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SOLO SOY...
Por los últimos mil años, hemos observado el desarrollo de la fotografía impulsado por el insaciable deseo del ser humano de poder capturar y conservar momentos. Desde la venta de la primera cámara comercial en 1888, la manera de tomar fotos ha cambiado a tal punto de llegar a tener cámaras de calidad casi profesional en nuestros celulares. La película de 35mm captura momentos con un estilo increíblemente único que resignifica el estar congelado en el tiempo. El proceso químico manual que implica revelar los negativos hace que el producto final se sienta mucho más meticuloso e intencional. Revelar de esta manera, y a esta lentitud, no es necesario en esta época. Pero existe algo bastante romántico en la fotografía análoga que hace que se rehúse a desaparecer, haciéndolo el medio perfecto para capturar esqueletos anónimos.
Mi proyecto documenta de manera fotográfica este tipo de espacios que parecen en perpetua construcción. Estas obras grises que en algún momento iniciaron como un sueño, pero pasaron a convertirse en esqueletos urbanos anónimos que comparten características tan olvidables que rara vez los notamos. Es casi como si estuvieran ocultos en plena vista. Así mismo, la existencia de estos evidencia un crecimiento urbano rápido, desorganizado, y sin ningún objetivo final aparente. Se eligió LomoChrome Metropolis y Lomography Color 100 para capturar las fotografías. El primero fue elegido debido a sus colores desaturados, y el segundo debido a su capacidad de capturar texturas.
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