joyas y a desarrollar su talento creativo. Después de estudiar la licenciatura en administración de empresas, decidió emprender un viaje a varios países a fin de conocer de más técnicas de joyería y así perfeccionar su propia técnica y desarrollar sus propios diseños. Hace ya veinte años que inició de lleno su taller de joyería.

Artífice de joyería con las piedras sagradas de México

A continuación, comienza a diseñar una forma única que realce esa piedra, realizando varios bosquejos hasta llegar al diseño final. Procede luego a la elaboración del molde para la pieza que recibirá la piedra, vacía el metal fundido y lo deja enfriar. Posteriormente se sueldan a éste las diferentes filigranas y decoraciones que complementan el diseño. Finalmente la pieza se deja secar, se pule y se le aplica un bruñido que le da un acabado liso y libre de toda imperfección. Entonces, la pieza completa se hornea. Una vez enfriada la pieza, se pule nuevamente y, si requiere una patina como acabado final, la pieza se mete a oxidar. Sus herramientas incluyen limas, piedras de cuarzo, cepillos de alambre, pinceles, cortadores, espátulas y crisoles. También utiliza pinzas para unir, rodillos de cuarzo para extender la plata y un horno especializado. Una sola pieza elaborada puede tomar hasta una semana de trabajo. Rosa María Montaño ha tenido ya varios reconocimientos nacionales e internacionales por sus creaciones. Sin embargo, su mayor orgullo es saber que gracias a estos reconocimientos nuestros minerales y nuestras piedras y, sobre todo, nuestra cultura, son dados a conocer en todo el mundo.

En la actualidad, cinco personas trabajan en su taller, todas parte de su familia, entre ellas su hermana Silvia. Hoy día además del ópalo y el ámbar, Rosa María utiliza también jade, coral, amatistas, perlas y ónix, entre otras. Como metales preciosos emplea principalmente la plata y en menor medida el oro. El proceso de creación de una pieza de joyería la inicia con la selección de una piedra preciosa especial.

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Creator of jewelry with the sacred stones of Mexico

It is said that those who do not know an opal do not know the colors of the rainbow of the skies of Mexico.”

With these words, Rosa Maria Montaño describes the reason for which she selected the opal, along with amber, as her favorite stones for her creations. She likes to remind her customers that her pre-Hispanic ancestors considered opal and amber sacred stones. Montezuma’s feathered headdress, she notes, had a fist-size opal, which tells us how the ancient Mexican nobility valued that stone. Born in the town of Armeria, Colima, in 1963, Rosa Maria Montaño Lopez learned the basics of jewelry from her father, a famed jeweler. She gets nostalgic recalling that her love for precious stones began since she was a child and her father brought her gemstones from each far-away place he visited. With these stones, the young Rosa Maria began formal experiments for developing both her own jewelry and her creative talents. After studying a degree in Business Administration, she decided to make a journey to several countries in order to learn further about jewelry techniques, thus improving her own manufacturing methods in the process of developing her own designs. She founded her own jewelry workshop twenty years ago. Currently, five people work in her workshop, all part of her family. In addition to her favorite stones opal and amber, Rosa Maria also uses jade, coral, amethyst, pearls and onyx, among others. The precious metals she uses are mainly silver and, to a less extent, gold. The

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process of creating a piece of jewelry begins with her selection of a particular gemstone. She then begins to search a unique design that enhances the stone, making several sketches to get the final solution. She then goes on to develop the mold in which she will cast the piece on which the stone will be mounted. When the mold is done, she pour into it molten metal and then lets it cool before removing the cast piece. Subsequently, she welds onto the cast piece the different metal threads and other decorative applications that complete the design. Finally the piece is left to dry. After that, it is polished and burnished to a finished, smooth surface free of any imperfections. At this point the entire piece is fired. Once cooled, the piece is polished again and, if a patina finish is required, the piece goes though an oxidizing process. Rosa Maria’s tools include limes, quartz stones, wire brushes, brushes, cutters, spatulas and melting pots. She also uses special holding clips, specialized quartz rollers to flatten out the silver and a professional-grade furnace. An elaborate piece can take up to a week’s work in making. Rosa Maria Montaño has already won several national and international awards for her creations. However, her greatest pride is in knowing that through these awards the stones and minerals of Mexico, and, above all, Mexican culture, are better known all over the world.


SERGIO ARTURO

RODRÍGUEZ GARCÍA

Creador de tesoros con semillas preciosas *Razón Social: María Susana Espinoza Garduño

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ace algunos años, Sergio Arturo Rodríguez García y su esposa María Susana Espinoza Garduño caminaban un día por un paraje de Comala cuando se toparon con puñados de vainas de parota dispersas en el suelo. Fascinados con la belleza de las semillas que llevan las vainas, se las llevaron a su casa y probaron a engarzarlas en collares, pulseras y aretes. Lucían de tal manera las semillas, que al poco tiempo mucha gente empezó a pedirles piezas de esta especial joyería. En Colima, la producción extensa de joyería con semillas locales es una actividad relativamente reciente. Pioneros en esta artesanía, Sergio Arturo Rodríguez y su esposa han sabido valorar la gran belleza de muchas de las vistosas semillas de algunos de los árboles nativos a nuestra región, creando joyas originales en las que las semillas surgen con todo su esplendor y vistosidad.

Sergio Arturo y su esposa utilizan exclusivamente semillas que encuentra en nuestro Estado, incluyendo semillas de los árboles de la parota, del colorín, de la vaina del tabachín, de la palma del coco kerpiz, así como del café, la jojoba y la cáscara de la nuez del coco, entre otras. Vale la pena destacar que esta artesanía ha sido creada por la iniciativa y el empeño de la pareja de Sergio Arturo y María Susana, quienes aprendieron por si solos el manejo de las semillas y su aplicación en joyería. Cuenta María Susana que anteriormente ella y Sergio Arturo habían iniciado un pequeño taller para la elaboración de pulseras con tejidos naturales obtenidos de plantas de la región, pero siempre les llamaba la atención la belleza de las semillas que encontraban cuando iban a recolectar las fibras naturales, y se preguntaban si habría alguna forma de incorporar algunas de las más bellas semillas como verdaderas joyas en diseños originales. Fue en este tiempo cuando encontraron el tesoro de semillas de parota tiradas en el suelo de un paraje de Comala. Así nació en ellos la iniciativa

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para experimentar con maneras de preservar y engarzar las semillas en collares, pulseras y aretes. Hoy día, ellos mismos continúan recolectando las semillas en los parajes boscosos de Colima. Las semillas recolectadas son lavadas con mucho cuidado de no dañarlas, y luego se dejan secar al sol durante algunas horas. Posteriormente cada semilla es pulida para acentuar su brillo natural antes de ser perforada y engarzada en una pieza de joyería. Por el alto grado de dureza de las semillas, en especial las de parota, el taller cuenta con un taladro de joyero a fin de perforarlas con precisión. La elaboración de un collar o pulsera simple puede realizarse en aproximadamente una hora. Sergio Arturo y María Susana sienten un orgullo especial por su original artesanía, especialmente cuando ven en la calle a personas portando las joyas que ellos elaboraron. Este orgullo nace también de saber que ellos están innovando en la producción de joyería en el Estado al utilizar semillas de especial belleza que se encuentran en nuestra región.


Creator of treasures made with precious seeds

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ne day a few years ago, Sergio Arturo Rodriguez Garcia and his wife Maria Susana Garduño Espinoza were taking a walk in the forests around Comala when they ran into handfuls of parota pods scattered all over the soil. Fascinated by the beauty of the pods and, specially, by the seeds they carry, they took home some of them and tried to use the seeds in necklaces, bracelets and earrings. The seeds looked so wonderful that soon enough many people started asking for more of this special jewelry. In Colima, extensive production of jewelry that uses local seeds for gemstones is a relatively recent activity. As pioneers in this craft, Sergio Arturo Rodriguez and Maria Susana Garduño have come to appreciate the beauty of many of the colorful seeds produced by the trees native to our region. With them, they have created original jewelry in which seeds emerge in full striking splendor. Sergio Arturo and Maria Susana only use seeds and beans found in our State. These include the seeds of the parota and colorin trees; the seeds of the tabachin pod; the coconut obtained from the kerpiz palm tree; coffee beans and jojoba seeds, among others. It is worth noting that this unique craft has been created by the ingenuity and entrepreneurship of Sergio Arturo and Maria Susana, who learned all by themselves both the method to process the seeds and the technique for their application in jewelry. Maria Susana likes to recall that she and Sergio Arturo had previously started a small workshop for making bracelets using natural fibers obtained from plants of the region. But she was always struck by the beauty of the seeds they found when they went to collect natural fibers. She wondered whether they

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could find a way to incorporate some of the most beautiful seeds as gems in original jewelry designs. It was around this time that they run into the parota seeds treasure lying on the floor of a forest clearing of Comala. This finding was a sort of signal for them to start experimenting with ways of preserving the seeds and of setting them in necklaces, bracelets and earrings. Today, both Sergio Arturo and Maria Susana continue to collect the seeds in the jungles and forested landscapes of Colima. The collected seeds are washed with great care not to damage them, and then left to dry out in the sun for a few hours. Each seed is then polished to bring out its natural shine; after that, it is either perforated for holding or simply tied onto a piece of jewelry. Because of the high degree of hardness of the seeds, especially those of parota, the workshop features a jeweler’s drill to perforate them accurately. The making of a single bracelet or necklace can take about an hour. Sergio Arturo and Maria Susana feel a special pride for their original craftsmanship, especially when they see people on the street wearing the jewelry that they have created. This pride comes also from knowing that they are innovating in the production of jewelry by using seeds of special beauty found in our region.


SERGIO MORFÍN CUEVAS

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a charrería es una de las tradiciones más arraigadas en el occidente de México, región que la vio nacer en tiempos de la colonia. En Colima, la charrería ha estado presente desde entonces y con ella han perdurado en nuestro Estado algunas tradiciones artesanales dedicadas a la elaboración de elementos esenciales del atuendo y los enseres del charro.

Una de estas tradiciones es la de la talabartería, la artesanía de la piel recia labrada o martillada para dar forma a los arreos y avíos del charro. Esta tradición ha sido celosamente conservada en nuestro Estado, desde hace varias generaciones, por la familia Morfín. Sergio Morfín Cuevas es hoy día el guardián de esta artesanía tan mexicana, habiendo aprendido el oficio de su padre, Jesús Morfín Barragán y de su abuelo Vidal Morfín, quien había fundado el primer taller en Coalcomán, Michoacán, alrededor de 1910. En 1950, Jesús Morfín Barragán se trasladó a la ciudad de Colima, abriendo entonces su propio taller talabartero. Desde 1975, Sergio Morfín Cuevas tomó las riendas del taller y desde entonces ha mantenido viva esta tradición.

Da nueva vida a la tradición de la talabartería

a su usuario la belleza de un objeto que es símbolo de las tradiciones campiranas de la región.

con pegamento; finalmente, todas las producciones deben cumplir cabalmente en su doble propósito: utilitario y estético.

El taller de Sergio Morfín cuenta actualmente con dos máquinas de coser normales, una máquina de coser de codo, una cortadora de cintos y una prensa para el troquelado. También utiliza sacabocados de varias medidas, almenillas, navajas, troqueles con diferentes patrones, pinzas y martillos de varios tipos. Utiliza pieles bovinas, caprinas y porcinas, que obtiene en curtidurías de Colima y de Guadalajara. Algunas de las piezas que realiza deben ser cortadas con moldes, otras libremente a mano o con troqueles; ciertas piezas son cosidas a con máquinas, otras a mano y algunas son unidas

Hoy día, Sergio Morfín ha expandido su artesanía para incluir algunos artículos que no son exclusivos de la charrería y que reflejan necesidades más modernas. Para esto cuenta ya con algunas máquinas de cosido y de impresión que le ayudan en su trabajo. Sin embargo, la mayor parte de su producción sigue siendo elaborada a mano, imprimiendo con ello a cada objeto la personalidad característica de la fina talabartería que ha distinguido a su familia durante varias generaciones.

Hoy día, muchos de los objetos que realiza Sergio Morfín siguen siendo para la charrería, incluyendo cintos, fustes y fundas, entre otras piezas que forman parte de la tradición de las fiestas charro taurinas de nuestro Estado. Estas piezas se distinguen por tener un doble carácter, por ser objetos utilitarios y a la vez altamente estéticos: fundas de cuchillo, de navaja, de machetes, de escopetas; cinturones, bolsas o chaparreras: todas deben cumplir de forma cabal sus requisitos de funcionalidad y durabilidad, y a la vez otorgar

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Leather craftsman who gives new life to the tradition of saddlery

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harreria, the old-style hacienda cowboy horse sport, is one of the most deeply rooted traditions in western Mexico, where it was born in colonial times. In Colima, charreria has been around ever since, and with it some leather craft traditions that have also survived. These leather crafts had their origin in the need for the essential elements of the attire and equipment of the charro.

One of these traditions is the saddlery, the sturdy leather craftwork carved or hammered to shape the trappings and accouterments of the charro. The Morfin family has jealously guarded this tradition in our state for several generations. Sergio Morfin Cuevas is now the main guardian of this craft, having learned the trade from both his father, Jesus Morfin Barragan, and from his grandfather Vidal Morfin. Both father and grandfather founded the first family workshop in Coalcoman, Michoacan, circa 1910. Around 1950 Jesus Barragan Morfin moved to the city of Colima, opening his own saddler workshop. By 1975 Sergio Morfin Cuevas took over the workshop, and since then he has kept the tradition alive. Today, Sergio Morfin keeps handcrafting many of the items needed by the charros, including belts, holsters, chaps and purses, among other pieces that are used by charros in many of Colima’s festivities,

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including bullfighting. These pieces are distinguished by having a dual nature, being both utilitarian objects and highly aesthetic crafts. Examples of these are knife and razor sheaths, gun holsters, rifle scabbards, belts, bags or chaps: all must be fully functional and durable, while providing its user with a beautiful object that is a symbol of charro traditions. Sergio Morfin’s workshop currently has two normal, leather sewing machines, a corner sewing machine, a belt cutter and a press for leather stamping. He also uses various types and sizes of hole punchers, pattern cutters, knives, stamping dies, pliers and hammers. He works mostly with cow, goat and pig hides, which he finds in tanneries of Colima and Guadalajara. Some of the pieces he makes are cut out using dies; other pieces are freely cut by hand, while yet others are hand cut following patterns. Many of his pieces are sewn with machines; other products are sewn by hand completely, while yet other pieces are joined using glue. These are all elaborate crafts that in the end must comply fully with their double goal of being both functional and aesthetic. Today Sergio Morfin has expanded his craft to include some items that are not exclusive to charros and are, rather, for modern needs. To this end he has acquired new machines that help him in his new crafts. However, most of his production is still being made by hand, thereby giving each object the imprint that has distinguished his family handicrafts for several generations.


YOLANDA

RODRÍGUEZ VENEGAS

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a preservación de las tradiciones artesanales de una comunidad, herencia de sus ancestros, es un indicio de la memoria histórica y vitalidad cultural de sus gentes. Pero acaso la mejor muestra de esa vitalidad emprendedora es la creación de nuevas expresiones estéticas a través de artesanías innovadoras que reflejan las nuevas y cambiantes sensibilidades por las que atraviesa una comunidad.

En Colima, una de las más originales e innovadoras formas artesanales en surgir en los últimos años es la de las lámparas realizadas por Yolanda Rodríguez Venegas en la Villa de Álvarez. Éstas lámparas destacan por ser realizadas con elementos naturales encontrados en los campos y parajes del Estado, objetos que la mano de Yolanda realza en su belleza y expresividad natural, logrando crear objetos de una estética única y propia a nuestra región. Yolanda Rodríguez empezó a trabajar en la creación de lámparas y otros objetos artesanales utilitarios en 1995, a raíz de su asistencia a un curso de artesanías y oficios impartido por el Gobierno del Estado. Al inicio, Yolanda empezó produciendo algunas de las cosas que había aprendido en el curso, pero poco a poco empezó a buscar una artesanía que expresara su admiración por las formas que la prodigiosa naturaleza de Colima le mostraba.

Artista de la luz y la naturaleza

intacta posible la pieza natural encontrada. De esta forma, trozos de bejucos, ramas secas de parota, raíces secas de manglares, y cada objeto de peculiar belleza que encontraba, se fueron convirtiendo en singulares esculturas decorativas y utilitarias. El proceso de producción de una lámpara inicia con la recolección de la madera en el campo; luego ésta debe ser cortada a la medida o forma que se quiere aprovechar; después se procede a lijarla y pulirla para dejar una superficie suave. En este punto, la madera es perforada para poder introducir los cables eléctricos que alimentan a la lámpara. Mientras tanto, el bule que sirve de pantalla se debe de limpiar, dejar secar, cortar, decorar con pintura o pirograbado y finalmente proteger con barniz. Algunas de las lámparas más elaboradas pueden requerir hasta tres días de trabajo y las más pequeñas un solo día. Vale la pena destacar que por las características de los elementos que recolecta en el campo, cada una de las lámparas que produce Yolanda Rodríguez son piezas únicas, ninguna es igual, porque cada tronco, cada rama o cada bule que encuentra tiene una forma distinta y una expresión estética que le distingue. Checar si hay fotos de lámparas, creo que hay de puros bules pintados con rangeliano

Empezó entonces a recolectar pequeños trozos de madera y ramas de formas interesantes que encontraba en paseos a través del campo. Apreciando la estética natural de esos hallazgos, Yolanda buscó utilizarlos en objetos utilitarios, cuidando de mantener lo más

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Artist of light and nature

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he preservation of the handicraft traditions that a community has inherited from its ancestors is an indicator of the vitality of the historical memory and cultural life of its people. Yet perhaps the best evidence of its vitality is the creation of new aesthetic expressions through innovative crafts that reflect the new and changing sensibilities of that community.

One of the most original and innovative handicrafts to emerge in recent years In Colima is that made by Yolanda Rodriguez Venegas in Villa de Alvarez. She makes a unique type of lamp that stands out for being made with natural elements found out in the fields and places of our region. Yolanda’s craft enhances the beauty and natural expressiveness of these natural elements, creating a unique aesthetics. Yolanda Rodriguez began working on creating lamps and other utilitarian objects in 1995, after she attended an arts and crafts course offered by the State Government. Initially, Yolanda began producing some of the crafts she had learned in the class; but, gradually, she began looking for an original handicraft that would best express her admiration for the prodigious forms of nature in Colima. She began to collect small pieces of wood and branches with interesting shapes that she found in her walks through the countryside. Appreciating the natural beauty of these findings, Yolanda sought to put them to use in utilitarian objects, carefully keeping their natural shape as intact as possible. Thus, bits of vines, parota twigs, dried roots of mangroves, and every natural object of rare, unique beauty that she found was turned into decorative and utilitarian sculptures.

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The process to craft one of her unique lamps begins with the collection of twigs or timber in the field. The collected pieces of wood must then be cut to the right size. The next step is to sand the wood and to polish it down to a smooth surface. At this point the wood is perforated to introduce the electrical wires that power the lamp. Meanwhile, the bule or gourd chosen for the lamp screen is first cleaned with water, left out to dry in the sun, cut as necessary and decorated using either paint or pyrography. As a last step, both the wood stand and the gourd are protected with a layer of varnish. Some of the more elaborate lamps may require up to three working days to be finished, while the smaller ones can be done in one day. It is worth noting that given the unique features of each natural element collected in the field, each lamp produced by Yolanda Rodriguez is a unique object. No two lamps can be alike because each trunk, each branch or each gourd has a different and unique aesthetic expression that distinguishes it.


ZENORINA HUITRÓN CERVANTES

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na de las características más valiosas de las artesanías suele ser el uso de materiales naturales de plantas nativas a una región y que se recolectan sin causar daños significativos al entorno natural. El reciclaje de este tipo de recursos ha sido una constante de la actividad humana a través de la historia, actividad que se ha ido perdiendo conforme los materiales sintéticos remplazan estos materiales totalmente biodegradables. La recuperación de estas prácticas, especialmente a través de artesanías con funciones utilitarias, es una forma de acercarnos a un mejor modelo de sociedad sustentable. Una de éstas actividades artesanales es la que desarrolla con singular maestría Zenorina Huitrón Cervantes desde su taller en la localidad de San Buenaventura, en Manzanillo, Colima. El material que ella utiliza en su producción son las llamadas barbas de pino, que son las agujas de pino secas que cubren los suelos de los bosques templados. Es de llamar la atención que Zenorina se desplaza desde su pueblo a la orilla del mar, hasta los bosques de pino en las faldas de los Volcanes de Colima para recoger ella misma la materia prima para su artesanía, de manera que parte de su trabajo consiste en el reciclaje de este residuo natural. Zenorina Huitrón aprendió la técnica del ocochán, como se le llama a esta artesanía, gracias a un taller que llevó a cabo. Tiempo después, instaló su propio taller, empleando su propia creatividad para generar diseños originales y para dar a cada una de sus piezas detalles y acabados únicos. En ocasiones, se ha inspirado en las cerámicas antiguas de Colima a fin de crear nuevas formas con el

Tejedora de las barbas de pino

tejido. Hoy día en su taller laboran cinco personas, todas parte de su familia, realizando cestos, dulceros, tortilleros, servilleteros, fruteros y canastos, entre otros. Para su elaboración, además de la barba de pino, utiliza agujas de metal, hilo, barniz y brocha. Ella misma recoge las agujas de pino en visitas a la sierra alrededor de los volcanes. La elaboración de una pieza comienza con la selección y limpieza de las agujas; en la realización de un cesto tortillero, por ejemplo, inicia formando la base plana con un tejido circular que va creciendo en espiral al tiempo que se va atando con hilos. Una vez formada la base, se comienzan a levantar las paredes de la pieza con una cintilla de barbas que sube girando también en espiral. Después de cuatro o cinco vueltas la cintilla se cierra y se forma entonces una trenza también circular y que sirve como decoración en el tejido. De forma similar se forma la tapadera. Una vez terminada la pieza, se barniza y finalmente se pule a fin de dejar una superficie tersa. Realizar una pieza típica con barba de pino requiere generalmente de un día de trabajo. Zenorina Huitrón señala que lo que más disfruta de su artesanía—además de las visitas que hace a los bosques—es que es una actividad familiar que, al hacerse en casa, promueve la interacción entre los miembros de la familia y la formación de aprendices, que así se aseguran de tener una valiosa actividad laboral propia.

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Weaver of pine tree needles

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ne of the most valuable features of handicrafts is the frequent use of plant materials native to a region and harvested without causing significant damage to the natural environment. The recycling of these resources has been a constant of human activity through history. However, this recycling has been gradually lost in recent years as synthetic materials replace these fully biodegradable elements. The recovery of natural-resource practices, especially through crafts with utilitarian functions, is a way to approach a better model for a sustainable society. One of these sustainable crafts is skillfully made by Zenorina Huitron Cervantes in her workshop in the town of San Buenaventura, part of the port of Manzanillo, Colima. The material she uses in her production are what she calls pine tree “beards,” which are actually dried pine tree needles found covering the soils of temperate forests. It is striking that Zenorina travels all the way from her beachside town to the pine forests in the foothills of the Colima Volcano in order to collect the raw material for her craft. In this way, an essential part of her work involves recycling this natural element.

Zenorina Huitron learned the technique for making ocochan, as this craft is called, thanks to a workshop. Time after, she set up her own workshop, using her creativity to make original designs and to give every part of her work, special details and unique touches. At times, she has been inspired by ancient Colima ceramics to create new forms with the fiber. Today she works in her workshop with five other people, all part of her family, making baskets, candy jars, tortilla containers, napkin rings, fruit bowls and small hampers, among others. For making her handicrafts Zenorina uses metal needles, thread, paint and brush, as well as dry pine tree needles. She collects the pine needles on visits to the foothills around the Colima volcanoes. The first step in the making of a piece is separating the bad needles from the good ones, and after that cleansing the good needles that will be used for weaving. In making a tortilla basket, for example, Zenorina starts by weaving the flat base forming a circular spiral that grows from the center; she ties with wire each loop as she

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weaves along. Once the base is formed, she begins to raise the walls of the basket with a long coil of pine-needles twine also rising in a spiral. After four or five rounds the twine is tied down. At this point Zenorina will insert a circular braid of pine needles that will serve as ornamentation. The lid is made the same way the base was weaved. When the weaving is finished, the piece is varnished and finally polished in order to leave a smooth surface. Making a typical pine tree needle basket usually requires a day’s work. Zenorina Huitron points out that what she enjoys most about her craft, in addition to her visits to the cool forests, is that her work is a family activity. This fact gives her family members the opportunity to interact at home while providing young family apprentices with the training for a worthwhile trade.


AGRADECIMIENTOS C. RAFAEL GUTIÉRREZ VILLALOBOS SECRETARIO DE FOMENTO ECONÓMICO

LIC. MARIANO CÉSAR GUTIÉRREZ LARIOS DIRECTOR GENERAL DE DESARROLLO Y FOMENTO ECONÓMICO

LICDA. CAROLINA VENEGAS OCHOA EXCOORDINADORA DE FOMENTO ARTESANAL

LIC. LUIS FERNANDO VÁZQUEZ GODINA DIRECTOR DE TELEVISIÓN DEL ICRTV

LIC. JUAN CARLOS GÓMEZ DÍAZ EXPRESIDENTE DE LA CANIRAC

LICDA. DORALI RODRÍGUEZ CASTELLANOS

JEFE ACADÉMICO DE LA LICENCIATURA EN DISEÑO DE LA UNIVERSIDAD DE COLIMA

LICDA. MARISELA BECERRA VERDUZCO

PROFESORA DE LA LICENCIATURA EN DISEÑO DE LA UNIVERSIDAD DE COLIMA

CRÉDITOS MIGUEL ALEJANDRO GONZÁLEZ VIRGEN ESTILO Y REDACCIÓN

JOSÉ LUIS CALDERÓN MAFUD MEDICIÓN DEL IMPACTO DE LA MARCA

JOSÉ ROBERTO LEVY ÁLVAREZ PRODUCCIÓN DE VIDEOS DOCUMENTALES

SIGI PABLO PINEDA GARCÍA FOTOGRAFÍA

STANLEY CAMPOS ANGUIANO LEVANTAMIENTO DE INFORMACIÓN

RAFAEL SÁNCHEZ GONZÁLEZ LEVANTAMIENTO DE INFORMACIÓN

MARCO ALEJANDRO ORTEGA HEREDIA DISEÑO GRÁFICO Y EDICIÓN

ROBERTO MARTÍNEZ ENCISO ADRIANA MARGARITA ROBLES LARIOS PATRICIA GONZÁLEZ HEREDIA GESTIÓN Y LOGÍSTICA

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