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Argonauta 13 - Ciencia y Tecnología

Revista cultural del Bajío

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EDITORIAL

Foto: Andrés Aguilera Patiño

En 1632, en Florencia, Italia, Galileo Galilei publica Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, donde debate, a través de tres interlocutores distintos -Salviati, un heliocentrista; Simplicio, un geocentrista; y Sagredo, que representa una visión neutral-, sobre los movimientos del universo en torno al sol. Con su ensayo, Galileo defendió la teoría copernicana, y a su vez ganó enemigos que lo acusaron de herejía ante una inquisición que no dudaría en condenarlo a perpetuo arresto domiciliario y conminarlo a renegar de sus ideas. En otro país y en otro tiempo, Isaac Newton publica Principios matemáticos de la filosofía natural, donde confirma todos los fenómenos físicos observados por Galileo, es decir, expone y quiebra, a través de la matemática, los viejos esquemas aristotélicos que habían fosilizado el pensamiento, para fundar los principios básicos de la mecánica.

Podemos pensar que desde los tiempos de Galileo la ciencia es un martillo -no siempre poderoso- para demoler dogmas de fe. Sin embargo, y a pesar de los mares de información y conocimiento por los que hoy navegamos, oímos con demasiada frecuencia discursos de rechazo a los beneficios de la vacunación, o en contra del desarrollo sustentable y de las energías verdes, o para negar la existencia del cambio climático. Como en los tiempos de Galileo, la llama de la censura siempre encuentra su incendio.

Ante los prejuicios de los hombres, la ciencia es una escuela de modestia, de valor intelectual y de tolerancia -escribe Ernesto Sábato-, pues muestra tarde o temprano que no existe un sólo dogma que no se haya desmoronado ante su embate. En este número de Argonauta exploraremos algunos desarrollos tecnológicos que ocurren en nuestro entorno más cercano, y analizaremos de la mano de científicos y escritores algunas de sus implicaciones para nuestro presente y futuro. Bienvenidos a bordo.

POLYBION

EL PRESENTE DE UN MATERIAL DEL FUTURO

por: JAIME PANQUEVA

Pocas personas creerían que una de las empresas biotecnológicas de mayor futuro en nuestro país se aloja en un estacionamiento subterráneo de la Zona Dorada de Irapuato. “No hablaremos de un proyecto, sino de una empresa ya consolidada y en funcionamiento”, nos advirtió Axel Gómez Ortigoza cuando concretamos esta entrevista. Dudamos antes de timbrar si el logosímbolo junto a la puerta hace parte de alguna fórmula química o es una “S” estilizada. El portón metálico se abre, nos recibe Jorge, un joven alto, corpulento, con barba poblada. Descendemos la rampa acanalada de concreto hacia los intestinos de Polybion. El aroma cambia, se humedece, huele a tierra. Al fondo del garage, al parecer se tritura desecho de cañas.

Se presenta un hombre delgado, de estatura promedio, sonríe, es el Ing. Axel Gómez Ortigoza (26). Nos conduce a su sala de juntas, donde exhibe varios de los premios que ha obtenido en los últimos años. Sobre ellos destaca el reconocimiento del MIT Tecnology Review, el cual solo es otorgado a los Jóvenes Innovadores menores de 35. Lo obtuvo en noviembre del año pasado. Sobre una repisa reposa el Vasco de Quiroga, premio otorgado por su ciudad

Foto: Vladimir Campos

natal en febrero de este año. Tomamos asiento, y como niños de primaria aguardamos sus palabras. “Los materiales tradicionales sintéticos son muy tóxicos y poco sustentables en su uso y producción. En Polybion hemos desarrollado alternativas para reemplazar diferentes materiales que tienen un gran impacto en la huella de carbono, como Fungicel, un aislante para el empaque de materiales que al mismo tiempo puede reemplazar a las espumas aislantes. El material puede tomar la forma que requiera el cliente, como, por ejemplo, la de un panel acústico. Depende de lo que el cliente quiera usar. El Lignum, otro de nuestros productos, es un sustituto de madera; y el Celium que puede reemplazar a la piel sintética. Cada uno de ellos ayuda al medio ambiente en la disminución de gases de efecto invernadero pues para su transformación empleamos desechos agroindustriales”. Jorge aclara, “Todo parte de desechos agrícolas o industriales, pero lo que determina el uso es la cepa que empleamos”. Lo sorprendente y el amplio campo de acción que tiene Polybion a futuro radica en que todos sus productos están compuestos por hongos cultivados en laboratorio. Podríamos ponerlo de otra forma: los desechos son transformadospor distintas

cepas de hongos con una función específica que puede determinar propiedades como la fuerza mecánica, la suavidad al tacto, incluso el color. “Tenemos una biblioteca biológica que incluye unas 20 cepas nativas mexicanas. Realmente la biblioteca podría ser casi infinita y abarcar millones y millones de especies...” ¿Las han patentado? “No se pueden patentar, pero si se puede patentar el uso específico del ente biológico. Se pueden patentar los usos específicos, no el ser biológico. También se puede, ahora que lo mencionas, si el hongo ha sido modificado genéticamente. Por el momento, las cepas que usamos no lo son, pero sabemos que podríamos mejorar sus propiedades. De hecho, ya estamos trabajando en eso: una cepa mutagenizada o modificada genéticamente. Eso abre las posibilidades para todo un campo de desarrollo novedoso.”

Nos quedamos paralizados al darnos cuenta del enorme potencial latente a unos pasos de donde nos reunimos; al otro lado del cristal que nos separa del laboratorio varios técnicos y biólogos cultivan cepas en diversos recipientes. Pero, ¿de dónde surgió la idea? “Queríamos abastecer la demanda actual de productos de consumo, como lámparas, páneles o

INTERVENCIÓN POÉTICA

JOSÉ ESCALERA: LIBERTAD, DECISIÓN E INTENCIÓN ESTÉTICAS

por: LUIS CARRERA – JAIME PANQUEVA

Visitamos al pintor José Escalera en su estudio situado sobre el Paseo de la Presa en Guanajuato. La charla gira en torno a su exposición retrospectiva realizada en Museo de la Ciudad de Irapuato en el mes de febrero de este año. Arquitecto de profesión, profesor y funcionario público, a lo largo de su vida nunca ha dejado de pintar: “desde siempre, es una vocación, para mí siempre ha sido la pintura. Y aún teniendo responsabilidades académicas y administrativas, porque también fui director de artes plásticas y arquitectura. Siempre hubo el tiempo para dedicarme a pintar.”

El trabajo expuesto, se ramifica en diversas técnicas, serigrafía, tinta, acrílico, arte digital, acuarelas, esmaltes y

está marcado por la intención estética: “Yo intento que los encuentros en la creación no sean casuales. La casualidad a mí no me gusta, me gusta más que las cosas estén planeadas... Esto tiene incluso que ver con el estado de ánimo: si yo estoy en una situación crítica no uso el pintar para desahogar aquello, ¿no?, porque dicen, “ah, es un pasatiempo”, y no, no es un pasatiempo. Siempre hay un propósito de pintar, de crear.”

La conversación se desliza por diversos temas, las técnicas, su trabajo en la Universidad de Guanajuato, en despachos de diseño y el sector público. Habla con cariño de Chávez Morado y del maestro Jesús Gallardo, fallecido hace un año: “fue mi profesor de dibujo en arquitectura. La última vez lo vi en la

red médica. Lo encontré y platicamos de Nishizawa, de Chávez Morado, de Van Gogh. Y el me decía, “oye Pepe, ¿y por qué pintas lo abstracto?, si Nishizawa esas cosas que hizo al final, qué cosas tan feas, ¿no sería demencia senil?”, dijo, y yo le dije en broma, “no, maestro, más bien esquizofrenia”.

En este portafolio, incluimos no sólo obra abstracta sino también sus tintas: “siluetas de campanarios y de la calle Hidalgo en Guanajuato, que es mi fascinación”, y que fueron también expuestas en Irapuato. Con el humor que revela la experiencia vivida y aquilatada, el maestro Escalera define su momento actual: “Ya para mí, la vida no es lo que idealicé en un momento, pero hubo muchas cosas que se cumplieron y es para mí un privilegio el acabar, autoestimándome.”

HELIA BRAVO HOLLIS: MORFOLOGÍA DE UNA CACTÓLOGA

por: JORGE COMENSAL Y MARÍA GÓMEZ DE LEÓN

¿Qué hace una mujer vestida de traje sastre en medio del desierto, posando con un cuchillo en la mano al lado de una biznaga colosal? La fotografía en blanco y negro parece un error en la Matrix, la improbable transmigración del alma de un criminal al cuerpo de una tía benévola, o la teletransportación de esa tía desde la cocina de su casa, donde estaba a punto de cortar un pepino, a un rincón profundo de la sierra poblana. Esta curiosa yuxtaposición de elementos —cuchillo, vestido, biznaga, cámara fotográfica— ocurrió en alguna de las muchas expediciones que Helia Bravo Hollis, la primera bióloga mexicana, realizó en busca de cactáceas durante buena parte del siglo XX. Nacida en 1901 y muerta en 2001, cuatro días antes de cumplir un siglo de homeostasis alejada del equilibrio termodinámico —o sea, de vida—, Bravo Hollis fue protagonista del surgimiento y consolidación de la biología como una ciencia en México.

El fusilamiento de su padre durante la Revolución probablemente contribuyó a que Helia y su hermana Margarita (que llegó a ser una destacada especialista en gusanos), continuaran sus estudios más allá de la educación básica que se consideraba suficiente para las mujeres en aquellos tiempos de pulque, sombreros y caballos.

La carrera biológica de Helia Bravo Hollis comenzó encerrada entre cuatro paredes, circunscrita a explorar territorios diminutos, encorvada frente al microscopio como un signo de interrogación humano. Su mentor, el biólogo autodidacta Isaac Ochoterena, le asignó el estudio de la vida unicelular en la Escuela Nacional Preparatoria. Los organismos unicelulares que atraparon su atención fueron los protozoarios: “yo me hice bióloga al estudiarlos”. Tal vez Ochoterena le encargó ese tema porque parecía el más “apropiado” para una mujer de aquel tiempo: para observar microbios no hacía falta emprender excursiones temerarias por montañas, pantanos o desiertos; bastaba con hurgar en una gota de agua para conocer esos bichos dotados de cilios y flagelos, propulsados por pseudópodos invisibles al ojo desnudo. Bravo Hollis sólo disponía de una mesa, una dupla de lentes pulidos, tinción de rojo neutro, cultivo de infusión de paja: con estos recursos se convirtió en la primer mujer mexicana en sumergirse en el mundo unicelular.

Pero el régimen de la Revolución institucional la sacó del laboratorio y la llevó por caminos mucho más inhóspitos. En 1929, cuando la Universidad Nacional adquirió la autonomía, Isaac Ochoterena fue nombrado director del Instituto de Biología, y ante la escasez de especialistas, reclutó a sus discípulos más sobresalientes, entre ellos Helia Bravo, que había

estudiado la carrera en Biología (fue la primera persona que obtuvo ese título en el país). Ochoterena la hizo responsable del herbario del Instituto, un nuevo recinto aislado por cuatro paredes en la Casa del Lago de Chapultepec. “Tuve que dejar mi especialidad en protozoología para dedicarme a la botánica,”escribe, narrando una pérdida compensada por la ganancia de una colección de organismos fotosintéticos pluricelulares. Como el nuevo régimen tenía una marcada orientación nacionalista, se impuso un programa de investigación científica en torno a temas nacionales, y ciertas plantas son más mexicanas que otras (no es casualidad que en el escudo nacional figure un mítico ejemplar de Opuntia ficus-indica). Por eso, Ochoterena le

LA INDUSTRIA 4.0 Y SU IMPACTO ¿QUIÉN GANA Y QUIÉN PIERDE? ALGUNOS APUNTES

por: DIEGO BALTAZAR H ay un nuevo personaje en la postal urbana. Si pudiéramos ver con claridad a la sociedad hipermoderna mexicana, al estilo de Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central de Diego Rivera, observaríamos que entre los personajes citadinos ha aparecido uno muy particular. De piel morena, mira hacia arriba con esperanza, mientras un textil verde deslumbrante sobre sus hombros y espalda da forma a su mochila, mientras sujeta con firmeza sus tirantes, guantes y celular en mano: es el chico del delivery. Cada día es más habitual encontrar por calles y plazas más personas de estos servicios llamados delivery. Aguardan en las entradas de los centros comerciales o transitan por las avenidas ya sea en bicicletas o motos. Para mucha gente es aún un misterio su figura y objetivo, para otros no tanto. —¿Qué venden?, solían preguntar a los chicos de la gran mochila verde. Otros tantos indagan entusiasmados los requerimientos para ingresar a este fenómeno.

La esencia del empleo que llevan a cabo estos nuevos trabajadores es sencilla: las aplicaciones de entrega (delivery apps), plataformas automatizadas que ordenan y distribuyen rutas, asignan clientes a los repartidores que estén registrados en su marca, generalmente se trata de comida. La inteligencia artificial y la utilización masiva de datos son una de las características de estas empresas que se desarrollan a través de aplicaciones móviles. Un cliente accede al menú de su aplicación, llena un formulario bastante simple y hace su pedido. El restaurante es notificado, prepara el envío mientras este es asignado mediante un algoritmo a uno de entre tantos repartidores para realizar la entrega de lo solicitado. Parece sencillo, pero esto engloba una serie de discusiones que son y seguirán siendo tema de muchas controversias.

En los foros internacionales, se discute sobre lo que algunos llaman la cuarta revolución en la industria. El concepto fue utilizado por primera vez en 2011, dentro de la Feria de Hannover. La Industria 4.0 se concibe como la siguiente gran transformación que se dará sobre los procesos de industrialización después de las tres primeras que fueron 1. Mecanización y máquinas de vapor, 2. Producción en cadena, 3. Sistemas electrónicos y TICs (Tecnologías de Información y Comunicación). La cuarta comprende la digitalización, computarización, mayor automatización, el uso del internet de las cosas (IoT en inglés) y el uso intensivo de enormes bases de datos, Big data.

El debate sobre esta hipotética cuarta transformación empieza a tomar cada vez más espacios, y gira en torno a polémicas sobre el uso de datos y el control sobre éstos, la vulnerabilidad de los sistemas totalmente automatizados ante ataques de hackers, la redistribución de la riqueza producida por la máquina, así como el papel de la empresa privada y el estado.

BIBLIOTECA DEL ARGONAUTA

I've seen things you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched C-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those moments will be lost in time, like tears in rain. Blade Runner

CAZADORES DE MICROBIOS

Paul de Kruif

A lo largo de casi un siglo desde su publicación, Cazadores de microbios ha sido fuente de inspiración para miles de jóvenes que optaron por una carrera científica, así como ganadores de Premios Nobel, que lo han citado en no pocas ocasiones como el libro que los marcó para elegir su carrera. Paul de Kruif, médico rebelde, investigador expulsado en 1922 del ya por entonces prestigiado Instituto Rockefeller, a raíz de un artículo que criticaba procedimientos médicos de sus colegas, decide incursionar por entonces en el campo de la escritura e inicia su colaboración con importantes plumas de su época, como H. L. Mencken, Carl Sandburg y Sinclair Lewis. Con este último, que obtendría el Premio Nobel de Literatura en 1930, colaboró en la célebre novela Doctor Arrowsmith que fue publicada en 1925 y ganaría el premio Pulitzer, que a la postre sería rechazado por el autor. Un año más tarde, en 1926, aparecería Cazadores de Microbios, bajo la autoría completa de De Kruif. A partir de entonces y hasta la fecha se convertiría en un fenómeno editorial de características globales al ser traducido a decenas de lenguas.

De Kruif incubó durante años la idea del libro, desde que uno de sus estimados colegas de del Rockefeller, Jules Bordet, Premio Nobel de Fisiología y Medicina por sus descubrimientos sobre la inmunidad y descubridor del bacilo que produce la tos ferina, se sentó una tarde en su laboratorio y conversar. "Su estilo de escritura científica es puro", le dijo. "Debería pensar escribir una novela sobre microbios. Puedo ver que sientes que son tan novelables como la ciencia."

La impronta en la escritura científica de De Kruif se alarga hasta nuestros días, por medio de esas historias de 14 científicos pioneros, desde Leeuwenhoek, inventor del microscopio y descubridor del mundo microbiano, pasando por Louis Pasteur hasta Walter Reed y Paul Ehrlich, quien acuñó el término de balas mágicas. Clave de su éxito radica quizás en su estilo, intenso en su admiración por el trabajo científico, y al mismo tiempo despiadado al desenmascarar a estos héroes como seres humanos complicados e imperfectos como cualquiera de nosotros. JP

FUTURAMA. LITERATURA Y CIENCIA A TRAVÉS DEL TIEMPO

Carlos Chimal

El termino cienciaficción, usado como género literario referido a novelas o cuentos, es fácil de entender, ya que en nuestra época la ciencia y la tecnología afectan, marcan y conducen la vida, individual y social, a nivel planetario. Además, nuestro conocimiento sobre esta forma de escribir ficción se ha alimentado de las lecturas de los precursores, como Verne y otros, en libros o en historietas y numerosas películas, que nos muestran un futuro donde las personas desarrollarán y aprovecharán sus capacidades gracias a esta omnipresencia tecnológica.

Por otro lado, la relación entre ciencia y literatura puede concebirse como un conjunto de vasos comunicantes, en donde ambas se enriquecen, pues, tanto la ciencia toma palabras o artilugios de la ficción narrada, para incorporar ambos en forma de lenguaje técnico o de inventos para la vida real, como la literatura acude a planteamientos científicos y tecnológicos para crear historias. Esta relación siempre se ha dado y se incrementa dado el ritmo del desarrollo de las sociedades contemporáneas, en donde los escritores de este género imaginan un futuro de la sociedad humana que ha pasado de ser una utopía a ser una distopía. Futurama reúne dieciséis artículos que versan sobre la relación entre la ciencia y la ficción literaria desde una perspectiva histórica, y sus 218 páginas representan un conjunto tal de datos sobre épocas, países, escritores, dramaturgos, poetas, científicos, filósofos, títulos y referencias que se convierte en una guía de lectura de la ciencia-ficción para principiantes. Basta con revisar la bibliografía y el índice analítico para darnos cuenta del alcance que Carlos Chimal imprime a los textos, cuya lectura es amena y se disfruta a la vez que enriquece.

No sabemos cómo será el futuro, pero estamos seguros que el internet, las redes sociales, el libro electrónico e interactivo, la generación de organismos cibernéticos, la manipulación genética, la nanotecnología, la transformación del hábitat humano y su alimentación, las consecuencias del cambio climático, serán los temas de la próxima literatura de este género. AP

21 LECCIONES PARA EL SIGLO XXI

Yuval Noah Harari

Si esto fuera una sesión de los Alcohólicos Anónimos, tendría que declararme adicto a los libros de Yuval Harari. Pero como no lo es, y ya hice el intento de reseñar sus dos primeros grandes textos, De animales a dioses y Homo Deus, insistiré en declarar mi admiración por su trabajo en este nuevo ensayo: 21 lecciones para el siglo XXI (Debate, 2018). En medio de las tinieblas y la desinformación este tipo de textos permiten observar la vida diaria con mayor perspectiva. Eso que los gringos llaman big picture, o los conferencistas describen como la capacidad de distinguir entre los árboles y el bosque. Si De animales a dioses nos dio una breve historia de la humanidad desde el punto de vista biológico y evolutivo con claridad y precisión asombrosas; si Homo Deus nos asomó a un futuro que distaría mucho del que predicen nuestros políticos; 21 lecciones se concentra en las grandes revoluciones que están ocurriendo ante nuestros ojos.

No me refiero a las luchas por construir o no un aeropuerto sobre un antiguo lago o reacondicionar una pista de un aeropuerto militar (los árboles), me refiero al riesgo de que varios millardos de habitantes de la tierra se queden sin trabajo y sin posibilidad alguna de ser empleados, mientras una minoría cada vez más selecta acapararía los recursos más valiosos, entre ellos la información personal de cada uno de nosotros (el bosque). Harari posee una extraordinaria habilidad para describir los grandes problemas con sencillez y profundidad. Además, cada uno de sus libros remite a una extraordinaria bibliografía complementaria sobre cada tema tratado para quienes deseen continuar la inmersión.

¿Por qué en México y, creo que también en América Latina, no se escriben libros para que el vasto público se acerque y reflexione sobre nuestra cultura y nuestros problemas como sociedad fuera de las bases tradicionales y (hay que decirlo) alienantes de las posturas políticas? Si existen libros que canten a la razón y analicen el quehacer de nuestras sociedades, sus logros, expectativas y grandes retos, la trilogía de Harari está entre los mejores. JP

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