Crítica de la concepción del trabajo del Partido Acción Nacional

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Economía

Tesis Crítica de la concepción del trabajo del Partido Acción Nacional (Análisis de “La Dignidad del Trabajo” de Efraín González Luna)

Que presenta

Francisco Luna Leal para obtener el título de

Licenciado en Economía

Director de tesis

Mtro. Celso Cristóbal Hernández Rojas

México, D.F.

Abril 2009


UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Rector

José Narro Robles

Facultad de Economía

Director

Dr. Roberto Escalante Semerena

Director de Tesis Mtro. Celso Cristóbal Hernández Rojas

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Sinodales Mtra. Flor Vargas Hernández Mtro. Celso Cristóbal Hernández Rojas Mtro. José Guadalupe Sandoval Manzano Mtro. Antonio Mendoza Hernández Lic. Bruno Sergio Hernández Santillán

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Dedicatoria A pesar de que en México la barbarie capitalista con rostro panista, la contrarrevolución neoliberal, usurpa, contra la voluntad del pueblo, el poder; en el sur, nuestros hermanos prueban con su ejemplo que se puede triunfar y vencer pues al fin y al cabo el viejo topo cava las entrañas del capital y el búho de Minerva emprende el vuelo hacia el nuevo horizonte de la emancipación social. En el marco de la batalla de las ideas, como modesto homenaje al pueblo venezolano y a su dirigente por demostrar, en el presente momento histórico, que están vivos y son reales los anhelos que tenemos los pueblos latinoamericanos de arribar al socialismo del siglo XXI, dedico esta tesis:

A

Hugo Chávez Frías.

IV


Agradezco

al

Maestro

Celso

Cristóbal

Hernández Rojas haber tenido a bien ser mi director de tesis, Vargas

a la Licenciada Zoila

Hernández,

su

valioso

apoyo

profesional, a la Maestra Natalia Luna Luna las atenciones de su asesoría profesional.

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ÍNDICE

págs.

PROLOGO

……………………………………………………………………. 1 - 2

INTRODUCCIÓN

…………………………………………………………………….3- 27

PRIMERA PARTE

De las determinaciones del trabajo puramente espirituales ….…28-63

SEGUNDA PARTE

De las determinaciones del trabajo carnalmente espirituales…….64-97

CONCLUSIONES

………………………………………………..………....……

BIBLIOGRAFÍA

………………………………………………………….....…...108-101

VI

98-107


Crítica de la Concepción del Trabajo del Partido Acción Nacional (Análisis de “La Dignidad del Trabajo” de Efraín González Luna) “El enemigo más peligroso del humanismo real…es el espiritualismo o idealismo especulativo que suplanta al hombre individual y real por la „Autoconciencia‟ o el „Espíritu‟ y dice, con el Evangelista: „El Espíritu vivifica, la carne embota.‟ Huelga decir que este Espíritu inmaterial sólo en su imaginación tiene espíritu.” Carlos Marx, La Sagrada Familia

Prólogo La presente tesis es una Crítica económica y política del Partido Acción Nacional (PAN) a través de la crítica de la concepción de este partido acerca del trabajo, que centra su atención en el análisis del escrito “La Dignidad del Trabajo” de su líder intelectual, Efraín González Luna. Para investigar cuál es la naturaleza real de la concepción económica y política del PAN me remití al análisis de los principios con los que se constituyó este partido. Para los panistas los Principios de Doctrina, a los que atribuyen una supuesta validez universal, son el punto de honor que presumen con orgullo. En estos principios los organizadores del PAN sintetizaron sus objetivos, expusieron el por qué de su existencia, el fin de su acción. Estos principios fueron el fundamento teórico sobre el que se originó el partido, los cimientos con los que se construyó el edificio. Partiendo de esta consideración, me propuse en este trabajo investigar la sustancia de los principios del PAN para determinar de este modo cuál es la finalidad real que persiguen, esto es, el sentido de fondo de sus propuestas. La naturaleza de sus principios, de las propuestas que de ellos se derivan, y de su práctica, no aparece de modo inmediato y directo. Los panistas, por ejemplo, presentan los Principios de Doctrina bajo la apariencia de ser la expresión resumida de lo que ellos denominan el “bien común”. Con esa creencia han trabajado durante más de siete décadas para convencernos de que la alternativa que ellos formulan representa efectivamente el “bien común” de los mexicanos. No son pocos los que han sido convencidos de la exactitud de esa apreciación. Esto se manifestó primero en el triunfo del PAN en algunos municipios, después con su triunfo en varios Estados, sobre todo del norte del país, y, con mayor magnitud, en la conquista de la presidencia de la república por su candidato Vicente Fox Quezada en julio del 2000. En su apariencia, los Principios de Doctrina del PAN no son otra cosa que la expresión del “bien común”, convirtiéndose esta apreciación en prejuicio aceptado y confirmado precisamente por el sentido común. Sin embargo, este prejuicio críticamente no puede ser aceptado sin someter a los principios mismos a un examen minucioso que arroje luz acerca no ya de su apariencia, sino acerca de su fundamento, en el sentido aristotélico de este concepto. Encontrar el fundamento significa en este caso determinar la causa por la cual este partido es como es, y que, por lo tanto, no puede ser de otra manera. Dicho con otras palabras, recurrimos al análisis minucioso de su principio del trabajo buscando encontrar en él el conocimiento absoluto, esto es, no circunstancial ni sofistico, del PAN. En el sentido aristotélico el fundamento es un concepto ontológico que muestra la necesidad propia del ser en cuanto sustancia. Mediante el análisis crítico de este principio del PAN pretendo determinar tanto su naturaleza, como la de sus propuestas económicas y políticas.


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FRANCISCO LUNA LEAL

Decidí comenzar el análisis de los principios de doctrina del PAN por el análisis crítico del discurso de Efraín González Luna titulado “La Dignidad del Trabajo” porque dicha alocución no es más que la argumentación desarrollada del principio del trabajo de la doctrina. Todos los elementos contenidos en el principio del trabajo de la doctrina son retomados y argumentados en “La Dignidad del Trabajo”, siendo muy probable que ambos escritos hayan sido redactados por el mismo autor dada la similitud total de los planteamientos y dado también que González Luna fue, junto con Manuel Gómez Morín, quien redactó los principios de doctrina del PAN. El trabajo es el tema central y fundamental de la crítica de la economía política porque su principio y fundamento es el ser humano. Al hacer referencia al “trabajo” se está haciendo alusión a la actividad vital del ser humano, a la vida del hombre y a los productos de esa actividad, es decir, a la producción de la vida del ser humano. El modo específico como el ser humano produce es su modo particular de existencia que determina los demás aspectos de su vida: la política, religión, ciencia, arte, cultura, moral, etc. El “trabajo” asalariado genera el capital que al ser salvaguardado jurídicamente por el Estado constituye la propiedad privada. Entonces, al criticar el principio del trabajo del PAN estamos criticando los fundamentos sobre los que descansan los otros elementos a los que aluden sus otros principios: propiedad, iniciativa, economía, campo, Estado, derecho, política, municipio, orden, libertad, enseñanza, Nación y persona. Precisamente, en “La Dignidad del Trabajo” González Luna va haciendo referencia a estos temas fundamentales de la doctrina panista, y son objeto en esta tesis de su análisis crítico en la medida que lo ameritan. Me pareció pertinente realizar el análisis de la concepción del trabajo del PAN con el marco teórico de la crítica de la economía política, específicamente con el concepto del trabajo de Marx, porque en él encontré la explicación argumentada y demostrada de lo que es el trabajo para el ser humano, fundamentada en el mismo ser humano real y concreto, tal cual se nos presenta, como proletario o capitalista, a diferencia de otras concepciones del trabajo cuya explicación se funda en consideraciones externas al propio ser humano, como es el caso de González Luna y el PAN que conciben al ser humano como el producto o consecuencia de la divinidad. En el concepto de Marx acerca del trabajo, descubierto por él bajo la denominación de trabajo enajenado en los Manuscritos Económico Filosóficos de 1844, encontré la verdad concreta acerca de lo que es el “trabajo”, y a partir de este concepto critiqué puntualmente el concepto del trabajo de González Luna que concibe al hombre, su actividad y sus productos, como simples reflejos de los designios de la divinidad, caracterizando su visión como humanismo cristiano. Por décadas este humanismo abstracto, que supuestamente reivindica la dignidad del trabajo, se ha constituido como las flores imaginarias con las que se han adornado los verdaderos fines de la ideología del PAN. Aquí sometemos a crítica estas flores imaginarias en la perspectiva de que pueda florecer en nuestro país el humanismo real y concreto, esto es, la verdadera y autentica dignidad de los trabajadores.


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INTRODUCCIÓN La idea de la creación de un partido político fue madurando lentamente en Manuel Gómez Morín, tras largos años de reflexión y análisis de su experiencia política, de su participación en la campaña de José Vasconcelos en pos de la presidencia de la república y de su intervención en la huelga universitaria de 1933. Las enseñanzas y el ejemplo de Antonio Caso, sobre todo la lucha que emprendió contra el proyecto de la educación socialista en la UNAM, fueron decisivas en la formación de Gómez Morín. Así explicó la aportación de Antonio Caso en la formación de sus ideas: “me dio, como a tantos, el firme asidero de la certeza del espíritu, de la existencia de una tabla de valores superiores, de la libertad insobornable, para salir del caos mental y moral de aquel tiempo de crisis, personalmente agravado por el tránsito de la vida y de la escuela en la quieta y católica provincia, a la Capital y al mundo intelectual, en la anarquía de una coyuntura en la que ocurrió el derrumbe del positivismo, del intelectualismo, del cientificismo, tan definitivamente establecidos en apariencia, y parecía deslizarse sin freno al materialismo y a la barbarie. Don Antonio fue, así, el Maestro; el que abrió horizontes y abrió caminos y centro inquietudes y volvió concurrentes y permitió darles sentido a los más diversos movimientos espirituales de aquel momento de hervor”1. Precisamente, con las enseñanzas de su Maestro, abrió el horizonte de un nuevo partido, centro sus inquietudes en el proyecto de una nueva organización partidaria y le dio sentido al sustentarlo en lo que él entendía como los valores superiores que se plasmarían más adelante en la forma de principios de doctrina. El propósito del partido político que proyectaba Gómez Morín sería el de moralizar en los hechos la vida política pues se concebía que todos los problemas de México tenían y tienen raíces políticas y que, por tanto, su solución dependía de la rehabilitación política de México. ¿Cuáles fueron las consideraciones que llevaron a Manuel Gómez Morín a concebir la creación de un partido político como alternativa para la solución de los problemas de México? En 1926, como lo explica en su libro titulado 1915 y Otros Ensayos, ya postulaba la acción política organizada para superar tanto la corrupción del medio como la impotencia de las acciones aisladas. Exponía también la necesidad de una doctrina para identificar y unir esos esfuerzos. Lo expuso de este modo: “¡Cuántas veces en estos años, hombres de sana intención y de convicción ferviente, se han perdido para la acción futura arrastrados por la perversión del medio o agobiados por la esterilidad de su esfuerzo aislado! ¡Cuántos, de buena fe, se gastan y gastan a los demás, revolviéndose y predicando la rebelión contra una tiranía corrompida, sin advertir que necesariamente caerán en otra corrupción y hallarán otro tirano, porque el mal que exige remedio está más allá de la acción política inmediata! Es tiempo de alzar una bandera espiritual; de dar el santo y seña que permita el mutuo reconocimiento…Hace falta una definición de tendencia y de actitud; la afirmación de un valor siquiera en torno del cual se reúnan los esfuerzos dispersos y contradictorios.”2 Sin embargo, para estas fechas, según Gómez Morín, todavía no tenía suficientemente configurada la doctrina y, por tanto, no estaban sentadas las bases de la organización partidaria: “No podemos intentar todavía una doctrina y menos una organización”.3 Era tiempo de ir delineando la doctrina, precisando la ideología, que quería mexicana y humanista, que más adelante permitiría la organización: “Pero si el alba de 1915 ha de llegar a ser pleno día, es 1

Manuel Gómez Morín, Diez Años de México, Ed. Partido Acción Nacional, México, 1950, pág. 11. Manuel Gómez Morín, 1915 y Otros Ensayos, Ed. Jus, S.A. de C.V., México 1973, págs. 28-29. 3 Óp. Cit., pág. 29 2


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menester encontrar un campo común, una verdad, un criterio aunque sea provisional, para encauzar y juzgar la acción futura… Necesitamos después organizar una ideología que integre y precise los vagos deseos y la indefinida agitación que a todos nos tienen conmovidos hasta el malestar físico. Una ideología de la vida mexicana, de los problemas que agitan a México. Una ideología sin mistificaciones de oratoria, adecuada a propósitos humanos, que resuelva en la acción y no en la literatura las graves contradicciones que estamos viviendo.”4 Trece años después de publicado su libro, el partido nació, agrupado en torno a principios de doctrina, tal como lo vislumbró Gómez Morín. Así, del 14 al 17 de septiembre de 1939, se realizó en los altos del Frontón México, en la ciudad de México Distrito Federal, la Asamblea Constitutiva del Partido Acción Nacional (PAN), esto es, de la organización que, después de décadas, se convertiría en uno de los dos principales partidos que detentan el poder político en México. Dos fueron los hombres que redactaron y elaboraron los principios de su doctrina, sentando con ello las bases fundamentales del nuevo partido. Ellos fueron, el propio Manuel Gómez Morín y el abogado jalisciense Efraín González Luna. La elaboración de la doctrina por estos dos símbolos distintivos del panismo es un hecho reconocido, tal como lo registra Carlos Arriola: “Estos dos hombres, provenientes de horizontes geográfica y culturalmente diferentes, elaboraron la doctrina del PAN”5. De hecho, González Luna presidió la comisión que se encargó de elaborar la doctrina presentada y aprobada en el congreso fundacional del PAN. Entre Gómez Morín y González Luna hubo similitudes muy importantes. Ambos eran académicos con formación en derecho, economía y filosofía, abogados patronales de arraigado catolicismo. Entre ellos se dio un proceso de influencia reciproca, del que surgió la denominada doctrina, esto es, la orientación ideológica general del nuevo partido. Un diálogo que se desarrolló entre Gómez Morín y uno de los hijos de González Luna, nos muestra con toda claridad la influencia mutua que se dio entre los dos pilares del PAN y la aportación específica que cada uno recibió del otro, y lo que cada uno aportó al partido: “En 1972, ya cercano a su muerte, Manuel Gómez Morín le dijo a su ahijado, Manuel González Morfín. --Mira mis manos. ¿Qué dices? El jesuita le respondió que veía que las tenía bien. --No. Son muy chicas. ¿Recuerdas las manazas de tu padre? Ya voy a llegar a Dios, y tu padre llegó con sus manos llenas. --El tamaño de las manos es lo de menos. Recuerde que él reconoció que a usted le debía su vocación política. --Sí. Pero él me dio la vocación cristiana.”6 Efectivamente, González Luna fue el artífice primordial de la ideología humanista cristiana del PAN tal como puede apreciarse en la aportación que hizo precisamente con su concepto acerca de la dignidad del trabajo. Sin embargo, su función ha sido subestimada tendiendo a observar en la creación del PAN únicamente la figura de Gómez Morín, que ciertamente fue la más importante pero no es la única. Pero quienes vivieron internamente el proceso de formación y desarrollo del PAN, si lo valoraban adecuadamente. Por ejemplo, Luis H. 4

Óp. Cit., pág. 29 Carlos Arriola, Ensayos Sobre el PAN, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, México, 1994, pág. 15. 6 Ortiz Prado Francisco, Replanteamiento Doctrina del PAN en el Centenario de Efraín González Luna, Rev. Proceso, 18 de octubre 1998, http://www.articlearchives.com/652108-1.html. 5


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Álvarez, expresidente nacional del blanquiazul, aseguró en 1998, con motivo del centenario del nacimiento de Efraín González Luna, que éste fue tan importante para el PAN como lo fue Gómez Morín, y que las transformaciones contemporáneas de nuestro país no se lograrían descifrar sin su participación. Así reivindicó su función en la historia nacional y en la del PAN: "don Efraín merece un reconocimiento similar al de Gómez Morín, pues los cambios que ahora vemos en México no se podrían explicar sin la participación de personalidades de su talla". Además, aseguró que sus postulados aun son vigentes para el PAN. El también expresidente del partido, Jesús González Schmal, en la misma ocasión, aseguró que González Luna fue "el gran ideólogo del PAN"7 La alta valoración que Gómez Morín tenía por las aportaciones ideológicas de González Luna al PAN se resumen en que lo consideraba ni más ni menos como: “el cerebro del partido”8. Efraín González Luna comenzó a forjar su ideología desde su infancia, en su hogar y en su paso por escuelas católicas. Nació el 18 de octubre de 1898 en Autlán, Jalisco, de familia acomodada. Cursó hasta el cuarto año de primaria en el colegio del Sagrado Corazón. En 1911 pasó a radicar junto con su familia a Guadalajara, prosiguiendo sus estudios en el Instituto San José. Cuando los jesuitas fueron expulsados en 1914, ingresó a la Universidad Morelos y después estudió la preparatoria en el Liceo del Estado. Curso estudios de derecho en la Escuela libre de Jurisprudencia de la Universidad de Guadalajara y el 29 de octubre de 1920, obtuvo el título de abogado. En su juventud Efraín González Luna se integró al catolicismo militante en su natal Jalisco. Fue miembro y presidente diocesano de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), fundada el 12 de agosto de 1913. La ACJM fue un baluarte de la defensa de los intereses de la iglesia católica en nuestro país, tal como se puede comprobar al analizar su participación relevante en la lucha contra las restricciones a la iglesia católica que pretendió efectuar el gobierno de su natal Jalisco y, posteriormente, en la guerra cristera. La importancia que tuvo la ACJM para “el Maestro” Anacleto González Flores, y por tanto también para sus discípulos, nos la relata uno de sus alumnos más conspicuos, el propio González Luna: “Por once años le consagró la fidelidad más entusiasta y asidua. Era su obra predilecta, su base de operaciones y semillero de sus amistades más caras y de sus colaboradores más decididos. La consideraba como una ampliación de su familia; en su oratorio contrajo matrimonio y su pequeño primogénito era ya puntual concurrente a las reuniones dominicales, hasta el momento de la proscripción”9. Anotemos con algo de detalle los acontecimientos en los que González Luna fue formando su concepción ideológica. En los años de 1918-1919 se suscitó una confrontación entre la iglesia católica y el gobierno de Jalisco por los decretos números 1913 y 1927, aprobados por el congreso local, y puestos en vigor el 3 de julio de 1918. En éstos se establecía, entre otras disposiciones, que sólo podría oficiar en el Estado de Jalisco un sacerdote por cada 5000 habitantes. El Arzobispo de Guadalajara, Mons. Francisco Orozco y Jiménez, antes que someterse a tales decretos, dio la orden de la suspensión de cultos. La ACJM se encargó de organizar la protesta de los católicos civiles en contra de los decretos, bajo la conducción de Anacleto González Flores, pariente, maestro y amigo de González Luna. Este conflicto fue relatado en los órganos informativos de los católicos militantes con estas palabras: “El 22 de 7

Ibíd. Luz Lomelí, Miradas Sobre la Personalidad política de Efraín González Luna, de Jorge Alonso. Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad Vol. XII No. 34  Septiembre / Diciembre de 2005. 9 Anacleto González Flores, Artículo en Internet. 8


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julio de 1918 midieron sus fuerzas el gobierno y los católicos. Ese día, ante centenares de manifestantes, el Maestro [así apodaban a Anacleto González Flores, F.L.L] increpó al gobernador del Estado, general Manuel Macario Diéguez, quien desde el balcón del Palacio de Gobierno había pretendido desentenderse de la multitud dirigiéndoles unas pocas y virulentas palabras… A partir de esa fecha y durante ocho meses, mantuvieron los católicos una férrea resistencia a las disposiciones aludidas, acciones coordinadas en buena medida por Anacleto, apoyado por los jóvenes acejotaemeros y por mujeres y adultos de toda clase y condición social. El arma de mayor efecto, la que más frutos produjo, fue el boicot económico, cuyos efectos, además de conmocionar la economía del Estado, revitalizaron la tímida y adormecida identidad de los católicos jaliscienses. En los primeros meses de 1919, el gobierno del Estado se vio forzado a derogar, por impopulares, los controvertidos decretos”10. Pero la oposición a los decretos sólo fue el preámbulo de una lucha más virulenta. En el marco de la Constitución de 1857 nació el artículo 130, que posteriormente fue retomado en la Constitución de 1917 y repudiado con exacerbación por la iglesia católica. Al reglamentarlo Plutarco Elías Calles, la iglesia católica no lo aceptó. Y llegó por fin el estallido cristero de 1926, dirigido no ya “contra un segundón de mala muerte como Diéguez, sino por el que los mismos conspiradores llamaron el „hombre fuerte‟ de la revolución: el General Calles” 11. Así, el conflicto subió de nivel al pasar de escala local a nacional. Veamos, como argumentó, y argumenta aun hoy en día, su posición la iglesia católica : “Los conspiradores contra el orden cristiano… tenían en sus manos un instrumento de perversión eficaz: la Constitución impía de 1917, que hasta entonces en muchos casos era letra muerta, pues no se habían atrevido todavía a llevar a la práctica todas sus disposiciones; y decidieron que ya era la hora de reglamentar y hacer observar los artículos de dicho mamotreto de Querétaro, los más opresivos de la conciencia católica”12. Anotamos aquí de paso que esta perla nos muestra con toda elocuencia la fuente específica en la que abrevaba su ideología el joven Efraín González Luna. Con esta ideología, la rebelión cristera estalló y el país vivió entre los años 1926-1929 una guerra fratricida. Uno de los ideólogos principales del levantamiento cristero fue precisamente Anacleto González Flores, el Maestro y amigo del joven Efraín González Luna. Anacleto le trasmitió a González Luna su catolicismo militante. La amistad de Anacleto con González Luna y su militancia mutua en la ACJM, desempeña en la etapa juvenil de su vida una función similar a la que desempeñó en su vida de adulto su amistad con Gómez Morín y la militancia de ambos en el PAN. Ambos vivían un tiempo histórico que, según el artículo de la ACJM antes citado, Anacleto sentía y percibía de este modo: “La situación general de nuestra patria, dominaba desde los tiempos de Juárez por el laicismo liberal, era algo que no podía soportar, y le llenaba de amargura, sobre todo con la consideración de que, en gran parte, los culpables de aquello eran los mismos católicos”13. Anacleto era la personificación viva, en un laico provinciano de origen rural, del catolicismo militante, un ser hecho a la imagen y semejanza de la iglesia católica mexicana que buscaba afanosamente la revancha histórica de cara a la derrota que sufrió en su enfrentamiento con los liberales en el siglo XIX y en 1910-1914 con la revolución mexicana. En “el Maestro” Anacleto y en el “discípulo” González Luna, la iglesia católica 10

Ibíd. http://74.125.95.132/search?q=cache:J9JH8V5eHGEJ:www.claret.org.mx/sola/Gonzalez%2520Flores.pdf+ef rain+gonzalez+luna+rerum+trabajadores&cd=4&hl=es&ct=clnk&gl=mx , consultado el 12 junio 2009. 11 ACJM, El Maistro Cleto, Internet, http://acjm.50webs.com/hist/AnacletoGonzalezF.html, consultado el 29 junio 2009. 12 Ibíd. 13 Ibíd.


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logró de modo excelente el objetivo de adentrar sus ideas sociales en la conciencia de éstos: “Hasta grabarlas de tal manera en el alma que lleguen a formar en el hombre una como segunda naturaleza, a fijarse en el espíritu con caracteres de fuego imborrables”14. Demos la palabra a Anacleto, para que sea él mismo quien nos exponga como entendía el catolicismo militante, el que pretende trasladar el dominio de su religión más allá de los templos, a la esfera de la vida civil: “Si hemos de ser sinceros y deseamos sanar, debemos empezar por conocer, que nada nos ha perjudicado tanto, como el hecho de que los católicos nos entreguemos a vivir con éxtasis en nuestros templos y abandonemos todas las vías abiertas de la vida pública a todos los errores… Nos parece que vasta [sic] rezar, que basta practicar muchos actos de piedad y que basta la vida del hogar y del templo para contrarrestar la inmensa conjuración de los hijos de Dios... Y les hemos dejado a ellos la escuela, la prensa, el libro, la cátedra en todos los establecimientos de enseñanza, les hemos dejado todas la rutas de vida pública y no han encontrado una oposición seria y fuerte por los caminos por donde han llevado la bandera de la guerra contra Dios… Y tenemos necesidad urgentísima de que nuestros baluartes se alcen dentro y fuera de nuestras Iglesias y de nuestros hogares, para que cada corazón, cada alma, nos encuentre en plena vía pública para conservar los principios que hemos sembrado en lo íntimo de las conciencias, dentro del santuario del hogar y del Templo… Y urge que en lo sucesivo, el católico rectifique radicalmente su vida en este punto y tenga entendido que hay que ser soldados de Dios en todas partes: Iglesias, escuelas, hogar; pero sobre todo ahí donde se libran las ardientes batallas contra el mal… Procuremos hallarnos en todas partes con el casco de los Cruzados... Y combatamos sin tregua con las banderas desplegadas a los cuatro vientos”15. Con estos pensamientos en mente, Anacleto González y González Luna se dedicaban a construir con los trabajadores de Jalisco organizaciones mutualistas y sindicatos de corte social cristiano, tal como lo apunta Soledad Loaeza: “González Luna participaba, con antiguos miembros del Partido Católico Nacional, en reuniones y conferencias organizadas por la Confederación Católica del Trabajo, fundada en 1920”.16 Anacleto, guiado por el afán de propagar la religión en la esfera civil, ya: “En 1914, siguiendo las directrices de la encíclica Rerum Novarum, y gracias al sano influjo del eminente sociólogo Miguel Palomar y Vizcarra, conformó algunos sindicatos católicos”17. Para su labor de organización cristiana entre los laicos, Anacleto escribía “múltiples artículos periodísticos en los Semanarios La Época, El Obrero, Restauración y, por supuesto, en La Palabra”18. En esos periódicos, Anacleto, auxiliado por el joven González Luna, adoctrinaba a los trabajadores y les exponía su concepción, de carácter social cristiano, acerca del trabajo que contiene la noción de las cargas ajenas, su intención de alejarlos de concepciones revolucionarias y la alternativa que les ofrece de la reforma social de carácter espiritual. Pero dejemos que sea el propio Maestro Anacleto quien exponga directamente su noción del trabajo: “En la lucha abierta sobre el campo inmenso del mundo ocupan un lugar muy importante los hombres de trabajo, y esto por dos razones fundamentales: porque ellos 14

Operarios Guadalupanos del Centro Regional de Jalisco, “Restauración Social”, Periódico, 1910, citado por Celia del Palacio Montiel, Investigadora de la Universidad de Guadalajara, Internet. 15 Ibíd. 16 Soledad Loaeza, Los Orígenes de la Propuesta Modernizadora de Manuel Gómez Morín, Articulo en Internet, nota 6. 17 Anacleto González Flores, Articulo en Internet, http://74.125.95.132/search?q=cache:J9JH8V5eHGEJ:www.claret.org.mx/sola/Gonzalez%2520Flores.pdf+ef rain+gonzalez+luna+rerum+trabajadores&cd=4&hl=es&ct=clnk&gl=mx , consultado el 12 junio 2009. 18 Ibíd.


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estuvieron soportando sobre sus hombros el fardo enorme de todos los despotismos creados por el liberalismo, y porque la desgracia los ha hecho abrir grandemente los ojos y conocer su número y las ventajas de la organización. Y se han organizado en su mayor parte bajo la bandera del odio. Pero toda tendencia revolucionaria está condenada al crimen en su actuación y a la derrota en sus resultados. La única renovación que puede ser cimiento sólido, fundamento indestructible del orden social, es la renovación espiritual de las energía [sic] humanas: el amor interno, fuerte del hombre hacia el hombre, imposible sin Cristo, el verdadero obrero que ha roto con su martirio todos los despotismos”19. Esta concepción es un antecedente, una especie de prolegómeno del discurso que González Luna llevaría años más tarde al PAN, pues, como veremos al analizarlo en detalle, la argumentación de González Luna retoma todos los elementos aquí expuestos por “el Maestro”. Pero el discurso acerca del trabajo de Anacleto y de Efraín tuvieron un tronco común; su origen debemos rastrearlo en la renovada doctrina social de la iglesia. Su génesis hay que explorarla: “A través de los documentos de la Santa Sede, Encíclicas contra el Socialismo, la masonería, sobre la condición de los obreros y sobre la democracia cristiana de León XIII y el Motu Propio de Pío X”20. León XIII emitió a fines del siglo XIX y principios del XX varias encíclicas, principalmente la Rerum Novarum, que constituyeron la formulación de la nueva doctrina social cristiana, tal como nos lo explica el Motu Propio del Papa Pio X: “Nuestro insigne predecesor León XIII, de santa memoria, trazó luminosamente las reglas de la acción popular cristiana en sus célebres Encíclicas Qiiod Apostolia muneris, del 28 de Diciembre de 1878; Rerum Novarum, del 15 de Mayo de 1891, y Graves de communi, del 18 de Enero de 1901, y además en Instrucción particular emanada de la Sagrada Congregación de Negocios Eclesiásticos Extraordinarios, el 27 de Enero de 1902”21. Con los principios de esta nueva doctrina la Iglesia buscó reencauzar la acción popular cristiana para paralizar la "descristianización" de las masas trabajadoras, en un período en el cual la credibilidad de la Iglesia se veía disminuida debido a que sectores de los trabajadores e incluso del clero, se inclinaban por las ideas revolucionarias, particularmente por el marxismo. Con este propósito el Papa Pio X se dio a la tarea de “consolidar los principios que deben informar la acción católica toda entera”22. Pio X, en su Motu Proprio, y con el propósito de darles mayor eficacia práctica, resumió en unos cuantos principios la doctrina social de la iglesia católica desplegada en las Encíclicas de León XIII. Veamos, redactados por el propio papa Pio X, cuales son los principales de estos principios, que después reaparecerán, como examinaremos más adelante, en la doctrina del PAN: “ORGANIZACIÓN FUNDAMENTAL DE LA ACCIÓN POPULAR CRISTIANA “I La sociedad humana, tal como Dios la ha establecido, está compuesta de elementos desiguales, como desiguales son los miembros del cuerpo humano: hacerlos á todos iguales es imposible, y de esto se seguiría la destrucción de la misma sociedad. (Encíclica Quod Apostolici muneris.) II

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Ibíd. Celia del Palacio Montiel, Investigadora de la Universidad de Guadalajara, La Prensa, Internet. 21 Ibíd. 22 Ibíd. 20


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La igualdad de los varios miembros sociales se reduce solamente á que todos los hombres tienen su origen de Dios Creador; han sido redimidos por Jesucristo, y han de ser juzgados y premiados ó castigados por Dios, según la medida exacta de sus méritos ó deméritos. (Encíclica Quod Apostolici muneris.) III De aquí se sigue que en la sociedad humana es conforme á la ordenación de Dios que haya Príncipes y subditos, patronos y proletarios, ricos y pobres, sabios é ignorantes, nobles y plebeyos, los cuales, unidos todos con vínculos de amor, se ayuden á vivir y á conseguir su último fin en el cielo, y aquí, en la tierra, su bienestar material 3' moral. (Encíclica Quod Apostolici muneris.) IV El hombre tiene sobre los bienes de la tierra, no sólo el simple uso como los brutos, sino también el derecho de propiedad estable; y no sólo la propiedad de las cosas que se consumen usándolas, sino también de las que no se consumen con el uso. (Encíclica Rerum novarum.) V Es de derecho natural- indiscutible la propiedad privada, fruto del trabajo, de la industria, ó bien de cesión ó donación de otro, y cada cual puede disponer de ella razonablemente como le parezca. (Encíclica Rerum novarum) VI Para resolver las diferencias entre los ricos y los proletarios es preciso distinguir la justicia de la caridad. No existe derecho de reivindicaciones sino cuando se ha lesionado la justicia. (Encíclica Rerum novarum.) VII Obligaciones de justicia cuanto al proletario y al obrero, son éstas: prestar entera y fielmente el trabajo que libremente y según equidad fué pactado; no hacer daño á la hacienda ni ofensa á la persona de los patronos; abstenerse de actos violentos en la defensa dé los derechos propios y no transformarla en motín. (Encíclica Rerum novarum.) VIII Obligaciones de justicia para los capitalistas y patronos, son éstas: pagar el justo salario á los operarios; no perjudicar sus justos ahorros ni con violencia, ni con fraudes, ni con usuras manífíestas ó encubiertas; darles libertad para cumplir con los deberes religiosos; no exponerles á seducciones corruptoras y á peligros de escándalos; no apartarlos del amor de la familia y al ahorro; no imponerles trabajos desproporcionados á sus fuerzas ó poco acomodados á la edad ó al sexo. (Encíclica Rerum novarum.)


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IX Obligación de caridad de los ricos y de los que poseen es socorrer á los pobres y á los indigentes, según el precepto evangélico. El cual precepto obliga tan gravemente, que en el día del juicio se pedirá cuenta especial de su cumplimiento, según dice el mismo Cristo. (Math., XXV.) (Encíclica Rerum novarum.) X Los pobres, además, no deben avergonzarse de su pobreza, ni rechazar la limosna de los ricos, sobre todo teniendo delante el ejemplo de Jesús Redentor, que pudiendo nacer en la opulencia, se hizo pobre para ennoblecer la pobreza y enriquecerla con méritos incomparables para el cielo. (Encíclica Rerum novarum.) XI A la resolución del problema obrero pueden contribuir en gran parte los capitalistas y los mismos obreros con instituciones encaminadas á proporcionar oportunos socorros á los necesitados y á aproximar y unir las dos clases. Tales son las Sociedades de socorros mutuos, las de seguros privados, los Patronatos para los niños, y especialmente las Escuelas de Artes y Oficios. (Encíclica Rerum novarum) XII Á tal fin va dirigida de un modo especial la Acción popular cristiana ó Democracia cristiana con sus muchas y variadas instituciones. Esta Democracia cristiana, desde luego, debe entenderse en el sentido ya autorizadamente declarado, el cual, completamente distinto del de la Democracia social, tiene por base los principios de la fe y de la moral católica, sobre todo el de no lesionar en modo alguno el derecho inviolable de la propiedad privada. (Encíclica Graves de commmii.)… XIV Para cumplir con su deber, la Democracia cristiana tiene la estrecha obligación de depender de la Autoridad eclesiástica, prestando á los Obispos y á los que los representan plena sumisión y obediencia. No es celo meritorio ni piedad sincera realizar empresas, aun hermosas y buenas en sí, cuando no están aprobadas por el legítimo Pastor. (Encíclica Graves de communi.) XVII Los escritores democrático-cristianos, como todos los escritores católicos, deben someter á la previa censura del Ordinario todos los escritos que se refieran á la religión, á la moral cristiana y á la ética natural, en virtud de la constitución Officionim et mimeruní (art. 41). Los eclesiásticos, en virtud de la misma constitución (art. 42), aun publicando escritos de carácter meramente técnico, deben previamente obtener el permiso del Ordinario. (Instrucción citada.)”23.

23

Padres Agustinos del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), La Ciudad de Dios, Revista Quincenal Religiosa, Científica y Literaria, Internet.


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Según estos principios, Dios establece que la sociedad humana está compuesta por elementos desiguales, la igualdad social se reduce a que todos los hombres han sido creados por Dios, es una ordenación de Dios que haya patronos y proletarios, el derecho del uso y usufructo de la propiedad privada y su consideración de éste como derecho natural, la obligación de los obreros de prestar fielmente el trabajo y de los patrones de pagarles el justo salario y de caridad de los ricos para socorrer a los pobres, -tal cual hoy se hace con el Teletón-, la colaboración y armonía de clases y la abstención por parte de los proletarios de toda acción revolucionaria, la moral cristiana como principio de la acción política, etc., etc., son elementos que brotarán en el discurso de Efraín González Luna acerca del trabajo y en los principios de la doctrina del PAN. Entre la doctrina de la iglesia católica y la doctrina del PAN hay coincidencia incluso en su denominación común como “doctrina”. El Motu Propio de Pio X fue la orden imperiosa, a los laicos católicos de todo el mundo, de lanzarse, como cruzados, según asumía y pregonaba Anacleto González Flores, a la acción política y social, a fundar la Ciudad de Dios “prestando á los Obispos y á los que los representan plena sumisión y obediencia”, debiendo los escritores católicos someter a “la previa censura del Ordinario todos los escritos que se refieran á la religión, á la moral cristiana y á la ética natural”. No sólo la ideología del catolicismo militante de nuestro país, sino además todo su activismo político, fueron sólo el eco en suelo mexicano de las directrices trazadas por las voces que se alzaban apremiantes desde el Vaticano. Los padres Agustinos del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), en su revista “La Ciudad de Dios”, explicaron la función que cumplió cada uno de estos dos Papas para la formulación y defensa de la nueva doctrina social de la iglesia católica, y el modo imperioso como se compelió a su acatamiento: “Dijimos además que León XIII había sido el Pontífice de la doctrina, y que Pío X sería probablemente el Pontífice de la acción, y hasta en esto hemos acertado en vista de la enérgica disposición de ánimo que manifiesta el Soberano Pontífice y las resoluciones que adopta para asegurar el cumplimiento. Las sociedades católicas han de fijar el Motu propio en sus centros de reunión y leerlo con frecuencia en sus sesiones; la prensa católica ha de publicarlo íntegro, comprometerse á observarlo y observarlo de hecho escrupulosamente, y de no hacerlo, será primero amonestada, y si con la amonestación no se enmienda, terminantemente prohibida. No puede darse manifestación más expresiva de la eficaz y resuelta voluntad de Pío X por que se lleven definitivamente á la práctica las enseñanzas de su glorioso antecesor”24. El joven González Luna asimiló meticulosamente las enseñanzas del catolicismo militante y bregó entre los trabajadores para darles puntual cumplimiento. Así adquirió el conocimiento necesario y la familiaridad en el tratamiento del tema del trabajo. Dado que fueron él y Gómez Morín quienes redactaron los principios de la doctrina, es probable que haya sido el propio González Luna a quien le tocó elaborar y redactar el principio del Trabajo pues, además de que entre los dos él era el especialista en el tema laboral, el principio es el resumen de su discurso denominado “La Dignidad del Trabajo”, o, más bien, el discurso sólo es la exposición desarrollada del principio de la doctrina, como tendremos ocasión de examinar cuando entremos en el análisis detallado de ambos más adelante. Con el propósito de analizar al detalle la concepción del trabajo del PAN, dado que constituye la piedra angular de su doctrina, como lo es el tema laboral en el caso de la doctrina social de la iglesia católica elaborada por León XIII, tomamos como objeto de análisis de esta tesis el discurso de González Luna acerca del trabajo, pronunciado en una de las asambleas de la Convención Regional de Jalisco que el PAN celebró en Guadalajara del 28 al 30 de julio de 24

Ibíd.


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1944. Este memorable discurso con el paso del tiempo, ya con el título de “La Dignidad del Trabajo”, adquirió mucha más importancia que la de una simple y fugaz pieza oratoria. Primero los panistas, y junto con ellos los empresarios, identificándose con él, sintieron la necesidad de divulgarlo y así lo hicieron en diversos momentos, rebasando su carácter oratorio. En 1974, el discurso fue publicado como el tema central del volumen 3 de las obras de Efraín González Luna, titulado “La Dignidad del Trabajo y Otros Ensayos”, juzgando el compilador, ordenador, anotador y prologuista de las obras de Efraín González Luna, Pedro Javier Vázquez Cisneros, que “La Dignidad del Trabajo” es una “inspirada y magnifica disertación”, un razonamiento detenido y metódico sobre el tema del trabajo, y que “el interés permanente de su tema y el modo mismo de exponerlo, la desligan de la ocasión en que fue presentada” 25; además considera que tiene categoría de ensayo y lo aquilata como de los principales en la obra de Efraín González Luna. Sin embargo, es el propio Manuel Gómez Morín quien le da su aval a este discurso al glosar que fue inspirado por “el Espíritu Santo”, y lo que éste suscita, según la concepción cristiana, tiene la cualidad de la excelencia. De esta manera, el tiempo reservó a “La Dignidad del Trabajo” el transfigurarse no sólo en la explicación y argumentación oficial sino, más aun, en la exteriorización de la palabra divina acerca del principio del trabajo de la doctrina del PAN. Esta doctrina es la heredera de la ideología de los pretéritos conservadores, la ideología de quienes se opusieron a la independencia, a la reforma juarista y a la revolución de 1910-1914. La continuidad histórica de esta teoría está basada en la persistencia a lo largo de siglos de la iglesia católica, instaurada en nuestro país desde la colonización española. El propio González Luna se hermanaba a sí mismo, precisamente por la alta devoción que siempre tuvo por la religión católica, con la colonización cuando señalaba que “lo mejor que tenemos, lo mejor que somos y aun lo único bueno y limpio que han conocido los indios, se lo debemos a España”26. En México, la iglesia católica, con sus honrosas excepciones, históricamente ha desempeñado una función contrarrevolucionaria al lado de las minorías privilegiadas, pues, como es sabido, en su nombre y bajo su patrocinio se impuso, ahí sí a sangre y fuego, la conquista de México, se persiguió tenazmente a los independentistas, fue condenando a muerte Hidalgo, posteriormente se alió con el imperio francés para pelear contra de Juárez y las leyes de reforma, y más adelante combatió con persistencia tenaz la revolución mexicana y la constitución de 1917. Con la doctrina social de León XIII y Pio X, en los albores de la revolución mexicana, la iglesia católica actualizó su función contrarrevolucionaria al recurrir a la influencia que tiene entre los trabajadores para que la acción de éstos no fuera dirigida en contra de la propiedad privada, protegiéndola al instituirla por designio divino como derecho natural inviolable, defendiendo el capital en contra del nuevo sujeto revolucionario, los trabajadores asalariados, pero presentado las cosas como si éste fuese el punto de vista de los propios trabajadores. De tal manera que, en la forma, esta nueva doctrina social de la iglesia católica no se presentó abiertamente como la defensa del capital, sino, con la hipocresía propia de la moral cristiana que después será retomada por el PAN, apareció como el proyecto social del cristianismo, cubierta con el manto de una tercera vía alternativa entre el capitalismo y el socialismo. Esta doctrina de la iglesia católica fue el acervo ideológico que sirvió a González Luna para elaborar su propia ideología, que a su vez se constituyó, en 1939, en el fundamento de la doctrina del naciente Partido Acción Nacional. Sin embargo, a instancias de Gómez Morín, el 25

Efraín González Luna, La dignidad del Trabajo y Otros Ensayos, Obras de EGL, volumen 3, Ed. Jus, México 1974, pág. 147. 26 González Luna Efraín, Artículo en Internet.


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ingrediente cristiano de la doctrina quedó subordinado al partido y éste a su vez subsumido a la propiedad privada. No se produjo, en el partido de Gómez Morín y González Luna, la subordinación directa a la jerarquía católica, como fue el caso de Anacleto González Flores y del Partido Católico Nacional, los cuales subordinaron la política y la economía a la religión. En la doctrina del PAN, y el programa que emanó de ella, la propiedad privada encontró la correcta formulación de sus necesidades económicas, políticas, educativas, culturales y espirituales para superar las trabas históricas que obstaculizaban su pleno desarrollo, que le impedían arribar a un nuevo modelo de acumulación capitalista correspondiente a un capitalismo más avanzado. Con los fundamentos teóricos de la doctrina panista, se amarraron los destinos del país al imperio estadunidense firmando el Tratado de Libre Comercio (TLC), se privatizaron las empresas públicas, se privatizó el campo mexicano permitiendo la venta del ejido, también con ellos se privatiza el Seguro Social, el ISSSTE y la Seguridad Social mediante las Afores, se le cambia el sentido nacionalista a la educación al encajarse en ella como fin supremo el criterio de la competitividad y el utilitarismo, en resumen, se eliminan los obstáculos para el desarrollo pleno del capital, se instaura en nuestro país el imperio pleno de la propiedad privada. También la doctrina orientó el cobró de facturas históricas a favor de la iglesia católica con la reforma del artículo 130 constitucional. Si bien el PAN no se puso directamente al servicio de la iglesia católica, sí creó las condiciones generales para el desarrollo de la religiosidad cristiana, la asumió políticamente como la protección de la espiritualidad de una sociedad carente de espíritu, esto es, asumió el resguardo de la parte espiritual de la propiedad privada desarrollada. Marx explica el servicio que la religión cristiana brinda al desarrollo de la propiedad privada al enajenar la conciencia del ser humano, al implantar en la conciencia la teoría que convierte todas las relaciones del ser humano con la naturaleza y con los demás hombres en relaciones con la divinidad, abonando espiritualmente de esta forma el camino para que el capital sustituya prácticamente esos vínculos por el del vinculo del egoísmo y el dinero: “[…] la sociedad burguesa sólo se corona en el mundo cristiano. Sólo bajo la égida del cristianismo, que convierte en relaciones puramente externas para el hombre todas las relaciones nacionales, morales y teóricas, podía la sociedad civil llegar a separarse totalmente de la vida del Estado, desgarrar todos los vínculos genéricos del hombre, suplantar estos vínculos genéricos por el egoísmo, por la necesidad egoísta, disolver el mundo de los hombres en un mundo de individuos que se enfrentan los unos a los otros atomística, hostilmente”27. Tal como lo concibe la doctrina del PAN, el capital y la religión se complementan y refuerzan mutuamente, pues así como en la religión el ser humano enajena su conciencia, en el capital enajena su vida misma: “Así como el hombre, mientras permanece sujeto a las ataduras religiosas, sólo sabe objetivar su esencia convirtiéndola en un ser fantástico ajeno a él, así también sólo puede comportarse prácticamente bajo el imperio de la necesidad egoísta, sólo puede producir prácticamente objetos, poniendo sus productos y su actividad bajo el imperio de un ser ajeno y confiriéndoles la significación de una esencia ajena, el dinero”28. A pesar de que “La Dignidad del Trabajo” se ocupa sobre el trabajo que es el tema central de la economía política, se ha subestimado su análisis crítico quizás porque se le atribuye sólo un carácter particular o, cuando más, se la mira como si fuera exclusivamente la concepción de un partido político. Sin embargo, el discurso de González Luna constituye el elemento determinante de la doctrina y el programa con el que se operó y está operando la transformación total del país, es la luz que le da su tonalidad y nos descubre su secreto. La importancia de este discurso radica en que es la síntesis de la teoría específica con la que se ha 27 28

C. Marx, La Cuestión Judía, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 43. Óp. cit., pág. 44.


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remodelado, a su imagen y semejanza, la totalidad del país, fundamentalmente su parte económica pero no sólo ella, desde hace más de tres décadas y con la que se pretende seguir remodelándolo; es la forma mexicana de los cambios neoliberales que se han producido a escala global. Vistas así las cosas, esta tesis se justifica no porque involucre la rentabilidad de una microempresa, sino porque su tema afecta la totalidad de la vida de más de 100 millones de mexicanos, aunque sólo fuera por el simple hecho de que el trabajo es la forma como se presenta, bajo el imperio de la propiedad privada, la actividad, la vida misma del ser humano. Pero a este respecto también hay tener en cuenta que la transformación del país no fue impuesta a sangre y fuego, mediante la invasión militar de tropas extranjeras, ni tampoco fue un producto externo, improvisado y casual, que nos vino de fuera, como ahora asegura a modo de justificación Felipe Calderón con respecto de la crisis. Los medios que se utilizaron para lograr los cambios en el país no fueron militares, sino medios políticos, bajo la guía teórica de una doctrina y la conducción política de un partido, el PAN, construido con base en ella, y ambos preparados pacientemente desde décadas atrás. Pero el PAN, como es sabido, no estuvo sólo en esta transformación; la doctrina tuvo además otro efecto, otra virtud. El partido que monopolizaba el poder, el Partido Revolucionario Institucional, abandonó la ideología nacionalista de la revolución mexicana y adoptó, a hurtadillas, la doctrina de sus antiguos adversarios, estableciendo con ellos una alianza estratégica para la conformación de la nueva sociedad, en la que exista el dominio pleno de la propiedad privada burguesa, lo que los periodistas denominaron las concertacesiones. Entonces la profunda transformación económica que se produjo en el país no se puede entender como económicamente pura, pues ésta surgió a partir de una forma política, confirmando la concepción de que la política sólo es la economía concentrada. Dada la importancia del tema, me propuse realizar en esta tesis el análisis crítico de la concepción del trabajo de González Luna expuesta en “La Dignidad del Trabajo”, que no es más que el análisis detallado del principio del trabajo del PAN. La hipótesis de la que parto aquí es la de que esta concepción del trabajo no es lo que el trabajo es en sí mismo y que, por tanto, no es la conciencia de sí mismo del trabajador; que es, más bien, una concepción extraña, ajena al trabajador, una modalidad del trabajo enajenado. Naturalmente, sólo mediante el análisis crítico detallado de su mismo principio o concepción del trabajo se podrá dar sustento y fundamentación a esta hipótesis, argumentar y demostrar su veracidad. Pero, además, este análisis crítico no tiene sólo el sentido negativo de comprobar sí el principio del trabajo del PAN coincide o no con lo que es el trabajo en sí mismo, sino que también tiene el sentido positivo de poder mediante él determinar cuál es su carácter específico, obtener la explicación de la peculiaridad de dicha concepción del trabajo, explicar o “comprender la lógica peculiar del concepto peculiar”29. El análisis crítico del PAN no se ha realizado de este modo y desde esta perspectiva, pues se le han hecho críticas parciales sin criticar los principios, los fundamentos, de los que parte; se ha criticado, por ejemplo, su política económica, sus actos de corrupción y la hipocresía con que los encubren, su antidemocratismo y los fraudes que cometen, etc., pero no se ha criticado su doctrina, es decir, sus presupuestos, los principios teóricos en los que se origina toda su acción, no se ha hecho un análisis verdaderamente crítico de su concepción del trabajo, de la propiedad privada, de la religión y la moral, del Estado, etc. Realizar este análisis crítico de los principios es necesario para superar una doctrina que se presenta no sólo a los trabajadores sino también a todos los mexicanos enaltecida por el sentido común hasta elevarla a las más alta cúspide de la sociedad, 29

C. Marx, Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel, Escritos de Juventud, F.C.E., pág. 403.


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y cuyos autores son considerados y tratados como auténticos prohombres, cuyos restos fueron enterrados en las rotondas de los hombres ilustres, porque, según esto, proporcionaron el más alto bien al país. Así, partiendo de la premisa de la excelencia de esta concepción, se crítica la actuación práctica de los panistas como errores que están en contradicción con la inmaculada doctrina. De este modo lo considera, por ejemplo, Álvaro Delgado, periodista especializado en el análisis del PAN y la derecha, en su libro "El engaño: prédica y práctica del PAN" al escribir: “…En el mundo empresarial y en el político es donde el relativismo doctrinal y el reblandecimiento moral llegan a extremos alarmantes… Atrapados en el laberinto del interés económico, que fatalmente se manifiesta en términos de compraventa y de provecho, están arrojando al lodazal principios y normas cuya sede está situada infinitamente más arriba”30. La caracterización de la verdadera naturaleza del PAN es un problema no resuelto y de eso se agarra Soledad Loaeza, buscando reconstruir la imagen del PAN desde el ámbito académico, en lucha contra las corrientes liberales que han caracterizado al PAN como de derecha y reaccionario. La doctora Soledad Loaeza, se queja de que la imagen que se tiene del PAN no corresponde con su verdadera naturaleza: “DURANTE LA MAYOR PARTE DE SU EXISTENCIA el Partido Acción Nacional (PAN) ha vivido con una imagen pública que poco corresponde a su verdadera naturaleza”; para restaurarla escribió un texto en el que se propone: “rastrear los orígenes del PAN situando a la organización dentro del contexto más amplio de las corrientes de pensamiento de las primeras tres décadas del presente siglo que nutrieron a sus fundadores, en particular a Manuel Gómez Morín, así como las coyunturas inmediatas que fueron formando un proyecto que se integró desde sus inicios como una propuesta de modernización alternativa a la que ofrecía el grupo triunfante de la Revolución en el poder”.31 Entonces según Soledad Loaeza, tal como lo afirma en la entrada de su artículo aquí citado, la naturaleza del PAN es la de ser una propuesta modernizadora alternativa a la del grupo triunfante de la Revolución Mexicana, conclusión a la que arriba partiendo de un análisis de carácter político sin preocuparse por explicar críticamente la naturaleza específica de los principios del PAN relativos al trabajo y a la propiedad privada, la parte económica de su doctrina, que es la parte dura y más significativa, clave para entender su verdadera naturaleza. El verdadero análisis crítico no se queda en la superficie, sino que penetra hasta la raíz, no se limita a luchar contra su objeto, sino que lo toma en su propia significación, no se limita a poner de manifiesto la existencia de contradicciones, sino que las explica, trata de comprender su génesis y necesidad. En la Critica de la Filosofía del Estado de Hegel, Marx expone estos rasgos de la crítica verdadera, de la crítica filosófica: “La crítica vulgar cae en un error […] Crítica, por ejemplo, la constitución. Llama la atención hacia la contraposición entre los poderes, etc. Encuentra por todas partes contradicciones. Sigue tratándose de una crítica dogmatica que lucha contra su objeto, a la manera como, por ejemplo, en otro tiempo se descartaba el dogma de la santa Trinidad por la contradicción ente 1) y 3). La verdadera crítica, por el contrario, pone de manifiesto la génesis interna de la santa Trinidad en el cerebro del hombre y describe el modo como nace. De este modo, la crítica verdaderamente filosófica de la constitución actual del Estado no se limita a poner de

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Álvaro Delgado, El engaño prédica y práctica del PAN(I), Proceso Internet, http://www.dossierpolitico.com/vernoticiasanteriores.php?artid=28318&relacion=dossierpolitico 31 Soledad Loaeza, Los Orígenes de la Propuesta Modernizadora de Manuel Gómez Morín, El Colegio de México, Internet.


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manifiesto la existencia de contradicciones sino que las explica, trata de comprender su génesis y su necesidad. Las toma en su propia significación.”32. Según los escritores del PAN, la finalidad de su doctrina es humanista y con ella se alcanza la más alta dignidad humana. Incluso, así la designan: “Si alguna vez hay que dar un nombre a la doctrina de Acción Nacional, será el de humanismo político”33. En la forma la doctrina se nos presenta vestida de humanismo. Esta presentación de la doctrina tiene su impacto porque, en efecto, el fin para el hombre es el hombre mismo. Para el ser humano no hay fin más alto, más noble y más digno que el propio ser humano. Ese debe ser el fin que debiera regir cualquier actividad de nuestra vida; como argumenta el joven Marx, ese fin debe orientarnos al escoger una profesión: “la gran preocupación que debe guiarnos al elegir una profesión es la de servir al bien de la humanidad y a nuestra propia perfección. Y no se crea que estos dos intereses pueden ser hostiles o incompatibles entre sí, pues la naturaleza humana hace que el hombre solo pueda alcanzar su propia perfección cuando labora por la perfección, por el bien de sus semejantes.” 34 Pero no podemos dejarnos seducir por la indumentaria humanista pues de lo que se trata con la verdadera crítica es de dilucidar si la forma corresponde al contenido. No podemos darnos por satisfechos con un humanismo en abstracto, debemos formularnos la pregunta: ¿a qué clase de humanismo se refiere la doctrina del PAN? Ya el joven Marx alertaba contra las verdades abstractas: “las actividades que se alimentan de verdades abstractas… son las más peligrosas de todas…aunque puedan considerarse, al mismo tiempo, como las más altas de todas.”35 Las actividades deben fundamentarse; no se debe partir cándidamente de verdades abstractas, sino de ideas de cuya verdad estemos hondamente persuadidos. Así, dice el joven Marx, al escoger una actividad: “debemos procurar elegir aquella que nos ofrezca la mayor dignidad, que descanse sobre ideas de cuya verdad estemos profundamente convencidos, que abra ante nosotros el mayor campo de acción para poder actuar en bien de la humanidad, que nos permita acercarnos a la meta general al servicio de la cual todas las profesiones son solamente un medio: la perfección.”36 De esto modo, los principios deben ser ideas fundamentadas, verdades concretas, de cuya verdad estemos profundamente convencidos. Los panistas afirman, sin detenerse a demostrarlo, que sus principios son sólidos y que tienen validez universal, encontrando la prueba de tal afirmación en la política privatizadora que despliega el Estado mexicano a partir de Miguel de la Madrid, la cual caracterizan apresuradamente como su “victoria cultural”. Anotemos la muestra de cómo predican sus aseveraciones: “El tiempo ha demostrado que al Partido Acción Nacional siempre le asistió la razón, con ello logramos una victoria cultural… La crítica era justa, las propuestas proféticas y la reflexión no ha perdido validez, pero los hechos han venido a demostrarlo. Es así, porque fueron elaboradas a partir de principios doctrinales sólidos de validez universal: la Nación como realidad viva y una, superior a sus partes; la preeminencia del interés nacional; la persona humana como realidad material y espiritual, eminentemente digna y naturalmente vinculada en comunidades prepoliticas; el Estado como instrumento de la persona y la sociedad y expresión auténtica de la colectividad, promotor de la justicia social, gestor del bien común, titular de autoridad y no de propiedad sobre la economía nacional; el trabajo como realidad

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C. Marx, Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel, Escritos de Juventud, F.C.E., pág. 403. Efraín González Luna, Humanismo Político, Ed. EPESSA, México 1991, pág. 9. 34 C. Marx, Reflexiones de un Joven al Elegir Profesión, Escritos de Juventud, F.C.E, México 1982, pág. 4. 35 Óp. cit., pág. 2 36 Óp. cit., pág. 3 33


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humana superior al capital; el cumplimiento del deber político como motor del orden social; el gobierno como reflejo de la voluntad y decisión del pueblo…”37. ¿Es verdad que la crítica era justa, que las propuestas eran proféticas y que no han perdido validez? Es cierto que alrededor de treinta años de privatizaciones (1982-2009), “los hechos”, aparentemente le dieron la razón a la doctrina económica del PAN. Pero: ¿así como llegaron los hechos que afirman la doctrina, no pueden llegar otros hechos que la nieguen? “Los hechos”, ¿no están sacando a la luz ahora que la política económica privatizadora no ha sido capaz, como prometió, de superar la crisis del capitalismo, el modo como se exteriorizan las contradicciones internas de la propiedad privada, que a fines de 2008 estalló con virulencia inusitada? ¿Antes de la política económica privatizadora hubo historia, pero hacia adelante ya no hay historia?, ¿quiere esto decir que estamos condenados fatalmente a vivir por los siglos de los siglos bajo el imperio de la propiedad privada? No se trata simplemente de afirmar dogmáticamente la justeza y validez universal de unos principios, lo verdaderamente importante es argumentarlo y demostrarlo, fundamentarlo. Antes de decretar la validez universal de los principios de doctrina del PAN, se debería tomar en cuenta esta reflexión del joven Marx: “a veces, por los ruidos de fuera… lo que se nos antoja entusiasmo puede ser un capricho del momento, que el momento mismo se encargue también de disipar. Puede ocurrir que nuestra fantasía se sienta inflamada, que nuestros sentimientos se vean estimulados, que se proyecten ante nuestros ojos imágenes engañosas y nos precipitemos afanosamente hacia una meta que creemos nos ha sido trazada por Dios, para ver luego que lo que habíamos abrazado tan apasionadamente nos repele, y toda nuestra existencia amenaza con derrumbarse”.38 De lo que se trata aquí no es simplemente de examinar si González Luna tiene o no tiene razón, sino de investigar cual es el sentido fundamental de nuestro presente y futuro desarrollo histórico. Si los principios de la doctrina del PAN tienen, como pretenden los panistas, “validez universal”, las alternativas que proponen no sólo serían transitorias, para un periodo de la vida económica del país, o, lo que es lo mismo, para un momento del desarrollo de la propiedad privada, sino que estarían marcando el sentido de nuestro próximo, futuro y definitivo desarrollo histórico, habríamos alcanzado con su implementación “el fin de la historia”. Pero, si estas impresiones sólo son provocadas por los ruidos de fuera, si sólo son capricho del momento que el momento mismo se encargará de disipar, los principios del PAN serán repelidos y la existencia misma del partido amenazará con derrumbarse. Sigue analizando el joven Marx que el modo de resolver estas dudas es ahondar en el origen de la concepción, en los principios: “Ahora bien, la única manera de convencerse de esto, es ahondar en la fuente misma de la que nace el entusiasmo,”39 pues sí no nos paramos a considerar detenidamente la fuente, estaríamos viendo desde lejos, “y la lejanía siempre engaña.”40 Acorde con esta guía metodológica aportada por el joven Marx, me propuse en esta tesis, detenerme a analizar puntualmente la doctrina del PAN, profundizar en la fuente original de su política económica y de todas sus propuestas y acciones. Marx expone, en su tesis doctoral, la importancia de este proceder para alcanzar el conocimiento real, la verdad concreta. Al determinar la diferencia existente entre la filosofía de la naturaleza de Epicuro y Demócrito, 37

PAN, Introducción, La Fuerza de la Democracia, Plataforma Política 1994-2000, Secretaria Nacional de Estudios, enero 1994. 38 C. Marx, Reflexiones de un Joven al Elegir Profesión, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 1. 39 Ibíd. 40 Óp. Cit., pág. 2.


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como “existe el viejo y arraigado prejuicio de identificar la física democriteana y la epicúrea”, explica que se vio “obligado a entrar, en cuanto al detalle en aparentes micrologías” 41. Y, a continuación, expone la importancia de seguir ese camino: “Pero, precisamente como dicho prejuicio es tan viejo como la historia de la filosofía y porque las diferencias aparecen lo suficientemente ocultas para no revelarse, diríamos, más que vistas al microscopio, el resultado a que lleguemos será tanto más importante, si logramos demostrar que, a pesar de su conexión, existe entre la física de Demócrito y la de Epicuro, una diferencia esencial, que se advierte hasta en los menores detalles”42. Para determinar las diferencias que aparecen ocultas es necesario recurrir, dicho metafóricamente, al análisis del microscopio. Con este análisis al detalle Marx logra penetrar a fondo en la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro, lo cual le permite descubrir que existe entre ellas una diferencia esencial determinando así cuál fue la contribución específica de cada uno de los dos en el terreno de la filosofía helénica y de la ciencia. Los resultados a los que se llega al detalle se ven confirmados en mayores dimensiones, lo que no permite el procedimiento inverso. Así lo enuncia Marx: “Y lo que cabe demostrar en pequeño puede ponerse de manifiesto más fácilmente cuando se ven las relaciones en dimensión mayor, mientras que, a la inversa, consideraciones de tipo muy general dejan en pie la duda de si el resultado se confirmará o no en el detalle.”43 Y fue, precisamente con la determinación al detalle de la filosofía de Epicuro, explicando la lógica peculiar del concepto peculiar, como Marx pudo construir su propia filosofía, o más precisamente, su concepto de ciencia, que incluye y rebasa al mismo tiempo a la filosofía, de carácter histórico universal, con el que, exteriorizado como crítica, incursionó en varias áreas del conocimiento humano, primordialmente como crítica de la economía política. Así la forma de resolver las diferencias en la interpretación de la doctrina y aun la determinación del carácter mismo del PAN sólo puede hacerse yendo al detalle en el análisis de sus principios. El análisis crítico que realizamos en esta tesis del discurso de González Luna tiene como punto de partida, naturalmente, su propio discurso. No se trata, diría Hegel, de rondar aquí y allá en torno de la cosa, sino de atenernos a la cosa misma, pues sólo de ese modo estaremos en condiciones de captarla en su propio contenido interno, de aprehender su sentido verdadero. Con esta intención, para darles su ubicación exacta y precisa me di a la tarea de numerar cada uno de los 44 párrafos de que consta su discurso. Ya numerados, fui analizando detenidamente párrafo por párrafo hasta obtener así el análisis de la totalidad de la “La Dignidad del Trabajo”. Cada párrafo del discurso me sirvió de epígrafe de su análisis respectivo, hacho esto con la intención de apegarme al discurso hasta con sus propias palabras. Dividí el análisis de “La Dignidad del Trabajo” en dos secciones porque el discurso consta de dos partes temáticamente diferentes aunque complementarias. En la primera parte se plasman sus consideraciones teóricas acerca de lo que es el trabajo y en la otra se despliegan sus propuestas prácticas para, supuestamente, dignificarlo. De sus consideraciones teóricas se desprenden consecuentemente sus propuestas prácticas pero, a su vez, éstas arrojan la luz que ilumina con toda claridad la naturaleza verdadera de las primeras. En la “La Dignidad del Trabajo” González Luna examina, desde su muy particular punto de vista de carácter humanista cristiano, el trabajo relacionándolo con la vida del ser humano, sacando a la luz lo que para él constituye el sentido humano o la dignidad del trabajo. Analiza el trabajo individual como creador de objetos que sirven a toda la especie humana. Nos expone su consideración acerca de la importancia que tiene el trabajo en la producción, la distribución 41

C. Marx, Tesis Doctoral, Escritos de Juventud, F.C.E., México1982, págs. 21-22. Óp. Cit., pág. 22. 43 Ibíd. 42


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y el cambio de los productos necesarios para la vida del ser humano. Como se desprende de los temas por él abordados, es, a su modo, un breve compendio de economía política. Pero es, también, crítica de la economía política y crítica del marxismo porque, a partir de lo que denomina la dimensión humana del trabajo, crítica la consideración que hace la economía política del trabajador asalariado como simple mercancía y crítica también la consideración que hace el marxismo del trabajo como esclavitud asalariada, Adicionalmente, González Luna expone en su discurso su punto de vista general acerca de temas tan variados como la economía, la política, las relaciones entre ambas, la moral, la familia, la comunidad social, el Estado, la política económica, la reforma radical de la sociedad, la inflación monetaria, el salario, etc. De este modo “La Dignidad del Trabajo” constituye el breviario de toda su teoría social. “La Dignidad del Trabajo” la crítico aquí a partir de los Manuscritos Económico Filosóficos de 1844 y este punto de vista no es arbitrario, ni casual. La concepción humanista cristiana totalizante que expone en su discurso González Luna sólo se puede analizar desde una concepción del ser humano total, universal y libre si se quiere llevar la crítica hasta la raíz. De este modo, los Manuscritos nos permitirán no sólo criticar, sino explicar la concepción de González Luna. El fundamento humano de la obra de Marx, expuesto por su autor en los Manuscritos de 1844, ha sido olvidado con el arribo del neoliberalismo sustentado filosóficamente en el posmodernismo, uno de cuyos planteamientos es el del fin del humanismo. El fundamento humano de la obra de Marx fue rescatado, en el ámbito latinoamericano, por el Che para la tarea de la construcción del socialismo en Cuba, apoyándose justamente en los Manuscritos de 1844. En efecto, en su discurso de febrero de 1964, “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento”, dice textualmente el Che: “El peso de este monumento de la inteligencia humana (se refiere a El Capital) es tal que nos ha hecho olvidar frecuentemente el carácter humanista, en el mejor sentido de la palabra, de sus inquietudes. La mecánica de las relaciones de producción y su consecuencia; la lucha de clases, oculta en cierta medida el hecho objetivo de que son hombres los que se mueven en el ambiente histórico. Ahora nos interesa el hombre y de ahí la cita que, no por ser de su juventud, tiene menos valor como expresión del pensamiento del filósofo”. Con la cita de los Manuscritos de 1844 de Marx, el Che retoma el concepto humanista del comunismo: “El comunismo, como superación positiva de la propiedad privada, como autoenajenación humana y, por tanto, como real apropiación de la esencia humana por y para el hombre; por tanto, como el retorno total, consciente y logrado dentro de toda la riqueza del desarrollo anterior del hombre para sí como un hombre social, es decir, humano”. En esta perspectiva cabe la pregunta: ¿por qué utilice los Manuscritos de 1844 para la crítica de la concepción del trabajo de Efraín González Luna? Los Manuscritos han sido prácticamente ignorados en nuestro país no obstante que: “Son innumerables los libros y artículos sobre los Manuscritos de 1844, o que hacen referencia a ellos. Sin duda alguna, los Manuscritos constituyen la obra filosófica más discutida en lo que va del siglo. En estas discusiones, sin embargo, con frecuencia se olvida que se trata de una de las obras más complejas y difíciles de la literatura filosófica…”44 En los Manuscritos Marx plasma una nueva concepción del ser humano: “No obstante su modesta extensión –solamente unas 50 000 palabras-, los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 son una gran obra sintética, de una especie particular: una síntesis in statu nascendi…Presenciamos en ellos el surgimiento de una síntesis única, a medida que seguimos las líneas de una vasta y compleja concepción de la 44

István Mészáros, La Teoría de la Enajenación en Marx, Ediciones Era, S.A., México 1978, pág. 11.


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experiencia humana en todas sus manifestaciones: más completa, en efecto que cualquiera otra anterior a ella, incluyendo la grandiosa visión hegeliana”45. ¿Por qué en México los Manuscritos de 1844 han permanecido prácticamente olvidados? ¿Por qué en la Facultad de Economía, los Manuscritos de 1844 no han ocupado un lugar entre los lineamientos del análisis de la realidad económico social de México? ¿No lo merecen? ¿Son anticuados, extemporáneos? Creemos que en México, aparte de la presión del neoliberalismo y de la filosofía posmodernista, existió una recepción muy dogmatizada del marxismo, que dejó de lado su carácter crítico y que ha impedido el retomar la crítica en su verdadero sentido. No obstante, si como dice István Mészáros, “la crítica de la enajenación parece haber adquirido una nueva urgencia histórica”, los Manuscritos de 1844 debieran ser retomados también en nuestro país y en nuestra Facultad de Economía, pues contienen precisamente los fundamentos de la crítica. Por “crítica” se entiende, de modo simple, un conjunto de opiniones vertidas sobre cualquier asunto. Sin embargo, para Marx la crítica no es una mera palabra, ni nació por generación espontanea mediante una intuición genial, sino que fue el producto de una elaboración meticulosa. Marx elaboró su concepto de crítica, según se desprende de la carta que le envió a su padre el 10 de noviembre de 1837, mediante una ardua labor, como síntesis y desarrollo de la filosofía en particular, y de la ciencia y conocimiento humano en general. Es precisamente este concepto de crítica el que constituyó la guía metodológica general de esta tesis. Como lo expone en su tesis doctoral, para Marx: “la crítica es el exteriorizarse de la filosofía”; es un aufhebung de la filosofía, es decir, es al mismo tiempo la recuperación y la superación de la filosofía, alcanzando mediante ella un nivel superior del conocimiento humano. En un proceso muy difícil y laborioso, que por lo vertiginoso parece a la mirada superficial como mera intuición genial, Marx logró sentar las bases metodológicas de la crítica que desplegó posteriormente bajo la forma de crítica del Estado, crítica de la filosofía de Hegel, y, más en extenso, de crítica de la economía política. Así, en su obra de conjunto, Marx nos legó las bases de la crítica, es decir, de una nueva y auténtica ciencia humana. En esta ciencia humana, en la crítica, el proletario encuentra las armas espirituales para su plena realización como ser humano total, universal y libre, y, a su vez, la crítica encuentra en el proletario las armas materiales para su realización. A quien o quienes pretenden negar la filosofía de la crítica, Marx los describe y les responde de este modo: “Cree poner en práctica dicha negación por el hecho de volver la espalda a la filosofía y mascullar acerca de ella, mirando para otro lado, unas cuantas frases banales y malhumoradas. La limitación de su alcance visual no alcanza a percibir que también la filosofía se mueve en el Estrecho de Bering de la realidad alemana… Exigen una trabazón con los gérmenes reales de la vida, pero se olvidan de que el germen real de la vida del pueblo alemán sólo ha brotado hasta ahora, bajo su bóveda craneana. En una palabra, no ven que la filosofía sólo puede superarse realizándola”46. Esta apreciación se puede ampliar agregando que el germen real de la vida no sólo del pueblo alemán, sino de todo ser humano, brota de su cerebro, pues antes de realizarlo lo concibe idealmente. Ahora bien, para quien piense, como Louis Althusser, que el Marx “maduro”, “científico”, es radicalmente diferente del Marx “joven”, “filosofo” y que por esta razón desechó posteriormente el concepto de crítica, no está de más recordar que el Marx “maduro” vuelve a emplear el mismo concepto en El Capital, cuya importancia central puede percibirse ya desde su mismo subtitulo que es precisamente el de Crítica de la Economía Política. 45 46

Óp. Cit., págs. 15-16. C. Marx, Introducción, Escritos de Juventud, F.C.E., pág. 496.


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La génesis de la crítica la podemos ubicar en el momento en que Marx trató de redactar una filosofía del derecho que abarcara todo el campo jurídico y no pudo terminarla porque en su tratado de derecho cayó en el dualismo entre la forma y el contenido. Para superar este dualismo y llegar al conocimiento profundo de la cosa, Marx arribó a la conclusión de que no lo podía adquirir sin la filosofía, tal como se lo comunica en carta a su padre: “de nuevo me hice cargo de que sin filosofía no era posible penetrar en los problemas” 47. Veamos con cierto detalle este acontecimiento, significativo para la constitución de la crítica. Marx dividió su estudio acerca del derecho en dos partes: la primera trataba de la forma del derecho; y la segunda sobre su contenido. En la primera parte lo que hizo fue redactar “principios, reflexiones, definiciones de conceptos, al margen de todo derecho real y de toda forma real del derecho”. En este estudio, reflexiona Marx: “todo adoptaba la forma acientífica del dogmatismo matemático, en el que el espíritu ronda en torno a la cosa, razonando aquí y allá, sin que la cosa se encargue de desplegarse ella misma como algo rico y vivo, sino presentándose de antemano como un obstáculo para comprender la verdad”. En la segunda parte Marx se proponía exponer el contenido, “la condensación en éste de la forma”. En esta obra se puso de manifiesto la contradicción característica del idealismo entre la realidad y el deber ser. El error estaba, nos dice Marx, en que creía que la forma podía y debía desarrollarse aparte del contenido, lo que lo llevaba a obtener una especie de mesa de escritorio con cajones, en los que luego espolvorease la salvadera. A partir de esa experiencia frustrada, lo que metodológicamente se propuso Marx fue encontrar la idea en la realidad misma, pues según su concepción: “El nexo de unión entre la forma y el contenido es propiamente el concepto. Por eso en un desarrollo filosófico del derecho, lo uno tiene que brotar de lo otro: más aún, la forma no puede ser más que el desarrollo del contenido”48. En El Capital, en la crítica de la economía política, Marx deja que la cosa misma, el capital, se despliegue a sí mismo en su contenido y que en su desarrollo vaya adquiriendo formas diversas que luego Marx las va plasmando en conceptos y leyes. En El Capital Marx se apega rigurosamente a este precepto metodológico: “En un mundo de pensamientos vivos como son el derecho, el Estado, la naturaleza, toda la filosofía, es necesario pararse a escuchar atentamente el objeto mismo en su desarrollo, sin empeñarse en insertar en él clasificaciones arbitrarias, sino dejando que la razón misma de la cosa siga su curso contradictorio y encuentre en sí mismo su propia verdad”49. Fue para eso que tuvo que recurrir, lo leyó de cabo a rabo, críticamente a la filosofía de Hegel: “Había leído algunos fragmentos de la filosofía hegeliana, cuya grotesca melodía barroca no me agradaba. Quise sumirme una vez más en este mar proceloso, pero con la decidida intensión de encontrar la naturaleza espiritual [subrayado F.L.L.] tan necesaria, tan concreta, tan claramente definida como la naturaleza física, sin dedicarme ya a las artes de la esgrima, sino haciendo brillar la perla pura a la luz del sol”50. Nótese la contradicción que contiene la expresión dialéctica “naturaleza espiritual”, que es explicada precisamente en su Tesis Doctoral en el momento que expone como Epicuro objetiva la contradicción entre principio y fundamento, fundando con ello la ciencia de la atomística. Encontrar la naturaleza espiritual tan claramente definida como la naturaleza física fue lo que se propuso Marx como conclusión de su experiencia fallida de redactar una filosofía del derecho para así poder pasar de las artes de la esgrima a hacer brillar la perla pura a la luz del sol. En busca del método para penetrar en la naturaleza espiritual, Marx escribió un dialogo titulado “Cleantes, o del punto de partida y el desarrollo 47

C. Marx, Carta al Padre, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 9. Óp. Cit., pág. 7 49 Óp. Cit., pág. 7. 50 Óp. Cit., pág 11. 48


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necesario de la filosofía”, que trataba de ser propiamente una nueva lógica; desafortunadamente esa obra se perdió. Marx, en los Grundrisse, anunció su propósito de redactar una nueva lógica pero no le fue posible pues la muerte lo sorprendió, como es sabido, antes de haber concluido El Capital. Sin embargo, desde mi punto de vista, es precisamente en las obras de “Cleantes, o del punto de partida y el desarrollo necesario de la filosofía” y en la Tesis Doctoral donde Marx descubre la naturaleza espiritual tan necesaria para penetrar en el conocimiento profundo de la cosa, lo cual luego desplegará con el concepto de Crítica. Posteriormente, los rasgos esenciales de su crítica los describió en la Introducción a la Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel. Allí explica que la crítica tiene como punto de partida el ser humano real y concreto; es humanista pues su fundamento es la naturaleza social del ser humano; como lo explica en los Manuscritos de 1844, el verdadero materialismo y la ciencia positiva se fundan al hacer de la relación social del hombre con el hombre el principio básico de la teoría. Tiene como procedimiento el explicar, argumentar y demostrar ad hominem, esto es, de acuerdo con las necesidades y aspiraciones verdaderamente humanas. En ese sentido es radical porque penetra hasta la raíz de los problemas, pues “la raíz para el hombre es el hombre mismo”. Esta crítica no se detiene ante todas las modalidades de la falsa conciencia, ante todas las variantes de la ideología que invierte la realidad, producto de la inversión o enajenación de la vida humana; dicho metafóricamente, es la crítica que arranca las flores imaginarias de las cadenas, pero no para que el ser humano soporte las frías y pesadas cadenas, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores vivas. Está guiada por el objetivo de acabar con todas aquellas relaciones en las que el ser humano es un ser oprimido, sojuzgado, humillado y despreciado. El concepto del hombre de Marx se distingue tanto del concepto del hombre abstracto de la filosofía de Hegel, como del concepto del hombre genérico, ahistórico y al margen de las relaciones sociales de Feuerbach, así como también del homo economicus, con su riqueza y su pobreza, de los economistas políticos, postulando Marx en su lugar el concepto del hombre total, universal y libre, rico en necesidades y capacidades. La crítica de Marx va mucho más adelante que la economía política. La economía política tiene como límite infranqueable la propiedad privada dado que ésta constituye su premisa, su fundamento. Como lo explica Marx: “Todos los desarrollos de la economía política tienen por premisa la propiedad privada. Esta premisa fundamental constituye para ella un hecho inconmovible, que no se preocupa de someter a un análisis ulterior y de la que, como candorosamente confiesa Say, sólo se detiene a hablar „accidentellment‟ ”51. Debido a la dependencia de la economía política con respecto de la propiedad privada, Marx consideraba a los economistas como la existencia científica de los capitalistas empíricos: “en realidad es siempre a los hombres de negocios empíricos a quienes nos referimos cuando hablamos de economistas, los que son su autorrevelación y su existencia científica”52. Proudhon fue el primero que se atrevió a criticar la propiedad privada en su obra ¿Qué es la propiedad? Marx le reconoció este merito porque “Proudhon somete la base de la economía política, la propiedad privada, a un análisis crítico que es, además, el primer análisis resuelto, implacable, y al mismo tiempo científico que de ella se ha hecho. Tal es el gran progreso científico que Proudhon lleva a cabo, un progreso que ha venido a revolucionar la economía política, haciendo posible por vez primera una verdadera ciencia económica.” 53 Sin embargo, también Marx señaló la limitación de Proudhon al criticar la propiedad privada quedándose dentro de 51

C. Marx, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 96. C. Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos, F.C.E., México 1998, pág. 151. Este trabajo de Marx está incluido como apéndice en el breviario número 166 del F.C.E., titulado “Marx y su Concepto del Hombre”, cuyo autor es Erich Fromm. 53 C. Marx, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 96. 52


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los límites de ésta: “es la crítica de la economía política dentro de los límites de la economía política”54. Proudhon consideró la igualdad como el origen de la propiedad privada, pero consideró que después la propiedad privada entró en contradicción con la igualdad. Marx explicó que la igualdad, de la que partió Proudhon, es: “la conciencia del hombre acerca de sí mismo en el elemento de la práctica, es decir, consiguientemente, la conciencia del hombre acerca de otro hombre como igual a él y el comportamiento del hombre con respecto al otro hombre como su igual. La igualdad es la expresión francesa de la unidad humana esencial, de la conciencia y el comportamiento de la especie humana, de la identidad práctica del hombre con el hombre, es decir, consecuentemente, de la actitud social o humana del hombre ante el hombre”55. La crítica de Marx a la propiedad privada, a diferencia de la de Proudhon, superó los límites de la propiedad privada misma, y con ello trascendió la propia economía política porque Marx ya no criticó la propiedad privada desde el punto de vista de la misma propiedad privada, sino a partir del conocimiento profundo del ser humano. En los Manuscritos de 1844 Marx realizó la crítica y descubrió el origen de la propiedad privada, demostró que la propiedad privada está en contradicción no sólo con el pensamiento, sino con la vida práctica y real del ser humano. Esta contradicción la objetivó Marx con el concepto del trabajo enajenado, con el cual quedó al descubierto que el trabajo es la forma como el ser humano realiza su actividad vital bajo las condiciones de la propiedad privada y que ese modo de objetivar su existencia está en contradicción con su naturaleza humana. Marx explica que la propiedad privada es una relación social que incluye en sí la vida del ser humano bajo la forma de trabajo: “La relación de la propiedad privada contiene latente en sí la relación de la propiedad privada como trabajo, la relación de la propiedad privada como capital y la conexión mutua de ambos. Es, de una parte, la producción de la actividad humana como trabajo, es decir, como una actividad totalmente ajena a sí misma, al hombre y a la naturaleza y, por tanto, totalmente ajena a la conciencia y a la realización de la vida humana; la existencia abstracta del hombre como un puro hombre de trabajo, que por eso puede diariamente precipitarse de su nada realizada a la nada absoluta, a una no existencia social y, por tanto, real”56. Como el trabajo enajenado es el concepto fundamental a partir del cual se realizó la crítica de la concepción del trabajo de González Luna, se hace necesaria la exposición de su significado, tal como Marx lo elabora en los Manuscritos de 1844. El concepto del trabajo enajenado lo elaboró Marx a partir de su crítica inicial de la economía política. El trabajo enajenado es un concepto complejo en el que se sintetizan múltiples determinaciones. En él incluye, en primer lugar, la pérdida del objeto o producto para el ser humano; en segundo lugar, la enajenación de la actividad vital o de la vida humana; en tercer lugar, la enajenación del hombre con respecto del género o la especie humana; y por último, en cuarto lugar, la enajenación del hombre con respecto de los otros hombres. Este concepto nos aporta la explicación de fondo del por qué la consecuencia necesaria del desarrollo de la producción capitalista o, lo que es lo mismo, del progreso de la moderna propiedad privada, es la de la deshumanización completa del ser humano, tal como ahora ocurre en México. La primera determinación del trabajo enajenado, la pérdida del objeto por el trabajador, es la contradicción entre la producción del objeto por el trabajador y la pérdida de este objeto para el mismo trabajador, es decir, la contradicción entre la condición del ser humano como ser objetivo y el modo como se objetiva en cuanto trabajador asalariado. Marx la explica así: “El producto del trabajo es el trabajo plasmado en un objeto, convertido en una cosa, es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del 54

Ibíd. Óp. Cit., pág. 104. 56 C. Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos, F.C.E., México 1998, pág. 121. 55


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trabajo tal como se presenta en la economía política, aparece como la desrealización del trabajador, la objetivación se manifiesta como pérdida y servidumbre del objeto, la apropiación como enajenación, como alienación… Hasta tal punto se manifiesta la realización del trabajo como desrealización, que el trabajador se ve privado de la realidad hasta la muerte por hambre. La objetivación se revela a tal punto como la pérdida del objeto, que el trabajador se ve despojado de los objetos más necesarios, no sólo para vivir, sino incluso para trabajar. Hasta el mismo trabajo se convierte en un objeto que el trabajador sólo puede apropiarse con el mayor esfuerzo y con las más anómalas interrupciones. La apropiación del objeto se manifiesta hasta tal punto como enajenación, que cuantos más objetos produce el trabajador, menos puede poseer y más cae bajo la dependencia de su producto, del capital”57. La segunda determinación del trabajo enajenado, la enajenación de la actividad del trabajador, Marx la desprende del análisis de la contradicción que se da entre la naturaleza del ser humano como ser activo y libre, y el modo externo como realiza su actividad en cuanto trabajador asalariado. El objeto producido por el trabajo enajenado sólo es el resumen, la culminación de la actividad del trabajador. El producto no podría enajenarse sí la propia actividad del trabajador no estuviera enajenada. La contradicción entre la actividad que realiza el trabajador y que no le pertenece, es la contradicción interna del trabajo enajenado. Como explica Marx el trabajo asalariado no es la realización de una necesidad del propio trabajador sino una actividad forzada, un requerimiento externo. El trabajador no realiza su naturaleza interna en el trabajo sino que se niega al poner su actividad al servicio de fines externos o ajenos al propio trabajador. Entonces, en el trabajo no desarrolla libremente sus energías sino que se destruye físicamente y mentalmente. En el trabajo su actividad no es voluntaria sino impuesta, es un trabajo forzado. No es el cumplimiento de una necesidad, sino sólo un medio para satisfacer otras carencias. El trabajo enajenado es: “La relación del trabajador con su propia actividad como algo ajeno y que no le pertenece, la actividad como sufrimiento (pasividad), la fuerza como debilidad, la creación como castración, la energía personal física y mental del trabajador, su vida personal (¿qué es la vida sino actividad?) como una actividad dirigida contra él mismo, independientemente de él y que no le pertenece”58. La tercera determinación del trabajo enajenado la deduce Marx de las dos anteriores y en ella analiza que mediante el trabajo asalariado el individuo se objetiva en contradicción con su género o con la especie humana. Veamos someramente cual es su explicación. Marx concibe al ser humano como un ser natural, como una parte específica de la naturaleza, la parte humana de la naturaleza, la naturaleza humana. Con ello distingue de entrada su concepción del ser humano de la concepción religiosa que lo concibe como el producto de la creación divina, como parte de la divinidad; en este aspecto, el concepto del ser humano de los Manuscritos es igual al concepto del ser humano natural, producido por la evolución natural de las especies, de Charles Darwin. Pero Marx no se queda en la determinación del ser humano como ser natural; en los Manuscritos avanza hacia la determinación de la diferencia específica existente entre la especie humana y el resto de las especies animales de la naturaleza, sirviéndole de fundamento para encontrarla la diferenciación existente entre el modo de la actividad vital del ser humano y el modo de la actividad vital del resto de las especies animales de la naturaleza, porque el carácter particular de una especie lo descubre en el tipo específico de su actividad vital: “En el tipo de actividad vital reside todo el carácter de una especie; y la actividad libre, consciente, es el 57

C. Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 596. 58 C. Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos, F.C.E., México 1998, pág.109.


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carácter de los seres humanos como especie”59. Entonces, lo que distingue la especie humana de las otras especies animales es que la actividad vital del ser humano es una actividad libre y consciente, mientras que la actividad de los animales no es libre, ni consciente. Marx lo explica así: “El animal es uno con su actividad vital. No distingue la actividad de sí mismo. Es su actividad. Pero el hombre hace de su actividad vital misma un objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene una actividad vital consciente. No es una determinación con la que se identifique completamente. La actividad vital consciente distingue al hombre de la actividad vital de los animales”60. La actividad vital del animal tiene un objeto limitado, a diferencia de la actividad vital del ser humano cuyo objeto es universal pues su objeto es su propia comunidad y toda la naturaleza, tanto teórica como prácticamente. Por este radio universal de su actividad vital, el ser humano es un ser genérico. Así lo explica Marx en los Manuscritos: “El hombre es un „ser genérico‟, no sólo en el sentido de que constituye la comunidad (la suya propia y la de otras cosas) su objeto práctica y teóricamente, sino también (y esto es simplemente otra expresión de la misma cosa) en el sentido de que se considera como la especie actual, viva, como ser universal y en consecuencia libre”61. El animal no es libre porque el objeto de su acción es limitado; el ser humano si es libre porque el objeto de su acción es universal, es toda la especie humana y toda la naturaleza. El modo como el ser humano confirma su condición de ser universal es reconstruyendo todo el universo objetivo mientras que los animales sólo producen para el mantenimiento directo de su especie. “La construcción práctica de un mundo objetivo, la manipulación [elaboración] de la naturaleza inorgánica, es la confirmación [afirmación] del hombre como ser genérico consciente, es decir, como un ser que considera [se relaciona] a la especie como con su propio ser o a sí mismo como especie…Los productos de la producción animal pertenecen directamente a sus cuerpos físicos, mientras que el hombre es libre frente a su producto. Los animales construyen sólo de acuerdo con las normas y necesidades de la especie a la que pertenece, mientras que el hombre sabe producir de acuerdo con las normas de toda especie y sabe aplicar la norma que es adecuada al objeto”62. Sin embargo, la naturaleza interna del ser humano, su carácter especifico de ser genérico, universal y libre -cuyos primeros elementos principales para su determinación los aportaron la filosofía de la naturaleza de Epicuro con su movimiento de la declinación de los átomos y Feuerbach en La Esencia del Cristianismo con su concepto del hombre como ser genérico- es negado por el modo o la forma como el ser humano realiza su actividad vital, su vida productiva en cuanto trabajador asalariado. Bajo el imperio de la propiedad privada capitalista, la actividad vital, la vida productiva se realiza en la forma de trabajo63, es decir, como una actividad impuesta, forzada, que atiende a fines ajenos al propio trabajador porque para él sólo es un medio para ganar un salario, un simple medio de vida. Así la vida misma se transfigura en un medio de vida. Como expone Marx: “Porque el trabajo, la actividad vital, la vida productiva, aparecen ahora ante el hombre únicamente como medios para la satisfacción de una necesidad, la necesidad de mantener su existencia física. La vida productiva es, sin 59

C. Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos, F.C.E., México 1998, pág. 111. Ibíd. 61 Óp. Cit., pág. 109. 62 Óp. Cit., pág. 111-112. 63 El trabajo, explica Marx en los Grundrisse, es en cierto sentido una categoría antigua, pero tal como es utilizada por la economía política, y tal como aquí la empelamos, es una categoría moderna, engendrada por las relaciones de la propiedad privada capitalista. Así lo expone textualmente: “El trabajo parece ser una categoría totalmente simple. También la representación del trabajo en su universalidad -como trabajo en general- es muy antigua. Y sin embargo, considerado en esta simplicidad desde el punto de vista económico, el „trabajo‟ es una categoría tan moderna como las relaciones que dan origen a esta abstracción simple”. 60


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embargo, vida de la especie. Es la vida que crea vida… La vida misma aparece tan sólo como un medio de vida”64. Así como el trabajo enajenado transforma la actividad libre y autodirigida del ser humano en un medio, transforma en el mismo acto la vida del hombre como especie en un medio para la existencia física del individuo. Con su actividad vital el individuo entra en contradicción consigo mismo, con la especie humana y con la naturaleza, el individuo se enajena de su especie, de su ser genérico. Por tanto, Marx en los Manuscritos saca la conclusión de que el trabajo enajenado convierte el ser genérico del hombre, tanto su naturaleza como sus facultades espirituales genéricas, en un ser ajeno para él, en un simple medio para su existencia individual. Hace extraños al hombre su propio cuerpo, la naturaleza fuera de él, su esencia espiritual, su vida humana. La consecuencia necesaria, explica Marx, de la pérdida del objeto, de la actividad vital y de la especie humana para el ser humano es la enajenación del ser humano con respecto de los otros seres humanos. Sí el ser humano se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también a los otros seres humanos. Lo que es cierto respecto de la relación del ser humano con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale también para la relación del ser humano con los otros seres humanos, con el trabajo de éstos y con los productos del trabajo del otro. En general, concluye Marx, la afirmación de que el ser humano está enajenado de su ser genérico quiere decir que un ser humano esta enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de la esencia humana. Con el concepto del trabajo enajenado Marx devela el secreto de la propiedad privada capitalista y de la sociedad fundada sobre su base. Para Marx lo más importante del ser humano es la forma como produce su vida, lo que posteriormente denominara con el concepto de modo de producción. No es la esfera del Estado o la política la más importante del ser humano, como postuló Hegel; para Marx la esfera determinante del ser humano, donde realmente debe buscar su esencia humana, es la del modo de producción. Esto es así porque, según explica Marx: “La religión, la familia, el Estado, la ley, la moral, la ciencia, el arte, etc., son sólo formas particulares de la producción y caen dentro de su ley general. La supresión positiva de la propiedad privada como apropiación de la vida humana, es pues la supresión positiva de toda enajenación y la vuelta del hombre, de la religión, la familia, el Estado, etc., a su vida humana, es decir, social”65. De lo que se trata, entonces, es de transformar el modo de producción superando positivamente la propiedad privada, que no es más que la expresión material del trabajo enajenado, para que el ser humano alcance su vida verdaderamente humana, de superar toda enajenación para que el supere la religión, la familia, el Estado y arribe a una vida verdaderamente humana, encontrando su esencia en la sociedad con el otro. El modo de alcanzar el hombre su esencia humana es superando realmente el trabajo enajenado, esto es, aboliendo el modo de producción capitalista porque “De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se desprende también que la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, de la servidumbre, toma la forma política de la emancipación de los trabajadores; no en el sentido de que sólo se trate de la emancipación de éstos, sino porque esta emancipación de la humanidad entera”66. Así, desde la perspectiva de la crítica de la economía política, el análisis crítico del concepto del trabajo del PAN constituye el fundamento de la crítica su concepción económica, 64

Óp. Cit., pág. 110-111. Óp. Cit., pág. 136. 66 Óp. Cit., pág. 116-117. 65


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y aun de la totalidad de su teoría y práctica: “Porque toda la servidumbre humana está implícita en la relación del trabajador con la producción y todos los tipos de servidumbre son sólo modificaciones o consecuencias de esta relación…”67.

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Ibíd.


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PRIMERA PARTE. De las determinaciones del trabajo puramente espirituales.

“¡Piedad! ¡misericordia!...Fueron vanos tanto soberbio afán y lucha tanta, ¡Ay! Por nosotros vuestra queja santa levantad al señor. ¡Orad, hermanos! Si oyeras el roer de los gusanos en el hondo silencio, cómo espanta, sintiérais oprimida la garganta por invisibles y asquerosas manos. Mas no podéis imaginar los otros tormentos que hay bajo la losa fría: ¡la falta, la carencia de vosotros; la soledad, la soledad impía!... ¡Ay, que llegue, oh Señor, para nosotros de la resurrección el claro día!” Manuel José Othón

Los proletarios, muertos en vida, claman por su resurrección. Pronto todos sus sufrimientos finalizarán, pues el remedio para transfigurarlos en dicha eterna ha sido descubierto, sólo precisan apurar la medicina. Disponte a un viaje. Sube al alto peñón y oirás conmigo, en la obscuridad de la noche, al espíritu en toda su pureza revelar el misterio del trabajo. Efraín González Luna, henchido de piedad cristiana, escuchó el clamor de los proletarios, se inspiró en el espíritu santo, y, en los párrafos 1 a 21 de su discurso, descubrió el medio para su resurrección… Realizado el viaje, la verdad divina del trabajo será revelada; “la gran dignidad”, el “valor humano preeminente entre los superiores”, la “energía creadora de esperanza y bienestar”, el carácter de “luminosa empresa de bienestar y amor” del trabajo serán restablecidos; los clamores de los proletarios, cesarán; ¡la falta, la carencia de vosotros; la soledad, la soledad impía!...del individuo aislado finalizará, y llegará, por fin, de la resurrección del trabajo, el claro día.


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1. La Presencia Superior. “Es tema de las presentes consideraciones, necesariamente breves, desordenadas e incompletas, una de esas presencias superiores que, como el amor, como el dolor, como la muerte, son mensajeros del espíritu en la tierra, voces y requerimientos incesantes de la patria definitiva. Me estoy refiriendo al trabajo”.68

Según Efraín González Luna, el trabajo es: 1. presencia superior, 2. mensajero del espíritu en la tierra, y, 3. voz y requerimiento de la patria definitiva. Una presencia superior, el espíritu, dios, la patria definitiva, es, según su noción, lo que determina el trabajo. Dios, en forma de espíritu, se presenta en la tierra y envía su mensaje en el trabajo. El trabajo no es determinado por sí mismo, no es concebido como una actividad humana que tenga su principio y fundamento en sí misma. Efraín González Luna no considera al trabajo en sí mismo, a la cosa en sí misma; para determinarlo recurre a un ser externo, ajeno al propio trabajo y al trabajador. Con la determinación del trabajo como obra del espíritu, Efraín González Luna cree haber alcanzado la “humanización del trabajo” y determinado cual es la verdadera “dignidad del trabajo”. Hegel, en su exigencia de alcanzar el saber real, criticó el saber extrínseco, que no se queda en la cosa misma, en este caso en el trabajo, del modo siguiente: “En vez de ocuparse de la cosa misma, estas operaciones van siempre más allá, en vez de permanecer en ella y olvidarse en ella, este tipo de saber pasa siempre a otra cosa, y permanece en sí mismo, en lugar de permanecer en la cosa y de entregarse a ella”. 69 Hegel crítica incluso que el saber externo, se valga de la religión y del amor, como aquí lo hace Efraín González Luna, rehuyendo la conceptualización de la cosa misma. Dice Hegel: “Lo bello, lo sagrado, lo eterno, la religión y el amor son el cebo que se ofrece para morder el anzuelo; la actitud y el progresivo despliegue de la sustancia no deben buscarse en el concepto, sino en el éxtasis, no en la fría necesidad progresiva de la cosa, sino en la llama del entusiasmo”. 70 Para Efraín González Luna el trabajo es una “presencia superior” cuya finalidad es la de servir al “espíritu divino”, para así forjar “la patria definitiva”. Existe una contradicción entre la consideración del trabajo como actividad del hombre y del trabajo como actividad divina. O es una cosa, o es la otra; o es actividad humana o es actividad divina. Efraín González Luna se pronuncia aquí a favor de considerar el trabajo como actividad del espíritu, de la divinidad. De este modo, subordina el trabajo humano, la actividad humana, a la voluntad, a los designios de la divinidad. Su tesis se puede sintetizar de este modo: trabaja el ser humano para cumplir con los designios del espíritu divino, para servir a sus propósitos. En esto consiste, para Efraín González Luna y para el PAN que hace suya esta concepción, la “dignificación del trabajo”, y es el principio del que parte su concepción del “humanismo político”. 68

Efraín González Luna, La Dignidad del Trabajo y Otros Ensayos, Obras de Efraín González Luna, No. 3, Ed. Jus, México 1974, pág. 147. Los entrecomillados de citas de González Luna que se hacen a lo largo de este trabajo corresponden a la obra aquí citada, con lo que queda de antemano señalada su procedencia. Los subrayados con negritas en esta cita, como en toda esta tesis, son míos. 69 G. F. Hegel, Fenomenología del Espíritu, F.C.E., México 1982, págs. 8-9. 70 Óp. Cit., pág. 10.


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*** Ya Aristóteles analizó que hay fines que dependen de sí mismos y otros que se buscan por otra cosa; expone: “Ahora bien, al (fin) que se busca por sí mismo le llamamos más perfecto que al que se busca por otra cosa, y al que nunca se elige por causa de otra cosa, lo consideramos más perfecto que a los que se eligen, ya por sí mismos, ya por otra cosa. Sencillamente llamamos perfecto lo que siempre se elige por sí mismo y nunca por otra cosa”.71 Efraín González Luna postula que el trabajo es una actividad que no tiene su fin en sí misma; busca y encuentra su fin en un ser externo, en la divinidad. Aristóteles determinó que el fin o bien para el hombre consiste en una actividad que por sí misma lo haga feliz; Efraín González Luna entrega la actividad humana a la divinidad, con lo cual pretende cerrar el camino para que el trabajador pueda recuperar la actividad que por sí misma lo haga feliz. También Aristóteles determinó que la finalidad suprema de los actos del ser humano es la felicidad, que se busca por sí misma, y que siempre se elige por sí misma y nunca por otra cosa. Así lo expone: “Consideramos suficiente lo que por sí sólo hace deseable la vida y no necesita nada, y creemos que tal es la felicidad. Es lo más deseable de todo, sin necesidad de añadirle nada... Es manifiesto, pues, que la felicidad es algo perfecto y suficiente ya que es el fin de los actos”.72 Es evidente que el trabajo determinado por el “espíritu santo”, como postula Efraín González Luna, no hace por sí sólo deseable la vida, puesto que está subordinado, depende del “espíritu santo”; y es evidente, además, que no es lo más deseable de todo, puesto que se le ha añadido otra cosa, algo externo al trabajo mismo. Pero Aristóteles no se queda ahí; determina, para precisar en qué consiste la felicidad humana, cual es la actividad específica del hombre. Expone: “Si entonces, la función específica propia del hombre es una actividad del alma (entendida humanamente, no místicamente) según la razón, o que implica la razón, y si por otra parte, decimos que esta función es específicamente propia del hombre y del hombre bueno, como el tocar la citara es propio de un citarista y de un buen citarista, y así en todo añadiéndose a la obra la excelencia queda la virtud (pues es propio del citarista tocar la citara y del buen citarista tocarla bien), siendo esto así, decimos que la función del hombre es cierta vida, y esta es una actividad del alma y unas acciones razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien y hermosamente, y cada una se realiza bien según su propia virtud; y si esto es así, resulta que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta, y además en una vida entera”.73 Entonces, si para Aristóteles, la función propia del hombre es “cierta vida” consistente en “una actividad del alma según la razón”; para Efraín González Luna, por el contrario, el trabajo del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la fe en la divinidad. Mientras que Aristóteles acude a la parte racional del alma humana para determinar la función específica de la vida del hombre, Efraín González Luna acude a su parte irracional al subordinar a la divinidad la actividad del hombre, el trabajo. Si Aristóteles determinó que la actividad de acuerdo con la razón es la que es propia del ser humano, para Efraín González Luna son las 71

Aristóteles, Ética Nicomáquea, Ed. Gredos, Madrid 2000, pág. 34. Óp. Cit., pág. 35. 73 Óp. Cit., pág. 36. 72


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acciones de la fe, las irracionales, las propias del hombre, las que restauran su “dignidad”. Si para Aristóteles, la virtud del hombre es realizar estas acciones racionales bien y hermosamente, para Efraín González Luna la virtud del hombre es sujetar su actividad a la divinidad; en síntesis, el punto de vista de Aristóteles es el del hombre autodeterminado y libre, mientras que el de Efraín González Luna es el del hombre como siervo de la divinidad. *** El trabajo es envuelto, por Efraín González Luna, con un halo de santidad, con una aureola, con un resplandor sagrado. En un acto de consagración lo hace ascender de la tierra al cielo. Pero la religión tiene un objeto celestial (la divinidad), no terrenal (humano); de su saber nos da cuenta la teología y no la ciencia; sus postulados deben ser aceptados como dogmas situados por encima de lo terrenal y que, por tanto, no admiten la reflexión crítica. Lo que entrega el hombre a dios, es una pérdida para sí mismo. Efraín González Luna al darle carácter divino, sagrado al trabajo, lo entrega a la divinidad; con esto lo convierte en una actividad que pertenece a otro ser que no es el propio hombre. El PAN, en voz de Efraín González Luna, esta enajenando la actividad humana, la vida humana misma, el trabajo, al entregarlo a un ser divino, extraño, ajeno al mismo hombre. El PAN eleva el trabajo al cielo, a la esfera de la enajenación religiosa. Pero aquí hay un pequeño detalle; en este caso, no es la iglesia, ni un sacerdote quien lo está haciendo; el mediador de esta enajenación no es una institución religiosa, sino el representante de un partido político. La enajenación religiosa es reforzada por un partido político; la enajenación religiosa que opera en el ámbito de la conciencia, es reforzada con la mediación de la política. Primero se eleva el trabajo al cielo, se le enajena en la esfera religiosa, y después se le hace descender a la tierra, para meterlo, ya mixtificado, en la esfera de la política. Con la noción del trabajo del PAN, la vida del hombre es objeto de una enajenación múltiple: se envuelve al trabajo con un manto sagrado y, ya efectuada esta operación, se le hace descender a la esfera de la política, haciéndolo objeto de la enajenación política. Efraín González Luna comienza mezclando la esfera de la religión y la esfera del trabajo, y termina anudando ambas esferas con la esfera de la política. Son tres esferas distintas de enajenación humana con las que Efraín González Luna forma el nudo complejo que constituye su noción del trabajo. Para desatar tal nudo, para desmixtificarlo, tendremos que hacer la crítica del modo específico de enajenación implícito en cada una de estas esferas. Así iremos demostrando que la mediación de la religión y de la política refuerzan la enajenación determinante, que es la que opera en el terreno práctico de la actividad humana fundamental: el trabajo. A nivel teórico y práctico, es necesario restituir al trabajo su verdadera dignidad, su dignidad humana, pero para ello hay que comenzar por concebirlo no como una actividad sagrada, sino como actividad humana que tiene su principio y fundamento en sí misma. Es el hombre el que hace la religión, no la religión al hombre. No es el misterio del espíritu el que revela el secreto del trabajo, sino que es el misterio del trabajo el que revela el secreto del espíritu. Supuestamente la doctrina del PAN está basada en el humanismo político; pero el


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verdadero humanismo es el que parte del hombre mismo, pues “la raíz, para el hombre, es el hombre mismo”.74 Para criticar el concepto del trabajo de Efraín González Luna, que hace depender al trabajo de la religión, es menester retroceder hasta la crítica de la religión misma. Para nuestro propósito es suficiente aquí con recordar la breve exposición crítica que de la religión hace Marx en la Introducción a la Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel. La crítica de la religión la realiza Marx invirtiendo la relación que establece el sentido común entre la religión y el hombre. El sentido común, del que parte Efraín González Luna, supone que la religión es la que hace al hombre. Sin embargo la crítica filosófica y científica se encarga de poner las cosas en su lugar, demostrando que es al revés, que en realidad es el hombre el que hace la religión. Pero, ¿por qué la sociedad burguesa produce la religión? La crítica de Marx lo explica. La sociedad burguesa y el Estado político, argumenta, producen la religión, una conciencia del mundo invertida, porque ellos son un mundo invertido en el que la propiedad privada hace que el hombre lleve una existencia egoísta y dividida que invierte la naturaleza social del zoon politikón. Esta existencia invertida produce una conciencia invertida. Esta existencia invertida tiene su raíz en la inversión de la actividad del hombre, en el trastocamiento de su vida misma, esto es, en la inversión o enajenación del trabajo humano, como tendremos ocasión de ver más adelante. Efraín González Luna explica el trabajo por medio de la religión porque ésta “es la teoría general de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica bajo forma popular”75. Pero, como la religión es una teoría general, solo puede proporcionar una explicación general, pero no la explicación específica del objeto específico. Efraín González Luna no proporciona la explicación específica del trabajo. Dice: el trabajo es una presencia superior, como el amor, el dolor y la muerte; pero con su noción de “presencia superior” explica el trabajo, como también podría “explicar” el amor, el dolor y la muerte. Una explicación que no es específica, en realidad no explica nada. Efraín González Luna no proporciona la explicación específica del trabajo, lo único que logra al divinizar el trabajo es ponerle externamente un aroma espiritual, darle un punto de honor, una sanción moral, un solemne complemento, una razón general de justificación y consolación para los proletarios. Efraín González Luna pregona, y con él el PAN, que con su concepto divino del trabajo, logra humanizar el trabajo y solo consigue deshumanizarlo más, pretende alcanzar la dignidad del trabajo y solo logra sujetarlo ideológicamente a la divinidad. Shakespeare describió de modo muy expresivo la capacidad del oro de convertir las cualidades humanas y de las cosas en sus contrarias, tal cual lo hace Efraín González Luna con su concepto de trabajo. Expone Shakespeare: “Muchos suelen volver con esto lo blanco negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde valiente... Esto os va a sobornar a vuestros sacerdotes y a vuestros sirvientes y a alejarlos de vosotros; va a retirar la almohada de 74

C. Marx, Introducción a la Crítica de la filosofía del Estado de Hegel, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 497. 75 Óp. Cit., pág. 491.


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debajo de la cabeza del hombre más robusto; este amarillo esclavo va a fortalecer y disolver religiones, bendecir a los malditos, hacer adorar la lepra blanca, dar plazas a los ladrones y hacerles sentar entre los senadores, con títulos, genuflexiones y alabanzas: Él es el que hace que se vuelva a casar la viuda marchita y el que perfuma y embalsama como un día de abril a aquella ante la cual entregarían la garganta, el hospital y las úlceras en persona. Vamos, fango condenado, prostituta común de todo el género humano, que siembras disensión entre la multitud de las naciones...”.76

2. El discurso del fin edificante. “Suscitemos en nuestra conciencia actual nuestra propia experiencia del concepto del trabajo, el eco entrañable que en cada uno de nosotros provoca esta palabra; sinteticemos su vida en nosotros, raíz de conocimiento y de conducta”.

En este párrafo, Efraín González Luna enuncia su propósito de hacernos conscientes de “nuestra propia experiencia del concepto del trabajo”. En realidad, va a desplegar en los párrafos subsiguientes su noción del trabajo, pero esta exposición no la hace escuetamente, sino que antes la presenta apelando a un sentimiento muy íntimo, buscando traer “en cada uno de nosotros” el “eco entrañable” que provoca la palabra trabajo, cuya síntesis -que más tarde expondrá de manera muy especial- le permitirá instruirnos en esta “raíz de conocimiento y de conducta”. Hegel crítica el tipo de saber que apela al sentimiento, como en este caso hace Efraín González Luna, del siguiente modo: “se busca reprimir el concepto que diferencia e implantar el sentimiento de la esencia, buscando más bien un fin edificante que un fin intelectivo”.77

3. El sacramento de la gratitud. “En el cándido albor de la infancia, fue primero una especie de sacramento de gratitud, al florecer en el asombro inocente la revelación de que el esfuerzo del padre sostenía nuestra vida”.

Así como en el “albor de la infancia” el individuo católico recibe el sacramento del bautismo, en cuanto trabajador asalariado, según Efraín González Luna, recibe también “en el albor de la infancia” una “especie” de “sacramento de la gratitud”, al ser alcanzado por la divinidad que le “revela” que “el esfuerzo del padre” sostiene su vida. Para Efraín González Luna no es la observación y reflexión del niño, la conciencia del sujeto, la que descubre que el trabajo del padre sostiene su vida, sino que es el espíritu el que se lo “revela”; no es un acto de reflexión de la conciencia del propio individuo, sino que es una “revelación” del espíritu divino; no es el sentimiento humano de gratitud del hijo hacia el padre porque éste sostiene su vida, sino que es “una especie de sacramento de gratitud” que recibe del espíritu divino. 76 77

C. Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos, F.C.E., México 1998, pág. 171. G. F. Hegel, Óp. Cit., pág. 10.


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En el primer momento del concepto del trabajo elaborado por Efraín González Luna, éste es una “presencia superior”, una voz del espíritu en la tierra; en el segundo momento es “una especie de sacramento de gratitud” que consiste en la “revelación” que el espíritu divino hace al niño de que el trabajo del padre sostiene su vida. Pero aquí hay un detalle más. El espíritu divino le revela al niño que el trabajo de su padre sostiene su vida, luego entonces, le revela que el trabajo es sostén de la vida. La revelación divina, la verdad divina sobre el trabajo, es que éste es sostén de la vida. Efraín González Luna determina como verdad divina, inexcrutable, que el trabajo es sostén de vida porque parte del modo como se presenta el trabajo de manera inmediata, esto es, parte del trabajo asalariado, del trabajo que tiene por fin para el trabajador un salario que permite adquirir los medios que “sostienen la vida”. El sentido común, de donde extrae su noción del trabajo Efraín González Luna, percibe al trabajo asalariado como la forma natural del trabajo; no sospecha que éste es sólo un modo particular, específico, transitorio de existencia del trabajo humano. Para el sentido común, lo verdadero es solamente lo existente en el presente, lo verídico es solamente la actual existencia empírica; como el trabajo asalariado es el modo como se realiza actualmente el trabajo, luego entonces, éste es la forma natural, eterna, del trabajo humano. Ya Hegel criticó el sentido común de este modo: “Lo que se llama sano sentido común es, con harta frecuencia, muy malsano. El sano sentido común encierra las máximas de su tiempo. Así por ejemplo, quien, antes de venir Copérnico, hubiese afirmado que la tierra giraba alrededor del sol o hubiese sostenido, antes del descubrimiento de América, que aun había en el mundo tierras no conocidas, habría atentado contra el sano sentido común... El sano sentido común es, pues, la mentalidad de una época, que encierra y resume todos los prejuicios de esta época: la gobiernan imposiciones mentales de las que ella no se da cuenta”.78 Si se quiere profundizar más allá del sentido común, no se puede determinar la naturaleza del trabajo quedándose con el modo como éste se presenta en la superficie inmediata; porque de esta manera el conocimiento se queda en el nivel de la apariencia. Precisamente la filosofía, y, con ella, su aportación al pensamiento científico, demuestra la necesidad de investigar si la existencia corresponde con la esencia: “Es la crítica que mide la existencia singular con la esencia”.79 Epicuro fue un filosofo verdaderamente grande porque “objetiva la contradicción entre esencia y existencia que se da en el concepto del átomo, para legarnos la ciencia de la atomística”80; pero además “Epicuro fue el primero en concebir la apariencia como apariencia, esto es, como una alineación con respecto a la esencia, que se manifiesta en su propia realidad como tal alineación”.81

78

Este pasaje es citado por Ernest Bloch, Sujeto-Objeto, El Pensamiento de Hegel, F.C.E., México 1983, pág. 32. 79 Carlos Marx, Escritos Sobre Epicuro, Ed. Crítica, España 1988, pág. 86. 80 Ibíd. 81 Óp. Cit., pág. 73.


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4. La pujante ilusión, el camino y el pórtico noble y fuerte. “Poco después, una pujante ilusión, una esperanza que transfiguraba el momento ansiado y distante en que llegáramos a ser verdaderamente hombres, en que comenzáramos a trabajar. Más tarde, en la juventud, fue el camino por donde corría a su cumplimiento el ímpetu fugaz y ardiente de la vida, el pórtico noble y fuerte que nos abriría la entrada al amor, a la paternidad, a la plenitud”.

En el momento en que el niño no tiene todavía capacidad de trabajar, el trabajo es, según Efraín González Luna, “una pujante ilusión”, y “una esperanza” que transfigura “el momento ansiado y distante en que llegáramos a ser verdaderamente hombres, en que comenzáramos a trabajar”. Efraín González Luna expone lo que considera que es el trabajo para el niño, pero no explica lo que el trabajo es en sí mismo. Efraín González Luna pone la ilusión y la esperanza del niño como agregados externos en el trabajo y con ello cree transfigurar el trabajo mismo. La ilusión y la esperanza del niño es externa al trabajo en sí, es una determinación agregada por Efraín González Luna, ajena al propio trabajo. Con esta determinación Efraín González Luna cree haber transformado la realidad del trabajo asalariado en trabajo humanizado por la ilusión y la esperanza. Según Efraín González Luna, la realidad es Pero esta transformada por la idea; es la ilusión idealista de que la idea crea al ser. transfiguración sólo ha operado en la imaginación de Efraín González Luna; el trabajo asalariado sigue siendo tal, lo único que logra Efraín González Luna es mistificarlo, deformarlo, falsearlo. Ahora bien, si somos, como asevera aquí Efraín González Luna “verdaderamente humanos” cuando trabajamos para obtener ese “sostén de vida” que es el salario, el niño que todavía no tiene capacidad madura para trabajar como obrero asalariado, que sólo tiene “una pujante ilusión, una esperanza” de trabajar enajenadamente, entonces, todavía no es humano; entonces, según Efraín González Luna, el niño no es humano. Para Efraín González Luna sólo se es verdaderamente humano cuando se trabaja asalariadamente; el “humanismo” de Efraín González Luna, queda reducido al momento en que se trabaja asalariadamente. Así excluye de su concepción del ser humano no sólo a los niños, sino también a los ancianos, a los desempleados, etc. Esos seres, para Efraín González Luna, no son humanos, son animales; a lo sumo, si han recibido el sacramento del bautismo, animales católicos. Así, al analizar la noción de trabajo de Efraín González Luna, encontramos que lo humano se convierte en animal. Esto no es casual, es precisamente lo que sucede en el orden social donde impera el trabajo enajenado: “Lo animal se vuelve humano y lo humano se vuelve animal”.82 Cuando el trabajo se transforma de ilusión y esperanza del niño en realidad del joven, se convierte en “un camino por donde corre a su cumplimiento el ímpetu fugaz y ardiente de la vida” y en un “pórtico noble y fuerte” que nos abre la entrada al amor, a la paternidad, a la plenitud”. Un camino y un pórtico son externos al trabajo, no son determinaciones del trabajo en sí mismo. Recordemos que Aristóteles encontraba la esencia o sustancia del ser, en el ser en sí mismo y no en un ente ajeno o externo al ser. 82

C. Marx, Manuscritos Económico- Filosóficos, Breviario No. 166, F.C.E., México 1998, pág. 109.


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Es de hacerse notar un fenómeno muy extraño: en el momento de analizar la realización del trabajo, Efraín González Luna lo determina como una cosa externa, ajena a quien lo ejecuta. En efecto, cuando afirma: el trabajo es un camino, un pórtico, nos está diciendo que el trabajo asalariado es una cosa externa al sujeto, está determinando al trabajo como una cosa ajena al sujeto, ajena al hombre que trabaja. Y esta cosa la presenta como el “cumplimiento” del “ímpetu fugaz y ardiente de la vida”, como “la entrada al amor, a la paternidad, a la plenitud”. Un cosa externa al trabajador (un camino y un pórtico), ajena al hombre que realiza el trabajo es para Efraín González Luna la vida y la realización de la vida del hombre. Lo que quiso ser bella metáfora, es, bien vistas las cosas, una horrible realidad. Esta absurda determinación del trabajo como una cosa, este concepto del trabajo tan raro y especial es la expresión, a nivel de la conciencia invertida, del modo extraño, enajenado como se realiza el trabajo asalariado. Éste es precisamente lo contrario de lo que piensa Efraín González Luna. El joven Carlos Marx, en los Manuscritos de 1844, determinó la verdadera naturaleza del trabajo asalariado, al conceptualizarlo como trabajo enajenado. Efectivamente, expone el joven Marx: “¿Qué constituye la enajenación del trabajo. Primero que el trabajo es externo al trabajador, que no es parte de su naturaleza; y que, en consecuencia, no se realiza en su trabajo sino que se niega, no desarrolla libremente sus energías mentales y físicas sino que se encuentra físicamente exhausto y mentalmente abatido... Su trabajo no es voluntario, sino impuesto, es un trabajo forzado. No es la satisfacción de una necesidad, sino sólo un medio para satisfacer otras necesidades. El trabajo externo, el trabajo en el que el hombre se enajena, es un trabajo que implica sacrificio y mortificación. Por último, el carácter externo del trabajo para el trabajador se demuestra en el hecho de que no es su propio trabajo sino trabajo para otro, que en el trabajo no se pertenece a sí mismo sino a otra persona”.83

5. El gozo insuperable y la dulce amargura. “Luego, el gozo insuperable de la responsabilidad y el esfuerzo; la dulce amargura, la preocupación, el afán y la angustia de la incipiente madurez cargando sobre sus hombros la responsabilidad de una familia, y la alegría indescriptible de sabernos la fuerza, la seguridad, la protección, el alimento y la esperanza de la esposa y de los hijos. Por fin, con que abrazo de ternura inefable se cierra la aventura deslumbrante del trabajo, se completa el ciclo de la vida laboriosa del hombre, cuando el hijo toma en sus brazos la cansada ancianidad del padre y lo sostiene”.

En el párrafo anterior, Efraín González Luna determinó al trabajo como el camino y el pórtico del amor y la paternidad. Ahora, en este párrafo, lo convierte en el “gozo insuperable” de la responsabilidad de “cargar sobre los hombros”, de sostener, “una familia” y “el esfuerzo” que realizamos para ello. Gozamos de ese esfuerzo, por eso el trabajo es “dulce amargura”, es “preocupación”, “afán”, “angustia” por cumplir adecuadamente esa función. Según esto, el trabajo asalariado es la “alegría” de sabernos la “fuerza”, la “seguridad”, la “protección”, el “alimento” y la “esperanza de la esposa y de los hijos”. Efraín González Luna cree, o pretende hacernos creer, que el trabajador asalariado trabaja por gusto y que goza esa actividad. Efraín González Luna afirma que el trabajador asalariado trabaja por gusto, sin darse cuenta que el 83

Óp. Cit., pág. 108.


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análisis crítico de sus mismos argumentos, demuestra lo contrario. En efecto, según Efraín González Luna, el trabajador goza sosteniendo a su esposa y sus hijos; entonces su gozo es en su hogar, con su familia, esto es, fuera de su actividad laboral, del trabajo en sí mismo: es un gozo externo a su trabajo. El “gozo insuperable” y la “alegría indescriptible” se producen porque el trabajo -el trabajo asalariado, que Efraín González Luna concibe como la forma natural e imperecedera del trabajo- permite obtener el dinero, el salario, que sirve de medio, de sostén de él, su esposa y sus hijos. No goza su actividad, el trabajo en sí mismo como manifestación y objetivación de sus capacidades físicas y espirituales; goza con los medios que le entregan, a cambio de adjudicar su trabajo, su vida, para poder cumplir la responsabilidad de la subsistencia de su familia. Así, la manifestación de la vida, la actividad vital, se convierte en simple medio de vida. En palabras del joven Marx: “al trabajador se le presenta el mantenimiento de su existencia como la finalidad de su actividad, de que su hacer sólo tiene para él la función de un medio; de que pone en acción su vida para ganar medios de vida”.84 Entonces, con el trabajo asalariado, se trabaja para satisfacer la necesidad de subsistir y no para gozar la actividad en sí misma. El gozo y la alegría del trabajo asalariado son externos al trabajo en sí, sólo existen en la imaginación, en la mente de Efraín González Luna; “el gozo insuperable de la responsabilidad y el esfuerzo”, “la alegría indescriptible de sabernos la fuerza y la seguridad”, etc., etc., son las flores imaginarias con las que adorna las cadenas del trabajo asalariado para que éstas sean reforzadas con un aroma espiritual, con la falsa creencia acerca de su verdadero carácter. En la segunda parte de este párrafo, Efraín González Luna nos dice que se completa “el ciclo de la vida laboriosa del hombre” -es decir, el momento en que el trabajador asalariado es productivo para el capital, que produce plusvalía para el capital- “cuando el hijo toma en sus brazos la cansada ancianidad del padre, y lo sostiene”, con un “abrazo de ternura inefable”. En este momento, el trabajo se convierte en ternura del hijo hacia el padre. Efraín González Luna pone la ternura inefable del hijo hacia la ancianidad del padre en el trabajo asalariado; pero, como hemos visto, en relación con el gozo y la alegría, esta ternura esta fuera, es externa, ajena al trabajo asalariado en sí mismo. Efraín González Luna va tomando características relacionadas con el trabajo asalariado, pero externas a éste, y las presenta como si fueran la esencia del trabajo mismo. Con esto termina Efraín González Luna su exposición del “ciclo de la vida laboriosa del hombre”. Recapitulemos lo hecho hasta aquí por Efraín González Luna. Primero presenta al trabajo como presencia superior, como mensajero del espíritu en la tierra; después, en la infancia, pasa a ser una especie de sacramento de la gratitud; en el siguiente momento, ya con este toque divino, pasa a ser ilusión y esperanza; en la juventud, se convierte en un camino y un pórtico que permite el amor y la paternidad; en la incipiente madurez, es el gozo y la alegría de ser el sostén de la esposa y los hijos; y, por último, el trabajo se transfigura en el abrazo de ternura del hijo que sostiene al padre. Sin embargo, el análisis crítico de su noción del trabajo demuestra que pone la actividad del espíritu divino en el trabajo asalariado carente de espíritu humano; pone la ilusión y la esperanza del niño en la actividad desilusionante y desesperanzadora del trabajador; convierte el trabajo humano en cosas extrañas al trabajador, del mismo modo que el trabajo asalariado produce objetos ajenos para el productor, es decir, enajenados del hombre; pone el gozo, la alegría y la ternura de la vida en una actividad que se padece, que se sufre como una penosa necesidad de subsistir, que provoca tristeza, brutalidad, degradación mental y física. Cabe preguntarse: ¿por qué Efraín González Luna -en su noción del trabajo- convierte lo negro en blanco, lo feo en hermoso, la perdida en ganancia, la 84

C. Marx, Cuadernos de Paris, Ediciones Era, S. A., México 1974, pág. 144.


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enajenación de la vida en la realización de la vida?; ¿de dónde proviene este quid pro quo? Marx resuelve este misterio ideológico al descubrir el secreto de la ideología, al correr su velo. Efectivamente, al analizar la ideología alemana, Marx nos reveló el secreto de la ideología: “La conciencia nunca puede ser otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara obscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico”.85 Este proceso histórico de vida está determinado, precisamente, por el modo específico como los hombres trabajan, o, dicho con otras palabras, por el modo específico como los hombres producen y reproducen su vida. El trabajo asalariado es la forma específica como los hombres producen en el modo de producción capitalista; este trabajo es, precisamente, esta inversión de los medios de vida (del sostén que al que se refiere EGL) como finalidad de la vida, esta enajenación de la vida como realización de la vida. Efraín González Luna, al proponerse enaltecer el trabajo asalariado, no podía más que encontrar determinaciones externas, ajenas al trabajo mismo, porque el trabajo asalariado tiene ese carácter: es trabajo externo, ajeno al productor, es trabajo enajenado. Efraín González Luna ni siquiera sospecha las verdaderas determinaciones del trabajo humano. 6. La gran dignidad, el valor humano y la empresa luminosa. “Junto a esta idea viviente, o, mejor dicho, junto, a esta realidad viva, qué pequeña y qué falsa aparece la sombría concepción del trabajo como esclavitud humillante y castigo. No es nada de esto el trabajo, sino, por el contrario, una gran dignidad, un valor humano preeminente entre los superiores, una energía creadora de esperanza y bienestar, una luminosa empresa de bienestar y amor”.

Efraín González Luna ha puesto el espíritu divino en el trabajo asalariado, las ilusiones, las esperanzas, la vida humana misma; así ha formado, según él, la “idea viviente”, más aun, la “realidad viva” del trabajo. Con ello, cree haber divinizado y con ello humanizado el trabajo mismo; en realidad, lo único que ha hecho es ponerle un halo divino y una máscara humana, mistificar aun más el trabajo enajenado. Frente al gran resultado que ha logrado, ante su “idea viviente” y su “realidad viva”, le parece “pequeña” y “falsa” la “sombría” concepción del trabajo como “esclavitud humillante y castigo”. Su pretensión es la de haber sintetizado la “realidad viva” del trabajo, no de un modo específico, histórico, sino la de haber logrado la verdad universal del trabajo, independientemente del tiempo y las condiciones históricas. Efraín González Luna parte del supuesto de la identidad del trabajo asalariado con el trabajo auténticamente humano. Su noción del trabajo no es histórica, sino ahistórica; no parte del análisis crítico del trabajo tal como se presenta en determinada realidad histórica, del trabajo asalariado, para investigar su especificidad y determinar si corresponde adecuadamente al ser humano, a la naturaleza del hombre. Parte del supuesto de que el trabajo asalariado es el modo adecuado y necesario del trabajo verdaderamente humano. Efraín González Luna ni se imagina siquiera la contraposición que se da entre el trabajo asalariado y el trabajo auténticamente humano. Le parece “falsa” la “sombría” concepción del trabajo como “esclavitud humillante” porque identifica al trabajo enajenado, impuesto, forzado, con el trabajo humano libre. Cuando Efraín González Luna critica la caracterización del trabajo como “esclavitud humillante”, esta rechazando la concepción que crítica al trabajo asalariado, esta oponiendo lugares comunes al 85

C. Marx, Manuscritos Económico- Filosóficos, Breviario No. 166, F.C.E., México 1998, págs. 205-206.


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concepto de Marx, seriamente fundamentado. Frente a su exaltación grandilocuente del trabajo asalariado, el concepto crítico de éste le parece “pequeño”, “falso”, “sombrío”. La descripción certera del modo de proceder de Efraín González Luna la encontramos en la siguiente reflexión: “Así obra el sano sentido común. Cree poder oponer al filósofo, como una terra incognota, sus más necios lugares comunes y ocurrencias. Cree ser un Colón, cuando arroja a las cabezas de otros cáscaras de huevo”.86 El filosofo, razona Marx, refiriéndose a Epicuro, “sabe lo que dice”; en cambio, el pensador del sentido común “dice siempre otra cosa de lo que se propone decir y, en el fondo, entiende también otra cosa de lo que dice”.87 En efecto, al exponer que el trabajo es una “gran dignidad” está presentando la actividad asalariada, carente de contenido, es decir, que obedece a un fin y a una voluntad extraña al trabajador, como la actividad adecuada a la “dignidad del ser humano”, a la naturaleza del hombre; al afirmar que el trabajo es un “valor humano preeminente entre los superiores” está proponiendo la depauperación mental y física, propia del trabajo enajenado, como la “valorización preeminente del ser humano”; al exponer que el trabajo es “una energía creadora de esperanza y bienestar” esta concibiendo el salario como la “esperanza” y el “bienestar” del ser humano, no comprende que inclusive un mejor salario sólo sería una mejor remuneración de los esclavos; al presentar al trabajo como una “luminosa empresa de bienestar y amor” esta adornando el trabajo asalariado -que se realiza con la finalidad egoísta de poseer para sí mismo, contrapuesto al otro hombre- como actividad humana “amorosa”. Aquí nos tropezamos con un desliz, con un detalle revelador del secreto de la noción del trabajo de Efraín González Luna. Efectivamente, Efraín González Luna considera que el trabajo es una “empresa”. Y nosotros preguntamos: ¿es una empresa?, ¿para quién?, ¿para el trabajador? No, para él es un salario. El trabajo es una empresa para el propietario, precisamente para el empresario. Para el capital, el trabajo enajenado si es empresa porque, una vez comprada la fuerza de trabajo, el trabajo en acción le pertenece y se realiza para valorizar el capital. El fin de la empresa es obtener ganancias; empresa es la palabra con la que el burgués, a través de sus ideólogos, denomina la valorización del capital, la producción “generosa” y “amorosa” de plusvalía. Es generosa porque es gratuita, pues el trabajador, primero realiza el trabajo necesario para reponer su salario y después realiza el trabajo excedente que no le cuesta nada al capital; es amorosa porque el capital ama la ganancia, la plusvalía: es la finalidad suprema de su existencia, “el valor humano preeminente”. Ciertamente, el trabajo asalariado es una “energía creadora de esperanza y bienestar” para el capital; efectivamente, el trabajo asalariado es una “gran dignidad” para el capital porque el capital no obedece a ninguna ley que no sea instituida por su naturaleza de “empresa”, por su necesidad absoluta de valorizarse. La caracterización del trabajo como “empresa” fue un lapsus con el que Efraín González Luna exteriorizó su secreto, mostró con sus propias palabras que su punto de vista es el de los empresarios, dicho en otras palabras, el del capital. ***

86 87

Óp. Cit., pág 97. C. Marx, Tesis Doctoral, Escritos de Juventud, F.C.E., México1982, pág. 108.


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Efraín González Luna utiliza el sentido común para caracterizar el trabajo asalariado, pero mediante éste no se puede llegar a la comprensión de la naturaleza del trabajo, a la determinación del verdadero concepto del trabajo. Carlos Marx fue quien elaboró el concepto del trabajo enajenado, con la ayuda de la filosofía y de la aportación de ésta al pensamiento científico. En carta a su padre, el joven Marx le dice: “Y de nuevo me hice cargo de que sin filosofía no era posible penetrar en los problemas”.88 Para elaborar su concepto del trabajo, primero tuvo que construir, con ayuda de la filosofía, su pensamiento científico de carácter histórico universal, que rebasó a la propia filosofía, pero que incluye sus aportaciones al pensamiento humano. Fue una superación dialéctica de la filosofía, un “aufhebung”: “negación-que-conserva-lo-negado-y-lo-eleva-a-un-nivel-más-alto”.89 Tuvo que determinar la aportación de los filósofos griegos al pensamiento científico de la humanidad90, de la filosofía alemana, de G. W. F. Hegel, a quien estudio de “cabo a rabo”. 91 Decimos todo esto porque queremos demostrar que el concepto del trabajo enajenado de Carlos Marx fue el fruto de concienzudos estudios científicos que tuvieron como premisa “un espíritu libre y audaz”. En cambio, la caracterización del trabajo de Efraín González Luna fue expuesta en un simple discurso que, según él mismo dice, son “consideraciones, necesariamente breves, desordenadas e incompletas”, aunque después sus epígonos la presenten como si fuera una “inspirada y magnifica disertación”, suscitada por el “espíritu santo” como lo expresó Manuel Gómez Morín, fundador del PAN. Carlos Marx hizo la crítica del trabajo asalariado, de la actividad humana enajenada, partiendo del principio fundamental de que la “raíz para el hombre, es el hombre mismo”.92 Para considerar al ser humano en sí mismo, es necesario partir de la crítica de la religión, pues “la crítica de la religión es la premisa de toda crítica”.93 La crítica de la religión desemboca “en la doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, abandonado, despreciable”.94 En los Cuadernos de Paris y en los Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844, Carlos Marx determinó la especificidad del trabajo asalariado con el concepto del trabajo enajenado, cuyo significado esencial resumió en los términos siguientes: “el trabajo no es más que una expresión de la actividad humana dentro de la enajenación, de la manifestación de la vida como enajenación de la vida”.95 En esta concepción se relaciona la existencia del trabajador asalariado con su esencia como ser humano. El punto de partida de este análisis es la pregunta: ¿la existencia del trabajador asalariado corresponde con su naturaleza humana? Efraín González Luna y el PAN le vuelven la espalda a la existencia de la vida humana como trabajo asalariado, a la existencia del ser humano como mercancía fuerza de trabajo. Cuando afirman: 88

C. Marx, Carta al Padre, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 9. István Mészáros, La Teoría de la Enajenación en Marx, Ediciones Era, S.A., México 1978, pág. 12. 90 C. Marx, Tesis Doctoral y Estudios sobre Epicuro. 91 C. Marx, Carta al Padre, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 11. 92 C. Marx, Introducción, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 10. 93 Óp. Cit., pág. 3. 94 Óp. Cit., pág. 10. 95 C. Marx, Manuscritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 144. Aquí preferimos la traducción de esta edición. 89


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“El trabajo humano no es una mercancía, ni debe ser considerado como un mero elemento material de la producción”96, declarativamente niegan una existencia, pero sólo para dejarla tal cual; es como no admitir la existencia de una enfermedad, para evitar que el enfermo tome medicina. El concepto de Marx parte de la existencia del trabajo humano como trabajo asalariado, pero lo compara con la actividad verdaderamente humana para determinar su carácter de actividad humana enajenada, de actividad no propia del hombre sino de animales. De ahí mismo se desprende la necesidad de trascenderla, pero en la realidad; no sólo teórica, sino también prácticamente. En cambio, para Efraín González Luna, no es necesario transformar el trabajo asalariado pues para él ya es, de modo inmediato y directo, una actividad “verdaderamente humana”; no es necesario trascender realmente el trabajo como actividad sujeto a una voluntad ajena, basta con que el trabajador adquiera “conciencia” de que el trabajo asalariado no es tal, sino actividad de la divinidad para que “viva” la “dignidad y humanización” del trabajo. Es decisivo determinar correctamente el carácter del trabajo asalariado, pues de esta relación enajenada del hombre con su actividad, sus productos y los demás hombres, se originan y desarrollan las demás relaciones sociales enajenadas: la familia, religión, Estado, etc. Es decisivo también para determinar toda la praxis del PAN, es decir, su concepción económica y, en general, todos sus “Principios de Doctrina”, y sus acciones de carácter económico y político. El trabajo enajenado es el principio y fundamento, la raíz de todas ellas. De la correcta caracterización del trabajo depende el programa de liberación o sojuzgamiento del ser humano. De la necesidad de trascender el trabajo enajenado, Marx determinó que la emancipación humana toma la forma política de la emancipación de los trabajadores; es una propuesta de liberación humana radical porque se propone abolir todo tipo de sojuzgamiento desde su raíz. De este modo lo expuso Marx: “De la relación entre el trabajo y la propiedad privada se desprende además, que la emancipación de la sociedad con respecto de la propiedad privada, etc., la emancipación de la servidumbre, se manifiesta bajo la forma política de la emancipación de los obreros, pero no como si se tratara solamente de su emancipación sino porque en ella va implícita la emancipación humana en general, y va implícita porque la relación entre el obrero y la producción envuelve de por sí el sojuzgamiento de todos los hombres y todas las relaciones de avasallamiento no son más que modalidades y consecuencias de aquella relación”.97 El PAN, por su parte, en el punto siete de sus “Principios de Doctrina” relativo a la “santidad” del trabajo y la obligatoriedad del mismo, sostiene que el Estado debe “garantizar” el “cumplimiento de esa obligación”. Esta es la función que el PAN asigna al Estado; “garantizar el cumplimiento” del trabajo por obligación, del trabajo forzado. La política del PAN es también la acción tendiente a asegurar la realización del trabajo enajenado para garantizar la propiedad privada, otro principio fundamental del PAN. Este es el secreto de su llamado “humanismo” económico y político, de la teoría y la práctica del PAN. Su objetivo,

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Abraham Nuncio, El PAN, Programa Mínimo de Acción Política del PAN, Ed. Nueva Imagen, México 1986, págs. 327-328. 97 C. Marx, Manuscritos, Ed. Grijalbo, México 1967, págs. 86-87.


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su finalidad es el uso del Estado y la política para garantizar el cumplimiento de la enajenación del trabajo y de su consecuencia, “las empresas” protegidas como “propiedad privada”.

7. La divina dualidad. “Suele creerse que el trabajo nació como pena en el edén perdido el día de la caída del hombre; pero no es así. Fue solamente el dolor del trabajo lo que tuvo sentido de sanción. El texto bíblico es terminante: „Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y le puso en el paraíso de delicias, para que lo cultivase y guardase. Fue, por tanto, una feliz actividad humana el trabajo en la perfección de la naturaleza, antes de la rebelión. El sudor y la fatiga vinieron después y no son, consiguientemente, sus dimensiones esenciales; no pueden anular su primitiva excelencia”.

En este párrafo, Efraín González Luna refuta la noción del trabajo como pena o castigo. Dice que fue solamente el dolor del trabajo lo que tuvo sentido de sanción. Una cualidad, real o supuesta del trabajo, el dolor, la separa abstractamente de éste y pone a dios agregándosela al trabajo. Con el supuesto apoyo de la palabra divina, Efraín González Luna pretende demostrar que el trabajo fue originariamente feliz actividad humana en el perfeccionamiento de la naturaleza. Como, según él, la biblia dice: “Tomó el Señor Dios al hombre y le puso en el paraíso de delicias para que lo cultivase y guardase”, luego entonces el trabajo fue una feliz actividad humana “antes de la rebelión”. El texto bíblico y, sobre todo, su propia interpretación, le parece inobjetable, indiscutible, definitiva, en una palabra, “terminante”. Efraín González Luna pretende demostrar, de este modo y de manera definitiva, el carácter del trabajo, la esencia del trabajo, su dimensión esencial de “feliz actividad humana” y que el dolor del trabajo es una característica accidental del mismo, como sanción por “la rebelión”. El procedimiento de esta “demostración” consiste en declararla como terminante, exigiendo que creamos en ella por ser palabra divina. Ya Hegel -en sus Escritos de Juventud, buscando resolver el problema de cómo una religión se enajena, se hace “positiva”, según su conceptonos descubre el secreto de este procedimiento. Expone que una religión enajenada o positiva es aquella “que no se postula por la razón y hasta entra en conflicto con ella o, concordando con ella, exige ser creída sólo en base a la autoridad”98. Efraín González Luna, al basar su noción del trabajo en el texto bíblico y al señalarnos que es una verdad terminante, nos está exigiendo creer en ella sólo en base a la autoridad, so pena de “rebelarnos” a la autoridad divina. Efraín González Luna ha establecido la “feliz actividad humana en el perfeccionamiento de la naturaleza” como la primera existencia del trabajo: es su “primitiva excelencia”, nos dice. Después de “la rebelión”, dios le añadió al trabajo la sanción, le añadió el dolor del sudor y la fatiga; el trabajo adquirió, en consecuencia, una segunda existencia, sobrepuesta a la primera. El trabajo adquirió una doble existencia, inclusive separada en el tiempo: antes de la rebelión era sólo “feliz actividad”, después fue el dolor del sudor y la fatiga. La contraposición interna 98

G. F. Hegel, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1998, pág. 79.


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del proceso del trabajo, la actividad humana como actividad deshumanizada, la manifestación de la vida como sacrificio de la vida, se le presenta a Efraín González Luna como existencias diferentes, sobrepuesta una a la otra. El aspecto positivo del trabajo es percibido por Efraín González Luna como “feliz actividad” con existencia químicamente pura en el edén perdido; y el aspecto negativo es percibido sólo como sudor y fatiga, como si estos tuvieran una existencia separada, independiente del trabajo mismo. Con Efraín González Luna sólo tenemos determinaciones abstractas del trabajo humano, que pueden separarse de la cosa misma en el pensamiento, pero no en la realidad; por eso no tenemos en él el análisis de la actividad productiva humana real, históricamente vigente. Hegel fue el primero en descubrir la esencia del trabajo humano, aunque de modo abstracto y especulativo. Carlos Marx, en los Manuscritos de 1844, resume esta hazaña, en los términos siguientes: “Lo más grande de la Fenomenología de Hegel y de su resultado final -la dialéctica de la negatividad como su principio motor y engendrador- es, por tanto, el que Hegel conciba la autogénesis del hombre como un proceso, la objetivación como desobjetivación, como enajenación y como superación de esta enajenación, el que capte por tanto la esencia del trabajo y conciba al hombre objetivado y verdadero, por ser el hombre real, como resultado de su propio trabajo”.99 De aquí se desprende: 1. Que Hegel llega a determinar, de forma abstracta, la naturaleza del hombre y de su actividad, el trabajo, en la “Fenomenología del Espíritu”, “verdadera revolución” en el pensamiento y “cuna y secreto” de la filosofía de Hegel. No es el sentido común, ni el positivismo acrítico, sino la filosofía crítica, específicamente la “dialéctica de la negatividad como principio motor y generador” la que alcanzó la determinación de los elementos fundamentales para la conceptualización del trabajo, aunque Hegel lo hiciera de modo “abstracto y especulativo”. Es la dialéctica la que permitió relacionar los aspectos positivos y negativos del trabajo, concebirlos en su nexo interno, en su unidad intrínseca, y no como dualidad, como elementos separados y sobrepuestos. Efraín González Luna, por su parte, nos presenta una noción dualista del trabajo: por un lado, en el edén, la felicidad y la alegría del hombre en la perfección de la naturaleza, desconectada, aparte del sudor y la fatiga, del dolor que luego es sobrepuesto al trabajo por la llamada rebelión. 2. Concibe al hombre autocreándose, autogenerándose; no, como hace Efraín González Luna que concibe una naturaleza humana marcada de una vez y para siempre por “la rebelión”, por el pecado original, por una divinidad externa al propio hombre. 3. Concibe al hombre que se objetiva -y, por tanto, al hombre real-, la objetivación de la vida del hombre, como desobjetivación, como perdida del producto, como negación de la vida humana, como enajenación. Efraín González Luna oculta la enajenación del trabajo en tanto que no analiza la relación entre el productor y su producto, la producción del objeto como perdida del objeto para el productor y apropiación de éste por el no productor. Por último. 4. El concepto del trabajo enajenado es, al mismo tiempo, la fundamentación científica de la necesidad de superar dialécticamente la enajenación del trabajo; la negación de la enajenación del trabajo es la afirmación del ser humano, de la dignidad humana; es el verdadero humanismo. En cambio, la noción del trabajo de Efraín González Luna, es la confirmación de la negación del ser humano, es una pérdida más de lo humano; su sedicente humanismo es en realidad deshumanización, 99

C. Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 650.


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una enajenación más. Para darle un carácter verdaderamente humano al trabajo, para alcanzar su verdadera condición y dignidad humana, se debe superar el carácter enajenado del trabajo y la ideología burguesa –como la de Efraín González Luna- que lo mixtifica como “trabajo digno y humano”.

8. El ser infinito. “Toda vida necesita del trabajo para subsistir. Toda vida es trabajo. Si en el orden de la existencia material se paralizan las actividades orgánicas de nutrición relación, la vida se extingue. Dios mismo es el ser infinito, la perfección absoluta, porque es el acto puro, un trabajo sin límite y sin termino”.

En este párrafo, Efraín González Luna afirma que “toda vida necesita el trabajo para subsistir”, que “toda vida es trabajo”, que “si en el orden de la existencia material se paralizan las actividades orgánicas de nutrición y relación, la vida se extingue”. Considera el trabajo en relación con la vida de la especie humana, con la existencia del género humano. Pero, inmediatamente después, relaciona el trabajo humano con la divinidad afirmando que “Dios mismo es el ser infinito, la perfección absoluta, porque es el acto puro, un trabajo sin límite y sin término”. La materialidad y la espiritualidad del hombre, las concibe como dos existencias separadas: por un lado tenemos al hombre material como hombre laborioso y por otro lado tenemos al hombre espiritual como hombre religioso, como hombre negado en sí mismo y con una existencia diferente: como ser divino. Dios es el reconocimiento mixtificado del hombre mediante un rodeo. Efraín González Luna no comprende que “el pensamiento y el ser son, pues, distintos pero también forman una unidad”.100 Pero, en su noción enajenada del hombre, percibe la unidad del ser humano como dualidad, como dos existencias diferentes. El trabajo es una actividad específicamente humana. Cuando Efraín González Luna nos dice que “toda vida necesita el trabajo para subsistir”, que “toda vida es trabajo”, no está determinando el carácter específico del trabajo humano. También el animal produce, la abeja construye su panal, el pájaro su nido. Tanto los animales como el hombre producen para subsistir, y toda su vida producen, toda su vida es producción; pero sólo la actividad productiva del hombre es trabajo. Efraín González Luna no es consciente de la diferencia específica de la actividad productiva humana, el trabajo, y la actividad productiva de las otras especies del reino animal. Carlos Marx, en sus Manuscritos de 1844, determina la naturaleza específica de la actividad productiva humana, diferenciándola de la de las otras especies del reino animal. En efecto, nos dice: “El animal es uno con su actividad vital. No distingue a la actividad de sí mismo. Es su actividad. Pero el hombre hace de su actividad vital misma un objeto de su voluntad y su conciencia. Tiene una actividad vital consciente. No es una determinación con la que se identifique completamente. La actividad vital consciente distingue al hombre de la actividad vital de los animales. Sólo por esa razón es un ser genérico. O más bien, es sólo un ser con conciencia de sí, es decir, su propia vida es un objeto 100

C. Marx, Manuscritos… Óp. Cit., pág. 139.


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para él puesto que es un ser genérico. Sólo por esta razón es su actividad una actividad libre. El trabajo enajenado invierte la relación, en tanto que el hombre con conciencia de sí, hace de su actividad vital, de su ser, sólo un medio para su existencia”.101 Entonces es la actividad vital consciente, libre, genérica, universal lo que le da su carácter específico a la actividad productiva humana y la distingue de la de los animales, que es instintiva, unilateral, limitada, inconsciente: el animal es uno con su actividad, como explica Marx. Esta distinción entre la actividad vital consciente del hombre y la actividad vital instintiva de los animales es fundamental para determinar el concepto del hombre como especie específica del reino animal, porque, como argumenta Marx: “En el tipo de actividad vital reside todo el carácter de una especie; y la actividad libre, consciente es el carácter de los seres humanos como especie”.102 El trabajo enajenado impide la realización de la actividad vital consciente y libre del hombre; sólo permite que esta actividad se realice al modo como la realizan los animales, como actividad unilateral, únicamente para sobrevivir. Por eso con la enajenación del trabajo, explica Marx: “Llegamos al resultado de que el hombre (el trabajador) se siente libremente activo sólo en sus funciones animales -comer, beber y procrear o, cuando más, en su vivienda y en su adorno personal- mientras que en sus funciones humanas se ve reducido a la condición animal. Lo animal se vuelve humano y lo humano se vuelve animal”. 103 Efraín González Luna imagina que la esencia del trabajo humano es la de ser “sostén de vida” y como el animal produce también para sostener su vida, entonces no ve que exista diferencia alguna entre el carácter de ambas actividades; por eso afirma sin la menor preocupación: “toda vida necesita el trabajo para subsistir”, “toda vida es trabajo”. Como el trabajo enajenado convierte esta función humana en una actividad propia de animales, entonces Efraín González Luna concibe enajenadamente que la actividad productiva del hombre y de los animales es “trabajo”. Y cuando quiere enaltecer el trabajo, lo concibe como actividad divina, diciéndonos “Dios es... un trabajo sin límite y sin término”. Al hablarnos Efraín González Luna de dios como ser infinito, como la perfección absoluta y como un trabajo sin límite y sin término, esta refiriéndose, en realidad, a las cualidades del género humano divinizadas, enajenadas. Frente a la finitud del individuo, tenemos la infinitud de la especie; frente a la imperfección del individuo, tenemos la perfección de la especie; frente al trabajo limitado del individuo, tenemos el trabajo ilimitado del género humano. Las cualidades del ser humano como especie, es lo que Efraín González Luna entiende enajenadamente como “dios”. Pero como con el trabajo enajenado se enajena al individuo de la especie, como la especie sólo aparece como un medio para la satisfacción de necesidades egoístas del individuo, entonces la especie es negada, sólo se presenta como “especie” imaginaria, como divinidad, como religión. Tal como lo analiza Marx: “Este Estado, esta sociedad, producen la religión, una conciencia del mundo invertida, porque ellos son un mundo invertido. La religión es la teoría general de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica bajo forma popular, su pundonor espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su razón general de consolación y justificación. Es la fantástica 101

Óp. Cit., pág. 111. Óp. Cit., pág. 111. 103 Óp. Cit., págs. 108-109. 102


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realización de la esencia humana, porque la esencia humana carece de verdadera realidad”.104 Efraín González Luna hace actuar de modo humano a dios cuando le atribuye “un trabajo sin límite y sin termino” con lo cual indica inconscientemente, mediante un rodeo, la esencia humana de la religión. Ya Ludwig Feuerbach sostenía con razón: “Quien hace actuar a Dios en forma humana, declara la actividad humana como una actividad divina, pues dice: un Dios que no fuera activo ni moral, ni humanamente, no es Dios y, en consecuencia, hace depender el concepto de la deidad del concepto de la actividad humana”.105 Si la actividad de la deidad es una actividad humana, entonces el ser humano es, en el fondo, la esencia de la deidad. Como argumenta Feuerbach al descubrirnos el secreto de la religión: “Ahora bien; si es un hecho que lo que es el sujeto o la esencia, se encuentra únicamente en las determinaciones del mismo, es decir, que el predicado es el verdadero sujeto, entonces se ha demostrado, así mismo, que si los predicados divinos son determinaciones del ser humano, también el sujeto de los mismos debe ser un ser humano”.106

9. Comunidad familiar y comunidad humana. “El trabajo del hombre desborda el ámbito personal y tiene la virtud de servir otras vidas, es un agente insuperable de solidaridad y amor. No con la servidumbre inerte y ciega de las fuerzas físicas, sino encendido de inteligencia y de caridad, es cimiento y estructura de la primera de las comunidades naturales en el tiempo y en la trascendencia de la misión, de la más entrañablemente próxima al hombre: de la familia”.

Efraín González Luna sostiene en este párrafo que el trabajo humano sobrepasa el ámbito personal y tiene la virtud de servir otras vidas. Entiende este “desbordamiento”, según explicó anteriormente, en el sentido de que el trabajo no sólo es para el sostén del propio trabajador, sino también para el sostén de la esposa, los hijos y los padres. El trabajador como proveedor de su familia: a eso reduce Efraín González Luna la comunidad humana, al ámbito estrecho de la comunidad familiar. El trabajo enajenado enajena el ser comunitario del hombre, enajena al individuo del género; es por ello que el ser comunitario del hombre es reducido a la vida familiar, al Estado, a la religión, a remedos de la verdadera comunidad humana. De ahí que Efraín González Luna perciba que el trabajo rebasa el ámbito personal sólo en la esfera de la vida familiar; para él, a eso se reduce la comunidad humana. Si el trabajador produjera como verdadero ser humano, se afirmaría a sí mismo en su actividad vital, en su vida misma, en el producto de esta actividad objetivaría sus disposiciones naturales y sus capacidades espirituales, el producto sería su producto, la objetivación de su vida, la naturaleza humanizada producida y apropiada por el hombre. Produciendo como hombre: “Yo habría objetivado mi individualidad y su peculiaridad en mi producción; habría por tanto gozado doblemente: durante la actividad, la experiencia de una actividad vital individual, y, al contemplar el objeto,

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C. Marx, La Cuestión Judía, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 40. Ludwig Feuerbach, La Esencia del Cristianismo, Juan Pablos Editor, México 1971, pág. 40. 106 Óp. Cit., pág. 36. 105


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la alegría individual de saber que mi personalidad es un poder objetivo, comprobable sensiblemente y que esta por tanto fuera de toda duda”107. Si un ser humano no se objetiva, no es nada: “sin tener un objeto, el hombre es una nada. Por el objeto se conoce al hombre; en aquel se manifiesta su esencia: el objeto es su esencia manifestada, su verdadero yo objetivo y esto no sólo vale por los objetos espirituales, sino también por los perceptibles”.108 Con el trabajo enajenado la objetivación se convierte en perdida del objeto, en desobjetivación a cambio del salario para sobrevivir, para sostener la vida de la familia. Con el producto humano no enajenado, se satisfacería una necesidad humana, y el productor confirmaría así su ser individual en el ser social, confirmaría directamente su pertenencia al género humano en el disfrute de su producto por otro ser humano, confirmaría que él forma parte de la esencia, de la vida misma de otro ser humano. Con el trabajo enajenado y su consecuencia, el producto enajenado –las mercancías-, no se satisfacen directamente las necesidades humanas, el mediador entre el producto humano y el consumidor de éste no es el propio productor sino el dinero, una cosa externa al hombre. Por eso las relaciones entre los hombre se presentan como relaciones entre las cosas y el trabajo sólo es para otros en el sentido estrecho de proporcionar un salario, de proporcionar dinero para comprar mercancías y sostener la familia. Con el trabajo humanizado se confirmaría directamente que el ser humano es un ser individual y al mismo tiempo social; en cambio, el trabajo enajenado lo reduce a un ser individualizado, aislado y contrapuesto a los otros seres humanos. Marx nos dice que habiendo producido yo como ser humano, y habiendo satisfecho una necesidad humana, entonces: “En tu goce o consumo de mi producto, yo habría gozado de manera inmediata tanto la conciencia de haber satisfecho una necesidad humana con mi trabajo como la conciencia: 1) de haber objetivado la esencia humana y proporcionado así el objeto correspondiente a la necesidad de otro ser humano; 2) de haber sido para ti el mediador entre tú y la comunidad, de haber estado por tanto en tu experiencia y tu conciencia como un complemento de tu propia esencia y como una parte necesaria de ti mismo, es decir, de haberme confirmado tanto en tu pensamiento como en tu amor; 3) de haber creado tu expresión vital individual en la mía propia, de haber por tanto confirmado y realizado inmediatamente en mi actividad individual mi verdadera esencia, mi esencia comunitaria, humana”109. Al enajenar su actividad vital, pierde el hombre su trabajo y también sus productos. Los objetos de la producción se erigen frente al productor en un poder ajeno que lo domina. El medio para tomar posesión de ese poder ajeno es el dinero. El poder adquisitivo del dinero disminuye proporcionalmente con el crecimiento de la cantidad de productos. Se crea la necesidad real del dinero, es la única necesidad que crea el consumo de los productos del trabajo enajenado. La cantidad de dinero que posee se convierte en la única cualidad del ser humano. Con el sistema del trabajo asalariado no se satisface la riqueza de necesidades verdaderamente humanas. Solamente se crea la necesidad de dinero, se reduce la familia a una comunidad cuantitativa que reproduce en su seno la relación del trabajador con el trabajo y sus productos, y su consecuencia, la propiedad privada. Este es el verdadero cimiento y estructura 107

C. Marx, Cuadernos de Paris, Ediciones Era, S. A., México 1974, pág. 155. Ludwig Feuerbach, La Esencia del Cristianismo, Óp. Cit., págs. 17-18. 109 C. Marx, Cuadernos de Paris, Ediciones Era, S. A., México 1974, págs. 155-156. 108


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que proporciona el trabajo enajenado a la familia. Ésta se ve subordinada al egoísmo, a la función de acumulación o a la obtención de medios de vida que proporciona el salario. Se convierte en una sociedad para la sobrevivencia y para la acumulación personal de sus integrantes, en una célula de la propiedad privada, que se enfrenta a otras familias, a otras células, en la defensa de su propiedad privada. Es la lucha de todos contra todos, el reino de la selva. Entonces el trabajo enajenado es fuente de egoísmo y no de “solidaridad y amor” como postula Efraín González Luna. En el seno mismo de la familia se da la división natural del trabajo y se da también la distribución desigual del trabajo y sus productos; el germen de la propiedad privada se contiene en la familia donde el hombre -o la mujer- puede disponer del trabajo del cónyuge y de los hijos. Marx analizó estas determinaciones de la familia: “Con la división del trabajo, que lleva implícitas todas las contradicciones y que descansa, a su vez, sobre la división natural del trabajo en el seno de la familia y en la división de la sociedad en diversas familias contrapuestas, se da al mismo tiempo, la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y sus productos; es decir, la propiedad, cuyo primer germen, cuya forma inicial se contiene ya en la familia, donde la mujer y los hijos son esclavos del marido”.110 El egoísmo, el sentido de tener, rige la existencia de los sentidos del hombre, entre ellos, el sentido del amor. “Así, todos los sentidos físicos e intelectuales han sido substituidos por la simple enajenación de todos estos sentidos: el sentido de tener”.111 El amor, los sentidos, la sensibilidad humana, se encuentran enajenados en virtud de que el hombre enajena su actividad vital, su vida productiva. La relación amorosa se convierte en una relación entre cosas, en una relación entre mercancías mediada por el dinero. Las cualidades humanas se transforman, dejan tener sentido en cuanto tales al transfigurarse en cualidades externas al ser humano. En la sociedad burguesa, el hombre no se cotiza como tal hombre, pues como vale es como general o como banquero, nos dice Marx en El Capital. En el intercambio amoroso el hombre se cotiza también como general, banquero o político. Entonces no se intercambia realmente amor por amor de modo libre, amistad por amistad. La relación amorosa parte del supuesto de la posición social de quienes la contraen: se da un intercambio de equivalentes. Así como se intercambian mercancías por mediación del dinero, también se intercambia la mercancía humana por mediación del dinero. La expresión químicamente pura de este intercambio “amoroso” es la prostitución; ésta es el secreto rebelado del intercambio amoroso enajenado, y es muestra y expresión de la infinita degradación en que existe el ser humano bajo las condiciones del trabajo enajenado; éste es el “amor” que determina el trabajo enajenado, muy distinto a la versión idealizada que aquí postula Efraín González Luna. La relación entre el hombre y la mujer es una relación directa, natural y necesaria entre los seres humanos, es una relación de la especie humana. En esta relación se expresa como un hecho sensible, observable directamente, la relación del ser humano con el ser humano. “Así, en esta relación se rebela en forma sensible, reducida a un hecho observable, la medida en que la naturaleza humana se ha convertido en naturaleza para el hombre y en que la naturaleza se ha 110 111

C. Marx, Manuscritos... Óp. Cit., pág. 136. Óp. Cit., pág. 140.


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convertido para él en naturaleza humana.”112 Pero al ser reducido el ser humano, por el trabajo enajenado, a una mercancía, tanto en la producción como en el consumo, entonces la relación natural entre el hombre y la mujer es determinada como una relación entre mercancías mediada por el dinero. La ley general de la sociedad capitalista es la de la producción enajenada, la de la enajenación de la vida y de la vida enajenada. Como lo explica Marx: “La religión, la familia, la ley, la moral, la ciencia, el arte, etc., son sólo formas particulares de la producción y caen dentro de su ley general. La supresión positiva de la propiedad privada como apropiación de la vida humana, es pues la supresión positiva de toda enajenación y la vuelta del hombre de la religión, la familia, el Estado, etc., a su vida humana, es decir, social”113. Efraín González Luna nos dice que el trabajo, la actividad vital del hombre se efectúa: “no con la servidumbre inerte y ciega de las fuerzas físicas, sino encendido de inteligencia y caridad”. En cuanto a la “caridad” ya vimos que lo que ideológicamente se le presenta a Efraín González Luna como tal, en la realidad del trabajo enajenado, es el más puro egoísmo y mera necesidad. Pero, ¿qué pasa con la inteligencia? La inteligencia, concebida no abstractamente, sino en su conexión real con la actividad vital humana, es una determinación esencial del hombre. Es precisamente el hecho de que el hombre hace objeto de su actividad vital, tanto práctica como teóricamente, a su comunidad y al resto de la naturaleza, lo que le da su especificidad a la actividad productiva humana –al trabajo-, su esencia de actividad consciente, libre, autónoma, universal. Es esta la especificidad de la vida productiva de la especie homo sapiens, lo que le otorga su carácter distintivo al género humano. Antes de producir cualquier objeto, el hombre lo concibe idealmente, lo proyecta en su cerebro; y esta proyección es la finalidad que guía su voluntad y acción. Por eso dice Marx que el peor maestro de obras aventaja a la mejor abeja en que, antes de producir su construcción, la concibe idealmente, la proyecta en su cerebro. Más tarde Lukacs denominará a esto como el momento ideal de la economía.114 Pero con el trabajo enajenado, el productor no pone los fines de la actividad productiva, los fines le son impuestos exteriormente; los fines de la producción son ajenos a su ser, se subordina a una voluntad ajena, su actividad productiva ya no le pertenece, sino que la ha enajenado. La existencia de su actividad vital, su vida productiva se encuentra enajenada de su esencia, de su naturaleza de trabajo humano. El trabajador ve degradada su condición de ser humano a la de animal, que actúa inconsciente, por puro instinto y de modo parcial en su vida productiva, en la objetivación de su vida. Lo humano se convierte en animal y lo animal en humano. Marx lo explica así: “Llegamos al resultado de que el hombre (el trabajador) se siente libremente activo sólo en sus funciones animales -comer, beber y procrear o cuando más, en su vivienda y en el adorno personal- mientras que en sus funciones humanas se ve reducido a su condición. Lo animal se vuelve humano y lo humano animal”115. Nuevamente, la realidad del trabajo enajenado es la inversa de la que concibe Efraín González Luna; para el trabajador la inteligencia es eliminada del proceso de trabajo y éste se limita a realizar una actividad que sólo tiene significado para él en cuanto salario. Es característico del pensamiento enajenado -el de Efraín González Luna incluido-, de la ideología, ocultar la 112

Óp. Cit., pág. 136. Óp. Cit., pág. 136 114 Ver. Lukacs, Ontología del Ser social. 115 C. Marx, Manuscritos… Óp. Cit., págs. 108-109. 113


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enajenación del trabajo y ocultar que éste produce lo contrario de la inteligencia: estupidez y cretinismo. Dice Marx en sus Manuscritos de 1844: “La economía política oculta la enajenación en la naturaleza del trabajo en tanto que no examina la relación entre el trabajador (trabajo) y la producción. El trabajo produce ciertamente maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador...Produce inteligencia, pero también estupidez y cretinismo para los trabajadores”.116

10. La sociedad de intercambios comerciales. “Ni siquiera termina aquí la capacidad del trabajo: todavía sirve a las comunidades humanas más extensas; porque al trabajar para sí mismo y para los suyos, el hombre produce bienes destinados al consumo extraño y todos los hilos de actividad que van hilándose para la subsistencia propia y familiar, tejen necesariamente, en concurso innumerable, la tela única de las relaciones económicas y, en general, profesionales que alimentan la convivencia social”.

En este párrafo nos dice Efraín González Luna que “al trabajar para sí mismo y para los suyos, el hombre produce bienes destinados al consumo extraño”, pero esto le parece natural; el modo de producir y consumir adecuado a la naturaleza humana. Nos dice también que los “hilos de la actividad fecunda que van hilándose para la subsistencia propia y familiar, tejen en concurso innumerable la tela única de las relaciones económicas y, en general, profesionales que alimentan la convivencia social”. Según Efraín González Luna el trabajo no sólo sirve al propio trabajador y a su familia como sostén de vida sino que también sus hilos tejen la “tela única de las relaciones económicas”. El supuesto del que parte la metáfora de Efraín González Luna es el del intercambio de mercancías. Ya la economía política clásica había demostrado que el intercambio de mercancías es intercambio de trabajo humano. El economista político clásico, Adam Smith, en su obra titulada Investigaciones Sobre la Naturaleza y las Causas de la Riqueza de las Naciones, expuso el concepto de la sociedad como una sociedad de intercambios comerciales, donde cada uno de sus miembros es un comerciante. Este mismo concepto es el que expresa Efraín González Luna de modo retórico. Para él, como para Adam Smith, el intercambio de mercancías es la forma natural, esencial y original de la sociabilidad humana, es el ser social del hombre. Efraín González Luna no se da cuenta de que la separación entre producción y consumo, es la consecuencia directa de la separación del trabajo con respecto de su producto, de su actividad y del goce de su producto; la separación entre producción y consumo es el resultado necesario del trabajo enajenado. Con la separación entre producción y consumo, el producto del trabajo enajenado adquiere el carácter de mercancía, de producto destinado al intercambio; surge el intercambio de mercancías entre propietarios privados independientes unos de otros. Como lo explica Carlos Marx en los Cuadernos de Paris: “La economía política distingue: producción y consumo y, como intermediario de ellos, intercambio o distribución. La separación entre producción y consumo, entre actividad y goce, tenga ella lugar en distintos individuos o en uno sólo, es la separación del trabajo con respecto 116

Óp. Cit., pág. 107.


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de su objeto y respecto de si mismo como goce”.117 La separación entre el trabajador y su producto es la separación entre el obrero y el capital, entre el trabajo y el capital. En las condiciones del trabajo enajenado, la unidad del trabajo humano tiene una existencia dividida, se presenta como división del trabajo. La unidad esencial del trabajo humano se presenta en la realidad capitalista como su contrario, como división, como enajenación de la existencia con respecto de la esencia. La unidad del trabajo humano no se presenta de modo inmediato como tal, sino como división que sólo alcanza su unidad con la mediación del intercambio de mercancías. Efraín González Luna cree que la existencia de la división del trabajo y del intercambio de mercancías es el modo adecuado de la unidad del trabajo humano, de la actividad vital, de la vida del género humano y del disfrute de los productos del trabajo. Efraín González Luna concibe la existencia dividida del trabajo como unidad inmediata de la actividad humana. Pretende que la existencia enajenada del trabajo humano es la actividad humana verdadera y que su producto es auténticamente humano y pretende además que el intercambio -comercio- y el consumo de los productos enajenados es distribución y consumo verdaderamente humanos. Con la división del trabajo, la producción se realiza obedeciendo a fines particulares, contrapuestos unos con otros -competencia-, y no con fines universales, puestos conscientemente por el hombre. El producto enajenado –la mercancía- no tiene como fin satisfacer una necesidad verdaderamente humana sino el egoísmo del productor privado. Efraín González Luna no tiene una posición crítica hacia el producto enajenado; no comprende, por ejemplo, que la producción de bombas atómicas, con su poder destructor de la humanidad es una consecuencia del egoísmo de la propiedad privada, es la defensa de la propiedad privada, y ésta la consecuencia del trabajo enajenado. El comercio es el acto genérico del hombre realizado con la mediación del dinero, el ser comunitario enajenado, la interacción e integración social de los hombres por medio de las mercancías. El dinero, el equivalente universal de las mercancías, de los objetos enajenados del hombre, es el que posibilita el intercambio humano y el que cambia las cualidades y sentimientos humanos por la cualidad del dinero. “Lo esencial del dinero no consiste ante todo en ser la enajenación de la propiedad, sino en el hecho de que la actividad mediadora -el movimiento o acto humano, social, mediante el cual los productos del hombre se complementan unos a otros- se encuentra enajenada en él y convertida en atributo suyo, como atributo de una cosa material, exterior al hombre. Por cuanto que el hombre renuncia aquí a esta actividad mediadora esencial, los actos que realiza son los de un hombre que se ha perdido a sí mismo, de un hombre deshumanizado”.118 El consumo de estos productos no es un consumo verdaderamente humano. Tenemos que -además de las diferencias cuantitativas y cualitativas en el consumo de los que producen y pierden su producto al producir y de los que no producen y se apropian del producto ajeno- en cuanto a la calidad de los objetos producidos, está determinada por la finalidad de la obtención de la ganancia, de la acumulación de trabajo ajeno transfigurado en capital. El consumo de los productos del trabajo enajenado no es una actividad que tenga como fin la satisfacción de las necesidades del ser humano, sino que éstas están subordinadas, degradadas por la necesidad de la maximización de la ganancia. El consumo del producto no 117 118

C. Marx, Cuadernos de Paris, Ediciones Era, S. A., México 1974, págs.146-147. Óp. Cit., pág. 107


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es para el hombre, sino el hombre para el consumo del producto; el consumo también resulta invertido, enajenado. La satisfacción de las necesidades humanas se ve mediada por la satisfacción de la necesidad de realizar la ganancia. La calidad del consumo está determinada por la calidad de su objeto, del producto consumido; y esta calidad se ve degradada por la necesidad de la obtención de la ganancia. Así, “la idiotización generalizada es promovida mediante realidades activamente imbecilizantes como la producción de comida chatarra, el consumo masivo de drogas y el desequilibrio alimenticio general, el cual culmina en la polución masiva del aire, el primer alimento del hombre fuera del vientre materno”.119 Es fundamental determinar la diferencia entre la verdadera comunidad humana y la sociedad del intercambio de mercancías, de la “tela única de las relaciones económicas”, como dice Efraín González Luna. El intercambio de mercancías es una forma enajenada del intercambio social porque en él no es el hombre, el ser social, el que intercambia libre y conscientemente su actividad vital y los productos de esa actividad, la naturaleza humanizada, sino que la relación social es mediada por cosas ajenas, extrañas: por los productos del trabajo enajenado. La comunidad humana así establecida está basada en el intercambio de mercancías, es la comunidad de las mercancías y la separación entre los hombres. Es lo contrario de la verdadera relación social, de la comunidad humana verdadera. El intercambio de la actividad vital y de los productos de esta actividad debe ser un intercambio humano, que restablezca la esencia comunitaria del hombre. Como explica Carlos Marx en los Cuadernos de Paris: “El intercambio, tanto de la actividad humana en el propio proceso de producción como de los productos humanos entre sí, equivale a la actividad genérica y al goce genérico, cuyo medio de existencia real, consciente y verdadero es la actividad social y el goce social... el verdadero ser comunitario es la esencia humana”.120

11. El relicario del espíritu. “Y no sólo tiene el trabajo una función capital desde el punto de vista meramente biológico. El cuerpo del hombre es el relicario del espíritu. Sostenerlo es, por tanto, sostener también el espíritu en la unidad indestructible que es el hombre sobre la tierra. Más aún, si se piensa que el más noble elemento del compuesto humano, el espíritu, es inmortal y que el signo de su destino imperecedero depende de la prueba temporal que es la vida, la breve peregrinación terrestre en que alma y cuerpo forman un protagonista personal que debe la subsistencia al trabajo, éste recibe la unción de una nueva grandeza, como sostén de la antorcha indeficiente y premisa de una conclusión eterna.”

Aquí Efraín González Luna nos dice que el “cuerpo es el relicario del espíritu”, que “el hombre sobre la tierra” es una “unidad indestructible” de cuerpo y espíritu; pero el espíritu “es inmortal”, y “su destino imperecedero” depende de la “prueba temporal” que es la vida, denominada como “breve peregrinación terrestre”. Como “alma y cuerpo forman un 119 120

Jorge Veraza, Nuestro Tiempo, Leer el Manifiesto, Editorial Ítaca, México 1998, pág. 146. C. Marx, Cuadernos de Paris, Ediciones Era, S. A., México 1974, págs. 136-137.


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protagonista personal que debe su subsistencia al trabajo”, entonces “éste recibe la unción de una nueva grandeza, como sostén de la antorcha indeficiente y premisa de su conclusión eterna”. El espíritu santo otorga al trabajo la unción, la grandeza de sostener al espíritu del hombre en la tierra como premisa de su conclusión eterna, ya sea en el cielo o en el infierno. El trabajo no sólo sostiene el cuerpo, sino que, mediante éste, al espíritu; y así resulta premisa de su vida eterna. El espíritu y el cuerpo se encuentran unidos en la “peregrinación terrestre” la vida del hombre negada en cuanto tal, como simple medio o paso a una supuesta eternidad-; pero después, según Efraín González Luna, muere el cuerpo y sobrevive el espíritu, porque éste es inmortal. En esta concepción no tenemos la unidad del hombre, sino al hombre dividido en cuerpo temporal y espíritu inmortal, una dualidad del hombre donde éste está de paso, es nada en su vida real, la llamada por Efraín González Luna vida temporal, y en su vida imaginaria es todo. “Pero el hombre objetiva en la religión su propio ser secreto”121, devela Ludwig Feuerbach. Al determinar Efraín González Luna como “nueva grandeza” del trabajo enajenado la de ser “sostén de la antorcha indeficiente y premisa de una conclusión eterna”, esta concibiendo al trabajo no como una actividad autosatisfactoria, que tenga su fin en sí misma, sino sólo como “sostén”, como medio, como una actividad que sirve para sostener el espíritu en la tierra y posibilitarle de ese modo alcanzar su feliz “conclusión eterna”. Con esto, está diciendo que el hombre como tal no es nada, que lo verdadero, la esencia del hombre es el espíritu o alma inmortal. Como en el trabajo enajenado el trabajador objetiva sus fuerzas esenciales perdiendo el objeto de su producción, es decir, se produce una desobjetivación real, en la religión el hombre objetiva imaginariamente su ser secreto, su ser esencial, su ser comunitario, genérico; la desobjetivación real tiene por complemento una objetivación imaginaria. Esto es lo que hace Efraín González Luna: darle una objetivación imaginaria, la feliz “conclusión eterna” al trabajo enajenado que carece de objetivación humana real. Para Efraín González Luna el espíritu y el cuerpo tienen unión indestructible, pero sólo temporal, en el breve paso sobre la tierra; pero después de este momento, el espíritu recobra su existencia independiente, ésta si eterna. El cuerpo sólo es recipiente temporal que guarda al espíritu. El “espíritu” es el pensamiento humano que se ha separado del hombre, es la inteligencia humana que se ha objetivado, se ha vuelto un objeto independiente y contrario al hombre, se ha enajenado del hombre. El “espíritu infinito” es la inteligencia separada de los límites de la individualidad corporal; es la inteligencia del género humano, separada del hombre, mistificada y enajenada. Así como Efraín González Luna divide al hombre en cuerpo y espíritu, la religión divide al hombre en dios y hombre. “La religión es la desunión del hombre consigo mismo: porque ella considera a Dios como un ser opuesto a él”122 analiza Ludwig Feuerbach. Esta desunión del hombre consigo mismo es, como ya hemos visto, un producto del trabajo enajenado y sus consecuencias: la propiedad privada, división del trabajo, intercambio mercantil, dinero, etc. La religión misma también es una consecuencia del trabajo enajenado. En las condiciones de 121 122

Ludwig Feuerbach, La Esencia del Cristianismo, Juan Pablos Editor, México 1971, pág. 47. Óp. Cit., pág. 47.


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la producción capitalista, el hombre esta desunido consigo mismo, es una dualidad entre su existencia enajenada y su esencia naturalmente humana. Esta dualidad se presenta como oposición entre dios y el hombre. Como analiza Ludwig Feuerbach: “Dios no es lo que es el hombre –el hombre no es lo que es Dios-. Dios es el ser infinito, el hombre el ser finito; Dios es perfecto, el hombre imperfecto; Dios es eterno, el hombre temporario; Dios es omnipotente, el hombre impotente; Dios es santo, el hombre pecaminoso. Dios y el hombre son dos extremos: Dios es lo absolutamente positivo, el contenido de todas las realidades; el hombre es sencillamente lo negativo, el concepto de la nada”.123 La religión cristiana es la más adecuada al trabajo enajenado porque es la religión del egoísmo, del hombre que sólo vive y piensa en la salvación de su alma, sin importarle la naturaleza y la comunidad. Para el cristiano el fin de su vida no son los otros hombres, la comunidad, la naturaleza; el fin de su vida está en el más allá, en Dios, en la “conclusión eterna” como dice Efraín González Luna. “Sólo bajo la égida del cristianismo, que convierte en relaciones puramente externas para el hombre todas las relaciones nacionales, naturales, morales y teóricas, podía la sociedad civil llegar a separarse totalmente de la vida del Estado, desgarrar todos los vínculos genéricos del hombre, suplantar estos vínculos genéricos por el egoísmo, por la necesidad egoísta, disolver el mundo de los hombres en un mundo de individuos que se enfrentan los unos a los otros atomística, hostilmente”.124

12. El cuerpo místico de la especie. “Este servicio al espíritu, considerado en sus encarnaciones personales, debe extenderse a todas las formas de comunicación y alianza espiritual entre los hombres. En todas encontraremos la presencia humilde, el afán silencioso del trabajo. De esta suerte se liga con los más puros valores de la persona, de la familia, de la comunidad social, del cuerpo místico que forma la especie en el tiempo, y contribuye a formar el presente que, trascendiendo las fronteras temporales, asegure el tránsito del destino humano más allá de la naturaleza y de la muerte”.

En este párrafo, Efraín González Luna relaciona el trabajo con la formación del cuerpo de la especie humana, pero concibe esta relación de modo místico -como un medio para lograr la unión con dios-, perdido para el hombre, enajenado. Efectivamente, piensa que el trabajo “se liga con los más puros valores” de la “especie” que “forma un cuerpo místico en el tiempo”. Cree que lo que construye la especie humana en el tiempo es un cuerpo místico, un cuerpo espiritual que lo prepara para la unión con Dios; es decir, que la actividad de la especie forma un cuerpo espiritual externo, ajeno al hombre mismo. Cree, también, que el trabajo contribuye a formar el puente que lleva al destino humano más allá de la “naturaleza” y de la “muerte”. Para Efraín González Luna, el destino humano está fuera de la naturaleza, y fuera de la vida y muerte en ella; para él, el destino humano está fuera del cuerpo natural del hombre, que es la naturaleza, y de su vida y muerte en intercambio orgánico con ese cuerpo 123 124

Óp. Cit., pág. 47. C. Marx, La Cuestión Judía, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 43.


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natural. El hombre es un ser natural, forma parte de la naturaleza, y, a la inversa, la naturaleza forma parte de su ser, de su esencia. El hombre, además, es un ser objetivo, porque los objetos forman parte de su ser, los necesita para vivir y porque produce objetos. El hombre vive intercambiando permanentemente objetos con la naturaleza, y sin ese intercambio el hombre perecería. Un ser fuera de la naturaleza, un ser humano sin la naturaleza, es un no ser, un ser humano abstracto, producto de la abstracción, de la imaginación de Efraín González Luna. Pero el trabajo enajenado no sólo enajena la actividad vital del trabajador, no sólo enajena el producto de su productor, también enajena la naturaleza del hombre, hace que el ser humano se relacione con la naturaleza de un modo egoísta, que la use como un simple medio de acumulación. La raíz del desequilibrio ecológico mundial, que degrada y amenaza la existencia misma del ser humano, se encuentra en el trabajo enajenado. Por ejemplo, el envenenamiento del aire que respiramos, de un componente esencial de la vida humana, es una consecuencia del trabajo enajenado, de su modo de producción egoísta, determinado por la finalidad de acumular trabajo ajeno en su figura de plusvalía capitalista. Pero esto, para Efraín González Luna, es una bagatela; para él, el más alto valor es el cuerpo místico que contribuye a construir el puente que lleva a la vida eterna del espíritu. El verdadero cuerpo del hombre es la naturaleza, que es un cuerpo objetivo, sensorial, real y no, como postula Efraín González Luna, un cuerpo místico, abstracto, imaginado, pensado. Sólo un ser humano extraviado, perdido para sí mismo, enajenado, puede considerar a la naturaleza como externa al hombre, ajena a su vida y postular que el destino humano se encuentra “más allá de la naturaleza y de la muerte”. El hombre tiene una relación esencial con la naturaleza porque el mismo es un ser natural, es parte de la naturaleza. La naturaleza proporciona directamente objetos imprescindibles para la vida humana, como el aire que respiramos y sin el cual pereceríamos. Además, la naturaleza proporciona los objetos que, con la mediación del trabajo, se convierten en objetos naturalmente humanos, también indispensables para la vida humana. Estos objetos son consumidos directamente por el hombre -sin los cuales la vida humana perecería- o son destinados a ser instrumentos de su actividad vital, son los instrumentos de trabajo del hombre, los medios de producción de la vida humana. Pero como estos objetos son el producto del trabajo enajenado, son objetos naturales humanamente enajenados. Así se pierde la naturaleza y el hombre objetivado para el hombre mismo. La actividad colectiva de la humanidad ha ido creando en el curso de la historia un cuerpo objetivo, real, no místico, humanamente natural, la naturaleza humanizada, que, sin embargo, está pérdida para el hombre por el carácter enajenado del trabajo. Al perder el producto, el hombre pierde la objetivación de su vida y la naturaleza en que se ha efectuado esto. En el cuerpo humanamente natural, particularmente en la industria, se encuentra objetivado el pensamiento humano, la ciencia y la tecnología, el saber teórico y práctico del hombre, pero se encuentra subordinado formal y realmente al interés egoísta de la propiedad privada, del capital. El verdadero espíritu humano se encuentra en el cuerpo humano objetivo, real, y no en un cuerpo místico, imaginario, como cree Efraín González Luna. Al concebir el cuerpo humanamente natural del hombre como un “cuerpo místico” nos está confirmando indirectamente que este cuerpo humanamente natural se encuentra enajenado del propio


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hombre. Esta mistificación de la actividad humana y de su producto, su conversión en “cuerpo místico”, situada en el “más allá”, la propone Efraín González Luna como el “más alto valor humano”. 13 y 14. La creación divina. “Mencionemos otra excelencia del trabajo: la virtud creadora no se agota con la suscitación de un ser a la existencia, sino que se continua mientras en ella persevere el ser creado. Vencer las fuerzas que conspiran a su aniquilamiento, alzarlo sobre el abismo del no ser, sostenerlo, es mantener en constante actividad la capacidad creadora. Claro está que solamente la tiene, y nadie puede compartirla, aquel Poder Infinito que es capaz de arrancar de la nada el ser; pero es una nobilísima participación en este divino atributo la capacidad para mantener encendida la llama de una vida humana. “Trabajar es, por tanto, participar en términos limitados, del poder creador de Dios; sostener la propia vida, las de la esposa y los hijos, contribuir al sostenimiento de la vida de otros semejantes aun cuando no pertenezcan a nuestra familia misma, es una forma de acceso a la más portentosa de las virtudes divinas, la de creación”.

Según Efraín González Luna, la “virtud creadora (del trabajo) no se agota con la suscitación de un ser a la existencia, sino que continua mientras en ella persevere el ser creado”. La virtud creadora del trabajo continúa sí el hijo del trabajador asalariado es perseverante, sí sigue siendo tal. Efraín González Luna quiere el trabajo asalariado por generaciones, su perpetuación generacional. Con el salario se pueden “vencer las fuerzas que conspiran a su aniquilamiento (del trabajo asalariado), alzarlo sobre el abismo del no ser”. Sostener al trabajador con el salario es “mantener en constante actividad la capacidad creadora”. De este modo, concluye Efraín González Luna, el trabajo participa del “poder infinito que es capaz de arrancar de la nada al ser”. Nos encontramos aquí con el concepto cristiano de la creación ex nihilo, según el cual Dios crea al mundo por un acto libre, pues éste es infinito y omnipotente. Y nos encontramos también con un intento de Efraín González Luna de conciliar esta concepción con el concepto de la creación como obra humana. Presenta aquí, inconscientemente, una concepción contradictoria: por un lado tenemos el “poder infinito”, y, por el otro, la “capacidad humana de creación”. Para Efraín González Luna, “claro esta”, el elemento determinante de esta relación es el “poder infinito”, pues “solamente (él) la tiene y nadie puede compartirla”; según él, la divinidad es la única que tiene la capacidad creadora, y esta cualidad es absoluta pues no puede compartirla. La capacidad de creación del hombre, en cuanto tal hombre no es nada, pues sólo participa “en términos limitados, del poder creador de Dios”. La actividad humana y su capacidad de creación sólo son, para Efraín González Luna, el brazo ejecutor de los designios divinos. En su concepto del trabajo, es la divinidad la que crea en un acto libre; la creación humana se encuentra subordinada, subsumida, enajenada a la divinidad. De este modo, la autonomía y la libertad de la acción humana es negada, sacrificada a los dioses.


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Bajo el imperio de la propiedad privada, la capacidad creadora humana es transformada en la mercancía fuerza de trabajo y la capacidad creadora humana en trabajo asalariado; el hombre mismo es reducido a trabajador asalariado o a capitalista. La mercancía fuerza de trabajo y el trabajo asalariado, el trabajador asalariado, sólo crea para sí mismo el salario, su sostén y el de su familia. Y, al mismo tiempo, se produce y reproduce como obrero asalariado. En el momento en que el trabajador asalariado pone en acción su fuerza de trabajo, su capacidad creadora, deja de pertenecerle; el trabajo y su producto, ya no son su trabajo y su producto, sino el trabajo y el producto de quien le compra su capacidad creadora, son el trabajo y el producto del capital. Así, la capacidad creadora humana se enajena, el hombre pierde en la relación de producción, en el terreno de la realidad social, su capacidad creadora. De ahí que la única virtud creadora que le puede encontrar Efraín González Luna al trabajo asalariado es la de sostener la vida y de ahí también que conciba la capacidad humana de creación, de manera imaginaria, fantástica, ilusoria, situada en el más allá, en la divinidad. Aquí, una vez más, la divinidad “es la fantástica realización de la esencia humana, porque la esencia humana carece de realidad”.125 A la noción oscurantista de la creación divina, la filosofía y la ciencia han opuesto el concepto de la creación humana como autocreación del hombre por el hombre. Se trata de reconocer y establecer la verdadera dignidad de la actividad humana, la dignidad del trabajo frente a la idealización, a la mistificación del trabajo como actividad divina. Efraín González Luna, al divinizar el trabajo, aparentemente lo enaltece, pero lo que hace en realidad es degradarlo al cortarle su raíz humana. La dignidad del hombre es puesta fuera del hombre, en la divinidad; al elevarla al cielo, lo que hace es arrancarla del hombre, quitarle al hombre su verdadera dignidad, entregándole a cambio una fantasía, una dignidad fantasmagórica.

15. La providencia paternal. “¡Cómo se ilumina de infinita grandeza, cómo se transfigura en liturgia el más sencillo movimiento del trabajo, cómo rebosa inteligencia, devoción y amor el esfuerzo cuando se tiene conocimiento de que, trabajando, cuidamos el don precioso de la vida en nosotros y en los nuestros; les evitamos dolores, les damos capacidad de bienestar, de perfeccionamiento y de salvación! Y, como si esto no bastara, al anticipar el trabajo la satisfacción de necesidades futuras, al ligarse amorosamente con el porvenir de aquellos a quien sirve, no ya sólo de la virtud creadora, sino también de la providencia paternal de Dios, participa el trabajador”.

La determinación que Efraín González Luna ha hecho en párrafos anteriores del trabajo enajenado como sostén de vida del trabajador y su familia, es presentada en este párrafo como el conocimiento que ilumina con infinita grandeza el trabajo, que transfigura la sencilla actividad en liturgia. Los adornos son infinitos; el trabajo enajenado ha sido transfigurado, en su cabeza, en actividad divina, pero con esto no ha transformado la realidad del trabajo 125

C. Marx, Introducción, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 3.


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enajenado mismo, sólo le ha puesto flores imaginarias para que el trabajador soporte ilusionado las frías y pesadas cadenas. Efraín González Luna le está diciendo al trabajador: no pienses que te estás negando a ti mismo en el trabajo asalariado, conoce que el trabajo es sostén de vida y, con ello, tu actividad adquirirá una infinita grandeza, se transfigurará en actividad humana divinizada. Además de estos curiosos adornos, Efraín González Luna hace notar en este párrafo que el trabajo enajenado no sólo satisface necesidades actuales, sino también necesidades futuras. Pero para él esto no es una simple acción humana, sino que “de la providencia paternal de Dios, participa el trabajador”. Ahora le añade Efraín González Luna al trabajo enajenado la flor imaginaria de la providencia divina, como anteriormente le puso la de la creación divina.

16. La realización personal. “No es, por tanto, tarea de esclavo el trabajo, sino cumplimiento de las mejores capacidades humanas, vía de acceso a los más altos niveles de realización personal. Que lo entiendan, que lo vivan, que lo gocen quienes más se afanan en la dura y bendita tarea. Que se enorgullezcan de su esfuerzo, de su fatiga y de su sudor; que sepan que suben más alto en este afán, por humilde que se le suponga, que en otra misión cualquiera”.

En este párrafo, Efraín González Luna llega a la conclusión de que “no es tarea de esclavo el trabajo, sino cumplimiento de las mejores capacidades humanas, vía de acceso a los más altos niveles posibles de realización personal”. Según nos ha explicado, los más altos niveles de realización personal son los divinos; la realización personal consiste en alcanzar la divinidad. Si trabajas asalariadamente te vas al cielo; si te vas al cielo te realizas personalmente, es la tesis que promueve Efraín González Luna. Dejar la realización personal para la muerte, significa la no realización en la vida; realizarse en el cielo, es anularse en la tierra; afirmarse divinamente, es negarse humanamente. La crítica que en este punto le hacemos a Efraín González Luna es que pone la realización del hombre no en su propia actividad, en su vida misma, sino en otro ser, en la divinidad, en un ser ajeno, extraño al propio hombre. Su concepto del trabajo consiste en la enajenación de la actividad del hombre a la divinidad. Efraín González Luna sostiene que la realización personal está en la divinidad; que ésta actúa en el trabajo personal. Entonces, la realización personal no es la libertad personal, el derecho de la persona a decidir por sí misma sobre su actividad, sobre su vida misma, sino la decisión de la divinidad. Sustenta que el trabajo no es tarea de esclavos, sino la más alta realización personal, pero entiende por esto la subsunción de la actividad humana en la divinidad. Nos dice que no es tarea de esclavos el trabajo, cuando él mismo la está determinando como actividad humana subordinada a la divinidad. Hemos llegado aquí al principio y fundamento del concepto del trabajo del Partido Acción Nacional, cuyo expositor es Efraín González Luna. El principio es el de concebir el trabajo


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enajenado como actividad divina que trae consigo la más alta realización personal; el fundamento es el trabajo enajenado mismo. El concepto del trabajo de Efraín González Luna es una expresión ideológica, divinizada, del trabajo enajenado real, concreto, práctico. Después de dejar al trabajador perdido en las nebulosas alturas, Efraín González Luna le lanza la luz con tono vehemente de predicador apasionado. “Que lo entiendan -les dice- , que lo vivan, que lo gocen quienes más se afanan en esa bendita tarea”. Quiere que el trabajador llegue al masoquismo de gozar su esclavitud; el tío Tom, el esclavo negro que goza su fidelidad al amo blanco y que así alcanza su vida dichosa en la tierra y, sobretodo, en el cielo, es el modelo de trabajador asalariado de Efraín González Luna. Anotemos, de pasada, que a estas alturas de su discurso, Efraín González Luna adquiere tono de predicador que otorga su bendición al trabajo enajenado al denominarlo como “bendita tarea”.

17. Las cargas ajenas sobre los propios hombros. “Pisa el trabajador las mismas cumbres que el estadista, el sabio o el héroe, por brillante que sea su paso por la historia. Lo que hace la grandeza de estos tipos superiores de humanidad es, precisamente, la aceptación abnegada de cargas, de destinos ajenos, sobre los propios hombros y el cumplimiento personal de una vocación del espíritu. Y esto, precisamente, ya lo hemos visto, es el trabajo, aun el más oscuro y mínimo, con tal que no se le despoje de su autentico sentido humano”.

Para probar una afirmación falsa, a saber, que la actividad del sabio, del estadista y del héroe es igual a la del trabajador asalariado, Efraín González Luna da un argumento que reconoce inconscientemente el carácter enajenado del trabajo en la sociedad capitalista. Según él, el trabajo es precisamente “la aceptación abnegada de cargas, de destinos ajenos sobre los propios hombros y el cumplimiento personal de una vocación del espíritu.” Efectivamente, el trabajo asalariado es la carga sobre los propios hombros de destinos ajenos, solo le faltó precisar que esos destinos ajenos son los de la acumulación del capital. Pero, según su noción, lo que da a este trabajo su sentido auténticamente “humano” es que en él se realiza una vocación del espíritu divino. Para Efraín González Luna, los proletarios son misioneros que llevan sobre sus hombros una vocación que les otorgó la divinidad. Mediante un acto de prestidigitación oratoria, Efraín González Luna logra en apariencia determinar cómo esencialmente iguales la actividad del sabio, etc., con la actividad del trabajador asalariado. Aquí Efraín González Luna identifica la actividad libertaria del héroe o del sabio con la actividad sojuzgada del proletario; la actividad de la inteligencia con la actividad del cretinismo. Hay que distinguir entre el trabajo para otro en el sentido de para la sociedad y el trabajo para otro en el sentido de para beneficio del capital. El ser humano es un ser social, y su actividad es para él y para el otro, es social. Sin embargo, el trabajo enajenado no es trabajo directamente social, sino trabajo para otro en cuanto ser privado; el trabajo enajenado niega el carácter social del trabajo humano. El trabajo social tiene fines puestos por el propio trabajador y son altruistas; en cambio, en el trabajo asalariado, los fines son puestos por un ser ajeno, sus fines son egoístas.


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En Epicuro tenemos un ejemplo de la actividad de un autentico sabio, del trabajo con fines verdaderamente generales, humanos; y veamos si ésta es la misma que se realiza en el trabajo enajenado, como postula Efraín González Luna. Lucrecio describe del modo siguiente lo que con su trabajo logró objetivar Epicuro: “Cuando la vida humana yacía tristemente por tierra bajo las cadenas de una opresora religión que desde lo alto de los cielos mostraba su faz a los mortales y los aterraba con su espantosa mueca, por vez primera un ser mortal, un griego, osó alzar contra el monstruo la mirada y lanzarse el primero de todos a la lucha; y ni la fama de los dioses ni los rayos ni los rugidos del cielo lograron reducirlo Y así la religión fue a su vez juzgada, y esta victoria nos levanta hasta los cielos”. 126 Epicuro quita teóricamente, de su vida y de la vida del ser humano, la cadena de la opresora religión y restablece la vida del hombre como vida propia. Epicuro, el más grande pensador del iluminismo griego, objetiva el principio y el fundamento de la ciencia de la atomística, con lo cual logra el concepto de la ciencia materialista. No echó, como afirma Efraín González Luna de los sabios, sobre sus hombros la pesada carga de fines ajenos, sino que quitó esas cargas; su actividad fue para sí mismo y para la humanidad, fue individual y social al mismo tiempo; pero no fue para beneficio de otro, para el enriquecimiento privado. En cambio, Efraín González Luna hace exactamente lo contrario: echa sobre los hombros del trabajador la pesada carga, la cadena de una opresora religión, los fines de la divinidad, extraños para el hombre; su actividad es una perdida para sí mismo y para la humanidad, es una actividad enajenada, una actividad para otro, para la clase privada y no para la sociedad. Esta mistificación de Efraín González Luna es semejante a la que se produce con el Estado político de la sociedad burguesa, que aparece como el Estado de todos, como la “democracia” de todos, como la nación, la patria, México, etc., cuando en realidad es la democracia de lo privado, de todos los intereses privados. Este es el misterio del estado político, como el de Efraín González Luna es el misterio del trabajo santificado, en el que aparentemente el trabajo adquiere su alta preeminencia humana pero en realidad es solo la modalidad católico-cristiana del trabajo al servicio y bajo el dominio del capital.

18. Trabajar al servicio de empresas ajenas. “Sólo una pequeñísima minoría de hombres tiene un patrimonio susceptible de ser fecundado por el propio trabajo. Casi todos necesitamos trabajar al servicio de empresas ajenas. Consiguientemente, por regla general, el trabajo sólo puede satisfacer las necesidades del trabajador y de su familia por medio de una retribución”. 126

C. Marx, Tesis Doctoral, Escritos de Juventud, F.C.E., México 1982, pág. 53.


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Aquí Efraín González Luna reconoce, con su lenguaje peculiar, que los proletarios no poseen medios de producción y de vida propios, y que, por tanto, tienen que trabajar al servicio de un ente ajeno, del capital, para obtener un salario o “retribución” para “satisfacer las necesidades del trabajador y su familia”. El capital se lo representa como “empresas” y su carácter externo al obrero, como “ajenas”. Efraín González Luna tiene que hacer esta consideración porque va a pasar a hacer propuestas prácticas para la “dignificación del trabajo”, y se ve forzado a bajar su discurso de las nubes idílicas del espíritu santo a la tierra prosaica del modo de producción capitalista. No le queda más remedio, entonces, que reconocer de trasmano el carácter asalariado del trabajo en las condiciones de producción reales y concretas.

19. El obrero como buey o máquina. “En las consideraciones anteriores no hemos profundizado, pero sí, al menos, presentido la altísima dignidad del trabajo, la riqueza humana y trascendental de su sustancia. Esto es suficiente para que rechacemos el concepto meramente económico del trabajo, la tesis inhumana que encadena la retribución al rendimiento material del esfuerzo productivo y equipara la posición del obrero en la empresa a la de un buey o una máquina”.

Al afirmar, en este párrafo, Efraín González Luna que: “En las consideraciones anteriores no hemos profundizado, pero si, al menos, presentido la altísima dignidad del trabajo”, esta confesando que la noción del trabajo que enunció en los párrafos anteriores carece de profundidad y que está basada en el presentimiento o la intuición, en el sentido común, lo cual es, precisamente, una de las críticas que le hicimos anteriormente. Está tan “altísima” su “dignidad del trabajo” que no puede ser alcanzada por el trabajador y, en consecuencia, se vuelve inhumana; es una paradoja similar a la que establece el breve poema de Lina Zerón titulado Mi país es un gran país: “Vivo en un país tan grande que todo queda lejos la educación, la comida, la vivienda, tan grande es mi país que la libertad no alcanza para todos". Aparentemente, en la declaración, Efraín González Luna rechaza el “concepto meramente económico del trabajo, la tesis inhumana que encadena la retribución al rendimiento material del esfuerzo productivo y equipara la posición del obrero en la empresa a la de un buey o una máquina”, pero su crítica la hace por presentimiento, inconscientemente, sin comprender realmente que su concepción es solamente una modalidad, la modalidad cristiana del trabajo enajenado, mediante el cual el obrero es reducido realmente a la condición de buey o máquina, según él mismo lo expresa. En su inconsciencia, no imagina siguiera que su “rechazo” no solo deja en pie el objeto criticado, sino que tiende a perpetuar la condición de buey o maquina a que se ve reducido el trabajador; no entiende que su concepción del trabajo divinizado es solamente un suspiro, un lamento religioso; es el opio para que el obrero soporte las pesadas cadenas del trabajo asalariado. Como analizó Marx: “La miseria religiosa es, de una parte, la


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expresión de la miseria real y, de otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo”.127

20. La fuente nutricia de vida, esperanza y gozo. “El trabajador es un hombre. Hay que entender la tremenda gravidez de esta realidad evidente. El trabajo del hombre no es simplemente una actividad que, auxiliada instrumentalmente, se aplica a la materia prima conforme a las regulaciones dictadas por la dirección técnica, para producir un bien útil. El trabajo es mucho más. Es fuente nutricia de vidas humanas, esperanza, gozo, dolor y destino del hombre.”

Efraín González Luna busca humanizar el trabajo haciéndonos comprender que “el trabajador es un hombre” y “la tremenda gravidez de esta realidad evidente”. El trabajo del hombre, según él, es “fuente nutricia de vidas humanas, esperanza, gozo, dolor y destino del hombre”. Pero se le olvidó precisar que “el hombre” en general no participa en la producción capitalista, pues como participa en ella es en su condición de obrero o capitalista. De este modo, el trabajo es fuente de vida, esperanza y gozo para otro, para el capital, pero no para el trabajador. Cabe preguntarse: ¿En qué consiste, para el trabajador, “la fuente nutricia de vidas humanas”? Consiste en el salario. Nuevamente, para Efraín González Luna, el “humanismo” del trabajo está en el salario, aunque lo disfrace como “retribución”, “fuente nutricia de vidas humanas”.

21. Las relaciones de trabajo y el problema de su retribución. “Si llagara no sólo a comprenderse, sino a vivirse intensamente la noción real del trabajo, cómo se transformarían las empresas, alzándose sobre el mezquino concepto del negocio, en magnificas obras de colaboración humana. Si el empresario se diera cuenta de que tiene en sus manos posibilidades innumerables, dramáticas alternativas de hombres, mujeres y niños, cuyas trayectorias vitales arrancan de la empresa misma; si advirtiera en el proceso productivo que dirige y, en general, en el duro escenario material de la fábrica, la presencia invisible de datos humanos necesariamente superiores a los meramente económicos, preocupaciones, angustias, esperanzas, sonrisas y juegos de infancia inocente, hogares futuros y familias que están formando la generación por venir-, cómo cambiaría el signo de las relaciones de trabajo y cómo se enfocaría el problema de su retribución desde puntos de vista que, no por despreciados, dejan de ser los necesarios y obligatorios”.

Efraín González Luna quiere transformar la mentalidad del empresario, para que no solamente entienda sino que viva su noción del trabajo, que el trabajador es un hombre y la tremenda gravidez de esta realidad, y que el salario es fuente nutricia de vidas humanas. Con 127

C. Marx, Introducción, La Sagrada Familia y Otros Escritos, Ed. Grijalbo, México 1967, pág. 3.


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esto se transformarían las empresas, alzándose sobre el mezquino concepto del negocio, en magnificas obras de colaboración humana. Y también cambiaria el signo de las relaciones de trabajo y el problema de la “retribución”. No deja de sorprendernos la ingenuidad o perversidad de Efraín González Luna. Al pretender transformar el sistema social capitalista única y exclusivamente con su noción del trabajo divinizado, nos recuerda la varita mágica del hada madrina de los cuentos infantiles. Efraín González Luna quiere acostumbrar a los empresarios a su humanismo cristiano, a que cambien su concepto materialista de la empresa, a que traten y paguen bien a “sus” trabajadores. Pero esta pretensión esta contra la naturaleza del capital, que es la de ser dominio y explotación del trabajo vivo; el capital debe valorizarse, obteniendo la máxima ganancia a costa del trabajador, o perecer. Ya Aristóteles argumentaba que “la piedra que se mueve por naturaleza hacia abajo, no podría ser acostumbrada a moverse hacia arriba, aunque se intentara acostumbrarla lanzándola hacia arriba innumerables veces; ni el fuego hacia abajo; ni ninguna otra cosa, de cierta naturaleza, podría acostumbrarse a ser de otra manera”.128 Durante los siglos de existencia del capitalismo han sido innumerables los intentos - no sólo del “humanismo cristiano” como el de Efraín González Luna, sino también de innumerables reformadores- de hacerlo comprender que el trabajador es un hombre y la tremenda gravidez de esta realidad; y, sin embargo, el capitalismo históricamente ha demostrado que ante todo están sus ganancias, sus fríos intereses materiales, que su “altísima, trascendental y espiritual” finalidad es única y exclusivamente su ganancia.

128

Aristóteles, Ética Nicomáquea, Ed. Gredos, Madrid 2000, pág. 52.


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SEGUNDA PARTE. De las determinaciones del trabajo carnalmente espirituales. “Se destaca su pálida figura sobre el marco social enrojecido, como un jirón de agonizante albura, y de ardiente aureola circuido, en puridad le revelaba el verbo sus profundos misterios al oído.” Manuel José Othón

Alcanzada la resurrección, el espíritu desciende del cielo a la tierra, se transubstancia en carne. Si antes se reveló como espíritu puramente espiritual, ahora adquiere condición carnal. Para redimir la parte espiritual pura del proletario, bastó solamente con que el espíritu santo le revelara el secreto del trabajo; pero, para que la condición carnal del proletario sea redimida, el medio ya no es la revelación, ahora es la exigencia. “La condición carnal del espíritu exige colaboraciones indispensables” (39), conmina Efraín González Luna, de ardiente aureola circuido, en el marco de las huelgas de trabajadores que propiciaron la expropiación petrolera y el reparto de la tierra a los ejidatarios. En esta segunda parte de su discurso, revelará cuales son las exigencias de la parte carnal del espíritu, en puridad le revelara el verbo, sus profundos misterios al oído. Efraín González Luna promete su “reforma social” de “transformaciones radicales”, casi, casi, el paraíso perdido, garantizado porque solamente el “humanismo cristiano” puede “resolver los problemas sociales”. Visitemos pues el paraíso terrenal…


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22. La colaboración de clases. ¿Reforma o Revolución? “Sería imposible seguir considerando el trabajo como una mercancía; la empresa se convertiría en asociación humana, no sólo para la producción económica, sino para la colaboración personal, entre trabajadores y empresarios, para el trazo y el cuidado común de caminos múltiples que trascienden las trayectorias terrestres. La reforma social, en México y en todas partes, sería fácil tarea de las fuerzas del espíritu, por fin libres de las ataduras con que las paralizó un economismo despiadado”129.

De entrada expondremos que el trabajo asalariado no sólo es, como pretende Efraín González Luna, considerado mentalmente como una mercancía, no es meramente una idea; es en la realidad una mercancía, que se compra y se vende como cualquier otra, que tiene un precio y un valor como cualquier otra; esto fue ya demostrado científicamente por los economistas clásicos Adam Smith y David Ricardo. Efraín González Luna pretende acabar en la realidad con el trabajo como mercancía simplemente dejándolo de considerar como tal; pretende acabar con la realidad del trabajo asalariado con sólo quitarnos la idea que es tal porque, ya no explicó, es trabajo santificado. Efraín González Luna pretende que, comprendiendo su noción cristiana del trabajo se trascenderá la misma tierra, las empresas capitalistas se convertirán en asociaciones humanas donde, además de la producción económica, se obtendrá la colaboración personal entre trabajadores y empresarios. Aquí Emerge abruptamente la propuesta fundamental de Efraín González Luna: la colaboración de clases (trabajadores y empresarios) para la reforma social. Como su noción del trabajo no reconoce el carácter enajenado del trabajo, la deshumanización real del trabajador en las condiciones de la producción capitalista, entonces su propuesta no es la de transformar, revolucionar estas relaciones inhumanas para implantar, en la vida real, la verdadera dignidad del trabajo, sino que se reduce solamente, a proponer una reforma social cuya base y principio sería la de desechar la idea del trabajo deshumanizado, sustituyéndolo por la noción –creada por Efraín González Luna- del trabajo humanizado por la divinidad. Con su propuesta, Efraín González Luna y sus seguidores: “juegan a coger el agua, a tatuar el humo”.130 Del carácter enajenado del trabajo en las condiciones de la producción capitalista surge la necesidad de transformarlo por medio de la revolución terrenal, mediante la lucha de clase de los trabajadores. Marx formuló de este modo dicha conclusión: “De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se desprende también que la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, de la servidumbre, toma la forma política de la emancipación de los trabajadores; no en el sentido de que sólo se trate de la emancipación de éstos, sino porque esta emancipación incluye la emancipación de la humanidad entera. Porque toda la servidumbre 129

Efraín González Luna, La Dignidad del Trabajo y Otros Ensayos, Obras de Efraín González Luna, No. 3, Ed. Jus, México 1974, pág. 153. Los entrecomillados de citas de González Luna que se hacen a lo largo de esta segunda parte corresponden a la obra aquí citada, con lo que queda de antemano señalada su procedencia. 130 Poema Los Amorosos de Jaime Sabines.


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humana está implícita en la relación del trabajador con la producción y todos los tipos de Aquí la servidumbre son sólo modificaciones o consecuencias de esta relación”.131 emancipación de los trabajadores es obra de los trabajadores mismos, en cambio con Efraín González Luna, una vez comprendida y vivida su noción del trabajo, y aceptada su propuesta de colaboración de clases, “sería tarea fácil para las fuerzas espíritu” lograr “la reforma social”. Entonces, según Efraín González Luna, los trabajadores logran su liberación por las fuerzas del espíritu y solo les queda colaborar fielmente con los patrones.

23. La justa retribución y las modificaciones radicales. “No es incompatible el salariado con una justa y humana retribución del trabajo; pero si debe ser objeto de modificaciones radicales, correspondientes a la naturaleza y a la dignidad del trabajo”.

En este párrafo Efraín González Luna expone su propuesta específica para, supuestamente, dignificar el trabajo; ésta es: “una justa y humana retribución del trabajo”. Este objetivo se logrará, según su planteamiento, mediante “modificaciones radicales” al salariado; en realidad, sólo plantea modificaciones al salario, simples reformas cuantitativas, que no afectan la naturaleza del trabajo enajenado. Ser radical es atacar el problema por la raíz, y la raíz para el hombre es el hombre mismo; pero para Efraín González Luna la raíz para el hombre es la divinidad. Las modificaciones propuestas sólo son “radicales” espiritualmente, mejor dicho, en su imaginación porque en realidad no se proponen acabar con la sumisión del trabajo al capital. Al aseverar Efraín González Luna que “no es incompatible el salariado con una justa y humana retribución del trabajo”, está expresando, dicho de modo positivo, que su propuesta de “humana retribución del trabajo”, es compatible con el trabajo asalariado, enajenado, con lo cual se confirma, con sus propias palabras, que no lo mal interpretamos cuando analizamos que su noción del trabajo deja en pie la realidad de la deshumanización del trabajo, que su aparente critica es sólo un suspiro, un lamento.

24. El salario suficiente y el modesto patrimonio. “Tiene que ser el salario suficiente no sólo para la estricta conservación de las fuerzas físicas y de la capacidad de trabajo de quien lo perciba, sino para el sostenimiento de su familia en condiciones humanas, es decir, que satisfagan un mínimo de requerimientos vitales alimentación, vestido, casa, atención médica, descanso, educación de los hijos- indispensables para liberar al trabajador de la miseria y de la más angustiosa incertidumbre. Más aún, el salario debe ser suficiente para que la frugalidad y el ahorro permitan al obrero labrarse un modesto patrimonio.”

En este párrafo Efraín González Luna especifica en qué consisten sus llamadas ostentosamente, en el párrafo anterior, “modificaciones radicales”. Presenta su propuesta del 131

C. Marx, Manuscritos Económico- Filosóficos, F.C.E., Breviario 166, México 1998, págs. 116-117.


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“salario suficiente” como la gran cosa; pero sí el salario de los trabajadores no fuera suficiente para el sostenimiento del trabajador y su familia, no habría posibilidad de que la clase obrera se renovara con nuevas generaciones y la producción capitalista se acabaría; es por eso que el valor de la fuerza de trabajo incluye de por sí la parte correspondiente para su reproducción. Entonces, el “salario suficiente” permite la producción y reproducción de la fuerza de trabajo necesaria para el capital, pero no libera al trabajador de la esclavitud asalariada, como quiere hacernos creer. Efraín González Luna quiere que el salario satisfaga “un mínimo de requerimientos vitales”, un mínimo de necesidades; esto es precisamente lo que constituye el valor de la mercancía fuerza de trabajo. El capital tiene como ley la tendencia a ceder el mínimo a los trabajadores y a quedarse con el máximo del producto del trabajo. No pide el máximo, ni siquiera lo igual de lo producido para los trabajadores; acorde con las necesidades del capital, pide el mínimo, y asevera que de este modo se va a “liberar” el trabajador de la miseria y de la más angustiosa incertidumbre. El capital reduce las necesidades de los trabajadores al mínimo requerido para el mantenimiento de su existencia; éste es el mínimo que quiere Efraín González Luna que satisfagan los salarios, y con ello pretende hacernos creer que se logran “condiciones humanas” para los trabajadores. Adicionalmente quiere que el salario alcance para que el trabajador ahorre una parte. Este es el ideal de la economía política burguesa: el esclavo ascético, pero productivo, cuya frugalidad lo lleva a renunciar a satisfacer parte de sus necesidades mínimas ahorrando para formarse un “modesto patrimonio”. Su planteamiento del “salario suficiente” se limita a “exigir” lo que concede el capital a los trabajadores, el pago del salario de acuerdo con la ley del valor; que se pague al trabajador asalariado el mínimo necesario para su reproducción y la de su familia, es todo lo que proclama. Es como sí, en el caso del esclavismo, Efraín González Luna sostuviera: “El esclavo debe tener suficientes medios de vida para él y su familia, y con ello lograremos su liberación de la miseria, su humanización y dignificación”. ¿Y qué hay con respecto de la liberación del trabajador de la condición de esclavo asalariado del capital? Sobre eso no propone nada, no tiene nada que plantear a los trabajadores porque su punto de vista es el del capital. La dignificación y humanización del trabajo no se logra modificando el salario, sino acabando con el sometimiento, con la servidumbre del trabajo; inclusive, un aumento de salarios sólo significa una mejor remuneración de los esclavos. Su planteamiento, que es el del PAN, del “salario suficiente” ha tenido ocasión de ser aplicado con los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. El “salario suficiente” se ha transustanciado en los topes salariales de la política neoliberal, que han causado el incremento de la pobreza en México, estimada en 70 millones de mexicanos. Es sabido que el PAN apoyó al PRI en el Congreso, desde el régimen de Miguel de la Madrid hasta el de Ernesto Zedillo, para que se implementara la política neoliberal en general, y la política de los topes salariales, en particular. Ya en posesión del gobierno federal, con Vicente Fox y Felipe Calderón como presidentes, el PAN ha continuado la aplicación de esta política. Con los topes salariales el PAN aseguró el “salario suficiente” para que el trabajador tenga el mínimo suficiente para


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vivir él y su familia, condición fundamental de las “modificaciones radicales” de la “reforma social”. 25. Las empresas que pueden otorgar prestaciones adicionales. “No es esta la ocasión de exponer técnicamente los diversos sistemas de complementación del salario individual en proporción de las responsabilidades familiares a cargo del trabajador; pero si es necesario subrayar que hay numerosas empresas cuya situación económica les permite iniciar, por lo menos, realizaciones parciales en este sentido y, en general, asumir prestaciones adicionales en beneficio de su personal, dirigidas al objetivo indicado”.

Aquí Efraín González Luna se limita a señalar que algunas “empresas” tienen capacidad económica para comenzar a realizar parcialmente el pago del “salario suficiente” y de las prestaciones adicionales. El “salario suficiente” lo hace depender de la capacidad económica de las empresas con lo que se advierte enseguida que las “transformaciones radicales” de su “reforma social” tienen como premisa y limite infranqueable el respeto y salvaguarda de las “empresas”, esto es, de la propiedad privada. Efraín González Luna quiere hacernos creer al solicitar una “reforma social” que está supuestamente de lado de los trabajadores, pero al examinar el contenido concreto de sus propuestas enseguida salta a la vista que en realidad está a favor de los empresarios, esto es, del capital. Formalmente sitúa su ideología al margen y por encima de la contradicción antagónica entre trabajo y capital, pero realmente sus intereses son los del capital; esta contradicción formal entre su ideología supuestamente a favor del obrero y sus intereses reales a favor de capital, se resolvió históricamente del lado del capital, precisamente con la política neoliberal de los topes salariales. Para proponer “reformas” verdaderamente “radicales”, Efraín González Luna tendría que haber empezado por considerar al trabajador realmente como ser humano, y tendría que haber notado que su actividad está sujeta a un tercero, que su trabajo esta enajenado al capital. Entendería entonces que la propiedad privada no es una cosa, ni tiene su origen en la divinidad, sino que es el resultado del trabajo para otro, del trabajo para la valorización del capital y no para la autosatisfacción, realización y felicidad del propio trabajador. Sentando estas premisas podría comprender que la propiedad privada es la consecuencia del trabajo enajenado pues como explica Marx: “mediante el trabajo enajenado el trabajador crea la relación de otro hombre, que no trabaja y esta fuera del proceso del trabajo, con este trabajo. La relación del trabajador con el trabajo produce también la relación del capitalista (o como se quiera llamar al dueño del trabajo) con el trabajo. La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado necesario del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo.”132 Solo así podría haber hecho propuestas verdaderamente radicales. 26. Las condiciones del régimen justo de salarios. “Al mismo tiempo, señalemos un pre-requisito de hecho, sin el cual están destinados al fracaso todos los intentos de implantación práctica de un régimen justo de salarios: si no se asegura el vigor económico de las empresas por medio de todas las medidas para alentar la iniciativa 132

C. Marx, Manuscritos Económico- Filosóficos, F.C.E., Breviario 166, México 1998, pág. 115.


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privada, para garantizar la regularidad de la producción y el aprovechamiento lícito de los frutos del trabajo, la normalidad de un mercado constante y los precios razonablemente remuneradores, es imposible convertir en realidades los postulados de la doctrina del trabajo. Empresas precarias, titubeantes, débiles, perseguidas por el fisco, amenazadas por la huelga o la incautación, sobrecargadas de costos y tal vez deficitarias, no pueden pagar buenos salarios; ni siquiera ofrecer al trabajador la seguridad elemental de una ocupación permanente.”

En este párrafo Efraín González Luna condiciona su propuesta del salario suficiente. No en cualesquiera circunstancias es posible lograrlo, nos dice, sino que “el salario suficiente” es dependiente de “un pre-requisito de hecho, sin el cual están destinados al fracaso todos los intentos de implantación práctica de un régimen justo de salarios”. Esto es, el salario suficiente es la variable dependiente y el “vigor económico de las empresas” es la variable independiente. El pre-requisito del salario suficiente es el aseguramiento del “vigor económico de las empresas por medio de todas las medidas para alentar la iniciativa privada, para garantizar la regularidad de la producción y el aprovechamiento licito de los frutos del trabajo, la normalidad de un mercado constante y los precios razonablemente remuneradores”. Si no se cumple este pre-requisito “es imposible convertir en realidades los postulados de la doctrina del trabajo”. El Estado mexicano ha tomado todas las medidas necesarias para “alentar la iniciativa privada”, para asegurar “el vigor económico de las empresas”. Desde el periodo en el que se subsidió abundantemente a las empresas para alcanzar el desarrollo nacional autónomo, hasta el actual periodo del neoliberalismo en que el Estado se retira de las actividades económicas para dejar libre el campo a las grandes empresas, y pone tope a los salarios. En todos los periodos del desarrollo del capital en México, se le ha pedido a los trabajadores que se sacrifiquen por México, como decían los gobiernos priistas, o para asegurar el vigor económico de las empresas, como dice más francamente Efraín González Luna. Cambiando sólo la forma, esta política ha consistido en hacer más ricos a los empresarios, en asegurarlos “por medio de todas las medidas”, con la promesa a los trabajadores de que después podrán percibir el “salario suficiente”. En el fondo, este argumento es el mismo que utilizaron los gobiernos priistas: “debemos crear primero la riqueza, para después distribuirla” o “Por México, apretémonos el cinturón en momentos de crisis, para superarla, y después se mejorará la situación del pueblo”.

27. El peor enemigo del bienestar del obrero. “El desorden económico y social, casi siempre fruto directo del desorden político, es el peor enemigo del bienestar del obrero y el más activo factor de degradación del trabajo y del salario. Es fácil la vociferación demagógica; pero es extremadamente difícil y delicada la reforma social honrada y eficaz. La inepcia demagógica se caracteriza por la simultaneidad en el ataque a la estructura económica y en la exigencia


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de obligaciones cada vez más costosas. Lo primero es crear el sujeto económico capaz de afrontar las demandas legítimas del trabajo.”

En este párrafo Efraín González Luna expone que el “desorden económico y social, casi siempre fruto directo del desorden político, es el peor enemigo del bienestar del obrero y el más activo factor de degradación del trabajo y del salario”. Aquí tenemos expuesta la muy traída tesis panista de que todos los problemas del país y de los trabajadores se deben al “desorden político”, o, más simplemente, a la “corrupción del PRI”. El PAN se opuso a las reformas que se realizaron después de la revolución de 1910-1917, y durante el cardenismo. A estas transformaciones Efraín González Luna opone “la reforma honrada y eficaz”. Critica el “ataque a la estructura económica” y “la exigencia de obligaciones cada vez más costosas”; no quiere que se ataque a los empresarios, ni que se les imponga obligaciones. “Lo primero es crear el sujeto económico”, es decir, fortalecer a los empresarios para que después éstos puedan afrontar las demandas del trabajo. La crítica moral que hace al PRI se basa en sus principios de promover la iniciativa privada y asegurar la propiedad privada, que sostienen, desde el punto de vista de la moral, que lo bueno consiste sólo en lo que sirve directamente a los empresarios, y que lo que lo que es bueno para los empresarios es bueno también para los trabajadores.

28. La devaluación monetaria y los ingresos suplementarios. “Incidentalmente, mencionemos otro de los más nocivos obstáculos para la decorosa retribución del trabajador: la devaluación monetaria. No necesitamos extremar la descripción de este azote, cuyas funestas manifestaciones estamos experimentando ahora mismo. Sujeta a un acelerado proceso de destrucción la virtud adquisitiva del salario, el aprovisionamiento normal de la familia obrera se convierte en un esfuerzo tan angustioso como impotente. Roto el equilibrio entre el volumen de moneda circulante y los bienes de consumo disponibles en el mercado, la especulación y el tráfico ilícito prosperan desenfrenadamente. El salario esta siempre rezagado en la persecución desesperada de los precios. De nada sirven sus aumentos nominales. Las cifras no crean un valor, la reducción de los consumos será inevitable y tal vez la miseria tendrá que ser un huésped forzoso del hogar obrero. En estas condiciones, ni siquiera podrá pensarse en márgenes de ahorro ni en ingresos suplementarios aplicables a lo que no sea la necesidad más imperiosa.”

Efraín González Luna utiliza aquí “la devaluación monetaria” para poner otro condicionamiento, otro “obstáculo” al “salario suficiente”, que aquí se presenta como la “decorosa retribución del trabajador”. Para Efraín González Luna, “la devaluación monetaria” se origina al romperse el equilibrio entre el volumen de moneda circulante y los bienes de consumo disponibles en el mercado, y prosperan desesperadamente con ella la especulación y el tráfico ilícito. Le pasa por alto la diferencia de productividades entre el capital norteamericano y el capital mexicano, y sobre todo la crisis del capital como determinantes de


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fondo de la devaluación monetaria. Para él, “el salario esta siempre rezagado en la persecución desesperada de los precios”, es por ello que “de nada sirven sus aumentos nominales”. Conclusión de la premisa de Efraín González Luna, como de nada sirven los aumentos nominales, entonces no hay que solicitarlos, ni luchar por ellos. “De nada sirven los aumentos salariales nominales”; esta es una falacia de los economistas burgueses, que aquí hace suya Efraín González Luna. En la carrera entre los salarios y precios, es peor para el salario que no se den los aumentos nominales. Pero aquí, con el argumento de que “de nada sirven los aumentos nominales”, se toma el punto de vista del capital, pero presentándolo como si esto fuera la defensa de los intereses del trabajo. El PAN ha efectuado una política salarial acorde con el postulado de Efraín González Luna de que los aumentos de salarios no sirven para nada. Pero, ¿si no sirven para nada, para que evitarlos? ¿Por qué se promueven los topes salariales para evitarlos? Los topes salariales si han servido para algo; si no, no los hubieran impuesto. Han servido para disminuir la parte de la renta nacional con la que se quedan los trabajadores y para transferírsela al capital. Veamos como aterrizan en la realidad la propuesta de las “prestaciones adicionales” los gobiernos panistas; para ello citemos un boletín del Comité en Defensa del Salario. En efecto, denuncian: “El gobierno de los empresarios y para los empresarios encabezado por Fox, a través de su abogado, (el Procurador General de Justicia, Macedo de la Concha) al no poder avanzar con el 15% al IVA, promovió una controversia constitucional alegando que los trabajadores burócratas son „privilegiados‟ al no pagar Impuesto Sobre la Renta (ISR) en el aguinaldo y diversas prestaciones ya que la actual ley del ISR, los exenta (excluye) de dicho pago. La Suprema Corte de (in)Justicia de la Nación, resolvió la controversia constitucional en relación con el pago de ISR y decretó que: Los trabajadores de los gobiernos federal, estatales y municipales y de los organismos descentralizados desde el 26 de junio de 2003 pagaran ISR. Por esto las dependencias empezarán a descontar impuestos a los trabajadores. Las vacaciones, prima vacacional, aguinaldo, etc. pagaran impuestos (ISR). ... Tres características unen y distinguen a estos trabajadores a quienes se les pretende cobrar ISR: Todos los trabajadores antes citados, de los apartados “A”, del “B”, de las legislaciones estatales y de los organismos públicos descentralizados están marginados del derecho al reparto de utilidades, por lo que esta exención era considerada en el medio como una compensación al no recibir utilidades. Todos tienen ISSSTE; y a todos se les aplica la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos nuevo mecanismo que utilizan las dependencias para reprimir inconformidades”. La medida afectará a “los más de dos millones de trabajadores de las legislaciones estatales derivadas de los artículos 115 y 116 constitucionales al igual que los del apartado „B‟ ”.133 Además, en un correo electrónico del mismo comité, se denuncia la actitud con respecto del cobro del ISR a los empresarios por parte del gobierno panista de Vicente Fox, completamente opuesta a la que tiene con los trabajadores. Exponen: “Fox anuncia que bajará el ISR, pero a los capitalistas porque este bajón se aplicará sólo a los capitalistas con activo fijo que podrán deducir a partir de este año, lo que bajará las utilidades a repartir a los trabajadores y se prestará a fraudes, porque las compañías acostumbran tener varias razones sociales y cada año podrán autocomprarse entre ellas y 133

Comité En Defensa del Salario, Boletín No al Impuesto (ISR) en Aguinaldo y Prestaciones, junio del 2003.


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podrán deducir el impuesto al activo fijo (maquinaria y equipo) en un sólo ejercicio fiscal, antes era por etapas”.134 Como vemos, los gobiernos panistas no se miden para apoyar con todo el “vigor económico de las empresas por medio de todas las medidas para alentar la iniciativa privada”, de acuerdo con el principio de su doctrina del trabajo, expuesto por Efraín González Luna en el párrafo 26 de la disertación que estamos analizando.

29. Las formas de retribución del trabajo. “No es el régimen de salariado la única forma posible de retribución del trabajo. La producción cooperativa cuenta en su haber experiencias importantes y es, sin duda, un camino de liberación y bienestar para el obrero, siempre que se emprenda en condiciones satisfactorias de moralidad, aptitud técnica y solidez económica. Entre nosotros, por desgracia, el movimiento cooperativo ha sido víctima, por una parte, de los asaltos del sindicalismo político; por otra, de la explotación de negociantes que nada tienen de trabajadores y que disfrazan de organizaciones cooperativas sus empresas personales para gozar de privilegios ilícitos, y, finalmente, del intervencionismo opresor y nocivo del Estado.”

Cuando Efraín González Luna afirma que la producción cooperativa y el régimen del salariado sólo son formas de la retribución del trabajo, nos está diciendo que ambas producciones son dos formas diferentes de una misma naturaleza, como el vapor y el hielo sólo son formas diferentes del agua. Aquí el trabajo retribuido se presenta una vez bajo la forma de “régimen del salariado “, y otra bajo la forma de “producción cooperativa”; pero todo trabajo es retribuido. Esta es la mentalidad burguesa de la naturaleza del trabajo es la de ser “trabajo retribuido”, entregado y enajenado al capital. Se le pasa por alto la diferencia existente entre trabajar para el capitalista y trabajar para los integrantes de la cooperativa; no percibe que una cosa muy diferente es trabajar bajo el yugo y supervisión del capital, y otra es trabajar por voluntad propia para beneficio de sí mismo y de la sociedad.

30. La fórmula intermedia. “En climas de normalidad social prosperaba antes de la guerra una fórmula intermedia, el accionariado obrero, que daba al trabajador una participación en el capital, en la gestión, y en los resultados de la empresa. Esta institución, agente de paz y colaboración entre trabajadores y empresarios y, al mismo tiempo, fuente de recursos complementarios del salario, es evidentemente recomendable; pero entre nosotros sólo puede obtener actualmente realizaciones excepcionales. El liderismo corrompido, el falso sindicalismo al servicio de mafias políticas y de conjuraciones internacionales de subversión, se interpone entre la empresa y el obrero para impedir una asociación fecunda en 134

José T. Cardoza Olivas, correo electrónico cicotdesi@hotmail.com.


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beneficios de toda índole. Nadie querrá abrir las puertas del conocimiento y la dirección de su empresa a enemigos declarados de la propiedad, fautores de desorden y saboteadores de la producción.”

En este párrafo Efraín González Luna recomienda, en general, “el accionariado obrero” que, según él, “da al trabajador una participación en el capital, en la gestión, y en los resultados de la empresa”. Sin embargo, Efraín González Luna pone inmediatamente restricciones al “accionariado obrero”, como es su costumbre, según tuvimos oportunidad de observar en párrafos anteriores. Efectivamente, inmediatamente después de haber recomendado “el accionariado obrero”, indica: “pero entre nosotros sólo puede obtener realizaciones excepcionales”. Lo que en general recomienda, en lo particular lo restringe, de hecho, lo desecha. Dice, “el accionariado obrero es recomendable, pero en las condiciones actuales sólo se puede obtener excepcionalmente”. Efraín González Luna da la impresión de que está haciendo perdidizo “el accionariado obrero”, te digo que sí, pero no te digo cuando. Pero Efraín González Luna, cual buen abogado, encuentra a los culpables de que el accionariado obrero no se pueda realizar “entre nosotros”. ¿Quiénes son los culpables? Éstos son: “el liderismo corrupto, el falso sindicalismo al servicio de mafias políticas y de conjuraciones internacionales de subversión”. Entonces, el culpable es el sindicalismo, al cual ataca moralmente y por estar al servicio de la subversión. Con fino instinto de clase burgués, ataca todo lo que huela a organización de los trabajadores. Pasando el tiempo, un distinguido panista, en su calidad de presidente de la república, Vicente Fox Quezada, vino a demostrar, en los hechos, el significado real de la crítica del panismo al “liderismo corrupto”, al aliarse con una de las más conspicuas representantes del liderismo corrupto, la “respetable” y “honesta” Elba Esther Gordillo, asesina de maestros y ladrona de cuotas sindicales, para impulsar la privatización de la educación y las llamadas “reformas estructurales”, la privatización del petróleo, la electricidad, la reforma laboral y fiscal. Entonces, los hechos demuestran que el ataque no es contra los líderes corruptos, sino contra el sindicalismo, contra la organización sindical de los trabajadores. La llamada “reforma laboral” que está promoviendo el presidente Vicente Fox y el panismo, confirma que lo que pretenden es destruir el sindicalismo. Dejando a un lado hipocresías, los hechos demuestran cual es la verdadera posición del panismo con respecto del sindicalismo; decía Aristóteles que “las obras son naturalmente preferibles a las acciones”.135 Al final del párrafo, Efraín González Luna confiesa que: “nadie querrá abrir las puertas del conocimiento y la dirección de su empresa a enemigos declarados de la propiedad, fautores de desorden y saboteadores de la producción”. Con esto, preguntamos, ¿qué queda de la participación del trabajador en el capital, la gestión y los resultados de la empresa?, ¿qué queda del “accionariado obrero”? Nada, absolutamente nada, pues “nadie querrá abrir las puertas del conocimiento y la dirección de su empresa”. Hay que reconocer que el panismo ha sido consecuente con este principio. Ha defendido celosamente, a capa y espada, el secreto bancario, el secreto comercial, y también el secreto político. En el caso del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB), en férrea defensa del secreto bancario, impidió, en 135

Aristóteles, Ética Nicomáquea, Ed. Gredos, España 2000, pág. 23.


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alianza con el PRI, que la sociedad conociera de donde provenía la enorme deuda que echaron sobre los hombros del pueblo trabajador. Ahora se reconoce que algunos de esos pagarés son ilegítimos y que su alto costo puede conducir a la crisis financiera del gobierno. Veamos algunos datos para ver los resultados de su obcecación en la defensa del “secreto bancario”. La Jornada informa que: “El endeudamiento total del sector público mexicano se elevó a 2 billones 474 mil 200 millones de pesos al término del año pasado, cantidad equivalente a 238 mil 592 millones de dólares, y representó 40.21 por ciento del producto interno bruto (PIB), informó el Banco de México... El saldo de la deuda asumida por el gobierno federal por las operaciones de „rescate‟ con cargo a toda la sociedad, ascendió a 830 mil 500 millones de pesos al término del año pasado y tuvo un incremento de 24 mil 600 millones de pesos respecto al saldo de 2001... Pero la tajada mayor de la deuda gubernamental corresponde a la asunción de los débitos relacionados con el rescate de los bancos. Informes del Banco de México indican que el endeudamiento con los bancos rescatados -de los cuales 83 por ciento son propiedad de inversionistas extranjeros- se elevó a 640 mil 400 millones de pesos, clasificados en el pasivo del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario”.136 La defensa del secreto político ha tenido igualmente resultados catastróficos. Efectivamente, la bancada panista en el legislativo, con Diego Fernández de Cevallos a la cabeza, impidió que se revisará la paquetería electoral que documentaba el fraude electoral cometido por Carlos Salinas de Gortari en la elección presidencial de 1988, paquetería que fue enviada sin abrir al archivo de la cámara, y que después fue quemada “accidentalmente”. El PRI, coparticipe del PAN en estas andanzas, confirmó las denuncias que sobre este tema se hicieron: “La dirigencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) acusó a Diego Fernández de Cevallos de recibir los terrenos de Punta Diamante en pago de las urnas quemadas en 1988, en perjuicio del entonces Frente Democrático Nacional (FDN), base de las posteriores concertacesiones del sexenio salinista”137; entre esas concertacesiones encontramos la reforma al artículo 27 constitucional que permitió el avance del neoliberalismo en el campo mexicano, lo que trajo como consecuencia la crisis y hambre que hoy padece. En el 2003 salió otro ejemplo muy ilustrativo de la defensa del secreto político; nos referimos al financiamiento con recursos provenientes del exterior de la campaña presidencial de Vicente Fox. El Instituto Federal Electoral (IFE) solicitó a la PGR información relacionada con la investigación sobre lavado de dinero en la campaña de Fox, pero, poniendo nuevamente por delante el secreto político, la respuesta fue negativa. El consejero electoral Gastón Luken declaró: ''Argumentaron que no podrían proporcionarla hasta que no causara estado, esto es, que hubiera concluido la investigación”.138 Como se ve, los subterfugios no faltan para la defensa del secreto político a ultranza. 31. La miseria lacerante de cuerpos y de almas. “En todo caso, lo que tratamos de establecer es, cualquiera que sea la forma de retribución del trabajo que rija en un país y en una época determinados, la necesidad de que sea suficiente para que 136

La Jornada, 29 de abril de 2003. Óp. Cit., 20 de marzo de 1997. 138 Ibíd. 137


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el trabajador y su familia vivan dignamente. En México clama al cielo la miseria lacerante de la gran mayoría de nuestro pueblo, la miseria de los cuerpos y de las almas. La retribución del trabajo es entre nosotros más que un problema: es una herida sangrante.” Aquí Efraín González Luna establece la necesidad de que la retribución del trabajo sea suficiente para que el trabajador y su familia vivan dignamente, cualquiera sea la forma que rija en un país y en una época determinados. Y después hace una emotiva declaración contra la “miseria lacerante”. Es muy conmovedora su declaración: “La retribución del trabajo es entre nosotros más que un problema: es una herida sangrante”. Pero lástima que sólo sea eso, una declaración, palabras vacías. Según las leyes de la producción capitalista, es el salario el que determina las percepciones generales de la mayoría de la sociedad. Veamos cual ha sido la aplicación práctica del principio del salario remunerador. Para ello, consideremos el comportamiento de los salarios, ahora que el PAN esta cogobernando con el PRI. En el análisis titulado El comportamiento de los salarios y la productividad en México y Estados Unidos, de Alejandro Valle Baeza, se explica que: “La política salarial aplicada en México desde los años 80 asegura el incremento de la tasa de explotación de la mano de obra en los próximos años, así como el rezago de las remuneraciones respecto del avance en productividad... En un análisis expuesto en el cuarto Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, precisó que durante el periodo 1950-76 los salarios reales en la industria se elevaron 3.8 por ciento al año. En cambio, entre 1976 y 1998 disminuyeron 3.9 por ciento...”.139 Entonces, la política salarial del PAN (en mancuerna con el PRI), en el periodo de 1976 a 1998, ha producido el incremento de la explotación de los trabajadores (el aumento de la productividad) y la disminución de las remuneraciones 3.9 por ciento por año. Esta política salarial, combinada con el conjunto de la política neoliberal, ha conducido a la entre el 60 y 70 de los mexicanos vivan en condiciones de pobreza. También queda claro, de la exposición de Alejandro Valle Baeza, que se han asegurado esos resultados para los próximos años. Son muy diferentes las declamaciones sobre el salario remunerador que efectúa Efraín González Luna, de la práctica real del PAN.

32. La temporalidad de la capacidad de trabajo y el trabajo productivo. “La capacidad de trabajo de un hombre que no dispone de otros medios de subsistencia, no coincide ni en cuanto a la permanencia, ni en cuanto a la duración, con sus propias necesidades y con las de aquellos que está obligado a sostener como jefe de familia. La necesidad personal dura, sin interrupción, lo que la vida misma del trabajador. Este, en cambio, sufre incapacidades o imposibilidades temporales para dedicarse a un trabajo productivo -accidentes, enfermedades, cesantía- y llegará inevitablemente el momento de la incapacidad total por decrepitud, si no 139

La Jornada, 19 de abril de 2003.


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es que se anticipa la dolorosa impotencia definitiva por enfermedad o accidente. Este desajuste crea un terrible problema de dolor y de justicia.”

En este párrafo, Efraín González Luna reconoce el hecho de que el capital sólo contrata al trabajador cuando éste es productivo, sólo proporciona medios de vida al trabajador cuando éste a su vez le cede el uso de su capacidad de trabajo. La fuerza de trabajo sólo es útil para el capital en la medida que puede usarla, explotarla; como cualquier otra mercancía, sólo es útil en la medida que puede consumirla. Para el capital, el ser humano es un cero a la izquierda antes y después de su vida productiva; y ésta para el capital es sólo la que produce plusvalía. Es diferente la vida productiva del trabajador para el capital, de la vida productiva del trabajador para el trabajador y para la sociedad. Ya comentaba Carlos Marx, en El Capital, que: “en la sociedad burguesa ocurre con el hombre, que como tal hombre no es apenas nada, pues como se cotiza y representa un gran papel en esa sociedad es como general o como banquero”.140 Finalmente, Efraín González Luna reconoce, cuando afirma que “la capacidad de trabajo de un hombre no coincide...con sus propias necesidades”, que para el capital el trabajador es una mercancía.

33. Los bienes materiales y la función social de la propiedad. “No es concebible en una civilización cristiana o, por lo menos de origen cristiano, la posibilidad de que sean condenados al hambre, a la desesperación y a la muerte los trabajadores imposibilitados para trabajar y las familias que ellos sostienen. Sería inhumano e insoportable cualquier régimen social que aceptara semejante monstruosidad. Los bienes materiales no fueron creados y entregados a la especie humana para que gozaran de ellos solamente los propietarios y los trabajadores capaces de actividad productiva. Todos los hombres tienen que vivir de ellos y si la propiedad se justifica, es precisamente como sistema que permite el mejor rendimiento económico de los bienes productivos en beneficio de todos los hombres. Esta es la función social de la propiedad que le da legitimidad y fuerza.”

En este párrafo, Efraín González Luna caracteriza la presente sociedad como “civilización cristiana o, por lo menos de origen cristiano”. Para él, no es el carácter específico del trabajo, en su modalidad de productor de plusvalía para el capital, lo que le da carácter capitalista a la actual sociedad, sino que es la religión la que le da su carácter cristiano. Nuevamente tenemos aquí la deformación idealista que postula que las ideas son lo que determinan la realidad. Hace la “crítica” de “cualquier régimen social” que acepte la “monstruosidad” de condenar “al hambre, a la desesperación y a la muerte los trabajadores imposibilitados para trabajar y las familias que ellos sostienen”; pero, como veremos más adelante, esa “crítica” es sólo aparente, declarativa. Refiriéndose a la propiedad privada burguesa, dice que, “si la propiedad se justifica, es precisamente como sistema que permite el mejor rendimiento 140

C. Marx, El Capital, Tomo I, F.C.E., México 1973, pág. 11.


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económico de los bienes productivos en beneficio de todos los hombres”. Justifica a la propiedad privada burguesa porque es capaz de otorgar seguridad social, no sólo a los propietarios y trabajadores, sino también a quienes no lo son. Esta seguridad social para todos, nos dice: “es la función social de la propiedad que le da legitimidad y fuerza”. En los siguientes dos párrafos, Efraín González Luna hace explicita su propuesta de la seguridad social como la justificación de la propiedad privada burguesa; sirviéndole el presente como argumentación introductoria; más adelante veremos, como ha “promovido” el PAN la seguridad social, cual es la posición real del PAN al respecto.

34 y 35. El deber elemental de justicia social. “Por tanto, si un hombre no cuenta para sostener su propia vida y la de los suyos más que con su capacidad de trabajo y esta se interrumpe o se agota; si sobre un trabajador gravita la responsabilidad de satisfacer en sus mínimos vitales las necesidades de su familia y él muere en plena y exigente vigencia de esas necesidades, es deber elemental de justicia social el acudir a la satisfacción de todas ellas con recursos distintos de la existente retribución de un trabajo imposible. Esta es la raíz de la justificación de las instituciones de seguridad social, cuyos recursos económicos deben ser aportados por los trabajadores, las empresas y el Estado.”

Efraín González Luna en estos dos párrafos puntualiza su propuesta. En efecto, sostiene que si la capacidad de trabajo “se interrumpe o se agota”, si el trabajador muere en plena vigencia de las necesidades vitales de su familia, “es deber elemental de justicia social el acudir a la satisfacción” de las necesidades de la familia del trabajador. “Esta es la raíz” que justifica las instituciones de seguridad social, y, al mismo tiempo, de la propuesta de humanización del trabajo de Efraín González Luna. Dicha “propuesta”, es un simple reconocimiento, post festum, de la necesidad de la seguridad social. Esta propuesta, la hizo después de la fundación en México de las instituciones de seguridad social.

36. La responsabilidad del Estado en la seguridad del trabajador. “Mientras los riesgos descritos no estén cubiertos por una protección sólida y permanente, no puede hablarse de orden social ni de justicia social. Por esto, precisamente, tienen tanta importancia la organización acertada y funcionamiento limpio y eficaz de las instituciones de seguridad social. En México se inicia apenas, después de un tercio de siglo de declamaciones revolucionarias, el tratamiento de este problema. No es esta la ocasión de analizar la Ley del Seguro Social, ni sus primeras experiencias; pero sí de reiterar la tremenda responsabilidad del Estado si por ineptitud, por partidarismo faccioso o por corrupción de personas o métodos, así como por deficiencias de la ley, fracasa el costoso esfuerzo, ya emprendido, para la creación del seguro social en nuestra patria.”


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Efraín González Luna pone la protección del trabajador como la piedra de toque, como el rasero para medir no sólo la justicia social, sino también la totalidad del “orden social”, incluidos, por tanto, los principios y la subsecuente “doctrina social” que aquí enuncia. Si el Estado no proporciona una cobertura que de una “protección sólida y permanente” al trabajo, no existirá realmente justicia social y el llamado orden social capitalista, no se justificará socialmente; tal es “la tremenda responsabilidad del Estado”. Los medios que el Estado tiene para proporcionar esta protección social son las “instituciones de seguridad social”, en este caso se refiere específicamente al Seguro Social. Desde este atrincheramiento ideológico, le lanza una severa advertencia al partido gobernante, en aquel entonces el Partido Nacional Revolucionario (PNR), hoy Partido Revolucionario Institucional, subrayando la “tremenda responsabilidad del Estado si por ineptitud, por partidarismo faccioso o por corrupción de personas o métodos, así como por deficiencias de la ley, fracasa el costoso esfuerzo, ya emprendido, para la creación del seguro social”. Pero las situaciones cambian, la dialéctica de la historia es implacable, y hoy el PAN, el partido de Efraín González Luna, ya no es oposición; actualmente ya es gobierno, y por eso la severa advertencia, como boomerang, se le revierte al PAN y al mismo Efraín González Luna: si fracasan en la seguridad del trabajo, no sólo no habrá justicia social, sino que también el orden social capitalista será cuestionado. Preguntémonos: ¿cuál ha sido el modo como el PAN ha defendido la protección del trabajo, cuál ha sido su política con respecto del seguro social? Es públicamente conocido que el PAN ha hecho suya la política neoliberal de privatización de la seguridad social, desde 1988 con su apoyo a Salinas de Gortari y a la política neoliberal que siguió este régimen, con el gobierno de Vicente Fox, y en la actualidad con Felipe Calderón. Veamos cuales han sido los resultados de esta política. Dejemos que hable no un izquierdista, cuyos sentidos pudieran estar perturbados por su ideología, dejemos que sea un hermano de clase de Efraín González Luna quien lo exponga. Efectivamente, el presidente del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), Alberto Espinosa Desigaud, afirmó: “El pasivo del Instituto Mexicano del Seguro Social, que es de 352 mil millones de pesos, equivalente a 5.7 por ciento del producto interno bruto (PIB), es insostenible”.141 Pero, también informa el mismo personaje, que no sólo el IMSS esta en esa situación previa a la bancarrota financiera; en las mismas condiciones esta la otra institución del Estado mexicano encargada de la protección del trabajo, el ISSSTE: “Adicionalmente, precisó el dirigente del IMEF, están las transferencias de recursos presupuestales que el gobierno federal destina anualmente al ISSSTE, con el propósito de garantizar el pago de las pensiones y jubilaciones ante la falta de reservas, y cuyo monto fue de 19 mil millones de pesos en 2001 y de 21 mil millones de pesos en 2002, con una tendencia creciente” .142 Estos planteamientos no son los de una voz aislada. El mismo Consejo Técnico del IMSS, en su informe, elaborado en el año 2003 y “entregado a los legisladores, al Presidente y a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP)” a fines del mes de junio, afirma que: “La 141 142

La Jornada, Viernes 8 de agosto de 2003. La Jornada, Viernes 8 de agosto de 2003.


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situación financiera del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es „crecientemente frágil‟ ”. El informe también indica que más de la mitad de los mexicanos no contamos con seguridad social, pues, indica La Jornada que el Consejo Técnico del IMSS: “Resalta que más de la mitad de la población económicamente activa (PEA) del país está fuera de la seguridad social, lo que puede constituirse en un gran problema social,... sobre todo si los mecanismos tradicionales de solidaridad intergeneracional se trastocan por los cambios en la composición de los hogares, se da la migración permanente de ciertos miembros de la familia y si se registran más divorcios y separaciones”. La tendencia durante el gobierno panista de Vicente Fox es hacia la disminución en la cobertura de la seguridad social pues: “resulta que en 2002 el instituto cubrió con servicios médicos a 51.4 por ciento de la población, un punto inferior a lo ocurrido en 2001, cuando 52.4 por ciento de los mexicanos estaban adscritos al Seguro Social. A la fecha existen alrededor de 10 millones de personas entre 30 y 60 años de edad que están fuera de la seguridad social y llegarán a la edad de retiro sin ninguna pensión”. Del mismo informe se desprende que la disminución de los salarios reales, el incremento del desempleo entre los mexicanos y el establecimiento de las cuentas individuales de ahorro en las Administradoras de Fondos de Retiro –es decir, la privatización de la seguridad social-, son las causas inmediatas de la crisis financiera del IMSS: “Otros elementos externos también contribuyen a agravar la crisis económica del IMSS, como las variaciones en los salarios reales o en el número de trabajadores asegurados, así como el desempeño de las cuentas individuales de ahorro en las Administradoras de Fondos de Retiro (Afore), las cuales pueden tener una influencia significativa en el costo de los regímenes de pensiones que ofrece el IMSS”.143 Para cerrar este punto, sólo nos restaría subrayar la responsabilidad plena del gobierno panista, encabezado por Vicente Fox, en esta crisis de las instituciones mexicanas de seguridad social, pues como expone Max Ortega, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, en un estudio sobre la situación del sector laboral en el tercer año del gobierno foxista: “más allá del creciente desempleo y de la aplicación de programas de retiro „voluntario‟, los trabajadores del país están viendo como en este régimen se están evaporando sus derechos, con la violación generalizada de los contratos colectivos de trabajo, la eliminación de sus prestaciones sociales, la reestructuración a la baja de los contratos-ley, y el incumplimiento de la legislación laboral y la administración de justicia”.144

37. La organización sindical del trabajo respetuosa (para el capital). “La naturaleza y dignidad del trabajo exigen determinadas características y trayectorias de la organización sindical. El trabajador es el primer obligado a respetar el trabajo, que no es tan sólo fuente de derechos, sino misión, deber sagrado; su traición sería más monstruosa que el desconocimiento o el ataque injusto de los demás. El trabajo es un tesoro para ser guardado y defendido y amado entrañablemente, no 143

144

La Jornada, Miércoles 2 de julio de 2003. La Jornada, Jueves 3 de julio de 2003.


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para degradarlo en explotaciones tramposas, ni para entregarlo al líder corrompido, al funcionario venal, a las empresas internacionales de subversión.”

Este párrafo le sirve como premisa a Efraín González Luna, para que en el siguiente exponga, a manera de conclusión, su concepción del modo como los trabajadores deben defender sus intereses, dicho en otras palabras, su noción del sindicalismo. La finalidad que persigue dicha concepción, digámoslo de entrada, es la de castrar la lucha y la organización de los trabajadores. De su noción enajenada del trabajo, Efraín González Luna deriva su enfoque enajenado del sindicalismo; como él lo expresa: “La naturaleza y dignidad del trabajo exigen determinadas características y trayectorias de la organización sindical”. Efraín González Luna le exige al trabajador el respeto al “trabajo”; pero ya vimos, en párrafos anteriores, que por “trabajo” entiende el trabajo expropiado por el capital, el trabajo enajenado. Así, cual predicador, se lanza a establecer los deberes morales del trabajador con respecto del “trabajo”, digo, del capital, con lo cual Efraín González Luna muestra sus verdaderos propósitos. En efecto, expone: “El trabajador es el primer obligado a respetar el trabajo (entendido éste como capital) para ser guardado (por el capitalista en los bancos) y defendido (por el capitalista en lo individual, y por su Estado en lo social) y amado entrañablemente (el amor por el dinero contante y sonante, amistad y amor es un peso en la bolsa), no para degradarlo en explotaciones tramposas (es decir, en explotaciones que no sean las del capital), ni para entregarlo al líder corrompido, a las empresas internacionales de la subversión (sólo se le debe entregar al capital).”

38. La desviación sindical y el peor enemigo de los trabajadores. “Cuando los trabajadores, en ejercicio de un derecho indiscutible, más aún, en cumplimiento de un claro deber, se unen para el estudio, la promoción, la representación y la defensa de sus intereses profesionales, tienen que evitar toda desviación sindical. Si el trabajador, en vez de encontrar en el sindicato el amparo de su libertad y de su dignidad de hombre y la protección de su derecho al trabajo, vive oprimido por el fanatismo sectario, por el apetito de predominio o de lucro económico y amenazado por la cláusula de exclusión que lo condena al hambre y a la desesperación cuando no incurre en sumisión abyecta; si el sindicato no está al servicio del trabajador sino de intereses y de causas extraños que sólo lo utilizan instrumentalmente, es decir, lo esclavizan; si el sindicato no tiene como objetivo real el bien humano y profesional del trabajador, sino su regimentación en formaciones revolucionarias de carácter predominantemente, si no es que exclusivamente político, para encumbramiento de aprovechados y para destrucción del orden social, de los más altos valores del espíritu, de las mejores esencias nacionales; indudablemente es el peor enemigo del trabajador y del trabajo.”


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Partiendo del principio de respetar al capital, según observamos en el punto anterior, en este párrafo Efraín González Luna expone su noción del sindicalismo. Les dice a los trabajadores que “tienen que evitar toda desviación sindical” en el “ejercicio de un derecho, más aún, en el cumplimiento de un claro deber” de unirse “para el estudio, la promoción, la representación y la defensa de sus intereses profesionales”. Quiere que los trabajadores, en su acción sindical, se limiten única y exclusivamente a la defensa de sus intereses gremiales. Para Efraín González Luna, y para la clase empresarial cuyos intereses representa, todo lo que no sean modalidades de la subsunción del trabajo al capital son “intereses y causas extrañas”. Ven la realidad de modo invertido: todo lo que es favorable al capital forma parte de la “libertad y dignidad del hombre”, y todo lo que es favorable al trabajo son “intereses y causas extrañas”. Según esto, los sindicatos tienen que evitar el “fanatismo sectario”, es decir, evitar la conciencia de clase, evitar el apetito de predominio o de lucro económico, esto es, limitar las demandas de aumento salarial (EGL estaría feliz con los actuales topes salariales), y deben evitar la “cláusula de exclusión”, entendido esto como la libre acción patronal contra la organización sindical. El sindicato debe también evitar las “formaciones revolucionarias”, nada de pensar en liberarse de la esclavitud del trabajo. En suma, el sindicato debe evitar la acción política encaminada hacia la destrucción del “orden social, de los más altos valores del espíritu, de las mejores esencias nacionales”. Efraín González Luna concluye triunfante este párrafo, sosteniendo que un sindicato que no se limite a la defensa de los intereses profesionales en los marcos del trabajo enajenado, “indudablemente es el peor enemigo del trabajador y del trabajo”. Así, según Efraín González Luna, no sólo resulta que la concepción y la acción de los trabajadores para liberarse del dominio del capital está en contra de los “más altos valores del espíritu (la santidad del capital)” y de “las mejores esencias nacionales (la explotación en la nación mexicana)”, sino que constituyen el “peor enemigo de los trabajadores”. Es admirable la pirotecnia verbal, las dotes de prestidigitador, la capacidad que tiene Efraín González Luna de convertir lo negro en blanco y lo feo en hermoso. Lo que Efraín González Luna pretende con ello es que el trabajador haga suyos los fines del capital, eso sí cubiertos con un halo de santidad, y que repudie, como a su peor enemigo, al sindicalismo revolucionario, el camino de su liberación. Si el trabajador limita su lucha a las reivindicaciones profesionales o gremiales, como pretende aquí Efraín González Luna, se condena a vivir esclavizado, a trabajar de modo enajenado, a ser dominado por el capital y su Estado. Así como la parte teórica de la noción del trabajo de Efraín González Luna tiene la finalidad de consolidar el dominio económico del capital sobre el trabajo, la parte práctica a su vez tiene el propósito de consolidar el dominio político del Estado del capital sobre el trabajador. Para evitar que los trabajadores se propongan como objetivo la conquista del poder político, la instauración de su poder, frente al poder unido de la clase burguesa, el Estado, se lanza contra “las formaciones revolucionarias de carácter predominantemente, si no es que exclusivamente político”. La política, según Efraín González Luna, no es para los trabajadores organizados, la política es para los partidos, para el PAN por ejemplo.


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“La supresión de la autoenajenación sigue -expone Marx en los Manuscritos- el camino de la propia autoenajenación”.145 Para la supresión de la enajenación del trabajo, el primer momento lo constituye la destrucción del Estado porque es mediante éste como el capital articula su dominación sobre los trabajadores y el conjunto de la sociedad. De ahí la importancia negativa del planteamiento de Efraín González Luna; de llevarse a cabo, se cierran las vías de acceso hacia la liberación del trabajo. Con toda razón, los luchadores revolucionarios del proletariado expusieron: “La burguesía mantiene en la esclavitud a la clase obrera no solamente por la fuerza bruta sino también por medio de la mentira refinada. La escuela, la iglesia, el parlamento, las artes, la literatura, la prensa cotidiana, son otros tantos poderosos instrumentos de que se vale la burguesía para embrutecer a las masas obreras y lograr que penetren las ideas burguesas en el proletariado... Entre esas ideas que la clase dominante ha logrado infiltrar en las masas trabajadoras, se halla la de la neutralidad de los sindicatos, de su carácter apolítico, ajeno a todo partido... La burguesía comprende perfectamente que el destino del régimen capitalista depende actualmente de la postura de esos sindicatos con respecto a la influencia burguesa universal...”.146 Efectivamente, Efraín González Luna, como ideólogo de la burguesía, entiende perfectamente que el destino del régimen capitalista depende de que los sindicatos se limiten a las meras demandas gremiales. En la actualidad no sólo los sindicatos revolucionarios son “el peor enemigo”, incluso los sindicatos que sólo reivindican la defensa de los intereses gremiales han pasado a ser considerados por el PAN como “el peor enemigo”. Esto se demuestra con el hecho de que el PAN ha hecho suyos los lineamientos laborales de las instituciones financieras internacionales, convirtiéndose en el principal promotor de la llamada reforma laboral que pretende la desaparición misma de los sindicatos. Como sostiene la Promotora de la Unidad Nacional en contra del Neoliberalismo (PUNCN) cuando responde a la pregunta de ¿por qué nos oponemos a la reforma laboral que proponen los patrones y el gobierno?: “Porque se pretende acabar de destruir a los sindicatos por medio de una mal llamada „libertad sindical‟ ”.147

39. El humanismo cristiano y la reforma social. “Nunca se insistirá suficientemente en la necesidad de crear determinadas condiciones generales de carácter económico, para que sea factible la reforma social que México necesita con angustiosa urgencia. Ya hemos afirmado que el economismo materialista, lo mismo en su etapa liberal que en su forma comunista, es impotente para entender y tratar los problemas sociales, que tienen un contenido humano y, consiguientemente, espiritual. El humanismo cristiano es, como doctrina, como fuerza y como conducta, el único capacitado para afrontarlos y darles plena y substancial solución. Pero esto de ninguna manera significa que tesis intachables y propósitos sinceros de justicia 145

C. Marx, Manuscritos Económico- Filosóficos, F.C.E. Breviario 166, México 1998, pág. 132. “La Internacional Comunista y la Internacional Sindical Roja”, págs. 78-79. 147 Promotora de la Unidad Nacional en Contra del Neoliberalismo, Tríptico para la jornada del 1 de septiembre del 2003. 146


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sean suficientes para alcanzar este resultado. La condición carnal del espíritu exige colaboraciones indispensables. ”

En este párrafo Efraín González Luna expone la necesidad de “crear determinadas condiciones generales de carácter económico”. A qué se refiere con esto, lo explicará en el punto siguiente, por lo que tendremos ocasión más delante de ocuparnos del tema. Por lo pronto, es de observar que sostiene que la finalidad de la creación de estas “condiciones económicas” es la de hacer factible “la reforma social” para favorecer a los trabajadores. Con esto, no hace otra cosa que encubrir el propósito real que persigue, que no es otro que el de beneficiar al capital, fortalecerlo. Nos encontramos nuevamente aquí con la aplicación de su método, consistente en presentar los intereses del capital disfrazados como propuestas a favor de los trabajadores. Efraín González Luna inscribe este planteamiento en los marcos de la ideología que denomina “humanismo cristiano” (sin darse cuenta siquiera del carácter contradictorio de este enunciado), diferenciándola del “economismo materialista”, tanto de su “etapa liberal”, como también de su “forma comunista”. Y, acto seguido, declara sentenciosamente que su ideología es la “única capacitada” para afrontar y dar “plena y substancial solución” a los “problemas sociales”, porque estos tienen “un contenido humano, y consiguientemente, espiritual”. Pero ya vimos que él cree que el “humanismo” y el “espiritualismo” sólo se presentan con la subsunción del trabajador a la divinidad, que su “espiritualismo” es sólo la subsunción del hombre a un ser supremo -diferente del hombre-, sólo una modalidad mística de la subsunción del trabajo al capital. Establece aquí una diferencia entre el “humanismo cristiano” y el “economismo materialista”, en sus versiones liberal y comunista. Para Efraín González Luna, el liberalismo y el comunismo tienen la misma naturaleza, los dos son “economismo materialista”. Lo que entiende por “comunismo” es su versión burocrática, lo que fue llamado en otros tiempos el “socialismo realmente existente”. Este “socialismo” sólo fue una versión del “comunismo” contaminado y dominado por la propiedad privada burguesa, una manifestación más de su infamia, no fue verdadero comunismo. Pero para él ese era el “comunismo” y criticaba, con este pretexto, el proyecto de los trabajadores de construir una sociedad verdaderamente comunista, donde el ser humano se desarrolle plenamente, tanto material como espiritualmente. En este sentido, el liberalismo y el comunismo son concepciones substancialmente diferentes; sin embargo, Efraín González Luna de un plumazo, con un monumental desparpajo, las mete en el mismo saco, en el costal del “economismo materialista”. La historia se ha encargado de poner las cosas en su lugar. En primer lugar, la implacable dialéctica de la historia ha demostrado que el “socialismo realmente existente”, ha dejado de existir, ha dejado de ser real; y hoy los trabajadores y la humanidad entera retoman la necesidad de una nueva sociedad, verdaderamente humana, retoman la necesidad del comunismo verdadero. A partir del sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) el neoliberalismo comenzó a implantarse en México. Durante los sexenios de Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, y el gobierno de Felipe Calderón terminó por instaurarse en el país. Con ello el


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“humanismo cristiano” o “humanismo político”, ha triunfado aparentemente en toda la línea, ha obtenido su “victoria moral”, como proclama el mismo PAN; la “la reforma social” ha pasado de simple proyecto a ser realidad social. Pero, en lugar de capacidad, como pregonaba exaltadamente Efraín González Luna, “la reforma social” ha mostrado su incapacidad para “afrontar (los problemas sociales) y darles plena y substancial solución”. En la realidad, la reforma social neoliberal no ha sido capaz de resolver los problemas sociales de alimentación, salud, educación, vivienda y cultura, sino que, por el contrario, los ha agravado. Por ejemplo, la problemática de la juventud es la siguiente: “La segunda generación de jóvenes desenchufados de todo -de la educación (casi 14 millones no tiene escuela), del trabajo (medio millón está desempleado), de la salud (23.5 millones carecen de ese derecho), de la vivienda (más de la mitad de las parejas no tiene posibilidad de vivir en una habitación independiente) y de la cultura (carecen de espacios de expresión)- sobrevive sin esperanzas de mejorar perspectivas de vida. Si en los 80 su consigna era „no hay futuro‟, el lema de ahora es: „ya no habrá futuro‟, sintetiza Alfredo Nateras, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)-Iztapalapa”.148 Como es sabido, una de las medidas de “la reforma social” neoliberal que se ha efectuado en el país ha sido la de un drástico recorte de la matricula de las instituciones de educación pública, con el propósito de privatizar la educación. Una muestra de los efectos de esta política del “humanismo cristiano” la encontramos en una nota del periódico La Jornada titulada significativamente “Suicidios ante la exclusión educativa”. En ella se informa que: “Elizabeth, de 18 años, se quitó la vida con cien pastillas de Clomazepan (sic), dos cajas de Captopril, una bolsa negra de plástico que le cubrió la cabeza, una pañoleta que se introdujo en la boca y un cordón que se ató al cuello... El padre de Elizabeth Delgado Cuevas, hombre mayor, obrero de toda la vida, intenta explicar la muerte de su hija: „somos muy pobres, no teníamos para costearle ninguna universidad de paga. Ninguna. Ella veía en la escuela un medio para que nosotros ya no sufriéramos, porque veía que batallamos para subsistir y tenía miedo‟". 149 Pero el “triunfo” del “humanismo cristiano” no sólo ha favorecido el suicidio de los jóvenes, también su “éxito” se ha extendido hasta los niños, llegando hasta los “humanos” y “cristianos” suicidios infantiles, convirtiéndose éstos en “un grave problema”. 150 José Luis Vázquez Ramírez, especialista del Hospital de Psiquiatría "San Fernando", del IMSS, afirmó que: “En México, el suicidio infantil es un grave problema pero el subregistro no ha permitido mostrar su magnitud, pues la mayoría se definen como intoxicaciones o percances automovilísticos, además de que los padres, las instituciones y la sociedad no quieren ver esa realidad”.151 Además sostuvo que: “por cada 100 niños de entre ocho y diez años, 15 tienen tendencia o ideas suicidas, y de ellos, 5 por ciento logran su cometido”.152 La política “humanista cristiana” neoliberal de privatizar la educación, además de la reducción de la matricula, contempla también la disminución de las plazas de trabajo en las 148

La Jornada, 26 de agosto de 2003. La Jornada, 6 de agosto de 2003. 150 La Jornada, 16 de julio de 2003. 151 Ibíd. 152 Ibíd. 149


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escuelas del sistema de educación pública. Ante quienes optan por resistir esta política, como es el caso de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Mactumactzá, Chiapas, que protestaban por la eliminación de las plazas automáticas de profesores a las que tenían derecho después de terminada su carrera, recibieron como “solución” por parte del gobierno panista perredista de Pablo Salazar Mendiguchía, el apresamiento de estudiantes, padres de familia y la muerte de un trabajador. Como informa Pedro Echeverría V. : “Con el único objetivo de ponerse al servicio incondicional del programa privatizador de Fox, el gobernador se ha dedicado a reprimir a jóvenes chiapanecos y no ha dudado en meter a la cárcel a más de 250 estudiantes y padres de familia imputándoles cargos de terrorismo, asonada, motín, daños en propiedad ajena, daños a la paz individual, colectiva y social y privación de la libertad, sólo por la osadía de los egresados de la Escuela Normal Rural de Mactumactzá de exigir plazas o nombramientos automáticos de trabajo como maestros rurales, tal como durante 70 años se vino haciendo”.153 El encarcelamiento como “plena y substancial solución” a los problemas sociales, ha traído como consecuencia el incremento alarmante de la población en las cárceles, principalmente, la de jóvenes reclusos. La respuesta que “el humanismo” está dando a la problemática social es la de “luchar contra la delincuencia”, esto es, convertir en delito la pobreza. Así tenemos que, ante estos problemas de la juventud, la respuesta ha consistido en que, como informa La Jornada”, “Se incrementa en forma alarmante el número de muchachos encarcelados”. El informe es el siguiente: “El director del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, Silvestre Rosas, expresa que la población juvenil es „la más vulnerable‟, y el número de chavos en las cárceles „se incrementa en forma alarmante‟...Las oportunidades de acceder a la escuela, al trabajo e inclusive a las áreas verdes „sólo en sueño, ya no existen‟. Y por otro lado -añade- los muchachos están expuestos a modelos de vida fomentados por algunos medios „que no están al alcance de todos y la gente busca una manera socialmente rechazada para satisfacerlos‟ ”.154 La nota continua informando que: “En los ocho centros de readaptación de la capital del país había -al 24 de julio pasado- 22 mil 483 personas recluidas, de las cuales 13 mil 573 (60.3 por ciento) son jóvenes entre 18 y 30 años de edad, la mayoría acusados de robo, de acuerdo con la Subsecretaría de Gobierno del Distrito Federal”. 155 Héctor Castillo Berthier, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), alertó que: “La integración de los jóvenes a la delincuencia como producto de un proceso de exclusiones es uno de los focos rojos del país. De no solucionarse pronto podría acabar en una situación como la de Colombia o Brasil, donde „niños y adolescentes, cooptados por organizaciones delictivas se volvieron sicarios‟ ”. 156 Esta situación, desgraciadamente, ya nos ha alcanzado. Con su incapacidad para resolver los problemas sociales, tenemos que el “humanismo cristiano”, como variedad del neoliberalismo y del capitalismo, está siendo sentado en el banquillo de los acusados. Ya Hegel determinaba que para que una concepción y una 153

Información recibida vía Internet. La Jornada, 27 de agosto de 2003. 155 Ibíd. 156 Ibíd. 154


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formación social sean verdaderas, no basta con que existan, con que sean “realmente existentes”, sino que también tienen que estar fundamentadas con la razón, corresponder con las necesidades del desarrollo social. De este modo, el “humanismo cristiano” está demostrando su impotencia para entender y tratar los problemas sociales, está demostrando que es incapaz de afrontarlos y darles plena y substancial solución, esto es, está demostrando su irracionalidad y también la necesidad de ser barrido por la historia.

40 y 41. El Estado debe fortalecer las empresas y el orden social. “Es un pre-requisito necesario de la reforma social la estructuración de una economía nacional capaz de asumir las cargas que esa reforma implica. El Estado, consiguientemente, lesiona los derechos del trabajo y concurre a su injusta y dolorosa degradación cuando, en vez de crear y vigorizar esa robusta estructura económica, la destruye; cuando por ineptitud, por corrupción, por mezquino interés político, por interesada agitación demagógica, debilita a las empresas, ciega las fuentes de trabajo y las condena a vivir miserablemente de una economía miserable”. “La política social no es la explotación política de los problemas sociales; sino la acción recta y eficaz del Estado para instaurar, fortalecer y defender un verdadero orden social.”

En el párrafo 40 Efraín González Luna deja ver, por fin, el objetivo específico que se propone. Expone que su finalidad es “la estructuración de una economía nacional”. La “habilidad” consiste aquí en que une su propuesta de “creación de una estructura económica” que fortalezca las empresas con la promesa de que es para asumir las cargas de una reforma favorable a los trabajadores y a la sociedad; pero esta promesa no es en el fondo más que el viejo truco de montarse en el burro, poner una zanahoria amarrada a un palo por delante para hacerlo caminar... sin que se coma la zanahoria. Lo real, lo efectivo, que postula aquí es la creación de la robusta estructura económica; esa es la verdadera “reforma social” que predica; entonces, para él, la reforma social es la creación de la robusta estructura económica, lo demás es “hacernos promesas que nunca cumplieron”.157 En los párrafos 40 y 41, no sólo establece con precisión el objetivo de la “creación de la robusta estructura económica” que fortalezca a las empresas, sino que, además, determina el modo especifico de lograrlo: “mediante la acción recta y eficaz del Estado”. Así, la función del Estado es, para Efraín González Luna y el PAN, la de ser medio para crear “la robusta estructura económica”. De este modo esbozó el programa del neoliberalismo, en su variante “humanista cristiana”. Esta es la función que el Estado debe cumplir, en lugar de que, argumenta, se dedique a debilitar a las empresas, a destruirlas por ineptitud, por corrupción, por mezquino interés político, cerrando con ello fuentes de empleo y “condenándolas a vivir miserablemente de una economía miserable”. Así Efraín González Luna expone en 1940, los reclamos de un sector de la burguesía, que posteriormente se configuraron como 157

Canción popular sudamericana.


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neoliberalismo, y que habrían de imponerse mundialmente a partir de 1974. Esto en contra de las posiciones de otro sector de representantes de la burguesía que adoptó la política keynesiana que plantea la intervención directa del Estado en la economía como medio para regular la crisis expone aquí, abreviadamente, el programa del capitalista. Efraín González Luna neoliberalismo que consiste esencialmente en que el Estado fortalezca directamente a las empresas capitalistas; su lema ha sido: ¡nada de “populismos” keynesianos, todo para fortalecer directamente al capital! En el párrafo 41, Efraín González Luna sostiene que la “política social” y, por tanto, su “reforma social” es “la acción recta y eficaz del Estado para instaurar, fortalecer y defender un verdadero orden social”. Al identificar la acción “recta y eficaz” del Estado con la “reforma social”, Efraín González Luna confiesa que su “reforma social” sólo es la acción del Estado para las empresas, para el capital. Y de paso, descubre también el secreto del Estado, que su función es la de instaurar, fortalecer y defender un “verdadero orden social”. ¿A qué orden social se refiere aquí Efraín González Luna? Naturalmente: al orden social capitalista. El análisis marxista del Estado sustenta la concepción de que el Estado burgués es para instaurar, fortalecer y defender al orden social capitalista, pero aquí es uno de los ideólogos del capital quien lo confiesa, en el fervor de la exposición de su objetivo principal. Y, hay que decirlo, el partido de Efraín González Luna, el PAN, ha sido fiel al principio de fortalecer y vigorizar las empresas, lo ha cumplido rectamente, sin desviaciones ni remordimientos de conciencia, sin “moral dolencia”158; la práctica ha sido congruente con los principios. Los panistas asumieron el programa del neoliberalismo y no les ha temblado el pulso para imponerlo en México, aunque, eso sí, lo han vestido con el manto sagrado del “humanismo político”. Observemos un ejemplo significativo de su política de “favorecer a las empresas” por medio del Estado; para ello tendremos que pasar de la rosada lírica de Efraín González Luna a la dura y despiadada realidad. Examinemos rápidamente el caso del llamado “Fondo Bancario Protección al Ahorro” (FOBAPROA), que después se transfiguró en Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB). En los marcos de la aguda crisis económica y financiera que estalló en el país en diciembre de 1994, la cartera vencida de la banca comercial aumentó en sólo 14 meses cinco veces su monto, al pasar de 20 mil millones de pesos en diciembre de 1994, a más de 120 mil millones de pesos en febrero de 1996. Esto se debió a que, luego de la devaluación de diciembre de 1994, se elevaron a tal grado las tasas de interés que se originó una cascada de incumplimiento en el pago de créditos. La cartera vencida de la banca privada llegó a ser superior en un 119.3 por ciento al capital contable de las instituciones de crédito, que en diciembre de 1995 se situó en apenas 54 mil 700 millones de pesos.159 La quiebra de la banca estaba en puerta. El gobierno de Ernesto Zedillo decidió que el pueblo de México, vía impuestos o contribuciones forzadas, fuera el que asumiera los costos de esta insolvencia del sistema bancario; para ello creó el llamado eufemísticamente Fondo Bancario de Protección al Ahorro. 158 159

Esta expresión es de un verso del poeta mexicano, Manuel José Othón. La Jornada, 15 de marzo de 1996.


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Pero, en primer lugar, no era un “fondo bancario” porque los fondos con los que se constituía no eran de los bancos, sino del Estado, era un fondo estatal; y, en segundo lugar, no era para “proteger al ahorro”, sino a los bancos. Con propiedad, debió haberse llamado Fondo Estatal de Protección a la Banca. Posteriormente, la acción del Fobaproa se denominó “rescate bancario”, correspondiendo ya un poco más el nombre al contenido. El Fobaproa “fortaleció” a la banca privada a su modo. En el periodo comprendido entre diciembre de 1994 y marzo de 1996, seis bancos mexicanos recibieron del Fobaproa “apoyos directos” por 45 mil 300 millones de pesos. Sólo seis bancos fueron los que se comieron la primera rebanada del pastel. En un documento de Hacienda se informó que: “los bancos privados (“las empresas”) que recibieron apoyos directos del gobierno a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) fueron: Unión, Cremi, Banpaís, Obrero, Banorie e Inverlat”; que: “Banca Unión --intervenida por el gobierno federal en septiembre de 1994 por realizar operaciones fraudulentas-- ha obtenido apoyos directos (como demanda EGL) por 16 mil 753 millones de pesos, cantidad que representa el 36.94 por ciento del total de los recursos canalizados a las seis instituciones bancarias bajo administración del Fobaproa”; que “Banca Cremi --que al igual que Unión era propiedad de Carlos Cabal Peniche, ahora prófugo de la ley-- ha requerido (recibido, debiera decir) recursos del gobierno federal por 6 mil 987 Total, que el “angelito” Carlos Cabal Peniche fue apoyado millones de pesos”.160 directamente con 23 mil 740 millones de pesos, el 52.40 por ciento del total de recursos que el gobierno federal otorgó a los bancos en este periodo. Ricardo Guajardo Touché, en ese momento director general de Bancomer, reconoció que los recursos de apoyo fiscal para el rescate bancario implicaron fondos por el equivalente al 5 por ciento del Producto Interno Bruto”.161 Un ex banquero, que en los avatares de la nacionalización y reprivatización de la banca mexicana se quedó sin la propiedad de Bancomer, Manuel Espinosa Yglesias, puso el dedo en la llaga del “rescate bancario” al declarar que “es injusto que el erario se utilice para salvar a las instituciones crediticias, cuando el pueblo mexicano padece muchas carencias”. Abundó: “El erario no debe utilizarse en ello, sino en ayudar a la gente necesitada”. Calificó de: “absurdo que el dinero del pueblo se destine a ayudar a esas instituciones”, y también sostuvo que “es ridículo que se compre cartera vencida, porque es cartera perdida, y para eso no está el gobierno”. Destacó que “México no son sólo cuatro empresas” sino “todo el pueblo con necesidades que deben atenderse”, y lamentó que “mientras hace algunos años a cada mexicano que nacía correspondían 120 dólares de la deuda externa, ahora la cifra se haya elevado a mil 500 dólares per cápita".162 La novedad que el Fobaproa vendría a implantar en este sentido consistió en que pronto se convirtió en el núcleo central de otra bola de nieve, similar a la de la deuda externa, que pronto fue creciendo en progresión geométrica transfigurada por el IPAB en deuda interna. De ahora en adelante, los pasivos de “cada mexicano que nace” no sean ya solamente por concepto de deuda externa, sino también por la deuda interna. 160

La Jornada, 20 de junio de 1996. La Jornada 15 de marzo de 1996. 162 La Jornada, 15 de marzo de 1996. 161


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El priísmo en lo general y el gobierno de Zedillo en lo particular necesitaban con urgencia que los compromisos que el gobierno federal trabó con los banqueros fueran asumidos también por el poder legislativo, darle visos de “legalidad” al Fobaproa. Para ello, el presidente envió al congreso en marzo de 1998 una iniciativa de ley cuyo objetivo era el del apuntalamiento de la banca privada, garantizándole los apoyos directos, además de abrir hasta en un 100 por ciento la participación del capital extranjero en los tres grandes bancos del país (Bancomer, Banamex y Serfin). Frente a esta iniciativa, los panistas decidieron presentar su propio proyecto, retomando el sentido esencial del proyecto presidencial, pero dándole una forma nueva, la apariencia de un nuevo contenido. Fingiendo un “rechazo tajante” al Fobaproa, incluso se “exigió” que se le cambiara de nombre, que de ahí para adelante se denominara “Instituto”, que en lugar de “Fondo Bancario” debía de llamarse “Instituto”; en realidad se trataba, los hechos lo vinieron a demostrar, de la misma gata, nada más que revolcada. Recordemos la ominosa sesión del Senado en la que se convirtió en deuda pública la cartera vencida comprada por el Fobaproa, cómo se consumó el atraco de billones de pesos en contra del pueblo mexicano, para ilustrar como se las gastan los panistas en la aplicación de su “principio de doctrina” de fortalecer a las empresas por medio del apoyo directo del Estado. Era el día 14 de diciembre de 1998. En el senado se llevaría a cabo la votación para aprobar la “Ley de Protección al Ahorro Bancario” -proyecto de progenitura panista-, que daría paso al Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB). El acuerdo en ese sentido ya se había cocinado en lo obscurito, como se acostumbra entre “las bancadas”163 del PRI y del PAN. La que sería una larga y enardecida sesión se inició con el cuestionamiento de la senadora Rosalbina Garavito a los panistas, con una serie de preguntas incomodas: “¿Cuánto les dieron por legislar a ciegas, cuanto por cometer ese atraco contra la nación?, ¿de qué saneamiento bancario y financiero podemos hablar, cuando quien asume riesgos corre a las faldas protectoras de un Estado corrupto? ¿Cuántos Cabal Peniche no se están cubriendo?”.164 La senadora se dio a misma una respuesta que resultó ser premonitoria: “Algunos senadores priístas me decían que el precio es Fox en el 2000”. En el debate, a los panistas les llovieron los epítetos de “traidores”, “satanes de la nación”, “cínicos” y “tapaderas del gran fraude contra la nación”. Pero el PAN ni se inmutó siquiera ante estos reclamos; más aun, Juan Antonio García Villa, negociador de la iniciativa, después de resaltar la paternidad de su partido en la iniciativa, respondió con arrogancia a quienes lo cuestionaban que el proyecto del PAN era: “una solución integral que presentamos a los mexicanos con orgullo”. El PRI, por conducto de Dionisio Pérez Jácome, terció en el debate saliendo a la defensa de las “muy meritorias” 163

La denominación que suele darse a los grupos parlamentarios como “bancadas” quizá tenga su explicación en el hecho de que los legisladores realizan la mayor parte de su “trabajo” cómodamente sentados en sus bancas. Pero tal vez, por actitudes tales como la legalización del Fobaproa, fuera más apropiado designarlos como “establos”, como se nombraba antiguamente a los grupos de púgiles que dirigía un determinado mánager de boxeo; con todo y lo inhumana que es su profesión, los boxeadores por lo menos se rifan el físico para ganarse la vida, en cambio el único “mérito” de los legisladores sólo consiste en levantar el dedo para aprobar lo que fortalece a las empresas, al capital. Sólo en el retorno a la condición animal del ser humano podremos encontrar la explicación del por qué se atreven a tomar decisiones que afectarán negativamente la vida de millones de mexicanos y de sus descendientes. Dicen que el piloto que arrojó la bomba nuclear sobre Nagasaki, enloqueció al darse cuenta de que había matado, mutilado o afectado tantísima gente con sólo mover una palanca. 164 La Jornada 13 de diciembre de 1998.


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propuestas del PAN. Así, al filo de las 23 horas se votó la iniciativa. En lo general, 93 senadores del PRI y del PAN votaron a favor, diez votos en contra del PRD y de Humberto Mayans Canabal, así como una abstención, de Adolfo Aguilar Zinser. ¿De verdad fue una “solución integral”? Al interior del PAN, previo a la aprobación de su iniciativa, se produjo una disputa por la conversión de los pasivos de Fobaproa en deuda pública, que el PAN supuestamente “rechazaba tajantemente” en su iniciativa. En esa ocasión, un panista mismo, Felipe de Jesús Cantú -para que la cuña apriete debe ser del mismo palo- fue quien desenmascaró oportunamente el verdadero significado de la “solución integral”, cuando manifestó que: “en el fondo el nuevo instituto asumirá la deuda”, que se reconocía hipócritamente la deuda fingiendo no reconocerla, mediante la artimaña consistente en decir: “no te debo nada, pero te voy a pagar una parte cada año”.165 Al revés del adagio que póstula el “debo no niego, pago no tengo”, la “solución integral” se decidió por el: “no debo, pero pago”. En realidad el “rechazo tajante” de los adeudos del Fobaproa, sólo fue un “manto sagrado” para parecer que se obraba con justicia, sin hacerlo; para conservar la imagen de “honestidad” y “eficacia” ante la ciudadanía. El único senador del PRI que votó en contra de la iniciativa panista, Humberto Mayans Canabal, reveló el monto del compromisos que asumió el IPAB, al declarar que: “se carga en el pueblo el adeudo de 610 mil millones de pesos, producto de quebrantos y desfalcos financieros”; también expuso, en la misma entrevista de prensa que dio para explicar su voto en contra de la nueva ley, que: “no hay diferencia entre la iniciativa aprobada y la que presentó el Ejecutivo, además de que hay un riesgo enorme de impunidad de los banqueros y autoridades beneficiadas ilegalmente con el Fobaproa, a quienes al parecer no hay prisa en enjuiciar”, además de que: “es clarísimo que perjudica a la mayoría de los mexicanos, e incluso atenta contra la soberanía nacional al permitir la extranjerización de la banca”.166 El PAN presuroso procedió a festejar su “triunfo”, a pregonar sus “logros” y a levantar una cortina de humo en torno al verdadero carácter de la ley aprobada. La plana mayor de ese partido, su líder nacional en aquel entonces, Felipe Calderón Hinojosa,167 acompañado de Vicente Fox, Carlos Medina Plascencia y Gabriel Jiménez Remus, anunció, con bombo y platillos, que el gobierno de Zedillo aceptó la iniciativa de su partido para crear el mencionado instituto. Posteriormente, el coordinador en aquel momento de “la bancada” panista en la Cámara de Diputados, Carlos Medina Plascencia, informó que el PAN gastó cuatro millones en “limpiar su imagen” por el asunto del Fobaproa-IPAB. En cuanto a la votación de su partido a favor de la nueva ley que instituyó el IPAB, la justificó diciendo: “Podríamos habernos negado a hacerlo. Se prefirió tomar el riesgo de actuar responsablemente”.168 Ciertamente, 165

La Jornada 11 de diciembre de 1998. La Jornada 15 de diciembre de 1998. 167 Felipe Calderón Hinojosa posteriormente sería premiado por Vicente Fox, ya como presidente, con la dirección de Banobras. Sus “méritos” tenía el respetable señor Hinojosa, pues “como presidente del PAN, aunque había recibido del Consejo Nacional el mandato de decirle no al proyecto zedillista, finalmente colaboró con la iniciativa que ha resultado tan costosa y dolorosa para la nación”. (Enrique Galván Ochoa). 168 La Jornada 15 de diciembre de 1998. 166


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como aquí reconoce Mediana Plascencia, el PAN pudo evitar que se echara sobre las espaldas del pueblo los adeudos que asumió el Fobaproa-IPAB, pero prefirió “tomar el riesgo” en aras del “fortalecimiento de las empresas”. A eso llama Medina Plascencia “actuar responsablemente”. No podemos substraernos aquí de la tentación de hacer un comentario crítico acerca del Estado, que defienden “responsablemente” los panistas, considerando que esta es una cuestión central. Ya Sócrates, según expone Platón en su Dialogo La República, respondiendo a Adimanto que se preguntaba si el Estado debía servir para hacer felices a unos cuantos, determinaba cual debe ser el Estado y la finalidad que debe perseguir, cuando expone: “No fundamos el Estado con la mirada puesta en que una sola clase fuera excepcionalmente feliz, sino en que lo fuera al máximo toda la sociedad. Porque pensábamos que en un Estado de tal índole sería donde mejor hallaríamos la justicia, y en cambio la injusticia en el peor fundado... Modelamos el Estado feliz, no estableciendo que unos pocos, a los cuales Entonces, la segregamos (privilegiamos), sean felices, sino que lo sea la totalidad”.169 explicación del por qué de la injusticia con que procede al socializar las pérdidas de las empresas, sin permitir siquiera que se conozca el origen de los las deudas asumidas, la encontramos, según profundiza la filosofía, en que el Estado de los panistas y del capital, se funda con la mirada puesta en hacer excepcionalmente feliz a una clase. El cuestionamiento al PAN se extiende al cuestionamiento del Estado de las empresas, del capital.170 La “rectitud” en la acción del Estado, a la que tanto exhortan Efraín González Luna y el PAN, fue ignorada despectivamente, demostrando con ello que el principio del fortalecimiento directo de las empresas tiene prioridad sobre el de la “rectitud y eficacia”. Nada importó para “apoyar directamente” a Carlos Cabal Peniche, que su súbito éxito económico pudiera estar relacionado con el narcotráfico y el lavado de dinero, con el expediente de Juan García Abrego y su cartel del golfo, puesto que se desempeñó como el financiero del grupo de los Salinas (Carlos y Raúl), y Roberto Madrazo. Nada importó al PAN, para apoyar el llamado rescate bancario, que el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo - entre 1995 y 1996- tomó al margen del Congreso, esto es ilegalmente, la decisión de comprometer recursos públicos en diferentes programas orientados a evitar la quiebra del sistema bancario. Según investigaciones posteriores, tanto del Congreso como de círculos independientes, los entonces propietarios de la banca incluyeron en las operaciones de salvamento financiero créditos irregulares e incluso autopréstamos.171 El secreto de esta indiferencia real del PAN con respecto de la 169

Platón, Diálogos IV La República, Ed. Gredos, Madrid España 2000, pág. 204. La cuestión del Estado es un tema que merece tratarse aparte, ex profeso. Parece simple y llano, diáfano como la luz del día, pero no deja de tener sus sutilezas metafísicas. Así como las mercancías, además de ser objetos comunes y corrientes, son también “físicamente metafísicos”, por el fenómeno que Marx denominó, al final del primer capítulo de El Capital, el fetichismo de la mercancía y su secreto; así también, decíamos, en el caso del Estado se produce un fenómeno de dominación y de mistificación de este dominio que se puede denominar con propiedad como fetichismo del Estado del capital. No son pocos los que han sucumbido o sucumbirán a sus cantos de sirena. Marx descubre el secreto del fetichismo del Estado capitalista en su obra titulada Critica de la filosofía del Estado de Hegel; sin embargo esta crítica del Estado burgués es una obra esotérica. Es incomprendida, incluso por gentes tan lúcidas como Adolfo Sánchez Vázquez, que en el prólogo de dicha obra la desecha por supuestas resonancias idealistas hegelianas. Para demostrar esta crítica a ASV, buscando la recuperación del análisis crítico de Marx sobre el Estado, escribí un ensayo, disponible para quien desee conocer más detalladamente mi posición sobre este punto. 171 La Jornada, 22 de junio de 2003. 170


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“rectitud” del Estado nos lo descubre Platón en sus Diálogos, cuando explica que: “dicen y exhortan...cuan necesario es ser justo..., aunque no es por sí misma por lo que alaban la justicia, sino por la buena reputación que de ella se deriva, con el fin de que, al parecer que se es justo, se obtengan cargos, casamientos convenientes y todo..., cosas que corresponden al justo por su buena reputación”.172 En efecto, el PAN se presenta como “recto” y “eficaz” con el fin de obtener puestos políticos que corresponden al justo por su buena reputación. La “solución integral” del Fobaproa-IPAB ha sido cubierta con otro “principio cristiano de doctrina”, con otro “manto sagrado”, con el llamado “secreto bancario”. Sí, como tuvimos ocasión de observar más atrás, Efraín González Luna transfigura “el más sencillo movimiento” del trabajo en “liturgia sagrada”; la dirección y los legisladores del PAN, con la “solución integral” ejecutan la operación inversa, la transfiguración del manto sagrado en un acto más profano y llano, en el prosaico “secreto bancario”. De este modo, las operaciones bancarias asumidas por el Fobaproa-IPAB, y los montos reales que nos están haciendo pagar a los contribuyentes por el mismo concepto, han sido guardados en el más riguroso secreto, convertido en una especie de secreto de Estado, en un asunto de “seguridad nacional”. Sin embargo, la realidad oculta, por mucho que trate de esconderse, emerge tarde o temprano a la luz pública por la dialéctica misma de los hechos, y por las contradicciones entre sus progenitores, por las peleas entre hermanos. Así, se ha podido correr parcialmente el velo con el que se le ha cubierto, descubrir aunque sólo sea una porción del secreto. Hay que precisar, además, que el “secreto bancario” con el que se ha encubierto el Fobaproa-IPAB tiene también otras razones más profanas. Recordemos que una muestra del tipo de pasivos que asumió el Fobaproa la tenemos en el caso del Banco Unión, que fue intervenido por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en septiembre de 1994, por insolvencia. Se logró filtrar información que reveló que entre los pasivos asumidos se encontró el desvió 25 millones de dólares, que fueron puestos a disposición del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el periodo 1992-94, mediante varios fideicomisos de la propia institución, por parte de Carlos Cabal Peniche, presidente del consejo de administración de dicho banco.173 Estos fondos fueron utilizados en las campañas electorales de los “distinguidos priistas” Carlos A. Madrazo y Ernesto Zedillo. Se evitó, con el “secreto bancario”, que se llegara a fondo en la investigación del financiamiento ilícito, presuntamente con fondos relacionados con el narcotráfico, de estas campañas electorales. No sólo la elección de Ernesto Zedillo tuvo que ver con el financiamiento ilícito, igualmente la de Vicente Fox: “la historia vuelve a repetirse... el mismo, el mismo loco afán”. También este “honorable” personaje, bonachón y disparatero, ha tenido que recurrir al “manto sagrado”. La denuncia de hechos corrió a cargo de un coautor de los mismos, de Eduardo Fernández, ex presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). Como describe Carlos Fernández Vega: “En el programa radiofónico de Joaquín López Dóriga, Eduardo Fernández denunció que el gobierno de Vicente Fox lleva a cabo „un operativo de Estado‟ para encubrir, „a como dé lugar, al Presidente‟ y destruir las evidencias de cómo en 172 173

Platón, Diálogos IV República, Ed. Gredos, S. A., Madrid 2000, pág. 113. La Jornada 15 de marzo de 2003.


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la campaña panista de 2000 se manejó „mucho dinero del extranjero‟. Parte de ese operativo, dijo, consiste en tortura sicológica a supervisores de la CNBV -para quienes pidió protección-, que saben cómo se tejió la „red de lavado de dinero operada por Lino Korrodi‟ así como el cateo de casas y oficinas de la comisión por elementos de la Agencia Federal de Investigación en busca de los documentos que detallan las transferencias para destruirlos”.174 De la misma manera que Ernesto Zedillo, Vicente Fox realizó la operación de cubrir con el manto sagrado el financiamiento de su campaña presidencial, para aparentar ser justo, sin serlo; para así poder “obtener puestos públicos y un buen matrimonio”, según descubrían ya en su tiempo los filósofos griegos. Luis Javier Garrido, resumió así las denuncias de Eduardo Fernández y su significado: “Las declaraciones de Eduardo Fernández, ex presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), afirmando que en la campaña de 2000 los Amigos de Fox lavaron dinero con iguales técnicas que la delincuencia organizada y que existe un operativo de Estado para encubrir estos ilícitos (24 de febrero), han puesto en entredicho la supuesta „transición de terciopelo‟, entendida como un acuerdo a espaldas y en contra de la nación entre dos presuntos grupos delictivos, los salientes tecnócratas priístas y los entrantes empresarios foxistas, y han evidenciado una vez más que existe un grupo de empresarios protegidos por el foxismo que siguen delinquiendo por encima de los derechos de los mexicanos... Lo verdaderamente grave para la administración foxista, de ahí la torpe reacción nerviosa de Fox, es que los señalamientos del ex presidente de la CNBV han puesto ante la mirada de los mexicanos al grupo de empresarios que pretenden ser dueños del país y que, protegidos por Salinas y Zedillo, resultaron los principales beneficiarios del fraude histórico del Fobaproa (reconvertido en IPAB), el mayor en la historia de América Latina, cuyas empresas financiaron ilegalmente la campaña foxista a cambio de protección ante sus crímenes financieros, y que ahora financian Vamos México con el mismo interés. La amenaza de Fernández de dar a conocer la podredumbre del régimen foxista cimbró las estructuras financieras y económicas nacionales, pues de divulgarse nuevas precisiones sobre los beneficiarios de las políticas del gobierno y sus actividades ilícitas, así como los vínculos de éstos con Fox y Zedillo, se generaría el mayor escándalo en la historia financiera y política de México, y se demostraría, de paso y una vez más, que no ha habido „cambio‟ en el país, que quienes se beneficiaron de las políticas del salinismo siguen beneficiándose en el sexenio de Fox y que no hay transición....”.175 En cuanto al monto de los “compromisos” asumidos por el IPAB, se ha hecho pública algo de la información. Así, el 21 de junio de 2003, la agencia calificadora Moody's divulgó un reporte en el que proporciona información acerca de los montos de los pagarés emitidos por el Fobaproa a favor de los bancos, que el IPAB respaldo y que comenzaron a vencer en 2002 para finalizar en 2015. El reporte de Moody's reveló que los compromisos por ese concepto fueron de 6 mil 730 millones de pesos en 2002, pero la cifra aumentó este año (2003) a 29 mil 520 millones de pesos; será de 13 mil 100 millones de pesos en 2004 y, en 2005, aumentará hasta 176 mil 200 millones, para situarse en 77 mil 130 millones de pesos en 2006, 174 175

La Jornada, Carlos Fernández-Vega 26 de febrero de 2003. La Jornada 28 de febrero de 2003.


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último año de la administración del presidente Vicente Fox.176 En total, el gobierno panista de Vicente Fox está comprometido a pagar, a la banca privada, la cantidad de 302 mil 680 millones en el transcurso de los 6 años de su gestión, ¡varias veces más el costo reconocido del “rescate bancario” efectuado por el gobierno priísta de Ernesto Zedillo en el periodo comprendido entre diciembre de 1994 y marzo de 1996! Preguntamos al “orgulloso” Juan Antonio García Villa y al “responsable” Carlos Mediana Plascencia: ¿dónde quedó la “solución integral”? La calificadora Moody's precisa, además, que esa suma de 302 mil 680 millones cubre exclusivamente el principal de la deuda; además el gobierno de Vicente Fox deberá pagar -–ya esta pagando-- los intereses correspondientes. La mayor parte de esos instrumentos genera a los bancos un interés equivalente a la tasa de interés interbancaria de equilibrio (TIIE) o a la de los Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes). Los pagos por concepto de intereses son considerables; no cabe duda, no se midieron en eso de “fortalecer” a las empresas, se despacharon con la cuchara grande. De acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda, entre 1995 y 2002, el gobierno federal ha destinado 274 mil 96.7 millones de pesos para pagar a los bancos los intereses derivados de las operaciones de saneamiento financiero.177 Esta cantidad es prácticamente similar a los 295 mil 950 millones de pesos que la actual administración deberá cubrir entre 2003 y 2006 para hacer frente al vencimiento de los pagarés, cantidad superior al gasto público anual en educación y rebasa el presupuesto destinado al campo. El informe de Moody's deja entrever la insolvencia del gobierno para cubrir estos compromisos; en efecto, señala que el vencimiento de los pagarés del rescate bancario, para el “gobierno federal creará el problema de buscar los recursos para pagar la deuda a las instituciones financieras involucradas”. El “problema de buscar los recursos” implica que el gobierno federal no tiene actualmente capacidad financiera para pagar la deuda. Para resolver esta insolvencia futura del gobierno federal, se han tenido que levantar voces dentro del Congreso mexicano a favor de revisar el expediente Fobaproa-IPAB, y con ello se ha destapado un poco más la cloaca. Por parte de Vicente Fox, para “resolver” este problema insiste en realizar la reforma fiscal, ahora llamada “reforma hacendaría”: quiere obtener recursos para poder cubrir los compromisos de transferencia de recursos del pueblo mexicano hacia la banca privada en particular y las “empresas” en general; cumplir, pues, con el principio de su doctrina para “sentirse orgulloso” de “fortalecer” a las empresas. Advirtamos que la “esplendidez” de los gobiernos antes priistas y ahora panistas no se ha circunscrito a los bancos. La “generosidad y disposición” de estos gobiernos para rescatar los malos negocios de los empresarios mexicanos -para el fortalecimiento directo de las empresas- le cuesta ya al país el equivalente a una quinta parte del producto interno bruto (PIB). El saldo de los rescates de la banca, las carreteras, los ingenios, los proyectos financiados con Pidiregas y aerolíneas, entre otros, sumaba a junio de este año 2003 un billón 276 mil 18.1 millones de pesos. Desde 1995 a la fecha los rescates le han costado al erario público 555 mil 332.3 millones de pesos 176 177

La Jornada 22 de junio de 2003. Ibíd.


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sólo por el pago de intereses y son, paradójicamente, equivalentes al monto de las reservas internacionales del país. De esa cantidad, según cifras de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México, 215 mil 304.2 millones se han acumulado durante el actual gobierno de Vicente Fox.178 La ley que creó el IPAB, también implantó el marco legal para que la mayoría de los bancos pasara a manos del capital extranjero, como ocurrió ya efectivamente: prácticamente la totalidad del sistema bancario se encuentra ya en manos del capital extranjero, operando con condiciones privilegiadas. Una muestra del modo cómo se favoreció a las empresas en el caso de la transnacionalización de la banca, la tenemos en el escándalo que ocasionó el hecho de que Banamex, una de las dos principales instituciones del sistema bancario mexicano, pasara a ser propiedad del Citicorp por medio de una simple operación bursátil, sin siquiera pagar impuestos, que se deben desembolsar, en cambio, en cualquier venta de propiedades. También aquí se aplicó consecuentemente el “principio de doctrina” de favorecer a las empresas pasando sobre otro de sus principios, el de la soberanía nacional. Para el PAN, en los hechos, son más importantes las empresas, sean nacionales o extranjeras, que la nación misma. El panismo que en diciembre de 1997 ofreció “con orgullo” la “solución integral” del Fobaproa-IPAB, después -2003- se vio obligado, en la voz del senador del blanquiazul Javier Corral Jurado, a reconocer que es un “desastre financiero”, a demandar “que se transparente y se acabe con la impunidad en las operaciones irregulares del rescate bancario”. 179 Así, con el transcurso del tiempo, el panismo tuvo que pasar de “la solución integral” al reconocimiento del “desastre financiero”. ¿Por qué impusieron antes esas mismas operaciones irregulares que hoy cuestionan? La “solución integral” de Juan García Villa ha sido, como se ha mostrado en los hechos, un barril de pólvora que puede estallar en cualquier momento. La crisis de la banca y las empresas, esto es la crisis del capital, no ha podido ser resuelta por la acción directa del Estado; se transformó primero de crisis bancaria en deuda pública, del Estado, y ahora se está conformando como una nueva crisis de proporciones agigantadas, se está configurando como crisis financiera del Estado mismo, como incapacidad del Estado mexicano para solventar los compromisos asumidos por el Fobaproa-IPAB y demás apoyos directos, llamados eufemísticamente “rescates”.

42, 43 y 44. El cerrojazo final. La lucha contra el sindicalismo, la revolución permanente y la lucha de clases. “Cómo ha de ser bien retribuido en México el trabajador y cómo ha de alcanzar el nivel de vida, la libertad, la dignidad y la seguridad a que tiene derecho, si la producción carece de garantía, si la inflación monetaria, desencadenada sin apremio o exigencia pública de ninguna especie, es una constante sangría del valor adquisitivo del salario y un acelerado factor de ruina general; si el monopolio oficial y la erección del Estado en empresario dislocan la vida económica; si el derecho de 178 179

La Jornada 7 de septiembre de 2003. La Jornada 14 de agosto de 2003.


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propiedad sufre ataques constantes, si la revolución permanente y la lucha de clases minan sin cesar la estabilidad de las empresas y las condenan a vivir precariamente, expuestas a toda clase de desmanes y peligros?”. “Y, por otra parte, ¿cómo puede cumplir sus fines auténticos el trabajo organizado si el sindicalismo es una falsificación, un instrumento de explotación política, de opresión y envilecimiento del trabajador; un cerrojo en la puerta de acceso al trabajo y un azote, uno de los numerosos azotes de que huyen por centenas de millares trabajadores vigorosos, cuya ausencia debilita mortalmente los campos y los talleres de México?”. “Estas preguntas finales fundan claramente esta afirmación, que debiera ser preámbulo de todo programa sincero de reforma social: el reconocimiento práctico de la naturaleza y de la dignidad del trabajo no es solamente un problema de relaciones entre el trabajador y la empresa, sino de creación y vigencia de condiciones económicas y sociales cuya responsabilidad compete al Estado. El cimiento de la reforma social, en suma, es el bien común”.

Estos últimos tres párrafos los utiliza Efraín González Luna para insistir en su propuesta central, ya expuesta en los dos párrafos anteriores. Son el cerrojazo, el remache final. En efecto, en el último párrafo, el 44, vuelve a reiterar su finalidad principal: “la creación y vigencia de condiciones económicas cuya responsabilidad compete al Estado”. Esto significa, como vimos en el análisis crítico de los párrafos 40 y 41, el “fortalecimiento y vigorización de las empresas”, por medio de la acción directa del Estado. Finaliza su “disertación” afirmando que: “El cimiento de la reforma social, en suma, es el bien común”. Sólo le faltó especificar que el bien común al que se refiere es, en realidad, como hemos demostrado suficientemente y como ha reconocido el propio Efraín González Luna, el bien de las empresas, del capital. Los párrafos 42 y 43 son las premisas, formuladas en forma de preguntas, de su conclusión final. El párrafo 42, lo dedica a arremeter contra los elementos que, según él, “minan la estabilidad de las empresas”. Destaca dentro de esta embestida, su confrontación explicita con “la revolución permanente y la lucha de clases”. Hay que reconocerle a Efraín González Luna su certero instinto de clase --por su voz habla, si no el espíritu, si las necesidades generales de la burguesía--, pues justamente en la revolución permanente y la lucha de clases reside la posibilidad para el trabajo enajenado de autoliberarse, en bien no sólo del trabajador, sino de la humanidad entera. La clase trabajadora es la real portadora del verdadero “bien común”, porque es una clase que su interés es colectivo, no privado y particular, como es el caso de la clase empresarial que busca “garantía” para el “derecho de propiedad”, esto es, el aseguramiento de la propiedad privada burguesa. Efraín González Luna busca que la finalidad del Estado sea este “bien común”. Y, efectivamente, el Estado se constituye y se presenta como el organismo que persigue el “interés


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general”. La constitución del Estado político es una total transubstanciación mediante la cual la sociedad burguesa adquiere su modalidad de Estado político, su caparazón político, que no tiene nada en común con la clase privada y que le es directamente opuesta, pero dentro de la misma naturaleza capitalista. Es el fruto que niega la flor dentro del mismo árbol, siendo el fruto necesario para preservar y proteger a la especie, o, en lenguaje de Efraín González Luna, para “fortalecer y vigorizar a las empresas”. Veamos como expone Marx esta enajenación. Nos dice: “Por este acto la sociedad civil (o burguesa) debe desprenderse completamente de sí misma en tanto que sociedad civil, como clase privada, y hacer valer una parte de su ser que no sólo nada tiene de común con la existencia civil real de su ser sino que le es directamente De este modo se alcanza el nuevo fruto, la politicidad de lo privado, lo general opuesta”180. de la sociedad civil, lo general de lo privado; pero se alcanza como otro, como una nueva figura, como un estado de lo general privado, de la democracia de lo privado, de la democracia burguesa que sólo puede ser formal, esto es, no real. Mediante el acto de la constitución del Estado político se establece la división, la separación entre el individuo civil de la sociedad burguesa y el “ciudadano” del Estado político. La lucha contra el sindicalismo revolucionario, reiterada en el párrafo 43, es considerada por Efraín González Luna como otra de las premisas principales para lograr el fortalecimiento y vigorización de las empresas y de su orden social. Como esta posición de Efraín González Luna ya lo analizamos críticamente en los párrafos 37 y 38, simplemente reiteraremos esta crítica.

180

Óp. Cit., pág. 96.


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CONCLUSIONES 1. EGL da por supuesto lo que debe demostrar. El punto de partida de Efraín González Luna no es el trabajo real, el que realizan todos los días los proletarios de carne y hueso. No; él parte del “trabajo” en general, de su noción abstracta. No explica que es el trabajo, simplemente se remite a la fe, nos insta a creer en la revelación del espíritu santo en el trabajo. Reclama tener fe en la santificación del trabajo, pretendiendo cerrar el paso a todo razonamiento de lo que realmente es el trabajo humano. Al limitarse solamente a afirmar que el “trabajo” es la presencia del espíritu, la divinidad misma, incurre en una petición de principio, petitio principii, es decir, en suponer lo que se trata precisamente de demostrar. 2. Transfigurar el trabajo en la divinidad es la enajenación religiosa del trabajo. Efraín González Luna opera a nivel de la ideología, y así su noción abstracta del “trabajo” la “transfigura” con su noción abstracta del “espíritu santo” y obtiene así su noción del “trabajo santificado”. Mediante este quid pro quo, un autentico truco de prestidigitación, el cambio del trabajo por dios, la transfiguración de la idea trabajo en la idea de la divinidad, obtiene su idea del “trabajo santificado”, ahorrándose con ello la argumentación que demuestre su tesis de la santificación del trabajo, que el trabajo es la divinidad misma. Aquí el garlito está, como expone Hegel, en que Efraín González Luna utiliza la religión y el amor como el cebo que se ofrece para morder el anzuelo, para aceptar, mediante la llama del entusiasmo y el éxtasis, su noción abstracta del “trabajo santificado”. Cual sacerdote que, apelando a la fe y sin necesidad de demostración alguna, transfigura, en las misas dominicales, la hostia y el vino en la carne y la sangre de Cristo, Efraín González Luna pretende haber obtenido realmente, con su noción abstracta del “trabajo santificado”, la transfiguración del trabajo en dios y, a la inversa, de dios en trabajo. Se figura haber realizado una verdadera proeza, haber descubierto una “idea viva”, una “realidad viviente”. 3. La trasfiguración ideológica del trabajo pretende hacerla pasar por su transformación real. La forma que sigue Efraín González Luna para alcanzar su noción del trabajo es la siguiente. Primero, el trabajo cotidiano que realizan los proletarios, el trabajo real, es transfigurado en la noción abstracta de “trabajo”, es decir, lo real, lo concreto, lo transforma en noción abstracta. El segundo paso es transfigurar este “trabajo”, con la ayuda del espíritu divino, en la noción abstracta del “trabajo santificado”. El tercer paso, consiste en transfigurar esta noción del “trabajo santificado” en “idea viva”; la idea abstracta del “trabajo santificado” es transformada en idea viva, concreta, en “realidad viviente”. En cuarto lugar, finalmente, con la “idea viva”, pretende transformar realmente el trabajo cotidiano de los proletarios de carne y hueso; lo abstracto se imagina haberlo transformado en concreto, en real, y con ello cree haber transformado la realidad misma. 4. En su noción del trabajo, la economía política y su análisis crítico son dejados de lado. Efraín González Luna, para determinar el trabajo no tuvo que recurrir, por ejemplo, a la distinción entre fuerza de trabajo y trabajo, al tiempo de trabajo necesario y al tiempo de


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trabajo excedente, a la plusvalía absoluta y relativa; para conseguir la trasformación del trabajo real y concreto, para alcanzar en la realidad la santificación del trabajo, fue suficiente con su “idea viva”. Solo le bastó recurrir a la ayuda del espíritu divino para santificar al trabajo y borrar con ello de un plumazo tanto la crítica de la economía política como la acción histórica del proletariado para liberarse del trabajo forzado e impuesto por el capital. 5. Para EGL la “gran dignidad” y el “valor humano preeminente” es enajenar el trabajo a la divinidad. Con la santificación del trabajo, Efraín González Luna cree haberle dado su “gran dignidad”, restablecido su “valor humano preeminente”. Efraín González Luna entiende por gran dignidad del trabajo el convertirlo en obra de la divinidad; no comprende que con ello convierte la vida del hombre en dependencia servil de la divinidad, y cree que la dependencia servil a la divinidad es la “dignidad humana”. A la dependencia y sujeción real que ya tiene el trabajo de los proletarios con respecto del capital, Efraín González Luna le agrega la dependencia ideológica con respecto de la divinidad; lo envilece aun más, y denomina a esto “la dignidad del trabajo”. De nuevo tenemos un acto de prestidigitación de Efraín González Luna; al servilismo de su noción del trabajo, le llama la “gran dignidad del trabajo”, otra muestra del modo invertido como Efraín González Luna percibe el “trabajo”. Habiendo logrado, de este modo tan peculiar, “la dignidad del trabajo”, cree haber restablecido su valor humano preeminente, y califica su concepción de “humanismo cristiano”. Extendiendo este punto de vista, esta “dignificación y humanización” del trabajo, a la totalidad de la ideología panista, obtiene el “humanismo político”, y con ese traje viste su doctrina: “Si alguna vez hay que dar un nombre a la doctrina de Acción Nacional, será el de Humanismo Político”181 (con mayúsculas en el original). Toda la concepción de Efraín González Luna está impregnada de este “humanismo” cristiano y burgués. 6. Para EGL, la palabra divina es el punto de vista del capital, y, a la inversa, el punto de vista del capital es palabra divina. Después de haber santificado el trabajo, Efraín González Luna pasa a especificar el modo como el espíritu santo estipula el trabajo en la niñez, la juventud, la madurez y la ancianidad del ser humano. Así, el espíritu santo le revela al niño que el trabajo de su padre sostiene su vida, luego entonces, le revela que el trabajo es sostén de la vida. La revelación divina, la primera verdad divina sobre el trabajo, es que es sostén de la vida. ¿Y cuál es el medio especifico para sostener la vida? El dinero que el trabajador obtiene en forma de salario por su trabajo. Entonces la verdad divina establece que el trabajo es el salario que el proletario recibe para sostener su vida. Con esto el espíritu santo concede al trabajador lo mismo que le da el capital por su trabajo: el salario. La palabra divina y el capital coinciden; así, para Efraín González Luna, la palabra divina es el punto de vista del capital, y, a la inversa, el punto de vista del capital es palabra divina. Entonces, tenemos que la noción del trabajo de Efraín González Luna no sólo está determinada por su concepción católicocristiana, sino también por el punto de vista del capital, por la ideología burguesa. Esta es la naturaleza no solo de la noción de trabajo de Efraín González Luna, sino la de toda la doctrina y del partido que se constituyó a su rededor. 181

Efraín González Luna, Humanismo Político, Ed. EPESSA, México, D.F., agosto 1991, pág. 9. Explica a continuación Luis Calderón Vega: “Efraín González Luna acuño el nombre y desenvolvió los contenidos vitales de esta filosofía política”.


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7. La noción del trabajo de EGL es la concepción burguesa de considerar el trabajo del obrero como el modo natural del trabajo. Efraín González Luna, utilizando el denominado sano sentido común, los prejuicios de la ideología burguesa, opina que el trabajo es sostén de vida porque solo concibe el trabajo al modo como se presenta de manera inmediata en la superficie de la sociedad burguesa, esto es, como trabajo enajenado, como trabajo que tiene por fin para el trabajador el salario que permite adquirir los medios que “sostienen la vida”; no sospecha que este trabajo es sólo un modo particular, específico, transitorio de existencia del trabajo humano. Con el trabajo asalariado, se trabaja para satisfacer la necesidad de subsistir y no para gozar la actividad en sí misma. 8. La inversión ideológica que hace EGL del trabajo es una manifestación específica de la inversión de la vida en la sociedad burguesa. Cabe preguntarse: ¿por qué se proyecta en el cerebro de Efraín González Luna el trabajo enajenado al revés de cómo realmente es?, ¿por qué -con su noción del trabajo- convierte lo negro en blanco, lo feo en hermoso, la perdida en ganancia, la enajenación de la vida en la realización de la vida?; ¿de dónde proviene este quid pro quo? Marx resuelve este misterio de la ideología al descubrir su secreto, al correr su velo. Precisamente, al analizar la ideología alemana, Marx puso al descubierto su secreto: “La conciencia nunca puede ser otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara obscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico”.182 Este proceso histórico de vida está determinado, precisamente, por el modo específico como los hombres producen y reproducen su vida o, dicho con otras palabras, por el modo específico como trabajan los hombres. El trabajo enajenado es la forma específica como los hombres producen en el modo de producción capitalista; este trabajo cuya esencia es, precisamente, la inversión de los medios de vida (del sostén al que se refiere EGL) como finalidad de la vida, esta enajenación de la vida como realización de la vida, entonces la conciencia natural del ser invertido solo es su conciencia invertida. 9. La esencia capitalista de los principios se ha manifestado históricamente. El origen histórico del PAN confirma su esencia de partido del capital, con apariencia “humanista cristiana”, mixtificado como “humanismo cristiano”. No es casual, sino consecuencia con su esencia, que tanto Efraín González Luna como Manuel Gómez Morín, los dos principales líderes e ideólogos del PAN, se unieran y decidieran construir un partido en oposición al general Lázaro Cárdenas y en defensa de la propiedad privada amenazada por el “comunismo”. Según relata Carlos Arriola de Efraín González Luna: “Para González Luna, durante la presidencia del general Cárdenas, la Constitución de 1917 se fue „retiñendo de rojo‟ y todas las actividades „frentepopulistas‟ y „comunistas‟ encontraron apoyo y simpatía”. 183 Y de MGM, dice: “Gómez Morín también calificó el cardenismo de „comunizante‟ y „frentepopulista‟…”.184 Tampoco ha sido casual, sino debido al doble carácter de sus principios, que los empresarios y el clero de la iglesia católica hayan sido en el pasado, que lo 182

Carlos Marx, págs. 205-206, citado en el Breviario del FCE. Carlos Arriola, Ensayos Sobre el PAN, Grupo editorial Miguel Ángel Porrúa, México, 1994, pág. 23. 184 Óp. Cit., pág. 23. 183


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sean en el presente y que lo serán en el futuro, los dos baluartes del PAN, y a la inversa, que el PAN sea el baluarte de los empresarios y del clero de la iglesia católica. *** 10. EGL sustenta que su reforma social es solo la parte carnal del espíritu. Para echarle una ayudadita al espíritu santo, para dar “plena y sustancial solución a los problemas sociales”, y así alcanzar la humanización cristiana del trabajo, básicamente son tres los ejes temáticos de las propuestas que hace Efraín González Luna en su discurso. Efraín González Luna justifica estos devaneos terrenales, en los que muy pesar suyo tiene que incurrir, con estas palabras: “La condición carnal del espíritu exige colaboraciones indispensables” (39). De este modo, a nombre del cristianismo pide una justa y mínima retribución del trabajo, seguridad social para el trabajador y eliminar la perniciosa acción del sindicalismo revolucionario, sustituyéndola por la colaboración “humana”. 11. EGL postula que el „humanismo cristiano‟ es el único capacitado para resolver los problemas sociales. En su discurso (39) Efraín González Luna descarta “el economismo materialista”, para la solución de los “problemas sociales”. Dicho con sus palabras: “Ya hemos afirmado que el economismo materialista, lo mismo en su etapa liberal que en su forma comunista, es impotente para entender y tratar los problemas sociales, que tienen un contenido humano y, consiguientemente, espiritual”. Desechando el “economismo materialista”, al que le opone el humanismo espiritual, Efraín González Luna da muestra de fina agudeza al considerar de la misma naturaleza la “etapa liberal” y la “forma comunista; según postula el humanismo político, de aquí en adelante debemos considerar que son de la misma naturaleza el capitalismo y el comunismo. En su discurso proclama que su teoría es la solución única de los problemas sociales: “El humanismo cristiano es, como doctrina, como fuerza y como conducta, el único capacitado para afrontarlos y darles plena y substancial solución”. Con palabras ampulosas, Efraín González Luna sostiene que solamente el “humanismo cristiano”, Efraín González Luna y el PAN, tienen la capacidad de resolver los problemas sociales, transportándonos así a un mundo brillante, en el que se han abatido todos los males del “materialismo economicista”. 13. La “reforma social” de EGL se transubstanció en los lineamientos del Banco Mundial. ¿Cómo se objetivó la reforma humanista cristina en cuanto a la salud y la seguridad social de los trabajadores? Aquí la propuesta de Efraín González Luna se transfiguró en los lineamientos del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional en materia de salud y seguridad social. En el tránsito del humanismo cristiano abstracto a la realidad capitalista concreta, se produjo el salto mortal entre la noción de Efraín González Luna acerca de la seguridad social como “deber elemental de justicia social”, sin la cual “no puede hablarse de orden social”, a la concepción del Banco Mundial de la salud y la seguridad social como un negocio. El “espíritu santo” se transfiguró en el BM que dictamina que la salud y la seguridad social son negocio, por tanto, hay que privatizarlas para abrir campos de inversión al capital privado; esto se realizó con toda naturalidad puesto que, como hemos podido confirmar, el punto de vista del capital es palabra


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divina. Germinaron los planes y estrategias privatizadoras, la reducción de personal y presupuesto, el desabasto de medicinas, el alargamiento de los tiempos para la atención especializada, el adecuamiento de los marcos legales con el nuevo concepto de la medicina y la seguridad social privatizadas. En México dos son las instituciones que se convierten en blanco de esta política económica privatizadora en materia de seguridad social, el Seguro Social y el ISSSTE. Los principios económicos de la doctrina humanista cristiana del PAN, transfigurados como neoliberalismo, se han convertido en realidad palpable. Los resultados son patéticos; millones de ojos de trabajadores contemplan la danza macabra, la orgía del capital que proclama su derecho a la ganancia por encima del derecho a la salud, pensiones y jubilaciones de los trabajadores, observan la entrega a la AFORES de los fondos de las pensiones, la privatización de las jubilaciones. La seguridad social ha sido triturada por el avance implacable de la privatización de las “instituciones de seguridad social”, el IMSS y el ISSSTE están sido desmantelados, en la antesala de ser remplazadas totalmente por empresas privadas. Las afirmaciones de Efraín González Luna (36) de que si las pensiones y jubilaciones “no son cubiertas por una protección solida y permanente”, entonces “no puede hablarse de orden social ni de justicia social” se le revierten al “humanismo cristiano”, lo llevan a un autentico salto mortal. Aquí, la dialéctica de la historia hace que, con estos juicios, Efraín González Luna siente irónicamente al mismo “humanismo cristiano” en el banquillo de los acusados. Efraín González Luna no se imaginó que sus excesos polémicos contra la corriente burguesa que en ese momento estaba al frente del Estado, lo llevarían a cuestionar los propios principios de su doctrina, al humanismo cristiano, y con ellos al orden social existente. 13. Las propuestas prácticas de EGL coinciden esencialmente con las del neoliberalismo. Como la concepción católica cristiana del trabajo santificado no es, en el fondo, más que el punto de vista del capital, ya que deja en pie el carácter enajenado del trabajo de los proletarios, solo logra adornarlo con flores imaginarias, darle un aroma espiritual, entonces, tanto la concepción desarrollada del trabajo del PAN, y, en general, la doctrina económica del PAN, tienen la misma finalidad que la política económica neoliberal que es la de crear las condiciones propicias para que el capital pueda desarrollarse sin ninguna cortapisa, como en invernadero, pretendiendo de ese modo salir airoso de su crisis. La noción del trabajo de Efraín González Luna no es más que la máscara humanista cristiana del neoliberalismo, el rostro humano cristiano del capital. Tanto el análisis teórico de los principios económicos de doctrina, principalmente de su noción del trabajo, como el posterior desarrollo histórico de la economía de México demuestran esta conclusión. La correspondencia entre la doctrina económica del PAN y el neoliberalismo es tan relevante que toda persona dotada de honradez intelectual y sin prejuicios la puede observar; así, desde un marco teórico diferente, Jorge A. Narro Monroy, profesor numerario del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), escuela de carácter privado, generalmente proclives a la ideología panista, coincide con esta conclusión al afirmar: “En lo que toca a la participación del Estado en la economía habría que rescatar de la memoria la prolongada e intensa lucha política que se ha


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registrado en nuestro país a partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), momento en que empezaron a aplicarse con mayor vigor las medidas popularmente conocidas como “neoliberales” y que, centralmente, pretendían reducir al Estado a su mínima expresión y, por tanto, a desplazarlo de la rectoría económica. La alianza entre Salinas y el PAN, mediante la cual éste decidió conceder al Presidente la oportunidad de obtener en el gobierno la legitimidad que no había ganado en las urnas, obedeció, entre otras razones, a la coincidencia entre ambos en materia económica”185. 14. La peculiaridad “humanista cristiana” de la vía mexicana hacia el neoliberalismo. Efraín González Luna insistía, julio de 1944 (39), en “la necesidad de crear determinadas condiciones generales de carácter económico”, para que fuera “factible la reforma social que México” necesitaba. Las condiciones que Efraín González Luna pedía “con angustiosa urgencia” se dieron. El “humanismo cristiano” tuvo su oportunidad histórica de demostrar su capacidad de resolver los problemas sociales; primero como aliado del PRI en la implantación de la reforma neoliberal y después teniendo en propias manos las riendas del país. Es cierto que el “humanismo cristiano” en México no tuvo la necesidad de implantarse, como en Chile en 1974, mediante un sangriento golpe de estado militar; es verdad también que la implantación de la política económica neoliberal en nuestro país se hizo por “la vía mexicana”, pero nos costó a los mexicanos dos fraudes electorales que trajeron consigo la instalación de sendos usurpadores en la presidencia de la república, Carlos Salinas de Gortari en 1988 y Felipe Calderón Hinojosa en el 2006; además, hay que cargar también en esta cuenta, los cientos de asesinatos del salinismo. De este modo, la doctrina económica del PAN, con todo y su máscara humanista cristiana, demostró históricamente ser más importante que cualquier prurito “democrático”. Si en México no hubo la necesidad de derrocar un gobierno popular, fue simplemente porque no se ha permitido su implantación, los mexicanos todavía no tenemos ni siquiera el derecho al sufragio efectivo. Pero estas son cuestiones mundanas que no interesan al “humanismo cristiano”, pues su reino, como hemos tenido ocasión de observar, es el de “las altas constelaciones del espíritu”. Los resultados de la implantación de los principios económicos de la doctrina han sido que hoy México vive una descomposición social como jamás había vivido en su historia, el desprecio de la vida humana llega a niveles insólitos de salvajismo y brutalidad. El “humanismo cristiano” abstracto se transformó en concreto en atentados terroristas contra la población civil en Morelia, Michoacán, ejecuciones masivas en el Estado de México, decapitados en todos los estados. La economía recta predicada en abstracto por el humanismo cristiano se transformó en la guerra de todos contra todos, el bellum omnium contra omnes, donde la forma se parece más a su esencia. La guerra de todos contra todos, la brutal y salvaje descomposición social que vivimos actualmente los mexicanos, floreció en el invernadero del “humanismo cristiano”, ha sido la resultante natural del ataque contra los trabajadores.

185

Jorge A. Narro Monroy, El 2 de julio o la Resurrección de las Ideologías, Internet.


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15. El desarrollo histórico de la economía bajo el principio del “humanismo cristiano” demostró no tiene realmente la capacidad de resolver los problemas sociales. Ya con más de dos décadas de cogobierno del PAN y el PRI, y, sobre todo, con el “humanismo cristiano” al frente del gobierno de la república por más de ocho años, corresponde determinar en qué ha consistido en los hechos la reforma social cristiana que Efraín González Luna reclamaba con angustiosa urgencia, mediante la cual, prometía Efraín González Luna, se recuperaría el paraíso perdido; foxilandia, se le denominó más tarde, aludiendo a la fantasía de Vicente Fox de que en México vivimos en el mejor de los mundos posibles. Si bien es cierto que ha habido modificaciones “al salariado”, tampoco podemos negar que la “justa y humana retribución del trabajo” ha tomado la forma de topes salariales, es decir, se ha transubstanciado en política económica de estado mediante la cual no se permite a ningún sindicato rebasar en las revisiones salariales el tope establecido por los funcionarios del gobierno federal. Por ejemplo, ¿cuál es el tope que han establecido los humanistas cristianos al frente del gobierno federal para las revisiones salariales a efectuarse en este año 2009? El tope humanista cristiano es de 4 o 5 por ciento como máximo, frente a una devaluación del peso frente al dólar aproximadamente de un 50 por ciento. Mediante este procedimiento hemos llegado al resultado de disfrutar cristianamente en México de uno de los salarios más bajos del mundo; en esto se materializó realmente “la justa y humana retribución del trabajo”. No es de extrañar que con estos salarios millones de connacionales prefieran emigrar a los Estados Unidos a realizar trabajos que ni los negros quieren realizar allá, según hubo de confesar frescamente el “humanista cristiano”, Vicente Fox. Los humanistas cristianos persisten en la actualidad en seguir aplicando esta política salarial, empeño que lleva más de dos décadas, a pesar de que en Estados Unidos, país que admiran y que casi siempre tratan de imitar, están devolviendo impuestos a los trabajadores para incentivar el mercado interno. Pero no debemos ser parciales; hay que reconocerle a la reforma sus meritos. También han sido fruto de ella salarios de los más altos del mundo para ediles humanistas, magistrados de la Suprema Corte, diputados y senadores humanistas y de otros géneros, funcionarios del Instituto Federal Electoral, etc., etc. *** 17. La noción del trabajo de EGL y, en general, la doctrina del PAN, son internamente contradictorios. La doctrina se configura con dos partes contradictorias. La exotérica, populista digamos, es el humanismo cristiano, pero la esotérica, su fondo oculto, su secreto revelado, es la defensa del capital; dicho en otros términos, su apariencia es el humanismo cristiano, pero su esencia, su verdad, es ser el espíritu del capital. Si el capital hablara, orgulloso podría exclamar: por mi esencia hablan los principios de la doctrina. Pero, cabe la pregunta: ¿por qué se da esta contradicción interna en los principios de la doctrina del PAN? Por ejemplo, ¿por qué de pronto se presentan los panistas, como en el caso del FOBAPROA, como los más rabiosos resguardadores de la “iniciativa privada”; y, en otro momento, como los defensores cristianos de la vida, en su oposición a la despenalización del aborto? Esta contradicción interna, peculiar de la doctrina del PAN, no es sino expresión de la contradicción general que se da entre la propiedad privada, y el cristianismo y sus variantes,


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como el catolicismo. En el capital rige el interés privado; en el cristianismo lo comunitario espiritual, la igualdad de los cristianos ante dios; la relación de la propiedad privada opera en el terreno de la vida real, concreta, la religión en el nivel de la nebulosa ideología, es abstracta. Cada uno de estas esferas aplica un patrón diferente; pero ambas esferas, a pesar de que son diferentes y contradictorias una con respecto de la otra, no son independientes, se complementan entre sí. La propiedad privada produce la religión, una conciencia del mundo invertida, porque es una la inversión de los medios de vida como finalidad de la vida, de la vida misma; de lo cual se deduce que es un desvarío querer eliminar la religión sin suprimir la propiedad privada. Pero la propiedad privada es la vida sin espíritu, y necesita por tanto de la espiritualidad de la religión. El capital expulsa al espíritu humano, a la inteligencia humana, de su esfera para aherrojarlo a la esfera de la religión, transfigurado en espíritu divino, en el que el ser humano encuentra su realización fantástica, su humanismo cristiano, una contradicto in adjecto. En esta contradicción y complementariedad se mueven la noción del trabajo de Efraín González Luna y, más en general, los principios de la doctrina del PAN. Sobre la base del “humanismo político”, nombre laico con que suele llamarse generalmente al humanismo cristiano, se ha buscado, académica e ideológicamente, construir para el PAN la imagen de rectitud, democratísmo y depositario del bien común; hasta la misma historia pretenden modificar sus emisarios. Al respecto, la doctora Soledad Loaeza ha regado mucha tinta para demostrar que la naturaleza del PAN es la de ser una propuesta modernizadora: “el Partido Acción Nacional (PAN) ha vivido con una imagen pública que poco corresponde a su verdadera naturaleza... [es] una propuesta de modernización alternativa a la que ofrecía el grupo triunfante de la Revolución en el poder”; el mismo Felipe Calderón se aventó el chascarrillo de decir que iba a rebasar “por la izquierda” a López Obrador. Estas interpretaciones académicas incurren en el error de prescindir, o de relegar como determinación de segundo orden, la definición sustancial que a favor de la propiedad privada hacen los principios económicos de la doctrina, y, dentro de ésta, como hemos tenido ocasión de demostrar, su determinación en contra del trabajo y a favor del capital, aunque con hipocresía cristiano populista afirmen lo contrario. Hay quienes piensan superficialmente que la doctrina original del PAN es de lo mejor y que los que han fallado son los actuales dirigentes panistas. Por ejemplo, que, en la contradicción que se da entre el “hijo desobediente y su papá”, Felipe Calderón abandonó la doctrina y su padre fue consecuente con ella al salirse del PAN ante la “traición” a los principios de los nuevos dirigentes; lo cierto es que su padre cayó en la desesperación al experimentar como el PAN se había entregado a los empresarios, es decir, al sentir lo que es en verdad la doctrina, al vivir en carne propia la contradicción interna de la doctrina y del mismo partido, independientemente de cómo su padre se haya representado subjetivamente esta circunstancia. Otro ejemplo de esta crítica superficial lo tenemos en un artículo que circula en la red en que consideran que el PAN se desvió de los principios el convertirse en partido empresarial: “Luis Calderón Vega [padre del hijo desobediente] fue un militante congruente en su pensamiento y sus actos; tuvo la decencia de renunciar al PAN cuando vio que dicho partido se desviaba de su doctrina primigenia para convertirse en lo que es hoy, el partido de la clase empresarial, de la derecha confesional intolerante, el de los bufetes de abogados traficantes de influencias y depredadores


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de los recursos del pueblo”. Hay quienes se sorprenden de la transubstanciación del “humanismo cristiano” en neoliberalismo, pero sólo porque no han observado detenidamente la naturaleza capitalista de los principios de la doctrina del PAN. 16. La hipocresía de la noción del trabajo de EGL, en general la hipocresía de la praxis del PAN, tiene su raíz en la contradicción entre la parte esotérica y exotérica de la doctrina. La hipocresía, el fingimiento de cualidades o sentimientos, especialmente de devoción o virtud, por parte del PAN, nace precisamente de esta contradicción; su raíz está en la contradicción interna de los mismos principios de su doctrina. Es la hipocresía que encontramos en la noción del trabajo de Efraín González Luna, que no se declara francamente como lo que es, como la entrega del trabajo al capital, como una noción de carácter liberal burgués, sino que se presenta como el restablecimiento de la dignidad y la humanización del trabajo; es la hipocresía de Felipe Calderón que para hacer que se apruebe el FOBAPROA lo presenta como una propuesta para salvar a los ahorradores y no a los banqueros, que le cambia el nombre de FOBAPROA a IPAB para disfrazarlo, como cambio el nombre Plan México por Iniciativa Mérida para no develar que tiene el mismo origen y naturaleza que el Plan Colombia; es la hipocresía de presentar la oposición panista a la despenalización del aborto como una defensa de la vida cuando en realidad sólo están defendiendo, a costa de miles de muertas y muertos por abortos fuera de la ley, las posiciones del clero católico retardatario; es la hipocresía de presentarse a favor de moralizar la economía y de haber prohijado y encubierto a los hijos de Martha Sahagún, el contratismo de Mouriño en Pemex, etc., etc.; en síntesis, es la contradicción entre el “bien común” y la “moral” abstractas del humanismo cristiano con el interés privado real y concreto de la propiedad privada. 17. Critica final de la noción del trabajo de EGL y del “humanismo cristiano”. La noción del trabajo de Efraín González Luna, y su concreción histórica en la política económica del PAN, demuestran que el “humanismo cristiano” realmente está sirviendo en nuestro país para fortalecer al capital en contra del trabajo, tal como lo ha hecho a lo largo de sus siglos de existencia, pues como analizó Marx: “Los principios sociales del cristianismo justificaron la esclavitud en la antigüedad, glorificaron en la Edad media la servidumbre de la gleba y se disponen, si necesario es, aunque arrugando un poco el gesto plañideramente, a defender la opresión moderna del proletariado”.186 Con la “humanización del trabajo”, con la santificación que le indilga Efraín González Luna, lo que hace es declarar sagrada la opresión del trabajo por el capital, al modo como ha procedido históricamente el autodenominado “humanismo cristiano”, pues: “Los principios sociales del cristianismo dejan la desaparición de todas las infamias para el cielo, justificando con ello la perduración de esas mismas infamias sobre la tierra. Los principios sociales del cristianismo ven en todas las vilezas de los opresores contra los oprimidos el justo castigo del pecado original y de los demás pecados del hombre, o la prueba que el Señor quiere someter, según sus designios inexcrutables, a la humanidad.”187 Con la noción del trabajo de Efraín González Luna pretende doblegar la conciencia humana del proletario, hacerlo sentir como ser bajo y detestable si no acepta los designios de la 186

C. Marx, Escritos varios, t. II, citado en Biografía del Manifiesto Comunista, Compañía general de ediciones, México, 1974, pág.250. 187 Ibíd.


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divinidad, pues: “Los principios sociales del cristianismo predican la cobardía, el desprecio de sí mismo, el servilismo, la humildad, todas las virtudes de la canalla; y el proletariado no quiere que se le trate como canalla, necesita mucho más de su intrepidez, de su sentimiento de dignidad personal, de su orgullo y de su independencia, que del pan que se lleva a la boca 188”. Con su noción del trabajo Efraín González Luna quiere convertir al proletario en fiel colaborador del capital, al modo del “humanismo cristiano” pues: “Los principios sociales del cristianismo hacen al hombre miedoso y trapacero, y el proletariado es revolucionario”. Quise penetrar en el alma económica del PAN y solo encontré un sepulcro blanco, mejor dicho azul: “En tus aras quemé mi último incienso y deshojé mis postrimeras rosas. Do se alzaban los templos de mis diosas ya solo queda el arenal inmenso. “Quise entrar en tu alma, y ¡qué descenso, qué andar por entre ruinas y entre fosas! ¡A fuerza de pensar en tales cosas me duele el pensamiento cuando pienso!189

188 189

Ibíd. Manuel José Othón, Poesías y Cuentos, Editorial Porrúa, México 1963, pág. 146.


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Marx, Carlos. Manuscritos económico-filosóficos, F.C.E., México 1998. Este trabajo de Marx está incluido como apéndice en el breviario número 166 del F.C.E., titulado “Marx y su concepto del hombre”, cuyo autor es Erich Fromm. Mészáros, István. La teoría de la enajenación en Marx, Ediciones Era, S.A., México 1978. Nuncio, Abraham. El PAN, Programa Mínimo de Acción Política del PAN, Ed. Nueva Imagen, México 1986. Partido Acción Nacional. La fuerza de la democracia, plataforma política 1994-2000, Secretaria Nacional de Estudios, enero 1994. Partido Acción Nacional. Principios de Doctrina, www.pan.org.mx. Platón, Diálogos IV La República, Ed. Gredos, Madrid España 2000. Veraza, Jorge. Leer nuestro tiempo Leer el manifiesto, Editorial Ítaca, México 1998.


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