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N\u00BA19 Revista Rugby en Blanco y Negro
RUGBY
Club de Rugby El Salvador
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EN BLANCO Y NEGRO
In contraria ducet
NÚMERO 19 | ENERO AÑO 2019
ENTREVISTA: Alberto Bustos p. 25RUGBY INCLUSIVO: Campeones en Toledo p.30
Con paso
firme
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OPINIÓN
Rugby y empresa (O EL HUEVO Y LA GALLINA)
Ramón Zayas Director de Innovación del Grupo
ASPASIA, Grupo de Consultoría de RRHH y Formación de personas
E
n primer lugar, creo que es de ley presentarme para sentar las bases de este artículo. Hace poco que llegué al mundo del rugby y, de hecho, sé más de equipos de trabajo, porque al mundo laboral llegué hace muchos años ya, que de equipos de rugby. A pesar de todo, me voy a atrever, no sin el respeto merecido a este querido deporte, a analizar algún ejemplo del paralelismo de los equipos de alto rendimiento en el mundo del oval y en el mundo de la empresa.
En las empresas, siempre es objetivo, desde el nacimiento de las mismas, el formar equipos de trabajo competentes y que trasmitan la energía suficiente para que el retorno, de todo tipo: social, laboral y, por supuesto, económico, sea lo más alto posible. A esta capacidad de los equipos se la conoce como equipos de alto rendimiento. Si sustituimos la palabra empresa por equipo de rugby, trabajo por deporte y laboral por deportivo, el resultado es que la definición es extrapolable entre un equipo de rugby y un equipo de trabajo.
Nunca llegué a pensar que la sola falta de un miembro de un equipo de rugby, por sanción o expulsión o, lo más importante, falta de compromiso, se pudiera notar tanto. Siempre pensé que de 15 a 14 no se notaría mucho, pero cuando una estrategia se prepara para que el engranaje sea perfecto, la falta de uno de los miembros obliga a multiplicar esfuerzos a los demás miembros y pone en riesgo el éxito. Lo mismo ocurre en un equipo de trabajo. Las posiciones deben estar determinadas previamente y aunque una de las características debe ser la flexibilidad, dado que la estrategia se diseña con el equipo al completo, la ausencia de un miembro o un miembro no comprometido, pone en riesgo el rendimiento de todo el equipo.
Otro ejemplo. El término scrum (melé) fue utilizado y definido por los profesores Takeuchi y Nonaka en los años 80, cuando ciertas empresas empezaban a dominar el mercado y a definir procedimientos de trabajo. En 1986 publicaron el artículo ‘El nuevo juego para el desarrollo de nuevos productos’, de recomendada lectura, y fue el avance de las forma-
ciones de las melés en partidos de rugby en lo que se basaron para denominar una nueva forma de trabajar que ya venía dándose en muchas empresas tecnológicas como Fuji-Xerox, Canon, Honda, NEC, Epson, Brother, 3M, Xerox y Hewlett-Packard. Nonaka y Takeuchi explicaron cómo esta metodología ágil se compara con la formación de la melé del rugby de la siguiente forma: “el enfoque de las ‘carreras de relevos’ para el desarrollo de productos puede entrar en conflicto con el objetivo de obtener la máxima velocidad y flexibilidad. En su lugar, un enfoque holístico o de rugby, donde un equipo trata de recorrer la distancia como una unidad, pasando la pelota de un lado a otro, puede servir mejor a los requisitos competitivos de hoy”. Por eso scrum y equipo auto-organizado van siempre de la mano.
La conformación de un equipo de rugby no es una tarea que se hace de la noche a la mañana, sabemos que debe haber una delantera con una primera línea contundente, una segunda línea que aporte estabilidad, altura y potencia, una tercera dinámica, rápida y fuerte y un 8 con máxima corpulencia y dinamismo que sea el primer tres cuartos y el último delantero. Un medio melé y una apertura que sean los cerebros del equipo. Dos centros (12 y 13) potentes que frenen el juego rival y penetren en la línea contraria, y dos alas rápidas con profundidad y gran juego de manos, y un zaguero táctico y técnico y patada defensiva exquisita. Si lo comparamos con el modelo de gestión “Lean” cuya idea central, de manera básica, es crear el máximo valor posible, desde el punto de vista del cliente, con el menor consumo posible de recursos (es decir, ajustados), usando el conocimiento y las habilidades de la gente que realiza el trabajo, observamos que los adjetivos aplicados a nuestra alineación
de rugby son un compendio de conocimientos, inteligencia, rapidez y habilidades con disposición de cada jugador en su lugar del campo que permita dar respuesta rápidamente a las diferentes situaciones del juego, lo que maximiza el valor de cada movimiento, donde el cliente son los propios compañeros del equipo y el objetivo el resultado. Consiguiendo a través de la práctica deliberada (Lean Kata), mediante un método bien definido y objetivos claros, y con una figura fundamental, el entrenador que reporta en todo momento al equipo para que haga las correcciones necesarias.
Estos no son nada más algunos ejemplos del paralelismo entre rugby y empresa, aunque aquí sí que está claro si antes fue el huevo o la gallina; los criterios de estrategia, disposición y compromiso de todo un equipo se aplicaron antes en el mundo del rugby, y son anteriores, y trasladables al 100 por 100, a las recientes teorías de equipos de alto rendimiento empresarial. Invito a los directivos y managers de empresas a aprender y disfrutar cada domingo, como mínimo, de una lección magistral, o Master Class como se llama ahora, sobre la gestión de un equipo de alto rendimiento. Siempre se aprende mucho y lo digo por mí, que ojalá lo hubiera conocido antes para saber que lo que trato de aplicar con mi equipo empresarial a diario ya se había inventado a mediados del siglo XIX.
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FUTBOLERO YO SOY
El TMO y el VAR
ANÁLISIS COMPARATIVO DE SUS APLICACIONES ENTRE EL DEPORTE REY Y EL RUGBY
Carlos Pérez Colaborador de ‘El Norte de Castilla’
Mi cometido en estas líneas es comentar cómo se ve el rugby desde los ojos de un futbolero. Y tanto aquí como en mi habitual columna en El Norte de Castilla suelo incidir en lo positivo que sería que el fútbol adquiriese muchas de las costumbres del rugby. Este año ambos deportes estrenan en España ayuda para los árbitros, el VAR en el fútbol y el TMO en el rugby. Ambos asistentes procurarán que el deporte sea más justo minimizando el error humano
C
omo siempre a lo largo de la historia de ambos deportes, la aplicación de esta ayuda se lleva a cabo de diferente manera. No voy a decir que una es mejor que la otra porque ambas tienen aspectos mejorables, aunque es cierto que en el caso del rugby sólo se necesita dinero para que su aplicación se acercase a lo ideal.
Está claro que fútbol y rugby son deportes distintos en cuanto a la aplicación de las normas. Sin ser un gran conocedor de las reglas del deporte oval, creo que hay menos margen de interpretación para un árbitro en caso de infracción que en el caso del fútbol. Un fuera de juego es fuera de juego en rugby, mientras que en el fútbol en alguna jugada “compleja” si preguntas a diez árbitros te responderán con muchos criterios distintos. Y lo mismo con casi todas las infracciones. No digo que el rugby sea más fácil de arbitrar, digo que la figura del asistente es más sencilla que en el fútbol.
¿En qué se diferencian VAR y TMO? Para empezar en el ámbito de aplicación. Mientras que en la Liga Santander el uso es completo en todos los partidos, en la Liga Heineken sólo se usa el TMO en el partido que usa Teledeporte. Este es el único “pero” que le pongo al uso del asistente de televisión en el rugby porque creo que lo que no es igual para todos no es bueno. A partir de aquí me gusta más la aplicación del TMO que del VAR.
Empezamos por el estatus que el árbitro asistente tiene en cada deporte. O árbitros
en el caso del fútbol. En este último caso, el equipo del VAR está compuesto por tres personas con una función consultiva. No sabemos cuál es el mecanismo ni cómo se pone en marcha la asistencia ni quién toma la decisión final. No sabemos qué criterio se sigue ya que las consultas no son públicas. En el caso del rugby todo es más transparente: se escuchan las deliberaciones, se usan las mismas imágenes (en las que se basa la decisión final del auxiliar) de la señal de televisión (la misma que los telespectadores ven en tiempo real) y, además, el asistente es único. No se tiene que poner de acuerdo con nadie y dado que, como he dicho antes, el criterio es más simple, la decisión suele ser acertada. En el rugby el árbitro no es un asistente, es un segundo árbitro con poder de decisión.
Puede ser que en el rugby se rompa más el ritmo del partido o al menos así ha sido en los casos en los que he visto la aplicación del TMO en Teledeporte. Por ejemplo, el día que perdimos en Burgos, se usó en muchas ocasiones, y con un tiempo por uso superior al que se pierde en el fútbol con el VAR. Puede ser que la roja a Gonzalo Silva sea discutida, pero en ese partido vimos un “Manual de uso del TMO”, de las veces que se usó y de las decisiones iniciales que se cambiaron.
Me gusta el uso de la tecnología para que el deporte sea más justo. Me gustaría que esa justicia fuese para todos y no dependiese de Teledeporte, pero tener un deporte amateur tiene estas cosas.
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CÁMARA OVAL
JL Useros
Me pide el director de esta revista tan oval que elija una foto mía y haga un comentario. Puedo escoger la que me dé la gana y escribir lo que quiera, ni una indicación. Eso sí, como es habitual en esto de la letra impresa, para ayer.
Ahí va. 16 de mayo de 1998. El Salvador ganó la liga en el Ramón Urtubi, en la temporada en que se recuperaba la categoría de División de Honor. Teniendo importancia deportiva la cosa, en la imagen no aparecen jugadores, ni trofeos, ni celebraciones oficiales.
Después del partido nos juntamos aficionados y jugadores chamizos en El Atómico, un bar de Argüelles, en la calle Meléndez Valdés, 58. Ahí sigue. Y aquí la foto; entre cañas, raciones y fotos de toreros, Pepe Bocos. Tal cual, con su sonrisa.
A ver si nos vemos pronto, Pepito, y lo celebramos como en El Atómico, con toro y todo.
In contraria Ducet.
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