Peor es Nada
I F rancisca Inda
Autor: Francisca Inda Mardones TĂtulo original: Peor es Nada
-Señor ¿Dónde queda el pueblo? -Este es puh! No hay otro pueblo por aquí
-¿Maneja usted la historia oficial del nombre? -Tengo la versión que todos manejamos en el pueblo, Cuenta la historia de este caserío colchagüino, que un funesto día...
ApareciĂł entre la niebla la figura de un hombre. Eran casi las diez y en la hacienda asomaban los rayos de un sol que salĂa hoy mĂĄs tarde que de costumbre.
El día anterior la muerte había tocado la puerta de la familia. ¿Qué asuntos lo obligaban a llegar en tan triste momento?
Eulalia llevaba horas frente al cajón. Lo abandonó al recibir la noticia de la llegada de aquel hombre. Tal como él mismo le informó, él era quien tenía confiado a su cargo el porvenir de la familia y haciendo uso de sus facultades, se presentó.
- Mi nombre es Don Leoncio RamĂrez, abogado y albacea de sus difuntos padres. Me presento hoy con la ingrata misiĂłn de leer su Ăşltima voluntad.
Comenzó así la lectura de la disposición. Los Sánchez Echegaray fueron escuchando junto a sus nombres, qué bienes heredarían, considerando la repartición de los terrenos que poseían.
Al llegar el turno de la menor de los hermanos, las Ăşltimas palabras fueron:
-Y para mi queridísima Eulalia dejo los terrenos que orillan el estero, que corresponden desde los límites del camino hasta el deslinde del cerro.Se vio como sus pálidas mejillas enrojecían bruscamente, y sus ojos se abrían como los botones de la flor del coile.
Estupefacta escuchó la voluntad de sus padres, sin entender por qué en relación a sus hermanos, a ella le había tocado el más misérrimo pedazo de tierra.
Toda la zona era un solo fundo de los Sánchez Echegaray. Al dividirlo la parte más pequeña le tocó a la única mujer, y esa sería la última palabra.
Desde ni帽a Eulalia nunca se sinti贸 menos que sus hermanos
Quiso estar a la par, compartir con ellos y los otros ni単os
Sus raĂces y las de su familia estaban en este lugar, en el que se agolpaban los recuerdos
Consultaron entre unos y otros los detalles de las disposiciones, para luego dejar totalmente zanjado el asunto de la repartici贸n.
Al día siguiente por la mañana, después de efectuados los funerales, Eulalia procedió a recorrer las que habrían de convertirse en sus tierras.
Ya de vuelta y ante tanta injusticia, como cuentan los que la escucharon, resignada sólo supo exclamar, si esa es su voluntad, que así sea,
¡Peor es nada!
- Oiga ¿Y no son más casas que éstas? - ¡Chis! Bueno... peor es nada ¿no?
A mi familia, a Fernando y a Ignacio que vivi贸 grandes aventuras en estas tierras. A todas las personas que hoy habitan y dan vida a Peor es Nada
Existen lugares con nombres referidos a su geografía, y pueblos cuyo nombre honra a algún santo. También existen zonas alejadas que nadie ha bautizado: extensiones de tierra nombradas apenas por un kilómetro de la carretera. Pero esas son sólo maneras de designar algo. Existen, en cambio, pueblos cuyo apelativo esconde una historia, lugares que existen a partir de su nombre y no al revés, como ocurrió con Peor es Nada. Lo que tienes entre tus manos es la historia de Eulalia Sánchez Echegaray, pero también es la historia del nacimiento de un pueblo, y de cómo una palabra puede crear un lugar.