ediciรณn digital
ilustraciรณn de tapa, cristian Heger
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CUADERNOS
para el encuentro en una nueva huella argentina Año 21 - Nº 59 / junio de 2020 / Edición especial - Digital entre ríos: Ing. Fernando Sassetti neuquén: Mauro A. Gutiérrez chubut: Martín Elías Müller secretaría de redacción Lic. Juanita Varela Carlos F. Ríos
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los autores son responsables de los trabaJos FirMados. Permitida la reproducción total o parcial citando la fuente. CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina es Registro de Marca del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial Nº 1.824.341
ilustración de tapa: Cristian Heger
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Índice nota editorial de presentación a la edición n° 59............................................4 dr. luis Horacio Yanicelli El triunfo secreto de Manuel Belgrano.........................................................................9
Gral. (R) Fabián brown Manuel Belgrano, el conductor de un pueblo en armas....................................21 Mayor (R) VGM Jorge Manuel Vizoso posse La batalla de Tucumán: Creer en la causa de la Independencia .....................39 La batalla de Salta: Una batalla trascendente para la independencia de Suramérica........................................................................49
berta catalina Wexler - graciela cristina del Valle sosa 1813 - Entre Belgrano y las mujeres, La América del Sur y las Islas Malvinas......................................................................65 elena luz gonzález bazán Belgrano educador: Educación, educación, educación... ...................................77 VGM santiago Mario tettamanzi Belgrano y la Marina Mercante.....................................................................................85 Profesora gabriela p. rollate del corro (Lugones) Coronel Lorenzo Lugones: Patriota de corazón .....................................................91 ernesto Álvarez uriondo Coronel Francisco Uriondo, un patriota desconocido .........................................97 Dr. silvio coppola Los colores de la bandera nacional ..........................................................................103 rené araoz Cantata: “Manuel Belgrano, el legado”....................................................................113 Manuel José Joaquín del corazón de Jesús belgrano Autobiografía .....................................................................................................................125 SEPARATA sergio cardozo arenales Los símbolos patrios y su uso.....................................................................................157
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e cumplen doscientos cincuenta años del nacimiento de Manuel Belgrano y doscientos del fallecimiento del General de la Independencia Americana. El paso del tiempo ha agigantado su legado. Hoy, dos siglos después, el pueblo argentino y los pueblos de América buscan un camino de triunfo para romper las cadenas de opresión que los someten a condiciones tan oprobiosas como aquellas bajo el yugo esclavizador colonial. La primera cualidad, y tal vez la más bella que nos lega Belgrano, fue su amor a la causa de la revolución, la causa del pueblo. Puso su vida al servicio de la revolución. Pudo haber sido un amable burócrata al servicio del Reino de España, o un próspero contrabandista de Buenos Aires. Sin embargo, su inteligencia, su estatura moral, y todas sus capacidades, fueron puestas al servicio de la libertad de los pueblos. Fue partícipe principal de la insurrección del 25 de Mayo de 1810 que acabó con el gobierno virreinal en Buenos Aires, único lugar donde la Revolución se mantuvo en pie mientras en el resto de América los revolucionarios fueron derrotados y sus pueblos ahogados en sangre. El Partido de la Independencia,
el Ejército, las Milicias representadas por “Los Chisperos”, y el pueblo, confluyeron esa Semana de Mayo y protagonizaron la “gloriosa insurrección” que inició el largo camino de la Guerra de la Independencia que culminó en 1826, con la reconquista de Chiloé por el ejército patriota de Chile. Belgrano comprendió que para que la Revolución triunfara y para que la lucha por ella fuera una lucha seria, debía involucrar e involucrarse en el Ejército. Por ello calzó el uniforme, tomó las armas y aprendió a hacer la guerra liberadora. Su experiencia militar la obtuvo en los campos de batalla. Sus primeras armas las hizo en 1807, cuando participó de la Defensa de Buenos Aires ante la invasión inglesa. En la Expedición al Paraguay al mando del Ejército patriota, se mostró en su condición de estadista. Su Proclama a los Pueblos de Misiones, otorgando derechos esenciales a sus compatriotas y su vínculo con los patriotas paraguayos, fueron fundamentales en la expansión y consolidación de la lucha por la independencia. El 27 de febrero de 1812 Belgrano comete la primera de sus geniales desobediencias. Izó el nuevo pabellón, “la bandera idolatrada” que nos legó, y en ese paño blanco y celeste resumió todos los anhelos de
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El 20 de junio de 1820 se apagó su vida. Su legado es un tesoro precioso que el pueblo argentino custodia. El General de los Pueblos, Manuel Belgrano, guía nuestra búsqueda de esa patria libre de toda dominación extranjera. Argentina hoy sufre la ocupación de vastos territorios de parte del imperialismo inglés. Nuestra nación ha sido llevada por gobiernos gerenciales a un estado de postración. En esas condiciones soporta los enormes sufrimientos de una pandemia y una brutal crisis social, económica y financiera. ¡Recuperemos el legado belgraniano y los valores de los padres fundadores! Llevemos a la victoria los principios revolucionarios de Mayo, abonados por las enseñanzas de más de dos siglos de lucha. Así se templan los pueblos de América abriendo el camino de su libertad y soberanía. Así se forjan sus mejores hijos entre los que, sin la menor duda, se cuenta Manuel Belgrano. Luchamos por la Segunda Independencia. Que su ejemplo nos guíe a la victoria.
los pueblos en la lucha por la libertad. No nos interesa aquí mencionar las quejas de Rivadavia y sus cortesanos. Libra dos batallas fundamentales para la Independencia americana. La de Tucumán, segunda y trascendente desobediencia, y la de Salta, con la que aseguró en gran medida el destino de la Revolución americana. A esos éxitos le siguieron los fracasos de Vilcapugio y Ayohuma que lo mostraron más íntegro que nunca. Los líderes verdaderos se revelan en toda su dimensión en las derrotas. Tuvo una participación relevante en el Congreso de Tucumán que proclamó la independencia el 9 de julio de 1816. En 1806, luego de su conversación con el coronel inglés Crawford, consignó su pensamiento en una sentencia que hasta el día de hoy sigue siendo una guía insoslayable para todos los patriotas, “Ni amo viejo, ni amo nuevo, ¡ningún amo!” Consigna que el Congreso de Tucumán, a propuesta del Diputado Medrano, incorporó al declarar la independencia de España y de “toda otra dominación extranjera”. Enfermo, empobrecido y olvidado por sus contemporáneos, regresó de Tucumán a Buenos Aires, la ciudad donde nació, a su casa natal.
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EL TRIUNFO SECRETO DE MANUEL BELGRANO POR DR. LUIS HORACIO yANICELLI
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stamos en el Año Belgraniano de 2020, porque se cumplirán 250 años del natalicio del Gral. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano el próximo 3 de junio y el día 20 de igual mes, recordaremos el 200 aniversario de su fallecimiento. El día del natalicio es además, el día del Soldado Argentino en su homenaje y la colectividad italiana en nuestro país, logró que mediante Ley Nacional nro. 24.561, se designase esa misma fecha como día del Inmigrante Italiano. Soldado ejemplar e hijo de italiano que motiva el orgullo de dicha comunidad.
y por su pensamiento económico, volcado en sus Memorias Anuales como Secretario del Consulado de Buenos Aires, en particular las correspondientes a los años 1796, 1797 y 1798, sus artículos publicados en el periódico Correo de Comercio de Buenos Aires, donde literalmente enseñó economía y expuso un verdadero plan para organizar el país en base a un sistema económico complejo de producción de materias primas, industrialización de las mismas y a la vez creación de astilleros y escuela de náutica para organizar una flota mercante que lleve a los distintos pueblos del mundo 9
diciembre de 1810, dictará el “Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los treinta pueblos de Misiones”. En este último establece: “Todos los naturales de Misiones son libres, gozarán de su Los pueblos originarios, a los propiedades, y podrán que él denominada disponer de ellas, como “naturales”, encuentran en mejor les acomode, como vencedor de Tucumán y Salta, no sea atentando contra sus uno de los abanderados en la semejantes.”, también integración de razas, pueblos agrega algo fundacional en la y naciones conformando una lucha independentista, en el América mestiza. Como artículo 4to. de dicho Secretario del Consulado en Reglamento, declara a los Buenos Aires, en fecha 30 de naturales “…en todo iguales junio de 1803 instruye a a los españoles que hemos Cerro y Zamudio, a los fines tenido la gloria de nacer en explore y busque en la el suelo de América.” cordillera un paso directo y lo Luego el día 6 de julio de más accesible posible a la 1816, en la Sesión Secreta ciudad chilena de Talca, llevada a cabo por el creando así un corredor Congreso de Diputados de bioceánico, acordando con las Provincias Unidas los pueblos mapuches la protección de parte de estos reunidos en San Miguel de Tucumán, propone que el de las caravanas que país independiente que se circulasen por dicha ruta. y estaba por hacer nacer, luego ya en campaña organizase su gobierno bajo independentista, el 30 de la producción nacional. Por este pensamiento digo, los profesionales vinculados a las ciencias económicas, identifican como precursor patrio de su profesión a Don Manuel Belgrano.
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la forma de monarquĂa temperada, reivindicando a los pueblos naturales que habĂan sido explotados por el coloniaje, mediante la designaciĂłn como rey a un
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representante de la casa de los Incas. Los que por estos tiempos trabajan y estudian los problemas ecolรณgicos y ambientales, se referencian en Belgrano cuando conocen que fue el primer
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patriota que planteó la observancia de estos particulares y la importancia de los mismos. Es en la campaña al Paraguay, en 1810, donde advirtió la explotación irracional que se hacía de los montes misioneros, desforestando en forma irracional y generando, ya entonces, un daño tremendo en el medio. Ante esto, estableció severas sanciones a los infractores, obligándolos a una disposición racional y preservativa del monte, y estableció condenas con multas graves a quienes no observasen sus directivas. La posteridad lo elige una y otra vez como ejemplo, de decencia, de patriotismo, de coraje cívico, le reconoce cualidades extraordinarias y una igual lucidez. Todos de alguna manera se apropian de su recuerdo. Todos dicen como una suerte de mantra que expresa un deseo común, indiscutido, que
bueno sería que existieran líderes tan completos, tan íntegros como él. Murió una fría mañana del 20 de junio 1820, en un Buenos Aires convulsionado por una guerra civil que comenzaba a marcar el compás de aquella nación que se acababa de independizar, precisamente, por la gestión protagónica del Justo que ese día entregaba su alma al Creador. En la vieja casona de la familia Belgrano de calle Santo Domingo, llegó el luto mientras el mundo se incendiaba en ambiciones menores e ínfimas en relación a la causa del Grande que partía. y es que Manuel Belgrano triunfó en su vida frente al deseo de claudicar, tuvo el coraje de vivir de acuerdo a lo que pensaba, caminar por el mundo con la frente alta y su pensamiento concentrado en cosas trascendentes y fundamentales para el género humano. ¿Un soñador? No 13 13
señor, un comprometido sincero y valiente hombre que comprendió que los días que Dios le había concedido de existencia eran precisamente para mejorar la condiciones de sus hermanos, porque él pensaba en el Prójimo, porque fue un cristiano a carta cabal, respetuoso de la libertad y de la dignidad del Hombre, solidario con los que sufrían, de ideales nobles y desprendido de cuestiones menores. Fue sencillo, pero consciente, de la trascendente misión que se había impuesto. Sencillo en la vida, titán en la lucha por el nacimiento de la Patria Independiente. Pocos contemporáneos son los que advirtieron la lucidez de aquella cabeza, rica en pensamientos constructivos a la vez que portadora de valores cimentados en la justicia, la libertad y el progreso.
Cada episodio de su vida es una lección trascendente. En el Consulado, todavía en tiempos coloniales, al leer sus memorias describe la necesidad de sacar a la gente de la miseria por medio de la educación: “Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más de lo que desgraciadamente somos.” Sabe que la educación es una llave al progreso y además ve en ella la herramienta para integrar a la mujer por la que tiene un elevado concepto en un mundo retrógrado y machista: “Se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñe la doctrina cristiana, a leer, a escribir, coser, bordar y principalmente inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres.” Cuando recibe el premio otorgado por la Asamblea del
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Año XIII por sus triunfos en Tucumán y Salta dona dichas sumas para que se establezcan cuatro establecimientos escolares en el camino de su Ejército Auxiliar al Alto Perú, en Santiago del Estero, San Miguel de
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Tucumán, Jujuy y Tarija, actual territorio de la República Plurinacional de Bolivia, entonces el Alto Perú. Belgrano vive un cristianismo de compromiso, sincero y lejano a toda
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superficialidad. Rechazó la violencia y por ello cuando triunfó en Salta, liberó a los prisioneros y evitó fusilar a los comandantes derrotados, a cambio del juramento de no tomar las armas contra la revolución. Puso el honor y la no violencia por sobre la venganza y la represión. Muchos le criticaron por esa actitud, a lo que él respondió: “Siempre se divierten los que están lejos de las balas y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los ayes de los infelices heridos, también son esos mismos los que critican las determinaciones de los jefes. Por fortuna dan conmigo que me rio de todo, y que hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia, que no busco glorias sino la unión de los americanos y prosperidad de la patria.” (Carta a Feliciano Chiclana, gobernador de Salta, 1ro. De marzo de 1813, a menos de dos semanas de haber
triunfado en dicha ciudad). De lo expresado surge de forma clara y evidente el auténtico triunfo del Hombre. Su lealtad intelectual, vivió tal cual pensaba. Creyó en sus ideas y actuó en consecuencia. Siempre fue consciente, que sus obras eran más importantes que el mismo. y es que sus acciones construyeron cosas verdaderamente trascendentes, grandes e importantes. La Bandera Nacional, mas allá del paño y sus colores, si no fue la declaración de la independencia de un Estado, fue sin dudas el certificado de nacimiento de nuestra nacionalidad, así el 29 de mayo de 1813 le expresa al Triunvirato: “... el pueblo se complacía de la señal que ya nos distingue de las demás naciones…” Distinguirse de las demás naciones quiere decir en buen romance, constituir una
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nueva nación.
pandemia que nos azota, y nuevamente el destino se Puso a su persona siempre, propone opacar las justas en un segundo plano de sus ofrendas y honores debidos a obras. El día de su muerte, en la memoria del hijo de más todo el país se rinde grande y generoso espíritu homenaje a la Bandera, el día que conoció la argentinidad. es denominado “Día de la Bandera Nacional”, el 3 de La victoria de Manuel junio su nacimiento, “Día del Belgrano, es que a pesar de Inmigrante Italiano y del las conjuras de un sino que Soldado Argentino”, y se esfuerza por invisibilizarlo, además, cuando falleció, el incluso tapándolo con su mundo no tenía tiempo para propia obra, es que su reparar en la muerte de aquel personalidad surge de la héroe por entonces retirado oscuridad, se levanta de la primera escena de la poniéndose a la vista de política nacional, y distraído todos, por el afecto, el siguió enfrascado en sus respeto y la admiración que luchas por ambiciones todos los argentinos por él, menores. El funeral oficial se llevamos en nuestro corazón. realizó el 29 de julio de 1821, Triunfó sencillamente frente más de un año después, al olvido, al tiempo. A él no organizado por el Gob. lo deterioran lo años, Martín Rodríguez a instancias tampoco se esmerila su memoria de generación en de su ministro de gobierno, generación y todas las Bernardino Rivadavia. mañanas, cuando se levanta Este año de 2020, los la Bandera y por las tardes homenajes previstos no también, en todo el país, podrán ser seguramente con durante un instante ocupa participación popular, por la nuestra atención para un 18
justo homenaje interior, la figura señera de Manuel Belgrano. Así será por siempre. Porque jamás lo olvidaremos.
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“NO BUSCO GLORIAS SI NO LA UNIóN DE LOS AMERICANOS y LA PROSPERIDAD DE LA PATRIA“ Manuel blegrano
MANUEL BELGRANO, EL CONDUCTOR DE UN PUEBLO EN ARMAS POR GRAL. (R) FABIáN BROWN introducción
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l año 2020 conmemora el Bicentenario del fallecimiento de Manuel Belgrano: abogado, economista, escritor, político, diplomático y militar, una figura cuyo reconocimiento en nuestra historia, compleja y complicada, despierta pocas controversias, siendo Manuel un ícono popular que, como pocos, supo cómo interpretar y conducir a su pueblo y también supo cómo transmitir a la posteridad valores y conductas que, encarnadas en
Belgrano fue parte central de la inteligencia que comprendió la naturaleza de la guerra y cómo ganarla. Esa fue la estrategia sanmartiniana de la emancipación continental y Belgrano fue uno de sus pilares sosteniendo al general Güemes en la heroica Guerra Gaucha. 21
símbolos, nos identifican como nación. Tal vez haya sido el cacique Cumbay quien describiera mejor el espíritu de Belgrano, cuando al conocerlo le dijo: “…Que no lo habían engañado, que era muy lindo, y que según su rostro así debía ser su corazón…” (1) Con frecuencia el relato historiográfico, por necesidades del presente, nos propone falsas dicotomías para mirar el pasado. La imagen de un Belgrano de estilo napoleónico es una representa-
ción estereotipada, tal vez útil para la consolidación institucional del Estado o del Ejército, pero tan intencional como afirmar que Belgrano era un abogado en otro momento histórico.
grano fue parte de ese proceso histórico de ruptura del vínculo colonial, que abrió paso a la fragmentación de un espacio común que dio origen, en su devenir, a las actuales identidades nacionales.
En este artículo, se pretende analizar la naturaleza del conflicto que caracterizó al período independentista y ubicar a Belgrano en un contexto histórico revolucionario, en el que le cupo desarrollar el rol de “conductor de un pueblo en armas”, y como intentaremos demostrar, fue uno de los protagonistas que le tocó participar en una variedad de ámbitos de un proceso de cambio complejo y vertiginoso. La gesta de la independencia americana fue una
Santiago de Liniers
También resulta un debate estéril, preguntarse si Belgrano fracasó o no en sus empresas. Falleció sólo y pobre en una patria anárquica y la posteridad goza de los derechos por los cuáles se luchó en esa época, lo recuerda sin odios ni agravios. Pocos tuvieron esa suerte en nuestra historia.
lucha prolongada que conmovió a toda Hispanoamérica, tempranamente, al concierto de naciones fundadas sobre valores que aún eran una aspiración en el Viejo Mundo, como la soberanía popular, la república, la emancipación de los pueblos como también un sentido social que puso fin de hecho a la esclavitud y al trabajo forzado de los pueblos originarios. Bel-
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Tulio Halperín Donghi caracterizó al período iniciado, con la Invasión Inglesa de 1806, como una revolución social que se desarrolló a través de una guerra que se prolongó por 20 años en la lucha por la ruptura del vínculo colonial y transformó a la sociedad estamental indiana y al orden político y económico establecido. Otro notable historiador, Juan Carlos Garavaglia estudió cómo la militarización expresó la movilización política de la sociedad urbana y rural que luego se extendió a todo el proceso de la organización nacional. En su monumental obra “de la guerra”, Carl von Clausewitz conceptualizó que el conflicto bélico era una manifestación más del quehacer social y que los ejércitos expresaban la composición social, política y territorial de una época.
A este fenómeno, que se expresaba en términos de lucha la afirmación de identidades nacionales, el pensador alemán lo denominó “la guerra de los pueblos” y lo definía, sosteniendo que “…Se han roto sus antiguas barreras, por consiguiente, como una expansión y un fortalecimiento de todo el proceso fermentivo que llamamos guerra… (2)”. También afirmaba que la participación de los nue-
respondían a un “principio trinitario” que articulaba al Pueblo, el Ejército y al Estado. De cómo resultara esta relación estratégica “…La nación que hiciera un uso acertado de este medio adquiriría una superioridad…”. (4) En sus consideraciones de orden táctico, Clausewitz sostuvo que la “guerra del pueblo” requería un profundo conocimiento del terreno y el aprovechamiento de las destrezas particulares de una población pobre acostumbrada a las privaciones, afirmando que los campesinos no son soldados y deben atacar dispersos en combates de “encuentro” que les permitan golpear y salir.
Martín de Alzaga
Clausewitz, contemporáneo y también protagonista y observador de las guerras napoleónicas, particularmente, de la resistencia española de 1808 y de la posterior invasión a Rusia, infirió que, en los conflictos armados de su tiempo, existía un cambio de naturaleza respecto de aquello que denominaba “la guerra de los reyes”. En la nueva guerra tomaban parte actores sociales que, hasta entonces, eran marginales en los asuntos del Estado e irrumpían en la lucha por a través de canales alternativos de participación política, como ser la guerra.
vos sectores sociales sería percibida: “…como un medio revolucionario, un estado de anarquía declarado legal, tan peligroso para el orden social de nuestro país como para el del enemigo…” (3). Su agudo análisis sociológico le permitió advertir que los cambios que se estaban desarrollando alrededor del arte militar
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También sostenía que las milicias no ganaban la guerra, si no contaban con el apoyo de un Ejército regular que las apoyara y de Estado que sostuviera y coordinara el esfuerzo de guerra como el sistema de requisiciones, el reclutamiento general y el empleo generalizado de las milicias debían ser estudiados ya que ponían a disposición de una nación
una cantidad de recursos complejos, cuyo correcto empleo podría ser decisivo en lograr la victoria.
casos de emergencia, que se ejercitaban regularmente. Tras la Reconquista de Buenos Aires, el Cabildo Abierto del 14 de agosto de 1806 dispuso la creación de un Ejército de la ciudad, nombró jefe de esa fuerza a Liniers y negó la posibilidad de retorno del virrey Sobremonte a la capital del Virreinato.
Finalmente, propuso un modelo estratégico que debería adoptar un conductor militar para emplear con éxito los instrumentos que planteaba la “guerra del pueblo”. desde lo estratégico: Que la lucha se realice en el propio territorio y adquiera carácter nacional.
A mayor extensión territorial, mayor deberá ser la dispersión. No librar una batalla decisiva.
Mariano Moreno
Su acción debe ser como “el proceso de evaporación” (5)
ciones.
La guerra del pueblo siempre debe combinar las milicias con el ejército regular.
La presencia de la entidad política sosteniendo y coordinado la guerra es esencial.
Las fuerzas morales son fundamentales, en particular el sentimiento patriótico.
Volviendo al Río de la Plata, la organización de fuerzas milicianas en el Virreinato estaba reglada por las Ordenanzas de Carlos III, cada ciudad disponía de un cupo de milicianos a movilizar en
Una población pobre se adapta mejor pues está acostumbrada a las priva-
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La Convocatoria de Liniers para organizar el Ejército de Buenos Aires fue a los vecinos, haciendo énfasis “…al esforzado y fiel americano…”, convirtió a las milicias en el elemento central de su sistema militar respecto de las tropas regladas y, además, dispuso que cada sector social eligiese sus jefes. La movilización de las milicias estaba instalada y sería el principal instrumento del fermento revolucionario de las décadas venideras. Manuel belgrano Manuel Belgrano nació en Buenos Aires en 1770, en el seno de una próspera familia de origen genovés dedicada al comercio ultramarino. Por su acomodada posición social, pudo trasla-
También fueron reconocidos sus esfuerzos en el ámbito educativo promoviendo la fundación de la Escuela Náutica y la Academia de Geometría y Dibujo. Belgrano, a través del Consulado, también abogó por la creación de la Escuela de Comercio y la de Arquitectura y Perspectiva. Estas escuelas fueron cerradas, en 1803, por el ministro Godoy por ser consideradas un lujo para una colonia. En 1796, según nos cuenta en sus memorias, el Virrey Melo lo invitó a formar parte de las milicias de la ciudad. Así, comenzó a desarrollar un rudimentario entrenamiento militar.
ta de Buenos Aires y de las mencionadas disposiciones del Cabildo Abierto, la movilización ciudadana conformó regimientos por origen de nacimiento y cada sector eligió a sus propios jefes. Belgrano expresó: “…después que se creó el cuerpo de Patricios, mis paisanos, haciéndome un favor que no merecía, me eligieron Sargento Mayor y, a fin de desempeñar aquella confianza, me puse a aprender· el manejo de armas, y tomar sucesivas lecciones de milicia….” (6).
Juan José Castelli
darse a España a recibir una sólida formación académica en abogacía y economía. A su regreso al Río de la Plata, en 1794, fue nombrado por el Rey, Secretario del Consulado de Buenos Aires, una institución cuyo propósito fue fomentar políticas destinadas al bienestar general mediante la producción de frutos de la tierra y el comercio.
De este período, podemos concluir que Manuel Belgrano poseía la formación académica más sólidas de su tiempo, un interés permanente por el bienestar general como también la frustración de un funcionario que constata que dentro del orden colonial no hay espacio para el desarrollo de su pueblo. Después de la Reconquis-
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En esta frase, estamos observando el nacimiento de otro Belgrano, el líder popular y revolucionario, quien elegido por sus pares toma las armas, teniendo su bautismo de fuego en la Defensa de Buenos Aires y que, más allá de su vocación personal, va a mantener la condición de miliciano dado que le permitía “…ponerme, alguna vez el uniforme, para hermanarme con mis paisanos…” (7). El Estado virreinal nunca pudo detener el proceso de movilización social ni subordinar a las milicias urbanas. La Asonada de enero 1809, fue un inten-
prensión de este proceso y de cómo se articulara esta relación dependía, en gran medida, el éxito de la guerra.
En 1810, Belgrano reitera que su condición de Patricio fue la causa por la cual “…mis paisanos me eligen para uno de los vocales de la Junta Provisoria …” (8). Estas referencias permanentes al sujeto social que está promoviendo los cambios y del cual Manuel acepta con orgullo ser un represente activo de sus intereses.
A Belgrano le fue conferido el empleo de general para llevar adelante la Campaña al Paraguay de principios de 1811. Luego del fracaso militar fue transferido al frente de la Banda Oriental, de dónde fue relevado, con el advenimiento de la Junta Grande, para ser juzgado su comportamiento. En pocos meses, la revolución había devorado a líderes como Liniers, Moreno, Alzaga y Saavedra, entre otros.
Toda revolución es un tiempo tormentoso, donde sus líderes, frecuentemente, son superados por acontecimientos vertiginosos. Para afirmar el movimiento de mayo, la Junta Provisional dispuso considerar a las milicias de urbanas de Buenos Aires como tropas regulares y enviar expediciones auxiliares al Perú y al Paraguay que debían ser complementadas con milicias locales. El general Paz, describiendo al Barón de Holmberg, sostiene: “…que quería aplicar sin discernimiento á nuestros ejércitos semiirregulares, la disciplina
Cornelio Saavedra
to de álzaga cuyo fracaso señaló el grado de fragmentación del poder colonial tras las invasiones inglesas.
belgrano, el pueblo y el ejército prusiana… (9). En este contexto, se van a plantear las primeras manifestaciones que van a caracterizar a la guerra de la independencia: la compleja relación entre Buenos Aires y el interior y, complementariamente, la tensión entre las fuerzas que dependían del Estado y las de reclutamiento local. En términos de Clausewitz, de la com-
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Belgrano logra superar estos contratiempos y, a principios de 1812, fue nombrado al frente de unas baterías de artillería para organizadas para custodiar el Río Paraná en Rosario. Fue en este ámbito, que decidió darle a la revolución un sentido que, hasta el momento estaba implícito, pero no manifestado: la lucha de los pueblos por su emancipación.
Belgrano, designado Jefe del Ejército Auxiliar del Perú, partió hacia el norte, el 1° de marzo, sin recibir la respuesta de rechazo del Triunvirato, reemplazó a al general Pueyrredón a fines de ese mes y estableció su cuartel general en la ciudad de Jujuy. Allí, conmemoró el segundo aniversario de la Revolución de Mayo, presentando la Bandera creada en Rosario, arengando al pueblo: “…Por primera vez veis la bandera nacional en mis manos, que ya nos distingue de las demás naciones del globo…” (13).
En estas circunstancias, comienza a gestarse una de las páginas más heroicas de nuestra historia, donde se puso de manifiesto el sustento social de la Revolución y el liderazgo de Manuel Belgrano como conductor de un pueblo en armas, dispuesto a dejar arrasada su propia tierra, quemando todo lo que pudiera serle de utilidad al invasor.
General José Rondeau
En Rosario, denominó a las baterías Libertad e Independencia y, el 27 de febrero de 1812, enarboló una bandera blanca y celeste, “conforme a los colores de escarapela” (10), según manifiesta en su carta al Triunvirato. El gobierno, sujeto a las indicaciones de Lord Strangford contestó rápidamente, “haga pasar como un rasgo de entusiasmo el suceso de la bandera blanca y celeste enarbolada, ocultándola disimuladamente y sustituyéndosela con la que se le envía…”.
Cuando el gobierno se enteró de este segundo acto, acusó a Belgrano de desobediencia al poder político. Este respondió sorprendido nunca haber recibido la primera orden del gobierno y guardó la bandera, dedicándose de lleno a la preparación del Ejército frente a una inminente invasión realista, tras la toma de Cochabamba por parte del general Goyeneche.
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El “Éxodo jujeño” comenzó a principios de agosto y el Ejército inició su retirada hacia Tucumán varios días después. Los choques con la vanguardia realista eran frecuentes, obligando a Belgrano a reforzar la retaguardia que enfrentó con éxito al enemigo en el Río Piedras, el 3 de septiembre. La sorpresa en el bando realista fue tal que les permitió a los patriotas llegar a Tucumán con tiempo para tomar una decisión trascendente. Las instrucciones del gobierno a Belgrano eran claras en no exponer al Ejército a una batalla en situación desfavorable. Sin embargo, el pueblo tucumano estaba decidi-
do a pelear y reforzar con milicias a un Ejército mal preparado y en inferioridad numérica. Belgrano asumió el desafío de dar batalla.
Triunvirato y la designación de otro que convocó a la Asamblea General Constituyente del Año XIII. En estas circunstancias, Belgrano ya en marcha hacia la ciudad de Salta, volvió a enarbolar la Bandera blanca y celeste y la hizo jurar al Ejército, el 13 de febrero, a las orillas del Río Pasaje. Por primera en nuestra historia, una bandera que no era la española guiaba las tropas en campaña y a un pueblo en revolución. Dicho río, desde entonces, se lo conoce como Juramento.
El general realista Pío Tristán nunca creyó que Belgrano estuviera en condiciones de presentar batalla, por lo cual buscó rodear ciudad a fin de cortar su retirada. Belgrano por su parte, atrincheró la ciudad y formó al Ejército para enfrentarse en el Campo de las Carreras, previendo que la fuerza enemiga vendría desde el Norte. La consecuencia de estas decisiones encontradas fue una gran confusión en ambos bandos. La lucha duró todo el día, la infantería criolla al
General Manuel Dorrego
En 12 días, se dio la instrucción posible, se reforzó con paisanos la infantería y los cuerpos de caballería. El general Paz, protagonista de esos hechos como joven teniente, expresó en sus memorias: “…Nuestro ejército, que tendría como nueve cientos infantes y seis cientos caballos, inclusa la milicia...” (14)
mando de Dorrego derrotó al enemigo en su frente, mientras el resto del combate fue indeciso y confuso. Recién a la mañana siguiente, cuándo los realistas se replegaron hacia Salta, se constató una victoria de alcance estratégico para la causa de la emancipación. Una de las consecuencias de la Batalla de Tucumán fue la caída del Primer
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En su avance hacia Salta, Belgrano condujo al Ejército por la quebrada de Chachapoyas, un camino que le permitió eludir al Ejército realista, sorprender a Tristán y obligarlo a cambiar de dispositivo en poco tiempo. El ímpetu del ataque patriota fue tal que su fuerza se desbandó y derrotado pidió la rendición. En esta batalla Dona Martina Silva condujo una partida de gauchos al combate y Juana Moro fue otra mujer que luchó con valor en esa jornada. A principios de agosto de 1813, Belgrano ya se
Sin embargo, la suerte de las armas sería esquiva al Ejército Auxiliar del Perú, siendo derrotado por Pezuela en la batalla de Vilcapugio, el 1 de octubre de 1813. Se retiró hasta Macha, desde donde comenzó a reorganizar sus fuerzas con un gran apoyo indígena, llegando a remontar 3.400 efectivos, pero casi sin preparación militar. En esta situación, fue
Alto Perú hacia el Sur. Sobre esta marcha, expresó el general Paz: “…No hubo entonces riñas fratricidas, no pueblos sublevados para acabar con los restos del ejército de la Independencia; nada de escándalos que deshonran el carácter americano, y manchan la más justa de las revoluciones…”. (16) Así finaliza la campaña de la segunda Expedición Auxiliadora, la presencia del general Belgrano en el Alto Perú y desempeñando un rol con contacto directo con los pueblos, en la nueva etapa que se abre veremos un Belgrano, siendo parte esencial de la conducción estratégica de una guerra a escala continental.
General Ignacio Warnes
encuentra instalado en Potosí, desempeñando una política activa en el Alto Perú. Según refiere Pérez Torres: “…Dividió en 8 las provincias del Alto Perú…y colocó a la cabeza gobernadores de fuste, como Álvarez de Arenales en Cochabamba, Ortiz de Ocampo en Charcas, Ignacio Warnes en Santa Cruz…”, todos ellos fueron la base de la resistencia de la llamada “Guerra de las Republiquetas” que hasta 1816 detuviera la ofensiva realista. Su relación, con los pueblos originarios, andinos y guaraníes, fue de vital importancia en esa región para sostener el Ejército y, posteriormente, para negar apoyos al enemigo.
que un terrateniente de Chuquisaca Manuel Asencio Padilla y su esposa Doña Juana Azurduy asistieron a las tropas con 300 corderos, cebada (15) y otros sustentos.
San Martín es nombrado Jefe del Ejército del Norte, rápidamente se entiende con Belgrano, quien es designado para una misión diplomática en Europa.
La batalla final se produjo el 14 de noviembre en Ayohuma, donde la superioridad realista se tradujo en una cruenta derrota del Ejército patriota que inició su retirada desde el
belgrano, ejército y estado
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Uno de los momentos más críticos del conflicto entre el Estado central y los pueblos tuvo lugar
entre 1815 y 1816. De cómo se resolvió esta disputa resulta de fundamental importancia para entender como siguió el curso de la guerra de la independencia y de la organización del país.
La retirada es caótica y los recelos internos (18) imponen a Rondeau el objetivo de ocupar Salta y deponer a Güemes. En su avance, el Ejército advierte la creciente hostilidad de la población. Sin apoyo logístico y casi caballería, su situación es desfavorable y decide acordar un pacto que se firma en la ciudad de Cerrillos, el 22 de marzo de 1816.
General José Gervasio de Artigas
El 2 de abril de 1815, Santa Fe declara su autonomía con relación a Buenos Aires y el 15 de mayo, Salta elige gobernador al general Martín Miguel de Güemes y pocas semanas después, el Congreso de Oriente, convocado por José Gervasio de Artigas declara la independencia de la Liga de los pueblos libres respecto de España y toda otra potencia extranjera como también la autonomía de los pueblos respecto a Buenos Aires.
y es nombrado gobernador por el Cabildo de Salta, lo cual genera el rechazo de Rondeau y muchos de oficiales. El Ejército avanza hacia el Alto Perú, siendo derrotado por los realistas, el 29 de noviembre, en la batalla de Sipe-Sipe (17).
En el frente altoperuano, José Rondeau reemplazó La situación del Directoa San Martín a fines de rio que gobernaba las Provincias Unidas era crí- 1814 y, tal como sucedietica, Carlos María de Alve- ra con la Banda Oriental, nunca logró articular una ar es destituido, casi al buena relación con las sumir y álvarez Thomas milicias locales, particulartermina reconociendo la mente, con Martín Miguel gobernación de Güemes y convocando un Congre- de Güemes. so en Tucumán pero, en Güemes derrota a la vanla relación con Artigas, guardia realista, el 14 de Buenos Aires nunca abril de 1815, toma el buscó encontrar una armamento para su tropa base de entendimiento.
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La trascendencia del Pacto de Cerrillos es tal que el general San Martín expresará desde Mendoza: “…Más que mil victorias he celebrado la mil veces feliz unión de Güemes con Rondeau. Así es que las demostraciones de ésta sobre tan feliz incidente se han celebrado con una salva de veinte cañonazos, iluminación, repiques y otras mil cosas…” (19).
El general Güemes en carta al Congreso ratifica: “…hemos convenido que la unión de todos los pueblos, bajo el supremo mando del Estado, es el arma invencible que debe
tas”, prácticamente, había sucumbido con las muertes de Manuel Padilla e Ignacio Warnes. El Ejército realista, conformado por 7.000 efectivos, con un fuerte núcleo de tropas europeas, veteranas de las guerras napoleónicas, al mando del general De la Serna, inició su avance, en diciembre de 1816 con 7 regimientos de infantería y otros 7 de caballería, más un importante número de piezas de artillería. Su objetivo detener el cruce de los Andes y poner fin a la insurrección sudamericana.
General Martín Miguel de Güemes
En realidad, el general Rondeau se enfrentaba a un acuerdo estratégico mucho mayor, que venía articulando el general San Martín desde 1814, con las voluntades de Manuel Belgrano, Juan Martín de Pueyrredón y el mismo general Güemes. En la concepción sanmartiniana, la guerra del pueblo, en este caso la “guerra gaucha” debía contener el avance realista para dar tiempo y espacio, al Ejército de los Andes en su campaña libertadora. Para ello, era necesario apoyar a Güemes con un Ejército de línea acuartelado en Tucumán, cuyo jefe sería desde agosto de 1816, el general Belgrano y un Estado central sosteniendo a ambos frentes con Juan Martín de Pueyrredón. El acuerdo y la lealtad entre estos cuatro próceres explica el éxito en la guerra, que parece seguir literalmente los principios de Clausewitz.
salvarnos”. “Mientras yo gobierne Salta, añadió, esta provincia no se separará de la unión y obedecerá a las autoridades supremas por más que algunos intenten lo contrario…” (20) Ese año de 1816, el Río de la Plata se hallaba en una complicada situación, los portugueses habían invadido la Banda Oriental y la “Guerra de la Republique-
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El 24 de diciembre, el coronel Pedro de Olañeta conquistó Humahuaca y el 5 de enero de 1817, De la Serna ocupó Jujuy, mientras otras fuerzas realistas invadían Tarija y Santa Cruz de la Sierra. El General Güemes planificó enfrentar la invasión empleando sus fuerzas en todo el territorio, controlando las vías de comunicaciones gracias a una mejor capacidad de movimientos que su enemigo. El coronel Manuel Arias capitaneaba las partidas en Humahuaca. En
Desde principios de enero, comenzaron a sucederse numerosos combates en todos los frentes, Juan Antonio Rojas derrotó a Dragones de la Unión en San Pedrito, el Marqués de yavi luchó en el frente de Tarija y el 2 de marzo, el coronel Arias, sorprendió con un golpe de mano en Humahuaca, en dónde se apoderó de la mayor parte del parque del Ejército invasor. De la Serna, ya con su Ejército reunido en Jujuy, inició la marcha sobre Salta, la que ocupó el 2 de abril, pretendiendo avanzar hacia Tucumán, lo más rápido posible. El 20 de abril, el coronel Sardina partió hacia los valles Calchaquíes con 1500 hombres, siendo atacado al otro día por Luis Burela en los Combate de los Cerrillos.
A su vez, en Tucumán estaba Belgrano, si bien con escasas fuerzas, un Ejército regular sostenía las guerrillas. Abandonó Salta, el 5 de mayo.
Libertador General Don José de San Martín
la Puna oriental, se hallaba la División Peruana al mando del marqués de yavi. A lo largo de la quebrada de Humahuaca se situaron escalonadamente las partidas al mando de José María Pérez de Urdininea, jefe de la vanguardia.
El 25 de abril, Juan Rojas lo combatió en el Bañado. Días después en un nuevo encuentro, Sardina fue herido y decidió regresar a la ciudad de Salta. Güemes le presentó batalla a campo abierto y lo derrotó completamente. De la Serna entendió que su retaguardia estaba en peligro por los contingentes de Arias y Campero, más los que acechaban desde la Puna occidental.
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Mientras se desarrollaban estas operaciones, relata el general Paz: “…Aunque el General Belgrano se mantenía tranquilo, con el ejército de Tucumán, no dejó de tentar algunas operaciones parciales…” (21). El teniente coronel don Daniel Ferreira fue mandado a la región Este de Bolivia y el comandante Mercado. Esto obligó a los españoles a distraer fuerzas en su retaguardia. La más importante de las operaciones ordenadas por Belgrano fue la encomendada al coronel Araoz de Lamadrid, quien con una fuerza de 400 hombres causaron “…una verdadera sorpresa para los cuerpos españoles destacados en las guarniciones, encontrar á su frente tropas regulares y disciplinadas, cuando solo esperaban grupos de indios ignorantes y desarmados. La expedición del comandante La Madrid, era un golpe de rayo que hubo de dar valiosos resultados…” (22)
San Martín le escribió a Güemes: “…la batalla del Valle de Lerma, fue tan importante como Chacabuco a la causa de la emancipación americana…” (23)
A partir de 1818, el Estado central ingresó en un proceso de descomposición. El Directorio y los intereses portuarios de Buenos Aires nunca pudieron acordar una estrategia similar con Artigas. La revista de Rancagua, donde San Martín se niega a comprometer al Ejército de los Andes
Manuel Belgrano fue un protagonista esencial del proceso que intentamos recrear y explicar a través de categoría de Clausewitz “guerra de los pueblos”.
Abrazo de yatasto entre los Generales San Martín y Belgrano
En su regreso sin gloria, De la Serna fue hostigado por partidas gauchas que lo desgastaron hasta el Río Desaguadero. La Batalla del Valle de Lerma, había durado dos semanas en las que el enemigo fue atacado en numerosos combates, eludiendo un choque frontal y decisivo. No fue una guerra de guerrillas sino el resultado de una estrategia que supo combinar y complementar a fuerzas regulares con milicianas. Esta es la guerra que comprendió San Martín y que ejecutó Güemes con el apoyo de Belgrano.
proceso de anarquía, Martín Miguel de Güemes, traicionado cae en combate un año después peleando contra los realistas y San Martín abandonado y sin recursos no pudo concluir la campaña y pactó con Bolívar su renunciamiento.
Fue por reconocimiento y elección de sus pares protagonista de las Invasiones Inglesas y luego miembro de la Junta Provisional de Gobierno.
en las luchas fratricidas, el motín de Arequito y la descomposición del Ejército del Norte pusieron fin al gobierno central. El Río de la Plata entraba en otra etapa de su historia y con ella sus protagonistas. réquiem de un guerrero Manuel Belgrano, enfermo y cansado, murió el 20 de junio de 1820, en medio de un profundo
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El destino de la revolución se desarrolló en la guerra y Manuel fue protagonista de la lucha. No fue el guerrero de una legendaria carga ni de un asalto heroico sino el conductor de un ejército, que, como él, era apenas profesional en las armas, pero que siempre tuvo el coraje de conducir a un pueblo al éxodo, a la victoria en Tucumán y Salta y conducir con aplomo y energía en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
En el Alto Perú reconstruyó los lazos con los pueblos criollos e indígenas y sentó las bases de los que sería la Guerra de las Republiquetas. Fue parte central de la inteligencia que comprendió la naturaleza de la guerra y cómo ganarla. Esa fue la estrategia sanmartiniana de la emancipación continental y Belgrano fue uno de sus pilares sosteniendo al general Güemes en la heroica Guerra Gaucha. No participó de las luchas fratricidas, ni se enriqueció con el poder. Nos legó una bandera que nos distingue entre las naciones del mundo y un patrimonio de valores y conductas.
notas 1) Crónica Argentina, Tomo 2, Ed Codex, Buenos Aires, 1977, Pag 55 2) Carl Von Clausewitz, De la Guerra, Círculo Militar, Buenos Aires, Cap XXVI, Pag 233 3) Ibid. Pag 234 4) Ibid. Pag. 237 5) Ibid. 238 6) Belgrano, Manuel, fragmentos de Memorias, en Paz, José María, Memorias Póstumas, La Plata, 1892, Pag 49 7) Ibid, Pag 49 8) Ibid, Pag 50 9) Paz, José María. Memórias Postumas, Pag 3 10) Pérez Torres, Eduardo, Bandera de Macha, Ed HANNA, Salta, 2010, Pag 22 11) “Mayo Documental”, Universidad de Buenos Aires, Tomo XI, páginas 318 y 319, y “Correspondencia de Lord Strangford”, Archivo General de la Nación, páginas 13 y 14. 12) N del A: Bandera de Macha que se encuentra en el Museo Histórico de la ciudad de Sucre, República de Bolivia 13) Pérez Torres, Eduardo, Bandera de Macha, Ed HANNA, Salta, 2010,
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Pag 32 14) Paz, José María, Memorias Póstumas, La Plata, 1892, Pag 56 15) Pérez Torres, Eduardo, La Bandera de Macha, Ed HANNE, Salta, 2010, Pag 74 16) Ibid, Pag 17 17) No se supo sacar partido del entusiasmo de los peruanos, ni de los recursos de aquel país; por el contrario, se renovaron las antipatías locales y predispusieron la separación de aquellas provincias, que quizá jamás volverán á pertenecer á la República Argentina. Ibid, 272 18) Ni se había puesto de acuerdo con amigos sinceros que tenía el ejército, quienes ya veían en Güemes un caudillo inmoral y funesto, Ibid 289 19) Otero, Pacífico, carta a Tomas Godoy Cruz, Circulo Militar, 20) Lucía Solís Tolosa y Gregorio A. 21) Ibid 311 22) Ibid 312 23) Güemes, Luis Adolfo (1979): Güemes Documentado.
“Éxodo jujeño”
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Abrazo en yatasto de San Martín y Belgrano
Éxodo jujeño
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LA BATALLA DE TUCUMAN CREER EN LA CAUSA DE LA INDEPENDENCIA POR MAyOR (R) VGM JORGE MANUEL VIZOSO POSSE
Discurso Mayor (R) VGM Jorge Manuel Vizoso Posse, pronunciado con motivo de cumplirse el Bicentenario de la Batalla de Tucumán, en el Cenotafio de los Héroes de Malvinas en la Plaza San Martín, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el 24 de septiembre de 2012
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ueridos hermanos en Dios y la Patria: Es para mí un honor tener este gusto de estar con ustedes. Quiero
Hay que tener presente que belgrano creía pero obraba, porque una fe sin obras es una fe muerta.
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hablar de nuestro querido General Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y Peri. Este General al que se le dice doctor, que lo era, pero que no lo definía. Porque en la vida se define por lo más importante, y lo más importante en la vida de Belgrano fueron sus seis campañas militares. y voy a repetir las palabras de este gran general escritas en su testamento, donde dice “yo, Manuel Belgrano, Brigadier General de las Provincias Unidas de Suramérica (no “del Río de la Plata”, sino de
y ustedes saben que como toda ciencia, el arte y la ciencia de la guerra también se aprende. y él tenía unas ideas tan preclaras, que fue autorizado por el Papa a leer cualquier libro prohibido por la Iglesia. Estamos hablando de una persona sumamente capaz en su intelecto y lleno de virtudes. Este General aplicaba los principios del mando, que fueron heredados por los argentinos de España, de las Ordenanzas de Carlos III que a su vez, las reciben del imperio Romano, de la República Romana. ¿y cuáles son los principios del mando? Tres fundamentales: creer en la causa que se persigue, si no creemos en Dios, la patria y la familia y no estamos dispuestos a resistir hasta el final a todo aquello que las
cuando sabemos que Jujuy era realista, Salta era realista, Tucumán era realista, Córdoba era realista.
Oleo sobre la Batalla de Tucumán, detalle
Suramérica) declaro…” es decir, firma como un militar, como un Brigadier General y no como abogado, porque Manuel Belgrano como abogado no hizo nada, sí como economista, periodista, educador, pero por sobre todo, como soldado.
afrente, quiere decir que no tenemos Moral ¿y qué es la Moral? La Moral es el querer lo que debemos, significa, nada más y nada menos que tener esa determinación, esa firmeza que debemos poseer y que muestra el General Belgrano al ordenar, por ejemplo, el éxodo jujeño que fue llevado a punta de pistola. y ahora quieren fantasear sobre cómo se hizo el éxodo jujeño,
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Cuando el General Belgrano toma el mando del Ejército del Norte, sabía claramente que tenía que librar la Batalla en Tucumán. y esos indicios son muy claros cuando él manda al General Juan Ramón Balcarce a organizar la caballería porque carecía de caballería, y lo hace instalar al Barón Holmberg la fábrica de cañones y armas en Tucumán, en vez de instalarla en Córdoba, como debía haber ocurrido si hubiera obedecido la orden del triunvirato. Belgrano antes ya había tomado esa decisión. No solo fue el pueblo tucumano, ni la caballería tucumana sola, porque el éxodo no fue solo jujeño, dado que también la mitad de Salta participó del éxodo, aunque los salteños tengan este hecho bien callado, porque hay causas. Salta apoyaba claramente a los realistas y por ello, posteriormente se tuvo que librar la batalla de Salta. Entonces, este gran Gene-
y tuvo además sagacidad porque fue previendo el desenlace de la batalla de Tucumán. Porque Belgrano tuvo una estrategia que enfrentó a la estrategia realista que tenía como ejes Montevideo-Buenos Aires, Santiago-Buenos Aires, Alto Perú-Buenos Aires. Había una convergencia de fuerzas contra Buenos Aires y por eso la Batalla de Tucumán fue fundamental, hasta tal punto, que es la batalla que salva la lucha por la libertad americana, como bien dijo Mitre. Por esto hay que tener presente que Belgrano creía, pero obraba, por-
todos los generales realistas, quien teniendo los planes militares de Belgrano en sus manos, lo logró vencer con gran dificultad, porque el General Belgrano, tenía una gran sagacidad. y en esa oportunidad, también debió enfrentar las presiones del Triunvirato, que lo apuraba para que librara la batalla, contrariando la estrategia de Belgrano que estaba promoviendo la deserción de los realistas en Vilcapugio, por su acción política, porque Belgrano era un político que deshizo todo lo malo que había producido Castelli en el Alto Perú.
Oleo sobre la Batalla de Tucumán, detalle
ral, haciendo gala de su previsión, pero en especial de su prudencia preparó sus fuerzas para combatir en Tucumán. y ustedes deben saber que la prudencia es la virtud más importante de un político y de un militar. y en la prudencia tuvo capacidad para recordar lo que se había hecho en otras campañas militares. Tuvo docilidad para comprender la situación porque era humilde. ¿Quién ha sido más humilde que el General Belgrano?
que una fe sin obras es una fe muerta. Así tenemos que se entregaba íntegramente al servicio que es el segundo principio del mando. Daba el ejemplo, siendo siempre el primero en cumplir con todas las obligaciones. Así lo vemos lleno de heroísmo, por ejemplo en Vilcapugio, en su derrota, vencido por el General Joaquín de la Pezuela, el más grande de
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Entonces nos encontramos con Belgrano en Vilcapugio portando la bandera de la patria de a pie, de a caballo, impulsando a la tropa a combatir recordando el juramento de sus hombres a la bandera, juramento que él les había tomado. En ese juramento que significa poner a Dios por testigo. y así estamos llegando al tercer principio del mando que es afirmarse en la fe en Dios. Este hombre era naturalmente un ejemplo de reli-
General Antonio González de Balcarce
giosidad. Tanto es así que fue el único general que entregó su victoria a otra persona. Porque el éxito en la batalla de Tucumán no fue de la caballería gaucha, sino de la infantería de Dorrego y de Díaz Vélez, que son los que toman los bagajes, las 39 carretas, los sueldos, los uniformes, y la munición del ejército realista, porque los toma en una cambio de frente. Tucumán es una batalla maravillosa, porque él se aprovecha de la manga de langosta y hace asaltar las posiciones realistas con bayoneta calada sin disparar, y esa decisión demuestra gran sagacidad, porque los realistas empiezan a tirarse entre ellos. El batallón Abancay contra el Cotabamba, y en medio de la batalla el viento, les tiraba encima a las langostas que los altoperuanos no conocían, se le aparecieron nuestros guerreros con las bayonetas caladas y con cuchillos, y las tropas realistas huyen. y amargamente Pío Tristán dice que por culpa de estos que atacaron antes de que él diera la orden y antes de que se desple-
gara la artillería, perdieron la batalla. Tristán nunca se hizo cargo de sus errores. Tristán debió haber aferrado al enemigo antes de envolverlo, no se concibe un ataque de ese tipo de un veterano militar como era Tristán, veterano de la campaña del Rosellón, compañero de San Martín. Estos son los indicadores del mando. Belgrano se hace cargo de un ejército que era una masa amorfa
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de gente enferma, 900 hombres, la mitad desarmada y con paludismo, desmoralizados, indisciplinados, sin ganas de hacer nada y toma medida duras, como corresponde. Porque Belgrano tenía claro los indicadores del mando que son la disciplina, el espíritu de cuerpo, la motivación y la efectividad. y ese rejunte lo transforma en efectivo y logra la efectividad que es la reunión de la eficiencia y la eficacia y alcanza vencer al enemigo, esta batalla prepara el triunfo de la Batalla de Salta. Una obra maravillosa de la táctica del General Belgrano. Pero curiosamente ni Tucumán ni Salta se le atribuye al General que estuvo al mando del Ejército, es decir, Belgrano. Tanto la batalla de Tucumán como la de Salta se le atribuyen “al pueblo”, un caso único este de dos batallas que no tuvieron un conductor, un general conductor. Si nos preguntan quién gano Chacabuco o Maipú, diremos: San Martín. Pero en Tucumán y Salta se oculta al General Belgrano. Esta virtud que tuvo Belgrano, esa maniobra
Por eso el Gral. Paz, uno de los más grandes estrategas argentinos, dijo que Belgrano era uno de los generales más metódicos, define a Belgrano como un científico de la guerra, como un artista de la guerra, por eso Paz lo reconoce de ese modo. Otro que reconoce estas virtudes del General Belgrano fue el propio General San Martín, quien dijo “no será un Bonaparte, pero es el mejor General de América”. y yo debo pensar que el General San Martín se incluía a sí
militares. Esto hizo nuestro General Belgrano. Así pues, no solo nos legó la bandera, sino que creó milicias y formas de actuar.
Pintura alegórica del éxodo jujeño
estratégica esa enorme maniobra, que puede parecer muy sencilla en un territorio muy extendido, con escasa población y escasos recursos, ¿quiénes hicieron algo semejante? el gran general ruso Mijaíl Kutúzov que venció a Napoleón en la campaña de Rusia. y si bien nos maravillamos con eso no lo hacemos con el gran Belgrano. También nos admiramos del gran Zhúkov, quien vence a los ejércitos hitlerianos en Rusia usando la táctica de la tierra arrasada, lo mismo que hizo Belgrano en su oportunidad,
mismo en esa opinión. Por lo tanto, estos reconocimientos a Belgrano no son en vano. ¿A qué se parece la batalla de Tucumán? Nada más y nada menos que a la batalla de Austerlitz, la obra maestra de Napoleón Bonaparte, donde desde una posición de defensa hace un contra envolvimiento, con un concepto de defensa móvil, diríamos hoy los
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Cuando él fue designado Capitán General del Alto Perú, él divide en lugar de 4 en 8 intendencias y hace la guerra de zapa a los realistas que luego la atribuyen a San Martín. Es cierto que San Martín hizo esta guerra pero no reconocen que Belgrano la aplicó en el Alto Perú y con ella incorporó a 10.000 indios del Cacique Cumbay y del Cacique Cárdenas, y el Triunvirato lo apuraba a librar la batalla de Vilcapugio contra su táctica persuasiva que tan bien ejecutaba Belgrano. Es la misma forma que utilizó en Paraguay, cuando a pesar de la derrota, lo convence a Fulgencio yegros para la causa revolucionaria. Belgrano utilizó toda su capacidad desarrollando cada paso. A Pío Tristán le permite llevarse todo su ejército bajo el juramento de que no volverían a usar las armas contra la causa revolucionaria y la inmensa mayoría, no volvieron a
alzarse nunca más en armas contra la patria.
También se habla de la obediencia o la desobediencia de Belgrano. Pero la obediencia siempre la debemos al bien común. Nosotros somos todos iguales, pero cuando tenemos una jerarquía la tenemos en relación el bien común y cuando se responde al bien común, es que aceptamos esa jerarquía. Belgrano obedece al bien común cuando decide librar la batalla de Tucumán porque en Córdoba eso era imposible. Además no olviden que en Córdoba fusilaron a Santiago de Liniers, el reconquistador de Buenos Aires, un Padre de la Patria. Todo eso Belgrano evaluó para decidir librar la batalla de Tucumán.
Hay una vieja definición de lo que es soberanía, que la practican todos los pueblos del mundo desde la antigüedad hasta ahora y que está contenida en el Derecho internacional, y que dice: soberanía es la capacidad de dar respuesta a cualquier desafío guerrero.
Monumento conmemorativo a la guerra por la independencia en Humahuaca
Belgrano era muy amigo de Pío Tristán y supo tratarlo con respeto, con el respeto de quienes piensan y luchan distinto, pero ese respeto que hoy no se tiene por el que piensa distinto, fue importante en el tratamiento de la relación entre Belgrano y Tristán.
ejército y pueblo unidos.
La Argentina en el año 2007 sufrió una grave expansión de la ocupación territorial de parte del colonialismo británico, fue el máximo desafío guerrero que sufrió la argentina luego de la guerra por las Malvinas. ¿Qué hizo la Argentina frente a ese desafío guerrero? Nada.
mental en las guerras. Decía Sun Tzu 500 años antes de Cristo que la preparación es la máxima virtud. Estar preparados para cualquier contingencia. Los argentinos debemos prepararnos porque ustedes deben saber que la soberanía no se declama, se la ejerce, como la ejercieron aquellos que pelearon por la independencia Ustedes saben que la pre- y fundamentalmente paración es algo fundacomo fue en Tucumán,
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Otro desafío guerrero fue en 2009 cuando un ejercicio militar británico con todo su capacidad disponible y nosotros tampoco hicimos nada. y ahora nomás, en los últimos meses, con la presencia de una fragata ultramoderna y los submarinos nucleares desplegados en nuestro Atlántico sudoccidental. ¿Qué hicimos? Nada. Todo ese despliegue militar es contra nuestro país. Porque el próximo paso,
¿Qué vamos a hacer nosotros cuando el enemigo decida marchar hacia el oeste de las Malvinas? Porque ya tiene el este de Malvinas, y lógicamente, querrá avanzar hacia el oeste, hacia el continente. ¿Qué vamos a hacer? Porque van a estar en la Patagonia, y entonces saldrán nuestros dirigentes a rasgarse las vestiduras como hizo Caifás, o diciendo como hizo el pueblo judío ante Poncio Pilatos “nosotros no tenemos otro Rey que
Discurso publicado en la edición N° 39 de CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina. Agradecemos el Mayor (R) VGM Jorge Manuel Vizoso Posse su autorización para reproducir este discurso.
Una carta escrita por Manuel Belgrano
cumpliéndose la máxima de Publio Ciro, primer siglo antes de cristo que dice: la necesidad no tiene otra ley que la conquista. ¿No lo vemos en Irak? Lo invadieron, lo destruyeron y se llevan su petróleo. ¿Qué hicieron en Afganistán? Se llevaron el gas, el petróleo y la heroína, porque las potencias mundiales quieren el negocio del narcotráfico y los talibanes habían reducido la heroína a la mínima expresión. Lo mismo hicieron en Libia, con Kadafy. Estos hechos contemporáneos demuestran la verdad de esas palabras de Publio Ciro a que hice mención.
el César”, y aquí dirán “nosotros no tenemos otro Rey que Su Majestad la Reina de Inglaterra”. Entonces queridos hermanos manos a la obra. Muchas gracias.
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BATALLA DE SALTA UNA BATALLA TRASCENDENTE PARA LA INDEPENDENCIA SURAMERICANA… POR MAyOR (R) VGM JORGE MANUEL VIZOSO POSSE
L
a más inmediata consecuencia, y de gran importancia de la Batalla de Tucumán, fue la Batalla de Salta, las dos batallas decisivas libradas por el General D. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y Peri en el actual territorio de Argentina a quién llamaré: El Grande, porque desde su humildad se hizo de todo para ganarlos a todos a su fe e ideas, como nos enseña San Pablo: abogado, economista, político, militar, diplomático, propagandista, etc. Aquí hablare-
“no busco plata con mis providencias: busco el bien de la patria. Yo no oigo clamores de particulares, sino el bien general.”
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mos del militar. Este concepto de grandeza surge de sus propias palabras: “No busco plata con mis providencias: busco el bien de la Patria. yo no oigo clamores de particulares, sino el bien general. Los que no quieran sufrir esos perjuicio anímense a defender la provincia, y no por conservar unos ganados, que serían para el enemigo, permanezcan fríos espectadores de las desgracias de la patria” (Esto prueba que el obedeció al bien común al librar la Batalla de Tucumán y no el Triunvirato, bien común
Pintura al óleo de la Batalla de Salta
que hace la necesidad de una jerarquía sobre los iguales, quién se aparta de él, ya no tiene más ordenes que dar, así como el general que se rindió) - “Siempre se divierten los que están lejos de las balas y no ven la sangre de sus hermanos…también son esos los que critican las determinaciones de sus jefes. Por fortuna dan conmigo que me río de ellos, y hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la patria”…- “… “cuando reflexiono que nada hay más despreciable para el hombre de bien, para el verdadero patriota que merece la confianza de sus conciudadanos dos.., he creído propio de en el manejo de los mi honor y de los deseos negocios públicos, que el que me inflaman por la dinero, o las riquezas, prosperidad de la patria que estas son capaces destinar los expresados de excitar la avaricia de cuarenta mil pesos para la los demás, haciendo que dotación de cuatro escuepor principal objeto de las públicas de primeras sus acciones subroguen letras a establecerlas en el bienestar particular la las ciudades de Jujuy, bien público, sino que Tarija, Tucumán, y también parecen dirigiSantiago del Estero por das a lisonjear una carecer las cuatro de estapasión seguramente abo- bleciendo tan esencial…” – minable en el agracia…”sirvo a la patria sin otro
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objeto que el de verla constituida y este es el premio mayor al que aspiro” – escribe al rechazar su ascenso a Capitán General - “Esta guerra civil que nos devora “ ¨¡ Hay Patria mía!; entre otras frases lo constituyen por su grandeza en el paladín de la libertad, la igualdad y la fraternidad: Padre de la Patria, te saludo con el saludo de los Comandos: ¡Dios y Patria o muerte! Al suspender la persecución del Grl, Díaz Vélez después de concluir la Batalla de Tucumán, como consecuencia de las escasez de abastecimientos y recursos, el espíritu previsor y emprendedor del nuestro Grl Belgrano. Quién siempre debió encontrarse con esta falta de medios que como una maldición, le persiguieron en sus campañas. Prudentemente, decidió preparar la futura batalla en Salta, en mejores condiciones que la de Tucumán. Aplicando las enseñanzas de Sun Tzu: “Estar preparado para cualquier contingencia es la máxima virtud”.
Por su parte, el Grl Goyeneche comandante del Ejército Realista natural de Arequipa como Pío Tristán (recuerdo que casi todos eran america-
tro prócer estudiaba en Madrid y por ende, le conocía bien. Relevo que no se produjo y es una de las graves consecuencias del nepotismo que a la postre, ocasionaría su propio relevo por parte del Virrey de Perú Abascal. En Potosí, el 6 de enero de 1813, Goyeneche hace jurar la Constitución de la Monarquía Española y un posterior Te Deum al otro día. Mientras tanto, el ejército realista de Pío Tristán se preparaba en sus asentamientos de Salta y Jujuy, incorporando nuevas unidades recientemente creadas mediante el reclutamiento y la leva.
Pintura al óleo de la Batalla de Salta
Don Manuel, sabía muy bien los resultados óptimos logrados por su envío anticipado a Tucumán del Coronel Balcarce que preparó la Caballería Gaucha y Holmberg la artillería y la fábrica de fusiles, que posibilitaron la sorpresa que paralizó la mente del Grl Pío Tristán y las almas de su ejército de altoperuanos, sumado a las acción de la manga de langostas y demás. Por esas razones se abocó con todo empeño con sus oficiales y tropa, a la instrucción de su ejército y estar mejor preparado para la guerra; valioso tiempo empleado que a la postre le daría sus frutos: como dice nuestro Martín Fierro de don José Hernández: “más que el sable y que la lanza, suele servir la confianza que el hombre tiene en sí mismo”… confianza y fe que emanan de una exigente preparación para la guerra.
nos y ciudadanos españoles, que se enfrentaron: un bando realista y el otro revolucionario, en medio de ellos, numerosos tibios como podremos ver más adelante). Debiendo relevar a su primo del mando del ejército realista por su negligencia y subestimación del Grl Belgrano y su ejército, dado que tanto éste como aquél, eran amigos personales, cuando nues-
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En Salta estaba la División del Centro formada por el Regimiento Abancay, el Batallón de Granaderos de Paruro, los Dragones de Chichas, los Húsares del Rey, las compañías de Cazadores de Infantería y Caballería. En Jujuy tenía su asentamiento la División Cotabambas. También allí, se juró la Constitución Política de la Monarquía Española y posteriormente los hicie-
Los realistas declaran nulas todas las resoluciones de los insurgentes o revolucionarios y por arte de magia aparecen, tanto en Salta como en Jujuy, los recursos necesarios para el ejército realista. Como podemos observar, muchos habían ocultado sus ganados y pertenencias en lugares de difícil acceso y la premura del éxodo, impidió que pudieran controlar todo. El éxodo fue exhaustivo en Jujuy, más no en Salta, conocido como éxodo jujeño, pero incluyó a las dos provincias. Tal era la resolución del magnífico comandante revolucionario. En sus actividades como conductor del Ejército Revolucionario, Belgrano se encuentra con graves problemas de organización y control por la falta de disciplina y de pago de sus tropas. Sin embargo, logró acomodar las cosas con aportes públicos y privados que luego fueron acreditados o reintegrados a los que los realizaban de forma extraordinaria. El Ejército revolucionario, una vez
recuperado y acrecentado su poder de combate inicia su marcha de aproximación al enemigo el 2 de enero de 1813.
hasta Jujuy; el Grl Picoaga se mantenía en Tupiza como reserva vigilando Chichas, Cinti y Tarija; Ramírez vigilando a los Chiriguanos y reforzó las tropas de Salta con Caballería. Este despliegue tan disperso, separados por enormes distancias, se debió a los alzamientos revolucionarios anteriores que coartaban la libertad de acción del comandante realista y por tanto su comando, control y comunicaciones. El General Goyeneche temía más la insurgencia de los pueblos que al ejército revolucionario, dado que ellos nutrían a éste. La dispersión debe ser controlada y fácil su concentración, dado que de no darse estas condiciones; se está dividiendo las fuerzas y por lo tanto debilitando su poder de combate, haciéndose vulnerable al enemigo.
Por su parte, el Grl Goyeneche cumplió de acuerdo con las directivas del Virrey del Perú Abascal de mover sus tropas hacia el sur, las fuerzas realistas que se encontraban en el paso de Humahuaca, avanzó
Por otra parte, Pío Tristán nuevamente, reitera su error: subestimar al enemigo, cuando ya había ligado una paliza por parte de éste, lo que hace más grave aún su protervia. Permitió el avance del ejército revo-
Batalla de Salta, pintura alegórica
ron los Salteños.
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Batalla de Salta, pintura alegórica
lucionario, descuidando su vigilancia tanto en Salta como en Jujuy con una dispersión inadecuada - como su comandante y primo Grl Goyeneche - apreciando que el Río Pasaje en la estación de lluvias, sería un obstáculo insuperable para dicho ejército. Ningún obstáculo es insuperable, si no tiene las adecuadas y suficientes fuerzas de vigilancia, su negligencia es injustificable, pero él tenía por costumbre - a diferencia de nuestro prócer echar las culpas a sus subordinados como acaeció en su parte en Tucumán y posteriormente, al informar su rendición en Salta.
La División Vanguardia del Grl Tristán, fue un error que mantiene Goyeneche, dado que una vanguardia no tiene la libertad de acción que se requería en estos casos, se imponía un ejército o división independiente. Como podrán recordar de la batalla de Tucumán del número 32 de Cuadernos, se encontraban en la dicha división:
Las compañías de Fernando VII, los Batallones de Abancay, el Batallón Real de Lima. Además, los Granaderos de Paruro, los Escuadrones de Caballería Dragones de Chichas, los Húsares del Rey de Tinta, las Compañías de Cazadores de Infantería y Caballería, una de ellas al mando, del que sería el último Virrey del Rió de la Plata, Capitán Pedro
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Antonio Olañeta (muerto en el último combate de las guerras independentista, en el poco celebrado Combate del Río Tumusla) y el Batallón Paucartambo. En Jujuy se encontraba el también conocido Batallón de Cotabambas. Allí, igualmente, se hizo jurar la constitución realista. Muchos de los habitantes de estas ciudades se encontraban al borde del colapso, dado que cambiaban de dominio por parte de revolucionarios y realistas frecuentemente. Por tanto, su papel en sí, fue en general tibio y se acomodaban a las circunstancias; dado el desgaste que sufrían en sus posesiones y la escasez de recursos por las sucesivas invasiones de ejércitos de uno y otro bando. Por su parte el Ejército del Norte con su Comandante a la cabeza, con varios meses a su comando, restablecida la disciplina, la motivación, el espíritu de cuerpo y su efectividad probada en el Campo de las Carreras con la gloriosa batalla de Tucumán; se encontraba en mejores condiciones dado que su ánimo; es
Cuando el Ejército del Norte, compuesto por más de 3.000 hombres, partió, el 2 de enero de 1813 hacia Salta era otro, la personalidad de su Comandante; se había impuesto sobre el desorden, la escasez y demás; vibraban de patriotismo, coraje, confianza y determinación. Como si todo eso fuera poco, sobre las barrancas del Río Pasaje (Después Juramento) enarboló la bandera de la Patria, que la había reservado para una gran victoria que se avecinaba y con enorme majestuosidad y convicción, les hizo jurar fidelidad a la Bandera de la Patria naciente y a la Asamblea General, a todos y cada uno.
Coronel Manuel Ascencio Padilla
decir su moral estaba muy alta y les daba seguridad y confianza en su Comandante al verle noble, seguro y determinado a alcanzar su próxima victoria en Salta. Les había probado, su buen juicio y su prudencia tan importante en la guerra como en la política. Su enorme resolución, que manifestaron su firmeza en el éxodo de Jujuy, el olvidado éxodo de Salta, y la de librar batalla en Tucumán, pese a las ordenes alejadas del bien común, impartidas por el Primer Triunvirato, habían asombrado hasta a los más tibios. En el tiempo que reorganizó su Ejército en Tucumán, nos mostró como había que procurarse en la paz, lo que habría de necesitar en la guerra. De un rejuntado desarmado, harapiento, enfermo, vencido y demás que había recibido de Martín de Pueyrredón, logró todo un ejército en línea. Su convicción, su entrega y confianza en Dios y la Virgen María, su amor a la Patria, demuestran a todas luces su valor e incluso la necesidad de ser riguroso en el cumplimiento del deber. El cum-
plimiento de la ley moral: Don Manuel quería lo que debía. Siempre humilde, sabía escuchar a sus subordinados, aprender de ellos, sin que eso significara mengua para su inteligencia y voluntad, sino que lo enaltecía, delegando autoridad, pero nunca su responsabilidad y mucho menos endilgársela a otros como don Pío.
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Miremos y contemplemos arrobados a este héroe, que trasuntaba fe en la causa de la libertad de su Patria. Su tropa se llenó de fervor, ese 13 de febrero de 1813. Fue un gran Comandante, pese a las calumnias y críticas negativas a sus capacidades militares. Miserias de las almas mezquinas e ignorantes, que no pueden entender y mucho
menos imitar, por su linaje tan puro, a éste gran prócer de la independencia.
El gran general Belgrano, concibió una maniobra envolvente, para librar la Batalla en el Campo de la Tablada de la ciudad de Salta. El plan consistía en un ataque secundario al frente enemigo en el Portezuelo, para aferrar al enemigo y hacerle
Mediante el empleo de espías, logra enterarse perfectamente de la ubicación de las tropas realistas, el desplazamiento de noche, bajo la lluvia intensa no fue una dificultad menor, sobre todo por el traslado de las doce piezas de Artillería y las cincuenta carretas que llevaban los bagajes, es decir parte de su logística.
Batalla de Salta, pintura alegórica
Franquearon el Río Pasaje considerado por Tristán, infranqueable por las lluvias que se precipitaron ese verano, como quedó dicho, no sabía del ardor que el Grl Belgrano con su ejemplo personal, era capaz de inyectar en su tropa, dado que la suya carecía del mismo. Ese ánimo fervoroso es invencible. Eran ya como los espartanos que no preguntaban cuántos son, sino donde estaban. Tucumán fue la obra maestra de Belgrano en la defensa y Salta en el ataque, dos batallas decisivas – las únicas llevadas a cabo en el territorio nacional de Argentinaque salvaron la guerra de la independencia.
consiguió este espíritu de cuerpo, respetando los principios de la guerra de Napoleón I: permanente actividad, continua ofensiva y firme resolución de morir con gloria.
creer que dicho ataque sería el más importante. Llevando el ataque principal por la Quebrada de Chachapoyas, que conduce a la Hacienda de Castañares, sendero desconocido por los realistas para desatarle toda su furia por su retaguardia, obligando al enemigo a pelear con frente invertido. Logro que lo hicieran entre todos y cada uno de los patriotas. Belgrano
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Busca y consigue la sorpresa que alcanzó también en Tucumán, con la carga de la caballería gaucha preparada por el Coronel Juan Balcarce y las armas de la fábrica de armas reactivada por Holmberg, frutos de su espíritu previsor. Enterado el General Tristán y Moscoso, el 15 de febrero de la aproximación de las fuerzas de Belgrano, tras haber superado el Río Pasaje. Comienza a inquietarse, deseando no encontrarse
paralizado por la sorpresa como le sucedió en Tucumán, adopta medidas defensivas. Cabe recordar que tanto Tristán como Goyeneche eran peruanos, militares de carrera que se foguearon junto con San Martín y otros, en la campaña Española contra Francia conocida como del Rosellón, de los Pirineos o contra la Convención.
El también conductor político Belgrano, como lo hizo tanto en Paraguay como en Tucumán, envía fuerzas encubiertas para persuadir, sobre el ideario revolucionario a la población del Valle de Lerma; buscando restarle el apoyo de la misma a los realistas, el que no era menor. Dado que la guerra tenía las características de una guerra civil, la peor, dadas las heridas que abre y ni un largo tiempo, las puede cerrar.
Estatua del General Manuel Belgrano
Su ejército ligeramente superior en número que el de Belgrano, unos 3.500 hombres, pudiendo atacar, deja de lado el principio de la ofensiva y prefiere enfrentar al enemigo defendiendo la ciudad de Salta en el Portezuelo. Considerado por él, como el terreno más importante y fácil de defender, lo que le infundió confianza y por ello le eligió. Príamo confiaba en las murallas de Troya, Ulises le metió su caballo, lo que se llamó a partir de entonces “un presente griego”, y los resultados son conocidos. No contaba con la sutileza de Belgrano y sus oficiales que ya habían elegido antes que él, el terreno dónde librarían la
ofensiva; cediendo la iniciativa y la libertad de acción al General Revolucionario.
batalla. Es el fruto de la permanente ofensiva. Tristán tenía sus tropas frescas, las fuerzas de Belgrano habían sufrido el desgaste de una larga marcha, el franqueo del Río Pasaje y la acción de las intensas lluvias desatadas durante varios días. No supo aprovechar las oportunidades que la situación le estaba brindando, para pasar a la
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Con las primeras luces del 19 de febrero de 1813, el ejército revolucionario arriba a la Hacienda de Castañares. Afectados sus cuerpos, por el aguacero que le acompañó impiadosamente, durante la noche, más no su espíritu indomable. Júpiter lanzaba sus rayos que les iluminaba la oscuridad y ocultaba el ruido del trajín de las carretas con sus truenos ¡Quién era este sagaz general que se adelantaba a los tiempos,
Un retrato de Manuel Belgrano
que como el héroe y general bíblico Gedeón, se desplazaba de noche! Moderno César que echó su suerte cruzando el Rubicón; al franquear el Río Pasaje, emergiendo de él, como Poseidón con su tridente; levantando en ristre: la bella Bandera de la Patria. Cuyos colores e imagen fueron inspirados por su genio inmortal, que nos habla que la unión, la libertad y el amor, deben ser nuestras metas, para lograr el objetivo final: Las Provincias Unidas de Sudamérica. Representada en los colores de nuestra bandera por él legada: la alianza, entre los colores de la casa de Borbón y el Sol Inca. Entonces tocaremos el cielo con las manos; el manto de la Virgen María, la Palmera de Mahoma; la estrella de David, los colores del antiguo Israel, el pueblo elegido por Dios y el Sol del Emperador Adriano, dios de los soldados romanos (considerado la manifestación visible de un Dios supremo invisible, que era el principio del universo), que instituyó a la postre el 25 de diciembre, como el naci-
miento de Jesús, el Cristo, Salvador de los hombres y Príncipe de la Paz. El primer impulso de Belgrano fue iniciar inmediatamente, el ataque y debió ser así, mas su corazón humano, cedió y demoró un día antes de atacar, para que sus tropas se recuperaran. Por su lado, el general realista se enteró de la
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presencia de Belgrano en la Hacienda de Castañares amenazando su retaguardia, no pudo dar crédito a tal información hasta que los vio con sus propios ojos, iniciando como consecuencia de esta amenaza, un cambio de frente. Lo que vio Tristán, también podían divisar sus tropas y la población; que estremecidas por la incertidumbre de divisar a sus espaldas un ejército en formación de batalla, por el lugar menos esperado. La maniobra del ejército revolucionario había dislocado la defensa de la plaza y se aprestaba a romper sus líneas defensivas. La improvisación del Comandante Realista fue comparable a la paralización que sufrieron sus fuerzas por el efecto de la confusión. La inflexibilidad de su plan defensivo, la falta de posiciones alternativas y la premura por enfrentar tan inesperado cambio de situación; para ir a ubicarse en una muy desfavorable posición al norte de la ciudad, a segunda orilla del zanjón Tagarete de Tineo, a la sazón muy crecido y que le causó numerosas bajas al
Lo que más debe ocupar a un Comandante en una guerra civil es la deserción de tropas y el pasaje de un bando a otro, entonces: la traición se viste de fiesta. Le pasó esto a Espartaco contra los romanos de Craso, a Pompeyo contra César, a Marco Antonio contra Octavio, a Luis XVIII, cuando Napoleón regreso de la isla de Elba; al mismo Belgrano con la traición de Benavides, por citar algunos casos. También le acaeció al General Realista, su ala
ala expuesta, sin éxito.
Bastón de mando del General Manuel Belgrano
Ejército Godo. Puesto que le dificultaba los movimientos de sus tropas; tenía prácticamente, cortada la retirada y muchos de ellos, al producirse el ataque patriota, fueron arrastrados por la corriente y ahogados. Se olvidó que la maestra historia, le enseñaba desde la derrota de Majencio a manos de Constantino, el Grande, en la batalla del Puente Milvio, próximo a Roma sobre el Río Tíber; como jamás una posición defensiva debe dejar un curso de agua a sus espaldas.
derecha ante el ataque y posterior asalto ordenado por Belgrano alrededor de las 10.00 horas del día 20 de febrero, se retira del campo de batalla a la ciudad por la deserción del Marqués de yavi y sus tropas. Ante esta situación tan favorable, las fuerzas patriotas atacan con ímpetu renovado, lo que desespera a Tristán y Moncoso que trata de cubrir con otras tropas, el
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El heroísmo de Saravia, Díaz Vélez, Moldes, Dorrego y Superí entre otros, desató un enorme martillo sobre el debilitado y corrompido yunque, que representaban las fuerzas de Pío Tristán por la traición del Marqués. La caballería de Zelaya carga en persecución de las tropas realistas que huyen del campo; para refugiarse entre la población salteña que ya estaba cambiando de bando. Las tropas realistas presas de terror por la violencia del choque con las tropas de caballería e infantería; desarticulada su artillería ubicada en una posición como mínimo inadecuada, en primera línea, cuando la misma debe estar en la retaguardia. Se produjo el caos en sus filas, con el agregado de la sorpresiva irrupción en el campo de batalla de las guerrillas gauchas conducidas por doña Martina Silva de Gurruchaga. Parte del ejército realista entonces se da a la fuga en desordenado repliegue hacia la ciudad. Dónde no tenían posiciones de alternativa, como
Detalle de la pistola del General Manuel Belgrano
corresponde en estos casos ni prevista una acción retardante. Tanto Dorrego como Superí, Pico y Forest, logran penetrar en la caótica ciudad, todo era desorden, las tinieblas de la derrota se cernía sobre los godos; la victoria estaba en las manos patriotas y no se les escurriría. Belgrano, secundado por los coroneles Moldes y Díaz Vélez, ambos heridos en la batalla, ataca el centro de los realistas; donde tenía su puesto de comando, el general enemigo. Las tropas realistas se amontonan como ovejas en el matadero en la Plaza Mayor, rota su disciplina, sin plan, dirección, ni organización. Estaban invertebrados e indefensos, sin control ni coordinación. Intervienen con gran valor las milicias creadas por Belgrano de Tucumán con el coronel Aráoz y de Salta con el coronel Figueroa como jefes respectivamente. Don Manuel ataca también con la reserva y la artillería de Paz y Villanueva a las guerrillas y las tropas del Real de Lima y del Paucartambo, los veteranos más duros
de Tristán y Moscoso. Tras una fuerte lucha, se rinden por persuasión de su comandante. Belgrano con enorme prudencia avanza sin apurar a un enemigo acorralado, siguiendo las enseñanzas de Sun Tzu, que nunca hay que apurar a un enemigo acorralado, darles una vía de escape, bien controlada por el vencedor. Sabemos que hasta
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las ratas se vuelven agresivas y violentas cuando están acorraladas. El General Pío Tristán y Moncoso, sorprendido, envuelto y derrotado, en una épica batalla de aniquilamiento, se apresta, luego de alrededor de 3 y media horas de combate, a solicitar una rendición honorable, enviando como heraldo, al oficial Lahora. Recibido por Belgrano que le dijo: “diga usted, a su general que se despedaza mi corazón al ver derramar tanta sangre americana, que estoy pronto a otorgarle una honrosa capitulación, que haga cesar inmediatamente, el fuego en todos los puntos que ocupan sus tropas, como yo voy a mandar que se haga en todos, los que ocupan las mías”. El 21 de febrero se firmó el acta de rendición a la media mañana, en el Campo de la Tablada. 2.786 hombres encabezados por el General Pío Tristán y Moncoso, rendidos, marcharon con todos los honores propiciados, por el gran Comandante de la Patria, generoso con los vencidos, les trata como un
En Jujuy, se hallaban para esos momentos, el Batallón de Azángano y caballería, a cargo de coronel Tacón con la idea de reforzar la Vanguardia de Tristán y Moncoso, pero la derrota comunicada el 21 de febrero, le hicieron emprender la retirada hasta Tupiza. El día 27, llega a Potosí la noticia de la derrota, Goyeneche se traslada a Oruro, al salir de la ciudad fueron insultados por la población. Se lleva
la cúspide de las mejores batallas libradas en Sudamérica junto a la de Tucumán. Asesorado y asistido por su excelente Estado Mayor, logró el moderno concepto del trabajo en equipo. Las perdidas patriotas fueron: 103 muertos y 433 heridos.
Retrato del General Manuel Belgrano durante la jura de la bandera nacional
caballero debe tratar a los rendidos, con toda humanidad. Les deja en libertad bajo juramento de nunca volver a armarse contra nuestra Patria, el genio político de este maravilloso general surge en este magnánimo acto de prudencia. Esperando que muchos de los vencidos se plieguen a las fuerzas revolucionarios, como sucedió en muchos casos. Acto que en circunstancias parecidas llevaba a cabo el Comandante Revolucionario Mao en China, con mejores frutos, casi un siglo y medio después.
Las bajas realistas cuantifican 480 muertos, 114 heridos y el resto sin salvarse uno, rendidos. Perdieron todas sus banderas, estandartes, y el parque con todo el armamento: desde las pistolas hasta los sables. Esto es lo que los militares entendemos por aniquilamiento.
los fondos de la Casa de la Moneda, pero por falta de mulas, deja los del Banco de San Carlos de Potosí. El General Patriota como no podía esperarse otra cosa de un espíritu tan noble, en su parte informando sobre la Batalla de Salta, reconoce a todos los oficiales que contribuyeron a lograr esta épica victoria que lo colocan en
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Los vencedores de Salta recibieron su reconocimiento por parte del Gobierno: “La Patria a los vencedores de Salta”. Esta victoria produjo como consecuencias que el enemigo solicitara un armisticio por cuarenta días. Que el Virrey del Perú desaprobara el mismo y rechazara la rendición de Tristán y Moncoso.
El relevo de los comandantes realistas, tanto de Goyeneche, como de Tristán su primo y la aparición del General Pezuela, como comandante realista que avanzó con refuerzos hasta Ancacato.
Artículo publicado en la edición N° 40 de CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina. Agradecemos el Mayor (R) VGM Jorge Manuel Vizoso Posse su autorización para reproducir este ensayo.
Subleva las poblaciones de parte del Alto Perú, propagando como reguero de pólvora, la causa de la libertad de la Patria.
Mapa de Salta de la época
Belgrano reorganiza sus fuerzas y avanza hasta Potosí, allí recluta con el coronel Zelaya 1.200 hombres en la zona de Cochabamba y 2.000 indios a órdenes del coronel indio Cacique Cárdenas.
El 31 de marzo, al llegar a Potosí los primeros oficiales patriotas, se publicó un bando del General Belgrano proclamando la libertad del Alto Perú
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plano histĂłrico de la batalla de salta 9 63
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1813. ENTRE BELGRANO y LAS MUJERES
LA AMÉRICA DEL SUR y LAS ISLAS MALVINAS POR BERTA CATALINA WEXLER y GRACIELA CRISTINA DEL VALLE SOSA
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en tiempos de la revolución de Mayo
L
a Revolución de Mayo de 1810, iniciada en Buenos Aires, provocó un cambio de autoridades, la Primera Junta de Gobierno que se encargó de transmitir la causa revolucionaria por todo el Virreinato del Río la Plata con la intención de sumar adeptos en la lucha contra los españoles. Marisa Davio sostiene que, en Tucumán es posible observar una periodización que se inicia de la siguiente manera:
este trabajo lleva, en su contenido, nuestro homenaje a todas las mujeres latinoamericanas que lucharon por la independencia, como sujetos sociales con voz y pensamiento. este reconocimiento se extiende hacia la obra del general Manuel belgrano. 65
“El primer periodo histórico está constituido por el inicio del proceso revolucionario de 1810 en Buenos Aires. En Tucumán, a partir de la batalla de 1812 y una vez lograda la victoria frente al avance realista, la participación de los sectores populares presentes en las tropas comenzó a incrementarse frente a las necesidades de reclutamiento y abastecimiento del Ejército Auxiliar del Perú y de las milicias locales. Dicha intervención estuvo íntimamente vinculada a la guerra revolucionaria y a
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Esta situación marcaría cambios en la vida cotidiana debido a las necesidades de sostenimiento y abastecimiento del ejército acantonado en la ciudad de Tucumán hasta 1819. Existen estudios que sostienen que, desde la Revolución, las milicias se involucraron en la vida política con diferentes propósitos, según la situación histórica de esos territorios. Los estudios realizados por los Prof. Adán y Cimoli muestran que: “El armado de un ejército sin recursos y medios fiscales llevó a situaciones violentas. Las ciudades debían hacerse cargo de las milicias locales, las cuales costaban muy caro sobre todo por la artillería. A ello se agregaba la obligación de alimentar a los hombres y financiar préstamos compulsivos; para ello se confiscaban los bienes de los españoles en fuga y también se obligaba a las elites criollas, o a la iglesia, a prac-
nos y jóvenes alistados por la fuerza mientras el ejército avanzaba, porque los efectivos siempre eran volátiles y podían desaparecer rápidamente tras una derrota o a la inversa, aumentar después de una victoria, pues en este caso a menudo una parte de los combatientes del bando contrario se pasaban a sus filas.” 3
Juan José Feliciano Fernández Campero
las concesiones prometidas por los grupos dirigentes a estos sectores sociales.” 1
ticar una beneficencia obligatorio”. 2 Los campos abandonados y las ciudades vacías configuraron una geografía desoladora frente al paso de los ejércitos tanto realistas como patriotas. En ese contexto, el General Belgrano debió reclutar a toda clase de soldados: “restos de batallones de línea, voluntarios, milicia-
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El escenario de la guerra de la Independencia marcaba algunos rasgos importantes. Alejandro Rabinovich plantea que era un ejército de muerte, no solo por las bajas que se presentaban en el combate los soldados sino por los virus, las bacterias y los parásitos, lo que daba como resultado dejar un ejército de viudas y huérfanos. 4 Entonces, la participación de las mujeres en el proceso de militarización a partir de la Revolución de mayo de 1810 debe ser rescatada. Porque su inserción en el campo de lo militar generó un protagonismo dentro del proceso bélico que fue callado por la historiografía propia de una sociedad patriarcal. Siguiendo a Marisa Davio
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tribuyeron al proceso de lucha por la independencia. Para visibilizarlas es necesario reivindicar su actuación directa o indirecta en el combate, y destacar las actuaciones de algunas de ellas durante el proceso revolucionario de la independencia. el ejército del norte
Juana Moro
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(2014) es posible comprender las formas de participación militar de las mujeres, pese a que el reclutamiento estaba dirigido a la población masculina y a que las fuentes para rastrear esas intervenciones son escasas. Coincidimos con ella en que los espacios públicos dificultaban la participación de ellas de manera directa y, también con Jorge Myers (5), en que el espacio de lo privado se vio devorado por el público frente a la movilización política generada por la Revolución. Este contexto sería el que permitió a las mujeres participar desde un rol subordinado al de los hombres. ¿Dónde quedó, entonces, registrado el papel de las que actuaron en tiempos de la Guerra por la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata? En un corpus muy disperso se puede visualizarlas colaborando en los cuerpos militares, ayudando con recursos económicos para el sostenimiento de las tropas, actuando como espías, reclamando remuneraciones por las actuaciones de los varones de sus
familias que habían actuado en los combates. Es decir, el hecho de que ellas participen en la guerra, de una u otra manera, constituyó un acontecimiento social muy importante en su momento. Sin embargo, la historiografía propia de una sociedad patriarcal las ha sumido en el silencio, un silencio que es necesario romper para darles un lugar como sujetos sociales que con-
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En el año 1812 Belgrano fue nombrado por el Primer Triunvirato jefe del Ejército del Norte para reemplazar a las milicias derrotadas de Juan Martín de Pueyrredón y dar apoyo a las provincias del norte y el Alto Perú. En ese momento, recibió órdenes de no hacer combate si las otras fuerzas eran superiores a las suyas y empezar a retroceder hasta Córdoba. Sin embargo, el General cumplió las órdenes en parte, porque lo hizo retrocediendo hasta Jujuy. Esta acción le permitió obtener una victoria en Tucumán el 24 de septiembre de 1812, sirvió para que las fuerzas españolas comenzaran a replegarse y para que los revolucionarios recupera-
Retrato de María Remedios del Valle, la Madre de la Patria
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ran fuerzas. Más tarde vendrá el rotundo éxito en la Batalla de Salta el 20 de febrero de 1813. Las mujeres que participaron en lo que se llamó Éxodo Jujeño y en las batallas de Tucumán y Salta prestaron una valiosa ayuda conformando verdaderos escuadrones de espías y actuando en diferentes estrategias para retrasar el avance del enemigo. Pocos son los datos que se conservan de algunas de ellas: María Remedios del Valle fue una de las tantas mujeres que prestaron servicios a la causa, ella – como tantas otras ignoradas - había participado en la 2º Invasión Inglesa defendiendo la ciudad de Buenos Aires. Después del 25 de Mayo de 1810, se incorporó a la Primera Expedición Auxiliadora al Alto Perú junto a su marido y sus dos hijos, quienes no sobrevivieron a lo largo de la campaña. Ella participó en las batallas de Salta y Tucumán y en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Su figura aparece en los textos escolares en la imagen conocida como “Las niñas de
Ayohuma”, junto con dos pequeñas llevando agua a los heridos y elementos para curarlos. En reconocimiento por su valioso aporte, Belgrano la nombró Capitana y “Madre de la Patria”. Sobrevivió a las batallas, y – años después- gracias a un oficial que la descubrió mendigando en una calle de Buenos Aires, consiguió ser reconocida y recompensada con un
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sueldo como oficial del Ejército Argentino, cargo que casi nunca cobró. Su condición de mujer y su origen africano hacen presuponer los motivos de su exclusión de los relatos heroicos de la gesta de la Independencia. Sin embargo, la Cruz Roja de nuestro país la reconoce como la primera enfermera argentina. Juana Gabriela Moro Díaz de López, participó en la Batalla de Salta como jujeña, fue mensajera, espía y logró convencer para cambiar de bando al marqués de yavi Juan José Fernández Campero y a varios de sus compañeros quienes dejaron las filas realistas para seguir la causa revolucionaria. El Virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, la tomó prisionera y luego la encerraron en su casa tapiándole todas las aberturas. Por esto, fue conocida como “la emparedada”. Pero sus vecinos, solidarios, abrieron las paredes para salvarla de la muerte por hambre y sed. Pese a todos los castigos recibidos, continuó colaborando disfrazada para que no la descubrieran.
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Martina Silva de Gurruchaga
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María Loreto Sánchez de Peón de Frías, recorría a caballo lugares de Salta, Jujuy y Orán trayendo noticias obtenidas de los españoles ocultándolas en sus faldas. Su trabajo de espía consistía en guardar en papeles los datos obtenidos y depositarlos en el hueco de un árbol, cuando sus criadas iban al río a lavar la ropa. Luego los soldados patriotas buscaban la información en ese horadado algarrobo que hacía de escondite. María Gertrudis Medeiros Martínez de Fernández Cornejo, apresada y amarrada a un algarrobo fue llevada luego a pie hasta Jujuy. Prisionera, encontró la forma de seguir pasando información a las fuerzas locales. El General Belgrano, en una carta al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón le otorgó el título militar y elogió su accionar. En su oportunidad, Belgrano se hospedó en Salta en la casa de Martina Silva de Gurruchaga, una mujer de la alta sociedad, quien donó grandes sumas de dinero para solventar gastos para los uniformes y
armas. También prestó su hogar para la tropa, bordó una bandera y participó junto a los soldados en un enfrentamiento. Fue nombrada por el General como Capitana del Ejército y benemérita patriota. Con esa leyenda bordada recibió un tapado de seda como obsequio del General Belgrano. La hermana y esposa de Miguel Martín de Güemes, Macacha y Carmen
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Puch, en un taller de costura de uniformes para los soldados, cosieron y colaboraron siendo fieles a la causa de la Revolución. En el norte argentino Juana Azurduy y su esposo Manuel Asencio Padilla acompañaron al caudillo Martín Güemes para defender el avance de las tropas españolas y después de participar en la Batalla de Salta, ambos siguieron hacia el Alto Perú con el ejército de Belgrano. La incorporación de Juana a este ejército fue muy útil porque dominaba los idiomas nativos quechua y aimará, y le permitió establecer relaciones con hombres y mujeres indígenas que formaron partes de las “republiquetas”, como llamó Mitre a estas guerrillas. De esa manera ella al ir atravesando distintas regiones iba incorporando también a la tropa a mestizas, mestizos, criollas y criollos. Tuvo una actuación destacadísima en todos los levantamientos con los caudillos que actuaron en la zona de Bolivia, desde Chuquisaca hasta Santa Cruz. Sin tener formación militar
María Gertrudis Medeiros Martínez de Fernández Cornejo
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condujo un batallón de mujeres, nada común para la época. Según las fuentes, el cuerpo de caballería creado por ella llevaba 25 mujeres escoltas guerreras llamadas amazonas. 6 Se destacaron combatiendo con ella los Caciques Carrillo, Calisaya, Hualparrimachi, y el Jefe de los chiriguanos Cumbay que se asentaba en la zona sur de Bolivia. Este Cacique fue muy admirado por Belgrano y le regaló su caballo blanco al ofrecerle 2000 hombres guerreros, ya que era famoso por el enfrentamiento con los realistas. Por arrebatar una bandera enemiga, Belgrano le obsequió a Juana su espada y fue ascendida a Teniente Coronel de las Milicias del Alto Perú en 1816. Ella desde 1813 a 1816 se destacó participando en 16 combates junto a mujeres y hombres en el territorio de Bolivia para luego de la muerte de su esposo pasar al norte argentino. la tarja de potosí: una joya con reconocimientos tempranos
La Segunda Expedición, al mando del general Belgrano, llegó a Potosí y, el 4 de julio de 1813, las damas de la alta sociedad le entregaron un obsequio llamado Tarja, obra de platería. El motivo expreso de este obsequio era saludar las victorias de las batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813), que consolidaron la Revolución de Mayo de
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1810 en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, y frenaron a las tropas españolas. Belgrano la remitió a Buenos Aires, se presentó en los balcones del Cabildo durante un tiempo y luego fue enviada al Museo Histórico Nacional donde se exhibió y se luce actualmente como reliquia central del proceso de la independencia. ¿Qué significado tuvo la entrega de esta joya? La Tarja de Potosí es un escudo de metales que realza las hazañas de Belgrano a través de la inscripción: “Protector de los pueblos del Continente Americano”. Esta designación demuestra la claridad de las mujeres al pensar que era necesario que toda América se libere del enemigo español. Está realizada en plata y oro macizos, extraídos del Cerro Rico de Potosí. Dicha mina se encuentra representada sobre el óvalo central de oro. La obra incluye un mapa de América central y del Sur, a los océanos Atlántico y Pacífico representados por dos barcos de oro, y referencias a la historia regional. Según Rodríguez de
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El mundo simbólico de la obra fue analizado por Antonio Dellepiane, en la inauguración de conferencias, en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires, el 24 de mayo del año 1917. En esa oportunidad, la joya fue expuesta en la muestra mencionada. A continuación, ofrecemos la interpretación de la misma en sus propias palabras: “En la parte central campea como idea-madre, una hermosa placa de oro en forma de escudo oval,
Fueron 67 damas las que enviaron a confeccionar la Tarja de Potosí para entregarla luego al militar que fue considerado por ellas como el conductor de la emancipación del continente de la América del Sur integrando a las Islas Malvinas en ese territorio. En estudios realizados anteriormente, se ha podido profundizar en este aspecto:
Carmen Puch de Güemes
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Contardo (7), un cacique se encuentra en lo alto de la joya, simbolizado en sentido figurado, por castillos y edificios donde flamean árboles diversos, esta académica expresa que la obra tiene la simbología de dos mundos culturales, el europeo y el indígena, ya que también aparecen figuras de la Iglesia Católica tal como puede verse en este fragmento: “…la obra está engalanada con flores: rosas lirios que representan a la Virgen María, con palmeras y laureles que representan la libertad (8)”.
circuída por una hoja de palma y otra de laurel, símbolos de homenaje a los héroes. Esta lámina cubre y protege, en apariencia, el espacio encerrado por una gran cinta, que trae a nuestro recuerdo el contorno inconfundible de la América del Sur, con el istmo de Panamá en el ángulo noroeste, y el grupo de las Malvinas al este, en la parte austral dirigida hacia el sudeste”. (9)
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“La Tarja de Potosí fue elaborada y entregada a Belgrano en el período de máxima efervescencia revolucionaria, lo que se refleja en sus símbolos. En el período posterior se imponen en el poder los sectores más conservadores. Y por lo tanto las historias oficiales tratarán en adelante de reducir el papel de las mujeres al protagonismo de las damas. Silenciando la participación activa de numerosas mujeres directamente en el proceso revolucionario (10)”. Esas mujeres visionarias, en 1813, hicieron preparar un escudo con alegorías y, en ese atributo, no se olvidan de ese extremo sur del conti-
nente que es argentino: las Islas Malvinas, cuya lucha por el reconocimiento de soberanía continúa hasta nuestros días.
“En el escudo oval de oro, situado inmediatamente
bibliografía
ADáN, G. y CIMOLI, P. (s/f) La Expedición de Auxilio al Alto Perú y su percepción desde los distintos actores. Disponible en:
La Tarja de Potosí
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“Las damas de Potosí como parte del juego entre las clases sociales, estuvieron siempre más cerca, desde lo ideológico-económico al plano de la figura, las representaciones, imágenes y el discurso. Sin conocer sus nombres, esto nos remite a plantear que las relaciones de poder existentes en la sociedad del siglo XIX desplazaron a las mujeres de la vida política y militar hacia la vida privada. El arquetipo viril de la sociedad estableció que en la vida pública, sólo los hombres participaban de la guerra. Por ese pensamiento las potosinas revolucionarias sufrieron represalias (11)”. América del Sur con las Islas Malvinas, el ejército de Belgrano y los carteles que dicen: ¡Viva la Patria! conducen la descripción del obsequio de las mujeres hacia el agradecimiento y el homenaje:
lucharon por la independencia, como sujetos sociales con voz y pensamiento. Este reconocimiento se extiende hacia la obra del General Manuel Belgrano “Protector de los pueblos libres del continente americano” y, junto a ellas, nuestra clara convicción de la pertenencia de las Islas Malvinas a nuestro país desde el inicio de la historia de la República Argentina.
debajo del elipsoide figurativo del Río de la Plata, hay una inscripción que dice: Hoy la América del Sur te ofrece con toda el alma En esta guirnalda y palma los tributos de su amor (12).” Este trabajo lleva, en su contenido, nuestro homenaje a todas las mujeres latinoamericanas que
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DAVIO, Marisa (2018) Morir por la Patria. Participación y militarización de los sectores populares en Tucumán.1812-1854 / Marisa Davio. - 1a ed. Rosario: Prohistoria Ediciones, 220 p. DAVIO, Marisa (2014) Revista Electrónica de Fuentes y Archivos Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti” Córdoba (Argentina), año 5, número 5, pp. 81-96
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notas
ISSN 1853-4503 DELLEPIANE, Antonio. (1917). La Tarja de Potosí en Estudio de historia y arte argentino. Editorial W. M. Jackson; Buenos Aires.
RODRÍGUEZ de COMTARDO, Mabel. (2012) La Tarja de Potosí. Instituto Belgraniano de Quilmes Berazategui. En WEXLER, Berta (2013) Heroínas altoperuanas como expresión de un colectivo. 1809-1825. Juana Azurduy las mujeres en la revolución altoperuana. Rosario, Argentina. Revista Historia Regional. Sección Historia ISP N°3.CEIM Universidad Nacional de Rosario
2) ADáN, G. y CIMOLI, P. (s.f.) La expedición de auxilio al alto Perú y su percepción desde los distintos actores. Pág. 3 en:https://www.google.co m/search?q=AD%C3%81 N,+G.+y+CIMOLI,+P.+(% E2%80%A6..)+La+expedici%C3%B3n+de+auxilio+al+alto+per%C3%BA +y+su+percepci%C3%B3 n+desde+los+distintos+actores
María Loreto Sánchez de Peón de Frías
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RAVINOVICH, Alejandro. (2013) Ser soldados en las Guerras de Independencia. La experiencia cotidiana de la tropa en el Río de la Plata, 18101824, Buenos Aires, Sudamericana, 216 páginas. En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, núm. 42, primer semestre 2015, pp. 159162
1) DAVIO, Marisa (2018) Morir por la Patria. Participación y militarización de los sectores populares en Tucumán, 1812-1854 / Marisa Davio. - 1a ed. Rosario: Prohistoria Ediciones, 220 p.19
3) Ibídem WEXLER, Berta (2014) Las damas y las revolucionarias. La tarja de Potosí. En Sara Beatriz Guardia. Edición y compilación. Primer Congreso Internacional Las mujeres en los procesos de Independencia de América Latina. Autor, editor. Lima Perú. Págs.345/346
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4) RAVINOVICH, Alejandro. (2013) Ser soldados en las Guerras de Independencia. La experiencia cotidiana de la tropa en el Río de la Plata, 18101824, Buenos Aires, Sudamericana, 216 páginas. En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, núm. 42, primer Semestre 2015, pp. 159162. Pág. 28
5) En DAVIO (2014) Revista Electrónica de Fuentes y Archivos Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti” Córdoba (Argentina), año 5, número 5, pp.3, ISSN 1853-4503
7) Rodríguez de Contardo, Mabel. La Tarja de Potosí. Instituto Belgraniano de Quilmes. Berazategui. En .http://institutobelgranianoquilmes.blogspot.com/2012/ 05/despues-de-los-triunfos-de-tucuman-y.html 8) Ibídem 9) DELLEPIANE, Antonio (1917) La Tarja de Potosí en Estudio de historia y arte argentino. Editorial W. M. Jackson; Buenos Aires.
Macacha Güemes
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6) WEXLER, Berta (2013) Heroínas altoperuanas como expresión de un colectivo. 1809-1825. Juana Azurduy las mujeres en la revolución altoperuana. Rosario, Argentina. Revista Historia Regional. Sección Historia ISP N°3.CEIM Universidad Nacional de Rosario.
10) WEXLER, Berta (2014), Las damas y las revolucionarias. La tarja de Potosí. En Sara Beatriz Guardia. Edición y compilación. Primer Congreso Internacional Las mujeres en los procesos de Independencia de América Latina. Autor, editor. Lima Perú. Pags.345/346 11) Ibídem 12) Dellepiane, ob. cit.
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Detalle del monumento a Juana Azurduy, Plaza del Correo, Ciudad Autรณnoma de Buenos Aires
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MANUEL BELGRANO EDUCACIóN, EDUCACIóN, EDUCACIóN… POR ELENA LUZ GONZáLEZ BAZáN
U
n tema que, indudablemente, desveló al creador de la Enseña Nacional, fue la importancia, la necesidad imperiosa de la educación.
Su propia formación realizada en España y con conocimientos acabados de las realidades europeas lo hizo comprender que los pueblos que no tienen educación quedan sumergidos en el ostracismo de la ignorancia. Desde el Consulado, pero también desde su tarea como patrocinante
“sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos.”
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de la educación, entiende que hay que lograr la instrucción de hombres, mujeres y niños de la colonia. En tal sentido, su primer esfuerzo es la conformación de la Escuela de Comercio, en la misma se debía enseñar: Aritmética, teneduría de libros, principios de cambio, reglas de navegación, leyes y costumbres mercantiles, geografía y estadística comercial. Las otras instituciones que entiende deben crearse y ponerse en funcionamiento son: La escuela
de Dibujo y la de Náutica.
Educación y trabajo, una conduce a la otra, al desempeño laboral que propone Belgrano en su reglamento y que aquellos que no siguieran o eligieran la Escuela de Náutica: ¨podrán trabajar en el comercio, las milicias o en cualquier otro estudio¨. Este sueño duró tan solo tres años, la Corte de Madrid mandó su cierre por considerarlas de ´mero lujo¨ para la colonia… Retrato de Manuel Belgrano
En el caso de la Academia de Geometría y Dibujo, que como todos sus emprendimientos, lamentablemente, tuvieron corto tiempo de existencia, Belgrano defendía su constitución afirmando: “Los buenos principios los adquirirá el artista en una escuela de dibujo que, sin duda es el alma de las artes. Algunos creen inútil este conocimiento; pero es tan necesario que todo menestral lo necesita para perfeccionarse en su oficio; el carpintero, cantero, bordador, sastre, herrero y hasta los zapateros no podrán cortar unos zapatos sin el ajuste y perfección de vida, si no saben dibujar. Aún se extienden a más que a los artistas, los beneficios que resultan de una escuela de dibujo; sin este conocimiento los filósofos principiantes, no entenderán los Planisferios de las esferas celeste y terrestre, ni los armilares * que se ponen para estudiar el movimiento de la tierra, y de más planetas en sus respectivos sistemas: y por consiguiente, los
Madrid.
dueños de las máquinas eléctricas y neumáticas y otros muchos que se ponen ya en sus libros”.
Sobre la Escuela de Náutica se plantea la necesidad que los jóvenes tengan las herramientas esenciales para un trabajo honroso y fructífero. Ambas son aprobadas en 1799, inician su labor a condición de la Corte de
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En ese aspecto, Manuel Moreno recordaba, en 1812, que: ¨De esas escuelas salieron excelentes jóvenes que pudieron dirigir las embarcaciones a Europa, Lima, La Habana y otros puntos. Pero este adelantamiento provechoso de la colonia, y útil del fomento de sus artes e industrias, no podían menos que disgustar a los que fundaban su interés en la ignorancia y abatimiento de sus naturales. La orden más furiosa fue expedida para abolir una institución que contrariaba su política peculiar, y no solo fueron tan crueles nuestros tiranos que privaron
Belgrano no puede mantener en pie las escuelas especializadas. Mayores dificultades encuentra para concretar otras propuestas: la educación de las mujeres, la enseñanza para niños de ambos sexos, las clases de agricultura para labradores y, sobre todo, las escuelas gratuitas que Belgrano pretende crear para los hijos de los infelices donde se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues en un pueblo donde reine la ociosidad decae el comercio y toma su lugar la miseria¨. Luego de hacerse cargo del Ejército del Norte, Belgrano llega hasta Curuzú Cuatiá, allí, fue-
aspecto religioso como la educación eran las armas maestras de la libertad y la civilización. Igualmente, se propuso organizar el funcionamiento escolar: llevó adelante la venta de solares donde funcionarían las escuelas de Curuzú Cuatiá y para ello, además, le pidió a la población más acomodada, económicamente, que aportaran ¨cuatro reales al maestro por cada uno de sus hijos, hasta que se dotaren bien de fondos públicos¨.
El Correo de Comercio, periódico fundado por Manuel Belgrano
a nuestra pobre juventud de este recurso, sino que tuvieron bastante impudencia para insultar nuestra situación, asegurando que los conocimientos matemáticos y el cultivo de las artes de gusto no eran para la América. En los archivos del Consulado existen esta bárbara disposición para monumento de nuestros agravios, y raro ejemplo de nuestros sufrimientos¨.
ron varias las tareas que emprendió; entre ellas: tratar de solucionar un conflicto limítrofe entre Corrientes y yapeyú; administrar y organizar la realidad poblacional alrededor de los dos columnas esenciales: iglesia y escuela, así diseñó calles y manzanas de Curuzú Cuatiá y de Mandisoví. En ese sentido, Belgrano sostenía que tanto el
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En sus memorias se puede conocer lo que decía: Sin embargo ya que por las obligaciones de mi empleo podía hablar y escribir sobre útiles materias, me propuse al menos, echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar frutos, ya porque algunos estimulados del mismo espíritu se dedicasen a su cultivo, ya porque orden mismo de las cosas las hiciese germinar. Escribí varias memorias sobre la planificación de escuelas: la escasez de pilotos y el interés que toca tan de cerca a los comerciantes
No menos me sucedió con otra de diseño, que también logré establecer, sin que costase medio real el maestro. Ello es que ni estas ni otras propuestas a la corte, con el objetivo de fomentar los tres importantes de agricultura, industria y comercio, de que estaba encargada la corporación consular, merecieron la aprobación; no se quería más que el dinero que produjese el ramo destinado a ella; se decía que todos estos establecimientos eran de lujo y que Buenos Aires todavía no se hallaba en estado de sostenerlos¨. En otro de sus momen-
ción para las mujeres, por ello, sostenía que: “se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñará la doctrina cristiana, a leer, a escribir, coser, bordar, etc., y principalmente inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres”. A esto se sumaba que quería que la educación fuera gratuita para todos.
Retrato de Manuel Belgrano
me presento circunstancias favorables para el establecimiento de una Escuela de Matemáticas, que conseguía a condición de exigir la aprobación de la corte, que nunca se obtuvo y que no paró hasta destruirla; porque aún los españoles, sin embargo, de que conociesen la justicia y utilidad de estos establecimientos en América, francamente se oponían a ellos, errados, a mi entender, en los medios de conservar las colonias.
tos de gran compromiso con la Patria y viendo las miserias y pobrezas de las armas de la Patria, algunas a sueldo dice: ¨…entonces empecé a observar el estado miserable de la educación de mis paisanos, sus sentimientos mezquinos…¨ Por otro lado, la falta de escuelas para niñas era una realidad, estaba obsesionado en la educa-
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Según Bartolomé Mitre, “Belgrano aconsejaba que se abran escuelas en todos los barrios de la ciudad y en todas las villas de campaña para los niños de ambos sexos, en circunstancias en que no existía en Buenos Aires más que una sola escuela de primeras letras, que se llamaba ‘desrey’, por ser la única que costeaba la Corona de España”. Desde las páginas del Correo de Comercio de Buenos Aires, en marzo de 1810, Belgrano advertía sobre la necesidad e importancia de crear, con fondos públicos, escuelas primarias en las ciudades, villas y parroquias, y solicitaba a los jueces que “obliguen
En otro de sus párrafos imborrables sobre la Educación nos decía: ¨Dirigid Señores, vuestras miradas a los manuscritos antiguos, si queréis convencernos; observad esas medallas, las estatuas; leed los libros, y sobre todo el libro de los libros, y encontraréis tantas pruebas de esto mismo, que plenamente quedaréis convencidos. Si yo no temiera molestaros, os presentaría un catálogo inmenso de héroes elogiados por sus acciones, por sus hechos útiles al público; y no creáis que los confundiría con los monstruos a quienes la adulación, la vil adulación, hija de la servilidad voluntaria, merificó ** y elevó a aquella clase distinguida¨. y luego afirmaba en un
está acostumbrado a la meditación, sin abandonar las distracciones propias a la edad y trabajar con constancia”.
Retrato del General Manuel Belgrano
a los padres a que manden a sus hijos a la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar”. Efectivamente, sus escritos en el Correo y sus Memorias de 1796, por sus reiteradas referencias a la educación, lo convierte en el primer hombre de Estado que habla como educador.
discurso pronunciado el 13 de marzo de 1802 dirigido a los alumnos premiados de la Escuela de Náutica: ¨Todo esto manifiesta la asiduidad en el trabajo, puesto que sin ella no es posible posesionarse de unos conocimientos cuya entrada es tan árida y tan penosa; no pudiendo vencer el desfallecimiento que imprime aun a los hombres formados, cuyo entendimiento
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Sarmiento afirmará que ¨Belgrano, el más inimitable de los buenos modelos¨. y seguramente fue así, cuando la Asamblea constituyente manda a premiarlo con un sable con guarnición de oro y le donan 40.000 pesos ¨en valor de fincas pertenecientes al Estado¨; éste se encontraba en Jujuy y desestima este regalo destinándolo a cuatro escuelas públicas de primeras letras, que debían establecerse en Jujuy, Tarija, Tucumán y Santiago del Estero porque en estos lares no había un ¨establecimiento tan esencial¨. Estas escuelas se sostendrían con la renta de las fincas que le obsequiaron a razón de 500 pesos anuales cada una, 400 serían para pagar el sueldo del maestro y los restantes cien para la compra de útiles, libros y catecismos. De igual forma, el Reglamento fue redactado por Belgrano con disposiciones, horarios de
clases, asuetos, los castigos y los rezos, premios y otros aspectos claramente especificados.
En su testamento, 25 días antes de morir, Manuel Belgrano dictó su testamento. Declaró que no teniendo ningún heredero forzoso, ascendiente ni descendiente, instituía como tal a su hermano el religioso don Domingo Estanislao Belgrano, a quien nombró patrono de las escuelas por él fundadas. ¨Sin enseñanza no hay adelantamientos y he clamado siempre por la escuela [...] como medios para la prosperidad del Estado¨. Manuel Belgrano murió en la total pobreza y olvidado, en medio de la lucha intestina. Solo el periódico el Despertar Filantrópico informó
*Armilar: Modelo reducido del cosmos desde la perspectiva terrestre. **Merificó: castellano antiguo, sería actualmente mirificó, sinónimo de asombroso, admirable, maravilloso.
Congreso de Tucumán en el que tuvo activa participación el General Manuel Belgrano
Pero, la pobreza de las arcas fiscales, la anarquía y la falta de interés de los políticos hicieron que solo una escuela funcionara y por poco tiempo, la de Jujuy, inaugurada el 3 de enero de 1825, su maestro fue Juan Manuel Arizmendi y pronto cerró.
ciales como el sendero por donde construir el futuro de la Patria.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Manuel Belgrano, Autobiografía, La Reforma Corpico, Universidad Nacional de La Pampa. B.G. Arrili, Historia de la Argentina, Tomo 1, Editorial Nobis.
sobre su partida. Fue un hombre honrado, como dice Romand Roland en su libro Juan Cristóbal: No hay cosa más hermosa que ver un hombre honrado. Su obsesión fue la educación del pueblo, la importancia de los oficios, el arte, la náutica y las matemáticas, entre otros conformaron, junto al trabajo, los elementos esen-
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Félix Luna, Manuel Belgrano, La Nación, 2004. Alonso Piñeiro, La Historia Argentina que muchos argentinos no conocen, Depalma, 1976. Villa Crespo Digital: Latitud Periódico:
las MuJeres cocHabaMbinas
ba a las mujeres de la misma forma que la hidalguía y valentía de otros hombres.
Las guerras de la Independencia encuentran en su búsqueda a estas valientes mujeres, que en Cochabamba resisten, el 27 de mayo de 1812, a los ejércitos realistas al mando de José Manuel Goyeneche, jefe de operaciones realistas del Alto Perú.
Belgrano establece que todas las noches al pasar lista, cada oficial de cada cuerpo militar preguntaba en voz alta ¿Están las mujeres de Cochabamba? y otro oficial contestaba ¡Gloria a Dios! Han muerto por la patria, todas en el campo del honor.
Ante el avance, las mujeres deciden enfrentar al ejército realista, la mayor parte de las guerreras pertenecían a las clases populares, aleccionadas por algunos dirigentes se fueron hasta la colina San Sebastián. Se armaron con cuchillos, palos, barretas y piedras, se lle-
* Del Libro: MUJER, SOCIEDAD y POLÍTICA – La Rosa Blindada – julio 2007.
Retrato del General Manuel Belgrano
Balbina Méndez y su hermana Clotilde Méndez de Carrillo lograron escapar y sobrevivieron a aquella masacre y violación, por parte de los ejércitos realistas, a las mujeres de Cochabamba. Estas supervivientes pudieron dejar el testimonio de aquellas luchas donde participaron con decisión, ahínco y grandes dolores.
garon hasta el lugar donde estaban las piezas de artillerías de Cochabamba, las armas y todo lo que encontraron para enfrentarlos. Luego de la carta del soldado Francisco Turpín a Manuel Belgrano y ante la muerte de la mayoría de ellas, Belgrano, sus soldados y generales demostraron que en los campos de batalla se homenajea-
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MANUEL BELGRANO y LA MARINA MERCANTE POR VGM SANTIAGO MARIO TETTAMANZI
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a relación entre Manuel Belgrano y la Marina Mercante puede considerarse que tiene su origen en sus funciones como Secretario del Real Consulado de Buenos Aires, en tiempos del Virreinato del Río de la Plata.
Un Real Consulado creado por el Rey Carlos IV, que tuvo su sesión inaugural en Buenos Aires el 2 de junio de 1794, donde Manuel Belgrano, con sus 24 años de edad, iniciaba dicho Secretariado, cargo del
uniendo esos sueños de desarrollo y educación belgrano fomenta desde su función un proyecto de creación de una escuela de carácter técnico, que vaya más allá de la enseñanza meramente humanista que era por entonces la única en el Virreinato.
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cual había sido notificado de su nominación durante su estadía en España, en una entrevista en el despacho de Dn. Diego de Gardoqui y Arríquibar, Ministro de Hacienda del Reino. Aquella sesión inaugural registra entre sus miembros a los más conspicuos detentores del manejo comercial porteño, en su mayoría originarios de la metrópolis, entre ellos Marcó del Pont, álzaga, Santa Coloma, Martínez de Hoz, Sáenz Valiente, Escalada, Lezica,
Elorriaga.
en la reunión del 30 de marzo.
El joven doctor Belgrano volcó en su función sus ya visionarios proyectos de desarrollo. El historiador Felipe Pigna en un párrafo de su biografía de Mariano Moreno ilustra sobre ello, cuando dice: “… la antigua sede del Consulado, el lugar donde Manuel Belgrano había soñado en tiempos coloniales durante 16 años un país justo, educado y productivo…” (1).
La enseñanza de la náutica cubría dichos fines, pues incorporaba conocimientos de diversas áreas: matemáticas, geometría, física, mecánica, astronomía, dibujo, planos, hidrografía, cabuyería, entre otras. La presentación realizada ante el Consulado por Dn. Juan Alsina, un Piloto Mercante y también
Emblema de la Escuela Náutica
y uniendo esos sueños de desarrollo y educación Belgrano fomenta desde su función un proyecto de creación de una escuela de carácter técnico, que vaya más allá de la enseñanza meramente humanista que era por entonces la única en el Virreinato.
En dicha reunión se fija una nominación de maestros directores para aquellos que, ante una Junta, la obtuvieran por oposición en sufragios de examinadores, citándose “por carteles” a los interesados. De todo ello, resulta Director el Ingeniero Dn. Pedro de Cerviño, y Subdirector, o Segundo Maestro, el ya citado Piloto y Agrimensor Dn. Juan Alsina.
Agrimensor, radicado en Buenos Aires, proponiéndose a la dirección de una instrucción náutica, ayudó a que la Junta del Consulado en reuniones del mes de marzo de 1799 acordara el establecimiento de una Escuela y que “en ella se enseñe con arreglo a las instrucciones que gobiernan las de Cádiz, La Coruña, y otras mantenidas por los Consulados”, según reza
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El Reglamento del establecimiento, fechado el 12 de septiembre, fue redactado por el Doctor Belgrano, y en uno de sus puntos decía: “…el principal objeto es el estudio de la ciencia náutica, proporcionando por este medio a los jóvenes una carrera honrosa y lucrativa, y a aquellos que no se dediquen a ella, unos conocimientos lo más a propósito para sus progresos, bien sea en el comercio, bien sea en la milicia o cualquier otro estudio…”. La Escuela de Náutica se asentó físicamente en la casa del Real Consulado,
En aquella ocasión el Director de la Escuela al poner de relieve “…las ventajas de la nueva marina en el paiz…”, agregó “…con frutos y marina haremos un comercio activo, nuestras relaciones mercantiles tomarán la extensión de que son capaces; ya no seremos comisionistas serviles de los extranjeros, nuestras embarcaciones irán a los puertos del Norte…, con los fletes que hasta ahora han utilizado y dado fomento a la marina de los enemigos del Estado, se difundirán en la nación y la harán rica y opulenta…” . El historiador naval Héctor Ratto se refiere a estos conceptos como “palabras que no debieran haberse borrado nunca de la mente de nuestros dirigentes más modernos” (2).
Escudo del Consulado de Buenos Aires
de la hoy calle San Martín, actual sede del Banco de la Provincia de Buenos Aires, y los cursos tuvieron su inicio el mismo 1799, el 25 de noviembre. En homenaje a ello actualmente se celebra el Día del Marino Mercante en esa fecha.
Demás está decir que los conceptos vertidos por el Director “…horrorizaron a la junta de comerciantes bonaerenses…”, tal como escribe el ya citado historiador en su obra (3); y el Prior del Consulado, Dn. Martín de álzaga, expresó su disgusto, refutando al Director en Acta del 3 de enero de 1800. Para colmo, en ocasión de los exámenes llevados
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a cabo en marzo de 1802, Manuel Belgrano pronunció un discurso donde dijo: “ …De aquí van a salir individuos útiles a todo el Estado y en particular a estas Provincias, sabéis que ya tenéis de quien echar mano para que conduzcan vuestros buques; sabéis también que hallareis jóvenes que con los principios que en ella adquieran, como acostumbrados al cálculo y a la meditación, serán excelentes profesionales en todas ciencias y artes a que se apliquen, porque llevando en su mano la llave maestra de todas las ciencias y artes, las matemáticas, presentarán al universo, desde el uno al otro polo, el cuño inmortal de nuestro celo patrio…”. Pero todo tiene su precio; desde el Despacho Universal de Marina e Indias, el 15 de septiembre de 1806, el Capitán General de la Armada y Ministro de Marina, Dn. Francisco Gil y Lemos, remitía al Virrey Sobremonte su protesta contra el Consulado, el desagrado de Su Majestad, la inobservancia de Reales órdenes, la
Su admonición remataba diciendo que “…Su Majestad ha resuelto que desaprueba el establecimiento de la referida Escuela y los certámenes expresados, como que todo se ha verificado sin autoridad legítima y contra su determinante voluntad…”, y finalizando: “…Comunico todo a V.E. de Real Orden para su inteligencia y cumplimiento…”. La Escuela cesaba en sus
Pilotos Mercantes, muriendo junto a su cañón y siendo sepultado sus restos el 6 de julio en la Iglesia de la Merced (su hijo Valentín y su nieto Adolfo serían más tarde reconocidos jurista y político, respectivamente); el Ingeniero Cerviño como Comandante del Tercio de Gallegos se enfrenta el 2 de julio con los ingleses en la entrada oeste de la ciudad; en la Tercera Compañía del Tercio pelea en las calles contra el invasor un alumno de 15 años, quien luego sería General en la Vuelta de Obligado, Dn. Lucio Norberto Mansilla.
Casa belgraniana. Detalles del escritorio y camastro que usó el General Belgrano
falta de la intervención y de la dependencia del Comandante de Marina en el Río de la Plata (Montevideo), la inobservancia de las Ordenanzas Generales de la Armada que declaran al Director General como Inspector Nato de todas las Escuelas Náuticas del Rey, la intromisión en asuntos privativos exclusivamente de un Xefe de Alta Representación, la falta de acuerdo con el Comandante de Marina como único que puede reconocer una Escuela en su condición de Subdelegado Nato del Director General en toda la extensión de su mandato, etc., etc.
acciones pedagógicas, pero sus dirigentes, docentes y alumnos se presentan a los cuerpos militares formados para la Defensa de Buenos Aires contra la nueva Invasión Inglesa de 1807, los reciben el Tercio de Gallegos y el Cuerpo de Patricios; el piloto y agrimensor Juan Alsina por su pericia con la artillería naval opera una pieza en la Compañía de Capitanes y
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Varios fueron los intentos de reapertura de la Escuela, iniciando con la Primera Junta, luego en 1813, un nuevo intento en 1818, otro en 1833, haciéndolo definitivamente en marzo de 1896 continuando hasta el presente, formando Oficiales de la Marina Mercante, como Escuela Nacional de Náutica ”Manuel Belgrano”. El legado de Dn. Manuel Belgrano para con la Marina Mercante conti-
En cuanto a la Marina Mercante bajo pabellón nacional como instrumento de la Soberanía y grandeza del País, luego de un período de esplendor y desarrollo, sufrió una contracción que colapsó en la década de 1990 donde se vieron sepultados los ideales del ilustre Visionario, Doctor y General de la Patria.
Notas: (1): Felipe Pigna “La Vida por la Patria – una biografía de Mariano Moreno”, Edit.Planeta,2017, pág.412.
Sello postal con el retrato del General Manuel Belgrano
nuó así cumpliéndose en lo referente a la educación y formación humana.
(2): Cap.de Fragata (Ret.) Héctor R. Ratto “Hombres de Mar en la Historia Argentina”, Escuela Naval Militar, Río Santiago, 1945, pág.78. (3): Ibiden.
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CORONEL LORENZO LUGONES
PATRIOTA DE CORAZóN POR GABRIELA P. ROLLATE DEL CORRO (LUGONES)
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a conmemoración del bicentenario del fallecimiento del Gral. Manuel Belgrano, nos invita a realizar diversas reflexiones sobre los hombres y mujeres que lo siguieron y admiraron como el gran líder que fue. Personajes históricos conocidos y desconocidos que no dudaron ni un instante en ofrecer sus vidas a la patria.
el coronel lorenzo lugones, santiagueño de cuna, tucumano por adopción y patriota de corazón.
La independencia como toda empresa, no hubiera sido posible sin el apoyo de numerosas almas que
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se unieron con convicción, a una causa justa. Hoy por hoy, tanto desde la filosofía como desde la fe, es innegable que el hombre se engrandece en compañía de otros. Siendo más claros, nuestros revolucionarios no hubieran sido quienes fueron, sin la guía del Gral. Manuel Belgrano y viceversa. Jefes y subalternos, se enseñaron mutuamente a ser hombres de bien, dignos de ser imitados y recordados. Sobre esta última palabra quiero traer a la memoria a un guerrero
Repasando su genealogía el Cnel. Lugones y Trejo, nacido en Pampallajta (Santiago del Estero) un 10 de agosto de 1796, fue el fruto del segundo matrimonio de Don Germán Lugones (miembro del cabildo de Santiago del Estero) con Doña Petrona Trejo. En la cuna de la independencia del antiguo Virreinato del Rio de la Plata, este patriota se casó en 1818 con Doña Eulalia Drago Porcelo apodada “la estrella de Tucumán” (descendiente ella, del corregidor del Tucumán Don Esteban Porcelo Suazo y de los conquistadores Don Gaspar de Medina, Don Gonzalo de Abreu y Figueroa y Don Melián de Leguizamo). Fruto de este matrimonio nacieron 4 hijas: Virginia Lugones- Drago (casada con Tomás de la Rosa), Josefa Lugones-Drago casada con el destacado doctor francés Víctor Bruland (cuyo monumento
mesiano y sanmartiniano Coronel Francisco Solano del Corro).
Recuerdos históricos, Memorias Póstumas de D. Francisco Lugones
que junto al Gral. Belgrano, fue partícipe de innumerables anécdotas. Ese guerrero, fiel seguidor del creador de la bandera, era mi quinto abuelo, el Cnel. Lorenzo Lugones.
se encuentra en el cementerio del oeste en San Miguel de Tucumán), Dolores Lugones-Drago casada con Manuel Olivera y Teresa Estanislada Lugones-Drago quien se casó con Francisco del Corro- Castro (tesorero y jefe de policía de Tucumán por orden del Dr. Marcos Paz, hijo del salteño Toribio del Corro, cabildante de Tucumán y sobrino del guerrero güe-
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Como Don Lorenzo Lugones tuvo solamente hijas mujeres, el resto de los portadores del apellido Lugones, no son descendientes de Lorenzo sino parientes según lo sostiene la genealogía (disciplina que afirma que los parentescos se establecen por lazos y no por apellido), es por eso que el gran poeta de la patria Don Leopoldo Lugones, es sobrino nieto del prócer (pariente, no descendiente). El escritor era nieto de Pedro Nolasco Lugones (hermano de Lorenzo), lo que hace al poeta, mi tío bisabuelo. Aun así el literato le dedico un poema al Cnel., como a tantos otros elementos identitarios de nuestro país (gauchos, granaderos, campos, al Congreso de Tucumán, A un Buenos Aires revolucionario, etc.) por sentimiento y por encargo del Estado Nacional en los albores del Centenario de la Revolución de Mayo. El Cnel. Lorenzo Lugones comenzó a los doce años según entendidos mientras que en una carta
Lugones participó en todas las campañas, en principales batallas como las de Tucumán, Salta, Tarija, Huaqui, Vilcapugio, Suipacha, Desaguadero y en el éxodo de Jujuy, siendo ayudante de campo del Gral. Manuel Belgrano (compartiendo la “santiagueñidad” en las raíces de ambos). Peleó junto a los generales: González Balcarce, Rondeau, Aráoz de La Madrid (como mano derecha). Fue jefe del Estado Mayor del Gral. Paz, luchó bajo el mando del Gral. José de San Martin, tuvo un encuentro con el Gral. Güemes. Al final de su vida, mi abuelo se radicó en Tucumán donde escribiría sus memorias llamadas “Recuerdos históricos” (sobre las campañas del ejército auxiliador del
comenzar sus memorias: “Al emprender un trabajo tan superior a mis fuerzas y ajeno hasta cierto punto de mi profesión, he tenido en cuenta concurrir con mi grano de arena al esclarecimiento de la verdad histórica de mi país, trasmitiendo a la posteridad en su verdadero punto de vista, los distinguidos hechos de tantos varones ilustres, hijos beneméritos de la Patria.
Batallas por la Independencia. Detalle del plano de la batalla de Vilcapugio
enviada por su padre, concluimos que el guerrero tenía 14 años cuando formó parte del regimiento de patricios santiagueños. Un grupo de 300 hombres reclutados por Germán Lugones (padre del soldado) y Juan Francisco Borges, integrando el Ejercito Auxiliar del Alto Perú.
Perú en la guerra de la independencia en esclarecimiento de la Memorias póstumas del brigadier general Don José María Paz).
Fallece en la ciudad de San Miguel de Tucumán (lugar donde vivió desde su adolescencia) en 1868 a los 71 años de edad. Expresaba mi abuelo al
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Estos apuntes no serán un modelo de elocuencia y erudición, ni encontrarán los que los lean, aquel estilo florido de otros escritores que por si solo basta para incitar interés y cautivar la atención; yo escribo a mi modo, llana y sencillamente los hechos que han pasado ante mis ojos y de los cuales soy actor y testigo; sin prevención de ninguna clase, sin pretensión de ninguna especie y sin aspiraciones de ningún género. Más antiguo en el servicio que el ilustre general Paz, comenzaré la narración de mis recuerdos históricos desde la cuna misma de la Independencia de mi país, en la for-
Mis lectores me dispensarán si en los primeros pasos de mi carrera militar me ocupo de pequeñeces insignificantes para otros; pero para mí de muy gratos recuerdos y que ponen en transparencia el entusiasmo puro de aquellos tiempos de verdadera abnegación y patriotismo. Aún no había tiempo para haber salido de las tinieblas de la infancia y cuando a la luz del Sol de Mayo de 1810, quise abrir los ojos, me encontré en las filas de los que llevaban el nombre de nuevos campeones de la patria.” No cabe duda que las memorias del Coronel Lugones deberían ser una referencia obligada para aquellos que desean conocer nuestra gesta independentista en sus comienzos de forma general y las anécdotas con Belgrano en particular. Mi abuelo admiraba al creador de la bandera, al autor de la letra del
Batallas por la Independencia. Detalle de la Batalla de Salta (Oleo)
mación del ejército auxiliador del Perú.
himno, don Vicente López y Planes (padrino militar de Lugones) y otros tantos hombres. La valentía y arrojo fueron cualidades que crecieron al calor de largas luchas e interacciones de estos hombres, aprendiendo a ser excelentes guerreros y jefes. y si de hombres se trata, su padre Don Germán
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Lugones (un estanciero que se empobreció ofreciendo sus animales y su hijo a la patria), le dejó claro a Lorenzo de 14 años en una emotiva carta que: “ninguna recomendación puede servir sin el acompañado de una buena comportación: te prevengo que en todo caso el honor es lo primero y habiendo de elegir un partido entre la muerte o la deshonra, no se debe trepidar en abrazar lo primero. No te entristezcas por nada, ni te intimides; desecha con valor despreocupado toda idea, todo pensamiento que no está de acuerdo con el honor y los principios; piensa alegremente en las glorias de la Patria y en su venturoso porvenir, mientras yo, pensando en lo mismo, ruego a Dios por ti. Tu madre y hermanas quedan buenas con el consuelo de que a la vuelta de un tiempo y no muy tarde, volveremos a verte. Tus condiscípulos de clase están envidiando tu suerte, Dios te la depare buena y te dé todo acierto para que al fin la Patria tenga algo que agradecerte; sírvela pues como
Invito a los lectores a indagar más sobre la vida de este prócer belgraniano, que contribuyó a la patria desde su lugar y a mantener viva la memoria de todos aquellos hombres y mujeres que integraron esta empresa o mejor dicho, este equipo de “Campeones” para rescatarlos del olvido y que nos acercan un poco más a nuestra identidad.
Batallas por la Independencia. Detalle de la Batalla de Salta (Oleo)
Dios manda, id en vuestro paseo militar con las bendiciones del cielo y las de este tu afectísimo padre”
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CORONEL FRANCISCO DE URIONDO
UN PATRIOTA DESCONOCIDO POR ERNESTO áLVAREZ URIONDO
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uienes escriben la historia suelen resaltar a ciertos personajes y dejar en el olvido a otros, que también abrazaron apasionadamente el ideal emancipador y lo dejaron todo por la Patria, como es el caso de Francisco de Uriondo, quien en Argentina es apenas recordado por alguna desolada calle en Salta y Jujuy. Don Francisco, había nacido en Santiago de Chile el 14 de noviembre de 1784. Inició su carrera militar como cadete en el Regimiento de Infantería de Buenos Aires, 1806, estan-
ocurridos los sucesos del 25 de Mayo de 1810, Francisco de uriondo adhirió a la causa libertadora y sirvió en varias acciones de guerra.
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do allí participó en la Reconquista, contra el invasor británico. Ocurridos los sucesos del 25 de Mayo de 1810, adhirió a la causa Libertadora y sirvió en varias acciones de guerra. En 1815, siendo capitán graduado de sargento mayor del Regimiento de Dragones de la Patria, solicitó y obtuvo célula de retiro del Ejército de las Provincias del Río de la Plata. Pero ese mismo año partió a Salta, donde se incorporó al Ejército Auxiliar del Perú y siguió combatiendo a los realistas, tuvo destacada actuación en Chichas y
Acta de la Independencia de las Provincias Unidas de Suramérica
Tarija, además fue uno de los comandantes que obtuvo la victoria en la Batalla de la Tablada de Tolomosa, por lo cual el General Gregorio Aráoz de Lamadrid, lo designó a cargo de la plaza de Tarija como Teniente Gobernador; luego se puso a las órdenes del caudillo salteño Don Martín Miguel de Güemes. En esta última etapa de su carrera militar llegó a ser Coronel del Regimiento de Granaderos a Caballo de la Provincia de Salta. Francisco Pérez de Uriondo que había acompañado al General José Rondeau hasta el final de su carrera militar en 1816 El 12 de marzo de ese año Rondeau escribe al Cabildo de Salta, realizando proclamas patrióticas e informando las zonas que se encontraban bajo el control de sus hombres. Menciona que Campero se encontraba en Casabindo con 500 hombres, Tcnel Uriondo con más de 150 en el puesto de El Potrero y que el gobernador de Tarija (Arévalo) y Lamadrid en aquella villa. Luego Uriondo decide seguir hasta la villa de San Bernardo, al llegar se anoticia con que el goberna-
dor Arévalo había decidido abandonar la provincia siguiendo los pasos de Lamadrid. Escribe a su primo el Marqués del Valle del Tojo, informando que ante la acefalía el pueblo tarijeño lo nombró el 13 de marzo de 1816 como Teniente Gobernador. El 5 de abril de 1816 el Brigadier Olañeta decidido a recuperar Tarija, avanza por el camino San Lorenzo, entrando en feroz comba-
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te con los patriotas y resultando muerto el caudillo Rojas, obligando a los patriotas a huir. ya el 13 de abril informa al cuartel general español “haber entrado a la villa de Tarija, evacuada por los enemigos, a quienes se perseguía”. Olañeta, a pesar de los constantes ataques de Méndez y Mendieta, consideró que era tiempo de volver a su base y dejó a cargo a José Melchor Lavín. Uriondo, con el objetivo de recuperar Tarija y con el apoyo de Lamadrid, concentró sus operaciones en San Juan, pero por asedio enemigo, se vio obligado a replegarse hasta el valle de la Concepción, nuevamente la tenaz persecución de los realistas le hicieron retroceder hasta Baritú en las proximidades de Orán. Pero dejó en el camino partidas dispersas por la región con la intención de hostigar a Lavín Un poco más organizados los patriotas convocados por Uriondo, se reunieron en Canasmoro, provocando un intenso movimiento en la región, que trajo como consecuencia los Combates de Concepción,
Placa conmemorativa en homenaje al Coronel Francisco de Uriondo
Orozas, yesera, Pilcaya, Chuyambuyo. Transcurrida la declaración de la Independencia por el Congreso de Tucumán, la noticia se extendió por la región y encontró a Uriondo en Orán, donde fue el encargado de tomar juramento. Tuvo una importante repercusión regional, la ceremonia se llevó a cabo el 15 de agosto de 1816 en la Sala Capitular encontrándose presentes miembros del Cabildo, el cura vicario y vecinos del pueblo. El acta dice: “Les manifesté en breves y enérgicas palabras, haberse declarado por el Soberano Congreso Nacional la independencia de la monarquía española y por lo mismo era necesario jurar la obediencia y prometer bajo de él, defender los derechos de la patria, con los demás que convino; y en su virtud fueron apercibidos a que las personas no que no quisieran voluntariamente prestar dicho juramento lo expusieron voluntariamente y como unánimes protestaron hacerlo, puesto de pie les recibí el juramento” Para el 7 de setiembre como comandante de la
vanguardia, Uriondo es informado desde el campamento de Guayavilla por Matías Guerrero, que una partida enemiga fue abatida, que 7 soldados y un teniente se rindieron, al mismo que Marquiegui intentaba ingresar por Toldos y que él contaba con 200 hombres. Por aquel entonces los patriotas tarijeños, actuaban de diversos lugares. Uriondo era reconocido
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por las autoridades argentinas como el jefe de la “Republiqueta de Tarija” y el marqués Fernández Campero como el jefe de la Puna, ambos cumplían órdenes directas de Belgrano y Güemes La inestabilidad que aquellos tiempos provocaba que en Tarija se alternaran patriotas y realistas mientras que los primeros se caracterizaban por su profundo convicción, los segundos por tener mejores medios y ser expertos militares al mando. Lo mismo sucedía en otros centros de insurgencia. En 14 de octubre de 1816 tuvo lugar el combate de Guerrahuaico, donde Uriondo junto a los gauchos que lideraba, se reunieron en las proximidades de Tarija, y con un cañonazo dieron aviso de su llegada. Por otro lado apoyaban Rojas con 700 infantes, más 500 jinetes a cargo de Méndez y áviles. Los patriotas lucharon tenazmente contra un enemigo que los superaba en número, tanto que llegaron a poner a aprietos al gobernador realista Lavín, el desenlace fue una derrota patriota, donde se perdieron muchas vidas, armas y
Detalle de una pintura sobre la Batalla de La Tablada
compañeros fueron tomados prisioneros. Poco tiempo después los patriotas recuperaron la villa de Tarija. El 15 de noviembre de 1816 en la Batalla de yavi, hecho también conocido como sorpresa de yavi, donde el ejército realista derrotó a la facción patriota que estaba bajo el mando del marqués de Tojo. Quien fue tomado prisionero, trasladado primero a Lima y finalmente a Jamaica en 1820, donde murió en el camino, según se dice por las torturas a las que fue sometido. Uriondo para salvar al caudillo de la Puna, había sugerido al Gral. Belgrano intercambio de dos coroneles enemigos prisioneros, algo que fue oficializado, pero fue rechazado por el enemigo. Nuevamente los realistas bajo el mando del General en Jefe de los Reales Ejércitos, José de la Serna toman el control de Tarija en forma pacífica el 2 de diciembre de 1816 ya que el gobernador Uriondo y otros caudillos se encontraban cubriendo otros flancos. Por supuesto, el ataque patriota no tardaría en
venir, eso lo sabía el general enemigo, y le envió una carta a Uriondo el 3 de diciembre, expresándole que su deseo es que se termine el baño de sangre e invitándolo a cambiar de bando. El 11 de diciembre llega la respuesta del Coronel Uriondo realizada en términos respetuosos pero enérgicos que permiten retratar su personalidad, ante tan indigno ofreci-
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miento: “Soy un hombre de honor, y nada es capaz de contraponerse a mis esfuerzos cuando trato de complacer a quien solicita mis satisfacciones; sino el propio honor. Este puntualmente es el que ahora se opone al gustoso consentimiento con que sin esto debería acceder a su solicitud. Cuente vuestra excelente con que en todo eventos en que una suerte lisonjera franquee a mi espalada un solo momento de dicha, será para emplearla en la mas tirana garganta de los gobernantes de esta infeliz provincia, que atropellando todas las leyes justas, han provocado a los cielos, han infamado hasta los extremos más degradantes las armas del rey, que precian defender, han hollado con crueldad los sagrados de la humanidad; se han burlado de los sentimientos del honor; y recopilando en sus personas cuantos servicios groseros pueden caracterizar a los mayores malvados, se han presentado como tales, al robo, al degüello, al incendio, al sacrílego exceso de saquear los templos, y a cuanta extravagancia, no es capaz de atreverse el abismo”.
Guerra Gaucha. Don Francisco hermano del Crnl. Pedro Nolasco Uriondo y el Cap. Manuel Uriondo, también guerreros de la independencia. Para cerrar esta nota diremos, que es tal la ignorancia sobre estos personajes, que aún en Tarija, donde tienen merecidos reconocimientos, ni sus propios descendientes tienen claro el origen de Francisco y Manuel, que durante muchos años fueron tomados como naturales de Tarija.
Detalle de una pintura sobre la Sorpresa de yavi
Hasta aquí un breve resumen de los hechos en los que participó el Crnl. Don Francisco Pérez de Uriondo y que precedieron a la Batalla de la Tablada de Tolomosa, que tuvo lugar el 15 de abril de 1817 en la cual tuvo una destacada actuación que permitió la recuperación definitiva de la villa de Tarija, por tal motivo el Gral. Gregorio Aráoz de Lamadrid y con la aprobación del pueblo tarijeño lo deja a cargo de la gobernación. Aráoz de Lamadrid continuará su camino para enfrentar a los realistas en la Villa Imperial de Potosí. Sobre los antecedentes familiares de Don Francisco, podemos de decir que era hijo del Dr. Joaquín Pérez de Uriondo y Martiarena, Fiscal de la Audiencia de Chile y D. Inés Menéndez Valdés, y nieto del Dr. Francisco Pérez de Uriondo, Fiscal de la Audiencia de Charcas y de D. Antonia Martiarena y Campero. Había contraído matrimonio con la dama salteña Andrea Zenarruza, quien también tuvo un activo papel como espía, junto a Juana Moro de López, Magdalena Güemes de Tejada,
Martina Silva de Gurruchaga, Celedonia Pacheco de Melo, María Petrona Arias, solo por destacar algunas de estas valientes mujeres. El matrimonio no tuvo descendencia. Antonia era hermana de Juan José Gervasio Martiarena y Campero, Marqués del Valle del Tojo y padre del futuro Juan José Feliciano Fernández Campero, conocido popularmente como el Marqués de la
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Fuente: 1. Historia de Tarija: corpus documental, Volumen N° 2 - Prefectura del Departamento de Tarija, 1986. 2. Trigo O’Connor D’Arlcach, Eduardo. “Tarija en la Independencia del Virreinato del Río de La Plata” 2017. 3. Bischoff, Efraín U. “Melchor José Lavin: Un hombre en la borrasca”.
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LA ENSEñA QUE BELGRANO NOS LEGó
LOS COLORES DE LA BANDERA NACIONAL POR DR. SILVIO COPPOLA
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ste primer comentario tendría que ir al final de la nota, pero dadas las circunstancias que se irán relatando, hemos preferido comenzar con él. y es en base a un diálogo, publicado por la prensa el 9 de febrero de este año (El Día de La Plata, fuente Educ.ar.), efectuado con Viviana Mallol, magíster en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano, coordinadora técnica del Museo Histórico Nacional. En la entrevista se refiere a las dos banderas de Macha (ya hablaremos en profundi-
aquí está la bandera idolatrada, la enseña que belgrano nos legó, cuando triste la patria esclavizada con valor sus vínculos rompió.
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dad de ellas), que fueran encontradas en Titiri, Macha, Bolivia en 1883 y que datan de la primera década de 1810. La que se encuentra en Bolivia, ciudad de Sucre, Museo Casa de la Libertad, es una bandera con tres franjas horizontales, midiendo 2,25 m. por 1,60 m., “una superior blanca, una celeste central y una inferior blanca”. La otra, donada por Bolivia, se encuentra en el Museo Histórico Nacional, midiendo 2,32 m. por 1,53 m de alto, llamada de Ayohuma, constando de “tres franjas de igual
América Central... cuyos países adoptaron... los colores azul y blanco para sus banderas. (...) Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica... por decisión tomada poco después de 1820”. Respecto a la otra bandera de Macha, existente como se dijo en el Museo Histórico Nacional, es fácil llegar a la misma conclusión, ya que el color celeste que se le otorga, indudablemente es producto de la erosión del tiempo y de su exposición de una u otra manera a los elementos ambientales y no estaría demás un estudio semejante; lo mismo que con la Bandera de Los Andes.
Retrato del General Manuel Belgrano
ancho: una superior celeste, una blanca central sin sol y una interior celeste”. Hay un detalle sumamente importante, que no menciona la magíster, es que respecto a la bandera existente en Bolivia, expertos del Centro de Química Inorgánica (Cequinor) del Conicet La Plata UNLP (ver información del diario El Día del 20 de junio de 2019), doctores Lorena Picone, Rosana Romano y Carlos Della Védova hicieron estudios sobre hebras del tejido de la misma, combinando diversas técnicas como análisis químicos, fluorescencia de rayos X y espectroscopia Raman, para llegar a la conclusión de que el color era blanco y azul índigo (oscuro; no celeste) el de la franja del medio. En el mencionado artículo, se detallan todas las características de la operación, que recibió el espaldarazo de la Sociedad Química de Estados Unidos. Confirmando los estudios, el doctor Della Védova se refiere a las memorias del general Gerónimo Espejo, oficial de San Martín que mencionando la bandera de
Los Andes, afirmaba considerando la exposición a los elementos, que “lo importante era que los colores fuesen azul y blanco”, agregando además Della Védova y relativo a Hipólito Bouchard, quien con su crucero “La Argentina” en 1818 recorrió el mundo enarbolando “una bandera azul y blanca”, que ello fue fundamental “en el proceso independentista de
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Vamos a las disposiciones legales, dejando para otro estudio los comentarios sobre el origen de los colores de la bandera. Bartolomé Mitre, en su “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina”, 5ta. edic., Biblioteca de La Nación, Buenos Aires 1902, Tomo II, págs.30 y siguientes, afirma que Belgrano “... concibió la idea de dar a la revolución un sím-
Retrato del General Manuel Belgrano
bolo visible... (proponiendo) la adopción de una escarapela nacional... el gobierno cediendo a la exigencia de Belgrano, declaró por decreto de 18 de Febrero (1812) que la escarapela nacional de las provincias del Río de la Plata sería de color blanco y azul celeste”. Así fue como al formar las baterías (Independencia y Libertad) en Rosario, que comandaba Manuel Belgrano, el 27 de febrero, comunica al Triunvirato que “siendo preciso enarbolar bandera, mándela hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E.”. Dice Mitre que “declarada la escarapela azul y blanca con la denominación de ´nacional´ quiso creerse autorizado para enarbolar bandera con los mismos colores, lo que importaba lo mismo que anunciar la aparición de una nueva nación”. Por eso fue inmediatamente desautorizado por el gobierno, ordenándole arriar la bandera y mandándosele una Real
existente en el Fuerte. Al siguiente año y al frente del Ejército del Norte, al jurar al margen del río Pasaje (luego Juramento) en Salta, el día 13 de febrero, obediencia a la Asamblea General Constituyente, dice Mitre que Belgrano hizo traer “una bandera azul y blanca... la misma que había enarbolado en el Rosario en 1812, que había bendecido en Jujuy en
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1812 y que había tenido que arriar por orden del gobierno (pág.131)”; habiendo dicho que “este será el color de la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la Patria”. Al respecto otros autores opinan que la bandera en ese acto era blanca, con el escudo de la Asamblea, donada después al Cabildo de Jujuy. Pero de todas maneras, vamos viendo como los términos “celeste” y “azul” se reemplazan entre si continuamente, como también será en lo sucesivo. El general Belgrano logra los triunfos militares de Tucumán (24/25 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero de 1813), sufriendo luego las derrotas de Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813), lo que le obliga a retirarse a Tucumán. El norte argentino y el sur de Bolivia, quedan en una especie de tablas, hasta que se termina en Ayacucho (9 de diciembre de 1824), la guerra de la Independencia. El Congreso de Tucumán, en la sesión del 25 de
Haremos una digresión en este asunto de la legislación sobre los colores de la bandera y como eran estos en realidad. El tema no carece de interés, ya que hubo motivos políticos e importantes en torno a todo ello. En su correspondencia Rosas varias veces se refirió a que los colores de la bandera nacional, por su origen, eran azul y blanco (ver párrafo precedente). En dicho sentido escribe al gobernador de Santiago del Estero Felipe Ibarra, en 1836 (citado por José Luis Busaniche), “Por
Retrato del General Manuel Belgrano
febrero de 1818 (ver El Redactor nº 10, del 3 de octubre de 1818), resuelve: “El señor diputado Chorroarín... expuso que era de parecer que sirviendo para toda bandera nacional los dos colores blanco y azul en el modo y forma hasta ahora acostumbrada fuese distintivo peculiar de la bandera de guerra un Sol pintado en medio de ella, cuyo proyecto, adoptado por la sala después de algunas reflexiones, quedó aprobado”.
este motivo debo decir a V. que tampoco hay ley ni disposición alguna que prescriba el color celeste para la bandera nacional como aún se cree en ciertos pueblos”; y más enfáticamente el 23 de marzo de 1846, al encargado de la Guardia del Monte diciéndole “sus colores son blanco y azul oscuro con un sol colorado en el centro y en los extremos el gorro
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punzó de la libertad. Esta es la bandera Nacional por la ley vigente. El color celeste ha sido arbitrariamente y sin ninguna fuerza de Ley Nacional, introducido por las maldades de los unitarios”. A esas banderas de Rosas se refería Sarmiento cuando hablaba de las “banderas negras de la tiranía”. Recordemos que la divisa celeste era la unitaria y punzó la federal. Lavalle invade la provincia de Buenos Aires hacia 1840, con la divisa celeste. Urquiza hace lo propio con la azul y blanca en 1852, que era la misma que flameaba en el Fuerte de Buenos Aires (actualmente hay una que tendría este origen, donada por Andrés Lamas quien la habría recibido de Urquiza, en el Museo Saavedra de Buenos Aires). y se podrían agregar a título de ejemplo, entre muchísimos más, la bandera de los 33 Orientales que desembarcaron en La Agraciada en 1825 que tenía tres franjas horizontales azul, blanca y roja, con la inscripción “Libertad o Muerte”, en la del medio, significando el rojo la
Volviendo a lo comentado en la primera página y primer párrafo de esta nota, es interesante relatar las circunstancias en que fueron encontradas las llamadas banderas de Macha. Para eso tomo el libro de Adolfo Golman “Enigmas sobre las primeras banderas argentinas”, edit. De Los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2007, quien en su pág.129 repite el artículo
Retrato del General Manuel Belgrano, Batalla de Tucumán
federación. A igualdad de la bandera del Paraguay, con los tres colores. y antes pero primera quizás en importancia, la bandera de José Artigas y los Pueblos Libres, que era de tres franjas horizontales azul, blanca y azul, con una franja roja que la cruzaba de arriba a abajo, la que significaba federalismo. Enarbolándose esta todavía, en el Uruguay y en las provincias argentinas de Entre Ríos y Corrientes, manteniéndose los tres colores en la bandera de Santa Fe, rojo, blanco y azul a franjas verticales. y muchas otras provincias, con los colores azul y blanco o si se prefiere celeste y blanco, en sus escudos tradicionales.
de Miguel ángel Scenna, “La Bandera Blanca y Celeste”, que se publicara en la Revista Todo es Historia, nº 14, Buenos Aires, 1968, pág.75, que resumiendo ahora, paso a relatar: “Haciéndose cargo en octubre de 1883 el padre Martín Castro, párroco de Macha en Bolivia de la cercana capilla de Titiri, observó en la vetusta construcción dos cuadros de Santa Teresa, enmarca-
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dos en tela, desgajados en jirones. Descolgó los cuadros y arrancó los marcos, formados por telas fuertemente enrolladas. Así aparecieron dos grandes banderas, viejísimas, rotas y con señales de balas y guerra. Aun comprendiendo su valor, las clavó en la pared y las tapó con los mismos cuadros. Dos años después y sin conocer el descubrimiento, el nuevo párroco de Macha Primo Arrieta, volvió a encontrarlas y se dio cuenta que indudablemente eran banderas argentinas. Intrigaba una de ellas, que era a líneas horizontales de tres franjas, celeste, blanca y celeste. Buscando recuerdos en los viejos pobladores del lugar, estos le dijeron que en tiempos de los reyes, había habido una gran batalla en la zona y que al ser perseguido el cura de la parroquia, tuvo que huir, escondiéndose sin volver, entre los indios. El padre Arrieta investiga y ubica en Ayohuma el lugar de la batalla, sitio próximo a Titiri. y se entera que el general Belgrano vivió en la casa parroquial de Macha, siendo indudable que era amigo del párro-
Vayamos ahora a la historia de una de las banderas más antiguas y mejor conservadas. Se trata de
Retrato del General Manuel Belgrano
co, el padre Juan de Dios Aranívar. Con los libros de la parroquia, se entera de que la firma del padre Aranívar, consta hasta solamente el día antes de la batalla de Ayohuma (14 de noviembre de 1813). Resulta así clarísimo que el mismo, antes de huir en la desbandada y como patriota, “cuidó de ocultar las banderas para evitar que cayeran en poder de los vencedores”. Después se perdió con su secreto, entre las tribus amigas de los cerros”. Se puede agregar a este resumen que el Gobierno de Bolivia entregó una de las banderas, la celeste, blanca y celeste, al Gobierno de la Argentina, estando actualmente como se dijo supra, en el Museo Histórico Nacional de la ciudad de Buenos Aires, identificada como “Bandera Argentina. Perteneció al ejército de Manuel Belgrano en el Alto Perú, 1813”. De la otra, nos hemos ocupado al principio de esta nota.
la bandera que ordenara el entonces Gobernador de Tucumán Bernabé Aráoz, como síndico del Templo de San Francisco en Tucumán, siendo una bandera argentina con la inscripción en letras mayúsculas y amarillas “A la Escuela de San Francisco, Tucumán 1814, Donó Bernabé Aráoz”. Dicha bandera según Cecilia Barrionuevo, restauradora de la Casa
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Histórica de la Independencia en Tucumán, calcula que la bandera “debe haber estado alrededor de setenta años expuesta en el Templo de San Francisco, al lado del altar, hasta que en 2012 la bajaron para tratarla; estaba arrugada debido a que el marco en el que la habían colocado era de un tamaño mucho menor al de la bandera, pero colocada de tal modo que se vieran la fecha y el lugar de la inscripción”. A raíz de las polémicas que hubieron desde siempre, sobre si el color de las dos franjas horizontales altas y bajas era celeste o azul, siendo la del medio blanca, intervinieron científicos del CONICET en el Centro de Química Inorgánica (CEQUINOR, CONICET, UNLP) junto a investigadores de la Universidad Federal de Juiz de Fora (Brasil) (ver la nota pertinente “Prueban que una de las primeras banderas patrias era azul de ultramar”, en el diario El Día de la ciudad de La Plata, publicación del 8 de abril de 2017). El estudio que se efectuó, es similar al que
La última y nueva bandera. Publicó El Tribuno de Jujuy, con la firma de Mayra Cardozo, en abril 27 de 2018, una nota en que describe el hallazgo, después del desmontaje de un mueble que albergó “durante décadas” a dos banderas pegadas a un bastidor, donde estaba la Bandera de la Libertad Civil y en el lado de atrás “había un textil de seda de tres paños verticales de color: azul, blanco y azul”. No se indica la
Retrato del General Manuel Belgrano
se hizo con la Bandera de Macha y también los estudiosos “tuvieron que proyectar los colores originales a través de la detección de los componentes de las muestras mediante fluorescencia de rayos X, espectroscopia Raman y análisis químicos”. Así fue que se determinó que “el color de los extremos superior e inferior de la bandera, era azul de ultramar”. O sea azul oscuro. El director del estudio fue el doctor Carlos Della Védova y la investigación fue publicada en la revista Chemistry Select.
superficie del paño, que sería similar viendo las fotografías, al tamaño de las banderas de Macha. Si bien recién están comenzando con los estudios científicos, sería de la época de Rosas. Las últimas disposiciones legales que he encontrado sobre el color de la bandera, son 1) el decreto 1027 del 19 de junio de 1943, art. 1º: “La Bandera
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de la Nación es la Bandera aprobada por el Congreso Nacional, el 25 de febrero de 1818”. 2) el decreto 10.302 del 24 de abril de 1944... art.2: “La Bandera Oficial de la Nación es la bandera con sol, aprobada por el “Congreso de Tucumán”, reunido en Buenos Aires el 25 de febrero de 1818. Se formará según lo resuelto por el mismo Congreso el 20 de julio de 1816, con los colores “celeste y blanco” con que el General Belgrano, creó el 27 de febrero de 1812, la primera enseña patria. Los colores estarán distribuidos en tres fojas horizontales, de igual tamaño, dos de ellas celestes y una blanca en el medio. Se reproducirá en el centro de la franja blanca, de la bandera oficial, el Sol figurado de la moneda de oro de ocho escudos y de la de plata de ocho reales que se encuentra grabado en la primera moneda Argentina, por ley de la Soberana Asamblea General Constituyente de 13 de abril de 1813, con los treinta y dos rayos flamígeros y rec-
Los símbolos patrios que se usaron desde 1810 y en especial la escarapela y la bandera desde 1812, indudablemente significaron desde sus manifestaciones, el nacimiento de ”una nueva y gloriosa nación”. No sólo le correspondió al general Manuel Belgrano la creación de nuestra bandera, sino la decisión de haberla enarbolado por primera vez, en circunstancias harto difíciles para la causa de la libertad. Su determinación y su
Busto del General Manuel Belgrano
tos colocados alternativamente y en la misma posición que se observa en esas monedas. El color del Sol será el amarillo oro”. 3) Ley 23.208. BO 20/8/85... Art.2º “... La Bandera Oficial de la Nación, está formada por tres franjas horizontales de igual tamaño, dos de ellas celeste y una blanca en el medio. En el centro de la franja blanca se reproducirá el sol en amarillo oro, en recordatorio de la primera moneda Argentina, con los treinta y dos rayos flamígeros y rectos colocados alternativamente...”
patriotismo indicaron el camino. Hoy a casi doscientos años de su muerte (20 de junio de 1820) no sólo se lo recuerda por ese hecho inmortal y por sus virtudes morales y militares, sino como ejemplo de desinterés y de amor incondicional por la Patria. Dios lo guarde. y nos acerque algo de ese desinterés y de ese amor por la Patria.
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UNA CANTATA POPULAR PARA EL GENERAL DEL PUEBLO
MANUEL BELGRANO, EL LEGADO AUTOR: RENÉ ARáOZ
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e trata de una Obra Musical inspirada en la Vida del General Manuel Belgrano. La misma se presentó en el TEATRO MUNICIPAL de la ciudad de Santa Fe, el día 2 DE MARZO de 2019. Estoy convencido que la figura del General Belgrano debe ser reconocida por ser una de las figuras más importantes del proceso que llevó a Argentina hacia su libertad e independencia.
Y la patria que nacía fue el porqué de sus desvelos, que en blanco y azul del cielo iluminó su utopía.
A Manuel Belgrano se lo recuerda como la persona que creó la Bandera Nacional y como la per-
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sona que, por medio de sus batallas, logró sacar a Argentina de la opresión. Fue un intelectual lleno de convicciones patrióticas, un trabajador por su patria siempre preocupado por la educación de sus habitantes y por el desarrollo del país. Tal vez lo más destacado de su pensamiento fue su desinterés hacia lo personal, dando todo su ser en beneficio de la patria, incluso donó sus sueldos y los premios y por eso fue por lo que murió en la pobreza y con dinero prestado.
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La Obra Musical a que hago referencia está basada en las siguientes condiciones:
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* Idoneidad interpretativa- Músicos y danzas en escena. * Temática acorde al vestuario y a la música. * Capacidad para conducir un espectáculo participativo. Todo ello para lograr los siguientes objetivos: * Llevar el arte y la cultura folklórica a todos los sectores sociales a fin de reinstalar la figura del General Belgrano como hombre, político y ciudadano de la Patria como ejemplo de vida. * Consolidar en la socie-
patriotas, mas responsables, por la defensa y respeto del Suelo Argentino, recordando los valores del General Belgrano. Desarrollo: * La obra se divide en Actos, donde en cada uno de ellos, se exponen frases del General Belgrano, mientras se canta y baila y se va contando su intensa vida política y militar. Doménico Belgrano Peri, padre de Manuel Belgrano
Todas esas características permitieron ir construyendo la Obra Musical que presenté el año pasado exitosamente, pretendiendo concientizar a todos los ciudadanas y ciudadanos sobre la necesidad de imitar al General Belgrano en su amor a la Patria, imitar su responsabilidad y su humildad en beneficio de esta tierra, imitar su accionar, su temple, y sus convicciones.
dad la necesidad de recuperar el respeto por los símbolos patrios, especialmente la Bandera Argentina, y con acciones que permitan reinstalar que en todos los actos deportivos, patrios, donde se cante el himno nacional, el mismo se cante no se tararee. * Sensibilizar, a través del ejemplo, a la sociedad, para instar a ser más
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* La obra conlleva un alto sentido patriótico, la necesidad de dar a conocer la misma, surge después de años de recorrer la Patria y sentir ese anhelo de reivindicar el sentimiento patriótico a través de su mayor símbolo, nuestra enseña patria, nuestra querida Bandera Argentina. * A partir de esa idea, la figura del General Manuel Belgrano, asume un protagonismo único, su vida, sus batallas, sus ideas y su muerte dan el marco histórico perfecto para teatralizar dichos momentos con innegable emoción, por cuanto sentimos que la historia nos atraviesa , nos conmueve y nos convoca a enarbolar ese sentimiento con
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letras de las canciones de la cantata
* Con verdaderos artistas en escena, con músicos santafesinos talentosos y con la presencia en cada acto de las danzas argentinas, pretendemos brindar un espectáculo de gran jerarquía artística, motivando a seguir el ejemplo del general Manuel Belgrano, imitando sus actos, promoviendo sus obras en cada uno de los lugares en que la vida nos encuentre, enarbolando el amor a la PATRIA, y que ese amor no sea solo una palabra, sino la expresión más genuina de compromiso, respeto y trabajo para ver a nuestra ARGENTINA, grande en derechos, justicia y Paz.-
Que Dios lo tenga en la Gloria
1- salvar del olvido Como el ave migratoria Que vuelve en pos de su nido Vengo a salvar del olvido A un héroe de nuestra historia
por su hidalga gallardía ya que hombres de su valía son los que honran la memoria Celebremos con euforia la grandiosa apología de su augusta biografía y laureada trayectoria.
Manuela Mónica Belgrano
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un argumento sólido, que provoque una verdadera detonación en los corazones de cada argentino/a, de cada joven y de cada niño para que el espíritu patriótico, el de nuestra identidad nacional flamee con más fuerza que nunca.
Estribillo Viva el General Belgrano que ungió nuestro pabellón en el criollo corazón de sus valientes paisanos El asumió ser soldado cuando el hereje invasor mancillando nuestro honor persignaba sus pecados y en un acto iluminado Por la gracia del Señor Combatió con gran valor Hasta vernos liberados Que el mundo entero se asombre ante el sol de su figura su inexorable bravura y sus ejemplos de hombre.
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Estribillo
y promovió la cultura.
Pues cuando la gloria alfom-
Con osadas decisiones
bre
puso en jaque a los corruptos,
con el tiempo sus virtudes
a los avaros, de luto;
Serán nuevas juventudes
y en el cepo a los ladrones.
los que veneren su nombre.
Con esperanza inaudita siguió los idus de mayo,
2- la Familia
abogando sin desmayos por la educación gratuita.
El niño Manuel Belgrano
Brindemos guitarra en mano
fue un hijo bien educado
bendiciendo en cada nota,
estudioso y aplicado
los lauros del gran patriota
con aires de cortesano
Que fue el General Belgrano.
Su padre fue comerciante
4- periodista
Domingo Belgrano Peri En el afamado diario
e inspirado como el Dante
“Telégrafo Mercantil”
Él le impuso su elegante
reafirmando su perfil
pulcritud en el vestir
de periodista, dio varios.
la firmeza del decir
Consejos y observaciones;
y su temple avasallante
para aumentar las cosechas
Estribillo El título de abogado a Manuel no lo sedujo por nacer bajo el influjo de su estrella de soldado Con los albores tempranos de sus jóvenes porfías latín y filosofía Eran sus mundos cercanos Su madre fue la honorable María Josefa González quien acuñó en sus pañales valores inalterables Fue con la pluma y no el sable que ella con sobrado tino le enseñó a abrirse camino
Pedro Rosas y Belgrano
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coterráneo de Alighieri
y morigerar las brechas entre obreros y patrones. Su talento extraordinario y su gran sabiduría, fueron el norte y la guía siendo honesto y honorable
de los héroes libertarios.
3- el gran patriota
fue el porqué de sus desvelos,
Antes del heroico grito
iluminó su utopía.
henchido de libertad Belgrano con humildad y sus dotes de erudito. Aceptó el secretariado de cónsul del virreinato sin más pompas ni boatos que su brevet de abogado. Fomentó la agricultura, también la ganadería; Fustigó a la oligarquía
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y la Patria que nacía que en blanco y azul del cielo
5- glorioso día El 25 de mayo de mil ochocientos diez, Belgrano nombrado fue vocal en la Sala Adjunta de aquella Primera Junta que presidiera Saavedra. y como el agua a la piedra
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orada implacablemente,
El ejército no acepto
con rayos el sol naciente
y se negó a tomar servicio
ascendió el glorioso día Somos fuerzas especiales
ungiendo la nueva ley.
No somos mercenarios
Destituido el virrey
Somos soldados con honra
y en virtud de un sentimiento,
A morir si es necesario
él dijo: en este momento
Es sagrada nuestra Jefatura
si aún gobernara Cisneros
No queremos improvisados
juro que sería el primero
Resistiremos con altura
en tirarlo de un balcón.
Como valientes soldados.
En toda revolución
Con valor y resolución
hay hombres extraordinarios,
Del ejército se hizo cargo
que siempre son necesarios
Acusó a jefes de rebeldía
para hacer de punta de lanza
y traidores a los soldados
cuando el coraje no alcanza
Castigó a los renegados
para arrinconar los miedos…
Con apoyo militar
y a veces, un solo dedo
Obligó a los subordinados
puede inclinar la balanza…
Sus largas trenzas cortar.
6- paso por santa Fe
La paz volvió al batallón
Por las tierras de Garay Arribaron aquellos valientes Que arreaba por sus afluentes La Guerra del Paraguay
Terminada la sedición
Las Niñas de Ayohuma
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como un himno a la alegría
y algunos pidiendo perdón Por causar tantos problemas A sus órdenes Manuel Es usted nuestro coronel y lucharemos hasta el final
Santo Tomé en pleno verano Debajo un algarrobo Descansó aquel hombre probo Llamado Manuel Belgrano Vadeando el Río Salado Manuel pudo pernoctar Santo Domingo fue el lar De aquel convento sagrado Todo los suyo pusieron en virtud de aquella gesta desde la espuela a la cresta como gallo en reñidero
Bajo su mando Mi General Candiotti aportó dinero y numerosas vituallas para que a nadie en batalla le quede flojo el apero
Bajo su mando Mi General 8- nuestro pabellón Con un celeste girón
7- los patricios
de fe bajada del cielo
Por orden del Triunvirato
De una nube de algodón.
Saavedra no es comandante El Jefe es Manuel Belgrano
y el nevado terciopelo Belgrano con la ilusión sublime de una utopía
De ahora en adelante
cuando la Patria nacía
Acepto reorganizar
Hoy le canto, General
A las tropas de Patricios
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creó nuestro pabellón. con emoción y alegría
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a tu heroica bizarría
luego de ser liberada
al pie de tu pedestal
con la paz asegurada
Del llano a la Cordillera
le diga Adiós a la guerra
y del río al ancho mar
Manuel tenía el anhelo
Nuestra enseña fue un altar
de una Patria emancipada
en el atrio de la espera
y José, a capa y espada también compartía su sueño
De un largo sueño que ardiera
La vida les tendió un lazo
en el criollo corazón
y por patriotas razones
Con capricho de Nación
Aunaron sus corazones
dio vida a nuestra bandera
en un histórico abrazo
Por tu sueño, General
Estribillo
Teñido de azul y blanco
José y Manuel, ambos serán
te doy este abrazo franco
en verdad
como el canto de un zorzal.
los héroes más celebrados en los altares sagrados de nuestra argentinidad
Por su lucha y desempeño
11- tierra devastada
un premio le fue otorgado A tomarlo fue obligado
Sobre los cerros norteños
Aunque ese no era su sueño
con los fuegos de Pompeya,
Ni la virtud ni el talento tienen precio y es muy fiero recompensar con dinero decía con fundamento Estribillo Para hacer aulas donó Aquel premio recibido por serles reconocidos los lauros que acumuló También con sobrada calma dijo que fundar escuelas es sembrar alas que vuelan sobre el llano de las almas Tuvo la idea bendita para el rico, a contramano de educar al soberano
El abrazo de yatasto
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9- donación de escuelas
Dios alumbró la epopeya que fue el Éxodo Jujeño. A pie, a caballo o al paso de los lerdos carretones, en la enseñanza gratuita
las mujeres, los varones;
Repite Estribillo
partieron rumbo al ocaso.
10- glorioso abrazo
que le sirva al invasor,
Belgrano inició el camino
y avasallarnos después.
San Martín tomó la posta y por una y otra costa cumplieron con su destino San Martin cruzó Los Andes con sueños de libertad Belgrano en el Paraná nos legó nuestro estandarte Estribillo Ellos querían que su tierra
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Nada dejaron en pie para usar a su favor Quemando los sembradíos, incendiando sus viviendas; arriando toda la hacienda y hasta el último atavío. Tras vadear el Rio Grande, camino del Tucumán desbarataron el plan realista de Los Andes. Allí frenó su conquista
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en medio de la estacada de aquella tierra arrasada la envestida imperialista. 12- la batalla En las piedras de la victoria Coronó la gran hazaña De Belgrano frente a España Vencida por su campaña Firme como las cañas Allá por el Tucumán A las tropas de Tristán Aplastó y logró triunfar ya vencido el enemigo Alcanzó las cumbres altas y por fin llegado a Salta Alzó la Bandera Patria
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Manuel Belgrano logró Con su salud quebrantada Fundar una gran nación Soberana y liberada y en esa audaz cruzada Con grandiosa devoción
El General y el éxodo. Autor, Martín Elías Müller
Estribillo:
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Izo nuestro pabellón Con el alma emocionada. Estribillo: Imitemos los valores y el ejemplo de Belgrano Tomándonos de las manos Por un futuro mejor.
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MANUEL BELGRANO
autobiograFÍa
N
ada importa saber o no la vida de cierta clase de hombres que todos sus trabajos y afanes los han contraído a sí mismos, y ni un solo instante han concedido a los demás; pero la de los hombres públicos, sea cual fuere, debe siempre presentarse, o para que sirva de ejemplo que se imite, o de una lección que retraiga de incidir en sus defectos. Se ha dicho, y dicho muy bien, “que el estudio de lo pasado enseña cómo debe manejarse el hombre en lo presente y porvenir”; porque desengañémonos, la base de nuestras operaciones siempre es
la misma, aunque las circunstancias alguna vez la desfiguren. yo emprendo escribir mi vida pública -puede ser que mi amor propio acaso me alucinecon el objeto que sea útil a mis paisanos, y también con el de ponerme a cubierto de la maledicencia; porque el único premio a que aspiro por todos mis trabajos, después de lo que espero de la misericordia del Todopoderoso, es conservar el buen nombre que desde mis tiernos años logré en Europa con las gentes con quienes tuve el honor de tratar cuando contaba con una libertad indefinida, estaba entrega-
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do a mí mismo, a distancia de dos mil leguas de mis padres, y tenía cuanto necesitaba para satisfacer mis caprichos.
que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aun las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente. Al concluir mi carrera por los años de 1793, las ideas de economía política cundían en España con furor y creo que a esto debí que me colocaran en la secretaría del Consulado de Buenos Aires, erigido en el tiempo del ministro Gardoqui, sin que hubiese hecho la más mínima gestión para ello; y el oficial de secretaría que anejaba estos asuntos aún me pidió que le indicase individuos que tuvieran estos conocimientos, para emplearlos en las demás corporaciones de esta clase, que se erigían en diferentes plazas de comercio de América.
El lugar de mi nacimiento es Buenos Aires; mis padres, don Domingo Belgrano y Peri conocido por Pérez, natural de Onella, y mi madre, doña María Josefa González Casero, natural también de Buenos Aires. La ocupación de mi padre fue la de comerciante, y como le tocó el tiempo del monopolio, adquirió riquezas para vivir cómodamente y dar a sus hijos la educación mejor de aquella época. Me proporcionó la enseñanza de las primeras letras, la gramática latina, filosofía y algo de teología en el mismo Buenos Aires. Sucesivamente me mandó a España a seguir la carrera de las leyes, y allí estudié en Salamanca; me gradué en Valladolid, continué en Madrid y me recibí de abogado en la cancillería de Valladolid.
Cuando supe que tales cuerpos en sus juntas, no tenían otro objeto que suplir a las sociedades económicas, tratando de agricultura, industria y comercio, se abrió un vasto campo a mi imaginación, como que ignoraba el manejo de la España respecto a sus colonias, y sólo había oído el rumor sordo a los americanos de quejas disgustos, que atribuía yo a no haber conseguido sus pretensiones, y nunca a las intenciones perversas de los metropolitanos, que por sistema conservaban desde el tiempo de la conquista.
Confieso que mi aplicación no la contraje tanto a la carrera que había ido a emprender, como el estudio de los idiomas vivos, de la economía política y al derecho público, y que en los primeros momentos en que tuve la suerte de encontrar hombres amantes al bien público que me manifestaron sus útiles ideas, se apoderó de mí el deseo de propender cuanto pudiese al provecho general, y adquirir renombre con mis trabajos hacia tan importante objeto, dirigiéndolos particularmente a favor de la patria.
Tanto me aluciné y me llené de visiones favorables a la América, cuando fui encargado por la secretaría, de que en mis Memorias describiese las Provincias a fin de que sabiendo su estado pudiesen tomar providencias acertadas para su felicidad: acaso en esto habría la mejor intención de parte de un ministro ilustrado como Gardoqui, que había residido en los Estados Unidos de América del Norte, y aunque ya entonces se me rehusaran ciertos medios que exigí para
Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas, y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los
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llenar como era debido aquel encargo, me aquieté; pues se me dio por disculpa que viéndose los fondos del Consulado, se determinaría.
mérito este informe; ello es que esos hombres, destinados a promover la felicidad del país, decidieron que los cueros no eran frutos, y, por consiguiente, no debían comprenderse en los de la gracia de extracción en cambio de negros.
En fin, salí de España para Buenos Aires: no puedo decir bastante mi sorpresa cuando conocí a los hombres nombrados por el Rey para la junta que había de tratar la agricultura, industria y comercio, y propender a la felicidad de las provincias que componían el virreinato de Buenos Aires; todos eran comerciantes españoles; exceptuando uno que otro, nada sabían más que su comercio monopolista, a saber: comprar por cuatro para vender por ocho, con toda seguridad: para comprobante de sus conocimientos y de sus ideas liberales a favor del país, como su espíritu de monopolio para no perder el camino que tenían de enriquecerse, referiré un hecho con que me eximiré de toda prueba.
Mi ánimo se abatió y conocí que nada se haría en favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el del común. Sin embargo, ya que por las obligaciones de mi empleo podía hablar y escribir sobre tan útiles materias, me propuse, al menos, echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar frutos, ya porque algunos estimulados del mismo espíritu se dedicasen a su cultivo, ya porque el orden mismo de las cosas las hiciese germinar. Escribí varias memorias sobre la planificación de escuelas: la escasez de pilotos y el interés que tocaba tan de cerca a los comerciantes, me presentó circunstancias favorables para el establecimiento de una escuela de matemáticas, que conseguí a condición de exigir la aprobación de la Corte, que nunca se obtuvo y que no paró hasta destruirla; porque aun los españoles, sin embargo de que conociesen la justicia y utilidad de estos establecimientos en América, francamente se oponían a ellos, errados, a mi entender, en los medios de conservar las colonias.
Por lo que después he visto, la Corte de España vacilaba en los medios de sacar lo más que pudiese de sus colonias, así es que hemos visto disposiciones liberales e iliberales a un tiempo, indicantes del temor que tenía de perderlas; alguna vez se le ocurrió favorecer la agricultura, y para darle brazos, adoptó el horrendo comercio de negros y concedió privilegios a los que lo emprendiesen: entre ellos la extracción de frutos para los países extranjeros.
No menos me sucedió con otra de diseño, que también logré establecer, sin que costase medio real el maestro. Ello es que ni éstas ni otras propuestas a la Corte, con el objeto de fomentar los tres importantes ramos de agricultura, industria y comercio, de que estaba encargada la corporación consular, merecieron la aprobación; no se quería más que el dinero que produjese el ramo destinado a ella; se decía que todos estos estable-
Esto dio mérito a un gran pleito sobre si los cueros, ramo principal de comercio de Buenos Aires, eran o no frutos; había tenido su principio antes de la erección del Consulado, ante el Rey, y ya se había escrito de parte a parte una multitud de papeles, cuando el Rey para resolver, pidió informe a dicha corporación: molestaría demasiado si refiriese el pormenor de la singular sesión a que dio
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cimientos eran de lujo y que Buenos Aires todavía no se hallaba en estado de sostenerlos.
grupos de hombres ignorantes de toda disciplina y sin subordinación alguna: allí se formaron las compañías y yo fui agregado a una de ellas, avergonzado de ignorar hasta los rudimentos más triviales de la milicia, y pendiente de lo que dijera un oficial veterano, que también se agregó de propia voluntad, pues no le daban destino.
Otros varios objetos de utilidad y necesidad promoví, que poco más o menos tuvieron el mismo resultado, y tocará al que escriba la historia consular, dar una razón de ellos; diré yo, por lo que, hace a mi propósito, que desde el principio de 1794 hasta julio de 1806, pasé mi tiempo en igual destino, haciendo esfuerzos impotentes a favor del bien público; pues todos, o escollaban en el gobierno de Buenos Aires o en la Corte, o entre los mismos comerciantes, individuos que componían este cuerpo, para quienes no había más razón, ni mas justicia, ni más utilidad ni más necesidad que su interés mercantil; cualquiera cosa que chocara con él, encontraba un veto, sin que hubiese recurso para atajarlo.
Fue la primera compañía que marchó a ocupar la casa de las Filipinas, mientras disputaban las restantes con el mismo virrey de que ellas estaban para defender la ciudad y no salir a campaña, y así sólo se redujeron a ocupar las Barrancas: el resultado fue que no habiendo tropas veteranas ni milicias disciplinadas que oponer al enemigo, venció éste todos los pasos con la mayor facilidad: hubo algunos fuegos fatuos en mi compañía y otros para oponérsele; pero todo se desvaneció, y al mandarnos retirar y cuando íbamos en retirada, yo mismo oí decir: “Hacen bien en disponer que nos retiremos, pues nosotros no somos para esto”.
Sabido es la entrada en Buenos Aires del general Beresford, con mil cuatrocientos y tantos hombres en 1806: hacía diez años que era yo capitán de milicias urbanas, más por capricho que por afición a la milicia. Mis primeros ensayos en ella fueron en esta época. El marqués de Sobremonte, virrey que entonces era de las provincias, días antes de esta desgraciada entrada, me llamó para que formase una compañía de jóvenes del comercio, de caballería, y que al efecto me daría oficiales veteranos para la instrucción: los busqué, no los encontré, porque era mucho el odio que había a la milicia en Buenos Aires; con el cual no se había dejado de dar algunos golpes a los que ejercían la autoridad, o tal vez a esta misma que manifestaba demasiado su debilidad.
Confieso que me indigné, y que nunca sentí más haber ignorado, como ya dije anteriormente, hasta los rudimentos de la milicia; todavía fue mayor mi incomodidad cuando vi entrar las tropas enemigas y su despreciable número para una población como la de Buenos Aires: esta idea no se apartó de mi imaginación y poco faltó para que me hubiese hecho perder la cabeza: me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación y sobre todo en tal estado de degradación, que hubiese sido subyugada. Por una empresa aventurera, cual era la del bravo y honrado Beresford, cuyo valor admiro y admiraré siempre en esta peligrosa empresa.
Se tocó la alarma general y conducido del honor volé a la fortaleza, punto de reunión: allí no había orden ni concierto en cosa alguna, como debía suceder en
Aquí recuerdo lo que me pasó con mi corporación consular, que protestaba a cada momento de su fidelidad al rey de
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España; y de mi relación inferirá el lector la proposición tantas veces asentada, de que el comerciante no conoce más patria, ni más rey, ni más religión que su interés propio; cuanto trabaja, sea bajo el aspecto que lo presente, no tiene otro objeto, ni otra mira que aquél: su actual oposición al sistema de libertad e independencia de América, no ha tenido otro origen, como a su tiempo se verá.
en que los patricios iban a elegir sus comandantes para el cuerpo de voluntarios que iba a formarse, cuando ya se habían formado los cuerpos de europeos y habían algunos que tenían armas; porque la política reptil de los gobernantes de América, a pesar de que el número y el interés del patricio debía siempre ser mayor por la conservación de la patria que el de los europeos aventureros, recelaba todavía de aquéllos a quienes por necesidad permitía también armas.
Como el Consulado, aunque se titulaba de Buenos Aires, lo era de todo el virreinato, manifesté al prior y cónsules, que debía yo salir con el archivo y sellos adonde estuviese el virrey, para establecerlo donde él y el comercio del virreinato resolviese: al mismo tiempo les expuse que de ningún modo convenía a la fidelidad de nuestros juramentos que la corporación reconociese otro monarca: habiendo adherido a mi opinión, fuimos a ver y a hablar al general, a quien manifesté mi solicitud y defirió a la resolución; entretanto, los demás individuos del Consulado, que llegaron a extender estas gestiones se reunieron y no pararon hasta desbaratar mis justas ideas y prestar el juramento de reconocimiento a la dominación británica, sin otra consideración que la de sus intereses.
Sabido mi arribo por varios amigos, me estimularon para que fuese a ser uno de los electores: en efecto, los complací, pero confieso que desde entonces, empecé a ver las tramas de los hombres de nada, para elevarse sobre los de verdadero mérito; y no haber tomado por mí mismo la recepción de votos, acaso salen dos hombres obscuros, más por sus vicios que por otra cosa, a ponerse a la cabeza del cuerpo numeroso y decidido que debía formar el ejército de Buenos Aires, que debía dar tanto honor a sus armas. Recayó al fin la elección en dos hombres que eran de algún viso, y aún ésta tuvo sus contrastes, que fue preciso vencerlos, reuniendo de nuevo las gentes a la presencia del general Liniers, quien recorriendo las filas conmigo, oyó por aclamación los nombres de los expresados, y en consecuencia, quedaron con los cargos y se empezó el formal alistamiento; pero como éste se acercase a cerca de 4.000 hombres puso en expectación a todos los comandantes europeos y a los gobernantes y procuraron, por cuantos medios les fue posible, ya negando armas, ya atrayéndolos a los otros cuerpos, evitar que número tan crecido de patricios, se reuniesen.
Me liberté de cometer, según mi modo de pensar, este atentado, y procuré salir de Buenos Aires casi como fugado; porque el general se había propuesto que yo prestase el juramento, habiendo repetido que luego que sanase lo fuera a ejecutar; y pasé a la banda septentrional del río de la Plata, a vivir en la capilla de Mercedes. Allí supe, pocos días antes de hacerse la recuperación de Buenos Aires, el proyecto, y pensando ir a tener parte en ella, llegó a nosotros la noticia de haberse logrado con el éxito que es sabido. Poco después me puse en viaje para la capital, y mi arribo fue la víspera del día
En este estado y por si llegaba el caso
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de otro suceso igual al de Beresford, u otro cualquiera, de tener una parte activa en defensa de mi patria, tomé un maestro que me diese alguna noción de las evoluciones más precisas y me enseñase por principios el manejo del arma. Todo fue obra de pocos días: me contraje como debía, con el desengaño que había tenido en la primera operación militar, de que no era lo mismo vestir el uniforme de tal, que serlo.
tomar a Montevideo; pidió aquel gobernador auxilios, y de todos los cuerpos salieron voluntarios para marchar con el general Liniers. El que más dio fue el de patricios, sin embargo de que hubo un jefe, yo lo vi, que cuando preguntaron a su batallón quién quería ir, le hizo señas con la cabeza para que no contestase. Entonces me preparé a marchar, así por el deseo de hacer algo en la milicia, como por no quedar con dos jefes, el uno inepto y el otro intrigante, que sólo me acarrearían disgustos, según a pocos momentos lo vi, como después diré. Tanto el comandante que marchó cuanto toda la demás oficialidad que le acompañaba, representaron al general que no convenía de ningún modo mi salida, y que el cuerpo se desorganizaría si yo lo abandonaba: así me lo expuso el general en los momentos de ir a marchar y me lo impidió.
Así como por elección se hicieron los comandantes del cuerpo, así se hicieron los de los capitanes y en los respectivos cuarteles por las compañías que se formaron, y éstas me honraron llamándome a ser su sargento mayor, de que hablo con toda ingenuidad, no puede excusarme, porque me picaba el honorcillo y no quería que se creyera cobardía al mismo tiempo en mí, no admitir cuando me habían visto antes vestir el uniforme.
Quedé, y no tardó mucho en verificarse lo mismo que yo temía: se ofreció poner sobre las armas un cierto número de compañías a sueldo, y me costó encontrar capitanes que quisieran servir, pero había de los subalternos doble número que aspiraban a disfrutarlo, no hallé un camino mejor para contentarlos que disponer echaran suertes: esto me produjo un sinsabor cual no me creía, pues hubo oficial que me insultó a presencia de la tropa y de esos dos comandantes que miraron con indiferencia un acto tan escandaloso de insubordinación; entonces empecé a observar el estado miserable de educación de mis paisanos, sus sentimientos mezquinos y hasta dónde llegaban sus intrigas por el ridículo prest, y formé la idea de abandonar mi cargo en un cuerpo que ya preveía que jamás tendría orden y que no sería más que un grupo de voluntarios.
Entrado a este cargo, para mí enteramente nuevo, por mi deseo de desempeñarlo según correspondía, tomé con otro anhelo el estudio de la milicia y traté de adquirir algunos conocimientos de esta carrera, para mí desconocida en sus pormenores; mi asistencia fue continua a la enseñanza de la gente. Tal vez esto, mi educación, mi modo de vivir y mi roce de gentes distinto en lo general de la mayor parte de los oficiales que tenía el cuerpo, empezó a producir rivalidades que no me incomodaban, por lo que hace a mi persona, sino por lo que perjudicaban a los adelantamientos y lustre del cuerpo, que tanto me interesaban y por tan justos motivos. ya estaba el cuerpo, capaz de algunas maniobras y su subordinación se sostenía por la voluntad de la misma gente que le componía, aunque ni la disciplina, ni la subordinación era lo que debía ser, cuando el general Auchmuty intentaba
Así es que tomé el partido de volver a
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ejercer mi empleo de secretario del Consulado, que al mismo tiempo no podía ya servirlo el que hacía de mi sustituto, quedando por oferta mía dispuesto a servir en cualquier acción de guerra que se presentase, dónde y cómo el gobierno quisiera; pasó el tiempo desde el mes de febrero hasta junio, que se presentó la escuadra y transporte que conducían al ejército al mando del general Whitelocke en 1807.
gañado de que yo no era francés ni por elección, ni otra causa, desplegó sus ideas acerca de nuestra independencia, acaso para formar nuevas esperanzas de comunicación con estos países, ya que les habían sido fallidas las de conquistas: le hice ver cuál era nuestro estado, que ciertamente nosotros queríamos el amo viejo o ninguno; pero que nos faltaba mucho para aspirar a la empresa, y que aunque ella se realizase bajo la protección de la Inglaterra, ésta nos abandonaría si se ofrecía un partido ventajoso a Europa, y entonces vendríamos a caer bajo la espada española; no habiendo una nación que no aspirase a su interés sin que le diese cuidado de los males de las otras; convino conmigo y manifestándole cuánto nos faltaba para lograr nuestra independencia, difirió para un siglo su consecución.
El cuartel maestre general me nombró por uno de sus ayudantes de campo, haciéndome un honor a que no era acreedor: en tal clase serví todos aquellos días: el de la defensa me hallé cortado y poco o nada pude hacer hasta que me vi libre de los enemigos; pues a decir verdad el modo y método con que se hizo, tampoco daba lugar a los jefes a tomar disposiciones, y éstas quedaban al arbitrio de algunos denodados oficiales, de los mismos soldados voluntarios, que era gente paisana que nunca había vestido uniforme, y que decía, con mucha gracia, que para defender el suelo patrio no habían necesitado de aprender a hacer posturas, ni figuras en las plazas públicas para diversión de las mujeres ociosas.
¡Tales son en todo los cálculos de los hombres! Pasa un año, y he ahí que sin que nosotros hubiésemos trabajado para ser independientes, Dios mismo nos presenta la ocasión con los sucesos de 1808 en España y en Bayona. En efecto, avívanse entonces las ideas de libertad e independencia en América y los americanos empiezan por primera vez a hablar con franqueza de sus derechos. En Buenos Aires se hacía la jura de Fernando VII, y los mismos europeos aspiraban a sacudir el yugo de España por no ser napoleonistas. ¿Quién creería que don Martín de Alzaga, después autor de una conjuración fuera uno de los primeros corifeos?
El general dispuso que el expresado cuartel maestre recibiese el juramento a los oficiales prisioneros: con este motivo paso a su habitación el brigadier general Crawford, con sus ayudantes y otros oficiales de consideración: mis pocos conocimientos en el idioma francés, y acaso otros motivos de civilidad, hicieron que el nominado Crawford se dedicase a conversar conmigo con preferencia, y entrásemos a tratar de algunas materias que nos sirviera de entretenimiento, sin perder de vista adquirir conocimientos del país, y muy particularmente respecto de su opinión del gobierno español. Así es que después de haberse desen-
Llegó en aquella sazón el desnaturalizado Goyeneche: despertó a Liniers, despertaron los españoles y todos los jefes de las provincias: se adormecieron los jefes americanos, y nuevas cadenas se intentaron echarnos y aun cuando éstas no tenían todo el rigor del antiguo despotismo, contenían y contuvieron los
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impulsos de muchos corazones que, desprendidos de todo interés, ardían por la libertad e independencia de la América, y no querían perder una ocasión que se les venía a las manos, cuando ni una vislumbre habían visto que se las anunciase.
Cisneros, que había desembarcado en Montevideo, y todo aquel plan varió. Entonces aspiré a inspirar la idea a Liniers de que no debía entregar el mando por no ser autoridad legítima la que lo despojaba. Los ánimos de los militares estaban adheridos a esta opinión: mi objeto era que se diese un paso de inobediencia al ilegitimo gobierno de España, que en medio de su decadencia quería dominarnos; conocí que Liniers no tenía espíritu ni reconocimiento a los americanos que lo habían elevado y sostenido, y que ahora lo querían de mandón, sin embargo de que había muchas pruebas de que abrigaba, o por opinión o por el prurito de todo europeo, mantenernos en el abatimiento y esclavitud.
Entonces fue, que no viendo yo un asomo de que se pensara en constituirnos, y sí a los americanos prestando una obediencia injusta a unos hombres que por ningún derecho debían mandarlos, traté de buscar los auspicios de la infanta Carlota, y de formar un partido a su favor, oponiéndome a los tiros de los déspotas que celaban con el mayor anhelo para no perder sus mandos; y lo que es más, para conservar la América dependiente de la España, aunque Napoleón la dominara pues a ellos les interesaba poco o nada ya sea Borbón, Napoleón u otro cualquiera, si la América era colonia de la España.
Cerrada esta puerta, aún no desesperé de la empresa de no admitir a Cisneros, y, sin embargo de que la diferencia de opiniones y otros incidentes, me habían desviado del primer comandante de patricios, don Cornelio Saavedra; resuelto a cualquier acontecimiento, bien que no temiendo de que me vendiese, tomé el partido de ir a entregarle dos cartas que tenía para él de la infanta Carlota: las puse en sus manos y le hablé con toda ingenuidad: le hice ver que no podía presentársenos época más favorable para adoptar el partido de nuestra redención, y sacudir el injusto yugo que gravitaba sobre nosotros.
Solicité, pues, la venida de la infanta Carlota, y siguió mi correspondencia desde 1808 hasta 1809, sin que pudiese recabar cosa alguna: entretanto mis pasos se celaron y arrostré el peligro yendo a presentarme en persona al virrey Liniers y hablarle con toda la franqueza que el convencimiento de la justicia que me asistía me daba, y la conferencia vino a proporcionarme el inducirlo a que llevase a ejecución la idea que ya tenía de franquear el comercio a los ingleses en la costa del río de la Plata, así para debilitar a Montevideo, como para proporcionar fondos para el sostén de las tropas, y atraer a las provincias del Perú por las ventajas que debía proporcionarles el tráfico. Desgraciadamente cuando llegaba a sus manos una memoria que yo le remitía para tan importante objeto, con que yo veía se iba a dar el primer golpe a la autoridad española, arribó un ayudante del virrey nombrado,
La contestación, fue que lo pensaría y que le esperase por la noche siguiente a oraciones en mi casa: concebí ideas favorables a mi proyecto, por las disposiciones que observé en él: los momentos se hacían para mí siglos; llegó la hora y apareció en mi casa don Juan Martín de Pueyrredón y me significó que iba a celebrarse una junta de comandantes en la casa de éste, a las once de la noche, a la que yo precisamente debía
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concurrir; que era preciso no contar sólo con la fuerza, sino con los pueblos y que allí se arbitrarían los medios.
buscaban otros medios ni arbitrios para conservar sus empleos. ¡Cuán desgraciada vi entonces esta situación! ¡Qué diferentes conceptos formé de mis paisanos! No es posible, dije, que estos hombres trabajen por la libertad del país; y no hallando que quisieran reflexionar por un instante sobre el verdadero interés general, me separé de allí, desesperado de encontrar remedio, esperando ser una de las víctimas por mi deseo de que formásemos una de las naciones del mundo.
Cuando oí hablar así y tratar de contar con los pueblos, mi corazón se ensanchó y risueñas ideas de un proyecto favorable vinieron a mi imaginación: quedé sumamente contento, sin embargo de que conocía la debilidad de los que iban a componer la junta, la divergencia de intereses que había entre ellos, y particularmente la viveza de uno de los Comandantes europeos que debían asistir, sus comunicaciones con los mandones, y la gran influencia que tenía en el corazón de Saavedra, y en los otros por el temor.
Pero la providencia que mira las buenas intenciones y las protege por medios que no están al alcance de los hombres, por triviales y ridículos que parezcan, parece que borró de todos hasta la idea de que yo hubiese sido uno de los concurrentes a la tal junta, y ningún perjuicio se me siguió: al contrario, a don Juan Martín de Pueyrredón lo buscaron, lo prendieron y fue preciso valerse de todo artificio para salvarlo. En la noche de su prisión ya muchos se lisonjeaban de que se alzaría la voz patria: yo que había conocido a todos los comandantes y su debilidad, creí que le dejarían abandonado a la espada de los tiranos, como la hubiera sufrido, si manos intermedias no trabajasen por su libertad: le visité en el lugar en que se había ocultado y le proporcioné un bergantín para su viaje al Janeiro, que sin cargamento ni papeles del gobierno de Buenos Aires salió, y se le entregó la correspondencia de la infanta Carlota, comisionándole para que hiciera presente nuestro estado y situación y cuanto convenía se trasladase a Buenos Aires.
A la hora prescrita vino el nominado Saavedra con el comandante don Martín Rodríguez a buscarme para ir a la Junta: híceles mil reflexiones acerca de mi asistencia, pero insistieron y fui en su compañía; allí se me dio un asiento, y abierta la sesión por Saavedra, manifestando el estado de la España, nuestra situación, y que debía empezarse por no recibir a Cisneros, con un discurso bastante metódico y conveniente: salió a la palestra uno de los comandantes europeos con infinitas ideas, a que siguió otro con un papel que había trabajado, reducido a disuadir del pensamiento y contraído a decir agravios contra la audiencia por lo que les había ofendido con sus informes ante la Junta Central. Los demás comandantes exigieron mi parecer; traté la materia con la justicia que ella de suyo tenía, y nada se ocultaba a los asistentes, que después entrados en conferencia, sólo trataban de su interés particular, y si alguna vez se decidían a emprender, era por temor de que se sabría aquel congreso y los castigaran; mas asegurándose mutuamente el silencio volvían a su indecisión y no
Acaso miras políticas influyeron a que la infanta no lo atendiera, ni hiciera aprecio de él, esto y observar que no había un camino de llevar mis ideas adelante, al mismo tiempo, que la consideración de los pueblos y lo expuesto que estaba en
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Buenos Aires después de la llegada de Cisneros, a quien se recibió con tanta bajeza por mis paisanos, y luego intentaron quitar, contando siempre conmigo, me obligó a salir de allí y pasar a la banda septentrional para ocuparme en mis trabajos literarios y hallar consuelo a la aflicción que padecía mí espíritu con la esclavitud en que estábamos, y no menos para quitarme de delante para que, olvidándome, no descargase un golpe sobre mí.
do como a Cisneros, y cada uno aplicaba el ascua a su sardina, pues todo se atribuía a la unión y desunión de los pueblos. Estas eran mis ocupaciones y el desempeño de las obligaciones de mi empleo, cuando habiendo salido por algunos días al campo, en el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos a Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada; volé a presentarme y hacer cuanto estuviera a mis alcances: había llegado la noticia de la entrada de los franceses en Andalucía y la disolución de la Junta Central; éste era el caso que se había ofrecido a cooperar a nuestras miras el comandante Saavedra.
Las cosas de España empeoraban y mis amigos buscaban de entrar en relación de amistad con Cisneros: éste se había explicado de algún modo, y, a no temer la horrenda canalla de oidores que lo rodeaba, seguramente hubiera entrado por sí en nuestros intereses, pues su prurito era tener con qué conservarse. Anheló éste a que se publicase un periódico en Buenos Aires, y era tanta su ansia, que hasta quiso que se publicase el prospecto de un periódico que había salido a la luz en Sevilla, quitándole sólo el nombre y poniéndole el de Buenos Aires.
Muchas y vivas fueron entonces nuestras diligencias para reunir los ánimos y proceder a quitar a las autoridades, que no sólo habían caducado con los sucesos de Bayona, sino que ahora caducaban, puesto que aun nuestro reconocimiento a la Junta Central cesaba con su disolución, reconocimiento el más inicuo y que había empezado con la venida del malvado Goyeneche, enviado por la indecente y ridícula Junta de Sevilla. No es mucho, pues, no hubiese un español que no creyese ser señor de América, y los americanos los miraban entonces con poco menos estupor que los indios en los principios de sus horrorosas carnicerías, tituladas conquistas.
Sucedía esto a mi regreso de la banda septentrional, y tuvimos este medio ya de reunirnos los amigos sin temor, habiéndole hecho éstos entender a Cisneros que si teníamos alguna junta en mi casa, sería para tratar de los asuntos concernientes al periódico; nos dispensó toda protección e hice el prospecto del Diario de Comercio que se publicaba en 1810, antes de nuestra revolución; en él salieron mis papeles, que no era otra cosa más que una acusación contra el gobierno español; pero todo pasaba, y así creíamos ir abriendo los ojos a nuestros paisanos: tanto fue, que salió uno de mis papeles, titulado Origen de la grandeza y decadencia de los imperios, en las vísperas de nuestra revolución, que así contentó a los de nuestro parti-
Se vencieron al fin todas las dificultades, que más presentaba el estado de mis paisanos que otra cosa, y aunque no siguió la cosa por el rumbo que me había propuesto, apareció una junta, de la que yo era vocal, sin saber cómo ni por dónde, en que no tuve poco sentimiento. Era preciso corresponder a la confianza del pueblo, y todo me contra-
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je al desempeño de esta obligación, asegurando, como aseguro, a la faz del universo, que todas mis ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular, por más que me interesase: el bien público estaba a todos instantes a mi vista.
diferencias de opiniones se concluían amistosamente y quedaba sepultada cualquiera discordia entre todos. Así estábamos, cuando la ineptitud del general de la expedición del Perú obligó a pasar de la Junta al doctor Castelli para que viniera de representante de ella, a fin de poner remedio al absurdo que habíamos cometido de conferir el mando a aquél, llevados del informe de Saavedra y de que era el comandante del cuerpo de arribeños y es preciso confesar que creíamos que con sólo este título, no habría arribeño que no le siguiese y estuviese con nuestros intereses. Debo decir, aquí, que soy delincuente ante toda la Nación de haber dado mi voto, o prestándome sin tomar el más mínimo conocimiento del sujeto, por que fuera jefe. ¡Qué horrorosas consecuencias trajo esta precipitada elección!
No puedo pasar en silencio las lisonjeras esperanzas que me había hecho concebir el pulso con que se manejó nuestra revolución, en que es preciso, hablando verdad, hacer justicia a don Cornelio Saavedra. El congreso celebrado en nuestro estado para discernir nuestra situación, y tomar un partido en aquellas circunstancias, debe servir eternamente de modelo a cuantos se celebren en todo el mundo. Allí presidió el orden; una porción de hombres estaban preparados para a la señal de un pañuelo blanco, atacar a los que quisieran violentarnos; otros muchos vinieron a ofrecérseme, acaso de los más acérrirnos contrarios, después, por intereses particulares; pero nada fue preciso, porque todo caminó con la mayor circunspección y decoro. ¡Ah, y qué buenos augurios! Casi se hace increíble nuestro estado actual. Mas si se recuerda el deplorable estado de nuestra educación, veo que todo es una consecuencia precisa de ella, y sólo me consuela el convencimiento en que estoy, de que siendo nuestra revolución obra de Dios, Él es quien la ha de llevar hasta su fin, manifestándonos que toda nuestra gratitud la debemos convertir a S. D. M. y de ningún modo a hombre alguno.
¡En qué profunda ignorancia vivía yo del estado cruel de las provincias interiores! ¡Qué velo cubría mis ojos! El deseo de la libertad e independencia de mi patria, que ya me había hecho cometer otros defectos como dejo escritos, también me hacía pasar por todo, casi sin contar con los medios. A la salida del doctor Castelli, coincidió la mía, que referiré a continuación hablando de la expedición al Paraguay, expedición que sólo pudo caber en unas cabezas acaloradas que sólo veían su objeto y a quienes nada era difícil, porque no reflexionaban ni tenían conocimientos.
Seguía pues, en la junta provisoria, y lleno de complacencia al ver y observar la unión que había entre todos los que la componíamos, la constancia en el desempeño de nuestras obligaciones, y el respeto y consideración que se merecía del pueblo de Buenos Aires y de los extranjeros residentes allí: todas las
eXpedicion al paraguaY Me hallaba de vocal en la Junta provisoria, cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay, en atención a que se
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creía que allí había un gran partido por la revolución, que estaba oprimido por el gobernador Velazco y unos cuantos mandones, y como es fácil persuadirse de lo que halaga, se prestó crédito al coronel Espínola, de las milicias de aquella provincia, que al tiempo de la instalación de la predicha junta se hallaba en Buenos Aires. Fue con pliegos, y regresó diciendo que con doscientos hombres era suficiente para proteger el partido de la revolución, sin embargo de que fue perseguido por sus mismos paisanos, y tuvo que escaparse a uña de buen caballo, aun batiéndose, no sé en qué punto, para libertarse.
donde se hallaba el expresado cuerpo de caballería de la patria, y sólo encontré en él sesenta hombres, de los que se decían veteranos, y el resto, hasta cien hombres, que se habían sacado de las compañías de milicias de aquellos partidos, eran unos verdaderos reclutas vestidos de soldados. Eran el coronel don Nicolás Olavarría y el sargento mayor don Nicolás Machain. Dispuse que marchase a Santa Fe para pasar a La Bajada, para donde habían marchado las tropas de Buenos Aires, al mando de don Juan Ramón Balcarce, mientras yo iba a la dicha ciudad para ver la compañía de blandengues, que se componía de cuarenta veteranos y sesenta reclutas.
La Junta puso las miras en mí, para mandarme con la expedición auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití, porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que sólo quería disfrutar de la capital, y también porque entreveía una semilla de división entre los mismos vocales, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos, pues también me había persuadido que el partido de la revolución sería grande, muy en ello de que los americanos al sólo oír libertad, aspirarían a conseguirla.
Luego que pasaron todos al nominado pueblo de La Bajada, me di a reconocer de general en jefe, y nombré de mayor general a don Nicolás Machain, dándole, mientras yo llegaba, mis órdenes e instrucciones. Así que la tropa y artillería que ya he referido, como dos piezas de a dos, que agregué, de cuatro que tenía el ya referido cuerpo de caballería de la patria, y cuanto pertenecía a éste que se llamaba ejército, se habla transportado a La Bajada, me puse en marcha para ordenarlo y organizarlo todo.
El pensamiento había quedado suspenso y yo me enfermé a principios de septiembre, apuraron la circunstancias y convaleciente, me hicieron salir, destinando doscientos hombres de la guarnición de Buenos Aires, de los cuerpos de granaderos y pardos, poniendo a mi disposición el regimiento que se creaba de caballería de la patria, con el pie de los blandengues de la frontera, y asimismo la compañía de blandengues de Santa Fe y las milicias del Paraná, con cuatro cañones de a cuatro y respectivas municiones. Salí para San Nicolás de los Arroyos, en
Hallándome allí recibí aviso del gobierno de que me enviaba doscientos patricios, pues, por las noticias que tuvo del Paraguay, creyó que la cosa era más seria de lo que se había pensado, y puso también a mi disposición las milicias que tenía el gobernador de Misiones, Rocamora, en el pueblo de yapeyú con nueve o diez dragones que le acompañaban. Mientras llegaban los doscientos patri-
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cios que vinieron al mando del teniente coronel don Gregorio Perdriel, aprontaba las milicias del Paraná, las carretas y animales para la conducción de aquélla, y caballada para la artillería y tropa.
los oficiales me ayudaron a restablecer el orden de un modo admirable, a tal término que logré que no hubiese la más mínima queja de los vecinos del tránsito, ni pueblos donde hizo alto el ejército, ni alguna de sus divisiones. Confieso que esto me aseguraba un buen éxito, aun en el más terrible contraste.
Debo hacer aquí los mayores elogios del pueblo de Paraná y toda su jurisdicción; a porfía se empezaban en servir, y aquellos buenos vecinos de la campaña abandonaban con gusto sus casas para ser de la expedición y auxiliar al ejército de cuantos modos les era posible. No se me olvidarán jamás los apellidos Garrigós, Ferré, Verá y Hereñú; ningún obstáculo había que no venciesen por la patria. ya seríamos felices si tan buenas disposiciones no las hubiese trastornado un gobierno inerme, que no ha sabido premiar la virtud, y ha dejado impune los delitos. Estoy escribiendo, cuando estos mismos, y Hereñú, sé que han batido a Holmberg.
Dieron principio a salir a últimos de octubre, con veinticuatro horas de intermedio hacia Curuzú Cuatiá, pueblo casi en el centro de lo que se llama Entre Ríos. Los motivos por que tomé aquel camino los expresaré después, y dejaremos marchando al ejército para hablar del Arroyo de la China. Tuve noticias positivas de una expedición marítima que mandaba allí Montevideo y le indiqué al gobierno que se podría atacar; me mandó que siguiese mi marcha, sin reflexionar ni hacerse cargo de que quedaban aquellas fuerzas a mi espalda, y las que si hubiesen estado en otras manos, me hubieran perjudicado mucho. Siempre nuestro gobierno, en materia de milicia no ha dado una en el clavo; tal vez es autor de todas nuestras desgraciadas jornadas y de que nos hallemos hoy 17 de marzo de 1814 en situación tan crítica.
Para asegurar en el partido de la revolución el Arroyo de la China y demás pueblos de la costa occidental del Uruguay, nombré comandante de aquella orilla al doctor don José Díaz Vélez, y lo mandé auxiliado con una compañía de la mejor tropa de caballería de la patria que mandaba el capitán don Diego González Balcarce. Entretanto, arreglaba las cuatro divisiones que formé del ejército, destinándole a cada una, una pieza de artillería y municiones, dándoles las instrucciones a los jefes para su buena y exacta dirección, e inspirando la disciplina y subordinación a la tropa y particularmente la última calidad de que carecía absolutamente la más disciplinada, que era la de Buenos Aires, pues el jefe de las armas, que era don Cornelio Saavedra no sabía lo que era milicias, y así creyó que el soldado sería mejor dejándole hacer su gusto. Felizmente no encontré repugnancia, y
Aquellas fuerzas de Montevideo se pudieron tomar todas; venían en ellas muchos oficiales que aspiraban reunírsenos, como después lo ejecutaron y si don José Díaz Vélez en lugar de huir precipitadamente, oye los consejos del capitán Balcarce y hace alguna resistencia, sin necesidad de otro recurso queda la mayor parte de la fuerza que traía el enemigo con nosotros y se ve precisado a retirarse el jefe de la expedición de Montevideo, Michelena, desengañado de la inutilidad de sus esfuerzos, y quién sabe si se hubiera dejado tomar, pues le
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unían lazos a Buenos Aires de que no podía desentenderse.
los pueblos de Misiones a Candelaria, pueblo sobre la costa Sur del Paraná, con lo que habría ahorrado muchas leguas de marcha, pero como el objeto de mi venida a Curuzú Cuatiá había sido por ser el mejor camino de carretas como para alucinar a los paraguayos, de modo que no supieran por qué punto intentaba pasar el Paraná, barrera formidable, le di la orden predicha.
Mientras sucedía esto iba yo en marcha recorriendo las divisiones del ejército para observar si se guardaban mis órdenes y si todo seguía del mismo modo que me había propuesto y así, un día estaba en la 4º división y otro día en la 2º y 1º de modo que los jefes ignoraban cuándo estaría con ellos y su cuidado era extremo, y así es que en sólo el camino, logré establecer la subordinación de un modo encantador y sin que fuera precisos mayores castigos.
En los ratos que con bastante apuro me dejaban mis atenciones militares para el apresto de todo, disciplina del ejército, sus subsistencias y demás, que todo cargaba sobre mí, hice delinear el nuevo pueblo de Nuestra Señora del Pilar de Curuzú Cuatiá; expedí un reglamento para la jurisdicción y aspiré a la reunión de población, porque no podía ver sin dolor, que las gentes de la campaña viviesen tan distantes unas de otras lo más de su vida, o tal vez, en toda ella, estuviesen sin oír la voz de su pastor eclesiástico, fuera del ojo del juez, y sin un recurso para lograr alguna educación.
En Alcaraz tuve la noticia del desembarco de los de Montevideo en el Arroyo de la China, y di la orden para que Balcarce se me viniese a reunir; entonces, me parece, insistí al gobierno para ir a atacarlos, y recibí su contestación en Curuzú Cuatiá, de que siguiese mi marcha como he dicho. Había principiado la deserción, particularmente en los de caballería de la patria, y habiendo yo mismo encontrado dos, los hice prender con mi escolta, y conducirlos hasta el punto de Curuzú Cuatiá, donde luego que se reunió el ejército los mandé pasar por las armas con todas las formalidades de estilo y fue bastante para que ninguno se desertase.
Para poderme contraer algo más a la parte militar, que como siempre me ha sido preciso descuidarla, por recaer entre nosotros todas las atenciones en el general, nombré de intendente del ejército a don José Alberto de Echevarría, de quien tendré ocasión de hablar en lo sucesivo.
Hice alto en dicho pueblo, por el arroyo de las Carretas, para proporcionarme cuanto era necesario para seguir la marcha. Nombré allí, de cuartel maestre general, al coronel Rocamora y le mandé que viniese con la gente que tenía, por aquel camino hasta reunírseme, pues, como ya he dicho, se hallaba en yapeyú.
Desde dicho punto di orden al teniente gobernador de Corrientes, que lo era don Elías Galván, que pusiese fuerzas de milicias en el paso del Rey, con el ánimo de que los paraguayos se persuadieran que iba a vencer el Paraná por allí, y para mayor abundamiento, ordené que se dispusieran unas grandes canoas para que lo creyesen mejor, y si podían escapar, subiesen hasta Candelaria.
Pude haberle mandado que fuese por
Ello es que al predicho paso se dirigie-
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ron con preferencia sus miras de defensa, sin embargo que no desatendían los otros, pues allí pusieron hasta fuerzas marítimas al mando de un canalla europeo, que con dificultad se dará más soez, pues parece que la hez se había ido a refugiar en aquella desgraciada provincia.
haciéndome mil ofertas de ganados y caballos; aquéllos me alcanzaron en número de ochocientas cabezas que, era preciso dar dos por una, pues estaban en esqueleto; los caballos nunca vinieron, y sin embargo escribió que nos había franqueado hasta cuatro mil. A tal término llegó la escasez de caballos para el ejército en aquella jurisdicción que a pocas jornadas de Caaguazú nos fue preciso echar mano de las caballadas de reserva para la tropa y para arrastrar la artillería.
Salí de Curuzú Cuatiá con todas las divisiones reunidas, dirigiéndome al río de Corrientes, al paso que se llama Caaguazú, por campos que parecía no hubiese pisado la planta del hombre, faltos de agua y de todo recurso y sin otra subsistencia que el ganado que llevábamos; las caballadas eran del Paraná y su jurisdicción, que nos habían dado por la patria y las conducía don Francisco Aldao gratuitamente. Llegamos al río Corrientes al paso ya referido y sólo encontramos muy malas canoas que nos habían de servir de balsas para pasar la tropa, artillería y municiones; felizmente la mayor parte de la gente sabía nadar y hacer uso de lo que llamamos pelota, y aún así tuvimos dos ahogados y algunas municiones perdidas por la falta de balsa. Tardamos tres días en este paso. No obstante la mayor actividad y diligencia y el gran trabajo de los nadadores que pasaron la mayor parte de las carretas dando vuelcos. El río tendría una cuadra de ancho y lo más de él a nado.
Toca en este lugar, que haga memoria del digno europeo don Isidro Fernández Martínez, que me auxilió mucho y se manifestó como uno de los mejores patriotas, acompañándonos hasta un pueblecito nombrado Inguatecorá sufriendo las lluvias y penalidades de unos caminos poco menos que despoblados. Seguí siempre la línea recta, a salir a frente de San Gerónimo, atravesando, según el plan que llevaba, la famosa laguna Iberá que nunca vi, observé sí, unos ciénagos inmensos al costado derecho del camino, que serían parte de ella. Pasamos los Ibicuy, Miní y Guazú, que son desagües de ella, o comunicaciones con el Paraná y después de marchas las más penosas, por países habitados de fieras y sabandijas de cuanta especie es capaz de perjudicar al hombre, llegamos a dicho punto de San Gerónimo sufriendo inmensos aguaceros, sin tener una sola tienda de campaña ni aun para guardar las armas.
Por la primera vez se me presentaron algunos vecinos de Corrientes y entre ellos el muy benemérito don Angel Fernández y Blanco a quien la patria debe grandes servicios y un viejo honradísimo, don Eugenio Núñez Serrano, que se tomó la molestia de acompañarme en toda la expedición, sufriendo todos los trabajos de ella sin otro interés que el de la causa de la patria.
Allí empezaron con más fuerza las aguas y nuestros sufrimientos y nos encaminábamos al paso de Ibaricary, habiendo yo formado la idea de atravesar a la isla célebre, nombrada Apipé, para de allí pasar a San Cosme, según los informes que me habían dado los baqueanos. No
El teniente gobernador me describió
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encontré más que una canoa y me propuse hacer botes de cuero para vencer la dificultad, en la estancia de Santa María de la Candelaria, y yo dije entonces Santa María la Mayor, por haber visto así el título en el altar Mayor.
lagunas y pantanos hasta ñeembucú; allí grillos, y con ellos cepos, dicterios, insultos y cuanto mal se le podía hacer. Basta para conocer el estado moral de los paraguayos, en diciembre de 1810 y lo que la España había trabajado en trescientos años, para su ilustración. Seguiré la narración que me he propuesto.
Desde este punto, que me pareció oportuno, dirigí mis oficios al gobernador Velazco, al Cabildo y al obispo, invitándoles a una conciliación para evitar la efusión de sangre. Don Ignacio Warnes, mi secretario, se comidió a llevar los pliegos, por el conocimiento y atenciones que había debido a su causa, el expresado gobernador Velazco. Al mismo tiempo dirigí oficios, incluyendo copias de los expresados pliegos, a los comandantes de las costas, pidiéndoles cesasen toda hostilidad, hasta la contestación del tal gobernador.
Mientras estaba en los trabajos de los botes de cuero, tuve noticias de que en Caraguatá había unos europeos construyendo un barco, y que se había salvado el bote del fuego con que los paraguayos devoraron cuanto buque pequeño y canoas había hacia aquella parte de la costa Sur del Paraná, con el intento de quitarnos todo auxilio. Con este motivo me dirigí allí; mandé fuerzas a la Candelaria y ordené al mayor general que viese por sí mismo el ancho del río en aquella parte y me diese cuenta, pues no me fiaba del plano que llevaba, y veía muchas dificultades en este paso del Caraguatá, por su demasiada anchura.
Me horrorizo al contemplar la conducta engañosa que se observó con Warnes, las tropelías que se cometieron con él, las prisiones que le pusieron, la muerte que a cada paso le ofrecían, el robo de su equipaje por los mismos oficiales. yo vi su sable y cinturón en don Fulgencio yegros, hoy cónsul de aquella república, después de la acción de Tacuarí. Entre los cafrés no se ha cometido tal atentado con un parlamentario; sólo puede disculparlo la ignorancia y la barbarie en que vivían aquellos provincianos, y las ideas que les habían hecho concebir los europeos en contra de nosotros.
El que construía el barco era un don José, gallego de nación pero de muy buenas luces, adicto a nuestra causa, o al menos lo parecía; ello es que trabajó mucho para alistar el bote y ponerle una corredera, en que se colocó un cañón de a dos, giratorio, con su respectiva cureña, que también se formó; me acompañó a la Candelaria y anduvo en toda la expedición conmigo hasta que ya no fue necesario.
Confieso que no quisiera traer a la memoria unos hechos que degradan al hombre americano. Pero, ¿qué habían de hacer esos descendientes de los bárbaros españoles conquistadores?
Volvió el mayor general y me dio las noticias que yo deseaba y entonces habiendo logrado, saber de algunas canoas que se habían podido salvar, las hice venir a Caraguatá y formé una escuadrilla cuya capitana era el bote, y la hice subir hacia Candelaria, al mando del expresado mayor general, con gente
Todo fue estudiado y tanto más criminoso; ofreciéndole a Warnes la mejor acogida inmediatamente que desembarcó, fue amarrado y conducido así por las
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armada de toda confianza, pues debía pasar por frente de Itapúa, donde tenían los paraguayos toda o la mayor parte de la fuerza que debía impedirnos el paso hacía aquella parte, y en el depósito de las canoas.
para ir a desembocar en el expresado Campichuelo. Frente al puerto donde teníamos las balsas había una guardia avanzada, que así la veíamos como ellos a nosotros. Ni nuestras fuerzas ni nuestras disposiciones eran de conquistar, sino de auxiliar la revolución, y al mismo tiempo tratar de inducir a que la siguieran aquéllos que vivían en cadenas, y que ni aun idea tenían de libertad; con este motivo, me ocurrió en la tarde del 17, ya estando el sol para ponerse, que cesase todo ruido, y se dijese en alta voz a la guardia paraguaya que se separase de allí, que iba a probar un cañón.
Casi a un mismo tiempo llegamos a Candelaria unos y otros, el 15 de diciembre, después de haber sufrido inmensos trabajos, por las aguas y escaseces, y particularmente los que subieron por agua, por tener que trabajar contra la corriente y no hallar ni arbitrio para hacer su comida, por la continuada lluvia. Allí empezamos una nueva faena para formar las balsas y botes de cuero, a la vista del enemigo, y apresurándolo lo más posible para no dar lugar a que subieran las fuerzas marítimas, que tenían los paraguayos en el paso del Rey.
Con el silencio y por medio del agua, corrió la voz las novecientas o más varas, así como la suya de contestación, diciéndonos: ya vamos. En efecto se separaron y mandé tirar a bala con una pieza de a dos, por elevación, a ver si así creían que nuestro objeto no era el de hacerles mal, pero tanto habían cerrado la comunicación que no había cómo saber de ellos, ni cómo introducirles algunos papeles y noticias.
Entre las balsas que se dispusieron, se hizo una para colocar un cañón de a cuatro, con qué batir los enemigos que estaban en el Campichuelo, que es un descampado que está casi frente a este pueblo en la costa Norte del Paraná; las demás eran capaces de llevar sesenta hombres cada una, y teníamos alguna que otra canoa suelta, y un bote de cuero.
Formé el ejército en la tarde del 18 y después de haberle hablado y exhortándole al desempeño de sus deberes lo conduje en columna hasta el puerto, de modo que lo viese el enemigo. Allí hice embarcar algunas compañías en balsas, para probar la gente que admitían y no exponernos a un contraste. Señalé a cada una la que le correspondía y luego que anocheció, de modo que ya no se pudiese ver de la costa opuesta, mandé la tropa a sus cuarteles, dejando en la idea de los paraguayos que ya estaríamos en marcha, con ánimo de ejecutarla a las dos de la mañana, con la luna, para estar al romper el día sobre ellos.
Como no viniese la contestación del gobernador y hubiese hecho hostilidades una partida paraguaya, que atravesó el Paraguay y fue a la estancia de Santa María, ya referida, le avisé el 18 al comandante de aquella fuerza, que había cesado el armisticio, por su falta, y que lo iba a atacar. El Paraná en Candelaria, tiene novecientas varas de ancho, pero tiene un caudal grande de aguas y es casi preciso andar muy cerca de legua por ambas costas,
Como a las diez de la noche, se me pre-
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sentó el baqueano Antonio Martínez, que me servía a la mano, proponiéndome ir con unos diez hombres a sorprender a la guardia. Adopté el pensamiento e hice que se le diesen diez hombres voluntarios de los granaderos; al instante se presentaron diez bravos, entre los cuales los sargentos Rosario y Evaristo, ambos dignos de las mayores consideraciones. A la hora estuvieron todos embarcados en dos canoas paraguayas, y fueron a su empresa, que desempeñaron con el mayor acierto, logrando sorprender a la guardia e imponer terror al enemigo, que ya se creyó estaba la gente en su costa, por la disposición de la tarde anterior.
más penoso, así por la subida que había que hacer como por el caudal de corriente y que era preciso vencer para entrar al remanso de la otra costa, bajaban y desembarcaban dentro de un bosque espeso, que habían abandonado los paraguayos con la sorpresa y creían lleno de gente, por la óptica de la tarde anterior, y por los tiros contra la guardia avanzada, de la que los que huyeron fueron a decirles que había ya mucha gente en tierra. Al salir el sol, mandé al mayor general en el bote y fue con su ayudante y otros oficiales, a que reuniese la gente y presentase la acción; al mismo tiempo salió mi ayudante don Manuel Artigas, capitán del regimiento de América con cinco soldados, en el bote de cuero, y el subteniente de patricios don Gerónimo Elguera, con dos soldados de su compañía, en una canoíta paraguaya, por no haber cabido en las balsas. El bote de cuero emprendió la marcha y la corriente lo arrastró hasta el remanso de nuestro puerto; insistió el bravo Artigas y fue a desembarcar en el mismo lugar que Elguera, es decir, casi a la salida del bosque por el Campichuelo.
Debo advertir aquí, que sin embargo de que en mi parte hacía los mayores elogios de Antonio Martínez, después de muy detenido examen, supe que su comportamiento no había sido el mejor y que la sorpresa y consecuencias se debieron a los predichos sargentos. De estas equivocaciones padece muchas un general, como más de una vez tendré que confesar otras, en esta misma narración; parece que todos se empeñan en ocultarle la verdad, y así, a las veces, se ve el mérito abatido, contra la misma voluntad del jefe, a quien luego se gradúa de injusto, procediendo con la mejor intención.
No estaba aún la gente reunida, y sólo había unos pocos con el mayor general y sus ayudantes; entonces el valiente Artigas se empeñaba en ir a atacar a los paraguayos; tuvo sus palabras con el mayor general, y al fin, llevado de su denuedo, seguido de don Manuel Espínola, el menor, de quien hablaré en su lugar, de Elguera, y de los siete hombres que habían ido en el bote de cuero y canoíta paraguaya, avanzó hasta sobre los cañones de los paraguayos, que después de habernos hecho siete tiros, sin causarnos el más leve daño, corrieron vergonzosamente, y abandonaron la artillería y una bandera con algunas municiones.
Luego que me trajeron algunos prisioneros, y que ya se acercaban las dos de la mañana, hice poner la sobre las armas, mandé que bajase al puerto, y empezó el embarco, de modo que cuando atravesaban el Paraná, puestos los soldados en pie, en uno y otro costado de las balsas, formados en batalla, los oficiales en el centro, empezaba a rayar el día que en confuso se podían ver desde el Campichuelo. Después de atravesar el río que era lo
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La tropa salió, se apoderó del campo, y sucesivamente mandé la artillería y cosas más precisas, para perseguir al enemigo y afianzar el paso del resto del ejército, y demás objetos y víveres, que era preciso llevar para mantenerse en unos países enteramente desproveídos, que sólo cultivaban para su triste consumo. Debo advertir que nuestros víveres se reducían a ganado en pie, y que toda nuestra comida era asado sin sal, ni pan ni otro comestible.
para sus intrigas trataban de adularlos. Cerca de mediodía, tuve aviso de que habían abandonado el pueblo de Itapúa e inmediatamente di la orden al mayor general para que marchase hasta allí sin la menor demora, con la tropa y piezas de a dos. Se verificó haciendo todas las cuatro leguas de camino a pie con un millón de trabajos atravesando pantanos y sufriendo tormentas de agua. Di mis disposiciones para el paso de caballadas, boyadas, ganado y carretas, dejando una compañía de caballería de la patria en Candelaria, para esta atención y custodia de las municiones; asimismo dispuse la conducción de la artillería de a cuatro y al día siguiente veinte, marché por agua a Itapúa, donde encontramos más de sesenta canoas, un cajoncito, algunas armas y municiones.
No habíamos pisado más pueblo desde La Bajada, que Curuzú Cuatiá, que tiene veinte o treinta ranchos, yaguareté -Corá que tiene doce, y Candelaria, que tiene el colegio bien arruinado, los edificios de la plaza cayéndose, y algunos escombros que manifestaban lo que había sido. También fui engañado en el parte, con referencia al mayor general y sus ayudantes, como el resto de oficiales, que nada hicieron, los unos porque se quedaron dentro del bosque, y los otros porque se extraviaron, pues no tenían baqueanos que darles, ni había quien me diese conocimiento del terreno, y sólo me dirigía por lo que veía con mi anteojo.
Todo mi anhelo era perseguir a los paraguayos, aprovechándome de aquel primer terror, pero no había cómo vencer la dificultad de la falta de caballos, así es que fue preciso estar allí seis días, mientras se hacían balsas para que la tropa fuese por agua a Tacuarí, que hay siete leguas, para donde había salido el mayor general con una división de caballería para apoderarse del paso.
Por lo que hace a la acción, toda la gloria responde a los oficiales ya nombrados, y siento no tener los nombres de los siete soldados para apuntarlos, pero en medio de esto son dignos de elogio por sólo el atrevido paso del Paraná en el modo que lo hicieron así oficiales como soldados y espero que algún día llegará el que se cante esta acción heroica de un modo digno de eternizarla, y que se miró como cosa de poco más o menos, porque mis enemigos empezaban a pulular y miraban con odio a los beneméritos que me acompañaban y los débiles gobernantes que los necesitaban
En efecto, todos marchamos el 25 y en aquella tarde nos juntamos. Al día siguiente mandé al mayor general que saliese con su división para que se hiciera de caballos y me mandase los que pudieran juntarse; entre tanto, esperábamos las carretas y yo dispuse el modo de llevar el bote en ruedas, por cuanto las aguas eran copiosas; había muchos arroyos que yo conceptuaba a nado. Le ordené que se persiguiese a los paraguayos cuanto fuese posible y así se efectuó hasta el Tebicuary donde corrió a más de cuatrocientos hombres con
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sólo cincuenta don Ramón Espínola y mi ayudante don Correa, teniente de granaderos, joven de valor y de las mejores condiciones.
general y seguí a pasar el expresado río Tebicuary límite de las Misiones con la provincia del Paraguay, también con la idea de encontrar algunos del partido que tanto se los había decantado que existían.
El mayor general hizo alto conforme a mis órdenes en Santa Rosa. Todo esto sucedió yendo yo en marcha con el resto de la tropa las cuatro de a cuatro y seis carretas que había separado con las municiones y el gran bote o lanchón tirado por ocho yuntas de bueyes, disponiendo que las demás, donde venía el hospital y otros útiles no siguieran.
Se pasó el Tebicuary, y nuevas casas abandonadas y nadie aparecía. Entonces ya no me apresuré a que las carretas siguiesen su marcha, ni tampoco el coronel Rocamora, porque veía que marchaba por un país del todo enemigo, y que era preciso conservar un camino militar, por si me sucedía alguna desgracia asegurar la retirada.
En la marcha recibí la noticia del arribo del cuartel maestre al paso de Itapúa con las milicias que traía, de que se le había desertado mucho, por cuanto los indios no pueden andar sin su mujer y mis órdenes eran muy severas para perseguir bajo penas a más de ser un estorbo, aun las casadas en el ejército o tropa cualquiera que marcha y el de las subsistencias y uno y otro en aquellos países era de la mayor consideración.
Seguí la marcha y sólo vi en Triquió a la mujer de don José Espínola que era mi ayudante y otra familia que tenía parentesco con el mismo; pero ningún hombre; pasé a otro pueblo donde hallé al cura De... que decían era hombre ilustrado que intentó hasta sacarme las espuelas lo que le reprendí; mas conocí el estado de degradación en que se hallaban aun los sujetos que se tenían en concepto de literatos. Nada me dijo del interior; guardó la mayor reserva, tal vez se complacería al ver nuestro corto número con la idea de que seríamos batidos.
Le ordené que pasase cuanto antes el Paraná y que siguiese hasta encontrarnos; hubo bastante demora en el paso y no se conocía aquella actividad que yo deseaba. Se padeció alguna pérdida de armas, pero al fin llegó a Itapúa con dos piezas de a cuatro, cónicas y dos de a dos al mando de un valiente sargento de artillería, catalán de nación, de quien tendré que decir algo a su tiempo.
Todavía no me arredré de la empresa, la gente que llevaba revestía un espíritu digno de los héroes y al mismo tiempo me decía a mí mismo: “Puede ser que nos encontremos con los de nuestro partido y que acaso viéndonos se nos reúnan, no efectuándolo antes por la opresión en que están.” Pasé adelante con un millón de trabajos, lluvias inmensas, arroyos todos a nado y sin más auxilio que los que llevábamos y algunos caballos y ganados que se sacaban de los lugares en que los tenían ocultos, para lo que presta muy buena proporción aquella provincia, por los bosques y
Luego que salí de Tacuarí y entré en una población, empecé a observar que las casas estaban abandonadas y que apenas se me habían presentado dos vecinos en aquellos lugares; ya empecé a tener cuidados, pero llevado del ardor y al mismo tiempo creído del terror de los que habían huido del Campichuelo, de Itapúa y de Tebicuary, seguí mi marcha a Santa Rosa; allí me reuní con el mayor
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montañas cubiertos de ellos, particularmente hacia la parte del camino que llevábamos.
con los hombres a caballo y una pieza volante de a dos para observar los movimientos que hacían; cuando más se formaba el desorden a caballo y no se movían; el resto estaba quieto. Por la noche fue Artigas hasta sus trincheras y sin más que haberles tirado un tiro, rompieron el fuego de fusilería y artillería con rudeza y en tanto número que Artigas estaba en el campamento y ellos seguían desperdiciando municiones sin objeto.
Atravesamos al arroyo. La partida exploradora del ejército al mando de mi ayudante Artigas descubrió una partida de paraguayos que luego que vieron a aquélla corrieron con la mayor precipitación. Esto me engolosinó más y marché hasta el arroyo de Ibáñez que encontré a nado. Al instante pasó el mismo Artigas y otros y vinieron a darme parte de que se veía mucha gente hacia la parte del Paraguay, que distaría de allí, como una legua de las nuestras.
Otro tanto se hizo el día 17 y noche; siempre observaba el mismo desorden en sus formaciones y en su fuego no me causaron el más leve perjuicio. Esto me hizo resolver el atacarlos y di la orden el 18 que nadie se moviera del campamento ni hiciera la más leve demostración pero no faltó uno de los soldados que burlando la vigilancia de las guardias se fuese a merodear una chacra; los paraguayos cargaron sobre él cuyo movimiento vimos en un número crecidísimo. Entonces mandé que saliese el capitán Balcarce con 100 hombres y una pieza de a dos, contra aquella multitud; al instante que lo vieron fugaron para el campamento; mandé que se retirara y quedó todo en silencio.
Inmediatamente hice echar el bote al agua y pasé a verlo por mí mismo y como encontrara un montecito a distancia de dos millas cubierto de bosques, única altura que allí se presentara en un llano espacioso que media hacia el Paraguay, me fui a él eché el anteojo y vi en efecto, un gran número de gente que estaba formada en varias líneas a la espalda de un arroyo que se manifestaba por el bosque de sus orillas. ya entonces me persuadí que aquél sería el punto de reunión y defensa que habían adoptado y me pareció que sería muy perjudicial retirarme, pues decaería el espíritu de la gente y todo se perdería; igualmente creía que había allí de nuestro partido y medité sorprenderlos, haciendo pasar de noche, con el mayor general doscientos hombres y dos piezas de artillería para ir a atacarlos y obligarlos a huir, quedando yo con el resto a cubrir la retirada a la parte del arroyo.
Para probar si había algunos partidarios nuestros en la noche del 17 se les echaron varias proclamas y gacetas y aún una de aquéllas se fijó en un palo que estaba a inmediaciones de su línea; supimos después que todas las habían tomado, pero que inmediatamente Velazco puso pena de la vida a los que las tuviesen y no las entregasen. Ello es que ninguno se paso a nosotros y no teníamos más conocimiento de su posición y fuerzas que el que nos presentaba nuestra vista. En la tarde del 18 junté a los capitanes con el mayor general y les manifesté la necesidad en que estábamos de atacar, sin embargo del gran número que se
No se ejecutó la sorpresa y se vino al montecillo ya referido adonde pasé con la tropa, resto de artillería y carretas luego que amaneció y me situé. Esto sucedía el 16 de enero de 1811. Mandé varias veces aquel día al mayor general
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presentaban de paraguayos, que después supe llegaban a 12.000, y sólo tener nosotros 460 soldados, así por aprovechar el espíritu que manifestaba nuestra gente, como por probar fortuna y no exponernos a que en una retirada como con unas tropas bisoñas como las nuestras, decayesen de ánimo y aquella multitud nos persiguiese y derrotase; les hice ver que en general aquellas gentes nunca habían visto la guerra, era de esperar que se amedrentasen y aun cuando no ganásemos al menos podríamos hacer una retirada después de haber probado nuestras fuerzas sin que nos molestasen.
caballería de la patria, dieciocho de mi escolta y los peones de las carretas, de los caballos y del ganado, que no tenían más armas que un palo en la mano para figurar a la distancia. Como a las 4 de la mañana, la partida exploradora del ejército rompió el fuego sobre los enemigos que contestaron con el mayor tesón; siguió la primera división de artillería y antes de salir el sol ya había corrido el general Velazco nueve leguas y su mayor general Cuesta había fugado y toda su infantería abandonado el puesto y refugiándose a los montes y nuestra gente se había apoderado de la batería principal y estaba cantando la marcha de la patria.
Todos convinieron en el pensamiento y en consecuencia mandé que se formase la tropa, se pasase revista de armas y luego la hablé imponiéndole que al día siguiente iba a hacer un mes de su glorioso paso del Paraná, que era preciso disponerse para dar otro día igual a la patria y que esperaba se portasen como verdaderos hijos de ella, haciendo esfuerzos de valor; que tuviesen mucha unión, que no se separaran y jurasen conseguir la victoria y que la obtendrían. Todos quedaron contentísimos y anhelosos de recibir la orden para marchar al enemigo.
Había situado Velazco su cuartel general en la capilla de Paraguary y en el arroyo que corre a alguna distancia de ella se había fortificado, guarneciéndose los paraguayos de los bosques, de cuyas cejas no salían. Tenía dieciséis piezas de artillería más de ochocientos fusiles, el resto de la gente con lanzas, espadas y otras armas, su caballería era de considerable número y formaba en las alas derechas e izquierdas haciendo un martillo la de ésta por la ceja del monte que cubría casi la mitad del camino que había hecho nuestra tropa.
Aquella noche dispuse las divisiones en el modo y la forma que se había de marchar y le di las órdenes correspondientes al mayor general a las... de la mañana me levanté, y en persona fui y recorrí el campamento, mandando que se levantase y formase la tropa así de infantería como de caballería, y que dos piezas de a dos y dos de a cuatro se preparasen a marchar con sus respectivas dotaciones.
Al fugar la infantería enemiga mandó el mayor general Machain que siguiera la infantería y caballería en su alcance; fueron y se apoderaron de todos los carros de municiones de boca y guerra, pasaron a la capilla de Paraguary y se entretuvieron en el saco de cuanto allí había, descuidando su principal atención, todo en desorden y como victoriosos, entregados al placer y aprovechándose de cuanto veían. Entre tanto Machain supo que se habían disminuido las municiones de artillería y de parte de los soldados de la primera división, porque la segunda apenas
Las hice poner en marcha a las tres de la mañana, quedando yo en el montecito con dos piezas de a cuatro con sus respectivas dotaciones sesenta hombres de
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había hecho un tiro, y las cartucheras llenas. Mándame el parte e inmediatamente remito municiones y otra pieza de a cuatro custodiados de los sesenta hombres referidos con que me había quedado y los dieciocho de mi escolta dejando solamente una pieza de a cuatro conmigo y los peones que antes he dicho.
más, y haciéndoles fuego de caballo a los obligaron a no hacer el movimiento; esto mismo me hacía creer que a pocos esfuerzos recuperaríamos nuestra gente, pero sea que hubo cobardía de nuestra parte o sea que el mayor general no se animó, ello es que no cumplió mi orden, y regresó nuestra tropa al campamento sin haber hecho nada de provecho, y no había un solo oficial con espíritu, según después diré, porque aquí me toca hacer mención del valiente don Ramón Espínola.
Seguía la carretilla con las municiones y formada la tropa que la escoltaba en ala en medio del campamento nuestro y el que había sido enemigo; la vista de aquellos hombres despierta en un cobarde la idea de que no eran nuestros y dice: ¡Que nos cortan! Esto sólo bastó para que sin mayor examen el mayor general tocase a retirada, no se acordase de la gente que había mandado avanzar y se pusiese en marcha hacia nuestro campamento abandonando cuanto se había ganado.
Este oficial llevado de su deseo de tomar a Velazco, pasó hasta la capilla e hizo las mayores diligencias, y hallándose cortado emprendió retirarse por entre los paraguayos, para venirse a nosotros, lo atacaron entre varios, se defendió con el mayor renuedo, pero al fin fue víctima y su cabeza fue presentada a Velazco, luego que volvió y enseñada a otros prisioneros, llevándose en triunfo entre aquellos bárbaros que no conocían y mataban al que peleaba por ellos.
Entonces los paraguayos, que habían quedado por los costados derecho e izquierdo con una pieza de artillería, vinieron a ocupar su posición, cortaron a los que se hallaban de la parte de la capilla y hacían fuego de artillería a su salvo sobre los que se retiraban. En esta retirada se portó nuestra gente con todo valor y haciéndola en todo orden; me fui a ellos, y les dije que era preciso volver a libertar a los hermanos que se habían quedado cortados, y le ordené a Machain que volviese a atacar, pues aquellos se conocían que hacían resistencia en algún punto, como en efecto así fue.
La patria perdió un excelente hijo, su valor era a prueba y sus disposiciones naturales prometían ser un buen militar. Retirada la tropa al campamento, mandé que comiesen y descansasen. Confieso en verdad, que estaba resuelto a un nuevo ataque, porque miraba con el mayor desprecio aquellos grupos de gente que no se habían atrevido a salir de sus puestos, ni aun habiendo conseguido que los abandonase nuestra gente. En esto, el comandante de la artillería, un tal Elorga a quien había dejado a mi vista por esto mismo, y no quise mandar a la acción, empezó a decir a los oficiales que una columna de paraguayos había tomado por nuestro costado izquierdo, y que sin duda nos venía a cortar.
Dejándolos en marcha, retrocedí a mi puesto, donde estaba la riqueza del ejército, a saber: las municiones, y al que ya habían querido ir los paraguayos, a quienes se les oyó decir: “Vamos al campamento de los porteños”; con cuyo motivo se destacó don José Espínola con el sargento de mi escolta y otros cuatro
Me vinieron con el parte y lo llamé; en
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su semblante vi el terror y no menos observé que lo había infundido en todos los oficiales, empezando por el mayor general; entonces junté a éste y a aquéllos para que me dijesen su parecer; todos me dijeron que la gente estaba muy acobardada y que era preciso retirarnos. Sólo el capitán de arribeños, un tal Campo, me significó que su gente haría lo que le mandase; conocido ya el estado de los oficiales más que de la tropa por un dicho que luego salió falso y que había sido efecto del miedo del tal Elorga, determiné retirarme y dispuse que todo se alistase.
yo que no encontrásemos a nado; mucho me sirvió el bote que llevaba en ruedas, a no ser esto me habría sido imposible caminar sin abandonar la mayor parte de la carga; pero todas las dificultades se vencieron y llegamos al río Tebicuary donde me esperaba el resto de las carretas y como cuatrocientos hombres entre las milicias de yapeyú y algunas compañías del regimiento de caballería de la patria. Se dio principio a pasar el indicado río en unas cuantas canoas que se pudieron juntar y el bote, y nos duró esta maniobra tres días al fin de los cuales empezaron los paraguayos a presentarse, pero no se atrevían a venir a las manos con nuestras partidas y ello es que no nos impidieron pasar cuanto teníamos ni los ganados y caballos que les traíamos y se contentaron cuando ya habíamos todos atravesado el río, con venir a la playa y disparar tiros al aire y sin objeto.
Formada ya la tropa, le hablé con toda la energía correspondiente y les impuse pena de la vida al que se separase de la columna veinte pasos. A las tres y media de la tarde salí con las carretas, el bote y las piezas de artillería, ganados y caballadas, que se habían tomado del campo enemigo y diez únicos prisioneros que se trajeron al campamento; el movimiento lo hice a la vista del enemigo y nadie se atrevió a seguirme; a las oraciones, paramos a dos leguas de distancia del lugar de la acción y tomadas todas las precauciones mandé que la gente descansase.
Todavía estuvimos dos días más, descansando en la banda Sur del denominado Tebicuary, en el paso de Doña Lorenza, sin que nadie se atreviese a incomodarnos y luego seguimos hasta el pueblo de Santa Rosa, donde se refaccionaron algunas municiones y algunas ruedas del tren y refrescó la gente en tres días que estuvimos allí.
Se ejecutó así y después de haber salido la luna nos pusimos en marcha hacia el pueblo de... donde hice alto día y medio; su posición era ventajosa y nada temía de los enemigos que no habían aparecido; aquí empecé a tener sinsabores de tamaño, con las noticias que se me comunicaban, de las conversaciones de oficiales que me fue imposible averiguar el autor de ellas, para hacer un castigo ejemplar; cada vez observaba la tropa más acobardada y fue preciso seguir la marcha.
En este punto recibí un correo de Buenos Aires en que me apuraba el gobierno para que concluyese con la expedición por la llegada de Elío a Montevideo con varias reflexiones y el título de brigadier que me había concedido; esto me puso en la mayor consternación, así porque nunca pensé trabajar por interés ni distinciones, como porque preví la multitud de enemigos que debía acarrearme así es que contesté a mis amigos que lo sentía más que si me hubiesen dado una puñalada.
Las lluvias eran continuas; no había arro-
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Pensaba yo conservar el territorio de Misiones mientras volvía la resolución del gobierno sobre el parte que le había comunicado de la acción de Paraguay, pero las consideraciones que me presentó el oficio ya referido del gobierno acerca de Elío
fuera a apoderarse del pueblo de Candelaria, pues ya andaban cuatro buques armados en el Paraná, que podían interceptarme la correspondencia así como ya me habían privado de los ganados que me venían de Corrientes.
Me obligaron a seguir mi retirada con designio de tomar un punto ventajoso para no perder el paso del Paraná por si acaso el gobierno me mandaba auxilios para seguir la empresa.
Pasó Perdriel el Paraná.
Las aguas siguieron con tesón y encontramos el Aguapey a nado y ya desde Santa Rosa salí con cuarenta carretas, las seis piezas de artillería un carro de municiones, tres mil cabezas de ganado que hablamos tomado, caballos más de mil quinientos, y boyada de repuesto y con todo este tráfago logré pasar el expresado río en término de ocho horas, sin la menor desgracia.
Había pensado dejar para tiempos más tranquilos, escribir una memoria sobre la acción gloriosa del 24 de septiembre del año anterior; lo mismo que de las demás que he tenido, en mi expedición al Paraguay, con el objeto de instruir a los militares del modo más acertado, dándoles lecciones por medio de una manifestación de mis errores, de mis debilidades y de mis aciertos para que se aprovechasen en las circunstancias y lograsen evitar los primeros, y aprovecharse de los últimos.
FragMento de MeMoria sobre la batalla de tucuMan (1812)
Los enemigos habían empezado a aparecer al frente y por mi flanco izquierdo a tal término que me fue preciso mandar una fuerza de cien hombres con dos piezas de artillería a situarse a su frente y aun un correo fue escoltado hasta el Tacuarí, donde había una avanzada de las fuerzas que tenía el cuartel maestre general en Itapúa, a donde, después de la acción de Paraguary le había mandado que se situase, de regreso del mencionado Tacuarí hasta cuyo punto había llegado únicamente.
Pero es tal el fuego que un díscolo, intrigante, y diré también, cobarde atentado Introdujo en el ejército, sin efecto en este pueblo y en la capital; y su osadía para haberme presentado un papel que por sí mismo lo acusa, cuando trata de elogiarse y vestirse de plumas ajenas, que no me es dable desentenderme y me veo precisado en medio de mis graves ocupaciones a privarme de la tranquilidad y reposo tan necesario, para manifestar a clara luz la acción del predicho 24 y la parte que todos tuvieron en ella. Confieso que me había propuesto no hablar de las debilidades de ninguno, que yo mismo había palpado desde que intenté la retirada de la fuerza que tenía en Humahuaca a las órdenes de don
Continuamos la marcha hasta el ya referido Tacuarí, y resolví hacer alto a la orilla de éste, acampándome en el paso principal para esperar allí los auxilios que esperaba me enviaría el gobierno y para conservar el paso del Paraná y mis comunicaciones con Buenos Aires; destiné una fuerza de cien hombres al mando del capitán Perdriel, para que
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Juan Ramón Balcarce, autor del papel que acabo de referir, pero habiéndome incitado a ejecutarlo, presentaré su conducta a la faz del universo con todos los caracteres de la verdad, protestando no faltar a ella, aunque sea contra mí, pues éste es mi modo de pensar y de que tengo dadas tantas pruebas, muy positivas, en los cargos que he ejercido desde mis más tiernos años y de los que he desempeñado desde nuestra gloriosa revolución no por elección, porque nunca la he tenido, ni nada he solicitado, sino porque me han llamado y me han mandado: errados a la verdad en su concepto.
haciéndome un favor, que no merecía, me eligieron sargento mayor, y a fin de desempeñar aquella confianza, me puse a aprender el manejo de armas y tomar sucesivamente lecciones de milicia. He aquí el origen de mi carrera militar, que continué hasta la repulsa del ejército de Whitelocke, en el año 1807, en la que hice el papel de ayudante de campo del cuartel maestre, y me retiré del servicio de mi empleo, sin pensar en que había de llegar el caso de figurar en la milicia: por consiguiente, para nada ocupaba mi imaginación lo que pertenecía a esta carrera, si no era ponerme alguna vez el uniforme para hermanarme con mis paisanos. Se deja ver que mis conocimientos marciales eran ningunos, y que no podía yo entrar al rol de nuestros oficiales que desde sus tiernos años, se habían dedicado, aun cuando no fuese más que a aquella rutina que los constituía tales: pues que ciertamente, tampoco les enseñaban otra cosa, ni la Corte de España quería que supiesen más.
Todos mis paisanos y muchos habitantes de la España saben que mi carrera fue la de los estudios, y que concluidos éstos debí a Carlos IV que me nombrase secretario del Consulado de Buenos Aires en su creación; por consiguiente mi aplicación poca o mucha, nunca se dirigió a lo militar, y si en el 1796 el virrey Melo, me confirió el despacho de capitán de milicias urbanas de la misma capital, más bien lo recibí como para tener un vestido más que ponerme, que para tomar conocimientos en semejante carrera.
En este estado sucedió la revolución de 1810; mis paisanos me eligen para uno de los vocales de la Junta provisoria, y esta misma me envía al Paraguay de su representante, y general en jefe de una fuerza a que dio el nombre de ejército porque había sin duda en ella de toda arma, y no es el caso hablar ahora de ella, ni de sus operaciones de entonces.
Así es, que habiendo sido preciso hacer uso de las armas y figurar como capitán el año 1806, que invadieron los ingleses, no sólo ignoraba cómo se formaba una compañía en batalla, o en columna, pero ni sabía mandar echar armas al hombro, y tuve que ir a retaguardia de una de ellas, dependiente de la voz de un oficial subalterno, o tal vez de un cabo de escuadrón de aquella clase.
Pero ellas me atrajeron la envidia de mis cohermanos de armas y en particular el grado de brigadier, que me confirió la misma junta, haciendo más brecha en el tal don Juan Ramón Balcarce, que además, había sido el autor para que no fuese en mi auxilio el cuerpo de húsares de que era teniente coronel, intrigando y esforzándose con sus oficiales en una junta de guerra, hasta conseguir que cediesen a su opinión, exceptuándose
Cuando Buenos Aires se libertó, en el mismo año de 1806, de los expresados enemigos y regresé de la Banda Oriental a donde fui, después que se creó el cuerpo de patricios, mis paisanos
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solamente uno, que en su honor debo nombrar: don Blas José Pico.
de que en mí no residía espíritu de venganza, sin embargo de haber observado por mí mismo, que su conciencia le remordía en sus procedimientos contra mí, y de los que con tanto descaró había ejecutado su hermano don Marcos, de que en el gobierno hay pruebas evidentes.
Era, pues, preciso que sostuviese un hecho tan ajeno de un militar amante de su patria, y que ahora he comprendido, era efecto de su cobardía y de una revolución intentada efectuada por otros fines, y cuyos autores jamás pensaron en vejarme, ni abatir, mis tales cuales servicios, honrados, y patrióticos, le dio lugar a que valiéndose de él, pidiese la recíproca, e hiciese que los oficiales de aquel cuerpo que por sí mismo se había degradado, no concurriesen al socorro de sus hermanos de armas abandonados, se empeñaron y agitaron los ánimos, para que se me quitase el grado y el mando de aquel ejército, que ya aterraba a los de Montevideo.
Así es que llegado al Camposanto donde se me reunió inmediatamente, lo hice reconocer de mayor general interino del ejército por hallarse indispuesto el señor Díaz Vélez y sucesivamente fié a su cuidado comisiones de importancia, dejándolo con el mando de lo que se llamaba ejército, mientras mi viaje a Pumamarca. A mi regreso, lo ocupé también, cuando la huida del obispo de Salta, o su ocultación, y no había cosa en que no le manifestase el aprecio que hacía de él.
Bien se ve que hablo de la revolución de 5 y 6 de abril de 1811, y no tengo para calificar ante mi Nación y ante todas las que han sido instruidas de ellas cual será don Juan Ramón Balcarce, cuando lo presente como un individuo que cooperó a ella, y que acaso en todo lo concerniente a mí, puedo asegurar, fue el primero y principal promovedor.
Llega el caso de poner en movimiento el ejército, no porque estuviese en estado, porque con dificultad podía presentarse una fuerza más deshecha por sí misma, ya por su disciplina y subordinación, ya por su armamento, ya también por los estragos del chucho (terciana, o fiebre intermitente), sino porque convenía ver si con mi venida y los auxilios que me seguían podía distraer al enemigo de sus miras sobre Cochabamba.
Conocía esto yo y lo sabía muy bien, cuando el gobierno me envió a tomar el mando de este ejército y le hallé que estaba en Salta con una fuerza de caballería: consulté con el general Pueyrredón sobre su permanencia en el ejército, no por mi (hablo verdad) sino por la causa que defendemos, y me contestó que no había que desconfiar.
Inmediatamente eché mano de él y lo mandé a Humahuaca con la tal cual fuerza disponible que había, quedándome yo con el resto con que fui a Jujuy a situarme, para poder trabajar en lo mucho que debía hacerse de reponer un cuerpo enteramente inerme y casi en nulidad que era el ejército en donde no se conocía la filiación de un soldado y había jefe que en sus conversaciones privadas se oponía a ella, cual lo era el comandante de húsares don Juan Andrés Pueyrredón, sin duda para que todo siguiera en el mismo desorden.
Con este dato, creyendo yo al general Pueyrredón un verdadero amante de su patria, apagué mis desconfianzas, y habiéndome escrito con expresiones excedentes a mi mérito, le contesté en los términos de mayor urbanidad y traté desde aquel momento de darle pruebas
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Me hallaba en Jujuy y por sus mismos partes (de Balcarce) y oficios y aun cartas amistosas clamaba porque le dejase salir a perseguir algunas partidas enemigas, que me decía, recorrían el campo se lo permití y llegado hasta Congrejillos, y aun antes, me insinuaba que no convenía separarse tanto del cuartel general le hice retirarse, así porque supe que no había enemigos hasta Suipacha y aquellas cercanías, como porque veía que mi intento no se lograba de poner en movimiento al enemigo, que sabía, si cabe decirlo así, tanto o más que yo lo que era el tal ejército.
pues ya no confiaba en sus operaciones, y me llenaba de desconfianza de si quería, o no hacer lo que hizo con Pueyrredón de darle un parte de que los enemigos bajaban, para que se retirase cuando aquéllos ni lo habían imaginado. Llegado el mayor general Díaz Vélez a Humahuaca con el designio de distraer al enemigo por uno de los flancos, no pudiendo verificarlo por su proximidad, dictó sus órdenes para que se retirasen las avanzadas, que hizo firmara Balcarce por la mayor prontitud y aun al día siguiente se privase de esto, para decir de su honrosa retirada, cuando todas las disposiciones eran debidas al expresado mayor general, y cuando jamás se le vio a retaguardia de la tropa, pues al contrario en la vanguardia con los batidores era su marcha.
Se retiró, según mis órdenes, de Cangrejillos y tiene la osadía de decirme en el papel que me ha dado mérito a esta memoria, que había ido hasta yaví y había ahuyentado a todas las partidas enemigas, cuando no encontró una, ni en aquella salida hubo más que mandar a don Cornelio Zelaya y don Juan Escobar a traer al tío del marques de Tojo (o yaví, pues con los dos nombres era designado) de su población de yaví.
Esto lo presencié por mí mismo, cuando habiéndome dado parte, en la Cabeza del Buey, de que el enemigo avanzaba y sólo distaba cuatro cuadras del cuerpo de retaguardia, mandé que se replegase a mi posición y me dispuse a recibirlo: vi, pues, entonces, que con los batidores, y a un buen trote, el primer oficial que se me presento fue el don Juan Ramón, y sé que sucesivamente hizo otro tanto hasta que vino envuelto entre el cuerpo dicho de retaguardia, perseguido de los enemigos. Cuando éstos se me presentaron en el río de las Piedras y logré rechazarlos con 100 cazadores, cien pardos y otros tantos de caballería y entre los cuales no fue el primero a presentárselas, ni a subir una altura que ocupaban, y en que se distinguió el capitán don Marcelino Cornejo; habiendo quedado a retaguardia el mencionado don Juan Ramón.
Es verdad que en Humahuaca promovió el reclutamiento de los hijos de la quebrada, que tanto honor han hecho a las armas de la patria, y se empeñó en su disciplina, para lo que él confieso que es a propósito y si en mi mano estuviera lo destinaría la enseñanza y particularmente de la caballería, pero de ningún modo a las acciones de guerra. Empecé a desconfiar de su aptitud para ellas en los momentos en que me avisó lo movimientos del enemigo de Suipacha puede juzgarle de su cavilosidad y cobardía por sus mismos oficios y consultas repetidas, tanto que me vi precisado a mandar al mayor general Díaz Vélez, a hacerse cargo del mando, y aun a escribirle una carta reservada del estado de mi corazón respecto de aquél,
Como, desde esta acción, ya mi cuerpo de retaguardia, viniese a corta distancias resuelto a sostenerme para no perderlo
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todo consultando con el mayor general, en la Encrucijada los medios y arbitrios que pudiéramos tomar para el efecto, que apuntó el nominado don Juan Ramón, para enviarlo con anticipación a ésta (Tucumán), donde tenía concepto por haber estado en otro tiempo de ayudante de las milicias y me resolví; dándole las más amplias facultades para promover la reunión de gente y armas y estimular al vecindario a la defensa.
Sucesivamente se reunieron hasta 600 hombres a sus órdenes, en que había húsares, decididos y paisanos, y les dio sus lecciones constantemente, contrayéndose en verdad a su instrucción y a entusiasmarles en los días que mediaron, con un celo digno de aprecio, pero ya empecé a entrever su insubordinación respecto del mayor general Díaz Vélez, y una cierta especie de partido que se formaba, habiendo llegado a término de escándalo la primera, aun a las inmediaciones de la tropa y paisanaje, que me fue necesario prudencia por las circunstancias y en particular por no descontentar a los últimos, que, como he dicho, tenían un gran concepto formado de él. Es preciso no echar mano jamás de paisanos para la guerra, a menos de no verse en un caso tan apurado como en el que me he visto.
Desempeñó esta comisión muy bien, dio sus providencias para la reunión de gente así en la ciudad como en la campaña, bien que más tuvo efecto la de ésta, en que intervinieron don Bernabé Aráoz, don Diego Aráoz y el cura doctor don Pedro Miguel Aráoz, pues de la ciudad, la mayor parte, con vanos pretextos, o sin ellos no tomaron las armas siendo los primeros que no asistieron los capituladores exceptuándose solamente don Cayetano Aráoz, y habiéndose ido dos o tres días antes de la acción, el gobernador intendente de Domingo García, y no pereciendo en ella el teniente gobernador don Francisco Ugarte.
Dispuse pues dividir aquel cuerpo, dándole a mandar el ala derecha, que la componía una mitad (de dicho cuerpo) y a don José Bernáldez el ala izquierda, que era la otra mitad con orden expresa de que se dividieran del mismo modo las armas de fuego, orden que no se cumplió y de que fui exactamente cerciorado, cuando al marchar para el frente del enemigo, me hace presente Bernáldez, la falta de armas de fuego, por no haberse ejecutado mi expresada orden.
El día que me acercaba a esta ciudad, se anticipó el ayudante de don Juan Ramón, don José María Palomeque, a anunciarme la reunión de gente, noticia que recibí con el mayor gusto, y que ensanchó mi ánimo. Volé a verla por mí mismo y hablé con aquél en la quinta de Avila, donde nos encontramos, y haciendo toda confianza de él, y tratando de nuestra situación, le hice ver las instrucciones que me gobernaban, las más reservadas, manifestándole mi opinión acerca de esperar al enemigo: convino, lo mismo que había hecho en la Encrucijada, exponiéndome que no había otro medio de salvarnos, en cuya consecuencia, escribí al gobierno el 12 de setiembre; y aún le enseñé allí mismo el borrador, haciendo toda confianza de él.
El momento de la acción del 24 llega: la formación de la infantería era en tres columnas, con cuatro piezas para los claros y la caballería marchaba en batalla, por no estar impuesta, ni disciplinada para los despliegues, ni podía ser en tanto corto tiempo como el que había mediado del 12 al 24. Hallándome con el ejército, a menos de tiro de cañón del enemigo, mandé desplegar por la izquierda las tres columnas
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de infantería, única evolución que habían podido aprender en los tres días anteriores, en que habíamos hecho algunas evoluciones de lineal y que se podía esperar que se ejecutase la tropa con facilidad y sin equivocación, quedando los intervalos correspondientes para la artillería. Se hizo esta maniobra con mejor éxito que en un día de ejercicio.
zaría la caballería: entonces se redoblaron mis órdenes de avanzar y empezándolas a cumplir, marchando el ejército, le mandé decir con mi edecán Pico, que no era aquél modo de avanzar, que lo ejecutase a galope. Sin embargo tomó dirección, no a su frente sino sobre la derecha, y viéndome así burlado en mi idea, volví a retaguardia y presentándoseme en el cuerpo de reserva el capitán don Antonio Rodríguez, al frente de la caballería que había allí, le mandé avanzar por el punto donde me hallaba, y lo ejecutó con un denuedo propio. Observaba es movimiento, y vuelvo sobre mi costado izquierdo, para saber el éxito de aquella tropa del enemigo, que había visto desfilar y me encuentro con el coronel Moldes que se venía hacia mí y me pregunta: “¿Dónde va usted a buscar mi gente?” (Su gente debía decir, porque el coronel Moldes no mandaba ninguna). Entonces me manifiesta que estaba cortado: “pues vamos a buscar a la caballería” -le dije- y tomó mi frente que los enemigos habían abandonado.
El campo de batalla no había sido reconocido por mí, porque no se me había pasado por la imaginación, que el enemigo intentase venir por aquel camino a tomar la retaguardia del pueblo, con el designio de cortarme toda retirada, por consiguiente me hallé en posición desventajosa, con partes del ejército en un bajío, y mandé avanzar siempre en línea que ocupaba una altura y sufría sus fuegos de fusilarla sin responder con artillería, hasta que observando mas que ésta había abierto claros y que los enemigos ya se buscaban unos a otros para guarecerse mandé que avanzase la caballería, y ordené que se tocase paso de ataque a la infantería. Confieso que fue una gloria para mí, ver qué resultado de mis lecciones a los infantes para acostumbrarlos a calar bayoneta al oír aquel toque, correspondió a mis deseos; no así en la caballería del ala derecha que mandaba don Juan Ramón Balcarce, pues lejos de avanzar a su frente, se me iba en desfilada por el costado derecho en esta situación, observé que el enemigo, desfilaba en martillo a tomar flanco izquierdo de mi línea y fiando al cuidado de los jefes de aquel costado, aquella atención, me contraje a que la caballería del ala derecha ejecutase mis órdenes. Hallándome en aquellos apuros, no sé quién vino a decirme de la parte de Balcarce, que luego que la infantería hubiese destrozado al enemigo, avan-
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colaboraron en Dr. luis Horacio Yanicelli
berta catalina Wexler
Es Abogado, Miembro de Número del Instituto Nacional Belgraniano y actual Presidente del Instituto Belgraniano de Tucumán. Es autor de “Días de novela: Vísperas, días y ecos de la Batalla de Tucumán”.
Integra el Museo de la Mujer Argentina. Es miembro de la Junta de Estudios Históricos de la Provincia de Santa Fe, y del Centro de Estudios Interdisciplinarios de las mujeres (CEIM), de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.
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n este número graciela cristina del Valle sosa
elena luz gonzález bazán
Participa del Museo de la Mujer Argentina. Integrante del Comité Académico Revista de Historia Regional. Profesorado Nº 3 de Villa Constitución, Provincia de Santa Fe.
Es periodista, docente e historiadora. Docente de Historia, Periodismo y Literatura Argentina y Latinoamericana. Ha participado de distintos Congresos nacionales e internacionales. Como periodista se especializó en la problemática de la niñez y adolescencia. Participó en la organización de Cátedras libres: La Teoría de los Dos Demonios, Facultad de Filosofía y Letras y Cátedra Libre John William Cooke, en la Facultad de Ciencias Sociales, Carrera de Ciencias Políticas. Participó en la organización de las Escuelas Sindicales en los Sindicatos de Luz y Fuerza, Córdoba y ATE La Pampa. Ha publicado los libros “Mujer, sociedad y política” (2007), “30 de marzo de 1982 una gesta olvidada” (2012), “Buenos Aires ciudad industrial, Villa Crespo caso testigo” (2016).
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colaboraron en Prof. gabriela p. rollate del corro (lugones)
VGM santiago Mario tettamanzi
Profesora de Historia. Descendiente del Cnel. Lorenzo Lugones. Miembro de la Asociación Civil Fundadores de la Patria que reúne a los descendientes de próceres de la Independencia, Presidente Sr. Mario Passo, Vicepresidente 1º Sr. Manuel Belgrano, Vicepresidente 2º Sr. Marcelo White Pueyrredón. Entidad de principal labor educativa. Integrante de la filial Tucumán del Instituto Sanmartiniano del Perú y de la filial salteña del Instituto Nacional Belgraniano. Productora y Conductora del programa de radio “Donde la historia cobra vida”. Creadora y administradora de la página web “Recuerdos históricos”.
Es Veterano Civil de la Guerra Nacional de Malvinas. Fue fundador y presidente del Centro de Civiles Veteranos de Guerra “Operativo Malvinas“. Es autor de numerosos trabajos sobre la cuestión Malvinas entre los que se destacan “La otra 502”, “La nota de Anthony Eden”, “La falsa constitución kelper, verdadero estatuto colonial”. Es además autor del libro “Rumbo 105. Malvinas”, en el que relata la travesía del buque Río Carcarañá de ELMA hacia Malvinas hundido por los británicos, durante el conflicto con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982.
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n este número Genealogista ernesto Álvarez uriondo
sergio cardozo arenales
El autor es Técnico Universitario en RRHH. Miembro del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán.
Es egresado del Liceo Militar Gral. Manuel Belgrano. Teniente 1ro C Res - Ejército Argentino. Es Miembro de número del Instituto Belgraniano del Litoral. Vicepresidente de la Asociación Interamericana de Ceremonial. Docente del Liceo Argentino de Navegación Fluvial Ntra. Sra. de Guadalupe. Jefe Sección Asistencia Operativa y Eventos, Túnel Subfluvial Santa Fe, Paraná.
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colaboraron en My. (R) VGM Jorge M. Vizoso posse
Dr. silvio coppola
Oficial de Estado Mayor. Fue condecorado por su actuación en la Guerra Nacional de Malvinas, con la Cruz “la nación argentina al heroico valor en combate”, la más alta condecoración que la Nación otorga a sus combatientes. Es autor de numerosos libros, entre ellos “Resurrección, encuentro con la eternidad. Los Comandos en Malvinas”, donde narra toda su experiencia durante la guerra nacional de Malvinas.
Miembro fundador del Foro Argentino de la Deuda Externa, regional La Plata-BerissoEnsenada. Ha publicado numerosos artículos sobre la problemática de la Deuda Externa. Es autor de los libros “La lucha por la patria”, publicado por Editorial Dunken y “Cronología del caso Nisman”.
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n este número rené aráoz
gral. (r) Fabián brown
Es músico, compositor e intérprete. Fue Director de la Delegación folklórica de Canto y Baile al Festival de Cosquín 1993, y Director de la Delegación folklórica de Canto y baile al Festival de Cosquín 2001. Ha recibido numerosos premios, entre ellos Ganador del Festival de Cosquín; Latinoamericano, de Salta; del Poncho, Catamarca; del Litoral, Misiones; del Programa “Argentinísima de la Canción”; a la Excelencia (IADE); “Caballero de la Orden del Poncho”, Otorgado por la Cofradía del Poncho en el año 1993. Ciudadano destacado en el año 2006 por el Honorable Concejo Municipal de Santa Fe. Es autor de numerosas composiciones folklóricas, tango y otros ritmos.
General de Brigada (RE), Licenciado en Historia de la UBA. Profesor Titular de la UNLA del Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano. Coordinador de la Mención en Defensa Nacional de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Lanús. Fue Director General de Educación y Rector del Instituto Universitario del Ejército Argentino.
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