LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA
La diferencia previa entre violencia de género y violencia doméstica: El concepto de violencia doméstica lo utilizamos desde un punto de vista más amplio: cualquier forma de violencia que pudiera darse en el entorno doméstico entre cualquiera de los miembros de una unidad familiar. Más allá de conceptualizaciones o definiciones, la realidad nos muestra que, cuando la destinataria final de la violencia es la mujer, ambas definiciones se superponen. Las características básicas de la violencia de género son las siguientes: ● Fundada en una desigualdad entre hombre y mujer derivada de un código patriarcal. ● La violencia de género es una forma de violencia de una elevada invisibilidad social. ● Se emplea como un mecanismo de control y castigo sobre la mujer, por el mero hecho ser mujer. ● Genera sentimiento de culpa en quien la sufre. La violencia de género suele generar una relación en la que tanto agresor como víctima quedan atrapados: el poder, de un lado y el miedo y la sumisión, de otro. Las cuatro condiciones que se han de cumplir para ser violencia de género son: ● El AGRESOR: siempre es un hombre ● La VÍCTIMA: siempre es una mujer ● La CAUSA: las relaciones de poder entre los sexos por la socialización genérica (dominación del hombre y sumisión de la mujer). ● El OBJETIVO: el control y el dominio de las mujeres
VARIABLES A TENER EN CUENTA En su historia-trayectoria vital: · Haber sufrido malos tratos en la infancia (Teoría de la violencia cruzada) - de forma “directa”: haber sido víctima de cualquier tipo de maltrato (agresiones y/o abusos a nivel físico, psicológico, sexual, etc.). - de forma “indirecta”: presenciar malos tratos continuados en el hogar, con el consiguiente aprendizaje femenino de víctima y favoreciéndose la denominada “transmisión intergeneracional de la violencia”. · Socialización según estereotipos de género: - Haber crecido en un modelo social, cultural y/o religioso que naturalice la desigualdad entre hombres y mujeres, la supremacía de lo tradicionalmente masculino sobre lo femenino, el dominio e incluso la violencia. · Indicios o certeza de haber sufrido maltrato en relaciones de pareja previas a la actual. En su relato de los hechos, su percepción de la relación y de la violencia padecida: 1
LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA · Niega, justifica o resta importancia a los comportamientos violentos del maltratador (“había bebido”,“ella lo provocó”, “él tiene problemas”, etc.). · Verbaliza que considera normal la supremacía y dominación del varón sobre la mujer y por tanto, todo comportamiento violento que éste utilice para imponer su criterio, punto de vista, necesidad, etc. · Se siente responsable de la violencia ejercida sobre ella, por haberla provocado o incluso por creer que es merecedora de ella. · Mantiene “creencias mágicas de cambio” (cree que él va a cambiar, que ha sido sólo esta vez, etc.). · Asume su situación con resignación por planteamientos tradicionales sobre al matrimonio, por los propios motivos con los que justifica las actitudes y comportamientos violentos, etc. · Verbaliza tener un compañero: - excesivamente atento (y estas atenciones incluyen estrategias de control y dominación). - que la infravalora, critica, humilla, etc. - que no acepta, critica y/o sanciona que se relacione con otras personas, que estudie o trabaje, que tenga planes que no estén relacionados con él y con el ámbito doméstico. - es celoso, de otros hombres e incluso de la relación de la víctima con otros miembros de la familia. - dominador y/o violento con ella, con sus hijos o con otros objetos del hogar. - que no admite la separación o ruptura. - que posee armas en casa. - que la ha amenazado y/o intimidado en alguna ocasión. - Etc. En su estado actual: Posibles daños a nivel psicológico: · Sensación de aislamiento, soledad y distanciamiento de la gente. · Se siente controlada y dependiente de su pareja, en especial a nivel económico. · Infravaloración, autoestima baja e inadecuada. · Culpa · Indefensión Aprendida: Siente que no puede salir de una relación en la cual, de forma incontrolable e inevitable para ella, se suceden de forma continuada los comportamientos violentos de su pareja hacia ella e incluso hacia sus hijos. Conlleva: - Incapacidad para defenderse de la violencia - Sensación de imposibilidad de poner en marcha vías para resolver los conflictos y su traumática situación. - Percepción de un futuro desolador o incapacidad para imaginarse el futuro. · Dependencia emocional-afectiva: Sentimiento de estar “atrapada” en la relación y “enganchada” al maltratador; sin poder evitar sentirse vinculada a él aun en los casos en los que es consciente del daño y el delito que sobre ella se está cometiendo. Se siente sola (cree que sólo lo tiene a él), controlada por él e infravalora sus recursos internos y externos, por lo que se siente “atada” a él para siempre. · Adaptación paradójica: Aun sucediéndose y recrudeciéndose los episodios violentos, sintiéndose víctima y siendo consciente del daño que la relación le provoca, siente apego hacia el agresor, se encuentra “adaptada” al vínculo traumático, “acostumbrada” y resignada a que el maltratador y la violencia conformen su vida cotidiana.
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· Efecto Bonsái: Siente que depende de él, puesto que es la misma persona la que provoca su sufrimiento y la limita a todo nivel la que a su vez, le hace creer que le es indispensable para vivir. Él, la hace sentir que “sólo lo tiene a él” y que “como él mira por ella no lo hace nadie” mientras ejerce violencia instrumental hacia ella. INDICADORES PSICOSOCIALES EN MUJERES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO · Estrés postraumático · Sumisión hacia el agresor · Menosprecia sus propias capacidades y actitudes, autocrítica negativista, elevada e inadecuada · Intento de suicidio, ideación suicida · Deseos de muerte y de huida · Escasas Habilidades Sociales, dificultades para la asertividad, actitudes sumisas y pasivas. · Anulación de la personalidad · Dificultades e incluso incapacidad para tomar decisiones · Necesidad de aprobación de los demás, en especial del maltratador. · Rabia, ira, etc. · Bloqueo emocional: dificultad para recordar sucesos traumáticos. Narra los episodios violentos sin carga afectiva. · Rememoración intrusiva, los recuerdos violentos interfieren en su pensamiento, en cualquier momento de su vida cotidiana. · Hipersensibilidad · Reacciones inesperadas y desproporcionadas al relato (llanto, risa, etc.) · Incapacidad para percibir el riesgo real que corren ella y sus hijos. · Destacada sintomatología relacionada con la ansiedad: - Falta de aliento (disnea) o sensación de ahogo. - Mareo, sensación de inestabilidad, sensación de pérdida de conciencia. - Palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado (taquicardia) - Temblor o sacudidas. - Sudoración. - Nauseas o molestias abdominales. - Despersonalización o desrealización. - Adormecimiento o sensación de cosquilleo en diversas partes del cuerpo (parestesia) - Escalofríos. - Dolor o molestias precordiales. - Miedo a morir. - Miedo a volverse loco o perder el control. - Hipervigilancia. - Miedo generalizado, pánico, fobias, agorafobias, etc... - Dificultades de atención, concentración, memoria, etc. - Anorexia, bulimia, etc. - Obsesiones y compulsiones. · Destacada sintomatología relacionada con la depresión: - Poco apetito o voracidad. - Sentimientos de fracaso - Visión negativista y catastrofista de ella misma - Autoimagen pobre, infravaloración 3
LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA - Sentimientos de incapacidad e inutilidad - Insomnio o hipersomnia. - Pérdida de energía o fatiga, cansancio. - Disminución de la autoestima. - Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones. - Sentimientos de desesperanza. - Escasas o nulas relaciones sociales (con familia y/o amigos) - Verbalizaciones negativas, engañosas, incoherentes. - Alteraciones en la manifestación de los sentimientos (ej.: llantos o risas inapropiadas) - Sentimientos de culpa. - Manifestaciones somáticas. - Alto índice de tratamiento psiquiátrico o psicoterapéutico. - Dificultad para resolver problemas. - Desorientación - Paralización, bloqueo - Inhibición y/o distorsiones de la emotividad - Llanto frecuente - Apatía Posibles daños a nivel físico: · Hematomas · Fracturas · Heridas, arañazos, cortes, pinchazos, etc. · Lesiones que no concuerdan con la explicación de la forma en que ocurrieron. · Quemaduras producidas por cigarros/puros, cuerdas y otros objetos. · Mordeduras. · Lesión de órganos interno · Lesión física durante el embarazo. · Comienzo tardío de la atención ginecológica y prenatal (incluso ausencia de dicha atención) · Embarazos de alto riesgo, aborto. · Problemas físicos o necesidades médicas no atendidas (heridas sin curar, infectadas, fracturas sin tratar. · Demora en buscar tratamiento para las lesiones recibidas. · Perforación del oído. · Problemas dentales: lesiones en tejidos blandos del área de la boca. · Síndrome crónico de intestino irritable. · Cansancio, baja energía · Trastornos crónicos vagos, sin causa física obvia. · Historial de síntomas físicos frecuentes y/o crónicos, sin explicación médica · Elevada demanda de atención médica. · Pérdida y/o aumento evidente de peso. · Obesidad o delgadez extremas. Posibles daños a nivel sexual: · Contusiones, traumatismos, hematomas y/o heridas en la zona genital, muslos, abdomen y/o mamas. · Sangrado anal y/o genital. Prurito o pérdida de sangre vaginal. · Dolor y molestias genitales. · Fisuras anales. · Defecación y/o micción dolorosa. · Dolor abdominal o pelviano. · Infecciones y enfermedades de transmisión sexual 4
LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA · Embarazos no deseados. · Problemas y dificultades para las relaciones sexuales: ausencia de placer, falta de apetito sexual, frigidez, anorgasmia, vaginismo, etc. · Rechazo hacia las relaciones sexuales · Dificultad o negación hacia los exámenes médicos y/o ginecológicos. · Etc. Posibles daños a nivel psicosocial: · Vida centrada exclusivamente en torno a las necesidades y prioridades del maltratador. · Vida muy rutinaria, con horarios y trayectos fijos, consecuencia de los mecanismos de control ejercidos sobre ella. · Aislamiento: percepción de distanciamiento de las demás personas, soledad, ausencia de redes de apoyo familiar, amistades, etc. Familiares y/o amistades (propios o del maltratador) que la culpabilizan y minimizan los hechos. · Poca o nula credibilidad social causadas por las críticas negativas que el maltratador hace sobre ella en su entorno. · Familiares que minimizan, ignoran y la culpan de la situación · Temor y ansiedad a la hora de establecer relaciones con otras personas, desconfianza, rechazo, miedo. · Evitación de personas, actividades, lugares, etc. Escasa participación en la vida pública · Escasas o nulas habilidades sociales, tendencia a la sumisión y ausencia de asertividad, etc. · Incapacidad para la resolución de conflictos · Problemas con el alcohol y las drogas. Consumo y abuso de sustancias como los ansiolíticos. · Comportamientos compulsivos (alimentación, limpieza, etc.) · Críticas a otras mujeres que finalizan la relación con el maltratador. · En caso de trabajo fuera de casa: Absentismo laboral, bajo rendimiento y productividad. · Escasa cualificación, formación y capacidad de promoción personal y profesional. · Mayor riesgo: si la mujer además presenta alguna discapacidad y/o enfermedad crónica; está en situación administrativa irregular (inmigrante); su situación sociofamiliar es de extrema precariedad. Según las definiciones de Kilpatrick, Saunders, Best y otros, los delitos violentos son sucesos negativos bruscos que generan terror e indefensión, y que ponen en peligro la integridad física o psicológica de una persona, y que dejan a la víctima en una situación emocional que es incapaz de afrontar con los recursos psicológicos habituales. Toda la estructura familiar que rodea a la víctima, queda alterada. Sin embargo, hasta hace poco, el Derecho Penal solo prestaba atención a las lesiones físicas, pero ignoraba las psicológicas. En la reforma de 1995 del Código Penal (LO. 14/i999) se incluye la violencia psíquica habitual como delito. Para planificar un tratamiento correcto, es necesario una evaluación del daño psicológico correcta, y esta evaluación incluye también a las víctimas indirectas. Son consideradas víctimas indirectas aquellas personas que no están involucradas en el hecho delictivo, pero que sufren consecuencias por el mismo, por ejemplo, unos padres que han sufrido la violación y el asesinato de una hija. Podemos llamar daño psicológico a lesiones psíquicas agudas producidas por un delito violento, que pueden remitir con el tiempo gracias al apoyo social o un tratamiento psicológico 5
LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA adecuado, y también entran dentro del daño psicológico las secuelas emocionales que quedan de manera crónica en la vida cotidiana de estas personas. Para la víctima, lo que suele generarle un daño psicológico de manera más común suele ser la amenaza contra su vida, la amenaza contra su integridad psicológica, una lesión física grave, la percepción del daño intencionado, la pérdida repentina de un ser querido y la exposición al sufrimiento de éstos. El daño suele ser mayor cuando confluyen diferentes hechos delictivos, como una violación con robo, o un secuestro con pago de rescate. Las formas de violencia contra la mujer, como víctima directa, suelen catalogarse en tres tipos: la física, la psíquica y la sexual. Las víctimas directas o indirectas pasan por diferentes estados o niveles, que empiezan con sobrecogimiento, turbiedad de la conciencia e incredulidad. Una vez asumidos estos niveles, algunos de ellos entran dentro del conocido “estado de shock”, vienen estados de indignación, rabia, dolor, impotencia, culpa, miedo y depresión. A veces, incluso pasado un tiempo, se vuelven a recordar estas emociones a través de estímulos como un sonido, un olor, una película violenta, o el aniversario del delito. Otro aspecto importante es la vulnerabilidad psicológica. Es necesario hablar de ellos porque en ocasiones se confunde con otros términos como factores de riesgo o vulnerabilidad biológica. Los factores de riesgo podríamos decir que son aquellos factores que atraen a los agresores, como que sean por general mujeres, que vivan solas, que sean jóvenes. La vulnerabilidad biológica se refiere a un umbral bajo de activación psico-biológica, es decir, a que ciertas víctimas tienen una capacidad mayor para despertar lesiones psicológicas ante un estímulo traumático. Cuando nos referimos a la vulnerabilidad psicológica nos referimos a personas de mayor fragilidad psicológica, más sensibles y menos fuertes El maltrato psicológico es inherente a la violencia física. Éste puede ser un indicador, dependiendo del grado, de una posible violencia física próxima. La violencia psíquica puede ser independiente de las agresiones físicas. Desde el punto de vista psicológico, las personas con mayor fragilidad emocional suelen tener, aunque no siempre, algunos factores comunes, como un bajo nivel de inteligencia cuando se le pasan test psicológicos, fracaso escolar, mala adaptación a los cambios, o cuando han sido víctimas de otras circunstancias violentas o traumáticas a lo largo de su vida. Desde el punto de vista psicosocial, el aislamiento, un apoyo social insuficiente, la depresión y la escasez de relaciones sociales dificultan la recuperación de estas víctimas, por tanto, es indispensable tener todos estos factores en cuenta cuando tratamos a todas estas personas. Por norma general, las víctimas se anclan en recuerdos, en preguntas sin respuesta. Tienen grandes sentimientos de culpa, emociones de odio o venganza que alteran su comportamiento y que poco a poco pueden aislarles socialmente. Muchos de ellos se implican en las acciones judiciales de una manera obsesiva, y otros muchos terminan abusando de los medicamentos, del alcohol y en última instancia de las drogas. Al enfrentarnos con víctimas, debemos ser conscientes de todas aquellas estrategias que han demostrado resultar positivas, y estimularlos de una manera adecuada para que las sigan. 6
LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA Estas estrategias pasan desde la aceptación de los hechos y la resignación, compartir el dolor y la pena, reorganizar la vida familiar y la cotidiana, tratar dentro de lo posible por dar un enfoque positivo al suceso, plantearse nuevas metas y relaciones, buscar apoyo social o incluso participar en grupos de autoayuda o en ONGs. Desgraciadamente el sistema judicial español está saturado. La cantidad de trabajo acumulado, la falta de personal y de recursos desafortunadamente repercute, lo queramos o no, en el trato que damos a los ciudadanos, que son, en primera y última instancia, a quienes servimos. Cuando nos encontramos con una víctima de un delito de violencia, independientemente de que sea una agresión sexual, violencia de género o cualquier otra, la víctima se siente doblemente víctima. Se siente víctima por una parte de su agresor o sus agresores, víctima del delito que se ha cometido. Pero también se siente, en muchas ocasiones, víctima de un sistema judicial, un sistema social o sanitario, que por las razones que sea no se implica con ella como debiera. Que no toma consciencia de la gravedad del hecho ni de los traumas que le ha provocado, y en el que la víctima se siente tratada poco más que como un número de expediente. Y desgraciadamente, esto agrava aún más las secuelas psicológicas que la víctima ya trae de por sí. Este tipo de situaciones fue calificada por Esbec en 1994 como victimización secundaria. Al sentimiento que se genera en una víctima de un delito, de ser a su vez víctima del sistema. Hay que tomar consciencia de este problema porque cambiando simplemente la forma con la que nos dirigimos a estas personas podemos ayudarles mucho, y si no ayudarles, no agravarles sus secuelas. Como ya he comentado anteriormente, no todas las personas disponen de los mismos recursos emocionales para enfrentarse a un sistema judicial en el que debe pasar, en ocasiones, pruebas muy duras. Empezando por la policía, que suele tener más interés en los trámites burocráticos como tomar declaraciones, fotografías y esclarecimiento de los hechos, sin atender en muchas ocasiones al drama que está sufriendo la víctima ni informarla adecuadamente (no siempre, pero esto ocurre a menudo), pasando por los médicos forenses, que en muchas ocasiones se preocupan más por la obtención de las pruebas sin atender a la sensibilidad adecuada en el estado psicológicos de las víctimas. O las pruebas periciales, donde se pone a prueba la salud mental de la víctima o la credibilidad de su testimonio. Incluso los jueces, que se limitan a aplicar el ordenamiento jurídico, que está pensado en perseguir a los culpables, y no en proteger a las víctimas. Aplicando el Código penal, se mueven por el principio constitucional de la presunción de inocencia, por lo que se pone en duda la declaración de la víctima.
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LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA Entre todos, y también los psicólogos y los trabajadores sociales, muchas veces contribuimos sin darnos cuenta al agravamiento del daño psicológico. Esta es una máxima que todos deberíamos recordar en nuestros puestos de trabajo. El objetivo de una evaluación psicológica en una víctima de un delito violento es valorar el daño psicológico para orientar un tratamiento adecuado, y determinar las secuelas presentes y cómo repararlas. En las consultas programadas en los coordinadores de violencia se evalúan las historias de las parejas, los hijos y los familiares directos, y se determinan que miembros del equipo psicosocial deben participar en la redacción de los expedientes. A través de estos expedientes se obtienen los indicadores psicológicos de malos tratos psíquicos en la mujer, un informe sobre las capacidades cognitivas del agresor en relación al hecho que se le imputa y se dispone del informe de sanidad definitivo del juzgado de lo penal. Durante la consulta se realiza una exploración médico forense mediante una entrevista semi abierta, el estudio de la documentación médica, psiquiátrica y psicológica. Se realiza una o varias entrevistas con la psicóloga y la trabajadora social y se utilizan instrumentos de evaluación como test, cuestionarios, escalas, etc. así como otro tipo de metodología (visita a domicilio, etc.) El objetivo es establecer el maltrato ocurrido, valorar las consecuencias y establecer la relación entre la situación de violencia y el daño psicológico. Por otra parte, el informe médico forense determinará las lesiones físicas y sus secuelas, los indicadores psicológicos de mal trato si los hay, así como sus consecuencias. Las recomendaciones terapéuticas, y los factores de riesgo (peligrosidad del agresor, dependencia de la víctima, riesgo para menores…) El maltrato psicológico está condicionado en conductas de control y poder sobre la víctima, tales como el abuso y la violencia física, utilización de privilegios masculinos (decisiones importantes en la familia, obligación a la mujer de que realice las tareas domésticas y no salga de casa) el abuso emocional y sexual (relaciones en contra de su voluntad, degradación sexual), amenazas (de infligir lesiones o daño físico, de abandono, de acto suicida o de echarla de casa, etc.), el abuso económico (control del dinero del otro, petición de tikets y justificantes bancarios, impedir que consiga o conserve un trabajo, obligar a la víctima a solicitar dinero para necesidades básicas) y aislamiento social (controlar lo que hace la pareja en todo momento, restricciones en uso de coches, teléfono, aislarla de la familia y las amistades), la intimidación (infundir miedo en miradas o usando su fuerza física, mostrar armas, romper objetos personales) y el uso de niños de la pareja (cuestiones de custodia, de maltratarlos, de llevárselos o de maltratarles). Cuando el maltrato psicológico sube de nivel, el paso siguiente es el maltrato físico, encontrándonos con los más frecuentes los siguientes: empujones, bofetadas, golpes, lanzamientos de objetos, quemaduras, uso de armas, no atender a la pareja cuando se encuentra enferma o herida e impedir que ésta ponga fin a la relación o interponga una denuncia.
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LA VIOLENCIA DE GÉNERO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA Los delitos violentos (agresiones sexuales, terrorismo, violencia de género, etc.) suelen generar con frecuencia trastornos de estrés post-traumáticos, cuadros clínicos como depresión, problemas psicosomáticos, abuso de alcohol, etc. y la inadaptación a la vida cotidiana. Según el DMS-IV, hay tres aspectos centrales que se derivan de estos trastornos: La re-experimentación de la agresión en pesadillas o en recuerdos constantes, la evitación cognitiva de lugares y situaciones asociados al hecho traumático, y las dificultades de concentración, irritabilidad y falta de sueño. Las tasas de prevalencia de los trastornos en las víctimas son dramáticas. Las primeras mejorías pueden empezar a partir de los 3 meses dependiendo del hecho delictivo, y la inmensa mayoría tardan años en desaparecer. Algunas, no lo hacen nunca. En conclusión, el conocimiento del daño psicológico, así como la necesidad de evaluarlo, no son cuestiones meramente académicas. De lo que se trata es de conocer la situación psíquica de la víctima, tratarla adecuadamente, reparar el daño causado y prevenir la revictimización y evitar la creación de nuevas víctimas. Los trastornos traumáticos, como agresiones sexuales, maltrato psicológico y físico, dejan huellas devastadoras y secuelas imborrables que convierten a estas personas más vulnerables a los trastornos mentales y a las enfermedades psicosomáticas, provocando en ellos trastornos psicológicos como trastorno de la ansiedad, TEPT, trastornos de la alimentación, depresiones, aislamientos, baja autoestima, etc. Una desestructuración de sus factores psíquicos, psicológicos y psicosomáticos, el agravamiento de enfermedades físicas (problemas crónicos de salud, etc.) e incluso provocar el suicidio.
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DATOS OBTENIDOS A PARTIR DE ESTADÍSTICAS PUBLICADAS POR LA JUNTA DE ANDALUCÍA, CONSEJERÍA DE IGUALDAD Y BIENESTAR SOCIAL
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