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Entre hilos y agujasl

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Editorial

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La madre tierra me dio una segunda oportunidad

Cada vida siempre tiene un sin número de obstáculos que ponen aprueba el temple de cada ser humano; sin embargo la historia de Adriana podría considerarse como aquel relato que lleva al límite la voluntad de salir adelante.

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Comuniacador Social y Periodista Wilmar Andrés Quevedo Valderrama

Adriana vivió una de las tragedias más significativas en la historia de Colombia, sobrevivió a la avalancha de Armero el miércoles 13 de noviembre de 1985 que causaría la destrucción total del pueblo y la condenaría a ella y la poca familia que le quedaba a vagar por territorio desconocido, formando su carácter y la persona que es hoy en día.

Después de vivir agónicos momentos durante la catástrofe, que incluyeron la perdida muchos familiares en el suceso, esta pesadilla continuo debido a que tuvieron que caminar desde Armero a Guayabal en búsqueda de un refugio, lastimosamente desde Guayabal los desplazaron a Fusa. En Fusa les dijeron que ellos no pertenecían a Cundinamarca y los enviaron en un bus con destino a Ibagué en un trayecto que duró 3 días porque no los dejaban pasar.

Al llegar a Ibagué, les dieron refugio en un albergue en el barrio Nacional cerca al hospital Federico Lleras a ella, su hija, mamá, abuelitos y hermano, logrando rehacer su vida y tener 2 hijas más.

Cuando pensaba que todo volvería a la normalidad, su hija mayor que para ese entonces tenía 8 años y estaba en el colegio, sufrió un golpe fuerte en la cabeza con un balón de fútbol que le despertó un tumor inactivo de 3 cm que tenía en el tálamo, el cual no había sido descubierto y en consecuencia le produjo una hidrocefalia. Esto los obligó a desplazarse a la ciudad de Bogotá para empezar con radioterapias que tratarían el

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tumor y la hidrocefalia, así como de paso buscar nuevas oportunidades.

Por otro lado, la segunda hija de Adriana llamada Valentina, quien hoy en día tiene 29 años, también tiene una condición especial. Ella es sordomuda y ha sido el eje principal para recuperarse de las cenizas que le dejó la tragedia. Estudió en un colegio para sordomudos con el apoyo de unas monjas que le ayudaron a ingresar allí, puesto que era privado y muy costoso. Actualmente completa 6 años en la entidad y trabaja en el área de camisa fase 1 y 2; gracias a sus esfuerzos y al apoyo de la entidad logró conseguir una vivienda en Soacha, Cundinamarca.

Como si fuera poco, durante el embarazo de su tercer y última hija, las consecuencias de las angustias e inestabilidad emocional acumulada de tantos años se vieron reflejadas en un desorden gestacional, teniendo un embarazo de 10 meses que le produjo a la recién nacida una Síncope vasovagal cardiogénica (Disminución repentina de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, usualmente como reacción ante un desencadenante de estrés.)

Hoy en día, Adriana vive con 2 de sus hijas y su pareja sentimental, mientras que su hija mayor que tiene hidrocefalia vive con el papá, su condición no ha afectado su vida más allá de una secuela leve en su visión. Esta mujer solo pide una oportunidad laboral para su hija, dado que ha presentado miles de pruebas de admisión en diversos empleos y nadie la contrata porque en sus antecedentes médicos continúa el riesgo de la hidrocefalia.

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